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Lucas Márquez

CRISTO EN APOCALIPSIS

LECCION 9
LA IGLESIA EN EFESO: AMOR, VIDA Y LUZ

El libro de Apocalipsis está muy bien escrito. Después del capítulo uno, los dos capítulos
siguientes nos presentan una vista práctica y clara de las siete iglesias.
Las siete iglesias son un excelente ejemplo que revela las iglesias locales, no en doctrina,
sino en la práctica. Al considerar estas siete iglesias podemos ver claramente lo que es
una iglesia local y lo que debería de ser: Iglesia real versus iglesia ideal.

Las siete epístolas que aparecen en los capítulos dos y tres presentan la crónica de la
situación que existía entre las siete iglesias del tiempo en que fueron escritas. Sin
embargo, las situaciones de las siete iglesias también son señales y tienen un significado
profético del progreso de la iglesia en siete etapas:

1- La primera epístola, dirigida a la iglesia en Éfeso, presenta un cuadro de la iglesia


de finales de la primera etapa, durante la última parte del siglo I.

2- La segunda epístola, escrita a la iglesia en Esmirna, es figura de la iglesia que sufrió


bajo la persecución del Imperio Romano; etapa que va desde la última parte del siglo I
hasta la primera parte del siglo IV, cuando Constantino el Grande, el César del Imperio
Romano, atribuyó a la iglesia el favor imperial.

3- La tercera epístola, a la iglesia en Pérgamo, representa la iglesia mundana, la iglesia


que se une con el mundo; esta etapa abarca desde el día en que Constantino acogió el
cristianismo hasta cuando el sistema papal fue establecido durante la última parte del
siglo VI.

4- La epístola a la iglesia en Tiatira, muestra proféticamente la iglesia apóstata, que es


la etapa abarcada desde el establecimiento del sistema papal, a fines del siglo VI, hasta el
fin de esta era, cuando Cristo venga.

5- La quinta epístola, a la iglesia en Sardis, representa la iglesia protestante, desde la


Reforma, en la primera parte del siglo XVI, hasta que Cristo venga.

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6- La sexta epístola, a la iglesia en Filadelfia, predice la iglesia del amor fraternal, el


recobro de la vida apropiada de iglesia, que existió desde principios del siglo XIX,
cuando surgieron los Hermanos en Inglaterra y sacaron la práctica de la vida de iglesia
del sistema divisivo de las denominaciones, y estará hasta la segunda venida del Señor.

7- La séptima epístola, a la iglesia en Laodicea, es una sombra de la decadencia de la


iglesia de los Hermanos en el siglo XIX; abarca desde la última parte de ese siglo hasta
que el Señor regrese.

En esta lección y en las siguientes seis, trataremos cada una de estas iglesias. En esta
lección veremos especialmente la iglesia en Éfeso.

Apocalipsis 2:1-7
“Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el
que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu
arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los
que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has
tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has
desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto,
de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que
aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído,
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de
la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Las palabras cruciales de este mensaje son: amor, vida y luz.


El requisito básico para la vida de la iglesia es nuestro amor hacia el Señor. Obviamente
no hay ningún problema con el amor del Señor hacia nosotros. Él nos ha amado y nos
sigue amando. El problema está en nuestro amor hacia Él. Aunque lo hayamos amado en
el pasado, y lo sigamos amando en la actualidad, existe el peligro de que nuestro amor
por el Señor se desvanezca.

La epístola a la iglesia en Efeso nos previene al respecto. Esta carta también nos revela
claramente el origen de la degradación de la vida de iglesia: el desvanecimiento del
primer amor. Como veremos, el amor nos da la posición, la base, el derecho y el
privilegio de comer del árbol de la vida.

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El amor nos suministra la vida. Si amamos al Señor, tenemos pleno derecho a disfrutarlo
como el árbol de la vida, como nuestro suministro de vida. La luz siempre acompaña a la
vida, y es producida por el abundante suministro de vida. La vida nos da luz.

En el tabernáculo, el candelero viene después de la mesa del pan de la proposición, lo


cual indica que cuando disfrutamos a Cristo como nuestro suministro de vida, recibimos
la luz de la vida. Es de vital importancia que amemos al Señor. Si tenemos amor,
tendremos la vida, simbolizada por el árbol de la vida, y la luz, simbolizada por el
candelero.
El gran problema de la iglesia en Efeso consistía en que el primer amor hacia el Señor se
había desvanecido. Por esta razón el Señor tuvo que juzgar a esta iglesia, y le advirtió que
si no se arrepentía, su candelero sería quitado.
Todo aquel que se arrepintiera en medio de ellos y regresara al primer amor, sería un
vencedor delante del Señor.
El Señor prometió a los vencedores el derecho a disfrutarle a Él como el árbol de la vida.
Por supuesto, el candelero siempre permanecerá entre aquellos que han vencido. Sin
embargo, si no nos arrepentimos de haber dejado nuestro primer amor hacia el Señor,
perderemos el derecho de comer del árbol de la vida, y nuestro candelero será quitado. Si
éste es el caso, estaremos sin amor y sin luz. ¡Que condición tan lastimosa sería!

1. EL QUE HABLA

Apocalipsis 2:1
“Escribe al mensajero de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en Su
diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro”.

Cada una de estas epístolas comienza con una descripción del que habla. Antes de
dirigirse a las iglesias, el Señor declara quién es El. En la primera epístola El declara que
El tiene las siete estrellas en Su diestra y que camina en medio de los siete candeleros de
oro. Estas dos cosas demuestran que el Señor es normal, genuino y correcto. El cuida las
iglesias sosteniendo en Su diestra a los que toman la iniciativa y caminando en medio de
todas las iglesias.

Los mensajeros de las iglesias, las personas espirituales, representados por las estrellas
brillantes, que son los que se responsabilizan del testimonio de Jesús, están sostenidos
por la diestra del Señor, y el Señor anda en medio de las iglesias, representadas por los

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siete candeleros de oro. ¡Que escena tan maravillosa! Mientras el Señor como nuestro
Sumo Sacerdote intercede por nosotros, las iglesias, están a la diestra de Dios

Hebreos 7:25
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios,
viviendo siempre para interceder por ellos”.

Cristo entonces sostiene a los mensajeros de las iglesias y anda en medio de ellas y las
cuida.

2. LAS VIRTUDES DE LA IGLESIA


La palabra Efeso en griego significa deseable. Esto indica que la iglesia primitiva, en sus
postrimerías, era deseable al Señor; el Señor seguía esperando mucho de ella.
Consideremos ahora las virtudes de la iglesia en Efeso:

A. Las obras
Primeramente, ella hacía muchas cosas para el Señor. La iglesia en Efeso no era ociosa
ni descuidada; laboraba mucho para el Señor.

B. Los trabajos
Esta iglesia no solamente hacía obras para el Señor, sino que también trabajaba para El.

Apocalipsis 2:2-3
“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los
malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado
mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor
de mi nombre, y no has desmayado”.

Debemos diferenciar entre obras y trabajos. Trabajar es más elevado que hacer obras.
Hacer obras es común, mientras que laborar es algo especial.
Si vas a construir tu casa, puedes contratar una compañía, así habrás hecho la obra, pero
si tú mismo trabaja en la construcción, eso es mucho más elevado.

C. La perseverancia
La iglesia en Efeso también tenía la virtud de perseverar. Esto indica que la iglesia estaba
bajo aflicción y perseveró en el sufrimiento.

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D. No soporta a los malos


El Señor dice a la iglesia en Efeso: “No puedes soportar a los malos” (Apocalipsis 2: 2).
Las palabras que el Señor usa aquí se refieren a dos cosas: hombres malos y cosas malas.
La iglesia en Efeso no toleraba ninguna cosa mala ni ningún hombre malo.
Indudablemente era una buena iglesia.

E. Prueba a los falsos apóstoles


El Señor también dijo: “Has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los
has hallado mentirosos” (Apocalipsis 2:2).

Esta iglesia tenía mucho discernimiento, y probaba a los falsos apóstoles y los rechazaba.
Ella discernía que los que se decían ser apóstoles eran mentirosos. A lo largo de las
generaciones, siempre ha habido falsos apóstoles. Incluso hoy sigue ocurriendo lo mismo.

F. Aborrece las obras de los nicolaítas

Apocalipsis 2:6
“Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales Yo también
aborrezco”.

La iglesia en Efeso aborrece lo que aborrece el Señor: las obras de los nicolaítas. En
cuanto a las virtudes, esta iglesia era buena, pura, justa y normal.
El Señor aborrece las obras de los nicolaítas. Las obras de los nicolaítas están
relacionadas con la jerarquía entre los santos en la cual algunos se convierten en
gobernantes de los demás.
Esto trae como consecuencia el clero y el laicado.
En la iglesia de Efeso no estaba presente la doctrina o la enseñanza de los nicolaítas.

Esta se desarrolló más tarde. Pero sí existían sus obras y actividades, o sea, cierto tipo de
jerarquía constituida de clérigos y laicos.
La palabra nicolaítas es una latinización de la voz griega nicolaitai, cuya raíz es nicolaos,
que a su vez se compone de dos palabras griegas: nico y laos.
Nico significa conquistar o estar sobre otros.
Laos quiere decir gente común, seglares (Que pertenece a la sociedad laica y no al
estamento eclesiástico o religioso) o laicos.

Nicolaos, pues, significa conquistador de gente común, persona que está sobre los laicos.
La palabra nicolaítas se debe de referir a un grupo de personas que se consideran

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superiores a los creyentes comunes. Indudablemente esto constituye la jerarquía


establecida y perpetuada por el catolicismo y el protestantismo.
El Señor aborrece las obras y el proceder de los nicolaítas, y nosotros debemos aborrecer
lo que el Señor aborrece.
Dios, en Su economía, tiene la intención de que todos los Suyos sean sacerdotes y le
sirvan directamente.

Éxodo 19:6
“Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Éstas son las palabras que
dirás a los hijos de Israel”.

Él les mandó a los hijos de Israel que fueran “un reino de sacerdotes”. Esto significa que
Dios deseaba que todos fueran sacerdotes. Sin embargo, debido a que los israelitas
adoraron al becerro de oro (Ex. 32:1-6), perdieron el sacerdocio, y solamente la tribu de
Leví, debido a su fidelidad hacia Dios, fue escogida para reemplazar a toda la nación de
Israel en el oficio de sacerdotes de Dios (Ex. 32:25-29; Dt. 33:8-10).

Por consiguiente, hubo una clase mediadora entre Dios y los hijos de Israel. Esto se
convirtió en un firme sistema dentro del judaísmo.

En el Nuevo Testamento Dios ha vuelto a Su intención original de acuerdo con Su


economía, y ha hecho sacerdotes a todos los que creen en Cristo.

Apocalipsis 1:6
“y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los
siglos de los siglos. Amén”.

Apocalipsis 5:10
“y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

1 Pedro 2:5,9
2:5 “… vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y
sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de
Jesucristo”.
2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”.

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Pero durante la era de la iglesia primitiva, desde el siglo primero, surgieron los nicolaítas
como una clase mediadora, lo cual corrompió la economía de Dios. De acuerdo con la
historia de la iglesia, esto llegó a ser el sistema adoptado por la Iglesia Católica Romana
y fue preservado por las iglesias protestantes.

Hoy en la Iglesia Católica Romana está el sistema sacerdotal; en las iglesias estatales, el
sistema clerical, y en las iglesias independientes, el sistema pastoral.

Todos éstos son sistemas que tienen una clase mediadora, lo cual destruye el sacerdocio
universal de los creyentes. De manera que tenemos dos clases distintas: el clero y el
laicado.
Pero en la vida apropiada de iglesia no debe haber ni clero ni laicado; todos los creyentes
deben ser sacerdotes de Dios. La clase mediadora destruye al sacerdocio universal de la
economía de Dios; es por eso que el Señor la aborrece.

3. EL ORIGEN DE LA DEGRADACION DE LA IGLESIA

Aunque la iglesia en Efeso tenía tantas virtudes, estaba degradada porque había perdido
su primer amor.

En Apocalipsis 2:4 el Señor dijo: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor”.
La palabra griega traducida primer es la misma que se traduce mejor, en Lucas 15:22:

“Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en
su mano, y calzado en sus pies”.

Más tarde Pablo escribe a esta iglesia:

Efesios 3:16-19
“... para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en
el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros
corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de
comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la
altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis
llenos de toda la plenitud de Dio”.

El objetivo de lo anterior es la vida de la iglesia a fin de que la gracia sea con todos los
que aman al Señor Jesús.

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Efesios 6:24
“La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.
Amén”.

Esta epístola dirigida a los efesios en Apocalipsis 2, revela que la degradación de la


iglesia comienza cuando dejamos nuestro primer amor hacia el Señor. Lo único que nos
puede mantener en una relación apropiada con el Señor es nuestro amor por El. La iglesia
en Efeso tenía buenas obras, trabajaba para el Señor, soportaba los sufrimientos y ponía a
prueba a los falsos apóstoles, pero dejó su primer amor hacia el Señor. Dejar el primer
amor fue la raíz de toda la degradación que hubo en las siguientes etapas de la iglesia.

Nosotros, los que estamos hoy en las iglesias locales, debemos estar conscientes de que
podemos perder nuestro primer amor por el Señor.
Debemos decir constantemente: “Señor Jesús, te sigo amando”. Una vez que dejamos
nuestro primer amor, nuestra degradación ha comenzado.

4. EL RESULTADO DE LA DEGRADACION DE LA IGLESIA

En Apocalipsis 2:5 vemos las consecuencias de la degradación de la iglesia: “Recuerda,


por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,
vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te has arrepentido”.

El resultado de la degradación de la iglesia es que ella pierde su testimonio. Perder el


testimonio simplemente significa que el candelero es quitado.
Si perdemos nuestro primer amor hacia el Señor y no nos arrepentimos, perderemos el
testimonio del Señor y nos será quitado el candelero. No pienses que por el hecho de ser
iglesias locales, los candeleros y el testimonio de Jesús, no podemos perder nuestro
testimonio. El día que perdamos nuestro primer amor hacia el Señor, será el día que
perderemos el testimonio. En ese día el candelero será quitado.

5. LO QUE EL ESPIRITU DICE

La primera parte de Apocalipsis 2:7 dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice
a las iglesias”. Al comienzo de cada una de las siete epístolas que constan en los
capítulos dos y tres, quien habla es el Señor (Apocalipsis 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14); pero
al final es el Espíritu el que habla a las iglesias (Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22).

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Esto demuestra una vez más que el Cristo que habla es el Espíritu. Cualquier cosa que
Cristo diga equivale a lo que dice el Espíritu. Nadie puede refutar esto. ¿Quién estaba
hablando a la iglesia en Efeso? Cristo, el Hijo del Hombre, el que tiene los mensajeros en
Su diestra y anda entre las iglesias. Como lo indica Apocalipsis 2: 7, el que habla al fin y
al cabo es el Espíritu.

Esto muestra que Cristo es el Espíritu que habla. Esto no solamente indica que el Espíritu
es el Señor y que el Señor es el Espíritu; también recalca que cuando la iglesia está en la
oscuridad de la degradación, el Espíritu es de vital importancia, como lo indica la
mención del Espíritu siete veces intensificado en Apocalipsis 1:4.

El mismo énfasis se ve en Apocalipsis 14:13 y 22:17. Es una insensatez decir que hoy
Cristo no es el Espíritu que nos habla, y no es correcto separar a Cristo del Espíritu que
nos habla. Los dos son uno solo.
Si el que habla fuera Cristo solo y no fuera el Espíritu, no podría impartir Sus palabras en
nuestro espíritu, y éstas no serían subjetivas ni nos afectarían. Pero, testificamos por
experiencia, si abrimos nuestro espíritu al leer estas epístolas, el Espíritu inmediatamente
nos imparte algo de Cristo al hablarnos. Debido a que el que nos habla no es el Cristo
objetivo, sino el Espíritu subjetivo. El no solamente habla en la letra de la Biblia, sino
que también habla a nuestro espíritu. Una vez que oímos Su hablar, algo indeleble es
forjado en nosotros, y nada lo puede quitar. Nuestro Cristo hoy es el Espíritu que nos
habla. Me regocijo por este hecho y lo proclamo con confianza.

A. A las iglesias

Por un lado, cada una de las siete epístolas constituye lo que el Señor dice a cada iglesia
en particular, pero por otro, constituye lo que el Espíritu dice a todas las iglesias. Cada
iglesia debe prestar atención no sólo a la epístola que le es dirigida en particular, sino
también a todas las epístolas dirigidas a las demás iglesias. Esto implica que todas las
iglesias, como testimonio del Señor en el Espíritu, deberían ser idénticas. Puesto que hoy
el Espíritu habla a las iglesias, debemos estar en las iglesias a fin de tener la posición
correcta para escuchar lo que el Espíritu dice. De otra manera, ¿cómo podríamos
escuchar?
El Espíritu habla a las iglesias, no a una religión, ni a una denominación, ni a un grupo de
cristianos sinceros. Es por eso que pocos cristianos pueden oír lo que el Espíritu dice. El
Espíritu ni siquiera le habla a una sola iglesia, sino a las iglesias. Aunque algunas
“iglesias” quieren ser únicas, nosotros no debemos ser una iglesia única y particular. Si lo
somos, perderemos el hablar del Espíritu, porque Sus palabras están dirigidas a las
iglesias. En ninguna parte de las siete epístolas el Espíritu habla a una iglesia particular.

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Todas las iglesias deben ser comunes, no exclusivas. En los últimos años, he oído a
muchos decir que cada iglesia debe distinguirse de las demás. Los que afirman esto dicen
que cada iglesia debe tener su característica local. Aunque este concepto puede parecer
atractivo, de hecho es repulsivo. Si ustedes hacen de la iglesia en su localidad algo único,
se están separando de las demás iglesias. Si ustedes hacen esto, no podrán participar de lo
que el Espíritu dice. ¿Qué es mejor, ser único o ser común? Aunque usted diga que es
mejor ser común, en realidad a todos les gusta ser únicos. En lo más recóndito usted
desea que la iglesia de su localidad sea única. Pero en las iglesias locales no traten de ser
únicos. Todos debemos ser comunes y corrientes, porque el Espíritu habla a las iglesias,
no a una iglesia en particular. Cuando estamos en la iglesia y entre las iglesias, tenemos
la perspectiva y la posición correctas para oír lo que dice el Espíritu.

B. Se requiere un oído agudo para poder oír

En las cosas espirituales, la vista depende del oído. El escritor de este libro primero oyó
la voz (1:10) y luego recibió la visión (1:12). Si nuestros oídos están cerrados y no oyen,
no podemos ver.

Isaías 6:9-10
“Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no
comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos,
para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se
convierta, y haya para él sanidad”.

Los judíos no atendían la palabra del Señor, y por eso no podían ver lo que el Señor
estaba haciendo.

Mateo 13:15
“Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y
han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el
corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane”.

El Señor siempre quiere abrir nuestros oídos para que oigamos Su voz.

Job 33:14-16
“Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios; Pero el hombre no entiende. Por
sueño, en visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, Cuando se

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adormecen sobre el lecho, Entonces revela al oído de los hombres, Y les señala su
consejo…”

Isaías 50:4-5
“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado;
despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios.
Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás”.

Éxodo 21:6
“… entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al
poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre”.

A fin de que veamos las cosas de acuerdo con Su economía, los oídos pesados tienen que
ser circuncidados.

Jeremías 6:10
“¿A quién hablaré y amonestaré, para que oigan? He aquí que sus oídos son
incircuncisos, y no pueden escuchar; he aquí que la palabra de Jehová les es cosa
vergonzosa, no la aman”.

Hechos 7:51
“¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros”.

Los oídos de los pecadores necesitan ser limpiados con la sangre redentora y ungidos con
el Espíritu.

Levíticos 14:14, 17, 28


14:14 “Y el sacerdote tomará de la sangre de la víctima por la culpa, y la pondrá el
sacerdote sobre el lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su
mano derecha y sobre el pulgar de su pie derecho”.

14:17 “Y de lo que quedare del aceite que tiene en su mano, pondrá el sacerdote sobre el
lóbulo de la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y
sobre el pulgar de su pie derecho, encima de la sangre del sacrificio por la culpa”.

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14:28 “También el sacerdote pondrá del aceite que tiene en su mano sobre el lóbulo de
la oreja derecha del que se purifica, sobre el pulgar de su mano derecha y sobre el
pulgar de su pie derecho, en el lugar de la sangre de la culpa”.

Para servir al Señor como sacerdotes también necesitamos que nuestros oídos sean
limpiados con la sangre redentora.

Éxodo 29:20
“Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja
derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las
manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás
la sangre sobre el altar alrededor”.

Levíticos 8:23-24
“Y lo degolló; y tomó Moisés de la sangre, y la puso sobre el lóbulo de la oreja derecha
de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha, y sobre el dedo pulgar de su pie
derecho. Hizo acercarse luego los hijos de Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el
lóbulo de sus orejas derechas, sobre los pulgares de sus manos derechas, y sobre los
pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés la sangre sobre el altar alrededor”.

En este libro a medida que el Espíritu habla a las iglesias, todos nosotros debemos abrir
los oídos, circuncidarlos, lavarlos y ungirlos para oír lo que dice el Espíritu.

Aunque nuestra perspectiva y posición sea correcta, puede ser que no tengamos el oído
apropiado para oír. El capítulo uno subraya el asunto de ver, y los capítulos dos y tres
recalcan el oír. Necesitamos tanto oír como ver. ¿Cuál de nuestros sentidos es más
importante, ver u oír? Supongamos que usted puede elegir entre oír y ver, ¿cuál elegiría?
Tal vez digamos que ver es más importante que oír, pero oír es más profundo que ver.
Por consiguiente, tenemos que decirle al Señor: “Señor, necesito tanto oír como ver. Ten
misericordia de mí, Señor, y concédeme que mis oídos oigan y mis ojos vean”.

Quizá tengamos que luchar con el Señor para pedirle que nos haga oír y ver.
Oír es más íntimo que ver. Nuestros amigos más cercanos nos hablan íntimamente. Si
usted pierde la facultad de oír, no puede disfrutar de dicha intimidad. En el capítulo uno
Juan vio; en los capítulos dos y tres, él oyó. Necesitamos ver la vida de iglesia y
necesitamos oír el contenido íntimo de la vida de iglesia. Ver la iglesia es un cosa, pero
oír lo que contiene la vida de iglesia íntimamente, es otra. Aunque muchos de nosotros
hemos visto la iglesia, pocos hemos oído el contenido íntimo de la vida de la iglesia. Por

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consiguiente, necesitamos un oído que oiga. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu
dice a las iglesias”.

6. LA PROMESA A LOS VENCEDORES: COMER DEL ARBOL DE LA


VIDA
Ahora llegamos a la promesa hecha a los vencedores: “Al que venza, le daré a comer del
árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios”, Apocalipsis 2:7 En las siete
epístolas, vencer se refiere a vencer la situación degradada de las iglesias. En esta epístola
en particular, vencer se refiere a recobrar nuestro primer amor hacia el Señor y aborrecer
las obras de los nicolaítas, la jerarquía, la cual el Señor aborrece.
En Apocalipsis 2:7 el Señor dijo que al que venciera le daría a comer del árbol de la
vida. La religión siempre enseña, pero el Señor da de comer.

Juan 6:35
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mí cree, no tendrá sed jamás”.

El apóstol Pablo hacía lo mismo; alimentaba a los creyentes.

1 Corintios 3:2
“Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces
todavía…”

Para tener una vida adecuada de iglesia y para recobrar la vida de iglesia, es decir, para
crecer como es debido en la vida cristiana, lo que necesitamos no es simplemente
comprender con la mente las enseñanzas, sino comer al Señor como nuestro pan de vida
en nuestro espíritu.

Juan 6:57
“Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él
también vivirá por mí”.

Incluso las palabras de las Escrituras no deben ser consideradas sólo como doctrinas que
educan nuestra mente, sino como alimento que nutre nuestro espíritu.

Mateo 4:4

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“Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios”.

Hebreos 5:12-14
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se
os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y
habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo
aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño;
pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.

En esta epístola el Señor promete darle a comer del árbol de la vida al que venza. Esto se
remonta a Génesis 2:8-9,16:

2:8-9 “Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que
había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y
bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia
del bien y del mal”.

16 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer”.

Dios da un mandato al hombre en cuanto al asunto de comer. En la epístola dirigida a la


iglesia en Pérgamo, el Señor les promete a los vencedores que comerían “del maná
escondido” (Apocalipsis 2:17), como los hijos de Israel comieron el maná en el desierto
(Ex. 16:14-16, 31). Y en la epístola a la iglesia en Laodicea, el Señor promete cenar con
el que le abra la puerta (Apocalipsis 3:20). Aquí cenar no se refiere simplemente a
comer algo, sino a comer de la abundancia de un banquete. Esto tal vez se refiera a los
hijos de Israel cuando comían del rico producto de la buena tierra de Canaán.

Josué 5:10-12
“Y los hijos de Israel acamparon en Gilgal, y celebraron la pascua a los catorce días del
mes, por la tarde, en los llanos de Jericó. Al otro día de la pascua comieron del fruto de
la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. Y el maná
cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de
Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán
aquel año”.

Esto indica que el Señor desea que Su pueblo vuelva a comer del alimento que Dios
había provisto, el cual es tipificado por el árbol de la vida, el maná, y el producto de la

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CRISTO EN APOCALIPSIS

buena tierra, que son tipos de los varios aspectos de Cristo como alimento para nosotros.
La degradación de la iglesia hace que el pueblo de Dios deje de comer a Cristo como su
alimento y recurra a las enseñanzas doctrinales para adquirir conocimiento.

En la degradación de la iglesia se encuentran las enseñanzas de Balaam (Apocalipsis


2:14), la enseñanza de los Nicolaítas (Apocalipsis 2:15), la enseñanza de Jezabel
(Apocalipsis 2:20), y la enseñanza de las profundidades de Satanás (Apocalipsis 2:24).
Ahora en estas epístolas el Señor desea que de nuevo comamos de Él como nuestra
provisión nutritiva. Debemos comerle no solamente como el árbol de la vida y el maná
escondido, sino también como un banquete lleno de Sus riquezas.

En el griego la palabra que aquí se traduce árbol, como en 1Pedro 2:24:

“… quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados”.

Árbol significa madero: xulon madera, trozo de madera, cualquier cosa hecha de madera.
Se usa, con la traducción “árbol”.

Lucas 23.31
“Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?”

Donde el árbol verde se refiere bien a Cristo, dando una imagen descriptiva de su poder
viviente y de su excelencia, o a la vida de los judíos en tanto que todavía moraban en la
tierra.
No es la palabra que normalmente se traduce árbol. En la Biblia el árbol de la vida
siempre representa a Cristo como corporificación de todas las riquezas de Dios.

Colosenses 2:9
Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

Apocalipsis 22:2, 14, 19


22:2 “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la
vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para
la sanidad de las naciones”.

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CRISTO EN APOCALIPSIS

22:14 “Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida,
y para entrar por las puertas en la ciudad”.

22:19 “Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su
parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este
libro”.

Aquí representa a Cristo quien ahora está en la iglesia, la consumación de la cual será la
Nueva Jerusalén, donde el Cristo crucificado y resucitado será el árbol de la vida para los
redimidos de Dios, a fin de que se alimenten de él por la eternidad.

La intención original de Dios era que el hombre comiera del árbol de la vida.
A causa de la caída, el camino al árbol de la vida le fue cerrado al hombre.

Génesis 3:22-24
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el
mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma,
y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrase la tierra de
que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén
querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el
camino del árbol de la vida”.

Mediante la redención efectuada por Cristo, el camino por el cual el hombre puede llegar
al árbol de la vida, que es Dios mismo en Cristo como vida para el hombre, fue abierto de
nuevo.

Hebreos 10:19-20
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre
de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su
carne”.

Pero en la degradación de la iglesia, la religión se infiltró con su conocimiento para


impedir que los creyentes comieran a Cristo, el árbol de la vida. Así que, el Señor les
prometió a los vencedores que como recompensa les daría a comer de Sí mismo, el árbol
de la vida, en el Paraíso de Dios. Esto les motiva a abandonar la religión y su
conocimiento y a disfrutarle nuevamente. Esta promesa del Señor restaura la iglesia a la
intención original de Dios conforme a Su economía. Lo que el Señor quiere que hagan los
vencedores es lo que toda la iglesia debería hacer en la economía de Dios. Por causa de la

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CRISTO EN APOCALIPSIS

degradación de la iglesia, el Señor llamó a los vencedores para reemplazar a la iglesia en


el cumplimiento de la economía de Dios.

Comer del árbol de la vida no sólo constituía la intención original de Dios en cuanto al
hombre, sino que también será el resultado eterno de la obra redentora de Dios.
Todos los redimidos de Dios disfrutarán del árbol de la vida, el cual es Cristo con todas
las riquezas divinas como la porción eterna de los redimidos, por la eternidad.

Debido a la distracción causada por la religión y a la degradación de la iglesia, el Señor


en Su sabiduría ofreció a Sus creyentes la recompensa de disfrutarlo a Él en el reino
venidero, con el fin de animarlos a vencer el conocimiento absorbente de la religión,
impartido en forma de enseñanzas, y a regresar a disfrutarle a El mismo como suministro
de vida en la vida de la iglesia hoy en día, a fin de que la economía de Dios sea cumplida.

A. En el paraíso de Dios

Como ya vimos, a los vencedores que estaban en la iglesia en Efeso se les prometió que
comerían del árbol de la vida. El árbol de la vida está en el paraíso de Dios.

Si conocemos bien la Biblia, comprenderemos que el paraíso que se menciona en


Apocalipsis 2:7 no es el huerto de Edén, sino la Nueva Jerusalén venidera.

El Paraíso mencionado en Lucas 23:43 es el lugar placentero y tranquilo donde están


Abraham y todos los santos que ya murieron.

Lucas 23:43
“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.

Lucas 16:23-26
“Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y
envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua;
porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que
recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado
aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y
vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de
allá pasar acá”.

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CRISTO EN APOCALIPSIS

Como dijimos “el paraíso de Dios” que aparece en este versículo es la Nueva Jerusalén.

Apocalipsis 3:12
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de
allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la
nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Apocalipsis 21:2,10
21:2 “Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido”.

21:10 “Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad


santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios”.

La iglesia es un anticipo de la nueva Jerusalén hoy.


Adán estuvo en el huerto de Edén, y Abraham y los demás santos que murieron están en
el Paraíso. Nosotros estamos esperando entrar en otro paraíso, el paraíso de Dios que está
en la Nueva Jerusalén. Mientras esperamos esto, tenemos una miniatura de la Nueva
Jerusalén: la vida de iglesia.

En la iglesia disfrutamos al Señor Jesús como el árbol de la vida. Ahora en la iglesia


disfrutamos como anticipo al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida,
la provisión nutritiva para nuestro espíritu. Disfrutar, pues, del anticipo nos llevará a
disfrutar de manera cabal al Cristo crucificado y resucitado, quien es el árbol de la vida,
nuestro alimento de vida, en la Nueva Jerusalén por la eternidad. La promesa de comer
del árbol de la vida hecha a los vencedores que había en Efeso, indica que ellos comerán
a Cristo en la vida de iglesia hoy y en la Nueva Jerusalén por la eternidad. Esto lo
podemos verificar con nuestra experiencia.
En realidad, “comer del árbol de la vida... en el Paraíso de Dios” se refiere a un disfrute
especial de Cristo como nuestro suministro de vida en la Nueva Jerusalén, en el reino
milenario venidero, debido a que ésta es una recompensa que el Señor prometió a los
vencedores.

Disfrutar a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén, en el cielo nuevo y en


la tierra nueva, será la porción común de todos los redimidos de Dios; mientras que
disfrutarle de manera especial a Él como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén durante
el reino milenario venidero, es una recompensa dada solamente a los creyentes
vencedores.

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Si vencemos todas las distracciones en la iglesia degradada y disfrutamos a Cristo como


el árbol de la vida en la iglesia hoy día, recibiremos esta recompensa; de otro modo,
perderemos este disfrute especial del reino venidero, aunque de todos modos
disfrutaremos a Cristo como el árbol de la vida en la Nueva Jerusalén en el cielo nuevo y
la tierra nueva por la eternidad. Las promesas del Señor con respecto a la recompensa, y
Sus predicciones con respecto a la pérdida, expresadas al final de cada una de las siete
epístolas, se refieren a lo que El hará con Sus creyentes durante el reino milenario
venidero. No tienen ninguna relación con el destino eterno de los creyentes, a saber, la
salvación eterna o la perdición eterna.

C. Volvamos al principio

Este asunto de comer del árbol de la vida nos regresa al principio (Gn. 2:9, 16) debido a
que al comienzo estaba el árbol de la vida. El árbol de la vida siempre nos vuelve al
principio cuando sólo estaba Dios. No había obras ni labores ni sufrimiento ni ninguna
otra cosa, salvo Dios mismo. En la vida de la iglesia debemos volvernos al comienzo, a
disfrutar a Dios como el árbol de la vida, olvidándonos de todo lo demás.

D. Disfrutamos a Cristo como el suministro de vida

Cuando regresamos al principio, al árbol de la vida, disfrutamos a Cristo como el


suministro de vida. Comer del árbol de la vida, es decir, disfrutar a Cristo como el
suministro de vida, debe ser lo primordial en la vida de la iglesia. El contenido de la vida
de la iglesia depende de cuánto disfrutemos a Cristo. Cuanto más le disfrutemos, más rico
será el contenido. Para disfrutar a Cristo es menester que Él sea nuestro primer amor. Si
dejamos nuestro primer amor hacia el Señor, perderemos el disfrute y el testimonio de
Jesús, y en consecuencia, nuestro candelero nos será quitado. Amar al Señor, disfrutarle y
ser Su testimonio van juntos.

Si deseamos regresar al principio, debemos olvidarnos de todo y simplemente disfrutar a


Cristo como el suministro de vida. Es por eso que debemos amarle sobre todas las cosas,
sobre las obras que hacemos para El, y sobre todo lo que poseemos. Si sencillamente le
amamos, volveremos al principio, donde sólo nos interesa Dios mismo como nuestro
suministro de vida en el árbol de la vida. Esta es la manera apropiada de mantener la vida
de la iglesia y de ser guardados en la vida de iglesia. En la iglesia tenemos el amor más
grande, el árbol de la vida como nuestro suministro de vida y el candelero con su luz
brillante. ¡Que maravilloso! Cuanto más amamos al Señor, más derecho tenemos de
comerlo y disfrutarlo como el árbol de la vida. Entonces, como resultado, la luz de Su
testimonio brillará en todo su esplendor.

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