Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Apuntes realizados en base a los Tomos I y II del Manual de Derecho Civil, de las Fuentes
de las Obligaciones, del profesor Ramón Meza Barros, y complementados con los apuntes
de clases de los profesores Rodrigo de Alencar, Hernán Corral, Gianfranco Rosso,
Francisca Lira y Juan Andrés Orrego.
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Contenidos
I. Las Fuentes de las Obligaciones
1
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
2
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. Introducción
Las fuentes de las obligaciones son los hechos de que proceden, es decir, las causas que
las generan.
Una persona no puede quedar ligada a otra y verse compelida a realizar en su beneficio
una determinada prestación que limita o coarta su libertad sin una causa proporcionada a
este efecto.
Conforme al Art. 1437 CC, las obligaciones nacen, ya del concurso real de las voluntades
de dos o más personas, como en los contratos o convenciones; ya de un hecho voluntario
de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado y en todos
lo cuasicontratos; ya a consecuencia de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra
persona, como en los delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los
padres y los hijos de familia.
Tenemos así cinco fuentes de las obligaciones, que son los contratos, los cuasicontratos,
los delitos, los cuasidelitos y la ley.
Ahora bien, un sector de la doctrina agrega una sexta fuente de las obligaciones, que es
la declaración unilateral de voluntad.
2. El Contrato
El contrato es la fuente más fecunda de las obligaciones, y su importancia se revela en el
mismo articulado del Código, que le destina casi íntegramente un libro entero, mientras
que consagra dos breves títulos a los cuasicontratos y a los delitos y cuasidelitos.
De acuerdo con el Art. 1438 CC, “contrato o convención es un acto por el cual una
persona se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa (…)”.
La definición confunde los conceptos de contrato y convención, aunque la doctrina
distingue claramente entre ambos.
La convención es un acuerdo de voluntades sobre un objeto de interés jurídico, que puede
consistir en crear, modificar o extinguir derechos.
Por su parte, el contrato es una especie de convención, que tiene por objeto la creación de
derechos personales o créditos. En otras palabras, el contrato es la convención generadora
de obligaciones.
En el contrato intervienen dos partes, y como expresa el Art. 1438 CC, cada parte puede
ser una o muchas personas.
Una persona, por lo tanto, puede obligarse para con muchas, o muchas para con una sola,
y ser una o múltiples las obligaciones que el contrato genere.
La definición legal ha confundido lo que es el objeto del contrato con lo que constituye
el objeto de la obligación.
El objeto del contrato es la obligación u obligaciones que genera, mientras que el objeto
de la obligación puede consistir en dar, hacer o no hacer.
En otros términos, el contrato tiene por objeto crear obligaciones que, a su vez, pueden
tener por objeto una o más cosas que deben darse, hacerse o no hacerse.
Media entre el contrato y la obligación una relación de causa a efecto, siendo el contrato
la causa, y la obligación, su consecuencia.
3
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por otro lado, cabe destacar que el contrato sólo genera obligaciones, y no transfiere el
dominio, el cual se desplaza por la posterior tradición.
El contratante que promete dar una cosa no la enajena, sino que se obliga a enajenarla.
Aquel a quien se dirige la promesa es acreedor antes que adquirente, y tiene el derecho
de reclamar que se le transfiera el dominio. Sólo la tradición de la cosa, el pago de su
crédito, le convierte en propietario.
Los preceptos legales que rigen a los contratos están inspirados plenamente por el
principio de autonomía de la voluntad, siendo las partes contratantes libres de crear toda
suerte de relaciones contractuales.
La ley sólo interviene para sancionar el acuerdo de voluntades y encuadrarlo en el marco
de lo lícito.
Las disposiciones legales relativas a los contratos son, regularmente, supletorias de la
voluntad de los contratantes, y en tal sentido, en el silencio de los que contratan, el
legislador regula las situaciones no previstas de modo expreso, interpretando su presunta
voluntad.
Como en la generación del contrato intervienen dos voluntades, se habla de
consentimiento. El Código Civil no se ocupa de la manera en que se forma el
consentimiento, limitándose a señalarlo como requisito de todo contrato (Art. 1445 CC)
y a expresar los vicios de que puede adolecer (Arts. 1451 y ss. CC).
3. El Cuasicontrato
El Código no define expresamente lo que debe entenderse por cuasicontrato, pero de sus
Arts. 1437 y 2284 se desprende claramente un concepto de esta fuente de las
obligaciones.
El Art. 1437 CC habla de un hecho voluntario de la persona que se obliga, mientras que
el Art. 2284 CC añade que las obligaciones que se contraen sin convención pueden
originarse por el hecho voluntario de una de las partes, y si el hecho de que nacen es lícito,
constituye un cuasicontrato.
Así, podemos definir el cuasicontrato como un hecho voluntario, lícito y no convencional,
que produce obligaciones.
Conforme al Art. 2285 CC, hay tres principales cuasicontratos, que son la agencia
oficiosa, el pago de lo no debido y la comunidad, sin perjuicio de que, como indicamos
en el Tomo II, el cuasicontrato no es el único origen de la comunidad, y por lo tanto, no
toda comunidad constituye cuasicontrato.
Ahora bien, el Código contempla otros cuasicontratos, como por ejemplo, el Art. 2238
CC dispone que el depósito necesario de que se hace cargo un adulto que no tiene la libre
administración de sus bienes, pero que está en su sana razón, constituye un cuasicontrato
que obliga al depositario sin la autorización de su representante legal.
4
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La distinción entre delitos y cuasidelitos carece por completo de interés en materia civil,
lo cual se explica porque las consecuencias de ambos son idénticas, y la reparación del
daño, que es su consecuencia, se verifica tomando exclusivamente en cuenta la entidad
del perjuicio causado.
El delito y cuasidelito son, también, figuras de carácter penal, e importa distinguir el delito
y el cuasidelito civil del delito y cuasidelito penal.
El Art. 1° CP define el delito como toda acción u omisión voluntaria penada por la ley,
mientras que, conforme al Art. 2° CP, las acciones u omisiones que, cometidas con dolo
o malicia importarían un delito, constituyen cuasidelito si sólo hay culpa en el que las
comete.
De esta suerte, lo que singulariza al delito y al cuasidelito, en materia penal, es la
circunstancia de estar penados por la ley.
El Código Civil, entre tanto, señala una fórmula genérica, estableciendo que los delitos y
cuasidelitos son hechos ilícitos que causan daño, castigados con una pena única, que es
la indemnización de los perjuicios proporcionada al daño causado.
Dado que, por lo general, el daño acompaña al delito penal, los hechos delictuosos
constituyen a la vez, normalmente, un delito penal y un delito civil, pero el daño, que es
de la esencia en el delito civil, no lo es en el delito penal.
De esta diferencia de criterios resulta que no siempre los delitos y cuasidelitos penales
serán delitos o cuasidelitos civiles, y viceversa.
Son únicamente delitos penales aquellos que la ley penal castiga y que no causan un daño,
como la vagancia, la mendicidad, el delito frustrado y la tentativa de cometer un delito.
Por otro lado, son delitos civiles exclusivamente aquellos que, a pesar del daño que
causen, no tienen asignada una pena por la ley penal, como la ingratitud del donatario.
Son además sólo cuasidelitos civiles los daños causados culpablemente a las cosas, ya
que el Código Penal sólo castiga los cuasidelitos contra las personas.
5. La Ley
La ley es, en última instancia, la causa de todas las obligaciones, a lo menos mediata.
Pero, en el concepto del legislador, obligaciones legales son aquellas que tienen en la ley
su fuente única, directa o inmediata.
Son obligaciones legales, conforme al Art. 578 CC, las que tienen como causa “la sola
disposición de la ley”.
Tales son, de acuerdo con el Art. 1437 CC, las obligaciones “entre los padres y los hijos
de familia”, entre cónyuges, las que resultan de la vecindad de los predios, etc.
5
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En estos casos, una persona resulta obligada por su propia voluntad de obligarse, sin que
intervenga la voluntad de la persona en cuyo beneficio se contrae la obligación.
La aceptación del beneficiario es indispensable para que nazca su derecho de crédito,
porque a nadie es posible imponer un derecho contra su voluntad, pero no sería necesaria
la aceptación para la formación de la obligación.
No hablamos en estos casos de un cuasicontrato, dado que en estos últimos, la obligación
no nace de la voluntad de la persona, quien no ha tenido la intención de obligarse.
Otro caso que podemos encontrar en el Código Civil está en su Art. 632, para el caso en
que el dueño de una cosa, al parecer perdida, ofrece una recompensa por su hallazgo,
estando obligado a cumplir su promesa.
7. Plan de Estudios
Dedicaremos este Tomo y el Tomo V al estudio de las Fuentes de las Obligaciones,
dedicando el presente a la Teoría General del Contrato y a los Contratos Consensuales y
Solemnes, mientras que, en el Tomo V, estudiaremos los Contratos Reales, Aleatorios y
Accesorios o de Garantía, los Cuasicontratos y la Responsabilidad Extracontractual, que
es aquella que nace de los Delitos y Cuasidelitos.
En cuanto a la ley y la declaración de voluntad como fuentes de las obligaciones, no las
estudiaremos de forma específica, puesto que podemos encontrarlas de forma diseminada
entre las demás materias estudiadas.
6
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Contenidos
I. Teoría General del Contrato
7
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
8
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. Aspectos Generales
Como hemos dicho en anteriores ocasiones, el acto jurídico puede resultar de la
manifestación de una sola voluntad o de un acuerdo de voluntades, y en este último caso,
se denomina convención.
La convención, por lo tanto, es una declaración bilateral de voluntad, tendiente a producir
determinadas consecuencias jurídicas.
Pero nos concentramos ahora en una clase específica de convención, que es aquella que
tiene por objeto la creación de obligaciones, y que se denomina tradicionalmente como
contrato.
El contrato es, por lo tanto, la convención creadora de obligaciones, y es tal el sentido que
le otorga el Art. 1438 CC al definirlo como el acto por el cual una parte se obliga para
con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa.
La definición legal confunde los conceptos de contrato y convención, pero la doctrina
distingue claramente entre ambos, siendo la convención el género y el contrato la especie.
Según dispone el Art. 1445 CC, para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad, es necesario que sea legalmente capaz, que consienta en dicho
acto o declaración y que su consentimiento no adolezca de vicios, que recaiga sobre un
objeto lícito, y que tenga una causa lícita.
En los contratos solemnes, otra condición es indispensable, y es que el contrato cumpla
con la observancia de las formas prescritas por la ley.
La disposición legal citada ha omitido este requisito porque ha señalado las condiciones
generales que debe reunir todo contrato, y porque la observancia de las solemnidades
legales se confunde con el consentimiento.
En los contratos solemnes, el consentimiento de las partes se manifiesta o exterioriza a
través del cumplimiento de las formalidades legales.
Dentro de estas ideas preliminares en torno al contrato, debemos también tener presente
que el Art. 1444 CC establece que, en todo contrato, distinguimos cosas que son de su
esencia, de su naturaleza y accidentales:
• Elementos o Cosas Esenciales
Los elementos o cosas esenciales son aquellos sin los cuales el acto no produce
efecto alguno, o degenera en uno distinto.
Los elementos de la esencia pueden ser generales o comunes a todo acto jurídico,
como son la voluntad, el objeto y la causa, como también pueden ser especiales o
particulares para un determinado acto jurídico, como son la cosa y el precio en el
contrato de compraventa, por ejemplo.
9
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Ahora bien, existen ciertos contratos que generan obligaciones para una sola de las partes,
pero en los cuales, por circunstancias posteriores a su celebración, nacen también
obligaciones para la parte que inicialmente no contrajo ninguna.
Así ocurre en el comodato, en la prenda o en el depósito, contratos en los cuales, al
momento de perfeccionarse el contrato, se obligan únicamente el comodatario, el
acreedor prendario y el depositario, sustancialmente, a restituir la cosa que les ha sido
entregada.
En estos contratos, sin embargo, y a posteriori, pueden resultar obligados el comodante,
el deudor prendario y el depositante, especialmente a reembolsar los gastos que haya
ocasionado la conservación de la cosa (Arts. 2191, 2235 y 2396 CC).
10
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por otra parte, la doctrina agrega también a esta clasificación los llamados contratos
plurilaterales, que son aquellos que provienen de la manifestación de voluntad de más
de dos partes, como ocurre generalmente con el contrato de sociedad.
En la práctica, entre contrato bilateral y plurilateral no hay diferencia cualitativa o de
fondo, sino sólo cuantitativa, por lo que el contrato plurilateral, sin perjuicio de ciertos
rasgos distintivos, sería una especie de contrato bilateral.
De lo dicho resulta que los contratos bilaterales son siempre onerosos, ya que, al obligarse
ambas partes, las dos reportan un beneficio y soportan el gravamen que significa la
obligación recíproca.
Los contratos unilaterales son generalmente gratuitos. En el comodato, por ejemplo, la
gratuidad es de la esencia del contrato. Pero el contrato unilateral puede ser también
oneroso, como sucede con el mutuo a interés.
La clasificación ofrece considerable importancia práctica, sobre todo por los siguientes
aspectos:
• Importa la distinción para determinar el grado de culpa de que responde el deudor.
En los contratos onerosos, puesto que ambas partes obtienen mutuo beneficio, el
deudor responde de la culpa leve.
En los contratos gratuitos, responderá de la culpa grave o levísima, según si la
gratuidad cede en provecho del acreedor (depósito) o del deudor (comodato);
• Es relevante también porque determina las condiciones en que el contrato es
atacable por la acción pauliana, ya que para que sean revocables los actos gratuitos
ejecutados por el deudor en perjuicio de los acreedores, basta la mala fe del
deudor, mientras que los actos onerosos son revocables a condición de que estén
de mala fe el otorgante y el adquirente, esto es, que ambos conozcan el mal estado
de los negocios del deudor (Art. 2468 CC).
11
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En el contrato conmutativo, el beneficio que cada parte persigue se mira como equivalente
al gravamen que soporta, por lo que las partes están en situación de apreciar de inmediato
la ventaja o la pérdida que el contrato les acarrea.
El arrendamiento, por ejemplo, es un contrato conmutativo, ya que la obligación de pagar
el precio que pesa sobre el arrendatario se considera como equivalente a la que el
arrendador contrae de procurar el goce de la cosa arrendada, y las partes pueden apreciar,
desde que el contrato se celebra, sus mutuos beneficios y sacrificios.
12
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La regla general es que los contratos sean consensuales, esto es, que se perfeccionen por
el solo acuerdo de voluntades, con prescindencia de todo otro requisito de forma.
El otorgamiento de un instrumento que constate el acuerdo de voluntades puede tener
importancia desde el punto de vista de la prueba, ya que la falta de un acto escrito, en
caso de discusión, dificultará ciertamente la prueba, pero no obsta a que el contrato se
encuentre perfecto.
Para el perfeccionamiento del contrato consensual, es indiferente que se hayan puesto en
ejecución las obligaciones resultantes, por lo que una compraventa será perfecta aunque
el comprador no haya pagado el precio, o aunque el vendedor no haya entregado la cosa.
En los contratos reales tampoco es suficiente el solo consentimiento de las partes, siendo
necesaria, además, la tradición o entrega de la cosa que es objeto del contrato.
La existencia de esta clase de contratos está subordinada al cumplimiento de una
prestación previa de parte del futuro acreedor, y puesto que consiste en la entrega de una
cosa, se les denomina reales.
A esta categoría de contratos pertenecen el comodato, el depósito, el mutuo y la prenda
común, por ejemplo.
13
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Toma importancia para este tipo de contratos lo dispuesto por el Art. 1566 Inc. 2° CC,
conforme al cual, las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o dictadas por una
sola de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretan en su contra, siempre que la
ambigüedad provenga de la falta de una explicación que haya debido darse por ella.
De esta forma, ante la duda interpretativa por la ambigüedad de la cláusula, debe
interpretarse en contra de la parte que la extendió si se somete a una revisión judicial
posterior, y ello para evitar la estipulación de cláusulas abusivas.
Cabe señalar que los contratos de adhesión se han visto fuertemente regulados en materia
de protección de los consumidores, y en tal contexto, el Art. 1° N°6 de la Ley N°19.496
los define como aquellos cuyas cláusulas han sido propuestas unilateralmente por el
proveedor, sin que el consumidor, para celebrarlo, pueda alterar su contenido.
El párrafo 4° del Título II de la referida ley contempla normas de equidad en las
estipulaciones y en el cumplimiento de los contratos de adhesión, y en este sentido, su
Art. 16 señala que, en los contratos de adhesión, no producirán efecto alguno las cláusulas
o estipulaciones que:
• Otorguen a una de las partes la facultad de dejar sin efecto o modificar a su solo
arbitrio el contrato o de suspender unilateralmente su ejecución, salvo cuando ella
se conceda al comprador en las modalidades de venta por correo, a domicilio, por
muestrario, usando medios audiovisuales, u otras análogas, y sin perjuicio de las
excepciones que las leyes contemplen;
• Establezcan incrementos de precio por servicios, accesorios, financiamiento o
recargos, salvo que dichos incrementos correspondan a prestaciones adicionales
que sean susceptibles de ser aceptadas o rechazadas en cada caso y estén
consignadas por separado en forma específica;
• Pongan de cargo del consumidor los efectos de deficiencias, omisiones o errores
administrativos, cuando ellos no le sean imputables;
• Inviertan la carga de la prueba en perjuicio del consumidor;
• Contengan limitaciones absolutas de responsabilidad frente al consumidor que
puedan privar a éste de su derecho a resarcimiento frente a deficiencias que
afecten la utilidad o finalidad esencial del producto o servicio;
• Incluyan espacios en blanco, que no hayan sido llenados o inutilizados antes de
que se suscriba el contrato;
• En contra de las exigencias de la buena fe, atendiendo para estos efectos a
parámetros objetivos, causen en perjuicio del consumidor, un desequilibrio
importante en los derechos y obligaciones que para las partes se deriven del
contrato.
Para ello se atenderá a la finalidad del contrato y a las disposiciones especiales o
generales que lo rigen. Se presumirá que dichas cláusulas se encuentran ajustadas
a exigencias de la buena fe, si los contratos a que pertenecen han sido revisados y
autorizados por un órgano administrativo en ejecución de sus facultades legales.
14
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
3. Categorías Contractuales
Las categorías contractuales son ciertas figuras que pueden presentarse en todo tipo de
contrato, sin importar su clase, pero que a pesar de tener un carácter genérico, afectan o
alteran algunos de los principios generales de la contratación, o inciden en ellos.
A) El Contrato Dirigido
El contrato dirigido es una especie de contrato de adhesión, en que el proponente de las
cláusulas es el Estado.
15
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Usualmente, las normas legales relativas a los contratos son supletorias de la voluntad de
las partes, aplicándose en silencio de los contratantes, pero en los contratos dirigidos, las
normas legales asumen un carácter imperativo, por lo que las partes no pueden alterarlas,
sean materia de contenido o de efectos de la convención, así como de las personas con las
que se celebra el contrato.
El fenómeno del contrato dirigido se inicia a comienzos del Siglo XX, especialmente en
el ámbito del Derecho Laboral, introduciéndose paulatinamente por el legislador una serie
de derechos irrenunciables para el trabajador, que las partes, por ende, no pueden excluir
de los contratos individuales de trabajo.
El legislador ha reaccionado ante los contratos de adhesión, creando esta categoría de
contratos con el objeto de proteger a la parte más vulnerable en la convención.
B) El Contrato Forzoso
Los contratos forzosos son aquellos que el legislador obliga a celebrar o a dar por
celebrados.
Ocurre con el contrato forzoso algo similar a lo que acontece con el contrato de adhesión,
y es que ambos son el resultado de la masificación de los vínculos contractuales,
fenómeno creciente a partir de la segunda mitad del Siglo XX.
16
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
C) El Contrato Tipo
El contrato tipo es un acuerdo de voluntades en cuya virtud las partes predisponen las
cláusulas de futuros contratos, o las condiciones generales de la contratación.
Al celebrar el contrato tipo, se adopta por los contratantes un formulario o modelo,
destinado a ser reproducido sin alteraciones importantes en diversos casos posteriores que
equivalen, cada uno, a un contrato previamente redactado.
Los contratos tipo son de gran utilidad, especialmente para numerosas figuras jurídicas
estandarizadas, aunque la doctrina advierte también sus peligros, ya que suelen ser, al
igual que acontece en los contratos de adhesión, el instrumento que emplean las empresas
para imponer cláusulas abusivas a los consumidores.
En lugar de fijar un modelo equitativo de contrato futuro, el contrato tipo con frecuencia
se celebra para beneficio exclusivo de quienes predisponen las condiciones de la
contratación.
D) El Contrato-Ley
En virtud del mecanismo de los contratos leyes, el Estado garantiza que, en el futuro, no
modificará ni derogará ciertas franquicias contractuales vigentes.
La ley puede dictarse antes o después del contrato.
En el primer caso, la ley autoriza de un modo general la conclusión de un determinado
contrato, cuyos beneficios o efectos no serán susceptibles de modificación ulterior,
mientras que en el segundo caso, la administración celebra el convenio respectivo con el
beneficiado, y después una ley lo aprueba.
Esta clase de contratos suele estar asociada a garantizar a los inversionistas nacionales o
extranjeros la estabilidad de ciertas normas que regulan una actividad económica, con el
objeto de impedir un cambio sustancial en las reglas que afecte la expectativa de
utilidades considerada por dichos inversionistas.
Un ejemplo de contrato-ley está en la Ley N°18.392 de 1985, que estableció por 25 años
un régimen de franquicias tributarias y aduaneras en favor de las empresas que se
instalaren físicamente en la 12ª Región.
Hoy en día, es derecho vigente en Chile que los créditos derivados de los contratos
ordinarios son intangibles.
El legislador carece de atribuciones para modificar los contratos en curso, pues existe
propiedad sobre los derechos personales nacidos del contrato, y nadie puede, en caso
alguno, ser privado de su propiedad, sino en virtud de una ley de expropiación que
indemnice al afectado.
17
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En efecto, el Art. 19 N°24 CPR establece que se asegura a todas las personas el derecho
de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes corporales o
incorporales.
Si una ley, que no fuese de expropiación, modificara o privara a un acreedor de sus
derechos personales emanados de un contrato en curso, dicha ley será inconstitucional,
pues violaría la garantía del derecho de propiedad.
Por ende, y con mayor razón, no podría el legislador alterar las regalías o franquicias
obtenidas por los particulares en virtud de un contrato-ley.
E) El Subcontrato
El subcontrato es un contrato derivado y dependiente de otro contrato previo y de la
misma naturaleza, y en el cual, una parte transfiere a otra, por vía de sucesión constitutiva,
derechos u obligaciones que han nacido para ella de una relación contractual previa, sin
que esta última relación se extinga.
El subcontrato está contemplado en diversas materias, tales como el subarrendamiento,
la delegación del mandato, o la construcción por suma alzada, por ejemplo.
Para existir como subcontrato propiamente tal, se debe cumplir con ciertos requisitos:
• Los derechos y obligaciones que se transfieren deben emanar de un contrato
vigente;
• El contrato base no puede ser un título traslaticio de dominio, ya que si la cosa
ingresa al patrimonio del subcontratante, éste podría celebrar otro acto jurídico
respecto de ella;
• No debe existir una prohibición legal o convencional de subcontratar;
• No puede tener lugar en contratos de garantía, ya que la multiplicación de los
vínculos puede poner en peligro la seguridad y garantía del crédito del primer
acreedor;
• El contrato base no puede atribuir más que la facultad de goce de un objeto.
F) El Autocontrato
El autocontrato es el acto jurídico que un sujeto celebra consigo mismo, no siendo
necesaria la intervención de otra persona. En ellos, la actividad y declaración de una sola
parte, en dos distintas calidades, basta para entender el contrato como celebrado.
18
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Eugenio Gaete considera que, debido a la realidad virtual en que se desarrolla, el contrato
electrónico produce importantes cambios, sea en torno a las formas documentales como
en cuanto a su contenido mismo, y en relación a los elementos del contrato.
El mismo autor plantea que la forma electrónica altera los siguientes elementos:
• La formación del consentimiento, en cuanto a las etapas de oferta y aceptación,
además del momento y lugar de su formación;
• Desaparece la unidad espacio-temporal propia de la expresión de consentimiento
contractual;
• Se generan cambios en torno a la prueba, especialmente en cuanto a las fuentes y
medios de prueba, así como en la tasación que varía como consecuencia de la
introducción de los contratos electrónicos;
• En materia de asunción de riesgos, por el dinamismo propio de la contratación
electrónica, se producen riesgos que pueden ser involuntarios, provocados por
disfunciones en el sistema de información, o bien voluntarios, originados en actos
culposos o dolosos, y destinados a causar alteraciones en los programas o
disfunciones en los mismos, o en los equipos.
Cuando la ley exige al contrato la forma escrita, se entiende satisfecho este requisito
cuando se contenga en un soporte electrónico.
19
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a la prueba de los contratos celebrados por vía electrónica, se sujeta a las reglas
generales del ordenamiento jurídico y, en su caso, a lo establecido en la legislación sobre
firma electrónica.
El soporte electrónico en que conste un contrato es admisible en juicio como prueba
documental.
Por otro lado, las partes pueden pactar la intervención de un tercero de confianza que
archive las declaraciones de voluntad que integran los contratos electrónicos.
Dado que, usualmente, estos contratos son celebrados entre personas que se encuentran
en distintos países, es necesario atenerse a las normas del Derecho Internacional Privado
para determinar la legislación aplicable.
5. La Autonomía de la Voluntad
El Código consagra el principio de la autonomía de la voluntad, dado que las partes son
libres de señalar las proyecciones del contrato, su duración y, en general, sus efectos.
El legislador sanciona el acuerdo de voluntades reputándolo una ley para los contratantes,
por lo que la libertad de contratación no tiene más limitaciones, en general, que las que
imponen las leyes en defensa de las buenas costumbres y del orden público.
Esta tendencia, que atribuye a la voluntad un vasto poder creador de relaciones jurídicas,
se refleja en múltiples aspectos:
• Los particulares pueden celebrar toda clase de contratos, aunque no sean de
aquellos que la ley ha regulado especialmente, esto es, de contratos innominados;
• Los contratos son generalmente consensuales, por lo que el solo acuerdo de
voluntades es suficiente para que se perfeccionen, independientemente de la
observancia de formas externas;
• Las partes pueden hacer solemnes aquellos contratos que son naturalmente
consensuales, y revestirlos de las solemnidades que juzguen convenientes (Arts.
1802 y 1921 CC);
• En la interpretación de los contratos debe atenderse, en primer término, a la
intención o espíritu de los contratantes.
En suma, las disposiciones legales que rigen los contratos son regularmente supletorias
de la voluntad de las partes, y pretenden interpretar esta voluntad que no ha llegado a
manifestarse.
20
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Todo lo anterior produce que la estabilidad del contrato tienda a hacerse más precaria.
El concepto de la lesión adquiere un desarrollo creciente y de causal que justifica la
invalidación de muy contados actos jurídicos, y tiende a convertirse en una causal capaz
de invalidar toda relación jurídica que ocasione a una de las partes un grave daño
pecuniario.
La teoría de la imprevisión plantea la posibilidad de que los tribunales puedan alterar o
modificar las condiciones de un contrato cuando circunstancias posteriores a su
celebración, imprevistas e imprevisibles, hacen variar las circunstancias vigentes al
tiempo de su celebración y originan un grave desequilibrio en las prestaciones de las
partes.
6. El Consensualismo Contractual
Para ser consecuentes con el dogma de la autonomía de la voluntad, ha debido afirmarse
la vigencia del principio del consensualismo contractual, que plantea que los contratos
quedarían perfectos por la sola manifestación de las voluntades de las partes, lo cual ha
surgido en tiempos modernos con la caída paulatina del formalismo.
Esto no significa que no existan contratos en que la ley exija la presencia de formalidades,
pero los contratos consensuales son claramente la regla general en nuestro ordenamiento
jurídico, por lo que es de gran aplicación este principio.
Lógicamente, se exceptúan a este principio los contratos solemnes y reales, dado que
requieren algo más que la voluntad de las partes para considerarse perfectos.
21
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
7. La Libertad Contractual
La libertad contractual comprende la libertad de conclusión y de configuración interna de
los contratos.
En base a la libertad de conclusión, las partes son libres de contratar o no contratar, y en
caso afirmativo, para escoger con quién contratar.
En base a la libertad de configuración interna, por otro lado, las partes pueden fijar las
cláusulas o contenido del contrato de la forma que mejor les parezca.
Además, el respeto a esta ley creada por la voluntad de los contratantes se impone a los
jueces encargados de interpretarla, y ellos no pueden modificar los términos de la
convención ni cambiar sus elementos, como no podrían cambiar el texto de la ley, cuyo
cumplimiento tienen por misión asegurar.
Como consecuencia de esto último, cuando una ley nueva, dictada después de la
celebración del contrato, modifica una disposición jurídica que las partes han adoptado
como regla de su vínculo contractual, el juez no debe aplicar la ley nueva al contrato
anteriormente celebrado, ya que al hacerlo, modificaría los términos del acuerdo
celebrado entre los interesados, y conforme al Art. 22 de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes, operaría la ultra actividad de la ley.
Además, el juez encargado de interpretar los términos de una convención debe inspirarse,
ante todo, en la voluntad de las partes para determinar su sentido exacto.
22
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Como señala el Art. 1438 CC, una parte puede estar conformada por una o más personas,
que articulan un solo centro de interés.
Generalmente, se llama autor a la persona que genera, al manifestar su voluntad, un acto
jurídico unilateral, mientras que se reserva la expresión parte a los que concurren para
que se perfeccione un acto jurídico bilateral.
Precisando aún más los conceptos, se habla de partes o de autor para referirse a quienes
generan con su voluntad el acto jurídico, siendo este el elemento decisivo para que tal
hecho acontezca.
23
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Los terceros relativos, por otra parte, son aquellos que, en principio, no se ven afectados
por el contrato, pero que en ciertas circunstancias pueden llegar a verse afectados.
24
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Pero esta y otras análogas no constituyen propiamente una excepción al principio general,
en el sentido de que los efectos del contrato alcanzan a terceros porque así lo hayan
querido las partes.
El contrato colectivo de trabajo, en cambio, constituye una excepción, ya que se celebra
con el propósito deliberado de crear derechos y obligaciones para terceros.
Otras excepciones típicas son los convenios de reorganización o de renegociación en el
marco de la Ley N°20.720, y de los acuerdos de mayoría adoptados por las asambleas de
copropietarios de edificios.
En estas hipótesis, surgen derechos y obligaciones para quienes no concurren a celebrar
la convención colectiva o incluso para quienes votan en contra.
La estipulación a favor de otro requiere que el tercero beneficiario sea realmente extraño
a la convención de que nace su derecho.
Por esto, resulta indispensable que el estipulante no tenga derecho para representar al
tercero, y en tal sentido, si la persona que estipula a favor de otra es su mandatario o
25
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Pero no basta con que el estipulante no tenga derecho para representar al tercero, siendo
necesario además que obre a su propio nombre.
En caso de obrar sin poder, pero a nombre del tercero, el estipulante será un agente
oficioso, ya que jurídicamente no estipula para otro, sino a nombre de otro.
Se aplicarán, entonces, las reglas de la agencia oficiosa, por lo que, mientras el tercero no
ratifique, no se convertirá en acreedor, y desde que ratifique, dejará de ser un tercero, y
el acto se reputará ejecutado por él, porque el estipulante se considerará retroactivamente
como su mandatario.
De acuerdo con el Art. 1449 CC, mientras no intervenga la aceptación del tercero, es
revocable el contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él.
La disposición deja en claro que la revocación es el resultado de un acuerdo de
voluntades, y no un acto unilateral del estipulante, por lo que, más bien, se trata de una
resciliación.
26
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
27
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 1536 CC, si se promete por otra persona, imponiéndose una pena para
el caso de no cumplirse lo prometido, valdrá la pena, aunque la obligación principal no
tenga efecto por falta del consentimiento de dicha persona.
La disposición es defectuosa, ya que sugiere que es eficaz la pena sin que haya una
obligación principal. A lo que realmente se refiere es que, si bien la obligación del tercero
no llega a formarse por falta de su consentimiento, la obligación del promitente existe, y
si no obtiene que el tercero dé, haga o no haga lo prometido, infringirá su obligación y
deberá indemnizar perjuicios, los cuales pueden ser avaluados por medio de una cláusula
penal.
28
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
D) La Teoría de la Inoponibilidad
1) Aspectos Generales
La inoponibilidad es la ineficacia, respecto de un tercero, de un derecho nacido como
consecuencia de la celebración de un acto jurídico o de la declaración de nulidad del
mismo.
La inoponibilidad no está tratada de forma sistemática por el Código Civil, sin perjuicio
de que es reconocida como una forma de ineficacia jurídica, y ha sido desarrollada
conceptualmente por la doctrina y la jurisprudencia.
Algunos autores consideran que los únicos terceros que pueden beneficiarse de la
inoponibilidad son los terceros relativos, aunque esto no siempre es así, ya que,
excepcionalmente, los terceros absolutos a un acto jurídico pueden alegar la
inoponibilidad, como ocurre en los casos de inoponibilidad por falta de concurrencia o
consentimiento, que estudiaremos a continuación.
Por otro lado, lo normal es que se haga valer la inoponibilidad como excepción, pero es
posible que se deduzca como acción en ciertos casos, como sucede con la acción pauliana.
La doctrina agrupa los distintos casos de inoponibilidad según sean de forma o fondo
como pasamos a analizar.
2) Inoponibilidades de Forma
Las inoponibilidades de forma son aquellas que se basan en la omisión de ciertas
formalidades exigidas para que los efectos del acto jurídico puedan hacerse valer frente a
terceros, y son las siguientes:
• Inoponibilidades por Omisión de Formas o Medidas de Publicidad
Las formas o medidas de publicidad tienen por objeto proteger a los terceros que
pueden verse alcanzados por los efectos del acto jurídico. Por lo mismo, la
omisión de estas formalidades generan que los efectos del acto no puedan hacerse
valer frente a terceros, y existen varios de estos casos en el Código Civil, como
por ejemplo:
o Conforme al Art. 1902, la cesión de un crédito personal no produce
efectos contra el deudor ni contra terceros mientras no sea notificada por
el cesionario al deudor, o aceptada por éste;
o En virtud del Art. 2513, la sentencia judicial que declara la prescripción
hace las veces de escritura pública para la propiedad de bienes raíces, pero
no vale contra terceros sin la competente inscripción;
o Según dispone el Art. 1707, las escrituras privadas hechas por los
contratantes para alterar lo pactado en escrituras públicas, no producen
efectos contra terceros.
29
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
3) Inoponibilidades de Fondo
Las inoponibilidades de fondo son aquellas que se basan en los efectos de un acto que
afectan injustamente los derechos de terceros.
Tales inoponibilidades son:
• Inoponibilidades por Falta de Concurrencia o Consentimiento
Hablamos aquí de casos en que el acto o contrato no puede hacerse valer en contra
de las personas que no han concurrido como partes a su celebración, como ocurre,
por ejemplo, en los siguientes casos:
o Conforme al Art. 1815 CC, la venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de
los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el
lapso del tiempo;
o Según dispone el Art. 1490 CC, si el que debe una cosa mueble a plazo o
bajo condición suspensiva o resolutoria, la enajena, no habrá derecho de
reivindicarla contra terceros poseedores de buena fe.
Como decíamos anteriormente, no sólo los terceros relativos pueden oponer este
tipo de inoponibilidad, sino también los terceros absolutos.
30
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por regla general, en aquellos casos en que la inoponibilidad debe alegarse por vía de
acción, no debe deducirse una acción de inoponibilidad, sino que la inoponibilidad será
el fundamento de la acción que en cada caso corresponda, como la reivindicatoria, la
pauliana, la revocatoria concursal, la de reforma de testamento, etc.
Pero en algunos casos, sí debe interponerse una acción de inoponibilidad, como ocurre
con el usufructo alimenticio constituido en perjuicio de un acreedor hipotecario.
6) Efectos de la Inoponibilidad
Los efectos de la inoponibilidad se traducen en que el acto o la sentencia de nulidad no
pueden perjudicar a terceros, pero sí aprovecharlos.
Sin embargo, nada impide que el tercero renuncie a la inoponibilidad, si tiene interés en
aprovecharse de los efectos del acto o de la nulidad del mismo.
7) Extinción de la Inoponibilidad
La inoponibilidad puede extinguirse por diversas causas.
En primer lugar, la inoponibilidad de forma se extingue por el cumplimiento de las
formalidades omitidas, cuando ello sea posible.
31
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
También puede extinguirse la inoponibilidad por la renuncia del tercero, ya que mira a su
interés personal (Art. 12 CC).
En fin, la inoponibilidad se extinguirá por prescripción en todos aquellos casos en que
deba hacerse valer como acción, ya que las excepciones son generalmente
imprescriptibles y, en consecuencia, no se extinguirá por la prescripción la inoponibilidad
que deba hacerse valer de este modo.
8) Inoponibilidad y Nulidad
Podemos mencionar varias diferencias entre la inoponibilidad y la nulidad, como son, por
ejemplo:
• La nulidad ataca la validez del acto mismo, privándolo de eficacia tanto respecto
de las partes como de los terceros, mientras que la inoponibilidad sólo se dirige a
privar de efectos al acto respecto de terceros de buena fe;
• La nulidad es una sanción de orden público, por lo que no puede renunciarse
anticipadamente, mientras que la inoponibilidad sí puede renunciarse, siendo una
sanción de orden privado, establecida a favor de los terceros de buena fe;
• Si la nulidad absoluta aparece de manifiesto en el acto o contrato, puede y debe
ser declarada de oficio por el juez, mientras que la inoponibilidad nunca puede ser
declarada de oficio.
La buena fe contractual tiene como natural corolario que el contrato no sólo obliga a
aquello que fue materia de una expresa estipulación, ya que, sin que sea necesario un
expreso acuerdo de voluntades, se entienden incorporadas al contrato las cosas que son
de su naturaleza, aquellas que la ley indica supliendo el silencio de los contratantes, y las
que la costumbre considera inherentes a la clase de contrato de que se trata.
Se comprende que la conclusión de un contrato sería un problema extremadamente
complejo si las partes hubieran de prever todos sus efectos y todas las consecuencias de
su incumplimiento.
Para Corral, estaríamos frente a un caso excepcional en que la costumbre tiene eficacia
en ausencia de la ley.
La regla del Art. 1546 CC simplifica la tarea de las partes que contratan, y hace posible
que concentren su atención en las estipulaciones fundamentales del contrato.
Tal disposición establece, en suma, el gran principio de que las leyes relativas a los
contratos son supletorias de la voluntad de las partes.
32
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
De esta forma, cuando no estamos ante ninguna de las tres hipótesis mencionadas, lo que
debe hacer el juez no es interpretar, sino sencillamente aplicar el contrato, y así lo ha
señalado la Corte Suprema.
En nuestra doctrina, ha surgido una discusión en cuanto a si las reglas de interpretación
de los contratos contempladas en el Código Civil son imperativas para los jueces, o por
el contrario, meros criterios orientadores de su labor indagatoria de la voluntad de las
partes.
A juicio de Alessandri, las reglas de interpretación no son obligatorias para el juez en el
sentido que éste se vea necesariamente obligado a seguirlas, ni mucho menos aplicarlas
en un orden preestablecido, sino que tienen el carácter de verdaderos consejos dados por
el legislador al juez.
López Santa María discrepa de la tesis de Alessandri, afirmando que el legislador no
cumple su misión dando consejos, y que las normas sobre interpretación tienen carácter
imperativo, cuya inobservancia por parte del juez puede ser impugnada en casación.
La mayoría de los autores contemporáneos y la jurisprudencia siguen la misma línea.
Las leyes relativas a la interpretación del contrato son normas otorgadas a los jueces del
fondo para que descubran la verdadera intención de las partes contratantes, determinación
que es una cuestión de hecho, y que escapa por tanto al control de la Corte Suprema, por
lo que si se establece sin incurrir en un error de derecho, no cabe la casación en el fondo.
Se ha sostenido en Chile que la Corte Suprema sólo interviene cuando se infringe una ley
vinculada al contrato de que se trate, lo que ocurre en los siguientes casos:
• Cuando se atribuyen a un contrato efectos diversos de los que prevé la ley;
• Cuando se desnaturaliza el contrato al interpretarlo.
Esto se explica porque en ambos casos se infringe tanto a la ley del contrato como a las
disposiciones legales pertinentes a la interpretación de los mismos.
B) Métodos de Interpretación
Existen dos grandes métodos de interpretación, que son el subjetivo, planteado por la
escuela francesa, y el objetivo, planteado por la escuela alemana.
El método subjetivo de interpretación busca determinar cuál es la voluntad real de los
contratantes, primando sobre la voluntad declarada expresamente, y es tal el método que
adopta nuestro Código, tomado del Código francés.
El método objetivo de interpretación, por otro lado, adopta un criterio radicalmente
diverso, según el cual, la declaración de voluntad tiene un valor en sí, independiente de
la intención de sus autores.
Para interpretar el contrato no debe indagarse, por lo tanto, cuál ha sido la intención de
los contratantes, sino el alcance que corresponde atribuir a la declaración, según el uso
corriente, las costumbres y las prácticas admitidas en los negocios.
33
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
34
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
35
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Cuando el acuerdo de voluntades interviene antes que las estipulaciones de las partes se
hayan cumplido, las obligaciones que genera se extinguen, ya que, suprimida la fuente de
que emanan, las obligaciones no pueden subsistir.
A este caso se refiere el Art. 1567 CC que, entre los modos de extinción de las
obligaciones, señala la convención en que las partes interesadas consienten en darlas por
nulas.
Pero si el contrato se ha cumplido, el mutuo disenso no produce el efecto de extinguir las
obligaciones, que ya se habían extinguido mediante el pago, dado que la ejecución del
contrato libera a las partes de sus obligaciones.
En tal caso, la abolición del contrato hace surgir nuevas obligaciones, que son las
necesarias para deshacer lo hecho.
36
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a las demás causas legales, cabe hablar, en primer lugar, de la resolución.
La resolución del contrato es el efecto de una condición resolutoria cumplida,
especialmente de la llamada condición resolutoria tácita en los contratos bilaterales.
La condición resolutoria opera retroactivamente, por lo que suprime los efectos del
contrato para el pasado y para el futuro.
En los contratos de tracto sucesivo, la resolución recibe el nombre especial de
terminación, ya que por la particular naturaleza de estos contratos, la terminación
produce únicamente efectos para el futuro.
Cabe señalar, por último, algunas otras causas de disolución de los contratos, como son
la muerte y el plazo extintivo.
En cuanto a la muerte de uno de los contratantes, es un modo excepcional de disolución
de los contratos, ya que, en principio, los derechos y obligaciones emanados del contrato
se transmiten a los herederos del contratante que fallece, lo cual no ocurre en los contratos
intuito personae, que se disuelven con la muerte de uno de los contratantes.
En cuanto al plazo extintivo, es también una causal de disolución en ciertos contratos,
como en el de sociedad y el de arrendamiento.
37
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Contenidos
I. La Promesa
II. La Compraventa
III. La Permuta
IV. La Cesión de Derechos
V. El Arrendamiento
VI. El Mandato
VII. La Transacción
VIII. La Sociedad
38
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo I – La Promesa
1. Aspectos Generales
2. Requisitos del Contrato de Promesa
A) La Promesa Debe Constar por Escrito
B) El Contrato Prometido Debe Ser Válido
C) Estipulación de un Plazo o Condición
D) Especificación del Contrato Prometido
E) La Promesa Unilateral Para la Celebración de un Contrato Bilateral
3. Efectos del Contrato de Promesa
Capítulo II – La Compraventa
1. Aspectos Generales
2. El Consentimiento de las Partes
A) Aspectos Generales
B) Solemnidades de que Puede Estar Revestida la Compraventa
1) Solemnidades Legales Ordinarias
2) Solemnidades Legales Especiales
3) Solemnidades Voluntarias
C) Las Arras
D) Gastos del Contrato de Compraventa
3. La Cosa Vendida
A) Requisitos que Debe Reunir la Cosa Vendida
B) La Venta de Cosa Ajena
4. El Precio
5. Capacidad Para Celebrar el Contrato de Compraventa
A) Reglas Generales
B) Incapacidades Para Comprar y Vender
C) Incapacidades Para Vender
D) Incapacidades Para Comprar
6. Modalidades del Contrato de Compraventa
A) Venta al Peso, Cuenta o Medida
B) Venta a Prueba o al Gusto
7. Efectos del Contrato de Compraventa
8. Obligación del Vendedor de Entregar la Cosa Vendida
A) Alcance de la Obligación
B) Forma de la Entrega
C) Época y Lugar de la Entrega
D) Contenido de la Entrega
E) Riesgos de la Cosa Vendida
F) La Entrega en la Venta de Predios Rústicos
G) Consecuencias de la Falta de Entrega de la Cosa Vendida
9. Obligación de Saneamiento del Vendedor
A) Generalidades
B) Saneamiento de la Evicción
1) Conceptos Generales
2) Elementos de la Evicción
3) La Citación de Evicción
4) Efectos de la Citación de Evicción
5) Indemnizaciones a que Da Lugar la Evicción
6) Extinción de la Acción de Saneamiento
39
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
40
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo V – El Arrendamiento
1. Generalidades
2. Arrendamiento de Cosas
A) Ideas Generales
B) Elementos del Contrato
1) El Consentimiento
2) La Cosa Arrendada
3) El Precio
C) Obligaciones del Arrendador
1) Entregar al Arrendatario la Cosa Arrendada
2) Mantener la Cosa en Estado de Servir Para el Fin del Arrendamiento
3) Librar al Arrendatario de Toda Turbación en el Goce
D) Obligaciones del Arrendatario
1) El Pago del Precio o Renta
2) Usar la Cosa Según los Términos o el Espíritu del Contrato
3) Cuidar de la Cosa Como un Buen Padre de Familia
4) Efectuar las Reparaciones Locativas
5) Restituir la Cosa Arrendada
E) Expiración del Contrato de Arrendamiento
1) La Destrucción de la Cosa
2) La Expiración del Tiempo Estipulado
3) La Extinción del Derecho del Arrendador
4) Sentencia Judicial de Terminación del Arriendo
5) Otras Causas de Terminación del Arrendamiento
F) Arrendamiento de Predios Urbanos
G) Arrendamiento de Predios Rústicos
3. Contratos Para la Confección de una Obra Material
A) Aspectos Generales
B) Fijación del Precio
C) Obligaciones de las Partes
D) Extinción del Contrato
E) Contratos Para la Construcción de Edificios
4. Arrendamiento de Servicios Inmateriales
5. Arrendamiento de Transporte
Capítulo VI – El Mandato
1. Aspectos Generales
A) Perfeccionamiento del Mandato
B) El Mandato es Naturalmente Oneroso
C) El Mandato es un Contrato Bilateral
D) El Mandatario Actúa por Cuenta y Riesgo del Mandante
2. Requisitos del Mandato
3. Clases de Mandato
4. Obligaciones del Mandatario
A) Obligación de Cumplir con el Encargo
B) Obligación de Rendir Cuentas
5. Obligaciones del Mandante
6. Extinción del Mandato
41
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
42
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo I – La Promesa
1. Aspectos Generales
La promesa es un contrato en que una o ambas partes se obligan a celebrar en el futuro
un determinado contrato.
La promesa de celebrar un contrato es un contrato con fisionomía propia, que difiere de
la simple oferta, ya que supone un acuerdo de voluntades, aunque sólo una de las partes
resulte obligada a celebrar el contrato prometido.
La promesa y el contrato prometido son dos actos jurídicos distintos, aunque medie entre
ambos una íntima conexión.
La promesa tiene por objeto celebrar otro contrato, y produce el efecto de obligar a una
de las partes, o a ambas, a celebrarlo, mientras que el contrato prometido puede tener los
más variados objetos, y producir los más diversos efectos, según su naturaleza.
Ambos contratos se suceden, ya que la celebración del contrato prometido importa el
cumplimiento de la promesa cuyos efectos, en consecuencia, se extinguen.
El Código sólo dedica un artículo a la promesa, que es el Art. 1554, y del cual se
desprenden las características de este contrato:
• Es General
El Art. 1554 CC regula la promesa de celebrar un contrato, cualquiera sea su
naturaleza.
Para Meza Barros, la regla del Art. 1544 CC sólo se refiere a la promesa de
celebrar un contrato real o solemne, dado que el N°4 del mismo artículo indica
que en la promesa debe especificarse de tal forma el contrato prometido que sólo
falten, para que sea perfecto, la tradición de la cosa o las solemnidades que las
leyes prescriben.
Sin embargo, la mayoría de la doctrina, amparada en la jurisprudencia, refuta tal
postura, dado que se confunden los términos de tradición y entrega, siendo esta
última la que caracteriza a un contrato real. Además, es de común ocurrencia la
promesa de compraventa de cosas muebles, que es un contrato consensual.
Cabe destacar, sin embargo, que la ley no admite el contrato de promesa respecto
de ciertos contratos, como ocurre con el acuerdo de unión civil.
• Es De Derecho Estricto
Dados los términos de la norma citada, se deduce que la regla general es no aceptar
la promesa de celebrar un contrato, y reconocerla sólo excepcionalmente, y
cuando cumple con las condiciones que la misma disposición señala.
• Es Un Contrato Principal
La promesa es un contrato independiente del contrato prometido, dado que existe
válidamente siempre que concurran en su otorgamiento las circunstancias
indicadas en el Art. 1554 CC.
Es un contrato preparatorio, ya que tiene por finalidad la celebración de otro
contrato, pero ello no obsta a que sea un contrato principal.
43
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Es un Contrato Solemne
El contrato de promesa es siempre solemne, ya que debe necesariamente constar
por escrito.
El efecto único del contrato de promesa es el derecho de exigir la celebración del contrato
prometido, y en consecuencia, solamente da origen a una obligación de hacer.
La promesa genera, además, una obligación indivisible, que es la de celebrar un contrato,
y en consecuencia, si varias personas celebran el contrato como promitentes vendedores
o compradores, todos ellos deben demandar, o a todos ellos se debe demandar el
cumplimiento del contrato.
La acción para exigir el cumplimiento del contrato prometido tiene carácter mueble,
aunque tal contrato sea el de compraventa de inmuebles.
En efecto, con tal acción no se reclama la entrega de un bien raíz, sino el cumplimiento
de una obligación de hacer, y los hechos que se deben se reputan muebles (Art. 581 CC).
En consecuencia, es competente para conocer de la mencionada acción, si no hay
estipulación en contrario, el juez del domicilio del demandado.
Pero, además de los requisitos generales, la promesa debe cumplir con ciertos requisitos
especiales, contemplados en el Art. 1554 CC.
Para algunos, la omisión de estos requisitos generaría la inexistencia del contrato, dado
que la disposición citada establece que, en tales casos, la promesa no produce obligación
alguna. Sin embargo, los requisitos del Art. 1554 CC se exigen en consideración a la
naturaleza del contrato, de manera que su omisión produce la nulidad absoluta, de
conformidad al Art. 1682 CC.
Pasamos a analizar los requisitos especiales que contempla el Art. 1554 CC para el
contrato de promesa.
44
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
De igual forma, el contrato de promesa no puede probarse por ningún medio que no sea
el instrumento mismo que se exige por vía de solemnidad, siendo improcedente incluso
la confesión de parte.
45
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Este tiempo puede señalarse de dos maneras, esto es, mediante la fijación de un plazo o
por medio de la estipulación de una condición.
Pero no es necesario que el plazo o condición marque el instante preciso en que el contrato
debe celebrarse, bastando que, por medio de estas modalidades se señale la “época” de
su celebración.
46
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
47
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo II – La Compraventa
1. Aspectos Generales
Conforme al Art. 1793 CC, la compraventa es un contrato en que una de las partes se
obliga a dar una cosa, y la otra a pagarla en dinero.
La compraventa encuentra su origen en el primitivo trueque o cambio directo de una cosa
por otra, el cual, mientras no se conoció la moneda, fue el único medio de que los hombres
se sirvieron para suplir sus necesidades.
Introducida la moneda como medida de valores, el trueque primitivo es reemplazado por
el cambio de cosas por dinero, que facilitando las transacciones, ha permitido que el
intercambio adquiera las vastísimas proyecciones que exige el desenvolvimiento de la
vida contemporánea.
• Contrato Principal
La compraventa es un contrato principal, ya que subsiste por sí misma, sin
necesidad de otra convención (Art. 1442 CC).
• Contrato Consensual
Salvas las excepciones legales, el contrato de compraventa es consensual, y se
perfecciona por el solo consentimiento de las partes (Art. 1443 CC).
48
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1801 Inc. 1º CC, expresa, en efecto, que la compraventa se reputa perfecta
desde que las partes han convenido en la cosa y en el precio.
Excepcionalmente, la compraventa puede ser solemne, y la solemnidad consiste,
por lo común, en el otorgamiento de escritura pública, como ocurre en los casos
que prevé el Art. 1801 Inc. 2° CC.
De acuerdo con lo prevenido en los Arts. 675 y 703 CC, la compraventa es un título
traslaticio de dominio, esto es, por su naturaleza sirve para transferirlo.
La compraventa, pues, no transfiere el dominio, ya que el comprador no se hace dueño
de la cosa vendida, ni el vendedor del precio, en virtud del contrato, sino de la tradición
subsiguiente.
Mientras la tradición no se efectúe, comprador y vendedor son solamente acreedores de
la cosa y del precio.
La adquisición del dominio, por tanto, se verifica por medio de dos actos diferentes, que
son el contrato de compraventa, que constituye el título de la adquisición, y la tradición,
que es el modo de adquirir.
Por lo tanto, el contrato sólo genera obligaciones personales, pero nunca reales.
La compraventa tiene una significación interpretativa en el Código Civil que excede sus
límites, ya que, al ser el contrato oneroso conmutativo por excelencia, contiene muchas
reglas que son aplicadas para comprender o interpretar otros contratos de la misma clase,
e incluso, la regulación de la compraventa contiene normas que son citadas para el estudio
de la teoría general de los contratos, y en ello radica su enorme importancia.
Por último, respecto de los elementos del contrato de compraventa, tiene tres esenciales,
que son el consentimiento de las partes, una cosa y un precio.
Las normas de carácter general que reglan la formación del consentimiento, los vicios de
que puede adolecer y sus consecuencias son aplicables al contrato de compraventa, pero
se hace necesario examinar sobre qué debe recaer el consentimiento de las partes y las
formas que a veces debe revestir.
La cosa y el precio constituyen el objeto, respectivamente, de las obligaciones de
vendedor y comprador, y les son aplicables, en general, las normas de los Arts. 1460 y
ss. CC, pero es necesario estudiar las reglas particulares que el legislador ha dado para el
contrato de compraventa.
Las personas que celebren el contrato de compraventa deben ser legalmente capaces, y
son incapaces para celebrarlo, por ejemplo, los que carecen de capacidad para celebrar
cualquier contrato.
Pero como el legislador ha establecido, además, normas particulares que regulan la
capacidad para comprar y vender, es indispensable detenerse, también, a considerar la
capacidad en relación con el contrato de compraventa.
49
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El acuerdo de las voluntades debe existir en relación a la cosa y al precio, y además, según
Pothier, en relación a la venta, por lo que las partes han de estar acordes en que el contrato
que celebran es de compraventa.
En cuanto al consentimiento sobre la cosa que es objeto del contrato, no existirá acuerdo
sobre la cosa vendida cuando los contratantes padezcan de error, sea sobre la identidad
de la cosa específica o sobre la sustancia o calidad esencial de la misma (Arts. 1453-1454
CC).
El acuerdo de voluntades, además, debe recaer sobre el precio, y no existe el
consentimiento a tal respecto cuando el precio en que una de las partes entiende comprar
no es el mismo en que la otra entiende vender.
Por último, falta el consentimiento en la venta misma cuando alguna de las partes sea
víctima de un error sobre la especie de acto o contrato que se celebra, como si una de las
partes entendiera vender y la otra que se le hace una donación.
50
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1801 Inc. 2° CC contempla los casos en que la ley exige escritura pública para la
validez de la venta, que son los siguientes:
• La Compraventa de Bienes Raíces
La importancia de esta clase de bienes justifica la exigencia de que la compraventa
debe revestirse de formas que la constaten fehacientemente.
Por otra parte, la tradición de los inmuebles vendidos debe verificarse por la
inscripción en el Registro del Conservador de Bienes Raíces, y tal inscripción
debe hacerse mediante la exhibición de un título auténtico.
Ahora bien, la inscripción no es un requisito de la compraventa de bienes raíces,
sino la forma en que se efectúa la tradición de los mismos, por lo que, aún sin
inscripción, el contrato está perfecto desde que las partes, convenidas en la cosa y
en el precio, otorgan la correspondiente escritura pública.
Cabe destacar que sólo es solemne la compraventa de bienes inmuebles por
naturaleza, ya que la compraventa de bienes muebles por anticipación es
meramente consensual, ya que se reputan tales, aun antes de su separación, para
los efectos de constituir un derecho en favor de otra persona que el dueño (Art.
571 CC).
A su vez, la venta de bienes inmuebles por destinación es también consensual,
puesto que, vendidos separadamente del inmueble, dejan de estar destinados al
uso, cultivo y beneficio del mismo, recobrando su calidad de bienes muebles.
• Compraventa de Servidumbres
Conforme al Art. 698 CC, la tradición de un derecho real de servidumbre se
efectúa por escritura pública en que el tradente exprese constituirlo, y el
adquirente aceptarlo, y esta escritura puede ser la misma del acto o contrato.
Así las cosas, cuando los propietarios de dos predios acuerdan la constitución de
una servidumbre a cambio del pago de un precio, hablamos de la compraventa de
una servidumbre, la cual es solemne, puesto que debe efectuarse por escritura
pública.
• Compraventa de Censos
El titular de un derecho de censo, denominado censualista, puede disponer de él
por acto entre vivos o por causa de muerte, según las reglas generales, siempre
que se trate de un censo sin cargo de restitución o transmisión, por lo que, en tales
casos, puede vender su derecho real de censo, siempre que lo haga mediante una
escritura pública.
51
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
ilícito, dado que estaremos ante un pacto sobre sucesión futura, prohibido por la
ley (Art. 1463 CC).
Pero una vez fallecido el causante, el heredero será libre para vender su derecho
en la herencia respectiva, y tal venta, necesariamente, deberá hacerse por escritura
pública.
Debe precisarse que el heredero no está vendiendo el derecho que pueda tener
sobre uno o más bienes determinados de la herencia, sino que aquél que recae
sobre la universalidad de la herencia.
Por otro lado, en las ventas de bienes pertenecientes a personas incapaces, las
solemnidades que comúnmente acompañan a la venta son la autorización judicial y la
subasta pública.
Las solemnidades referidas suelen ser aplicables, también, a los bienes muebles.
Tratándose de los cónyuges casados en sociedad conyugal, los Arts. 1749 y 1754 CC
exigen la autorización de la mujer para enajenar y gravar los bienes raíces sociales y los
de la mujer, respectivamente.
3) Solemnidades Voluntarias
Hay casos en los cuales el contrato de compraventa puede llegar a ser solemne no por
mandato legal, sino por la voluntad de las partes.
Conforme al Art. 1802 CC, si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que
las enumeradas en el Art. 1801 Inc. 2° CC no se repute perfecta hasta el otorgamiento
de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes retractarse mientras no se
otorgue la escritura o no haya principiado la entrega de la cosa vendida.
La ley no ve inconveniente para que las partes puedan elevar a la categoría de solemne
un contrato que por su naturaleza no lo es.
Cuando ello ocurre, estamos en presencia de un contrato condicional, subordinado a la
condición suspensiva de que se otorgue una escritura pública o privada.
Con todo, como la solemnidad emana de la voluntad de las partes, esa misma voluntad
puede modificar la situación, renunciando expresa o tácitamente al cumplimiento de la
solemnidad y celebrando el contrato por el solo consentimiento.
52
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Operará la última hipótesis si las partes dan inicio a la ejecución de las prestaciones
derivadas del contrato, prescindiendo de la solemnidad que ellas mismas habían
estipulado.
Pero la ley también confiere a las partes el derecho a retractarse de la celebración del
contrato mientras no se cumpla la solemnidad pactada, aunque tal facultad desaparece si
comenzó a cumplirse el contrato, o si se cumplió la solemnidad convenida.
C) Las Arras
Las arras consisten en una cantidad de dinero u otras cosas muebles que se dan en garantía
de la celebración del contrato, o bien en parte del precio, o en señal de quedar convenidos.
Por lo tanto, las arras pueden ser de dos clases, y tener una doble finalidad:
• Las Arras Como Garantía
Las arras dadas en garantía de la celebración o ejecución del contrato significan
que las partes no han entendido ligarse definitivamente, sino que mutuamente se
reservan la facultad de desdecirse, perdiendo su valor.
En efecto, conforme al Art. 1803 CC, si se vende con arras, esto es, dando una
cosa en prenda de la celebración o ejecución del contrato, se entiende que cada
uno de los contratantes podrá retractarse, el que ha dado las arras, perdiéndolas, y
el que las ha recibido, restituyéndolas dobladas.
Las arras de esta clase ponen de manifiesto la fragilidad del contrato, puesto que
no son sino un medio de poner a las partes en situación de desistir de él.
El contrato se celebra bajo una condición negativa y suspensiva, que consiste en
que las partes no hagan uso de la facultad de retractación.
La facultad de retractarse sólo puede ejercerse en el plazo fijado por las partes, y
a falta de estipulación, en el plazo de dos meses contados desde la convención.
Sin embargo, si el contrato se reduce a escritura pública, o ha comenzado a
efectuarse la entrega, se extingue la facultad de retractarse desde que ocurra
cualquiera de ambas cosas.
53
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1806 CC dispone que los impuestos fiscales o municipales, las costas de la
escritura y de cualesquiera otras solemnidades de la venta, serán de cargo del vendedor,
a menos de pactarse otra cosa.
Los impuestos a que la disposición se refiere son, obviamente, los que graven la
compraventa.
3. La Cosa Vendida
No es concebible un contrato de compraventa sin una cosa que se vende, dado que
consiste esencialmente en el cambio de una cosa por dinero.
Si falta la cosa vendida, la obligación carecería de objeto, por lo que no podría existir, y
por el mismo motivo, carecería de causa la obligación del comprador.
54
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
55
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Los efectos de la compraventa de cosa ajena deben considerarse desde el punto de vista
del verdadero propietario y desde el punto de vista de las relaciones entre vendedor y
comprador:
• Efectos Con Relación al Dueño de la Cosa
El dueño de la cosa es totalmente extraño al contrato, y a su respecto, no produce
efecto alguno, por lo que no contrae el dueño ninguna obligación, y conserva
intacto su derecho de propiedad, mientras el comprador no haya llegado a
adquirirlo por prescripción.
El Art. 1815 CC se cuida de advertir que la validez de la venta de cosa ajena se
entiende sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida, mientras no
se extingan por el lapso de tiempo.
El derecho del dueño consistirá en reivindicar la cosa contra el comprador, que
será regularmente quien la posea.
Iguales efectos produce la adquisición por el vendedor del dominio de la cosa vendida,
después de celebrado el contrato.
56
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1819 CC expresa que, vendida y entregada a otro una cosa ajena, si el vendedor
adquiere después el dominio de ella, se mirará al comprador como verdadero dueño desde
la fecha de la tradición.
La disposición concuerda con el Art. 682 CC, conforme al cual, si el tradente después
adquiere el dominio, se entenderá éste transferido desde el momento de la tradición.
El Art. 1819 Inc. 2° CC señala una consecuencia lógica, al disponer que si el vendedor
la vendiere a otra persona después de adquirido el dominio, subsistirá el dominio de ella
en el primer comprador.
La nueva venta que el vendedor hiciere sería de cosa ajena, dado que la cosa ya no le
pertenece, y es de propiedad del comprador desde que le fue entregada.
4. El Precio
Tampoco se concibe el contrato de compraventa sin un precio, que según previene el Art.
1793 CC, es el dinero que el comprador da por la cosa vendida.
Si falta el precio, carece de objeto la obligación del comprador, por lo que no puede existir
su obligación, y como consecuencia, carecería de causa la obligación del vendedor.
57
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
58
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
pródigos interdictos, los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente,
y los menores de edad (Art. 1447 CC).
Pero además, son incapaces aquellas personas afectas a ciertas incapacidades particulares
del contrato de compraventa, y en tal sentido, el Art. 1447 Inc. 4º CC establece que
existen incapacidades particulares, que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto
a ciertas personas para ejecutar ciertos actos.
Las incapacidades especiales del contrato de compraventa pueden ser dobles o simples,
ya que a ciertas personas les está prohibido en absoluto celebrar el contrato de
compraventa, sea comprando o vendiendo, mientras que a otras personas les está
solamente prohibido comprar o vender.
Las incapacidades, por lo tanto, pueden ser de comprar, de vender, o de comprar y vender.
59
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Esta norma es impropia del Código Civil, ya que, al decir relación con las atribuciones
de los funcionarios públicos, corresponde más bien al Derecho Administrativo, y de
hecho, la norma está recogida y superada por normas administrativas, como el Decreto
Ley N°1.939 de 1977, que regula la venta de bienes fiscales.
60
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a los albaceas, si bien el Art. 1800 CC se remite a las reglas antes
indicadas del mandato, el Art. 1294 CC establece que lo dispuesto en los Arts.
394 y 412 CC se extiende a los albaceas, esto es, hace aplicables las normas de
las guardas.
Frente a esta contradicción, debe prevalecer la regla del Art. 1294 CC y, en
consecuencia, no puede el albacea, ni las personas ligadas a él, comprar bienes
muebles de la sucesión sino con anuencia de los otros albaceas no inhabilitados,
o del juez en subsidio, y los bienes inmuebles en ningún caso.
En cuanto a los liquidadores, el Art. 44 Inc. 2° de la Ley N°20.720 prohíbe a los
liquidadores y veedores contratar por sí o a través de terceros, o de una persona
jurídica en la que sean socios o personas relacionadas, con cualquier deudor
sometido a un procedimiento concursal.
Ahora bien, los efectos de la venta varían según que la operación de pesar, contar o medir
vaya encaminada a determinar el precio total o la cosa que se vende.
Por ejemplo, pueden venderse ciertas cosas determinadas que requieren pesarse, contarse
o medirse para establecer el precio, como si se vendiera toda la cosecha de remolacha que
se encuentra en una bodega a $3.000 el kilo, caso en el cual la venta es perfecta, ya que
las partes han convenido en la cosa y en la forma de fijar el precio.
En este caso, el riesgo de la cosa comprada, es decir, su pérdida, deterioro o mejora,
pertenece al comprador, aunque todavía no se hayan pesado, contado o medido las cosas
vendidas (Art. 1821 Inc. 1° CC).
Pero también puede venderse una cosa que debe pesarse, contarse o medirse para
determinarla, caso en el cual no se trata de pesar, contar o medir para determinar el precio,
sino para determinar la cosa misma.
Por ejemplo, se venden 10 toneladas de trigo, de las contenidas en un silo, a $100.000 la
tonelada, caso en el cual deberá pesarse el trigo para determinar qué parte de todo el trigo
contenido en el silo corresponde a las 10 toneladas.
En esta hipótesis, la venta también es válida desde que se celebra el contrato, pero a
diferencia del caso anterior, los riesgos de la cosa vendida serán de cargo del comprador
sólo desde que las cosas hayan sido pesadas, contadas o medidas (Art. 1821 Inc. 2° CC).
La operación de peso, cuenta o medida determina solamente de cargo de quién son los
riesgos, pero el contrato se encuentra perfecto.
Esta conclusión es indudable en mérito de lo que dispone el Art. 1822 CC, conforme al
cual, si avenidos vendedor y comprador en el precio, señalaren día para el peso, cuenta o
61
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
medida, y el uno o el otro no comparecieren en él, será éste obligado a resarcir al otro los
perjuicios que de su negligencia resultaren, y el vendedor o comprador que no faltó a la
cita podrá, si le conviniere, desistir del contrato.
Las partes disponen de estas acciones porque el contrato tiene existencia jurídica, y tales
acciones, en suma, se reducen a pedir el cumplimiento del contrato o su resolución, con
indemnización de perjuicios.
A modo de esquema, podemos resumir los efectos del contrato de compraventa en las
obligaciones que contrae cada parte, obligándose el vendedor a la entrega de la cosa
vendida y al saneamiento de la misma, y obligándose el comprador a recibir la cosa y a
pagar el precio.
Pasamos a analizar en profundidad cada una de estas obligaciones.
62
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1815 CC proclama la validez de la venta de cosa ajena, por lo que, vendida la
cosa ajena, el vendedor cumple su obligación entregándola, es decir, poniéndola a
disposición del comprador para que goce de ella útil y pacíficamente, y el comprador no
adquirirá el dominio, porque el vendedor no era dueño.
Aunque la venta de cosa ajena deja naturalmente a salvo los derechos del verdadero
dueño, mientras éste no reclame y haga valer sus derechos de dueño, el comprador no
podrá demandar nada al vendedor, pues el derecho del dueño no le turba en el goce de la
cosa comprada.
Por consiguiente, el comprador carece del derecho para pedir la resolución del contrato a
pretexto de que el vendedor no le ha hecho dueño de la cosa.
Por otra parte, la acción resolutoria carece, en este caso, de un objetivo práctico, ya que,
por su intermedio, el comprador perseguiría la abolición del contrato y la restitución de
lo que hubiere pagado, resultado que se obtiene por la acción de saneamiento de la
evicción, por lo que, privado el comprador de todo o parte de la cosa comprada por
sentencia judicial, el contrato queda abolido en el hecho, y el comprador tiene derecho a
que se le indemnice, en primer término, la restitución del precio.
B) Forma de la Entrega
La entrega de la cosa vendida se efectúa de acuerdo con las disposiciones que rigen la
tradición, ya que el Art. 1824 Inc. 2º CC dispone que la tradición se sujeta a las reglas
contempladas en el Título VI del Libro II, por lo que se hace necesario distinguir si se
trata de bienes muebles o inmuebles.
La tradición de los bienes muebles se verifica significando una de las partes a la otra
que le transfiere el dominio, y figurando la transferencia de alguna de las maneras que
señala el Art. 684 CC.
La tradición de los bienes muebles por anticipación, como las maderas y los frutos de
los árboles, se verifica en el momento de la separación del inmueble.
63
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La tradición de los bienes raíces, en general, se efectúa por la inscripción del contrato
de compraventa en el Registro de Propiedades del Conservador de Bienes Raíces, aunque
esta regla cuenta con ciertas excepciones:
• La tradición del derecho de servidumbre se verifica por escritura pública en que
el tradente exprese constituirlo y el adquirente aceptarlo (Art. 698 CC).
Sin embargo, la servidumbre de alcantarillado en predios urbanos debe inscribirse
(Ley Nº6.977);
• La tradición de las minas debe hacerse por la inscripción en el Registro de
Propiedad del Conservador de Minas (Arts. 92, 101 y 178 CdM).
La cosa vendida debe ser puesta materialmente a disposición del comprador, por lo que
no se entiende cumplida la obligación del vendedor por el hecho de inscribirse el título
del inmueble en el registro del Conservador, aunque mediante la inscripción adquiera
legalmente el comprador la posesión de la cosa.
La posesión legal de la cosa, si no va aparejada de su tenencia material, no brinda al
comprador las ventajas que persigue del contrato.
La falta de entrega real o material autoriza al comprador para reclamarla, o para pedir la
resolución del contrato de compraventa.
Sin embargo, el vendedor tiene derecho a retener la cosa vendida en ciertas circunstancias,
por lo que no está obligado, entonces, a entregar la cosa, y carece el comprador del
derecho de reclamarla.
En primer término, no está obligado el vendedor a entregar la cosa cuando el comprador
no ha pagado, o no está dispuesto a pagar el precio.
Para que el vendedor goce de este derecho legal de retención, es necesario:
• Que la cosa no haya sido entregada;
• Que el comprador no haya pagado el precio o no esté pronto a pagarlo;
• Que no se haya fijado un plazo para el pago.
Sin embargo, el Art. 1826 Inc. 4º CC establece que, si después del contrato, hubiere
menguado considerablemente la fortuna del comprador, de modo que el vendedor se halle
en peligro inminente de perder el precio, no se podrá exigir la entrega, aunque se haya
estipulado plazo para el pago del precio, sino pagando o asegurando el pago.
Como la facultad de retener el precio tiende a asegurar el pago, cesa esta facultad del
vendedor cuando el comprador lo cauciona de alguna manera eficaz.
Luego, en cuanto al lugar del pago, y a falta de disposiciones especiales, rigen para
determinarlo las reglas generales de los Arts. 1587-1589 CC.
Por lo tanto, la entrega, en primer término, debe realizarse en el lugar convenido, y a falta
de estipulación, debemos distinguir si la cosa es una especie o cuerpo cierto o es genérica:
64
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 1571 CC, los gastos del pago son de cargo del deudor, por lo que son
de cargo del vendedor los que demande la entrega en el lugar debido, e incumben al
comprador los gastos en que sea necesario incurrir para transportar la cosa ya entregada,
lo cual reitera el Art. 1825 CC al disponer que al vendedor tocan naturalmente los costos
que se hicieren para poner la cosa en disposición de entregarla, y al comprador los que se
hicieren para transportarla después de entregada.
D) Contenido de la Entrega
En conformidad al Art. 1569 CC, el pago debe hacerse, bajo todos respectos, al tenor de
la obligación, y el acreedor no está obligado a recibir cosa distinta de la que se le debe, ni
aun a pretexto de ser de igual o mayor valor la ofrecida.
El Art. 1828 CC reproduce esta regla para la compraventa, al disponer que el vendedor
es obligado a entregar lo que reza el contrato.
La cosa vendida debe ser entregada con sus accesorios y frutos.
En primer lugar, respecto de los frutos, la cosa vendida debe ser entregada al comprador
con aquellos frutos que, según la ley, le pertenecen.
La materia se encuentra regulada en el Art. 1816 CC, del cual podemos extraer las
siguientes conclusiones:
• Los frutos naturales pendientes al tiempo del contrato pertenecen al
comprador, quien no debe ninguna indemnización al vendedor por los gastos
hechos para producirlos, los cuales se han tenido en cuenta para la fijación del
precio;
• Los frutos naturales y civiles que la cosa vendida produzca después de
celebrado el contrato pertenecen al comprador, lo cual es una excepción a las
reglas generales, ya que el comprador no debería hacerse dueño de los frutos
sino desde la tradición. Esta regla cuenta con tres excepciones:
o Cuando las partes han señalado un plazo para la entrega, porque los
frutos pertenecen al vendedor, en tal caso, hasta el vencimiento del
plazo;
o Cuando la cosa debe entregarse cumplida una condición, porque los
frutos pertenecerán igualmente al vendedor hasta que la condición
prevista se cumpla;
o Cuando las partes han estipulado cláusulas especiales, en cuyo caso los
frutos pertenecerán al comprador o al vendedor según lo estipulen en
el contrato.
Respecto de los accesorios de la cosa vendida, el Código no establece una norma general
que disponga que la cosa deba entregarse con sus accesorios, y sólo tenemos el Art. 1830
CC, en cuya conformidad, en la venta de una finca se comprenden naturalmente todos
los accesorios, que según los Arts. 570 y ss. CC se reputan inmuebles.
Pero la regla es igualmente aplicable a la venta de cosas muebles, y así, por ejemplo, la
venta de una nave comprende, además del casco, la maquinaria y las pertenencias fijas o
móviles que la complementan (Art. 827 CdC).
65
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
66
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 1831 Inc. 2° CC, se vende con relación a la cabida siempre que ésta se
exprese de cualquier modo en el contrato, y el inciso final añade que, en todos los demás
casos, se entenderá venderse el predio o predios como un cuerpo cierto.
Pero no es exacto que la venta sea hecha en relación a la cabida cada vez que se exprese
en el contrato, ya que si la cabida se indica como un dato meramente ilustrativo, la cosa
debe entenderse vendida como cuerpo cierto.
En líneas generales, la venta se entiende efectuada con relación a la cabida siempre que
la cabida se exprese en el contrato, el precio se fije con relación a ella, y las partes no
renuncien a las acciones resultantes de que la cabida real sea diversa de la que reza el
contrato.
El Art. 1831 Inc. 3° CC establece que es indiferente que se fije directamente un precio
total, o que éste se deduzca de la cabida o número de medidas que se expresa, y del precio
de cada medida.
El Inc. 4° de la misma disposición añade que es también indiferente que se exprese una
cabida total o las cabidas de las varias porciones de diferentes calidades y precios que
contenga el predio, con tal que de estos datos resulte el precio total y la cabida total.
En cambio, un predio se entiende vendido como cuerpo cierto cada vez que la cabida no
se exprese en el contrato y las partes mencionen la cabida, pero expresa o tácitamente
declaren que es un dato puramente ilustrativo, y que no hacen cuestión por los defectos
de ella. Comúnmente, se expresa en el contrato que la venta se hace ad corpus.
En la venta con relación a la cabida, debemos distinguir si la cabida real del predio es
mayor o menor a la expresada en el contrato, y a su vez, si es mucho mayor, un poco
menor, mucho menor o poco menor.
La cabida real será mucho mayor que la expresada en el contrato cuando el precio del
sobrante exceda de la décima parte del precio de la verdadera cabida.
La cabida real será un poco mayor que la expresada en el contrato cuando el precio del
sobrante no exceda de la décima parte del precio de la verdadera cabida.
La cabida real será mucho menor que la expresada en el contrato cuando el precio de la
cabida que falta exceda de la décima parte del precio de la cabida declarada.
La cabida real será un poco menor que la expresada en el contrato cuando el precio de la
cabida que falta no exceda de la décima parte del precio de la cabida declarada.
67
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Las acciones que otorgan los Arts. 1832-1833 CC prescriben en corto tiempo, ya que el
Art. 1834 CC dispone que las acciones dadas en los dos artículos precedentes expiran al
cabo de un año, contado desde la entrega.
Las acciones especiales otorgadas a comprador y vendedor no les privan de la acción
rescisoria por lesión enorme, cuando las diferencias de la cabida sean de tal importancia
que constituyan una lesión de esta índole.
68
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
defraudado en sus justas expectativas si no dispusiera de recursos para exigir del vendedor
que le ampare en la posesión y subsane los vicios o defectos de la cosa.
Este recurso es la acción de saneamiento.
B) Saneamiento de la Evicción
1) Conceptos Generales
La obligación de sanear la evicción tiene por objeto, como expresa el Art. 1837 CC,
amparar al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida.
Este amparo del comprador se traduce en su defensa cada vez que sea víctima de la
agresión de terceros que pretendan derechos sobre la cosa, que embaracen su goce y
turben su posesión.
Si es privado el comprador de todo o parte de la cosa comprada, está obligado el vendedor
a indemnizarle.
69
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La misma regla se aplica a los vendedores que, por un solo acto de venta, hayan enajenado
la cosa.
Si son varios los deudores de la obligación de saneamiento, pluralidad que puede ser
originaria o derivativa, la acción del comprador para exigir que se le ampare es
indivisible, ya que no se concibe que los deudores defiendan al comprador por partes,
dado que el objeto de la obligación no es susceptible de ejecución parcial.
Fracasada la defensa y producida la evicción, la obligación de indemnizar al comprador
es divisible, ya que su objeto es pagar una suma de dinero, por lo que se divide entre los
vendedores por partes iguales, y entre sus herederos, a prorrata de sus cuotas.
2) Elementos de la Evicción
De lo expuesto anteriormente se desprenden los elementos de la evicción:
• Privación Total o Parcial de la Cosa Vendida
Lo que constituye esencialmente la evicción es la privación que experimenta el
comprador de todo o parte de la cosa, por lo que la evicción puede ser total o
parcial, y cualquiera que sea la magnitud de la turbación que sufra, el comprador
tiene derecho al saneamiento.
Sufrirá el comprador una evicción total, por ejemplo, cuando siendo ajena la cosa
vendida, el dueño la reivindica, y parcial si un tercero reclama sobre ella un
derecho de usufructo o servidumbre.
70
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
3) La Citación de Evicción
Para que el vendedor acuda en defensa del comprador, y quede obligado a indemnizarle,
es necesario que tenga noticia del juicio que amenaza con privarle total o parcialmente de
la cosa.
71
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por este motivo, el Art. 1843 CC dispone que el comprador a quien se demanda la cosa
vendida, por causa anterior a la venta, debe citar al vendedor para que comparezca a
defenderla.
La falta de citación exonera totalmente de responsabilidad al vendedor, por lo que si el
comprador omitiere citarle, y fuere evicta la cosa, el vendedor no será obligado al
saneamiento (Art. 1843 Inc. 3º CC).
Conforme al Art. 1843 Inc. 2° CC, la citación de evicción debe hacerse en el término
señalado en el Código de Procedimiento Civil, el cual reglamenta la citación de evicción
en el Título V de su Libro III.
Según dispone el Art. 584 Inc. 1° CPC, la citación debe solicitarse por el comprador, y
para que el juez la ordene, deben acompañarse antecedentes que hagan aceptable la
solicitud, y la citación debe hacerse antes de la contestación de la demanda.
En conformidad al Art. 585 CPC, decretada la citación, se suspenderán los trámites del
juicio por el término de diez días si la persona a quien debe citarse reside en el territorio
jurisdiccional en que se sigue el pleito.
Si se encuentra en otro territorio jurisdiccional o fuera del territorio de la República, se
aumentará dicho término en la forma establecida en el Art. 259 CPC.
Vencidos estos plazos sin que el demandado haya hecho practicar la citación, podrá el
demandante pedir que se declare caducado el derecho de aquél para exigirla y que
continúen los trámites del juicio, o que se le autorice para llevarla a efecto a costa del
demandado
Además de poder citar de evicción al vendedor, el demandado puede también citar a sus
antecesores, y en tal sentido, el Art. 1841 CC dispone que aquel a quien se demanda una
cosa comprada puede intentar contra el tercero de quien su vendedor la hubiere adquirido,
la acción de saneamiento que contra dicho tercero competería al vendedor, si éste hubiese
permanecido en posesión de la cosa.
El comprador adquiere sobre la cosa todos los derechos de sus antecesores y, entre ellos,
la acción de saneamiento de cada comprador contra su vendedor, por lo que el último
comprador reúne en sus manos todas estas acciones.
De este modo, se evita la innecesaria pérdida de tiempo en que se incurriría si el
comprador tuviera que citar a su vendedor, éste al suyo y así sucesivamente hasta llegar
al responsable de que la cosa sea evicta.
72
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El fallo que se dicte en el juicio instaurado por el tercero puede serle adverso o favorable.
Si la sentencia es adversa para el tercero y favorable al comprador, la defensa del
vendedor habrá sido exitosa, y la evicción no habrá llegado a producirse.
El vendedor queda eximido de indemnizar los daños que la demanda hubiere ocasionado
al comprador, sino en cuanto la demanda fuere imputable a hecho o culpa del vendedor.
Si, por el contrario, la sentencia es adversa para el comprador y favorable al tercero, se
producirá la evicción, ya que el vendedor no habrá cumplido su obligación de amparar al
comprador, y por consiguiente, a la obligación de defenderle sucede la de indemnizarle
de la evicción (Art. 1840 CC).
73
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Esta regla cuenta con una excepción, consistente en que si el menor valor de la
cosa proviene de deterioros de que el comprador se ha aprovechado, debe hacerse
la correspondiente rebaja del precio (Art. 1848 CC).
74
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Si la parte evicta es tal que sea de presumir que sin ella no se habría comprado la cosa, el
comprador tiene derecho a pedir la rescisión de la venta o el saneamiento de la evicción.
En virtud de esta rescisión, el comprador será obligado a restituir al vendedor la parte no
evicta, y para esta restitución, será considerado como poseedor de buena fe, salvo prueba
contraria, y el vendedor, además de restituir el precio, abonará el valor de los frutos que
el comprador hubiere sido obligado a restituir con la parte evicta, y todo otro perjuicio
que de la evicción resultare al comprador.
Para el caso de que la evicción parcial no sea de tanta magnitud, o el comprador no
quisiere pedir la rescisión del contrato, el Art. 1854 CC dispone que el comprador tendrá
derecho para exigir el saneamiento de la evicción parcial con arreglo a los Arts. 1847 y
ss. CC.
Esta vez, el comprador no puede optar entre el saneamiento y la rescisión de la venta, sino
que sólo tiene derecho para pedir el saneamiento de la evicción parcial.
75
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Podemos definir los vicios redhibitorios como defectos graves, ocultos y contemporáneos
a la venta que hacen inútil o aminoran la utilidad de la cosa comprada, autorizando al
comprador para exigir la resolución de la venta o la disminución proporcional.
A pesar de que la ley utiliza el término rescisión, es preferible hablar de resolución, pues
estamos realmente en presencia de esta última.
Dispone el comprador de la acción redhibitoria, cuya finalidad señala el Art. 1857 CC,
conforme al cual, se llama acción redhibitoria la que tiene el comprador para que se
rescinda la venta o se rebaje proporcionalmente el precio por los vicios ocultos de la cosa
vendida, raíz o mueble, llamados redhibitorios.
76
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Código no ha definido lo que debe entenderse por vicios redhibitorios, pero el Art.
1858 CC señala sus características, de lo cual resulta que, en términos generales, para
merecer el calificativo de vicios redhibitorios, los defectos de la cosa deben ser
contemporáneos a la venta, graves y ocultos.
No obstante, las partes pueden atribuir el carácter de redhibitorios a vicios que no reúnan
estos requisitos, en conformidad con el Art. 1863 CC.
En virtud del Art. 1861 CC, si el vendedor conocía los vicios y no los declaró, o si los
vicios eran tales que el vendedor haya debido conocerlos por razón de su profesión u
77
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
oficio, será obligado, no sólo a la restitución o la rebaja del precio, sino a la indemnización
de perjuicios; pero si el vendedor no conocía los vicios ni eran tales que por su profesión
u oficio debiera conocerlos, sólo será obligado a la restitución o la rebaja del precio.
Por su parte, dispone el Art. 1862 CC que si la cosa viciosa ha perecido después de
perfeccionado el contrato de venta, no por eso perderá el comprador el derecho que
hubiere tenido a la rebaja del precio, aunque la cosa haya perecido en su poder y por su
culpa.
Pero si ha perecido por un efecto del vicio inherente a ella, se seguirán las reglas del Art.
1861 CC.
Cabe señalar, además, que en conformidad al Art. 1863 CC, las partes pueden, por el
contrato, hacer redhibitorios los vicios que no lo son naturalmente.
El Art. 1864 CC regula el caso de que sean varias las cosas vendidas conjuntamente, y
algunas de entre ellas adolezcan de vicios, caso en el cual sólo habrá lugar a la acción
redhibitoria por la cosa viciosa, y no por el conjunto, aunque la regla no es aplicable si
aparece que no se habría comprado el conjunto sin esa cosa.
• Ventas Forzadas
En principio, el vendedor no está obligado al saneamiento de los vicios
redhibitorios en las ventas forzadas, dado que, conforme al Art. 1865 CC, la
acción redhibitoria no tiene lugar en las ventas forzadas hechas por autoridad de
la justicia.
Pero la circunstancia de tratarse de una venta forzada no exonera al vendedor de
la obligación de dar a conocer al comprador la existencia de los vicios si, por su
parte, no los ignoraba.
El Art. 1865 CC dispone que si el vendedor, no pudiendo o no debiendo ignorar
los vicios de la cosa vendida, no los hubiere declarado a petición del comprador,
habrá lugar a la acción redhibitoria y a la indemnización de perjuicios.
78
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
en todos los casos en que leyes especiales o las estipulaciones de los contratantes
no amplíen o restrinjan tales plazos, y el tiempo se cuenta desde la entrega real.
Luego, según dispone el Art. 1869 CC, la acción para pedir la rebaja del precio
prescribe en un año para los bienes muebles, y en dieciocho meses para los bienes
raíces.
La regla que fija en un año el plazo de prescripción de la acción para la rebaja del
precio, tratándose de bienes muebles, tiene la excepción del Art. 1870 CC, en
cuya virtud, si la compra se ha hecho para remitir la cosa a un lugar distante, la
acción de rebaja del precio prescribe en un año, contado desde la entrega al
consignatario, más el termino de emplazamiento que corresponda a la distancia.
La disposición, justificada por las dificultades y lentitud de las comunicaciones al
tiempo de entrar en vigencia el Código, no se justifica hoy.
Pero la regla rige a condición de que el comprador, en el tiempo intermedio entre
la venta y la remesa, haya podido ignorar el vicio de la cosa, sin negligencia de su
parte (Art. 1870 Inc. 2º CC).
Cabe señalar que, siendo éstas prescripciones de corto tiempo, los plazos no se
suspenden.
Por lo tanto, la mora del comprador en recibir la cosa produce dos efectos:
• Debe abonar al vendedor los perjuicios que sean consecuencia de la mora, y la
enumeración del Art. 1827 CC no es taxativa, pues la indemnización comprende,
además de los gastos de almacenes, graneros o vasijas, los de cuidadores y
guardianes, por ejemplo;
• El vendedor queda descargado del cuidado ordinario de la cosa, y sólo responderá
de los estragos que sufra por su culpa grave o dolo.
El Art. 1827 CC no excluye los derechos del vendedor para pedir el cumplimiento o la
resolución del contrato, con indemnización de perjuicios, los cuales resultan, en todo
caso, de la aplicación del Art. 1489 CC.
79
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Sobre esta obligación del comprador, el Código consigna unas pocas disposiciones, y para
determinar quién debe pagar el precio, cómo y a quién debe pagarse, y demás aspectos
similares, rigen las reglas generales.
Con arreglo a las normas generales, el pago debe hacerse en el lugar señalado por la
convención y, a falta de estipulación, cuando la obligación es de género, en el domicilio
del deudor (Arts. 1587-1588 CC). Por otra parte, las obligaciones deben cumplirse de
inmediato, si las partes no han postergado expresamente su cumplimiento.
El Art. 1872 CC, sin embargo, deroga ligeramente estas normas en lo relativo al lugar y
época en que se debe pagar el precio, al disponer que el precio debe pagarse en el lugar y
el tiempo estipulados, o en el lugar y el tiempo de la entrega, no habiendo estipulación en
contrario.
Por lo tanto, si las partes han expresado su voluntad, es obvio que el pago debe hacerse
en la época y lugar convenidos, por lo que rigen, en consecuencia, las reglas generales,
pero si las partes han guardado silencio, tales reglas generales sufren una derogación, ya
que el pago no deberá hacerse de inmediato y en el domicilio del deudor, sino en el
momento y en el lugar de la entrega.
Como consecuencia, fijado un plazo para la entrega, el mismo plazo rige, sin necesidad
de estipulación, para el pago del precio, y convenido el lugar de la entrega, este convenio
se hace extensivo a la obligación de pagar el precio, que ha de verificarse en el mismo
lugar.
80
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Así, distinguimos respecto de las personas entre las cuales se producen los efectos:
• Efectos Entre las Partes
Resuelto el contrato, las partes tienen derecho a que se las restituya al estado
anterior a su celebración, y con tal objeto, el comprador debe al vendedor
determinadas prestaciones:
o Tiene derecho el vendedor, en primer término, a que se le restituya la cosa
(Art. 1487 CC);
o El vendedor tiene también derecho a que se le restituyan los frutos que el
comprador hubiere percibido mientras la cosa estuvo en su poder, y los
frutos deben restituirse íntegramente si el comprador no pagó ninguna
parte del precio, o en proporción a la parte insoluta del mismo (Art. 1875
CC).
Por regla general, cumplida la condición, no se deben los frutos percibidos
en el tiempo intermedio, salvo que la ley, el testador, el donante o los
contratantes, según los varios casos, hayan dispuesto lo contrario (Art.
1488 CC), pero cuando la resolución tiene lugar por falta de pago del
precio, la regla general se altera y el comprador debe restituir los frutos en
la forma indicada;
o En caso de haberse dado arras, el vendedor tiene derecho para retener las
arras, o exigirlas dobladas (Art. 1875 Inc. 1º CC);
o Tiene el vendedor derecho para que el comprador le indemnice los
deterioros que haya experimentado la cosa.
Para estos efectos, se considerará al comprador como poseedor de mala fe,
a menos que pruebe haber sufrido en su fortuna, y sin culpa de su parte,
menoscabos tan grandes que le hayan hecho imposible cumplir lo pactado
(Art. 1875 Inc. 3° CC);
o Le asiste al vendedor el derecho de demandar la indemnización de los
perjuicios que el incumplimiento del contrato le haya ocasionado (Art.
1873 CC).
Por su parte, el vendedor debe realizar ciertas prestaciones en favor del
comprador:
o El comprador tiene derecho para que se le restituya la parte que hubiere
pagado del precio (Art. 1875 Inc. 2º CC);
o Tiene igualmente derecho para que se le abonen las mejoras,
reputándosele, para estos efectos, como poseedor de mala fe, por lo que el
vendedor debe abonarle las mejoras necesarias, pero el comprador no tiene
derecho para exigir la indemnización de las mejores útiles o voluptuarias,
y podrá llevarse sólo los materiales de dichas mejoras, siempre que pueda
separarlos sin detrimento y que el vendedor rehúse pagarle el precio que
tendrían una vez separados (Arts. 809, 909, 910 y 912 CC).
Sin embargo, el comprador será reputado de buena fe si probare que su
fortuna, sin culpa suya, ha sufrido menoscabos tan considerables que le
hicieron imposible cumplir el contrato (Art. 1875 Inc. 3º CC).
81
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En suma, la ley prohíbe a las partes la prueba directa de que es inexacta la aseveración de
haberse pagado el precio para fundar en esta circunstancia una acción resolutoria y las
consiguientes acciones reales contra terceros.
Se ha discutido si el Art. 1876 Inc. 2º CC rechaza en absoluto toda prueba contraria a la
declaración de haberse pagado el precio, tanto respecto a terceros como entre las partes,
es decir, si sólo rige cuando se trata de entablar acciones contra terceros, o si también
cuando se entabla entre las partes una acción resolutoria.
Meza Barros, en cambio, estima que no rige entre las partes, apoyándose en los
siguientes argumentos:
• Del contexto de los Arts. 1875-1876 CC aparece indudablemente que se refieren,
respectivamente, a los efectos de la resolución del contrato entre las partes y
respecto de terceros;
• El Art. 1876 CC señala las condiciones generales en que la resolución del
contrato afecta a terceros, y prevé, enseguida, la situación de los mismos terceros
frente a la declaración de haberse pagado el precio;
• La disposición no se justifica sino como una medida de protección a los terceros,
ante una eventual colusión de las partes;
• En fin, la interpretación contraria conduce al absurdo, ya que no sería siquiera
admisible, como prueba para desvirtuar la aseveración de la escritura, la confesión
del comprador de no haber pagado el precio.
Si el comprador confiesa que no ha pagado el precio, sería insensato negar al
vendedor acción para pedir que se le pague o que se resuelva el contrato, a pretexto
de que no es admisible otra prueba que la nulidad o falsificación de la escritura.
82
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Con arreglo al Art. 680 Inc. 2º CC, sería necesaria una expresa reserva, pero en clara
contradicción con tal disposición, el Art. 1874 CC atribuye a la cláusula de no transferirse
el dominio sino por el pago del precio un alcance diferente, al establecer que el dominio,
pese a la estipulación, se transfiere al comprador, por lo que la falta de pago del precio no
impide que se haga dueño, sino que otorga al vendedor el derecho de pedir el
cumplimiento del contrato o su resolución, con indemnización de perjuicios.
Alessandri plantea que el dominio de la cosa vendida se transfiere por su entrega, aunque
no se pague el precio, sin necesidad de que así se estipule, de modo que el comprador se
hará dueño desde que se le entregue mediante la tradición, aun cuando no pague aquél, y
la cláusula de reserva no tiene en el hecho importancia alguna, dado que la regla del Art.
1874 CC prima por sobre la del Art. 680 CC por el principio de especialidad.
A) Pacto Comisorio
El pacto comisorio es, básicamente, la condición resolutoria tácita expresada en un
contrato de compraventa.
Mediante el pacto comisorio, se estipula expresamente que, no pagándose el precio en el
tiempo convenido, se resuelve el contrato de compraventa.
Ahora bien, se entiende generalmente que no es exclusivo a la compraventa, pese a su
ubicación en el Código, por lo que puede estipularse en cualquier contrato bilateral, y
respecto del incumplimiento de cualquier tipo de obligación.
83
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Así, en términos más amplios, podemos definir el pacto comisorio como una convención
mediante la cual las partes de un contrato estipulan que el incumplimiento de la obligación
de una de ellas traerá como consecuencia la resolución del contrato.
La doctrina distingue otro tipo de pacto comisorio, que se desprende del tenor literal del
Art. 1879 CC: “Si se estipula que por no pagarse el precio al tiempo convenido, se
resuelva ipso facto el contrato de venta, el comprador podrá, sin embargo, hacerlo
subsistir, pagando el precio, lo más tarde, en las veinticuatro horas subsiguientes a la
notificación judicial de la demanda”.
Este es el llamado pacto comisorio calificado, mediante el cual se estipula que el
incumplimiento de la obligación de una de las partes produce la resolución del contrato
de pleno derecho, lo cual no ocurre en el pacto comisorio simple, donde la resolución
debe ser demandada por el contratante diligente.
No obstante, puede evitarse esta resolución de pleno derecho si el deudor cumple con su
obligación en las veinticuatro horas posteriores a la notificación judicial de la demanda,
siendo un plazo fatal.
B) Pacto de Retroventa
Conforme al Art. 1881 CC, por el pacto de retroventa, el vendedor se reserva la facultad
de recobrar la cosa vendida, reembolsando al comprador la cantidad determinada que se
estipulare, o en defecto de tal estipulación, lo que le haya costado la compra.
El pacto de retroventa importa una condición resolutoria del contrato de compraventa,
dado que el contrato está expuesto a desaparecer por el hecho futuro e incierto consistente
en que el vendedor haga valer su opción de recobrar la cosa vendida.
Se trata de una condición meramente potestativa, porque depende de la sola voluntad del
vendedor.
84
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El vendedor confía en que, dentro del plazo fijado, podrá procurarse los fondos para
reembolsar el precio y recobrar la cosa.
Para el comprador, las ventajas son enormes, ya que podrá hacer suya la cosa por el solo
hecho de que el vendedor deje pasar el plazo sin efectuar el reembolso, y la venta se hará,
entonces, irrevocable.
Sus inconvenientes derivan de que, a menudo, sirve para encubrir un pacto comisorio, lo
cual la ley terminantemente prohíbe.
Cuando hablamos de pacto comisorio, no nos referimos al recién estudiado, sino que se
la da tal denominación a la estipulación que se da entre los contratantes cuando se celebra
una prenda o hipoteca para que el prestamista pueda hacerse pago de su crédito con la
cosa dada en garantía.
Para que el pacto de retroventa produzca sus efectos, es necesario que concurran los
siguientes elementos:
• Facultad Concedida al Vendedor de Recobrar la Cosa
Es esencial, como se comprende, que el vendedor se reserve la facultad de
recomprar la cosa vendida.
La estipulación de la reserva debe hacerse en el mismo contrato de compraventa,
y no puede útilmente pactarse después de su celebración, ya que la estipulación a
posteriori importaría una promesa de compraventa.
Para el ejercicio de los derechos que el pacto de retroventa genera para el vendedor, y
para que opere la resolución del contrato de compraventa, es necesario que concurran las
siguientes condiciones:
• Que el Vendedor Haga Valer Judicialmente su Derecho
Si las partes se avienen a ejecutar la retroventa, el vendedor reembolsa el precio y
el comprador restituye la cosa, no pueden suscitarse dificultades.
Pero si el comprador se resiste, es indispensable que el vendedor ejercite su
derecho, acudiendo a la justicia.
85
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Como en el caso de toda condición resolutoria cumplida, debemos examinar los efectos
entre las partes y con relación a terceros:
• Efectos Entre las Partes
El comprador está obligado, lógicamente, a restituir la cosa, con sus accesorios,
lo cual consagra el Art. 1883 Inc. 1° CC.
El comprador, además, debe indemnizar al vendedor por los deterioros de la cosa,
dado que, conforme al Art. 1883 CC, el vendedor tiene derecho a ser indemnizado
de los deterioros imputables a hecho o culpa del comprador.
Por su parte, el vendedor debe pagar al comprador las mejoras introducidas en la
cosa, siendo obligado al pago de las expensas necesarias, pero no de las invertidas
en mejoras útiles o voluptuarias que se hayan hecho sin su consentimiento (Art.
1883 Inc. 3º CC).
Por último, cabe señalar que el derecho que nace para el vendedor del pacto de retroventa
es intransferible, ya que el Art. 1884 CC prohíbe la cesión, aunque nada dice respecto de
la sucesión por causa de muerte, por lo que no se excluye la transmisión del derecho del
vendedor.
C) Pacto de Retracto
Se llama pacto de retracto o adictio in diem aquel en que las partes convienen que se
resolverá la venta si, en un plazo determinado, se presenta un nuevo comprador que
ofrezca al vendedor condiciones más ventajosas que el comprador primitivo.
El Art. 1886 CC dispone que si se pacta que, presentándose dentro de cierto tiempo (que
no puede pasar de un año) persona que mejore la compra, se resuelva el contrato, se
cumplirá lo pactado, a menos que el comprador o la persona a quien éste hubiere
enajenado la cosa, se allane a mejorar en los mismos términos la compra.
86
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Entre las partes y respecto de terceros, el pacto de retracto produce los mismos efectos
que el pacto de retroventa (Art. 1886 Inc. 2º-3º CC).
La rescisión de la venta por causa de lesión enorme tiene lugar siempre que concurran los
siguientes requisitos:
• La Venta Debe Ser Rescindible por Lesión Enorme
La rescisión por causa de lesión enorme tiene cabida sólo en los actos que la ley
expresamente señala, y por este motivo, el legislador creyó oportuno consignar en
el Art. 1888 CC que el contrato de compraventa puede rescindirse por lesión
enorme.
Sin embargo, no tiene cabida la rescisión por lesión enorme en todo contrato de
compraventa, y en términos generales, sólo tiene cabida en la compraventa de
bienes raíces.
En tal sentido, el legislador niega expresamente cabida a la lesión enorme en los
siguientes casos:
o Conforme al Art. 1891 CC, la acción rescisoria no procede por lesión
enorme en las ventas de bienes muebles, y como consecuencia de ello, el
Art. 126 CdC dispone que no hay rescisión por causa de lesión enorme
en los contratos mercantiles;
o Según dispone el Art. 1891 CC, tampoco hay lugar a la acción rescisoria
en las ventas que se hubieren hecho por el ministerio de la justicia, por lo
que las ventas judiciales, forzadas o voluntarias, no son rescindibles por
causa de lesión;
o En virtud del Art. 170 CdM, no hay rescisión por causa de lesión enorme
en los contratos de compraventa y de permuta de una concesión, o de una
cuota o parte material de ella.
87
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
88
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El comprador o el vendedor deben abonar frutos e intereses, pero sólo desde la fecha de
la demanda (Art. 1890 Inc. 2° CC).
La disposición añade que no podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya
ocasionado el contrato.
89
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
90
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. La Permuta
Conforme a lo dispuesto en el Art. 1897 CC, la permutación o cambio es un contrato en
que las partes se obligan mutuamente a dar una especie o cuerpo cierto por otro.
La definición no es exacta, ya que, conforme al Art. 1794 CC, cuando el precio consiste
parte en dinero y parte en otra cosa, se entiende permuta si la cosa vale más que el dinero,
y venta en el caso contrario.
Se aplican al contrato de permuta las reglas que rigen la compraventa, por lo que, por
regla general, el contrato de permuta es consensual, ya que, de acuerdo con el Art. 1898
CC, el cambio se reputa perfecto por el mero consentimiento.
Por excepción, la permuta es solemne cuando una de las cosas que se cambian, o ambas,
sean bienes raíces o derechos de sucesión hereditaria.
En tal caso, para la perfección del contrato ante la ley, será necesaria escritura pública
(Art. 1898 CC).
En aplicación de las reglas generales de la compraventa, las cosas que no pueden venderse
tampoco pueden permutarse (Art. 1899 Inc. 1º CC), y además, no son hábiles para
celebrar el contrato de permuta las personas que no son hábiles para el contrato de venta
(Art. 1899 Inc. 2º CC).
91
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. Introducción
La cesión de derechos es el traspaso de un derecho por acto entre vivos.
Trata el Título XXV del Libro IV del Código, en sucesivos párrafos, de tres materias
diferentes, que son la cesión de créditos personales, la cesión del derecho real de herencia,
y la cesión de derechos litigiosos.
De este modo, la denominación del Título no es exacta, ya que sugiere que se tratará, de
un modo general, de la cesión de toda clase de derechos, pero en realidad, se ocupa de la
cesión de ciertos créditos o derechos personales, y no trata de la cesión de los derechos
reales, en general, sino sólo del de herencia, y de la cesión de derechos litigiosos, que
naturalmente, pueden ser reales o personales.
En principio, todos los créditos son transferibles, salvo aquellos que tienen un carácter
personalísimo, pero la manera de efectuar la cesión varía según la forma del título en que
consta el crédito, y desde tal punto de vista, los créditos pueden ser nominativos, a la
orden o al portador.
Los créditos nominativos son aquellos en que se indica con toda precisión la persona del
acreedor, y que no son pagaderos sino precisamente a la persona designada, como es, por
ejemplo, el crédito del vendedor contra el comprador por el precio de la compraventa.
Los créditos a la orden son aquellos en que, al nombre de la persona del titular, se
antepone la expresión “a la orden” u otra equivalente, y tales créditos son pagaderos a la
persona designada o a quien ésta ordene o designe, como sucede con las letras de cambios,
los pagarés y los cheques, por lo general.
Por último, los créditos al portador son aquellos en que no se designa a la persona del
acreedor, o que llevan la expresión “al portador”, como sucede con los billetes de banco,
los bonos hipotecarios y los cheques en que no se ha borrado la expresión “al portador”.
92
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1907 CC, por su parte, reglamenta la responsabilidad que contrae el cedente en
la cesión a título oneroso, con lo cual queda en evidencia, una vez más, que es necesario
un título, que también puede ser gratuito, caso en que el cedente no contrae las
responsabilidades que señala la disposición citada.
En fin, el Art. 1901 CC reproduce casi literalmente la regla del Art. 699 CC, al señalar
que la tradición de los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la
entrega del título hecha por el cedente al cesionario.
B) Perfeccionamiento de la Cesión
Las formas requeridas para la eficacia de la cesión deben ser enfocadas desde un doble
ángulo, es decir, entre las partes y respecto de terceros, ya que, perfecta la cesión entre
las partes, aún puede no estarlo respecto del deudor cedido y de terceros.
Ahora bien, la entrega del título supone que este conste por escrito, por lo que existe
discusión en la doctrina respecto de si es posible la cesión de créditos nominativos que
no constan por escrito.
La mayoría de la doctrina considera que basta con que la escritura de cesión especifique
el crédito de que se trata, lo cual servirá de título, que habrá de entregarse al cesionario,
y ello tiene sentido, dado que de otra forma, quedarían sustraídos del comercio una
enorme cantidad de derechos personales, lo cual iría en contra del espíritu general de la
legislación.
93
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1905 CC establece que, en general, se considerará existir el crédito en manos del
cedente respecto del deudor y terceros, por lo cual el deudor puede pagar válidamente al
cedente, y los acreedores del cedente pueden embargar el crédito que se reputa
pertenecerle.
En suma, mientras no medien la notificación o aceptación, la cesión es inoponible al
deudor y a terceros.
Luego, respecto de la aceptación del deudor, ésta puede ser expresa o tácita,
consistiendo la primera en una explícita declaración del deudor en que aprueba la cesión,
y la segunda en un hecho que la suponga, como la litiscontestación con el cesionario, un
principio de pago al cesionario, etc. (Art. 1904 CC).
El Código no ha dispuesto para la aceptación ningún requisito de forma, por lo que,
prestada la aceptación verbalmente, surge el problema de probarla, para lo cual rigen las
limitaciones a la prueba testimonial de los Arts. 1708-1709 CC.
Si la aceptación consta de instrumento privado, quedará plenamente probada respecto del
deudor cuando el documento sea reconocido o mandado tener por reconocido.
Respecto de terceros, el documento no adquirirá fecha cierta sino desde que ocurra alguno
de los hechos previstos en el Art. 1703 CC, y la aceptación no puede hacerse valer contra
terceros sino desde que el instrumento adquiera fecha cierta a su respecto.
De este modo, puede ocurrir que el deudor deba considerar como su acreedor al
cesionario, mientras los terceros pueden continuar reputando tal al cedente.
C) Efectos de la Cesión
El Art. 1906 CC establece que la cesión de un crédito comprende sus fianzas, privilegios
e hipotecas, pero no traspasa las excepciones personales del cedente.
En suma, el cesionario goza del crédito en los mismos términos que el cedente, aunque la
cesión no transfiere las excepciones personales del cedente, sin perjuicio de que el Art.
1684 CC permite invocar la nulidad relativa a las personas en cuyo favor la establece la
ley y a sus cesionarios.
94
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 1659 Inc. 1° CC, el deudor que acepta sin reserva alguna la cesión que
el acreedor haya hecho de sus derechos a un tercero, no podrá oponer en compensación
al cesionario los créditos que antes de la aceptación hubiere podido oponer al cedente.
Es lógico que el deudor no pueda oponer en compensación al cesionario los créditos
adquiridos contra el cedente posteriores a la aceptación, ya que el cedente ha dejado de
ser acreedor y, en suma, ya no median entre ambos obligaciones recíprocas.
Pero tampoco puede compensar el deudor los créditos que adquirió antes de la aceptación
y que hubiera podido oponer al cedente, por lo que la aceptación sin reservas importa una
renuncia de la compensación.
Precisa el Art. 1907 CC en qué consiste la responsabilidad del cedente, quien debe
reembolsar al cesionario del precio o emolumento que hubiere reportado de la cesión,
aunque, por acuerdo de las partes, el cedente puede asumir otras responsabilidades, como
la obligación de indemnizar perjuicios al cesionario, por ejemplo.
95
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por efectos de la cesión, el cesionario adquiere todos los derechos y contrae todas las
responsabilidades del cedente.
El Código prevé algunas de las consecuencias que derivan de la calidad de heredero o
legatario de que el cesionario queda investido, desde el momento de la apertura de la
sucesión:
• El cedente debe al cesionario todos los elementos activos de la sucesión, por lo
que debe hacerle entrega de los bienes comprendidos en la herencia o legado;
• Debe el cedente al cesionario, igualmente, los frutos que haya percibido, los
créditos que haya cobrado, los precios recibidos por la enajenación de bienes
sucesorios, etc.;
• Por su parte, el cesionario debe reembolsar al cedente los costos necesarios o
prudenciales que haya hecho el cedente en razón de la herencia;
• El cesionario se beneficia del derecho de acrecer, ya que el Art. 1910 Inc. 3º CC
establece que, cediéndose una cuota hereditaria, se entenderán cederse al mismo
tiempo las cuotas hereditarias que por el derecho de acrecer sobrevengan a ella,
salvo que se haya estipulado otra cosa.
El cesionario se hace responsable del pasivo de la herencia o legado, respecto del cedente,
pero ante terceros, el cedente continúa siendo responsable, por lo que los acreedores
pueden siempre dirigirse contra el cedente y hacer abstracción de la cesión.
El cedente queda siempre directamente obligado, pero tendrá derecho a que el cesionario
le reembolse lo pagado, y cabe señalar que los acreedores pueden igualmente accionar
contra el cesionario, aceptándole como deudor, caso en el cual estamos frente a una
delegación perfecta.
En cuanto a la forma en que debe efectuarse la tradición del Derecho Real de Herencia,
una parte de la doctrina entiende que no se exige inscripción conservatoria, aun cuando
la herencia comprenda bienes raíces, dado que consiste en una universalidad jurídica, un
continente distinto de su contenido, y no corresponde por tanto aplicar las reglas estrictas
de la tradición de bienes inmuebles, siendo aplicables las reglas generales de la tradición,
lo cual se explica porque el Derecho Real de Herencia no es ni mueble ni inmueble, sino
una institución jurídica sui generis, un bien abstracto.
96
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La cesión de derechos litigiosos supone que el derecho sea objeto de una contienda
judicial, pero no importa cesión de derechos litigiosos la transferencia del derecho que se
discute en juicio, ya que la cesión de un derecho litigioso no tiene por objeto el derecho
mismo, sino la pretensión, bien o mal fundada, de obtener una determinada ventaja, que
el cedente cree conseguir en un litigio.
En otros términos, la cesión de derechos litigiosos versa sobre la expectativa del cedente
de ganar o perder el pleito.
El Art. 1911 Inc. 1º CC, no deja dudas al respecto, al disponer que se cede un derecho
litigioso cuando el objeto directo de la cesión es el evento incierto de la litis, del que no
se hace responsable el cedente.
Esta cesión, por lo tanto, tiene un carácter eminentemente aleatorio, puesto que el
equivalente de la prestación que suministre el cesionario envuelve una contingencia de
ganancia o pérdida.
Los derechos sobre los cuales se litiga pueden ser reales o personales, ya que la ley no
establece ninguna distinción.
97
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Para que la cesión produzca efectos respecto del deudor, es necesario que éste sea
notificado.
La cesión de derechos litigiosos puede hacerse a distintos títulos, y a tal respecto, el Art.
1912 CC señala que es indiferente que la cesión haya sido a título de venta o permutación.
La cesión puede incluso efectuarse a título gratuito, y el Art. 1913 CC prevé que, en tal
caso, el demandado carece del derecho de rescate.
Los efectos de la cesión de derechos litigiosos deben enfocarse desde un doble punto de
vista.
En primer lugar, respecto de los efectos entre el cedente y cesionario, podemos señalar
que el cedente se desprende de los derechos que le correspondían como demandante en
el juicio, y el cesionario adquiere tales derechos.
No obstante, el Art. 1912 CC expresa que es indiferente que sea el cedente o el cesionario
el que persiga el derecho, y de esta manera, una vez efectuada la cesión, el juicio puede
proseguirlo el cedente o el cesionario.
No debe el cedente al cesionario ninguna garantía por la suerte del juicio, ya que así lo
dispone expresamente el Art. 1911 CC, y debido a que el cesionario ha adquirido un
derecho dudoso y aceptado las contingencias del litigio.
Para que el demandado pueda ejercer el derecho de rescate es necesario, en primer lugar,
que la cesión se haya efectuado a título oneroso.
En efecto, el Art. 1913 Inc. 1° CC dispone que el demandado debe pagar al cesionario
el valor de lo que éste haya dado por el derecho cedido, de lo cual se desprende que la
cesión debe efectuarse a un título que importe un sacrificio para el cesionario.
Hecha la cesión a título de venta, el deudor abonará el precio pagado al cedente, y
verificada a título de permuta, deberá el valor de la cosa que el cedente recibió a cambio
de los derechos litigiosos.
El demandado deberá pagar, además, los intereses desde la fecha en que se haya
notificado la cesión al deudor (Art. 1913 Inc. 1º CC).
El segundo requisito para que proceda el derecho de rescate es que debe ser invocado por
el deudor en el plazo perentorio que señala el Art. 1914 CC, que es de nueve días
contados desde la notificación del decreto en que se manda ejecutar la sentencia.
Ahora bien, las circunstancias que justifican el retracto litigioso no se dan en ciertos casos
en que, por lo mismo, la ley lo declara improcedente, los cuales son:
• En las cesiones enteramente gratuitas, ya que no cabría el reembolso del valor
suministrado por el cesionario, y por otra parte, la cesión gratuita no puede
constituir un acto de especulación;
• En las cesiones que se hagan por el ministerio de la justicia;
• Cuando el derecho litigioso va comprendido en la enajenación de otra cosa, de la
cual el derecho litigioso no es sino una parte o accesión, como por ejemplo, si se
98
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En general, en todos estos casos se estima que no hay ánimo del cesionario de especular
con la suerte del litigio.
En los demás casos en que la ley permite al demandado ejercitar el derecho de rescate, lo
que se pretende, a fin de cuentas, es desincentivar la cesión de derechos litigiosos con
objetivos especulativos, evitando así la proliferación de juicios que tengan tal origen.
99
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo V – El Arrendamiento
1. Generalidades
El Art. 1915 CC define el arrendamiento como un contrato en que las dos partes se
obligan recíprocamente, la una a conceder el goce de una cosa, o a ejecutar una obra o
prestar un servicio, y la otra a pagar por este goce, obra o servicio un precio determinado.
De la definición resulta que el arrendamiento puede tener un triple objeto:
• La concesión del goce de una cosa;
• La ejecución de una obra;
• La prestación de un servicio.
El Código trata, en párrafos sucesivos, del arrendamiento de cosas y sus modalidades, del
arrendamiento de criados domésticos (derogado por las normas del Código del Trabajo),
de los contratos para la confección de una obra material, del arrendamiento de servicios
inmateriales y del arrendamiento de transportes.
El contrato de arrendamiento, en sus diversas formas, tiene una importancia apenas menor
que la compraventa, ya que satisface la necesidad cotidiana de procurarse el goce de cosas
que no es posible adquirir o de procurarse servicios indispensables, por ejemplo, por lo
que se explica, de este modo, que el Código lo reglamente extensamente.
Algunas formas del contrato, por su excepcional importancia, han adquirido una
personalidad propia, como sucede con el contrato de trabajo, mientras que otras formas,
como el contrato de transporte, se encuentran principalmente reglamentadas por el
Código de Comercio.
100
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
2. Arrendamiento de Cosas
A) Ideas Generales
El arrendamiento de cosas es un contrato en que una de las partes se obliga a conceder el
goce de una cosa, y la otra a pagar por este goce un determinado precio.
La parte que confiere el goce de la cosa se denomina arrendador, y la que debe pagar el
precio, arrendatario (Art. 1919 CC).
El arrendatario de predios urbanos recibe la denominación particular de inquilino (Art.
1970 CC), y el arrendatario de predios rústicos, la particular denominación de colono
(Art. 1979 CC).
101
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Ahora bien, suele el arrendamiento estar revestido de solemnidades legales, aunque tales
solemnidades no son exigidas por la ley en consideración al contrato en sí mismo, sino
en atención a la calidad de las personas que lo celebran.
Así, para dar en arrendamiento los bienes raíces de la mujer, por más de cinco años si son
predios urbanos, y por más de ocho si se trata de predios rústicos, el marido necesita el
consentimiento de la mujer (Art. 1756 CC).
Pueden las partes estipular las solemnidades que juzguen convenientes y dar al contrato,
en consecuencia, un carácter solemne, dado que consagra el Art. 1921 CC una regla
análoga a la señalada para la compraventa, consistente en que si se pactare que el
arrendamiento no se repute perfecto mientras no se firme escritura, podrá cualquiera de
las partes arrepentirse hasta que así se haga, o hasta que se haya procedido a la entrega de
la cosa arrendada.
Como lógica consecuencia de que el contrato no se encuentra perfecto, las partes tienen
el derecho de retractarse.
Puede hacerse uso de esta facultad hasta que se otorgue la escritura prevista o hasta que,
a pesar de no haberse otorgado la escritura, se haya verificado la entrega de la cosa.
Si en el arrendamiento se otorgan arras, se observan las mismas reglas que en la
compraventa.
2) La Cosa Arrendada
La cosa debe reunir los requisitos generales del objeto de toda declaración de voluntad,
es decir, ser lícita, determinada, y existir o esperarse que exista, y dada la naturaleza
especial del contrato de arrendamiento, la cosa arrendada no debe ser consumible.
El Art. 1916 CC establece como regla general que son susceptibles de arrendamiento
todas las cosas corporales o incorporales que pueden usarse sin consumirse, excepto
aquellas que la ley prohíbe arrendar, y los derechos estrictamente personales, como los
de habitación y uso.
Puede arrendarse la cosa ajena, y en tal caso, el arrendatario de buena fe, esto es, el que
ignoraba la circunstancia de ser ajena la cosa, tendrá acción de saneamiento contra el
arrendador en caso de evicción, y el arrendamiento, por cierto, no empece al dueño de la
cosa.
3) El Precio
Como en la compraventa, el precio debe ser real o serio y determinado.
La cantidad a que asciende el precio puede ser incierta, con tal que en el contrato se fijen
normas o se contengan datos que sirvan para determinarlo, pero mientras en la
compraventa el precio debe consistir en dinero, en el arrendamiento puede consistir en
dinero o en frutos naturales de la cosa arrendada (Art. 1917 CC).
En caso de pagarse el precio con frutos de la cosa, puede fijarse una cantidad determinada
o una cuota o parte alícuota de los de cada cosecha, y esta última forma de pago del precio
102
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El precio puede fijarse en una cantidad alzada o en una cantidad periódica, y cuando se
paga periódicamente, se llama renta.
El Art. 1918 CC dispone que el precio puede fijarse de los mismos modos que en el
contrato de venta, y en consecuencia, el precio puede fijarse por las partes o por un
tercero, pero no puede dejarse al arbitrio de una de las partes.
La determinación del precio puede hacerse por cualesquiera medios o indicaciones que
lo fijen (Art. 1808 Inc. 2º CC).
Conforme al Art. 1920 CC, la entrega puede hacerse bajo cualquiera de las formas de
tradición reconocidas por la ley, lo cual no es exacto, ya que si la cosa arrendada es
inmueble, la entrega no puede hacerse por la inscripción en el Registro del Conservador,
dado que la inscripción por medio de la cual se hace la tradición de los inmuebles supone
un título traslaticio de dominio, y el arrendamiento es un título de mera tenencia.
La entrega del inmueble, por lo tanto, se verifica poniéndolo materialmente a disposición
del arrendatario o simbólicamente, como por ejemplo, entregándole las llaves.
En cuanto al tiempo y lugar de la entrega, deben observarse las reglas generales, por lo
que la entrega debe verificarse en la época señalada por las partes y, a falta de
estipulación, inmediatamente después de celebrado el contrato.
La entrega se hace, en primer término, en el lugar convenido, y ante el silencio de las
partes, la entrega se verifica en el lugar en que se encontraba la cosa al tiempo del contrato
o en el domicilio del arrendador, según se trate de cosas específicas o genéricas (Arts.
1587-1589 CC).
La cosa debe entregarse en estado de servir al fin para que fue arrendada, ya que, de otro
modo, el arrendatario no podrá obtener el adecuado goce de la cosa que se propuso al
contratar.
Por consiguiente, son de cargo del arrendador las reparaciones de todo género que sea
necesario efectuar antes de que el arrendatario entre a gozar de la cosa.
El arrendatario debe efectuar ciertas reparaciones cuya necesidad se hace presente durante
el arrendamiento, ya que probablemente se han hecho necesarias por su culpa, o de las
personas por quienes responde, pero lógicamente, no es responsable de las reparaciones
que se hacen necesarias por causas anteriores al goce, ya que su necesidad no puede serle
imputable por ningún motivo.
103
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Para el caso en que el arrendador haya arrendado separadamente la cosa a dos personas,
el Art. 1922 CC dispone que el arrendatario a quien se haya entregado la cosa será
preferido, y si se ha entregado a los dos, la entrega posterior no valdrá. Si no se ha
entregado a ninguno, sin embargo, el título anterior prevalecerá.
Conforme al Art. 1926 CC, la mora del arrendador, debida al hecho o culpa suyos o de
sus agentes o dependientes, da derecho al arrendatario a demandar indemnización de
perjuicios.
104
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Las reparaciones locativas, según dispone el Art. 1940 CC, son aquellas que, según la
costumbre, son de carga de los arrendatarios, y en general, las de aquellas especies de
deterioro que ordinariamente se producen por culpa del arrendatario o de sus
dependientes.
Son reparaciones necesarias las indispensables para mantener la cosa en estado de servir
para el objeto para que se la arrendó, y toca al arrendador efectuarlas, aunque puede, en
determinadas circunstancias, efectuarlas el arrendatario por cuenta del arrendador.
Conforme al Art. 1935 CC, el derecho del arrendatario para que se le reembolse el costo
de las reparaciones necesarias requiere:
• Que el arrendatario no las haya hecho indispensables por su culpa;
• Que haya dado pronta noticia al arrendador para que las efectúe, a menos que la
noticia no hubiere podido darse en tiempo oportuno;
• Que el arrendador no haya tratado de hacerlas oportunamente;
• Que el arrendatario pruebe la necesidad de las reparaciones de que se trata.
Según dispone el Art. 1936 CC, el arrendador es obligado a reembolsar el costo de las
mejoras útiles, siempre que haya consentido en que se efectúen con la expresa condición
de abonarlas.
Entendemos por mejoras útiles, conforme al Art. 909 Inc. 2° CC, aquellas que aumentan
el valor venal de la cosa.
En caso de que las mejoras no se hubieren efectuado en las condiciones apuntadas, el
arrendatario puede separar y llevarse los materiales, sin detrimento de la cosa arrendada,
a menos que el arrendador esté dispuesto a abonarle lo que valdrían los materiales
considerándolos separados (Art. 1936 CC).
105
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Sin embargo, podría suceder que la cosa necesite urgentes reparaciones, y las
consecuencias varían según la magnitud de tales reparaciones, y la medida en que
embaracen o turben el goce:
• Si tales reparaciones causan una turbación de poca importancia, debe soportarlas
el arrendatario, pero le asiste el derecho de pedir una rebaja del precio o renta
(Art. 1928 Inc. 2º CC);
• En caso de que las reparaciones sean de tal entidad que la turbación resulte
considerable, podrá el arrendatario demandar la terminación del contrato (Art.
1928 Inc. 3º CC).
A las acciones señaladas, encaminadas a pedir una rebaja del precio o la terminación del
arriendo, puede sumarse la de indemnización de perjuicios, lo cual ocurre:
• Si las reparaciones provienen de una causa que ya existía al tiempo del contrato,
desconocida del arrendatario, pero que el arrendador conoció o era tal que tuviese
antecedentes para temerla o por su profesión conocerla (Art. 1928 Inc. 4º CC);
• Si las reparaciones han de dificultar el goce por mucho tiempo, de manera que no
pueda subsistir el contrato de arrendamiento sin grave molestia o perjuicio para el
arrendatario (Art. 1928 Inc. 5º CC).
En segundo lugar, tenemos la obligación del arrendador de sanear las turbaciones que
sean obra de terceros.
Las turbaciones de que el arrendatario puede ser víctima de parte de terceros son de hecho
y de derecho.
106
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Pero el arrendatario, por su parte, tiene la obligación de dar noticia al arrendador de las
turbaciones o molestias que reciba de los terceros, y la omisión o tardanza en que incurra
le hace responsable de los perjuicios que de ello se sigan al arrendador (Art. 1931 Inc. 2º
CC).
107
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1943 CC previene que si entregada la cosa al arrendatario hubiere disputa acerca
del precio o renta, y por una u otra parte no se produjere prueba legal de lo estipulado a
este respecto, se estará al justiprecio de peritos, y los costos de esta operación se dividirán
entre el arrendador y el arrendatario por partes iguales.
En cuanto a la época del pago del precio, se determina en primer término por las
estipulaciones de las partes, y a falta de éstas, conforme a la costumbre del país, pero en
defecto de normas consuetudinarias, aplican las normas supletorias que establece el Art.
1944 CC, que son las siguientes:
• La renta de arrendamiento de predios urbanos se paga por meses, y la de predios
rústicos por año;
• Si se arrienda una cosa mueble por cierto número de años, meses o días, la renta
se debe inmediatamente después de expirado el respectivo año, mes o día;
• Si se arrienda por una suma alzada, se debe ésta luego de que termine el
arrendamiento.
La falta de pago del precio o renta confiere al arrendador el derecho alternativo de pedir
el cumplimiento del contrato o su terminación, por lo que, en tal caso, las reglas generales
tienen pleno vigor.
Cada vez que se pone término al arrendamiento por culpa del arrendatario, debe éste pagar
los perjuicios que resulten para el arrendador, y esta indemnización comprende,
especialmente, el pago de la renta por el tiempo que falte hasta el día en que,
desahuciando, hubiera podido hacer cesar el arriendo, o en que el arriendo hubiera
terminado sin desahucio.
Para liberarse de este pago, el arrendatario puede proponer, bajo su responsabilidad, otra
persona idónea que le sustituya por el tiempo que falte, prestando fianza u otra seguridad
competente (Art. 1945 CC).
108
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
109
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El arrendador puede hacer valer este derecho para garantía de lo que se le deba como
consecuencia de:
• Usar el arrendatario de la cosa contrariamente a los términos o al espíritu del
contrato;
• Los deterioros que cause por no cuidar la cosa como un buen padre de familia;
• El hecho de incurrir el arrendatario en mora en la restitución de la cosa;
• La terminación del contrato por culpa del arrendatario;
• Por concepto de precio o renta.
Con arreglo a lo dispuesto en el Art. 1942 Inc. 2° CC, el derecho legal de retención recae
sobre todos los frutos existentes en la cosa arrendada, y todos los objetos con que el
arrendatario la haya amoblado, guarnecido o provisto.
Naturalmente, la retención se hace efectiva sobre los bienes indicados a condición de que
pertenezcan al arrendatario, y se presume que le pertenecen, salvo prueba en contrario.
1) La Destrucción de la Cosa
La pérdida o destrucción de la cosa debe ser total, ya que destruida íntegramente, no podrá
en lo sucesivo el arrendador procurar al arrendatario el goce de la misma, y el
arrendatario, a su vez, quedará liberado de la obligación de pagar el precio, ya que su
obligación carece de causa.
110
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
tiempo que falte hasta la expiración del plazo estipulado, o hasta que, mediante el
desahucio, hubiera podido cesar el contrato.
Si la destrucción es solamente parcial, el juez debe decidir si tendrá lugar la terminación
del arriendo o si se concede al arrendatario una rebaja del precio o renta (Art. 1932 Inc.
2º CC).
111
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 1956 Inc. 1º CC, establece el principio general, consistente en que, terminado el
arrendamiento por desahucio, o de cualquier otro modo, no se entenderá en caso alguno
que la aparente aquiescencia del arrendador a la retención de la cosa por el arrendatario
es una renovación del contrato.
Para que se entienda renovado el arriendo, es necesario que las partes así lo convengan
expresamente, y como una lógica consecuencia de que el contrato no se entiende
renovado, el arrendador puede reclamar en cualquier tiempo la restitución de la cosa.
Si llegado el día de la restitución no se renueva expresamente el contrato, tendrá derecho
el arrendador para exigirla cuando quiera.
Por excepción, el Código acepta la reconducción tácita en los términos de su Art. 1956
Inc. 3°, que dispone al efecto los siguientes requisitos:
• Que la cosa arrendada sea inmueble;
• Que el arrendatario conserve la tenencia de la cosa;
• Que el arrendatario haya pagado, con el beneplácito del arrendador, la renta
correspondiente a un período posterior a la extinción del contrato, o las partes
hayan ejecutado otros hechos demostrativos de su inequívoca intención de
perseverar en el arriendo.
112
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Puesto que el contrato que liga en lo sucesivo a las partes es un nuevo contrato, se
extinguen las cauciones constituidas por terceros para la seguridad de las obligaciones
derivadas del primero.
La renovación, en otros términos, no afecta a los terceros, quienes no quedan obligados
sino a condición de que accedan al nuevo contrato.
El Art. 1957 CC dispone, en efecto, que renovado el arriendo, las fianzas como las
prendas o hipotecas constituidas por terceros, no se extenderán a las obligaciones
resultantes de su renovación.
Conforme al Art. 1958 CC, extinguiéndose el derecho del arrendador sobre la cosa
arrendada por una causa independiente de su voluntad, expirará el arrendamiento aun
antes de cumplirse el tiempo que para su duración se hubiere estipulado.
La extinción del derecho del arrendador supone que otra persona adquiere este derecho,
por lo que la expiración del contrato significa, en otros términos, que los terceros que
adquieren los derechos que el arrendador perdió no están obligados a respetar el
arrendamiento.
Se justifica plenamente, de esta manera, que el contrato expire, aunque exista un plazo
señalado para su duración.
Para precisar la responsabilidad del arrendador en caso de expirar el contrato por causas
ajenas a su voluntad, responsabilidad que se traduce en el pago de perjuicios, es necesario
distinguir si estaba de buena o mala fe.
La mala fe del arrendador consiste, en este caso, en haber contratado a sabiendas del
carácter incierto de su derecho, y atribuyéndose la calidad de dueño absoluto.
El Art. 1959 CC prescribe que si el arrendador ha contratado en una calidad particular
que hace incierta la duración de su derecho, como la de usufructuario, o la de propietario
fiduciario, y en todos los casos en que su derecho esté sujeto a una condición resolutoria,
no habrá lugar a indemnización de perjuicios por la cesación del arriendo en virtud de la
resolución del derecho.
Pero si el arrendador tiene un derecho de incierta duración, y contrató atribuyéndose el
carácter de dueño absoluto, será obligado a indemnizar al arrendatario, a menos que éste
haya contratado a sabiendas de que el arrendador no era absoluto dueño.
113
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Ahora bien, la extinción del derecho del arrendador puede operar por su hecho o culpa,
como ocurre cuando éste enajena la cosa arrendada, o cuando por el hecho de no pagar el
precio se declara resuelto el contrato de compraventa que le sirvió de título para su
adquisición, por ejemplo.
Las consecuencias de la extinción del derecho difieren según las circunstancias, por lo
que debemos distinguir si el sucesor en los derechos del arrendador debe o no respetar el
arriendo.
114
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 1964 CC, el pacto de no enajenar la cosa arrendada, aunque tenga
la cláusula de nulidad de la enajenación, no da derecho al arrendatario sino para
permanecer en el arriendo hasta su terminación natural.
115
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
116
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Las viviendas regidas por la Ley Nº19.281, esto es, aquellas arrendadas bajo la
modalidad del contrato de leasing inmobiliario.
117
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La Ley N°18.101 establece un procedimiento especial para tramitar los juicios que
versen sobre desahucio, terminación, restitución por expiración del plazo, extinción del
derecho del arrendador, indemnización de perjuicios, u otros que versen sobre las demás
cuestiones derivadas de estos contratos.
El Art. 8° dispone que el procedimiento es verbal, y que queda regido por las normas
procesales que establece tal artículo, las cuales escapan el alcance de nuestro estudio.
El Art. 24 establece multas que van de 1 a 60 UF, y que impone el juez a beneficio fiscal
en los siguientes casos:
• Cuando el arrendatario incurre en falsedad en la declaración, sea acerca de la
existencia o no de subarrendatarios, o de sus nombres;
• Cuando el subarrendador, habiendo percibido las rentas del subarriendo, no paga
la renta del arrendamiento, y a consecuencia de ello, el subarrendatario fuese
lanzado del inmueble;
118
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a los subarrendatarios, el Art. 11 señala que, para que les sea oponible lo
obrado y la sentencia recaída en los juicios de desahucio, restitución o terminación del
arrendamiento por falta de pago de la renta, seguidos contra el arrendatario, debe serles
notificada la demanda, o deben haberse apersonado a la causa.
Luego, según dispone el Art. 12, en los juicios de terminación del arrendamiento por falta
de pago de la renta seguidos contra un subarrendador, los subarrendatarios pueden pagar
al demandante, antes de la dictación de la sentencia de primera instancia, las rentas
adeudadas por el arrendatario.
Si así lo hacen, enervarán de este modo la acción, y tendrán derecho a ser reembolsados
de ellas por el subarrendador, más el interés corriente a contar de su pago, o a imputarlas
a las rentas más inmediatas, y todo ello sin perjuicio de las indemnizaciones que
correspondan.
Por último, y conforme al Art. 13, el cumplimiento de las resoluciones dictadas en los
juicios regulados en esta ley se rigen por las reglas generales, aunque cuando ordenen la
entrega de un inmueble, se aplica lo dispuesto en el Art. 595 CPC, en virtud del cual, si
ratificado el desahucio llega el día señalado para la restitución sin que el arrendatario haya
desalojado la finca arrendada, éste será lanzado de ella a su costa, previa orden del
tribunal.
En estos juicios, y en los de comodato precario, el juez de la causa, decretando el
lanzamiento, puede suspenderlo, en casos graves y calificados, por un plazo que no
exceda de treinta días.
Para estos efectos, se entiende por predio rústico el que define el Art. 1º de la Ley
Nº16.640, sobre Reforma Agraria, es decir, todo inmueble susceptible de uso agrícola,
ganadero o forestal, sea comprendido en zonas rurales o urbanas.
119
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Asimismo, la ley ha establecido una obligación especial para el arrendador, quien debe
declarar en la misma escritura donde consta el contrato, si está afecto al impuesto de
primera categoría sobre la base de renta efectiva determinada por contabilidad completa,
o sujeto al régimen de renta presunta, para efectos tributarios.
La falta de esta declaración impide hacer valer el contrato ante autoridades judiciales y
administrativas mientras no se acredite mediante escritura complementaria la constancia
de la declaración referida.
Acorde con lo anterior, el Art. 75 bis CT dispone que en los documentos que den cuenta
del arrendamiento o cesión temporal en cualquier forma de un bien raíz agrícola, el
arrendador o cedente debe declarar si es un contribuyente del impuesto de primera
categoría de la Ley de Impuesto a la Renta que tributa sobre la base de renta efectiva o
bien sobre renta presunta.
Los arrendadores o cedentes que no den cumplimiento a esta obligación, o que hagan una
declaración falsa respecto a su régimen tributario, son sancionados en conformidad con
el Art. 97, Nº1 CT, con multa de una 1 a 150 UTA, y además, deben indemnizar los
perjuicios causados al arrendatario o cesionario.
El DL Nº993 no contiene ninguna disposición acerca del precio o renta, por lo que rigen
íntegramente las reglas de los Arts. 1917-1918 CC.
Así, el precio o renta puede ser en dinero o en frutos naturales de la cosa arrendada, y
podrá fijarse por cualesquiera medios, por acuerdo de las partes o por un tercero.
El DL N°993 no establece un término mínimo de duración del contrato, por lo que el
contrato tendrá la duración que las partes hayan fijado, y en defecto de estipulación, el
tiempo podrá ser determinado por el servicio especial a que se destine la cosa, o por la
costumbre, y de otro modo, durará indefinidamente.
Conforme al Art. 3°, las personas naturales o jurídicas extranjeras no pueden celebrar el
contrato de arrendamiento en zonas fronterizas.
120
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a la expiración del contrato, puede darse por las siguientes causas:
• Desahucio
Cualquiera de las partes puede poner fin al arrendamiento de predios rústicos
mediante el desahucio, si no se hubiere fijado el tiempo de su duración.
Las partes pueden fijar las normas que estimen convenientes para establecer la
anticipación y demás caracteres del desahucio, y a falta de estipulación, rige la
norma del Art. 1985 CC, conforme al cual, el aviso debe darse con la anticipación
de un año.
121
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
mantener los términos del contrato de arrendamiento, salvo acuerdo de éste con
el arrendatario.
La disposición no distingue entre adquirentes a título gratuito y oneroso, y no
señala ningún requisito para que el adquirente deba respetar el arriendo. Sin
embargo, es indispensable que el contrato de arrendamiento tenga, respecto del
tercero, una fecha cierta y anterior a la enajenación.
Cabe señalar, por último, el contrato de mediería o aparcería, que es aquel en que una
parte se obliga a aportar una determinada superficie de terreno, y la otra su trabajo para
realizar cultivos determinados, con el objeto de repartirse los frutos o productos
resultantes, obligándose, además, a aportar los elementos necesarios para la adecuada
explotación de los terrenos, a concurrir a los gastos de producción, a realizar en forma
conjunta la dirección de la explotación, y a participar en los riesgos de la misma (Art. 12
DL N°993).
Quien se obliga a aportar el uso de la tierra se llama cedente, y el que se obliga a
trabajarla, mediero (Art. 12º Inc. 2º CC).
Conforme al Art. 13 del DL N°993, si el contrato se celebra por escrito, debe contener,
al menos, las siguientes estipulaciones:
• Individualización de las partes;
• Ubicación y superficie de los terrenos que se aportan, y la indicación de los demás
aportes a que las partes se obligan, y la forma de efectuarlos;
• Los cultivos que se realizarán;
• La forma en que se distribuirán las utilidades de la explotación y de las pérdidas
que se produzcan;
• La fecha de entrega y de restitución de los terrenos;
• Una cláusula arbitral y la designación de un árbitro, si así lo acuerdan las partes.
Luego, según dispone el Art. 14, en caso de que no se pacte por escrito, se entienden
incorporadas las siguientes estipulaciones:
• Se presumirá que el cedente está obligado a aportar los terrenos y el agua
correspondiente, si aquéllos fueren de riego;
• También se presume que el cedente está obligado a aportar la mitad de las semillas
o plantas, fertilizantes y pesticidas, sea en especies o su valor equivalente en
dinero;
• Asimismo, el cedente debe aportar los dos tercios de los fertilizantes de efectos
duraderos utilizados en el último año de la mediería;
• El mediero, por su parte, deberá aportar el trabajo y el saldo de las prestaciones
complementarias de las que corresponden al cedente;
• Se presumirá, igualmente, que el producto que se obtenga deberá ser distribuido
por partes iguales;
• Se presumirá que el plazo del contrato es de un año, salvo prueba en contrario.
122
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
A su vez, el Art. 15 DL N°993 señala que cedente y mediero deben abstenerse de ceder
los derechos resultantes del contrato, y el Art. 17 agrega que los medieros están obligados
a dar cumplimiento a las disposiciones contractuales, legales y reglamentarias sobre
protección y conservación de los recursos naturales.
El contrato para la confección de una obra material puede importar legalmente una
compraventa o un arrendamiento:
• Si el artífice suministra la materia para la confección de la obra, el contrato es de
venta (Art. 1996 Inc. 1º CC);
• Si la materia es suministrada por la persona que encargó la obra, el contrato es de
arrendamiento (Art. 1996 Inc. 3º CC);
• Si ambas partes suministran la materia, el contrato será de compraventa o
arrendamiento, según cuál de ellas suministre la parte principal.
Si la materia principal es suministrada por el que ha ordenado la obra, poniendo
el artífice lo demás, el contrato es de arrendamiento, y en el caso contrario, será
de venta (Art. 1996 Inc. 4º CC).
123
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El riesgo es íntegramente de cargo del que ordenó la obra, esto es, pierde la materia y
debe pagar el precio, en los casos siguientes:
• Si la obra ha sido reconocida y aprobada (Art. 2000 Nº1º CC);
• Si la cosa no ha sido reconocida y aprobada por mora del que encargó la obra
(Art. 2000 Nº2º CC);
• Si la cosa perece por un vicio de la materia suministrada por el que encargó la
obra, salvo que el vicio sea de aquellos que el artífice, por su oficio, ha debido
conocer, o que conociéndolo no haya dado aviso oportuno (Art. 2000 N°3 CC).
Las partes pueden confiar a un tercero la fijación del precio, y si tal tercero fallece, la ley
distingue si ello ocurre antes o después de ejecutada la obra:
• Cuando el tercero fallezca antes de la ejecución de la obra, será nulo el contrato;
• Si el fallecimiento sobreviene después de haberse procedido a la ejecución de la
obra, se fijará el precio por peritos (Art. 1998 CC).
124
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Con arreglo al Art. 1999 CC, habrá lugar a reclamación de perjuicios, según las reglas
generales de los contratos, siempre que por una o por otra parte no se haya ejecutado lo
convenido, o se haya retardado su ejecución.
El Art. 2002 CC se refiere especialmente al incumplimiento de la obligación del artífice,
disponiendo que si es fundada la alegación de no haberse ejecutado debidamente la obra,
el artífice podrá ser obligado, a elección del que encargó la obra, a hacerla de nuevo o a
la indemnización de perjuicios (Art. 2002 Inc. 2º CC).
Es evidente que si el que encargó la obra suministró los materiales se le deben reembolsar,
pero esta restitución de los materiales podrá hacerse con otros de igual calidad, o en dinero
(Art. 2002 Inc. 3º CC).
125
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Conforme al Art. 2003 N°5 CC, si los artífices u obreros empleados en la construcción
del edificio han contratado con el dueño directamente por sus respectivas pagas, se
mirarán como contratistas independientes, y tendrán acción directa contra el dueño, pero
si han contratado con el empresario, no tendrán acción contra el dueño sino
subsidiariamente, y hasta concurrencia de lo que éste deba al empresario.
Ahora bien, es necesario tener en consideración a este respecto lo dispuesto por el Art.
183 B del Código del Trabajo, el cual, a propósito de la subcontratación, establece que
la empresa principal será solidariamente responsable de las obligaciones laborales y
previsionales de dar que afecten a los contratistas en favor de los trabajadores de éstos,
incluidas las eventuales indemnizaciones legales que correspondan por término de la
relación laboral.
Tal responsabilidad estará limitada al tiempo o período durante el cual el o los
trabajadores prestaron servicios en régimen de subcontratación para la empresa principal.
En los mismos términos, el contratista será solidariamente responsable de las obligaciones
que afecten a sus subcontratistas, a favor de los trabajadores de éstos.
La empresa principal responde de iguales obligaciones que afecten a los subcontratistas,
cuando no pudiere hacerse efectiva la responsabilidad de éstos.
126
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por último, el Art. 2004 CC extiende la aplicación de las reglas 3ª, 4ª y 5ª del Art. 2003
CC a los que se encargan de la construcción de un edificio en calidad de arquitectos.
• Servicios Profesionales
Según dispone el Art. 2012 CC, los artículos precedentes se aplican a los servicios
que, según el Art. 2118 CC se sujetan a las reglas del mandato, en lo que no
tuvieren de contrario a ellas.
Esta última disposición se refiere a los servicios de las profesiones y carreras que
suponen largos estudios, o a que está unida la facultad de representar y obligar a
otra persona respecto de terceros.
Estos servicios se sujetan primeramente a las reglas del mandato, y
subsidiariamente, a las del arrendamiento de servicios.
5. Arrendamiento de Transporte
El arrendamiento de transporte es un contrato en que una parte se compromete, mediante
cierto flete o precio, a transportar o hacer transportar una persona o cosa de un paraje a
otro (Art. 2013 Inc. 1º CC).
La persona que se encarga de transportar se llama generalmente acarreador y, según el
medio de hacer el transporte, recibe las denominaciones particulares de arriero,
carretero, barquero o naviero (Art. 2013 Inc. 2º CC).
El Código de Comercio denomina porteador al que se encarga de transportar por tierra,
ríos o canales navegables (Art. 166 CdC).
127
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La persona que encarga el transporte se llama consignante (Art. 2013 Inc. 4º CC), y la
persona a quien se envía la mercadería se llama consignatario (Art. 2013 Inc. 4º CC).
El fallecimiento del acarreador o del pasajero no pone fin al contrato de transporte, y sus
obligaciones se transmiten a los respectivos herederos (Art. 2020 CC).
128
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Capítulo VI – El Mandato
1. Aspectos Generales
Conforme al Art. 2116 CC, el mandato es un contrato en que una persona confía la
gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la
primera.
La persona que confiere el encargo se llama comitente o mandante, y la que lo acepta,
apoderado, procurador, y en general, mandatario.
Cuando un contrato se otorga por escrito, regularmente el instrumento deja constancia del
consentimiento de ambas partes, pero en el mandato, el documento deja constancia, por
lo general, sólo de la voluntad del mandante, que propone al mandatario la realización de
un encargo, que éste puede aceptar o rechazar, y el consentimiento del mandatario,
aceptando el encargo, interviene a posteriori.
El encargo debe ser aceptado por el mandatario, y en tal sentido, el Art. 2124 CC previene
que el contrato de mandato se reputa perfecto por la aceptación del mandatario, que puede
ser expresa o tácita.
Cuando el mandato se otorga por escrito y posteriormente sobreviene la aceptación del
mandatario, generalmente la aceptación será tácita.
Importa aceptación tácita todo acto en ejecución del mandato, por lo que es necesario que
el mandatario ejecute actos positivos de gestión del mandato, y su silencio no constituye
aceptación.
Sin embargo, por excepción, el silencio del mandatario suele importar que acepta el
encargo. En efecto, el Art. 2125 CC dispone que las personas que, por su profesión u
oficio, se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo más pronto posible
si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace, y transcurrido un término
razonable, su silencio se mirará como aceptación.
La persona ausente que hace el encargo confía en que será aceptado por quien hace de su
profesión la gestión de negocios ajenos, y que éste adoptará las medidas encaminadas al
resguardo de sus intereses.
Pero aunque rechacen el encargo las personas que se encargan habitualmente de negocios
ajenos, deberán tomar las providencias conservativas urgentes que requiera el negocio
que se les encomienda (Art. 2125 Inc. 2º CC).
Aunque perfecto el mandato por la aceptación del mandatario, puede éste retractarse, y la
retractación no impone responsabilidad al mandatario si se verifica mientras el mandante
se halla todavía en aptitud de ejecutar el negocio por sí mismo, o de cometerlo a una
persona distinta (Art. 2124 Inc. 3º CC).
129
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Excepcionalmente, el mandato puede ser solemne, ya que el Art. 2123 CC señala que no
se admite la escritura privada para acreditarlo cuando las leyes requieran un instrumento
auténtico.
La norma concuerda con el Art. 1701 CC, en cuya virtud, la falta de instrumento público
no puede suplirse por ninguna otra prueba en los actos o contratos en que la ley exige tal
solemnidad.
130
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
131
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Como dijimos anteriormente, el Art. 2118 CC establece que los servicios de las
profesiones y carreras que suponen largos estudios, o a que está unida la facultad de
representar y obligar a otra persona respecto de terceros, se sujetan a las reglas del
mandato.
No ha calificado la ley la naturaleza de estos servicios, sino que ha dispuesto únicamente
que se sujetan a las reglas del mandato.
A tales servicios son igualmente aplicables, en su caso, las normas del arrendamiento de
servicios o del contrato de trabajo.
En principio, todos los actos jurídicos pueden ser ejecutados por medio de mandatarios,
y la regla tiene muy contadas excepciones, como respecto del testamento, dado que el
Art. 1004 CC establece perentoriamente que la facultad de testar es indelegable.
132
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
3. Clases de Mandato
El mandato puede ser, atendida la extensión de los negocios confiados al mandatario,
general o especial.
A su vez, desde el punto de vista de las facultades conferidas al mandatario, puede el
mandato estar concebido en términos definidos o indefinidos.
La ley ha precisado los conceptos de mandato general y especial.
El Art. 2130 CC establece que se llama especial el mandato que comprende uno o más
negocios especialmente determinados, y añade la disposición que se denomina general
el mandato si se da para todos los negocios del mandante, y también, si se da para todos,
con una o más excepciones determinadas.
133
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Esta clasificación interesa para conocer en qué clase de negocios puede legítimamente
intervenir el mandatario.
El mandato puede estar concebido en términos generales o indefinidos, sin precisar los
poderes o facultades conferidos al mandatario.
Puede el mandato, asimismo, estar concebido en términos más o menos precisos, y
definirse con alguna exactitud las atribuciones del mandatario.
134
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 2132 Inc. 2º CC establece, como regla general, que para todos los actos que
salgan de los límites que señala el mandato, necesita el mandatario de un poder especial
o expreso.
Pero se ha cuidado el legislador de señalar algunos casos en que el otorgamiento de un
poder especial es indispensable:
• Un poder especial es necesario para transigir (Art. 2448 CC), con especificación
de los bienes, derechos y acciones sobre que debe versar la transacción;
• El Art. 7º CPC declara que no se entienden conferidas al mandatario, sin especial
mención, las facultades de desistirse en primera instancia de la acción deducida,
aceptar la demanda contraria, absolver posiciones, renunciar los recursos o los
términos legales, transigir, comprometer, otorgar a los árbitros facultades de
arbitradores, aprobar convenios y percibir.
No establece la ley que se requiera un poder especial para vender, por lo que la facultad
de vender depende de que las cosas vendidas quepan o sean extrañas al giro ordinario del
negocio administrado.
Conforme al Art. 2131 CC, el mandatario debe ceñirse rigurosamente a los términos del
mandato, fuera de los casos en que las leyes le autoricen para obrar de otro modo, y añade
el Art. 2160 Inc. 1° CC que solamente los actos que el mandatario ejecute dentro de los
límites del mandato obligan al mandante.
El Art. 2134 CC dispone que la recta ejecución del mandato comprende no sólo la
sustancia del negocio encomendado, sino los medios por los cuales el mandante ha
querido que se lleve a cabo.
135
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Ahora bien, la regla de ceñirse rigurosamente a los términos del mandato cuenta con
ciertas excepciones, sea porque las instrucciones recibidas resulten impracticables o
porque su rigurosa aplicación pueda producir un daño al mandante.
Tales excepciones son:
• Conforme al Art. 2149 CC, el mandatario debe abstenerse de cumplir el mandato
cuya ejecución sería manifiestamente perniciosa al mandante, y en consecuencia,
el mandatario no puede, a pretexto de ceñirse estrictamente a los términos del
mandato, cumplir un encargo manifiestamente perjudicial para su mandante;
• Conforme al Art. 2150 CC, si el mandatario se encuentra imposibilitado para
actuar de acuerdo con las instrucciones del mandante, no está obligado a
constituirse agente oficioso, es decir, a realizar el encargo de una manera
equivalente, bastándole tomar las providencias conservativas que las
circunstancias le exijan.
Pero si no fuere posible dejar de obrar sin comprometer gravemente al mandante,
el mandatario debe tomar el partido que más se acerque a sus instrucciones, y que
más convenga al negocio.
Toca al mandatario probar las circunstancias, constitutivas de fuerza mayor o caso
fortuito que le imposibiliten para llevar a efecto las órdenes del mandante;
• La recta ejecución del mandato comprende los medios por los que el mandante ha
querido que se lleve a cabo, pero tales medios pueden resultar inadecuados, caso
en el cual, el mandatario puede apartarse de sus instrucciones al respecto, y
emplear medios equivalentes si la necesidad le obligare a ello, y se obtuviere
completamente, de tal forma, el objeto del mandato (Art. 2134 Inc. 2° CC);
• Las facultades concedidas al mandatario se interpretan con algo más de
flexibilidad cuando no está en situación de poder consultar al mandante (Art.
2148 CC).
136
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Cabe que analicemos también lo que sucede con la delegación del mandato.
La delegación está permitida, salvo que el mandante prohíba al mandatario delegar, pero
las consecuencias de la delegación son sustancialmente distintas según si el mandante
simplemente no la haya prohibido, o bien la haya autorizado de un modo expreso.
Es necesario distinguir entre las varias hipótesis que pueden presentarse:
• Si se autorizó la delegación, pero sin designar a la persona sobre la cual recae
la delegación, el mandatario no será responsable de los actos del delegado, salvo
que haya escogido a una persona notoriamente incapaz o insolvente (Art. 2135
Inc. 2° CC), y el delegado tendrá acción contra el delegante;
• Si se autorizó la delegación, pero indicando a las personas en quienes se puede
delegar, el mandatario no responderá de los actos del delegado, pues se entiende
constituido un nuevo mandato entre el mandante y el delegado, que sólo puede
ser revocado por el mandante, y no se extingue por la muerte u otro accidente que
sobrevenga al anterior mandatario (Art. 2137 CC);
137
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Por último, cabe destacar que, en el mandato judicial, el mandatario puede delegar
siempre que no se le haya prohibido hacerlo, y los actos del delegado obligan al mandante.
(Art. 7° CPC).
Debe el mandatario restituir al mandante las especies metálicas que tuviere en su poder,
por cuenta del mandante.
El Art. 2153 CC previene que tales especies perecen para el mandatario aun por fuerza
mayor o caso fortuito, salvo que estén contenidas en cajas o sacos cerrados y sellados
sobre los cuales recaiga el accidente o la fuerza, o que por otros medios inequívocos pueda
probarse incontestablemente la identidad.
El mandatario es, en realidad, depositario de los dineros del mandante, y por tratarse de
un depósito irregular, a menos que se encuentren en sacos o cajas cerradas y selladas, se
hace dueño de estos dineros, con cargo de restituir otro tanto (Art. 2221 CC).
La fuerza mayor o caso fortuito no extinguen esta obligación de género, o en otros
términos, las cosas perecen para el mandatario.
El mandatario debe intereses sobre los dineros del mandante que haya empleado en su
propio beneficio, y sobre el saldo que en su contra arroje la cuenta.
En ambos casos se deberán intereses corrientes, pero en el segundo caso, sólo desde que
el mandatario se encuentre en mora.
138
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Indemnizar al Mandatario
El mandante tiene la obligación de procurar que el mandatario quede totalmente
indemne de las resultas del desempeño del mandato, obligación que se justifica
porque el mandatario obra por cuenta del mandante, especialmente en el mandato
gratuito.
La indemnización comprende el reembolso de los gastos razonables causados por
la ejecución del mandato, el reintegro de las anticipaciones de dinero con los
139
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
intereses corrientes, y el pago de las pérdidas en que haya incurrido sin culpa y
por causa del mandato (Art. 2158 CC).
• Remunerar al Mandatario
El mandante está obligado, conforme al Art. 2158 N°3 CC, a pagar al mandatario
la remuneración estipulada o usual.
En consecuencia, el mandante debe pagar la remuneración acordada, antes o
después del contrato, y a falta de estipulación, la remuneración será la usual, esto
es, la que se acostumbra pagar por la clase de servicios de que se trate.
En caso de desacuerdo de las partes, la remuneración será fijada por el juez.
El mandante no puede excusarse de cumplir estas obligaciones alegando que el
negocio encomendado al mandatario no ha tenido buen éxito, o que pudo
desempeñarse a menor costo, salvo que pruebe su culpa.
La infracción del mandante de las obligaciones que le impone el mandato autoriza
al mandatario para excusarse del desempeño del cargo (Art. 2159 CC).
Para garantizar al mandatario sus créditos por el concepto de gastos, anticipos,
pérdidas y honorarios, el Código le otorga le otorga el derecho legal de retención
en su Art. 2162, conforme al cual, el mandatario puede retener los efectos que se
le hayan entregado por cuenta del mandante para la seguridad de las prestaciones
a que éste fuere obligado por su parte.
140
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Será parcial la revocación si ella se refiere sólo a una parte de los negocios
confiados al mandatario, y el otorgamiento de un mandato especial después de
haberse conferido uno de carácter general importa revocación del primero
solamente en aquello sobre que versa el segundo (Art. 2164 Inc. 2° CC).
La revocación, sea expresa o tácita, produce su efecto desde el día en que el
mandatario ha tenido conocimiento de ella (Art. 2165 CC), y la noticia al
mandatario de la revocación puede darse en cualquier forma, pero será prudente
darla por medio de una notificación judicial para que de ella quede constancia
auténtica.
Pero la revocación, aunque sea notificada al mandatario, no puede oponerse a
terceros que, ignorantes de ella, trataron de buena fe con el mandatario.
Por este motivo, el mandante tendrá interés en notificar también a los terceros que,
como consecuencia de sus relaciones con el mandatario, conocen la existencia del
mandato, y podrían ser inducidos a contratar nuevamente con él, por ignorancia
de la revocación.
Revocado el mandato, el mandante tiene derecho a reclamar del mandatario la
restitución de los instrumentos que haya puesto en sus manos para la ejecución
del encargo.
Pero de aquellas piezas que puedan servir al mandatario para justificar sus actos,
debe el mandante darle copia firmada de su mano, cuando el mandatario lo
exigiere (Art. 2166 CC).
141
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
142
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
A las causales que señala el Art. 2163 CC debe añadirse la falta de uno de los mandatarios
cuando éstos son varios y deben obrar de consuno.
El Art. 2172 CC previene que si son dos o más los mandatarios, y por la constitución del
mandato están obligados a obrar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de
las causas antedichas pone fin al mandato.
Los actos ejecutados por el mandatario después que el mandato ha tenido fin no obligan
al mandante.
Tal es la regla general, aunque este principio tiene excepciones, que encuentran su
fundamento en la buena fe de los terceros con quienes el mandatario contrata:
• Si el mandatario ignora que ha expirado el mandato y cree, por consiguiente, que
el mandato subsiste, los actos que ejecute obligarán al mandante para con los
terceros que, por su parte, ignoraron la extinción del mandato (Art. 2173 Inc. 1°
CC);
• Si el mandatario no ignoraba la expiración del mandato, pero esta circunstancia
era ignorada por los terceros, se obliga igualmente el mandante (Art. 2173 Inc.
2° CC).
143
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. Generalidades
Conforme al Art. 2446 CC, la transacción es un contrato en que las partes terminan
extrajudicialmente un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual.
La transacción debe reunir todos los elementos propios de todo contrato, y además,
algunos especiales:
• Existencia de un Derecho Dudoso
De la definición del Art. 2446 CC resulta claramente que la transacción requiere
la existencia de un derecho actualmente controvertido o susceptible de serlo.
La transacción tiende, justamente, a poner fin a la controversia ya producida, o a
impedir que se plantee en el futuro.
El carácter dudoso del derecho es un concepto puramente subjetivo, por lo que el
derecho será dudoso cuando las partes le atribuyan este carácter al tiempo de
celebrar la transacción, y la ley no distingue si la controversia actual o posible es
o no fundada.
Por este motivo, no es transacción la simple renuncia de un derecho que no se
disputa (Art. 2446 Inc. 2º CC), y como lógica consecuencia, no puede ser eficaz
la transacción que se celebra en circunstancias de que el litigio a que las partes se
han propuesto poner fin ha terminado por sentencia firme.
El Art. 2455 CC, en efecto, dispone que es nula la transacción si al tiempo de
celebrarse, estuviere ya terminado el litigio por sentencia pasada en autoridad de
cosa juzgada, y de que las partes o alguna de ellas no haya tenido conocimiento al
tiempo de transigir.
• Concesiones Recíprocas
La definición legal omite consignar un segundo elemento característico de la
transacción, y es que es preciso que las partes se hagan mutuas concesiones y
realicen sacrificios recíprocos.
La ausencia de estas mutuas concesiones o sacrificios importaría la renuncia de
un derecho o la remisión de una deuda, y por este motivo, no importa transacción
el desistimiento liso y llano de la demanda, que extingue las acciones o derechos
a que se refiere (Art. 150 CPC).
No es necesario, sin embargo, que el sacrificio a que cada parte se somete sea de
la misma magnitud o importancia.
144
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
3. Objeto de la Transacción
Cuando el Art. 2447 CC dispone que para transigir se requiere ser capaz de disponer,
implícitamente establece que los objetos comprendidos en la transacción deben ser
susceptibles de disposición.
Por consiguiente, no son susceptibles de transacción las cosas que no están en el
comercio.
Tal es la regla general, y la ley hace de ella diversas aplicaciones, como son las siguientes:
• La transacción puede recaer sobre la acción civil que nace de un delito, pero no
sobre la acción penal derivada del mismo (Art. 2449 CC);
• No se puede transigir sobre el estado civil de las personas (Art. 2450 CC);
• La transacción sobre alimentos futuros de las personas a quienes se deban por ley
no valdrá sin aprobación judicial, ni podrá el juez aprobarla, si en ella se
contraviene a lo dispuesto en los Arts. 334-335 CC (Art. 2451 CC).
De la lectura de las disposiciones citadas se desprende que no son comerciables
las pensiones alimenticias futuras que se deban por ley, pero sí las pensiones
forzosas atrasadas y las pensiones alimenticias voluntarias, sean atrasadas o
futuras.
• No vale la transacción sobre derechos inexistentes o ajenos (Art. 2452 CC).
Cabe distinguir a este respecto, ya que mientras la primera sería nula
indudablemente, al carecer de objeto, la segunda no es propiamente nula, sino que
solamente no empecería al verdadero titular del derecho.
En primer lugar, respecto del dolo y la fuerza, el Art. 2453 CC dispone que es nula en
todas sus partes la transacción obtenida por títulos falsificados, y en general por dolo o
violencia.
145
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto al error como vicio del consentimiento, distinguimos entre las hipótesis
planteadas por el legislador:
• Error en la Persona
El error en la persona invalida la transacción, por lo que si se cree transigir con
una persona y se transige con otra, podrá rescindirse la transacción (Art. 2456
Inc. 2º CC).
Conforme a las reglas generales, el error sobre la persona vicia el consentimiento
cuando la consideración de ésta sea la causa principal del contrato.
En la transacción, sin embargo, el error subjetivo vicia siempre el consentimiento,
porque se presume haberse aceptado en consideración a la persona con quien se
transige (Art. 2456 Inc. 1° CC).
• Error en el Objeto
Conforme a los principios generales, vicia el consentimiento el error que recae
sobre la identidad de la cosa específica que es materia del acto o contrato (Art.
1453 CC).
A propósito de la transacción, el Código reproduce esta norma, disponiendo su
Art. 2457 que el error acerca de la identidad del objeto sobre que se quiere
transigir anula la transacción.
• Error de Cálculo
El error de cálculo no invalida la transacción, sino que sólo da derecho a que se
rectifique el cálculo (Art. 2458 CC).
Esta clase de error no muestra una equivocación en el juicio, sino que es un error
de carácter material, resultado de una inadvertencia o falta de atención de los
contratantes.
• Error en el Título
Conforme al Art. 2454 CC, es nula en todas sus partes la transacción celebrada
en consideración a un título nulo, a menos que las partes hayan tratado
expresamente sobre la nulidad del título.
Para la validez de la transacción no basta, por lo tanto, que las partes hayan
conocido y tenido en vista la nulidad, siendo necesario además que hayan
abordado expresamente la cuestión.
146
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
5. Efectos de la Transacción
La transacción, como todo contrato, produce efectos sólo entre las partes, lo cual formula
de forma innecesaria el Art. 2461 CC.
El Código establece dos consecuencias de este principio:
• Si son varios los interesados en el negocio sobre el cual se transige, la transacción
consentida por uno no aprovecha ni perjudica a los otros (Art. 2461 Inc. 2° CC).
Esta regla debe entenderse sin perjuicio de los efectos que se producen cuando la
transacción importa una novación de la obligación solidaria, consentida por uno
de los varios deudores o acreedores, lo cual afecta a los demás;
• Si se transige con el poseedor aparente de un derecho, no puede alegarse esta
transacción contra la persona a quien verdaderamente compete el derecho (Art.
2456 Inc. 3° CC).
La ley equipara los efectos de la transacción a los de un fallo judicial firme, y en tal
sentido, el Art. 2460 CC proclama que la transacción produce el efecto de cosa juzgada
en última instancia.
La transacción genera una excepción análoga a la de cosa juzgada, por lo que el pleito
que se transigió queda definitivamente terminado, y las partes no pueden reabrir el debate.
147
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El Art. 2463 CC, en cambio, dispone que si se ha estipulado una pena contra el que deja
de ejecutar la transacción, habrá lugar a la pena, sin perjuicio de llevarse a efecto la
transacción en todas sus partes.
No hace falta, pues, una estipulación expresa para demandar al mismo tiempo la pena y
el cumplimiento de la transacción.
148
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
1. Generalidades
El contrato de sociedad se encuentra regulado en diversos cuerpos legales, como son el
Código Civil y el Código de Comercio, además de diversas leyes especiales, tales como
la Ley de Sociedades Anónimas o la Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada,
por ejemplo.
El Código Civil establece ciertas normas básicas generales, aplicables a toda especie de
sociedad, y reglamenta especialmente un tipo determinado de sociedad, que es la sociedad
colectiva civil.
Las sociedades colectivas mercantiles se rigen por las disposiciones del Código de
Comercio, siéndoles igualmente aplicables las normas del Código Civil de forma
supletoria, particularmente respecto de sus causas de disolución.
El Art. 2053 CC define la sociedad como un contrato en que dos o más personas estipulan
poner algo en común con la mira de repartir entre sí los beneficios que de ello provengan.
Hablamos de un contrato consensual, que se perfecciona por el solo consentimiento de
las partes.
Aunque los socios se obligan a efectuar un aporte, no es necesaria la entrega del aporte
para que la sociedad se perfeccione, porque si así se entendiera, estaríamos ante un
contrato real.
Ahora bien, muchas especies de sociedades son solemnes en cuanto a su constitución,
como sucede con todas las sociedades mercantiles, las sociedades anónimas civiles y las
sociedades de responsabilidad limitada civiles, por lo que la solemnidad pasa a ser
prácticamente la regla general.
Conforme al Art. 2053 Inc. 2° CC, la sociedad forma una persona jurídica distinta de los
socios individualmente considerados.
Como consecuencia de ello, la sociedad tienen un patrimonio propio, distinto del
patrimonio personal de sus socios, por los que los acreedores personales de los socios no
pueden hacer efectivos sus créditos en el patrimonio de la sociedad (Art. 2096 CC), y a
su vez, mientras esté vigente la sociedad, los socios sólo tendrán en su contra un crédito
para reclamar su parte en los beneficios sociales, pero dejan de tener la propiedad sobre
el aporte efectuado.
Además, la sociedad tiene una voluntad propia, que es, normalmente, la de la mayoría de
los socios, y tiene la sociedad su propio nombre, llamado también razón social.
La sociedad tiene ciertas similitudes con la comunidad, aunque median entre ambas
profundas diferencias, como son las siguientes:
• La sociedad tiene su origen en la voluntad de los socios, mientras que la
comunidad, aunque puede tener su origen en un acuerdo de voluntades, en la
149
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El aporte de los socios puede consistir en dinero u otros bienes raíces o muebles, o en una
industria, servicio o trabajo apreciable en dinero (Art. 2055 Inc. 1º CC).
De este modo, el aporte puede consistir en bienes de la más variada índole y aun en una
industria, trabajo o servicio, que, más que bienes propiamente dichos, son instrumentos
para la adquisición de nuevos bienes.
No es necesario que los aportes sean del mismo valor ni de la misma naturaleza, siendo
sólo importante que los socios efectúen un aporte.
Una participación en las utilidades a quien no pone algo en común entraña una donación,
sometida a las reglas de la donación entre vivos.
El aporte de los socios debe ser apreciable en dinero y efectuarse a título singular.
Conforme al Art. 2056 CC, se prohíbe toda sociedad a título universal, sea de bienes
presentes o futuros, o de unos y otros, y se prohíbe, asimismo, toda sociedad de ganancias
a título universal, salvo entre cónyuges.
La sociedad universal de bienes presentes o futuros es aquella en que los socios estipulan
poner en común la totalidad de su patrimonio actual o venidero, y la sociedad a título
universal de ganancias es aquella en que los socios se comprometen a compartir la
totalidad de los beneficios que obtengan en sus respectivas actividades.
Solamente tolera el legislador una sociedad a título universal de ganancias entre
cónyuges, aunque la sociedad conyugal, en realidad, sólo tiene de sociedad el nombre.
150
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
El beneficio que los socios obtengan, del mismo modo que sus aportes, debe ser de
carácter pecuniario, y no se considera beneficio el de índole solamente moral (Art. 2055
Inc. 3° CC).
El derecho de los socios de participar en los beneficios supone que la sociedad obtenga
utilidades, y una remuneración fija, que debe pagarse independientemente del resultado
de los negocios sociales, no importa una participación en los beneficios, sino una
remuneración del capital, industria o trabajo, y quien la recibe no debe ser considerado
como socio.
El Art. 2086 CC establece categóricamente que si por el acto constitutivo de la sociedad
se asegura a una persona que ofrece su industria una cantidad fija que deba pagársele
íntegramente, aun cuando la sociedad se halle en pérdida, se mirará esta cantidad como
el precio de su industria, y el que la ejerce no será considerado como socio.
Si al que aporta su industria se le asigna una cuota del eventual beneficio que la sociedad
obtenga, nada podrá reclamar cuando la sociedad haya experimentado pérdidas, aun
cuando la cuota asignada se le haya reconocido como precio de su industria (Art. 2089
Inc. 2º CC).
Pero la regla es mucho más general, y es que si se asigna en retribución del aporte una
cantidad fija, el aportante no es socio.
La distribución de los beneficios puede hacerse en la forma que determinen las partes
contratantes o un tercero, y en su defecto, la hace la ley.
Conforme al Art. 2066 CC, los contratantes pueden fijar las reglas que tuvieren por
convenientes para la división de ganancias y pérdidas.
La forma como debe efectuarse la distribución puede entregarse al arbitrio de un tercero,
pero el fallecimiento del tercero, u otra causa que le impida cumplir su cometido, trae
como consecuencia que la sociedad no llegue a formarse.
La decisión del tercero no es susceptible de reclamo, a menos que lo resuelto fuere
manifiestamente injusto, y la reclamación no es admisible pasados tres meses desde que
la resolución del tercero fue conocida del reclamante, o si ha empezado a ponerse en
ejecución por él (Art. 2067 Inc. 1º CC).
La determinación de la forma como deben compartirse las utilidades no puede quedar
entregada al arbitrio de ninguno de los socios (Art. 2067 Inc. 2º CC).
Finalmente, la ley, en silencio de las partes, establece que la participación en las utilidades
será proporcional al aporte (Art. 2068 CC).
151
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
La parte que a cada socio corresponde en los beneficios y en las pérdidas debe calcularse
sobre el resultado definitivo de los negocios sociales (Art. 2070 Inc. 2º CC), de lo cual
se sigue una doble consecuencia:
• Los negocios en que la sociedad sufre pérdidas deben compensarse con aquellos
en que reporta beneficios (Art. 2070 Inc. 2º CC);
• La distribución de las utilidades y pérdidas no se entenderá ni respecto de la
gestión de cada socio, ni respecto de cada negocio en particular (Art. 2070 Inc.
1º CC).
152
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Según su Organización
Conforme al Art. 2061 CC, la sociedad, sea civil o mercantil, puede ser colectiva,
en comandita o anónima, y además, la Ley N°3.918 agrega a las sociedades de
responsabilidad limitada, y la Ley N°20.190 agrega las sociedades por
acciones.
La clasificación atiende tanto a la forma de su administración como a la
responsabilidad que cabe a los socios frente a las obligaciones sociales.
La sociedad colectiva es aquella en que todos los socios administran por sí o por un
mandatario elegido de común acuerdo (Art. 2061 Inc. 2°).
Además de la forma que adopta su administración, las sociedades colectivas se
caracterizan por las siguientes circunstancias:
• Los socios responden con sus bienes propios de las obligaciones sociales, en
forma ilimitada, pero proporcional al monto de sus respectivos aportes;
• La sociedad colectiva forma su nombre o razón social con el nombre de todos los
socios, o de algunos de ellos, y las palabras “y compañía”.
153
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Las sociedades en comandita son aquellas en que uno o más socios se obligan solamente
hasta concurrencia de sus aportes (Art. 2061 Inc. 3° CC).
Cuenta con las siguientes características:
• La sociedad en comandita tiene dos clases de socios, que son los socios gestores
y los socios comanditarios.
Los socios comanditarios no tienen ninguna injerencia en la administración, que
corresponde exclusivamente a los socios gestores;
• Los socios gestores son responsables de la misma manera que los socios
colectivos, y en sus relaciones entre sí y con terceros se aplican las reglas de las
sociedades colectivas (Art. 2063 CC).
Los socios comanditarios, por su parte, responden hasta la concurrencia de sus
aportes (Art. 2097 CC);
• La razón social se forma únicamente con el nombre de los socios gestores, y el
Art. 2062 CC prohíbe a los socios comanditarios incluir sus nombres en la firma
o razón social, y tomar parte en la administración.
La contravención a esta prohibición les impone la misma responsabilidad que a
los miembros de una sociedad colectiva.
Por último, la sociedad por acciones fue establecida por la Ley N°20.190 de 2007, que
modificó varios cuerpos legales, incluyendo el Código de Comercio, en el cual quedó
contemplada en los Arts. 424 y ss.
Conforme al Art. 424 CdC, la sociedad por acciones es una persona jurídica creada por
una o más personas mediante un acto de constitución perfeccionado de acuerdo a los
preceptos siguientes, cuya participación en el capital es representada por acciones.
En líneas generales, sus características son las siguientes:
• Los accionistas sólo son responsables hasta el monto de sus respectivo aportes,
por lo que entendemos que es una sociedad de responsabilidad limitada, al igual
que la sociedad anónima;
• La razón social debe concluir con la expresión “SpA”;
• A diferencia de las demás sociedades, puede ser creada por una sola persona;
• Rigen supletoriamente las normas que rigen a las sociedades anónimas cerradas,
en todo lo que no se oponga a la naturaleza de las sociedades por acciones.
154
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Muy diversa es la situación del administrador designado por un acto posterior al pacto
social, ya que el nombramiento del administrador, en tal caso, no es condición esencial
de la sociedad, por lo que su renuncia o remoción no requiere expresión de causa, y no
influye en la existencia de la sociedad.
El Art. 2074 CC expresa que la administración conferida por acto posterior al contrato
de sociedad puede renunciarse por el socio administrador y revocarse por la mayoría de
los consocios, según las reglas del mandato ordinario.
155
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
156
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Como es lógico, solamente los actos ejecutados por el administrador dentro de la órbita
de sus atribuciones obligan a la sociedad, y los actos que ejecute excediéndose de sus
facultades obligan personalmente al administrador (Art. 2079 CC).
Conforme al Art. 2082 CC, los aportes al fondo social pueden hacerse en propiedad o en
usufructo, y en uno y otro caso, los frutos pertenecen a la sociedad desde el momento del
aporte, aunque ambos tipos de aportes presentan diferencias.
El aporte es en propiedad cuando el socio se obliga a transferir a la sociedad el dominio
de los bienes aportados, y la sociedad, en tal caso, es un título traslaticio de dominio.
Verificada la tradición, conforme a las reglas generales, la sociedad se hace dueña de los
bienes aportados.
Para cumplir el aporte, los inmuebles aportados deberán inscribirse, a nombre de la
sociedad, en el Registro de Propiedades del Conservador de Bienes Raíces.
157
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
En cuanto a los riesgos de la cosa aportada, debemos distinguir entre las siguientes
hipótesis:
• Si se Aportó en Propiedad (Art. 2084 Inc. 1° CC)
La sociedad soporta los deterioros de la cosa aportada y la pérdida por caso
fortuito, por lo que, aunque la cosa aportada disminuya o se destruya, no por ello
disminuirán o se extinguirán los derechos del socio aportante en la sociedad.
158
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
A mayor abundamiento, el Art. 2101 CC dispone que la infracción, por hecho o culpa
del socio, de la obligación de poner en común las cosas o la industria a que se obligó en
el contrato, dará derecho a los otros para dar la sociedad por disuelta.
Por su parte, el Art. 2083 CC prescribe que el socio que, aun por culpa leve, ha retardado
la entrega de lo que le toca poner en común, resarcirá a la sociedad todos los perjuicios
que le haya ocasionado el retardo.
Aunque el Código guarda silencio al ocuparse de la sociedad, es evidente que los socios
tiene derecho a reclamar el cumplimiento compulsivo del aporte.
B) Obligación de Saneamiento
De cualquier modo que el aporte se realice, el socio debe asegurar a la sociedad la
posesión y el goce pacífico de la cosa aportada.
El Art. 2085 CC dispone al respecto que el que aporta un cuerpo cierto en propiedad o
usufructo es obligado, en caso de evicción, al pleno saneamiento de todo perjuicio.
La posición del socio frente a la sociedad se asemeja a la del vendedor frente al
comprador.
159
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
160
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Los acreedores de la sociedad, como se ha dicho, pueden perseguir los bienes sociales y
los bienes de los socios, que a prorrata de sus aportes, responden ilimitadamente de las
deudas sociales.
En cambio, y conforme al Art. 2096 CC no es lícito a los acreedores personales de los
socios perseguir sus créditos en el patrimonio de la sociedad, por regla general.
La disposición contiene una aparente excepción al principio, al establecer que los
acreedores de los socios podrán perseguir los bienes sociales por hipoteca, constituida
con anterioridad a la sociedad, o por hipoteca posterior, cuando el aporte no conste por
inscripción en el competente Registro.
Pero si el socio aportó a la sociedad bienes hipotecados, la responsabilidad de la sociedad
proviene de su condición de poseedora de tales bienes y del carácter real del derecho de
hipoteca, y cuando la hipoteca se constituye con posterioridad a la sociedad, pero el aporte
no se ha inscrito en el Registro de Propiedades del Conservador, el socio ha conservado
el dominio al tiempo de hipotecar el inmueble, y en virtud de la inscripción posterior, la
sociedad adquirirá el inmueble con el gravamen.
En suma, no hay una excepción a la regla de que los acreedores personales de los socios
no tienen acción sobre los bienes sociales, sino la aplicación de una lógica y necesaria
consecuencia del carácter real del derecho de hipoteca.
161
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Los acreedores personales de los socios solamente tienen derecho para perseguir los
bienes del socio deudor, y en relación con la sociedad, solamente gozan de los derechos
que les otorga el Art. 2096 CC:
• Pueden los acreedores del socio intentar contra la sociedad las acciones indirecta
y subsidiaria que se les conceden por el Art. 2094 CC;
De este modo, para lograr el pago de sus créditos, los acreedores pueden ejercer
las acciones que al socio corresponden contra la sociedad, como son, por ejemplo,
que se le reembolsen los anticipos que hubiere hecho o se le indemnicen los
perjuicios que su gestión le haya ocasionado (Art. 2089 CC);
• Podrán igualmente los acreedores personales del socio embargarle las
asignaciones que se hagan a su deudor por cuenta de los beneficios sociales o de
sus aportes o acciones (Art. 2096 Inc. 3º CC).
En otros términos, los acreedores podrán hacer efectivo su crédito en los
beneficios que el socio obtenga en la sociedad, ya que tales beneficios son de
propiedad del socio deudor.
8. Disolución de la Sociedad
A) Causales de Disolución
El Párrafo 7° del Título XXVIII del Libro IV del Código Civil se ocupa de la disolución
de la sociedad, conteniendo numerosas causales de disolución:
• Expiración del Plazo o Cumplimiento de la Condición Prefijados
Conforme al Art. 2098 Inc. 1° CC, la sociedad se disuelve por la expiración del
plazo, o por el evento de la condición que se ha prefijado para que tenga fin.
El vencimiento del plazo o el cumplimiento de la condición resolutoria ponen fin
ipso iure a la sociedad, pero pueden los socios, sin embargo, acordar la prórroga
del plazo e impedir, de esta manera, la disolución de la sociedad, prórroga que
debe ser consentida por los socios unánimemente.
Para la prórroga, deben observarse las mismas formalidades que para la primitiva
constitución (Art. 2098 Inc. 2° CC).
La prórroga debe acordarse antes del vencimiento del plazo estipulado, ya que,
vencido el plazo, la sociedad queda irrevocablemente disuelta, y la voluntad de
las partes es incapaz de revivirla.
Solamente sería posible a los socios constituir una nueva sociedad en las mismas
condiciones que la antigua.
Cabe destacar que los codeudores de la sociedad no serán responsables de los
actos ejecutados durante la prórroga si no hubieren accedido a ella (Art. 2098 Inc.
3º CC).
162
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Insolvencia de la Sociedad
Producida la insolvencia de la sociedad, no puede satisfacer sus obligaciones ni
llevar a cabo adecuadamente el objeto social, por lo que se disuelve por la
insolvencia sobreviniente (Art. 2100 Inc. 1º CC).
163
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Los herederos tiene derecho a reclamar lo que tocaba al socio difunto, según el
estado de los negocios sociales al tiempo de saberse la muerte, pero no les cabe
ninguna participación en las utilidades o pérdidas posteriores sino en cuanto
fueren consecuencia de las operaciones que al tiempo de saberse la muerte estaban
ya iniciadas (Art. 2105 Inc. 1º CC).
La estipulación de que continuará la sociedad con los herederos del socio
fallecido, en principio, da derecho a todos los herederos para incorporarse a la
sociedad, excluyéndose solamente a aquellos herederos que por la edad u otra
calidad hayan sido expresamente excluidos en la ley o el contrato (Art. 2105 Inc.
2º CC).
Los herederos que no tengan la libre administración de sus bienes concurrirán a
los actos sociales por medio de sus representantes legales (Art. 2105 Inc. 3º CC).
164
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
165
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
Definiciones
1. Fuentes de las Obligaciones: Hechos o actos jurídicos que generan una obligación.
2. Contrato (Art. 1438 CC): Contrato o convención es un acto por el cual una parte se
obliga para con otra a dar, hacer o no hacer una cosa.
1. Tipos de Contratos:
• Contrato Unilateral (Art. 1439 CC): Aquel en que una sola de las partes se
obliga para con otra, que no contrae obligación alguna;
• Contrato Bilateral (Art. 1439 CC): Aquel en que ambas partes resultan
obligadas recíprocamente;
• Contratos Sinalagmáticos Imperfectos: Aquellos que nacen como contratos
unilaterales, pero en que posteriormente emerge una obligación para la parte que
estaba dispensada;
• Contrato Gratuito (Art. 1440 CC): Aquel que tiene por objeto la utilidad de una
de las partes, sufriendo la otra un gravamen;
• Contrato Oneroso (Art. 1440 CC): Aquel que tiene por objeto la utilidad de
ambas partes, gravándose cada una en beneficio de la otra;
• Contratos Onerosos Conmutativos (Art. 1441 CC): Contratos onerosos en que
lo que una parte se obliga a dar o hacer se mira como equivalente a lo que la otra
parte debe dar o hacer a su vez;
• Contrato Oneroso Aleatorio (Art. 1441 CC): Aquel en que el equivalente
consiste en una contingencia incierta de ganancia o pérdida;
• Contratos Principales (Art. 1442 CC): Aquel que subsiste por sí mismo, sin
necesidad de otra convención;
• Contrato Accesorio (Art. 1442 CC): Aquel que tiene por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, de manera que no puede subsistir sin
ella;
• Contrato Consensual (Art. 1443 CC): Aquel que se perfecciona por el solo
consentimiento de las partes contratantes;
166
Licenciatura Derecho Civil – Tomo IV
• Contrato Real (Art. 1443 CC): Aquel que se perfecciona mediante la tradición
de la cosa a que se refiere;
• Contrato Solemne (Art. 1443 CC): Aquel que está sujeto a la observancia de
ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto
civil.
1. Contrato de Promesa (Art. 1554 CC): Aquel por el cual las partes se obligan a
celebrar un contrato determinado en cierto plazo, o en el evento de cierta condición.
2. Compraventa (Art. 1793 CC): Contrato por el cual una de las partes (vendedor) se
obliga a dar una cosa, y la otra (comprador) a pagarla en dinero (precio).
5. Arrendamiento (Art. 1915 CC): Contrato en las dos partes se obligan recíprocamente,
la una a conceder el goce de una cosa, o a ejecutar una obra o prestar un servicio, y la otra
a pagar por este goce, obra o servicio un precio determinado.
6. Desahucio: Noticia anticipada que una de las partes da a la otra de su deseo de poner
término al contrato de arrendamiento.
7. Permuta (Art. 1897 CC): Contrato en que las partes se obligan mutuamente a dar una
especie o cuerpo cierto por otro.
8. Cesión de Derechos:
• En General: Tradición que hace el acreedor de sus derechos en contra del deudor
a un tercero, que pasa a ser acreedor de éste;
• Créditos Nominativos: Aquellos en que se indica con toda precisión la persona
del acreedor, y que no son pagaderos sino precisamente a la persona designada;
• Créditos a la Orden: Aquellos que son pagaderos a la persona designada o a
quien ésta ordene o designe;
• Créditos al Portador: Aquellos en que no se designa a la persona del acreedor, o
que llevan la expresión “al portador”.
9. Mandato (Art. 2116 CC): Contrato en que una persona confía la gestión de uno o más
negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de la primera.
10. Transacción (Art. 2446 CC): Contrato en que las partes terminan extrajudicialmente
un litigio pendiente, o precaven un litigio eventual, haciéndose concesiones recíprocas.
11. Sociedad (Art. 2053 CC): Contrato en que dos o más personas estipulan poner algo
en común con la mira de repartir entre sí los beneficios que de ello provengan.
167