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2.1.

Al Ándalus: la conquista musulmana de la


Península Ibérica. Emirato y califato de Córdoba.

El Reino Visigodo llevaba más de dos siglos de crisis política, como consecuencia
de la monarquía electiva. A partir del año 700, la situación empeora considerablemente,
de tal forma que la llegada al poder del rey Rodrigo, va a crear un clima de máxima
conspiración: algunos nobles visigodos van a buscar nuevos aliados militares en el Norte
de África. Allí, la situación es de exceso demográfico, con una gran cantidad de recursos
humanos dedicados al oficio de la guerra; los cuales van a aliarse con los visigodos
conspiradores para llegar a la Península Ibérica.

En el año 711, Tarik y Muza llegan con más de 20.000 soldados a Tarifa, con el
objetivo de derribar al rey visigodo, consiguiéndolo en la batalla de Guadalete. La falta
de acuerdo entre los nobles que aspiraban al poder y que habían contratado los servicios
de los mercenarios bereberes; hizo posible que éstos tomaran la decisión de quedarse e
iniciar el control de la Hispania Visigoda. En muy pocos años, llegaron a conquistar 2/3
de la Península Ibérica, aprovechando las infraestructuras romanas y la debilidad de una
sociedad totalmente ruralizada.

Las causas de la facilidad de la conquista fueron:

• Los romanos tuvieron que conquistar palmo a palmo todo el territorio, con
numerosas guerras, debido a la inexistencia de la unificación política de los
pueblos prerromanos: toma de castros y de todo el territorio circundante. Sin
embargo, los musulmanes sólo tuvieron que conquistar las ciudades más
importantes para que cesase la resistencia en su ámbito de influencia.
• Los romanos jamás concedieron autonomía a las pueblos vencidos; sin
embargo los musulmanes hicieron los contrario: cuando militarmente no
podían con una ciudad, PACTABAN con las autoridades locales (les dejaban
el poder y toda la gestión a cambio del pago de un tributo)
• La población hispana veía a los romanos como a unos dominadores; mientras
que a los musulmanes les veían como auténticos libertadores, que les
desligaban de la dependencia y abusos de los nobles visigodos y que en
ocasiones, les perdonaban impuestos si se convertían al Islam.

Hispania pasó a formar parte del Imperio del Islam, que llevaba unos cuantos
años expandiéndose por todo el Norte de África y la Península Arábiga. La capital del
Imperio estuvo en un primer momento en Damasco, donde empezó a ejercer el control
sobre los territorios conquistados en la Península Ibérica. Un golpe de estado y el
asesinato de la familia real de los Omeyas, hizo que una nueva dinastía apareciera
(Abásidas) y que se trasladara la capital desde Damasco hasta Bagdad. Un miembro de
los Omeya consiguió sobrevivir y escapar de la masacre familiar. Vino a la Península
Ibérica, se hizo con el poder y cortó todos los vínculos políticos y administrativos con
Bagdad; iniciándose así un nuevo período político denominado el Emirato Independiente,
pasando a definirse el nuevo territorio como Al-Andalus. La sucesión de los distitntos
emires, hicieron de Al-Andalus un importante territorio desde el punto de vista político,
social, económico y cultural. El máximo esplendor lo consiguió Abd-El-Raman III; quien
llevó la máxima expansión territorial y logró centralizar todos el poder en su persona, lo
que restaba influencia al resto de nobles musulmanes. El joven califa pudo desarrollar de
esta forma un poder centralizador en cuanto a la toma de decisiones políticas y
económicas (Califato de Córdoba). Durante su reinado, consiguió la pacificación de todo
Al-Andalus y gano mucho prestigio, haciendo que esta nación fuese una de las más ricas
y poderosas de Occidente: para algunos autores, Córdoba se situó al mismo nivel de lujo
que Bizancio y Bagdad.

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