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1. Notas al tema 3
2. Textos
3. La imagen
4. Preguntas
5. Otros recursos
1. Notas al tema 3
En esta sección del curso trataremos dos autores que a pesar de una cierta diferencia
geográfica (Isidoro/Península Ibérica y Escoto Erígena/Irlanda) y temporal (Siglo
VI/Siglo IX) guardan una estrecha relación. Ambos quisieron transmitir el legado de la
filosofía antigua por medio de complejos ejercicios enciclopédicos por medio de tratados
en los que buscaron compilar todo el saber al que tuvieron acceso. Isidoro en las
Etimologías, enfocado en el uso del lenguaje en la lógica, la retórica, el derecho, la
historiografía y el estudio de las sociedades. Escoto por medio de una descripción de la
forma en que conocemos la naturaleza en sus diversas manifestaciones, tal como lo
indicaba Boecio: desde la naturaleza más universal y separable hasta las naturalezas
corporales unidas a la materia. Estos ejercicios coinciden con una clarificación del
significado del saber, del uso del lenguaje y la demostración lógica, así como una
descripción del origen causal de las cosas en un mismo origen, La naturaleza que describe
Escoto capaz de crear, aunque es increada de la cual dependen las naturalezas capaces de
crear, pero creadas: el ser humano.
a.) Etimologías
Los textos de Isidoro muestran que la formación medieval esta mediada por una profunda
meditación sobre el lenguaje como herramienta, acceso al saber y conocimiento en sí
mismo. Por esto se nutre de todas las disciplinas (artes liberales) para indicar las
referencias más comunes, pero también las más complejas del discurso filosófico. Aquel
que pregunta “si el sol es del tamaño que se ve, o es aún mayor que la tierra entera; o si
la luna tiene forma esférica o es cóncava […] cuál es la magnitud del cielo y de qué
materia está compuesto; si permanece quieto e inmóvil”. Leemos especulaciones
astronómicas en un texto que pretende alimentar nuestra curiosidad.
*La división de aquellas cosas que se dice que son y que no son. El ser primeros
solo se manifiesta por lo que es, y como se vera en los siguientes modos lo que
es, es perceptible y entendible.
*Los órdenes y diferencias de las naturalezas creadas. En este orden opera el
dialecto que distingue entre propiedades y accidentes, se puede verificar todo este
vocabulario en los tratados expuestos por Isidoro.
*Aquellas cosas por las cuales se realiza la plenitud de este mundo visible. La
pregunta definitiva del filosofo natural que se cuestiona por todo lo que puede
experimentar por los sentidos
*Solamente las cosas que son comprendidas por el intelecto verdaderamente son:
si existen ideas, conceptos, nociones de lo creado estas también nos hablan de su
causa y se refieren a ella.
*La razón observa en la sola naturaleza humana: el conocimiento del ser humano
en su complejidad individual y colectiva.
Consultar
Para obtener más información sobre Isidoro y Juan Escoto de Erígena, ampliando el
alcance de su lectura:
En:
https://drive.google.com/drive/folders/1cOdTNLB6G12f-
LPjQIsThhE7wbIJefTs?usp=sharing
https://digitum.um.es/digitum/bitstream/10201/28227/1/133351-513131-1-SM.pdf
2. Textos
El término disciplina tomó su nombre de discere (aprender). De ahí que pueda llamarse
también ciencia: scire (saber) deriva de discere (aprender), ya que nadie scit (sabe), sino
el que discit (aprende). Por otro lado, se la denomina disciplina, porque se aprende entera.
Se la llama igualmente arte, porque se basa en normas y reglas del arte. Hay quienes
sostienen que este vocablo deriva del griego areté, esto es, de lo que en latín decimos
virtus, ¿a la que denominaron ciencia? Platón y Aristóteles delimitaron la diferencia
existente entre arte y disciplina al afirmar que existe arte en las cosas que se presentan de
una manera determinada, pero podían presentarse de otra; la disciplina, en cambio, se
refiere a aquellas cosas que no pueden ser de otra manera. Cuando algo se razona con
argumentos indiscutibles, pertenecerá al campo de la disciplina; se hablará, en cambio,
de arte, cuando lo que se debate es verosímil y opinable.
Los fundamentos del arte gramatical son las llamadas «letras comunes», utilizadas por
copistas y contables. Su enseñanza viene a ser algo así como la etapa infantil del arte de
la gramática. De aquí que Varrón la llame litteratio (estudios elementales). Las letras son
pregoneros de las cosas, imágenes de las palabras, y tan enorme es su poder, que, sin
necesidad de voz, nos transmiten lo que han dicho personas ausentes. [Y es que nos
introducen las palabras no por los oídos, sino por los ojos]. Las letras comenzaron a usarse
por el deseo de mantener el recuerdo de las cosas: se las encadena a las letras para que no
caigan en el olvido. Pues en tan extensa variedad de materias sería imposible aprenderlas
todas ellas de oídas y guardarlas en la memoria. Se las llama litterae (letras), que viene a
ser como degiterae, porque van abriendo camino al que lee (legentiter), o porque se
repiten a lo largo de la lectura (legendo literari). El origen de las letras latinas y griegas
parece remontarse a los hebreos. Entre éstos, la primera letra se llama aleph; a partir de
ella, y alterando un poco la pronunciación, se dijo alpha entre los griegos; de aquí, a, en
latín. El autor del transvase adaptó la letra de acuerdo con la semejanza del sonido entre
una y otra lengua, de forma que podemos admitir que la lengua hebrea es madre de todas
las demás lenguas, así como de todas las letras. Los hebreos se sirvieron de veintidós
signos gráficos, tantos como son los libros del Antiguo Testamento. Los griegos, por su
parte, tienen veinticuatro. Situándose en un punto medio, veintitrés son las letras que
posee el latín.
[...]
[...]
Sobre la dialéctica
La dialéctica es la disciplina que expone los fundamentos de las cosas. Es una parcela de
la filosofía a la que se da el nombre de lógica, esto es, la capacidad racional de definir,
investigar y exponer. Enseña de qué manera, en muchos tipos de cuestiones, puede, por
medio de la discusión dialéctica, delimitarse lo verdadero de lo falso. Ya los primeros
filósofos se sirvieron de ella en sus enseñanzas, pero aún no la habían estructurado como
disciplina científica. Más tarde, Aristóteles delimitó en reglas concretas los principios de
este sistema y le dio el nombre de «dialéctica» por tratarse en ella de enunciados. En
griego, «expresión de un pensamiento» se dice lektos. En consecuencia, a continuación
de la retórica viene la dialéctica, ya que muchas cosas son comunes a ambas.
***
MAESTRO. A menudo cuando pienso y con mayor aplicación en la medida en que las
fuerzas me alcanzan me pregunto acerca de todas las cosas que o bien pueden percibirse
por el espíritu o bien superan la capacidad de este, me parece que existe una primera y
extrema división entre aquellas que son y aquellas que no son; de todas ellas surge un
vocablo general que en griego se llama physis, pero en latín, natura. ¿Acaso a ti te parece
otra cosa?
DISCÍPULO. Estoy completamente de acuerdo. Porque también yo, en tanto abordo este
camino del razonamiento, encuentro que así ocurre.
MAESTRO. Entonces natura es una denominación general, como dijimos, de todas las
cosas que son y de las que no son.
DISC. Así es. Nada pues puede estar presente en nuestros pensamientos que permita
carecer de tal palabra.
MTRO. Puesto que entre nosotros está claro el carácter general de este vocablo, quisiera
que enuncies la razón de su división en especies, por sus diferencias; o, si prefieres,
primero intentaré dividir, pero a ti te corresponderá juzgar rectamente.
DISC. Comienza, te pido. Me impaciento por escuchar de ti una razón verdadera sobre
este asunto.
DISC. Con justicia lo consideras. En efecto no veo necesario comenzar el raciocinio desde
el otro origen; no sólo porque se trata de la primera de todas las diferencias sino porque
parece ser más oscura que las demás, y lo es.
MTRO. De tal modo que ella misma, la diferencia primordial, la más distinguida de todas,
requiere cinco modos de su interpretación. El primero de los cuales parece ser el mismo
por el cual la razón aconseja que todo lo que cae bajo la percepción del sentido corporal
o de la inteligencia, puede con verdad y razonablemente decirse que es, pero las cosas
que por la excelencia de su naturaleza no sólo escapan a todo sentido, sino también a todo
intelecto y razón, justamente parecen no ser. En efecto estas cosas se comprenden
rectamente sólo en Dios y en las razones y esencias de todas las cosas que fueron creadas
por Él. Y no sin mérito, Él mismo, en efecto, es la esencia de todas las cosas; el que sólo
en verdad es, como dice Dionisio Areopagita: “el ser que se dice de todas las cosas es
también la Divinidad más allá del ser”.
Así como el mismo Dios que subsiste en sí mismo más allá de toda creatura no es
comprendido por ningún intelecto, así considerado en el secretísimo corazón de la
creatura por Él hecha y en Él existente es también incomprensible. En efecto, aquello que
se percibe en toda creatura ya sea con el sentido corpóreo o bien con el intelecto, se
considera que no es otra cosa sino cierto accidente para cada esencia por sí misma
incomprensible, como se dijo. Porque de ella se conoce o por la cualidad, o por la
cantidad, o por la forma o la materia o cierta diferencia o el lugar o el tiempo, no qué es
sino el hecho de que es. Por consiguiente, ese modo primero y supremo es el de la división
de aquellas cosas que se dice que son y que no son. Porque, como pienso, de ninguna
manera debe aceptarse lo que parece ser en cierto modo, lo que se constituye en las
privaciones tanto de las sustancias como de los accidentes. Así pues, lo que
profundamente no es ni puede ser, ni supera al intelecto por la eminencia de su existencia,
no veo en qué modo pueda ser aceptado en la división de las cosas, a menos, quizá, que
alguien haya dicho que las ausencias y privaciones de las cosas que existen no son
completamente nada, sino que están contenidas por cierta admirable virtud natural de
aquellas cuyas privaciones o ausencias están para que de algún modo existan.
Véase entonces el segundo modo de ser y no ser que se considera en los órdenes y
diferencias de las naturalezas creadas; el cual, comenzando desde la fuerza intelectual
excelsísima y constituida próxima a Dios, desciende hasta la extremidad de la creatura
racional e irracional; esto es, para decirlo con más claridad, desde el más sublime ángel
hasta la parte extrema del alma racional e irracional, digo la vida nutritiva y aumentativa,
que es la última parte general del alma, puesto que nutre y aumenta el cuerpo. Donde por
un modo admirable de la inteligencia cada orden, con el mismo en último lugar hacia
abajo, que es propio de los cuerpos, y en el que toda división se termina, puede decirse
que es y que no es. En efecto la afirmación de lo superior es la negación de lo inferior.
Asimismo, la negación de lo inferior es la afirmación de lo superior. Del mismo modo la
afirmación de lo superior es la negación de lo inferior. A su vez la negación de lo superior
será la afirmación de lo inferior. Ciertamente, la afirmación del hombre, me refiero
todavía al mortal, es la negación del ángel, pero la negación del hombre es la afirmación
del ángel: y viceversa. Si en efecto el hombre es un animal racional, mortal, visible, en
realidad el ángel no es animal racional ni mortal ni visible. Por su parte si el ángel es
esencial movimiento intelectual alrededor de Dios y de las causas de las cosas, en realidad
el hombre no es movimiento intelectual alrededor de Dios y de las causas de las cosas.
La misma regla puede observarse en todas las esencias celestes hasta el momento que se
alcance el orden supremo de todas las cosas; ciertamente Él mismo se determina en la
negación suprema, porque de su negación no se confirma ninguna creatura superior a ella.
[…]
El tercer modo no incongruentemente indaga en aquellas cosas por las cuales se realiza
la plenitud de este mundo visible, y en sus precedentes causas, en las profundidades
secretísimas de la naturaleza. Pues lo que de estas mismas causas se conoce por la
generación en la materia y forma en tiempos y lugares, se dice que es por cierta costumbre
humana. Pero lo que hasta aquí es contendido en las profundidades mismas de la
naturaleza y no aparece en la forma o la materia, o en el lugar o en el tiempo y en los
restantes accidentes, por la misma costumbre ya mencionada se dice que no es. Los
ejemplos de este tipo se muestran ampliamente y en grado sumo en la naturaleza humana.
En efecto, cuando Dios constituyó simultáneamente a todos los hombres en aquel primero
y único que hizo a su imagen no los produjo simultáneamente para este mundo visible,
sino que, a la naturaleza, que había creado simultáneamente la conduce en un determinado
orden a la esencia visible en lugares y tiempos ciertos, que Él mismo conoce, los que
ahora aparecen y los que ya aparecieron visiblemente en el mundo, se dice que son, pero
los que ahora están ocultos o sea los que pertenecen al porvenir, se dicen que no son.
Entre el primer modo y el tercero dista esto: el primero concierne generalmente sobre
todas las cosas que simultáneamente y en cada una de ellas fueron hechas en sus causas
y efectos.
El tercero especialmente en las cosas que en parte todavía están escondidas en sus causas
y en parte se manifiestan en sus efectos, en los cuales precisamente se encadena este
mundo. A este modo pertenece aquella razón que considera la fuerza de las semillas, tanto
en los animales como en los árboles y en las hierbas. La fuerza de las semillas por el
tiempo en que permanece en silencio en los secretos de la naturaleza, porque aún no
aparece, se dice que no es. Pero cuando aparece en los animales que nacen y crecen, o en
las flores o frutos y hierbas se dice que son.
El cuarto modo es el que según los filósofos y no de manera improbable, afirma que
solamente las cosas que son comprendidas por el intelecto verdaderamente son, pero las
que varían, se unen, desligan a través de la generación, por distensiones de la materia, o
detracción de los lugares y también por los movimientos de los tiempos, ciertamente se
dice que no son, como son todos los cuerpos que pueden nacer y corromperse.
El quinto modo es el que la razón observa en la sola naturaleza humana; la cual cuando
abandonó pecando la dignidad de la imagen divina en la que con propiedad se sustentó,
con merito perdió su ser y por consiguiente se dice que no es. Pero cuando, restaurada
por la gracia del hijo unigénito de Dios, es conducida al prístino estado de su substancia,
en la que fue creada según la imagen de Dios, comienza a ser, y en él, ya que fue creada
según la imagen de Dios, comienza a vivir. A este modo parece que pertenece lo que dice
el Apóstol: y llama a las cosas que no son, tanto como las que son; esto es, a los que se
perdieron en el primer hombre, y cayeron a una cierta insubsistencia, Dios Padre los
llama por la fe en su Hijo para que sean […]
3. La Imagen
En esta imagen se encuentra una de las doctrinas por las que Juan Escoto de Erígena fue
condenado: el alma del mundo o anima mundi. Una vez más representada en una figura
femenina. La naturaleza sublunar posee una especie de esencia inteligente que ordena y
dispone todos los procesos naturales. Si ven la figura, el alma del mundo sostiene la
división de los seres: vegetales, animales, y el ser humano racional. Y esta rodeada de la
complejidad de los elementos que circulan alrededor de ella: el agua, el fuego, el aire, la
tierra. Esta especie de Gaia medieval competía con la concepción de un ser creador,
omnipotente y omnisciente que definía la historia de la salvación humana, compitiendo
en cierto modo con la fidelidad espiritual del ser humano. En estas distinciones de la
imagen están las descritas por Juan Escoto: lo que es, lo visible, lo concebible, lo
observable en nosotros mismos.
4. Preguntas
Ana Isabel Magallón García, “Artes liberales y grammatica desde Isidoro a Juan Gil de
Zamora”, Estudios de Latín Medieval Hispánico: Actas del V Congreso Hispánico de
Latín Medieval, Barcelona, 7-10 de septiembre de 2009 / coord. por José Martínez
Gázquez, Óscar de la Cruz Palma, Cándida Ferrero Hernández, 2012, págs. 179-192
https://www.researchgate.net/publication/290436991_ARTES_LIBERALES_Y_GRA
MMATICA_DESDE_ISIDORO_A_JUAN_GIL_DE_ZAMORA