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    RESUMEN DE HISTORIA : La España medieval

Índice

1. Conquista y evolución de al-Ándalus


1.1 La conquista musulmana
1.2 Emiratos
1.3 El califato
1.4 Las taifas y las invasiones bereberes
1.5 El reino nazarí de Granada

2. El Estado califal
2.1 Gobierno y administración
2.2 La Hacienda Pública

3. La economía y la sociedad andalusíes


3.1 Economía
3.2 Sociedad
3.3 El papel de las ciudades

4. La cultura andalusí
4.1 Arte
4.2 Cultura

5. Los reinos cristianos


5.1 La formación
5.2 La primera expansión
5.3 Reconquista

6. La organización política de los reinos cristianos


6.1 Las instituciones
6.2 Los modelos de monarquía

7. La sociedad y la economía de los reinos cristianos


7.1 Los grupos sociales
7.2 La feudalización
7.3 La economía

8. La crisis bajomedieval
8.1 La crisis demográfica
8.2 Crisis y recuperación económica
8.3 Los problemas sociales

9. La evolución política en la Baja Edad Media


9.1 La Corona de Castilla
9.2 La Corona de Aragón
9.3 El reino de Navarra

10. La cultura hispano-cristiana


10.1 La difusión de la cultura medieval
10.2 La evolución artística

11. Conquista y evolución de al-Ándalus

1.1 La conquista musulmana (711-718)


Un ejército bereber dirigido por Tarik cruzó el estrecho de Gibraltar en 711 como aliado de una facción
visigoda, poco después tras la derrota al rey Rodrigo, inició la conquista de la península.

La conquista puede explicarse por:

 La crisis profunda del reino visigodo por los problemas sucesorios de la monarquía.

 El ímpetu expansivo del islam que entre los años 632 y 700 había conquistado un extenso territorio.

Su rapidez se debe a varios factores. Algunos aristócratas visigodos prefirieron pactar con los musulmanes el
sometimiento a su autoridad y el pago de tributos a cambio de conservar su señorío y practicar su religión; lo
mismo hicieron las comunidades judías y una parte de la población que estaba descontenta con la
monarquía visigoda.

1.2 Emiratos
Entre 714 Y 929 surgieron dos emiratos:

El emirato dependiente (714-756): se estableció un emirato sometido a la autoridad del califato de


Damasco, centro político y religioso del mundo musulmán de esta época. En750 la dinastía Omeya, que hasta
ese momento había gobernado en Damasco, fue despuesta del poder violentamente y una nueva dinastía
pasó a dirigir el califato: la Abasí. Abd al-Rahman, uno de los miembros de la familia Omeya, logró sobrevivir
y huyó a al-Ándalus (755). Con el respaldo de sirios, yemeníes y una parte de los bereberes, derrotó al emir
cerca de Córdoba, ocupó la capital y se proclamó emir en 756.

El emirato independiente (756-929): Abd al-Rahman I creó el emirato independiente de Córdoba. Desde
la ciudad los emires ejercieron el poder político y militar de forma autónoma, aunque se siguió respetando la
autoridad religiosa del califa de Bagdad, nueva capital del mundo islámico.                                                                      
Atrajo a al-Ándalus a otros omeyas y logró también la adhesión de ciudades importantes. Este respaldo le
sirvió para instaurar su propia dinastía al frente del emirato. El nuevo emirato consolidó el poder del islam en
la Península. Se corrigió la organización de un ejército mercenario y permanente compuesto por tropas de
todas las etnias, además de esclavos extranjeros. Se realizaron aceifas o razias (expedición militar de castigo
llevada a cabo por los sarracenos y que se realizaba normalmente en verano) contra los reinos cristianos del
norte, con la doble finalidad de evitar el desarrollo de su poderío militar y de lograr un botín de guerra.

1.3 El califato (929-1031)                                                                                                                                           


Llegó al poder Abd al-Rahman III (912-961) cunado el emirato cordobés sufrió una grave crisis. Las
disensiones internas y las amenazas de unos reinos cristianos cada vez más fuertes fueron los problemas
más acuciantes.                                                                                                                                                                                         
Las victorias militares sobre sus enemigos internos le otorgaron el prestigio necesario para proclamarse califa
en 929, lo que significaba desligarse de la sumisión religiosa y el fin de cualquier dependencia del califato de
Bagdad.

 Su nombramiento como califa le otorgaba la supremacía religiosa, que se sumaba a la política y la


militar.

 Reorganizó la recaudación fiscal y centralizó su gestión, lo que le permitió obtener grandes recursos
económicos.

 En la administración destacó el papel del hachib (una especie de primer ministro o jefe de estado) y
el de los visires (con funciones semejantes a las de un secretario o ministro), así como la importancia de la
nobleza de palacio, vinculada directamente al califa.

 Los impuestos le permitieron el pago de un potente ejército mercenario formado especialmente por
berebere y esclavos.

También procuró detener el avance de los reinos cristianos del norte y logró invertir la situación e incluso
convertirlos en tributarios y vasallos de Córdoba, como ocurrió con el rey leonés Sancho I.

Aumentó igualmente su influencia en el Magreb, donde consiguió conquistar algunas plazas importantes y
organizar un protectorado omeya para defender la Península de la creciente influencia fatimí (dinastía árabe
que gobernó el norte de África entre los siglos X y XII) en la zona. El conjunto de estas acciones convirtió a al-
Ándalus en la potencia hegemónica de la región. Tras su muerte le sucedió su hijo Al-Hakam II (961-972), que
continuó su labor.

El final del califato

A la muerte de Al-Hakam II se inició un periodo de pérdida del poder efectivo de los califas. Estos
conservaron únicamente un poder simbólico. Quien realmente gobernaba el califato era Al-Mansur,
Almanzor para los cristianos, un hachib que concentró gran poder político y militar.

Almanzor creó un nuevo ejército integrado por bereberes y mercenarios cristianos, que le permitió asegurar
su poder a nivel interno y realizar razias de saqueo contra los cristianos, como la de Santiago de Compostela
en 997.

A la muerte de Almanzor en 1002 le sucedieron sus hijos en el cargo de hachib y en el ejercicio del poder
efectivo, pero dada la inestabilidad política y las continuas conjuras solo lo mantuvieron hasta 1009.

Se inició así un periodo de conflictividad que se caracterizó por una verdadera guerra civil entre tres grupos:
los mercenarios bereberes, los árabes andalusíes y los mercenarios esclavos. Como consecuencia de estos
enfrentamientos se produjo un fuerte debilitamiento del poder central que provocó la desaparición del
califato y la disgregación política de al-Ándalus en 1031.

1.4 Las taifas y las invasiones bereberes (1031-1246)


La desintegración del califato dio lugar a una veintena de pequeños Estados independientes, llamados taifas.
Estas se hallaban enfrentadas entre sí y la más pequeñas fueron absorbidas por las más poderosas.

Los reinos cristianos aprovecharon esas rivalidades y, a cambio de apoyo y protección, las obligaron a pagar
parias (tributo que pagaban los reinos musulmanes a algunos reyes cristianos para obtener protección
militar y no ser atacados). En 1085, Alfonso VI de Castilla ocupó Toledo. Ante el creciente expansionismo
cristiano, las principales taifas buscaron la ayuda de los almorávides.

Los almorávides (1086-1144)

Eran bereberes del norte de África que profesaban los principios más estrictos del islam que inspiraron un
movimiento político religioso que llevó a un verdadero imperio en el Magreb.

En 1086 cruzaron el estrecho de Gibraltar y derrotaron a los castellanos en Sagrajas. Su dominio se basó en la
ocupación militar y en la imposición de una estricta ortodoxia religiosa, que apoyó una buena parte de la
sociedad andalusí.

Pero los avances cristianos y la impopularidad de sus medidas provocaron revueltas que llevaron a su caída
en 1144.Como consecuencia al-Ándalus se volvió a fragmentarse en segundos reinos de taifas.

Los almohades (1146-1232)

En el siglo XII algunas taifas pidieron ayuda a loa almohades, que dominaban el Magreb, otro movimiento de
carácter religioso con aspiraciones de dominio político. Su invasión comenzó en 1146 pero solo controlaron
parte del sur.

La derrota de Las Navas de Tolosa (1212) frente al rey castellano Alfonso VIII marcó el principio de la
decadencia almohade en el al-Ándalus.

1.5 El reino nazarí de Granada (1246-1492)


Desde el siglo XIII hasta finales del siglo XV el reino nazarí se mantuvo como la única entidad política andalusí
en el territorio peninsular. Estaba gobernado por la dinastía de los Banu Nars o nazaríes. Esta dinastía
mantuvo la independencia de Granada gracias a tres factores:

 Una hábil gestión diplomática pues se hizo vasalla de Castilla (1331) y pactó con los benimerines.

 Las minorías cristianas y judías eran muy reducidas, lo que favorecía la estabilidad al no haber
tensiones religiosas.

 La llegada masiva de andalusíes procedentes de otros reinos musulmanes que huían de la conquista
cristiana. Se incrementó así la población y la potencialidad económica del reino.

El reino nazarí alcanzó su máximo esplendor durante el siglo XIV, bajo los reinados de Yusuf I y su hijo
Muhammad V.

A principios del siglo XV la estabilidad política comenzó a declinar. Los problemas sucesorios desestabilizaron
el reino y Castilla aprovechó la situación para conquistar algunas ciudades.

Los Reyes Católicos pactaron con el rey Boabdil la rendición de Granada, que tuvo lugar a comienzos de
1492.Desaparecía así el último vestigio del dominio musulmán en la Península.

2.El Estado califal

2.1 Gobierno y administración


El Estado andalusí tenía una forma piramidal cuya cabeza fue un valí en las primeras etapas y después un
emir o un califa.

El emir era un gobernador que dependía directamente del califa de Damasco y que contaba con plenos
poderes políticos y económicos.

La proclamación de Abd al-Rahman III como califa rompió la sumisión religiosa respecto del califato abasí de
Bagdad y gozó de poderes casi absolutos. En el mundo musulmán medieval, el poder tenía un fuerte carácter
teocrático que unía la jefatura religiosa y política.

El emir a menudo delegaba las tareas de gobierno en una especie de primer ministro, quien controlaba la
administración, dividida en departamentos a modo de ministerios (divanes)que estaban dirigidos por visires.

El territorio de al-Ándalus estaba dividido en provincias o coras, cuya capital era la residencia del gobernador
o valí. En los reinos de taifas, los valíes se convirtieron en emires cuando transformaron sus provincias en
reinos. En zonas fronterizas con los cristianos estaban las marcas (provincias que mantenían unos rasgos
especiales derivados de la conflictividad del territorio). Durante el califato había tres marcas, su número y
situación fue variando por la expansión de los reinos cristianos.

El ejército andalusí

Era un instrumento fundamental para la conquista y el mantenimiento de las fronteras y del orden interno.
Estaba formado por soldados musulmanes reclutados, por combatientes voluntarios y mercenarios
extranjeros que conformaban su núcleo permanente. La fuerza militar más importante era la caballería
(principalmente bereberes).

2.2 La Hacienda Pública


El sistema fiscal se encontraba muy centralizado y se basaba en dos tipos de imposiciones: las ordinarias y las
extraordinarias. Entre los impuestos ordinarios destacan:

 La limosna legal (se aplicaba a los musulmanes), consistía en el pago de un diezmo que recaía sobre
los bienes muebles.

 Los mozárabes y los judíos pagaban una tasa personal de capitación, recaía exclusivamente sobre
los hombres.

 En los territorios conquistados donde se producía una capitulación pactada, sus habitantes debían
pagar un impuesto sobre la tierra que se conservó aun después de haberse producido la conversión al islam.

Los impuestos extraordinarios eran pagos excepcionales para sufragar campañas militares o los tributos que
se recibían de los reinos cristianos.
3. La economía y la sociedad andalusíes

3.1 Economía
La sociedad andalusí fue urbana y mercantil. No obstante, la agricultura era la ocupación de la mayoría de los
andalusíes.

La agricultura

La gran propiedad agraria era el tipo de explotación más frecuente, pero en los regadíos también abundaba
la mediana y la pequeña propiedad. Los principales cultivos eran la tríada mediterránea: cereales, vid y olivo.

Las zonas más fértiles se localizaban en las vegas de los ríos. Allí se desarrolló el regadío, a partir de redes de
acequias y de norias. Muy importantes fueron la morera y la cría del gusano de seda, actividad
complementaria para muchos campesinos.

La artesanía

El sector textil fue la actividad manufacturera más importante. En ciudades como Zaragoza o Córdoba
prosperó la producción de tejidos de seda o lino. También destacó el trabajo del cuero, la producción de
pergamino y de papel, la fabricación de vidrio y cerámica, las armas, la orfebrería y la construcción naval. La
mayor parte de las actividades artesanas estaban en manos privadas, pero existieron también manufacturas
estatales.

El comercio

Alcanzó una notable importancia gracias a una extensa red urbana y un eficaz sistema de comunicaciones,
tanto marítimo como terrestre. En las ciudades, las principales zonas comerciales eran los zocos (mercados).

El comercio exterior se basó en la fortaleza de dos monedas: el dinar de oro y el dírham de plata.

Las rutas comerciales internacionales se dirigieron especialmente hacia los reinos cristianos del norte
peninsular y hacia el Magreb y el Mediterráneo.

3.2 Sociedad
Era muy heterogénea. Su diversidad étnica y religiosa y el factor tribal tenían gran peso. Existían diferentes
grupos sociales:

 La minoría de origen árabe formaba la élite social. Eran grandes propietarios de tierras y ocupaban
los altos cargos en la administración califal.

 El grupo de origen bereber tenía una posición inferior. Muchos eran miembros del ejército y la
administración, mientras que otros eran artesanos, agricultores y comerciantes.

 La población hispanovisigoda estaba dividida en dos grupos: una minoría privilegiada (familias de
antiguos nobles y los altos eclesiásticos de época visigoda) y una gran mayoría dominada. Pronto se convirtió
al islam y formó la base de la sociedad andalusí (muladíes).
Junto a la mayoritaria población musulmana, pervivieron también minorías que practicaban otras religiones:

 Las comunidades mozárabes integraron a la mayoría de la población al comienzo, pero su número


se redujo por las conversiones al islam hasta transformarse en una minoría social.

 Los judíos fueron una minoría influyente en al-Ándalus. Su estatuto legal era similar al de los
mozárabes. Las conversiones al islam fueron escasas. Destacaban por su número en Granada, pero se
repartían por todas las ciudades, donde vivían en barrios separados, las juderías.

En el escalón social más bajo estaban los esclavos, que no formaban parte de la sociedad propiamente dicha.
La gran mayoría eran extranjeros. Fueron importantes para el aparato militar y para el servicio doméstico.
Muchos acabaron convirtiéndose al islam.

3.3 El papel de las ciudades


Las ciudades desempeñaron en papel fundamental en la civilización andalusí. Al-Ándalus fue una sociedad
articulada en torno a una red de ciudades que ejercieron un papel nuclear en la organización política,
económica, social, militar y religiosa.

El origen de la red urbana de al-Ándalus fue doble: por un lado, se revitalizaron y mejoraron las antiguas
ciudades romanas y, por otro lado, se crearon nuevas ciudades para afianzar rutas o zonas estratégicas o
para aprovechar mejor los recursos agrícolas de los territorios ocupados.

La mayoría de las ciudades entraron en un periodo de decadencia a partir de la desmembración del califato.   

Las ciudades islámicas estaban concebidas para la vida privada, por lo que eran muy escasos los espacios
públicos. En realidad, en el mundo musulmán los únicos espacios públicos por excelencia eran la mezquita y
el zoco. Las calles carecían de cualquier planificación y eran simples accesos a las viviendas privadas, por lo
que solían ser irregulares y sinuosas.

En su totalidad o en las partes principales, las ciudades estaban amuralladas. En esta zona protegida
(medina) se hallaban los edificios más importantes: la mezquita, el zoco y la fortaleza militar (alcazaba). Si la
ciudad se expandía con nuevos barrios (arrabales), estos acababan fortificándose con el tiempo, pero no se
derruían las murallas interiores. Por esa razón las ciudades más grandes podían contar con varios cinturones
de murallas.

4.1 Arte
Se inscribe dentro de las características generales del arte islámico: profunda inspiración religiosa; escasa
importancia de las artes figurativas y especial relevancia de la arquitectura; predominio de lo decorativo, y
supremacía de la abstracción sobre el realismo. Pero asume también rasgos peculiares que proceden del
ámbito cultural hispano:

 De los romano-visigodos tomaron la superposición de arcos, el arco de herradura, las celosías


caladas y el uso de dovelas bicolores.

 El contacto con los cristianos benefició intensos intercambios estilísticos, que dieron lugar a diversos
estilos.
El principal impulso artístico se produjo en la arquitectura, que servía de reflejo del poderío y fastuosidad de
los gobernantes.

La mezquita es el principal edificio religioso musulmán. Se organizaba en torno a la quibla (muro orientado
hacia La Meca en la sala de oración de las mezquitas), donde se localizaba el mihrab (nicho vacío situado en
el muro de la quibla).

La arquitectura civil y militar se halla representada por los palacios y alcazabas. Entre los primeros destacan
Madinat al-Zahra y Madinat al-Zahirah, ambas de época califal. De época taifa son el palacio fortificado de la
Aljafería de Zaragoza y las alcazabas de Málaga y Almería.

Las construcciones más destacadas de la época de las invasiones bereberes se sitúan en Sevilla.

El arte nazarí tiene como obra más emblemática la Alhambra de Granada, un palacio fortaleza en el que la
mayoría de sus construcciones son del siglo XIV, aunque el recinto amurallado data del siglo IX.

4.2 Cultura
Al-Ándalus alcanzó un gran desarrollo cultural gracias a la prosperidad económica y a una cierta tolerancia
intelectual que se manifestó especialmente durante el periodo califal y las primeras taifas. No obstante,
siempre se mantuvieron dos principios básicos: el árabe como lengua de creación y el respeto a las creencias
islámicas.

El principal impulso vino de las cortes califales que reunieron importantes bibliotecas y alentaron la creación
y la investigación. De esta forma, Córdoba se convirtió en uno de los referentes culturales y científicos del
siglo X. Tras la caída del califato, el impulso cultural pasó a algunas taifas y perduró hasta el siglo XII.

En el campo literario brilló especialmente el género poético, que desarrolló todo tipo de temáticas.

En el campo científico se dejó notar la influencia oriental a través de la llegada de numerosas obras
bizantinas y del mundo islámico, que trajeron el conocimiento de los clásicos así como nuevas aportaciones.
Proliferaron los estudios astronómicos, matemáticos y de medicina.

5 Los reinos cristianos

5.1 La formación
Los reinos y condados occidentales

La cornisa cantábrica era un territorio poco poblado y de escasa romanización. La organización política de
estos territorios se basaba en la adhesión personal a caudillos locales que controlaban pequeños valles. La
llegada de refugiados visigodos cambió el equilibrio de poderes.

Hacia el año 718, Pelayo, un noble de origen visigodo, se convirtió en caudillo de un grupo de refugiados en
las montañas asturianas. En Covadonga (722) ganó una escaramuza contra los musulmanes. Esto permitió
crear el reino de Asturias y reivindicarse como heredero de la legitimidad visigoda.

Los reinos y condados orientales


Carlomagno, emperador de los francos, creó una frontera sólida para frenar la expansión musulmana al sur
de los Pirineos, la Marca Hispánica. Su objetivo era conquistar el valle del Ebro pero fracasos se lo
impidieron. La administración de estos territorios se encomendó a condes, primeros a francos y luego
autóctonos.

Hacia el año 830, en Pamplona, un miembro de la familia Arista expulsó a los nobles carolingios y se
proclamó primer rey de Pamplona. Lo mismo ocurrió en los valles centrales pirenaicos, donde Aznar Galíndez
estableció su dominio sobre el condado de Aragón hacia el año 820.

En el Pirineo oriental las primeras aspiraciones de autonomía política aparecieron a finales del siglo IX,
cuando el conde de Urgell, Wifredo el Velloso, amplió sus territorios y los convirtió en hereditarios. Pero el
nacimiento de los condados catalanes y su desvinculación de la monarquía franca no se produjeron hasta el
año 988, cuando el conde Borrell II rompió con el rey de los francos.

5.2 La primera expansión


Proceso largo que al principio se centró en los territorios despoblados al norte del Duero .

El reino asturleonés

Se asentó bajo los reinados de Alfonso II (791-842), que restableció la legislación visigoda (Fuero Juzgo), y de
Alfonso III (886-910), que aprovechó la crisis del emirato cordobés para iniciar la expansión hasta el Duero.
Además, trasladó la capital del reino a León.

También se consolidó el dominio leonés sobre su frontera oriental donde se fundó el condado de Castilla. En
la segunda mitad del siglo X, el conde de Castilla aprovechó los problemas dinásticos del reino asturleonés
para convertir sus posesiones en hereditarias.

El reino de Navarra

El reino de Pamplona experimentó una notable expansión hacia el sur a partir del siglo X y se transformó en
el reino de Navarra.

Sancho III el Mayor (1004-1035) controló diversos condados pirenaicos, así como Castilla. Para ello, se valió
de las políticas matrimoniales y de las relaciones de vasallaje, y utilizó la fuerza militar cada vez que
encontraba resistencia. La muerte de Sancho III significó también el final de la hegemonía política del reino
de Navarra, pues su patrimonio se dividió entre sus hijos.

5.3 La Reconquista
A partir del siglo X la expansión cristiana se centró en los territorios musulmanes. Este proceso se conoce
como Reconquista. Se inició con el control del valle del Duero tras la victoria cristiana en la batalla de
Simancas (939).

La Corona de Castilla

Fernando I, tras León y Castilla (1037), dominó toda la cuenca del Duero. Sus incursiones militares por
diversas taifas le procuraron numerosos ingresos económicos en forma de parias, que acrecentaron su poder
militar. En esta situación, el reino de Castilla y León pasó a convertirse en la potencia hegemónica peninsular.
Después de su muerte, el reino se dividió entre sus hijos.

Uno de ellos, Alfonso VI fue quien unificó todos los territorios de nuevo de la Corona (1072). Además, tomó
Toledo en 1085 y extendió sus dominios hasta el Tajo.

Durante el siglo XII los problemas sucesorios dividieron y unieron varias veces la Corona. No obstante, los
reyes castellano-leoneses conquistaron enclaves estratégicos como Calatrava o Alcántara, para cuya
protección se crearon órdenes militares (corporaciones religiosas formadas por monjes-soldados). Ello
permitió a Alfonso VIII avanzar para tomar Cuenca.

El espíritu de cruzada (espíritu de lucha religiosa que eclosionó en los reinos cristianos europeos, que se
sentían amenazados por el poderío musulmán) y la debilidad almohade favorecieron la alianza de los reinos
cristianos. Con ayuda de caballeros franceses, vencieron a los musulmanes en Las Navas de Tolosa (1212).

La unidad lograda por castellanos y leoneses en el año 1230, durante el reinado de Fernando III, permitió la
extensión del reino castellanoleonés por Extremadura y el valle bajo del Guadalquivir. En el este ocupó el
reino musulmán de Murcia (1243). Cerrada así la posible expansión aragonesa hacia el sur. Y siendo el reino
de Granada el único territorio musulmán que pervivió.

La Corona de Aragón

El reino de Aragón se interesó por la taifa de Zaragoza. La absorción de buena parte del reino de Navarra en
1076 fue insuficiente para enfrentarse a la gran taifa zaragozana.

En el siglo XII la expansión aragonesa se aceleró, gracias a la ayuda francesa. Así Pedro I tomó Huesca (1096),
y su sucesor, Alfonso I el Batallador (1104-1134), ocupó Zaragoza (1118) y diversas fortalezas en el Bajo
Aragón.

En 1137 se firmó el contrato de esponsales entre el conde de Barcelona y la heredera de Aragón. Este
compromiso suponía la unidad entre el reino de Aragón y los condados catalanes (1150).

La nueva Corona orientó su expansión hacia las costas mediterráneas con la toma de Lérida y Tortosa. En el
siglo siguiente, Jaime I (1213-1276) ocupó las islas Baleares y el reino de Valencia (1238), llegando hasta
donde los pactos con Castilla le permitían: la línea Biar-Villajoyosa. Con ello, la Corona pasó a estar integrada
por cuatro territorios: Aragón, Cataluña, Valencia y Baleares.

Los modelos de repoblación

Hasta el río Duero, las tierras conquistadas estaban prácticamente despobladas. Fueron ocupadas por
campesinos, a los que se les reconocía su propiedad (alodio) con solo cultivarlas, lo que se llamó presura.

A partir del siglo XI las conquistas cristianas posibilitaron la repoblación (acción de poblar territorios con
nuevos habitantes, bien porque los anteriores los hayan abandonado o porque los que los ocupan son
expulsados o relegados por los nuevos) de amplios territorios con poca población. Para atraer población
cristiana a estas zonas, los reyes del siglo XI concedieron fueros (por un lado, es el conjunto de usos y
costumbres convertido en ley de un reino; por otro lado, designa las libertades, privilegios y normas
concedidas a una localidad durante el proceso de repoblación) y cartas pueblas a los habitantes de las
ciudades que se deseaba repoblar. Esto permitió la aparición de grandes comunidades de villa y tierra
integradas por una ciudad que actuaba como capital y su territorio circundante, el alfoz, formado por
numerosas aldeas y sus términos.

A partir del siglo XIII se incorporaron amplios territorios. Allí los reyes entregaron grandes lotes entre la
nobleza y las órdenes militares como pago por su apoyo militar. La entrega de estos lotes generó los enormes
latifundios del sur de la Península.

6 La organización política de los reinos cristianos

6.1 Las instituciones


El gobierno y las Cortes

En las monarquías hispánicas medievales el rey ocupaba la cima del poder feudal y, por tanto, era el señor de
todos los habitantes del reino y la principal representación del poder político. Aunque, en la realidad, su
poder estaba limitado por la autonomía de los señoríos y los privilegios de la nobleza y la Iglesia.

El rey era la figura fundamental del gobierno, pero en torno a él fue creándose un grupo de personas que le
ayudaba en estas tareas, al que se denominó corte o curia regia. Con el paso del tiempo, este círculo se fue
ampliando con consejeros y cargos especializados: mayordomo (cargo de la corte encargado de la
organización y administración de la Casa Real. En Aragón se denominaba senescal), alférez (cargo de la corte
con la función de llevar el estandarte del rey. En ausencia del rey era el jefe militar de las tropas)...Durante la
Edad Media, los reyes no tenían una capital fija, sino que se desplazaban continuamente por los territorios
que formaban su reino.

A partir del siglo XIII surgieron nuevas instituciones como los Parlamentos o las Cortes. Su origen estaba en
las reuniones extraordinarias de la corte real formado por representantes de las ciudades, miembros todos
ellos de la oligarquía urbana. Ante situaciones graves, el rey convocaba reuniones de Cortes para debatir los
temas propuestos. En estas convocatorias sus participantes se agrupaban en función de las tres categorías
sociales medievales: la nobleza, el clero y el estado llano o ciudades.

El principal cometido de las Cortes era discutir y votar las peticiones económicas que realizaba el rey. A
cambio, este se comprometía a tener en cuenta las peticiones de los estamentos.

La aparición y difusión de las Cortes se produjo en los reinos hispánicos entre los siglos XII y XIII.

La administración local

La administración municipal recaía en manos de la oligarquía urbana, formada por la pequeña nobleza o la
burguesía enriquecida.

En la Corona de Castilla, el órgano municipal más importante era el concejo, que incluía al principio a todos
los vecinos, aunque el gobierno recaía en los regidores, cargos vitalicios que formaban el ayuntamiento. A
finales del siglo XIV surgió la figura del corregidor, cuya función era representar a la corona en los municipios,
y tenía funciones judiciales y militares. Esta figura afianzó la autoridad del rey en las ciudades.

La administración municipal de la Corona de Aragón variaba según los reinos. En Aragón, el gobierno de los
municipios recaía en un cabildo de jurados, presididos por un justicia o alcalde nombrado por el rey. En
Cataluña el municipio era gobernado por unos magistrados locales(jurats) asesorados por un consell.
6.2 Los modelos de monarquía
El modelo político de la Corona de Castilla

Se impuso un modelo autoritario de monarquía en el que el rey tuvo un gran poder.

Las instituciones vieron reducidas sus funciones a tareas consultivas o de simple aprobación de los designios
reales. De hecho, sus principales tareas fueron la presentación de agravios y el voto de subsidios.

Al mismo tiempo, la monarquía mejoró la recaudación de impuestos y fomentó su control sobre los
municipios. Por ello, el rey pudo gobernar sin contar las instituciones antes citadas. La debilidad de las Cortes
se produjo por el desinterés de la nobleza y de la Iglesia en participar en ellas.

El modelo político de la Corona de Aragón

Se implantó un modelo político conocido como el modelo pactista.

Cada uno de los reinos que lo conformaron mantuvo sus propias Cortes. La fortaleza de los nobles y de la
Iglesia otorgó a las Cortes un poder legislativo importante, ya que el rey no podía legislar sin ellas; además, el
rey se comprometía a respetar las leyes (fueros) y costumbres.

Las Cortes podían hacer propuestas legislativas y peticiones al rey a cambio de aprobar las aportaciones
económicas que solicitaba la monarquía.

7 La sociedad y la economía de los reinos cristianos


La organización de la sociedad cristiana presentaba una estructura relativamente similar. Tampoco era muy
diferente de las restantes sociedades medievales europeas.

7.1 Los grupos sociales


La sociedad medieval se dividía en tres estamentos: nobleza, clero y estado llano. La nobleza y el clero
disponían de privilegios fiscales, sociales y jurídicos. El pueblo llano abarcaba a la inmensa mayoría de la
población carente de privilegios.

Los estamentos privilegiados

La nobleza y el clero basaban su poder principalmente en la posesión de tierras. Formaron grandes grupos
familiares unidos por sólidos lazos de solidaridad; de ahí la importancia de los matrimonios. Su autoridad se
afianzó al concederles los reyes funciones de gobierno en sus posesiones .

La característica que unía a la nobleza y al clero era la posesión de privilegios. De estos privilegios, dos eran
particularmente importantes: en primer lugar, estaban exentos de pagar impuestos directos; y, en segundo
lugar, disponían de leyes y tribunales especiales para ellos.

La nobleza no era un grupo homogéneo, ni el clero, cuyos altos cargos solían ser de origen noble, pero no así
la mayoría de curas y monjes. Estas diferencias provenían de los contrastes de fortuna. La alta aristocracia
disponía de grandes propiedades y cuantiosas rentas, mientras que la baja nobleza tenía menos recursos e
incluso fue empobreciéndose. A partir del siglo XIV, la nobleza consiguió consolidar su posición social y
económica al instituirse el mayorazgo (institución que aparece en la Edad Media por la cual gran parte de las
propiedades de una familia noble tiene que pasar obligatoriamente en herencia a uno de sus hijos y no
puede ser vendida ni dividida).

El estado llano

El pueblo o estado llano se caracterizaba por estar sometido a la ley común, pero también existían diferentes
situaciones sociales. Los campesinos constituían la mayoría de la población, y entre ellos existían notables
diferencias. En el norte, abundaban los campesinos libres dueños de pequeñas propiedades. En los
territorios que se fueron conquistando a los musulmanes en la mitad sur de la Península, se establecieron
grandes señoríos nobiliarios o eclesiásticos, y allí los campesinos no eran propiedades de las tierras.

En las ciudades vivían fundamentalmente artesanos y comerciantes. La expansión comercial del siglo XIII
potenció el crecimiento y la riqueza de las ciudades, en ellas se formó una oligarquía urbana protegida por la
monarquía. Pero la mayoría de la población tenía una forma de vida modesta y había amplios grupos de
pobres y marginados.

Las minorías religiosas

Las más importantes que habitaron en los territorios cristianos peninsulares fueron los musulmanes
(mudéjares) y los judíos.

Los mudéjares eran numerosos al sur del Tajo y en los reinos de Valencia y Murcia. Se dedicaban
generalmente al trabajo en el campo y a los oficios artesanales, y eran una mano de obra cualificada y
barata.

Los judíos gozaron de la protección de numerosos monarcas a cambio de sus servicios administrativos y
financieros. Muchos de ellos eran comerciantes, artesanos, médicos y banqueros. Se asentaban
fundamentalmente en las ciudades, donde residían en barrios propios denominados juderías o aljamas. En
general se puede afirmar que hasta el siglo XIII las relaciones entre cristianos y judíos fueron buenas, pero
empeoraron a partir de esa fecha. La hostilidad popular fue creciendo por la posición de la Iglesia contra
ellos, pero también por la envidia que suscitaba su enriquecimiento y por su papel de recaudadores de
impuestos tanto al servicio de la nobleza como del rey.

7.2 La feudalización   
La feudalización (sistema basado en la existencia de una economía cerrada, autosuficiente y base agraria) de
la sociedad cristiana peninsular es un proceso que comenzó en los siglos IX y X, y triunfó en los siglos XI y XII.
El proceso presentó rasgos comunes en todos los territorios:

 Erosión del poder monárquico. El rey no disponía de poder para ofrecer seguridad y justicia en
todos sus dominios. Esta pérdida de poder se produjo como consecuencia de las concesiones económicas y
jurídicas (privilegios) que concedieron a los nobles a cambio de sus servicios.

 Fortalecimiento de la nobleza, tanto laica como eclesiástica, que fue consolidando las concesiones
reales y logró convertirlas en hereditarias. La nobleza se convirtió en la representación del Estado en los
dominios que controlaba.

 Inexistencia de un poder centralizado del Estado sustentado en una fuerza coercitiva (ejército
propio) y en un código legal público y único. Esas funciones se sustituyeron por un sistema de relaciones
personales.

A partir del siglo XIII los reyes comenzaron a recuperar poder a costa de los poderes locales de la nobleza. De
esta forma el gobierno central se fue reforzando.

7.3 La economía
La economía de los primeros reinos cristianos fue básicamente agraria. El cultivo de los cereales tradicionales
se acompañaba de la vid y el olivo. Este escenario cambió cuando se conquistaron las tierras del sur con sus
avanzados sistemas de cultivo y de riego. A partir de ese momento la producción agraria mejoró.

La Corona de Castilla

Adquirieron gran importancia los cultivos de regadío de los grandes valles fluviales, donde existía una
producción muy variada destinada a los mercados urbanos cercanos. Junto a los árboles frutales y la
horticultura era posible encontrar cultivos manufactureros como el lino, el cáñamo y la morera.

La ganadería, fue sobre todo un recurso de los monasterios y de algunos concejos castellanos. Prosperó
especialmente en Castilla porque disponía de grandes espacios vacíos. Se trataba de una ganadería
trashumante que ocasionaba frecuentes conflictos con los agricultores. En estos conflictos los ganaderos
consiguieron el apoyo real pues la monarquía obtenía abundantes ingresos de esta actividad. Este respaldo
se concretó en 1273 cuando Alfonso X permitió la creación del Honrado Concejo de la Mesta (organización
de ganaderos trashumantes). También en la Corona de Aragón existieron agrupaciones de ganaderos.

La ganadería castellana se basaba en la oveja merina, especie de producía una lana de gran calidad destinada
a la explotación a la Europa atlántica a través de los puertos cantábricos.

En las actividades artesanales, se destacan: La industria textil que se desarrolló gracias a la producción lanera
y su localización fue muy dispersa; las metalúrgicas se centraron en la zona cantábrica y especialmente en los
territorios vascos y la construcción naval alcanzó relevancia en Sevilla y en los puertos del Cantábrico. El
comercio estuvo muy condicionado por la disponibilidad de monedas. Por ello, a partir del siglo XI la parias y
la expansión militar hacia al-Ándalus aportaron enormes riquezas. Fue entonces cuando comenzaron a
acuñarse monedas en los reinos cristianos. La existencia de la moneda propia impulsó el comercio. Más
tarde aparecieron nuevas formas de pago con los cambistas y los bancos.

El comercio interior tuvo en las ferias una de sus principales manifestaciones. En el comercio exterior
destacó la exportación del hierro vizcaíno hacia Inglaterra, entando así en circuitos internacionales.

La Corona de Aragón

El desarrollo agrario comenzó en el siglo XI con el incremento de las roturaciones y la expansión de la vid.
Todo ello se acompañó de un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos.

También la ganadería adquirió importancia, especialmente en el reino de Aragón. El aumento de la


producción agropecuaria favoreció que aparecieran excelentes comercializables, impulsando los
intercambios sobre todo en las ciudades y también las actividades artesanales. Mención aparte merecen las
atarazanas de las villas costeras que florecieron impulsadas por el desarrollo comercial de la Corona
catalanoaragonesa.
Todo ello propició el importante desarrollo del comercio internacional. Tenía principalmente cuatro destinos:
al-Ándalus, Castilla, el norte de Italia y el norte de África. La expansión mediterránea de la Corona aragonesa,
a partir del siglo XII, favoreció aún más el desarrollo comercial. Barcelona fue el punto más importante
(aparte de Valencia y Palma de Mallorca), aunque nunca centralizó el tráfico marítimo de toda la Corona.

Este desarrollo comercial favoreció la creación de ferias y la aparición de nuevas instituciones y métodos
mercantiles: se crearon los consulados de mar, mesas de cambio, representaciones consulares en las plazas
comerciales extranjeras, etc.

8 La crisis bajomedieval

8.1 La crisis demográfica


A mediados del siglo XIV se inició una etapa claramente depresiva que perduró hasta bien entrado el siglo
XV.

La población de los reinos cristianos se vio afectada por sucesivas malas cosechas desde principios del siglo
XIV. Estas habían provocado hambre y malnutrición, dejando a buena parte de la población con pocas
defensas biológicas frente a las epidemias.

A mediados apareció la peste negra, una gran epidemia que asoló Europa. En 1348 sus efectos se
manifestaron en la Península. La peste penetró a través de Mallorca y, desde allí, afectó primero a la Corona
de Aragón y después a Castilla y al oeste peninsular.

De las consecuencias de la epidemia se hablan de que se perdió entre un 25 y un 35% de la población. Una
crisis de mortalidad muy grave que paralizó el crecimiento de la población peninsular hasta el siglo XV.

8.2 Crisis y recuperación económica


La economía medieval era básicamente agrícola. No obstante, se trataba de una agricultura muy primitiva
cuya producción crecía muy poco y no podía alimentar a una población en crecimiento prolongado. El
equilibrio entre población y recursos se hizo muy frágil. Además, las actividades agrarias y ganaderas estaban
subordinadas al clima.

Al parecer, entre finales del siglo XII y principios del siglo XIV se produjo un cambio climático que se
denomina la Pequeña Era Glacial. Se manifestó principalmente en el aumento de lluvias y heladas y tuvo
graves repercusiones sobre la agricultura.

Otras consecuencias económicas importantes:

 Abandono de las tierras de cultivo menos productivas.

 Paralelamente se produjo un aumento de la actividad ganadera, favorecida por la ampliación de los


bosques y de los terrenos de pastos.

En la Corona de Castilla el desarrollo de la producción lanera en el siglo XV promovió la recuperación de


actividades artesanales textiles en algunas ciudades cuyas elaboraciones comenzaron a exportarse hacia
Europa y el norte de África, lo que contribuyó a la recuperación económica.
Pero el principal artículo de exportación fue la lana en bruto. Surgió así, especialmente en Castilla, un
desarrollo comercial vigoroso, que perduró hasta bien entrado el siglo XIV.

Los reyes fundaron nuevas ferias que alcanzaron un gran auge. La más destacable fue la de Medina del
Campo, situada en la confluencia de las rutas comerciales que enlazaban el norte, Portugal y Toledo. Su
papel fue fundamental como centro de contratación lanera y como mercado de capitales.

En la Corona de Aragón los efectos de la crisis fueron más adversos, especialmente en Cataluña. La pérdida
de población y la caída del comercio exterior fueron sus principales consecuencias. La conflictividad social
aumentó.

8.3 Los problemas sociales


La combinación de la crisis demográfica y de la crisis económica generó una serie de graves problemas
sociales.

 Las rentas señoriales disminuyeron por la pérdida de población campesina y la consiguiente caída
de la producción. La nobleza intentó recuperar sus ingresos mediante nuevos impuestos y obligaciones a los
campesinos-los denominados<<malos usos>> (obligaciones feudales que tenían los siervos respecto de su
señor)-. Además, aumentó la violencia nobiliaria dirigida contra otras familias nobles, contra los campesinos
e incluso contra el rey. En estos conflictos se destruían muchos bienes y cosechas.

 El campesinado reaccionó con violencia ante la presión económica de los nobles. Las
manifestaciones más importantes de esta oposición fueron la revuelta de los payeses de remensa (En
Cataluña, campesinos sujetos a la tierra y a servidumbre) catalanes (1462) y las revueltas irmandiñas gallegas
(1467-1469).

 Se intensificaron los estallidos de violencia contra las minorías, en especial la judía. El antijudaísmo
ya estaba muy arraigado, pero los desastres del siglo XIV, interpretados a menudo como un castigo divino,
acentuaron la hostilidad hacia ellos.

9 La evolución política en la Baja Edad Media

9.1 La Corona de Castilla


En la política interior, el aspecto más destacable fue la pugna entre la monarquía y la nobleza. Esta última
había adquirido una gran fuerza por las riquezas obtenidas durante la Reconquista. Por ello, fueron
frecuentes las rebeliones de la nobleza en los momentos de debilidad de los reyes.

La lucha de la monarquía por afianzar su poder se acentuó con Alfonso XI, quién se apoyó en la burguesía
comercial y los judíos para obtener la autonomía económica y no depender de la nobleza. Pero el principal
conflicto se desencadenó con Pedro I (1350-1369). Su intento de someter a la nobleza y a la Iglesia hizo que
apoyaran las pretensiones al trono de su hermanastro Enrique de Trastámara.

Como consecuencia estalló una guerra civil que finalmente ganó Enrique, que se coronó rey como Enrique II
(1369-1379). Se iniciaba así la dinastía Trastámara. El reinado significó también un cambio en la política real.

Los monarcas posteriores intentaron reforzar el poder real y de la administración central, pero se
encontraron con una fuerte resistencia nobiliaria que dio lugar a rebeliones y guerras civiles.

En el aspecto exterior, tres fueron los centros de interés castellano:

 El reino musulmán de Granada.

 Las rutas marítimas del estrecho de Gibraltar y del mar Cantábrico.

 Las islas Canarias.

9.2 La Corona de Aragón


Los problemas políticos se centraron en los enfrentamientos entre el monarca y la nobleza. En esta lucha el
rey acabó imponiéndose con el apoyo de la rica burguesía catalana. Pero como pago por el apoyo catalán a
esta política antinobiliaria, el rey tuvo que aceptar la creación de la Generalidad catalana, un órgano
permanente de las Cortes, encargado de velar por el cumplimiento de lo que se acordaba en ellas.

Al morir sin descendencia el monarca aragonés Martín el Humano (1419) se produjo una grave crisis política
que se resolvió mediante el llamado Compromiso de Caspe (1412), un acuerdo de los representantes de
cada uno de los reinos que componían la Corona por el que eligieron rey a Fernando I de Antequera, de la
familia Trastámara.

Los intentos de los reyes por afianzar su poder generaron graves tensiones. La guerra civil catalana (1462-
1472), enfrentó a la monarquía con la Generalidad, pero pronto se entremezcló con un problema social.

La guerra significó el hundimiento económico y político de Cataluña y el paso a Valencia de la hegemonía en


la Corona aragonesa.

En la política exterior, la Corona catalano-aragonesa, tras ocupar el reino de Valencia en el siglo XIII y sin
posibilidad de continuar la conquista terrestre por sus pactos con Castilla, orientó su expansión hacia el
Mediterráneo. El primer paso se dio con la toma de las islas Baleares, a la que siguió la intervención de Pedro
III (1282) en Sicilia. El control del Mediterráneo occidental se reforzó con la conquista de Cerdeña por Jaime II
(1324) y del reino de Nápoles por Alfonso V el Magnánimo.

9.3 El reino de Navarra


Careció de posibilidades de expansión territorial a costa de los musulmanes. Encerrado entre poderosos
vecinos inició un acercamiento a Francia desde el siglo XIV que significó la entrada de dinastías francesas en
el gobierno del reino.

Esta situación perduró hasta 1425, fecha en la que Juan II de Aragón fue proclamado también rey de Navarra.
Las dimensiones con su hijo Carlos acabaron dilucidándose en una guerra civil (1451) que debilitó al reino y
facilitó que en 1512 fuera conquistado por Fernando el Católico, quien lo incorporó al reino de Castilla.

10 La cultura hispano-cristiana

10.1 La difusión de la cultura medieval


Una cultura monástica
En los primeros siglos de la Edad Media, en los reinos cristianos predominó una cultura rural que se
desarrolló en los monasterios. Allí, los monjes crearon los escriptorios (dependencia del monasterio donde
los monjes se dedicaban a copiar, restaurar y miniar los manuscritos), donde se copiaban a mano obras
religiosas o de la Antigüedad clásica.

La alfabetización era un rasgo de la formación sacerdotal y esta tenía lugar en latín, que era la lengua oficial
de la Iglesia.

El nacimiento de las escuelas urbanas y las universidades

El relevo de los monasterios lo tomaron las ciudades, donde se crearon las escuelas catedralicias (centros de
enseñanza que se formaban en torno a las bibliotecas de las catedrales y que estaban situados en las
ciudades) y las universidades, impulsadas por el crecimiento urbano y la aparición de nuevos grupos sociales.

Los reyes apoyaron el surgimiento de las universidades porque les permitía arrebatar a la Iglesia la
exclusividad cultural.

El desarrollo de las lenguas romances

Otro fenómeno cultural de gran importancia fue la aparición de la literatura en lenguas vernáculas. El latín
fue evolucionando desde la época visigoda y dio lugar a las lenguas romances: castellano, gallego y catalán.
Desde el siglo XI comenzó a escribirse en las lenguas romances.

Se creó una literatura cortesana dedicada a los temas amorosos y épicos, como el Cantar de Mio Cid, del
siglo XIII. Al mismo tiempo, el rey Alfonso X elevó el castellano a lengua diplomática y lo utilizó en la
redacción de documentos oficiales.

El intercambio cultural

La relación con la intelectualidad islámica y judía se plasmó en la colaboración de sabios de las tres
religiones. Aparecieron escuelas de traducción, tanto en la Corona de Aragón como en Castilla. Gracias a
ellas llegó a Europa buena parte del saber clásico y oriental.

10.2 La evolución artística


El arte de los primeros reinos cristianos

Los primeros núcleos cristianos crearon unos estilos artísticos propios, que se engloban bajo el nombre de
prerrománico. Los más destacados fueron el arte asturiano y el mozárabe.

El arte asturiano (siglo IX) se circunscribe al territorio que le da nombre. Aportó innovaciones, como el uso
de la bóveda de cañón y el de contrafuertes.

El arte mozárabe (siglo X) es representativo de la población cristiana que había huido de territorio
musulmán. Las iglesias rurales son su mejor manifestación. Su principal característica es la incorporación de
elementos del arte islámico, como el arco de herradura, el alfiz, etc.

El Romántico

Desde el siglo XI se difundió por la Europa cristiana un nuevo estilo artístico reflejo de una sociedad rural y
religiosa.

En el Romántico predominó la arquitectura. Los edificios tenían una apariencia de solidez: gruesos muros
sostenían las naves cubiertas con bóvedas de cañón y de arista. Tenían pocas ventanas, por ello la
iluminación interior era escasa. Los edificios más importantes fueron religiosos: iglesias o monasterios.

En los reinos orientales las iglesias tuvieron una clara influencia de la arquitectura lombarda. Estas eran
pequeñas y estaban asociadas a monasterios, como en San Pedro de Rodas.

Tanto la escritura como la pintura estaban al servicio de la religión y su objetivo era transmitir ideas y
adoctrinar a los fieles. Por ello, eran representaciones simbólicas.

El Gótico

En el siglo XIII, el desarrollo de las universidades y el crecimiento del comercio floreció un nuevo estilo
artístico: el Gótico.

La arquitectura también fue la manifestación fundamental, y las catedrales fueron su mejor representación.
Más tarde comenzaron a construirse algunas edificaciones civiles, como palacios, lonjas y ayuntamientos.

La catedral gótica se eleva extraordinariamente y sus muros se llenan de grandes ventanas con vidrieras de
colores. Ello fue posible por el empleo del arco apuntado y de la bóveda de crucería. Ambos elementos
permitían descargar el peso de las cubiertas hacia los contrafuertes exteriores a través de los arbotantes.

El Gótico de la Corona de Castilla estuvo muy influido por las formas del Gótico francés, cuyo mejor
exponente es la catedral de León. La Corona de Aragón estuvo más influenciada por el Gótico mediterráneo,
y las iglesias muestran ausencia de decoración en los muros, escasa diferencia de altura entre las naves y a
veces presentan una única nave.

La pintura y la escultura góticas también sufrieron grandes cambios respecto al Románico. Las figuras
ganaron en realismo y naturalidad, al mismo tiempo surgió la expresión de los sentimientos. La pintura mural
decayó, al ganar espacio las vidrieras, pero apareció el retablo, que presidía los altares.

                     FIN POR FIN

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