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Martín Urbina Siles

Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III


Presupuestos Procesales Relativos al Procedimiento
El Juicio Ordinario de Mayor Cuantía
Los Procedimientos Cautelares

Apuntes realizados en base al Tomo III del Curso de Derecho Procesal Civil del profesor
Alejandro Romero Seguel, a los Tomos III y IV del Manual de Derecho Procesal del
profesor Mario Casarino Viterbo, a la obra Procedimiento Civil, Juicio Ordinario de
Mayor Cuantía, de Ignacio Rodríguez Papic, a la obra Proceso Civil, el Juicio Ordinario
de Mayor Cuantía, de Gonzalo Cortez, Andrés Bordalí y Diego Palomo, y
complementados con los apuntes de clases de los profesores Maite Aguirrezabal, Orlando
Poblete, Alberto González, Florencio Bernales y Eduardo Godoy.
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Parte 1 – Presupuestos Procesales Relativos al


Procedimiento

Contenidos
I. Los Presupuestos Procesales Relativos al Procedimiento

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Capítulo I – Los Presupuestos Procesales Relativos al Procedimiento


1. La Aptitud Formal de la Demanda
A) La Demanda Como Acto Procesal
B) Requisitos Formales de la Demanda
C) Admisibilidad de la Demanda
D) La Prohibición de Modificación de la Demanda
E) Retiro y Desistimiento de la Demanda
F) Las Medidas Prejudiciales o Preliminares
1) Aspectos Generales
2) Medidas Prejudiciales Preparatorias
3) Medidas Prejudiciales Probatorias
4) Medidas Prejudiciales Precautorias
5) Aspectos Procesales
2. La Acumulación Inicial de Acciones
A) Generalidades
B) La Acumulación Inicial Simple de Acciones
C) La Acumulación Inicial Condicional de Acciones
1) Aspectos Generales
2) Acumulación Eventual de Acciones
3) Acumulación Sucesiva o Accesoria de Acciones
4) Acumulación Alternativa de Acciones
5) La Indebida Acumulación de Acciones
3. El Emplazamiento Legal del Demandado
A) Aspectos Generales
B) Garantías Procesales Para Practicar el Emplazamiento
C) La Litispendencia
1) Generalidades
2) Efectos de la Litispendencia
D) Prejudicialidad Civil y Litispendencia
E) La Rebeldía del Demandado
4. La Adecuación del Procedimiento a la Acción que es Objeto del Proceso
5. El Agotamiento de la Vía Administrativa Previa

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Capítulo I – Los Presupuestos Procesales Relativos al Procedimiento

1. La Aptitud Formal de la Demanda


A) La Demanda Como Acto Procesal
La demanda es uno de los actos procesales de mayor relevancia, dado que su interposición
nace de la opción que hace un justiciable para acudir ante el órgano jurisdiccional,
solicitando la protección de sus derechos e intereses legítimos, mediante el ejercicio de la
acción.

La mayor parte de la actividad procesal está determinada por el contenido de la demanda,


dado que el demandado ejerce su derecho de defensa considerando lo expuesto en la
demanda, y los límites del conflicto a decidir por el juez en la sentencia definitiva se fijan
por el contenido de la demanda.
De igual manera, si la demanda contiene deficiencias formales, el demandado se valdrá
de ello deduciendo las excepciones procesales que correspondan.

Como acto procesal, la demanda cuenta con las siguientes características:


• En cuanto a su forma de interposición, la demanda puede ser escrita o verbal,
según lo disponga la ley para el respectivo procedimiento;
• Es un acto voluntario que ejecutan una o más personas, recibiendo la persona
que la promueve el nombre de actor o demandante, y el sujeto contra el cual se
deduce la demanda el nombre de demandado.
En el proceso civil nadie está obligado a demandar, salvo que la ley le imponga a
un sujeto tal deber, o ello se derive de una carga procesal, como acontece para el
que obtuvo una medida prejudicial precautoria, o fue puesto en esa situación
mediante el ejercicio de una acción de jactancia (Arts. 280 Inc. 2º y 269 CPC);
• La demanda debe cumplir con las exigencias formales que condicionan su
admisibilidad, y si tales requisitos no se observan, la demanda puede ser declarada
inadmisible o inepta por el juez, quien ordenará la subsanación del defecto para
continuar con su tramitación, si ello es posible.
Cuando la demanda cumple con los requisitos formales, el juez o el tribunal lo
declaran implícitamente, admitiéndola a tramitación según las reglas del
procedimiento aplicable;
• Si la demanda cumple con las exigencias formales, no puede ser rechazada en
forma preliminar, ni siquiera cuando la acción deducida contenga una petición
manifiestamente infundada o solicite una protección jurídica extravagante;
• La demanda puede tener un objeto simple o complejo, según contenga una o más
acciones.

B) Requisitos Formales de la Demanda


La demanda es un acto procesal que debe cumplir con una serie de exigencias formales
reguladas en la ley y en distintos autoacordados.
En primer lugar, debe cumplir con todas las exigencias que la ley requiere para los
escritos judiciales, que es su redacción en castellano y la firma de quien corresponde.

En segundo lugar, debe cumplir con una serie de requisitos conocidos como pre-suma y
suma.
La pre-suma sintetiza una serie de datos que son necesarios para el ingreso de la demanda
al sistema informático del Poder Judicial.

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La suma utiliza formas de estilo antiguas, principiando con una petición principal,
seguida, según el caso, de los denominados otrosí, que entendemos como las peticiones
o pretensiones que se solicitan después de la principal.

En tercer lugar, se deben cumplir los requisitos específicos de la demanda, que están
previstos en una norma de aplicación general: el Art. 254 CPC.
Este precepto dispone que la demanda debe contener:
• La designación del tribunal ante el cual se entabla;
• El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandante y de las personas que
lo representen, y la naturaleza de la representación;
• El nombre, domicilio y profesión u oficio del demandado;
• La exposición clara de los hechos y fundamentos de derecho en que se apoya;
• La enunciación precisa y clara, consignada en la conclusión, de las peticiones que
se sometan al fallo del tribunal.

La designación del tribunal ante el cual se entabla se refiere al juez natural que debe
avocarse al conocimiento del tema en primera o en única instancia, y la determinación de
este elemento resulta de aplicar las reglas de competencia absoluta y relativa.

C) Admisibilidad de la Demanda
La demanda es un acto que debe cumplir con una serie de requisitos formales, que
condicionan su admisibilidad, y el juez puede controlar de oficio algunos de estos
requisitos.
Conforme al Art. 256 CPC, el juez puede, de oficio, no dar curso a la demanda que no
contenga las indicaciones ordenadas en los tres primeros números del Art. 254 CPC,
expresando el defecto de que adolece.

Normalmente, la admisibilidad de la demanda se hace en forma implícita, al dictarse la


providencia, decreto o proveído que corresponda a la acción deducida, como por ejemplo,
confiriendo traslado al demandado para contestar en el juicio ordinario de mayor cuantía
(Art. 257 CPC).

No existe en nuestro ordenamiento una norma general que permita al juez rechazar la
demanda al inicio de la relación procesal por manifiesta falta de fundamentos, lo cual
significa que el juez debe admitir una demanda aunque ella sea manifiestamente
infundada.

La demanda puede contener defectos fácticos, jurídicos o ambos a la vez, y dependiendo


de la entidad de los mismos, pueden distinguirse entre los que son subsanables o
insubsanables.
Dentro de los casos más frecuentes, la demanda es defectuosa:
• Cuando se deduce infringiendo un presupuesto procesal, como si se promoviera
un conflicto sin observar el límite impuesto por la competencia judicial
internacional, o se presentara la demanda ante un tribunal incompetente;
• Cuando no se observan las exigencias formales que debe tener toda demanda,
dando origen a la ineptitud del libelo (Art. 303 Nº4 CPC).

El control de los requisitos de admisibilidad se encomienda, en primer lugar, al juez, pero


una vez notificado, el demandado puede denunciar los defectos a través de diversos
instrumentos.

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En los procesos escritos, el demandado promoverá este control a través de las excepciones
procesales, cuya tramitación dependerá de si se admiten o no las excepciones dilatorias
en el respectivo procedimiento.
En el juicio ordinario de mayor cuantía, cumple esta función la excepción de ineptitud
del libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo de proponer la demanda
(Art. 303 Nº4 CPC).
La excepción del Art. 303 N°6 CPC permite también ampliar el control a otros aspectos
defectuosos de la relación procesal que pueden ser apreciados de la lectura de la demanda.

Si el proceso no admite interponer excepciones dilatorias, el defecto se hace valer por el


demandado junto a las demás excepciones materiales, las que se articulan conforme al
principio de la eventualidad, primero alegando lo formal, para que si no prosperan el juez
resuelva las excepciones sobre el fondo tendientes a enervar la acción (Arts. 464 Nº4 y
690 CPC).
En los procesos con audiencia preliminar, esta depuración formal se podrá realizar en esa
instancia, como ocurre, por ejemplo, en el proceso seguido ante los Tribunales de Familia.

D) La Prohibición de Modificación de la Demanda


En la demanda, el actor fija los fundamentos de hecho y de derecho que sustentan su
petición, y en principio, no se puede hacer ninguna alteración a su contenido una vez que
se produce la litispendencia, conforme se desprende de los Arts. 261 y 312 CPC.
Cualquier ampliación del objeto del proceso que el demandante quiera realizar después
de producido el estado de litispendencia debe ajustarse a las exigencias de la acumulación
sobrevenida de acciones por modificación de la demanda (Art. 261 CPC).

La inmutabilidad de la demanda busca que el objeto del proceso quede fijado en los
escritos fundamentales presentados por las partes.
Asimismo, la prohibición de modificar la demanda pretende asegurar la igualdad y el
principio de la bilateralidad, puesto que si el demandado contestó, lo hizo sobre la base
fáctica y jurídica contenida en la demanda.

Lo anterior, naturalmente, no impide que el actor pueda aducir, si el procedimiento


respectivo lo autoriza, nuevos argumentos de derecho, o hacer algún cambio en su
argumentación jurídica en cuanto no modifique la causa de pedir.
Así, por ejemplo, en el juicio ordinario, se permite en la réplica adicionar o modificar las
acciones, pero sin que todo ello lleve a intentar deducir una nueva acción, distinta de la
entablada en la demanda (Art. 312 CPC).
Si se quebranta la limitación anterior, se configura un vicio que permite anular el fallo
por ultra petita, al estar resolviendo sobre puntos no sometidos en forma legal a la
decisión del tribunal.

También se debe considerar como una modificación a la demanda la autorización para


alegar hechos nuevos, y de acuerdo al Art. 321 Inc. 2° CPC, la ampliación de la prueba
es admisible respecto a hechos verificados y no alegados antes de recibirse a prueba la
causa, con tal que jure el que los aduce que sólo entonces han llegado a su conocimiento.
La admisión de estos hechos determina abrir una nueva discusión que, en principio, no
estaba fijada en los escritos fundamentales.

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E) Retiro y Desistimiento de la Demanda


La demanda puede ser retirada mediante una manifestación de voluntad que produce tal
efecto pura y simplemente, y en cuanto a la oportunidad para realizar este acto, el Art.
148 CPC señala que, antes de notificada una demanda al demandado, podrá el actor
retirarla sin trámite alguno, y se considerará como no presentada.

El desistimiento, en cambio, es el acto unilateral de voluntad de no perseverar, total o


parcialmente, en la demanda notificada, y su admisión genera una tramitación incidental,
que una vez aprobaba, extingue las acciones con efecto de cosa juzgada (Arts. 148 y 150
CPC).

El retiro de la demanda no requiere contar con una facultad expresa en el mandato


judicial, ni se somete a una tramitación incidental.
En cambio, para desistirse en primera instancia de la acción deducida, se debe contar con
facultades especiales por el representante judicial.

F) Las Medidas Prejudiciales o Preliminares


1) Aspectos Generales
Como su nombre lo indica, las medidas prejudiciales son un conjunto de actuaciones
procesales tendientes a preparar la demanda o adoptar las medidas de anticipación de
prueba o de protección cautelar para que la demanda sea eficaz.
La regulación general de estas medidas se contiene en el Título IV del Libro II del Código
de Procedimiento Civil, bajo el título de las medidas prejudiciales, sin perjuicio de la
incorporación de reglas especiales tendientes a conseguir el mismo fin en procesos
especiales.
El fundamento de la existencia de estas medidas es múltiple, ya que a través de ellas se
asegura el pronunciamiento de una sentencia sobre el fondo, se evita la deducción de la
demanda con infracción a algún presupuesto procesal contra sujetos que no son los
legitimados pasivamente, o se asegura la posibilidad de probar un determinado hecho.

Las medidas prejudiciales no constituyen técnicamente un juicio.


Se discute en la doctrina acerca de la naturaleza jurídica de las medidas prejudiciales, en
cuanto a determinar si se pueden atribuir a esta actividad algunos efectos materiales y
procesales de la litispendencia.
El problema no acepta una respuesta uniforme, puesto que no todas estas solicitudes son
iguales, ni tienen el mismo objetivo.
De manera excepcional el legislador ha establecido expresamente que ciertas actuaciones
prejudiciales produzcan los efectos procesales y materiales de la litispendencia, no
obstante no tratarse técnicamente de una demanda.
Un ejemplo de lo anterior se da en la gestión preparatoria de la vía ejecutiva prevista para
las letras de cambio y pagarés (Art. 100 de la Ley N°18.092), que estudiaremos en el
Tomo V.
La circunstancia de no tratarse de un juicio queda de manifiesto por el hecho de que una
vez concedidas y practicadas estas medidas, no se impone al que las obtuvo la carga
procesal de presentar la demanda, salvo que se haya otorgado una medida prejudicial
precautoria.

El sujeto legitimado para solicitar estas medidas es, naturalmente, el futuro demandante,
pero también puede impetrarlas el futuro demandado, conforme a lo dispuesto en el Art.
288 CPC, y su concesión no puede afectar el derecho de terceros.

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El Código de Procedimiento Civil distingue entre las medidas prejudiciales preparatorias,


probatorias y precautorias, y la diferencia entre ellas radica en que el otorgamiento de las
medidas precautorias impone al futuro demandante la carga procesal de presentar la
demanda dentro del plazo fijado por el juez, de conformidad al Art. 280 Inc. 1° CPC,
mientras que la concesión de las medidas preparatorias y probatorias no obligan a la
presentación de la demanda, agotándose como gestiones en sí mismas.

2) Medidas Prejudiciales Preparatorias


Las medidas prejudiciales preparatorias tienden a preparar la entrada al juicio, buscando
aclarar algún hecho relevante para el desarrollo eficaz de la relación procesal que se
pretende trabar.
Conforme al Art. 273 CPC, a través de las medidas prejudiciales preparatorias, se puede
obtener que el futuro demandado proporcione algunos de los siguientes antecedentes:
• Declaración Jurada (Art. 273 N°1 CPC)
Conforme al Art. 273 N°1 CPC, es posible solicitar como una medida prejudicial
preparatoria una declaración jurada acerca de algún hecho relativo a la capacidad
del futuro demandado para comparecer en juicio, a su personería o al nombre y
domicilio de sus representantes.
Esta medida se realiza en una audiencia fijada al efecto por el juez, y su
incumplimiento o resistencia puede llevar a la aplicación de multas o arresto, en
conformidad al Art. 274 CPC, el cual no admite que a través de esta medida
puedan anticiparse preguntas sobre el fondo de la discusión, siendo sólo posible
indagar acerca de los presupuestos procesales aludidos.
Por este motivo, la jurisprudencia también ha declarado que no se le puede dar
mérito ejecutivo a la confesión prestada en una medida prejudicial.
Esta medida puede ser útil en todos aquellos supuestos de sucesión en la relación
jurídica material, sea por causa de muerte o acto entre vivos, y se relaciona
directamente con la individualización del demandado como requisito para
proponer la demanda.
Sólo procede la concesión de la medida si el juez la estima como necesaria para
que el demandante pueda entrar en el juicio.

• Exhibición de la Cosa Litigiosa (Art. 273 N°2 CPC)


Según dispone el Art. 273 N°2 CPC, puede solicitarse como medida prejudicial
preparatoria la exhibición de la cosa que haya de ser objeto de la acción que se
trata de entablar, con lo cual se busca identificar un bien para su posterior
reclamación judicial.
Al no distinguir la disposición, se aplica a bienes muebles e inmuebles.
En el caso de los inmuebles, la exhibición permitirá formarse una idea sobre los
bienes que deben incluirse dentro de la acción reivindicatoria, especialmente, los
inmuebles por adherencia o el número de hectáreas de plantaciones en el fundo,
por ejemplo.
La forma de cumplir esta medida dependerá de quien tenga la cosa en su poder,
es decir, si la futura parte o un tercero.
Sólo puede ser solicitada por el futuro demandante, y se decreta sólo cuando la
exhibición es necesaria para la entrada en juicio.
El fundamento de la medida se encuentra en que el demandante puede tener interés
en conocer si la cosa litigiosa existe, si está en poder del futuro demandado, y de
su estado de conservación.

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• Exhibición de Instrumentos Públicos o Privados (Art. 273 N°3 CPC)


En virtud del Art. 273 N°3 CPC, puede solicitarse como medida preparatoria la
exhibición de sentencias, testamentos, inventarios, tasaciones, títulos de
propiedad u otros instrumentos públicos o privados que por su naturaleza puedan
interesar a diversas personas.
Esta medida participa de una doble naturaleza, ya que es preparatoria y también
permite anticipar la producción de la prueba documental por la vía de la exhibición
de los documentos que pueden caer dentro de este numeral.
Se cumple fijando una audiencia para tal efecto, y si el actor lo exige, se dejará en
el proceso copia de las piezas que se le presenten, o de su parte conducente, y una
razón de la clase y estado actual de los objetos exhibidos (Art. 283 CPC).
Si los documentos están en poder de terceros, no se puede realizar esta gestión,
sin perjuicio de pedirla cuando haya juicio, de conformidad al Art. 349 CPC.
Sólo procede la concesión de la medida si el juez la estima como necesaria para
que el demandante pueda entrar en el juicio.

• Exhibición de Libros de Contabilidad (Art. 273 N°4 CPC)


En conformidad al Art. 273 N°4 CPC, puede solicitarse la exhibición de los libros
de contabilidad relativos a los negocios en que tenga parte el solicitante, sin
perjuicio de lo dispuesto en los Arts. 42-43 CdC.
Según dispone el Art. 42 CdC, los tribunales no pueden ordenar de oficio, ni a
instancia de parte, la manifestación y reconocimiento general de los libros, salvo
en los casos de sucesión universal, comunidad de bienes, liquidación de las
sociedades legales o convencionales y procedimiento concursal de liquidación.
Por otra parte, el Art. 43 CdC establece que la exhibición parcial de los libros de
alguno de los litigantes podrá ser ordenada a solicitud de parte o de oficio.
Verificada la exhibición, el reconocimiento y compulsa serán ejecutados en el
lugar donde los libros se llevan y a presencia del dueño o de la persona que él
comisione, y se limitarán a los asientos que tengan una relación necesaria con la
cuestión que se agitare, y a la inspección precisa para establecer que los libros han
sido llevados con la regularidad requerida.
Sólo los jueces de comercio son competentes para verificar el reconocimiento de
los libros, referencia que se entiende hecha a los juzgados de letras en lo civil,
dado que no existen los juzgados de comercio.
Sólo puede ser solicitada por el futuro demandante, y la exhibición debe tener por
objeto libros de contabilidad relativos a negocios en que tenga parte el solicitante.
Sólo procede la concesión de la medida si el juez la estima como necesaria para
que el demandante pueda entrar en el juicio.

• Reconocimiento de Firma (Art. 273 N°5 CPC)


Según dispone el Art. 273 N°5 CPC, puede solicitarse el reconocimiento de
firma, puesta en instrumento privado.
Esta medida puede ser solicitada tanto por el futuro demandante como por el
futuro demandado, y se decreta siempre que es solicitada, por lo que el tribunal
no puede negarla, a diferencia de lo que ocurre con las demás medidas
mencionadas anteriormente.
La jurisprudencia ha resuelto que el reconocimiento de la firma no le da carácter
ejecutivo al instrumento privado.
Si el citado no concurre a la audiencia judicial, se tiene por reconocida la firma
(Art. 278 CPC).

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No obstante lo anterior, la enumeración del Art. 273 CPC no es taxativa, y podemos


encontrar otras medidas prejudiciales preparatorias en ciertos pasajes del Código, como
son las siguientes:
• La Constitución de Apoderado Judicial (Art. 285 CPC)
Se trata de una medida preparatoria tendiente a que un futuro demandado deje
apoderado con poder suficiente para ser notificado de la demanda.
Esta gestión preliminar se debe intentar cuando existe el fundado temor de la
ausencia de un sujeto (Art. 284 CPC).

• La Confesión del Mero Tenedor (Arts. 282-283 CPC)


Los citados artículos contemplan ciertas medidas preparatorias cuando aquél a
quien se intenta demandar expone ser simple tenedor de la cosa que es objeto de
la acción.
Una vez decretadas estas medidas, el incumplimiento por parte de los obligados a
realizarlas lleva aparejadas multas o arrestos.

3) Medidas Prejudiciales Probatorias


También se contemplan medidas prejudiciales probatorias, en virtud de la cuales, antes
de iniciar el juicio, se pueden producir los medios de prueba que la ley autoriza.
En principio, la admisión de la prueba anticipada sólo puede ser autorizada con el objeto
de evitar la pérdida o alteración de la fuente o fuentes de prueba, que sean amenazadas
por el transcurso del tiempo. Desde este punto de vista, se trata de una medida de
aseguramiento del medio de prueba.

Podemos definir las medidas prejudiciales probatorias como actos jurídicos procesales
anteriores al juicio, que tienen por objeto obtener la rendición anticipada de los medios
de prueba establecidos por el legislador, que pudieran ser con posterioridad, durante la
secuela del juicio, de difícil realización, o que recayeren sobre hechos que puedan
fácilmente desaparecer.

En nuestro Código de Procedimiento Civil, se contemplan como hipótesis de prueba


anticipada las siguientes:
• La Inspección Personal del Tribunal, el Informe de Peritos y el Certificado
del Ministro de Fe (Art. 281 CPC)
Estas medidas se decretan con conocimiento de la futura contraparte, y si esta está
ausente, tales medidas se ejecutan con presencia del defensor de ausentes (Art.
281 CPC).
En este caso, la alusión que hace la ley a decretarse con conocimiento no es para
que el futuro demandado se oponga, ya que no hay técnicamente todavía un juicio
contencioso, sino que es darle la posibilidad de que asista a la diligencia
probatoria, respetando su derecho a ser oído.

• La Confesión Judicial Anticipada (Art. 284 CPC)


Si hay motivo fundado para temer que una persona se ausente en breve tiempo del
país, puede exigírsele como medida prejudicial que absuelva posiciones sobre
hechos calificados previamente de conducentes por el tribunal, el que, sin ulterior
recurso, señalará día y hora para la práctica de la diligencia.
Si se ausenta dicha persona dentro de los treinta días subsiguientes al de la
notificación sin absolver las posiciones, o sin dejar apoderado con autorización e
instrucciones suficientes para hacerlo durante la secuela del juicio, se le dará por

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confesa en el curso de éste, salvo que aparezca suficientemente justificada la


ausencia sin haber cumplido la orden del tribunal.

• Declaración de Testigos (Art. 288 CPC)


En el caso de los testigos, se autoriza que se pueda solicitar antes de la demanda
el examen de aquellos testigos cuyas declaraciones, por razón de impedimentos
graves, haya fundado temor de que no puedan recibirse oportunamente.
Las declaraciones versarán sobre los puntos que indique el actor, calificados de
conducentes por el tribunal.

4) Medidas Prejudiciales Precautorias


Las medidas prejudiciales precautorias o cautelares son aquellas que tienen por expreso
y exclusivo sentido asegurar el resultado de la acción (Art. 290 CPC).
Conforme al Art. 279 CPC, pueden solicitarse como medidas prejudiciales las
precautorias de que trata el Título V del Libro II del Código de Procedimiento Civil,
existiendo para ello motivos graves y calificados, y concurriendo las siguientes
condiciones:
• Que se determine el monto de los bienes sobre que deben recaer las medidas
precautorias;
• Que se rinda fianza u otra garantía suficiente, a juicio del tribunal, para responder
por los perjuicios que se originen y multas que se impongan.

Las características de estas medidas es que ellas son:


• Instrumentales, ya que estas medidas deben ser accesorias a la pretensión;
• Proporcionadas, dado que deben adecuarse a lo que se pide, y no pueden ir más
allá de ello. Además, no pueden tener por objeto afectar o dañar la situación del
demandado, por lo que si recaen sobre bienes que cubre en exceso la demanda, el
demandado puede pedir que sea rebajada o ajustada;
• Transitorias, porque se decretan con ocasión de una circunstancia grave, pero
son siempre provisionales. En consecuencia, deben cesar siempre que desaparezca
el peligro o se otorguen cauciones suficientes.

Para su procedencia, el demandante debe cumplir con dos requisitos de fondo:


• Que acredite al menos una presunción grave del derecho que se reclama (Art.
298 CPC), con la excepción incluida en el Art. 299 CPC.
El demandante debe acompañar comprobantes que constituyan a lo menos esa
presunción grave del derecho reclamado.
Se habla de “humo de buen derecho”, y es que hay que acompañar antecedentes
que demuestren que la pretensión tiene suficiente sentido y contenido.
• Que exista un peligro en la demora (periculum in mora).
Hay que demostrarle al tribunal que realmente existe un peligro real de que la
situación va a ser o puede ser modificada por el demandado, perjudicando el
objeto del proceso.
• Debe prestarse caución suficiente (Art. 279 N°2 CPC).
Dado que el juez no conoce aún la demanda, se exige por motivos de seriedad y
seguridad al demandante que ponga una fianza, para así asegurar que presentará
la demanda que está enunciando.

Más que prejudiciales, las medidas precautorias o cautelares pueden ser pedidas en
cualquier estado del juicio.

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Trataremos con más profundidad las medidas cautelares en la última parte de este Tomo.

5) Aspectos Procesales
El legislador no señala expresamente cuál es el tribunal competente para resolver sobre
el otorgamiento de estas medidas, por lo que, en aplicación de las reglas generales, resulta
lógico que deban solicitarse ante el tribunal que conocerá de la demanda.
Ello tiene como base el Art. 178 COT, que dispone que la demanda debe presentarse
ante el juez que conoció de la medida prejudicial.
En la jurisprudencia se ha señalado que no pueden ser dispuestas por los jueces árbitros,
puesto que necesariamente presuponen la falta de constitución del juicio arbitral.

Con relación a los presupuestos generales para la concesión de las medidas prejudiciales,
tienen como exigencias comunes las siguientes:
• Debe indicarse someramente la acción que se va a deducir y sus fundamentos
(Art. 287 CPC);
• Se debe cumplir con los requisitos particulares de la medida que se solicita, los
que deben ser acreditados en la petición para que el juez la conceda.

En la práctica, estas medidas se conceden, en su mayor parte, citando a una audiencia


para tal efecto, bajo la sanción de aplicar el apercibimiento que admite la ley.
Se abre un cuaderno separado de medidas prejudiciales, en que se registran las
actuaciones generadas por la medida solicitada.
En el caso de las medidas de anticipación de prueba, al requerir en algunos casos de actos
que deben ser realizados por terceros fuera del oficio del tribunal, la medida se agota al
agregar el peritaje o la certificación decretada al cuaderno respectivo.

Para la realización de estas medidas, debe notificarse personalmente a la persona que debe
practicar o cumplir esta medida.
En principio, la gestión preparatoria se agota con la práctica de la medida, pero nada obsta
a que en ella pueda trabarse algún incidente que el juez deba resolver declarando si la
concede o la deniega.

Las medidas prejudiciales que se conceden con conocimiento, como ocurre con algunas
de anticipación de pruebas, se deben ejecutar desde que se conceden, por lo que no es
factible que su cumplimiento se pueda paralizar a través de un incidente.

2. La Acumulación Inicial de Acciones


A) Generalidades
La acumulación de acciones es una institución procesal con varias manifestaciones, y en
cada una de ellas, se presenta como factor común la existencia de una relación procesal
con un objeto compuesto por dos o más acciones, que se tramitan en un mismo
procedimiento.

Según el momento en que se produce, puede ser inicial o sobrevenida.


La acumulación inicial se configura cuando en una misma demanda el actor afirma varias
acciones, mientras que la acumulación sobrevenida surge cuando, después de producida
la litispendencia, se agregan al objeto del proceso otras acciones.

A su vez, según la forma en que se solicita la tutela jurisdiccional, se distingue entre


acumulación simple o acumulación condicional.

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En la acumulación condicional, la parte petitoria de las acciones deducidas en la demanda


están sometidas entre sí a una condición, mientras que en la acumulación simple, la
petición de tutela se formula pura y simplemente, sin condicionamiento entre las acciones
deducidas, solicitando al órgano jurisdiccional que se acojan todas ellas.

El Código de Procedimiento Civil reconoce como hipótesis de acumulación de acciones:


• La acumulación inicial simple (Art. 17 CPC);
• El litisconsorcio voluntario (Art. 18 CPC);
• La intervención principal (Art. 22 CPC), siempre que se entienda que se trata de
una nueva demanda que amplía el objeto del proceso;
• La acumulación de autos o reunión de procesos conexos (Arts. 92 y ss. CPC);
• La reconvención en los procesos que la ley lo admita (Arts. 314 y ss. CPC);
• La modificación de la demanda (Art. 261 CPC).

B) La Acumulación Inicial Simple de Acciones


Conforme al Art. 17 CPC, en un mismo juicio pueden entablarse dos o más acciones,
con tal que no sean incompatibles.
Sin embargo, pueden proponerse en una misma demanda dos o más acciones
incompatibles para que sean resueltas una como subsidiaria de otra.
En cuanto a la oportunidad, es el escrito de la demanda o el de reconvención, el acto
procesal para acumular las acciones, incluyendo dentro de ellas la posibilidad de
modificar el libelo (Art. 261 CPC).

Para que dicho acto procesal sea admisible, deben reunirse los siguientes requisitos:
• Pluralidad de Acciones Interpuestas por el Actor
Esta exigencia obliga a que concurran en cada acción los elementos constitutivos
de la misma, es decir, la causa de pedir, la legitimación y la accionabilidad.
Como se explicaba en su momento, un tema complejo de resolver en relación a la
unidad o pluralidad de acciones surge en relación al tema del concurso de normas.
El tema no es puramente académico, ya que en la práctica resulta frecuente que
en una misma demanda se presente un mismo hecho calificado jurídicamente de
distintas maneras, surgiendo la duda acerca de si se ha promovido un objeto del
proceso que es plural o singular.
También existe una unidad de acción que en las hipótesis de legitimación es
conjunta, atendido que en este caso se debe configurar un litisconsorcio necesario,
que se caracteriza por la unidad del objeto a decidir para varios sujetos a la misma
vez en una misma sentencia definitiva.

• Compatibilidad de las Acciones


Existe incompatibilidad entre las acciones cuando el contenido de los derechos
subjetivos que las acciones tutelan resultan contrarios entre sí, sea porque se
excluyen mutuamente o porque se trata de derechos que son contrarios entre sí.
Desde el punto de vista del órgano jurisdiccional, si se realiza una acumulación
afirmando varias acciones que son incompatibles entre sí, tal petición no podrá
ser resuelta de un modo lógico, por lo que si la sentencia acogiera a la misma vez
estas acciones contendría decisiones contradictorias, configurando una causal de
casación en la forma (Art. 768 Nº7 CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Tramitación Conjunta
Las acciones deben tramitarse en un mismo procedimiento, para que la
tramitación conjunta permita la economía procesal que justifica esta acumulación.

• Competencia del Tribunal


El tribunal que conozca de las acciones acumuladas debe tener competencia
absoluta y relativa.

Además, en el caso del litisconsorcio voluntario, debe existir entre las acciones la
conexión causal que exige el Art. 18 CPC.

La acumulación inicial de acciones determina que todas las acciones deducidas se


tramiten en un mismo procedimiento, y se fallen en una sola sentencia.
El juez tiene la obligación de resolver todas las acciones, para evitar que se configure la
causal de nulidad del fallo por omisión del asunto controvertido, sin perjuicio de que
pueda operar la facultad reconocida a los tribunales de alzada para ordenar al juez de la
causa que complete la sentencia si ha omitido el pronunciamiento de alguna acción que
se haya hecho valer oportunamente en el juicio (Arts. 170 Nº6 y 768 Nº5 CPC.)

Para no frustrar el fin de economía procesal que persigue la acumulación de acciones, el


Código de Procedimiento Civil autoriza al juez para decretar una desacumulación de
acciones si se cumplen las condiciones previstas en el Art. 172 CPC.
Este artículo dispone que cuando en un mismo juicio se ventilen dos o más cuestiones
que puedan ser resueltas separada o parcialmente, sin que ello ofrezca dificultad para la
marcha del proceso, y alguna o algunas de dichas cuestiones o parte de ellas, lleguen al
estado de sentencia antes de que termine el procedimiento en las restantes, podrá el
tribunal fallar desde luego las primeras.
En este caso se formará cuaderno electrónico separado con las piezas necesarias para
dictar fallo y ejecutarlo.
Este derecho se explica como un mecanismo para limitar la amplitud con la que se acepta
en nuestro sistema la acumulación de acciones en el Art. 17 CPC.

C) La Acumulación Inicial Condicional de Acciones


1) Aspectos Generales
La acumulación condicional conforma un verdadero género dentro del proceso con objeto
complejo, que comprende tres categorías:
• La acumulación eventual;
• La acumulación sucesiva;
• La acumulación alternativa.

La acumulación inicial simple coincide con la inicial condicional por el hecho de ser
realizadas en el acto de demanda, pero se diferencian por la forma como se dispone el
petitum de la demanda.
Ahora bien, esta posibilidad de someter en el acto procesal de demanda algunas acciones
a la modalidad jurídica de la condición no se presenta de igual forma, y en efecto, la
acumulación condicional admite varias manifestaciones que se ajustan a la necesidad del
caso concreto que se quiera promover, conforme a ciertas exigencias técnicas.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

2) Acumulación Eventual de Acciones


La acumulación eventual surge cuando en una demanda el actor deduce varias acciones,
con el objeto de que sólo una sea admitida, según un orden de prelación que él mismo
establece en el petitorio de la demanda, teniendo como base legal el Art. 17 Inc. 2° CPC.
En la estructura interna de la acumulación eventual de acciones existen siempre una
acción principal y una subsidiaria, que se encuentran en indefectible exclusión o
contradicción, en términos que el órgano jurisdiccional sólo puede conocer de la acción
afirmada como subsidiaria cuando es desestimada la acción principal.
Esta relación de subordinación entre acción principal y subsidiaria se puede presentar
entre una serie de acciones encaminadas a proteger un mismo derecho o interés legítimo,
pero que por razones de exclusión o de contradicción no se pueden deducir en forma
acumulativa simple.

Para que proceda la acumulación eventual, deben cumplirse los siguientes requisitos:
• La existencia de una pluralidad de acciones interpuestas por el actor;
• Que las acciones sean contradictorias entre sí;
• Que todas las acciones se tramiten en un mismo proceso;
• Que el tribunal tenga competencia absoluta y relativa para conocer de las acciones
acumuladas.

La acumulación eventual de acciones tiene como efecto que se discutan todas las acciones
en un mismo procedimiento, admitiendo la ejecución de todos los actos procesales que
sea posible realizar respecto de cada una de las acciones.
El pronunciamiento del juez debe realizarse según el orden preferente que le fue asignado
por el actor en el petitorio de la demanda, por lo que, acogida la acción principal, el juez
debe abstenerse de pronunciarse sobre el resto de las acciones, por ser incompatibles con
lo resuelto, en conformidad con el Art. 170 N°6 CPC.
También es factible que se desestimen todas las acciones acumuladas, declaración que
debe hacerse una por una en la sentencia definitiva.

El principio de la congruencia prescribe que una vez que se acoge la acción principal, no
existe obligación del juez de pronunciarse sobre las otras acciones eventualmente
acumuladas.
Lo anterior se explica porque, al haberse dado protección acogiendo una acción principal,
desaparece para el actor el interés procesal para obtener una tutela jurisdiccional respecto
de las otras acciones no resueltas.
Se ha entendido en la jurisprudencia que carece de agravio el demandante que, habiendo
obtenido un fallo favorable respecto de la acción subsidiaria, apela por no haberse acogido
la acción principal.

Aceptado lo anterior, otro tema de interés práctico en relación a la congruencia en la


acumulación eventual surge en la decisión del asunto controvertido en segunda instancia.
En este caso, la ley permite al tribunal de alzada pronunciarse por primera vez sobre algún
elemento del objeto del proceso que no fue resuelto en primera instancia, por ser
incompatible con lo fallado (Arts. 170 Nº6, 208 y 692 CPC).
En esta hipótesis, a diferencia de la acumulación inicial simple, no es necesario realizar
un reenvío al Tribunal de primera instancia, haciéndose excepción al principio de la doble
instancia.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

3) Acumulación Sucesiva o Accesoria de Acciones


La acumulación sucesiva surge cuando en una demanda se formula una petición
subordinada a la estimación de otra que le precede, de tal suerte que si no se accede a la
primera, la segunda no tiene sentido.
La justificación de esta figura se explica por la relación de conexión o de prejudicialidad
que se puede verificar entre varias acciones.

La utilidad práctica de esta figura se aprecia en la deducción conjunta de acciones


constitutivas o declarativas que se encuentran en una relación de prejudicialidad en
relación a la declaración de nulidad o de resolución de contrato, especialmente cuando a
la declaración de alguna de esas ineficacias viene anexa alguna consecuencia restitutoria.

La acumulación sucesiva tiene una estructura similar a la acumulación simple de


acciones, atendido que en ambos casos se afirman las acciones en una misma demanda
para que todas ellas sean estimadas en la sentencia definitiva.

4) Acumulación Alternativa de Acciones


La acumulación alternativa de acciones es aquella en la cual la parte ejercita, en una
misma demanda, dos o más acciones, constituyendo sobre todas ellas litispendencia, pero
con la particularidad de que el petitorio no se extiende al conjunto de los objetos, sino
sólo a uno u otro, debiendo el juez sólo pronunciarse acerca de uno de ellos.
Con la acumulación alternativa de acciones, el actor hace valer una u otra acción, siendo
indiferente cuál de ellas sea la estimada en la sentencia definitiva.
A diferencia de la acumulación eventual y sucesiva, en esta figura el pronunciamiento
sobre las acciones afirmadas en una misma demanda no queda sujeto a ninguna condición.

La aceptación de esta categoría en la doctrina no es pacífica, existiendo detractores y


partidarios.
Algunos la rechazan, aduciendo que ella es contraria al requisito de concreción o
precisión del objeto de la demanda, y también se ha esgrimido contra esta acumulación
que ella es improcedente por tratarse de acciones incompatibles.

5) La Indebida Acumulación de Acciones


La indebida acumulación de acciones se produce cuando las acciones deducidas no
pueden ser tramitadas en un mismo procedimiento, ni ser resueltas en una misma
sentencia.
En general, esta situación puede tener varias causas, que van desde la falta de un
presupuesto procesal hasta la carencia de otras exigencias propias de la diversidad de
situaciones que genera el fenómeno de la acumulación de acciones.

Nuestra legislación procesal no contempla ningún mecanismo especial para denunciar


como tal una indebida acumulación de acciones.
Por lo anterior, el demandado debe recurrir a todos los medios procesales previstos para
lograr una adecuada configuración de la relación procesal, a través de las excepciones
procesales o el control de la respectiva audiencia preliminar, según el caso.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

3. El Emplazamiento Legal del Demandado


A) Aspectos Generales
El emplazamiento denota el llamamiento que se hace a una persona para que proceda a
defenderse en un juicio.
La importancia del emplazamiento legal del demandado queda clara si se considera que
constituye un presupuesto procesal, cuya omisión afecta directamente la validez de la
relación procesal (Arts. 768 N°9 y 795 N°1 CPC).

Desde un punto de vista formal, el emplazamiento debe realizarse conforme a lo prescrito


por el legislador para cada tipo de procedimiento, practicando una simple notificación de
la demanda o mediante un acto más complejo, como puede ser la comunicación seguida
de un requerimiento de pago, entre otras posibilidades.
El emplazamiento considera en cada procedimiento un término para que el demandado
conteste la demanda o comparezca a los procedimientos con audiencias a ejercer su
derecho de defensa.
Desde un punto de vista jurídico, el emplazamiento provoca una serie de consecuencias,
siendo las más relevantes en materia procesal las siguientes:
• Surge el estado de litispendencia;
• Surge para el demandado la posibilidad de ejercer su derecho de defensa activa o
pasivamente, según la estrategia que defina.

B) Garantías Procesales Para Practicar el Emplazamiento


El emplazamiento, como acto procesal, está revestido de una serie de formalidades, que
a su vez, constituyen auténticas garantías para la observancia de este presupuesto de la
relación procesal:
• La Notificación Legal del Demandado
En nuestro ordenamiento, rige como regla general que la primera notificación en
todo juicio sea practicada al demandado en forma personal, lo cual significa que
el ministro de fe llamado a realizarla le entregue al demandado personalmente la
demanda y la resolución que ha recaído sobre ella.
También se entiende que cumplen la misma función otras formas de notificación
que, sin ser personales en sentido estricto, cumplen la misma función, como es el
caso de la notificación personal por cédula y la notificación personal por avisos.
La notificación personal por cédula es autorizada por el juez mediante una
habilitación legal si el demandado se encuentra en el lugar del juicio, pero no ha
sido posible practicar la notificación personal propiamente tal.
En este caso, está previsto que se le pueda notificar por cédula, siempre que el
demandante lo pida y el tribunal verifique que se cumplen las exigencias legales
(Art. 44 CPC).
Nos referimos a la llamada notificación personal subsidiaria.

• El Domicilio Como Garantía Procesal


El emplazamiento discurre sobre la base de notificar al demandado en su
domicilio.
También existe la posibilidad de que una persona tenga varios domicilios, caso en
el cual el demandante podrá entablar su demanda ante el juez de cualquiera de
ellos (Arts. 140 y 141 COT), salvo que una norma legal limite esta opción.
En el caso de ciertas personas jurídicas de derecho público, el domicilio se
determina por el legislador, y si se trata de personas jurídicas de derecho privado,

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

su domicilio normalmente será el de la sede social, o de uno de sus


establecimientos (Art. 142 COT).
Como el domicilio es un elemento que puede cambiar, el legislador ha previsto
una carga procesal para las partes, en orden a señalar su domicilio procesal.
Para tal efecto el Art. 49 Inc. 1º CPC dispone que todo litigante deberá, en su
primera gestión judicial, designar un domicilio conocido dentro de los límites
urbanos del lugar en que funcione el tribunal respectivo, y esta designación se
considerará subsistente mientras no haga otra la parte interesada, aun cuando de
hecho cambie su morada.
La exigencia legal antes referida se cumple en la práctica con el señalamiento del
domicilio que hace el abogado patrocinante y apoderado, al cumplir en toda
primera presentación con el presupuesto procesal del ius postulandi.
Si lo anterior no se cumple, la contraparte puede solicitar al juez que aperciba a la
contraparte para el cumplimiento de esta exigencia, bajo la sanción de que se le
tenga por notificado de todas las resoluciones por el estado diario (Art. 50 CPC).

C) La Litispendencia
1) Generalidades
Aunque el concepto de litispendencia alude a distintos efectos jurídicos procesales, en su
sentido genérico se refiere al hecho de existir un juicio pendiente entre los mismos sujetos.
Cuando surge este estado, se producen una serie de consecuencias jurídicas en el orden
del derecho material y procesal, que cesan cuando la relación jurídica concluye, sea de
modo normal o anormal, y a dicho estado se le denomina como litispendencia in genere.
Pero existe también la llamada litispendencia in specie, que surge cuando una misma
acción es propuesta en otro proceso distinto, concurriendo la triple identidad entre la
nueva acción deducida y la que está siendo conocida en otro proceso.
En esta hipótesis, para evitar que la misma acción sea conocida nuevamente, se permite
al demandado oponer la excepción de litispendencia, con el fin de evitar sentencias
contradictorias sobre un mismo asunto.

Desde un punto de vista teórico, no existe una respuesta uniforme en la doctrina y en los
sistemas legales acerca de cuándo se produce el estado de litispendencia, coexistiendo
diversas soluciones.
Muchas teorías se han postulado, planteando que se produciría con la contestación de la
demanda, la admisión de la demanda a trámite o la presentación de la demanda, por
ejemplo, pero nuestro sistema sigue la teoría de que la litispendencia surgiría de la
notificación de la demanda, es decir, con el emplazamiento del demandado.
En la práctica, la aceptación de este criterio técnico significa para el demandante el deber
de controlar, con el máximo rigor posible, que el acto de notificación de la demanda se
ejecute válidamente.
Basta un error en la ejecución de este acto de comunicación para que no se produzca
eficazmente este estado procesal, tema que es esencialmente sensible para efectos de la
prescripción de la acción (Art. 2503 CC).

2) Efectos de la Litispendencia
En términos generales, la producción de los efectos materiales y procesales de la
litispendencia tiene como fin lograr que la resolución judicial que resuelva el fondo del
conflicto contenga una declaración del derecho que, en el terreno de los principios,
conceda una protección jurídica como si se hubiese adoptado el mismo día en que el actor
interpuso su acción.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Dicho de otra forma, la litispendencia pretende que la persona que tenga que usar del
proceso para proteger sus derechos o intereses legítimos no se vea perjudicada, más allá
de lo razonable, por el hecho de haber tenido que instar por la vía jurisdiccional.

Los efectos procesales de la litispendencia son los siguientes:


• Nacen todos los derechos, obligaciones y cargas que impone la existencia de la
relación procesal;
• Nace la posibilidad de aplicar la sanción de abandono del procedimiento;
• Se produce la perpetuatio legitimationis;
• Se produce la perpetuatio iurisdictionis;
• No es posible que se altere la competencia absoluta o relativa del Tribunal si se
modifican algunos de los elementos que la determinaron, salvas las excepciones
legales.

Por su parte, los efectos materiales o sustantivos de la litispendencia son aquellos que
conservan, acrecientan o fortalecen los derechos y obligaciones de las partes para evitar
que la duración del proceso redunde en un perjuicio para aquella persona que se ve
obligada a litigar para obtener una tutela judicial.
Concretamente, estos efectos son:
• La interrupción civil de la prescripción;
• La constitución en mora del deudor;
• El crédito se convierte en litigioso.

La litispendencia genera también un estado que se pretende perpetuar durante toda la


secuela del juicio, tal como estaba la situación existente al comienzo de la relación
procesal.
La regla anterior se proyecta, entre otras, en las siguientes instituciones:
• Perpetuatio Iurisdictionis
La perpetuatio iurisdictionis conforma un principio de actuación del órgano
jurisdiccional, en virtud del cual la competencia del juez queda fija e inmutable
hasta el final del proceso, a base de la situación de hecho existente al tiempo de
inicio del estado de litispendencia.
En el plano positivo, el Art. 109 COT consagra este principio dentro de la
denominada regla de radicación o fijeza.

• La Prohibición de Modificar el Objeto del Proceso


La producción de la litispendencia prohíbe, como principio general, que las partes
modifiquen el objeto del proceso.
Constituye una excepción a lo anterior el denominado incidente de ampliación de
la prueba y de los hechos controvertidos, ya que los Arts. 321-322 CPC admiten
que, bajo ciertos supuestos, se amplíen los puntos de prueba o los hechos
controvertidos que puedan aparecer antes de la recepción de la causa de la prueba.
La misma regla, si no muta el objeto del proceso, se debe aplicar al demandado,
salvo que la ley le permita oponer excepciones en una oportunidad diversa de la
contestación (Art. 310 CPC).

• Perpetuatio Legitimationis
La perpetuatio legitimationis es un efecto de la litispendencia en virtud del cual la
aptitud de las personas que ostentan la posición de parte en el juicio mantienen
esa condición durante la pendencia, a pesar de los cambios fácticos o jurídicos
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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

que se produzcan en relación al derecho subjetivo o interés legítimo que es objeto


del proceso.
Lo anterior no impide que se puedan producir algunos cambios que afectan a la
legitimación, como los que pueden provenir de situaciones externas, como la
sucesión procesal.

En cuanto a los efectos excluyentes de la litispendencia, se hacen valer mediante la


excepción de litispendencia, que busca evitar que se tramiten al mismo tiempo dos juicios
con el mismo objeto.
Por regla general, habrá litispendencia cuando existan en juicios separados acciones
donde se verifica la triple identidad (Art. 177 CPC), y si concurre esta realidad, ella se
debe hacer valer a través de la excepción de litispendencia.
Si ella se acoge, surge un óbice procesal que impide seguir con la tramitación del juicio
donde se constató esta situación, para velar por el principio del non bis in idem.
La regla anterior tiene algunas regulaciones especiales, como ocurre por ejemplo en el
juicio ejecutivo (Art. 464 N°3 CPC), en cuyo caso, para evitar una conducta de mala fe
del deudor, la litispendencia sólo se puede alegar si el juicio ha sido iniciado por el
acreedor.

La litispendencia produce también un efecto de vis atractiva entre procesos con objetos
conexos o idénticos.
Para tal efecto, el legislador contempla soluciones técnicas que permitan unificar la
tramitación de los juicios pendientes en uno solo, con el objeto de evitar el
pronunciamiento de decisiones contradictorias respecto de un mismo tema.
Dentro de las instituciones procesales que inequívocamente buscan conseguir el efecto
anterior están:
• El incidente especial de acumulación de autos;
• La acumulación de recursos que inciden en un mismo tema (Art. 66 Inc. 3º COT).

D) Prejudicialidad Civil y Litispendencia


En un sentido restringido, la prejudicialidad se presenta en ciertos temas que, por su
conexión lógica y jurídica con el objeto del proceso, deben ser fallados por el mismo juez
u otro tribunal antes de la decisión de fondo del conflicto sometido a su conocimiento.
Dicho asunto, a su vez, tendría un grado de autonomía que permitiría ser resuelto en otro
proceso, con efecto de cosa juzgada.

La situación anterior, en principio, debería tener como cauce normal decretar la


acumulación de procesos, conforme a las reglas legales generales o especiales, pero en la
práctica, la ley no reconoce siempre esta posibilidad.
Lo anterior ocurre, por ejemplo, en procedimientos seguidos ante jueces o tribunales con
competencias diversas por razón de la materia, o cuando se utilizan procedimientos
diferentes, pero que presentan como elemento común el hecho de que las acciones están
vinculadas prejudicialmente, generando el riesgo de emitir decisiones contradictorias sin
una justificación jurídica.

También este inconveniente ha sido abordado reconociendo la existencia de la excepción


de litispendencia impropia o por conexión, a través de la cual se permite paralizar la
tramitación del segundo proceso por el hecho de estar pendiente de decisión un juicio
cuyo objeto se proyecta prejudicialmente al segundo juicio iniciado entre las mismas
partes o con terceros.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La admisión de la litispendencia impropia obliga a cambiar la concepción clásica de la


triple identidad como criterio de verificación, que tradicionalmente ha discurrido en
determinar la identidad entre los objetos procesales.
En efecto, como se trata de hipótesis de juicios paralelos que se excluyen jurídicamente
por interferir o producir el segundo juicio iniciado un prejuzgamiento, no es factible
verificar la presencia de la triple identidad.
No obstante lo anterior, para evitar que se puedan pronunciar decisiones jurídicamente
inconciliables, se acepta la litispendencia impropia, evitando la tramitación del segundo
pleito, cuyo objeto es prejudicialmente inconciliable con el promovido en el primer juicio.

El problema referido, en nuestro proceso civil, se puede presentar perfectamente, atendida


la proliferación de procedimientos especiales, y por la fragmentación de la competencia
que se viene dando entre diversos jueces y tribunales, que muchas veces están llamados
a conocer de temas conexos.
Por lo mismo, la solución a esta situación dependerá de la forma en que el legislador
autoriza a oponer la excepción de litispendencia, según se trate de procesos escritos o con
audiencia preparatoria.

E) La Rebeldía del Demandado


En su acepción común, la rebeldía denota un estado procesal que se produce cuando el
demandado ha optado por una actitud pasiva después de habérsele practicado legalmente
el emplazamiento.
En efecto, la rebeldía es una de las conductas que puede asumir el demandado frente a la
demanda.
La rebeldía obliga al legislador a realizar varias opciones técnicas, entre las que destacan
la necesidad de definir si sanciona de alguna forma esa actitud o, por el contrario, si
admite un mecanismo para proceder a la tutela de los derechos del litigante rebelde.
En principio, la rebeldía es una actitud lícita, que se aviene con el hecho de que la defensa
en el proceso civil dispositivo está concebida como una carga procesal, y no como una
obligación.

Ahora bien, un tema distinto es qué consecuencias se atribuyen a esta opción del
demandado, tema en el cual las soluciones planteadas han estado marcadas
fundamentalmente por dos modelos históricos.
Por un lado, tenemos la solución de origen romano-canónica, donde esta inactividad
determina una oposición a todo lo alegado por la contraparte, a través de lo que se conoce
como una contestación ficta de la demanda.
La otra propuesta, de origen germano, le asigna a la inactividad del demandado un efecto
positivo, esto es, una confesión tácita en virtud de la cual se reconocen como verdaderos
los hechos alegados por la contraparte por el solo hecho de haber optado por la rebeldía
el demandado.

En el proceso civil, se ha sostenido a nivel doctrinal y jurisprudencial, al no existir norma


legal que lo señale expresamente, que nuestro modelo ha seguido la solución de la
contestación ficta, circunstancia que llevaría a una negación total y absoluta de los hechos
contenidos en la demanda.
Pero esta negación de los fundamentos de la demanda viene acompañada, además, de la
pérdida de ejercitar otros derechos procesales, como reconvenir, al dejar de contestar la
demanda, y la pérdida de la posibilidad de objetar los documentos que se acompañaron

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

con la demanda, los que se tendrán por reconocidos para todos los efectos legales (Arts.
255, 346, 347 y 348 CPC).

Consumada esta actitud de rebeldía en primera instancia, ella no requiere ser declarada
para todos aquellos términos o actuaciones que producen de pleno derecho su caducidad,
como es el caso de los plazos (Art. 64 y 78 CPC).
Por su lado, para proteger los derechos del litigante rebelde, los Arts. 79-80 CPC
contemplan la regulación de dos incidentes especiales, que permiten proteger la situación
del litigante cuando, por hechos que no le son imputables, ha sido privado de ejercer su
derecho de defensa.

4. La Adecuación del Procedimiento a la Acción que es Objeto del Proceso


La protección de los derechos e intereses legítimos a través del proceso jurisdiccional se
logra a través de distintos mecanismos, como la reparación pecuniaria o patrimonial, el
cumplimiento forzado de una determinada obligación, o la creación, modificación o
extinción de una situación jurídica que no existía antes de una sentencia judicial.
Tales prestaciones se pueden obtener a través de la actuación de la jurisdicción
contenciosa o voluntaria, y mediante los diversos procedimientos creados por la ley.

Aunque el tema admite varias posibilidades de análisis, la diversidad de procedimientos


se puede explicar en las siguientes razones:
• Los derechos subjetivos e intereses legítimos son diversos, por lo que cada
derecho o interés debe constar con el instrumento procesal que garantice de mejor
forma su respeto jurisdiccional;
• La cuantía del litigio;
• La creación de un estatuto de privilegio para un determinado grupo de justiciables;
• La especial protección que se busca conceder a un determinado derecho o materia
por su relevancia económica o social.
Partiendo de algunos de esos criterios, o conjugando varios al mismo tiempo, el legislador
establece una variedad de procedimientos contenciosos o voluntarios.
En el plano teórico, se supone que cada acción debe ser tramitada conforme al
procedimiento previsto por el legislador, y cuando ello no es así, surge lo que la doctrina
procesal denomina como la inadecuación del procedimiento.
La utilización del procedimiento adecuado para conocer una determinada acción deducida
en un juicio configura un presupuesto procesal, cuya observancia hace posible la
resolución sobre el fondo del asunto y que, además, debe observarse de oficio.

Ahora bien, no toda desviación en la utilización de las formas procesales puede impedir
un pronunciamiento de fondo.
En efecto, si se ha utilizado un procedimiento que conceda mayores garantías procesales,
no existirá un perjuicio reparable con la declaración de inadecuación del procedimiento,
salvo que exista una razón de aplicación perentoria de un determinado procedimiento,
situación que se debe examinar para cada caso en particular.

Por otro lado, en nuestro ordenamiento se ha producido una proliferación de


procedimientos, en muchos casos acompañados por órganos jurisdiccionales con
competencia por razón de la materia, que hacen de la determinación del presupuesto
procesal de la adecuación del procedimiento una actividad compleja.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

5. El Agotamiento de la Vía Administrativa Previa


La reclamación administrativa previa ha sido utilizada por el legislador para imponer
mecanismos alternativos de solución de controversias, que eviten que la primera
actuación en un conflicto con el Estado sea una demanda judicial.
Su comportamiento como presupuesto procesal proviene del hecho de que si no se
observa esta exigencia, la demanda no puede prosperar hasta que se cumpla con este
trámite administrativo.

Un ejemplo de vía administrativa previa se encuentra en la Ley N°19.966 de 2004, sobre


Garantías Explícitas en Salud, donde se establece que los órganos de la Administración
del Estado en materia sanitaria son responsables de los daños causados a particulares por
falta de servicio.
Sin perjuicio del régimen allí previsto para demandar civilmente, se ha dispuesto un
sistema de mediación obligatorio en relación a los daños ocasionados por los servicios
públicos de salud, mediación con la cual se promueve una actuación administrativa previa
al ejercicio de la acción civil, y que se realiza ante el Consejo de Defensa del Estado.
La conclusión de esta actividad se produce si alguna de las partes no se conformara con
la decisión, entendiéndose fracasado el procedimiento, hecho que se hará constar en un
acta.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Parte 2 – El Juicio Ordinario de Mayor Cuantía

Contenidos
I. Aspectos Preliminares
II. Fase de Discusión
III. Fase de Prueba
IV. Trámites Posteriores a la Prueba y Término del Juicio Ordinario

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo I – Aspectos Preliminares


1. Los Procedimientos y su Clasificación
2. El Juicio Ordinario de Mayor Cuantía
A) Importancia y Características
B) Esquema del Juicio Ordinario de Mayor Cuantía

Capítulo II – Fase de Discusión


1. La Demanda
A) Introducción
1) Concepto
2) Casos en que la Demanda es Obligatoria
3) Efectos de la Demanda
4) Modificación de la Demanda
5) Demanda con Reserva
B) Contenido y Forma de la Demanda
1) Requisitos de Todo Escrito
2) Requisitos Especiales de Toda Demanda
C) Documentos que se Acompañan a la Demanda
D) Resolución que Recae en el Escrito de Demanda
E) El Emplazamiento
1) Aspectos Generales
2) Notificación de la Demanda
3) Término de Emplazamiento
F) Actitudes del Demandado Una Vez Notificado de la Demanda
2. Las Excepciones Dilatorias
A) Generalidades
B) Estudio Particular de las Excepciones Dilatorias
1) Incompetencia del Tribunal (Art. 303 N°1 CPC)
2) Incapacidad y Falta de Personería o de Representación Legal (Art. 303
N°2 CPC)
3) Litispendencia (Art. 303 N°3 CPC)
4) Ineptitud del Libelo (Art. 303 N°4 CPC)
5) Beneficio de Excusión (Art. 303 N°5 CPC)
6) Otras Excepciones Dilatorias (Art. 303 N°6 CPC)
C) Procedimiento de las Excepciones Dilatorias
D) Excepciones Mixtas o Anómalas
3. La Contestación de la Demanda
A) Aspectos Generales
B) Forma y Contenido de la Contestación
C) Oportunidad Para Oponer Excepciones Perentorias
D) Plazo Para Contestar la Demanda y Resolución que en Ella Recae
4. La Reconvención
A) Aspectos Generales
B) Sujetos de la Reconvención
C) Condiciones de Procedencia de la Reconvención
D) Tramitación y Fallo de la Reconvención
5. Réplica y Dúplica
6. El Trámite Necesario de la Conciliación

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo III – Fase de Prueba


1. La Prueba Como Acto Procesal
A) Concepto y Regulación de Prueba
B) Función o Finalidad de la Prueba
C) Principios que Sustentan la Actividad Probatoria
2. El Objeto de la Prueba
A) Aspectos Generales
B) Prueba de las Afirmaciones Fácticas
1) Hechos Sobre los Cuales Puede Versar la Actividad Probatoria
2) Hechos Que No Requieren de Prueba
C) Prueba de las Afirmaciones Jurídicas
D) La Prueba de las Máximas de la Experiencia
3. La Carga de la Prueba
4. Los Medios de Prueba
A) Aspectos Generales
B) Clasificación de los Medios de Prueba
1) Medios Probatorios Directos e Indirectos
2) Medios Probatorios Preconstituidos y Circunstanciales
3) Medios Probatorios que Hacen Plena Prueba y Prueba Semi-Plena
4) Prueba Lícita e Ilícita
5. Valoración de la Prueba
6. Reglas Reguladoras de la Prueba
7. Recepción de la Causa a Prueba
A) El “Auto” de Prueba
B) Recursos Con Motivo de la Recepción de la Causa a Prueba
1) Recursos Contra el “Auto de Prueba”
2) Recursos Contra la Resolución que Niegue la Recepción de la Causa a
Prueba
C) Ampliación de la Prueba
D) Práctica de Diligencias Probatorias
8. El Término Probatorio
A) Aspectos Generales
B) Término Probatorio Ordinario
C) Término Probatorio Extraordinario
D) Término Probatorio Especial
9. Los Medios de Prueba en Particular
10. La Prueba Instrumental
A) Generalidades
1) Concepto y Clasificación de los Instrumentos
2) Iniciativa en la Prueba Instrumental
3) Oportunidad Para Rendir la Prueba Instrumental
4) Instrumentos Extendidos en Lengua Extranjera
B) Los Instrumentos Públicos
1) Aspectos Generales
2) Instrumentos Públicos Otorgados en el Extranjero
3) Forma de Acompañar los Instrumentos Públicos en Juicio
4) Valor Probatorio de los Instrumentos Públicos
5) Impugnación de los Instrumentos Públicos
6) Formas de Impugnar los Instrumentos Públicos

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Instrumentos Privados
1) Concepto
2) Reconocimiento de los Instrumentos Privados
3) Forma de Acompañar los Instrumentos Privados en Juicio
4) Valor Probatorio del Instrumento Privado
5) Impugnación de los Instrumentos Privados
11. La Prueba Testimonial
A) Generalidades
1) Concepto
2) Procedencia
3) Iniciativa y Oportunidad para Rendir la Prueba Testimonial
B) Los Testigos
1) Concepto y Clasificación
2) Habilidad para Ser Testigo
3) Inhabilidades Absolutas
4) Inhabilidades Relativas
5) Obligaciones de los Testigos
6) Derechos de los Testigos
C) Forma de Producir la Prueba Testimonial
1) Presentación de la Minuta de Puntos de Prueba y la Nómina de Testigos
2) Tribunal Ante el Cual se Rinde la Prueba Testimonial
3) Fijación de Audiencias de Prueba
4) Citación de los Testigos
5) Examen de los Testigos
6) Acta de la Prueba Testimonial
D) Las Tachas
1) Concepto
2) Oportunidad Para Oponer Tachas y Forma de Hacerlas Valer
3) Efectos de la Oposición de las Tachas
4) Tramitación, Prueba y Fallo de las Tachas
E) Valor Probatorio de la Prueba Testimonial
1) Aspectos Generales
2) Testimonios de Oídas
3) Testimonios Presenciales
4) Testimonios Contradictorios
5) Testimonio de los Menores de Catorce Años
12. La Prueba Confesional
A) Generalidades
1) Concepto y Características
2) Requisitos de Validez de la Confesión
3) Clasificación de la Confesión
B) La Confesión Judicial
1) Concepto y Clases
2) Tribunal y Funcionarios Competentes Para Intervenir en la Absolución de
Posiciones
3) Oportunidad y Veces en que Puede Exigirse la Confesión en Juicio
4) Iniciativa en la Prueba Confesional
5) Personas que Deben Prestar Confesión
6) Procedimiento
7) Sanciones en que Incurre el Confesante Rebelde

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Confesión Extrajudicial
D) Valor Probatorio de la Confesión
1) Valor Probatorio de la Confesión Extrajudicial
2) Valor Probatorio de la Confesión Judicial
E) Limitaciones al Efecto Legal de la Confesión en Juicio
1) Divisibilidad e Indivisibilidad de la Confesión
2) Retractación o Revocación de la Confesión
13. La Inspección Personal del Tribunal
A) Generalidades
B) Requisitos de Procedencia
C) Procedimiento
D) Valor Probatorio
14. La Prueba Pericial
A) Generalidades
B) Requisitos para ser Perito
C) Procedimiento
1) Nombramiento de los Peritos
2) Formalidades Posteriores
3) El Reconocimiento
4) Presentación del Informe Pericial
5) Gastos y Honorarios Periciales
D) Valor Probatorio
15. La Prueba por Presunciones
A) Aspectos Generales
B) Las Presunciones Legales
C) Las Presunciones Judiciales
16. Apreciación Comparativa de los Medios de Prueba

Capítulo IV - Trámites Posteriores a la Prueba y Término del Juicio


Ordinario
1. Los Trámites Posteriores a la Prueba
A) El Período de Observaciones a la Prueba
B) Citación Para Oír Sentencia
C) Las Medidas Para Mejor Resolver
D) Agregación de la Prueba Rendida Fuera del Tribunal
2. Término del Juicio Ordinario en Primera Instancia
A) Generalidades
B) La Sentencia Como Modo Normal de Terminar el Juicio Ordinario
C) Formas Anormales de Poner Término al Juicio Ordinario
1) La Conciliación
2) El Avenimiento
3) El Desistimiento de la Demanda
4) El Abandono del Procedimiento
5) La Transacción
6) El Contrato de Compromiso o Arbitraje
7) Otras Formas Anormales de Terminación del Juicio Ordinario

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo I – Aspectos Preliminares

1. Los Procedimientos y su Clasificación


Los procedimientos corresponden a las diversas manifestaciones que tiene el proceso
como instrumento mediante el cual el órgano jurisdiccional pone en ejercicio el poder-
deber jurisdiccional.
El procedimiento consiste en el conjunto de formalidades a que deben someterse el juez
y los litigantes en la tramitación del proceso.
Existe una diversidad enorme de procedimientos en nuestro ordenamiento jurídico, lo
cual se explica por la especialización de los mismos a diversas materias especiales, y al
presupuesto procesal de la adecuación del procedimiento a la acción que es objeto del
proceso.

Ahora bien, el problema con la variedad de procedimientos se encuentra en que, al ser la


adecuación del procedimiento a la acción que es objeto del proceso un presupuesto
procesal, la inadecuación del procedimiento puede ser frecuente, llevando a la ineficacia
de la relación procesal, lo cual puede evitarse mediante la corrección de oficio, la
excepción dilatoria de inadecuación del procedimiento o la solicitud de nulidad procesal.

Los procedimientos aceptan diversas clasificaciones, según el criterio que se utilice para
distinguir entre los mismos, y de tal manera, tenemos las siguientes clasificaciones:
• Según la Materia Sobre la Cual Versan
En razón de la materia, los procedimientos pueden ser civiles o penales, siendo
los primeros los que rigen los conflictos civiles entre partes, y los segundos
aquellos que tienen por objeto hacer efectiva la pretensión punitiva del Estado por
la comisión de un delito en contra de sus partícipes, y sancionarlos en la forma
establecida por la ley penal.

• Según su Tramitación
Según su tramitación, los procedimientos pueden ser comunes o especiales,
siendo los primeros aquellos que se someten a la tramitación común ordenada por
la ley, y los segundos aquellos que tienen una tramitación determinada según la
naturaleza del asunto.
Los juicios comunes en la legislación procesal chilena son el juicio ordinario de
mayor cuantía, el juicio ordinario de menor cuantía, el juicio de mínima cuantía,
y el juicio sumario, cuando se le da aplicación en virtud de lo dispuesto en el Art.
680 Inc. 1° CPC.
Todos los demás son procedimientos especiales.

• Según su Forma
Atendiendo la forma de los procedimientos, podemos clasificarlos en orales o
escritos, siendo los primeros aquellos cuyas actuaciones son verbales, y que son
la tendencia en la actualidad, y los segundos aquellos en que las actuaciones,
trámites y gestiones se realizan por escrito.
En realidad, no existen procedimientos únicamente escritos u orales, y la
clasificación se hace atendiendo a la prevalencia del elemento oral o escrito.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Según el Fin que Persiguen


Según la finalidad perseguida, los procedimientos pueden ser declarativos,
ejecutivos o cautelares.
Los procedimientos declarativos son aquellos que tienen por objeto el
reconocimiento o la declaración de un derecho controvertido.
Los procedimientos ejecutivos son aquellos por medio de los cuales se pide el
cumplimiento de una obligación que consta de una sentencia judicial o de otro
título que según la ley tenga fuerza ejecutiva.
Los procedimientos cautelares tienen por finalidad conseguir una resolución
judicial de carácter provisional que garantice la sentencia definitiva que emane
del juicio.

• Según su Extensión
De acuerdo a la extensión del procedimiento, éste puede ser universal o singular,
siendo universales aquellos mediante los cuales se persigue una universalidad
jurídica, como los procedimientos concursales o sucesorios, y singulares o
particulares aquellos en que se persigue una especie o cuerpo cierto.

• Según su Cuantía
Los procedimientos pueden ser de mayor cuantía, cuando sus causas exceden de
500 UTM, de menor cuantía, cuando sus causas exceden de 10 UTM pero no
pasan de 500 UTM, o de mínima cuantía, cuando sus causas no exceden de 10
UTM.
Respecto del juicio ejecutivo, existen procedimientos ejecutivos de mayor
cuantía, si la causa excede de 10 UTM, y procedimientos ejecutivos de mínima
cuantía, cuando la causa no excede de 10 UTM.

2. El Juicio Ordinario de Mayor Cuantía


A) Importancia y Características
El juicio ordinario de mayor cuantía se encuentra regulado en el Libro II del Código de
Procedimiento Civil (Arts. 253-433), y cuenta con las siguientes características:
• Se aplica a los negocios judiciales contenciosos cuya cuantía exceda de 500 UTM,
y a los que versen sobre materias no susceptibles de determinada apreciación
pecuniaria, siempre que la ley no establezca un procedimiento especial para tales
casos.
En consecuencia, de acuerdo a las normas procesales orgánicas, el juicio ordinario
de mayor cuantía es un procedimiento privativo o exclusivo de los jueces de letras.
• Es conocido en primera instancia por los tribunales llamados a intervenir en él, de
suerte que las sentencias que aquéllos pronuncien son siempre susceptibles del
recurso de apelación, y siendo, por consiguiente, un procedimiento típico de doble
grado o instancia;
• Se trata de un procedimiento fundamentalmente escrito, ya que todas sus
actuaciones constan en el proceso por medio de la escritura, las cuales se ajustan
a las formalidades que la ley establece para cada una de ellas en particular, según
su naturaleza.
Por excepción, el juicio ordinario de mayor cuantía está constituido por algunas
actuaciones orales, como por ejemplo, en primera instancia, las declaraciones
testimoniales, la confesión judicial, la aceptación del cargo de perito, la petición
al tribunal a fin de que cite a las partes para oír sentencia, o la interposición del

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

recurso de apelación en el acto de la notificación, y en segunda instancia, la vista


de la causa, comprendiéndose en ella la relación y los alegatos de los abogados;
• Es un procedimiento declarativo en sentido lato, o de cognición, ya que por medio
de él no se persigue el cumplimiento forzado o compulsivo de una obligación,
sino la declaración o el reconocimiento de un derecho desconocido o
menoscabado.
En la práctica, mediante sus sentencias se persigue la condena del demandado a
una determinada prestación, la mera declaración de un derecho controvertido o la
producción de efectos jurídicos constitutivos;
• Consiste en un procedimiento común o de aplicación general, sin otras
limitaciones que la cuantía o la existencia de procedimientos especiales en razón
de la naturaleza de la acción.
En otros términos, el juicio ordinario de mayor cuantía es la forma normal de
tramitación de los juicios, siendo la excepción los juicios o procedimientos
especiales, cuya tramitación, a la inversa, es distinta de la primeramente
nombrada, y bastante variada.
De ahí que el Art. 3° CPC disponga que se aplicará el procedimiento ordinario
en todas las gestiones, trámites y actuaciones que no estén sometidos a una regla
especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza.
Cada vez, por lo tanto, que estemos en presencia de una acción judicial cuya
cuantía exceda de 500 UTM o que sea de cuantía indeterminada, y en razón de su
naturaleza no tenga señalada una tramitación especial, sabremos de antemano que
tendrá que ser ventilada en conformidad a las reglas del juicio ordinario de mayor
cuantía;
• Por último, es un procedimiento supletorio en relación a los mismos
procedimientos extraordinarios o especiales, en virtud de lo que prescribe el Art.
3° CPC antes mencionado.
Esto significa que el legislador, al estructurar los procedimientos extraordinarios,
no consigna en forma exhaustiva todas las actuaciones que los constituyen, de
suerte que, en presencia de cualquier vacío, se recurre indefectiblemente a las
normas respectivas del juicio ordinario de mayor cuantía.

En suma, las características de ser un procedimiento común o de aplicación general, y de


ser supletorio de los procedimientos especiales, por sí solas, demuestran la importancia
innegable que el juicio ordinario de mayor cuantía reviste dentro de los procedimientos
judiciales chilenos.

B) Esquema del Juicio Ordinario de Mayor Cuantía


Este juicio se inicia mediante demanda del actor, de la cual el tribunal confiere traslado
al demandado por un término de quince días.
La demanda y su correspondiente traslado se notifican por el estado diario al actor, y
personalmente, al demandado.
Éste último puede defenderse o no, y si no se defiende, a petición del actor, se dará por
evacuado el trámite de contestación de demanda en su rebeldía.
Si se defiende, podrá hacerlo oponiendo excepciones dilatorias, destinadas a corregir
vicios del procedimiento, o bien, excepciones perentorias o defensas, destinadas a enervar
la acción deducida.
Las primeras se esgrimen en forma previa, y son tramitadas y resueltas como incidentes,
mientras que las segundas, en cambio, se hacen valer dentro de la contestación de la
demanda.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Contestada la demanda, o en su rebeldía, se confiere traslado al actor para replicar, y de


este último escrito se confiere también traslado al demandado para duplicar, siendo el
plazo para ambos traslados de seis días.

Terminada la fase de discusión, se procede al trámite necesario del llamado a las partes a
conciliación, que se establece como un trámite esencial del procedimiento, y que
estudiaremos con profundidad más adelante.

A esta altura del juicio, el juez debe examinar personalmente el proceso y estudiar si las
partes, en los escritos fundamentales, se han contradicho en hechos substanciales y
pertinentes.
En caso afirmativo, recibirá la causa a prueba por el término legal, y fijará los hechos
controvertidos, a cuyo tenor deberá rendirse la prueba, y esta resolución se notifica por
cédula.
El término probatorio ordinario es de veinte días, dentro del cual deben producirse la
prueba testimonial y las demás pruebas, sin perjuicio de que estas últimas puedan también
rendirse en las otras oportunidades señaladas por la ley.
Vencido el término probatorio, las partes tienen un plazo común de diez días para
formular las observaciones que el examen de las pruebas le sugiera, y vencido también
este último término, de oficio o a petición de parte, el tribunal citará para oír sentencia,
se hayan o no formulado las referidas observaciones.

A contar de la notificación de esta última resolución, el tribunal tiene un plazo de sesenta


días para dictar sentencia definitiva, la cual, una vez notificada a las partes, será
susceptible de los recursos legales que procedan, a saber, el de apelación y el de casación
en la forma.

Lo anterior es el esquema del desarrollo normal de un juicio ordinario de mayor cuantía.


Sin embargo, a veces, en la práctica, puede complicarse. Así, el juicio puede haberse
iniciado mediante una medida prejudicial, circunstancia que no libera al demandante de
la obligación de presentar después escrito de demanda.

El demandado, por su parte, puede no quedar satisfecho con contestar solamente la


demanda, y deducir también reconvención en contra del demandante. En este caso, hay
un trámite más, o sea, se confiere al demandante traslado para duplicar en la
reconvención.

El término probatorio, normalmente ordinario, puede a veces revestir el carácter de


extraordinario o de especial, con lo cual en el hecho se alarga.
Por último, pueden suscitarse cuestiones accesorias que requieren especial
pronunciamiento del tribunal, es decir, incidentes, los cuales sabemos que se tramitarán
en la misma pieza de autos o en cuaderno separado, según si revisten o no el carácter de
previo y especial pronunciamiento.

El esquema esbozado nos permite apreciar que el juicio ordinario de mayor cuantía, en
su tramitación, atraviesa o consta de tres fases o períodos, que son la fase de discusión, la
fase de prueba y la fase de sentencia.
El período de discusión está constituido por la presentación de cuatro escritos
fundamentales, que son la demanda, la contestación, la réplica y la dúplica.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El período de prueba es aquel que media entre la dictación de la resolución que recibe
la causa a prueba y la notificación de la resolución que cita a las partes para oír sentencia.
El período de sentencia, en fin, es el que transcurre entre esta última actuación y la
dictación y notificación de la sentencia definitiva.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo II – Fase de Discusión

1. La Demanda
A) Introducción
1) Concepto
Conforme al Art. 253 CPC, todo juicio ordinario comienza por demanda del actor, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Título IV del Libro II del Código de Procedimiento Civil.
En consecuencia, el juicio ordinario de mayor cuantía tiene dos formas de ser iniciado,
que son la demanda del actor o las medidas prejudiciales promovidas por el futuro
demandante o el futuro demandado.
Debemos recordar que las medidas prejudiciales son los medios que franquea la ley a los
futuros litigantes para preparar su entrada al juicio, y que pueden ser promovidas tanto
por el futuro demandante como por el futuro demandado.
Además, respecto de su finalidad, estas medidas están destinadas a preparar la demanda,
a procurarse de antemano ciertos medios de prueba que pueden desaparecer, o a asegurar
el resultado de la acción que se va a deducir.
Por último, desde el punto de vista de su tramitación, las medidas prejudiciales
constituyen incidentes especiales dentro del pleito.
La iniciación del juicio mediante una medida prejudicial, por lo tanto, no libera en manera
alguna al actor de la obligación de presentar demanda, y la novedad procesal, en este caso,
radica exclusivamente en que el juicio se ha iniciado mediante medida prejudicial, y que
ésta, cronológicamente, precede a la demanda.

La ley no define la demanda, pero es evidente que este término se reserva para designar
el acto inicial de la relación procesal, o sea, la primera presentación que hace el actor, y
que resume sus pretensiones.
Se la define como aquel acto procesal del actor mediante el cual ejercita una acción
tendiente a la declaración, en sentido amplio, por parte del tribunal, de un derecho que le
ha sido desconocido o menoscabado.

2) Casos en que la Demanda es Obligatoria


Por regla general, nadie está obligado a demandar, aunque existen en nuestra legislación
algunos casos de demandas obligatorias, con sanciones para el evento de que no se
entablen, y estos casos son:
• En el caso en que el demandado pida que se ponga la demanda en conocimiento
de otra u otras personas determinadas a quienes correspondiere también la acción
ejercida, y que no la hubieren entablado, para efectos de que señalen si se adhieren
a ella o manifiesten su resolución de no adherirse.
Si declaran su resolución de no adherirse, caduca su derecho, y si nada dicen
dentro del término legal, les afectará el resultado del proceso sin nueva citación
(Art. 21 CPC);
• El que ha obtenido una medida prejudicial precautoria está obligado a deducir
demanda en el término de 10 días, bajo sanción de alzarse dicha medida y quedar
responsable de los perjuicios causados, considerándose doloso su procedimiento
(Art. 280 CPC);
• Cuando alguna persona manifiesta corresponderle un derecho del que no está
gozando, todo aquel a quien su jactancia pueda afectar podrá pedir que se la
obligue a deducir demanda dentro del plazo de 10 días, bajo apercibimiento, si no
lo hace, de no ser oída después sobre aquel derecho (Art. 269 CPC);

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• En el caso de reserva de excepciones en el juicio ejecutivo, el deudor está obligado


a deducir demanda ordinaria en el término de 15 días, contados desde la fecha en
que se le notifique la sentencia definitiva, bajo sanción de procederse a ejecutar
dicha sentencia sin previa caución, o quedará ésta ipso facto cancelada si se ha
otorgado (Art. 474 CPC).

3) Efectos de la Demanda
Por el sólo hecho de su interposición, la demanda produce los siguientes efectos:
• Queda abierta la instancia, y el juez está obligado a conocer las peticiones del
actor e instruir el proceso, incurriendo, en caso de no hacerlo, en responsabilidad
de carácter disciplinario, civil y penal, y específicamente, incurre en el delito de
denegación de justicia;
• Pone al juez en la necesidad de conocer de la demanda, pudiendo de oficio no dar
curso a ella cuando no contenga las indicaciones ordenadas por la ley (Art. 256
CPC), pronunciarse sobre su competencia (Art. 10° Inc. 2° COT) y a juzgar
oportunamente en la sentencia la acción deducida (Art. 170 N°6 CPC);
• Se entiende que el actor prorroga tácitamente la competencia en los casos en que
esta prórroga proceda (Art. 187 N°1 COT), y queda fijada la competencia del
juez con relación al actor;
• Fija la extensión del juicio, determinando las defensas del demandado, que no
pueden referirse sino a ella, salvo en el caso de reconvención, y limita los poderes
del juez, que en la sentencia podrá sólo referirse a lo expuesto en la demanda;
• El actor no puede interponer nueva demanda en contra del demandado por la que
persiga el mismo objeto pedido con la misma causa de pedir, pues con la
presentación y notificación de la primera demanda nace el estado de
litispendencia, que autoriza la excepción dilatoria de igual nombre respecto de la
demanda posterior;
• Produce efectos respecto al derecho, ya que, por ejemplo, en los juicios sobre
alimentos, se deben éstos desde la presentación de la demanda (Art. 331 CC), y
en el caso de las obligaciones alternativas, la demanda individualiza la cosa debida
cuando la elección es del acreedor (Art. 1502 Inc. 2° CC).

4) Modificación de la Demanda
Antes de notificada la demanda al demandado, el actor puede retirarla sin más trámite,
y se considerará en este caso, como no presentada (Art. 148 CPC), por lo que puede ser
modificada, ampliada o restringida sin inconveniente alguno, mediante un nuevo escrito.

Notificada la demanda, y antes de la contestación, el demandante puede hacer en ella


las ampliaciones o rectificaciones que estime convenientes, las cuales se considerarán
como una demanda nueva para los efectos de su notificación, y sólo desde la fecha en que
esta diligencia se practique, correrá el término para contestar la demanda primitiva (Art.
261 CPC).
Al respecto, la jurisprudencia ha establecido que esta disposición también es aplicable a
los juicios especiales, dado lo dispuesto en el Art. 3º CPC, y que si la modificación de la
demanda importa el abandono de una de las acciones entabladas, debe entenderse que el
juicio queda circunscrito a las acciones no abandonadas, por no estar aún trabada la litis.
En cuanto a la modificación de los hechos consignados en la demanda, no hay duda
alguna de que se pueden modificar.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Después de contestada la demanda, el actor no puede modificarla en forma alguna, y


sólo podrá desistirse de ella en las condiciones y forma que establece el Título XV del
Libro I CPC, lo cual debe entenderse sin perjuicio de las facultades que se confieren al
actor para modificar la demanda en el escrito de réplica, con la limitación prevista en el
Art. 312 CPC.

5) Demanda con Reserva


Según dispone el Art. 173 CPC, cuando una de las partes haya de ser condenada a la
devolución de frutos o a la indemnización de perjuicios, y se ha litigado sobre su especie
y monto, la sentencia determinará la cantidad líquida que por esta causa deba abonarse, o
declarará sin lugar el pago, si no resultan probados la especie y el monto de lo que se
cobra, o, por lo menos, las bases que deban servir para su liquidación al ejecutarse la
sentencia.
En el caso de que no se haya litigado sobre la especie y el monto de los frutos o perjuicios,
el tribunal reservará a las partes el derecho de discutir esta cuestión en la ejecución del
fallo o en otro juicio diverso.

De esta forma, se permite fraccionar el cumplimiento íntegro de la prestación reclamada,


limitándose el juez a declarar la existencia de la obligación de indemnizar perjuicios o
restituir los frutos, sin cuantificar su especie o monto, dejando tal cuantificación para la
etapa de cumplimiento del fallo o para un juicio diverso.
La utilidad de este mecanismo radica en que, durante el juicio, podrían aumentar los daños
o los frutos, por lo que una determinación prematura sería perniciosa para el actor.

B) Contenido y Forma de la Demanda


Para que la demanda produzca efectos, debe contener ciertos requisitos, y estar revestida
de las formalidades que contempla la ley.
Como escrito, debe reunir los requisitos de todo escrito, y particularmente como
demanda, debe contener las enunciaciones que establece el Art. 254 CPC.

1) Requisitos de Todo Escrito


Al igual que todo escrito, la demanda debe estar redactada en castellano y llevar las firmas
correspondientes, y además, tenemos los siguientes requisitos comunes a todo escrito.

En primer lugar, la demanda debe estar encabezada con una suma, que indique su
contenido o el trámite de que se trata, en este caso, “demanda” (Art. 30 Inc. 2° CPC).
Luego, y en conformidad al Art. 1° de la Ley N°18.120, si la demanda es la primera
presentación del actor, deberá ser patrocinada por un abogado habilitado para el ejercicio
de la profesión.
Además, en virtud de lo dispuesto en el Art. 2° de la Ley N°18.120, debe también
conferirse poder a persona hábil para comparecer en juicio.

Por regla general, el ingreso de demandas y de todo otro escrito correspondiente a la


tramitación del juicio debe hacerse por vía electrónica, a través de la Oficina Judicial
Virtual.
Excepcionalmente, y cuando las circunstancias así lo requieran, o se trate de una persona
autorizada por el tribunal por carecer de los medios tecnológicos necesarios, los escritos
pueden presentarse ante el tribunal materialmente y en soporte papel por conducto del
ministro de fe respectivo o del buzón especialmente habilitado para tal efecto.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Los escritos presentados en formato papel son digitalizados e ingresados a la carpeta


electrónica inmediatamente.

2) Requisitos Especiales de Toda Demanda


Antes de entrar a analizar los requisitos que para toda demanda dispone el Art. 254 CPC,
es necesario señalar que, por autoacordado de la Corte de Apelaciones de Santiago, se
acordó disponer que, a partir del 1° de Enero de 1989, en las demandas y gestiones
judiciales que se presenten a esta Corte para su distribución a los Juzgados Civiles y del
Trabajo de la jurisdicción, los abogados deben anteponer al texto de la suma ciertas
menciones, lo cual toma el nombre de pre-suma.
La pre-suma debe contener:
• El tipo de procedimiento que corresponda al juicio;
• La materia del pleito;
• El nombre completo del o de los demandantes, con el número de RUT o cédula
de identidad de cada uno;
• El nombre completo del abogado patrocinante, con su número de RUT;
• El nombre del o de los apoderados con el número de RUT o cédula de identidad
de cada uno;
• El nombre del o de los demandados, con el número de RUT o cédula de identidad,
si fuere conocido.

Tras ello, pasamos a analizar las menciones especiales que, según el Art. 254 CPC, debe
contener toda demanda:
• La Designación del Tribunal Ante Quien se Entabla
Este requisito se cumple a continuación de la suma, expresándose solamente la
jerarquía del tribunal, y mediante abreviaturas.
Así, para referirse al Juez de Letras, se escribe “S.J.L” (Señor Juez de Letras).
Para referirse a la Corte de Apelaciones, se escribe “I.C” (Ilustrísima Corte).
Para referirse a la Corte Suprema, se escribe “Excma. Corte”.

• El Nombre, Domicilio y Profesión u Oficio del Demandante y de las Personas


que lo Representen, y la Naturaleza de la Representación
En consecuencia, el actor debe individualizarse precisamente, y si comparece por
medio de representante, se debe individualizar en igual forma a este último,
expresando además la naturaleza de la representación, es decir, si es legal o
convencional.
La designación del nombre tiene importancia para que el demandado sepa quién
lo demanda, y pueda oponer las excepciones y defensas que procedan, y también
para los efectos de la cosa juzgada.
La designación del domicilio del demandante tiene importancia, y lo exige el Art.
254 Nº2 CPC para los efectos de las notificaciones.

• El Nombre, Domicilio y Profesión u Oficio del Demandado


El nombre completo del demandado es indispensable, como en el caso del actor,
para saber contra quién se dirige la demanda, para determinar su capacidad, para
establecer la competencia relativa del tribunal y para apreciar los efectos de la
cosa juzgada.
Tiene importancia el conocimiento del domicilio real del demandado para los
efectos de la notificación de la demanda, y para determinar la competencia relativa
del tribunal, porque si se encuentra fuera de su territorio jurisdiccional, puede

36
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

oponerse, llegado el caso, la excepción de incompetencia, que resultaría así


probada por propia confesión del actor.
Tratándose de un juicio ejecutivo, si se ha preparado por una gestión preparatoria
de la vía ejecutiva, donde se ha individualizado al ejecutado, no es necesario
volver a individualizarlo en la demanda ejecutiva, y lo mismo aplica para el juicio
ordinario que se ha preparado por una medida prejudicial, pero para evitar
dificultades, es preferible individualizarlo nuevamente.

• La Exposición Clara de los Hechos y Fundamentos de Derecho en que se


Apoya
Este requisito se refiere a la relación misma del pleito, debiendo indicarse con
claridad los hechos, pues no sólo se exigen para la marcha regular del juicio, la
admisión de la prueba y la referencia que a ellos debe hacerse en la sentencia, sino
también para determinar la acción que se ejercita, la cual determina, a veces, la
competencia del tribunal.
Deben indicarse también los fundamentos legales, leyes y artículos en que se
apoyan las pretensiones concretas que se someten al tribunal, lo que tiene por
objeto facilitar al juez la calificación jurídica de la acción.

• La Enunciación Precisa y Clara, Consignada en la Conclusión, de las


Peticiones que se Someten al Fallo del Tribunal
Esta es la parte petitoria de la demanda, y en ella se indican las cuestiones que se
someten al juicio del tribunal.
Las peticiones de la demanda, junto con las excepciones de la contestación,
determinan la competencia del tribunal, que sólo podrá pronunciarse sobre ellas,
a menos que una disposición especial lo faculte para proceder de oficio.

C) Documentos que se Acompañan a la Demanda


Antiguamente, el Art. 255 Inc. 1° CPC establecía que el actor debía presentar con su
demanda los instrumentos en que se fundare, obligación del actor que sólo se refería a los
instrumentos que sirvieran de fundamento a la demanda, ya que los demás podían
agregarse en cualquier estado del juicio, hasta el vencimiento del término probatorio en
primera instancia, y hasta la vista de la causa en segunda instancia.

Si se omitía acompañar a la demanda los instrumentos que le servían de fundamento, los


instrumentos que se presentaban después sólo se tomaban en consideración si el
demandado los hacía también valer en apoyo de su defensa, o si se justificaba o aparecía
de manifiesto que no pudieron ser presentados antes, o si se referían a hechos nuevos
alegados en el juicio con posterioridad a la demanda, según lo disponía el Art. 255 Inc.
2° CPC.
Esta sanción sólo se aplicaba cuando el demandado exigía que se acompañaran dichos
documentos, y si el demandado no exigía que se presentaran inmediatamente los
documentos justificativos de la demanda, el actor los podía presentar con posterioridad
durante el curso del juicio.

El legislador, con el fin de superar los inconvenientes que causaba determinar cuáles eran
los instrumentos fundantes, y el plazo que existía para impugnar los documentos que se
acompañaban a la demanda, modificó el Art. 255 CPC, estableciendo que los

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

documentos acompañados a la demanda deben impugnarse dentro del término de


emplazamiento, cualquiera sea su naturaleza.

En consecuencia, a partir de la modificación introducida por la Ley N°18.705, no es


obligatorio que el actor acompañe documento alguno a su demanda, no efectuándose en
la actualidad ninguna distinción entre los documentos fundantes y aquellos que no
revistan este carácter.
El demandado carece del derecho de apercibir al demandante para que acompañe los
documentos fundantes a su demanda.
Además, el legislador estableció expresamente que si el actor acompaña en forma
voluntaria cualquier documento a su demanda, el plazo que tendrá el demandado para
impugnarlo será el término de emplazamiento.

D) Resolución que Recae en el Escrito de Demanda


Una vez presentada la demanda por el actor al tribunal que estima competente en razón
de las reglas de competencia absoluta y relativa, éste la examina desde un punto de vista
formal, o sea, a la luz de las exigencias contenidas en el Art. 254 CPC.
En caso que este examen permita al juez apreciar que la demanda no contiene las
indicaciones ordenadas en los tres primeros números del artículo antes citado, puede de
oficio no darle curso (Art. 256 CPC).
Si los defectos de la demanda se refieren a los N°4 o 5 del Art. 254 CPC, no puede el
tribunal, de oficio, no dar curso a la demanda, sino que la petición sólo puede hacerla el
demandado a través de la excepción dilatoria de ineptitud del libelo.
Por el contrario, si el juez no hace este examen, o bien éste resulta satisfactorio, admitirá
la demanda a tramitación, y conferirá traslado de ella al demandado para que la conteste
(Art. 257 CPC).

Se trata, en consecuencia, de un decreto, providencia o proveído ya que es una resolución


destinada solamente a dar curso progresivo a los autos.
Admitir a tramitación la demanda implica constatar su corrección formal en sus requisitos
mínimos, y conferir traslado de ella significa fijar un plazo al demandado para que la
conteste, bajo apercibimiento de proseguir en su rebeldía.

La providencia debe contener las siguientes enunciaciones:


• Lugar y fecha exacta;
• “A lo principal, por interpuesta la demanda, traslado”, o simplemente,
“traslado”;
• Se proveen como correspondan los demás otrosíes, por lo que, por ejemplo, los
otrosíes que se refieran a la designación de abogado patrocinante y al apoderado
se proveerán con un “téngase presente”;
• Deben señalarse el número de ingreso asignado a la causa y la cuantía del juicio;
• Debe llevar la firma del juez y del secretario.

E) El Emplazamiento
1) Aspectos Generales
El emplazamiento es una notificación, a la cual se le agrega la orden de que el demandado
comparezca al tribunal, a causa de que hay una demanda interpuesta en su contra o de que
se ha deducido un recurso legal.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El emplazamiento consta de dos elementos, que son la notificación hecha en forma legal
y el transcurso del término que la ley señala al demandado para que comparezca al
tribunal.
El emplazamiento no es un hecho, sino un resultado jurídico, producido por la
notificación legal de la demanda y el transcurso del término para contestarla.

2) Notificación de la Demanda
Una vez presentada y proveída la demanda, debe notificarse, y como generalmente será
la primera resolución recaída en el juicio, debe notificarse personalmente, entregándose
al deudor copia íntegra de la presentación y de la resolución recaída en ella (Art. 40 Inc.
1° CPC).
Al actor se le notifica por el estado diario (Art. 40 Inc. 2° CPC).

No basta con que la demanda sea notificada, sino que ella debe notificarse en forma legal,
y si no se notifica en forma legal, no puede producirse la relación procesal, por lo que si
el juicio sigue tramitándose, todo lo obrado será nulo, por faltar un presupuesto en la
relación procesal, que es el emplazamiento.

3) Término de Emplazamiento
Al término de emplazamiento se refieren los Arts. 258-260 CPC, que contemplan
diversas situaciones, que pasamos a analizar.

Conforme al Art. 258 Inc. 1° CPC, el término de emplazamiento para contestar la


demanda será de quince días si el demandado es notificado en la comuna donde funciona
el tribunal.
Este plazo se aumenta en tres días más si el demandado se encuentra en el mismo territorio
jurisdiccional, pero fuera de los límites de la comuna que sirva de asiento al tribunal (Art.
258 Inc. 2° CPC).

Estos plazos son legales, al estar señalados por el Código en favor de las partes, y no del
Tribunal (Art. 64 CPC), y por consiguiente, no pueden ser prorrogados.
Son además comunes, ya que corren para todos los demandados a la vez, hasta que expire
el último término parcial que corresponde a los notificados (Art. 260 CPC).
También son discontinuos, dado que son plazos de días establecidos en el Código de
Procedimiento Civil, entendiéndose suspendidos durante los feriados (Art. 66 CPC).
Por último, son plazos fatales, por cuanto el sólo hecho de su vencimiento implica la
extinción del derecho de contestar la demanda (Art. 64 CPC).

Luego, según dispone el Art. 259 CPC, si el demandado se encuentra en un territorio


jurisdiccional diverso, o fuera del territorio de la República, el término para contestar la
demanda será de 18 días, y a más el aumento que corresponda al lugar en que se encuentre.
Este aumento se determina en conformidad a una tabla que cada cinco años forma la Corte
Suprema con tal objeto, tomando en consideración las distancias y las facilidades o
dificultades que existan para las comunicaciones.
Esta tabla se forma en el mes de noviembre del año que preceda al de vencimiento de los
cinco años indicados, para que se ponga en vigor en toda la República desde el 1º de
marzo siguiente.
Se publica en el Diario Oficial, y se fija a lo menos dos meses antes de su vigencia en el
portal de internet del Poder Judicial, y en los oficios de todos los secretarios de Cortes y
Juzgados de Letras.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Por otro lado, puede ser que los demandados sean varios, sea que obren separada o
conjuntamente, caso en el cual, en virtud de lo dispuesto en el Art. 260 Inc. 1° CPC, el
término para contestar la demanda corre para todos a la vez, y se cuenta hasta que expire
el último término parcial que corresponda a los notificados.
En los casos en que, conforme al Art. 18 CPC, proceda la pluralidad de demandantes, el
plazo para contestar la demanda, determinado según lo dispuesto en los Arts. 258-259
CPC, se aumenta en un día por cada tres demandantes sobre diez que existan en el
proceso, aunque este plazo adicional no puede exceder de treinta días (Art. 260 Inc. 2°
CPC).

La ampliación es de un día por cada tres demandantes sobre diez que existan en el
proceso, por lo que, si los demandantes fueran entre trece y quince, el aumento será de un
día adicional, si fueren dieciséis o diecisiete, será de dos días adicionales, y así
sucesivamente.
Sin perjuicio de lo anterior, cabe tener presente que este plazo adicional no puede exceder
de treinta días, por lo que el término de emplazamiento no podrá en caso alguno superar
el máximo de los 48 días.
Esta ampliación del plazo rige con un criterio uniforme para cualquier demandado en el
proceso, en caso que exista una pluralidad de demandantes que haga procedente la
ampliación, dándose con ello plena aplicación al principio de igualdad que debe regir para
quienes intervienen como partes en un proceso.

Notificada la demanda, y transcurrido el término de emplazamiento, sea que dentro de él


se haya producido la contestación ficta o efectiva de la demanda, queda válidamente
formada la relación procesal, entendida como el vínculo que une a las partes entre sí y a
ellas con el Tribunal, y cuyos efectos principales son los de obligar al tribunal a dictar su
pronunciamiento, y a las partes a pasar por lo que él resuelva en definitiva.

F) Actitudes del Demandado Una Vez Notificado de la Demanda


Notificado legalmente el demandado, puede adoptar diversas actitudes frente a la
demanda, aceptándola lisa y llanamente, adoptando una actitud de completa pasividad e
indiferencia, o defendiéndose.
Cada una de estas diversas actitudes del demandado frente a la demanda que se ha
interpuesto en su contra tiene una decisiva influencia en el curso posterior que debe seguir
el juicio.

Si el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante, o si en sus escritos


no contradice en materia sustancial y pertinente los hechos sobre que versa el juicio,
el Tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia definitiva, una vez evacuado el
trámite de la réplica (Art. 313 Inc. 1° CPC).
Aceptar la demanda implica reconocer la exactitud de los hechos y de los fundamentos
de derecho en que se apoya.
Dada la excepcional gravedad que este acto procesal tiene para el demandado, la ley exige
que si la aceptación de la demanda se efectúa por medio de mandatario, éste debe estar
premunido de facultad especial (Art. 7º Inc. 2º CPC).
Puede también que el demandado reconozca los hechos y desconozca, en cambio, los
fundamentos de derecho en que se apoya la demanda.
Se trata de una situación diversa, en que el demandado reconoce los hechos, pero les niega
las consecuencias jurídicas que les asigna el actor.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Sin embargo, en ambos casos, sea que estemos en presencia de un allanamiento total de
la demanda, o de la falta de contradicción en materia substancial y pertinente en cuanto a
los hechos, la suerte que sigue la tramitación del juicio es la misma, ya que el tribunal
mandará citar a las partes para oír sentencia definitiva una vez evacuado el traslado de la
réplica.
En otros términos, contestada que sea la demanda, se dará traslado al demandante para
que replique, y evacuada la réplica, o en rebeldía del demandante, se dará, en seguida,
traslado al demandado para que duplique, y una vez evacuada la dúplica, o en rebeldía
del demandado, el tribunal citará a las partes para oír sentencia.
En consecuencia, en estos casos se prescinde totalmente de los trámites de la prueba.

El allanamiento a la demanda puede ser expreso o tácito, ocurriendo lo primero cuando


el demandado reconoce categóricamente los hechos y el derecho invocado en la demanda,
y lo segundo cuando el demandado, sin contestar la demanda, deposita la cosa o ejecuta
el acto que se le reclama.
En cuanto al objeto del allanamiento, sólo puede referirse a los derechos renunciables y
propios, lógicamente.
Si el demandado no contesta la demanda en el plazo que la ley le ha señalado para
estos efectos, y el demandante desea que los autos sigan su curso progresivo, simplemente
evacúa su trámite de réplica.
El silencio del demandado produce la llamada contestación ficta de la demanda, la cual,
en la práctica, se traduce en la negación total de las pretensiones del demandante.
Declarada la rebeldía en la contestación de la demanda, de oficio o a petición de parte, el
tribunal proveerá traslado al demandante para replicar, y evacuada la réplica, se dará, en
seguida, traslado al demandado para duplicar. Luego, evacuada la dúplica, el Tribunal
examinará los autos para ver si debe recibir o no la causa a prueba, y ésta seguirá así su
curso normal.

La rebeldía de la contestación a la demanda, al igual que las demás rebeldías en primera


instancia, no tienen otro alcance que dar por evacuado ficticiamente el trámite de que se
trata, a objeto de que los autos puedan continuar en su curso progresivo, siendo esta
situación neutra, ya que declarada o no la rebeldía, igual se sigue el curso progresivo de
los autos, bastando evacuar la parte diligente el trámite que le corresponde, y pudiendo
por consiguiente la parte rebelde hacerse presente en cualquier momento posterior,
siempre y cuando, naturalmente, respete todo lo obrado, a menos que estuviéramos en
presencia de un caso de fuerza mayor, o de falta real de notificación, que da origen a la
nulidad procesal.

En segunda instancia, el efecto de la rebeldía es mayor, ya que al litigante rebelde no se


le toma más en consideración, y si posteriormente desea comparecer, deberá hacerlo por
medio de procurador del número o de abogado habilitado.

Por último, si el demandado se defiende, será necesario determinar en qué forma lo hace
para saber la tramitación que seguirá el juicio.
La defensa del demandado se manifestará por oponer a la demanda excepciones dilatorias,
como previas a la contestación, o simplemente, contestando la demanda.
En la contestación de la demanda, el demandado opondrá excepciones perentorias,
alegaciones o defensas, e incluso, podrá reconvenir.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

2. Las Excepciones Dilatorias


A) Generalidades
El término excepción tiene un doble significado, siendo el primero sinónimo de toda
defensa que opone el demandado a las peticiones del actor para enervarlas, y el segundo,
equivalente también a la defensa del demandado, pero fundada en la defectuosa manera
de haberse ejercitado la acción.
La primera clase de defensa que puede esgrimir el demandado mira al fondo de la acción
deducida, y recibe el nombre técnico de excepción perentoria, encontrándose, por
consiguiente, contemplada en las leyes de fondo o sustantivas.
La segunda clase de defensa de que puede valerse el demandado mira a la forma del
procedimiento, llamándose excepción dilatoria, y en consecuencia, su reglamentación la
encontramos en las leyes procesales.

Para nuestro derecho positivo, son excepciones dilatorias aquellas que tienen por objeto
corregir vicios de procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida (Art. 303 Nº6
CPC).
Su misión es, por lo tanto, corregir defectos del procedimiento y procurar que la relación
procesal se forme válidamente, es decir, exenta de todo vicio que más tarde pudiera servir
para anularla.
Como se comprende, el demandado, al formular una excepción dilatoria, se abstendrá de
contestar la demanda, por lo que no entrará al fondo de la causa, y en consecuencia, deberá
oponerla en forma previa a la cuestión principal, la que quedará entre tanto suspendida.
En el hecho, las excepciones dilatorias, para que puedan cumplir adecuadamente su
finalidad correctiva del procedimiento, retardan la entrada al juicio, y de ahí que, en la
práctica, a veces son utilizadas como medio de obtener su consecuencia, y no el objetivo
antes señalado.

B) Estudio Particular de las Excepciones Dilatorias


Las excepciones dilatorias están señaladas en el Art. 303 CPC, cuya enumeración no es
taxativa, por cuanto el N°6 reconoce explícitamente que hay otras, al decir que, en
general, pueden oponerse como excepciones dilatorias las que se refieran a la corrección
del procedimiento sin afectar el fondo de la acción deducida.
Pasamos a analizar cada una de las excepciones dilatorias contempladas en el Art. 303
CPC.

1) Incompetencia del Tribunal (Art. 303 N°1 CPC)


Conforme al Art. 303 N°1 CPC, es admisible como excepción dilatoria la incompetencia
del tribunal ante quien se haya presentado la demanda, y la incompetencia puede ser tanto
absoluta como relativa, siendo absoluta la incompetencia de un tribunal para conocer de
un asunto cuando, por razón de la cuantía, de la materia o del fuero de los litigantes,
corresponde su conocimiento a un tribunal de jerarquía diversa, y siendo relativa la
incompetencia cuando, si bien el tribunal puede, en razón de la cuantía, de la materia, o
del fuero, conocer de un asunto, éste debe llevarse a un tribunal con jurisdicción territorial
distinta.

La cuestión de competencia tendrá el carácter de excepción dilatoria siempre, sea que se


promueva por vía inhibitoria o declinatoria.
Tiene importancia distinguir según si la excepción dilatoria de incompetencia del tribunal
ante quien se haya presentado la demanda se funda en la incompetencia absoluta o relativa
del mismo, ya que, en el primer caso, si no se formula la correspondiente excepción

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

dilatoria en la oportunidad legal debida, siempre puede formularse en el curso del juicio
como incidente de nulidad de todo lo obrado (Art. 84 Inc. 4º CPC), y en cambio, en el
segundo caso, la falta de reclamo de la incompetencia relativa del tribunal, en la
oportunidad legal debida, produce la prórroga tácita de la competencia (Art. 187 COT).

También es importante distinguir entre la excepción dilatoria de incompetencia del


tribunal y la excepción de falta de jurisdicción del mismo, pues esta última no tiende a
corregir vicios de procedimiento, sino que afecta al fondo de la acción deducida, siendo
por lo tanto perentoria, y debiendo oponerse al contestar la demanda.

2) Incapacidad y Falta de Personería o de Representación Legal (Art. 303 N°2 CPC)


Según dispone el Art. 303 N°2 CPC, es admisible como excepción dilatoria la falta de
capacidad del demandante, o de personería o representación legal del que comparece en
su nombre.
De lo anterior se desprende que el precepto contempla tres situaciones distintas, que son
la falta de capacidad del demandante, la falta de personería del que comparece en su
nombre, y la falta de representación legal del que comparece en su nombre.
La capacidad del actor, al igual que la personería o representación legal del que
comparece en su nombre, es requisito indispensable para accionar válidamente, es decir,
para que la relación procesal nazca exenta de todo vicio y la sentencia que se pronuncie
produzca los efectos que le son propios entre las partes litigantes.
El problema de determinar si el demandante es o no capaz, si el mandatario del actor tiene
o no facultad de actuar en su nombre, y si el representante legal del mismo es en verdad
tal representante, debe ser resuelto a la luz de las disposiciones legales de fondo o
sustantivas, por cuanto el Código de Procedimiento Civil no contiene normas al respecto.

La sentencia que niega lugar a la excepción dilatoria de falta de personería es


interlocutoria, y produce los efectos de cosa juzgada, por lo que no puede el tribunal
acoger la misma excepción opuesta posteriormente como defensa.
Si se opone como dilatoria la excepción de falta de personería basada en la calidad con
que obra, es decir, atacando uno de los elementos de la propia acción del demandante,
ésta deberá rechazarse, porque no es dilatoria, sino de fondo.
Sin embargo, nada obsta a que, rechazada como excepción dilatoria por no ser tal, pueda
oponerse posteriormente como perentoria al contestarse la demanda.

3) Litispendencia (Art. 303 N°3 CPC)


Se dice que hay litispendencia cuando entre las mismas partes existe otro juicio diverso,
pero sobre la misma materia, de lo cual se desprenden los tres elementos constitutivos de
la litispendencia:
• Existencia de un juicio anterior;
• Seguido entre las mismas partes;
• Que versa sobre la misma materia.

Ahora bien, el juicio anterior podrá estar radicado ante el mismo tribunal que está
conociendo del nuevo juicio en que se planteará la correspondiente excepción de
litispendencia, o bien, ante un tribunal distinto, y se entiende que existe tal juicio desde
el momento en que el demandado ha sido notificado de la demanda, pues desde ese
instante ha nacido la relación procesal.
Debe estarse siguiendo el anterior pleito entre las mismas partes, o sea, debe existir
identidad legal entre las partes del primer pleito y del segundo, no importando el papel

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

procesal que ellas desempeñen en uno y otro pleito, por lo que se podrá ser demandante
en el primer juicio y demandado en el segundo, y viceversa.
Por último, ambos juicios deben versar sobre la misma materia, esto es, tanto la cosa
pedida como la causa de pedir, hechas valer en un pleito, deben ser idénticas a las
reclamadas en el otro pleito.

El fundamento de esta excepción dilatoria consiste en evitar que las partes litigantes
pretendan subsanar los posibles errores cometidos en un juicio, renovando este mismo
juicio mediante una nueva demanda.
Por tal razón, acogida la excepción dilatoria de litispendencia, produce el efecto de
paralizar el nuevo pleito mientras no se falle el primero por sentencia ejecutoriada, con el
objeto de que la parte favorecida con la excepción de cosa juzgada, que pueda emanar de
esta sentencia, la oponga como excepción perentoria en el segundo pleito, que estaba
paralizado, y cuya tramitación ha debido reiniciarse en virtud de la terminación del
primero.

4) Ineptitud del Libelo (Art. 303 N°4 CPC)


Conforme al Art. 303 N°4 CPC, es admisible como excepción dilatoria la ineptitud del
libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo de proponer la demanda.
Libelo es sinónimo de demanda, y ya que esta excepción dilatoria se funda en la falta de
requisitos legales de la demanda, es necesario relacionar este precepto con el Art. 254
CPC, que establece los requisitos específicos que debe contener la demanda.
Por consiguiente, el libelo es inepto cuando le falta alguno de los requisitos de forma
específicos señalados por la ley como obligatorios del escrito de demanda.
La jurisprudencia, precisando el concepto anterior, agrega que el libelo es inepto cuando
la falta de algún requisito legal lo hace vago, ininteligible o susceptible de ser aplicado a
diversos casos o situaciones.

Como ya hemos mencionado, si al escrito de demanda le falta alguno de los tres primeros
requisitos señalados en el Art. 254 CPC, el juez puede de oficio no darle curso,
expresando el defecto de que adolece (Art. 256 CPC).
La excepción dilatoria de ineptitud del libelo entrará en juego, por lo tanto, cuando a la
demanda le falte alguno de los requisitos señalados en los numerales 4° y 5° del Art. 254
CPC, o bien, cualquiera de los tres primeros señalados en el mencionado artículo cuando
el juez no haga uso de su facultad de oficio de no admitir a tramitación la demanda,
expresando el defecto de que adolece para que pueda ser subsanado.

5) Beneficio de Excusión (Art. 303 N°5 CPC)


Se entiende por beneficio de excusión el derecho de que goza el fiador que ha sido
demandado para exigir que antes de proceder contra él se persiga la deuda en los bienes
del deudor principal, y en las hipotecas o prendas prestadas por éste para la seguridad de
la misma deuda (Art. 2357 CC).
Como se comprende, esta excepción dilatoria se hará valer por el fiador ante la demanda
del acreedor, y su finalidad u objetivo es paralizar el proceso mientras el acreedor no
agote los medios judiciales en contra del deudor principal, y en las hipotecas o prendas
que éste hubiere prestado para caucionar la deuda misma.
Si con estas nuevas acciones interpuestas el acreedor no obtiene el pago de su crédito, no
habrá más camino que reiniciar el juicio que había seguido primitivamente en contra del
fiador, el cual se hallaba paralizado en virtud del beneficio de excusión hecho valer en
forma de excepción dilatoria.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

6) Otras Excepciones Dilatorias (Art. 303 N°6 CPC)


El Art. 303 Nº6 CPC da margen para que el demandado oponga en carácter de dilatorias
todas aquellas excepciones que tengan por objeto corregir vicios de procedimiento, sin
afectar el fondo de la acción deducida.
Esta misma disposición es la que le quita el carácter de taxativa a la enumeración del Art.
303 CPC, y define con carácter genérico la excepción dilatoria.
Algunos ejemplos típicos que entran en esta categoría son la inadecuación del
procedimiento a la acción que es objeto del juicio, la defectuosa acumulación de
pretensiones o la defectuosa conformación del litisconsorcio activo.

C) Procedimiento de las Excepciones Dilatorias


La manera de hacer valer las excepciones dilatorias, conforme al Art. 305 Inc. 1° CPC,
es oponiéndolas todas en un mismo escrito.
La razón de esta disposición es lógica, ya que si así no fuere, el demandado, de mala fe,
podría alargar el juicio formulando estas excepciones una por una.

Las excepciones dilatorias deben oponerse dentro del término de emplazamiento, fijado
por los Arts. 258-260 CPC (Art. 305 Inc. 1° CPC).
Así, el término es el mismo que para contestar la demanda, siendo también un plazo fatal.
Ahora bien, esta regla general cuenta con dos excepciones:
• Si las excepciones no se han opuesto todas en un mismo escrito y dentro del
término de emplazamiento ya indicado, se podrán oponer en el progreso del juicio
sólo por vía de alegación o defensa, y se estará a lo dispuesto en los Arts. 85-86
CPC (Arts. 305 Inc. 2° CPC).
En otros términos, esta norma dispone que si las excepciones dilatorias no han
sido opuestas como tales en la forma y oportunidad que la ley señala, pueden
formularse con el mismo carácter de dilatorias al contestar la demanda, o en el
curso posterior del juicio, incluso estando las partes citadas para oír sentencia.
Sin embargo, habrá que estarse a lo prevenido en los Arts. 85-86 CPC, por lo
que, en principio, estas dilatorias informales y extemporáneas tendrán que ser
rechazadas, a menos que se funden en un vicio que anule el proceso, o en una
circunstancia esencial para la ritualidad o la marcha del mismo;
• Las excepciones dilatorias de incompetencia del tribunal y de litispendencia
podrán oponerse en segunda instancia en forma incidental (Art. 305 Inc. 2º CPC).

Conforme al Art. 307 Inc. 1° CPC, las excepciones dilatorias se tramitan como
incidentes.
Se trata, por consiguiente, de una cuestión accesoria que requiere especial
pronunciamiento del tribunal, y se promueve y falla la excepción dilatoria dentro de la
misma pieza de autos, porque sin su previa resolución no se puede seguir sustanciando la
causa principal (Art. 87 Inc. 1º CPC).
Es, además, un incidente ordinario, de suerte que, opuesta la excepción dilatoria, se
confiere traslado por tres días al actor, y haya o no respuesta de éste dentro de dicho plazo,
el tribunal resuelve el incidente, a menos que existan puntos sustanciales, pertinentes y
controvertidos, en cuyo caso lo recibirá a prueba por un término de ocho días y, vencido
que sea, dictará el correspondiente fallo sobre el incidente.
No obstante, el tribunal podrá resolver de plano, esto es, sin necesidad de tramitar ni de
recibir a prueba, aquellas excepciones dilatorias cuyo fallo se pueda fundar en hechos que
consten del proceso, o sean de pública notoriedad, lo que el tribunal consignará en su
resolución (Art. 89 CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Al dictar sentencia, el tribunal deberá tener buen cuidado de fallar a la vez todas las
excepciones que se le hubieren propuesto conjuntamente, pero si entre ellas figura la de
incompetencia, y el tribunal la acepta, se abstendrá naturalmente de pronunciarse sobre
las demás, pues, según su propia opinión, carece de facultad para conocer sobre ellas
(Art. 306 CPC).
Sin embargo, este mismo precepto agrega que ello se entiende sin perjuicio de lo
dispuesto por el Art. 208 CPC.
En otras palabras, si se apela esta resolución, el tribunal de alzada puede revocarla y negar
lugar a la excepción dilatoria de incompetencia, en cuyo caso tiene que pasar a
pronunciarse sobre las demás excepciones dilatorias sin necesidad de nuevo
pronunciamiento de parte del tribunal inferior.

La resolución que falla el incidente de excepción dilatoria será siempre una sentencia
interlocutoria, por lo que es susceptible de apelación, que debe concederse en el solo
efecto devolutivo, ya que si bien el Art. 307 Inc. 2° CPC sólo se refiere a la resolución
que desestima una excepción dilatoria, por aplicación de las reglas generales en materia
del recurso de apelación, se llega a la misma conclusión.

Por otro lado, la resolución que acoge una excepción dilatoria de efecto permanente es
susceptible de ser impugnada mediante casación en la forma, ya que pone término al
juicio o hace imposible su continuación (Art. 766 CPC).

Desechadas las excepciones dilatorias, o subsanados por el demandante los defectos de


que adolezca la demanda, tendrá diez días el demandado para contestarla, cualquiera que
sea el lugar en donde le haya sido notificada (Art. 308 CPC).

Este nuevo plazo que tiene el demandado para contestar la demanda es siempre fatal, por
lo que si no evacua el trámite en el plazo señalado, sigue el curso progresivo de los autos
con el litigante o parte diligente, y no sufre variación alguna, a diferencia del primitivo,
cualquiera que sea el lugar en que haya sido notificada la demanda.
Si la excepción ha sido rechazada, el plazo se cuenta desde la notificación de la resolución
que así lo ha resuelto, puesto que, en el evento de ser apelada, como lo hemos visto, dicha
apelación se concede en el solo efecto devolutivo.
Por el contrario, si la excepción dilatoria es acogida, el demandante tendrá que subsanar
los defectos en que dicha resolución se funda, y desde que se notifica la resolución que
se pronuncia sobre el acto subsanatorio, comenzará a correr el plazo de diez días que tiene
el demandado para contestar la demanda.
En la práctica, en este último caso, para evitar toda duda al respecto, el demandante pide
al tribunal que se declare que ha subsanado el vicio o defecto de que se trata, y a contar
de la notificación de la resolución que así lo declare, comenzará a correr el ya citado plazo
de diez días.

Con todo, la frase “o subsanados por el demandante los defectos de que adolezca la
demanda”, que se contiene en el precepto legal que comentamos, carece de la claridad
necesaria para su adecuada interpretación.
La interrogante que ella plantea es determinar cuándo o en qué casos los defectos de que
adolezca la demanda podrán ser legalmente subsanados por el actor.
Ello acontecerá siempre y cuando el mencionado defecto no llegue a afectar la validez de
la relación procesal.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En otros términos, si la demanda es inepta en la forma, al ser acogida la correspondiente


excepción dilatoria, el demandante podrá subsanar el defecto que contiene, indicando o
completando las menciones omitidas.
En cambio, si la excepción dilatoria acogida lo ha sido por incompetencia del tribunal
ante el cual se presentó la demanda, o por falta de capacidad del demandante, o de
personería o representación legal del que comparece en su nombre, la relación procesal
ha nacido viciada, pues estas circunstancias miran a sus condiciones esenciales de validez,
y por consiguiente, sólo cabe ordenar el archivo de los autos.

Todo esfuerzo del actor tendiente a que la misma demanda se radique o pase ante el
tribunal competente, o que se siga el juicio ahora con su representante legal, en caso que
aquél fuera incapaz, o con su verdadero representante legal o mandatario con poder
suficiente, previa ratificación de lo obrado, no implica, por cierto, subsanar defectos de
forma de la demanda, sino que ello mira más bien a la validez de la relación procesal, y
por ende, escapa a la norma contenida en el Art. 308 CPC.
Sólo una nueva demanda interpuesta ante tribunal competente por el verdadero
representante legal del actor o por su mandatario premunido de poder suficiente puede
rectificar el procedimiento primitivo y viciado.

D) Excepciones Mixtas o Anómalas


Las excepciones mixtas o anómalas están contempladas en el Art. 304 CPC, conforme
al cual, podrán también oponerse y tramitarse del mismo modo que las dilatorias la
excepción de cosa juzgada y la de transacción, pero si son de lato conocimiento, se
mandará contestar la demanda, y se reservarán para fallarlas en la sentencia definitiva.

Se trata, en consecuencia, de dos excepciones de carácter perentorio, pues miran al fondo


de la acción deducida y no a la corrección del procedimiento, las cuales, por su
importancia, pueden oponerse y tramitarse como dilatorias, lo cual explica su nombre de
mixtas o anómalas.
Esta disposición se funda, evidentemente, en razones de economía procesal, ya que carece
de sentido entrar al fondo del juicio cuando de antemano se sabe que la demanda será
desestimada en caso de que el demandado, al contestarla, oponga cualquiera de estas dos
excepciones perentorias.
Es preferible, por lo tanto, darle al demandado la oportunidad de hacerlas valer en forma
previa, sin los esfuerzos que significan contestar sobre el fondo.

Ahora bien, una vez opuestas y tramitadas estas excepciones perentorias como si fueran
dilatorias, esto es, en un mismo escrito, dentro del término de emplazamiento, y
confiriendo traslado por tres días al actor, el juez puede adoptar dos actitudes:
• Fallarlas de inmediato, sin perjuicio de haber abierto un término probatorio dentro
del incidente, si cree que es necesario recibirla a prueba;
• Mandar contestar la demanda, reservándolas para ser falladas en la sentencia
definitiva.

El juez adoptará una u otra actitud según si, a su juicio, estas excepciones son o no de lato
conocimiento, y ser de lato conocimiento implica que la cuestión suscitada, por su
complejidad, requiere de las garantías de la controversia y de las pruebas propias del
procedimiento ordinario, y no del breve y sumario, como lo es el procedimiento
incidental.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

3. La Contestación de la Demanda
A) Aspectos Generales
Así como el escrito de demanda resume las pretensiones del actor y es un acto procesal
que inicia el juicio, el escrito de contestación de la demanda resume las pretensiones del
demandado, y es, por regla general, su primer acto procesal dentro del mismo.
Se define la contestación de la demanda como el escrito en que el demandado opone las
excepciones o defensas que hace valer en contra del demandante, destinadas a enervar o
destruir las acciones que éste ha deducido.
El objetivo fundamental, por lo tanto, del escrito de contestación de la demanda, es dar
oportunidad al demandado para que se defienda de la demanda que ha esgrimido en su
contra el actor, oponiendo excepciones perentorias, es decir, aquellas que miran al fondo
de la acción deducida, y sin referencia a la corrección del procedimiento.

Estas excepciones perentorias, a diferencia de las dilatorias, no están enumeradas, ni


menos señaladas en el Código de Procedimiento Civil, y son tantas como pueda imaginar
el demandado, ya que así como de todo derecho nace una acción para reclamarlo
judicialmente, también frente a toda acción hay una excepción destinada a enervarla.
En general, son excepciones perentorias los diversos modos de extinguir las obligaciones,
y siempre se encuentran contempladas en los Códigos o leyes de fondo o sustantivas.

Pero el escrito de contestación de la demanda también puede servirle al demandado para


otros dos objetivos más, aunque de carácter secundario o accidental, que son aceptar
llanamente las peticiones del demandante y deducir reconvención en contra del actor.

Con la contestación de la demanda, sea ficta o efectiva, queda integrada la relación


procesal, y en conjunto con la demanda, forman la cuestión controvertida, enmarcando
los poderes del juez, ya que éste, al decidir la controversia, debe tomar en cuenta todas
las acciones contempladas en la demanda y todas las excepciones planteadas en la
contestación, y si no lo hace, el fallo será nulo por falta de decisión del asunto
controvertido, nulidad que se hará efectiva mediante casación en la forma.
Asimismo, el juez debe fallar nada más que esas acciones y excepciones, ya que de lo
contrario, el fallo incurrirá en el vicio de ultra petita, que da lugar al mismo recurso (Art.
768 N°4 CPC).
Por último, con la contestación de la demanda, quedan también fijados los hechos sobre
los cuales las partes deben rendir su prueba (Art. 318 CPC).

B) Forma y Contenido de la Contestación


Dado que la contestación de la demanda, al igual que esta última, es un verdadero escrito,
se encuentra sujeta a un doble grupo de formalidades legales, que son las generales a todo
escrito y las especiales del escrito de contestación de la demanda.
Las formalidades generales de todo escrito fueron ya mencionadas respecto a la demanda,
pero las formalidades especiales son distintas, y están contenidas en el Art. 309 CPC,
conforme al cual, la contestación de la demanda debe contener:
• La Designación del Tribunal Ante Quien se Presente
Este requisito es idéntico al señalado respecto de la demanda, y se cumple de la
misma forma.

• El Nombre, Domicilio y Profesión u Oficio del Demandado


Debe contener, en consecuencia, una perfecta individualización del demandado,
por los mismos motivos que la individualización del demandante en la demanda.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Nada expresa la ley en cuanto a la individualización del representante


convencional o legal del demandado, pero estimamos que también es
indispensable señalarlas para mantener el debate judicial dentro de la lealtad y
seguridad debidas.

• Las Excepciones que se Oponen a la Demanda y la Exposición Clara de los


Hechos y Fundamentos de Derecho en que se Apoyan
Al igual que las pretensiones del actor, las del demandado se fundan en
determinados hechos, a los cuales aplica las disposiciones legales que cree
pertinentes, de tal manera que debe exponerlos con la suficiente claridad.
Ahora bien, la defensa del demandado se concreta en las excepciones que tenga
que oponer a la demanda contraria, por lo que el escrito debe contener tales
excepciones, que son las perentorias.
En atención a que nuestro Código de Procedimiento Civil utiliza indistintamente
los términos “excepción”, “alegación” y “defensa”, estimamos que el escrito de
contestación de la demanda también deberá contener a estas últimas, pues ellas
deben entenderse involucradas en la expresión “excepciones”.
Sin embargo, en doctrina, los términos son distintos.
En efecto, la excepción reconoce la existencia del derecho reclamado, y sólo
pretende que ha caducado por un hecho independiente de su existencia y
constitución, y sostiene, por consiguiente, la falta de acción, fundándose en
situaciones de hecho que el juez ignora hasta esos momentos, es decir, ataca la
vida misma del derecho reclamado, y en último término, el peso de la prueba de
la excepción recaerá solamente sobre el demandado.
La alegación o defensa, en cambio, es la total negación del derecho reclamado,
desconociéndolo en su nacimiento mismo, y se funda en los requisitos de derecho
invocados por el actor, de modo que, contestando el demandado mediante una
alegación o defensa, nada tendrá que probar.

• La Enunciación Precisa y Clara, Consignada en la Conclusión, de las


Peticiones que se Sometan al Fallo del Tribunal
Hablamos de la parte petitoria de la contestación, que se ubica en la conclusión
del escrito.
Esta enunciación debe ser precisa y clara, de manera que no pueda prestarse a
equivocaciones, ya que dichas peticiones, junto con las formuladas por el
demandante, constituyen la cuestión controvertida del juicio, es decir, el objeto
del proceso.

En cuanto a los documentos que sirven de fundamento a la contestación, antiguamente el


Art. 309 CPC hacía aplicable a la contestación la misma norma primitiva que estudiamos
respecto de la demanda, lo cual fue modificado de la misma forma.

C) Oportunidad Para Oponer Excepciones Perentorias


Las excepciones perentorias deben oponerse en la contestación de la demanda, dado que
tal es el objetivo de dicho escrito.
Sin embargo, el legislador permite que determinadas excepciones perentorias, en razón
de su especial naturaleza jurídica, puedan oponerse antes de la contestación de la
demanda, e incluso durante todo el curso del juicio.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Respecto de las excepciones perentorias que pueden presentarse con anterioridad a la


contestación, son las llamadas excepciones mixtas o anómalas, que estudiamos
anteriormente, y que son precisamente la transacción y la cosa juzgada.
En cambio, son excepciones perentorias que pueden oponerse con posterioridad a la
contestación de la demanda, y en cualquier estado de la causa, la prescripción, la cosa
juzgada, la transacción y el pago efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un
antecedente escrito (Art. 310 Inc. 1º CPC).
Ahora bien, para que estas últimas excepciones perentorias sean admitidas a tramitación,
deben cumplirse los siguientes requisitos:
• Que se aleguen por escrito;
• Que se opongan antes de la citación para oír sentencia en primera instancia, o de
la vista de la causa en segunda instancia (Art. 310 Inc. 1° CPC).

La tramitación que sufran será distinta según cuál sea la oportunidad en que se hagan
valer.
Así, si se formulan en primera instancia, y antes de recibida la causa a prueba, se
tramitarán como incidentes, y la prueba se rendirá juntamente con la de la causa principal.
Si se formulan en primera instancia, pero después de recibida la causa a prueba, también
se tramitarán como incidentes, que pueden recibirse a prueba si el tribunal lo estima
necesario.
En ambos casos, el fallo se reservará para la sentencia definitiva.
Si, en cambio, se deducen en la segunda instancia, también se tramitarán como incidentes,
que pueden recibirse a prueba si el tribunal lo estima necesario, y su fallo también se
dejará para la sentencia definitiva, pero con la particularidad de que es pronunciado en
única instancia por el tribunal de alzada (Art. 310 Inc. 2º-3º CPC).

D) Plazo Para Contestar la Demanda y Resolución que en Ella Recae


Como mencionamos anteriormente, el plazo para contestar la demanda varía según el
lugar en que haya sido notificado el demandado, conforme a las reglas de los Arts. 258-
260 CPC.
Dijimos además, respecto de las excepciones dilatorias, que una vez que sean desechadas
o subsanados por el demandante los defectos de que adolezca la demanda, el demandado
tendrá diez días para contestarla, cualquiera que sea el lugar en donde le haya sido
notificada (Art. 308 CPC).

Por consiguiente, y en resumen, el plazo para contestar la demanda varía de acuerdo a la


actitud asumida por el demandado, por lo que si se limita a contestar la demanda, el plazo
será de quince, dieciocho o dieciocho días más el aumento de la tabla de emplazamiento,
según el lugar en que haya sido notificado.
En cambio, si dentro de este mismo plazo, opone previamente excepciones dilatorias, el
término para contestar la demanda será de diez días, una vez desechadas o subsanados
por el actor los defectos de que adolecía aquélla.

En cuanto a la resolución que debe recaer en el escrito de contestación de la demanda, no


puede ser otra que traslado al actor por el término de seis días (Art. 311 CPC).
Este plazo es fatal, y está destinado a que, dentro de él, el demandante evacue el trámite
de réplica.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

4. La Reconvención
A) Aspectos Generales
La reconvención es una situación que se presenta cuando el demandado tiene, a su vez,
una o más acciones que hacer valer en contra del demandante, de manera que el
demandante primitivo se transforma en el demandado, y el demandado pasa a asumir
también el papel de actor.
Se trata, en consecuencia, de una contrademanda del demandado frente al demandante,
que la deduce utilizando el procedimiento judicial que se había originado por iniciativa
de este último.
Se define la reconvención como la acción deducida por el demandado en contra del actor,
al contestar la demanda, en el juicio que éste ha provocado, y su fundamento no es otro
que la economía procesal, pues así como la ley permite que el demandante deduzca en su
demanda diversas acciones sin conexión entre sí, salvo si fueren incompatibles, para
evitar la multiplicidad de juicios, también permite que el demandado haga valer las
acciones que tenga en contra del actor, a fin de reunir las diversas litis en un solo proceso.

Sin embargo, es necesario dejar en claro que las dos acciones no requieren tener relación
o conexión jurídica alguna.
Para nuestra legislación procesal, a diferencia de algunas extranjeras, la acción principal
y la reconvencional pueden ser perfectamente independientes, y ajena la una de la otra,
emanando cada una de ellas de sus diversos y respectivos títulos.

B) Sujetos de la Reconvención
La reconvención es una facultad que la ley confiere a todo demandado en juicio (Art. 314
CPC), y se trata de una facultad y no de un deber, pues el demandado no está obligado a
reconvenir, y si no lo hace, no perderá su acción en contra del demandante.
El demandado, si es plenamente capaz, deducirá la reconvención personalmente, y si es
incapaz, lo hará en su nombre el correspondiente representante legal.
El mandatario judicial del demandado puede también deducir reconvención en su nombre
sin necesidad de facultad especial, puesto que el poder para litigar autoriza al procurador
para tomar parte en el juicio del mismo modo que podría hacerlo el mandante (Art. 7º
CPC).

La reconvención, a su vez, debe ser dirigida en contra de la persona que desempeñe el


papel de demandante en el juicio primitivo, quien pasa a ser parte demandada frente a la
reconvención (Art. 314 CPC), y podrá serle notificada y contestada por su mandatario
judicial, aun cuando no tenga facultad especial, por la misma razón dada anteriormente.
El demandante reconvenido, por su parte, a pesar de ser demandado en la reconvención,
no podría reconvenir, pues entonces el juicio se alargaría sin límites.

C) Condiciones de Procedencia de la Reconvención


Existen dos condiciones o requisitos para que la reconvención sea legalmente admitida:
• Identidad de Competencia
El tribunal ante el cual se reconviene debe tener competencia para conocer de la
reconvención, estimada como demanda, o cuando sea admisible la prórroga de la
competencia, a pesar de que por su cuantía la reconvención deba ventilarse ante
un juez inferior (Art. 315 Inc. 1° CPC).
La competencia del tribunal que está conociendo de la demanda principal debe ser
absoluta y relativa, y lo mismo debe acontecer con la reconvención, estimada para
estos efectos como una verdadera e independiente demanda.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En otras palabras, la competencia del tribunal para conocer de la reconvención


debe fundarse en los factores fuero, materia, cuantía y territorio.
Por lo que respecta al factor cuantía, existe una pequeña modificación, pues hemos
visto que la ley amplía la competencia del tribunal que está conociendo de la
demanda principal para conocer de la reconvención, aun cuando por su valor
debiera ventilarse ante un juez inferior.
En cuanto al factor territorio, también debe ser determinante de la competencia
del tribunal que está conociendo de la demanda principal, a fin de saber si puede
conocer de la acción reconvencional.
Si no lo es, puede llegar a serlo, siempre que concurran los requisitos necesarios
para que opere la prórroga de la competencia.

• Identidad de Procedimiento
Tanto la acción principal como la acción reconvencional, en razón de sus
respectivas naturalezas, deben estar sometidas a un mismo procedimiento, esto es,
al juicio ordinario de mayor cuantía.
La identidad de procedimientos entre la demanda principal y la reconvención es
un requisito lógico, dado que ambas deben tramitarse y fallarse conjuntamente
(Art. 316 Inc. 1° CPC).

D) Tramitación y Fallo de la Reconvención


En cuanto a la oportunidad de la reconvención, el Art. 314 CPC dispone que si el
demandado reconviene al actor, deberá hacerlo en el escrito de contestación, sujetándose
a las disposiciones de los Arts. 254 y 261 CPC, y se considerará, para este efecto, como
demandada la parte contra quien se deduzca la reconvención.
De lo anterior se desprende que la reconvención debe formularse en el mismo escrito de
la contestación, que debe cumplir con los requisitos de la demanda contemplados en el
Art. 254 CPC, y que puede ser ampliada o rectificada en los términos del Art. 261 CPC.
La reconvención puede formularse en lo principal del escrito de contestación o por un
otrosí, y no existen fórmulas sacramentales para ello, aunque en la práctica suele
formularse en un otrosí.

La reconvención se notifica por el estado diario, puesto que no hay disposición especial
sobre el particular, y contra ella hay lugar a las excepciones dilatorias enumeradas en el
Art. 303 CPC, las cuales se propondrán dentro del término de seis días, y en la forma
expresada en el Art. 305 CPC (Art. 317 CPC).
Por último, la reconvención se substancia y falla conjuntamente con la demanda principal
(Art. 316 Inc. 1º CPC), con dos excepciones:
• Puede fallarse antes la demanda principal o la reconvención según el caso, si se
presenta el fenómeno procesal de la separación o división del juicio, contemplado
en el Art. 172 CPC (Art. 316 Inc. 1º CPC);
• No se concede en la reconvención aumento extraordinario de término para rendir
prueba fuera del territorio de la República cuando no deba concederse en la
cuestión principal (Art. 316 Inc. 3º CPC).

Acogida una excepción dilatoria, el demandante reconvencional debe subsanar los


defectos de que adolezca la reconvención dentro de los diez días siguientes a la fecha de
notificación de la resolución que haya acogido la excepción, y si así no lo hiciere, se
tendrá por no presentada la reconvención, para todos los efectos legales, por el solo
ministerio de la ley (Art. 317 Inc. 2º CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En resumen, si se deduce reconvención por el demandado al contestar la demanda, el


juicio experimenta la siguiente tramitación:
• El tribunal confiere traslado al demandante para que en el plazo de seis días
replique en la demanda principal y conteste la reconvención;
• Evacuados estos trámites, o en su silencio, el tribunal confiere traslado al
demandado para que en el plazo de seis días duplique en la demanda principal y
replique en la reconvención;
• Evacuados dichos trámites, o en su silencio, el tribunal dará traslado por seis días
al demandante para que duplique en la reconvención (Art. 316 Inc. 2º CPC);
• Evacuado este último trámite, o en silencio del demandante, el tribunal examinará
los autos y recibirá la causa a prueba, o citará a las partes para oír sentencia, según
lo que en derecho corresponda;
• Si es acogida una excepción dilatoria, el actor reconvencional deberá subsanarla
en diez días, bajo pena de tenerse por no presentada la reconvención de pleno
derecho.

5. Réplica y Dúplica
Conforme al Art. 311 CPC, a la contestación, sea pura o simple o vaya acompañada de
reconvención, se provee traslado, y esta resolución debe notificarse por estado diario.
El actor tiene el plazo fatal de 6 días para replicar y hacer observaciones a la
reconvención, si la ha habido (Art. 311 CC).
Transcurrido este plazo sin que replique, se entenderá precluido por el solo ministerio de
la ley el derecho de replicar, y el tribunal, de oficio o a petición de parte, declarará
extinguido ese derecho y conferirá traslado al demandado para duplicar, sin necesidad de
certificado previo.

En el escrito de réplica, el actor puede ampliar, adicionar o modificar las acciones que
haya formulado en la demanda, pero sin que pueda alterar las que sean objeto principal
del pleito (Art. 312 CPC).
Debemos tener presente que la facultad que tiene el demandante en el escrito de réplica
para ampliar, adicionar o modificar las acciones que haya formulado en la demanda debe
ser entendida restrictivamente.
Al efecto, la Corte Suprema ha señalado que la disposición del Art. 312 CPC es
restrictiva, concede a las partes las facultades que taxativa y limitadamente pueden usar
en la réplica y en la dúplica, y no las autoriza para que formulen en ellas nuevas acciones
o excepciones de las que contienen la demanda y la contestación.
La facultad que posee el demandante en el escrito de réplica para ampliar, adicionar o
modificar las acciones que haya formulado en la demanda reconoce una clara y expresa
limitación, dado que con ello no se pueden alterar las acciones que sean objeto principal
del pleito, es decir, cambiar la esencia o forma de la acción deducida en la demanda.
Por acciones o excepciones que no sean objeto principal del pleito entendemos aquellas
que se han formulado con el carácter de subsidiarias a una principal, por ser incompatibles
o consecuenciales.

Del escrito de réplica se provee traslado al demandado por el término de seis días para
duplicar (Art. 311 CPC), y esta resolución se notifica por el estado diario.

El demandado tiene el plazo fatal de 6 días para duplicar y para hacer valer en el mismo
escrito la réplica de la reconvención, formulando sus observaciones a la contestación de
la reconvención que el demandante haya hecho, si la ha habido.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El demandado, en la dúplica, podrá ampliar, adicionar o modificar las excepciones que


haya formulado en la contestación, pero sin que pueda alterar las que sean objeto principal
del pleito (Art. 312 CPC).
Ante la disposición indicada, la jurisprudencia ha estimado que en el escrito de dúplica
se pueden adicionar y ampliar las excepciones y defensas hechas valer en el escrito de
contestación, pero no se pueden oponer excepciones que tiendan a enervar o a destruir la
acción deducida, porque éstas deben formularse antes de la contestación de la demanda o
en la contestación misma, salvo las de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago
efectivo de la deuda, que pueden oponerse en cualquier momento.
Con estos cuatro escritos fundamentales (demanda, contestación, réplica y dúplica), se
pone término al primer período del juicio ordinario, es decir, el período de discusión.
Esto es para el caso que el escrito de contestación haya sido puro y simple, pero en el caso
que haya habido demanda reconvencional, aunque el Código de Procedimiento Civil no
lo dice, debe darse traslado al demandante para que evacúe el trámite de la dúplica de la
reconvención (Art. 316 Inc. 2º CPC).

6. El Trámite Necesario de la Conciliación


Mediante la Ley N°19.334, publicada en el Diario Oficial en Octubre de 1994, se
introdujo, a continuación del período de discusión, y antes de la recepción de la causa a
prueba, el trámite obligatorio o necesario del llamado a las partes a conciliación.
En la actualidad, el trámite del llamado a las partes a conciliación es obligatorio o
necesario en casi todos nuestros procedimientos civiles, habiéndose para tal efecto
modificado varios artículos del Código de Procedimiento Civil.

En efecto, el Art. 262 CPC establece que en todo juicio civil en que legalmente sea
admisible la transacción, con excepción de los juicios o procedimientos especiales de que
tratan los Títulos I, II, III, V y XVI del Libro III del Código de Procedimiento Civil, una
vez agotados los trámites de discusión, y siempre que no se trate de los casos mencionados
en el Art. 313 CPC, el juez llamará a las partes a conciliación, y les propondrá
personalmente bases de arreglo.
Para tal efecto, las citará a una audiencia para un día no anterior al quinto ni posterior al
decimoquinto, contado desde la fecha de notificación de la resolución.
Con todo, en los procedimientos que contemplan una audiencia para recibir la
contestación de la demanda, se efectuará también en ella la diligencia de conciliación,
evacuado que sea dicho trámite.
El precedente llamado a conciliación no obsta a que el juez pueda, en cualquier estado de
la causa, efectuar la misma convocatoria, una vez evacuado el trámite de la contestación
de la demanda.

De lo anterior se desprenden los requisitos para que proceda el llamado a conciliación:


• Que se Trate de un Juicio Civil
Por regla general, el trámite obligatorio del llamado a conciliación procede en
todo juicio civil, y se exceptúan el juicio ejecutivo en obligaciones de dar, hacer
y no hacer, la declaración judicial del derecho legal de retención, la citación de
evicción y los juicios de hacienda.
El trámite necesario del llamado a conciliación está también contemplado en
diversos procedimientos especiales, como el laboral o el procedimiento de acción
penal privada por injuria o calumnia.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Que en el Juicio sea Legalmente Admisible la Transacción


La transacción es legalmente admisible en todos aquellos casos en que el derecho
o interés respecto del que se litiga es disponible para las partes, por lo que no es
posible la conciliación en aquellos procesos en que se ventilan derechos que por
su naturaleza no son disponibles, como los derechos de la personalidad o los
derechos de familia, por ejemplo.

• Que No se Trate de los Casos Contemplados en el Art. 313 CPC


El Art. 313 CPC contempla los casos en que, una vez evacuado el traslado de la
réplica, se debe citar a las partes a oír sentencia, por lo que no se recibe la causa a
prueba, lo cual ocurre cuando el demandado acepta llanamente las peticiones del
demandante, no contradice en materia substancial y pertinente los hechos sobre
que versa el juicio, o si las partes piden que se falle el pleito sin más trámite.

Concurriendo los requisitos anteriores, y evacuados los trámites del período de discusión,
el juez debe citar a las partes a una audiencia de conciliación para un día no anterior al
quinto ni posterior al decimoquinto contado desde la fecha de notificación de la
resolución.
Dicha resolución debe ser notificada por cédula, puesto que ordena la comparecencia
personal de las partes (Art. 48 CPC).

A la audiencia de conciliación deberán concurrir las partes por sí o por apoderados,


aunque, no obstante, el juez podrá exigir la comparecencia personal, sin perjuicio de la
asistencia de sus abogados.
En los procesos en que hubiere pluralidad de partes, la audiencia se llevará a efecto
aunque no asistan todas, y la conciliación operará entre aquellas que la acuerden,
continuando el juicio con las que no hubieren concurrido o no hubieren aceptado la
conciliación (Art. 264 CPC).

En la audiencia, el juez obrará como amigable componedor, y tratará de obtener un


avenimiento total o parcial en el litigio (Art. 263 CPC).
Para tal efecto, el juez debe proponerle a las partes las bases de arreglo (Art. 262 Inc. 1º
CPC), y las opiniones que emita no lo inhabilitan para seguir conociendo de la causa
(Art. 263 CPC).

Si las partes lo piden, la audiencia se suspenderá hasta por media hora para deliberar, y si
el tribunal lo estima necesario, postergará la audiencia para dentro de tercero día, salvo
que las partes acuerden un plazo mayor, y se dejará de ello constancia.
A la nueva audiencia éstas concurrirán sin nueva notificación (Art. 265 CPC).

De la conciliación total o parcial se levantará acta, que consignará sólo las


especificaciones del arreglo, la cual subscribirán el juez, las partes que lo deseen y el
secretario, y se estimará como sentencia ejecutoriada para todos los efectos legales.
Si se rechaza la conciliación, o no se efectúa el comparendo, el secretario certificará este
hecho de inmediato, y entregará los autos al juez para que éste, examinándolos por sí
mismo, proceda en seguida a dar cumplimiento a lo señalado en el Art. 318 CPC (Art.
268 CPC).

El fracaso del llamado del juez a la conciliación necesaria no obsta a que éste pueda, en
cualquier estado de la causa, efectuar la misma convocatoria (Art. 262 Inc. Final CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El llamado a conciliación es, en este caso, facultativo para el tribunal, el que puede
efectuarlo en cualquier estado de la causa, luego de evacuado el trámite de contestación
de la demanda.
El llamado a conciliación, en los casos en que sea obligatorio de acuerdo a la ley,
constituye un trámite o diligencia esencial en la primera o en la única instancia de los
juicios de mayor o menor cuantía y en los juicios especiales, cuya omisión genera la
nulidad conforme a lo prescrito en los Art. 768 Nº9 y 795 Nº2 CPC.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo III – Fase de Prueba

1. La Prueba Como Acto Procesal


A) Concepto y Regulación de Prueba
Un derecho respecto del cual los hechos que lo configuran no pueden probarse, es decir,
cuya existencia no puede demostrarse en juicio, no es tal derecho.
Es por esta razón que el legislador se ha preocupado de reglamentar minuciosamente la
prueba, y dentro de nuestra legislación tratan esta materia, fundamentalmente, el Código
Civil y el Código de Procedimiento Civil.
El primero se refiere a la parte sustantiva de la prueba, otorgando reglas de fondo relativas
a ella, mientras que el segundo se refiere a la parte adjetiva, formal o procesal de la misma,
es decir, a la manera en que debe rendirse.
Sin embargo, el Código de Procedimiento Civil contiene algunas reglas sustanciales que
complementan en cierto modo a las del Código Civil.

El Código Civil reglamenta la prueba en el Título XXI de su Libro IV, “De la prueba de
las obligaciones” (Arts. 1698 y ss.), aunque estas reglas no se limitan a la prueba de las
obligaciones, extendiéndose su aplicación a todas las pruebas que se rindan en derecho,
incluso a la prueba de los hechos.
El Código de Procedimiento Civil trata especialmente la prueba en los Títulos IX, X y XI
del Libro II, “De la Prueba en General”, “Del Término Probatorio” y “De los Medios
de Prueba en Particular”, respectivamente (Arts. 318 y ss.).

Sin embargo, y a pesar de esta reglamentación, ni el Código Civil ni el Código de


Procedimiento Civil definen lo que debe entenderse por prueba.
Probar, en su acepción lógica, es demostrar la verdad de una proposición, pero en su
significado corriente, expresa una operación mental de comparación.
Desde este punto de vista, la prueba judicial es la confrontación de la versión de cada
parte con los medios de prueba producidos para acreditarla.

En técnica procesal, la palabra prueba tiene otras acepciones.


Así, se usa a veces para designar los distintos medios o elementos de juicio ofrecidos por
las partes o recogidos por el juez en el curso del proceso, hablándose, por consiguiente,
de prueba testimonial, instrumental, confesional, etc.
Otras veces, se usa como acción de probar, hablándose entonces que al actor le
corresponde probar sus acciones y al demandado sus excepciones.

Podemos definir la prueba como la demostración de la verdad en juicio, o también, como


la comprobación judicial, por los modos que la ley establece, de la verdad de un hecho
controvertido del cual depende el derecho que se pretende.
Probar es aportar al proceso, por los medios y procedimientos aceptados en la ley, los
motivos o las razones que produzcan el convencimiento o la certeza del juez sobre los
hechos, y la prueba judicial es todo motivo o razón aportado al proceso por los medios y
procedimientos aceptados por la ley para llevarle al juez el convencimiento o certeza de
los hechos.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

B) Función o Finalidad de la Prueba


Tradicionalmente, la función de la prueba se ha relacionado con el propósito de búsqueda
y descubrimiento de la verdad sobre los hechos que las partes han introducido en el
proceso.
Si de lo que se trata es de hacer “verdadera justicia”, la finalidad de la prueba y la tarea
de los jueces debe estar necesariamente dirigida a buscar y descubrir la verdad histórica
de los hechos relevantes para la resolución de la pretensión procesal.

Ahora bien, para considerar la verdad histórica de los hechos como finalidad de la prueba,
el juez no debería tener límite alguno en la tarea de descubrimiento, pero tales límites
existen en la práctica, como puede verse en los siguientes ejemplos:
• Los hechos afirmados por las partes deben ser tenidos como ciertos por el juez;
• Los hechos no afirmados por las partes no existen para el juez;
• Los medios de prueba a practicar son, por lo general, los propuestos por las partes;
• Existen reglas legales de valoración de prueba;
• La prueba obtenida ilícitamente carece de valor.

En este contexto, con tales limitaciones, se puede decir, en principio, que la prueba está
orientada a la búsqueda de la verdad de los hechos alegados por las partes, pero esa
finalidad se conjuga con otros valores igualmente importantes, como son los derechos y
la libertad de las partes y de terceros.

La evidente dificultad de situar la verdad histórica como finalidad de la prueba derivó en


que se planteara la distinción entre verdad material y verdad formal.
Estando el juez limitado en su tarea de la búsqueda de la verdad, la función de la prueba
no puede estar en una verdad material, sino que debemos conformarnos con una verdad
jurídica o formal.
Esta segunda respuesta al tema de la finalidad de la prueba apuesta por un sistema que,
junto con no tender al descubrimiento de la verdad como finalidad de la actividad
probatoria, busca dejar establecidos formalmente los hechos que servirán de sustento a la
sentencia, bastando con el cumplimiento de reglas legales cuyo empleo pretende lograr,
ante todo, seguridad en la determinación de los hechos.

Una tercera respuesta a la finalidad de la prueba viene marcada por su consideración como
una actividad que, refiriéndose a la realidad de los hechos, está fundamentalmente
dirigida a formar la convicción del juzgador.
La función de la prueba, en este sentido, sería provocar un estado subjetivo de convicción
en el juzgador, de la certeza de un hecho o afirmación fáctica introducida en el proceso.

Esta tercera respuesta ha ido ganando terreno frente a las demás, especialmente en un
contexto de reformas en que el paradigma de las reglas legales de valoración va siendo
sustituido en buena medida por un sistema de libre valoración de acuerdo a la sana crítica.
Con todo, dado que incluso en aquellos ordenamientos jurídicos que han implementado
reformas en el sentido anterior, subsisten reglas legales de valoración de algunos medios
de prueba, o se prohíben actividades probatorias ilícitas, debe imponerse finalmente una
fórmula mixta en la explicación de la finalidad de la prueba.
En este sentido, la prueba puede entenderse como aquella actividad dirigida a la
convicción del juzgador acerca de la certeza de un hecho, o a la fijación formal del hecho
a los efectos del proceso.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Principios que Sustentan la Actividad Probatoria


La regulación de la prueba se inserta en un modelo procesal civil que se sostiene en una
serie de principios y reglas que lo configuran y distinguen de otros sistemas.
En efecto, partiendo de la vigencia de estos principios, que son los de bilateralidad de la
audiencia, igualdad, contradicción, imparcialidad y buena fe, el modelo procesal-civil se
apoya y levanta particularmente en dos principios que sirven de base a la regulación
contemplada por el legislador, y que son el principio dispositivo y el de aportación de
parte.

El legislador ha entendido que, tratándose de un proceso dirigido a la tutela de bienes


jurídicos con fisionomía fundamentalmente individual, es razonable y conveniente que se
haga depender, en gran medida, de la voluntad y actuación de los interesados.
Así, de los sujetos interesados dependerá el inicio del proceso, su delimitación y la carga
de aportar las pruebas que permitan establecer los hechos introducidos al proceso.

Nuestro Código de Procedimiento Civil se sostiene en el principio de aportación de parte,


lo cual significa que corresponde a las partes alegar los hechos y aportar las pruebas que
los establecerán de cara a sustentar la aplicación del Derecho en la sentencia.
En otras palabras, al momento de dictar sentencia, el tribunal sólo deberá tener en cuenta
lo alegado y probado por las partes, no estando autorizada la incorporación de hechos no
alegados por las partes, ni la realización de pruebas no instadas por ellas.

Ahora bien, este principio tiene una importante excepción en las Medidas para Mejor
Resolver, institución recogida en el Art. 159 CPC, y contemplada hacia el final del
trayecto procesal, específicamente después de la citación para oír sentencia y antes del
pronunciamiento del fallo, configurando una clara posibilidad de prueba oficiosa por
parte del tribunal.
Así, en la norma citada, se establece que los tribunales, dentro del plazo para dictar
sentencia, pueden dictar de oficio medidas para mejor resolver, señalando las diligencias
probatorias que se autoriza disponer por medio de estas medidas.
Si bien volveremos sobre ellas en otro momento, cabe señalar de inmediato que la
justificación de su existencia se ha hecho recaer, tradicionalmente, en la posibilidad que
otorgan para completar el material fáctico con la finalidad de obtener una mejor
resolución del asunto.

Las medidas para mejor resolver son consideradas como la manifestación más importante
de la iniciativa probatoria judicial de oficio en nuestro sistema procesal civil, al referirse
a prácticamente todos los medios de prueba reconocidos por el legislador, sin perjuicio
de otra norma que confiera al juez una iniciativa oficiosa sobre un particular medio de
prueba, como es la prueba de peritos.

2. El Objeto de la Prueba
A) Aspectos Generales
El objeto de la prueba son los hechos que se alegan como fundamento del derecho que se
pretende, aunque algunos consideran, más bien, que se trata de las afirmaciones que sobre
los hechos realizan las partes.
No hay derecho que no provenga de un hecho, y precisamente de la variedad de hechos
procede la variedad de derechos, pero deben probarse únicamente los hechos
controvertidos, y la prueba de otros hechos que no sean controvertidos es inoficiosa para
el resultado del proceso.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Por regla general, el objeto de la prueba viene siendo la afirmación de un hecho, aunque
en ciertos casos, debe probarse un hecho negativo.
La prueba debe recaer siempre sobre los hechos, y jamás va a referirse directamente al
derecho, ya que el derecho es prescrito por la ley, y de ahí el principio de que el régimen
de la prueba se refiere al hecho, en tanto que el derecho no se prueba, sino que se
interpreta, teniendo en consideración que la ley se presume conocida por todos.

Así, en suma, la prueba recae en los hechos materiales y los actos jurídicos, que se
acreditan en juicio por todos los medios de prueba que la ley contempla, salvo que exija
para determinados actos jurídicos, a la vez, determinadas pruebas, como ocurre con la
limitación a la prueba testimonial en relación a la cuantía del asunto, o la necesidad de la
prueba de la respectiva solemnidad exigida para la prueba de actos solemnes.

B) Prueba de las Afirmaciones Fácticas


1) Hechos Sobre los Cuales Puede Versar la Actividad Probatoria
Del tenor del Art. 318 Inc. 2° CPC queda claro que sólo pueden fijarse como puntos de
prueba los hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos en los escritos anteriores
a la resolución que ordena recibir la causa a prueba.
Por lo tanto, la prueba debe recaer sobre afirmaciones fácticas que, además de ser
controvertidas, sean sustanciales y pertinentes, esto es, que guarden relación con el objeto
del proceso, establecido en los escritos fundamentales de las partes.
El examen que desarrolle el juez de estos escritos le permitirá determinar con la debida
precisión el objeto de la prueba, y solamente los hechos controvertidos relevantes que
guarden relación con el objeto del proceso podrán ser objeto de prueba.

En este sentido, no toda controversia fáctica requiere de prueba, ya que podría haber un
hecho controvertido insustancial, como si se demandara una suma de dinero por
indemnización de perjuicios por incumplimiento de un contrato y las partes discutieran
acerca de quién fue el notario que intervino en la autorización de la escritura pública.
A su vez, podría haber un hecho controvertido impertinente, como si se demandara una
determinada suma a título de mutuo y se discutiera, en cambio, si una de las partes viajó
o no a cierto lugar.

La relevancia a que se hace referencia puede ser directa o indirecta, ocurriendo lo primero
cuando estemos en presencia de la afirmación de hechos constitutivos, tratándose del
actor, o impeditivos, extintivos o excluyentes, tratándose del demandado.
La relevancia será indirecta cuando los hechos sirvan de base para una presunción, a
través de la cual se determine la existencia o inexistencia de un hecho constitutivo,
impeditivo, extintivo o excluyente, o cuando los hechos puedan ser útiles para determinar
el valor probatorio de otro medio de prueba.

Nuestra normativa no define lo que debe entenderse por hechos sustanciales, pertinentes
y controvertidos, aunque gracias a la labor de la jurisprudencia, se ha logrado coincidir
en ciertos conceptos fundamentales.
Así, se entiende por hecho sustancial aquel que integra en modo tan esencial la
controversia que sin su prueba no puede adoptarse resolución alguna.
El hecho pertinente es aquel que, no estando en el caso anterior, se vincula al conflicto
y es necesario para la respuesta jurisdiccional.
El hecho controvertido, por último, es aquel respecto del cual existe discrepancia entre
las partes acerca de su existencia o de la forma en que ha acaecido.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

2) Hechos Que No Requieren de Prueba


Existen también hechos respecto de los cuales no existe necesidad de prueba, y que se
tienen por establecidos a efectos del proceso sin ella, sirviendo de sustento a la aplicación
del Derecho a través del proceso jurisdiccional.

El primer caso está constituido por los denominados hechos admitidos, esto es, aquellos
hechos respecto de los cuales no existe controversia, justamente por haber sido afirmados
por una de las partes y expresamente admitidos por la otra.

El segundo caso está dado por los hechos notorios, que son aquellos que tienen una
existencia pública, general y evidente.
La doctrina ha señalado que la notoriedad es una característica relativa, sin que sea
obligatorio que sea conocido el hecho por todas las personas, y que debe atenderse a las
personas con un grado de cultura medio, entre las cuales se cuenta el juez.
Esta característica hace que lo relevante para la operatividad de la figura sea que los
hechos sean notorios para el tribunal, por lo que si el juez no conoce el hecho, o hay
controversia acerca de la notoriedad, el tribunal no eximirá de prueba al hecho.
El Art. 89 CPC alude a la noción de hecho notorio, al disponer que si se promueve un
incidente, se concederán tres días para responder, y vencido este plazo, haya o no
contestado la parte contraria, resolverá el tribunal la cuestión, si a su juicio, no hay
necesidad de prueba. No obstante, el tribunal podrá resolver de plano aquellas peticiones
cuyo fallo se pueda fundar en hechos que consten del proceso, o sean de pública
notoriedad, lo que el tribunal consignará en su resolución.
Sin perjuicio de que la referencia al hecho notorio se hace por el legislador a propósito de
los incidentes, no existen razones para no considerar la exclusión de prueba de hechos
notorios respecto de la resolución del asunto principal.

Un tercer caso está constituido por los hechos presuntos.


Aunque más adelante hablaremos con profundidad de las presunciones, cabe señalar de
inmediato que el mecanismo de las presunciones supone una labor deductiva a partir de
un hecho que ya está establecido en el proceso, y a partir del cual se autoriza a tener por
cierto otro hecho, que queda establecido a los efectos del proceso, salvo que exista prueba
en contrario, cuando dicha prueba es procedente.
Conviene precisar que lo que ocurre más bien aquí es una inversión en la carga de la
prueba, y no una exención probatoria.

Por último, cabe hablar de un cuarto caso, aunque muy discutido, que son los hechos
negativos.
Por regla general, los hechos negativos no son objeto de prueba, aunque debemos
distinguir de inmediato entre la simple negativa o negativa general del demandado
respecto de los hechos que sirven de soporte a la pretensión deducida en su contra, y la
negación de uno o más hechos aislados respecto de la pretensión deducida.
En la primera hipótesis, la carga de la prueba se mantendrá en el actor, dado que es él
quien debe probar los hechos que fundan su pretensión.
Sin embargo, en la segunda hipótesis, la situación es mucho menos categórica, puesto
que, en muchos casos, la negativa de un hecho puede implicar la afirmación contraria del
mismo, y en tal evento, estas negaciones aparentes no se encuentran excluidas de prueba,
dado que pueden ser acreditadas por el hecho positivo contrario.
Por ejemplo, si el demandado sostiene que un metal no es oro, está afirmando que es de
otra especie, lo cual deberá acreditar.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Prueba de las Afirmaciones Jurídicas


Las normas jurídicas no son objeto de prueba, puesto que el conocimiento de la ley se
presume por la ficción establecida en el Art. 8° CC.
Aunque el legislador recoge dentro de los requisitos de la demanda y de la contestación
el señalamiento de los fundamentos de derecho, la doctrina procesal coincide en que
dichos planteamientos jurídicos no vinculan al juez al momento de resolver la
controversia, estando habilitado para resolver sobre la base de normas que las partes no
han afirmado, y a darle una calificación jurídica distinta a los mismos hechos.

Lo anterior es totalmente aplicable respecto de las normas jurídicas nacionales, por cuanto
se presumen de conocimiento del juez, pero no puede extenderse al Derecho extranjero,
cuyas normas, de ser invocadas por las partes, son objeto de prueba.
En los casos en que la legislación nacional se remite al derecho extranjero para la solución
de conflictos, será necesario acreditar la existencia de tal normativa en el proceso.
En nuestro ordenamiento jurídico se contempla ésta como una hipótesis en la que puede
oírse informe de peritos, tal y como dispone el Art. 411 N°2 CPC, que aludiendo a puntos
de derecho referentes a una legislación extranjera, autoriza solicitar y disponer la prueba
pericial.

Otra excepción a la regla está constituida por la costumbre, que de acuerdo al Art. 2°
CC, no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella.
Por lo tanto, en materia civil, la costumbre constituye derecho cuando la ley se remite a
ella, y en tal caso, debe acreditarse en el proceso el elemento material que la constituye,
que consiste en la repetición constante y uniforme de ciertos actos por un tiempo
prolongado.
Al no existir en materia civil disposición especial alguna sobre la prueba de la costumbre,
cualquiera de los medios de prueba establecidos por la ley idóneo para demostrar su
existencia.

Distinto es el caso en materia mercantil, en que la costumbre constituye derecho en


silencio de la ley, y para su prueba, es necesario probar la costumbre al tenor del Art. 5°
CdC.
Tal disposición establece que no constando a los juzgados de comercio que conocen de
una cuestión entre partes la autenticidad de la costumbre que se invoque, sólo podrá ser
probada por alguno de estos medios:
• Por un testimonio fehaciente de dos sentencias que, aseverando la existencia de la
costumbre, hayan sido pronunciadas conforme a ella;
• Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio en que
debe obrar la prueba.

D) La Prueba de las Máximas de la Experiencia


Junto con la prueba de las afirmaciones fácticas introducidas en el proceso, pueden
también ser objeto de prueba algunas reglas o máximas de la experiencia, entendidas
como definiciones o juicios hipotéticos de contenido general, desligados de los hechos
concretos que se han de juzgar en el proceso y procedentes de la experiencia, pero
independientes de los casos particulares de cuya observación se han inducido y que, por
encima de estos casos, pretenden tener validez para otros nuevos.
Por regla general, las máximas de la experiencia no requieren de prueba, ya que integran
el acervo cultural común de las personas, incluyendo al juez.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Cuando las máximas de la experiencia integran el acervo cultural común de las personas,
deben ser aplicadas de oficio por el juez, pero cuando no integran este acervo cultural
común, y se trate de reglas o máximas de la experiencia especializadas, deberán ser objeto
de prueba, aun cuando el juez las tenga integradas en su conocimiento.

A modo de ejemplo, para determinar si la construcción de un puente se realizó con la


técnica correcta, o una intervención quirúrgica se efectuó adecuadamente, se requiere de
la práctica de prueba de unas máximas de la experiencia, que pertenecen a una
determinada ciencia o arte, para lo cual aplica la prueba pericial (Art. 411 N°1 CPC).

3. La Carga de la Prueba
Podemos definir la carga de la prueba como la necesidad de las partes de probar los hechos
que fundamentan sus pretensiones, y que corresponderá a una u otra parte según las
normas jurídicas generales y al tipo de hecho de que se trate.

Estando nuestro proceso civil gobernado por los principios dispositivo y de aportación de
parte, corresponde precisamente a las partes, por estar en mejores condiciones, el
protagonismo y responsabilidad principal en la tarea probatoria.
Ahora bien, ello no significa que las partes tengan el deber de probar, dado que, al igual
que acontece con la contestación de la demanda, estamos en presencia de una carga
procesal, y no de una obligación, lo cual descansa en la idea de que la realización de la
tarea probatoria por la parte a la que le correspondía no es obligatoria, sino potestativa,
en el sentido de que a su realización se asocian consecuencias beneficiosas para la parte
que soportó la carga, y a su no realización se vinculan consecuencias perjudiciales.
En tal sentido, entendemos por carga procesal la necesidad en que se encuentra la parte
de realizar un acto para prevenir un perjuicio procesal.

Resulta fundamental, por lo anterior, saber cuál es la carga de la prueba del demandante
y del demandado, para de tal forma determinar a cuál de las partes perjudicará la falta de
prueba respecto de las afirmaciones fácticas que se consideran como no probadas por el
juez.
Nuestro legislador contempla una regla que distribuye la tarea probatoria entre el
demandante y el demandado, que es precisamente la del Art. 1698 CC, conforme a la
cual, incumbe probar las obligaciones o su extinción al que alega éstas o aquéllas.
La doctrina y la jurisprudencia han determinado y complementado esta norma, que
pareciera sólo referirse a los hechos constitutivos y extintivos, sin hacer referencia a los
hechos impeditivos y excluyentes.

Cuando se hace referencia a los diversos hechos jurídicos relevantes para la resolución
del asunto, se distingue entre:
• Hechos Constitutivos
Son aquellos en los cuales el actor sostiene y fundamenta su pretensión, y que
producen el nacimiento de un derecho o una situación jurídica que antes era
inexistente, como sería la celebración de un contrato.

• Hechos Impeditivos
Son aquellos que impiden la generación válida de una relación jurídica, como son
los vicios del consentimiento en un contrato.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Hechos Extintivos
Son aquellos hechos posteriores a los constitutivos que hacen desaparecer la
relación jurídica o sus efectos, como son los diversos modos de extinguir las
obligaciones.

• Hechos Excluyentes
Son aquellos que otorgan al demandado una excepción que le permite destruir la
eficacia de los hechos constitutivos, como ocurre, por ejemplo, con la
prescripción.

A partir del Art. 1698 CC, y corrigiendo sus omisiones, la doctrina y la jurisprudencia
han completado la regla, en el sentido de atribuir la carga de la prueba de los hechos
constitutivos al actor, y la de los hechos impeditivos, extintivos y excluyentes al
demandado.
En otras palabras, el actor debe probar lo que sostiene y fundamenta su pretensión,
mientras que el demandado debe probar lo que sostiene y fundamenta su oposición a la
pretensión del actor, y el no respetar esta distribución implica incurrir en una de las
hipótesis de infracción a las reglas reguladoras de la prueba.

Además de la ya señalada norma del Art. 1698 CC, nuestro ordenamiento procesal-civil
no contempla otras referidas a la carga de la prueba, lo cual trae como consecuencia que
algunas situaciones no tengan una adecuada respuesta.
Dada esta insuficiencia, parte de la doctrina procesal ha coincidido en descartar su
carácter de regla absoluta, siendo más adecuado referirse a ella como un mero principio
orientador, que no debería interpretarse de forma absoluta.
En efecto, junto a este principio, que podemos denominar principio de normalidad en
la carga de la prueba, se han ido postulando otros criterios que buscan,
fundamentalmente, hacerse cargo de algunas situaciones que han quedado insatisfechas
bajo el esquema tradicional, que serían criterios complementarios que proponen invertir,
desplazar o aligerar la carga probatoria establecida por la regla inicial.

Fundamentalmente, se hace referencia a los criterios de facilidad y proximidad


probatoria, estrechamente vinculados.
Por el primero, se dice que, con independencia de la naturaleza del hecho afirmado, podría
probar la parte que tenga mayor facilidad para hacerlo, y por el segundo, se señala que
puede probar la parte que esté más cercana a la fuente de la prueba.
Aunque esta doctrina ha sido bien recibida en otros ordenamientos, su recepción en Chile
ha sido muy escasa.

Por otra parte, sin embargo, hay excepciones al principio de normalidad en la carga de la
prueba que han sido plenamente aceptadas, como son las siguientes:
• Las Presunciones Simplemente Legales
Las presunciones simplemente legales invierten la carga de la prueba, ya que en
su virtud, se libera a una de las partes de la carga de probar un determinado hecho,
que se tiene por cierto cumpliéndose ciertos presupuestos materiales, sin perjuicio
de que es procedente la prueba en contrario para la contraparte.

• El Principio de Normalidad
Actualmente, en la doctrina, se sostiene que el peso de la prueba está más bien
condicionado a la naturaleza de las proposiciones o afirmaciones que hacen las

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

partes que al papel de demandante o demandado que desempeñan en la causa, y


por consiguiente, que incumbe probar a aquel que, en el curso del juicio, avance
una proposición contraria al estado normal de las cosas, o que tienda a modificar
o destruir una situación adquirida.

• La Voluntad de las Partes


La carga de la prueba puede verse alterada por la voluntad de las partes, ya que
los preceptos que regulan el peso de la prueba están establecidos en el interés de
las partes, siendo por tanto renunciables.
No pueden las partes, sin embargo, alterar las reglas procesales acerca del modo
de producir la prueba, y sobre todo los medios de prueba admisibles,
estipulaciones en las cuales la Corte Suprema ha estimado que existiría objeto
ilícito.

4. Los Medios de Prueba


A) Aspectos Generales
La profesora Maite Aguirrezabal define los medios de prueba como los instrumentos,
cosas o circunstancias en que el juez encuentra su convicción.

Antes de hablar de los medios probatorios propiamente tales, es necesario hacer referencia
al sistema probatorio que rige nuestro proceso civil, que es el sistema de la prueba legal
o tasada, y que se caracteriza por el carácter cerrado del señalamiento que el legislador
ha hecho respecto de los medios de prueba.
El listado está recogido en el Art. 341 CPC, que coincide esencialmente con el
contemplado en el Art. 1698 CC.
Conforme a nuestro Código de Procedimiento Civil, los medios de prueba de que puede
hacerse uso en juicio son los instrumentos, los testigos, la confesión de parte, la
inspección personal del tribunal, el informe de peritos y las presunciones.
En algunos casos, incluso, nuestra legislación ha establecido la concurrencia obligatoria
de algún medio de prueba, y en otros casos, ha excluido algunos medios de prueba para
la comprobación de determinados hechos o actos, como estudiaremos en su momento.

La relación cerrada de medio probatorios, sumada a una regulación estricta de cada medio
de prueba, ha hecho complejo el encaje de algunos medios de prueba más modernos que
no existían cuando el legislador estableció los distintos medios de prueba, como sucede
con elementos modernos de reproducción de imagen o sonido.
La jurisprudencia, frente a situaciones especiales, ha considerado otros medios
probatorios, pero encasillándolos dentro de los contemplados en la ley, por lo que se ha
podido, por ejemplo, incorporar fotografías como prueba instrumental.

Ahora bien, el sistema de prueba legal o tasada es propio del proceso civil, y
paulatinamente se ha empezado a establecer el llamado sistema de la sana crítica en
diversos procesos, como el penal, y en tal sentido, el Art. 295 CPP establece que todos
los hechos y circunstancias pertinentes para la adecuada solución del caso sometido a
enjuiciamiento podrán ser probados por cualquier medio producido e incorporado en
conformidad a la ley.
Volveremos más adelante sobre los sistemas probatorios.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

B) Clasificación de los Medios de Prueba


1) Medios Probatorios Directos e Indirectos
Los medios probatorios directos son aquellos que permiten al juez formarse su
convicción por la observación personal y directa del hecho cuestionado, como sucede con
la inspección personal del tribunal.
Los medios probatorios indirectos, en cambio, son aquellos que permiten formar la
convicción del juez sobre el hecho cuestionado a través de la percepción o conocimiento
de terceros, como acontece con la prueba testimonial y la prueba pericial, por ejemplo.

2) Medios Probatorios Preconstituidos y Circunstanciales


Los medios probatorios preconstituidos son aquellos que las partes crean al momento
de la celebración de un negocio jurídico con el objeto de proporcionarse, de antemano,
un elemento de convicción para el eventual caso de una contienda judicial posterior, como
la escritura pública o el instrumento privado, por ejemplo.
Son medios probatorios circunstanciales aquellos mediante los cuales se puede
reconstruir un hecho después de producido, como ocurre con la declaración testimonial o
la confesión de parte, por ejemplo.

3) Medios Probatorios que Hacen Plena Prueba y Prueba Semi-Plena


Los medios probatorios que hacen plena prueba son aquellos que por sí solos acreditan
la efectividad del hecho controvertido, esto es, sin necesidad de ir unidos o condicionados
a otra circunstancia, y la ley otorga esta calidad, por ejemplo, a la confesión que recae
sobre hechos personales del confesante.
Los medios probatorios que hacen prueba semi-plena, en cambio, no bastan por sí
solos para dar por establecido un hecho, requiriendo la concurrencia de otro medio
probatorio para que así la prueba sea completada, como sucede con el informe pericial.

4) Prueba Lícita e Ilícita


Esta clasificación se relaciona con la forma en que se obtienen los medios probatorios,
siendo prueba lícita aquella que se obtiene sin vulneración de derechos fundamentales,
y prueba ilícita, por el contrario, aquella que se obtiene con inobservancia de garantías
fundamentales, y que no puede incorporarse al proceso o ser considerada como elemento
probatorio en caso alguno.

Como señala una parte de la doctrina, en Chile se ha llegado a un consenso en torno a la


existencia de un denominado “derecho a la prueba”, lo que por cierto trasciende y supera
ampliamente la concepción tradicional de la actividad probatoria como mera carga
procesal.
La discusión se ha centrado, sin embargo, especialmente en determinar si este derecho a
la prueba es autónomo, o si por el contrario, constituye una manifestación del más amplio
“derecho de defensa”, que consagra el Art. 19 N°3 Inc. 2° CPR, en cuya virtud, se le
asegura a todas las personas el derecho a intervenir en el proceso de formación de la
decisión jurisdiccional, formulando sus pretensiones y contradiciéndolas en un plano de
igualdad.

El derecho a la prueba, en síntesis, presupone que el tribunal predeterminado por la ley


admita la prueba ofrecida, a que esta sea efectivamente practicada en el proceso con
intervención o audiencia de las demás partes en litigio, y a que la prueba sea debidamente
ponderada por el tribunal, precisando además las que se rechazan y las motivaciones de
tal determinación.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Sin embargo, debemos afirmar al mismo tiempo que este derecho, o la actividad
probatoria que de él se deriva, debe ser ejercido a la luz de los demás derechos esenciales
que la misma Constitución le reconoce a las personas, en un plano de realización
proporcionada y armónica de unos y otros.
Dicho en otros términos, el justiciable no tendrá derecho alguno a la prueba en aquellos
casos en que para obtenerla ha violentado determinados derechos fundamentales, pues
simplemente, en tales casos, ese derecho no ha llegado siquiera a existir.

El Código Procesal Penal dispone expresamente que, en el juicio oral, el juez debe excluir
las pruebas que provinieren de actuaciones o diligencias que hubieren sido declaradas
nulas y aquellas que hubieren sido obtenidas con inobservancia de garantías
fundamentales (Art. 276 CPP).

El Código de Procedimiento Civil, en cambio, no contiene norma alguna que se refiera a


la exclusión de la prueba de fuente ilícita, lo que podría favorecer alguna interpretación
amplia que reconozca la posibilidad de introducir toda clase de prueba al proceso,
bastando el cumplimiento formal de las normas que regulan los medios de prueba y sin
importar, sin embargo, el origen ilegítimo de su fuente.
Sin embargo, tal interpretación carece de sustento, pues la ausencia de normas
procedimentales no autoriza en modo alguno a ignorar el catálogo de garantías
fundamentales que establece la Constitución, y que se verían afectadas con la producción
de prueba ilícita.
Además, el Art. 19 N°3 CPR consagra el derecho a un proceso legalmente tramitado,
racional y justo, lo que implica por cierto el cumplimiento y respeto de los derechos
fundamentales de las partes durante todo su desarrollo.
Un proceso civil que termine en una sentencia basada en prueba ilícita, obtenida con
infracción de derechos fundamentales, no puede considerarse como legal, y menos como
racional y justo.

5. Valoración de la Prueba
Para determinar el valor de la prueba producida, es necesario analizarla mediante tres
operaciones distintas, que son la apreciación, la interpretación y la valoración de la
prueba.
La apreciación de la prueba engloba tanto la interpretación como la valoración de la
misma, a efectos de obtener el convencimiento del juzgador sobre la certeza de un hecho
o para fijarlo formalmente a los efectos del proceso.
La interpretación de la prueba es una labor posterior a la práctica de la prueba, y que
consiste en la determinación que hace el juez acerca del resultado que de ella se
desprende, estableciendo de manera cierta el significado de las pruebas a efectos de
determinar la verdad de los hechos afirmados.
La valoración de la prueba da cuenta de un momento posterior, cuando ya se ha
determinado el resultado de cada prueba, y se refiere a la credibilidad que cabe conceder
al resultado.

La apreciación de la prueba, finalmente, consistirá en que, a partir de la interpretación y


valoración de la misma, el juez establecerá la verosimilitud de una determinada versión
de los hechos, relacionando los distintos medios de prueba.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En doctrina, se distinguen diversos métodos para apreciar la eficacia probatoria de los


medios de prueba, y la principal clasificación entre los sistemas probatorios es la del
sistema de la prueba legal y el de la prueba libre o moral.
El primer sistema se caracteriza porque el legislador enumera taxativamente los medios
probatorios que las partes pueden utilizar en el juicio, y señala al mismo tiempo para el
juez la eficacia probatoria que cada medio probatorio posee en particular.
El segundo sistema se caracteriza porque el legislador no fija los medios probatorios, por
lo que, en consecuencia, las partes acreditan los hechos de la forma que más les acomode,
y el juez, en su sentencia, no estará atado a regla alguna en cuanto a la ponderación de la
prueba.

Un sistema intermedio entre los anteriores se ha abierto camino entre la doctrina y la


legislación, que es el sistema de la sana crítica, y que se caracteriza porque entrega
siempre al legislador la función de enumerar los medios probatorios, pero faculta al juez
para valorar tales medios probatorios de acuerdo a la lógica, al buen sentido y a las normas
de la experiencia.
Se trata de enmarcar el tema de la prueba dentro de un concepto intelectual, y de restarle
todo carácter de función mecánica para llegar, a la postre, a un mejor descubrimiento de
la verdad.

En Chile, como mencionamos anteriormente, el proceso civil está regido por el sistema
de la prueba legal o tasada, sin perjuicio de que en materia penal, así como también en
los procedimientos de familia y laboral, se ha impuesto recientemente el sistema de la
sana crítica.
El sistema de prueba legal o tasada establece un sistema menos arbitrario y subjetivo,
donde el valor que se le da a cada prueba está previamente establecido, de modo que las
partes pueden prever prácticamente el resultado del litigio.
La idea detrás es poder establecer tablas de apreciación comparativa que permitan
comparar las pruebas si éstas son contradictorias, para saber así cuál prevalecerá, pero el
legislador no puede prever cada una de las disconformidades entre medios de prueba, por
lo que van quedando vacíos que se convierten en márgenes de discrecionalidad para los
jueces.
Queda claro que este sistema no logra librarse de la subjetividad, pero ello no significa
que no entregue cierta certeza jurídica, ya que, por ejemplo, si alguien celebra un contrato
debidamente documentado por escrito, se sabe que su valor probatorio es altísimo.
La falta de observancia por parte del juez de una prueba tasada es causal de casación en
el fondo, ya que es un elemento sustantivo del proceso.

6. Reglas Reguladoras de la Prueba


Dentro de las numerosas y variadas disposiciones legales de orden sustantivo y procesal
que regulan el instituto de la prueba, hay algunas de excepcional importancia, las cuales
reciben el nombre de reglas reguladoras de la prueba, y que se definen como aquellas que
tienen como misión fundamental enumerar los medios probatorios, determinar su eficacia
o mérito probatorio particular, resolver acerca de cuál de ellos debe primar en caso de ser
contradictorios y establecer la carga de la prueba para las partes.
En principio, sabemos que los hechos que se dan por establecidos en la sentencia escapan
al control de la casación en el fondo, pues es un recurso de mero derecho, pero si los
hechos se han establecido con infracción a estas reglas reguladoras de la prueba, procede
el recurso de casación en el fondo, pues, en tal caso, hay infracción de ley con influencia
sustancial en lo dispositivo de la sentencia.

68
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La Corte Suprema ha entendido que se entienden vulneradas las normas reguladoras de


la prueba, fundamentalmente, en las siguientes cinco hipótesis:
• Cuando los jueces invierten el onus probandi;
• Cuando los jueces desconocen el valor de las pruebas que se produjeron en el
proceso habiéndoles asignado la ley un determinado carácter obligatorio;
• Cuando los jueces alteran el orden de precedencia que la ley le diere a un medio
probatorio;
• Cuando los jueces aceptan las pruebas que la ley rechaza;
• Cuando los jueces rechazan las pruebas que la ley admite.

7. Recepción de la Causa a Prueba


Habiendo ya estudiado los conceptos fundamentales sobre la prueba como acto procesal,
volvemos al juicio ordinario de mayor cuantía.

A) El “Auto” de Prueba
Conforme al Art. 318 CPC, concluidos los trámites que deben preceder a la prueba, ya
se proceda con la contestación expresa del demandado o en su rebeldía, el tribunal
examinará por sí mismo los autos, y si estima que hay o puede haber controversia sobre
algún hecho sustancial y pertinente en el juicio, recibirá la causa a prueba y fijará en la
misma resolución los hechos sustanciales controvertidos sobre los cuales deberá recaer.
Sólo podrán fijarse como puntos de pruebas los hechos sustanciales controvertidos en los
escritos anteriores a la resolución que ordena recibirla.

A su vez, el Art. 313 CPC prescribe que si el demandado acepta llanamente las peticiones
del demandante, o si en sus escritos no contradice en materia sustancial y pertinente los
hechos sobre que versa el juicio, el tribunal mandará citar a las partes para oír sentencia
definitiva, una vez evacuado el traslado de la réplica.
Igual citación se dispondrá cuando las partes pidan que se falle el pleito sin más trámite.

En consecuencia, concluidos los trámites que deben preceder a la prueba, esto es, una vez
evacuados los escritos de contestación de la demanda, de réplica y de dúplica y de los
correspondientes a la reconvención, en caso de que ésta se hubiere deducido, sea que
todos estos trámites se hayan evacuado realmente, sea que se hayan evacuado en rebeldía
de la parte respectiva, el tribunal debe abandonar la actitud pasiva que había observado
hasta esos momentos en la tramitación misma del juicio y proceder a hacer un examen
personal, que le permitirá citar a las partes para oír sentencia o recibir la causa a prueba.

El juez simplemente citará a las partes para oír sentencia, sin recibir la causa a prueba, en
los siguientes casos:
• Cuando el demandado acepta llanamente las peticiones del demandante;
• Cuando el demandado, en sus escritos, no contradice en materia sustancial y
pertinente los hechos sobre que versa el juicio;
• Cuando las partes piden que se falle el pleito sin más trámite.

A la inversa, el juez debe recibir la causa a prueba cuando estima que hay o puede haber
controversia sobre algún hecho sustancial y pertinente en el juicio.
Además, la controversia debe haberse suscitado en los escritos anteriores a la dictación
de la resolución que ordena recibir la causa a prueba, ya que, si con posterioridad a ella,
ocurre algún hecho sustancial relacionado con el juicio, y que necesita de prueba, tiene
lugar, en cambio, el fenómeno procesal de la ampliación de la prueba.

69
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La resolución que recibe la causa a prueba toma en la práctica el nombre de auto de


prueba, aunque técnicamente se trata de una sentencia interlocutoria de segundo grado,
ya que resuelve sobre un trámite que va a servir de base para el pronunciamiento de la
sentencia definitiva (Art. 158 CPC).
Esta resolución debe ser pronunciada por el tribunal después de haber examinado por sí
mismo los autos, y de haber llegado a la conclusión de que hay o puede haber controversia
sobre algún hecho substancial y pertinente en el juicio.

Esta resolución debe contener dos requisitos o menciones esenciales, que son la orden de
recibir el juicio a prueba y la fijación o determinación de los hechos sustanciales,
pertinentes y controvertidos sobre los cuales deberá aquélla recaer (Art. 318 CPC).
En la práctica, se acostumbra agregarle dos menciones de carácter accidental, y que son
la expresión de que la causa se recibe a prueba por el término legal, y el señalamiento de
audiencias destinadas a recibir la prueba testimonial que pueden ofrecer las partes.
Estas dos últimas menciones no son exigidas por la ley, y en consecuencia, su omisión
carece de importancia.

Conforme al Art. 48 CPC, la resolución que recibe la causa a prueba debe notificarse a
las partes por cédula.

B) Recursos Con Motivo de la Recepción de la Causa a Prueba


El juez es soberano al apreciar si debe o no recibir la causa a prueba y, en caso afirmativo,
para señalar los hechos sustanciales y pertinentes sobre los cuales aquélla debe recaer.
Sin embargo, en el cumplimiento de esta delicada labor, puede cometer errores que
perjudiquen a las partes litigantes, y por consiguiente, la ley ha debido poner a disposición
de ellas los recursos procesales necesarios para obtener su enmienda.

En efecto, el juez puede errar al ordenar que se reciba la causa a prueba, en razón de que
la resolución que así lo manda no contenga todos los hechos sustanciales y pertinentes
controvertidos, o los contenga mal expresados, o los contenga en exceso, y puede también
errar al negarse a recibir la causa a prueba en circunstancias de que tal trámite era
legalmente necesario, y a la inversa, puede errar al ordenar recibir la causa a prueba en
circunstancias de que ese trámite era legalmente innecesario.
Por consiguiente, los recursos a deducir serán distintos según el caso.

1) Recursos Contra el “Auto de Prueba”


La resolución que recibe la causa a prueba y fija los hechos sustanciales y pertinentes
controvertidos es susceptible de dos clases de recursos, que son la reposición y la
apelación.
Estos recursos, por expresa disposición de la ley, pueden perseguir una triple finalidad,
permitiendo pedir la parte agraviada con la resolución que el tribunal modifique los
hechos controvertidos fijados, elimine alguno o algunos de ellos, o bien, agregue otros.
Ambos recursos tienen, además, reglas particularísimas que los hacen diferenciarse de las
normas generales que regulan los recursos de reposición y apelación (Art. 319 CPC).

En efecto, esta es una reposición especial, porque procede en contra de una sentencia
interlocutoria, como es la resolución que recibe la causa a prueba, siendo que sólo los
autos y decretos son susceptibles de reposición (Art. 181 CPC).

70
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Además, el plazo para interponerla es dentro de tercero día, siendo que la reposición sin
nuevos antecedentes tiene un plazo de cinco días para poder ser deducida (Art. 181 CPC).
Por último, el tribunal puede resolverla de plano, o bien, darle tramitación de incidente,
siendo que la reposición debe ser siempre resuelta de plano, por lo menos, cuando no se
invocan nuevos antecedentes (Art. 181 Inc. 2º CPC).

La apelación, a su vez, también tiene reglas especiales, porque sólo puede interponerse
en el carácter de subsidiaria de la reposición y para el caso de que ésta no sea acogida,
por lo que no es necesario fundamentarla ni formular peticiones concretas, siempre que
el recurso de reposición cumpla con ambas exigencias (Art. 189 Inc. 3° CPC).
Además, debe ser interpuesta dentro de tercero día, siendo que el plazo general para apelar
es de cinco días (Art. 189 CPC).
Por último, se concede sólo en el efecto devolutivo (Art. 319 Inc. 3° CPC), lo cual es
una reiteración de las reglas generales (Art. 194 N°2 CPC).

Si el tribunal accede a la reposición solicitada, aceptando modificar los hechos


controvertidos fijados, eliminar alguno o algunos de ellos, o agregar otros, no necesita
pronunciarse sobre la apelación, al ser subsidiaria.
Pero la otra parte litigante, que estaba conforme con la primitiva resolución que recibió
la causa a prueba, puede apelar de la resolución que la modifica, apelación que sólo se
concede en el efecto devolutivo (Art. 326 Inc. 1° CPC).

Si el tribunal a quo no accede a la reposición solicitada, debe pronunciarse sobre la


apelación subsidiaria, la que concederá sólo en el efecto devolutivo.
El tribunal ad quem, por su parte, podrá confirmar o revocar la resolución apelada, y si la
confirma, no hay inconveniente alguno, ya que una vez devueltas las compulsas, se
agregarán a los autos, y éstos seguirán su marcha normal, pero si la revoca, se presenta el
inconveniente de que el término probatorio puede estar vencido, siendo que se necesita
rendir prueba al tenor de los hechos controvertidos fijados por el tribunal superior.
La solución, en este caso, está en la concesión de un término especial de prueba por el
número de días que fije prudencialmente el tribunal a quo, y que no podrá exceder de
ocho (Art. 339 Inc. 4º CPC).

2) Recursos Contra la Resolución que Niegue la Recepción de la Causa a Prueba


La resolución en que explícita o implícitamente se niegue el trámite de recepción de la
causa a prueba es apelable (Art. 326 Inc. 1º CPC).
Explícitamente se niega lugar a este trámite cuando el tribunal provee derechamente una
solicitud en que se pide se dé lugar a la recepción de la causa a prueba con un “no ha
lugar”, e implícitamente, cuando en igual situación, se provee “cítese a las partes a oír
sentencia”.
La regla anterior tiene una excepción, consistente en que no es apelable la resolución que
niega lugar al trámite de recepción de la causa a prueba cuando las mismas partes han
pedido que se falle el pleito sin más trámite (Art. 326 Inc. 1º CPC).
Al no existir regla especial, se aplica la regla general contenida en el Art. 194 N°2 CPC,
debiendo la apelación concederse en el solo efecto devolutivo.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Ampliación de la Prueba
La ampliación de la prueba es una institución recogida en los Arts. 321-322 CPC, y que
tiene lugar en dos casos:
• Cuando dentro del término probatorio ocurre algún hecho sustancialmente
relacionado con el asunto ventilado;
• Cuando se trata de hechos verificados no alegados antes de recibirse la causa a
prueba, y el que los aduce jura que sólo entonces han llegado a su conocimiento.

Se pretende así ampliar los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos señalados en


la resolución que recibe la causa a prueba con nuevos hechos, sin importar que las partes
ya hubieren preparado la prueba testimonial mediante la presentación de la minuta de
puntos de prueba y la lista de testigos (Art. 321 Inc. 1ºCPC).

La petición de ampliación de la prueba se tramita en conformidad a las reglas generales


de los incidentes, pero en ramo separado, y sin suspender el término probatorio (Art. 322
Inc. 2º CPC).
Sin embargo, la otra parte, al responder el traslado recaído en la solicitud de ampliación,
puede también alegar hechos que reúnan las condiciones antes señaladas, o que tengan
relación con los que en dicha solicitud se mencionan (Art. 322 Inc. 1º CPC).

En todo caso, este derecho de las partes litigantes para solicitar ampliación de la prueba
se entiende con las limitaciones establecidas en el Art. 86 CPC (Art. 322 Inc. 3º CPC).
En otras palabras, todos los incidentes de ampliación de la prueba cuyas causas existan
simultáneamente deberán promoverse a la vez, ya que en caso contrario, serán rechazados
de oficio por el tribunal, salvo que se trate de hechos esenciales para la ritualidad o marcha
del juicio.

La resolución que da lugar a la ampliación de la prueba sobre hechos nuevos alegados


durante el término probatorio es inapelable (Art. 326 Inc. 2º CPC).
A contrario sensu, se entiende que la resolución que deniega la ampliación de la prueba
es apelable.

D) Práctica de Diligencias Probatorias


Toda diligencia probatoria debe practicarse previo decreto del tribunal que conoce de la
causa, notificado a las partes (Art. 324 CPC).
Esta disposición revela el carácter esencialmente contradictorio que presenta el juicio,
tanto en su periodo o fase de discusión como en su periodo de prueba, puesto que cada
medio probatorio suministrado por una parte se halla sujeto al control de la otra.

En los tribunales colegiados podrán practicarse las diligencias probatorias ante uno solo
de sus miembros comisionado al efecto (Art. 325 CPC), lo cual se trata de una facultad,
y no de una obligación, que tiende a facilitar el funcionamiento de los tribunales
colegiados.

La resolución que dispone la práctica de una diligencia probatoria, en conformidad al Art.


326 Inc. 2° CPC, es inapelable.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

8. El Término Probatorio
A) Aspectos Generales
Una vez notificada la resolución que recibe la causa a prueba, el juicio pasa a la segunda
etapa o fase, llamada fase de prueba, y dentro de ella, sobresale el llamado término
probatorio.
Se entiende por término probatorio aquel espacio de tiempo señalado en el juicio ordinario
de mayor cuantía, y que está destinado a que las partes suministren las pruebas al tenor
de los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, y en especial, la prueba
testimonial.
Hay juicios en que el término probatorio es más restringido, como acontece en el juicio
ejecutivo y en el juicio ordinario de menor cuantía.
En otros juicios, como por ejemplo, en la generalidad de los especiales, el término
probatorio se reduce a una audiencia o comparendo, el cual está también destinado a
escuchar la contestación del demandado.

En doctrina, el término probatorio se utiliza para que dentro de él las partes rindan todas
las pruebas que crean necesario allegar para el mejor éxito de sus derechos, pero en
nuestra legislación, el término probatorio es únicamente fatal para la recepción de la
prueba testimonial.
Los demás medios probatorios pueden rendirse en las oportunidades en que para cada uno
de ellos señalaremos.

El término probatorio cuenta con las siguientes características:


• Es un término legal, ya que la propia ley se encarga de señalar su duración,
aunque puede también ser judicial, puesto que el juez está facultado para señalar
términos especiales de prueba, e incluso puede ser convencional, ya que por
acuerdo unánime de las partes, puede reducirse su duración (Art. 328 Inc. 2°
CPC);
• Es un término común, es decir, que comienza a correr desde la última
notificación a las partes (Art. 327 CPC) de la resolución que recibe la causa a
prueba en caso que no haya sido objeto de recursos, o de la última resolución que
se pronunció sobre la última solicitud de reposición;
• Es un término que no se suspende en caso alguno, salvo que todas las partes lo
pidan (Art. 339 Inc. 1° CPC), y además, al ser un plazo de días, se entiende
suspendido durante los feriados, salvo que el tribunal, por motivos justificados,
haya dispuesto expresamente lo contrario (Art. 66 CPC);
• Tiene carácter fatal, pero sólo respecto de la prueba testimonial, que de acuerdo
al Art. 340 CPC, debe practicarse dentro del término probatorio, pudiendo las
demás pruebas rendirse en otras oportunidades señaladas por la ley;

El Código de Procedimiento Civil establece tres especies de término probatorio, que son
el ordinario, el extraordinario y el especial, y pasamos a analizar cada uno.

B) Término Probatorio Ordinario


El término probatorio ordinario constituye la regla general, y está establecido por el Art.
328 Inc. 1° CPC.
Su duración es de 20 días, salvo que las partes convengan en reducirlo (Art. 328 Inc. 2°
CPC).
Este plazo, por ser de días y estar señalado en el Código de Procedimiento Civil, se
suspende durante los feriados (Art. 66 CPC), y se comienza a contar desde la última

73
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

notificación por cédula de la resolución que recibió la causa a prueba, o desde la


notificación por el estado diario de la resolución que se pronuncia sobre la última solicitud
de reposición de la resolución anterior (Art. 320 Inc. 1º CPC).

Normalmente, está destinado a rendir prueba dentro del territorio jurisdiccional del
tribunal en que se sigue el juicio (Art. 328 Inc. 1º CPC), pero también se puede, durante
el transcurso de este término, rendir prueba en cualquier parte de la República y fuera de
ella (Art. 334 CPC), aunque, lógicamente, este término ordinario es insuficiente para
rendir pruebas en otro territorio jurisdiccional o fuera de la República en que se sigue el
juicio, y de allí la existencia del término probatorio extraordinario.

C) Término Probatorio Extraordinario


El término probatorio extraordinario es aquel plazo destinado a rendir prueba en un
territorio jurisdiccional diverso al del tribunal que sigue el juicio, sea dentro o fuera del
territorio de la República.
De lo anterior se desprende que podemos clasificar el término probatorio en dos clases,
esto es, el término probatorio extraordinario destinado a rendir prueba en otro territorio
jurisdiccional, y el destinado a rendir prueba fuera del territorio de la República.
Esta clasificación tiene importancia porque difieren ambos términos en cuanto a los
requisitos de procedencia, a la caución que debe otorgarse y a la tramitación de la solicitud
respectiva.

El término extraordinario de prueba está constituido por el término ordinario de prueba,


el cual sabemos que es de 20 días, ampliado con un número de días igual al que concede
el Art. 259 CPC para aumentar el término de emplazamiento (Art. 329 CPC), y este
aumento extraordinario comienza a correr una vez que se ha extinguido el término
ordinario, sin interrupción, y sólo durará para cada localidad el número de días fijado en
la tabla respectiva (Art. 333 CPC).
Lógicamente, una vez vencido el término probatorio ordinario, sólo podrá rendirse prueba
en aquellos lugares para los cuales se haya otorgado aumento extraordinario del término
probatorio (Art. 335 CPC).

El aumento extraordinario para rendir prueba debe solicitarse antes de vencido el término
ordinario, determinando el lugar en que dicha prueba debe rendirse (Art. 332 CPC).
Pero no basta pedir el aumento extraordinario de prueba en la oportunidad legal antes
indicada, siendo preciso, además, que concurran ciertos requisitos, que difieren según si
el término extraordinario sea para rendir prueba en otro territorio jurisdiccional o fuera
del territorio de la República.

En efecto, el aumento extraordinario para rendir prueba dentro de la República se


concederá siempre que se solicite, salvo que haya justo motivo para creer que se pide
maliciosamente con el solo propósito de demorar el curso del juicio (Art. 330 CPC).
Esto se relaciona con que la diligencia se concede con citación, por lo que la contraparte
tendrá un plazo de tres días para oponerse, y si lo hace, dará lugar a un incidente.
En cambio, el aumento extraordinario para rendir prueba fuera de la República se
concederá siempre que concurran las circunstancias siguientes:
• Que del tenor de la demanda, de la contestación o de otra pieza del expediente,
aparezca que los hechos a que se refieren las diligencias probatorias solicitadas
han acaecido en el país en que deben practicarse dichas diligencias, o que allí
existen los medios probatorios que se pretenden obtener;

74
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Que se determine la clase y condición de los instrumentos de que el solicitante


piensa valerse y el lugar en que se encuentran;
• Que, tratándose de la prueba de testigos, se exprese su nombre y residencia o se
justifique algún antecedente que haga presumible la conveniencia de obtener sus
declaraciones (Art. 331 CPC).

Todavía más, siempre que se solicite aumento extraordinario para rendir prueba fuera de
la República, exigirá el tribunal, para dar curso a la solicitud, que se deposite en arcas
fiscales una cantidad cuyo monto no podrá fijarse en menos de medio sueldo vital, ni en
más de dos sueldos vitales (Art. 338 Inc. 1º CPC).
Cabe señalar que el sueldo vital es una unidad reajustable que sirve para diversos cálculos
en materia judicial, y a enero de 2021 equivale a 46.881 pesos.

El tribunal, en presencia de una petición de aumento extraordinario de término para rendir


prueba, tendrá que distinguir según si el aumento es para rendir prueba en otro territorio
jurisdiccional o fuera de la República.
En el primer caso, otorgará el aumento con previa citación y, en el segundo, con audiencia
de la parte contraria (Art. 336 Inc. 1° CPC).
En otras palabras, esto significa que, concedido aumento extraordinario de término para
rendir prueba en otro territorio jurisdiccional, no puede rendirse legalmente la prueba
mientras no venza el plazo de citación, y que la parte contraria, dentro de este término,
puede oponerse, lo cual originará, naturalmente, un incidente (Art. 69 Inc. 1º CPC).
La concesión de aumento extraordinario de término para rendir prueba fuera de la
República, en cambio, no se concede desde luego, sino que es preciso oír previamente a
la parte contraria, a la cual se le conferirá traslado por tres días de esta petición, y con lo
que ésta exponga, o en su rebeldía, el tribunal resolverá el incidente respectivo.

Estos incidentes a que dé origen la concesión de aumento extraordinario de término para


rendir prueba, sea fuera del territorio jurisdiccional del tribunal o fuera de la República,
se tramitan en pieza separada, esto es, fuera de los autos principales, y no suspenden el
término probatorio, aunque no se contarán en el aumento extraordinario los días
transcurridos mientras dure el incidente sobre concesión del mismo (Art. 336. Inc. 2º-3º
CPC).

Por último, la parte que haya obtenido aumento extraordinario del término para rendir
prueba en otro territorio jurisdiccional y no la rinda, o sólo rinda una impertinente, será
obligada a pagar a la otra parte los gastos que esta haya hecho para presenciar las
diligencias pedidas, sea personalmente o por medio de mandatario.
Esta condenación se impondrá en la sentencia definitiva, y podrá el tribunal exonerar de
ella a la parte que acredite no haberla rendido por motivos justificados (Art. 337 CPC).

En cambio, la parte que haya obtenido aumento extraordinario del término para rendir
prueba fuera de la República y no la rinda, o sólo rinda una impertinente, fuera de incurrir
en la misma sanción anterior, y en las condiciones ya señaladas, perderá además la
consignación que hizo en arcas fiscales para que pudiere dársele curso a su solicitud, si
resulta establecida en el proceso alguna de las circunstancias siguientes:
• Que no se ha hecho diligencia alguna para rendir la prueba pedida;
• Que los testigos señalados, en el caso del Art. 331 CPC, no tenían conocimiento
de los hechos, ni se han hallado en situación de conocerlos;

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Que los testigos o documentos no han existido nunca en el país en que se ha pedido
que se practiquen las diligencias probatorias (Art. 338 Inc. 2º CPC).

D) Término Probatorio Especial


Esta última clase de término probatorio tiene como fuente u origen una resolución
judicial, y es además supletorio de los anteriores.
Su fundamento radica en el hecho de que el término probatorio ordinario no se suspende
en caso alguno, salvo que todas las partes lo pidan (Art. 339 Inc. 1º CPC), ni siquiera
con motivo del incidente de ampliación de la prueba (Art. 322 Inc. 2º CPC) y del
incidente de aumento extraordinario (Art. 336 Inc. 2º CPC), debiendo, por lo demás,
todos los incidentes que se formulen durante dicho término o que se relacionen con la
prueba tramitarse en cuaderno separado (Art. 339 Inc. 1º CPC).

Puede ocurrir algún accidente o entorpecimiento que impida rendir la prueba, por razones
ajenas a la parte, y no es justo, por consiguiente, dejarla sin oportunidad legal de rendirla,
y este inconveniente se salva mediante la concesión de un término probatorio especial.

El término especial de prueba, ahora bien, se concede sólo en los siguientes casos:
• Si durante el término probatorio ocurren entorpecimientos que imposibiliten la
recepción de la prueba, sea absolutamente o respecto de algún lugar determinado,
podrá otorgarse por el tribunal un nuevo término especial por el número de días
que haya durado el entorpecimiento, y para rendir prueba sólo en el lugar a que
dicho entorpecimiento se refiera (Art. 339 Inc. 2º CPC).
Un ejemplo de entorpecimiento absoluto sería la recusación del juez, mientras que
un ejemplo de entorpecimiento relativo sería un desastre natural que impida las
comunicaciones con un lugar determinado.
Para poder tener derecho a solicitar este término especial de prueba, es necesario
que la parte reclame del obstáculo que impide la prueba en el momento de
presentarse, o dentro de los tres días siguientes (Art. 339 Inc. 3º CPC);
• Debe concederse un término especial de prueba por el número de días que fije
prudencialmente el tribunal, y que no podrá exceder de ocho, cuando tenga que
rendirse nueva prueba, de acuerdo con la resolución que dicte el tribunal de alzada
acogiendo la apelación subsidiaria a que se refiere el Art. 319 CPC (Art. 339 Inc.
Final CPC).
Sin embargo, a diferencia del caso anterior, para hacer uso de este derecho no se
requiere de reclamación previa, y en todo caso, la prueba ya producida, y que no
esté afectada por la resolución del tribunal de alzada, tendrá pleno valor (Art. 339
Inc. Final CPC);
• Si la prueba testimonial se ha comenzado a rendir en tiempo hábil y no se concluye
en él por impedimento cuya remoción no haya dependido de la parte interesada,
podrá practicarse dentro de un breve término que el tribunal señalará, por una sola
vez, para este objeto (Art. 340 Inc. 2º CPC).
Para poder tener derecho a solicitar este término especial, también es necesario
reclamar previamente el entorpecimiento, dentro del término probatorio o de los
tres días siguientes a su vencimiento (Art. 340 Inc. 2º CPC).
La ley permite al tribunal conceder término especial de prueba, en razón de esta
causal, por una sola vez;
• Si el motivo del entorpecimiento producido para la recepción de la prueba es la
inasistencia del juez de la causa, deberá el secretario, a petición verbal de
cualquiera de las partes, certificar el hecho en el proceso, y con el mérito de este

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

certificado, fijará el tribunal un nuevo día para la recepción de la prueba (Art. 340
Inc. 3º CPC).
En este caso, a diferencia del anterior, no es necesario un reclamo previo, y no
hay limitación en cuanto a las veces que pueda concederse este nuevo término por
la razón ya apuntada, procediendo, incluso, el tribunal de oficio;
• Siempre que el legislador así lo establezca, como sucede, por ejemplo, en el caso
del Art. 159 Inc. 3° CPC, conforme al cual, si en la práctica de alguna de las
medidas para mejor resolver aparece de manifiesto la necesidad de esclarecer
nuevos hechos indispensables para dictar sentencia, podrá el tribunal abrir un
término especial de prueba, no superior a ocho días, que será improrrogable y
limitado a los puntos que el mismo tribunal designe.

9. Los Medios de Prueba en Particular


Los medios probatorios son aquellos que las partes pueden emplear, de acuerdo a la ley,
para producir el convencimiento del juez.
Conforme al Art. 1698 Inc. 2° CC, los medios probatorios permitidos en nuestro
procedimiento civil son los instrumentos públicos o privados, los testigos, las
presunciones, la confesión de parte, el juramento deferido y la inspección personal del
juez.
El Art. 341 CPC agrega los informes de peritos, pero no contempla el juramento deferido,
el cual fue derogado por la Ley N°7.760, no obstante estar nombrado en el Código Civil.

Por lo tanto, los medios de prueba que contempla el legislador para nuestro procedimiento
civil son:
• Instrumentos Públicos o Privados;
• Prueba Testimonial;
• Confesión de Parte;
• Inspección Personal del Tribunal;
• Informe de Peritos;
• Presunciones.

Pasamos a continuación a estudiar particularmente cada uno de estos medios de prueba,


y el procedimiento aplicable a cada uno.

10. La Prueba Instrumental


A) Generalidades
1) Concepto y Clasificación de los Instrumentos
Como consecuencia del sistema taxativo de los medios de prueba, no existe una definición
clara del concepto de instrumento, ya que pueden ser de diversa índole.
La doctrina y jurisprudencia, tanto nacional como extranjera, han intentado elaborar un
concepto de instrumento, ofreciendo para ello diversas acepciones, algunas más amplias
que otras:
• Algunos tienen un concepto amplio, considerando instrumento toda
representación material idónea para dejar constancia de un hecho;
• Otros tienen un concepto algo más restringido, entendiendo por instrumento todo
documento escrito en que se consigna un hecho.
Este último es el sentido clásico que se le da al término instrumento, proveniente
de la jurisprudencia francesa, e incluye así todo documento que consigna un hecho
por escrito, y que no lo recree;

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Algunos tienen un concepto aún más restringido, limitando el concepto de


instrumento a todo escrito que da cuenta de un acto jurídico, descartando cualquier
otro;
• Por último, hay autores con un concepto sumamente restringido, considerando
instrumentos sólo a los documentos que consignan un hecho o acto jurídico y que
están firmados, a efectos de determinar a sus autores.

En nuestro país, el concepto de instrumento no es un tema que haya sido abordado de


modo completo por la jurisprudencia, la cual ha sido más bien laxa en ir aceptando
progresivamente distintos medios probatorios más tecnológicos como instrumentos.
En nuestro sistema, y en nuestro continente, la prueba instrumental tiene un gran valor
probatorio, a diferencia del sistema anglosajón, donde toman mayor importancia otros
medios probatorios como el testimonial.
La prueba instrumental es un medio probatorio preconstituido, al nacer de forma previa
al origen del litigio, y por lo general, aunque no siempre, constituye plena prueba.

Los instrumentos admiten diversas clasificaciones, según cuáles sean los puntos de vista
desde los cuales se las formulen:
• Según la Función que Desempeñan
Según la función que desempeñan, los instrumentos se dividen en instrumentos
por vía de prueba (ad probatinonem) e instrumentos por vía de solemnidad
(ad solemnitatem), sirviendo los primeros para acreditar un hecho, y los segundos
para observar una solemnidad o formalidad legal que proporciona eficacia al acto
o contrato de que dejan constancia, sirviendo también, en consecuencia, para
acreditarlo.

• Según su Autenticidad
En atención a su autenticidad, los instrumentos se dividen en públicos y privados
(Art. 1698 Inc. 2º CC).
El instrumento público o auténtico es el autorizado con las solemnidades legales
por el competente funcionario (Art. 1699 Inc. 1º CC), mientras que el
instrumento privado, en cambio, es aquel que deja constancia de un hecho sin
solemnidad legal alguna.
Esta clasificación de los instrumentos reviste especial importancia en atención al
diverso mérito o valor probatorio que presenta una y otra clase de documentos.

La definición legal del instrumento público o auténtico antes señalada permite apreciar
que son dos los elementos o requisitos que deben concurrir para que un instrumento
revista este carácter:
• Que sea autorizado por el competente funcionario;
• Que sea otorgado con las solemnidades legales.

El funcionario que interviene en la autorización de un instrumento público varía según


cuál sea la naturaleza de éste.
Así, en las sentencias, será el juez, cuya firma es también autorizada por el secretario,
mientras que en las escrituras públicas intervendrá un notario, y en las partidas de estado
civil actuará el oficial de registro civil, por ejemplo.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El funcionario debe ser competente, entendiéndose por tal aquel que actúa facultado
expresamente por la ley para este efecto, dentro del marco de sus atribuciones o deberes
y en el territorio jurisdiccional asignado.

Dada la variada naturaleza del instrumento público, no es posible enumerar las


solemnidades legales, y por lo mismo, es importante atenerse estrictamente a las
formalidades que la ley señala para cada caso en particular.

Una importante especie de instrumento público es la escritura pública, definida como


aquel instrumento público o auténtico otorgado ante escribano e incorporado en un
protocolo o registro público (Art. 1699 Inc. 2º CC).
En otras palabras, la escritura pública es el instrumento público o auténtico otorgado con
las solemnidades legales que señala el Código Orgánico de Tribunales, por el competente
notario, e incorporado en su protocolo o registro público (Art. 403 COT).

Cuando un documento es agregado al final del registro de un notario, a pedido de quien


lo solicita, recibe el nombre de documento protocolizado (Art. 415 Inc. 1º COT), y dicha
protocolización le otorga la calidad de públicos o auténticos a aquellos que la ley enumera
taxativamente (Art. 420 COT).
Si un documento privado es autorizado por un notario, el documento sigue siendo privado,
esto es, no se eleva a la categoría de instrumento público, pues la presencia de aquel
ministro de fe no constituye otra cosa que dotar al documento de un testigo abonado y
veraz, sin perjuicio de que este instrumento, por expresa disposición de la ley, en ciertos
casos adquiera mérito ejecutivo, lo que desplaza el problema planteado a otro terreno.

2) Iniciativa en la Prueba Instrumental


Por regla general, cada parte litigante es la llamada a presentar en juicio los instrumentos
que tenga en su poder como medio probatorio de sus respectivos derechos.
Esta iniciativa recibe el nombre de voluntaria, y en su virtud, los documentos son
presentados por medio de una solicitud escrita y son agregados materialmente al proceso.
Pero hay veces que los instrumentos no se encuentran en poder de la parte que desea
utilizarlos como medios de prueba, sino en manos de la contraparte o de un tercero, y para
aquellos casos, la ley establece un procedimiento especial, que recibe el nombre de
exhibición de documentos, y cuya reglamentación se encuentra en el Art. 349 CPC.

Podemos definir la exhibición de documentos como un procedimiento especial mediante


el cual se logra la exhibición de instrumentos que no están en poder de la parte solicitante,
para ser incorporados como prueba al juicio, y siempre que tengan relación directa con la
cuestión debatida y no revistan el carácter de secretos o confidenciales.

La exhibición se decreta a petición de parte, y el tribunal, para ordenarla debe constatar


la concurrencia de dos requisitos:
• Que los documentos tengan relación directa con la cuestión debatida;
• Que los documentos no revistan el carácter de secretos o confidenciales.
Ambos requisitos son cuestiones de hecho, que aprecia prudencialmente el tribunal (Art.
349 Inc. 1º CPC).

Los documentos cuya exhibición se solicita pueden existir en poder de la otra parte o de
un tercero (Art. 349 Inc. 1º CPC), y naturalmente que si se niega por la contraparte o por
el tercero la existencia de estos documentos en su poder, se habrá suscitado un incidente

79
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

previo, que será necesario resolver a la luz de las pruebas que sobre el particular se
suministren.
Los gastos que la exhibición haga necesarios serán de cuenta del que la solicite, sin
perjuicio de lo que se resuelva sobre el pago de las costas (Art. 349 Inc. 2º CPC).

Ahora bien, la exhibición consiste en mostrar el documento al tribunal y agregar copia


autorizada de él a los autos, pero cuando aquella deba hacerse por un tercero, podrá éste
exigir que en su propia casa u oficina se saque testimonio de los instrumentos por un
ministro de fe (Art. 349 Inc. Final CPC).

Si se rehúsa la exhibición sin justa causa, las sanciones serán diversas según se trate de la
contraparte o de un tercero.
Si la contraparte es la desobediente, incurre en una doble sanción:
• Podrán imponérsele multas que no excedan de dos sueldos vitales, o arrestos hasta
de dos meses, determinados prudencialmente por el tribunal, sin perjuicio de
repetir la orden y el apercibimiento (Art. 349 Inc. 3º CPC, en relación con el Art.
274 CPC);
• Perderá el derecho de hacer valer los documentos cuya exhibición se le ha
ordenado, sin perjuicio de decretarse allanamiento del local donde se encuentre el
documento cuya exhibición se pida, y si se trata de libros mercantiles, de ser
juzgado por los asientos de los libros de su colitigante que estuvieren arreglados,
sin admitírsele prueba en contrario (Art. 349 Inc. 3º CPC, en relación con los
Arts. 276- 277 CPC y el Art. 33 CdC).

Si el desobediente es un tercero, sólo podrá apremiársele con multas o arrestos en la


forma ya señalada (Arts. 349 Inc. 3º y 274 CPC).

Por último, la iniciativa de la prueba instrumental puede corresponderle al propio juez


cuando, puesto el proceso en estado de sentencia, ordene de oficio, para mejor resolver,
la agregación de cualquier documento que estime necesario para esclarecer el derecho de
los litigantes (Art. 159 N°1 CPC).

3) Oportunidad Para Rendir la Prueba Instrumental


Por la importancia de este medio probatorio, el legislador confiere a las partes una amplia
oportunidad para rendirlo.
En efecto, los instrumentos pueden presentarse en cualquier estado del juicio, hasta el
vencimiento del término probatorio en primera instancia, y antes de la vista de la causa
en segunda (Art. 348 Inc. 1º CPC).

En todo caso, la agregación de los documentos que se presenten en segunda instancia no


suspenderá de manera alguna la vista de la causa, pero el tribunal no podrá fallarla sino
después de vencido el término de la citación, cuando haya lugar a ella (Art. 348 Inc. 2º
CPC).
Resuelve así el legislador, de manera práctica, el posible conflicto que pudiera originarse
con la presentación a última hora de documentos en la segunda instancia que exigen,
como se comprende, citación previa, y es que la causa siempre se ve, pero el tribunal no
puede fallarla mientras no venza el plazo de citación.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

4) Instrumentos Extendidos en Lengua Extranjera


Con motivo de su agregación en parte de prueba dentro de un proceso, pueden presentarse
dos situaciones:
• Que la parte acompañe el instrumento y su correspondiente traducción.
En este caso, la traducción valdrá, salvo que la parte contraria exija, dentro de seis
días, que sea revisada por un perito, procediéndose en tal caso a la designación de
dicho perito, a costa del que presentó el documento, sin perjuicio de lo que se
resuelva sobre costas en la sentencia (Art. 347 Inc. 2º CPC);
• Que la parte acompañe el instrumento, pero sin traducción alguna.
En este caso, el tribunal, de oficio, mandará traducir el documento por el perito
que designe, a costa del que lo presentó, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre
costas en la sentencia (Art. 347 Inc. 1º CPC).

B) Los Instrumentos Públicos


1) Aspectos Generales
Hemos dicho que instrumento público o auténtico es el autorizado con las solemnidades
legales por el competente funcionario, pero como, por regla general, esta clase de
instrumentos, por su excepcional importancia, se otorgan en una matriz y en seguida se
da copia de ellos, y además, cuando es necesario utilizarlos en juicio hay que
acompañarlos materialmente, la ley procesal se ha visto en la necesidad de precisar
concretamente qué instrumentos se consideran públicos o auténticos ante los tribunales.

En efecto, se consideran como instrumentos públicos en juicio los documentos originales


o las copias dadas en determinadas condiciones, siempre que en su otorgamiento se hayan
cumplido las disposiciones legales que les confieren este carácter (Art. 342 CPC).

En primer término, decimos que se consideran instrumentos públicos en juicio los


documentos originales (Art. 342 Nº1 CPC).
Ahora bien, el instrumento público puede haberse otorgado en una matriz o protocolo, o
sin ella.
En el primer caso, la matriz o el protocolo será el instrumento original, como por ejemplo,
una escritura pública, mientras que en el segundo caso, el instrumento mismo será el
documento original, como por ejemplo, una boleta de examen.

En segundo término, se consideran instrumentos públicos en juicio las copias de los


documentos originales, y estas copias pueden encontrarse en cuatro situaciones:
• Copias Autorizadas
Conforme al Art. 342 N°2 CPC, se consideran instrumentos públicos en juicio
las copias dadas con los requisitos que las leyes prescriban para que hagan fe
respecto de aquella contra quien se hacen valer.

• Copias Simples
Según dispone el Art. 342 N°3 CPC, se consideran instrumentos públicos en
juicio las copias que, obtenidas sin estos requisitos, no sean objetadas por la parte
contraria dentro de los tres días siguientes a aquel en que se le dio conocimiento
de ellas.
Se trata aquí del caso de las copias simples, o sea, de aquellas que han sido
otorgadas sin autorización de funcionario competente ni con sujeción a las
formalidades legales de rigor.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Si se presenta una copia en estas condiciones, la parte contraria tiene un plazo


fatal de tres días para objetarla como inexacta, y si nada dice, la copia,
sencillamente, se considera como instrumento público dentro del juicio.

• Copias Simples Objetadas


En virtud del Art. 342 N°4 CPC, se consideran instrumentos públicos en juicio
las copias que, objetadas en el caso del número anterior, sean cotejadas y halladas
conformes con sus originales o con otras copias que hagan fe respecto de la parte
contraria.
Se trata de una copia simple que, acompañada a los autos en parte de prueba, es
objetada como inexacta por la contraria.
El cotejo de documentos se puede definir como la comprobación que se hace
judicialmente de una copia simple o autorizada con su original o con otra copia
que haga fe respecto de la parte contraria.
El cotejo debe ser efectuado por el juez, pero la ley lo autoriza para que designe
un ministro de fe para que lo efectúe, como un notario, un receptor, el secretario
del tribunal o el mismo funcionario que haya autorizado la copia presentada en el
juicio (Art. 344 CPC).

• Copias Agregadas por el Tribunal


Según establece el Art. 342 N°5 CPC, se consideran instrumentos públicos en
juicio las copias que el tribunal mande agregar durante el juicio, autorizadas por
su secretario u otro funcionario competente y sacadas de los originales o de copias
que reúnan las condiciones anteriores, esto es, de copias que, objetadas por
inexactas, sean cotejadas y halladas conformes con sus originales o con otras
copias que hagan fe respecto de la parte contraria.
En el fondo, se trata de una medida para mejor resolver, decretada, por lo tanto,
de oficio por el propio tribunal (Art. 159 Nº1º CPC).
También la ley se pone en el caso de que las copias acompañadas sólo contengan
una parte del instrumento original, tratándose, en consecuencia, de copias
incompletas, aunque no inexactas.
En este caso, cualquiera de los interesados en el pleito podrá exigir que se agregue
el todo o parte de lo omitido, a sus expensas, sin perjuicio de lo que se resuelva
sobre pago de costas (Art. 343 CPC).
Será, por consiguiente, necesario cotejar la copia acompañada con el original para
agregar en seguida el todo o parte de lo omitido, operación que, en este caso, por
expresa disposición de la ley, corre a cargo del funcionario que haya autorizado
la copia presentada en el juicio, del secretario del tribunal o de otro ministro de fe
que el tribunal designe (Art. 344 CPC).

• Documentos Electrónicos
Conforme al Art. 342 N°2 CPC, se consideran instrumentos públicos en juicio
los documentos electrónicos suscritos mediante firma electrónica avanzada.
El Art. 2° d) de la Ley N°19.799 define el documento electrónico como toda
representación de un hecho, imagen o idea que sea creada, enviada, comunicada
o recibida por medios electrónicos y almacenada de un modo idóneo para permitir
su uso posterior.
El mismo Art. 2°, en su letra g), define la firma electrónica avanzada como
aquella certificada por un prestador acreditado, que ha sido creada usando medios
que el titular mantiene bajo su exclusivo control, de manera que se vincule

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

únicamente al mismo y a los datos a los que se refiere, permitiendo la detección


posterior de cualquier modificación, verificando la identidad del titular e
impidiendo que desconozca la integridad del documento y su autoría.
Ahora bien, existe también la firma electrónica simple, definida por el Art. 2° f)
como cualquier sonido, símbolo o proceso electrónico que permita al receptor de
un documento electrónico identificar al menos formalmente a su autor.
Esta ley establece el principio de equivalencia funcional, en cuya virtud, los
actos y contratos otorgados o celebrados por personas naturales o jurídicas o por
órganos del Estado, suscritos por medio de firma electrónica, son válidos de la
misma manera, y producen los mismos efectos que los celebrados por escrito y en
soporte papel.
Debemos también tener presente el Art. 4° de la ley, conforme al cual, los
documentos electrónicos que tengan calidad de instrumento público deben
suscribirse mediante firma electrónica avanzada.
La firma electrónica, cualquiera sea su naturaleza, se mirará como firma
manuscrita para todos los efectos legales, aunque esta regla no tiene aplicación
respecto de ciertos actos o contratos celebrados por personas naturales o jurídicas,
que son los siguientes (Art. 3°):
o Aquellos en que la ley exige una solemnidad que no sea susceptible de
cumplirse mediante un documento electrónico;
o Aquellos en que la ley requiera la concurrencia personal de alguna de las
partes;
o Aquellos relativos al derecho de familia.
Asimismo, esta regla general no tiene tampoco aplicación respecto de ciertos
actos, contratos y documentos expedidos por órganos estatales, que son aquellos
en que la Constitución o la ley exijan una solemnidad que no sea susceptible de
cumplirse mediante documento electrónico, y aquellos en que la ley requiera la
concurrencia personal de la autoridad o funcionario que deba intervenir en ellas
(Art. 6°).
Sin perjuicio de lo anterior, los documentos electrónicos que tengan la calidad de
instrumento público deberán suscribirse mediante firma electrónica avanzada
(Art. 4º), y los actos, contratos y documentos de los órganos del Estado, para que
tengan la calidad de instrumento público o surtan los efectos propios de éste,
deberán suscribirse mediante firma electrónica avanzada (Art. 7º Inc. 2º).

2) Instrumentos Públicos Otorgados en el Extranjero


Conforme al Art. 17 CC, la forma de los instrumentos públicos se determina por la ley
del país en que hayan sido otorgados, y su autenticidad se prueba según las reglas del
Código de Procedimiento Civil.
La forma se refiere a las solemnidades externas, y la autenticidad al hecho de haber sido
realmente otorgados y autorizados por las personas y de la manera que en tales
instrumentos se exprese.
Este artículo consagra el conocido principio romano lex locus regit actum y se refiere sólo
a las formalidades de los instrumentos públicos, pero podemos estimar que es una regla
general que rige en todos los casos, tanto a los documentos públicos como a los privados.

De la disposición transcrita resulta que los requisitos que deben concurrir para que tengan
valor en Chile los documentos otorgados en el extranjero son:
• Que la forma de ellos se ajuste a la ley del país donde se otorgó;

83
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Que se acredite su autenticidad, es decir, el hecho de haber sido otorgados


realmente de la manera que en los instrumentos se expresa.

El procedimiento tendiente a obtener la autenticidad de un instrumento público otorgado


en el extranjero toma el nombre de legalización, y a ella se refiere el Art. 345 CPC.
Se entiende que un instrumento público otorgado fuera de Chile está debidamente
legalizado:
• Cuando en ellos consten el carácter público y la verdad de las firmas de las
personas que los han autorizado, atestiguadas ambas circunstancias por los
funcionarios que, según las leyes o la práctica de cada país, deban acreditarlas;
• Cuando la autenticidad de las firmas y el carácter de estos funcionarios se
compruebe en Chile por alguno de los medios siguientes:
o El atestado de un agente diplomático o consular chileno, acreditado en el
país de donde el instrumento procede, y cuya firma se compruebe con el
respectivo certificado del Ministerio de Relaciones Exteriores;
o El atestado de un agente diplomático o consular de una nación amiga
acreditado en el mismo país, a falta de funcionario chileno, certificándose
en este caso la firma por conducto del Ministerio de Relaciones Exteriores
del país a que pertenezca el agente o del ministro diplomático de dicho
país en Chile, y además, por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la
República en ambos casos;
o El atestado del agente diplomático acreditado en Chile por el gobierno del
país en donde se otorgó el instrumento, certificándose su firma por el
Ministerio de Relaciones Exteriores de la República.
En consecuencia, los procedimientos de legalización antes señalados son esencialmente
administrativos, por lo que no requieren como formalidad una orden judicial previa, y se
componen de dos etapas o partes.
La primera, destinada a hacer constar en el instrumento mismo el carácter público y la
verdad de las firmas de las personas que aparecen autorizándolo, y la segunda, en cambio,
a hacer constar también en el instrumento el carácter público y la verdad de las firmas de
los funcionarios que aparecen atestiguando las dos primeras circunstancias.

La primera etapa escapa, pues, a nuestro legislador, y se rige por las leyes o las prácticas
del país en donde se ha otorgado el documento público que se trata de legalizar, y la
segunda, por el contrario, cae de lleno en el ámbito de nuestra legislación, o sea, del
precepto procesal civil que estamos analizando.
Tampoco puede afirmarse que la primera etapa se desarrolle exclusivamente en el
extranjero y la segunda en Chile, pues si bien esto es efectivo en cuanto a la primera etapa,
la segunda, en cambio, se cumple, por regla general, parte en el extranjero y parte en
nuestro país.

Cabe señalar, no obstante todo lo anterior, que determinados instrumentos públicos, si


bien han sido otorgados fuera de Chile, no necesitan de los trámites de la legalización
para ser acompañados válidamente en juicio.
Nos referimos a los instrumentos que pueden otorgar nuestros agentes diplomáticos o
consulares en el extranjero destinados a producir efectos en Chile.
En efecto, los procedimientos de legalización antes señalados no se avienen con esta clase
de instrumentos, puesto que hay que eliminar la primera etapa en la cual intervienen
funcionarios extranjeros, y la segunda, de observarse, aparece redundante, ya que un
cónsul chileno es tan funcionario público como puede serlo un notario.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Además de todo lo anterior, debemos agregar que con la reforma de la Ley N°20.711 se
agregó un mecanismo bastante más sencillo que los anteriores, contemplado en el actual
Art. 345 bis CPC, y que toma el nombre de apostilla.

La apostilla consiste en una certificación única que permite legalizar documentos


públicos para que sean válidos tanto en Chile como en el extranjero.

En virtud del Art. 345 bis CPC, los instrumentos públicos otorgados en un Estado Parte
de la Convención de La Haya que Suprime la Exigencia de Legalización de Documentos
Públicos Extranjeros, no deberán ser sometidos al procedimiento de legalización, si
respecto de éstos se ha otorgado apostillas por la autoridad designada por el Estado de
que dimana dicho instrumento.

Las certificaciones oficiales que hayan sido asentadas sobre documentos privados, tales
como menciones de registro, comprobaciones para la certeza de una fecha y
autenticaciones de firmas, podrán presentarse legalizadas o con apostillas otorgadas, con
arreglo al artículo precedente y a éste, respectivamente.
Pero en estos casos, la legalización o apostilla sólo acreditará la autenticidad de la
certificación, sin otorgar al instrumento el carácter de público.

Según lo dispuesto por la Convención, no podrán otorgarse apostillas respecto de los


documentos expedidos por agentes diplomáticos o consulares y los documentos
administrativos que se refieren directamente a una operación mercantil o aduanera.

3) Forma de Acompañar los Instrumentos Públicos en Juicio


Los instrumentos públicos acompañados por las partes al proceso, cualquiera que sea su
naturaleza, deben agregarse con citación de la contraparte.
Dentro de este plazo de citación, que es de tres días fatales, la parte en contra de quien se
hace valer el documento puede formular las observaciones que crea convenientes en
apoyo de sus derechos.
Si el instrumento no se acompaña con citación, y el juez, en su proveído, tampoco la da,
no puede considerarse en la sentencia, pues si el juez lo hace, incurre en un vicio de
casación en la forma, y la sentencia que dicte puede ser anulada (Art. 768 Nº9 CPC, en
relación con el Art. 795 Nº5 CPC).
Sin embargo, la Corte Suprema ha estimado que no es suficiente para constituir causal de
casación en la forma la falta de citación al mandarse agregar unos documentos, si se
notificó a la parte contraria la providencia recaída en el escrito con que se acompañaron
y ésta se impuso de ellos, observando que eran ineficaces para el objeto con que se
presentaron, con lo cual quedó subsanada la omisión de la citación.

Respecto de los documentos electrónicos, el Art. 348 bis CPC establece la forma en
que deben ser acompañados, señalando que, presentado un documento electrónico, el
Tribunal citará para el sexto día a todas las partes a una audiencia de percepción
documental, y en caso de no contar con los medios técnicos electrónicos necesarios para
su adecuada percepción, apercibirá a la parte que presentó el documento con tenerlo por
no presentado de no concurrir a la audiencia con dichos medios.
Tratándose de documentos que no puedan ser transportados al tribunal, la audiencia
tendrá lugar donde éstos se encuentren, a costa de la parte que los presente.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En caso que el documento sea objetado, en conformidad con las reglas generales, el
Tribunal podrá ordenar una prueba complementaria de autenticidad, a costa de la parte
que formula la impugnación, sin perjuicio de lo que se resuelva sobre pago de costas.
El resultado de la prueba complementaria de autenticidad será suficiente para tener por
reconocido o por objetado el instrumento, según corresponda.

4) Valor Probatorio de los Instrumentos Públicos


Con el valor probatorio de los instrumentos públicos nos referimos al grado de verdad
que se desprende de los mismos, cuando han sido acompañados como prueba en juicio.
El Art. 1700 CC distingue, por un lado, entre las partes y los terceros, y por otro lado, en
cuanto al otorgamiento del instrumento, a su fecha y a la verdad de las declaraciones que
contiene, y pasamos a analizar cada uno de estos aspectos.

En primer lugar, respecto del otorgamiento del instrumento público, el Art. 1700 CC
dispone que el instrumento público hace plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado,
lo cual se entiende tanto respecto de las partes como de terceros, y comprende dos
aspectos:
• El hecho de haber sido realmente otorgado el instrumento público por las personas
que aparecen compareciendo en él;
• El hecho de haber sido realmente autorizado por la persona que actúa de ministro
de fe, y de la manera que se expresa en el instrumento.

En segundo lugar, respecto de la fecha del instrumento público, se desprende del Art.
1700 CC que el instrumento público hace plena fe en cuanto a su fecha.

En tercer lugar, respecto de las declaraciones contenidas en el instrumento público,


debemos distinguir entre las declaraciones del funcionario que autoriza el instrumento y
las declaraciones de las partes.
Las declaraciones del funcionario producen plena fe en cuanto se refieran a:
• Hechos suyos propios;
• Hechos que, no siendo suyos propios, percibió por sus sentidos;
• Hechos que ha comprobado por los medios que la propia ley le suministra.

Luego, respecto de las declaraciones de las partes, debemos distinguir entre el valor que
tienen tales declaraciones entre las partes y respecto de terceros.
Además, debemos distinguir entre los distintos tipos de declaraciones, que pueden ser
dispositivas, enunciativas o enunciativas directamente relacionadas con las dispositivas.

Respecto del valor probatorio entre las partes de las declaraciones efectuadas por
ellas, el instrumento hace plena fe en cuanto al hecho de haberse formulado, así como
también produce plena prueba de la verdad de una declaración, pero sólo en contra de la
parte que efectuó tal declaración.
En cuanto al valor probatorio respecto de terceros de las declaraciones efectuadas
por las partes, las declaraciones hacen plena fe respecto de su otorgamiento y de su
fecha, así como del hecho de haberse efectuado, pero respecto de la veracidad de las
declaraciones, el Art. 1700 CC establece que el instrumento público sólo hace plena fe
contra los declarantes, de lo cual se desprende que no podrían hacer plena fe tales
declaraciones en contra de terceros.
Sin embargo, esto no es así en la práctica, ya que al igual que ocurre entre las partes, las
declaraciones se presumen verdaderas respecto de terceros, dado que de otra forma no

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

podría jamás probarse ante aquellos la existencia del acto o contrato que da cuenta de un
instrumento público.
Así, por aplicación del principio de normalidad, las declaraciones también se presumen
verdaderas respecto de terceros, aunque éstos pueden impugnar la verdad de las
declaraciones mediante otra plena prueba, destruyendo la presunción de sinceridad.

Por otra parte, es necesario distinguir según el tipo de declaración de que se trate.
Las declaraciones dispositivas son aquellas que expresan el consentimiento y
especifican el objeto sobre el que éste recae, refiriéndose a los elementos del acto jurídico,
tanto esenciales como de la naturaleza o accidentales.
Las declaraciones enunciativas son aquellas que no constituyen el objeto del acto
jurídico, sino que en ellas las partes relatan de forma enunciativa hechos o actos jurídicos
complementarios.
Todo lo que hemos dicho respecto del valor probatorio de las declaraciones efectuadas
por las partes se refiere a las declaraciones dispositivas, que son las únicas que se
presumen verdaderas y hacen plena fe entre las partes y respecto de terceros.
No se presume la veracidad de las declaraciones enunciativas, sino que sólo hacen plena
fe respecto del hecho de haberse formulado.
Sin embargo, tienen algún mérito probatorio ya que pueden ser tenidas como una
confesión extrajudicial en contra de la parte que las emite, lo cual sirve, a su vez, como
base para una presunción judicial.
En contra de terceros, la declaración enunciativa no constituye sino un testimonio
irregular, prestado fuera de juicio y que carece, por tanto, de mérito probatorio, aunque
podría aceptarse como antecedente de una presunción.

Ahora bien, existen ciertas declaraciones enunciativas que la ley asimila a las dispositivas,
al tener relación directa con éstas.
Conforme al Art. 1706 CC, el instrumento público o privado hace fe entre las partes, aun
en lo meramente enunciativo, con tal que tenga relación directa con lo dispositivo del acto
o contrato.
Hablamos por lo tanto de declaraciones enunciativas directamente relacionadas con
las dispositivas.

Cabe destacar que el valor probatorio de los instrumentos públicos es el mismo,


tratándose del original como de una copia legalmente autorizada por un funcionario
competente, y son competentes para dar copias los funcionarios que autorizaron el
original, así como también otros facultados por la ley, como los archiveros judiciales.

Respecto del valor probatorio de los documentos electrónicos, debemos atender los
Arts. 4° y 5° N°1 de la Ley N°19.799, conforme a los cuales, los documentos electrónicos
que tengan la calidad de instrumento público deben suscribirse mediante firma electrónica
avanzada, y en el evento de presentarse en juicio y hacerse valer como medio de prueba,
harán plena prueba de acuerdo con las reglas generales.

5) Impugnación de los Instrumentos Públicos


Los instrumentos públicos pierden su eficacia probatoria por medio de la impugnación,
entendida como el empleo de los procedimientos señalados por la ley para privar a un
instrumento público de la fuerza probatoria asignada por la misma.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Las causales de impugnación del instrumento público son las siguientes:


• Impugnación por Vía de Nulidad
La nulidad del instrumento público es una sanción en que se incurre cuando a éste
le falta alguno de los requisitos que las leyes prescriben para el valor del
instrumento público.
La nulidad puede producirse por causa del funcionario que intervino en el
otorgamiento o por la omisión de determinadas formalidades legales (Art. 1701
Inc. 2° CC).
La nulidad por causa del funcionario autorizante ocurre cuando éste no tiene
competencia material o territorial, así como también cuando la ley le prohíbe
actuar, o cuando no sea realmente funcionario público, como si fuera nulo el
nombramiento.
Si el nombramiento fue nulo, también son nulos los instrumentos autorizados por
el funcionario, salvo que se trate de un funcionario aparente, caso en el cual sus
actuaciones son válidas por aplicación del principio del error común.
Los hechos que motivan la nulidad, en cualquier caso, pueden ser probados por
cualquier medio probatorio, incluso por testigos, ya que las limitaciones a la
prueba testimonial se refieren a la prueba de actos y contratos, y en este caso lo
que debe probarse son hechos materiales que conducen a establecer la nulidad del
instrumento.
Pueden alegar la nulidad del instrumento público tanto las partes que intervienen
en su otorgamiento como los terceros.
Es necesario dejar en claro que la nulidad del instrumento público no siempre
significa la nulidad del acto o contrato que en él se contiene, siendo una cosa
enteramente independiente de la otra, a menos que el instrumento público, cuya
nulidad se ha pedido y declarado, sea solemnidad ad solemnitatem del acto o
contrato de que da fe (Art. 1701 Inc. 2º CC).

• Impugnación por Falta de Autenticidad o Falsedad Material


La falsedad material del instrumento público es sinónimo de falta de autenticidad
del mismo, y un instrumento público no es auténtico cuando no ha sido realmente
otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en él se expresan.
Ahora bien, pueden impugnar el instrumento público por falta de autenticidad
tanto las partes como los terceros, y para acreditar su fundamento, podrán valerse
de todos los medios probatorios, sin limitación alguna, pues se trata de acreditar
hechos materiales, y no la existencia o modificación de actos jurídicos.
Confirma lo anterior el Art. 355 CPC, conforme al cual, en el incidente sobre
autenticidad de un instrumento o sobre suplantaciones hechas en él, se admitirán
como medios probatorios tanto el cotejo de que tratan los cinco artículos
precedentes como los que las leyes autoricen para la prueba del fraude.
En la apreciación de los diversos medios de prueba opuestos al mérito de un
instrumento, el tribunal se sujetará a las reglas generales consignadas en el título
XI del Libro II, y especialmente a las establecidas en el párrafo 8° del mismo
título.
En otras palabras, cada medio probatorio destinado a demostrar la falta de
autenticidad del instrumento público tendrá el valor que la ley asigna a cada uno
de ellos en particular, y en caso de contradicción, y a falta de ley que resuelva el
conflicto, los tribunales preferirán el que crean más conforme con la verdad (Art.
428 CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Pero si la impugnación versa sobre una escritura pública, y su falta de autenticidad


se desea probar por medio de prueba testimonial, se requiere la concurrencia de
cinco testigos que reúnan las condiciones expresadas en la regla 2ª del Art. 384
CPC (dos o más testigos contestes en el hecho y en sus circunstancias esenciales,
sin tacha, legalmente examinados, y que den razón de sus dichos) que acrediten
que la parte que se dice haber asistido personalmente al otorgamiento, o el
escribano, o alguno de los testigos instrumentales, ha fallecido con anterioridad o
ha permanecido fuera del lugar en el día del otorgamiento y en los sesenta días
subsiguientes (Art. 429 Inc. 1º CPC).
Sin embargo, esta prueba queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la
apreciará según las reglas de la sana crítica, y su objetivo preciso debe tender
exclusivamente a acreditar la falta de autenticidad de la escritura misma, pero no
la de las declaraciones consignadas en una escritura pública auténtica (Art. 429
Inc. 2º-3º CPC).

• Impugnación por la Falsedad Ideológica del Instrumento


Con la falsedad ideológica nos referimos a la insinceridad o falta de verdad de las
declaraciones que en él se contienen, situación totalmente distinta a las anteriores.
El instrumento es válido, ya que ha sido otorgado ante funcionario competente y
con observancia de las formalidades legales, y es además auténtico, dado que ha
sido realmente otorgado y autorizado por las personas y de la manera que en él se
expresan, pero las partes han faltado a la verdad en lo que se respecta a las
declaraciones que en ese instrumento se consignan.
Respecto de los terceros, éstos podrán, lógicamente, impugnar el instrumento por
esta causal, y podrán valerse de todos los medios probatorios que la ley contempla
para acreditar la inexactitud o falta de verdad de un hecho.
Sin embargo, la situación es distinta respecto de las partes que han intervenido en
el otorgamiento del instrumento público, en el cual han estampado determinadas
declaraciones que posteriormente pretenden destruir como inexactas o falsas.
En materia comercial, encontramos un esbozo de este derecho que tendrían las
partes para impugnar la verdad de las declaraciones contenidas en un instrumento
público, al permitir a los juzgados de comercio, atendidas las circunstancias de la
causa, que reciban prueba testimonial, aun cuando altere o adicione el contenido
de una escritura pública (Art. 129 CdC).
En materia penal tampoco se ve inconveniente para que esta impugnación sea
admitida, ya que se trata de una simulación, y para acreditarla, el tribunal y las
partes podrán valerse de cualquier medio probatorio, pues no hay limitación legal.
El problema se complica en materia civil, y la doctrina y jurisprudencia nacionales
se hallan divididas sobre el particular.
Una teoría sostiene que el instrumento público hace plena fe en cuanto a la verdad
de las declaraciones que en él hayan hecho los interesados (Art. 1700 CC) y que,
por consiguiente, los declarantes no pueden posteriormente pretender impugnar el
instrumento en cuanto a la verdad de esas declaraciones.
Una segunda teoría, que cuenta con cierto respaldo jurisprudencial, argumenta en
cambio que tal prueba es admisible, pues la ley no prohíbe que una prueba plena,
como es la emanada de un instrumento público, pueda ser destruida por otra plena
prueba, como sería la que fluye de una confesión judicial.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

6) Formas de Impugnar los Instrumentos Públicos


Todo instrumento público lleva en sí el sello de su autenticidad, y por consiguiente, la
parte que se sirve de él en juicio se limitará a acompañarlo como medio probatorio de la
manera y en la oportunidad que ya conocemos.
Será, en cambio, la contraparte la llamada a impugnarlo, sosteniendo su nulidad, o su falta
de autenticidad, o la falsedad en sus declaraciones, para restarle así todo mérito o valor
probatorio.

Ahora bien, esta manera de impugnar un instrumento público en juicio puede revestir dos
formas:
• Impugnación por Vía Principal
Se impugna un instrumento público por vía principal cuando el objeto del pleito
versa sobre la validez o nulidad del dicho instrumento, sobre la autenticidad o
falsedad del mismo, o sobre la verdad o inexactitud de las declaraciones que en él
se contienen.
El juicio podrá ser de naturaleza civil o penal, y estas peticiones se formularán
como acción o como excepción, y será la sentencia definitiva la llamada a resolver
tales cuestiones. En caso de falsedad ideológica, se ejercerá esta vía mediante la
acción de simulación.

• Impugnación por Vía Incidental


Por el contrario, se impugna un instrumento público por vía incidental cuando,
acompañado en parte de prueba dentro de un juicio, la contraparte, en el término
de citación, le resta mérito probatorio, y sólo tiene lugar cuando la impugnación
se funda en la falta de autenticidad del documento.
En consecuencia, se habrá suscitado un incidente dentro del pleito, el cual será
fallado en un auto o en una sentencia interlocutoria, que declarará si el referido
instrumento tiene o no el mérito probatorio que pretende la parte que lo ha
presentado.

C) Instrumentos Privados
1) Concepto
Instrumento privado es todo escrito que da constancia de un hecho y que ha sido otorgado
sin formalidad o solemnidad alguna, siendo lo importante en esta clase de instrumentos
que dejen testimonio de un hecho.
La ley no sujeta a los instrumentos privados a formalidad alguna, por lo que pueden o no
estar firmados por las partes, y pueden, incluso, omitir el lugar y la fecha en que han sido
otorgados.
Es también indiferente que emanen de las propias partes litigantes o de terceros, y el
medio que ha servido para su confección, esto es, manuscritos, mecanografiados,
impresos, etc.

2) Reconocimiento de los Instrumentos Privados


A diferencia de los instrumentos públicos, los privados, por el hecho de ser tales, no llevan
en sí ningún sello de autenticidad, y no demuestran si en realidad han sido otorgados por
las personas a quienes se les atribuyen, ni tampoco tienen fecha cierta de otorgamiento.
Para evitar estos inconvenientes, el legislador acepta que a un instrumento privado se le
tenga por auténtico, siempre que haya sido reconocido, y le asigna fecha cierta en los
casos en que él mismo taxativamente enumera.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Los instrumentos privados se tienen por reconocidos en los siguientes casos:


• Cuando Así lo ha Declarado en el Juicio la Persona a Cuyo Nombre Aparece
Otorgado el Instrumento o la Parte Contra Quien se Hace Valer (Art. 346
Nº1 CPC)
Se trata, como se ve, de un reconocimiento judicial expreso, y puede producirse
este reconocimiento en cualquier estado del juicio y en cualquier trámite,
diligencia o actuación.
La persona a cuyo nombre aparece otorgado el instrumento podrá ser la parte
misma o un tercero, y la parte en contra de la cual se hace valer podrá haberlo
escrito y firmado o no.

• Cuando Igual Declaración se ha Hecho en un Instrumento Público o en Otro


Juicio Diverso (Art. 346 Nº2 CPC)
Es otra forma de reconocimiento expreso, pero extrajudicial, y el
reconocimiento puede haberse efectuado por la persona a cuyo nombre aparece
otorgado el instrumento privado o la parte contra quien se hace valer, y puede
haberse efectuado en un instrumento público o en un juicio diverso.

• Cuando, Puestos en Conocimiento de la Parte Contraria, No se Alega su


Falsedad o Falta de Integridad Dentro de los Seis Días Siguientes a su
Presentación, Debiendo el Tribunal, Para este Efecto, Apercibir a Aquella
Parte con el Reconocimiento Tácito del Instrumento si Nada Expone Dentro
de Dicho Plazo (Art. 346 Nº3 CPC)
Aquí estamos en presencia de un reconocimiento tácito, a diferencia de los
anteriores.
La jurisprudencia entiende que, en este caso, el instrumento privado debe emanar
exclusivamente de la parte en contra de la cual se hace valer, y que no importa si
se encuentra firmado o no, bastando que lo haya escrito.
Se excluyen, por consiguiente, del reconocimiento tácito que estamos analizando,
los instrumentos privados emanados de terceros ajenos al juicio.
La falsedad del instrumento privado puede consistir en la falsificación de la firma
o en la falsificación de su contenido, mientras que la falta de integridad implica
que el documento no se ha presentado completo, esto es, en la forma como
materialmente se otorgó, por lo que son dos causales de impugnación del
instrumento privado completamente distintas.
Para que entre en juego este reconocimiento tácito, es indispensable que el tribunal
aperciba a la parte contra la cual se hace valer el documento con esta verdadera
sanción, a fin de que, en caso de que dentro del término legal, esto es, dentro del
plazo fatal de seis días, nada exprese, se tenga dicho documento como reconocido.
Vencido este término, si nada expresa la parte contraria en cuanto a la falsedad o
falta de integridad del instrumento, a petición de la parte que lo presentó, el
tribunal, en una nueva resolución judicial, deberá declarar que aquélla ha
incurrido en el apercibimiento ordenado y que, por consiguiente, el documento es
auténtico e íntegro.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Cuando se Declare la Autenticidad del Instrumento por Resolución Judicial


(Art. 346 N°4 CPC)
Se trata en este último caso del reconocimiento por declaración judicial del
instrumento privado.
Éste ha sido acompañado de conformidad a lo expresado en el caso anterior, y la
parte a quien va a afectar dicho instrumento, dentro del sexto día, alega su falsedad
o falta de integridad, por cuyo motivo se habrá suscitado el correspondiente
incidente.
El tribunal conferirá traslado a la otra parte del escrito de impugnación del
instrumento, y con lo que esta exponga, o en su rebeldía, lo recibirá a prueba, se
rendirán las pruebas de rigor, y, con el mérito de éstas, se fallará el incidente,
declarándose si el documento privado es o no auténtico.

3) Forma de Acompañar los Instrumentos Privados en Juicio


Si el instrumento privado emana de la parte en contra de la cual se hace valer, sea porque
lo haya firmado o porque lo haya escrito, debe ser acompañado con citación y bajo
apercibimiento de tenerlo por reconocido si no se alega su falsedad o falta de integridad
dentro de dicho plazo, que es de seis días.
Este trámite, al igual que en el caso de los instrumentos públicos, es esencial, tanto en la
primera como en la segunda instancia, en los juicios de menor cuantía, mayor cuantía y
especiales (Arts. 795 Nº5 y 800 Nº2 CPC).
Por regla general, la expresión citación implica que una determinada diligencia no puede
llevarse a efecto sino pasados tres días después de la notificación de la parte contraria, la
cual tendrá derecho a oponerse o deducir observaciones dentro de dicho plazo,
suspendiéndose en tal caso la diligencia hasta que se resuelva el incidente (Art. 69 Inc.
1º CPC).
Aplicada esta expresión a la manera de acompañar un instrumento, significará que la parte
en contra de la cual se hace valer tiene derecho a impugnarlo dentro del término legal,
pero en el caso de los instrumentos privados de que se trata, este término es de seis días
(Art. 346 Nº3 CPC).

Por el contrario, si el instrumento privado emana de una tercera persona, si bien debe
acompañarse con citación, puesto que este trámite o diligencia es esencial para toda clase
de instrumentos sin distinción alguna, el plazo para impugnarlo es el general de toda
citación, o sea, de tres días fatales.
En este caso, no es posible acompañar el instrumento bajo apercibimiento de tenerlo por
reconocido si no se objeta su falsedad o falta de integridad dentro de sexto día, ya que el
documento no emana de la persona en contra de la cual se hace valer y, por consiguiente,
no está en condiciones de pronunciarse sobre su autenticidad e integridad.

La manera, pues, de obtener este reconocimiento no puede ser otra que presentar a ese
tercero como testigo dentro del juicio, a objeto de que deponga sobre la autenticidad e
integridad del instrumento.
En consecuencia, a la postre, un instrumento privado emanado de tercero que se
acompaña en parte de prueba en juicio es sencillamente una declaración testimonial
anticipada y extrajudicial.

En cuanto a los documentos electrónicos, el Art. 348 bis Inc. 5° CPC establece que, en
el caso de documentos electrónicos privados, para los efectos del Art. 346 N°3 CPC, se

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

entenderá que han sido puestos en conocimiento de la parte contraria en la audiencia de


percepción documental.
A su vez, el Art. 348 bis Inc. 6° CPC dispone que en el caso que los documentos
electrónicos acompañados puedan ser percibidos directamente en la carpeta electrónica,
el tribunal podrá omitir la citación a audiencia de percepción, debiéndose entender que
han sido puestos en conocimiento de la parte contraria desde que se notifica la resolución
que los tiene por acompañados bajo el apercibimiento correspondiente.

4) Valor Probatorio del Instrumento Privado


Este documento privado, como se comprende, puede encontrarse en dos situaciones, esto
es, que se tenga por reconocido o que no se tenga por reconocido (Art. 346 CPC).
El instrumento privado que se tiene por reconocido es aquél cuyo reconocimiento puede
ser expreso, tácito o judicial.
De conformidad al Art. 1702 CC, el instrumento privado, reconocido por la parte a quien
se opone, o que se ha mandado tener por reconocido en los casos y con los requisitos
prevenidos por la ley, tiene el valor de escritura pública respecto de los que aparecen o se
reputan haberlo subscrito, y de las personas a quienes se han transferido las obligaciones
y derechos de éstos.

En consecuencia, esta clase de instrumentos, respecto de las partes y de sus sucesores,


hacen plena fe en cuanto al hecho de haberse otorgado, a su fecha, naturalmente si la
tuvieren, y en cuanto a la verdad de las declaraciones que en ellos se contengan (Art.
1700 Inc. 1º CC).

Puede tener interés, respecto de terceros, la fecha de un instrumento privado.


En este caso, dicha fecha se cuenta desde el fallecimiento de alguno de los que lo han
firmado, o desde el día en que ha sido copiado en un registro público, o en que conste
haberse presentado en juicio, o en que haya tomado razón de él o le haya inventariado un
funcionario competente, en el carácter de tal, o desde que haya sido protocolizado (Arts.
1703 CC y 419 COT).

En cambio, el instrumento privado que no ha sido reconocido carece de valor probatorio,


y el tribunal, al ponderarlo en la sentencia definitiva, tendrá que restarle todo mérito,
como si no se hubiere presentado.

Por último, el Art. 5° N°2 de la Ley N°19.799 establece ciertas reglas especiales respecto
de los documentos electrónicos, al disponer que los documentos electrónicos pueden
presentarse en juicio, y en el evento de que se hagan valer como medio de prueba, deben
seguirse las siguientes reglas:
• Los que posean la calidad de instrumento privado, en cuanto hayan sido suscritos
con firma electrónica avanzada, tendrán el mismo valor probatorio que los
documentos electrónicos que posean la calidad de instrumento público;
Sin embargo, no harán fe respecto de su fecha, a menos que ésta conste a través
de un fechado electrónico otorgado por un prestador acreditado;
• En el caso de documentos electrónicos que posean la calidad de instrumento
privado y estén suscritos mediante firma electrónica simple, tendrán el valor
probatorio que corresponda, de acuerdo a las reglas generales.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

5) Impugnación de los Instrumentos Privados


Hemos visto que cuando los instrumentos privados son puestos en conocimiento de la
parte contraria en juicio, ésta puede alegar su falsedad o falta de integridad, y en tal caso,
se habrá planteado un incidente sobre autenticidad o suplantaciones hechas en el referido
instrumento, que el tribunal deberá resolver a la luz de las pruebas que sobre estos
particulares se rindan.

Al efecto, en el incidente sobre autenticidad de un instrumento o sobre suplantaciones


hechas en él, se admitirán como medios probatorios tanto el cotejo de que tratan los Arts.
350-354 CPC como los que las leyes autoricen para la prueba del fraude, y en la
apreciación de los diversos medios de prueba opuestos al mérito de un instrumento, el
tribunal se sujetará a las reglas generales establecidas en el Título XI del Libro II, y en
especial, a las consignadas en el párrafo 8º del referido Título (Art. 355 CPC).

La operación antes aludida toma el nombre de cotejo de letras, para diferenciarla del
cotejo de instrumentos, al cual nos referimos tratándose de los instrumentos públicos, y
puede definirse como aquella diligencia judicial destinada a comprobar si la letra del
documento privado que se pone en duda es la misma que la estampada en un documento
indubitado, esto es, cuya autenticidad no se discute.

En consecuencia, la parte que pide el cotejo debe designar el instrumento o los


instrumentos indubitados con que debe hacerse (Art. 351 CPC).
Si también se discute esto, la ley considera indubitados para el cotejo:
• Los instrumentos que las partes acepten como tales de común acuerdo;
• Los instrumentos públicos no tachados de apócrifos o suplantados;
• Los instrumentos privados cuya letra o firma haya sido reconocida expresamente
en juicio, en instrumento público o en juicio diverso (Art. 352 CPC).

Dado que esta operación es de carácter técnico, ella se lleva a efecto por peritos, que
tendrá que nombrar el tribunal, y quienes procederán con sujeción a lo dispuesto en los
Arts. 417-423 CPC (Art. 350 Inc. 2º CPC).
Sin embargo, el tribunal hará por sí mismo la comprobación o cotejo, después de oír a los
peritos revisores, y no tendrá que sujetarse al dictamen de éstos (Art. 353 CPC).

En cuanto al mérito probatorio del cotejo de letras, no constituye por sí solo prueba
suficiente, pero podrá servir de base para una presunción judicial (Art. 354 CPC).
Es preciso también hacer notar que el cotejo de letras se emplea, además, en el caso de
que se niegue por la parte a quien perjudique o se ponga en duda la autenticidad de
cualquier instrumento público que carezca de matriz (Art. 350 CPC).

11. La Prueba Testimonial


A) Generalidades
1) Concepto
La prueba testimonial se refiere a la prueba de testigos, y consiste en la declaración que
hacen personas extrañas al juicio, las cuales reúnen las condiciones exigidas por la ley, y
que declaran en la forma que ella establece acerca de los hechos sustanciales y pertinentes
controvertidos por las partes.
Este medio probatorio es circunstancial, porque el testigo, al imponerse del hecho de que
se trata, lo hace de una manera accidental, y no con miras a declarar posteriormente,
siendo un medio probatorio indirecto, porque el tribunal aprecia el hecho a través de la

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

percepción de un tercero, y no personalmente, y en fin, produce plena prueba o semiplena


prueba, según el caso.

El legislador, por ser incierta y sospechosa la prueba testimonial, la ha rodeado de una


serie de precauciones, a fin de que ofrezca las mayores garantías posibles de seriedad, ya
que, no obstante lo frecuente de la prueba preconstituida o instrumental, no puede, en la
mayoría de los casos, prescindirse de aquélla.

2) Procedencia
La ley sustantiva se encarga de determinar los casos en que es admisible la prueba
testimonial, mientras que la ley procesal es la llamada a determinar la forma o manera en
que debe rendirse esta prueba.
En principio, la prueba testimonial es admisible para probar cualquier hecho, sea de orden
físico o moral, y sea de aquellos que producen o no consecuencias de orden jurídico, pero
hay una limitación fundamental a dicho principio, consagrada en el Art. 1708 CC,
conforme al cual, no se admitirá prueba de testigos respecto de una obligación que haya
debido consignarse por escrito.
Son obligaciones que han debido consignarse por escrito las que emanan de actos o
contratos que contienen la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades
tributarias (Art. 1709 Inc. 1° CC).
Tampoco es admisible la prueba de testigos en cuanto adicione o altere de modo alguno
lo que se exprese en el acto o contrato, ni sobre lo que se alegue haberse dicho antes, o al
tiempo o después de su otorgamiento, aun cuando en algunas de estas adiciones o
modificaciones se trate de una cosa cuyo valor no alcance la referida suma de dos
unidades tributarias (Art. 1709 Inc. 2º CC).

Es del caso observar que estas limitaciones a la prueba testimonial sólo dicen relación
con los actos o contratos, pero no con las demás fuentes de las obligaciones, aun cuando
éstas sean superiores a dos unidades tributarias, y que, cualquiera que sea el monto de la
obligación, pueden acreditarse por los demás medios probatorios que la ley consagra.

Se exceptúan de las anteriores reglas sobre admisibilidad de la prueba de testigos los casos
en que haya un principio de prueba por escrito, es decir, un acto escrito del demandado o
de su representante, que haga verosímil el hecho litigioso, y en que haya sido imposible
obtener una prueba escrita, y los demás casos expresamente exceptuados en el Código
Civil y en Códigos especiales (Art. 1711 Inc. 1º y 3º CC).
Algunos ejemplos de estas excepciones son:
• El Art. 2175 CC permite que el contrato de comodato se pruebe por testigos,
cualquiera sea el valor de la cosa prestada;
• Conforme al Art. 128 CdC, la prueba de testigos es admisible en negocios
mercantiles, cualquiera que sea la cantidad que importe la obligación que se trate
de probar, salvo los casos en que la ley exija escritura pública.

3) Iniciativa y Oportunidad para Rendir la Prueba Testimonial


Lo normal y corriente es que las partes litigantes sean las que produzcan esta prueba
dentro del pleito, en la oportunidad y forma que la ley procesal establece.
Pero también el tribunal tiene cierta iniciativa en materia de prueba de testigos, y en
efecto, puesto el proceso en estado de sentencia, puede ordenar de oficio, para mejor
resolver, pero dando de ello conocimiento a las partes, la comparecencia de testigos que

95
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

hayan declarado en el juicio, para que aclaren o expliquen sus dichos obscuros o
contradictorios (Art. 159 Nº5 CPC).

Nótese que el tribunal, al decretar esta medida para mejor resolver, no puede ordenar la
comparecencia de nuevos testigos, ni tampoco que los testigos presentados por las partes
depongan sobre hechos nuevo, sino que lo único que puede hacer es ordenar que
concurran los testigos que ya declararon a iniciativa de las partes, para que aclaren o
expliquen sus dichos obscuros o contradictorios.

Acerca de la oportunidad para rendir la prueba testimonial, es necesario distinguir según


se trate de rendir prueba testimonial en primera o segunda instancia.
En primera instancia, esta clase de prueba se rinde dentro del término probatorio (Art.
340 Inc. 1ºCPC), y como dicha disposición legal no distingue, se está refiriendo a toda
clase de término probatorio, esto es, ordinario, extraordinario y especial.
Los plazos que señala el Código de Procedimiento Civil son fatales cualquiera que sea la
forma en que se expresen, salvo aquéllos establecidos para la realización de actuaciones
propias del tribunal, y en consecuencia, la posibilidad de ejercer un derecho o la
oportunidad para ejecutar el acto se extingue al vencimiento del plazo (Art. 64 CPC).
Estos términos son fatales para los efectos de rendir la prueba testimonial, y en
consecuencia, esta clase de prueba, rendida fuera de esos términos, será nula y de ningún
valor.
Sin embargo, y en virtud del Art 340 Inc. 2° CPC, las diligencias iniciadas en tiempo
hábil y no concluidas en él por impedimento cuya remoción no haya dependido de la parte
interesada, podrán practicarse dentro de un breve término que el tribunal señalará, por
una sola vez, para este objeto.
Este derecho no podrá reclamarse sino dentro del término probatorio o de los tres días
siguientes a su vencimiento.

En segunda instancia, en cambio, la prueba testimonial sólo será admisible cuando no se


haya podido rendir en la primera, y acerca de hechos que no figuren en la prueba rendida
y que sean estrictamente necesarios en concepto del tribunal para la acertada resolución
del juicio (Art. 207 CPC).
Como en segunda instancia no existe en realidad un término probatorio, reuniéndose los
requisitos antes indicados, el tribunal decretará prueba testimonial señalando un término
probatorio especial, siempre que, aplicando los principios generales, la causa no se
encuentre en estado de sentencia, o sea, antes de la notificación del decreto autos en
relación (Art. 433 CPC).

B) Los Testigos
1) Concepto y Clasificación
Nuestro Código de Procedimiento Civil, a diferencia de algunas legislaciones procesales
extranjeras, no define a los testigos, pero la doctrina, en cambio, ha formulado diversas
definiciones.
Así, según algunos, los testigos son los terceros o extraños llamados a esclarecer por
medio de sus dichos los hechos controvertidos en el juicio, y según otros, testigos son
aquellas personas extrañas al pleito que declaran acerca de los hechos controvertidos.
Para otros, testigos son personas ajenas al juicio que declaran, bajo juramento y demás
formalidades legales, acerca de la verdad o falsedad de los hechos que en él se
controviertan.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Todas estas definiciones presentan un elemento común, que es que la persona que
desempeña el papel de testigo en juicio es un tercero o extraño al mismo, cuya declaración
está relacionada con los hechos controvertidos por las partes.

Los testigos admiten diversas clasificaciones:


• Según la Forma en que Conocieron de los Hechos
Según la forma como se han impuesto de los hechos, los testigos se clasifican en
presenciales, de oídas e instrumentales.
El Testigo presencial es aquel que ha percibido por sus propios sentidos los
hechos acerca de los cuales declara.
El Testigo de oídas es aquel que relata los hechos sin haberlos percibido, y sólo
conoce de ellos por el dicho de otras personas.
El Testigo instrumental es aquel que ha concurrido en dicha calidad al
otorgamiento del instrumento que deja constancia del hecho de que se trata.
Esta clasificación reviste importancia para los efectos de su diverso valor
probatorio.
• Según su Concordancia con Otros Testigos
Según las circunstancias que rodean al hecho objeto de la prueba, los testigos se
clasifican en contestes y singulares.
Los Testigos contestes son aquellos que están de acuerdo en el hecho y sus
circunstancias esenciales.
Los Testigos singulares, en cambio, son aquellos que, estando de acuerdo en el
hecho, difieren en cuanto a sus circunstancias esenciales.
Esta clasificación también tiene importancia para los efectos de su diverso valor
probatorio.

• Según su Capacidad para Declarar en Juicio


Según su habilidad para declarar en juicio, los testigos se clasifican en hábiles e
inhábiles.
El Testigo hábil es aquel en el cual no concurren determinadas circunstancias
que, en concepto de la ley, hacen sospechosa o ineficaz su declaración.
El Testigo inhábil, en cambio, es aquel en quien concurren determinadas
circunstancias, llamadas tachas, y que hacen que su declaración carezca del
necesario valor legal.
Esta última clasificación, al igual que las anteriores, presenta importancia por el
diverso mérito probatorio que arrojan las declaraciones de uno u otro testigo.

2) Habilidad para Ser Testigo


No basta conocer de los hechos que se debaten en el juicio para declarar como testigo,
siendo necesario, además, tener la habilidad necesaria para desempeñar tal papel.
Habilidad, en concepto del legislador, es sinónimo de capacidad, y no de destreza para
testificar en juicio, y al igual que la capacidad desde el punto de vista del derecho material,
la regla general es la habilidad para ser testigo, y la excepción, su inhabilidad.

Así lo demuestra el Art. 356 CPC, al disponer que es hábil para testificar en juicio toda
persona a quien la ley no declare inhábil, y los Arts. 357 y 358 CPC, que contemplan las
inhabilidades absolutas y relativas para ser testigo.
Estas inhabilidades de los testigos, llamadas también incapacidades, a veces impiden que
una persona que se encuentra en determinadas circunstancias o condiciones pueda

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

declarar en cualquier juicio, y en otras, tal impedimento sólo dice relación con
determinados juicios.
En el primer caso, las inhabilidades reciben el nombre de absolutas y, en el segundo, de
relativas.

La clasificación anterior de las inhabilidades para declarar carece de todo interés práctico,
salvo en cuanto que los tribunales pueden, de oficio, repeler a los testigos que
notoriamente aparezcan comprendidos en alguna causal de inhabilidad absoluta,
impidiéndoles de antemano que declaren, facultad que no pueden ejercitar tratándose de
testigos afectos a causales de inhabilidad relativa (Art. 375 CPC).

Estas inhabilidades para testificar en juicio han sido establecidas por la ley procesal civil
en razón de falta de capacidad del testigo para percibir los hechos sobre los que declara,
en razón de la falta de probidad del testigo, o en razón de la falta de imparcialidad del
testigo, en atención a la existencia de especiales vínculos entre él y la parte cuya
declaración pretende.

El modo de reclamar de las causales de inhabilidad que pueden afectar a los testigos es
mediante la formulación de la tacha respectiva, materia que, por su importancia,
trataremos más adelante, y por separado.
A continuación, en cambio, nos preocuparemos de examinar las causas de inhabilidad de
los testigos, tanto absolutas, como relativas.

3) Inhabilidades Absolutas
Las inhabilidades absolutas son aquellas que impiden que una persona que se encuentra
en determinadas circunstancias o condiciones pueda declarar en cualquier juicio, y se
fundan en la falta de capacidad del testigo para percibir los hechos sobre los que declara,
o en su falta de probidad.
Se encuentran enumeradas taxativamente en el Art. 357 CPC, y son las siguientes:
• Los Menores de 14 Años
Conforme al Art. 357 N°1 CPC, no son hábiles para declarar como testigos los
menores de catorce años, pero se pueden aceptar sus declaraciones sin previo
juramento y estimarse como base para una presunción judicial cuando tengan
discernimiento suficiente.
La habilidad del testigo en razón de su edad, por lo tanto, debe ser juzgada en
relación a la que tenga al momento de declarar, y no a la época en que percibió
los hechos sobre los que declara.
El discernimiento suficiente lo califica el tribunal sin mayores trámites, y en caso
afirmativo, ordenará que se tome declaración al testigo, pero eximiéndolo de la
formalidad previa del juramento.

• Los Interdictos por Demencia


Según dispone el Art. 357 N°2 CPC, no son hábiles para declarar como testigos
los que se hallen en interdicción por causa de demencia.
Se trata aquí de una persona privada de razón por locura o demencia, la cual ha
sido declarada como tal mediante sentencia judicial de interdicción, sea definitiva
o provisoria.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Los que al Declarar o al Verificarse los Hechos de que Declaran se Hallan


Privados de la Razón
En virtud del Art. 357 N°3 CPC, no son hábiles para declarar como testigos los
que al tiempo de declarar, o al de verificarse los hechos sobre que declaran, se
hallen privados de la razón, por ebriedad u otra causa.
Ejemplos de “otra causa” sería el caso del testigo que estuviere bajo los efectos
de un narcótico, o bien, en estado de locura o demencia, pero sin que hubiere sido
declarado en interdicción judicial por tal motivo.

• Los que Carezcan del Sentido Necesario para Percibir los Hechos Declarados
al Tiempo de Verificarse Éstos
Esta inhabilidad está contemplada en el Art. 357 N°4 CPC, y sería, por ejemplo,
el caso de un ciego que pretendiera que vio cuando una persona atropelló en su
automóvil a otra, o de un sordo que pretendiera declarar que oyó cuando una
persona manifestó a otra una cosa.

• Los Sordos o Sordomudos que No Puedan Darse a Entender Claramente


Esta inhabilidad está contemplada en el Art. 357 N°5 CPC, y con anterioridad a
la Ley Nº19.904 de 2003, la inhabilidad era más amplia, extendiéndose a todo
aquel que no fuera capaz de darse a entender por escrito, lo que dejaba en estado
de inhabilidad incluso a aquellos sordomudos que se expresaran en lenguaje de
señas.

• Los que Hayan Sido Cohechados o Hayan Cohechado


En virtud de lo dispuesto en el Art. 357 N°6 CPC, no son hábiles para declarar
como testigos los que en el mismo juicio hayan sido cohechados, o hayan
cohechado o intentado cohechar a otros, aun cuando no se les haya procesado
criminalmente.
Según Escriche, el cohecho es el soborno, seducción o corrupción del juez u otra
persona para que haga lo que se le pide, aunque sea contra la justicia.
Esta tacha se establece en razón de la falta de probidad de la persona que cohecha
o se deja cohechar.

• Los Vagos
Establece el Art. 357 N°7 CPC que no son hábiles para declarar como testigos
los vagos sin ocupación u oficio conocido.
El legislador supone que no se encuentran en condiciones adecuadas de valorizar
la conducta de sus semejantes, y que se hallan expuestos a toda clase de
influencias o presiones destinadas a que tergiversen la verdad de los hechos.

• Los Condenados por Delito


Según dispone el Art. 357 N°8 CPC, no son hábiles para declarar como testigos
los que, en concepto del tribunal sean indignos de fe por haber sido condenados
por delito.
Esta causal es esencialmente prudencial, y queda entregada al sano criterio del
juez.

• Los Jureros
Por último, y conforme al Art. 357 N°9 CPC, no son hábiles para declarar como
testigos los que hagan profesión de testificar en juicio.

99
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

A estos individuos se les llama jureros, y no importa para considerarlos inhábiles


que ejerzan esta actividad por una remuneración o no.

4) Inhabilidades Relativas
Las inhabilidades relativas son aquellas en que el impedimento para declarar que afecta
a una persona sólo dice relación con determinados juicios, y se fundan en la falta de
imparcialidad del testigo por las especiales circunstancias o vínculos que lo unen a la
parte que lo presenta como tal.
Están enumeradas taxativamente por el Art. 358 CPC, y son las siguientes:
• El Cónyuge y los Parientes Legítimos
Conforme al Art. 358 N°1 CPC, son también inhábiles para declarar el cónyuge
y los parientes legítimos hasta el cuarto grado de consanguineidad y segundo de
afinidad de la parte que los presenta como testigos.
Se trata de vínculos familiares tan estrechos que, evidentemente, hacen perder al
testigo la imparcialidad necesaria para declarar, y de allí que el legislador presuma
que faltarán a la verdad, con tal de no perjudicar a la parte que los presenta.
• Los Parientes Ilegítimos
En virtud del Art. 358 N°2 CPC, son también inhábiles para declarar los
ascendientes, descendientes y hermanos ilegítimos, cuando haya reconocimiento
del parentesco que produzca efectos civiles respecto de la parte que solicite su
declaración.
Tanto el N°1 como el N°2 del Art. 358 CPC, aun cuando mantienen su texto
original, deben ser interpretados a la luz del régimen de filiación establecido por
la Ley N°19.585 de 1998, que distingue únicamente entre filiación matrimonial y
extramatrimonial, y que no distingue en el tratamiento legal que deben recibir los
parientes.

• Los Pupilos por Sus Guardadores y Viceversa


El Art. 358 N°3 CPC establece esta inhabilidad porque considera que los vínculos
existentes entre el guardador y su pupilo son tan estrechos como los vínculos de
orden familiar.

• Los Criados Domésticos o Dependientes de la Parte que los Presente


Esta inhabilidad se encuentra establecida por el Art. 358 N°4 CPC.
Se entiende por dependiente, para estos efectos, el que presta habitualmente
servicios retribuidos al que lo haya presentado como testigo, aunque no viva en
su casa.
Actualmente debe entenderse que son los trabajadores de casa particular.

• Los Trabajadores y Labradores Dependientes


Según dispone el Art. 358 N°5 CPC, no son hábiles para declarar en juicio los
trabajadores y labradores dependientes de la persona que exige su testimonio.
Se entiende por labradores a los trabajadores agrícolas, y la Comisión Revisora
del Proyecto de 1893 dejó constancia en actas de que esta tacha procede no sólo
respecto de los dependientes de una persona natural, sino también de las personas
jurídicas.

100
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Los que Carezcan de Imparcialidad


Conforme al Art. 358 N°6 CPC, no son hábiles para declarar en juicio los que, a
juicio del tribunal, carezcan de la imparcialidad necesaria para declarar, por tener
en el pleito interés directo o indirecto.
Esta causal de inhabilidad, esencialmente relativa, queda entregada al sano criterio
del tribunal.

• Amigos y Enemigos
En virtud del Art. 358 N°7 CPC, son inhábiles para declarar en juicio los que
tengan íntima amistad con la persona que los presenta, o enemistad respecto de la
persona contra quien declaren.
La amistad o enemistad deberán ser manifestadas por hechos graves, que el
tribunal calificará según las circunstancias.
Esta tacha tendrá, por lo tanto, que fundarse circunstanciadamente, a objeto de
poner al tribunal en las condiciones legales adecuadas para juzgarla.

Conforme al Art. 358 Inc. Final CPC, las inhabilidades relativas antes mencionadas no
podrán hacerse valer cuando la parte a cuyo favor se hallan establecidas presente como
testigos a las mismas personas a quienes podrían aplicarse dichas tachas.
Estamos en presencia de una verdadera compensación de tachas, como si el demandante
presentara como testigo a un íntimo amigo, en circunstancias de que esta persona también
es íntima amiga del demandado, y en tal caso, no podría este último tachar al testigo
presentado por el primero.

5) Obligaciones de los Testigos


Toda persona, cualquiera que sea su estado o profesión, está obligada a declarar y a
concurrir a la audiencia que el tribunal señale con este objeto (Art. 359 Inc. 1º CPC).
A su vez, el falso testimonio en causa civil se castiga con presidio menor en su grado
medio y multa de 11-20 UTM, y si el valor de la demanda no excediere de 4, las penas
serán de presidio menor en su grado mínimo y multa de 6-10 UTM (Art. 209 CP).

En consecuencia, de conformidad a los preceptos legales antes indicados y al orden lógico


de los conceptos, sobre los testigos pesa una triple obligación, que consiste en concurrir
a declarar, a declarar y a decir la verdad.
Estas obligaciones constituyen verdaderas cargas o deberes cívicos, y han sido
establecidas por razones de conveniencia pública y común.

A continuación, examinaremos cada una de estas obligaciones en particular.


La obligación de concurrir a declarar implica para el testigo el deber de asistir en
persona a la audiencia que el tribunal señale con este objeto.
Esta asistencia podrá efectuarse por el conocimiento extraoficial que tenga el testigo de
que ha sido presentado como tal o por conocimiento oficial, esto es, mediante citación
legalmente practicada.
Más adelante veremos en qué consiste esta citación, la forma de practicarla y las sanciones
en que puede incurrir el testigo en el caso que la desobedezca.
La parte litigante que presenta a un testigo, y que exige su comparecencia a declarar, ha
de tener buen cuidado de que esta declaración sea útil, ya que cuando se exija la
comparecencia de un testigo a sabiendas de que es inútil su declaración, podrá imponer
el tribunal a la parte que la haya exigido una multa de un décimo a medio sueldo vital
(Art. 359 Inc. 2º CPC).

101
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Sin embargo, hay personas que no están obligadas a concurrir a la audiencia que el
tribunal señale para que presten declaración, no obstante que sobre ellas siempre pesan
las obligaciones de declarar y de decir la verdad, señaladas en el Art. 361 CPC.
Estas personas son:
• El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los Senadores y Diputados,
los Subsecretarios; los Intendentes Regionales, los Gobernadores y los Alcaldes,
dentro del territorio de su jurisdicción; los jefes superiores de Servicios, los
miembros de la Corte Suprema o de alguna Corte de Apelaciones, los Fiscales de
estos Tribunales, los Jueces Letrados, los Oficiales Generales en servicio activo o
en retiro, los Oficiales Superiores y los Oficiales Jefes; el Arzobispo y los
Obispos, los Vicarios Generales, los Provisores, los Vicarios y Provicarios
Capitulares; y los Párrocos, dentro del territorio de la Parroquia a su cargo;
• Los religiosos, incluso los novicios;
• Las mujeres, siempre que por su estado o posición no puedan concurrir sin grave
molestia;
• Los que por enfermedad u otro impedimento, calificado por el tribunal, se hallen
en la imposibilidad de hacerlo.

Ahora bien, aunque estas personas no están obligadas a comparecer a la audiencia, sigue
pesando sobre ellas la obligación de declarar y decir la verdad, y para este efecto, dentro
del tercer día hábil siguiente a su notificación, estas personas propondrán al tribunal el
lugar y la fecha, comprendida dentro del término probatorio, de realización de la
audiencia respectiva.
El juez los fijará sin más trámite si el interesado así no lo hiciere, ni comunicare su
renuncia al derecho que le confiere el Art. 361 CPC.
Con todo, los miembros y fiscales judiciales de las Cortes y los jueces letrados que ejerzan
sus funciones en el asiento de éstas, no declararán sin previo permiso de la Corte Suprema,
tratándose de algún miembro fiscal de este tribunal, o de la respectiva Corte de
Apelaciones en los demás casos.
Este permiso se concederá siempre que no parezca que sólo se trata de establecer, respecto
del juez o fiscal presentado como testigo, una causa de recusación.

En segundo lugar, la obligación de declarar implica el deber que pesa sobre todo testigo
de responder a las preguntas que se le hagan en la audiencia de prueba respectiva, y previa
observancia de las formalidades legales.
Si el testigo ignora el hecho acerca del cual se le interroga, bastará con que exprese esta
circunstancia, y se entenderá que ha cumplido con la obligación antes señalada.

Sin embargo, hay personas que no están obligadas a declarar, no obstante que sobre ellas
pesa la obligación de concurrir a la audiencia de prueba respectiva, y están señaladas en
el Art. 360 CPC.
Estas personas son:
• Los eclesiásticos, abogados, escribanos, procuradores, médicos y matronas, sobre
hechos que se les hayan comunicado confidencialmente con ocasión de su estado,
profesión u oficio (Art. 360 Nº1 CPC).
Este precepto contempla el llamado “secreto profesional”, cuya infracción, fuera
de las sanciones de orden ético o gremial que pueden recaer sobre el infractor,
también lo hace incurrir en responsabilidad penal.
En efecto, los que ejerciendo alguna de las profesiones que requieren título
profesional, revelen los secretos que por razón de ella se les hubieren confiado,

102
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

incurrirán en las penas de reclusión menor en sus grados mínimo a medio y multa
de seis a diez unidades tributarias mensuales (Art. 247 CP);
• Las personas expresadas en los números 1º, 2º y 3º del Art. 358 CPC, o sea, el
cónyuge y los parientes legítimos hasta el cuarto grado de consanguinidad y
segundo de afinidad con la parte que los presente como testigos, los ascendientes,
descendientes y hermanos ilegítimos, cuando haya reconocimiento del parentesco
que produzca efectos civiles respecto de la parte que solicita su declaración, y los
pupilos por sus guardadores y viceversa (Art. 360 Nº2 CPC).
La razón de ser de este precepto es evitar a dichas personas la incómoda situación
moral en que pueden hallarse al declarar bajo juramento y verse, por tanto, en la
necesidad de decir la verdad, perjudicando así los intereses de sus propios
familiares;
• Los que son interrogados acerca de hechos que afecten al honor del testigo o de
las personas mencionadas en el número anterior, o que importen un delito de que
pueda ser criminalmente responsable el declarante o cualquiera de las personas
referidas (Art. 360 Nº3 CPC).

Cuando una persona comparece a la audiencia, pero se niega a declarar sin justa causa, la
sanción puede ser tanto civil como penal.
La sanción civil consiste en que podrá ser mantenida en arresto hasta que preste su
declaración, y será aplicada por el juez civil que está conociendo del respectivo juicio en
que debió prestarse la declaración.
La sanción penal consiste en multa de una a cuatro unidades tributarias mensuales, esto
es, incurrirá el testigo infractor en una falta, cuya pena le será aplicada por el juez en lo
penal, previa la sustanciación del proceso respectivo (Art. 494 Nº12 CP).

Existen personas que no están obligadas a declarar ni a concurrir a la audiencia judicial.


Es el caso de los chilenos o extranjeros que gocen en el país de inmunidad diplomática,
en conformidad a los tratados vigentes sobre la materia.
En estos casos, dichas personas declararán por informe, si consintieran en ello
voluntariamente.
Para tal efecto, se les dirigirá un oficio respetuoso, por medio del Ministerio respectivo.

La tercera obligación que pesa sobre los testigos es la de decir la verdad.


No se encuentra consagrada en un texto legal expreso dentro de la ley procesal civil, pero
es elemental, y ella se deduce del principio de la buena fe que debe imperar en toda
actuación judicial.
Su infracción implica cometer el delito de falso testimonio en causa civil, previsto y
sancionado, como ya lo habíamos indicado en el Art. 209 CP.

6) Derechos de los Testigos


Como una compensación a las obligaciones antes señaladas que pesan sobre los testigos,
la ley les reconoce el derecho para reclamar de la persona que los presenta a declarar el
abono de los gastos que les imponga su comparecencia.
En caso de desacuerdo, estos gastos son regulados por el tribunal sin forma de juicio y
sin ulterior recurso, y se entenderá renunciado el derecho para reclamar el abono de estos
gastos si no se ejerce en el plazo de veinte días, contados desde la fecha en que se prestó
la declaración (Art. 381 CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Forma de Producir la Prueba Testimonial


1) Presentación de la Minuta de Puntos de Prueba y la Nómina de Testigos
Según dispone el Art. 320 CPC, la parte litigante que desee rendir prueba testimonial en
juicio, dentro de los cinco días siguientes a la última notificación de la resolución que
recibió la causa a prueba, cuando no se haya pedido reposición de dicha resolución, y en
el caso contrario, dentro de los cinco días siguientes a la notificación por el estado diario
de la resolución que se pronuncie sobre la última solicitud de reposición, deberá:
• Presentar una minuta de los puntos sobre que piense rendir prueba de testigos,
enumerados y especificados con claridad y precisión;
• Acompañar también una nómina de los testigos de que piensa valerse, con
expresión del nombre y apellido, domicilio y profesión u oficio, debiendo
contener la indicación del domicilio los datos necesarios, a juicio del tribunal, para
establecer la identificación del testigo.

El cumplimiento de estas dos obligaciones está destinado a preparar la prueba testimonial,


permitiendo a la contraparte constatar si concurren o no las inhabilidades que pudiera
hacer valer y formular las tachas que le sean aplicables.
La minuta de puntos de prueba consiste en un conjunto de preguntas, debidamente
enumeradas y especificadas, las cuales deben redactarse en forma tal que constituyan un
desarrollo de los hechos substanciales y pertinentes controvertidos señalados por el
tribunal.
Su finalidad es la de facilitar el examen posterior de los testigos, a cuyo tenor deben ser
interrogados.

Se ha resuelto por nuestros tribunales que la omisión de la presentación de la minuta de


puntos de prueba implica la renuncia de la parte litigante a una facilidad que le otorga la
ley, establecida en su propio beneficio, y que, por consiguiente, en tal caso, sus testigos
pueden ser interrogados al tenor de los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos
señalados por el tribunal en la resolución que recibió a prueba la causa.

La nómina de testigos, en cambio, como su nombre lo indica, es una lista que contiene
el nombre y apellido, el domicilio y la profesión u oficio de las personas cuya declaración
se desea.
En conformidad al Art. 372 Inc. 1° CPC, sólo serán admitidos a declarar hasta seis
testigos, por cada parte, sobre cada uno de los hechos que deban acreditarse.
Si no se presenta la nómina de testigos, la sanción no puede ser otra que la de verse
privada la parte del derecho a rendir prueba testimonial, pues sólo se examinarán los
testigos que figuren en dicha nómina (Art. 372 Inc. 2º CPC).
Podrá, con todo, el tribunal admitir otros testigos en casos muy calificados, y jurando la
parte que no tuvo conocimiento de ellos al tiempo de formar la nómina aludida (Art. 372
Inc. 2º CPC).

Estas dos obligaciones deben cumplirse dentro de un mismo término de cinco días, que
es de carácter fatal por ser un término establecido para las partes en el Código de
Procedimiento Civil.
La manera de computarlo dependerá de la circunstancia de si la resolución que recibe la
causa a prueba es o no objeto de recursos de reposición.
En el primer caso, el plazo se cuenta desde la notificación por el estado de la resolución
que se pronuncie sobre la última solicitud de reposición, y en el segundo, desde la última
notificación por cédula de la resolución que recibió la causa a prueba.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

2) Tribunal Ante el Cual se Rinde la Prueba Testimonial


En principio, la prueba testimonial se rinde ante el mismo tribunal que conoce del pleito,
pero si han de declarar testigos que residan fuera del territorio jurisdiccional en que se
sigue el juicio, se practicará su examen por el tribunal que corresponda, a quien se remitirá
copia de los puntos de prueba fijados (Art. 371 Inc. 1º CPC).
Por consiguiente, la residencia del testigo viene a determinar el tribunal llamado a
intervenir en la práctica de este medio probatorio, y si el testigo reside fuera del territorio
jurisdiccional en que se sigue el juicio, no hay más camino que valerse de la jurisdicción
delegada, esto es, el tribunal de la residencia del testigo intervendrá en la respectiva
diligencia por encargo o delegación del que está conociendo del juicio.

La comunicación que será necesario enviar al tribunal de la residencia del testigo deberá
contener los puntos de prueba fijados por el tribunal, como igualmente la personería de
los encargados de representar a las partes en esta diligencia de prueba (Art. 371 CPC).
En la práctica, dicha comunicación o exhorto contiene, además, la minuta de puntos de
prueba, la lista de testigos presentada por las partes y las correspondientes notificaciones
de la resolución que recibió la causa a prueba, todo ello para su mejor cumplimiento.

3) Fijación de Audiencias de Prueba


En su oportunidad, manifestamos que el término de prueba estaba destinado
particularmente a la recepción de la prueba testimonial, pero como éste tiene una duración
ordinaria de veinte días, será necesario que el tribunal designe dentro de este plazo qué
días estarán destinados a la recepción de la prueba testimonial ofrecida.
A este respecto, el tribunal, atendido el número de testigos y el de los puntos de prueba,
señalará una o más audiencias para el examen de los que se encuentren en el territorio
jurisdiccional (Art. 369 Inc. 1º CPC).

Estas audiencias se señalan fijando el día y la hora correspondiente, y dicha labor la podrá
cumplir el tribunal en la misma resolución que recibe la causa a prueba o en una
resolución posterior, a solicitud de parte interesada.

En cuanto al tribunal exhortado, o sea, en caso de residir los testigos en un territorio


jurisdiccional diferente a aquél en que se sigue el juicio, señalará estas audiencias de
prueba al ordenar el cumplimiento de dicho exhorto, o bien, a solicitud posterior del
encargado respectivo.

Cualquiera que sea el tribunal de que se trate, lo cierto es que al señalar las audiencias de
prueba deberá procurar, en cuanto sea posible, que todos los testigos de cada parte sean
examinados en la misma audiencia.
De ahí que, en la práctica, generalmente se fija una o más audiencias para el demandante,
y una o más para el demandado.

4) Citación de los Testigos


Una vez fijadas las correspondientes audiencias de prueba, será necesario ponerlas en
conocimiento de los testigos para que cumplan con sus obligaciones, en especial, con la
de comparecer a declarar.
Este conocimiento puede dárseles a los testigos extraoficialmente o en forma judicial.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La manera de poner en conocimiento de un testigo el señalamiento de la respectiva


audiencia de prueba, a objeto de que concurra a ella a prestar la correspondiente
declaración, es mediante su citación.
Citar, por consiguiente, a un testigo, es poner en su conocimiento que ha sido presentado
en juicio en tal carácter, y el señalamiento de la audiencia de prueba a la cual debe
concurrir a declarar.
Esta citación la practica el ministro de fe, o sea, el receptor, previa petición de parte
interesada y resolución del tribunal que así lo ordene (Art. 380 Inc. 1º CPC).

Esta citación reviste la forma de una notificación personal o por cédula, por tratarse de
terceros extraños al juicio, y debe contener la indicación del juicio en que debe prestarse
y la declaración y el día y la hora de la comparecencia (Arts. 56 y 380 Inc. 1º CPC).

Ahora bien, el testigo que, legalmente citado, no comparezca, podrá ser compelido por
medio de la fuerza ante el tribunal que haya expedido la citación, a menos que compruebe
que ha estado en imposibilidad de concurrir (Art. 380 Inc. 2º CPC), todo lo cual se
entiende sin perjuicio de la responsabilidad penal que pueda afectar al testigo rebelde
(Art. 380 Inc. 4º CPC).
Se trata de una falta sancionada, al igual que el caso del testigo que se niega a prestar
declaración sin justa causa, en el Art. 494 Nº12 CP.

5) Examen de los Testigos


Las reglas que señalaremos a continuación, acerca del examen de los testigos, se aplican
tanto a los que declaran ante el mismo tribunal que está conociendo del juicio como a los
que lo hacen en el lugar que hayan propuesto de acuerdo a lo señalado en el Art. 361
CPC.

Estas reglas se pueden sintetizar en la forma siguiente:


• Antes de examinar a cada testigo se le hará prestar juramento al tenor de la fórmula
siguiente: “¿Juráis por Dios decir verdad acerca de lo que se os va a
preguntar?”. El interrogado responderá: “Sí juro”, conforme a lo dispuesto en el
Art. 62 CPC (Art. 363 CPC).
El juramento es una formalidad esencial de la prueba testimonial, de suerte que su
omisión está sancionada con la nulidad de la diligencia misma.
En la práctica, los jueces toman el juramento a los testigos en conjunto;
• Los testigos de cada parte serán examinados separada y sucesivamente,
principiando por los del demandante, sin que puedan unos presenciar las
declaraciones de los otros.
El tribunal adoptará las medidas conducentes para evitar que los testigos que
vayan declarando puedan comunicarse con los que no hayan prestado declaración
(Art. 364 CPC).
• Los testigos serán interrogados personalmente por el juez, y si el tribunal es
colegiado, por uno de sus ministros a presencia de las partes y de sus abogados, si
concurren al acto.
Las preguntas versarán sobre los datos necesarios para establecer si existen causas
que inhabiliten al testigo para declarar, y sobre los puntos de prueba que se hayan
fijado.
Podrá también el tribunal exigir que los testigos rectifiquen, esclarezcan o
precisen las aseveraciones hechas (Art. 365 CPC);

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Cada parte tendrá derecho para dirigir, por medio del juez, las interrogaciones que
estime conducentes, con el objeto de establecer las causales de inhabilidad legal
que puedan oponerse a los testigos, y de que éstos rectifiquen, esclarezcan o
precisen los hechos sobre los cuales se invoca su testimonio.
En caso de desacuerdo entre las partes sobre la conducencia de las preguntas,
resolverá el tribunal, y su fallo será apelable en el sólo efecto devolutivo (Art. 366
CPC);
• Los testigos deben responder de una manera clara y precisa a las preguntas que se
les hagan, expresando la causa por qué afirman los hechos aseverados, y no se les
permitirá llevar escrita su declaración (Art. 367 CPC);
• La declaración constituye un solo acto que no puede interrumpirse sino por causas
graves y urgentes, y procurará también el tribunal, en cuanto sea posible, que
todos los testigos de cada parte sean examinados en la misma audiencia (Arts.
368 y 369 Inc. 2º CPC);
• Serán admitidos a declarar solamente hasta seis testigos, por cada parte, sobre
cada uno de los hechos que deban acreditarse (Art. 372 Inc. 1º CPC).
Este precepto ofrece la duda acerca de si se refiere a los hechos señalados por el
tribunal o a los que señalan las partes en sus minutas de puntos de prueba
respectivas.
Según Rodríguez Papic, se refiere a los hechos señalados por el tribunal en la
resolución que recibe la causa a prueba, con lo cual concuerda Casarino;
• Si algún testigo no entiende o no habla castellano, será examinado por medio de
intérprete (Art. 382 CPC).

6) Acta de la Prueba Testimonial


Una vez que presta declaración el testigo, su declaración se consigna por escrito, o sea,
en un acta que deja constancia fehaciente de la diligencia que se ha llevado a cabo.
Al consignarse las declaraciones por escrito, deben conservarse, en cuanto sea posible,
las expresiones de que se haya valido el testigo, reducidas al menor número de palabras.
Después de leídas por el receptor en alta voz y ratificadas por el testigo, serán firmadas
por el juez, el declarante, si sabe, y las partes, si también saben y se hallan presentes,
autorizándolas un receptor, que servirá también como actuario en las incidencias que
ocurran durante la audiencia de prueba (Art. 370 CPC).

Esta disposición hace aplicación de la regla general consignada en el Art. 61 CPC, en


cuanto exige que de toda actuación deberá dejarse testimonio escrito en el proceso con
las formalidades que allí mismo se señalan, y revela, al mismo tiempo, que el actuario en
la prueba testimonial, a diferencia de las demás actuaciones en que interviene el
secretario, es el receptor, de suerte que su autorización o firma es también esencial para
la validez de la respectiva diligencia.

A modo de resumen de todo lo anterior, la forma de producir la prueba testimonial en


juicio es un tanto compleja, e implica el cumplimiento de diversas formalidades anteriores
a la declaración, en el momento de prestar la declaración misma y posteriores a ella.

Las formalidades anteriores a la declaración testimonial son:


• Presentación de minuta de puntos de prueba y de nómina o lista de testigos;
• Fijación de las audiencias de prueba;
• Citación o medidas de apremio en contra de los testigos;
• Prestación del juramento.

107
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En cambio, las formalidades a observar en el momento mismo de prestar la declaración


son las que hemos señalado anteriormente en cuanto a quién interroga a los testigos, al
tenor de qué, etc.

Las formalidades posteriores a la declaración se reducen a consignar por escrito las


declaraciones.

D) Las Tachas
1) Concepto
Las tachas son los medios o la forma de hacer efectivas las inhabilidades establecidas por
la ley procesal, y que conducen, al ser aceptadas, a desestimar las declaraciones de los
testigos en juicio.

Las tachas, como se comprende, se oponen respecto del testigo que se encuentra afecto a
alguna causal de inhabilidad legal para declarar en juicio, y por la parte en contra de la
cual va a prestar declaración.

2) Oportunidad Para Oponer Tachas y Forma de Hacerlas Valer


La ley hace una distinción respecto de la oportunidad para oponer tachas, según si se trata
de aquellos testigos que figuran en la nómina que debe presentarse en la oportunidad
señalada en el Art. 320 CPC, o de aquellos testigos que puede admitir el tribunal, en
casos muy calificados, y jurando la parte que no tuvo conocimiento de ellos al momento
de formar la nómina antes indicada.

Respecto de los primeros, la tacha se formula antes de que presten su declaración, es


decir, en el lapso comprendido entre la presentación de la nómina o lista de testigos y el
juramento del testigo, pues esta última actuación no constituye su declaración, sino una
formalidad previa a ella.
En la práctica, la tacha se formula respecto de estos testigos, verbalmente, en la
correspondiente audiencia de prueba, después de prestado el juramento de rigor y antes
de iniciarse el examen o interrogatorio del testigo.

En cuanto a los segundos, por la premura con que son presentados por la parte respectiva,
se pueden tachar al igual que los anteriores, es decir, antes que presten su declaración,
pero además, la ley señala un plazo de gracia o extraordinario, esto es, dentro de los tres
días subsiguientes al examen de estos testigos.

Ahora bien, si la parte en cuyo favor se han establecido las tachas no las opone en las
oportunidades legales antes señaladas, se entiende que se ha extinguido su derecho, y en
consecuencia, que las declaraciones de los testigos afectos a inhabilidad deben valorizarse
al igual que si se tratare de testigos sin tachas.

Sólo se admitirán las tachas que se funden en alguna de las inhabilidades mencionadas en
los Arts. 357 y 358 CPC, y con tal que se expresen con la claridad y especificación
necesarias para que puedan ser fácilmente comprendidas (Art. 373 Inc. 2º CPC).
Por consiguiente, para que una tacha sea admitida a tramitación, requiere fundarse en
causa legal y ser expresada con la claridad y especificación necesarias para que puedan
fácilmente ser comprendidas.
Lo primero, desde el momento en que la institución de las tachas es de excepción, y sólo
puede existir en los casos en que la ley expresamente la consagra, y lo segundo, a fin de

108
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

que no exista la menor duda acerca de los fundamentos de hecho en que la tacha se basa,
y poner así también a la contraparte en condiciones adecuadas para rebatirla, y al tribunal
para fallarla.
Si al formularse la tacha el oponente no cumple con los dos requisitos legales señalados,
el tribunal podrá negarse a admitirla a tramitación y desecharla desde luego.

3) Efectos de la Oposición de las Tachas


Una vez opuesta la tacha, la parte que presenta al testigo tachado tiene dos caminos o
actitudes que asumir:
• Pedir que se omita su declaración y que se reemplace por la de otro testigo hábil
de los que figuran en la nómina respectiva (Art. 374 CPC);
• Dejar que el testigo declare, pues la tacha opuesta no obsta a su examen (Art. 375
Inc. 1º CPC).

La primera actitud está condicionada a la circunstancia de que se disponga de otros


testigos hábiles y que figuren en la nómina respectiva, y de allí que en su confección se
aconseja hacer figurar el mayor número posible de testigos, para precaverse de las
eventuales tachas, teniendo siempre en consideración el límite de seis testigos por cada
punto de prueba.

La parte que presenta al testigo que ha sido tachado dejará que siempre preste declaración,
cuando tenga la certeza de que la tacha es imaginaria, o que ella no podrá probarse en la
oportunidad legal debida.
Sin embargo, no hay que olvidar que los tribunales podrán repeler a los testigos que
notoriamente aparezcan comprendidos en alguna causal de inhabilidad absoluta, lo que
deberá hacer el tribunal de oficio (Art. 365 CPC) o a petición de parte (Art. 366 CPC).

4) Tramitación, Prueba y Fallo de las Tachas


Dado que las tachas son cuestiones accesorias al juicio que requieren especial
pronunciamiento del tribunal, son verdaderos incidentes, y como no tienen una
tramitación especial, salvo determinados preceptos que más adelante indicaremos, es del
caso darles la tramitación de los incidentes ordinarios.
En consecuencia, opuesta la tacha, será necesario oír a la parte que ha presentado el testigo
tachado para que exponga lo conveniente a su derecho, confiriéndosele el correspondiente
traslado.
También se oirá al mismo testigo sobre el fundamento de la tacha opuesta, lo que deberá
hacer el tribunal de oficio (Art. 365 CPC) o a petición de parte (Art. 366 CPC).

Con lo que la parte que lo presentó exponga, o en su rebeldía, el tribunal recibirá la tacha
a prueba cuando lo estime necesario para resolver el juicio (Art. 376 CPC).
Por consiguiente, la recepción de la tacha a prueba, a diferencia de lo que acontece en un
incidente ordinario, es algo que queda entregado por completo a la discreción del tribunal,
y por lo mismo, las resoluciones que ordenan recibir prueba sobre las tachas opuestas son
inapelables (Art. 379 Inc. 1º CPC).

La prueba de tachas se rinde dentro del término concedido para la cuestión principal, pero
si está vencido, o lo que de él reste no sea suficiente, se ampliará para el solo efecto de
rendir la prueba de tachas hasta completar diez días, pudiendo, además, solicitarse el
aumento extraordinario que concede el Art. 329 CPC en los casos a que él se refiere
(Art. 376 CPC).

109
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En lo demás, son aplicables a la prueba de tachas las disposiciones que reglamentan la


prueba de la cuestión principal (Art. 377 CPC).

Puede acontecer que los testigos presentados para probar la existencia de la tacha sean, a
su vez, inhábiles para declarar, y se formule en contra de ellos la tacha respectiva.
Se trata aquí de un caso de tachas de tachas, y en este evento, no se admitirá prueba de
testigos para inhabilitar a los que hayan declarado sobre las tachas deducidas, lo cual no
obsta para que el tribunal acepte otros medios probatorios, sin abrir término especial, y
tome en cuenta las incapacidades que contra los mismos testigos aparezcan en el proceso
(Art. 378 CPC).

Por último, la legalidad de las tachas y su comprobación serán apreciadas y resueltas en


la sentencia definitiva (Art. 379 Inc. 2º CPC), y si ella omite el fallo de las tachas, no
habrá decidido el asunto controvertido, puesto que él está constituido no solamente por
las acciones y excepciones deducidas por las partes en tiempo y forma, sino además, por
todas aquellas cuestiones accesorias que se dejaron para ser resueltas en definitiva, y será
nula por no haber sido extendida en conformidad a la ley, esto es, por falta de decisión de
la cuestión controvertida.

E) Valor Probatorio de la Prueba Testimonial


1) Aspectos Generales
El valor probatorio de la prueba testimonial es el mérito que la ley le asigna en relación a
los hechos controvertidos del pleito, y que han constituido su objeto.
Estas normas forman parte de aquel conjunto de preceptos legales que llamamos, en su
oportunidad, como normas reguladoras de la prueba, y el legislador, al enunciarlas, ha
partido de ciertos distingos previos.

En efecto, para determinar el valor probatorio de una declaración testimonial, será


necesario distinguir si se está frente a testigos de oídas o presenciales, y además, en este
último caso, si las declaraciones son o no contradictorias.
Aún más, habrá que analizar si la declaración testimonial emana de un menor de catorce
años, y si tiene o no discernimiento suficiente.

2) Testimonios de Oídas
Los testimonios de oídas emanan de testigos que relatan los hechos que no han percibido
por sus propios sentidos, y que sólo conocen por el dicho de otras personas (Art. 383 Inc.
1º CPC).
El valor probatorio de esta clase de declaraciones consiste en que únicamente pueden
estimarse como base de una presunción judicial (Art. 383 Inc. 1º CPC).
Sin embargo, es válido el testimonio de oídas cuando el testigo se refiere a lo que oyó
decir a alguna de las partes, en cuanto de este modo se explica o esclarece el hecho de
que se trata (Art. 383 Inc. 2º CPC).

En consecuencia, tratándose del testigo de oídas, es necesario que relate haber escuchado
un hecho controvertido en la causa, y que exprese, además, concretamente, cuál es la
persona que le ha servido de fuente de información, a objeto de que el tribunal, a su vez,
quede en condiciones adecuadas de poder valorar su testimonio.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

3) Testimonios Presenciales
A diferencia de los anteriores, los testimonios presenciales emanan de testigos que relatan
los hechos por haberlos percibido por sus propios sentidos, y por tal motivo, es lógico
deducir que su fuerza probatoria ha de ser también mayor que la de aquéllos.

Sobre el particular, existen dos reglas fundamentales:


• La declaración de un testigo imparcial y verídico constituye una presunción
judicial, cuyo mérito probatorio será apreciado en conformidad al Art. 426 CPC
(Art. 384 Nº1 CPC).
Dado que, de conformidad a este último precepto, una sola presunción judicial
puede constituir plena prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga caracteres de
gravedad y precisión suficientes para formar su convencimiento, quiere decir que
esa sola declaración testimonial puede llegar a constituir plena prueba;
• La declaración de dos o más testigos contestes en el hecho y en sus circunstancias
esenciales, sin tacha, legalmente examinados y que den razón de sus dichos, podrá
constituir prueba plena cuando no haya sido desvirtuada por otra prueba en
contrario (Art. 384 Nº2 CPC).
Esta “otra prueba” debe referirse a los demás medios probatorios, pues, si fuere
testimonial, estaríamos dentro del problema de las declaraciones testimoniales
contradictorias, al cual nos referiremos a continuación.

4) Testimonios Contradictorios
Se trata del caso de declaraciones testimoniales de una parte que aparecen contradichas
por las declaraciones testimoniales de la otra parte, situación frente a la cual el legislador
formula diversas reglas:
• Cuando las declaraciones de los testigos de una parte sean contradictorias con las
de los testigos de la otra, tendrán por cierto lo que declaren aquellos que, aun
siendo en menor número, parezca que dicen la verdad por estar mejor instruidos
de los hechos, o por ser de mejor fama, más imparciales y verídicos, o por hallarse
más conformes en sus declaraciones con otras pruebas del proceso (Art. 384 Nº3
CPC);
• Cuando los testigos de una y otra parte reúnan iguales condiciones de ciencia, de
imparcialidad y de veracidad, tendrán por cierto lo que declare el mayor número
(Art. 384 Nº4 CPC);
• Cuando los testigos de una y otra parte sean iguales en circunstancias y en número,
de tal modo que la sana razón no pueda inclinarse a dar más crédito a los unos que
a los otros, tendrán igualmente por no probado el hecho (Art. 384 Nº5 CPC);
• Cuando sean contradictorias las declaraciones de los testigos de una misma parte,
las que favorezcan a la parte contraria se considerarán presentadas por ésta,
apreciándose el mérito probatorio de todas ellas en conformidad a las reglas
precedentes (Art 384, Nº6 CPC).

5) Testimonio de los Menores de Catorce Años


Recordemos, por último, que no son hábiles para declarar como testigos los menores de
catorce años, pero que podrán aceptarse sus declaraciones sin previo juramento, y
estimarse como base para una presunción judicial, cuando tengan discernimiento
suficiente (Art. 357 Nº1 CPC).
En consecuencia, el mérito probatorio de una declaración testimonial como esta queda
entregado al criterio del tribunal desde un doble punto de vista, es decir, en cuanto al

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

grado de discernimiento que se supone en el testigo y en cuanto a si dicha declaración


cabe o no para ser considerada como base para una presunción judicial.

12. La Prueba Confesional


A) Generalidades
1) Concepto y Características
La prueba confesional es la que se produce en virtud de la confesión de parte, y se entiende
por tal aquel medio probatorio consistente en el reconocimiento que una persona hace de
la verdad de un hecho, susceptible de producir consecuencias jurídicas en su contra.
Se trata de un medio probatorio circunstancial, al igual que la prueba de testigos, pues
generalmente se produce en juicio, y una vez que éste se ha originado.
Difiere, no obstante, de la prueba testimonial, en que mientras ésta emana de un tercero,
llamado testigo, la prueba confesional surge de las propias partes litigantes.

La confesión ocupa entre los medios de prueba un lugar preferente, y ha sido considerada
siempre como la prueba más completa, suficiente por sí sola para dar por acreditados los
hechos confesados por las partes.

Las características más sobresalientes que presenta la confesión de parte son:


• Es un medio probatorio del que pueden valerse las partes en juicio, o sea, un
elemento destinado a formar en el juez la convicción acerca de los hechos que se
controvierten, pero excepcionalmente, también reviste el carácter de medida
prejudicial destinada a preparar la entrada al juicio (Arts. 273 Nº1, 284 y 288
CPC) y de gestión preparatoria del juicio ejecutivo tendiente a procurar un título
con dicha fuerza (Arts. 434 Nº5º y 435 CPC);
• Es un medio probatorio del que se valen las partes de propia iniciativa, tanto
demandante como demandado. El primero, con el objeto de acreditar los
fundamentos de su acción, y el segundo, a fin de probar los fundamentos de su
excepción.
Pero también puede provocar este medio probatorio el juez, exigiendo confesión
judicial de cualquiera de las partes sobre hechos que considere de influencia en la
cuestión y que no resulten probados, o sea, de oficio y como medida para mejor
resolver (Art. 159 Nº2 CPC);
• Es un reconocimiento o declaración de voluntad, el cual, jurídicamente, reviste el
carácter de unilateral, ya que no necesita de la aceptación de la parte contraria, y
en cuanto a su forma, puede ser expreso o tácito, según las condiciones en que se
ha efectuado;
• Se produce, generalmente, en juicio, y es por ello que, si bien el Art. 341 CPC
enumera entre los medios de prueba de que puede hacerse uso en juicio la
confesión de parte, más adelante, reglamentando la manera de obtenerla en los
Arts. 385 y ss. CPC la llama “confesión en juicio”.
Excepcionalmente, la confesión de parte puede prestarse fuera de juicio, o sea, en
forma extrajudicial, cuyo valor probatorio también considera la ley;
• Es, por último, un reconocimiento o declaración de voluntad que produce
consecuencias jurídicas en contra del confesante, porque este medio probatorio
jamás lo favorece a él, sino a la parte que pidió o se vale de la confesión.
Es indivisible, porque la confesión, por regla general, no puede dividirse en
perjuicio del confesante, e irrevocable, porque la confesión, también por regla
general, una vez prestada, es inamovible.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

2) Requisitos de Validez de la Confesión


En consideración de Casarino, los requisitos de validez de la confesión, entendidos como
los elementos necesarios para que este medio probatorio produzca los efectos legales que
le son propios, son los siguientes:
• Que Verse Sobre Hechos Pertenecientes al Juicio Mismo
Según dispone el Art. 385 CPC, fuera de los casos expresamente previstos por la
ley, todo litigante está obligado a declarar, bajo juramento, contestada que sea la
demanda, sobre hechos pertenecientes al mismo juicio, cuando así lo exija el
contendor o lo decrete el tribunal, en conformidad al Art. 159 CPC.
Ya que la confesión de parte es un medio probatorio, debe versar, naturalmente,
sobre hechos, ya que sabemos que el Derecho no requiere, por regla general, de
prueba.
Estos hechos deben pertenecer al juicio mismo, de suerte que bien podemos decir
que deben corresponder a los hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos
contenidos en el mismo.
Los hechos objeto de la confesión, en principio, deben ser personales del
confesante, pero la ley permite que la confesión recaiga también sobre hechos no
personales, aunque estos hechos deben ser perjudiciales para el confesante.

• Que el Confesante sea Capaz


La ley no fija en forma expresa la capacidad requerida por el confesante para que
su confesión tenga valor jurídico, y al efecto, es preciso remitirse a los principios
generales que informan la materia.
En primer lugar, es indudable que sólo puede prestarla quien tiene capacidad para
actuar personalmente en el juicio, ya que, en caso contrario, le corresponderá
hacerlo a sus representantes legales, pero dentro de los límites de sus facultades.
En segundo lugar, la capacidad procesal no es otra cosa que la capacidad para
contratar que regula la legislación sustantiva, y por lo tanto, sólo puede confesar
válidamente en juicio quien tiene capacidad para obligarse.
Se ha discutido acerca de si el representante legal o el mandatario pueden
excusarse de prestar confesión bajo el pretexto de que el acto excede los límites
de su representación.
La doctrina se ha uniformado en el sentido de que toda persona que comparezca
en juicio, a su propio nombre o como representante legal de otra, está obligada a
prestar confesión, pero que este medio de prueba surtirá efecto siempre y cuando
el hecho confesado no se traduzca en la prueba de obligaciones que no han podido
ser válidamente contraídas por el respectivo representante legal o mandatario, sea
porque exceden de la órbita de la representación o porque requieren del
cumplimiento previo de determinadas formalidades legales, como una
autorización judicial.

• Que No Exista Disposición Legal que Prohíba este Medio Probatorio o le


Asigne un Valor Distinto al Deseado
La confesión de parte, por regla general, es admisible para probar toda clase de
hechos, salvo los casos legalmente exceptuados, y así se desprende del Art. 1713
CC, al señalar el mérito probatorio de la confesión que alguno hiciere en juicio,
exceptuando los casos que las leyes indiquen, así como también del Art. 385 CPC
antes mencionado, que obliga a al litigante a declarar bajo juramento “fuera de
los casos expresamente previstos por la ley”.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Estos casos de inadmisibilidad de la confesión están contemplados en las leyes, a


veces por vía de prohibición, y a veces asignándole un efecto diverso de aquel
que, en conformidad a las reglas generales, le corresponde.
Un ejemplo de inadmisibilidad por vía de prohibición está en el Art. 157 CC,
conforme al cual, en el juicio de separación de bienes por el mal estado de los
negocios del marido, la confesión de éste no hace prueba.
Un ejemplo de inadmisibilidad por vía de asignarle la ley un efecto diverso al
normal está en el Art. 1133 CC, que dispone que las deudas confesadas en un
testamento y de que, por otra parte, no hubiere un principio de prueba por escrito,
se tendrán por legados gratuitos, y estarán sujetos a las mismas responsabilidades
y deducciones que los legados de esta clase.

• Que la Voluntad del Confesante Esté Exenta de Todo Vicio


Significa que el litigante, al prestar la confesión, debe hacerlo libre de toda
coacción física, con pleno conocimiento de los hechos y sin maquinaciones de la
parte contraria destinadas a arrancar una confesión de forma fraudulenta.
En síntesis, la voluntad del confesante podrá estar viciada por fuerza, error o dolo.
El error está contemplado expresamente en la ley procesal civil, al permitirle al
confesante que retracte su confesión, fundado en error de hecho y justificando esta
circunstancia (Art. 402 Inc. 2º CPC).
En cuanto a la fuerza y el dolo, los aceptamos entre los vicios de la voluntad del
confesante, siempre que se configuren dentro de la teoría general de aquélla como
requisito generador de los actos procesales.

3) Clasificación de la Confesión
La confesión es el medio probatorio que admite mayor número de clasificaciones, pues
son muy variados los puntos de vista desde los cuales pueden éstas efectuarse.
Así, tenemos las siguientes clasificaciones:
• Según el Lugar en que se Presta
Según el lugar en que se presta, la confesión puede ser judicial o extrajudicial,
siendo la primera aquella que se presta dentro del juicio en el cual se invoca, y la
segunda aquella que se presta en un juicio distinto, o bien, fuera de juicio.

• Según su Origen
Según su origen, la confesión se clasifica en espontánea y provocada.
Confesión espontánea o voluntaria es aquella que se presta sin requerimiento de
juez ni de petición contraria.
Confesión provocada, en cambio, es aquella que se presta previo requerimiento
del juez o a petición de la parte interesada, y dentro del mecanismo llamado
absolución de posiciones.

• Según el Modo de Manifestarse


Según el modo de manifestarse, la confesión se clasifica en expresa y tácita.
Confesión expresa es aquella que presta el confesante en términos categóricos y
formales, de suerte que no haya duda en orden a su voluntad e intención.
Confesión tácita, en cambio, es aquella que tiene lugar en los casos expresamente
señalados en la ley, a título de sanción para el litigante rebelde a prestar confesión
expresa.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Según la Forma de Prestarse


Según la forma de prestarse, la confesión se clasifica en verbal y escrita.
Confesión verbal es aquella que se hace de viva voz y en presencia de testigos.
Confesión escrita, en cambio, es aquella que consta de un documento, sea público
o privado.

• Según su Contenido
Según su contenido, la confesión se clasifica en simple, calificada y compleja.
Confesión simple, llamada también pura y simple, es aquella en que se reconoce
el hecho discutido sin agregarle ni modificarle cosa alguna.
Confesión calificada es aquella en que el confesante, fuera de confesar el hecho
discutido, le agrega algo que viene a modificar su naturaleza jurídica.
Confesión compleja es aquella en que el confesante, junto con reconocer el hecho
discutido, le agrega otro u otros hechos distintos del confesado, que vienen a
destruir en todo o en parte los efectos del primero.
Para distinguir entre cada una de estas confesiones, podemos ponernos en el caso
en que el actor sostiene que le prestó $1.000 al demandado y éste no le ha pagado,
para lo cual tenemos las siguientes hipótesis:
o Si el demandado dijera “sí, debo $1.000 al actor”, estaríamos frente a una
confesión simple;
o Si el demandado dijera “recibí $1.000 pesos del actor, pero no a título de
mutuo, sino de donación”, estaríamos frente a una confesión calificada;
o Si el demandado dijera “el demandante me prestó $1.000, pero se los
pagué”, estaríamos frente a una confesión compleja.

• Según sus Efectos


Según sus efectos, la confesión se clasifica en divisible e indivisible.
Confesión divisible es aquella en que pueden separarse los hechos confesados,
tomando los que perjudican al confesante y desechando aquellos que lo favorecen.
Confesión indivisible, en cambio, es aquella que debe aceptarse en su totalidad,
tanto en los aspectos favorables como en los desfavorables para el confesante.

• Según la Iniciativa para Obtener su Producción


Según la iniciativa para obtener su producción, la confesión se clasifica en a
petición de parte y de oficio o como medida para mejor resolver.
La confesión a iniciativa de parte es aquella que se produce por actuación de
cualquiera de los litigantes.
La confesión de oficio, o como medida para mejor resolver, en cambio, como
su nombre lo indica, es aquella que se decreta por el tribunal una vez puesto el
proceso en estado de sentencia.

• Según su Finalidad
Según su finalidad, por último, la confesión se clasifica en medida prejudicial,
medio probatorio y gestión preparatoria de la vía ejecutiva.
La confesión medida prejudicial es aquella destinada a preparar la entrada al
juicio, y que puede pedir el futuro demandante del futuro demandado en los
términos estudiados anteriormente.
La confesión medio probatorio es aquella que se suministra en juicio para
acreditar algún hecho controvertido perteneciente al mismo.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La confesión gestión preparatoria de la vía ejecutiva, como su nombre lo


indica, es aquella que tiene como misión procurar un título ejecutivo con el cual
se pueda accionar posteriormente por esta vía.

B) La Confesión Judicial
1) Concepto y Clases
La confesión judicial, como ya lo expresamos, es aquella que se presta dentro del juicio
en el cual se la invoca.
Puede haberse prestado en el juicio voluntaria o espontáneamente, o bien de manera
provocada.
Se ha prestado voluntariamente por la parte cuando, en cualquiera de sus escritos o
comparecencias verbales, reconoce un hecho de los controvertidos en el juicio que
produce consecuencias jurídicas en su contra.
Esta confesión judicial voluntaria o espontánea no se encuentra regulada especialmente
en la ley, pero su existencia se deduce de lo prescrito en el Art. 313 CPC, y en cuanto a
sus requisitos de validez y efectos, estimamos que se rige por los mismos principios de la
confesión judicial provocada.

Ahora bien, la confesión judicial provocada se obtiene mediante el mecanismo o


procedimiento llamado absolución de posiciones, y según sea la actitud que adopte la
parte que debe prestar la confesión, ésta puede ser expresa o tácita.
En todo caso será escrita, y en atención a su contenido, podrá ser simple, calificada o
compleja, lo que permitirá también deducir si se está en presencia de una confesión
divisible o indivisible, en relación a sus efectos o mérito probatorio.
Además, la confesión judicial provocada puede haberse producido a iniciativa de parte o
de oficio por el tribunal, como medio probatorio o como medida para mejor resolver
dentro del pleito, pero la parte interesada puede también valerse de ella con el objeto de
preparar la entrada al juicio, en forma de medida prejudicial, o bien, para procurarse un
título ejecutivo que le permita posteriormente accionar por esta clase de vía procesal.

De todos estos aspectos que puede presentar la confesión judicial, nos interesa
mayormente la provocada, a petición de parte, como medio probatorio y que se obtiene a
través del procedimiento de absolución de posiciones.
Es la confesión de parte a que se refieren los Arts. 385 y ss. CPC, bajo el Título “De la
confesión en juicio”.

Podemos definir la absolución de posiciones como la confesión judicial provocada por


una de las partes en contra de la otra, acerca de la verdad de los hechos alegados en juicio,
y que perjudica a la parte confesante.

2) Tribunal y Funcionarios Competentes Para Intervenir en la Absolución de


Posiciones
Respecto del tribunal competente para intervenir en la absolución de posiciones, es
necesario distinguir según si el litigante citado a prestar confesión reside o no en el lugar
en que se sigue el juicio, y en este último caso, si la residencia la tiene en la República o
en el extranjero:
• Si el Litigante Reside en el Lugar del Juicio
Si el litigante que debe prestar confesión reside en el lugar en que se sigue el
juicio, será tribunal competente para intervenir en la diligencia respectiva, de
acuerdo a las reglas generales, el mismo que conoce del pleito (Art. 397 CPC)

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Si el Litigante Reside Fuera del Lugar del Juicio, Pero Dentro del País
Si el litigante que debe prestar confesión reside fuera del lugar en que se sigue el
juicio, pero dentro del territorio de la República, será tribunal competente para
intervenir en la diligencia respectiva el del territorio jurisdiccional en que resida
el confesante (Art. 397 CPC).

• Si el Litigante ha Salido del Territorio de la República


Por último, si el litigante que debe prestar confesión ha salido del territorio de la
República, la comparecencia se verificará ante el respectivo agente diplomático o
consular chileno (Art. 397 CPC).
Tanto en este caso como en el anterior, la confesión conserva siempre su carácter
de judicial, a pesar de que no se preste ante el juez que conoce del juicio, pues el
juez de la residencia del confesante, al igual que el respectivo agente diplomático
o consular chileno, actúan por vía de jurisdicción delegada del primero.

En cuanto al funcionario que actúa válidamente en nombre del tribunal competente en la


diligencia de absolución de posiciones respectiva, es necesario también efectuar ciertas
distinciones:
• Si la comparecencia ha de verificarse ante el tribunal que conoce del juicio, o bien,
ante el tribunal de la residencia del confesante, en principio, la diligencia se
practica ante el mismo juez, a menos que la cometa expresamente al secretario o
a otro ministro de fe, y sin perjuicio del derecho de cualquiera de las partes para
pedir que la confesión sea tomada por el mismo juez (Art. 388 CPC);
• Si la comparecencia, en cambio, ha de verificarse ante el tribunal que conoce del
juicio, o bien, ante el tribunal de la residencia del confesante, pero se trata de
personas que están exentas de la obligación de comparecer, la diligencia se
practica en casa de estas últimas en presencia del juez, a menos que la cometa
expresamente en el secretario, y sin perjuicio del derecho de la parte que ha
solicitado la confesión de que ésta sea tomada por el mismo juez (Art. 389 Inc.
2º 4º y 5º CPC);
• Si la comparecencia ha de verificarse ante un tribunal colegiado, la diligencia de
confesión podrá practicarse ante uno solo de sus miembros, comisionado al efecto
(Arts. 325 Inc. 3º y 389 CPC), o bien, ante el secretario o ante otro ministro de
fe, también comisionados al efecto, a menos que cualquiera de las partes pida que
la confesión sea recibida por el mismo tribunal (Art. 388 Inc. 1º y 2º CPC);
• Si la comparecencia, por último, ha de verificarse ante un tribunal colegiado, y se
trata de personas exentas de la obligación de comparecer, se comisionará para esta
diligencia a alguno de los ministros del mismo o al secretario, a menos que la parte
que ha solicitado la confesión pida que se preste ante el tribunal (Art. 389 Inc. 2º
y 5° CPC).

En resumen, si la confesión ha de prestarse ante un tribunal unipersonal o colegiado, o


ante uno de los miembros de este último, interviene en la diligencia, fuera de la persona
del juez o del ministro, un receptor, en calidad de actuario, en vez del secretario, por ser
función de los receptores actuar en las diligencias de absolución de posiciones (Art. 390
Inc. 2º COT).
En cambio, si la diligencia se comete en el secretario o en otro ministro de fe, como serían
el receptor o el notario, por ejemplo, éstos actúan por sí solos, pues es absurdo y
redundante que se les exija que lo hagan asesorados por otro ministro de fe.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Cualquiera de las partes puede solicitar que en la diligencia actúe el tribunal mismo, sin
cometer la diligencia a otro funcionario, cuando ella debe efectuarse mediante
concurrencia del confesante en persona al tribunal.
En cambio, cuando se trata de litigantes que están exentos de la obligación de comparecer,
y en consecuencia, la diligencia deba efectuarse en su casa, solamente puede pedir que
ella no se cometa al secretario la parte que ha solicitado la diligencia.

3) Oportunidad y Veces en que Puede Exigirse la Confesión en Juicio


En principio, la prueba confesional debiera rendirse una vez recibido el juicio a prueba.
Sin embargo, la ley permite que la confesión se exija contestada que sea la demanda (Art.
385 Inc. 1º CPC).
Se practica esta diligencia en cualquier estado del juicio, y sin suspender por ella el
procedimiento, hasta el vencimiento del término probatorio en primera instancia y hasta
antes de la vista de la causa en segunda (Art. 385 Inc. 2º CPC).

Ya que no se suspende el procedimiento, quiere decir que no obstante de hallarse


pendiente la diligencia, el tribunal deberá citar a las partes para oír sentencia, puesto el
proceso en tal estado, prescindiendo de este medio probatorio aún no producido.

Ahora bien, las partes sólo pueden exigir la confesión hasta dos veces en primera instancia
y una vez en segunda, pero si se alegan hechos nuevos durante el juicio, podrá exigirse
una vez más (Art. 385 Inc. 2° CPC).
En resumen, puede llegar a exigirse confesión hasta por tres veces en la primera instancia
y hasta por dos veces en la segunda, pero hasta el vencimiento del término probatorio en
primera instancia y hasta antes de la vista de la causa en segunda.

4) Iniciativa en la Prueba Confesional


Dados los términos del Art. 385 CPC, la iniciativa de la confesión en juicio le
corresponde a las partes o al tribunal.
Cualquiera de las partes puede exigir confesión de la contraria, sea que en el juicio
desempeñe el papel de demandante o de demandado, y sea que en el juicio actúe como
parte directa o como parte indirecta o tercero, y no hay, en realidad, limitaciones al
respecto.
El tribunal tendrá la iniciativa en la prueba confesional en forma de medida para mejor
resolver, y al efecto, prescribe el Art. 159 Nº2 CPC que, puesto el proceso en estado de
sentencia, podrán los tribunales, para mejor resolver, ordenar de oficio, pero dando de
ello conocimiento a las partes, la confesión judicial de cualquiera de las partes sobre
hechos que consideren de influencia en la cuestión y que no resulten probados.

De ahí que se sostenga que el solo hecho de que el tribunal decrete la confesión judicial
como medida para mejor resolver constituye un verdadero prejuzgamiento de su parte en
orden a que determinados hechos no aparecen probados en el proceso, puesto que este
requisito es indispensable para ordenar la práctica de semejante medida.

5) Personas que Deben Prestar Confesión


De los Arts. 385 CPC y 1713 CC, mencionados anteriormente, se desprende con claridad
que están obligadas a prestar confesión en juicio las siguientes personas:
• Las partes, entendiéndose por tales también a los terceros coadyuvantes y
excluyentes, porque en el proceso en que intervienen pasan a tener la calidad de
parte;

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Los representantes legales de las partes cuando éstas no tengan capacidad para
comparecer a nombre propio en juicio;
• El mandatario judicial debidamente autorizado con las facultades del Art. 7° Inc.
2° CPC, y aun cuando no lo esté, puede ser llamado a confesar sobre hechos
personales suyos en el proceso (Art. 396 CPC).
Pero la parte que pone posiciones en juicio tiene el derecho de exigir que éstas
sean absueltas por la parte contraria misma, aunque su apoderado tenga facultades
suficientes para absolverlas y desee hacerlo;
• El procurador de la parte que va a prestar la confesión está obligado a hacer
comparecer a su mandante para absolver posiciones en el término razonable que
el tribunal designe, y bajo el apercibimiento indicado en el Art. 394 CPC, que
consiste en multa y arrestos, y además, en dar por confesados los hechos en el
caso de no comparecencia del mandante (Art. 394 Inc. 1º y 2º CPC).

Por otra parte, hay personas que están exentas de la obligación de comparecer ante el
tribunal a confesar.
En efecto, existe un grupo de personas que, por razones de dignidad del cargo que
desempeñan o de orden físico, el legislador libera de la obligación de comparecer ante el
tribunal a prestar confesión, pero sobre las que siempre pesa la obligación de prestar esta
confesión.
Estas personas prestan confesión, simplemente, trasladándose el juez a casa de ellas, con
el objeto de recibir la declaración, o comisionando para este fin al secretario (Art. 389
Inc. 2º CPC).

Están exentas de comparecer ante el tribunal a prestar confesión judicial las siguientes
personas (Art. 389 CPC):
• El Presidente de la República, los Ministros de Estado, los Senadores y Diputados,
los Intendentes dentro de la región en que ejercen sus funciones; los miembros de
la Corte Suprema o de alguna Corte de Apelaciones, los Fiscales Judiciales de
estos tribunales, el Fiscal Nacional y los fiscales regionales, el Arzobispo, los
Obispos, los Vicarios Generales, los Provisores y los Vicarios y Provicarios
Capitulares;
• Los que por enfermedad o por cualquier otro impedimento calificado por el
tribunal se hallen en imposibilidad de comparecer a la audiencia en que hayan de
prestar declaración;
• Las mujeres, en caso de que el tribunal estime prudente eximirlas de esta
asistencia (Art. 389 Inc. 1º CPC).

6) Procedimiento
El litigante que desea que su contraparte preste confesión judicial presentará solicitud
escrita, pidiendo al tribunal que decrete este medio probatorio.
El tribunal accederá a la práctica de la respectiva diligencia con citación (Arts. 324 y 795
Nº5 CPC), mandando citar para día y hora determinados al litigante que ha de prestar la
declaración, y expresará, además, si comete al secretario o a otro ministro de fe dicha
diligencia (Art. 388 Inc. 1º CPC).

Esta resolución es de aquellas que deben notificarse por cédula, por cuanto ordena la
comparecencia personal de la parte que debe prestar confesión (Art. 48 CPC).
Junto con la solicitud respectiva, la parte que exige la confesión ha debido acompañar una
nómina de los hechos acerca de los cuales pretende que se interrogue al confesante.

119
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Esta nómina, en la práctica, recibe la denominación de pliego de posiciones, y como


mientras la confesión no sea prestada se mantendrán en reserva las interrogaciones sobre
que debe recaer (Art. 387 CPC), se acompaña en sobre cerrado y con las demás medidas
de precaución que se estimen convenientes.

Los hechos acerca de los cuales se exija la confesión podrán expresarse en forma asertiva
o en forma interrogativa, pero siempre en términos claros y precisos, de manera que
puedan ser entendidos sin dificultad (Art. 386 CPC).
Esta diversa forma de expresar los hechos materia de la confesión tiene una importancia
fundamental para el caso de que el confesante no comparezca a declarar o dé respuestas
evasivas, como lo veremos más adelante.

El litigante citado, por su parte, puede adoptar dos actitudes. En primer lugar, comparecer,
en cuyo caso la confesión se presta como vamos a ver a continuación, y en segundo lugar,
no comparecer, en cuyo caso se le volverá a citar, bajo los apercibimientos señalados en
el Art. 394 CPC.

Si el litigante citado comparece a prestar confesión, sea a la primera citación o a la


segunda, la primera formalidad que cumple el tribunal es la de tomarle juramento al
confesante de decir verdad en conformidad al Art. 363 CPC (Art. 390 CPC), o sea, como
si se tratara de un testigo.
En seguida, el tribunal procede a abrir el sobre cerrado que contiene el pliego de
posiciones y comienza a formular al absolvente las preguntas en el orden en que en dicho
pliego se contienen.
La declaración debe prestarse inmediatamente, de palabra y en términos claros y precisos,
y si el confesante es sordomudo, podrá escribir su confesión delante del tribunal o
ministro de fe encargado de recibirla, o en su caso, se aplicará lo dispuesto en el Art. 382
CPC (Art. 391 Inc. 1º CPC).

Si se trata de hechos personales, deberá prestarse la confesión afirmándolos o negándolos,


pero el tribunal podrá, sin embargo, admitir la excusa de olvido de los hechos, en casos
calificados, cuando ella se funde en circunstancias verosímiles y notoriamente aceptables.
En todo caso, podrá el confesante añadir las circunstancias necesarias para la recta y cabal
inteligencia de lo declarado (Art. 391 Inc. 2º y 3º CPC).
Puede suceder también que el confesante no esté en condiciones de afirmar o negar
categóricamente un hecho sin consultar previamente sus documentos, y en tal caso, puede
solicitar un plazo razonable al tribunal para responder, quien también podrá otorgárselo,
siempre que haya fundamento plausible para pedirlo, y lo estime indispensable, o
consienta en ello el contendor.
La resolución del tribunal que conceda el plazo será inapelable (Art. 394 Inc. 3º CPC).

Se ha planteado la interrogante acerca de si el abogado del absolvente puede presenciar


la absolución de posiciones, y la jurisprudencia es contradictoria al respecto.
Según algunos fallos, se estima que la confesión es un acto enteramente personal del
litigante y que, en consecuencia, al abogado le está prohibido asistir a la audiencia en que
dicha confesión se presta.
Según otros, en cambio, la presencia del abogado del absolvente está justificada por
tratarse de un acto de defensa de sus derechos, a lo que cabe añadir que la ley no la ha
prohibido.

120
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El litigante que ha exigido la confesión de su contraparte puede presenciar la declaración


de ésta y hacer al tribunal las observaciones que estime conducentes para aclarar, explicar
o ampliar las preguntas que han de dirigírsele, y puede también, antes de que termine la
diligencia y después de prestada la declaración, pedir que se repita si hay en las respuestas
dadas algún punto oscuro o dudoso que aclarar (Art. 392 CPC).

Por último, lo dicho en el Art. 370 CPC es aplicable a la declaración de los litigantes
(Art. 395 CPC), lo cual significa que ésta se consigna por escrito, conservándose en
cuanto sea posible las expresiones de que se haya valido el confesante, reducidas al menor
número de palabras, y después de leída por el receptor en alta voz y ratificada por el
confesante, será firmada por el juez, el confesante, si sabe, y las partes, si también saben
y se hallan presentes, autorizándola un receptor, que servirá también como actuario en las
incidencias que ocurran en la audiencia respectiva.

7) Sanciones en que Incurre el Confesante Rebelde


Entendemos por confesante rebelde tanto aquel litigante que no comparece a prestar
confesión al segundo llamado que se le hace, como aquel que, compareciendo, se niega a
declarar o da respuestas evasivas.
Las sanciones legales para ambos casos son idénticas, pero difieren, fundamentalmente,
según sea la forma o manera como aparecen expresados los hechos sobre los cuales debe
versar la confesión en el pliego de posiciones respectivo.

En efecto, si los hechos aparecen categóricamente afirmados, o sea, expresados en forma


asertiva, a petición de parte, se dará por confeso al litigante rebelde (Art. 394 Inc. 1º
CPC).
A la inversa, si los hechos no están categóricamente afirmados, o sea, si se han expresado
en forma interrogativa, podrán los tribunales imponer al litigante rebelde una multa que
no baje de medio sueldo vital ni exceda de un sueldo vital, o arrestos hasta por treinta
días, sin perjuicio de exigirle la declaración, y si la otra parte la solicita, podrá también
suspenderse el pronunciamiento de la sentencia hasta que la confesión se preste (Art. 394
Inc. 2º CPC).

Un ejemplo de hechos formulados en forma asertiva sería “para que diga el absolvente
como es cierto y efectivo que celebró un contrato de mutuo con el demandante”, mientras
que un ejemplo de hechos formulados en forma interrogativa sería “para que diga al
absolvente ¿celebró usted un contrato de mutuo con el demandante?”.

Ahora bien, la circunstancia de que el litigante no comparezca al segundo llamado, o de


que compareciendo dé respuestas evasivas, no produce por sí sola y de pleno derecho la
confesión tácita de los hechos expresados en forma asertiva.
Será necesario, en consecuencia, petición de parte en orden a que se declare que el
litigante rebelde ha incurrido en la sanción respectiva, y resolución ejecutoriada del
tribunal que así lo establezca.
Desde este último momento se habrá producido la confesión tácita del litigante, con todos
los efectos legales propios, e iguales al de la confesión expresa (Art. 400 CPC).

121
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Confesión Extrajudicial
La confesión extrajudicial tiene como fuente legal inmediata y directa, dentro de nuestro
Derecho, el Art. 398 CPC, que regula su mérito probatorio en juicio.
Se define la confesión extrajudicial como aquella que se presta fuera de juicio, o dentro
de juicio, pero ante un tribunal distinto de aquel que conoce del pleito y en el cual se la
invoca como medio probatorio.

Así, la confesión extrajudicial presenta una doble vertiente, y ello explica que algunos la
subclasifiquen en absoluta y relativa.
La confesión extrajudicial absoluta, en consecuencia, será aquella que se presta fuera
de juicio, mientras que la confesión extrajudicial relativa, en cambio, será aquella que
se presta en un juicio, pero diverso de aquel en que se la invoca.
No obstante, esta clasificación carece de interés práctico, ya que, frente a nuestro Derecho
Procesal, ambas confesiones extrajudiciales tienen el mismo mérito probatorio.

Mayor importancia, en cambio, presenta la subclasificación de la confesión extrajudicial


en verbal y escrita.
La confesión extrajudicial verbal es aquella que se presta de viva voz y en presencia de
testigos, mientras que la confesión extrajudicial escrita, a la inversa, es aquella que se
presta por medio de un documento, sea público o privado.
En la confesión extrajudicial escrita reviste especial interés la que se presta dentro de
juicio, y al igual que la confesión judicial, podrá ser, por lo tanto, voluntaria o provocada,
y expresa o tácita.

Dado que la confesión extrajudicial no se presta dentro del juicio en que se la invoca
como medio probatorio, será necesario acreditarla, y en consecuencia, si ha sido verbal,
será necesario hacer declarar a los testigos ante quienes se prestó, y si es escrita, será
indispensable acompañar el documento público o privado en que ella consta.
Si ha sido prestada dentro de juicio, bastará con solicitar que se tenga a la vista el proceso
en el cual consta, o bien, pedir copia autorizada de lo pertinente y agregarla en parte de
prueba dentro del juicio en el que se la invoca.

D) Valor Probatorio de la Confesión


Para determinar el valor probatorio de la confesión, es decir, su fuerza y eficacia
demostrativa de los hechos que han sido controvertidos en el juicio, se hace necesario
distinguir previamente si se está en presencia de una confesión extrajudicial o judicial,
pues el valor probatorio es diverso según se trate de una u otra clase de confesión.
El valor probatorio de la confesión extrajudicial se encuentra regulado en el Art. 398
CPC, mientras que el de la confesión judicial se encuentra contemplado en los Arts. 1713
CC y 399 CPC.

1) Valor Probatorio de la Confesión Extrajudicial


La lectura del Art. 398 CPC nos permite apreciar que no existe una regla de carácter
absoluto y general, sino que el legislador efectúa ciertas distinciones para determinar el
valor probatorio de la confesión extrajudicial, que pasamos a analizar:
• Si la confesión es puramente verbal, sólo se tomará en cuenta en los casos en que
sea admisible la prueba de testigos (Art. 398 Inc. 1° CPC), y como base de una
presunción judicial;
• Si la confesión extrajudicial se prestó a presencia de la parte que la invoca, o ante
juez incompetente pero que ejerza jurisdicción, o en otro juicio diverso, se

122
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

estimará siempre como presunción grave para acreditar los hechos confesados
(Art. 398 Inc. 2º CPC);
• Si la confesión se ha prestado en juicio diverso, pero seguido entre las mismas
partes que actualmente litigan, podrá dársele el mérito de prueba completa,
habiendo motivos poderosos para estimarlo así (Art. 398 Inc. 2º CPC).

2) Valor Probatorio de la Confesión Judicial


Según dispone el Art. 1713 Inc. 1° CC, la confesión que alguno hiciere en juicio por sí,
o por medio de apoderado especial, o de su representante legal, y relativa a un hecho
personal de la misma parte, producirá plena fe contra ella, aunque no haya un principio
de prueba por escrito, salvo los casos comprendidos en el Art. 1701 Inc. 1º CC, y los
demás que las leyes exceptúen.
Según dispone el Art. 1701 Inc. 1° CC, la falta de instrumento público no puede suplirse
por otra prueba en los actos y contratos en que la ley exija esa solemnidad.
Por su parte, el Art. 399 CPC expresa que los tribunales apreciarán la fuerza probatoria
de la confesión judicial en conformidad a lo que establece el Art. 1713 CC y demás
disposiciones legales.
Si los hechos confesados no son personales del confesante o de la persona a quien
representa, producirá también prueba la confesión.

En consecuencia, la confesión puede recaer sobre hechos personales de la parte que presta
confesión, como igualmente sobre hechos no personales de la misma, y puede la
confesión haber sido prestada en juicio por sí o por medio de apoderado especial, o de
representante legal.

La confesión de hechos personales, prestada por sí, o por medio de apoderado especial,
o de representante legal, producirá plena prueba respecto del hecho sobre el cual recae.
Refuerza la conclusión anterior lo preceptuado en el Art. 402 Inc. 1° CPC, conforme al
cual, no se recibirá prueba alguna contra los hechos personales claramente confesados
por los litigantes en el juicio.

También produce plena prueba la confesión de los hechos no personales del confesante
cuando han sido reconocidos en juicio por sí o por medio de apoderado o representante
(Art. 399 Inc. 2° CPC).
Pero, a diferencia de lo que acontece con la confesión que recae sobre hechos personales
del confesante, que no admite prueba alguna tendiente a destruir tales hechos, la confesión
que versa sobre hechos no personales del confesante puede ser destruida por otros medios
probatorios.
Esta conclusión se desprende, a contrario sensu, de lo prescrito en el Art. 402 Inc. 1°
CPC.

No está de más recordar que la confesión prestada por medio de apoderado especial o
de representante legal, sea respecto de hechos personales o no personales de aquél en
cuyo nombre se presta, no producirá efecto respecto de éste si excede de los límites del
mandato o representación legal respectivos, como tampoco será válida, en caso que
mediante ella se pretendiere suplir la falta de instrumento público, cuando la ley lo exige
como solemnidad del acto o contrato que se trata de probar, o en caso de que la ley rechace
expresamente la confesión como medio probatorio o le asigne un efecto diferente (Arts.
1713 Inc. 1º CC y 399 Inc. 1º CPC).

123
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Por último, la confesión tácita o presunta, establecida en el Art. 394 CPC, produce los
mismos efectos que la confesión expresa (Art. 400 CPC).

E) Limitaciones al Efecto Legal de la Confesión en Juicio


El valor probatorio de la confesión judicial tiene ciertas limitaciones, que son, dentro de
nuestro régimen procesal, la divisibilidad de la confesión y la retractación de la misma.

1) Divisibilidad e Indivisibilidad de la Confesión


La divisibilidad e indivisibilidad era un problema que representaba grandes dificultades
en la práctica, pero que actualmente ha desaparecido gracias a la labor de la
jurisprudencia.
La indivisibilidad significa que sólo puede invocarse la declaración de la contraparte en
su totalidad, es decir, que el que exige la confesión no puede tomar de ella lo que le
favorece y repudiar lo que le perjudica.
Por el contrario, la confesión es divisible cuando puede invocarse como prueba el
reconocimiento que en ella se hace respecto de un hecho, sin tomar en consideración las
circunstancias que el confesante aduzca en su favor.

La regla general es que el mérito de la confesión no puede dividirse en perjuicio del


confesante (Art. 401 Inc. 1º CPC), salvo los dos casos de excepción contemplados en el
Inc. 2º del mismo artículo.
Esta disposición ha dado lugar a numerosas discusiones en cuanto a su interpretación,
pero gracias a la jurisprudencia, el verdadero sentido y alcance de esa disposición ha sido
definitivamente señalado.

La doctrina clasifica la confesión, atendiendo a su divisibilidad e indivisibilidad, de la


siguiente forma, que ha sido aceptada por la jurisprudencia:
• Es confesión simple aquella en que se afirma o niega categóricamente un hecho;
• Es confesión calificada aquella que, reconociendo la veracidad de un hecho
controvertido, lo modifica en su naturaleza jurídica en virtud de atribuirle alguna
circunstancia especial;
• Es confesión compleja la que, al reconocer un hecho material, le agrega uno o
varios hechos diversos, con los cuales se alteran las consecuencias jurídicas del
primero.

La confesión compleja puede ser de dos clases:


• De primera categoría, cuando el hecho o hechos agregados pueden existir
independientes del primero;
• De segunda categoría, cuando los nuevos hechos agregados están unidos al
primero por ser éste antecedente de aquéllos.

De las confesiones así clasificadas, son indivisibles las puras y simples y las calificadas,
así como también las complejas de segunda categoría, caso en el cual puede aún dividirse
el mérito de la confesión, según el Art. 401 Nº2 CPC, si se prueba la falsedad de los
hechos agregados, que según el confesante alteran o modifican el hecho confesado.
La confesión compleja de primera categoría siempre puede dividirse (Art. 401 Nº1 CPC).

De acuerdo con la jurisprudencia, tanto la confesión simple como la calificada se reputan


indivisibles, pero mientras respecto de la primera no hay duda alguna, por cuanto el
confesante se limita lisa y llanamente a reconocer el hecho invocado por su contrincante,

124
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

sin agregarle ni quitarle absolutamente nada, y por referirse ella a un solo hecho que no
puede dividirse ni jurídica ni materialmente, no sucede lo mismo con la segunda, que
requiere algunas explicaciones.
La parte que invoca la confesión calificada no puede aceptarla en lo que le sea favorable
y rechazarla en lo adverso, sino que deberá admitirla tal cual ha sido prestada, porque las
circunstancias agregadas constituyen un solo todo, inseparable con el hecho afirmado.
No se crea un hecho distinto, sino que se explica de qué modo ha sucedido el hecho.
La confesión calificada no admite división, y no queda, por consiguiente, comprendida
en ninguno de los casos contemplados en el Art. 401 CPC.

2) Retractación o Revocación de la Confesión


La otra limitación al efecto legal que produce la confesión en juicio es la retractación o
revocación de la misma.
El principio general es que la confesión es irrevocable, por lo que una vez prestada, el
confesante no puede retractarse de ella, y esta premisa es de la esencia misma de este
medio probatorio, que acepta ampliamente nuestra legislación en los Arts. 1713 Inc. 2°
CC y 402 CPC.
La primera disposición citada establece que no podrá el confesante revocarla, a no
probarse que ha sido el resultado de un error de hecho.
La segunda norma citada dispone que no se recibirá prueba alguna contra los hechos
personales claramente confesados por los litigantes en el juicio, pero podrá, sin embargo,
admitirse prueba en este caso y aun abrirse un término especial para ella, si el tribunal lo
estima necesario y ha expirado el término probatorio de la causa, cuando el confesante
alegue, para revocar su confesión, que ha padecido error de hecho y ofrezca justificar esta
circunstancia, lo cual se aplicará también al caso en que los hechos confesados no sean
personales del confesante.

Se acepta, por lo tanto, la revocación o retractación de la confesión en dos casos


especialísimos:
• Si el confesante alega, para revocar su confesión prestada sobre hechos
personales, que ha padecido error de hecho, y ofrece justificar esa circunstancia;
• Si la confesión versa sobre hechos no personales del confesante, haya o no
incurrido en error de hecho.

En cuanto al primer caso de excepción, supone la existencia de dos elementos, que son,
en primer lugar, uno objetivo, que consiste en la no existencia del hecho confesado o de
la calidad que se le atribuye, y en segundo lugar, uno subjetivo, consistente en la falsa
opinión que el confesante tenía respecto del hecho mismo.
De aquí que para obtener la revocación de la confesión no basta con producir prueba sobre
el elemento objetivo, sino que es necesaria la del elemento subjetivo, es decir, que el
confesante tenía algún fundamento para estimar como exacto el hecho confesado.
Para acreditar estas circunstancias, se admite cualquier medio de prueba, e incluso puede
abrirse un término especial de prueba para rendirla, si el tribunal lo estima necesario y ha
expirado el término probatorio de la causa (Art. 402 Inc. 2º CPC).

Con relación al segundo caso de excepción, la confesión se puede dejar sin efecto haya o
no incurrido el confesante en error de hecho.
En este caso, la parte se puede valer de todos los medios probatorios, e incluso, el tribunal,
si lo estima necesario y ha expirado el término probatorio de la causa, puede abrir un
término especial de prueba (Art. 402 Inc. 3º CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

13. La Inspección Personal del Tribunal


A) Generalidades
La inspección personal del tribunal es el examen que éste hace por sí mismo de hechos o
circunstancias materiales controvertidos en el pleito, con el objeto de adquirir la
convicción acerca de su verdad o inexactitud.

Sus características esenciales son:


• Constituye un medio de prueba directo, ya que permite al tribunal formarse
convicción del hecho sobre el cual recae de manera personal e inmediata, y no a
través de terceras personas, como pueden ser los testigos o los peritos;
• Constituye prueba plena en cuanto a las circunstancias o hechos materiales
resultantes de la propia observación del tribunal.

Lo anterior, además, explica su importancia, al extremo de ser un medio de prueba, a


diferencia de los anteriores, obligatorio en ciertos y determinados juicios, en los cuales la
observación personal y directa de los hechos controvertidos es indispensable para su
mejor y acertada resolución.

Se discute en la doctrina si la inspección personal del tribunal constituye o no realmente


un medio de prueba.
Según algunos, nada nuevo agrega al proceso, y sólo sirve para apreciar mejor otro medio
de prueba ya producido, como sería la cosa misma que es objeto del reconocimiento.
Pero otros argumentan, y con razón, que es un medio probatorio procesal por excelencia,
destinado a formar la convicción del juez sobre los hechos controvertidos, sin más
diferencia con los demás medios de prueba en que, mientras éstos convencen al juez, con
la inspección personal es él el que se convence.

La inspección personal del tribunal admite diversas clasificaciones, según cuáles sean los
puntos de vista desde los cuales se las considere:
• Según la Manera de Practicarla
En atención a la manera de practicarla, se distingue la inspección personal del
tribunal en judicial y extrajudicial.
Judicial es aquella que se practica previo decreto del juez y con conocimiento de
las partes, mientras que extrajudicial es aquella que el juez ha practicado en
forma privada, de propia iniciativa, o bien, circunstancialmente.
De ambas inspecciones, naturalmente sólo tiene valor legal la primera, de suerte
que, por mucha ilustración que el juez tenga de la cosa litigiosa en razón del
examen privado que de ella haya hecho, no podrá fundar su sentencia en este
conocimiento privado.

• Según su Iniciativa
Según su iniciativa, en cambio, la inspección personal del tribunal se clasifica en
exigida por la ley, decretada de oficio por el tribunal y ordenada a petición de
parte.
Esta última, a su vez, es susceptible de ser subclasificada en medida prejudicial y
en medio probatorio propiamente tal.
La inspección personal del tribunal es exigida expresamente en ciertos casos
por el legislador, como en la denuncia de obra ruinosa (Arts. 571 y ss. CPC) o
en los interdictos especiales (Arts. 577 y ss. CPC)

126
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La sentencia dictada cuando el tribunal prescinde de estas diligencias, cuando es


exigida por la ley, será nula, y la nulidad se obtiene mediante el recurso de
casación en la forma, fundado en la omisión de un trámite o diligencia esencial
(Art. 768 N°9 CPC).
La ley no establece expresamente esta sanción, pero ella resulta de la
interpretación armónica de diversas disposiciones del Código de Procedimiento
Civil.
También la inspección personal del tribunal puede ser decretada de oficio, puesto
el proceso en estado de sentencia, para mejor resolver, pero dando de ello
conocimiento a las partes, y con el exclusivo fin de examinar o inspeccionar el
objeto de la cuestión (Art. 159 Nº3 CPC), siendo inapelable la resolución que se
dicte sobre el particular (Art. 159 Inc. Final CPC).
Por último, la inspección personal del tribunal puede ser decretada a petición de
parte, y puede revestir dos formas, esto es, la de una medida prejudicial (Arts.
281 y 288 CPC) tendiente a preparar la entrada al juicio, o la de medio probatorio
propiamente tal (Art. 341 CPC), siendo esta última la que nos interesa por el
momento, y a la cual dedicaremos nuestra atención.

B) Requisitos de Procedencia
La ley señala varios requisitos de procedencia para que este medio de prueba pueda
ordenarse y llevarse a efecto válidamente, que son los siguientes:
• Que se trate por medio de la inspección personal de probar hechos o circunstancias
materiales controvertidos en el pleito (Art. 408 CPC).
Es del caso señalar que no hay limitaciones respecto al objeto de la inspección,
pudiendo tratarse de bienes muebles o inmuebles e incluso de personas, como en
los juicios de interdicción por demencia, en que el tribunal se cerciora de las
condiciones mentales del demandado por su propia y personal observación;
• Que el tribunal estime necesaria la inspección personal solicitada (Art. 403 Inc.
1º CPC);
• Que el tribunal así lo decrete (Art. 403 Inc. 1º CPC).
La petición de parte, en orden a que se decrete la práctica de este medio probatorio,
pasa previamente por el control del juez, quien, si estima necesaria la diligencia,
expresará su voluntad en sentido afirmativo en una resolución judicial, que
concordará con la del solicitante;
• Que la parte que haya solicitado la inspección, antes de procederse a ella, deposite
en manos del secretario del tribunal la suma que éste estime necesaria para costear
los gastos que se causen (Art. 406 CPC).
Esto se refiere a gastos como la movilización y alimentación, y en caso que la
inspección sea decretada de oficio u ordenada por la ley, el depósito se hace por
mitades entre demandante y demandado (Art. 406 CPC).

C) Procedimiento
En principio, la inspección personal del tribunal la ordena el juez que está conociendo en
única o primera instancia del juicio en que se pretende hacer valer.
Sin embargo, no hay inconveniente legal alguno para que este medio probatorio sea
también decretado en segunda instancia.
Así se desprende, por lo demás, de lo preceptuado en los Arts. 207 y 405 Inc. 2° CPC,
aunque para ello es indispensable que la diligencia no se haya practicado en primera
instancia, y en caso de ser decretada en segunda, si el tribunal es colegiado, puede
comisionar a uno o más de sus miembros para que la lleve a cabo.

127
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Decretada la inspección personal del tribunal, surge la interrogante acerca de qué tribunal
la llevará a efecto.
Para contestar esta pregunta, será necesario determinar previamente el lugar en donde se
encuentra el objeto que va a ser materia de la inspección o reconocimiento.
Si este objeto se encuentra dentro del territorio jurisdiccional del tribunal en que se está
siguiendo el juicio, es evidente que el tribunal que conoce de este último será el llamado
a practicar la diligencia.
A la inversa, si el objeto materia de la inspección se halla fuera del territorio jurisdiccional
del tribunal en que se sigue el juicio, habrá dos caminos a seguir:
• Recurrir a la jurisdicción delegada, enviando un exhorto al tribunal en donde se
encuentre dicho objeto para que practique su inspección o reconocimiento por
encargo del que conoce del juicio;
• Practicar la inspección o reconocimiento el mismo tribunal que está conociendo
del juicio (Art. 403 Inc. 2º CPC).
En este último caso, estamos en presencia de un ejemplo típico de excepción al
principio de la territorialidad, señalada en el Art. 7° Inc. 1° COT.

En cuanto a su tramitación, la parte que tiene interés en valerse de la inspección personal


del tribunal presentará solicitud escrita pidiendo que se decrete la diligencia.
A diferencia de lo que acontece con otros medios de prueba, el legislador no ha señalado
la oportunidad para que esta diligencia probatoria se lleve a efecto, por lo que se discute
acerca de cuándo puede solicitarse.
Casarino considera que puede efectuarse en cualquier estado del juicio, entendiendo por
tal desde la notificación de la demanda hasta la notificación de la resolución que cita a las
partes para oír sentencia, pero Palomo, por otra parte, sostiene que ante el silencio de la
ley, debe aplicarse la regla general del Art. 327 CPC, a partir de la cual cabe señalar que
la oportunidad para plantear esta solicitud de prueba no será otra que el término
probatorio, sin perjuicio de la posibilidad de solicitarla como medida prejudicial
probatoria o la facultad del juez de disponerla como medida para mejor resolver.

El tribunal examinará la solicitud en referencia, y si estima necesaria la inspección o


reconocimiento que se pretende, designará día y hora para practicarla, con la debida
anticipación, a fin de que puedan concurrir las partes con sus abogados (Art. 403 Inc. 1º
CPC).
Esta resolución se notifica por el estado diario, aun cuando a primera vista pareciera que
es de aquellos que ordenan la comparecencia de las partes y que debiera, por lo tanto,
notificarse por cédula.

Llegados el día y hora antes señalados, se lleva a efecto la inspección con la concurrencia
de las partes que asistan, o sólo por el tribunal en ausencia de aquéllas (Art. 405 Inc. 1º
CPC), de manera que incluso la inasistencia de ambas partes litigantes no frustra la
diligencia de inspección, la cual siempre se lleva a efecto.

De la diligencia de inspección se levantará acta, en la cual se expresarán las circunstancias


o hechos materiales que el tribunal observe, sin que puedan dichas observaciones
reputarse como una opinión anticipada sobre los puntos que se debaten, pudiendo también
las partes pedir, durante la diligencia, que se consignen en el acta las circunstancias
materiales que consideren pertinentes (Art. 407 CPC).

128
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La inspección personal del tribunal, por su propia naturaleza, se presta para ser combinada
con otros medios probatorios, como la prueba testimonial y la prueba pericial.
Nuestra legislación, a diferencia de lo que acontece en algunas legislaciones procesales
extranjeras, sólo permite la concurrencia de la prueba pericial con la inspección o
reconocimiento judicial.
En efecto, pueden las partes pedir que, en el acto del reconocimiento, se oigan informes
de peritos, y lo decretará el tribunal si, a su juicio, esta medida es necesaria para el éxito
de la inspección y ha sido solicitada con la anticipación conveniente (Art. 404 CPC).
La designación de los peritos se hará en conformidad a las reglas del párrafo 6º del Título
XI del Libro II del Código de Procedimiento Civil (Art. 404 CPC).
Es evidente que los peritos designados tienen derecho a asistir a la diligencia de
inspección, pero su inasistencia tampoco impide que ella legalmente se lleve a efecto
(Art. 405 Inc. 1º CPC).

D) Valor Probatorio
La inspección personal constituye prueba plena en cuanto a las circunstancias o hechos
materiales que el tribunal establezca en el acta como resultado de su propia observación
(Art. 408 CPC).
Por consiguiente, para que este medio probatorio produzca plena prueba se requiere la
concurrencia de tres requisitos:
• Que se trate de circunstancias o hechos materiales;
• Que estas circunstancias o hechos materiales hayan sido observados por el propio
tribunal;
• Que estas circunstancias o hechos materiales se establezcan en el acta como
resultado de dicha observación.
Es necesario dejar en claro que la circunstancia o hecho material observado por el tribunal
ha podido serlo por su propia iniciativa o por sugerencia de la parte, en uso del derecho
que le confiere el Art. 407 Inc. 2° CPC, de manera que, consignada en el acta esa
circunstancia o hecho material, en ambos casos produce plena prueba, sin que tenga
importancia la iniciativa en lo que respecta a su constatación.

14. La Prueba Pericial


A) Generalidades
La prueba pericial es aquella que se produce en virtud de la agregación a los autos de lo
que se llama informe de peritos o, simplemente, peritaje.
En consecuencia, el informe de peritos consiste en la presentación al juicio de un dictamen
u opinión sobre hechos controvertidos en él, para cuya adecuada apreciación se requieren
conocimientos especiales de alguna ciencia o arte.
La persona que evacua este dictamen recibe el nombre de perito, y por ello se define al
perito como toda persona que tiene conocimientos especiales sobre una materia
determinada, y apta, en consecuencia, para dar su opinión autorizada sobre un hecho o
circunstancia contenido en el dominio de su competencia.

Si bien el perito es un tercero extraño al juicio, al igual que el testigo, también presenta
notables diferencias con este último.
En efecto, puede ser testigo cualquiera persona, salvo aquellas que la ley declara
inhábiles, mientras que solamente puede ser perito aquella persona que posea especiales
conocimientos o preparación técnica relacionados con el hecho que se debate.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Además, el testigo toma conocimiento de los hechos con anterioridad a la iniciación del
juicio mismo, mientras que el perito aprecia estos hechos y emite su opinión autorizada o
técnica una vez que el pleito ya se ha iniciado.

El informe pericial, como medio probatorio, se justifica porque el juez no siempre está en
condiciones de apreciar un hecho, por muy vasta que sea su cultura general, para lo cual
se necesitan especiales conocimientos técnicos.
Este conocimiento o apreciación se lo proporciona un tercero, que es el perito, en términos
tales que sean comprensibles y al alcance de cualquier persona.
La importancia del informe de peritos trasciende de los límites propios de los medios
probatorios, pues las reglas procesales que lo regulan también se aplican al nombramiento
de los jueces árbitros, y en particular, a la designación de los partidores de bienes (Arts.
232 COT y 646 CPC).

La ley, en ciertos casos, obliga al juez a decretar un informe pericial, y en otros, se lo


aconseja. En el primer caso, se habla de informe pericial obligatorio, y en el segundo, de
informe pericial facultativo.
Procede decretar informe de peritos, con caracteres obligatorios, cuando la ley así lo
dispone, y el legislador, para expresar su voluntad en orden a que debe oírse informe de
peritos, puede valerse de dos fórmulas:
• Empleando términos que así lo ordenen;
• Utilizando términos que indiquen la necesidad de consultar opiniones periciales
(Art. 409 CPC).

También hay veces en que la ley ordena que se resuelva un asunto en juicio práctico o
previo informe de peritos, y en estos eventos, se entienden cumplidas las referidas
disposiciones legales agregando el reconocimiento y dictamen pericial, en conformidad a
las reglas de este párrafo, al procedimiento que corresponde usar, según la naturaleza de
la acción deducida (Art. 410 CPC).

En cambio, el informe pericial será facultativo para el tribunal cuando verse:


• Sobre puntos de hecho para cuya apreciación se necesiten conocimientos
especiales de alguna ciencia o arte;
• Sobre puntos de derecho referentes a alguna legislación extranjera.

En estos dos últimos casos, por consiguiente, queda entregado al criterio del magistrado
decretar o no la práctica de un informe pericial.
Por excepción, vemos que el derecho puede ser objeto de prueba, pero siempre y cuando
se trate de acreditar algún punto de derecho referente a una legislación extranjera.
Si se trata de un punto de derecho que diga relación con la legislación de algún Estado
signatario del Código de Derecho Internacional Privado de Bustamante, la prueba pericial
se rendirá al tenor de los Arts. 408-411 del mencionado Código.

El informe de peritos admite diversas clasificaciones:


• Según su Procedencia
Como mencionamos anteriormente, según su procedencia, distinguimos entre
informe pericial obligatorio y facultativo.
El informe pericial obligatorio es aquel que se decreta cuando la ley lo dispone,
o bien, cuando la ley ordena que se resuelva un asunto en juicio práctico o previo

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

informe de peritos, y se trata de los casos contemplados en los Arts. 409-410


CPC.
El informe pericial facultativo, por otro lado, es aquel cuya procedencia queda
entregada al buen criterio del magistrado, y mediante el cual se pretende acreditar
hechos para cuya apreciación se necesiten conocimientos especiales de alguna
ciencia o arte, o puntos de derecho referentes a alguna legislación extranjera.
Alude a esta clase de informe pericial el Art. 411 Inc. 1º CPC.
En cuanto a la sanción para el caso en que se deniegue la práctica de un informe
pericial, es necesario distinguir según el informe pericial omitido.
Si el informe pericial que se ha omitido es obligatorio, la sentencia que se dicte
será nula por haberse incurrido en el vicio o defecto de omisión de un trámite o
diligencia declarado esencial por la ley, y la nulidad se obtendrá mediante el
recurso de casación en la forma (Art. 768 Nº9 CPC).
Si el informe pericial omitido es facultativo, la sentencia que se dicte, en principio,
será válida.

• Según su Iniciativa
Según su iniciativa, en cambio, el informe pericial puede ser decretado a petición
de parte y de oficio por el tribunal.
A petición de parte puede revestir dos formas, esto es, la de una medida
prejudicial y la de medio probatorio propiamente tal (Art. 412 CPC).
De oficio por el tribunal, a su vez puede también revestir dos formas, esto es, la
de medio probatorio propiamente tal (Art. 412 CPC) y la de medida para mejor
resolver, una vez puesto el proceso en estado de sentencia, pero dando de ello
conocimiento a las partes (Art. 159 Nº4 CPC).
Si esta medida la decreta un tribunal de primera instancia, será apelable en el solo
efecto devolutivo (Art. 159 Inc. Final CPC).

En cuanto a la oportunidad para decretar este medio de prueba, el Art. 412 CPC dispone
que el reconocimiento de peritos podrá decretarse en cualquier estado del juicio, pero las
partes sólo podrán solicitarlo dentro del término probatorio, y decretado el informe de
peritos, no se suspenderá por ello el procedimiento.

B) Requisitos para ser Perito


Ya que el perito, en su labor de apreciación de determinados hechos controvertidos en el
juicio, actúa como un verdadero delegado del juez, y en razón de sus especiales
conocimientos científicos o técnicos, la ley desea que este cargo recaiga en personas
imparciales y poseedoras en realidad de la ciencia o arte de que se trata.

De lo anterior se desprenden los requisitos para ser perito:


• Tener habilidad suficiente para declarar como testigo en el juicio, o en otros
términos, estar exento de las causales de inhabilidad para declarar como testigo
en el juicio (Art. 413 N°1 CPC);
• Tener título profesional expedido por autoridad competente, si la ciencia o arte
cuyo conocimiento se requiera está reglamentada por la ley y hay en el territorio
jurisdiccional dos o más personas tituladas que puedan desempeñar el cargo (Art.
413 Nº2 CPC);
• Estar exento de causas legales que pudieren justificar la inhabilidad del perito por
implicancia o recusación análogas a las que pueden afectar a los jueces (Art. 113
Inc. 2º CPC).

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Sin embargo, sobre todos estos requisitos prima la voluntad soberana de las partes,
quienes pueden convenir en que, para ser perito, no se necesite cumplir con los requisitos
anteriores, o por el contrario, ser aún más exigentes (Art. 413 CPC).

C) Procedimiento
1) Nombramiento de los Peritos
Cualquiera que sea la clase del informe pericial de que se trate, junto con decretarlo el
tribunal, deberá citar a las partes a una audiencia con el objeto de proceder a la
designación de los peritos (Art. 414 CPC).
Esta resolución deberá notificarse personalmente o por cédula, por ser de aquellas que
ordenan la comparecencia personal de las partes (Art. 48 CPC), y contendrá,
naturalmente, el día y la hora en que dicha audiencia ha de llevarse a efecto.
La audiencia se realiza con la parte que asista, y tiene objetivos precisos y determinados,
consistentes en designar a la persona o personas de los peritos, fijar el número de peritos
que deban nombrarse, la calidad, aptitudes o títulos que deban tener, y, en fin, el punto o
puntos materia del informe (Art. 414 CPC).

La primera misión del tribunal es lograr el común acuerdo de las partes frente al objetivo
de la audiencia a que han sido citadas, y si este acuerdo no se produce, o sólo es parcial,
en definitiva resuelve el tribunal.
Será este último, en consecuencia, quien designe al perito, determine su número, señale
las calidades, aptitudes o títulos que deba poseer, y precise el punto o puntos materia del
informe, sobre todo lo cual tendrá amplias atribuciones, pero velando siempre porque la
designación recaiga en persona que reúna los requisitos legales y, además, no sea de las
dos primeras personas que hayan sido propuestas por cada parte (Art. 414 Inc. 2º CPC).

La ley se pone también en el caso de que, no habiendo acuerdo sobre el número de peritos,
las calidades, aptitudes o títulos que deban poseer, el punto o puntos materia del informe,
el tribunal en definitiva resuelva sobre estos particulares, y la resolución respectiva sea
objeto de apelación.
La interposición de este recurso no impedirá que se proceda a la designación del o de los
peritos, sea de común acuerdo o por el tribunal, y sólo después de hecha esta designación
se llevará adelante el recurso (Art. 414 Inc. 3º CPC).

2) Formalidades Posteriores
Luego del nombramiento del perito, y antes de la presentación del correspondiente
informe pericial, deben cumplirse determinadas formalidades legales.
En efecto, si el perito ha sido nombrado por el tribunal, dicho nombramiento se pondrá
en conocimiento de las partes, de acuerdo a las reglas generales (Art. 416 CPC).
Una vez notificadas las partes, pueden adoptar dos actitudes:
• Dentro de tercero día deducir oposición, si tienen alguna incapacidad legal que
reclamar contra el nombrado (Art. 416 CPC);
• No formular oposición, en cuyo caso se entenderá aceptado el nombramiento, sin
más trámite (Art. 416 CPC).

En seguida, cualquiera que sea la fuente u origen de la designación del perito, será
necesario también notificar al perito de la designación de que ha sido objeto.
Éste, a su vez, puede también adoptar dos actitudes:
• Rechazar el cargo, puesto que su desempeño no es obligatorio;

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• Aceptarlo, en cuyo caso deberá declararlo así, jurando desempeñarlo con fidelidad
(Art. 417 Inc. 1º CPC).
Esta declaración podrá hacerse verbalmente, en el acto de la notificación, o por
escrito dentro de los tres días inmediatos, y se dejará testimonio de ella en los
autos (Art. 417 Inc. 2º CPC).

Una vez que el perito acepta el cargo y presta el juramento de rigor, queda legalmente
investido para desempeñar la misión que se le ha confiado.

3) El Reconocimiento
En la mayoría de los casos, para poder emitir una opinión pericial, se hace necesario
previamente examinar una cosa u objeto, o en otros términos, se hace indispensable
reconocerlo, y este examen previo se llama operación de reconocimiento, o simplemente,
reconocimiento.
Se define el reconocimiento como aquel conjunto de operaciones por medio de las cuales
el perito procede a estudiar el caso sometido a su apreciación, y que le permiten formular
una opinión motivada.

El reconocimiento es una actuación que está sujeta al control de las partes, y por lo tanto,
la ley exige al perito encargado de practicarlo que las cite previamente, para que
concurran si quieren (Art. 417 Inc. 3º CPC).
En la práctica, el perito presenta un escrito, señalando día, hora y lugar en que se efectuará
el reconocimiento, y pide que estos pormenores sean puestos en conocimiento de las
partes.
La resolución que así lo ordena se notifica por el estado diario, por cuanto la
comparecencia de las partes, como se ha visto, es esencialmente facultativa.

Cuando sean varios los peritos, procederán unidos a practicar el reconocimiento, salvo
que el tribunal los autorice para obrar de otra manera (Art. 418 CPC).

Las partes que concurran a la operación de reconocimiento tienen un doble derecho, y


pesa sobre ellas también una doble prohibición, ya que podrán hacer en el acto de
reconocimiento las observaciones que estimen oportunas y pedir que se hagan constar los
hechos y circunstancias que juzguen pertinentes, pero no tomarán parte en las
deliberaciones de los peritos ni estarán en ellas presentes (Art. 419 Inc. 1º CPC).

De todo lo obrado se levantará acta, en la cual se consignarán los acuerdos celebrados por
los peritos (Art. 419 Inc. 3º CPC).

4) Presentación del Informe Pericial


Una vez cumplida la operación de reconocimiento, de acuerdo a las formalidades legales
antes señaladas, los peritos están en condiciones de poder emitir su informe o parecer
técnico.
Se define el informe pericial como aquel acto por el cual el perito pone en conocimiento
del juez la labor realizada y las conclusiones científicas o artísticas a que ha llegado, según
el caso, después de la operación de reconocimiento.

En principio, los peritos no tienen plazo para presentar sus informes, pero la ley faculta a
los tribunales para señalar, en cada caso, el término dentro del cual deben evacuar su
encargo, e incluso, pueden los tribunales, en caso de desobediencia, apremiar con multas,

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prescindir del informe, o decretar el nombramiento de nuevos peritos, según el caso (Art.
420 CPC).
Si son varios los peritos, podrán emitir sus informes conjunta o separadamente (Art. 423
CPC).

Materialmente, los informes se presentan por escrito, aun cuando la ley no lo expresa,
dado que la regla general, en negocios civiles, es que sus actuaciones sean escritas.
Se acompañan del acta levantada con ocasión de la operación de reconocimiento, si ésta
ha sido necesaria, y además de otros documentos, si así lo estima conveniente el perito
para una mejor ilustración del tribunal.
Además, se agregan a los autos, sin mayores formalidades ni trámites, puesto que la ley
nada estatuye sobre el particular, sin perjuicio del derecho de las partes para impugnarlos
o formular observaciones sobre su mérito probatorio durante el curso del juicio.

Si los peritos discordaren en sus dictámenes, podrá el tribunal disponer que se nombre un
nuevo perito, si lo estima necesario para la mejor ilustración de las cuestiones que debe
resolver, y el nuevo perito será nombrado y desempeñará su cargo en conformidad a las
reglas precedentes.
Si no resulta acuerdo del nuevo perito con los anteriores, el tribunal apreciará libremente
las opiniones de todos ellos, tomando en cuenta los demás antecedentes del juicio (Arts.
421 y 422 CPC).

5) Gastos y Honorarios Periciales


La práctica de este medio probatorio ocasiona generalmente gastos, y siempre honorarios.
Los gastos se originan por la diligencia misma o por la comparecencia de la otra parte al
lugar donde debe practicarse, mientras que los honorarios corresponden a la remuneración
que hay que pagar a los peritos por su labor desarrollada.

Ahora bien, estos gastos y honorarios serán de cargo de la parte que haya solicitado este
medio probatorio, salvo que el tribunal estime necesaria la medida para el esclarecimiento
de la cuestión, en cuyo caso se subentiende que los gastos y honorarios son soportados
por mitades, y todo ello sin perjuicio de lo que en definitiva se resuelva sobre pago de
costas (Art. 411 Inc. 2º CPC).

El tribunal, de oficio o a petición de parte, podrá ordenar que previamente se consigne


una cantidad prudencial para responder a los gastos y honorarios referidos (Art. 411 Inc.
3º CPC).
A su vez, la resolución por la cual se fije el monto de la consignación será notificada por
cédula al que solicitó el informe de peritos, y si dicha parte deja transcurrir diez días,
contados desde la fecha de la notificación, sin efectuar la consignación, se la tendrá por
desistida de la diligencia pericial solicitada sin más trámite (Art. 411 Inc. 3º CPC).
El cobro de estos gastos, al igual que el de los honorarios de los peritos, se tramitará por
vía incidental, por ser una cuestión accesoria al juicio mismo, y en cuaderno separado, de
acuerdo a lo preceptuado en el Art. 424 CPC.

D) Valor Probatorio
El Art. 425 CPC dispone que los tribunales apreciarán la fuerza probatoria del dictamen
de peritos en conformidad a las reglas de la sana crítica, y por otra parte, el Art. 422 CPC,
refiriéndose al caso que no haya acuerdo entre los informes de los peritos, establece que

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

el tribunal apreciará libremente las opiniones de todos ellos, tomando en cuenta los demás
antecedentes del juicio.
De las disposiciones transcritas resulta que el legislador adoptó el sistema de las reglas
de la sana crítica para la apreciación de la prueba pericial, por lo que el juez, al valorar
esta prueba, debe tener en cuenta las reglas de la lógica y de la experiencia.

Cabe destacar que la jurisprudencia ha declarado que la norma del Art. 425 CPC no es
reguladora de la prueba, sino de simple apreciación por los jueces, por lo que no procede
jamás la casación en el fondo.

15. La Prueba por Presunciones


A) Aspectos Generales
Los hechos controvertidos en juicio se acreditan por medios inmediatos o directos, como
la inspección personal del tribunal, o por medios mediatos o indirectos, como la
declaración de un testigo o un perito, la confesión de una parte litigante, o bien, la
actividad lógica del legislador o del propio juez.

Esta actividad lógica, frente a los hechos controvertidos del juicio, es un medio probatorio
que recibe el nombre de prueba por presunciones, o simplemente presunciones.
Se trata de un medio de prueba circunstancial e indirecto, y que produce plena o semiplena
prueba según el caso.
Se define la prueba por presunciones como aquella que emplea ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas para inferir de ellas, sea por obra del legislador o del juez, un
hecho desconocido y controvertido en el pleito.
Consta, por consiguiente, de diversos elementos que lo integran:
• Los antecedentes o circunstancias conocidas, que reciben el nombre de indicios o
bases, en atención a que sobre ellos se construye la o las presunciones;
• La operación o raciocinio lógico del legislador o del juez, que partiendo del
indicio o base anterior, llega al establecimiento del hecho desconocido y
controvertido que se trata de probar;
• El hecho desconocido y controvertido mismo, el cual, una vez operada la
presunción, deja de ser tal para convertirse en su objeto.

En resumen, las presunciones constituyen un verdadero silogismo, desde el punto de vista


lógico, pues vemos en ellas una premisa menor, representada por los antecedentes o
circunstancias conocidas, una premisa mayor, constituida por la operación de raciocinio
efectuada, y una conclusión que es, sencillamente, el establecimiento o demostración de
los hechos desconocidos que se tratan de probar.

El Art. 1712 CC dispone que las presunciones son legales o judiciales, rigiéndose las
legales por el Art. 47 CC, mientras que las que deduce el juez deben ser graves, precisas
y concordantes.
El Art. 47 CC, a su vez, establece que se dice presumirse el hecho que se deduce de
ciertos antecedentes o circunstancias conocidas.
Si estos antecedentes o circunstancias que dan motivo a la presunción son determinados
por la ley, la presunción se llama legal.
Se permitirá probar la no existencia del hecho que legalmente se presume, aunque sean
ciertos los antecedentes o circunstancias de que lo infiere la ley, a menos que la ley misma
rechace expresamente esta prueba, supuestos los antecedentes o circunstancias.

135
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Si una cosa, según la expresión de la ley, se presume de derecho, se entiende que es


inadmisible la prueba contraria, supuestos los antecedentes o circunstancias.

En consecuencia, para nuestro legislador, las presunciones se clasifican en legales y


judiciales, y las primeras, a su vez, se subclasifican en simplemente legales y de derecho.

B) Las Presunciones Legales


Son presunciones legales aquellas en que la ley es la que, de ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas, infiere o deduce un hecho desconocido.
Por consiguiente, los elementos constitutivos de esta clase de presunciones corren de
cargo exclusivo del legislador, quien se encarga de precisar los antecedentes o
circunstancias conocidas que servirán de base a la presunción, como igualmente de
señalar la conclusión o hecho presumido.

Ahora bien, si el legislador permite que este hecho presumido por él mismo pueda ser
destruido por otros medios probatorios, se dice que la presunción es simplemente legal, y
a la inversa, si este hecho presumido no admite prueba en contrario, estamos en presencia
de una presunción de derecho.
Un ejemplo de una presunción simplemente legal es la contenida en el Art. 700 Inc. 2°
CC, conforme al cual, el poseedor es reputado dueño mientras otra persona no justifique
serlo.
Un ejemplo de una presunción de derecho está en el Art. 76 Inc. 2° CC, en cuya virtud,
se presume de derecho que la concepción ha precedido al nacimiento no menos que ciento
ochenta días cabales, y no más de trescientos, contados hacia atrás, desde la medianoche
en que principie el día del nacimiento (Art. 76 Inc. 2º CC).
Tanto las presunciones simplemente legales como las presunciones de derecho deben su
creación a la ley, pero difieren, fundamentalmente, en que mientras las primeras permiten
ser destruidas mediante prueba en contrario, las segundas no lo admiten.

Las presunciones de derecho, en consecuencia, más que medios probatorios, son


disposiciones tendientes a liberar a las partes del peso de la prueba de hechos que, por su
propia naturaleza, escapan al sentido humano y son difíciles de acreditar, mientras que
las presunciones simplemente legales, por su parte, también más que medios probatorios,
son normas legales destinadas a alterar la carga de la prueba u “onus probandi”.

Si la parte interesada en acreditar la presunción legal no prueba los antecedentes o


circunstancias conocidas que le sirven de base, la presunción queda eliminada, pero si
logra producir esta prueba de los antecedentes o circunstancias conocidas, y la presunción
consecuencial es de derecho, produce plena prueba, y no puede ser desvirtuada en
contrario.
Ahora bien, si logra producir la prueba de los antecedentes o circunstancias conocidas, y
la presunción es simplemente legal, habrá también probado el hecho que constituye su
objeto, pero la parte contraria podrá acreditar su falsedad aun cuando sean ciertos los
antecedentes o circunstancias antes expresados.

C) Las Presunciones Judiciales


Son presunciones judiciales aquellas en que el juez es el que, de ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas, infiere o deduce un hecho desconocido en el proceso.
Es interesante señalar que, tratándose de presunciones judiciales, sus elementos son obra
exclusiva del juez, y en efecto, los antecedentes o circunstancias conocidas son elegidas

136
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

libremente por el juzgador, así como también es ejecutada libremente la operación mental
o de raciocinio por el mismo, de acuerdo al método lógico que corresponda, y por último,
el establecimiento o demostración del hecho desconocido y controvertido en el pleito
también será su propia obra, labor que cumplirá en la sentencia misma.

Ahora bien, los antecedentes o circunstancias conocidas deberán ser probados en el juicio
por las partes litigantes, valiéndose de los medios probatorios legalmente conducentes,
salvo tratándose de presunciones, pues es inaceptable la prueba de presunciones por
presunciones, y el método lógico seguido por el juez para inferir los hechos desconocidos
de los antecedentes o circunstancias conocidas podrá ser el deductivo o el inductivo.

La naturaleza sui generis que presentan las presunciones judiciales como medio
probatorio impide que tengan un verdadero procedimiento o serie de trámites destinados
a realizarlas, o una oportunidad legal para producirlas.
La verdad es que la parte litigante interesada en ellas se limita a probar los antecedentes
o circunstancias conocidas que le sirven de base, de acuerdo a las normas legales
generales que informan la prueba, y en seguida, se encarga de hacerlas valer o alegarlas,
siendo el juez, en definitiva, quien en su sentencia las acepta o las rechaza como tales.

Cabe preguntarse acerca de qué hechos pueden probarse mediante presunciones


judiciales, lo cual nos lleva al problema de la admisibilidad de las presunciones judiciales
como medio de prueba.
En principio, las presunciones judiciales sirven para probar toda clase de hechos, sean
jurídicos o materiales, salvo tratándose de actos o contratos solemnes en los cuales la
solemnidad exigida por el legislador es el otorgamiento de un instrumento público, pues
éste no puede ser suplido por ninguna otra prueba (Art. 1701 Inc. 1º CC).

En cuanto a la prueba de una obligación que ha debido constar por escrito, o sea, un acto
o contrato que contenga la entrega o promesa de una cosa que valga más de dos unidades
tributarias, la jurisprudencia de nuestros tribunales ha estimado que las presunciones
judiciales son medios de prueba legales y adecuados para acreditar tales actos o contratos,
porque el legislador prohíbe en este caso solamente la prueba testimonial (Arts. 1708 y
1709 CC), la cual no cabe confundir con aquéllas.
Sin embargo, si las presunciones judiciales han sido construidas sobre bases, antecedentes
o circunstancias que aparecen acreditadas, exclusivamente, mediante prueba testimonial,
esta misma jurisprudencia les ha restado mérito probatorio a dichas presunciones cuando
la obligación ha debido constar por escrito, como una manera de evitar la burla del
principio sobre limitación de la prueba testimonial.

En cuanto a los requisitos de las presunciones judiciales, el Art. 1712 Inc. 2° CC


prescribe que las presunciones que deduce el juez deben ser graves, precisas y
concordantes, disposición a la que alude el Art. 426 Inc. 1º CPC.
Pero el Inc. 2º del Art. 426 CPC agrega que una sola presunción puede constituir plena
prueba cuando, a juicio del tribunal, tenga caracteres de gravedad y precisión suficientes
para formar su convencimiento.

En resumen, mientras el Código Civil exige que las presunciones judiciales deban ser
graves, precisas y concordantes, de cuyo último requisito se infiere además que deben ser
varias, para el Código de Procedimiento Civil una sola presunción es suficiente, siempre
que tenga gravedad y precisión suficientes a fin de formar convencimiento en el juez.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Que sean graves significa que el hecho conocido del cual se infiere el hecho desconocido
haga llegar hasta este último sin esfuerzo, en forma casi obligada.
Que sean precisas significa que las presunciones no sean vagas, difusas o susceptibles de
aplicarse a diversas circunstancias.
Que sean concordantes significa que haya armonía entre ellas, es decir, que no sean
capaces de destruirse unas a otras.

La apreciación de la gravedad y precisión suficientes, y de su concordancia, si son varias,


es un problema que queda a la libre determinación del juez, y por consiguiente, cae de
lleno dentro del terreno de los hechos de la causa, y vedado, en consecuencia, de poder
ser revisado por el tribunal de casación, el cual solamente está llamado a conocer de
infracciones legales, y no de los hechos del juicio.

Según dispone el Art. 427 CPC, sin perjuicio de las demás circunstancias que, en
concepto del tribunal o por disposición de la ley, deban estimarse como base de una
presunción, se reputarán verdaderos los hechos certificados en el proceso por un ministro
de fe, a virtud de orden de tribunal competente, salvo prueba en contrario.
Igual presunción existirá a favor de los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre
las mismas partes.
La legislación procesal crea, de tal manera, dos nuevas presunciones simplemente legales,
que son los hechos certificados en el proceso por un ministro de fe, en virtud de orden del
tribunal competente, y los hechos declarados verdaderos en otro juicio entre las mismas
partes, pues ambos hechos se reputarán verdaderos, salvo prueba en contrario.
Reconoce, al mismo tiempo, que las circunstancias o antecedentes conocidos que sirven
de base o indicio a la presunción judicial pueden tener su origen en el mismo juez, caso
de ordinaria ocurrencia, o bien, en disposiciones de la misma ley, lo cual ocurre en casos
excepcionales, como podría ser, por ejemplo, el contemplado en el Art. 354 CPC,
conforme al cual, el cotejo de letras no constituye por sí solo prueba suficiente, pero podrá
servir de base para una presunción judicial.

16. Apreciación Comparativa de los Medios de Prueba


El orden en que están enumerados los medios probatorios en el Art. 341 CPC no indica
la precedencia de los unos con respecto a los otros.
Sin embargo, el Código de Procedimiento Civil, al tratar en especial el valor comparativo
de los diversos medios de prueba, ha establecido al respecto algunas reglas, debido a que
el juez, al tener que valorar en la sentencia el mérito probatorio o eficacia de las diversas
pruebas rendidas por las partes, puede encontrarse con dos o más pruebas sobre un mismo
hecho que son contradictorias entre sí.

Podemos sintetizar las reglas de apreciación comparativa de los medios de prueba de la


siguiente forma:
• En primer término, habrá que estarse a lo que establezcan sobre el particular las
disposiciones legales especiales.
En efecto, es frecuente encontrarse con preceptos que disponen que un acto
jurídico debe probarse en una forma determinada, de manera que, en virtud del
principio de especialidad, no habrá duda que, en este caso, será necesario atenerse
a la regla probatoria especial;
• En segundo término, las presunciones de derecho priman sobre cualquier otro
medio probatorio, dado que no aceptan prueba en contrario;

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

• En tercer término, entre dos o más pruebas contradictorias, y a falta de ley que
resuelva el conflicto, los tribunales preferirán la que crean más conforme con la
verdad (Art. 428 CPC).
• Por último, si la contradicción existe entre una escritura pública y la declaración
testimonial en orden a la falta de validez de la primera de las nombradas, entra en
juego el Art. 429 CPC, conforme al cual, para que pueda invalidarse con prueba
testimonial una escritura pública, se requiere la concurrencia de cinco testigos que
reúnan las condiciones expresadas en la regla 2ª del Art. 384 CPC (dos o más
testigos contestes en el hecho y en sus circunstancias esenciales, sin tacha,
legalmente examinados y que den razón de sus dichos, podrá constituir plena
prueba cuando no haya sido desvirtuada por otra prueba en contrario), que
acrediten que la parte que se dice haber asistido personalmente al otorgamiento, o
el escribano, o alguno de los testigos instrumentales, ha fallecido con anterioridad
o ha permanecido fuera del lugar en el día del otorgamiento y en los sesenta días
subsiguientes.
Esta prueba, sin embargo, queda sujeta a la calificación del tribunal, quien la
apreciará según las reglas de la sana crítica.
La disposición de este artículo sólo se aplicará cuando se trate de impugnar la
autenticidad de la escritura misma, pero no las declaraciones consignadas en una
escritura pública auténtica.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo IV - Trámites Posteriores a la Prueba y Término del Juicio


Ordinario
1. Los Trámites Posteriores a la Prueba
A) El Período de Observaciones a la Prueba
Conforme al Art. 430 CPC, vencido el término de prueba, y dentro de los diez días
siguientes, las partes podrán hacer por escrito las observaciones que el examen de la
prueba les sugiera.
Se trata de presentaciones que se caracterizan por ser escritas, voluntarias y no esenciales
para la marcha o ritualidad del juicio, pudiendo las partes renunciar tácitamente a ellas.
Además, no son contradictorias, por cuanto se presentan en una misma oportunidad y no
una tras otra, y están destinadas a formular observaciones respecto de las pruebas que se
hubieren allegado al proceso.

En tales escritos, el actor sostendrá que mediante las pruebas que ha suministrado al
tribunal ha logrado demostrar los fundamentos de hecho de su demanda, haciendo la
correspondiente ponderación de cada medio probatorio en particular, labor, agregará, que
no ha cumplido el demandado, por cuya razón su demanda debe ser acogida.
El demandado, por su parte, sostendrá y tratará de demostrar que la prueba anterior es
insuficiente, y que, en cambio, la que él ha proporcionado tiene la virtud de acreditar los
fundamentos de hecho de las excepciones, alegaciones o defensas que hubiere formulado
y que, en consecuencia, el tribunal debe, acogiendo éstas, rechazar la demanda interpuesta
en su contra.

La oportunidad que tienen las partes para presentar estos escritos de observaciones a la
prueba es dentro del plazo de diez días siguientes al vencimiento del término probatorio
de la causa.
Se trata, por consiguiente, de un plazo de días, de manera que se computa descontando
los días feriados, fatal, de suerte que su solo vencimiento extingue el derecho a presentar
tales escritos, y común, porque corre al mismo tiempo para ambas partes litigantes.
Se cuenta desde el vencimiento del término de prueba de la causa principal, de manera
que, en atención a que la ley no distingue, será el vencimiento del término probatorio
ordinario, extraordinario o especial, según el caso.

B) Citación Para Oír Sentencia


Según dispone el Art. 432 CPC, vencido el plazo a que se refiere el Art. 430 CPC, se
hayan o no presentado escritos, y existan o no diligencias pendientes, el tribunal citará a
las partes para oír sentencia.
La citación para oír sentencia es el último trámite de los posteriores a la prueba, y su
dictación significa que, agotada ésta, el tribunal ha quedado en condiciones de sentenciar
o fallar en definitiva el juicio.

Normalmente, la resolución que cita a las partes para oír sentencia se pronuncia una vez
vencido el término para hacer las observaciones que el examen de la prueba sugiera a las
partes, o sea, el plazo de diez días que corre después del vencimiento del término
probatorio, pero por excepción, se pronuncia en otra oportunidad, que es una vez
evacuado el trámite de dúplica cuando el tribunal no estime del caso recibir la causa a
prueba (Art. 313 CPC).
La citación para oír sentencia se decreta de oficio por el tribunal o a petición verbal o
escrita de cualquiera de las partes.

140
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Dado que la citación para oír sentencia se contiene en una resolución judicial, para que
produzca efectos debe ser válidamente notificada, y como no hay norma especial al
respecto, se notifica válidamente por el estado diario (Art. 50 CPC).
Por expresa disposición de la ley, a esta resolución sólo podrá interponerse el recurso de
reposición, el que deberá fundarse en error de hecho y deducirse dentro de tercero día, y
la resolución que resuelve la reposición será inapelable (Art. 432 Inc. 2º CPC).

Su importancia es fundamental, por cuanto el legislador ha elevado la citación para oír


sentencia a la categoría de trámite o diligencia esencial, y por consiguiente, su omisión
está sancionada con la nulidad de la sentencia que posteriormente pueda dictarse mediante
la interposición del correspondiente recurso de casación en la forma (Arts. 768 Nº9 y 795
Nº7 CPC).

Por último, en cuanto a sus efectos, el Art. 433 CPC dispone que, citadas las partes para
oír sentencia, no se admitirán escritos ni pruebas de ningún género, lo cual se entiende
sin perjuicio de lo dispuesto en los Arts. 83, 84, 159 y 290 CPC, que se refieren a la
nulidad procesal, las medidas para mejor resolver y las medidas cautelares nominadas.
Los plazos establecidos en los Arts. 342 Nº3, 346 Nº3 y 347 CPC que hubieren
comenzado a correr al tiempo de la citación para oír sentencia, continuarán corriendo sin
interrupción, y la parte podrá, dentro de ellos, ejercer su derecho de impugnación de
instrumentos.
De producirse ésta, se tramitará en cuaderno separado, y se tachará en la sentencia
definitiva, sin perjuicio de lo dispuesto en el Art. 431 CPC.

Notificadas las partes de la resolución que cita para oír sentencia, queda enteramente
cerrado el debate judicial, por lo que no pueden presentarse más escritos ni más pruebas
de ningún género.
Sin embargo, el legislador reconoce tres excepciones:
• El incidente de nulidad;
• Las medidas para mejor resolver;
• Las medidas precautorias.

Pero esta enumeración es incompleta, ya que citadas las partes para oír sentencia, pueden
todavía promover legalmente las siguientes cuestiones:
• Incidente de acumulación de autos (Art. 98 CPC);
• Incidente de privilegio de pobreza (Art. 130 CPC);
• Incidente de desistimiento de demanda (Art. 148 CPC);
• Gestiones de conciliación (Art. 262 CPC).

C) Las Medidas Para Mejor Resolver


Las medidas para mejor resolver son diligencias probatorias decretadas de oficio por el
tribunal, una vez puesto el proceso en estado de sentencia, efectos de esclarecer cuestiones
fácticas, quedando en condiciones adecuadas para dictar un mejor fallo.
Desde el punto de vista del derecho procesal orgánico, constituyen una de las más
importantes excepciones al principio de la pasividad de los tribunales (Art. 10 Inc. 1º
COT), y en cuanto a su aspecto procesal propiamente dicho, integran la teoría general de
la prueba.

141
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Son elementos esenciales de las medidas para mejor resolver:


• La oportunidad en que se decretan, que es dentro del plazo para dictar sentencia
que tienen los tribunales;
• Su iniciativa, la cual corre exclusivamente a cargo del tribunal, debiendo, por lo
tanto, decretarlas de oficio y sin sugerencia alguna de parte interesada;
• Su finalidad, ya que tienen por objeto dejar al tribunal en condiciones adecuadas
frente al problema fáctico suscitado en el proceso;
• El control de las partes litigantes, ya que se decretan con conocimiento, o sea,
pudiendo llevarse a efecto desde que se notifica a las partes de lo resuelto (Arts.
69 Inc. 2º y 159 Inc. 1º CPC).

Las medidas para mejor resolver están comprendidas en el Art. 159 CPC, y son las
siguientes:
• La agregación de cualquier documento que estimen necesario para esclarecer
el derecho de los litigantes (Art. 159 N°1 CPC).
La necesidad del documento para un mejor esclarecimiento del derecho de los
litigantes es un problema que juzga el propio tribunal, y puesto que la ley no
distingue, podrá ser un documento público o privado, y no importa que se
encuentre en manos de las partes o de terceros;
• La confesión judicial de cualquiera de las partes sobre hechos que consideren
de influencia en la cuestión, y que no resulten probados (Art. 159 N°2 CPC).
Se trata de una confesión judicial provocada, de manera que la incomparecencia
de la parte, o su negativa a prestarla, deberá sancionarse en la forma prescrita en
el Art. 394 CPC.
Los hechos se mantendrán en secreto, o se expresarán en la misma resolución que
decreta la medida para mejor resolver, y en la práctica, generalmente se sigue este
último camino;
• La inspección personal del objeto de la cuestión (Art. 159 N°3 CPC);
• El informe de peritos (Art. 159 N°4 CPC);
• La comparecencia de testigos que hayan declarado en juicio, para que
aclaren o expliquen sus dichos oscuros o contradictorios (Art. 159 N°5 CPC).
Cabe hacer notar que el tribunal no puede ordenar la comparecencia de nuevos
testigos, ni hacerlos declarar sobre hechos nuevos;
• La presentación de cualesquiera otros autos que tengan relación con el pleito.
Esta medida se cumplirá de conformidad a lo establecido en el Art. 37 Inc. 3°
CPC (Art. 159 N°6 CPC).
Se trata de una clase especial de prueba instrumental, porque los autos deben ser
encasillados dentro de los instrumentos públicos.
En este último caso, y siempre que se hubiere remitido el expediente original, éste
quedará en poder del tribunal que decrete esta medida sólo por el tiempo
estrictamente necesario para su examen, no pudiendo exceder de ocho días este
término si se trata de autos pendientes (Art. 159 Inc. 2º CPC).
Según dispone el Art. 37 Inc. 3° CPC, en aquellos casos en que otro tribunal
requiera la remisión del expediente original o de algún cuaderno o pieza del
proceso, el trámite se cumplirá enviando la correspondiente comunicación de la
carpeta electrónica a la que deben acceder a través del sistema de tramitación
electrónica del Poder Judicial.
Lo mismo se aplicará cada vez que la ley ordene la remisión, devolución o envío
del proceso o de cualquiera de sus piezas a otro tribunal.

142
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

La resolución que se dicte deberá ser notificada por el estado diario a las partes, y se
aplicará el Art. 433 CPC, salvo en lo estrictamente relacionado con dichas medidas.
Las medidas decretadas deberán cumplirse dentro del plazo de veinte días, contados desde
la fecha de la notificación de la resolución que las decrete, y vencido este plazo, las
medidas no cumplidas se tendrán por no decretadas, y el tribunal procederá a dictar
sentencia, sin más trámite (Art. 159 Inc. 3° CPC).

Si en la práctica de alguna de estas medidas aparece de manifiesto la necesidad de


esclarecer nuevos hechos indispensables para dictar sentencia, podrá el tribunal abrir un
término especial de prueba, no superior a ocho días, que será improrrogable y limitado a
los puntos que el mismo tribunal designe.
En este evento, se aplicará lo establecido en el Art. 90 Inc. 2° CPC, por lo que deberá
acompañarse la nómina de testigos en los primeros dos días hábiles, y vencido el término
de prueba, el tribunal dictará sentencia sin más trámite (Art. 159 Inc. 4º CPC).

Las providencias que se decreten en conformidad al Art. 159 CPC serán inapelables,
salvo las que dicte un tribunal de primera instancia disponiendo informe de peritos, o
abriendo el término especial de prueba que establece el Inc. 4°, ya que en estos casos,
procederá la apelación en el solo efecto devolutivo (Art. 159 Inc. Final CPC).

D) Agregación de la Prueba Rendida Fuera del Tribunal


Hemos visto que, si se desea rendir prueba testimonial fuera del lugar en que se sigue el
juicio, la parte interesada tiene derecho a solicitar la concesión de un término
extraordinario de prueba (Art. 329 CPC).
Normalmente, esta prueba, una vez rendida, tan pronto llega al tribunal de origen el
exhorto respectivo, se agrega a los autos y pasa a formar parte de ellos, de suerte que el
tribunal, al dictar sentencia, deberá hacer su correspondiente análisis o ponderación.

Pero si tal prueba no hubiere sido devuelta al tribunal de origen, esa circunstancia no será
motivo para suspender el curso del juicio, por lo que vencido el término probatorio,
comenzará a correr el término para formular observaciones a la prueba, y a su vez,
vencido este último, se hayan o no presentado escritos y existan o no diligencias
pendientes, citará para oír sentencia.

Ni siquiera será motivo para suspender el curso del juicio, ni será obstáculo para la
dictación del fallo, el hecho de no haberse devuelto la prueba rendida fuera del tribunal,
o el de no haberse practicado alguna otra diligencia de prueba pendiente, a menos que el
tribunal, por resolución fundada, la estime estrictamente necesaria para la acertada
resolución de la causa.
En este caso, la reiterará como medida para mejor resolver, y se estará a lo establecido en
el Art. 159 CPC.
En todo caso, si dicha prueba se recibiera por el tribunal una vez dictada la sentencia, ella
se agregará al expediente para que sea considerada en segunda instancia, si hubiere lugar
a ésta (Art. 431 CPC).

2. Término del Juicio Ordinario en Primera Instancia


A) Generalidades
El modo normal de terminar el juicio ordinario en primera instancia y, en general, de toda
relación procesal, es la sentencia definitiva, o sea, el acto por el cual el juez pone término
a la litis, admitiendo o rechazando las pretensiones del actor o del demandado, si ha

143
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

formulado reconvención, o como la define la ley, la que pone fin a la instancia,


resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio (Art. 158 Inc. 2º CPC).
Sin embargo, existen otros medios anormales de poner término al juicio ordinario, pero
en estos casos, siempre la sentencia será necesaria, aunque ella sólo se limitará a declarar
esa circunstancia, pues en caso contrario, no podría fundarse válidamente en ella la
excepción de cosa juzgada.

B) La Sentencia Como Modo Normal de Terminar el Juicio Ordinario


El fin de todo proceso es la sentencia que dicta el juez, y con ella se define la litis mediante
la declaración del tribunal, que admite o rechaza las pretensiones del actor o del
demandado, si ha formulado éste reconvención.
El Art. 158 Inc. 2º CPC define la sentencia definitiva como la que pone fin a la instancia,
resolviendo la cuestión o asunto que ha sido objeto del juicio.

Dos son, entonces, las condiciones que debe reunir:


• Que la resolución que el tribunal dicte ponga fin a la instancia;
• Que ella resuelva la cuestión o asunto controvertido, y se entiende que una
sentencia resuelve un asunto cuando ella se pronuncia sobre todas las acciones y
excepciones interpuestas por las partes en tiempo y forma (Art. 170 Nº6 CPC).

La ley determina las formalidades que debe reunir la sentencia definitiva, y ellas se
refieren tanto a los requisitos generales de toda resolución judicial como a los especiales
de ella, contemplados en el Art. 170 CPC.
En primer lugar, en relación a los requisitos generales de toda resolución judicial, la
sentencia definitiva debe contener:
• La expresión en letras del lugar y fecha en que se expide (Art. 169 CPC);
• Firma del juez o jueces que la dictan o intervienen en el acuerdo (Art. 169 CPC);
• La autorización del secretario (Art. 61 Inc. Final CPC).

Respecto a los requisitos especiales de la sentencia definitiva de primera instancia,


ellos están contemplados en el Art. 170 CPC y en el autoacordado de fecha 30 de
septiembre de 1920 de la Corte Suprema sobre la forma de las sentencias.
Las sentencias definitivas de primera instancia constan de tres partes:
• Parte Expositiva
En esta primera parte de la sentencia, el juez hace un resumen de la demanda,
contestación, réplica y dúplica, y de los demás trámites del proceso hasta la
citación para oír sentencia.
La omisión de esta parte acarrea la nulidad de la sentencia, que se hace efectiva
por medio del recurso de casación en la forma (Art. 768 Nº5 CPC).
La parte expositiva de la sentencia debe contener:
o La designación precisa de las partes litigantes, su domicilio, profesión u
oficio (Art. 170 Nº1º CPC);
o La enunciación breve de las peticiones o acciones deducidas por el
demandante y de sus fundamentos, y la enunciación de las excepciones o
defensas alegadas por el demandado (Art. 170 N°2 y N°3º CPC).

• Parte Considerativa
En esta parte de la sentencia, el juez aplica el derecho, operación que comprende
tres fases:
o La reconstrucción de los hechos;

144
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

o La determinación de la norma legal aplicable, o en su defecto, los


principios de equidad en que se funda el fallo;
o El examen de los requisitos para la procedencia de la acción.
Tiene importancia para los efectos de la motivación de la sentencia, que es la única
manera de llevar al ánimo de los litigantes la convicción de que han sido
considerados todos los aspectos de la cuestión y tomadas en cuenta sus respectivas
alegaciones.
Esta parte debe contener las siguientes enunciaciones:
o Las consideraciones de hecho o de derecho que sirven de fundamento a
la sentencia (Art. 170 N°4 CPC);
o La enumeración de las leyes, y en su defecto de los principios de equidad,
con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo (Art. 170 N°5 CPC).
El autoacordado antes mencionado establece en sus N°5-10°, con referencia a la
parte considerativa de la sentencia, que deben establecerse con precisión los
hechos sobre que versa la cuestión que debe fallarse, con distinción de los que
hayan sido aceptados o reconocidos por las partes y de aquellos respecto de los
cuales haya versado la discusión.
En seguida, si no hubiere discusión acerca de la procedencia legal de la prueba,
deben establecerse los hechos que se encuentren justificados con arreglo a la ley
y los fundamentos que sirvan para estimarlos comprobados, y debe hacerse, en
caso necesario, la apreciación correspondiente de la prueba de autos conforme a
las reglas legales.
Si se suscitare cuestión acerca de la procedencia de la prueba producida, debe
establecerse la exposición de los fundamentos que deben servir para aceptarla o
rechazarla, sin perjuicio del establecimiento de los hechos en la forma expuesta
en los párrafos precedentes para los fines consiguientes
Establecidos los hechos, deben disponerse las consideraciones de derecho
aplicables al caso, esto es, la enunciación de las leyes, o en su defecto de los
principios de equidad, con arreglo a los cuales se pronuncia el fallo.
Tanto respecto de las consideraciones de hecho como las de derecho, el tribunal
observará al consignarlas el orden lógico que el encadenamiento de las
proposiciones requiera.

• Parte Resolutiva y Dispositiva


Es en esta parte donde el juez pronuncia su fallo, y es ella la que produce los
efectos de cosa juzgada.
Establece el Art. 170 Nº6 CPC que las sentencias definitivas de primera o de
única instancia, y las de segunda que modifiquen o revoquen en su parte
dispositiva las de otros tribunales, contendrán la decisión del asunto controvertido.
Esta decisión deberá comprender todas las acciones y excepciones que se hayan
hecho valer en el juicio, pero podrá omitirse la resolución de aquellas que sean
incompatibles con las aceptadas.
El asunto controvertido está constituido, por lo tanto, por todas las acciones y
excepciones hechas valer oportunamente.

El Art. 170 CPC, y en especial su Nº6, no es más que la ampliación de un principio


básico de Derecho Procesal, que se encuentra consignado en el Art. 160 CPC, y es que
las sentencias se pronunciarán conforme al mérito del proceso, y no podrán extenderse a
puntos que no hayan sido expresamente sometidos a juicio por las partes, salvo en cuanto
las leyes manden o permitan a los tribunales proceder de oficio.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

C) Formas Anormales de Poner Término al Juicio Ordinario


1) La Conciliación
La conciliación es un equivalente jurisdiccional mediante el cual las partes acuerdan dar
solución a un conflicto de relevancia jurídica dentro del proceso, y con la activa
participación del juez.
Conforme al Art. 262 CPC, en todo juicio civil en que legalmente sea admisible la
transacción, con excepción de los juicios o procedimientos especiales de que tratan los
Títulos I, II, III, V y XVI del Libro III, una vez agotados los trámites de discusión y
siempre que no se trate de los casos mencionados en el Art. 313 CPC, el juez debe llamar
a las partes a conciliación y proponerles personalmente bases de arreglo.
Para tales efectos, debe citarlas a una audiencia de conciliación. Con todo, en los
procedimientos que contemplan una audiencia para recibir la contestación de la demanda,
debe efectuarse también en ella la diligencia de conciliación, evacuado que sea dicho
trámite.
El precedente llamado a conciliación no obsta a que el juez pueda, en cualquier estado de
la causa, efectuar la misma convocatoria, una vez evacuado el trámite de contestación de
la demanda.

En la audiencia de conciliación, el juez debe actuar como un amigable componedor,


intentando obtener un acuerdo total o parcial, y sin que las opiniones que emita lo
inhabiliten para seguir conociendo de la causa.

De la conciliación total o parcial debe levantarse un acta que consigne las especificaciones
del arreglo, y que deben suscribir el juez, las partes que lo deseen y el secretario, y se
estima como sentencia ejecutoriada para todos los efectos legales.
La conciliación produce el efecto de cosa juzgada una vez que el acuerdo queda ratificado
por las partes en el acta de conciliación, y una vez suscrita, el acta adquiere mérito
ejecutivo.

En cuanto a detalles más profundos, nos remitimos a lo estudiado respecto del llamado
necesario a conciliación en el juicio ordinario, estudiado anteriormente.

2) El Avenimiento
El avenimiento es el acuerdo de las partes para poner término a un juicio pendiente, en el
cual no tiene una intervención activa el tribunal, limitándose éstas a presentarlo para el
conocimiento del órgano jurisdiccional.

Es importante distinguir el avenimiento de la conciliación por la distinta forma de


configuración de un título ejecutivo respecto de ellos.
El avenimiento es título ejecutivo cuando consta en un acta pasada ante tribunal
competente y autorizada por un ministro de fe o por dos testigos de actuación (Art. 434
Nº3 CPC), mientras que el acta de conciliación, que debe ser suscrita no sólo por las
partes, sino que por el juez y el secretario, se estima como sentencia ejecutoriada para
todos los efectos legales (Art. 267 CPC), y como tal, configura un título ejecutivo
contemplado en el Art. 434 N°1 CPC.

El acuerdo con que las partes ponen término a un juicio tiene el doble carácter de contrato
y de actuación judicial.

146
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Como actuación judicial, y una vez aprobado por el tribunal, no puede reclamarse de él,
por haber puesto término a la litis por vía incidental, ya que todo incidente, como cuestión
accesoria al juicio mismo, debe alegarse in limine litis.
Como contrato, los defectos de que puede adolecer deben ser reclamados en juicio de lato
conocimiento.

3) El Desistimiento de la Demanda
El desistimiento de la demanda consiste en el retiro de ésta que hace el actor después de
notificada al demandado, o sea, después de que se ha creado la relación procesal.
Antes de notificarse la demanda, puede ella retirarse, sin que constituya desistimiento,
sino lisa y llanamente retiro de la demanda.
Al efecto, establece el Art. 148 CPC que antes de notificada una demanda al demandado,
podrá el actor retirarla sin trámite alguno, y se considerará como no presentada.
Después de notificada, podrá en cualquier estado del juicio desistirse de ella ante el
tribunal que conozca del asunto, y esta petición se someterá a los trámites establecidos
para los incidentes.
Si se hace oposición al desistimiento o sólo se acepta condicionalmente, resolverá el
tribunal si continúa o no el juicio, o la forma en que debe tenerse por desistido al actor
(Art. 149 CPC).

Lo más importante en el desistimiento de la demanda es el efecto jurídico que él produce,


y que está indicado en el Art. 150 CPC, conforme al cual, la sentencia que acepte el
desistimiento, haya o no habido oposición, extinguirá las acciones a que él se refiera, con
relación a las partes litigantes y a todas las personas a quienes habría afectado la sentencia
del juicio a que se pone fin.

El desistimiento debe tramitarse como incidente, conforme al Art. 148 CPC.


Dentro del plazo de tres días, la parte demandada puede responder oponiéndose al
desistimiento, o bien, aceptándolo condicionalmente o en todas sus partes.
En todo caso, si ha habido oposición, el tribunal resolverá si continúa o no el juicio, o en
qué forma debe tenerse por desistido al demandante (Art. 149 CPC).

La resolución que acoge el desistimiento es una sentencia interlocutoria, pues falla un


incidente del juicio estableciendo derechos permanentes a favor de las partes (Art. 158
Inc. 3º CPC), y contra ella proceden todos los recursos legales.

En cuanto al desistimiento de la demanda reconvencional, el Art. 151 CPC establece que


el desistimiento de las peticiones que se formulen por vía de reconvención se entenderá
aceptado, sin declaración expresa, por el hecho de proponerse, salvo que la parte contraria
deduzca oposición dentro de tercero día después de notificada.
En este caso, se tramitará la oposición como incidente, y podrá su resolución reservarse
para la sentencia definitiva.

4) El Abandono del Procedimiento


El abandono del procedimiento está reglamentado en el Título XVI del Libro I del Código
de Procedimiento Civil.
Conforme al Art. 152 CPC, el procedimiento se entiende abandonado cuando todas las
partes que figuran en el juicio han cesado en su prosecución durante seis meses, contados
desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso
progresivo a los autos.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El abandono del procedimiento requiere la concurrencia de tres condiciones:


• Procedimiento pendiente;
• Inactividad procesal;
• El transcurso de seis meses.

Lo que se pierde con el abandono del procedimiento no es la acción, sino el


procedimiento, o sea, las actuaciones en el proceso.
Dispone el Art. 156 CPC que no se entenderán extinguidas por el abandono las acciones
o excepciones de las partes, pero éstas perderán el derecho de continuar el procedimiento
abandonado y de hacerlo valer en un nuevo juicio.
Subsistirán, sin embargo, con todo su valor los actos y contratos de que resulten derechos
definitivamente constituidos.

Procede, por regla general, en todos los juicios, pero excepcionalmente, no se puede
alegar el abandono del procedimiento en los procedimientos concursales de liquidación y
en los de división o liquidación de herencias, sociedades o comunidades (Art. 157 CPC).

Conforme al Art. 153 CPC, el abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado,
durante todo el juicio y hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la causa.
Puede hacerse valer por vía de acción o de excepción.
Se hace valer por vía de acción cuando el demandado pide al tribunal que se tenga por
abandonado el procedimiento, en razón de haber transcurrido seis meses sin que las partes
hayan hecho gestión alguna para proseguir su acción.
Se hace valer por vía de excepción cuando, habiendo presentado el actor algún escrito
tendiente a obtener la prosecución del procedimiento luego de transcurrido el plazo de
seis meses contados desde la fecha de la última resolución recaída en gestión útil, el
demandado le opone entonces, como excepción, el abandono del procedimiento, alegando
que proceden todas las condiciones para declararlo.

El abandono del procedimiento se tramita como incidente, y la resolución que en él incida


será una sentencia interlocutoria, contra la cual proceden todos los recursos legales,
incluyendo la casación.

5) La Transacción
La transacción es un contrato en que las partes terminan extrajudicialmente un litigio
pendiente o precaven un litigio eventual, haciéndose concesiones recíprocas.
Siendo la transacción un contrato, debe reunir todos los requisitos de los contratos, y
además, debe reunir dos elementos que le son propios, y que son la existencia o
perspectiva de un litigio y que las partes se hagan concesiones recíprocas.
De acuerdo con el Art. 2460 CC, la transacción produce los mismos efectos de una
sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, y no produce efectos sino entre los
contratantes (Art. 2461 CC).
La transacción es un contrato que puede anularse no sólo por las disposiciones contenidas
en el título de la transacción, sino en conformidad a las reglas generales, especialmente
si adolece de objeto ilícito en cuanto al contenido de una de sus cláusulas.

6) El Contrato de Compromiso o Arbitraje


El compromiso es un contrato por el cual las partes substraen determinados asuntos
litigiosos presentes o futuros del conocimiento de las jurisdicciones ordinarias, y los
someten al fallo de ciertos árbitros que designan.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

El objeto del compromiso es derogar el orden normal de las jurisdicciones, sustrayendo


la decisión de ciertos asuntos a los tribunales que corresponden según la ley, y
defiriéndola a un tribunal arbitral que los propios interesados establecen.
Por esa razón, entonces, celebrado un contrato de compromiso entre litigantes, ello
implica una renuncia al conocimiento de las controversias por la autoridad judicial, y el
proceso no puede seguir sustanciándose ante el tribunal ordinario que lo conocía.

El compromiso, siendo un contrato, debe cumplir con los requisitos de existencia y


validez de todo contrato, y es un contrato solemne, pues debe constar por escrito (Art.
234 COT).

El compromiso debe contener, esencialmente, un acuerdo de voluntades destinado a dar


competencia a ciertos árbitros para que conozcan determinados asuntos.
Las cláusulas esenciales del compromiso están contenidas en el Art. 234 COT, y son:
• La individualización de las partes;
• El sometimiento de las mismas a la jurisdicción arbitral:
• La determinación del asunto que se compromete;
• La designación del tribunal de árbitros.

Uno de los efectos que produce el contrato de compromiso es que si el asunto que se
compromete es materia de un pleito ya incoado ante jueces ordinarios, éste debe
paralizarse en el estado en que se halla al tiempo del compromiso.
Todo acto de prosecución del juicio ante el tribunal en que estaba radicado, y la sentencia
definitiva que éste pueda dictar, adolecen de nulidad procesal.
Así, con el contrato de compromiso, termina el juicio.

7) Otras Formas Anormales de Terminación del Juicio Ordinario


El juicio ordinario puede terminar también por la aceptación de la excepción dilatoria de
incompetencia (Art. 303 N°1 CPC) y por la aceptación de las excepciones perentorias de
transacción y cosa juzgada, cuando han sido opuestas con el carácter de dilatorias (Art.
304 CPC).
No obstante, es preciso llamar la atención acerca de que las formas anormales de
terminación de la primera instancia del juicio ordinario de mayor cuantía, son también
propias de la única instancia y de cualquier clase de juicio.

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Parte 3 – Los Procedimientos Cautelares

Contenidos
I. Estudio Particular de las Medidas Cautelares o Precautorias
II. Aspectos Procesales y Tramitación de las Medidas Cautelares

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo I – Estudio Particular de las Medidas Cautelares o


Precautorias
1. Generalidades
2. Medidas Precautorias Nominadas
A) El Secuestro de la Cosa que es Objeto de la Demanda
B) El Nombramiento de Uno o Más Interventores
C) La Retención de Bienes Determinados
D) La Prohibición de Celebrar Actos o Contratos Sobre Bienes Determinados
3. Medidas Precautorias Innominadas
4. La Contracautela

Capítulo II - Aspectos Procesales y Tramitación de las Medidas


Cautelares
1. Requisitos Para la Concesión de Medidas Precautorias
A) Requisitos de las Medidas Precautorias Nominadas
B) Requisitos de las Medidas Precautorias Innominadas
C) Requisitos de las Medidas Precautorias Contempladas en Leyes Especiales
2. Oportunidad Para Pedir Medidas Precautorias
3. Tramitación de la Solicitud Sobre Concesión de Medida Precautoria
A) Primera Situación
1) Regulación Legal
2) Realidad Práctica
B) Segunda Situación
1) Regulación Legal
2) Realidad Práctica
C) Tercera Situación
1) Regulación Legal
2) Realidad Práctica
4. Efectos de las Medidas Precautorias

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Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo I – Estudio Particular de las Medidas Cautelares o


Precautorias
1. Generalidades
En el período comprendido entre la interposición de la demanda y el pronunciamiento de
la sentencia de término, que puede ser más o menos largo, según sea la naturaleza del
juicio, puede variar material o jurídicamente la cosa objeto del pleito, o bien la solvencia
misma del demandado.

Con el objeto de evitar estos cambios, y que a la postre el demandante no se vea burlado
en sus derechos que pueden ser reconocidos por la sentencia, el legislador ha puesto a su
disposición una serie de resguardos, los cuales se conocen con el nombre de medidas
precautorias.
El objeto específico, entonces, de las medidas precautorias, es asegurar el resultado de la
acción interpuesta por el demandante.
De ahí que las medidas precautorias se definan como los medios que la ley franquea al
demandante para que asegure el resultado de la acción que ha interpuesto.

El legislador, por su parte, al reglamentar las medidas precautorias, debe buscar una
verdadera ecuación entre los legítimos derechos del demandante y el no menos legítimo
derecho de defensa del demandado.
En doctrina, las medidas precautorias pertenecen al grupo de las acciones cautelares, y su
ejercicio da origen a un proceso, también de naturaleza cautelar, el cual podrá pasar tanto
por la fase de cognición o declarativa como por la de ejecución o cumplimiento.

Las medidas precautorias tienen como fuente legal inmediata y directa en nuestro
Derecho positivo el Título V del libro II del Código de Procedimiento Civil, (Arts. 290-
302), que se encuentran dentro del juicio ordinario.
Esto ha hecho pensar a algunos que las medidas precautorias sólo proceden en esta última
clase de juicios, pero en presencia de lo que dispone el Art. 3° CPC, el procedimiento
ordinario se aplicará en todas las gestiones, trámites o actuaciones que no tengan una
regla especial diversa, cualquiera que sea su naturaleza.
Por lo mismo, las medidas precautorias son también instituciones o disposiciones
comunes aplicables a todo procedimiento, y su ubicación hubiera sido más lógica dentro
del libro I.

Existen tres clases de medidas precautorias, que son las que enumera el Art. 290 CPC,
las demás que autorizan expresamente las leyes y a que se refiere el Art. 300 CPC, y las
que puede solicitar el actor, que no sea de las anteriormente indicadas, y a que se refiere
el Art. 298 CPC en su parte final.
Las medidas precautorias enumeradas en el Art. 290 CPC son:
• El secuestro de la cosa que es objeto de la demanda;
• El nombramiento de uno o más interventores;
• La retención de bienes determinados;
• La prohibición de celebrar actos o contratos sobre bienes determinados.

Las demás medidas precautorias que autorizan expresamente las leyes, y a que se refiere
el Art. 300 CPC, se encuentran contempladas en las normas de fondo y en las procesales,
y a modo de ejemplo, podemos citar la concesión de alimentos provisorios dentro del

152
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

juicio de alimentos (Art. 327 CC), el derecho legal de retención, que en ciertos casos
conceden las leyes (Arts. 545 y ss. CPC), y el auxilio de la fuerza pública para impedir
que el arrendatario desahuciado burle el derecho de retención que la ley confiere al
arrendador (Art. 598 CPC).

Por último, las medidas precautorias que puede solicitar el actor, y que no sean de las
anteriormente indicadas, son tantas cuantas crea oportuno pedir para asegurar
adecuadamente el resultado de su acción, y se refiere a ellas el Art. 298 CPC en su parte
final.

Ahora bien, la importancia de esta triple clasificación consiste en los diversos requisitos
que deben concurrir para concederlas.
Así, para decretar las precautorias del Art. 290 CPC, será necesario que concurran los
requisitos generales y particulares, que estudiaremos más adelante, mientras que para
decretar aquellas a que alude el Art. 300 CPC, será necesario que concurran los requisitos
específicos de la ley especial que las autoriza, y para decretar las medidas a que se refiere
el Art. 298 CPC, fuera de la concurrencia de los requisitos generales de procedencia de
las medidas precautorias, podrá también el tribunal, cuando lo estime necesario, exigir
caución al actor para responder de los perjuicios que se originen.

Las medidas precautorias contenidas en el Art. 290 CPC toman el nombre de medidas
precautorias o cautelares nominadas, mientras que las contenidas en el Art. 298 CPC se
denominan medidas precautorias o cautelares innominadas, y son estas dos a las cuales
nos referiremos.

2. Medidas Precautorias Nominadas


A) El Secuestro de la Cosa que es Objeto de la Demanda
Esta primera medida precautoria nominada está contemplada en el Art. 290 N°1 CPC, y
para que tenga aplicación, la demanda debe tener por objeto una cosa.
Se define el secuestro como el depósito de una cosa que se disputan dos o más individuos
en manos de otro, que debe restituirla al que obtenga una decisión en su favor.
El depositario se llama secuestre (Art. 2249 CC).

El secuestro, a su vez, puede ser convencional o judicial.


El secuestro convencional se constituye por el solo consentimiento de las personas que
se disputan el objeto litigioso, mientras que el secuestro judicial se constituye por decreto
de juez, y no ha menester otra prueba (Art. 2252 CC).
Nos referiremos exclusivamente al secuestro judicial.

Ahora bien, el secuestro como medida precautoria tiene lugar en dos casos:
• En la situación prevista por el Art. 901 CC, esto es, cuando, reivindicándose una
cosa corporal mueble, hubiere motivo de temer que se pierda o deteriore en manos
del poseedor;
• Cuando se entablen otras acciones con relación a cosa mueble determinada, y haya
motivo de temer que se pierda o deteriore en manos de la persona que, sin ser
poseedora de dicha cosa, la tenga en su poder (Art. 291 CPC).

Ambos casos deben tener un elemento común, y es que la acción tenga por objeto una
cosa mueble corporal y determinada, pero mientras el primer caso dice relación con la
acción reivindicatoria exclusivamente, el segundo es de aplicación más general, pues se

153
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

refiere a otras acciones de cosa mueble determinada, aun cuando sean ejercidas en contra
de una persona que no sea su poseedora.
También, en ambos casos, el fundamento determinante de la medida precautoria de
secuestro es el motivo de temer que se pierda o deteriore la cosa mueble en poder del
demandado mientras penda el juicio.

Las reglas legales aplicables a la medida precautoria de secuestro serán, en primer


término, las que el párrafo 2° del título I del libro III del Código de Procedimiento Civil
establece respecto del depositario de los bienes embargados (Art. 292 CPC), y en
seguida, las contenidas en el Código Civil sobre esta institución (Arts. 2249-2257 CC),
en cuanto no fueren contrarias a las anteriores.

B) El Nombramiento de Uno o Más Interventores


Esta medida cautelar o precautoria está contemplada en el Art. 290 N°2 CPC.
El interventor judicial es la persona designada por el juez con el objeto de que controle la
administración de los bienes materia del juicio, y que aún se hallan en poder del
demandado.
La persona que designe el tribunal para esta delicada misión, a título de medida
precautoria, puede ser una o más, lo cual dependerá, naturalmente, de la calidad e
importancia de los bienes intervenidos.

El nombramiento de uno o más interventores, como medida precautoria, tiene lugar en


los siguiente casos:
• En el caso del Art. 902 Inc. 2° CC, esto es, si se demanda el dominio u otro
derecho real constituido sobre un inmueble, y hubiere justo motivo de temer que
la cosa y los muebles y semovientes anexos a ella se deterioren en manos del
poseedor demandado, o las facultades pecuniarias de este último no ofrecieren
suficiente garantía;
• En el del que reclama una herencia ocupada por otro, si hay el justo motivo de
temor antes indicado;
• En el del comunero o socio que demanda la cosa común, o que pide cuentas al
comunero o socio que administra;
• Siempre que haya justo motivo de temer que se destruya o deteriore la cosa sobre
que versa el juicio, o que los derechos del demandante puedan quedar burlados;
• En los demás casos expresamente señalados por las leyes (Art. 293 CPC).

Las facultades del interventor judicial se limitan a llevar cuenta de las entradas y gastos
de los bienes sujetos a intervención (Art. 294 Inc. 1° CPC).
En consecuencia, la administración de los bienes materia de la intervención siempre corre
a cargo del demandado, y la labor del interventor judicial se limita a controlar esa
administración, llevando una cuenta particular de entradas y gastos.
Habrá veces en que, para llevar esta cuenta, el interventor judicial necesite imponerse de
los libros, papeles y operaciones del demandado, y entonces, la ley lo autoriza
expresamente para imponerse de estos pormenores, sin limitación alguna (Art. 294 Inc.
1° CPC).
Puede también suceder que el interventor judicial, en esta labor de control de la
administración de los bienes objeto del juicio, se imponga de malversaciones o abusos.

154
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Pesa de inmediato sobre él una importante obligación, consistente en que deberá dar aviso
al interesado, o sea, al demandante o al tribunal, de toda malversación o abuso que
advierta (Art. 294 Inc. 2° CPC).
En estos casos, podrán extremarse las medidas de precaución en contra del demandado,
y al efecto, la ley autoriza al tribunal para que decrete el depósito y retención de los
productos líquidos en un establecimiento de crédito o en poder de la persona que el
tribunal designe, sin perjuicio de las otras medidas más rigurosas que el tribunal estime
necesario adoptar (Art. 294 Inc. 2° CPC).

C) La Retención de Bienes Determinados


El Art. 290 N°3 CPC contempla esta tercera medida precautoria o cautelar.
La medida precautoria de retención de bienes determinados recae exclusivamente sobre
dinero o cosas muebles.
Su objeto preciso es asegurar el resultado de la acción instaurada, impidiendo que el
demandado disponga de ese dinero o de esas cosas muebles durante el curso del juicio, a
fin de que, en definitiva, respondan al cumplimiento de la sentencia que se dicte.

Esta clase de medida precautoria se utiliza generalmente para asegurar el resultado de


acciones personales o de créditos, pues permite en el cumplimiento del fallo entregar el
dinero o realizar las cosas muebles retenidas, y hacer así pago al demandante de su
crédito, pero también se puede retener dinero o cosas muebles, aunque no sean materia
del juicio (Art. 295 Inc. 1° CPC).

La acción judicial que se pretende asegurar con la retención de dinero o cosas muebles
del demandado, por lo tanto, puede o no decir relación con estos bienes, y mientras en el
primer caso será real, en el segundo será personal.
En consecuencia, si bien la medida precautoria de secuestro y la de retención de dinero o
cosas muebles del demandado recaen sobre cosas muebles, difieren en que, en la primera,
las cosas secuestradas siempre son el objeto mismo de la demanda, y en la segunda, en
cambio, las cosas retenidas a veces sólo aseguran indirectamente el resultado de la acción,
esto es, cuando dichas cosas no constituyen la materia misma del juicio.

Ahora bien, la retención de bienes determinados puede hacerse en manos del mismo
demandante, del demandado o de un tercero (Art. 295 Inc. 1° CPC).
Podrá también el tribunal ordenar que los valores retenidos se trasladen a un
establecimiento de crédito o de la persona que el tribunal designe cuando lo estime
conveniente para la seguridad de dichos valores (Art. 295 Inc. 2° CPC).

La medida precautoria de retención de bienes determinados tiene lugar:


• En caso que las facultades del demandado no ofrezcan suficiente garantía;
• En caso que haya motivo racional para creer que el demandado procurará ocultar
sus bienes;
• En los demás casos determinados por la ley (Art. 295 Inc. 1° CPC).

Una vez decretada la medida precautoria de retención de bienes determinados, o sea,


sobre dinero o cosas muebles, esos bienes se consideran en la misma situación jurídica de
los bienes embargados, según se ha declarado reiteradamente por la jurisprudencia, es
decir, hay objeto ilícito en su enajenación, a menos que el juez la autorice o el acreedor
consienta en ella (Art. 1464 N°3 CC).

155
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Por otra parte, la retención puede haberse decretado sobre un crédito que haya podido
tener el demandado en contra de un tercero.
Si ese tercero insiste en pagar a su acreedor, esto es, al demandado, en el juicio en que se
decretó la medida precautoria de retención del crédito, el pago es nulo (Art. 1578 N°2
CC).

D) La Prohibición de Celebrar Actos o Contratos Sobre Bienes Determinados


Esta última medida precautoria consiste en que, mediante ella, se impide al demandado
que celebre cualquier clase de acto o contrato sobre los bienes objeto de la misma.
El legislador, al establecer esta medida precautoria, emplea la frase amplia y genérica, de
“prohibición de celebrar actos o contratos”, y por ello, Casarino estima que la parte
demandante, al solicitar esta medida precautoria, tendrá que expresar concretamente qué
clase de acto o contrato desea que se prohíba celebrar al demandado, o por el contrario,
si estima que la prohibición debe ser amplia, esto es, no circunscrita a la celebración de
un determinado acto o contrato.

En la práctica, la más común es la prohibición de gravar y enajenar bienes determinados.


El Art. 296 Inc. 1° CPC dispone que la prohibición de celebrar actos o contratos podrá
decretarse con relación a los bienes que son materia del juicio, y también respecto de otros
bienes determinados del demandado.
En consecuencia, esta última medida precautoria puede recaer sobre dos clases de bienes
del demandado, es decir, sobre bienes materia del juicio y sobre bienes ajenos al juicio.
Este distingo, respecto de la clase de bienes sobre los cuales recae la medida precautoria
que estamos analizando, tiene una importancia capital para los efectos de los diversos
requisitos de procedencia, en uno y otro caso, de la medida de que se trata.

En efecto, si la prohibición de celebrar actos o contratos se pide sobre bienes materia del
juicio, bastará que el demandante invoque esta circunstancia para que el tribunal pueda
decretarla.
Por el contrario, si la prohibición de celebrar actos o contratos se solicita sobre otros
bienes determinados del demandado, es decir, sobre bienes que nada tienen que ver con
la acción instaurada, será necesario que las facultades del demandado no ofrezcan
suficiente garantía para asegurar el resultado del juicio.

Mientras en el primer caso la solvencia del demandado no entra en juego, pues lo que se
persigue por medio de la medida precautoria de prohibición es sólo impedir que la cosa
materia del juicio salga de su patrimonio o se vea menoscabada en su integridad jurídica,
en el segundo caso la falta de solvencia del demandado para responder a los resultados
del juicio es un elemento o requisito esencial y determinante para la concesión de la
medida precautoria.
Aún más, mientras en el segundo caso, la circunstancia de que las facultades económicas
del demandado sean suficientes para responder a los resultados del juicio impide decretar
la medida precautoria de prohibición, en el primero esta circunstancia no es ningún
obstáculo para ello.

Conforme al Art. 296 Inc. 2° CPC, para que los objetos que son materia del juicio se
consideren comprendidos en el Art. 1464 N°4 CC, será necesario que el tribunal decrete
prohibición respecto de ellos
La medida precautoria de prohibición de celebrar actos o contratos, cuando se decreta
sobre bienes materia del juicio, persigue darle carácter de ilicitud a su enajenación en

156
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

forma solemne, esto es, mediante una resolución judicial, a fin de que tanto las partes
como los terceros sepan a qué atenerse, sin que tenga que intervenir el factor solvencia
del demandado para concederla.

Decretada la medida precautoria de prohibición, cualquiera que sea la naturaleza de los


bienes sobre los cuales ha recaído, produce efectos entre las partes y frente a terceros.
Entre las partes, los efectos se producirán por el solo hecho de decretarse, y tan pronto
como la resolución judicial respectiva les sea notificada.
Frente a terceros, los efectos difieren según se trate de una prohibición que afecte bienes
raíces o bienes muebles.
• Tratándose de bienes raíces, para que la prohibición surta efecto respecto de
terceros, será indispensable que ella se inscriba en el registro del Conservador
respectivo (Art. 297 Inc. 1° CPC);
• Cuando verse sobre cosas muebles, sólo producirá efectos respecto de los terceros
que tenían conocimiento de ella al tiempo del contrato (Art. 297 Inc. 2° CPC).
En este último caso, si el demandado ha procedido a sabiendas, será responsable
de fraude, o sea, de estafa (Art. 297 Inc. 2° CPC).

3. Medidas Precautorias Innominadas


Las medidas cautelares innominadas, también llamadas genéricas o indeterminadas,
constituyen una temática delimitada tradicionalmente por oposición a las cautelares
previstas y reguladas por el legislador.
Se trata del ejercicio de la potestad cautelar, en la cual, a petición de parte, el juez adopta
las medidas de seguridad que no están previstas expresamente en la ley, pero que se
estiman como necesarias para asegurar el resultado de la acción deducida.
Las medidas cautelares innominadas buscan dar protección jurídica al actor frente a
situaciones de peligro que no pueden ser amparadas por las otras medidas cautelares,
evitando que se frustre el cumplimiento de la sentencia que pueda dictarse en su beneficio.

La potestad cautelar del juez en el proceso civil está reconocida por el Art. 298 CPC, en
cuya virtud, puede también el tribunal, cuando lo estime necesario y no tratándose de
medidas expresamente autorizadas por la ley, exigir caución al actor para responder de
los perjuicios que se originen.
Este tipo de medidas participan de los elementos propios de toda medida cautelar, que
son el periculum in mora y el fumus boni iuris, pero junto a ello, se impone la constitución
de una caución suficiente.
La diferencia con las medidas nominadas proviene del hecho que las innominadas buscan
defender al actor frente a una situación de peligro que no fue prevista por el legislador.

Dentro de los efectos cautelares que se podrían obtener a través de las medidas
innominadas, tenemos los siguientes:
• La cesación de actos que vulneren el derecho del actor y que no se comprendan
dentro de la prohibición de celebrar actos y contratos;
• El aseguramiento de una eventual indemnización de daños y perjuicios a través
de una póliza de seguros;
• La anotación de la existencia de un juicio pendiente.

157
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Es indudable que esta manifestación de la potestad cautelar puede convertirse en un


instrumento de gran utilidad, pero también puede producir varios problemas:
• Debe resolverse si sólo operan cuando no es posible adoptar una medida
precautoria nominada.
En nuestra opinión, ambos tipos de medidas cautelares se encuentran en un plano
de igualdad, lo cual se desprende de la lectura del Art. 298 CPC, que dispone que
el juez puede disponer otras medidas cuando lo estime necesario;
• Surge el problema de los límites en la determinación de la medida, es decir, si ella
es sólo conservativa o puede también ser innovativa.
En nuestra opinión, la exigencia de rendir una caución como elemento de la
esencia de la cautela indeterminada, permite un mayor campo de acción al
peticionario y al juez que debe concederla.
Defendemos por tanto que se puedan decretar por esta vía medidas cautelares
innovativas, con tal que se trate de situaciones excepcionales y se evite siempre el
abuso del derecho.

Desde un punto de vista negativo, al fijar el contenido de la medida, el juez no debe


olvidar que la potestad cautelar no puede interferir en los actos de los demás tribunales
integrantes del Poder Judicial, y por lo mismo, no podría a través de la cautela innominada
paralizar la actividad de otro juez ordinario, especial o arbitral, impidiendo, por ejemplo,
la prosecución de un juicio, o suspendiendo los efectos de una determinada resolución
judicial.
Tampoco puede obtenerse por esta vía una anticipación de tutela que homologue el
contenido de la sentencia con la precautoria.
No obstante lo anterior, la prohibición de que la medida cautelar satisfaga
anticipadamente la pretensión tiene excepciones, al igual que como estudiamos
anteriormente al analizar los elementos esenciales de las medidas cautelares.

4. La Contracautela
La contracautela dice relación con los derechos que se reconocen al sujeto afectado por
la concesión de una medida cautelar.
A través de ella, el legislador intenta equilibrar la posición entre los litigantes, buscando
compensar el gravamen que la concesión de una medida precautoria impone al
demandado o futuro demandado.

Su fundamento está en el principio de igualdad, que busca reestablecer el desequilibrio


que significa conceder al actor una medida para tutelar el derecho virtual que reclama.
En efecto, el demandado también tiene derecho a mejorar su situación, sea reaccionando
inmediatamente en el mismo proceso frente a la medida, o bien a posteriori, cobrando
una indemnización de perjuicios por los daños que le ocasionó una medida precautoria
abusiva y erróneamente concedida.

Además, a través de la contracautela, se evita que la parte que la obtuvo utilice este medio
como un mecanismo de presión indebida, para obligar a la parte afectada a capitular
tempranamente frente a la pretensión del actor.

La base legal de la contracautela se encuentra en el Art. 301 CPC, cuando dispone que
todas las medidas precautorias son esencialmente provisionales, y por ende, deben
hacerse cesar siempre que desaparezca el peligro que se ha procurado evitar.

158
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Concretamente, la contracautela tiene las siguientes manifestaciones:


• La Fianza o Garantía Suficiente
La exigencia de caución busca establecer un equilibrio entre evitar los perjuicios
de la demora en la resolución del proceso principal y el aseguramiento del
resarcimiento de los daños que eventualmente pueden ocasionarse al demandado.
En teoría, la fianza conseguiría garantizar la existencia de una base patrimonial,
para que el demandado pueda perseguir ulteriormente la responsabilidad civil
derivada de la utilización indebida de las medidas precautorias.
No obstante lo anterior, en nuestro sistema la exigencia de caución sólo está
presente como presupuesto ineludible para la concesión de medidas precautorias
innominadas y en las medidas precautorias prejudiciales.
El Art. 279 CPC sólo exige una fianza nominal u otra garantía suficiente, a juicio
del tribunal, consistente únicamente en los perjuicios que origine la precautoria
solicitada y el valor de las multas que pudieren imponerse al peticionario.

• El Alzamiento, Cesación o Reducción de la Medida


El demandado puede ejercer este derecho promoviendo un incidente, denunciando
que la precautoria es improcedente, o que fue concedida sin la observancia de los
requisitos de admisibilidad.
También puede pedirse la reducción de la medida, cuando ella es excesiva o
desproporcionada.
En cuanto a la oportunidad procesal, estas prerrogativas pueden ejercerse desde
que se notificó la medida o se tuvo conocimiento de la misma.

• La Indemnización de Perjuicios
Con posterioridad a la cesación de los efectos de las medidas precautorias, puede
surgir otra manifestación de la contracautela, que es la eventual responsabilidad
civil, que bajo ciertas condiciones, podría derivar de la utilización indebida o
abusiva de medidas cautelares.
El problema no está resuelto de forma general en nuestro sistema, salvo la
hipótesis del Art. 280 CPC, que es aplicable a las medidas prejudiciales
precautorias, donde se presume la mala fe en ciertos casos, y se hace expresamente
responsable al peticionario de los perjuicios causados.
Por aplicación de las reglas generales, hablamos de hipótesis de responsabilidad
civil extracontractual por culpa, al carecer nuestra legislación de una norma sobre
responsabilidad objetiva en este punto.
Lógicamente, el primer legitimado pasivamente será el peticionario que obtuvo la
medida dolosamente, o que configuró en su contra alguna de la situaciones que,
conforme al Art. 280 CPC, dan derecho a indemnización.
Ahora bien, surge un problema interesante de responsabilidad a propósito de si el
Estado debe indemnizar los daños causados por el juez al conceder la medida
precautoria
Conforme al Art. 328 COT, los jueces son personalmente sujetos pasivos de
responsabilidad civil, pero hasta el momento, nada se ha resuelto en nuestro
derecho sobre la responsabilidad judicial del Estado, salvo la hipótesis de error
judicial en materia procesal penal.
Sin embargo, en nuestra opinión, la falta de norma expresa no puede significar en
caso alguno que exista una hipótesis de exención de responsabilidad del Estado
cuando se produce un daño por manifiesta incorrección en la concesión de una
medida precautoria por parte de un juez.

159
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Capítulo II - Aspectos Procesales y Tramitación de las Medidas


Cautelares
1. Requisitos Para la Concesión de Medidas Precautorias
A) Requisitos de las Medidas Precautorias Nominadas
Para que estas medidas puedan ser concedidas, exigen la concurrencia de un doble grupo
de requisitos legales, que son los generales sobre concesión de medidas precautorias y los
especiales señalados por la ley para cada clase de medida precautoria en particular.

Los requisitos generales sobre concesión de medidas precautorias son dos:


• Que se Limiten a los Bienes Necesarios Para Responder a los Resultados del
Juicio
La equivalencia entre los bienes objeto de la medida precautoria y el monto del
juicio es una condición general e indispensable que debe tomarse muy en
consideración al solicitarse y decretarse una medida precautoria, cualquiera que
ésta sea.
El legislador provee a resguardar los derechos del demandante, pero sin imponerle
gravámenes innecesarios al demandado.

• Que el Demandante Acompañe Comprobantes que Constituyan a los Menos


Presunción Grave del Derecho que se Reclama
Esta exigencia tiende a darle seriedad a la medida precautoria, pero no implica
que deba acompañar elementos de prueba que constituyan una demostración
completa de su derecho.
El legislador se contenta con comprobantes que constituyan a lo menos
presunción grave del derecho reclamado, y por consiguiente, el tribunal, en
presencia de estos comprobantes, tendrá que examinar someramente si la acción
tiene probabilidades de ser acogida en definitiva, y en caso afirmativo, concederá
la medida solicitada, siempre que concurran además los requisitos específicos de
la medida de que se trate.
En realidad, el tribunal, al pronunciarse sobre una solicitud de medida precautoria,
en cierto sentido prejuzga, vale decir, debe pronunciarse sobre el fondo del juicio,
pero no lo hace con pleno conocimiento de todos sus antecedentes, pues éstos se
irán produciendo en el curso de su tramitación, y será en la sentencia en donde el
tribunal resolverá en definitiva el pleito.
Por eso, la concesión de la medida precautoria no siempre significa que el actor
en definitiva tenga que ver triunfar sus pretensiones, y, a la inversa, el rechazo de
la medida precautoria no impide que en definitiva pueda acogerse la acción.

Los requisitos especiales sobre concesión de medidas precautorias son aquellos que
analizamos en detalle al estudiar las medidas precautorias en particular.
Se trata de los diversos casos contemplados en la ley y que autorizan solicitar una
determinada medida precautoria.

El requisito específico de concesión de la medida precautoria, en ciertos casos, está


constituido por la circunstancia de que la ley misma autoriza conceder dicha medida en
el caso concreto de que se trata, y en otros, el requisito específico consiste en las
circunstancias de que el demandante tenga justo motivo de temer que la cosa objeto del
juicio se pierda o deteriore en manos del demandado, o que estime que las facultades

160
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

económicas del demandado no son suficientes para asegurar el resultado del juicio, o que
tenga motivo racional para creer que el demandado procurará ocultar sus bienes.
La primera circunstancia se acreditará con el solo mérito de los antecedentes, pues al
tribunal le bastará con examinar la solicitud de medida precautoria a la luz de la
disposición legal que se invoca como precepto que autoriza concederla.
La segunda circunstancia es un elemento esencialmente de hecho, de manera que habrá
que acreditarla en la oportunidad legal debida por los medios probatorios ordinarios.

B) Requisitos de las Medidas Precautorias Innominadas


Para decretarlas, también deben concurrir los requisitos generales de toda medida
precautoria, es decir, que se limiten a los bienes necesarios para responder a los resultados
del pleito, y que se acompañen por el demandante comprobantes que constituyan a lo
menos presunción grave del derecho que reclama (Art. 298 CPC).
Pero además, hay un requisito especial de mucha importancia, que es el otorgamiento de
caución para responder el actor de los perjuicios que se origen, si el tribunal así lo estima
necesario (Art. 298 CPC).

C) Requisitos de las Medidas Precautorias Contempladas en Leyes Especiales


Para decretar esta última clase de medidas, solamente deben concurrir los requisitos
particulares que exija el texto legal especial que las consagra.
Por ejemplo, si en un juicio de partición de bienes se solicita el nombramiento de un
administrador proindiviso, para decretar esta medida el tribunal tendrá que ajustarse
solamente a los requisitos señalados en el Art. 654 CPC.

2. Oportunidad Para Pedir Medidas Precautorias


Según dispone el Art. 290 Inc. 1° CPC, para asegurar el resultado de la acción, puede el
demandante en cualquier estado del juicio, aun cuando no esté contestada la demanda,
pedir una o más de las siguientes medidas (…).
En consecuencia, el derecho del demandante para asegurar el resultado de la acción
mediante la concesión de una medida precautoria puede ser ejercitado durante todo el
curso del juicio.
Para evitar dudas al respecto, el mismo precepto antes indicado dispone que este derecho
podrá ejercitarse aun cuando no esté contestada la demanda, y el Art. 433 CPC también
establece que, a pesar de que las partes se encuentren citadas para oír sentencia, puede
pedir el demandante una o más de las medidas precautorias indicadas en el Art. 290 CPC.
La oportunidad, por lo tanto, para solicitar medidas precautorias no puede ser más amplia,
y si ésta es en cualquier estado del juicio, quiere decir que podrán pedirse las medidas
precautorias tanto cuando el juicio se encuentre en la primera instancia, como en la
segunda, e incluso en vía de casación.
Se entiende que, en todo caso, la petición se formulará ante el tribunal de primera
instancia, y si no dispone de los autos principales por encontrarse ante otro tribunal,
ordenará tenerlos a la vista para pronunciarse sobre la medida solicitada.

3. Tramitación de la Solicitud Sobre Concesión de Medida Precautoria


A juicio de Casarino, el legislador se ha puesto en tres situaciones para reglamentar la
tramitación de la solicitud en que el demandante pide una medida precautoria, pero que,
sin embargo, la práctica de nuestros tribunales sigue una tramitación diversa, de tanta
fuerza que en el hecho ha llegado a desvirtuar la ley.
Analizaremos cada una de estas situaciones, según su regulación legal y lo que ha
ocurrido en la práctica jurisprudencial.

161
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

A) Primera Situación
1) Regulación Legal
El demandante presenta su solicitud de medida precautoria ante el tribunal que está
conociendo del juicio principal, y en ella pide que, para asegurar el resultado de su acción,
se le concedan una o más de las medidas señaladas en el Art 290 CPC.
Expondrá, además, que esta medida es indispensable para asegurar el resultado de su
acción, y que concurren los requisitos generales y los especiales para decretarla.
En seguida, el tribunal estudiará la solicitud respectiva y tendrá que pronunciarse sobre
ella, sea concediendo la medida precautoria o denegándola, y ordenará, al mismo tiempo,
la formación de cuaderno separado.
La resolución se notificará a las partes, y si es afirmativa, se cumplirá de inmediato,
llevándose a efecto la medida precautoria decretada.

El demandado, en conocimiento de esta medida precautoria, podrá oponerse o no a ella.


Si se opone, quiere decir que la medida precautoria de que se trata ha dado origen a un
incidente, que se tramitará en conformidad a las reglas legales y por cuerda separada,
como ya había sido ordenado (Art. 302 Inc. 1° CPC).

La resolución que falle el incidente declarará si ha o no lugar a la oposición, o en otras


palabras, si se mantiene o no la medida precautoria ya decretada.
Se tratará, por consiguiente, de una resolución judicial que reviste el carácter de sentencia
interlocutoria y, como tal, susceptible del recurso de apelación.
Si la resolución en cuestión acoge la oposición del demandado, al mismo tiempo ordenará
el alzamiento de la medida precautoria decretada, y en tal caso la apelación que deduzca
el demandante se le concederá en el solo efecto devolutivo (Art. 194 N°4° CPC).

2) Realidad Práctica
Los tribunales se limitan a proveer la correspondiente solicitud de medida precautoria,
confiriendo traslado al demandado por tres días y ordenando, al mismo tiempo, la
formación de cuaderno separado.
Una vez que responde el demandado, resuelven el incidente de medida precautoria de
inmediato, o bien lo reciben a prueba, en conformidad a las reglas generales sobre
tramitación de los incidentes ordinarios.
La resolución respectiva, sea que conceda o deniegue la medida precautoria, es apelable,
y la apelación se concede en el solo efecto devolutivo.

B) Segunda Situación
1) Regulación Legal
Puede presentarse una segunda situación, distinta de la anterior, y es que el demandante
solicite la medida cautelar de la misma manera, pero agregando que aún le faltan los
comprobantes exigidos por la ley para acreditar a lo menos presunción grave del derecho
reclamado.

En estos casos, el tribunal, para conceder tal medida, debe examinar si concurren o no los
requisitos generales, salvo precisamente el relativo a los comprobantes que constituyan a
lo menos presunción grave del derecho reclamado, si concurren o no los requisitos
especiales de la medida precautoria de que se trate, y además, si se está o no en presencia
de un caso grave y urgente (Art. 299 CPC).

162
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

En caso afirmativo, concederá la medida por un término que no exceda de diez días,
mientras se presentan los comprobantes en referencia, y se exigirá caución para responder
por los perjuicios que resulten (Art. 299 CPC).
Además, ordenará, a la vez, formación de cuaderno separado.

En seguida, esta resolución se notificará a las partes y, rendida que sea la caución, se
llevará a efecto la medida en referencia.
Ahora bien, dentro del término señalado por el tribunal, la parte demandante tendrá que
acompañar los comprobantes que constituyan a lo menos presunción grave del derecho
reclamado, y pedir que se mantenga la medida precautoria que ya se había decretado.
Si el demandante no renueva su solicitud en el término indicado, la medida precautoria
quedará de hecho cancelada.
Puede suceder también que la renueve, pero que el tribunal la rechace, y en ambos casos,
responderá de los perjuicios consiguientes (Arts. 280 y 299 CPC).

Si el demandante renueva su solicitud en el término fijado por el tribunal, acompañando


los comprobantes del caso, y el tribunal mantiene la medida precautoria, notificado que
sea el demandado, tendrá también derecho a oponerse, y su oposición dará lugar a un
incidente que se tramitará de acuerdo con las reglas legales y por cuerda separada (Art.
302 Inc. 1° CPC).

La resolución que falle este incidente declarará si ha o no lugar a la oposición, o en otras


palabras, si mantiene la medida precautoria que se había decretado en dos oportunidades,
es decir, al presentarse la solicitud de medida precautoria primitiva y al acompañársele
en el término fijado por el tribunal los comprobantes del caso, o si, por el contrario, ordena
alzarla.
Esta resolución también constituye una sentencia interlocutoria, y por consiguiente, será
susceptible de recurso de apelación.
Si la resolución acoge la oposición, ordena al mismo tiempo alzar la medida precautoria,
y en tal caso, la apelación que deduzca el demandante tendrá también que concederse en
el solo efecto devolutivo (Art. 194 N°4 CPC).

2) Realidad Práctica
En esta situación, los tribunales, previo otorgamiento de caución, conceden la medida
precautoria desde luego, y ésta se lleva a efecto.
En seguida, el demandante, en el término legal, debe acompañar tales comprobantes y
pedir que se mantenga la medida precautoria.
De esta solicitud los tribunales confieren de inmediato traslado al demandado, y una vez
tramitado el incidente resuelven si ha lugar o no a la medida precautoria, o sea, si se
mantiene o no la medida que ya habían decretado previa caución.

C) Tercera Situación
1) Regulación Legal
En este tercer caso, el demandante presenta su solicitud de medida precautoria ante el
tribunal que está conociendo del juicio principal, y en ella pide que, para asegurar el
resultado de su acción, necesita que se le concedan una o más de las medidas precautorias
señaladas en el Art. 290 CPC.
Expondrá, además, que concurren todos los requisitos generales y especiales para
decretarla, y acompañará, al efecto, los comprobantes que constituyan a lo menos
presunción grave del derecho que reclama, agregando además que la medida precautoria

163
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

debe llevarse a efecto antes de notificarse al demandado, por las graves razones que
también hará valer (Art. 302 Inc. 2° CPC).

El tribunal, acto continuo, examinará la solicitud en referencia, y si concurren los


requisitos o condiciones antes señalados, concederá la medida precautoria de que se trata,
y ordenará la formación de cuaderno separado.
Esta resolución se notificará exclusivamente al demandante, y desde ese momento, podrá
cumplirse, esto es, llevarse a efecto la medida precautoria solicitada y decretada.

Luego, pesa sobre el demandante una importante obligación, y es que debe notificar al
demandado la resolución respectiva en el término de cinco días a contar desde la fecha
del pronunciamiento, pudiendo el tribunal ampliar este plazo por motivos fundados (Art.
302 Inc. 2° CPC), y además, ordenar que esta notificación se haga al demandado por
cédula (Art. 302 Inc. 3° CPC).

Si la notificación no se efectúa en el término fijado por el tribunal, las diligencias


practicadas quedan sin efecto ni valor alguno (Art. 302 Inc. 2° CPC).
Si la notificación, en cambio, se practica al demandado en el término que se haya
señalado, tendrá derecho a oponerse a la medida precautoria decretada, y su oposición
dará lugar a un incidente, que se tramitará en conformidad a las reglas legales y por cuerda
separada (Art. 302 Inc. 1° CPC).

La resolución que falle este incidente declarará si ha o no lugar a la oposición del


demandado, o en otros términos, si se mantiene la medida precautoria que se había
decretado sin previa notificación de aquél, o por el contrario, si se ordena alzarla.
Esta resolución también constituye una sentencia interlocutoria, y como tal, es susceptible
de apelación. Si la resolución acoge la oposición y ordena alzar la medida precautoria,
será apelada por el demandante, y su apelación se le concederá en el solo efecto
devolutivo (Art. 194 N°4 CPC).

2) Realidad Práctica
En estos casos, los tribunales conceden la medida desde luego, es decir, sin su previa
notificación, siempre que haya graves razones para ello, y sin perjuicio de conferir al
demandado, en esa misma resolución, el correspondiente traslado por tres días.
Tramitado el incidente de acuerdo con las reglas generales, el tribunal resuelve si ha o no
lugar a la medida precautoria de que se trata, o sea, si se mantiene o no la que había
decretado, desde luego sin previa notificación.
A esta última la llaman provisional, y a la que se decreta en la resolución que falla el
incidente, definitiva, y de ahí que cuando se niega lugar al incidente, se ordena alzar la
medida precautoria provisional, y si apela el demandante, la apelación se le concede en
el solo efecto devolutivo.

En resumen, si bien la ley y la práctica de nuestros tribunales coinciden en que la petición


de medidas precautorias da origen a un incidente, que debe tramitarse de acuerdo con las
reglas generales y por cuerda separada, difieren, fundamentalmente, en que mientras para
la primera las medidas precautorias pueden dar origen a un incidente (lo cual acontecerá
cuando el demandado se oponga a ella una vez decretada), para la segunda, en cambio, el
incidente se plantea tan pronto el demandante solicita una o más de las medidas
precautorias señaladas en la ley.

164
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

4. Efectos de las Medidas Precautorias


Según dispone el Art. 301 CPC, todas estas medidas son esencialmente provisionales, y
en consecuencia, deberán hacerse cesar siempre que desaparezca el peligro que se ha
procurado evitar, o se otorguen cauciones suficientes.
Por lo tanto, una vez decretada una medida precautoria y cumplida la resolución
respectiva, puede dejarse sin efecto si posteriormente desaparece el peligro que por medio
de ellas se procuró evitar, o bien, se otorgan cauciones suficientes.

El cese del peligro que se ha procurado evitar será una cuestión de hecho que tendrá que
resolver el tribunal en cada caso en particular.
Por su parte, las cauciones deberán ser otorgadas por el demandado, debiendo el tribunal
determinar, en cada caso en particular, su naturaleza y monto.

No hay que olvidar que la circunstancia de haberse pronunciado sentencia favorable al


demandado en la causa principal no implica cese del peligro que se ha querido evitar, que
autorice el alzamiento de la medida.
Puede también haberse negado lugar a una solicitud de medida precautoria, por estimarse
que no concurren todos los requisitos exigidos por la ley para decretarla, y posteriormente
reiterarse esa solicitud y ser acogida, por existir ahora los requisitos antes señalados.

En consecuencia, decretada una medida precautoria, o bien denegada la solicitud


respectiva, podrá pedirse posteriormente que se la deje sin efecto, o que se acceda a ella,
por haber en ambos casos variado las circunstancias que se tuvieron en vista al
pronunciarse la solicitud respectiva, sin que el demandante, en el primer caso, o el
demandado, en el segundo, puedan oponerse en razón de que la primitiva resolución ha
producido cosa juzgada.

La resolución que concede una medida precautoria, una vez ejecutoriada, produce la
acción de cosa juzgada, por cuanto puede pedirse su ejecución o cumplimiento, pero las
resoluciones que conceden o deniegan una medida precautoria, una vez firmes, no pueden
servir de fundamento a la excepción de cosa juzgada, ni siquiera a la excepción de cosa
juzgada formal, pues aun dentro del mismo proceso en que fueron dictadas, pueden
dejarse sin efecto, y su carácter provisional, señalado expresamente por la ley, así lo
demuestra.

165
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Definiciones

Parte 1 – Presupuestos Procesales Relativos al Procedimiento

1. Medidas Prejudiciales:
• En General: Conjunto de actuaciones procesales tendientes a preparar la
demanda o adoptar las medidas de anticipación de prueba o de protección cautelar
para que la demanda sea eficaz;
• Medidas Prejudiciales Preparatorias: Actos jurídicos procesales que tienden a
preparar la entrada al juicio, buscando aclarar algún hecho relevante para el
desarrollo eficaz de la relación procesal que se pretende trabar;
• Medidas Prejudiciales Probatorias: Actos jurídicos procesales anteriores al
juicio, que tienen por objeto obtener la rendición de los medios de prueba
establecidos por el legislador, que pudieren ser con posterioridad durante el curso
del juicio de difícil realización o recayeren sobre hechos que puedan fácilmente
desaparecer;
• Medidas Prejudiciales Precautorias: Providencias pronunciadas por el tribunal,
a petición del sujeto activo del proceso, que tienen por finalidad asegurar el
resultado de la pretensión hecha valer, cuando se ha demostrado durante el curso
del procedimiento la apariencia de la existencia de la pretensión cuya satisfacción
se pretende y existe el peligro de que ella puede ser burlada antes de la dictación
de la sentencia definitiva.

2. Acumulación de Acciones:
• En General: Institución procesal en virtud de la cual una relación procesal pasa
a tener un objeto compuesto por dos o más acciones, que se tramitan en un mismo
procedimiento;
• Acumulación Inicial de Acciones: Aquella que se configura cuando en una
misma demanda el actor afirma varias acciones;
• Acumulación Sobrevenida de Acciones: Aquella que surge después de
producida la litispendencia, cuando se agregan al objeto del proceso otras
acciones;
• Acumulación Condicional de Acciones: Aquella en que las acciones deducidas
en la demanda están sometidas entre sí a una condición, ejerciéndose una en
subsidio de la otra;
• Acumulación Simple de Acciones: Aquella en que la solicitud de tutela se
formula pura y simplemente, sin condicionamiento entre las acciones deducidas,
solicitando al órgano jurisdiccional que se acojan todas ellas.

3. Litispendencia:
• Litispendencia In Genere: Hecho de existir un juicio pendiente entre los mismos
sujetos;
• Litispendencia In Specie: Aquella que surge cuando una misma acción es
propuesta en otro proceso distinto, concurriendo la triple identidad entre la nueva
acción deducida y la que está siendo conocida en otro proceso.

166
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

Parte 2 – El Juicio Ordinario de Mayor Cuantía

1. Procedimiento: Conjunto de formalidades a que deben someterse el juez y los


litigantes en la tramitación del proceso.

2. Demanda: Acto procesal del actor mediante el cual ejercita una acción tendiente a la
declaración, en sentido amplio, por parte del tribunal, de un derecho que le ha sido
desconocido o menoscabado.

3. Demanda con Reserva: Aquella que solicita que se reserve la determinación líquida
del monto de los perjuicios o de los frutos que han de ser devueltos para la fase de
cumplimiento de la sentencia, o bien, para un juicio posterior.

4. Emplazamiento: Notificación de la demanda sumada al término legal con que cuenta


el demandado para contestarla.

5. Excepción Dilatoria: Aquellas que tienen por objeto la corrección de vicios del
procedimiento, sin afectar el fondo de la acción deducida.

6. Excepción Perentoria: Aquella que tiene por objeto enervar la acción deducida por el
actor, afectando por tanto el fondo del asunto.

7. Contestación de la Demanda: Escrito en que el demandado opone las excepciones o


defensas que hace valer en contra del demandante, destinadas a enervar o destruir las
acciones que éste ha deducido.

8. Reconvención: Acción deducida por el demandado en contra del actor, al contestar la


demanda, en el juicio que éste ha provocado, y con el objeto de que ambas acciones sean
tramitadas en el mismo procedimiento.

9. Réplica: Escrito en que el demandado puede ampliar, adicionar o modificar las


acciones que haya formulado en la demanda, pero sin poder alterar aquellas que sean
objeto principal del pleito, y eventualmente, contestar la demanda reconvencional
deducida por el demandado.

10. Dúplica: Escrito en que el demandado puede ejercer facultades análogas a las que
tiene el actor en la réplica, respecto de las excepciones y defensas que haya formulado en
la contestación.

11. Llamado a Conciliación: Trámite obligatorio o necesario en la generalidad de los


procedimientos civiles, en virtud del cual, una vez agotados los trámites de discusión, el
juez debe citar a las partes a una audiencia, llamándolas a conciliación y proponiendo
bases de arreglo, sin que las opiniones que emita lo inhabiliten de seguir conociendo del
juicio.

12. Prueba: Comprobación judicial, por los modos que la ley establece, de la verdad de
un hecho controvertido del cual depende el derecho pretendido.

167
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

13. Objeto de la Prueba:


• En General: Afirmaciones acerca de los hechos que se alegan como fundamento
del derecho que se pretende;
• Hechos Sustanciales: Aquellos que integran en modo tan esencial la controversia
que sin su prueba no puede adoptarse resolución alguna;
• Hechos Pertinentes: Aquellos que, no estando en el caso anterior, se vinculan al
conflicto de forma tal que su prueba se hace necesaria para la respuesta
jurisdiccional;
• Hechos Controvertidos: Aquellos respecto de los cuales existe discrepancia
entre las partes acerca de su existencia o de la forma en que han acaecido;
• Hechos Admitidos: Aquellos respecto de los cuales no existe controversia,
justamente por haber sido afirmados por una parte y expresamente afirmados por
la otra;
• Hechos Notorios: Aquellos que tienen una existencia pública, general y evidente;
• Hechos Presuntos: Aquellos que se tienen por ciertos a partir de una labor
inductiva por parte del juez, que toma como base ciertos hechos para poder
afirmar la existencia de otros;
• Hechos Negativos: Aquellos que consisten en no haber acaecido una determinada
cosa;
• Hechos Constitutivos: Aquellos en los cuales el actor sostiene y fundamenta su
pretensión, y que producen el nacimiento de un derecho o una situación jurídica;
• Hechos Impeditivos: Aquellos que impiden la generación válida de una relación
jurídica, como los vicios del consentimiento en un contrato;
• Hechos Extintivos: Hechos posteriores a los constitutivos que hacen desaparecer
la relación jurídica o sus efectos, como son los modos de extinguir las
obligaciones;
• Hechos Excluyentes: Aquellos que otorgan al demandado una excepción que le
permite destruir la eficacia de los hechos constitutivos, como la prescripción.

14. Máximas de la Experiencia: Definiciones o juicios hipotéticos de contenido general,


desligados de los hechos concretos que se han de juzgar en el proceso, y procedentes de
la experiencia, pero independientes de los casos particulares de cuya observación se han
inducido, y que, por encima de estos casos, pretenden tener validez para otros nuevos.

15. Fuentes de Prueba: Elementos que existen en la realidad, y que pueden ser aptos de
ser utilizados para los fines de la tarea probatoria de que se nutre la decisión
jurisdiccional.

16. Medios de Prueba: Actividad procesal de las partes y el juez a través de la cual se
incorporan al proceso las fuentes de prueba.

17. Prueba Ilícita: Aquella que se obtiene con inobservancia o vulneración de derechos
fundamentales, y que no puede incorporarse al proceso o ser considerada como elemento
probatorio en caso alguno.

18. Interpretación, Valoración y Apreciación de la Prueba:


• Interpretación de la Prueba: Labor posterior a la práctica de la prueba,
consistente en la determinación que hace el juez acerca del resultado que de ella

168
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

se desprende, estableciendo de manera cierta el significado de las pruebas a


efectos de determinar la verdad de los hechos afirmados;
• Valoración de la Prueba: Credibilidad que cabe conceder al resultado obtenido
de la interpretación de la prueba;
• Apreciación de la Prueba: Resultado de las operaciones antes descritas.

19. Sistema de Prueba Legal o Tasada: Aquel en que el legislador enumera


taxativamente los medios probatorios que las partes pueden utilizar en el juicio, señalando
al mismo tiempo la eficacia probatoria asignada a cada uno.

20. Sistema de la Sana Crítica: Aquel que otorga libertad al juez para apreciar el valor
probatorio de cada medio de prueba de acuerdo a la lógica, al buen sentido y a las
máximas de la experiencia.

21. Reglas Reguladoras de la Prueba: Aquellas que tienen como misión fundamental
enumerar los medios probatorios, determinar su eficacia o mérito probatorio particular,
resolver acerca de cuál de ellos debe primar en caso de ser contradictorios y establecer la
carga de la prueba para las partes.

22. Término Probatorio:


• En General: Plazo común con que cuentan las partes para suministrar las pruebas
al tenor de los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos, y en especial, la
prueba testimonial;
• Término Probatorio Ordinario: Aquel que constituye la regla general, con una
extensión de veinte días, pudiendo ser reducido de común acuerdo por las partes;
• Término Probatorio Extraordinario: Plazo destinado a rendir prueba en un
territorio jurisdiccional diverso al del tribunal que sigue el juicio, sea dentro o
fuera del territorio de la república;
• Término Probatorio Especial: Plazo concedido por el juez para la rendición de
prueba, cuando ocurre algún accidente o entorpecimiento que impida su
producción en tiempo oportuno, y por motivos ajenos a la parte que se vio
impedida.

23. Instrumento:
• En General: Toda representación material idónea para dejar constancia de un
hecho;
• Instrumento Público: Aquel autorizado con las solemnidades legales por el
competente funcionario;
• Escritura Pública: Instrumento público o auténtico otorgado ante notario e
incorporado en un protocolo o registro público;
• Instrumento Privado: Todo escrito que da constancia de un hecho y que ha sido
otorgado sin formalidad o solemnidad alguna, siendo lo importante en esta clase
de instrumentos que dejen testimonio de un hecho.

24. Exhibición de Documentos: Procedimiento especial mediante el cual se logra la


exhibición de instrumentos que no están en poder de la parte solicitante, para ser
incorporados como prueba al juicio, y siempre que tengan relación directa con la cuestión
debatida y no revistan el carácter de secretos o confidenciales.

169
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

25. Copias:
• Copias Autorizadas: Aquellas otorgadas con los requisitos que las leyes
prescriben para que hagan fe;
• Copias Simples: Aquellas que han sido otorgadas sin autorización de funcionario
competente ni con sujeción a las formalidades legales de rigor;
• Documentos Electrónicos: Toda representación de un hecho, imagen o idea que
sea creada, enviada, comunicada o recibida por medios electrónicos y almacenada
de un modo idóneo para permitir su uso posterior.

26. Declaraciones:
• Dispositivas: Aquellas que expresan el consentimiento y especifican el objeto
sobre el que éste recae, refiriéndose a los elementos del acto jurídico, tanto
esenciales como de la naturaleza o accidentales;
• Enunciativas: Aquellas que no constituyen el objeto del acto jurídico, sino que
en ellas las partes relatan de forma enunciativa hechos o actos jurídicos
complementarios.

27. Cotejo de Documentos: Comprobación judicial de una copia simple o autorizada con
su original o con otra copia que haga fe respecto de la parte contraria.

28. Cotejo de Letras: Diligencia judicial destinada a comprobar si la letra del documento
privado que se pone en duda es la misma que la estampada en un documento indubitado.

29. Prueba Testimonial: Declaración que hacen personas extrañas al juicio, las cuales
reúnen las condiciones exigidas por la ley, y que declaran en la forma que ella establece
acerca de los hechos sustanciales y pertinentes controvertidos por las partes.

30. Testigos:
• En General: Personas ajenas al juicio que declaran, bajo juramento y demás
formalidades legales, acerca de los hechos controvertidos en el pleito;
• Testigos Presenciales: Aquellos que han percibido por sus propios sentidos los
hechos acerca de los cuales declaran;
• Testigos de Oídas: Aquellos que relatan los hechos sin haberlos percibido, y sólo
conocen de ellos por el dicho de otras personas;
• Testigos Instrumentales: Aquellos que han concurrido como testigos al
otorgamiento del instrumento que deja constancia del hecho de que se trata;
• Testigos Singulares: Aquellos que, estando de acuerdo en el hecho, difieren en
cuanto a sus circunstancias esenciales;
• Testigos Contestes: Aquellos que están de acuerdo en el hecho y en sus
circunstancias esenciales.

31. Minuta de Puntos de Prueba: Conjunto de preguntas, debidamente enumeradas y


especificadas, las cuales deben redactarse en forma tal que constituyan un desarrollo de
los hechos sustanciales, pertinentes y controvertidos señalados por el tribunal.

32. Nómina de Testigos: Lista que contiene el nombre, apellido, domicilio y profesión u
oficio de las personas cuya declaración se desea.

33. Tachas: Medio de hacer efectivas las inhabilidades establecidas por el legislador, y
que conducen, al ser aceptadas, a desestimar las declaraciones de los testigos en juicio.
170
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

34. Confesión de Parte:


• En General: Medio probatorio consistente en el reconocimiento que una persona
hace de la verdad de un hecho, susceptible de producir consecuencias jurídicas en
su contra;
• Confesión Judicial: Aquella que se presta dentro del juicio en que se invoca;
• Confesión Extrajudicial: Aquella que se presta en juicio distinto, o bien, fuera
de juicio;
• Confesión Espontánea: Aquella que se presta sin requerimiento del juez ni de
petición contraria;
• Confesión Provocada: Aquella que se presta previo requerimiento del juez o a
petición de parte interesada, y dentro del mecanismo llamado absolución de
posiciones;
• Absolución de Posiciones: Confesión judicial provocada por una de las partes en
contra de la otra, acerca de la verdad de los hechos alegados en el juicio, y que
perjudica a la parte confesante;
• Pliego de Posiciones: Nómina de los hechos acerca de los cuales la parte que
exige la confesión pretende que se interrogue al confesante;
• Confesión Expresa: Aquella que presta el confesante en términos categóricos y
formales, de suerte que no haya duda acerca de su voluntad e intención;
• Confesión Tácita: Aquella que tiene lugar en los casos expresamente señalados
por la ley, a título de sanción para el litigante rebelde a prestar confesión expresa;
• Confesión Simple: Aquella en que se reconoce el hecho discutido, sin agregar ni
modificar nada;
• Confesión Calificada: Aquella en que el confesante, fuera de confesar el hecho
discutido, le agrega algo que viene a modificar su naturaleza jurídica;
• Confesión Compleja: Aquella en que el confesante, junto con reconocer el hecho
discutido, le agrega otro u otros hechos distintos al confesado, que vienen a
destruir en todo o parte los efectos del primero.

35. Inspección Personal del Tribunal: Examen que el juez hace por sí mismo de hechos
o circunstancias materiales controvertidos en el pleito, con el objeto de adquirir la
convicción acerca de su verdad o inexactitud.

36. Informe de Peritos: Presentación al juicio de un dictamen u opinión sobre hechos


controvertidos en él, para cuya adecuada apreciación se requieren conocimientos
especiales acerca de alguna ciencia o arte.

37. Perito: Toda persona que tiene conocimientos especiales sobre una materia
determinada, y apta, en consecuencia, para dar su opinión autorizada sobre un hecho o
circunstancia contenido en el dominio de su competencia.

38. Prueba por Presunciones: Aquella que emplea ciertos antecedentes o circunstancias
conocidas para inferir de ellas, sea por obra del legislador o del juez, un hecho
desconocido y controvertido en el pleito.

39. Presunciones:
• Presunción Legal: Aquella en que es el legislador el que, de ciertos antecedentes
o circunstancias conocidas, infiere o deduce un hecho desconocido, pudiendo ser

171
Licenciatura Derecho Procesal – Tomo III

esta presunción simplemente legal, en caso de aceptar prueba en contrario, o de


derecho, si no la acepta;
• Presunción Judicial: Aquella en que es el juez el que, de ciertos antecedentes o
circunstancias conocidas, infiere o deduce un hecho desconocido en el proceso.

40. Medidas Para Mejor Resolver: Diligencias probatorias decretadas de oficio por el
tribunal, una vez puesto el proceso en estado de sentencia, a fin de quedar en condiciones
adecuadas para dictar un mejor fallo.

Parte 3 – Los Procedimientos Cautelares

1. Medidas Cautelares: Medios que la ley franquea al demandante para que asegure el
resultado de la acción interpuesta, concurriendo los requisitos que la misma ley
determina.

2. Interventor: Persona designada por el juez con el objeto de que controle la


administración de los bienes materia del juicio, y que aún se encuentran en poder del
demandado.

3. Contracautela: Derechos que se reconocen al sujeto afectado por la concesión de una


medida cautelar.

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