Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Bustamante
Informaciones de 1556
El sr. Montúfar levantó una información por la cual se tomaba nota de lo predicado
por Bustamante, información que se suspendió. Bustamante fue enviado por un
tiempo al convento de Cuernavaca, y de ahí regresó a ser nuevamente provincial.
El suceso no pasó a mayores, y fue callado por todos los historiadores de la época,
por lo cual se ignoraba hasta que en 1888 se publicó la información levantada por
Montúfar. De las impugnaciones de Bustamante, podemos decir que no pudo
comprobar casos específicos de idolatría, sino que se limitó a generalizar pensando
que todos los indios atribuían milagros a la imagen y no a la Virgen.
Su segunda afirmación, que la imagen fue pintada por el indio Marcos pintor,
tampoco fue comprobada. Se ha especulado que ese "indio Marcos" era un Marcos
de Aquino mencionado por Bernal Díaz del Castillo en el capítulo 91 de su
Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España [2], al que sin embargo, no
volvió a mencionar, aunque algunos consideran que el "Andrés de Aquino" de su
capítulo 209, es el mismo Marcos [3]. Hay también quienes piensan en Marcos
Cipac, mencionado en los Anales de Juan Bautista, y que sin embargo, por los
mismos Anales aparecería desmentida la afirmación, pues Juan Bautista asienta que
la imagen se apareció y no que fue pintada.
Esta afirmación sobre el indio Marcos fue refutada por uno de los propios
franciscanos, fray Bernardino de Sahagún, quien escribiendo sobre la Tonantzin del
Tepeyac, en el Apéndice sobre Supersticiones de su Historia General de las Cosas
de Nueva España, afirma que "no se sabe de cierto", el origen de esa Tonantzin y
esa devoción. Si la imagen fuera pintura del indio Marcos, Sahagún lo sabría al
igual que Bustamante, pero no solamente no lo dice, sino que ni siquiera menciona
en su Historia, al susodicho Marcos.
Bustamante es casi con toda seguridad el primer impugnador del evento del
Tepeyac, y el único del siglo XVI del que tenemos noticia.
Muchos creen ver en Sahagún a otro impugnador. Pero Sahagún nunca negó las
apariciones en el Tepeyac. Declaró ignorar el origen de tal devoción, con su "no se
sabe de cierto", y en general se muestra suspicaz respecto de la misma, pensando
que los indios confunden a la Virgen de Guadalupe con la antigua diosa Coatlicue-
Tonantzin. Pero no es hostil a la devoción cristiana, como se lee más adelante,
donde declara que no es su intención que les impidan a los indios ir al Tepeyac a la
ofrenda. Sólo pide que alguien les explique que su antigua devoción a Coatlicue-
Tonantzin es diferente a la de la Virgen María [4].
De él hay mucho que decir, pues es uno de los personajes destacados en la historia
de México, nació en Monterrey en 1763 y murió en México en 1827. Se ordenó
dominico, y por su fama de predicador se le pidió pronunciar un Sermón sobre la
Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre de 1794, en la Colegiata, estando
presentes el Virrey y el Arzobispo.
Su sermón resultó una sucesión de fantásticas teorías sobre el suceso guadalupano,
y causó gran disgusto en sus oyentes. Mier fue juzgado por la Inquisición y enviado
a España para ser recluido en las Caldas y en Burgos. De ahí escapó a París, donde
pidió y obtuvo su secularización. En 1797, enterado de la Memoria de Muñoz, le
envió varias voluminosas Cartas sobre el suceso guadalupano, en las que incurre en
errores históricos, de traducción del náhuatl y se contradice repetidamente.
Volvió a España, donde fue detenido nuevamente, y entonces huyó a Londres,
donde conoció a Francisco Javier Mina, a quien propuso luchar contra el
absolutismo de Fernando VII en el escenario de la Guerra de Independencia de
México, iniciada en 1810 por el cura Hidalgo. Desembarcó con el ejército de Mina
en Soto la Marina, pero fue nuevamente apresado y remitido sucesivamente a la
cárcel de Perote y a la Inquisición, que lo procesó y lo volvió a enviar a España.
Pero en La Habana consiguió fugarse y dirigirse a Filadelfia, EEUU, regresando a
México hasta 1822, ya consumada la Independencia de México.
Fue opositor del imperio de Iturbide, por lo que a la caída de éste fue miembro del
Congreso Constituyente, participando en la firma de la Constitución de 1824,
muriendo tres años después.
-Sus escritos: Aparte del sermón y de las cartas a Muñoz, redactó una Historia de
la revolución de Nueva España y unas Memorias, que son su autobiografía, y una
Carta de un americano al español, donde escribe sobre la emancipación del
publicista Blanco White.
En cambio, sus Cartas a don Juan Bautista Muñoz, que fueron seis, son
impugnaciones y divagaciones sobre el milagro. En la primera afirma por ejemplo
que ni él mismo creyó el aserto de la capa de Santo Tomás. Afirma en la segunda
que la tradición guadalupana no existió entre 1531 y 1648, aunque reconoce el
Nican Mopohua como de Antonio Valeriano, llamándolo "comedia, novela, o auto
sacramental". Pero después afirma que dicha tradición corría entre "el vulgo
credulísimo" de los indios, así que ya no sería Valeriano el "inventor".
Comete un claro error histórico en su 2a. Carta, donde afirma que Valeriano
escribió su relato 80 años después de la fecha asignada a las apariciones. Según
esto, Valeriano escribió en 1611... habiendo fallecido seis años antes, en 1605. [9]
Tenemos razones suyas en una carta enviada a los editores del periódico El
Universal, fechada el 23 de agosto de 1896, antes de ser removido de su cargo. En
ella se refiere a la Carta de García Icazbalceta, descalificando una respuesta que
dio a la misma el periodista Trinidad Sánchez Santos. Cita asimismo la carta de
Icazbalceta al obispo de Yucatán Crescencio Carrillo y Ancona, publicada por
éste último en 1896. Dice que esa carta "corrobora las razones del Sr. Icazbalceta",
cuando en realidad la carta demuestra que Icazbalceta en 1888 ya no consideraba
válidas sus objecciones históricas.
Por último, dedica un buen espacio de su carta a quejarse del clero mexicano,
acusándolo de ensañarse contra él.
El Ecos de la Quinta del Olvido, firmado en 1906, lo tomé de una página web de
"fraternidad espiritual". Es un texto pequeño, donde el autor despliega una serie de
invectivas, insultos y reproches a la Iglesia Católica en general, llamando "charco
hediondo" al Papado. Declara firmemente no creer ni haber creído nunca en la
aparición del Tepeyac, y extiende una serie de "respuestas" al arzobispo de Puebla
Mons. Ramón Ibarra y González, quien -vale la pena decirlo-, ha sido uno de los
personajes más insignes y respetables del estado de Puebla y de la Iglesia
mexicana, al grado de que está abierta su causa de beatificación. En estas
"respuestas" se incluyen objecciones antiguadalupanas como:
-No hay una sola palabra en la Historia de México que se refiera a la aparición de la Madre de Cristo en el Tepeyac.
-Tal vez Marcos Cipac, autor de la imperfectísima pintura del Tepeyac, la puso fuera de la ermita que allí había y fue recogida por los
empleados de dicha ermita o Capilla para que hiciera milagros.
-Ningún historiador del siglo XVI ha dicho nada de esa aparición; luego no sucedió.
-Cita el texto de Zumárraga en Regla Cristiana y habla de las suspicacias de Sahagún sobre el culto del Tepeyac.
-Los sacerdotes Don Miguel Sánchez y Don Luis Lazo de la Vega convirtieron en historia lo que en su origen fue una ficción.
-¿No sabe el Ilmo. Sor. Ibarra que la pintura, mona o muñeca del Tepeyac, pintada por el indio Marcos Cipac o de Aquino es lo más
imperfecto y mal hecho que puede haber en género y especie de pinturas?
Muy insultante hacia la propia Virgen de Guadalupe, a quien llama "la mona del
Tepeyac", y hacia el Ilmo. Ibarra y González, a quien gratuitamente llama "un zote
o el hombre más perverso y pernicioso que puede haber en México".
Voy a ser franco: Ese textito de "Ecos de la Quinta del Olvido" está tan lleno de
palabras malsonantes, de injurias y de calumnias, que me permito poner en duda
que sea realmente de Mons. Eduardo Sánchez Camacho, quien en su Carta de 1896
se muestra escéptico, pero no descortés ni ofensivo. No me consta de que el
"Ecos..." sea suyo, quienes lo digitalizaron sólo pusieron su nombre; pero si no lo
fuera, sería muy grave atribuirle tantas ofensas y groserías como las que tiene el
texto. Por lo tanto, para mí por el momento es anónimo.
Con respecto a las objeciones del texto; la primera es casi graciosa. A lo largo de la
historia de México han habido y siguen saliendo estudios sobre las Apariciones
Guadalupanas.
De la segunda, no consta que "Marcos Cipac" haya pintado la imagen; el autor la
llama "imperfectísima" gratuitamente, pues estudios modernos, como el de Homero
Illescas de la proporción dorada, o de Callagan y Smith de su composición, la
califican de sorprendente por su perfección artística y por su logro en la tela del
ayate. Y si realmente los "empleados" de la ermita la hubieran colocado, no
tendrían razón de ser las suspicacias de Sahagún.
De la tercera objeción, tanto Suárez de Peralta como Ixtlilxóchitl, historiadores,
hablaron de la Aparición. Valeriano, sin ser historiador, la relató en el Nican
Mopohua. La tradición de la misma corría entre los indios, y así la sabían los
testigos de 1666, según reconoce el propio Icazbalceta.
De la quinta, Sánchez y Lasso de la Vega escribieron la historia tomando como
base la relación de Valeriano, pero ésta no es ficción, sino historia, como se
determina por las Informaciones de 1666, que investigan hechos históricos, no
ficciones de indios. Y de la última, agradecemos al autor su opinión, donde
sencillamente nos dice que la Guadalupana es "lo más imperfecto y mal hecho" que
puede haber en pintura. No está muy instruido en arte el autor de esta simpleza.
Insisto: No me parece que sea Sánchez Camacho el autor del panfleto, a menos que
estuviera afectado en su juicio por desesperación o impotencia -lo cual reduciría la
calidad de su argumentación-. En su Carta de 1896 habla con respeto y decoro del
obispo Carrillo y Antona. En el "Ecos...", el autor (sea quien sea) se expresa muy
mal de todos los obispos mexicanos, y a Mons. Ibarra y González -de más lustre
aun que Carrillo y Ancona- se le infieren serios insultos, que no corresponden con
la urbanidad de su anterior Carta.
El estilo no es el mismo. En su Carta de 1896 omite los títulos dados a los obispos,
tales como "Ilmo.", "Rvdo.", etc. En el "Ecos..." exagera los títulos, con un afán
evidentemente sarcástico, léase por ejemplo la siguiente expresión:
Juzgo que su Excelencia Ilustrísima y Reverendísima y Dignísima debe pagar mis buenos servicios con algunos miles de pesos de los
que reciba. Los Ilmos. Digmos. y Reverendísimos Sres. Arzobispos y Obispos de México, van a tener, por lo que yo he dicho, un
grande incremento de piedad en sus fieles, y esa piedad se traduce en plata y oro. Nada cuesta a Sus Señorías Ilustrísimas y
Reverendísimas, mandarme siquiera el diezmo de ese aumento de piedad argen¬tina y dorada. E1 Ilmo. y Rmo. Sor. Arzobispo de
Guadalajara, ignorante y pretencioso como es...
En diciembre del mismo año, Andrade costeó una edición de las Informaciones de
1556 con notas antiaparicionistas suyas, de Del Paso y Troncoso y de José María
Agreda y Sánchez. La publicación dice "Madrid, Imprenta La Guirnalda", pero en
realidad fue impresa en México, en la Imprenta de Albino Feria. En 1890 publicó
unas notas antiaparicionistas que después insertó en una edición de las
Informaciones de 1556 realizada en 1891.
Sus objeciones: Se dedica a impugnar que S.S. Benedicto XIV haya dicho Non fecit
taliter omni nationi, en referencia a la Guadalupana, manifiesta su aversión hacia
Mons. Antonio Plancarte y Labastida, acusándolo de intrigar en el asunto de la
"corona borrada" en 1895. Contra Juan B. Muñoz afirma que la ermita del Tepeyac
la construyó Montúfar y no Zumárraga. Descalifica a las Informaciones de 1666,
sugiriendo que "se prohiban". En sus "aditamentos" a las Informaciones de 1556
que publicó en 1888 y 1891, no hace sino repetir muchos de los argumentos de
García Icazbalceta, al mismo tiempo que cree que efectivamente el indio Marcos
pintó la imagen original.
Comentarios específicos
-En su p. 16, pone énfasis en que las Informaciones de 1556 no llaman aparecida a
la imagen, y que ni una sola voz se levantó contra la afirmación de Bustamante de
que el indio Marcos pintó la imagen.
-Despotrica contra las explicaciones que han dado los apologistas a las palabras de
Sahagún, diciendo que Sahagún no necesitaba respetar a Bustamante, sino que
debía decir que la imagen era aparecida. [14]
-En su p. 25 afirma taxativamente que "todos los franciscanos del siglo XVI no sólo
dudaron del milagro guadalupano, como quiere Bravo Ugarte, sino que lo negaron
franca y abiertamente", y esto, cuando franciscanos como Mendieta, Motolinía y
Gante ni siquiera mencionan a la Guadalupana, luego no negaron el milagro
"franca y abiertamente".
-En su p. 28 habla del documento llamado Mapa de Boturini, diciendo "No cabe
duda que es un interesante dato... iconográfico", como queriendo decir, con los
puntos suspensivos, que un dato iconográfico no resulta útil en la historiografía
guadalupana.
-En su p. 31 hace mofa de la indagación del p. Mariano Cuevas, sobre los Anales
de México y sus contornos, donde sitúa la aparición en 1531 debido a que registran
la aparición del cometa Halley (estrella humeante), que pasó en 1531. Compara
esto con Kepler hablando de la estrella de Belén en referencia a la conjunción de
Júpiter y Saturno.
-En la 32, refiriéndose al testamento de don Esteban Tomelín (el nombre correcto
es Sebastián), y al de Francisco Verdugo Quetzalmamalitzin, dice entre paréntesis
"No sé que puedan probar estos testamentos". No prueban las apariciones, cierto,
pero sí prueban la existencia e importancia del culto guadalupano en 1573 y 1575,
contra la aseveración de Icazbalceta de que el culto de 1556 fue cediendo "hasta
desaparecer".
-En sus págs. 74 a 79 se dedica a defender la idea de que la historia original de las
apariciones la escribió Lasso de la Vega en 1648, y no Antonio Valeriano a
mediados del siglo XVI. Tenía que defender su tesis de que "de Miguel Sánchez
parten, quiérase o no, todos los demás relatos de las apariciones" [15]. Defendiendo
la autoría de Lasso de la Vega, llega hasta acusar de "increíble ceguera" a Primo
Feliciano Velázquez y Mariano Cuevas. Pero que Valeriano escribió el Nican
Mopohua, lo confirman numerosos expertos, como Alfonso Junco en Un radical
problema guadalupano, Lauro López Beltrán en La Protohistoria Guadalupana,
el antiaparicionista Edmundo O´Gorman, y finalmente cito al autor -moderno y
experto en náhuatl- dr. Miguel León-Portilla, en Tonantzin Guadalupe, obra de
1999.
-Ya al final de su obra, en la p. 186, dice: "De esa necesidad interna, esencial, de
un pueblo que comienza a ser; de la fe y el esfuerzo de los criollos del siglo XVII;
de la intuición poética; de la exaltación oratoria; de la imaginación creadora que
anhela su propio símbolo, nace Nuestra Señora de Guadalupe...". Y a menos que
esa "imaginación creadora" sea la de Dios mismo, se está negando casi
directamente que la Guadalupana sea milagrosa.
Edmundo O´Gorman
Destierro de sombras, luz en el origen de la
imagen y el culto de Nuestra Señora de
Guadalupe
En 1986 redactó una nueva obra titulada Destierro de Sombras, luz en el origen de
la imagen y el culto de Nuestra Señora de Guadalupe. Esta obra es declaradamente
antiaparicionista. En ella O´Gorman eligió refutar principalmente la tesis que
expuso el p. ángel María Garibay Kintana en La maternidad espiritual de María
en el mensaje guadalupano, discurso pronunciado el 10 de octubre de 1960 en el
Congreso Mariológico, mismo que fue publicado por Editorial Jus en 1961.
En su tercer capítulo, por ejemplo, habla extensamente del Nican Mopohua. Afirma
contra otros impugnadores como De la Maza y Stafford Poole, que el relato
original de las apariciones es de Antonio Valeriano, y que la tradición de las
apariciones no parte de Miguel Sánchez en 1648:
"Los historiadores aparicionistas tienen razón en oponerse a la idea de que la tradición de las apariciones surge a partir de la
publicación del libro de Miguel Sánchez. Es la tesis del padre Mier. Pero no es válida la inferencia de que, por ser anterior la tradición
a ese libro, se prueba la verdad histórica de su contenido. Lo evidente es que la tradición se originó en el Nican Mopohua y que no
tiene más credibilidad histórica que la que pueda concederse a ese relato, es decir, ninguna" (Destierro..., p. 61)
Afirma que Valeriano inventó el relato, y que la imagen tiene su origen en los años
de 1555-56 como afirman algunos anales de los que se citan como testimonios
históricos. No explica por qué Valeriano puso el suceso en 1531, y además lo refuta
el dr. Miguel León-Portilla, quien opina que Valeriano condensó una tradición ya
existida de las apariciones, y que Juan Diego existía, ligado a las mismas [16]. Don
Juan Bautista Muñoz también contradice a O´Gorman, pues afirma que la devoción
comenzó "a pocos años de la Conquista", y que cuando el arzobispo Montúfar
llegó, en 1554, ya encontró muy difundida la devoción guadalupana en la ermitilla
del Tepeyac.
Otro punto manejado por O´Gorman es cuando trata el sermón que pronunció el
arzobispo Montúfar el 6 de Septiembre de 1556, donde inició diciendo Beati oculi
qui vident quae vos videtis "Dichosos los ojos que ven lo que vosotros véis", y que
desde sus oyentes hasta nuestros días, se entiende como referencia al prodigio de la
Virgen de Guadalupe. Pero O´Gorman, sencillamente, se limita a decir que "invocó
aquellas palabras del evangelista para felicitarse y felicitar a sus oyentes por estar
viendo la espectacular devoción que había inspirado en los vecinos españoles de la
ciudad de México la imagen del Tepeyac" (p. 222) No parece así si consideramos
que en la información consta, junto con estas palabras de Montúfar, que comparó a
la Guadalupana con imágenes milagrosas (sobrenaturales), como la Virgen de la
Peña de Francia, de Loreto y de Montserrat. [17]
Su obra incluye un valioso Apéndice (el 7º), que consiste en las Efemérides de
1846 a 1897, relativas a la publicación de obras guadalupanas, de las Informaciones
de 1556 y de las ediciones de la Carta de García Icazbalceta.
Stafford Poole
Our Lady of Guadalupe. The Origins and
Sources of a Mexican National Symbol
Da razón del por qué del "silencio" documental del siglo XVI, explicando que los
españoles de la época no pudieron darle la importancia que hoy le damos los
guadalupanos. Defiende también la importancia de las Informaciones de 1666,
demostrando que valen más de lo que Poole les concede.
Es un apéndice bastante grueso, en el que Guerrero refuta a Poole, pero interesante
para quienes quieran leer las conclusiones del último y las deficiencias en que
incurrió.
Bien dice José Luis Guerrero que Stafford Poole no aporta en realidad objeciones
nuevas.
Guillermo Schulenburg
Prado
Cartas a El Vaticano, y entrevistas
Hace apenas unos años, cuando mi fe católica no estaba muy sólida, me enteré por
los medios de comunicación de unas declaraciones polémicas, en el sentido de que
la Virgen no se había aparecido en el Tepeyac en 1531, que la imagen en la tilma
no tiene nada de milagrosa, y que, finalmente, el indio Juan Diego no existió. Mi
sorpresa fue mayúscula cuando supe que el autor de tales declaraciones era ni más
ni menos que el propio Abad de la Basílica de Guadalupe, Mons. Guillermo
Schulenburg Prado.
Espero hablar más adelante, y con mayor extensión del escándalo desatado por las
declaraciones de Schulenburg. Por el momento sólo haré un resumen de sus
declaraciones, impugnaciones, y trataré de explicarme su actitud.
Desde 1990, con motivo de la beatificación del vidente Juan Diego, Schulenburg
empezó a hacer declaraciones en el sentido de que no era segura la existencia
histórica de Juan Diego. El hecho de que S.S. Juan Pablo II beatificara a Juan
Diego en 1990, no lo hizo darse por vencido, sino que declaró en prensa (a la
revista Ixtus), que la beatificación era "de un símbolo, no de una persona". Sus
declaraciones (hechas en 1995) causaron incomodidad no sólo entre el clero
mexicano, sino en el mismo pueblo. Schulenburg añadió después la declaración de
que la imagen era obra completamente humana, sin ningún rasgo sobrenatural,
arguyendo unos "estudios" que realizaran restauradores de arte como José Sol
Rosales y Antonio Flores Gómez. [19]
Pese a sus declaraciones, continuó como Abad hasta 1997, cuando por cuestiones
canónicas fue removido y sustituido por Diego Monroy Ponce. Recibió duras
críticas por haber vivido 30 años de las limosnas de la Basílica siendo que no creía
en la aparición, y todavía insistió en sus declaraciones en el 2002, dado que desde
tiempo antes la Congregación para la Causa de los Santos trabajaba en el proceso
de canonización del beato Juan Diego. Varios prelados, con Schulenburg a la
cabeza, mantuvieron correspondencia con El Vaticano pidiendo que se detuviera el
proceso de canonización. En dichas cartas aseguran que no hay evidencia histórica
de la existencia de Juan Diego. La Congregación pidió explicaciones a los
investigadores y postuladores de la causa, quienes elaboraron un grueso compendio
de información enviado a Roma, gracias a lo cual en Julio de 2002 Juan Pablo II
canonizó a Juan Diego en su quinta visita a México.
La actitud de Schulenburg
¿Es Schulenburg un hipócrita, que fingió creer en las apariciones para ser Abad,
pero luego salió con su "Domingo 7" de que no creía? -esta pregunta me la hice
varias veces, igual que varias personas cercanas a mí. Las críticas sobre él son
numerosas. Efectivamente, inició su cargo de Abad de la Basílica en 1963. Si no
creía en la aparición guadalupana y en la existencia de Juan Diego, fue sumamente
deshonesto al fungir como Abad durante tantos años, para salir finalmente con que
"siempre no". Por mi parte me gusta pensar bien del prójimo, y en lo posible
procuro no aventurar juicios sobre otras personas sin algún conocimiento preciso de
su actitud.
En el caso de Schulenburg, quiero pensar que, como Icazbalceta, creyó en la
Aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, y que después, por causas que
desconozco, dejó de creer en la misma y se convenció sinceramente de la falsedad
del milagro.
Así puedo explicarme anteriores actitudes suyas, donde se evidencia que creía (o al
menos así lo manifestaba), en las Mariofanías del Tepeyac. Voy a citar algunos
ejemplos.
Una persona honesta no firmaría semejante nota a menos que estuviera de acuerdo
con ella. De ahí deduzco que en 1976 el sr. Schulenburg sí creía en la Aparición.
"Te suplicamos humildemente, Dios Todopoderoso y Eterno, que ilumines nuestras inteligencias en la búsqueda paciente y tenaz de
la verdad para conocer más a fondo los designios amorosos de tu Providencia al concedernos la gracia especialísima de la presencia
excepcional de María entre nosotros a través del conjunto de hechos admirables que forman el misterio del Tepeyac." (4 de
diciembre de 1979)
-Carta del 5 de Octubre de 1998 dirigida a Giovanni Battista Re. En ella se critican
las actividades de Fidel González Fernández, enviado por Roma a organizar una
Comisión Histórica para la causa de Juan Diego. Curiosamente se elogia a Vicente
de Paula Andrade, a quien se califica de "investigador serio y crítico" (!!!). Instan a
"no acelerar" la causa de canonización de Juan Diego. Firman Carlos Warnholtz,
Esteban Martínez, Guillermo Schulenburg, Stafford Poole, Rafael Tena y Xavier
Nóguez [22].
Leoncio Garza-Valdés
Tepeyac, Cinco Siglos de Engaño
Ya hace unos tres años leí en un periódico y posteriormente en Internet, una curiosa
entrevista realizada por el periodista antiguadalupano Rodrigo Vera, al
microbiólogo Leoncio Garza-Valdés, publicada en la revista "Proceso" con fecha
25 de Mayo de 2002. Según esta, Garza-Valdés examinó la imagen guadalupana y
"descubrió" por medio de fotografía ultravioleta, que debajo de la actual imagen de
la Guadalupana hay otras dos imágenes, de lo cual Garza-Valdés deduce dos cosas;
que Juan Diego no existió y que la imagen guadalupana es de factura humana.
Según él, la primera imagen data de 1556, firmada por "M.A.", con lo que
automáticamente supone que fue "Marcos de Aquino", y dice que es idéntica a una
imagen del coro del santuario de Guadalupe de Extremadura. La segunda sería de
1625, firmada por "Juan de Arrue Calzonzi", y la tercera la ubica "probablemente"
en 1632.
Imagen guadalupana de la
Placa de Samuel Stradanus.
Estandarte de Andrés Doria, Aquí se muestra la imagen
Imagen del coro del
que por la concordancia de Pintura y esgrafiado en impresa a partir de la placa. Su
santuario de Guadalupe de
fechas casi seguramente madera. Anónimo, Su fecha fecha máxima de hechura pudo
Extremadura, de 1499,
llevó en su galera capitana se fija entre finales del Siglo
similar a la Guadalupana de ser 1622
en la jornada de Lepanto, XVI y principios del XVII
México
en 1571
El estandarte de Lepanto, la placa de Stradanus y el esgrafiado en madera, se
hicieron tomando como modelo a la imagen original. Si la imagen original fuera
como la del coro de Extremadura, entonces estandarte, placa y grabado serían como
la del coro. Pero no. Son como la imagen que se observa actualmente en el ayate.
Aquí encuentro por lo tanto una seria objeción a la hipótesis de Garza-Valdés, y
con más razón si él no muestra fotografías de su "descubrimiento".
Hay que recordar que Garza-Valdés no realizó su examen sólo; fue acompañado
por el dr. Gilberto Aguirre y el fotógrafo Lester Rosebrook, quienes en el
artículo Test of faith, publicado en San Antonio, Texas el 2 de Junio de 2002,
disienten de las conclusiones de Garza Valdés, dice Aguirre:
"“Dr. Garza-Valdes and I have the same images, but our conclusions are entirely different. I can´t
find anyone who agrees with Dr. Garza-Valdes.” “Secondly, he claims to not only see two other
paintings, but a nude baby Jesus in the arms of the Virgin, as well as the initials M.A. and the date
1556. I have studied these photos, but I do not see these things.”" Traduzco: "El dr. Garza Valdés y
yo tenemos las mismas imágenes, pero nuestras conclusiones son completamente diferentes. Yo no
puedo encontrar ninguna que concuerde con el Dr. Garza-Valdés. En segundo lugar, él no sólo
afirma ver otras dos pinturas, sino un niño Jesús desnudo en brazos de la Virgen, así como las
iniciales M.A. y la fecha de 1556. He estudiado estas fotos, pero no veo estas cosas".
Dice que en ninguna de ellas habla Zumárraga del evento guadalupano, lo cual es
verdad; porque en la primera, su toma de posesión, ¿Qué tenían que hacer allí las
apariciones guadalupanas?, la segunda me resulta extraña, porque no hubo ningún
Concilio en Letrán en tiempos del arzobispado de Zumárraga (el V Lateranense
terminó en 1517), y hasta 1545 se inauguró el de Trento, así que ignoro de qué
"Concilio Universal" hable la carta, que de todos modos no exigiría la mención de
las apariciones. La tercera trata de detalles sobre clérigos, iglesias, matrimonios,
aspectos prácticos -y no especiales- de la Nueva España. En la cuarta pondera,
aboga y habla sobre el clérigo presbítero Alonso García, lo cual no pide mención
del suceso guadalupano, y la quinta es personal al Lic. Sandoval, donde no trata de
asuntos guadalupanos.
Sin más, dice que la posición de que se hayan extraviado los autos originales "es
incorrecta y difícil de mantener", sin explicar para nada el por qué de su
"incorrección y dificultad de mantenerse". De absurdos y tercos califica a los
aparicionistas, como si hubiera que pensar como él para no ser "terco" ni
"absurdo". Y fácilmente afirma que Fray Juan de Zumárraga tendría que haber
escrito sobre la aparicion en todos sus escritos por el resto de su vida. Y esto para
él, es "indiscutible". Punto, nadie puede replicarle, por ejemplo, que en la tercera
carta de Zumárraga que publica en su libro, el obispo de México se dedica a abogar
por Alonso García ante el emperador... ¿Por qué tendría que mencionar allí la
aparición guadalupana?
Desde el principio, asume la postura de que "Juan Diego no existió", como si esto
estuviera bien comprobado, a diferencia de Olimón, que prefiere mantener la
discusión abierta. Cualquier argumento aparicionista es despachado con la simple y
llana afirmación de que "Juan Diego no existió".
Y finalmente, para darle más grosor al libro, publica las cartas de fray Diego de
Santa María al rey Felipe II, la Carta antiaparicionista de Joaquín García
Icazbalceta, y la Carta del obispo Eduardo Sánchez Camacho a los editores de El
Universal. He aquí una reseña de este impugnador.
Con esto concluyo esta breve revista de impugnadores. Espero hablar más
ampliamente de algunos en otros artículos. Por ahora, me basta para tener a la
mano un resumen de los principales, de sus impugnaciones y de sus errores.
NOTAS
JOAQUíN GARCíA ICAZBALCETA, Carta acerca del origen de la Imagen de
[1]
Nuestra Señora de Guadalupe, núms. 69 y 70:
69.-"He concluido, Ilmo. Sr., con el examen de la historia de la Aparición bajo el aspecto histórico. No he querido hacer una
disertación, sino unos apuntes para facilitar á V.S.I. el camino si gustase, de examinar por sí mismo este grave negocio." Y 70.- "Si he
escrito aquí acerca de ella, ha sido por obedecer el precepto repetido de V.S.I. Le ruego, por lo mismo, con todo el encarecimiento
que puedo, que este escrito, hijo de la obediencia, no se presente a otros ojos ni pase a otras manos: así me lo ha prometido V.S.I."
[7] JOSé LUIS GUERRERO, El Nican Mopohua, un intento de exégesis, Ap. 12:
"Es difícil juzgar a este personaje, pero, como quiera que se le califique, y por más que no se quiera juzgar su conciencia, no se puede
menos de evaluar su credibilidad, y ésta difícilmente podría ser más baja: Se trata de alguien tan infantilmente vanidoso, que hasta cáe
simpático; cuando habla de sí mismo, (y lo hace continuamente), es un megalómano que linda en lo paranoico: de sangre nobilísima,
genio indiscutido, todos en torno a él o lo exaltan o lo envidian y persiguen... y en fín, que para evaluarlo tiene que tomarse en cuenta su
mitomanía, tan exagerada que si de veras fue antiguadalupano, esto no podría redundar más que en desprestigio del
antiguadalupanismo... pero ni siquiera puede decirse que lo fué, pues bandeó y se contradijo al ritmo de su conveniencia. "
[8] Se puedenleer semejantes asertos en "Sermón Guadalupano" de Fray Servando
Teresa de Mier, en Testimonios Históricos Guadalupanos p. 743-744:
"¿Mas de dónde se infiere que está pintada en la capa de Santo Tomás apóstol? Para probar esto necesitamos recurrir a las historias del
Perú... Está dicho que Jesucristo es el mismo Huitzilopochtli o Señor de la espina en el costado y que así su Madre Santísima es Madre
de todas estas gentes... Se llamaba Coyolxauqui, esto es, la que el Coyote o Santo Tomás adorna con flores, de cuyo ejemplo viene a los
indios poner tantas flores a las imágenes, llamábase también Coatlicue, y he aquí ya la prueba de que nuestra Señora está pintada en la
capa del apóstol..."
[9] 2a. Carta a Juan Bautista Muñoz, en Testimonios Históricos Guadalupanos p. 768:
"Todo lo que he dicho concurre contra la tradición de Guadalupe, y yo haré ver que efectivamente no existió en 117 años, hasta que en
1648 comenzó a nacer de los autores impresos: que éstos no tuvieron otro fundamento que un MS. mexicano del indio D. Antonio
Valeriano, natural de Atzcapotzalco, escrito unos 80 años después de la época asignada a la aparición, y lleno de anacronismos,
falsedades, contradicciones, errores mitológicos e idolátricos. En una palabra, que es una comedia, novela o auto sacramental, a estilo de
aquel tiempo..."
El de Andrade es todo un caso psicopatológico que invita a sabroso estudio, y lo aguarda. ¿Cómo explicarse en sacerdote bueno,
caritativo, y por otros conceptos intachable, estas aberraciones contra la probidad? ¿Cómo entender en quien era precisamente canónigo
de la Colegiata de Guadalupe, este linaje de frenesí por combatir -incluso con armas feas y prohibidas- el origen prodigioso que es base
de la gloria y singularidad de aquel santuario?...
Toda la actitud de Andrade y consocios -entre los cuales no estaba Icazbalceta- es de masonería y conspiración, trampa y ardid, frente a
la incorruptible probidad científica de un Vera, de un Carrillo y Ancona, de un Plancarte y Navarrete".
Dixo que este testigo se halló presente al sermón que le es preguntado que hizo el Señor Arzobispo, y las mismas palabras y por el
mismo orden que le es preguntado, se las oyó decir..."
[19] Ensu número 1343, la revista Proceso publicó la entrevista de Rodrigo Vera a
Antonio Flores Gómez, en la que éste declara "haberse dado cuenta" de que la
imagen no era producto de un milagro. En cuanto al "estudio" de Sol Rosales, no he
podido ubicarlo, sólo he visto declaraciones sueltas en diversos sitios de Internet.
[20] JOEL ROMERO SALINAS, en su libro Juan Diego, su peregrinar a los altares,
proporciona una reseña de las impugnaciones contenidas en esa tesis, p. 516-519
[21] En los años en que se escribieron estas cartas, Carlos Warnholtz era arcipreste de
la Basílica, y Esteban Martínez de la Serna era el jefe de la Biblioteca de la Basílica.
[23] Elasunto de la autoría del Nican Mopohua ha sido uno de los más discutidos en
la Historiografía Guadalupana. La mayoría de estudiosos del tema consideran a
Valeriano como único autor. El p. ángel Ma. Garibay Kintana propuso que Valeriano,
ayudado por otros indios y asesorado por fray Bernardino de Sahagún, compuso la
pieza. Para otros, el autor fue Lasso de la Vega, en contubernio con el p. Miguel
Sánchez. Actualmente (estoy hablando de por lo menos el año 2002), la discusión ha
sido cerrada por Miguel León-Portilla, quien asienta que el autor fue Valeriano y
nadie más, y que el Nican Motecpana es una versión con añadidos de Fernando de
Alva Ixtlilxóchitl, y el Huey Tlamahuizoltica es una copia del Nican Mopohua hecha
por Lasso de la Vega. Por el momento nadie ha intentado refutar a León-Portilla.
Bibliografía:
ANDRADE, Vicente de Paula, Estudio histórico sobre la Leyenda Guadalupana, en Testimonios Históricos
Guadalupanos
CENTRO DE ESTUDIOS GUADALUPANOS A.C., III Encuentro Nacional Guadalupano, Edit. JUS, 1a. Ed. 1979
CENTRO DE ESTUDIOS GUADALUPANOS A.C., IV Encuentro Nacional Guadalupano, Edit. JUS, 1a. Ed. 1980
DE LA MAZA Francisco, El guadalupanismo mexicano, Fondo de Cultura Económica, 1a. Ed. en Lecturas
Mexicanas, 1984
DÍAZ DEL CASTILLO Bernal, Historia Verdadera de la Conquista de Nueva España, Edición del Círculo de
Lectores (Barcelona), 1971
GARCÍA ICAZBALCETA Joaquín, Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, en
Testimonios Históricos Guadalupanos
GARZA-VALDéS Leoncio, Tepeyac, Cinco Siglos de Engaño, Edit. Plaza&Janés, 1a. Ed. 2002
GUERRERO ROSADO José Luis, El Nican Mopohua, un Intento de Exégesis, Edición digital de la Basílica de
Guadalupe, en www.virgendeguadalupe.org.mx
INSIGNE Y NACIONAL BASíLICA DE SANTA MARíA DE GUADALUPE, Congreso Mariológico, Edit. Melo, 1983
JUNCO Alfonso, El Milagro de las Rosas, Edit. JUS, 2a. Ed. 1958
LEÓN-PORTILLA Miguel, Tonantzin Guadalupe, pensamiento náhuatl y mensaje cristiano en el Nican Mopohua,
Fondo de Cultura Económica, 2002
LÓPEZ BELTRÁN Lauro, Álbum de la Coronación Guadalupana en Jerusalén, Edit. Tradición, 1a. Ed. 1978
MIER NORIEGA Y GUERRA, Servando Teresa de, Sermón Guadalupano y Cartas a D. Juan Bautista Muñoz, en
Testimonios Históricos Guadalupanos
MUÑOZ Juan Bautista, Memoria sobre las apariciones y el culto de Nuestra Señora de Guadalupe, en
Testimonios Históricos Guadalupanos
O´GORMAN Edmundo, Destierro de sombras, luz en el origen de la imagen y culto de Nuestra Señora de
Guadalupe del Tepeyac, Edición del Instituto de Investigaciones Históricas de la U.N.A.M., 2a. reimpresión de la
1a. edición de 1986, 2001
OLIMÓN NOLASCO Manuel, La Búsqueda de Juan Diego, Edit. Plaza&Janés, 1a. Ed. 2002
ROMERO SALINAS Joel, Juan Diego, su peregrinar a los altares, Ediciones Paulinas, 1a. Ed. 1992
SAHAGÚN, Fr. Bernardino de, Historia General de las Cosas de Nueva España. Edit. Porrúa. Colección “Sepan
cuantos”, 1999.
SÁNCHEZ CAMACHO Eduardo, Carta a los editores de El Universal, en Testimonios Históricos Guadalupanos
SÁNCHEZ CAMACHO Eduardo, Ecos de la Quinta del Olvido, edición digital del "Primer Ciber-Taller Masónico
Universal"
TORRE VILLAR, Ernesto de la, y NAVARRO DE ANDA Ramiro, Testimonios Históricos Guadalupanos, Fondo de
Cultura Económica, 1a. Ed. 2a. Reimpresión, 2004