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APARECIDA: UN RESUMEN
Dice que el cambio más grande que ocurrió entre la última conferencia y esta es el
auge de la globalización, pero que los sistemas que crea no deben estar a servicio de
monopolios, sino ser creados a servicio de la persona humana, según la imagen y semejanza
de Dios.
Luego alza un posible punto de debate, que este enfoque en la religión a luz de los
problemas de Latinoamérica sería un individualismo religioso, pero contrapone este
argumento con el punto de que la religión es inherentemente comunitaria y en servicio a la
comunidad, así que no puede ser individualista. No es una fuga de la realidad, porque la
religión es realidad.
“¿Son “realidad” sólo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y
políticos?” Dice que este error de sobreenfocarse en lo material fue fatal para los sistemas
marxistas e incluso los capitalistas.
“Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y
por esto decisiva, que es Dios. Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto
de “realidad” y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con
recetas destructivas.”
EL DOCUMENTO CONCLUSIVO
En total, tiene más de 200 páginas y 550 párrafos, y honda en la situación
latinoamericana, el lugar de la Iglesia en América Latina (histórico y actual), reflexiona
sobre la labor de discípulos que tienen los cristianos, tema central de toda la conferencia, y
las instituciones puestas para fortalecerlo. Identifica problemas y propone soluciones a ser
implantadas por la Iglesia.
La reflexión sobre esta nueva realidad global se centra sobre cómo expone que la
realidad es mucho más compleja de lo que la Iglesia había pensado, y cómo esta nueva
forma de comunicación instantánea resulta en una percepción fragmentada de la realidad,
donde las personas, para llenar un vacío que nace de su confusión, eligen percibir el mundo
desde un solo canal, unidimensionalmente. Cita a la “ideología de género” como una de las
percepciones fragmentadas erróneas.
Habla de la diversidad cultural de América Latina, que hace que sus ciudadanos
tengan identidades culturales complejas, y dice que “Asumir la diversidad cultural, que es
un imperativo del momento, implica superar los discursos que pretenden uniformar la
cultura, con enfoques basados en modelos únicos,” en contraargumento a lo que está
intentando hacer esta revolución cultural.
Identifica la violencia como uno de los problemas más grandes de América Latina,
tanto intrafamiliar como de crimen organizado y otros tipos de violencia presentes, como
violencia de género.
El último apartado honda sobre el rol de la Iglesia en todo esto, sus muchos aciertos
en latinoamérica y también sus fallos. Reconoce a Latinoamérica como la comunidad
mundial más grande de católicos, con iglesias activas y bien estructuradas, pero al mismo
tiempo menciona una falta de caridad por parte de sus ministros que no acompañan a los
laicos y consiguen que muchos abandonen el involucrarse en la comunidad religiosa, y una
mala aplicación de lo establecido en el Concilio Vaticano II.
La parte dos habla del hecho de ser discípulo, es una reflexión del mandato y
destino del Cristiano. Comienza con buenas nuevas sobre todo lo ya discutido anteriormente
sobre la situación de América Latina, y luego reflexiona sobre el papel del discípulo: el de
misionero, el llamado a la caridad y santidad, a anunciar el reino, a vivir en comunidad con
otros discípulos.
Habla del proceso de formación del discípulo: desde su encuentro con Jesús
mediante la Iglesia, María, y los santos; luego su conversión, encuentro con discipulado, y
finalmente comunión y la misión que embarcarán. También habla de los lugares donde se
realiza esta formación, las parroquias y seminarios, y de ahí se va por la rama de la
educación religiosa. Critica que la escuela hoy en día está desconectada de la antropología,
educando para el mercado, no para el desarrollo personal.
Una vez más se remarca el tema central de esta conferencia, crear un nuevo
método para inspirar el espíritu de discípulo en todos los creyentes.
En el capítulo 8 reafirma la dignidad humana establecida en el Evangelio, e insta a
los religiosos y evangelizadores latinoamericanos a siempre priorizar a los pobres. Establece
que este compromiso de hacer que la dignidad humana se viva plenamente es de todos:
“Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y a
los microempresarios, a los agentes económicos de la gestión productiva y comercial,
tanto del orden privado como comunitario, por ser creadores de riqueza en nuestras
naciones, cuando se esfuerzan en generar empleo digno, en facilitar la democracia, y en
promover la aspiración a una sociedad justa y a una convivencia ciudadana con bienestar
y en paz.” [404]
Sobre los adolescentes, los identifica como un grupo necesario pues tienen la
capacidad de ser misioneros, pero vulnerable pues son muy permeables a falsas propuestas.
Insta a la Iglesia a desarrollar programas que sean atractivos y pedagógicos para los jóvenes.
Sobre los ancianos: “Es lamentable que en algunos países no haya políticas
sociales que se ocupen suficientemente de los mayores ya jubilados, pensionados, enfermos
o abandonados. Por tanto, exhortamos a elaborar diseños de políticas sociales justas y
solidarias que atiendan estas necesidades.” [449]
Luego habla de la igualdad de la mujer y el hombre, cosa que está consagrada por
el Evangelio. “Es necesario en América Latina y El Caribe superar una mentalidad
machista que ignora la novedad del cristianismo, donde se reconoce y proclama la “igual
dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre.” [453] Identifica este como un
problema mayor ya que el machismo es una gran mancha cultural en América Latina.
Termina el capítulo hablando del rol de los discípulos en la vía pública y urbana.
Establece que la Iglesia debe responder y adecuarse a la urbanización, ayudando a construir
la Ciudad Santa de Dios. Una vez más remarca su compromiso con las luchas de los
indígenas y afrodescendientes, denunciando el racismo:
“Por esto, la Iglesia denuncia la práctica de la discriminación y del racismo en
sus diferentes expresiones, pues ofende en lo más profundo la dignidad humana creada a
“imagen y semejanza de Dios”. [533]
CONCLUSIÓN