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Herencia
A los abuelos paterno y materno les debo mi arrebato por un mundo que, entre toda la
familia, sólo yo compartía: el de la poesía.
El papá de mi padre fue un minucioso conocedor de los clásicos castellanos, no porque
fuera profesionista, él era carpintero de los altos vuelos y trabajó siempre para los
jesuitas. Cuando llegaban los días de pago, pedía que le descontaran algo de su sueldo y, a
cambio, le permitieran leer por número de horas en su biblioteca, y le contestaran las
preguntas que sobre estas lecturas tuviera que hacerles. Los jesuitas aceptaban, lo
querían bien, y así el abuelo se sumergía en los clásicos castellanos, en sus tiempos libres.
Mi abuelo materno, en el campo, era la poesía misma en sus pensamientos y en sus actos.
Alguien debe llevarte al centro
de todas las galaxias
Querida Norma Jean:
ovillada en el horror, desprotegida,
no debiste despertar en la memoria de Marilyn
con to orfandad mordiendo el centro de la soledad
y tus seis años violados,
ni mirar el tobogán oscuro, en espiral,
socavado por la locura en donde resbalaba la mirada perdida de tu madre.
No hubo tronco que resistiera el peso de la hoja que fue tu vida,
inflada de desconcierto, explotada con el símbolo del sexo.
Adolescencia
Voy deshojando sueños
sobre la hierba descalza
de una adolescente.
Es la hora de la indagación,
de a magia sorpresiva,
del desorden en las filas hormonales.
12 de jun. de 17