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La piel derramada puede ser un título difícil para quienes no acostumbran leer poesía.

a
Mí, desde el 25 de noviembre de este año, fecha en la que Uriel tuvo la gentileza de
obsequiarme su libro, tuve la intuición de que este título insinuaba un tratamiento
erótico. La piel, ese órgano que recubre los cuerpos, que aísla el resto de la carne es
sólida, pero puede llegar a ser líquida, y entonces gotea; se derrama.

Hace pocos días tuve la tranquilidad necesaria para leer el libro completo, para la poesía
es necesaria la calma. Leí el prólogo, una breve nota de Ernesto Reséndiz en donde se
ubica La piel derramada dentro de la historia literaria mexicana que ha tratado el
homoerotismo; se agradece el recuerdo de Efrén Rebolledo, de Villaurrutia, aunque hace
falta apuntar a Elías Nandino y Salvador Novo. personalmente no concuerdo con esta
categoría: homoerotismo, porque el erotismo es sólo uno. Lo entiendo, o trato de
entenderlo al modo de Georges Bataille: el erotismo es deseo, deseo por un cuerpo, deseo
de muerte, deseo como hambre, como sed. Sensación de vacío y necesidad. Y en esa
reciprocidad hay entrega y reconocimiento del otro, por eso se le desea. Me respaldo en
los poemas eróticos en donde el autor cede a una voz femenina para que desde ahí
reclame el cuerpo deseado. Si el deseo tuviera que clasificarse de acuerdo a las
preferencias sexuales nos conduciríamos, en vano, a un punto sin retorno. Haré un punto
y aparte entre la teoría y el libro de poemas que nos entrega Uriel Reyes, porque me
interesa compartir mis hallazgos.
La piel derramada es un libro juguetón y amable, como su autor. Es amable porque pocos
poemas quedan cerrados o se entregan a la obscuridad de la metáfora. Se trata de
poemas con temas cotidianos, donde encontraremos escenas de enamoramientos, de
encuentros casuales como en el poema “Los otros” en donde la escena es simple y por eso
entrañable, o en “Palomas” donde dos chicas escapan de lluvia para crear lluvia con sus
propios cuerpos. O en el poema “Cacería” donde la narrativa es semejante a una
minificción, incluso con el desenlace inesperado, que a mi gusto está de más en el poema.
“La barraca” un poema en el que el deseo casi es un personaje que arrebata los cuerpos y
los exhibe en plenitud, entregándose es uno de mis favoritos.
Por otra parte, no es extraño que el deseo llame a la muerte. Es curioso que la piel, se
humedezca también al entristecer. Quiero decir que también se puede pensar la piel
derramándose ante el dolor. Es aquí donde quisiera apuntar el atinado poema dedicado a
la muerte de José Dimayuga; se trata de un lamento por la partida, una despedida como
un abrazo, como una lágrima que va rodando hacia el mar donde dolor y calma se funden
para despedir a los que se aman. Así hay en este libro poemas donde se canta al
abandono del amado, plegarias donde se suplica el regreso o la muerte de amante que se
marcha, que lastima, que hiere. También ante ese desprendimiento la piel se vuelve
líquida.

Al terminar el libro me pregunté si es el primero que publica Uriel, hay un poema titulado
“Yo soy del sur” en donde el poeta se presenta cantando a su tierra. Me pregunto si se
trata del primer libro de Uriel porque he notado que en los primeros libros siempre hay u
poema desde donde el poeta se ubica y nombra y canta.
Me queda agradecer la invitación a comentar La piel derramada, espero que lo adquieran
la lean, lo compartan.

Adriana Ventura
Diciembre de 2019

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