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Etica en los procesos Legales

La Etica en os procesos legales las fuentes de las normas de una Ética mínima.12
Pero no se pretende decircon ello que estos principios sean ya la condición
suficiente para reconstruir toda la riqueza de contenido de una eticidad concreta
capaz de orientar la vida personal y la convivencia armónica de la sociedad.
También Habermas ha advertido que: “El principio de la ética del discurso se refiere
a un procedimiento, es decir, a la resolución discursiva de pretensiones de validez
normativa, y en cuanto tal la ética del discurso se puede caracterizar correctamente
como formal. Ella no da orientaciones de contenido, sino solamente un
procedimiento: el discurso práctico, el cual no es por cierto un procedimiento para la
producción de los contenidos, sino el examen de la validez de las normas
propuestas. Los discursos prácticos deben recibir por lo tanto su contenido” Este
lugar originario de los contenidos valiosos del ethos, o de las pretensiones de validez
que son tematizadas por el discurso moral, es el mundo de la vida histórica de la
sociedad y de la cultura. Podría decirse que las teorías contemporáneas de la Ética
normativa han tenido en cuenta las críticas de Hegel al formalismo de la moralidad
kantiana, y en tal sentido su planteamiento es postkantiano; pero el procedimiento
del discurso reclama para sí también la competencia para la crítica de las
pretensiones de validez inherentes a la “ética”. El ethos sustancial es reconocido en
esta relación solamente como punto de partida del examen crítico. Y en este último
sentido la ética discursiva es también posthegeliana, y reactualiza contra Hegel el
punto de vista de Kant, afirmando la superioridad del juicio moral sobre la tradición,
las costumbres y las instituciones que pueden ser injustas o insensibles a ciertos
derechos y a las nuevas exigencias de justicia.
Las formulaciones de Apel son bien claras con respecto a la reciprocidad de las
relaciones de la interacción comunicativa del mundo de la vida “ética” y el discurso
moral reflexivo: “La primacía sustantiva de las normas [mejor sería decir de los
valores] del mundo de la vida, que son las que dan en la praxis el contenido al
discurso moral, y el primado de la autorreflexión trascendental del discurso
filosófico [en el orden de la fundamentación], no se excluyen, sino que se requieren
mutuamente” (Apel, 1983, p. 415). El autor ha reaccionado por lo tanto con
justificada indignación frente a las interpretaciones, que considera malintencionadas,
de algunos neoaristotélicos tradicionalistas, según las cuales el universalismo
racionalista de la ética del discurso ‘declara como prohibido el ethos recibido’,
mientras no sea “autorizado mediante el discurso”

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