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Abg.

Francisco Serra Balza


I.P.S.A. 265.434

Expediente S-1232-18

Ciudadano:

JUEZ DÉCIMO DE PRIMERA INSTANCIA EN FUNCIONES DE CONTROL DEL


CIRCUITO JUDICIAL PENAL DEL ÁREA METROPOLITANA DE CARACAS.

Su despacho.

Quien suscribe, el abogado en ejercicio Francisco Serra Balza, venezolano, mayor


de edad, titular de la Cédula de Identidad Nro. V- 12.292.007, debidamente inscrito
en el Instituto de Previsión Social del Abogado bajo el Nro. 265.434, actuando en
su carácter de apoderado de la ciudadana JULIETA ELIZABETH ESCOBAR
AGRA, venezolana, mayor de edad, titular de la Cédula de Identidad Nro. V-
6.895.209, de este domicilio, quien en la actual causa se presenta como
IMPUTADA del delito de INVASIÓN, previsto y sancionado en el Código Penal
venezolano vigente, en el Artículo 471-A, acudo ante usted con el respeto que su
venia impone, a exponer lo siguiente:

Primero:

En cuanto a los hechos que la parte querellante pretende atribuirle a mi


representada en su escrito de querella, en el cual, entre otras cosas, y de manera
injuriosa, la hace ver como que se quiso aprovechar de la situación de dolor
familiar de los actos de sepelio, tal y como lo menciona en el escrito de apelación
en el folio “cuarenta y dos (42)”, quien de manera irreflexiva y sin pruebas de ello
menciona:

“… así mismo debe recalcar que por motivos fútiles e innobles que la
ciudadana Julieta Escobar Agra teniendo conocimiento de dicho
fallecimiento aprovechó el dolor familiar de los actos de sepelio, se trasladó
al inmueble de propiedad de la víctima Arlibel Marquez Urbina y por medio
de la violencia y amenazas ingresó violentando sus cerraduras de la puerta
principal y su reja…”

Es de esto, ciudadano juez, que la realidad de los hechos es otra, tal y como se
hizo mención en el escrito de respuesta a la Imputación hecha por la Fiscalía,
donde reiteramos a plena conciencia y conocimiento claro de los derechos que
tanto la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su Artículo 49,
como en nuestro Código Orgánico Procesal Penal, establecen a favor de mi
auspiciada, que RECHAZAMOS en todo y en parte todas esas afirmaciones mal
fundamentadas efectuadas por los representantes de la parte querellante, donde
además manifiestan en el mismo escrito lo siguiente:

“…donde se demuestra fehacientemente sin lugar a dudas que hubo


violencia para ingresar al inmueble, con el único propósito de invadir y
apropiarse de los bienes que se encontraban en el inmueble
(APARTAMENTO) en cuestión…”

He de resaltar lo contenido en el Artículo 471-A del Código Penal, quien en su


tenor menciona:

“Artículo 471-A. Quien con el propósito de obtener para sí o para un tercero


provecho ilícito, invada terreno, inmueble o bienhechuría ajena, incurrirá en
prisión de cinco a diez años y multa de cincuenta unidades tributarias (50
U.T.) a doscientas unidades tributarias (200 U.T.). El solo hecho de invadir,
sin que se obtenga provecho, acarreará la pena anterior rebajada a criterio
del juez hasta en una sexta parte.
La pena establecida en el inciso anterior se aplicará aumentada hasta la
mitad para el promotor, organizador o director de la invasión.
Se incrementará la pena a la mitad de la pena aplicable cuando la invasión
se produzca sobre terrenos ubicados en zona rural.
Las penas señaladas en los incisos precedentes se rebajarán hasta en las
dos terceras partes, cuando antes de pronunciarse sentencia de primera o
única instancia, cesen los actos de invasión y se produzca el desalojo total
de los terrenos y edificaciones que hubieren sido invadidos. Será eximente
de responsabilidad penal, además de haber desalojado el inmueble, que el
invasor o invasores comprueben haber indemnizado los daños causados a
entera satisfacción de la víctima.”

Es de denotar en principio, que el delito al cual se hace referencia, exige como


elemento intrínseco o subjetivo, un actuar doloso, lo que hace denotar en este, el
acto mismo de la ocupación, el cual debe estar orientado por la voluntad final de
de ocupar el inmueble, donde no se debe tener ningún derecho sobre el mismo;
es aquí donde la imputación a la que hace referencia la parte actora, insistimos,
se cae por su propio peso, y es donde aseguramos que quedará acreditado este
durante la investigación que realiza el Ministerio Público, el cual aguardamos que
esta sea realizada con la mayor objetividad posible por parte del fiscal, tanto como
las leyes que a esta respalda dentro de la normativa Constitucional, el Código
Orgánico Procesal Penal e, inclusive, la Ley Orgánica del Ministerio Público, al
igual que el Estatuto del Personal del Ministerio Público.

En el mismo orden de ideas, y en virtud de lo que esta defensa pretende,


quremos resaltar lo que el Artículo 8 de nuestro Código Orgánico Procesal Penal
establece:

“Artículo 8. Cualquiera a quien se le impute la comisión de un hecho punible


tiene derecho a que se le presuma inocente y a que se le trate como tal,
mientras no se establezca su culpabilidad mediante sentencia firme.”

En consecuencia, y trayendo a colación además la interpretación doctrinaria, en


este caso por la Dra. Nelly Arcaya de Landáez en su obra “Comentarios al
nuevo Código Orgánico Procesal Penal. Princípios y garantías procesales”,
en el cual concluye manifestando:

“…Conforme a esta garantía nadie puede ser declarado responsable


mientras no se pruebe su culpabilidad, y en consecuencia se debe presumir
la inocencia del procesado, y para que se respete y tome vigencia dicha
garantía es indispensable la realización de un proceso justo, de un debido
proceso, por cuanto éste se fundamenta en la presunción de inocencia de
toda persona, y en consecuencia la culpabilidad tiene que ser demostrada
para condenar al imputado, y el Estado garantizarle el cumplimiento de los
medios para hacer efectiva la defensa. Hasta tanto no se pruebe por lo
menos la puesta en peligro del interés jurídico, la conducta imputada no
tiene relevancia jurídico-penal…”
Entonces, y en consecuencia a lo antes expuesto, debemos resaltar que, si bien
es cierto que en fecha del viernes 06 de julio de 2018, mi representada tuvo la
necesidad de utilizar la fuerza para franquear solo la reja del apartamento 0904 de
las Residencias Kamarata, Torre “B”, piso 9, Parroquia La Candelaria, Municipio
Libertador; lo hizo porque de manera arbitraria e inconsulta, el día lunes 01 de
julio de 2018, le fue cambiado por la ciudadana ARLIBEL MARQUEZ URBINA, la
cerradura que le permitía a mi auspiciada, el ingreso con el uso de sus llaves a
dicho inmueble, entrar y salir de manera libre y rutinaria como lo hacía durante
aproximadamente quince (15) años, donde estuvo ocupando en conjunto a su
concubino y finado ARMANDO JOSÉ MÁRQUEZ GONZALEZ, con quien mantuvo
una relación estable de hecho pública y notoria por más de veinticuatro (24)
años, y del cual, producto de esta unión, se procreó una hija de nombre INDIRA
ELIZABETH MÁRQUEZ ESCOBAR, quien en la actualidad tiene veintidós (22)
años de edad.

Es el caso ciudadano juez que, de la acción que intentamos resaltar


anteriormente, mi defendida se encontraba en el Centro Médico Docente La
Trinidad ocupándose de su pareja, ya difunto, ARMANDO JOSÉ MÁRQUEZ
GONZALEZ, quien había ingresado de emergencia el día 30 de junio de 2018 en
horas de la noche por presentar un Accidente Cerebro Vascular, y por su cuadro
clínico, al área de Terapia Intensiva el lunes 01 de julio, y ante el reclamo de lo
acontecido, la ciudadana ARLIBEL MÁRQUEZ URBINA, quien apenas tenía una
semana aproximadamente en el apartamento, no supo apoyarle en ese momento,
y como para ese momento, lo más importante era atender la delicada situación
que presentaba su concubino, el Sr. ARMANDO MÁRQUEZ, decidió enfocarse en
éste y no entrar en ningún tipo de confrontación o polémica en ese momento.

Pues bien, el día martes tres (03) de Julio de 2018, fallece el ciudadano y
concubino de mi auspiciada, y no fue sino hasta el día seis (06) de Julio de 2018
que tomó la iniciativa de entrar al inmueble en cuestión, contratando un cerrajero
para que lograse abrir la puerta de metal y colocar una nueva cerradura; todo esto
lo realizó con la conciencia de los plenos derechos que sabe que tenía y que aún
tiene como ex-concubina del difunto ya ARMANDO MARQUEZ.

Es entonces, y en consecuencia de lo antes mencionado, es evidente que mi


representada tiene derechos reales, e incluso sucesorales sobre el inmueble en
referencia, así como de otros bienes, entre ellos se encuentran dos vehículos
automotores que también la parte querellante desposeyeron bajo engaño a mi
defendida, por haber sostenido con el mismo por más de veinte (20) años, una
unión estable de hecho hasta el día de su fallecimiento, toda vez que, en vida el
ciudadano ARMANDO MÁRQUEZ, señaló a mi auspiciada, con documentos y
demás pruebas, que él era el propietario del citado bien inmueble, al haber hecho
una partición de bienes con su antigua esposa posterior al divorcio, donde se
disolvió entonces el vínculo jurídico que los unía, además, producto de esa
partición, la ciudadana MARIBEL URBINA, madre de la querellante ARLIBEL
MARQUEZ URBINA, le correspondió una casa en el sector de la Mariposa,
mientras que al finado ARMANDO MARQUEZ, le tocó el inmueble en cuestión y
objeto de la presente controversia. De todo lo anterior se puede evidenciar en los
soportes que se consignaron en su debida oportunidad y que actualmente
reposan en el presente expediente.

Respecto a lo que la parte querellante hace ver, que a nuestra consideración es


una manera evidente de mostrar una especie de amedrentamiento hacia mi
auspiciada, además de utilizar, no solamente términos injuriantes, utilizando a
este digno tribunal como medio para ello, en el cual pretende hacer ver, no
solamente una presunta Invasión, sino que, además, y de manera temeraria,
intenta incluir otros delitos como Violación de Domicilio, Hurto Calificado y
Continuado, Daños a la Propiedad, Robo y Extorsión, tipificados estos en los
Artículos 183, 451, 452, 455, 456, 471, 473, en concordancia con la Ley Anti
Extorsión y Secuestro, previsto y sancionado en el Articulo 16, donde no tiene
siquiera elementos suficientes de convicción como para señalar a mi defendida de
tan absurda tipicidad señalada. Es por tanto que esta defensa RECHAZA en todo
y en parte todas las presuntas pruebas consignadas por la parte accionante, en
virtud que no guarda ningún tipo de logicidad con respecto a los hechos objeto de
la presente controversia a concluir.

Asimismo, queremos resaltar que, ¿cómo mi representada va a ser invasora de


algo que jurídicamente, en fracción, también se presume que es propietaria?, por
cuanto al divorciarse el finado Armando Márquez de la ciudadana Maribel Urbina,
cobraba plena vigencia el concubinato que unía a este con mi defendida, y al
obtener subsiguientemente la plena propiedad por la partición de la comunidad
conyugal, pues el bien automáticamente entra a la Comunidad Sucesoral que el
causante haya dejado al momento de su deceso, en este caso, existía una nueva
pareja y una hija como resultado de esta unión estable de hecho que permanecía
vigente para ese momento. Es por tanto que se estarían cumpliendo todas las
condiciones que exige la legislación vigente, donde se mantuvo la Unión Estable
de Hecho hasta el momento de su fallecimiento y, por lo tanto, mi representada es
propietaria de la mitad del valor del inmueble, entrando a suceder de igual manera
con los hijos dejados por el causante con una fracción del valor de éste.

Por otra parte, la parte denunciante y querellante de la presente causa, presentó


ante este juzgado como prueba un documento en último momento, donde hace
ver como propietaria a la ciudadana ARLIBEL URBINA, donde se presume que el
inmueble ha sido vendido y traspasado a ésta ciudadana, donde deja la sospecha
de la veracidad de éste, y el cual está siendo objeto de una investigación por
parte del Ministerio Público, por parte de la Fiscalía Vigésima (20 ma) del Área
Metropolitana de Caracas, según asunto penal MP-379.128-2018, en virtud del
presunto delito de Falsedad Documental, que a tenor de lo dispuesto en el
Artículo 319 de nuestro Código Penal, comportaría una pena que oscila entre los
seis (06) a doce (12) años de prisión, así como el delito de Estafa amparado en
los Artículos 462 y 463 ejusdem, para lo cual nos encontramos a la espera de las
resultas de dicha investigación.

En consecuencia, y en virtud de lo expuesto, cabe hacerse la siguiente pregunta:


¿acaso el invasor al que hace referencia el Artículo 471-A del Código Penal, es
aquel que, en uso de un derecho real o personal, toma posesión de la forma que
fuere del bien, sobre el cual tiene derechos?, pues la respuesta es obvia e
incuestionable que no, no puede ser invasor el que rescata y ocupa su propio
bien, o sobre el cual ostente un derecho a la posesión, pues esta la consideración
que hago en virtud de desvirtuar la imputación por el delito de Invasión.

Del mismo modo, hago la salvedad que, del resto de los delitos que la parte
accionante pretende atribuirle a mi auspiciada, no tiene ningún sustento ni
fundamento, en virtud que se cae por su propio peso el hecho de que no puede
existir ni Violación de Domicilio ni siquiera Daños a la Propiedad, puesto que la
norma lo manifiesta de manera muy clara, donde menciona:

“Artículo 183. Cualquiera que arbitraria, clandestina o fraudulentamente, se


introduzca o instale en domicilio ajeno, o en sus dependencias, contra la
voluntad de quien tiene derecho a ocuparlo, será castigado con prisión de
quince días a quince meses. Si el delito se ha cometido de noche o con
violencia a las personas, o con armas, o con el concurso de varios
individuos, la prisión será de seis a treinta meses. El enjuiciamiento no se
hará lugar sino por acusación de la parte agraviada.”
(subrayado nuestro)

Asimismo, el Artículo 473 de nuestro Código Penal, en lo que refiere a los Daños
a la Propiedad, establece en su primer aparte lo siguiente:
“Artículo 473. El que de cualquiera manera haya destruido, aniquilado,
dañado o deteriorado las cosas, muebles o inmuebles, que pertenezcan a
otro, será castigado a instancia de parte agraviada, con prisión de uno a tres
meses…”
(subrayado nuestro)

Podemos observar entonces que, para ninguno de los casos anteriores, se puede
considerar que estos delitos se puedan ajustar a algún tipo de acción ejercida por
mi defendida, en virtud de que para que estos sean invocados como imputables,
primero, y de manera rotunda, debe pertenecer el bien (sea mueble o inmueble) a
otro. Del mismo modo hacemos la objeción a lo que dispone la parte accionante al
incluir el resto de los delitos que intentan establecer, donde no puede existir Hurto
en virtud de que mi defendida no se hizo de ningún bien mueble ni, menos aún,
de un bien inmueble, puesto que se considera que tiene plenos derechos sobre
éste y, además, dentro del inmueble en cuestión, mantuvo y mantiene sus
pertenencias, al igual que las de su hija, hija común del finado y ex–concubino de
mi representada Armando Márquez, esto sin contar el resto de la lista de delitos
que pretenden imponer con la querella incoada por la parte actora de manera
aventurera e improcedente, donde se presume que pudieran tener la intención,
insistimos, de amedrentar injuriosamente a mi representada de manera,
insistimos, temeraria.

Es simple determinar esto, puesto que con una simple indagatoria podríamos
desvirtuar la intención de la parte querellante al preguntarnos: ¿Cómo una
persona puede hurtar, o robar, o causar algún daño a la propiedad, e
inclusive Invadir algo que es propio por derecho?

Del mismo modo, en función de continuar desvirtuando la intención del


señalamiento de Extorsión, la norma establece:

“Articulo 455. Quien por medio de violencias o amenazas de graves daños


inminentes contra personas o cosas, haya constreñido al detentor o a otra
persona presente en el lugar del delito a que le entregue un objeto mueble o a
tolerar que se apodere de éste, será castigado con prisión de seis años a doce
años.
(Subrayado nuestro)

Asimismo, en el artículo 456, la norma determina:


“Artículo 456. En la misma pena del artículo anterior incurrirá el individuo que
en el acto de apoderarse de la cosa mueble de otro, o inmediatamente después,
haya hecho uso de las violencias o amenazas antedichas, contra la persona
robada o contra la presente en el lugar del delito, sea para cometer el hecho,
sea para llevarse el objeto sustraído, sea, en fin, para procurarse la impunidad o
procurarla a cualquier otra persona que haya participado del delito.
Si la violencia se dirige únicamente a arrebatar la cosa a la persona, la pena
será de prisión de dos a seis años.
Parágrafo Único: Quienes resulten implicados en cualquiera de los supuestos
anteriores, no tendrán derecho a gozar de los beneficios procesales de ley.
(subrayado nuestro)

Por lo antes mostrado, es demostrable que en ningún momento mi representada


ha incurrido por medio ni de violencia ni por amenazas a nadie para hacerse de
algún bien que no le sea correspondido, es por tanto que esta tipicidad a la cual la
parte querellante le intenta atribuir a mi representada, está indeterminada de
fundamento jurídico, en virtud que no se acopla en lo absoluto a lo que manifiesta
la norma, esto en virtud que mi defendida no mantiene ningún tipo de relación con
la parte querellante más que la relación que jurídicamente las une que no es más
que la de ser herederos universales del finado y causante Armando Marquez.

Ahora bien, por cuanto a las actuaciones consignadas por la parte querellante, ha
incorporado mucho tiempo después de la consignación de la denuncia, un
documento del cual mi auspiciada no tenía conocimiento, como tampoco,
aparentemente ni ella misma lo tenía al igual que su apoderado judicial, ya que,
invocó en el escrito de denuncia, que su patrocinada Maribel Urbina tenía
derechos sobre el inmueble, donde manifiesta, de manera taxativa lo siguiente:
“por ser propietaria de una parte del mencionado inmueble…” (vuelto del
folio dos (02) del escrito de la ciudadana Arlibel Urbina, en su parte final), lo que
vuelve a repetir en el folio tres (03) cuando refiere: “…, y que los propietarios
son mi mandante la ciudadana Maribel Urbina y el difunto Armando José
Márquez Gonzalez”.

Cabe resaltar que, el desconocimiento al que nos referimos, abunda en nuestro


descargo, por lo que de ser cierto que el finado Armando Márquez dispuso en
vida (sobre cuyo acto, reiteramos, se ciernen serias dudas), a favor de sus hijas
Araibel y Arlibel Márquez Urbina, y a la última nombrada, la Apoderada atribuyó
sobre el inmueble, un mero derecho de posesión, cuando, insistimos, en su
escrito refiere, en el folio tres (03), parte final: “…sin importarle que la
ciudadana Arlibel Márquez Urbina, hija de mi representada vivía en forma
permanente y pacífica con su difunto padre, siendo poseedora de dicho
inmueble…”; pues, eso fue ocultado por él mismo, quien siempre mencionó en
vida que el apartamento en cuestión sería para sus hijas, incluyendo la su menor
hija y resultado de la unión concubinaria entre mi defendida y el difunto Armando
Marquez, velando de esta manera por no desampararla en ningún momento a tal
sentido.

Es por tanto, respetable juez, y en menester de lo antes expuesto, que existen


razonables dudas referentes al documento presentado por la parte actuante, en el
que se muestra una presunta venta realizada por la ciudadana Maribel Urbina y el
difunto Armando Marquez a las ciudadanas Araibel y Arlibel Marquez Urbina,
esto, por cuanto en ningún momento, y en los más de veinticuatro (24) años de
convivencia con el Difunto Armando Marquez, le manifestó haber tenido la
intención o haber realizado la venta del inmueble a sus otras dos hijas, dejando
de lado a quienes convivían con él a diario que eran su concubina e hija menor.

Del mismo modo, solicitamos ante usted, conforme a lo que prevé el articulo 127,
numeral 5 del Código Orgánico proveer lo conducente para que sea practicada la
Experticia Documental de Autenticidad o Falsedad y Lofoscópica al Documento
protocolizado en el Registro Público del Quinto Circuito del Municipio Libertador
del Distrito Capital, en fecha cuatro (04) de junio de 2008, con el número 18,
Tomo 13, Protocolo Primero (Dubitativo); y por tal sentido, solicitamos que como
documento Indubitado a ser comparado con el referido documento, se obtenga
del SAIME, copia ampliada de la última Cédula de Identidad que le fuere expedida
al ciudadano Armando José Marquez Gonzalez, titular de la Cédula de Identidad
Nro. V- 3.979.556 (fallecido), así como la planilla contentiva de la fórmula dactilar
que le corresponde a éste. Esto en el sentido de la confrontación con el
documento dubitado, y se pueda definitivamente establecer, con las
consecuencias legales que dimanan del mismo, la falsedad o autenticidad de la
firma impresa en dicho documento, como determinar si los rastros dactilares que
aparecen a ambos extremos de la supuesta firma correspondan o no en definitiva
a Armando José Marquez Gonzalez; por lo que el presente pedimento lo
consideramos Pertinente y Util al presente, en virtud de la inminente sospecha de
que pudiera ser falso este documento y, de resultar falso el documento en
cuestión, esto puede traer como consecuencia que el difunto Armando Marquez,
concubino de mi auspiciada, al momento de su fallecimiento ostentaba derecho
pleno de propiedad sobre el inmueble objeto de la presente controversia, y al ser
mi representada su concubina, le otorgaría, evidentemente, derechos reales por
concepto de comunidad concubinaria como sucesorales, cuestión que fundaría lo
antes manifestado de que no puede, no solamente ser Invasor, según el artículo
471-A del Código Penal venezolano, ni menos, y de manera impensable a lo
referente a las tipicidades que establece la parte querellante referente al resto del
listado de delitos que manifiestan de manera insensata e insustancial en la
querella incoada en contra de mi representada.

Es justicia en la Ciudad de Caracas, a la fecha de su consignación.

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