CAPITULO 1 LECCION 5

Cuerpo | Cristo | Lugar |

JUNTOS SOMOS
MUCHOS MAS

Cuando observas un partido de básquet

profesional, es casi imposible atribuirle el éxito del
encuentro a una sola persona. Puede que uno de los
jugadores se destaque por la cantidad de
anotaciones que realizó, pero nadie dudaría en
atribuir el resultado favorable al funcionamiento de
todo el equipo. Eso mismo ocurre en el Cuerpo de
Cristo. Allí hay una interdependencia tal, que nadie
puede ser declarado prescindible. ¿Cuantas veces
has visto tu corazón? Aunque nunca lo hayas visto,
nadie podrá quitarte la seguridad que dentro de tu
pecho hay uno funcionando, más allá de la
atención que le prestes. No necesita que lo alabes,
mimes o adornes para cumplir su función. Fue
creado para latir y bombear sangre a todo el
organismo. Aunque nunca has visto tu corazón ni
has tenido relación con él, no dudarás a la hora de
comer poca sal y realizar algún tipo de ejercicio
para cuidarlo. ¿Cómo es posible que te ocupes de
cuidar un órgano tan feo al que nunca has visto?
¿No es fantástico? Esto solo puede ocurrir cuando
tenemos conciencia de cuerpo.

“Mientras realices aquello para lo cual fuiste puesto en ese sitio, no

tendrás problemas.”

Todos los mutiladores son ciegos:

Cuando no tienes conciencia del Cuerpo de Cristo, en vez de cuidarlo lo matarás, mutilarás,
herirás y actuarás con torpeza. Flagelarás tu propio cuerpo. Si te cortas una vena importante
puedes terminar muerto. Pero la vena más grande es pequeña en comparación con el resto del
organismo. Aún así, todo el cuerpo puede terminar muerto. ¿Por qué? Porque la importancia de
un órgano no tiene que ver con su tamaño sino con la función que desempeña.

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 La Palabra dice que Dios ha dado dones. Él colocó a cada miembro en su lugar exacto. Si
desconoces tu ubicación, es hora de preguntarte cuál es tu lugar. ¿Serás nariz, oreja o boca?
(Parece que de estos tres ya hay demasiados). ¿Averiguaste tu identidad dentro del Cuerpo de
Cristo? Algunos lo saben y responderán con firmeza: “soy pie”. ¿Cómo lo sabes? Porque el
Espíritu Santo se lo reveló. Todo el Cuerpo descansa sobre los pies, así que estas personas serán
emocionalmente fuertes. Ayudarán y movilizarán a los demás, serán sólidos y fieles. Otros serán
manos hábiles, capaces de hacer cualquier cosa.
Dice la Escritura “si tu ojo es bueno, todo el cuerpo verá”. Tener ojos sanos implica dones de
discernimiento de espíritus. Si los profetas, la gente que discierne la naturaleza de los espíritus
dentro de la Iglesia, funcionan correctamente, todo el Cuerpo verá sin problemas. La oreja no
tiene que ver, está allí para oír. El ojo ve, pero si está sano, todo el cuerpo verá junto con él. Las
manos, los pies y el resto del Cuerpo recibirán orientación. Si los oídos están sanos todo el
Cuerpo será capaz de escuchar con claridad.

“Si encuentras tu ubicación dentro del Cuerpo estarás funcionando en lo

que Dios determinó para tu vida”.

Dios diseñó el Cuerpo:

Tu ubicación dentro del Cuerpo depende del don que Dios te concedió. La Palabra dice que Él
repartió dones. Tú tienes dones aunque no sepas cuáles son. Algunos creen que el único don es
predicar o cantar. ¡Cómo les gustaría estar en el coro! Aunque, sinceramente, hay miembros que
cantan bien desafinados porque no tienen el don del canto. Son más desabridos que mirar una
pared blanca todo un día feriado (si no me cree, el próximo feriado haga la prueba). Cierta vez,
en una congregación amiga estaban conformando el coro. Mientras probaban las voces, llegó
una hermana que a toda costa quería cantar en el coro.

En su mente acariciaba esta idea: “¿por qué si fulana puede hacerlo, yo no?”. En su mente era
una cantante lírica. Es la misma historia de la oreja que quiere ser mano y se empeña en ello.
Cuando llegó el turno de probarse, se paró frente al micrófono y comenzó a cantar las primeras
notas. Tendrías que haberla escuchado para creerme. Tenía una voz fantástica, pero para echar
fuera demonios. ¡Ni los diablos la podían aguantar mientras cantaba! El pastor que dirigía el
coro, con un sentido del humor un tanto irónico le dijo: “Hermana, por favor aléjese un poco
del micrófono”. Ella, como toda una profesional del canto preguntó “¿cómo cuanto?”. El pastor
le respondió: “¡unos cinco años!”.
Esto sucede porque hay gente en la Iglesia metida en un área que no le corresponde.

Tú tienes dones aunque no sepas cuáles son”

Dios es ordenado en todo lo que hace:

Todas las cosas que Dios diseña las hace con armonía y en perfecto orden. Cuando el entrenador
forma un equipo de fútbol, debe saber en qué puesto jugará cada integrante para ser excelente. Si
se le ocurre parar al arquero en el centro del campo de juego, habrá serios problemas. Si coloca
al delantero en la defensa y al defensor en la línea delantera, es muy poco probable que puedan
marcar goles. Por lo general, los delanteros son de baja estatura, como Maradona. Este jugador
en la delantera del equipo era peligrosísimo, pero si lo ponían en el arco le hacían 20 goles por
partido porque no llegaba al travesaño. Los arqueros necesitan ser altos para cubrir todo el arco e
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 impedir que pase la pelota. Cada jugador tiene una capacidad determinada o dones específicos.
Cuando el delantero salta, cabecea y hace el gol, todo el mundo grita. Pero la realidad es que en
su cabeza hay 22 piernas que hicieron posible que la pelota llegara hasta allí en el momento
justo. Un gol no se hace por arte de magia, hay diez jugadores más que trabajan para que uno
sólo pueda lograrlo. Sin embargo, al ganar todos se llenarán de Gloria.

“Todas las cosas que Dios diseña las hace con armonía y en perfecto
orden”

Aplicación de la lección
1. Al ser tu parte del cuerpo de Cristo, ¿Crees que necesitas a
alguien más para cumplir la tarea, o puedes solo? Explica

2. ¿Qué significa tener “conciencia de cuerpo”?

3. ¿Qué ocurre cuando NO tienes conciencia de cuerpo?

4. ¿Qué sucede contigo y el cuerpo de Cristo (la iglesia) cuando

saber cual es tu lugar?

5. Escribe un ejemplo cotidiano y fácil de entender para ti, de

como funciona un cuerpo bien coordinado, por ejemplo : un
doctor no puede solo operar a alguien sin la valiosa cooperación
de un anestesista, arsenalero, etc,.