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HISTORIA DE LA
FILOSOFÍA
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
TEMA 1. LA FILOSOFÍA
PRESOCRÁTICA (siglo VI
a.C)
1. INTRODUCCIÓN: ORIGEN DE LA FILOSOFÍA
En el principio está el asombro
El origen de la filosofía puede ser considerado, pues, desde dos puntos de vista: uno
psicológico y otro histórico.
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Este período presocrático, a su vez, puede ser dividido en dos tendencias con ciertas
características cronológicas, geográficas y filosóficas comunes:
La primera se refiere a la iniciada por Tales en Asia Menor a principios del siglo VI
a.C y continuada por los llamados filósofos jonios. Se trata de explicaciones con un
marcado carácter materialista y muy circunscrito al aspecto físico.
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eran partículas elementales (átomos) que al unirse o separarse formaban las diferentes
cosas que conocemos. A los que consideran más de un elemento se les conoce como
pluralistas. Al elemento o elementos a partir de los cuales se ha formado toda la
naturaleza es lo que los griegos llamaron arjé o principio último de la realidad. Y fue a
partir de la investigación de lo que fuese el arjé de donde surgen algunos de los
principales supuestos de la Filosofía, que ya hemos visto y que reflejamos en el
siguiente cuadro:
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pueden ser considerados como una exposición fiel de las viejas doctrinas. Es imposible
distinguir las opiniones y los descubrimientos de .Pitágoras de los de sus seguidores,
pues estos últimos tenían el piadoso hábito de atribuir todo a su maestro. Por supuesto,
podemos esbozar algunas conjeturas, pero no son más que conjeturas.
Hay tres cosas que pueden ser consideradas razonablemente seguras: 1) Pitágoras
realizó importantes descubrimientos en la disciplina que hoy denominamos matemática
pura; 2) elaboró una cosmología en la cual los números y ciertas ideas numéricas
desempeñan un papel fundamental y 3) formó una comunidad o hermandad que
practicaba una forma de vida que distinguía a sus miembros del resto de la humanidad,
hermandad que propugnaba ciertas concepciones religiosas y políticas. Los elementos
matemáticos, cosmológicos y religiosos se unían de cierta manera en la filosofía
pitagórica.
Heráclito
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Parménides
b) El procedimiento seguido por Parménides para deducir a partir del axioma “el ser es,
y el no-ser no es”, las características del ser, anteriormente citadas, es rigurosamente
lógico. Esto le lleva a la consideración de que el orden racional (el deducido por el puro
uso de la razón y los procedimientos lógicos) es el auténticamente verdadero, y por lo
tanto real, en detrimento de la realidad que se nos muestra a través de los sentidos (la
apariencias).
Anaxágoras
Anaxágoras -al igual que todos los pluralistas- acepta como
evidente el razonamiento parmenídeo según el cual ninguna
realidad nueva puede generarse. Aceptando este principio, no
le queda otro recurso que afirmar que todo existe desde
siempre. Partículas diminutas de todas las sustancias existían y
existen por siempre. Estas innumerables partículas se
encontraban originalmente mezcladas en una masa compacta y
maciza, sin intersticios ni separación alguna. Queda explicado
así el origen de la pluralidad, pero ¿Cómo se explica el movimiento? ¿Cómo empezó a
moverse esta masa compacta originaria, de modo que las partículas fueran separándose
y uniéndose para dar lugar a los distintos seres? Anaxágoras recurre a una causa
exterior, el entendimiento o Nous, que imprimió a esta masa inerte un movimiento de
remolino.
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Demócrito
Según Parménides, no puede haber más que una única realidad. ¿Por qué?
Supongamos que existen dos o más realidades, dos o más entes: por fuerza ha de haber
alguna separación real entre ellos, ya que en caso contrario no serían dos sino una única
realidad continua. Ahora bien, argumentaba Parménides, si entre ellos hay realmente
separación, ¿qué es lo que se interpone entre ellos? No cabe contestar que se interpone
algo real, pues volveríamos a la situación anteriormente descrita: no dos sino una única
realidad continua. ¿Se interpondrá entre ellos algo no real? Pero algo que no es real,
¿cómo va a interponerse? Algo no real es algo que no es y, por tanto, no puede ni dividir
ni interponerse.
Es frente a este dilema donde se muestra la audacia intelectual de los atomistas. Entre
la multitud de realidades (átomos) cuya existencia pretenden establecer se interpone
ciertamente algo, el vacío. Los atomistas conceden gustosamente a Parménides que el
vacío que separa los átomos no es real si por real se entiende la materia existente:
únicamente los átomos son reales en este sentido y el vacío puede muy bien ser
caracterizado como no-ente por Parménides. Pero, sin embargo, el vacío es algo real si
por real se entiende que efectivamente lo hay.
Juntamente con los átomos, el vacío viene a formar parte de la naturaleza del
universo. El papel desempeñado por el vacío es decisivo. No solamente hace posible la
pluralidad, sino también el movimiento. Anaxágoras, como veíamos, había admitido
una pluralidad de partículas originalmente mezcladas en una masa compacta. Al no
admitir el vacío, estas partículas quedaban "aprisionadas" en la masa originaria
compacta e inerte. Admitido el vacío, por el contrario, los átomos pueden moverse
libremente en él. La pregunta: ¿por qué y cómo se inició el movimiento?, tiene sentido
en el caso de Anaxágoras (lo inició el Nous o Entendimiento), pero no tiene sentido
ninguno en el atomismo: el movimiento no se inició en ningún momento, los átomos se
mueven eternamente en el vacío.
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LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFÍA
1. Indica 5 problemas que se planteasen durante el período presocrático y que hoy en día
siguen teniendo vigencia. ¿Cómo se plantean en la actualidad? ¿Se han aportado
soluciones a esos problemas?
2. De los problemas anteriores indica cuáles forman parte actualmente de la ciencia y
cuáles pueden ser considerados todavía como filosóficos.
3. Un filósofo contemporáneo, Martin Heidegger, planteó la pregunta siguiente ¿Por
qué el Ser y no más bien la Nada? Redacta un pequeño ensayo donde expliques:
1. Cuál es el origen del problema
2. El significado de la frase (tienes que hacer alusión a Parménides)
3. Las implicaciones de la pregunta respecto a la existencia.
4. El sentido de la frase. A qué está, en última instancia haciendo referencia.
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TEMA 2. LA FILOSOFÍA
DEL PERÍODO
SOCRÁTICO (siglo V a.C)
1. LOS SOFISTAS.
Los Sofistas juntamente con Sócrates, inician una nueva temática que bien puede
encuadrarse en lo que llamaríamos una Filosofía Moral y Política. Esta temática
recoge las preocupaciones que los propios ciudadanos atenienses manifiestan en sus
conversaciones en la plaza pública. La más importante aportación de estos pensadores
reside en iniciar una reflexión sobre las estructuras políticas y jurídicas de la sociedad
helénica y sobre los comportamientos morales del ciudadano. Estas sí que son
cuestiones que sólo muy marginalmente habían sido tocadas en la época anterior o
presocrática y que, sin embargo, constituyen ahora el centro de atención y el objeto de
la crítica racional, restringida hasta entonces a los problemas cosmológicos y teológicos.
Han concluido las guerras médicas con clara victoria de Atenas. Este éxito bélico, a
pesar de la desproporción entre los medios con que contaba la ciudad frente al poderoso
ejército persa, hace tomar a los atenienses un fuerte sentido nacionalista. Si han vencido
a los persas, se debe al favor de los dioses y a la mejor organización, a la superior αρετη
de Atenas. La contribución de todos los ciudadanos ha hecho posible el triunfo sobre el
régimen de tiranía de los persas. Este último factor es algo a tener muy en cuenta: las
clases no aristocráticas habían sido convocadas para el sangriento trabajo de la guerra.
Consecuentemente, reclaman ahora con todo derecho un puesto en la nueva sociedad
ateniense.
Se trata, por tanto, de una irrupción de las capas populares en la vida pública; es lo
que hoy llamaríamos una democratización de la sociedad. A partir de ahora ya no es el
factor herencia el valor determinante ni el único que da derecho a participar en la vida
pública. Esta se abre ahora a todos los ciudadanos. Pero el hombre que quiera de hecho
tener una presencia relevante necesita prepararse, adquirir unas artes que le permitan
desenvolverse en esa nueva actividad que se desarrolla en el ágora de la ciudad. El
saber se convierte en una fuerza social. Es importante saber para dominar, para
convencer de las propias opiniones. Aprender estas artes priva sobre cualquier otro tipo
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de saber. El sabio y el filósofo, que hasta entonces habían desempeñado un espacio casi
cenacular y de pura especulación teórica, hace su entrada en la vida social como hombre
capaz de prevalecer sobre el contrario gracias a su ciencia, a su arte de la oratoria y del
discurso. Y este discurso no se hace sobre problemas abstractos. Interesa estudiar la
sociedad, la educación en ella, el hombre mismo como sujeto activo de la sociedad
concreta en que vive: qué educación ha de darse a los ciudadanos, la forma de organizar
la sociedad, qué relación debe existir entre el individuo y la colectividad, qué leyes
deben regular esas relaciones... Más que un saber universal, interesa conocer un tipo de
saberes que sirvan para la realidad problemática que el hombre vive cada día, un tipo de
leyes que regulen lo mejor para la ciudad y el ciudadano.
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de que quien lo formula es consciente de su falsedad. Pero esto no es otra cosa que el
síntoma de que la sofístico es exponente de una época de crisis, en la que los valores
tradicionales sobre los que se basaba la sociedad ateniense, así como las bases
especulativas del pensamiento anterior, aparecen como insuficientes e incapaces de dar
respuesta a la nueva situación que vive la ciudad-estado.
Sin duda alguna, en esta crisis de ideas y valores juega un papel importante el
encuentro con otras formas de cultura y de pensamiento. La hegemonía y el
cosmopolitismo de Atenas hacen de ella una ciudad abierta a la que llegan cosas de
toda la tierra, y con el placer que de ellas sacamos, reivindicamos para nosotros lo que
de bueno producen otras partes del mundo tanto como lo que nos da nuestro país al
respecto... Nuestra ciudad está abierta a todos, nunca expulsamos a los extranjeros ni
impedimos a nadie que aprenda y examine lo que quiera, -dice Pericles, en la alocución
a los caídos en la guerra. Esta característica de Atenas facilita, pues, el conocimiento de
otras culturas -sobre todo orientales-, diferentes estilos de vida, de formas de gobierno y
de organización social, diversas escalas de valores, etc.
Pero la consecuencia inmediata de este hecho va a ser una puesta en entredicho, una
relativización de lo que en la cultura y en la sociedad griega venía siendo tenido como
inamovible y seguro. La idea de la naturaleza generadora de un saber, de unos valores y
de unas leyes universalmente válidas se pone muy en duda, porque se hace evidente -y
éste es un claro mérito de los sofistas- que muchas de las cosas que se habían venido
aceptando como originadas por una llamada ley natural tenían mucho de puramente
convencionales. La propia Constitución, considerada hasta entonces de índole casi
sagrada, aparece ahora, al menos en gran medida, como resultado también de factores
históricos y de intereses de grupo. Otro tanto puede afirmarse de las leyes: no se puede
aceptar sin más que estén basadas en la naturaleza humana. Son también elaboración
humana y, como tales, cambiantes y convencionales.
En este contexto hay que entender y situar la discusión que los sofistas establecen
entre φυσις y νομος. Es decir, la contraposición y consiguiente determinación de lo que
realmente pertenece a lo que tradicionalmente venía considerándose ley natural que, de
existir, sería un criterio absoluto, inamovible, jurídico y moral, frente a lo que es puro
convencionalismo o institucionalización llevada a cabo por el propio hombre y, por
tanto, mudable, acomodaticio y relativo.
Como ya hemos señalado con anterioridad, la reflexión teórica sobre las normas de
conducta (en general, sobre los temas político-morales) se convierte en asunto
fundamental para los griegos en el siglo V a. C. Esta reflexión gira básicamente sobre el
tema de la justicia y del nomos. El esquema conceptual en que se enmarca la discusión
de tales cuestiones es la oposición general entre los dictados de la naturaleza (fisis) y los
dictados del nomos, entre lo que la naturaleza exige y 'lo que imponen las leyes y las
costumbres sociales.
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lugar, a la cuestión del origen y valor de las leyes y de las normas morales. Pero además
esta oposición hace posible la crítica generalizada acerca de la cultura, si entendemos
por cultura todo aquello que en el hombre no es producto de la naturaleza. De este
modo, la cultura griega pudo auto criticarse, reflexionar sobre sí misma. Una cultura
solamente es capaz de autorreflexión, de autocrítica, en la medida en que le es posible
distanciarse de sí misma y tal distanciamiento solamente es posible, a su vez, si la
cultura puede contrastarse con lo que no es la cultura: este elemento de contraste es la
idea de naturaleza, de "estado natural", noción a la que recurrirá igualmente la filosofía
política en la modernidad.
Los sofistas afirmaron el carácter no natural del nomos, entendido como conjunto de
normas establecidas por la costumbre o la ley. Esta idea de que las costumbres y las
leyes son creaciones humanas estaba, por lo demás, ampliamente extendida entre los
griegos del siglo V a.C. A su implantación contribuyeron múltiples factores entre los
cuales destacamos dos:
lº La idea de que costumbres y leyes son creaciones humanas se vio favorecida, en
primer lugar, por el contacto con otras culturas, lo que vino a impulsar una cierta
conciencia de relativismo cultural.
2º La propia experiencia política de los griegos impulsaba, a su vez a interpretar las
leyes como creaciones humanas implantadas por obra de los legisladores y por el
consentimiento de la comunidad.
D. El relativismo
La medida, pues, de todas 1as cosas es, cada individuo, o bien, cada grupo particular
de individuos que comparten los mismos pareceres porque las cosas les aparecen del
mismo modo. En el "Teeteto", Sócrates afirma en nombre de Protágoras: "Aquellas
cosas que parecen justas y honorables a cada ciudad son justas y honorables para ella
mientras piense que los son”.
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La tesis significa, en primer lugar, la identificación del ser con la apariencia: lo que es
para mí (lo que me parece) es para mí. Protágoras borra la distinción entre ser y
apariencia, entre lo que hay realmente y lo que aparece, distinción fundamental desde
Parménides. Protágoras proclama, pues, el fenomenismo.
“Yo afirmo que lo justo no es otra cosa que lo útil para el más fuerte. Unos Estados
tienen una forma de gobierno tiránica, otros democrática, otros aristocrática, pero en
cada Estado gobierna el más fuerte.
“En mi opinión, son los hombres débiles y la masa los que establecen las leyes. Para
sí mismos, para su propia utilidad, implantan leyes, prodigan alabanzas y censuras;
quieren atemorizar a los que son más fuertes que ellos, a los que están capacitados para
tener más, y, para evitar esto, dicen que es injusto poseer más y que la injusticia consiste
en tratar de conseguir más bienes que los demás. Pues, en mi opinión, consideran una
felicidad el tener lo mismo siendo inferiores.
Por esta razón, con arreglo a la ley se dice que es injusto y vergonzoso tratar de
poseer más que la mayoría y a esto llaman cometer injusticia; pero, según yo creo, la
naturaleza misma demuestra que es justo que el más fuerte tenga más que el débil y el
poderoso más que el que no lo es. Y lo demuestra por todas partes, tanto en los animales
como en todas las ciudades y razas humanas, el modo con que se distingue lo justo, a
saber, que el más fuerte domine al más débil y tenga ventaja. En efecto, ¿en qué clase de
justicia se fundó Jerjes para hacer la guerra a Grecia a igualmente otros infinitos casos
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que se podrían citar? Sin embargo, a mi juicio, estos obran con arreglo a la naturaleza de
los justos, y también con arreglo a la ley de la naturaleza; quizá, ciertamente, no con
arreglo a esta ley que nosotros establecemos, por la que modelamos a los mejores y más
fuertes de nosotros, tomándolos desde pequeños, como leones, y por medio de encantos
y hechizos los esclavizamos, diciéndoles que es preciso poseer lo mismo que los demás
y que esto es lo bello y lo justo. Pero yo creo que si existiera un hombre con índole
apropiada, sacudiría, quebraría y esquivaría todo esto, pisoteando nuestros ardides,
engaños, encantamientos y todas las leyes contrarias a la naturaleza, se sublevaría y se
proclamaría como señor el que era nuestro esclavo, entonces resplandecería la ley de la
naturaleza.
Creo en verdad que la justicia natural consiste en que el mejor y más juicioso tenga
autoridad sobre los hombres de menor capacidad y posea más que ellos.”
F. Gorgias y el lenguaje
Ya hemos hablado sobre la importancia que los sofistas concedían a la palabra y, por
tanto, a la maestría en el uso de la misma. De entre los sofistas, Gorgias será quien
llegue a las consecuencias más radicales sobre el lenguaje. Gorgias afirma rotundamente
que "el lenguaje no manifiesta la realidad", o bien, que "no manifestamos la realidad por
medio de las palabras". Esto significa que, a su juicio, las palabras son incapaces de
transmitir significaciones que sean las mismas para el que habla y para el que escucha,
es decir, que no hay significaciones comunes.
Los argumentos utilizados por Gorgias a favor de este escepticismo lingüístico nos
han sido transmitidos en su escrito "Acerca del no ser". Los argumentos esgrimidos son
de dos tipos:
1º Las palabras responden a la experiencia que de la realidad tiene el que las pronuncia.
Ahora bien, la realidad experimentada por el que habla no es la misma que la realidad
experimentada por el que escucha puesto que no la comparte con él.
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Desconectadas de una realidad firme que les sirviera de base, las apariencias, los
pareceres y opiniones, son débiles. De ahí la importancia de la ret6rica: quien domina la
palabra dispone de un instrumento de dominación de las almas.
2. SÓCRATES
Sócrates no escribió nada. Por esta misma razón carecemos incluso de testimonios
contemporáneos a los hechos o dichos socráticos: hasta una fecha en que Sócrates podía
tener alrededor de cincuenta años, no nos consta la existencia de ningún escrito que se
refiera a él. Probablemente tenía esa edad cuando los poetas burlescos se ocupan de él
en sus versos. Parece que fue la profunda impresión causada por su muerte la que
movió a sus simpatizantes y seguidores a escribir los recuerdos que conservan de su
personalidad y de sus escritos. Esta ausencia de escritos propios y la necesidad de
recurrir a documentos de sus discípulos o de sus detractores hace muy difícil llegar con
seguridad al Sócrates histórico, e imprescindible, una actitud crítica a la hora de aceptar
o rechazar tales testimonios.
No contamos con documentos, sino con interpretaciones del personaje y éstas nada
desinteresadas e imparciales tanto en la antigüedad como entre los intérpretes
posteriores, e incluso modernos, aunque aquí no hagamos referencia a estos últimos.
Sócrates nació el 470 a.C.; los primeros años de su vida coincidieron, pues, con los
del florecimiento de Atenas en todo su esplendor. Los persas habían sido derrotados en
Platea (479): Atenas había puesto ya los fundamentos de su imperio marítimo.
Un rasgo que distingue radicalmente a Sócrates de todos los filósofos griegos del
siglo V es su profunda identificación con su ciudad, su enraizamiento vital en Atenas.
Ni su figura ni su pensamiento podrán ser comprendidos si no se presta la debida
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Platón piensa para la utopía, Sócrates piensa y vive para Atenas. Y es oportuno
señalar que esta circunstancia no es simplemente un dato inexcusable para comprender
la vida y el pensamiento de Sócrates; es además una lección acerca de la filosofía y su
valor: la lección de que el pensamiento filosófico solamente alcanza grandeza y
trascendencia cuando hunde sus raíces en el suelo de lo vivido, de lo vitalmente
cuestionado.
Puesto que Atenas constituía el suelo vital de sus raíces y puesto que vivió
reflexivamente las exigencias de su ciudadanía, Sócrates cumplió ejemplarmente sus
obligaciones militares. Por tres veces participó en la guerra como hoplita.
Esta valentía que Sócrates exhibe en todas sus actuaciones, tanto militares como
políticas, no es el resultado de un temperamento fogoso o de una mente alocada sino la
consecuencia de una actitud reflexiva que ha asimilado e interiorizado su compromiso
con la justicia y las leyes. La actitud de Sócrates ante la ley, ante el nomos, es esa
actitud de hondo respeto que formaba parte de la tradición ateniense desde Solón.
Ciertamente, Sócrates comparte con los sofistas la tesis de que el nomos es
convencional. El imperio de las leyes es, en última instancia, el resultado de un acuerdo
que Sócrates interpreta como un pacto de cada ciudadano con aquéllas. Quien no esté de
acuerdo con las leyes de la ciudad puede marcharse de ésta, puede emigrar a otra ciudad
cuyas leyes le parezcan más razonables o apropiadas: las leyes atenienses lo permiten, a
nadie impiden marcharse. Por el contrario, quien se queda en la ciudad y lo hace
libremente, queda obligado al cumplimiento de las mismas.
A. La definición socrática
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Sócrates se opuso a estas dos tesis de Gorgias. Se negaba a aceptar que no puedan
establecerse significaciones comunes, ya que en tal situación resultaría imposible el
entendimiento entre los hombres: ¿cómo argumentar racionalmente y cómo llegar a
decisiones compartidas en una asamblea, por ejemplo, si cada cual entiende por "justo"
una cosa distinta? Es un hecho, ciertamente, que no hay acuerdo en el significado de los
términos morales. Pero este hecho no implica, de suyo, que sea imposible lograr el
acuerdo. Sugiere más bien, que hay que dialogar y esforzarse para lograrlo.
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B. El intelectualismo moral
Cuando Sócrates se esfuerza en aclarar y definir los conceptos morales no lo hace por
mera curiosidad. Lo hace porque está convencido de que solamente se puede ser justo si
se sabe qué es la justicia, solamente se puede ser valiente si se sabe qué es la valentía,
etc. Esta doctrina socrática que reduce la virtud a conocimiento, que concibe la virtud
como saber, suele denominarse intelectualismo moral.
Para comprender esta reducción de la virtud al saber es necesario tener en cuenta que
Sócrates interpreta el saber moral desde el modelo de los saberes técnicos. En el ámbito
de los saberes técnicos, de los oficios, parece razonable sostener, por ejemplo, que
solamente el que sabe arquitectura es arquitecto y que solamente el arquitecto está
capacitado para construir edificios adecuadamente. De modo análogo, sostiene Sócrates,
solamente es justo el que sabe qué es lo justo y solamente el que es justo es capaz de
realizar acciones justas.
El intelectualismo moral implica, por tanto, que nadie obra mal voluntariamente.
También, por lo mismo, que quien obra mal lo hace involuntariamente, no sabe que
obra mal. Esto lleva a explicar el mal como resultado de la ignorancia.
C. La mavéutica
El diálogo socrático tiene dos momentos. En primer lugar (ironía socrática), mediante
una serie de preguntas hábilmente dirigidas, pone de manifiesto la superficialidad e
inconsistencia de las ideas dominantes. Lo que persigue es que su interlocutor tome
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En segundo lugar, la mayéutica, arte que Sócrates dice haber aprendido de su madre:
"Mi arte mayéutica tiene seguramente el mismo alcance que el de las comadronas,
aunque con una diferencia y es que se tiende a provocar el parto en las almas y no en los
cuerpos. {. ..) A mí me ocurre con esto lo mismo que a las comadronas: no soy capaz de
engendrar la sabiduría, y de ahí la acusación que me han hecho muchos de que dedico
mi tiempo a interrogar a los demás sin que yo mismo me descubra en cosa alguna, por
carecer en absoluto de sabiduría, acusación que resulta verdadera" (Platón:"Teeteto") .
Sócrates finge, pues, actuar únicamente como "partero”, incapaz de pensar por sí
mismo y por cuenta propia. Sin embargo, en un momento determinado, su interlocutor
confesará que ha dicho más cosas de las que creía saber. ¿Qué ha pasado? Para
Sócrates, su interlocutor ha "vuelto a encontrar" por sí mismo algo que ya sabía. Platón
desarrollará este pensamiento del maestro en la afirmación de que descubrimos lo que
en el fondo sabíamos ya, porque el alma, de origen y naturaleza divina, descubre,
cuando se auto examina, la verdad que llevaba dentro. Si la mayéutica es el método de
la filosofía, es porque las almas poseen ya una cierta sabiduría: conocer es recordar,
tomar conciencia de lo que el alma ha aprendido en una existencia anterior.
LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFÍA
1. Explica qué papel desempeña hoy en día la retórica (bajo la forma de disuasión,
manipulación informativa, publicidad) ¿Es comparable la situación actual con la que
plantean los sofistas en el siglo V a. C.?
4. ¿La ley/el poder/la justicia defiende los intereses del más fuerte o del más débil?
8. Platón atribuye a Sócrates la siguiente afirmación: “Es preferible sufrir una injusticia
que cometerla”. Haz una valoración del alcance moral que tiene dicha afirmación ¿Qué
significa? ¿Qué implica? ¿Qué valor tiene la virtud en nuestra sociedad?
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Durante la primera mitad del siglo IV y hasta la muerte de Platón (347), el marco
político sigue inestable. Continúa el enfrentamiento entre los tres Estados más
poderosos sucediéndose en su preponderancia pero sin que ninguno sea capaz de
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Mediante la teoría de las ideas Platón trata de dar respuesta a dos problemas:
1º La posibilidad de la existencia de principios morales absolutos.
2º La posibilidad del conocimiento científico.
-El primer problema tiene su origen en la disputa entre sofistas y Sócrates acerca de la
naturaleza de los principios morales. Como hemos visto, los sofistas mantienen una
actitud relativista por lo que a la moral se refiere, en cambio, Sócrates, creía en la
posibilidad de alcanzar el conocimiento de principios morales absolutos, esto es, no
sujetos a apreciaciones subjetivas o relativistas.
Según Heráclito, en el mundo todo está en perpetuo cambio, cambio que no deja de
producirse ni por un momento, y nada es la misma cosa en dos instantes consecutivos.
La consecuencia de esta doctrina es que no puede haber conocimiento de este mundo,
pues nadie puede decir que ha conocido algo que en este momento es diferente de lo que
era hace un instante. El conocimiento científico requiere un objeto permanente que
pueda ser conocido.
Por otro lado, Parménides había dicho que esa realidad permanente existe, y que sólo
puede ser descubierta por la actividad de la mente, completamente aparte de la actividad
de los sentidos. El objeto del conocimiento tiene que ser inmutable y eterno, libre del
tiempo y del cambio, mientras que los sentidos sólo nos ponen en contacto con lo
mudable y lo perecedero.
En primer lugar, frente al relativismo sofista, Platón mantendrá una actitud semejante
a la socrática, esto es, existen principios morales objetivos. Ahora bien ¿cuál ha de ser la
"medida" o criterio objetivo y estable que nos permitiría distinguir entre lo justo y lo
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injusto? Platón creía que en su tiempo se había perdido esta noción y era preciso
recuperarla. Para los sofistas no existe tal medida y todo dependería del ciudadano
mismo, de su costumbre, sus prejuicios, etc. Frente a ellos Platón defiende la tesis de
que existe una medida de todas las cosas que es objetiva: las ideas. Existen las ideas de
justicia, de belleza, de bien, arquetipos o formas que gozan de una existencia absoluta,
por lo que no les afectan las opiniones de los hombres; es decir, que existirían aun
cuando ningún hombre supiera de su existencia y como algo independiente de las cosas
de este mundo. De este modo podemos conocer, objetivamente, cuando algo es justo o
injusto, bueno o malo, etc., cuando precisamente hayamos conocido las ideas de justicia
o bondad.
Respecto al segundo problema, Platón sostiene una actitud intermedia entre Heráclito
y Parménides. Efectivamente, tal y como afirma Heráclito, el mundo se encuentra en
continuo cambio, y sobre el devenir no cabe la posibilidad del conocimiento científico.
Ahora bien, el cambio se da en el mundo sensible, que nosotros conocemos mediante
los sentidos, pero existe, según Platón, otro mundo, el inteligible o mundo de las ideas
que al igual que el ser de Parménides es inmutable y eterno, y otra fuente de
conocimiento, el entendimiento puro, que no se ocupa para nada de lo sensible, y que
por lo tanto sí nos puede proporcionar un verdadero conocimiento.
La teoría de las ideas es el pilar básico sobre el que se asienta el modo de filosofar
platónico y que supone 1º) la aceptación de realidades absolutas, eternas e inmutables,
universales e independientes del mundo de los fen6menos, y 2º) sólo el conocimiento de
estas rea1idades, o ideas proporciona un verdadero saber. De lo dicho, se deduce la
doble dimensi6n de la teoría de las ideas: epistemológica y ontológica.
Gnoseología platónica
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Ontología platónica
Los objetos matemáticos ocupan un lugar intermedio entre los objetos sensibles y las
ideas. Si un geómetra habla de dos círculos que se cortan, no se refiere a los círculos
sensibles dibujados ni tampoco habla del carácter del círculo en cuanto tal, pues, ¿cómo
podría la circularidad cortar a la circularidad?
Lo que pretende transmitir Platón es, probablemente, que la esencia de cada una de
las virtudes consiste en una relación con el Bien. Cabe suponer que así como pensaba
que la sabiduría era, esencialmente el conocimiento del Bien, concebía el valor, la
templanza y la justicia como búsquedas del Bien. Las ideas de las virtudes le deben,
entonces, el ser y la inteligibilidad a la idea de Bien.
El concepto bueno no se aplica de modo unilateral a aspectos morales sino que todas
las cosas tienen su propia excelencia característica. En la "República" habla Platón de la
bondad de los perros y caballos, de los ojos y oídos, y de cada utensilio, es decir, asigna
a todas las cosas del mundo sensible una excelencia ideal o un estado óptimo.
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3. ANTROPOLOGÍA PLATÓNICA
El cuerpo es la cárcel del alma; un mal por las necesidades que crea la alma como los
deseos, temores, pasiones, etc., y porque le impide buscar la Verdad al forzarla a
interesarse por cuestiones materiales.
El alma es la posesión más valiosa del hombre, y la principal ocupación de éste debe
consistir en procurar que su alma tienda hacia la Verdad. El alma tiene primacía sobre el
cuerpo, en el sentido de que es superior a él, y debe gobernarlo.
En el "Timeo", se dice que la parte racional del alma, el elemento inmortal, es obra
del Demiurgo, que lo crea a partir de los mismos elementos que el "Alma del mundo",
mientras que las partes mortales del alma son hechas, a la vez que el cuerpo, por los
dioses celestes. Las almas salen de las manos del Demiurgo, todas iguales e inmortales
y van a parar a algo material: cada una se encarna en un cuerpo concreto, sometido a las
coordenadas del tiempo y el espacio. Esta es la primera encarnación. Después de la
muerte, el alma está peregrinando durante unos mil años, en los que se encarna
sucesivamente en varios cuerpos.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
4. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
Como otros muchos escritores de los siglos V y IV, Platón es hostil a la democracia,
hasta el punto de catalogarla en la "República" como la forma de gobierno más alejada
de la constitución ideal, si exceptuamos la tiranía. Sus críticas pueden referirse, en cada
caso, a este o al otro aspecto, pero todas ellas, remiten finalmente a una crítica de
carácter general: la que se refiere a la irracionalidad que, a su juicio, comporta el
igualitarismo democrático. La democracia no distingue sino que trata de la misma
manera a todos los ciudadanos, en vez de adjudicar los cargos y magistraturas
atendiendo a la capacidad ya la preparación de los ciudadanos, concede la misma
oportunidad de gobernar a todos indiscriminadamente, tanto al capaz como al incapaz.
El rasgo más señalado del igualitarismo ateniense es, sin duda, la práctica del sorteo
para la designación de cargos públicos. Platón sigue a Sócrates en el rechazo de este
procedimiento. Sócrates criticaba el sorteo como una práctica necia: argüía que nadie
contrata por sorteo un piloto de navío, un carpintero o un flautista. Todo el mundo
recurre a las personas capacitadas y expertas en el oficio de que se trate.
Otro rasgo de la democracia ateniense es la decisión por todos en asambleas sobre los
asuntos del Estado por complicados que sean. Quedan, en fin, como otra de las medidas
importantes a favor del igualitarismo, la institucionalización de la paga diaria a los
ciudadanos en el desempeño de cargos públicos. Platón critica también esta medida
resaltando sus consecuencias morales de carácter negativo: "Tengo oído, dice Sócrates
en el "Gorgias", que al establecer el salario para los cargos públicos, Pericles hizo a los
atenienses perezosos, cobardes, charlatanes y avaros".
La crítica de Platón se apoya en dos supuestos. En primer lugar, la crítica hace sonar
siempre la misma melodía: el sorteo no distingue entre los que saben y los que no saben,
en la asamblea deciden los que no saben. El principio fundamental desde el cual se
establece este diagnóstico es la concepción de la política como saber en sentido
riguroso, como episteme. Se trata, en definitiva, del intelectualismo socrático que
concibe la virtud y, por tanto, la política como un conocimiento.
A este principio se añade otro de raíz igualmente socrática que aparece también
establecido en el "Gorgias”: puesto que todo saber busca el bien, la política ha de buscar
el bien. La tarea del político se concibe como una tarea educadora, basada en criterios
morales, cuyo fin primordial es hacer mejores a los ciudadanos.
La teoría política de Platón es divisible en dos partes o tesis principales: primera, que
la sociedad es una mutua satisfacción de necesidades por personas cuyas capacidades se
complementan ente sí, y segunda, que el gobierno debe ser un arte basado en un
conocimiento exacto (=la política como saber). Veamos esto más detenidamente.
Las sociedades surgen como consecuencia de las necesidades de los hombres, que
sólo pueden ser satisfechas en cuanto aquéllas se complementan. Los hombres tienen
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Este análisis que Platón introduce en su construcción del Estado ideal, es uno de los
más profundos descubrimientos que contiene su filosofía social. Aclaró un aspecto de la
sociedad que todo el mundo reconoce como de máxima importancia en toda teoría
social y formuló de una vez por todas un punto de vista que la teoría política no
abandonó nunca. Expuesto brevemente, equivale a esto: debe concebirse la sociedad
como un sistema de servicios en el que todo hombre aporta algo y recibe algo. Lo que
compete al Estado es regular este cambio mutuo. Los hombres figuran en tal sistema
como realizadores de una tarea necesaria y su importancia social depende del valor del
trabajo que realizan.
Este cambio de servicios del que hemos hablado implica otro principio de
importancia similar: la división del trabajo y la especialización de las tareas. En efecto
para que sea posible satisfacer las necesidades mediante el cambio, cada uno tiene que
tener más de lo que necesita de la mercancía que ofrece, del mismo modo que tiene que
tener menos de lo necesario de la que recibe (es decir, el agricultor produce más
alimento del que necesita, mientras que el zapatero” produce más zapatos de .los que
puede usar), por consiguiente, es a todas luces necesario que exista alguna
especialización.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
que se debe tratar a cada persona como lo que es, según su capacidad y preparación,
mientras que lo que esa persona debe a la sociedad es la realización honesta de las tareas
requeridas por el puesto que en ella se le ha asignado.
LA ACTUALIDAD DE LA FILOSOFÍA
TEXTO
PLATÓN: Libro VII 514a-517c (Trad. C. Eggers Lan). Madrid: Gredos, 1992.
Libro VII
- Me lo imagino.
- Imagínate ahora que, del otro lado del tabique, pasan hombres que llevan toda clase de
utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de
diversas clases; y entre los que pasan unos hablan y otros callan.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
- Pero son como nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o
unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la
caverna que tienen frente a sí?
- Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
- ¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del
tabique?
- Indudablemente.
- Pues entonces, si dialogaran entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a
los objetos que pasan y que ellos ven?
- Necesariamente.
- Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los
que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen
proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
- ¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos
artificiales transportados?
- Es de toda necesidad.
- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
- Y si a la fuerza se lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes
de llegar hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y, tras
llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver uno solo de los
objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.
- Sin duda.
- Necesariamente.
- Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las estaciones
y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es causa de las
cosas que ellos habían visto.
- Por cierto.
- Respecto de los honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas
para aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban
detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado
habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de adivinar
lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y envidiaría a los más
honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le pasaría como al Aquiles de
Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera siervo de un hombre pobre» o soportar
cualquier otra cosa, antes que volver a su anterior modo de opinar y a aquella vida?
- Así creo también yo, que padecería cualquier cosa antes que soportar aquella vida.
- Piensa ahora esto: si descendiera nuevamente y ocupara su propio asiento, ¿no tendría
ofuscados los ojos por las tinieblas, al llegar repentinamente del sol?
- Sin duda.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
- Seguramente.
- Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la
vista con la morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino
del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a lo que estoy
esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo
caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con
dificultad, es la Idea del Bien.
Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas,
que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito
inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario
tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
EDUCACIÓN
2º Que la “liberación de las cadenas” a la que se hace mención, supone la liberación del
alma (de la razón) de los conocimientos sensibles que proporciona el cuerpo y que
impiden la realización de un auténtico conocimiento inteligible. Es decir, se trata de una
condición necesaria para iniciar el proceso educativo, el paso de la ignorancia al
conocimiento.
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3º La subida por una “escarpada y empinada cuesta” simboliza el proceso educativo que
hay que seguir.
4º Este proceso educativo es el medio que según Platón permitirá la formación del
filósofo-rey y en última instancia la realización de la justicia en la ciudad.
“---- Y si se le forzara a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de
eludirla, volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?”
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Un instrumento tan importante poderoso como la educación no puede ser dejado al azar
en las manos de cualquiera. Precisamente por su transcendencia, Platón está convencido
de que la educación es una tarea fundamental, más aún, la tarea fundamental del Estado.
Platón propone un proceso educativo que culminaría con la enseñanza de la dialéctica,
la cual tiene como objetivo último el conocimiento del Bien, que es la idea suprema
(tanto en el saber teórico como en el saber práctico}. Cuando el filósofo conoce el orden
del universo y la finalidad de cada cosa, entonces se capacita para plasmar ese orden en
la sociedad, para ordenar la ciudad y el alma humana.
Este proceso educativo propuesto por Platón incluye la formación en disciplinas como
la gimnasia, la música, las matemáticas, para culminar finalmente en la dialéctica.
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MUNDO SENSIBLE
Utensilios y figurillas. Según la alegoría de la caverna, los dos tipos de objetos que
transportan quienes pase detrás del tabique. Los «utensilios» representan a los seres
artificiales. Las «figurillas», a los seres naturales, incluido el cuerpo humano. Ambos
forman el tipo superior de seres sensibles. Su conocimiento produce de forma superior
de opinión, la creencia Los Seres sensibles son Seres materiales, individuales, múltiples,
contingentes y cambiantes, que nacen (tienen génesis) y perecen. Por tanto, no son «lo
que es» ni verdaderos, sino que devienen. Tampoco son «en sí» ni «por sí», sino que
existen gracias a su participación en las Ideas. Por eso, son inferiores a los seres
inteligibles, de los que se encuentran separados (dualismo ontológico). Son de dos tipos:
las imágenes, en un nivel ontológicamente inferior, y en el nivel superior los seres
naturales y artificiales. Por sus rasgos ambos tipos de seres se conocen a través de los
sentidos y no generan un verdadero conocimiento, sino una opinión. Por eso, en lugar
de cognoscible s son seres opinables.
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Cadenas. Símbolo del cuerpo que retiene al alma en el mundo sensible. Es una imagen
de la alegoría de la caverna que explica por qué los prisioneros sólo ven sombras.
Representan los hábitos y prejuicios que el hombre adquiere desde el nacimiento como
consecuencia de su carácter corpóreo y que le impiden conocer lo inteligible. Al nacer,
el alma olvida lo que ha conocido en su vida celeste y, por la acción del cuerpo en el
que se aloja, se acostumbra a valorar que lo conocido por los sentidos es lo real. Para
superar esa opinión, tiene que liberarse del «encadenamiento» al que el cuerpo y sus
sentidos la someten, y que le impiden conocer del modo que naturalmente le
corresponde, mediante la inteligencia. Esa liberación se consigue gracias a la educación.
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NOTA: La parte del texto correspondiente a este tema “El mundo sensible” va desde
“Represéntate hombres en una morada subterránea en forma de caverna …” hasta “-
Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos
artificiales transportados?
- Es de toda necesidad.” Con vista al comentario: la presentación de los elementos del
interior de la caverna corresponde a la ontología. Mientras que cuando haga referencia a
que los prisioneros “miran”, “creen”, “entienden”, “toman como real”, hace alusión a la
gnoseología.
Por otro lado, desde una perspectiva gnoseológica las Ideas constituyen el objeto del
auténtico conocimiento, es decir son los seres cognoscibles, objeto del conocimiento
inteligible, en sus dos vertientes según Platón: el razonamiento discursivo y la
dialéctica.
“- Necesitaría acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer
lugar miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos mismos. A
continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la
luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol.”
Mirar las cosas de arriba: Las cosas de arriba, el exterior de la caverna es un símbolo
del Mundo de las Ideas, por lo tanto todo lo que aparece representado a partir de este
párrafo se refiere a ese mundo inteligible. Para su interpretación debemos tener en
cuenta los dos niveles de los que venimos hablando: ontológico: lo que constituye o
forma este mundo y el gnoseológico: el modo bajo el que se conoce este mundo. Según
esto las cosas de arriba son las Ideas
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Las Ideas también pueden ser denominadas, atendiendo a sus características, de las
siguientes maneras:
- En sí. Ser «en sí» es un rasgo que se opone a ser «en otro». Los seres inteligibles
son «en sí» porque son completamente todo lo que su ser les permite ser: la Idea
de Belleza es la belleza absoluta, sin limitaciones. Sin embargo, las cualidades
de los seres sensibles no existen en ellos como son «en sí», sino que aparecen
limitadas pe el carácter material, mutable y particular de lo corpóreo La belleza
de un hombre no es la Belleza en sí, ya que es imposible que en ese hombre la
belleza se exprese de manera absoluta. Por la misma razón, en un cuerpo
triangular tampoco podrá aparecer la triangularidad perfecta
- Lo que es. Rasgo de los seres inteligibles. Sin embargo, en estos fragmentos se
aplica sólo a las Ideas. Estas no «están siendo» o «devienen» (propio de los seres
sensibles), sino que, al estar fuera del marco espacio-temporal, no nacen ni
perecen y, por tanto, son siempre idénticas a sí mismas. Platón recoge esta
expresión de Parménides. Los seres inteligibles tienen los mismos rasgos del ser
parmenideo. La única diferencia es que las Ideas son muchas, y el ser
parmenideo único. Por ese rasgo, los seres inteligibles son, estrictamente
hablando, el ser.
“Miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua”
Esta frase debemos interpretarla de la siguiente manera: Platón considera que para
acceder al máximo grado de conocimiento, es decir la dialéctica, previamente debemos
tener un “entrenamiento” en el estudio de las realidades abstractas, y en ese sentido las
matemáticas se ofrecen como una disciplina muy apropiada para este propósito.
Podemos decir, por tanto, que Platón entiende aquí a las matemáticas como
propedéutica. Por otra parte el conocimiento específico de las matemáticas es el
razonamiento discursivo:
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
En este contexto, los hombres y los objetos mismos, son un símbolo de las Ideas (ver
más arriba), y por lo tanto mirarlos, un símbolo del conocimiento de las Ideas, o sea, de
la dialéctica.
Idea del Bien. Idea que ocupa la cúspide del ser. Por ello es el objeto del estudio
supremo. Es causa de la bondad de los seres sensibles, de las Ideas, de las acciones
privadas (ética) y de las públicas (política). Es la causa última de la existencia de los
seres sensibles. Es causa de que nuestra alma llegue a conocer las Ideas, es decir, de que
tenga inteligencia (Platón expresa así su intelectualismo moral).
“ Después de lo cual concluiría, con respecto al sol, que es lo que produce las
estaciones y los años y que gobierna todo en el ámbito visible y que de algún modo es
causa de las cosas que ellos habían visto.” )
A la idea de Bien le asigna Platón dos funciones en el mundo de las Ideas una
gnoseológica y otra ontológica, análogas a las que, a su juicio, desempeña el sol en el
mundo sensible. Platón explica cuáles son esas funciones de 1a Idea de Bien mediante
la siguiente alegoría:
Las cosas múltiples son vistas, las Iideas pensadas: Lo que es el sol en el ámbito visible
respecto a la vista y de lo que se ve, es la Idea de Bien en el ámbito inteligible respecto
del intelecto y de lo que se intelige, o sea, de las Ideas. Así como el sol aporta a las
cosas visibles la propiedad de ser vistas y también su vida, así la Idea de Bien confiere a
las Ideas el poder de ser conocidas, pero además de existir y su esencia.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Para comprender qué quiere decir Platón con respecto a la Idea de Bien hemos de tener
en cuenta que las funciones que le asigna tienen relación con el mundo de las Ideas y no
con el mundo sensible: el Bien desempeña respecto a las Ideas el mismo papel que el
sol desempeña respecto a las cosas sensibles.
Lo que pretende transmitir Platón es, probablemente, que la esencia de cada una de las
virtudes consiste en una relación con el Bien. Cabe suponer que así como pensaba que
la sabiduría era, esencialmente el conocimiento del Bien, concebía el valor, la
templanza y la justicia como búsquedas del Bien. Las ideas de las virtudes le deben,
entonces, el ser y la inteligibilidad a la Idea de Bien.
El concepto bueno no se aplica de modo unilateral a aspectos morales sino que todas las
cosas tienen su propia excelencia característica. En la "República" habla Platón de la
bondad de los perros y caballos, de los ojos y oídos, y de cada utensilio, es decir, asigna
a todas las cosas del mundo sensible una excelencia ideal o un estado óptimo
“Dios sabe si esto es realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo
que dentro de lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una
vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas las cosas rectas y bellas, que
en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito
inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario
tenerla en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo
público.”
Este fragmento, con el que acaba la alegoría de la caverna, recoge la intención final de
la misma: quienes acceden al conocimiento de la Idea de Bien, tienen que hacer un uso
práctico de dicho conocimiento. Se trata aquí de un uso no sólo teórico de la Filosofía
sino también práctico, en este caso para transformar la sociedad, para implantar la
justicia en la organización social. Este fragmento, por tanto, culmina el sentido
completo de la alegoría:
Lo cognoscible. Los seres inteligibles. Cognoscible opone ser inteligible a sensible, que
es opinable. Aunque en general cognoscible es «lo que se puede conocer”, Platón lo
aplica sólo a los seres inteligibles, ya que, al ser verdaderos, sólo ellos permiten un
conocimiento verdadero (ciencia).
Luz. Puede ser, según los contextos, la luz del fuego dentro de la caverna, la luz del sol,
de la luna o de los otros astros. Esta imagen representa el efecto de los seres más
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
elevados sobre los inferiores. Las fuentes de la luz (fuego, sol, luna o astros) representan
las fuentes del sol y su iluminación la participación. Los seres lo son en cuanto que son
más «claros», es decir, en cuanto que participan de los superiores.
Sabiduría. Una de las tres virtudes necesarias para conseguir la justicia en el ámbito
ético y político. El hombre será sabio si lo es su alma racional. El Estado será sabio si lo
son sus gobernantes. El hombre consigue la sabiduría cuando llega al conocimiento de
la Idea del Bien. De este modo se convierte en un filósofo. Estos conocedores del Bien
son los que deben gobernar el Estado para que así también este sea sabio.
El significado de esta frase está explicado más arriba: A la idea de Bien le asigna Platón
dos funciones en el mundo de las Ideas una gnoseológica y otra ontológica…
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
TEMA 4. ARISTÓTELES Y
LA FILOSOFÍA
HELENÍSTICA (siglos IV-II
a.C)
1. ARISTÓTELES
A. INTRODUCCIÓN
Aristóteles dedica mucho espacio a esta crítica -libros 1, VII, XIII y XIV de la
Metafísica, y el tratado Sobre las Ideas, que se ha perdido-, quizá para justificar su
ruptura con la Academia y la orientación de su pensamiento, que parece partir
justamente de esta crítica. En un famoso pasaje de la Ética a Nicómaco dice lo
siguiente:
«Han sido nuestros amigos los que han creado la teoría de las Ideas. Pero hay que
seguir el parecer de que para salvar la verdad es preciso sacrificar nuestras
preferencias, tanto más cuanto que también nosotros somos filósofos. Se puede amar a
los amigos y a la verdad; pero lo más honesto es dar preferencia a la verdad» (Et.
Nic,, 1, 6, 1906 a 1 l).
Según Aristóteles, la teoría de las Ideas parte de la búsqueda por parte de Sócrates de
determinar y definir la esencia de las cosas (en particular la esencia de las virtudes). Al
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
definir una esencia («lo que es» tal cosa) se obtiene el concepto general o universal de la
misma. Pues bien, según Aristóteles:
Es este carácter separado de las esencias lo que Aristóteles no puede admitir, porque
si las Ideas son esencias que existen separadamente de las cosas, entonces son
substancias (realidades subsistentes, es decir, seres que existen, independientemente, en
sí mismas). Todas las críticas de Aristóteles se centran en este punto. Veamos algunas
de ellas:
Intentando explicar este mundo, Platón lo duplica (postula otro mundo, el de las
Ideas), con lo cual la dificultad se duplica también: ahora hay que explicar los dos
mundos.
Además, el mundo de las Ideas no permite explicar nada sobre el mundo de las cosas.
En efecto, si las esencias de las cosas están separadas de las cosas mismas, es que no
son propiamente sus esencias: «si fueran la esencia de las cosas, estarían en las
cosas». Claro está que Platón afirmó que las cosas participan de las Ideas, pero «decir
que las Ideas son paradigmas o modelos, y que las cosas participan de ellas, no es sino
pronunciar palabras vacías y construir metáforas poéticas».
Tampoco permiten las Ideas explicar el origen y el devenir o cambio de las cosas:
aunque Platón afirmó que las Ideas son causas de las cosas es evidente que no pueden
ser causas productivas y motrices (lo que Aristóteles llamará causa del movimiento). Sin
duda, por esta razón Platón se vio obligado en el Timeo a introducir la figura mítica del
Demiurgo
C. FÍSICA ARISTOTÉLICA
-Naturaleza y teleología
Al establecer que el Bien es la idea primera y el principio supremo, Platón había dado
impulso a un modelo teleológico de interpretación de la naturaleza: el orden del
universo no es el resultado de fuerzas ciegas que actúan mecánicamente como sostenía
el mecanicismo de Demócrito; antes al contrario, la racionalidad y el orden en el
universo provienen de que en él se halla realizado el bien, de que todo en él está
racionalmente dispuesto de modo tal que cada cosa alcance "el estado más perfecto”,
como dice Sócrates en el Fedón.
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Aristóteles, por su parte, estaba firmemente convencido de que todos los seres
naturales tienden a alcanzar la perfección que les es propia: así, por ejemplo, un
embrión realiza un proceso complejo de operaciones vitales (nutrición, desarrollo, etc.)
encaminadas a la consecución de la forma y perfección características del adulto. Esta
convicción fundamental de que los seres naturales tienden a alcanzar su propio estado
de perfección surgió y fue elaborado por Aristóteles bajo la influencia de sus estudios
biológicos. Aristóteles se dedicó ampliamente a la biología y no cabe duda de que los
procesos biológicos son los más difíciles de interpretar de un modo puramente
mecanicista. Los procesos biológicos parecen presididos por una finalidad interna que
los orienta y dirige. El modelo aristotélico de naturaleza es, pues, un modelo
teleológico.
En todo cambio, sustancial o accidental, hay siempre algo que permanece a través del
cambio y hay algo que desaparece, así como algo que aparece en lugar de esto último.
Tratándose del cambio accidental lo que permanece a través del mismo no plantea
problema: son las sustancias naturales que pierden ciertos caracteres accidentales para
adquirir otros que no poseían. Mientras que en el cambio sustancial, las sustancias no
permanecen sino que 1o hace un sus trato o materia última. Esta materia no tiene de por
sí determinación alguna, no es ningún ser en particular. En el cambio sustancial La
materia se transforma, adquiere formas o estructuras distintas y según la estructura que
adquiera, se generan en cada caso distintas especies de sustancias.
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3. ESTOICISMO
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los Cínicos,...), pero también tiene muchos elementos originales. El resultado es una
notable síntesis, una doctrina nueva, muy sistemática y congruente.
El obrar de acuerdo con la razón supone, según los estoicos, aceptar, desde el fondo
del corazón, todo lo que el Destino depare al hombre, sea agradable o desagradable,
viendo en ello un elemento de ese orden total que es el Universo. Las cosas,
independientemente de la disposición interior del hombre, son indiferentes, es decir, ni
buenas ni malas. Además, se encuentran fuera del alcance de su poder. Lo único que
depende del ser humano es la recta razón, la aceptación de buen grado de todo cuanto
acontece en su vida sabiendo que es el designio que con respecto a él tiene la Razón
universal. El sabio que vive dirigido por la razón es amigo de todos los seres humanos.
No necesita de nada, pero está inclinado a la vida en común. Su patria es el mundo, por
lo que se siente hermano de todos los hombres, sean de la raza que sean. Y como,
además, todos los seres humanos son iguales y están igualmente destinados a la virtud,
las diferencias sociales no tienen sentido. Todos, incluso los esclavos, son ciudadanos
de la gran ciudad que es el Universo.
4. EL EPICUREÍSMO
Escuela fundada por Epicuro (341-270) en Grecia, tendrá
importantes seguidores también en Roma: Lucrecio (95?-51?)
Virgilio, Horacio. Igual que el estoicismo, el epicureísmo es una
filosofía de carácter notablemente sistemático, pero con una
intención decididamente práctica: La filosofía es una medicina del
alma. Y de las tres partes -que distingue Epicuro-Canónica, Física
y Ética-, las dos primeras se orientan claramente hacia la tercera.
No se estudia filosofía para presumir de cultura, sino para aprender
a ser feliz. Epicuro
Pues bien, dirá Epicuro, y se basará para ello en una física totalmente materialista-
que a los dioses no hay que tenerles miedo porque no existen. Todo cuanto existe en el
mundo no es más que choque de átomos materiales que existen desde siempre. A la
muerte, tampoco, puesto que para que algo duela es necesario poder sentirlo y la muerte
es precisamente la pérdida de la sensibilidad, «mientras somos, la muerte no es; cuando
la muerte es ya no somos». Menos miedo hay que tener al destino, a la fatalidad, puesto
que los átomos que constituyen el universo, y que se mueven de arriba abajo,
«declinan» en ese movimiento de manera imprevisible, impidiendo de este modo que la
cadena de causas se prolongue hasta el infinito y posibilitando la libertad del hombre,
que se convierte de esta forma en el dueño de su propio destino.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Una vez que el alma humana se ha liberado de estos miedos, alcanza una situación de
tranquilidad, ataraxia, que es condición indispensable para poder disfrutar del placer,
que es el fin de la vida humana, el bien soberano para el hombre, como se deduce, dice
Epicuro, de la consideración de los deseos que hay en él. De esos deseos, unos son
naturales y otros no. Los importantes, y, por lo mismo, los que hay que tratar de
satisfacer, son los naturales, y no todos; sólo los necesarios, los que tienen como objeto
la salud del cuerpo y la tranquilidad del alma. Cuando el epicureísmo habla de placer no
se refiere, pues, a todo tipo de placer, sino sólo al que consiste para el cuerpo en no
sufrir y, para el alma, en no ser turbada. Los demás placeres, sobre todo los raros y
lujosos, hay que evitarlos, ya que lo único que le pueden proporcionar al hombre, a la
larga, es dolor. El epicureísmo entiende el placer no positiva, sino negativamente, como
ausencia de dolor.
5. ESCEPTICISMO
Aunque es posible encontrar rasgos escépticos en los sofistas, fue Pirrón de Elis quien
adoptó el escepticismo como postura definitiva. Suponía una reacción contra el
dogmatismo de las otras escuelas filosóficas. En efecto, si la filosofía parte de una
actitud de búsqueda e indagación, el filósofo dogmático piensa que ya ha encontrado la
verdad, mientras que el escéptico se queda en la búsqueda y afirma que es imposible
hallar una verdad definitiva.
Según Pirrón, todas nuestras percepciones no tienen sino un valor relativo (sólo nos dan
a conocer el modo como las cosas aparecen a nuestros sentidos y todas nuestras
opiniones se fundan en la tradición y son convencionales. Por eso, no hay razón ninguna
para afirmar que una aserción es más verdadera que su contraria.
ACTUALIDAD DE LA FILOSOFÍA
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TEMA 5. CRISTIANISMO
Y FILOSOFÍA DURANTE
EL IMPERIO ROMANO
(siglos I-V)
1. EL ORIGEN DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA
Lo propio de la época helenística es la aparición de las filosofías morales. Durante
los siglos I a.d.C. al III d.d.C., junto a la permanencia de estas filosofías, sobre todo del
pensamiento estoico, hay un renacer del pensamiento platónico y un aumento de las
influencias de tipo mistérico; es decir, de movimientos que afirman la incapacidad del
hombre para conocer la realidad del mundo o el sentido de su vida; por ello recurren a la
necesidad de una revelación o a las prácticas rituales como medio de acceso a la verdad.
La extensión del Imperio Romano ha facilitado las relaciones entre los diversos
ambientes culturales. Su dominio sobre Judea ha influido en el reforzamiento de las
expectativas mesiánicas de liberación del pueblo de Israel. Con el cristianismo esta
espera en la liberación se convertirá, sobre todo a partir de su extensión a los no judíos
dentro del Imperio, en un mesianismo trascendente; es decir, en un mesianismo en el
que no se busca la liberación de un poder político impuesto, sino la liberación de la
condición que sufre el hombre durante su vida mortal. Esta liberación se sitúa en una
trascendencia, en el mundo celeste, fuera de la condición terrena. Este proceso arroja
alguna luz para entender la evolución de las relaciones del cristianismo con el Imperio.
Hay dos etapas en estas relaciones que van vinculadas a los avatares de la política:
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Cuando el cristianismo comenzó a extenderse, a partir del siglo II, recurrió tanto a la
terminología como a los medios y métodos que se usan en la cultura en que está
inmerso. Sin embargo, éstos no recurren tanto a los argumentos racionales cuanto a la
autoridad de las escrituras, en definitiva a la revelación. Sin embargo, esta coincidencia
de métodos no hace a los cristianos olvidar las diferencias que existen entre su
pensamiento y el del mundo helénico. Así, por ejemplo, el admitir un origen al mundo,
la creación, es una novedad ajena a la mentalidad griega, para la cual todo existe desde
siempre. Mientras que los griegos tienen una visión cíclica de la historia, el
cristianismo, a partir de la idea de creación, concibe un desarrollo lineal del tiempo
histórico, dirigido por Dios, hacia el fin de los siglos: el momento de la liberación total
de los hombres. De aquí la esperanza en la venida del Señor frente al fatalismo del
pensamiento precristiano, tan presente en los estoicos. En otro plano, y por lo que hace
referencia a los tratados en los que se basa la doctrina seguida por los cristianos, y
dentro de las discusiones filosóficas que suscitan los distintos planteamientos
defendidos por cristianos y paganos, aquellos arguyen que el contenido de los
Testamentos no es filosófico, sino un mensaje de salvación revelado.
- Teoría del latrocinio: lo que hay de útil en el pensamiento griego se debe a que los
filósofos lo robaron de los libros de los judíos.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
clarificables por medio de la razón. Las respuestas dadas a esta cuestión se pueden
resumir de la siguiente forma:
- No hay por qué distinguir entre los conocimientos de la razón y de la fe, sino que son
dos elementos complementarios, por medio de los cuales el hombre llega al
conocimiento de la verdad. El supuesto de esta postura está en creer en la existencia de
una única verdad que se manifiesta al hombre, tanto por la razón como por la fe. Esta
postura será sustentada por San Agustín al defender que la razón y la fe colaboran en
aclarar la verdad cristiana, o en la afirmación de San Anselmo: «Creo para entender,
entiendo para creer».
- La razón y la fe pertenecen a dos dominios distintos, cada uno tiene su propio campo
de actuación.Aunque la relación entre estos dos campos irá concretándose
posteriormente, será la base la distinción entre la filosofía y la teología, entre la
explicación filosófica y científica del mundo, tal como ahora se entiende, y la
explicación religiosa y teológico.
De estas posturas, las dos primeras están presentes, sobre todo, en la primera etapa de
formación del pensamiento cristiano. De ellas, -la segunda es la que más importancia
tendrá, ya que posibilitó la construcción del llamado agustinismo, pensamiento que no
hace distinción entre la Teología y la Filosofía. La fe hace posible, desde esta postura,
que el hombre alcance verdades que de otra forma su razón no podría conocer. La fe
hace al hombre superar sus propios límites, le abre la posibilidad de llegar a dominios
que sólo se alcanzan por medio de la revelación. Esta solución prevalece hasta el siglo
XIII por la fuerte influencia de San Agustín sobre este tiempo, lo que no impide las
discusiones entre los defensores de la autonomía de la fe que defienden una postura más
cercana al misticismo y los defensores de la razón, llamados dramáticos, que defienden
el análisis y el estudio.
El desarrollo del cristianismo, como movimiento no sólo religioso, sino también con
un contenido filosófico, está influido por las corrientes de pensamiento coetáneas,
condicionadas a su vez por la situación histórica que antes hemos apuntado. Se constata
en esta época de crisis del Imperio un aumento de la carga religiosa dentro de los
movimientos filosóficos, que se refleja en:
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
A partir del siglo II se constata un cambio en la literatura cristiana, por influjo de las
nuevas condiciones históricas: surgen las apologías, defensas del cristianismo, como
consecuencia de las persecuciones y de los enfrentamientos ideológicos. Las apologías
no son tratados filosóficos, sino un intento de justificación del cristianismo frente a la
filosofía helenística, para lo que se recurre a los conceptos filosóficos del mundo griego,
dándoles muchas veces un nuevo sentido. Aparecen en ellas los temas centrales del
pensamiento cristiano: la idea de Dios, la idea de creación, la concepción del hombre, el
puesto del hombre en este mundo, el lugar que deben ocupar los cristianos en el
imperio, en algunas de estas apologías aparece, además, una valoración positiva del
pensamiento griego, sobre todo del platónico, como antecedente o preparación para el
pensamiento cristiano.
La Patrística latina, por el contrario, cobró importancia a partir de la mitad del siglo
III cuando el latín reemplaza al griego como lengua litúrgico de la comunidad en
Occidente. La mayor dependencia respecto de la cultura latina -de autores como
Cicerón, Quintiliano o Séneca- les inclinará menos a la especulación que a la formación
de los cristianos, lo que da lugar a la aparición de una doctrina, una dogmática, que se
transmite por la enseñanza y la predicación. De aquí que entre los padres latinos no
haya tanta preocupación por la metafísica, por la especulación. Los contenidos
metafísicos que aparecen en sus escritos son, en gran parte, debidos a la influencia de la
cultura griega y particularmente del platonismo, ya presente en las ,primeras
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Entre los autores más significativos de la patrística: Justino, Tertuliano (s.II.), Clemente
de Alejandría y Orígenes (s.III). Agustín de Hipona (s.IV), Isidoro de Sevilla (s.VII).
2. AGUSTÍN DE HIPONA
A. La razón y la fe
No hay una distinción clara entre razón y fe en la obra de San Agustín, lo que
marcará el discurrir de todo su pensamiento. Existe una sola verdad, la revelada por la
religión, y la razón puede contribuir a conocerla mejor. "Cree para comprender", nos
dice, en una clara expresión de predominio de la fe; sin la creencia en los dogmas de la
fe no podremos llegar a comprender la verdad, Dios y todo lo creado por Dios (la
sabiduría de los antiguos no sería para él más que ignorancia); "comprende para creer",
en clara alusión al papel subsidiario, pero necesario, de la razón como instrumento de
aclaración de la fe: la fe puede y debe apoyarse en el discurso racional ya que,
correctamente utilizado, no puede estar en desacuerdo con la fe, afianzando el valor de
ésta. Esta vinculación profunda entre la razón y la fe será una característica de la
filosofía cristiana posterior hasta la nueva interpretación de la relación entre ambas
aportada por santo Tomás de Aquino, y supone una clara dependencia de la filosofía
respecto a la teología.
B. El conocimiento
Aunque sin llegar a elaborar una teoría del conocimiento San Agustín se ocupará del
problema del conocimiento, tratando de establecer las condiciones en las que se puede
dar el conocimiento de la verdad, según el ideal cristiano de la búsqueda de Cristo y la
sabiduría.
Ante el desarrollo del escepticismo defendido por la Academia nueva, con cuyas tesis
había simpatizado anteriormente, San Agustín considerará fundamental la crítica del
mismo. Niegan los escépticos la posibilidad de alcanzar certeza alguna. Ante ello San
Agustín replica afirmando la necesaria certeza de la propia existencia: ¿puedo
razonablemente dudar de mi existencia, aun suponiendo que todos mis juicios
estuvieran siempre equivocados? No, dice San Agustín, ya que aun en el caso de que me
engañarse no dejaría de existir (al menos el juicio "si fallor, sum" sería siempre
verdadero, asegurando la certeza de mi existencia); pero la certeza es triple, ya que el
hombre existe, vive y entiende.
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TEMA 6. LA FILOSOFÍA
MEDIEVAL (siglos VI-
XIV)
1. INTRODUCCIÓN
Respecto a las pruebas de la existencia de Dios, históricamente se han dado dos tipos,
a priori y a posteriori. Veámoslas.
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A. El argumento ontológico
S. Anselmo, Proslogium
gr., es caliente en acto, no puede ser caliente en potencia, sino que en potencia es, a la
vez frío. Es, pues, imposible que una cosa sea por lo mismo y de la misma manera
motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí misma. Por consiguiente, todo lo
que se mueve es movido por otro. Pero, si lo que mueve a otro es, a su vez, movido, es
necesario que lo mueva un tercero, ya éste otro. Mas no se puede seguir
indefinidamente, porque así no habría un primer motor y, por consiguiente, no habría
motor alguno, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del
movimiento que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo
impulsa la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea
movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios.
La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres. Vemos en los
seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros, y lo mismo
sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se atribuye a las cosas Según
su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo más caliente de lo que más se
aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo que sea verísimo, nobilísimo y
óptimo, y por ello ente o ser supremo; pues, como dice el Filósofo, lo que es verdad
máxima es máxima entidad. Ahora bien, lo máximo en cualquier género es causa de
todo lo que en aquel género existe, y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa
del calor de todo lo caliente, según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que
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es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones, y a
esto llamamos Dios.
La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que cosas que
carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se
comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para
conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no van a su fin obrando
al acaso, sino intencionadamente. Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a
un fin si no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige
la flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, ya
éste llamamos Dios.
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TEMA 7. LA FILOSOFÍA
MODERNA (siglos XV-
XVII)
1. RENACIMIENTO
Se podría considerar, por tanto, que el naturalismo como la idea más característica de
este movimiento histórico. Es la posición o doctrina que resalta el aspecto natural del
ser humano y del mundo, olvidando el destino sobrenatural y el más allá en los que
insiste la religión. Además, la naturaleza se revaloriza como algo valioso en sí misma y
digna de ser estudiada, sin que su valor dependa del hecho de ser la creación de Dios,
cuyo estudio sirve para elevarse hasta Él.
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2. RACIONALISMO Y EMPIRISMO
3. DESCARTES
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Descartes pidió expresamente que se siguiera esta pauta de distinción entre método y
sistema. De hecho, su obra, Discurso del método, se dividió en capítulos de acuerdo a
este criterio.
A. El método
Descartes se propuso unificar todas las ciencias en una, a la que llamó scientia
mirabilis, es decir, ciencia maravillosa o admirable. Se trataría de una ciencia elaborada
con un mismo método para todas las disciplinas del saber. Descartes comparó esta
ciencia con un árbol cuyas raíces serían la metafísica; el tronco, la física; y las ramas, la
ética, la mecánica y la medicina.
Esta concepción unitaria del saber proviene, en último término, de una concepción
unitaria de la Razón que distingue lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo
inconveniente. La Razón que se aplica al conocimiento teórico de la verdad y al
ordenamiento práctico de la conducta, es una y la misma.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
no dudoso de la mente pura y atenta que nace de la sola luz de la Razón, y es más cierto
que la deducción misma”.
Primera regla.
Evidencia. No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que
lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no
comprender en mis juicios más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y
distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
Análisis. Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuese
posible, y cuantas requiriese su mejor solución.
Síntesis. Conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más
simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados,
hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aun entre aquellos
que no se preceden naturalmente unos a otros.
Cuarta regla.
B. La duda metódica
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
¿qué garantía existe de que no nos inducen siempre a error? Ciertamente, la mayoría de
los hombres considerarán altamente improbable que los sentidos nos induzcan a error,
pero la improbabilidad no equivale a la certeza y de ahí que la posibilidad de dudar
acerca del testimonio de los sentidos no quede totalmente eliminada.
2º Cabe, pues dudar del testimonio de los sentido. Esto nos permite dudar de que las
cosas sean como las percibimos por medio de los sentidos, pero no permite dudar de
que existan las cosas que percibimos. De ahí que Descartes añada una segunda razón -
más radical- para dudar: la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño. También los
sueños nos muestran a menudo mundos de objetos con extremada viveza, y al despertar
descubrimos que tales mundos no tienen existencia real. ¿Cómo distinguir el estado de
sueño del estado de vigilia y cómo alcanzar certeza absoluta de que el mundo que
percibimos es real?
3º La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño permite dudar de la existencia de
las cosas y del mundo, pero no parece afectar a ciertas verdades como las matemáticas:
dormidos o despiertos, los tres ángulos de un triángulo suman 180 grados. De ahí que
Descartes añada el tercer y más radical motivo de duda: tal vez exista algún espíritu
maligno, dice Descartes, de gran poder e inteligencia que pone todo su empeño en
inducirme a error. Esta hipótesis del genio maligno equivale a suponer que tal vez mi
entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre cuando
piensa captar la verdad. Una vez más se trata de una hipótesis improbable, pero que nos
permite dudar de todos nuestros conocimientos.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
El criterio de la claridad y distinción vale para saber que aquello que el yo percibe
clara y distintamente es seguro subjetivamente, pero no vale para asegurar que lo que el
yo percibe clara y distintamente es también así en realidad, es decir, fuera de la mente.
La hipótesis del genio maligno no anula la certeza que uno tiene de su propia existencia,
ni tampoco, por ejemplo de que dos más tres parezcan cinco; pero sí hace dudar de que
en la realidad dos más tres sean cinco. Por lo tanto, hace falta asegurar que aquello que
nosotros percibimos clara y distintamente se corresponde con lo que es en la realidad, y
ello cree Descartes que queda garantizado demostrando que existe Dios, que es bueno, y
que por lo tanto no va a permitir que nos engañemos. Por lo tanto, el criterio de verdad
no quedará definitivamente asentado hasta que se pruebe que Dios existe, y con ello que
todas nuestras ideas claras y distintas corresponden con la realidad.
D. La res cogitans
La segunda verdad descubierta por Descartes afirma: yo soy una cosa que piensa. Si
la primera -pienso, luego existo- expresa el descubrimiento de la propia existencia (el yo
descubre su existencia al darse cuenta de que está pensando) ahora Descartes da un paso
más al averiguar la esencia del yo. Una vez que existo, me pregunto qué soy. Descartes
sigue el esquema escolástico, que distingue entre la existencia de algo -el hecho de que
sea realmente, es decir, fuera de la mente, no como idea sino como realidad- y su
esencia -su naturaleza o definición, aquello que algo es-.
Antes de exponer cuál es, para Descartes, la esencia o naturaleza del yo, es preciso
introducir algunas definiciones cartesianas de enorme repercusión en toda la filosofía
moderna: las definiciones de sustancia, modo y atributo:
Por otro lado, Descartes dice que a cada substancia le corresponde un atributo. El
atributo constituye la esencia de la sustancia y se identifica con ella. Cada tipo de
sustancia posee un solo atributo: el alma es pensamiento, y los cuerpos son extensión.
En tercer lugar, las diversas formas como está dispuesta la sustancia se llaman
modos. Por ejemplo, un cuerpo (sustancia) es extensión (atributo) que tiene una figura
determinada (modo). Substancia, atributo y modo son, pues, los tres conceptos
fundamentales de la metafísica cartesiano.
Como acabamos de ver, Descartes distingue tres tipos de sustancia: el yo, cuyo
atributo es el pensar; Dios, cuyo atributo es la infinitud o perfección; y el mundo, cuyo
atributo es la extensión.
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mente y cuerpo son dos realidades totalmente diferentes y separadas. La razón para
sostener esta radical distinción entre el cuerpo y el alma es la siguiente: la existencia del
cuerpo no es indudable, y en cambio la del pensamiento sí. El yo se da cuenta con total
seguridad de que existe solo cuando piensa, en cambio le es posible suponer que carece
de cuerpo. Por lo tanto: el yo es una sustancia cuya esencia consiste en pensar.
E. Las ideas
Ideas adventicias, es decir, aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa
(idea de hombre, de caballo...)
Ideas facticias, es decir, aquellas ideas que construye la mente a partir de otras ideas
(por ejemplo la idea de centauro a partir de las ideas de hombre y caballo)
Está claro que ninguna de estas ideas puede servirnos como punto de partida para la
demostración de la existencia de realidades extramentales: las adventicias porque
parecen provenir del exterior y, por tanto, su validez depende de la problemática
existencia de la realidad extremantal que justamente estamos tratando de probar. Las
facticias tampoco porque se construyen a partir de las adventicias.
Pero hay otro tipo de ideas (pocas, pero las más importantes) que no son ni
adventicias ni facticias, sino innatas. Son las que se encuentran en nuestro pensamiento
sin proceder del exterior, por ejemplo las ideas de “pensamiento” y la de “existencia”,
que ni son construidas por mi ni proceden de la experiencia externa alguna, sino que me
las encuentro en la intuición misma del “pienso, luego existo”
F. La existencia de Dios
Entre las ideas que hay en la mente del sujeto se encuentra la idea de Dios concebido
como sustancia infinita y eterna. Esta idea claramente no es adventicia, puesto que los
sentidos no perciben nada que sea eterno o infinito; tampoco es facticia, ya que se
impone con sus rasgos característicos de perfección, que no pueden ser atribuidos por el
sujeto, pues éste no los ha podido adquirir en la experiencia. En consecuencia la idea de
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Dios ha de ser innata. Ahora, Descartes se pregunta por la causa de la idea innata de
infinito y afirma que, si bien el sujeto puede ser la causa de todas sus otras ideas, no lo
puede ser de esta porque le supera en grado de realidad. La causa ha de ser proporcional
al efecto, y si el efecto es la idea de infinito, su causa ha de ser infinita. Por tanto, sólo
Dios como Ser infinito y real puede ser la causa de la idea de infinito que posee el sujeto
pensante. Esta sería una primera prueba que aporta Descartes para demostrar la
existencia de Dios.
Otro argumento que aporta Descartes es la conocida como prueba ontológica, que ya
fue propuesta con anterioridad por Anselmo de Canterbury. La formulación cartesiana
de esta prueba viene a decir que la idea de Dios, como Ser perfecto, contiene la
existencia de un modo necesario, y que por lo tanto negar dicha existencia supondría
una contradicción, pues no es posible pensar el Ser perfecto como no existente, del
mismo modo que no se puede pensar un triángulo que no tenga tres ángulos. Así, al ser
evidente que es posible pensar el Ser perfecto, el Ser perfecto ha de existir
necesariamente.
Una vez probada la existencia de Dios, Descartes cree haber encontrado la garantía
de que mis ideas se corresponden con un mundo al que representan, es decir, con una
realidad extramental. Según Descartes Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, y
por lo tanto no puede permitir que me engañe al creer que el mundo existe. De este
modo nuestro autor cree salir del solipsismo subjetivista al que parecía condenado al
afirmar que el conocimiento que nosotros tenemos del mundo se limita al conocimiento
de las representaciones que nos hacemos de él, o sea de las ideas.
G. La res extensa
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4. HUME
A. El conocimiento humano
1. Los principios
El análisis del conocimiento humano que lleva a cabo Hume se asienta sobre los
siguientes principios:
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ambigua se debe preguntar ¿de qué impresión deriva esta idea? Y si no puede remitirse
a ninguna impresión concluye que el término en cuestión carece de significado.
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3. El problema de la realidad
Ahora bien, cuando observamos una relación causal, del tipo “el calor dilata los
cuerpos”, lo que realmente apreciamos son la causa, el calor, y el efecto, la dilatación
del cuerpo, sin embargo, no tenemos impresión sensible de la conexión entre ambos
hechos. Dicho de otra manera, cuando observamos un fenómeno por primera vez, no
apreciamos la relación causal, es decir, es necesario que la conexión causal de dicho
fenómeno sea observada repetidamente para que lleguemos a la conclusión de que a la
causa le seguirá el efecto esperado.
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La existencia de un yo, de una sustancia cognoscente distinta de sus actos, había sido
considerada indubitable por Descartes. Sin embargo, para Hume, la existencia de un yo
como sustancia, como sujeto permanente de nuestros actos psíquicos, no puede
justificarse apelando a una pretendida intuición, ya que sólo tenemos intuición de
nuestras ideas e impresiones y ninguna impresión es permanente, sino que unas suceden
a otras de manera ininterrumpida: El yo no procede de ninguna impresión, pues si así
fuese, tal impresión habría de permanecer invariable a través del curso total de nuestra
vida, ya que se supone que el yo existe de este modo. Sin embargo no hay impresiones
constantes e invariables. Dolor y placer, tristeza y alegría, pasiones y sensaciones
suceden unas a otras y nunca existen todas al mismo tiempo.
No puede ser probada, según Hume, la existencia del yo como sustancia distinta de
las impresiones e ideas, como distinto de los actos psíquicos. Es decir, el planteamiento
cartesiano de la existencia de una res cogitans, implica que existe algo que es sujeto de
los actos psíquicos (sentimientos, recuerdos, reflexiones...), que de algún modo los
precede y los hace posibles, y que además, esta res cogitans constituye nuestro yo, el
principio de identidad personal. Pero según Hume, si eliminamos de nuestra conciencia
todo aquello que forma parte de los fenómenos psíquicos presentes y pasados
(recuerdos, sentimientos, deseos, etc.) no queda nada de lo que podamos obtener una
impresión. Por lo tanto, según Hume nuestro yo no es sino el conjunto de fenómenos
psíquicos que se suceden y que conectamos gracias a la memoria, y al que atribuimos
una identidad propia. Por lo tanto el error consiste en que confundimos sucesión con
identidad.
TEXTO
DESCARTES: Discurso del Método. II, IV (Trad. G. Quintás Alonso). Madrid:
SEGUNDA PARTE
Pero al igual que un hombre que camina solo y en la oscuridad, tomé la resolución de
avanzar tan lentamente y de usar tal circunspección en todas las cosas que aunque
avanzase muy poco, al menos me cuidaría al máximo de caer. Por otra parte, no quise
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
comenzar a rechazar por completo algunas de las opiniones que hubiesen podido
deslizarse durante otra etapa de mi vida en mis creencias sin haber sido asimiladas en la
virtud de la razón, hasta que no hubiese empleado el tiempo suficiente para completar el
proyecto emprendido e indagar el verdadero método con el fin de conseguir el
conocimiento de todas las cosas de las que mi espíritu fuera capaz.
Había estudiado un poco, siendo más joven, la lógica de entre las partes de la
filosofía; de las matemáticas el análisis de los geómetras y el álgebra. Tres artes o
ciencias que debían contribuir en algo a mi propósito. Pero habiéndolas examinado, me
percaté que en relación con la lógica, sus silogismos y la mayor parte de sus reglas
sirven más para explicar a otro cuestiones ya conocidas o, también, como sucede con el
arte de Lulio, para hablar sin juicio de aquellas que se ignoran que para llegar a
conocerlas. Y si bien la lógica contiene muchos preceptos verdaderos y muy adecuados,
hay, sin embargo, mezclados con estos otros muchos que o bien son perjudiciales o bien
superfluos, de modo que es tan difícil separarlos como sacar una Diana o una Minerva
de un bloque de mármol aún no trabajado. Igualmente, en relación con el análisis de los
antiguos o el álgebra de los modernos, además de que no se refieren sino a muy
abstractas materias que parecen carecer de todo uso, el primero está tan circunscrito a la
consideración de las figuras que no permite ejercer el entendimiento sin fatigar
excesivamente la imaginación.La segunda está tan sometida a ciertas reglas y cifras que
se ha convertido en un arte confuso y oscuro capaz de distorsionar el ingenio en vez de
ser una ciencia que favorezca su desarrollo. Todo esto fue la causa por la que pensaba
que era preciso indagar otro método que, asimilando las ventajas de estos tres, estuviera
exento de sus defectos. Y como la multiplicidad de leyes frecuentemente sirve para los
vicios de tal forma que un Estado está mejor regido cuando no existen más que unas
pocas leyes que son minuciosamente observadas, de la misma forma, en lugar del gran
número de preceptos del cual está compuesta la lógica, estimé que tendría suficiente con
los cuatro siguientes con tal de que tomase la firme y constante resolución de no
incumplir ni una sola vez su observancia.
El segundo exigía que dividiese cada una de las dificultades a examinar en tantas
parcelas como fuera posible y necesario para resolverlas más fácilmente.
El tercero requería conducir por orden mis reflexiones comenzando por los objetos
más simples y más fácilmente cognoscibles, para ascender poco a poco, gradualmente,
hasta el conocimiento de los más complejos, suponiendo inclusive un orden entre
aquellos que no se preceden naturalmente los unos a los otros.
Las largas cadenas de razones simples y fáciles, por medio de las cuales generalmente
los geómetras llegan a alcanzar las demostraciones más difíciles, me habían
proporcionado la ocasión de imaginar que todas las cosas que pueden ser objeto del
conocimiento de los hombres se entrelazan de igual forma y que, absteniéndose de
admitir como verdadera alguna que no lo sea y guardando siempre el orden necesario
para deducir unas de otras, no puede haber algunas tan alejadas de nuestro conocimiento
que no podamos, finalmente, conocer ni tan ocultas que no podamos llegar a descubrir.
No supuso para mí una gran dificultad el decidir por cuales era necesario iniciar el
estudio: previamente sabía que debía ser por las más simples y las más fácilmente
cognoscibles. Y considerando que entre todos aquellos que han intentado buscar la
verdad en el campo de las ciencias, solamente los matemáticos han establecido algunas
demostraciones, es decir, algunas razones ciertas y evidentes, no dudaba que debía
comenzar por las mismas que ellos habían examinado. No esperaba alcanzar alguna
unidad si exceptuamos el que habituarían mi ingenio a considerar atentamente la verdad
y a no contentarse con falsas razones. Pero, por ello, no llegué a tener el deseo de
conocer todas las ciencias particulares que comúnmente se conocen como matemáticas,
pues viendo que aunque sus objetos son diferentes, sin embargo, no dejan de tener en
común el que no consideran otra cosa, sino las diversas relaciones y posibles
proporciones que entre los mismos se dan, pensaba que poseían un mayor interés que
examinase solamente las proporciones en general y en relación con aquellos sujetos que
servirían para hacer más cómodo el conocimiento. Es más, sin vincularlas en forma
alguna a ellos para poder aplicarlas tanto mejor a todos aquellos que conviniera.
Posteriormente, habiendo advertido que para analizar tales proporciones tendría
necesidad en alguna ocasión de considerar a cada una en particular y en otras ocasiones
solamente debería retener o comprender varias conjuntamente en mi memoria, opinaba
que para mejor analizarlas en particular, debía suponer que se daban entre líneas puesto
que no encontraba nada más simple ni que pudiera representar con mayor distinción
ante mi imaginación y sentidos; pero para retener o considerar varias conjuntamente, era
preciso que las diera a conocer mediante algunas cifras, lo más breves que fuera posible.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
según las reglas pertinentes puede estar seguro de haber alcanzado todo aquello de que
es capaz el ingenio humano en lo relacionado con la suma que él examina. Pues el
método que nos enseña a seguir el verdadero orden y a enumerar verdaderamente todas
las circunstancias de lo que se investiga, contiene todo lo que confiere certeza a las
reglas de la Aritmética.
Pero lo que me producía más agrado de este método era que siguiéndolo estaba
seguro de utilizar en todo mi razón, si no de un modo absolutamente perfecto, al menos
de la mejor forma que me fue posible. Por otra parte, me daba cuenta de que la práctica
del mismo habituaba progresivamente mi ingenio a concebir de forma más clara y
distinta sus objetos y puesto que no lo había limitado a materia alguna en particular, me
prometía aplicarlo con igual utilidad a dificultades propias de otras ciencias al igual que
lo había realizado con las del Álgebra. Con esto no quiero decir que pretendiese
examinar todas aquellas dificultades que se presentasen en un primer momento, pues
esto hubiera sido contrario al orden que el método prescribe. Pero habiéndome
prevenido de que sus principios deberían estar tomados de la filosofía, en la cual no
encontraba alguno cierto, pensaba que era necesario ante todo que tratase de
establecerlos. Y puesto que era lo más importante en el mundo y se trataba de un tema
en el que la precipitación y la prevención eran los defectos que más se debían temer,
juzgué que no debía intentar tal tarea hasta que no tuviese una madurez superior a la que
se posee a los veintitrés años, que era mi edad, y hasta que no hubiese empleado con
anterioridad mucho tiempo en prepararme, tanto desarraigando de mi espíritu todas las
malas opiniones y realizando un acopio de experiencias que deberían constituir la
materia de mis razonamientos, como ejercitándome siempre en el método que me había
prescrito con el fin de afianzarme en su uso cada vez más.
CUARTA PARTE
No sé si debo entreteneros con las primeras meditaciones allí realizadas, pues son tan
metafísicas y tan poco comunes, que no serán del gusto de todos. Y sin embargo, con el
fin de que se pueda opinar sobre la solidez de los fundamentos que he establecido, me
encuentro en cierto modo obligado a referirme a ellas. Hacía tiempo que había advertido
que, en relación con las costumbres, es necesario en algunas ocasiones opiniones muy
inciertas tal como si fuesen indudables, según he advertido anteriormente. Pero puesto
que deseaba entregarme solamente a la búsqueda de la verdad, opinaba que era preciso
que hiciese todo lo contrario y que rechazase como absolutamente falso todo aquello en
lo que pudiera imaginar la menor duda, con el fin de comprobar si, después de hacer
esto, no quedaría algo en mi creencia que fuese enteramente indudable. Así pues,
considerando que nuestros sentidos en algunas ocasiones nos inducen a error, decidí
suponer que no existía cosa alguna que fuese tal como nos la hacen imaginar. Y puesto
que existen hombres que se equivocan al razonar en cuestiones relacionadas con las más
sencillas materias de la geometría y que incurren en paralogismos, juzgando que yo,
como cualquier otro estaba sujeto a error, rechazaba como falsas todas las razones que
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Posteriormente, examinando con atención lo que yo era, y viendo que podía fingir
que carecía de cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me
encontrase, pero que, por ello, no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario,
sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de otras cosas, se seguía muy
evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar,
aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía razón alguna
para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una
sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para
existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material. De suerte
que este yo, es decir, el alma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente
distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y, aunque el cuerpo no fuese, no
dejaría de ser todo lo que es.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
más perfecto que el mío, pues que procediese de la nada era algo manifiestamente
imposible y puesto que no hay una repugnancia menor en que lo más perfecto sea una
consecuencia y esté en dependencia de lo menos perfecto, que la existencia en que algo
proceda de la nada, concluí que tal idea no podía provenir de mí mismo. De forma que
únicamente restaba la alternativa de que hubiese sido inducida en mí por una naturaleza
que realmente fuese más perfecta de lo que era la mía y, también, que tuviese en sí todas
las perfecciones de las cuales yo podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo con
una palabra que fuese Dios. A esto añadía que, puesto que conocía algunas perfecciones
que en absoluto poseía, no era el único ser que existía (permitidme que use con libertad
los términos de la escuela), sino que era necesariamente preciso que existiese otro ser
más perfecto del cual dependiese y del que yo hubiese adquirido todo lo que tenía. Pues
si hubiese existido solo y con independencia de todo otro ser, de suerte que hubiese
tenido por mi mismo todo lo poco que participaba del ser perfecto, hubiese podido, por
la misma razón, tener por mi mismo cuanto sabía que me faltaba y, de esta forma, ser
infinito, eterno, inmutable, omnisciente, todopoderoso y, en fin, poseer todas las
perfecciones que podía comprender que se daban en Dios. Pues siguiendo los
razonamientos que acabo de realizar, para conocer la naturaleza de Dios en la medida en
que es posible a la mía, solamente debía considerar todas aquellas cosas de las que
encontraba en mí alguna idea y si poseerlas o no suponía perfección; estaba seguro de
que ninguna de aquellas ideas que indican imperfección estaban en él, pero sí todas las
otras. De este modo me percataba de que la duda, la inconstancia, la tristeza y cosas
semejantes no pueden estar en Dios, puesto que a mí mismo me hubiese complacido en
alto grado el verme libre de ellas. Además de esto, tenía idea de varias cosas sensibles y
corporales; pues, aunque supusiese que soñaba y que todo lo que veía o imaginaba era
falso, sin embargo, no podía negar que esas ideas estuvieran verdaderamente en mi
pensamiento. Pero puesto que había conocido en mí muy claramente que la naturaleza
inteligente es distinta de la corporal, considerando que toda composición indica
dependencia y que ésta es manifiestamente un defecto, juzgaba por ello que no podía ser
una perfección de Dios al estar compuesto de estas dos naturalezas y que, por
consiguiente, no lo estaba; por el contrario, pensaba que si existían cuerpos en el mundo
o bien algunas inteligencias u otras naturalezas que no fueran totalmente perfectas, su
ser debía depender de su poder de forma tal que tales naturalezas no podrían subsistir
sin él ni un solo momento.
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Pero lo que motiva que existan muchas personas persuadidas de que hay una gran
dificultad en conocerle y, también, en conocer la naturaleza de su alma, es el que jamás
elevan su pensamiento sobre las cosas sensibles y que están hasta tal punto habituados a
no considerar cuestión alguna que no sean capaces de imaginar (como de pensar
propiamente relacionado con las cosas materiales), que todo aquello que no es
imaginable, les parece ininteligible. Lo cual es bastante manifiesto en la máxima que los
mismos filósofos defienden como verdadera en las escuelas, según la cual nada hay en
el entendimiento que previamente no haya impresionado los sentidos. En efecto, las
ideas de Dios y el alma nunca han impresionado los sentidos y me parece que los que
desean emplear su imaginación para comprenderlas, hacen lo mismo que si quisieran
servirse de sus ojos para oír los sonidos o sentir los olores. Existe aún otra diferencia:
que el sentido de la vista no nos asegura menos de la verdad de sus objetos que lo hacen
los del olfato u oído, mientras que ni nuestra imaginación ni nuestros sentidos podrían
asegurarnos cosa alguna si nuestro entendimiento no interviniese.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
decir, que no se dan en nosotros sino porque no somos totalmente perfectos. Es evidente
que no existe una repugnancia menor en defender que la falsedad o la imperfección, en
tanto que tal, procedan de Dios, que existe en defender que la verdad o perfección
proceda de la nada. Pero si no conocemos que todo lo que existe en nosotros de real y
verdadero procede de un ser perfecto e infinito, por claras y distintas que fuesen
nuestras ideas, no tendríamos razón alguna que nos asegurara de que tales ideas tuviesen
la perfección de ser verdaderas.
Por tanto, después de que el conocimiento de Dios y el alma nos han convencido de
la certeza de esta regla, es fácil conocer que los sueños que imaginamos cuando
dormimos, no deben en forma alguna hacernos dudar de la verdad de los pensamientos
que tenemos cuando estamos despiertos. Pues, si sucediese, inclusive durmiendo, que se
tuviese alguna idea muy distinta como, por ejemplo, que algún geómetra lograse alguna
nueva demostración, su sueño no impediría que fuese verdad. Y en relación con el error
más común de nuestros sueños, consistente en representamos diversos objetos de la
misma forma que la obtenida por los sentidos exteriores, carece de importancia el que
nos dé ocasión para desconfiar de la verdad de tales ideas, pues pueden inducirnos a
error frecuentemente sin que durmamos como sucede a aquellos que padecen de
ictericia que todo lo ven de color amarillo o cuando los astros u otros cuerpos
demasiado alejados nos parecen de tamaño mucho menor del que en realidad poseen.
Pues, bien, estemos en estado de vigilia o bien durmamos, jamás debemos dejarnos
persuadir sino por la evidencia de nuestra razón. Y es preciso señalar, que yo afirmo, de
nuestra razón y no de nuestra imaginación o de nuestros sentidos, pues aunque vemos el
sol muy claramente no debemos juzgar por ello que no posea sino el tamaño con que lo
vemos y fácilmente podemos imaginar con cierta claridad una cabeza de león unida al
cuerpo de una cabra sin que sea preciso concluir que exista en el mundo una quimera,
pues la razón no nos dicta que lo que vemos o imaginamos de este modo, sea verdadero.
Por el contrario nos dicta que todas nuestras ideas o nociones deben tener algún
fundamento de verdad, pues no sería posible que Dios, que es sumamente perfecto y
veraz, las haya puesto en nosotros careciendo del mismo. Y puesto que nuestros
razonamientos no son jamás tan evidentes ni completos durante el sueño como durante
la vigilia, aunque algunas veces nuestras imágenes sean tanto o más vivas y claras, la
razón nos dicta igualmente que no pudiendo nuestros pensamientos ser todos
verdaderos, ya que nosotros no somos omniperfectos, lo que existe de verdad debe
encontrarse infaliblemente en aquellos que tenemos estando despiertos más bien que en
los que tenemos mientras soñamos.
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TEMA 8. LA
ILUSTRACIÓN (SIGLO
XVIII)
1. CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LA ILUSTRACIÓN
Se conoce como Ilustración a un periodo que va desde la revolución inglesa (1688)
hasta la revolución francesa (1789).
Interesa, sobre todo, comprender la figura del ilustrado. Son inconformistas con la
situación presente. Ejercen una crítica universal: «Es preciso examinarlo todo, revisarlo
todo, sin excepción ni miramiento» (Diderot). Atacan cualquier forma de superstición,
fanatismo (o entusiasmo) u opresión intelectual, social o política. Todo dogma ha de
ser destruido: la razón no debe detenerse nunca ni encontrar más límites que los suyos
propios. Creen en el progreso de la humanidad gracias al desarrollo de la razón, Una
constante inquietud les domina. A pesar de su elitismo y su ideología burguesa, ejercen
una labor de publicistas; se vive en el siglo filosófico y la cultura ha de llegar a todos:
de ahí su interés por la pedagogía y su afán de claridad.
La Ilustración francesa comienza con Pedro Bayle (1647-1706), autor de una de las
obras más difundidas en el siglo XVIII: el Diccionario histórico y crítico. Bayle
defendió siempre la tolerancia y la libertad de pensamiento. Su Diccionario tiene,
fundamentalmente, una intención crítica y pretende ser una colección de los errores que
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La idea de progreso es otro de los grandes temas de todos los ilustrados franceses. La
idea es relativamente nueva. El mecanicismo de Descartes y Newton, por ejemplo, no
podía concebir que este mundo fuera producto de una evolución: Dios habla creado el
Universo en su situación actual, y lo seguía conservando inalterablemente. Leibniz, al
afirmar que «este mundo es el mejor de los mundos-, tampoco podía pensar en un
progreso del mismo. En la Antigüedad había dominado el mito de la «edad de oro», o la
concepción circular de la Historia, Sólo el cristianismo había aportado la idea de la
Historia como plan providencial de Dios (aunque el tema del «paraíso perdido podía
actuar como contrapeso). Pero a finales del siglo XVII se suscitó una viva polémica en
Francia acerca de «los antiguos y los modernos» y comenzó a difundirse la idea del
progreso. Es, pues, en Francia donde esta idea cobró mayor arraigo.
En primer lugar, la actitud crítica ante el pasado eliminaba cualquier tipo de dudas
acerca de si la Humanidad había progresado o no: era evidente que se estaba en el siglo
de las luces: Y la oposición al optimismo de Leibniz hacía ver que la Humanidad no
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había hecho sino comenzar su camino: éste no es el mejor de los mundos, sino que el
«mundo mejor» está no en el pasado, sino en el futuro, Por otro lado, tanto el deísmo
francés, como el ateísmo, negaban que existiera una Providencia divina: el progreso es
el resultado de las leyes inmanentes de la Naturaleza. De este modo, la Historia se
seculariza.
“Señor, no entiendo nada de las discusiones que oigo sin parar sobre vos: os querría
servir según vuestra voluntad, pero cada hombre que consulto quiere que os sirva a su
manera. Cuando quiero dirigiros mi plegaria, no sé qué lengua hablar. Tampoco sé en
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qué postura ponerme: uno me dice que debo rezar de pie, otro quiere que me siente, otro
exige que rece de rodillas. Eso no es todo: algunos pretenden que debo lavarme con
agua fría todas las mañanas; otros sostienen que me miraréis con horror si no me hago
cortar un trocito de carne. El otro día comí conejo; tres hombres que se encontraban
cerca de mí me hicieron temblar. Los tres afirmaban que os había ofendido gravemente:
uno (un judío), porque este animal era inmundo; otro (un turco), porque lo habían
ahogado; el otro (un armenio), en fin, porque no era pez. Un brahmán que pasaba por
allí, y al que tomé como juez, me dijo: “Se equivocan, pues, aparentemente, usted no ha
matado personalmente al animal”. “Sí que lo he hecho”, dije. “¡Ah! Ha cometido un
acto abominable, y Dios no le perdonará nunca –dijo con voz severa-; quién sabe si el
alma de su padre no había estado quizá en este animal”. Todo esto, Señor, me es
terriblemente embarazoso: no puedo mover la cabeza sin correr peligro de ofenderos.
No obstante, querría complaceros y dedicaros la vida que he recibido de Vos. No sé si
me equivoco, pero creo que el mejor medio para conseguirlo es vivir como buen
ciudadano en la sociedad en que me habéis hecho nacer y como buen padre en la familia
que me habéis dado.”
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TEMA 9. MARX Y EL
MATERIALISMO
HISTÓRICO
1. EL MATERIALISMO HISTÓRICO.
Frente a las concepciones de la historia que hacen depender de las ideas la realidad
práctica, material, del ser humano, (o de los ideales políticos, filosóficos o religiosos, de
los "grandes protagonistas de la historia"), el materialismo histórico se propone
explicar la historia desde la producción práctica de la existencia, invirtiendo la relación,
tradicional en la época de Marx, entre la existencia real y la idea que los seres humanos
se hacen de su existencia, (o los ideales que conciben en torno a su realización). La
historia no es, para Marx, ni una colección de hechos, como parecían concebirla los
empiristas, ni una sucesión de categorías, como la concebían los idealistas; tampoco el
resultado de la acción aislada de los considerados "personajes históricos". La historia es
el resultado del modo en que los seres humanos organizan la producción social de su
existencia.
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habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo que eran las fuerzas
productivas, esas relaciones se convierten en trabas de las mismas. Empieza entonces
una época de revolución social."
El conjunto de los elementos relacionados con la producción, así como los elementos
socio-políticos e ideológicos, es decir, el conjunto de los elementos que forman parte de
una sociedad, en un momento determinado de su desarrollo histórico, constituyen una
determinada formación social, una totalidad social concreta históricamente determinada.
A cada formación social le corresponderá un determinado modo de producir
socialmente los bienes necesarios para la existencia, un determinado modo de
producción, es decir, una determinada estructura productiva, compuesta por el conjunto
de los elementos relacionados con la producción material de la existencia, que
constituyen la base sobre la que se asientan, y de la que derivan, el conjunto de
elementos jurídico-políticos e ideológicos, que forman la superestructura de dicha
formación social. El concepto de modo de producción se refiere, a la totalidad social
global, es decir, tanto a la estructura económica como a los otros niveles de la totalidad
social: jurídico-político e ideológico.
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En Marx, el término es, pues, usado con el significado de falsa conciencia, y lo aplica
a los sistemas filosóficos, jurídicos, políticos y religiosos, en la medida en que considera
que no se basan en la realidad, sino en ilusiones sobre la realidad. Las ideologías no
sólo desvirtúan la realidad, sino que se presentan también como sistemas de
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El modo de producción tribal. La sociedad tribal primitiva era una sociedad en la que
no se daba la propiedad privada de los medios de producción, sino la propiedad
colectiva, por lo que Marx llamará a este modo de producción "comunismo primitivo":
un modo de producción en el que las relaciones sociales establecidas eran relaciones de
colaboración, y los medios de trabajo y los productos obtenidos pertenecían a la
sociedad.
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Visto esto tenemos que la actividad esencial del hombre, el trabajo, se convierte en
mercancía (=se convierte en una cosa, se cosifica, se reifica): la fuerza de trabajo
adquiere en el mercado un valor meramente cuantitativo: el dinero. De ahí que podamos
afirmar que el modo de producción capitalista tiene como consecuencia la reificación de
la naturaleza humana, pero también tiene como consecuencia la alienación del trabajo
en dos vertientes:
1º Relación del obrero con el producto de su trabajo: el producto producido por el
obrero en la sociedad capitalista le es totalmente extraño en cuanto que:
a) No tiene una relación directa con él.
b) Su producción no nace de una necesidad del propio productor.
2º Relación del obrero con su propia actividad. En tanto que el obrero lo que hace es
vender su fuerza de trabajo, el trabajo que realiza contradice su propia esencia, pues ya
no lo lleva a cabo para su autorrealización, sino que se reduce a una mera mercancía.
Por ambos motivos se afirma que el modo de producción capitalista tiene como
consecuencia directa la alienación del hombre. Por alienación podemos entender aquel
proceso en el que los productos se convierten en algo extraño al trabajador, en que al
productor se le arrebata aquello que produce y, en definitiva, un proceso en el que el
propio trabajador llega a ver el trabajo como algo ajeno a sí mismo, una actividad
penosa que, lejos de realizarlo, lo va destruyendo y enajenando.
Por otra parte, Marx considera que la relación que se establece entre los dueños de
los medios de producción y los trabajadores, es una relación de explotación.
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Para comprenderlo hay que tener en cuenta que vive en una época marcada por la
decadencia de una sociedad cristiano-burguesa con una moral puritana y llena de
prejuicios. Su obra está determinada por ser una reacción contra la mediocridad y el
convencionalismo de la moral tradicional y una crítica implacable de todo su sistema de
valores. Por otro lado, es una época en la que aparecen los movimientos revolucionarios
de tipo sociopolítico como una esperanza de liberación y, de justicia para el hombre: en
ellos se afirma la autonomía del hombre para construir su propio mundo y se rechaza
toda trascendencia religiosa, que se considera corno un obstáculo para que el hombre
adquiera su plena madurez. Influido por este ambiente, Nietzsche quiere crear un nuevo
tipo de hombre que sustituya al hombre cristiano tradicional.
A. La crítica a la moral
Al hablar de la crítica a la moral hay que dejar algo muy claro: Nietzsche se refiere a
la moral como “contranaturaleza”, es decir, a aquella moral que se opone a la vida, que
establece leyes o decálogos en contra de los instintos vitales, porque prefiere la
inhibición a la exuberancia. La crítica de la moral platónica-cristiana señala que la
moral contranatural, es decir, la moral enseñada hasta ahora, se dirige contra los
instintos de la vida, es una condena –a veces encubierta - de esos instintos.
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Moral de señores: es una moral caballeresca, propia de los espíritus elevados, la que
ama la vida, el poder, la grandeza, el placer. Es la moral propia del superhombre, la del
que quiere la muerte de Dios.
Puesto que el pretendido orden moral del mundo no viene dado por el propio hombre,
no nos llega de la propia historia sino de Dios, la tesis nietzscheana que combate esta
idea es la siguiente: si el concepto “Dios” ha sido hasta ahora la gran objeción contra la
vida, contra la existencia, nosotros negamos a Dios, negamos la responsabilidad ante
Dios; de esta forma “redimimos” al mundo. El hombre no necesita de Dios para saberse
libre de origen, siempre lo ha sido y lo será, porque el mundo no tiene ninguna ley
trascendente que le obligue.
Nietzsche es, pues, el gran crítico de la moral antinatural que él identifica, a grandes
rasgos, con la moral tradicional. Solía llamarse a sí mismo como el “inmoralista”; pero
no porque fuera amoral. Su moral va por caminos muy diferentes a los del cristianismo,
pero no deja de tener una moralidad: la exaltación de la vida en su completo desarrollo:
creatividad y destrucción naturales vistas desde el punto, propiamente nietzscheano, en
que se devuelve al Ser la inocencia griega del devenir que había sido mancillada por una
moral del resentimiento hacia la vida nos enseña la realidad del pensamiento moral de
Nietzsche.
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en donde todo es apariencia y falsedad de los sentidos, sino que él mismo tiene su
propio mundo. Lo que el hombre conoce del ser sólo es, pues, mera apariencia; pero
puesto que conocemos que este mundo es irreal, debemos buscar en el otro para estar,
así, en posesión de la verdad. El filósofo dogmático se dedica, dice Nietzsche, a buscar,
indagar, especular por encima del movimiento del mundo, porque lo que sea el ser del
mundo no lo podemos estudiar en el devenir de la vida, ya que ésa es para él causa de
error.
Esta separación entre ser “real” y ser “aparente” es ya un juicio valorativo sobre la
vida y, concretamente, negativo, porque pone más peso específico en el mundo de las
ideas (real) que en el mundo de los sentidos (irreal, aparente). Pero en realidad no existe
mundo aparente y mundo verdadero, sino el devenir constante del ser creando y
destruyendo el mundo. Según Nietzsche, esta oposición y desvaloración del mundo
concreto frente al ideal, se basa en los prejuicios de los filósofos contra la vida, tales
como el horror a la muerte, a la vejez, a la procreación…
Por esto, la perspectiva que se tenga del ser se relaciona estrechamente con la
moralidad y, concretamente, por esto mismo Nietzsche emparentó la división del mundo
en real y aparente, propio del platonismo, con la moral contranatural que veía en el
mundo de los sentidos causa de perdición, propia del cristianismo.
Podemos profundizar aún más en las consecuencias que para la historia de la filosofía
ha tenido esta distinción entre mundo real y mundo aparente, siguiendo las cuatro tesis
que el propio Nietzsche propone en su obra Crepúsculo de los ídolos acerca del error
tradicional sobre el ser:
Primera tesis: “Las razones por las que este mundo ha sido calificado de aparente por
el metafísico, fundamentan, antes bien, su realidad; otra especie de realidad diferente es
absolutamente indemostrable”.
Segunda tesis: “Las categorías del ser verdadero de las cosas son signos del no-ser, de
la nada”.
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Tercera tesis: “Inventar otro mundo distinto a éste implica tener recelo contra la vida,
una actitud de recelo a la vida como devenir”.
Hasta ahora hemos visto solamente la crítica general a la ontología, es decir, cómo se
ha caído en el error en la interpretación de la realidad del ser. Sin embargo, todavía no
hemos apuntado que Nietzsche no critica desde fuera de la razón, sino que explica la
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a. Realidad y concepto
b. Realidad y lenguaje
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pensamiento, que son las cosas, el mundo en que nos movemos. En última instancia, las
funciones filosóficas gramaticales son juicios de valor fisiológicos y condiciones de
vida. Otra cosa es el modo de solución formal que se establezca entre cada y filosofía y
su correspondiente esquema lingüístico. Parecería que, al respecto, cada sistema como
tal está condicionado por la funcionalidad de cada gramática. Pero Nietzsche duda de
formalización apriorística del lenguaje que la costumbre santifica y, por tanto, de hasta
qué punto no estamos siendo engañados precisamente por el propio lenguaje: “La razón
en el lenguaje: ¡Oh, que vieja hembra engañadora…! Temo que no vamos a
desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática” (Crepúsculo
de los ídolos)
2. LA MUERTE DE DIOS
La muerte de Dios significa para Nietzsche una crítica radical de la religión, la moral
y la metafísica. La liberación de un gran peso que abruma al hombre: el peso de la idea
de un más allá. La muerte de Dios significa que al quitarle al mundo suprasensible la
pretendida función ordenadora de nuestras existencias, nos hemos quedado sin brújula,
sin sentido que darle a esta vida. Si Dios, como síntesis del fundamento suprasensible y
origen de todo lo real, ha perdido su fuerza obligatoria, es evidente que el hombre ha
perdido totalmente su orientación en el mundo. Con lo que la frase acuñada por
Nietzsche, Dios ha muerto es el punto clave del nihilismo. Con la muerte de Dios se han
derrumbado los pilares que sostenían la tradición, la historia y la cultura de Occidente;
una tradición y una cultura que se han apoyado en la idea de Dios.
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3. EL NIHILISMO
Ha llegado el momento (Dios ha muerto) de martillear sobre esos falsos ídolos sobre
esa transvaloración y volverla del revés. Hay que recuperar, mejor aún, hay que crear un
nuevo mundo de nuevos valores en la afirmación de la vida, que vaya abriendo caminos
hacia el superhombre.
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Esta nueva moral que nos propone Nietzsche está basada en este deseo apasionado
de vivir, apoyada en la exaltación por la vida sin traba alguna. La vida tiene valor por sí
y no hay que buscarle otra explicación. Es el valor absoluto al que se subordinan todos
los demás. No hay que imponer ninguna norma a la vida, sino gozar de ella. La nueva
moral se traducirá en la exaltación de las fuerzas primarias de la vida (lo dionisiaco):
hay que valorar la moral de los señores frente a la moral de los esclavos. Frente a la
resignación y la humildad, la fuerza, el poder, la pasión, el placer. Esto es lo que piden
los instintos, y en estos instintos se debe basar la moral.
Toda la inmensa tarea del nihilismo activo, creando una nueva moral que supone la
transvaloración de la moral judeo-cristiana, se anuncia en el advenimiento del "hombre
superior", el superhombre. Nietzsche con esta misteriosa metáfora va a proponer llevar
al hombre más allá de sí mismo.
TEXTO
Me pregunta usted qué cosas son idiosincrasia en los filósofos?... Por ejemplo, su
falta de sentido histórico, su odio a la noción misma de devenir, su egipticismo. Ellos
creen otorgar un honor a una cosa cuando la deshistorizan, sub specie aeterni [desde la
perspectiva de lo eterno], cuando hacen de ella una momia. Todo lo que los filósofos
han venido manejando desde hace milenios fueron momias conceptuales; de sus manos
no salió vivo nada real. Matan, rellenan de paja, esos señores idólatras de los conceptos,
cuando adoran, - se vuelven mortalmente peligrosos para todo, cuando adoran. La muer-
te, el cambio, la vejez, así como la procreación y el crecimiento son para ellos
objeciones, - incluso refutaciones. Lo que es no deviene; lo que deviene no es... Ahora
bien, todos ellos creen, incluso con desesperación, en lo que es. Mas como no pueden
apoderarse de ello, buscan razones de por qué se les retiene. "Tiene que haber una
ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es: )dónde se esconde el
engañador? - "Lo tenemos, gritan dichosos, (es la sensibilidad! Estos sentidos, que
también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero.
Moraleja: deshacerse del engaño de los sentidos, del devenir, de la historia [Historie], de
la mentira, - la historia no es más que fe en los sentidos, fe en la mentira. Moraleja:
decir no a todo lo que otorga fe a los sentidos, a todo el resto de la humanidad: todo él
es "pueblo". (Ser filósofo, ser momia, representar el monótono-teísmo con una mímica
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de sepulturero! - (Y, sobre todo, fuera el cuerpo, esa lamentable idée fixe [idea fija] de
los sentidos!, (sujeto a todos los errores de la lógica que existen, refutado, incluso
imposible, aun cuando es lo bastante insolente para comportarse como si fuera real! ... "
Pongo a un lado, con gran reverencia, el nombre de Heráclito. Mientras que el resto
del pueblo de los filósofos rechazaba el testimonio de los sentidos porque éstos
mostraban pluralidad y modificación, él rechazó su testimonio porque mostraban las
cosas como si tuviesen duración y unidad. También Heráclito fue injusto con los
sentidos. Estos no mienten ni del modo como creen los eléatas ni del modo como creía
él, - no mienten de ninguna manera. Lo que nosotros hacemos. de su testimonio, eso es
lo que introduce la mentira, por ejemplo la mentira de la unidad, la mentira de la
coseidad, de la sustancia, de la duración... La "razón" es la causa de que nosotros
falseemos el testimonio de los sentidos. Mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los
sentidos no mienten... Pero Heráclito tendrá eternamente razón al decir que el ser es una
ficción vacía. El mundo "aparente" es el único: el "mundo verdadero" no es más que un
añadido mentiroso...
-(Y qué sutiles instrumentos de observación tenemos en nuestros sentidos! Esa nariz,
por ejemplo de la que ningún filósofo ha hablado todavía con veneración y gratitud, es
hasta este momento incluso el más delicado de los instrumentos que están a nuestra
disposición: es capaz de registrar incluso diferencias mínimas de movimiento que ni
siquiera el espectroscopio registra. Hoy nosotros poseemos ciencia exactamente en la
medida en que nos hemos decidido a aceptar el testimonio de los sentidos, - en que
hemos aprendido a seguir aguzándolos, armándolos, pensándolos hasta el final. El resto
es un aborto y todavía-no-ciencia: quiero decir, metafísica, teología, psicología, teoría
del conocimiento. 0 ciencia formal, teoría de los signos: como la lógica, y esa lógica
aplicada, la matemática. En ellas la realidad no llega a aparecer, ni siquiera como
problema; y tampoco como la cuestión de qué valor tiene en general ese
convencionalismo de signos que es la lógica.-
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devenido, por consiguiente tiene que ser causa sui. Mas ninguna de esas cosas puede ser
tampoco desigual una de otra, no puede estar en contradicción consigo misma... Con
esto tienen los filósofos su estupendo concepto "Dios"... Lo último, lo más tenue, lo más
vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente
realísimo]... (Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales
de unos enfermos tejedores de telarañas! - (Y lo ha pagado caro! ...)
- Contrapongamos a esto, por fin, el modo tan distinto como nosotros (-digo nosotros
por cortesía ... ) vemos el problema del error y de la apariencia. En otro tiempo se
tomaba la modificación, el cambio, el devenir en general como prueba de apariencia,
como signo de que ahí tiene que haber algo que nos induce a error. Hoy, a la inversa, en
la exacta medida en que el prejuicio de la razón nos fuerza a asignar unidad, identidad,
duración, sustancia, causa, coseidad, ser, nos vemos en cierto modo cogidos en el error,
necesitados al error; aun cuando, basándonos en una verificación rigurosa, dentro de
nosotros estemos muy seguros de que es ahí donde está el error. Ocurre con esto lo
mismo que con los movimientos de una gran constelación: en éstos el error tiene como
abogado permanente a nuestro ojo, allí a nuestro lenguaje. Por su génesis el lenguaje
pertenece a la época de la forma más rudimentaria de psicología: penetramos en un
fetichismo grosero cuando adquirimos consciencia de los presupuestos básicos de la
metafísica del lenguaje, dicho con claridad: de la razón. Ese fetichismo ve en todas
partes agentes y acciones: cree que la voluntad es la causa en general, cree en el "yo",
cree que el yo es un ser, que el yo es una sustancia, y proyecta sobre todas las cosas la
creencia en la sustancia-yo -así es como crea el concepto "cosa"... El ser es añadido con
el pensamiento, es introducido subrepticiamente en todas partes como causa; del
concepto "yo" es del que se sigue, como derivado, el concepto "ser"... Al comienzo está
ese grande y funesto error de que la voluntad es algo que produce efectos,- de que la
voluntad es una facultad... Hoy sabemos que no es más que una palabra... Mucho más
tarde, en un mundo mil veces más ilustrado, llegó a la consciencia de los filósofos, para
su sorpresa, la seguridad, la certeza subjetiva en el manejo de las categorías de la razón:
ellos sacaron la conclusión de que esas categorías no podían proceder de la empiria, - la
empiria entera, decían, está, en efecto, en contradicción con ellas. )De dónde proceden,
pues? - Y tanto en India como en Grecia se cometió el mismo error: "nosotros tenemos
que haber habitado ya alguna vez en un mundo más alto (- en lugar de en un mundo
mucho más bajo: (lo cual habría sido la verdad! ), nosotros tenemos que haber sido divi-
nos, (pues poseemos la razón!"... De hecho, hasta ahora nada ha tenido una fuerza
persuasiva más ingenua que el error acerca del ser, tal como fue formulado, por
ejemplo, por los eléatas: (ese error tiene en favor suyo, en efecto, cada palabra, cada
frase que nosotros pronunciamos! -También los adversarios de los eléatas sucumbieron
a la seducción de su concepto de ser: entre otros Demócrito, cuando inventó su átomo...
La "razón" en el lenguaje: (oh, qué vieja hembra engañadora! Temo que no vamos a
desembarazarnos de Dios porque continuamos creyendo en la gramática..
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Primera tesis. Las razones por las que "este" mundo ha sido calificado de aparente
fundamentan, antes bien, su realidad, -otra especie distinta de realidad es absolutamente
indemostrable.
Segunda tesis. Los signos distintivos que han sido asignados al "ser verdadero" de las
cosas son los signos distintivos del no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en
contradicción con el mundo real es como se ha construido el "mundo verdadero": un
mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral.
Tercera tesis. Inventar fábulas acerca de “otro” mundo distinto de éste no tiene sentido,
presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de
empequeñecimiento, de recelo frente a la vida: en este último caso tomamos venganza
de la vida con las fantasmagoría de “otra” vida distinta de ésta, “mejor” que ésta.
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En 1875 el golpe de Estado del general Martínez Campos proclama a Alfonso XII
Rey de España. Da comienzo así a la Restauración Borbónica. En el nuevo sistema, que
sustituye a la Primera República, los partidos Conservador y Liberal se alternan el el
poder de manera pactada.
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Síntoma de la crisis es el desastre del 98: la liquidación del imperio español sume a la
sociedad en el pesimismo. La situación socio-económica a principios del siglo XX
también muestra la inoperancia política: una esperanza de vida de 34 años, una gran
mortandad infantil y un altísimo índice de analfabetismo. La escasa industria se
concentra en el País Vasco y Cataluña, mientras el 70% de la población vive en el
campo en condiciones de miseria.
Sin embargo, este periodo de crisis socio-política coincide con la Edad de Plata de la
cultura española: Picasso y Sorolla en pintura, Gaudí en arquitectura, Albéniz y Falla en
música, Eugenio d'Ors, Pérez de Ayala y el propio Ortega en el campo del pensamiento,
y Ramón y Cajal en ciencia, componen una riqueza sólo comparable al Siglo de Oro.
Por tanto, la superación del idealismo (que es “el tema de nuestro tiempo”) no era
para Ortega sólo una cuestión filosófica, sino la solución a los problemas de España y
Europa. Según nuestro autor, si el principio de racionalidad con el que nace la Edad
Moderna es superado por otra idea más básica (la razón vital), se abrirá una nueva
época.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Con Sartre comparte Ortega la idea de que el ser humano carece de naturaleza, puesto
que, según nuestro autor, la vida es un “quehacer”. También coinciden al afirmar que el
hombre es un “náufrago” en la existencia, y que continuamente tiene que decidir la vida
que ha de vivir.
Finalmente hay que señalar la influencia del historicismo de Dilthey, que fue decisiva
en el concepto orteguiano de razón vital e histórica: el ser humano es incomprensible
fuera de su vida y su historia. También recoge de este autor su concepción de la vida
como realidad radical, y como elemento desde el que hay que partir para “comprender”
al hombre.
C. EL TEXTO
“La doctrina del punto de vista” es el décimo y último capítulo de El tema de nuestro
tiempo (1923).
Una generación está formada por una vanguardia, una minoría selecta que es la
primera en darse cuenta de los cambios históricos y en modificar su sensibilidad, y por
una masa que ofrece su apoyo o resistencia a las nuevas ideas que propone la minoría.
Cada generación se caracteriza por que tiene una misión que cumplir, algo así como su
destino. Es el “tema” de ese tiempo.
“Nuestro tiempo” es una expresión con la que Ortega se refiere a la época que con él
y su generación, la de 1914, empieza. Su generación tiene un tema que Ortega formula
de varios modos a lo largo de esta obra: “sustituir la razón pura por una razón vital”,
“convertir la relación (entre vida y cultura) y mostrar que es la cultura quien ha de servir
a la vida”. Ahora bien, cumplir con este tema implica enfrentarse a dos errores de la
Modernidad: el racionalismo y el relativismo. Para superarlos, Ortega propone la
doctrina del punto de vista.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Cultura: Para Ortega, la cultura son las actividades vitales del individuo que
transcienden lo biológico. En la respiración sólo interviene el organismo, y por eso
respirar no es cultural. Pensar también es una actividad biológica y es necesaria para la
vida. En cuanto que actividades biológicas no hay diferencia entre pensar y respirar.
Pero en el pensar encontramos algo que no aparece en la respiración: el individuo
respira sin ningún referente externo, pero piensa intentando que su pensamiento sea
verdadero, es decir, que refleje las cosas; de lo contrario ese pensamiento le resultaría
inútil. Querer es también querer lo objetivamente mejor en una situación. Si no fuera
así, lo que considero lo mejor podría perjudicarme. Por tanto, las actividades culturales
(pensamiento, voluntad, sentimiento estético y emoción religiosa) presentan dos
dimensiones: una puramente biológica y otra trascendente y objetiva, pues su referente
es una realidad que supera lo biológico.
Vida: Ortega nunca negó la importancia de la vida biológica, incluso en algunos textos
parece defender una interpretación biologista y naturalista de la vida, al estilo de
Nietzsche, llegando a afirmar, por ejemplo, que la cultura consiste en ciertas actividades
biológicas, “ni más ni menos biológicas que la digestión o la locomoción”. Pero si
atendemos al conjunto de su obra podemos apreciar que no reduce la vida a lo
biológico. La vida, la vida humana es irreductible a cuerpo o alma, es la realidad
radical: en ella radican y se instalan las demás realidades (mundo físico, mundo
psíquico, valores,...,) que son lo que son y tienen algún significado sólo en la medida en
que se hacen presentes en ella. No podemos identificar la vida con las estructuras y
funciones biológicas de las que nos habla la ciencia (células, sistema nervioso,
digestión, ...), ni con el alma de la que hablaba la tradición filosófica y la religión, ni
siquiera con la mente, al menos tal y como nos la puede explicar y describir la
psicología científica. El cuerpo del que nos habla la ciencia, la mente de la que nos
habla la psicología y el alma a la que se refiere la teología son construcciones con más o
menos fundamento, hipótesis que nos formulamos. Y frente a ellas nos encontramos con
la realidad palmaria de nuestro vivir, de la vida tal y como inmediatamente la
experimentamos, y no en abstracto, sino la de cada uno; esto es realmente el dato que se
hace presente en todo momento en el que nuestra mirada se preocupe por atenderla.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Visto esto, Ortega plantea que la vida necesita de la cultura y la cultura de la vida:
La cultura necesita de la vida, en tanto que la verdad, el bien y la belleza (los valores
de la cultura) están inexorablemente unidos a actividades vitales. Así, sólo la necesidad
instintiva de conocer del ser humano le lleva a la búsqueda de la verdad, algo similar
podemos afirmar de la tendencia a hacer lo correcto que nos conduce al bien, o del goce
estético que sentimos en la contemplación de algo bello.
La vida necesita de la cultura, en tanto que se entiende por vida el modo de estar en el
mundo, el conjunto de vivencias, valores, emociones, experiencias, etc., es decir, no
sólo lo biológico, sino lo que lo transciende y que llamamos cultura.
El vitalismo es la filosofía que defiende que la vida es la única realidad y, por tanto,
su objeto de estudio. Sus tesis: a) El conocimiento es un proceso biológico como otro
cualquiera, que carece de leyes y principios racionales. Conocer es igual que respirar. b)
Rechaza el conocimiento racional y conceptual, y frente a él propone la intuición,
entendida como la experiencia subjetiva y privada no racional en la cual el sujeto vive
íntimamente la realidad.
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verdadero. Por tanto, toda verdad está determinada por el modo de ser del sujeto que la
alcanza. En consecuencia, no existen valores objetivos universales como la verdad, el
bien o la belleza.
Para el racionalismo la verdad es una y eterna. Por eso los sujetos que pueden
acceder a la verdad (lo que Ortega llama ente racional o yo puro) -el alma racional de
Platón, la sustancia pensante de Descartes o la razón pura de Kant-, tienen que ser
sujetos ultravitales (separados de todo lo corpóreo y sensible) y extrahistóricos (ajenos
al tiempo y al lugar en que viven). Los sujetos sólo podrán acceder a la verdad
poseyendo las mismas características que los racionalistas le atribuyen, siendo seres
inmutables e idénticos entre sí. Por lo tanto, el racionalismo crea un sujeto alejado de la
vida, un sujeto que es pura razón. Este ente racional o yo puro es a juicio de Ortega
una abstracción, pues se presenta como un sujeto no corpóreo, ni vital ni histórico, es
decir, separado precisamente de lo que le permite acceder a la verdad, su punto de vista.
Al “yo puro”, Ortega opone el yo que es “yo y circunstancia”.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
El perspectivismo. Hemos visto que el raciovitalismo afirma, por una parte, que la
realidad radical es la vida, la cual es particular y está en devenir. Pero, por otra parte, la
razón no obstaculiza a la vida, sino que está en función de ella. La vida –Ortega se
refiere en especial a la existencia humana- se vale de la razón como medio para abrirse
al mundo, a modo de instrumento con el que obtiene su propia perspectiva o punto de
vista de la realidad.
El error del racionalismo, según Ortega, fue la sustitución de la vida por la razón. Tal
sustitución equivale a la del sujeto particular y concreto –el yo real existente- por un
sujeto anónimo, universal o vacío, al que los idealistas denominaron sujeto
trascendental. No existe, según Ortega, tal sujeto trascendental (“yo puro”). No es
posible lograr un conocimiento absoluto de la realidad, sino que cada sujeto particular
tiene su propio punto de vista, dado por su situación vital.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
nos concebimos como seres abstractos, fuera del tiempo y del espacio, podemos creer
en el privilegio de una perspectiva frente a otra. La única perspectiva falsa es la que
pretende ser la única, la verdad no localizada, no dependiente de ningún punto de vista;
y esto es el racionalismo y la mayor parte de la filosofía. Frente a esta razón pura del
racionalismo, Ortega propone una razón que sea capaz de integrar la dimensión
perspectivística de la realidad, una razón vital e histórica La razón vital nos muestra
que las diferencias individuales, las peculiaridades de cada pueblo y de cada momento
histórico, no son impedimentos para alcanzar la realidad, al contrario, son el órgano
gracias al cual pueden captar la realidad que les corresponde. Cada individuo es un
punto de vista esencial, insustituible.
El segundo gran error del idealismo es que reduce el mundo, las cosas a
“contenidos de conciencia”. El racionalismo toma la realidad exterior y la pone dentro
de la mente. Como consecuencia de su visión substancialista de la realidad, de su
creencia de que si algo es real tiene que ser independiente, para el idealismo la realidad
tiene que tener el carácter de realidad independiente y en ese sentido absoluta, y si la
realidad no está fuera de mí debe estar en mí. Fuera no puede estar, como lo muestra la
duda metódica, luego tiene que estar dentro de mí, en la forma de contenido mental
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La tesis idealista –como también su otra cara, el realismo– tiene que superarse: el
idealismo acierta cuando muestra que la realidad depende de la subjetividad, pero se
equivoca cuando considera que es una parte de ella, que la realidad está dentro de la
subjetividad. El mundo, la realidad, no está ni dentro ni fuera de nuestro pensamiento
está junto al pensamiento, formando una totalidad inseparable “como el anverso con el
reverso y la derecha con la izquierda, sin que por eso la derecha sea izquierda ni reverso
el anverso”. Las cosas agotan su ser en aparecerme a mí; a su vez, sin la cosa que veo
mi ver no existiría, es decir no existiría yo. Es cierto que no podemos salir de nosotros
mismos y alcanzar un mundo independiente, pero para encontrar un mundo no
necesitamos salir de nosotros mismos, lo encontramos junto a nosotros. Mi ser es ser un
ser con el mundo. Soy intimidad, pero a la vez soy lugar en donde aparece el mundo, lo
que no soy yo. “Sin objetos no hay sujeto. El error del idealismo fue convertirse en
subjetivismo, en subrayar la dependencia en que las cosas están de que yo las piense, de
mi subjetividad, pero no advertir que mi subjetividad depende también de que existan
objetos. El error fue el hacer que el yo se tragase el mundo, en vez de dejarlos a ambos
inseparables, inmediatos y juntos, más, por lo mismo, distintos.” (“¿Qué es filosofía?”,
IX).
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TEXTO
ORTEGA Y GASSET, J: «La Doctrina del Punto de Vista», en El tema de nuestro
tiempo. Obras Completas, Vol. III, cap. X. Madrid: Revista de Occidente, 1966, pp.
197-203.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
de que ambas actitudes partían, han tenido que rectificarlos, coincidiendo en una nueva
manera de plantear la cuestión.
Como son los colores y sonidos acontece con las verdades. La estructura psíquica de
cada individuo viene a ser un órgano perceptor, dotado de una forma determinada que
permite la comprensión de ciertas verdades y está condenado a inexorable ceguera para
otras. Así mismo, para cada pueblo y cada época tienen su alma típica, es decir, una
retícula con mallas de amplitud y perfil definidos que le prestan rigorosa afinidad con
ciertas verdades e incorregible ineptitud para llegar a ciertas otras. Esto significa que
todas las épocas y todos los pueblos han gozado su congrua porción de verdad, y no
tiene sentido que pueblo ni época algunos pretendan oponerse a los demás, como si a
ellos les hubiese cabido en el reparto la verdad entera. Todos tienen su puesto
determinado en la serie histórica; ninguno puede aspirar a salirse de ella, porque esto
equivaldría a convertirse en un ente abstracto, con integra renuncia a la existencia.
Desde distintos puntos de vista, dos hombres miran el mismo paisaje. Sin embargo,
no ven lo mismo. La distinta situación hace que el paisaje se organice ante ambos de
distinta manera. Lo que para uno ocupa el primer término y acusa con vigor todos sus
detalles, para el otro se halla en el último, y queda oscuro y borroso. Además, como las
cosas puestas unas detrás se ocultan en todo o en parte, cada uno de ellos percibirá
porciones del paisaje que al otro no llegan. ¿Tendría sentido que cada cual declarase
falso el paisaje ajeno? Evidentemente, no; tan real es el uno como el otro. Pero tampoco
tendría sentido que puestos de acuerdo, en vista de no coincidir sus paisajes, los
juzgasen ilusorios. Esto supondría que hay un tercer paisaje auténtico, el cual no se halla
sometido a las mismas condiciones que los otros dos. Ahora bien, ese paisaje arquetipo
no existe ni puede existir. La realidad cósmica es tal, que sólo puede ser vista bajo una
determinada perspectiva. La perspectiva es uno de los componentes de la realidad. Lejos
de ser su deformación, es su organización. Una realidad que vista desde cualquier punto
resultase siempre idéntica es un concepto absurdo.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Lo que acontece con la visión corpórea se cumple igualmente en todo lo demás. Todo
conocimiento es desde un punto de vista determinado. La species aeternitatis, de
Spinoza, el punto de vista ubicuo, absoluto, no existe propiamente: es un punto de vista
ficticio y abstracto. No dudamos de su utilidad instrumental para ciertos menesteres del
conocimiento; pero es preciso no olvidar que desde él no se ve lo real. El punto de vista
abstracto sólo proporciona abstracciones.
Esta manera de pensar lleva a una reforma radical de la filosofía y, lo que importa
más, de nuestra sensación cósmica.
Cada vida es un punto de vista sobre el universo. En rigor, lo que ella ve no lo puede
ver otra. Cada individuo -persona, pueblo, época- es un órgano insustituible para la
conquista de la verdad. He aquí cómo ésta, que por sí misma es ajena a las variaciones
históricas, adquiere un dimensión vital. Sin el desarrollo, el cambio perpetuo y la
inagotable aventura que constituyen la vida, el universo, la omnímoda verdad, quedaría
ignorada.
Hasta ahora la filosofía ha sido siempre utópica. Por eso pretendía cada sistema valer
para todos los tiempos y para todos los hombres. Exenta de la dimensión vital, histórica,
perspectivista, hacía una y otra vez vanamente su gesto definitivo. La doctrina del punto
de vista exige, en cambio, que dentro del sistema vaya articulada la perspectiva vital de
que ha emanado, permitiendo así su articulación con otros sistemas futuros o exóticos.
La razón pura tiene que ser sustituida por una razón vital, donde aquélla se localice y
adquiera movilidad y fuerza de transformación.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
Cuando hoy miramos las filosofías del pasado, incluyendo las del último siglo,
notamos en ellas ciertos rasgos de primitivismo. Empleo esta palabra en el estricto
sentido que tiene cuando es referida a los pintores del quattrocento. ¿Por qué llamamos
a éstos “primitivos”? ¿En qué consiste su primitivismo? En su ingenuidad, en su candor
-se dice-. Pero ¿cuál es la razón del candor y de la ingenuidad, cuál su esencia? Sin
duda, es el olvido de sí mismo. El pintor primitivo pinta el mundo desde su punto de
vista -bajo el imperio de las ideas, valoraciones, sentimientos que le son privados-, pero
cree que lo pinta según él es. Por lo mismo, olvida introducir en su obra su
personalidad; nos ofrece aquélla como si se hubiera fabricado a sí misma, sin
intervención de un sujeto determinado, fijo en un lugar del espacio y en un instante del
tiempo. Nosotros, naturalmente, vemos en el cuadro el reflejo de su individualidad y
vemos, a la par, que él no la veía, que se ignoraba a si mismo y se creía una pupila
anónima abierta sobre el universo. Esta ignorancia de sí mismo es la fuente encantadora
de la ingenuidad.
El atractivo que sobre nosotros tienen las filosofías pretéritas es del mismo tipo. Su
claro y sencillo esquematismo, su ingenua ilusión de haber descubierto toda la verdad,
la seguridad con que se asientan en fórmulas que suponen inconmovibles nos dan la
impresión de un orbe concluso, definido y definitivo, donde ya no hay problemas,
donde todo está ya resuelto. Nada más grato que pasear unas horas por mundos tan
claros y tan mansos. Pero cuando tornamos a nosotros mismos y volvemos a sentir el
universo con nuestra propia sensibilidad, vemos que el mundo definido por esas
filosofías no era, en verdad el mundo, sino el horizonte de sus autores. Lo que ellos
interpretaban como límite del universo, tras el cual no había nada más, era sólo la línea
curva con que su perspectiva cerraba su paisaje. Toda filosofía que quiera curarse de ese
inveterado primitivismo, de esa pertinaz utopía, necesita corregir ese error, evitando que
lo que es blando y dilatable horizonte se anquilose en mundo.
Ahora bien; la reducción o conversión del mundo a horizonte no resta lo más mínimo
de realidad a aquél; simplemente lo refiere al sujeto viviente, cuyo mundo es, lo dota de
una dimensión vital, lo localiza en la corriente de la vida, que va de pueblo en pueblo,
de generación en generación, de individuo en individuo, apoderándose de la realidad
universal.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA IES POETA GARCÍA GUTIÉRREZ
integral sólo se obtiene articulando lo que el prójimo ve con lo que yo veo, y así
sucesivamente. Cada individuo es un punto de vista esencial. Yuxtaponiendo las
visiones parciales de todos se lograría tejer la verdad omnímoda y absoluta. Ahora bien:
esta suma de las perspectivas individuales, este conocimiento de lo que todos y cada
uno han visto y saben, esta omnisciencia, esta verdadera <razón absoluta> es el sublime
oficio que atribuimos a Dios. Dios es también un punto de vista; pero no porque posea
un mirador fuera del área humana que le haga ver directamente la realidad universal,
como si fuera un viejo racionalista. Dios no es racionalista. Su punto de vista es el de
cada uno de nosotros; nuestra verdad parcial es también verdad para Dios. ¡De tal modo
es verídica nuestra perspectiva y auténtica nuestra realidad! Sólo que Dios, como dice el
catecismo, está en todas partes y por eso goza de todos los puntos de vista y en su
ilimitada vitalidad recoge y armoniza todos nuestros horizontes. Dios es el símbolo del
torrente vital, al través de cuyas infinitas retículas va pasando poco a poco el universo,
que queda así impregnado de vida, consagrado, es decir, visto, amado, odiado, sufrido y
gozado.
Sostenía Malebranche que si nosotros conocemos, alguna verdad es porque vemos las
cosas en Dios, desde el punto de vista de Dios. Más verosímil me parece lo inverso: que
Dios ve las cosas al través de los hombres, que los hombres son los órganos visuales de
la divinidad.
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