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Nombre Completo: Bartolomé de las Casas.

Nacimiento: 24 de agosto de 1484, Sevilla.

Fallecimiento: 17 de julio de 1566, Madrid (81 años).

Bartolomé de las Casas fue un fraile dominico español,


cronista, teólogo, obispo de Chiapas, filósofo, jurista y
apologista de los indígenas. Le fue otorgado el título de
"Protector de los indios" por el cardenal Cisneros.

Su padre, Pedro de las Casas, era un comerciante proveniente de una familia francesa de apellido Casaus
que emigró a Sevilla.

Sus extensos escritos, el más famoso es Brevísima relación de la destrucción de las Indias y de Historia de
las Indias, la crónica de las primeras décadas de la colonización de las Indias Occidentales y se centran
sobre todo en las atrocidades cometidas por los colonizadores contra los pueblos indígenas.

Al llegar como uno de los primeros colonos europeos en las Américas, participó en, y finalmente fue
obligado a oponerse a las atrocidades cometidas contra los nativos americanos por los colonizadores
españoles. En 1515, reformó sus puntos de vista, renunció a sus esclavos y los indios de encomienda, y
abogó, ante el rey Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano, en nombre de los derechos de los
indígenas.

Bartolomé de las Casas pasó 50 años de su vida combatiendo activamente la esclavitud y el abuso colonial
violento de los pueblos indígenas, especialmente al tratar de convencer a la corte española a adoptar una
política más humana. Y aunque él no pudo salvar a los pueblos indígenas de las Indias occidentales, sus
esfuerzos resultaron en una serie de mejoras en la situación jurídica de los indígenas, y en un mayor
enfoque sobre la ética del colonialismo. Las Casas se ve a menudo como uno de los primeros defensores
de los derechos humanos universales.
Álvar Núñez Cabeza de Vaca

(Jerez de la Frontera, España, 1507 - Sevilla, 1559) Explorador y gobernador de las Indias español. Nació
en el seno de una familia ennoblecida en pago de los servicios prestados a la Corona española durante la
Reconquista. En 1526 partió en la expedición de Pánfilo de Narváez a Florida, pero resultó ser uno de los
pocos supervivientes del trágico naufragio de las embarcaciones.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca

Durante los ocho años siguientes se dedicó a recorrer la parte meridional de Estados Unidos y México. En
1537 regresó a España, donde obtuvo el cargo de gobernador del Río de la Plata, en la actual Argentina,
hacia donde se dirigió en 1541. Desembarcó en Brasil y un año más tarde llegó a Asunción, desde donde
intentó repoblar Buenos Aires y envió dos infructuosas expediciones al Chaco.

Sin embargo, su sistema de gobierno, excesivamente personalista y favorable a los indios, provocó en
1543 un alzamiento, a raíz del cual fue hecho prisionero y enviado a España, donde fue juzgado y
desterrado a Orán durante ocho años hasta que Felipe II le indultó en 1553. Fue nombrado miembro del
Tribunal Supremo en Sevilla. Escribió Naufragios y unos Comentarios.
Bernal Díaz Del Castillo

(Medina del Campo, Valladolid, h. 1492 - Guatemala, h. 1585)


Conquistador y cronista español. Desde joven se decidió por
la carrera de las armas y, debido a su afán de aventuras, hacia
1514 se embarcó a América viajando sucesivamente con las
expediciones de Pedro Arias de Ávila (a Darién, o sea
Centroamérica), Francisco Hernández de Córdoba (a Yucatán)
y Juan de Grijalva (a Tabasco). Casado con Angelina Díaz, tuvo
un hijo llamado Diego.

Bernal Díaz Del Castill

Por tres años estuvo al servicio de Diego Velázquez de Cuéllar en Cuba hasta que se le incluyó en la
expedición de Hernán Cortés. Desde el 18 de febrero de 1519 fue soldado de las huestes de Pedro de
Alvarado, por lo que participó en la conquista del imperio mexica. Fue testigo presencial de la prisión y
muerte de los tlahtoanis Moctezuma II y Cuitláhuac, vivió la llamada «Noche Triste» y peleó por la toma
de México-Tenochtitlán.

Al concluir ésta, se unió a la expedición de Gonzalo de Sandoval hacia Coatzacoalcos y llegó a ser regidor
de la villa del Espíritu Santo. Después participó en la conquista de Chiapas y, en 1524, partió con Hernán
Cortés a la conquista de las Hibueras (Honduras), que resultó un fracaso, por lo que regresó por tierra a la
ciudad de México.

Tras una prolongada estancia en esa ciudad, viajó en 1539 a España para reclamar sus derechos por haber
participado en la conquista de México, pero sólo obtuvo un corregimiento en el Soconusco. Inconforme,
continuó buscando una recompensa por parte de la corona española, por lo que hizo varios viajes entre
España y América, hasta que decidió establecerse con su familia definitivamente en la ciudad de Santiago
de los Caballeros de Guatemala.

Ahí llegó a sus manos el libro Historia General de las Indias escrito por el capellán de Cortés, Francisco
López de Gómara. Éste, sin haber estado en México, hizo una descripción de la Conquista en la que
enaltecía la figura de don Hernán, a quien le atribuyó todo el mérito de la Conquista. Molesto por esta
interpretación, Díaz del Castillo escribió su propia versión en la crónica titulada Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España, en la que, con sencillez, hizo un extenso relato épico de aquella campaña,
acaso la más importante del proceso de conquista que siguió al descubrimiento de América. En su obra,
Díaz del Castillo resaltó el papel de los soldados españoles y reconoció con respeto la defensa heroica de
los indígenas. Falleció en Guatemala en 1585, y su crónica no fue publicada hasta 1632.
Francisco Javier Clavijero

(1731/09/09 - 1787/04/02)

Francisco Javier Clavijero

Historiador mexicano

Considerado el primer historiador mexicano.

Obras: Historia Antigua de México...

Género: Historia

Padres: Blas Clavijero y María de Echegaray

Nombre: Francisco Xavier Clavijero de Echegaray

Francisco Javier Clavijero nació el 9 de septiembre de 1731 en


Veracruz.

Fue el tercero de los once hijos de Blas Clavijero, originario de España, y María de Echegaray, de
ascendencia criolla.

Cursó estudios de gramática, teología y filosofía en distintos colegios jesuitas de Puebla hasta que en
febrero de 1748, ingresa en el convento de Tepotzotlán también de la Compañía de Jesús.

En la ciudad de México finalizó su formación y fue ordenado sacerdote en 1754.

Francisco Javier Clavijero fue profesor de filosofía en Valladolid (hoy Morelia) y Guadalajara.

Tras la expulsión de los jesuitas decretada por el rey Carlos III, en 1767 salió de Nueva España hacia Italia,
estableciéndose en Bolonia.

Uno de los precursores del indigenismo en México; fue el primero en precisar la cronología de los pueblos
indígenas de México.

Autor de las obras Historia antigua de México (1780-1781) e Historia de California (1789), escritas en
castellano aunque editadas en italiano con los respectivos títulos de Storia antica del Messico y Storia
della California, ambas indispensables estudios de las culturas amerindias del área novohispana. Escribió
también Historia de la antigua o Baja California, obra póstuma que también fue editada en italiano en
1789 por su hermano Ignacio Clavijero, también jesuita.

Francisco Javier Clavijero falleció el 2 de abril de 1787 en Bolonia.

Sus restos fueron repatriados a la ciudad de México en 1970.


Francisco de Quevedo

(Madrid, 1580 - Villanueva de los Infantes, España, 1645) Escritor español. Los padres de Francisco de
Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte, por lo que desde su infancia estuvo en contacto con el
ambiente político y cortesano. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las
Universidades de Alcalá de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y
se hizo famosa su rivalidad con Góngora.

Francisco de Quevedo

Siguiendo a la corte, en 1606 se instaló en Madrid, donde continuó los estudios de teología e inició su
relación con el duque de Osuna, a quien Francisco de Quevedo dedicó sus traducciones de Anacreonte,
autor hasta entonces nunca vertido al español. En 1613 Quevedo acompañó al duque a Sicilia como
secretario de Estado, y participó como agente secreto en peligrosas intrigas diplomáticas entre las
repúblicas italianas.

De regreso en España, en 1616 recibió el hábito de caballero de la Orden de Santiago. Acusado, parece
que falsamente, de haber participado en la conjuración de Venecia, sufrió una circunstancial caída en
desgracia, a la par, y como consecuencia, de la caída del duque de Osuna (1620); detenido, fue
condenado a la pena de destierro en su posesión de Torre de Juan Abad (Ciudad Real).

Sin embargo, pronto recobró la confianza real con la ascensión al poder del conde-duque de Olivares,
quien se convirtió en su protector y le distinguió con el título honorífico de secretario real. Pese a ello,
Quevedo volvió a poner en peligro su estatus político al mantener su oposición a la elección de Santa
Teresa como patrona de España en favor de Santiago Apóstol, a pesar de las recomendaciones del conde-
duque de Olivares de que no se manifestara, lo cual le valió, en 1628, un nuevo destierro, esta vez en el
convento de San Marcos de León.

Pero no tardó en volver a la corte y continuar con su actividad política, con vistas a la cual se casó, en
1634, con Esperanza de Mendoza, una viuda que era del agrado de la esposa de Olivares y de quien se
separó poco tiempo después. Problemas de corrupción en el entorno del conde-duque provocaron que
éste empezara a desconfiar de Quevedo, y en 1639, bajo oscuras acusaciones, fue encarcelado en el
convento de San Marcos, donde permaneció, en una minúscula celda, hasta 1643. Cuando salió en
libertad, ya con la salud muy quebrantada, se retiró definitivamente a Torre de Juan Abad.

La obra de Francisco de Quevedo

Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía desde muy
joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que expuso su
pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la melancolía frente al
tiempo y la muerte, puntos centrales de su reflexión poética y bajo la sombra de los cuales pensó el amor.

A la profundidad de las reflexiones y la complejidad conceptual de sus imágenes, se une una expresión
directa, a menudo coloquial, que imprime una gran modernidad a la obra. Adoptó una convencida y
agresiva postura de rechazo del gongorismo, que le llevó a publicar agrios escritos en que satirizaba a su
rival, como la Aguja de navegar cultos con la receta para hacer Soledades en un día (1631). Su obra
poética, publicada póstumamente en dos volúmenes, tuvo un gran éxito ya en vida del autor,
especialmente sus letrillas y romances, divulgados entre el pueblo por los juglares y que supuso su
inclusión, como poeta anónimo, en la Segunda parte del Romancero general (1605).

En prosa, la producción de Francisco de Quevedo es también variada y extensa, y le reportó importantes


éxitos. Escribió desde tratados políticos hasta obras ascéticas y de carácter filosófico y moral; una de sus
mejores obras es La cuna y la sepultura (1634), un tratado moral de fuerte influencia estoica, a imitación
de Séneca.

Sobresalió con la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos, obra ingeniosa y de
un humor corrosivo, impecable en el aspecto estilístico, escrita durante su juventud y desde entonces
publicada clandestinamente hasta su edición definitiva. Más que su originalidad como pensador, destaca
su total dominio y virtuosismo en el uso de la lengua castellana, en todos sus registros, campo en el que
sería difícil encontrarle un competidor.
Garcilaso de la Vega el Inca (1539/04/12 - 1616/04/23)
Historiador y escritor peruano Considerado el primer escritor
mestizo de Perú.
Obras: Diálogos de Amor; La Florida del Inca; Comentarios Reales de
los Incas; Historia General del Perú
Género: Poesía
Padres: Isabel Chimpu Ocllo y Sebastián Garcilaso de la Vega
Cónyuge: Beatriz de Vega
Hijos: Diego de Vargas
Nombre: Gómez Suárez de Figueroa
Apodo: Inca Garcilaso de la Vega
"Cuando me paro a contemplar mi estado y a ver los pasos por
dónde me ha traído, hallo, según por do anduve perdido, que a
mayor mal pudiera haber llegado"
Garcilaso de la Vega el Inca
Garcilaso de la Vega nació el 12 de abril de 1539 en el Cuzco (Perú)
en el seno de una familia noble.
Hijo y de la ñusta o princesa inca Isabel Chimpu Ocllo, y del conquistador español capitán Sebastián
Garcilaso de la Vega.
Fue bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, nombre que tiempo después cambiaría.
Tuvo una buena educación en primeras letras y estudió con los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro,
mestizos e ilegítimos como él.
Estuvo presente en las primeras acciones de la conquista del Perú y las guerras civiles entre los
conquistadores; resumió esa visión del fin de una era y el comienzo de otra muy distinta, en una frase
famosa: "Trocósenos el reinar en vasallaje".
Viajó a España en el año 1560, donde reclamó el derecho a su nombre —entre sus antepasados ilustres se
encontraban el poeta Garcilaso de la Vega, Jorge Manrique y el marqués de Santillana—, lo que consiguió
y al que agrega orgullosamente el apelativo Inca, por el que se le conoce.

En 1561, se estableció en Montilla, donde cuenta con la protección de sus parientes paternos, y algún
tiempo después en Córdoba (1589), donde se vinculó a los círculos de humanistas españoles y se dedicó al
estudio y la investigación que le permitirían escribir sus crónicas.
Su vinculación con el mundo de la literatura, comenzó con la notable traducción (1590) de los Diálogos de
amor de León Hebreo, escrita en italiano.

Su primera crónica, La Florida del Inca (1605), epopeya en prosa, trata de la conquista de la península de
ese nombre (actualmente parte de los Estados Unidos) por Hernando de Soto.

Como gran obra máxima destaca los Comentarios reales. La primera parte (1609) narra la historia, cultura
e instituciones sociales del imperio incaico; y la segunda, a la que llamó Historia general del Perú
(publicada póstumamente en 1617), se ocupa de la conquista de esas tierras y de las guerras civiles.

Garcilaso de la Vega falleció en Córdoba, España, el 23 de abril de 1616.


Sabías que...
Regreso a Perú
El 25 de noviembre de 1978, el rey de España Juan Carlos de Borbón , depositó una urna con parte de sus
cenizas en la Catedral de Cusco.
Felipe Guamán Poma de Ayala

(Felipe Guamán o Huamán Poma de Ayala; San


Cristóbal de Suntuntu, 1534 - Lima, 1615) Cronista
peruano. Dedicado a la enseñanza de la lengua
castellana a los indígenas, es autor de una Nueva
crónica (c. 1600), compendio de la historia preincaica
del Perú, y de su continuación, Buen gobierno (c.
1615), muestra de las injusticias que los
encomenderos y los funcionarios de la corona
infligían a los indios. Concebida como una
monumental carta al rey de España, Felipe II, la obra
está ilustrada con dibujos del mismo autor.

Por las noticias autobiográficas contenidas en Nueva crónica y buen gobierno se sabe que era hijo de
Gusmán (o Huamán) Malqui de Ayala y de Juana Curi Oello, hija menor del inca Túpac Yupanqui.
Descendía por lo tanto de los nobles de Huánuco, señores de Chinchaysuyo anteriores a los mismos incas.
Fue educado por su hermano mestizo el padre Martín de Ayala, quien debió de iniciarle en los estudios
clásicos, y trabajó probablemente en la administración. Desempeñó cargos directivos en los hospitales de
Cuzco y Huamanga, y estudió al parecer en estas dos ciudades.

En 1594 o 1595 fue detenido y desterrado por el corregidor de Lucanas, Antonio de Monroy. De esta
suerte el escritor inició una larga serie de viajes que se prolongó durante unos veinte años y que le
permitirían recoger abundante información para su obra; finalmente, en 1613, volvió a Huamanga e hizo
valer sus derechos al puesto de cacique de la provincia. Atacó además la política del corregidor, por lo que
fue nuevamente expulsado. Se dirigió entonces a Lima, con la intención de presentar su Nueva crónica al
virrey.

Perdido durante siglos, el manuscrito de Nueva crónica y buen gobierno fue encontrado en 1908 en la
Biblioteca Real de Copenhague por Richard Pietschmann, quien lo presentó a la comunidad científica
internacional en 1912. Se cree que hubo de ser redactado entre 1567 y 1615, y en su mayor parte entre
1612 y 1615. En 1936 fue publicado en edición facsimilar al cuidado de Paul Rivet y con una introducción
escrita por Richard Pietschmann. El arqueólogo y antropólogo peruano Julio C. Tello ensalzó
inmediatamente su importancia incomparable: "No existe libro alguno escrito en este período que pueda
competir con él en riqueza de información, clarividencia y valentía del autor para enjuiciar los
acontecimientos de su tiempo".

El título de Nueva crónica y buen gobierno resulta claramente expresivo de las intenciones del autor:
nueva alude a que trae una óptica diferente a las de las crónicas existentes, nunca escritas por indios; y
buen gobierno a su afán por denunciar el mal gobierno del virreinato de esos años, en claro contraste con
las instituciones prehispánicas, pero también con las creencias cristianas y los ideales utópicos del
humanismo europeo.
Su objetivo central es en efecto ofrecer lo que Wachtel llamó la "visión de los vencidos". Conectado a él,
opera el designio de enaltecer lo que realizó en el pasado el hombre andino y de instar a su participación
digna y efectiva en un gobierno realmente justo y acorde con el mensaje evangélico: sueña con un rey
propio para el Perú, aunque jerárquicamente inferior al rey de España, señor de todo el globo terráqueo.
Poma de Ayala adopta, como Bartolomé de Las Casas, una firme actitud "indianista" e "incaica", la cual,
según advierte Estuardo Núñez, revela un vivo espíritu de rebelión y de justicia, y constituye una franca
defensa de los indígenas.

Presentada como una larguísima carta al rey de España, la Nueva crónica reelabora el género cronístico
hasta extremos no conocidos, con la libertad propia de un hombre de gran mestizaje de lecturas y
creencias como es Felipe Guamán Poma de Ayala. Consta de más de mil páginas, embellecidas por
numerosos e ingenuos dibujos, interesantes por sus trajes y por la presencia de símbolos y perspectivas
que expresan la cosmovisión andina. Produce la impresión de una síntesis enciclopédica que buscara
hilvanar en un solo texto lo que hacían por separado las crónicas, los informes, las demandas de justicia,
los tratados sobre política y sobre evangelización, e incluso las utopías al gusto de humanistas.

La obra resulta de excepcional valor por las noticias que ofrece respecto de la vida anterior al período
incaico, el folklore y las tradiciones y narraciones de la época precolombina. La parte más importante del
libro, en el cual alternan poesías y cantos en pura lengua quechua (cantos y poesías de amor, para la
danza, para la caza, para la recolección de las mieses), se refiere ante todo a la historia de la época inca y
a la de los primeros años de la conquista española. El autor da la biografía de cada emperador y de sus
mujeres, narra sus empresas y habla del régimen, de las leyes, de las condiciones en que vivían los
súbditos, de la religión, de las fiestas y de las indumentarias de un pueblo que había alcanzado un
admirable grado de civilización y de cultura. Guamán Poma de Ayala conoce también los protagonistas y
las noticias referentes a los acontecimientos que se sucedieron en el Perú después de la llegada de
Francisco Pizarro y de los conquistadores. Dejando de lado las posibles incoherencias históricas, la crónica
de Poma de Ayala proporciona nuevos datos sobre el pasado andino y refleja una visión descarnada de la
sociedad colonial organizada en Perú.

Poma se expresa en una lengua que algunos críticos han calificado de bárbara. La Nueva crónica y buen
gobierno está escrita en una prosa híbrida (la cual será reclamada, tres centurias después, por Gamaliel
Churata como mestizaje idiomático a desarrollar) que inserta en el español vocablos y recursos
idiomáticos del quechua, el aymara y el dialecto del Chinchaysuyo: maraña verbal que congenia con el
sincretismo que intenta entre las creencias andinas y la cultura europea y cristiana. Su escritura trasluce
las modulaciones de un escritor bilingüe que habla la lengua del colonizador, pero no quiere abandonar
del todo la propia. Es probable también que el autor reflejara la lengua oral de su tiempo, la que hablaba
la enorme masa de analfabetos que formaban la sociedad indígena. Guamán Poma es, sin embargo, un
hombre ilustrado que no desconocía la tradición y el estilo de las crónicas hispánicas. La mezcla de
registros da a su obra ese tono distanciado y extraño que tanto ha cautivado a sus críticos y lectores.

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