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Exégesis judía antigua

Por Denis Rivera D. publicado originalmente en CONOZCA edición 1991.1

Por Denis Rivera D.


 
¿Cómo entender sistemas de interpretación bíblica? ¿De qué manera se podría adquirir equilibrio en el arte de la
interpretación bíblica? ¿Qué hace uno para no repetir los errores del pasado? Podemos encontrar ayuda para solucionar
estas interrogantes en la historia de la exégesis judía antigua. Los judíos de principios de la era cristiana se caracterizaban
por la presuposición de que el intérprete podía encontrar diversos significados en un pasaje. Acudían a una especie de
malabarismos hermenéuticos relacionando frases, palabras de un pasaje con otro pasaje sin importar el contexto de que se
sacaron los textos. Su acuciosidad los llevaba a considerar como elemento de interpretación hasta las formas mismas en
que fueron escrito las letras de las palabras.
Consideremos tres métodos de interpretación de los exegéticos judíos de la antigüedad:
 
1.     El alegorismo
La alegoría es un término técnico de la retórica que consiste en una aplicación continuada de metáforas. En la alegoría
todos los detalles tienen relevancia a diferencia de la parábola que los detalles son incidentales y de menos relación a la
idea central. Veamos un ejemplo en Juan lo:1-5, 9.
De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es
ladrón y salteador. Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A éste abre el portero, y las ovejas oyen su
voz; ya sus ovejas llama por nombre, y las saca.
Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al
extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.
Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
 
En esa alegoría se representa a Jesús de manera sucesiva como el pastor de las ovejas y la puerta. Únicamente por medio
del Señor la oveja puede entrar en el reino. Los que no son verdaderas ovejas no pueden pasar por la puerta. Así es que el
Señor se ve representado por dos cosas en sucesión, o sea dos diferentes metáforas.
La alegoría tiene su lugar dentro del campo hermenéutico de la Biblia, pero no todos los pasajes de las Escrituras tienen
un sentido alegórico. La exégesis judía antigua se sobrepasó en el uso de ese método al alegorizar especulativamente
secciones históricas o jurídicas del Antiguo Testamento.
Esa forma de interpretación alegórica tiene sus albores en la civilización griega. Se desarrolló cuando las obras clásicas de
los grandes autores griegos como Homero y Hesíodo habían deleitado la mente y el espíritu de sus conciudadanos con sus
poesías y relatos. Esas obras literarias entraron en tensión con la arrolladora corriente filosófica encabezada por Platón y
Aristóteles.
El debate entre lo mitológico y lo científico estaba en su apogeo. La creencia en las historias antiguas soñaba obsoleta
frente a los principios elaborados por la filosofía. De ese conflicto emerge la alegoría. Reconcilia la historia mitológica
con el mundo pensante de la nueva época. La única manera de preservar las creencias tradicionales del pueblo era la
alegorización de tales relatos. Había que darles una forma de interpretación con un significado más profundo que el
sentido literal; un nivel superior, aceptable a la lógica del pensamiento del momento.
Esa tensión no sólo se dio entre los griegos sino también en el pueblo hebreo. Los judíos deseaban permanecer fieles a las
enseñanzas de Moisés y al mismo tiempo tenían influencias de las nuevas corrientes del pensamiento, las cuales aceptaban
sólo aquello que era admisible para la razón a través de los sentidos. Ellos veían como una opción el método alegórico de
interpretación para aplicarlo al Antiguo Testamento y “superar algunos escollos” entre la tradición hebrea religiosa y las
corrientes del pensamiento griego.
Entre los judíos tuvo mucha relevancia en ese tipo de exégesis Filón de Alejandría, escritor judío de los tiempos de Cristo.
El entretejió la filosofía con la Tora a través de la alegoría. Para él las Escrituras revelan el conocimiento de todas las
cosas. Por consiguiente, con la ayuda de la alegoría, había que encontrar la idea filosófica aludida en las Escrituras, fuese
o no desarrollada. Una representación filosófica emitía conceptos. Luego buscaba representación en el Antiguo
Testamento. La serpiente de Génesis 3:1 era el símbolo del placer sexual según Filón. Los ríos que salen del Huerto del
Edén, no son ríos literales sino virtudes morales que se deben buscar y cultivar.
Se decía que cuando Abram se convirtió en Abraham, llegó a ser un brillante filósofo estoico. Casarse con Sara
representaba comprometerse con la sabiduría.
La tarea hermenéutica de este tiempo era encontrar y probar la relación alegórica entre el texto del Antiguo Testamento y
la contingencia filosófica griega sin importar el tipo de literatura a la cual pertenecía el texto que se interpretaba, fuera
histórico, legal o profético.
 
2.     El Midrás
Se llama Midrás a la interpretación que hacía la sinagoga como complemento de la lectura pública de la Tora. Era la
explicación de los rabíes judíos del Antiguo Testamento. El propósito del Midrás según ellos era hacer el pasaje claro,
coherente y relevante al pueblo. El Midrás estaba dividido en dos partes: 1) El Haláguico, si el comentario versaba sobre
la Ley o la Tora, y 2) el Haggádico, si la explicación se refería a otras partes del Antiguo Testamento como historia o
salmos.
Presentaba una variedad exegética. Se desarrolló mayormente en el tiempo de Cristo y ponía énfasis en la comparación de
palabras o frases en las cuales se podían encontrar significados más profundos, según ellos. Relacionaban palabras que
tuvieran forma similar para llegar a otros significados. Combinaban, por ejemplo, las palabras “principio” de Génesis 1:1
y “principios” de Jeremías 26:1 para llegar a entender que Génesis 1:1 no se refiere al pasado infinito en el cual fue creado
el mundo solamente, sin también al modo en que Dios trató al pueblo de Israel en el tiempo del rey Joaquín.
Por otro lado, el hecho de haber tres partículas en un pasaje de las Escrituras podía indicar que un significado oculto
estaba incluido además del que aparentemente indicaba. Todo ese malabareo de palabras, incidentes gramaticales y giros
lingüísticos se hacía con el supuesto fin de demostrar la sabiduría y perfección de las Sagradas Escrituras. Pero daban los
exegéticos midrásticos significado a las palabras sin analizar el contexto en el cual tenían su correspondiente relación.
Combinaban palabras o frases sin importarles si negaban o afirmaban la idea expuesta en el texto.
 
3.     El literalismo
El método literal está basado en el significado exacto o básico de la palabra misma. Implica descartar primariamente todo
sentido metafórico o figurado a menos que su significado lógico indique lo contrario.
No tenía ese método muchos seguidores en la época antigua. Estaba asociado un partidario de él con la idea de poca
sabiduría o madurez espiritual. Filón enseñaba que en el Antiguo Testamento se debía discernir el cuerpo y el espíritu.
Una mente simple, según él, trataba de consolarse en el sentido corporal o literal del Antiguo Testamento. Los que eran
más avanzados daban un sentido espiritual a los textos. La mente no necesitaba mucha erudición para hacer una
interpretación literal.
Se abusó de ese método debido a que no se observaron las normas racionales del lenguaje. Cada quien estudiaba una
palabra, una frase, y negaba a especulaciones ocurrentes del texto al grado de negar a lo que se conoce por “letrismo”. La
letra ya no era un instrumento de comunicación sino que se volvió un fin en sí mismo.
En aquella época las letras tenían un valor numérico y se hacían interpretaciones a base del valor de las letras de una
palabra. Por ejemplo, en el caso de Abraham cuando introdujo la circuncisión, Génesis 17:23,27, en su casa con los 318
siervos que tenía, Génesis 14:14, los intérpretes cristianos que suscribían a ese método decían que lo hizo el patriarca con
la mirada puesta en Jesús. Llegaban a semejante conclusión por medio de los valores numéricos de las letras. El número
“10” representaba la letra griega iota. El número “8” representaba la letra griega eta. Poniendo juntas la iota y la eta,
sacaban la palabra “iesous”, cuyas primeras dos letras son iota y eta, y cuyo significado en español es Jesús. La cifra
“300” representaba la tau, que corresponde a la letra “t” en castellano, y que tiene la forma de una cruz. De ahí decían que
por el número de 318 se ve a Cristo en la cruz. Sacando tantos “brillos” a las letras de las Sagradas Escrituras, estos
interpretes terminaron oscureciendo el significado verdadero.
En la exégesis judía antigua el intérprete podía sacar numerosos significados del texto. Cada detalle incidental del texto
estaba poseído de significado más profundo, según creían ellos.
Tiene marcada diferencia con la exégesis actual. Por un lado, el intérprete de hoy no se preocupa por encontrar un
significado escondido o más profundo, sino por un análisis gramatical e histórico del texto. También existe una
orientación de buscar primeramente el significado literal del texto y de respetar la alegoría cuando esto fuera legítima. Por
último, la norma general de estudiar un texto es verlo primeramente como un todo para luego comprender sus partes en
detalles y cómo se relacionan estos con la totalidad del libro.
Atendamos con cuidado “el testimonio de los tiempos” para interpretar correctamente la Palabra de Dios. Tenemos que
procurarlo con diligencia para usar bien la palabra de verdad.

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