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Origen, evolución y positivización de los derechos humanos en la Edad Media

I. Origen y evolución de los derechos humanos

No hay forma de hablar de derechos humanos sin el derecho subjetivo. Es decir, los

derechos humanos son algo gaseoso sin la premisa bajo la cual se sostiene que

existen derechos inherentes —es decir, naturales— al ser humano por el mero

hecho de ser tal. Estos derechos a su vez son el basamento de cualquier Estado

soberano y democrático, siendo este último el que debe garantizar el efectivo

respeto y resguardo de estos derechos naturales. A estos derechos la modernidad

los denominó como derechos humanos o fundamentales.

Es cierto que gran protagonismo en torno a la autoría del famoso derecho subjetivo

se le debe a la corriente iusnaturalista de los derechos fundamentales,

específicamente a la Escuela Racionalista de Derecho Natural, teniendo esta como

gran representante al humanista neerlandés Hugo Grocio; no obstante, tal como

hace mención Rodríguez Moreno (2015), en discusiones y obras de la Baja Edad

Media ya se hablaba de este derecho (aunque no con la nomenclatura de derecho

subjetivo). Entonces, se podría concluir que, el simple hecho de atribuir de forma

plena la propiedad intelectual de la creación de este derecho a los autores

modernos sería un acto bastante inicuo.

1. El derecho subjetivo en la Edad Media

De hecho, en la Edad Media, tal como se mencionó líneas arriba, no existía el

término de derecho subjetivo; empero, sí se dieron esbozos de lo que después se

conocería como tal. Siendo necesaria la explicación; los atisbos de los cuales se ha

hecho mención refieren a una versión de libertad, la cual serviría de fuente

generadora de lo que ulteriormente se llamaría derecho subjetivo.


Además, cabe destacar que, por cuestiones etimológicas, el derecho era

básicamente una relación con una cosa. Por otro lado, la justicia implicaba la virtud

de dar a cada quien lo que le corresponde. Asimismo, la raíz latina ius significa,

entre todas sus definiciones, lo mismo que justicia —en otras palabras, el

otorgamiento de lo que es de cada quien—.

En resumidas cuentas, para los medievales, el derecho era lo que se es de uno

porque existe un título y/o alguna figura jurídica que lo respalda.

Dos son las fuentes que esbozaron planteamientos sobre el derecho subjetivo: una

de ellas es el derecho canónico y la segunda atañe a las controversias franciscanas

sobre la pobreza evangélica.

1.1. Fas (lo lícito) e ius (lo legal)

No se sabe a ciencia cierta si en Roma existió la noción de derecho subjetivo; sin

embargo, si hubiese existido, se podría afirmar de una manera taxativa que tal

bosquejo seguramente dista bastante de la versión moderna de derecho subjetivo.

Empero, las elucubraciones de juristas del derecho romano dieron fundamento al

concepto de derecho natural. Son tres las máximas heredadas por los pensadores

de la Baja Edad Media de los juristas romanos: la común posesión de todas las

cosas, la igual libertad de todos y la posibilidad de actuar libremente sin daño para

otros. Estos tres principios serán igualmente el sostén ideológico del derecho

subjetivo.

Según Rodríguez Moreno (2015), el primer antecedente del cual se debe hacer

mención, debido a que es esta la primera noción de derecho subjetivo, es la

distinción entre fas e ius hecha por San Isidoro de Sevilla en sus Etimologías. Según

dicho obispo medieval, el fas es lo lícito, lo autorizado por Dios al hombre; mientras

que ius es lo legal, es decir, lo que se encuentra en las leyes. Isidoro recurre a un
ejemplo interesante para graficar la diferencia comentada: un hombre cualquiera

que, por necesidad, cruce por un terreno privado, lo hace de manera lícita pero

ilegal, es decir, por ser hombre y libre puede, siempre y cuando esté justificado,

invadir un terreno que no es suyo, si bien con ello está violando una ley y

cometiendo una ilegalidad.

En resumen, el fas es anterior al derecho que posee todo ser humano, lo cual tiene

que ver con la dignidad que involucra el ser libre y racional; entre tanto, el ius versa

sobre los preceptos que los hombres han pactado producto de la vida en sociedad.

1.2. La plena potestad canónica

Este ordenamiento jurídico emana de la voluntad divina y no de los usos y

costumbres. Al ser la fuente de este ordenamiento la voluntad divina es tal vez

posible extrapolar que fue la Iglesia Católica la que llenó de contenido este orden

normativo. Solo el Papa y el concilio de obispos podían interpretar esta voluntad

divina. El nombre que se le dio a esta facultad de conocer la voluntad divina fue el

de potestad o potestas.

Para los canonistas, de acuerdo a Rodríguez Moreno (2015), la potestad era la

facultad —es decir, poder ejercido de forma libre— para ejercer alguna operación en

determinado supuesto.

Como se mencionó previamente, tanto el Papa como los obispos poseían esta

potestad; sin embargo, lo más resaltante de estas facultades y derechos eran que

estas eran primarias y originales. De lo planteado se puede inferir que la única

fuente de estas normas era la concesión divina de esta potestad a las altas

autoridades eclesiásticas. Por lo que, si el Papa ordenaba algo, los cristiano tenían

el deber moral de acatar tal mandato. Asimismo, si el obispo determinaba algo, su

diócesis simplemente debía obedecer tal decisión.


En esta peculiar potestad a ciertos individuos —tal como se dijo, autoridades

eclesiásticas de la más alta jerarquía—, según Bryan Tierney ve un precedente más

claro y cercano de la versión moderna del derecho subjetivo.

1.3. Las discusiones sobre la pobreza franciscana

San Francisco de Asís fundó la Orden de los Frailes Menores en 1209. Siendo el

más influyente de todos los movimientos religiosos cuyo pilar dogmático era la

pobreza durante toda la Edad Media. Según Rodríguez Moreno (2015) la esencia

del ideal de pobreza que pregonaban era que: “No veían la pobreza simplemente

como la ausencia de riquezas o la vida sobria —así se había visto a la pobreza

tradicionalmente—, sino como una condición asumida hasta sus últimas

consecuencias: la mendicación, es decir, vivir de la caridad de los demás. El pobre

voluntario se oponía al dominio (dominium) o potestad (potestas); él era un siervo

que había renunciado a todo poder (potens) económico, político, cultural, social”.

Podemos decir de esta cita que el movimiento buscaba que sus miembros se

desliguen de todo tipo de poder entendido como dominio como en ese momento

histórico se entiende a la relación de los hombres con el derecho objetivo y

mediante este orden de su relación con los demás hombres regulado por este. Tal

concepto para los Franciscanos era tajante puesto que como dice Rodríguez

Moreno (2015): “usar de una cosa no es tener propiedad sobre ella. En

consecuencia, el uso propio de los franciscanos no implica ningún derecho sobre la

cosa”. Es entonces cuando entendemos que el uso y el dominio eran conceptos

distintos. Esta conceptualización es importante porque la tutela que se pudiese

reclamar al juez sobre dominio que genera un pleito judicial que menoscaba la paz y
la humildad que los franciscanos deben predicar y por lo tanto era aceptable usar

bienes como lo conventos o usar los alimentos para consumirlo, pero estas

actividades cortaban cualquier relación del franciscano con el derecho y en general

con el poder y el Estado. Este acontecimiento histórico constituye para el desarrollo

de los derechos humanos el principio de los estudios acerca del concepto actual que

tenemos de derecho subjetivo que es la categoría general que agrupa a los

derechos que se consolida con otro franciscano Guillermo de Ockham cuestión que

analizaremos a continuación.

1.4. Guillermo de Ockham

Como señala Rodríguez Moreno (2015) dice: “Ockham no fue el primero en hablar

de facultades subjetivas, pero es uno de los autores que más profundizaron en el

asunto y, además, hizo un uso del concepto ius original que después sería muy

influyente.” Este importante pensador inglés escribió Opus nonaginta dierum,

llamada así por los días que tardó el monje en escribirla (95). En ella refuta punto

por punto las críticas que el Papa Juan XXIII había esgrimido contra la Orden y su

General quien reabrió la polémica sobre la pobreza franciscana con la bula Quia non

numquam (Rodríguez Moreno, 2015). Es con este documento que Ockham

contradice que la idea de pobreza franciscana de dominio sin derecho solamente

conduce a la ilegalidad de los actos de estos ya que para él existe una distinción

entre la propiedad civil regulada por el Derecho y la propiedad o dominio primigenio

que fue entregado a los hombres mediante Adán y Eva por Dios de esta noción es

que las cosas pueden usarse en virtud de esta sin relación con las leyes humanas.

En resumen, esta fue una las primeras interpretaciones que se dieron para afirmar

la idea de un derecho natural anterior al derecho positivo o de los hombres que


conduce a que la libertad es connatural al hombre y no puede existir sin este. Idea

que se desarrolló en los posteriores siglos (Rodríguez Moreno, 2015).

CONCLUSIONES

De lo mencionado en este ensayo podemos concluir que la idea de derecho, poder

jurídico lícito, poder individual divino como plantea la lectura analizada como

conceptos: El fas (lo lícito), el usus (el uso) y la prima potestas parentum (Ockham)

son las primeras muestras de interpretación para la idea de derecho subjetivo que

tenemos en la doctrina jurídica actual (teoría general del Derecho) para evolucionar

a la idea de que existen determinadas situaciones que no pueden lesionarse en pro

de las personas (lo que conocemos actualmente como derechos humanos) es la

muestra del desarrollo del derecho en general y el respeto de la dignidad humana

en la historia.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Rodríguez Moreno, A. (2015). Origen, evolución y positivización de los derechos

humanos. Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

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