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CATEDRA PSICOANÁLISIS III

SEGUNDO MÓDULO

EDIPO

En 1905 Freud escribe “Los Tres ensayos para una teoría sexual” allí surgen algunas
tesis altamente revolucionarias: la existencia de la sexualidad infantil (saca a la niñez
del limbo de la inocencia y plantear el enorme contenido erótico de los contactos
infantiles) ampliando considerablemente el concepto de sexualidad, no se trata de
genitalidad, se trata más bien de placer, de erotismo.
Más importante aún es que en este temprano texto surge, verdaderamente, el
concepto de pulsión. La pulsión tiene una relación lábil con el objeto. No hay
predeterminación entre la pulsión y el objeto.
Es decir, ya aquí, encontramos elementos que nos permiten apoyar los desarrollos
posteriores con enorme seguridad
Al destapar el velo que cubría la sexualidad infantil, va a plantear una serie de etapas. El
tema de las etapas fue uno de los aspectos más divulgados de la teoría en los programas
de psicología; tal vez porque son, precisamente, los aspectos que más se adecuaban al
saber académico, por esto mismo se insistió sobre todo en el aspecto evolutivo y
cronológico. Las etapas son: oral, anal, fálica, y un período de latencia para luego llegar
a la genitalidad. Cada una de ellas con una zona erógena, un objeto y una actividad que
le es propia.
Cada una de ellas implica, también, en determinado momento, una pérdida de objeto;
sin dejar de disfrutar del placer del pecho o del dedo, de jugar con las heces o de
“ensuciarse” encima, de masturbarse surgía la posibilidad de sustituir los objetos y de
pasar a nuevos modos del placer, de lo oral a lo anal, etc.
Este paso de una satisfacción a otra hace de límite (corta, abandona a un objeto por
otro) entre una pulsión y la otra produciendo una intrincación que impide la
absolutización de un solo modo de satisfacción.

Lacan acentuó precisamente el aspecto no evolutivo que Freud dio a estas etapas ya que
(no al inicio, sino en 1923) sostiene que la significación de las pérdidas de los primeros
objetos estará supeditada al atravesamiento de la etapa fálica. Ella resignifica las demás
pérdidas como tales.
Por otra parte, podemos ver que no todos los objetos son homogéneos, (oral, anal y
fálico) la única pérdida no empírica sería precisamente la fálica, correspondiente a la
amenaza de castración.
Su eficacia reside en la ficción que la sostiene, no se pierden las heces del mismo modo
que el pene, sobre el pene hay una pérdida imaginaria, que va a estar soportada por lo
simbólico. En realidad el pene no se pierde nunca, hay un temor, una angustia de
perderlo. El pene en tanto permite advertir el juego entre la erección y la detumescencia
es el lugar donde la pérdida imaginaria del falo toma el valor de castración, es decir
será el valor de detumescencia que tiene el órgano, lo que Lacan va a destacar.

Entendemos lo simbólico como sistema de diferencias, la articulación de este sistema


de diferencias con lo pulsional le llevará a Lacan un largo trabajo y consideraciones

1
acerca del lugar del “falo”. Este concepto que tiene un valor en tanto significación,
otro en tanto objeto y finalmente es fundamental su lugar como significante. Es este
lugar de falo como “objeto” extraño el que Freud descubre con su fórmula genial de
“premisa fálica”. Donde acentuamos el término premisa, ya que es él el que va indicar
que estamos en el terreno de lo que se supone que debe existir y no en el terreno de los
objetos que existen.

Es a partir del falo que los demás objetos (pecho, heces, etc) toman su equivalencia en
la serie. Al modo que el dinero es el objeto intercambiable de todos los objetos, el falo
es la “razón”,”la medida”, “la proporción”1, que permite la serie de pecho, heces, niño,
dinero.
Aquí adelantaremos que sobre la amenaza de castración prende lo que será el primer par
ordenador, la primera diferencia simbólica: falo castración.

La relación no determinada del objeto con la pulsión llevó a Lacan a trabajar el tema
“instinto- pulsión” desde las investigaciones de los etólogos como en el caso de Lorenz
y sus conclusiones respecto del modo de comportamiento de los instintos en los
animales.
Los etólogos descubren que en los animales se produce la configuración de ciertas
imágenes que producen pautas de conductas muy rígidas, y que en otros casos parece
que estas imágenes fueran innatas. Cuando la imagen surge en el campo perceptual del
animal, se desencadenan una serie de comportamientos predeterminados, que culminan
con el apareamiento o con la posibilidad de comer, según cuál sea el comportamiento
instintual en juego será una imagen particular la que surja. Esta relación encadenada
entre la conducta y la imagen, entre el instinto y su objeto en el hombre está roto
(decimos imagen, en el sentido de imagen perceptual: es un olor en el caso de los
mamíferos por ejemplo)
A los seres humanos una imagen, un olor, pueden erotizarnos; pero nunca
desencadenar mecánicamente una respuesta que culmine con el apareamiento y tampoco
está determinada de un modo innato cual será.

Cuando decimos: roto el lazo del instinto con el objeto, no estamos refiriéndonos sólo
al terreno genital, otro tanto ocurre con los demás pulsiones podemos ver como la
comida puede ser un lugar de emergencia de síntomas que pueden poner en peligro la
conservación de la vida.

Podemos preguntarnos qué tiene que ver la articulación de la pulsión y sus distorsiones
con el Edipo. Estas “distorsiones” desvíos, peculiaridades de la vida pulsional humana
se explican dicho muy brutalmente porque el primer objeto erotizado es un objeto
tocado por la ley, prohibido por ende perdido.

EDIPO

Tal vez lo más conocido de Freud sea esta parte de su teoría que se llamó “Complejo de
Edipo”. Lo vemos en las películas de W. Allen con el psicoanalista como patético
resguardo de un escondrijo imposible, frente a esa madre omnividente que se patentiza
en los cielos de Nueva York. También en los grafitis que en Paraná en víspera de unas
elecciones decía “yo voto a mi mamá” firmado Edipo.

1
Ponemos con comillas en tanto son términos que Lacan utilizará para pensar el falo.

2
Las referencias a la concepción psicoanalítica del Edipo están presentes y naturalizadas
en nuestra cultura.

Roudinesco2, plantea que podemos pensar esta incorporación cultural del Edipo, esta
naturalización, como efecto de una necesidad de un momento histórico: del tiempo en
que vivía Freud. Tiempo en que la familia, lo femenino y lo masculino, necesitan una
nueva versión. Por esto la teoría freudiana tiene impacto, funciona como el relevo,
ofreciendo nueva versión de la familia a través del mito de Edipo, un nuevo Edipo.3
Freud introdujo un nuevo modo de concebir la familia en el siglo veinte con su
complejo de Edipo: Edipo es una emergente teórica ligada a necesidades estructurales.

“Es posible plantear la hipótesis de que Freud inventó el Edipo para responder de
manera racional al terror ante la irrupción de lo femenino y la obsesión por la borradura
de la diferencia sexual que habían embargado a la sociedad europea de fines de siglo,
cuando se extinguían en Viena el poder y la gloria de las últimas monarquías imperiales.
Con la ayuda del mito reconvertido en complejo, Freud, en efecto, restablecía
simbólicamente las diferencias necesarias para el mantenimiento de un modelo de
familia cuya desaparición en la realidad se temía. En síntesis atribuía al inconsciente el
lugar de la soberanía perdida por Dios padre, para hacer reinar en él la ley de la
diferencia…”.4

Este texto nos abre una cuestión importante: este lugar de lo femenino pensado en su
devenir histórico, sobre todo, cuando este movimiento casi inicial en el momento del
trabajo freudiano hoy se ha profundizado a niveles inimaginables para Freud, y por lo
mismo es un desafío para seguir pensando sus consecuencias.

Volviendo a Edipo, este complejo ha sido vapuleado, aceptado, criticado y en algún


punto digerido por nuestra cultura, como hemos visto, con consecuencias diversas.
La antropología salió a decir que existían tribus donde de Edipo no había ni noticias,
ninguna rivalidad con el padre, etc., pero también la antropología permitió una
reformulación y articulación del Edipo a través de la obra de L Strauss.

Freud no tiene ningún libro que se llame: “El complejo de Edipo” ni un texto donde lo
desarrolle en forma unívoca y definitiva. Ya en 1897 en los manuscritos habla de él, en
“La Interpretación..” también. En los primero tiempos podemos encontrar referencias,
que retoma y reescribe en las “Lecciones”, y en 1924 con “La disolución del complejo
de Edipo” da una versión más unificada del tema. Pero no tenemos lo “la
estandarización definitiva” que los saberes que se imparten en la universidad requiere.

Al inicio cuando habla de Edipo hay una referencia directa al Edipo de la tragedia
griega, está mencionando a Sófocles. Es evidente que el arte, la literatura son para Freud
fuentes absolutamente autorizadas. Es decir no representan un saber de segunda donde
no hay “verificación” o “demostraciones” científicas de sus proposiciones como
quisieran ciertas tendencias cientificistas a ultranza, sino un lugar donde uno puede
nutrirse, donde duermen descubrimientos que permiten corroborar que hay saberes

2
Roudinesco, “La familia en desorden” Fondo de Cultura Económica 2004
3
L. Strauss tiene esta idea: no hay una repetición sin novedad; es decir lee al mito de Edipo freudiano
como una versión más del mismo
4
P 69 Roudinesco, “La familia en desorden” Fondo de Cultura Económica 2004

3
dichos e ignorados por “las usinas administradoras del saber” que hoy tienden a ser cada
vez más desembozadamente las universidades.

Él ve en la tragedia de Sófocles algo que aun persiste hoy en conmovernos5 Edipo Rey,
Edipo en Colona, Antígona, la trilogía de Sófocles ha sido capturada por Occidente de
un modo más intenso que las obras de sus pares Eurípides y Esquilo.
La pregunta entonces para Freud será ¿por qué?, ¿qué hace que todavía hoy nos
conmueva la figura de este hombre víctima de un destino al que pretendiendo huir se
precipita con la misma violencia ciega que implementa en su huida?6 ¿Qué cuerdas
desconocidas tensa esta obra en nosotros?
Freud dirá que habla con las voces secretas de la pulsión, que habla el lenguaje callado
de la infancia.
De algún modo está presente la idea de catarsis Aristotélica7, despierta en nosotros
sentimientos que pueden descargarse frente a la representación de la tragedia, pero
Freud va más allá, dice qué tenemos que ver con eso que se representa. Dirá que
conmueve porque el incesto y el parricidio son representaciones que han quedado
reprimidas en cada hombre.
Pero en este comentario sobre Sófocles estamos lejos del “complejo” (término que por
otra parte, impone C. Jung sobre El Edipo)

Recién a partir de 1927 en los artículos sobre “El Fetichismo” o la “Feminidad va a


pensar sobre la sexualidad femenina de un modo renovado. Vamos a ver, entonces, el
desarrollo conceptual que permite pensar el Edipo en su forma más acabada. Sobre todo
que darán las bases para la rearticulación que hace Lacan del Edipo.

En esos treinta años de historia del movimiento psicoanalítico y producción continua de


Freud, pasaron muchas cosas y muchas modificaciones de las primeras formulaciones
del inicio. Hizo falta que fueran psicoanalistas mujeres que analizando a pacientes
mujeres las que empezaran a orientar a Freud sobre lo que ocurría en la más temprana
infancia de estas niñas, acerca de sus apegos primeros. Ellas mostraron (confesado por
Freud mismo) lo que ocurría con los modos de identificación y de abandono de objetos
amorosos en las niñas. Vieron que no eran ni idénticas ni inversas a la historia de los
niños como supuso Freud al inicio.

Toma más firmeza,8 en ese tiempo el concepto o “la figura fantástica de la madre
fálica”, que permitirá ordenar de un modo nuevo los tiempos y pasajes en la
constitución tanto del niño como de la niña. Se le revela que tanto para uno como para
el otro el primer objeto de amor es la madre.
Esta figura mítica y fantástica permite sacar al Edipo de los carriles de la
fenomenología. Es decir de lo que aparentemente ocurre y llevarlo a nivel de estructura
fundante.

5
Existe una versión de la tragedia hecha en cine por P. Paolo Passolini que recrea toda la loca violencia, y
la fuerza enigmática de la obra griega.
6
Una lectura crítica de la lectura realizada por Freud de la tragedia se encuentra en el texto mencionado
de Roudinesco
7
En La poètica Aristóteles contraponiéndose a la mirada de Platón da un lugar benéfico para la polis en la
contemplación de las obras trágicas, este valor es el de producir en el espectador una catarsis de los
sentimientos que embargan a los protagonistas.
8
Lo elabora inicialmente en el texto sobre Leonardo Da Vinci.

4
Podemos ver, de este modo, que la historia del Edipo va mucho más allá de lo que
conscientemente sentimos por nuestros progenitores, podemos odiar enormemente a
nuestra madre y no por eso habernos despegado o separado exitosamente de ella o más
precisamente ser esto un índice de un fracaso de esa separación. Es decir que de ella no
nos hemos podido “olvidar” lo suficiente.
¿Por qué habría un deseo incestuoso sobre la madre y una rivalidad asesina respecto del
padre? En principio porque existe una ley que prohíbe el incesto y su representante es el
padre.
Esta concepción fue rechazada entre otras cosas por la ruptura de la imagen de sí que
había construido la burguesía a lo largo de un par de siglos. Imagen de la familia como
lugar de paz, refugio de amor, donde el Padre era un rey y la madre una Reina…tal
como Freud piensa que los niños ven a sus padres………Esto coincidía con la imagen
de la familia que tenía ese momento histórico. Freud, en gran medida, al poner en el
corazón del “hogar” estas pasiones amorosas a menudo mal controladas, y por lo
general con tensiones, rivalidades y odios que dejan sus marcas en la constitución de
cada uno de los sujetos, viene a tirar una piedra astillando ese espejo de armonía y
felicidad sin máculas.9

LACAN

Veamos por un momento como lo plantea L. Strauss, ya que será de la mano de este
autor que Lacan podrá “volver a Freud. Volver de sus críticas precisamente a la teoría
edípica freudiana que había realizado en sus primeros trabajos. 10
Levi Strauss distingue “naturaleza” y “cultura”, y dirá que lo que se considera del orden
de la naturaleza es lo espontáneo y universal en cambio del orden de la cultura es lo
relativo y artificial. Encuentra un elemento donde estos dos órdenes se mezclan, ya que
la prohibición del incesto surge como una ley que siendo universal es al mismo
tiempo artificial.
Esta prohibición supone alianzas e intercambios lo que implica restricciones respecto de
las elecciones sexuales, existe un grupo de personas que quedan prohibidas, y otras
permitidas. En conclusión la vida sexual está reglada la cultura impone un conjunto de
reglas que rompen con la determinación instintual. El objeto natural del instinto se
pierde debajo de este sistema de reglas.

Esto es el primer corte, la primera grieta que separa al sujeto del mundo natural, esto es
lo que Freud llamó represión originaria y es el punto de anclaje del inconsciente, el
inconsciente es un efecto de la represión. Esto produce una división del sujeto que lleva
a que siempre seamos un poco ajenos o desconocidos respecto de nosotros mismos. Esta
división se produce en la medida en que somos seres simbólicos en la medida en que
somos hablantes ya que las reglas, la cultura, están enteramente depositadas en la

9
Assoun y Zafiropoulos, clases dictadas en FLACSO en 2006 desarrollaron este aspecto de los efectos de
la concepción freudiana en la mirada que la sociedad tenía sobre la institución familia.
10
Entre los años 1938 y 1950 el eje del edipismo pasa por una teoría de la maduración subjetiva que gira
alrededor de “la imago paterna” que depende del valor social del padre de familia y su integración social.
Esto es una desviación de la teoría del Edipo en Freud donde el valor del padre inconsciente no se
discute. El retorno a Freud será con las herramientas que la antropología de L. Strauss le proporciona.
Zafiropoulos M. “Lacan y L. Strauss o el reotorno a Freud 81951- 1957) Manantial Bs As 2007

5
lengua, por eso Lacan dirá luego que es el lenguaje el que divide al sujeto y que el
inconsciente está estructurado como un lenguaje11.

En esta “vuelta” al Edipo hay muchas novedades, una de las mayores es que el origen
del deseo incestuoso y parricida ya no es algo que surge espontáneamente en el niño,
efecto de no se sabe qué naturaleza, sino que viene determinado por el Otro. El deseo
implica para su constitución el pasaje por el deseo del Otro.

Vamos a distinguir tres niveles en la estructura edípica: 12

1- El Edipo es una estructura que nos preexiste. No se inicia con nuestro apego y
rivalidad hacia nuestros progenitores, sino que está fundando toda la vida social en la
que estamos inmersos, obligándonos a que no tomemos como objeto sexual a nuestros
familiares y de este modo haciendo cada vez en cada enlace un paso de lo endogámico a
lo exogámico. En términos más particulares nos preexiste porque somos deseados en
una trama, en una novela, en términos en que podemos ser “su majestad el niño” o “el
accidente que arruinó la vida de mamá” o “el hijo de la reconciliación fallida o lograda”
o “el consuelo por la pérdida de tal o cual ser querido”
Cada hijo llega al mundo en medio de una constelación de deseos, duelos, expectativas
que serán determinantes de muchos acontecimientos de su propia vida. Es típico el niño
que le dice al abuelo lo que la madre nunca se atrevió, el que tiene que disfrutar del
bienestar económico que el padre nunca tuvo...etc. Estos avatares que no parecen a
primera vista “edípicos” si se los mira con más cuidado suelen tener una carga que sólo
las pasiones auténticas pueden poner en juego. El empeño que puede poner un hijo para
satisfacer el deseo de su madre o padre a costa de desconocer sus propios anhelos dice
de su lugar y del modo de atravesamiento y detención respecto de esto.
La novela familiar espera a cada sujeto y lo determina en su ser, un ejemplo, entre
miles posibles, la película “La sociedad de los poetas muertos” nos encontramos con
un adolescente que desea seguir su camino y termina suicidándose, podemos decir que
en el lugar en que ese padre espera a su hijo no hay lugar para que el hijo elija algo
diferente de lo que el padre determinó consciente y autoritariamente. Tal vez empujado
un poco irreflexivamente, por las propuestas del maestro, a sostener algo que era
imposible en ese momento para el joven, se desencadena la tragedia.

2-Nivel transindividual.

11
Las tesis sobre el Edipo, que Malinowsky y cierta antropología, buscaron corroborar o refutar; confundían el
Edipo, con una visón empírica del mismo. Incluso esta visión empírica se extiende a aquellos casos en que desde una
perspectiva estructuralista pensaron que la autoridad de interdicción emana de aquella persona que la sociedad le
atribuye el rol de personaje interdictor, sea padre biológico o hermano de la madre.
Estas lecturas erróneas deben ser pensadas como síntomas que en su constante retorno, hablan de lo difícil que es
dejar de “creer en la sustancia” como existente que se causa y sostiene desde sí.
Pero, la interdicción para que pueda ser proferida por cualquiera de los personajes paternos, se encuentra ya en el
significante de la filiación. El hecho social se apoya en la interdicción del hecho de lenguaje. De la diferencia que
instaura la lengua cuando dice “hijo”. Es el hecho mismo del reconocimiento simbólico de la existencia del hijo, la
que implica la interdicción del goce. De ese modo la interdicción está inscripta en el significante de la filiación que da
autoridad a los personajes que la sociedad designe

“(Cualquier niño) frente a su madre hace la experiencia del limite, o del nombre como límite, que separa su
sexualidad de su ternura y que impide que la madre se desborde”
Safouan, M. “la palabra o la muerte” Ediciones de la Flor Buenos Aires 1994

12
Tomado de Carlos Kuri: “Introducción al psicoanalisis”De. Homo sapiens. Rosario

6
A partir de la noción de superyó se ve que el sujeto entra en algo que va más allá de sus
progenitores. El superyó es para Freud, una voz, “la voz de la conciencia”, pero esta voz
que nos dice lo que deberíamos hacer que critica lo que hacemos mal, y que se produce
como una identificación sobre el final del Edipo, no es una identificación con las
prohibiciones ni con la autoridad de nuestros padres, es decir que no es que
incorporemos que es malo lo que ellos nos dijeron que era malo, y que debemos
renunciar a tal o cual placer porque ellos nos lo ordenaron. La identificación es con el
superyó de nuestros padres, es decir con el modo en que ellos se prohibieron y
permitieron ciertas cosas, con lo que ellos no se perdonaron a sí mismos, etc., etc. Ellos
pueden decirnos: “disfrutá de esto o aquello” pero ellos no poder hacerlo. El superyó es
una instancia psíquica que se transmite de generación en generación y no es fácil de
negociar con ella.

3- Nivel Inconsciente
Estamos frente a una estructura inconsciente, ya que no hay una teoría de los
sentimientos inconscientes en Freud no se trata del “amor” o del “odio” a nuestros
progenitores, sino de las posibilidades de tomar las representaciones, los significantes
que de ellos hemos heredado y hacerlas nuestras.

En forma muy esquemática veamos cómo presenta el mito Freud después de 1930.
El falo es el concepto ordenador, en tanto “premisa universal del pene” esta premisa
permite ver una falta donde no falta nada, es decir implanta una rejilla, un código que
dice “ahí no hay”.
El primer encuentro amoroso y de placer es con la madre, ella libidiniza ese cuerpo
infantil y aparece como la madre a la que no le falta nada: madre fálica. En el momento
en que se advierte la falta las orientaciones de niños y niñas serán diferentes. El niño
percibe que si sigue ligado a la madre queda amenazado en lo que sí tiene: su órgano.
Renuncia al objeto materno, y espera que al ser adulto sea como papá y pueda él
también tener una mujer, es decir se identifica con el padre.

En la niña las cosas son más complejas porque en primer lugar no teme la castración, ya
ha sido producida y no hay esta razón para abandonar a la madre. Pero esta insuficiencia
fálica que comparte con su madre, va a estar para Freud en la raíz de los eternos
reproches que dirige la hija a la madre, por no haberle dado lo que le era necesario.
Finalmente supone que si la madre no puede darle el anhelado objeto fálico tal vez el
padre sí lo haga, desea entonces un hijo del padre. Frente a la decepción respecto de esta
posibilidad podrá, por último, poder desearlo de otro hombre. También tendrá que
realizar otro movimiento que es de zona erógena. Ella deberá producir un abandono de
la primera zona erótica que es el clítoris para erogenizar la vagina.

La salida del Edipo en las mujeres puede ser una identificación masculina que la lleve a
la homosexualidad o no, otra posibilidad es la completa renuncia a la vida sexual: la
frigidez o por último la sexualidad normal.
Al dirigirse al padre se produce la ecuación: “niño –pene”, operación que permite
reemplazar una cosa por otra. Esta salida es entonces la resolución del Edipo por la vía
de la maternidad.
En definitiva la salida del Edipo deja como marcas la angustia de castración para los
niños y la envidia al pene para las niñas.

7
ESTRUCTURA DEL MITO

La función del Edipo es normativizar. Lo normal aquí no es un estado al que hay que
someterse, sino la capacidad de producir nuevas normas. Debemos subrayar este
aspecto porque suele haber una versión de la normativización como pura obediencia.

El Nombre del Padre introduce la capacidad de normativizar en la medida en que


instituye otras normas en relación al deseo de la madre.
Tenemos elementos o conceptos ordenadores del mito y tiempos o figuras del mismo.
El concepto fundamental es una oposición: falo - castración, par ordenador que decide
los lugares y poderes de los personajes13.

¿Qué es esto de “falo” ”castración”?


Podemos poner un par de opuestos y señalarlos como “más” “menos” como hace L.
Strauss con los opuestos en sus análisis de los mitos, también podemos poner 1-0 como
hace el lenguaje binario de la computadora o podemos decir “presencia” “ausencia” .
Son un par de opuestos que sirven para ordenar, pero el hecho de recibir como nombres
falo-castración por un lado trae obstáculos imaginarios y por otro permite ver que esta
ordenación gira o recae o funda la sexualidad humana.
Pero ésta es una lógica particular: a pesar de lo que afirmamos antes no son
estrictamente un “par de opuestos” en el mismo sentido que se oponen los significantes
“Blanco negro”, “grande chico”- Porque de hecho no son realmente un “par”. (ya
hemos desarrollado el lugar asimétrico y singular del significante fálico) y por su lado la
castración no es un significante. Entre “el significante y la falta” no hay homogeneidad,
no constituyen un “binarismo”.

Falo no es idéntico a pene, Freud dirá “es la premisa universal del pene”, él descubre
que los niños en un principio suponen que todos los seres tienen o debieran tener pene.
El falo viene a afirmar que lo que hay y lo que debe haber es el pene.
Falo es, entonces, otra cosa que un pedazo de cuerpo, es una ley que universaliza, y
ordena, legaliza la sexualidad humana. El falo como significante exige la existencia de
un “objeto” que colme, que suture la falta, este será el “objeto fálico” imaginario que es
el pene de la madre. Objeto fantástico como dijimos antes. Objeto metonímico que está
en la base del movimiento deseante.
Castración es el descubrimiento de su ausencia, castración es lo que agujerea la premisa
universal, es lo que señala la falta del universal. En lenguaje freudiano “no todos tienen
pene: existen las mujeres “. La mujer está señalada desde los mitos de su creación: Eva,
Pandora como la excepción la portadora del mal o los males o la falta. Ella es la falla,
¿qué falla? Falla la universalidad, el universal masculino.14

En la lengua, el género que se da a un conjunto es siempre masculino, aun cuando por


ejemplo en un sitio haya mayoría mujeres y dos hombres, el género a emplear será
masculino, sólo en el caso de ausencia absoluta de lo masculino puede ponerse el
género femenino. (el hecho que en este momento haya aparecido la @ como

13
La determinación del significante la volveremos a ver en el desarrollo de Lacan sobre
“La carta robada” de Poe
14
El tema de lo universal y la lógica del no todo lacaniana es tratada en detalle por M. Menard en “Las
construcciones de lo universal psicoanálisis y filosofía” Ed Nueva Visión 1997

8
indiferenciador y se permite no tener en cuenta esta regla del uso del masculino como
regla, es parte de las modificaciones de las que hablábamos al inicio)

El género humano es nombrado también como “el hombre” la mujer es nada más que
un caso particular, aquello que participando del ser hombre-humano no lo termina de ser
completamente, se entiende perfectamente que hayan vacilado tanto en otorgar el alma a
las mujeres.15
Decíamos que la noción de estructura que desarrolla L. Strauss está presente en este
primer período de Lacan. Respecto del Edipo le permite marcar que son los lugares y las
funciones los que comandan a los personajes según la posición que van teniendo en la
estructura. Estos lugares y funciones vienen previamente señalados por un orden que no
es sabido por sus protagonistas. Estos lugares y funciones tienen variaciones posibles y
también “invariantes”.

TIEMPOS
Lacan ordena el tema en función de lo que viene desarrollando en su seminario anterior
respecto de la falta. En el seminario cuatro profundiza el planteo de la falta y ordena tres
modos de ella: la privación, la frustración y la castración. Estas modalidades de la falta
responden a la “aplicación” de su trípode, imaginario simbólico y real para leer la
producción psicoanalítica. En particular algunas afirmaciones de M. Klein respecto del
lugar del pene paterno en el cuerpo de la madre. También le permite criticar el lugar
que la clínica inglesa da a la frustración.
Estas cuestiones son desarrolladas muy claramente en el seminario IV cuando toma las
categorías de la falta y separa la frustración de la castración mostrando que son
operaciones diferentes.

LOS TRES MOMENTOS O FIGURAS FUNDAMENTALES DEL EDIPO TAL


COMO LO PLANTEA LACAN EN EL SEMINARIO V.

Pensar el Edipo en tiempos no nos debe hacer creer que hemos vuelto a la “evolución”
sino que estamos hablando de momentos, que se despliegan como momentos de algo
que se encuentra estructurando las relaciones fantasmáticas de los sujetos con sus
objetos de amor y deseo. Tiempos lógicos y no solamente cronológicos.

“En los esquemas que les propongo y que están extraídos del jugo de la experiencia,
trato de establecer tiempos. No son por fuerza tiempos cronológicos, pero no importa,
porque también los tiempos lógicos pueden desarrollarse sólo en una determinadas
sucesión”16
Tiempos del inconsciente que ya hemos descripto como tiempos de anticipación (que es
parte fundamental de la función materna como hemos señalado, en tanto es ella la que
transforma en grito en mensaje) y de retroacción como efecto del lenguaje.

Es en el lenguaje donde la significación avanza por retroacción.

15
Pommier tiene un libro que se llama “La excepción femenina” donde desarrolla muy claramente este
lugar de excepción de lo femenino, en relación a la estructura de la lengua-
16
Lacan seminario V citado por Miller en la presentación del seminario. J. A Millar “Lectura del
seminario 5” Paidós 1998

9
Es interesante ver como los modos de la relación, diádica, triádica está siempre en
referencia a un cuaternario de base: padre, madre, falo, hijo. Cuatro lugares, cuatro
funciones.
El seminario V donde aparecen los tres tiempos del Edipo es también el seminario
donde inicia el desarrollo del grafo que continuará en los años siguiente. Año también
del texto “La significación del falo”.

1-PRIMER TIEMPO

El primer tiempo lógico y cronológico es la célula narcisística madre hijo. Tiempo


fundamentalmente imaginario, donde lo simbólico opera en bambalinas, haciendo el
marco para que esta imagen sea lo que es.

Como Narciso contemplando su imagen, madre hijo se embelesan en la contemplación


mutua. Pero esa primera “imagen de completud” no debe hacernos olvidar que hay allí
un tercer término en juego, que es precisamente lo que envuelve ese huevo de beatitud:
el falo, ese objeto imaginario que la madre encuentra en el hijo, que el hijo toma como
imagen con la que se identifica en tanto anhela ser aquello que a ella le falta.
Es decir, debemos decir “madre-falo- hijo”. Madre que posee aquello que la completa,
madre que se siente sin falta, madre que olvida la castración. Esta posibilidad “de
olvido” reside en la manera en que está dado el elemento ausente de este tiempo, el
Nombre del Padre en la madre.

El tránsito del propio Edipo de la madre es necesario para que sea un tiempo de
satisfacción mutua, tiempo de unidad narcisística, tiempo donde se satisface con el
cuidado y sostenimiento del niño y que es retribuida con el dejarse cuidar y alimentar
por parte de el niño.
El niño tiene que haber sido deseado resolviendo la cuestión de la falta en la madre,
como una metáfora de amor. Esto impide que ella haga de él un objeto de goce. Si el
vacío de su falta no está marcado, y ese niño no permanece en un vacío ya constituido y
ofrecido corre riesgos de ser devorado por el “apetito materno”17
El niño por su parte sólo desea ser deseado.

El modo en que este deseo es depositado en el niño se haya en conexión con el modo en
que esta madre incorpora la ley de prohibición del incesto, es decir que aunque el padre
no esté presente, lo está a través de lo que la prohibición instauró en la madre. La ley
de prohibición tiene dos caras: no te acostarás con tu madre y no reintegrarás tu
producto. Una para el niño otra para la madre. El modo en que ella incorpora la ley dice
de su relación con la falta, con su propia falta. ¿Cómo ha deseado a ese niño? , ¿para
tener una razón para existir?, ¿porque ama al hombre con el que está y quiere una
materialización de ese amor?, o ¿porque teme perderlo?...etc. etc.

Desear algo implica, algunas veces poder dirigirnos hacia el objeto que aparece como
pudiendo colmarnos. Es decir que tal como ya hace dos mil quinientos años lo planteó
Platón en su célebre obra “El Banquete” no podemos desear aquello que tenemos, para
poder desear debemos carecer de eso. Pero la carencia, la castración, ser carentes, estar
en falta, como bien se ve, siempre remite a algo que de algún modo avergüenza,
incomoda, incluso tiene un claro correlato moral.
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Silvia Amigo retoma este término de Lacan para subrayar lo devorador que puede ser el deseo de la
madre sino está regulado por el Nombre del Padre. Homo Sapiens Rosario.

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Según cómo nos situemos frente a esa falta, podemos dirigirnos ciegamente,
desesperados o quedar paralizados, etc. hacia el objeto que la apacigua. A lo que colma
la carencia lo llamamos falo.
Esta es la ordenación lógica, entonces, el niño será el falo para la madre. Lo será bajo
el modo en que la carencia esté inscripta en la madre. Es decir que ella puede tener otros
objetos que desea además de su niño o no, puede ser que el mundo desaparezca después
del nacimiento del pequeño o que exista amenguado etc., esto es el grado de libido
restante, que ella deposita en otros lados. El objeto deseado es recubierto
narcisiticamente, y esto le permite al niño identificar su “yo” en esa imagen idealizada
que la madre le devuelve, hacer de él su “yo ideal” Su majestad el bebe, decía Freud.
Esto prepara o permite la existencia de un segundo momento. Ya que si ella desea al
padre del niño, si ella desea su trabajo, disfrutar de sus otras relaciones familiares,
sentirse linda ella misma, etc. esto da lugar a que el niño no quede totalmente asfixiado
o devorado por el deseo de la madre.

En relación al seminario IV podemos decir que la madre en este tiempo es la madre


simbólica, en tanto ella con su presencia y ausencia permite regular y producir el “fort-
da” de la primera simbolización. También es simbólica en tanto es el Otro de la primera
llamada del niño, aquél que transforma la necesidad en Demanda.
Pero en un segundo momento surge que además de ser quien está, y quien responde al
llamado del niño, puede no responder, y se vuelve agente de la frustración puede dar o
no el objeto pecho. El objeto de la necesidad, el objeto real, entonces deviene un objeto
que es “don de amor” “signo” de amor, es decir objeto que es simbólico, en tanto
simboliza el amor materno. Signo de la “potencia” del Otro.

Doble movimiento entre simbólico y real, por un lado una simbolización de lo real, a
través de la presencia ausencia materna, y por el otro una realización de lo simbólico en
tanto los objetos de reales que eran a nivel de la necesidad devienen simbólicos.

2- SEGUNDO TIEMPO

Es el tiempo donde se produce el llamado “Complejo de castración18”. El momento de la


angustia de no ser el falo, ya que entre la madre y el niño surge la figura del padre.
Este es el tiempo en que se efectiviza la prohibición para el niño. Dice Lacan: “El padre
interviene como privador en el doble sentido, priva al niño del objeto de deseo y priva a
la madre del objeto fálico” Al surgir la prohibición surge el “no”, el límite, lo que queda
fuera.
Subrayamos, entonces de lo que se trata en relación a los modos de la falta es de la
privación en la madre. La falta de un objeto simbólico, el falo, en la madre. El agente,
el padre imaginario.

El niño al dirigir su mirada a la madre encuentra esos “otros” objetos que la colman,
encuentra que ella mira a otra parte. Esa otra parte será el Otro para el niño, será el

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“(En cuanto a la castración) Freud nunca llegó a articular plenamente su sentido preciso, la incidencia
psíquica precisa de ese temor, o esa amenaza, o esa insistencia, o ese momento dramático- todas esas
palabras se pueden mencionar igualmente con un interrogante, a propósito de la castración” Lacan S. IV
P. 217

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padre o lo que haga de padre. Es decir que se produce una sustitución de la madre al
padre en tanto hubo un desplazamiento del objeto del deseo de la madre.

Lo que allí aparezca funciona como padre porque es la razón (también en el sentido de
proporción y medida) de la separación de esa “célula” primera, es el quiebre de esa
completud. Es lo que separa al niño de la madre. Es el encuentro con que la madre se
mueve por otra ley que no es sólo el deseo de tener a su niño. Esa ley que la madre
obedece es el Otro de la madre. Es decir que esta ley opera en tanto mensaje en y para
la madre. Al niño llega a través de la madre.

Este es un tiempo de odio, rivalidad y temor al padre, el padre que surge es el padre
terrible, el Cronos del cuadro de Goya. Padre imaginario, padre terrible, que en muchos
casos el niño se inventa en tanto responsable de la castración materna. Padre que
aparece como siendo el falo. Identificado con él, y en este sentido es el Otro del Otro.
La madre queda regulada por una ley que no depende de ella, sino de éste que funciona
como padre. En la medida en que él es el falo, la cuestión de la rivalidad será de pelear
por ser le falo, también apertura a otro tiempo...ya que al estar la madre privada del falo,
al buscar ella en otro lado, deja al niño con la posibilidad de encontrar algo que lo aleje
de su identificación de ser el objeto que completa a su madre.

Si esta prohibición no es aceptada por el niño se produce una identificación con el falo,
y toda la vida de este sujeto pasará por ser o no ser el falo. Se mantiene la creencia que
alguien puede ser el falo, ya que el padre aparece como siéndolo. El rival con el cual se
compite por serlo. La especularidad imaginaria tiene una pregnancia enorme por la
inscripción “a medias” de la ley. “Si….pero no” dirá Mannoni.

La homosexualidad masculina aparece en relación a este tiempo, donde el falo


imaginario no desaparece completamente. Por la vía del amor al padre se puede
producir una pasivización y un querer ser amado por el padre como su mujer.

Si la madre le dicta la ley al padre, no puede el padre privar a la madre, es ella la que lo
tiene. Lacan se refiere también a aquellos casos en que el padre “ama demasiado” a la
madre y queda en una posición de dependencia respecto del discurso de ella.

Tiempo de la metonimia, donde un significante sigue al otro, y la significación


mantiene la barra, no la atraviesa. Lo que significa que la ausencia no es plena ausencia
y en el horizonte se encuentra el falo como objeto. Hay una falta en ser en relación al
objeto, pero el objeto se sitúa más adelante, no completamente perdido

3- TERCER TIEMPO
Pasamos del padre que prohíbe el deseo al que lo habilita, al que une ley y deseo.
En este tiempo se produce la declinación del complejo de Edipo, el padre ya no aparece
como siendo el falo, sino como el que lo tiene. Se produce un pasaje del “ser” al
“tener”. Nadie es el falo, pero puede haber quien lo tenga, tenerlo no es sólo tener el
pene, sino tener aquello que hace deseable a alguien, poder, prestigio, belleza, etc.

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Tampoco hay propietarios del falo ni nada garantiza que eso que tengamos sea fálico, el
falo se transforma en un elemento circulante.
El padre ya no encarna la ley de prohibición del incesto sino que la porta en tanto él
mismo ha sido atravesado por ella, es decir no se exceptuó, es todo lo contrario a lo
arbitrario de la ley.
Pasamos del padre que priva del segundo tiempo al padre que da, en la medida en que
puede probar su potencia. Pasamos de un padre privador en el segundo tiempo a un
padre donador en el tercero.

En este punto se produce la identificación con el Ideal del yo, identificación con el
padre que lo tiene, no que lo es. Identificación como forma final del Edipo, promesa,
títulos en el bolsillo que se lleva el niño al renunciar a ser el falo.
Identificación que realiza la metáfora, y el abrochado del punto de capitón. Fija un
significante con otro, lo que va a representar la cadena significante como ley.

En este tiempo las salidas femeninas y masculinas se diferencian. La niña no debe


enfrentar la identificación con el padre del mismo modo, no necesita el “título” de la
virilidad de la misma manera que el varón. También hay que subrayar que Lacan se
separa aquí de Freud, la salida del Edipo femenino no va por la vía de la maternidad.

El final del Edipo se sostiene en la promesa que abre el futuro, separa presente de
futuro, castración simbólica, no lo soy hoy para mi madre, pero puedo tenerlo en el
futuro. El yo como totalidad narcisística queda definitivamente tocado por el menos fi.

En los primeros seminarios el Edipo tiene en Lacan mucha presencia y está pensado
como una fuerza normativa universalizante, con el avance de su enseñanza irá
perdiendo este lugar. Más adelante va a acentuar lo singular frente a lo universal y se
interroga acerca de un complejo espacio situado “más allá del Edipo”.

Norma Barbagelata, Paraná 2012

BIBLIOGRAFÍA

Freud : “Una dificultad en Psicoanálisis”


“Interpretación de los sueños”cap. VII
“Tres ensayos para una teoría sexual” Segundo punto.
“El Fetichismo”
“Sobre la sexualidad femenina”
“Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis” Punto sobre La feminidad.

Lacan “Seminario V” Ed. Paidós capítulos correspondientes al tema.

Kuri Carlos: “Introducción al psicoanálisis” Ed. Homo Sapiens Rosario.


J. A Millar “Lectura del seminario 5” Paidós 1998
Roudinesco, “La familia en desorden” Fondo de Cultura Económica 2004

Safouan, M. “la palabra o la muerte” Ediciones de la Flor Buenos Aires 1994

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Zafiropoulos M. “Lacan y L. Strauss o el reotorno a Freud 81951- 1957) Manantial Bs
As 2007

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