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Eve Langlais

Dual Abduction es una obra de ficción y los personajes, los


acontecimientos y diálogos que se encuentran dentro de la historia son
producto de la imaginación de la autora y no deben ser interpretarse
como reales. Cualquier parecido con hechos o personas reales, ya sean
vivas o muertas, es totalmente fortuito.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o compartida, en


cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico,
incluyendo pero no limitándose a la copia digital, compartir archivos,
grabación de audio, correo electrónico y la impresión sin el permiso por
escrito del autor.
Eve Langlais nació en la Columbia
Británica, pero al ser hija de militar, ha
vivido un poco por todas partes. Quebec,
New Brunswick, Labrador, Virginia
(EE.UU.) y por último en Ontario. Su
familia y ella actualmente viven a las
afueras de Ottawa, la capital de su
nación. Eve es la primera persona en Página | 3
admitir que lleva una vida monótona. Su
idea de diversión es ir de compras
al Wal-Mart, le gustan los vídeo- juegos, cocinar y leer. Su
inspiración es su marido, ya que es un macho alfa total. Pero, a pesar
de su ocasional mal genio, lo quiere mucho. Eve dice que tiene una
imaginación retorcida y un sarcástico sentido del humor, algo que le
gusta reflejar en sus libros. Escribe romance a su manera. Le gustan
los fuertes machos alfa, con el pecho desnudo y los hombres lobo. Un
montón de hombres lobo. De hecho, te darás cuenta de que la mayoría
de sus historias giran en torno a grandes enormes licántropos,
sobreprotectores que sólo quieren agradar a su mujer. También es muy
parcial con los extranjeros, ya sabes del tipo de secuestrar a su mujer y
luego en coche hacen alguna locura... de placer, por supuesto. Sus
heroínas, son de amplio espectro. Tiene algunas que son tímidas y de
voz suave, otras que patean a un hombre en las bolas y se ríen. Muchas
son gorditas, porque en su mundo, las chicas tienen curvas ¡de miedo!
Ah y algunas de sus heroínas son pequeñitas y malas, pero en su
defensa, necesitan amor también.
http://evelanglais.com/wordpress/home
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Ellos la querían. La pregunta era, ¿podrían compartirla?

Secuestrada por aliens esclavistas, junto con su grupo de inadaptadas


adolescentes, Louisa no cree que su semana pueda ser más extraña hasta
que dos grandes guerreros púrpuras llegan al rescate… y luego luchan
por quién se queda con ella. No le interesa un ganador y noquea sin hacer
diferencias entre ambos, pero cuando recobran el conocimiento, están
aún más decididos a reclamarla.

Brax y Xarn como buenos amigos, lo comparten todo, botines, puestos


de trabajo y los problemas, hasta que se encuentran con una exquisita
humana que despierta su lado posesivo. Su batalla sobre quién se queda
con ella termina en un empate debido una mutua conmoción, ¿pero qué
es un moretón o dos cuando se trata de ganar a su pareja? Cuando ella
sigue negándose a elegir a uno de ellos, dejan de lado su rivalidad para
trabajar en equipo y reclamar lo que los dos quieren.
l autobús cayó por el precipicio y Louisa sólo pudo verlo como
una víctima indefensa… y más que un poco molesta. ¿Cómo
era posible que un vehículo, conducido por un hombre con
más de treinta años de experiencia, en una noche perfectamente clara,
en una carretera seca e iluminada por farolas, lograba salirse de la
carretera? Página | 5

La respuesta a eso residía en los últimos treinta segundos.

Imagina un corto trayecto en autobús lleno de un montón de ruidosas


muchachas adolescentes, huérfanas en la mayoría de los casos,
regresando de un viaje al museo local… un ejercicio inútil, cuando su
interés se mantenía vagando por el lindo guía turístico en vez de en los
objetos expuestos.

Louisa, mentora, maestra y madre en la casa hogar por los últimos tres
años, debido a la continuidad o porque el proyecto experimental así lo
indicaba, se suponía que iba a proporcionar algún tipo de comodidad a
las delincuentes en formación, supervisando la excursión y conservando
la cordura mediante regulares dosis de Tylenol1. Aunque el porro2 que
confiscó a Chloe habría sido más eficaz. Después de un día agotador
dedicado a perseguir a las adolescentes que se alejaban, intentando robar
un cigarrillo, burlándose del joven guardia de seguridad, de devolver tres
carteras y hacer a otra disculparse por pegar un chicle en las pelotas de
mármol de una estatua, no podía esperar para volver a la casa hogar y
encerrarse en su habitación, dejando que la supervisora de noche se
hiciera cargo. El sueldo era una mierda, el alojamiento dejaba mucho que
desear y sus alumnas intentaban llevarla a una muerte prematura,
entonces, ¿por qué lo hacía?

Tylenol: medicamento para el dolor de cabeza.


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2
Porro: es un cigarrillo enrollado con cannabis
Esperaba averiguarlo en su próxima evaluación de la salud mental. Pero,
ella divagaba.

Así que allí estaban, deambulando por la carretera desierta, bordeada por
un precipicio, custodiada por un carril endeble, cuando “eso” apareció.
Sentada en primera fila, mirando distraídamente por la ventanilla
delantera, Louisa pestañeó cuando iluminado por los faros, avistaron
una figura parecida a un duendecillo de jardín. Su cuerpo rechoncho
permanecía inmóvil, incluso con el bus avanzando directamente hacia él,
posiblemente porque ponía toda su esperanza en la pistola que apuntaba
hacia ellos. Una persona en su sano juicio habría supuesto que era una
alucinación o que una de las muchachas había deslizado ácido de nuevo,
pero sólo pudo suponer que el conductor veía lo mismo porque pisó el
freno justo cuando el rayo rojo de un disparo hizo su camino.
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Una persona tolerante no le echaría la culpa al conductor mal pagado por
salirse de la carretera en un ataque de pánico, aunque ella personalmente
habría mantenido su rumbo y habría atropellado a esa criatura. No
acababa de entender cómo el idiota al volante pensaba que girar al borde
ayudaría a la situación. El áspero, arcén de gravilla sacudió el autobús.
También atornilló la tracción del vehículo haciéndolos quedar fuera de
control, los bruscos movimientos haciéndoles deslizarse por los asientos
de vinilo. Pero incluso el argumento de repente válido para los cinturones
de seguridad en los autobuses era mejor cuando el conductor dejó de
conducir completamente y su cuerpo uniformado caída sobre el volante.
Un ataque al corazón o un cobarde desmayo, ambas eran posibles dado
el susto que recibió, menudo imbécil.

Y luego las cosas fueron de mal en peor, ya que su pie resbaló en el pedal
y el tarado inconsciente aplicó presión en el acelerador. Golpearon la
barandilla protectora, que se desprendió con un chirrido metálico peor
que el de uñas en una pizarra, y el autobús salió volando por el aire.

Muda por el shock, Louisa no podía creer lo que veían sus ojos, pero sus
oídos no tenían problema al procesar los gritos de sus estudiantes
mientras iban volando a donde ningún autobús estaba destinado a ir. La
formación que recibió en los últimos años no le enseñó cómo lidiar con
un dilema tan inesperado. En cuanto a conseguir ayuda del conductor,
dudaba que proporcionase alguna dado que aún yacía boca abajo sobre
el volante. Idiota cobarde.

Apartó a un lado su pensamiento menos que cristiano, y en cambio, dijo


una breve oración por el conductor, pidiéndole a Dios… o a cualquier
deidad escuchando, ya que no era muy exigente con la muerte mirándola
de frente… a perdonar su carencia de calma y al parecer su exagerada
habilidad para conducir. También oró por ayuda… y por el control de su
vejiga.

La breve oración no pareció tener mucho efecto sin embargo, porque el


conductor seguía inconsciente y el tiempo no regresó al instante antes de
que el autobús se desviara, pero consiguió no hacerse pis los pantalones.
Casi.

Ella murmuró: “¡Oh mierda! Esto va a doler” tampoco tuvo algún efecto
en su vuelo, un vuelo sin alas que resultaría definitivo, hecho que sus
estudiantes, muy versadas en ley de la gravedad… junto con las leyes del
sistema de tribunal de menores… constataron. Con Josie a la cabeza,
lanzando un grito de: “¡Vamos morir todas!” su clase de once niñas
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gritaron de terror, mientras seguían suspendidas en el aire.

¿Suspendidas? Louisa parpadeó, seguro que estaba experimentando uno


de esos momentos en los que se detenía el tiempo y todo se ralentizaba.
La calma que precedía a la muerte. Un momento para pensar de nuevo
en su vida y en lo que había logrado. No mucho.

Un momento después su creencia sobre su fallecimiento se acercó más


cuando una brillante luz envolvió el autobús, su puro esplendor blanco
brilló a través de las ventanas, deteniendo los gritos por lo que sólo hipos
y murmullos de asombro llenaron el aire.

Mierda, hay un Dios.

Cayendo de rodillas en el sucio, suelo de caucho, juntó las manos y dio


gracias al Señor, que había descendido de su alta posición para salvarlas
y llevarlas a sus brazos abiertos. También pidió perdón por todas las
veces que había tomado su nombre en vano, todas las veces que había
dudado de su existencia y también, por no vivir precisamente una pura
vida cristiana.

Con la evidencia de su poder alrededor de ellas, se sentía un poco


estúpida ahora por no tener fe. Aunque, si él quería que creyera, podría
haber hecho algo en ese sentido antes. En vez de esperar hasta mi muerte
para mostrar su mano. Al igual que un hombre. ¡Maldita sea! Susurró unas
cuantas oraciones para pedir perdón por lo bajo, lo que obligó a su mente
a repetir “Amén”, una y otra vez, para que los pensamientos poco
caritativos no terminaran filtrándose.

—Srta. Fontanna, ¿vamos a morir? —preguntó la preciosa… por fuera…


Anne, interrumpiendo su monólogo interior.
—Probablemente —Bueno, honestamente no es la mejor respuesta en
cualquier situación, pensó con una mueca de dolor mientras la cacofonía
de lamentos se reanudaba —. Niñas. ¡Niñas! —gritó para hacerse oír por
encima de su clamor — Dejad de llorar. Deberíais estar alegres o algo así.
Creo que vamos al cielo. Lo último que oí es que es una buena cosa —
Incluso si le estaba ocurriendo siendo tan joven, especialmente para su
cargo, era la voluntad de Dios, quien realmente no debería dejar que los
hombres con pánico condujeran autobuses.

Ups. Una vez más, no era el momento apropiado para cuestionar su plan.
¿Por qué estoy intentando cabrearle? Rompiendo a cantar, rápidamente
llevó a las niñas a un frenesí de alegría forzada, en la única canción
religiosa que podía pensar era en una de Navidad, pero al menos tenía
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algún tipo de insinuación de iglesia. Aunque, a quién le importaba las
palabras, las dulces voces de sus estudiantes eran hermosas,
entusiastas, el sonido seguramente apaciguaría incluso al más gruñón
de los dioses. Sus melodiosas notas se alternaban con el silencio, aunque
algo empujó el autobús. La luz desapareció bruscamente y un profundo
estruendo hizo vibrar el vehículo a su alrededor no era precisamente
tranquilizador, pero aún era mejor que estrellarse con la muerte. Eso
espero.

Louisa se apartó de las caras llenas de preguntas, para mirar por el


parabrisas, entrecerró los ojos a la oscuridad. Al principio, no vio nada.
Un temblor de duda le hizo roer su labio. Mientras que sus alumnas
podrían haber ganado su lugar en el cielo por el hecho de ser menores de
edad… porque desde luego no eran ángeles… ella posiblemente aún tenía
un poquito que purgar. Empezando por segundo grado cuando pateé a
Lukas en las joyas por llamarla su novia. Su lista de pecados sólo crecía
desde ese punto. Aunque seguramente, su posición como maestra, mal
pagada e infravalorada, para los huérfanos contaría para algo. Incluso si
a veces les comparo con el mismo diablo.

Un suspiro de alivio se le escapó cuando una tenue luz apareció y se


acercó, una linterna flotando seguramente en las manos de Pedro para
guiarlas a las puertas del cielo. ¿O era Pablo? Nunca pudo mantener sus
nombres.

Claro que nunca pensó que Pedro / Pablo se vería como un duende de
piel verde con colmillos afilados y ojos rojos brillantes. Como el que vi en
la carretera justo antes de saltar. Pero más feo. Uh-oh, tal vez el poderoso
había escuchado algunos de sus malos pensamientos.
¿No me digas que terminamos en el infierno? Eso sería un asco.

Sin embargo, al final resultó que Dios no tuvo nada que ver con lo que
sucedió después.

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sst —El tirón en su manga le hizo voltearse para ver quien
quería hablar con él. Observó que no había nadie en los
alrededores del hotel y estaba a punto de regresar para
ordenar otra bebida cuando un tirón más fuerte, junto con un irritado —
Estoy aquí —le obligó a bajar la mirada.

Brax echó una mirada evaluativa el alien intentando llamar su atención.


La mujer de piel verrugosa apenas llegaba a su cintura y sus ojos rojos
realmente no la convertían en muy atractiva, pero quizás a su borracho Página | 10
mejor amigo, no le importaría su menos que estelar aspecto.

—Hey, Xarn —Dio unos golpecitos en el hombro de su compañero.

Xarn se alejó de la barra, con una bebida brillante en cada mano.

—¿Qué?

—Hay una mujer aquí que necesita tus servicios.

—¿En serio? ¿Quién? —miró a su alrededor, sonriendo con sus


puntiagudos dientes a las hembras en los alrededores, las incorrectas.

Brax agarró su cabeza y apuntó hacia abajo. Xarn parpadeó antes de


liberar su cabeza.

—Ella es corta.

—Cómo tu miope —Brax contestó con una risita a su leve broma —


Deberías pensar en ella como en el tamaño correcto para chupar tu polla.

La comprensión amaneció en los ojos de Xarn y miró hacia abajo a la


alien verde con ojo calculador. Entonces, negó con la cabeza.

—No estoy lo suficiente borracho todavía para ignorar el hecho de que


ella tiene colmillos afilados —Encogiéndose de hombros de hombros,
Brax se dirigió a la mujer. —Lo siento, pero tendrás que esperar. Quizás
si vuelves más tarde, después de que haya absorbido unos cuantos vasos
de Quergon ale, estaré de mejor humor.

Con el rechazo, sus rasgos se arrugaron y sus fosas nasales, las tres, se
dilataron.
—No estoy buscando una aventura sexual. Sois Brax y Xarn, ¿no? Los
mercenarios más grandes de la galaxia, ahora que Tren y Jaro se han
retirado, ¿no?

—Siempre fuimos los mejores —Xarn respondió y momentáneamente


ignoró su cerveza para responder a la observación sarcástica —Mis
malditos primos sólo sabían cómo jugar mejor en los medios.

—Si tú lo dices. En realidad no importa. Tengo trabajo para ti.

—No estamos buscando uno en este momento—respondió Brax —.


Acabamos de llegar de unos buenos atracos… um… quiero decir de
suministrar la adquisición de carreras, así que estamos al ras por el
momento. Nosotros, sin embargo, te damos gracias por pensar en
nosotros. Página | 11

—Pero hay un tesoro.

—No.

—Whoa, compañero, no hay que apresurarse —Xarn apoyó una mano


como advertencia en el hombro de Brax —Cuéntanos más de este tesoro.

—Es virtualmente inapreciable. Y prohibido, por eso que es tan valioso.

—¿Cómo prohibido? Tratar con el mercado negro es un dolor en mi


trasero púrpura. Nunca sabes cuando ese agujero de gusano va a escupir
hacia fuera. Y me niego a volver a ese lugar obsidiana. Malditos ladrones
que funcionan en dicha operación.

El rechinar de los dientes abrumó incluso al sonido resonando de la


música en vivo.

—Olvida el tesoro entonces. Te pagaré. Pagaré el doble de su precio


habitual.

Curioso, Brax preguntó:

—¿Por hacer qué?

—Por matar a la tripulación de un buque, pero sobre todo, al capitán.

—¿Por qué?

—Porque es un bastardo tramposo.

—¿Eres su esposa? —preguntó Xarn.

—No.
—¿Su amante?

—No.

—¿Entonces por qué matarlo?

Hizo una mueca, mostrando los dientes amarillentos que terminaban en


dentados puntos.

—Porque me engañó a las cartas y nadie me engaña y se sale con la suya.

—¿Qué has perdido?

—Diez créditos.

Las cejas de Brax seguramente golpearon el techo. Página | 12

—¿Diez créditos? Esa no es una razón para matar a alguien. Roba sus
botas y véndelas. Ponlo sobre un barril y azótale en público incluso, ¿pero
te das cuenta de que nuestra tarifa es mucho, mucho más de los diez
créditos que perdiste?

Sus ojos se entrecerraron con ira, haciéndola más fea que antes, lo que
habría creído imposible.

—Malditos cobardes. Encontraré a alguien más para hacerlo entonces —


Ella se fue pisoteando, una gran salida estropeada cuando un alien más
alto tropezó con ella y un camarero derramó su bandeja de bebidas sobre
ella.

Brax se volvió hacia el bar mientras ella gritaba que iba hacer que
asesinaran a ambos por su osadía.

—Cosita loca, ¿verdad? —Brax murmuró.

—Sí, como si fuéramos a tomar una pobre excusa por un asesinato. No


estamos desesperados por trabajar —Demasiado tarde, Xarn dio una
palmada en su boca.

Brax todavía le golpeó.

—Eres un idiota. Será mejor que esa entidad estúpida que piensas que
es un dios no te escuchara.

—Pensé que Murphy se había trasladado a otra galaxia —Xarn respondió,


su tono no totalmente confiado mientras observaba alrededor de la
habitación llena de humo.
—Eso es lo que escuché, pero aun así. Después de lo que nos hizo la
última vez, deberías saber mejor que tentarlo.

Como muchos habitantes del universo ya sabían, Karma, la diosa menor


de la Galaxia Perdida que nadie parecía recordar, era una perra, su
hermano Murphy poseía un maldito sentido del humor, uno que ellos
conocían desafortunadamente.

No sería la primera vez Brax y Xarn terminaron siendo el blanco de las


bromas de Murphy. Pero sin saberlo, ya que seguían lanzando tiros de
putrefacción intestinal, esta vez, no estarían solos. Louisa estaba a punto
de conocer a Murphy también.

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espertar atada a una mesa nunca era un buen augurio en las
películas y de alguna manera, Louisa dudaba que descubriera
algo diferente cuando le sucedió a ella. Especialmente cuando
notó que también carecía de ropa.

—Maldita sea. Dios, o Aslan 3 , o como sea que te estás llamando a ti


mismo en estos días, si esta es tu idea de una broma celestial, entonces
no estoy recibiendo eso —gritó al techo, una superficie con brillantes
paneles. Página | 14

No obtuvo una respuesta, no es que esperara una. La sospecha de que


había dejado la realidad y quizás perdido sus canicas, se hizo más fuerte.

Ella se devanó el cerebro, intentando ver si podía recordar cómo podría


haber terminado como actriz en una posible película / porno.

Lo único que recordaba después de ver el duende con la linterna era que
algo caía al suelo y un gas llenó el autobús, de pronto se sintió agotada,
luego despertó en el actual dilema.

Tamizó los acontecimientos recientes, puso lo que sabía junto y llegó a


una conclusión sorprendente.

Luces brillantes, más tipos verdes feos, más una Louisa desnuda, era
igual a una abducción alienígena. Y como todos sabían, a los aliens les
gustaba realizar sondas anales. ¡Por encima de mi cadáver!

—Hey, pervertido, ¿qué piensas hacerme? —gritó, porque no quería


permanecer inmóvil y aceptar la penetración de cualquiera de sus
agujeros sin luchar. La respuesta, con la forma de una mano viscosa en
la pantorrilla, le hizo gritar —¡Eeew! ¡Quítame tu mano, o cosa, o la

3
Aslan: Personaje de Las Crónicas de Narnia.
mierda que tengas, de encima! —Olvidó los años que había pasado como
maestra para aprender a refrenar su lengua, los viejos hábitos regresaron
rápido. Una respuesta incomprensible, hablada en un idioma que
parecían gárgaras y resoplidos, le hizo girar la cara. —Oh bruto. ¿No
puedes primero sonarte la nariz o algo?

Más discurso absurdo acompañado de dedos viscosos agarrando su


oreja. Ella gritó algunos improperios coloridos relacionados con empujar
objetos en sus agujeros cuando algo se atascó en su canal auditivo.

Esperemos que ningún pequeño huevo de alíen crezca dentro de su


cerebro y estalle al llegar a un punto, matándola. Maldito su ex-novio, el
imbécil que la había obligado a ver el canal de ciencia ficción.

Debido a su inducción involuntaria en las películas de terror sobre Página | 15


alienígenas, no podía dejar de pensar en todas las cosas horribles que a
los extraterrestres les gustaba hacer a los blandos humanos.

Aturdida, ella dejó de gritar. No acabo de oír eso. O eso era lo que
esperaba. Necesitando una aclaración, ella dijo:

—¿Perdón?

—Cállate o muere —anunció la voz, la pronunciación del Inglés parecía


entrecortada, como si de fuera filtrada a por una máquina —Tú eres
nuestra prisionera, mujer bárbara. Tú y las halflings4 a tu cargo.

—¿Halflings? —Oh, su clase. Buen trabajo olvidándolas. Supongo que no


ganaría el título de “Maestra del año”… de nuevo. Tardíamente se le
ocurrió pensar en preguntarse en qué habían hecho con sus alumnas.
Claro que, eran huérfanas con mala actitud y problemas, pero maldita
sea, ellas eran su responsabilidad, sus propias pequeñas maníacas a un
paso del reformatorio. Si alguien llega a matarlas por mal comportamiento,
seré yo —Será mejor que no hayas dañado ni un pelo de sus cabezas.
Son niñas e insisto en que ellas regresen a casa.

—¿O si no qué, tonta mujer? Tu atrasado planeta no tiene medios para


darme caza. Tus amenazas no tienen sentido. La resistencia es inútil.

Ella soltó un bufido.

—Copión. Conozco esa línea. La robaste de Star Trek.

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Halflings: criatura perteneciente a una raza que aparece en numerosos mundos de fantasía, son
seres con aspecto de niños, muy curiosos, sin miedo y hábiles como espías o furtivos.
—¡Silencio! —Un rostro se unió a la voz altisonante, asumió que era un
efecto secundario del traductor metido en su oído.

¿Mataron al conductor? El conocimiento debería templar su lengua, pero


el miedo tendía a obligarla a hacer las cosas más estúpidas.

—Sigue adelante y veras lo fácil que resulta cuidar de esas mocosas.


¿Sabes que Angelic, quien no tiene nada que ver con su nombre, puso
vaselina en mis zapatos? Y, Betty, la que tiene el hoyuelo, arrojó pimienta
en mis cereales —Claro que eso fue antes de que descubrieran que
Louisa, a diferencia de las maestras y supervisores del grupo que se
ocupaban de ellas antes, no toleraría ninguna tontería.

Revenge5 era su segundo nombre. Literalmente, su madre lo puso en su Página | 16


partida de nacimiento justo antes de llamar a su padre y llevar su culo
ante los tribunales por la manutención de los hijos.

No hacía falta decir que con un nombre así, no dejó que nadie le apretara
las clavijas, ni siquiera las niñas huérfanas. Le tomó varios meses de
frustrar sus intentos de llevarla al lado oscuro, pero habían llegado a un
entendimiento. Demonios, incluso podría decir que le gustaba su carga…
si le obligaban a punta de pistola. La cara del duende desapareció y
escuchó un susurro. La curiosidad no le permitió mantener la boca
cerrada por mucho tiempo.

—Hey, ¿por qué no me dices cuál es el plan? ¿Qué harás con nosotras?
—Para su sorpresa, recibió una respuesta.

—Las hembras pequeñas serán vendidas como esclavos al planeta del


placer donde se les enseñará a convertirse en grandes cortesanas.

No tuvo ningún problema para entender esto. Tampoco le gustó.

—No.

5
Revenge: Venganza.
—¿Qué? Un duende sorprendido apareció de nuevo sobre ella.

—No se puede esperar seriamente que apruebe eso. Son niñas.

—Según nuestra investigación, alcanzarán los niveles humanos de la


edad adulta dentro de las próximas dos rotaciones planetarias de tu
planeta.

—Es inhumano.

—Y esta discusión ha terminado, mujer bárbara. Tal vez estás celosa


porque tu avanzada edad y tamaño excesivamente grande no te hacen
buena para nada más que trabajar como esclava servicial6.

—No soy vieja —Veintiocho era una edad muy respetable. No tenía réplica
para la parte del tamaño sin embargo. Página | 17

Con prácticamente un metro ochenta y dos, amplios hombros y caderas,


junto a sus kilos de más, no era una cosita delicada.

Una risa húmeda fue la respuesta.

—Oh sí, bueno si soy tan fea y vieja, ¿entonces por qué me quitaste la
ropa? ¿Eh? Contesta a eso.

¿Por qué locamente quería que viera su atractivo? Nunca lo entendería.

—La condición primitiva de tu mundo natal hace que sea necesario que
nos limpiemos. Eso incluye la descontaminación de tu cuerpo,
desagradablemente pálido y la incineración de tu ropa cargada de
gérmenes. Se te asignarán vestimentas apropiadas para tu posición como
esclavo.

¿Quemar su ropa? ¡Maldita sea! Había conseguido hace poco esos jeans
rotos.

Idiotas. Dejaron de hablarle en ese momento. Algo bueno, porque luchaba


por no reírse cuando una extraña luz fluorescente pasó por encima de su
cuerpo, haciéndole cosquillas.

Una vez que pasó sobre ella un par de veces, las bandas que la mantenían
cautiva se replegaron en la cama y pudo saltar de la indefensa posición

Esclava servicial: criada.


6
para enfrentarse a los alienígenas. ¿Cómo pretendía luchar desnuda? No
lo había planeado del todo.

Quizás a bofetadas con mis tetas. La gravedad no era amiga de ninguna


mujer una vez que llegaba a los veinticinco. Por desgracia, su
enfrentamiento no ocurrió ya que el feo tío verde se fue antes de que
pudiera actuar. La habitación contenía sólo la cama y una pila de ropa
en el suelo.

Con el levantamiento de la tela, lamentó otra vez la pérdida de sus


vaqueros, y ahora añade a la lista de su ropa interior y sujetador.

Pero, puestos a elegir entre su traje de cumpleaños o un artículo parecido


a un saco de patatas... Página | 18

El cambio de ropa que le daban no gritaba precisamente “moda”, pero el


suave material no irritaba y por lo menos cubría las partes cruciales, a
duras penas. También ofrecía algo de comodidad a las chicas que
llevaban la misma ropa, aunque dada su menor estatura, les llegaba
hasta las rodillas y las pantorrillas y no hasta la mitad del muslo.

Descubrió a las chicas a su cargo cuando una puerta se abrió y se dirigió


a explorar, sólo para encontrarse en otra habitación llena de once caras
conocidas.

—Srta. Fontanna —chillaron al verla.

—¿Qué está pasando? —preguntó Lila, elevando la voz sobre las demás
—Nos despertamos en esta habitación, desnudas. Nuestra ropa había
desaparecido y todo lo que pudimos usar son estas cosas —Lila pellizcó
el dobladillo de su vestido con desagrado.

—Quien quiera que sea, se va a freír en la cárcel, porque en cuanto


salgamos de aquí, voy a llamar a la policía para hablarles sobre estos
pervertidos —Añadió Anne.

Dejando que las preguntas fluyeran sobre ella, Louisa se tomó un


momento para evaluar su entorno. La entrada por la que había llegado
desapareció cuando una parte de la pared se deslizó hacia un lado para
cerrar el espacio con un clic de mal agüero.

No tardó a examinar el resto de la habitación. Una docena de estanterías


atornilladas a las paredes con delgadas baldas y mantas.
Un cilindro que se levantaba del suelo en la esquina que temía era su
único inodoro y una rejilla de metal grande en el centro.

Probablemente por lavar la sangre cuando tengan que matarme.

No podía permitirse inquietarse durante el show situación o tendría a


once niñas de dieciséis a diecisiete años chillando un poco descabezadas.

Y entonces podría ser la que limpie la sangre cuando me rompa y las mate.

Pero ¿qué podía hacer para salvar la situación?

Secuestrada por piratas espaciales, de camino a ser vendidas, con nada


más que las bolsas de patatas sobre sus cuerpos, ¿cómo podrían
salvarse? Estamos muy jodidas. Renunciar no era una opción, sin
embargo, no mientras aún respirara. Página | 19

—¿Qué es lo que recordáis?

—Caímos por un precipicio —empezó Katrina.

—Entonces terminamos absorbidas por una luz —añadió Jasmine.

—Y luego algo lanzó una especie de bomba de humo en el autobús y todas


nos desmayamos.

—¿Algo más? —Preguntó. Se encogió de hombros al ver las caras en


blanco ante su interrogatorio. Parecía que era la única que despertó
mientras la descontaminaban… e insultaban su cuerpo —Bien niñas,
escuchad. Esta es la situación. Ya no estamos en la tierra.

—¿Hemos ido al cielo? —preguntó Chloe.

—Pues no.

—¿Hemos ido al infierno? —dijo Katrina.

—No, tampoco. Chicas, hemos sido secuestradas por unos traseros feos,
duendes alienígenas.

Su clase de huérfanas se miraron unas a otras, unas cuantas encogieron


sus hombros delgados, y luego, comenzaron a reírse.

—No estoy bromeando —dijo Louisa, plantó las manos en sus caderas.
Dándoles un ceño feroz.
—Claro, no lo haces —se rio disimuladamente Angelic —¿Conseguiste un
subidón con ese humo? ¿O quizás conseguiste en tus manos algunos
roofies7?

—Claro que no. Te digo la verdad.

—No somos idiotas —dijo Betty rodando los ojos.

—Podemos manejar la verdad. Admítelo, hemos sufrido un accidente y


todas estamos como en un estado de coma o algo así.

—Eso es una estupidez —dijo Josie —. Si todas estamos en un estado de


coma entonces ¿cómo podemos estar hablando entre nosotras?

—¿Me acabas de llamar en serio estúpida, perra? Página | 20

Moviéndose con rapidez, Louisa se interpuso entre las niñas antes de que
los puños volaran, pero no detuvo las miradas asesinas y las amenazas
murmuraras de 'después'.

—Ambas son idiotas, así que callaos. No estamos en un estado de coma.

Nancy habló, sus ojos parecían los de un búho sin sus gafas.

—Obviamente hemos sido secuestradas por tratantes de blancas que


buscan vendernos para ejercer la prostitución en el extranjero.

Los gritos acompañaron a su anuncio… así como las afirmaciones


arrogantes de cómo tal y cual se venderían por un mejor precio que la
flaca fulana de tal.

Louisa levantó las manos.

—¡Silencio! —No hizo nada para reducir el alboroto. Plantó dos dedos en
su boca y silbó, todas se quedaron en silencio —. Jesucristo. Dejaros de

7
Roofies: un sedante que se hizo en la década de 1970 por Roche y se utilizó en hospitales sólo
para la sedación profunda. Ahora es conocida como la droga de la violación.
perras y parad de quejaros. ¿Desde cuándo nos permitimos ser víctimas?
¿No aprendisteis nada en estos tres últimos años? Os enseñé mejor que
esto.

Dejó vagar la mirada sobre ellas, capturando los ojos de cada una,
tratando de inculcar algo de su falsa calma y confianza.

—Puede parecer bastante imposible, pero tiene que haber una manera de
salir de aquí. Así que pongamos nuestras cabezas a trabajar juntas.
Necesitamos pensar en un plan antes de que los aliens regresen —Una
risita cumplió con sus palabras, pero las chicas se tranquilizaron cuando
miró hacia abajo.

—Usaste el nombre de Dios en vano —dijo Sade en el repentino silencio,


con las mejillas torneadas en un rojo brillante cuando todos los ojos se Página | 21
volvieron directamente a ella.

—Odio tener que decírtelo querida, pero Dios no está aquí para
escucharte. Ahora, la buena noticia es que no fuimos secuestradas por
tratantes de blancas que buscan venderte al comercio sexual.

—¿Y cuál es la mala noticia?

—Son piratas alienígenas y tienen la intención de venderte a una especie


de comercio sexual galáctico.

—Digamos por un momento, que creemos la cosa del alien, ¿cómo es eso
mejor?

—No lo es, pero por lo menos ahora tienes las cosas claras. La pregunta
es, ¿qué vamos a hacer al respecto?

Jasmine levantó la mano y la agitó.

—¿Sí?

—¿Qué aspecto tienen los aliens?

—Corto, verde y feo.

—¿Así?

Todos los ojos siguieron al lugar que Jasmine señalaba con el dedo y se
quedaron mirando boquiabiertas al corpulento duende en la puerta.

Él blandía una porra metálica y sonrió, mostrando los dientes afilados


cuando se dio cuenta de que les llamó la atención.
Louisa ahogó en un petulante “Te lo dije”. También se adelantó para
colocarse delante de las chicas. Cruzó los brazos sobre su pecho y miró
al alien.

—¿Qué quieres?

—El capitán dice que eres demasiado ruidosa.

—¿Y? ¿Qué vas a hacer al respecto?

Su respuesta lo desconcertó, hasta que recordó que sostenía un arma.


La agitó apuntándola.

—¿Eso es todo lo que tienes? —sonrió, sin poder resistir la burla. Había
derribado a matones más grandes que el pequeño hombre verde antes. Página | 22

La situación le recordó al momento en que tomó el bate de béisbol y el


novio de Betty llegó poco contento con la ruptura. Louisa le enseñó qué
los murciélagos eran para jugar a la pelota. No hacía falta decir que una
vez que logró cojear lejos, llorando por su mamá, él no regresó.

—Voy a hacerte daño si no te comportas —amenazó cuando su sonrisa


maligna y el saludo de su porra no tuvo el efecto deseado.

Una risa se le escapó, probablemente en parte causada por la histeria y


en parte porque el feo cara verde adoptó un expresión de perplejidad.

A lo grande o vuelve a casa, el lema de su padre pasó por su mente


mientras dejaba a sus entrañas guiarla.

—Me gustaría verte intentarlo.

Decidida, dio un paso hacia delante y arremetió, rugiendo como lo hizo


cuando los mapaches pensaban atacar los cubos de basura.

Ante su sorpresa, el tipo verde retrocedió, dejando caer su porra que


golpeó el suelo con un clang y rodó hacia Louisa. Se lanzó sobre el arma
y envolvió la mano alrededor de ella.

De inmediato se puso de nuevo en pie, sólo para ver al alien salir de la


habitación, la puerta corrediza se cerró detrás de él. Ahora sabes, que
incluso los marcianitos malos son gatitos si se enfrentan a una mujer
fuerte.

Se volvió, dando golpecitos con la porra en su palma y se enfrentó a sus


alumnas aturdidas.
—Os dije que los aliens nos secuestraron —El anuncio petulante, a juego
con su sonrisa.

—¡Y tú le has hecho huir!

Una verdadera sonrisa se le escapó cuando las chicas chocaron los cinco.

Cuando se detuvo la charla excitada, sus estudiantes se acurrucaron,


lanzando una mirada recelosa sobre su hombro para comprobar si
alguien espiaba. Se les ocurrieron algunos planes. La mayoría inviables,
pero por lo menos les dio concentración. Y lo mejor de todo, esperanza,
porque no importaba como de grave fuera la situación, Louisa no
permitiría que se las llevaran.

Página | 23
squivando los disparos láser, con el objetivo de matar en vez
de incapacitar, Xarn maldijo su estupidez al atreverse con
Murphy. Como de costumbre, la deidad eligió joderlos y de
manera espectacular, también.

—¿Cómo de lejos está la nave?

—No muy lejos, pero nuestras posibilidades de llegar con todas nuestras
partes del cuerpo intactas se ven bastante delgadas —Brax respondió Página | 24
antes de volver a disparar. Un grito resonó a sus espaldas.

—No puedo creer el descaro de ese bastardo, congelar nuestros créditos


así y encasquetarnos algo que no hicimos.

Xarn se quejó por enésima vez desde que habían oído la noticia de una
orden para su arresto. Aunque su aparente asesinato de la amante del
gobernador reforzaría su reputación, le ponía furioso.

Prefería obtener créditos por las cosas que habían hecho realidad y
mientras que él o Brax lo habría hecho en un santiamén, tenían este
diminuto código moral que no les permiten matar a las mujeres a sangre
fría.

—¿Estás seguro de que por accidente no la follaste hasta matarla cuando


estabas borracho la otra noche?

—Estoy seguro —Lo que él no admitió era que se había despertado sobre
un montón de vómitos en el suelo de la habitación de su puta favorita.

Pese a su falta de destreza, debido a un exceso de bebida, aún ella se


embolsó sus créditos.

Tengo que recortar el consumo de alcohol. Tanta diversión durante su


juventud, el glamour de ir en borracheras que duraban varios ciclos
galácticos ya no le atraían tanto.

Ahora, después de una noche de ello, se sentía como una mierda


recalentada y tardaba muchísimo en recuperarse. Me estoy haciendo
viejo.
La idea le deprimió y le hizo descuidado. Un dolor ardiente atravesó su
brazo. Uno de sus agresores, también conocido como policía en esta
particular ciudad, tuvo suerte y se anotó un golpe.

Xarn apuntó con cuidado y disparó. Al menos el cerdo, literalmente, con


un par de hocicos peludos, no viviría para presumir de haber herido a
uno de los famosos amigos púrpuras. Conocidos como el Dual Terror, él
y Brax mantenían su reputación mediante las hazañas y sus
devastadoras destrezas y su impecable encanto. Ah y la risa, porque a
pesar de sus violentas intenciones, por alguna razón, los seres
encontraban difícil tomarlos en serio.

Eso funcionaba a su favor con bastante frecuencia.

Su primo, Tren, afirmaba que sus madres habían metido una especie de Página | 25
amuleto de la suerte en sus culos cuando eran bebés, mientras que Jaro
opinaba que habían vendido sus almas a algún tipo de deidad galáctica.
A decir verdad, él y Brax eran simplemente increíbles y sus primos, que
trataban a Brax como el primo que siempre habían deseado, estaban
celosos. Y por eso el resto el universo aún no los había reconocido como
los mercenarios más maravillosos y mejores especialistas en
adquisiciones.

A pesar de su impresionante trayectoria, la distinción del “mejor” seguía


sin pasar por ellos, aunque sí permanecía en la familia.

Hace poco pertenecía a Tren, que por suerte se retiró cuando secuestró a
una humana y luego pasó a Jaro, quien fue secuestrado y reclamado por
cierta guerrera Zonian. Su salida de escena debería haber significado que
él y Brax finalmente consiguieron la atención que siempre se habían
merecido.

En lugar de eso, se habló de un nuevo mercenario interviniendo para


tomar dicha atención, otro primo o tío por parte de su familia materna.
Maldito Jerk. ¡Ese centro de atención nos pertenece! Nos lo ganamos.

Murphy debió espiarlos de nuevo, esta vez en sus pensamientos, porque


de repente Xarn consiguió su maldita atención.

Literalmente. Resplandeció en el cielo mientras un altavoz crepitaba,


“Parad de matar a los ladrones y dejad que os arresten… O mejor aún,
seguid corriendo para que podamos disparar a vuestra piel de
escorbuto8”.

Tampoco el escenario atraía a Xarn por lo que apuntó y disparó a la luz


deslumbrante. La oscuridad cayó sobre ellos y Brax maldijo cuando
tropezó con un muro, la repentina falta de iluminación los dejó ciegos
mientras se acostumbraban a la penumbra. Se movieron, esperando
contra todo pronóstico que de alguna manera lograrían salir del planeta
con vida. Era una apuesta que Xarn no aceptaría.

Prefería ganar.

—¡Psst! Guerreros de color púrpura. Por acá —Una voz los llamó desde
el oscuro hueco de un callejón. Página | 26

Poniéndose a gatas, se precipitaron a cruzar la calle hasta la grieta entre


los edificios donde una corta, figura encapuchada les hacía señas con
una garra en la punta de la mano. Dado que no había mejores ofertas por
el momento, le siguieron, solamente haciendo una mueca de disgusto
cuando su guía bajó por una rejilla en el suelo, derecho al sistema de
alcantarillado.

—Así no es como Tren escaparía —Brax gruñó mientras avanzaba con


dificultad por el fango rancio.

—¿Tienes un plan mejor, genio? Xarn gruñó, su estómago revuelto por el


hedor —Oye, tú, guía, ¿a dónde nos llevas?

—Sé una forma de llegar a la nave.

—¿Y por qué nos estás ayudando? —preguntó Brax, vacilante.

8
Escorbuto: Enfermedad producida por la carencia de vitamina C en la alimentación, que causa
anemia, debilidad, manchas en la piel y hemorragias.
La figura encapuchada se detuvo también y se giró a la vez que se quitaba
la capucha. Una fea mujer verde, con familiares ojos rojos, los saludó.

—¿Llegó a mi conocimiento que puedes necesitar asistencia para escapar


y quizás hasta un empleo? —Su sonrisa afilada parecía demasiado
satisfecha.

—No estamos tan desesperados —Un estruendo sacudió la tierra a su


alrededor y el lodo salpicó sus botas —Está bien. A ver si puedes
encontrar el camino.

La hembra irritante se volvió y empezó a alejarse.

Brax lo miró y silbó.

—Buen movimiento. ¿Conoces la forma de salir de aquí? Página | 27

Por mucho que le fastidiara, Xarn suspiró y llamó a su guía.

—Aceptamos la misión pero no sólo conseguimos dos veces el precio,


también mantenemos el tesoro.

—Y nos guiarás a nuestra nave y te aseguraras de que podemos escapar


—agregó Brax.

—Hecho —respondió rápidamente, demasiado rápido. Xarn pensó en


preguntar a la mujer vengativa cómo iba a lograr eso, pero su estómago
escogió ese momento para rebelarse contra el mal olor y con cosas más
importantes ocuparon sus pensamientos, tales como vomitar lejos de sí
mismo, siguió rápidamente a la figura encapuchada mientras los
conducía por un laberinto de túneles, que afortunadamente resultaron
estar secos en un punto.

Tardaron varias unidades galácticas en llegar a una escalera que


conducía a una rejilla.

—Subid a la cima y coged el desvío.

—¿Cómo vamos a saber cuál? —preguntó Xarn.

La mujer resopló.

—Y pensar que os elegí sobre el nuevo campeón de color púrpura.

—¿Hey, de quien hablas? —preguntó, pero la rechoncha hembra ya se


había escabullido entre las sombras.
—Iré el primero —anunció Brax, trepando por la escalera, dejando a Xarn
siguiendo la vista no tan agradable del trasero de su amigo, como sanción
por no moverse más rápido.

Se colgó de los peldaños metálicos y esperó. Aun así, cuando la sorpresa


llegó, casi los sacudió desde donde estaban encaramados.

—Maldita mujer psicópata —Brax siseó cuando las llamas iluminaron su


espacio estrecho y el hedor del humo invadió inmediatamente el agujero.

Empujó la rejilla, se desplomaron a un lado y emergieron en una pesadilla


de fuego. Varios incendios salpicaban la zona de atraque de las naves
espaciales y aunque los seres se precipitaban alrededor de ellos con
mangueras químicas para pulverizar la zona, no podían mantenerse al Página | 28
día con el incendio.

Pero en medio de todo el humo y llamaradas, la nave permanecía sin


manchas, y tardaron sólo un instante de despachar a los cuatro guardias
de pie sobre ella, un gran insulto, dada su reputación.

Una vez a bordo, no se demoraron, encendieron los impulsores, dejando


de lado su habitual comprobación previa en favor de una salida rápida.
No salieron totalmente desapercibidos.

Su pantalla de visualización se iluminó con la cara del gobernador, su


habitual semblante rojo ahora amarillo por el enojo.

—No tienes permiso para salir —le gritó —. Apaga los motores y regresad
para enfrentaros a la justicia.

—Lo siento, pero no nos someteremos a juicio por algo que no hicimos —
Brax respondió sin detenerse en su trazada principal para conseguir
liberarlos de la atmósfera.

—Haznos saber cuándo atrapes al culpable, sin embargo —añadió Xarn


—. Nos encantaría regresar de visita algún día.

Aparentemente, el gobernador no sentía lo mismo porque un


estremecimiento recorrió la nave cuando algo impactó contra sus
escudos.

Antes de que pudieran tomar represalias, una explosión mayor estalló, la


fuerza de la misma balanceó su nave.

—Certificablemente loca —murmuró Brax, refiriéndose de nuevo a su


empleadora.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —preguntó Xarn.

—¿Pasar de la bruja fea?

—Tomaste las palabras de mi boca, compañero —Sin embargo, al parecer


su deseo de abortar su misión con la hembra verde no iba a suceder. Se
liberaron de la atmósfera y se alejaron del planeta, encerrados en un
conjunto de coordenadas que no reconocían y nada de lo que hicieron las
cambió.

Al parecer, les gustara o no, estaban a punto de matar a un capitán y su


tripulación. Y todo porque una mujer despechada por el juego. En
realidad era un poco vergonzoso. Por otra parte, no podía ser peor que la
vez que mató a un trío de seres por pronunciar mal su nombre. Y,
además, esta vez había un tesoro. Página | 29

Pasaron varios ciclos galácticos antes de alcanzar su destino, tiempo


durante el cual leyeron con desprecio los distintos informes imprecisos
de su supuesto delito y la espectacular fuga.

A pesar de la falsa acusación, se beneficiaron con todos los trabajos


procedentes del hecho, algo bueno también, teniendo en cuenta que su
cuenta de créditos estaba congelada a la espera de la investigación.

El buque que rastreaban resultó fácil de encontrar porque estaba fuera


del prohibido cuadrante. Saber cuáles eran sus objetivos piratas
disminuyeron cualquier duda que tuviera sobre el trabajo.

Se había criado en las historias de sus padres… porque su madre no


podía establecerse con un solo… persiguiendo a los ladrones deshonestos
y volándolos en pedazos… después de que adquirieran los tesoros
primero, por supuesto.

Un simple EMP “impulso electromagnético que jode el control electrónico”


dirigido a la otra nave, cuyos pilotos neciamente no tenían sus escudos
a pleno rendimiento, hizo que colocarse a un lado y acoplarse fuera muy
fácil.

Instalaron un tubo de espacio exterior para unir las naves, trabajaron un


poco con el láser para crear un agujero, y en segundos estaban a bordo
de la nave de sus víctimas, haciendo lo que mejor que sabían hacer,
causar estragos.

La tripulación de duendes verdes, eran la mitad de su tamaño y el único


tipo con tentáculos estaba manejando los motores, no tenía ninguna
posibilidad, no contra dos guerreros de su calibre.
Así que para hacerlo más deportivo, Brax y Xarn, enfundaron sus
cuchillos y se enfrentaron a la tripulación pirata con sus puños.

Por las galaxias, tanto conocidas como no, cómo disfrutaba la emoción
que obtenía al golpear a alguien. Habría sido mejor enfrentarse a alguien
más de su tamaño, pero le aplacaba el conocimiento de que sus atacantes
más pequeños lo compensaban atacándole en grupos de tres y cuatro.

Finalmente, con sólo un mínimo contusiones, principalmente en sus


espinillas porque los piratas eran muy cortos, derrotaron a todos, a
excepción del capitán, que parecía haber desaparecido.

Xarn sacudió al último miembro de la tripulación gimiendo y cuando le


miró a los ojos rojos, dijo: Página | 30

—¿Dónde está el idiota a cargo de la nave?

—Izquierda.

—¿Qué quiere decir a la izquierda? ¿A dónde fue?

—Se fue justo después de adquirir la carga. Otra nave lo recogió. Dijo que
iba a reunirse con nosotros antes de que llegáramos al planeta de la
subasta.

—¿Y cuál es la carga?

Los ojos rojos se entrecerraron y Xarn evitó por poco la saliva en las
siguientes palabras del tripulante.

—Es una maldición, te lo digo. Si eres listo, vas a dejarlo atrás. No es


nada más que problemas desde que lo recogimos.

—¿Qué habéis recogido?

Pero su informador terminó de hablar. Sus ojos se pusieron en blanco y


colgó sin vida en el agarre de Xarn.

—Por las bolas peludas de esa puta de Jintora five. Nuestro objetivo
principal no está aquí —Xarn maldijo.

Brax, que estaba limpiándose la sangre verde de las manos, hizo una
pausa.

—¿Qué quieres decir con que no está aquí? Nuestra empleadora parecía
condenadamente segura.
—Y parece malditamente equivocada. Al parecer, el capitán debe haber
obtenido una oferta mejor, porque abandonó la nave hace un tiempo. Y
por mi parte no estoy de humor para darle caza. Digo que le mintamos si
llama. ¿Cómo mierda va a saberlo? Volaremos la nave y las evidencias
desaparecerán.

—Suena bien.

Aunque primero, tenían un tesoro que localizar y descargar.

No importaba la supuesta maldición. Sólo iban a transportarlo el tiempo


suficiente para venderlo. Xarn imaginó montones de joyas, quizás
algunos minerales del prohibido planeta Zonian. O algunas especias
únicas de...
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Mientras se dirigían a la bodega, él y Brax intercambiaron grandiosos
cuentos de lo que harían con su mitad de la riqueza.

Comprar una nueva nave. Parte de un planeta. No, un burdel para poder
fornicar gratis. O, ¿qué tal un restaurante? Xarn siempre quiso meterse
en la buena cocina, un hobby que había abandonado debido al señuelo
del crédito fácil… y las burlas de su familia.

La puerta del área de almacenamiento de la nave estaba cerrada con


llave, no es que los detuviera. Unas golpes de sus pistolas láser y
rompieron la cerradura. A la cuenta de tres, abrieron la puerta y entraron
en la sala del tesoro.

Se detuvieron repentinamente, se quedaron codo con codo mientras


observaban incrédulos a la docena de rostros mirando hacia ellos, por su
aspecto todas eran humanoides medianas. Excepto una.

Más alta que el resto, pero corta comparada con Xarn, la bárbaro humana
era curvilínea, vestida con nada más que un trapo que no hacía nada
para ocultar una cantidad exuberante de curvas, con su cabello castaño
fijado sobre su cabeza en un lío desordenado y los labios fruncidos en
una invitación, Xarn olvidó todo en ese momento, incluso su nombre, ya
que la lujuria se apoderó de él. Oh, ella es tan mía.

La hembra humana parpadeó sorprendida. Él sonrió. Ella jadeó y blandió


una barra metálica hacia ellos.

—Retrocedan, tu-t-tú alienígena sarnoso antes de que yo, eh, ¿Os haga
daño?

Terminó su amenaza con una nota interrogativa y se mordió el labio


inferior con preocupación. Era la más linda visión, y el mayor
endurecimiento de sus pollas, que habían presenciado en las galaxias
conocidas.

Como con un mismo propósito y al unísono, Brax y Xarn gritaron:

—¡Mía!

Y con esa breve declaración, su cuidada redada degeneró en una


lujuriosa pelea.

Louisa parpadeó. Nada cambió. Cerró los ojos, contó hasta cinco y los Página | 32
abrió de nuevo. No, todavía había dos enormes tíos púrpuras, peleando
en el suelo.

No era exactamente algo que habría esperado cuando se abrió la puerta


después de varios ruidos extraños.

—¿Um, perdón? —Se aventuró tentativamente, sin saber muy bien qué
hacer con la nueva situación. A diferencia de sus secuestradores duendes
cortos, estos dos individuos, aliens o como quisiera llamarlos, parecían
muchísimo más peligrosos. Y sorprendentemente calientes.

Vestidos con algo que Han Solo9 usaría: pantalones, blancas camisas de
lino atravesadas con tiras de cuero, lucían cuerpos llenos de músculos.
Si no fuera por su color de piel y dientes puntiagudos, tendría a un par
de lobos aullando por la calle cuando volviera a casa. A diferencia de los
hombres de la tierra, sin embargo, ellos no le prestaron atención cuando
se aclaró la garganta.

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Han Solo: es un personaje de ficción y uno de los protagonistas de la trilogía original de Star
Wars.
—¿Qué son? —susurró Angelic, arrastrándose hasta estar a su lado, con
una barra metálica más pequeña en sus manos.

De hecho poseían tres en este punto, los tipos verdes finalmente fueron
más sabios después de que ella y sus inadaptadas se mantuvieran como
un enjambre frente a los guardias que entraron. Se habrían liberado de
su prisión ya, si no fuera por las malditas bombas de humo que sus
secuestradores habían arrojado en su celda.

Lo gracioso sin embargo, fue cuando sus secuestradores, inmunes al gas,


consiguieron escapar antes de que Louisa pudiera tomarlos de rehenes,
los idiotas carecían de la inteligencia para despojarlas de las armas
mientras yacían inconscientes.

No es que su recopilación de barras les había hecho algún bien. No se Página | 33


habían visto las verrugas en lo que supuso era una semana. Era difícil
de decirlo sin ventanas ni relojes. Contaba el número de comidas,
entregada dos veces al día por una ranura en la pared.

—Se ven como idiotas para mí —contestó Louisa —. ¡Hey chicos! —El dúo
forcejeando la ignoró, el sonido de carne golpeando carne fue la única
respuesta —¿Hola? —Habló un poco más alto, pero estaban demasiado
involucrados en su pelea, los dos machos adultos, que se parecían más
a niños en este momento, continuaron su batalla. Y empezaba a
cansarse. —Niñas, daros la vuelta por favor.

—Hablando de arruinar nuestra única diversión — murmuró una y entre


suspiros a juego, su clase se volvió para darle la espalda a la escena.

Apretando su agarre en la barra metálica en su mano, Louisa avanzó


hacia los combatientes. Rodaron en su dirección y ella chilló de forma
poco femenina cuando retrocedió de un salto con los dos pies. Su estado
asustado no la frenó de balancear la barra. Logró, con su impulso salvaje,
darle una paliza en la cabeza a un combatiente.

Él se quedó inerte en el suelo y el otro se tambaleó sobre sus pies, con


una sonrisa en su cara ensangrentada.

—Sabía que me preferirías —dijo con profundo estruendo que provocó un


escalofrío por su cuerpo. Se dirigió hacia ella y estiró una de sus enormes
manos malva para alcanzarla.

Dio una sola mirada a la luz malvada en sus ojos, que prometía cosas
deliciosamente traviesas… y se agachó para que poder pegarle en las
espinillas. Cuando él se dobló con un fuerte “¡Ay!” le golpeó en la cabeza
y lo noqueó.
El silencio reinó de pronto, a excepción de su respiración un poco
errática.

—Muy bien, chicas —dijo mientras se daba la vuelta para ver a su grupo
de inadaptadas mirando boquiabiertas a los dos montones inconscientes
en el suelo.

Empujó un mechón suelto de cabello detrás de su oreja y fingió


indiferencia.

—Olvidaos de la lección actual sobre patadas y tirones de pelo. En su


lugar, creo que es hora de que aprendáis a atar algunos nudos —Y quizás
un poco de palpación alien, pensó mirando el gran cuerpo, musculoso y
macizo de color púrpura. Página | 34

Incluso desmayados, eran desalentadores en tamaño. Fácilmente sobre


su metro ochenta, si no más cerca de los dos metros. Su piel resplandecía
con un color morado oscuro, el cual tenía que admitir, encontraba más
atractivo que el verde de sus secuestradores. Mientras que los dos
hombres inconscientes compartían rasgos: angular cara, similares
pómulos, nariz fuerte, oscuros y definidos labios; su cabello se
diferenciaba entre una melena de color ébano y el otro muy corto de color
blanco. Sus ojos, cuando estaban abiertos al menos, brillaba con un azul
claro que le recordaba a luna llena sobre la nieve.

—¿Has terminado de mirarlos, Sra. Fontanna? Porque es probable que


debamos atarlos antes de que se despierten. No creo que ellos vayan a
estar felices cuando lo hagan.

Sorprendida por sus pensamientos, saltó al trabajo.

—Cierto. Bueno, vamos a colocarlos en sus espaldas. Katrina, tú y Chloe


conseguid esas tiras de tela que hicimos. Josie y Betty, observad la
puerta, en caso de que haya más —encomendó las tareas a sus
estudiantes, a algunas sólo para ocuparlas con algo que hacer e impedir
que entraran en pánico u obtener un tirón de su pelo.

Lo que realmente quería hacer era comprobar lo había detrás de la puerta


abierta. Todas ellas habían escuchado el sonido de algo pasando.

Los gritos, los golpes. ¿Significaba que sus duendes captores habían sido
derrotados, o estaban... muertos? Si así fuera, ¿convertía eso a los chicos
púrpuras en el suelo sus héroes y salvadores?
Sólo tenía que pensar en la forma en que la habían mirado, sus ojos
desnudándola en un instante, su reclamación 'Mía' envío un escalofrío
por su espalda, para saber que no eran la caballería viniendo a liberarlas.

Sus palabras me dicen que tenían el rapto en su mente. La idea debería


haberla asustado, no hacer que sus pezones se tensaran en pequeños
puntos.

Soy una zorra. En realidad, más bien una profesora cachonda que no
había conseguido un polvo en unos pocos meses. En realidad, desde que
había dejado a su fracasado esposo hace algunos años, sólo se había
acostado con un hombre, mientras que estaba estúpidamente borracha,
en el día que su divorcio concluyó.

De alguna manera, dudaba que la vergonzosa experiencia, que Página | 35


involucraba un montón de sudor, gruñidos y caerse de la cama, ya que
todo daba vueltas, podía compararse a la escalada de cualquier montaña
e ir a dar una vuelta.

Manos grandes, pies grandes, polla grande, vamos a comer. Un mal


momento para recordar una canción sucia, ya que le hizo soltar una risita
lo suficientemente fuerte como para que Anne le dirigiera una mirada de
reojo.

Pateando su mente fuera del canal, procedió a mostrar a sus chicas la


forma correcta de hacer un nudo y de atar a un alien como si fuera un
pavo. Y, no deshizo y rehízo cada uno de sus intentos porque no quería
tocar a los tipos púrpuras en el suelo. Definitivamente no quería ver si
los bultos eran músculos reales o chalecos antibalas.

Como Angelic diría, mentirosa, los pantalones del mentiroso en llamas.


rax recobró el conocimiento, pero lo lamentó, teniendo en
cuenta el dolor palpitante en su cabeza. Oh, eso es todo. No
beberé nunca más. Él soltó una risita. Cómo si eso fuera a
suceder. Se quedó helado cuando un susurro agudo le mostró que no
estaba solo.

Lo cual le recordó... que no estaba bebiendo, estaba asaltando esa nave


de duendes y encontró a una humanoide muy sexy, quien procedió a
darle una paliza con una especie de barra. ¿Acaso no sabía que las barras Página | 36
eran para jugar y no para golpear? Se aseguraría de darle clases de su
uso más tarde.

O, ¿qué tal ahora? No hay mejor momento que el presente. Abrió los ojos y
fue a sentarse. No se movió. ¿Qué en las galaxias?

Estiró la cabeza, miró su cuerpo y se vio atado con toda clase de cuerdas,
desde cableado eléctrico, a tiras de tela e incluso una corta longitud de
cadena. A diferencia del primo de Jaro, Xarn, no se despertó desnudo con
una mujer caliente sobre él.

Maldito Jaro por tener toda la suerte.

Giró la cabeza y vio a Xarn aún dormido en el mismo estado.

—Psst —Su susurro silbante no penetró el grueso cráneo de su amigo y


las risitas en la sala se hicieron más fuertes —. Xarn, idiota, despierta.
¡Hemos sido capturados!

—¿Qué? —Sus ojos se abrieron de golpe y Brax vio cómo su compañero


pasó por el mismo acto de intentar levantarse sólo para descubrirse atado
como una ofrenda a la virgen del fuego en el séptimo cuadrante galáctico.

—Mierda —Xarn murmuró —. Estoy atado. Pero ¿dónde está la mujer


desnuda buscando mi semilla?

—Me preguntaba lo mismo —Brax contestó, otra vez maldijo la fortuna


de su primo.

Un peso se asentó en su pecho y por un momento pensó que ella iba a


ser amable con él y darle lo que quería. Pero volteó su mirada hacia atrás
para ver a una humana en miniatura sentada en él, blandiendo una barra
metálica.

¿En serio?

—No te muevas, lechón, o te doy una paliza —amenazó. Entre su blanca


sonrisa con dientes feroces y sus mejillas pecosas, Xarn nunca había
visto nada más lindo y menos propenso a herirle, a menos que se le
reventara un órgano de reírse.

Resopló y luego se rio disimuladamente, entonces se echó a reír a


carcajadas cuando la pequeña niña guerrera en su pecho agitó su arma
y gruñó.

—Clarabella, baja del pecho del caballero —La dulce voz rodó sobre él y Página | 37
le dejó un hormigueo.

Con un “Aahh” de pesar, la Halfling se levantó de él.

Se estiró, buscó un atisbo del hablante y una oleada de lujuria le atravesó


al ver a la hembra que había brevemente vislumbrado antes de su
inoportuna captura. Se veía igual que recordaba, con su pálida piel y
labios rojos, ansiaba explorar los montículos debajo de su feo vestido
incluso si sólo lucía dos.

Enterrar la cara entre sus muslos cremosos. Ver si su miel sabía...

Un pinchazo en la ingle se llevó la fantasía a una chirriante y dolorosa,


interrupción.

—¡Ay! ¿A qué ha venido eso? —exclamó.

—Hay niñas aquí —le respondió, puntos rosados salpicaban sus mejillas
—Contrólate.

Disgustado porque había dejado que su lujuria le superase, la polla de


Brax se marchitó, ayudada por el dolor de su golpe.

La risa de su amigo no hizo el asunto mejor.

—Ja. Acabas de conseguir su aclaración. Además, es obvio, que me


prefiere, soy más sexy. Haz conmigo lo que… ¡OW!

Brax sonrió cuando la hembra sometió a Xarn el mismo castigo.

—¿Tengo que volver a deteneros? No tiene gracia. Ambos sois mis… —


tras varias aclaraciones de gargantas, se corrigió —nuestros presos. Y
como tales, os tendréis que comportar.
—¿O? —Brax, quien normalmente era el que tenía mejores modales de
los dos, la incitó.

—O te pegaré con tanta fuerza que podrás cantar como un soprano el


resto de tu vida —amenazó, elevando el listón.

Hmmm, quizás hostigarla no era la mejor solución.

—Me parece bien. Somos tus prisioneros. ¿Qué quieres de nosotros? —


preguntó. Por favor, que diga mi cuerpo.

—¿Qué quieres decir, con que somos tus prisioneros? —Xarn exigió. —
Nosotros somos el Dual Terror, combatientes extraordinarios,
mercenarios del más alto calibre, maestros en, bueno, en casi cualquier
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cosa. No permitimos que nos hagan prisioneros. Nosotros capturamos. Y
somos encantadores. No debemos olvidar esa parte.

—Estamos atados e indefensos ante esta obviamente hermosa e


inteligente humana. Creo que es mejor si obedecemos.

Brax arqueó las cejas a Xarn, cuyo rostro despejado le hizo comprender.

—Tienes razón, hermano de armas. Estamos atrapados e indefensos.


Estamos a tus órdenes, oh deliciosa mujer. Ten tu camino perverso con
nosotros. Yo primero.

Un resoplido y una sacudida de su cabeza permitió a Brax saber que su


estratagema para tranquilizarla falló miserablemente.

—Cambia el título Dual Terror por par de payasos. Y lo único que quiero
de ti es saber cómo dirigir este pedazo de basura de vuelta a la tierra.
Creo que encontré la sala de control, pero no puedo hacerme una idea de
qué hacer y los botones que presioné no parecían lograr hacer cualquier
cosa.

—Desafortunadamente, no podemos volver a tu planeta natal —Brax


respondió con un suspiro dramático —. Cláusula Galáctica cinco mil
seiscientos treinta y uno, apartado cuatrocientos setenta y tres. Y cito,
en términos simples, una vez que una bárbara es tomada de su planeta,
no pueden ser devueltas bajo la pena de muerte para todas las partes.

—Bueno, ¿qué tal una cláusula? Si no lo haces, te mataré yo —espetó.


Plantó las manos en las caderas y le lanzó una mirada ardiente. Por todas
las galaxias, sabía cómo tentarlo.
—¿Xarn? ¿Qué piensas de su oferta? —le preguntó, tras haber utilizado
el momento de su discusión para evaluar las ataduras que lo sujetaba.

Con un desgarro que hizo que los ojos de la hembra se ensancharan,


Xarn se puso de pie, seguido de Brax, quien sólo consiguió liberar un
brazo porque la cadena le sujetaba el otro.

Pero no le detuvo, se agachó a la primera oscilación, entonces agarró su


muñeca y apretó hasta que dejó caer el arma. Xarn en cambio sufrió
muchos golpes de las halflings que gritaban y se reunieron y golpeándole
con las barras metálicas y sus pequeños puños. Xarn agarró a una de
esas pequeñas demonios y negó con la cabeza hacia las demás.

—Retroceded o ella lo pagará —Xarn amenazó, empujando a la pequeña


humana con pecas contra su pecho. Dejó que sus labios flotaran sobre Página | 39
su oreja para poder murmurar —. Sabes que en algunas culturas, este
tipo de violencia se considera los juegos previos —frotó su entrepierna
contra sus nalgas sólo para asegurar su punto —. O bien detienes a tu
ejército o me saltaré al evento principal. ¿He mencionado que implica
morder?

Ella al instante se quedó inmóvil, pero mientras imaginaba que el temor


desempeñaba un papel en eso, para su sorpresa, un olor almizclado llegó
a su nariz, que puso su polla aún más dura. ¿Es excitación lo que huelo?
Un aroma que también debería conocer dado que la había provocado con
bastante frecuencia y aunque ella era una especie con la que jamás había
copulado, el tiempo que pasó alrededor de Jaro y su compañera humana,
Aylia, constantemente fornicando, le hizo familiarizarse con el olor.

Se olvidó de Xarn, ya que él podía manejarla por sí mismo. Brax tenía


cosas más importantes de las que encargarse. No quiero decepcionar a la
mujer bárbara. Le acarició el cuello, el leve roce de sus dientes contra su
columna la hizo estremecerse entre sus brazos, su respiración se aceleró.

—¿Qué será? —Por favor, di copular —Xarn finalmente se impondrá tanto


si voy en su ayuda o no.

—Tú ganas —respondió. Su voz salió ronca y baja, y maldita sea si no


amaba el sonido de eso —. Niñas. ¡Niñas! ¡Retroceded! —Cuando sólo
unos pocas de ellas le hicieron caso, un penetrante silbido salió de sus
labios. Brax casi la soltó por la sorpresa.

Esto llamó la atención de los diablillos que aun colgaban de Xarn. Con
miradas de reproche, lo dejaron libre.

Con el espíritu de buena voluntad, Brax ordenó:


—Suelta a la halfling.

—Ella me ha mordido —Su amigo frunció el ceño.

La hembra en sus brazos escupió:

—Capullo.

La palabra, aunque era desconocida para él, tenía un significado fácil de


adivinar. Xarn gruñó mientras dejaba que la pequeña hembra fuera a
reunirse con las demás.

—Yo digo que tomemos a la más grande y dejemos a estos pequeños


demonios atrás —Xarn murmuró, mirándole con el ceño fruncido.
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—La más grande. ¿Perdona? Voy a fingir que no me has llamado gorda.
Ah y por cierto, nadie se queda atrás.

—Nadie dijo que tenías algo que decir en el asunto, mujer.

Xarn hinchó el pecho y puso su cara más amenazadora.

La mujer en sus brazos resopló.

—Mi nombre es Louisa. Y, me importa un carajo quién te crees que eres.


Tú no vas a dejar atrás a mis chicas, a menos que tengas la intención de
dejarme con ellas.

—¿Crees que puedes pilotar esta nave de vuelta a tu planeta tú misma?


—Brax intentó no sonar condescendiente, pero debió descifrar su tono,
porque el cuerpo entre sus brazos se tensó.

—¿Crees que no puedo?

—Um, Brax —Xarn se acercó una pared que lucía una luz roja
intermitente —Creo que será mejor dejar esta nave pronto. Alguien activó
el mecanismo de autodestrucción.

Un coro de “No fui yo” resonó, y por una vez no fue pronunciado por Brax
o su hermano de armas.

—¡Mierda! ¿Cuánto tiempo?

—No mucho.

Brax izó a la hembra hasta que ella colgó sobre su hombro. Enganchó un
brazo en sus muslos y se distrajo con su olor, tan cerca de su cara, y tan
obviamente desnuda. Un empujón desde atrás trajo su atención de
regreso.

—¿A qué estás esperando hombre púrpura? Sácanos de aquí —exigió la


mandona pecosa mientras se abría paso a codazos.

Suspirando en voz alta, Brax encabezó la marcha a pesar de su mejor


juicio. ¿Qué hacían él y Xarn con una pandilla de niñas mal criadas? No
lo sabía. Pero, mientras acariciaba el muslo descansando junto a su
barbilla, mientras ignoraba las amenazas enmarañadas y puñetazos en
su espalda, se consolaba con el hecho de que al menos una cosa buena
saldría salir de ello.

Fornicación. Y mucho de eso.


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Colgando sobre el hombro del guerrero púrpura, Louisa no sabía qué


pensar. En primer lugar, estaba molesta porque los artículos que ella y
su clase utilizaron para atar los tipos gigantes no funcionaron. Pero de
nuevo, no se había esperado que fueran tan fuertes.

Ellos rompieron las ataduras de tela con una facilidad que hizo su vientre
apretarse y no de miedo.

Cuando el que tiene el pelo blanco y corto la levantó contra él, intentó
luchar, mientras que era demasiado consciente de él como un hombre.
¿Qué tan desesperada estoy en una situación de vida y la muerte, que me
pongo cachonda por un hombre alien que no oculta el hecho de que va a
violarme en un segundo?

Peor aún, esperaba que lo hiciera de todos modos. Frotó un paquete


bastante impresionante contra su trasero cuando le arrojó esa amenaza.

Si todo lo demás falla, tal vez puedo sacrificar mi cuerpo para salvar a las
chicas.

Debería tener esa suerte. Por otra parte, tal vez debería refrenar su
furiosa libido. Los aliens que se habían hecho cargo de su captura, sin
duda no eran tan peleles como los tipos verdes anteriores.
Añade lo que los dientes puntiagudos significaba para los carnívoros y
tal vez debería vigilar su paso… y su boca.

Pero, el otro tipo grande a pesar de que fue atacado, en realidad nunca
lastimó a cualquiera de mis niñas. Amenazado, sí. Las sacudió y las apartó
haciéndolas caerse con una mueca, sí. Pero, sus chicas sólo chillaron de
emoción sanguinaria, no de dolor.

¿Qué tan malo podrían ser estos aliens si contenían su evidente fuerza
contra las niñas? ¿Y por qué que intento instarme a pensar que son
buenos? Son aliens y dejaron claro que no tenían intención de regresarlas
a la tierra. Entonces, ¿dónde dejaba eso a ella y a su clase? Perdidas en
el espacio. Hey, ¿no era el nombre de un show?
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Se mordió el labio para ahogar una risita cuando pensamientos de la
comedia sitcom10 de los años sesenta atravesaron su cabeza.

Claro que todo pensamiento de “tal vez no eran tan malos después de
todo” huyeron de su mente cuando el que la había capturado la colgó
sobre su hombro y acercó la cara a la partes consideradas privadas… y
totalmente encendidas.

Golpearle en la zona de los riñones y llamarlo por algunos nombres le


hizo ganarse una palmada en el trasero. Ella gritó, pero después acarició
su trasero y susurró:

—Algunas mujeres disfrutan los azotes en su trasero. Si continúas


luchando, voy a suponer que eres una de ellas y me esforzaré en calentar
tu trasero con la mano para complacerte.

Como amenaza, estaba bastante bien. Por una parte, se detuvo porque
no quería que él siguiera, pero en menor parte por el dolor que podría
infligirle y más por el hecho de que su cuerpo se hormigueaba
horriblemente por su tacto y proximidad.

10
Sitcom: una comedia televisiva grabada frente a la audiencia en el estudio.
Echo la culpa de su excitación a la adrenalina de la situación.

¿Cómo lo llamaba la gente que había estado cerca de la muerte y la


violencia y sobrevivían? A quién le importaba, sólo sabía que estaba
cachonda. Pero ahora, en las garras de un aliens púrpura, no era el
momento ni el lugar para hacerse cargo de esa necesidad, a pesar de su
aparente interés en hacerlo.

Mientras dejaba que su mente daba vueltas, intercambiaron una nave


espacial por otra, sus chicas murmuraban excitadas en vez de asustadas.
Los niños podían ser muy resistentes. Se concentró en escuchar. Página | 43
—Oh Dios mío, de verdad estamos en el espacio.Echa un vistazo a la vista
desde esta ventana.

—Tengo hambre. ¿Piensan que tienen comida de verdad?

—Ese cabello oscuro es de ensueño. ¿Me pregunto si él es aún jailbait11?

Almacenó el último comentario para tratarlo más adelante. Las chicas


eran definitivamente demasiado jóvenes para el dúo aliens. Necesitaban
a una mujer cercana a su edad, una mujer con experiencia.

Como yo.

Ella frunció el ceño. Espera un segundo, no iba a ceder al síndrome de


Stockholme aunque por primera vez en su vida, no se sentía como una
vaca de gran tamaño. Infiernos, la forma en que el guerrero púrpura la
lanzó por encima del hombro, sin el más mínimo esfuerzo, la puso
caliente y le hizo sentirse muy sexy.

La mayoría de los hombres estaban intimidados por el hecho que podía


pelear con ellos por la sumisión. Intentar salir con chicos más grandes
no funcionó, todos parecían querer a lindas muñequitas de porcelana, su
ex marido era el principal ejemplo.

11
Jailbait: menor de edad para andar consintiendo sexo, que es físicamente madura y lo suficiente
bien formada para pensar que es ya adulta y en edad de consentimiento sexual.
Él se había casado porque ella sabía cocinar y tenía un trabajo. Se alejó
poco después de la boda, no es que ella se enterara de su cadena de
amigas por un tiempo. ¿La excusa cuando lo pilló?

Que no podía obligarse a follarla más porque era demasiado grande y


poco femenina. El maldito idiota. Por lo que tener a un hombre, incluso
a un alien, mostrando el tipo de atención que había soñado, aunque
nunca admitiría ese tipo de debilidad femenina, era bastante agradable.

No es que hubiera cambiado de opinión sobre sus nuevos captores. Eran


aliens y ella intentaría escapar de ellos sin importar lo sexys que eran.
Aunque no estaba por encima de usar sus artimañas femeninas, si era
necesario para recuperar su libertad y la de las niñas. Ah, los sacrificios
que una maestra hacia por sus alumnas. Página | 44

El que la mantenía cautiva sobre su hombro musculoso se alejó de la


cacofonía de las huérfanas por detrás, su larga zancada, los llevó hasta
un pasillo.

—Espera un segundo. ¿A dónde me llevas?

—Aquí.

—Eso no es una respuesta. Llévame de vuelta a mis niñas. Me necesitan.

—Tú vienes conmigo por el momento. Tus demonios van a estar bien.
Xarn las está pastoreando.

—No son ovejas —le espetó.

—No entiendo esa referencia, pero mi traductor parece pensar que estás
hablando de un animal. Así que en este caso, el término de la reunión es
apto.

El tipo la tenía ahí.

—Aún no has dicho a dónde vamos.

—Aquí.

“Aquí” parecía una especie de centro de control o al menos eso asumió


por todas las luces intermitentes. La cambió de posición sobre su hombro
y la dejó deslizarse por su cuerpo… oh… forzando su camisa a subir por
sus piernas. Inmediatamente tiró de ella, con las mejillas en llamas por
su suave risita.
Él la mantuvo inmóvil en un abrazo flojo, pero se negaba a mirarlo, de
nuevo una experiencia extraña dado que normalmente quedaba a la
altura de los ojos o era más alta que la mayoría de los hombres.

Deslizó las manos por sus caderas, dejando una conciencia


hormigueante detrás mientras se apartaba.

—Si tuviéramos tiempo... —dijo casi con tristeza —Pero, por desgracia,
me temo que el placer debe esperar, ya que necesito pilotarnos lejos de
la nave pirata para que no quedemos atrapados en el reflujo de la
explosión. Puedes sentarte, acostarse o estar de pie, no me importa,
siempre y cuando no te pongas en mi camino —le ordenó.

—¿Y luego?
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—Entonces, voy a ver qué escondes bajo ese endeble vestido.

—Y un cuerno que lo harás.

Pero él no contestó, solo le dio una sonrisa y una cachetada en su culo


al caminar junto a ella para sentarse en una especie de silla del estilo
Capitán Kirk.

Ella sintió la necesidad de negarlo de nuevo.

—No voy a desnudarme para ti.

—Me encantan los retos.

—¡Esto no es un juego!

Giró en el sillón y le lanzó una mirada ardiente que hizo sus rodillas
tiemblan.

—¿No lo es? —le sonrió, una curva lenta y traviesa de sus labios y le
guiñó un ojo antes de volverse —. Ponte cómoda mientras nos saco de
aquí. Y para que lo sepas, la puerta está cerrada.

—Gilipollas —murmuró en voz baja, pero debió escucharla, porque una


risita escapó de él. Ella le sacó la lengua a su espalda y luego procedió a
ignorarlo.

Bueno, sus ojos lo hicieron. Sus pensamientos, sin embargo, parecían


decididos a darle ejemplos visuales de las cosas que él podría intentar.
Dios mío, las cosas sucias que podía imaginar. Espero que su especie no
lea mentes.

Puesto que escapar parecía improbable de momento o por lo menos hasta


que entendiera mejor la situación, gentilmente le dejó hacer lo suyo
mientras examinaba su entorno, e intentaba olvidarse de la promesa
excitante en sus palabras y expresión.

Como algo salido de Star Trek, menos Spock y Aurora, había paneles con
botones, mandos, luces y una infinidad de cosas que no podía saber que
eran. Tampoco se atrevía a tocarlas. No después de meter la pata en la
nave de los duendes.

Creo que pude haber empezado todo eso de la autodestruirse cuando tuve
mi rabieta y apreté todos los botones que pude encontrar. Resultó ser una
buena cosa que los chicos púrpura se despertaran cuando lo hicieron y
se hicieran cargo de la situación.

Nunca lo admitiría en voz alta.

Aunque la mayoría de las pantallas visuales mostraban jeroglíficos Página | 46


enrollados que no reconocía, detectó a sus chicas en una pequeña
pantalla. Parecían estar en una especie de habitación, sentadas en un
largo sofá, en torno a la pared.

Clarabella encabezaba el grupo, Angelic estaba a su lado. Podía verlas


hablando mientras gesticulaban con las manos.

Él dijo algo en respuesta a un montón de puños agitados y probablemente


algunas palabrotas.

Plantando las manos en sus caderas, sus labios se movieron mientras


hablaba. Las chicas empezaron a asentir. El grandullón se trasladó a una
pared y golpeó algo. Un instante después, era empujado del camino
cuando sus alumnas se acercaron a por lo que revelaba.

Ella lo perdió de vista cuando él salió de la habitación, así que centró su


atención en sus chicas y notó que se alejaban de la pared, sosteniendo
algo en sus manos que se llevaron a la boca. ¿Les dio la comida? Y a
juzgar por las felices expresiones, esas cosas sabían decentemente, a
diferencia de la bazofia desagradable que los tipos verdes les dieron de
comer.

Su estómago gruñó.

—Hey, ¿puedo obtener algo de lo que están comiendo? —preguntó,


señalando a la pantalla.

Una cálida presencia a su espalda, le hizo saber que su captor púrpura


había dejado su puesto anterior, con pasos silenciosos.
—¿Qué me darás a cambio? —preguntó, agarrándola ligeramente y
girándola para enfrentarlo.

Inclinó la cabeza atrás, muy atrás para poder ver su expresión. Una vez
más, sus ojos brillaban con diversión y sus labios oscuros se separaron
en una sonrisa que revelaba sus dientes puntiagudos.

—No tengo nada —murmuró, sin poder apartar la mirada de su mirada


hipnotizante.

—Oh, yo creo que sí —respondió mientras bajaba la cabeza. Las manos


en sus brazos cayeron a su cintura y la izaron la distancia que faltaba
para llegar a sus labios.

Él la besó y ella se lo permitió, diciéndose que lo hacía por la comida Página | 47


prometida. Por curiosidad por saber cómo se sentiría.

Permitió que la excitación hirviendo a fuego lento en su cuerpo se volviera


un completo infierno. Esperaba salvajismo, tal vez incluso dolor por sus
dientes, en vez de eso, la besó con una sensualidad que le robó el aliento.
Deslizó sus labios sobre los de ella, con caricias plumosas, antes de
chupar su labio inferior y provocarla con la punta de su lengua.

—Mi turno.

Escuchó las palabras roncas, pero aturdida por el beso, no reaccionó


hasta que se encontró en los brazos del otro alien.

Labios duros se aplastaron sobre los de ella, tomando el lugar que su


primer captor dejó y momentáneamente empujó contra su pecho, cuando
la sorpresa le hizo reaccionar. Luego, su beso se suavizó, como lo hizo su
agarre, y a pesar de sí misma, lo disfrutó y un calor lánguido corrió por
sus venas, despertando su cuerpo.

El segundo abrazo terminó con la misma brusquedad que el primero, con


ella retenida entre dos tipos macizos de color púrpura, una situación
precaria que le recordaba demasiado al detonador de una bomba en
Acción de Gracias.

—¡Es mía! —exclamó el pelo blanco —La besé primero.

—¿Y? Yo estaba cuidando de los halflings que ella insistió en mantener.


Así que no cuenta. Además, yo la vi primero, por lo que voy a reclamarla.

De ida y vuelta argumentaron, la única gracia era que la soltaron para


poder estar cara a cara, un par de guerreros erizados al borde de la
violencia. Se alejó lentamente, moviendo la cabeza como si estuviera en
un partido de tenis, mientras se arrojaban palabras y después puñetazos
de ida y vuelta. Es cierto que le resultó algo sexy.

Quiero decir, ¿quién no sueña con chicos peleándose por ti? Por supuesto,
que los míos son de color púrpura, pero aun así... podría ser un cachorro
enfermo, maldita sea, eso es sexy.

Ella podría haber dejarlos en eso para siempre, pero algo sacudió la nave,
inclinando el suelo debajo ella y haciéndole tropezar.

—¡Mierda! —El de pelo blanco gritó mientras corría a un asiento y


comenzó a golpear un panel.

El del pelo oscuro se entretuvo en una pared, sus manos moviéndose en


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un imagen borrosa. Ignorada por el momento, se levantó e intentó
escapar, sólo para encontrarse clavada por un par de miradas azules.

—¿A dónde crees que vas?

Ella pasó a la ofensiva.

—Todavía no me han alimentado y necesito comprobar a mis chicas.

—Tu viciosa descendencia están bien. No sabía que tu especie producía


tan grandes camadas a la vez. Me pregunto si Tren y Jaro lo saben.

—¿Quién? No importa. ¿Qué quieres decir con camada? ¿Crees que las
chicas son mis hijas?

—¿No las reclamaste?

—Sí. Pero no porque les haya dado a luz. Soy su maestra. No su madre.
Pero aunque no estamos relacionadas por la sangre y el colegio de
profesores nunca nos enseñó qué hacer en caso de abducción alienígena,
hasta que las regreses a su casa o les des un lugar donde estén a salvo,
soy responsable de ellas. ¿Lo entiendes? Así que, hazles daño y
responderás ante mí.

Sacudió el puño para dar énfasis, cosa que funcionó muy bien con los
tipos cortos verdes, pero que sólo hizo reírse a los grandes púrpuras.

—Es decidida.

—Y divertida. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó el de pelo blanco —Yo me


llamo Brax. Y este es mi hermano de armas, Xarn.

—Louisa María Revenge Bethany Fontanna.


—Ese es un nombre largo. Vamos a llamarte Louisa. Eso tiene un sonido
más agradable.

—Lo que sea. Ahora que las presentaciones han terminado, ¿te
importaría decirme cuál es el plan?

El que se llamaba Xarn, ladeó la cabeza.

—¿Supongo que te encontrarías ofendida si te sugerimos vender a los


halflings demoníacos en una subasta?

—Déjame decirlo de esta manera, ¿cómo estás de unido a tus pelotas? —


Ella hizo un gesto de cortar con las tijeras y sonrió dulcemente.

Los labios de Xarn dividieron en una amplia sonrisa.


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—No tenemos los testículos en el exterior de nuestro cuerpo. ¿Eso
significa que sí?

Ella gruñó.

—¿Qué quieres decir con que no los tienes?

—Como una raza guerrera evolucionada, nuestros sacos reproductivos


están a buen recaudo dentro de nosotros. Estaría encantado de
mostrártelo si insistes.

—No necesito un ejemplo visual. ¿Qué más sobre ti es diferente? —


preguntó ella, de repente imaginó sus penes con lenguas viperinas o con
algo más temible, con dientes.

—Computadora, lista de diferencias físicas entre los machos Aressotle y


los humanos —Brax ordenó.

Ella prestó mucha atención al equipo cuando empezó a enumerar las


diferencias: el tono de la piel, los dientes, el tamaño en general, la falta
de testículos visibles, costillas adicionales y los músculos, sin pezones.
El último le hizo preguntar:

—¿No tenéis senos masculinos?

—Las glándulas mamarias son para las mujeres —declaró Xarn.

—Aunque nuestra zona pectoral es muy sensible. ¿Quieres tocar?

Sí.

—No. Y mantén tu ropa en su lugar —añadió cuando sus manos fueron


a la apertura de su camisa.
—No hagas caso a mi demasiado ansioso hermano de armas. Carece de
delicadeza.

—No hay nada de malo en mi delicadeza, te lo aseguro —Xarn respondió


con un guiño lascivo.

Brax rodó los ojos.

—Entonces sigues diciéndolo. Antes de pierdas tu encanto, ¿por qué no


le preguntamos?

—¿Preguntarme qué? —preguntó con suspicacia.


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—¿Ya has decidido?

—¿Decidió qué? —le preguntó, desconcertada ante la pregunta.

—¿A cuál de nosotros prefieres?

Bien, eso era contundente. Querían que eligiera a uno de ellos. Sólo había
un problema. Incluso si, hipotéticamente, se permitiera a sí misma
participar, sería con uno y sólo uno, pero el problema era ¿cómo elegir?
Ambos la excitaban.

Y asumió que querían que seleccionara a uno de ellos para tener sexo,
que de nuevo, si tenía que sacrificar su cuerpo y sufrir de placer para
escapar, entonces aceptaría ese martirio por la causa. Pero, ¿era sexo lo
que tenían en mente? Estos eran aliens, después de todo, ¿qué pasa si
se referían algo completamente diferente?

Para ganar tiempo, exigió una aclaración.

—Espera un segundo. ¿Exactamente para qué estoy eligiendo a uno de


vosotros?

—Compañía —declaró Brax.

—Placer —dijo Xarn sin problemas, arqueando una de sus cejas.

—¿Entonces me queréis como novia?

—Eso depende. ¿Los novios en tu planeta se desnudan y fornican? —


Xarn preguntó con un contoneo de sus cejas.
—Por mi parte, quiero que te aparees conmigo —Brax añadió lanzando
una mirada oscura a la suya, ¿qué le había llamado, hermano de armas?
¿Eso les relacionaba o era una especie de cosa militar de tipo alien?

No importaba, ambos querían una respuesta.

—Entonces esta cosa de elegir es vuestra manera, realmente estropeada,


de decir que los dos estáis luchando por mi corazón.

Una arruga estropeó la frente de Brax.

—No tenemos necesidades del órgano interno que controla el movimiento


de la sangre.

—Aunque, si lo hiciéramos, yo tengo el conocimiento de una deliciosa


salsa a base de alcohol. Servido con unas hojas qi qi salteadas, haría una Página | 51
buena comida.

Ella palideció.

—Es bueno saberlo.

—Ahora piensa que quieres comértela —exclamó Brax, negando con la


cabeza a su hermano de armas.

Mirándola de arriba abajo, Xarn se humedeció los labios.

—Sí, sí lo hago. Podría renunciar a la sustancia real por días si me da la


oportunidad de mordisquear.

—Retrocede, tú-tú… caníbales —Ella blandió un puño frente a ella, no


era exactamente la más mortal de las armas, pero era lo único que tenía.
—Nadie se comerá cualquier parte de mi cuerpo.

—No me entiendes —Brax respondió levantando sus manos en un gesto


apaciguador —No, no lo haces. Si me eliges, pretendo meterme entre tus
muslos y darme un festín con tu néctar hasta que te quedes ronca de
tanto gritar de placer.

Sus palabras le golpearon justo entre las piernas, provocando que su


sexo se estremeciera.

—Espera un segundo, ¿estáis hablando de comerme y no comerme? —


Ella podía decir por sus miradas confusas que los había perdido —¿No
piensan matarme? ¿Quereis tener sexo?

Ambos asintieron.
Oh Dios, la excitación de su cuerpo subió varios niveles, con los pechos
pesados y doloridos porque actuaran según sus palabras. Pero eso sería
un error.

—Aunque apenas nos conocemos y es obvio que no somos de la misma


especie, ¿sólo esperáis que acabe de elegir a uno de vosotros para, um,
tener sexo? ¿Y si no quiero? —Una conversación extraña que
seguramente nunca sucedería.

—¿Por qué no lo querrías? Somos considerados atractivos por las


hembras y tenemos bastante experiencia en el arte de la fornicación.

—Soy mejor en eso.


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Brax gruñó.

—No lo eres. Mis compañeras de copulación siempre están bien


satisfechas y me lo dicen.

—Las mías se quedan sin palabras —su amigo le respondió con


suficiencia.

—Yo soy mayor, por lo tanto, automáticamente tengo más experiencia.

—Por tan sólo tres ciclos galácticos.

Observó un poco incrédula como discutían sobre quién era el mejor


amante. Al parecer se habían olvidado una cosa diminuta en su afán por
mostrarse como los más propensos a complacerla.

—Um, muchachos, aunque me siento halagada, no estoy escogiendo


alguno de vosotros.

—¿Por qué? —La pregunta venía con un eco y tragó, ya que ambos
dejaron sus discusiones para centrarse en ella.

—Porque por un lado, no os conozco bien a ninguno. Y en segundo lugar,


no estoy interesada en tener un novio alien. Aún pienso encontrar mi
camino a casa.

—No va a pasar. Las leyes son claras.

—Y no tenemos deseo de ser esta cosa de novio. Suena castrante.

Hablar con ellos estaba haciendo que su cabeza le diera vueltas.


—¿Qué pasa si me ofrezco voluntariamente a tener relaciones sexuales
con uno de vosotros, me llevaréis a casa entonces?

Los amigos se miraron y luego la miraron a la vez. Ambos negaron con la


cabeza.

—Lo siento. Tu planeta de origen está perdido para ti. Pero, elige a uno
de nosotros y te ofrecemos una nueva vida.

Frunció los labios.

—¿Una mejor? —Xarn añadió con tono de pregunta.

Ella soltó un bufido.

—Esta conversación ha terminado —Giró sobre sus talones y luego se Página | 53


quedó mirando la puerta cerrada con consternación.

—Pulsa el panel a la izquierda.

Con los labios apretados, las mejillas brillantes y su sexo anormalmente


húmedo, salió de la habitación, sorprendida porque la dejaran escapar
tan fácilmente, pero de nuevo, sabían que no podía ir muy lejos. Muy
molesta, hizo a un lado su inquietante deseo por esos tipos, pero no pudo
echarlos de su mente.
reo que está jugando a hacerse la difícil —Xarn anunció viendo
a Louisa partir, el susurro de su vestido llamó la atención de
sus ojos al hecho de como el tejido se moldeaba sobre un culo
redondeado que se vería mejor inclinado y desprovisto de ropa.

—O realmente quiere decir lo que dice y no tiene ningún deseo de


desnudarse con ninguno de nosotros —respondió su hermano de armas.

Xarn resopló. Página | 54

—Eso es una tontería. ¿Qué mujer no quiere placer con nosotros? ¿Crees
que la insulté al no ofrecerle un pago por sus servicios?

Brax frunció los labios.

—He estudiado lo suficiente la cultura humana desde que conocimos a


la compañera de Jaro, Aylia, pensar en la oferta de una indemnización
por el uso de su cuerpo podría ser un insulto. Aunque —Brax le dirigió
una amplia sonrisa —, no dudes en probarlo. Estoy seguro de que si
fallas, llegaré a ser la elección más obvia.

—¿Te gustaría que no lo hiciera? —Como si él fuera hacer cualquier cosa


que pusiera en peligro que la hembra le eligiera.

—Sólo busco formas de hacer su decisión más fácil. Parece firme sobre
no escoger, sin embargo.

—Quizás es porque está dividida entre mi gallarda buena apariencia y tu,


um, inteligencia —Xarn sonrió ante la mirada de su amigo.

—Ja. Ja. Deberías haber decidido ser humorista. Pero en serio, podrías
ser algo más. ¿Qué pasa si el problema es que ella se siente atraída por
los dos y no puede decidirse? Somos, después de todo, dos excelentes
ejemplares.

—Tenemos que competir por sus favores y luego, dejar que nos conozca
mediante una serie de acontecimientos físicos y sociales.

—O podemos compartir —dijo Brax lentamente, su expresión apenada


incluso por decirlo en voz alta.
Se miraron el uno al otro y se echaron a reír. Con las otras muchas
hembras, eso era una cosa, que nunca había hecho antes, incluso si se
trataba de una práctica común en su mundo natal. Por alguna razón, las
hembras de su raza tendían a dar a luz principalmente a varones. Lo
bueno, sin embargo, era que su naturaleza podía impregnar a varias
especies aparte de la suya propia, así que nunca hubo ningún riesgo de
que su raza llegara a extinguirse, pero la carencia de hembras hizo qué
algunos de su especie compartieran la posibilidad rascándose la cabeza.
La propia madre de Xarn decidió convivir con dos guerreros, lo que
significó el doble de consejos paternales mientras crecían y el doble de
expectativas exitosas.

—Entonces, ¿qué crees que quiere, si no son créditos? preguntó Xarn, no


estaba dispuesto a darse por vencido. ¿Cómo podía hacerlo cuando un Página | 55
breve sabor de sus labios le dejaba con ganas de más? Luchadora,
temperamental y con un suave cuerpo para dar la bienvenida incluso al
más robusto de los guerreros, ella encarnaba la perfección femenina,
suficiente como para que contemplara por primera vez en su historia,
algo más permanente de lo habitual. Quizás, era el momento de
establecerme con una mujer, al igual que los primos. Parecen satisfechos,
la mayoría del tiempo. También tenía una edad en la que debía pensar
de engendrar su propia línea de pequeños guerreros. Pero primero, tenía
que conquistarla.

—Ni idea —respondió su compañero de armas, pero Xarn podía ver el


cálculo en sus ojos. Su amigo tenía un plan. Pero él también. Más o
menos. Muy bien, no lo tenía, pero él siempre pensaba y actuaba mejor
cuando bajaba la bragueta de sus pantalones. ¿Cómo podía conseguir
gustarle a una bárbara humana, aunque él fuera diferente?

Varias rotaciones galácticas más tarde, rodeado por el parloteo de las


niñas guerreras que formaban una eficaz barrera contra su pareja
elegida, él revisó su plan inexistente, y se aseguró de agregar tapones
para los oídos a la misma.

Lo más cerca que había llegado a estar de la sexy Louisa, era cuando la
observaba en las pantallas de vídeo que supervisaban a sus prisioneros.
Le gustó lo que vio y escuchó, sin embargo, eso le hizo decidirse a desafiar
las travesuras de los halflingss que la custodiaban.

—Entonces, ¿a dónde vamos? —preguntó una de las chicas por cuarta


vez.

—A algún lugar.

—¿Dónde está ese lugar? ¿Va a haber chicos? —preguntó otra.


—No.

—¿Tienes un hermano más joven?

—No.

—¿Un primo?

¿Estas criaturas nunca terminaban con sus preguntas? En el transcurso


de las últimas rotaciones, había hecho varios intentos de penetrar su
barrera para acercarse a la mujer que perseguía su sueño. No sucedió.
Aunque, ahora conocía a las pequeñas demonios por su nombre.
También sabía que estaban un paso por encima de los animales salvajes, Página | 56
tenían una facilidad de palabra que avergonzaría al más fornido guerrero
y tenían más picardía en un dedo meñique que una tribu de duendes de
las galaxias perdidas. En otras palabras, le gustaban. Pero también
quería estrangularlas por no dejarle violar sus filas.

—Deseo hablar con Louisa —Quien nuevamente se escondió en la cámara


de limpieza. Pensó cargar allí y exigir que hablara con él, pero de alguna
manera dudaba que fuera bien.

—Sí, pero ella no quiere hablar contigo —se rio una hembra con los rizos
claros. —Debe tenerla realmente le molesta. Ha estado así ¿qué? ¿Tres
días desde que ella dijo que le hiciste piss encima?

La traducción de sus palabras no tenían sentido.

—No me orine en ella.

Carcajadas fue su respuesta.

—No, dum-dum, quiero decir que la hiciste enfadar. ¿Qué le has dicho?

—Brax y yo le dijimos que debe elegir a uno de nosotros.

—¿Elegir para qué?

Intentó pensar en una forma delicada de decirlo, ya que estas eran


después de todo, jóvenes hembras inocentes.

—Le pedimos que seleccione al compañero que le gustaría conocer más


íntimamente —Satisfecho con su fraseo cortés, se echó hacia atrás y
sonrió. Un repentino silencio saludó a su anuncio y se inquietó al ver la
gran cantidad de ojos juiciosos que lo atraparon en su punto de mira.
—¿Qué? ¿Por qué me miras con tal shock?

—En primer lugar, tío púrpura, no pidas sexo a una chica a la que acabas
de conocer. ¿Qué eres, un cerdo?

—Pero nunca he usado la palabra sexo —protestó.

La conocida como Josie rodó sus ojos.

—Oh, por favor, no somos estúpidas. Íntimo es igual a sexo. Tripulación


desnuda. Tango horizontal. Besuqueando.

Las risitas y muecas a su alrededor le hizo saber que todos los términos
significaban lo mismo.

—Muy bien. Puesto que prefieres que sea franco. Mi hermano de armas Página | 57
y yo le hemos pedido que elija una pareja sexual.

Clarabelle, la pecosa chasqueó la lengua.

—Amigo, ¿qué te pasa? ¿Nadie ha dicho que no se habla esa clase de


mierda delante de los niños?

Lo habían hecho de nuevo. Tropezar con sus propias palabras. Apretó los
labios firmemente cuando las chicas intercambiaron sabios guiños.

—Por suerte para ti —dijo Angelic con una dulce sonrisa que ocultaba su
naturaleza diabólica —, ya no somos niñas. Por lo que podemos decirte
qué hiciste mal.

Se inclinó hacia delante en su insistencia, agrupando sus hombros para


encajar dentro del pelotón de cabecitas.

—En primer lugar, necesitas hacer algo romántico.

¿Perpetrar un gesto que muestra el afecto?

—La salvé de su cautiverio.

—Lo hiciste antes de que la conocieras, así que no cuenta.

—¿Le diste tu comida?

—Oh, así que estás enumerando las necesidades básicas.

Anne hizo un ruido húmedo en su dirección.

—No me extraña nada que se rajara. ¿No has hecho nada bueno? Ya
sabes, algo para demostrar que te gusta.

—Bueno, le di un beso.
—Oooh.

Su murmullo colectivo le animó a seguir adelante.

—Y estoy seguro de que lo hice mejor que mi hermano de armas —Rostros


aturdidos cumplieron a ese anuncio.

—Un momento, Sr. X —dijo la pecosa Clarabelle —. Rebobina un


segundo. ¿Qué quieres decir con que lo hiciste mejor que tu hermano?
¿También le dio un beso?

—Cuando les encontré sus labios estaban bloqueados, la arranqué de


sus manos y procedí a mostrarle mi sin duda mejor técnica.

Risitas cumplieron con su jactancia. Se echó hacia atrás y cruzó los Página | 58
brazos sobre el pecho.

—Oh, muchacho, eres realmente un gran buey despistado. Quieres decir


que vosotros os turnasteis besándola y pasándosela. No es de extrañar
que esté furiosa. Escucha, porque nosotras te ayudaremos. Si quieres
ganártela, tienes que…

—No hagas nada porque no va a suceder —contestó Louisa con voz firme
y sensata cuando finalmente salió de su escondite.

Atrapado, Xarn le sonrió tímidamente.

—Hola.

Louisa lo miró, su aspecto más delicioso en persona de lo que recordaba,


mientras daba unos golpecitos con el pie y apuntaba en una dirección
que envió a las chicas lejos.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—¿Recopilando información? —Levantó una ceja esperanzado.

—A menos que estés aquí para decirme que nos estás llevando a casa,
entonces no tengo ningún interés en hablar contigo.

—Pero, ¿cómo puedes convencerme si me ignoras? —se burló.

Sus labios se apretaron.

—¿Quieres que pague el trabajo con atenciones?

—No, pero estoy dispuesto a dejarte usar tus artimañas para intentar
hacerme cambiar de opinión.
—No va a pasar.

—Un hombre puede intentarlo —dijo con un suspiro dramático —. Pero


en serio, ¿has pensado en nuestra pregunta?

—Lo pensé y dije que no.

—Tu beso sonaba más a un tal vez. Creo que sólo necesitas algo más
convincente.

—No lo creo —dijo ella rápidamente, pero notó cómo sus mejillas se
tornaron de color rosa y los puntos de sus pezones sobresalían
repentinamente a través de su vestido. Había estado por toda la galaxia
las suficientes veces como para saber lo que significaban esas señales.

—¿Cómo lo sabrás si no me das una oportunidad? Esta es la primera vez Página | 59


que me has hablado en varias rotaciones.

—Y si no hubieras ido desgranando temas totalmente inadecuados con


mis chicas, habría desaparecido algunas más.

—Pero, ¿cómo se supone que voy a cambiar de opinión si sigues


evitándome?

—No lo harás

—Sabes que soy más grande que tú, ¿no?

—¿Me estás amenazando? —Ella se alzaba sobre él, con los brazos
cruzados sobre su pecho y sus ojos brillantes de ira. ¡Por todos los dioses
en el universo, la deseaba!

—¿Por qué eres tan terca? Puedo decir que me deseas.

El color en sus mejillas se puso más brillante.

—No lo hago —balbuceó —. Tienes que irte.

—Aún no hemos acabado de hablar. Puedo oler tu deseo, ya sabes.

—No estoy hablando de esto delante de mis chicas—siseó en voz baja.

—Está bien. Entonces iremos a otro lugar para hacerlo —Esposando su


muñeca con una mano, la arrastró por la habitación, lanzando un casual
—Estará de vuelta en un momento —al ver a la multitud. Cuando Louisa
intentó clavar sus talones para detenerlo, él simplemente la cogió en
brazos e intentó no sonreír cuando los pequeños engendros del demonio
empezaron a aplaudir y a reírse.

Una vez en el pasillo, golpeó el control para cerrar la puerta y la bloqueó,


por si acaso. La dejó sobre sus pies.

—¿Qué crees que estás haciendo? —preguntó ella —¿Cómo te atreves


simplemente pensar que puedes entrar ahí y tratarme como… como…?

—Como un hombre que desea a una mujer —proporcionó.

—No, como un cavernícola sin ninguna idea de cómo tratar a una mujer.

Estiró los brazos a ambos lados de su cuerpo y apoyó las palmas contra
la pared, a cada lado de su cabeza, él se acercó más. Página | 60

—En mi cultura, lo que he hice se consideraría algo romántico.

—¿Cómo arrastrarme fuera de una habitación y luego inmovilizarme


contra la pared es romántico?

—Porque quiero estar a solas contigo —Nunca había pronunciado unas


palabras más ciertas.

—¿Por qué? No cambiará nada —sin aliento, susurró las palabras a


través de sus labios.

Sin explicaciones, él se lo mostró, presionando su boca sobre la suya,


como había soñado hacer desde el primer momento. Sus labios sabían
dulce, el sabor del zumo que había bebido recientemente aún se aferraba
a ellos. Antes de que pudiera ir más lejos, ella lo empujó.

—No. No podemos hacer esto. No aquí. Las chicas están justo al otro lado
de esta pared. Demonios, conociéndolas probablemente están
escuchando con los oídos presionados contra ella.

Si el lugar era el problema y no el propio beso, tenía una sencilla solución.


La levantó y la acarreó por el pasillo y dobló una esquina antes de dejarla
deslizarse hacia abajo por su cuerpo. Sus exuberantes curvas le pusieron
duro al imaginarla desnuda contra él.

—¿Esto es más adecuado?

La sonrisa que curvó sus labios y la alegría bailando en sus ojos fue como
un golpe en su estómago.

—Realmente no te gusta la palabra no, ¿verdad?


—Tu boca decía sí. ¿Debo demostrarlo? —Retomó su abrazo, más
hambriento que nunca por su sabor. Y esta vez no protestó, ni lo detuvo.
En realidad, se inclinó hacia el beso y su respiración emergió en jadeos
rápidos. Chupó su labio inferior tiernamente, engatusándola para que
abriera su boca y gimió cuando lo hizo. Más animado cuando deslizo sus
manos para aferrarse a su cuello, acercándolo más y él se lo permitió,
queriendo, necesitando sentirla más contra él.

Deslizó su lengua más allá de la barrera de sus labios, la pasó por sus
dientes antes de sumergirse más profundo en su boca. Su lengua salió a
saludar a la suya, el trenzar húmedo de su carne alimentaba su hambre
por más.

Apoyando su espalda contra la pared, con un brazo anclado alrededor de


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su cintura, él utilizó su mano libre para hurgar entre sus cuerpos,
encontró su sexo húmedo con los dedos y él se estremeció ante la prueba
evidente de su deseo. Mojada, tan húmeda por mí. Exploró su hendidura,
aprendiendo su delicada forma. Ella lloriqueó contra sus labios cuando
frotó la protuberancia en la cima de su sexo, una que acarició una y otra
vez mientras su lloriqueo se aceleraba con desesperación. Una necesidad
desesperada que él también sentía, aunque su propio sexo aún
permanecía escondido en sus pantalones.

—¿Todavía quieres decir que no? murmuró, acariciando su garganta


suavemente con la nariz.

Se arqueó en sus brazos, una risita ronca escapó de ella.

—Simplemente no sabes abandonar cuando estás en una posición


ventajosa, ¿verdad?

Empujó un dedo dentro de ella, las calientes y húmedas paredes de su


canal se apretaron firmemente alrededor de él. Oh, por las galaxias, no
podía esperar a envainar su polla en su acogedor calor. A sentir la
bienvenida de su dulce carne. A escucharla gritar su nombre.

—Nunca renuncio cuando quiero algo.

Alzó los ojos para verlo, con expresión cansada y tentadora.

—Y si yo dijera que no en este momento, ¿qué harías?

—Hacerte gritar que sí—gruñó. Oh, le haría tragarse sus palabras y


quizás más tarde, su polla. Ella no luchó, al contrario, su cuerpo daba la
bienvenida a su contacto, pero al mismo tiempo, sus palabras se
burlaban de él por más. Y él iba a dárselo. Quería llevarla al clímax,
mirarla mientras ella era arrastrada por el placer, una tentadora
precedente a su reclamo. Después, iba a llevarla al borde de nuevo y ella
iba a rogar que la tomara.

Deslizó un segundo dedo y ella se aferró a sus hombros, sus uñas


clavándose en él de una manera deliciosamente dolorosa que hablaba de
su excitación. Él bombeó con sus dedos, entrando y saliendo, saboreando
la succión de sus músculos mientras se aferraban a ellos. Su boca se
hizo agua al sentir su aumento de su humedad, un néctar que no podía
esperar a probar.

Sus gritos de “¡Sí! ¡Sí!” se volvieron más frenéticos, su cuerpo se tensó


alrededor de sus dedos mientras continuaba empujando dentro de ella.
Cuando ella se mordió el labio inferior y su cuerpo se inclinó en un arco,
él gruñó de doloroso placer. Sus propias caderas empujaban hacia
adelante, su polla llena ya punto de estallar. Página | 62

Antes de poder liberarla, de hundirse en ella, de sentir su gloriosa carne


a su alrededor, sintió un golpecito en el hombro.

—¿Qué? Espetó, volviendo la cabeza a un lado justo a tiempo para que


su cara cumpliera con el puño de su hermano de armas.

Toparse a su mejor amigo en un acoplamiento no era inusual, pero a


quien eligió para copular irritó a Brax. En realidad, más que irritarlo, le
dio un ataque de celos.

Cuando Brax los había visto por primera vez, las piernas de Louisa se
envolvieron libremente alrededor de la cintura de Xarn, besándolo con
desenfreno mientras Xarn la complacía con su mano, él se detuvo y se
quedó mirando. ¿Cómo no podría? El espectáculo era fascinante y
eróticamente increíble. Su miembro se endureció, deseando ser parte del
sensual despliegue de sentidos. Gimió al oír a Louisa jadear de placer y
su polla se sacudió cuando ella llegó.

Después, la ira se estableció porque Xarn se había atrevido a seducir a


la mujer que quería como compañera, a sus espaldas. No importaba que
ella no le hubiera elegido oficialmente o que sólo recientemente había
decidido que la quería para algo más permanente que una compañera de
copulación. Desde el momento en que había visto a Louisa, la deseó. Y
voy a tenerla.

La ira porque su hermano de armas pensara robársela le hizo actuar. Dio


unos golpecitos a Xarn en el hombro y cuando se volvió para gruñirle
“¿Qué?” le dio un puñetazo. En cuanto su compañero se tambaleó por el
ataque sorpresa, él cogió a una Louisa floja en sus brazos. Sin embargo
en medio de su placer, con los ojos cerrados, ella no pareció darse cuenta
del cambio de pareja hasta que la besó, sin poder resistirse a la invitación
de sus labios hinchados.

Abrió los ojos y se miraron el uno al otro, sus labios todavía aferrándose.

—¿Qué demonios? —ella jadeó.

Un golpecito en su hombro llegó antes de que pudiera responder. Brax


suspiró contra su boca antes de dejarla en el suelo.

—Sólo dame un momento mientras me ocupo de esto.

Se volvió para mirar Xarn, quien lo fulminó con la mirada, pero eso estaba
bien, porque la sangre de Brax hervía a fuego lento.

—¿Qué mierda haces interrumpiéndome así? —Xarn gruñó. Página | 63

—¿En qué mierda estabas pensando para seducirla de esa manera? —


gruñó Brax de regreso.

—¿Puedo ayudarte? Me ha escogido a mí —alardeó su hermano de armas.

—Como si le hubieras dado alguna opción —resopló.

—Ella está justo aquí —Louisa espetó —. Y no escogí a nadie.

—Entonces, ¿por qué has dejado que él te tocara? —preguntó Brax, sin
poder ocultar el dolor del todo.

—No era mi intención. Esto sólo sucedió. No pasará otra vez.

—¿Qué quieres decir con que no me dejarás darte placer nuevamente?


Lo disfrutaste —Xarn farfulló —. Te sentí llegar con mis dedos.

—Sí, lo hiciste. Gracias. Fue muy divertido.

Brax rio.

—Esto en cuanto a tu técnica. Espera hasta que le muestre la mía.


Pondrá a la tuya en ridículo.

Sus ojos se redondearon con sorpresa.

—Alto ahí, semental morado. ¿Quién dijo algo sobre darte una
oportunidad?

—Es justo que me des la misma oportunidad que a mi hermano de armas


de darte placer para que puedas decidir a cuál de los dos prefieres.
—En primer lugar, no voy a elegir a nadie y en segundo lugar, sólo porque
él me tomó por sorpresa y tanteó un poco —Ella se ruborizó —, no
significa que sea tu turno y me deje.

—Sí—dijo Xarn, cruzando los brazos sobre el pecho con una sonrisa.

—Inaceptable. Insisto en tener el mismo privilegio de llevarte al orgasmo.

Su rubor se intensificó y le resultó interesante ver que ella intentaba


ocultar el hecho de que sus pezones sobresalían a través de su vestido.
Podía negarlo todo lo que quisiera. No estaba diciendo la verdad cuando
dijo que no tenía interés.

—¿Estáis los dos sordos? ¿La palabra “no” significa lo mismo aquí que en
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la tierra?

—Mi oído está perfectamente bien—respondió Brax. —Como lo está mi


sentimiento de justicia. Hermano, si nos disculpas, es mi turno.

—Ya oíste lo que dijo. No te quiere —expetó Xarn

—¿Temes que una vez que le de placer ella sabrá quién es el verdadero
maestro de las artes sensuales? —Brax no pudo resistir la burla
maliciosa. Y funcionó.

Una mirada furiosa cruzó el rostro de su amigo.

—Está bien. Haz tu mejor esfuerzo, todavía va a preferirme. Pero como


nunca tuve que usar mi polla, tú tampoco.

Una sonrisa curvó sus labios.

—Trato. Puedo usar mis labios. Ahora, si no te importa.

—Hola, todavía está aquí y sí me importa—ella balbuceó.

—Mientes porque puedo ver y oler el interés en tu cuerpo —Brax esperó


a que Xarn se fuera antes de volver a mirarla y permitir que su sonrisa
se ampliara —. No temas, vas a disfrutar de esto.

—Pero no... —Su protesta se desvaneció cuando se dejó caer de rodillas


y colocó su cara contra su montículo, el material fino la cubría, pero no
enmascaraba su olor. La acarició con la nariz, inhalando su fragancia,
fuerte debido a su reciente clímax.

—¿Qué haces? —le preguntó con voz ronca —Acabo de venirme. Estás
perdiendo tu tiempo. No puedo llegar dos veces seguidas.
—Si ese es tu creencia entonces ¿dónde está el daño en dejarme probar?
—Colocó las manos sobre sus muslos, empujó la tela de su vestido hasta
que su hendidura apareció. Apretó los labios contra la uve de sus piernas
y la sintió temblar.

—No deberías hacer esto. ¿No hay como una regla tabú sobre salir con la
misma chica que tu amigo?

—En realidad, muchos amigos deciden compartir una misma hembra


como compañera.

—Bueno, es una locura. Soy mujer de un hombre.

—Igual que yo Entonces, coincidimos perfectamente. Pero con dos


especímenes tan finos a elegir, deja que te ayude a tomar la decisión Página | 65
correcta.

—¿Vas hacer una audición por el papel de mi novio, intentando hacer


que me venga? ¿Eres duro de mollera?

—No sé qué significa eso, pero estoy muy excitado.

—Entonces hazte una paja.

—¿Todas las mujeres humanas hablan tanto durante los momentos


íntimos? —hizo la pregunta contra su suave montículo.

Se estremeció.

—Ah demonios. ¿No vas a renunciar a esto?

—No. Así que prepárate para disfrutar —separó sus muslos, no es que
ella realmente intentara detenerlo. Colocó la cara entre ellos y dejó que
su lengua trazara el borde delicado de sus labios inferiores. El dulce
néctar de su cuerpo le hizo cerrar los ojos de placer.

La lamió otra vez, separando sus pliegues, profundizando en su sexo. Ella


jadeó y sus dedos se posaron sobre su cabeza, sus uñas clavándose
mientras la acariciaba suavemente hacia atrás y adelante.

Ya sensibilizada por los cuidados de su hermano de armas, su carne se


estremeció bajo su delicada embestida. Lamió una protuberancia
sobresaliente y sus caderas se arquearon contra su cara, su violenta
reacción, casi derribándole… y deleitándole.

Sosteniéndola con fuerza, él jugó con la sensible carne, frotándolo,


chupándolo, incluso rastrillando sus dientes. Ella gimió, se arqueó, sus
uñas arañaron su cuero cabelludo y él disfrutó cada momento.
—Oh Dios, voy a correrme —exclamó. Qué cosa más hermosa de
escuchar, pero él quería más. Quería que ella gritara para él cuando
llegara como hizo para Xarn.

Unas cuantas pasadas de la lengua contra su nudo y su cuerpo se puso


rígido. Un grito escapó de sus labios. Metió la lengua en su sexo
tembloroso y para su satisfacción vergonzosa, cuando su orgasmo
sacudió su cuerpo, su polla respondió pulsando crema caliente en los
pantalones mientras bebía su clímax, la sintió agarrando su lengua y
temblando contra sus labios.

Nunca había experimentado nada tan excitante y satisfactorio en su


vida… y sin que su polla hiciera acto de presencia.
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Se levanto, abrazó su cuerpo temblando contra él, sin querer dejarla ir.

—No me puedo creer que me hiciste venir por segunda vez —ella jadeó,
con la cara enterrada en la curva de su cuello.

—Un hombre menos caballeroso diría ya te lo dije.

Ella se echó a reír. —Creo que acabas de hacerlo.

—¿Entonces le digo a Xarn que soy tu elección?

—Lo siento, semental. Aunque eso fue divertido y quiero decir realmente
divertido, todavía no he cambiado de opinión. No estoy seleccionando a
uno de vosotros como novio. ¿Y ahora qué?

—Por el espíritu de una competencia justa, debo despedirme, pero no


deseo hacerlo —admitió.

—No puedes irte todavía —chilló. Se echó hacia atrás para mirarlo
fijamente con ojos desorbitados —. No sólo no puedo estar de pie, incluso
si pudiera caminar, no puedo volver allí con esta pinta y sintiéndome así.
Mi clase sabrá lo que hemos hecho fuera.

—¿Este 'hecho fuera', es una expresión humana por darte placer con mi
lengua?

—Sí —El rubor rojo oscuro en sus mejillas le encantaba.

Parecía que su humana decidida no sólo escondía una naturaleza


apasionada, también un lado más suave.

—Ven, te llevaré a un lugar para que puedas descansar en paz. Y cuando


te despiertes, hay instalaciones de baño que puede usar para limpiarte.
—He visto tus instalaciones. Voy a necesitar algo más que un inodoro y
un lavabo.

—El mío tiene una ducha grande.

—Pero mis chicas...

—Se les notificará que estás descansando en un lugar tranquilo y que


volverás después del período de sueño —Él la cogió en sus brazos y la
llevó a su habitación. A Xarn no le gustaría, pero a Brax no le importaba.

Su mujer necesitaba tiempo para recuperarse y ¿qué mejor lugar que su


cama?

Cuando finalmente lo escogiera, ¿cómo podría no hacerlo con el placer que


le di? Ella vería con la rapidez que podía hundir su polla en ella Página | 67
profundamente.
uta. Soy una puta de aliens púrpuras.

¿Cómo había pasado de negarse rotundamente a considerar a


cualquiera de sus captores para dejar a los dos llevarla al
orgasmo? Todavía no lo lograba entenderlo. Ellos la tocaron y ella se
derritió como un helado en un caluroso día de julio. Y aún más
vergonzoso, le encantó.

Más que encantarle, llegó con tanta fuerza que no podía pensar. Y Página | 68
olvídate de permanecer en pie, sus piernas se tambalearon como la
gelatina. No tenía energía para protestar mucho más cuando Brax la llevó
a su cuarto y la arropó con un ligero beso. No dio a su carga ni un
segundo pensamiento, dejándolas solas, probablemente asustadas e
inseguras. Bien, eso era probablemente inexacto. Una vez solas a su
propia suerte, sus chicas probablemente idearían mil formas de causar
estragos.

Una parte de ella sabía que tenía que salir de la cómoda cama, donde
había dormido el tiempo suficiente como para sentirse descansada. Pero,
Brax mencionó la posibilidad bañarse y, chico, lo necesitaba. Lavarse en
el lavabo no le dejaba exactamente a una mujer una sensación de
frescura. Pero una ducha no era su única razón para estar de acuerdo en
permanecer en su habitación. Si debía profundizar en la verdad, todavía
se sentía un poco caliente, un problema agravado por el hecho de que el
olor de Brax permanecía en las sábanas.

¿Qué había en ellos que actuaba como una especie de afrodisíaco? Oler
a un tipo no debería hacerle retorcerse en celo. Recordar el toque de Xarn,
tan bueno, no debería hacerle deslizar la mano bajo las sábanas para
frotar su carne resbaladiza.

Saber que era un error, tan travieso, no le impidió acariciarse, un suspiro


de placer salió de ella mientras acariciaba su clítoris sensibilizado. Sus
caderas bombeaban contra su mano cuando el placer se volvo más y más
intenso... El crujido de una puerta corredera la congeló y abrió los ojos
en shock para ver a sus dos sementales púrpuras acuñados en la
entrada, intentando entrar a la vez. El ardiente resplandor en sus ojos la
dejo sin respiración, pero se las arregló un ahogado,
—Largaos.

—Pero pudimos ver en la pantalla que tienes necesidad. Sólo dinos a cuál
prefieres y el otro se irá —afirmó Brax, el calor en sus ojos haciendo su
coño temblar.

Peor que la traición de su cuerpo, casi gritó, “os necesito a los dos”. Se
abstuvo de decirlo.

—Largaos.

—No hay necesidad de vergüenza, mi dulce bárbara —la engatusó Xarn


—. Estoy más que dispuesto a cuidar tu insaciable deseo por mí —Le
guiñó un ojo. Quería besarle hasta que se le cruzaran los ojos. Estar
sobre él hasta que sus ojos se pusieran en blanco... Página | 69
Ah mierda. Excitada, pillada masturbándose y con ganas de tomar a
ambos en su oferta, ella osciló entre avergonzada y molesta.

—¡Fuera! —gritó, necesitando un poco de espacio y privacidad para


averiguar qué demonios le estaba pasando.

Con miradas contrariadas, como las de un cachorro poniendo ojos de


pena, se fueron.

Y de inmediato se arrepintió. Su coño aún dolía por la satisfacción. Pero


ahora que sabía que tenían cámaras observando, no podía hacer
absolutamente nada al respecto. En realidad, podía, pero sería como
echar petróleo al fuego.

Refunfuñando sobre voyeristas aliens pervertidos, tan calientes que


confundían el infierno fuera de ella, se levantó de la cama. Su ropa se
aferraba a ella y un tufillo le decía que necesitaba cambiarse, ¿pero con
qué? No tenía exactamente un guardarropa a su disposición. ¿O lo tenía?

Aunque no había un mueble con cajones visibles adornando la sala, por


suerte, encontró algo de ropa doblada sobre una silla. El pantalón parecía
demasiado grande, pero la camisa le cubriría más que su vestido actual.
Situación de la ropa resuelta, ahora sólo tenía que encontrar una forma
de eliminar el olor de su coño de sí misma.

Una entrada estrecha en una pared daba a un cubículo, igual que una
habitación. ¿Un cuarto de baño? Pero, ¿cómo funcionaba? La que lindaba
con la sala de grabación, en la que ellos las habían recluido, tenía algo
similar a lo que estaba acostumbrada en la tierra; un inodoro y un lavabo,
aunque en una aerodinámica, versión futurista.
Se metió dentro y miró de un lado a lado, nada. Brax le había dicho que
su habitación tenía un baño, por lo que la lógica le decía que lo había
encontrado. Escudriñó el cubículo. Había varios botones en la pared, con
glifos que se burlaban de ella. ¿Qué tan malo podía ser de si presionaba
uno? Es decir, ¿no es como si ellos tuvieran un botón de autodestrucción
en un armario? O al menos, eso esperaba.

Respiró profundamente y esperando no lastimarse a sí misma por


accidente, golpeó el primer botón y un espejo cayó desde el techo,
sorprendida gritó, más porque tenía el peor de los casos de levantar de la
cama que jamás había visto, ¿Y eran esos labios rojos hinchados, bien
besados, realmente suyos?

Una segunda presión del botón y el espejo retrocedió y ella se trasladó al Página | 70
siguiente saliente. Al pulsarlo, miró al techo. ¡Mal! Algo salió disparado
de la pared y se le moldeó desde la parte superior su ombligo hasta la
mitad de sus muslos. Una extraña sensación la recorrió y luchó para
liberarse sólo para que el artilugio la soltara por sí misma y se deslizara
de nuevo en la pared, la mitad inferior de su vestido se marchó con él.
Una vez que había comprobado que no volvería a atacarla, se dio cuenta
de que su deseo de orinar, junto con dicha presión, había desaparecido.

Mierda. El artilugio abusó de mi orina. No sabía si aprobaba el dispositivo,


pero no podía negar que probablemente ahorraba la molesta tarea de
limpiar de la taza del inodoro.

Un botón quedaba y después de su experiencia reciente, debatió si debía


pulsarlo o no. El olor de su cuerpo decidió por ella. Cerró los ojos y lo
presionó. Un clic le hizo abrir los ojos y observó que la apertura a la
habitación no estaba. Antes de poder entrar en pánico, una ligera niebla
la rodeó, la cálida humedad en su cuerpo, hizo que la mitad restante del
vestido que aún llevaba se humedeciera.

—Ahora esto me gusta más. Se quitó el trapo y lo tiró en un rincón.


Levanto los brazos, los extendió y dejó que el agua golpeara cada parte
de ella, pero la niebla no se rociaba con la fuerza suficiente como para
enjuagarla verdaderamente y realmente deseaba algo de jabón. Miró a su
alrededor, observó que tres nuevos botones habían aparecido. Apretó uno
y la niebla se convirtió en una espuma azul. Chilló por la sorpresa, pero
entonces se echó a reír al notar que no le picaba los ojos y sabía dulce
cuando llegó accidentalmente a sus labios. Suponiendo que actuaba
como una especie de producto de limpieza, se frotó el cuerpo, sus manos
se detuvieron en sus pechos, el peso en sus palmas era un doloroso
recordatorio de su negligencia cuando los amigos jugaron con ella
anteriormente.

Un golpe de sus pulgares sobre los picos y se estremeció, los pezones se


arrugaron en cogollos prietos. Si sólo no hubiera actuado tan
precipitadamente al enviar a los dos lejos.

Pero eso hubiera significado elegir a uno de ellos y no pudo, porque a


pesar de lo poco que los conocía, le gustaban ambos. Claro, que no había
conversado con ellos mucho directamente, pero pese a su esconderse en
el baño, había visto, y aprendido. Observó cómo se tomaron su tiempo
para hablar con sus chicas y aprender sus nombres, entre otras cosas.
Incluso cuando su traviesa clase les tiró algunas bromas, como descargar
el jugo en su entrepierna y reírse de la zona mojada, los guerreros
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simplemente se encogieron de hombros y se rieron con ellas. Los tíos
púrpuras las trataban muy bien en realidad, si uno ignoraba el hecho de
que las mantenían restringidas en la gran sala. Para la seguridad del
navío, o eso era lo que había oído. No podía culparlos. Había visto a sus
inadaptadas en acción, junto a Louisa ya habían quemado
accidentalmente una nave. No estaría bien destruir otra.

A pesar de su condición de cautiva, si sus observaciones eran correctas,


los captores eran un par decente que no mostraba el más mínimo interés
en las niñas que seguían desfilando medio desnudas delante de ellos. Se
sorprendió cuando algunas de las chicas más traviesas y precoces en
darse a conocer ni siquiera bateó un ojo a cualquiera de ellos. Su ex
marido, el cerdo, ya tendría uno con la primera sonrisa coqueta. No Brax
y Xarn. Ellos reservaban sus miradas lujuriosas y sugerencias para
Louisa. Y se peleaban por quien se quedaría con ella.

Joder, es pensar en eso y ponerme aún más caliente.

Qué pena que no hubieran venido de uno en uno, como antes. Una
resistencia simbólica en contra de su seducción habría hecho esta
mañana mucho más satisfactoria. Un estremecimiento la recorrió al
pensar en ellos tocándola de nuevo, su gran tamaño haciéndola sentir
menuda, delicada. La reverencia en sus expresiones hablaba más que las
palabras sobre su atracción por ella. Lo que era una embriagadora
sensación para una mujer que se había pasado toda la vida lamentando
sus anchas caderas y redondeado vientre. Es lógico que los dos chicos me
atraigan aunque no sean humanos, y peor aún, son muy buenos amigos.
¿Cómo puedo elegir a uno cuando podría herir o molestar al otro? ¿Cómo
puedo ser responsable de una lucha entre ellos? Pero si se abstenía de
elegir, ¿quién apagaría el fuego en su coño?
Ella suspiró. ¿Quién? No sería la primera vez que tenía que cuidar de sí
misma.

Sólo que en este momento lo necesitaba cuando había dos machos viriles
dispuestos a hacerlo por ella. Pero hacerlo juntos, sería un error, incluso
si su excitación estaba allá de lo creíble, por lo que tendría que cuidar de
su necesidad ella misma.

Se agachó, se recostó contra la pared resbaladiza, separando sus muslos


y exponiéndose. Ahuecó la mano y dejó que la espuma llenara su palma
antes de llevarla a su coño y frotarla sobre su sexo. Una vez lubricado
con el extraño jabón, comenzó a trabajar su clítoris, frotando el dedo
hacia atrás y adelante a través de él con la facilidad de la familiaridad.
Pero, pareció que se demoró demasiado tiempo en el ciclo de jabón porque Página | 72
la niebla de antes volvió y trajo amigos en forma de chorros que azotaron
su cuerpo, distrayéndola.

Se levantó, decidió dejar de intentar llegar, las probabilidades aparecían


en su contra. Al volverse para enjuagarse, el ángulo de uno de los chorros
de agua la golpeó justo en el centro de su necesidad. Mmm, eso se sintió
bien. Inclinó las caderas y buscó una mejor posición, suspiró cuando el
chorro caliente golpeó su clítoris. Giró la pelvis, haciendo que el líquido
bailara en su coño, dándole placer. Ah, sí, igual que la ducha extraíble
de su casa.

Inclinó la cabeza hacia atrás y gimió mientras ahuecaba sus pechos,


pensamientos de manos púrpuras llenaron su mente. Imágines de una
dura polla empujando en su interior, hicieron apretarse su canal, y
cuando se vino, juró que sentía que estaban con ella, disfrutando de su
placer, cubriéndola de su deleite.

Me gustaría.

En la sala de mando, Xarn escuchaba los gemidos de fondo mientras


observaba, junto a Brax, a la hembra que quería poseer complaciéndose
a sí misma en la ducha. Mal y mal, aunque si se refería a que ella culminó
sin él o al hecho de que la observaba cuando sabía que iba a irritarla, no
lo sabía. Ambas, probablemente.
Si sólo Brax no hubiera observado también sus actos en la pantalla al
despertar, Xarn podría haber llegado primero y se hubiera ocupado de su
necesidad. En lugar de ello, ella les había ordenado a los dos salir. Pero
no les impidió regresar al centro de control y mirarla, entonces casi muere
por la tortura de no unirse a ella mientras se tocaba en la ducha.

Al menos he aprendido una cosa importante, además de que mi polla


pueda autodestruirse si no la tomo pronto, mi humana tiene un
temperamento fuerte.

No era lo único que tenía sin embargo. Ella poseía una extraña sensación
de valentía que le permitía enfrentarse a ellos, independientemente del
hecho que podían hacerla obedecer si realmente querían. Lealtad a las
chicas a su cargo al exigir que las salvaran también. Obstinación en
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negarse a elegirle sobre su hermano de armas, a pesar de que sabía que
le había dado un gran placer y podría decir que quería más. Ella poseía
muchas cualidades interesantes que deseaba explorar.

También poseía un grupo de estudiantes demoníacas que seguramente


le conducirían a una muerte prematura.

Una alerta se disparó, la tercero de una serie de alarmas, todas


procedentes de la cámara de ocio donde estaban encerradas las
problemáticas.

Cambió las cámaras, observó a las mocosas y gimió.

—¿Qué están haciendo ahora?

Frunciendo el ceño, Brax se inclinó hacia delante.—Creo que han


derribado la zona de asientos para crear armas —Habían empezado a
comportarse mal no mucho después de que la pareja se llevara a Louisa
de la habitación.

En un esfuerzo de aplacar su comportamiento escandaloso inicial, les


entregó ropa para mantenerlas ocupadas y agradecidas. Ellas
destrozaron la ropa que les envió, convirtiendo las camisas perfectamente
respetables y pantalones en artículos por los cuales los burdeles pagarían
una fortuna. A partir de entonces, también habían empezado un fuego,
destrozaron el lugar con una pelea de comida y realizaron unas pocas
peleas que le enseñó algunos nuevos movimientos sucios catalogados
para un uso posterior. Y ahora estaban destruyendo los muebles.

—Este no es un comportamiento decente —declaró Xarn, comentario que


probablemente habría provocado que algunos conocidos se ahogara,
probablemente de la risa.
—Por lo menos ya no están encendiendo cosas en el fuego y chupando el
humo —agregó Brax.

—¿Qué vamos a hacer con ellas? —preguntó Xarn —No podemos


mantenerlas a bordo durante mucho tiempo. Acabaran destruyendo la
nave a este ritmo.

—Un motín y asumir el control —intercambiaron una mirada, no del todo


en broma. Mientras su mujer descansaba, en un sueño inducido por los
fármacos que ambos habían decidido que necesitaba, llegaron a la
conclusión de que a pesar de su deseo de matar a las pequeñas humanas,
no podían. Louisa podría definitivamente enojarse si lo hacían. Dejarlas
en otro planeta también parecía fuera de lugar. En resumen, no sabían
qué hacer, aunque desafiar las leyes de la galaxia y regresarlas a su casa Página | 74
les estaba pareciendo cada vez más atractivo.

—Mira, nuestra mujer las ha localizado y parece estar tomando la tarea


—Ella apareció en la sala de ocio, vestida con una camisa de Brax que le
llegaba a la mitad del muslo y un cinturón ceñido a su cintura. Con la
actitud feroz de una reina de la batalla, puso las manos en sus caderas,
con los labios fruncidos y sus ojos se estrecharon mientras hablaba con
la prole rebelde.

—Sube el sonido. Quiero escuchar lo que dice.

—No puedo. Algo de comida de su anterior batalla se ha atascado en el


receptor. Todo lo que tenemos es la secuencia de vídeo.

Pero teniendo en cuenta el semblante enojado de Louisa, podía adivinar


lo que decía. Una sonrisa dividió sus labios mientras esperaba a que la
tripulación demoledora en miniatura cayera de rodillas y suplicara su
perdón. En cambio, las hembras jóvenes alzaron sus improvisadas
armas, con los ojos encendidos y la boca abierta en un canto que, si bien
no podía oír, podía adivinar.

—Um, Brax, creo que podríamos tener una situación.

—¿Crees que ella sabe que la observamos en la ducha y está tomando


represalias?

—Quizás. Voy a decirle que es culpa es tuya.

—Me estaba asegurando de que no se lastimaba accidentalmente. ¿Cuál


es tu excusa?
—Ja. Ya te gustaría. Le diré que sólo la observaba para asegurarme de
que aclaraba toda la espuma de su cuerpo —Él y Brax intercambiaron
una mirada —Pensándolo mejor, vamos a fingir que ninguno de nosotros
la ha visto.

—Un buen plan. Ella y las halflings están en movimiento. ¿Debemos


armarnos?

—¿Y perjudicar a su preciosa prole? —Una ceja arqueada dijo


elocuentemente qué pensaba de eso.

Brax suspiró.

—¿Entonces, debemos permitirles que nos tomen como prisioneros?

—¿Tienes un plan mejor? Página | 75

—No. Déjame meter las coordenadas de Aressotle y poner la nave bajo


piloto automático. Bajo un ataque o un cinturón de asteroides recién
formado, al menos debemos llegar a salvo a nuestro mundo.

—¿A casa? ¿Con nuestras madres?

—¿Y dónde más quieres que nos lleve? ¿Al planeta de Tren? Primo de
honor o no, no quiero volver y escuchar más gritos desgarradores de su
bebé.

—Buen punto. Y Aylia no es divertida desde que empezó a criar. Pero ya


sabes cómo se sienten nuestras madres sobre que llevemos mujeres a
casa.

—Pero Louisa es diferente.

Lo era y gloriosamente, incluso a la cabeza de su ejército demoníaco, que


se presionaba detrás de ella cuando ella irrumpió en el centro de mando.

—Entregad vuestra nave o de lo contrario —dijo ella, su cabello suelto


derramado sobre sus hombros, sus piernas desnudas donde se
asomaban por debajo de la camisa.

Intercambiando una mirada rápida con Xarn, Brax se levantó de su


asiento y con un encogimiento de hombros y se puso de rodillas.

—Tú ganas. No puedo esperar prevalecer contra de tu salvajismo


humano. Estoy a tus órdenes.
ale, parpadear a cámara lenta parecía ser parte de su nueva
normativa mientras los eventos se desarrollaban en
direcciones inesperadas. Molesta porque no podía sacar a los
dos tíos púrpuras de su mente, y no podía dejar de imaginarles entre sus
muslos, recurrió a la ayuda de sus chicas para la organización de un
motín. No esperaba que funcionara, pero necesitaba algo en lo que
ocupar su mente y mantener a las niñas ocupadas. Y quizás había
esperado que sus tíos púrpuras podrían “capturarla” y quizás castigarla Página | 76
por su osadía.

Nop. En lugar de ello, terminó con dos grandes tipos, sobre su rodillas,
con las manos sobre sus cabeza y afirmando que eran sus prisioneros.
Por desgracia, lo único que podía pensar ordenarles hacer no era
adecuado para el público actual.

Por suerte, mientras su lengua permanecía atada con nudos, Katrina


supo qué pedir.

—Llévanos a casa o de lo contrario —Ella puntuó su amenaza con un


golpe de algo afilado y puntiagudo que había arrancados del sofá.

—Lo sentimos, eso no es posible.

—Está bien. No estaba tan interesada en volver de todos modos. ¿Y el


McDonald más cercano entonces?

Hablar de un rápido cambio de dirección, tomó por sorpresa a Louisa.

—¿Un qué? —Brax parecía adorablemente confundido.

Un “ooh” escapó de las chicas.

—¿Nunca has oído hablar de Mickey D's? ¿Cómo has vivido si nunca has
probado un Big Mac?

—Los Whoppers son mejores.

—No lo son.

—Son lo más.

Louisa encontró su lengua.


—Niñas, que os estáis saliendo del camino. Rebobinad un segundo. ¿Me
pareció que el motín era para intentar volver a casa?

—No, ese era su plan, Sra. F. Prefiero no volver.

—¿Qué quieres decir, que prefieres no volver, Katrina?

—Estoy con ella en eso también, Sra. Fontanna. ¿Qué tenemos


esperándonos en casa? Nada. En menos de un año, voy a tener dieciocho
años y me echaran a la calle.

—Pero...

—Tiene razón, Sra. F. Usted sabe y sabemos que si volvemos,


probablemente la mayoría de nosotras vamos a terminar en un
reformatorio o en la cárcel en algún momento. El sistema no tiene Página | 77
ninguna espacio para niñas como nosotras—explicó Nancy.

—No tiene por qué ser así. Hay programas. Os puedo ayudar —Le
horrorizaba darse cuenta de que sus chicas pensaban que no tenían
futuro si regresaban a casa. Le sorprendía todavía más reconocer la
verdad en sus afirmaciones. Las niñas abandonadas como estas, sin las
redes de apoyo adecuadas, a menudo caían en el olvido a pesar de las
buenas intenciones de los organismos gubernamentales que se
preocupaban por ellas en su juventud. Pero no voy a defraudarlas.

—Ya nos has ayudado. El hecho de hayas conseguido sacarnos de graves


problemas durante tres años es casi un milagro, ¿verdad chicas? —
cabezas asintieron por todas partes —Aunque entendemos que quieras
volver. Quiero decir, tienes una carrera después de todo, sin que nosotras
la arrastremos abajo, probablemente tendrás una vida.

Las lágrimas pinchaban sus ojos. ¿Cómo pueden pensar que me están
arrastrando hacia abajo? Amaba el reto de trabajar con ellas, ver sus
sonrisas cuando lograban algo que ellas habían creído imposible.
Disfrutaba los momentos en que hacían lo correcto en vez de lo fácil.
Observó sus rostros, sorprendida al darse cuenta de que se preocupaba
por estas chicas y mucho más que como estudiantes y cargos. Eran sus
chicas. Y a pesar de sus numerosos defectos, ella las amaba. ¿Como iba
a volver a una vida vacía sin ellas?

—No vais a deshaceros de mí tan fácilmente. Alguien necesita mantener


la galaxia a salvo de los ágiles dedos de Chloe y de la habilidad con las
palabras de Betty—ovaciones y vítores siguieron a sus palabras.
—Disculpen, pero aunque estoy seguro de que esta charla es importante,
¿no deberíais estar atando a Brax y a mí con algo, despojarnos de nuestra
ropa y torturarnos para hacer tu voluntad?

—Y para que quede claro, hablamos de Louisa haciendo estas cosas —


Brax añadió con una mirada feroz dirigida a sus chicas.

Una amplia sonrisa se extendió en el rostro de Betty y su hoyuelo travieso


apareció.

—Los tipos púrpuras tienen razón. No los hemos amotinado


correctamente. Chicas, vamos a dejar la Sra. Fontanna torturándolos
para que nos lleven a un planeta fresco con chicos calientes.
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—Y playas. Necesito trabajar en mi bronceado.

—¿No deberíamos quedarnos y ayudarla? —preguntó Sade. Un


comentario susurrado a su oído por Clarabella le hizo abrir los ojos como
platos y un —Oh—surgió de ella. Sade se escabulló de la habitación, con
las mejillas de color rosa por la vergüenza y Louisa quiso gemir. Me
imagino lo que le dijo. Probablemente lo mismo que he estado pensando.

—Son todos suyos Sra. F. No te preocupes, ignoraremos cualquier grito


que escuchemos, así que siéntete libre de ser salvaje —Anne le guiñó un
ojo mientras las chicas salían y la puerta corrediza se cerró tras ellas.

De repente se le secó la boca, las manos le sudaban y su coño palpitaba


a pesar de su reciente divertida ducha, se volvió hacia los dos hombres
sobre sus rodillas. Prisioneros mi culo. Ni siquiera estaban atados. Mierda.

Retrocedió, ella se mordió el labio inferior mientras buscaba una forma


de salir del dilema extraño en el que se encontraba.

—¿A dónde vas, pequeña humana?

—¿Preferirías torturarnos de uno en uno? ¿Estamos llevando demasiada


ropa?

—Tengo esposas en mi habitación si quieres voy a buscarlas para que


puedas usarlas —Xarn sonrió.

Ella prácticamente gimió cuando la viva imagen de él extendido y atado,


desnudo por supuesto, inundó su mente, junto con varias ideas de lo que
podía hacer con él.

—No voy a torturar a nadie —Aparte de a mí misma por no ceder.


—Estoy en desacuerdo —respondió Brax, poniéndose en pie —. El hecho
de que te niegues a elegirme o tocarme es una tortura.

¿Le había leído la mente?

—Mi hermano de armas dice la verdad.

—Basta —Ella golpeó el suelo con un pie y agitó un dedo a ellos, sin
importarle lo infantil que parecía —. No sé cómo lo estáis haciendo, pero
dejad de ponerme tan malditamente excitada porque no puedo pensar
con claridad.

—¿Quién de nosotros tiene que parar? —Ambos la miraron fijamente,


esperando una respuesta.

—Los dos. Así que dejad de pedirme que elija. No puedo, lo cual es una Página | 79
locura total. Quiero decir, os conozco desde, ¿unos tres días? Quizás un
poco más. Necesito tiempo para pensar. Y al parecer ahora, también
necesito encontrar un nuevo lugar para vivir con mis chicas. ¿Alguna
idea sobre cómo hacerlo?

La respuesta a esa pregunta tendría que esperar al parecer, ya que una


explosión sacudió la nave barco y el equipo emitió una advertencia.

—Impacto directo a los escudos. Escudos sosteniéndose, pero debilitados


en las secciones del once al catorce. Desconocido buque detectado.
Desconocido buque armando armas. Armas de fuego. Impacto inminente.

—Joder. Tengo que atarte —Brax la empujo en un asiento contra la pared


y la retuvo con las correas. Justo a tiempo. Ya que un segunda impacto
sacudió la nave duramente, más sirenas estallaron y las luces brillaron
por todas partes. El pobre Brax terminó noqueado a sus pies, pero se
recuperó rápidamente y luchó con su consola.

—¡Mis chicas! —gritó, preocupada porque ellas se cayeran y se hicieran


daño.

Sentado delante de ella, los dedos de Xarn volaron.

—Tengo el equipo guiándolas a los asientos de emergencias de impacto.


Dos de ellas se están quejando de moretones causados por una caída, el
resto parecen estar bien, pero asustadas.

Oh, gracias a Dios. La nave se estremeció de nuevo y Louisa cerró los


ojos, bloqueando los mensajes inquietantes de la computadora con
ominosas advertencias de “Escudo violado… Despresurización en las
secciones... Sellando las cámaras... Habilitando aterrizaje de
emergencia”.

Había visto suficientes películas de ciencia ficción como para descifrar


que estaban de mierda hasta el cuello. El barco se tambaleó, un quejido
chirriante llenó el aire.

—Prepárate—advirtió Brax —. Estamos pasando algunos baches.

El eufemismo del año. O por lo menos la parte que ella experimentó.

—Oh mierda. Murphy cabrón, no puedo creer que vayas a dejarme morir
antes que haya tenido la oportunidad de copular con ella —murmuró
Xarn antes de que ella fuese noqueada.

El último pensamiento coherente que tuvo antes de perder la conciencia Página | 80


fue, ¿quién demonios es Murphy?
rax recuperó la conciencia y gimió. Las correas que lo
sujetaban en su asiento, se clavaban en su carne y por los
dolores en su cuerpo, apostaría que el resistente arnés recibió
un buen entrenamiento durante el aterrizaje forzoso. La nave
que había disparado contra ellos, tomándolos por sorpresa y
deshabilitando sus escudos en tiempo récord, también había dañado
sus propulsores. Con la capacidad de maniobra gravemente
comprometida, brechas en el casco haciendo que toda la nave fuera Página | 81
inestable, él hizo lo único que pudo hacer. Aterrizar en el planeta más
cercano. Sin embargo, incluso eso resultó arriesgado, dada su estado.
Fue pura suerte que salieran vivos de ese aterrizaje traicionero y lleno
de baches, aunque la nave no parecía haber salido tan bien parada.

Pero por lo menos no estamos muertos. Un pequeño consuelo cuando


todavía no podía entender cómo la nave enemiga se había acercado
sigilosamente a ellos. Teniendo en cuenta su estilo de vida, que no todos
aprobaban, él y Xarn habían equipado su nave con la última tecnología,
incluyendo los sistemas de detección de las galaxias. Incluso si la nave
enemiga estaba encubierta, una capacidad estimada que pocos poseían
debido a la naturaleza secreta detrás de ella, ellos nunca deberían haber
sido tomados tan desprevenidos. Por otra parte, había estado muy
distraído en ese momento, por lo que era posible, que las advertencias
estuvieran presentes y él simplemente no se diera cuenta de ellas.

Que no habría sucedido si hubiera puesto atención a nuestro vuelo y no


a Louisa y su manada de niñas. Pero, de verdad, ¿qué hombre podría
haberse resistido a estar a su merced, al ver el rubor en sus mejillas y el
deseo en sus ojos?

Los pensamientos sobre ella le hicieron retorcerse y estirar el cuello para


verla. Notó que estaba desplomada en su asiento, pero parecía ilesa, o al
menos las heridas visibles no sangraban y su tensión se alivió en parte.
Respecto a su mejor amigo, Xarn gruñó y se agitó. Haría falta más de un
viaje lleno de baches para herir a su hermano de armas.

Su situación no parecía urgente, Brax se volvió para mirar a su consola,


preguntándose sobre el estado actual de la nave, y qué desoladora era su
suposición. La mayoría de las luces, que significaba los sistemas activos,
habían desaparecido, los controles no respondían. La iluminación tenue
en el área de control indicaba que habían cambiado a la energía de
reserva lo que significaba que las funciones de apoyo a la vida estaban
activas, la propia nave estaba muerta. Puesto que su último recuerdo era
que se dirigían a toda velocidad a través de la atmósfera a un planeta
cercano, supuso que se habían estrellado en la superficie en vez de
terminar en la órbita del planeta. De lo que no podía estar seguro era de
si la ubicación en la que se encontraban resultaría ser habitable.

Al menos había disparado una señal de emergencia desde el lugar del


impacto, lo que significaba que siempre y cuando él mantuviera la baliza
cerca de él, la ayuda llegaría a saber de ellos, y se burlarían de Brax y
Xarn de nuevo por meterse en problemas.
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El concepto no le divertía. Por alguna razón, no quería que Louisa
pensara que era un incompetente. Su opinión sobre él le importaba, lo
que significaba que necesitaba hacer algo, antes de que llegara la ayuda,
para elevar su estima a sus ojos, algo para contrarrestar las ciertas
burlas que conllevaría que les hubieran cogido desprevenidos.

El broche a su arnés se negó a liberarlo al presionarlo, así que se inclinó


bajo la consola y sacó un cuchillo que utilizó para serrar la gruesa fibra.

—¿Dónde estamos? —gimió Xarn.

—No estoy seguro. Iba a soltar a Louisa y después a coger un analizador


y echar un vistazo a la superficie.

—¡Louisa! ¿Está…?

—Parece estar bien, pero es posible que quieras tomar la unidad médica
para que podamos realizar un análisis en busca de lesiones internas. es
mucho más frágil que nosotros.

Su color parecía bueno sin embargo y su respiración tranquilizadora


mientras cortaba sus correas y la acomodaba en sus brazos.

—¿QuÉ hay de LAS alumnas? —preguntó Xarn, logrando desabrocharse


el arnés. Se levantó y estiró su cuerpo.

—He perdido toda comunicación y los controles de a bordo. Tendremos


que ir a verlo nosotros mismos. Pero no quiero aventurarme con Louisa
hasta que uno de nosotros lo haya explorado en primer lugar. No la vería
perjudicada debido a que sus alumnas estén heridas. Y, hay que
determinar la calidad del aire.
—Voy a ir. Estás mejor versado en el uso de esa estúpida unidad médica.

—Mejor ármate. No sabemos si los cobardes que abrieron fuego contra la


nave nos siguieron a la superficie —Y le preocupaba que incluso ahora
podrían tener sus armas apuntando a su nave, listas para disparar. Sin
embargo, dejar la posible seguridad de la nave por la desconocida
superficie era una tontería hasta saber más sobre su situación.

—¿Cómo se acercaron sigilosamente a nosotros de todos modos? —


preguntó Xarn mientras iba al armario y lo abría, hojeando su contenido.
Le arrojó una unidad portátil de comunicación a Brax, quien la cogió con
una sola mano.

Tendió a Louisa en el suelo, lamentando no tener un cojín para la cabeza.


Con las manos libres, activó el dispositivo com y lo comprobó. Página | 83

—Ni idea. Es como si el equipo no los hubiera percibido hasta que


estuvieron sobre nosotros.

Xarn frunció el ceño.

—¿Alguien manipuló nuestra nave? Un cabeceo sombrío de Brax, quien


ya había meditado sobre esa posibilidad, hizo gruñir a Xarn. —Esa perra
estúpida verde. Apuesto a que ella jodió nuestra nave cuando manipuló
los sistema de guía.

—Probablemente—respondió mientras se levantaba y se unía a Xarn en


el armario, agarró el dispositivo sanitario, así como una pistola láser y
otro cuchillo. Era mejor estar preparado —. Probablemente buscando
cubrir sus huellas una vez que termináramos el trabajo. Va a pagar por
sus actos, pero primero, tenemos que sobrevivir el tiempo suficiente para
salir de este planeta.

Xarn gimió. —Por favor, ¿no me digas que has activado la baliza?

—En cuanto he recuperado la conciencia.

—Mierda. Ah. ¿No podías haber esperado y ver si podíamos hacer señas
a otra nave o requisar una?

—Salvarnos a nosotros mismos es una cosa, añade a Louisa y sus


halflings y necesitamos ayuda.

—Odio cuando tienes razón —su hermano de armas refunfuñó.

Brax volvió junto a Louisa y se arrodilló. La unidad médica emitió con un


pitido y la pasó por su cuerpo mientras Xarn se equipada con una
pistolera de cadera que llevaba un par de pistolas, algunos cuchillos,
munición de repuesto y un palo de luz.

La primera exploración fue normal. Se relajó, el nudo de tensión se alivió,


uno que no sabía estaba allí hasta que comprobó por sí mismo que ella
no estaba gravemente herida. Transmitió algunas instrucciones extras a
Xarn.

—Querrás coger el cortador láser, la barra de desgarradora y algunas


mascarillas, junto con la unidad de calidad del aire. Ah, y un botiquín
médico en caso de que necesites arreglar algunas heridas que no pueden
esperar.

—Hice esto antes—refunfuñó su amigo, añadiendo esos artículos,


además de un cuantos más a un saco que izó a su espalda —¿Algo más,
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mamá? —se burló.

—Ten cuidado.

—Siempre. Cuida de nuestra humana hasta que regrese.

Con una inclinación de cabeza, Xarn se fue y Brax colocó la mitad de su


atención en Louisa y la otra mitad en escuchar sonidos que pudieran
indicar la llegada de problemas. Cuando su segundo y tercer escaneo no
mostró signos de daños internos, aparte de moretones leves y un chichón
en la cabeza, se recostó en sus talones. Ella iba a estar bien. Del accidente
al menos. ¿Cómo reaccionaría si algunas de sus alumnas no lo
consiguieron? Prefería no pensar en eso.

En el poco tiempo que la conocía, Louisa, con su combativos actos y


palabras, había llegado a significar mucho para él. Para su mejor amigo
también. El dilema de quién llegaría a mantenerla, lo atormentaba. Por
un lado, él la deseaba con una urgencia y necesidad posesiva que nunca
había imaginado. Quiero convertirla en mi compañera. Por el otro, tenía el
presentimiento de que si él conseguía mantenerla exclusivamente o si
Xarn lo hacía, eso dañaría su relación con el hombre que había crecido
con él y compartido todos los acontecimientos importantes de su vida.

Extraño cómo una bárbara humana podría ser la única cosa que lograría
abrir una brecha entre ellos, pero ¿qué otra cosa podía hacer? Dejarla ir
no era una opción, pero ¿cómo lidiar con su elección? Pero si ella no
tuviera que elegir... ¿Podría manejar compartirla, posiblemente de por
vida con su hermano de armas y mejor amigo? Para su sorpresa, la idea
no le hizo querer gritar no. No obstante, ¿sería aceptable algo así para
Xarn? Por supuesto, ahora no era el momento para reflexionar sobre la
situación de Louisa y su cariño. Le acarició la mejilla con la yema del
pulgar y se inclinó para rozar sus labios antes de ponerse de pie.

Sin poder hacer algo más por ella, regresó a la taquilla y se armó con la
misma funda de cadera que Xarn. También llenó un saco con una unidad
de purificación de agua, barras nutricionales, cargadores de munición y
mantas térmicas compactas. Metió un dispensador de cuerda también.

Una parte de él esperaba que pudieran quedarse en la nave y esperar el


rescate, pero él no había vivido tanto tiempo por no estar preparado para
lo peor. Llenó una segunda bolsa más pequeña para Louisa, porque
conociendo ya su carácter obstinado, ella probablemente insistiría en
ayudar si tenían que irse.

Como si pensar en ella la despertó, oyó como murmuraba. Página | 85

—Joder, me duele la cabeza.

Apresurándose de nuevo a su lado, él desenfundó el escáner y lo pasó


por su cara. Él ignoró el bateo de sus manos.

—Hey, ¿qué demonios estás haciendo?

—Escaneado de nuevo ahora que has despertado, buscando signos de


una conmoción o hemorragia cerebral.

—Estoy bien. Nada que un paracetamol no arregle.

—¿Un qué?

Ella lo miró de soslayo, el dolor llenaba sus ojos.

—¿Tienes algo para el dolor de cabeza?

Dio un paso, presionó una jeringuilla de ósmosis contra su brazo. Con


un siseo de liberación de la presión, le dio la medicina y ella suspiró con
alivio. Su suspiro tuvo lugar internamente. Él no había sabido cómo iba
a reaccionar a la ayuda destinada a su especie.

La arruga de dolor desapareció de entre sus cejas.

—Oh, eso se siente mejor. ¿Qué ha pasado?

—Nos golpeó fuego enemigo y nos estrellamos.

—¿Nosotros qué? —Sus ojos se abrieron como platos mientras se sentaba


y miraba a su alrededor —¿Dónde está Xarn? ¿Y mis chicas? ¿Están
todos bien?
—Mi hermano de armas ha ido a verificar el estado de tus chicas.
Además, tomará algunas lecturas superficiales planetarias y juzgará su
idoneidad para nuestras formas de vida.

—¿Estás tratando de decirme que podríamos estar atrapados en un


planeta como Marte, donde no podemos respirar y esas cosas?

—No conozco ese planeta del que hablas, pero hay una posibilidad de que
el planeta podría resultar hostil a nuestros cuerpos. Si ese es el caso,
entonces esperemos que podamos permanecer a bordo con los sistemas
de apoyo a la vida hasta que llegue la ayuda.

—¿Qué quieres decir con ayuda? ¿Llamaste al equivalente en el espacio


del 911 o algo así? Página | 86

—He activado la baliza de emergencia si esa es tu consulta. Pero no puedo


estimar la cantidad de tiempo que tomará antes de que alguien llegue con
un medio de transporte para sacarnos del planeta.

—¿Cuánto tiempo durará esta cosa del soporte vital entonces?

—Cada cuarto es una unidad, por lo que en teoría podemos pasar casi
veinte o más rotaciones planetarias en cada habitación, utilizando cada
unidad de apoyo a la vida de una en una. Somos más propensos a morir
de hambre antes que eso suceda sin embargo.

—Excelente. Me siento mucho mejor ahora —se quejó.

La puerta del centro de mando se abrió y Brax entró con su arma en la


mano. Él la bajó cuando vio a Xarn. Un escalofrío lo recorrió al ver la
expresión de su rostro.

—¿Dónde están las chicas?

Su amigo palideció y tragó visiblemente antes de responder.

—No lo sé. Nuestra nave se partió por su diseño. La sección en la que


estaban no se puede ver. Temo que podría haber desaparecido.
Y aquí vino su ahora familiar parpadeo lento de nuevo.

—¿Perdón? ¿Qué quieres decir con desaparecido? Eso no es posible.


¿Cómo puede tu nave dividirse en dos?

—En realidad sería en cuatro—Brax la corrigió. Ante su mirada en


blanco, explicó —. La fabricación de nuestra nave es tal que si se expone
a una gran tensión, con el fin de permitir la mayor posibilidad de
supervivencia, las habitaciones se sellan y la nave se rompe en cuatro
secciones. El compartimiento del motor probablemente estalló en el
impacto. La sección de almacenamiento debió superar el brusco
aterrizaje y nos proporcionará suministros adicionales una vez que sea
localizada. Estamos en la sección de control, mientras que tus halflings
estaban en la parte de ocio. Están en la parte más fuertemente blindada
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de la nave.

—Así que si sobrevivimos, entonces es probable que lo hicieran también.


Sólo tenemos que ir afuera y encontrar su sección.

Xarn se inquietó.

—Sí y esto me lleva al segundo problema. Tenemos que desalojar esto


pronto, nuestro compartimento ha aterrizado en una zona pantanosa y
se hunde. Si no conseguimos salir en las próximas treinta unidades
galácticas o menos, estaremos sumergidos.

Boquiabierta, ella lo miró fijamente. De mal en peor. ¿O es que todavía


tenía más que transmitir?

—¿Algo más, oh brillante rayo de sol?

Él frunció el ceño.

—¿El accidente ha podrido tu ingenio? El sol no brilla. En realidad, está


nublado y predigo una posibilidad de lluvia.

—¿Fuiste afuera?

—Sí. El aire es denso y los niveles de humedad muy altos, pero no debería
ser perjudicial.

Él y Brax continuaron discutiendo sobre las condiciones de la superficie,


mientras que gorroneaba en un armario y metía cosas en algunas bolsas.
Aturdida, trató de procesar el hecho de sus chicas podrían no haber
sobrevivido. No lo podía creer. No lo haría. No habían vivido una infancia
de mierda sólo para morir ahora, cuando una nueva vida les hacía señas.

Las encontraré. Están ahí fuera en alguna parte, lo sé.


Decidida, llevó su atención de vuelta a sus macizos púrpuras y silbó por
lo bajo. Se habían quitado la camisa, dejando al descubierto placas de
músculos malvas que la hicieron casi babear y definitivamente incitó un
hambre que para nada tenía que ver con la comida. La ausencia de
pezones en sus pectorales desarrollados no se veía tan extraño como
había temido cuando lo escuchó por primera vez. Además, tenían más
que suficientes abs para hacer una exploración divertida por sus torsos.
No es que ella haría cualquier exploración.

Sobre sus pechos desnudos, se pusieron un arnés y luego los usaron


para enfundar las espadas por sus espaldas. Eran como guerreros
bárbaros volviendo a la vida. Y unos muy calientes.

Algo de su admiración, o excitación, debió reflejarse en su rostro porque


Xarn captó su atención y le sonrió, una sonrisa que decía: Sé lo que estás Página | 88
pensando y segundo eso.

—Si hubiera sabido lo impresionada que estarías por nuestras espadas


te las habríamos mostrado antes —Por supuesto, su mirada
inmediatamente cayó a echar un vistazo a sus ingles y se sonrojó cuando
vio el estiramiento de la tela.

Brax gimió.

—Eliges el peor momento para mostrar interés en eso. Tenemos que


irnos.

—Sí. Tienes razón —Se sacudió mentalmente. Debía centrarse en algo


más que el dolor entre sus piernas. Como el rescate de sus chicas en un
planeta alienígena, porque sólo Dios sabía lo que harían solas, sin
supervisión.

Algo salió volando hacia ella y cogió el extraño objeto de goma y frunció
el ceño, confundida.

—¿Qué es?

—Los llamamos deslizadores. Se colocan en los pies para protegerlos —


dijo —. No puedes esperar ir ahí fuera con los pies descalzos y aunque
no son tan resistentes como las botas, te ofrecerá un poco de comodidad.

Examinando la cosa de goma más estrechamente, notó que había


realmente un par, con un agujero en cada uno de ellos. Empujó su pie
en él y la extraña textura del deslizador se envolvió alrededor de su pie.
Se puso el otro y se levantó. Esponjosos para caminar, se preguntó cómo
sus pies olerían, sin calcetines, después de un día de sudoración en ellos.
—¿Tienen ropa interior ahí? —preguntó ella, dándose cuenta de que, si
bien una camisa larga, a bordo, trabajaba bien para cubrir sus partes
femeninas, fuera podría resultar una experiencia totalmente diferente.
Un documental que había visto años atrás sobre el Amazonas le hizo
pensar en pequeños bichos a los que les gustaba subir a lugares
húmedos y cálidos. Probablemente no era lo mejor que podía pensar en
un momento como este.

—Si te refieres a prendas interiores, pues no, nada que se ajuste a tu


pequeño cuerpo. No temas, vamos a protegerlo de inoportunas entradas.

Pero, ¿quién me protegerá de vosotros dos?

Porque su resistencia hacia ellos prácticamente había desaparecido, sólo


era cuestión de tiempo antes de que ella se deje seducir. O los seduzca. Página | 89

—Ven. Tenemos que darnos prisa.

Forzando sus pensamientos lejos de la dirección en la que tendían a ir


cuando estaba en su presencia, ella fue a reunirse con ellos. Se sobresaltó
cuando Brax deslizó un cinturón alrededor de su cintura, cargado con
una pistola y un cuchillo.

—Sólo en caso de que los necesites —dijo al ver su mirada sorprendida.

—Y él no se refiere a nosotros—añadió Xarn con una palmada a su


trasero.

—Tengo mejores armas para usar—dijo descaradamente y cogió a ambos


por un segundo antes de caminar por delante de ellos y salir al pasillo.
Dejó que sus gemidos a juego la distrajeran del hecho de que estaba a
punto de poner un pie en su primer planeta alienígena.

Mierda. Que se joda la NASA con ese pequeño paso por el hombre. Este es
un gran paso por Louisa.

Parada en la escotilla, se asomó para ver un paisaje poco iluminado, no


pudo evitar negar con la cabeza. Las películas de ciencia ficción y de Star
Trek simplemente no podían preparar a una persona para la realidad de
un planeta alienígena. En primer lugar, los colores estaban equivocados.

—¿Agua de color rosa chicle? ¿En serio? —Quién sabe a cuántos años
luz estaban de la tierra y había aterrizado en un planeta en colores pastel
que parecía pertenecer a Barbie-versículo.

—Son los minerales que la hacen de ese tono —dijo Brax detrás de ella.
Asustada, se tambaleó, pero él enganchó un brazo alrededor de su
cintura y la atrajo hacia él. Ella ignoró lo bien que se sentía y continuó
con sus preguntas.

—¿Cómo sabes eso? ¿Has estado aquí antes?

—Este planeta en cuestión me es desconocido —Él agarró su mano y el


dio unos contra un dispositivo en su cadera —. El analizador está
alimentándome con la información.

—Tramposo.

Él se rio entre dientes.

—Prefiero el término preparado.


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—Está bien sabelotodo, entonces si los minerales hacen que la asquerosa
agua sea rosa, ¿por qué en ese árbol de allá, sentado en ella, es blanco?
—Y monstruoso. Ella comprendió que no era un árbol en un sentido
terrenal, pero qué otra cosa más podía llamar a esa cosa enorme, con su
forma y brazos plumosos.

—Porque filtra el color del agua. Lo verás una vez que dejamos el pantano.
El follaje, probablemente tendrá una extensión de varios colores.

—Hablando de salir, ¿cómo vamos a hacer eso? —preguntó ella


mirándole, con la nariz arrugada por el lodo. Rosa o no, no quería poner
un pie en ella.

—Por suerte para ti, todas las secciones de nuestra nave están equipadas
con equipos básicos de emergencia, como una plataforma de vuelo
estacionario. No tendrás que mojarte los pies.

Aún así se libró del agarre de Brax, se volvió al oír un ruido a su espalda.
Brax la arrastró de vuelta cuando Xarn les señaló con la mano a un lado,
sosteniendo en alto una pequeña caja de color negro. La distracción del
cuerpo de Brax contra el suyo no le hizo arrancar su atención
completamente de Xarn, pero sólo porque se obligó a mirar.

Con una sonrisa y una reverencia, arrojó la caja al aire y su boca se abrió
sin duda cuando la caja realizó el truco de un mago y se desplegó en una
plataforma flotante. De sólo una pulgada de espesor y aparentemente
sólida, aunque su cerebro no podía comprender qué magia la sostenía en
alto, se encontró impresionada.

—Eso esta genial—suspiró ella y luego sonrió a Xarn.


—Él no tiene nada que ver con eso—gruñó Brax detrás de ella.

—Ven a mí, pequeña bárbara y te mostraré cómo guiarla —Xarn saltó a


la balsa flotante, que apenas se tambaleó y le tendió la mano. Ella
estrechó sus dedos, pero antes de que pudiera saltar, unas manos la
agarraron por el trasero y la empujaron hacia adelante.

—Tenemos que irnos ahora—dijo Brax, con tono urgente. Cayendo


adelante, ella aterrizó contra Xarn. Chilló cuando Brax saltó a la
plataforma y se hundió. Se aferró a Xarn, quien se rio entre dientes
mientras sus manos acariciaban su espalda.

—No temas, pequeña humana. No vamos a hundirnos. No puedo


garantizar lo mismo a nuestra nave sin embargo.
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Volviéndose, Louisa sólo pudo ver como el centro de mando se hundía, el
barro rosa se lo tragó entero y liberó una burbuja de aire.

Examinó el pantano a su alrededor, preguntándose si la sección de la


nave espacial de sus chicas sufrió la misma suerte, pero con ellas
atrapadas dentro. Un temblor la zarandeó y las lágrimas se formaron en
sus ojos.

Él leyó sus pensamientos.

—No llores —dijo Brax, cepillando su pulgar cepillarse bajo pestañas


inferiores para limpiar la humedad —. Tus halflings son demasiado
viciosas para dejarse hundir en un pantano.

—Eso es si incluso aterrizaron en él. Mira más allá de mi cuerpo y verás


que hay una superficie sólida no muy lejos de nosotros.

—Y según mis cálculos—Brax añadió sosteniendo un portátil que se


parecía a un iPad, pero hecho de plástico transparente —. Su sección
debería encontrarse en esa dirección —Señaló detrás de ella.

Sus ojos siguieron los dedos señalando de Brax y se asomó alrededor del
brazo de Xarn, para poder ver los árboles coloreados que había alegado
anteriormente y que aparecerían cuando se alejaran del pantano.

—Gracias —respondió ella en voz baja, afectada por sus intentos de


levantar su espíritu —. Agradécemelo más tarde, cuando hemos
encontrado a los pequeños demonios.

—Y cuando dice que nos lo agradezcas, él quiere decir desnudo —Xarn


añadió con un contoneo de sus cejas y una mirada lasciva, muy
sugerente.
Con las carcajadas borrando sus lágrimas y reforzando su determinación
de encontrar a sus chicas, se pusieron en marcha, la plataforma flotó
sobre el fango espeso, guiada por una simple inclinación de sus cuerpos
cuando se detenían sobre un cuadrado verde. Casi lograron llegar a tierra
firme.

—Te dije que te mantendríamos seca —dijo Brax

—¡Idiota! ¿Por qué dices eso? —gritó Xarn antes de que ocurriera el
desastre y aún más extraño, Louisa podría haber jurado que oyó una risa
incorpórea antes de que cayeran.

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l tentáculo golpeó de la nada, envolviéndose alrededor de Brax
y tirando de él fuera del aerodeslizador.

—¡Calamar gigante de pantano! —gritó Louisa y sacó su arma,


que personalmente Xarn encontró más aterradora que la criatura
atacándolos.

—No eres divertido, Murphy —Xarn gruñó, dirigiéndose a la nada,


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sabiendo que la entidad molesta rondaba cerca. No hacía falta ser un
genio para darse cuenta que probablemente estaba al lado, consiguiendo
los pies mojados. Xarn desenvainó su espada, justo a tiempo ya que más
apéndices agitándose surgieron de las aguas fangosas. Él las cortó antes
de que pudieran atraparle o tocar a Louisa, pero mientras él los mantenía
a raya, no pudo evitar que los tallos cortados rociaran rociado un icor12
lechoso.

—¡Eeew! —Ella hizo una mueca de disgusto, pero no se desmayó como


muchas mujeres lo harían. Definitivamente no era débil de espíritu, un
rasgo que apreciaba. Sintió una sensación de alivio que le permitió aflojar
su aplomo tenso cuando la cabeza de Brax emergió a la superficie del
pantano rosa. No que él realmente estuviera preocupado por su hermano
armas. O eso se dijo.

Brax se acercó a un lado de la plataforma mientras Louisa aplaudió, la


felicidad brillando en su cara en su reaparición.

—¡Brax! Estás vivo.

Xarn resopló.

—Claro que lo está. ¿No pensaste realmente que una simple criatura del
pantano podría con los Dual Terror? Hemos dentado a criaturas más
temibles que esa.

Icor: secreción acuosa y acre de una herida o úlcera.


12
Tendría que haber hecho caso a la advertencia que brillaba en sus ojos.
No lo hizo, por lo que no estaba preparado para el empujón de ella y que
lo envió por la borda, de cabeza en la ciénaga. El fondo resultó no muy
lejano, plantó sus pies y se impulsó a la superficie. Al salir de la ciénaga
junto a su hermano, él escupió una bocanada de mugre y la miró. Ella se
echó a reír.

—No es divertido, humana—gruñó.

—Divertido depende del lugar donde estás parado —se burló. Plantando
las manos en las caderas, ella sonrió, probablemente sin saber que con
su ropa actual, la camisa de Brax y nada más, tenían una visión clara de
lo que ocultaba. Y se veía tentador.

—¿Estás pensando lo mismo que yo? —Xarn murmuró.


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—Definitivamente.

Se acercaron y cada agarró una esquina de la plataforma flotante. La


tambalearon en una dirección, luego en la otra.

—Hey, ¿qué estás haciendo? —gritó.

Xarn, con los ojos puestos en el premio que se mantenía parpadeante


cuando se extendió sus piernas para mantener el equilibrio, sonrió.

—Venganza.

—Es mi segundo nombre —se rio antes sentarse en la plataforma y cruzar


las piernas —. Ahora, si has terminado de echar una ojeada, ¿podemos
terminar de llegar a tierra antes de que más repugnantes criaturas de los
pantanos aparezcan?

Como no quería cubrirla con el mismo barro que llevaban, caminaron con
dificultad junto a la balsa hasta que llegaron a tierra firme. Avanzando
sucesivamente, en una marcha pesada al estar cubiertos de mugre, Xarn
hizo una mueca.

—Necesitamos un baño.

—Si lo necesitáis —Louisa aceptó —. Apestáis. Ella se agarró la nariz para


dar énfasis, con alegría brillando en sus ojos.

Esta vez, ni siquiera se miraron el uno al otro antes de actuar. Él y Brax


la intercalaron entre ellos, frotando su oscuros cuerpos cubiertos contra
ella. Represalias era la meta, pero presionado contra su cuerpo
exuberante, con sus chillidos y risa que eran música para sus oídos, un
impulso diferente le asaltó. Y no solo a él.

Podía ver la misma lujuria en el rostro de Brax. Curiosamente, no le


molestó tanto como lo había hecho al principio. Ellos habían compartido
muchas cosas a lo largo de los años, casi todo realmente, salvo una
genética compartida y las mujeres, aunque dada la frecuencia con la que
andaban juntos, sus padres y familias simplemente los trataban por
igual. ¿Era de verdad una locura pensar que tomar a la misma mujer
podía excitarles?

—Muy bien, me quedó claro el punto —Louisa se echó a reír empujando


su pecho, con los ojos brillantes, divertidos —No más burlarme de
vosotros, incluso si el rosa es tu color.
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Xarn pellizcó su nariz y dejó una mancha de barro en la punta. Él la besó
rápidamente antes de que pudiera protestar. Pero un beso no era
suficiente. Él poseyó su boca y ella cedió bajo su toque, abriéndose para
él, su lengua aventurándose a enredarse con la suya. Él la agarró por las
caderas, la presionó más fuerte contra él y se dio cuenta de que su amigo
aún permanecía presionado contra su espalda. Él abrió un ojo para ver
a Brax besándole el cuello. El echó de verlo lo encontró fascinante y a
Louisa no parecía importarle en absoluto.

La sugerencia anterior de Brax de compartir no estaba tan lejos de la


verdad después de todo. ¿Realmente necesitan hacerla a escoger? ¿No
podían...?

La lluvia predicha eligió ese momento para venir a cántaros, su único


gracia redimida era su calidez y el hecho de que limpiaba el barro de sus
cuerpos. Pero también arruinó el momento. Louisa se liberó del abrazo
con un jadeo y un rubor coloreando sus mejillas.

La dejaron alejarse de ellos de un gentil empujón, pero Xarn no pudo


evitar que su mente se moviera en una dirección diferente, una que ya
no era un concurso para hacerla escoger, pero una donde él la compartía
con su mejor amigo. Un tema que tendría discutir con Brax a la primera
oportunidad. Pero primero, era necesario localizar a sus alumnas,
encontrar o crear refugio e intentar descubrir exactamente en qué parte
de la galaxia se encontraban.

Xarn presionó un botón para reducir la plataforma en un pequeño cubo


de nuevo y lo puso en su saco. Podría ser útil más tarde. Como era de
esperar, Louisa insistió en llevar algo, por lo que le entregaron el paquete
más pequeño con los elementos más ligeros. Con Brax a la cabeza,
seguido de su humana y luego él mismo, se pusieron en marcha en la
dirección que el analizador predijo que la sección de ocio de la nave podría
haber aterrizado. De alguna manera dudaba que el descubrimiento
ocurriera rápidamente dada la selva espesa que necesitaban atravesar.
El follaje parecía decidido a obstaculizar su paso. El suelo bajo sus pies
tenía traicioneros baches mientras que la vegetación densa requería un
cuidadoso examen antes de entrar, ya que existía la desafortunada
posibilidad de que algo se escondiera dentro de sus profundidades. Sus
botas podían manejar muchos abusos, y mordiscos. Louisa sin embargo
con su calzado y piernas desnudas no podía. Y aunque gozaría chupando
su piel, prefería no pasar por la necesidad de aspirar el veneno de su
carne.

Caminar bajo la lluvia tibia no le molestaba mucho, pero después de


largas unidades galácticas de la misma, podía decir que era excesivo para
Louisa, aunque no se quejaba. Pero mientras seguían adelante, Página | 96
caminando bajo la lluvia, escalando y bordeando obstáculos, su cuerpo
la traicionó, sus pasos eran perezosos, le castañeteaban los dientes y su
respiración se volvió más pesada. Él la tomó en sus brazos.

—¿Qué estás haciendo? —chilló —Puedo caminar.

—Estás cansada y no acostumbrada a este tipo de atmósfera. Sin


embargo esto no es nada para nosotros. Solíamos entrenar en lugares
mucho peores.

—Pero, soy pesada.

Xarn resopló.

—No según mi criterio.

—¿Y si nos encontramos con algo peligroso? ¿Cómo lucharas?

—¿Estás llamando débil a Brax? Lo sé, no es un espécimen tan guapo y


viril como yo, pero puede pelear.

—Por supuesto que es un buen luchador. Pero…

Brax se rio entre dientes.

—Deja de provocarla. No temas, dulce Louisa. Puedo mantener a raya


cualquier ataque el tiempo suficiente como para que Xarn saque su arma.

—¿Supongo que discutir no me llevara a ninguna parte? —respondió ella


con un suspiro.

—No.
Su cuerpo se relajó en su agarre y sus brazos se curvaron alrededor su
cuello. Ella apoyó la cabeza en su hombro. El momento resultó
extrañamente íntimo y Xarn disfrutó de la confianza que puso en él, junto
con la exuberante sensación de su cuerpo. Una compañera debía saber
cuándo depender de su macho. Y le gustó tener la oportunidad de
mostrarle que poseía los rasgos adecuados para ser su compañero.

Tranquila por varias unidades, pensó que dormía hasta que de repente
habló.

—¿Qué sois? Porque, me dio la impresión al principio de que erais


amigos, pero os he oído utilizar mucho hermano de armas. ¿Es vuestra
relación?

—No, pero debido a la estrecha amistad de nuestras madres, nos criamos Página | 97
como si lo fuéramos. Aprendimos a luchar juntos y sacamos la primera
sangre al mismo tiempo. Cuando estás tan cerca de un hombre, se usa
el término hermano de armas.

—Yo soy el hermano mayor, sin embargo —Brax anunció.

—Por meros ciclos —Xarn replicó.

—Es porque la semilla de mi padre era más fuerte —se jactó su amigo
con una sonrisa.

—No, es porque mi madre me amaba más y quería mantenerme dentro


de ella por más tiempo —Eso borró la sonrisa de Brax. —Y un bebé nacido
de dos simientes tarda más tiempo de cultivar.

—Espera un segundo —dijo ella, levantando la cabeza y mirando entre


ellos —. ¿Qué quieres decir con dos simientes? ¿Fue tu madre
inseminada artificialmente?

Xarn no pudo detener su horror.

—¡No! ¿Quién iba a renunciar al placer del sexo para dejar que una
máquina te impregne?

—En la Tierra, algunas mujeres que necesitan ayuda lo hacen. Es


bastante normal.

—No lo es en nuestro mundo. Mi madre me dio a luz de la manera


tradicional al copular con dos guerreros, sus compañeros. Es una señal
de la fuerza de mis padres que ambos lograron fecundarla al mismo
tiempo.

—¿Tu madre durmió con dos hombres? ¿A la vez?


—Según ella, durmió poco —Xarn respondió con un guiño.

Sus mejillas se tornaron de un color rojo brillante que destacó en


contraste con su pálida piel.

—Estoy como calva sin peluca ahora mismo —exclamó, utilizando de


nuevo otra expresión humana que no podía traducir. Su pelo parecía
estar bien, ¿por qué iba a requerir una peluca? Antes de poder
preguntarle qué quería decir, los analizadores de ambos en sus cinturas
comenzaron a pitar. Sosteniéndolo hacia arriba, Brax se detuvo para
apuntar el suyo a la selva.

—¿Qué es? ¿Encontraste algo? —preguntó.


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—Creo que podríamos haber localizado una sección de la nave. Leo una
estructura metálica grande en esta dirección.

Xarn estableció a Louisa en sus pies. Sacó su espada y pistola.

—Quédate detrás de mí —le ordenó mientras se arrastraban en la


dirección que el analizador indicaba.

Brax se adelantó, sus movimientos silenciosos a través de la espesa


maleza mientras exploraba la zona. A su grito de “¡Todo despejado!” Xarn
empujó el espeso follaje para ver una franja de destrucción. Habían
encontrado un tramo de la nave, su aterrizaje brusco creó un amplio
surco en el suelo y arrancó la vegetación a lo largo de ambos lados.

Se apresuró para alcanzar a Brax, que desapareció en un agujero en el


lado, Louisa jadeaba mientras le pasaba en dirección a la nave rota.

—¿Son ellas? ¿Están bien? —gritó.

Justo cuando llegó a la puerta en el lateral de la nave, Brax reapareció.

—Es la sección de ocio que estábamos buscando, pero las pequeñas


mujeres se han ido.

Louisa cayó de rodillas y lloró.

—¡No! ¡No pueden estar muertas! Son tan jóvenes. So…

—Quiero decir que no están aquí —se apresuró a corregir Brax,


extendiendo una mano para ayudar a su humana a levantarse —. De lo
que percibí, todas sobrevivieron al impacto. No hay sangre u órganos. Se
las arreglaron para salir de sus arneses y hallaron el compartimiento con
los suministros. Los sacos han desaparecido como también la mayoría de
los artículos. Al parecer se llevaron suministros y armas con ellas antes
de salir.

—¿Estás tratando de decirme, que están ahí fuera, solas en una jungla
alienígena? —Ella parecía tan horrorizada con esa perspectiva como
cuando pensó que estaban fatalmente heridas.

—Con suministros—Brax reiteró.

—Y armas—agregó Xarn.

Ella le golpeó en el brazo y Xarn se estremeció ante su grito.

—¡Idiota! Ni se te ocurra intentar aplacarme. Mis chicas están ahí fuera,


por ellas mismas, asustadas y solas. Podrían ser comidas. O caer en un
pantano, o alguna otra cosa realmente horrible. Página | 99

Xarn resopló.

—Dudo que exista mucho que se atreva a comerse a esas pequeñas


demonios. En cuanto a caer en algo, no les das suficiente crédito.

Su mirada se suavizó y sus hombros se hundieron un poco.

—Lo siento. No quise gritarte. Estoy muy asustada por ellas.

—Como cualquier buen tutor debería estarlo. No es ninguna vergüenza


preocuparte por ellas.

—No pueden estar muy lejos de nosotros —Brax intervino —. Vamos a


localizar su rastro y a seguirlo. Te reunirás pronto con ellas.

Pero un reencuentro rápido resultó ser una tarea difícil. Con la lluvia aún
cayendo, las pistas de los halflings más o menos se habrían borrado. Él
y Brax invocaron todas sus habilidades de caza para mantenerse en el
camino correcto, manteniendo una estrecha vigilancia de las ramas rotas
y hojas trituradas. Su lectura cuidadosa les hizo ir muy lento sin embargo
y aunque tomaron turnos para llevar a Louisa, con el tiempo la fatiga
arrastró a todos.

—Nosotros acamparemos aquí—Xarn anunció, dejando caer la bolsa en


el próximo claro cuando entraron. Brax no cuestionó su decisión, a pesar
de saber que podrían seguir por muchas más unidades galácticas,
cansados o no. Sin embargo, con esta atmósfera, Louisa no podía.

—Tenemos que seguir adelante—jadeó ella —. Estaré bien. Sólo dame


cinco minutos.
—No estás acostumbrada al aire más espeso y la humedad de este
planeta. No hay ninguna vergüenza en descansar. Te convertirás en
pasiva en la búsqueda si colapsas por el cansancio o enfermedad.

Ella frunció los labios con disgusto.

—No soy una debilucha y mis chicas me necesitan.

—Te necesitan viva. Acamparemos aquí —respondió Xarn.

—Está bien —Ella dejó el saco en el suelo y se sentó sobre él, su ceño
fruncido en conflicto con el evidente alivio en su cuerpo al detenerse.

Inclinando la cabeza, Xarn hizo señas a Brax para ir hasta el borde del
claro, con el pretexto de recolectar materiales para construir un refugio. Página | 100
Dándole la espalda a ella, hablaron en susurros.

—Louisa no puede continuar. Necesita descansar. Pero uno de nosotros


tiene que seguir buscando a sus chicas. Cuanto más tiempo estén aquí
solas, menos probable es que las encontraremos con vida —Pese a su
afirmación anterior de que eran duras, la realidad seguía siendo que
carecían de la experiencia y habilidades necesarias para sobrevivir en un
planeta alienígena.

—De acuerdo. Ella necesita protección. ¿Pero quién debería ir? Tendría
sentido dejar al que más le guste, aunque se niegue obstinadamente a
admitir que soy yo, pero hasta que lo haga y aplaste tus fantasías, ¿cómo
decidir?

—Tú quieres gustarle más. En realidad, he estado pensando en todo el


dilema que gira alrededor de su elección —Xarn respondió echando un
ojo a Louisa mientras ella tiraba de las hojas altas de la planta y las
colocaba en el montón —Pienso que es hora de dejar pelear por quien la
consigue.

—No me voy a rendir—Brax gruñó.

—Nadie dijo que tenías que hacerlo.

—¿Estás apartándote? —Brax dejó de tirar de una rama para mirarlo.

—No es una casualidad. La quiero tanto como tú, por lo que creo que es
el momento de que hagamos lo que mejor sabemos hacer.

—¿Causar problemas?

—No.
—¿Matar algo?

Para ser el más inteligente, su hermano de armas a veces podía resultar


muy denso.

—No. Idiota. Estoy hablando de compartirla.

—Oh. Bien por mí.

La fácil, respuesta despreocupada le sorprendió.

—¿Bien por ti? ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

Brax se encogió de hombros.

—Yo ya había llegado a la misma conclusión. Es obvio que ella se siente


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atraída por ambos y que el hecho de que la obligamos a elegir es lo que
está creando su negativa a aparearse con cualquiera de nosotros.
Compartir parece ser la solución más obvia. Pero, ¿quién va primero?

Al no haber pensado en eso antes, porque esperaba más argumento, Xarn


miró boquiabierto a Brax. Se recuperó rápidamente.

—Mi idea, por lo que debería ser yo —Xarn anunció.

—Soy más viejo, así que el privilegio debería ser mío.

—Tuviste el último turno, así que por derecho, me toca ahora.

—Lleva mi camisa.

Xarn frunció el ceño.

—¿Qué mierda tiene eso que ver con esto?

Un encogimiento de hombros levantó los hombros de Brax.

—Nada, sólo pensé que debía mencionarlo.

—Yo.

—No. Yo.

De pie cara a cara, la recolección olvidada de momento, se miraron el uno


al otro.

—Si peleamos, ella sabrá que estamos hablando de ella—dijo Brax,


fingiendo una sonrisa a Louisa, quien los miraba con los labios fruncidos
y las manos en las caderas.

Antimateria, supernova 13
o agujero negro —dijo Xarn. Un juego de la
infancia que había disuelto más de un punto muerto. Sonriendo a la
solución, Brax asintió con la cabeza. Cada uno tendió un puño y lo
botaron tres veces.

—Ja. Gano —exclamó Xarn, sosteniendo los dedos en un anillo, a los


dedos abiertos de Brax. —Agujero negro se traga tu súper nova.

—Joder. Sabía que debía elegir antimateria para invertir tu polaridad —


Brax empaquetó la plantación rota en sus brazos —. Creo que iré a
buscar el rastro las halflings.

Dejando a Xarn a solas con Louisa. Mi suerte está fianalmente mirando


hacia arriba.
Página | 102
Volviendo al claro, él y Brax dejaron caer su carga de materiales.

—Os tomó bastante tiempo —dijo Louisa. —Si no lo supiese mejor, diría
que estabais planeando algo —Su mirada severa veía a través de ellos,
por lo Xarn la evitó y se arrodilló para poder hurgar en su bolsa por su
dispensador de cable. Pretendía usarlo para unir las ramas y así poder
crear un refugio para salvaguardarlos de la lluvia.

—De hecho, hablábamos. Mientras configuras el refugio con Xarn,


continuaré explorando y buscando pistas sobre la ubicación de tus
chicas —anunció Brax.

—¿Solo? ¿Estás seguro? Estoy bien para seguir —dijo.

—Quédate aquí y descansa. Usaré el comunicador si encuentro algo —


Brax aligeró la carga de un saco, dejando una pila en el suelo —. Pero
voy a esperar la cena y una cama caliente cuando vuelva —Le guiñó un
ojo y sonrió, respondiendo con un movimiento de sus dedos al gesto
grosero que Xarn hizo a su espalda.

13
Supernova: es una explosión estelar que puede manifestarse de forma muy notable, incluso a
simple vista, en lugares de la esfera celeste donde antes no se había detectado nada en
particular.
Con un movimiento audaz, Brax tiró de Louisa a sus brazos y sus labios
se unieron con un beso. Cuando la soltó, sus ojos brillaban con deseo y
aunque una pizca de celos le mordió, Xarn se consolaba con el hecho de
ser el que se quedaba atrás con ella. Brax palmeó sus nalgas al partir,
pavoneándose bastante satisfecho de sí mismo. A Xarn no le importaba.
Ahora estaba a solas con su humana. ¡Y soy el primero!

Louisa siguió mirando a Brax mucho después de que el follaje de la selva


se tragara su forma.

—¿Va a estar bien él solo?

Un resoplido se le escapó.

—Fingiré que no preguntaste eso —Levantó la estructura que había Página | 103
creado y la cubrió con una lona impermeable.

Ella se volvió para mirarle, con una sonrisa tirando de sus labios.

—No quise decir eso. Es sólo que obviamente existen algunas grandes
criaturas desagradables por ahí, por no hablar de esos tipos que nos
derribaron. En la tierra, hay una expresión; seguridad en números.

—¿Estás preocupada por su bienestar? ¿Él te importa? —preguntó con


indiferencia, incluso si él sentía todo lo contrario. Mientras esperaba su
respuesta, utilizó un palo largo para apuntalar la estructura en ángulo,
obligando al agua de lluvia a correr hacia abajo y fuera de la vivienda. La
pared inclinada cubría un espacio lo suficientemente grande para la
plataforma, la cual metió dentro y abrió.

—Me preocupo por los dos, incluso si eres machista y molesto.

—¿Qué es machista?

Ella adoptó su postura y flexionó los brazos mientras levantaba una ceja.

—Mírame. Soy muy fuerte y sexy.

Él sonrió.

—¿Crees que somos atractivos?

—Bueno Sherlock. No estoy muerta. Pero eso no quiere decir que vaya a
elegir a uno de vosotros.

—Entonces tendrás a ambos —respondió casualmente mientras apilaba


el follaje que había reunido en la parte superior de la plataforma como
un cojín.
—¿Qué?

Él la miró desde su lugar en el suelo donde difundió las mantas sobre la


improvisada cama.

—Parece que disfrutas con ambos. Y como la decisión de elegir es una


imposición indebida, entonces, quizás la mejor solución sería la de no
elegir en absoluto.

—Wow. No me esperaba eso. Pensé que ustedes eran de la clase “no


comparto compañera”.

—Normalmente preferimos mantener a nuestras hembras separadas,


pero estamos dispuestos a hacer una excepción en tu caso.
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—¿Por qué? —Ladeó la cabeza cuando preguntó, la curiosidad en sus
ojos.

Se levantó en el refugio que había creado.

—Porque eres especial.

Ella emitió un gracioso sonido.

—Así que soy una novedad que ambos quieren golpear.

—Si te refieres a copular, entonces sí, ese es uno de nuestros objetivos.


Pero, también nos intrigas en muchos otros sentidos. A mí, al menos, me
gusta tu carácter valiente y lengua descarriada.

—También me gustas, pero…

—Shhh —Él llevó un dedo a sus labios y sacó su arma, sus ojos
escanearon el follaje. La sensación de unos ojos observando, hizo la piel
de su nuca hormiguear. Louisa no se acobardó, aunque su rostro
adquirió un tono ceniciento. Alarmada o no, sacó el cuchillo que le había
dado y lo sostuvo frente a ella, su pose inútil, pero valiente.

Un susurro a su izquierda, le hizo girar sobre un talón. Vio el resplandor


de unos ojos antes de que algo cargara, gruñendo y babeando como una
bala hacia ellos. Disparó una vez, golpeando a la criatura entre los ojos y
cayó. Pero no estaba sola.

Xarn se volvió cuando otra bestia se abalanzó desde las sombras, esta
vez apuntando a Louisa. Rápidamente, pasó un brazo alrededor de su
cintura y la atrajo a su lado mientras disparaba con su mano libre. Ella
tembló, aferrándose a él, dejo caer su cuchillo por el miedo.
—¿Qué diablos eran esas cosas? —chilló ella —¿Has visto todos los
malditos dientes que tenía?

—Olvídate de los dientes, es el veneno lo que te habría matado—


respondió, reconociendo haber visto anteriormente a las horribles bestias
en el mercado. Su veneno era muy apreciado por los asesinos. Y él iba a
asegurarse de obtener un poco cuando ella no estuviera mirando. Podría
ser útil más tarde.

—Entonces me quedo más tranquila—dijo bruscamente.

Él la miró detenidamente, vio el miedo que todavía se aferraba a ella y


levantó una mano para cepillar suavemente un mechón de pelo de su
cara.
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—Yo no dejaría que te hicieran daño. Nunca —Daría mi vida por ti. Un
pensamiento verdadero, uno que le hizo darse cuenta de que
verdaderamente era su compañera aunque todavía tenía que reclamarla.
Más que fornicar, o ganar, él quería a esta mujer a su lado, teniendo a
sus pequeños guerreros, siendo su compañera de por vida. Y apostaría,
que también Brax sentía lo mismo.

Enterró la cara en su pecho desnudo, la calidez de su respiración


haciéndole cosquillas en la piel. Envolvió los brazos alrededor de ella y la
sintió tiritar. El peligro se esfumó y la conciencia tomó su lugar. Notó la
exuberancia de su cuerpo presionado contra el suyo. El calor de su piel.
Las cosas que quería hacer a su cuerpo...

Aunque primero, tenía que terminar de asegurar el campamento para que


ningún visitante más llegara a interrumpirle. Algo que debí hacer en
primer lugar. Colocó sensores formando un hexágono por el claro. Le
avisarían de cualquier movimiento a treinta pasos de la linde. Tiempo de
sobra para tomar un arma y proteger a su mujer.

Pero que tuviera cuidado la entidad que se atreviera a interrumpirlo antes


de haber tomado su placer con su humana, porque la necesidad de Xarn
era enorme. Y he terminado esperar.
campar no era algo familiar para Louisa. Entonces otra vez,
caminar con dificultad a través de la lluvia en un planeta
extraño después de haber chocado y luego escapar de algunos
monstruos mutantes pantano no era una habilidad que ella hubiera
aprendido bien.

Por suerte para ella, los guerreros púrpuras que la secuestraron parecían
saber exactamente qué hacer. En la nave, que parecía grande,
intimidante a veces y apta. Fuera de la nave, se añadía lo peligroso y Página | 106
realmente caliente. Y no sólo porque se habían quitado las camisas para
mostrar esos pechos impresionantes con capas de puro músculo.

Ellos lo manejaron con facilidad, con actitud tranquila, incluso cuando


estando bajo ataque. Manteniéndola a salvo y sin romper a sudar o perder
el ritmo. Calmándola cuando había entrado en pánico al descubrir la
nave vacía.

Supo que los retrasaba y sin embargo, no la dejaron atrás, en cambio


adaptaron su ritmo al de ella, la llevaron cuando se retrasó y mientras
que ella habría seguido adelante a pesar de su cansancio, supieron
cuándo hacer le parada. Un descanso a regañadientes que podía
reconocer que necesitaba. Además, aunque su cerebro cansado podía
entender eso, Brax lo haría mejor en la búsqueda si iba solo. Si las chicas
estaban cerca, las encontraría más rápido que si tenía que arrastrar su
culo gordo.

Por supuesto, quedarse sola con un guerrero púrpura venía con su propio
juego de problemas. Tal como lo consciente que era de él y el hecho de
que más o menos tenían un poco de intimidad. Y una cama. Pero ¿no
había decidido no elegir? ¿Cómo iba a hacerlo cuando ambos le atraían?
Y ambos, obviamente, la deseaban. ¿O había cambiado eso? El hecho de
Xarn se quedara atrás podría indicar que Brax se rindió. Que la cedió a
su amigo, tomando la decisión por ella. Eso le inquietó. Creía que él la
deseaba demasiado. ¿Su tozudez le había hecho cambiar de opinión?
¿Acaso ya no la encontraba atractiva?

Sin embargo, ¿no recordaba a Xarn diciendo algo sobre por qué elegir,
por qué no compartir?
¿Una alucinación? Si no, seguramente una broma. ¿Qué clase de hombre
compartía a una mujer? Quizás un individuo que sabía que él y su mejor
amigo podrían perderse en la selva por un tiempo con sólo un coño que
compartir.

¿Era eso? ¿Habían previsto compartirla como lo harían con una manta?
Deseó tener el descaro de preguntar. Pero realmente, ¿cómo una persona
preguntaba algo así? Así que bueno, me preguntaba cuando me dijiste
compartir ¿era porque ambos realmente me deseáis o porque soy el agujero
más conveniente en los alrededores?

La respuesta en ambos sentidos la dejaron perpleja. Por un lado, el sexo


casual con ambos sería rascarse la picazón sexual sin cadenas, y
convertirla en una verdadera zorra alienígena. Pero... ¿podría realmente
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tener relaciones sexuales con ambos y no involucrarse emocionalmente?
No era probable. Demonios, ya se preocupaba por ellos un infierno mucho
más de lo que quería. Lanza el sexo la mezcla y estaba acabada.

Absorta en sus pensamientos, se sobresaltó cuando Xarn rozó su cuerpo


por detrás, sus manos se deslizaron alrededor de su cintura para
abrazarla contra él, el canto duro en su espalda era la prueba de su
alegría de verla.

—Estás sumida en tus pensamientos.

Se giró en sus brazos y miró a los ojos.

—Me preguntaba sobre algunas cosas como, ¿qué vas a hacer conmigo?

—¿Hacer? Primero, voy a despojarte de tu ropa empapada. Luego voy a


acariciar cada centímetro de tu cuerpo hasta grites mi nombre. Y
entonces…

El calor subió a sus mejillas, pero no era nada comparado con el fuego
entre sus piernas.

—No es eso lo que quise decir. Me estaba preguntando…

—Hablas demasiado a veces —Él cubrió sus labios con los suyos,
ahogando cualquier respuesta. Ella debería empujarle lejos y exigir
respuestas. Mantenerse firme y negar su toque. Pero realmente, ¿por qué
molestarse? Sabía lo bueno que podía hacerla sentir. Y lo quería. Quería
aliviar la tensión y sí, el placer que él podía proporcionarle.

No obstante, al aceptar su abrazo y dejar que le hiciera el amor, ella haría


su elección, aunque fuera por omisión, porque a pesar de su mención de
compartir, Louisa era la clase de chica de un solo hombre. Y así será.
Desgarrada por la indecisión, era más fácil dejar a Xarn tomar la decisión
por ella. Lo siento Brax.

Levantó los brazos para poder estrechar las manos alrededor del cuello
de Xarn, sosteniéndolo firmemente a ella, amando la sensación de su
cuerpo contra el suyo. Sus manos agarraron su cintura, la fuerza sólida
de ellas imprimiendo su piel. La levantó y acarreó unos pasos hasta el
refugio que había construido. La puso sobre la cama de hojas y mantas,
el abrupto fin de la lluvia era bienvenido.

Sus ojos recorrieron su cuerpo, demorándose en sus senos que


empujaban contra la tela de la camisa que llevaba. Sus pezones se
tensaron bajo su mirada, sobresaliendo descaradamente. Una media
sonrisa curvó sus labios.
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—Para una mujer con sólo dos senos, eres muy atractiva.

—Yo no voy a preguntar cuántas tetas consideras normal. Y por cierto,


eso no era un muy buen cumplido.

Extendió una mano para acariciarla a través de la ropa mojada.

—¿Es necesario que te diga lo hermosa que eres? ¿Cómo me vuelves loco
de deseo? Desde el momento en que te conocí, no he querido nada más
que rasgarte la ropa y acariciar cada centímetro de tu bárbaro cuerpo.

Oh, ahora que era sexy. Se merecía una respuesta.

—Tú me pones caliente también.

Una sonrisa curvó sus labios, las afiladas puntas de sus dientes
asomándose. No es que les temiera. Sabía que no le harían daño.

—Tú eres un regalo, Louisa.

Tomando una página de su libro, ella le contestó.

—Y tú hablas demasiado —Ella lo agarró por el pelo y tiró de él abajo,


presionando sus labios contra los suyos. Él captó la indirecta, usando su
lengua para otros placeres orales, como deslizarla contra la suya, creando
un hormigueo en su cuerpo.

Se movió sobre ella, su grueso cuerpo, musculoso, instalándose entre sus


muslos separados. Su peso contra su centro, le hizo estremecerse y
empujó sus caderas, el dolor ya construyéndose en su sexo.

Le besó con hambre y abandono, olvidando todo en ese momento, a


excepción de su toque. Él rompió el abrazo, alzándose sobre ella, sus ojos
azules brillando con luz. La observó mientras dejaba que sus manos se
arrastraran por su cuerpo, desabrochando su camisa, revelando su
cuerpo, centímetro a centímetro. Su respiración se enganchó en el deseo
ardiente que vio en su expresión, su necesidad. Su hambre...

Él pasó un dedo por el valle de sus pechos al descubierto, su simple toque


electrizó sus sentidos y le hizo arquear su espalda, ofreciéndose ella
misma a él. Bajó la cabeza, con rapidez, tomando un pico erecto en su
boca y succionándolo. Ella gritó en el súbito placer de hacerlo, sus dedos
se enredaron por su pelo, sujetándolo contra ella. Los bordes de sus
dientes rozaron su piel sensible, burlándose, deleitándose. Cambió de
pecho, prodigando la misma atención que al otro, mientras ella gemía,
calor y humedad aumentando en su coño.
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Como si sintiera su creciente urgencia, una de sus manos descendió por
su cuerpo y se deslizo entre la unión de sus muslos. Él gimió cuando sus
dedos encontraron su humedad.

Le soltó el pezón con un húmedo pop y con brillantes ojos sostuvo su


mirada, se deslizó por su cuerpo hasta que su rostro se cernió sobre su
sexo.

—He soñado con saborearte —dijo con voz cargada de pasión. Bajó la
cabeza y ella gimió al primer golpe de su lengua. Tembló al segundo.
Perdió la mayor parte de su mente coherente al tercero. Perdida en un
torbellino de placer, antes de darse cuenta, ella gritó de felicidad, su
orgasmo balanceó su cuerpo con temblores. Vagamente lo sintió
cambiando y abrió los ojos para verlo cubriéndola de nuevo. Algo duro y
caliente, presionado contra la abertura de su sexo.

—Te quiero—afirmó sin rodeos.

Y Dios, como lo deseaba también. Ella envolvió los brazos alrededor de


su cuello, lo atrajo hacia ella y susurró contra su boca.

—Tómame.

Con un gruñido, él la penetró y ella gritó, la gruesa, gran longitud de su


polla llenándola, estirándola, tomando su reciente clímax y de alguna
manera, encendiéndola de nuevo. Dentro y fuera, él bombeó, golpes que
se hicieron más y más rápidos, pero no le importaba. Mientras jadeaba
contra sus labios, sus besos más como roces jadeantes contra su boca,
ella rogó por más, le mostró lo que deseaba arqueando las caderas a sus
embestidas. Envolviendo las piernas alrededor de su cintura, invitándole
tan profundo como que podía penetrarla. Ella se encontró cabalgando
hasta la cima del placer de nuevo, pero esta vez él fue con ella y cuando
ella se rompió en billones de trozos dichosos, él llegó a su clímax también,
gritando su nombre, descargando su semilla caliente en su interior.

Tardó una eternidad para volver a la tierra… al planeta alienígena en el


que se habían estrellado. Deseó haberse quedado en ese alto siempre.
Tendida en el círculo de los brazos de Xarn, con la oreja pegada contra
su pecho, escuchando el latido regular de su corazón mientras
recuperaba el aliento. Hablando sobre el clima. El sexo con un chico en
casa nunca estuvo cerca de esto. Nunca la hizo sentirse como si hubiera
muerto e ido al cielo. Fui una idiota por no dejarme disfrutar esto antes.
Pero aún había tiempo para compensarlo, eso esperaba.

Una parte de ella seguía preguntándose qué le traería el futuro. ¿Xarn


jugaría un papel en él? ¿Qué sobre Brax? ¿Iba a estar enojado? ¿Dolido? Página | 110
Y ¿qué pasaría con sus chicas? ¿Las había encontrado? ¿Estarían de
acuerdo?

Muchas preguntas necesitaban respuesta todavía, pero empujó esas y su


dudas a un lado, ¿permitiéndose disfrutar del momento porque que sabía
que nunca tendría la oportunidad de disfrutarlo de nuevo? Al parecer, no
de momento, incluso si su polla presionada contra su cadera parecía
parcialmente lista para ir otra vez.

La alarma de perímetro se disparó y ella se apresuró a sentarse, tirando


de la camisa junta y buscando a tientas los botones, al contrario de Xarn
que se levantó de un salto, con una pistola en una mano y un cuchillo en
la otra, con su polla balanceándose como un péndulo púrpura. Detuvo
por un momento sus dedos en los botones, no podía dejar de admirarle;
alto, musculoso e incluso mientras estaba desnudo, de aspecto peligroso.
Su carencia de bolas hacia su polla parecer más grande, más definida. Y
ella necesitaba dejar de mirar. El peligro había llegado.

Ella sólo había conseguido abrochar algunos botones cuando Brax


apareció en el claro y sus emociones fueron a la guerra. Por un lado,
estaba feliz de verlo de vuelta, sano y salvo. Por otro, la decepción se hizo
sentir cuando notó que él regresó solo, lo que significaba que sus chicas
aún estaban perdidas. Y, por último, culpa y vergüenza la inundaron.
¿Cómo no sentirse así cuando acababa de tener sexo con su mejor amigo,
sabiendo que él la deseaba y peor aún, no podía ocultar lo que pasó?

El calor corrió a sus mejillas y ella oró por meterse debajo de una roca.
Luego pidió una para golpear la cabeza de Xarn cuando con aire de
suficiencia habló primero.
—Yo no sé tú, pero mi tiempo fue más productivo.

—La manera de frotarlo en su cara —gruñó ella levantándose e


intentando algún tipo de dignidad con su pelo todo raído y oliendo a sexo.
Bajo la lluvia, por supuesto, se habían detenido mientras disfrutaban de
sí mismos, por lo que ni siquiera podía probar y ducharse.

Brax sonrió, no parecía perturbado.

—Productivo y, sin embargo, no la dejaste con una sonrisa. Cuando


llegue mi turno, puedes estar seguro, que le mostraré cómo se hace
correctamente.

Rebobina. ¿Qué ha dicho?

—¿Um, disculpa? ¿Qué quisiste decir con tu turno? Dormí con Xarn. ¿No Página | 111
significa eso que ya lo he elegido?

Sus labios se fruncieron.

—¿Estás diciendo que no me encuentras atractivo?

—No, claro que sí, pero…

—¿No quieres que te toque?

—Prefiero no contestar a eso. En realidad, toda esta conversación es


incómoda.

Xarn se encogió de hombros y se inclinó para susurrarle al oído a su


compañero. Los ojos de Brax se deslizaron por su forma y ella agachó la
cabeza. Ni idea de qué estaba pasando, pero estaba más confundida que
nunca. Pensó que durmiendo con Xarn, ponía a descansar de una vez
por todas sus dudas sobre qué alien le gustaba más. Realmente había
disfrutado con Xarn. Realmente gozado y no podía esperar a volver a
hacerlo. Pero…

Al ver a Brax, descubrió que todavía quería ver qué sentiría al hacer el
amor con él. Y apostaría que le gustaría simplemente mucho.

Soy la puta más grande en este planeta. Y lo peor, en lugar de ayudarla


estaban dando a entender que podía tener a los dos. Lo cual era una
locura. Qué chico quería compartir su chica; mejor amigo, hermano de
armas o no. Simplemente no iba a suceder.

Suspiró. Quizás necesitaba dejar de pensar sobre ello, porque en vez de


lograr claridad mental estaba cada vez más y más confundida, oh, y
caliente de nuevo, ¡maldita sea!
Entonces la realidad la golpeó y todo deseo de follar salió directamente
de su cabeza.

—¿Mis chicas? Mierda. No puedo creer que me olvidé de ellas. ¿Las


encontraste? ¿Cualquier rastro? Probablemente iré al infierno por tener
relaciones sexuales en este momento de mi vida mientras mis pobres
niñas probablemente están asustadas, hambrientas y Dios sabe qué más.

Brax negó con la cabeza en respuesta a su consulta.

—La pista que seguí no mostraba signos de que hayan sufrido algún
daño. Y si las envolturas vacías son una indicación, se han estado
comiendo sus suministros. La oscuridad me hizo perder su pista y esa es
la razón por la que regresé. Vamos a reanudar la búsqueda por la
mañana. Dejé marcas para hacer nuestro viaje más rápido.
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—Pero... —Se dejó caer en la cama bajo el cobertizo, sintiendo que debía
hacer algo, cualquier cosa para ayudarlas.

Xarn se arrodilló junto a ella.

—No podemos hacer nada por ellas esta noche. Son mujeres inteligentes.
Van a hacer un campamento como el que tenemos y nosotros nos
encargaremos de alcanzarlas por la mañana.

No confiando en sí misma para hablar, porque probablemente empezaría


a llorar más fuerte que el mayor bebé del universo, sólo asintió. Xarn se
inclinó y la besó suavemente, antes de levantarse para acercarse a su
hermano. Ella se recostó sobre la plataforma y se movió debajo de la
manta, dejando que el murmullo de voces masculinas la arrullaran a
dormir, pero no ahuyentaron la pesadilla de que sus chicas fueran
comidas por gigantes criaturas peludas con grandes dientes.

—Pensé que se suponía que ibas a abordar la idea de compartir con ella—
susurró Brax.

—Lo hice y no me tomó en serio. Entonces unos tipos me distrajeron.

—Qué suerte. Pero ¿qué pasa con mi suerte? Sólo accedí a esto porque
íbamos a tomar turnos. Si hubiera sabido que no lo decías en serio, no
la habría dejado sola y la habría cortejado hasta que me eligiera como su
compañero —Había visto la mirada en sus ojos cuando había entrado en
el campamento; culpa, vergüenza, confusión. Brax no era idiota. Louisa
pensó que tener sexo con Xarn significaba que había hecho su elección.
No era jodidamente probable —¿Entonces cómo vamos hacerlo?

—Por la mañana, voy a dejaros con el pretexto de una exploración. Utiliza


ese tiempo para seducirla. Una vez que los dos la hayamos tenido una
vez, esperemos que ella comprenda que estamos de acuerdo con eso y
podamos seguir alternando desde allí.

—No lo sé. ¿No notará que la estamos manipulando?

—Confía en mí. Esto funcionará e incluso si llega a saber que estaba


planeado, una vez que haya tenido una muestra de los dos, seguramente
va a perdonarnos.

De alguna manera dudaba que fuera tan fácil. Pero no podía negar que Página | 113
todavía la quería. En cuanto se colocó a un lado de ella en la cama
improvisada mientras Xarn tomó el otro, sólo esperaba que su plan de
conseguir que se apareara con ellos no fuera la cosa que la alejara.
esos la despertaron, suaves mordiscos en la parte posterior de
su cuello la hicieron gemir y retorcerse contra el cuerpo duro
detrás de ella. Una mano se abrió camino hasta su camisa
suelta, ahuecando su pecho, acariciando la punta erecta con un dedo
encallecido. Ella contoneó su trasero contra la polla dura presionada
contra su culo, todo lista y húmeda para Xarn. Pero, ¿estaban solos? No
quería restregar por la cara a Brax su nueva relación con su mejor amigo.

—¿Dónde está tu otra mitad morada? —Susurró. Página | 114

—Ha ido por delante para explorar —fue la respuesta amortiguada


mientras hablaba con la boca llena de su piel.

Él chupó su nuca, su mano viajó por su cuerpo para profundizar entre


sus muslos. Ella levantó su pierna, moviéndola hacia atrás, montándola
sobre su pierna. Un cambio de posición y su polla rebotó libre para
descansar bajo su coño.

Un dedo perezoso rodeó su clítoris y ella jadeó de deseo. Se tomó su


tiempo, sin embargo, mojando su dígito, con largas embestidas, seguidas
de lentas masajes en su clítoris.

Ella gimió.

—Deja de provocarme —Ella se inclinó para agarrar su eje, encontrándolo


aún más grueso de lo que recordaba. Lo guió a su sexo mientras él seguía
burlándose, frotando su protuberancia, haciendo que su sexo se
encogiera por la necesidad. Su coño, hambriento de su polla, lo enfundó
y él gruñó, bajo y sexy en su oído. Un nuevo sonido que le gustaba.

Él la penetró por detrás, su cuerpo pegado al suyo, cuchareando su piel


a su piel. Ella molió hacia atrás, conduciéndolo más profundo, su clímax
flotaba muy cerca, especialmente con la manera en que seguía
acariciando su clítoris. Le mordisqueó el hombro, la amarga punzada de
dolor le hizo exclamar y arquearse, tensando todo su cuerpo. Con un
gruñido y una sujeción adicional de sus dientes que casi le rompían la
piel, sus caderas pistonearon una última vez antes de que él legara, los
calientes chorros pulsantes provocaron su propio orgasmo.
Ella gritó cuando llegó, su cuerpo ondulándose con oleadas de placer. Él
la sostuvo apretada contra él, presionando suaves besos contra su cuello,
hombro, oído, su respiración tan errática como la suya.

—Eso superó mi imaginación—murmuró en un tono suave.

Se quedó paralizada.

—¿Brax?

—Por supuesto. ¿Esperabas a alguien más?

Um, sí, lo hizo. Se apartó de él y se puso de rodillas. Él yacía de costado,


con la cabeza apoyada en una mano, mirándola.

—Tú no eres Xarn. Oh, mierda. Pensé que eras Xarn. Página | 115

—Xarn siguió adelante de exploración, como he mencionado antes y


volverá dentro de un rato.

—Oh, no. Esto no debió suceder —exclamó. —Él va a matarme. Y tú. Oh


mierda.

—¿Por qué haría eso?

—Porque tuvimos sexo idiota—ella gritó. —Va a enfadarse.

—Porque esto es lo que acordamos. Era mi turno.

—¿Perdón?

Él se inquietó, perdiendo su sonrisa. —Pensé que abordó el tema de


compartir mientras no estaba.

—Él lo mencionó de pasada. Pensé que estaba bromeando. No soy una


puta. No duermo con varios hombres a la vez, sobre todo no con amigos.

—Tú no eres una puta.

—¿En serio? Entonces ¿cómo se llama la mujer que se acuesta con dos
chicos?

—Nuestra.

La palabra envió un escalofrío a través de ella, pero no era lo


suficientemente fuerte como para disipar el factor de impacto o la ira.

—Pero ni siquiera me preguntaste. Esto no es mi tipo de cosas.


—No entiendo —Él se arrodilló en la cama, con los ojos nublados por la
confusión y dolor. —Disfrutas de mi tacto. Te preocupas por mí. ¿O me
equivoco?

—Tú sabes que me gusta. Y me gustas. Pero eso no significa que tú y tu


amigo simplemente pueden decidir compartirme. ¿Qué pasó con
preguntar?

—Lo hicimos y tú dijiste que no podías decidir.

—Así que decidiste por mí. Qué bien. Entonces, ¿cómo elegisteis quien
iba primero? ¿Lanzando una moneda al aire, tirando unos dados?

—Prefiero no decirlo—murmuró, bajando la mirada.


Página | 116
—Oh mi dios. Estaba bromeando. ¿Quieres decir que apostasteis sobre
quien conseguiría follar conmigo primero?

Gateó de la carpa improvisada a tiempo para ver a Xarn saliendo del


bosque sombrío al claro.

—¿Tú? —Gritó —¿Tú sabías que él iba a hacer esto?

Una mirada perpleja arrugó su rostro.

—¿Hacer qué?

—Tener sexo conmigo.

—Era su turno.

Ella se perdió. Se inclinó, cogió una piedra y se la arrojó. Xarn ni siquiera


tuvo que moverse porque ella falló su objetivo.

—Idiota. Pensé que cuando tuvimos sexo anoche significaba que


estábamos en exclusiva.

—Nunca dije eso. Y te pregunté si nos encontrabas atractivos y si


podíamos compartir.

—Pensé que estabas bromeando.

—No entiendo tu referencia. Tampoco capto tu ira. Dijiste que no podías


elegir. Por lo tanto, resolvimos el problema y quitamos la necesidad de
elección.

—Déjame ver si lo entiendo; porque no iba a elegir, ¿confabulasteis sobre


dormir conmigo?
Sus caras avergonzadas fueron suficiente respuesta.

—¿En serio? ¿Qué está mal con vosotros? ¿Te has parado a pensar lo
jodidamente confuso que esto es para mí, cuidada por dos malditos
idiotas, agonizando porque podría haceros daño a los dos, al no impedir
que me seduzca? Me desgarró preguntarme si esto podría arruinar
vuestra relación. Y todo el tiempo, los dos tramaban follarme. Bien ¿estás
contento? Lo hicisteis. Ahora pueden besar en despedida a este coño.

—¿Por qué estás tan enfadada porque hemos llegado al acuerdo de


compartirte? ¿No debería ser bueno el hecho de que nos preocupamos
por tus emociones lo suficiente como para no obligarte a elegir servir de
algo?

—¿Cómo obligarme a un trío cariñoso es por mí? Página | 117

—Porque...

—¿Por qué? ¿Esa es tu brillante respuesta? —Un dolor se apoderó de su


corazón. Era una tonta, porque pese a su complot de seducirla, ella
esperaba que su complicidad significara que ambos la amaban y
preferían compartirla a no poder estar con ella. Pero, al parecer, una de
sus reflexiones anteriores era más precisa. Estaban cachondos y ella era
la única hembra. Ellos no la amaban. Lo cual apesta, pues a pesar de que
me convierte en muy estúpida, he caído por ellos.

No obstante, amarlos no significaba estar dispuesta a comprometer su


orgullo.

Antes de poder decirles dónde podían meter sus pollas de ahora en


adelante, una lanza aterrizó en el suelo, entre sus pies. Con ojos
desorbitados, se quedó mirando el temblor de ella, sólo medio notó como
Brax y Xarn asumieron posturas defensivas a su alrededor.

—¿Por qué la alarma no sonó? —Brax gruñó.

—La he desactivado en mi camino—respondió Xarn.—Esperaba


acercarme sigilosamente y mirar. Sin embargo, alguien lo hizo demasiado
rápido.

Louisa se mordió la lengua para no comentar que rápido no quería decir


que no fuera bueno.

—No fue más que un precedente del evento principal. ¿Por qué volviste
con tanta rapidez? Yo fui mucho más generoso contigo la víspera anterior
—gruñó mientras sus ojos recorrían la selva, con las manos tirando de
sus pantalones y abrochándolos. Recordando a Louisa que debía
terminar de abrocharse los botones para que no estar desnuda en la
próxima lucha.

—Pensé que encontré algo —Xarn respondió, su mirada igualmente


atenta.

—Yo diría que ese algo nos ha encontrado.

Ella tragó con fuerza cuando una forma descomunal emergió en el claro.
Alta, sus características casi de pájaro con las alas cortas brotando de su
espalda y un pecho colgando, Louisa nunca había visto algo tan extraño
en su vida, sobre todo cuando se dio cuenta de que sus ojos los miraba
con burla, un hecho reforzado porque bufó:

—No otra vez estos idiotas.


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Brax saludó a la amenazante Zonian, contento por no haber abierto


fuego. No iba hacer enfadar a la feroz tribu femenina. Apenas habían
escapado la última vez que fueron al planeta Zonians en busca de
aventuras. Aylia los sacó justo a tiempo. El apareamiento con una
hembra Zonian nunca era saludable, para otras especies, en cualquier
caso.

Brax sonrió un poco demasiado brillante.

—Hola, Pak. Es bueno verte de nuevo. ¿Supongo que Aylia no está


contigo?

—No, pero encontré algo más tuyo que al parecer has perdido.

De la selva brotaron los pequeños demonios gritando, con líneas rojas y


espirales pintadas en sus caras, blandiendo lanzas. Xarn gimió, mientras
Brax levantó a una Louisa flácida que parecía bastante débil al ver a
todas sus chicas a salvo.

Katrina se detuvo derrape derecho delante de ellos, y sonrió.

—Hola chicos. ¿No es este lugar el más guay?


—¿Qué demonios os ha pasado? —Louisa exclamó.—Pensé que estabais
muertas o heridas.

Betty se acercó a ellos, con el pelo recogido en coletas, la cara pintada


con rayas anchas y un hoyuelo en la mejilla.

—Oh, por favor, como comparar esto con el barrio en el que crecimos
¿Sabes cuántas veces tuve que dormir en el parque porque mi padrastro
bebía?

—Los Pit-bulls de mi vecino eran más viciosos que las criaturas que nos
encontramos al otro lado —agregó Josie.

—Sabes lo que se dice, la ciudad es una jungla lo que significa que


estamos como en casa, ¿verdad chicas? Página | 119
Todas sonrieron y asintieron a la declaración de Anne.

—Pero... —Louisa parecía no encontrar las palabras mientras paseaba la


mirada por sus chicas, que incluso habían hecho un mejor trabajo de
supervivencia de lo que Brax había acreditado.

—¿Cómo encontrasteis a Pak?—él preguntó para darle tiempo a


recuperar su lengua.

Jasmine soltó una risita.

—En realidad fue bastante divertido. Nosotros la atrapamos besando a


un tío. La expresión de su cara... Era casi tan buena como la de él cuando
echó a correr por el bosque.

Pak se aclaró la garganta.

—Estaba en una misión de apareamiento y estaba un poco distraída


cuando estas mujeres se encontraron conmigo.

Brax retuvo sabiamente su lengua en vez de presentar sus observaciones.


Dada la evidente incomodidad de Pak y las lesiones corporales que podría
adquirir si decía algo equivocado.

—Gracias por ayudar a los halflings—dijo Xarn. —Nuestra mujer estaba


muy angustiada por su pérdida.

—¿Ayudarlas? Estas guerreras no necesitan ninguna ayuda de mi parte.


Una vez que me encontraron, me llevaron a su campamento. Ya habían
establecido los refugios, alimentado y establecido un centinela para
vigilar. Nada mal para niñas abandonadas que nunca han tenido un
entrenamiento antes.
—¿Guerreras? Louisa se enderezó. —Lo siento, estas son mis alumnas.
Y no estábamos en una cosa de formación o cualquier otra cosa que
quieras decir. Nos estrellamos aquí. Y en cuanto llegue la ayuda,
seguiremos nuestro camino.

La violenta, pecosa Clarabelle sonrió y alzó la barbilla con una


obstinación que había llegado a conocer.

—Ya tenemos un lugar al que ir. Pak dice que podemos volver a casa con
ella y aprender a ser verdaderas amazonas.

—Zonians—la mujer amarillenta la corrigió.

—Sí, lo siento Zonians. Tienen otros huérfanos como nosotras allá. Sólo
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chicas. Pak dice que vamos a tener maestras y aprenderemos a luchar y
a vivir de la tierra.

—¿Por qué quieres hacer eso? Vamos a salir de aquí y buscaremos un


lugar agradable para vivir. ¿Verdad Brax?

Ella lo miró con ojos suplicantes. Quería que le diera la respuesta que
ella anhelaba. Pero eso implicaría mentir.

—A decir verdad, las chicas estarán más seguras con las Zonians.
Mantenerlas ilesas será difícil, casi imposible a menos que las
encerremos en alguna parte. Las hembras de tu especie son raras y como
tal, muy apreciadas en el mercado negro. Si deciden vivir con las Zonians,
aprenderán a defenderse. Tendrán un hogar. Más futuro que si vienen
con nosotros —La expresión de Louisa creció en firmeza y vio el brillo de
las lágrimas en sus pestañas con cada veraz palabra pronunciada.

—Incluso mejor, si vamos con Pak, no van a separarnos.

—¿Y todas queréis esto? —La voz de Louisa surgió en un susurro.

Las cabezas asintieron a su alrededor. Josie sonrió.

—Deberías haber visto a Pak tomar el mega monstruo que salió del
bosque. Fue totalmente épico. Quiero ser capaz de hacerlo.

—Y yo no quiero ser una víctima nunca más—agregó Sade.

—Si eso es lo que quieres, entonces iré con vosotras —espetó Louisa.

Brax no dijo nada a su declaración. Él sabía que no tenía que hacerlo.

La Zonian negó con su cabeza picuda.


—Sólo las niñas abandonadas pueden ser llevados a vivir en el
compuesto. Ya no eres pura y en edad de aprender. Las jóvenes, aunque
mayores a lo que normalmente preferimos, todavía tienen una
oportunidad y podemos proporcionarles un lugar para ellas. Pero me
temo que si bien puedes visitarlas y permanecer en nuestras
instalaciones, no puedes venir a vivir con ellas.

Su voz se quebró por último.

—Pero, ellas son mi responsabilidad.

—Y ahora son la mía. Les has dado todas las habilidades que necesitaban
para llegar hasta aquí. Yo seguiré desde este punto y les enseñaré lo que
necesitan para avanzar más y sobrevivir.
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Louisa se hundió entre sus brazos y él no pudo ver sus lágrimas rodando
por sus mejillas y si sentirlas, ya que goteaban sobre sus manos. La
angustia la reclamaba por la pérdida inminente de sus chicas, pero su
respeto por ella creció una muesca cuando no se lamentó o intentó
hacerlas cambiar de opinión, en honor a su elección.

Los halflings se acercaron una por una y abrazaron a su hembra,


intercambiando susurros y promesas, pero a pesar de los muchos ojos
húmedos, ninguna de ellas titubeó en su determinación. Brax casi se
estremeció cuando miró a los once demonios de pie junto a su nueva
maestra. Peligrosas antes, tras unas pocas revoluciones planetarias de
formación Zonian, serían mortales.

No tienes ni idea de cuán peligrosas, susurró una voz en su mente. ¿Una


premonición o una advertencia?

Antes de que el grupo se fundiera de nuevo en las sombras del bosque,


Xarn usó su cabeza para algo más que un hermoso adorno sobre su
cuello.

—Por casualidad no sabes de un puerto espacial cercano ¿verdad?

Pak los miró por encima del hombro, con los ojos amarillos brillantes.

—No temas. Tu partida de este planeta sucederá pronto. Mi hermana en


órbita recibió la comunicación de una nave que se aproxima. Aylia es
parte del grupo que se ofreció a rescatar tus desafortunadas nalgas
púrpura.

Brax gimió. Si Aylia iba a venir, entonces eso significaba que Jaro la
acompañaba, como mínimo. Vergonzoso ni siquiera empezar a cubrir ese
escenario. Con definitivas agitaciones de sus manos, las pequeñas
mujeres desaparecieron con su nueva maestra, dejando atrás a una muy
enojada.

Louisa se empujó fuera del sus brazos y se alejó unos pasos antes de
girarse, sus lágrimas reemplazadas por un ajustado apretón de sus
labios.

—¿Cómo nos puedes estrellar, en un planeta con cierta extraña decidida


a robar a mis chicas?

Su boca se abrió.

—¿Cómo puedes pensar que lo hicimos a propósito?

—¿Vas a negar que querías deshacerte de ellas?


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—En realidad—dijo Xarn viniendo a su rescate —, me había aficionado
bastante a los pequeños demonios. Pero sólo imaginar los estragos que
habrían causado cuando las soltáramos en nuestro planeta de origen, es
suficiente para mantener mi buen humor, sin importar lo sucedido.

Louisa gruñó.

Xarn no hizo caso de la advertencia y se acercó a ella.

—Están en buenas manos, mi bárbara humana. Las Zonians son


guerreras de renombre. Tus mujeres realmente no podrían haber tenido
algo más propicio sucediéndoles. Y aún mejor, ahora no necesitas
preocuparte por su bienestar. ¿Eso no alivia tu mente?

Xarn extendió la mano para meter un mechón de cabello detrás de su


oreja y Brax hizo una mueca cuando Louisa le propinó una patada en la
espinilla.

—No, no lo hace —Ella se fue a sentarse sobre una roca, de espaldas a


ellos, su espalda una viga de acero rígido que gritaba —No te me
acerques.

Con una cojera pronunciada que no había poseído antes, Xarn se acercó
a él, donde permanecía contemplando el caos actual.

—¿Cuánto tiempo crees que estará enojada?

—No tengo ni idea.

Al final resultó ser bastante tiempo. La mañana pasó y aunque ella


aceptaba la comida y bebida que ellos le ofrecían, ella no hablaba y
frustró sus intentos de fundir su cuerpo a besos y caricias.
Después del tercer rechazo, él y Xarn se reagruparon.

—Todavía enojada—declaró Xarn, prácticamente con tristeza.

—Muy. Ni siquiera pude besarla. Cuando me acerqué, ella me golpeó en


la espinilla y me amenazó con patear mi virilidad lo siguiente si no
mantengo mis manos moradas para mí mismo.

—No lo entiendo. Ella no era feliz cuando estábamos haciéndola escoger.


Se molestó cuando pensaba que sus estudiantes estaban perdidas. Y
ahora que hemos resuelto ambos problemas, incluso está más furiosa.

—No podemos hacer nada sobre sus chicas por desgracia. Fue la mejor
opción para ellas. Pero, ¿cómo podemos resolver su tristeza por la
pérdida? Página | 123
—Siempre podemos embarazarla y darle más crías que cuidar—dijo Xarn.

¿Un bebé para su mujer? La idea era interesante, pero contenía un gran
defecto.

—Para criar, tendríamos que tocarla lo cual nos lleva de vuelta a nuestro
problema principal.

Xarn golpeó su barbilla sumido en sus pensamientos.

—Ella necesita una distracción. Quizás deberíamos entrenar. Dejar que


nos vea en acción y estimularla con nuestras proezas.

—O, Tag Team14.

—Explica.

Brax bajó la voz.

—Lo has dicho antes, que no puede resistirse a nosotros. Que nuestras
caricias y presencia la excitan. Por lo tanto, le tenderemos una
emboscada. Tú tomas la delantera, me quedo con la parte de atrás, o
viceversa. Si la emparedamos entre nosotros, no puede hacernos daño —
Eso esperaba.

14
En la lucha libre profesional, un Tag Team consta de dos luchadores que están trabajando juntos
como un equipo.
—Vamos a besarla y a seducirla hasta la sumisión —Xarn terminó,
asintiendo con la cabeza—. Pero, ¿esto no la enfadará más? —Ambos se
volvieron a mirarla.

—¿Puede realmente ponerse peor?

Louisa entendía que estaba enfurruñada. Hizo un mohín. Estaba


actuando como una perra de mal humor. Pero no podía evitarlo. Parte de
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esto tenía que ver con la manipulación de Brax y de Xarn. Había pasado
por una agonía preguntándose cómo lidiar con ellos sin herir sus
sentimientos. Había sufrido la culpabilidad cuando pensaba que los
había traicionado. Y todo el tiempo, habían planeado que sucediera. Pero
aunque podía perdonarlos, con el tiempo, lo que no podía perdonar o
entender era cómo en el espacio de una semana ella podía pensar que
estaba bien dormir con dos chicos. Peor aún, lo ansiaba. Los quería. Y no
de uno en uno que habría estado bastante bien. Deseaba que ambos la
tomaran. Para no dejar a uno mientras cosechaba el placer entregado.

Estaba ambas, horrorizada y excitada. Los tríos no eran naturales. Su


amor por dos hombres a la vez, no estaba bien. Pero saber esto no
bastaba.

Como no quería lidiar con su nueva cachonda actitud sobre los hombres,
trató de concentrarse en otras cosas y se encontró siempre pensando en
sus chicas. Sus dulces ángeles habían encontrado un lugar al que
pertenecer. Un lugar que iba a enseñarles a ser fuertes y no serían
castigadas por su niñez o los errores del pasado. Una oportunidad de
vivir.

Y egoístamente, las envidio. No sabía qué le pasaría próximamente. ¿Iba


a salir de esta selva? ¿Iba a irse con Brax y Xarn? ¿Iban a deshacerse de
ella en el planeta más cercano a la civilización? Y si lo hacían, ¿qué haría?
¿Cómo iba a sobrevivir y mantenerse por sí misma? Una actitud dura
estaba muy bien, pero le faltaba algo más que ir con ella. ¿Qué tipo de
trabajo podía esperar obtener sin habilidades o conocimientos?

Le hacía querer arrojarse a los pies de sus guerreros púrpuras y rogarles


que se ocuparan de ella, que la mantuvieran. Y eso a su vez la
avergonzaba. No quería que se quedaran con ella por lástima o un
sentimiento de obligación. Quería que se preocuparan por ella. Que me
amen. Lo cual sonaba muy estúpido. ¿Cómo podía un par de guerreros
fornidos como ellos alguna vez preocuparse por una humana con el culo
gordo que sólo podía ofrecerles su amor? Parecía un pobre comercio.

Sin respuestas, ella se enfurruñó, compadeciéndose por no ver un fin a


su miseria.

Ella sintió una presencia a su espalda. Giró para sentarse de lado, vio
Brax dirigiéndose hacia ella, con determinación en su rostro. Levantó una
mano para detenerlo. Cayó de rodillas y se inclinó adelante hasta que su
palma golpeó su pecho, su muy desnudo y musculoso pecho. No pudo
evitar que el calor chisporroteara entre ellos. Pero lo intentó.
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—No quiero hablar contigo.

—Yo tampoco—él contestó. Extendió la mano hasta enganchar la parte


trasera de su cabeza y tiró de ella hacia él. Intentó alejarse sólo para
descubrir a Xarn detrás de ella, su cuerpo presionado contra el suyo,
atrapándola entre ellos.

—¿Qué estás haciendo? —Su consulta surgió más jadeante de lo que le


habría gustado.

—Seducirte —Brax susurró las palabras contra su oído antes de acariciar


su cuello.

Xarn ahuecó sus mejillas con las manos y se acercó lo suficiente como
para emplumar sus labios con su aliento.

—Pedirte perdón de la única forma que sabemos.

La besó antes de que pudiera protestar. Pero los suyos no fueron los
únicos labios derritiendo su resistencia. Brax tocó la delicada piel de su
nuca, apartando su pelo para acariciarle la zona sensible. El calor se
acurrucó en su interior y una sensación de hormigueo se propagó por
todo su cuerpo.

Debo luchar contra ellos. Me utilizaron. Y me complacieron. Está mal. Pero


se siente tan bien. Incluso su propia mente no podía decidirse, por lo que
cedió a lo que deseaba su corazón.

Ante la insistencia suave de su boca, Louisa separó los labios,


permitiendo el acceso a Xarn, su lengua de inmediato pasó a reclamarla.
A su espalda, Brax le hacía cosquillas en el cuello, enviando escalofrío
tras escalofrío por su espalda. Las manos, de no sabía quién, tomó sus
pechos, un par de pulgares acariciaron sus erectos picos antes de
pellizcarlos. Ella gimió, perdida en un torbellino de sensaciones
placenteras. Olvido todo, su rabia, tristeza y hasta su confusión, frente a
su doble asalto a sus sentidos. La llevaron a sus pies, entre ellos, la
prueba de su deseo presionándose contra su trasero y montículo. El calor
de sus cuerpos aumentando la temperatura del suyo, lo suficiente para
que no protestara cuando la despojaron de su ropa con dedos hábiles.

Aún mejor, se turnaron para mantenrla ocupada con besos calientes


mientras se desnudaban. El placer decadente cuando la regresaron a su
emparedado, piel con piel, casi resultó demasiado. Gracias a Dios que
estaba presionada entre ellos, porque sus rodillas definitivamente
temblaron.

Desnuda, tampoco pudo perderse sus pollas duras, la longitud de una Página | 126
prensada entre la hendidura de sus nalgas, mientras que la otra, se
hundía en la suavidad de su vientre. Ni cerca estaban donde quería que
estuvieran.

Alguien la levantó, el brazo púrpura y musculoso alrededor de su cintura


era un recordatorio visual de su diferencia. Pero la polla que se deslizó
entre sus piernas para frotar su sexo también le hizo recordar lo bueno
que era estar juntos. Ni siquiera se dio cuenta de que la sostenía hasta
que miró hacia abajo para ver arrodillado a Xarn, su cara a nivel con su
montículo.

—¿Qué estás haciendo? —ella jadeó.

No respondió de inmediato. Agarró sus piernas pero en vez de colocarlas


sobre sus hombros, asentándola sobre él, acercó la cara a su sexo, lo
suficientemente cerca como para sentir su aliento en los labios inferiores
y su canal se apretó en respuesta.

—Voy a hacerte gritar—prometió con voz ronca.

Brax ahuecó sus pechos y los acarició.

—Ambos lo haremos.

Primero sin embargo, le robaron todo el aliento y pensamientos


coherentes. Xarn la lamió y ella tembló. Él deslizó su lengua sobre su
clítoris nuevamente, girando a su alrededor antes de sumergirla en su
centro. Ella jadeó y se retorció. Parecía tan decadente tener su rostro
entre sus piernas, mientras otra polla se presionaba contra su espalda.
Por supuesto, eso no era nada en comparación con lo que sucedió un
momento después. Envolviendo sus brazos alrededor de ella una vez más,
Brax la inclinó la adelante lo suficiente para que la punta de su polla
tocara su sexo. Entonces él se empujó en su interior. Ella gritó ante la
repentina plenitud. Pero como si tener su grueso eje en su canal,
mientras estaba suspendida no fuera lo suficientemente excitante, la
lengua de Xarn volvió a lamer su clítoris.

Un golpe, dos golpes... perdió la cuenta de las veces que él lamió su


protuberancia sensible. Ella sólo disfrutaba del increíble placer de tener
su excitado clítoris succionado mientras su coño era golpeado por detrás.
El cuerpo de Brax se curvó sobre el de ella, piel con piel, sus labios
rozaron la parte posterior de su hombro mientras la reclamaba con su
polla. Página | 127

—Nos perteneces —susurró antes de morderla, un pellizco agudo que sin


duda rompió su piel, el dolor resonó entre sus piernas cuando Xarn
también la mordió, sus dientes puntiagudos se hundieron en la suave
piel de su muslo. Debería haberla hecho enfadar. Debería haber arrojado
un cubo de agua fría sobre su pasión.

En cambio, una chispa eléctrica la atravesó y un fuego encendió todas


sus terminaciones nerviosas a la vez. Era glorioso.

Ella gritó cuando llegó, su cuerpo ordeñó el eje dentro de ella con las
contracciones de sus músculos. Un momento después, sin dejar de
venirse, Brax disparó su crema, su cuerpo empujó en ella por última vez
y manteniéndose.

Pero ellos no habían terminado.

Brax se sentó bruscamente, con su polla semidura aún enterrada dentro


de ella. Ella abrió los párpados pesados por la pasión para ver a Xarn de
pie ante ella, su polla inclinada ligeramente más alta que su boca. Él no
necesitó preguntar. Alargó la mano hacia ella y envolvió los dedos
alrededor de su longitud hinchada, atrayéndola a sus labios. Antes
tomarla en su boca, dejó que su lengua le lamiera y él gimió. Ella agitó
su lengua de nuevo sobre él, mojando su gran cabeza de seta antes de
hacer su camino por su polla a la base. La falta de pelotas la intrigaba y
deslizó un dedo contra el punto vacío, sonriendo de placer cuando el gran
cuerpo se estremeció. Lo frotó más duro justo debajo su polla y él gimió.

—¿Así? —murmuró.

—Lámeme otra vez mientras lo haces—le ordenó.


Obedeció, pasando su lengua alrededor de la cabeza gorda mientras le
acariciaba en donde su saco debería estar. Su polla tembló y creció aún
más gruesa. Líquido pre seminal perló la punta y ella lo lamió,
saboreando su sabor único antes de tomar la cabeza de su polla en la
boca. Succionó su eje, midiendo su disfrute por lo estrechamente que sus
dedos se enrollaban en su pelo. Al parecer, la visión era atractiva para
Brax porque su polla, aún enterrada en su coño, se endureció. Más
sorprendente aún, sintió el deseo floreciendo otra vez en su interior.

—Tócame, mientras lo chupo —murmuró alrededor del polla dura en su


boca —. Frótame con un dedo y fóllame.

Gemidos coincidentes le hicieron saber que sus palabras, aunque sucias,


tuvieron su efecto. Las caderas de Xarn bombearon mientras empujaba
la polla en su boca, con cuidado de no amordazarla, pero controlando el Página | 128
ritmo. Los dedos de Brax encontraron su clítoris hinchado y lo
pellizcaron, haciéndola gritar, un sonido amortiguado por su boca llena.
Llena con su polla, su clítoris pulsaba como un instrumento, su orgasmo
se construyó y cuando llegó, apretó su boca alrededor del eje mientras su
coño se apretaba con fuerza alrededor de la otra polla, ambos llegaron
con ella, llenándola con su esencia y haciendo su placer desbordarse
hasta que pensó que iba a desmayarse.

Saciada, débil e impresionada, ella sólo podía jadear mientras era


abrazada por ambos hombres y su cuerpo colocado entre dos regazos,
dos pares de manos sosteniéndola, abrazándola. En ese momento, ella se
olvidó su temor sobre amar a dos hombres. Incluso podría creer que
funcionaría y que se preocupaban por ella también.

También era la mejor disculpa que jamás había conseguido. Y se lo habría


dicho entonces si no fuera por la voz que interrumpió.

—Te dije que esos dos idiotas no necesitaban ser salvados.


unca iban a tomarse un descanso? Xarn, saciado y feliz, se
recuperó de su sorpresa primero, se puso de pie y plantó su
cuerpo desnudo frente a Louisa. Confiando en que Brax usaría
su movimiento para vestir a Louisa, o por lo menos cubrir las
partes interesantes que les pertenecían.

Jaro apareció a la vista, su anterior comentario ya anunciaba su


presencia. Él negó con la cabeza ante ellos. Página | 129

—Sólo vosotros dos se estrellarían en un planeta de entrenamiento


Zonians y encontrarían a una mujer lo suficientemente estúpida como
para a sucumbir a vuestros avances. ¿Habéis perdido totalmente la
cabeza? Más os vale que las mujeres de la tribu no vean que la habéis
seducido o van a daros caza.

Enderezándose, Xarn frunció el ceño.

—¿Qué te hace pensar que no nos atacó y nos obligó a hacerle cosas
decadentes como Aylia hizo contigo?

Jaro bufó, luego se echó a reír, una alegría interrumpida cuando una
pierna se deslizó alrededor de su musculosa pierna y tiró. Enviando al
guerrero abajo. O casi. Jaro se recuperó antes de golpear el suelo y lanzó
una mirada irritada a la espalda de su compañera mientras ella paseaba
por el claro. Vestida con una falda a cuatro aguas y túnica de cuero que
terminaba justo encima del agujero en su estómago redondeado, la
esposa de su primo, como siempre, sabía cómo hacer notar su presencia.
La diversión bailaba en los ojos verdes de Aylia mientras le miraba de
arriba abajo. Xarn resistió la urgencia de cubrir su colgante polla flácida,
incluso cuando Jaro le disparó dagas venenosas con los ojos.

—Impresionante—ronroneó ella —. Debe ser cosa de familia.

Xarn quiso gemir cuando la mirada de su primo se estrechó


peligrosamente.

—Cúbrela antes de que la pierdas —gruñó Jaro.


—¿Cubrir qué? —dijo otra voz familiar. Xarn resistió el impulso de correr,
nada fácil dado que su madre se acercó por un lado del claro —Xarn,
¿por qué estás desnudo en el bosque? ¿Perdiste la ropa en el accidente?

Caminando alrededor de él, con los pantalones alrededor de sus caderas,


Brax pegó una débil sonrisa en su rostro mientras sus manos sujetaban
diligentemente la abertura de sus calzones.

—Muna, qué bien que hayas venido en nuestra hora de necesidad. Y


Aylia, siempre es un placer, ¿pero tenías que traer al gruñón?

—¿A cuál te refieres? —dijo con descaro.

—Oh, por favor no me digas que trajo... —Xarn gimió al ver a la siguiente
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persona llegar.

—Por todas las lunas del planeta Juyin. ¿A qué maldito lugar nos traes,
tía? —Tren entró pisando fuerte en el claro, haciendo el reencuentro casi
completo. En cuanto Xarn se metió en los pantalones, utilizando a Brax
como escudo, se preguntó dónde estaban Megan y su nuevo bebé llorón.

Él maldijo.

—Trajiste a ambos primos gruñones. Por suerte —dijo.

Su madre sonrió, nunca una visión tranquilizadora.

—Bueno, cuando la baliza se disparó, supe de inmediato que necesitabas


ayuda, así que les llamé y estaban más que ansiosos por ayudarme en el
rescate. Incluso utilizamos esa nuevo warp del generador para llegar aquí
más rápidamente.

—El cual me costará una fortuna conseguir reabastecerlo de combustible


—Tren refunfuñó.

Bueno eso explicaba cómo habían llegado tan rápido. Pero


interrumpiendo su placer, Xarn encontraba difícil ser agradecido. Él fijó
su molestia en su madre.

—¿No podías haber traído a nuestros padres en su lugar? Nos habrían


salvado y ahorrado la vergüenza por haber conseguido una emboscada.

Tren sonrió, una sonrisa maliciosa que envió a más de un aliens


corriendo con la orina corriendo por sus muchas patas.

—Dejé a vuestros padres con mi compañera y mi hijo.


—Más bien huyó en cuanto pusieron un pie en la puerta y les encargó
proteger a la pareja —Jaro respondió con un bufido.

—Megan te va a matar cuando vuelvas —dijo Aylia con un movimiento de


cabeza —. Debiste escapar con ella en vez de dejarla con esa máquina de
ruidos conocida como tu descendencia.

—Hiciste bien —la madre de Xarn añadió —Frej y Korz habrán manejado
al lactante. Eran muy hábiles con Xarn y el bebé de Ginta, Brax. De
hecho, son muy buenos en la tarea de la paternidad, apuesto a que ellos
probablemente tendrán al jovencito sosteniendo su primera espada para
el momento en que regreses.

—No si Megan tiene algo que decir al respecto —Tren murmuró —. Ya


basta de hablar de mi ruidoso sucesor y mi asegurada desaparición a Página | 131
manos de mi compañera. Estamos aquí para rescatar a los idiotas.
Aunque, de qué, no estoy seguro. Parecen ilesos y su mujer Zonian parece
haber terminado con ellos.

Xarn gruñó.

—Ella no es residente Zonian. Y nada ha terminado entre nosotros


todavía.

—¿En serio? Entonces ¿por qué está escapando? —Jaro señaló un punto
detrás de ellos, y Xarn se volvió, junto con Brax, para ver a Louisa entrar
en el oscuro borde de la selva.

—Mierda. Ah. Ella aún está enfadada.

—¿Enfadada? ¿Por qué está enfadada? ¿Y quién es ella? Como la


matriarca de la familia, exijo respuestas. Y Brax, si tu madre estuviera
aquí, estoy segura de que ella también estaría exigiendo algunas —La
madre de Xarn declaró imperiosamente —. En realidad, olvida eso. Voy a
hablar con la bárbara yo misma.

—¡No!—gritaron los dos, pero antes de que pudieran ponerse en el camino


de su determinada madre, Jaro y Tren los atraparon en un abrazo por la
espalda.

—No tan rápido, primos —Aylia se paró frente a ellos, con los brazos
cruzados y golpeando un pie. Ella los fulminó con la mirada —. Sólo
¿cómo conseguisteis poner las manos sobre una humana? ¿Hmmm?

—Bueno veras, nos dieron este trabajo…


—Más bien nos vimos forzados en realidad. Entonces escapamos y
matamos a una tripulación pirata y la encontramos, junto con unas
pequeñas hembras…

—Las estudiantes de Louisa y tuvimos que tomarlas con nosotros porque


la nave estaba a punto de estallar, sólo que ambos queríamos…

—Pero ella no quería tener nada que ver con nosotros, así que los
halflings nos dieron consejos para conseguirla, sólo que realmente no
funcionaron porque no escogería tan…

Aylia alzó una mano.

—Stop. ¿Entonces no sois los secuestradores originales?


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Ellos negaron con la cabeza.

—¿Y cuáles son vuestras intenciones? —Aylia giró la daga mientras


preguntaba.

—Aparearnos —Sus respuestas se hicieron eco y ella levantó una ceja.

—¿Los dos?

Una vez más, ellos asintieron.

—¿Ella ha aceptado?

—No le hemos preguntado todavía —respondió tímidamente Brax.

—Y, sin embargo, ¿me pareció ver algunas marcas de dientes indicando
que ya la habéis reclamado…?

Miraron a sus pies, el cielo, a cualquier lugar menos a la notoria guerrera.

—¿Quieres decir, que la marcasteis, sin permiso? ¿Y cómo crees que se


va a tomar la noticia de que ya está casada con vosotros dos?

—Nos habríamos enterado si hubieras esperado unas pocas malditas


unidades más—Xarn se quejó.

—Bueno, puedes preguntarle después de que consigamos salir del


planeta, si es que no te mata primero —ella contestó envainando la daga
y chasqueando los dedos.

Los brazos alrededor de su pecho se aflojaron y Xarn se volvió gruñendo


a Tren quién gruñó.
—Probablemente deberíamos ir a buscar a tu madre antes de que
aterrorice completamente a la hembra. Ella hace que incluso que Pak
parezca suave. Me gusta bastante y espero que mi hija sea igual de feroz.

—Eso es porque tú no creciste con ella —Xarn murmuró recordando


demasiado bien los castigos inventivos de su madre. Pobre Brax, por lo
general los compartían, ya que tendían a meterse en problemas juntos.
Él creció teniendo lo que resultó ser una pareja de autoritarias, estrictas
madres.

Pero aún conservaba un gran cariño por ella, que era la razón por que
tendría que intentar no matarla si asustaba a Louisa. Hablando de ellas,
se dirigió a la selva tras ellas, a un ritmo tranquilo recogiendo cuando
oyó gritos.
Página | 133
Un ruido sacudió el suelo bajo sus pies y él intercambió miradas
sorprendidas con sus compañeros antes de que corrieran en dirección a
su madre y Louisa.

Llegaron demasiado tarde. Xarn maldijo mientras observaba el extremo


final de una capsula, la puesta en marcha de los propulsores era el sonido
que habían oído un momento antes.

—Louisa —gritó, agitando el puño en el aire mientras Brax rechinaba los


dientes de rabia.

—Esos bastardos robaron a nuestra tía —dijo Jaro, su tono celebraba


una nota de incredulidad —. ¿No saben quiénes somos?

—Lo harán una vez que los matemos y recuperemos —Tren gruñó.

—No son los sobrinos más dulces y preocupados por mí —dijo la


bienvenida voz de su madre —. A diferencia de otros seres desagradecidos
que conozco.

—También te habría rescatado —Xarn afirmó, tratando de no temblar


bajo su mirada.

Ella sonrió.

—Por supuesto que lo harías, y dispensado la muerte a los que se


atrevieron a secuestrarme. Sin embargo, no fui yo, sino la bárbara quien
fue secuestrada, así que no te quedes aquí parado. Roba a tu humana al
desagradable alien verde que se la llevó. Eso si todavía la quieres.

—Oh, la queremos de vuelta.

—Y alguien pagara por llevársela.


—Con sangre—agregó Brax mientras acariciaba su espada.

Aylia gritó.

—Ya era hora. Estaba empezando a pensar en que tu misión de rescate


iba a ser una desaprovechada oportunidad de violencia.

—¿Violencia? No para ti. Estás embarazada —le recordó Jaro.

—No estoy muerta, así que a menos que quieras perder una parte
corporal, no te pongas en mi camino.

Jaro sonrió. —No me hagas obtener las restricciones.

—Por favor. Que usaré después. Primero vamos a matar algo. Página | 134
Y piedad al idiota que paró su camino cuando cinco de los más conocidos
y mortales mercenarios de las galaxias llegaron después de ellos.
n la escala de la vergüenza, ser atrapada teniendo relaciones
sexuales no con uno, sino con dos chicos estaba en lo alto de
la lista “anormal” de Louisa. Ser atrapada por su familia y una
de las madres de su amante estaba más allá de lo vergonzoso,
justo en “nunca vas a vivir algo más bajo” y la necesidad de escapar a la
más alejada galaxia le golpeó con fuerza.

Mientras sus chicos púrpuras estaban distraídos e intercambiando Página | 135


bromas con su familia, si insultos y burlas podían contar como tal, se
escabulló. Ella no tenía un plan claro de a dónde iba o qué haría una vez
que llegara allí, sólo sabía que necesitaba un poco de espacio. Y la
oportunidad de terminar de abotonarse la camisa antes de que alguien
más tuviera un vistazo de sus tetas.

Debería haber sabido que escapar de la humillación no sería tan fácil.


Alguien la siguió, sin tener cualquier cuidado de esconder su persecución
y una rápida mirada por encima del hombro le mostró a una madre de
aspecto muy decidido viniendo tras ella, con dientes muy afilados. Como
muchos conejitos atrapados en la trayectoria de un halcón, Louisa corrió.
No muy lejos, porque la hembra de mayor tamaño ladró “¡Alto!” Y por
alguna extraña razón, la escuchó y casi se cayó sobre su rostro al
detenerse con tanta brusquedad.

Preparando sus hombros y poniendo su cara de maestra más estoica, se


dio la vuelta para hacer frente a la matrona. Y descubrió su sonrisa, lo
que para los desinformados, realmente no era muy tranquilizadora.

—Así que tú eres la mujer que finalmente llevó a los dos rufianes sobre
sus rodillas. Tengo que decir, que esperaba más pechos.

—¿Perdón? —Ella no sabía muy bien cómo responder a la declaración


extraña.

—¿Por qué? Ginta y yo hemos estado esperando mucho tiempo que


nuestros hijos encontraran una mujer con la que establecerse.

Louisa se apresuró a responder.

—Oh, nadie dijo nada sobre que sea permanente.


—¿Acaso no te apareaste con los dos?

Un rubor tiñó sus mejillas.

—Fue un error. Me tendieron una emboscada. No soy el tipo de chica que


hace ese tipo de cosas, ya sabes, con dos chicos. Te juro que no volverá
a suceder.

—¿Por qué no? Yo misma, tengo dos guerreros. Pobre Ginta sin embargo,
ella sólo tiene uno.

La declaración le desequilibró. ¿La madre de Xarn estaba loca? ¿Por qué


parecía como si ella lo aprobara?

—Pero… Página | 136

—¡Detrás de ti!

Antes de que Louisa pudiera reaccionar al grito, se encontró con su


cabello atrapado en un agarre doloroso.

—Humana estúpida. Esperaba que tu captura fuera más difícil.

Torció su cuerpo y parpadeó al ver a un robot metálico detrás de ella, su


grueso puño la aprisionaba del cabello, aunque por alguna razón la voz
le hizo pensar en una mujer que había fumado durante al menos
cuarenta años.

Un dedo en su vientre le hizo mirar hacia abajo para ver un feo alien
verde, igual que los que originalmente la secuestraron.

—Yo soy la que está hablando contigo.

—Suelta a la hembra—exigió la madre de Xarn.

Una mueca retorció la cara verde.

—Ella es el pago por el trabajo que tu hijo y su amigo no completaron—


susurró la criatura de ojos rojos, por lo cual Louisa tuvo la ligera
sospecha de que era una mujer.

Con un grito de guerra que pondría a cualquier hombre en vergüenza, la


madre de Xarn cargó y un haz de luz roja la golpeó en el pecho. El impacto
le disparó en el aire y ella voló, con los miembros agitándose hasta que
aterrizó con un ruido y los crujidos al romperse del arbusto de color
amarillo y rojo.
Antes de que Louisa pudiera ver si sobrevivió al aterrizaje, un brazo
metálico se envolvió alrededor de su cintura y la levantó, acarreándola
por la selva a una estructura similar a un huevo gris opaco con una
abertura en un lado. Empujándola el interior, se encontró rápidamente
atada y amordazada por el robot, mientras que la pequeña bruja verde
golpeaba un panel de control.

Soy una idiota. Si tan sólo se hubiera quedado con Brax y Xarn, esto no
habría sucedido nunca. Incluso si era sólo un agujero que joder para que
ellos, la habrían protegido o eso esperaba. Ahora, atrapada en una
pequeña nave con una loca alien, el futuro parecía más sombrío que
nunca.

Murmurando para sí misma todo el tiempo, su secuestradora pilotaba la


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extraño cápsula por la superficie del planeta cuando un poderoso
estruendo los sacudió. Louisa cerró los ojos y rezó, aunque, teniendo en
cuenta lo poco que Dios la escuchó la primera vez, en realidad no puso
mucha esperanza en el rescate. Había soplado su oportunidad al huir.
Soplado la oportunidad de un futuro y la felicidad, aunque sólo habría
durado hasta que los chicos pudieran dejarla en el planeta más cercano.

Una lágrima resbaló por su mejilla, una sola, porque se negó a ceder a la
pena de nuevo. Su propia miseria fue lo que la llevó aquí en primer lugar.
Así que ahora, tendría que buscar una salida.

Pero días después, encerrada en una habitación, a bordo de una nave


espacial más grande, con sólo ella misma por compañía, contando el
tiempo dependiendo de las comidas servidas a través de un agujero en la
pared, perdió la esperanza. No ayudaba que la Duende Verde disfrutara
burlándose de ella con su destino final. Parecía que el plan era venderla
al mejor postor para vengarse de sus macizos púrpura y Louisa no
necesitaba ayuda para imaginarse qué pasaría con ella entonces.

Para cuando la perra verde la llevó a un estrado, de algún abandonado


planeta que podría haber usado una dosis gigante de ambientador,
vestida con un revelador vestido blanco que le llegaba a la mitad del
muslo, con el cabello enrollado y rizado y el rostro mejorado con
cosméticos, ya no le importaba qué le pasara. O eso pensaba hasta que
vio el mar de rostros que tenía delante. Bueno, mar de ojos y bocas,
porque los rostros entre la multitud, sin duda no se veían humanos. Los
colores de piel variaban en el tono, algunos incluso lucían el color malva
que había llegado a amar.

A su pesar, una pequeña chispa diminuta de esperanza se encendió


mientras examinaba las miradas puestas en ella, buscando dos
familiares pares de ojos azules. Al parecer, todavía albergaba el sueño
loco de que sus guerreros púrpuras podrían llegar en su rescate. Que
podrían preocuparse lo suficiente por ella como para intentarlo y salvarla
de su destino. Sin embargo, sólo un idiota, o dos, podrían intentar
enfrentarse a los imponentes guardias robóticos a su espalda y a la
avaricia llenando los rostros del público frente a ella.

La bruja la empujó hacia delante, cerca del borde de la plataforma,


mientras que una especie de locutor enumeraba sus méritos, su suave
voz resonaba por todas partes desde los altavoces invisibles. Sus
atributos se disputaron y enumeraron más los que habría esperado, pero
el enfoque de unos cuantos resultaron preocupantes porque ¿quién
quería ser conocida como la humana con suficiente carne para alimentar
a una familia de seis durante una semana galáctica?
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Con tantas miradas puestas en ella, muchas espeluznantes, decidió
contemplar sus pies, sólo notando vagamente la conmoción en la parte
frontal del escenario mientras un trío de figuras encapuchadas se
abrieron paso más cerca. Monstruos enfermos que vienen a echar un
vistazo más de cerca al sacrificio humano, pensó con un toque de ira.

Encrespó los dedos en la palma de su mano, a excepción de uno,


preparada para darles un saludo bárbaro cuando algo sobre ellos le llamó
la atención. Piel de marfil, asomándose desde la sombra de una capucha
le hizo mirar más de cerca. Su boca se abrió en shock cuando la figura
encapuchada ladeó la cabeza y vio a la pelirroja del claro. Aylia, si
recordaba correctamente el nombre.

¿Podía significar esto...?

Un bramido poderoso, dos veces repetido, le hizo levantar la cabeza y


luego sonreír mientras dos figuras llegaban balanceándose de los
balcones rodeando la habitación. Grandes, púrpuras y apuestos, Brax y
Xarn sonrieron viciosamente mientras se acercaban al escenario,
apuntaron hacia delante sus pies calzados con botas y derribaban
algunos robots en el camino. Nunca había visto un espectáculo más
bienvenido y atractivo.

En un momento caótico, Louisa se encontró rodeada por los buenos. Al


parecer sus macizos púrpuras habían llegado al rescate y trajeron a su
familia. Cuatro hombres de color púrpura con espadas y una pelirroja
humana, luciendo una pequeña tripa de embarazada, se giró y se
arremolinó a su alrededor, el brillo de sus armas de parpadearon. En
poco tiempo, los robots descomunales que eran sus guardias, yacían en
pedazos en el escenario.
Y la multitud rugió. Patearon el suelo y silbaron, exclamando en la
improvisada sala de exposiciones. Mientras que los dos extraños tipos
púrpuras fulminaban con la mirada al público, Brax y Xarn hicieron una
amplia reverencia mientras Aylia negó con la cabeza. Louisa, todavía
aturdida por su repentino rescate, se encontró arrastrada a un par de
brazos musculosos y un profundo beso, un beso interrumpido cuando
fue arrastrada a un segundo apretado abrazo y un igualmente ferviente
beso.

Jadeante y aún algo aturdida, ella terminó girándose sobre sus pies, con
un brazo posesivo alrededor de su cintura y el otro sobre los hombros. La
multitud aplaudía fuerte, pero las sonrisas en los rostros jubilosos de sus
guerreros se convirtieron en ceños fruncidos cuando los gritos empezaron
a ofrecerles consejos espeluznantes… tales como la forma de conseguir Página | 139
meterse entre sus muslos.

—Es hora de irse —Xarn gruñó.

—Tiempo pasado —Brax estuvo de acuerdo mientras se giraba en el


sentido opuesto de las caras lascivas.

—Te ves sorprendida —comentó Aylia a Louisa sobre su hombro,


mientras ellos la sacaban del escenario.

—Lo estoy —Louisa miró a sus macizos púrpuras, una sonrisa curvaba
sus labios —. No puedo creer que vinierais a rescatarme.

—Por supuesto que sí. Siempre vendremos a por ti, Louisa.

—No estábamos a punto de dejarte ir —Xarn dijo con una sonrisa que
encrespó los dedos de sus pies.

—O a dejar que te hagas daño —Brax añadió con una mueca feroz.

—Habríamos llegado antes, pero esa perra verde hizo algo a nuestra nave
—Xarn sonaba tan adorablemente descontento que ella se echó a reír.

La alegría vertiginosa hizo su cuerpo ligero.

—Estoy contenta de que llegarais a tiempo.

—Como nosotros lo estamos —Brax abrazó con fuerza su cintura.

—Será una gran historia que contar algún día a nuestra descendencia.

—¿Nuestra qué? —Deseaba pedir a Xarn que le explicara qué demonios


quería decir, pero llegaron a una especie de amplia zona de recepción
entre bastidores y sus palabras se perdieron cuando vio a la madre de
Xarn, junto a una igual de grande mujer púrpura, sosteniendo a su
secuestrador verde entre ellas.

De repente, los ojos rojos ya no se veían tan temibles.

—Hemos capturado al elemento perturbador. Ha admitido ser la causa


del problema en el planeta que ha congelado tus créditos. Una
transcripción de la confesión será enviada al gobernador ¿Quieres
castigarla por su osadía?

Louisa tardó un segundo en darse cuenta que hablaban con ella y no con
sus chicos de color púrpura. ¿Qué querían que hiciera? A juzgar por las
miradas viciosas dirigidas a la bruja, violencia como mínimo.
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—Um, ¿supongo que podría dejaros ese asunto?

La sonrisa malvada que las matronas le lanzaron hizo que un escalofrío


recorriera su espalda y repentinamente feliz de que estuvieran de su
parte.

—Nuestro placer.

—Considera sus gritos de tortura uno de nuestros regalos de


apareamiento —agregó la mujer, Louisa presintió que era la madre de
Brax.

A medida que acarrearon a la mujer duende lejos, gritando improperios


que hicieron las dos madres púrpuras reírse, la realidad se hundió en
Louisa. Estaba a salvo, de ser vendida por lo menos. Qué sería de ella
ahora, sin embargo, quedaba por determinarse. Aunque, definitivamente
sostuvo una chispa de esperanza en su corazón.

Aylia plantó las manos en las caderas.

—Ha sido divertido. ¿Podemos hacerlo de nuevo?

Jaro gruñó.

—No. ¿Te das cuenta de que estás embarazada?

Rodar los ojos verdes fue su respuesta. A medida que se alejaban


discutiendo, pero tomados de la mano, Louisa no pudo evitar sonreír ante
su evidente amor mutuo. Una sonrisa que se desvaneció cuando un
grandullón púrpura con el ceño fruncido se plantó frente a ella.

—Mi bárbara podría disfrutar mucho de un encuentro con otra bárbara.


La visitarás. Pronto.
—Um, está bien —dijo, no muy segura de entenderle.

Con un asentimiento conciso, se fue, con sus botas chasqueando y su


ceño fruncido dispersando a los aliens en su camino.

—Ese es nuestro primo, Tren —murmuró Brax, ya que también


empezaron a caminar en una dirección diferente —. Secuestró
accidentalmente a una humana y ahora está acoplado con ella.

—¿Eso es algo bueno?

—Oh, sí. Tendrías que haberlo visto antes. Él es bastante agradable


ahora.

¿Consideraban eso agradable?


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—Vamos a visitar a Megan y a su hijo pronto —prometió Xarn.

—¿Nosotros?

Se apiñaron en un cubículo cuya puerta se cerró tras ellos, le miró. A


continuación chilló cuando terminó aplastada entre ellos.

—Sí, nosotros —Xarn gruñó —. ¿Sabes cuánto te extrañamos, mientras


te buscábamos?

—¿Cómo nos preocupamos por tu bienestar?

¿Lo hicieron?

—A partir de ahora, no iras a ninguna parte sin uno de nosotros.

—O preferiblemente con los dos.

—Entonces, ¿no van a darme calabazas?

Brax frunció el ceño.

—No entiendo tu expresión. Pero si está implicando que te dejaremos,


entonces me ofende. Nos perteneces.

—¿Tengo alguna opción?

Una mirada entre Brax y Xarn, seguida de un encogimiento de hombros


y una sonrisa masculina, hizo revolotear su vientre.

—No—dijeron en sincronización.

Brax le acarició la mejilla mientras la miraba fijamente a los ojos.


—Se nos ha explicado que el afecto y respeto que tenemos para ti tiene
una palabra humana. Amor.

Xarn inclinó la cabeza y la devoró con su intensa mirada. —Nosotros


realmente te amamos y te queremos como nuestra compañera, que en
nuestra especie, significa para siempre.

—¿Y si digo que no? —dijo con una sonrisa burlona. No es que tuviera la
intención de negarse, amaba a los grandes idiotas. Pero aun así, una
mujer no podía actuar demasiado fácil.

—Creo que nos está pidiendo que la convenzamos.

—Definitivamente —Brax respondió echándose hacia atrás y golpeando


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la mano en la pared. El cubículo, que ella supuso que era una especie de
ascensor, se detuvo.

—¿Qué haces?

Como de costumbre, no contestaron, le mostraron.

Brax reconoció su sonrisa burlona por lo que era. Amor. Durante el viaje
estresante donde habían rastreado a su secuestrador, tuvo muchas
oportunidades de hablar con Aylia, la madre de Xarn, Megan y hasta sus
primos. Aprendió unas cuantas cosas que no había entendido antes, tales
como que necesitaba a Louisa, algo que había imaginado, pero como el
macho idiota que era, según Megan, nunca se molestó en decírselo. Los
humanos, especialmente las hembras, necesitaban esa afirmación,
necesitaban saber que un hombre sentía un gran afecto por ella. Acciones
muy trabajadas, pero curiosamente, se requería la exposición oral real de
la palabra “amor” para creerlo de verdad.

También, al parecer, les gustaban los grandes rescates. Megan lo


comparó con un guerrero rescatando a una hembra de una especie de
lagarto gigante, alado que soplaba fuego. A Brax no le habría importado.
Cuando vio a Louisa en ese escenario, sola, asustada y siendo acosada
por hombres que deberían haberse quedado ciegos, habría luchado con
todo un ejército para llegar a su lado. Para darle seguridad. Para hacerla
suya.

Y sabía que Xarn sintió lo mismo. Juntos, salvaron a la mujer que


amaban. Y ahora, ellos le demostrarían, una y otra vez si era necesario,
que cuando decían compañera, querían decir para siempre.

Sólo una cosa hizo su endurecida psique temblar, el hecho de que ella
aún no había dicho que también los amaba.

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Xarn podía leer las emociones que cruzaban el rostro de Brax, porque él
también las sentía. Alivio porque habían salvado a su mujer. Alegría
porque estaba ilesa. Temor porque mientras ellos la querían como
compañera por ahora y para siempre, ella aún tenía que admitir que
también les quería.

Durante la persecución para encontrar a Louisa, había pasado mucho


tiempo hablando con la compañera de su primo. Megan, con mucho
entusiasmo, le dijo cómo las hembras de su mundo disfrutaban eligiendo
con quien querían estar y que necesitaban amor para ser felices. No fue
una conversación tranquilizadora sobre todo cuando se dio cuenta que
Louisa nunca dijo que les amaba, de hecho, pasó mucho tiempo enfadada
con ellos y diciéndoles que se fueran. Aylia dijo que era porque les tenía
afecto y lo sabía a ciencia cierta porque sentía lo mismo por Jaro. Pero a
Xarn le preocupaba.

Por primera vez al más despreocupado de los solteros, la idea de no tener


a Louisa en su vida, con sus comentarios agrios, su sonrisa malvada y
su simple presencia, parecía insoportable. Para un guerrero de su calibre
la idea del fracaso, de cualquier tipo, no era una opción. Si él y Brax
debían luchar por su corazón, entonces lo harían, de la manera que mejor
sabían, juntos.

Que pruebe y niegue su afecto mientras la hacen gritar de placer. Y si la


lucha por su amor tomaba más de una ronda, pues que así sea. Que no
se diga que no se sacrifica y hace todo lo posible por satisfacer a su
pareja.
No estaba segura de lo que pasó por la mente de los macizos púrpura,
aunque creyó reconocer afecto, alivio, un toque de duda y entonces la
determinación ardiente.

Su admisión de que la amaban la sorprendió y casi dijo las palabras de


vuelta, pensando hacerlo, pero no de repente, como si nada.

Quería “el momento”. Y por suerte, a juzgar por la forma en que estaba
emparedada entre ellos, con sus manos vagando por su cuerpo,
deslizándose bajo el material sedoso de su vestido, ellos iban a dárselo.

Brax la besó primero, su abrazo suave y persuasivo, derritiéndola con Página | 144
suavidad hasta que ella jadeó contra su boca. Cuando ella exigió más y
su lengua buscó la de él, él se apartó y la hizo girar, Xarn tomó sus labios
con una pasión feroz. Audazmente empujó la lengua en su boca,
conquistándola, seduciéndola, mientras las manos de Brax se deslizaron
a sus pechos. A medida que deslizaba los pulgares sobre sus pezones, le
susurró al oído, su aliento cálido enviaba escalofríos por su espalda.

—He extrañado tocarte, mi dulce bárbara. Extrañado tus gritos de placer.


Extrañado el tacto de tu piel sedosa.

¡Oh, cómo les había extrañado también! Se encontró girando de nuevo en


el círculo de los brazos de Brax, con su boca sobre la suya, más duro
ahora, tomando lo que ella le ofrecía y exigiendo más. Gimió ante su
pasión, entonces tembló mientras Xarn deslizaba los brazos alrededor de
ella y su gran mano ahuecaba su sexo a través de la sedosa tela de la
falda.

Él le acarició el lóbulo de la oreja al respirar.

—Sexy bárbara, provocándonos. Eres tan perfecta para nosotros, Louisa.


Fuerte, hermosa y alegre. Como nuestra compañera, adoraremos esas
cualidades, igual que adoramos tu cuerpo.

Una vez más la giraron, turnándose, compartiendo sus besos hasta que
sus labios estaban hinchados por la pasión y su cuerpo ardiendo por su
toque excitante. Y, sin embargo, todavía estaban vestidos.

Quería sentirles piel contra piel, arder con el fuego que sólo ellos podían
encender. Tiró de una camisa y envuelta en suaves risas masculinas,
consiguió su deseo, la ropa cayó al suelo para desnudar la piel púrpura
que había llegado a amar tanto. La tela vaporosa que llevaba desapareció
cuando dos pares de manos hicieron un trabajo rápido. Desnuda, gimió
en voz alta cuando se presionaron contra ella, el decadente calor de su
piel contra el suyo propio.

Una mano rozó su camino por su cuerpo al espacio entre sus muslos,
dedos gruesos se deslizaron por su humedad. Ella se aferró a los hombros
de Brax y un segundo par de dedos se reunió con los otros para jugar con
sus pliegues húmedos y provocar su clítoris.

—Dámelo —rogó, tan excitada a estas alturas que no creía poder soportar
cualquier tipo de tortura más sensual.

—Darte, ¿qué? —Brax respondió antes de chupar su labio inferior.


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—Fóllame —Crudo, pero tan cierto. Ella sólo obtuvo parcialmente lo que
quería, Xarn empujó dos dedos en su canal mientras Brax acariciaba su
clítoris más rápido, acumulando su placer en una bola que quería
desesperadamente explotar.

—Dinos que quieres —dijo Xarn, su tono bajo y ronco.

—Dinos que necesitas.

—Necesito a los dos —jadeó, sus caderas sacudiéndose al ritmo del


bombeo de sus dedos —. Te necesito en mi interior, llenándome. Necesito
que me toques. Ámame.

—¿Y qué nos vas a dar? —Los movimientos desaceleraron y ella quiso
gritar de frustración.

—Seré vuestra compañera.

—Y...

—Voy a amaros para siempre… ¡ahora haced que me venga!

En un instante, se encontró inclinada, con las piernas abiertas y el coño


expuesto. Una polla dura la penetró y gritó con la plenitud, la dulce
sensación de estiramiento. Aró dentro y fuera, alimentando su placer,
apretando su canal. Luego desapareció. Ella lanzó un grito de frustración,
sólo para jadear cuando una nueva polla tomó su lugar.

Oh, Dios mío, están trabajando en equipo. Lo que antes habría encontrado
chocante, ahora la ponía más caliente, más excitada. Lo suficientemente
para hacerla llegar.

Ella gritó su orgasmo.


—¡Joder, os quiero a los dos! —O era lo que ella quiso decir, aunque
podría haber surgió un poco confuso dada su falta de aliento.
Entendieron lo suficiente, al parecer, porque la polla dentro de ella se
sacudió, derramando su crema caliente en su canal tembloroso. El eje
semi duro apenas se había retirado cuando una polla dura ocupó su
lugar y que Dios la ayudara, ella sintió un segundo clímax construirse.
Cuando él la bombeó, más y más rápido, sólo pudo jadear y prepararse
con las manos en la pared. No podía hablar, apenas podía respirar.

Y cuando un cuerpo se dejó caer al suelo debajo de ella y una lengua


comenzó a chasquear su clítoris...

Oh, definitivamente vio las estrellas en ese momento, quizás una


supernova y descubrió que había un cielo. Página | 146

Con el tiempo volvió en sí, arropada por un par púrpura. Enrojecida, un


poco sudorosa pero tan malditamente feliz que prácticamente dolía. Sus
manos aún acariciaban su piel, caricias reconfortantes y ligeras que la
hacían sentirse cálida y amada.

Echó un vistazo sus rostros, sonrió a las suaves miradas en sus rostros.

—¿Aún necesitas mucha persuasión sobre los beneficios de ser nuestro


compañera?

—Nop.

—¿Estás segura? —Xarn preguntó con un contoneo de sus cejas —No


nos importa.

A juzgar por la agitación debajo de ella, no, no lo hacía.

Ella se echó a reír.

—Más tarde. Primero, deberíamos vestirnos y salir del ascensor antes de


que llegue la policía a arrestarnos por exhibicionismo.

—Demasiado tarde —dijo Brax con un semblante alegre.

—Pero no te preocupes —dijo Xarn —. Esta no es la primera vez que nos


expulsan de un planeta.

—Somos, después de todo, el Dual Terror.

—¿Y en qué me convierte eso? —preguntó.

—En nuestra.
—Para siempre.

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arios ciclos galácticos más tarde...

La vida de acoplada estaba acorde con Louisa, cuando no


estamos huyendo de la ley, pensó con una sonrisa. Sus macizos,
si bien no invitaban a los problemas, no les sobraban problemas que los
encontraran. Hacían la vida interesante por no decir más.

Para su sorpresa, no extrañó la tierra en absoluto y aunque a veces


echaba de menos las vivaces travesuras de sus chicas, Brax y Xarn lo Página | 148
compensaban. Además, estaba recibiendo actualizaciones regulares
sobre el progreso de sus chicas, y percances. Prosperaban bajo su nueva
maestra y la llenaba de alegría verlas mirar al futuro.

Para su deleite, sus hombres equiparon la nave espacial, ya que pasaban


mucho tiempo en ella, con un aseo similar como el que tenía en casa, en
vez del que le gustaba abusar por sus desechos corporales. También
habían contratado un arquitecto para diseñar una casa para ellos. El
primo de Xarn, Tren, fue muy generoso, después de que Megan le
sermoneara, y les permitió construir en su planeta privado, al otro lado
gracias a Dios. Muy pocas personas poseían la fortaleza de andar mucho
tiempo en la casa de los mercenarios más conocidos, incluso el propio
mercenario.

¿La razón? Un pequeño, bebé enano, con los pulmones de un gigante.

Hablando de eso... Louisa se estremeció ante los chillidos continuos,


fáciles de oír, aunque el niño residía en la planta alta, detrás de la gruesa
puerta del cuarto de los niños de la casa de Megan. Realmente deben
comenzar a repartir tapones para los oídos en la puerta.

Pese a su estatus de maestra de escuela, Louisa no poseía ningún


conocimiento sobre bebés que cagan, duermen y comen mucho. También
agregó gritar como un campeón a esa lista. Pobre Megan, estaba al final
de su ingenio y Tren, bien pasado ese punto. Sus propios compañeros
salían a recorrer los mercados cuando viajaban, buscando algo para
calmar a la bestia malhumorada, pero aparte de los pocos momentos en
que el niño dormía o comía, el resto era un puro infierno auditivo.
Tren entró en la sala, con los ojos inyectados en sangre y el pelo de punta.
Brax y Xarn le seguían, la perpetua mueca de dolor en sus rostros le hizo
morderse la mejilla para impedir soltar una risita.

—¿Cuánto tiempo más puede gritar el niño? —preguntó Tren —Lo ha


estado haciendo desde que nació. No puede ser natural.

—Um, sí lo es—respondió Louisa.—O al menos eso me han dicho. ¿Qué


edad tiene ahora? ¿Tres meses, cuatro? Todavía tienes meses por delante,
amigo.

Un gemido salió del pobre padre y se hundió en una silla.

Louisa se apiadó de él.

—Lo que necesitáis es una niñera. Página | 149

—Eso es lo que decía mi compañera, pero he intentado contratar


cuidadoras para el niño. Las dos últimas estuvieron a punto de comérselo
y tuve que matarlas. Megan está agotada, sin embargo y tenemos que
hacer algo. No quiere ver que no puede atender mis necesidades.

Ella soltó un bufido.

—Mentiroso. Sólo quieres conseguir una noche de sueño.

Una mirada triste cruzó su rostro.

—No me deja dormir en la nave. Afirma que como soy medio responsable
del niño, entonces tengo que soportar cada grito agudo.

Louisa se estremeció cuando la palabra “agudo” cambió de tono.

—La hora del baño—dijeron todos. Automáticamente, se dirigieron a la


terraza, donde los gritos, aunque seguían estando presentes, no eran tan
estridentes.

Apenas salieron, el llanto se detuvo abruptamente. Con los ojos muy


abiertos, Tren volvió corriendo a la casa y Louisa le siguió, con sus
compañeros pisándole los talones. Cuando resultó ser demasiado lenta,
uno ellos la alzó sobre un hombro y empezaron a subir las escaleras.

El silencio sepulcral continuó y ella oró porque Megan no hubiera matado


al niño. O que algo no se lo hubiera comido.

Tambaleándose en la guardería, todos se detuvieron en shock.

—Tía Muna, ¿qué has hecho?


La madre de Xarn levantó la mirada del bebé que arrullaba a ella,
mientras Megan, se derrumbaba en una silla, con los dos pulgares
apuntando hacia arriba.

—Ella es como el encantador de bebés —Megan confesó en voz baja —.


No sé qué ha hecho, pero Mren se calló enseguida.

—Estás contratada —Tren anunció.

Muna se rio.

—Aunque tu bebé es una delicia, tengo que volver a casa con mis
maridos. Están muy perdidos sin mí. No temáis, sin embargo, la ayuda
está en camino.
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—¿Estás enviando a tu clon? —preguntó Megan esperanzada.

—No.

—¿Hermana?

—No. Envié al guerrero más astuto a buscarte una niñera.

Las caras purpuras a su alrededor se miraron unos a otros.

—Puesto que estamos todos aquí, ¿estás hablando de Jaro?

Un sonido burlón se le escapó.—Desde luego que no. Aylia le encadenaría


a la cama antes de permitir que saliera a cazar. No, te hablo del primo
Makl.

—¿El pequeño primo Makl? —Xarn se rio —La niñera probablemente


piense que él está en la necesidad de mimos.

—No has visto a tu primo en años. Ha madurado mucho como guerrero


—A la postura erizada de los hombres de color púrpura, sonrió y añadió
—. No es tan bueno como todos vosotros, por supuesto, pero ahora que
tienen compañeras que cuidar, es mejor dejar este tipo de misiones a los
hombres solteros.

Brax resopló.

—Eso no es una misión. Es un recado. ¿Cómo de peligroso puede ser


contratar a una niñera?

—No a cualquier niñera—dijo su madre con una sonrisa salvaje que


deletreaba problema. —Una humana que sepa cómo cuidar a los niños.
—Demasiado fácil—dijo Brax.

—Ojalá hubiera pensado en ello —dijo Tren.

—Um, ¿cómo va a encontrarla? —preguntó Louisa —¿No está mi planeta


fuera de los límites?

Las risas le dijeron más que las palabras sobre lo ridículo que era
preguntar en su actual compañía.

Molesta, fulminó a sus compañeros con la mirada.

—Será mejor que tenga éxito, porque en unos ocho meses, amigos, vais
a estar en el mismo barco —palmeó su tripa, su sonrisa de un kilómetro
de ancho cuando sus guerreros púrpuras necesitaron de pronto la pared
para mantenerse erguidos. Página | 151

Dios, amaba a sus compañeros púrpuras y agradecía a su buena estrella


cada día que un secuestro aliens la llevara a ellos. Oh, y a veces también
lanzaba un gracias al dios menor, Murphy, sólo porque sabía que irritaba
a sus compañeros.

La vida no podía ser mejor. Y lo más impresionante según sus dos


secuestradores, era para siempre.

En la galaxia de Obsidiana, muy, muy lejos…

Makl gruñó mientras caminaba por el mercado. Enviado a hacer un


mandado. ¿Su tía Muna no se daba cuenta que tenía cosas más
importantes que hacer que ir a buscar una niñera para su estúpido
primo? ¿Qué tan difícil era la colocación un anuncio y la realización de
entrevistas hasta encontrar a alguien que pudiera cuidar del engendro
creado por su egoísta primo Tren y su bárbara humana? Lo siguiente que
le pedirían era que comprara juguetes o una mente para el niño. Que
degradante.

Aunque la idea de burlar las leyes y descaradamente ir al planeta bárbaro


para robar a una mujer sonaba divertido. Aunque su reputación como
luchador estaba construyéndose, todavía tenía mucho camino por
recorrer antes de salir de debajo de la sombra de sus numerosos primos.
Caminando más allá del mercado, se dirigió hacia su burdel favorito,
decidido a aliviar su polla antes de emprender el estúpido largo viaje. Se
paró en seco al ver el escenario.

Parecía que la diosa del Karma le estaba sonriendo a su camino porque


allí, vestida con una capa hasta el suelo, con la cabeza inclinada y las
manos entrelazadas, estaba una humana, o así lo afirmaba el locutor
mientras él elogiaba sus múltiples virtudes que la harían alcanzar un
precio considerable.

No es que él planeara pagar por ella.

Como el Vengador Galáctico, la tomaría desde debajo de la nariz de su


nuevo propietario. Y quizás se reiría mientras lo hacía.

No se imaginaba, que una deidad aburrida estaba al acecho y con una Página | 152
risita, hizo lo que mejor sabía hacer… joder hasta los mejores planes e
intenciones.
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Esto es un proyecto de traducción Sin Ningún Ánimo De Lucro. Está


hecho por Fans para Fans, Siendo Su Distribución Complemente
Gratuita. No ha tenido en ningún momento el objetivo de quebrantar la
propiedad intelectual del autor o reemplazar el original. Su Único fin es
incentivar y entretener con la lectura en nuestro idioma. Así mismo las
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sea en el idioma original o cuando estén disponibles en español, para
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Staff

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