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1.- Introducción
Un problema al que se viene enfrentado el sistema de justicia en materia de prueba penal es, sin duda,
la determinación de la suficiencia probatoria cuando el único elemento de prueba está constituido por
el testimonio único de quien es denominado “víctima”. En efecto, superado el antiguo criterio del
testis unus testis nullus, la doctrina como la jurisprudencia, en su momento, se inclinaron a sostener
que no es racional, menos justo, negar virtualidad probatoria a la declaración de la propia víctima si
no concurre alguna otra prueba personal. Sin embargo, el problema que surgió inmediatamente daba
cuenta de las enormes dificultades para determinar justificadamente en qué supuestos los jueces
deberían acoger de manera positiva el testimonio y cuando no. Esta incertidumbre, aunada a una serie
de activismos judiciales, ha conducido a decisiones, en muchos casos, controversiales, ya sea por un
evidente criterio de subjetividad o por una deficiente construcción argumentativa de las inferencias
probatorias. Así pues, las aserciones probatorias enunciadas por los jueces, a veces, se relacionan con
el contenido del testimonio; otras, con las características personales del testigo.
Frente a esta problemática, los jueces penales de la Corte Suprema del Perú, en el año 2005, a través
del Acuerdo Plenario 02-2005/CJ-1161, indicaron que la declaración de un agraviado, aun cuando sea
el único testigo, tiene entidad para ser considerada prueba válida de cargo y, por ende, para enervar
la presunción de inocencia del imputado, siempre y cuando no se adviertan razones objetivas que
invaliden sus afirmaciones. Estas “razones objetivas”, a las que se les ha calificado nada menos de
“garantías de certeza” son: a) Ausencia de incredibilidad subjetiva; b) Verosimilitud y c) Persistencia
en la incriminación. Pero estos criterios no solamente constituyen pautas orientadoras para los jueces,
sino que han sido declarados como precedente judicial vinculante.
Sucede que estas reglas de valoración -a las que la Suprema Corte denomina “garantías de certeza”
cuando, el proceso judicial, si bien es cierto tiene como fin institucional la búsqueda de la verdad, en
los hechos, lo que se alcanza son “probabilidades”- presentan, a la luz de la epistemología sobre el
testimonio, serios cuestionamientos. En este sentido, he considerado pertinente intentar dar cuenta de
algunos problemas epistémicos advertidos en la aplicación de estos criterios de valoración del
1 Según el artículo 116° de la Ley Orgánica del Poder Judicial del Perú, los acuerdos plenarios constituyen criterios interpretativos
de naturaleza adscriptiva. Por tanto, no solamente constituyen pautas orientadoras para la aplicación del derecho, sino que, en
realidad, emergen como reglas jurídicas de observancia obligatoria para los jueces y demás operadores jurídicos, con el plus de ser
considerados como la norma definitiva (enunciado interpretado) que debe ser aplicada-
testimonio cuando se trata de la víctima, en tanto testigo único, fundamentalmente en lo que
corresponde a la garantía de fiabilidad, desde la perspectiva epistemológica.
2.- Las denominadas reglas de certeza para la valoración del testimonio único del agraviado
establecidas en el Acuerdo Plenario 02-2005/CJ-116
El Acuerdo Plenario 02-2005/CJ-116 (en adelante el Acuerdo Plenario) sostiene que las declaraciones
de un agraviado, aun cuando sea el único testigo de los hechos, al no regir el antiguo principio jurídico
testis unus testis nullus, constituye prueba válida de cargo y, por consiguiente, posee virtualidad
procesal para enervar la presunción de inocencia del imputado. En este sentido ha establecido los
siguientes presupuestos:
a) Ausencia de incredibilidad subjetiva, concurre cuando que no existan relaciones entre agraviado
e imputado basadas en el odio, resentimientos, enemistad u otros supuestos que puedan incidir en
la parcialidad de la deposición, que por ende le nieguen aptitud para generar “certeza”.
b) Verosimilitud, que no sólo incide en la coherencia y solidez de la propia declaración, sino que
debe estar rodeada de ciertas corroboraciones periféricas, de carácter objetivo que le doten de
aptitud probatoria.
c) Persistencia en la incriminación, con las matizaciones que se señalan en el literal c) del párrafo
anterior.
2.1 Las concreciones jurisprudenciales de las reglas de valoración del testimonio único.
Los pronunciamientos de la Corte Suprema han ratificado y reafirmado los criterios de “ausencia de
incredibilidad”, “verosimilitud” y “persistencia en la incriminación” que el Acuerdo Plenario
describe. La línea jurisprudencial se orienta en el sentido de que si los indicados criterios concurren
de forma copulativa no solamente son pautas probatorias para acoger positivamente el testimonio,
2Vale recordar que la inducción presupone que la verdad de las premisas del razonamiento no necesariamente
implica que la conclusión también tenga la misma condición.
sino que constituyen garantías de certeza; es decir, si el juez verifica su concurrencia, debe declarar
la responsabilidad penal del imputado.
La Sala Penal Transitoria3 sostuvo que “no se incorporaron evidencias tangibles e inequívocas que
permitan establecer que la sindicación efectuada por el agraviado contra el encausado (…) se
encuentre motivada, única y exclusivamente, por odio o rencor que el agraviado haya concebido
precedentemente al hecho denunciado”. En otro momento el supremo tribunal4 argumentó que “en
autos no existe un indicio, evidencia, fuente de prueba o elemento probatorio que acredite que las
afirmaciones de los agraviados (…) hayan sido con ánimo de venganza, odio, resentimiento o por
alguna otra razón similar”.
La Corte Suprema6, ha interpretado que este criterio tiene una doble dimensión. Por un lado, se debe
analizar la verosimilitud interna, últimamente denominada credibilidad objetiva 7; es decir, verificar
si el relato es coherente, si las descripciones de referencias fácticas son precisas, concatenadas y
lógicas. Por otro, la denominada verosimilitud externa, entendida como la corroboración periférica
de las descripciones fácticas que el testigo efectúa.
Respecto a la verosimilitud interna, ha indicado el tribunal supremo que: “en el examen de coherencia
del relato (…), se aprecia que el agraviado (…) en su declaración preliminar (…) da una versión
3 R.N. N° 2505-2017
4 R.N N° 1895-2017
5 R.N. Nº 1658-2014
6 R.N. N.° 555-2018- Cajamarca
7 Casación N.° 1394-2017/Puno
coherente de los hechos ocurridos, con referencias fácticas precisas que descartan un relato con
datos manifiestamente inverosímiles y carentes de lógica”8. En tanto que, en otro momento señaló
que “No obstante, en juicio oral, el agraviado refirió una versión similar a la vertida en el acta antes
acotada (…) Si bien en esta oportunidad su versión tiene ciertas diferencias; no obstante, en lo
sustancial, obedece a un mismo componente objeto de sindicación (…) Por tanto, se puede verificar
(…) la coherencia en el relato incriminador efectuado por el citado agraviado durante el proceso”9.
En tanto que, en otra oportunidad, el supremo tribunal indicó que “en las versiones de la agraviada
se observa falta de coherencia en cuanto al medio empleado, pues al principio habla de ‘fuerza’,
luego menciona ‘jaloneos’ y, por último, ‘amenazas’; sin embargo, su actuar no demuestra que haya
empleado estos medios, puesto que accedió a quedarse con el procesado en su casa y se acostó en la
cama con él. Mas aún se debe tener presente que entre el procesado y la agraviada hubo una relación
de enamorados (conforme señala), dado que se aprecia que era consentida por la madre de la
perjudicada (…). En consecuencia, la declaración de la agraviada no cumplió con la garantía de
certeza (verosimilitud” 10
La Corte Suprema13 ha indicado que este requisito debe ser analizado desde una perspectiva de
flexibilización, mas no de forma rígida, toda vez que no significa constancia en la sindicación. De allí
que, si la sindicación solamente se ha verificado una vez a lo largo del proceso no supone que la
declaración pierda valor probatorio. En otro momento14 ha indicado que la persistencia en la
incriminación no significa que el declarante concurra a prestar su versión a todas las etapas del
proceso, sino que basta con identificar solidez y coherencia en el relato en una de las declaraciones 15.
produce en el juicio oral, salvo supuestos de prueba anticipada o de imposibilidad física del testigo para asistir a la audiencia -en este
caso la declaración prestada durante la investigación se somete al contradictorio, vía oralización, siempre que se cumplan
determinados presupuestos específicos-
Es más, ha sostenido que “el cambio de versión no necesariamente inhabilita la apreciación judicial
de la declaración”16. En otro momento, ha indicado que la persistencia en la incriminación queda
verificada cuando el testimonio se muestra ausente de ambigüedades y contradicciones 17.
Diríase que es muy común que las partes (abogado defensor o fiscal) como los jueces, en un proceso
penal, se refieran a su fiabilidad o confiabilidad. Entonces, surge la siguiente interrogante: ¿cuándo
un testimonio único es fiable? Podría responderse afirmando que lo será cuando entre la víctima y el
imputado no existe relación de odio, venganza, animadversión u otra forma de aversión. También
podría sostenerse que, además de este dato, el testimonio debe ser coherente, persistente y, además,
contar con determinados datos que corroboran las afirmaciones del testigo.
Argumentar sobre fiabilidad sin repasar previamente el fundamento teórico de esta figura categorial
del conocimiento entraña un riesgo de incurrir en imprecisiones epistémicas. Así pues, conviene
recordar que, cuando se discute sobre fiabilidad, se está debatiendo nada más y nada menos sobre
temas de justificación o del conocimiento vinculados con la verdad.
Una de las corrientes epistemológicas sobre el estudio de la justificación es “el fiabilismo”, cuyo
exponente principal es Alvin Goldman. Este autor, en concreto -y para los fines del presente trabajo-
hace hincapié en el proceso de formación de las denominadas “creencias fiables”. Así, grosso modo,
en un proceso judicial, la valoración de la prueba, la construcción de inferencias probatorias, así como
las conclusiones sobre la corroboración o no de las hipótesis en juego, son procesos cognitivos que,
partiendo del denominado estado “insumo” (contenido de la prueba) desemboca inevitablemente en
otro, conocido como estado "salida o resultado" (inferencia probatoria) que siempre tiene la condición
de ser “creencia”. De allí que la inferencia probatoria será fiable cuando el proceso cognitivo está
constituido por elementos o cadenas de razonamiento controlables y verificables; es decir, racionales.
Al respecto, Goldman (1979: 12-30) sostiene que la justificación de una creencia depende de la
fiabilidad de los procesos cognitivos y no lo que el sujeto crea.
Contrariamente a lo que se cree los estudios de la Psicología del testimonio sugieren que en lugar de
concentrar el énfasis en determinar la presencia o ausencia de criterios de credibilidad, debe recaer
en la evaluación de los factores de influencia sobre la exactitud de las declaraciones (Manzanero,
2015: 126). En este sentido, el referido autor propone una evaluación holística de la prueba testifical
que debe centrarse en los factores que explican las características presentes en el testimonio. Estos
factores podrían ser agrupados en: a) factores de codificación, y b) factores de retención y
recuperación.
Sostiene Manzanero (2015: 127) que, “desde una perspectiva científica y en contra de las creencias
comunes, la ‘verdad’ no existe, sino que se trata de una construcción individual y social”. Por tanto,
la credibilidad constituye una construcción valorativa subjetiva que el juez se forma de aquello
considera exacto en el testimonio; es decir, la valoración de credibilidad constituye una apreciación,
constituida por una dosis de subjetividad.
Ahora bien, los indicados factores conllevarían a efectuar un análisis ya no de credibilidad, sino de
fiabilidad. En efecto, Ramírez Ortiz (2020: 213) señala que sería preferible, por su mayor precisión,
sustituir el ambiguo término «credibilidad» del testigo por el de «fiabilidad» del testimonio. Según
Mazzoni (2019: 87), la fiabilidad hace referencia a la exactitud del testimonio; debiendo ser entendida
como la correspondencia entre el contenido del testimonio y los hechos a los que este se refiere. Por
tanto, si esto es así, los criterios de valoración probatoria que nuestro sistema procesal penal aplica
deben ser dejados de lado o, por lo menos, reformulados.
Otro de los aspectos sobre los que la psicología del testimonio incide es en el tema de la corroboración
externa de las afirmaciones fácticas que el testigo manifiesta. Así, Ramírez Ortiz (2020:214) señala
que, en los supuestos de testimonios únicos, el elemento central en la valoración probatoria viene a
ser la presencia de elementos externos de corroboración. En este sentido, según Andrés Ibáñez, citado
por Ramírez Ortiz, corroborar significa reforzar el valor probatorio de la afirmación de un testigo
relativa al hecho principal de la causa, mediante la aportación de datos de una fuente distinta, referidos
no directamente al hecho principal, sino a alguna circunstancia que guarda relación con él, cuya
constatación confirmaría la veracidad de lo declarado por el testigo. Por tanto, a decir de Ramírez
Ortiz (2020:214) la corroboración comprende:
a) El objeto de la corroboración, que es un enunciado fáctico emitido por el testigo sobre el hecho
principal. No, por tanto, directamente enunciados sobre el hecho principal, ni tampoco
enunciados sobre hechos secundarios.
b) La fuente de la corroboración ha de ser ajena al testigo. El dato corroborador debe provenir, por
tanto, de otro lugar.
c) El contenido informativo del dato corroborador no versa directamente sobre el hecho principal,
sino sobre alguna circunstancia que guarda relación con él, y cuya constatación reforzaría la
veracidad de lo declarado por el testigo.
En conclusión, siguiendo al indicado autor, diremos que corroborar es probar, pero no la hipótesis de
culpabilidad, sino un enunciado distinto pero relacionado con la misma. De allí que, tratándose del
testimonio único no corroborado en los términos propuestos, es prueba insuficiente para acreditar la
hipótesis de culpabilidad.
6.- Propuesta de modificaciones de los criterios de valoración del Acuerdo Plenario 02-2005
Concretamente considero que los criterios de valoración hasta ahora aplicados, con formulaciones
altamente sugestivas, carecen de justificación epistemológica y, no son otra cosa que una
manifestación de posiciones propias de la psicología ingenua (Masip). En este sentido, considero que
los referidos criterios deben ser reformulados y, como tal, propongo los siguientes cambios:
a) El Acuerdo Plenario debe ser dejado sin efecto o sustituido por otros criterios racionales.
b) Los criterios de valoración no constituyen “garantías de certeza”; solamente son pautas de
valoración racional dirigidas a formular inferencias probatorias de probabilidad acreditativa. El
razonamiento probatorio es de naturaleza probabilística, nunca será posible alcanzar certezas
racionales absolutas.
c) En lugar del criterio de ausencia de incredibilidad subjetiva se debe adoptar un criterio racional de
verificación de los factores del testigo, del testimonio y del sistema; es decir, apuntar a identificar
los factores que pueden afectar la exactitud del testimonio. La presencia de circunstancias de
enemistad o animadversión entre la víctima y el imputado, no anula per se la fiabilidad del
testimonio, toda vez que estos factores no presuponen racionalmente que la sindicación sea falsa
como se viene sosteniendo hasta ahora; podría ser exacta18.
d) Abandonar el criterio de la verosimilitud interna. Nada garantiza que un testimonio coherente,
preciso y lógico sea exacto. Los estudios refieren que la consistencia interna no guarda ninguna
relación con la exactitud del testimonio (Mazzoni, 2019: 100) puesto que la memoria la memoria
humana es fragmentaria; es decir, el cerebro selecciona aquellos datos que son percibidos
sensorialmente y, previa codificación -donde entran a tallar los conocimientos previos del testigo,
incluidos aquellos factores de distorsión como son los sesgos cognitivos, estereotipos y prejuicios
(memoria semántica)-, los configura de una manera que puede almacenar falsos recuerdos
18 Este criterio asumido por la jurisprudencia penal peruana carece de justificación racional. Para ser reputado como un argumento
de tal consistencia, debería, por lo menos, tener un soporte fáctico, ostentar respaldo y, además, ampararse en una garantía
científica. Sin embargo, el Acuerdo Plenario, no da cuenta de tales presupuestos para considerar como justificado el indicado
criterio.
(Mazzoni, 2019: 75-79). Siendo así, el indicado criterio que hasta ahora venimos aplicando en el
Perú adolece de justificación científica (por el contrario, la evidencia apunta en sentido opuesto)
y, como tal, desde el punto de vista epistemológico es una creencia no justificada.
e) Reforzar el criterio de corroboración del testimonio. La inferencia probatoria que realiza el juez
con relación al contenido del testimonio constituye -en los términos de la teoría del fiabilismo-
una creencia que, para ser reputada como argumento epistemológico fiable, debe ser resultado de
un proceso confiable, objetivamente verificable o controlable. Por tanto, el razonamiento
probatorio sobre la corroboración debería identificar y verificar lo siguiente:
i) El objeto de la corroboración, que es un enunciado fáctico emitido por el testigo sobre el hecho
principal. No, por tanto, directamente enunciados sobre el hecho principal, ni tampoco
enunciados sobre hechos secundarios.
ii) La fuente de la corroboración ha de ser ajena al testigo. El dato corroborador debe provenir,
por tanto, de otro lugar.
iii) El contenido informativo del dato corroborador no debe versar directamente sobre el hecho
principal, sino sobre alguna circunstancia que guarda relación con él, y cuya constatación
reforzaría la exactitud de lo declarado por el testigo.
Como corolario, si el juez, en el desarrollo del proceso cognitivo aplica estos criterios, la formulación
de la “inferencia-creencia” epistémica constituye un resultado o producto fiable. Ahora bien, como
el razonamiento probatorio constituye una típica actividad argumentativa, propongo que el juez
aplique la técnica toulmiana. En este sentido, la conclusión inferencial (aserción) debería estar
precedida de lo siguiente:
Referencias Bibliográficas
Ferrer Bletrán, J. (2017). El control de la valoración de la prueba en segunda instancia. Inmediación
e inferencias probatorias. REVUS(33). Obtenido de
https://journals.openedition.org/revus/4016?lang=hr
Gascón Abellán, M. (2004). Los hechos en el derecho (bases argumentales de la prueba) (Segunda
Edición ed.). Madrid: Marcial Pons.
Goldman, A. (1979). What is Justified Belief?Justification and Knowledge. (G. Pappas (comp.), Ed.)
Dordrecht.
Laudan, L. (2011).El contrato social y las reglas del juicio: un replanteo de las reglas procesales.
Buenos aires. Hammurabi
Manzanero, A. (2015). Modelo holísitico de evaluación de la prueba testifical (HELPT). Papeles del
Psicológo, 36 (2), 125-138.
Mazzoni, G. (2019). Psicología del testimonio (Primera ed.). (A. Moreno, Trad.) Madrid: Trotta.
Ramírez Ortiz, J. (2020). E testimonio único de la víctima en el proceso penal desde la perspectiva
de género. Quaestio facti. Revista Internacional sobre Razonamiento Probatorio, 212-242.