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SEMINARIO CONCILIAR DIOCESANO DE LEÓN

FACULTAD DE TEOLOGÍA

“SACRAMENTOS RESTANTES”

II TEOLOGÍA

Presenta: Juan Daniel Rodríguez Carranza

Presentada al profesor: Pbro. Lic. José Márquez Márquez

León, Gto. México 04 mayo del año 2020.

LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN


1. Unción de los enfermos.
a) Sujeto

¿Quién puede recibir este sacramento?

Este sacramento lo puede recibir todo bautizado que esté en peligro de muerte por alguna
enfermedad grave o por edad avanzada. Si después de que ya fue ungido la situación se
complica más puede ser ungido nuevamente. Se puede ungir también antes de una
intervención quirúrgica, a los adultos mayores que se encuentran débiles y a los que han
perdido la razón pero si en algún momento tuvieron la tuvieron aunque sea parcialmente.

b) Ministro

El ministro al que le corresponde la administración del sacramento es al sacerdote. En


Oriente suelen administrarlo varios presbíteros en razón de que tomaron literalmente la cita
de St 5,14. En occidente basta con que solo uno lo administre.

c) Rito esencial.

De igual forma que los demás sacramentos la unción de los enfermos se realiza en forma
comunitaria, ya sea en la familia, en el hospital, y en la Iglesia, ya sea para un solo enfermo
o para un grupo.

Se han de tener en cuenta dos elementos esenciales como son la materia y la forma, la
materia para este sacramento comprende el aceite de oliva el cual debe ser consagrado por
el Obispo en la misa Crismal del Jueves Santo. En caso de necesidad un presbítero puede
bendecir un poco de aceite normal para el rito. Se unge al enfermo en la frente y en las
manos, distribuyendo la fórmula. En caso de necesidad una sola unción en la frente o por
la situación del enfermo en alguna otra parte del cuerpo. Se usa la siguiente formula.

“Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor


con la Gracia del Espíritu Santo. Amén. (Esto mientras se unge le frente). Para que, libre
de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad. Amen”. (Esto
mientras se ungen las manos).

Es importante mencionar que el Catecismo de la Iglesia Católica recomienda según las


circunstancias lo permitan valerse de la Palabra de Dios, de un acto penitencia como
preparación para la recepción del sacramento.

d) Efectos. Catecismo de la Iglesia Católica 1520-1523.

1520 Un don particular del Espíritu Santo. La gracia primera de este sacramento es una
gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de
enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo
que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno,
especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (Cf. Hb 2,15). Esta
asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación
del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios (Cf. Cc. de Florencia:
DS 1325). Además, "si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5,15; Cf. Cc. de
Trento: DS 1717).

1521 La unión a la Pasión de Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la
fuerza y el don de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es
consagrado para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. El
sufrimiento, secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación
en la obra salvífica de Jesús.

1522 Una gracia eclesial. Los enfermos que reciben este sacramento, "uniéndose libremente
a la pasión y muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios" (LG 11). Cuando
celebra este sacramento, la Iglesia, en la comunión de los santos, intercede por el bien del
enfermo. Y el enfermo, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la
santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se
ofrece, por Cristo, a Dios Padre.

1523 Una preparación para el último tránsito. Si el sacramento de la unción de los enfermos
es concedido a todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor
razón "a los que están a punto de salir de esta vida" ("in exitu viae constituti"; Cc. de
Trento: DS 1698), de manera que se la llamado también "sacramentum exeuntium"
("sacramento de los que parten", Ibíd.). La Unción de los enfermos acaba de conformarnos
con la muerte y a la resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo.
Es la última de las sagradas unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo
había sellado en nosotros la vida nueva; la de la Confirmación nos había fortalecido para el
combate de esta vida. Esta última unción ofrece al término de nuestra vida terrena un sólido
puente levadizo para entrar en la Casa del Padre defendiéndose en los últimos combates.

2. Sacramento de la Reconciliación o Penitencia.


Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial
de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.

Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que


reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso
de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu
hermano" (Mt 5,24). Sin embargo el nombre más idóneo para el sacramento es el de
Reconciliación.

a) Sujeto
El sujeto es todo fiel bautizado que con un corazón contrito y arrepentido se acerca a recibir
la misericordia de Dios.

b) Ministro

El Obispo como sucesor de los apóstoles a quienes Cristo les dio la potestad de perdonar
los pecados, y quién también es cabeza de la una iglesia particular es a quien le compete la
administración de este sacramento, pero también a los presbíteros como colaboradores del
Obispo.

Este sujeto debe manifestar diversas características en razón de Cristo que no ha venido a
llamar a los justos sino a los pecadores. Primeramente antes que sentirse con el poder de
perdonar los pecados lo cual solo le corresponde a Dios, deben comprometerse con hacer
siempre el llamado a la conversión guiado por la Palabra de Dios. No es un inquisidor sino
un médico que ayuda a descubrir las dimensiones del pecado y la necesidad de la
conversión. También debe ser un padre a imagen de Dios que como Padre conduce a la
verdad a través de la misericordia.

c) Rito esencial

Al rito esencial de este sacramento se le conoce también como actos del penitente y
comprende la Contrición, la confesión de los pecados, la satisfacción y los efectos.

La contrición, se entiende como un acto sobre natural donde el hombre movido por la
gracia y el amor de Dios pone movido por la gracia y la fe y animado por la esperanza del
perdón y consiguientemente de la victoria sobre el pecado. Desde Trento se destacan dos
actitudes que deben caracteriza a un cristiano contrito, primero “Una decidida y eficaz
voluntad de negación y destrucción del pasado. El pecador se arrepiente de ese pasado de
oposición a Dios y a los demás y de destrucción de sí mismo, segundo, El abandono real
del pecado va unido a una orientación radical hacia Dios y hacia los demás, una adhesión
total a Cristo y a su Iglesia, una aceptación renovada y eficaz de la propia misión del
cristiano que se manifiesta en un compromiso total por mantenerse fiel al plan de Dios.

Confesión de los pecados, en tal acto se tiene conciencia de la ofensa a Dios, pero también
a la Iglesia. No es la mera recitación de los pecados sino un signo de arrepentimiento
interior. Es además un acto de culto con el que el cristiano pecador le da gloria a Dios e
interviene activamente en el restablecimiento de su reconciliación con Dios y los demás.
También la confesión es signo y encarnación externa y eclesial de la voluntad real de
reparación del pecado. La manifestación eclesial del arrepentimiento interior, con la
dificultad que lleva consigo, es signo de la seriedad de la conversión y del esfuerzo de
lucha contra el pecado por parte del pecador. En cuanto manifestación pública y social de la
conversación interior, es signo del compromiso del cristiano en la lucha por la liberación
del pecado en todas sus dimensiones.
La satisfacción, se refiere a la aceptación de las obras que un primero momento causan
dolor, y el alejarse del pecado y del pecado del mundo. Tienen también un sentido
medicinal ya que tienden a reparar el dinamismo disgregador que causo el pecado, restaurar
la mentalidad, iniciar un proceso contra los malos hábitos contraídos. Además puede tener
un significado penal, no ya en el sentido de penas impuesta por Dios desde fuera, sino en el
sentido de aceptación del esfuerzo para superar las consecuencias, esto es, la pena del
pecado.

d) Efectos del sacramento.

La reconciliación con Dios, que produce una verdadera resurrección espiritual, la


restitución de la dignidad de hijo y la amistad con Dios.

Reconciliación con la Iglesia, se restaura la comunión que con los demás, vivifica no solo
al penitente sino también a la Iglesia que sufre porque sus hijos se alejan.

Se habla también de que a través de este sacramento, el pecador, confiándose al juicio


misericordioso de Dios, anticipa en cierta manera el juicio al que será sometido al fin de
esta vida terrena.

Además el Catecismo, n. 1496 se nos dice que los efectos espirituales del
Sacramento de la Penitencia son:

- La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia


- La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales
- La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencias del pecado
- La paz y la serenidad de la conciencia, y el consuelo espiritual
- El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano

Sacramentos de Servicio a la Comunidad

1. El sacramento del matrimonio.


a) Sujeto
En cuanto al sujeto se pide que sea un hombre y una mujer bautizados, libres para contraer
matrimonio y que expresen de manera libre su consentimiento. Que los que van a contraer
matrimonio sean verdaderamente libres significa que no obre coaccionados, que no estén
impedidos por alguna ley civil o eclesiástica para recibir el sacramento.
b) Ministro
El ministro para el matrimonio se afirma que son los esposos los cuales a través del
consentimiento libre realizan el sacramento, el sacerdote, el diácono o el Obispo solo
confirman con su la bendición de Dios la unión que ha quedado constituida. El
consentimiento es el acto humano por el cual se dan el uno al otro. El consentimiento los
une de tal manera que en verdad llegan a ser una sola carne.
En Oriente el ministro es el sacerdote o el Obispo.
c) Rito esencial
El rito esencial del matrimonio comprende el consentimiento con el cual se realiza el
sacramento.
Es importante decir que el sacramento del matrimonio se realiza dentro de la Eucaristía. La
alianza matrimonial es consecuencia de la alianza que Dios tiene con su pueblo. En la
Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió para siempre
a la Iglesia, su esposa amada por la que se entregó (Cf. LG 6). Es, pues, conveniente que
los esposos sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus
propias vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el
sacrificio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que, comulgando en el mismo Cuerpo
y en la misma Sangre de Cristo, "formen un solo cuerpo" en Cristo.
d) Efectos
Se genera un vínculo matrimonial a través del consentimiento el cual es bendecido por
Dios. De esta alianza nace una institución estable por ordenación divina, que es válida
también ante la sociedad. Una alianza que forma parte de la Alianza entre Dios y los
hombres.
El vínculo matrimonial es establecido por Dios mismo de tal manera que nadie puede
romperlo.
El matrimonio confiere una gracia especial que identifica a los esposos dentro del Pueblo
de Dios. Esta gracia ayuda a la perfección del amor conyugal y a fortalecer la unidad
indisoluble.
Cristo como fuente de la gracia matrimonial es quien ayuda a la perfección matrimonial y a
la santidad.
Fidelidad del amor conyugal, el amor conyugal exige desde su naturaleza una fidelidad,
reflejada también en una unión que no es pasajera sino perpetua.
La apertura a la fecundidad, por su naturaleza el matrimonio y el amor conyugal están
ordenados a la procreación y educación de los hijos
Matrimonio como Iglesia doméstica.

2. Sacramento del Orden


a) Sujeto
Solo el varón es sujeto de la ordenación. El CIC en el 1024 afirma que la ordenación
sagrada tan solo la puede recibir válidamente un varón que esté bautizado. Nadie tiene
derecho a recibir el sacramento del Orden. Aquel que se consagra a Dios por este
sacramento está llamado a abrazar con el amor el celibato por el Reino de los Cielos.
b) Ministro
Afirma el código de Derecho Canónico en el número 1012 que el único ministro para la
administración de este sacramento es el Obispo consagrado. Esto porque el sacramento del
Orden es el sacramento del ministerio apostólico corresponde solo a los obispos como
sucesores de los apóstoles. Ellos en la línea de sucesión apostólica han de conferir
válidamente los tres grados del sacramento del Orden.

c) Rito esencial
El rito esencial del sacramento del Orden está constituido, para los tres grados, por la
imposición de manos del obispo sobre la cabeza del ordenando así como por una oración
consecratoria específica que pide a Dios la efusión del Espíritu Santo y de sus dones
apropiados al ministerio para el cual el candidato es ordenado.
d) Efectos
1. El carácter, el sacramento del orden es uno de los tres sacramentos que imprimen
carácter. Por la tradición se afirma que por la imposición de manos y por las
palabras de la consagración se confiere la gracia del Espíritu Santo y queda marcado
con el carácter sagrado. Por este sello los sacerdotes quedan identificados con Cristo
sacerdote, de tal manera que puedan actuar como representantes de Cristo cabeza.
2. El Espíritu Santo, la potestad y además gracias requeridas para su ministerio.
Al hablar de carácter se afirma la participación de la Gracia del Espíritu Santo, del
poder sagrado que no es otro que el de Cristo, SACERDOTE, MAESTRO Y
PASTOR.
3. CEC 1581-1589.
Para el obispo, es en primer lugar una gracia de fortaleza: guiar y defender con
fuerza y prudencia a su Iglesia como padre y pastor.
Se recibe un don espiritual que confiere la ordenación presbiteral expresado en el
rito bizantino.
Sobre los diáconos, que fortalecidos con la gracia del sacramento, en comunión con
el obispo y los presbíteros, están al servicio de la liturgia, palabra y de la caridad.
Se hace una llamada contante a la conversión.

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