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ACTIVIDAD ASINCRÓNICA 3 DE DICIEMBRE DE 2021

VÍCTOR MANUEL MEDINA CERVANTES

Es evidente que las posturas del doctor Sigmund Freud a propósito de su


texto El chiste y su relación con el inconciente (1905) buscan consolidar el punto
de vista del psicoanálisis que consiste en devolver el valor a todo aquello que la
“lógica” positivista del pensamiento filosófico (de raigambre aristotélica) y la
ciencia del mismo signo habían despreciado y echado a un lado, me refiero al
valor de los pequeños detalles (actos fallidos) y la significación del “sinsentido” del
chiste. Para Freud fue fundamental dejar plenamente asentado que dicho valor no
sólo existe, sino que es perfectamente comprobable por medio de sus
mecanismos e interpretaciones, lo cual demuestra al mismo tiempo que la
vinculación entre chiste, actos fallidos, sueños y el inconciente está evidenciada.
En este sentido es claro que Freud puede echar mano de ciertos principios de los
movimientos y escuelas marginales que surgieron en Grecia durante y después
del periodo conocido como presocrático y en la filosofía helenística posterior a
Platón y Aristóteles y producto de ella, como el epicureísmo, la postura de los
cínicos y los escepticismos en general.
Las posturas escépticas de la cultura griega se desprenden al parecer de
una tendencia a la desconfianza hacia el mundo sensible y una postura crítica
frente a los mecanismos de la pura razón (en otra época de la filosofía se
convertirán en mecanismos de la ”razón pura”). En el caso de Freud, hay una
inobjetable necesidad de atender al fenómeno subjetivo y a las cargas que el
mismo definió como lo inconciente. En este mismo sentido, la filóloga y filósofa
francesa Bárbara Cassin en su libro Jacques el sofista Lacan, logos y
psicoanálisis enfatiza que Freud apela a las escuelas marginales de la antigüedad
desde la sofística, pasando por el epicureísmo, el cinismo y todas las formas de
escepticismo. En los chistes se pueden encontrar las fachadas de cada una de
estas posturas que, en términos generales, podrían englobarlas en la búsqueda
del Carpe diem y del gozo del cinismo (en el sentido del “perro” de la antigüedad)
y sus permisos extremos al poner sus posturas de vida por encima de toda lógica,
llamémosle así, “aristotélica” del mundo. Según aclara Cassin, el chiste del salmón
citado por Freud sería un ejemplo de epicureísmo, muy probablemente porque
para esa escuela lo principal era la búsqueda de un bienestar inmediato, sin
importar que haya un “contrasentido” en el planteamiento. Por otra parte, la
filóloga encuentra un “filón” sofístico en los chistes de casamientos y
casamenteros judíos, expresión del conflicto entre la civilización y la libertad
sexual. Por último, se apela al escepticismo en el ejemplo del chiste de los dos
judíos que van en el tren y mienten (se mienten) deliberadamente. Como resumen
de este contacto con los planteamientos marginales de la antigüedad se puede
concluir con Cassin que para Freud era una forma de despejar o levantar la
inhibición colocada en el lugar de la verdad filosófica con el fin de permitir “salir” o
manifestarse una verdad más “verdadera” a través de lo inconciente. Cabe todavía
señalar los topoi -en voz de Cassin- de la sofística, a saber: “naturaleza y ley,
deseo, placer, goce, dimensión subjetiva.”, en muchos modos apelados en el
planteamiento freudiano.

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¿A qué se refiere Freud con el factor del “sentido en lo sinsentido”? Al
hablarnos del “placer del disparate”, el doctor vienés nos hace notar que los niños
se apropian de su lengua materna usando todo tipo de juegos y de gozo
provocado por el ritmo y la rima de las palabras más allá de su sentido (en el
sentido más estricto y racional del término). Sin embargo, esta experiencia se va
reprimiendo y quedándose sólo para momentos de gran intimidad y camaradería o
de influjo de sustancias tóxicas -principalmente el alcohol-. Pero dicha actividad, la
de no aplicar siempre el “sentido” (obligado) a las palabras, permite que se
mantenga en las personas una actitud de defensa subjetiva contra la vía
aparentemente única de la “compulsión del pensamiento y la realidad objetiva”.
Freud va a señalar un poco más adelante que el factor “sentido-sinsentido” que se
usa para caracterizar al chiste y para esclarecer su función placentera implica dos
puntos firmes de condicionamiento: tendencia al juego placentero y un empeño en
postergar la crítica racional; así pues, el chiste se presenta como una opción de
sentido en un sinsentido para resultar no sólo provisto de un “verdadero” sentido
sensiblemente apreciable sino, por si fuera poco lo anterior, plenamente admisible.
En otro momento, la propia Bárbara Cassin hace notar que no es lo mismo
encontrar sentido en un sinsentido, que lo opuesto: sinsentido en el sentido.

¿Por que Cassin hace una reinterpretación positiva de la sofística en el


texto del chiste? Todos sabemos que Aristóteles detestaba a los sofistas porque
los acusaba de ser unos “vendedores” tramposos de verdades “falsas” y facilonas
que iban a contracorriente de la “verdad” y la razón. Pero el decir en sí -propio de
los sofistas y de Freud- puede tener un sustento de suyo y el uso la razón para
liberarnos de la “razón” puede darle un sentido al sinsentido, al modo de lo que los
sofistas buscaban por medio de la retórica. Aunque, no se puede negar que, como
lo señala Cassin, haya en esta salida una manifestación “a la vez saludable y
repugnante”, habrá que valorar la “libertad” que nos puede dar el sinsentido
sofista, aunque, está bien decir, nunca perderlo del radar para que se quede
siempre en la libertad de un decir que de suyo tiene “sentido”.
Sin lugar a duda, la reconsideración de los postulados de Freud y Lacan
volvieron a poner entre paréntesis ciertos criterios que una filosofía y un
pensamiento más “cuadrados” y deterministas de la razón optaron por dejar fuera
sin tomar en cuenta que son, eran y serán aspectos fundamentales de la
experiencia humana (a la experiencia vital e imprescindible, por ejemplo, de la
libertad de la palabra y sus sentidos-sinsentidos, nos estamos refiriendo).

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