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Las enfermedades infecciosas son causadas por la infección de una planta por un patógeno. Este
patógeno puede crecer y desarrollarse rápidamente en las plantas, se puede diseminar desde las
plantas enfermas a las sanas y, desde allí, puede infectar a plantas adicionales.
Un organismo es un parásito cuando vive sobre o dentro de otro organismo y puede obtener su
alimento de éste. El parásito se asocia íntimamente con la planta y se multiplica o crece a
expensas de la planta, removiendo nutrimentos y agua, lo que generalmente afecta el crecimiento
normal de la planta y va en detrimento del desarrollo y la reproducción de la planta. Este efecto
negativo es mucho mayor que el ocasionado por la remoción de nutrimentos. El daño adicional es
el resultado de sustancias secretadas por el parásito o producidas por el hospedero en respuesta
al estímulo del parásito.
La patogenicidad es la habilidad del parásito para interferir con una o más de las funciones
esenciales de la planta y, por ende, de causar enfermedad. El parasitismo frecuentemente juega
un papel importante, pero no siempre el más importante, en la patogenicidad.
Algunos organismos parásitos, como los virus, viroides, mollicutes, algunas bacterias fastidiosas,
nematodos, protozoarios, y hongos que causan mildiú lanosos, mildiú polvorientos y royas,
solamente pueden crecer (en la naturaleza) y reproducirse en hospederos vivos y son llamados
parásitos obligados o biotrofos.
Los parásitos no obligados pueden vivir en hospederos vivos y muertos y en varios medios
nutritivos en el laboratorio. Estos parásitos se pueden clasificar en:
Saprofitos facultativos: Son parásitos que la mayoría del tiempo o de su ciclo de vida viven como
parásitos, pero bajo ciertas circunstancias pueden vivir como saprofitos en materia orgánica
muerta.
Parásitos facultativos: Son saprófitos que la mayoría del tiempo viven en materia orgánica muerta,
pero bajo ciertas circunstancias pueden atacar o parasitar plantas.
Los parásitos no obligados ocasionan la muerte y degradación de las células a través de enzimas y
de toxinas, como es el caso de la mayoría de las bacterias y de algunos hongos. Todos los
parásitos obligados (y algunos no obligados) penetran las células vivas o establecen íntimo
contacto con ellas. La remoción de nutrimentos restringe el desarrollo del hospedero y causa
síntomas, pero no mata generalmente al hospedero.
En Norteamérica existen unos 8.000 hongos que causan cerca de 100.000 enfermedades, al
menos 200 bacterias, cerca de 75 mollicutes, más de 500 virus, más de 500 nemátodos, unos 20
viroides y más de 2.500 plantas superiores (pero pocas son importantes). El tomate, p.e., es
atacado por más de 40 hongos, 7 bacterias, 16 virus, varios mollicutes y nematodos.
Rango de hospedantes.
Los patógenos difieren en cuanto a las plantas que atacan, los órganos y tejidos que infectan y a la
edad de los los tejidos y órganos en que pueden crecer. Algunos patógenos están restringidos a
una sola especie de plantas, otros a un solo género y otros atacan un amplio rango de plantas,
muchas veces pertenecientes a diferentes familias. Algunos patógenos, por su parte, solo infectan
el tejido vascular (floema y xilema), otros solo atacan raíces, o tallos, u hojas, órganos o vegetales
carnosos, mientras que algunos pueden atacar diversos tejidos. Ciertos patógenos sólo pueden
crecer en plántulas o partes jóvenes de las plantas, mientras que otros prefieren tejido maduro o
senescente.
Los parásitos obligados son, por lo general, más específicos en cuanto a hospedantes se refiere
porque han evolucionado en paralelo junto con sus hospederos y requieren ciertos nutrimentos que
sólo son producidos por estas plantas.
Desarrollo de la enfermedad.
Una planta se enferma cuando un patógeno, o un agente abiótico, la ataca. Por lo tanto, para que
la planta se enferme en el primer caso, es necesaria la presencia y la interacción de por lo menos
la planta y el patógeno. Pero si en el momento del contacto, o un poco después, las condiciones
eran muy frías, muy calientes, muy secas o cualquier otro extremo, el patógeno puede ser incapaz
de atacar o la planta capaz de resistir el ataque, y a pesar de estar los dos presentes, la
enfermedad no se presenta. Un tercer factor llamado condiciones ambientales favorables también
debe ocurrir para que se presente la enfermedad.
Cada uno de los tres componentes puede presentar una variabilidad considerable y el cambio de
cualquiera de los componentes afecta la severidad de la enfermedad en una planta o en una
población. Así por ejemplo, la especie o una variedad de la planta puede o no ser resistente al
patógeno, puede ser muy joven o muy vieja, o las plantas en un área grande pueden mostrar
uniformidad genética; todos estos factores pueden incrementar o reducir la rata de desarrollo de
una enfermedad producida por un patógeno específico. El patógeno puede ser de una raza más o
menos virulenta, puede presentarse en poblaciones grandes o bajas, puede estar en estado de
dormancia, o puede requerir una película de agua o un vector. El ambiente va a afectar tanto el
desarrollo y la resistencia del hospedero como también la tasa de crecimiento o multiplicación y el
grado de virulencia del patógeno, además de la dispersión por el viento, el agua, los vectores, etc.
Triángulo de la enfermedad
PATÓGENO AMBIENTE
CANTIDAD DE
ENFERMEDAD
HOSPEDERO
Así por ejemplo, si las plantas son resistentes, de una edad no adecuada, o están muy separadas,
el lado del triángulo correspondiente al hospedante va a ser muy pequeño o cero, mientras que si
las plantas son de una variedad susceptible, están en una etapa de desarrollo susceptible, o la
densidad de siembra es muy alta, el lado del hospedante será largo y el potencial de enfermedad
podría ser alto. Si los tres componentes del triángulo de la enfermedad se pudieran cuantificar, el
área del triángulo representaría la cantidad de enfermedad en una planta o en una población de
plantas. Si cualquiera de los tres componentes es cero, no habría enfermedad.
EL CICLO DE LA ENFERMEDAD
El ciclo de la enfermedad es una serie o cadena de eventos que ocurren y que conllevan al
desarrollo y perpetuación de la enfermedad y del patógeno. El ciclo envuelve los cambios en la
planta, sus síntomas y los cambios en el patógeno e incluye períodos dentro del ciclo del cultivo y
entre ciclos de cultivo.
Invasión
Infección
Colonización
Crecimiento y/o
Penetración
reproducción del
tó
CICLO DE INFECCIÓN
Inoculación
Desarrollo
de síntomas
Diseminación del
patógeno
Inóculo
secundario Formación de
estructuras de
Inóculo resistencia
primario
Período de
latencia
Tipos de inóculo. Cualquier inóculo que sobrevive en estado de dormancia el invierno o el verano
y causa las infecciones originales o iniciales en la primavera o en el ciclo del cultivo se denomina
inóculo primario y produce las infecciones primarias. El inóculo producido a partir de las
infecciones primarias es llamado inóculo secundario y, a su vez, produce las infecciones
secundarias. Por lo general, entre más abundante sea el inóculo primario y lo más cerca que esté
al cultivo, más severa es la enfermedad y mayores las pérdidas resultantes.
Llegada del inóculo. El inóculo de la mayoría de los patógenos es llevado hasta la planta en
forma pasiva por el viento, el agua y los insectos. El inóculo llevado por el viento llega hasta las
plantas ayudado por la gravedad y por las lluvias. Un pequeño porcentaje aterriza en plantas
susceptibles. Los nematodos y las zoosporas de algunos hongos se mueven atraídos por los
exudados (azúcares y aminoácidos) de las raíces de plantas susceptibles. Los patógenos
transmitidos por por vectores son llevados a sus hospederos con gran eficiencia.
Adherencia de los propágulos a la superficie de las plantas. Algunos patógenos como hongos,
bacterias y plantas superiores parásitas primero entran en contacto con el exterior de los
hospedantes y, antes de penetrar, deben adherirse con sustancias mucilaginosas, las que se
vuelven pegajosas al humedecerse. En el caso de virus, viroides, mollicutes, bacterias fastidiosas y
protozoarios, sus vectores los colocan dentro de las células.
La penetración no siempre conlleva a la infección. Muchos patógenos penetran plantas que no son
sus hospederas.
3. Infección. La infección es el proceso mediante el cual los patógenos establecen contacto con
las células o los tejidos susceptibles del hospedante y obtienen alimento de ellos. Durante la
infección, los patógenos crecen y/o se multiplican en el tejido e invaden y colonizan la planta. Las
infecciones exitosas resultan en el desarrollo de síntomas, pero algunas infecciones permanecen
latentes, es decir, sin síntomas hasta que las condiciones ambientales o el estado de madurez del
tejido sean favorables para el desarrollo de los síntomas.
4. Invasión. Varios patógenos invaden las plantas en diferentes formas y en diferentes niveles.
Los hongos invaden en forma:
Las bacterias invaden los tejidos intercelularmente, hasta que las paredes celulares se desintegran
y la bacteria crece intracelularmente. Las bacterias que invaden los haces vasculares penetran en
el xilema y producen marchitez. Los virus, viroides, mollicutes, bacterias fastidiosas y protozoarios
invaden intercelularmente. Los mollicutes y los protozoarios invaden los tubos del floema.
En hongos, la hifa crece e invade nuevo tejido y las hifas viejas mueren. Las esporas presentes en
los vasos xilemáticos diseminan el hongo en toda la planta.
Los hongos se reproducen por esporas sexuales o asexuales. Las bacterias, mollicutes y
protozoarios se reproducen por fisión binaria, los virus por replicación y los nematodos por huevos.
La mayoría de los hongos forman las esporas en la superficie o debajo de la superficie de los
hospedantes y las esporas son liberadas hacia afuera (hacia el ambiente). Algunos hongos que
inducen marchitez vascular producen esporas en los haces vasculares y éstas no son liberadas
hasta que el hospedante muere y se descompone. Las plantas superiores parásitas forman
semillas en ramas aéreas y los nematodos ponen huevos en la superficie o debajo de la superficie
del hospedante. Las bacterias solo llegan a la superficie por heridas, aberturas naturales, etc.
Virus, viroides, mollicutes, protozoarios y bacterias fastidiosas se reproducen dentro de las células
y no llegan o existen en la superficie.
Las bacterias pueden ser diseminadas por el viento sólo cuando están en forma de agregados.
Las bacterias y los nemátodos del suelo pueden ser llevados por el viento con partículas de suelo o
restos de plantas. Los nemátodos, las esporas de los hongos y las bacterias son diseminados por
salpicadura de agua de lluvia y el viento lleva insectos vectores. El viento también ocasiona
contacto (frotado) de hojas sanas y enfermas y esto ayuda a diseminar patógenos.
El agua es muy eficiente porque, a pesar de que no actúa a grandes distancias, el inóculo aterriza
en una superficie mojada y se puede mover o germinar de inmediato.
Diseminación por vectores. Los insectos (áfidos, saltahojas, moscas blancas) son vectores de
virus y los saltahojas de mollicutes, bacterias fastidiosas y protozoarios. Los insectos también
transmiten algunas enfermedades bacterianas y fungosas. Algunas enfermedades dependen de
los vectores para su diseminación, mientras que en otras los vectores son simplemente una vía
más. Algunos ácaros y nemátodos trasmiten virus. Cualquier animal que se mueva entre plantas
sanas y enfermas puede diseminar enfermedades. Algunos hongos pueden transmitir virus y
ciertas plantas pueden constituirse como puentes (Cúscuta sp) para trasmitir virus.
7. Reposo. Los patógenos pueden sobrevivir durante el invierno o el verano en tejido infectado de
plantas perennes, en restos de tejido infectado en el suelo, como estructuras de resistencia
(micelio, esporas o esclerocios) en restos de cosecha en el suelo o en órganos reproductivos.
Los habitantes del suelo pueden sobrevivir indefinidamente en el suelo como saprófitos y son
poco especializados. Ej. Pythium, Fusarium y Rhizoctonia. Los transeúntes del suelo son
parásitos especializados que pueden sobrevivir por cortos períodos de tiempo en el suelo como
saprófitos o estructuras de resistencia. Los patógenos también pueden sobrevivir en hospedantes
alternos, vectores, herramientas y envases contaminados.
Algunos patógenos son llamados monocíclicos porque completan su ciclo en un año, como los
carbones, las royas de árboles, pudriciones radicales y marchiteces radicales. El único inóculo
disponible durante el ciclo del cultivo es el primario Al final del ciclo del cultivo, el patógeno se
reproduce incrementando así el inóculo para el siguiente período de cultivo.
En la mayoría de las enfermedades, el patógeno produce más de una generación durante el ciclo
del cultivo y es llamado policíclico porque puede completar de dos a 30 generaciones en un año o
ciclo de cultivo y con cada generación el inóculo se incrementa muchas veces, como en el mildiú
lanoso, la candelilla tardía de la papa, el mildiú polvoriento, las manchas foliares, quemazones y
los virus llevados en el estilete.
En todos los sitios donde hay plantas se encuentran enfermedades, pero por lo general son más
severas en áreas tropicales, en áreas con temperaturas frescas o cálidas. En zonas secas se
presentan menos enfermedades causadas por hongos, bacterias o nemátodos, pero las plantas
son afectadas por mildiú polvoriento y por virus transmitidos por ciertos vectores.
La mayoría de las enfermedades se presentan cuando las temperaturas son cálidas, cuando hay
mucha humedad y cuando las plantas han recibido excesiva fertilización nitrogenada. Esto indica
que las condiciones imperantes en el aire y en el suelo, después del contacto del patógeno con el
hospedante, afectan el desarrollo de la enfermedad.
Los factores que más afectan el inicio y el desarrollo de una enfermedad infecciosa son la
temperatura y la humedad en la superficie del hospedante. En algunas enfermedades, los
nutrimentos en el suelo, el pH y la luz también tienen influencia, aunque menor.
Como ya se mencionó, para que una planta se enferme, deben estar presentes el patógeno
infectivo el hospedero susceptible y el ambiente favorable. Los dos primeros permanecen más o
menos constantes por semanas y meses, pero el ambiente puede cambiar mucho rápidamente,
afectando drásticamente el desarrollo de una enfermedad en progreso o el inicio de nuevas
enfermedades.
Las enfermedades de las plantas ocurren generalmente en un amplio rango de condiciones, pero
el grado y frecuencia de ocurrencia y la severidad de las enfermedades en plantas individuales va
a estar afectada por cada grado de desviación, de cada condición ambiental, del punto en el cual el
desarrollo de la enfermedad des óptimo.
Efecto de la temperatura.
Los patógenos, al igual que las plantas, requieren de ciertas temperaturas para ejecutar sus
actividades. En zonas templadas, durante el invierno, las temperaturas no son aptas para el inicio
o desarrollo de las enfermedades. Algunos hongos crecen bien a temperaturas frescas
(Phytophthora syringae, ±20°C) y otros crecen mejor a temperaturas más cálidas (Fusarium
oxysporum, ±25°C). En los trópicos, las enfermedades causadas por Colletotrichum, Ralstonia
(Pseudomonas) solanacearum y la marchitez causada por Fusarium son severas, pues estos
patógenos requieren temperaturas altas.
Las enfermedades son más severas, es decir que el ciclo del patógeno se acorta, cuando las
condiciones de temperatura son favorables para el patógeno, pero están por encima o por
debajo de la temperatura óptima para la planta. Si es a la inversa, la enfermedad se desarrolla
más lentamente.
Por ejemplo. El ciclo de infección de Puccinia graminis tritici (desde la inoculación hasta la
formación de uredosporas) es:
Dado que la duración del ciclo de la infección determina el número de ciclos del patógeno y, por
ende, el número de infecciones por ciclo de cultivo o estación, es claro que el efecto de la
temperatura en la prevalencia de una enfermedad en una estación dada puede ser muy grande.
En la pudrición negra de las raíces de tabaco, producida por Thielaviopsis basicola, el óptimo de
temperatura de la enfermedad es 17-23°C, para el desarrollo del tabaco es 28-29°C y para el
patógeno es de 22-28°C. Ni el patógeno ni el hospedero crecen bien a 17-23°C, pero el tabaco
crece tan pobremente a esta temperatura, que aún un patógeno débil es capaz de causar máxima
enfermedad.
Efecto de la humedad.
tardía de la papa se presentan o son severas en áreas con alta humedad relativa o lluvia en la
estación de siembra.
En patógenos que afectan los órganos subterráneos (como Pythium), la severidad de las
enfermedades que ellos causan están correlacionadas con el contenido de humedad en el suelo.
Otros requieren suelos mojados pero no aguachinados (Phytophthora, Rhizoctonia. Sclerotinia,
Sclerotium, Erwinia, Pseudomonas). Otros hongos como Fusarium solani, F. roseum y
Macrophomina phaseolina crecen bien en ambientes relativamente secos.
Las bacterias son favorecidas por alta humedad. Ellas son diseminadas por salpicadura de agua,
agua de lluvia moviéndose de tejidos afectado a tejidos sanos o en agua libre (de escorrentía, de
infiltración) en el suelo. Las bacterias penetran por heridas o aberturas naturales y, una vez
dentro, se multiplican más rápido en períodos húmedos porque las plantas se vuelven suculentas y
les proveen la alta humedad que ellas necesitan.
La mayoría de las enfermedades que pueden asumir proporciones epidémicas son diseminadas
por el viento o vectores llevados por el viento a grandes distancias.
El viento es importante cuando está acompañado por lluvia, pues influye en la liberación de las
esporas y las bacterias de tejido infectado, llevándolas por el aire hasta depositarlas en la
superficie de las plantas que, de ser susceptibles, quedarán infectadas de inmediato.
Plasmodiophora brassicae, hongo que causa la Hernia de las crucíferas, es más severa a pH 5,7 y
su incidencia disminuye a pH 5,7-6,2 y no aparece a pH 6,2. Por el contrario, Streptomyces
scabies, que produce la sarna común de la papa, es más severa a pH 5,2-8,0 y su desarrollo baja
drásticamente a pH inferior a 5,2.
La nutrición afecta la rata de crecimiento y la resistencia de las plantas ante el patógeno. Así por
ejemplo, la abundancia de nitrógeno produce plantas muy suculentas que son susceptibles a
Erwinia amylovora, Puccinia graminis-tritici y Erysiphe. Por el contrario, una deficiencia de
nitrógeno hace que las plantas de tomate sean más susceptibles a Fusarium, a candelilla temprana
(Alternaria solani), que las solanáceas sean más susceptibles a Pseudomonas solanacearum y que
las plántulas sean susceptibles a Pythium.
El amonio (NH4+) es atraído por las arcillas (que tienen carga negativa) y persiste más en el suelo.
El nitrato (NO3-) no es atraído por las arcillas y es lavado rápidamente del suelo. Los fertilizantes
amoniacales son el fosfato de amonio y el sulfato de amonio. Los fertilizantes nitrato de sodio y
nitrato de amonio tienen nitrógeno en forma de nitrato, pero cuando se aplican fertilizantes
amoniacales en un suelo bien aireado y húmedo, el amonio -por nitrificación- se convierte en
nitrato rápidamente.
El fósforo incrementa la resistencia de las plantas a las enfermedades en general en dos formas:
acelerando la maduración de la planta, que escapa a la infección, y mejorando el balance
nutricional de la planta.