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El arte de ser feliz

Alfredo Vinalay Macías (Universidad de Navarra)


Álvaro Miguel Cardeña Cabero (Universidad de Navarra)
Manuel Iturbe Cano (Universidad de Navarra)
Javier José Regolf Maciak (Universidad de Navarra)
Director:
Manuel Cruz Ortiz de Landázuri (Universidad de Navarra)

La felicidad es un tema que siempre nos ha tenido, y tendrá, con las


manos ocupadas a lo largo de la historia, es un anhelo tan arraigado
en el alma humana que aún parece que no hemos encontrado una
respuesta satisfactoria a cómo encontrarlo. Numerosas teorías han
salido a lo largo de los tiempos sobre cómo encontrarlo: desde por la
práctica de las virtudes humanas hasta el placer, pasando por las
experiencias propias del pasado y el trabajo. Pero después de todo
esto hay una cosa que queda claro: la felicidad es la clave para la
vida humana, que le otorga sentido y la llena de propósito.

Primero comentaremos algunas de las principales teorías que hemos


usado para inspirar nuestro trabajo. En primer lugar: La teoría de
Epicuro sobre la felicidad.

Esta consistía en que la felicidad es la consecuencia natural de la


satisfacción de los deseos naturales y la evitación de los deseos
artificiales. Él creía que los deseos naturales incluyen la
alimentación, la bebida, la vivienda y la compañía de los amigos,
mientras que los deseos artificiales incluyen las ambiciones sociales
y materiales, que son la fuente de mucho sufrimiento. La idea era
que, al satisfacer los deseos naturales y evitar los deseos artificiales,
las personas podrían alcanzar la ataraxia y la aponia.
La Escuela Epicúrea también enfatizaba la importancia de la
filosofía como un medio para alcanzar la felicidad. Epicuro creía
que la filosofía podría ayudar a las personas a comprender la

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naturaleza de la realidad y, por lo tanto, a liberarse del miedo y la
ansiedad. En su obra "Carta a Meneceo", Epicuro argumenta que la
filosofía puede ayudar a las personas a comprender la naturaleza de
la muerte y la vida después de la muerte, lo que puede disipar
cualquier miedo a la muerte.
Además, la Escuela Epicúrea enseñaba la importancia de vivir una
vida simple y moderada, evitando la acumulación excesiva de bienes
materiales y la búsqueda desmesurada del poder y la fama. Epicuro
creía que la vida sencilla y moderada es la clave para alcanzar la
felicidad y la tranquilidad de la mente.1

En cambio, Aristóteles pensaba que la felicidad no es algo que se


pueda obtener o encontrar por casualidad, sino que es algo que se
debe cultivar a través de una vida virtuosa. Él creía que la virtud es
una forma de carácter y una disposición para actuar de una manera
correcta y buena moralmente que se compone de un equilibrio entre
los extremos de una cualidad.

Aristóteles tenía una concepción muy diferente de la felicidad en


comparación con Epicuro. Mientras que Epicuro enfatizaba el placer
y la ausencia de dolor como la clave para la felicidad, Aristóteles
argumentaba que la felicidad es un estado de bienestar y completitud
que se alcanza a través de la realización de las virtudes.
Aristóteles fundó una escuela filosófica conocida como la Academia
Aristotélica, que tenía como objetivo enseñar a sus seguidores cómo
vivir una vida virtuosa y alcanzar la felicidad. En su obra "Ética a
Nicómaco", Aristóteles desarrolla su teoría de la virtud como el
medio para la felicidad.

Según Aristóteles, la felicidad es el fin último de la vida humana y


se alcanza a través de la realización de la virtud. La virtud es un
hábito disposición moral que permite a las personas actuar de
manera adecuada y cumplir con su propósito en la vida. Aristóteles
identificó dos tipos de virtudes: las virtudes intelectuales y las
virtudes morales. Las virtudes intelectuales incluyen la sabiduría, la

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inteligencia y la prudencia, mientras que las virtudes morales
incluyen la justicia, la fortaleza y la temperancia.
Para Aristóteles, la felicidad no es algo que se pueda obtener o
perder en un momento dado, sino un estado de bienestar y
completitud que se alcanza a lo largo de una vida virtuosa. Él
argumenta que la vida virtuosa es la vida más plena y satisfactoria, y
que las personas que viven una vida virtuosa son las más felices.
Además, Aristóteles enfatizaba la importancia de la amistad en la
búsqueda de la felicidad. Él creía que las relaciones amistosas son
un elemento clave para alcanzar la felicidad, ya que permiten a las
personas compartir sus pensamientos, emociones y experiencias con
otros.2

Y por último, mezclando ligeramente ambos puntos, John Stuart Mill


afirmaba que la felicidad es el resultado de la satisfacción de los
deseos y las necesidades humanas, y es una medida de la calidad
de vida de una persona. Él argumentaba que la mejor manera de
lograr la felicidad es promoviendo el bienestar y la satisfacción de la
mayoría de la gente, en lugar de perseguir la felicidad individual,
para lo cual también consideraba importante el placer físico, como
comer y beber pero, no es suficiente para lograr una vida plena y
feliz. Para ello también hace falta cultivar intereses y pasatiempos a
la vez que amistades.

Mill también se diferenciaba de Epicuro y Aristóteles en su enfoque


en el bienestar colectivo. Mientras que Epicuro se centraba en la
búsqueda de placer individual y Aristóteles en la realización de las
virtudes individuales, Mill argumentaba que la felicidad es una
cuestión social y que la sociedad debe trabajar junta para lograr el
bienestar y la satisfacción de todos.

Además, Mill también enfatizaba la importancia de la libertad


individual en la búsqueda de la felicidad. Él argumentaba que la

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libertad individual es una condición necesaria para lograr la
felicidad y que las sociedades deben proteger la libertad individual
para asegurar el bienestar colectivo.3

El trabajo que presentamos ahora muestra la vida de un acaudalado


señor que vive rodeado de placer, pero aún viviendo rodeado de
placeres, rápidamente se percibe que hay algo que falta: su vida
carece de sentido hasta que se cruza con un humilde pintor que
parece tener aquello que falta en su vida. Este pintor aparenta tener
la virtud, reconocimiento y amistad que él añora. Así pues, el
burgués se llena de envidia y roba el cuadro en que estaba ocupado
el pintor en cuanto encuentra una oportunidad y huye con él para,
más tarde, exponer la obra robada y ganarse la admiración del
público y así conseguir el sentimiento envidiaba del pintor, pero sus
planes se ven truncados cuando es encontrado por el pintor y se
inicia una prolongada persecución por las calles de París con unos
intensos y exhaustivos forcejeos tras los cuales el cuadro se parte en
dos y el burgués se llena de culpabilidad y, abatidamente, se retira
frustrado por no haber sido capaz de alcanzar ese sentimiento.

Finalmente, el pintor se percata de la mezquindad del burgués y de


aquello que realmente pretende encontrar tras su cuadro, así que se
dispone a mostrarle la clave para conseguirlo. Se le acerca y se
sienta junto a él para enseñarle a pintar, como a un amigo más, y así,
ambos alcanzan una felicidad más plena.

1
“Principios Doctrinales”y “Carta a Meneceo” , Epicuro, 342-270 A.C.
2
“Ética a Nicómaco”, Aristóteles, 349 A.C.
3
“Utilitarianism”, John Stuart Mill, 1863

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