Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Expediente S-1232-18
Ciudadano:
Su despacho.
Primero:
“… así mismo debe recalcar que por motivos fútiles e innobles que la
ciudadana Julieta Escobar Agra teniendo conocimiento de dicho
fallecimiento aprovechó el dolor familiar de los actos de sepelio, se trasladó
al inmueble de propiedad de la víctima Arlibel Marquez Urbina y por medio
de la violencia y amenazas ingresó violentando sus cerraduras de la puerta
principal y su reja…”
Es de esto, ciudadano juez, que la realidad de los hechos es otra, tal y como se
hizo mención en el escrito de respuesta a la Imputación hecha por la Fiscalía,
donde reiteramos a plena conciencia y conocimiento claro de los derechos que
tanto la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su Artículo 49,
como en nuestro Código Orgánico Procesal Penal, establecen a favor de mi
auspiciada, que RECHAZAMOS en todo y en parte todas esas afirmaciones mal
fundamentadas efectuadas por los representantes de la parte querellante, donde
además manifiestan en el mismo escrito lo siguiente:
Pues bien, el día martes tres (03) de Julio de 2018, fallece el ciudadano y
concubino de mi auspiciada, y no fue sino hasta el día seis (06) de Julio de 2018
que tomó la iniciativa de entrar al inmueble en cuestión, contratando un cerrajero
para que lograse abrir la puerta de metal y colocar una nueva cerradura; todo esto
lo realizó con la conciencia de los plenos derechos que sabe que tenía y que aún
tiene como ex-concubina del difunto ya ARMANDO MARQUEZ.
Del mismo modo, hago la salvedad que, del resto de los delitos que la parte
accionante pretende atribuirle a mi auspiciada, no tiene ningún sustento ni
fundamento, en virtud que se cae por su propio peso el hecho de que no puede
existir ni Violación de Domicilio ni siquiera Daños a la Propiedad, puesto que la
norma lo manifiesta de manera muy clara, donde menciona:
Asimismo, el Artículo 473 de nuestro Código Penal, en lo que refiere a los Daños
a la Propiedad, establece en su primer aparte lo siguiente:
“Artículo 473. El que de cualquiera manera haya destruido, aniquilado,
dañado o deteriorado las cosas, muebles o inmuebles, que pertenezcan a
otro, será castigado a instancia de parte agraviada, con prisión de uno a tres
meses…”
(subrayado nuestro)
Podemos observar entonces que, para ninguno de los casos anteriores, se puede
considerar que estos delitos se puedan ajustar a algún tipo de acción ejercida por
mi defendida, en virtud de que para que estos sean invocados como imputables,
primero, y de manera rotunda, debe pertenecer el bien (sea mueble o inmueble) a
otro. Del mismo modo hacemos la objeción a lo que dispone la parte accionante al
incluir el resto de los delitos que intentan establecer, donde no puede existir Hurto
en virtud de que mi defendida no se hizo de ningún bien mueble ni, menos aún,
de un bien inmueble, puesto que se considera que tiene plenos derechos sobre
éste y, además, dentro del inmueble en cuestión, mantuvo y mantiene sus
pertenencias, al igual que las de su hija, hija común del finado y ex–concubino de
mi representada Armando Márquez, esto sin contar el resto de la lista de delitos
que pretenden imponer con la querella incoada por la parte actora de manera
aventurera e improcedente, donde se presume que pudieran tener la intención,
insistimos, de amedrentar injuriosamente a mi representada de manera,
insistimos, temeraria.
Es simple determinar esto, puesto que con una simple indagatoria podríamos
desvirtuar la intención de la parte querellante al preguntarnos: ¿Cómo una
persona puede hurtar, o robar, o causar algún daño a la propiedad, e
inclusive Invadir algo que es propio por derecho?
Ahora bien, por cuanto a las actuaciones consignadas por la parte querellante, ha
incorporado mucho tiempo después de la consignación de la denuncia, un
documento del cual mi auspiciada no tenía conocimiento, como tampoco,
aparentemente ni ella misma lo tenía al igual que su apoderado judicial, ya que,
invocó en el escrito de denuncia, que su patrocinada Maribel Urbina tenía
derechos sobre el inmueble, donde manifiesta, de manera taxativa lo siguiente:
“por ser propietaria de una parte del mencionado inmueble…” (vuelto del
folio dos (02) del escrito de la ciudadana Arlibel Urbina, en su parte final), lo que
vuelve a repetir en el folio tres (03) cuando refiere: “…, y que los propietarios
son mi mandante la ciudadana Maribel Urbina y el difunto Armando José
Márquez Gonzalez”.
Del mismo modo, solicitamos ante usted, conforme a lo que prevé el articulo 127,
numeral 5 del Código Orgánico proveer lo conducente para que sea practicada la
Experticia Documental de Autenticidad o Falsedad y Lofoscópica al Documento
protocolizado en el Registro Público del Quinto Circuito del Municipio Libertador
del Distrito Capital, en fecha cuatro (04) de junio de 2008, con el número 18,
Tomo 13, Protocolo Primero (Dubitativo); y por tal sentido, solicitamos que como
documento Indubitado a ser comparado con el referido documento, se obtenga
del SAIME, copia ampliada de la última Cédula de Identidad que le fuere expedida
al ciudadano Armando José Marquez Gonzalez, titular de la Cédula de Identidad
Nro. V- 3.979.556 (fallecido), así como la planilla contentiva de la fórmula dactilar
que le corresponde a éste. Esto en el sentido de la confrontación con el
documento dubitado, y se pueda definitivamente establecer, con las
consecuencias legales que dimanan del mismo, la falsedad o autenticidad de la
firma impresa en dicho documento, como determinar si los rastros dactilares que
aparecen a ambos extremos de la supuesta firma correspondan o no en definitiva
a Armando José Marquez Gonzalez; por lo que el presente pedimento lo
consideramos Pertinente y Util al presente, en virtud de la inminente sospecha de
que pudiera ser falso este documento y, de resultar falso el documento en
cuestión, esto puede traer como consecuencia que el difunto Armando Marquez,
concubino de mi auspiciada, al momento de su fallecimiento ostentaba derecho
pleno de propiedad sobre el inmueble objeto de la presente controversia, y al ser
mi representada su concubina, le otorgaría, evidentemente, derechos reales por
concepto de comunidad concubinaria como sucesorales, cuestión que fundaría lo
antes manifestado de que no puede, no solamente ser Invasor, según el artículo
471-A del Código Penal venezolano, ni menos, y de manera impensable a lo
referente a las tipicidades que establece la parte querellante referente al resto del
listado de delitos que manifiestan de manera insensata e insustancial en la
querella incoada en contra de mi representada.