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El escritor e historiador británico Paul Johnson falleció el jueves en Londres a los 94 años tras una

larga enfermedad. Autor de media docena de libros de historia y ensayos, entre su dilatada obra
destacan 'Tiempos modernos', en la que retrata la historia del siglo XX desde la Primera Guerra
Mundial hasta la década de 1970; 'Intelectuales', en la que aborda la figura de personalidades como
Marx, Rousseau o Sartre; 'Historia del cristianismo' o 'La historia de los judíos', un viaje de cuatro
mil años, de Abraham a la consolidación del Estado de Israel.

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La pandemia de covid-19, la guerra de Ucrania, la inflación, la vida... Son muchos los factores que
actualmente pueden conducirnos al estrés e, incluso, llevarnos al límite de nuestras fuerzas. Si el
estrés se acumula durante demasiado tiempo puede conducirnos al agotamiento, un estado más
grave que el cansancio normal que podemos sentir en el día a día, caracterizado por agotamiento
constante, entumecimiento emocional y confusión en el hogar y en el lugar de trabajo. Si bien
solemos asociar este cansancio o agotamiento con el estrés laboral, el impacto del agotamiento es
mucho más amplio, según Gordon Parker, psiquiatra de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en
Australia, y fundador del Instituto Black Dog, una organización que realiza investigaciones sobre
los trastornos del estado de ánimo.

"Las personas que luchan contra el agotamiento también sufren disfunción cognitiva, a veces
conocida como niebla mental, y desconexión de sus amigos y familiares, así como el rendimiento
reducido más comúnmente reconocido en el trabajo y las tareas del hogar", aclara Parker, quien
señala que hay muchas cosas fuera del lugar de trabajo que pueden causar estrés y provocar
agotamiento, especialmente entre las personas que exigen la perfección.
Un duro precio que pagar
“La mayoría de la gente piensa que el agotamiento es un problema laboral. En realidad,
descubrimos que el estrés experimentado en el trabajo o en el hogar puede poner en marcha las
ruedas del agotamiento”, explica el experto.

El agotamiento es más común en ciertos rasgos de personalidad


Así que ¿quién es más probable que se queme y acabe no solo con fatiga habitual sino con
agotamiento (burnout, en inglés)? El agotamiento está muy extendido entre los grandes triunfadores
en el lugar de trabajo, pero cada vez es más frecuente en la vida personal. “Nuestros análisis
indicaron que el agotamiento también puede desarrollarse como resultado de los rasgos de
personalidad predisponentes, especialmente el perfeccionismo”, continúa el experto. “Las personas
con rasgos perfeccionistas suelen ser excelentes trabajadores, ya que son extremadamente
confiables y concienzudos. Sin embargo, también son propensos al agotamiento ya que establecen
estándares poco realistas e implacables para su propio desempeño, que en última instancia son
imposibles de cumplir”, prosigue Parker. "La mayoría de la gente piensa que el agotamiento es un
problema laboral. Pero el estrés experimentado en el hogar también puede poner en marcha las
ruedas del agotamiento"
¿Cómo saber que me estoy encaminando al agotamiento?
El psiquiatra especifica varias señales de advertencia para darnos cuenta de que estamos pisando
señales rojas de alarma:
Te sientes constantemente cansado, no importa cuánto duermas.
Te sientes cada vez con una actitud más cínica sobre tu trabajo, sobre ti mismo y sobre el estado del
mundo.
Te impacientas con facilidad.
Tienes una actitud y perspectiva negativa ante la vida.
No muestras entusiasmo por nada, ni siquiera en el trabajo.
Se te olvidan las cosas.
Te has vuelto desorganizado.
Tomar decisiones se ha vuelto abrumador, incluso para decisiones nimias de la vida.
Sientes que no puedes relajarte adecuadamente, incluso los fines de semana.
Estás empezando a sentirte separado de tu vida y tu trabajo.
La calidad de tu trabajo ha bajado considerablemente.
Estás experimentando síntomas físicos regulares de estrés, ya sean dolores de cabeza o náuseas.
El agotamiento es una condición grave que puede tener consecuencias negativas en la salud física y
mental, de ahí que sea tan importante abordar el agotamiento desde el principio, ya que puede
conducir a problemas de salud más graves si no se controla.

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Si odias tener que ir al gimnasio cada día para perder peso y moldear tu cuerpo, dispones de otras
opciones interesantes que no te supondrán tanto esfuerzo y desgaste físico. Y es algo tan cotidiano
como caminar, pero claro, no sirve caminar de cualquier forma. Todo tiene su metodología y sus
reglas básicas. Antes de explicar cómo hacerlo, es conveniente recordar que caminar es uno de los
ejercicios físicos más completos y beneficiosos para nuestro cuerpo ya que ayuda a controlar
problemas como el sobrepeso, la obesidad, la hipertensión, la diabetes, las enfermedades
cardiovasculares o el estrés, entre muchos otros.

Todo esto se debe a que esta actividad aumenta la quema de calorías, activa la circulación cardiaca
y ayuda a controlar el colesterol, la presión arterial y los niveles de glucosa, así como mejora la
respuesta muscular y las funciones respiratoria, intestinal y sexual.
6 pasos para caminar correctamente
Para hacerlo adecuadamente, aquí tienes los 6 pasos indispensables que debes seguir al pie de la
letra para que los resultados sean visibles en muy poco tiempo. De esta forma tus caminatas serán
mucho más efectivas y comprobarás que adelgazar es posible sin realizar duros entrenamientos.
Veamos cuáles son:

Caminar ayuda a adelgazar, pero no de cualquier forma. Todo tiene su metodología El primero de
ellos pasa por usar ropa y calzado adecuados. Es algo básico, pero fundamental, ya que de otro
modo pueden aparecer molestas rozaduras que te impedirán caminar correctamente y pueden
hacerte odiar esta práctica. La ropa mejor de algodón y que sea transpirable y las zapatillas y los
calcetines cuanto más cómodos, mucho mejor. También es importante el número de veces que debes
andar. Como segunda recomendación, y si lo que quieres es perder peso, debes caminar tres veces a
la semana. Si es alguna más, mucho mejor. En cuanto al tiempo que se debe emplear échale, al
menos, una hora.

Controlar la velocidad es el tercer paso. Lo más recomendable es ir a una velocidad media de 4,8
kilómetros por hora o, si puedes, un poco más. Eso sí, recuerda que de lo que se trata es de caminar,
por lo que no debes correr o trotar para alcanzar esta velocidad. Como todo, se necesita un periodo
de adaptación (y más cuando se empieza desde cero), así que tómate tu tiempo.
La postura es fundamental
En cuarto lugar, hay que saber controlar el ritmo cardiaco. Para ello una pulsera de actividad te será
de gran ayuda para conocer tus pulsaciones y el ritmo de tu corazón mientras vas caminando. Para
que te hagas una idea, este debe situarse entre el 60% y el 70%. Por cierto, la pulsera también te
ayudará a controlar el tiempo y la velocidad.

Para caminar durante una hora es aconsejable cambiar la intensidad del ritmo. Para ello, viene muy
bien realizar otro tipo de actividades complementarias como subir y bajar escaleras, por ejemplo. Es
el quinto paso. El sexto y último, pasa por cuidar la técnica y la postura ya que caminar requiere
mantener la espalda recta para evitar posibles lesiones. Además, se deben evitar grandes zancadas,
ya que lo recomendable es mantener tu paso natural, pero a un ritmo mayor. También es importante
no caminar mirando hacia abajo y controlar el movimiento de los brazos. Para que caminar sea
efectivo debes hacerlo tres veces a la semana y durante una hora Por cierto, que antes y después de
caminar, no debes olvidarte nunca de calentar y estirar. Dicho todo esto, verás que, a pesar de que
caminar es un ejercicio aparentemente fácil, tienes que seguir todas estas sugerencias para que los
resultados sean visibles en tu cuerpo y efectivos para tu salud. Lo agradecerás.

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