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Marco Ariel Antonioletti, testimonio póstumo

“Nos cansamos
de aplanar las
esquinas”
1
El siguiente testimonio póstumo, fue extraído
de la Revista El Canelo nº30, de diciembre de 1991.
Tanto la fotografía de la pág. 19, como la de la contraportada
no pertenecen a la publicación de El Canelo.

Ningún derecho reservado.


Haz que corra, compártelo, reprodúcelo, piratéalo.
Que libres sean las palabras, los saberes
y la vida entera.

Primera Edición de Tierra Desvelada Ediciones.


Impreso en Santiago Waria, 2019.

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El miércoles 14 de noviembre de 1990, antes de las 15 horas,
ocurrió la operación-rescate quizás más impresionante y
violenta en toda la historia de Chile. Un comando del
Movimiento Juvenil Lautaro rescató desde el Hospital Sótero
del Río a Marco Ariel Antonioletti Antonioletti un joven de 22
años que desde hacía un año se encontraba encarcelado bajo
acusaciones de asesinato (a tres policías) y asaltos varios.
En la operación murieron tres gendarmes y un carabinero.
Una mujer, presuntamente del comando lautarista,
resultó herida de gravedad.
Dos días después, el viernes 16 de noviembre, en otra
operación no del todo aclarada, policías de investigaciones
abatieron a Antonioletti en un enfrentamiento al interior
de una casa.1
El testimonio que publica el canelo corresponde a una
entrevista inédita hecha a Antonioletti en julio de 1990 en la
cárcel pública. Con ella seguimos con nuestra serie
testimonial titulada Violencia & Marginalidad, que
completaremos en números siguientes. No pretendemos ser

1 Tras ser rescatado Marco Ariel del Hospital Sótero del Río, el opetativo
lautarino cambia la casa de seguridad donde se lo mantendría clandes-
tino: es llevado a una vivienda del sector poniente de Santiago, donde
residía una prima de un militante del MJL, su esposo Juan Carvajal (edi-
tor, por ese entonces, del periódico Fortín Mapocho) y sus hijos. Carva-
jal terminará por delatar a Marco Ariel, comunicándose con personeros
de Gobierno de la Concertación (Ricardo Solari, Belisario Velasco, entre
otros). Un gran contingente de la Policía de Investigación se dirige así,
a la casa de Juan Carvajal. Marco Ariel es asesinado con un certero tiro
entre ceja y ceja. Los policías y el Gobierno aludirían a un enfrentamiento
que no fue tal: ¿qué enfrentamiento permite un tiro tan certero? Juan
Carvajal, luego de abandonar el país un par de años, se desempeñaría en
distintos cargos políticos durante los Gobiernos de la Concertación. Para
más detalles, revisar la entrevista a Andrea Osorio, pareja en aquel enton-
ces de Marco Ariel: “Juan Carvajal es un delator y merece una funa”, El
Mostrador, 19 de noviembre de 2008. (Nota del Editor).

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paladines ni jueces sino que queremos llamar la atención
sobre tal vez los mayores problemas que hoy vive la sociedad
chilena y, democracia mediante, que tienen que ver con la
marginalidad en que se halla una parte significativa de los
jóvenes de la patria y con la violencia que brota
de ella misma.
El lector sacará sus conclusiones. Lo que sí: este testimonio
debe tomarse como ejemplo de un quiste no pequeño que
remueve las bases de nuestra sociedad, tantas veces
ignorado o visto con cierta miopía, propia de quienes no ven
más allá de las superestructuras. Al mismo tiempo, debe
servir como voz de alerta acerca de lo aún no resuelto en
ciertos peldaños del país que imposibilita tal vez la añorada
paz y reconciliación entre los chilenos.

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“El sexo nuestro, el pueblo en armas”

  –Podríamos partir con que tú nos cuentes tu historia personal:


¿qué relación tenías con el Movimiento, cómo te metiste, qué
acercamiento tenías a la política?

  –Yo soy de una familia de clase media. La mayoría de mi familia


siempre ha sido muy comprometida con la izquierda chilena, fun-
damentalmente a nivel de lo que es la izquierda tradicional: Partido
Comunista, Partido Socialista. De hecho fue una familia golpeada
por presidio y exilio después del golpe de estado. Con mi madre
tuvimos que marchar al exilio, donde estuvimos algunos años. De
vuelta acá en Chile, por allá por el año 84, yo volví con la idea de
poder integrarme a algo, de poder desarrollar alguna actividad en
contra de la dictadura. En ese contexto estuve trabajando durante
harto tiempo en el movimiento estudiantil secundario y allí, poco a
poco, me fui acercando a movimientos políticos con visiones radi-
cales de la realidad. Porque yo siempre defendía que aquí las posi-
ciones radicaban en el enfrentamiento. Además me atraía mucho
toda esta cosa de las dinámicas milicianas, de las dinámicas milita-
res y, bueno, todavía con un concepto muy bruto de toda esta cosa.
Finalmente, hace algunos años, yo ingresé al Movimiento Juvenil
Lautaro, después también ingresé al MAPU, al Partido MAPU, que
no son la misma cosa.

  “Bueno, al M.J.L. yo fundamentalmente entré porque allí se da


efectivamente una expresión de combate bastante avanzada, se
dan posibililidades de crear sobre la marcha formas alternativas de
vida a la que hoy día tenemos: formas integrales de vida. Bueno, ahí
hemos desarrollado bastantes políticas hacia los jóvenes en todos
los ámbitos. Una de las cosas más renombradas, y que más escán-
dalo ha hecho en esta sociedad, ha sido respecto de la sexualidad.
Dentro de eso, nosotros planteamos que el capitalismo, que la dic-
tadura, que este régimen de cosas impone una forma de sexualidad
muy macabra, sobre todo en lo que es a nivel de la juventud. O sea,
¿qué es lo que existe? Que toda esta cosa es oculta, es para el ma-
trimonio. Al final la virginidad se vuelve un trofeo que hay que cui-

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dar. El machismo abunda, y toda la sexualidad se desarrolla en for-
ma bastante traumática, y además en forma muy incompleta. Por
ejemplo, a nivel de juventud no hay ningún conocimiento de lo que
es la anticoncepción, no hay ningún conocimiento de lo que son los
preservativos. Entonces es toda una cosa muy rara, es como mala
la sexualidad, entonces ser rebelde es decir “hagamos el amor”.
Recuerdo que cuando sacamos el primer documento de lo que era
el sexo nuestro, nosotros partíamos de lo que ocurrió en el Estadio
Nacional, cuando el Papa pregunta si están dispuestos a renunciar a
la sexualidad, y el estadio, en un medio grito, dijo, “no!”. Y católicos,
cristianos, marxistas y todo el mundo dijo “no!”. Y eso yo creo que
demuestra una expresión de la juventud. Las mismas manifestacio-
nes culturales de grupos rock, que hablan de la sexualidad y que le
van dando un perfil, van demostrando una necesidad de la juven-
tud. Es por esto que nosotros planteamos que la revolución, que es
lo que nosotros buscamos, es, en todos los ámbitos, una revolución
de la vida. O sea, que no es una revolución sólo para transformar
las estructuras sociales, económicas y políticas, sino que se trata
de hacer una revolución para transformar las formas de vida, para
aspirar a formas de vida superiores. Y también nuestro concepto es
que para alcanzar la victoria, para alcanzar el poder, para alcanzar
la revolución, tenemos que ir hoy día viviendo las cosas que pre-
tendemos instalar mañana. Desde ese punto de vista nosotros co-
menzamos hace algunos años atrás, el año 87 si mal no recuerdo, a
desarrollar una campaña en la cual pusimos: “Sexo nuestro, pueblo
en armas”. O sea: el pueblo, finalmente, tiene derecho a la sexua-
lidad, y en ese contexto bueno, asaltamos farmacias, sacamos pre-
servativos, sacamos anticonceptivos, después estos elementos los
repartíamos entre la juventud. Y ésa es una manera que nosotros
enfrentamos a la juventud. Nosotros le presentamos alternativas.
Para nada nosotros les decimos: aquí les vamos a resolver el pro-
blema de condones y pastillas. Más bien vamos señalando cuál es
el camino de la integralídad, como nosotros lo vemos, porque al
final ellos verán si están de acuerdo con nosotros o no.

  “Otro punto muy sensible que nosotros también tocamos es res-


pecto de la música. La música se ha ido volviendo poco a poco una
cosa de élite: los recitales valen un dineral, para comprarse un cas-
sette hay que trabajar un mes y en definitiva todo se va quedando
muy marginado. En este sentido nosotros dijimos: “la música tam-

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bién es para la revolución, la música también es parte de la alegría
de los pueblos, la música es parte de la alegría de la juventud”. Bue-
no, y nos metimos a las cassetterías, nos metimos a las disquerías,
sacamos cassettes. Y después estos cassettes los Íbamos a repartir.
Pero cuando llegábamos a repartirlos, montábamos barricadas y
en una plaza poníamos música, nos poníamos a bailar, sacábamos
nuestras armas ¿ya? y nuevamente hacíamos esta imagen: El pue-
blo está luchando por la revolución, pero el pueblo está luchando
por la felicidad. No está luchando por andar escondido en casas de
seguridad ni mucho menos, sino que la revolución se hace aquí, en
la calle, en todas partes. Y nos tomamos esta plaza para huevíar,
para bailar. Y aquí tenemos cassettes, aquí tenemos anticoncepti-
vos, aquí tenemos preservativos.

  … O sea son derechos inalienables de la juventud. Es fundamen-


tal para nosotros que estas cosas hoy día se vayan viviendo, noso-
tros decimos que la victoria hay que hacerla y vivirla hoy día. No se
trata que estemos aquí haciendo una revolución prometiéndonos
un futuro mejor. Nosotros somos de la idea de que estamos cons-
truyendo, lo que aspiramos a construir tenemos que ir hoy en día
levantándolo, dándole forma.

  “Entonces, como te digo, hay distintas propuestas hacia la juven-


tud, que en los años que yo estaba trabajando en la enseñanza me-
dia, en ese movimiento social para mi fueron muy atractivas. En ese
tiempo estaban un poco más en bruto, con menos desarrollo, pero
que fueron muy atractivas, porque son una propuesta distinta, una
propuesta de radicalidad. Esto con el tiempo ha ido evolucionando.
Nosotros por ejemplo, hoy en día decimos que se trata de la toma
de lo cotidiano. Todo lo que es cotidiano, todo lo que el pueblo vive,
todo lo que el pueblo requiere, no solamente para vivir cómodo,
sino que para vivir plenamente, hay que tomarlo: las plazas, las ca-
lles, los camiones de alimentos, los remedios, los anticonceptivos,
la música, los cuadernos, todo lo cotidiano el pueblo debe apro-
piárselo, porque le pertenece. Además nosotros entendemos que
la juventud ha sido protagónica y fundamental en la lucha contra la
dictadura. El Movimiento Juvenil Lautaro ¿por qué nace? ¿por qué
se llama M.J.L.? No es porque sí, porque se podría haber llamado
Movimiento Lautaro o cualquier otra cosa. Es Movimiento Juvenil
Lautaro porque nosotros, cuando el año 82 evaluamos la realidad

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nacional, lo que vimos es que en este país los que estaban saliendo
a las marchas del hambre, los que estaban saliendo en los primeros
ocupamientos de territorios era la juventud. Evidentemente un es-
trato social: los pobladores, trabajadores, pero fundamentalmente
la juventud. La juventud que pasa a primera línea. Bueno la mayoría
de los muertos, la mayoría de los encarcelados hoy día son jóvenes.
O sea, la juventud aquí se la jugó y pagó un costo. Y por eso noso-
tros decidimos que fuera un movimiento juvenil. Eso no fue a prio-
ri. Fue partiendo de un análisis de la realidad. La juventud necesita
niveles de organización. Los cabros que se juntan en las esquinas a
tirar piedras, a hacer barricadas, esos cabros necesitan una forma
de organizarse. Y nosotros les dijimos, nuestra propuesta es que
sean brigadas del Movimiento Juvenil Lautaro”.

Un discurso impotente.

  –¿Y por quiénes está compuesto el M.J.L.?

  –Está compuesto por jóvenes. Puros jóvenes, porque en el con-


cepto de M.J.L. no caben viejos. Mira: la dinámica del M.J.L. es que
nosotros buscamos instalar a largo plazo que los grupos que se pa-
ran en las esquinas, esos mismos grupitos que han pasado años y
años tomando y hueviando, que han pasado años piteando...Noso-
tros en nuestro primer documento planteamos que ya nos cansa-
mos de aplanar esquinas, nos cansamos de tomar la garrafa y fumar
pitos, o sea, llegó el tiempo de tomarnos la calle, de apropiamos de
lo nuestro. Esa juventud marginada, que no ha tenido posibilidad
de desarrollo y que se ha visto enajenada por un conjunto de cosas,
esa juventud decide pasar a la lucha, decide pasar a la vanguardia.
Estoy hablando de una juventud que ha sido marginada por años y
años. Esa juventud pasa a ser protagónica en la lucha y esa juven-
tud debe tener una forma de organizarse. Nosotros intencionamos
formar brigadas Lautaro dentro de contextos sociales, estudian-
tiles, poblacionales. Pero eso más bien fue una forma de marcar
huellas para que esta cuestión se reproduzca a futuro. O sea, han
surgido brigadas espontáneas, de las que el MAPU no tiene ningún
control, y son brigadas que trabajan y hacen acciones. Y fíjate que
el MAPU controla el Lautaro. El Lautaro no tiene ninguna estruc-

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tura nacional, las brigadas funcionan independientes unas de otras
y fíjate que no existen ni estructuras regionales ni locales. Lo que
pasa es que los mapucistas tienen la obligación de pertenecer al
M.J.L. cuando esa instancia existe. El cabro que ingresa al Lautaro
a nosotros no nos interesa que esté dispuesto a salir a marchar con
fusil a la calle, que le pegue al glosario político de “pe a pa”. El cabro
que entra al Lautaro nos interesa que sea un cabro que esté dis-
puesto a pelear, y que esté dispuesto a ir por alcanzar la felicidad,
por alcanzar el desarrollo pleno del pueblo. Ese es el concepto de
lautarino. En ningún caso el huevón parco que le pega al glosario
político. O sea, juventud que al calor de la lucha vive y hace la victo-
ria, sin perder la alegría. Lo cotidiano es muy importante.

  –A veces es difícil imaginar a dirigentes de las Juventudes Co-


munistas o Juventud Socialista diciendo que el problema de la se-
xualidad es importante para los jóvenes.

  –Lo que pasa es que el discurso de la izquierda tradicional es, en


su conjunto, un discurso impotente, es un discurso cartucho, que
no asume ni enfrenta la totalidad de lo que es la lucha en nues-
tro concepto. Una impotencia que se traduce en todos los niveles.
Bueno, esta cosa hoy día, por ejemplo, de la actitud de muchos
partidos de izquierda que quedan afuera del gobierno, pero aún así
se ponen a defender este gobierno ¿ya? y a reclamar legitimidad, e
incluso empiezan a bajar sus banderas, en lo que se refiere hoy en
día a los derechos humanos. Ayer exigían justicia; hoy día solo quie-
ren conocer la verdad, entonces mañana seguramente van a estar
aplaudiendo la amnistía. Y eso es una impotencia que se traduce
en todos los campos. Y evidentemente es muy complicado para un
partido de izquierda tradicional, ponerse a hablar de la música...
porque si te pones a hablar de esos temas tendrías que entrar a ser
consecuente, entrar a motorizar esas cosas dentro de la juventud.
No sé, yo no me imagino como la Jota, con sus conceptos hoy día,
aseguraría eso. ¿Haciendo orgías callejeras? No, ése no es el sen-
tido. O sea: la hueva no es homosexualismo2, sino una sexualidad

2 Esta última afirmación refleja cómo, más allá del significativo discurso
del MJL en torno a la vida sexual de los jóvenes y de la sociedad, este es
desde una visión prejuiciada de las orientaciones e identidades no hete-
rosexuales, sino en clave heteronormada. La heteronormatividad, como

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plena y digna.

  –Y fuera de la sexualidad y la música: ¿ustedes tienen otros te-


mas que sean importantes?

  –Evidentemente. Se han hecho otras actividades, como llegar


a lugares donde hay gran concentración de estudiantes a repartir
cuadernos y lápices, porque creemos que eso es fundamental. Si
mal no recuerdo, también en una oportunidad se repartieron uni-
formes escolares. Se ha repartido ropa íntima: sostenes, calzones,
que es todo parte, como te decía, de la toma de lo cotidiano. Toma-
mos todo lo que necesitamos (pausa). Tú me hablas de qué otras
cosas hacemos nosotros. Mira: nosotros hablamos de alrededor de
18, 20 productos revolucionarios conseguidos durante un período.
¿A que nos referimos con esto? Nos referimos a camiones de leche,
camiones de pollo, farmacias, cassetterías, etcétera. Ahora cuando
nosotros, por ejemplo, vamos a sacar los cassettes, no solamente
entramos a la cassettería y sacamos los cassettes, sino que también
eso implica una toma del espacio, significan barricadas, significa
el control de un pedazo de calle, por algunos minutos, y después
abandonamos. Cuando vamos a repartir los anticonceptivos, no-
sotros llegamos y también nos tomamos un espacio. Ahí también
estamos, de alguna forma, instalando simbología. O sea, ustedes
saben que a nivel de territorios populares estar en una plaza es
automáticamente un delito, juntarse en un grupo a tocar guitarra y
a tomarse una botella de vino es un delito: llegan los pacos y todos
se van presos, y nosotros reivindicamos que ese espacio hay que
recuperarlo; reivindicamos que las calles hay que recuperarlas.

discurso y práctica, estuvo presente en organizaciones de izquierda, re-


volucionarias e incluso feministas del período. Para profundizar en esto,
recomendamos la lectura de la investigación histórica “Identidad colec-
tiva y marginación en la oposición a la dictadura chilena: Ayuquelén y
las Yeguas del Apocalipsis (1983 – 1991)”. Shats, Ilán, Santiago de Chile,
2015. (Nota del Editor).

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“Nos estamos tomando distintos pedacitos de país”

  –¿Y qué crees tú que le pasa a los jóvenes con esta propuesta?
Porque yo me imagino que si yo fuera un joven de la calle, me
sería atractivo un discurso que rescata mi cotidianeidad, pero de
repente no tendría ganas de que eso pase por la política.

  –Te vuelvo a insistir sobre una idea que te planteé hace un mo-
mento: a nosotros no nos interesa que los jóvenes se sepan el glo-
sario político. Por lo demás es conocido históricamente, a través de
los mil años de historia del hombre, que jamás un pueblo ha hecho
una revolución conciente de para donde vá. Solamente hacen las
revoluciones concientes de que no quieren seguir viviendo como
están viviendo. Entonces ¿qué es lo que planteo yo?. Si por un lado
hay una toma de terreno, si por otro lado nos tomamos una plaza
y repartimos diferentes productos, si por otro lado hacemos un co-
pamiento territorial como el de La Florida, o como el de San Diego
y como el de Santa Rosa, si por otro lado repartimos camiones de
leche nos estamos tomando distintos pedacitos de país, estamos
apropiándonos de lo nuestro. Y la suma de estas distintas tomas va
a producir una totalidad: apropiarnos del espacio total, apropiar-
nos de la patria entera. Entonces un poco la simbología aquí es la si-
guiente: perfecto a ustedes les gusta la música, la música está fuera
del alcance de su bolsillo, nosotros los invitamos a que vayamos a
ejercer nuestro derecho a tener la música, a tener la leche, a tener
todo este tipo de cosas. Pero aquí hay una cosa de sentido común.
El sentido común es que si nosotros vamos, los pacos no nos van a
entender que “saben que no tengo plata, que estamos cesantes”,
sino que los pacos van a llegar y van a llegar con tutti. Por lo tanto es
necesario organizarse para defenderse. Y eso ya pasa a ser política
inmediatamente. Pasa a ser política pero desde el punto de vista de
que es útil para el pueblo. O sea: nos vamos a organizar, bueno, si
la primera vez no fuimos capaces de detener a los pacos con pie-
dras, la próxima vez iremos con hondas, la próxima con fierros, y
empezaremos a inventar armas caseras. Pero es nuestro derecho,
y lo vamos a defender. Es nuestra población y la vamos a defender.

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  –¿Pero cuál es la valorización que hay de la política? Porque,
por ejemplo, si yo soy un tipo marginado, que no tengo acceso a
la música, que me encanta la música...

  –Pero por eso te digo: la política es concreta. El caso, por ejem-


plo, de la población Yungay en La Granja. Allí es la circulación las
24 horas del día de jóvenes. Se fuma un pitito, se toman un cope-
te... la Yungay para los pacos se convirtió en sinónimo de Lautaro.
Y el Lautaro asaltaba un supermercado en Conchalí y los pacos se
iban a la Yungay. El Lautaro hacía una acción en la zona Oriente, y
los pacos se iban para la Yungay. Sin que hubiera ningún Lautaro,
¿qué pasó al final? Que cuando veían que venía el operativo, veían
el helicóptero, levantaban barricadas y cuando llegaban los pacos,
métale piedras con los pacos. Y al final la política es concreta, es
absolutamente funcional a lo que tu requieres.

  –Pero a lo mejor al tipo le interesa tener un cassette pero no le


interesa una patria socialista.

  –Bueno, tendrá que entender que si no lucha jamás podrá te-


ner lo que quiera. Puede haber juventud que no está ni ahí con lo
que pueda pasar más adelante, con el socialismo o con la lucha
en general y va a satisfacer una cuestión concreta, para él. Bien,
nosotros decimos que aquí nosotros hacemos una política de las
cosas concretas para el pueblo. Esa política no es teoría. Nosotros
hacemos teoría y práctica al tiro, que se traduce en hechos concre-
tos. Nosotros, claro, vamos y recuperamos una cosa y esa cosa que
nosotros recuperamos, esa acción que nosotros realizamos es una
acción política. Y el joven quizás la primera vez va a ir por ir a bus-
carlos nomás, y le va a quedar dando vuelta la operación en sí: qué
se hizo, por qué se hizo... Entonces esa juventud que una vez fue
por cassettes, otra vez fue por anticonceptivos, otra vez fue por car-
ne, va a ir empapándose de la política, que es una política concreta.

  –¿Qué opinión tienes respecto de la política que hacen otros


partidos, que no llega a las “cosas concretas”?

  –Mira primero que nada, nosotros no estamos compitiendo aquí


con ninguna izquierda. Nosotros tenemos una propuesta, decidi-
mos llevarla a la práctica, decidimos implementarla. No es para po-

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nernos a llorar aquí, pero nosotros cuando partimos el año 82, no
teníamos ningún revólver, ninguna pistola, nada. Los primeros asal-
tos que empezamos a hacer lo hacíamos con cuchillas y palos. Todo
el dinero que nosotros hemos tenido para hacer nuestra política,
todas las armas que nosotros hemos tenido, ha sido producto de
nuestro sacrificio, del sacrificio de nuestros combatientes. Bueno,
ésa es una cosa que hay que dejar muy clara. Segundo, nuestra po-
lítica no se trata de que nosotros aquí vamos a tener que ir crecien-
do, teniendo más lautarinos y más mapucistas en el país para llevar
más camiones porque todos tienen que tenerlos. Aquí se trata de
ir marcando huellas. Las primeras recuperaciones que se hacían a
supermercados se hacían con un gran montaje operativo. Llegaban
compañeros con sus ametralladoras, sus fusiles, abrían las puertas,
entraba la población, sacaban las cosas y se iban con los productos.
Bueno, después de eso, durante las protestas, ya no hacía falta ni los
fusiles ni ninguna de esas huevadas, sino que la gente llegaba, abría
las cortinas, sacaba las cosas y se iba. Esa es una huella que quedó
instalada, es inamovible. Surgió esta cuestión de la repartición de
camiones y yo tengo antecedentes de cuatro o cinco camiones que
no tenían nada que ver con esta huevada de las reparticiones y que
se los hicieron papilla en diferentes zonas de Santiago. Y no había
ninguna vanguardia, ni nada por el estilo, sino que fue el pueblo
que vio los camiones y dijo “ese camión es nuestro”. Hace pocos
días atrás en Puente Alto, un lote de cabros sin ninguna afiliación
política decidieron que ellos también tenían que repartir camiones,
y fueron agarraron dos camiones de leche, pero agarraron presos a
los cabros. Bueno, no eran del Lautaro, no eran del Frente, no eran
de ninguna parte. Entonces esa es una huella que va quedando ins-
talada y el movimiento popular lo reproduce porque es necesario,
no porque sea política, no porque sea ideología, no porque sea so-
cialismo, no porque sea ninguna huevada. Simplemente porque es
necesario. Y se organizan y van viendo la forma de salir adelante.
Lo mismo ha pasado con muchas cosas. El año 77 ó 78 algunos “lo-
cos” hicieron barricadas. Era una locura. El 83 para las protestas, de
seguro, ¡hasta tú hiciste barricadas!. ¿Quién no hizo barricadas en
este país? Bueno, eso se desparramó de punta a punta de Chile, y
todo el mundo hizo barricadas. Hasta la vieja de la esquina estaba
sacando huevaditas para echarle a la barricada. Nosotros creemos
que ése es un estado de desarrollo del movimiento popular.

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  –Volvamos a la juventud. ¿Qué enganche creen que hoy día tie-
ne la juventud con ésta democracia?

  –Yo te puedo hablar de lo que yo creo de la democracia. Es cierto


que ahora vamos a tener a otro señor en la Presidencia, es cierto
que tenemos otro gabinete y un lindo Parlamento a medio cons-
truir en Valparaíso. Es cierto que se han hecho algunas medidas
muy bonitas, pero el modelo económico se mantiene. Y todos los
días se ve en la tele que el equilibrio macroeconómico, y todo se
justifica por el equilibrio macroeconómico. Por ejemplo el que no-
sotros permanezcamos encarcelados se justifica por una institucio-
nalidad, la mismita que tres o cuatro años atrás todo el mundo re-
pudiaba y decía que era una mierda. Vemos como hoy día aparecen
oficiales haciendo declaraciones, de las mismitas Fuerzas Armadas
que se iban a democratizar, de las Fuerzas Armadas de las que iba
a salir Pinochet y todos los generales corruptos. Bueno, y ahí están.
O sea, lo fundamental de la Dictadura, sus Fuerzas Armadas, están
intactas; Su Constitución está intacta y su modelo económico está
intacto. Por lo tanto nosotros creemos que aquí el régimen de la
dictadura se mantiene. ¿Qué es lo que ha cambiado? El Gobierno.
Nosotros creemos que el gobierno no tiene ninguna voluntad polí-
tica para satisfacer las demandas populares. Entonces la pregunta
es por qué el Aylwin ganó por tan amplio margen. Bueno, ¿y cuál
era la otra alternativa? Porque las dos alternativas eran muy sim-
ples: o Pinochet o el Aylwin. Evidentemente si yo me hubiera visto
en la disyuntiva también voto por el Aylwin. O sea: cualquier huevá
menos Pinochet.

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“No me declaro ni oposición ni ninguna huevada”

  –¿En verdad crees que esta frustración tuya es sentida en forma


mayoritaria?

  –Aquí el pueblo tuvo una esperanza, una esperanza de cambio. Se


la jugó durante años por el cambio, y esa esperanza, la única forma
de satisfacción que tuvo hoy en día, fue esta democracia, ésta que
estamos viviendo hoy día, porque no hubo posibilidad de que esta
cuestión fuera más avanzada. Ahora, yo te digo: yo no me declaro
ni oposición ni ninguna huevada. Yo quiero cumplir un objetivo, y
sigo peleando porque aquí no se ha alterado lo fundamental de
este sistema. Respecto de la percepción de la gente... yo creo que la
percepción de la gente es más en el campo de “yo quiero casa: ten-
go casa o no tengo casa”, de “yo quiero estudiar: estoy estudiando
o no estoy estudiando”. Yo creo que es más en ese sentido la per-
cepción. Porque en definitiva la cuestión del Aylwin es una cuestión
más abstracta. Porque ¿qué cambio ha significado que esté él en el
poder para los pobladores de La Pincoya, de la zona sur? Ninguno.
Y tampoco se vislumbra una posibilidad a futuro. Entonces, más allá
de si hubieran ganado alternativas más radicales, más allá de si la
gente tiene la misma percepción nuestra, yo creo que la esperanza
está siendo traicionada. O sea, aquí se usó la esperanza del pueblo,
para que sectores accedieran al gobierno, y esa esperanza no está
siendo satisfecha. Y aquí es donde hacemos la apuesta: esta espe-
ranza, estas ganas cuando se junten con la subversión que nosotros
estamos instalando en este país, van a ser capaces de avanzar re-
sueltamente hacia la toma del poder. Esa es la apuesta hoy día. O
sea la subversión no es porque sí. Esa subversión es para satisfacer
las ganas, para satisfacer la esperanza.

  –Nosotros hace poco creamos una consigna que dice: “A la cres-


ta el Aylwin y su democracia cartucha”. ¿Por qué decimos eso?
Decimos que es una democracia cartucha porque es imposible de
realizarse a si misma. O sea, esta democracia, en los términos del
programa de la Concertación, no tiene nada que ver con lo que se
está planteando. Y ya a principios de diciembre se estaba diciendo:

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“pero es que ustedes tienen que entender que el presupuesto no
va a alcanzar, que aquí hay que equilibrar la huevada, etcétera”. En-
tonces empiezan a meter la chiva, la justificación. Entonces es una
democracia incapaz de realizarse a si misma. Aylwin para nosotros
nos es indiferente. Nosotros estamos en contra de la obra de la dic-
tadura, estamos en contra de sus estructuras sociales, económicas,
políticas. Si el Aylwin se va a poner del lado del pueblo, si Aylwin
va a empujar efectivamente por desalojar toda la obra de la dicta-
dura en este país, no va a estar, por plantearlo de alguna forma,
en el ángulo de tiro nuestro. Si se pone en nuestra trinchera, en la
trinchera del movimiento popular, perfecto. Ahora, si se pone en la
otra trinchera, va a estar expuesto a nuestros tiros. Pero ése ya no
es un problema nuestro.

  –Tú hablas de tu utopía. ¿Pero tú crees que los jóvenes están


hoy día por comprometerse con una utopía? Porque tal vez estén
muy desencantados y no quieren comprometerse con un proyec-
to a largo plazo y que exige tanto sacrificio.

  –Pero la nuestra no es una utopía a largo plazo. No es utopía


que nos apropiemos de territorio, no es utopía que cuando esta-
mos en esos territorios y aparecen los pacos se van altiro. Eso no es
una utopía, es muy concreto, es muy pragmático. No es utopía que
cuando agarramos un camión y lo vamos a repartir hay alimento.
Eso no es utópico. Porque una utopía es algo inalcanzable o inexis-
tente. Nosotros no somos utópicos.

  –Pero ustedes tienen un proyecto que no está realizado: cons-


truir un Chile socialista. ¿Crees realmente que los jóvenes pueden
enganchar en ese proyecto?.

  –Yo te voy a decir las cuentas que sacamos. Según cifras oficia-
les, hay 5 millones de pobres. Nosotros decimos: seamos tacaños,
seamos pesimistas, el 10% de estos 5 millones, o sea, 500 mil, son
sectores avanzados. O sea, son los que estaban en primera línea en
las barricadas, son los que salían a pelear. Nuestra política es para
esos 500 mil hoy día. Porque esos 500 mil, una vez que se pongan
en movimiento, una vez que se empiecen a desplegar, van a mo-
torizar al conjunto del movimiento popular. No es que hagamos la
revolución con esos 500 mil. Ahora, esos 500 mil también tienen su

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domicilio, bueno, y tenemos también lo que yo te decía: La Granja,
La Victoria, La Legua, los frentes estudiantiles secundarios, lo que
es el Pedagógico, el IPS. En otras ciudades, por ejemplo en Penco
allá en Concepción, en la Antena allá en La Serena. En diferentes lu-
gares está el domicilio de esos 500 mil, y hacia ahí prioritariamente
hoy día hacemos la política. Para motorizarlos, para organizarlos, y
que esta cuestión empuje al conjunto del movimiento popular. Es
cierto que tal vez nosotros llegamos con un cargamento de con-
dones a Vitacura y no nos van a pescar, y lo más probable es que
llamen a los pacos. Pero eso no nos interesa. No trabajamos para
ellos. Estamos orientando el trabajo hacia sectores muy concretos.

  –¿Tú crees que hay elementos que puedan caracterizar a los jó-
venes que vivieron bajo la dictadura? Me interesa meterme en el
problema de la violencia y del militarismo.

  –Yo creo que la dictadura y el conjunto de los sectores que la


apoyaron, tienen una gran derrota: que la juventud que buscaron
que fuera sumisa, que la juventud que buscaron que fuera enaje-
nada, esa juventud no fue, en ningún caso, así. Nosotros somos
parte de esa juventud de la dictadura, y los que nacieron después
de nosotros, los que nacieron durante la dictadura, yo creo que
son más puntudos que nosotros. Y eso es una gran derrota para
ellos. Ahora, respecto de la violencia y del militarismo, yo creo que
son elementos que ya están asimilados por el movimiento popular,
particularmente por la juventud. O sea, la violencia hoy día no es
ajena al movimiento popular. Cualquier cosa que pase en el centro,
sin que nadie lo planifique, automáticamente empiezan a salir las
barricadas, empiezan a volar las piedras. O sea, la violencia está
asimilada. Creemos que esa violencia hay que fomentarla y hay que
empujarla más todavía. Lo que pasó el día que asumió Aylwin es
ilustrativo. Y esa cuestión no fue gente provocada ni nada por el
estilo, sino gente que se le atravesaron los pacos y dijeron: “bueno,
paco culiao tú ya cagaste”. Yo creo que esa fue un poco la idea. O
sea,”aquí ya estamos en democracia, Pinochet ya se fue, ándate de
aquí”. Y creo que hubo cerca de veinte o treinta pacos heridos. Yo
creo que eso es ilustrativo. Yo creo que lo importante es lograr que
esa violencia se convierta en violencia útil, que es necesaria, y de
que es la única alternativa que tenemos para enfrentar este siste-
ma. Porque claro, para todos sería muy fácil agarrar un papelito,

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hacer una rayita, echarla en una urna y se acabó esta huevá. Claro,
perfecto, te prometo que estaría en primera fila si se pudiera hacer.
Pero no es así. Esta democracia, entre comillas, está resguardada
por los milicos. Y las Fuerzas Armadas están para cautelar la segu-
ridad nacional. Es por eso que nosotros hemos tomado las armas;
es por eso que nosotros hemos salido y hemos fomentado que las
armas sean instrumento de lucha popular. Hemos hablado de que
las armas se tienen que transformar en armas de la vida.

  –¿Tú ves este compromiso para largo?

  –Mira, este proceso uno se lo puede plantear en términos de


años, porque puede darse en dos o tres años, o bien en 20 ó 30 años
más. Uno nunca sabe la fecha de cuándo puede estallar, cuándo
puede explotar y insurreccionar todo el pueblo para dar los golpes
definitivos y contundentes para derrumbar este sistema. Nosotros,
o yo particularmente pienso, que tú haces nomás: tú luchas, tú re-
creas, tú haces política, formas cuadros nuevos, tú haces acciones,
tú avanzas en la lucha, y tú los resultados los vas viendo. El ejemplo
es todo lo que hemos avanzado, todo lo que hemos acumulado. Por
eso lucho. Estoy comprometido, creo en la lucha, estoy seguro de
nuestro triunfo, y si caigo en el camino, sé que atrás van a venir más
cuadros, va a venir más gente que va a seguir con este proyecto.

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Marco Ariel, en el aniversario del Mapu-Lautaro al interior
de la cárcel pública, en mayo de 1990.

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“(...)Nosotros en nuestro primer documento planteamos que ya nos
cansamos de aplanar esquinas, nos cansamos de tomar la garrafa y
fumar pitos, o sea, llegó el tiempo de tomarnos la calle,
de apropiamos de lo nuestro. Esa juventud marginada, que no ha
tenido posibilidad de desarrollo y que se ha visto enajenada
por un conjunto de cosas, esa juventud decide pasar a la lucha,
decide pasar a la vanguardia. Estoy hablando de una juventud
que ha sido marginada por años y años. Esa juventud pasa a ser
protagónica en la lucha y esa juventud debe tener
una forma de organizarse.(...)”

“(...) nosotros planteamos que la revolución, que es lo que nosotros


buscamos, es, en todos los ámbitos, una revolución de la vida.
O sea, que no es una revolución sólo para transformar
las estructuras sociales, económicas y políticas, sino que se trata
de hacer una revolución para transformar las formas de vida,
para aspirar a formas de vida superiores. Y también nuestro
concepto es que para alcanzar la victoria, para alcanzar el poder,
para alcanzar la revolución, tenemos que ir hoy día viviendo
las cosas que pretendemos instalar mañana. (...)”

Marco Ariel Antonioletti,


joven militante del Movimiento Juvenil Lautaro,
primer asesinado durante la vuelta a la Democracia.
Entrevista realizada meses antes de ser cobardemente ultimado
por el Gobierno de Patricio Aylwin.
En Revista El Canelo, diciembre de 1991.

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