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EL REINO DE DIOS Y SUS PRINCIPIOS

CLASE N°39

BAUTIZADOS EN EL DIOS TRIUNO

Lectura bíblica: Mt. 28:19, 20b; Gá. 3:27; Ro. 6:3; 1 Co.
12:13; 2 Co. 1:21-22; 3:17a, 18; Ef. 6:17-18; Jn. 6:63; Ap.
3:1; 21:6; 22:17

El libro de Mateo comienza con una persona maravillosa. Él es


fruto de muchas generaciones mezcladas con el Dios Triuno.
Tal persona maravillosa fue proclamada ante el pueblo como el
reino. Se predicó a la persona misma como el reino. Esta
persona maravillosa fue predicada como la semilla del reino y
fue sembrada en la tierra de la humanidad. De esta semilla
crecerá el reino hasta llegar a su madurez, la plena
manifestación del reino.

Tanto Mateo 13 como Mateo 25 son capítulos extremadamente


cruciales y estratégicos. Mateo 13 nos dice que esta persona
maravillosa se sembró en nuestro ser como la semilla del reino
y que esta semilla crece y produce materiales transformados:
el tesoro y las perlas. Los siguientes capítulos nos revelan que
estos elementos transformados sirven para la edificación de la
iglesia, lo cual es la realidad del reino. El capítulo 25 nos dice
que todo aquel que está en el reino es semejante a una virgen.
Nosotros no somos ni ladrones ni caballeros; somos vírgenes.
Así seamos varones o mujeres, todos somos vírgenes que
tienen su lámpara encendida y que, dejando atrás este mundo,
salen al encuentro de su Novio. Sin embargo debemos obtener
una porción adicional del Dios Triuno a fin de llenar nuestra
vasija, que es nuestra alma. Hoy en día, nuestra necesidad
es obtener una porción adicional del Espíritu todo-
inclusivo como el aceite. Esto quiere decir que todas las
partes internas de nuestro ser tienen que ser llenas,
ocupadas y saturadas con el Señor. Esto nos conducirá a
la madurez y nos preparará para la venida del Señor. Así
estaremos preparados para la plena manifestación del
reino.
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Ésta tiene que ser una visión que controle a todas las iglesias
en la actualidad. No se debe tomar como mero conocimiento o
doctrina, sino que debe ser una visión que gobierne nuestra
vida de iglesia. Esta visión debe regir continuamente todos los
aspectos de la vida de iglesia.

BAUTIZADOS EN EL DIOS TRIUNO

Ahora llegamos al final de Mateo. Este libro termina con el


mandamiento de bautizar a las personas en el Dios Triuno y
con la promesa del Señor de que Él estaría con nosotros todos
los días hasta la consumación del siglo (28:19-20). Estos
versículos son profundos y todo-inclusivos. Todos tenemos que
comprender que hemos sido bautizados en el Dios Triuno. Ser
bautizados en el Dios Triuno simplemente significa que hemos
sido puestos dentro del Dios Triuno. En Mateo 28:19 el Dios
Triuno es comparado al agua del bautismo. Cuando bautizamos
a alguien en agua, esto significa que lo introducimos en el Dios
Triuno.

Mateo 28:19 usa la frase en el nombre. Influenciados por esta


redacción, hay muchos maestros cristianos que piensan que
bautizar a las personas en el Dios Triuno es simplemente un
ritual o un formalismo. Hay, incluso, quienes discuten sobre el
nombre apropiado en que se debe bautizar a las personas; es
decir, si debemos bautizar en el nombre del Dios Triuno, en el
nombre del Señor Jesús o en el nombre de Cristo Jesús. Estas
discusiones incluso han ocasionado una serie de
divisiones. Simplemente debo decirle la verdad al pueblo del
Señor en cuanto a que el bautismo no debe ser un ritual o una
formalidad, sino que debe ser un hecho real”.

Entonces, ¿qué debemos hacer con alguien que recientemente


creyó en el Señor Jesús? Tenemos que introducirlo en el Dios
Triuno. Tenemos que bautizarlo en el Dios Triuno. Después de
aquello, él será una persona en el Dios Triuno. Siempre que
bautizamos a las personas, tenemos que ejercitar nuestra fe
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con base en la palabra fiel y clara dada por el Señor. El Señor


dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las
naciones, bautizándolos en el nombre...”. En realidad, la
preposición griega que aquí se tradujo “en” debería
traducirse “hacia adentro de”. El Señor nos dijo que
bautizáramos a las personas “hacia adentro” del nombre
del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Puesto que el
Señor nos ha dado esta Palabra fiel, tenemos que
basarnos en esta Palabra llenos de fe y autoridad.
Siempre que bautizamos a las personas, tenemos que
hacerlo de manera viviente. Nosotros nos basamos en la
Palabra del Señor para bautizar a las personas en el Dios
Triuno.

BAUTIZADOS EN CRISTO
Gálatas 3:27 nos dice: “Todos los que habéis sido bautizados
en Cristo, de Cristo estáis revestidos”. Éste es un versículo
maravilloso. En realidad no dice “bautizados en Cristo”, sino
“bautizados hacia adentro de Cristo”. ¡Hay una gran diferencia!

No fuimos bautizados en Cristo sino que entramos en Cristo.


Todos los que fueron bautizados hacia adentro de Cristo están
revestidos de Él. Si usted fue bautizado hacia adentro de
Cristo, ciertamente está revestido de Cristo.
Este mismo concepto es expresado en Romanos 6:3: “¿O
ignoráis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo
Jesús, hemos sido bautizados en Su muerte?”. Fuimos
bautizados hacia adentro de Cristo Jesús y ahora
estamos cubiertos de Él. Estamos revestidos de Cristo.

Sin embargo, todavía tenemos un problema. Ustedes han sido


bautizados dentro de Cristo y ahora tienen a Cristo sobre
ustedes, pero ¿cuándo fueron bautizados en Cristo? ¿En qué
tiempo y lugar fueron introducidos en Cristo? En realidad, es
difícil responder esta pregunta, pero una cosa es clara:
tenemos la plena certeza de haber sido bautizados en Cristo.
Tal vez no sepamos cuándo sucedió ni donde, pero sabemos
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que esto es un hecho. Después que creímos en el Señor Jesús,


fuimos bautizados en Cristo. Simplemente no sabemos cuándo
ni dónde, pero podemos testificar que fuimos bautizados en
Cristo.

Algunos dirán que sí saben claramente en qué tiempo y lugar


exactos fueron bautizados en Cristo. Mientras oraban, de
improviso algo les sucedió y fueron bautizados. Aunque no
criticamos esta percepción, les ruego que jamás hagan de su
experiencia personal el estándar por el cual los demás deban
regirse. Si uno lee el Nuevo Testamento, encontrará muchas
ocasiones, distintas una de la otra, en las que se manifestó el
bautismo del Espíritu, y ninguna de ellas es exactamente igual
a la otra. Todas y cada una de estas ocasiones sucedieron de
forma distinta.

Muchos amigos pentecostales citan 1 Corintios 12 para afirmar


que hay nueve manifestaciones del Espíritu Santo. Pero en
realidad hay muchas más, pues entre las nueve enumeradas
en 1 Corintios 12 no se menciona, por ejemplo, los sueños. Los
sueños son mencionados en Hechos 2, donde se nos recuerda
que en los últimos días Dios derramaría de Su Espíritu sobre
toda carne y que los hombres tendrían sueños (Hch. 2:17).

Estas experiencias son señales que nos demuestran que Dios


nos ha puesto dentro de Él. Como creyentes de Cristo, todos
fuimos puestos en el Dios Triuno. Pero no intenten sistematizar
esta experiencia. Discutir sobre qué nombre usar al bautizar a
las personas es sistematizar. Insistir en la necesidad de hablar
en lenguas también es sistematizar. No estoy en contra de
bautizar en el nombre del Señor Jesús ni en contra de
hablar en lenguas, pero me opongo categóricamente a
querer sistematizar. Debemos desechar toda clase de
sistematización.

No sea tan osado como para decirles a los demás que usted
sabe cuándo fue puesto en el Dios Triuno. Tal vez tenga cierto
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sentir al respecto, pero probablemente la verdadera


experiencia no corresponda a su sentir. Ésta es mi sensación,
pero no corresponde a los hechos. Olvídense de sus
sensaciones y aprópiense del hecho en conformidad con la
Palabra clara, definida y fiel del Señor: “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19).

En las iglesias necesitamos tener fe en la palabra fiel del Señor


Jesús cuando bautizamos a las personas. Según Su Palabra,
nosotros las bautizamos introduciéndolas en el Dios Triuno. No
piensen que el Dios Triuno implica tener tres Dioses: uno
llamado Dios el Padre, otro llamado Dios el Hijo y un tercero
llamado Dios el Espíritu Santo. Esta es una impresión errónea
que recibimos de las enseñanzas tradicionales acerca de la
Trinidad. No tenemos tres Dioses; tenemos un solo Dios, un
solo Dios todo-inclusivo. Tenemos un Dios quien es el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo.

Jamás podremos conocer plenamente al Dios Triuno. De hecho,


ni siquiera nos conocemos bien a nosotros mismos. Aun cuando
tenemos un espíritu, un corazón, una mente, una parte
emotiva y una voluntad, no logramos entender bien ninguna de
estas partes. Si no podemos entender bien lo que somos,
¿cómo podremos entender lo que es el Dios Triuno? Nuestro
Dios es un solo Dios, quien es el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo. Nos es imposible entender a Dios mismo, pero
ciertamente le tenemos y estamos en Él.

En un capítulo anterior hice referencia a un pasaje del libro de


Andrew Murray titulado The Spirit of Christ [El Espíritu de
Cristo].

Leamos ese párrafo nuevamente: “En el Padre tenemos al Dios


invisible, el Autor de todo. En el Hijo, tenemos al Dios revelado,
manifestado y quien se ha acercado a nosotros; Él es la Forma
de Dios. En el Espíritu de Dios tenemos al Dios que mora en
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nuestro ser, esto es el Poder de Dios que mora en cuerpo


humano y forja en él lo que el Padre y el Hijo tienen para
nosotros [...] todo cuanto el Padre se propuso y lo que el Hijo
logró puede ser apropiado y ejecutado en los miembros de
Cristo que todavía están en la carne únicamente mediante la
continua intervención y operación activa del Espíritu Santo”.

Estoy de acuerdo con estas palabras. Esto es el Dios Triuno.


Ser bautizados en el Dios Triuno simplemente significa ser
introducidos en Dios, quien es maravilloso y todo-inclusivo.

En esto consiste el reino. Fuimos puestos en el Dios Triuno y


fuimos revestidos del Dios Triuno. El Señor Jesús, está con
nosotros todos los días hasta la consumación del siglo. Ésta es
la conclusión del libro de Mateo. Mateo termina
introduciéndonos en el Dios Triuno, quien estará con nosotros
todos los días. Es necesario que esta visión nos gobierne y
regule.

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