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UN REPASO POR E…
PABLO D. MOINE(1)
I - INTRODUCCIÓN
Tal cual hemos referido en anteriores colaboraciones, el derecho de las familias ha sido una de las disciplinas sobre las que
mayores modificaciones se han introducido en virtud de la entrada en vigor del Código Civil y Comercial de la Nación. La reforma
incorporada por la ley 26994 ha derivado en el surgimiento de un bloque normativo aggiornado a las directrices previstas por el
convencional constituyente de 1994. En el presente trabajo profundizaremos, principalmente, en la cuestión relacionada con el
derecho a los alimentos, de inmediata vinculación con el derecho a la vida y la dignidad de la persona humana.
La trascendencia de la obligación alimentaria en el ordenamiento jurídico supranacional y local se encuentra ampliamente
desarrollada por la doctrina autoral. En este sentido, Basset ha dicho: “La obligación alimentaria en el derecho privado de familia
emerge de un estatus familiar. Al igual que en el derecho civil y en las relaciones sociales, el cuidado de la vida humana es el
presupuesto, porque el hombre es el centro del derecho. Si en la vida social esa garantía corre por cada ciudadano respecto de los
demás y del Estado como garante; en la familia, esa obligación es reforzada, porque los vínculos familiares crean una relación de
gratuidad, en la que cada uno es valorado por lo que es y en donde el resguardo del otro es una obligación mucho más
exigente”(2). Dicha reflexión da cuenta de la enorme relevancia que asume la obligación alimentaria en el marco del entramado
social contemporáneo, motivo por el cual, garantizar su cumplimiento deviene imprescindible a los fines de la subsistencia de la
familia como institución elemental de nuestra sociedad.
Conforme lo señalado, no debe perderse de vista que la obligación alimentaria tiene por objeto garantizar, ni más ni menos, que
el desarrollo de la vida de manera digna y adecuada. La afirmación formulada requiere, en consecuencia, de una participación con
un alto grado de compromiso por parte de múltiples actores. Es decir, no caben dudas de que la familia se constituye como el
primer estrato en cual debe velarse por el cumplimiento de la obligación alimentaria, pues el principio de solidaridad -imperante
en la materia- así lo demanda. Sin embargo, no desconocemos que la aludida obligación goza de una preeminencia tal que
requiere también de una intervención directa por parte del Estado, máxime cuando este se constituye como el primer garante de
los derechos más elementales que hacen a la vida humana. Asimismo, no pasa inadvertido el compromiso que pesa sobre el
empresariado público y privado a los fines de coadyuvar en su efectiva concreción, puesto que se espera de estos la adopción de
decisiones que propendan a resguardar y respetar los derechos humanos, como es el caso del acceso a la mesada alimentaria.
En este orden de ideas, es necesario aclarar que la sociedad moderna ha asignado al sector empresario un rol fundamental en
múltiples asuntos que escapan a la dinámica lucrativa propia de sus actividades, razón por la cual se espera de estos un accionar
correspondido con la responsabilidad social que se les atribuye. El legislador tomó razón de ello y lo reflejó en el artículo 551 del
Código Civil y Comercial de la Nación, norma que tomaremos como disparador a los fines del desarrollo de la presente
colaboración.
A tal fin, ahondaremos, en primer término, en las cuestiones generales de la obligación alimentaria. Luego, realizaremos un
análisis exhaustivo referido a la responsabilidad que pesa sobre quienes revisten la condición de empleadores de personas a las
que se les ha impuesto una prestación alimentaria a su cargo.
V - PALABRAS FINALES
A lo largo de la presente colaboración se ha efectuado un retrato de algunos de los aspectos que se encuentran relacionados con
el cumplimiento de la obligación alimentaria. Hemos ahondado, principalmente, en la retención de haberes como mecanismo de
satisfacción del crédito alimentario. Asimismo, se ha desarrollado un abordaje comprensivo del artículo 551 del Código Civil y
Comercial de la Nación y la responsabilidad solidaria prevista frente a un eventual incumplimiento del empleador de la persona
alimentante. Por último, se practicó un análisis de la solución prevista por el legislador en la citada norma a la luz de los principios
que emanan de la responsabilidad social empresarial.
A modo de cierre, resulta esencial destacar que la obligación alimentaria se constituye como un derecho humano de raigambre
constitucional, motivo por el cual corresponde al Estado adoptar todas las medidas que se encuentren a su alcance a los fines de
garantizar su cumplimiento. Es decir, al margen de la responsabilidad prevista con relación a los integrantes del grupo familiar o
sobre determinados terceros -tal cual lo prevé el art. 551 del CCyCo.-, no debe perderse de vista el rol central que tiene el Estado
a los fines de propiciar un terreno fértil que permita el cumplimiento de la obligación alimentaria.
Indudablemente, la ausencia de políticas públicas tendientes a promover un escenario socioeconómico estable repercute de
manera directa en la problemática que hemos desarrollado, lo cual queda de manifiesto ante el incesante crecimiento del sector
informal de la economía en nuestro país. Dicho escenario complejiza sobremanera la tutela judicial efectiva del derecho en
cuestión, todo lo cual deriva, a la postre, en causas judiciales en las cuales, amén de reconocerse el derecho reclamado, se torna
sumamente complejo garantizar la satisfacción de la prestación alimentaria. Es decir, si bien pesa sobre el Estado el imperativo
legal -y moral- de tomar todas las medidas apropiadas para asegurar el pago de la prestación alimentaria, no podemos
desconocer que ello, a la luz de las políticas públicas actuales, no resulta más que un cometido muy lejano en el horizonte. Frente
a tal panorama, es decir, ante un Estado desentendido de ejecutar políticas sociales, económicas y de concientización cívica que
propendan a un mejor cumplimiento de la obligación alimentaria, puede lucir contradictorio volcar la responsabilidad en actores
privados. Sin perjuicio de ello, el contexto descripto no puede constituirse como un justificativo frente al incumplimiento, pues, tal
cual hemos destacado, el derecho a la prestación alimentaria demanda un rol protagónico de la sociedad en su conjunto dado que
lo que se encuentra involucrado es la dignidad y el desarrollo de sus ciudadanos.
Notas:
(1) Abogado (Universidad Nacional de Río Cuarto). Especialista en Derecho de Familia (Universidad Nacional de Rosario). Especialista en
Tributación (Universidad Nacional de Río Cuarto). Escribano (Universidad Empresarial Siglo 21). Auxiliar en el Juzgado de Familia de
Primera Instancia y Primera Nominación de la ciudad de Río Cuarto. Profesor titular experto por concurso de la cátedra de Derecho de
Familia de la Universidad Empresarial Siglo 21
(2) Gallo Quintián, Gonzalo J.; Quadri, Gabriel. H.; Alcaín, Valeria et. al: “Alimentos. Perspectiva constitucional, interdisciplinaria,
sustancial y procesal” - LL - Bs. As. - 2022 - pág. 205
(3) Herrera, Marisa; Caramelo, Gustavo; Picasso, Sebastián: “Código Civil y Comercial de la Nación comentado” - Ed. Infojus - Bs. As. -
2015 - pág. 262