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LECCIÓN 2.

CONSTITUCIÓN FINANCIERA (I): LA DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL DE


COMPETENCIAS EN MATERIA FINANCIERA
1. La distribución de las competencias financieras en la Constitución Española y en los Tratados de la Unión
Europea: competencias sobre los ingresos (tributo, crédito y patrimonio) y sobre los gastos (presupuesto)

2. Las competencias financieras del Estado: títulos competenciales; contenido y alcance en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional.

El concepto de poder financiero hace referencia a un conjunto de competencias del poder público relativas a la recaudación
(ingresos públicos) para la satisfacción de necesidades sociales de los ciudadanos (gastos públicos).

La principal característica del poder financiero es su carácter heterogéneo, toda vez que se proyecta en distintas
competencias –normativas, de gestión y de recaudación- y sobre distintas materias –gasto público, tributos, patrimonio,
deuda pública y otras-.

Como consecuencia de esta heterogeneidad, el poder financiero engloba muy diversas manifestaciones. Es importante
destacar, así, que el concepto de poder financiero engloba al poder tributario, que no es más que una manifestación de las
distintas competencias de la actividad financiera por razón de materia.

Por lo que respecta a la estructura del poder financiero, la misma dependerá en gran medida de cómo se organiza
políticamente el Estado. Por ello, en un Estado descentralizado como el nuestro surge un claro problema: ¿Cuál es la
distribución de competencias sobre esas materias desde el punto de vista territorial en España? Si en nuestro sistema
existen cuatro niveles de gobierno: Unión Europea / Estado / CCAA / EELL.

Esa distribución no se realiza en los artículos 148 y 149 CE. Sin embargo, la Constitución hace referencias indirectas al
reparto del poder financiero a nivel territorial:

 Estado: artículo 149.1.14ª, otorga al Estado competencia exclusiva sobre la Hacienda General y la Deuda del
Estado, y artículo 133, reconoce que la potestad originaria para establecer los tributos corresponde exclusivamente
al Estado.
 CCAA: artículos 156, 157 y 158, reconocen autonomía financiera en el ámbito de desarrollo de sus competencias.
STC 14/1986, F.J. 2º aclara que, aunque no se incluya expresamente en el artículo 148 CE, las CC. AA. ostentan
una competencia exclusiva sobre su propia Hacienda porque se trata de “una exigencia previa o paralela a la
propia organización autónoma”.
 EELL: artículo 142, reconoce el principio de suficiencia de las Corporaciones Locales (deberán disponer de los
medios suficientes para el ejercicio de sus competencias a través de tributos propios y de participación en los del
Estado y de las CCAA).

El Estado tiene atribuida, en el artículo 149.1.14ª de la Constitución, la competencia exclusiva en materia de “Hacienda
General y Deuda del Estado”. Además de lo dispuesto en este precepto se recogen otras manifestaciones específicas del
poder financiero del Estado en el propio texto constitucional respecto de los gastos y respecto de los ingresos.

1. Poder de gasto:

Artículos 66.2, 133.4 y 134.1 y 2 CE: En cuanto al gasto público, en primer lugar, el artículo 66.2 CE prevé la potestad de las
Cortes Generales para aprobar los Presupuestos del Estado. A su vez, hace referencia el artículo 133.4 CE a que “las
administraciones públicas sólo podrán contraer obligaciones financieras y realizar gastos de acuerdo con las Leyes”.
Resulta especialmente significativo el artículo 134 de la Constitución que configura las Leyes de Presupuestos Generales
del Estado, en cuyo apartado 2 se establece que dichos presupuestos “incluirán la totalidad de los gastos… del sector
público estatal”, reconociendo así, implícitamente, el pleno poder o capacidad del Estado respecto de la ordenación jurídica
de todos sus gastos.

STC 13/1992: En la programación y ejecución del gasto el Estado debe respetar el orden competencial (constitucional y
estatutario) de las CC. AA.

2. Poder respecto de los ingresos patrimoniales:

Artículo 132.3 CE: “Por Ley se regularán el Patrimonio del Estado y el Patrimonio Nacional, su administración, defensa y
conservación”.

3. Poder respecto de la Deuda Pública


Como ya se ha mencionado, la Constitución otorga, en su artículo 149.1.14ª CE, competencia exclusiva en la Deuda
General, lo que incluye: sistema monetario, bases de la ordenación del crédito y otros títulos indirectos que atribuyen
competencia para el control del endeudamiento autonómico y local.

Artículo 135 CE: Prevé que el Gobierno autorice, por ley, la emisión de Deuda Pública o contraer crédito.

4. Poder tributario (establecimiento de tributos):

El Poder Tributario del Estado se encuentra reconocido en el artículo 133.1 CE: «La potestad originaria para establecer los
tributos corresponde exclusivamente al Estado, mediante ley».

Esta fórmula se inspira claramente en la histórica diferenciación entre poder originario, correspondiente al Estado como
titular de la soberanía, y poder tributario derivado, correspondiente a los entes públicos de nivel inferior al Estado, que
disfrutaban de dicho poder sólo en la medida en que le venía atribuido por el propio Estado.

Actualmente, esta concepción no es válida, puesto que no se puede hablar de un poder tributario originario, inherente al
Estado por su simple existencia. El poder tributario de cada nivel territorial existe jurídicamente porque lo prevé la
Constitución y se ejercerá dentro de los límites establecidos en ésta.

La correcta interpretación del art. 133.1 CE está basada en que el poder tributario del Estado puede prevalecer sobre el de
CCAA si ocurriera alguna colisión, pues:

a) El Estado posee competencia exclusiva sobre la «Hacienda general» (art. 149.1.14ª CE), que es la que legitima la
intervención estatal en la regulación del marco general de todo el sistema tributario (STC 192/2000, FJ. 6º).
b) El Estado tiene atribuidas las competencias de armonización del ejercicio del poder financiero de las CCAA
(artículo 157.3 CE). Esta competencia deberá ejercerla mediante Ley Orgánica: la LOFCA. “Atribución al Estado de
la competencia para regular, de forma unilateral, el sistema de financiación autonómica” (SSTC 179/1985, 68/1996,
192/2000).
c) El Estado tiene competencia exclusiva para establecer las líneas básicas del sistema financiero local.
“Competencia exclusiva del Estado para la regulación del sistema de tributos locales ya que estos no pueden
aprobar leyes y la legalidad tributaria es un principio formal exigido por el art. 31.3 CE. (Texto Refundido de la Ley
Reguladora de las Haciendas Locales, aprobado por el Real decreto Legislativo 2/2004, de 5 marzo)” (STC
233/1999). Las CCAA carecen de esta competencia.

La relación entre estos títulos competenciales y la atribución al Estado del poder tributario originario es resaltada por el TC:
«La indudable conexión existente entre los artículos 133.1, 149.1.14ª y 157.3 de la Constitución determina que el Estado
sea competente para regular no sólo sus propios tributos, sino también el marco general de todo el sistema tributario y la
delimitación de las competencias financieras de las Comunidades Autónomas respecto de las del propio Estado» (STC
192/200).

3. Las competencias financieras de las Comunidades Autónomas:


3.1. Principios constitucionales informadores: autonomía, suficiencia, coordinación y solidaridad.
3.2. Sistema y modelos de financiación autonómica: la función de la LOFCA.
El fundamento del poder financiero de las Comunidades Autónomas está en la autonomía para la gestión de sus respectivos
intereses (art. 137 CE), tal y como refleja el articulo 156.1 de la CE, al disponer que “las CCAA gozarán de autonomía
financiera para el desarrollo y ejecución de sus competencias”.

Vertiente del gasto:


• La vinculación del poder de gasto autonómico a su ámbito competencial (Estatutos de Autonomía, leyes
artículo 150 CE).
• Autonomía de gasto en materias de sus competencias sin condicionamientos indebidos (STC 13/1992);
condicionamientos para el poder de gasto del Estado por razón del sistema de distribución territorial de competencias.
 Régimen presupuestario de las Comunidades Autónomas :
La autonomía financiera de las Comunidades Autónomas, reconocida en la CE, comporta la capacidad para elaborar y
ejecutar sus propios presupuestos, a los cuales, sin embargo, la CE se refiere sólo de manera implícita, al especificar su
sometimiento al control del Tribunal de Cuentas.
El régimen presupuestario de cada Comunidad se encuentra recogido en su Estatuto de Autonomía (conforme al artículo 17
LOFCA), así como en la LOFCA y en la Ley Orgánica 5/2001, complementaria de la Ley General de Estabilidad (Ley
18/2001).Además, cada Comunidad ha dictado su propia legislación ordinaria, en general siguiendo las pautas del texto de
la Ley General Presupuestaria.
El artículo 21 de la LOFCA dice, en su apartado 1: «Los presupuestos de las CCAA tendrán carácter anual e igual periodo
que los del Estado, atenderán al cumplimiento del principio de estabilidad presupuestaria, incluirán la totalidad de los gastos
e ingresos de los organismos y entidades integrantes de la misma, y en ellos se consignará el importe de los beneficios
fiscales que afecten a tributos atribuidos a las referidas Comunidades»
Especial importancia ha adquirido el principio de estabilidad presupuestaria (Ley 18/2001, LO 5/2001), que ha motivado la
redacción de la Ley Orgánica citada. En ella se establecen los mecanismos de cooperación entre el Estado (garante del
principio de estabilidad en todo el sector público) y las Comunidades Autónomas. Impone, entre otras, obligaciones de
suministro de información, de elaboración de planes económico-financieros para corregir situaciones de desequilibrio y
exige que la autorización de emisión de deuda pública tenga en cuenta la estabilidad. En cualquier caso, aunque las
Comunidades Autónomas quedan sujetas a la regla de estabilidad, se respeta su autonomía financiera en cuanto a los
medios para alcanzar este objetivo.
Por lo que se refiere a la estructura del presupuesto, es similar a la del Estado. De manera expresa establece la LOFCA que
deberán ser elaborados con criterios homogéneos, de forma que sea posible su consolidación con los Presupuestos
Generales del Estado (artículo 21.3).
Y por último, a pesar de que los límites del artículo 134 CE (temporales, de contenido y a modificaciones de la LPGE)
solamente aplicables a Presupuestos del Estado (SSTC116/1994, 174/1998 y 274/2000), existe la posibilidad de aplicarlo
analógicamente a los presupuestos autonómicos (STC 3/2003, FT. 6º).

Vertiente de ingresos: los recursos tributarios de las Comunidades Autónomas:


La Constitución se refiere al poder tributario de las Comunidades Autónomas en su artículo 133.2: «Las Comunidades
Autónomas podrán establecer y exigir tributos de acuerdo con la Constitución y las Leyes».
En lo que se refiere a la potestad de establecer tributos o, más en general, de dictar normas sobre sus recursos de carácter
tributario, la regla del art. 133.2 debe ser completada, en primer lugar, con el artículo 156 CE donde se reconoce la
autonomía financiera de las mismas para el desarrollo y ejecución de sus competencias siempre y cuando respeten el
principio de coordinación con la Hacienda Estatal y el de solidaridad entre todos los españoles.
A esto hay que añadir, en segundo lugar, las reglas contenidas en el artículo 157. En su apartado 1, delimita positivamente
el poder financiero de las CCAA en materia de ingresos públicos, y enumera las fuentes de financiación de las Autonomías y
entre ellas se incluyen sus propios tributos, los recargos sobre impuestos estatales y los tributos cedidos por el Estado. En el
apartado 2 se delimita negativamente al establecer el límite de territorialidad y la prohibición de medidas tributarias que
supongan obstáculos a la unidad de mercado [posteriormente nos adentraremos más en estos límites]. Y finalmente en el
apartado 3 se contiene una reserva de ley orgánica para la armonización, en el caso de que se considere necesario, del
ejercicio de las competencias financieras enumeradas en el apartado 1.
Así, las fuentes normativas que emplean las CCAA a la hora de ejercer su poder tributario son la CE y sus Estatutos de
Autonomía, siempre dentro de los términos de armonización previstos en la LOFCA. De ahí que exista una imposibilidad de
que la regulación contenida en el Estatuto de Autonomía quede “blindada” ante una posible armonización del sistema
acordada en ejercicio del 157.3 CE por LOFCA (Pérez Royo).
La indicada facultad armonizadora fue ejercida por el legislador de manera casi inmediata a la promulgación de la
Constitución, mediante la aprobación de la Ley Orgánica de Financiación de las Autonomías (LOFCA). Esta ley trata las
diversas cuestiones relacionadas con las competencias financieras de las Comunidades Autónomas, más allá de las
relativas al establecimiento de medidas tributarias.
 Fuentes normativas de los recursos:
CE, Estatutos de Autonomía, LOFCA: Las CC.AA ejercen su poder tributario de acuerdo con la Constitución y sus Estatutos
de Autonomía y dentro de los términos de armonización previstos en la LOFCA.
 Límites al poder tributario autonómico:
La Constitución establece una serie de límites en relación con el ejercicio del poder tributario de las Comunidades
Autónomas, esto es, límites específicos, además de los que el artículo 31 establece con carácter general para todos los
tributos. Estos límites son los siguientes:
 Límite general (art. 157.2 CE)1:
El artículo 157 CE en su segundo apartado hace referencia a los principios de territorialidad y de unidad del
mercado interno al establecer que: «Las Comunidades Autónomas no podrán en ningún caso adoptar las medidas
tributarias sobre bienes situados fuera de su territorio o que supongan obstáculo para la libre circulación de
mercancías o servicios».
Con relación a estas limitaciones, el TC ha matizado que los que prohíbe el artículo 157.2 CE es la adopción de
medidas que intencionalmente persigan la finalidad de obstaculizar la circulación; la infracción del mismo se
producirá cuando las consecuencias objetivas de las medidas adoptadas impliquen el surgimiento de obstáculos
que no guarden relación con el fin constitucionalmente lícito que aquéllas persiguen (STC de 16 de noviembre de
1981).
 Límites al establecimiento de tributos propios2:
Además del límite general establecido expresamente en la Constitución, está la prohibición de la doble imposición,
conectada con el que podríamos llamar principio de preferencia de la Hacienda Estatal en la definición de hechos
imponibles.
Dice en este sentido el artículo 6.2 CE LOFCA: «Los tributos que establezcan las Comunidades Autónomas no
podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por el Estado». Por el contrario, éste sí que puede reclamar para
sí el derecho a establecer tributos sobre hechos imponibles previamente “ocupados” por las Comunidades
Autónomas, aunque en este caso deberá compensar a dichas Comunidades. Dice al respecto el artículo 6.4
LOFCA: «Cuando el Estado, en el ejercicio de su potestad tributaria originaria, establezca tributos sobre hechos
imponibles gravados por las Comunidades Autónomas, que supongan a éstas una disminución de ingresos,
instrumentará las medidas de compensación o coordinación adecuadas a favor de las mismas».
¿Cómo debemos entender esta limitación a la doble tributación? Si se realiza en un sentido amplio, prohibiendo
que un impuesto autonómico recaiga sobre una materia imponible ya sometida a tributación por el Estado, como
renta, riqueza, actividad empresarial y gasto ya están sometidos a tributación en impuestos estatales, no habría
posibilidades reales para establecer tributos autonómicos.
Evidentemente, la interpretación estricta del artículo 6.2 como interdicción de la duplicidad de hechos imponibles
solventaría este problema.
El Tribunal Constitucional, en las Sentencias 37/1987, de 26 de marzo, relativa al Impuesto sobre Tierra
Infrautilizadas de Andalucía, y en la Sentencia 186/1993, de 7 de junio, relativa al Impuesto de Dehesas Calificadas
en Deficiente Aprovechamiento de Extremadura, se ha pronunciado sobre este tema, considerando que lo que
queda prohibido es la duplicidad de hechos imponibles estrictamente, pero no la existencia de hechos imponibles o
tributos diferenciados sobre una misma materia imponible o fuente de riqueza. De este modo, es necesario
distinguir entre ambos conceptos: mientras que el hecho imponible constituye un «concepto jurídico», la materia
imponible u objeto del tributo representa toda fuente de riqueza o renta que el legislador decida someter a
imposición.
Sin embargo, una aplicación literal de este precepto implicaría que cualquier mínima variación del hecho imponible
suponga establecer un tributo autónomo y, por tanto, no vulneraría esta prohibición. Esto se soluciona interpretando
que no se prohíbe una duplicidad de hechos imponibles en sentido estricto, sino una “prohibición de equivalencia”,
esto es, se atiende a la función o finalidad de cada tributo, estatal y de la Comunidad Autónoma.
En sentido opuesto, la LOFCA contempla la posibilidad de que las Comunidades Autónomas establezcan tributos
sobre materias reservadas a las Corporaciones locales por la legislación de régimen local, pero sólo en los
términos en que sean autorizadas por dicha legislación y con la adecuada compensación económica. Esto es, el
artículo 6.3 LOFCA establece la prohibición restablecer tributos sobre materias imponibles gravadas por los tributos
locales, salvo que la legislación local expresamente lo autorice. Este precepto dice literalmente: «Las

1
No hay que olvidar la genérica limitación, a la que ya se ha hecho referencia, de respetar los principios o criterios de coordinación con la
Hacienda estatal y de solidaridad entre todos los españoles (art. 156 CE y 2 LOFCA).
2
El profesor dio mucha importancia a estos límites. Ojo con la interpretación que hay que hacerse de ellos !
Comunidades Autónomas podrán establecer y gestionar tributos sobre las materias que la legislación de régimen
local reserve a las Corporaciones locales, en los supuestos en que dicha legislación lo prevea y en los términos que
la misma contemple. En todo caso, deberán establecerse las medidas de compensación o coordinación adecuadas
en favor de aquellas Corporaciones, de modo que los ingresos de tales Corporaciones locales no se vean
mermados ni reducidos tampoco en sus posibilidades de crecimiento futuro».
Se trata de un límite absoluto, cuya aplicación literal provocaría que cualquier tributo autonómico afectara a un
tributo local –no hay ningún ámbito no sometido por una EELL-; por ello, como solución se utiliza, nuevamente, la
“prohibición de equivalencia” que exige analizar la finalidad del impuesto (no sólo el nombre).
 Límites al establecimiento de recargos:
El artículo 12 LOFCA prevé expresamente que la posibilidad de que las CCAA establezcan recargos sobre los
tributos del Estado susceptibles de cesión, excepto en el Impuesto sobre las Ventas Minoristas de Determinados
Hidrocarburos (IVMDH), y en el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) e Impuestos Especiales (II.EE) únicamente
cuando tengan competencias normativas en materia de tipos de gravamen. A ello hay que añadir la interpretación
extensiva realizada por el TC (STC 150/1990) del art. 157.1.a) CE que incluye entre los recursos de las CCAA los
“recargos sobre impuestos estatales y otras participaciones en los ingresos del Estado”.
 Límites a las competencias autonómicas sobre impuestos cedidos (artículo 157.1.a) CE; 10 y 11 LOFCA; 25 y
siguientes Ley 22/2009; STC 192/2000):
Distribución de las competencias de recaudación, gestión y/o formación sobre los impuestos a los que se refiere la
Ley 22/2009 del sistema de financiación de las CCAA.
 No privilegios. Libre circulación: 138 y 139.2 CE, STC 16-11-1981.
 Solidaridad: 138 y 158 CE.

3.3. El régimen especial de las Haciendas Forales.

4. Las competencias financieras de las Corporaciones Locales:


4.2. Principios constitucionales informadores: los principios de suficiencia y autonomía de las Haciendas
Locales.
4.3. La función de la Ley Reguladora de las Haciendas Locales.

Los recursos tributarios de los Entes locales

La potestad de establecer tributos por parte de los Entes Locales (EELL) constituye una manifestación de su autonomía
financiera, reconocida por el artículo 142 CE, que alude expresamente a los «tributos propios» de las Haciendas locales.
Este precepto de la Constitución dice expresamente: «Las Haciendas locales deberán disponer de los medios suficientes
para el desempeño de las funciones que la ley atribuye a las Corporaciones respectivas y se nutrirán fundamentalmente de
tributos propios y de participación en los del Estado y de las Comunidades Autónomas».

Las Haciendas locales pueden establecer y exigir tributos de acuerdo con la Constitución y las leyes, según el artículo 133.2
CE3, que equipara en su redacción a Comunidades Autónomas y Entes Locales. Existe, sin embargo, una fundamental
diferencia entre unas y otros: mientras que las Comunidades Autónomas disfrutan de potestad legislativa, Ayuntamientos y
Diputaciones carecen de ella.

En consecuencia, por exigencias del principio de legalidad tributaria o de reserva de ley establecido en los artículos 31.3 CE
que requiere que las prestaciones personales o patrimoniales sean establecidas con arreglo a la ley (y reforzada por el art.
133.1 CE que dice que el poder tributario del Estado se ejercerá mediante Ley), hay un primer elemento diferenciador: frente
a la ausencia de poder legislativo de los Entes o Corporaciones Locales, estos no pueden aprobar sus tributos propios.

A pesar de esta primera afirmación, se ha llegado a una solución derivada de la conjunción de los artículos 133.2, 142 y
149.1.14ª CE por la que se desprende la competencia exclusiva del Estado para establecer líneas básicas del sistema
financiero local (STC 233/1999). De este modo, el Estado regula los tributos propios de los EELL mediante el Texto
Refundido de la Ley reguladora de las Haciendas Locales (RD Leg. 2/2004, de 5 de marzo)

Con todo ello, las Corporaciones Locales pueden establecer tributos o decidir sobre la regulación de los elementos
esenciales sólo si cuentan para ello con habilitación explícita de una Ley, que al propio tiempo debe predeterminar
dentro de límites precisos la disciplina de dichos tributos.

3
Art. 133.2 CE: “Las Comunidades Autónomas y las Corporaciones locales podrán establecer y exigir tributos, de acuerdo con la
Constitución y las Leyes.”
De acuerdo con este esquema de funcionamiento, la Ley de Regulación de las Haciendas Locales (LRHL), ha diseñado el
sistema de ingresos de Ayuntamientos y Diputaciones, incluyendo, junto a otros medios de financiación los tributos propios,
así como recargos sobre tributos autonómicos o de otros entes locales.

En relación con los tributos locales, la LRHL establece los elementos esenciales (art. 57 y ss.), de manera que la potestad
tributaria de las Corporaciones Locales, en relación con dichos tributos propios, consiste en la facultad de decidir sobre su
establecimiento o aplicación en concreto –excepto en determinados casos en que la imposición es obligatoria-, así como la
determinación del tipo o cuantía, dentro de los márgenes fijados en la propia ley. Los EELL pueden establecer aspectos del
gravamen.

A pesar de estas fuertes limitaciones, no hay que olvidar que los Entes locales deben tener margen para ejercer su
autonomía financiera (art. 142 CE), por ello el Tribunal Constitución ha optado por una flexibilización de la reserva de ley:

 Las Ordenanzas municipales pueden colaborar en la regulación de ciertos elementos esenciales dentro de los
márgenes previstos en la LRHL. (STC 19/1987, FJ. 4º).
 Cuando se trata de ordenar por Ley los tributos locales, “la reserva de Ley ve confirmada su parcialidad” (SSTC
19/1987, FJ 4º; 233/1999).

Como recapitulación cabe afirmar que el poder financiero del Estado, de las CCAA y de las Corporaciones Locales tiene un
alcance diverso. Las principales diferencias se producen no tanto en la vertiente de los gastos como en la de ingresos,
especialmente los de naturaleza tributaria. Así, el Estado, frente a las CCAA y a las Corporaciones Locales, no tiene más
límite en el ejercicio de su poder tributario que los establecidos por la Constitución, mientras que aquéllas se encuentran
limitadas tanto por la Constitución como por las leyes estatales. Además, el Estado y las CCAA al disponer de poder
legislativo pueden crear ex novo sus propios tributos, lo que no ocurre en el caso de las Corporaciones Locales.

5. Los criterios de sujeción a las normas tributarias en el espacio territorial interno e internacional.

Tratados y convenios internacionales

Art. 96.1 CE: “Los tratados internacionales, válidamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formarán
parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma
prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional.”

Se acoge así el sistema llamado de “recepción automática” en el ordenamiento español de los tratados internacionales.
Las normas comunitarias
La integración de un Derecho supranacional en el ordenamiento jurídico español está prevista en la CE en su art. 93:
“mediante Ley Orgánica se podrá autorizar la celebración de Tratados por los que se atribuya a una organización o
institución internacional el ejercicio de competencias derivadas de la Constitución”.
La incorporación de España en la UE en el año 1985 implicó la recepción en el ordenamiento jurídico interno del
ordenamiento jurídico comunitario, o de lo que, en términos más genéricos, se conoce como “acervo comunitario”.
La recepción de este ordenamiento comunitario en el Derecho interno se lleva a cabo a través de dos principios
fundamentales:
1. Principio de efecto directo: Supone la aplicación inmediata de toda la legislación comunitaria, a excepción de
las directivas4, que pasa a formar parte del ordenamiento interno, la aplicación e interpretación uniforme y
continuada del Derecho comunitario y la existencia de medios coercitivos para asegurar el cumplimiento
generalizado de la normativa comunitaria.
2. Principio de primacía: Supone la aplicación prioritaria del Derecho comunitario sobre el nacional.

4
Las directivas obligan a todo Estado miembro destinatario en cuanto al resultado a alcanzar, dejando a las instancias nacionales la
competencia en cuanto a la forma y los medios.
Preguntas

1. Responda a las siguientes cuestiones:


1.1 ¿Existe algún principio constitucional que limite el déficit público? En caso afirmativo, señale cuál es el
contenido de dicho principio.

El principio constitucional que limita el déficit público es el principio de estabilidad presupuestaria establecido en el
artículo 135 CE. De esta manera, se trata de una plasmación del equilibrio presupuestario en la Hacienda Pública según la
teoría clásica, que consideraba las situaciones de déficit como excepcionales y el recurso al crédito como un instrumento
extraordinario.

El artículo 135 CE admite una situación de déficit pero dentro de los márgenes establecidos por la Unión Europea o del que
se fije mediante Ley Orgánica para la Administración Central y Comunidades autónomas

1.2. Explique cuáles son los orígenes de dicho principio.

El principio de estabilidad presupuestaria no está recogido en nuestra Constitución de 1978 de forma originaria, pero se ha
introducido en ella con la reforma en el 2011 del artículo 135. Esta medida nace del derecho comunitario con a partir del
Tratado de Maastricht y la creación de la Unión Económica y Monetaria, que dio lugar al Pacto de Estabilidad y Crecimiento
acordado en el Consejo de Ámsterdam (1997) y que fue incluido en el Tratado de la Unión y en el derecho derivado de el
mismo. Éste Pacto pretendía limitar el uso del déficit público como instrumento de política económica y mantenerlo en unos
límites comunes a todas las economías de los países firmantes. Por lo que, en virtud de esta reglas, los Estados debían
respetar un límite del Déficit anual y la deuda acumulada.

La crisis económica iniciada en 2008 ha dado lugar al aumento generalizado de los déficits de los países de la Unión, lo que
generó enormes dudas acerca de la estabilidad de los mismos. Para resolver esta problemática, se ha acentuó la presión en
torno a las medidas relacionadas con la estabilidad. En este sentido, se pretendió alcanzar, hasta el 2 de marzo de 2012, la
firma del Tratado fiscal (aún no ratificado), que incluye el acuerdo de incorporar la norma de equilibrio presupuestario en los
ordenamientos jurídicos de los estados miembros con normas de rango constitucional o equivalente.

España, antes de la firma del Tratado, aprobó, el 27 de septiembre de 2011, una reforma constitucional que dio una nueva
redacción al artículo 135 para incorporar al texto constitucional las reglas sobre estabilidad presupuestaria.

1.3. Relacione los títulos competenciales que, en su caso, habilitan al Estado para limitar el déficit de las entidades
territoriales y razone si el Consejo de Política Fiscal y Financiera de las CCAA tiene competencias a estos efectos.

La introducción del principio de estabilidad presupuestaria en nuestro ordenamiento jurídico arranca en el año 2001 con la
aprobación de dos leyes, la Ley 18/2001, de 12 de noviembre, de estabilidad presupuestaria, y la Ley Orgánica 5/2001, de
13 de diciembre, complementaria de la anterior. Ambas normas encuentran su fundamento político y jurídico en el Pacto de
Estabilidad y Crecimiento acordado en el Consejo de Ámsterdam en junio de 1997.

La idea central de dicho acuerdo supone la limitación del uso del déficit público como instrumento de política económica y su
contención a unos límites comunes a todas las economías de los países integrantes de la Unión Económica y Monetaria
(actualmente dichos límites son de un 60% de deuda y de un 3% de déficit).

Ambas normas fueron aprobadas por las Cortes Generales sobre la base competencial de la competencia exclusiva del
Estado atribuida por el artículo 149.1.11ª y 14ª de la Constitución, respecto al Sistema Monetario, la Hacienda General y la
Deuda del Estado, así como sobre la base competencial recogida en los artículos 149.1.13ª y 18ª, de la Constitución,
relativos a las bases y coordinación de la planificación económica general y las bases del régimen jurídico de las
Administraciones Públicas. El objetivo de estas dos normas era señalar una serie de límites de déficit y endeudamiento a
todas las Administraciones Públicas (Estado, Comunidades Autónomas y Entidades Locales), así como unos mecanismos
de control para asegurar su cumplimiento.

El fundamento de la competencia estatal para establecer estas medidas de política económica, relativas a la estabilidad
presupuestaria, sobre el resto de las Administraciones Públicas, ha sido también avalado por diferentes sentencias del
Tribunal Constitucional.

1.4 ¿Puede una Ley aprobada por las Cortes Generales limitar cuantitativamente el déficit de las Comunidades
Autónomas y de las Corporaciones Locales a la vista de la doctrina de la STC 134/2011?

El Gobierno puede limitar los presupuestos de los gobiernos autonómicos, así como los del resto de Administraciones
públicas. El Tribunal Constitucional (TC) ha dictaminado que el Gobierno puede imponer ‘límites presupuestarios’ en
materias concretas a las CCAA y que esta limitación no supone ningún menoscabo de la autonomía financiera de los
gobiernos autonómicos, ni una subordinación de las cuentas autonómicas, pero sí permite una revisión y control de las
mismas.

El Alto Tribunal ha desestimado, según se hizo público en su sentencia 134/2011, el recurso de inconstitucionalidad
interpuesto por el Parlamento autonómico de Cataluña, en 2002, contra algunos preceptos de la Ley General de Estabilidad
Presupuestaria (18/2001, de 12 de diciembre) y la Ley Orgánica complementaria (5/2001, de 13 de diciembre), al considerar
que vulneraban la autonomía política y financiera de la Generalitat.

La definición de estabilidad presupuestaria se configura como una “orientación de política general que el Estado puede
dictar”. Además, la autonomía financiera de las CCAA “no excluye la existencia de controles, incluso específicos” . El
Gobierno cumple así con lo establecido en el artículo 149.1.1 y artículo 149.1.13 de la Constitución, que establecen como
competencia exclusiva del Ejecutivo garantizar la igualdad entre los españoles y la coordinación de la ‘planificación general
de la actividad económica’.

Además, con base en el principio de coordinación delimitado por la LOFCA cabe, pues, justificar que el Estado acuerde
una medida unilateral con fuerza normativa general susceptible de incidir en las competencias autonómicas en materia
presupuestaria, siempre que aquélla tenga una relación directa con los mencionados objetivos de política económica.

Por lo tanto, es legítimo el establecimiento por parte del Gobierno de límites presupuestarios a los gobiernos
autonómicos, en materias concretas, porque esta limitación ‘encuentra su apoyo en la competencia estatal de dirección de
la actividad económica general, y su establecimiento está encaminado a la consecución de la estabilidad económica y la
gradual recuperación del equilibrio presupuestario’. Por lo tanto, el Gobierno puede tomar las medidas que considere
necesarias para, por ejemplo, limitar el déficit de las CCAA y controlar el despilfarro económico que se ha extendido por los
gobiernos autonómicos.

2. Varias Comunidades Autónomas, en los últimos años, han introducido impuestos propios medioambientales
dirigidos a gravar el daño medioambiental provocado por las grandes superficies comerciales, dada la gran
afluencia de público y coches que atrae este tipo de lugares. En particular, el impuesto aragonés, define su hecho
imponible como “el daño medioambiental causado por la utilización de instalaciones y elementos afectos a la
actividad y al tráficos desarrollados en los establecimientos comerciales que dispongan de una gran área de venta
y de aparcamiento para sus clientes y se encuentren ubicados en el territorio de la Comunidad Autónoma de
Aragón” (art 30 Ley de Medidas Fiscales y Administrativas en materia de tributos cedidos y tributos propios de la
Comunidad Autónoma de Aragón 13/2005). Su base imponible se calcula teniendo en cuenta la superficie total
(siempre que supere los 2000 metros cuadrados) de cada establecimiento comercial que disponga de un gran área
de venta. ¿Chocarían este tipo de impuestos propios con alguna de las limitaciones a las potestades tributarias de
las CCAA señaladas en el bloque de constitucionalidad?

Por último, pronúnciese sobre el reciente impuesto catalán sobre la provisión de contenidos por parte de
prestadores de servicios de comunicaciones electrónicas (BOE núm. 309 de 23 de diciembre de 2014). El artículo 3
de su ley reguladora describe como hecho imponible “la disponibilidad del servicio de acceso a contenidos
existente en redes de comunicación electrónicas mediante la contratación con un operador de servicios”, aunque a
continuación traslada la carga impositiva al operador, al que además se le prohíbe repercutir el impuesto al usuario
de la red. ¿Lo considera compatible con el bloque de constitucionalidad en atención a la jurisprudencia del TC?

(Consulte la STC 96/2013 de 23 de abril, FJ. 10-12)

LOS TRIBUTOS PROPIOS DE LAS CC.AA.

La Constitución de 1978 enumera los recursos de las Comunidades Autónomas en el art. 157 apartado 1. En particular, la
letra b) del citado precepto se refiere a “sus propios impuestos, tasas y contribuciones”. Los tributos propios son la
expresión más genuina de la autonomía financiera de las CCAA, a través de ellos las comunidades autónomas ejercen
plenamente sus competencias tributarias normativas, de aplicación y de obtención del producto. Ahora bien, como veremos
a continuación, la Constitución y la LOFCA incluyen limitaciones para su establecimiento.Los artículos 6 y 9 de la LOFCA
recogen los principios que las CCAA deben respetar en el establecimiento de sus propios impuestos. Entre ellos:

- Principio de territorialidad: No pueden gravarse elementos patrimoniales situados, rendimientos originados, ni


gastos realizados fuera del territorio de la respectiva CCAA. Tampoco pueden gravarse negocios, actos o hechos
celebrados o realizados fuera del territorio de la comunidad impositora, ni la transmisión o ejercicio de bienes,
derechos y obligaciones que no hayan nacido ni hubieran de cumplirse en dicho territorio o cuyo adquirente no
resida en el mismo.
- Principio de neutralidad o unidad de mercado: No pueden suponer obstáculo para la libre circulación de
personas, mercancías y servicios capitales ni afectar de manera efectiva a la fijación de residencia de las personas
o a la ubicación de empresas y capitales dentro del territorio español, ni comportar cargas a otras comunidades.

- Prohibición de equivalencia. En la redacción originaria del art. 6 de la LOFCA, los tributos establecidos por las
CCAA no podían recaer sobre “hechos imponibles” ya gravados por el Estado ni establecer y gestionar tributos
sobre “las materias” que la legislación de Régimen Local reservaba a las Corporaciones Locales, salvo en los
supuestos previstos por la Ley. Con esta redacción, el legislador estatal estableció un doble límite para las CCAA
con consecuencias jurídicas muy diferentes.

En relación con los tributos estatales, el art. 6.2 de la LOFCA prohíbe que las CCAA establezcan tributos cuyos hechos
imponibles ya se encuentren gravados por el Estado. Es decir, sitúa la prohibición en el plano del hecho imponible y por
tanto permite que una misma materia o fuente de riqueza pueda ser gravada por un tributo estatal y por otro de una CCAA.

Por el contrario, en relación con los tributos locales, la redacción originaria del art. 6.3 LOFCA situaba la prohibición en el
plano de la materia imponible, por lo que el ámbito de actuación de las CCAA resultaba más reducido.

La cuestión más conflictiva ha sido la interpretación que debía darse al término “materias reservadas” del citado art. 6.3
LOFCA, al objeto de determinar si la prohibición existente entre los tributos propios autonómicos y los locales recaía sobre el
hecho imponible o sobre el objeto o materia imponible.

Ante esta situación, a fin de clarificar el espacio de los tributos propios de las CCAA, en el Acuerdo del CPFF 6/2009, de 15
de julio se planteó la necesidad de revisar los límites existentes en la LOFCA para la creación de tributos propios de las
CCAA, aumentando su espacio fiscal y, así evitar los habituales conflictos constitucionales se acordó revisar el art. 6.3
LOFCA para que las reglas de incompatibilidad se refirieran al “hecho imponible” y no a la “materia imponible”,
estableciendo una delimitación similar a la que existe en relación con los tributos estatales.

De esta forma el legislador ha dado nueva redacción al art. 6.3 LOFCA a través de la LO 3/2009, de 18 de diciembre, con el
objeto de asimilar las reglas de incompatibilidad entre los tributos locales y autonómicos a la recogida en el art. 6.2 para los
tributos estatales y autonómicos.

El TC ha subrayado que antes de esta última reforma los tributos que establecían las CCAA no podían recaer “sobre
materias que la legislación de régimen local reserve a las Corporaciones Locales”, mientras que con la redacción vigente
éstos “no podrán recaer sobre hechos imponibles gravados por los tributos locales” y sobre la base de este nuevo parámetro
ha enjuiciado aquellos recursos pendientes de fallo y que se presentaron con anterioridad a la LO 3/2009, de 18 de
diciembre. Argumenta el Alto Tribunal que el bloque de constitucionalidad que ha de servir de canon de enjuiciamiento es la
norma existente en el momento de procederse a la resolución del recurso y sobre esta base ha declarado tributos
constitucionales, entre otros: El impuesto aragonés sobre el daño medioambiental causado por las grandes áreas de venta
(STC 96/2013, de 23 de abril de 2013).

Para determinar si se ha producido una duplicidad de hechos imponibles el Tribunal Constitucional toma el examen del
hecho imponible como punto de partida, pero analiza también el resto de elementos esenciales del tributo, con el objetivo de
determinar no sólo la riqueza gravada o materia imponible, sino también la manera en que dicha riqueza o fuente de
capacidad económica es sometida a gravamen en la estructura del tributo.

3. Algunas Comunidades autónomas han ido introduciendo en los últimos años un impuesto sobre depósitos en las
entidades de crédito, como es el caso de Extremadura (2001), Andalucía (2010), Canarias (2012), Cataluña (2012) y
Asturias (2012). El artículo 19 de la ley 16/2012 de 27 de diciembre introduce el impuesto estatal sobre depósitos en
las entidades de crédito, de contenido prácticamente idéntico a sus antecesores. ¿Considera compatible la
coexistencia de dichos impuestos? ¿Cuáles serían las consecuencias de la aprobación del impuesto estatal?
(Consulte la STC 102/2015 de 26 de mayo)

Como ya sabemos, en virtud del art. 133.2 CE las CCAA se encuentran legitimadas tanto para establecer tributos como para
exigirlos, siempre de acuerdo a la Constitución y a las leyes. Sin embargo, esta potestad tributaria se encuentra limitada.
Así, y como hemos visto antes las CCAA, en virtud del art. 6.2 LOFCA, no podrán crear o establecer tributos cuyos hechos
imponibles se encuentren gravados por el Estado. No obstante, el Estado si que puede reclamar para sí el derecho a
establecer tributos sobre hechos imponibles previamente “ocupados” por las CCAA, aunque compensando, en estos casos,
a las Comunidades afectadas (art. 6.2 LOFCA).

La prohibición de la doble imposición establecida en la Constitución y reflejada en el art. 6.2 LOFCA nos lleva a la
conclusión de que no es compatible la existencia de dichos impuestos en ambos niveles pues, al tener un contenido
prácticamente idéntico entendemos que sus hechos imponibles coinciden. Debemos aclarar en este punto que, lo que
queda prohibido expresamente por este artículo es la duplicidad de hechos imponibles, pero no la existencia de hechos
imponibles o tributos diferenciados sobre una misma materia o fuente de riqueza. En cualquier caso, y para determinar si
efectivamente se produce una duplicidad de hechos imponibles, el TC toma el examen del hecho imponible como punto de
partida, pero analiza también el resto de elementos esenciales del tributo, con el objetivo de determinar no sólo la riqueza
gravada o materia imponible, sino también la manera en que dicha riqueza o fuente de capacidad económica es sometida a
gravamen en la estructura del tributo.

Si finalmente se aprobara el impuesto estatal y se verificara que los hechos imponibles coinciden, se suprimirían los
impuestos autonómicos, y el Estado debería, según el art. 6.2 LOFCA, instrumentar medidas de compensación o de
coordinación para aquellos casos en los que el establecimiento del tributo estatal haya supuesto una merma de ingresos
para las CCAA, entendiendo aquí que las medidas de compensación se circunscribirán únicamente a los impuestos
autonómicos establecidos con anterioridad al 1 de diciembre de 2012, pues así lo dispone la Ley 16/2012, de 27 de
diciembre.

4. ¿Puede el Estado ceder a las Comunidades autónomas competencias sobre impuestos estatales?

El artículo 133.1 CE dispone lo siguiente: “La potestad originaria para establecer los tributos corresponde exclusivamente al
Estado, mediante ley”. El poder tributario del estado es así originario en su clasificación constitucional, por lo que legitima la
precedencia de este sobre el de las Comunidades Autónomas.

A su vez, el artículo 149.1.14.ª atribuye la competencia exclusiva al Estado de “Hacienda General”, que permite la
intervención del Estado en la regulación general de todo el sistema tributario.Por lo que a las Comunidades Autónomas se
refiere, el artículo 133.2 CE dice lo siguiente: “Las Comunidades Autónomas podrán establecer y exigir tributos de acuerdo a
la Constitución y a las Leyes”. Esta regla debe ser completada con las contenidas en el artículo 157.

Sobre la cesión de tributos, la LOFCA establece la posibilidad de que las Comunidades Autónomas ejerzan competencias
normativas sobre tributos cedidos, con algunas excepciones. El ejercicio de estas competencias normativas representa en la
actualidad la principal manifestación del poder tributario de las Comunidades Autónomas. La LOFCA establece los límites
dentro de los cuales se ejercerá esta competencia (artículo 19.2 LOFCA). La regulación de la cesión de tributos debe
realizarse mediante ley estatal.

Entre el elenco de recursos que integran la Hacienda de las CCAA la pieza central del sistema de financiación autonómica
son los tributos estatales cedidos (art. 157.1 a) CE). De acuerdo con el art. 10 de la LOFCA son tributos cedidos los
establecidos y regulados por el Estado, cuyo producto corresponde a la Comunidad Autónoma. La cesión será total si se
cede la recaudación correspondiente a la totalidad de los hechos imponibles contemplados en el tributo. La cesión será
parcial si se cede la de alguno de los mencionados hechos imponibles, o parte de la recaudación correspondiente. La cesión
también puede comprender competencias normativas en los términos que determine la Ley que regule la cesión.

5. Indique qué Comunidad Autónoma asume la competencia para gestionar y hacer suyo el rendimiento
correspondiente al IRPF del señor X, que cuenta con una vivienda permanente en Andalucía pero que se trasladó en
el ejercicio 2013, por un periodo de 7 meses, a la Comunidad de Madrid para cursar un Máster en la Universidad
Carlos III. Indique también, a efectos del Impuesto sobre Sucesiones y Donaciones, qué Comunidad autónoma
asume la competencia para gravar una donación hecha por el señor Y, residente en la Comunidad Valenciana, a su
amigo el señor Z, residente en Galicia, de un inmueble situado en la Comunidad Autónoma de Madrid. ¿Ofrece esta
regulación alguna oportunidad para la planificación fiscal?

El artículo 157.2 CE consagra el siguiente principio: “Las Comunidades Autónomas no podrán en ningún caso adoptar
medidas tributarias sobre bienes situados fuera de su territorio o que supongan obstáculo para la libre circulación de
mercancías o servicios”. Encontramos aquí limitaciones al poder tributario de las CCAA derivadas de los principios de
territorialidad y de unidad de mercado interno.

A este respecto, el principio de territorialidad, inherente a la propia condición del poder autonómico, y el de respeto a la
unidad del mercado interno. Este último se ve influenciado por el principio de libre circulación de mercancías y servicios
también en el contexto de la Unión Europea.

Criterios de sujeción territorial de las normas: Artículo 11 LGT (Ley 58/2003)

“Los tributos se aplicarán conforme a los criterios de residencia o territorialidad que establezca la ley en cada caso. En su
defecto, los tributos de carácter personal se exigirán conforme al criterio de residencia y los demás tributos conforme al
criterio de territorialidad que resulte más adecuado a la naturaleza del objeto gravado”

Por lo que, a la luz de este artículo parece que, en tanto que el IRPF y el IS son ambos tributos directos de carácter
personal, a falta de legislación específica, debemos utilizar el criterio de residencia. Debemos señalar que, en cualquier
caso, los criterios de residencia y territorialidad no se oponen puesto que la residencia no constituye más que una
manifestación de la territorialidad que posee un matiz subjetivo, puesto que la residencia se arrastra o se traslada a donde
vaya el sujeto.
Sin embargo, el artículo 11 LGT tiene un carácter superfluo puesto que no aporta nada en realidad porque el legislador es el
que determina finalmente con la creación del tributo, el cómo, el cuándo y el dónde de su tributación.

IRPF DEL SEÑOR X: Se considerará residente en la Comunidad de Madrid a aquellos que permanezcan en dicha
comunidad por un periodo superior a 183 días. Por lo que, en este caso, en tanto que supera esos 183 días, el Señor X
tributa conforme a la normativa vigente de la Comunidad de Madrid (sólo el rendimiento corresponde a la CCAA; la gestión
le corresponde a la Agencia Tributaria).

IMPUESTO SOBRE SUCECIONES Y DONACIONES: Según el art. 32 de la Ley 22/2009 el punto de conexión que
determinará la tributación en una determinada CCAA en el caso se donaciones será el lugar donde radiquen los bienes
inmuebles, es decir, en este caso se atiende a la territorialidad (no ocurre lo mismo con las adquisiciones mortis causa o las
donaciones del resto de bienes diferentes a los inmuebles). Se grava con la normativa vigente en el lugar en el que esté el
inmueble en cuestión, por lo que, en este caso, como el inmueble se encuentra en la Comunidad de Madrid, es ésta quien
asume la competencia para gravar dicha donación.

Las posibilidades de planificación fiscal en España son aún mayores si tenemos en cuenta la cesión de ciertos tributos a las
Comunidades Autónomas, lo cual implica que éstas tengan ciertas capacidades normativas que conllevan la existencia de
legislaciones diferentes entre las mismas. Estas diferentes legislaciones suponen de facto una competencia fiscal entre
comunidades, y por lo que al contribuyente se refiere cabe la posibilidad de que resulten definitivas a la hora de tomar
determinadas decisiones.

6. El Sr. Manzanero, padre de 3 hijos, falleció en Castellón el 13 de abril de 2010. Debido a sus trabajos cada uno de
los hijos vive en una ciudad, el hijo mayor, Juan, reside en Castellón, el pequeño, Manuel, reside en Madrid y el otro
en Valencia. El Sr. Manzanero a fin de evitar disputas entre los hijos había establecido en su testamento la misma
porción hereditaria para cada uno de los descendientes. Días más tarde del suceso, los hijos muy apenados
deciden reunirse en Castellón para presentar ante Hacienda la declaración-liquidación correspondiente a la
sucesión de su padre. El impuesto a liquidar por parte de los dos hijos residentes en la Comunidad Valenciana era
idéntico, beneficiándose ambos de la bonificación del 99% en conformidad con el art. 12 a) bis de la Ley de la
Comunidad Valenciana 13/1997. Por el contrario, Manuel, no pudo beneficiarse de la citada bonificación del 99%
porque su residencia habitual está en Madrid y dicha norma reserva su aplicación exclusivamente a los residentes
en la Comunidad Valenciana.

Teniendo en cuenta que el artículo 25 de la Ley 22/2009 y el artículo 11 LOFCA contemplan el Impuesto sobre
Sucesiones y Donaciones entre los tributos cedidos del Estado a las Comunidades Autónoma, ¿está justificada la
denegación de la bonificación a Manuel o por el contrario la liquidación practicada es errónea?
(Consulte la STC 60/2015, de 18 de marzo de 2015)

En la STC 60/2015, de 18 de marzo de 2015, nos encontramos ante una cuestión de inconstitucionalidad elevada por el TS
al TC respecto del art. 12 bis de la Ley de la Comunidad Valenciana 13/1997, de 23 de diciembre, por la que se regula el
tramo autonómico del IRPF y los restantes tributos cedidos entre los cuales, según el art. 25 de la Ley 22/2009 y el art. 11
LOFCA puede encontrarse y, de hecho se encuentra el ISD, en la redacción dada al mismo por el art. 16 de la Ley de la
Comunidad Valenciana 10/2006, de 26 de diciembre, más concretamente sobre su apartado a) que establece una
bonificación del 99 por 100 de la cuota tributaria del ISD para los residentes habituales de la Comunidad Valenciana.

Debemos acudir, y así lo hace el TC en su argumentación a los principios de igualdad ante la ley (art. 14 CE) y al de
igualdad ante la ley tributaria (art. 31.1 CE). Del primero de ellos se desprende el deber del legislador de dispensar un
mismo tratamiento a quienes se encuentren en situaciones jurídicas iguales a la vez que se prohíbe cualquier situación de
desigualdad no justificada objetiva y razonablemente. Por otro lado, el principio de igualdad tributaria ante la ley conlleva la
prohibición en la concesión de privilegios tributarios discriminatorios, es decir, de beneficios tributarios injustificados desde el
punto de vista constitucional que puedan constituir una quiebra del deber general de contribuir al sostenimiento de los
gastos del Estado. Por lo tanto, lo relevante aquí no es la existencia de una medida o norma diferente en el territorio
nacional, puesto que ésta podría encontrarse justificada, sino la existencia o no de dicha justificación y la proporcionalidad
de la medida, entendida como la adecuación razonable al fin legítimo constitucionalmente perseguido.

Pues bien, dado que nos encontramos ante situaciones iguales (pues es una misma herencia la que se reparte a varios hijos
en las mismas condiciones), para comprobar si se respeta efectivamente o no el principio de igualdad ante la ley tributaria
debemos determinar si existe una finalidad objetiva y razonable que legitime el trato desigual de estas situaciones iguales y
si las consecuencias jurídicas producidas por la disparidad son razonables existiendo, por tanto, una relación de
proporcionalidad entre el medio empleado y la finalidad perseguida.

En este caso, el TC señala que si bien el criterio de residencia puede ser un elemento diferenciador a la hora de tributar
siempre que tenga una justificación legítima, en este caso, no se encuentra justificado ni se cumplen los criterios de
proporcionalidad (la diferencia de trato no es proporcional al fin perseguido), por lo que considera que la diferencia de trato
es discriminatoria y, por tanto, inconstitucional. Así concluimos que, en base a la argumentación dada por el TC, la
liquidación practicada es errónea.

7. Ante la grave situación de escasez de recursos en sus municipios, ¿podría el Parlament de Cataluña crear un
impuesto local medioambiental a favor de los mismos?
(Consulte la STC 31/2010, FJ. 140).

Las Haciendas locales pueden establecer y exigir tributos de acuerdo con la Constitución y las leyes según el art. 133.2 CE,
de la misma manera que también pueden hacerlo las CCAA. Sin embargo, existe una gran diferencia entre unas y otras: las
CCAA disfrutan de potestad legislativa, mientras que Ayuntamientos y Diputaciones, en definitiva, los entes locales, carecen
de ella.

¿Cómo se entiende entonces que las Haciendas locales puedan establecer tributos si de acuerdo con el principio de
legalidad tributaria del art. 31.1 CE éstos únicamente podrán establecerse por ley y éstas carecen de esa potestad
legislativa? Pues bien, de los arts. 31.1, 133.1 y 2, y 149.1.14º CE se desprende la competencia exclusiva del Estado para
establecer las líneas básicas del sistema financiero local (STC 233/1999). Por lo que la creación de los tributos locales ha de
operarse necesariamente a través del legislador estatal, es decir, será el Estado quien regula los tributos propios de los
Entes Locales mediante el texto Refundido de la Ley reguladora de Haciendas Locales (es el Estado y no las CCAA quien, a
través de dicha ley, le da margen a las entidades locales para que establezcan tributos).

Se trata, en suma de una potestad exclusiva y excluyente del Estado que no permite la intervención autonómica en la
creación de los tributos de las entidades locales (lo que no significa que la Comunidad Autónoma no pueda ceder sus
tributos propios a las corporaciones locales de su territorio). Por lo tanto, el Parlament de Cataluña no podrá crear dicho
impuesto local medioambiental puesto que, como hemos expuesto, dicha competencia queda reservada exclusivamente al
Estado.

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