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Tema 5.

De Bagdad a Toledo: la traducción de las fuentes antiguas en lengua árabe y la


transformación “comentada” de la filosofía aristotélica.

1. Notas al tema 4
2. Textos
3. Preguntas
4. Recursos

1. Notas al tema 5

La imagen de esta guía proviene del Libro de los juegos de Alfonso X que fue compilado
aproximadamente a mediados del siglo XIII. En la escena observamos tres personajes que
representan a un laico al que le sigue un fraile, tonsurado, y, por último, con la cabeza
cubierta y barbado, alguien que podríamos identificar con la cultura árabe, bien porque
poseía el dominio de la lengua, como la mayoría de los judíos que vivieron en el Al-
andaluz, o un traductor musulmán que vuelca a la lengua vulgar alguno de los textos que
el proyecto científico de Alfonso X compilo bajo su gobierno. Alfonso X, llamado el
Sabio, porque en su época el derecho, la astronomía, las matemáticas, la historia, entre
otras diciplinas fueron sistematizadas, alcanzando una gran difusión e impacto en la
península. Por esto la escena que encabeza esta guía marca el trayecto de la filosofía
árabe, de procedencia oriental, hacia la cuna del pensamiento andalusí. Los textos
reunidos en esta guía atestiguan la importancia de la conservación y difusión de la
filosofía antigua, así como el empeño de enseñar la transmisión de los problemas cruciales
de la especulación filosófica, practica y teórica.

A.) Ibn Jaldun. El historiador, sociólogo, politólogo y agudo observador de la cultura


de su tiempo, nació en Túnez (1332) dentro de una familia andalusí que vivió en
Sevilla hasta 1248, y cuyos orígenes se remontan a una tribu yemení con la que,
dice Jaldun, tuvo contacto el profeta Mohamed. En su “Introducción a la historia
universal” (Al-Muqaddimahde 1377), Jaldun describe, por una parte, los diversos
rasgos del conocimiento teológico en las comunidades musulmanas que pretenden
establecer un discurso racional o tradicional acerca del Corán y los dichos e
historias del profeta Mohamed; y de otra parte, expone las ciencias que provienen
de la antigüedad entre las que hallamos a la filosofía. Si recorremos el texto de
Jaldun podríamos recordar algunos pasajes de Isidoro de Sevilla, o del mismo
Buenaventura, en los que se describe la división de las ciencias, las definiciones
de cada disciplina y donde se indica el objeto de conocimiento de cada uno de
estos saberes. Debido a que este texto es del siglo XIV, Jaldun ya contaba con el
conocimiento de diversos tratados filosóficos que procedían de oriente medio en
los que se exponía esta división de las ciencias. Los filósofos cuyos tratados
contenían estas cuestiones son los que aparecen después del texto de Jaldun.

B.) Las definiciones de filosofía: Al Kindi, Al-Farabi e Ibn Sina/Avicena. En estos


tres textos encontramos una concepción de la filosofía definida por su máxima
generalidad aplicada a todas las facultades humanas que de manera inherente se
orientan al conocimiento de la naturaleza, de la acción humana, y de la causa
primera de todos los seres. Ante todo, los tres autores reconocen la tradición
filosófica antigua en todas sus dimensiones hasta el punto de “agradecer”, como
lo hace Al-Kindi, a los griegos el haber allanado el camino de la “vida
especulativa”. El estudio comparativo de los autores antiguos aparece en la
tentativa de Al-Farabi de encontrar una conciliación entre el pensamiento de
Platón y Aristóteles en la que el análisis platónico se una al método silogístico, a
pesar de su dificultad este intento valora de cada autor el aspecto de su
pensamiento que ha tenido más impacto. Mientras, Avicena nos recuerda que la
filosofía persigue el bien y la verdad, lo que ennoblece el alma tanto como todas
sus facultades. Estos autores demuestran que existió una recepción de la filosofía
antigua en medio oriente que se desplazó a la península ibérica. Un movimiento
que empezó con la traducción y comentario de las cuestiones tratadas por la
filosofía antigua hacia la forma de comentarios, de diversa extensión, de las obras
aristotélicas siguiendo el modelo de autores como Simplicio, Temistio, o Alejando
de Afrodisia.

C.) Comentarios a Sobre el alma (De anima) de Aristóteles: Avicena y Averroes.


Estos dos autores contribuyen con sus interpretaciones de los textos aristotélicos
sobre el alma a una de las discusiones más prolíficas de la escolástica latina
medieval, y con esto me refiero a autores como Alberto Magno o Tomás de
Aquino entre muchos otros. Se trata de la definición del alma racional, o
intelecto/mente, y de los modos en los que conoce los objetos sensibles, sus
accidentes, así como la formación de las concepciones que de ellos quedan en
nuestra mente.

C.1) Avicena por su parte afirma que el alma es la perfección del ser humano, y
con esto se refiere a que es susceptible se ser un accidente, al contrario, implica el
proceso de actualización del conocimiento y la percepción de los objetos. Por
ejemplo, el alma identifica por los sentidos un objeto, una mesa que tiene ciertas
características: materia, color, medidas, posición, tiempo, etc., también identifica
sus propiedades, el uso que tiene y los efectos que implica su duración. Nuestra
alma racional posee de modo potencial las facultades necesarias para conocer
todos estos aspectos, denominadas por Avicena y Averroes “Intenciones”. La
“perfección” implica actualizar todo este conocimiento acerca de un objeto como
la mesa. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a el conocimiento de entidades
inmateriales, por ejemplo, ideas no-materiales como las causas y principios de la
naturaleza entablamos una relación diferente en la que la actualización de nuestro
conocimiento se realiza gracias al llamado “intelecto agente”. Avicena usa la
metáfora solar, semejante al símil platónico, para demostrar que las ideas no
materiales existen de manera potencial en este “intelecto agente” el cual expande
este conocimiento por la naturaleza, por la “emanación” de los “rayos solares”.
De este modo cuando el alma racional actualiza con sus facultades el
conocimiento de estas ideas inmateriales es debido a la actividad permanente de
este intelecto. Aristóteles postulo la existencia de este intelecto como una manera
de explicar el proceso de actualización de ideas que están más allá de lo material,
pero fue Avicena quien aporto la metáfora solar, de origen platónico, para explicar
nuestra relación con este intelecto. La cuestión que suscita esta metáfora solar es
si Avicena se refiere a que este intelecto existe realmente fuera de nuestras mentes,
es único e igual para todas las almas racionales individuales, y en el caso de la
escolástica cristiana ¿qué tiene que ver este intelecto con la “mente divina”?
Intentaremos resolver estas cuestiones cuando estudiemos a los autores de este
periodo, aunque desde ahora es importante tenerlas en cuenta. Observen, sin
embargo, que Avicena intenta hacer lo que Al-Farabi sugiere en su texto: la
concordia entre Aristóteles y Platón.

C.2) Averroes es denominado “El Comentarista” porque escribió comentarios a


toda la obra aristotélica en diversos formatos y extensiones (pequeños, medianos
y grandes). Estos registros textuales sirven para acceder a distintos grados de
profundidad desde lo sinóptico hasta lo analítico. Los comentarios mayores se
caracterizan por citar a autores griegos como Temistio o Alejandro de Afrodisia,
y también para criticar duramente la originalidad de Avicena que quiso alcanzar
el sueño farabiano de conjugar toda la tradición antigua en un mismo lugar.
Avverroes comparte la idea de que el intelecto es “pasivo”, lo que quiere decir
que esta siempre dispuesto a conocer, a recibir el saber, significando todas las
“intenciones” o concepciones de la mente; y se mantiene fiel al texto aristotélico
hasta el punto de afirmar que el alma racional es llamada por Aristóteles “facultad
especulativa”. Este carácter “natural” del intelecto humano deja de lado las
especulaciones avicenianas para mostrar que el alma racional es ante todo un
proceso, un movimiento, de actualización del conocimiento tanto sensible como
inmaterial que obedece las relaciones de la física del cuerpo humano. Por esto se
refiere al alma racional, como facultad natural, con la expresión “intelecto
material”, ya que comparte todas las características de la configuración fisiología
del cuerpo humano en la que están implicados los órganos de la percepción -vista,
oído, tacto…- y las facultades del cerebro -imaginación, memoria, sentido común.
Respondiendo a Avicena, afirma que la luz es un fenómeno físico que depende la
diafanidad del medio en el que se expande, no es lo mismo la luz expandida en el
agua que en el aire. Por lo tanto, no podrá ocurrir lo que propone Platón: el sol
hace que actualicemos, o volvamos a recordar los que está de manera innata en
nuestra mente. Averroes explica que el “intelecto agente” acompaña la actividad
del “intelecto material” que es único y no posee un sustento material. Una vez más
queda abierta la cuestión acerca de la naturaleza de este intelecto, ya que en un
ambiente intelectual en el cual es muy importante la “inspiración divina” parece
que el “intelecto agente” viene a alterar la relación original entre la divinidad y la
espiritualidad humana. Podríamos, afirmar que Averroes adhiere a una
concepción coherente con el aristotelismo y la dificultad de sus textos, puesto que
sostiene que no todo el conocimiento es “actual” en el ser humano -no lo sabemos
todo-, y que es preciso un “repositorio” universal de todo el saber al que nuestra
mente “material” accede para actualizar el saber; y concluye: “pero lo que hizo
caer en el error a ese hombre (Avicena), y a nosotros también durante mucho
tiempo, es que los modernos abandonan los libros de Aristóteles y leen los de sus
Comentadores, sobre todo en las cuestiones sobre el alma, porque creen que ese
libro no se puede entender. Y esto lo digo por Avicena”.

Consultar

Para obtener más información sobre Ibn Jaldun, Al Kindi, Al-Farabi, Ibn Sina/Avicena y
Averroes/Ibn Rushd:

Saranyana, pp. 61-74


Grabmann: pp. 9-14
Vignaux: pp. 78-83

En:

https://drive.google.com/drive/folders/1cOdTNLB6G12f-
LPjQIsThhE7wbIJefTs?usp=sharing

Sobre Ibn Jaldun, ver:

https://www.youtube.com/watch?v=Ify9F-ZqT9s

Además de los artículos del apartado 4-Recursos.

2. Textos

IBN JALDUN, Muqaddima, p. 1035 [traducciones del árabe elaboradas por el Prof.
Rafael Ramón Guerrero]: La Ciencia del Kalam es una ciencia que proporciona las
pruebas de las creencias de la fe por medio de argumentos racionales, y la refutación de
las innovaciones que, en las creencias, se apartan de las doctrinas de los antiguos
musulmanes y de los Sunnitas (musulmanes que consideran que Abu Bakr es el heredero
del profeta, frente a los Chiitas defienden que es el esposo de Fátima, hija de Mohamed,
Alí). El fondo de estas creencias propias de la fe es la unicidad de Dios; pp. 1044-1046:
Al multiplicarse las ciencias y las artes, los hombres se dedicaron a hacer compilaciones
y a investigar sobre el resto de los temas. Los teólogos escribieron sobre la carencia en
Dios de atributos humanos. Apareció una nueva doctrina, la de la Muatazila, quienes,
entendiendo de la manera más general esta carencia en las aleyas en que se niega en Dios
semejanza con la creación, determinaron negar los atributos esenciales, como la ciencia,
la potencia, la voluntad y la vida, que superan sus leyes, puesto que de eso se seguiría, en
opinión de ellos, la pluralidad de lo eterno. Pero esto se refuta diciendo que los atributos
no son ni la esencia misma ni otra cosa distinta de ella. Rechazan también los atributos
del oído y de la vista, por ser propios de los accidentes de los cuerpos; se refuta diciendo
que no se puede suponer constitución (corpórea) en el sentido de estos dos términos, pues
sólo indican la percepción de lo oído y de lo visto. Niegan también el atributo de la
palabra, por igual motivo que el oído y la vista, pues no entienden el atributo de la palabra
como existiendo en la mente. Sostenían que el Corán era creado, lo cual es una innovación
opuesta a lo evidente para los antiguos musulmanes. Esta innovación causó un gran daño.
Algunos califas al aprendieron de algunos de sus mentores y movieron a las gentes a
aceptarla. Los imames de los antiguos musulmanes se opusieron a ello. Por oponerse, se
tuvo por lícito encarcelar a muchos de ellos y matarlos. Esto fue causa de que los sunníes
se pusieran a demostrar racionalmente estas creencias, para evitar la difusión de esta
innovación; pp. 1085-1086: Las ciencias racionales, que por naturaleza son propias del
hombre en tanto que está dotado de reflexión, no son algo propio de una sola comunidad,
sino que el estudio de ellas se da en todas las comunidades, tendiendo a su conocimiento
e investigación. Existen en el género humano desde que apareció la civilización. Estas
ciencias se llaman "ciencias filosóficas" y "filosofía". Comprenden cuatro ciencias. La
primera es la ciencia de la Lógica, que es una ciencia que previene al entendimiento de la
falsedad al emplearse en los problemas desconocidos respecto de los restantes asuntos
conocidos; su utilidad radica en discernir lo falso de lo correcto en aquello que se pretende
considerar respecto de los seres y sus accidentes, a fin de que se pueda comprobar la
verdad en las cosas con la mayor precisión de su pensamiento. Después de eso, el estudio
bien de las cosas sensibles: los elementos y los compuestos de ellos, como los minerales,
las plantas, los animales, los cuerpos celestes y los movimientos naturales, bien el alma,
de la que proceden los movimientos y otras cosas; ésta es llamada Física, siendo la
segunda de ellas. Está también el estudio de las cosas metafísicas, como los seres
espirituales; se le llama Metafísica y es la tercera de ellas. La cuarta ciencia es el estudio
de las cantidades; comprende cuatro ciencias y se llama Matemáticas. La primera de ellas
es la Geometría, que estudia las magnitudes tomadas en absoluto, ya sean discontinuas,
por ser computables, ya sean continuas: o dotadas de una sola dimensión, como la línea,
o de dos dimensiones, como la superficie, o de tres dimensiones, como el cuerpo
geométrico. La geometría estudia estas cantidades y lo que le afecta en sí mismas y en
sus relaciones mutuas. La segunda de ellas es la Aritmética, que es el conocimiento de lo
que afecta a las cantidades discontinuas que son los números, ocupándose también de las
propiedades y accidentes que le acompañan. La tercera es la Música, que consiste en
conocer las relaciones de los sonidos y los tonos entre sí y en la manera de ponderarlos
numéricamente; su utilidad consiste en conocer las modulaciones del canto. La cuarta de
estas ciencias es la Astronomía, que consiste en determinar las figuras de las esferas
celestes y en definir sus posiciones y la disposición de cada estrella con respecto a los
planetas: se basa para conocer estas cosas en los movimientos celestes, que se puede
verificar y que existen realmente, de cada uno de los cuerpos celestes, en sus vueltas y
retornos, en sus movimientos y en sus oposiciones.

AL-KINDI: Trad. cast. R. RAMON GUERRERO - E. TORNERO POVEDA: Obras


filosóficas de al-Kindi, Madrid, Ed. Coloquio, 1986, p. 46: Entre las artes humanas, la
más excelsa y la más noble en rango y posición es la Filosofía, cuya definición es:
"Conocimiento de las cosas en su realidad, en la medida de lo posible al hombre". Y ella
es así, porque el propósito del filósofo, cuando conoce, es alcanzar la verdad y, cuando
actúa, obrar conforme a la verdad; pues el obrar no es algo perdurable, ya que, cuando
hemos llegado a la verdad, desistimos y la acción finaliza. Ahora bien, no encontramos
la verdad que buscamos sin una causa. La causa del ser y de la permanencia de toda cosa
es la verdad, porque toda cosa tiene ser, tiene realidad y, como la verdad existe
necesariamente, entonces los seres existen. La parte de la Filosofía que es más excelsa y
noble en rango es la Filosofía Primera, es decir, el conocimiento de la Verdad primera,
que es causa de toda verdad. Por eso, el filósofo más noble y perfecto debe ser el hombre
versado en este nobilísimo conocimiento, porque conocer la causa es más noble que
conocer el efecto, pues conocemos perfectamente cada uno de los objetos cognoscibles
cuando conocemos suficientemente su causa... Al conocimiento de la Causa Primera se
le llama justamente Filosofía Primera, pues todo el resto de la filosofía está recogido en
su conocimiento, porque ella es lo primero en nobleza, en género, en rango respecto de
aquello cuyo conocimiento es más cierto, y en tiempo, pues es la causa del tiempo; pp.
47-48: Una de las cosas a las que la verdad nos obliga, es a que no reprendamos a quienes
nos causan un beneficio pequeño e insignificante; ¡cuánto más a quienes nos han causado
un beneficio grande, real y extremado! Aunque ellos hayan dejado de alcanzar algunas
verdades, sin embargo, son parientes y copartícipes nuestros, en tanto que nos han
beneficiado por los frutos de su pensamiento, frutos que, como medios e instrumentos,
nos han llevado a conocer bastante bien aquello cuya realidad ellos no tuvieron la suerte
de alcanzar. Sobre todo, porque es evidente para nosotros y para aquellos destacados
filósofos de otras lenguas que nos han precedido, que ningún hombre obtiene la verdad -
aquello que la verdad merece- por el solo esfuerzo de su investigación, ni que todos ellos
juntos la conocen plenamente. Antes, al contrario, cada uno de ellos o no ha obtenido
nada de ella, o sólo ha alcanzado una parte pequeña en relación con lo que la verdad
merece. Ahora bien, si se reúne lo poco que cada uno de ellos ha alcanzado de la verdad,
entonces se juntará una parte de un gran valor. Grande debe ser, pues, nuestro
agradecimiento a quienes han aportado un poco de verdad; tanto más a aquellos que nos
aportaron mucho de la verdad, puesto que nos han hecho partícipes de los frutos de su
pensamiento y nos han facilitado acceder a las verdaderas cuestiones difíciles, en tanto
que nos han beneficiado con premisas que nos allanan el camino de la verdad. Si ellos no
hubieran existido, estos principios verdaderos, con los que nos hemos educado para las
conclusiones de nuestros problemas desconocidos, no se habrían reunido para nosotros,
ni siquiera con una intensa investigación durante toda nuestra vida. Eso sólo ha sido
reunido en las épocas pasadas, edad tras edad, hasta esta época nuestra, con una intensa
investigación, con tenacidad asidua y prefiriendo la fatiga en ello. Durante su vida,
aunque fuera larga, y con una intensa investigación, con sutil especulación y con gran
tenacidad, un hombre solo no podría reunir lo mismo que muchos han acopiado en un
periodo de tiempo mucho más largo, con un esfuerzo semejante, con una intensa
investigación, con una especulación sutil y con una gran tenacidad. Aristóteles, el más
destacado de los griegos en filosofía, ha dicho: "Debemos dar gracias a los padres de
quienes han aportado algo de verdad, puesto que son causa de que éstos hayan existido;
tanto más a quienes han nacido de ellos, puesto que los padres son causa de los hijos, pero
éstos son causa de que obtengamos la verdad" [Met., II, 1, 993b 11-19]. ¡Cuán bellas son
sus palabras sobre esto! No tenemos que avergonzarnos, pues, de encontrar hermosa la
verdad y de adquirirla de donde quiera que venga, aunque sea de pueblos y razas distintos
y distantes de nosotros. Nada hay antes que la verdad para quien busca la verdad. No hay
que menospreciar la verdad, ni hay que humillar a quien habla de ella ni a quien es
portador de ella. Nadie se ha envilecido por la verdad; al contrario, todo se ennoblece por
la verdad».

AVICENA: Risâla fî aqsâm al-‘ulûm al-‘aqliyya (Sobre la división de las disciplinas


intelectuales), Trad. cast. R. RAMON GUERRERO, pp. 71-72: La filosofía es un arte
teórico por el que el hombre adquiere la percepción de lo que es la totalidad del ser en sí
mismo y de lo que su acción debe necesariamente obtener para que su alma se ennoblezca,
se perfeccione, se haga mundo inteligible correspondiente al mundo existente y se prepare
así para la felicidad suprema y última, según la capacidad humana. La filosofía se divide
en puramente teórica y práctica. La parte teórica es la que tiene como fin la adquisición
del conocimiento cierto del estado de los seres cuya existencia no depende de la acción
del hombre; a veces, el objetivo que busca es alcanzar solamente una opinión, como
sucede en la Ciencia de la Unicidad divina y en la astronomía. La parte práctica es aquella
cuyo fin no es la adquisición del conocimiento cierto de los seres, sino que más bien
buscaría a veces adquirir una opinión verdadera acerca de algo que el hombre ha
adquirido con el fin de obtener de ello un bien; lo que se busca no es no es sólo obtener
una opinión, sino obtener una opinión con vistas a una acción. El fin de la filosofía teórica
es la verdad, mientras que el de la práctica es el bien.

***

Al-Farabi, Concordia entre Platón y Aristóteles.

Méritos de Aristóteles y Platón: Por definición y esencia (objeto formal), la filosofía es


la ciencia de los seres en cuanto tales. De esta filosofía son nuestros dos sabios los autores;
ellos desarrollaron sus principios y fundamentos (raíces); ellos perfeccionaron sus
extremos y ramas; de ellos se fían todos así en lo importante como en lo secundario, y a
ellos acuden todos así en lo de poca como en lo de mucha consideración. Cualquier ramo
del saber que de ellos derive es fundamento básico en que puede uno apoyarse, porque
ello será cosa libre de oscuridades y de confusiones. Esto mismo pronuncian las lenguas
de todos, y esto atestiguan los entendimientos, si no los de la turba, al menos los de la
mayoría de los que están dotados de espíritu claro e inteligencia pura.

Causas y sospechas de un desacuerdo: Puesto que el discurso externo y la convicción in


terna entonces se tienen por verdaderos, cuando objetivamente corresponden al ser que
representan (sustituyen), un desacuerdo entre ambos filósofos en las distintas ramas de la
filosofía implica inevitablemente uno de estos tres defectos: o no será exacta esa
definición, antes declarada, acerca de la esencia (objeto formal) de la filosofía; o bien,
respecto del filosofar de estos dos hombres, la opinión tradicional y convicción de todos
— o al menos de la mayoría— será cosa de espíritus débiles y enfermizos; o bien,
finalmente, los que opinan que en los principios fundamentales hay entre ellos
discrepancias, tendrán de ellos un conocimiento bastante corto y menguado.

Análisis del concepto de la filosofía: Una definición exacta deberá corresponder a la


ciencia filosófica, cosa que ciertamente quedará demostrada mediante una inducción que
recorra una a una hasta la última de las partes de esta ciencia. En efecto, los objetos
formales y las materias de las ciencias no pueden menos de pertenecer o a la Metafísica,
o a la Física, o a la Lógica, o a la Matemática, o a la ética. Ahora bien, la filosofía es la
ciencia que se propone colegir todas esas materias, sacándolas a luz y explicitándolas, de
modo que ningún ser real hay en el mundo que no tenga su parte en la filosofía, o que en
ella no tenga una finalidad propia; y aun también pertenece a ella cualquier conocimiento
a que se extienda el objeto de la potencia intelectual humana. El método analítico — y tal
fue el método que el sabio Platón seguía— declara y manifiesta bien lo que decimos;
porque el que divide (analiza), ardientemente desea que no se le quede aislado ninguno
de los miembros existentes y reales. Si Platón no hubiera seguido ese método, tampoco
el sabio Aristóteles hubiera en pos de él emprendido el mismo camino. Pero una vez que
se encontró con que Platón se había pronunciado por ese método, dándole a conocer,
demostrándolo y declarándolo, se cuidó mucho Aristóteles de aplicar sus desvelos y
emplear sus trabajos en desenvolver el método silogístico, y con claridad y precisión
estableció como ley el empleo del silogismo y de la demostración apodíctica respecto de
cualquier tesis que el análisis exigiera.

***

Avicena, Sobre el alma, (Liber de anima, ed. Van Riet – Avicenna Latinus)
Consta, pues, que el alma perfecciona al cuerpo en el que está, y que la conserva conforme
a la manera de ser de éste, que debe naturalmente disolverse y desparramarse. En efecto,
cada una de las partes del cuerpo tiene el debido lugar, que no tiene otra, y debe
distinguirse de la que le está unida; pero ese estado no lo conserva sino un ser que no
pertenece a su naturaleza, y ese ser es el alma en el ser viviente. El alma es, pues, la
perfección del sujeto que es constituido por ella; también constituye su especie y la
perfecciona. Las cosas que tienen almas diversas se hacen, en razón de ellas, de diversas
especies, y su alteridad se origina por la especie, no por la singularidad. Luego el alma no
está entre los accidentes por los que no se especifican las especies ni entran en la
constitución del sujeto. El alma, en efecto, es perfección de la sustancia, no como
accidente, ni se sigue de eso el que sea separada o no separada; no toda sustancia es
separada, ya que la hyle no es separada, ni tampoco la forma; tú ya sabes que eso es así...
Sobre los modos de conocimiento que hay en nosotros: Hablemos ahora de las facultades
sensibles y cognoscitivas, pero digamos sobre ellas cosas generales, diciendo que parece
que el aprehender no es sino el aprehender la forma de lo aprehendido con alguno de los
modos posibles, pero, si aprehender es aprehender una cosa material, entonces el
aprehender es aprehender la forma de algo, abstraída de la materia con alguna abstracción.
Pero hay diversas especies de abstracciones, y sus grados distan mucho entre sí. En efecto,
a las formas materiales les sobrevienen, por razón de la materia, disposiciones y otras
cosas que no tienen por su esencia, es decir, por ser formas. Por tanto, su abstracción de
la materia algunas veces es abstracción sin dejar esas condiciones en algunas de ellas,
algunas veces es una abstracción perfecta, que abstrae aquel objeto entendido de la
materia y de las otras condiciones que hay en él debido a la materia. Por ejemplo: la forma
humana y [su] sustancia es una naturaleza en la que sin duda convienen por igual todos
los singulares de la especie, de la cual se da una única definición; pero, como sucede que
existe en este singular y en aquél, por eso está multiplicada. Pero eso no lo tiene por su
naturaleza; porque si la razón de tener que multiplicarse radicase en la naturaleza humana,
entonces no se predicaría el hombre de algo uno numéricamente, y si se diese la
humanidad porque se da (o es) la humanidad de Pedro, entonces la humanidad no
pertenecería a otro. Por tanto, uno de los accidentes que sobrevienen a la humanidad por
la materia, es esa especie de multiplicación y división.
Capítulo sobre el entendimiento agente en nuestras almas y el pasivo de nuestras almas:
Diremos que el alma es antes inteligente en potencia, y después se hace inteligente en
acto. Todo lo que pasa de la potencia al acto no pasa sino por una causa que lo tiene en
acto y lo reduce al acto. Luego se da una causa por la cual nuestras almas en los objetos
inteligibles pasan de la potencia al acto. Mas la causa que da la forma inteligible no es
sino el entendimiento en acto, en el cual se hallan los principios de las formas inteligibles
abstractas. Ese entendimiento es, respecto de nuestras almas, como el sol respecto de
nuestra vista: así como el sol se ve de por sí en acto y por su propia luz en acto se ve lo
que no se veía en acto, así es el influjo de ese entendimiento en nuestras almas. En efecto,
la facultad racional, cuando considera los objetos particulares que se hallan en la
imaginación, y es iluminada por la luz del entendimiento agente de que hemos hablado,
quedan despojados de la materia y sus condiciones, y son impresos en el alma racional,
no como si fuesen cambiados de la imaginación a nuestro entendimiento, ni porque la
intención que depende de muchos produzca una semejante a ella, sino porque por su
consideración de ellos el alma queda dispuesta para que brote de ella por obra del
entendimiento agente la abstracción. En efecto, los pensamientos y las consideraciones
del movimiento disponen el alma para recibir la emanación, como los términos medios
disponen para recibir necesariamente la conclusión, aunque eso se verifica de diversos
modos, como sabrás después. Pero cuando el alma racional viene a ponerse en relación
con esa forma despojada (de la materia) por medio de la luz del entendimiento agente,
surge en el alma, en virtud de esa forma, algo que, en algún aspecto, es algo especial, y,
en otro aspecto, no es algo especial; como cuando la luz cae sobre los objetos coloreados
y se origina en la vista por obra de ella una operación que no es semejante a ella del todo.
Por lo que hace a los objetos imaginables, son inteligibles en potencia y se hacen
inteligibles en acto, no ellos mismos, sino los objetos que de ellos son recibidos; es más,
así como la operación que aparece a partir de las formas sensibles, por medio de la luz,
no es las mismas formas, sino algo que está en relación con ellas, así el alma racional,
cuando se une a las formas con un cierto modo de unión, queda dispuesta para que surja
en ella por la luz del entendimiento agente las mismas formas despojadas de todo
elemento extraño.

***

Averroes, Gran comentario a los libros del De anima de Aristóteles.


LIBRO II: Cuando dice que hay que averiguar en cada uno de esos principios si es el alma
o no, empieza a hablar de una facultad que no parece ser el alma, o más bien que es más
evidente que no es el alma, y dice: «El entendimiento y la facultad especulativa», etc.
Esto es, el entendimiento en acto, y la facultad que se perfecciona por el entendimiento
en acto todavía no se ha declarado si es alma o no, como, en cambio, se ha declarado ya
de otros principios, ya que esa facultad no parece usar en su acción de instrumento
corporal, como usan las demás facultades del alma. Y por eso no quedó claro por la
mencionada explicación si es perfección o no. Pues todo aquello en lo que se manifieste
o se manifestará que se perfecciona de la manera como se perfeccionan las formas por las
materias es alma. Y cuando dice que eso no aparece claro en el entendimiento, empieza
a demostrar cuál de las dos partes contradictorias en esta cuestión se ha de buscar como
la prevalente en la opinión de los hombres y la más probable, hasta tanto que no se pruebe
eso después con demostración. Y dice: «Pero parece que es otro género de alma», etc.
LIBRO III: Cuando afirma que el entendimiento receptivo debe pertenecer al género de
las facultades pasivas, y que con eso no sufre cambio en la recepción, porque ni es cuerpo,
ni es una facultad que esté en el cuerpo, da la demostración de ello, y dice: «Es preciso,
pues, si entiende...», etc. Esto es: es preciso, pues, que, si entiende todas las cosas existen
tes fuera del alma, antes de aprehenderlas esté clasificado, por ese modo (de aprehender)
en el género de las facultades pasivas, no activas, y que no esté mezclado con los cuerpos,
es decir, que ni sea cuerpo ni facultad en el cuerpo, natural o animal, como dijo
Anaxágoras. Después dice: «Para que conozca», etc. Esto es: y es preciso que no esté
mezclado, para que entienda todas las cosas y las reciba. Porque si está mezclado,
entonces será o cuerpo, o una facultad en cuerpo; y si es una de estas dos cosas, tendrá su
forma propia, la cual impedirá que reciba alguna forma ajena. Y eso es lo que pretende al
decir: «Porque si aparece en él», etc. Esto es: si tiene su forma propia, entonces esa forma
le impedirá la recepción de formas diversas extrañas, porque son distintas de ella. Y ahora
hay que considerar en esas proposiciones en las cuales Aristóteles declara esas dos cosas
sobre el entendimiento, a saber, que pertenece al género de las facultades pasivas y que
no sufre cambio, que no es cuerpo, ni facultad que esté en cuerpo […] Por eso, hay que
pensar lo que ya ha aparecido por la exposición de Aristóteles, que en el alma hay dos
partes del entendimiento, de las cuales una es recipiente, cuya naturaleza ha sido
declarada aquí, y la otra, agente, y es aquello que hace que las intenciones que están en la
facultad imaginativa muevan en acto al entendimiento material después que lo movían en
potencia, como aparecerá después en el texto de Aristóteles, y que esas dos partes no son
generables ni corruptibles; y que el agente es respecto del recipiente como la forma
respecto de la materia, como se explicará después. Y por eso pensó Temistio que nosotros
somos el entendimiento agente, y que el entendimiento especulativo no es más que la
continuación del entendimiento agente sólo con el entendimiento material. Pero no es así,
sino que hay que pensar que en el alma hay tres partes del entendimiento, una de las cuales
es el entendimiento que recibe, la otra es el eficiente y la tercera el que es lo hecho. Y dos
de estas tres partes son eternas, a saber, el agente y el que recibe, y la tercera es generable
y corruptible en un sentido, y en otro, eterna. En efecto, como nuestra opinión, de resultas
de esta discusión, ha sido que el entendimiento material es único para todos los hombres,
y también hemos opinado, por eso, que la especie humana es eterna, como se ha expuesto
en otros sitios, es preciso que el entendimiento material no esté despojado de los
principios naturales comunes a toda la especie humana, es decir, de las primeras
proposiciones y de las formaciones singulares comunes a todos, pues esos objetos
conocidos son únicos por lo que hace al sujeto recipiente, y muchos por lo que hace a la
intención recibida. Así, pues, en el modo en que son únicas, son necesariamente eternas,
ya que la existencia no se aleja del sujeto recibido, a saber, del motor, que es la intención
de las formas imaginadas, y no hay impedimento por parte del recipiente. La generación,
pues, y la corrupción no se da en ellos sino debido a la multitud que les sobreviene, no
por el modo según el cual son únicas. Y por eso, cuando respecto de algún individuo ha
sufrido corrupción algún objeto de los primeros entendidos por la corrupción de su sujeto
por medio del cual está unido con nosotros y es verdadero, es preciso que ese objeto
entendido no sea simplemente corruptible, sino corruptible por respecto a cada individuo.
Y de esta manera podemos decir que el entendimiento especulativo es único en todos...
Esto se les pasó a muchos modernos, hasta el punto de que negaron lo que dice Aristóteles
en el tratado XI de la Filosofía primera, que es preciso que las formas separadas que
mueven los cuerpos celestiales sean en número como los cuerpos celestes. Y por eso la
ciencia del alma es necesaria para la ciencia de la Filosofía primera. Y ese entendimiento
receptivo debe entender al objeto entendido que está en acto. Pues una vez que ha
entendido las formas materiales es más digno de entender las formas no materiales; y lo
que entiende de las formas abstractas, v.gr., del entendimiento agente, no le impide el
entender las formas materiales. En cuanto a la proposición que dice que el que recibe no
debe tener en acto nada de lo recibido, su tenor no es absoluto, sino condicionado; es
decir, que no es necesario que el que recibe no sea absolutamente nada, sino que no sea
en acto algo de aquello que recibe, como ya lo hemos dicho. Es más, has de saber que la
relación del entendimiento agente a ese entendimiento es la que tiene la luz al diáfano, y
la relación de las formas materiales a él es la que tienen los colores al diáfano. Pues, así
como la luz es la perfección del diáfano, así el entendimiento agente es la perfección del
entendimiento material. Y así como el diáfano no es movido por el color, ni lo recibe más
que cuando luce (está iluminado), así este entendimiento no recibe los objetos entendidos
que se presentan más que en cuanto que es perfeccionado por aquel entendimiento e
iluminado por él. Y así como la luz hace que el color que está en potencia esté en acto,
de suerte que pueda mover al diáfano, así el entendimiento agente a las intenciones que
están en potencia las hace entendidas en acto, de suerte que las reciba el entendimiento
material. Así hay que interpretar, pues, la doctrina sobre el entendimiento material y el
agente. Y cuando el entendimiento material se une con nosotros por ser perfeccionado
por el entendimiento agente, entonces nos unimos con el entendimiento agente, y esa
disposición se llama adquisición y entendimiento adquirido, como veremos después. Y
este modo de explicar la esencia del entendimiento agente resuelve todas las cuestiones
que se originan de que pongamos que el entendimiento es una y muchas cosas. En efecto,
si el objeto entendido fuese único absoluta mente en ti y en mí, sucedería que, cuando yo
conozco un objeto, tú lo conocerías también, y otras muchas cosas imposibles. Y si
ponemos que es muchas cosas, sucederá que el objeto entendido en mí y en ti es uno
específicamente y dos individualmente; y así, un objeto entendido tendrá su
correspondiente objeto entendido, y de la misma manera hasta el infinito. De modo que
resultará imposible que el discípulo aprenda del maestro, a no ser que la ciencia que hay
en el maestro sea una fuerza que engendra y crea la ciencia que está en el discípulo, a la
manera como este fuego engendra a este otro fuego semejante a él específicamente, lo
cual es imposible. Y eso de que lo sabido es lo mismo en el maestro y en el discípulo fue
lo que, así entendido, hizo creer a Platón que el aprender es una rememoración. Pero
poniendo, como ponemos nosotros, que el objeto inteligible en ti y en mí es múltiple en
el sujeto en cuanto que es verdadero, a saber, las formas de la imaginación, y uno en el
sujeto por cuanto el entendimiento es ser (y es material), se resuelven perfectamente todas
esas dificultades [...] Y como es preciso que se den en la parte del alma que se llama
entendimiento esas tres diferencias, tiene que haber en ella una parte que se llama
entendimiento, por cuanto que se hace todas las cosas por vía de semejanza y recepción,
y que haya también en ella una segunda parte que se llama entendimiento, en cuanto que
hace que todo lo entendido en potencia sea entendido en acto. Y dice: «Es preciso, pues»,
etc. Con esas palabras alude al entendimiento material. Esa es, pues, su explicación de
que hablábamos. Después dice: «Y el entendimiento en cuanto que hace que se entienda
todo». Y con eso alude a aquello que se hace que se halla en hábito...Después dice: «Como
la luz», etc. Ahora señala el modo como se hace necesario poner en el alma el
entendimiento agente. En efecto, no podemos sostener que la relación del entendimiento
agente en el alma al entendimiento generado sea como la relación del artificio a lo
artificiado en toda línea. Pues el arte impone en toda la materia la forma sin que en la
materia haya algo de la forma existente antes de que la acción del artífice la produzca.
Eso no sucede en el entendimiento; pues, si así fuese, entonces no necesitaría el hombre,
al entender los inteligibles, el sentido y la imaginación; más aún, los objetos entendidos
llegarían del entendimiento agente al entendimiento material, sin que éste necesitase
mirar a las formas sensibles; ni tampoco podemos decir que las intenciones imaginadas
sean las solas que mue ven al entendimiento material, y sacándole de la potencia al acto;
ya que, si así fuese, no habría entonces ninguna diferencia entre el universal y el
individuo, y el entendimiento pertenecería al género de la facultad imaginativa. […] El
entendimiento agente, en efecto, no entiende nada de los objetos que hay aquí presentes.
Y es preciso que el entendimiento agente sea separado, y no mezclado ni pasible, por
cuanto produce todas las formas entendidas. Pues, si fuese mezclado, no produciría todas
las formas, como también es preciso que el entendimiento material, por recibir todas las
formas, sea separado y no mezclado (ya que, si no fuese separado, tendría esta forma
singular, y entonces sería necesariamente una de dos cosas: o que se recibiría a sí mismo,
y entonces en él el motor será lo movido, o que no recibiría todas las especies de las
formas). De modo semejante, si el entendimiento agente estuviese mezclado con la
materia, entonces necesariamente, o se entendería y crearía a sí mismo, o no crearía todas
las formas [...] Y la afirmación de Aristóteles de que es preciso que en el entendimiento
material no haya ninguna de las intenciones existentes en acto — sea intención entendida
en acto o en potencia— basta para disolver esa falsa opinión. Pero lo que hizo caer en el
error a ese hombre, y a nosotros también durante mucho tiempo, es que los modernos
abandonan los libros de Aristóteles y leen los de sus Comentadores, sobre todo en las
cuestiones sobre el alma, porque creen que ese libro no se puede entender. Y esto lo digo
por Avicena, que no siguió a Aristóteles más que en la Dialéctica, pero en las demás erró,
sobre todo en la Metafísica: y todo porque comenzó como de sí solo.
3. Preguntas

1. Exponga la división de las ciencias según Ibn Jaldun y compárela con alguno de
los autores que exponen estas distinciones (Isidoro, Agustín, Buenaventura).
2. ¿Cuál es la definición de filosofía de acuerdo con los autores árabes y sus textos?
3. Exponga la teoría del alma racional, o facultad especulativa según Averroes y su
critica a Avicena.

4. Recursos

Andrés Martínez Lorca, “Averroes, Tafsîr del de Animas sobre el intelecto”, Endoxa:
Series Filosóficas, 17, 2004, págs. 9-62.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=969405

Josep Puig Montada, “Averroes, vida y persecución de un filósofo”, Revista española de


filosofía medieval, 6, 1999, págs. 217-232
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=174915

Rafael Ramón Guerrero, “Apuntes biográficos de al-Farabi según sus vidas árabes”,
Anaquel de estudios árabes, 14, 2003, págs. 231-238.
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2306871

Rafael Ramón Guerrero, “La filosofía en la corte de Al-Ma’mūn de Toledo”, Miscelánea


De Estudios Árabes y Hebraicos. Sección Árabe-Islam, 33, 167-179.
https://revistaseug.ugr.es/index.php/meaharabe/article/view/14757

Emilio Tornero E., “Al-Kindī y la Teología del Pseudo-Aristóteles”, Miscelánea De


Estudios Árabes Y Hebraicos. Sección Árabe-Islam, 31, 111-122.
https://revistaseug.ugr.es/index.php/meaharabe/article/view/14773

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