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Si uno de sus padres tiene la enfermedad de Huntington, usted tiene un 50 por ciento de
posibilidades de tenerla. Un análisis de sangre puede indicar si tiene el gen de la
enfermedad y si la desarrollará. La consejería genética puede ayudarlo a evaluar los riesgos
y los beneficios de someterse al análisis.
No existe una cura. Hay medicinas que pueden ayudarlo a controlar algunos síntomas, pero
no pueden retrasar ni detener la enfermedad.
No obstante, los trastornos psíquicos graves, que anteceden normalmente a los musculares,
son los rasgos característicos de la enfermedad. Esta puede desencadenar episodios
depresivos reiterados con repercusiones negativas en el entorno de allegados. Las
facultades cognitivas disminuyen, así como la memoria, y la capacidad de concentración
empeora. La enfermedad termina siendo causa de demencia en los pacientes. También,
cabe decir que el sufrimiento acarreado por la propia enfermedad y sus secuelas puede
conllevar deseos de suicidio.
En 1872, el médico George Huntington, observó por primera vez esta enfermedad en una
familia americana de ascendencia inglesa y le dio el nombre de «enfermedad de
Huntington». El nombre alternativo de «corea» viene porque entre sus síntomas visibles
encontramos movimientos coréicos, es decir, movimientos involuntarios y bruscos de las
extremidades. Se cree que los orígenes debieron ser en el noroeste europeo y que desde allí
se extendió al resto del mundo, especialmente a América donde encontramos tasas elevadas
de esta afección. En 1933 se descubrió que el desencadenante de la enfermedad era una
mutación genética localizada posteriormente en el cromosoma 4,2 lo cual se publicó en la
revista Nature en 1982 por el equipo de genética de la Facultad de Medicina de la
Universidad Harvard, Boston.
Se calcula (2006) que en toda Europa hay unos 45.000 afectados. En Norteamérica, unos
30.000.
Tras llegar a la mayoría de edad, cualquier individuo puede hacerse un examen predictivo y
obtener así la seguridad o no de su presencia con años e incluso decenios de anticipación a
sus primeros síntomas. El examen genético es infalible pues todo portador de esa mutación
genética se convertirá, antes o después, en víctima de la enfermedad.