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Filosofía Epicúrea

El epicureísmo es una escuela helenística que surgió en Atenas hacia finales del
siglo IV a. C. Se inscribe en el contexto de una serie de movimientos
caracterizados por el interés acerca de los problemas morales que afectan a
todos los hombres. Los epicúreos tratan de encontrar nuevas propuestas ante la
contingencia de la vida humana y el sufrimiento que ella conlleva. Junto con el
cinismo, el estoicismo y el escepticismo, el epicureísmo es la primera de las
grandes escuelas que representa el paso de la época clásica a la época
helenística.

tenía por objeto la búsqueda de la felicidad a partir del equilibrio de los placeres
y la eliminación de los temores que causan ideas como el destino, los dioses o la
muerte.
Para el epicureísmo, placer y felicidad van unidos de la mano, una
filosofía que se convierte en una herramienta perfecta para curar el
alma. Epicuro, su fundador, apuesta por la búsqueda de los placeres espirituales
y la ausencia de los temores para poder disfrutar de la vida: un hedonismo que
consigue la liberación de los miedos que nos esclavizan.

Epicuro, fundador de la escuela, pone como objetivo de la vida del ser humano
el placer, procurando, para conseguirlo, liberarse del miedo a los dioses, del
miedo a la muerte y del miedo al destino, porque con esos miedos no se puede
disfrutar de la vida. Desde un planteamiento totalmente materialista, Epicuro
afirma que a los dioses no hay que tenerles miedo, y toda idea de más allá solo
es una impostura, porque los dioses son ajenos a los asuntos humanos. A la
muerte no hay que tenerle miedo porque, mientras somos, la muerte no está
presente, y cuando llega la muerte, nosotros ya no somos. Y, finalmente,
tampoco hay que tenerle miedo al destino, porque los átomos que forman el
universo se mueven de forma imprevisible, lo que posibilita la libertad del
hombre y le hace dueño de su destino. Para el epicureísmo ser sabio es ser
capaz de “reírse de la Fortuna”. Destacan, como seguidores de Epicuro, Horacio,
Virgilio y Lucrecio en el periodo romano, o Lorenzo Valla y Pedro Gassendi
durante el Renacimiento.

¿Cuál es su papel en la historia del pensamiento?


La filosofía entendida como “medicina del alma”, una suerte de hedonismo que
consigue la liberación de los miedos que nos esclavizan o la amistad considerada
como el mejor placer de todos (así lo enseñaba Epicuro a los amigos en su
Jardín) atraviesan la historia del pensamiento y actualizan el epicureísmo sobre
todo en épocas de crisis, esos periodos a los que Bertolt Brecht se refería como
aquellos en los que “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de llegar”. El
epicureísmo enlaza con los movimientos utópicos y vitalistas, con la pregunta
por el sentido de la vida y de la vida como sentido. Cabe recordar que la tesis
doctoral de Marx se presentó bajo el título Diferencia de la filosofía de la
naturaleza en Demócrito y Epicuro.
Los seguidores del epicureísmo eran conocidos como epicúreos. Los
epicúreos debían evitar el dolor y las perturbaciones, así como los lujos y las
comodidades excesivas para llevar una vida en armonía y poder disfrutar de la
paz. Pese a que llevaban una vida aislada del mundo, no prescindían totalmente
de la compañía sino que era grandes cultores de la amistad, pues creían que ella
generaba un enriquecedor intercambio de ideas y pensamientos.

Epicuro consideraba que tanto los placeres como las aflicciones eran
provocados por la satisfacción o el impedimento de la satisfacción de los
apetitos. En su filosofía epicúrea se considera que existen cuatro tipos de
placeres.

 Naturales y necesarios: alimentarse, dormir, abrigarse…


 Naturales pero no necesarios: satisfacción carnal, una buena
conversación…
 No naturales ni necesarios: ansias de poder, fama…
 No naturales pero necesarios: llevar ropa, tener dinero…

Otros tipos de placeres de los que se habla el epicureísmo son los placeres del
alma; los placeres del cuerpo, que son los más importantes para la
supervivencia del organismo; los placeres estables, que son los que se llegan a
sentir cuando no se tiene ningún tipo de dolor o aflicción; y los placeres móviles,
que pueden ser tanto físicos como mentales y que implican algún tipo de
cambio. Entre estos últimos encontraríamos el placer de la alegría.

Hedonismo y epicureísmo
Si bien el epicureísmo es considerado una corriente hedonista, cabe decir que
no coincide por completo con el hedonismo. Los epicúreos pretenden
alcanzar la plenitud física, intelectual y emocional, mientras que los
hedonistas se centran más en el cuerpo, dejando de lado el resto de placeres y
necesidades no físicas.
El hedonismo es la creencia que dicta que el placer, o dicha de otra manera la falta
de dolor, es el principio más importante en determinar la moralidad de cualquier
acción.

Los epicúreos deben evitar el dolor y las perturbaciones, buscando el placer,


pero tampoco sin pasarse pues los lujos y las comodidades excesivas no sirven
para vivir una vida en armonía y disfrutar de la paz. Pese a que muchos
epicúreos llevaban una vida aislada del mundo, no prescindían totalmente de la
compañía sino que les gustaba forjar relaciones de amistad y mantener
interesantes conversaciones donde se intercambiaban ideas y opiniones.

Cabe destacar que el epicureísmo realiza una búsqueda del placer sin dejar
de lado la razón. Los epicúreos consideraban que, en más de una ocasión, es
necesario aceptar un dolor que nos puede traer un placer mayor. Y también a la
inversa: se debe rechazar un placer que, en el futuro, nos podría traer un dolor
mayor. Solo asociando la felicidad a la razón es posible alcanzar la ataraxia y un
estado de serenidad donde no haya perturbaciones.

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