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Antonio Gramsci: Los días de la cárcel (1977).

Obstáculos de la
revolución durante la instauración del fascismo en Italia
Lukas Felipe Rey Ricardo

En 1926, Gramsci es arrestado y llevado a tribunal por los delitos de instigación a la guerra civil,
apología del crimen y fomento del odio de clase. Recordemos que para 1922 el Partido Nacional
Fascista, dirigido por Benito Mussolini, se instauró dentro de la jefatura de gobierno por orden del
entonces rey Víctor Manuel III, luego de la revuelta nacional convocada por Mussolini, dado el
riesgo inminente de guerra civil entre los paramilitares fascistas y el estado. También se debe tener
en cuenta que Mussolini no llegaría a proclamarse dictador sino hasta 1925, donde, un año después,
daría orden de arresto a múltiples opositores del fascismo, como sería Gramsci. Umberto Ferracini
también sería detenido en esa época.

Al ser trasladado, el 19 de julio, a la cárcel de Turi, Gramsci es ubicado en una celda con otros 5
reclusos, de los cuales uno de ellos se encuentra enfermo de tuberculosis. Aprovechando la
situación, y en función a su deseo por la lectura y el aislamiento reflexivo, realiza una solicitud para
ser transferido a otra celda en solitario, además de instar por permitirle la escritura. Durante la cinta,
vemos instantes de su vida a modo de escenas del pasado, en los que mayoritariamente se encuentra
con su prometida Giulia Schucht, representando las etapas en que se conocieron y cómo fue
desenvolviéndose su amor, exponiendo la gran importancia que tenía en la vida de Antonio, además
de evidenciar en algunas ocasiones las tendencias emocionales que tenía Gramsci y que
posiblemente influyeron en su desarrollo de personalidad; incluso me atrevería a decir que
influyeron en su estructuración del pensamiento.

Durante su estadía en la cárcel, Gramsci decidió ocultarle la verdad a Giulia y sus hijos de su
situación, por lo que únicamente era visitado por su cuñada, Tania Schucht, con quien mantenía
conversaciones acerca del estado de su familia. Decía que le ayudaba verla por su semejanza con su
hermana; sentía un acogedor intercambio de palabras. Antonio recuerda los primeros momentos que
tuvo junto a Giulia en ese entonces, cuando se conocieron en el sanatorio Serebrjanyj bor de Moscú
en 1922. Entre sus diálogos más interesantes, se encuentra uno en el que, mientras caminan por el
parque, Gramsci, a modo cómico, le cuenta indirectamente su vida de la infancia, haciendo énfasis
en las escenas de tragedia durante su juventud, para finalmente decir:

(hablando sobre sí mismo) “[…] Empieza a pensar que sus padres no le quieren, que
solo le toleran; en casa se siente un intruso, ¿y qué hace? […] Decide que hay que
sacar las uñas para salvarse. Quizás destruirlo todo.”

El rechazo que sintió en su infancia, la enajenación con sus congéneres y contemporáneos, pudo
haber causado una situación de desesperación donde el conocimiento y amor por lo
“tradicionalmente intelectual”, así como sus caracteres bondadosos, fueron la herramienta de
Gramsci para sobrellevar sus precarias condiciones de salud y, de forma relativa, de autoestima, del
mismo modo que influenciaron su pensamiento político-social.

Otro de sus recuerdos recae en 1920 durante el biennio rosso, liderado por los consejos de fábrica, en
donde recuerda los eventos de toma de fábricas, así como el alza de la bandera comunista durante el
movimiento. Es en este instante donde volvemos al tiempo en que se desarrolla la cinta, en donde se
nos presenta a un Gramsci escéptico de la preparación y contexto político de sus compañeros en
prisión, especialmente cuando proponen negarse a la alimentación como método de protesta, a lo que
responde: “¿para que sepan que somos antifascistas? ¡Pero si estamos en la cárcel por eso!”. Este es
un primer gesto que le costará poco a poco la confianza ideológica de sus camaradas.

Gennaro visita a Gramsci luego de 4 años en prisión, donde le comenta acerca de la última reunión
del comité central del Partido Comunista Italiano (PCI), donde Togliatti discute acerca de la
situación de vulnerabilidad que se presenta en el fascismo hegemónico, presentándole como una
oportunidad de oro para la explosión revolucionaria contra el régimen capitalista. Sin embargo,
Antonio muestra una directa oposición a las posturas del PCI. Relátese: “La disciplina es consenso,
es un momento de libertad; Con Lenin lo era”. Aquí hace referencia a lo que considera como
adoctrinamiento y sumisión dentro del partido, luego de ser notificado de la expulsión de 3
integrantes por su oposición a la demanda revolucionaria; de hecho, critica fuertemente la pérdida de
identidad dentro del Partido Comunista Ruso, especialmente a Stalin como dirigente de la Unión
Soviética y sucesor de Lenin, pues hace llamado a la preocupación de la acumulación de riquezas y
privilegios de particulares sectores productivos, lo que considera Gramsci una incoherencia
preocupante dentro del partido, especialmente al hacer referencia a los simpatizantes de Trotski,
figura clave de oposición hacia Stalin, quienes fueron perseguidos y asesinados por la nueva
“dictadura del proletariado”. Resúmase su crítica en la siguiente: “Los jefes de la oposición son
atacados. Ya no son camaradas en desacuerdo, sino cómplices de la ideología burguesa”.

La problemática de la revolución sigue siendo una idea de posturas diferenciadas, en cuanto Gramsci
mantiene su posición ante lo que denomina “una revolución fantasma”, una falsa ilusión, siempre
que no exista una asociación multi-clases y con los intelectuales, pues son estos quienes convertirán
a la clase revolucionaria en clase dirigente. Los intelectuales a los que Gramsci hace referencia es al
nuevo intelectual, no al intelectual tradicional, que ha sido parte de la hegemonía burguesa y ha
establecido una serie de dictámenes asimilados por la sociedad como el sentido común,
convenientemente favorecedor para las clases dirigentes históricas. De hecho, uno de los diálogos
hace referencia a la filosofía de la praxis como factor clave en la distinción entre ambos tipos de
intelectuales: “[…] Son lo contrario de los viejos intelectuales, que no pueden tener miedo de
ensuciarse las manos con la vida práctica, con su lucha”. La tensión ideológica por la revolución se
hace todavía más presente cuando Gramsci propone crear un movimiento independiente a la
Internacional Comunista y al PCI.

Finalmente, su relación con sus compañeros de prisión llega a un punto de deterioro en el que han
perdido la noción de Gramsci como un verdadero revolucionario, causado por el conflicto entre las
críticas revolucionarias del mismo, contrariadas al espíritu deseoso de libertad y hegemonía de los
comunistas detenidos allí. Luego de haber pasado ya 11 años en la cárcel, sufre de una terrible
hemorragia interna a la 1:00 a.m. en su celda. La complicación de múltiples enfermedades, como la
enfermedad de Pott, indicios de tuberculosis y gota, fueron razón para trasladarle a diferentes
clínicas penitenciarias, hasta que es integrado a la clínica Quisisana en Roma. Para el año 1937,
Gramsci fallece de un derrame cerebral. A su cremación asisten únicamente su hermano Carlo y
Tania Schucht; en su última conversación con ella le pide comunicarle el divorcio a Giulia, en
sabiendas de que no saldrá vivo jamás de Turi, y con un gran remordimiento por sus condiciones
precarias de salud: “¿Por qué un ser vivo tiene que seguir atado a un muerto como yo?” dice Gramsci
a Tania.

Antonio Gramsci, pese a todas las circunstancias de su vida, pese a ser ejemplar miserable de mártir,
de morir encarcelado y bajo vigilancia del régimen fascista, alejado de su familia por más de 12
años, sin apenas conocer a sus hijos, sobrellevando tuberculosis osteoarticular desde sus primeros
años post-nacimiento, de ser cremado en casi soledad; ha sido sin duda una figura en la historia de
Italia y Europa, esencial para el entendimiento de diversos conceptos fieles a la realidad política de la
época, tales como la hegemonía cultural, las clases subalternas y dirigentes, el rol intelectual, el
estado, la sociedad civil y la revolución. Los 32 cuadernos de la cárcel aún hoy en día siguen siendo
objeto de debate e interpretación por los más estudiosos del tema, e incluso ha llegado a ser figura de
la transformación política en América Latina. Es por ello que su obra y biografía serán conservados a
través de la historia de las sociedades.

“Tutti i semi sono falliti, eccenttuato uno che non so ancora cosa sis, ma che
probabilmente é un flore e non un’erbaccia”

ANTONIO GRAMSCI

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