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Eve Langlais Polvo tóxico

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Eve Langlais

Polvo tóxico

Serie Futuro desviado 01

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Serie Futuro desviado 01
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Sinopsis
En un Futuro Desviado, el mundo ha sido remodelado. La
humanidad ha cambiado. Sin embargo, a pesar de todo, hay algo que
sobrevive: el amor. Un nuevo y emocionante romance distópico para
adultos de la autora bestseller del New York Times, Eve Langlais.

El mundo fuera de las cúpulas es un lugar aterrador, pero nada


comparado con el merodeador que captura a Laura.

Con una mirada oscura, Axel promete violencia, pero su toque es


suave. Le muestra una manera diferente de vivir. Una nueva serie de
verdades. Cómo hacían las cosas los antiguos.

Le hace desear una cosa prohibida llamada amor. Pero, ¿podrá


dejar atrás su pasado y sus creencias?

La mujer es un problema con mayúsculas. Sin embargo, en el


momento en que Axel la ve, el pensamiento racional desaparece, y cuando
ella acaba en grave peligro, no puede evitar ir a rescatarla.

¿Llegará a tiempo para salvarla?

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Prólogo
Los científicos lo vieron venir con sus poderosos telescopios. Una
lluvia de meteoritos, que no provenía de nuestro sol ni de nada de nuestro
sistema solar. Afirmaron que éste vino de más allá de los bordes de
nuestra galaxia conocida.

No era gran cosa. Habían visto muchos antes. Lo que no sabían era
su magnitud. Tantos trozos de roca, algunos de ellos bastante grandes,
a la altura de algunos coches e incluso de las piscinas de los patios
traseros, y sin embargo, fue el polvo arrastrado junto con los escombros
lo que resultó más mortífero. La humanidad no descubrió ese pequeño
detalle hasta que fue demasiado tarde.

Los portavoces militares... con sus uniformes con sus insignias sin
sentido, sus bolsas bajo los ojos, sus expresiones sombrías... se
desgañitaron y dijeron a la población que no se preocupara.

La gente se preocupó de todos modos, incluso mientras miraba


ávidamente las imágenes de los medios de comunicación que se emitían
en todos los canales y que los propagadores del miedo utilizaban en las
redes sociales para exagerar. Todo el mundo observó con la respiración
contenida como los gobiernos enviaban drones espaciales para tratar de
desviar el flujo de rocas entrantes.

No lo consiguieron.

A medida que la tormenta se acercaba inevitablemente, esos


mismos gobiernos recurrieron al lanzamiento de misiles, haciendo todo
lo posible para dispersar la vorágine destructiva antes de que pudiera
golpear. Solo se creó más polvo tóxico.

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El mundo se volvió un poco loco. Temiendo el fin de los tiempos, la


humanidad se hundió hasta su punto más bajo.

Se produjeron suicidios masivos en todo el mundo. Los métodos


variaron, muchos eligieron irse en grupo. No todos podían soportar el
hecho de enfrentarse a un evento de nivel de extinción.

Los que tenían un fuerte instinto de supervivencia saquearon y


almacenaron las cosas que creían necesitar: arroz, agua, munición,
combustible y alcohol.

Los asesinatos se convirtieron en algo habitual sin que nadie los


investigara. La ley y el orden dejaron de existir. Todo el mundo se armó.

Mientras la sociedad se degradaba, el canal de medios de


comunicación que quedaba seguía reproduciendo las imágenes
condenatorias del desastre que se avecinaba. Los países, antes retenidos
por acuerdos verbales y presiones financieras, lanzaron sus armas
nucleares. Algunas rivalidades se acabaron mientras ciudades enteras
quedaban aniquiladas. Pero las réplicas se extendieron a lo largo y ancho,
ya que los vientos atraparon los residuos radiactivos y los esparcieron
por todo el mundo a tiempo para la tormenta de meteoritos.

A medida que los restos galácticos bañaban el planeta, volándolo


con rocas, la radiación de la Tierra liberada a través de las bombas acabó
uniéndose a una versión alienígena en el polvo. O eso es lo que
discernieron los científicos que permanecieron a salvo en sus protegidos
búnkeres subterráneos.

La superficie del mundo se volvió venenosa. Para colmo de males,


el eje de la Tierra se movió, se desplazó. Algo ocurrió que cambió la órbita
y el clima, poniéndolo patas arriba.

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La Tierra lloró por el daño causado. Tormentas masivas barrieron


la superficie, remodelando los continentes. Cambiando todo lo que se
conocía. Arrasando con las ciudades, las carreteras y el progreso.

A pesar de que miles de millones ya habían muerto, otros miles de


millones perecieron en los años posteriores. Pero los humanos eran
criaturas resistentes. Algunos sobrevivieron a las tormentas tóxicas,
cambiados para siempre, pero... esa era la naturaleza de la evolución.

Otros... los que ocupaban posiciones suficientemente altas antes


de la calamidad... observaron desde la seguridad de las instalaciones
subterráneas. Todos los gobiernos tenían algún tipo de búnker oculto
para su gente, al igual que aquellos lo suficientemente ricos como para
planificar con antelación. Más sorprendente que su previsión fue el hecho
de que no solo los ricos y los funcionarios del gobierno lograron ponerse
a salvo. Los afortunados fueron elegidos mediante sorteo por sus
habilidades o su buena genética.

Con un gobierno cuidadoso, estos grupos ocultos sobrevivieron.


Fueron ellos los que reconstruyeron primero, una vez que se consideró lo
suficientemente seguro.

Para su sorpresa, no eran los únicos que habían superado la


primera década, cuando el mundo era esencialmente un páramo de
aguas muertas, arena soplada y puntos calientes que podían derretir la
carne de los huesos.

Antes de que cayera el meteorito, había gente que llevaba años


predicando el fin del mundo. Posiblemente eran los únicos que se
regocijaban de que todos sus preparativos dieran resultado. Los

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supervivencialistas1 se escondieron en sus búnkeres caseros. Otros, con


las provisiones en la mano, se enterraron bajo tierra. La humanidad
siempre supo como sobrevivir.

Algunos siguieron siendo humanos. Los que no, se adaptaron.

Pasaron décadas, y la Tierra finalmente terminó de cambiar.

Surgió una nueva Tierra con masas terrestres desplazadas. Se


formaron nuevos océanos. Lo que antes se conocía como los Polos Norte
y Sur desaparecieron. Surgieron nuevas especies. Plantas y animales,
nada permaneció igual, y cuanto más influencia tenían del polvo, más
pronunciado era el cambio.

Conscientes del potencial de contaminación, los humanos en sus


búnkeres con aire filtrado hicieron todo lo posible para evitar la
exposición, ideando elaborados sistemas de descontaminación, incluso
trajes con máscara completa para cuando tuvieran que salir al exterior.

Y aun así, a pesar de todas sus precauciones, unos cuantos


Desviados se las arreglaron para aparecer, lo que inició el cribado de la
sangre.

Cuando lo peor de las tormentas se asentó, las ciudades


subterráneas se expandieron. Al principio, lentamente, dado el estricto
control de la población. Se decía que la primera cúpula en la superficie
solo podía albergar a cien ciudadanos del Enclave.

1 Son personas convencidas de que el fin del mundo se acerca, así que se preparan para
ello creando búnkers caseros, acaparando comida y fomentando habilidades de
supervivencia.

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Comenzó con una cúpula. Se extendió. Los humanos se dedicaron


con entusiasmo al proceso de reconstrucción. Surgió una nueva
civilización, con leyes que cambiaban según los líderes y la necesidad.

Pero no todos eligieron vivir en una burbuja.

Unos pocos, muy pocos, humanos lograron sobrevivir en lo que se


conoció simplemente como los Páramos, los espacios entre las cúpulas
que albergaban lo que quedaba de la humanidad. Crearon su propia
sociedad. Aprendieron a coexistir con la tierra, o al menos a defenderse
de ella. La Nueva Tierra ya no era un lugar apacible. Los que vivían fuera
de las cúpulas no tenían más remedio que ser fuertes.

Astutos.

Crueles.

“Porque vivir requiere la muerte. Y la muerte solo debería ocurrirle a


otros”.

Una cita dejada atrás, grabada en el metal de un barco abandonado


demasiado grande para haber flotado alguna vez. Una advertencia a los
habitantes de la cúpula de que, fuera de sus preciosos muros, el Páramo
pertenecía a los que llamaban Desviados.

Entrad bajo vuestro propio riesgo.

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Capítulo Uno
“La Guardería es la vida. La vida es buena. Servir a la Guardería
hace que una buena vida sea mejor”.

La aburrida oración de la mañana resonó en la gran cafetería.


Voces de jóvenes y mayores participaban por igual.

Después de haberla dicho tantas veces, Laura podía recitar la


oración sin siquiera pensar en ella. Hacía tiempo que había dejado de
hacerla con fervor o convicción. Había tenido años para cultivar su
desilusión. Como muchos de los que la rodeaban, las palabras surgían
solo de memoria.

“La Guardería lo sabe todo. La Merr es su conducto. La Merr es la


Guardería”.

La frase la había molestado durante un tiempo. Especialmente


cuando descifró el verdadero significado. La Guardería lo sabía todo
porque los que vivían dentro de los muros de la cúpula estaban siempre
vigilados. La privacidad no existía para Laura y los demás que servían.
Cada uno de sus movimientos, cada una de sus frases, eran observadas
y comunicadas... ya fuera por chismosos o por cámaras ocultas... a Merr,
la que dirigía las cosas. A su antojo, se podía imponer un castigo. La
actual Merr, recién puesta como tal, tenía la tendencia a negar las
comidas si todos no recitaban la oración de la mañana. No solo la persona
que se abstenía, sino todos los presentes perdían el derecho a comer. Solo
había sucedido una vez, tres días sin comer... y las palizas en el
dormitorio esa noche... para que incluso los más reacios aprendieran la
lección.

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Los labios de Laura se adentraron en la siguiente estrofa.

“Escucha a las tawnts. Las tawnts enseñan las reglas de la


Guardería. Las reglas son buenas”.

¿Pero tenían que ser tantas? Nada de pasearse después de apagar


las luces. Nada de socializar. Nada de comer a escondidas. No tocar.

No hacer nada más que despertarse cuando se diga, comer cuando


se ordene, trabajar todo el día y luego acostarse.

Laura apenas recordaba la vida antes de su traslado a la


Guardería. Había empezado en la Academia, donde las niñas se
hacinaban en las clases y en los dormitorios, con las camas apiladas de
seis en seis alrededor de la habitación. Allí también había reglas, pero no
se aplicaban con tanta fuerza. Les decían que su rendimiento y
comportamiento en la escuela determinarían su destino. Era la forma que
tenía la Academia de eliminar a los indignos.

Se suponía que un puesto en la Guardería era una bendición, o eso


les habían enseñado. Trabajo fácil. Alojamientos limpios.

Se olvidaron de mencionar los rezos. De la noche a la mañana, se


esperaba que aprendiera religión. Los que se resistían sufrían, sus gritos
eran estridentes mientras aprendían a creer a punta de látigo.

El dolor ardiente hacía más fácil fingir después que creía. Laura
nunca dejó de fingir, porque los no creyentes, en la manera de la
Guardería y las reglas del Enclave, tenían tendencia a desaparecer.

No era una mala vida si simplemente se obedecía. Laura se


despertaba todos los días a la misma hora, abriendo los ojos con fuerza
cuando las campanas repicaban desde la torre más alta de la Guardería,

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que casualmente no estaba muy lejos. Como sawr, el rango más bajo
dentro de la cúpula, ella y los demás no tenían el mejor alojamiento. Pero
al menos tenía una cama con sábanas limpias bajo un techo y comidas.
Los que tenían la mala suerte de ser enviados a las fábricas y a las minas,
aparentemente nunca tenían ese tipo de comodidades. También era
mejor que tratar de sobrevivir en los Páramos, donde todo podía matarte.

Cuando la campana dejaba de sonar, todos las sawrs de este nivel


se levantaban de sus camas. Tiraban de sus mantas sobre el colchón. El
dormitorio bullía de actividad. Uno por uno, cama por cama, se turnaban
para usar la cámara privada. La gran habitación solo podía acoger a tres
a la vez.

Cuando llegaba el turno de Laura, se encerraba en la caseta y


utilizaba el retrete, luego se lavaba la cara y se cepillaba los dientes.
Laura se había bañado la noche anterior, ya que era su turno en el
horario. No tendría otra hasta dentro de dos días. La conservación del
agua les fue inculcada casi tanto como la obediencia. Se cambiaba el traje
de noche por el de una sola pieza con la cremallera por delante. Las
perneras eran holgadas, al igual que la parte superior del cuerpo. La tela
era gruesa y resistente. Los zapatos que se puso eran más calcetines que
nada de sustancia.

Cuando volvía a sonar el timbre, salían del dormitorio por las


escaleras hacia la cafetería. Luego pasaban demasiado tiempo recitando
la oración de la mañana. Lo suficiente como para que el vapor del bol de
papilla que tenía delante desapareciera.

Por una vez, le gustaría comerlo caliente. Seguramente no sería


más apetecible, pero le ganaría al frío y al mal gusto.

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“Serviré a la Guardería. Obedeceré a la Guardería. Lo daré todo a la


Guardería”.

Inclinando la cabeza, Laura pronunció la última frase y esperó el


permiso de la ptmerr de su mesa para comer las gachas que tenía delante.
Grumosas y espesas, probablemente apenas sazonadas, apostó. Se
habían quedado sin nada, y las comidas de las sawrs no lo merecían.
Hacía mucho tiempo que no tomaban ningún tipo de fruta ni siquiera
pasas para endulzarla.

Se decía que los merodeadores del Páramo seguían robando los


cargamentos. Le hizo preguntarse quiénes eran esos merodeadores, dado
que la Academia, e incluso la Guardería, enseñaban que nadie podía
sobrevivir fuera de las cúpulas protegidas. El aire estaba envenenado. El
agua era impura. La tierra era incapaz de sustentar la vida humana.

Entonces, ¿cómo lo hacían estos supuestos ladrones?

—Come. —La orden fue ladrada, y Laura no perdió el tiempo.

Ptmerr Harmony, la encargada de su piso, tenía la tendencia de


acortar sus comidas. Se sentaba a mirarlas con severidad, con el pelo
rapado hasta el cuero cabelludo como muchas de las que se sentaban a
la mesa. Cuando alcanzaba cierta longitud, salían las tijeras.

Laura se metió las gachas en la boca y su nariz se arrugó ante su


sabor pastoso. Intentó ser agradecida. Recordó sus lecciones de historia
y la enseñanza de que solo se alimentaba a los que servían a las cúpulas.
Todos los demás pasaban hambre. Tenía suerte de tener un lugar en la
Guardería. El mero hecho de pensarlo le provocó una mueca.

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Una vez terminado el desayuno, llegaron más ptmerrs, con sus


túnicas y pantalones más entallados de color azul pálido, para
conducirlas a su siguiente tarea: ayudar a cuidar a los niños en las
guarderías. Había diez guarderías en total, edificios cuadrados, cada uno
idéntico, con exactamente cuatro pisos. Los rígidos edificios marchaban
en línea recta desde el dormitorio de las sawrs, con espacios verdes para
hacer ejercicio entre ellos. Estaban rodeados por un muro, con una sola
gran puerta que permitía la entrada. Fuera de esa puerta, había más
edificios: un hospital, casilleros de suministros, más dormitorios lujosos
para las ptmerrs y las tawnts. Luego estaba el edificio más grandioso de
todos, el palacio para Merr.

Cabe señalar que Laura no estaba muy familiarizada con mucho


fuera de las paredes de la guardería. Una sawr no tenía por qué salir a
husmear a otro lugar. Los que eran atrapados servían de lección vocal a
los demás. Tardó mucho tiempo en dejar de oír los gritos y el silbido del
látigo al atravesar el aire para golpear la piel. A veces, todavía se
despertaba con un jadeo, con la espalda espasmódica en un recuerdo
fantasma.

Las ptmerrs se dividieron en sus guarderías asignadas, y sus


pupilos los siguieron rápidamente. Una docena por guardería. El deber
de una sawr era mantener las habitaciones limpias y ayudar a los niños.

Harmony repartió las asignaciones. Los bebés fueron los que más
ayudantes recibieron, con seis de su grupo enviados a ocuparse de ellos.
Cuatro para los niños de un año, que seguían siendo desordenados y
necesitaban una supervisión constante. A Laura le tocó la poco envidiable
tarea de trabajar con los niños de dos años.

Otra vez.

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Esto solo sirvió para reforzar su convicción de que Ptmerr Harmony


le tenía manía. Desde hacía un mes, la había colocado con los demonios.
Había sufrido más crisis de lo que parecía normal. ¿Todos los niños eran
así de combativos, o se había encontrado con un grupo especial?

Sus propios años en la Guardería, antes de la Academia, eran solo


un vago borrón. Los monótonos años de servicio en la guardería habían
borrado los recuerdos de su vida anterior. Lo de “vida” era discutible.
Todos los días eran iguales. Levantarse. Trabajar. Dormir. Repetir. Nada
cambiaba, excepto los niños. Una vez al mes llegaban nuevos bebés,
enviados desde la Cúpula Incubaii una vez que alcanzaban un
crecimiento óptimo. Pasaban sus primeros años en la guardería y luego,
cuando cumplían cuatro años, partían para comenzar sus años en la
Academia.

Lo único que nunca entendió fue cómo la Academia podía tener


grupos de niños mucho más grandes que los de la Guardería. Les habían
enseñado que solo había una Guardería. Una Academia. Una Ciudad
Esmeralda. Uno de todo, de hecho, en todo el mundo.

Los números no cuadraban. Pero cuestionar invitaba a ser


golpeado, y a ella realmente no le importaba la respuesta. Al igual que no
tenía ni idea de lo que ocurría con los niños varones que pasaban por la
Guardería. En la Academia a la que ella asistía solo había niñas, pero se
ocupaban de una cantidad casi igual de niños y niñas. A partir de los
cuatro años, se separaban los sexos, y los varones, por lo que ella sabía,
eran elegidos para diferentes tareas y debían evitarse a toda costa o
habría un castigo.

En la Guardería resultaba fácil, ya que solo trabajaban mujeres en


su interior. Aunque oyó rumores de que algunas sawrs se reunían en

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secreto con los soldados que custodiaban las puertas de la guardería y


protegían la cúpula. Con sus enormes armaduras ocultas, quién sabía
quién se escondía dentro. ¿Hombres? ¿Mujeres? ¿O algo más?

A ella no le importaba. No tenía interés en romper las reglas.


Especialmente no para asociarse con un hombre. O una mujer, para el
caso. La fornicación era un pecado, algo que hacían los animales. No los
más evolucionados. Incluso las amistades estaban mal vistas, y aunque
eso no detenía a todas las sawrs, Laura había visto desaparecer a
demasiadas como para arriesgarse. Se mantenía al margen, pero algunos
días tenía que contener un grito cuando la pesadez de su infelicidad la
apretaba demasiado.

Subiendo al tercer piso, oyó los gritos de los demonios desatados.


Se despertaban con las campanas cuando lo hacían las sawrs.

Suspiró. ¿Ésta iba a ser toda su vida? ¿Años y años de niños


gritones y pensamientos rebeldes que nunca se convertían en acción?

—Laura, gracias a Merr que estás aquí. Tengo que irme. —Ptmerr
Karla, que se ocupaba de los niños de este piso por la noche, se sentó en
una silla, con las facciones pálidas, mientras los niños corrían
enloquecidos por la habitación.

—¿Irte? —Laura frunció el ceño—. No puedes irte hasta que llegue


tu sustituto. Hablando de eso, ¿por qué estás sola? —Las ptmerrs
siempre trabajaban con una sawr.

—Ptmerr Lenore nunca apareció y sawr Julie se enfermó anoche.


Creo que era contagiosa. —Karla se puso de pie y se llevó una mano al
vientre, balanceándose—. Tienes que cuidar a los niños hasta que venga
otra ptmerr. No me siento muy bien.

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Como fregar el vómito era una tarea que prefería evitar, Laura echó
a Karla.

—Vete. Puedo ocuparme de ellos durante unos minutos.

Pero unos minutos se convirtieron en una hora. Luego en dos. El


reglamento establecía que los niños no podían quedar desatendidos, lo
que significaba que ella no podía salir a averiguar qué había pasado.
Abandonar su puesto le supondría un castigo seguro.

Así que se ocupó de los seis niños pequeños que le habían


asignado. A pesar de que se desbocaron a su llegada, se calmaron una
vez que ella les preparó actividades. Todos agacharon la cabeza ante la
tarea, excepto uno.

El niño con el pelo oscuro la miraba fijamente.

Ella frunció el ceño.

—Mirar fijamente es de mala educación, Horatio.

A pesar de los diferentes niveles cognitivos de los niños, a las sawrs


se les inculcó que debían hablarles como si los entendieran. Obviamente,
una regla diseñada por alguien que nunca trabajó con seres diminutos
apenas verbales.

Horatio siguió observándola.

—¿Te pasa algo? ¿Te duele el estómago? —Quizás también se había


contagiado de la enfermedad que aquejaba a los demás. Raro, pero no
inaudito. Los niños de la Guardería solían ser notablemente sanos. Y
extraños a veces.

Como ahora.

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En lugar de responder, el labio inferior del niño tembló y sus ojos


se humedecieron con lágrimas. Se acercó a ella, con los brazos abiertos,
pidiendo que lo levantara. Pero Laura sabía que no debía acercarlo para
abrazarlo. La Guardería no ofrecía afecto.

Ante su negativa, Horacio arrugó el ceño y sus labios se volvieron


hacia afuera en un mohín enfurruñado.

Por un segundo la invadió el remordimiento, lo cual era extraño.


Nunca había recibido un abrazo en su vida. Nunca había querido uno y,
sin embargo, no podía evitar quedarse mirando las pocas veces que veía
a la gente compartirlos. ¿Cómo se sentiría tener a alguien tan cerca? ¿En
su espacio? ¿Por qué hacerlo?

Cuando el puchero no funcionó, Horatio esbozó una sonrisa


socarrona. De las que traen un brillo malicioso a sus ojos. Ridículo, por
supuesto. ¿Un niño pequeño así? No tenía más intención que la emoción
que lo impulsaba en ese momento.

Ella lo sabía y, sin embargo, esa sonrisa le produjo un escalofrío.

—¿Te buscamos una actividad? —Había muchos tipos de


rompecabezas para ayudar al desarrollo de la cognición de los niños.

El niño negó con la cabeza, todavía sonriendo.

Todavía la inquietaba.

—Quizá necesites un tiempo para ti. —Echó una rápida mirada a


la sala de reclusión, que resultaba ser tan horrible como su nombre. Un
verdadero ataúd vertical sin ventanas ni luz, solo un taburete. Y silencio.

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Solo una vez se había atrevido a encerrarse en esa habitación para


ver cómo se sentía. La horrible sensación se mantuvo durante mucho
tiempo. ¿Cómo podía amenazar a un niño con eso? No importaba que
nunca lo hiciera.

A Horatio no parecía molestarle ese pensamiento. Se apartó de


Laura, luciendo esa extraña sonrisa, y centró su atención en una niña.

Con el pelo rubio y corto porque era más fácil de manejar a esa
edad, Ariana tendía a ser una niña tranquila. Muy delicada en sus gestos.
También se comportaba bien. Sin embargo, cuando Horatio la miró
fijamente, comenzó a gritar. Chillaba como si la desollaran viva, lo que
solía ser un sonido que se le quedaba a una persona.

Laura no podía ver ninguna razón para esos gritos agónicos, nada
visible. ¿Por qué entonces podía sentir que algo brillaba a su alrededor?

El aire mismo palpitaba con una presencia nebulosa. Un gemido


bajo y escalofriante hizo vibrar el espacio. Más niños gritaron, y Laura
estuvo a punto de unirse a ellos cuando algo tomó forma en el espacio
sobre sus cabezas. Entre remolinos de luz y oscuridad, apareció una
bestia fantasmal con garras de sombra y ojos brillantes.

Evidentemente, un monstruo feroz se había colado desde fuera de


la cúpula. Desde el Páramo.

Alcanzó a Ariana, que solo pudo gritar y llorar. No era más que una
niña. Una pequeña e indefensa niña a su cargo. A pesar de que esta bestia
logró pasar a sus guardias, ella sería culpada si algo sucedía. Tenía que
actuar, no solo para salvarse a sí misma, sino porque también era lo
correcto.

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Antes de que formara un plan, se lanzó. La vacilación no salvaría a


la chica. Extendió los brazos para empujar a la bestia de las sombras
lejos de ella. Sus manos, sus brazos, de hecho todo su cuerpo,
atravesaron al monstruo. Se tambaleó antes de recuperarse de la
sorpresa. La cosa no tenía sustancia.

Los gritos de los niños se convirtieron en sollozos, y Laura se volvió


para ver al monstruo que se cernía justo encima de Horatio, que
mostraba una sonrisa de satisfacción y ningún miedo. Como si controlara
a la bestia.

—¿Cómo haces eso? —preguntó ella—. En realidad, no me importa.


Deja de hacer lo que estás haciendo. —Una sacudida de su dedo fue para
mostrar firmeza, aunque se estremeció por dentro. Miedo de un niño
pequeño. Qué ridículo. Apenas le llegaba a las rodillas.

Horacio dio una palmada y rebotó con regocijo mientras


exclamaba:

—¡Asusta!

La criatura se hizo más grande, más amenazante y avanzó con paso


sombrío. Mostró a Laura sus ojos brillantes y sus dientes dentados.

—Estás haciendo ese monstruo —respiró ella, sin entender cómo


era posible—. Deja de hacer lo que sea que estés haciendo de inmediato.
—A pesar de las reglas que lo prohibían, se acercó al chico y le agarró los
brazos con firmeza.

Como pequeños y frágiles palos en la mano, apretó, pero Horatio


siguió sonriendo. Los gritos de los niños comenzaron de nuevo.

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—¡He dicho basta! —No pudo evitar darle una pequeña sacudida,
lo suficientemente fuerte como para que soltara un grito agudo.

El monstruo de las sombras desapareció pero encontró un nuevo


hogar en los ojos de Horatio. Nubes de tormenta se gestaron en sus
oscuras pupilas mientras la observaba.

—No —dijo con voz infantil.

No había nada infantil ni débil en la ola que la golpeó. La estrelló


contra la pared con la suficiente fuerza como para que jadeara. ¿Cómo es
que tenía poderes mágicos? La magia era una cosa de cuentos. No existía,
y eso que se lo dijeran a la fuerza invisible que la inmovilizaba contra la
pared, con los pies colgando.

Horacio se acercó a ella de un salto, lo que de alguna manera


empeoró la situación. La señaló con el dedo.

—Mira dentro.

Ella sintió que algo escarbaba en los bordes de su mente. Pequeñas


garras. Intentando entrar en su cabeza. Sus ojos se abrieron de par en
par y susurró:

—No. Sal de mi cabeza. —¿Cómo era posible? ¿Cómo podía este


niño tener poder sobre sus pensamientos?

Él soltó una risita, una melodía pegadiza que le taladró, y ella gritó,
pudiendo finalmente mover las manos para agarrarse la cabeza. El dolor
palpitante le provocó gemidos angustiosos y lágrimas. Se tiró al suelo y
se acurrucó en un montón.

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—Me duele. —El lastimero lamento se repitió en ella mientras se


mecía en el suelo. Su dolor se multiplicaba por las voces que gritaban
con ella.

Y él se reía.

Él. Se. Reía.

Resultó ser el sonido que ella necesitaba para pasar de la lástima


a la ira.

¿Cómo se atreve a hacerme daño?

Apretó los dientes y se empujó contra él.

Pero la cosa luchó ferozmente, clavando garras que desgarraban.


Garras invisibles porque no había nada. Nada la tocaba realmente. Todo
ocurría en su cabeza.

Mi cabeza. Esa cosa de la sonrisa burlona se atrevía a invadir su


mente.

Si tan solo tuviera un muro, algo que lo bloqueara. Uno grande y


alto, como el que rodeaba la guardería. Como si el pensamiento lo
convocara, apareció un muro dentro de su mente, uno débil que la cosa
con garras rasgó. Se concentró en él. Lo hizo de metal. Se dobló. Entonces
añadió piedra delante y lo construyó alrededor de sus pensamientos, y
cuanto más fuerte se hacía, más retrocedía la cosa hasta que su mente
volvió a ser suya y sus ojos se abrieron de golpe para encontrarse con los
de Horatio.

Hizo un mohín. Las garras arañaron la superficie de su mente.

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—He dicho que basta. —Se sintió desbordada, con rabia, miedo y
algo indefinible. Ella lo alcanzó, y a pesar de que había unos pocos pasos
entre ellos, él voló.

Se lanzó hacia atrás en el aire, cayó al suelo y se deslizó sobre su


trasero. La horrible sensación de rascarse se detuvo, pero ella mantuvo
su muro mental.

Horatio la miró boquiabierto. Su labio inferior se tambaleó. Sus ojos


se llenaron de lágrimas. Luego, el niño comenzó a llorar, grandes
lamentos rabiosos, que fue, por supuesto, cuando se abrió la puerta. La
mujer que entró no era una simple sustituta de Karla, sino una tawnt,
reconocible en su uniforme de color azul oscuro. Observó la habitación
de los niños que lloraban e inmediatamente se fijó en ella.

—¿Qué está pasando aquí?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Dos
—Ella me empujó. —Horatio tragó entre sollozos.

—¿Es eso cierto? —Una mirada severa se dirigió hacia ella.

Laura señaló a Horatio, que hizo un buen trabajo pareciendo


lastimero y bondadoso.

—Hizo una especie de monstruo fantasma. —Nunca se le ocurrió


mentir, y se sintió culpable por las veces que había escuchado historias
y asumido que quienes las contaban se inventaban las cosas.

La recién llegada ptmerr jadeó.

—¿Qué clase de excusa débil es ésta? Es un niño.

—Duele —dijo Horatio, con el labio inferior temblando, pero Laura


vio la confabulación en sus ojos.

Le clavó el dedo.

—Está mintiendo. Míralo. Puedes verlo en su cara.

La tawnt señaló a Laura.

—Ven conmigo.

—Pero los niños —dijo ella débilmente.

—Estarán bien. Esto no se puede discutir.

Sin más remedio, Laura la siguió. Sabía que era mejor no dar
explicaciones mientras recorrían los pasillos saliendo de la guardería.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Fuera, en el espacio verde de recreo, las niñeras paseaban a sus pupilos.


¿Por qué Laura no podía conseguir una tarea cómoda trabajando en las
salas de los más pequeños?

No se dirigieron hacia el dormitorio, ni hacia el cepo para los azotes,


sino que se dirigieron rápidamente hacia la puerta. En lo alto, la cúpula
ondulaba. Una cosa hecha de paneles flexibles pero no completamente
invulnerable. Las tormentas fuertes podían penetrarla, pero ese tipo de
condiciones meteorológicas ya no se daban con demasiada frecuencia.

Los guardias de las puertas llevaban una armadura de pies a


cabeza, los visores eran reflectantes y ocultaban cualquier detalle de la
persona que estaba dentro. Si es que había una persona. Parecían
bastante inhumanos. Menos mal que no trataba con ellos a menudo.

La tawnt la arrastró más allá de los guardias blindados, y entraron


en una acera en movimiento donde rápidamente se hizo evidente que ella
era la única sawr fuera de la muralla. A juzgar por la ropa, solo había un
puñado de tawnts y ptmerrs circulando por las aceras. También había
más guardias. Resultaba inquietante la forma en que se elevaban por
encima de todos.

No pudo evitar contemplar las vistas. No había salido de la muralla


desde su llegada. Solo los que tenían problemas salían.

Y nunca volvían.

Intentó no pensar en eso, pero resultó insidioso. El temor le recorría


todos los nervios. El miedo tartamudeaba en su corazón haciendo que las
palmas de sus manos estuvieran húmedas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

¿Cómo la castigarían? Después de todo, había puesto las manos


sobre un niño. Nunca creerían su historia de que la había atacado con
un monstruo invisible.

Entre la acera y su paso apresurado, llegaron rápidamente al


enorme edificio que era la sede del poder de Merr. Entraron en una vasta
antecámara vacía de gente e incluso de decoración, solo un alto techo
abovedado y el sonido de sus pies repiqueteando en el suelo.

La tawnt la arrastró a través del gran espacio hasta un conjunto de


puertas. En lugar de los guardias con armadura que Laura estaba
acostumbrada a ver, un par de ptmerrs vigilaban, armadas con
guadañas. De mango largo para agarrarlas a dos manos si se quería y
con las hojas ligeramente curvadas. Nunca las había visto usar, pero
había oído que podían cortar a una persona por la mitad.

La de la izquierda abrió la puerta y entraron en una sala mucho


más pequeña, vacía de gente.

—Espera aquí —dijo la tawnt.

Laura se encontró sentada en una silla sencilla mientras la tawnt


llamaba a una puerta gruesa, pero sencilla, antes de entrar.

El tiempo se alargó una eternidad para que ella recorriera todo tipo
de posibilidades.

Una flagelación delante de todas las sawrs para mostrar lo que les
ocurría a las que desobedecían.

Destierro a los páramos mortales.

La muerte.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Nunca se le ocurrió, durante todos sus espantosos escenarios, que


pudieran creerla. Los niños no creaban monstruos de la nada.

Cuando la puerta se abrió finalmente, Laura no pudo evitar una


expresión sombría. Se levantó, con el cuerpo pesado y el paso lento. El
fino grano de un suelo de madera bajo los pies era algo raro y caro. La
mayoría de los suelos solían ser de hormigón o de goma. Brillaba, no lo
suficiente como para reflejar, pero mostraba su limpieza.

—Date prisa. No tengo todo el día. —La brusca reprimenda la hizo


avanzar bruscamente hasta detenerse frente a un gran escritorio. Más
madera, pero más antigua. Gris y con nudos, el exterior áspero. La parte
superior era lisa y estaba recubierta de algún tipo de resina transparente.

Laura mantuvo la cabeza inclinada e hizo un pequeño movimiento


de cabeza. Un gesto de respeto no estaba de más.

—Es más mayor de lo esperado —dijo una voz grave.

—Le faltan unos años para cumplir los treinta, Merr.

—Ya ha pasado la flor, ¿por qué ahora? —Una pregunta dicha en


voz alta—. Mírame, sawr.

La mirada de Laura se levantó y se encontró con la aguda mirada


de una mujer mayor. Su piel era de un bronceado claro, sus ojos no eran
del todo redondos. Su pelo negro azabache se detenía en los hombros y
tenía mechas grises.

Merr dijo:

—Puedes dejarnos, Tawnt Odelle.

No hubo discusión, solo una rápida obediencia.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La puerta se cerró con un silencioso chasquido y Laura luchó por


no ponerse nerviosa ante la mirada de piedra.

—Eres sawr Laura, ¿correcto?

Ella asintió.

—Según tu expediente, llevas aquí bastante tiempo. Y aparte de un


periodo menor de adaptación cuando llegaste, nunca una queja antes de
esto.

No parecía una pregunta, así que Laura no contestó, pero sí le


quemó ligeramente lo de “menor”. Los azotes de entonces le parecieron
de todo menos eso. Se había resistido a las estrechas restricciones que la
ataban a su llegada. Había hecho preguntas. Discutió. Mostró demasiado
espíritu y por eso la rompieron. Rompieron a todos los que no seguían la
línea.

—Me dijeron que tuviste un incidente con Horatio esta mañana.

¿Qué le había dicho a Merr la tawnt? ¿Debía restarle importancia


o atenerse a la verdad? La verdad la haría parecer loca. Sin embargo, no
sería la primera vez que una sawr afirmara que los niños habían hecho
algo raro. Laura había sido una de las que se burlaba cuando intentaban
contar sus cuentos. Esas sawrs se fueron de paseo y nunca más
volvieron.

El recordatorio hizo que Laura se esforzara por encontrar una


mentira plausible. Abrió la boca.

—Yo no sugeriría mentir.

La reprimenda hizo que sus mejillas se calentaran.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Realmente importa? Verdad o mentira, seré castigada.

—¿Tomando decisiones por mí? —Merr arqueó una ceja—. Qué


impertinente. No sabes lo que quiero de ti. Aunque empezaré con las
respuestas. ¿Qué pasó con Horatio? La verdad de tus labios, o te la
arrancaré de tu mente.

La boca de Laura se abrió y cerró mientras procesaba la amenaza.

—Conjuró una especie de bestia fantasma y la usó para asustar a


los niños. —No añadió que también la asustó a ella.

—¿Es eso lo que enseña la Academia hoy en día? ¿Te hablan de


fantasmas? —resopló Merr—. Quizás hacen un flaco favor al no explicar
la simple manipulación ectoplásmica a través de la energía psiónica.

Laura parpadeó ante las palabras desconocidas.

—Lo siento, Merr. No lo entiendo.

—Quiere decir que lo que viste no era un espíritu mágico controlado


por Horatio, sino la transformación de la energía en un espejismo.

Laura se quedó boquiabierta cuando Merr confirmó lo que Horatio


había hecho.

—Hizo un monstruo.

—Solo la imagen de uno. El resto era un farol.

—Siento discrepar —resopló Laura—. Me dolió.

—¿Dolió cómo? ¿Te tocó?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No. No exactamente. Más bien como si tratara de penetrar en mi


mente.

—Cuéntame más. —Merr se inclinó hacia adelante.

—Fue como si esta cosa, esta criatura, estuviera tratando de entrar


en mi cabeza. Y me dolía. —El dolor fantasma no era fácil de olvidar.

—Pareces estar bien.

—Porque me atacó aquí. —Se golpeó la sien.

—¿Y te defendiste?

Ella asintió.

—¿Cómo?

Sus hombros se levantaron.

—No lo sé. En un momento, Horatio nos hacía gritar a todos, y al


siguiente, el dolor desaparecía y caía de culo. Quizá la caída le
desconcentró.

—Lo empujaste.

Laura negó con la cabeza.

—No le toqué.

—No es del todo cierto. —Merr tocó su escritorio y una imagen


apareció sobre él.

La boca de Laura se redondeó mientras su encuentro con Horatio


se reproducía frente a ella, la bestia no era tan temible esta vez. El

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

encuentro no duró mucho. Merr lo rebobinó y lo puso en pausa hasta el


momento en que Laura agarró a Horatio por los brazos.

—Sacudiste al niño.

—Estaba asustando...

—No me importa lo que estaba haciendo. Pusiste las manos sobre


Horatio y lo sacudiste.

—No muy fuerte.

—Sin embargo, con la suficiente fuerza, obviamente lo


desencadenaste.

Le tomó solo un segundo darse cuenta.

—Me estás culpando por lo que pasó.

—Obviamente provocaste a Horatio.

—Porque estaba siendo malo.

—No es malo. Solo experimentaba con sus habilidades. Pero eso no


es ni aquí ni allá. Estoy más interesada en el hecho de que luchaste
contra él. ¿Cómo lo hiciste? —El duro brillo de sus ojos exigía una
respuesta.

—No sé a qué te refieres. Has visto el vídeo. Se cayó solo.

—Porque lo empujaste. Antes de eso, él estaba atacando tu mente.


Te defendiste de él. ¿Cómo? ¿Usaste una puerta grande que cerraste de
golpe? ¿Tal vez un foso o un muro?

—Muro —murmuró ella—. ¿Cómo...?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Lo sé? Porque mi trabajo es saberlo. Pero tú eres inesperada. —


Merr se acomodó en su silla y no dijo nada por un momento. Cuando lo
hizo, tomó a Laura por sorpresa—. ¿Has estado fuera de la cúpula?

—No desde que me transportaron aquí.

—Tal vez entraste en contacto con algo del exterior.

—No.

—¿Cuándo fue la última vez que te hicieron una revisión completa?


Sangre, escáneres, todo.

Laura parpadeó.

—En mi último examen físico, Merr.

—¿Que es anual?

—Cada tres desde que cumplí los veinticinco años.

—Y ahora tienes veintisiete años. Más de dos años desde tu último


examen. —Los labios de Merr se apretaron—. Presentarás otra muestra.
Hoy mismo.

—¿Me pasa algo?

—Nadie te ha dado permiso para preguntar. —Merr golpeó algo en


su escritorio y habló a la superficie—. Llevadla al laboratorio. Quiero que
se haga un análisis completo. Tejido, sangre, pelo, escaneo completo.

—¿Completo? ¿Para qué?

Laura no reaccionó cuando la voz de Tawnt Odelle salió de un


altavoz, pero sí escuchó. ¿Por qué Merr se interesaba tanto por su salud?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí, completo. Y luego prueba el resto de las sawrs. Podría ser que
ella sea una casualidad, una floración tardía. Tal vez hemos estado
recibiendo falsos negativos. Quiero saberlo para el final de hoy. —Merr
tomó un bolígrafo y comenzó a escribir mientras la puerta se abría.

—Vamos. —La tawnt hizo una señal, pero cuando Laura se levantó,
no pudo evitar preguntar.

—¿Qué me pasa? ¿Estoy enferma?

—¿Tenemos que amordazarte? —espetó Merr—. Las sawrs deben


responder solo cuando se les habla.

—Le recordaremos sus modales, Merr —gruñó la tawnt—. Ven


aquí. —El agudo agarre de su brazo y el tirón le cerraron la mandíbula.

No habría respuestas, pero las preguntas rebosaban en su interior.


¿Creían que tenía la enfermedad de desgaste tóxico? ¿No empezaba por
la mente? Seguido de los pulmones. Nadie lo sabía con certeza.

La llevaron a una enfermería mucho más grande que la de su


dormitorio. La colocaron en una cama y los paneles de privacidad
rodearon su zona. Los brazos de las máquinas salieron de las paredes
para tomar muestras, lo que significaba que no tenía a nadie para
preguntar mientras le sacaban sangre. Incluso le tomaron muestras de
pelo y uñas. La vergüenza llegó con la muestra de orina que tuvo que
producir delante de Tawnt Odelle en un vaso proporcionado.

A continuación, la colocaron en una habitación solitaria con solo


un fino colchón como cama para proporcionarle comodidad. Una manta
rasposa y ninguna luz. En la oscuridad, sus temerosas imaginaciones se
multiplicaron.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Seguro que la azotarían. Azotada hasta que su espalda pareciera


carne cruda.

Y era totalmente injusto. La Guardería la castigaría como si hubiera


fallado de alguna manera. Sin embargo, ella solo trató de proteger a los
otros niños. La Merr sabía que ella dijo la verdad.

Sabía lo que había pasado en esa habitación. No se sorprendió ni


un poco. Porque sabía que Horatio tenía un extraño poder.

Fue esa constatación la que la hizo comprender de repente por qué


nadie volvía a las guarderías una vez que se iban. Para que no pudieran
decírselo a las demás.

Voy a morir.

Ese pensamiento, como ningún otro, la volvió finalmente religiosa.


Rezó toda esa noche. De rodillas, con los ojos cerrados y las manos
juntas.

—La Guardería es la vida. La vida es buena. Servir a la Guardería


hace que una buena vida sea mejor.

Pero nadie respondió. Sus comidas llegaban a través de una ranura


en la puerta sin ningún aviso o palabra amable. No se atrevió a despreciar
la recompensa que le daban. Comió la bazofia, bebió el agua calcárea y
rezó un poco más.

Cuando por fin alguien vino a visitarla, Laura ya había sollozado


hasta quedarse ronca, se había frotado las rodillas y se había resignado
a lo que le deparara el destino. Se sentía como si estuviera en una niebla,
con todos sus sentidos embotados.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La propia Merr estaba en la puerta, imponiéndose a Laura, que


estaba encogida en el suelo.

—Llorona y débil. —El desprecio apareció en el resoplido—. Y sin


embargo la sangre no miente. Al menos esta vez no lo hizo.

—¿Estoy enferma? —preguntó ella con voz ronca.

—Ni mucho menos. Y a causa de nuestro error, hay un montón de


revueltas para rastrear ciertas posibilidades.

Las enigmáticas palabras no aclararon nada.

—¿Qué me va a pasar?

—Levántate y lo descubrirás. Te vas.

—¿Irme? —repitió ella, poniéndose en pie—. ¿Me estás desterrando


de la Guardería? Por favor, no lo hagas. Siento lo que he hecho.

El bufido vino de Tawnt Odelle que esperaba fuera de la celda.

—No estás siendo castigada, más bien ascendida con una


reubicación.

La noticia tenía poco sentido.

—¿Dónde?

—Vas a ocupar un puesto dentro de la Cúpula Incubaii —anunció


Merr.

La afirmación le hizo fruncir el ceño.

—¿No es allí donde se hacen los bebés?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Un concepto nebuloso del que solo se hablaba en voz baja. Algunos


decían que implicaba máquinas y fluidos y alguna extraña mezcla de
ingredientes para crear un niño. Más ciencia de la que ella entendía. ¿Por
qué enviarla allí?

—No te corresponde cuestionar por qué se te ha considerado digna


de convertirte en Madre2 —declaró la tawnt, y sin embargo mostró una
mueca de desprecio.

Laura frunció el ceño y, a pesar de estar advertida, no pudo


mantener la boca cerrada. No con su vida al revés.

—No lo entiendo. ¿Por qué me dan otro puesto?

La Academia elegía el rango de sus alumnos al graduarse. No


cambiaba. Lo mejor que podía esperar Laura era trabajar duro y quizás
algún día demostrar que era lo suficientemente sabia como para
convertirse en una ptmerr. Ahora, en cambio, tendría que empezar de
nuevo.

—Tus circunstancias han cambiado.

—Esto se debe a lo que pasó con Horatio. ¿Qué pasa con él? —
preguntó Laura—. ¿También lo van a mandar fuera?

La sonrisa de Merr no llegó a sus ojos.

—Otro tardío, también será trasladado a un nuevo lugar.

—No puedes enviarlo a la Academia. Es peligroso —exclamó Laura.

2 En español en el original. Cada vez que se refieran a estas Madres aparecerá en


cursiva.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Hay escuelas especiales para superdotados. Y él no es de tu


incumbencia, en todo caso. —Merr se adelantó y no miró atrás mientras
Laura la seguía, con Odelle en la retaguardia.

—No quiero irme. Este es mi hogar. —Lo cual odiaba y, sin


embargo, lo prefería a lo desconocido.

—Actúas como si tuvieras elección. —La sonrisa por encima de su


hombro contenía una mueca—. Harás lo que te digan.

—Sí, Merr. —Laura inclinó la cabeza y fingió entender, pero no lo


hizo.

Nadie era reubicado a su edad. Sucedía de joven, o no sucedía. La


mayor que había visto irse era Marie, con veintiún años. Se rumoreaba
que había hecho algo malo. Habiéndola visto antes de su partida, Laura
se preguntaba a menudo qué maldad residía en el vientre hinchado de
Marie. Tal vez había inhalado algún polvo tóxico antes de que se pudiera
descontaminar la mercancía traída en camión.

—Límpiala y ponle las batas. Tengo un transporte esperando para


llevarla —ordenó Merr.

Laura fue conducida a una cámara de baño, donde la limpiaron de


pies a cabeza. Le cepillaron el pelo largo hasta que brilló y se lo ataron
en una trenza apretada.

La ptmerr encargada de su aseo suspiró.

—Si hubieran esperado unos días más. Debía ser rapada. ¿Crees
que les importará que nos lo quedemos?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

¿Se lo queden para qué? se preguntó Laura. A menudo se había


preguntado por qué dejaban que las sawrs se dejaran crecer el pelo más
allá de los hombros para luego cortarlo cerca del cuero cabelludo cuando
alcanzaba cierta longitud.

—Deja el pelo en paz —ladró Tawnt Odelle—. Vestidla. Están


esperando para que se vaya.

Tan rápido. Ni siquiera tendría la oportunidad de despedirse del


único hogar que conocía. O de recoger los pequeños tesoros que había
metido bajo la ropa en su pecho. No era mucho en realidad. Un libro de
ilustraciones regalado por una ptmerr que solía ser amable con ella. Un
par de calcetines extra para los momentos en los que el frío atravesaba y
el calor no podía mantenerse.

Un par de bragas le fueron entregadas, junto con calcetines largos


y zapatillas finas. Una bata blanca fue arrastrada sobre su cabeza.

La ptmerr empujó a Laura hacia Tawnt Odelle.

—Está lista.

—Vamos.

Sacada a la luz del día, Laura entrecerró los ojos mientras


caminaba con las faldas desconocidas, la abultada tela blanca se le
enganchaba en las piernas. Los brazos tenían mangas largas y ceñidas
que terminaban en anchos cónicos. Un cinturón blanco colgaba de
alguna manera por debajo de su cintura pero por encima de sus caderas,
llamando la atención sobre su figura. Un atuendo revelador, pero sobre
el que no tenía elección.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Un par de guardias con armadura, cuyas piezas metálicas crujían,


la flanquearon en el pasillo móvil, alejándola aún más de las guarderías.

El elevado borde de la cúpula aparecía cada vez más cerca,


ondulando cuando los paneles se movían con la brisa exterior. También
chisporroteaba debido a la energía que corría a través de ella y que hacía
estallar cualquier cosa que intentara penetrarla. Desde pequeños les
enseñaron a no tocar nunca el escudo de la cúpula. Se cortaría la carne
y no dejaría ninguna ceniza.

Observó la cúpula, y el muro que la sostenía, con inquietud


mientras se acercaban, lo más cerca que había estado del exterior desde
su llegada hace tanto tiempo. Se le secó la boca. Sus dedos se apretaron,
pues sabía que más allá de su protección, el Páramo la esperaba. A pesar
de su afirmación de que iba a otra cúpula, a otro lugar seguro, tenía sus
dudas.

Cuando la pasarela se acercó al arco de salida, se resistió.

—No puedo. No puedo estar fuera de la cúpula.

Los guardias de ambos lados la agarraron por el brazo. Esto solo


aumentó su pánico.

—Compórtate y no estarás al aire libre durante mucho tiempo —


afirmó la voz plana de uno de los guardias.

Eso, más que nada, le quitó las ganas de luchar.

El primer arco conducía a una puerta, que se abrió cuando pasaron


por delante. Se cerró justo detrás de ellos. Otra puerta se abrió, y en el
momento en que lo hizo, ella pudo olerlo. Polvo seco. No el aire limpio y
cíclico de la Guardería.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Su respiración era superficial, ya que temía respirar


profundamente. Los soldados blindados obviamente no temían el aire
exterior con sus cascos protegiéndolos. Debía de ser agradable. La
arrastraron hacia un camión en el que se arremolinaban más personas
con armadura.

Uno de los guardias, que arrojaba bultos vacíos al vehículo, se


volvió y ladró:

—¿Qué es esto?

—El cargamento que te dijeron que esperaras.

Una mano gruesa con un guante atravesó el aire.

—No transportamos cosas vivas.

—Hoy lo hacéis. Orden de la Merr.

—La Merr puede aguantarse —refunfuñó el guardia.

—También dice que te diga que si te niegas, no te molestes en


volver.

La amenaza funcionó. Lástima. Laura fue empujada de un


conjunto de guardias blindados a otro. El nuevo par era aún más grande,
su armadura abollada y abigarrada en comparación con los de la
Guardería.

—Esperaremos un extra en nuestra cuenta —dijo el guardia


mientras la empujaba hacia la apertura del camión.

El estruendo de su motor llenó el aire. No se había acercado a uno


desde su llegada. En la Guardería, caminar era el método preferido de

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

transporte, con aceras móviles que ayudaban con los lugares más
lejanos. En los estrechos confines de la guardería, ni siquiera eran
necesarios.

—Muévete. —La empujaron hacia las fauces abiertas en la parte


trasera del camión. La boca de una bestia lista para tragársela y llevarla
lejos de casa.

Por un segundo, el pánico la invadió. Se liberó de un tirón y corrió


hacia la puerta que conducía a la cúpula, aun sabiendo que era inútil. El
portal seguía cerrado, y ella lo golpeó, solo para girar cuando un guardia
la alcanzó.

—¡No! —gritó Laura—. ¡No me toques! —La exigencia surgió de ella,


superando el entumecimiento.

Para su sorpresa, el guardia retrocedió. Se recuperó rápidamente.


La agarró y empezó a arrastrarla de vuelta al camión, sin dejarse
intimidar por sus gritos y sus aspavientos.

El golpe en la cabeza la dejó inconsciente y, cuando despertó,


estaba en la oscuridad, tumbada sobre un montón de telas ásperas.

El camión retumbaba y se balanceaba mientras la alejaba de la


Guardería. De su casa.

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Capítulo Tres
El brillante sol del cielo no les hacía ningún favor. Golpeaba la
tierra dura, el calor la convertía en arcilla sólida e iluminaba cada
sombra. Hacía que fuera más difícil esconderse, pero Axel se las
arreglaría porque haría pensar a los observadores que aquí no se podía
ocultar nada.

Estarían equivocados.

Con el cuerpo pegado al suelo, su cuerpo cubierto por una red de


camuflaje, observó el camino, poco más que una pista de tierra. Mientras
no se moviera, los drones que volaban en zigzag por delante del camión
no se darían cuenta de su presencia. La paciencia requerida no era fácil.

Hubiera apostado... y probablemente ganado... que, frente a él,


Gunner luchaba por no inquietarse. El hombre odiaba estar quieto. Lo
llamaba fingir ser un cadáver, lo que iba en contra de su lema de vivir la
vida al máximo.

Hablando de vivir, ¿cuántas veces apostaría Axel su vida? Había


tenido suerte con sus incursiones hasta ahora. Al final se le acabaría.
Especialmente cuando se volvía más y más descarado. Atacar tan cerca
de una cúpula podía ser peligroso.

Los guardias no tenían ninguna simpatía por lo que llamaban las


Ratas del Páramo. Un nombre apropiado, dado que, al igual que los
robustos roedores, Axel y su equipo sabían cómo sobrevivir. Cómo
gorronear. Ganarse la vida a duras penas. Y esconderse.

Los suyos y él aprendieron hace tiempo a escabullirse y se hicieron


amigos de la oscuridad. El arte de la quietud para cegar a sus enemigos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Las lecciones que decían golpear sin piedad. La compasión podía hacer
que maten a una Rata.

Expulsó su otro sentido, el núcleo interior que apenas reaccionaba


en las llanuras estériles. Prefería la sombra de los árboles amenazantes
donde las cosas podían ir.

Más arriba en el camino, los gemelos, Casey y Camden... aunque


él prefería Cam para abreviar... esperaban su turno. Habían demostrado
ser compañeros constantes cuando se trataba de misiones como ésta.

Al igual que muchas de las Ratas, los gemelos eran inteligentes en


el Páramo pero no habían nacido allí. Hace unos veinte años fueron
descubiertos en el Páramo, un par de niños abandonados, heridos, medio
muertos de hambre, pero vivos. Nadie sabía de dónde venían. Cómo
habían logrado sobrevivir. Dada la mirada atormentada de sus ojos, nadie
se atrevió a preguntar.

Casey y Cam tenían la parte más importante y peligrosa: la


activación de la trampa y la eliminación de los drones.

No podían tener ojos en el cielo grabando lo que ocurría y


transmitiéndolo. Tal como estaban las cosas, los camiones de suministro
de un solo vehículo entre las cúpulas eran cada vez más raros. La
mayoría había empezado a contratar mercenarios para acompañarlos, lo
que hacía más peligrosa la adquisición de mercancías.

Menos mal que le gustaban los retos.

El camión retumbó, el ruido se elevó en la distancia, al igual que el


humo eructante. Uno de los raros motores de combustible, más potentes
que los eléctricos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El vehículo escupía ruido y evidencia de su paso a diferencia de los


drones. Las elegantes máquinas aéreas se deslizaban por delante del
camión y su nube de polvo.

No se veían ojos en los aparatos, pero Axel sabía que existían. Las
lentes grababan todo lo que veían. ¿Lo vieron a su equipo y él esperando?
Tuvo la tentación de hacerles señas.

Todavía no.

Paciencia.

Aquí, en la llanura, camuflar la temperatura del cuerpo resultaba


fácil. El sol pegaba fuerte incluso a través de la polvorienta neblina del
cielo, haciendo que todo hirviera. Pero no era el calor lo que los delataría.
El movimiento era más peligroso.

Las sombras en movimiento de los drones se acercaban. Podía


verlos en el suelo, manchas negras móviles. Se asomó a través de la red.
Se movían y giraban por delante del camión, mantenidos en el aire por el
zumbido de las aspas. Si veían algo, enviaban una señal y el camión se
detenía, entrando inmediatamente en modo de bloqueo hasta que la
amenaza fuera manejada. También conocido como matar a las Ratas.

Era un día demasiado caluroso para morir.

Gunner y él solo tenían que permanecer quietos hasta que los


drones pasaran. Su tarea en esta operación giraba en torno al camión.
Cada uno de ellos desempeñaría su papel predeterminado.

...Ocho. Nueve. Diez. Axel contó después de que el dron pasara y


sabía que Gunner también lo hizo. Probablemente estaban a salvo de ser
detectados, pero aún esperaron un poco más cuando el vehículo blindado

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

apareció a la vista, el capó con una ametralladora, toda la carrocería


cubierta de blindaje antibalas. Incluso el parabrisas transparente
utilizaba un material que no se agrietaba sin esfuerzo.

Pero no querían destruir el camión. Querían robarlo.

Normalmente, Axel y su equipo no se preocupaban por los que


venían de la Guardería. Los que entraban tenían mejor mercancía. Sin
embargo, habían recibido una pista. Algo secreto y valioso estaba siendo
contrabandeado. Lo suficientemente importante como para que el único
camión se diera a la fuga en lugar de esperar una escolta.

El vehículo se puso a la altura de Axel, y éste finalmente saltó de


la red. Se lanzó a la puerta del camión y se aferró al asa, con las botas
imantadas para pegarse al estribo. El conductor con casco ni siquiera se
volvió para mirar.

Axel no le había dado motivos para preocuparse. Pero aún así.

El camión aumentó su velocidad, haciéndolo saltar sobre el terreno


irregular. Entre las cúpulas, el intento de caminos reales nunca duraba.
La naturaleza se defendía de los que pensaban hacer una marca
permanente. Solo había que ver lo bien que había enterrado a la última
generación que pensó en dominarla. A la vieja Tierra solo le quedaban
algunos restos desmoronados para demostrar que alguna vez existió.

Axel se sujetó con una mano y con la otra sacó la varita antorcha
del bolsillo de su abrigo. La hoja blanca y caliente surgió al pulsar un
botón, chupando inmediatamente la energía. Su cuerpo se sacudía con
cada bache del camino de tierra, sacudiendo sus dientes y su puntería.
Tenía que trabajar rápido.

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Serie Futuro desviado 01
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Al atravesar el mecanismo que mantenía cerrada la puerta, ésta se


movió. El peso de la misma se arrastró, y él soltó la manija, inclinándose
hacia otro lado, confiando en que sus botas lo mantuvieran en su lugar.
Por un momento, la gravedad le absorbió y se preguntó si se caería.

La puerta se soltó y él se enderezó, alcanzando al conductor, que


resultó estar armado. No fue una sorpresa. Solo los idiotas viajaban por
el Páramo sin protección.

El arma se disparó justo cuando un gran rebote hizo que el camión


se elevara, desviando la puntería del conductor. Antes de que pudiera
volver a apuntar, Axel se lanzó hacia el arma, rodeándola con las manos.
Se disparó y la bala se incrustó en el parabrisas. Hubo una lucha similar
en el lado del pasajero mientras Gunner luchaba con alguien con otro
traje metálico.

Malditas sean esas cosas. Protegían demasiado bien y hacían más


fuertes a sus portadores. Siempre y cuando tuvieran energía.

Axel soltó la mano del pistolero para rebuscar rápidamente en su


bandolera, atrapando un disco gordo. Lo golpeó contra el traje del
conductor y lo activó.

El golpe del PEM3 los atravesó a ambos, pero lo único que perdió él
fue el agarre de sus botas. El tipo del traje se convirtió en una estatua de
metal inmóvil. Axel trepó sobre él, demasiado consciente del pesado pie
que apoyaba en el pedal de velocidad. Gruñó mientras empujaba el traje
hasta que éste salió despedido por un lado, cayendo del camión y
aterrizando en el suelo en una voltereta que no vio porque se deslizó en
el asiento del conductor. Con las manos en el volante, apretó los pies en

Pulso Electromagnético.
3

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Serie Futuro desviado 01
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los pedales y detuvo el camión. En lugar de hacer una pausa y tomar


aire, saltó y corrió hacia el guardia que estaba en el suelo. El pulso
electromagnético no duraría mucho. Probablemente el traje ya se estaba
reiniciando.

Al llegar, el conductor empezó a moverse. Una mano se levantó, los


dedos se doblaron. Axel sacó la pistola de la funda que llevaba a la
espalda, el cañón era corto, pero ancho y potente. El agujero que hizo en
el pecho del conductor impidió que se levantara.

Se giró rápidamente y vio a Gunner pateando a otro trajeado.

—Ow. Ow. Jodido Ow.

—¿Estás bien? —gritó mientras corría hacia él.

—Mi suerte debe ser mala hoy. El cabrón me acertó al bajar.

Una mueca de simpatía estaba a la orden.

—Ouch. ¿Dónde están Casey y Cam?

Le tomó una segunda rotación antes de verlos caminando por una


colina. Los gemelos colgaban cada uno un dron sobre su hombro.

Eso les daría tiempo antes de que alguien viniera a buscarlos, pero
no mucho. El vehículo probablemente tenía previsto llamar cuando
llegara al siguiente punto libre de interferencias, a una hora de camino
desde aquí.

—¿Algún problema? —preguntó Axel cuando los gemelos se


acercaron.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¡Pero por favor! —resopló Casey—. Aunque el imbécil de aquí


atravesó con su cuchillo la panza de su dron en lugar de quitarle las
hélices.

—Fallé porque me pusiste la zancadilla —refunfuñó Cam.

—Claro que sí —dijo su hermana poniendo los ojos en blanco, las


bromas eran algo habitual en ellos.

—Desactivemos la unidad de rastreo y pongámonos en marcha —


dijo Axel.

Mientras Casey y Cam se ocupaban del camión, él volvió al cuerpo


del guardia que había abatido y recuperó su disco PEM. Tendría que
recargarlo. Luego despojó el cuerpo de todo lo utilizable, quitándole la
armadura e ignorando el rostro del joven que estaba dentro del casco.

En los Páramos, los que mostraban demasiada simpatía solo tenían


sus huesos blanqueados para demostrarlo. Matar o morir, era el único
mantra que se cumplía.

Un zumbido señaló la llegada de Cam con su carro de combustible


térmico, cuyos paneles laterales se utilizaban para absorber y reutilizar
el potencial energético.

En lugar de jugar con la cerradura del camión para la bodega de


carga, Axel arrojó el equipo que había despojado en la parte trasera del
carro. El material recuperado por Gunner cayó encima.

—¿Cuánto falta para que nos vayamos? —le gritó a Casey, que
tenía la cabeza metida bajo el capó del camión, que seguía retumbando.

—El tiempo que haga falta —espetó ella.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Lo que significaba no mucho tiempo. Le dio una palmada en la


espalda a Gunner.

—Buen trabajo. Vuelve a casa con Cam. Llevaré a Casey en cuanto


termine.

Los gemelos no solían separarse, pero últimamente Axel lo había


intentado. Sobre todo por algo que Casey dijo después de rechazar a otro
pretendiente.

Él había preguntado:

—¿Qué le pasa a Javier?

Y ella había respondido.

—No es él, sino Cam. Me necesita como protectora.

¿O usaba a su hermano como amortiguador?

Fuera cual fuese la razón, Axel intentaba darles un poco de espacio


a cada uno, lo que significaba que Cam se alejaba con Gunner y él se
dirigía de nuevo al camión. Casey seguía refunfuñando bajo el capó, así
que se desvió hacia la parte trasera y miró las puertas. ¿Qué tesoro se
escondía dentro?

Tal vez no uno grande, dado que solo tenía dos guardias y un par
de drones. Por otra parte, ¿qué mejor manera de colar algo que hacer que
parezca indigno de atención?

Subió a la cabina y buscó en el árido interior. No había nada


dentro, salvo una radio. Es dudoso que hubieran recibido un mensaje.
En lo profundo del Páramo, las señales tendían a fallar.

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Eve Langlais Polvo tóxico

El capó se cerró de golpe y Casey, que seguía de pie sobre el


parachoques, lo golpeó.

—Rastreador desactivado. —Levantó un trozo de plástico antes de


tirarlo.

Un momento después, se sentó en el asiento del copiloto. El motor


retumbó a la vida, haciendo vibrar el asiento bajo su trasero.

—¿Lista?

—¿En serio me has preguntado eso? —gimió Casey—. Intenta no


tirarme, ¿quieres? Voy a tomar una siesta.

Y lo hizo. Se encorvó en el asiento, con los ojos cerrados.

Más vale que uno de ellos descansara, porque le costó horas de


retroceso y de pistas falsas antes de llegar por fin a casa.

Lo de casa era un término erróneo.

Axel y su equipo vivían en una cueva con pretensiones. Una cueva


grande, debía añadir. Un antiguo edificio, largo y estrecho, enterrado por
la gravilla del exterior y que apenas formaba una joroba que no se
diferenciaba de las demás jorobas de la zona.

La exploración mostró que algunos solían ser edificios que se


hundieron. Uno se había convertido en un peligroso pozo negro de
serpientes que disfrutaban de la carne. Otro tenía una fosa de la que
emanaba un extraño escalofrío.

El suyo era el único que contaba con un par de puertas oxidadas


que funcionaban, ocultas tras una red de camuflaje, que se abrieron al

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acercarse. Encendió las luces en la secuencia correcta, la señal para que


le dejaran entrar.

Tres parpadeos rápidos. Dos largos. Luego cuatro parpadeos


rápidos. El código de la semana. Cambiaría en dos días para asegurar
que los tipos equivocados no tuvieran acceso sin restricciones.

La abertura resultó ser lo suficientemente amplia como para que


pudiera entrar con el vehículo, y el cambio del sol de la tarde a casi el
crepúsculo le resultó chocante. Pero lo peor fue cuando cerraron la
puerta y se vio rodeado de hormigón y metal, y su conexión con la tierra
quedó amortiguada. Ya se sentía constreñido, y ni siquiera había salido
del camión.

Se quitó las gafas tintadas de la cara, ya que había olvidado que


las llevaba. Era algo natural desde el momento en que salió del Refugio
Colina. El estúpido nombre que alguien le dio a este lugar cuando lo
descubrió hace unos años.

No era una colina, y nunca tuvo la intención de que se convirtiera


en un refugio. Tampoco esperaba terminar con un grupo variopinto que
lo siguiera. Pero los mendigos no podían elegir. Tomaban lo que podían
conseguir. Y luego robaban lo que no podían.

Apagó el motor mientras Casey salía del camión aparcado junto al


carro. Las cosas de la parte trasera ya habían sido retiradas, el carro
estaba preparado para su próxima carrera. Sobrevivir significaba estar
siempre preparado.

Casey se alejó de la zona de aparcamiento, mientras que Cam salió


de la nada y la siguió. Gunner no aparecía por ninguna parte mientras
Axel se dejaba caer en el polvoriento suelo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Justo a tiempo para la cena —anunció Benny, el cocinero,


mientras entraba en la zona de aparcamiento del refugio, con su cuerpo
rotundo a la cabeza. Apenas pasando el metro ochenta, con la parte
superior de la cabeza calva pero con una frondosa barba, y llevaba un
delantal sobre la ropa.

—¿Cuándo no es la cena para ti? —se burló Vera, que montaba


guardia junto a las puertas.

Axel la miró con dureza.

—Cuida tus modales o ya sabes lo que hará.

La última vez que Benny se puso en huelga en la cocina, todos


perdieron unos cuantos kilos. Tenía un don para hacer comestible la
comida rebuscada en el Páramo.

Las puertas enrollables los aislaban del mundo exterior, y él sabía


que la red ya estaría colocada. Con cada hogar que perdía, aprendía a
protegerse mejor. Dos años y contando para éste. No pasaría mucho
tiempo antes de que tuvieran que reubicarse.

Benny indicó el camión.

—¿Crees que tendrán algún panel que recoja el calor allí? Nos
vendrían bien unos cuantos para reemplazar los desgastados que
tenemos.

—Mis fuentes dicen que debería haber unos cuantos paneles


enviados para su rehabilitación pero todavía utilizables. Además de dos
nuevos que fueron devueltos accidentalmente.

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—¿Cuánto tiempo más va a trabajar Anya para nosotros dentro de


la Guardería? —preguntó Benny.

—No mucho más. —Alguien de dentro que simpatizara con su


causa no estaría bien si le pillaban—. ¿Dónde está Zara? El camión va a
necesitar un nuevo par de puertas. Posiblemente incluso una escotilla si
no podemos reventar la cerradura de la parte trasera limpiamente.

Benny rodó los hombros.

—Quién sabe a dónde habrá ido ahora. Esa mujer no le dice nada
a nadie.

—¿Has preguntado? —dijo Axel, absteniéndose de soltar un


suspiro. ¿Cuándo se había rodeado de tantas personalidades? Lo había
preferido cuando estaba solo. Luego había empezado a toparse con
vagabundos que no se iban. Algunos incluso se atrevían a cometer el
delito de respetarlo. Debía de estar envejeciendo porque no los mataba
por ello.

—Zara ha ido a Oliander por unas medicinas —ofreció Vera,


alejándose de su puesto.

Frunció el ceño.

—¿Otra vez dolores de cabeza?

Ella asintió.

—Alguien tiene que revisar el sistema de ventilación. Es la tercera


persona que se queja esta semana. —Axel se volvió hacia Benny—. ¿Ya
ha vuelto el equipo de mantenimiento del río?

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Eve Langlais Polvo tóxico

Algo estaba impidiendo el flujo de agua en el Refugio Colina, por lo


que llegó a escuchar quejidos sobre la presión. El equipo de
mantenimiento había ido a comprobar la tubería. Esperaba que pudieran
arreglarlo, teniendo en cuenta lo que les había costado conseguir agua
corriente en el Refugio en primer lugar.

Benny sacudió la cabeza.

—Ni una palabra, y ya se han pasado de la hora.

—Joder. —Axel se pasó una mano por el pelo. Eso no auguraba


nada bueno—. ¿A quién tenemos en el Refugio ahora mismo que pueda
salir a explorar? —Porque si el grupo de mantenimiento, liderado por
Darren, se encontraba con problemas que no podían manejar, entonces
necesitaban un rastreador sutil que averiguara lo que había pasado e
informara antes de que alguien más se encontrara con el mismo
problema.

—Xyle y Polly fueron al Bazar de los Páramos para conseguir


algunas provisiones. Domi está fuera visitando a su familia en la Grieta
Sureña.

—¿Supongo que nadie ha tenido noticias de Titan?

Benny negó con la cabeza.

—No desde que se fue en su última misión.

Titan no había sido el mismo desde el accidente y la reparación de


su carne con miembros de metal. Zara lo declaró un milagro médico. Una
pena que Titan no sintiera lo mismo. Se había ido solo con una nota que
decía: “no te preocupes”.

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—Envía a Gunner a averiguar qué pasó con el equipo de


mantenimiento. Haremos que Cam y Casey revisen los pozos de
ventilación y los filtros.

Gestión. La perdición de su existencia.

—¿Qué hay de mi reemplazo para que pueda tener algún permiso?


—Vera se ganó una mirada fulminante con su petición.

—Sabes que nos falta gente.

No era del todo cierto. Casi cuarenta personas vivían ahora en


Refugio Colina, pero la mayoría no eran realmente luchadores. Muchos
le llamarían débil por acoger al viejo Gordie. El hombre era viejo y ciego,
pero inteligente. Muy inteligente. Luego estaba Missy y su pequeña hija,
con otra en camino. Había abandonado una cúpula de producción de
alimentos cuando se dio cuenta de que el control de natalidad obligatorio
falló, en lugar de que le quitaran sus bebés. ¿Y Leroy, que solo podía
moverse en la oscuridad porque por alguna razón la luz le hacía daño?
Inadaptados y supervivientes, parecían atraídos por Axel, y él, a su vez,
se sentía obligado a ayudarlos.

Un buen lío.

—Estás frunciendo el ceño otra vez —comentó Vera—. Nunca


atraparás a una mujer de esa manera.

—No quiero una mujer.

—Entonces será mejor que cambies de mano a menudo si no


quieres acabar torcido —ofreció Gunner al aparecer de repente de la
nada—. Y tiene razón. Ahora frunces el ceño todo el tiempo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Quizá porque así es como se supone que debo estar —replicó


Axel.

—¿Estreñido? —sugirió Gunner—. Deberías intentar comer más


fibra.

—Deberías intentar no hablar para que no tenga la tentación de


matarte. —La amenaza murmurada en voz baja provocó una sonrisa en
los labios de Gunner. El hombre siempre estaba de buen humor.

Eso hacía a uno de ellos por lo menos.

—Deja al hombre en paz. Si está malhumorado es porque tiene


hambre. Ven a comer —dijo Benny antes de dirigir el camino a la cocina.

—Necesito... —Axel miró el camión. ¿Qué importaba que esperara


un poco más para abrirse?—. ¿Qué hay para cenar?

—Guiso.

—¿Qué clase de guiso?

La sonrisa que Benny lanzó por encima de su hombro resultó


menos que tranquilizadora. Sin embargo, la carne misteriosa sabía
bastante bien. Y lo que era mejor, no provocaba calambres. Siempre era
una ventaja.

No volvió al camión después de la cena, ya que se produjo una pelea


entre algunos de los suyos. Dos mujeres se peleaban por un hombre.

Que luego se ofendió cuando las mujeres terminaron yéndose


juntas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La privacidad en el Refugio Colina era escasa. Demasiadas pocas


habitaciones para compartir y las lonas colgadas no eran suficientes para
dar a nadie un espacio real. Lo que empezó como un búnker seguro se
convirtió en un espacio reducido a medida que aumentaba el número de
personas. Eso significaba que la búsqueda de un nuevo hogar debía
apresurarse antes de que el lugar implosionara. Por no mencionar que
tanta gente entrando y saliendo iba a ser notada por las patrullas del
Enclave.

Más mierda con la que lidiar.

Ya era tarde cuando Axel llevó un soplete a la parte trasera del


camión. No había cerraduras electrónicas de lujo para ello. No cuando
eran tan fáciles de desactivar. Tampoco podía usar simplemente un
cortapernos. La cerradura industrial incrustada requería un poco más de
esfuerzo.

El soplete de corte se tomó su tiempo para fundir el mecanismo. Al


final saltó, y lo liberó con un chirrido de metal que le hizo estremecerse.
No es que el Refugio Colina fuera silencioso ni siquiera de noche. Siempre
había un zumbido de sonido.

Agarrando la manilla para subir la puerta, se detuvo.

—Vera, ¿puedes venir un momento?

—Claro. —Ella sabía lo que él quería y mantuvo su arma


apuntando a la parte trasera del camión. Por si acaso.

Agarrando la manilla metálica, Axel tiró de ella y la puerta rodó


hacia arriba con un traqueteo. Hubo un momento de silencio mientras
contemplaban el interior.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Más concretamente, a la mujer que estaba de pie con una bata


blanca, con el pelo recogido y con mechones que se escapaban
salvajemente. Los ojos enormes. La boca abierta.

Una mujer que no debería estar dentro del camión.

—¿Quién eres? —ladró, con los sentidos encendidos por la


repentina vibración en el aire entre ellos que desapareció en el momento
en que ella se desmayó.

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Capítulo Cuatro
La mujer o bien fingía muy bien o se había desmayado de verdad.
Por alguna razón, él iba a apostar por lo segundo.

—¿Qué le pasa? —preguntó Vera, manteniendo su arma


apuntando a la forma inerte.

—Creo que la hemos asustado.

Lo cual no le sorprendió. Si venía de la Guardería, sus habitantes


eran las más protegidas e ignorantes de todas. No debían contaminar a
los niños con ideas locas de libertad. Pero su vestimenta blanca indicaba
su posición como Madre, lo que le hacía preguntarse qué hacía entonces
fuera de una Cúpula Incubaii.

—¿Cuánto tiempo va a estar así? —preguntó Vera.

Inclinó la cabeza mientras se acercaba, y la punta de su arma se


extendió para pinchar el cuerpo. No le preocupaba que se le fuera a
disparar. Vera tenía unos de los nervios más firmes que había visto
nunca. Y los reflejos más rápidos. La primera señal de un problema y ella
le pondría una bala entre los ojos.

—Podría estar despierta ahora mismo y fingir que duerme.

Vera golpeó la nariz de la mujer con su pistola. Su cabeza se inclinó


hacia un lado y los labios separados mostraron signos de baba.

Seguramente nadie era tan buen actor.

—Maldita sea, la has asustado bien —exclamó Vera.

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—Que te jodan. No doy miedo.

—Tal vez no es tanto miedo como desaliño. ¿Te has visto


últimamente?

Se restregó la mandíbula áspera. ¿Cuánto hacía que no se


afeitaba? Unos días por lo menos, dado que había estado corriendo de un
lado a otro apagando emergencias menores y luego orquestando el robo
de última hora del camión.

—Supongo que debería darme una ducha más larga y dedicar un


poco de tiempo a arreglarme.

—O ir por el look salvaje de los Páramos. Del tipo que dice, estoy
un poco loco, probablemente desviado, y te comeré si me quedo sin
comida —dijo esto con una cara seria.

—Eres tan jodidamente divertida. Ja. Ja. —Él fingió disgusto, y ella
se rió.

—Necesitas tanto echar un polvo —exclamó ella.

—Gracias por el recordatorio.

Vera miró a la mujer en el camión.

Antes de que ella dijera una palabra, él la rechazó.

—No lo digas. No lo pienses. No sabemos quién es, aparte de que


es nuestra prisionera.

—¿Crees que puede ser importante? Los rehenes valen mucho


dinero con la persona adecuada.

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—¿Exactamente de dónde sacas esas ideas? —exclamó Axel.


Mientras tanto ya había pensado en utilizar a la mujer en algún tipo de
comercio que les beneficiara. No tenía necesidad de otra boca que
alimentar. Al contrario, ella podría aportar lo suficiente como para que,
por fin, no estuvieran siempre a una cacería de morir de hambre.

—No es una idea; es una estrategia. Deberíamos cambiarla por


salsa picante.

—¿Salsa picante? ¿En serio?

—Hace que todo, incluso el guiso de carne misterioso, sea


comestible.

Sonrió.

—Lo pondré en nuestra lista. —Llevaba una larga lista mental de


todas las cosas que Haven podía utilizar. También incluía el azúcar
porque era lo que más echaba de menos—. No puede quedarse en el
camión. Ponla en un lugar seguro.

—¿Y dónde sería eso? —preguntó Vera—. Las únicas habitaciones


desocupadas con puertas que se pueden cerrar son la armería... que
quizá no sea el lugar más adecuado para ella... y el congelador. Así que,
a no ser que estés planeando guardarla para una comida, solo queda tu
habitación.

—Tiene que haber otro lugar. ¿Qué pasa con Nikki y contigo?

—¿Estás tratando de matarla? —Vera negó con la cabeza. Ninguna


melena salvaje esta semana. Se había rapado el pelo hasta el cuero
cabelludo de modo que solo quedaban rizos negros y apretados—. Nikki

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y yo apenas tenemos espacio. Todo está lleno de gente. Necesitamos más


lugar.

—Lo sé. —De hecho, lo sabía desde hacía tiempo. Se les había
quedado pequeño el Refugio. Se les había quedado pequeño hace tiempo.
Culpa suya, en realidad, por no rechazar a nadie. Obviamente se estaba
ablandando con la vejez. A los treinta y tres años, había logrado algo que
pocos podían presumir. Una comunidad próspera en los Páramos.

¿En qué coño estaba pensando?

Suspiró.

—Dudo que sepa usar un arma, pero por si acaso, métela en mi


habitación. —No había mucho allí con lo que pudiera herir a alguien.

Vera se dirigió al camión, dejando inteligentemente a un lado su


rifle, lo que le dejó las manos libres. Axel la siguió con la mirada, no en
la mujer sino en el interior del camión. No esperaban que hubiera nadie
dentro... este tipo de vehículos de carga no llevaban cargas vivas... pero
siempre tenían cuidado.

La tenue luz del aparcamiento solo mostraba el esperado


almacenamiento en el interior, las estanterías de alambre casi vacías.
Una pila de sacos de tela había amortiguado la caída de la mujer. Pero,
¿qué había del tesoro que supuestamente había en el interior del
vehículo?

Al llegar al borde de la zona de carga, consiguió ver mejor a la


mujer.

No era tan joven como esperaba al principio, a pesar de lo que había


parecido cuando se enfrentó a él. Observó sus rasgos maduros, los labios

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carnosos y de color rosa pálido. Sus pestañas eran gruesas y oscuras a


pesar del cabello dorado recogido en una trenza. Los mechones se
enroscaban desordenadamente a su alrededor.

Llevaba una túnica blanca, con un fajín incoloro alrededor de las


caderas para marcarla. Una Madre no asignada que se movía en secreto.
Lo cual, en sí mismo, resultaba extraño. La mayoría de las Madres eran
asignadas a la Cúpula Incubaii en el último tramo de su adolescencia.
Una vez que comenzaban a reproducirse, rara vez eran trasladadas.

A menos que fueran valiosas.

Observó cómo Vera sacaba a la mujer del camión, deslizándola de


los sacos y poniéndola sobre un hombro. A pesar de los gruñidos de Vera,
no se ofreció a ayudar.

En el Refugio Colina, cada uno hacía su parte, y él nunca les pedía


que hicieran algo que no podían hacer. Vera se sentiría insultada si
insinuara lo contrario.

Pero sí que la pinchó.

—No te distraigas si sus ojos son bonitos.

—Ni se te ocurra decir eso delante de Nikki. —Vera lo fulminó con


la mirada—. Ya sabes como se pone.

Sí que lo sabía. Nikki tenía un temperamento caliente cuando se


trataba de Vera. Otra razón por la que necesitaban extenderse. Nikki y
Vera necesitaban su propio espacio. Todos lo necesitaban.

Apoyando las manos en el borde del camión, Axel se elevó en el


interior, cuya altura le permitía estar de pie. Al pulsar una cúpula

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encajada en el techo, se encendió una luz. No era una luz superbrillante,


pero sí lo suficiente como para poder buscar de arriba a abajo. Encontró
algunas cosas.

Un barril de bazofia proteica, al que intentaron llamar con el


elegante nombre de Minnilla. Parecía lodo. Sabía a mierda. Pero en un
mundo en el que los huertos tenían dificultades y la vida silvestre era
escasa, los mantenía alimentados y sanos.

Un estante superior revelaba los paneles térmicos más nuevos. Los


que se enviaban a rehabilitación se alineaban en la parte inferior.
Encontró un kit de emergencia y herramientas. Siempre podían usar
herramientas. No había mucho más, aparte de una mochila en la parte
delantera con una carta, cuyos garabatos eran incomprensibles. La metió
en un bolsillo. Ya le pediría a alguien que le echara un vistazo más tarde.

No vio ni un solo crédito suelto ni ningún tipo de máquina especial.


Nada increíble para comerciar. Solo una mujer.

Pensar en ella le hizo saltar del camión al suelo y mirar en dirección


a su habitación. ¿Se suponía que ella era el tesoro? ¿Quién la compraría?
Tal vez debería seguir con su idea inicial. Enviar un tanteo y ver cuál era
el precio de una Madre desaparecida en estos días.

Cabe señalar que nunca vendería a uno de los suyos. La esclavitud


era una práctica bárbara. Pero la mujer que había encontrado no era de
su incumbencia. Ella no era una de los Páramos. Habiendo encontrado
su tipo antes, sabía que probablemente le rogaría que la devolviera al
Enclave. Tanto ella como las demás personas de las Guarderías y las
ciudades abovedadas se atenían a sus extrañas creencias. Para ellos, la
falta de libertad parecía preferible. Temían cualquier cosa fuera de esos

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mundos asépticos. Solo unos pocos ciudadanos habían roto el control del
Enclave en busca de una vida diferente. Por la libertad.

Cuando Axel bajó la puerta de la parte trasera del camión, Vera


regresó, pareciendo bastante contenta consigo misma.

Esto provocó un gemido:

—¿Qué has hecho?

—No te preocupes, jefe. Me he encargado de ello. —Recuperó su


rifle y se dirigió a su puesto.

Él la siguió.

—¿Qué significa eso?

—Significa que la mujer se despertó cuando llegamos a su


habitación y gritó. Actuó como si yo fuera una especie de demonio.

Casi podía predecir lo que ella diría, pero preguntó de todos modos.

—¿Cómo de grave es? ¿Aún puede hablar? —Demasiados


moretones y tendría que retrasar cualquier venta.

—Ella está bien. Solo un poco atada en este momento.


Amordazada, también, sobre todo porque sus patéticas súplicas me
dieron asco. ¿Por qué los ciudadanos de la cúpula son tan débiles?

—No han tenido que crecer como nosotros. —En la naturaleza,


donde todo quería matarte, solo los más fuertes llegaban a la edad adulta.

—Me alegro de que mis padres huyeran de la fábrica. —Un puesto


en la cadena de montaje que simplemente consistía en vigilar que las

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máquinas hicieran algún trabajo. Todos los días. Hasta que morían.
Tenían la tasa más alta de ciudadanos que se iban.

—¿La has herido?

—Ella no tendrá una marca. No fue difícil someterla. Lo que


significa que probablemente podrías manejar a la pequeña virgen si
decidieras soltarla para divertirte.

—¿De verdad me estás animando a violarla?

—¿No eres capaz de seducir en su lugar? —Vera puso los ojos en


blanco—. Si quieres saber quién y qué es, acercarte, haciéndole creer que
sois amigos, es la mejor manera de obtener respuestas rápidamente.

—O podría exigirle que hable conmigo.

Vera se quedó boquiabierta y se rió.

—¿De verdad crees que eso funcionará?

—Ya viste lo que pasó. Ella está aterrorizada de nosotros. Si le digo


que se vaya, llorará para contarme todo lo que sabe.

La afirmación fue recibida con un bufido.

—Eres un idiota mentiroso.

—¿Por qué?

—Porque ahora hablas con dureza, pero mira. Vas a entrar en esa
habitación y ella va a batir sus grandes ojos. —Vera parpadeó
furiosamente y sacó los labios—. Entonces usará una voz de niña

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tambaleante y te rogará que no la lastimes. Y así de rápido —Vera


chasqueó los dedos—, la invitarás a quedarse en Haven.

—Oh, no, no lo haré. No más gente. —Lanzó un manotazo.

—No tenemos el espacio —convino Vera.

—Espero que alguien la quiera.

—Alguien la querrá. Ella es un número caliente —dijo Vera con una


risa baja.

—Palabras valientes, dado que ambos sabemos que si la miras


demasiado tiempo, Nikki es capaz de arrancarte los pechos del cuerpo y
hacer que te los comas.

Vera sonrió.

—Sí. Sí, lo haría. —Dicho con el máximo orgullo—. Supongo que la


pequeña virgen es toda tuya, jefe.

—No me llames jefe. —Una causa perdida, pero siguió


intentándolo—. ¿Y qué te hace llamarla virgen?

—El instinto. —Vera se golpeó la nariz—. Y por lo que he oído, a las


de la Guardería se les anima a abstenerse.

—¿Y crees que hacen caso? —resopló. Cuando se trataba de los


placeres de la carne, las reglas nunca parecían interponerse. Algunas de
las personas que había rescatado a lo largo de los años habían sido
víctimas de la lujuria. O el producto ilegal de la misma.

—No te sorprendas si le da un ataque cuando te acuestes con ella.


Las vírgenes pueden ser ruidosas de esa manera.

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—¿Qué sabes tú de las vírgenes?

—Más que tú. —Guiñó un ojo—. ¿Quién crees que solía rescatarlas
de los intentos fallidos de los hombres?

Y decían que los hombres eran engreídos.

—Supongo que no habrás aprendido nada útil charlando con


nuestra invitada.

—¿Además de “No me mates”? —Vera arqueó una ceja.

—Supongo que debería ir a ocuparme de esto. —Hizo una mueca.


Una virgen desmayada. Como si no tuviera bastante con lo que lidiar.

—En efecto, deberías. Tú eres el jefe.

—¿Y quién lo decidió? —refunfuñó.

—Tuvimos una votación en ausencia. Tú ganaste.

Una mirada en su dirección no le quitó la sonrisa de satisfacción.

—No sé por qué tuve la mala suerte de que me tocara a mí.

—Menos queja. Más liderazgo. Tienes una mujer atada a la cama


esperándote.

—¿Y qué sugieres que haga al respecto? —Demasiado tarde se dio


cuenta de lo que había dicho.

La sonrisa de Vera se amplió.

—Si necesitas indicaciones...

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Tal vez sea hora de que vayas a patrullar el bosque de Ajatarai.


—Un lugar salvaje que se comía a los incautos. Literalmente. Incluso los
huesos tendían a desaparecer. Se necesitaba una vigilancia constante
para vivir entre sus árboles.

—Adelante, mándame a paseo. —Vera agitó la cabeza—. Me


vendrían bien las vacaciones. ¿Me voy mañana?

Frunció el ceño.

—Esta noche.

—Gracias. Cogeré mis cosas.

—Se supone que esto es un castigo. Deja de actuar tan feliz por
ello.

—Simplemente estoy aceptando mi merecido con gracia. Sé lo que


te hará sentir mejor. Eres un líder horrible. Oh, pobre de mí. Simplemente
horrible —dijo con la voz más llana mientras se alejaba. Volvió a su
puesto, pero no antes de ofrecer un dedo medio levantado. Con un
movimiento de cabeza.

Grosero. Muy propio de ella. Y le provocó una carcajada.

—Líder, una mierda. Aquí nadie me obedece si no quiere —


murmuró mientras se dirigía a su habitación. La mayoría eran tan
francos como Vera. Pero eran buenas personas.

Gente en la que había llegado a confiar y que le ayudaba a manejar


las cosas que concernían al Refugio. Tenían a Benny en las cocinas y los
suministros. También estaba al tanto de todo lo que ocurría alrededor del
Refugio.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Vera era uno de sus miembros más feroces. Se había cruzado con
ella hace años, luchando contra un grupo de merodeadores. Él igualó las
probabilidades. Ella eligió seguirlo. Nikki llegó unos meses después.

Gunner era su hombre en el terreno. Tenía una forma de encantar


a la gente, de hacer que bajaran la guardia, y tenía más suerte de la que
cualquier hombre tenía derecho a tener.

Los gemelos, encontrados en el desierto por Benny, eran su dúo


dinámico. Podían hacer casi todo.

Oliander era su médico. Necesitaba un asistente porque pasaba


mucho tiempo curando a la gente. Menos mal que tenía ese tercer brazo.

Antes, Titán formaba parte de su grupo, pero una lesión le hizo


separarse del equipo.

Luego estaba Karlos. Gracias a Dios por él. Compañero de Benny y


voz de la razón, Karlos de alguna manera mantenía a todos en el camino
en lugar de matarse unos a otros.

Una buena persona para tener en cuartos apretados. No era la


primera vez que Axel admitía que tenían que moverse. Pero, ¿a dónde?
La pregunta que lo atormentaba. ¿A dónde podrían ir que les sirviera a
todos, que les permitiera sobrevivir e incluso crecer?

Todos los lugares decentes estaban ya ocupados. Así que, o bien


tenían que forjarse un nuevo hogar o robarle uno a alguien. Ambas cosas
tenían sus inconvenientes.

Nadie detuvo a Axel mientras avanzaba por el vestíbulo, pero sí vio


gestos de reconocimiento por parte de los que observaban su paso. Los

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

devolvió. Nunca ignoraba a las personas que depositaban su confianza


en él. La complacencia lo mataría.

Subió las escaleras hasta el segundo nivel, con una repisa sobre
zancos que lo separaba del suelo construido con los restos rescatados en
las otras jorobas. Se dirigió a la escalera que conducía a una pasarela
que cruzaba por encima del centro de Haven y a una caja metálica
suspendida sobre todo ello. No era gran cosa, con todas sus piezas
desparejadas, pero había vuelto de una misión para adquirir bienes y su
gente la había construido para él en secreto. Incluso instalaron ventanas
que daban al exterior y una puerta para darle privacidad.

Casi le hizo llorar porque sabía que no era fácil de construir, pero
de alguna manera lo habían conseguido, dándole un lugar muy necesario
para esconderse. Para pasearse y despotricar y preguntarse cómo coño
un solitario acabó rodeado de gente.

Se paró frente a la puerta y miró hacia el Refugio. El aire aquí arriba


parecía más limpio, menos espeso. Otro indicio de que se habían excedido
en su acogida. Las rejillas de ventilación probablemente funcionaban
bien; simplemente no podían seguir el ritmo.

La cerradura del exterior de la puerta giraba con facilidad. Se había


instalado porque a veces capturaban a personas y necesitaban
mantenerlas seguras mientras las interrogaban. Sobrevivir a veces
significaba hacer cosas tortuosas.

Recordó la primera vez que mató a alguien intencionadamente.


Cómo cerró sus oídos a sus súplicas. Ni siquiera pudo argumentar que
lo hizo en defensa propia, pero fue por un bien mayor. Esa persona habría
traído daño al Refugio. No podía quedar libres.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Después de la ejecución, le costó meses dormir por la noche. Los


gritos lo despertaban sudando. Con el tiempo, dominó la repugnancia por
sus acciones. Las pesadillas nunca desaparecieron del todo, pero al
menos podía consolarse de que hizo lo mejor que pudo para darles algo
mejor de lo que creían que podían tener.

La mayoría de ellos merecían mucho más.

Al entrar, echó un vistazo a la habitación. Las cajas apiladas sobre


las que se extendían los mapas. Enfrente, una mesa con sillas
desparejadas, para las veces que se reunía con los demás, tomando las
decisiones que afectaban a toda esa gente.

Apoyado en la pared del fondo, un colchón de espuma sobre más


cajas, formando una cama. Una cama que no estaba vacía. Sentada con
las rodillas pegadas al pecho, los pies asomando por la bata, un pie con
una zapatilla blanca y el otro solo con un calcetín, estaba la mujer
desmayada. Una vez más, esa extraña vibración zumbó al borde de sus
sentidos. Tenía que venir de ella, pero no sabía qué significaba.

Como le habían prometido, tenía una mordaza en la boca, la tela


estirada sobre la cara pero sin clavarse demasiado en la piel. Tenía las
manos atadas con una cuerda corta atada a la lámpara atornillada a la
pared.

Al verlo, su respiración se aceleró. El pánico llenó su mirada. Se


lanzó, empujándose contra la pared como si pudiera fundirse con ella.
No haría falta mucho para romperla. Algo bueno para conseguir lo que
quería de ella, pero molesto que asumiera lo peor de él sin siquiera darle
una oportunidad.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Cálmate. No voy a hacerte daño. —No a menos que ella lo hiciera


necesario.

Ella parpadeó y su respiración se ralentizó un poco.

—Soy Axel. —No tenía sentido ocultar su nombre—. Soy el tipo que
robó el camión en el que estabas.

Ella dejó de respirar.

—Tengo algunas preguntas para ti, lo que significa que voy a


quitarte la mordaza. Grita una vez y te la vuelvo a poner. ¿Entendido?

Ella asintió lentamente.

Él la alcanzó y ella se estremeció. Con la mandíbula apretada, le


quitó la mordaza de la boca y retrocedió antes de que ella se decidiera a
dar un mordisco.

Ella no hizo nada, solo lo miró fijamente.

—¿Tienes un nombre? —preguntó él.

—Katannia.

—Bonito, pero no es tu verdadero nombre. —Una conjetura que le


hizo fruncir el ceño.

Contuvo la risa ante el intento. Cada día se veía peor en el espejo.

—¿Cómo vas a saber si digo la verdad o no? Acabamos de


conocernos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Porque es obvio que dudaste antes de decirlo. Entonces, ¿cuál es


tu verdadero nombre? —Lo necesitaría para hacer averiguaciones sobre
ella.

—¿Por qué te importa?

—No me importa. Lo que significa que si sigues siendo obstinada


incluso en cosas simples, podría molestarme y hacer algo más drástico
que atarte y amordazarte. —Pronunció la amenaza en voz baja mientras
merodeaba más cerca. Era hora de que ella se diera cuenta que no
controlaba la situación.

—¿Realmente me harías daño? —Lo repitió con cierta dulzura.

Él no la miró cuando dijo:

—Dame una razón para no hacerlo. —Aparte de que ella era


posiblemente más valiosa viva que muerta.

—Me llamo Laura. —Lo dijo en voz tan baja que casi se le escapó.

—¿Te peleaste conmigo por el nombre “Laura”? —Se dio media


vuelta para mirarla con una ceja arqueada—. Esperaba algo mucho más
singular. Más largo, también. El tipo de nombre que nadie puede
deletrear o pronunciar. Pero es simplemente un genial Laura. —Se burló
del nombre y sus labios se curvaron.

No aligeró la expresión de ella.

—¿Dónde estoy?

—En ningún sitio. —No le importaba dar su nombre, pero si iba a


venderla, cuanto menos supiera, mejor.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Qué quieres de mí?

No pudo evitar jugar con ella.

—¿Qué crees que quiero?

La mayoría de las mujeres de los Páramos suponían que los


hombres querían una cosa, y tenían razón. Esta no.

—¿Vas a matarme? —resopló, el pánico volvió a acelerar su


respiración.

—Solo si me molestas. Y tú no vas a molestarme, ¿verdad, Laura?

—No puedes estar haciendo esto. —Sacudió la cabeza y cerró los


ojos—. Esto no puede estar pasando. Estoy soñando. Todavía estoy en el
camión.

¿Negación? Eso era nuevo. Él se inclinó lo suficientemente cerca


como para que ella se sobresaltara y levantara la cabeza. Sus miradas se
cruzaron. Sus ojos tenían un interesante tono de marrón, oscuro que se
desvanecía en claro pero con un toque de malva.

Con su atención puesta en él, Axel dijo:

—Estás muy despierta y quiero que me escuches con mucha


atención. Actualmente eres mi prisionera, lo que significa que te
comportarás o te pasarán cosas malas.

—¿Por qué?

—¿Por qué qué?

—¿Por qué vas a hacer cosas malas?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

¿Era realmente tan inocente? ¿O estaba jugando con él?

—Porque eso es lo que hago.

—¿Tu trabajo es hacer daño? —dijo con hipo.

—A veces. Hago lo que debo para proteger a mi gente.

—¿Qué gente? Nadie puede vivir en los Páramos.

—Soy la prueba viviente de que eso es una mentira.

—Eso lo dices tú —argumentó ella.

—Lo digo yo y todos los que viven aquí. Lo que ahora te incluye a
ti. Odio tener que decírtelo, pero estás en los Páramos. —Su expresión
provocó una risa.

—Técnicamente no, ya que no estamos en el exterior —observó ella,


con la mirada revoloteando por su habitación, todavía en negación.

—Estamos dentro de un refugio.

—Pero no es una cúpula.

—No. Nos resulta más fácil escondernos bajo tierra. —Aunque lo


odiaba. La sensación de estar confinado y aislado de la naturaleza, de
donde sacaba su verdadera fuerza.

—Como las Ratas —murmuró.

—Yo tendría cuidado con los insultos, dado que eres mi prisionera.

Su nariz se arrugó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No he cometido ningún crimen.

—Tal vez no, pero apuesto a que tienes información, lo que significa
que me dirás lo que quiero saber o si no...

—¿Si no, qué? —susurró ella.

—O te mostraré por qué la gente de la Cúpula tiene razón en tener


miedo de las Ratas de los Páramos —ladró él.

Amenazando a una mujer. Vera y los demás le aplaudirían por


tratarla como debía, a pesar de sus grandes ojos. Pero no había honor en
asustar a alguien tan tímido.

Hiperventiló mientras unas gordas lágrimas rodaban por sus


mejillas.

Puede que la hubiera asustado demasiado. Era hora de ablandarla.

—Obedece y verás que las cosas no tienen por qué salir mal. —Sacó
una manzana del bolsillo. Un trozo de fruta arrugado, el color malva de
la piel oscureciéndose, pero un premio dado lo poco que daban sus
árboles cada temporada.

La miró pero no la alcanzó. ¿Podría ser que no lo supiera?

—Te cambio una manzana por información. —La dejó colgando.

—¿Qué es?

—Deliciosa. Prueba un bocado.

Cuando ella apretó los labios ante el ofrecimiento, él se encogió de


hombros.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Como quieras. —Se sentó en una silla frente a ella y dio un gran
bocado. La carne, suave y punzante con el jugo agrio, hizo que sus
papilas gustativas cobraran vida.

Ella lo observó, con más curiosidad que otra cosa.

Él se la volvió a tender.

—¿Nunca has comido una?

—No comemos nada que crezca en el Páramo.

—Eso explica la debilidad de las constituciones. —Tomó otro


bocado, notando cómo ella seguía cada uno de sus movimientos.

—¿Por qué me secuestraron?

—Tú no haces las preguntas. Yo las hago. ¿Por qué estabas en el


camión?

Ella apretó los labios, dejándole varias opciones.

Podía marcharse y dejarla reflexionar un rato. Hacer eso significaba


que tendría que encontrar otro lugar para dormir. Compartir la cama con
alguien podría hacerle pensar algo que no debería.

Si se quedaba, tendría que hacerla hablar. Normalmente, le daría


a alguien unos cuantos golpes en la mandíbula, para ablandarlo para
que hablara, pero viéndola temblar en su cama, atada e incapaz de
escapar... No podía hacerlo.

Sin embargo, podía gritar. Eso hacía maravillas con algunas


personas. Otros se echaban a llorar. Él no soportaba las lágrimas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

¿Qué hacer? La miró, al resto de su habitación. Se le ocurrió que


ésta era su habitación.

Debería quedarse y, en lugar de ladrar, tal vez hacer caso al consejo


de Vera. Seducción.

¿Cómo de difícil podía ser?

Se acercó, agarró a Laura por la nuca y la besó.

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Capítulo Cinco
¿Qué está haciendo? Sus labios estaban sobre los de ella.
Impactante. No del todo desagradable.

Mal. El castigo por permitirlo le dolería. Sin embargo, ¿cómo podría


detenerlo? Era más grande de lo que ella recordaba. Sus ojos eran tan
fríos.

Sin embargo, su toque hasta ahora era casi suave. Sus palabras
eran todo lo contrario.

Y el beso.

¿Por qué la besó? ¿Por qué lo permitió?

Ella empujó sus manos atadas hacia él y se liberó.

—Los besos están prohibidos.

Eso provocó una sonrisa perezosa en sus labios.

—Lo que hizo que fuera aún más divertido.

Ella frunció el ceño y, al mismo tiempo, no pudo dejar de mirarlo.


Definitivamente era un él, pero de un tipo que ella nunca había
imaginado. Por eso se había desmayado la primera vez que lo vio.

En la Academia, los raros vistazos a los chicos... guardados en


edificios separados... los mostraban construidos en la misma línea que
las mujeres pero sin pechos. Sus rostros eran lisos. La estricta dieta los
mantenía delgados. Llevaban los mismos uniformes.

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Eve Langlais Polvo tóxico

El hombre que tenía delante rompía esa imagen. Alto. Mucho más
alto que ella. Grueso y ancho también. Llevaba el pelo ligeramente
desordenado y corto, la mandíbula cubierta de más pelo. Y ese ceño
fruncido. Todo eso, combinado con el hecho de que había pasado horas
en un camión sofocante con la cabeza dolorida, hizo que se desmayara la
primera vez que lo vio y se despertara mientras una mujer la dejaba en
una cama. Una mujer de piel oscura y con un tono de voz que le decía:

—Eres una cosa bonita.

Por alguna razón esas palabras la asustaron.

Laura peleó. Gritó. Luchó contra una mujer que no vaciló ni una
sola vez mientras la sometía y la ataba, uniéndola a una pared antes de
silenciarla. ¿Pero lo peor de la prueba? La mujer se fue y Laura se quedó
sentada en un lugar extraño, sabiendo que estaba en problemas.

Muchos problemas. El camión nunca había llegado a la Cúpula


Incubaii. Las Ratas del Páramo la habían hecho prisionera. ¿Para hacer
qué? Las historias que había escuchado les convertían en horribles
salvajes a los que les gustaba comer la carne de los habitantes de la
cúpula. ¿Estaba probando su boca para ver si estaba lista para ser
comida?

—Soy una ciudadana del Enclave y una Madre. No puedes tocarme


de esa manera.

—Puede que seas una ciudadana —dijo él—, pero como Madre será
mejor que te acostumbres a que te toquen, ¿o es que nadie te ha explicado
tus nuevas obligaciones?

Ella frunció los labios.

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—No voy a escuchar las afirmaciones de una Rata del Páramo.

—Deberías ser más amable con el hombre que tiene tu vida en sus
manos.

Mirando sus brutales rasgos, ella se estremeció. Como si suplicarle


fuera a influir en él.

—¿Qué harás conmigo?

—Depende de tu valor.

—¿Qué quiere decir?

—Significa que si alguien paga por ti, entonces es el mejor


escenario.

Ella parpadeó.

—¿Pagar por mí? ¿Como en venderme? —El concepto en sí no le


chocó demasiado. Supuso que algún tipo de pago se producía en algunos
niveles. Cuando un niño llegaba a la Guardería y se marchaba a la
Academia o a otros lugares, alguien tenía que cubrir el coste. Eso era
normal. ¿Pero robar a alguien para venderlo?

—¿Qué más sugieres que haga contigo?

—Liberarme. —Por alguna razón, su sugerencia provocó una


sonrisa. Un movimiento de sus labios que se burló.

—Liberarte y eso que acabas de llegar. Y es de noche. Nadie se va


de noche. A menos que busquen morir. ¿Estás buscando morir, Laura?
—preguntó, permaneciendo demasiado cerca de la cama.

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¿La cama de quién?

Y lo más importante, ¿la besaría de nuevo? Por alguna razón, la


sola idea la dejó sin aliento.

—¿Dónde estamos? —preguntó ella.

—Ya te he dicho que bajo tierra.

—¿Dónde bajo tierra? —¿A qué distancia estaba de la seguridad de


una cúpula? ¿El aire que respiraba estaba contaminado?

—No hace falta que sepas dónde. Diré que estamos lejos de tu
Guardería por si te lo estabas preguntando.

—No estabas mintiendo. Estamos en el Páramo. —Más una


afirmación que una pregunta. La sola mención en voz alta hizo que su
corazón se acelerara—. Lo cual es imposible. Nada puede sobrevivir
mucho tiempo fuera de las cúpulas. —Por eso los guardias que salían al
exterior llevaban trajes de cuerpo entero para minimizar la exposición.

—¿Es eso lo que están enseñando estos días? —Axel negó con la
cabeza—. Lamento decírtelo, pero es posible vivir fuera de esas burbujas
que llamas hogar. Lo es desde hace tiempo, si tienes los genes adecuados.

—Genes Desviados. —No pudo evitar la burla. Aquellos que no


tenían la enfermedad de desgaste no eran considerados normales. El
polvo tóxico dejaba su marca.

—¿Desviados según los estándares de quién? —La sonrisa que le


ofreció tenía un nivel de maldad que provocó un revoloteo.

—He visto imágenes. Miembros extra. Rasgos grotescos. Enfermos


y salvajes. Poco mejor que los animales.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Arqueó una ceja.

—Parece que alguien se esforzó en convencerte de eso. Cuéntame


más sobre mí. Me encantaría escucharlo.

Ella escuchó la fría burla en su tono. Peor aún, lo miró y todo lo


que le habían enseñado sobre los desviados no parecía aplicarse.

—No eres un Desviado.

—Por fin sale algo inteligente de tu boca —exclamó—. Por un


segundo, pensé que tendría que besarte de nuevo y esperar que se te
pegara algo de mi inteligencia.

La molestia torció sus labios.

—Que no seas deforme no significa que no te afecte.

—Aquí, lo llamamos una mejora. Cualquier cosa que nos ayude a


sobrevivir.

—¿Así justificas el robo? Debería haber sabido al verte que eras un


merodeador. —Incluso las sawrs enclaustradas escucharon las historias
de los descarados asaltantes.

—¿Y qué si lo soy? —No se molestó en negarlo—. Tengo necesidad.


Mi gente tiene necesidad.

—Eso no hace que tu robo sea aceptable. —Ella no ocultó la


desaprobación.

Le hizo volver al borde de la cama, pero en lugar de mirarla


fijamente, se agachó.

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—Hacemos lo que debemos para sobrevivir. Algo que entenderías


si no vivieras en una burbuja.

—Me gustaría estar dentro de una ahora mismo. No sé cómo lo


haces. —No pudo evitar un escalofrío—. Es horrible aquí fuera.

Él parpadeó.

—¿Aquí fuera? ¿Cómo puedes saberlo? Has estado despierta toda


una hora tal vez.

—Y en ese tiempo, he sido atacada, atada y amenazada.

—Entonces deberías sentirte como en casa porque, según tengo


entendido, tu preciosa Guardería hace cosas peores a su gente que
nosotros.

—Solo si alguien no sigue las reglas. —Reglas que no tenía más


remedio que seguir. No era fácil olvidar el dolor cuando una persona era
sorprendida rompiéndolas.

Resopló.

—Que se jodan las reglas.

—Las reglas mantienen el orden. —O eso decían los que estaban


por encima de ella.

—Hay orden y hay ser malditos prisioneros.

Su comparación se asemejaba a veces a sus propios pensamientos.


Sin embargo, ella no lo admitiría. No podía. La traición también tenía su
propio castigo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Acaso un merodeador sigue alguna regla?

—Solo una. Todo gira en torno a mí. —Lo dijo con suficiencia.

Laura inclinó la cabeza.

—Eso parece bastante egoísta.

—Así es como sobrevivimos en el Páramo. Cada hombre, o mujer,


para sí mismo.

—No estás aquí solo. ¿Qué hay de la mujer que me abordó? —Una
mujer totalmente feroz y hermosa. Iba vestida como nunca había
imaginado, con unos pantalones ajustados y una blusa suelta metida
dentro de ellos.

—Ah, sí, Vera. Estaba bastante ofendida por tu falta de interés en


sus atributos.

—No iba a admirar sus habilidades para atar cuerdas.

La miró fijamente.

—Oh, ella estará muy molesta porque no te diste cuenta.

—Me di cuenta de que era fuerte y podía hacer un nudo.

Sus labios se movieron.

—¿Y no notaste nada más? ¿Como su hermosa piel? ¿Su figura


redondeada?

Mientras él halagaba a la Vera que la había atacado, Laura frunció


el ceño.

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—Parece que le tienes demasiado cariño a tu compañera. —


Haciendo evidente que confraternizaba. Tal vez incluso fornicaba. ¿Quién
sabía lo que haría un merodeador salvaje fuera de una cúpula? Todo tipo
de cosas depravadas, apostaría.

Mira como la había besado.

Su mirada se dirigió a su boca.

—Vera y yo nunca seremos ese tipo de amigos. Ella no encuentra


a mi tipo atractivo.

Sus palabras solo sirvieron para que ella lo mirara aún más. Es
extraño que él siguiera atrayendo su mirada. Tan diferente y cubierto de
pelo, debería ser feo, y sin embargo ella lo encontraba adictivo de ver.

Lo que significaba que tenía que forzar su mirada cada vez que se
encontraba haciéndolo.

Tiró de la cuerda, tirando de sus manos, incapaz de separarlas.

—Desátame.

—¿Por qué?

—Porque no me gusta —dijo acaloradamente mientras retorcía las


muñecas sin conseguir nada.

—Y yo que iba a decir que te veías especialmente tentadora.

Él se acercó, levantándose sobre sus piernas, y su corazón se


aceleró. Ella lo miró fijamente, temiendo parpadear mientras susurraba:

—No lo hagas.

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—¿No haga qué?

—Volver a besarme.

—¿Por qué no?

—Está prohibido.

Se acercó más.

—No me prediques las reglas de la Guardería. Aquí, yo hago las


reglas.

De alguna manera, él también hizo que Laura olvidara las suyas.


Luchó contra la tentación de dejar que la besara de nuevo.

—No quiero que me beses.

—¿Estás segura de eso? —Su mirada, parcialmente entornada,


bajó para mirar su boca.

Sus labios se separaron.

—No sé qué estás haciendo. Me siento muy extraña.

Ella se balanceó.

Él retrocedió con el ceño fruncido.

—¿Estás enferma?

La pregunta le devolvió cierta apariencia de normalidad, pero


seguía un poco mareada.

—Todavía me duele la cabeza desde que el guardia me golpeó.

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Su mano se dirigió a la sien y a la palpitante marca morada.

Sus dedos se levantaron, y ella hizo una mueca de dolor cuando él


palpó el lugar.

—Tienes un buen bulto.

—Ya lo sabía antes de que me lo pincharas.

—¿Cuánto tiempo perdiste el conocimiento después?

Su nariz se arrugó.

—No lo sé. Un rato. Me desperté en el camión varias veces. Pensé


que estaría enferma. Luego me dormí de nuevo. La última vez que me
desperté, el motor estaba apagado y no oí nada hasta que se abrió la
parte trasera.

—Una conmoción cerebral. Necesitas que te revisen.

Ella negó con la cabeza.

—No. —Hizo una mueca de dolor que le recorrió la cabeza.

—Sí —insistió él. Ella esperaba que se fuera, pero él sacó un


comunicador y habló, mostrando que tenía acceso a algunos servicios de
la cúpula. Probablemente robado—. Oliander, ¿podrías venir a ver a
nuestra invitada?

—Dame unos minutos para coger mis cosas.

Ella ladeó la cabeza.

—¿Quién es?

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—Nuestro médico.

Notó el uso de la palabra “nuestro”.

—¿Cuántas personas hay aquí exactamente?

—Demasiadas. —Una respuesta corta, sin decir realmente nada,


que solo demostró aún más lo bueno que era para ser evasivo.

Se movió de la cama y se dirigió a la puerta, saliendo, dejándola


preguntándose por la dicotomía de él. Un merodeador que intimidaba y
asustaba, pero que en realidad no había hecho nada para herirla.

No tenía sentido.

Oyó un murmullo de voces antes de que Axel regresara. Detrás de


él había un hombre alto y delgado, con la barbilla larga y puntiaguda, la
cabeza cubierta de apretados rizos rubios y las orejas asomando en
punta. Sin embargo, lo que más le llamó la atención fue el tercer brazo,
ligeramente por debajo del izquierdo y más corto que los otros dos.

Se encogió.

—No me toques.

—No te haré daño. —El Desviado de tres brazos se acercó.

—Si me infectas, no me aceptarán de nuevo —resopló ella.

El Desviado se detuvo, y Axel se puso delante de él, con una


expresión torcida de ira.

—¿Cómo te atreves? Oliander está aquí para ayudarte.

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—No necesito su ayuda. —Miró con odio al hombre al que Axel


había llamado médico.

—Tienes una conmoción cerebral —espetó Axel.

—Estoy bien.

—¿Si me permites? —Oliander levantó una mano—. No debes


temerme, Laura. Te aseguro que lo que tengo no se puede transmitir.

—Tienes el gen desviado.

Asintió.

—Pero no es contagioso. Se nace con él o no. El simple contacto no


causará daño.

—Eso dices.

Axel suspiró y se frotó la cara.

—¿En serio eres tan estúpida?

Al mirarlo, sus labios se apretaron.

—La Academia nos dijo...

—Un montón de mierda. ¿No se te ha ocurrido pensar que tal vez


estén equivocados? —gruñó Axel.

—No le grites a la chica. Ella no conoce nada mejor. Ninguno de los


que están en las cúpulas lo sabe —dijo Oliander en voz baja.

Ella escuchó la lástima en sus palabras. No la entendió. Y tenía


miedo. Sola. Eso hizo que su cabeza palpitara con fuerza, lo suficiente

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

como para aferrarse a ella, y Oliander retrocedió un poco. Axel, sin


embargo, se mantuvo firme, y sus fosas nasales se encendieron.

—O dejas que Oliander te examine amablemente, o te inmovilizaré


para hacerlo. Tú decides.

—Bien. —Cerró los ojos, no solo para ignorar al Desviado que


estaba a punto de tocarla, sino también para ayudar a sofocar el palpitar
de su cabeza. Se había intensificado, como si algo palpitara en su interior
sin poder escapar.

Unos dedos suaves palparon el hematoma. Dedos fríos. Ella trató


de no estremecerse.

El médico murmuró en voz alta:

—La golpeó con fuerza. Hay un gran hematoma en el tejido bajo la


piel. Pero no hay sangre. Le duele la cabeza.

Como si pudiera saberlo. Probablemente lo adivinó.

—Muestra signos de drogas en su sistema.

Eso la sorprendió.

—¿De qué tipo? —preguntó Axel.

—No estoy seguro. Necesitaría una muestra para ver si puedo


analizarla. Pero si tuviera que adivinar, algo para hacerla dócil para el
viaje —dijo Oliander.

—¿Eso es dócil? —Había un humor irónico en la declaración que


lanzó Axel.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Casi le hizo sonreír.

—Te dije que estaba bien.

—Unos días para sanar o puedo... —Oliander fue a alcanzarla, pero


Axel negó con la cabeza.

—No lo hagas. Que tenga un recordatorio de cómo la tratan sus


preciados habitantes de la Guardería.

Menos mal que no había visto las cicatrices de su espalda. Le hizo


preguntarse cómo se trataban los merodeadores.

—Muy bien. Me iré. Pero si empieza a mostrar signos de angustia,


vómitos, problemas de visión...

—Te buscaré inmediatamente. Gracias, Oliander.

El extraño médico de tres brazos se fue y una vez que lo hizo Axel
se volvió hacia ella con el ceño fruncido.

—Solo voy a decir esto una vez. El modo en que has tratado a
Oliander no es aceptable. Esta es mi casa. Mis reglas. Y esas reglas dicen
que te dirigirás a nosotros con respeto. Incluso a aquellos que crees que
están por debajo de ti.

Sus labios se aplanaron ante la reprimenda. No respondió.

—Por fin sabes mantener la boca cerrada. Ya era hora.

El hecho de que él quisiera que se callara sacó a relucir la


obstinación en ella.

—¿Cómo te convertiste en un merodeador?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Se contaban historias sobre ellos. Humanos feroces y mutados que


habían inhalado tanto polvo tóxico que se volvían locos y mataban todo
lo que encontraban. Sin embargo, Axel parecía estar perfectamente en
control de sí mismo.

—¿Buscas la historia de mi vida?

—Sí. —Porque, según todo lo que sabía, él no debería existir.

—Me temo que eso es clasificado. Quiero saber más sobre ti. ¿Por
qué estabas en ese camión?

—Me estaban trasladando.

—Obviamente. ¿Por qué te estaban trasladando?

—Una mejor pregunta es, ¿cómo sabías lo del camión? No estaba


programado.

—Suerte, supongo. —Él sonrió.

Ella tenía la sensación de que mentía.

—¿Qué vas a hacer conmigo?

—Dímelo tú. Parece que tienes una idea preconcebida sobre mí.
¿Qué es lo siguiente en mi lista de actos ruines? Ya te he secuestrado. Te
he atado a mi cama. Porque, un verdadero merodeador tendría que
violarte a continuación si quiere seguir con el guión.

—¿Es ese tu plan? —Su corazón se aceleró con una combinación


de miedo y curiosidad que extrañamente se convirtió en excitación.

—No. No fuerzo a las mujeres.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Me besaste.

—Y tú me dejaste.

Ella parpadeó.

—Porque no lo esperaba, o habría dicho que no.

—¿Eres virgen?

—¿El qué?

—Alguien que nunca se ha acostado con alguien sexualmente.

Su respiración se agitó.

—Eso está prohibido.

—Entonces sí. —Gimió y miró al techo.

—¿Tú lo eres?

—¿Soy qué? ¿Un virgen? —La miró con una sonrisa torcida—. ¿Qué
crees?

Ella no pudo. El calor inflamaba sus sentidos. Apartó la mirada.

—Eres un pervertido.

—Solo en el buen sentido, lo prometo. Y tú eres una mojigata.

—No hay nada malo en ser casto.

—Excepto que no lo haces por elección.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Quién lo dice? —Ella le miró fijamente—. No tengo necesidad de


que me toque otro.

—En eso te equivocas. Todos los humanos necesitan ser tocados.

—Tocar está...

—Prohibido. Eso es lo que dices. ¿Te has preguntado alguna vez


por qué?

Ella se preguntó por su extraño interés en las reglas que seguía.


Este no era el tipo de preguntas que esperaba en absoluto.

—Las reglas contra la confraternización son para protegernos de


los actos obscenos.

Él lanzó un silbido bajo.

—El lavado de cerebro es fuerte en ti. —Sacudió la cabeza—. Y


pensar que te hacen creer que nosotros somos los monstruos. Hace que
te preguntes qué pasaría si se supiera la verdad.

—¿Qué verdad?

Un lado de su boca se levantó.

—Que la única diferencia entre tú y yo es la libertad que tengo.

—Yo soy libre.

Él arqueó una ceja.

—Te encerraron en la parte trasera de un camión.

—Por mi seguridad.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Después de quedar inconsciente. —Señaló su moretón.

—Al menos no me tenían atada. —Le dio un tirón a los brazos—.


Suéltame.

—¿Crees que una simple cuerda es lo que te ata? —Su expresión


se burló.

—No hay nada malo en vivir una vida justa.

—Una vida dictada por otros —se burló—. ¿Qué se siente al no


tener elección?

La pregunta picó, y ella no pudo pensar en ninguna réplica. Porque


sabía lo que se sentía, pero no era algo que quisiera admitir ante él.

Cambió de tema.

—¿Eres el líder de los merodeadores?

—No, no lo soy, digan lo que digan —murmuró.

—¿Qué eres entonces?

—¿Debo tener un título?

—No. Solo me preguntaba si había rangos.

—¿Quieres que tenga un rango? Entonces que sea Duque del


Páramo.

El absurdo título la hizo sacudir la cabeza.

—No puedes llamarte Duque. No eres del Enclave.

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—¿Y qué? Esto es lo que pasa en los Páramos; no nos importa el


Enclave y sus dinastías. Lo que significa que si quiero ser un Duque, un
Rey, o incluso el escurridizo Emperador, puedo serlo.

—Declararlo no lo hace válido ni verdadero.

—¿Según quién? Un puñado de élites pomposas en sus ciudades


asépticas, inventando reglas tontas para mantener a las masas
separadas. Preocupados porque si descubren que hay vida fuera de la
cúpula, perderán su dominio —terminó Axel con una mueca.

Ella, en cambio, no le siguió del todo.

—Las reglas nos mantienen a salvo.

—Las reglas son las que te encarcelan —dijo con un suspiro de


disgusto.

—¡Mejor un habitante de la cúpula que un merodeador! —resopló


ella, cansada de sus insultos.

—No soy un merodeador. Solo un hombre. —Lo dijo en voz tan baja
que casi se le escapó.

—¿Sois muchos? —Tuvo la impresión, por el zumbido del exterior


de la habitación, de que podría haber más que la pareja que había visto.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Espiando para tus amos?

La sola idea parecía demasiado absurda. Para su sorpresa, ella se


rió.

—¿Parezco una espía?

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Aunque era una buena pregunta. Nunca había sospechado que


Wendy fuera una infiltrada para asegurarse de que las sawrs se
comportaran como debían. Más de una fue castigada por infringir las
normas de la Guardería gracias a sus informes.

—Creo que es muy interesante que tú fueras lo único que había en


ese camión.

—¿Qué esperabas?

En lugar de responder, hizo una pregunta diferente.

—¿A dónde ibas?

No tenía sentido ocultarlo. Tal vez podría convencerlo de que la


entregara todavía.

—La Cúpula Incubaii para la reasignación.

—¿Cuál?

—¿Cómo que a cuál? —Su ceño se arrugó—. Solo hay una.

—No es así. ¿Cuántas Guarderías crees que hay?

—Esa es una pregunta estúpida. Solo hay uno de todo.

—Ni de lejos. La heredad Esmeralda cuenta con cinco Guarderías


en el último recuento y tres ubicaciones Incubaii.

Ella parpadeó.

—Eso no es posible.

—Sin embargo, es la verdad.

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Y tenía sentido. A menudo se había preguntado cómo se llenaba la


Academia de tantos niños.

—¿Cómo sabes todo esto?

—Porque elijo aprender y buscar en lugar de solo escuchar.

Sus labios se aplanaron.

—¿Cómo iba a saber que me estaban mintiendo? —Se sintió mal


incluso al decirlo en voz alta. Nadie la golpeó. Todavía no.

—Todo lo que hace el Enclave es mentir. —Sacudió la cabeza—.


Dijiste que te iban a reubicar. ¿Por qué?

Laura rodó los hombros.

—No me dijeron por qué, simplemente que mis circunstancias


habían cambiado.

—¿Qué pasó?

—¿Qué te hace pensar que pasó algo? —replicó ella, que no estaba
dispuesta a hablarle de Horatio y de la extraña bestia de las sombras que
creó.

—Porque no te reasignan de repente a tu edad.

Él sabía más de lo que ella hubiera imaginado.

—¿Se te ha ocurrido que tal vez me estén ascendiendo?

—Convertirse en Madre no es una mejora. ¿Qué puesto ocupabas


en la Guardería?

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—Sawr.

Su labio se curvó.

—Lo más bajo de lo bajo. Lo que significa que te debe haber


emocionado que te den las túnicas blancas de una Madre.

De nuevo, ella rodó los hombros.

—Me gustaba mi casa. Pregunté si podía quedarme.

—Teniendo en cuenta lo que le hacen a las Madres, deberías haber


rogado más. —La afirmación surgió con dureza.

—¿Qué se supone que significa eso?

Él la miró.

—Nada.

Ella se ofendió. No era la primera vez que él insinuaba que ser una
Madre era algo malo.

—Es un honor trabajar en la creación de futuras generaciones para


servir a la ciudad.

Por alguna razón esto estrechó su mirada. La miró de una manera


que le hizo apretar más las piernas.

—El adoctrinamiento es increíble. ¿Sabes lo que esperan de ti una


vez que llegues a la Cúpula Incubaii?

—No. Pero estoy segura de que me enseñarán.

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—Sí que te enseñarán —murmuró él. Se apartó de ella—.


Realmente no sabes nada.

—No sé qué esperabas. Yo era una sawrs cuya única tarea era
cuidar y limpiar a los niños.

—En los Páramos, los padres cuidan de sus propios hijos.

—¿Padres?

—No es un concepto que esté dispuesto a explicar esta noche. —Se


quitó las botas y se despojó de la camisa, dejándolo vestido con una
prenda interior sin mangas que se amoldaba a la parte superior de su
cuerpo. Resultó ser suficiente para distraer.

—¿Por qué estás tan abultado? ¿Es el gen desviado el que te está
malformando?

La miró y luego a sí mismo.

—¿Abultado? Soy el hombre más fuerte de mi equipo.

Su ceño se frunció.

—Pero tu estómago. Tiene líneas. —Y sus brazos se abultaban de


forma antinatural.

Sus labios se crisparon.

—Se llama músculo. Seguro que has visto a alguien en forma antes.

—Ninguna de las sawrs de mi Guardería se parece a ti. —Las


mujeres tendían a tener cuerpos blandos.

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Eve Langlais Polvo tóxico

El comentario hizo que él la mirara fijamente. Durante un buen


rato.

—¿Cómo de recluida estabas? ¿Has visto alguna vez a un hombre


desnudo? —Sus manos se dirigieron a su cinturón.

Ella negó con la cabeza.

—No hay hombres en la Guardería. Los pocos que la visitan se


mantienen en el Pabellón de Visitantes bajo estrecha vigilancia. —Había
visto a los niños que estaban a su cargo, por supuesto, con los gusanos
entre las piernas que se destacaban por orinar cuando estaban expuestos
al aire.

Sacó el cinturón de las trabillas y lo arrojó sobre los papeles que


había esparcido sobre las cajas.

—¿Cuántos años tienes?

—Veintisiete, creo. —Difícil de recordar cuando no había


cumpleaños que contar. Solo sabía que había cumplido dieciocho cuando
la Academia la entregó a la Guardería, y llevaba la cuenta de las
estaciones.

—Pareces más joven.

—¿Cuántos años tienes tú? —no pudo evitar preguntar.

—Cerca de los treinta.

—Pareces mayor —soltó ella.

Solo un lado de su boca se torció.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Vaya, gracias.

Sus mejillas se calentaron y estuvo a punto de volver a hablar sin


saber. Logró contener las palabras que habrían admitido que él se veía
muy agradable.

Aunque agradable parecía una palabra demasiado suave. Mirarlo


le provocó algo extraño en su cuerpo. Se calentó y tembló. Probablemente
el miedo era el culpable.

Él apagó la luz y ella no pudo ver nada hasta que sus ojos se
ajustaron. No lo vio, sino que sintió que la cama se movía, lo que le
permitió saber a dónde había ido.

—¿Qué estás haciendo? —chilló ella.

—Me voy a la cama.

—Estoy usando esta.

—Lo sé. Espero que no seas del tipo que patea mientras duerme.

La implicación la hizo exclamar:

—No puedo dormir contigo.

—Entonces no lo hagas. Pero planeo tener unas horas.

Ella se quedó mirando, la oscuridad no era completa, las ventanas


de esta habitación mostraban algo de luz que brillaba desde el exterior.
Formó una figura encima de las mantas, descansando sobre su espalda,
con las manos encima de su pecho.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No puedes quedarte aquí. —La Guardería tenía reglas estrictas


sobre la confraternización. No compartir las camas era lo primero de la
lista.

—Lo haré, así que mejor que te acuestes en tu mitad de la cama y


te ocupes de ello.

—Estás ocupando más de la mitad del espacio.

Él abrió un solo ojo, y ella trató de no reaccionar, ya que tenía un


indicio de un brillo amarillo.

—Soy más grande que tú. Parece algo obvio. Siempre puedes
acurrucarte si lo encuentras demasiado apretado.

¿Acurrucarse contra él? En lugar de eso, se acurrucó contra la


pared y se despertó una o dos veces cuando sentía que se caía. Solo la
cuerda la mantenía en pie.

En algún momento de la noche, la cuerda desapareció y se despertó


con la cara apoyada en algo cálido pero duro, con las manos aún atadas
encima de algo que se levantaba y caía. Su pierna se extendía sobre la de
otra persona.

Sus ojos se abrieron de golpe y se dio cuenta de que miraba un


pecho cubierto solo por una ajustada camisa. Con bultos.

Músculos.

Sus músculos.

Se lanzó hacia atrás y se golpeó la cabeza contra la pared. En medio


del dolor, le oyó decir:

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—Buenos días.

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Capítulo Seis
¿Quién habría pensado que saludar a la mujer le provocaría un
ataque de pánico?

—¿Qué me has hecho? —exclamó Laura, con los ojos muy abiertos.

—Nada —refunfuñó Axel, a pesar de la tentación. La reacción de


ella ante su presencia le molestó más de lo debido. ¿Qué le importaba si
seguía actuando como si él fuera el monstruo de la habitación?

Se frotó la cabeza.

—Apuesto a que te ha sentado bien —dijo él, sentándose y


balanceando los pies sobre el lado de la cama.

—Me has asustado. Reaccioné —replicó ella. ¿Pudo oír la mentira?


Su corazón se aceleró, su sangre hirvió, pero no tenía nada que ver con
el terror.

—¿Te he asustado? —Él le lanzó una mirada de desprecio por


encima del hombro—. Estabas tumbada encima de mí, extendida como
una manta. Si alguien debería quejarse, soy yo.

—¿Quejarte de qué? —espetó ella.

—Para empezar, me has aplastado.

Su afirmación hizo que ella lo mirara, y algo de ese miedo abandonó


su mirada mientras decía, bastante secamente:

—Dudo mucho que hayas sufrido.

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—¿Estás insinuando que soy grande y fuerte? —Por alguna razón


le guiñó un ojo—. Tendrías razón. Podría hacer lo que quisiera. Y tú no
podrías hacer una maldita cosa para detenerme.

Axel no podía decir por qué intentaba asustarla a propósito. Había


algo en ella, algo que zumbaba en sus sentidos.

—Monstruo.

Una acusación tan jadeante. Tan dispuesta a creer lo peor. Le


molestaba, lo que significaba que podía apartarse fácilmente para
ignorarla.

—Sabes que la respuesta correcta debería ser: “Gracias Axel por


desatarme para que pudiera dormir”. —Porque estúpidamente sintió
pena por ella.

—¿En serio estás sugiriendo que te agradezca por desatarme,


cuando probablemente eres la razón por la que estoy atada en primer
lugar?

—No fui yo quien puso la cuerda. —Pero sabía que Vera haría todo
lo necesario para mantener al Refugio Colina a salvo.

—Desata mis muñecas.

—Exigente, ¿no es así? —Cuando se puso de pie, giró y captó su


expresión.

Ella se agachó en su cama, y fue entonces cuando se dio cuenta de


que, a pesar de sus valientes palabras, el miedo se aferraba a ella. Un
miasma que amenazaba con abrumar su esforzado valor.

Ella extendió las manos.

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—No puedes pensar que soy peligrosa.

—No sé nada de ti. Solo tu nombre. —Se estiró, con las


articulaciones crujiendo, desacostumbrado a dormir boca arriba, tenso e
inmóvil por culpa de la mujer que no había dejado de llamar su atención
durante toda la noche.

Ella se quedó mirando quizá demasiado tiempo porque tardó un


momento en responder a través de sus labios apretados.

—No hay nada que saber.

—Lo había olvidado. Al Enclave no le gusta que sus peones tengan


vidas reales.

—Mi vida está bien.

—Si tú lo dices. ¿Cómo has dormido? —preguntó. Se había


despertado más de una vez para ver cómo estaba, preocupado a pesar de
las palabras de Oliander. Porque ella valía más para él viva que muerta.
O eso se decía a sí mismo. Prefería no examinar su fascinación por ella.

Laura no respondió.

—¿Y bien? —incitó él.

—Si digo que he dormido mal, me llamarás mentirosa, y si digo que


he dormido bien, te sentirás engreído.

—Al menos uno de los dos lo disfrutó. No me encanta tener que


compartir mi cama. —Normalmente evitaba llevar a nadie a su
habitación. Y desde Mona, ya no dormía con nadie en el Refugio. Evitaba
situaciones feas—. Es molesto no poder despatarrarse, y luego añades
un cuerpo asfixiante encima...

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—No te estaba asfixiando.

Ella lo había hecho. Y él lo había disfrutado hasta que ella se


asustó.

—Esta noche, puedes dormir en el suelo.

Ella lo miró.

—He dormido en cosas peores.

—¿Tú? —Él miró el vestido, pero al recorrer sus ojos, se fijó en sus
manos. No eran las manos suaves y pálidas que esperaba de alguien
mimado. Eso le impulsó a preguntar—: ¿Quién decidió hacerte una
Madre?

Reconocidas por su vestimenta, solo las Madres llevaban el blanco.


Nikki no hablaba mucho de su tiempo como Madre, pero cuando llegó
por primera vez, él todavía recordaba el terror en sus ojos cuando
cualquier varón se le acercaba.

Laura levantó la barbilla.

—Eso no es asunto tuyo.

—Veo que eres igual de desagradable por la mañana. —La mujer


ponía a prueba todos sus nervios. También su paciencia.

—Tú tampoco eres precisamente cálido y acogedor.

La afirmación le recordó la acusación de Vera de que llevaba un


ceño perpetuo.

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—Los merodeadores no sonríen a menos que estemos matando a


nuestros enemigos. —Lo dijo a propósito para hacerla jadear. Cuando se
giró, no pudo ocultar su sonrisa

—No eres divertido —espetó ella.

—Para ti tal vez. A mí, en cambio, me entretiene mucho.

Ella cambió de tema.

—Dado que estás despierto, ¿asumo que es de día?

—Sí.

—¿Cómo lo sabes?

Por el zumbido de la gente levantándose para el día. El aroma de la


comida cocinándose, el olor que se colaba por las grietas de su
habitación. El Refugio Colina estaba mostrando su edad. ¿Cuánto faltaba
para que todo se desmoronara? ¿Y cuántas veces se daría cuenta y no
haría nada?

—Siempre con las preguntas. ¿Tengo que amordazarte con algo? —


Se le ocurrieron varias cosas que hacer con su boca.

Su expresión se volvió pétrea.

Le provocó una sonrisa burlona.

—Ah, el dulce silencio. Mucho mejor. Deberíamos movernos, o no


quedará mucho para desayunar.

Sacó ropa nueva y la metió bajo un brazo.

—¿Vamos a otro sitio? —preguntó.

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—¿Cómo si no íbamos a encontrar nuestro desayuno?

Sus pies golpearon el suelo cuando se puso de pie, con un aspecto


desaliñado en su bata. Su trenza rubia colgaba sobre sus hombros, con
mechones que se desprendían.

Tan hermosa. Tan ignorante. Si encontraran el comprador


adecuado, alcanzaría un gran precio.

Pensó en Nikki. La forma en que hiperventilaba cuando la encontró


herida en el Páramo, junto al Foso, un agujero interminable que se
adentraba en el suelo.

Casi se tiró al agua en lugar de dejar que se acercara a ella para


ayudarla con sus heridas. El hecho de ser Madre la había afectado.

Laura se puso de pie, insegura pero tratando de ser valiente. Le


tenía miedo, pero también era muy luchadora. ¿Sabía qué esperar?
¿Debía dejarla hablar con Nikki?

¿Y si lo hacía y quería quedarse? Él ya tenía suficientes bocas que


alimentar.

Se dio la vuelta.

—Vamos.

—Me falta un zapato.

—Bastante fácil de arreglar. —Dando la vuelta, se acercó a ella y le


agarró el pie. Como estaba cerca de la cama todavía, su culo golpeó con
un rebote. Ella gritó y tiró del pie que Axel sostenía, casi dándose un
rodillazo en la cara cuando él la soltó bruscamente.

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Se levantó de nuevo y le miró con desprecio.

—¡Cómo te atreves! —Por fin se animó.

En el momento equivocado.

Él levantó el zapato.

—Problema resuelto. ¿Vamos?

—No voy a ninguna parte contigo.

—Aparentemente ya has olvidado mi advertencia. Yo estoy al


mando. Y tú obedeces. —Se abalanzó sobre ella e ignoró el miedo que
rezumaba mientras la agarraba. Axel la echó por encima de su hombro,
con más brusquedad de la justificada, dado que ella no se resistió.

Ni un poco. Se quedó quieta y aterrorizada porque esperaba que él


hiciera algo peor.

Eso le llenó de una ira irracional. Y vergüenza. Vergüenza por


haberla asustado.

No duró mucho.

—Eso no fue muy agradable.

—Compórtate o te daré una razón para quejarte —gruñó. Salió de


la habitación, con su premio colgando, murmurando las invectivas más
sucias.

—Eres un bruto. Esto es inaceptable. Bájame. Imbécil.

A juzgar por las risitas que siguieron mientras la bajaba, debería


haberla silenciado.

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—Si quieres que te tome en serio, deberías intentar añadir un joder


o dos a tus palabras. Tal vez un gilipollas —sugirió.

Su desvarío cesó.

—Eres burdo.

—Y tú eres una ingenua. Te dije que escucharas.

—¿O si no me vas a pegar? Sabía que eras un bruto.

Suspiró.

—¿Por qué yo?

Solo cuando llegó al nivel del suelo la puso de pie. Su pelo, suelto
de su trenza, enmarcaba su rostro y acentuaba su ira.

—Te odio.

—¿Se supone que me tiene que importar? —replicó él.

—Díselo tú, jefe —gritó Randy, un tipo habilidoso que se turnaba


en las guardias con Vera y los demás, mientras hacía rodar una carretilla
hasta un camión.

Axel podría haber suspirado mientras ella se echaba el pelo hacia


atrás y lo miraba boquiabierta.

—¿Jefe? ¿De qué?

Estaba a punto de verlo. Sus comentarios sobre los habitantes de


los páramos fueron pronunciados por ignorancia, no por malicia. Lo que
significaba mostrarle la verdad.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Si volvía a una cúpula y derramaba sus tripas al Enclave, podía


describirlo todo lo que quisiera. Nunca sería capaz de señalarlo en un
mapa.

Deslizó un brazo.

—Saluda al Refugio Colina. —Pronto sería abandonado, justo


después de que él encontrara un nuevo lugar.

Ella miró a su alrededor, ignorándolo en favor de su entorno.

—¿Qué es este lugar?

—Un hogar.

—Parece viejo. —Su nariz se arrugó—. Y huele.

No podía estar en desacuerdo. Muchos olores rancios estaban


incrustados en el lugar. Odiaba quedarse aquí mucho tiempo. Realmente
necesitaban hacer más para intercambiar el aire en el interior, pero dejar
esas grandes puertas abiertas durante cualquier tiempo podría llevar a
ser descubierto, dado el aumento de las patrullas del Enclave.

En lugar de responder, la agarró por la parte superior del brazo y


la obligó a seguirle mientras se dirigía a la parte trasera del Refugio. Tuvo
que sortear los vehículos, más de media docena aparcados en ese
momento. Saludó con la cabeza a los que se cruzaban con él. Estaba
seguro de que más de uno se quedaba mirando. Su prisionera tropezando
con su brillante bata blanca llamaba la atención.

Era torpe, en parte porque no dejaba de mirar a su alrededor, con


la boca abierta. Podría ser que estuviera realmente sorprendida por todo
lo que veía, o que actuara porque la habían enviado como espía.

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Cuanto más pensaba en ello, más extraño le parecía. Era


demasiado mayor para cambiar de repente de categoría. De Sawr en la
Guardería a Madre. Tenía entendido que las tomaban jóvenes.

Pero un espía... tendría mucho sentido.

—Tienes muchos vehículos —señaló.

—No se puede caminar mucho en el Páramo. —Si la vida salvaje no


mataba a una persona, las tormentas repentinas o las rarezas
ambientales ocasionales los atrapaban.

Una parte de los habitantes del Refugio Colina hacían cola para
comer. Una fila que se separó al acercarse él. No porque él hubiera exigido
algún tipo de lealtad; simplemente habían empezado a hacerlo y no
paraban. Si no iba al frente, se fundían y de alguna manera terminaban
detrás de él.

—Buenos días, Axel —dijo alguien.

Él asintió y siguió arrastrando a Laura.

Cuando llegaron a las cubas humeantes de comida, miró hacia


atrás.

—¿Toda esta gente también son merodeadores?

—Sí. —Parecía más sencillo estar de acuerdo que explicar que solo
eran personas tratando de sobrevivir. Había encontrado a la mayoría. Por
lo general, en problemas. Así que los ayudó. Luego, como que no se
fueron.

Se detuvo frente a la primera cuba de comida. El vapor subía


caliente, con olor a huevos. Estos días tenían una cocina y un chef de

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Serie Futuro desviado 01
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verdad, lo que requería mucha más atención de la que requería


simplemente alimentarse. Había aprendido a comerciar y luego había
pasado esa tarea a alguien que la disfrutaba. Él se dedicaba a saquear.

El compañero de Benny, Karlos, se ocupaba de la compra y venta


de bienes con otras colonias de los Páramos. En el interior del Refugio
Colina no había espacio para cultivar alimentos, pero algunos se habían
diversificado y habían empezado a cultivar en las afueras del Bosque
Ajatarai.

Solo el tiempo diría si daría sus frutos. El bosque de Ajatarai era


un lugar peligroso, y luchaba con fuerza contra la invasión. No era raro
construir una pequeña cabaña y volver unos días después para
encontrarla desaparecida, enterrada bajo hojas, raíces y tierra.

—¿Esto es el desayuno? —preguntó Laura, mirando incrédula a su


alrededor.

—Síp. —Axel agarró un plato de metal y se lo lanzó, solo para


acordarse de sus manos. Podría desatarla, pero eso podría darle una idea
equivocada.

Demonios, podría darle a él una idea equivocada. No sería bueno


verla como alguien que necesita ser rescatada. Casey dijo una vez que
tenía un complejo de héroe. Vera lo había dicho abiertamente anoche,
también.

Él no lo tenía. Podía tomar las decisiones difíciles. Como cambiar a


una mujer por algo más valioso. Ahora bien, si esa idea no se sentara tan
agriamente...

—Hay tanta comida —murmuró.

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—Mucha gente que alimentar. —Cogió un segundo plato y extendió


ambos. Se sirvieron huevos, cuyas yemas eran azules por estar expuestas
al polvo del Páramo, a diferencia de la versión de la ciudad, que era
amarilla. La siguiente cuba contenía salchichas, una nueva adición al
menú desde que Benny aprendió a hacerlas de aquel viajero que cambió
sus conocimientos por un lugar donde reposar su cabeza unos días. El
tercer recipiente contenía una especie de papilla que probablemente era
de origen vegetal. Benny insistía en que comieran un poco con cada
comida.

Para beber, una mezcla amarga de hojas secas hervidas en agua y


una cucharada de miel, una provisión que pronto tendrían que reponer.
Habían tenido suerte el año pasado. Nadie murió durante la cosecha. Las
abejas, de tamaño nuclear, no se tomaban bien el compartir y, con
aguijones de la longitud de un brazo, podían ser mortales si se irritaban.

La empujó hacia una mesa de caballete y, una vez que se sentó,


colocó las bandejas frente a ella antes de volver a coger el té.

Ella no dijo nada cuando él se sentó a su lado, acercó su comida y


comenzó a comer. Ella no lo hizo.

—¿Pasa algo?

Cuando no respondió, él miró sus manos en el regazo. Las muñecas


atadas. Le había cogido un tenedor, pero no era como si pudiera ir muy
lejos con eso como arma.

El cuchillo estaba fuera de su funda antes de que el pensamiento


se formara, y cortó las ataduras, liberando sus manos.

—Come —le ordenó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Esto es comida? —Su mirada estaba fija en el plato.

La forma en que lo dijo hizo que él la mirara.

—Está en un plato, ¿no?

Ella se volvió hacia él.

—¿Qué es?

La pregunta frenó el bocado que se dirigía a su boca.

—Huevos. Salchicha. Lo que parece ser salsa de nabo dulce.

Su expresión seguía siendo de desconcierto.

—Nunca he visto nada parecido.

Eso le llevó a preguntar:

—¿Qué sueles comer?

—La comida de la mañana son gachas. La comida del mediodía es


opcional. Muchos optan por saltarse la pasta de proteínas.

—¿Te refieres al lodo? —Hizo una mueca—. Ugh. Solo tenemos esa
mierda si no hay nada más que comer. ¿Y la cena?

—Caldo normalmente. A veces con cuadrados esponjosos para


mojar.

—¿Cuadrados esponjosos? —Hizo una mueca—. Suena apetitoso.

Por alguna razón, su comentario provocó una tímida sonrisa.

—No lo es.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Te aseguro que esto lo es.

—¿Es seguro? —Lo miró con anhelo.

—Lo robé de un camión que se dirigía a tu Guardería hace apenas


una semana —mintió. Si le decía que comía productos del Páramo, podría
decidir morir de hambre.

—No comemos eso en la Guardería.

—Las sawrs no lo hacen. Te garantizo que las de arriba comen


mejor.

Ella cogió el tenedor y se quedó mirando un segundo más antes de


hincarle el diente. Ella probó los huevos primero, y él se encontró
observándola. Mirando su expresión mientras masticaba y tragaba.

—¿Y? ¿Qué te parece?

—Son esponjosos.

—¿Están lo suficientemente salados? ¿Quizás quieras un poco de


pimienta? —Se inclinó hacia delante y cogió los agitadores, poniéndolos
a su lado.

—¿Tienes sal? —Ella levantó el recipiente con admiración.

La privación de las cosas sencillas le impactó.

Agitó un poco y volvió a comer los huevos, devorándolos. Luego la


salchicha, que declaró chiclosa pero deliciosa. Cuando quiso salar el
nabo dulce, él la detuvo.

—Pruébalo primero.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Esta vez no discutió ni se demoró, simplemente se metió una


cucharada en la boca. Sus ojos se redondearon. Se comió otra y otra,
limpiando su plato tan rápido que él le empujó el suyo.

Ella lo miró por un segundo, sonrió, pequeña y traviesa, antes de


comerse también el suyo y luego desplomarse con un gemido.

—Creo que he comido demasiado.

—No parece que comas lo suficiente. —A su delgado cuerpo no le


sobraba peso.

—La Guardería nos da solo lo que necesitamos.

—Todo el mundo necesita azúcar. —Le guiñó un ojo, tan fuera de


su carácter, que luego buscó algo para ocultarlo. Agarrando las dos
bandejas y los tenedores vacíos, se levantó y los tiró a la papelera de los
platos sucios.

Cuando volvió a su lado, fue para encontrarla con público. Puede


que Vera se hubiera marchado con la tontería a la que la había enviado,
pero Nikki estaba muy despierta y curiosa. Se sentó junto a Laura
mientras Gunner se sentaba frente a ella.

—¿No te envié a una misión con Cam y Casey?

Gunner levantó la vista.

—Me aburrí. Volví a casa.

Lo cual era una mentira. Solo había una razón por la que habría
regresado y era porque tenía noticias.

—Nikki, vigila a nuestra prisionera mientras hablo con Gunner.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La mujer, con el pelo rojo rapado y un brillo en los ojos, asintió.

—No te preocupes. Laura y yo tendremos una agradable charla.

De alguna manera, Axel lo dudaba. Pero todo lo que Nikki supiera


se lo transmitiría a él.

Gunner y él se alejaron de la zona de comidas, su amigo se


mantuvo en silencio hasta que llegaron a la zona de la puerta principal.
Bien lejos de todos los demás.

—¿Qué pasa?

—Darren y su equipo no llegaron al Estigio. —El nombre que le


habían dado al río gris que salía del bosque y atravesaba algunas jorobas
antes de desviarse del Refugio Colina. Habían excavado un canal que
salía de él, acercando una parte al Refugio Colina lo suficiente como para
utilizarlo. Después de purificarlo, por supuesto—. Por los indicios, fueron
emboscados.

—¿Por qué?

El Bosque Ajatarai escondía muchos peligros. Bestias con patas y


garras de tamaño imposible. También existían algunas criaturas con
armas aún peores a su disposición.

—Creo que fue una patrulla del Enclave.

Axel tardó un momento en procesarlo antes de murmurar:

—¿Estás seguro?

Gunner rodó los hombros.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No al cien por cien, pero sí bastante. Parece que quienes atacaron
intentaron borrar sus huellas. Y lo hicieron bien. Casi lo confundí con un
ataque de Tigber. —Lo que normalmente significa mucha sangre, sin
cuerpos.

—Pero obviamente cometieron un error.

—Una unidad de comunicación. —Gunner lo sacó de su bolsillo. El


cuerpo de metal de la misma abollado, la pantalla agrietada. Un
dispositivo de comunicación que no siempre funcionaba como se
esperaba. El Páramo tenía una forma de fastidiar las señales.

—Podría haber sido uno de los nuestros el que lo dejara caer.

Gunner sacudió la cabeza.

—No es nuestro. Demasiado nuevo a pesar de los daños. También


encontré un paquete de papel de aluminio. —Las raciones dadas a los
soldados del Enclave en el campo—. Dadas las pruebas, y el hecho de
que mi maldito comunicador se ha vuelto a estropear, he vuelto para
decírtelo.

—¿Qué hay de Casey y Cam?

—Todavía están por ahí, tratando de rastrear el escuadrón. Ver lo


que saben. Si es una coincidencia que estén en la zona o si es el preludio
de un posible ataque.

La posibilidad hizo que Axel se pellizcara el puente de la nariz


pensando.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—En cualquier caso, tenemos que estar en guardia. Retirar todo lo


que no sea esencial. Mantener el tráfico en la puerta solo después de que
oscurezca. Tener a la gente preparada para irse con poca antelación.

—Le diré a Benny que haga un simulacro. ¿Qué hay de los


granjeros en el bosque?

Sus labios se aplanaron.

—No podemos hacer mucho por ellos. Esperemos que el Enclave


los considere demasiado pequeños para molestarlos. —No era probable,
pero él sabía que no debía desperdiciar recursos que los dispersaran
demasiado. Tenía que pensar en la mayoría. Especialmente en aquellos
que no podían defenderse.

—¿Debo volver y echar una mano a Cam y Casey, o quieres que


explore más lejos?

—Ninguna de las dos cosas. Puede que necesite que me ayudes a


hacer un intercambio.

Gunner frunció el ceño.

—¿Cambio de qué? ¿El camión que acabamos de traer?

—No. La mujer.

La afirmación hizo que Gunner bajara los labios.

—No puedes hablar en serio.

—Ella no puede quedarse aquí.

—¿Por qué no?

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Para empezar, me odia. —Las palabras se le escaparon.

Gunner hizo una pausa antes de reír.

—¿Tu prisionera hirió tus sentimientos?

—No. —No iba a decir tal vez, porque, como ya le había dicho, no
le importaba.

—Vete a la mierda. Estás irritado. —Gunner se rió—. Debe haber


sido agradable compartir la cama con ella entonces.

Su puño casi se encontró con la sonrisa de Gunner. Casi. Frunció


el ceño.

—No la toqué. —Ella se había echado encima de él.

—Si tú lo dices.

—Voy a hacer que Karlos tantee nuestros lugares habituales, a ver


si encontramos un interesado.

—Quieres decir un comprador de esclavos. —Las palabras de


Gunner eran bajas y acres—. No me gusta. El Enclave compra y vende
gente. Nosotros no.

—No vendemos a nuestra gente, pero este es un caso en el que ella


quiere volver. Bien podríamos obtener algo por devolverla.

—Eso es acercarse bastante —comentó Gunner.

—Tengo que pensar en el bien del grupo.

—Si preguntas al grupo, la respuesta podría sorprenderte.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sabes que necesitamos suministros. Y los suministros requieren


fondos. No tenemos ninguno. No podemos seguir robando.

—¿Pero estamos tan desesperados que venderíamos a alguien?

—¿Qué crees?

Gunner suspiró.

—Que odio que puedas tener razón. Nos vendrían bien algunas
cosas, y si ella no quiere quedarse, ¿no le estamos haciendo también un
flaco favor? Es bonita. Debería alcanzar un buen precio a pesar de su
edad.

Ahora fue la aceptación de Gunner la que molestó a Axel.

—No es mayor.

—Tal vez para ti. Lo será para otros.

Axel expuso el plan básico.

—Una vez que encontremos un comprador, nos moveremos y nos


reuniremos para hacer un intercambio. Te quiero a ti conmigo. Cam y
Casey también. Llevaremos el carro y las motos. —Rápidos y ligeros,
podían volar donde los camiones más grandes no podían.

—¿Cuándo deberíamos estar listos para ir?

—Un día o dos sería mi opinión. Hay que enviar el mensaje y


esperar una respuesta, entonces Karlos insistirá en un poco de regateo.

—También depende de que las señales cooperen. —Gunner


asintió—. Ya que tenemos unos días, voy a echar un vistazo por los

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

alrededores, a ver si encuentro más señales de los soldados del Enclave


que se mueven a escondidas.

—Si encuentras algunos, no te enfrentes.

—A menos que pueda eliminarlos.

Axel gruñó.

—No seas estúpido. —No era la primera vez que Gunner sugería
atacar preventivamente. En su juventud, Axel entendía totalmente el
impulso. Liberar a la gente. Abrir las cúpulas. Detener los ataques a los
habitantes del Páramo.

Pero las pequeñas bandas itinerantes no podían hacer mella en la


máquina que era la jerarquía del Enclave.

¿O podrían hacerlo? Había oído el rumor de que alguien se


autoproclamaba Rey, ofreciendo una alternativa. Despreciando las leyes
del Enclave para crear sus propias reglas. El problema con este rumor en
particular era que nadie sabía dónde estaba ese supuesto reino.

—No hay nada de malo en eliminar una amenaza. —Gunner aún


no había aprendido del todo la lección de ocultar, no luchar. En una
pelea, alguien siempre perdía.

—Si mueres, no te vengaré.

Gunner sonrió.

—Tendré cuidado. No querría que me echaras de menos.

—La única que te extrañará es Dottie. Es blanda contigo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Dottie era también la segunda persona más vieja que tenían en la


Colina. Ella había encontrado el Refugio de alguna manera. Se quedó
fuera esperando pacientemente, y cuando él salió de su túnel secreto
para ladrarle, Dottie dijo:

—Ya era hora de que salieras.

—¿Quién eres tú? —preguntó él.

—Dottie. Y he venido a vivir a tu feudo.

En ese momento, él se había reído de la palabra incluso mientras


la acompañaba a su nuevo hogar. Dottie tenía una manera de saber las
cosas, y cuando hablaba, la mayoría la escuchaba. También ofrecía un
oído a cualquiera que lo necesitara, sentada en su silla todo el día junto
al calor de las baterías de carga, con sus agujas tintineando mientras
tejía, creando enormes muestras de tejido perlado que luego deshacía
una y otra vez para reutilizar el hilo. ¿Y si alguien le traía un nuevo ovillo?
Lo añadía al final de la hebra que tenía y seguía tejiendo. Solo en
contadas ocasiones hacía algo y lo dejaba libre para regalarlo.

—Todavía estás celoso de que me haya hecho ese gorro. —Una cosa
de lana presentada de la nada después de que Gunner regresara de la
patrulla, con las puntas de las orejas un poco congeladas por una
repentina tormenta ártica.

—Tengo una bufanda entera —presumió Axel. Se la habían dado


no hacía mucho tiempo con la advertencia de que se la llevara siempre
que saliera de Haven porque la necesitaría pronto.

Solo los idiotas ignoraban a Dottie cuando daba consejos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Gunner se marchó, y Axel se abrió paso entre los camiones para


encontrar a Nikki que seguía hablando con Laura, que permanecía rígida
y enfadada junto a la mesa. Al acercarse, captó parte de la discusión.

—...pídele que te quedes. Te concederá asilo.

Ah, mierda. Nikki estaba interfiriendo.

Solo que no tuvo efecto. Laura lo miró directamente y dijo:

—Ella cree que me vas a vender de nuevo al Enclave.

Como se suponía que no le importaba, dijo:

—Sí. Ese es el plan. Hemos enviado mensajes a la Cúpula Incubaii,


al mercado de la ciudad, incluso a la Guardería, para ver cuánto pagarían
por recuperarte.

Nikki siseó:

—Bastardo. No puedes venderla.

Pero Laura parecía aliviada.

—Me gustaría mucho. Gracias.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Siete
Sus cejas se juntaron con rabia. Toda su expresión cambió, su ira
era realmente grande, pero ¿por qué? Laura solo podía suponer que era
su respuesta, porque él no había mostrado ira antes.

No como Nikki. Esa mujer le había dicho las cosas más viles.
Intentando decirle que ser una Madre era horrible. Que implicaba un
abuso que ella no podía imaginar.

Ella se había negado a escuchar. Todo el mundo sabía que las


Madres eran veneradas. O eso les enseñaba la Academia. Sin embargo,
después de las cosas que le había dicho Axel, se preguntaba hasta qué
punto era cierto.

—Ya has oído a la mujer. Quiere volver. —Había burla en las


palabras de Axel, y ella no podía entenderlo. No podía entender por qué
le escocía.

—¿No puedes estar pensando seriamente en entregársela a ellos?


Nadie se merece eso, ni siquiera una imbécil. —Nikki miró fijamente a
Laura, el insulto era evidente.

Laura se puso firme.

—¿Perdón? No tienes derecho a insultarme.

—Cállate, imbécil con el cerebro lavado. No estaba hablando


contigo —dijo Nikki.

—Pero estás hablando de mí —insistió Laura.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Hablando por ti ya que obviamente eres demasiado estúpida para


defenderte —replicó Nikki acaloradamente.

—Solo porque no te haya gustado ser una Madre no significa que


tengas que convencer a otras personas de que no lo sean. Quiero esto —
dijo Laura, anhelando la familiaridad de una cúpula a su alrededor y no
este lugar confuso.

La falta de ventanas la presionaba. ¿Y si los techos se


derrumbaban? ¿Cómo respiraban todos? ¿Cómo era posible que
existieran? Las personas que habitaban este extraño edificio parecían
salvajes. No llevaban el pelo bien atado ni rapado. Sus ropas eran un
surtido variopinto de telas y colores, los estilos tan variados como los
rostros. Gordos y flacos. Jóvenes y viejos. Incluso algunos eran lo
suficientemente jóvenes como para estar en la Guardería. Otros que
deberían haber estado en la Academia. Desviado o merodeador no
importaba. No tenían escuelas. O reglas.

Por un momento, los envidió. Pero luego miró a su casucha, a un


temblor de ser enterrada, con las bocas más asquerosas que jamás haya
conversado y el aire un miasma empañado que la hacía añorar el aire
reciclado de una cúpula. Echaba de menos el orden de la Guardería.

—Yo digo que si Laura quiere volver, que lo haga. Está avisada. —
Axel no trató de convencerla.

En absoluto.

Le molestó más de lo que debería.

Los labios carnosos de Nikki se torcieron. Incluso totalmente


molesta, seguía siendo hermosa. Y feroz.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Ella no me cree.

—Lo cual es su elección.

Ahí estaba de nuevo, esa sugerencia de que ella tenía una opción.
¿La tenía? ¿Qué opciones tenía realmente en la Guardería?
Probablemente no sería diferente en otra cúpula.

¿Por qué iba a querer elegir algo?

Nikki frunció el ceño con los brazos cruzados sobre una blusa azul
brillante, de cuello bajo en la parte delantera, atada a la cintura. Llevaba
unos pantalones que se amoldaban a su forma y no hacían nada por
ocultar las vainas que envolvían sus muslos. Pistola, cuchillo, navaja. La
empuñadura de otra hoja asomaba por su bota. Incluso sus antebrazos
tenían dagas atadas a ellos. Un duro recordatorio de que vivían en el tipo
de mundo que necesitaba que ella fuera fuertemente armada.

—He terminado. —Nikki levantó las manos y fue a alejarse, pero


Axel la detuvo.

—Necesito que cuides a nuestra invitada un rato mientras me


encargo de algunas cosas.

—Tienes que estar bromeando. —Los labios de Nikki se arrugaron


en una mueca de fastidio—. No tengo tiempo para hacer de niñera de una
perra tonta. —Se alejó.

—No creo que le guste —murmuró Laura.

—Le gusta muy poca gente —admitió él.

—¡Axel! —le gritó alguien.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Él desvió la mirada, su perfil era mucho más grande y robusto que


el de cualquiera que ella hubiera conocido. Seguía captando su mirada.

—¿Qué?

—Necesitamos que mires algo.

—Claro que sí. —El refunfuño era cansino pero bondadoso—.


Tengo que ocuparme de cosas. Pero no puedo tenerte vagando. —Cogió
una madeja de cuerda cercana.

—No me ates. —Laura se llevó las manos a la espalda—. No voy a


ir a ninguna parte.

—Dices eso ahora, pero lo siguiente que sé es que estás robando


una pistola y matando gente.

Ella parpadeó.

—Eso es algo inquietante, y te aseguro que nunca se me habría


ocurrido.

—Que es lo que diría una espía.

—¿Yo, una espía?

—¿Lo eres? Vera está convencida de que eres un agente del


Enclave.

—Eso es absurdo.

Sus labios contenían un atisbo de sonrisa cuando dijo:

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Más o menos lo que yo pensaba también. Pero, por si acaso, no


podemos permitir que te escapes y que divulgues nuestros secretos,
¿verdad? —Extendió una mano y esperó.

Se le ocurrió luchar. Hacer lo que él decía y agarrar un arma para


luego escapar. ¿A dónde? Axel no le permitiría llegar lejos. Si le hacía
enfadar, podría hacer algo peor que dejarla atada en el comedor. Al
menos, si se quedaba aquí, podría tener la oportunidad de aprender
algunas cosas. Laura extendió las muñecas.

Solo tardó un momento en sujetar una de sus manos y luego pasó


una larga cuerda a la mesa. No se fue de inmediato. Miró a todas partes
menos a ella.

—Deberías escuchar a Nikki. El Enclave no es amable con todos


sus ciudadanos.

—Lo es con los que obedecen. —Sigue las reglas y no habrá sollozos
de piedad.

—¿Siempre eres obediente? —preguntó él.

Ella lo miró. Se lo pensó antes de decir lentamente:

—Ahora lo soy.

—Tengo que preguntarme cuánto de rebelde hay todavía ahí. —La


miró, una evaluación constante que terminó con un guiño antes de
marcharse.

Dejándola sola.

En un campamento de Ratas. Un término con el que no se sentía


cómoda. Llamarles Ratas desde la ignorancia de la cúpula era una cosa.

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Entre los habitantes del Páramo, se dio cuenta de que eran personas,
igual que los que vivían dentro de la cúpula.

Lo más fascinante era lo individuales que parecían todos. No eran


solo sus rostros y tipos de cuerpo los que los diferenciaban. Los cabellos
iban de cortos a largos, algunos eran intrincados y de colores fantásticos,
nadie tenía el mismo estilo de peinado. Las ropas iban desde pantalones
y camisas hasta túnicas, con mezclas de colores, patrones, no había
uniformidad, no había rima ni razón aquí. La piel variaba en tonos y a
menudo lucía complejos tatuajes.

¿Era esto parte de la elección de la que hablaba Axel?

Miró su vestido. El blanco empezaba a mostrar desgaste. En las


cúpulas, la vestimenta estaba regulada. Las sawrs, por ejemplo, todas
tenían los pantalones grises sueltos, casi como una falda, pero divididos
por la mitad. Las blusas sueltas con una túnica de varios bolsillos por
encima. Una gorra les sujetaba el pelo recogido.

Había oído que el propio Enclave, el escalón más alto de su


sociedad, vestía de verde.

Las Madres vestían de blanco, como ella ahora. La hacía destacar,


un faro de luz en este lugar de color caótico.

Algunos no le prestaron atención. Otros se reían detrás de sus


manos o le dirigían miradas de compasión.

Esos eran los que más quemaban. No era a ella a quien había que
compadecer. Deberían hacerlo ellos, por no poder vivir en las cúpulas,
donde era seguro y limpio, estricto y anodino. En un aspecto, los

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Serie Futuro desviado 01
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habitantes de los páramos lo tenían mejor. Nunca recordaba haber


comido una comida con una textura o un sabor tan interesantes.

Aunque había oído rumores de que en las ciudades se servían


festines. Incluso había visto imágenes imposibles de mesas muy
cargadas. Obviamente, algún tipo de fantasía. Por otra parte... echó una
mirada por encima del hombro a las cubas vacías, ahora limpias, a la
espera de la siguiente comida. ¿Estaba mal preguntarse qué sería?

Axel, el rudo líder que se había declarado su captor, se había


marchado y, a pesar de estar vigilando, no lo vio. Pero sí vio muchas
cosas que no tenían sentido.

Hombres y mujeres conversando, incluso tocándose sin ninguna


reprimenda. Niños corriendo, persiguiéndose. Incluso una extraña bestia
peluda que se acercó a ella, moviendo su larga cola sinuosamente antes
de asustarse y salir corriendo.

En la Guardería no había animales, aunque ella había oído que a


veces se los cosechaba por su carne. ¿Esa cosa peluda era para comer?
No parecía lo suficientemente grande como para alimentar a muchos. Tal
vez tenía que crecer.

—Ece es Fwuffy —ceceó una voz joven.

Laura se volvió para ver a un niño pequeño a su lado. Una niña,


apostaría, de rasgos finos, con el pelo recogido en una trenza y agarrando
un bulto de tela.

—¿Qué es un Fluffy? —preguntó Laura.

—Un gato.

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Eve Langlais Polvo tóxico

La palabra no significaba nada. En la Academia no se enseñaba


mucho sobre animales, ya que no pertenecía a las cúpulas que les
asignarían.

—¿Para qué sirve?

A la niña le pareció divertida la pregunta porque soltó una risita


mientras se subía al banco junto a Laura.

—Pada quededle —dijo con la mayor despreocupación posible.

—Lo siento. ¿Qué?

—Creo que la pequeña señorita Kylie quiere decir que quiere a


Fluffy. Porque ese gato, aunque originalmente fue traído aquí para
perseguir a las ratas, se encariñó con este curioso retoño. —La voz
profunda le produjo un escalofrío, y no necesitó mirar para saber a quién
pertenecía.

Kylie sonrió a Axel.

—Mamá dice que Fluffy me quiede. Barre conmigo y ronronea. Igual


que los perros grandes quieden a Axel.

El discurso ceceado no tenía sentido, y la nariz de Laura se arrugó.

—¿Los grandes qué?

Axel le dedicó a la niña una sonrisa indulgente.

—Seguro que Fluffy tiene hambre. Ve y dile a Benny que he dicho


que te dé un poco de crema para alimentarla.

La cara de Kylie se iluminó más que cualquier sol.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Ooh. Ella me quedrá más. —La niña salió corriendo, dejando el


bulto de tela detrás.

Algo en él le pareció extraño a Laura, y lo cogió con la mano que no


estaba atada. Frunció el ceño ante los rasgos cosidos. El pelo de hilo.

—La han hecho para que parezca una persona.

—La mayoría de las muñecas lo hacen.

—Una muñeca. —Ella rodó la palabra desconocida—. ¿Para qué


sirve?

—Para divertirse, para reconfortarse. Para lo que sirve todo juguete.

—No hay juguetes en la Guardería. Solo lecciones y trabajo.

—Parece una infancia muy aburrida. —No se podía confundir la


lástima en sus ojos.

Kylie eligió ese momento para volver a estirar los dedos regordetes.

—¡Me olvidé de Polly! —Que era la muñeca. Abrazando el juguete


contra su pecho, Kylie volvió a corretear.

Mirando hacia otro lado, comentó:

—¿Robas niños a menudo?

—¿Perdón?

—He visto varios por ahí. ¿Los has robado de camino a la


Guardería? —Porque nunca había oído hablar de la desaparición de
ningún niño durante el tiempo que sirvió.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No hemos robado ninguno. —Una pizca de indignación en la


réplica—. Están aquí con sus padres. Como la madre y el padre. Los que
los hicieron.

Tuvo la sensación de que se burlaba de nuevo de ella.

—Los bebés no los hacen las personas. Son crecidos.

Por alguna razón la burla en su sonrisa se amplió.

—Crecidos. ¿Es eso lo que crees en serio?

—En la Academia nos enseñaron sobre los óvulos que se fecundan


y luego crecen en fluidos germinativos.

—Puede que sea así como se hace en las cúpulas, pero en los
Páramos tenemos bebés como lo hacían nuestros antepasados. Follando
y quedándose embarazadas.

La primera parte era vulgar, pero la segunda...

—¿Embarazadas? —Su nariz se arrugó.

—Como si la semilla del hombre se metiera dentro de la mujer,


hinchando su vientre con el niño que crece hasta que nace.

—Blasfemia —murmuró ella, aun cuando recordaba las


habladurías sobre la sawr a la que le gustaba escabullirse y hacer cosas
obscenas. Su vientre se había hinchado justo antes de que la despidieran.

—Te aseguro que es muy cierto. Tal vez tengas suerte y Sally
reviente la suya mientras tú estás con ella y puedas mirar.

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Completamente imposible, por supuesto. Ella había visto el tamaño


de los bebés. Es imposible que salieran de una mujer sin matarla.

—¿Cuánto tiempo debo permanecer aquí? —preguntó.

—El tiempo que sea necesario para obtener una respuesta a


nuestra oferta.

La oferta era la propia Laura. Nikki se había sentido muy ofendida


por la idea de intercambiarla con el Enclave. Sin embargo, Laura podría
haber sollozado de alivio cuando se enteró de que estaría aquí solo
temporalmente.

Una mujer se acercó, delgada y con el pelo negro que colgaba en


un brillo liso casi hasta la cintura. Su piel era de un bronceado oscuro
comparado con el de Laura, sus cejas gruesas y sus labios carnosos. Una
mujer hermosa.

—¿Qué pasa, Zara?

—Tenemos noticias.

—¿De? —preguntó.

La mirada de Zara se deslizó hacia Laura y luego hacia otro lado.

—De eso que me preguntaste.

Se levantó bruscamente.

—¿Esto es sobre mí? ¿Recibiste una respuesta sobre mi compra?


—preguntó Laura.

Él no respondió. Ni una sola vez miró hacia atrás.

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Sin embargo, Laura se encontró mirando fijamente mucho después


de que él se hubiera ido. Es curioso que él fuera el único que le aceleraba
el pulso. El único que la ponía nerviosa. Se frotó la sien palpitante y
frunció el ceño. El pulso se encendía y se apagaba.

El médico debió de enterarse de que se lo tocaba porque se acercó


a comprobarlo. A la luz del día, lo observó con más atención, y se dio
cuenta de que el tercer brazo que sobresalía de sus costillas solo tenía
tres gruesos dedos. Solo los utilizaba para tocar su hematoma. Todo lo
demás lo hacía con sus dos manos normales.

Oliander no era la única rareza del lugar. Ojos que brillaban. Orejas
más puntiagudas. Incluso alguien con una cola. Desviados por todas
partes. Pero, al mismo tiempo, mucho menos monstruoso de lo esperado.

Mientras el médico la examinaba, le hacía preguntas.

—¿Te han dado alguna droga en la Guardería recientemente?

Ella negó con la cabeza.

—¿Y vitaminas?

Más negativas.

—Tampoco agujas —dijo más musitado.

—Sí me hicieron tomar una bebida especial —ofreció ella.

—¿Tenía un sabor extraño? ¿Cuándo la bebiste?

—¿Qué importa?

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—No es nada. No te preocupes por ello —respondió el médico con


brusquedad—. Parece que estás bien, solo que probablemente estés
deshidratada todavía. Bebe mucho.

—¿Cómo puedo estar segura de que la fuente no está


contaminada? —preguntó ella. Esta mañana había estado demasiado
hambrienta y desorientada como para cuestionar la comida y la bebida.
Pero ahora se preguntaba si no se habría contaminado ella misma.

—Ya te dije que no se puede contagiar el gen Desviado —comentó


mientras guardaba sus cosas en una bolsa—. O naces con él, o no.

—No estaba insinuando...

Se detuvo y la miró con severidad.

—Sí, lo hacías. Temes convertirte en alguien como yo. O como uno


de los otros. —Barrió el tercer brazo como si quisiera llamar la atención
sobre él—. Sin embargo, ¿quién decide lo que es normal o no? Tal vez
antes de la Caída hubiéramos sido considerados inaceptables.
Eliminados de la existencia. Pero el mundo ha cambiado. El gen Desviado
es el que asegura que cambiemos con él.

El reproche le dolió, pero también le hizo preguntarse.

—Si ser Desviado ocurre desde el nacimiento, entonces ¿por qué


he oído hablar de adultos que se contagian?

—Según algunos científicos, todo el mundo tiene el llamado gen


Desviado. Pero no todos pueden activarlo.

—¡Blasfemia!

—¿Lo es? ¿Cómo lo sabes con seguridad?

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Serie Futuro desviado 01
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Las palabras se le quedaron grabadas mucho después de que él se


fuera. No pudo evitar pensar en Horatio, en cómo la había empujado sin
manos. El monstruo que había conjurado.

¿Real o imaginario? ¿Su extraña magia lo convertía en un


Desviado? Seguramente la Guardería, con todas sus pruebas, lo habría
sabido.

—Una cara tan seria. Por otra parte, puedo ver por qué podrías
parecer triste. Toda atada y sin ningún sitio al que ir. —La afirmación
desenfadada procedía de un hombre alto, con el pelo oscuro rapado y
rasgos robustos y atractivos. Se sentó junto a ella y le tendió la mano—.
Esta mañana no nos han presentado bien. Me llamo Gunner.

¿Esperaba que ella la estrechara?

—Lo sé. —Ella mantuvo las manos en su regazo.

—Y tú eres Laura. Bonito nombre para una mujer bonita.

¿Coqueteó? Ella sintió que su expresión se tensaba.

—¿Qué quieres?

—Conocerte. Apenas tuvimos oportunidad de charlar cuando nos


conocimos antes. Háblame de ti, Laura.

En lugar de responder, ella apretó los labios.

—¿Cuáles son tus aficiones? ¿Sales con alguien? ¿Cuál es la última


película que has visto?

Las preguntas sin sentido la hicieron sacudir la cabeza.

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—¿Por qué me preguntas esas cosas? Todas ellas están prohibidas.

—¿En serio? —exclamó—. Pensé que era una broma. Quiero decir
que se oyen historias de que las cúpulas satélites tratan a la gente como
esclavos, pero maldita sea.

—No somos esclavos —dijo ella con los labios rígidos.

—Si tú lo dices. Soy Gunner, como sabes. El tipo más guapo de los
alrededores. El más agradable, también.

—Ja, ya quisieras —gritó alguien.

—¡Agradable con todos menos contigo, Casey! —Sonrió—. Ella


realmente me quiere. Todo el mundo lo hace.

—¿Me ayudarás a volver a la cúpula?

—¿Quieres irte?

Ella asintió.

—¿Por qué? —La miró fijamente.

—Porque la única seguridad está dentro de una cúpula.

—No, no lo está. Las cúpulas se caen todo el tiempo. Las tormentas


son las principales culpables. A veces es la propia tierra la que decide
retirarla. Pero en muchos casos, es la falta de prosperidad. La gente no
se desenvuelve bien en un ecosistema forzado. Cuando no es la comida
la que se acaba, es la enfermedad la que arrasa.

Frunció el ceño.

—Eso no es cierto.

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Serie Futuro desviado 01
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—¿Cómo lo sabes? Por lo que he oído, no sabes mucho.

El insulto picó.

—Sé lo suficiente.

—Si eres una espía, estás exagerando.

—No soy una espía —resopló.

—Más vale que no, porque no tenemos ninguna simpatía por ellos.
—Su mirada pasó de agradable a fría. ¿Todos en este lugar eran asesinos?

Podría haber dicho más, pero una voz familiar bramó:

—¡Gunner! Deja a la prisionera en paz y ven a echarme una mano.

Miró para ver a Axel mirando en su dirección. Podía sentir su ira.


Deseó tener el valor de hacerle un gesto grosero.

Gunner no parecía afectado en absoluto. Sonrió.

—Supongo que será mejor que vaya a hacer feliz al jefe. Hasta
luego.

El hombre se fue antes de que ella pudiera responder. Axel siguió


mirando fijamente hasta que Gunner llegó hasta él. Solo entonces se giró
y le dio la espalda.

—No tiene ningún punto débil, si es por eso que estás mirando.

El tono femenino la hizo girar en el asiento para ver a la mujer que


la había abordado la noche anterior.

—¡Tú!

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—Sí, yo. —La mujer de piel oscura le guiñó un ojo—. ¿Me echas de
menos?

—Me atacaste.

—Porque estabas gritando.

—¿Qué otra cosa debería haber hecho?

—Dímelo tú. Espía. —Escupió la acusación.

Laura miró a la mujer y su ceño fruncido... y se rió.

—No sé por qué te divierte tanto.

—La idea de que soy una espía es ridícula —dijo Laura.

—La verdad es que no. ¿Cómo es que estabas escondida en el


camión?

—No me estaba escondiendo. La Guardería me colocó allí para


transportarme.

—Ese no es un camión de pasajeros propiamente dicho. Te sacaban


de contrabando. ¿Por qué? —La mujer la martilleó.

—No lo sé. Me dijeron que me iba. No tuve elección. —Las palabras


se le escaparon de la boca y se quedó helada.

Elección. No había tenido ninguna cuando se trataba de dejar el


lugar que llamaba hogar.

—Debe haber una razón por la que te eligieron. Eres mayor.

—Eso es lo que he oído —murmuró ella.

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—¿Tienes magia? —preguntó la mujer.

Lo absurdo de la pregunta provocó una risa.

—La magia no es real. —Incluso cuando el concepto de la magia se


extendía por los dormitorios, junto con las historias de dragones y los
cuentos de la ciudad del fin del mundo donde residía un Rey.

—¡Vera! Trae tu culo aquí —gritó la todavía enfadada Nikki, con las
manos en las caderas.

—¡Ya voy! —gritó Vera—. Mi Nikki es una moza celosa. Tengo que
ir. Pero no creas que no te vamos a vigilar. Espía.

La sola idea mantuvo a Laura entretenida hasta el almuerzo.


Alguien le sirvió, y aunque no pudo decir lo que comió, todo resultó
delicioso. Pasó la tarde observando el bullicio a su alrededor. Nadie se
sentó a charlar con ella durante mucho tiempo, aparte de Kylie, a la que
en un momento dado fue a buscar Sally, la mujer que supuestamente se
había hinchado con un bebé dentro.

Dado su tamaño, parecía más bien que iba a reventar. Lo que hizo
que Laura se preguntara por qué cualquier mujer aceptaría. ¿Era mortal
la forma antigua de crear un bebé? Eso explicaría por qué pasaron a
cultivarlos en cubas.

Al menos Nikki se acordó de ir a buscarla y llevarla a un retrete


unas cuantas veces. Ofrecía más privacidad que el de su dormitorio.
Incluso tenía agua gris corriente para tirar de la cadena, lo que la
sorprendió.

—¿Desperdiciáis el agua? —había preguntado.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Nikki levantó un hombro.

—Tenemos más de la que necesitamos, así que ¿por qué no?

La idea de no racionar el agua sonaba totalmente radical.

La cena no decepcionó, con un sabroso y salado trozo de carne y


algo llamado puré de patatas con salsa. Le produjo un gemido de alegría.
El postre, algo espumoso y dulce, la hizo tan feliz que podría haber
llorado.

Otra pausa en la intimidad y Laura notó un silencio en el interior


del búnker oculto. La gente se instaló para pasar la noche y ella escuchó
los acordes de la música. Cerró los ojos y la absorbió. La Guardería solo
permitía unas pocas canciones y todas ellas alababan su tarea de criar a
la siguiente generación y obedecer. Difícilmente algo que alguien cantaría
para divertirse.

Cuando Axel regresó, ella estaba desplomada sobre la mesa, con la


cabeza apoyada en el brazo. No dijo nada mientras desataba la cuerda
que la ataba. Solo cuando liberó su muñeca, que ella masajeó
inmediatamente, murmuró:

—Vamos. Hora de dormir.

Eso sonó maravilloso. Ella se tambaleó tras él, cansada y sin


fuerzas. Ansiaba un poco de tranquilidad y un lugar más cómodo para
sentarse que el largo y duro banco.

Cuando llegaron a la habitación de Axel, éste no dijo nada mientras


se desvestía, dejándose los pantalones pero desabrochando la parte
superior. Su pecho estaba completamente desnudo esta noche.

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Ella mantuvo la mirada perdida. Nerviosa, soltó lo primero que se


le ocurrió.

—Hay mucha gente aquí.

—Unos cuantos.

—¿Cómo?

—¿Cómo han llegado a vivir aquí? ¿O querías preguntar por qué


algunos de ellos abandonaron tus preciosas cúpulas? —dijo él—. La
desesperación los envía lejos. La suerte los lleva a la seguridad.

—No te creo. Los ciudadanos no abandonan voluntariamente las


cúpulas.

—La gente las abandona mucho más de lo que tú sabes.

Ella enhebró sus dedos.

—Lo que dices es lo contrario de todo lo que me han enseñado. —


¿Pero le habían enseñado la verdad?

—No me creas. Habla con algunas personas. Pregunta a los


anteriores habitantes de la cúpula por qué se fueron. Mira si sus historias
resuenan de alguna manera.

¿Oírles reforzar la emoción que ella intentaba mantener


embotellada? ¿La urgencia de salir?

—No quiero quedarme aquí. Quiero volver a una cúpula. —Lo dijo
como para reafirmar su elección.

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—Soy muy consciente de lo que quieres. Y estamos trabajando en


ello.

Se echó hacia atrás, con el brazo metido bajo la cabeza, llamando


la atención sobre ese torso tan desnudo.

Se dio la vuelta, sin ver nada por las ventanas, solo el mínimo
reflejo de sí misma.

—¿Este lugar es el único de su clase?

—¿Te refieres a las únicas Ratas en el Páramo? —resopló—. Hay


más de las que te puedes imaginar.

—¿Y quién os gobierna?

—Nos gobernamos a nosotros mismos.

—¿No hay Rey ni Reina? —preguntó ella.

Sus labios se tensaron.

—¿En serio me estás interrogando para obtener información?

—No. Solo trato de entender. —Porque nada tenía sentido—. ¿Qué


son los perros?

—¿Por qué lo preguntas?

—Kylie dijo que tenías algunos. ¿Qué son?

—Nada que debas saber. Si vienes a la cama, entonces es posible


que quieras moverte. Voy a apagar la luz. —Se tumbó a gusto en el
colchón, y ella pudo ver lo pequeño que era. Sabía que probablemente
acabaría pegada a él de nuevo si se unía.

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Sonaba delicioso.

También estaba muy mal.

En lugar de eso, cogió la camisa que él había desechado y la utilizó


como almohada liada bajo su cabeza antes de tumbarse en el suelo.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó en voz baja.

—Me voy a dormir.

—¿En el suelo?

—No es apropiado compartir la cama.

—Te aseguro que tu virtud no será atacada.

—Estoy perfectamente bien aquí abajo.

Lo cual era una mentira. Ella dio vueltas y vueltas. Lo suficiente


como para que él refunfuñara:

—Deja de ser terca y trae tu culo aquí ahora mismo.

—Estoy bien.

—Laura. No me hagas salir de esta cama. —Las palabras fueron


gruñidas.

Ella se mantuvo quieta.

Él se acercó a ella en la oscuridad, la cogió en brazos y


prácticamente la arrojó sobre la cama.

—Duérmete.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Ella se acurrucó junto a la pared, muy consciente de él mientras


se acostaba a su lado. No se movió en absoluto mientras su respiración
se estabilizaba. Finalmente se unió a él en el sueño.

Luego se despertó brevemente y se encontró acunada contra él, con


la mano de él acariciando su pelo. La calidez de la mano de él la arrulló
de nuevo en el sueño.

Cuando por fin se sintió lo suficientemente descansada como para


abrir los ojos, él se había ido.

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Capítulo Ocho
Al despertarse, Axel se dio cuenta inmediatamente de que la mujer
estaba extendida sobre él, con la mejilla pegada a su pecho y la pierna
echada sobre la suya. Su brazo la rodeaba, apoyado en la parte inferior
de su caja torácica. Sería fácil darle la vuelta y despertarla con un beso.

O algo más fuerte.

La sola idea lo asustó y se apartó, congelándose cuando ella


murmuró en sueños. Ella no se despertó, y él cogió su ropa antes de huir.

No, no huyó. Solo empezó el día temprano, notando que el zumbido


que sentía alrededor de ella se disipaba a medida que avanzaba.

Comenzó con una ducha fría. Luego un desayuno frío, donde


dispuso que le entregaran uno caliente a Laura.

También envió órdenes a Nikki para que la vigilara, la llevara a


orinar, y tal vez la llevara a dar un paseo por el Refugio. Ese arreglo duró
menos de la mitad de la mañana. Cuando Axel se enteró de que Nikki
había atado a Laura a la mesa, afirmando que hacer de niñera de una
idiota estaba por debajo de ella, fue a ver cómo estaba, solo para
encontrarla mirando con horror algo.

No le costó mucho darse cuenta de que miraba el vientre


embarazado de Sally. Cuando se acercó, Laura murmuró:

—¿Cómo no se abre?

—Porque las mujeres llevan haciéndolo desde los albores de


nuestra existencia —dijo él.

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Laura le lanzó una mirada y se mordió el labio.

—¿Explotar? Es una maravilla que sigamos existiendo.

Él se rió.

—Nadie explota. —Le hizo una señal a Sally. Pronto tendrían un


cuerpo más que necesitaría una cama. Necesitaba más espacio.

—¿Qué pasa, jefe? —preguntó Sally con una sonrisa mientras se


acercaba—. ¿Está Kylie aquí molestando a Laura otra vez?

—Oh, no me importa. Es divertido charlar con ella —le aseguró


Laura.

Axel le señaló la barriga.

—Laura nunca había visto a alguien embarazada. Cree que vas a


explotar.

Sally se rió.

—A veces yo también creo que voy a hacerlo.

Eso no tranquilizó a Laura. Sus ojos se abrieron de par en par.

—Lo dice en sentido figurado —tranquilizó.

—¿Cómo sale? —preguntó Laura.

Sally soltó una risita.

—El bebé sale por el único agujero lo suficientemente grande.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No tenemos un agujero lo suficientemente grande. —Laura


sacudió la cabeza—. A no ser que tengas como una docena de bebés
pequeños ahí dentro.

—Solo uno. Y sale por aquí. —Sally señaló su ingle.

Si cabe, Laura se puso aún más blanca.

—Imposible.

—Se estira.

Laura se atragantó.

Axel intentó no reírse, mientras que Sally negó con la cabeza.

—Siempre pasa lo mismo la primera vez que les enseñas.

Laura negó con la cabeza.

—Estás mintiendo. No hay ningún bebé ahí dentro. Te estás


burlando de mí.

—Estás siendo deliberadamente obtusa. —Axel atrapó su mano y


la colocó sobre el vientre de Sally, que se había convertido en el vientre
público del Refugio. A todo el mundo le gustaba tocar el símbolo de la
vida que representaba.

Tomándoselo con deportividad, a Sally no le importaba. Incluso


animaba a los que estaban de mal humor a apretar la palma de la mano
contra ella. Al bebé le gustaba moverse, la señal visible una sacudida de
esperanza mágica.

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Eve Langlais Polvo tóxico

La expresión de Laura era terca. Sus cejas se fruncían con fastidio.


Sus labios se fruncieron. Sus ojos se entrecerraron. Entonces lo sintió.
Su mano se sacudió cuando el bebé dio una patada.

—Está vivo —murmuró.

El bebé volvió a rodar.

Laura tragó con fuerza.

—Hay algo vivo en su estómago.

Sally puso las manos sobre su vientre.

—Un bebé. Un hermanito o hermanita para Kylie.

—¿Kylie salió de ahí? —La mirada de Laura pasó del vientre a la


cara de Sally.

—Después de casi un día entero de parto. —La nariz de Sally se


arrugó—. Pero me recuperé rápido y fue un buen bebé.

Laura se quedó callada una vez que retiró la mano. Incluso


pensativa. Abrió la boca para hablarle y la cerró de golpe. Dejó que ella
resolviera las cosas por sí misma. No era de su incumbencia. Dado que
Nikki había desaparecido, dispuso que Laura pasara tiempo con Dottie.

Todo lo que pudiera para no estar cerca de ella.

Ya era bastante malo que pasara la noche anterior maltratándolo


de nuevo. Su propia culpa. Debería haberla dejado en el suelo. Sin
embargo, acostado en esa cama, no podía evitar pensar en ella en ese
suelo frío y duro. Oyó cómo se movía y se retorcía. Se dijo a sí mismo que

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

la necesitaba en buenas condiciones para una eventual venta. Incluso se


creyó parcialmente su propia mentira.

Pasó el día ocupándose de la mierda del Refugio entre la


preocupación por otro informe de un grupo del Enclave que exploraba
demasiado cerca de los campos de jorobas... lo que habían empezado a
llamar las colinas de los alrededores. Los edificios ocultos estaban
abandonados y cubiertos de maleza desde hacía tiempo. Los habían
explorado casi todos con la esperanza de encontrar uno que pudieran
utilizar para expandirse.

Ninguno de ellos resultó viable.

Incluso el Refugio Colina se estaba enfrentando a retos debido a los


cambios en el entorno. Hace unas semanas, tuvieron su primer
encuentro con la niebla, una extraña niebla que surgía del suelo al azar.
Podía ocurrir a plena luz del día. Por la mañana. Por la noche. Duraba de
unos minutos a un par de horas. No les hacía daño con su contacto, y
sin embargo no se permitía a nadie salir al exterior cuando llegaban las
nieblas. Habían tenido tres experimentados del Páramo que
desaparecieron en ella y nunca regresaron, incluyendo a Titan. A Axel le
gustaba pensar que su dañado amigo había ido en una misión para
encontrarles un nuevo hogar. Pero a veces se temía lo peor.

La niebla añadía otra capa de peligro y la razón por la que debían


cambiar de casa.

¿Pero dónde? Todas las ruinas utilizables ya estaban reclamadas.


Dejándolo con la opción de intentar construir o tomar un lugar de alguien
más. Si las historias sobre un reino libre fueran ciertas.

Era tarde cuando Karlos volvió con noticias para él.

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—Conseguí un contacto. —Lo que significaba que había viajado lo


suficientemente lejos como para encontrar una señal que funcionara y
luego pasó por una serie de relés para anunciar lo que el Refugio tenía a
la venta y lo que querían a cambio—. El Enclave está muy interesado en
recuperarla.

—¿Por qué?

—Todavía no he podido descubrir por qué. Sí sé que hubo un


incidente con Laura. La decisión de trasladarla se produjo en cuarenta y
ocho horas.

Axel silbó.

—Lo que implica que ella hizo algo que les llamó la atención. Lo
que me recuerda. —Buscó en su bolsillo—. Encontré esto en el camión.

—¿Ahora me pasas el papeleo?

—Me olvidé.

—Seguro que sí —murmuró Karlos. Cogió la misiva y la leyó, miró


a Axel y luego la nota de nuevo—. No creo que tenga nada que ver con
ella.

Axel quiso preguntar qué decía, sobre todo porque Karlos sabía que
él no sabía leer. Pero no ofrecerse era la forma pasivo-agresiva de Karlos
de intentar convencer a Axel de que tomara clases. Como un niño. No
tenía tiempo para eso.

—Sin embargo, he pensado que deberías tenerlo, por si acaso —se


tiró un farol. Volvió a desviar la conversación hacia el trato—. ¿Cuánto
vale?

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Karlos arqueó una ceja.

—Eso es frío incluso para ti. Ella es una persona.

—Que no quiere estar aquí. Pregúntale tú mismo. Está deseando


volver a una cúpula. Lo que significa que estoy más que feliz de
cambiarla. Considerando que lo único que obtuvimos de la redada fue el
camión, espero que ella valga una pequeña fortuna.

—¿Cómo puede querer volver? —Karlos hizo una mueca.

—No todos ven el Enclave como una prisión.

—¿Ha hablado Nikki con ella?

—Sí. No ha hecho ninguna diferencia. —No mencionó que, aunque


lo hiciera, podría hacer el intercambio. Mantener a Laura no llevaría más
que a problemas. Para él.

Todavía no podía creer que le hubiera dado a Gunner una


reprimenda por hablar con la mujer. Cuando gruñó: “Aléjate de ella”,
¿qué había gruñido su segundo?

“Tal vez deberías orinar sobre ella para que todos sepan que la has
reclamado”.

Como si alguien pudiera pensar que quería a Laura.

—Ella es extremadamente valiosa. —Karlos señaló una hoja de


papel que sacó de una bandeja, grabada con líneas y puntos.

Axel no se molestó en intentar leerlo.

—Dame lo esencial.

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—Mucho más de lo esperado. Lo que me lleva a pensar que es una


mujer tardía.

—¿Y? ¿Por qué eso la convierte de repente en una persona muy


solicitada? —exigió Axel—. Es demasiado mayor para ser muy útil como
Madre.

—Todavía está dentro del rango de edad aceptable para cosechar


óvulos.

Podría haberse estremecido ante la palabra cosecha. Había algo


inherentemente frío en ella.

—Así que de repente piensan que tiene óvulos especiales. ¿Cuánto


están dispuestos a pagar para recuperarlos?

—Una batería gemminar.

Axel no dijo nada por un momento mientras el precio se asentaba.

—¿Completamente cargada?

Karlos asintió.

—Joder —silbó Axel—. Podríamos alimentar Haven durante tres o


cuatro años con una de esas. —En lugar de tener que buscar baterías de
repuesto que se estropeaban constantemente. O buscar combustible
para un generador humeante cuando las baterías fallaran. Una
gemminar proporcionaría una fuente de energía estable y no emitiría
emisiones que ahogaran el aire.

—Supongo que estamos interesados en hacer el trato.

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—Por supuesto. ¿Cuándo quieren a la mujer? —Axel luchó contra


la amargura que dejaban las palabras.

—Tan pronto como sea posible.

—¿Qué tal el Valle al atardecer dentro de tres días? —sugirió Axel—


. Saldré a primera hora de la mañana, así que haz los arreglos con tu
comprador.

—Solo os llevará dos llegar hasta allí, incluso dando marcha atrás.

—Iba a ir por la ruta escénica. —Con las patrullas del Enclave


rondando por los alrededores, tendría que ser más precavido.

—¿Estás seguro de que quieres hacer esto? —preguntó Karlos.

—Sí. —Se endureció contra cualquier otra emoción.

Laura no significaba nada para él.

Nada.

Cuando se disponía a ir a la cama, fue sorprendido por Vera, que


había cancelado su misión en el bosque porque Nikki se había asustado.
Otra conversación que hubiera preferido evitar.

—Necesito hablar contigo —dijo Vera.

—¿Sobre qué?

—Nikki. —Entonces Vera dijo sin rodeos—: No puedes vender a


Laura al Enclave.

—Es lo que ella quiere. —¿Cuántas veces tendría que decirlo antes
de aceptarlo?

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—Esa mujer no tiene idea de lo que quiere. Le han lavado el cerebro


toda su vida.

—Lo han hecho, ¿y qué? Ha tenido unos días para ver cómo es la
libertad. Sigue insistiendo en que quiere irse. Tienes que recordar que no
todos odian vivir en las cúpulas.

—Porque ella no entiende lo que va a pasar. Cree que Nikki está


mintiendo.

—¿Nikki le ha explicado realmente lo que le ocurrió dentro de la


Cúpula Incubaii? —Cuando rescató a Nikki, sus túnicas blancas estaban
manchadas de sangre. Sus manos, también.

—Esa maldita idiota con el cerebro lavado no tiene ni idea de lo que


significa una violación. Dice que nadie se atrevería a fornicar a otra
persona.

—¿Seguro que ha oído hablar de ello?

Vera negó con la cabeza.

—Si no lo supiera mejor, diría que la mujer es virgen y no tiene ni


la más simple idea de lo que es el sexo.

Al oír eso, resopló.

—Tiene que conocer la mecánica.

Cualquier otra cosa era... ridícula, y sin embargo, había visto de


primera mano el lavado de cerebro. La convicción de los verdaderos
seguidores que ignoraban cualquier evidencia que no se ajustara a sus
estrechas reglas. El hecho de que Laura utilizara la palabra fornicación
no significaba que entendiera el acto que había detrás.

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—¿Le has preguntado qué cree que supondrá su nuevo trabajo? —


Axel se apoyó en una pila de neumáticos, con el cuerpo cansado por el
esfuerzo realizado, sabiendo dónde tenía que dormir esta noche.

—Solo tiene una vaga idea. Según ella, las Madres ayudan a crear
bebés. No tiene ni idea de cómo. Sin embargo, le parece muy bien que
extraigan sus óvulos para hacer crecer a los bebés en tanques de
gestación.

—Así es como se crean la mayoría. —El Enclave requiere grandes


cantidades de cuerpos para alimentar sus muchas tareas en las cúpulas
de los satélites.

—Ambos sabemos que no la utilizarán solo para cosechar. —Vera


se paseó, con la cara llena de emoción—. Las realmente bonitas son
utilizadas por los miembros del Enclave. Por los que están en el poder.

Una virgen prostituida a bastardos que ni siquiera la verían como


una persona, sino como un vientre que podría darles una moneda de
cambio. Especialmente si resultaba que Laura tenía la genética
adecuada.

—No sé qué más esperas que haga. A pesar de estar advertida,


quiere volver.

—La estás condenando a ser violada y torturada —exclamó Vera.

—No les pasa a todas. —La afirmación más estúpida que había
hecho hasta el momento.

—¿La has visto? La mujer es preciosa.

—No dejes que Nikki te oiga decir eso.

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—Nikki lo dijo primero. Es por lo que está despotricando. No


puedes venderla.

—¿Qué quieres de mí? —espetó—. ¿Se te ha ocurrido que, a


diferencia de Nikki, quizá a Laura no le importe convertirse en un juguete
sexual para un poderoso patrón del Enclave? —No todo el mundo
rechazaba la oportunidad de tener privilegios y poder.

Se merecía la bofetada que le dio.

—Nunca, nunca digas que una mujer lo quiere.

—El trato ya ha sido negociado.

—Entonces rómpelo.

—No puedo.

—¿Y si ella te lo pide? —Vera cambió de táctica.

Apretó los labios y no respondió.

—Me voy a la cama. Te veré dentro de una semana cuando vuelva.

Dejando a Vera, se abrió paso a través del Refugio, evitando a


cualquiera que intentara hablar. Entró en su habitación y encontró a
Laura durmiendo en su cama, con la luz encendida, por lo que pudo ver
sus pestañas ensombreciendo la parte superior de sus mejillas. Sus
manos agarrando la manta.

Su manta.

Su cama.

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Podía dejarla en el suelo. Hacerla rodar para quitarla de en medio.


Atraerla a sus brazos como había hecho la noche anterior. En lugar de
eso, giró sobre sus talones y se fue.

Gunner se burló de él a la mañana siguiente después de


encontrarlo acurrucado en un incómodo ovillo en la parte trasera del
camión.

—¿La Madre te ha echado de la cama?

Se deleitó en soltarle:

—Carga el carro. Nos vamos en la próxima hora.

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Capítulo Nueve
Laura se despertó sola, y debería haberse alegrado, sobre todo
porque sabía que él no había venido a la cama en ningún momento.

Lo que significaba que no se había despertado en ningún momento


arropada por él. No tuvo ese cálido confort del que había disfrutado dos
noches seguidas.

Apenas se había despertado cuando Nikki irrumpió.

—Estás levantada. Bien. Ponte en marcha. Tienes que estar lista


para irte en los próximos treinta minutos.

—¿A dónde voy?

—Qué suerte tienes, el jefe encontró un comprador. Vas a


conseguir tu deseo y serás vendida de nuevo al Enclave.

La euforia que esperaba no se produjo. En cambio, su estómago se


cerró en un puño.

—No puedo esperar. —Las palabras se agriaron en su lengua


mientras salían.

—Idiota —resopló Nikki. Salió de la habitación de Axel y Laura no


tuvo más remedio que seguirla.

Nikki la llevó primero a la zona del retrete, ofreciéndole una ducha


en las aguas grises, que ella siguió rechazando. Orinar en la
contaminación era una cosa. ¿Pero verterla sobre su cuerpo? No se
arriesgaría. Se conformó con el agua potable que vertió en un paño que
llevaba metido en la manga. Se lavó lo mejor que pudo, pero sintiendo la

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suciedad que se acumulaba. Al menos, había lavado su bata el día


anterior. La única razón por la que se la puso después fue porque la había
visto pasar por un soplador caliente, lo suficientemente caliente como
para matar cualquier contaminación que pudiera haber quedado.

Cuando salió, Nikki le tendió un paquete de ropa.

—Quizá quieras cambiarte.

—No, gracias. —Fue a pasar, y Nikki le bloqueó el paso, empujando


de nuevo las prendas hacia ella.

—¿Por qué eres tan estúpida? Coge la ropa. Viajar con falda será
una mierda. Llévate el vestido y cámbiate con él más tarde.

La idea tenía mérito, ya que mantendría el vestido algo limpio.

—Bien.

Aceptó a regañadientes la oferta y se cambió. Se metió el vestido en


un brazo y se sintió bastante llamativa al salir. Sus caderas eran más
anchas que las de Nikki, lo que hacía que se ajustara a la parte inferior
de su cuerpo. También llevaba una blusa con una chaqueta encima.

Lo mejor de todo es que Nikki le dio sus botas. Desgastadas, pero


le cubrían los pies mejor que las diminutas zapatillas que se habían
ensuciado en los dos días que llevaba aquí.

—Casi pareces una del Páramo —comentó Nikki cuando salió.

Laura arrugó la nariz.

—Espero que no, o los guardias del Enclave podrían dispararme en


cuanto me vean. —Solo cuando lo dijo se dio cuenta de la implicación.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El rostro de Nikki se endureció.

—Algunas de las personas a las que disparan son familiares y


amigos.

—Lo siento. —Una disculpa presentada demasiado tarde.

Nikki salió de la zona privada y Laura solo pudo seguirla,


preguntándose por qué se sentía tan mal por lo que había dicho, así que
utilizó su lógica caliente para luchar contra la vergüenza. No era su culpa
que las cúpulas protegieran a sus ciudadanos. Si no querían ser fusilados
como merodeadores, entonces tal vez no deberían estar robando en
primer lugar.

El desayuno resultó tranquilo, al menos para ella. Nikki no la miró


ni una sola vez mientras comía. Axel aún no había hecho acto de
presencia. A su alrededor, la gente seguía con sus propias vidas. Al igual
que en la Guardería, nadie se fijó en ella. La única diferencia es que nadie
esperaba nada de ella. No tenía trabajo. Parecía ser la única, ya que todos
los demás parecían tener su propio propósito.

La tarea de Nikki parecía ser la de guardia renuente.


Probablemente sería más feliz cuando se fuera.

Para su sorpresa, no fue llevada al camión en el que había llegado,


sino a otro vehículo. Sus neumáticos eran grandes y gordos, con bandas
de rodadura profundas. La carrocería estaba hecha de barras tubulares
sobre las que habían soldado láminas de metal. Cuando se acercaron,
Axel estaba agachado revisando los bajos del vehículo. Se levantó y se
limpió las manos en un trapo.

—¿Está lista para salir?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí, pero ¿dónde están los demás? —preguntó Nikki—. Creía que
Gunner y los gemelos iban a salir contigo.

—Se unirán a mí antes de la caída. Ellos van a correr más en las


motos.

—Así que solo sois la Madre y tú. —La mirada de Nikki rebotó entre
ellos.

El hecho de que lo señalara hizo que Laura se preguntara si había


algo malo en ello.

Especialmente cuando Nikki dijo:

—Debería ir contigo.

—Te necesitan aquí. Hay demasiados fuera del Refugio en este


momento. Con los soldados del Enclave husmeando tan cerca,
necesitamos todos los cuerpos extra que podamos conseguir vigilando.

—Si ese es el caso, tal vez deberías quedarte. Haz el trato más tarde.

Su rostro se endureció.

—No cambiaré de opinión. —Se apartó de Nikki y se fijó en Laura,


su mirada la recorrió de pies a cabeza antes de volver a su rostro—.
Pareces...

—Una auténtica merodeadora, lo sé. Pero ten por seguro que esto
no cambia nada. —Lo dijo casi desafiante.

—Bien, porque no hay marcha atrás.

Laura pensó que Nikki se dirigía a ella cuando dijo:

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Te vas a arrepentir.

Pero fue Axel quien respondió:

—Es lo que ella quiere. Y necesitamos la gemminar que


prometieron.

¿Una gemminar entera? Incluso Laura sabía que esas eran


valiosas. Era bueno saber que alguien la quería.

Nikki la sorprendió cogiéndola de repente en un abrazo y


susurrando:

—Sé fuerte. Y que sepas que si alguna vez decides irte, siempre
puedes volver.

Como si alguna vez fuera a abandonar voluntariamente una


cúpula. Pensaba darse una larga ducha de descontaminación en cuanto
volviera.

—Entra. —Axel hizo un gesto mientras Nikki la soltaba.

Se sentía un poco aturdida, su corazón latía con fuerza y la


inquietud la invadía. Estaban a punto de salir de este edificio bajo tierra,
adentrarse en el Páramo en un vehículo que parecía mucho menos
robusto que un camión con un hombre por el que tenía sentimientos
encontrados hacia un lugar del que no sabía casi nada.

Sin embargo, ¿qué otra alternativa tenía?

Se sentó en el extraño vehículo y la puerta se cerró de golpe,


encerrándola. Un momento después, Axel ocupó el asiento de al lado y
su gran presencia atrajo su atención.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Llevaba una bufanda alrededor del cuello, de textura metálica.


Llevaba unas gafas en la cabeza, las manos cubiertas con guantes sin
dedos y un arma larga enfundada en la puerta del vehículo.

—¿Lista? —preguntó.

Ella solo pudo asentir.

—Antes de irnos, tienes que ponerte esto sobre los ojos. —Le
entregó un pañuelo similar al suyo.

—¿Por qué?

Suspiró.

—Porque, para empezar, no puedes ver la ubicación del Refugio


Colina.

—¿Y cuál es la otra razón?

—Dottie me lo entregó esta mañana y dijo que debías llevarlo.

Miró la tela, recordando a la anciana con la que había pasado la


tarde. No se dijo mucho mientras las agujas tintineaban, pero reconoció
la franja como la que Dottie estaba trabajando el día anterior.

—Aunque pudiera ver, no es que pudiera encontrar el camino de


vuelta.

—¿Te lo vas a poner tú o necesitas mi ayuda? —espetó.

—Con tu carácter desagradable no entiendo cómo alguien te puso


a cargo —refunfuñó mientras se enrollaba el pañuelo alrededor de la

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

cabeza, envolviendo sus ojos pero dejando la nariz y la boca libres—.


¿Qué tal así?

—¿Cuántos dedos tengo levantados?

—Esa es una prueba inútil dado que podría mentir


intencionadamente.

—Es cierto. Tal vez necesitemos otra prueba.

Las suaves palabras sonaron cercanas. Ella giró la cabeza de lado


a lado, tratando de percibir si él se había movido.

¿Por qué iba a acercarse?

Se quedó quieta. Tensa.

Tensa.

Tan tensa que cuando la punta del pulgar de él le rozó el labio


inferior, arrastrando la tela sobre él, jadeó.

—No me toques. —Porque no podía soportar, y mucho menos


entender, el calor que palpitaba entre sus piernas cuando él lo hacía.

—No te quites el pañuelo hasta que yo lo diga. —Las palabras


surgieron con brusquedad.

Sintió que se alejaba y se preguntó cómo no se había dado cuenta


de que estaba tan cerca. El calor de su cuerpo se desvaneció y ella se
sentó con las manos en el regazo, oyendo el suave zumbido cuando él
arrancó el motor, el gemido eléctrico que indicaba que se iban.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Era extraño y aterrador no ver y, sin embargo, saber que se movía.


Él se detuvo solo una vez, y ella le oyó decir:

—No dejes la puerta abierta mucho tiempo después de que me haya


ido.

—¿Seguro que no esperarás a irte? No me gusta el aspecto del suelo


—dijo una voz que ella reconoció como la de Vera.

—Estaremos bien. Acaba de caer una niebla durante la noche.


Dudo que vuelva tan rápido.

¿Niebla? ¿Qué niebla? Quiso preguntar y no pudo encontrar el


aliento mientras su corazón martilleaba. Esto estaba sucediendo
realmente. Iba a entrar en el Páramo con un verdadero desconocido. Un
merodeador confirmado. Un posible Desviado. Él no temía lo que había
ahí fuera, y sin embargo ella sí.

—Cálmate. Respira. —La orden llegó lenta y mesurada—. No hay


nada que temer.

—El aire es tóxico.

—Solo en ciertos lugares y los evitaremos.

—Hay peligro en el Páramo. La gente muere. —Le inculcaron desde


muy joven que salir de la cúpula era igual a la muerte.

—La gente muere en todas partes. Dentro, fuera. No puedes


esconderte cuando llega tu hora.

—No es tranquilizador —murmuró ella, apretando y soltando los


dedos. En su interior algo latía débilmente. El dolor de cabeza había

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

desaparecido en su mayor parte, pero seguía sintiendo una presión en su


interior.

—No trataba de tranquilizarte. La vida es dura. Y luego te mueres.

—¿Crees que hay algo después de la muerte? —le preguntó ella,


aferrándose a su voz, el único ancla en la oscuridad que se agitaba tras
el pañuelo.

—No. Voy a suponer que tú sí.

Si todavía estuviera en la Guardería, y él fuera una tawnt o una


ptmerr, podría haber mentido. Pero suspiró cuando la verdad salió de sus
labios.

—No, en realidad no lo sé. ¿Por qué iba a haber una especie de gran
vida después de la muerte cuando ésta es tan decepcionante?

La expresión de su amarga creencia la hizo callar. También lo


silenció a él, porque no dijo nada por un momento.

Cuando lo hizo, fue en voz baja.

—A veces es necesario encontrar un propósito para que la vida


tenga sentido.

—Yo tenía un propósito. Limpiar después de los niños y prepararlos


para la Academia.

—¿Lo disfrutaste?

—Nadie lo disfruta. —Lo cual no era del todo cierto. Algunos en los
rangos más altos de la Guardería obviamente lo hacían. Pero en el
fondo...— Servimos porque es nuestro deber.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿A quién?

—A Merr. A la Guardería. Nuestros cargos. El Enclave.

—¿Realmente te preocupas por alguno de ellos?

La pregunta la dejó perpleja.

—¿Qué tiene que ver si me preocupo por ellos?

—La preocupación lo es todo.

—¿Por eso estás a cargo de toda esa gente? —preguntó ella.

—Estoy a cargo porque esos imbéciles se creen divertidos. Estarían


perfectamente bien sin mí —refunfuñó él.

Ella tuvo que preguntarse. A pesar de no verlo mucho, ella había


escuchado. Aprendió. Axel no solo estaba bien considerado, sino que era
prácticamente venerado. Por lo que había oído, había contribuido a salvar
a muchos de los que vivían en ese búnker subterráneo.

Un héroe Desviado. Aunque uno reacio.

—¿Cuánto tiempo debo llevar esta cosa? —se quejó.

—Hasta que yo lo diga.

Se recostó en el asiento, sintiéndose inquieta. Más que el día


anterior. También con más energía. A diferencia del letargo que había
experimentado inmediatamente después de dejar a Merr y la reunión que
cambió su vida.

Casi como si la hubieran drogado y se le hubiera pasado el efecto.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Intentó dormir, el zumbido del motor la arrulló, pero se despertó de


golpe cuando él maldijo.

—Joder.

—¿Qué pasa?

—Algo en la niebla nos está rastreando.

—¿Qué? —A pesar de no tener permiso, se quitó el pañuelo de los


ojos y miró por la ventana. Se le escapó un jadeo—. ¿Eso es humo? —Se
arremolinaba alrededor de ellos en todas las direcciones.

—No es humo. Es la niebla.

—¿Qué la provoca? —Ella lo miró. Su mirada era cautelosa,


concentrada en el mundo nebuloso del exterior.

—Nadie sabe por qué aparece. Simplemente es así.

—Vera insinuó que era peligroso.

—Lo es. Empezó a aparecer hace unas semanas. Normalmente solo


ocurre cada pocos días. Nunca en horas.

El comentario la hizo abrazarse el torso mientras miraba por la


ventanilla lateral e intentaba no temblar mientras la niebla se enrollaba
contra ella, creando extrañas formas. Algunas de ellas parecían tener
dedos que se arrastraban por el cristal, buscando costuras por las que
pudiera penetrar.

—¿Es venenosa? —Porque ella no creía que este vehículo estuviera


construido para resistir ese tipo de intrusión.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No que sepamos.

La afirmación la horrorizó, pero él sonrió.

—Relájate. Estamos a salvo dentro del carro. La niebla en sí no es


tóxica. Deberíamos llegar al final de la misma pronto.

Pero no fue así. Finalmente, el zumbido del motor se desvaneció, y


él maldijo mientras frenaban.

—¿Por qué nos detenemos? —preguntó ella.

—Porque el mecanismo que usamos para cambiar del motor


eléctrico al de aceite está roto.

La niebla que se arremolinaba apareció de repente más espesa,


succionando su diminuto artilugio, desgarrándolo con dedos sombríos
como si quisiera separar las láminas de metal. Empujó una palanca y
luego pulsó un botón. No ocurrió nada.

—Que me jodan.

Golpeó el nivel hacia adelante y hacia atrás y apretó el botón.


Seguía sin producirse el reconfortante estruendo.

—La palanca de cambios está atascada de nuevo. Tendré que salir


y darle un buen golpe.

—¿Ahí fuera? —chilló ella.

—Sí, ahí fuera. A no ser que quieras quedarte aquí aparcada.

La verdad es que no.

—Deprisa.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

No contestó mientras abría su puerta y salía. La niebla se coló con


avidez y, a pesar de su afirmación de que era segura, ella contuvo la
respiración hasta que se disipó. Sin embargo, dejó un olor penetrante y
terroso.

A través del parabrisas, apenas pudo verle entre la niebla


cambiante mientras levantaba el capó del motor. Se oyó un golpe
mientras trabajaba para ponerlo en marcha.

—Prueba el motor —gritó.

Ella miró el botón. Bastante sencillo. Lo pulsó y podría haber


suspirado de alivio cuando se oyó un estruendo característico.

—Está funcionando —gritó innecesariamente.

Volvió a bajar el capó de golpe y, sin embargo, se detuvo en lugar


de retroceder a toda prisa. Su cuerpo era lo suficientemente voluminoso
como para ser visto fácilmente a través de la niebla.

¡Un objetivo para la criatura que se abalanzó!

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Capítulo Diez
A lo lejos, Axel oyó el grito de Laura, pero su preocupación era más
bien el chasquido de las mandíbulas que intentaban aplastarle la cabeza.
Se agarró a la carne esponjosa de las mandíbulas del monstruo, muy
consciente de los dientes que lo harían pedazos. Cayó al suelo con fuerza,
con la bestia encima. La reconoció.

Una chaquiena4 manchada. Común en las Jorobas. Y donde había


una...

Sus aullidos resonaban por todas partes, incluso por encima del
estruendo del motor. Tenía que moverse rápidamente. En el momento en
que olieran la sangre, vendrían corriendo.

La chaquiena se agitó en su agarre, escarbando húmedamente, lo


que le hizo alegrarse de que la bufanda le cubriera la parte inferior de la
cara. Llevando las rodillas a su pecho, encajándolas entre sus cuerpos,
consiguió lanzar de él a la ágil bestia. La chaquiena cayó al suelo e
inmediatamente se arrastró en dirección a Axel. Sacó la pistola de su
funda y disparó.

Entre sus tres ojos. Cayó al suelo, muerta. Sangrando. Y los


aullidos en la niebla se convirtieron en aullidos excitados.

La cena estaba servida. Hora de salir de aquí.

Axel se puso en pie y corrió hacia el vehículo, sumergiéndose para


ver a Laura con los ojos muy abiertos y aterrorizada.

4 Híbrido de chacal y hiena.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—¡Estás vivo! —Ella parecía sorprendida.

—Hará falta algo más que una chaquiena para matarme —dijo,
cerrando la puerta de golpe, echando mano de sus sentidos, pero la
niebla amortiguaba su capacidad de conectar con la naturaleza del
exterior.

—Hay cosas que viven aquí fuera —dijo, casi musitando mientras
miraba más allá de él hacia la niebla del exterior.

—No sé por qué piensas lo contrario.

—Todo el mundo sabe que solo los de las ciudades subterráneas,


lo mejor de la humanidad, sobrevivió al Evento de Impacto.

—¿El qué?

Sus ojos se abrieron de par en par.

—El Evento de Impacto, la catástrofe que rompió la Tierra y casi


exterminó a la humanidad.

Él resopló.

—Aquí, es más conocido como el día en que la Vieja Tierra murió


o, para abreviar, la Caída. No voy a negar que hubo un tiempo en el que
nada podía vivir en la superficie, pero eso fue hace mucho tiempo.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. La Tierra sobrevivió, y
también muchos de los que solían cazar su superficie. —Puso el carro en
marcha y levantó el pie del freno. En las ciudades, había oído que sus
vehículos solían conducirse solos. En el Páramo, solo confiaba en sus
instintos para mantenerse a salvo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Salieron disparados, dejando atrás el cadáver de la chaquiena, pero


no antes de que viera en su espejo las formas de los enjambres que
emergían de la niebla. No todas eran chaquienas manchadas. Uno de los
monstruos no lo había visto nunca. Se mantenía sobre sus ancas y
parecía estar mirándole fijamente.

La niebla volvió a espesar y ocultó todo a la vista.

Laura se aferró a la barra, empujándose en su asiento mientras él


surcaba el bajo oleaje entre las jorobas. Era un poco temerario, sobre
todo si de repente se topaba con algo; sin embargo, alejarse de las bestias
enloquecidas por la sangre parecía más importante. Además, el carro
estaba hecho para rebotar y rodar, las barras reforzadas eran capaces de
soportar una conducción brusca.

—Tenías un nombre para esas cosas —comentó ella entre dientes


vibrantes.

—Chaquiena. Con manchas, no tan pesadas como un humano,


pero viciosas. Te arrancan la garganta en segundos si no la proteges.

—¿Sabías que estaba ahí fuera cuando te detuviste?

—Siempre hay algo ahí fuera —comentó.

—¿Por qué quedarse aquí fuera entonces?

—¿Me estás preguntando por qué no vivo en una cúpula? —La


miró. A pesar de sus nudillos blancos, estaba más tranquila de lo
esperado.

—Tú. Los otros. He hablado con algunas de las personas con las
que vives. Algunos de ellos afirman haber abandonado las cúpulas.

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—Te lo dije. Y ninguno quiere volver.

—Yo sí —dijo ella en voz baja—. Pero si te hace sentir mejor,


durante mucho tiempo odié mi vida allí. Deseaba vivir en un lugar
diferente.

—¿Y ahora?

—Ahora estoy fuera de sus muros y estoy aterrorizada. Nunca supe


cuánto me protegía el Enclave.

Resopló.

—Más bien aprisionan. El Enclave esclaviza a sus ciudadanos. No


sé por qué alguien querría volver.

—¿Qué quieres que te diga? Ves al Enclave como una entidad


malvada que quiere hacernos daño. Sin embargo, toda mi vida, ellos
representaron la seguridad. Una forma de estar fuera de las nubes de
polvo y la niebla. —Miró por la ventana lateral—. Comida. Una cama.
Ropa. Cosas que daba por sentado.

—¿Te refieres a lo básico para sobrevivir? Qué amable de su parte.


Qué generosos. ¿Y qué das tú a cambio?

—Yo trabajo.

—¿Y si no quieres trabajar?

Su nariz se arrugó.

—¿Por qué iba a negarme?

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—Tal vez tengas un día de pereza. O estás cansada. Tal vez


necesites hacer algo divertido.

En lugar de responder, ella preguntó:

—¿Alguna vez tienes un día de pereza?

—Hace tiempo que no —admitió.

—Entonces, ¿en qué se diferencia tu trabajo diario del mío? Ambos


tenemos una obligación que no podemos eludir.

—Porque, si quisiera, podría tomarme un día sin hacer nada.


Incluso dos. Nadie me castigaría. Las cosas podrían irse a la mierda en
el Refugio, pero nadie me lo reprocharía. ¿Puedes decir lo mismo?

Se removió en su asiento.

—Para que nuestra sociedad funcione, todo el mundo debe poner


siempre de su parte.

—¿Y qué hace la gente de la ciudad para ganarse toda esta lealtad?

—La Ciudad Esmeralda gobierna las cúpulas.

—¿De verdad? ¿Tienes idea de cuánta gente vive en la ciudad?


Viviendo del trabajo que tú y las otras cúpulas proporcionan. Se les
proporciona lo más lujoso, y su trabajo es el menos exigente de todos.
Algunos ni siquiera trabajan y viven mejor que tú. ¿Estás realmente de
acuerdo con eso? —incitó. Le fascinaba ver lo verdaderamente
adoctrinada que estaba. Y, sin embargo, había visto indicios de un lado
luchador. ¿Podría ser que aún temiera hablar en contra del Enclave?

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—No estoy familiarizada con cómo son las cosas en Ciudad


Esmeralda —dijo ella.

—Si lo estuvieras, te rebelarías con más fuerza. —Las cúpulas


satélite se dedicaban a alimentar las necesidades de las ciudades, siendo
Ciudad Esmeralda una de las más grandes. O eso había oído. No había
muchos viajes entre los feudos.

—Sé lo que estás tratando de hacer —anunció ella cuando


finalmente salieron disparados de la niebla.

Atravesaron las tierras agrietadas conocidas como los Páramos. En


los mapas, la mayor parte de la heredad Esmeralda se componía de
parches estériles, con solo bolsas de tierra verde que luchaban por
liberarse de los puntos muertos.

—¿Qué estoy tratando de hacer? —preguntó.

Comprobó sus espejos e incluso la pequeña cámara que le


mostraba el camino que había detrás. La niebla seguía arremolinándose,
pero no surgía nada de ella. Redujo un poco la velocidad. Al menos ahora
podía ver, pero si se movía demasiado rápido, los paneles térmicos
tendrían más dificultades para cargar la batería para más tarde.

—Estás tratando de convertirme.

—¿Por qué iba a hacerlo? —preguntó—. Porque te aseguro que es


lo más alejado de mi mente.

—Bien, porque nada de lo que digas me convencerá de quedarme.


Quiero volver a una cúpula.

—¿Aún sabiendo que podrías sufrir abusos? —preguntó.

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—Seguro que Nikki exageró. Es más probable que la castigaran por


no obedecer las reglas —dijo ella.

—¿Y si te piden que hagas algo que no puedes?

—No lo harán.

—¿Y si lo hacen? —volvió a preguntar.

En lugar de responder, ella miró el terreno que les rodeaba.

—Esto se parece a la zona que rodea la Cúpula de la Guardería.

—No lo es. Encontrarás este tipo de paisaje en casi todas partes.


Estos parajes baldíos tienden a actuar como un camino sinuoso
alrededor de las diferentes áreas de la cúpula.

—¿Qué significa?

—Saca el mapa del bolsillo que tienes delante.

Sacó un mapa doblado, lo abrió y se quedó perpleja ante las


imágenes.

—Es un dibujo.

—Es una representación de lo que llamáis el Páramo. Más


concretamente, nuestro reino, Esmeralda.

—Esto es una cúpula. —Señaló el globo terráqueo ornamentado


con sus paneles de brillo metálico—. ¿Y esto qué es? —Señaló las bolas
verdes con líneas marrones y negras.

—Bosque.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Resopló.

—Si se supone que eso es lo grande que es en comparación con


una cúpula, entonces sé que esto no está hecho a escala.

—El bosque que estás viendo es enorme. —El Ajatarai formaba una
frontera en un borde de Esmeralda.

—Nada es tan grande.

—Lo que sea —murmuró.

—¿Qué es esto? —Señaló un globo verde casi incandescente.

—Un lago, pero no es algo que quieras beber o incluso nadar en él.

—¿Es tóxico?

—Mucho.

—¿Qué hay más allá de esas montañas? —Ella frunció el ceño.

—Otros reinos.

Guardó silencio un momento mientras seguía estudiándolo.

—El mundo es un lugar más grande de lo esperado.

—Si quieres sentirte realmente insignificante, ten en cuenta que el


mapa que estás mirando solo representa una pequeña parte.

Guardando el mapa, se quedó callada un rato hasta que la vista


cambió. Señaló una mancha en la distancia.

—¿Qué es eso?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Eso es el bosque Ajatarai. El que tú decías que debía estar


dibujado demasiado grande.

—¿Un verdadero bosque de árboles? —preguntó ella.

—Más o menos por eso lo llamé bosque —se burló él—. Déjame
adivinar, nunca has visto uno. ¿Te ha dicho la Academia que también
están extintos?

Su tono surgió molesto.

—Sé lo que es un árbol. Tenemos algunos dentro de la cúpula.


También hierba. Solo que no creía que existiera ninguno fuera de ella.

—Te garantizo que estos árboles no se parecen en nada a los que


has visto antes. Y nunca olvides que son peligrosos. —Como él.

Haría cualquier cosa por sus amigos en el Refugio. Incluso vender


a esta mujer.

—¿Peligrosos? —resopló ella.

—No me creas bajo tu propio riesgo.

La conversación disminuyó, y él se concentró en conducir,


especialmente una vez que la delgada línea de tierra estéril se dividió
entre el borde invasor de Ajatarai y un abismo. La grieta en el suelo era
profunda. No era un lugar que quisiera visitar, ni siquiera de día.
También quería estar lejos de él antes de que cayera la noche. Porque en
la sima vivían cosas. Salían por la noche a cazar.

Habían pasado horas desde que salieron del Refugio, y hacía


tiempo que había vuelto a la energía eléctrica, guardando su combustible
para cuando se agotara de nuevo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Tras la siesta, Laura se despertó con más preguntas.

—¿Cómo acabaste a cargo de toda esa gente?

—Por accidente.

—Te admiran —señaló.

—Admirarían a cualquiera que les ofreciera una mano.

—Pero tú les diste más que eso. ¿Por qué?

—No entiendo lo que quieres decir.

Ella le dirigió una mirada.

—Obviamente tenías una razón para ayudarles. Para compartir ese


espacio subterráneo. Podrías habértelo guardado para ti, o haber
permitido la entrada a unos pocos, pero acogiste a toda esa gente.

—No tenían a dónde ir.

—¿Por qué te importa?

¿En serio quería que le explicara la empatía? Estuvo a punto de


decirle algo cortante. Debería haberlo hecho. Pero ella lo miraba con
verdadera seriedad en su mirada.

—Vivir aquí ya es bastante duro. La tierra lucha contra ti. El clima.


Los animales. Incluso las plantas en algunos lugares. No me parece bien
que luchemos también entre nosotros. Somos más fuertes juntos.

Por alguna razón esa afirmación la tranquilizó, y pasó un largo rato


después mirando por la ventana. El bosque y el abismo quedaron atrás

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

al entrar en una vasta extensión de páramos. El sol estaba a punto de


ponerse cuando algo a lo lejos llamó su atención.

—¿Qué son esas cosas que sobresalen del suelo? —preguntó.

—Son los restos de una ciudad de la Vieja Tierra. —Y donde se


detendrían para pasar la noche.

—¿Una antigua ruina? —Sus ojos se abrieron de par en par—.


Pensé que todas habían desaparecido.

—Como puedes ver, en su mayor parte lo ha hecho. —Los estragos


del tiempo habían enterrado en su mayor parte los rastros de su pasado.

—La Academia enseña que los Antiguos eran pecadores. Sus


formas codiciosas fueron las que llevaron a los Años de Retribución.

—No dudo que tuvieran sus problemas, pero la lluvia de meteoritos


habría ocurrido de todos modos.

—Se dice que nuestros ancestros hicieron muchas cosas malvadas.

—La maldad está en el ojo del que mira —murmuró.

—Te diriges a las ruinas. —Declarado más que preguntado.

—¿Quieres declarar algo más obvio?

Se acercó al primero de los monolitos que sobresalían de la dura


tierra. La mayoría se mantenían erguidos, con sus ventanas abiertas,
fauces oscuras que podían ocultar cualquier cosa. Algunos se inclinaban,
y sabía que había que evitarlos, ya que eran menos estables.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿A qué profundidad están enterrados? —preguntó mientras


pasaban entre un par, el tamaño hacía que las sombras cayeran sobre
ellos.

—Profundos. —Lo suficientemente profundos como para que nadie


encontrara el fondo, sobre todo por el peligro que suponía cuanto más
bajo tierra te encontrabas.

Encontró el edificio que quería y aparcó el carro junto a él.

—¿Por qué nos detenemos?

—Porque necesito dormir.

—¿Aquí?

—Sí, aquí. En ese edificio. —Señaló.

—¿Es otro lugar como el Refugio?

—No.

Aunque se había debatido en tomar los niveles expuestos en estas


ruinas. Había suficiente espacio para todos y más. Pero no hizo falta que
Gunner le dijera: “Ese lugar es espeluznante”, para que desechara esa
idea. Un puñado de personas pasando una noche discretamente era una
cosa. Él sabía que era mejor no tentar a los monstruos que vivían abajo.

—¿Es peligroso? —Ella se mordió el labio inferior y miró por la


ventana. El miedo la estremecía, y él tuvo que hacer un esfuerzo para no
extender la mano y consolarla.

—¿Qué crees? —fue su sarcástica réplica.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Al salir del carro, buscó en la parte trasera la mochila de viaje.


También enfundó su arma en su columna vertebral. Había sido un
estúpido antes, dejando el carro sin ella, no solo porque podría
necesitarla. La había dejado al alcance de Laura. Su prisionera.

Ella podría haberla cogido fácilmente y haberla usado.

Podría haberlo hecho y, sin embargo, dudaba que ese pensamiento


se le hubiera ocurrido. Ella llevaba el término ingenuo a un nuevo nivel.
Se negaba a ver la verdad.

Axel cerró la puerta y se dio cuenta de que ella aún no había salido.
Se apoyó en el vehículo y se quedó un momento esperando. Y esperando.

Con un suspiro, se apartó y dio un paso al frente. Tiró de la puerta,


solo para darse cuenta de que ella la sujetaba desde dentro.

¿En serio? Tiró, y ella prácticamente se cayó del carro cuando la


puerta respondió a su fuerza.

—Sal —ladró.

Ella lo fulminó con la mirada.

—Prefiero quedarme aquí.

—No me importa lo que quieras. Esto no es una negociación. Vas a


venir conmigo. —La agarró del brazo y la levantó. Soltándola, cerró la
puerta de golpe.

Ella parecía bastante obstinada.

—¿Qué pasó con tus bonitas palabras sobre tener una opción?

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—No se aplican a ti.

—Debería haberlo sabido. Mentiroso.

—¿Soy un mentiroso? —gritó—. Te das cuenta de que no he hecho


otra cosa que intentar ir de frente. No es mi culpa que seas demasiado
densa para creer la verdad cuando te está mirando a la cara.

—No me gustas. —Ella se alejó de él.

—Bien, porque tú tampoco me gustas. —Una mentira absoluta.


Cuanto más veía de ella, más le atraía el espíritu luchador que se
escondía bajo la capa obediente—. Vas por el camino equivocado —
comentó.

—¿Realmente hay alguna diferencia? —señaló ella—. Edificio roto,


edificio roto. Todos me parecen iguales.

—Sin embargo, no lo son. Así que, da la vuelta y regresa antes de


que tu estupidez haga que te maten.

—No soy estúpida. —Ella dio un pisotón.

—Lo dice la mujer sin arma que se alejó de mí, la única persona
que puede protegerla.

—Seguramente nada puede vivir aquí fuera. —Ella miró con


desconfianza a los restos arruinados de los Antiguos.

—Siempre hay que suponer que algo está esperando para matarte.
—Sus botas golpearon el suelo mientras se acercaba a ella. Aunque no
creía que nada fuera a atacar a la luz del día, los que no mostraban
precaución no solían vivir hasta una edad avanzada.

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—Por eso estoy deseando volver a una cúpula —resopló.

—Donde la muerte es lenta y tortuosa en su lugar. Con suerte el


aburrimiento te adormece a la monotonía.

—No hay nada malo en ser aburrido y seguro. —Ella le miró a


través de los mechones de pelo, con las facciones enrojecidas.

—Apuesto a que las tasas de suicidio son altas —murmuró.

—¿Qué te pasa? ¿Por qué eres tan malo?

—¿Soy malo? —repitió en un tono alto—. Tú eres la que se ha ido


por ahí sin pensarlo dos veces. ¿No eras tú la que se asustó antes por lo
peligroso que es el Páramo? ¿Cómo de mortífero? Si parezco mezquino,
es porque estoy tratando de mantenerte con vida en lugar de ser
brutalmente salvado por la ignorancia.

—Tienes razón. —La cabeza colgante y la suave admisión lo


tomaron por sorpresa.

—¿Razón en qué?

—En todo. No tengo ni idea de cómo vivir aquí.

Él insistió en el punto.

—Tenlo en cuenta. No durarás ni un minuto si decides escapar.

—¿Por qué iba a hacerlo? Me vas a llevar a una cúpula. —Sus


hombros rodaron.

—¿O eso supones? ¿Y si no es así? —No pudo decir por qué lo hacía
a propósito para contrariar a la mujer.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Ella le miró fijamente.

—¿A dónde más me llevarías?

Las palabras conjuraron un significado diferente para él. Cambió


de opinión.

—Te llevaría a donde quisiera. —La afirmación surgió con


brusquedad.

En lugar de responder, las mejillas de ella se tornaron rosadas, y


pasó junto a él, dirigiéndose a su vehículo.

—¿Ahora a dónde vas?

—Has dicho que debería haber cogido un arma.

—No estoy seguro de que algo te sirva si no sabes usarlo.

—Apunta y dispara.

—¿Pero puedes hacerlo? Creo que te congelarás en lugar de actuar.


—Todavía recordaba cómo reaccionaba ella bajo estrés.

La reprimenda enderezó su postura. Lo miró fijamente.

—No eres el único que puede sobrevivir en el Páramo.

—Aprendí a hacerlo durante años —enfatizó.

—Aprendo rápido.

—La rapidez no sirve de nada si no se presta atención. No puedes


pavonearte como si estuvieras en tierras protegidas por el Enclave con
una cúpula sobre la siguiente colina. No hay seguridad por aquí. Sin un

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vehículo, estás a días de encontrar algo. Días en los que estarías a la


intemperie. Sin nada con lo que defenderte más que las manos. —Las
miró, y ella las guardó—. ¿Cómo comerías? ¿Dónde dormirías? —Ladró
las palabras. La arengó como lo habría hecho con cualquier otra persona
si se hubiera puesto en peligro.

Pero había un elemento añadido a su ira. Ella había huido de él. Le


odiaba tanto que prefería ser valiente con lo que la asustaba.

—Deja de gritarme —le exclamó.

Él arqueó una ceja.

—Qué temperamental eres. ¿Dónde está esa cacareada obediencia


de la que tanto he oído hablar?

—Yo obedezco al Enclave, no a un merodeador.

—El Enclave no está aquí; yo sí. Yo decido si vives o mueres, lo que


significa que me escuchas. ¿O tenemos que volver a sacar la cuerda?

Ella le quemó con su mirada.

—Espero que mueras. Una muerte lenta y dolorosa.

Casi sonrió ante la vehemencia de la misma. Tal vez ella podría


aprender.

—Más vale que no, porque soy tu mejor oportunidad de sobrevivir


aquí. Vámonos. A menos que realmente quieras irte. Si es así, adelante.
—Le hizo una reverencia y señaló el laberinto de monolitos. El sol
poniente los destacaba muy bien.

Sus labios se aplanaron.

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Serie Futuro desviado 01
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—Gilipollas.

Casi se rió.

—Veo que has estado aprendiendo nuestro idioma.

—No tiene gracia —espetó ella, metiendo la mano en el vehículo y


rebuscando antes de salir con una palanca que guardaba bajo el asiento.
No era una mala elección. Solo tenía que golpear.

Una vez más, ella se adelantó, en la dirección que él señalaba. Él


la siguió de cerca, con una mano en la pistola. Dudaba que viera algo.
Nada vivía en la superficie. Incluso los insectos evitaban este lugar. No
es que le dijera eso. Ni siquiera había preguntado por el peligro antes de
alejarse de él.

Mostrando un indicio de independencia, y se atrevería a decir de


rebeldía. Recordó que Nikki le había dicho que había visto rastros de
cicatrices en la espalda de Laura. ¿Siempre fue una ciudadana obediente
del Enclave?

—¿En qué edificio entraremos? —preguntó ella.

Él la alcanzó y señaló.

—Ese edificio de ahí tiene una sala que es segura.

—Dentro. —Ella volvió a tener esa mirada de preocupación.

—Sí, dentro y lo suficientemente alto como para que probablemente


nada entre deambulando.

Sus ojos se desviaron hacia él.

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—No es tranquilizador.

—No debía serlo. Quédate cerca. —En el caso de que algo


finalmente se hubiera instalado. Cualquier cosa que no temiera lo que
vivía abajo no era algo que él quisiera conocer.

Atravesaron una gran abertura, un rectángulo perfecto que alguna


vez albergó una ventana por lo que había visto de los restos del subsuelo.
El interior permanecía libre de escombros, el suelo sedimentado con
suciedad. Los únicos escalones que había parecían humanos y llevaban
mucho tiempo cubiertos de polvo.

—Vamos. —Para su sorpresa, al dar un paso, ella le agarró la mano


desnuda. Un fino temblor vibró en sus dedos.

—Está oscuro ahí dentro —susurró ella.

Mejor no mencionar que se pondría aún más oscuro.

Él entrelazó sus dedos con los de ella.

—Todo irá bien. —La tranquilidad surgió en voz baja. Brusca.

Inclinó su cuerpo para que la mano del arma le guiara. Ella se


mantuvo tranquila a su lado, a pesar de su miedo. Sin embargo, incluso
sujetándola con fuerza, podía sentir su presencia haciendo cosquillas
contra él. Se le abrieron las fosas nasales. Utilizó la adrenalina añadida
para hacerse más fuerte. Tenía que ser fuerte por los dos.

Al igual que la entrada, el pasillo parecía intacto. Pasó por varias


puertas, las habitaciones también estaban vacías, excepto la que tenía
armarios. La mayoría de las puertas hacía tiempo que habían

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Eve Langlais Polvo tóxico

desaparecido, pero las dos que quedaban eran fascinantes por su diseño
y su picaporte.

Había una puerta frente a ellos, enrejada desde este lado. Una
precaución.

Le soltó la mano para sacar una varilla de metal. Hizo un chasquido


y un pequeño tintineo cuando la apartó.

Sus dedos apretaron su pistola mientras se ponía a un lado,


haciéndole un gesto para que se pusiera detrás de él. Accionó un
interruptor y escuchó.

La luz que se encendió en el techo le hizo dar un suspiro, pero se


alegró de verla. Habían instalado este servicio hace unos años, y
resultaba muy útil. Unos cuantos paneles solares en el techo, receptores
para la batería en lugares estratégicos, y luces porque nadie quería
luchar contra monstruos en la oscuridad.

Al no oír nada, abrió la puerta de golpe, apuntando a la apertura.


Las luces colgadas en el pasillo estaban encendidas; por lo demás, estaba
vacío. El suelo estaba limpio, el polvo liso desde la última vez que había
estado aquí y había pasado una escoba para reajustar la trampa para la
próxima vez.

—¿Cómo hay luz? —susurró ella.

—Shh —fue su respuesta.

No había evidencia de que el ruido atrajera a los monstruos. Sí


sabía que evitaban la luz. Le tendió la mano, y ella deslizó la suya en la
de él, sujetándola con fuerza. Se alejó en silencio por el pasillo. Las otras

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tres puertas seguían atrincheradas, al igual que las ventanas de los


extremos.

El pozo, sin embargo, estaba abierto de par en par. Benny, que ya


había visto uno en una cúpula, lo llamó ascensor, un artilugio controlado
por máquinas que trasladaba a la gente de un piso a otro. Lo que significa
que atravesaba todos los niveles del edificio, incluso los más profundos y
oscuros. A lo largo de los años, habían intentado bloquearlo. Todo lo que
pusieron en su lugar desapareció, así que se dieron por vencidos. Sobre
todo porque no ocurría nada mientras permanecieran en la superficie.

De pie junto a la abertura, dijo:

—¿Puedes subir?

Ella negó con la cabeza y retrocedió.

—No creo que pueda entrar ahí.

—No es una larga subida. Hay una escalera.

—No puedo.

—No vamos a discutir por esto. —La agarró del brazo y la arrastró
hacia él, solo para poder echársela al hombro.

Ella se agitó.

—Bájame.

Él se aferró a ella y se dirigió al pozo.

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—He dicho que me bajes. —El temblor en las palabras también


golpeó con una fuerza lo suficientemente fuerte como para que él se
estremeciera.

—Vamos a subir. —Enderezó la mandíbula y siguió adelante.

El pánico en Laura le martilleaba, una presencia casi visible que


llenaba el aire a su alrededor mientras agarraba la primera barra. Podía
sentir que ella se preparaba para gritar de nuevo. Gruñó.

—Sigue gritando y verás lo que viene corriendo a buscarte.

Eso estranguló su voz.

Subió rápidamente la escalera, llegando al siguiente piso y a más


polvo intacto. Al pasar, la puso de pie antes de darse la vuelta para alisar
el polvo.

—¿Qué estás haciendo? —espetó ella.

—Poniendo en marcha la trampa. Esto me permite saber si ha


pasado alguien.

—Oh. —Ella miró el suelo. Luego las luces—. Realmente has usado
este lugar antes.

—Tener lugares seguros ayuda cuando viajas.

—Viajas mucho.

—Bastante. Todavía no hemos encontrado un lugar que nos


proporcione todo lo que necesitamos.

—Necesitas una cúpula.

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—¿Sugieres que robemos una?

Ella le miró boquiabierta.

—Por supuesto que no.

—No es mala idea. —Le guiñó un ojo solo porque su expresión lo


requería. Como si fuera a hacer algo tan estúpido. Atacar una cúpula.
Una misión suicida completa—. Vamos. Deja que te enseñe a dónde
vamos.

La siguiente puerta se abrió a su toque, y entraron en un lugar que


no estaba completamente destruido. Las persianas de metal sobre las
ventanas habían mantenido la habitación intacta.

—Puede que quieras agarrarte a mí un segundo. Va a oscurecer —


advirtió.

Ella se acercó pero no lo agarró.

Una pena.

Con una mano en la pared, cerró la puerta tras ella. Se hizo de


noche. Ella se acercó más.

Accionó un interruptor, apagando las luces del pasillo, y luego


activó la del búnker.

Se encendió una lámpara. Ella jadeó.

—Hay luz.

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Había más que eso. Ella se adentró en la habitación y él escuchó


con atención. Y lo que es más importante, miró a su alrededor. Nada
parecía alterado desde la última vez que estuvo aquí.

—¿Qué es esto? —preguntó, pasando los dedos por los muebles. La


mesa de cristal estaba mugrienta de polvo, el sofá seguía siendo
sorprendentemente cómodo pero frágil. La tela se había rasgado, así que
la remendó con más material y pegamento.

—Estás ante un auténtico vestigio de la Vieja Tierra. Esta era la


casa de alguien.

—¿Eran ricos? —preguntó ella, mirando a su alrededor.

Se hizo más fácil a medida que él recorría la habitación,


encendiendo las otras lámparas. Había añadido algunas después de
encontrar este lugar, saqueando los pocos restos que quedaban, yendo
por debajo de la superficie en su juventud, sin miedo a cazar hasta que
perdió algunos amigos.

Sabía de primera mano por qué no se iba bajo tierra. Leroy nunca
fue el mismo después de ser mordido. Ahora no soportaba la luz del sol
y le gustaba la carne cruda. Pero al menos vivía, a diferencia de los otros.

—Así era como vivían los Antiguos —dijo.

—Eran ricos.

—Tal vez. Ciertamente tenían objetos interesantes. —Cosas que no


tenían ninguna funcionalidad. Una variedad en el mobiliario y el estilo de
vida que mostraba que la suya era una sociedad impulsada por la
fabricación.

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Dudó junto a una puerta, mostrando cautela ahora donde antes no


lo hacía.

—¿Quieres mirar?

Ella se volvió y asintió. Llegó a su lado y, aunque no volvió a cogerle


la mano, permaneció cerca. La llevó a una zona con largos mostradores
y armarios.

—¿Qué es esta habitación? —preguntó ella.

—Abre un armario —le instó él.

Le miró y luego al tirador. Lo abrió de un tirón, como si esperara


que algo saltara sobre ella. Cuando no pasó nada, se acercó para ver.

—Es vajilla. ¿Esto era una cocina?

—Sí.

—No para muchos si esos son todos los platos —dijo ella. Solo
había ocho.

—En estos hábitats parecían dormir solo unos pocos a la vez.

—¡Qué desperdicio de espacio! —exclamó ella.

La respuesta le divirtió y entristeció.

—Antes la gente tenía espacio para sí misma.

—Y más platos de los necesarios. Mira. —Señaló el interior de un


cajón—. Tantos aparatos extraños. Puro desperdicio.

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—Algunos verían esto como algo fascinante y se preguntarían qué


hacían. —Levantó una cosa de forma extraña y la agitó—. Incluso les
llamaría la atención el hecho de que algunas cosas no cambien. —
Levantó una aleta. La agitó delante de su cara antes de volver a colocarla
en su sitio.

—Parece que sabes mucho sobre los Antiguos.

—Los que no fuimos a la Academia recibimos un tipo de educación


diferente.

Mientras ella divagaba, él sacó su comida. Benny les había


empacado algunas raciones, no iguales a la comida que había estado
disfrutando los últimos dos días, pero ella no se quejó.

No hasta que él dijo:

—Hora de dormir.

—¿Dónde voy a dormir? —Había dos habitaciones en el búnker.

—En la habitación asegurada de la que te hablé. Sígueme. —La


condujo al mayor de los dormitorios, la enorme cama en el centro de la
habitación tentadora pero él prefería despertar vivo.

La condujo a un viejo armario. Las prendas que aún colgaban se


desintegraban al menor contacto. Se dirigió a una segunda puerta al final
del armario. Un marco metálico en el interior de una puerta de metal. La
abrió y extendió un brazo.

Ella dudó.

—¿Ahí dentro? —Ella lanzó una mirada anhelante por encima del
hombro—. ¿Por qué no podemos dormir ahí fuera?

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—Esto es más seguro.

Ella suspiró.

—Más seguro no tiene un colchón.

—Ninguno cabe, por no mencionar que son algo viejos y propensos


a deshacerse si se mueven. —Lo que significaba que en su lugar
dormirían en una pila de mantas viejas que había alineado contra la
pared más lejana. También había más provisiones de comida y vendas.
Nunca se podían guardar demasiados.

Cerró la puerta detrás de ella, y el golpe hizo que se estremeciera.


Accionó el volante para cerrarla.

—¿Cómo vamos a respirar? —preguntó ella.

Abrió las pequeñas rejillas de ventilación y entró aire polvoriento.


Eso hizo que ella volviera a exhalar con fuerza.

—¿Por qué el drama? —preguntó él, sin llegar a desnudarse, pero


aflojando las ataduras de sus botas y su cinturón. Se quitó las armas que
se clavaban en ellos, pero las dejó a su alcance.

—Para cuando llegue a una cúpula, es probable que esté afectada.

—Esta parte del Páramo está bien. Solo es seca.

—¿Y se supone que debo creer en tu palabra?

—¿Qué tal si piensas por ti misma en su lugar? Lo estoy


respirando. —Señaló su pecho—. ¿Te parece que estoy muerto?

—Pero esos monstruos que vimos en la niebla...

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Serie Futuro desviado 01
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—Mutaron hace mucho tiempo. Si es que cambiaron. Ten en


cuenta que no sabemos de todos los animales que vivían aquí antes de la
nube de polvo que cambió el mundo. Solo lo que queda.

—Algunos de los habitantes de Refugio son Desviados.

—Sí. Pero puedo decirte ahora mismo que todos nacieron así.

—¿Eres Desviado?

Él asintió.

—¿En qué sentido? No veo nada diferente en ti.

—¿Acabas de insultarme afirmando que no soy lo suficientemente


Desviado? —replicó, estirándose en el nido de mantas.

—Solo me preguntaba dónde escondes tu extrañeza.

Casi se atragantó, sobre todo porque, con cualquier otra persona,


habría respondido: “En mis pantalones”. No estaba seguro de que ella
entendiera la referencia.

—¿Qué te hace pensar que tú no eres Desviada? —preguntó en su


lugar.

La barbilla de ella se levantó a la tenue luz de la lámpara que él


había traído. Cargada, por suerte, o estarían sentados en la oscuridad.

—Los que están en las cúpulas se someten a pruebas.

—¿Y si la prueba está mal?

—Nos revisan regularmente por si nos infectamos y no


presentamos síntomas.

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—¿En serio? —Se burló, solo para ver que ella decía la verdad tal y
como la conocía—. ¿Y cuándo fue la última vez que te hicieron la prueba?

Por alguna razón su postura valiente vaciló. Se encogió.

—No hace mucho.

Tuvo una corazonada.

—Justo antes de que te dijeran que te prepararas para un viaje.

—No me dieron tiempo para prepararme. Me informaron de mi


salida de camino al camión.

—¿Te explicaron por qué?

Ella negó con la cabeza.

—Y aun así, vas a volver. —Exhaló un suspiro. No tenía ganas de


pelear con ella por eso—. Trae la luz cuando vengas a la cama.

—Eso no es una cama.

—Lo es esta noche.

—Dormiré aquí.

Él refunfuñó ante su terquedad.

—¿Prefieres dormir en el suelo que aquí, donde se está caliente y


cómodo?

—Sí.

—Mentirosa.

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—No estoy cansada.

—Aunque lo estuvieras, dirías que no lo estás. Discutiendo


constantemente. Es una maravilla que hayas sobrevivido tanto tiempo
aunque hayas vivido en una Guardería. Creía que lo único que hacían
era obedecer sus reglas.

—Lo hacen.

—¿Y cuestionaste cada cosa que te pidieron que hicieras?

Ella se revolvió.

—No.

Axel suspiró.

—Qué suerte tengo. Como quieras. —Se tumbó y cerró los ojos.

—¿No vas a atarme a nada para que no me escape?

Ni siquiera se molestó en abrir los ojos.

—No. Quieres irte. Adelante.

—Sabes que no puedo —señaló ella—. Tú mismo lo has dicho. No


duraría ni dos minutos ahí fuera sola.

—¿Te sentirías mejor si te dijera que diez minutos como máximo?

—Eres insufrible.

—Si piensas eso, entonces te vas a llevar una desagradable


sorpresa cuando llegues a la Cúpula Incubaii. He sido amable contigo. —

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Las palabras eran amargas en su boca. Un buen tipo no la vendería


sabiendo que podría ser maltratada.

—No esta discusión de nuevo. —Su tono le hizo preguntarse si


había puesto los ojos en blanco—. La Madre es venerada.

—Sigues diciéndote eso.

—¿Qué otra opción tengo? —dijo ella suavemente.

—Hay vida fuera de la cúpula.

—Los Páramos son inhóspitos.

—Para aquellos que nunca aprendieron a sobrevivir en ellos. Y hay


asentamientos de personas. El Refugio es solo un ejemplo.

—No soy una Desviada. No encajaría.

—¿Te parezco Desviado? ¿Nikki? ¿Dottie? ¿Y la pequeña Kylie?

—Es demasiado tarde para mí.

—Solo si no lo intentas. —La conversación fluía de un lado a otro.


Ni siquiera pudo decir por qué le hablaba con tanta delicadeza y
honestidad. ¿Por qué seguía intentando convencerla? Todo el propósito
de este viaje era intercambiarla, no salvarla.

—Tal vez me acueste —dijo ella.

Lo que le sorprendió. Terminó retrocediendo cuando ella eligió


acostarse frente a él, con la lámpara junto a su cabeza.

—¿La vas a apagar? —preguntó él.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Tengo que hacerlo?

—Mantén la luz si te hace sentir mejor.

—Lo que me haría sentir mejor es que hubiera ido al retrete antes
de acostarnos. —Se revolvió.

—Puedo arreglar eso. ¿Cómo te sientes usando un artefacto


genuino? —El cual había arreglado para usar la escasa agua de lluvia
que recogía en un barril en el techo.

—Sería estupendo. —Ella se levantó con la lámpara mientras él


abría la puerta.

Cuando él fue a seguirla, ella negó con la cabeza.

—Estaría bien algo de intimidad.

No habían tenido mucha en el camino. En su único descanso


privado, él prácticamente se puso encima de ella mientras ella se ponía
en cuclillas. Sus mejillas rojas duraron mucho tiempo.

—Sé rápida, y si oyes algo, grita.

—De acuerdo. —Se dirigió rápidamente, la luz se movía con ella.

Él se apoyó en el marco de la habitación segura, preguntándose si


cuando ella volviera habría cambiado de opinión sobre acostarse a su
lado. La noche anterior la había evitado. Ahora lo lamentaba. Le había
gustado despertarse con ella extendida sobre él como una manta. Se
preguntó qué habría hecho si le hubiera dado un beso.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

No, eso debería hacerse con ella bien despierta. Quería ver su
expresión la próxima vez que tomara su boca. Ver si la pasión que
sospechaba realmente acechaba.

Ella aún no había regresado, y él se movió, se acercó a la puerta


del armario y escuchó. No oyó nada, pero sus sentidos se agitaron. Sobre
todo porque era como si su mente le susurrara: “Silencio, silencio,
suavemente ahora. No debes dejar que él te oiga”.

No es algo que él dijera.

Sin embargo, lo oyó y le hizo pensar en Laura. Salió del armario y


se dio cuenta de que ella no había utilizado el retrete que había al lado.
Salió del dormitorio y entró en el salón vacío. El otro dormitorio estaba
igual de vacío. La puerta del pequeño retrete de la cocina estaba
entreabierta. Se dirigió a la entrada principal y vio la barra apoyada en la
pared y no en los soportes.

La idiota se había marchado.

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Capítulo Once
Laura no había querido huir cuando salió del armario. Se dirigió al
retrete sobre todo porque necesitaba escapar. Al acostarse junto a Axel,
fue demasiado consciente de él. Demasiado consciente de su propio
cuerpo, lo que no tenía sentido.

El problema era que, si dejaba de concentrarse en él, se quedaba


contemplando el espacio similar a un ataúd en el que él los había
encerrado. Seguro tal vez, pero también aterrador. ¿Por qué los
encerraba? ¿Y si pasaba algo y no podían salir? Las paredes estaban tan
cerca. El techo demasiado bajo.

Seguramente no había suficiente aire viciado para los dos. El


pánico se apoderó de ella. Tenía que salir. Salir. Así que se inventó la
excusa de usar el retrete, y luego, una vez que salió del armario, siguió
adelante. Agarró con sudor la palanca, aunque no le sirviera de nada. No
sabía cómo luchar.

Pero no podía volver. No podía volver a esa caja.

A él...

La barra de la puerta cedió y ella hizo una mueca ante el leve ruido.
Una mirada por encima del hombro no le permitió verle llegar. ¿Qué iba
a decir? No había excusa.

Al abrir la puerta, se acordó de accionar el interruptor, iluminando


el pasillo. El pasillo vacío. ¿Por qué había tomado tanta precaución? El
silencio era espeso y el polvo imperturbable. Le dio confianza para seguir
adelante.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Cerrando la puerta, se dirigió rápidamente al pozo oscuro. Un pozo


por el que él la había subido antes. Seguramente bajar sería sencillo. Se
asomó por el borde a la oscura garganta del edificio.

Todavía no había sonidos, ni siquiera el crujido de la estructura al


moverse. Había sido tan cauteloso al pasar por aquí, actuando como si
hubiera un grave peligro. Seguramente era una exageración. Le daba la
impresión de que hacía tiempo que no pasaba nada por aquí.

Y sin embargo... no estoy sola.

La advertencia de las punzadas le levantó los pelos de la nuca. El


silencio seguía siendo espeso y, sin embargo, habría jurado que algo
había cambiado.

Algo se despertó.

Tenía que moverse. Quedarse aquí solo garantizaría que Axel la


atrapara, ¿o era ésa su intención? ¿Quería que él viniera por ella, que la
manipulara, que la besara de nuevo?

Sus labios se aplanaron. No, no quería. Tenía que salir de este


lugar, lo que significaba ignorar su advertencia de antes.

Él dijo que ella no podría sobrevivir. Ella no estaba de acuerdo.


Tenía un mapa. Y su carro estaba justo fuera. Ella lo tomaría. Lo
conduciría hasta que se encontrara con una patrulla del Enclave que la
devolvería a...

¿A qué? No tenía ni idea de lo que sería de ella. ¿Qué hacía una


Madre? Nikki y Vera habían aludido a una situación en la que saldría
herida. Pero no les creyó.

213
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

No lo haría.

En las cúpulas se trataba a todos con justicia. Como se merecían.


Sí, las reglas a veces causaban dolor, pero solo si un ciudadano las
rompía.

Lo que implicaba Nikki: ¿hacerle daño intencionadamente


fornicando ilegalmente y con el permiso de los líderes incubaii? Parecía
inverosímil. Sin embargo, ¿qué ganaba mintiendo?

Estaba perdiendo el tiempo. Enganchó la palanca en el cinturón de


sus pantalones. Alcanzó la barandilla de la escalera que había al lado de
la abertura, se agarró a ella y encajó un pie en un peldaño antes de
balancearse sobre la oscuridad. Se agarró con fuerza y el otro pie se agitó.

Se agarró y se colgó torpemente de la escalera, soltando un suspiro.


Podía hacerlo. Buscó el siguiente peldaño por debajo de ella. Se desplazó
hacia abajo. El siguiente peldaño. No era demasiado difícil, pero iba muy
despacio.

Unos pocos peldaños más y estaba por debajo del borde del suelo.
Otro más antes de que lo oyera.

—Maldita idiota. Vuelve aquí.

Levantó la vista y vio a Axel. Notó la ira en su rostro. Recordó la


acusación de que no podía cuidar de sí misma.

Probablemente tenía razón. Pero en ese momento, estaba cansada


de que le dijeran lo que tenía que hacer. Simplemente cansada. Y
asustada. Ya no entendía nada. Quería volver a la Guardería, donde era
seguro y aburrido.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Se subió a la escalera y ella gruñó:

—Vete.

—Si quieres morir, ¿no podrías al menos esperar hasta que te


hubiera intercambiado?

—Eso es lo único que te importa. Sacar provecho. —Resoplando


con rabia, se preguntó por qué le dolían sus palabras.

—Y lo único que te importa a ti es hacer lo contrario de lo que yo


digo.

¿No entendía que tenía que luchar contra él? Porque luchar contra
él era la única manera de combatir el encanto de sus palabras.

—Eres un mandón.

—Creía que te gustaba que la gente te diera órdenes.

Ella lo miró fijamente. Él se inclinó hacia un lado y le sonrió.

—¿Qué pasa, cariño? ¿Te duele la verdad?

—La verdad es que no me gustan tus órdenes.

—Eso es porque suelen implicar sentido común. Algo de lo que


careces.

—Quiero dormir en el carro. No me gusta esa habitación. —La


estrechez de la misma. La forma en que su pecho se constreñía. Él decía
que tenía aire. Ella no estaba tan segura. ¿Y si se asfixiaba mientras
dormía? Bajó otro escalón, casi a la altura del primer piso por el que
habían entrado.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Si lo odiabas tanto, deberías haberlo dicho. Podemos probar la


cama si quieres.

—No quiero. —Una mentira. A ella le hubiera gustado hundirse en


la felpa, pero que él fuera razonable solo empeoraba su obstinación.

Se estiró hacia el pasillo, ensombrecido por la luz que lo recorría.


Los dedos de los pies se agarraron al borde. Se inclinó, tratando de
averiguar cómo llevar todo su cuerpo hasta allí. La escalada no era algo
que se enseñara en la Academia y, desde luego, no era necesaria en la
Guardería.

Por un momento, pensó que lo había conseguido. Su segundo pie


tocó el suelo firme. Ahora solo tenía que soltarse e inclinarse hacia
delante.

Se tambaleó en el borde, su miedo emergió en un jadeo. Sus brazos


se agitaron. Intentó lanzarse hacia un lado para coger la escalera. Solo
funcionó parcialmente. Su mano chocó contra ella y consiguió agarrarse
a un peldaño, lo que hizo que su descenso se viera ligeramente
interrumpido. Sus dedos no pudieron soportar su peso. Cayó en picado
y aterrizó sobre algo duro, gritando por el impacto. Seguramente estaba
magullada y, sin embargo, al moverse, no creyó que se hubiera roto nada.

Se puso de rodillas, pero se quedó quieta cuando oyó un gemido de


metal y el suelo se movió bajo ella.

—No te muevas —le aconsejó Axel cuando llegó hasta ella, apenas
visible en el resplandor de lo alto—. ¿Te has roto algo?

Ella negó con la cabeza.

—Creo que no.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Puedes ponerte de pie? Tenemos que salir de aquí antes de que


nos vean.

Estaba menos preocupada por ser vista y más por el hecho de que
el suelo parecía estar a punto de derrumbarse. En lugar de ponerse de
pie, se arrastró hacia él. Axel permaneció suspendido en la escalera,
obviamente sin confiar en la estructura en la que ella había aterrizado.

Le tendió una mano.

—¿Supongo que has terminado de escalar por hoy?

—¿Tienes que ser siempre sarcástico?

—Si vas a ser estúpida, entonces sí.

Ella hizo una mueca mientras buscaba sus dedos. Él la agarró de


la mano y la ayudó a ponerse de pie.

El suelo gimió y se movió.

Ella gritó y él tiró de ella con fuerza, arropándola contra su pecho


mientras un sonido horrible llenaba el aire. No necesitó mirar hacia abajo
para saber que el suelo sobre el que había aterrizado se había
derrumbado, casi llevándosela consigo.

El sonido de su caída permaneció con ellos mucho tiempo después.


El calor del cuerpo de él no podía quitar el frío que la hacía temblar.
Apoyó la cara en su pecho y murmuró:

—Lo siento.

—Guárdalo para cuando lleguemos a un lugar mejor. No creo que


debamos prolongar nuestra estancia.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Le rodeó la cintura con un brazo, y ella se sintió como la cosa más


inútil mientras él la subía. Solo cuando se sintió de nuevo en el suelo,
murmuró:

—Gracias.

—Diría que no es nada, pero ya son dos veces las que has hecho
esto. Uno pensaría que en realidad no quieres volver al Enclave.

—Por supuesto que sí. Esto solo demuestra que no estoy destinada
a vivir aquí.

—No estés tan segura. Tus acciones pueden haber sido estúpidas,
pero también hay algo de valentía. —Antes de que ella pudiera deleitarse
con sus elogios, él negó con la cabeza—. Pero más estupidez que valor.

Ella parpadeó.

—¿Cómo puede ser eso valiente? Estuve aterrorizada todo el


tiempo.

—Y aun así te fuiste. —Sus labios se torcieron—. ¿Tan mala es mi


compañía?

El problema era que su compañía la hacía cuestionar todo lo que


sabía.

—No estamos en el piso correcto —comentó ella en lugar de


responder.

—Después del jaleo que has causado al dejar caer el ascensor,


probablemente sea mejor que busquemos otro lugar para dormir esta
noche.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Crees que algo lo ha oído.

—Habría que estar muerto para no hacerlo. —La cogió de la mano


y tiró de ella hacia el pasillo.

—Lo siento.

—Eso es lo que sigues diciendo. No te preocupes. He aprendido la


lección. A partir de ahora, te mantendré atada.

—¿Y si prometo no huir?

—No me lo creería.

—Esto es culpa tuya —afirmó ella mientras entraban en una


habitación sin muebles.

—¿Culpa mía? —gruñó él—. ¿Cómo se te ocurre?

—No dejas de acusarme de no cuestionar las cosas, así que estaba


tomando la iniciativa.

—Me refería a que no te dejaras intimidar por el Enclave. Mis


órdenes deben ser obedecidas porque te mantienen a salvo.

—Lo siento.

—¿Lo sientes? —Se giró y empujó contra ella hasta que su espalda
golpeó la pared. Luego se inclinó aún más, su cuerpo presionando el de
ella, su rostro lo suficientemente cerca como para que ella solo pudiera
ver sus ojos ardientes—. Los errores harán que te maten.

—Solo quería volver al carro.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Lo que quieras no importa. —Las palabras rozaron sus labios, y


ella se estremeció.

—¿De verdad vas a atarme de nuevo?

—Debería. —Su expresión cambió, sus párpados cayeron para


cerrar parcialmente su mirada—. ¿Por qué te pones nerviosa cada vez
que me acerco?

—Porque eres grande y violento.

—Solo cuando me empujan a ello.

—Estás enfadado conmigo.

—Sí, pero no por la razón que crees. —Sus labios se acercaron, y


ella se calmó—. Invades todos mis pensamientos.

—¿Por qué?

—No lo sé. Y estoy bastante seguro de que lo haces a propósito.

—¿Haciendo qué?

—Haciendo que te desee. —Dijo las palabras suavemente contra la


boca de ella, deslizando sus labios sobre los de ella, provocando un
escalofrío que no tenía nada que ver con el miedo sino con algo más. Algo
caliente y brillante que hizo que sus partes femeninas se apretaran y le
robara el aliento en un jadeo.

Él siguió moviendo su boca sobre la de ella, y ella logró decir:

—¿Qué estás haciendo?

—Besándote.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Por qué?

—Porque se siente bien.

Él la acercó, su boca poseyendo la de ella por completo, y una parte


de ella sabía que esto no estaba permitido. Que él rompía muchas reglas,
al igual que ella por permitirlo. Pero...

Se sentía bien.

Tan bien. No lo detuvo.

Le dejó acariciar sus labios, tirando de ellos con los suyos. Solo
emitió un cálido resoplido de sorpresa cuando sintió la lengua de él
acariciando el borde de su boca.

Seguramente él no...

Lo hizo, y ella soltó un gemido mientras se hundía contra él, con


las rodillas repentinamente débiles. Esto, esto debía ser ese deseo del que
había oído hablar. Solo que nunca lo había entendido.

Nunca se había dado cuenta de su poder.

Se encontró agarrada a él con fuerza, deseando que sus cuerpos


estuvieran más cerca, anhelando algo que no podía definir, jadeando en
su boca. Lanzó un suave grito cuando él fue arrancado de ella.

Los pesados párpados se abrieron de par en par para verlo


empujado contra la pared por una cosa de pesadilla. Una criatura que se
desplazaba sobre cuatro patas, con los ojos blancos como la leche y la
piel gris y arrugada. La boca... un tajo oscuro... emitió un sonido gutural.
Pero lo más aterrador de todo era su aspecto humano.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Este era el aspecto que ella esperaba que tuviera un Desviado en


los Páramos. Una cosa deforme y salvaje. Violento.

Levantándose de donde había sido arrojado, Axel se recuperó lo


suficiente como para gritarle:

—Corre. Enciérrate en el carro.

—¿Y tú? —exclamó ella mientras la cosa se escabullía hacia Axel,


que no parecía alarmado en absoluto mientras sacaba tranquilamente su
pistola y apuntaba.

—¡Muévete! —ladró—. Estaré justo detrás de ti.

Empezó a moverse, pero la cosa giró la cabeza de forma poco


natural y la miró. Mostró unos dientes ennegrecidos mientras siseaba,
con un sonido agudo y espeluznante. Y lo que es peor, obtuvo una
respuesta.

El eco de los silbidos hizo que la expresión de Axel se volviera


sombría.

Levantó su arma y disparó. La cabeza de la criatura explotó.

Se quedó boquiabierta mientras el cuerpo se desplomaba, la carne


cruda de su cuello rezumaba una sangre oscura y lenta.

Axel mantuvo el arma en la mano y se acercó a ella, agarrándola


por el brazo y tirando de él.

—Tenemos que irnos. Mueve el culo si quieres vivir.

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En lugar de eso, ella se giró hacia un lado y vomitó. Se convulsionó


y vomitó todo lo que tenía en su cuerpo hasta que no hubo más. Se pasó
el dorso de la mano por la boca.

—Si has terminado, tenemos que irnos —gruñó—. Vienen sus


amigos.

Al girarse, ella apenas pudo verle en la penumbra. La tenue luz del


pasillo apenas proyectaba una sombra. Su mirada pasó por encima del
cadáver y se estremeció al ver el charco de sangre que lo rodeaba.

Dio un paso inseguro hacia Axel, concentrándose en la abertura


hacia el exterior. Al llegar a ella, se detuvo y miró hacia atrás. Él no la
había seguido. En cambio, se tomó el tiempo de cerrar la puerta,
apagando su luz.

—Esto podría darnos un poco de tiempo.

Tiempo que ya habían perdido.

Antes de que pudiera cruzar el piso para reunirse con ella, más de
esas cosas... parodias podridas de la humanidad... salieron de las
habitaciones laterales. ¿Cómo? ¿Dónde? No importaba. La separaron de
Axel.

—¡No! —Ella exhaló la palabra.

Como si él hubiera oído, su mirada se encontró con la de ella. Lo


dijo con la boca, y sin embargo, bien podría haber hablado en voz alta.

—Vete. —En otras palabras, dejarlo que luche solo.

Surgieron más criaturas. Le rodearon.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Si ella se iba, él moriría solo. Y ella moriría poco después. En ese


momento, se dio cuenta de lo tonta que había sido al pensar por un
segundo que podría sobrevivir sola.

Mientras él se enfrentaba a los monstruos, alto y valiente, sin


rendirse, ella vio el fuerte contraste de él con sus piernas tambaleantes y
su respiración entrecortada.

Apuntó. Bang. Bang. Cada disparo hacía caer una criatura.


Todavía avanzaban. Mirándolo a él en su mayoría, pero unos pocos la
miraban de lejos. Fue suficiente para congelarla de miedo.

Cuando el gran cañón se quedó sin munición, las criaturas


cargaron. Aun así, Axel no sucumbió al miedo. Agitó su arma como si
fuera un garrote. Por cada criatura que aplastaba y derribaba, llegaban
más.

Los recién llegados le tenían un respeto más saludable. Lo


suficiente como para que le diera tiempo a gritar:

—¡Quieres correr ya, joder!

Pero si ella lo dejaba, él moriría. Y sería su culpa. Se quedaría sola.

En el Páramo.

Con los monstruos.

Sin Axel.

No podía... no puedo... El terror surgió en ella, fuerte como cuando


se enfrentó a la bestia de Horatio, más fuerte aún al traspasar esa extraña
barrera que confundía su mente. Ardió en ella, encendiendo sus venas,
llenándola de calor.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Una brisa caliente le levantó el pelo mientras gritaba:

—¡Dejadlo en paz!

Había una extraña fuerza en su voz. Un temblor en el aire, como si


las palabras tuvieran presencia y peso.

Los monstruos se detuvieron. Como uno solo, se volvieron para


mirarla. Demasiados pares de ojos lechosos. Sus bocas se abrieron de
par en par. Exhalaron antes de empezar a escabullirse hacia ella.

Chillando, se lanzó a través de la puerta y corrió hacia el carro, sus


pies se afianzaron en el duro suelo, impulsándola más rápido de lo que
nunca se había movido.

No fue suficiente.

Algo se abalanzó sobre ella por detrás, haciéndola caer de bruces


sobre la tierra compacta, aplastándola con su peso hasta que otra de las
cosas se abalanzó sobre ella y salieron disparados. Los monstruos
rodaron en una furiosa maraña de miembros. Laura se puso de rodillas
y se tambaleó, al ver que se acercaban más criaturas, emitiendo ese
espeluznante silbido. Sus dedos con puntas oscuras se agarraban al
suelo mientras caminaban con las manos hacia ella, el movimiento de
sus cuerpos oscilantes no era natural, pero también mostraba
precaución. Se separaron, flanqueándola. Intentando acorralarla.

—No —susurró. No quería imaginar cuánto le dolería morir bajo los


monstruosos dientes y garras. Más dolor seguramente que un látigo.

La criatura más cercana pareció sonreír. Su boca se torció


definitivamente. Lanzó un aullido y se lanzó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella gritó y estiró las manos. El cuerpo estalló en el aire,


salpicándola con gotas calientes de sustancia viscosa.

La conmoción duró solo un momento. Luego, el resto corrió hacia


ella, con los ojos brillando blanquecinamente, el hambre en ellos
alimentando su terror.

El pánico y el miedo la invadieron. Gritó una y otra vez, extendiendo


las manos, y unos cuantos monstruos más explotaron. Otros volaron
como si fueran recogidos y lanzados por una mano invisible.

Una parte de ella entendía que lo había hecho. Era la que los
mataba, la que les hacía daño. Un extraño poder brotó de ella, haciendo
estallar a los monstruos. Pero por cada uno que moría, otro ocupaba su
lugar, y otro más. Siguió chillando y llevándose las manos a los oídos,
balanceándose en su sitio, con los ojos muy abiertos, hasta que todo lo
que surgió fue un gemido ronco.

Sus fuerzas se agotaron de repente y sus ojos se cerraron. Oyó un


ruido de raspado y trató de encontrar una gota más de energía. Pero no
le quedaba nada.

Un gemido escapó de sus labios mientras abría los ojos, esperando


lo peor. Axel estaba de pie en medio de la pila de cuerpos rotos.

La miró, luego a la carnicería que los rodeaba, antes de murmurar:

—¿Qué has hecho?

—Yo... —Ella tragó saliva—. Los maté. —Se balanceó sobre sus pies
mientras una oscuridad vertiginosa invadía su mente.

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Capítulo Doce
¿Los mató? Una explicación suave para lo que había sucedido.
Parecía que una bomba había estallado. Miembros y sangre y cuerpos
por todas partes. Y Laura...

La pobre ingenua y poderosa Laura se derrumbó, la magia en ella


se agotó. Pero gracias a eso, estaban vivos.

A pesar de la victoria, Axel no creyó conveniente quedarse. La


recogió del suelo, notando que la vibración que habitualmente sentía en
su presencia estaba apagada. La metió en el carro y se marchó. Mientras
maniobraba por la ciudad abandonada, no dejaba de mirarla.

Ella le había salvado la vida, lo que no anulaba el hecho de que la


hubiera puesto en peligro en primer lugar. Si no hubiera intentado
escapar, tal vez nunca hubieran llamado la atención de los necrófagos.
Tal vez nunca hubiera sabido de su extraña habilidad.

No era como si pudiera ser vista como los que tienen extremidades
adicionales o extrañas preferencias alimenticias. Ella poseía un poder
innato. No era algo inaudito, pero él nunca había visto uno tan fuerte
como el suyo, que consistía en levantar a los necrófagos y lanzarlos por
ahí, haciéndolos estallar en pedazos. Sus gritos aterrorizados habían
actuado como una violenta tormenta que atacaba y mataba.

No pudo evitar recordar ese momento en el que pensó que moriría.


Cuando los necrófagos le rodearon, preparados para una última y
abrumadora acometida, solo ella les miraba fijamente, sus cabellos
bailando en una brisa invisible, sus ojos más tempestuosos que una
tormenta. Ella había dicho que no.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Y nunca estuvo más hermosa.

Nunca estuvo más en peligro porque los necrófagos se fijaron en


ella. Se volvieron como si tuvieran una sola mente. Un pensamiento
primario.

Matar a Laura.

Ella debería haber muerto. Cuando decidieron cargar contra ella,


la había dado por muerta con toda seguridad. Iban a hacerla pedazos.

En cambio, ella los mató a todos. Le hizo reconsiderar su decisión


de intercambiarla.

¿El Enclave conocía su habilidad? ¿Había hecho algo similar antes?


El contacto de Karlos había aludido a un incidente.

No había forma de averiguarlo. Ella no estaba consciente para


decírselo. Sin embargo, sus habilidades podrían explicar por qué había
sido cambiada repentinamente de sawr a Madre. El Enclave querría criar
su poder y controlarlo. Qué herramienta tan maravillosa.

Y no estaba siendo sarcástico. Sabía de lo que eran capaces. La


razón por la que nadie se atrevía a defenderse demasiado. El Enclave
tenía los medios y el poder para aplastar cualquier rebelión. Recogían
gente, como Laura, y la utilizaban.

La miró. No estaría contenta cuando se despertara. Especialmente


cuando se diera cuenta de que era la misma cosa que decía aborrecer.
Una Desviada.

Lo extraño era su convicción de que el Enclave odiaba a las


personas con genes mutados. La verdad era lo contrario. Los que tenían

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Eve Langlais Polvo tóxico

poderes útiles eran apreciados. ¿Quiénes creía ella que vivían en las
ciudades? Los menos poderosos, afiliados a las familias más fuertes,
servían fuera de la ciudad en los lugares satélites, informando al Enclave.

Los que no eran Desviados, los ciudadanos normales, donde


acababan dependía de la necesidad y la habilidad. Algunos eran enviados
a fábricas. Unos pocos se encontraban en granjas. Los verdaderamente
inútiles eran destinados a la destrucción, pero no por algo tan agradable
como dispararles. Les tocaba el peor de los trabajos. Los más peligrosos,
donde la tasa de mortalidad era alta.

Ésos eran los que normalmente se esforzaban por escapar y


constituían muchos de los habitantes del Refugio Colina. ¿Qué dirían si
supieran lo que ella podía hacer?

¿Quedarse con ella o entregarla? Entregarla podría hacer que la


utilizaran en su contra.

Su mirada se dirigió a ella. Por el momento estaba indefensa. Él


podría eliminar la amenaza ahora mismo.

Pero él no era esa clase de monstruo, y optó por recordar el hecho


de que ella no lo había matado durante ese alboroto con los necrófagos.
El poder de su ira logró dividirse a su alrededor y mantenerlo a salvo.

¿Se daba cuenta de lo que podía hacer? Tenía que preguntárselo,


dada la crudeza del poder que ejercía. Tenía una sensación indómita.

Y él la estaba entregando al Enclave para que la usara. O bien que


engendrara bebés con el mismo gen Desviado o se convirtiera en un arma.

Peor aún, la estaba condenando a no ser nunca libre.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Suspiró mientras golpeaba el volante. ¿Cuándo se había vuelto esto


tan complicado? La miró de nuevo, con sus rasgos desvaídos en la pálida
luz. Solo tenía un faro encendido para guiarse, por miedo a agotar la
energía del carro demasiado rápido. Pero un conjunto de energía
completo no significaría una mierda si se estrellaba en la oscuridad.

¿Qué hacer? El trato por una gemminar seguía siendo bueno.


¿Habría pedido más si hubiera conocido su poder antes?

Probablemente. Pero era demasiado tarde para cambiar el precio


ahora. Aumentar su demanda podría causar algunas fricciones con el
comprador.

Además, todavía no la había oído mencionar que prefería quedarse.


Por el contrario, seguía insistiendo en que quería volver a una cúpula. Lo
que parecía contrario a sus patéticos intentos de escapar.

¿Y si, cuando se despertara, recuperaba el sentido común y pedía


santuario? ¿Se lo daría?

¿Y si no lo hacía? ¿Podría realmente entregarla? ¿Entregar a una


mujer que había besado?

Un simple roce de labios no debería pesar en su mente. Un beso no


debería consumirlo hasta el punto de no percibir el peligro que se
acercaba.

Un beso nunca le había hecho tirar toda la cautela y el sentido


común al viento.

Una vez más su mirada se dirigió hacia ella. Seguía inconsciente.


Se había desmayado, probablemente por la energía que había gastado.
Mucha. Más de la que él había visto nunca de una sola vez.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Le había salvado la vida.

Y la iba a entregar.

O no...

Todavía no lo había decidido horas después, cuando aparcó bajo


un saliente de roca irregular. Ella no se había movido, pero eso no le
impidió rodear sus manos con una cuerda y atarla a él. Si ella se movía,
él lo sabría.

Cayó en un sueño ligero, su capacidad de sintonizar con el mundo


que lo rodeaba lo despertaba al menor ruido, comprobando cada vez que
escuchaba su suave respiración antes de volver a dormirse.

Consideró que habían pasado al menos una o dos horas desde el


amanecer antes de que ella se despertara y preguntara con dificultad:

—¿Dónde estamos?

—Durmiendo la siesta en el carro, como querías.

—No fue mi mejor idea —gimió mientras se estiraba, sus pestañas


se agitaron antes de que su mirada se estabilizara. Levantó sus muñecas
anudadas—. Me has atado.

—Pensé en asegurarme de que no volvieras a vagar.

—Aprendí la lección —refunfuñó.

—Tal vez.

—¿Qué se supone que significa eso? —Estaba completamente


despierta ahora y bastante molesta.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Significa que eres una idiota que necesita un cuidador. —


Probablemente no era inteligente por su parte el hecho de acosarla, dado
que ahora sabía de lo que era capaz; sin embargo, le pareció interesante
observar que no había utilizado sus poderes antes. Que él supiera, en
todo caso. Podría ser que solo la angustia emocional extrema lo
desencadenara.

—No me llames idiota. —Lo fulminó con la mirada.

—¿O qué? ¿También me convertirás en trozos? Buen trabajo con


esos necrófagos.

Su expresión palideció.

—Eso no sucedió.

—Sí pasó.

Ella negó con la cabeza.

—No, no pasó. Fuiste tú quien los hizo explotar.

—¿Con qué?

—Con tu pistola.

—Las armas dejan agujeros. No actúan como si una bomba hubiera


estallado dentro de un cuerpo.

Cerró los ojos con fuerza, su expresión era pálida.

—Supongo que no sabías que podías hacer eso.

—No es posible —susurró ella.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí lo es. Y deberías alegrarte de poder protegerte.

Por alguna razón sus palabras despertaron su ira.

—¿Protegerme? Si pudiera protegerme, no me habría convertido en


tu prisionera en primer lugar.

—No te culpes por lo que pasó. Es porque te has dejado deslumbrar


por mi encanto. —Canalizando a Gunner por un momento, Axel le lanzó
un escandaloso coqueteo con la esperanza de desequilibrarla.

Funcionó.

Ella parpadeó.

—No eres encantador.

—Ambos sabemos que lo soy. No tiene sentido luchar contra ello.


—Le guiñó un ojo y salió del carro, deshaciendo las ataduras de su
cuerpo. Ella le siguió, dando un rodeo para enfrentarse a él.

—Tienes mejor aspecto esta mañana —dijo él antes de que ella


pudiera arremeter—. ¿Cómo te sientes?

—Estás cambiando de tema.

—Pues sí. Porque sé cómo va a terminar.

—¿Y cómo es eso?

En lugar de responder, sonrió. Sabía que la volvería un poco loca,


pero le gustaba la chispa de sus ojos. La simpática, no la de “volar todo
a la mierda”. Esa expresión daba miedo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Me duele demasiado la cabeza para entender lo que acabas de


insinuar. —Cerró los ojos.

—Te has pasado.

—No hice nada —murmuró ella.

—Lo dice la mujer cubierta de la sangre de sus enemigos —incitó


él.

—¿Insinúas que necesito un baño? —Ella se miró a sí misma y


arrugó la nariz ante la sangre que la cubría. También había más
salpicaduras en el interior del carro. No se había atrevido a dedicar
tiempo a limpiarlas. Se tiró de la camisa, apartándola de su cuerpo—.
Esto es asqueroso.

—¿Qué dirías si pudiera arreglarlo?

—¿Mi cabeza? ¿Tienes medicinas? —Su expresión se iluminó de


esperanza.

—No.

Sus labios se volvieron hacia abajo.

—Pero conozco un lugar donde podemos lavarnos.

Eso provocó un resoplido:

—No me tomes el pelo.

—¿Cómo puedo resistirme? Eres tan fácil de irritar. —Guiñó un


ojo—. Vuelve al carro y te prometo que al mediodía pararemos en algún

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

lugar donde podamos bañarnos los dos, dormir un poco y estar listos
para la última etapa de nuestro viaje mañana.

—Primero necesito un momento.

Ambos lo hicieron. Después de aliviarse, tomaron algunas de las


raciones. Él pudo ver cómo le molestaba la ropa ensangrentada que
llevaba, así que sacó una camisa de su mochila, que ella se puso con
mucho gusto. Afortunadamente sus pantalones no estaban tan sucios
como la parte superior.

Reanudaron el viaje y él decidió indagar más sobre lo que ella había


hecho.

—¿Desde cuándo tienes tu habilidad?

Ella prefirió hacerse la tonta.

—No sé a qué te refieres. Todo lo que hice fue gritar. —Ella se


arrancó un hilo suelto de sus pantalones.

—No mientas. Ambos sabemos que hiciste más que eso.

Laura se desplomó en su asiento.

—Preferiría no haberlo hecho.

—¿Fue la primera vez?

Surgió un suspiro bajo.

—No.

—¿Ha sucedido antes?

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No exactamente. Quiero decir que no exploté cosas. Nadie murió.


Pero tuve que protegerme.

—¿De quién? ¿Alguien te atacó?

—Un extraño monstruo espiritual vino por mí y los niños cuando


estaba en la Guardería. Fue una creación de Horatio. Su monstruo. —
Hizo una pausa—. Atacó mi mente de alguna manera. Y yo me defendí.
Saqué las garras de mi cabeza y luego empujé a Horatio sin ponerle una
mano encima.

—¿Hubo otro incidente?

Ella negó con la cabeza.

—¿Voy a adivinar y decir que esto sucedió recientemente?

Un movimiento de cabeza.

—Fue justo después de ese incidente con Horatio que Merr declaró
que tenía que irme.

—Haciendo que te conviertas en una Madre. Esperan reproducir el


gen —murmuró.

—¿De qué estás hablando? ¿Qué gen? —Solo para comprender su


significado un momento después—. No soy una Desviada.

—Piénsalo de nuevo. Hay dos tipos de personas que nacen en este


mundo. Los que tienen algo especial en su interior, una habilidad que no
se puede explicar, y los que no la tienen.

Ella frunció el ceño.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Estás diciendo tonterías. Han analizado mi sangre. Si fuera


Desviada, me habrían sacado de la Creche mucho antes.

—Exactamente. —Esperó.

La explosión llegó verbalmente.

—No soy una Desviada. Convertirse en Madre es un ascenso.

¿Por qué seguía insistiendo?

Cambió de táctica.

—Antes de que este Horatio te atacara, ¿habías visto a alguno de


los niños hacer algo raro antes?

Ella se inquietó y dudó en responder.

—¿Y bien?

—Nada como lo que hizo Horatio. Solo cosas pequeñas. Objetos que
se mueven sin que nadie los toque. Incendios iniciados sin ninguna
fuente.

—¿Qué pasó con los niños que mostraron esta habilidad?

—Desaparecieron. —Su voz bajó a un susurro.

—¿Dónde?

Ella lo miró.

—No lo sé. Dejan la Guardería antes de estar listos para la


Academia. No sé a dónde van. Nunca vuelven.

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Serie Futuro desviado 01
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—¿Crees que los matan?

Sus hombros se encogieron de hombros.

—No lo sé.

—¿Nunca te cuestionas lo que pasa?

Ella no le dirigió la mirada mientras murmuraba:

—Hacer preguntas da lugar a una corrección.

No dio más detalles. ¿Qué le habían hecho?

—¿Y si dijera que los niños que se van están vivos? Enviados a ser
entrenados en las ciudades por aquellos que son como ellos.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó ella.

—Porque los gemelos que has visto por el Refugio, Casey y Cam,
solían ser esos niños —afirmó él.

—¿Por qué enviarían a esos niños lejos?

—Porque los que llamas Desviados son en realidad la clase


dirigente. Los invisibles, al menos. Las imperfecciones físicas no son
aceptadas. Al Enclave solo le sirven los que tienen poderes innatos.

—Eso es lo contrario de lo que nos enseñan. Los Desviados son


monstruos. Mutantes asesinos que son contagiosos y violentos.

—Eso describe a los necrófagos —concordó—. Esas son las


variantes extremas del gen, pero hay otras en esa escala. Gente como
Oliander con el don de curar. Y luego hay gente como tú. Perfectos en
apariencia, pero por dentro... tienen habilidades.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Las palabras cayeron en el silencio entre ellos.

Ella habló con dificultad.

—¿Cómo es posible? ¿Por qué los Desviados son diferentes? ¿Por


eso analizaban tanto nuestra sangre en la Academia?

Le tocó levantar los hombros.

—Supongo. No lo sé. Nunca he vivido en una cúpula. Toda la


información que tengo es de segunda mano de los que han escapado.

—Historias de gente que no estaba contenta —se burló ella—. Así


que no es toda la verdad.

—¿Cuál es la verdad, entonces? —preguntó él—. ¿Y por qué estás


tan decidida a dar un pase libre al Enclave?

—Sigues hablando del Enclave como si fuera un ser nebuloso con


intenciones malignas.

—Porque son malvados. Se creen la élite y gobiernan las cúpulas,


haciendo esclavos a sus habitantes. Decidiendo por ellos.

—Tú también decides por los demás.

—Hay una diferencia. Yo no los obligo.

—Lo dices tú.

—Sí, lo digo yo —gruñó.

—Me estás obligando ahora mismo. —Extendió las manos. La


cuerda estaba suelta y se arrastraba, pero las muñecas seguían atadas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Oh, no, no lo hago. —Sacudió la cabeza—. Pediste que te


intercambiaran de vuelta a tu preciado Enclave. Solo te estoy dando lo
que quieres.

—¿Y si cambio de opinión?

Le dirigió una mirada de sorpresa.

—¿Lo has hecho?

En lugar de mirarle, ella mostró interés por el suelo.

—Puede ser. A pesar de que el mundo aquí fuera es aterrador,


también ha sido más interesante de lo que imaginaba.

—A pesar de que casi mueres.

Sus labios mostraron una leve sonrisa.

—A pesar de eso, sí. Hay un regocijo en escapar de la muerte que


estoy descubriendo.

—Se siente un subidón.

—¿Es eso normal? —Ella le miró a través de una melena color miel.
El oro de la misma le hizo pensar en cuando ahumaron a los gigantescos
abejorros el tiempo suficiente para colarse en la colmena y robar un
enorme trozo de panal.

—¿Por qué crees que la gente hace locuras? Es una emoción. Lo


que hay que tener cuidado es no hacerse adicto a la adrenalina.

—Si vuelvo a una cúpula, volveré a estar a salvo. No más corazón


acelerado ni sangre en el pelo. —Lo dijo casi en tono de broma.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí. Tendrás una vida perfectamente ordenada. —La sola idea le


desconcertó—. Sin necrófagos ni huevos revueltos. Solo papilla y caldo el
resto de tu vida.

Su nariz se arrugó.

—Intento no pensar en eso. Incluso las raciones del camino son


más sabrosas. Tal vez ser una Madre signifique una mejor calidad de la
comida.

—Lo dudo.

—Volveré a tener una cama de verdad.

—Las camas están sobrevaloradas. —Sonrió—. Yo puedo


divertirme en cualquier lugar. —Le guiñó un ojo, tomando su vida en sus
manos, coqueteando con el peligro.

Sus mejillas se sonrosaron.

—Eres malo.

—Eso es lo que solía decir mi tío.

—¿Tío? —Ella frunció el ceño—. ¿No es similar a un tawnt?

—Es un miembro de la familia. Alguien que es hermano de tu


madre o de tu padre.

—No sé si debería creerte. Ese tipo de cosas no ocurren. Los bebés


nacen en cubas. —Ella negó con la cabeza.

Por alguna razón eso le hizo resoplar.

—¿De verdad crees que se hacía así hace siglos?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—He oído hablar de la historia. No estoy segura de creer que los


bebés surgieran como decían.

Intentó no reírse ante su tono indignado y sus mejillas rojas.

—Conociste a Sally.

—¿Cómo sé que no estaba infectada con un parásito?

—Si te hubieras quedado, habrías podido ver nacer a ese niño. Tal
vez entonces creerías.

El recordatorio de que ella se marchaba flotaba en el aire entre


ellos.

Tardó un momento antes de decir en voz baja:

—Si te invitaran a vivir en una cúpula....

—Nunca. Nunca podría someterme a eso.

—Aunque vivas constantemente en peligro. ¿Vale la pena?

Probablemente la pregunta más astuta que había hecho hasta


ahora.

—¿Para mí? Sí. —No podía enumerar todas las razones por las que
le parecía correcto. Por qué pensó que podría ser lo correcto para ella. Se
dio la vuelta y refunfuñó—: Vamos a movernos.

Era media tarde cuando finalmente detuvo el carro. Se adentró en


un bosquecillo de árboles, de troncos gordos y anudados, de ramas
anchas. Conocido como el Bosque Seimor en los mapas, tenía agua más

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

que transitable, carecía de depredadores peligrosos durante el día y era


un buen lugar para detenerse antes de su reunión de mañana.

No podía esperar a salir del vehículo y estirarse. Giró los brazos


detrás de la espalda, sintiendo el tirón en sus músculos, incluso mientras
expandía sus sentidos. Miró, pero no con los ojos, que podían ser
engañados. Escuchó el susurro de las ramas, el susurro del papel seco
de las hojas. Sintió la suave brisa. El pulso del bosque vivo y de las pocas
criaturas pequeñas que vivían en él.

Se dio cuenta de que Laura no había bajado del coche. Se acercó a


su lado y abrió la puerta.

—¿Vienes?

—¿No vas a atarme primero? —Ella arqueó una ceja.

—Estoy empezando a pensar que disfrutas cuando te ato. —Metió


la mano—. Ven a ver este lugar. Sé que nunca has visto nada igual.

Ella dudó.

—¿Es seguro?

—Más seguro que el último. ¿Puedes trepar? —Se agarró a una


rama y se balanceó hacia arriba. Cuando miró hacia abajo fue para verla
mordiéndose el labio inferior—. Bueno, ¿vienes?

—No sé si puedo. —Ella agachó la cabeza.

—¿De qué estás hablando? Anoche te vi subir los peldaños.

—También me caí —recordó ella—. Era la primera vez que subía


algo que no fueran escaleras.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La admisión le hizo parpadear de asombro.

—Estás bromeando, ¿verdad?

Ella negó con la cabeza.

Exhaló un suspiro.

—Realmente no sabes nada, ¿verdad?

Eso provocó una mirada furiosa en su rostro.

—Que no sepa escalar no significa que sea estúpida o inútil.

—Nunca dije que lo fueras.

—Sé muchas cosas —declaró acaloradamente.

—¿Alguna de ellas te ayuda ahora mismo?

Ella se desinfló.

—No.

—La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para aprender


cosas nuevas.

—¿De qué sirve si mañana vuelvo a una cúpula?

—El punto es... A la mierda el punto. Es hora de que aprendas a


escalar. —Saltó al suelo, aterrizando con las rodillas dobladas, y extendió
una mano—. Vamos. Inténtalo.

Su primer paso fue vacilante. El segundo fue lento, y al tercero, se


acercó a él y dejó que le cogiera los dedos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Solo necesito trepar por una rama —dijo, entrecerrando los ojos.

—Para empezar. Ya iremos más arriba.

—Espero que eso no fuera alentador. —Tragó con fuerza y se abrazó


a sí misma.

—Solo es escalar.

—Lo dice una persona que siempre ha escalado. Sé lo suficiente


sobre la gravedad como para darme cuenta de que me haré daño si me
caigo.

—No seas un bebé. Ya no estás en una cúpula. ¿Qué pasa si algo


quiere comerte y tienes que subir más alto?

—Pensé que habías dicho que estos bosques eran seguros.

Refunfuñó:

—Lo son, pero eso podría cambiar. ¿Y si tienes que levantarte del
suelo?

—Entonces espero que mi habilidad Desviada sepa volar —dijo


irónicamente, siendo obviamente sarcástica.

Por lo que se complació en decir:

—Podrías ser capaz. Antes he oído hablar de gente que vuela.

—Estaba bromeando.

—No. —Le agarró la mano, sus dedos se mantuvieron en su agarre.


Tiró de ellos hacia la rama más baja—. Para escalar, tienes que agarrarte
y tirar hacia arriba.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Haces que parezca fácil.

—Porque lo es. —Al menos para él. Trató de entender cómo ella no
podía entenderlo.

Nunca había escalado. Seguramente, exageraba.

Ella estiró la mano y metió los dedos y luego se quedó allí, sin ir a
ninguna parte.

—Tienes que levantarte de verdad.

Ella miró la rama.

—Eso no va a suceder.

—Déjame darte un empujón. —Sus manos abarcaron su cintura, y


ella dejó escapar un chillido cuando la levantó.

—Tira con los brazos para subir.

Ella se retorció en su agarre, inclinándose hacia delante, y se


encaramó a la parte más plana de la rama. Él la siguió rápidamente.

Ella aún no se había puesto de pie.

Se agachó y le levantó la barbilla.

—Puedes levantarte.

—Podría caerme.

—¿Cómo? ¿Piensas bajarte del borde? ¿Saltar?

—No estoy en el suelo. Podría tener un accidente.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No lo hagas. —La puso de pie.

—¿Qué clase de orden es “no lo hagas”? No puedo evitarlo si


tropiezo y me caigo.

—No tropieces y te caigas.

Ella le miró fijamente, por lo que tardó un momento más en


cambiar su expresión y susurrar:

—Estoy de pie.

—Y lo has estado durante muchos años. No tratemos cada pequeña


cosa que haces como una ocurrencia.

Ella le echó una mirada.

—Gilipollas.

—Ves como cada vez es más fácil. —La sonrisa fácil en sus labios
fue correspondida por una de ella.

—¿Por qué estamos aquí arriba?

—Tenemos que subir un poco más para enseñártelo.

Ella inclinó la cabeza.

—¿Cuánto falta?

—Ya lo verás. ¿Lista?

La siguiente rama no era tan alta, y ella se las arregló sola con él
de pie detrás en caso de que se cayera. En la cuarta, trepó con confianza,

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

y en la novena, aprendió a no mirar hacia abajo. A la undécima, le llamó


por un nuevo nombre grosero, se agachó en la rama y jadeó.

—Lo he conseguido. He escalado un árbol. —Un logro tan pequeño


y, sin embargo, sonreía.

—Un árbol hoy, una montaña mañana.

—¿Por qué iba a escalar una montaña? —replicó.

—Por las vistas, por supuesto. —Él le tendió la mano y ella se puso
de pie, con la cabeza sobre las pequeñas ramas elásticas que le ocultaban
la vista.

Se quedó sin aliento al contemplar las vastas copas de los árboles


del bosque Seimor. Sus hojas plumosas eran de tonos grises y malvas,
con algún blanco ocasional. Solo aquí arriba podían verse los pájaros,
sus nidos en las ramas más altas, sin verdaderos depredadores que les
hicieran daño.

—Nunca imaginé... —Se interrumpió—. Parece tan vivo.

—Porque está vivo. Vibrante y próspero.

—El aire es bueno aquí, ¿verdad?

—El aire es bueno en casi todas partes —dijo él en voz baja—. El


Enclave lo mantiene en secreto por alguna razón. —La razón era que no
podían ejercer tanto control si la gente pensaba que podía salir de las
cúpulas.

Ella no respondió, solo siguió mirando antes de suspirar:

—Es hermoso.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

No, ella era hermosa. Sus labios se separaron con asombro, su


expresión era suave.

No pudo evitarlo. La acercó para darle un beso, pero se detuvo en


seco.

—¿Qué estás haciendo? —respiró acaloradamente contra su boca.

—Luchando por no besarte.

—¿Por qué?

—Porque no voy a besarte de nuevo a menos que me lo pidas.

—No lo haré.

—Lástima. Me gustó mucho besarte.

Su respiración se entrecortó.

—Dije que no te lo pediría.

En lugar de eso, ella se lo mostró.

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Serie Futuro desviado 01
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Capítulo Trece
Laura le besó. Lo más descarado que había hecho en su vida.

También lo más caliente.

No podía dejar de pensar en el último. En cómo le hizo sentir sus


labios y el resto de su cuerpo.

Podría haber muerto. Morir sin saber lo intensos que podían ser
esos cosquilleos. ¿Realmente iba a volver a una cúpula sin tener la mayor
descarga de adrenalina de todas? Sexo.

Una palabra corta del argot para los actos más extraños. Había
oído lo suficiente sobre ello como para sentir curiosidad. Para entender
que no era algo malo y sucio, sino un placer maravilloso.

Por un momento, se preguntó si lo había besado mal, ya que él se


había quedado tan tranquilo. Entonces sus brazos la rodearon y la
levantaron de sus pies, lo que le recordó que estaban en lo alto de un
árbol y ella chilló.

La abrazó con fuerza.

—Como si fuera a dejarte caer. Creo que te prometí un baño.

—¿Dónde vas a encontrar un baño en un bosque?

—Bañándome en la misma fuente.

—¿Esperas que me meta en un pozo? —Sus ojos se abrieron de par


en par.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Qué? ¿Por qué íbamos a bajar a un pozo?

—Tú eres el que ha dicho la fuente. Todo el mundo sabe que el agua
está entubada bajo tierra desde pozos profundos que no están
contaminados.

Axel resopló.

—Otra mentira. Al menos para tu Guardería. Tiene camiones de


agua que salen a diario a llenar sus depósitos. Además, mantienen una
cisterna enterrada justo fuera de la cúpula.

—Apenas tenemos para usar.

—Eso es porque no os consideraban lo suficientemente


importantes. —Las palabras fueron ásperas, y ella se estremeció.

—No es mi pensamiento —enmendó él. Se dejó caer en la rama de


abajo y luego se volvió, con los brazos abiertos—. Creo que eres muy
especial. —La mantuvo acunada entre sus brazos.

—¿Por qué ese repentino cambio de opinión? ¿No estabas ansioso


por cambiarme?

—Solo estaba ansioso porque tú parecías quererlo. ¿Y si te quedas


en su lugar?

—¿Me enseñarías a sobrevivir?

Él había bajado otra rama y la ayudó de nuevo.

—Te enseñaría muchas cosas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Una vez que llegaron abajo, cogió un saco del carro y le hizo un
gesto para que le siguiera.

Condujo el camino a través del bosque hasta que llegaron a un


claro. Los árboles terminaban abruptamente donde comenzaba la roca,
cuyo color era gris intenso y liso, casi vidrioso. Tenía un poco de arena,
sin embargo, lo suficiente como para que ella no resbalara.

Más interesante era la masa de agua, iluminada por el sol de la


tarde, que aún no había sido tocada por las sombras que se formaban en
el borde del bosque.

—¿La has comprobado? —preguntó ella.

—¿El agua? No hace falta —dijo él, que se había quitado las botas
y las había lanzado en un arco ascendente hasta aterrizar en una gran
roca plana a bastante distancia de la orilla.

Ella observó cuando se quitó la camisa. Miró fijamente, de hecho.

A la luz del día, resultaba impresionante. La extrañeza inicial se


había disipado, y se encontró admirando su forma mientras metía la
camisa en su bolsa. Cuando sus manos se dirigieron a la cintura del
pantalón, ella jadeó y se apartó.

No estaba preparada para ver eso.

Él se rió suavemente.

—¿Te has vuelto a sonrojar?

Dado el calor de sus mejillas, ella no respondió.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Hubo un chapoteo húmedo y un remolino, todo lo que vio fueron


ondas que se arremolinaban y ninguna señal de Axel.

Dio un paso adelante.

—¿Axel? —Otro pequeño paso. Se dio cuenta de que el agua no era


oscura como había pensado al principio, sino bastante clara, la piedra
gris formando un cuenco salpicado de islas rocosas. Volando a través del
líquido, Axel.

Resultaba bastante extraño ver su cuerpo moviéndose con fluidez


por el agua. No estaba completamente desnudo, llevaba una especie de
pantalón corto sobre sus partes masculinas. Pero no ocultaba mucho.

Salió a la superficie, emergiendo con un movimiento de cabeza que


hizo volar las gotas de agua.

La humedad de sus pestañas la hizo parpadear y comentar


distraídamente:

—Está caliente. —Efectivamente, el agua que la golpeaba tenía un


calor agradable.

—Se siente muy bien. Acompáñame.

—¿En el agua? —Se agachó lo suficientemente cerca como para


poder meter los dedos en ella. El líquido cálido calmó su piel. Las duchas
en los dormitorios nunca fueron mejores que el frío—. Es profunda.

—Sin embargo, es flotante, por lo que es fácil de nadar.

—¿Es eso lo que estabas haciendo? —Ella había oído hablar del
concepto pero nunca lo había visto en la práctica.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Métete en el agua.

—¿Es seguro?

Se metió un poco en la boca y echó un chorro.

—Está bien. Quítate la ropa para que no se moje.

—Debería lavarla. —Pero entonces, ¿cómo la secaría?

—Tira tus botas a la isla.

—¿Por qué?

—Porque no quieres estar cerca de los árboles por la noche.

Ella frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Porque hacen cosas raras.

Miró por encima de su hombro hacia la línea de árboles de troncos


gruesos.

—Son árboles.

—La respuesta correcta es que están vivos. Todo en el Páramo lo


está. Todo es también peligroso. Normalmente lo es más por la noche. No
me preguntes por qué. Es solo la forma en que es.

—¿Es una lección?

—Debería convertirse en tu mantra mientras estés aquí. La


segunda lección es... —Torció un dedo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Qué? —Ella se acercó.

¡Él la tiró hacia adentro! Se le llenó la boca de agua antes de salir


de ella y escupió:

—¡Idiota!

—¿Solo un idiota? Pensé que merecía más que eso. —Parecía


divertido.

Ella, en cambio, estaba todo menos eso.

—La gente puede ahogarse en el agua. —Ella trató de no entrar en


pánico y aferrarse a él. Se dio cuenta de que si ponía un pie en el suelo,
podría sostenerse en la pendiente de la orilla.

—No dejaré que te ahogues.

—Qué magnánimo de tu parte. —El sarcasmo debía ocultar su


miedo.

Se acercó.

—¿De qué tienes miedo ahora mismo?

—De resbalar.

—Patea con los pies si lo haces.

—¿Qué?

—Si te hundes, patea con los pies y mueve los brazos. Observa. —
Le agarró la mano y la colocó en el borde, otra ancla, antes de alejarse de
ella y deslizarse bajo el agua. Agitó los pies y tiró con los brazos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Observando por segunda vez, ella vio cómo utilizaba su cuerpo para
impulsarse.

Como la escalada, podía aprender. Salió del agua, con el líquido


escurriéndose de él. No pensó para nada en dejar que el agua le tocara.

Por otra parte, dada su inmersión, era demasiado tarde para


preocuparse por su posible efecto. Miró los árboles. Los enormes árboles.
Los pájaros que vivían sobre ellos. El agua y el aire no eran veneno para
ellos.

—¿Lista para intentarlo?

—Espera. —Metió la mano bajo el agua y se quitó las botas,


lanzando el sintético a la roca. Falló. Golpeó con un chapoteo y se hundió.

Axel sonrió.

—Yo lo cojo. —También cogió la siguiente bota.

Se dejó los pantalones y la camisa puestos.

Volvió.

—Si ya has terminado de fallar a la roca...

Ella le salpicó.

Él se rió, parecía más joven de lo que ella recordaba haber visto. Le


sentó bien.

Se quedó quieto.

—Cuando me miras así...

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Qué? —Ella siguió mirando, fascinada por él.

—Si te lo enseño, no habrá clase de natación.

—Quizás otro día. —Se acercó a él y lo atrajo hacia sí, con el


resbaladizo cuerpo de él excitándose.

Sus labios se entrelazaron y ella jadeó en su boca cuando él la


apartó de la orilla rocosa.

Los mantuvo a flote y los llevó hacia la isla donde había arrojado
sus cosas. Una vez allí, la sujetó contra la columna de piedra.

La besó, una exploración lenta y sensual que la dejó dolorida y sin


aliento.

Su mano subió por debajo del dobladillo de la camisa que le había


prestado, cruzando fugazmente su carne, su objetivo era eliminar la
prenda, dejándola solo con el bandeau que rodeaba sus pechos. Lo dejó
en su sitio mientras sus labios se alejaban de su boca para recorrer la
línea de su mandíbula antes de acariciar la punta del lóbulo de su oreja.

Un sonido bajo salió de ella.

Él se aferró a la isla con una mano. Y eso era bueno, porque ella se
aferraba a él mientras su mano recorría su cuerpo, rozando sus pezones,
mientras sus labios mordisqueaban su cuello.

Ella echó la cabeza hacia atrás, dejándole más espacio para


explorar, casi exigiendo que la besara más.

Sus labios bajaron hasta detenerse en el pico de un pecho. Ignoró


la tela que los ataba y pellizcó un pezón con la boca.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella gritó.

Él volvió a pellizcarlo. Y otra vez.

El placer la sacudió y jadeó mientras se aferraba a sus hombros


desnudos. La pierna de él se introdujo entre las suyas, frotándose contra
ella, provocando gemidos jadeantes mientras algo en ella le dolía y se
sentía muy bien al mismo tiempo.

—Por favor. —Ni siquiera sabía lo que pedía. Solo que necesitaba
algo. De él.

La levantó para que se sentara en el borde de la isla rocosa, con las


piernas colgando. Sus manos tiraron de sus pantalones, haciendo rodar
la tela húmeda por sus piernas hasta que pudo arrojarlos a un lado. Le
separó las rodillas y se acercó, haciéndola preguntarse qué hacía.

Cómo podía verla íntimamente.

Ella quería cubrirse. Sus mejillas se calentaron. Toda ella se


calentó. Cerró los ojos y jadeó al sentir su boca en el interior de su muslo.
Él la besó allí, en la suave carne, burlándose con el borde erizado de su
mandíbula. Cambió de lado y ella emitió quejidos mientras temblaba.

Gemidos mientras se estremecía.

Cuando su boca la tocó, ella gritó. El caliente chorro de placer fue


solo el comienzo. Él la besó entre las piernas. Hizo cosas con su boca que
deberían haber estado mal pero que se sentían tan bien.

Algo se tensó dentro de ella. Se enroscó y pulsó. Hasta que estalló.

Ella cayó de espaldas en la isla y jadeó mientras él la cubría, su


tamaño no era tan aterrador como esperaba.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La besó, con un sabor extraño en sus labios, pero más interesante


fue la mano que la acarició entre las piernas.

La tensión volvió a crecer en su interior, haciendo que su


respiración fuera agitada. Clavó las uñas en la carne desnuda de sus
hombros mientras él se movía entre sus piernas.

Algo grueso y duro se apretó contra ella. Le produjo un


estremecimiento de inquietud.

Su mirada, medio cerrada y ardiente, se encontró con la de ella.

—¿Quieres que me detenga?

¿Detenerse antes de que terminara lo que había empezado? Ella


tenía que saber qué placer le esperaba al otro lado de la tensión.

—No. Quiero esto. —Le rodeó el cuello con los brazos y lo atrajo
para besarlo.

Él atrapó su grito agudo mientras la penetraba. Entonces se


detuvo.

—¿Cómo es posible que estuvieras intacta?

Ella no entendía su sorpresa. Todavía se mordía el labio por el


dolor. Un dolor que había desaparecido, pero la palpitación entre sus
piernas no. Podía sentirlo, un pulso dentro de ella. ¿O era él? Se dio
cuenta de que estaba dentro de ella, su eje unido a ella de la forma más
íntima.

Él se movió y ella jadeó.

—¿Te duele?

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Eve Langlais Polvo tóxico

Sí, pero no de forma dolorosa. Así que ella susurró:

—No. ¿Puedes hacerlo de nuevo?

Él se movió, empujando más adentro de ella. Un escalofrío de


placer la recorrió. Se apretó mientras él seguía meciéndose contra ella,
haciendo algo tan increíble que perdió su capacidad de chillar.

Cuando el éxtasis la invadió, gritó, y él también gritó. Su cuerpo se


puso rígido contra el de ella. El eco agonizante de su grito era el único
sonido.

Incluso el viento de los árboles se había detenido.

—¿Qué está pasando? —susurró ella.

Todavía dentro de ella, él dijo suavemente:

—A medida que la noche se arrastra, el bosque se despierta.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Catorce
Sus ojos se abrieron de par en par. Lamentó haberla sacado del
orgasmo y haberla llevado al miedo tan rápidamente.

—¿Qué significa eso de que el bosque está despierto? —Ella le


empujó, con su pánico revoloteando a su alrededor, burlándose del aire.

Axel podía sentirlo, una energía que buscaba algo sobre lo que
actuar. El poder se agitaba y ondulaba, alentando su miedo con la
esperanza de que saliera.

—Contrólalo —murmuró.

—¿Qué?

—Tu poder. —Le dio un suave beso—. Estás dejando que dirija las
cosas. Contrólalo.

Ella parpadeó.

—¿Puedo hacer eso? —La curiosa pregunta aplacó el poder de los


ruidos.

—Es tuyo. Tienes que darle forma. —Alguien tenía que enseñarle,
o la ataría, y sucedería algo malo.

Rodó hacia su lado, odiando la pérdida de conexión dentro de su


cuerpo. La acercó, el tacto de su cuerpo suave y cálido le resultó
agradable. Se tumbaron en cuchara, piel con piel, lo que significaba que
ella miraba al otro lado del agua.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Soy yo, o hay cosas que se mueven en el bosque? —preguntó


con un tono de voz agudo.

—Se están moviendo.

—¡Vamos a morir! —Inmediatamente le entró el pánico y se sentó,


jadeando en busca de aire.

Axel se levantó rápidamente, poniendo una mano sobre ella,


acariciando su brazo.

—Cálmate.

—¿Calmarme? —Salió con una nota histérica—. ¿Cómo voy a


hacerlo si el bosque acaba de cobrar vida? Se está moviendo. —Ella
enunció esto como si fuera la cosa más terrible.

Estaba de acuerdo en que parecía malo, pero no era lo más terrible


de la historia. Había visto cosas peores.

—Estamos perfectamente bien mientras no dejemos esta roca.

Eso no tuvo el efecto esperado. Ella se puso de pie, lo que


proporcionó la vista más interesante. Llevaba solo un bandeau alrededor
de la parte superior del cuerpo, la mitad inferior permanecía desnuda en
la luz del día que se desvanecía.

Más bien crepuscular, en realidad. Mientras exploraba su cuerpo,


el día menguaba. Cayó la noche. Pero estaban a salvo. Si se quedaban en
la isla.

—¿Por qué esta roca es segura?

262
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Dímelo tú. —En lugar de señalar las pistas, dejó que ella las
encontrara.

Primero cogió unos pantalones y los deslizó por esas preciosas


piernas, ocultando su culo. Algo bueno, porque era difícil concentrarse
cuando ella parecía tan tentadora.

No apartó la mirada de la orilla durante todo el tiempo que se vistió.


Giró para mirar en todas las direcciones y luego optó por mantener un
ojo en la orilla más cercana, y en las raíces y ramas retorcidas más
cercanas.

Su cautela demostraba que por fin había aprendido la primera


lección sobre la vida en los Páramos. No bajar nunca la guardia. La
segunda era observar. Evaluar lo que veía.

Murmuró en voz alta:

—A los árboles no les molesta la roca. —En efecto, el follaje


serpenteante se deslizaba por ella con bastante facilidad—. Pero no tocan
el agua. —Dio una vuelta completa alrededor de la isla de piedra—. En
absoluto. —Ladeó la cabeza—. ¿Por qué?

—Porque es mortal para ellos. No sé exactamente porque, solo que


hay algún tipo de mineral en el agua que es inofensivo para nosotros pero
puro veneno para ellos. —Sacó la ropa seca, extendió la húmeda para
que se secara y luego sacó un cubo de su mochila. Lo llevó a una pequeña
depresión en el extremo de la pequeña isla. Probablemente tenía ocho
metros de ancho, unos cuatro de profundidad, y al menos doce hasta la
orilla.

263
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Las ramas giraban alrededor de la orilla, pero lo más inquietante


eran las raíces, que se deslizaban ávidamente sobre la roca, trazando
perfectamente su rastro, para detenerse al borde del agua. La punta de
una raíz se levantó como si quisiera mirarles.

—Nos está buscando —comentó mientras lo último del día se


convertía en noche—. ¿Pueden llegar a la isla?

—Todavía no, pero estoy seguro de que lo intentarán. Tal vez una
de las ramas sea lo suficientemente larga desde la última vez.

Ella le parpadeó.

—Has estado aquí antes.

—Muchas veces —dijo él con una sonrisa mientras encendía el


cubo simplemente raspándolo contra la piedra. Lo dejó caer en el cuenco.
Se encendió.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó ella.

—Haciendo un fuego. Puede hacer frío por la noche.

—Si sabías que el bosque se despertaría, ¿por qué nos trajiste aquí?

—Porque es seguro. Si te quedas en la isla —reiteró él.

—Hubiera preferido dormir en el carro.

—No nos habría protegido. Los árboles lo habrían abierto y nos


habrían arrancado. —Había visto las ruinas dejadas atrás, los cuerpos
desaparecidos, los vehículos parcialmente absorbidos.

—¿Por qué prefieren la noche? —preguntó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Por qué cualquier criatura prefiere la oscuridad a la luz? En


lugar de preocuparte por ello, mira hacia arriba.

Miró mientras surgían estrellas, cientos de ellas.

—Hay tantas —respiró—. No las vemos en las cúpulas.

—La luna llena proporciona más claridad para ver, pero esto
servirá para practicar. —Esperó.

—¿Practicar qué?

—Tu poder.

—¿Por qué iba a practicar?

—Para controlarlo.

Contuvo la respiración.

—Prefiero ignorarlo.

—Eso no funcionará por mucho tiempo. Se desencadena por la


emoción. Como el miedo. No puedes dejar que eso sea lo que lo modele.
Tienes que controlarlo.

—No lo entiendes... no puedo controlarlo. Simplemente se acumula


dentro de mí. —Ella parecía tan perdida mientras lo decía, y sin embargo
él captó un indicio de regocijo.

—Nunca dije que no pudieras usarlo. Dije que lo controlaras.


Enfócalo en algo como hiciste con los necrófagos. Te encargaste de la
amenaza.

—No tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Aterrador, en su admisión.

—Tu falta de forma en tu poder se mostró. Dejaste que el terror te


consumiera, literalmente, hasta que te desmayaste. Lo cual no puedes
permitir. Siempre hay que contenerse un poco. Usa pequeñas ráfagas, no
grandes empujones llamativos.

Su ceño se arrugó.

—¿Cómo sabes todo esto? ¿Estás diciendo que tienes el mismo


poder?

Él negó con la cabeza.

—Mis habilidades están en otra parte, pero el concepto sigue siendo


el mismo. Tú eres la dueña. Das forma a todo lo que emite de ti, incluido
tu poder.

—¿Poder? —resopló—. Preferiría no tener nada en absoluto. Esto


complica las cosas.

—Solo es complicado si vives en las cúpulas —aventuró él—. Aquí,


juzgamos a una persona por cómo actúa y no por su aspecto.

Ella le miró.

—Tú también eres un Desviado invisible. ¿Cuál es tu superpoder?

Algo que guardaba en secreto porque sería demasiado fácil


rendirse. Su labio se torció.

—Creía que ya te lo había enseñado.

Incluso en la oscuridad, él sabía que ella se había sonrojado.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Laura cambió el rumbo de su conversación.

—¿Cómo puedo practicar el uso de esta cosa dentro de mí? Los


árboles no están precisamente al alcance.

—El plan es mantenerlo así. Es la oportunidad perfecta, ya que


están lo suficientemente lejos como para que no haya daño, y lo
suficientemente cerca como para que puedas lanzarle cosas y ver qué es
lo que se pega.

Ella lo miró.

—¿Qué clase de instrucción es “lanzar cosas”?

Él rodó los hombros.

—No tengo tu magia. ¿Cómo voy a saber lo que se siente?

—Magia. —Suspiró las palabras—. Casi lo parece, ¿no?

—Si nos van a llamar Desviados, entonces deberíamos poseerla. —


Le guiñó un ojo—. Ahora, inténtalo. Mira si puedes empujar esas raíces
de allí. —Señaló.

—¿Solo apuntar mi mano y puf? —Ella hizo sonar sus manos.

Él casi se agachó. No pasó nada.

—Tendrás que concentrarte un poco más que eso. Encontrar ese


poder dentro de ti.

—No está ahí —interrumpió ella.

—Por supuesto que está ahí. Siempre está ahí.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No está ahora mismo. ¿Tal vez si me asustas? —ofreció con un


encogimiento de hombros.

—No te voy a asustar. —Miró la orilla y los miembros que se


retorcían.

—Y yo no voy a ir allí a cargar mi batería mágica. —Se estremeció


y se rodeó el torso con los brazos mientras miraba hacia afuera.

—Entonces ven a sentarte junto al fuego y practicaremos de forma


más pequeña.

Una llama verde azulada lamía el cubo, bastante compacta pero


eficiente. La pequeña fuente de combustible duraría casi dos días, sin
emitir humo pero con mucho calor.

Se puso en cuclillas a su lado.

—Sigo queriendo saber por qué los árboles están vivos cuando hoy
estaban tranquilos.

—Es de noche.

—Lo dices como si eso lo explicara todo.

—Duermen durante las horas de luz y solo se levantan cuando el


sol empieza a ponerse.

—Pero son árboles. He visto árboles antes. No se mueven.

—El follaje de la cúpula es un tipo de vida diferente. Los árboles


Seimor no están profundamente arraigados. Pueden desplazarse y se
moverán si quieren conquistar un territorio.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Se pelean entre ellos? —El mero concepto la hizo mirar hacia el
bosque—. Estás afirmando que son sensibles.

—Depende de tu definición de sensible. Comparemos a los


humanos con los árboles Seimor.

—No se puede comparar. Somos muy diferentes.

—En realidad no. ¿Qué necesita un humano para sobrevivir?

—Agua. Comida. Dormir. Ejercicio.

—Exactamente. Igual que los árboles.

—Dijiste que el agua era veneno para ellos, así que no somos
iguales —exclamó.

—Tal vez no del todo, pero lo suficiente como para que puedas
empezar a entenderlos.

—¿Por qué querría hacer eso?

—Porque eso te permitirá protegerte contra ellos. ¿Qué crees que


les hace daño?

—Cortarles.

—Sí, pero ¿quieres acercarte tanto para dar el golpe?

Ella negó con la cabeza.

—¿Qué otra cosa podrías hacer?

Sus labios se fruncieron en pensamiento.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Derribar los troncos. Convertirlos en un lío enmarañado.

—Mejor. ¿Qué es lo primero que podrías hacer para ahuyentarlos


de tu camino?

Ella parpadeó hacia él y luego hacia el fuego. Miró fijamente las


llamas antes de susurrar:

—Fuego. Les da miedo el fuego.

Él se rió.

—Estás pensando en los antiguos bosques. Se quemaban con


bastante facilidad. Los Seimor no arden. Tienen miedo de...

—¡El agua! —soltó ella—. Puedes usar el agua para hacerlos


retroceder.

—Pero solo si es necesario. Cuando puedas, evita la lucha,


conserva tus fuerzas.

—¿No luchar? —Ella se volvió para mirarlo con el ceño fruncido—.


Parece contrario a tus acciones. Llevas mucho tiempo robando a la
Guardería.

Él sonrió.

—Apropiándome.

Sus dientes brillaron al sonreír.

—Me sorprende que no les robes mañana.

Habló con facilidad sobre el intercambio. Hablaba como si todavía


fuera a suceder.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Quién dice que no lo haré?

Su mirada se posó en él.

—¿Y si quiero volver a una cúpula?

—¿De verdad?

Ella no respondió, sino que apartó la mirada de él. Se arrastró


hasta el borde de la isla y observó la masa que se retorcía en la orilla.

No sintió el pinchazo que indicaba su magia.

¿Acaso lo estaba intentando?

—Ven y siéntate junto al fuego. No tiene sentido enfriarse.

—Estoy tratando de hacer que funcione.

—¿Ha habido suerte?

—No —escupió en un gruñido bajo. Solo tardó unos pasos en


unirse a él, dejándose caer a su lado—. Tal vez se ha ido. Puede ser que
lo haya usado todo.

—Tuviste un poco antes. Solo que no lo estás aprovechando.

—Significa que no estoy lo suficientemente asustada. —Ella


suspiró.

—Lo cual no es malo. Lo estás haciendo mejor que yo la primera


vez que me quedé varado aquí.

Ella lo miró.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Como si alguna vez hubieras tenido miedo.

—He tenido miedo muchas veces. Especialmente la primera vez que


encontré este bosque y lo creí benigno.

—La primera regla del Páramo es no confiar nunca en el Páramo.

La miró boquiabierto.

—Has estado charlando con Gordie.

Sus hombros se alzaron, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.

—Tiene algunas historias interesantes.

—No son historias —refunfuñó él.

—Quiero escuchar la de la noche en que te asustaste.

Había muchas, pero eligió la más adecuada para su situación.

—Sucedió aquí. Había perdido el transporte; el motor se agarrotó


mientras estaba en los Páramos. Salí a pie. Estuve días sin nada, sin
agua ni comida, solo suelo duro y polvoriento. Entonces encontré este
bosque. Sombra, tranquilidad. Un pájaro para comer. Luego este lago.
Pensé que era el paraíso.

—¿Te metiste de lleno?

Sonrió.

—Te dije que era joven. E invencible. Después de un baño épico,


me quedé dormido en la orilla. Casi me convertí en la cena. La raíz que
intentó arrastrarme no era tan grande. La corté con mi cuchillo y me

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

sumergí en el agua. Fue entonces cuando me di cuenta de que los árboles


no la tocaban. Pasé mi primera noche en el bosque en este mismo lugar.

—¿Cómo pudiste dormir?

Se rió.

—¿Quién dice que dormí? Observé a esos bastardos toda la noche.


Pensé que me atraparían en cuanto cerrara un ojo.

—Y sabiendo esto, ¿todavía regresaste?

—La isla es segura, y estas aguas son épicas. ¿No lo sientes?

Ella ladeó la cabeza.

—Me siento limpia.

—¿Y?

Ella sonrió.

—Bien. Muy bien.

La forma en que ella ronroneó hizo que él hiciera un ruido mientras


la arrastraba a su regazo.

—Eso es lo que me gusta oír. —Sobre todo porque sabía que la


primera vez dolía.

Le sorprendió que lo hubiera elegido para ser su primero.

Su único.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

De ninguna manera la entregaría al Enclave. Lo que significaba que


por la mañana volverían a Refugio.

—¿Cómo de lejos está mañana?

La pregunta estaba tan en desacuerdo con sus pensamientos que


le tomó un momento para registrarla.

—Podemos llegar a un punto justo después de Las Ruinas mañana


si nos esforzamos.

Ella frunció el ceño.

—¿Por qué ibas a volver? Creía que estábamos cerca del punto de
encuentro.

Él se apartó de ella.

—No te voy a llevar.

—¿Por qué no?

—Yo diría que eso es bastante obvio —gruñó.

—Vas a retenerme.

—No voy a retenerte. Eres una persona, no una cosa. Sin embargo,
te liberaré del yugo del Enclave.

—¿Qué significa eso?

—Que puedes hacer lo que quieras.

—¿Dónde? ¿Cómo? —Ella se encogió—. No sé si estoy preparada


para vivir aquí.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La mirada fue probablemente un poco más mala de lo necesario.

—Nadie lo está. Acéptalo.

—Si no me intercambias, entonces no tendrás la gemminar.

—La conseguiré de otra manera. —Seguramente, podría encontrar


otra para robar.

—La forma más fácil es intercambiarme por ella —señaló Laura.

—No te voy a vender.

—¿Por lo que hicimos? —Sus mejillas se sonrosaron.

Él suspiró.

—Sí. Pero también porque sabía que venderte estaba mal.

—Yo quería que lo hicieras.

—Sí, lo hiciste en su momento, pero déjame preguntarte, dejando


de lado las bromas, ¿todavía quieres volver? —Se quedó quieto,
repentinamente preocupado por la respuesta.

Tardó un poco en contestar, y cuando lo hizo, surgió lentamente.

—Creía que sí, pero aquí todo es mucho más.... —Hizo una pausa
antes de soltar—. Todo. Siento. Todo el tiempo. Quiero cosas. Se supone
que no debo querer cosas.

—Puedes tener cosas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Puedo tener cosas. —Ella repitió esto como si fuera lo más


maravilloso. —Y sin embargo... —Se mordió el labio inferior. —Es
peligroso aquí fuera.

—La gente puede vivir hasta una edad avanzada. Solo mira a Dottie
y Gord. —La pareja estaba pasando los sesenta años, algunos decían que
Dottie estaba cerca de los cien. Nadie lo sabía con seguridad. Ella no lo
diría.

Se acurrucó contra él.

—La comida es increíble. Las cosas que he visto se hablan en la


cúpula como si fueran leyendas.

—Y apenas has visto nada todavía.

—Lo sé. —Volvió los ojos brillantes hacia él—. Una parte de mí
quiere explorar y aprender. Pero si no me llevas, el Enclave se enfadará.
Querrán castigarte. —Su ceño se frunció.

—A menos que... —Se sacudió la idea antes de que pudiera


formarse.

—¿Qué? Has pensado en algo.

—No. No es nada. Ven aquí.

—¿Por qué?

—Porque voy a besarte de nuevo.

—¿Qué pasa con la práctica de mi poder?

—¿Tienes miedo?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella negó con la cabeza.

—Entonces, ¿por qué no vemos si podemos desencadenarla con


otra emoción?

La llevó al clímax y, efectivamente, desencadenó su magia, pero


solo hizo que todo fuera más intenso. Un momento de conexión en el que
podía oírla, sentirla, dentro de él, a su alrededor. La intensidad de ella
para él solo hizo más fuerte su necesidad de ella.

Se quedaron dormidos, con los miembros entrelazados, hasta que


el amanecer los despertó, con sus dedos calentando la piel desnuda.

Hizo falta un poco de burla para despertarla finalmente. La comida


le hizo sonreír de forma increíble. Lo que significaba que luego tenía que
conseguir una sonrisa mejor con algo que no fuera comida.

Sirvió para distraerla de la niebla. La orilla estaba oculta gracias a


ella. Podía entender su malestar por no poder ver lo que hacían los
árboles.

—Tenemos que volver a cruzar.

—No hasta que pueda ver que están durmiendo. —Ella sacudió la
cabeza con obstinación.

—Es de día. No se están moviendo. Lo prometo.

—¿Y los demás animales?

—Nada que no pueda manejar. Confía en mí. —Él recogió sus cosas
y las de ella, las metió en sus mochilas y las lanzó en dirección a la orilla.
No oyó ningún chapoteo. Ni el sonido de arañazos de una rama que lo
arrastraba.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Le tendió la mano. Ella la agarró y se metió en el agua con él. Se


zambulleron en el borde de la isla rocosa, sumergiéndose en el agua
caliente y luego levantándose para respirar profundamente.

Bueno, él respiró y ella balbuceó.

—Creo que tengo agua en la nariz.

—Sopla cuando te sumerjas.

—¿Soplar? —Ella le sonrió y parpadeó con las pestañas húmedas.

No pudo evitar atraerla hacia él para darle un beso.

Así fue como Gunner los encontró y los sobresaltó con un


desenfadado:

—Bloquear la polla, o no bloquear la polla. Esa es la cuestión.

Laura se apartó con un jadeo.

—Llegas pronto —refunfuñó Axel, acercándose a la orilla para


unirse a Gunner. Laura se aferró a su brazo, pataleando junto a él.

—Salí temprano de Las Ruinas. El lugar estaba repleto de


necrófagos. Algo les ha hecho enfadar.

Lo que llevó a Axel a explicar a Gunner lo que había sucedido, una


versión resumida que no mencionaba el poder de Laura. Luego volvió a
repasarlo cuando Cam y Casey aparecieron una hora después.

Laura no dijo demasiado cuando se pusieron al día y su equipo se


fue a nadar. Ideó una excusa tonta para atraer a Gunner para hablar en
privado.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sobre el trato —murmuró Axel lentamente.

—Lo estás cancelando. Me imaginé que lo harías. —Gunner le dio


una palmada en la espalda.

—¿Por qué tienes que sonar tan condenadamente alegre al


respecto? No hacer el intercambio significa perder la gemminar.

—Haciendo el intercambio, perdemos nuestra alma inmortal.

Axel puso los ojos en blanco.

—No tenemos alma.

—Quizá no, pero sí tenemos moral. Me alegro de que hayas


encontrado la tuya, porque nunca íbamos a venderla.

Axel parpadeó.

—¿Perdón?

Su segundo se giró, con la expresión más seria en su rostro.

—Sabíamos que entrarías en razón antes del trato, y si no, no


importaba porque el plan ya estaba en marcha.

—¿Qué plan?

—El de utilizar a la Madre como cebo, por supuesto.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Quince
La interrupción todavía quemaba las mejillas de Laura mucho
después de que la hubieran pillado besando a Axel. Una parte de ella
incluso temía las represalias.

Su miedo debió de manifestarse porque Axel la acercó y murmuró:

—No tienes que tener miedo. No hemos hecho nada malo.

Y sin embargo, no podía creerlo del todo, ya que se sentía


increíblemente bien. Mejor que cualquier cosa que hubiera imaginado.
Podía ver por qué el Enclave lo prohibía. Hacía que una mujer sintiera
cosas. Le hacía ver a un hombre bajo una luz diferente.

La hizo querer más.

Poco después de la llegada de Gunner, los gemelos, Casey y Cam,


salieron del tranquilo bosque. No se parecían mucho. Uno era grande y
serio, la otra menuda y melancólica. Su mayor similitud radicaba en su
llamativo pelo oscuro con un toque de azul, su piel suave de color marrón
claro y sus afilados pómulos.

Pasaron la primera parte de su reencuentro poniéndose al día. Axel


les habló de Las Ruinas y del ataque, omitiendo la parte en la que ella
hizo explotar a los monstruos.

Gunner chasqueó los dedos y se dirigió a Axel.

—Hablando de necrófagos, he encontrado algo interesante al pasar


por Las Ruinas. Ven conmigo y te lo enseñaré. —Se volvió hacia Cam—.
¿Tú también quieres ver?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—En realidad, voy a echar un vistazo arriba. Alguien debería vigilar


si hay patrullas —dijo Cam. Una reprimenda a la que nadie hizo mucho
caso.

Axel se fue con Gunner, dejando a Laura sola con Casey. La mujer
ya había ido a nadar y ahora estaba tumbada bajo el cálido sol, a medio
vestir, con los ojos cerrados como si estuviera descansando.

Laura no la conocía lo suficiente como para hablar. Francamente,


la intimidaba.

Casey fue quien rompió el silencio.

—Así que Axel y tú...

Fue lo único que dijo y, sin embargo, la vergüenza se demostró


caliente y rápida.

—Somos amigos.

—Con beneficios —se burló Casey—. Supongo que esto significa


que ya no te van a intercambiar.

—¿Crees que Axel quiere que me quede?

—A quién le importa una mierda lo que quiera Axel. ¿Qué quieres


tú? —preguntó, y Laura no tenía la menor idea. Nunca le habían dado
una opción.

—No sé lo que quiero. ¿No habrá problemas si no me entregáis?

—Nos encargaríamos de ello. El Refugio no recibió su nombre por


accidente.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Pero quedarme y hacer qué? —Laura sabía que se esperaba que


todos hicieran su parte.

—Lo que quieras.

—¿Y si no sé lo que es? —¿Y si no pudiera prestar un servicio que


el Refugio considerara útil?

Casey expulsó un largo suspiro.

—Entonces descúbrelo tú. Debe haber algo que se te dé bien.

—Sé cómo cuidar a los niños.

Casey resopló.

—Eso espero si decides tener alguno con Axel.

La sola idea hizo que Laura cerrara la mandíbula.

—No me digas que no has pensado en esa posibilidad. Está claro


que habéis hecho cosas calientes y pesadas.

—Nadie me ha explicado exactamente cómo se hacen los niños en


la naturaleza. —Aunque, a juzgar por las insinuaciones, tenía mucho que
ver con lo que habían hecho antes.

—Lo bueno es que esos tardan en hacerse. Tienes tiempo para


aprender. Tiempo para buscarte un trabajo. Ofrecer algo de valor.

—No tengo nada de valor. —Excepto... Su mente dio vueltas—.


Valgo una gemminar.

—Pensé que estábamos hablando de no intercambiarte.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Y si lo fingimos? —Laura se paseó por la orilla del agua—.


Entrégame por la fuente de energía.

—¿Y cómo vamos a recuperarte?

—No te preocupes por esa parte. —Si la capturaban, se asustaría


y su poder haría el resto—. Necesito hablar con Axel. Tengo una idea.

Prácticamente se abalanzó sobre él en cuanto salió del bosque. La


sonrisa que le dedicó le hizo parecer especialmente guapo. Ella sintió esa
sonrisa hasta los dedos de los pies.

—Vas a utilizarme —gritó ella, lo que hizo que se enarcasen las


cejas. Sus mejillas se calentaron—. Quiero decir que quiero que me
utilices para conseguir la gemminar.

No entendió por qué Gunner se rió y le dio una palmada en la


espalda a Axel. Él no dijo nada mientras ella exponía su escaso plan.

Al final del mismo, Axel dijo rotundamente:

—No.

—¿Por qué no?

—No permitiré que te pongas en sus manos.

Ella argumentó:

—Es mi decisión.

—Y es la mía decir que no. Es demasiado peligroso. —Él cortó una


mano en el aire.

Eso solo reforzó su determinación.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No dijiste que era demasiado peligroso cuando viniste tras el


camión que me tenía.

—Sabíamos a qué nos enfrentábamos.

—Axel tiene razón —intervino Gunner—. Es demasiado peligroso


para ti.

—Y como planeamos traicionarlos, podrían estar tramando lo


mismo —murmuró Casey.

—Es más que probable —comentó Axel—. También tenemos que


tener en cuenta que, si hacemos esto, cualquier fuente que haya utilizado
Karlos para organizar este trato quedará inutilizada.

—Con una gemminar, podremos proveer mejor —argumentó


Gunner en contraposición.

Axel levantó las manos.

—Solo señalo los pequeños detalles. No digo que esté en contra.


Creo que Laura debería ser libre. No necesitamos la gemminar para ello.

—Sí la necesitas. Por eso vamos a conseguir una. —Laura levantó


la barbilla—. Voy a hacerlo.

Fue Gunner quien dijo:

—Deberíamos movernos si queremos estar en posición para lanzar


la trampa. La luz del día se está agotando.

Ella parpadeó.

—Ya has planeado traicionarlos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Ellos lo sugirieron. No estuve de acuerdo —gruñó Axel mirando


a sus amigos.

—Porque te preocupas por mí. —Levantó la barbilla—. Puedo


hacerlo. —Tenía que hacerlo si quería demostrarse a sí misma, y a ellos,
que quería formar parte del Refugio.

Axel se detuvo frente a Laura y le inclinó la barbilla.

—Esto será peligroso.

—Yo soy peligrosa —le recordó ella.

Él le acarició el labio inferior con el pulgar.

—Y valiente. He visto las cicatrices de tu espalda.

Los latigazos dejaban su marca. Ella le restó importancia.

—La Guardería tiene un montón de reglas.

—Pero sobreviviste. Y ahora planeas contraatacar. —Sus labios se


estiraron—. Si hacemos esto, para que parezca real, probablemente
tendré que atarte.

—Guarda esa mierda pervertida para cuando estés en privado —


replicó Casey.

—Vosotros salid. Nosotros os seguiremos en unos minutos para no


llegar demasiado pronto. —Axel la cogió de la mano mientras se abrían
paso por el bosque inactivo hasta el carro. Era evidente que quería
quedarse a solas con ella, pero no por la razón que ella esperaba.

—No creo que debas hacer esto —le instó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Tu fe en mí es tranquilizadora. —Su respuesta fue seca.

—Podemos llevar esto a cabo sin utilizarte.

—¿Cómo? Tengo entendido que hay que entregarme antes de que


la gemminar salga del camión blindado.

—Un camión en el que te meterán.

—Me sacaste bien la última vez.

Sus labios se apretaron en una fina línea, y por impulso, ella se


puso de puntillas y le besó.

Se ablandó.

—Podrías salir herida.

—Me alegro de que te importe —susurró ella sobre sus labios.

—Ojalá hubiéramos practicado más con tu poder anoche.

—Mientras que yo estoy bastante contenta con lo que hicimos.

La abrazó con fuerza y enterró la cara en su pelo.

—No dejaré que te pase nada.

Ella le acarició la cabeza.

—Tus charlas de ánimo no son muy motivadoras.

Él se rió.

—Nos impondremos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí. —Porque cualquier otra cosa no era aceptable.

Salieron de la parte más espesa del bosque para encontrar el carro


intacto.

—¿Cómo es que los árboles no lo rompieron? —preguntó ella.

—El Seimor prefiere las cosas vivas.

Del carro sacó su bata blanca, y mientras ella se vestía de nuevo


de Madre, notando el oneroso peso del manto, él se armó.

Cuando los dos estuvieron listos, ella le ofreció una débil sonrisa.

—Supongo que es hora de irse.

Antes de que pudiera abrir la puerta y deslizarse dentro, él la había


inmovilizado contra la carrocería del vehículo.

—Todavía tienes la posibilidad de echarte atrás —dijo él.

Ella negó con la cabeza.

—Necesito hacer esto. —Llevar algo con ella al Refugio para


demostrar que se había ganado un lugar.

—No me gusta. —La mano de él se enredó en su pelo y le tiró de la


cabeza hacia atrás. La besó con fuerza y ferocidad, su lengua empujando
los dientes de ella en un áspero abrazo que hizo que lo arañara. Cuando
le subió las faldas blancas de la bata, ella enroscó la pierna alrededor de
su cintura, acogiendo los duros empujones. Su cabeza se inclinó hacia
atrás, con gritos guturales que salían de ella mientras encontraba su
placer al cabalgar sobre él.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Axel enterró su cara en el cuello de ella cuando sus cuerpos se


aquietaron.

—Dime que te lleve a casa, al Refugio. No me obligues a hacerlo.

—Vamos a conseguir esa fuente de energía. Sigues olvidando que


tengo magia.

Era fácil sonar valiente con el pulso desvanecido del orgasmo


haciéndola más fuerte. Más duro cuando salieron de su extraña y violenta
arboleda. El carro masticaba el terreno, acercándolos cada vez más al
punto de encuentro.

Ya habían repasado el plan varias veces. El intercambio de bienes.


La forma en que ella fingiría ser dócil, manteniendo su poder en secreto
hasta que hicieran el intercambio y Gunner se llevara la gemminar.
Entonces, con la esperanza de que estuviera totalmente aterrorizada,
daría rienda suelta a su poder mientras Axel dirigía un contraataque para
recuperarla.

La inquietud la invadía ante su papel en este asunto. ¿Y si el poder


no funcionaba? ¿Y si Axel no volvía?

Como si le hubiera leído la mente, sus dedos se entrelazaron con


los de ella.

—Dime que me dé la vuelta.

El mero hecho de que él se ofreciera hizo que ella dijera:

—No. Podemos hacerlo. —Puedo hacerlo.

El miedo interior se burló de su intento de valentía, pero con ese


miedo llegó el poder. Le hormigueaba por dentro. Esperando.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

A media tarde, después de más de una hora de conducción a través


de una sección estéril del Páramo, notó un cambio en el paisaje.

—¿Qué es eso? —preguntó, al ver un pozo poco profundo que se


adentraba en la tierra. Revestido de más polvo y con solo una roca
ocasional asomando, parecía desolado, pero era hacia donde se dirigía.

—Se llama el Valle.

—¿Eso es todo?

—No hay otro nombre. El viejo Gordie dijo que es uno de los
cráteres originales. En el centro, todavía se puede ver la punta del
meteorito que lo causó.

—¿Y por qué vamos a entrar en él?

—Porque ahí es donde se supone que haremos el intercambio. —


Pasó por encima del borde.

Mirando por los espejos laterales, no pudo evitar fijarse en la


prueba de polvo que dejó atrás.

—¿No es un poco expuesto para un lugar de encuentro?

—Exactamente el punto. Nadie puede colarse para causar


problemas.

También significaba que nadie podía esconderse. El rastro detrás


de ellos colgaba en el aire como una bandera.

—¿Cuánto tiempo esperamos?

—Unos minutos. El intercambio se hace al anochecer.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Por qué al anochecer? —Solo ella gimió al darse cuenta de por


qué—. Este lugar es como el bosque. Cobra vida por la noche.

Sus labios se curvaron.

—Estás aprendiendo. Aunque el Valle no está vivo. Las tormentas


nocturnas pulverizan todo lo que se atreve a intentar vivir en su abrazo.

—¿Cómo de malas son estas tormentas?

—Es lo que ocultará nuestra retirada. Así que si incapacitas a tus


captores antes de que te alcance, no salgas del vehículo. Quédate dentro.
Te encontraré.

Su miedo aumentó.

—¿Por qué solo escucho lo de la tormenta ahora?

Él la miró.

—¿Tienes miedo?

Ella asintió, el miedo palpitando en su interior.

—Lo que significa que puedes tocar tu poder. —Miró por el


parabrisas—. Ya vienen.

Se fijó en la columna de polvo y en los vehículos en movimiento, un


par de ellos que se sumergían sobre el borde del valle y se dirigían hacia
ellos.

—Tienen dos camiones.

—Ya están cambiando los términos del trato —murmuró.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Estamos en problemas?

—Todavía no. Podría ser solo una precaución.

Ella apretó las manos.

—Tienes que atarme.

—¿No podías haber dicho eso antes? —Él le guiñó un ojo, pero ella
pudo ver la preocupación detrás de la burla.

—Estará bien. —Ella le cogió la mano—. Solo tengo que imaginarlos


como esas cosas grotescas de las ruinas.

Él no dijo mucho mientras enrollaba sin apretar una cuerda


alrededor de sus muñecas. Los otros vehículos estaban cerca ahora, solo
la tormenta de arena que crearon con su paso los ocultaba.

La acercó y le dio un fuerte beso.

—Iré por ti.

Ella se aferró a esa promesa.

Los camiones del Enclave se detuvieron a más de diez metros.


Nadie se movió mientras el polvo se asentaba.

Axel la miró.

—¿Lista para fingir?

Ella asintió. Tenía que hacer creer a los guardias del Enclave que
no era peligrosa y acercarse lo suficiente para adherir algún tipo de
dispositivo a su traje. Mientras tanto, se estremecía por dentro, y su
poder se estremecía con ella, palpitando, exigiendo ser liberado. Pero no

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

tan fuerte como antes. ¿Lo había usado todo con los necrófagos? ¿Sería
capaz de usarlo contra los humanos?

Era demasiado tarde para averiguarlo.

Axel abrió su puerta y la agarró de las muñecas atadas para


arrastrarla por los asientos. La sacó del carro de un tirón. Ella no fingió
el jadeo ante su brusquedad.

La sostuvo frente a él y ella miró con los ojos muy abiertos los
cuerpos blindados que salían frente a ella. Dos soldados bajaron de cada
camión. Cuatro en total, armados con pistolas acopladas a sus
armaduras.

Se le apretó el estómago. Demasiado tarde para decir que no.

—He traído a tu Madre. Ahora, ¿dónde está mi gemmy? —dijo Axel.

—No hay comercio hasta que hayamos verificado los bienes.

¿Bienes? La ira se apoderó de parte de su miedo.

—Mantén a la hembra quieta —entonó la misma voz robótica.

El guardia más bajo se acercó y levantó un escáner. Pasó por su


cara y marcó sus rasgos con un brillo azul. El guardia más bajo regresó
y mostró la pantalla de su dispositivo a la líder

Ella sintió el primer cosquilleo de una suave brisa.

Axel murmuró contra su pelo:

—Todavía puedes volver al carro.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella sabía que si aceptaba, se produciría una pelea. Cuatro contra


uno de él, las probabilidades mejoraban con su magia si cooperaba. Sin
embargo, cada segundo aquí afuera significaba un retraso que podría
hacerlos vulnerables a la tormenta. Su cabello ahora se agitaba
suavemente.

Mejor que se ciñeran al plan.

Un par de guardias fueron a la parte trasera de un camión y


salieron con una caja. Cada uno de ellos sujetó un asa y la llevó hasta su
líder, depositándola en el suelo con un fuerte golpe.

Axel no dijo nada mientras un guardia accionaba los cierres y abría


la tapa. Vio algo de aspecto bastante mundano: un trozo de metal con
forma de huevo.

—¿Está completamente cargado? —preguntó Axel.

El jefe se dejó caer sobre sus ancas y lo pinchó. Una luz apareció
durante un segundo, brillante y fuerte.

Axel se acercó y extendió el brazo, pasándolo por encima del


aparato.

—¿No te fías de tus propios ojos?

—Me aseguro de que no me traicionas —replicó Axel—. Tiene buena


pinta.

—Nosotros no somos los criminales aquí —insultó el líder—. Danos


a la Madre.

—Es toda vuestra. Me alegro de haberme librado de ella. La maldita


hembra no dejaba de predicar que todos éramos escoria Desviada.

293
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Saber que era una actuación no hizo más fácil correr hacia los
guardias, fingir alegría por haber sido rescatada.

—Gracias. Gracias por salvarme de los merodeadores. —Se lanzó


hacia el líder, y el disco oculto entre sus palmas se adhirió a su traje.

Fue arrancada y medio arrastrada a la parte trasera del camión.


Miró por encima del hombro y vio a Axel de pie, con una expresión
impasible.

Tenía la gemminar. La tormenta se acercaba.

Sintió que le levantaba las puntas del pelo, llamando al poder que
llevaba dentro.

Los guardias también lo notaron. El pinchazo en el brazo le hizo


notar demasiado tarde la aguja que la durmió.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Dieciséis
En el momento en que se bajaron del carro, los instintos de Axel le
gritaron que corriera. Se suponía que los dos vehículos no formaban
parte del trato. El conductor debía venir solo.

¿Pero qué podía hacer? Uno contra cuatro. Las probabilidades


estaban ligeramente en su contra.

Le tentaba intentarlo. Se recordó a sí mismo que tenían un plan.


Tenía que alejar a la gemminar, y ella los retendría hasta que él pudiera
llegar a ella.

El plan no significaba que disfrutara viendo cómo la arrastraban


lejos de él. Eso le desgarraba. El maletero de su carro se cerró de golpe,
con el baúl con la gemminar guardada en su interior. Se preguntó si
habrían puesto una bomba allí. Un dispositivo de rastreo parecía más
probable. ¿Por qué matar a una Rata del Páramo cuando puedes matar
a muchas?

Cuando el guardia se acercó a la parte trasera del camión con


Laura, el otro viró hacia el segundo vehículo. Axel se preparó para salir.
La siguiente parte de esta farsa requería que corriera hacia el borde del
pozo en una curva que le permitiera reunirse con Gunner, quien
intercambiaría vehículos con él. Cam y Casey ya estarían en camino para
cruzarse con los camiones del Enclave. El resto del grupo no sabía que
contaba con que Laura podría ayudarles una vez que la alcanzaran.

El plan era dudoso, pero sólido si la mierda no lo jodía.

Así que, por supuesto, la mierda sucedió.

295
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Los malditos la drogaron.

Solo alcanzó a ver el resultado cuando Laura se desplomó. Un fugaz


grito mental de pánico le golpeó, seguido de nada. El extraño zumbido
interior al que se había acostumbrado en su presencia, desapareció de
repente.

—¡Laura! —gritó mientras se abalanzaba sobre ella. Esperando que


su abrazo diera resultado, detonó el disco PEM.

El líder se dejó caer en su repentinamente inútil traje metálico,


haciendo que el otro dudara. Axel no lo hizo. Arrancó su pistola de la
funda, disparando sin dudar, no al pecho, que estaba bien blindado, sino
a las articulaciones que eran el punto más débil. La rodilla, el codo, y la
muñeca. El daño le hizo ganar un tiempo que no podía perder. Los vientos
azotaron más velozmente. Más rápido de lo esperado. Se volvió hacia la
pareja que estaba en la parte trasera del camión con Laura.

—Que me jodan. —Las cosas se volvieron aún más jodidas.

Los vientos no eran de la tormenta. El segundo camión soltó un


dron de bola, de los que son lo suficientemente grandes como para
transportar personas. Recogió a Laura y a los dos guardias y se elevó en
línea recta, sobrevolando la tormenta que se avecinaba.

Lo único que Axel pudo hacer fue mirar. No podía derribarlo sin
herirla.

No podía hacer nada en absoluto.

El dron se elevó por encima de las turbulencias, que se adentraron


en el valle, extendiéndose en una sombra ventosa, sus dedos tensos
tirando de su ropa y su pelo. Dejó caer las gafas sobre sus ojos y se subió

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

la bufanda. No podía filtrar mucho. Tenía que moverse. Corrió hacia el


carro, maldiciendo.

Una trampa. Todo era una trampa. Había calculado mal lo mucho
que querían a Laura. Antes de saltar a su vehículo, abrió el maletero y
miró la caja de la gemminar. Fue a levantar la tapa y se balanceó. Como
si fuera demasiado ligera.

Podría haberse dado cuenta antes si no estuviera tan atrapado en


su preocupación por Laura.

—Jodidos. —Al abrirla, miró a la gemminar. Golpeó con el puño la


carcasa de plástico para ver la bomba en su interior en lugar del esperado
meteorito cargado.

Tic. Tac.

¡Oh, mierda!

Se lanzó pero no llegó a tocar el suelo. No tuvo tiempo. Un puño de


aire lo empujó, impulsándolo lejos del destruido carro.

Mientras tanto, el viento silbaba alrededor, buscando carne para


desollar, gritando en sus oídos. No podía ver nada a su alrededor. Golpeó
con fuerza el suelo y rodó, recogiendo sus extremidades, todavía
golpeadas. Pasó un momento boca abajo en el suelo.

Todo había terminado. Había apostado y perdido.

Pero no se rendiría. Vivía. Había sobrevivido. Se dirigió hacia el


punto de encuentro, confiando en un sentido innato de la orientación
que, con suerte, no se dejaría engañar por los vientos azotadores. La

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

bufanda le cubría la cara, pero seguía sintiendo el pinchazo de la arena


que intentaba separar la carne del hueso.

Creyó haber imaginado el agudo silbido de un motor.

Whing. Whing. El ruido aumentó hasta que la moto surgió de una


nube de polvo, con el faro delantero como débil guía.

Gunner se deslizó hasta detenerse, sus gafas ocultando su rostro,


pero Axel pudo imaginar la sonrisa de satisfacción cuando dijo:

—¿Necesitas que te lleve?

—¿Me atrevo a preguntar cómo me has encontrado? —gritó.

—Por suerte.

El cabrón siempre tenía suerte. Axel se subió a la parte trasera de


la moto y se sujetó mientras su amigo se adentraba en la tormenta. Salir
a rodar en la cuenca del Valle no era una opción. No podrían aguantar
horas de viento cortante. Tendrían suerte si aguantaban los minutos que
tardarían en salir.

La tormenta hizo todo lo posible por aferrarse a ellos,


arremolinándose fuerte y cerca, haciendo imposible la visión. Podrían dar
vueltas para siempre y no encontrar la salida. Pero Gunner tenía un
sentido innato de la orientación. Siempre encontraba el camino.

La moto coronó el borde del valle y pasaron de la tormenta a la


calma. A pesar de la oscuridad, no pudieron evitar percibir el peligro más
reciente.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Un par de vehículos estaban parados, con los faros encendidos, con


la intención de cegar. Sus ocupantes probablemente estaban camuflados
con las armas apuntando hacia ellos.

—Mierda. Agárrate fuerte.

Las explosiones de proyectiles y la ráfaga caliente de plasma


hicieron que Gunner usara y abusara de su moto y de la gravedad. Se
desvió, inclinándose a la izquierda y a la derecha, evitando de algún modo
la andanada.

Si existía el poder de la suerte, Gunner lo tenía. Se inclinó tanto


que prácticamente rozaron el suelo.

Cuando la moto se enderezó por sí sola, Axel calculó su salto,


lanzándose desde la parte trasera de la moto en una voltereta en la que
se desplazó suavemente hasta una posición de pie, con la pistola
desenfundada. Disparó, una y otra vez, sin pensar, sin tomarse tiempo
para mirar o incluso respirar. El instinto le guió.

En unos instantes, los guardias yacían muertos o moribundos, él


tenía un nuevo corte en el brazo porque uno de ellos consiguió un
disparo, y Gunner había regresado, a horcajadas sobre su moto, que
traqueteaba con lentitud.

—No veo más.

Cambiando las armas por una recién cargada, Axel gruñó:

—Lástima. Tengo ganas de matar a unos cuantos soldados más del


Enclave.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Supongo, por tu aspecto estreñido, que se la han llevado —dijo


Gunner.

Axel resopló acaloradamente y pateó el suelo.

—Primero la drogaron. Luego la arrojaron a un dron bola. ¿Desde


cuándo, joder, mandan un dron bola? —Se subió las gafas a la frente.
Por lo general, esos artilugios devoradores de energía se mantenían cerca
de las cúpulas.

—Lo sé. Lo vi salir delante de la tormenta, y fue entonces cuando


decidí que podrías necesitar mi ayuda.

—Gracias. —Estaría muerto sin la oportuna llegada de Gunner.

Le dolía lo mal que había juzgado el deseo del Enclave de poner sus
manos sobre Laura. Más de lo que había imaginado, lo que significaba
que debían conocer su poder.

Su unidad de comunicaciones crepitó.

—¡Axel! ¡Gunner! Es una trampa.

—No me digas —murmuró Axel, respondiendo a la sorprendida


advertencia de Casey.

—¿Cómo de malo es? —contestó ella con palabras cortadas.

—Sin gemminar. Sin carro. Sin Laura. Se la han llevado. —No


suavizó la decepción.

Casey juró.

—Malditos. ¿Qué vas a hacer?

300
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Hacer? —Miró la tormenta que se estaba gestando en el Valle.


No tenía nada que ver con la que había en su corazón—. Voy a
recuperarla.

El problema resultó obvio.

—¿Cómo piensas hacerlo exactamente? —preguntó Gunner—. No


tenemos los números para asaltar una cúpula.

—No tienes que ayudarme. —Él haría esto solo si tuviera que
hacerlo. Solo sabía que no podía dejar a Laura a su cuidado.

—Nunca dije que no ayudaría. Solo señalaba la locura de esto. Lo


cual, de nuevo, está totalmente bien, pero ¿qué pasó con no empezar una
guerra?

—Que se joda. Ellos quieren luchar. Les daremos una pelea. —


Porque recuperaría a Laura.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Diecisiete
Los pies y la parte inferior de las piernas arrastrándose por el suelo,
junto con el duro agarre de cada brazo, despertaron a Laura. No fue un
despertar agradable. Se despertó con la cabeza palpitante, la lengua
pastosa y los ojos que se negaban a permanecer abiertos.

Sus pestañas eran muy pesadas. Le costó todo tipo de esfuerzo


abrirlas y echar un vistazo. Con cada parpadeo, la gravedad de su
situación aumentaba. Los pasos de las grandes botas metálicas de los
soldados resonaban en sus oídos. El polvo se levantaba y, como si el
hecho de notarlo desencadenara la reacción, tosió.

El suelo se convirtió en un borde metálico, parte del marco de una


puerta. La arrastraron más allá y la llevaron a través del suelo metálico
astillado.

Whoosh. La puerta se cerró. Los soldados la levantaron, al fin se


dieron cuenta de que estaba despierta.

—Ponte derecha. Brazos fuera —ordenó una voz robótica.

Era bastante fácil de hacer si podía deshacerse del letargo. Se agitó


sobre sus pies, sintiéndose más despierta y consciente, pero con un
embotamiento persistente.

—¡Brazos fuera! —ladró el segundo soldado con armadura.

Ella los levantó, a la altura de los hombros. Eran pesados e


inmediatamente empezaron a caer. Cerró los ojos justo a tiempo cuando
sintió que una niebla familiar le golpeaba la cara y se asentaba en la piel.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La estaban descontaminando. Sus acompañantes y ella, con una gran


diferencia.

Los soldados podían conservar sus trajes.

A Laura la desnudaron. Completamente. Incluso su bandeau fue


arrancado.

La vergüenza le quemó las mejillas. Debería haberla enfadado, pero


estaba embotada por dentro. Muy, muy embotada. El miedo también se
mostraba distante aunque esperaba que no vieran señales de lo que
había hecho con Axel.

Si lo sabían... el castigo sería peor que la muerte.

No se dijo nada durante todo el tiempo que la desnudaron y luego


la limpiaron tan a fondo que se sintió violada.

Se abrazó el torso cuando las puertas del otro lado de la cámara se


abrieron y una mujer entró. Más vieja que ella, vestida de blanco, pero
en un tono que tenía un toque de amarillo. Un crema claro. Tenía la
cabeza inclinada mientras se acercaba a Laura con unas tijeras.

La intención se hizo evidente. Esto logró atravesar la apatía de


Laura.

—Mi pelo no. —Retrocedió, atrapada entre los soldados y la mujer


que avanzaba con las tijeras.

El agarre inquebrantable en sus brazos regresó.

Laura todavía se las arregló para luchar mientras la mujer le


cortaba el pelo casi hasta el cuero cabelludo, dejando mechones
irregulares de apenas un dedo de grosor. Dos dedos a lo sumo.

303
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Las tijeras cortaron su orgullo y la dejaron sin nada. No tenía


ninguna opción.

Sin derechos.

Otro enjuague se encargó de los trozos de pelo que quedaban en su


piel. Se quedó empapada y temblando. ¿Habían terminado por fin? La
sometieron a tantos niveles de descontaminación que se preguntó si su
piel se desprendería de su carne.

Se llevó una mano al cuero cabelludo y sintió las cerdas. Le


quitaron los mechones. Lo que no debería haberla molestado. Después
de todo, ya se los habían cortado antes. Pero esta vez, al sentir las puntas
rasgadas, las lágrimas llenaron sus ojos. La pérdida de todo solo sirvió
para resaltar su insensatez. Pensar que podía ser libre.

Se había creído tan inteligente. Como si pudiera vencer al Enclave


e irse.

Debería haberlo sabido.

El Enclave se lo llevó todo. Su cabello. Su dignidad. Incluso la vida


de Axel. Ella había escuchado a los soldados dar un informe verbal
mientras pasaban por la descontaminación. No les importó que
resumieran su fracaso mientras ella escuchaba.

Axel murió en el Valle. Todo su equipo y él.

No habría rescate. No habría escape, porque ella no podría tocar su


poder. Las drogas que le habían inyectado ralentizaban sus movimientos.
Embotaban su pensamiento.

No permitía la ira o el calor. Solo la tristeza.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La pesadez interior hacía que se moviera como una autómata,


poniéndose la bata que finalmente le dieron, blanca, por supuesto, de
material fino. Comió la comida que le pusieron delante. Una especie de
bazofia nutritiva y sin sabor. Apenas pudo tragarla.

Las lágrimas rodaron por sus mejillas, sin proponérselo, mientras


se servía con la cuchara aquella cosa tan horrible. Qué comparación con
lo que había perdido.

Sucumbió a las pruebas. Le pincharon. Le rasparon.

Escucharon su corazón y miraron dentro de su boca.

No dijo nada durante todo eso. Si lo hacía, se convertiría en un


grito, un chillido que rompería el cristal, y podría no parar nunca.

Después de la última prueba, la sacaron de la endeble bata y le


dieron un vestido adecuado, el material era grueso y por fin le devolvía
algo de calor a sus extremidades.

Sintió el aire en su cabeza con agudeza mientras un par de


soldados la llevaban a algún lugar, conduciéndola a través de una serie
de pasillos, cuyas paredes eran de cemento pintado. Blanco. Sin
ventanas, solo puertas colocadas a intervalos. Bajaron por un ascensor y
atravesaron una pasarela hecha de láminas de cristal entrelazadas para
formar un puente entre edificios.

—¿Dónde estamos? —preguntó ella, la curiosidad rompiendo parte


de su apatía.

—En la Cúpula Incubaii.

—Me lo imaginé. ¿Qué parte?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Acabamos de salir del centro de admisión.

—¿A dónde vamos? —preguntó ella mientras entraban en un nuevo


edificio.

El soldado no contestó ni explicó porque bajaron por otro ascensor


hasta el nivel principal y se dirigieron al exterior, donde hicieron marchar
a Laura por los caminos escandalosamente limpios formados por
hormigón sin fisuras. Su destino parecía ser el edificio alto y redondo,
que contaba con grandes ventanales.

Un ascensor les llevó a la última planta. Un ático con ventanas por


todas partes. Un lugar ordenado. Todo en la Cúpula Incubaii funcionaba
con una eficiencia mecánica.

Qué aburrido.

Los guardias que la escoltaban la empujaron a una silla y dieron


un paso atrás, dejándola frente a la persona que estaba detrás del enorme
escritorio. El hombre, que tenía el pelo oscuro con toques rojos, la miraba
acusadoramente.

—Eres vieja —declaró, lo que parecía extraño dado que parecía


tener casi la misma edad que ella.

—Si soy vieja, ¿por qué me han traído aquí? —Las ardientes
palabras se le escaparon a su perezoso cuerpo. Casi se sintió enfadada
por un momento. El calor estalló como una lluvia de colores en un mundo
gris.

—Estás aquí porque parece que eres una persona tardía.

Una explicación sutil. Ella no quería sutilezas.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿No quieres decir que soy una Desviada? —Levantó la barbilla y


se obligó a enfocar al hombre. De aspecto apuesto, aunque cruel, los
duros planos que conformaban su rostro, el conjunto de sus labios
inflexibles, su mirada fría.

—No eres una Desviada. Mírate. Perfecta en todos los sentidos.

Por alguna razón las palabras causaron alivio.

Él lo desechó.

—Eres Aunimaa. Alguien que ha evolucionado por dentro en vez de


por fuera.

—No sé de qué estás hablando.

¿No lo sabes?

Las palabras resonaron dentro de su cabeza, arrancando un jadeo


sobresaltado.

—¿Qué fue eso?

Él sonrió y se inclinó hacia atrás en su asiento, con las manos sobre


el pecho.

—Tú empujas las cosas con tu pequeño poder. Yo hurgo en tu


mente. —Como si quisiera demostrar su punto, le pasó una uña por
encima.

—Sal de mi cabeza.

Oblígame.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El pinchazo llegó de nuevo, dedos afilados dentro de su cabeza, tan


parecido a Horatio con una diferencia. A pesar de estar aterrorizada, no
pudo controlar la magia de su interior. El muro que intentó construir se
derrumbó y él se rió.

—Inténtalo todo lo que quieras. Sabemos cómo sedar tus poderes.

—¿Qué me pasará? —Tenía una pequeña esperanza de que la


expulsara de la cúpula. La dejara libre para que se valiera por sí misma.

—¿Quieres que te libere? —Dicho de forma tan burlona—. Eso es


divertido. Y no va a suceder. Te necesitamos.

Ella miró su bata blanca.

—Voy a ser una Madre.

—Un tipo especial de Madre. Del tipo que no se permite una boca
inteligente. —Los dedos fantasmales abandonaron su mente, solo para
arrastrarse por su cuerpo, tocándola en lugares que la avergonzaban y
asustaban.

No ayudó que se riera.

—Basta ya.

—Oblígame. —Se inclinó hacia delante—. Adelante, inténtalo.

Ella le miró fijamente.

—Estoy esperando. —Él suspiró un momento después—. Teniendo


en cuenta con quién estás emparentada, esperaba algo mejor, Laura.

—¿Sabes quién me proporcionó la genética? —preguntó ella.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—La madre, sí. El padre... bueno, es algo desconocido. Su familia


estaba muy perturbada por sus acciones, dado que el linaje lo es todo.
Sabiendo esto, la parte femenina de su linaje aún se negó a nombrar al
hombre. La suposición era que no tenía ningún rango. Nadie se
sorprendió cuando el niño terminó en una Guardería y luego en la
Academia.

—En otras palabras, me enviaron lejos porque no heredé el poder


de mi madre. ¿Quién era mi madre?

—Nadie, ya no. Se deshicieron de ella poco después de tu


nacimiento. Después de todo, una familia gobernante es tan fuerte como
sus eslabones más débiles.

Parecía estar explicando muchas cosas. Ninguna de ellas muy


positiva.

—¿Por qué me cuentas esto?

—Porque se trata de hacerte entender que este es tu destino.

—Proporcionar material genético para la creación de... —Se detuvo


abruptamente. Terminar esa frase no era posible.

—Imagínate si podemos reproducir tu poder, tal vez mezclarlo con


otro.

¿La parte más enfermiza de su declaración? Que no pareció


importarle en absoluto.

—¿Quién eres? —preguntó ella, demasiado adormecida para sentir


miedo. Aunque trató de encontrarlo. Si tan solo pudiera tocar una
emoción, tal vez podría romper esta trampa adormecida.

309
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Soy el Conde Eros. Te dirigirás a mí como mi señor.

—No eres mi señor.

¿Te importaría reconsiderarlo? El dedo fantasma la tocó, raspó a lo


largo de su mente, escarbando y arrastrando y...

¡No! El grito surgió en una ola de furia, la emoción ardiendo lo


suficiente como para formar un conducto a su poder.

Su calor la llenó. Y no se acobardó. Lo lanzó.

La silla que sostenía al Conde se estrelló contra la pared.

Los ojos del Conde se abrieron de par en par, no por miedo sino
por satisfacción.

—Ya era hora que mostrases alguna señal de que vales la pena.

—No quiero ser Madre. Me dejarás ir. —Ella no sabía qué más
pedir.

—No. Estás donde debes estar. Gracias por mostrarme tu fuerza.


Haré que te aumenten la dosis de inhibidores. No puedo permitir que
dañes a los clientes cuando vengan a visitarte.

—Me voy. —Se giró y marchó hacia la puerta.

Para.

Sus pies se plantaron.

Gírate.

La orden le hizo girar.

310
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El Conde se deshizo de su poder como si no fuera nada y se puso


en pie. Se acercó, lentamente, y ella permaneció congelada en su sitio.

Se alzó sobre ella, poniéndola a su sombra mientras decía:

—No vas a ir a ninguna parte. Alguien con tu capacidad


telequinética es valioso. Lo que significa que hay gente dispuesta a pagar
para ver si pueden reproducir el poder. Y por reproducir, quiero decir que
copularán contigo hasta que tengas un hijo.

Casi se olvidó de respirar. La amenaza la horrorizó.

—No. No quiero. —Elección. Seguramente tenía alguna opción.

—¿No quieres? —Él le sonrió. Unos dedos fríos y mordaces le


levantaron la barbilla—. ¿De verdad crees que me importa lo que quieres,
Laura?

La desesperación salió a borbotones de ella.

—Por favor, deja que me vaya. —Ya echaba de menos la amplia


extensión que antes le parecía tan aterradora. Este hombre era mucho
más aterrador.

—¿Por qué este ardiente deseo de volver al Páramo? El informe dice


que estabas feliz de ser rescatada. Abrazaste al comandante —se burló
claramente. Los dedos en su barbilla la pellizcaron cruelmente, y su tono
bajó una octava—. ¿No me digas que disfrutaste haciendo el papel de
Rata del Páramo? ¿O fue el encanto de cierto líder lo que te atrajo?

Se refería a Axel. Sabía que no debía admitir lo que había hecho.

311
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Qué has hecho? —respiró él, golpeando con sus dedos la línea
de su mandíbula, haciéndola temblar. Ella tuvo que desviar sus intentos
de escarbar.

—Lo mataste a pesar de que me trajo para el intercambio —acusó


ella.

Sus cejas se arquearon.

—No estaba cerca del Valle cuando ocurrió.

—Tú lo ordenaste.

De nuevo con la sonrisa de satisfacción.

—Y tuviste suerte. ¿Sabías que hay una recompensa por la cabeza


del Duque del Páramo? El Enclave la publicó hace unos años. Vale
bastante la pena muerto.

—Entonces supongo que hay que felicitarte —dijo ella con dulzura.

—La cantidad que gané con su muerte no es nada comparada con


lo que tú me harás ganar.

—No. —El poderoso pensamiento salió de ella, y a pesar de saber


la inutilidad, se dirigió a la puerta. No le sorprendió que permaneciera
cerrada por más que tirara de ella.

—Madre Laura, te estás comportando de manera muy errática.


¿Necesitas que te recuerden que eres un súbdito del Enclave? Tal vez sea
necesario un repaso sobre el cumplimiento de las reglas.

Reglas. Otras personas tomando sus decisiones. Comida insípida.


Que la obliguen a... Ella no permitiría que eso sucediera.

312
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella resopló mientras se giraba sobre él.

—No puedes hacer esto. Está mal. —El miedo y el pánico


empujaron contra la niebla que sofocaba su poder. Lo alimentó con su
ira y su miedo.

Empujó contra el Conde. Pudo ver cómo lo doblaba, cómo lo


empujaba.

Él se defendió de ella. Le cortó la mente de un solo golpe.

De rodillas.

La orden la lanzó al suelo con fuerza. Cayó y apenas se protegió la


cara haciendo que sus manos golpearan primero la superficie sólida.

Ella jadeó.

—No lo haré. —Luchó por levantarse. Sintió como si una mano la


empujara hacia abajo.

Obedecerás.

—No —susurró.

—Tan desafiante. Y, sin embargo, tan bien educada. Ahora, en todo


caso. He leído tu expediente. Solías tener una vena obstinada. Los
registros de la Guardería muestran que se necesitaron más de trece
latigazos para doblegarte. El récord en mi cúpula es de veintitrés.
Veintitrés latigazos sin gritar ni una sola vez, ni siquiera en su cabeza.
¿Cuántos aguantarás esta vez?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El miedo la invadía, la llenaba por completo, sobre todo porque los


dedos le traían viejos recuerdos. Trajo el silbido de cada latigazo a la vida.
El dolor de la picadura al aterrizar.

Atrapada en el recuerdo, apenas se dio cuenta de que unas manos


ásperas la agarraban y la arrastraban fuera del despacho del Conde. Una
vez que se perdieron de vista, el control de su mente se relajó. Jadeó como
si hubiera salido a correr.

La bajaron al nivel del suelo y la arrastraron por unos senderos


hasta un lugar donde la piedra blanca brillaba como si estuviera mojada,
recién lavada, las rejillas en el suelo todavía goteaban. Cuando vio el
poste con su travesaño, luchó.

—No —gritó—. No. —No tenía ningún deseo de revivir ese dolor.
Luchó, su mente se desbordó, empujando a los guardias que la retenían.
Se dio la vuelta y empezó a correr, volviendo por donde habían venido,
solo que él llegó.

El Conde entró con elegancia en la arena, con la mano extendida.


Ella levantó un escudo para defenderse de él.

Él sonrió.

Ella no se dio cuenta de por qué hasta que sintió la aguja entrando
en ella. La droga inundó inmediatamente su sistema, dejándola
aletargada.

—Ya era hora —espetó el Conde—. Es jodidamente difícil de


sujetar. Atadla al poste. Tendrás que golpearla muy fuerte para que
sienta algo a través del inhibidor.

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Serie Futuro desviado 01
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Una parte de ella gritó que la estaban atando. Los brazos abiertos
y las muñecas atadas con fuerza. Un desgarro de la bata dejó al
descubierto su espalda.

Se mordió el labio en lugar de gritar cuando sonó el primer silbido.


El dolor resultó chocante. A pesar de la droga, jadeó.

Volvió a golpearla, con un calor blanco y ardiente. Gruñó y cerró


los ojos. Eso no impidió que las lágrimas rodaran.

No emitió ningún sonido hasta el decimoséptimo. Un nuevo récord


para ella, pero una decepción para el Conde. Él había acariciado su
mente después de que el silbido se detuviera, una mente que todavía
sonaba con sus gritos.

Él había susurrado en esa parte maltratada de ella.

¿Está mal que espere que vuelvas a desobedecer?

Las palabras la helaron por completo. Despertaron un profundo


odio en su interior, que mantuvo oculto. Todavía no era el momento.

Los bálsamos que aplicaron en su carne desgarrada aceleraron la


curación. El compuesto médico proporcionaba exactamente lo que la
herida necesitaba para repararse. Su naturaleza calmante no borró el
recuerdo del dolor. De cómo había acabado sollozando. Suplicando.
Suplicando que pararan. Porque al decimoséptimo fue cuando empezó a
gritar. Los latigazos siguieron y siguieron.

Finalmente terminaron de castigarla y descolgaron su cuerpo del


poste, la limpiaron mientras yacía inconsciente. La ataron boca abajo a
una cama para asegurarse de que no se hiciera daño, y solo la liberaron
para que comiera y se bañara.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Dos días más tarde, la rápida curación hecha, las heridas ahora
solo cicatrices rojas ligeramente anudadas, la consideraron lista.
Obediente.

Como si pudiera tener un pensamiento perdido con las fuertes


drogas que le daban. Apenas podía mantenerse en pie y concentrarse, y
mucho menos luchar. Apenas se fijó en su habitación, que tenía todas
las comodidades para una prisionera, incluida la ducha.

La bata blanca que le habían puesto se amoldaba a su cuerpo, el


material era fino y pegajoso. Hacía juego con las sábanas de la cama. Las
paredes. El suelo. Más blanco. Tanto blanco en la habitación en la que la
habían colocado. La palabra habitación no captaba del todo la crudeza
de la misma con la zona de aseo abierta en una esquina. Un lavabo para
sus manos y para cepillarse los dientes y una caseta que hacía las veces
de ducha y eliminador de residuos.

La cama resultó ser más cómoda de lo esperado, el colchón


amortiguaba su cuerpo. Ella lo sabría. Pasó mucho tiempo durmiendo en
ella, preguntándose por el hecho de que las construyeran tan anchas.
Observó con preocupación las anillas metálicas soldadas a las patas. Le
resultaba fácil imaginarse que las utilizaban para atar a alguien.

Culpó a Axel por ese pensamiento.

Axel.

Deseó sentirse triste por su muerte. El entumecimiento la llenaba.


No sintió nada en absoluto. Ni siquiera el pesar de que él no viniera a
buscarla. Nadie lo haría. Llevaba días aquí. Días sin nadie con quien
hablar. Los que venían y se ocupaban de ella no decían mucho.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Date la vuelta.

—Brazos arriba.

—Come o te entubaremos.

Ella casi daría la bienvenida a otra conversación del frío Conde.


Excepto que él podría ordenar otra paliza. Ella haría cualquier cosa para
evitar eso.

Una alerta aguda atrajo su atención hacia una rampa en la pared.


La pequeña puerta de la alcoba se abrió de golpe. Dentro había un
cilindro sellado.

—Bébelo.

La orden robótica casi la hizo estremecerse.

No era la hora de comer. Los medicamentos venían en forma de


inyecciones, rara vez de pastillas.

—Bébelo. —Un toque de impaciencia en la orden.

Con la cabeza pesada, se levantó de la cama y se tambaleó hacia el


bote. Tuvo tiempo de observar su superficie lisa. Ni una sola cosa que
delatara lo que se escondía dentro. La tapa se fundía perfectamente con
el cuerpo, sin ninguna grieta que pudiera verse.

Al cogerlo, se dio cuenta de que no estaba ni caliente ni frío. La


pequeña puerta se cerró con un silbido.

—Desenrosca la tapa y bébetelo.

Ella no quería hacerlo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Pero si no lo hago, me azotarán.

O algo peor.

¿Y si beber resultaba aún más horrible?

—¿Estás escuchando, Madre Laura? Abre la vasija y bebe.

Ella lo miró y luego el techo donde ese único ojo de vidrio redondo
observaba.

—No. —Necesitó todo lo que tenía para expresar su negativa—. Si


quieres que me lo beba, oblígame.

El recipiente cayó al suelo con un ruido sordo y rodó. Ella inclinó


la cabeza y esperó.

La puerta tardó una eternidad en abrirse. Se preguntó si podría


transgredir lo suficiente como para que no la devolvieran a esta
habitación.

—No te estás muriendo, Laura. —Solo una persona podía leer su


mente con tanta facilidad.

Estaba de pie en la puerta de su celda. El Conde en persona había


llegado. Llevaba una sonrisa siniestra en su rostro.

—He oído que estás siendo difícil.

Sabía que me echabas de menos. Yo también te echaba de menos.


Tus dulces gritos. Tu dolor decadente.

Ella retrocedió contra la pared. El terror era caliente y asfixiante.

Él dio un paso adelante, la puerta de su celda se cerró tras de sí.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Sabía que no esperarías mucho para llamarme. Sabía que querrías


repetir nuestro repaso. Te gusta el dolor, ¿verdad, Laura?

—No —susurró ella—. No. —No otra vez.

—Dices que no, Laura, y sin embargo ambos sabemos que es sí.
¿Por qué otra razón desobedecerías si no es para rogarme que venga a
verte?

¿Me has echado de menos? La burla llegó con los dedos


fantasmales. Arañaron el borde de su mente, rasgando el endeble muro
que había construido y haciendo un túnel para encontrar sus secretos
más oscuros. Sus recuerdos más dolorosos.

Y una vez que esos dedos los tenían, jugaron con ellos. Una y otra
vez mientras ella gritaba, decidida a moldearla y a lograr lo que los años
en la Guardería nunca habían conseguido: romperla.

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Serie Futuro desviado 01
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Capítulo Dieciocho
La primera vez que Axel experimentó el grito mental, acabó
estrellando la moto. Gunner estaría cabreado.

Incluso después de que todo dejara de moverse, y de que se


quedara tumbado boca abajo en la tierra, se detuvo y trató de descifrar
lo que había sucedido.

Alguien estaba hiriendo a Laura. Lo había sentido, aguda.


Intensamente.

Luego, nada. El extraño vínculo entre ellos se quedó en blanco.

¿Qué significaba? ¿Estaba muerta? No tenía forma de saberlo.

Se puso en pie y se quitó el polvo de la ropa. La motocicleta se


tambaleó en el suelo, con una sola rueda girando. La levantó y podría
haber maldecido cuando notó el revestimiento dañado. Lo que significaba
que solo tenía la mitad de la potencia de recarga. Mucho antes de llegar
a la Cúpula Incubaii, la moto se apagó.

La pateó. La maldijo. Gritó al cielo.

—¿Por qué me estás jodiendo? Ella me necesita.

Y seguía fallando.

Le costó unos momentos de autocompasión antes de encontrar sus


pelotas, sacárselas de un tirón, colgárselas del hombro y empezar a
caminar. Pasaron varias horas más antes de que Gunner lo localizara con
el pesado camión del Enclave.

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Serie Futuro desviado 01
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Se detuvo junto a Axel.

—¿Necesitas que te lleve?

Axel subió al camión.

—Sobre la moto...

—Está en la parte de atrás —gruñó Gunner—. Te dije que tuvieras


cuidado con ella.

—La haré reparar.

—Jodidamente cierto que lo harás. Aunque probablemente fue lo


mejor que pasó. Tienes que ir más despacio. La venganza no tiene que
ocurrir hoy.

—No dejaré que se salgan con la suya y nos jodan. —No dejaría que
Laura se quedara allí ni un momento más de lo necesario. Ya había
pasado demasiado tiempo tratando de llegar allí.

—Les haremos pagar por lo que hicieron, pero no puedes irrumpir


allí a medias. No si quieres salvarla. —Gunner discernió la verdadera
razón de su pánico.

—Cuanto más tiempo esté con ellos... —No pudo terminar el


pensamiento. Recordó las cosas que Nikki le había contado, las cosas que
había escuchado a lo largo de los años. Lo que le hicieron a algunas de
las Madres. Nunca debería haber aceptado usar a Laura como cebo.

—¿Tienes un plan para cuando lleguemos allí? —preguntó


Gunner—. Porque el mío es ver si puedo entrar en la zona de carga con
el camión y luego correr como un Desviado loco disparando a la gente
hasta que encuentre a tu novia.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Ella no es mi novia.

—Cabe destacar que lo que te ofendió fue lo único normal en esa


frase. Preguntaré de nuevo, ¿cuál es tu plan?

Eso requería pensar, tratar de pasar de su preocupación a una


forma de ganar. Un ataque frontal nunca funcionaría. Necesitaban hacer
algo que funcionara con números pequeños.

—¿A qué distancia está el Bosque Ajatarai de la Cúpula Incubaii?


—preguntó, tratando de imaginar en su cabeza la vasta zona.

—Buena pregunta. Y puede que tenga una respuesta. Mira lo que


tiene este camión. —Tocó una pantalla y apareció un mapa con una
topografía sorprendente. Gunner pellizcó y el mapa se amplió, mostrando
la Cúpula Incubaii número cuatro y, acercándose lo suficiente como para
ser útil, el Bosque Ajatarai.

Axel señaló un desnivel en la imagen boscosa.

—Llévanos hasta aquí. Sé lo que podemos hacer.

—Ahora estás pensando. —Gunner asintió.

—En realidad no —fue la seca respuesta de Axel. Si Gunner supiera


de la vorágine que llevaba dentro, huiría lejos, muy lejos—. Una vez que
consiga algunos aliados, voy a necesitar encontrar una forma de entrar
en la cúpula.

—Casey ya está en ello. —Un recordatorio de que la mujer tenía


una manera con las cerraduras—. Estoy más interesado en cómo crees
que vas a encontrar a Laura una vez que estés dentro. El lugar es enorme.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sí, pero ¿cuánto de él se entrega a los habitantes? Según tengo


entendido, la mayor parte se usa para tanques de gestación.
Necesitaremos el edificio donde guardan a las Madres.

—Te refieres a los edificios. Hay al menos cuatro cuarteles de


Madres, además de algunos especiales donde podría estar retenida
también.

—¿Y cómo sabes esto? —preguntó Axel.

—Una suposición afortunada.

Axel resopló.

—Deja que sea yo quien la localice. —Él la encontraría.

—Y una vez que lo hagamos, ¿entonces qué? ¿Disparamos a matar?


Supongo que habrá un número considerable de guardias de la cúpula,
más posiblemente incluso algunos soldados del Enclave.

—Podemos manejarlo —dijo con la mayor seguridad.

—Solo me aseguro de que entiendas que las probabilidades están


en nuestra contra.

—¿Esta es tu manera de acobardarte?

Gunner resopló.

—No, claro que no. A mí también me gustan los retos, y además,


hace tiempo que te vengo diciendo que tenemos que hacer algo más
grande.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Tratar de secuestrar a una Madre dentro de una cúpula constituía


ciertamente algo grande.

—Ir por Laura probablemente iniciará una guerra con el Enclave.

Eso provocó un resoplido de Gunner.

—Lo último que supe es que las patrullas tenían la orden de


disparar a la vista. La guerra ya está aquí, amigo mío.

—Entonces es hora de que les demos donde les duele.

Axel hizo todo lo posible por dormir un poco mientras avanzaban


por el Páramo, esperando que nadie rastreara su paso. Se habían alejado
un poco de la cúpula, lo que podría mantenerlos ocultos durante más
tiempo. Cuanto más se acercaran, más probabilidades tendrían de ser
detectados.

Dada su rápida velocidad, el dron bola habría recortado casi un día


completo de viaje, especialmente si iba a toda máquina como sospechaba.
Lo que significaba que hacía tiempo que había aterrizado. El desvío al
bosque añadiría aún más tiempo al viaje.

Pero, ¿la verdadera mierda? El camión se averió antes de que


llegaran al jodido bosque.

Gunner salió de debajo del capó del vehículo que silbaba.

—No se puede arreglar, no sin piezas y herramientas.

De las cuales no tenían ninguna.

—¿Qué hacemos? —Aquí, en la llanura de Hades, las unidades de


comunicación eran prácticamente inútiles, la señal se destruía antes de

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

que tuviera la oportunidad de llegar lejos. Solo las máquinas más básicas
funcionaban.

—Caminamos.

No había otra opción. Todavía estaban a kilómetros de la cúpula. A


kilómetros de cualquier cosa.

Fue Gunner quien pensó que debían entablar una conversación,


ajeno al hecho de que caminaban a través de una bruma de polvo,
perdiendo la humedad por el sudor a medida que el calor los horneaba.

—¿Se lo vas a prometer? —preguntó Gunner.

Prometer, lo que una pareja hacía cuando decidía convertirse en


exclusiva el uno para el otro. Implicaba un tatuaje y una promesa delante
de un testigo.

—No lo sé. —No había pensado tanto. Acababa de conocer a Laura.


Acababa de conocerla y tenía ganas de aprender sobre ella. Gimió—.
Probablemente.

—Felicidades.

—Todavía no ha ocurrido —gruñó.

—Algo que esperar. Al igual que ahora puedes empezar a pensar en


niños.

—¿Por qué iba a pensar en niños? Todavía no he salvado a la mujer.

—Hay que pensar en el futuro. —Gunner se golpeó la sien—. ¿Y si


tienes algunos? ¿Dónde los vas a poner?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—El Refugio es demasiado pequeño. Soy consciente —refunfuñó—


. ¿Dónde más podemos ir?

—Sé que no te gusta, pero Las Ruinas ofrecen más espacio.

—Las Ruinas están llenas de necrófagos.

—Hay cosas que podríamos hacer para eliminar la amenaza.

—Exterminación. —Una posibilidad no exenta de peligro. Axel negó


en desacuerdo—. Demasiado arriesgado. Tenemos que encontrar un
lugar que no tenga literalmente monstruos debajo de nosotros.

—Buena suerte con eso —se burló Gunner—. Sabes que podríamos
intentar ir hacia el sur, por donde sale el sol. —Hacia lo desconocido, más
allá de los Páramos y a través de un campo de volcanes y géiseres que
conducía... según algunos... al fin del mundo.

—Todavía crees que hay una ciudad oculta allí.

—Tú también lo creerías si hubieras escuchado al tipo, si hubieras


visto lo que me mostró —se entusiasmó Gunner.

Había conocido a un tipo que le había mostrado maravillas,


incluyendo imágenes de un lugar, una ciudad, donde aparentemente la
gente vivía libre. Una fantasía en la cima de una montaña envuelta en
nubes.

—Podría haber sido manipulado —dijo Axel, tratando de ser la voz


de la razón.

—Tenía esos artilugios que nunca había visto.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—La tecnología antigua no significa una mierda. Puedes


encontrarla en cualquier sitio si buscas lo suficiente.

—Bien —resopló Gunner—. No busques donde realmente hay un


rumor. ¿Cuál es tu brillante plan para encontrarnos más espacio?

—No tengo un plan. —Como líder, realmente debería—. Incluso si


hay una ciudad o pueblo o algo en otro lugar dispuesto a acogernos,
¿cómo llevamos a todos allí de forma segura?

—No lo sé. Pero tal vez es el momento de averiguarlo. Lo que


significa que, después de que hayamos salvado a tu prometida, voy a
echar un vistazo.

No hubo ninguna insinuación de que pensara que podrían fallar.


Ningún intento de disuadirlo.

—Gracias. —Axel le dio una fuerte palmada a Gunner en la


espalda, casi haciéndolo caer.

Pero su amigo sonrió.

—Cuando quieras. Oye, quizá tengamos suerte y conquistemos la


cúpula resolviendo dos pájaros de un tiro.

La sola idea era ridícula. ¿Robar una cúpula del Enclave?

¿Alguien lo había intentado alguna vez?

La idea le daba vueltas en la cabeza, filtrándose a medida que la


noche se convertía en día. Cuando vio la mancha en el horizonte, estaba
a punto de derrumbarse. Gunner y él aguantaron hasta que llegaron al
bosque.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Entonces, subidos a un árbol, se tomaron un muy necesario


descanso. Se despertaron cuando el sol se estaba poniendo y las sombras
empezaban a colarse entre las ramas.

Se unió a Gunner para estirarse en el suelo. Tirando y girando,


calentando sus músculos.

—Voy a tener que dejarte ahora —comentó.

—¿Qué se supone que debo hacer mientras estás en comunión con


la naturaleza?

—Dirígete a la cúpula y causa una distracción.

—¿Qué tipo de distracción? Por si no te has dado cuenta, no


estamos precisamente bien equipados.

—Piensa en ello. —Porque Axel no tenía ninguna sugerencia.

—¿Recuerdas lo de no precipitarse que hablamos? Tal vez


deberíamos tomarnos una noche para vigilar la zona, idear un verdadero
plan.

—No. —Axel se negó a ceder. Le habían arrebatado a Laura hacía


casi tres días.

Tres días.

Y nada en ese tiempo. Ni un nuevo estallido de miedo. Ira. Nada.

No se había dado cuenta de lo mucho que había sido consciente de


ella hasta que se había ido.

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Gunner observó las sombras que se acercaban con una mirada


cautelosa.

—Estás loco por entrar ahí de noche. Sobre todo porque sabemos
que las historias que las madres cuentan a sus hijos sobre el Bosque
Ajatarai son ciertas.

—Lo salvaje es lo mejor de este bosque. —Axel mostró los dientes y


giró la cara hacia arriba. Un trozo de luna colgaba en el cielo esta noche.
Se movía sobre un eje extraño. Se decía que, antes de la Caída, la luna
solía ser un gran globo redondo. Luego se rompió. Todo cambió después,
o eso decían las historias transmitidas.

—Digamos que descubro cómo causar una distracción. ¿Algún


momento en particular al que apuntar?

—La cúpula está a solo unas horas a pie. —Miró a lo lejos como si
pudiera verla. En cierto sentido, podía. Su conexión con la tierra era
fuerte aquí. Podía oler la alteridad de la cúpula con la brisa nocturna—.
Si esperamos hasta la parte más oscura de la noche, es cuando es más
probable que los soldados se adormezcan.

—Y los monstruos son más feroces —gimió Gunner.

—No tienes que acompañarme —dijo Axel.

—No hagas esa mierda conmigo. Claro que voy, pero ¿por qué las
misiones siempre se hacen en la oscuridad? A veces estaría bien luchar
sobre una hierba suave y primaveral. Hierba corta, a la luz del sol, donde
podamos ver venir a los monstruos.

—Deja de quejarte. —Axel le dio una palmada en la espalda—.


Distrae a la hora de cambio. —Cuando hoy se convierta en mañana.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Medianoche. Bien. Sacar un lagarto mágico del Páramo de mi


culo en unas horas. Entendido —refunfuñó Gunner.

Pero Axel sabía que su amigo haría todo lo posible.

Con la noche poseyendo el bosque, dándole vida, Axel se movió


rápidamente, adentrándose en el espeso crecimiento de los árboles.
Necesitaba encontrar un lugar, el tipo de lugar adecuado donde pudiera
sentarse y concentrarse.

Tardó más tiempo del que le gustaría en encontrar el lugar


adecuado, rebosante de vida y energía. Se sentó en una roca, con las
piernas cruzadas y las manos sobre las rodillas. Con los ojos cerrados,
respiró profundamente. Inspirar. Exhalar. Inflar el pecho. Desinflar. Los
ejercicios de relajación debían centrarlo. Una vez alcanzado un estado de
calma, abrió la puerta que lo mantenía encerrado.

Su salvajismo.

Su otro.

Lo que Laura llamaría su Desviación.

Lo dejó salir, permitió que lo consumiera y que se convirtiera en lo


que las cúpulas enseñaban que estaba mal. Le había dicho a Laura la
verdad cuando dijo que todos eran Desviados de alguna manera. Algunos
más que otros.

El poder de cada uno se desarrollaba de forma diferente. El suyo


se disparó cuando era joven, antes de que su tío lo encontrara, después
de que sus padres murieran.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ellos perecieron en el borde de este bosque, de hecho. Los guardias


del Enclave los persiguieron y dispararon a las ruedas de su vehículo. Su
madre lo sacó del coche y le gritó que corriera.

—Corre, Axel. Corre y no mires atrás. —Pero él había mirado hacia


atrás. A tiempo para ver a su padre enfrentarse a la patrulla, disparando
su pistola. Un objeto tan insignificante contra sus enormes armas.

La cabeza de su padre explotó y el cuerpo se desplomó.

Su madre corrió hacia ellos gritando.

Bang. El silencio gritó. El momento congelado duró una eternidad


mientras los dos soldados de la patrulla volvían sus miradas hacia él.

Había corrido. Corrió hacia el bosque, demasiado asustado para


llorar, demasiado asustado para detenerse.

El pequeño Axel corrió hasta que se derrumbó, convertido en un


amasijo de sollozos, con la cara enterrada en un montón de hojas. Tardó
un rato en calmarse y darse cuenta de que estaba vivo. No oyó a nadie.
No oyó nada más que su propia respiración agitada.

Había escapado. Fue entonces cuando rodó sobre su espalda y vio


los ojos. Amarillos y firmes, observándolo.

Incluso entonces lo reconoció. Su padre le había enseñado. Era un


lobuar. Criaturas salvajes, una mezcla de antiguos lobos, ahora extintos,
y algún tipo de felino. Habían aparecido en el bosque hace algunas
generaciones. Nadie sabía de dónde.

Bastardos temibles porque eran inteligentes. También eran


despiadados. Un joven debería haber muerto ese día frente a ese lobuar.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Un asustado Axel tembló pero no apartó la mirada. Se enzarzaron


en un duelo de miradas, uno que iba más allá de sus cuerpos físicos.

Se extendía a un nivel que hablaba sin voz.

Has entrado sin permiso.

No tuve elección.

¿Dónde está tu manada?

He perdido mi manada. Axel pensó brevemente en la muerte de sus


padres.

El lobuar se alegró.

Estás sin manada.

Estoy solo.

El lobuar abandonó a Axel. Se fue esa noche con los otros ojos
amarillos que lo miraban fijamente. Pero volvieron la noche siguiente y la
siguiente.

Observando.

Solo observando, mientras él no lograba capturar nada para comer.


Cuando lloraba hasta quedarse dormido.

Solo tenía unos cinco años en ese momento.

La tercera noche fue cuando se dio cuenta de que los lobuar lo


protegían. Un cuerpo serpenteante bajó del árbol, aterrizando con un
siseo, listo para atacar. El líder de la manada se abalanzó y lo hizo
pedazos.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Dejó el cuerpo atrás. Axel se lo comió crudo, con arcadas. Al día


siguiente, regresó por donde había venido.

El líder lobuar salió de los arbustos para preguntar.

¿A dónde vas?

Necesito... Necesitaba provisiones. Los soldados del Enclave hacía


tiempo que se habían ido. Los cuerpos de sus padres habían
desaparecido. O bien reclamados por los guardias o arrastrados por los
animales.

Una amarga bendición, ya que facilitaba el paso por el vehículo


destrozado. Cogió su mochila y añadió cosas a ella. Una mini antorcha
para el fuego, que sabía utilizar. Su padre le enseñó a sobrevivir en el
exterior. Comida, las raciones de viaje no eran sabrosas pero servirían en
caso de necesidad. Agua. No la suficiente. Necesitaría localizar una
fuente. Pensamientos maduros para un niño pequeño. Pero nadie que
viviera en el Páramo era realmente joven y despreocupado. La
supervivencia estaba siempre en el principio de cada elección.

Cuando Axel terminó, se dirigió de nuevo al bosque. Al borde del


mismo, el viejo lobuar se unió a él.

Ahora cazamos. Con el viejo hermano como maestro. Porque en la


manada, todos eran hermanos.

Cuando Axel consiguió su primera muerte, los lobuar lo declararon


oficialmente manada. Tenía una nueva familia y prosperaba. Sin
embargo, la vida que perdió lo atormentaba.

Diez años pasó con la manada antes de que su tío llegara y


encontrara al niño salvaje.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Todavía recordaba cuando se agachó en el árbol y miró al macho


extrañamente familiar, que había mirado al chico y simplemente dijo:

—Hola, Axel. Una señora que conozco y que ve cosas me dijo que
te encontraría aquí.

Curioso por el mundo fuera del bosque, Axel se fue con su tío. Pero
nunca rompió los lazos con el lobuar. Los visitaba a menudo. Y los hizo
más fuertes.

Era increíble cómo podían prosperar con un poco de ayuda médica.


Su número había aumentado con los años. Puede que Axel no conociera
a todos los nuevos miembros, pero todos los lobuar de la manada sabían
de él.

Vendrían si él los llamaba.

Axel cerró sus oídos al ruido. Cerró sus sentidos a todo lo que le
rodeaba y escuchó el pulso de Lo Salvaje.

Pum. Una sensación lenta y constante. Vibró a su alrededor.

Pum.

El lento latido de la Tierra se comunicaba a través de las raíces


conectadas. La noche estaba aquí, y sin embargo estos árboles no
estaban vivos de la misma manera que los Seimor. Esta era la punta del
Bosque Ajatarai. Un lugar que se parecía más a los Bosques de la Vieja
Tierra.

La corteza de los árboles era áspera, las hojas gruesas y verdes. Los
olores de la decadencia y de las cosas en crecimiento eran agradables y
feos al mismo tiempo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Los animales de estos bosques eran abundantes, siendo el lobuar


solo una especie. El bosque se extendía más allá de lo que indicaban sus
mapas. Nadie había explorado el borde más lejano y había regresado. El
mundo no era un lugar amable con los viajeros. Lugares muertos que
eliminaban la electrónica. Lugares con grandes depredadores aviares de
gruesas alas coriáceas que respiraban fuego y rayos a cualquiera que se
atreviera a intentar pasar por sus montañas.

El bosque era inmenso. Aterrador. Violento. Vivo.

Y en muchos sentidos, hogar.

Se relajó y buscó, su mente indagando, navegando en el espeso éter


del bosque salvaje, buscando a lo largo y ancho chispas específicas.
Cuando encontró una, le dio un empujón a su conciencia. En algún lugar
del bosque, una cabeza se levantó y sonó un aullido.

Empujó esa chispa.

La despertó y respondió.

Hermano, has vuelto.

Puede que Axel hubiera elegido vivir con las otras bestias de dos
patas, pero su conexión con la manada seguía vigente.

Ayúdame. El tipo de discurso que utilizaba con la manada no


necesitaba palabras ni largas explicaciones. La mente de la manada vio
las cosas como una sola en ese momento. Vio su necesidad. Respondió a
su llamada.

A medida que la noche se hacía más profunda, surgieron de todas


partes, saliendo de las sombras, bestias peludas con los ojos amarillos

335
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

brillantes. Algunas eran muy parecidas a los lobos, con su fuerte


constitución y sus gruesas colas, mientras que otras se inclinaban hacia
el lado felino, con sus cabezas más redondeadas y su gracia ágil.
Acudieron a su llamada, acampando para reunirse con él mientras
estaba de pie en una loma al borde del bosque, mirando la franja de tierra
que los separaba de la cúpula. Si tuvieran una seguridad adecuada,
estarían vigilando esa franja. Vigilando cualquier ataque.

Por eso necesitaba una distracción. Sin embargo, contenerse no


resultó fácil.

Especialmente cuando el grito mental lo golpeó.

Haz que pare. Nooooo.

Reconoció la voz. Sintió la puñalada de su dolor. La agonía, antes


de apagarse.

Olvidó la paciencia. Corrió. Y la manada corrió con él.

Ya que no podía contar con que Gunner o incluso Casey le


proporcionaran una distracción temprana, tendría que encontrar una
forma de entrar que no se notara. Por lo que él sabía, las cúpulas solo
tenían una entrada. Excelente para defenderse de los invasores y
mantener a todos dentro.

Antes de pensar en asaltar la puerta principal, tenía que atravesar


la franja árida sin dar la alarma.

Cerró los ojos y una vez más dejó que lo salvaje lo recorriera. Dejó
que lo llenara con el éter del bosque. Dejó que le recordara lo que
significaba ser una criatura de sombra y sigilo. Cuando la niebla salió del
bosque, un aliado en esta lucha, la manada y él viajaron dentro de ella.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

No emitieron ni un solo sonido mientras caminaban por la tierra


árida, pero dentro de su mente, uno de sus hermanos habló.

Hay otra entrada.

Su hermano, canoso y sabio, estaba familiarizado con esta zona del


bosque. Le mostró a Axel una visión de una zanja llena de lodo, la cloaca
de la cúpula derramándose en el Páramo, alimentando una grieta sin
fondo.

—Muéstrame dónde está.

A pesar de estar cegados por la niebla, la manada se desvió y él la


siguió, con un ritmo constante hasta que pudo oler su destino en el
viento.

La bufanda enmascaraba lo peor del hedor, pero no podía ocultar


la mancha del lodo que formaba un reguero viscoso antes de derramarse
por el borde. Lo más interesante era el túnel de hormigón que escupía la
suciedad, la abertura cubierta por barrotes fáciles de quitar, el rancio
exudado que había en su interior le llegaba hasta los tobillos.

Lo observó.

—¿Estás seguro de que este es el único camino?

El hermano de la manada inclinó la cabeza.

Espera.

Menos mal que no habían entrado inmediatamente. Un chorro de


agua surgió, arrastrando el lodo y salpicando el estanque. El diluvio duró
varios minutos, y cuando terminó, el túnel... aunque todavía algo
viscoso... al menos ofrecía un charco limpio por el que arrastrarse.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Obviamente, algún tipo de mantenimiento nocturno. La manada lo sabía.


La manada se dio cuenta.

Las barras tardaron un poco en ser retiradas, pero una vez que
desaparecieron, el lobuar y él se movieron rápidamente por el túnel de
hormigón.

Todavía no había señales de ningún guardia. ¿Un descuido, o era


porque vigilaban a través de cámaras o dispositivos activados por el
movimiento? No vio señales de ningún dispositivo electrónico, pero eso
no significaba que no estuvieran allí.

¿Le estarían esperando? ¿Había caído en una trampa?

Los lobuar no dudaron. Fluyeron, con su pelaje resbaladizo contra


la espalda, sus ojos amarillos como faros. La oscuridad no les impedía,
ni a Axel.

El túnel se estrechó al ramificarse. Sin dudarlo, el Hermano siguió


adelante. Axel lo siguió.

Sus sentidos se adelantaron, catalogando las cosas que oía. Las


gotas de agua... plink, plink... aterrizando húmedamente. El arañazo de
las piernas cuando las criaturas se apartaban de su camino. El zumbido
del techo. El temblor era lo suficientemente fuerte como para que se
formaran grietas en algunos lugares. Preocupante al pasar por debajo de
ellas. ¿Cuánto tiempo aguantarían? ¿Podría contar con los túneles como
salida?

Pasaron junto a una rejilla, que iluminaba un poco las lámparas


que se encendían en cada esquina y punto intermedio. Se detuvo bajo la

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

abertura y cerró los ojos, echando fuera sus sentidos. Observó la escalera
y asintió.

Los hermanos cambiaron sus formas y se convirtieron en algo más


fluido y felino, capaz de trepar por los peldaños. La rejilla no estaba
atornillada. Lo cual era pura pereza. Y también arrogancia, porque se
sentían muy seguros en sus burbujas. Aquí nada podía tocarlos.

Adivina de nuevo. Porque hoy planeaba no solo tocar el interior de


esta cúpula... podría destrozarla.

La manada se separó con el Hermano moviéndose por encima. El


resto pasó junto a él y bajó por los túneles laterales. Iban a infiltrarse en
todos los lugares que pudieran. En esta noche, el caos sería su arma.

Que la complacencia de la cúpula fuera su perdición.

Ignoró las siguientes rejillas, y solo se detuvo bajo una más


iluminada que el resto. Miró hacia arriba. Este parecía un buen lugar. No
podía explicar por qué, aparte de que le parecía correcto. La sensación se
hizo más fuerte cuando subió la escalera y se abalanzó sobre la rejilla,
gruñendo suavemente cuando se dio cuenta de que estaba atornillada.

También es muy visible habló a su mente otro hermano de manada.

Hay otra pensó una hermana menor.

Volvieron a la rejilla anterior, que no estaba atornillada, saliendo a


un callejón, el olor a comida era fuerte en esta zona. Nadie gritó una
alarma mientras se quedaba allí asimilándolo.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Demasiado fácil. Debería haberse alegrado, pero en su experiencia,


las cosas que parecían demasiado buenas para ser verdad acababan
yéndose a la mierda. Cuanto más se demorara, peor sería el golpe.

Solo tardó unos pasos. Axel llegó al borde del callejón y se asomó
para ver la zona bien iluminada. Los soldados custodiaban las puertas,
el camino hacia el frente estaba bien iluminado.

Y equivocado. Miró el edificio. Sacudió la cabeza. No estaba allí,


pero estaba cerca.

Muéstranos su olor.

La petición de la manada, suave y sutil en el éter de la noche, le


hizo intentar recordar el olor de Laura, que era totalmente complejo
dependiendo de su estado de ánimo. Pero hizo todo lo posible por
mostrárselo.

La manada, aún dividida, se movía rápidamente, sombras


elegantes que corrían a través de los muchos edificios escuetos y
aburridos del interior de la cúpula. Todos acabaron rodeando el alto que
estaba en el centro.

Lo miró y casi pudo oír a Gunner decir:

—Por supuesto que es el puto edificio más grande del lugar.

Silbó. Un sonido bajo y agudo y el lobuar al oírlo volvió a su lado


mientras se acercaba a la torre. El número de ellos fue cambiando a
medida que se deslizaban y volvían después de haber resuelto las
posibles complicaciones. No sonó ni un solo grito de advertencia.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Llegó a un muro, cuya parte superior estaba cubierta de alambre,


y la única puerta no estaba vigilada, pero sí cerrada.

Miró hacia arriba. Escalarlo haría que fueran objetivos fáciles de


alcanzar. Al diablo con eso.

Sabían que venía. Ya tenían que saberlo. Así que hizo algo un poco
más audaz.

Llamó a la puerta. Luego esperó.

Una voz cautelosa a través de un altavoz dijo:

—¿Puedo ayudarte?

Sonrió, haciendo todo lo posible por parecer amable mientras


empujaba a Lo Salvaje hacia adentro.

—Abre la puerta.

—Vuelve por la mañana. Estamos cerrados.

La respuesta más insustancial. El hermano le envió una imagen,


una advertencia.

Axel volvió a llamar y dijo en voz baja:

—Quizá quieras abrir la puerta antes de que llegue.

—¿Antes de que llegue quién?

La manada se deslizó a un lado mientras Casey corría a la vista,


gritando:

—Llegando.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Ella lanzó algo redondo en la puerta y luego golpeó el suelo. Un


buen indicio de que él también debía agacharse.

Axel se agachó y giró mientras la manada se fundía en las sombras.


La explosión resultó ser más dócil de lo esperado. Se puso de pie y
observó el agujero en la puerta.

—Ha sido más bonito y limpio que de costumbre —comentó—. No


me digas que te estás volviendo razonable a tu edad en cuanto a la
cantidad de explosivo que utilizas. —Tal vez perder parte de su dedo del
pie ayudó a Casey a moderar ese impulso suyo de hacer volar la mierda.

—Te haré volar si sigues haciéndome enojar. ¡Muévete! —ladró


Casey, corriendo hacia la puerta.

Lo que le pareció interesante fue la falta de alarmas. ¿Este lugar no


tenía un sistema de advertencia?

—¿Cómo me has encontrado? —Atravesaron el agujero y se


encontraron dentro de un jardín amurallado. Si es que se podía llamar
jardín a una delgada franja de césped con algún que otro banco.

No había soldados. Todavía no había alarma. Su campana de “oh


mierda” estaba sonando.

—Estás buscando a Laura. Aquí es donde guardan a los


importantes.

Observando el alto edificio, casi gruñó.

—¿Cómo de mala es la seguridad dentro?

—No tan mala como crees. —Se dirigió a la puerta, con la pistola
desenfundada y el dedo en el gatillo—. El tipo que derramó sus tripas me

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

dijo lo que podía esperar. Están escasos de hombres. Si mi información


es correcta, solo hay dos dentro de la puerta.

Un par de guardias que se pusieron ansiosos y abrieron el portal,


convirtiéndose en objetivos. Disparó a uno, y Casey clavó el otro antes de
entrar y mirar fríamente a su alrededor.

—Esta planta no tiene habitaciones. Suministros en su mayoría.

—Vayamos por las escaleras. —Se alejó del ascensor, sabiendo que
tenía que haber algo—. ¿Dónde está Cam?

—Trabajando en una distracción.

—Eso sería una buena cosa. —Aunque tuvo que preguntarse si lo


necesitaban. Las fuerzas dispuestas contra ellos no eran tan intensas
como se esperaba.

La manada se había dividido para averiguar dónde se escondían


los guardias restantes. Seguramente la cúpula no estaba tan mal
protegida.

—Las escaleras también tendrán un par de guardias —declaró


Casey mientras abría la puerta—. ¡Agáchate!

La ráfaga de un arma rodó por encima y se desvaneció en la pared.

—Están disparando energía. —No balas, lo cual era bueno para


ellos.

—Porque les gusta capturar a la gente que se escapa.


Probablemente seamos los primeros en abrirnos paso.

—Marcando tendencia en el Páramo —bromeó.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Eso suena como algo que diría Gunner.

La siguiente planta parecía vacía. Para su alivio, sin embargo, una


alarma sonó. Un pitido. Alerta.

Por fin.

Miró a Casey.

—No podemos buscar piso por piso. No tenemos tanto tiempo.

—Voy a suponer que, dado las molestias que se tomaron, ella es


condenadamente valiosa. Eso la sitúa en el último piso.

—Por supuesto, ella está allí —gimió—. Subamos.

La alarma se detuvo, y tuvo que preguntarse si había logrado algo.


Realmente esperaba tener que luchar para entrar y salir.

Las escaleras resultaron ser utilitarias en extremo, el hormigón


picado por la edad, la pintura descascarada desde hacía tiempo. La
subida de siete pisos era suficiente para quemarle los muslos, y aún así
le molestaba. ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie comprobar el hueco
de la escalera? No parecía correcto.

Casey empujó la puerta del último nivel y salió detrás de una


planta, cuyas hojas de plástico estaban llenas de polvo. Ni siquiera una
de verdad.

Todavía no había guardias. Solo una gran sala con cuatro grandes
puertas de metal con barras de cerrojo que se deslizaban en las paredes.
Estaban destinadas a mantener las cosas peligrosas dentro.

Excepto una. Sus pernos estaban abiertos.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Casey salió corriendo con su arma.

—Coge a Laura y salgamos. No me gusta esto.

Al menos no era el único que pensaba que había algo raro en la


situación. Extendió la mano con Lo Salvaje, tanteando el terreno,
preguntándose por esa única puerta sin cerrar.

¿Estaba ella detrás?

¿Qué encontraría?

Casey siseó:

—Date prisa. Tengo un mal presentimiento.

Y él también.

Llegó a la puerta y miró el pomo. Con la pistola en una mano, la


golpeó y abrió la puerta de un empujón. Se tambaleó al ver a Laura
desplomada en el suelo, apretada contra la pared, con los ojos a media
asta, su expresión somnolienta y, sin embargo, con las manos extendidas
delante de ella, protegiéndose.

Drogada e indefensa ante el hombre del pantalón negro y la túnica


que estaba junto a ella. No tenía más armas que la crueldad de su
expresión.

Laura miró fijamente a Axel y susurró.

—Has venido por mí.

—Siempre vendré por ti.

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Serie Futuro desviado 01
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Capítulo Diecinueve
No podía ser real. Axel, aquí en este lugar. Vivo. No muerto.

Cerró los ojos. Esto era aún más cruel que el recuerdo del dolor.

—Basta. Está muerto. No puedes hacerme creer —murmuró.

—Esto no tiene precio. Cree que no eres real. —El Conde habló,
pero no a ella, lo que la llevó a mirar de nuevo y ver a Axel, su cuerpo
rígido, su expresión tensa.

¿Estaba realmente aquí?

Estoy aquí.

Oyó su voz y, sin embargo, no la oyó. Lo miró fijamente, y él


finalmente mostró alguna emoción, sus labios se movieron.

Soy yo de verdad.

Y él había venido por ella.

—Si habéis terminado de haceros ojitos. —El Conde dio una


palmada, el sonido agudo le sobresaltó y fue un recordatorio más de que
la situación había cambiado.

Axel había venido por ella.

El dolor había cesado. Podría haber llorado de alivio.

—Creí que habías muerto.

—No soy tan fácil de matar.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Y los que volvieron con Laura obviamente mintieron en su


informe. —El Conde frunció el ceño.

Axel lo miró.

—¿Quién eres tú?

—Seguro que lo adivinas. —El líder de la Cúpula Incubaii no


pareció molestarse en absoluto por la aparición de Axel.

—Creo que eres un cobarde que usa drogas para poder golpear a la
gente.

—Nunca le he puesto la mano encima.

—Hay más de una forma de herir a alguien. —Axel sonrió al


Conde—. Lo que me recuerda, gracias por los camiones. Siempre
podemos usar algunos vehículos nuevos.

—Considéralos un pago. Después de todo, cumpliste tu parte del


trato y trajiste a la mujer.

—Me traicionaste.

—Lo dice el hombre que planeaba hacer lo mismo. Lo que pasa es


que yo fui mejor en eso. —Dicho con tanta suficiencia.

La indirecta debió doler, pero Axel no lo demostró.

—Estoy aquí para igualar el marcador.

—Ya has tardado bastante —dijo el Conde—. Me estaba cansando


de escucharla gritar.

Fue Laura quien soltó:

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Sabías que iba a venir.

El Conde rodó los hombros.

—Lo esperaba. No podría decir si los recuerdos que leí me


mostraron correctamente la situación. —El Conde miró a Axel—. Te ve
como un robusto espécimen de hombría que no le teme a nada.

La afirmación atrajo la mirada de Axel hacia ella, y ella quiso


esconderse. Sabía cómo debía lucir. Rota y asustada. La vergüenza la
llenó, calentó sus mejillas y dejó caer su mirada.

—¿Laura? —Axel dijo su nombre con una nota interrogativa—.


¿Este hombre te ha tocado?

Un hombre no, quiso decir ella. Inclinó la cabeza lentamente,


preguntándose qué pensaba él de su cuero cabelludo rapado.

—Nunca usó sus manos. Tiene otras formas de herir a la gente.

—No seas tímida, Laura. Cuéntale todo. —El Conde se enderezó y


ofreció una sonrisa arrogante—. O si quieres, puedo relatar lo que pasó.
Cuando la Madre Laura llegó, la restregamos hasta dejarla bien rosada
por todas partes. No podemos permitir que traiga ninguna enfermedad
del Páramo. Después, revisé un poco su mente. Así es como descubrí que
estaba enamorada de ti. Luego, como fue una bocazas, hice que la
azotaran cinco veces por cada día que se había ido. Tardaron una
eternidad en limpiar la sangre. —El placer malicioso del Conde al detallar
su tortura era evidente. Las palabras estaban destinadas a provocar, y lo
hicieron.

Vio que Axel se estremecía.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Es esa la única manera de que se te ponga dura? ¿Golpeando a


mujeres indefensas? —gruñó.

—Ambos sabemos que ella no está indefensa.

Ella solo podía escuchar, con la cabeza moviéndose por el


cansancio, la droga tirándole hacia abajo.

Axel se acercó un paso y la puerta se cerró casi por completo tras


él.

—La has dejado fuera de combate. No podría protegerse de una


hormiga.

Asquerosos bichos. De un dedo de largo. Les gustaba tomar


bocados de carne viva y llevarla de vuelta a la colmena. Una era fácil de
aplastar, diez o más... Mejor tener botas gruesas, según Vera.

—Lo que hagamos con Laura no es de tu incumbencia, Rata. —El


Conde ladeó la cabeza—. Aunque eres una Rata más interesante de lo
esperado. ¿Quién te enseñó a bloquear tu mente?

—La misma persona que me advirtió que gilipollas como tú


intentarían hurgar en la cabeza de la gente sin permiso.

—Estás en mi cúpula; eso me da permiso. —Dicho con altanería.

—Excepto que no puedes leerme. —Axel parecía bastante


satisfecho con esto.

La despreocupación del Conde se desvaneció, la rabia en sus ojos


era algo oscuro.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No eres más que basura del Páramo. ¿Por qué iba a importarme
lo que hay en tu mente?

Mentía. Ella parpadeó al darse cuenta. El Conde deseaba


desesperadamente entrar en la cabeza de Axel y, sin embargo, éste
hablaba con verdad. No podía.

Pero había esperado a Axel. Se aseguró de estar con ella cuando


Axel llegara. No mostró ningún miedo, lo que solo podía significar...

—Axel, es una trampa.

—Él ya lo sabe —dijo el Conde astutamente—. Lo sabe desde que


entró por esa alcantarilla sin control.

Si sabía que era una trampa, ¿por qué había venido? ¿Por qué no
hizo nada?

Axel no se movió. Ni un solo músculo mientras miraba fríamente al


Conde. Ni siquiera miró a su alrededor cuando se abrió la puerta.

El cañón de un arma apareció por el hueco de la puerta, y luego


una persona.

¡Una persona que Laura conocía!

El triunfo del Conde se convirtió en incredulidad.

Casey se paseó por el interior y miró a Laura mientras decía:

—Todas las demás habitaciones han sido liberadas. Resulta que no


tenían Madres en ellas sino soldados.

—¿Qué has hecho? —espetó el Conde.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Sonrió.

—¿Sabías que estas habitaciones especiales para las mujeres con


los poderes más volátiles tienen un sistema de gasificación incorporado
por si se descontrolan? Nikki me lo dijo.

Y Nikki lo sabía porque Nikki había estado aquí. Ella había tenido
razón, y Laura había estado muy, muy equivocada.

El Conde no perdió su chulería.

—Si es la infame Casey. ¿Sabías que todavía hay una recompensa


por encontrarte viva? A tu hermano y a ti.

—Hemos estado apostando por lo alto que llegará. ¿O pensabas que


los avistamientos de Cam y de mí eran accidentales? —Casey sonrió—.
Oh, y puedes dejar de hurgar en mi cabeza. Tus juegos mentales no
funcionarán conmigo.

Laura parpadeó al darse cuenta de que Casey podía luchar contra


el Conde. Al igual que Axel, aparentemente. Solo ella, con su mente
perezosa, no podía impedirlo.

Debía haber una forma de combatir las drogas en su sistema.

Los labios del Conde se aplanaron.

—No correrás libre por mucho tiempo.

—Es bonito que pienses eso. —Casey llevó las cosas al máximo
acariciando la mejilla del Conde mientras pasaba y se agachaba frente a
Laura.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Tengo que darle un golpe en la polla? —preguntó—. ¿Sujetarlo


mientras le sacas algo? Puedo ablandarlo si quieres mientras encuentras
algún objeto punzante con el que pincharlo.

—Tu intento de intimidación no funcionará conmigo. En lugar de


luchar y ser enemigos, deberíamos negociar —dijo el Conde.

Axel resopló.

—¿Negociar qué? No nos iremos de aquí sin Laura. Que sigas vivo
cuando lo hagamos es una incógnita.

—Yo digo que lo dejemos muerto como ejemplo para los demás. —
La sonrisa de Casey tenía una aterradora sensación sombría.

—Tiendo a estar de acuerdo. —Axel parecía igual de frío.

—Los dos estáis perdiendo la perspectiva general. —El Conde aún


no mostraba su pánico, pero Laura podía sentir un borde de
desesperación mientras intentaba venderles un plan que Axel nunca
aceptaría—. Hay riqueza que hacer con la genética de las mujeres. Tal
vez incluso la tuya. Aunque aún no he visto qué habilidad tienes que te
haga especial.

En lugar de sentirse insultado, Axel esbozó una amplia sonrisa.

—No todos somos exhibicionistas. Y no se venderá la genética de


nadie.

—No les perjudicará, y te irás más rico.

El comentario atrajo la mirada ardiente de Axel.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—No necesito tanto el dinero. Mezclar y combinar genes robados


para obtener riqueza y poder está mal. Y aún así nos llamas a nosotros
los Desviados.

—En realidad, si no tienes cola, eres Aunimaa. —Laura empujó


contra la droga que se movía lentamente por sus venas.

Casey sonrió.

—Un Desviado con otro nombre sigue siendo Desviado.

—Los Aunimaa son diferentes. Manejan psions, o lo que vosotros,


patanes maleducados, llamáis magia —declaró el Conde.

—Lo que tú haces no es mágico —dijo Axel—. ¿Y soy yo, o está


sacando esta conversación a propósito?

—El cabrón está esperando refuerzos. En ello. —Casey se fue,


intrépida y decidida.

Si ella tuviera la mitad de ese coraje y energía. Laura aún se sentía


medio dormida.

—No saldrás de aquí —afirmó el Conde, recuperando la confianza—


. Tenía preparada una contingencia en caso de que te impusieras en este
nivel.

—No me gustas —murmuró Axel, y ella notó que parecía un poco


diferente. Algo indomable en su expresión. Algo poderoso en la mirada
que esta noche brillaba más dorada que amarilla. Levantó el arma y
apuntó.

A ella le sorprendió que hubiera tardado tanto.

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Serie Futuro desviado 01
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—Mátame y empezarás una guerra que no puedes esperar ganar,


Rata —dijo el Conde.

—Pero matarte podría ayudarme a sentirme mejor.

—Hazlo, pero te prometo que no te saldrás con la tuya. Os


perseguirán a tu puta y a ti. Te arrastrarán de vuelta y te usarán como
les parezca. Lo cual no será ni amable ni gentilmente.

—Oh no, ¿qué voy a hacer? Estoy taaaan asustado —dijo Axel con
gran exageración.

Pero el Conde no pareció escuchar ni preocuparse.

—Ríndete a mí ahora y no te harán daño. Esos soldados que has


drogado en las otras celdas no eran más que una pequeña parte de los
que están a mis órdenes.

—Eso es mentira. —Laura se puso en pie, utilizando la pared para


sostenerse. Inclinó la cabeza hacia el Conde—. Tiene algunos más, pero
no tantos como antes porque la ciudad reclutó a la mayoría de sus
guardias.

—Tú no lo sabes —escupió el Conde.

Ella sonrió.

—Se llama escuchar a la gente que me rodea.

—Todavía tengo muchos soldados para defenderme.

—Más vale que sean suficientes, porque me voy, con Laura. —Axel
le tendió la mano.

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Ella se apartó de la pared y bordeó al Conde.

Él no hizo nada para detenerla y volvió a lucir una sonrisa molesta.

Llegó hasta Axel y se aferró a él.

—Me alegro mucho de verte —murmuró, aunque temía que él


hubiera cometido un grave error.

—Ya me enseñarás lo feliz que estás después. —Consiguió una


sonrisa arrogante para Laura, pero se convirtió en una sonrisa fría
cuando volvió a centrar su atención en el Conde—. Lo que estás haciendo
aquí está mal.

—No tienes derecho a juzgar. Hago lo que hay que hacer para que
la raza humana sobreviva.

—Sobrevivirá muy bien sin tus métodos de violación.

—Solo es violación si ella dice que no. Y hay muchas que están
felices de decir que sí.

—Porque las golpeas hasta que lo hacen —exclamó Laura. Su


espalda palpitaba con un dolor fantasma.

—En realidad, no lo hacemos. Las buenas Madres son apreciadas.


Las que se portan bien y están dispuestas a complacer, a veces incluso
se les permite trasladarse a la ciudad. Las más honorables se convierten
en consortes de los miembros del Enclave. Yo mismo no tengo una
actualmente, por eso te estaba preparando.

—Nunca —espetó ella.

Axel se rió.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Tienes muchos cojones para ser un Conde. Sobre todo porque


crees que no te voy a matar. —Levantó su pistola—. Estarías muy
equivocado.

—Aprieta el gatillo y muere. —El Conde se llevó las manos a la


espalda, burlándose de las que de repente se clavaron en su cabeza.

Ella cayó de rodillas gimiendo.

—Déjala en paz. —La rabia de Axel palpitaba en él, la bañaba con


su poder imposiblemente hermoso.

—Oblígame, Rata —espetó el Conde.

Axel disparó. El Conde se movió imposiblemente rápido. La bala


falló. Un soldado salió de la cabina de ducha y disparó su arma. Axel fue
incapaz de apartarse.

Se tambaleó cuando la bala le alcanzó en el hombro, haciéndole


tropezar mientras apuntaba y disparaba. El soldado cayó.

El Conde pasó a la carga y se estrelló contra Axel, que siseó cuando


hizo contacto con el agujero de su hombro. Entonces el bastardo escapó
por la puerta.

Como si le hubiera leído la mente, Axel alargó la mano y le apartó


el pelo de la sien.

—No escapará. No he venido solo. —Le agarró las manos—.


¿Puedes caminar?

Ella asintió, aunque sus piernas se tambaleaban a cada paso.


Entre las drogas y el agotamiento por el dolor, no le quedaban fuerzas.

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Serie Futuro desviado 01
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Axel la estrechó entre sus brazos y ella protestó.

—Tu hombro.

—Tiene un rasguño. Ya se me pasará.

Cuando salió de la habitación, apareció Casey, sujetándose el


costado con una mueca.

—¿Estás herida? —ladró Axel.

—Abollada —murmuró ella, levantando la camiseta para mostrar


la marca en su armadura corporal.

—¿Por qué tú no llevas ninguna? —le preguntó a Axel.

—Prefiero evitar que me disparen.

—Hoy no ha funcionado muy bien —comentó ella.

—Ha tenido suerte.

—Vamos a tener que salir —comentó Casey—. Hay soldados por


todas partes. Algunos estaban escondidos en las habitaciones de las
Madre. Me encargué de los que encontré y de un par en las escaleras,
pero vienen más.

Al entrar en el hueco de la escalera, oyeron el ruido lejano de pies


calzados. No estarían solos por mucho tiempo. Por no hablar de que el
Conde estaba en alguna parte.

—Pensé que no tenía más soldados —refunfuñó Axel.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Eso es lo que quería que todos pensaran —dijo Casey—. Parece


que se hizo con algunos Centuriones de la ciudad. —La versión más dura
de los soldados del Enclave.

—Así que vamos a luchar para salir —refunfuñó—. Es justo. Dirige


el camino.

Cuando se acercaron al rellano del siguiente piso, Casey cruzó la


puerta en lugar de bajar. En lugar de un gran cuadrilátero, aparecieron
en un estrecho pasillo con solo dos salidas. El ascensor, que estaba
cerrado, y la puerta del dormitorio. Había un gran botón rojo sin etiqueta
en la pared.

Casey lo pulsó.

—¿Qué está haciendo? —preguntó Laura.

—Creando una distracción —explicó Axel. Casey entró en el


dormitorio, pero Axel retuvo a Laura, lo que significaba que solo podía
mirar—. También está siendo una heroína, pero si le dices que está
intentando salvar a esas mujeres, lo negará.

Las mujeres con batas blancas salieron del dormitorio, con rostros
asustados. Algunas se dirigieron al ascensor. Otras se dirigieron a las
escaleras.

Cuando Casey salió, agitó un par de batas blancas. Del tipo


holgado para dormir.

—Mira lo que he encontrado para ayudarnos a pasar


desapercibidos.

La de Casey le quedaba holgada. Axel echó un vistazo y resopló.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Eso no va a caber. —Pero hicieron lo posible por encajarlo para


permitir algo de camuflaje, aunque no resistiría el escrutinio.

Vestidos, se unieron a las últimas mujeres rezagadas que


esperaban el ascensor. Se quedaron mirando a Axel. Solo una tenía
miedo. Las otras lo evaluaron de una manera que Laura no apreció.

El ascensor se detuvo en el siguiente piso y solo Casey se bajó.

—Más distracción —dijo Axel simplemente mientras bajaban otro


nivel.

Esta vez, cuando la puerta se abrió, un par de soldados esperaban.

Axel disparó. Bang. Bang. Dos disparos rápidos antes de empujarla


hacia delante, a una sala llena de ventanas. Detrás de esas ventanas, vio
camas médicas elevadas del suelo, con rieles y la posibilidad de inclinarse
parcialmente. Las máquinas las rodeaban. No quería saber qué hacían.

No había nadie en esta planta y, sin embargo, Axel cruzó al otro


lado.

—¿A dónde vamos?

—Al segundo juego de escaleras.

No le preguntó cómo sabía que estaban allí. Se deslizó por la


escalera, una más antigua que la anterior, y escuchó.

Se contoneó.

—Bájame para que pueda caminar.

—Quédate detrás de mí.

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Eve Langlais Polvo tóxico

Puso a Laura en pie, y ella vaciló pero superó la debilidad. No se


quedaría aquí. No si había una posibilidad de escapar.

Apoyó los dedos en la pared, la textura fría y áspera del hormigón


le sirvió para concentrarse.

—Vamos —murmuró. Antes de que se cayera.

Él se movió rápidamente, bajando las escaleras y comprobando si


había peligro. Hizo lo posible por seguirlo y no caerse.

Cuanto más se movía, más despierta se sentía.

—Todavía no puedo creer que hayas venido. —Palabras que no se


dio cuenta de que murmuró en voz alta hasta que él respondió.

—Siempre vendré por ti. —Se detuvo un momento y la miró


fijamente—. Solo desearía no haberte perdido en primer lugar. Lo siento.

—¿Lo sientes por qué? —se preguntó ella con sinceridad.

—Luego. Tenemos compañía. —Hizo una pausa cuando él se


adelantó, con un golpe y un sonido que precedía a su declaración—: Ya
puedes bajar. Aunque, si la sangre te da náuseas, mira hacia la pared
cuando te acerques.

Ella, en cambio, apretó los labios y no se inmutó ante la violencia.


Llevaba demasiado tiempo temiéndola. Y al final, lo único que hacía el
miedo era victimizarla una y otra vez.

Los cuerpos yacían apilados unos sobre otros. No pudo saber si


estaban vivos. En realidad, no le importaba.

360
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Tropezó ante el siguiente rellano y se vio arrastrada a sus brazos


de nuevo. Al llegar al final, él la dejó una vez más en el suelo, escondida
detrás de él, mientras entraba en el vestíbulo principal del edificio. Era
un poco caótico, con mujeres que se arremolinaban alrededor, algunas
sollozando, otras exigiendo saber qué había pasado. Casey trató de
ahuyentar a algunas de ellas.

—Ya era hora —ladró—. Vamos a movernos.

—¿Y las Madres?

—Las más inteligentes nos seguirán. O quieren la libertad o no la


quieren.

Axel rodeó con sus dedos los de Laura.

—¿Lista para salir de aquí?

Ella asintió.

Sus pies resbaladizos se las arreglaron para seguir el ritmo


mientras él la sacaba del edificio. Al salir, había más sangre. Más
cuerpos.

Un hombre bastante grande apareció por el borde curvo del edificio.


El gemelo de Casey, Cam.

—Tenemos que llegar a la puerta principal. Gunner está


preparando un camión y desactivando los otros para evitar la
persecución.

Axel silbó.

361
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Un extraño ruido ululante llenó el aire. Nadie parecía perturbado


por él, y sin embargo un escalofrío recorrió su piel.

—Me sorprende que no esté sonando algún tipo de alarma —


observó Axel mientras pasaban por delante de una puerta en ruinas.

—La he desactivado —retumbó Cam—. Su centro de monitoreo


también está inoperante en este momento.

—Buen hombre. —Axel le dio una palmada en la espalda a su


amigo—. Llévate a Laura. Tengo asuntos que terminar.

—¿Qué? No. Axel —protestó ella.

—Iré enseguida. —Sintió sus dedos rozando su mejilla y un susurro


en su mente. Solo necesito hacer algo. Entonces nos iremos a casa.

Y él también lo habría hecho. Irse y morir para vengarla.

—Oh, no, no lo harás, idiota. Apégate al plan —refunfuñó el


grandullón.

Solo tenía una cosa que decir cuando Cam hizo que se cayera con
un fuerte puño en la cabeza.

—Gracias.

Cam fue quien levantó a Axel, refunfuñando, dado que no era un


hombre pequeño, pero gruñendo cuando Gunner se ofreció a ayudar.
Casey encabezó la marcha. Solo unos pocos guardias restantes se
atrevieron a interponerse en su camino, la mayoría demasiado
preocupados por manejar a las Madres errantes, ninguna de las cuales
quería irse.

362
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Laura quería gritarles. ¿Cómo podían quedarse? ¿Cómo podían


aceptar esto? Pero, de nuevo, ella había sido esa mujer. Ajena a la verdad.

—Tenemos que ayudarlas —dijo Laura, sus pasos se ralentizaron


al llegar a la puerta.

—No tenemos tiempo. Tenemos que irnos antes de que la ciudad


envíe refuerzos —ladró Casey.

Una afirmación contundente pero que la impulsó, sobre todo al ver


el rostro pálido de Axel.

Corrieron hacia la salida, donde había más cuerpos en el suelo.


Algunos de ellos parecían enteros y sin daños.

Cam llevaba a Axel, empujándolo a cada paso, lo que la hacía


preocuparse por su herida. Llegaron a la puerta y oyeron el ruido de un
motor.

Gunner extendió un brazo, indicando las fauces abiertas en la


parte trasera del elegante y redondeado camión. Sus ruedas habían sido
sustituidas por grandes correas.

—Moveos. Vamos.

Se amontonaron en la parte trasera del vehículo, y cuando Cam


metió a Axel dentro, ella acunó su cabeza en su regazo. La puerta se cerró
de golpe, dejándola en la oscuridad, pero no estaba sola. Cam estaba con
ella, ya que Casey había subido a la parte delantera para ir con Gunner.

El vehículo se tambaleó y su corazón se agitó con él. Seguía


esperando que los detuvieran. Pero seguían retumbando, alejándose cada
vez más del Conde y su cúpula.

363
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Tenemos que echar un vistazo a Axel —retumbó Cam.

Encontró una luz y vendaron las heridas de Axel. La del hombro


era la más preocupante. El hematoma de la sien probablemente le daría
dolor de cabeza. Fue Casey quien le administró el sedante cuando
hicieron una parada rápida.

—Si no nos alejamos lo suficiente de esa cúpula, se nos escapará y


volverá —fue su sombrío pronóstico.

Axel recuperó la conciencia al día siguiente. Sus ojos estaban


medio cerrados, su voz era grave cuando dijo:

—Cam es hombre muerto.

364
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Veinte
La única razón por la que Cam no murió en el momento en que
Axel se despertó fue porque Laura sollozó sobre él. Lo habían salvado. No
es que llegara a disfrutar de ese hecho. La herida le dio algunos
problemas, por lo que pasó parte del tiempo en un delirio febril. Incluso
llegó a ser un poco irracional en un momento dado, preguntándose si sus
hermanos y hermanas habían llegado a salvo.

Gunner se desvió hacia el bosque, lo que le permitió entrar en


comunión con Lo Salvaje. Para asegurarse de que los lobuar al menos
había salido sin pérdidas. Todos habían escapado con solo unas pocas
heridas. Un milagro en muchos aspectos.

Pero no podía alegrarse por ello, no cuando el Conde seguía siendo


una amenaza. Axel no dudaba de que el hombre intentaría arrebatarle a
Laura de nuevo.

Debería haberlo matado cuando tuvo la oportunidad.

Todavía estaba enfadado con Cam por haber hecho lo correcto. Si


hubiera vuelto solo a la cúpula con la alarma activada, probablemente
habría muerto. El sentido común hizo poco para aliviar la rabia cuando
vio las nuevas cicatrices en la espalda de Laura.

Tardaron menos de dos días en volver al Refugio.

Dos días para poder encontrar alivio en el toque curativo de


Oliander. Otro día antes de sentirse lo suficientemente bien como para
acechar a Laura. Por fin habían dejado de drogarlo. Los idiotas parecían
pensar que se pasaría si se levantaba. Qué bien le conocían.

365
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Localizó a Laura en la zona de aparcamiento, cabeza con cabeza


con Nikki. Lo que significaba que, por una vez, Vera era la que miraba
con rabia por los celos.

Se acercó a ella y se arrodilló, con la cabeza agachada.

—Lo siento.

—¿Por qué?

—Por haber metido la pata y haberte hecho daño. Por haber


tardado tanto en disculparme.

Laura lo miró.

—Has estado en un sueño inducido. Y no hay nada por lo que


disculparse.

—Debes estar enfadada conmigo. —Eso explicaría por qué había


estado evitando su cama. Durmiendo en el suelo. Entrando mientras él
dormía, la corriente de sanación dejándole sin sentido. Yéndose antes de
que se despertara.

Ella lo odiaba.

—No estoy enfadada contigo. —Ella negó con la cabeza, llamando


la atención sobre su corto cabello. Su mano se dirigió hacia eso y sus
mejillas se sonrosaron como si estuviera cohibida.

Él se levantó y le apartó las manos.

—No lo hagas. Tienes una bonita cabeza.

Su nariz se arrugó.

366
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Mi pelo es horrible.

—Tu pelo volverá a crecer. —Las cicatrices en su espalda, sin


embargo, solo se desvanecerían, nunca se irían.

Porque él había fracasado.

Se apartó y ella lo agarró.

—¿Quieres dejar ya la culpa? Esto no es culpa tuya. Yo pedí hacer


el intercambio. Te obligué a hacerlo. Las cosas no salieron como estaba
previsto. Lo importante es que ambos sobrevivimos. —Ella ahuecó sus
mejillas—. Podemos estar juntos. Es decir, si todavía me quieres.

La vulnerabilidad de sus palabras le hizo gruñir mientras la


agarraba.

—Por supuesto, te quiero.

—Me voy a ir ahora. —Nikki se alejó.

Axel solo tenía ojos para Laura.

—Lo siento.

—¿Cómo lo sientes? —Ella le rodeó el cuello con sus brazos—.


Pensé que ibas a morir.

—Soy más duro de lo que parece.

—¿Cómo de duro? —Ella arqueó una ceja.

Él la echó por encima de su hombro bueno y comenzó a caminar


hacia su habitación.

367
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Oye, jefe, ¿qué deberíamos...?

—Resuélvelo tú, yo me voy a echar una siesta.

—Uh, ¿de acuerdo? —Gunner sonaba como si luchara por no


reírse.

—Yo también necesito una siesta —añadió Laura, reprimiendo una


risita.

Axel estaba jadeando cuando llegó a la pasarela de su habitación.

—El próximo lugar al que llamemos hogar o tiene ascensores o todo


en un nivel.

—Idiota. Bájame —le amonestó.

Lo hizo una vez que llegaron a la habitación. Cerró la puerta y se


enfrentó a ella.

—Laura, yo...

No llegó a terminar la frase, ya que ella se lanzó sobre él, con sus
labios pegados a los suyos.

—Cállate y bésame. —Ella levantó los brazos y lo sostuvo con


fuerza.

Él disfrutó de la sensación de su cuerpo contra el suyo. Sus manos


abarcaron la cintura de ella, agarrándola con fuerza para levantarla hasta
la cama.

Laura se tumbó en ella con los ojos entrecerrados, los labios


entreabiertos y los brazos haciendo señas. Él pasó un momento dejando

368
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

que su mirada recorriera su cuerpo, deteniéndose en la turgencia de sus


pechos. Una sonrisa burlona curvó sus labios.

—¿Recuerdas nuestra estancia en el lago?

—Los dos estábamos mucho más desnudos.

—Y tú hablabas menos. Para un hombre que no podía esperar a


arrastrarme hasta aquí...

—¿Arrastrarte? —dijo, quitándose la camisa. Cuando se la pasó por


la cabeza, él se dio cuenta de que ella había hecho lo mismo, tumbada
solo con un bandeau—. No tendría que recurrir a tácticas duras si no
hubieras evitado mi cama.

—Oliander dijo que te dejara curar.

—Tenerte cerca es curativo. —Se desabrochó los pantalones pero


se los dejó puestos mientras descendía.

Ella alcanzó a pasar las yemas de sus dedos sobre la más nueva de
sus cicatrices.

—Un poco más abajo... Lo siento. Ni siquiera sabía que el Conde


escondía a alguien en la ducha.

—Ambos somos casos, disculpándonos por cosas que no podemos


controlar.

—¿Podemos hablar más tarde? Pensé que alguien prometió


mostrarme que se estaba recuperado. —Ella lo agarró por los brazos y
tiró de él hacia abajo, aplastando sus labios contra los de él.

369
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Él devolvió el abrazo, y lo profundizó, separando sus labios para el


deslizamiento de su lengua, sintiendo cómo ella le respondía. Le deseaba.

Palpó entre sus cuerpos y sus manos tiraron con impaciencia de


los pantalones de ella, bajándolos lo suficiente como para que sus dedos
se sumergieran en su humedad.

Se desplazó sobre ella, acomodando su cuerpo sobre sus muslos,


aún atados por los pantalones. Dejó que su peso cayera sobre ella y que
su dura longitud la presionara. Ella se estremeció y se movió. Gimió al
girar sus caderas bajo él.

Él la besó con un abandono hambriento. La besó como si fuera la


última vez. Porque, en el Páramo, nunca se podía estar seguro.

Finalmente, dejó el esplendor de sus labios por otras partes de su


cuerpo. Le pasó un dedo por el torso, arrastrándolo entre los pechos,
notando cómo se le cortaba la respiración y su cuerpo se estremecía ante
su contacto. Inclinó la cabeza y se llevó un pico a la boca y chupó. Ella
se arqueó y gritó, los dedos se clavaron en su cama, su placer fue una
fuerte puñalada contra él.

Los bordes de sus dientes rozaron su piel sensible y luego le


mordieron el pezón, arrancando un grito agudo. Cambió al otro pecho,
prodigándole la misma atención, sintiendo la presión de su placer.
Oliéndolo. Sintiéndolo en su tembloroso cuerpo. Sintiendo como vibraba
el vínculo entre ellos.

Sintiendo su creciente urgencia, deslizó una mano por su cuerpo


entre los muslos. Gimió cuando sus dedos encontraron su humedad.

370
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Le soltó el pezón con un último beso y bajó por su cuerpo hasta


llegar a su montículo. Le quitó los pantalones, dejándole el trasero
desnudo. Sus piernas se abrieron para él. Agachó la cabeza y se deleitó
con sus gemidos mientras pasaba la lengua. Lamiendo, sintiendo su
temblor. Sabiendo que estaba cerca.

Tan cerca que necesitaba sentirlo.

Sentirla.

Se movió por encima de ella, tanteando sus pantalones,


liberándose. Apretó la punta de su polla contra ella. Las piernas de Laura
rodearon su cintura y sus brazos lo arrastraron hacia él.

Lanzando un gemido de alivio, de rendición, de placer, la penetró.


Ella gritó y se apretó a su alrededor. La tensión de ella lo llevó
rápidamente al límite.

Ella jadeó contra su boca, menos un beso, más un choque de carne


y aliento. Empujó en ella. Una y otra vez. Sintiendo que se tensaba cada
vez que él penetraba. Siguió golpeando ese punto que la hizo gritar.

Corriéndose. Provocando su propia liberación.

Luego la vergüenza cuando se desplomó sobre ella, exhausto. Pero


satisfecho.

—Te quiero, Laura —murmuró antes de quedarse dormido.

Sonriendo mientras ella susurraba:

—Yo también te quiero.

371
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Veintiuno
Axel estaría bien. Se quedó mirando un rato su perfil mientras
dormía. El hombre al que amaba, un concepto que acababa de aprender
y comprender.

Tantas cosas que había tenido que aprender últimamente, como el


hecho de que el gen Desviado era más frecuente de lo que se sabía. Mira
a Axel, que podía hablar con los animales. Oliander, que podía curar. Y
esos eran solo los que ella conocía personalmente. Había empezado a oír
hablar de otros y de sus dones. No era repugnante, no después de lo que
había pasado. Más bien lo veía como la fuerza que podía ser si se utilizaba
adecuadamente.

Mientras Axel se curaba, se propuso aprender más sobre el


Páramo. Acosó al grupo con preguntas. Le pidió a Casey que le enseñara
a sobrevivir aprendiendo a luchar. Cam se encargó de mostrarle las
muchas formas en que el exterior intentaría matarla y cómo evitarlo.

Ella habría practicado su poder si los efectos de las drogas no


persistieran. Sin embargo, una vez que salieran de su sistema, se
enseñaría a sí misma. Porque no volvería a ser prisionera de nadie, ni se
permitiría que nadie hiciera daño a Axel mientras ella estuviera cerca.

Le quitó el pelo de la sien antes de acurrucarse contra él y dejarse


dormir. El primer descanso real desde su captura.

Cuando se despertó, fue con él acariciándola. Esperó a que ella


jadeara “Axel, por favor”, antes de darle lo que ansiaba.

Cuando los estremecimientos de su clímax se calmaron, ella se


acurrucó cerca y suspiró.

372
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Esto es perfecto.

—Shh. No querrás gafarlo —bromeó él, besando la parte superior


de su cabeza.

Antes de que ella pudiera responder, sonó una alarma. O ella


supuso que era una alarma, dado el estruendo que se produjo de repente.

—¿Qué está pasando? —preguntó ella.

—Podría no ser nada —dijo él mientras se levantaba de la cama.

—¿O? —preguntó ella mientras se ponía una chaqueta sobre la


camisa y metía los mapas de su escritorio en una mochila.

—O estamos a punto de ser atacados.

Se puso las botas.

—¿A dónde vas?

—A averiguar qué está pasando.

—Voy contigo. —Se levantó de la cama y cogió rápidamente la ropa


mientras Axel se metía unas cuantas cosas en los bolsillos. Casi como si
temiera que no volvieran a esta habitación.

Una predicción siniestra para tener.

Salieron para escuchar un zumbido de excitación y más de algún


motor retumbando a la vida.

—Mierda. Se están preparando para evacuar.

373
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La pasarela tembló mientras cruzaban, probablemente porque todo


el Refugio temblaba.

—¡Axel! —gritó Gunner desde abajo de ellos—. El Enclave nos ha


encontrado.

—¿Cómo es que ya están tan cerca? —ladró cuando llegaron al


nivel del suelo.

Ella se mantuvo cerca de él mientras atravesaba el caos de gente


que corría con los brazos llenos hacia la zona de aparcamiento.

—Han aprovechado la niebla para acercarse sigilosamente. Aunque


no sé cómo se las arreglaron para encontrarnos.

—Tenemos que evacuar —gritó Axel.

—Ya ha comenzado. Benny y Karlos ya tienen gente saliendo por el


túnel hacia el bosque.

Un estruendo. Toda la estructura se estremeció, y los gritos


estallaron al caer trozos del techo.

—Tenemos que salir antes de que se derrumbe. —Axel miró el techo


por encima—. Lleva a todos los que puedan luchar a los camiones.

—¿Puedo ayudar? —preguntó ella.

Él la miró.

—¿Ha vuelto tu magia?

Solo parte de ella.

—Sí.

374
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Mentirosa —adivinó con un movimiento de cabeza—. Tienes que


ir con la gente de los túneles.

—Pero...

La arrastró cerca y le plantó un duro beso en los labios.

—Te encontraré. Recuerda. Siempre te encontraré.

Quería que Cam lo golpeara de nuevo. Quería llorar y rogarle que


se fuera con ella.

Pero en lugar de eso, asintió. Sin su poder, era un lastre.

En poco tiempo se encontraba entre un grupo de gente asustada


que incluía a Sally y Kylie. La niña se aferraba a su gata, que no parecía
muy contenta.

Guiados por Nikki... que mostraba la expresión más sombría hasta


el momento... se adentraron en el túnel, un asunto estrecho con luces
puntuales y crepitantes. La siguiente parte del viaje se compuso de pies
arrastrados, respiraciones de pánico y una desesperación madura.

Laura se mantuvo cerca de la parte trasera, mirando el túnel detrás


de ellos, preguntándose si Axel luchaba. No se permitía imaginar que
había muerto.

Gracias a su retraso, vio pasar al gato a toda velocidad. Cuando se


giró para ver su vuelo, Kylie había pasado corriendo junto a ella, gritando:

—Fwuffy. No. Vuelve.

375
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Laura ni siquiera pensó. Corrió detrás de Kylie, que era más rápida
de lo que una niña en dos piernas tenía derecho a ser. No la alcanzó hasta
que estaban casi de vuelta en el Refugio.

Pero no el hogar que habían conocido.

Un agujero en el techo dejaba entrar la luz del día y la niebla. Se


deslizó hacia abajo y cubrió todo en una niebla. Ocultaba la violencia,
pero no el ruido de las armas ni los gritos.

Kylie miró con los ojos muy abiertos.

—Ven. Tenemos que irnos. —Agarró a la niña, que sollozaba.

—Fwuffy.

—Fluffy tendrá que salvar su tonto cuerpo sola. Tenemos que ir a


ayudar a tu madre.

Kylie rodeó el cuello de Laura con sus brazos, y esta comenzó a


caminar tan rápido como pudo, dejando atrás los sonidos más
estridentes de la batalla. Se encontró con Nikki en el camino de vuelta.

—Menos mal que has encontrado a la pequeña descarada. —La


acogedora sonrisa de alivio de Nikki se convirtió en un grito
malhumorado—: ¡Detrás de ti!

Laura solo tuvo un momento para girarse y ver el mismo tipo de


bestia que había atacado a Axel en su viaje. Una chaquiena. Una
amenaza.

Empujó a Kylie detrás de ella. Su mirada se cruzó con la del animal


mientras éste se acercaba, ensanchando su mandíbula.

376
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Nikki disparó. No falló. La chaquiena cayó al suelo sin hacer ruido.


Y sin embargo, un grito ululante surgió.

—Oh, mierda. ¡Corre! —gritó Nikki.

Agarrando a Kylie de la mano, corrieron. Laura no necesitó mirar


atrás para saber que las perseguían.

Salieron del túnel y se encontraron en terreno abierto, con la niebla


lamiéndola. La gente se apiñaba, con rostros sorprendidos y algunos
llorando. Benny y Karlos trataron de rodearlos y dirigirlos hacia el interior
de la niebla.

Nikki salió con una advertencia.

—Salid de aquí. Vienen las Chaquienas. Que alguien me ayude a


bloquear la entrada.

Liberándose del agarre de Laura, Kylie corrió hacia su madre. A


Nikki se le unieron algunos otros, que cerraron la puerta camuflada.
Hicieron rodar rocas delante de ella, un lamentable montón que no haría
nada para detener a un monstruo decidido. Si la chaquiena lograba salir
de ese túnel, la gente del Refugio moriría aquí, masacrada a pedazos.

Si los monstruos lograban escapar...

Laura volvió al túnel y lo observó. Su magia apenas estaba


presente. Las drogas abandonaban lentamente su sistema. Pero un débil
cosquilleo había vuelto. ¿Era suficiente?

Tenía que serlo. Lo necesitaba. Así que tiró de él. Tiró de todas las
emociones que pudo reunir: el miedo a los monstruos, el terror a morir,

377
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

su amor por Axel, y algunas de estas personas entre las primeras que
podía llamar amigos.

Utilizó todos los sentimientos que pudo conjurar para atravesar el


escudo que la separaba de su poder. Lo concentró en una bola apretada,
ignorando los aullidos cada vez más fuertes.

—¡Alejaos! —gritó, temblando mientras el poder se unía y exigía


escapar.

Nikki y los demás se dispersaron justo cuando ella lo liberó.

Pum. El impacto la hizo volar.

Cuando volvió a abrir los ojos, estaba en un bosque, llevada en


brazos de Axel.

Él se dio cuenta de que se había despertado y sonrió, con una


vívida sonrisa de alivio en medio de su rostro manchado de hollín.

—Ya era hora de que despertaras.

—¿Qué ha pasado? —Ella se estremeció cuando el más mínimo


movimiento de su cabeza le produjo un dolor punzante.

—El Refugio ha desaparecido, y la mayoría de su gente también, si


no hubieras colapsado el túnel.

—¿Funcionó? ¿Kylie?

—Y los demás están a salvo.

Palabras que se quedaron con ella mientras se hundía en la


oscuridad.

378
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

La siguiente vez que se despertó fue con susurros. Escuchó por un


momento, y lo que oyó la llenó de tristeza.

El Refugio había desaparecido de verdad, y muchos habían muerto


en el ataque sorpresa de los soldados del Enclave.

La niebla ayudó y entorpeció en la lucha con la chaquiena, atraída


por la violencia y sin importarle a qué bando atacaba.

—Lo que no entiendo —dijo Gunner—, es cómo nos encontraron.


Casi como si nos hubieran seguido.

Casey fue el que se lo imaginó, maldiciendo:

—Seguro que ese cabrón de Conde le ha puesto un chip.

—Los dispositivos de rastreo no funcionan fuera de las cúpulas —


señaló Axel.

—Que sepamos.

—Eso explicaría por qué fue tan fácil escapar —fue el retumbante
añadido de Cam a la conversación.

—Bastante fácil de averiguar y arreglar. —Zara se acercó y le puso


un disco a Laura—. Esto te sacudirá.

Subestimación. Ella sintió cómo la energía recorría su sistema. Su


pelo corto se puso de punta, y el dolor se disparó a través de su hombro.
Le dio una palmada.

—Aquí. Creo que hay algo.

379
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Con Oliander ocupado con los heridos, tuvo que confiar en la mano
firme de Casey para cortar su carne cicatrizada mientras Axel le sujetaba
las manos.

Un momento después, el chip fue extraído y destruido.

Axel le limpió la sangre y la vendó mientras ella murmuraba:

—Todo esto es culpa mía.

—No, no lo es.

Ella negó en desacuerdo.

—Casey tenía razón. Yo llevé al Enclave al Refugio.

—En todo caso, nos habrían encontrado pronto —dijo Axel. Con su
hombro vendado, se movió para sentarse a su lado—. Ya era hora de que
nos mudáramos.

—¿Mudarnos a dónde? No podemos quedarnos mucho tiempo en


este bosque. Puede que hayamos eliminado a los soldados que enviaron
esta vez, pero habrá más. —Gunner les recordó la gravedad de la
situación.

—Necesitamos un nuevo hogar que sea más defendible —reflexionó


Axel en voz alta—. Y creo que conozco el adecuado.

—¿Lo sabes? —preguntó Gunner.

—Y tú me has dado la idea, amigo. Vamos a tomar una cúpula.

380
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Veintidós
Hubo que convencerles, pero al final, Axel simplemente les recordó
que no tenían muchas opciones.

Necesitaban un lugar al que ir. Un lugar seguro. La Cúpula


Incubaii había sufrido una pérdida de guardias. ¿Podrían haber sido
sustituidos ya?

Es posible. Pero teniendo en cuenta el ataque en el Refugio, iba a


apostar que el Conde había reunido todos sus recursos para perseguir a
las Ratas y exterminarlas. No esperaba que se defendieran.

Tardaron un poco más, pero viajaron cerca del límite del bosque,
los vehículos que habían rescatado escondidos bajo las ramas de los
árboles durante el día, la manada proporcionando una guardia de los
habitantes del bosque que podrían ofenderse por su intrusión. Fueron
cinco días lentos en lugar de dos por la ruta directa, pero llegaron con
sigilo al borde del bosque más cercano a la cúpula.

Cuando Axel volvió a situarse en lo alto de la loma que dominaba


la franja árida que separaba el bosque de la cúpula, su canoso hermano
le hizo saber que la seguridad se había reforzado. Las alcantarillas que
habían utilizado antes estaban ahora protegidas con una rejilla sujeta
por un grueso hormigón, dejando solo la puerta principal.

Y tenía un plan para eso.

—No vas a colgarte como un cebo —siseó Laura cuando finalmente


reveló lo que haría para entrar.

381
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Tenemos que entrar. ¿Qué mejor manera que llamar a la puerta


principal? —Lo ofreció con despreocupación, sintiendo que sus
emociones se cocinaban a fuego lento. Las drogas habían desaparecido
de su sistema, y su poder ondulaba. Algo bueno que hubiera estado
practicando, con Nikki y Casey turnándose para enseñarle.

—No puedes subir a la cúpula, idiota. El Conde te disparará. —Ella


lo agarró por la camisa, con los ojos inundados de lágrimas.

Él las rozó con la yema del pulgar.

—No, no lo hará. Su codicia hará que quiera escuchar lo que tengo


que decir.

—¿Y cómo ayuda al resto de nosotros el que entres por las puertas?
—preguntó ella.

—Porque no estará solo —intervino Casey—. Estaré con él.

—¿Tú también vas como cebo? —Laura frunció el ceño—.


¿Entonces por qué yo no puedo? He recuperado mi poder.

Podía ver que Laura no entendía, y era difícil de explicar. El poder


de Casey no se parecía a nada conocido.

Y preferían mantenerlo así.

—Tienes tu papel que desempeñar. Mientras yo los distraigo en el


frente, tú debes usar tu don para derribar el muro del otro lado de la
puerta.

—¿Y si no puedo? ¿Y si mi magia me falla? —susurró ella.

382
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Ten fe. Puedes hacerlo. —Acercó a Laura para darle un beso,


volcando en él todas sus emociones. Cada promesa.

—Vuelve a mí —susurró ella.

—Siempre.

Él solo esperaba poder mantener su palabra. Se hizo parecer


seguro de su rumbo, y sin embargo, mientras conducía la moto hasta las
mismas puertas del patio de aparcamiento vigilado de la cúpula, no pudo
evitar cierto temblor de ansiedad.

La adrenalina la aplastó.

Envuelta en las sombras, aferrada a su espalda, Casey permaneció


quieta y callada. Su don consistía en esconderse a plena vista, una forma
extrema de camuflaje. Eso la convertía en la espía y cómplice perfecta.
Cuando se bajó de la moto, sus movimientos coincidieron con los de él y
permaneció oculta a su espalda.

Imaginó que más de un arma le apuntaba mientras caminaba hacia


la puerta.

Surgió una voz mecánica.

—Alto. Di lo que quieres.

—Dile al Conde que el Duque del Páramo está aquí para negociar
con él.

Estaba seguro de que Casey hizo todo lo posible para no reírse. Él


mismo quería resoplar al usar el ridículo título, pero tuvo el efecto
adecuado.

383
Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

El portón sonó cuando se soltaron los cerrojos y se abrió, dejándole


entrar en el recinto de los vehículos. Un recinto muy vacío. Solo quedaba
un camión sin ruedas asentado sobre bloques.

¿Había enviado el Conde a todos sus guardias cuando atacó el


Refugio? De ser así, la toma de posesión sería aún más fácil.

—Retira tus armas —dijo la voz mecánica.

No había nadie a la vista, pero Axel hizo un espectáculo al vaciar


su funda. En todo caso, la visible. Le pareció interesante que aún no
hubiera visto a una persona viva.

—Todas tus armas.

—No he venido a matarte sino a hacer un trato —mintió Axel.


Sonrió mientras lo hacía.

Sonrió más cuando la puerta del interior de la pared de la cúpula


se abrió. Se paró en el umbral y se detuvo.

La cámara de descontaminación intentaría encerrarlo, por lo que


entró y se tapó la boca con el pañuelo inmediatamente. La sala se cerró
y las rejillas de alrededor silbaron al entrar el gas. Posiblemente fuera
inofensivo, pero no se arriesgaría. ¿Y la puerta que lo bloqueaba?

Casey se ocupó de ella. El explosivo que colocó en ella era lo


suficientemente pequeño y controlado como para volar la cerradura.

Antes de que sus oídos dejaran de pitar por la explosión, estaba


atravesando el agujero y sacando las otras armas que había traído para
jugar. Pero la resistencia resultó ser débil.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Un guardia, que solo llevaba una armadura parcial, cayó


inmediatamente. Y ninguno ocupó su lugar.

Axel se adentró unos pasos en la cúpula y esperó a que aparecieran


más guardias.

La voz incorpórea volvió a hablar.

—Qué sorpresa, la Rata mintió. No has venido a negociar.

—Sin embargo, me dejas pasar por tu puerta principal. —Observó


los edificios que los rodeaban, buscando la cámara que seguramente
vigilaba.

—¿Cómo si no te iba a meter en mi trampa? Has demostrado ser


astuto para ser escoria.

—Entonces dispárame. —Levantó los brazos—. No puedes,


¿verdad? Tiraste todo lo que tenías en el Refugio.

—Con la promesa de que una vez que tu pequeño reino fuera


destruido, reemplazarían a mis guardias. Me pagarían por las molestias.

—¿El Enclave no cumplió su palabra? —se burló, adentrándose en


la cúpula.

—Lo harán. Sobre todo cuando te lleve ante ellos. Tus hazañas han
intrigado a algunos de los altos cargos del Enclave, incluso han llamado
la atención de la Reina. Ella ha duplicado la recompensa para quien te
traiga vivo en lugar de muerto.

—Eso requeriría que me atraparas. —Entró en la cúpula, inquieto


por la quietud. Preocupado por los que había dejado atrás.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—En realidad, estoy planeando matarte. Me llevaré la mitad del


premio pero triplicaré con creces esa fortuna cuando recupere a Laura.
Qué bien que te asegures de que está cerca.

—¿Dónde estás? Enfréntate a mí como un hombre.

—Encuéntrame si te atreves. —La voz dejó de emitir, dejando a Axel


solo en lo que parecía ser una cúpula bastante vacía.

¿Truco o verdad?

Pronto lo averiguaría.

La cúpula traqueteó y se agitó cuando la pared del otro lado se


derrumbó. Laura y los demás habían llegado. ¿Saltaría la trampa del
Conde?

Axel siguió caminando, preguntándose dónde estaría toda la gente.


Aparte de los guardias, debería haber médicos y sus ayudantes, Madres
y el personal necesario para atenderlas. No vio a nadie, ni siquiera al
cobarde Conde. La única persona a la que tenía que matar hoy.

En los días transcurridos desde el rescate de Laura, Axel había


hecho todo lo posible por controlar su profunda ira. No era fácil cuando
latía bajo su piel, exigiendo sangre.

Se haría justicia. El Conde pagaría con su vida. Y la cúpula sería


suya.

Echando la cabeza hacia atrás, llamó a Lo Salvaje hacia él, más


difícil aquí en este lugar de piedra moldeada, lejos del bosque y de sus
profundas raíces en la tierra. De todos modos, acudió a su llamada en

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

forma de la Manada, que entró en la cúpula con sus espíritus rebosantes


de poder. Su llegada encendió su conciencia.

Llamó a la manada.

Venid. Cazad conmigo.

Una hermana fue la primera en responder a su llamada, sus


poderosas piernas la impulsaron hacia Axel. Su aspecto era más felino
que el de la mayoría.

¿A quién buscas, hermano? preguntó.

Como antes, mostró un aroma. La limpieza estéril del uniforme que


llevaba el bastardo. El aroma cítrico del jabón que persistía en su piel. La
arrogancia en su almizcle.

La hermana a su lado inclinó la cabeza.

Vamos a cazar.

Si Laura hubiera visto, podría haberse asustado por su naturaleza


más salvaje. Porque en ese momento, Axel podía tener el cuerpo de un
hombre, pero en espíritu, en movimiento, en acción, era lobuar.

El cazador. El despiadado.

El rastro de su presa le llevó a un edificio cuadrado. Bajo. Poco


atractivo. Una única y delgada puerta de entrada.

No estaba cerrada.

¿Otra trampa, o solo una señal de la comodidad complaciente de la


que falsamente disfrutaban las cúpulas?

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Entró, manteniendo la puerta abierta para que la manada pudiera


entrar con él. Se encontraron reunidos en una pequeña cámara con
rejillas en el suelo. Una niebla los roció. La manada actuó como si se
hubiera gaseado con veneno, tosiendo y carraspeando, cuando, en
realidad, se trataba de algún tipo de descontaminante. Uno suave que no
quemaba.

Pasó a la siguiente cámara y se dio cuenta de que, aunque en el


exterior el edificio parecía tener muchos pisos, en realidad era una sala
gigantesca de unos cincuenta o más metros de ancho. Las paredes le
recordaron a un panal con los agujeros de todos los tamaños y brillantes.
Una especie de almacén.

Lo más interesante era el hombre que estaba de pie en medio de la


sala. Con las manos metidas en la espalda, el Conde esperaba a Axel. Lo
que significaba que debía haber una trampa.

—Así que esa es tu pretensión de poder. —El Conde observó las


formas sombrías que se deslizaban por los bordes de la pared buscando
el peligro—. Controlas a los animales.

—No controlo a nadie. Son mis amigos. —Familia, para ser más
específicos.

—No es la habilidad más útil, hablar con las bestias, no a menos


que puedas convencerlas de que luchen por ti.

—¿Has terminado de parlotear? Porque me gustaría terminar esto.


Podemos hacer esto de la manera dolorosa o de la manera más dolorosa.
Va a doler. No voy a mentir. —Axel se acercó, con la rabia burbujeando
en su interior, el salvaje en él palpitando.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—¿Sabías que esta sala alberga más de tres millones de muestras


genéticas distintas? —El cambio de tema, destinado a desequilibrarlo,
tuvo un éxito parcial.

—¿Por qué necesitas tantas? —preguntó Axel.

—Porque la humanidad está cambiando. Ha estado cambiando


desde que la lluvia de meteoritos y esos idiotas con bombas nucleares
acabaron con casi todo el mundo de un plumazo. Quedan pocos
humanos puros en la Nueva Tierra.

—La adaptación es necesaria para sobrevivir. La humanidad tiene


que cambiar, o pereceremos.

—La evolución es normal, y sin embargo no explica lo que nos pasa.


Tú hablas con los animales. Yo leo las mentes. A tu Laura le gusta lanzar
cosas.

—¿Y? —Axel se acercó un paso más.

—¿No tienes curiosidad por saber por qué? ¿Por qué algunos de
nosotros estamos dotados de verdaderos poderes?

—Nop, porque los poderes no son lo más importante de una


persona.

—Qué respuesta tan educada y tan jodida. No me convertí en


Conde porque me preocuparan los sentimientos de la gente. Soy alguien
que mira al futuro y ve lo que se necesita para sobrevivir.

—El futuro estará bien sin que te metas en él.

—Nunca lo sabrás, porque no estarás vivo para verlo.

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Eve Langlais Polvo tóxico

El movimiento de los panales llamó la atención de Axel, pero no se


movió para mirar. La trampa estaba siendo activada. Tenía que hacer lo
inesperado. Corrió hacia el Conde.

Solo la imagen del hombre vaciló cuando se estrelló contra él.

Porque en realidad no estaba aquí.

—¡Muéstrate, bastardo! —gritó.

—Si insistes. —Una gran sección de panal perdió su brillo, y el


Conde salió, de verdad esta vez, con una sonrisa de satisfacción.

No por mucho tiempo. Axel había terminado de hacerse el


simpático.

Hermanas. Hermanos. Manada. Ahí está nuestro enemigo. La


manada se estremeció de emoción.

Por un momento, pensó que habían ganado. Entonces un gas


comenzó a sisear, y aunque rápidamente se cubrió la nariz y la boca, los
lobuar no tenían esa protección. El alivio que sintió cuando no se
desplomaron ni murieron duró poco.

Las bestias peludas se quedaron con las cabezas colgando cuando


la niebla se disipó, y el silencio reinó por un momento. Sin embargo, no
se preocupó. El Conde estaba frente a él, y Axel aún tenía un arma que
sacó.

El sonido del cañón al pasar por la funda rompió la tranquilidad.

Las cabezas lobunas se alzaron, sus ojos brillaron de color amarillo


con un toque de rojo. Antinatural y extraño, sobre todo por la forma en
que todos lo miraban fijamente.

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Eve Langlais Polvo tóxico

¿Hermanas? ¿Hermanos? Envió una pregunta cautelosa, pero sus


mentes estaban cerradas para él.

Y sus gruñidos de avance eran amenazantes.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Capítulo Veintitrés
El muro se derrumbó, pero Laura tardó un momento en darse
cuenta.

—Lo hice.

—Por supuesto, lo hiciste. Ahora deja de admirar el gran agujero y


ponte a salvo —replicó Nikki. Se puso al lado de Laura mientras Cam,
Gunner y los demás que tenían intención de luchar se adentraban en el
hueco recién creado.

Mientras Laura observaba, se dio cuenta de que algunas formas


sombrías les seguían, deslizándose a través de él. Sabía lo que eran,
lobuar. Que, si había entendido bien, pertenecían a Axel. Más o menos.
Él los llamaba manada. Otros decían que eran sus perros de compañía.
Lo único que sabía era que a Fluffy... que había vuelto a su campamento
en un momento dado, para alegría de Kylie... no le gustaban nada y
gruñía cada vez que uno se acercaba demasiado.

—No me voy a quedar atrás —resopló.

—Axel me matará si te hacen daño —espetó Nikki.

—Y puede que lo maten a él si no hago algo para ayudar.

—Le prometiste a Axel que no entrarías.

—Nunca dije eso. Me ordenó que me quedara atrás. Solo asentí. —


No es exactamente un voto apropiado—. Además, mi poder está
totalmente recuperado. Puedo defenderme.

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Guárdalo en caso de que necesitemos sacarlos. —Nikki inclinó la


cabeza—. Hay demasiado silencio.

Laura frunció el ceño mientras escuchaba y se dio cuenta de que


no oía nada. No había señales de batalla en absoluto.

Gunner volvió a la brecha y les hizo un gesto.

—Será mejor que entréis. Parece más seguro aquí dentro que ahí
fuera.

—¿No hay guardias? —preguntó Nikki.

—Vera se encargó de uno cuando entramos, y se han dividido en


busca de más. No sé si tienen alguno. No oigo ninguna alarma.

Laura se movió rápidamente para unirse a Gunner junto al agujero


que había hecho.

—¿Has localizado a Axel?

—Cam se dirige a la puerta principal para ver si lo encuentra a él


o a Casey.

Laura entró en la cúpula y se estremeció. La idea de vivir en una le


resultaba repugnante y, sin embargo, el bosque tampoco era un lugar
para ellos.

—Si alguien puede decirnos algo, es Casey. —Nikki guió el camino;


solo Laura frunció el ceño.

Otro camino le llamó la atención y atrajo su mirada.

—Creo que tenemos que ir por aquí.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—No hay nada ahí abajo —declaró Nikki—. Según el soldado al que
interrogamos, solo hay archivos y edificios de suministros.

—Lo sé, pero... —Una inquietud la invadió. Una sensación de que


Axel la necesitaba. Ella no podía explicar la certeza de que esta era la
dirección correcta. Solo sabía que, a los pocos pasos, corría, y no corría
sola. Gunner y Nikki le cubrían las espaldas.

Y ella cubría su frente. A pesar de la apariencia benigna del lugar,


tal y como había practicado, mantenía un escudo frente a ellos. Algo
bueno porque cuando un guardia finalmente salió y disparó, lo desvió, la
bala rebotó. Gunner se aseguró de que el guardia no siguiera.

El feo edificio que apareció frente a ellos no tenía nada que lo


distinguiera. El cartel junto al portal decía: ARCHIVO. Un lugar de la
nada, y sin embargo empujó la puerta. Una puerta cerrada contra ella.

La miró fijamente, y cuanto más miraba, más convencida estaba


de que Axel estaba al otro lado.

—¿Qué pasa? —Gunner la flanqueó.

—Está ahí dentro.

—¿Estás segura?

—Sí, estoy segura —casi soltó.

—Necesitaremos un soplete para abrir esa cosa.

—No, no lo necesitamos —declaró Laura. Miró la puerta en su


camino, alejándola de Axel. La empujó con su mente lo suficientemente
fuerte como para que saliera volando de sus bisagras. Mientras caía al
suelo, dio un paso, pero Gunner extendió un brazo para retenerla.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

—Déjame entrar primero. —Gunner entró en lugar de esperar su


respuesta—. Me vendría bien tu ayuda —dijo un momento después.

—En otras palabras, necesita tu magia explota-mierda —replicó


Nikki.

Al menos ya no estaban discutiendo con ella para que se quedara


atrás. Laura entró con Nikki pisándole los talones para encontrar una
pequeña cámara con una puerta sellada. Esta vez no necesitó tanta
magia para abrirla de golpe, así que conservó sus fuerzas porque tenía la
sensación de que podría necesitarlas.

Intrépido como siempre, Gunner entró y murmuró:

—Oh, mierda.

Siguiéndole rápidamente, Laura solo tuvo un momento para


asimilar la escena: las paredes seccionadas y brillantes, la sonrisa en la
cara del Conde, Axel atrapado en una especie de tubo de cristal y un
montón de bestias peludas gruñendo a su alrededor. La manada se había
vuelto contra su hermano.

—Joder —murmuró Gunner—. Hagas lo que hagas, no mates a


ningún lobuar. Axel perderá la cabeza si lo hacemos.

—¿Te das cuenta de que tienen una mirada de “te voy a comer la
cara”? —replicó Nikki, desviándose hacia la izquierda mientras Gunner
tomaba la derecha.

Mientras discutían, Laura miró y se dirigió al Conde.

—Suéltalo.

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El Conde se llevó las manos a la espalda, completamente tranquilo,


lo que solo sirvió para avivar su irritación.

—Si es mi encantadora Laura, de vuelta tan pronto. Sabía que


cambiarías de opinión. ¿Me has echado de menos? Vamos a divertirnos
tanto gritando juntos.

Unos dedos fríos arañaron su mente y chocaron con una pared. Él


le dio un puñetazo.

Ella tembló.

Volvió a martillear su escudo mental.

Ella no pudo evitar gritar. No sabía si podría rechazar durante


mucho tiempo un ataque de fuerza bruta. El Conde empujó más fuerte
para invadirla, y ella se esforzó por mantenerlo fuera. Solo para darse
cuenta de que no hacer nada no era una opción esta vez. Se había pasado
la vida protegiéndose a sí misma, atendiendo a los demás cuando, en
cambio, debería haber luchado.

El Conde no era el único con poder.

Al darse cuenta de ello, la calma se apoderó de ella. Incluso logró


esbozar una pequeña sonrisa. Luego abrió la puerta de su mente. Para
que no se diera cuenta de su plan, dejó que clavara sus garras en sus
recuerdos. Incluso consiguió fingir un grito.

Vagamente, escuchó a Axel bramando. También hubo muchos


gruñidos, pero ella se concentró en una cosa y solo en una. Seguir el
origen de los dedos crueles.

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Serie Futuro desviado 01
Eve Langlais Polvo tóxico

Su mente se disparó hacia fuera y siguió el rastro desde su cabeza


hasta la del Conde. Casi se metió dentro, era tan sigilosa, pero en el
último momento, el muro del Conde se levantó y ella rebotó.

Se balanceó sobre sus pies y le sonrió.

—Casi te tenía.

—Casi no es lo mismo que ganar. Arrodíllate y sométete, o tus


amigos morirán. —El Conde señaló, y ella finalmente se dio cuenta de lo
que ocurría a su alrededor.

Gunner tenía un monstruo colgando de su brazo y trataba de


quitárselo de encima. Nikki estaba inmovilizada contra la pared por un
par que gruñía, y sin embargo no lanzó ninguno de sus cuchillos.

Axel se había abierto paso de alguna manera desde su prisión, y


sangraba por ello, con el puño chorreando rojo. Para colmo, los lobuar lo
rodearon y chasquearon las mandíbulas. La cosa podría haberse puesto
fea.

Hasta que Axel les rugió. El sonido, inquietante y distinto a todo lo


que había oído. Hizo vibrar el aire, le hizo cosquillas en los huesos y le
hizo temblar el pelo.

Las bestias se estremecieron y sus pelajes ondularon con el


movimiento. Sus cabezas se hundieron y, cuando volvieron a levantarse,
su expresión había perdido el brillo anaranjado. Como uno solo, se
tumbaron. Incluso el que tenía la mandíbula sujeta al brazo de Gunner
cayó al suelo y se deslizó hacia adelante sobre su vientre.

El Conde dijo:

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Eve Langlais Polvo tóxico

—Imposible. Se supone que el Polvo de Locura del Pantano dura


horas.

Axel sonrió, una cosa de muchos dientes y un salvajismo que iba


bien con sus ojos salvajes.

—Yo soy la Manada. —Cuando dio un paso adelante, los lobuar se


movieron con él.

Eso le dio a ella el valor para anunciar:

—Soy Desviada y del Páramo. Que este sea mi regalo para el


Refugio. —Laura lanzó su mano, y el Conde se estrelló contra la pared,
destrozando una sección de luces.

Sus dedos mentales trabajaron sobre ella, arañando inútilmente la


pared que había levantado. Ella le sostuvo la mirada mientras dejaba que
su poder lo hiciera avanzar antes de estrellarlo contra una nueva sección
de la pared. Rompiendo más luces.

Crack.

Otra vez.

Thwack.

Otra vez.

Podría haberlo pulverizado en la nada si Axel no hubiera dicho:

—Está muerto, Laura. Puedes soltarlo.

Solo entonces liberó el poder, forzándolo a regresar a sí misma y


tomando un respiro. Notó que Axel se tambaleaba sobre sus pies. Corrió

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hacia él, pero se detuvo cuando las bestias peludas formaron un círculo
a su alrededor, con sus ojos amarillos fijos en ella.

Hizo falta que Nikki ladrara “moved vuestros gordos y peludos


culos” para que se movieran.

Laura cayó de rodillas junto a Axel.

—Estás herido.

—Viviré —gimió él—. Tú puede que no. Te dije que te quedaras


donde fuera seguro.

—Podrías darme las gracias por matar al Conde.

—Me desobedeciste.

—Sabía que estabas en peligro. ¿Cómo podía quedarme atrás?

—Viniste por mí —dijo suavemente.

Las lágrimas llenaron sus ojos.

—Siempre lo haré. Te quiero.

—Yo también te quiero. —Le cogió la mano y la apretó.

Gunner dijo:

—Bueno, maldita sea, creo que voy a llorar.

—Que te jodan —espetó Nikki—. Deja que tengan su momento.


Hemos ganado.

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—Santa mierda, hemos ganado —susurró Laura al darse cuenta de


repente.

La cúpula era suya.

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Epílogo
En el mayor golpe de suerte de la historia, del que Gunner se
atribuyó el mérito, resultó que el Conde había gastado todas sus fuerzas
intentando acabar con el Refugio. Esperaba que una gran derrota de los
del Páramo diera sus frutos con la gratitud de la Reina.

Como muchos megalómanos, se excedió. También era bastante


codicioso. Solo después de que Zara revisara toda su correspondencia,
los declaró más o menos seguros. Parecía que el Conde Eros no estaba
bien considerado entre el Enclave. Dada la ubicación en un extremo
lejano del reino, significaba que tenían tiempo para atrincherarse antes
de que alguien notara que la cúpula había cambiado de manos.

Tenían un hogar. Por ahora. Laura sabía que Axel no lo veía como
algo permanente. Entendía cómo se sentía. Había algo antinatural en el
lugar. Le faltaba una conexión con la naturaleza. Pero el mayor problema
vino con lo que encontraron en la propia cúpula. Tanques con bebés y
Madres. La mayoría embarazadas, cuyas opiniones sobre los habitantes
de los Páramos le recordaban lo equivocada que solía estar. Le costaba
entender por qué no querían la libertad.

¿No podían oír las voces de aquellos a los que el Enclave había
hecho daño? Ellos perseguían la Cúpula Incubaii. Laura no era la única
que oía fantasmas. Pero a pesar de lo espeluznante que resultaba, les
permitía reagruparse y planificar.

Un plan que implicaba enviar a Gunner, Casey, Cam y algunos


otros, a la caza de rumores, como el de un autoproclamado Rey que
ofrecía libertad. ¿Había realmente algún lugar por ahí que pudiera ofrecer
santuario? Tal vez podrían encontrar aliados que les apoyaran cuando el

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Enclave fuera por su cúpula. Incluso se conformarían con una ruina que
necesitara intrépidos supervivientes.

El futuro seguía siendo incierto, pero la vida continuaba.

Sally tuvo a su bebé una semana después de que capturaran la


cúpula. Oliander asistió al parto, con Laura a su lado, porque Kylie había
ceceado:

—¿Eztará bien mi mama5?

Laura había mirado a la niña y le tendió los brazos, abrazándola,


mientras le prometía:

—Me aseguraré de que esté bien.

Entonces tomó la mano de Sally y le ofreció apoyo mientras


Oliander le decía que pujara. Laura se mareó al ver cómo se estiraba el
cuerpo de aquella pobre mujer, y hubo un momento en que pensó que
tendría que romper su promesa a Kylie. Fue un verdadero milagro que
Sally no se partiera por la mitad.

El bebé, nacido con un poderoso grito y cubierto de mugre, fue


empujado a sus brazos por un brusco Oliander, que dijo:

—Envuélvelo.

Laura no estaba segura de poder moverse. El asombro la invadió al


ver al niño. Perfecto en todos los sentidos. Un número parejo de
miembros, todos sus dedos de manos y pies. Sin cola. Ni cuernos. Pero
tenía unos ojos notablemente brillantes.

5 Así está en el original.

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Eve Langlais Polvo tóxico

El bebé, aparte del único graznido al nacer, no lloraba. No como


algunos de los bebés de la Guardería, que no dejaban de llorar. Laura se
acercó a la manta doblada sobre una silla y la utilizó para envolver a la
niña.

Salió de la sala de partos y encontró a Kylie acurrucada en el regazo


de Vera. En el momento en que vio a Laura, rebotó y vino corriendo,
frenando a medida que se acercaba.

Laura sonrió.

—Tu mamá está bien. Mira a quién he traído. —Se agachó—.


Saluda a tu hermanita.

—Hola, hermana —dijo Kylie con una sonrisa—. La quiedo. ¿La


quiedes?

—La quiero. —Dicho a través de una garganta gruesa. Laura podía


decir realmente que amaba al bebé y a Kylie. Incluso se preocupaba por
Oliander y por todo el equipo del Refugio.

En ese momento, finalmente entendió por qué Axel refunfuñaba y


sin embargo luchaba por esa gente. Por qué vivía como lo hacía.

Porque el amor lo era todo. Y moriría antes de dejar que el Enclave


se lo arrebatara.

***

Un tiempo después de que tomaran la cúpula...

La patrulla del Enclave, como era de esperar, lo vio y lo persiguió.

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Gunner rezó al dios de la suerte y arrancó a toda velocidad. En su


retrovisor, pudo ver que había atraído a un buen número de ellos. Solo
tenía que asegurarse de no perderlos demasiado rápido.

Saltó las siguientes dunas, contento de no ver más tropas ocultas.


En su retrovisor, se dio cuenta de que la multitud detrás de él disminuía.

Se detuvo en la siguiente pila de arena y miró hacia atrás mientras


se alejaban a toda velocidad. ¿Por qué se alejaban? Una ráfaga de viento
trajo un sedimento de polvo fino, lo que le hizo preguntarse si temían la
toxicidad en el aire.

Él había nacido en estas llanuras. Respiró por primera vez ahogado


por el veneno. Le hizo más fuerte.

Pero no inmune a todo. El viento aumentó su fuerza, y miró hacia


el otro lado para ver una visión preocupante. Una nube en forma de
embudo que venía hacia él. Una bestia polvorienta de vientos aullantes y
arena abrasadora.

—Joder. —Ya llevaba gafas para proteger sus ojos, pero su piel
expuesta estaba desollada. Por suerte, la bufanda le cubría la mayor
parte de la cara y los guantes le protegían la mayor parte de las manos,
aunque la falta de dedos le hacía cerrarlas en puños.

El viento seguía empujando, y con la visibilidad perdida, era como


si no se moviera. Hizo lo único que podía, agarrarse a su moto.

La tormenta resultó ser más fuerte. La ferocidad los levantó a


ambos, y el terrible desgarro lo obligó a soltarse y protegerse mientras lo
arrojaba de un lado a otro, con la suficiente fuerza como para arrancarle
las gafas de los ojos y la fina bufanda de la cara. Incluso con los ojos

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cerrados, los orbes ardían mientras la fina arenilla se abría paso. El


viento le robaba cada grito. Le arrancó el aliento antes de tirarlo al suelo,
medio muerto. Perdido.

Su siguiente recuerdo consciente fue el de una voz femenina que


decía:

—Mira lo que ha arrastrado el gato.

Fin

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Staff
Soñadora: Auxa
Cazadora: Pily1
Revisión y Diseño: Lelu

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Eve Langlais Polvo tóxico

Serie Futuro Desviado


1 - Polvo Tóxico
En un Futuro Desviado, el mundo ha
sido remodelado. La humanidad ha
cambiado. Sin embargo, a pesar de
todo, hay algo que sobrevive: el amor.
Un nuevo y emocionante romance
distópico para adultos de la autora
bestseller del New York Times, Eve
Langlais.
El mundo fuera de las cúpulas es un
lugar aterrador, pero nada comparado
con el merodeador que captura a
Laura.
Con una mirada oscura, Axel promete
violencia, pero su toque es suave. Le
muestra una manera diferente de vivir.
Una nueva serie de verdades. Cómo
hacían las cosas los antiguos.
Le hace desear una cosa prohibida
llamada amor. Pero, ¿podrá dejar atrás
su pasado y sus creencias?
La mujer es un problema con mayúsculas. Sin embargo, en el momento
en que Axel la ve, el pensamiento racional desaparece, y cuando ella
acaba en grave peligro, no puede evitar ir a rescatarla.
¿Llegará a tiempo para salvarla?

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Serie Futuro desviado 01
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Próximamente

Tesoro del Páramo


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Eve Langlais Polvo tóxico

Sobre la Autora
Eve Langlais nació en la Columbia
Británica, pero al ser hija de militar, ha
vivido un poco por todas partes. Quebec,
New Brunswick, Labrador, Virginia
(EE.UU.) y por último en Ontario. Su
familia y ella actualmente viven a las
afueras de Ottawa, la capital de su nación.
Eve es la primera persona en admitir que
lleva una vida monótona. Su idea de
diversión es ir de compras al Wal-Mart, le
gustan los vídeojuegos, cocinar y leer. Su
inspiración es su marido, ya que es un
macho alfa total. Pero, a pesar de su
ocasional mal genio, lo quiere mucho. Eve
dice que tiene una imaginación retorcida y
un sarcástico sentido del humor, algo que
le gusta reflejar en sus libros.
Escribe romance a su manera. Le gustan
los fuertes machos alfa, con el pecho desnudo y los hombres lobo. Un
montón de hombres lobo. De hecho, te darás cuenta que la mayoría de
sus historias giran en torno a grandes enormes licántropos,
sobreprotectores que sólo quieren agradar a su mujer. También es muy
parcial con los extranjeros, ya sabes del tipo de secuestrar a su mujer y
luego en coche hacen alguna locura... de placer, por supuesto.
Sus heroínas, son de amplio espectro. Tiene algunas que son tímidas y
de voz suave, otras que patean a un hombre en las bolas y se ríen.
Muchas son gorditas, porque en su mundo, las chicas tienen unas curvas
¡de miedo! Ah y algunas de sus heroínas son pequeñitas y malas, pero en
su defensa, necesitan amor también.

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Serie Futuro desviado 01

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