Pese a que Adolfo Nigro se formó en Buenos Aires y en Montevideo,
siempre mantuvo los lazos con Rosario y, lejos de distanciarse, cada vez está más cerca. Su caso es uno de los ejemplos de artistas que obtuvieron su reconocimiento en otros lados y sin embargo siempre retornan de alguna forma, a veces físicamente y otras mediante los vínculos que establecen con gente e historias de la ciudad. Sumarlo a la serie de reconocimientos del Museo Castagnino es simplemente hacer justicia porque a través de su obra, Nigro manifiesta uno de los compromisos más claros con una postura latinoamericanista que conjuga principios estéticos e ideológicos. En este libro se reúnen un trabajo de Andrea Giunta de principios de los 90, que interesa difundir por ser un texto histórico de importantes aportes a partir de planteos semióticos, con otro actual de Nancy Rojas, que hace hincapié en una producción específica que se presenta en el Castagnino. Es que Nigro presenta distintas facetas y es un productor de lo más prolífico por lo que los acercamientos no pueden ser más que parciales y siempre quedará algo por decir. La exposición retrospectiva y este libro son un reconocimiento de Rosario para uno de los grandes artistas de la ciudad.