Está en la página 1de 7

“Año del Bicentenario del Perú: 200 años de

Independencia”
“Universidad San Pedro”

DEPRESION

 NOMBRES: Ray Brians

 APELLIDOS: Castro Acosta

 CODIGO: 222030021

 DNI: 47362240

 CURSO: INTERNADO

 ESCUELA: PSICOLOGIA

2021- Perú
INDICE

Depresión
Introducción:
La depresión y la ansiedad son afecciones diferentes, pero con frecuencia se
manifiesten juntas. Los tratamientos para ambas también son similares.
Sentirse desanimado o triste cada tanto es normal. Y todos nos sentimos ansiosos de
vez en cuando; es una respuesta normal a las situaciones estresantes. Sin embargo, los
sentimientos constantes e intensos de ansiedad y depresión pueden ser un signo de un
trastorno de salud mental de fondo.
La ansiedad puede presentarse como un síntoma de la depresión clínica (mayor).
También es frecuente tener depresión que se desencadena debido a un trastorno de
ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico o el
trastorno de ansiedad por separación. A muchas personas se les diagnostica trastorno
de ansiedad y depresión clínica.
Los síntomas de ambas afecciones suelen mejorar con asesoramiento psicológico
(psicoterapia), medicamentos, como antidepresivos, o las dos opciones. Los cambios
en el estilo de vida, como mejorar los hábitos de sueño, aumentar el apoyo social,
utilizar técnicas para reducir el estrés o hacer actividad física de forma regular,
también pueden ser de ayuda. Si sufres alguna de estas afecciones, evita consumir
alcohol, drogas recreativas y fumar. Pueden empeoran estas afecciones e interferir con
el tratamiento.
Definición de la depresión:
La depresión (del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o
‘abatimiento’) es el diagnóstico psiquiátrico y psicológico que describe un trastorno del
estado de ánimo, transitorio o permanente, caracterizado por sentimientos de
abatimiento, infelicidad y culpabilidad, además de provocar una incapacidad total o
parcial para disfrutar de las cosas y de los acontecimientos de la vida cotidiana
(anhedonia). Los trastornos depresivos pueden estar, en mayor o menor grado,
acompañados de ansiedad.
El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan
principalmente a la esfera afectiva: como es la tristeza constante, decaimiento,
irritabilidad, sensación de malestar, impotencia, frustración a la vida y puede disminuir
el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente
de que su causa sea conocida o desconocida. Aunque ese es el núcleo principal de
síntomas, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de
tipo cognitivo, volitivo o incluso somático. En la mayor parte de los casos, el
diagnóstico es clínico, aunque debe diferenciarse de cuadros de expresión parecida,
como los trastornos de ansiedad. La persona aquejada de depresión puede no
vivenciar tristeza, sino pérdida de interés e incapacidad para disfrutar las
actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del
transcurso del tiempo.
Origen:
El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan
principalmente a la esfera afectiva: como es la tristeza constante, decaimiento,
irritabilidad, sensación de malestar, impotencia, frustración a la vida y puede disminuir
el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente
de que su causa sea conocida o desconocida. Aunque ese es el núcleo principal de
síntomas, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de
tipo cognitivo, volitivo o incluso somático. En la mayor parte de los casos, el
diagnóstico es clínico, aunque debe diferenciarse de cuadros de expresión parecida,
como los trastornos de ansiedad. La persona aquejada de depresión puede no
vivenciar tristeza, sino pérdida de interés e incapacidad para disfrutar las
actividades lúdicas habituales, así como una vivencia poco motivadora y más lenta del
transcurso del tiempo.
Causas:
Un elevado y creciente número de evidencias indica que los episodios depresivos se
asocian con cambios en la neurotransmisión del sistema nervioso central y cambios
estructurales en el cerebro, producidos a través de mecanismos
neuroendocrinos, inflamatorios e inmunológicos. Existe un creciente número de
pruebas que demuestran que la depresión está asociada con una respuesta
inflamatoria crónica de bajo grado, aumento del estrés oxidativo y aparición de
respuestas autoinmunes, que contribuyen a la progresión de la depresión. Las
citoquinas pro-inflamatorias causan depresión y ansiedad, y se ha demostrado que sus
niveles están elevados en los pacientes con síntomas depresivos, lo que puede
explicar por qué los influjos psicosociales y los traumas agudos pueden desencadenar
trastornos del estado de ánimo en personas vulnerables, como aquellas con una
predisposición genética o las que tienen una mayor carga inflamatoria. El vínculo entre
los procesos inflamatorios y los síntomas de la depresión se confirma por la asociación
de síntomas depresivos con enfermedades inflamatorias, autoinmunes o
neuroinflamatorias, tales como el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la alergia, la artritis reumatoide,
la enfermedad celíaca, la esclerosis múltiple y la enfermedad de Parkinson.
Consecuencias:
La depresión puede tener importantes consecuencias sociales, laborales y personales,
desde la incapacidad laboral (ya que se puede presentar un agotamiento que se verá
reflejado en la falta de interés hacia uno mismo, o incluso el desgano para la
productividad, lo cual no solo afectará a quien está pasando por la depresión, sino
también a quienes lo rodean) hasta el suicidio. Otros síntomas por los cuales se puede
detectar este trastorno son cambio del aspecto personal, enlentecimiento psicomotriz,
tono de voz bajo, constante tristeza, llanto fácil o espontáneo, disminución de la
atención, ideas pesimistas, ideas hipocondríacas y alteraciones del sueño. Desde
la biopsiquiatría, a través de un enfoque farmacológico, se propone el uso
de antidepresivos. Sin embargo, los antidepresivos solo han demostrado ser
especialmente eficaces en depresión mayor/grave (en el sentido clínico del término,
no coloquial).

Tipos:
Los principales tipos de depresión son el trastorno depresivo mayor, el trastorno
distímico, el trastorno ciclotímico, el trastorno afectivo estacional y la depresión
bipolar. El trastorno depresivo mayor, el distímico y ciclotímico son las formas más
comunes de depresión, el trastorno distímico y ciclotímico son más crónicos, con una
tristeza persistente durante al menos dos años. El trastorno afectivo estacional tiene
los mismos síntomas que el trastorno depresivo mayor, en lo que difiere es que se
produce en una época del año, suele ser el invierno. La depresión bipolar es la fase
depresiva de un trastorno llamado trastorno bipolar.
Epidemiologia:
Las cifras de prevalencia de la depresión varían dependiendo de los estudios, en
función de la inclusión tan solo de trastornos depresivos mayores o de otros tipos de
trastornos depresivos. En general, se suelen recoger cifras de prevalencia en países
occidentales de aproximadamente 3 por ciento en la población general, y para el
trastorno depresivo mayor, una incidencia anual del 1 al 2 por mil.
Según la OMS en el mundo hay más de 350 millones de personas con depresión. La
OMS estima que, en 2020, la depresión ha pasado del quinto puesto en el ranking
mundial de enfermedades que causan muerte y discapacidad, al segundo lugar.
Estudios y estadísticas parecen coincidir en que la prevalencia es casi el doble en la
mujer que, en el hombre, aunque no son pocos los trabajos que cuestionan esta
asimétrica incidencia: existen estudios que indican que la depresión en el hombre es
mucho menos admitida y su sintomatología reporta de manera diferente.
Algunos factores estresantes vitales, como el nacimiento de un hijo, las crisis de pareja,
el abuso de sustancias tóxicas (principalmente alcohol) o la presencia de una
enfermedad orgánica crónica se asocian con un riesgo incrementado de desarrollar un
trastorno depresivo mayor. En cuanto a la asociación familiar debida a factores
genéticos, la existencia de un pariente de primer grado con antecedentes de trastorno
depresivo mayor aumenta el riesgo entre 1,5 y 3 veces frente a la población general. La
mayor duración del primer episodio y el mayor número de episodios en la vida de
aquellos con depresión de inicio temprano se debe a la falta de detección y
tratamiento oportuno en jóvenes.
Farmacología:
El tratamiento con antidepresivos es el único que ha demostrado una evidencia
significativa de efectividad en depresiones mayores (graves) y en depresiones
psicóticas (solos o en combinación con psicoterapia. Recuérdese que "grave" refiere a
un diagnóstico clínico, no al uso coloquial del término). Para el resto de depresiones,
la psicoterapia se ha mostrado más eficaz que el tratamiento farmacológico.
No se han evidenciado diferencias entre la eficacia de los diferentes tipos de
antidepresivos, cuyas principales diferencias estriban más en el tipo de efectos
secundarios que pueden provocar. En general, los pacientes presentan mejor
tolerancia a los modernos inhibidores selectivos de recaptación de serotonina que los
clásicos antidepresivos tricíclicos y heterocíclicos.
La decisión de emplear uno u otro se basa en criterios como la buena respuesta a un
fármaco determinado en episodios previos o en familiares de primer grado, la
tolerancia a los posibles efectos secundarios, las interacciones posibles con el
tratamiento habitual del paciente, el precio o la existencia de alguna contraindicación
relativa, por la presencia de otra enfermedad.
Hay que tener en cuenta que el efecto antidepresivo tarda unas dos semanas en
aparecer, aumentando progresivamente hasta su pico de máxima eficacia en torno a
los dos meses. Aún no es conocido del todo porqué tarda este periodo.
Psicoterapia:
Muchas formas de psicoterapia, incluso algunas terapias a corto plazo (10-20
semanas), pueden ser útiles para los pacientes deprimidos. Ayudan a los pacientes a
analizar sus problemas y a resolverlos, a través de un intercambio verbal con el
terapeuta. Algunas veces estos diálogos se combinan con "tareas para hacer en casa"
entre una sesión y otra. Los profesionales de la psicoterapia que utilizan una terapia
"de comportamiento" procuran ayudar a que el paciente encuentre la forma de
obtener más satisfacción a través de sus propias acciones. También guían al paciente
para que abandone patrones de conducta que contribuyen a su depresión como causa
y consecuencia (mantenedores).69
La última revisión sistemática sobre el tema, de Hollon y Ponniah (2010), indica que
existen tres psicoterapias que han demostrado ser eficaces y específicas para el
tratamiento de la depresión, que son la psicoterapia interpersonal, la psicoterapia
cognitiva y la psicoterapia conductual. Otras formas de psicoterapia como la
psicoterapia dinámica breve y la focalizada en la emoción, se consideran posiblemente
eficaces, aunque necesitan más estudio
Psicoterapia interpersonal:
La psicoterapia interpersonal parte de la idea de que la depresión está provocada por
muchas causas pero que se da en un contexto interpersonal, y entender ese contexto
es básico para poder recuperarse de la depresión y evitar recaídas futuras.
Este tratamiento se hace en 16 sesiones de 1 hora, que comprenden tres fases. En la
primera fase (1ª-3ª), el terapeuta explica en qué consiste la depresión y estudia con el
paciente el entorno y el momento en que apareció. En la segunda fase (4ª-12ª), se
establece un tema de conversación (o área problema) que está relacionada con el
inicio o el mantenimiento de la depresión. Hay 4 temas: la no superación de la muerte
de un ser querido (duelo complicado), el conflicto con un ser querido (disputa de rol),
el bloqueo para adaptarse a un cambio vital (transición de rol) o la carencia de
relaciones con los demás (déficit interpersonal). Durante esta fase se dialoga con el
terapeuta para llegar a superar la pérdida del ser querido, resolver el conflicto,
adaptarse al cambio o mejorar las relaciones con los demás. En la tercera fase (13ª-
16ª), se revisan los logros y se despiden terapeuta y paciente.
Psicoterapia cognitiva:
La terapia cognitiva parte de la idea de que la depresión se produce por una alteración
en la forma de pensar, que a su vez afecta a la forma de sentir y de comportarse. El
terapeuta ayuda al paciente a analizar los errores que hay en su pensamiento (lo que
se llaman distorsiones cognitivas) para que el paciente piense de una forma más
realista, que le ayude a sentirse mejor y a tomar decisiones para resolver sus
problemas. El terapeuta suele mandar tareas para casa y experimentos para que el
paciente ponga a prueba su forma de pensar.
Psicoterapia conductual:
Bajo el término de terapia conductual, se incluyen distintas formas de tratamiento que
tienen en común el análisis de la conducta del paciente. Se le ayuda al paciente a
programar actividades gratificantes y a organizar su tiempo. También se le ayuda a ser
más asertivo y más sociable, utilizando para ello el juego de rol y ayudándole a
exponerse a situaciones sociales que suele evitar por miedos diversos.

Bibliografía:

 Vara Horna, Arístides A. (2006). Aspectos generales de la depresión: Una


revisión empírica. Asociación por la Defensa de las Minorías: Lima.
 Hollon, S. & Ponniah, K. (2010). A review of empirically supported psychological
therapies for mood disorders in adults. Depression and Anxiety.
 Weissman, M., Markowitz, J. & Klerman, G. (2000). Comprehensive Guide to
Interpersonal Psychotherapy. Basic Books
 García Sánchez, J. & Palazón Rodríguez, P. (2010). "Afronta tu depresión con
psicoterapia interpersonal". Desclée de Brouwer.
 Beck, J. (1995). Terapia cognitiva: conceptos básicos y profundización. Gedisa
Editora.
 Burns, D. (1980). Sentirse bien. Ediciones Paidós.
 Cabaleiro, A., Fernández Mugetti, G. y Sáenz, M.: Depresión y subjetividad:
Tesis.

También podría gustarte