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Las operaciones materiales refieren a los hechos administrativos, a estas operaciones que
realizan o actuaciones materiales que realizan los funcionarios públicos; en tanto que la
actividad material propiamente tal se refiere a la actuación que realiza la administración
para satisfacer necesidades colectivas, actuación que sirve de diversas finalidades, tales
como supervigilar el orden público, o bien actividad para satisfacer necesidades de carácter
continuo, o también actividades para estimular el desarrollo de diversas actuaciones por
parte de privados que se estiman beneficiosas para el interés público.
Estas distinciones van a esclarecerse aún más cuando veamos las categorías de actividades
relevantes dentro de la actividad material de la administración. La doctrina española, que es
la que elabora esta categoría que es la actividad material de la administración, distingue tres
categorías relevantes, que son: los títulos, formas, y técnicas de intervención.
El título de intervención
Técnicas de Intervención
En esta unidad vamos a realizar un estudio detallado de las diversas formas de intervención
y de las técnicas que se utilizan en ellas.
Si uno quisiera ofrecer un concepto de esta, tendría que señalar que es aquella actividad que
procura que las actividades privadas se ajusten al interés público, para lo cual muchas veces
se adoptan medidas que tienen incidencia sobre derechos fundamentales. Los supuestos
aquí son los siguientes.
- Lo primero es que la administración tiene que establecer un estándar que garantice que
la actividad privada se ejercerá en conformidad al interés público. Esto suele ser
problemático, por ejemplo, en el supuesto en que se esté verificando si es que resulta
compatible con la protección ambiental la realización de un proyecto minero en un área
que tiene una rica diversidad biológica, es muy difícil saber con certeza si es que los
procedimientos y métodos que va a realizar este proyecto son útiles para reducir su
impacto en el medio ambiente, por ende, esto de establecer un estándar es problemático
porque por una parte no existe información precisa para fijar ese estándar, además de
que puede ser posible que la empresa, a veces porque lo hace estratégicamente o porque
no es posible reunirla, no proporcione la información suficiente que permita hacer esa
evaluación.
- El segundo supuesto es que al establecer este estándar, la administración para cumplir
con la CPR y el ordenamiento jurídico debe velar porque este no vulnere los derechos
fundamentales de quien pretende desarrollar esa actividad.
La actividad material se vale de una variedad de técnicas, siendo de estas las principales la
autorización y las sanciones administrativas. Como toda actuación administrativa, para
cumplir con el segundo supuesto de no trasgredir los derechos fundamentales cuenta con
una serie de límites, como lo son el principio de legalidad, la intervención debe ser
proporcionada, y, existe también el límite de la igualdad ante la ley o la no discriminación
económica.
Una última cuestión que cabe señalar es que dados estos problemas que veíamos en cuanto
al primer supuesto (estándar), muchas veces no sabemos que hacer o actuamos con
incertidumbre. Lo que sucede es que actualmente está en una cierta crisis esta actividad,
porque justamente se basa en el supuesto de que la administración puede fijar estándares tal
como lo haría un científico, y en base a esos estándares objetivos se desarrollan las
actividades. Más que hablar de policía, hoy por hoy se alude más al análisis de riesgo lo
que se pretende es levantar información respecto a los potenciales riesgos de la actividad, y
eso produce dilemas, porque habiendo faltas de certeza respecto a todos los riesgos, surge
la pregunta de que hacer, si seguir adelante o no. Hay quienes dicen que no hay que seguir
adelante, y a esto se le denomina principio precautorio, es decir, ante la duda hay que
abstenerse -especial énfasis en materia ambiental-. Una segunda aproximación es la de la
prevención, que mas que frenarse o no hacer la actividad, es preferible recopilar
información y adoptar medidas de antemano que permitan hacer la actividad pero con todos
los cuidados necesarios.
Técnicas de Intervención
(i) Las primeras que vamos a analizar son las así denominadas técnicas de
información. A través de estas la administración recibe o logra obtener información
que requiere para poder controlar el ejercicio de actividades por parte de
particulares. Dentro de las técnicas de información se distingue entre deberes de
información propiamente tales, deberes formales y documentales, y deberes de
comunicación.
Los deberes formales y documentales son, por ejemplo, los libros de comercio o
los libros contables que en ciertas ocasiones las empresas deben poner a disposición
de la autoridad.
Los deberes de comunicación, básicamente si uno revisa las LOC de las Super
Intendencias para ciertos hitos relevantes, por ejemplo, cuando hay un cargo en el
directorio de una S.A, la legislación del rubro establece la obligación de informar lo
que se denomina como hecho esencial de cambio de director.
(ii) Un segundo grupo de técnicas son las llamadas técnicas de comprobación. Tienen
por objeto que la administración pueda llegar a la convicción de que ciertas
actividades, proceso o personas cumplen con exigencias que son necesarias para
realizar ciertas actividades.
La Autorización
Corresponde ahora analizar la primera y principal técnica para verificar que una actividad
se ajuste al interés público. Conceptualmente entendemos por autorización aquella decisión
que remueve un obstáculo para realizar una actividad que se encuentra entregada a la
iniciativa privada. Aquí corresponde distinguir claramente entre autorización y concesión,
porque las autorizaciones siempre se entregan para realizar iniciativa que incumben a los
privados pero como sabemos que puede causar daños a terceros, es importante que se
realicen cumpliendo ciertos estándares. Cosa distinta es lo que ocurre con las concesiones,
ya que no todos los particulares o ningún particular puede hacer eso por sí, ya que son
actividades que la legislación dispone que sean realizadas por el Estado, y la única manera
en que los privados pueden realizar estas actividades es que se les otorgue una concesión.
Esto explica porque mientras la autorización tiene un carácter declarativo, la concesión
tiene un carácter constitutivo. Ahora bien, siendo esto así, está distinción muchas veces se
difumina en la práctica porque el legislador en la práctica no es muy riguroso cuando le
pone nombre a los instrumentos o mecanismos, entonces a veces confunde
conceptualmente con una autorización y les nombra concesiones.
Por otro lado, tenemos el caso de ciertas autorizaciones para determinadas actividades, por
ejemplo, el caso de la resolución de calificación ambiental, que es una autorización que
permite la construcción de un proyecto que genera bastante impacto ambiental. Es difícil
afirmar que se trata de una actividad sujeta a la libre iniciativa privada, pareciera ser que en
el caso de proyectos que tienen tal envergadura y que pueden generar tal impacto, lo que
hay más bien es una creación de derechos, cuando se permite su realización y se perjudica
de esta manera a los particulares.
Hay que recalcar que desde la perspectiva formal, la autorización es un acto administrativo
que se materializa a través de la dictación de un acto administrativo. Es un acto
administrativo favorable, por ende, el procedimiento para su dictación por regla
generalísima se inicia por la solicitud de un privado, además, siendo un acto favorable no
procede la revocación, pero si podría proceder la invalidación.
Lo último que cabe señalar es que cualquier actividad que requiera de un cierto examen
previo para ver que cumple con las normas requiere una autorización. Si uno revisa la
normativa puede constatar que el legislador otorga los más diversos nombres a esta
autorización. A veces habla de autorizaciones, otras veces habla de reconocimiento oficial -
universidades-, y otras veces habla de licencias.
En otros casos el legislador también habla de permiso. Esto último genera confusión con
otra institución, que es el permiso de uso privativo de un bien nacional de uso público,
porque en el permiso lo relevante no es el nombre, ya que un permiso va a ser una
autorización si es que se trata de un instrumento que remueve el obstáculo para realizar una
actividad que queda entregada a la iniciativa privada, en tanto que el permiso de uso
privativo es un permiso que permite hacer una actividad que los privados a falta del
otorgamiento de este permiso tenemos prohibido. Por ejemplo, todos los quioscos requieren
de permiso de uso privativo de un bien de dominio público, es decir, la administración le
otorga este derecho al quiosquero y podría también entregárselo a cualquier persona como
podría no hacerlo, ya que ella es la que tiene que administrar las calles a nombre de todos.
Así entonces, puede haber permisos como especie del género autorización, o permisos que
no lo son, como es el caso del permiso de uso privativo de un bien nacional de uso público
La inspección
Consiste en la verificación presencial de las condiciones en que se desarrolla una actividad.
Se trata de una técnica que tiene un valor autónomo, pero también valor instrumental.
Semana 2 Derecho Administrativo: Servicio Público
Martes 16 y Jueves 18 de Agosto de 2021
Servicio Público
Respecto a los aspectos generales, el primero dice relación con la dificultad de definir esta
actividad. Para muchos, el derecho administrativo es el derecho de los servicios públicos,
de forma tal que sería una exageración limitar el servicio público a una dentro de varias
otras actividades materiales. Esta acepción del quehacer administrativo fue la que imperó
durante la mayor parte del s. XX y que solo empezó a ser cuestionada por el auge de la
ideología neoliberal y la influencia que ha tenido en el desarrollo de las políticas públicas y
los diseños institucionales. Sin embargo, con posterioridad a la década de los ’70, varios de
los quehaceres administrativos empiezan a ser privatizados, porque uno de los dogmas de la
ideología neoliberal es que el Estado es más ineficiente que el privado para desarrollar las
actividades de servicio, entonces, esto da lugar al surgimiento de dos acepciones de servicio
público;
- Una acepción orgánica, que se condice con lo que se había pensado hasta entonces del
servicio público, vale decir, órganos administrativos que deben satisfacer necesidades
colectivas de manera regular y continua.
Ahora bien, con lo que ha sucedido en este último tiempo y que la ideología neoliberal está
entrando en crisis, puede ser que estemos cada vez más cerca de que esta distinción se
difumine, y que, en verdad, podamos construir un concepto más coherente y menos elusivo
del servicio público.
En cuanto a la acepción orgánica, los servicios públicos en sentido orgánico deben cumplir
una serie de exigencias. Estas exigencias son las de regularidad y continuidad, que
aparecen mencionadas en el art 28 de la Ley N° 18.575, a las cuales se suman las
exigencias de generalidad, permanencia y uniformidad. Que un servicio tenga que ser
prestado de manera regular, significa que debe adecuarse a las reglas. Continuidad
implica que el servicio o el órgano debe funcionar de manera ininterrumpida. Generalidad
quiere decir que las prestaciones deben estar disponibles para cualquier habitante que lo
solicite. Permanencia quiere decir que la exigencia de servicio público no expire en el
tiempo. Por último, uniformidad quiere decir que el servicio debe prestarse para todos en
condiciones iguales.
La segunda cuestión que cabe mencionar respecto a la acepción orgánica es que como
vimos en el curso de Administrativo I, la creación de órganos administrativos o de servicios
públicos, debe ser por ley, y esta ley siempre debe ser de iniciativa exclusiva del Pdte (art
65 inc.4 N°2 CPR).
En cuanto a los servicios públicos funcionales, estos deben cumplir con las mismas cinco
exigencias nombradas anteriormente, que también son aplicables a estos servicios públicos.
Ahora bien, respecto a estos servicios públicos funcionales, buena parte de la doctrina dice
que para que puedan existir tal cosa como un servicio público funcional, tiene que mediar
una decisión del legislador que se llama publicatio o publificación, es decir, la ley debe
señalar explícitamente que una determinada actividad tiene el carácter de servicio público
(por ejemplo, la legislación eléctrica). La principal relevancia de la publicatio es que si se
ha efectuado, para que un privado pueda desarrollar esta actividad que la ley ha reservado
al Estado, este privado necesitará contar con una concesión; por el contrario, si se trata de
una actividad en la que no ha mediado la publificación, para ejercer esta actividad o
servicio público, no se requerirá como título la concesión, sino que podrán ocuparse otros.
¿Qué aspectos jurídicos comunes pueden apreciarse entre los servicios públicos en
sentido orgánico y funcional?
Fuera de que ambos tienen que satisfacer las mismas características, los dos deben cumplir
con las exigencias de imposibilidad de realizar huelga (art 19 N°16 de la CPR).
- Por una parte, hay casos de prestación directa u orgánica de un servicio público, por
ejemplo, el caso de los hospitales.
- Por otro lado, hay casos de prestación indirecta, mediante concesión, como lo que
sucede con servicios básicos como telefonía, electricidad, gas, sanitario, etc.
La actividad de fomento ha estado presente bajo todos los modelos económicos y políticos,
de hecho, antes del Golpe de Estado, se utilizaba frecuentemente bajo los gobiernos entre
1925 y 1973 que no imperaban bajo un modelo económico neoliberal, sino bajo un modelo
de industrialización por sustitución de importaciones para precisamente estimular el
desarrollo de ciertos cometidos o actividades que le parecían relevantes.
Modalidades de Fomento
- Medidas Honorificas: Manifestaciones de esta modalidad son, por ejemplo, los Premios
Nacionales o la Nacionalidad por Gracia.
- Ventajas Jurídicas: Como por ejemplo, aquella que se le otorga a las pequeñas y
medianas empresas de forma tal de generar empleo, mano de obra y cumplir otros fines
públicos.
- Ventajas Económicas: En este caso, corresponde distinguir entre
En cuanto al contenido de la relación subvencional, esto es, aquella que se traba entre la
administración y el beneficiario, cabe señalar que desde la perspectiva del beneficiario, la
subvención es un acto administrativo de carácter favorable, lo que trae como consecuencia
que no pueda ser revocado. Sin embargo, desde el punto de vista pasivo, este beneficiario
está obligado a cumplir una carga, de hecho, muchas veces las subvenciones se
materializan a través de contratos, donde se dice que en caso de que no se cumpla la carga,
la administración puede poner término anticipado a este contrato, y, además, exigir la
restitución de fondos.
Por último, en lo relativo al control de la subvención, hay que señalar que existen diversos
tipos de control que se le atribuyen a distintos organismos. El propio órgano que otorga la
subvención tiene que verificar que su otorgamiento y el cumplimiento de la finalidad se
ajusten a la ley. Esto quiere decir que se otorgue la subvención para el supuesto previsto
por el legislador, con los montos que se han previsto para ello en la Ley de Presupuestos.
Además, la administración debe verificar que se cumpla por parte del privado la finalidad
con la que fue otorgada la subvención.
Además, dado que hay entrega de fondos involucrados, también le compete ejercer control
a la Contraloría General de la República, y, en este caso, emerge una institución mediante
la cual la Contraloría puede efectuar una fiscalización de los fondos públicos, que es el
conocido Juicio de Cuentas. Como aquí el beneficiario de estos fondos es en primera
instancia un privado y no un órgano administrativo , lo que sucede es que ese juzgamiento
de cuentas se va a realizar ante un tribunal civil, cosa que no sucede cuando se controla el
uso de fondos públicos por parte de un funcionario de la administración, donde el juicio de
cuentas corresponde al órgano del que este depende.
Ahora bien, si es que este particular fuera condenado en el juicio de cuentas y decide
apelar, ahí hay una segunda instancia ante el Tribunal de Cuentas de la propia Contraloría
General de la República.
Semana 4 Derecho Administrativo: Sanciones Administrativas
Martes 31 de Agosto y Jueves 2 de Septiembre
Sanciones Administrativas
Cabe distinguir para entender el debate en torno a las sanciones administrativas, entre
aproximaciones sustantivas y aproximaciones formales a las sanciones
administrativas.
Por tanto, si todo esto es cierto, es decir, que asimilar las sanciones a las penas trae graves
problemas de eficacia al funcionamiento de la administración, cabe adoptar entonces una
visión o aproximación formal a las sanciones administrativas. Esta aproximación
considera las sanciones desde la perspectiva que son formalmente, es decir, un acto
administrativo. Al fin y al cabo, una sanción administrativa no es más que la aplicación de
normas generales a supuestos particulares por la administración. Con todo, dada la
significancia de sus repercusiones patrimoniales no faltan los argumentos que arguyen que
no basta sujetar las sanciones a los límites aplicables a todo acto administrativo. Esta
postura no parece correcta salvo para los casos de actos que impliquen privaciones de
libertad que son escasos. Sin embargo, cabe señalar que las normas generales aplicables a
los actos administrativos o su régimen de validez prevén buena parte de las exigencias del
ius puniendi, así, por ejemplo, la exigencia de legalidad de los actos administrativos cumple
a su manera con los estándares de la legalidad y la tipicidad propios del ius puniendi.
Asimismo, el estándar de motivación de los actos administrativos sirve para analizar si es
que una sanción es proporcionada o no. Ahora, hay algunas exigencias del ius puniendi que
el acto administrativo no puede cumplir, como lo son la culpabilidad y el nos bis in ídem,
pero es sumamente discutible que se pueda sujetar a la administración a estos estándares, ya
que si la administración tuviese que probar que alguien rompió la cuarentena de manera
culpable se perdería toda eficacia en la regulación que rige en este ámbito.
Cabe ahora analizar el régimen legal aplicable a estas. Un primer aspecto que cabe señalar
es que más allá de la postura que se adopte a propósito de los límites aplicables a la
imposición de las sanciones administrativas, lo cierto es que estas siguen siendo actos
administrativos de carácter desfavorable, lo que trae una serie de implicancias. Por lo
pronto, siendo actos administrativos de carácter desfavorable, pueden objeto de revocación
y de invalidación, pero, además, hay otras consecuencias ya que al ser desfavorables deben
cumplir con el estándar reforzado de motivación establecido en el art 11 inc. 2, y, además,
no pueden imponerse retroactivamente.
- En lo sustantivo, como todo acto administrativo que fluye de una potestad otorgada a la
administración, la sanción debe satisfacer exigencias de legalidad. En esta lógica de intentar
aplicar a la administración estándares del ius puniendi cuando hace uso de su potestad
sancionatoria, se ha dicho que la administración debe satisfacer también el estándar de
tipicidad. Como puede intuirse, si esto fuese así, la administración tendría poco margen de
acción para moverse cuando ocurrieran ciertas circunstancias que no son exactamente las
que prevén las leyes. Lo que ha dicho la jurisprudencia constitucional es que la exigencia
de tipicidad se satisface si es que la norma de rango legal establece el núcleo central de la
conducta, y esta posteriormente es pormenorizada por normas reglamentarias.
Otro elemento sustantivo dice relación con la exigencia de proporcionalidad, donde si bien
no hay exigencias de proporcionalidad que se establezcan de manera general, lo cierto es
que un acto administrativo igualmente podría haber sido dejado sin efecto en la medida que
al revisarlo apareciera que dados los hechos que motivan la imposición de este acto
administrativo sancionatorio, la determinación de la sanción aplicable parece ser excesiva.
En resumen, la proporcionalidad va muy ligada a la motivación.
Presunción de inocencia
Aplicación de concursos
Hay otros fallos que dicen que cuando un regulado incluye en más de una infracción, al
momento de la sanción no se podría establecer la existencia de un concurso porque eso
tendría que preverlo exclusivamente la ley.
Esto, más que todo, es un incentivo o una determinación que efectúa la propia ley, y ni
siquiera se necesita un procedimiento administrativo para determinar esta sanción. Se
incurre en prácticas antisindicales y automáticamente este contratista tiene que ser
eliminado del registro, entonces no tiene mucho asidero esta aseveración -que alguna
acogida ha tenido en la jurisprudencia nacional- de la eliminación del registro de
contratistas, en otras palabras, de un acto administrativo desfavorable para cuya dictación
no es ni siquiera necesario dictar un procedimiento administrativo, y este va a ser más bien
aquel que se determine el que esta persona incurrió en una práctica antisindical, y
habiéndose certificado esta práctica, con el sólo mérito de esa actuación, la administración
determina la eliminación de esta persona del registro de contratistas.
Semana 6 Derecho Administrativo: Actividad Empresarial de la Administración
Martes 21 y Jueves 23 de Septiembre de 2021
Aquí tiene importancia la historia y la economía. Bajo un modelo económico que operaba
bajo la sustitución de importaciones, donde lo importante era el desarrollo de la industria
local, tenía sentido que se desarrollaran diversas empresas del Estado que surgieron al alero
de CORFO. Esto permite apreciar como la empresa del Estado cumplía una diversidad de
funciones. Por una parte, proveer servicios básicos para la población, pero, por otra parte,
surgieron otras empresas como CODELCO que buscaban -o buscan- proveer de rentas al
Estado.
Dicho esto, cabe señalar que en nuestro ordenamiento jurídico, es pertinente hacer una
distinción entre empresas y sociedades del Estado, y que se relaciona básicamente con el
tema de la propiedad de la empresa. Se trata de sociedades que realizan un giro dentro de
un mercado en las cuales el Estado tiene una cierta participación. Ahora bien, esta
participación del Estado debe ser superior al 51%, ahí entonces la distinción.
Por otra parte, a raíz de esta distinción entre empresas y sociedades del Estado, se suele
distinguir también entre empresas públicas (empresas) y empresas privadas del Estado,
que corresponderían a las sociedades.
Las empresas del Estado tienen las siguientes características: (i) Tienen personalidad
jurídica propia, lo que les permite operar descentralizadamente; (ii) No forman parte de la
administración, sino que la integran, y; (iii) Actúan en el tráfico legal sometidas al derecho
privado, sin perjuicio de que tienen que cumplir una serie de exigencias de derecho público,
por ejemplo, las exigencias derivadas del principio de transparencia y probidad, porque
cumplir con estos principios supone un menoscabo para estas empresas respecto a sus
competidores.
En cuanto al régimen legal de las Empresas del Estado, es bastante pelicular, por cuanto se
encuentra establecido en la propia CPR, donde se indica que para crear una empresa del
Estado o para que el Estado participe en una empresa se requiere de una Ley de Quórum
Calificado, además, se señala que salvo que se establezca lo contrario por una LQC, las
empresas han de regirse por el derecho común (civil). Esto es de lo más relevante, porque
hace que el Estado se termine comportando como un privado, lo que de alguna manera
explica los problemas que hemos visto con el Banco Estado, los cobros de comisiones, etc;
lo que les impide obrar con la parcialidad, compromiso y vocación pública que debe
caracterizar a todo órgano administrativo.
Por otra parte, cabe señalar que están sujetas paralelamente al principio de legalidad,
transparencia, probidad y al de igualdad. Su creación y su financiamiento es materia de ley,
aunque también tienen un núcleo privado porque muchas de ellas se rigen por la legislación
de S.A, y salvo que el legislador haya dispuesto lo contrario por LQC se rigen in tótum por
el derecho privado.
IV. Empresas que cumpliendo un cometido público son sociedades anónimas por
mandato de la ley, como es el caso de Metro S.A.