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Boletín Primero

Teoría y práctica constitucional


Material extraído de la Jurisprudencia de la Corte Constitucional

Temario: -Principio de supremacía de la Constitución Política


-Jerarquía normativa
-Excepción de inconstitucionalidad
-Excepción de ilegalidad

Trabajo de compilación realizado por el


doctor Iván Humberto Escrucería
Mayolo, relator de constitucionalidad de la
Corte Constitucional.

EL PRINCIPIO DE SUPREMACÍA CONSTITUCIONALi

La Constitución, entendida como un conjunto organizado de disposiciones que “configura y ordena


los poderes del estado por ella construidos, y que por otra parte, establece los límites del ejercicio
del poder y el ámbito de libertades y derechos fundamentales, así como los objetivos positivos y
las prestaciones que el poder debe de cumplir en beneficio de la comunidad ”ii, es norma
fundamental de la cual se derivan todas las demás reglas que rigen y organizan la vida en
sociedad. La Constitución como fuente suprema del ordenamiento jurídico ocupa el más alto rango
dentro de la pirámide normativa y a ella debe estar subordinada toda la legislación.

El principio de prevalencia o supremacía de la Constitución se encuentra consagrado en el artículo


4 de ese mismo ordenamiento, en los siguientes términos: “La Constitución es norma de normas.
En todo caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán
las disposiciones constitucionales”, y a él se ha referido la Corte en múltiples fallos fijando su
sentido y alcance. Veamos:

“La posición de supremacía de la Constitución sobre las restantes normas que integran el orden
jurídico, estriba en que aquélla determina la estructura básica del Estado, instituye los órganos a
través de los cuales se ejerce la autoridad pública, atribuye competencias para dictar normas,
ejecutarlas y decidir conforme a ellas las controversias y litigios que se susciten en la sociedad, y
al efectuar todo esto, funda el orden jurídico mismo del Estado. La Constitución se erige en el
marco supremo y último para determinar tanto la pertenencia al orden jurídico como la validez de
cualquier norma, regla o decisión que formulen o profieran los órganos por ella instaurados. El
conjunto de los actos de los órganos constituidos -Congreso, Ejecutivo y jueces- se identifica con
referencia a la Constitución y no se reconoce como derecho si desconoce sus criterios de validez.
La Constitución como lex superior precisa y regula las formas y métodos de producción de las
normas que integran el ordenamiento y es por ello “fuente de fuentes”, norma normarum. Estas
características de supremacía y de máxima regla de reconocimiento del orden jurídico propias de
la Constitución, se expresan inequívocamente en el texto del artículo 4.” iii

Las consecuencias que se derivan del principio de supremacía apuntan no sólo al reconocimiento
de una norma jurídica como piedra angular filosófico-política que rige todas las actividades
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estatales y a la cual están subordinados todos los ciudadanos y los poderes públicos, sino que
legitima además las normas jurídicas que se expidan congruentes con ella. Dicho de otro modo: la
Constitución es norma fundante en una dimensión tanto axiológica (v. gr. establece principios,
derechos fundamentales y pautas interpretativas), como instrumental (proporciona los
mecanismos para lograr armonía y coherencia en la aplicación de la Constitución), y en ese orden
de ideas, el principio de supremacía da cabida a la consagración de garantías fundamentales iv
como fines prioritarios del Estado, v y el establecimiento de controles de todo el ordenamiento y de
una jurisdicción especial encargada de velar por su integridad. vi

La integridad y supremacía de la Constitución ha sido considerada como “un derecho fundamental


de las personas que bajo distintas formas se concede a ellas por la Constitución para vigilar su
cumplimiento y obtener, cuando no sea así, que los poderes públicos ejerzan sus competencias
dentro de los límites de la Constitución, se inspiren en sus valores y principios y respeten, en todas
las circunstancias, los derechos y garantías de las personas.”vii

El control de constitucionalidad

El control constitucional surge como una garantía básica dentro del Estado de derecho con el fin
de hacer efectivo el principio de integridad y supremacía de la Constitución.

La Carta política consagra, en forma expresa, el derecho que tiene todo ciudadano de interponer
acciones públicas en defensa de la Constitución y de la ley (art. 40-6), como una derivación del
derecho de participación en la conformación, ejercicio y control del poder político y señala los
distintos instrumentos o acciones que se pueden ejercitar contra los actos jurídicos que atenten
contra sus preceptos y principios, a saber: la acción pública de inconstitucionalidad (arts. 241 y ss
C.P), la acción de nulidad por inconstitucionalidad (art. 237-2 C.P.) la acción de tutela (art. 86 C.P.)
y, aunque no es considerada como una acción, también se puede incluir aquí la excepción de
inconstitucionalidad, como un corolario del derecho a la supremacía de la Constitución.

Sin embargo, no son éstas las únicas vías que existen para ejercer el control constitucional, pues
en dicho ordenamiento también se establecen otras formas, vr. gr. la revisión automática u oficiosa
de determinados decretos y leyes (art. 241 C.P.) que corresponde ejercer a la Corte
Constitucional; el examen de las objeciones presidenciales a cargo de esa misma corporación
cuando han sido rechazadas por las Cámaras Legislativas (art. 167); y el que realizan los
Tribunales Administrativos cuando deben resolver las objeciones que, por motivos de
inconstitucionalidad, presentan los Gobernadores contra los proyectos de Ordenanzas dictadas
por las Asambleas Departamentales, y cuando deciden sobre la constitucionalidad de los actos de
los Concejos Municipales, de los Alcaldes (art. 305-9-10 C:P.) y, en general de todos los actos de
la autoridades departamentales y municipales. Como también en los casos a que alude la ley que
regula las instituciones y los mecanismos de participación ciudadana. viii

La jurisdicción constitucional

La Jurisdicción Constitucional ha sido instituida por el constituyente como una función pública a
cargo de distintos organismos, cuya misión es la de preservar la supremacía de la Constitución,
asegurando que todos los poderes públicos actúen dentro de los límites que ella misma establece.

La jurisdicción constitucional de acuerdo con la Carta Política y la ley estatutaria de la


administración de justiciaix está conformada por: la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, los
jueces y corporaciones que deben decidir las acciones de tutela o resolver acciones o recursos
previstos para hacer efectivos los derechos constitucionales (arts. 241 y ss , 237, 86 y 4 C.P. y ley
270/96 estatutaria de la administración de justicia).

La Corte Constitucional
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La Corte Constitucional ha sido instituida por el constituyente como el principal y máximo órgano
encargado de ejercer la guarda de la integridad y supremacía de la Constitución, labor que debe
desarrollar en “los estrictos y precisos términos” señalados en el artículo 241 ib., que describe, en
forma taxativa, cada una de las funciones que le compete cumplir con ese fin. Así, a esta
corporación le corresponde decidir sobre las demandas de inconstitucionalidad que promuevan los
ciudadanos, contra los siguientes actos:

1. Actos reformatorios de la Constitución, cualquiera que sea su origen, sólo por vicios de
procedimiento en su formación (numeral 1).

2. Leyes, tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su formación
(numeral 4).

3. Decretos con fuerza de ley, dictados por el Gobierno Nacional con fundamento en facultades
extraordinarias (art. 150-10 C.P.), y los que se expidan en desarrollo del artículo 341 de la
Constitución, tanto por su contenido material como por vicios de procedimiento en su formación
(numeral 5).

4. Referendos sobre leyes, consultas populares y plebiscitos del orden nacional. Estos últimos sólo
por vicios de procedimiento en su convocatoria y realización (numeral 3).

5. Decretos con fuerza de ley a que se refieren los artículos 5, 6 y 8 transitorios de la Constitución,
según lo ordenado en el artículo 10 transitorio del mismo ordenamiento, al igual que los dictados
con fundamento en los artículos 23 y 39 transitorios.

La Corte Constitucional también ejerce el control constitucional previo, automático u oficioso sobre
los siguientes actos:

1. Convocatoria a un referendo o a una Asamblea Constituyente para reformar la Constitución,


sólo por vicios de procedimiento en su formación, lo cual deberá hacerse antes del
pronunciamiento popular (numeral 2).

2. Decretos legislativos dictados por el Gobierno en desarrollo de las facultades que le confieren
los artículos 212, 213 y 215 de la Constitución, esto es, los expedidos durante los estados
excepcionales de guerra exterior, conmoción interior y emergencia económica, social o ecológica
(numeral 7).

3. Proyectos de ley que hayan sido objetados por el Gobierno por motivos de inconstitucionalidad
(numeral 8).

4. Proyectos de leyes estatutarias, tanto por su contenido material como por vicios de
procedimiento en su formación (numeral 8).

5. Tratados internacionales y leyes que los aprueben (numeral 10), y

6. También revisa, en la forma en que determine la ley, las decisiones judiciales relacionadas con
la acción de tutela de los derechos constitucionales (numeral 9)

Las decisiones que en materia de control constitucional dicta la Corte Constitucional tienen efectos
erga omnes y hacen tránsito a cosa juzgada constitucional (art. 242 C.P.)

El Consejo de Estado
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El Consejo de Estado además de las funciones que le incumben como tribunal supremo de lo
contencioso administrativo (art. 237-1 C.P.) ejerce otras destinadas a preservar la integridad de la
Constitución, ya que le compete decidir sobre “las acciones de nulidad por inconstitucionalidad de
los decretos dictados por el Gobierno Nacional, cuya competencia no corresponda a la Corte
Constitucional", según lo ordena el artículo 237-2 del estatuto superior.

Así las cosas, en materia de control abstracto de constitucionalidad, la Corte Constitucional tiene
la más amplia competencia y el Consejo de Estado, por vía residual, de todos aquellos actos que
no están atribuidos a la Corte.

Los jueces de tutela

En la Constitución existen otras autoridades que también ejercen jurisdicción constitucional, en


forma excepcional y en relación con cada caso concreto, como son los jueces y corporaciones que
deben decidir las acciones de tutela o resolver acciones o recursos previstos para la aplicación de
los derechos constitucionales (arts. 86, 88 y 89 C.P. y ley 270/96, estatutaria de la administración
de justicia).

Las autoridades que deben dar aplicación a la excepción de inconstitucionalidad

Los jueces y autoridades administrativas cuando invocan la “excepción de inconstitucionalidad”


(art. 4 C.P.) también ejercen una actividad destinada a garantizar la integridad y supremacía de la
Constitución, pero únicamente en casos concretos y con efectos inter partes.x

Los Tribunales Administrativos

Los Tribunales Administrativos son organismos que hacen parte de la jurisdicción contencioso
administrativa y, en ese carácter, ejercen control constitucional sobre los actos de las Asambleas,
los Concejos Municipales, los Gobernadores, los Alcaldes y demás funcionarios del orden
departamental y municipal, bien en la forma de jurisdicción rogada o de oficio según lo disponga la
ley.xi

Control constitucional difuso

En razón de lo anterior el control abstracto de constitucionalidad en Colombia es difusoxii, por


cuanto no es ejercido por un solo órgano del Estado sino por varios: la Corte Constitucional como
función esencial y permanente, en su carácter de supremo órgano de la jurisdicción constitucional
y el Consejo de Estado, por vía residual, pues como ya se ha indicado éste también ejerce
funciones de ese orden.

La función jurisdiccional como garante de la supremacía constitucional xiii

La Constitución Política ha previsto la preservación de su integridad y supremacía mediante el


diseño de diversos mecanismos: i) el control de constitucionalidad dirigido a que esta Corporación
excluya del ordenamiento las leyes contrarias a sus dictados, previo el ejercicio ciudadano de la
acción pública prevista para tal fin (Arts. 241 a 244) xiv, ii) la acción de nulidad por inconstitucional
confiada al Consejo de Estado, en virtud de igual ejercicio y con igual objetivo, pero respecto de los
decretos dictados por el Gobierno Nacional, cuyo control no ha sido confiado a esta Corte (Art.
237)xv, iii) el control automático de los decretos legislativos dictados en ejercicio de las facultades
conferidas por los artículos 212, 213 y 214xvi, iv) la revisión previa de los tratados internacionales y
las leyes que los aprueben, v) la inaplicación por parte de todas las autoridades, sin el requisito de
previa solicitud, de las leyes o normas que la contrarían (Art. 4º) xvii, vi) la observancia de sus
preceptos a todos los campos mediante el imperativo reconocimiento del orden jurídico
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constitucional en todas las cuestiones de la vida nacional (Art.s 83 a 94) xviii y vii) la inclusión de la
Constitución como fuente primaria de las decisiones judiciales (Art. 230) xix

No obstante esta Corporación, con ocasión de la revisión constitucional realizada en cumplimiento


de lo dispuesto por el numeral 8º del artículo 241 constitucional, respecto del proyecto de ley
Estatutaria de la Administración de Justicia, en relación con los artículos 11 y 43 que incluyen como
integrantes de la Jurisdicción Constitucional, además de esta Corte y del Consejo de Estado, a los
jueces y corporaciones judiciales, en cuanto les corresponde aplicar los preceptos constitucionales
a cada caso concreto, distinguió lo que debe entenderse por jurisdicción y por control
constitucional, desde el punto de vista funcional y orgánico, por cuanto consideró que no todas las
autoridades que ejercen dicho control integran la jurisdicción constitucional, pero que esta
circunstancia no implica que en Colombia la defensa de la Constitución Política se haya
concentrado solo en los integrantes de esa jurisdicción:

“Para la Corte, los términos “jurisdicción constitucional” y “control de constitucionalidad” a


que hace alusión el precepto que se estudia [se refiere al artículo 11], deben interpretarse,
para efectos de su ubicación dentro de la estructura de la rama judicial, de conformidad con
las previsiones, principios y postulados contenidos en la Constitución. Así, únicamente para
estos propósitos, puede señalarse que el control de constitucionalidad es el que se ejerce
por un órgano competente, a través de un pronunciamiento definitivo respecto de la
concordancia de ciertas normas jurídicas con la integridad y la primacía de la Carta Política.
En ese orden de ideas, debe señalarse que dentro del esquema de la rama judicial sólo dos
órganos ejercen el control de constitucionalidad de manera concluyente: la Corte
Constitucional, en forma directa y principal (Art. 241), y el Consejo de Estado, el cual goza de
una competencia residual, según lo prevé el numeral 2o del artículo 237 superior. No quiere
lo anterior significar que en Colombia no se ejerza control de constitucionalidad por parte de
otras entidades judiciales o, inclusive de funcionarios administrativos, pues es sabido que,
por ejemplo, la denominada “excepción de inconstitucionalidad”, derivada del artículo 4o
fundamental, es una forma de control que puede ser ejercida por cualquier juez o autoridad
administrativa; sin embargo el primero de ellos no hace parte por ese sólo hecho la
jurisdicción constitucional, y la segunda, como es sabido, no hace parte ni siquiera de la
rama judicial.

En virtud de lo expuesto, resulta contrario al espíritu de la Constitución y, en particular, al


Título VIII del ordenamiento superior, señalar, como lo hace el numeral 2o del literal c), que
cualquier corporación -sea judicial o administrativa- o cualquier juzgado -cuyo
pronunciamiento no es terminante- que excepcionalmente ejerzan funciones de control de
constitucionalidad, pertenezcan a la jurisdicción constitucional. La distinción es, entonces,
evidente: no por ejercer eventualmente control de constitucionalidad se hace parte en forma
automática de la jurisdicción constitucional.

De igual forma, conviene anotar que la relación que se hace en el literal c) del artículo bajo análisis
es meramente enunciativa, pues en ella se excluyen, por ejemplo, a los jueces de tutela, quienes,
de acuerdo con la reiterada jurisprudencia de esta Corporación, conforman jurisdicción
constitucional desde el punto de vista funcional y no orgánico.

Y más adelante, al realizar el estudio del artículo 43, agregó

“Como bien es sabido, el control de constitucionalidad en Colombia se vio reforzado con la


creación de la Corte Constitucional. Sin embargo, no por ello puede afirmarse que nuestro
país ha adoptado el llamado “control concentrado” o austríaco, pues en realidad éste sigue
siendo de carácter difuso funcional. Lo anterior, habida cuenta de que además de los
pronunciamientos que realice esta Corporación, al Consejo de Estado se le ha atribuido,
dentro de la llamada acción de nulidad por inconstitucionalidad, el pronunciamiento acerca
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de los decretos dictados por el Gobierno nacional cuya competencia no sea asignada a la
Corte Constitucional (Art. 237-1). Como si lo anterior no fuese suficiente, el artículo 4o
superior consagra la denominada excepción de inconstitucionalidad, a través de la cual, en
un caso concreto y con efectos inter-partes, un juez o inclusive una autoridad administrativa,
pueden abstenerse de aplicar una norma en aquellos eventos en que ésta contradiga en
forma flagrante el texto de la Carta Política. Tampoco puede olvidarse que dentro de los
parámetros definidos por el artículo 86 fundamental, cada juez de la República, al momento
de resolver de un asunto de tutela, también está haciendo parte de la llamada jurisdicción
constitucional.

En consecuencia, no sólo los fallos emitidos para decidir las acciones públicas de
constitucionalidad y de nulidad por inconstitucionalidad, con alcance de cosa juzgada abstracta y
por ende con efectos generales, y otras declaraciones con igual contenido y naturaleza -revisión
previa y control automático- (C.P., art. 241); sino también las decisiones con efectos inter partes
emitidas ya sea por esta Corporación, en ejercicio de la revisión constitucional de las decisiones de
instancia que resuelven las peticiones de amparo, o por los jueces y corporaciones judiciales en
todas sus decisiones, en especial cuando deciden inaplicar normas por contrariar disposiciones
constitucionales, son los mecanismos constitucionalmente habilitados para hacer efectiva la
supremacía constitucional y hacer extensivos sus preceptos en todos los ámbitos del acontecer
nacional (C.P., arts. 4º, 86 y 230).

No obstante, las diversas declaraciones con que los tribunales constitucionales pueden concluir un
juicio de constitucionalidadxx, difieren, sustancialmente, tanto por la naturaleza de la acción como
por los efectos de la decisión, de la labor asignada a los demás jueces en la guarda de la
supremacía e integridad de la Carta, porque, en este último caso, aunque los encargados han de
sujetar su decisión a la ley y al hacerlo no pueden prescindir de la normatividad constitucional
como norma suprema, lo hacen definiendo un asunto particular, al punto que lo decidido solo
alcanza a las partes, y, en el evento de haber tenido que apartarse de alguna norma para adecuar
el fallo al Estatuto Superior, la disposición inaplicada continúa en el ordenamiento.

De lo que se ha dicho no se puede colegir que se trata de controles separados, porque los artículos
4º, 86 y 230 constitucionales, se encargan de armonizarlos, toda vez que el control de
constitucionalidad, sin distingo de quien lo opere, persigue el mismo fin –garantizar la supremacía
de la Constitución Política- y todas las decisiones judiciales, así recurran como fuente a la ley, se
sujetan en último término, como las decisiones de constitucionalidad, a los dictados del
Ordenamiento Superior.

Este sometimiento está previsto a lo largo de todo el ordenamiento constitucional, no sólo respecto
de los jueces, sino de autoridades y particulares, incluyendo al Organo Legislativo, a tal punto que
si bien podría ser de utilidad que la ley haga referencia expresa a él, en los distintos trámites
sometidos a examen de constitucionalidad no resulta necesario, porque, todo control de juridicidad
incluye necesariamente, y en primer término, la sujeción de las decisiones judiciales a la
normatividad constitucional, toda vez que la Constitución es ley, “en su expresión más primigenia y
genuina”.xxi.

ALCANCE DEL CONCEPTO “NORMA DE NORMAS”xxii

El artículo 4° de la Carta establece que la Constitución es norma de normas. Se consagra allí el


conocido principio de supremacía constitucional, que tiene las siguientes implicaciones:

No todas las normas jurídicas de un ordenamiento tienen la misma jerarquía. Existe entre ellas una
estratificación, de suerte que las normas descendentes deben sujetarse en su fondo y en su forma
a las normas superiores. La no conformidad de una norma con sus superiores jerárquicas la
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convierte en derecho positivo susceptible de ser retirado del ordenamiento, que tiene la virtud
incluso de hacer desaparecer del mundo jurídico la norma así imperfectamente expedida mediante
los controles pertinentes. Ahora bien, la Constitución es la primera de las normas. Es por ello que
cualquiera otra norma jurídica, así sea expedida por el operador jurídico más modesto de la
República, debe sujetarse en primer lugar a la Constitución. Por ejemplo una autoridad municipal
de policía al momento de dirimir un asunto no debe consultar primero las orientaciones del alcalde
ni las previsiones de los acuerdos municipales ni las disposiciones departamentales ni las reglas de
los códigos nacionales. En primer lugar dicho funcionario debe consultar la Constitución -que es
norma normarum. Después -y sólo después-, se debe ciertamente consultar el resto del
ordenamiento.

La supremacía de la Constitución xxiii, esto es, la posición de privilegio que ese texto ocupa en el
ordenamiento jurídico del Estado, obedece no sólo al hecho de contener los principios
fundamentales que lo constituyen y de los cuales derivan su validez las demás normas positivas,
sino también, a la circunstancia de proyectar la ideología y filosofía política, social y económica que
finalmente dirige y orienta las relaciones internas de los gobernantes y gobernados como
integrantes activos de la comunidad estatal.

Ahora bien, del contenido del artículo 4 de la Constitución Política, se extrae igualmente la
excepción de inconstitucionalidad cuyo alcance resulta necesario precisar. En Sentencia C-600 de
1998, se manifestó:

PRESUNCION DE CONSTITUCIONALIDAD DE LAS NORMAS. ALCANCE DE LA EXCEPCION


DE INCONSTITUCIONALIDAD

1. Ha de resaltar la Corte la diferencia existente entre las instituciones del control de


constitucionalidad en abstracto -a cargo de esta Corporación (art. 241 C.P.) y residualmente del
Consejo de Estado cuando se trata de decretos presidenciales de puro carácter administrativo (art.
237-2 C.P.)- y el control de constitucionalidad concreto y difuso que tiene lugar en desarrollo del
artículo 4 de la Carta cuando, en el momento de aplicar una norma legal o de inferior jerarquía, se
advierte su ostensible e indudable oposición (incompatibilidad) a mandatos constitucionales. La
Corte Constitucional, en lo que hace a las normas sometidas a su examen, define, con la fuerza de
la cosa juzgada constitucional (art. 243 C.P.), su exequibilidad o inexequibilidad, total o parcial, con
efectos erga omnes y con carácter obligatorio general, oponible a todas las personas y a las
autoridades públicas, sin excepción alguna. El Consejo de Estado, también con carácter general,
ante el ejercicio de acciones de nulidad por inconstitucionalidad, decide si están llamadas a
prosperar las pretensiones de los accionantes, y en caso afirmativo anula el acto administrativo
correspondiente, retirándolo del ordenamiento jurídico.

En cambio, la hipótesis del artículo 4 de la Constitución carece justamente de la nota de la


generalidad, puesto que la definición acerca de si existe o no la incompatibilidad entre la norma
inferior y las fundamentales debe producirse en el caso específico, singular, concreto, y en relación
con las personas involucradas en el mismo, sin que pueda exceder ese marco jurídico preciso. Se
habla entonces de un efecto inter partes, o circunscrito a quienes tienen interés en el caso. Y la
norma inaplicada no se afecta en su vigencia general, aunque, por motivo de la inaplicación, no
haya producido efectos en el asunto particular del que se trata. La excepción de
inconstitucionalidad no ocasiona consecuencias en abstracto, ni puede significar la pérdida de
vigencia o efectividad de la disposición sobre la cual recae, ni tampoco se constituye, dentro de
nuestro sistema jurídico, en precedente forzoso para decidir otros casos que, bajo distintas
circunstancias, también estén gobernados por aquélla.

2. Como lo ha expresado esta Corte, el principio que rige la operatividad del Estado de Derecho y
que hace posible el funcionamiento de las instituciones es el de la obligatoriedad y ejecutabilidad
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de las normas que, dentro del esquema de la organización política, profieren los organismos y las
autoridades competentes, según la Constitución. En general, la norma jurídica,
independientemente de su jerarquía, obliga a sus destinatarios y es deber de las autoridades
públicas, en el ámbito de las atribuciones que a cada una de ellas corresponda, hacerla efectiva.
Se parte del supuesto -que puede ser descartado- según el cual la norma puesta en vigor por el
órgano o funcionario competente se ajusta a la Constitución, en virtud de una presunción que
asegura el normal funcionamiento del Estado, con base en la seguridad jurídica de la cual requiere
la colectividad. Si esa presunción no es desvirtuada, la norma debe aplicarse; las personas -
particulares o públicas- cobijadas por ella deben obedecerla; y la autoridad a la que se ha
encomendado su ejecución incurre en responsabilidad, al violarla, si omite la actividad que para tal
efecto le es propia o hace algo que se le prohibe. Así lo consagra expresamente el artículo 4, inciso
2, de la Carta Política, según el cual "es deber de los nacionales y de los extranjeros en Colombia
acatar la Constitución y las leyes, y respetar y obedecer a las autoridades"; y lo confirma el artículo
6 ibídem cuando proclama que los particulares son responsables ante las autoridades por infringir
la Constitución y las leyes, y que los servidores públicos lo son por la misma causa y por omisión o
extralimitación en el ejercicio de sus funciones. Por vía abstracta, según lo dicho, la presunción en
referencia solamente puede ser desvirtuada mediante fallo de inexequibilidad proferido por la Corte
Constitucional, o de nulidad por inconstitucionalidad, dictado por el Consejo de Estado, según la
jerarquía de la norma examinada. Este último, según la propia Constitución (art. 238), tiene
además la potestad de suspender provisionalmente, por los motivos y con los requisitos que
establezca la ley, los actos administrativos que sean susceptibles de impugnación por vía judicial.
Pero -claro está-, si se trata de actos administrativos de carácter general, o de una norma con esa
misma fuerza, la suspensión provisional también tiene normalmente el mismo efecto abstracto, que
no desvirtúa de modo definitivo la presunción de constitucionalidad y legalidad del acto
administrativo, pero que lo priva temporalmente de todo efecto jurídico, a la espera del fallo.

Por vía concreta, frente a la indicada regla general, resulta extraordinario el caso en el que la
autoridad que tiene a su cargo aplicar la norma puede legítimamente abstenerse de hacerlo, y más
todavía, está obligada a esa abstención, por razón de encontrarla incompatible con la Constitución
Política. Esta, que es norma de normas, debe prevalecer y ser aplicada a cambio del precepto
inferior que la vulnera. La inaplicación de una norma de jerarquía inferior con apoyo en el artículo 4
de la Carta supone necesariamente la incompatibilidad entre su contenido y el de los preceptos
constitucionales. Si tal incompatibilidad no existe, no cabe la inaplicación y la circunstancia no es
otra que la de incumplimiento o violación de los mandatos dejados de aplicar. Por el contrario, en el
supuesto de un palmario enfrentamiento entre la norma y la Constitución, la obligación del
funcionario o autoridad que en principio debería aplicar aquélla es la contraria: no darle aplicación.
Al respecto, esta Corte ha señalado:

"Subraya la Corte el concepto de incompatibilidad como elemento esencial para que la


inaplicación sea procedente, ya que, de no existir, el funcionario llamado a aplicar la ley no
puede argumentar la inconstitucionalidad de la norma para evadir su cumplimiento. El
Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la incompatibilidad en términos generales
como "repugnancia que tiene una cosa para unirse con otra, o de dos o más personas entre sí".
En el sentido jurídico que aquí busca relievarse, son incompatibles dos normas que, dada su
mutua contradicción, no pueden imperar ni aplicarse al mismo tiempo, razón por la cual una
debe ceder ante la otra; en la materia que se estudia, tal concepto corresponde a una oposición
tan grave entre la disposición de inferior jerarquía y el ordenamiento constitucional que aquella y
éste no puedan regir en forma simultánea. Así las cosas, el antagonismo entre los dos extremos
de la proposición ha de ser tan ostensible que salte a la vista del intérprete, haciendo superflua
cualquier elaboración jurídica que busque establecer o demostrar que existe. De lo cual se
concluye que, en tales casos, si no hay una oposición flagrante con los mandatos de la Carta,
habrá de estarse a lo que resuelva con efectos "erga omnes" el juez de constitucionalidad
según las reglas expuestas. Fluye de lo anterior con toda claridad que una cosa es la norma -
para cuyo anonadamiento es imprescindible el ejercicio de la acción pública y el proceso
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correspondiente- y otra bien distinta su aplicación a un caso concreto, la cual puede dejar de
producirse -apenas en ese asunto- si existe la aludida incompatibilidad entre el precepto de que
se trata y los mandatos constitucionales (artículo 4º C.N.)" (Cfr. Corte Constitucional. Sala
Primera de Revisión. Sentencia T-614 del 15 de diciembre de 1992. M.P.: Dr. José Gregorio
Hernandez Galindo). (Subrayado fuera de texto).

La Sala Plena de la Corporación, al fijar el alcance del artículo 66 del Código Contencioso
Administrativo (pérdida de fuerza ejecutoria de los actos administrativos) que declaró exequible
supeditándolo al acatamiento del artículo 4 de la Constitución, manifestó:

"Considera la Corte que el texto constitucional ha de hacerse valer y prevalece sobre la


preservación de normas de rango inferior. La función de la Constitución como determinante del
contenido de las leyes o de cualquier otra norma jurídica, impone la consecuencia lógica de que
la legislación ordinaria u otra norma jurídica de carácter general no puede de manera alguna
modificar los preceptos constitucionales, pues la defensa de la Constitución resulta más
importante que aquellas que no tienen la misma categoría. Dentro de la supremacía que tiene y
debe tener la Constitución, esta se impone como el grado más alto dentro de la jerarquía de las
normas, de manera que el contenido de las leyes y de las normas jurídicas generales está
limitado por el de la Constitución. Así pues, debe existir siempre armonía entre los preceptos
constitucionales y las normas jurídicas de inferior rango, y si no la hay, la Constitución Política
de 1991 ordena de manera categórica que se apliquen las disposiciones constitucionales en
aquellos casos en que sea manifiesta y no caprichosa, la incompatibilidad entre las mismas, por
parte de las autoridades con plena competencia para ello. Desde luego que la norma inaplicable
por ser contraria a la Constitución en forma manifiesta, no queda anulada o declarada
inexequible, pues esta función corresponde a los organismos judiciales competentes, en virtud
del control constitucional asignado por la Carta Fundamental en defensa de la guarda de la
integridad y supremacía de la norma de normas (artículos 237 y 241 C.P.).

Si bien es cierto que por regla general las decisiones estatales son de obligatorio cumplimiento
tanto para los servidores públicos como para los particulares "salvo norma expresa en contrario"
como lo señala la primera parte del artículo 66 del decreto 01 de 1984, también lo es que,
cuando de manera palmaria, ellas quebrantan los ordenamientos constitucionales, con
fundamento en la supremacía constitucional, debe acatarse el mandato contenido en el artículo
4° de la Carta ya citado, que ordena -se repite- que "en todo caso de incompatilibidad entre la
Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales", sin
perjuicio de la responsabilidad correspondiente de que trata el artículo 6° de la misma, por
infringir la Constitución y las leyes y por omisión o extralimitación, por parte de los servidores
públicos, en el ejercicio de sus funciones". Lo anterior no se predica de la norma jurídica de
contenido particular, individual y concreto, que crea derechos en favor de un particular, la cual
no puede dejar de aplicarse a través de la excepción de inconstitucionalidad, en presencia de la
garantía de que gozan los derechos adquiridos con justo título y con arreglo a las leyes civiles,
hasta tanto no sean anulados o suspendidos por la jurisdicción competente, o revocados por la
misma administración con el consentimiento expreso y escrito de su titular. (Cfr. Corte
Constitucional. Sala Plena. Sentencia C-069 del 23 de febrero de 1995. M.P.: Dr. Hernando
Herrera Vergara). (Subrayado fuera de texto).

En reciente fallo, esta Corporación manifestó:

"...puede ocurrir que la acción o la omisión del demandado en el proceso de amparo


constitucional esté cobijada o protegida por una norma legal o reglamentaria, pero tal situación
no descarta de plano la posibilidad de que se estén desconociendo los preceptos
constitucionales. Si ello es objeto de discusión o conjetura por no ser palmario el choque con la
Carta Política y, por ende, apenas susceptible de la resolución a cargo de quien goza de
autoridad para fijar el alcance de los preceptos superiores (en el caso de las normas señaladas
10

en el artículo 241 de la Carta Política, la Corte Constitucional), no hay más remedio que aplicar
la norma inferior, aunque un razonamiento plausible la muestre contraria a los fundamentos del
orden jurídico, a la espera de que el juez constitucional decida. Pero si, a la inversa, lo que se
tiene es una disposición, legal o de otro orden, que de manera ostensible, clara e indudable -
prima facie- viola la Constitución, el precepto subalterno cede y se ha de inaplicar, no porque lo
quiera el funcionario respectivo sino en cuanto lo manda el Constituyente, y a cambio de su
dictado deben hacerse valer las normas de la Constitución con las cuales la regla subalterna
colide. El principio de constitucionalidad pretende lograr la coherencia del sistema jurídico, en la
medida en que los valores, postulados y reglas constitucionales tengan plena vigencia e irradien
la creación, interpretación, aplicación y ejecución de las normas de rango inferior. De lo
contrario, nos hallaríamos nuevamente de retorno a la época en que existía un principio inverso
-la primacía de ley sobre la Constitución-, al tenor de lo consagrado por el artículo 6 de la Ley
153 de 1887, el cual, afortunadamente, fue derogado mediante la Reforma Constitucional de
1910" (Cfr. Corte Constitucional. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-556 del 6 de octubre
1998. M.P.: Dr. José Gregorio Hernandez Galindo). (Subrayado fuera de texto).

Ahora bien, la necesidad de acudir a la excepción de inconstitucionalidad justifica la abstención de


la autoridad en la aplicación de la norma incompatible con la Carta. Y, por tanto, no es algo extraño
a los mandatos superiores que, habiéndose confiado a los jueces la competencia para resolver
acerca de si hay o no incumplimiento, el juez que deba fallar sobre el mismo, goce también de
autoridad para establecer si se da o no la causa que justifica la inejecución de la norma o acto.
Ello, por el contrario, es perfectamente natural y resultaría incoherente el sistema si, ante el alegato
de la autoridad que aduce haber inaplicado y no incumplido un precepto, el juez careciera de
competencia para establecer si se configura o no el motivo de justificación al que la autoridad
acude.

En Sentencia C-037 de 1996, se manifestó respecto a quiénes pueden aplicarla: “el artículo 4o
superior consagra la denominada excepción de inconstitucionalidad, a través de la cual, en un
caso concreto y con efectos inter-partes, un juez o inclusive una autoridad administrativa, pueden
abstenerse de aplicar una norma en aquellos eventos en que ésta contradiga en forma flagrante el
texto de la Carta Política.

El objeto xxiv de la excepción de inconstitucionalidad no es la anulación, sino la no aplicación


de la ley en el proceso establecido. Sólo puede imponerla la parte interesada dentro del
litigio, y no produce efectos sino respecto de ella, es decir, individuales. No requiere de
tribunales especiales, sino que puede ser conocida por los tribunales ordinarios.

3. Lo anterior nos lleva a la existencia de una JERARQUIA NORMATIVA en el marco de la


Constitución Política y al estudio también de la EXCEPCION DE ILEGALIDAD, temas que vinieron
a ser desarrollados en la Sentencia C-037 de 2000, veamos:

Existencia de una jerarquía normativa que emana de la Constitución Política. Prevalencia de


la Ley en principio frente al resto del ordenamiento jurídico. Sujeción de actos
administrativos de contenido normativo a la Ley

1. El ordenamiento jurídico colombiano supone una jerarquía normativa que emana de la propia
Constitución. Si bien ella no contiene disposición expresa que determine dicho orden, de su
articulado puede deducirse su existencia, así no siempre resulte sencilla esta tarea. En efecto,
diversas disposiciones superiores se refieren a la sujeción de cierto rango de normas frente a otras
(artículo 4, 241, 237 No. 2). Además de ser evidente que las normas constitucionales ocupan, sin
discusión, el primer lugar dentro de la jerarquía del ordenamiento jurídico, dentro de la propia
Carta, no todas las normas son igualmente prevalentes. Por ejemplo, el artículo 5° superior dispone
la “primacía de los derechos inalienables de la persona y ampara a la familia como institución
11

básica de la sociedad”, y el 44 indica que “los derechos de los niños prevalecen sobre los derechos
de los demás”, expresiones que no pueden ser entendidas sino como una orden de aplicar
preferentemente las disposiciones que garantizan y protegen esta categoría de derechos.

2. Pero más allá de la supremacía constitucional, de la propia Carta también se desprende que las
leyes expedidas por el Congreso dentro de la órbita de competencias que le asigna la Constitución,
ocupan, en principio, una posición prevalente en la escala normativa frente al resto del
ordenamiento jurídico. Así las cosas, tenemos que los actos administrativos de contenido
normativo, deben tener por objeto el obedecimiento y cumplimiento de la ley, de donde se deduce
su sujeción a aquella. Igualmente, las normas superiores que organizan la jurisdicción contencioso
administrativa y señalan sus atribuciones (artículo 237 No. 1 Superior), encuentran su finalidad en
la voluntad del constituyente de someter la acción administrativa al imperio de la ley. Inclusive, las
disposiciones que en ejercicio de sus funciones adopten los órganos autónomos o independientes
previstos en la Carta, deben adoptarse conforme a los dictados legales. En este sentido, el artículo
372, inciso 2, de la Carta indica que el Congreso “dictará la ley a la cual deberá ceñirse el Banco
de la República para el ejercicio de sus funciones”, de donde se infiere que las disposiciones de
este último organismo no pueden adoptarse por fuera de los parámetros fijados por el legislador.
Tenemos entonces que, de manera general, la normatividad jurídica emanada de autoridades
administrativas o de entes autónomos, debe acatar las disposiciones de la ley, tanto en su sentido
material como formal.

3. La Constitución Política consagra, además, una jerarquía entre distintas clases de leyes. En
efecto, de su texto se desprende entre otras, la existencia de leyes estatutarias, orgánicas, marco y
ordinarias, dándose entre estas categorías, cierta relación de subordinación. Así, las leyes
estatutarias a las que se refiere el artículo 152 superior, requieren para su expedición un trámite
más exigente que el de las leyes ordinarias, por razón de su contenido material, y aparte de ser
objeto de un control previo de constitucionalidad, solo pueden ser modificadas, reformadas o
derogadas por otras del mismo rango, tal como con lo establece el artículo 153 de la Constitución,
lo que revela su supremacía frente a las leyes ordinarias. En cuanto a la subordinación de las leyes
ordinarias respecto de las orgánicas (art. 151 C.P.), la misma ha sido expresamente reconocida por
esta Corporación, que, al respecto, dijo: “Una ley ordinaria tiene entonces que respetar los
mandatos de la legislación orgánica; no puede entonces una ley ordinaria derogar una ley
orgánica, ni tampoco invadir su órbita de competencia.” xxv Es manifiesta entonces la existencia de
una jerarquización de normas que emana de la propia Constitución. (Las leyes marco, cuadro o
generales se mencionan en el artículo 150 No. 19, de la Constitución Política).

4. Se ajusta a la Constitución la excepción de ilegalidad aunque no esté consagrada


expresamente. De esta condición jerárquica del sistema jurídico se desprende entonces la
necesidad de inaplicar aquellas disposiciones que por ser contrarias a aquellas otras de las cuales
derivan su validez, dan lugar a la ruptura de la armonía normativa. Así, aunque la Constitución no
contemple expresamente la llamada excepción de ilegalidad, resulta obvio que las disposiciones
superiores que consagran rangos y jerarquías normativas, deben ser implementadas mediante
mecanismos que las hagan efectivas, y que, en ese sentido, la posibilidad de inaplicar las normas
de inferior rango que resulten contradictorias a aquellas otras a las cuales por disposición
constitucional deben subordinarse, es decir, la excepción de ilegalidad, resulta acorde con la
Constitución. Así las cosas, la Corte aprecia que, en principio, una norma legal que se limitara a
reiterar el orden jurídico que emana de la Constitución y a autorizar la inaplicación de las normas
que irrespetaran tal orden, sería constitucional.

5. El sistema normativo jerárquico dentro del Estado Social de Derecho. Aplicación por el Juez. El
Estado Social de Derecho se estructura sobre valores y principios, en muchos casos diferentes a
los que dieron paso al Estado liberal de Derecho, dentro del cual nació la concepción normativa
jerarquizada que acaba de reseñarse. Este modelo estatal, responsable de la obligación de
sepultar para siempre el régimen absolutista, dio prevalencia a la posición del legislador,
12

representante de la soberanía nacional (y supuestamente ajeno a la posibilidad de conceder


privilegios por la característica de generalidad de que se reviste la ley), y temeroso de la
extralimitación del poder judicial, redujo la acción de los jueces a la de ser simples aplicadores de
las leyes. Sus sentencias, ajenas a toda carga de interpretación legal que no fuera la literal o
exegética, de toda argumentación o retórica, debían limitarse a expresar un silogismo (R.A.L.E.:
argumento que consta de tres proposiciones, la última de las cuales se deduce necesariamente de
las otras dos) que permitiera referir a los casos particulares las previsiones generales del
legislador.

El proceso constituyente que condujo entre nosotros a la expedición de la Constitución Política de


1991, no fue ajeno a la evolución del pensamiento jurídico que se ha venido operando en las
últimas décadas. La consagración de ciertas instituciones como la jurisdicción constitucional
especializada, la acción de tutela o la preponderancia de los derechos fundamentales y de los
mecanismos para su protección, son indicativos de esta evolución. El abandono de las antiguas
concepciones jurídicas se evidencia en algunos textos constitucionales con sorprendente claridad.
Para la muestra el artículo 94 superior, que, en relación con los derechos humanos, admite la
existencia de “otros” no contemplados por los textos escritos, pero que emanan de la naturaleza
humana. La labor misma del juez, fue objeto de reflexiones que llevaron a reconocerle un papel
creador en el ámbito de las fuentes del derecho. En este sentido, en la ponencia para primer
debate en la Asamblea Constituyente, en torno a la cuestión de la necesidad de instituir un tribunal
constitucional, se dijo: “Es igualmente importante que este nuevo organismo determine el alcance
de los derechos y libertades públicas, creando una interpretación estable y coherente sobre su
ejercicio...” (Negrillas por fuera del texto original).

Significado y sentido de la labor del Juez en el Estado Social de derecho. Legislación y decisión
judicial como proceso de creación del derecho. Sobre este salto conceptual en cuanto al
significado y el sentido de la labor judicial, esta Corporación ya se ha expresado en los siguientes
términos:

“El aumento de la complejidad fáctica y jurídica en el Estado contemporáneo ha traído como


consecuencia un agotamiento de la capacidad reguladora de los postulados generales y
abstractos. En estas circunstancias la ley pierde su tradicional posición predominante y los
principios y las decisiones judiciales, antes considerados como secundarios dentro del sistema
normativo, adquieren importancia excepcional. Esta redistribución se explica ante todo por
razones funcionales: no pudiendo el derecho, prever todas las soluciones posibles a través de
los textos legales, necesita de criterios finalistas (principios) y de instrumentos de solución
concreta (jueces) para obtener una mejor comunicación con la sociedad. Pero también se
explica por razones sustanciales: el nuevo papel del juez en el Estado social de derecho es la
consecuencia directa de la enérgica pretensión de validez y efectividad de los contenidos
materiales de la Constitución, claramente señalada en su artículo 228 ("Las actuaciones [de la
administración de justicia] serán públicas y permanentes con las excepciones que establezca la
ley y en ellas prevalecerá el derecho sustancial").

“... Pero esta no es la única razón que explica el cambio anotado: el desarrollo de la democracia
constitucional puso de presente que el órgano legislativo, depositario tradicional de legitimidad
popular, debe estar acompañado del control jurisdiccional, que ha demostrado, a través de la
historia del derecho constitucional moderno, ser el órgano más eficaz en la defensa de los
derechos de los ciudadanos y los principios democráticos. Las dificultades derivadas del
crecimiento desbordante del poder ejecutivo en el Estado intervencionista y de la pérdida de
liderazgo político del órgano legislativo, deben ser compensadas, en la democracia
constitucional, con el fortalecimiento del poder judicial, dotado por excelencia de la capacidad
de control y de defensa del orden institucional. Sólo de esta manera puede lograrse un
verdadero equilibrio y colaboración entre los poderes; de lo contrario, predominará el poder
ejecutivo.
13

“... De lo dicho se deriva la idea de que el juez, en el Estado social de derecho también es un
portador de la visión institucional del interés general. El juez, al poner en relación la Constitución
-sus principios y sus normas- con la ley y con los hechos, hace uso de una discrecionalidad
interpretativa que necesariamente delimita el sentido político de los textos constitucionales. En
este sentido la legislación y la decisión judicial son ambas procesos de creación de derecho xxvi
.”xxvii

Misión que compete al Juez en el campo de producción de las fuentes del derecho. Acorde con
estos criterios sobre el desempeño que corresponde al juez dentro del marco del Estado Social de
Derecho, la Corte ha sostenido reiteradamente que las motivaciones de sus fallos tienen fuerza
vinculante, cuando guardan directa relación con la parte resolutiva, lo que revela la misión que
compete al juez en el campo de la producción de las fuentes del derecho:

“...sólo será de obligatorio cumplimiento, esto es, únicamente hace tránsito a cosa juzgada
constitucional, la parte resolutiva de las sentencias de la Corte Constitucional. En cuanto a la
parte motiva, como lo establece la norma, esta constituye criterio auxiliar para la actividad
judicial y para la aplicación de las normas de derecho en general; sólo tendrían fuerza
vinculante los conceptos consignados en esta parte que guarden una relación estrecha, directa
e inescindible con la parte resolutiva; en otras palabras, aquella parte de la argumentación que
se considere absolutamente básica, necesaria e indispensable para servir de soporte directo a
la parte resolutiva de las sentencias y que incida directamente en ella.” xxviii

6. La acción de tutela como mecanismo de protección inmediata de los derechos fundamentales.


Eficacia directa de los derechos fundamentales. El afán del constitucionalismo contemporáneo por
hacer operante una justicia real y no formal, tendencia que acoge nuestra Carta Política, abrió paso
entre nosotros a la consagración de la acción de tutela como mecanismo de protección inmediata
de los derechos fundamentales. A dichos derechos se les reconoce generalmente “eficacia
directa”, (artículo 85 de la Constitución Política), es decir su protección puede ser demandada
inmediatamente, sin necesidad de que medie un desarrollo legal previo que señale las condiciones
de su ejercicio y tutela. La razón de esta circunstancia radica en el reconocimiento constitucional
de que son derechos inherentes a la persona humana, como lo predica claramente el artículo 94
superior.

En la tutela Juez atiende a principios superiores. Finalidad de normas que reconocen derechos
fundamentales. En la tutela de los derechos fundamentales el juez, por consiguiente, atiende
normas constitucionales que consagran principios superiores considerados como piedras
angulares del orden social justo. Como todas las normas que expresan principios y valores, las que
reconocen los derechos fundamentales no contienen propiamente reglas que deban aplicarse
automáticamente. Su finalidad no es la de referir un supuesto de hecho a la previsión general
contenida en una norma regulante de la conducta, sino más bien la de irradiar a la realidad los
valores contenidos en las normas superiores. El juez de amparo, se mueve en el terreno de
normas que expresan valores y que no contemplan prescripciones aplicables a manera de
silogismo, como lo pretendiera la teoría del Estado liberal de Derecho.

7. Fuerza vinculante de la norma constitucional sobre la actividad jurisdiccional. La fuerza


vinculante de las normas constitucionales se irradia también a todo el ámbito del resto de la
actividad jurisdiccional. Si bien el juez natural en las jurisdicciones ordinaria y contencioso
administrativa debe aplicar la ley respetando la jerarquía de las normas que emana de la Carta, lo
cual le impone descartar aquellas que resultan inarmónicas o contradictorias con las superiores,
debe hacerlo permitiendo que los valores superiores permeen la interpretación y aplicación de las
normas. La Constitución tiene un impacto directo sobre todo el resto del orden jurídico, que impone
a cualquier juez el fallar realizando, es decir haciendo efectivos en el plano de los hechos, los
14

principios y valores contenidos en la Constitución, especialmente los enunciados en el artículo 2°


superior.

8. La excepción de ilegalidad dentro del marco de la Constitución. Con todo, el orden jerárquico
que emana de la Constitución, a pesar de no impedir la penetración de los principios
constitucionales en todas las dimensiones del que hacer judicial, da soporte a la existencia de la
excepción de ilegalidad y a que su consagración por el legislador resulte acorde con la Carta.

Inaplicación de acto administrativo por ilegalidad como facultad reservada a la Jurisdicción


Contencioso Administrativa. Sin embargo, su aplicación o invocación no pueden ser generales, ni
la obligatoriedad de los actos administrativos normativos ha sido dejada por el constituyente al libre
examen de las autoridades y los particulares. Tal facultad de inaplicar actos administrativos
contrarios a las normas superiores, se reserva a la jurisdicción contencioso administrativa. A esta
conclusión se llega a partir de las siguientes consideraciones:

Improcedencia de analogía de la prevalencia de la Constitución Política y la excepción de


ilegalidad. En principio, podría pensarse que ante la ausencia de una norma constitucional expresa
que autorice a toda persona el no cumplir actos administrativos contrarios al ordenamiento
superior, cabría una interpretación analógica del artículo 4° de la Constitución, según la cual así
como cualquier autoridad debe dar aplicación prevalente a las normas constitucionales sobre
cualesquiera otras que resulten contrarias a ellas, de igual manera debe inaplicar disposiciones
contenidas en actos administrativos de cualquier índole, cuando contradicen a aquellas otras que
les son superiores jerárquicamente. En efecto, la analogía entre los fenómenos de la
inconstitucionalidad y la ilegalidad de las normas parece ser manifiesta, pues en uno y otro caso se
trata del desconocimiento de normas de mayor rango jerárquico. Así, siendo análogas ambas
situaciones cabría la aplicación del artículo 4° superior, para deducir que en todo caso de
incompatibilidad entre una norma superior y otra inferior deberán prevalecer las disposiciones de
mayor jerarquía. Sin embargo, la Corte descarta esta posible interpretación analógica del artículo
4° de la Constitución Política, por las siguientes razones:

En primer lugar, porque tratándose de una excepción al principio de aplicabilidad y obligatoriedad


de normas jurídicas, la misma debe ser de interpretación restringida. En efecto, la aplicación
analógica debe desecharse cuando la disposición que se pretende extender contiene una
excepción a la norma general, pues en este caso es la norma general y no la excepción la que
debe ser aplicada. En el caso presente, la norma general -de rango constitucional- es el principio
de obligatoriedad del ordenamiento jurídico, el cual es consubstancial a la noción misma de Estado
de Derecho, pues justamente lo que distingue las normas jurídicas de los demás sistemas
normativos, es esta característica de ser de imperativa observación por parte de sus destinatarios.
A esta realidad se refirió la Corte cuando afirmó: “El principio que rige la operatividad del Estado
de Derecho y que hace posible el funcionamiento de las instituciones es el de la obligatoriedad y
ejecutabilidad de las normas que, dentro del esquema de la organización política, profieren los
organismos y las autoridades competentes, según la Constitución. En general, la norma jurídica,
independientemente de su jerarquía, obliga a sus destinatarios y es deber de las autoridades
públicas, en el ámbito de las atribuciones que a cada una de ellas corresponda, hacerla efectiva.” xxix
Siendo entonces que todo el soporte de la eficacia del ordenamiento jurídico radica en el principio
de obligatoriedad del mismo, los casos excepcionales en los cuales los particulares o las
autoridades pueden inaplicar las normas o las disposiciones de las autoridades, no pueden ser
deducidos analógicamente. Si bien frente a la supremacía de la Constitución ella misma incluye
cláusulas abiertas como las contenidas en los artículos 4° y 91 superiores, que indican que en todo
caso de incompatibilidad entre su texto y las normas inferiores debe dársele aplicación preferente a
aquél, esta misma posibilidad de inaplicación directa y extrajudicial no está contemplada para el
caso de desconocimiento, no ya de la Constitución, sino de cualesquiera otras normas de la
jerarquía normativa. En cambio, diversos textos superiores si refrendan el principio de
obligatoriedad de las normas y de las disposiciones proferidas por las autoridades competentes,
15

como lo son, por ejemplo, el artículo 95 que enumera entre los deberes de los las personas
residentes en Colombia el acatar la Constitución y las leyes y el respetar a las autoridades
legítimamente constituidas, lo cual evidentemente, incluye el acatamiento a sus disposiciones.

En segundo lugar, la extensión analógica del principio de inaplicación de las normas


manifiestamente contrarias a la Constitución para referirlo a todo tipo de disposiciones contrarias a
otras jerárquicamente superiores, no consulta realmente la razón de ser de la aplicación analógica
de las normas. En efecto, dicha manera de llenar los vacíos legales se fundamenta en el aforismo
jurídico según el cual ubi éadem ratio, ibi éadem juris dispositio. En lo que concierne a la
inaplicación de las normas por causa de su inconstitucionalidad manifiesta, permitida a cualquier
autoridad, las razones que llevaron al constituyente a consagrarla tienen que ver con la garantía
de la supremacía del orden superior, razones que no están siempre presentes en los casos de
simple disconformidad entre una norma inferior y otra superior.

Preservación del principio de legalidad por Jurisdicción especializada es de rango constitucional.


La Corte encuentra que es de rango constitucional la existencia de una jurisdicción especializada
en la preservación del principio de legalidad en la actuación administrativa. Los artículos 236 a 238
atribuyen, en efecto, a la jurisdicción de lo contencioso administrativo dicha función, la cual debe
ejercerse en los términos que señale la ley. En efecto, el artículo 237, refiriéndose al Consejo de
Estado afirma que a esa Corporación corresponde “Desempeñar las funciones de tribunal supremo
de lo contencioso administrativo, conforme a las reglas que señale la ley”. De igual manera, el
artículo 236, respecto de cada una de las salas y secciones que lo integran, indica que la ley
señalará las funciones que les corresponden. Y finalmente el artículo 238, deja también en manos
del legislador el señalamiento de los motivos y los requisitos por los cuales la jurisdicción
contencioso administrativa puede suspender provisionalmente “los efectos de los actos
administrativos que sean susceptibles de impugnación por vía judicial”.

Excepción de ilegalidad de acto administrativo: inexistencia de consagración expresa en la


Constitución y de posibilidad de invocación por particulares o autoridades administrativas. No hay
en la Constitución un texto expreso que se refiera al ejercicio de la excepción de ilegalidad, ni a la
posibilidad de que los particulares o la autoridades administrativas, por fuera del contexto de un
proceso judicial, invoquen dicha excepción para sustraerse de la obligación de acatar los actos
administrativos, sino que la Carta puso en manos de una jurisdicción especializada la facultad de
decidir sobre la legalidad de los mismos, ilegalidad que debe ser decretada en los términos que
indica el legislador. Así las cosas el artículo 12 de la Ley 153 de 1887, debe ser interpretado de
conformidad con las consideraciones precedentes, pues entenderlo en el sentido de conferir una
facultad abierta para que autoridades y particulares se sustraigan al principio de obligatoriedad del
ordenamiento jurídico, desconoce la Constitución. Finalmente, motivos que tocan con la necesidad
de garantizar la seguridad jurídica y la vigencia y efectividad del orden jurídico, dan fundamento de
razonabilidad adicional a la reserva hecha por el legislador respecto de posibilidad concedida a los
particulares y a las autoridades administrativas de sustraerse a la fuerza obligatoria de los actos
administrativos. Efectivamente, dejar al criterio de cualquier autoridad, o aun al de los particulares,
la observancia de las disposiciones de las autoridades contenidas en los actos administrativos,
propiciaría la anarquía en perjuicio de la efectividad de los derechos de los ciudadanos y dificultaría
en alto grado la posibilidad de alcanzar el bien común. En cambio, dejar a la competencia de la
jurisdicción contenciosa la definición sobre la legalidad de un acto en nada lesiona los derechos de
los administrados, pues cualquiera tiene abierta la posibilidad de demandar su nulidad y aún de
pedir su suspensión provisional, la cual, cuando verdaderamente hay un manifiesto
desconocimiento de las normas de superior jerarquía, se concede en un breve lapso que garantiza
la vigencia del principio de legalidad.

Campo de acción de la excepción de ilegalidad. La llamada excepción de ilegalidad se circunscribe


entre nosotros a la posibilidad que tiene un juez administrativo de inaplicar, dentro del trámite de
una acción sometida a su conocimiento, un acto administrativo que resulta lesivo del orden jurídico
16

superior. Dicha inaplicación puede llevarse a cabo en respuesta a una solicitud de nulidad o de
suspensión provisional formulada en la demanda, a una excepción de ilegalidad propiamente tal
aducida por el demandado, o aun puede ser pronunciada de oficio. Pero, en virtud de lo dispuesto
por la norma sub exámine tal y como ha sido interpretado en la presente decisión, tal inaplicación
no puede ser decidida por autoridades administrativas, las cuales, en caso de asumir tal conducta,
podrían ser demandadas a través de la acción de cumplimiento, que busca, justamente, hacer
efectivo el principio de obligatoriedad y de presunción de legalidad de los actos administrativos.

Veamos, ahora, un caso. Sentencia C-1050/00. Al respecto, es procedente reiterar lo expuesto,


en primer lugar, en sentencia C-309/96, en la cual se dijo:

“No duda la Corte que al entrar en vigencia la nueva Constitución, la disposición legal acusada
que hacía perder a la viuda el derecho a la pensión sustituta por el hecho de contraer nuevas
nupcias o conformar una nueva familia, se tornó abiertamente incompatible con sus dictados y,
desde entonces, bien había podido ejercitarse la excepción de inconstitucionalidad. En efecto,
el derecho al libre desarrollo de la personalidad, a lo que se suma la facultad de conformar un
nuevo núcleo familiar, se vulneran de manera meridiana, de conformidad con lo expuesto, por
la anotada condición. El radio de la violación constitucional se amplía aún más cuando en 1993
se expide la ley 100, que elimina la susodicha condición, pero deja inalterada la situación que,
por lo menos a partir de la vigencia del nuevo ordenamiento constitucional, pugnaba con sus
normas y principios. Ya se ha señalado cómo el nuevo régimen legal, en virtud de esta omisión,
permite identificar nítidamente dos grupos de personas que, pese a encontrarse dentro de un
mismo predicado material, son objeto un trato distinto carente de justificación objetiva y
razonable”.

“La causa de que al momento de promulgarse la Constitución Política, pueda afirmarse la


violación del derecho al libre desarrollo de la personalidad y que, más adelante, al expedirse la
ley 100 de 1993, se hubiere configurado un claro quebrantamiento del derecho a la igualdad de
trato, no puede dejar de asociarse a la norma demandada que, por lo tanto, deberá declararse
inexequible”.

“A juicio de la Corte Constitucional, con el objeto de restablecer los derechos conculcados, se


impone reconocer a la viudas, que a partir de la vigencia de la nueva Constitución Política
hubieren perdido el derecho a la pensión - actualmente denominada de sobrevivientes - por
haber contraído nuevas nupcias o hecho vida marital, su derecho a recuperar las mesadas
dejadas de pagar que se hubieren causado luego de notificada la presente sentencia”.

De otra parte, en sentencia C-182/97, también se pronunció la Corte, respecto de apartes


normativos idénticos a los demandados en esta oportunidad y que estaban contemplados en los
Decretos 1211/90; 1212/90; 1213/90 y 1214/90. Por lo tanto se considera conveniente destacar y
reiterar lo dispuesto en la referida providencia:

“Ante todo cabe indicar que la pensión de sobrevivientes constituye para sus beneficiarios un
derecho fundamental de carácter legal que el Estado está en la obligación de garantizar en
relación con el pago oportuno de la misma, así como en lo concerniente a su reajuste
periódico”.

“En los preceptos acusados se establece como causal de extinción de las pensiones que se
otorguen por fallecimiento de un Oficial o Suboficial de las Fuerzas Militares o de la Policía
Nacional, de un Agente de esta institución o de los empleados civiles del Ministerio de Defensa
o de la Policía Nacional, en servicio activo o en goce de asignación de retiro o pensión, el
hecho de que “el cónyuge contraiga nuevas nupcias o haga vida marital”.
17

“Lo anterior configura una condición resolutoria del derecho pensional, que no se encuentra
consagrada para los trabajadores cobijados por el Sistema Integral de Seguridad Social
previsto en la Ley 100 de 1993, presentándose por consiguiente un tratamiento abiertamente
desigual, con respecto a los mismos servidores del Estado”.

“De la lectura de las normas contenidas en el Capítulo IV, Título II, Libro Primero de la ley 100
de 1993, artículos 46 y siguientes, no se encuentra que se haga referencia en manera alguna a
la extinción de esta pensión, frente a la circunstancia de que el cónyuge del empleado fallecido
contraiga posteriormente nuevas nupcias o haga vida marital. Dichos preceptos se encargan de
señalar los requisitos para el reconocimiento de la pensión de sobrevivientes, el monto y su
indemnización sustitutiva, así como la garantía de la pensión mínima y su financiación. No se
indica nada respecto a las circunstancias por las cuales se pierde el derecho a disfrutar de la
citada pensión, de donde cabe inferir que sus beneficiarios tendrán un derecho vitalicio para
gozar de dicha prestación social”.

“Por consiguiente, al realizar una simple confrontación entre los preceptos acusados,
contenidos en los Decretos 1211, 1212, 1213 y 1214 de 1990, y que conforman uno de los
denominados regímenes excepcionales al tenor del inciso 1o. del artículo 279 de la Ley 100 de
1993, y aquellos consagrados en los artículos 46 y siguientes de esta misma ley, respecto a la
pensión por fallecimiento o pensión de sobrevivientes, surge una clara, abierta y ostensible
violación del derecho a la igualdad consagrado en el artículo 13 de la Carta Política, al
establecerse un privilegio para aquellos beneficiarios que han optado por mantenerse en
estado de viudez, frente a quienes deciden contraer nuevas nupcias o hacer vida marital”.

“Así entonces, la condición resolutoria aludida, contenida en los preceptos acusados resulta
contraria al ordenamiento constitucional, pues coloca sin razón válida en una situación de
desventaja y desfavorable a los destinatarios del régimen excepcional consagrado en los
decretos mencionados, frente a aquellos cobijados por la Ley 100 de 1993, para quienes no se
extingue por dicha circunstancia la pensión de sobrevivientes”.

“En criterio de la Corporación, no existe razón valedera que justifique constitucional ni


legalmente dicha diferenciación, entre personas colocadas en una misma situación fáctica -la
muerte o el fallecimiento del trabajador, afiliado o pensionado-, ya que todos los beneficiarios
de la pensión tienen el mismo derecho a gozar de la misma, sin que circunstancias de orden
personal y de su fuero interno, como lo es la decisión individual de contraer nuevas nupcias o
hacer vida marital, puedan dar lugar a ese tratamiento discriminatorio, expresamente prohibido
en el artículo 13 de la Carta Fundamental.”

Así mismo, en la sentencia aludida, anotó la Corte:

“Para la Corte Constitucional no cabe duda de que en esta materia el precepto impugnado sí
discrimina, pues consagra un privilegio de la mujer soltera sobre la casada y de la unión de
hecho sobre el matrimonio; más aún, se le reconocen los beneficios a condición de nunca
haberlo contraído. Esto representa una flagrante violación de lo dispuesto en el artículo 13 de la
Carta e implica el desconocimiento del 16 Ibídem que garantiza a todo individuo el libre
desarrollo de su personalidad."

“Las anteriores consideraciones resultan aplicables al presente asunto, ya que la expresión


acusada al consagrar como condición resolutoria del derecho pensional, el mantenimiento del
estado civil después del fallecimiento del cónyuge, vulnera igualmente el derecho constitucional
fundamental al libre desarrollo de la personalidad, que se traduce en la libertad de opción y de
toma de decisiones de la persona, siempre que no se alteren los derechos de los demás y el
orden jurídico”.
18

“Es del caso agregar, además, que la existencia del derecho al libre desarrollo de la
personalidad radica en que la persona sea dueña de sí misma y de sus actos, la cual debe ser
libre y autónoma en sus actos y procedimientos, con las únicas limitaciones surgidas del
derecho de los demás y del orden jurídico”.

“Igualmente, como lo ha señalado la jurisprudencia de esta Corporación, se desconoce el


principio y derecho constitucional a la igualdad, cuando sin mediar circunstancia objetiva y
razonablemente justificada se consagra una discriminación entre personas colocadas en un
mismo pie de igualdad, lo cual como se ha dejado expuesto, ocurre en el caso sub-lite en que
se consagra un tratamiento diferencial y desigual para las viudas y viudos de los miembros de
la Fuerza Pública, en relación con el derecho a la pensión por fallecimiento del cónyuge”.

En otra Sentencia, T-522 de 2001, la Corte Constitucional abordó el tema de la vía de hecho por
falta de consideración de la excepción de inconstitucionalidad, frente a una norma
evidentemente contraria a la Constitución. Veamos:

Problema Jurídico. ¿Incurre en una vía de hecho un funcionario judicial cuando la decisión que
toma se funda en la aplicación en una disposición cuyo contenido normativo fue declarado inexe-
quible por la Corte Constitucional, por desconocer derechos fundamentales?

Consideraciones de la Corte Constitucional

Esta Sala es que coincide plenamente en relación con la diferencia de las dos figuras procesales.
Por un lado se ha hablado de la detención domiciliaria, medida de aseguramiento contemplada por
el Código de Procedimiento Penal en su artículo 396, xxx por medio de la cual se impone una
caución al sindicado y se ordena que la detención preventiva se verifique en su domicilio. Por otro
lado se ha hecho referencia a la detención parcial en lugar de trabajo o domicilio, otra medida de
aseguramiento contemplada en el Código de Procedimiento Penal, artículo 409, xxxi mediante la
cual el sindicado que deba proveer por ley a la subsistencia de alguien, podrá cumplir su condena,
parcialmente, en su domicilio o en su lugar de trabajo.

No obstante la anterior precisión, no comparte esta Sala la tesis según la cual en la sentencia C-
392/00 la Corte sólo se pronunció sobre la constitucionalidad de la figura de la detención parcial en
lugar de trabajo o domicilio, y por lo tanto, no puede predicarse nada a propósito de la detención
domiciliaria.

La Sala no encuentra duda respecto a que la decisión de declarar inexequible esta norma también
cobija a la detención domiciliaria.

Como se puede leer en el aparte citado, las consideraciones de la inexequibilidad no se refieren a


características especiales y particulares de la figura de la detención parcial en el lugar de trabajo o
en el domicilio. El análisis de la Corte es de un nivel superior, responde al siguiente problema
jurídico: ¿se viola el derecho a la igualdad a un sindicado cuando se le niega una medida de
aseguramiento en razón al juez que conoce el delito? La Corporación respondió afirmativamente.
El criterio fundado en cuál es el juez que conoce del proceso para establecer si se permite que se
concede o no la medida de aseguramiento, viola por completo el derecho a la igualdad. No es
razonable que a una persona, sin importar quién es, qué conducta realizó o cuál es su pasado
judicial, y fundándose únicamente en el hecho de quién es el juez competente para fallar su caso,
se le niegue de manera absoluta la posibilidad de solicitar y acudir a la medida precautoria
solicitada.

Así pues, el contenido normativo material de la parte final del artículo 388 excluye no sólo a la
medida de aseguramiento de la detención parcial en el lugar trabajo o domicilio, sino a todas
19

excepto la detención preventiva, sólo con base en el criterio de quién es el juez competente de
conocer el proceso.

Subreglas

1. No permitir que se conceda el beneficio de detención domiciliaria teniendo como criterio,


únicamente, cuál es el juez competente en el caso, constituye una violación al derecho a la
igualdad
2. Aplicar una norma claramente contraria a la Constitución, según sentencia expresa de la
Corte, y que conlleve violaciones a derechos fundamentales constituye una vía de hecho

i
C-560 de 1999. M.P. Carlos Gaviria Díaz.
ii
Cfr. García de Enterría, Eduardo. La Constitución como norma y el tribunal Constitucional, Civitas, Madrid, 1991
iii
Sent. T-06/92 M.P. Ciro Angarita Barón Cfr. Título II, capítulos 1, 2 y 3 de la Constitución Política
iv
Cfr. Título II, capítulos 1, 2 y 3 de la Constitución Política
v
Cfr. Artículo 2 de la Constitución Política
vi
Cfr. Título II, capítulo 4 y título VIII, capítulo IV, en particular el artículo 241 de la Constitución política
vii
Sent. C-445/96 M.P. Hernando Herrera Vergara
viii
Ver sent. C-180/94.
ix
Ley 270/96
x
Sent. C-037/96 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa
xi
Ver sent. C.180/94
xii
ibidem. Hay quienes consideran que el control de constitucionalidad en Colombia es mixto y para otros, es integral.
xiii
C-739 de 2001.
xiv
Consultar entre otras sentencias C-536 y 592 de 1998, C-013, 290 380 y C-562 de 2000.
xv
Cfr. Sentencias C-513 de 1994 y C-600 de 1998.
xvi
Respecto del control automático, ver, entre otras, las sentencias C-004 y C-579 de 1992, C-179 de 1994 y C-122 de
1999. Sobre la revisión de los tratados internacionales consultar, además, las sentencias C-178 de 1995, C-682 de 1996, C-
246 de 1999, C-400 de 1998, C-426 y C-1139 de 2000.
xvii
Ver, entre otras, las sentencias C-434 y 479 de 1992, C-281 de 1994, C-069 de 1995, C-037 de 1996, C-600 de 1998 y
T-522 de 2001.
xviii
Consultar, además, las sentencias C-176 de 1994, y SU-111 de 1997.
xix
Al respecto, además, las sentencias C-486 de 1993, T-296, T-505, y C-558 de 1994, y T-294 de 1995.
xx
Si la decisión es de mera inconstitucionalidad la disposición se excluye del ordenamiento, en tanto si es de
constitucionalidad pura y simple la misma se mantiene sin ninguna aclaración, pero si la permanencia en éste de la
disposición se condiciona a una determinada interpretación, la sentencia se denomina interpretativa y quiere decir que las
otras posibles interpretaciones contrarían la Carta (Ver, entre otras, las sentencias C-542 de 1992, C-473 y 496 de 1994).
Se llaman sentencias aditivas o integradoras aquellas que adecuan la disposición, porque advierten que por no regular los
aspectos incluidos la norma sería inconstitucional (sentencia C-690 de 1996). Las sentencias sustitutivas transforman el
sentido originario de la ley porque excluyen una norma del ordenamiento por inexequible a la vez que la reemplazan
(sentencia C-113 de 1993).Jurisdicción Constitucional de Colombia – La Corte Constitucional 1992-2000 Realidades y
Perspectivas- Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla Fundación Konrad Adenauer. Páginas 383 y siguientes.
xxi
Sentencia C-083 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Díaz.
xxii
C-131 de 1993.
xxiii
C-562 de 2000.
xxiv
T-006 de 1994.
xxv
Sentencia C-600A de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero.
xxvi
Capelletti, Le pouvoir des juges, Press Universitaire d'aix-Marseille, 1990, p. 35
xxvii
Sentencia T- 406 de 1992. M. P. Ciro Angarita Barón.
xxviii
Sentencia C-037 de 1996 M.P. Vladimiro Naranjo Mesa.
xxix
Ibídem
xxx
ART. 396 — Detención domiciliaria. Cuando se trate de hecho punible cuya pena mínima prevista sea de cinco años de
prisión, o menos, el funcionario judicial sustituirá la detención preventiva por detención domiciliaria si establece que el
sindicado por sus características familiares, laborales y vínculos con la comunidad, comparecerá al proceso y no coloca en
peligro a la comunidad. En tal caso le impondrá caución y ordenará que la detención preventiva se verifique en el domicilio
20

3. Incurre en una vía de hecho por razones sustanciales el funcionario judicial que tome
una decisión con base en una disposición: (1) cuyo contenido normativo es evidentemente contra-
rio a la Constitución, porque la Corte Constitucional previamente así lo declaró con efectos erga
omnes, (2) cuyo sentido y aplicación claramente compromete derechos fundamentales, y (3) cuya
incompatibilidad ha sido alegada por el interesado, invocando el respeto a una sentencia de
constitucionalidad de la Corte Constitucional que excluyó del ordenamiento jurídico el sentido
normativo único e ínsito en la norma legal aplicada en el curso del proceso y de la cual depende la
decisión.

Sentencia T-049/02

Problema jurídico

En el presente caso se debe determinar si el no reconocimiento de la pensión de sobrevivientes en


virtud de la no convivencia con el señor con anterioridad a que él cumpliera los requisitos para
pensión de jubilación constituye una vía de hecho administrativa que vulnere el derecho a la
seguridad social en conexidad con la vida de la accionante.

Vía de hecho por no aplicación de la excepción de inconstitucionalidad

Los funcionarios administrativos están cubiertos por la obligatoriedad de las normas


constitucionales y legales. De esta manera, deben enfocar su comportamiento según lo
establezcan tales preceptos. Si bien en virtud del principio de legalidad los funcionarios
administrativos deben ceñir su comportamiento de acuerdo con la ley, la cual se presume
constitucional de no haber sido declarada inexequible, la aplicación de la misma al caso concreto
no puede darse de manera ciega. En consecuencia, el ejercicio de su cargo debe verse guiado por
la integridad del ordenamiento normativo, incluyendo la Constitución, y de concluir que la
aplicación de la ley conllevaría resultados contrarios al querer de la Carta Política, es su deber
inaplicar la ley y aplicar la Constitución para la solución del caso concreto.

En efecto, el artículo 4 constitucional establece que “la Constitución es norma de normas. En todo
caso de incompatibilidad entre la Constitución y la ley u otra norma jurídica, se aplicarán las
disposiciones constitucionales.”. De tal mandato se deriva la figura de la excepción de
inconstitucionalidad, la cual puede y debe ser aplicada por funcionarios judiciales y
administrativos.

del sindicado. Adicionalmente, podrá imponer la obligación de realizar trabajo social durante el término de la detención
domiciliaria o los fines de semana.
xxxi
ART. 409 — Detención parcial en el lugar de trabajo o domicilio. El sindicado que deba proveer por disposición de la ley
a la subsistencia de una o más personas, podrá obtener que su detención se cumpla parcialmente en el lugar de trabajo, o
su domicilio siempre que se reúnan las siguientes condiciones:
1. Que no tenga en su contra, sentencia condenatoria por delito doloso o preterintencional.
2. Que esté sindicado por un delito cuya pena máxima no exceda de seis años de prisión.
3.Que no haya eludido su comparecencia en la actuación procesal.
El beneficiado firmará diligencia de compromiso y prestará caución, que garanticen el cumplimiento de las obligaciones que
se le impongan, entre las cuales estará la de regresar al establecimiento carcelario inmediatamente después de que
terminen sus labores diurnas o nocturnas.
Esta medida se revocará cuando el beneficiario incumpla cualquiera de las obligaciones que se hubieren impuesto en la
diligencia de compromiso.
(El inciso segundo, modificado por la Ley 504/99, art. 26, donde se señalaba que: "De este beneficio quedan excluidos en
todo caso los sindicados por los delitos a los que se refiere el artículo 71 de este código"; fue declarado inexequible por la
Corte Constitucional en Sentencia C-392, M.P. Antonio Barrera Carbonell).
21

En caso de que exista una disposición legal que conlleve injusticias manifiestas en su aplicación y
que contradiga la naturaleza del Estado Social de Derecho Colombiano y el funcionario
administrativo no aplique la excepción de inconstitucionalidad, tal actuación constituiría una vía de
hecho y perdería su validez. El funcionario que aplica la norma no solamente debe tener en cuenta
durante su ejercicio el tenor literal de la leyes. Su actuar debe verse iluminado por las reglas y
principios de carácter constitucional. En referencia a este aspecto, y estudiando la materia de
pensiones, dijo la Corte:

“Ese principio de reconocer la eficacia real de los derechos de las personas, y uno de esos
derechos es la seguridad social en pensiones, plantea la obligación para los operadores jurídicos
(entre ellos los funcionarios que tramitan las solicitudes de pensiones en el I.S.S.) de superar las
simples normas reglamentarias, para poner especial cuidado en los principios constitucionales y
ponderar y reflexionar sobre los valores jurídicos y los derechos fundamentales constitucionales
(T-715/99, M.P. Alejandro Martínez Caballero). O sea que no solamente se deben leer los
reglamentos del I.S.S. sino que hay que aplicar de manera preferencial la Constitución, las leyes
de la República e interpretarlas respetándose los derechos, los principios y los valores. Por
consiguiente, las Resoluciones del I.S.S. que solo tienen en cuenta la reglamentación interna de la
Institución y la Ley 100 de 1993, carecen de motivación suficiente porque pasan por alto la
Constitución Política y otras leyes que pueden y generalmente son necesarias para resolver cada
caso concreto”1.

Pensión de sobrevivientes como derecho irrenunciable

La Constitución Política establece en su artículo 48 que la seguridad social es un derecho de


naturaleza irrenunciable, como “manifestación concreta del Estado Social de Derecho” 2. Tal
derecho está constituido a su vez por varias expresiones entre las cuales se encuentra el derecho
a pensión en sus diferentes modalidades, las cuales incluyen la pensión de sobrevivientes. Al ser
ésta una proyección concreta de la seguridad social, tiene el carácter de irrenunciable. La Corte en
numerosas ocasiones ha protegido a través de la tutela el derecho a percibir mesadas
pensionales3 de pensión de sobrevivientes e inclusive ha reconocido la pensión de sobrevivientes,
por considerarla como derecho irrenunciable.

En anterior ocasión, con referencia a las familias conformadas por vínculo matrimonial y aquellas
extramatrimoniales, la Corte consideró que no debería existir diferenciación en cuanto a la
protección irrenunciable a las manifestaciones del derecho a la seguridad social:

”(...) la Carta Magna protege la familia matrimonial y extramatrimonial, en cuanto llenen las
características que establece el legislador para proteger este tipo de instituciones sociales. Las
diversas formas de familia protegidas constitucionalmente, encuentran reconocimiento pleno en
las normas sobre la seguridad social integral, entendida ésta como el conjunto de instituciones,
procedimientos, sistemas legales, de que disponen las personas y la comunidad, para garantizar
los derechos irrenunciables a la misma , cuyo propósito es obtener una calidad de vida acorde
1
Ver sentencia T-827/99, M.P. Alejandro Martínez Caballero
2
Ver sentencia T-202/97, M.P. Fabio Morón Díaz (En esta ocasión el empleador de los accionantes no
vinculaba a los accionados al sistema de seguridad social en salud)
3
Ver sentencia T-264/01, M.P. Alfredo Beltrán Sierra ( En este caso, el Seguro Social había suspendido el
pago de una mesada de pensión de sobrevivientes a la accionante por haber cumplido los 18 años –basándose
en una norma ya derogada-, no obstante que su educación dependía del dinero requerido. La Corte reiteró una
vez más la irrenunciabilidad del derecho a pensión de sobrevivientes como manifestación de seguridad social
) En el mismo sentido ver las sentencias T-283/00, M.P. José Gregorio Hernández Galindo, T-196/00 y T-
323/00 del mismo Magistrado.
22

con la dignidad humana y precaver el cubrimiento de necesidades futuras, mediante la


estructuración de un régimen de salud o uno pensional que proteja al trabajador y a su núcleo
familiar ante las contingencias como la invalidez, la enfermedad, la vejez o aún la
muerte.”4(subrayas y resaltado nuestro)

Al ordenar reanudación del pago de las mesadas de pensión de sobrevivientes a hijos de los
causantes dijo la Corte:

“Si bien, dicho reconocimiento [de la pensión de sobrevivientes] se hizo con base en las normas
vigentes en ese momento (Decreto 3041 de 1966), la entidad demandada está desconociendo el
principio de favorabilidad que en materia laboral consagra la misma Carta Política de 1991 en su
artículo 53, en la cual el derecho a la seguridad social eleva su categoría a nivel constitucional y
surge como un derecho irrenunciable, que si bien, no se constituye per se como fundamental,
puede ser objeto de protección por vía de tutela, en los casos en que, de su amparo dependa la
efectividad de otros derechos, estos sí, de carácter fundamental.” 5(subrayas y resaltado nuestro)

Derecho la pensión de sobrevivientes como derecho fundamental

La pensión de sobrevivientes puede llegar a constituirse en derecho fundamental en caso de que


de ella dependa la garantía del mínimo vital del accionante. Efectivamente, pueden llegar a
conjugarse factores como la avanzada edad del peticionario con su incapacidad financiera para
solventar unas condiciones de vida dignas de no recibir la mesada pensional. La Corte
Constitucional ha corroborado tal afirmación a través de su jurisprudencia.

“Es decir, que el juez constitucional, en el caso sometido a revisión, no podía desconocer que el
mínimo vital de las accionantes, como el de sus hijos menores, se ha visto afectado por la
negativa tanto de la empresa empleadora como de la compañía de riesgos profesionales, de
reconocer la pensión [de sobrevivientes] a la que éstos tienen derecho. Mínimo vital que, en los
términos de la jurisprudencia constitucional, está definido como “los requerimientos básicos
indispensables para asegurar la digna subsistencia de la persona y de su familia, no solamente en
lo relativo a alimentación y vestuario sino en lo referente a salud, educación, vivienda, seguridad
social y medio ambiente, en cuanto factores insustituibles para la preservación de una calidad de
vida que, no obstante su modestia, corresponda a las exigencias más elementales del ser
humano” (Corte Constitucional, sentencia T-011 de 1998. Magistrado ponente, doctor José
Gregorio Hernández Galindo).

En el caso planteado, es claro que las actoras requieren la pensión de sobrevivientes de que trata
el artículo 49 del decreto 1295 de 1994, reglamentario de la ley 100 de 1993, como su único medio
de subsistencia y la de sus menores hijos, a efectos de garantizar su mínimo vital. Derecho que, si
bien tiene un carácter prestacional, adquiere, dadas las condiciones de las accionantes y de los
menores, el carácter de fundamental, en tanto que está en juego su derecho a la subsistencia”. 6
4
Ver sentencia T.842/99, M.P. Fabio Morón Díaz (En esta ocasión la Corte reconoció el derecho a pensión de
sobrevivientes a la accionante una vez constatada la efectiva convivencia por más de quince años con el
occiso, asunto que no valoró debidamente el Seguro Social al negar el derecho a pensión. La accionante de
edad avanzada (77) años dependía de la pensión de sobrevivientes para la garantía de su mínimo vital)
5
Ver sentencia T-907/00, M.P. Alejandro Martínez Caballero (En este caso se analizaban los mismos hechos
de la T-264/01, anteriormente relacionada)
6
Ver sentencia T-384/98, M.P. Alfredo Beltrán Sierra (En esta ocasión la aseguradora a cargo de reconocer la
pensión de sobrevivientes de las accionantes no la reconocía en virtud de la falta de pago de las últimas
cotizaciones por parte del empleador. Este a su vez decía que no le correspondía la obligación del
reconocimiento y pago de la pensión de jubilación , sino que la responsable era la aseguradora. La Corte,
buscando la protección del mínimo vital, concedió la tutela como mecanismo transitorio de protección al
23

La naturaleza de la pensión de sobrevivientes hace que en la mayoría de los casos tal prestación
vaya ligada a la protección del mínimo vital de los beneficiarios. Así se puede observar en la
definición que de ésta ha elaborado la Corte:

“La pensión de sobrevivientes busca impedir que, ocurrida la muerte de una persona, quienes
dependían de ella se vean obligados a soportar individualmente las cargas materiales y
espirituales de su fallecimiento. Desde esta perspectiva, ha dicho la Corte, "la sustitución
pensional responde a la necesidad de mantener para su beneficiario, al menos el mismo grado de
seguridad social y económica con que contaba en vida del pensionado fallecido, que al
desconocerse puede significar, en no pocos casos, reducirlo a una evidente desprotección y
posiblemente a la miseria"..” 7(el subrayado es nuestro)

Al tener esta naturaleza la pensión de sobrevivientes, su pago es la manifestación efectiva de la


protección al mínimo vital. Ha manifestado esta Corporación que:

“El pago de la pensión de sobrevivientes ya sea a los familiares del trabajador pensionado
(numeral 1º del artículo 46 de la Ley 100 de 1993) o aquellos afiliados al sistema de pensiones a
que alude el numeral 2º atacado parcialmente, tiene como finalidad evitar “que las personas
allegadas al trabajador y beneficiarias del producto de su actividad laboral queden por el simple
hecho de su fallecimiento en el desamparo o la desprotección” 8. A este respecto se ha dicho
además que “La pensión de sobrevivientes busca impedir que, ocurrida la muerte de una persona,
quienes dependían de ella se vean obligados a soportar individualmente las cargas materiales y
espirituales de su fallecimiento”9”10

Por último refiriéndose a la naturaleza de derecho fundamental que puede llegar a tener el
derecho a pensión de sobrevivientes, dijo la Corte:

“Este derecho es cierto e indiscutible, irrenunciable; la transmisión en el sector privado fue reglada
por la Ley 33 de 1973 artículo 1º. Teniendo como antecedentes el Código Sustantivo del Trabajo
art. 275, Ley 171 de 1961 art. 12, Ley 5º de 1969 art. 1º, Decreto 435 de 1971 art. 15 y la Ley 10
de 1972 art. 10. En la Ley 100 de 1993 a esta situación se le da el calificativo de Pensión de
Sobrevivientes (artículo 46 a 49). Se ratifica que a ella tiene derecho en forma vitalicia el cónyuge
supérstite y se aclara que además son beneficiarios los hijos menores de 18 años y hasta los 25
siempre que estén incapacitados para trabajar por razón de sus estudios y si dependían
económicamente del causante al momento de su muerte, y, los hijos inválidos si dependían
económicamente del causante y mientras subsistan las condiciones de invalidez (art. 47-b)

Ese derecho, para los beneficiarios es derecho fundamental por estar contenido dentro de valores
tutelables: el derecho a la vida, a la seguridad social, a la salud, al trabajo. Es inalienable,
inherente y esencial. Y, hay una situación de indefensión del beneficiario respecto a quien debe
pagarle la mesada.11"(el subrayado es nuestro)

ordenar a la aseguradora el reconocimiento de tal pensión mientras la justicia ordinaria decidía quien era el
obligado.)
7
Ver sentencia C-080/99, M.P. Alejandro Martínez Caballero
8
Sentencia T-190 de 1993 M.P., Eduardo Cifuentes Muñoz.
9
Idem
10
Ver sentencia C-617/01, M.P. Álvaro Tafur Galvis
11
Sentencia T-173/94, Magistrado Ponente: Dr. Alejandro Martínez Caballero (En este
caso la Corte ordenó que se reanudara el pago de mesadas pensionales a la accionante a
quien el empleador de su fallecido esposo hacía varios años que no pagaba.)
24

La sentencia C-1176/01 y el estudio de la constitucionalidad del artículo 47, literal a) de la


ley 100 de 1993

Si bien para el momento en el cual se negó el reconocimiento de la pensión de jubilación la norma


no había sido declarada inconstitucional, fue un caso como el previsto hipotéticamente por la Corte
en la sentencia C-1176/01 el que tuvo que asumir el Departamento de Antioquia, Secretaría del
Recurso Humano, Dirección de Prestaciones Sociales y Nómina. En el estudio de
constitucionalidad de esta norma dijo esta Corporación:

“Tal es el caso, para nada descabellado, de quien se hizo acreedor a una pensión de invalidez a
los 30 años, contrajo matrimonio a los 32 y vivió con su cónyuge hasta su muerte, ocurrida a los
65. En estas circunstancias, la imposibilidad de ser titular de la pensión de sobrevivientes, por
cumplirse la condición de haberse iniciado la vida marital con posterioridad al momento en que el
causante adquiere el derecho a la pensión, es una restricción que sobrepasa los límites de lo
razonable y desconoce los criterios vertebrales de interpretación, vinculados a la pensión de
sobrevivientes, así como el propósito del legislador al instituir esta prestación social.

No es necesario hacer mayores lucubraciones para entender que, a partir del ejemplo visto, así
como de otros análogos, la aplicación de la norma conduce a una enorme injusticia.

En este sentido, no estaría acorde con la justicia que se le negara el reconocimiento de la pensión
de sobrevivientes al cónyuge o compañero permanente de un pensionado por vejez, con quien
inició vida marital cuando éste contaba 62 años, y con quien convivió por espacio de 10 ó 20 años
y hasta su muerte.

En verdad que la consideración de haber iniciado vida común con el causante antes de que éste
adquiera el derecho a la pensión de vejez o invalidez, no es un requisito que consulte la verdadera
esencia de la pensión de sobrevivientes, en cuanto que aquél no hace referencia a los factores
reales que inciden en el reconocimiento de esta prestación. En otros términos, el hito que marca,
en la relación de pareja, el inicio de la vida marital, es por completo ajeno y extraño a la duración
de la misma y a la convivencia efectiva que pueda existir al momento de ocurrida la muerte del
causante.”12(el subrayado es nuestro)

La aplicación de esta norma no sólo quebrantaba los principios que fundamentaban la pensión de
sobrevivientes, sino que, en criterio de la Corte también vulneraba el derecho a la igualdad y la
presunción de buena fe. Al respecto dijo esta Corporación:

“La restricción demasiado amplia que figura en la norma acusada quebranta en estos términos el
principio de igualdad, contenido en el artículo 13 de la Carta Política, porque establece un
tratamiento diferenciado, a todas luces injusto, frente a quienes inician vida marital con el causante
con anterioridad a que éste adquiera el derecho a la pensión. El tratamiento discriminatorio viene
impuesto, entonces, por una coincidencia de fechas que no atiende a la verdadera intención de las
partes cuando deciden iniciar una vida común, lo cual va en detrimento obvio de la protección
prevalente que el Estado debe a la familia como institución básica de la sociedad (art. 5º C.P.)

La Corte considera además que la condición que viene impuesta por la norma incluye un elemento
perturbador del principio de la presunción de buena fe, consagrado en el artículo 83 de la
Constitución Política, pues supone que todo aquel que inicia vida marital con el pensionado,
después de que éste ha adquirido el derecho a la pensión, concibe la intención fraudulenta de ser
el titular de dicha prestación. Se desconoce también por esta vía el derecho legítimo de quien
decide iniciar vida de pareja con el pensionado, sin previo conocimiento de que éste es titular de

12
Ver sentencia C-1176/01, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra
25

una pensión de vejez o invalidez, hipótesis que también resulta atentatoria del principio de
presunción de buena fe.”

Del caso en concreto

Esta Sala de revisión concederá la tutela de los derechos fundamentales a la seguridad social en
pensiones en conexidad con el mínimo vital y el debido proceso de la señora Margarita María
Pérez por existir una vía de hecho por inaplicación de la excepción de inconstitucionalidad en la
resolución de negativa de la pensión de sobrevivientes.

En repetidas ocasiones, la Corte Constitucional frente al estudio de un caso en concreto, en


ejercicio de la excepción de inconstitucionalidad ha inaplicado normas que de regular el caso en
estudio conllevarían resultados inconstitucionales. En el presente caso, esta Sala encuentra que la
norma que sirvió de base para negar la pensión de sobrevivientes (“por lo menos desde el
momento en que éste cumplió con los requisitos para tener derecho a una pensión de vejez o
invalidez”, literal a) del artículo 47 de la ley 100 de 1993) ha salido del ordenamiento jurídico 13.

Frente a tal situación y en virtud de que la vulneración de los principios de la Constitución en el


caso de la accionante no puede quedar incólume, esta Sala analizará la existencia de una vía de
hecho por inaplicación de la excepción de inconstitucionalidad en la presente tutela. Observa esta
Sala que no obstante que la señora adujo haber estado conviviendo con el señor por 12 años
continuos y probó haberse casado con el mismo el 2 de junio de 1993, los funcionarios que
conocieron de su solicitud de pensión, obviando la vulneración del derecho a la igualdad con
respecto a otros casos en los que quien solicitaba la pensión y el occiso sí habían iniciado su
convivencia antes de que éste hubiera adquirido su pensión, se la negaron. Además, al negar el
derecho a pensión se presumió la mala fe de la accionante quien no convivió por tantos años con
el señor por el mero deseo de obtener su pensión una vez éste muriera. La convivencia
desinteresada de la accionante la demuestra el hecho de que convivieran por doce años,
contrajera matrimonio en junio de 1993 con el mencionado señor y, según se narra en los hechos,
la peticionaria cuidara de su esposo quien padeció de diabetes por varios años inclusive cuando
tuvieron que amputarle las piernas a causa de un accidente el cual le generó gangrena. En
circunstancias tales, no era válido que por aplicación de una norma que para el caso concreto
contrariaba ampliamente la Constitución los funcionarios negaran el derecho a pensión.

Simultáneamente con los mencionados derechos, la resolución que niega la pensión también
desconoció la protección especial a las personas de la tercera edad, ya que la accionante al
momento de solicitar la tutela contaba con 72 años y la pensión de sobrevivientes era un ingreso
que le permitiría vivir este periodo de su vida en condiciones dignas. En la actualidad, la accionante
cuenta con 74 años de edad y manifiesta estar viviendo con una de sus sobrinas y dependiendo
económicamente de ella en virtud de que su avanzada edad le impide mantenerse por si misma.
En consecuencia, la pensión de sobrevivientes, ahora más que nunca, es la garantía de su mínimo
vital. En consecuencia, se configuró en esta ocasión una vía de hecho administrativa por no
aplicación de la excepción de inconstitucionalidad, la cual deberá ser subsanada.

En Auto No. 071 de 2001, Sala Plena ICC-235 de 2001, de la Corte Constitucional, se habló sobre
los EFECTOS INTER PARES, veamos.

Luego de haber proferido cerca de 90 providencias en el mismo sentido, la Corte Constitucional


estima necesario indicar que cuando en la parte resolutiva de sus providencias decide inaplicar una

13
Ver sentencia C-1176/01, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra
26

norma y aplicar de manera preferente un precepto constitucional, la resolución adoptada tiene


efectos respecto de todos los casos semejantes, es decir inter pares, cuando se presentan de
manera simultánea las siguientes condiciones:

a) Que la excepción de inconstitucionalidad resulte de la simple comparación de la norma inferior


con la Constitución, de la cual surja una violación, no sólo palmaria, sino inmediata y directa de
una norma constitucional específica, tal y como ocurre en este caso.

b) Que la norma constitucional violada, según la interpretación sentada por la Corte Constitucional,
defina de manera clara la regla jurídica que debe ser aplicada, como sucede en este caso porque
el artículo 86 de la Constitución dice que la acción de tutela puede ser presentada "ante los jueces,
en todo momento y lugar".

c) Que la inconstitucionalidad pueda ser apreciada claramente, sin que sea necesario sopesar los
hechos particulares del caso y, por lo tanto, la inconstitucionalidad no dependa de tales hechos. La
inaplicación del Decreto 1382 de 2000 no resulta de los derechos invocados, ni de la naturaleza
del conflicto, ni de la condición de las partes en este caso. Del conflicto de su texto con la
Constitución, independientemente de las particularidades del caso, es posible observar su
manifiesta inconstitucionalidad.

d) Que la norma inaplicada regule materias sobre las cuales la Corte Constitucional ha sido
investida por la Constitución de una responsabilidad especial, como es el caso de la acción de
tutela y la protección efectiva de los derechos fundamentales, en virtud del artículo 241 numeral 9
y del inciso 2 del artículo 86 de la Carta.

e) Que la decisión haya sido adoptada por la Sala Plena de la Corte en cumplimiento de su función
de unificar la jurisprudencia o haya sido reiterada por ella. Hasta la fecha, como ya se dijo, la Corte
en Sala Plena y por unanimidad, ha proferido cerca de 90 autos reiterando su jurisprudencia
sentada inicialmente en el auto 085 del 26 de septiembre de 2000, ICC-118 M.P. Alfredo Beltrán
Sierra.

Cuando concurran estas cinco condiciones, la orden impartida por la Corte en el sentido de que
cierta norma constitucional sea aplicada de manera preferente, a una de rango inferior contraria a
ella, surte efectos respecto de todos los procesos semejantes para asegurar la efectividad (artículo
2 de la C.P.) del principio de supremacía constitucional (artículo 4 de la C.P.). Esta decisión es un
desarrollo de la competencia radicada en esta Corporación para determinar los efectos de sus
providencias. Sobre este asunto crucial de la guarda de la integridad de la Constitución existe
amplia jurisprudencia. Una primera línea se refiere a los efectos de la parte resolutiva de las
providencias (C-113/93). En este punto la Corte ha sido enfática y consistente en sostener que
sólo ella puede determinar tales efectos, los cuales pueden variar en atención a diferentes criterios
para asegurar la defensa efectiva de la Constitución en el contexto de cada caso, lo cual explica el
desarrollo de la técnica de las sentencias modulativas. Una segunda línea se refiere a la fuerza
vinculante de la doctrina constitucional contenida en la parte motiva de las providencias, no en su
parte resolutiva. En esta materia la Corte ha ido construyendo gradualmente un conjunto de
criterios para conciliar la importancia de seguir los precedentes y el respeto a la independencia de
los jueces (ver la sentencia C-083 de 1995 y la SU-047 de 1999).

El presente caso se ubica dentro de la primera línea, la de la autonomía de esta Corporación para
determinar el efecto de sus providencias. La inaplicación del artículo 1º del Decreto 1382 de 2000
es una decisión de fondo adoptada en la parte resolutiva de los autos mediante los cuales la Corte
Constitucional ha resuelto los conflictos de competencia suscitados por dicha norma
reglamentaria. Dentro de las diversas alternativas disponibles para determinar los efectos de las
providencias - efectos inter partes, efectos erga omnes, efectos inter pares, etc.-, la que mejor
27

protege en este caso los derechos constitucionales fundamentales y respeta las atribuciones del
Consejo de Estado como máximo tribunal de la jurisdicción contencioso administrativa, es la de los
efectos inter pares, es decir, entre los casos semejantes. La doctrina convencional según la
cual la excepción de inconstitucionalidad sólo tiene efectos inter partes, es decir, en el proceso
concreto dentro del cual fue inaplicada la norma contraria a la Constitución, es insuficiente tanto
para proteger los derechos constitucionales fundamentales como para asegurar la efectividad de
los principios fundamentales. El derecho a recibir la tutela inmediata de los derechos
fundamentales ha sufrido seria mengua, debido a los innumerables conflictos de competencia
entre los jueces que aplican de manera preferente la Constitución y aquellos que deciden aplicar el
Decreto 1382 de 2000. El principio de supremacía constitucional también se ha desvanecido ante
la aplicación reiterada de una norma inferior de rango reglamentario que es palmariamente
contraria al tenor literal de la Constitución, según lo ha demostrado esta Corporación. Ello
comprueba que la doctrina tradicional que confiere a las providencias que aplican la excepción de
inconstitucionalidad efectos exclusivamente respecto de las partes de cada caso, es inadecuada
cuando concurren las condiciones anteriormente señaladas, aunque conserve todo su valor y su
sentido en otro tipo de situaciones en las cuales tengan gran peso las particularidades de un caso
y los alcances de la competencia del juez que este conociendo de él.

De otro lado, la segunda opción, o sea, decidir que cuando concurran las condiciones
mencionadas los efectos de la excepción de inconstitucionalidad son erga omnes, no es adecuada
porque excede la órbita de competencia de la Corte Constitucional. La Constitución ha atribuido al
Consejo de Estado la competencia para conocer de las acciones de nulidad y de las acciones de
inconstitucionalidad contra actos administrativos. La Corte Constitucional no puede obligar al
máximo tribunal de lo contencioso administrativo a declarar que la norma que ella ha inaplicado es
inconstitucional o ilegal, porque ello sería exceder su órbita de competencia limitada por la Carta al
control constitucional de normas con fuerza de ley y de otras normas de jerarquía superior a la de
los actos administrativos (artículo 241, numerales 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8 y 10 de la C.P.) y a la de ser el
máximo tribunal de derechos fundamentales y de la acción de tutela (artículo 241, numeral 9, y
artículo 86, inciso 2, de la C.P.). Naturalmente, cuando la norma inaplicada sea demandada por
medio de una acción pública, la decisión que finalmente adopte la máxima corporación judicial
competente, en este caso el Consejo de Estado (C.P. art. 237 numerales primero y segundo),
prevalecerá por tener efectos erga omnes. Por lo tanto, en el caso del decreto 1382 de 2000,
demandado ante el Honorable Consejo de Estado, la Corte Constitucional acatará la decisión que
éste finalmente adopte.

Determinar que cuando concurran las condiciones anteriormente enunciadas la excepción de


inconstitucionalidad aplicada por esta Corporación tiene efectos inter pares, es decir, entre todos
los casos semejantes, logra conciliar todas las normas constitucionales en juego. El Consejo de
Estado al pronunciarse sobre la legalidad y constitucionalidad del Decreto 1382 de 2000 no queda
ligado por los efectos de esta providencia ya que el proceso contencioso no es un caso semejante
al decidido por esta Corporación. Es, por el contrario, completamente diferente: constituye el
ejercicio de una competencia propia y específica de control abstracto de la norma deman dada
desatado por una acción pública, no el pronunciamiento de un juez sobre una acción de tutela
presentada por el interesado en que sus derechos fundamentales sean amparados en una
circunstancia concreta. No obstante, en todos los casos en los cuales deba decidirse una acción
de tutela, los jueces quedan cobijados por los efectos inter pares de esta providencia, lo cual
asegura que el principio de supremacía constitucional sea efectivamente respetado y que los
derechos fundamentales que requieren por mandato de la Carta “protección inmediata” (artículo 86
de la C. P.), no se pierdan en los laberintos de los conflictos de competencia que impiden que se
administre pronta y cumplida justicia en desmedro de los derechos inalienables de la persona
(artículo 5 de la C.P.). Los efectos inter pares también aseguran que, ante la evidencia del
profundo, grave, generalizado y recurrente perjuicio que para el goce de los derechos
fundamentales ha tenido la aplicación de normas administrativas contrarias a la Constitución, la
Corte Constitucional como órgano del Estado al cual se le ha confiado la guarda de la integridad y
28

supremacía de la Constitución, cumpla su misión de asegurar la efectividad de los derechos y


principios constitucionales, como lo ordena el artículo 2 de la Carta a todas las autoridades del
Estado.

Al igual que esta Corporación, los demás jueces que integran la jurisdicción constitucional están
llamados por el artículo 2 citado a asegurar que las personas puedan gozar efectivamente de sus
derechos fundamentales y que la Constitución sea aplicada de manera preferente a una norma de
jerarquía inferior contraria a ella en razón al principio de supremacía constitucional, pilar de la
coherencia del ordenamiento jurídicoxxxii. Por lo tanto, cuando se presente un caso semejante a los
decididos por esta Corporación, deben inaplicar el artículo 1º del Decreto 1382 de 2000 y aplicar el
artículo 86 de la Constitución según el cual las acciones de tutela pueden ser presentadas “en
todo momento y lugar”. Ello significa que los jueces ante los cuales se presenten acciones de
tutela no pueden remitir el expediente a otro despacho invocando el Decreto 1382 de 2000.
Hacerlo significaría desconocer el principio de supremacía constitucional (artículo 4 de la C.P.).
Pero, además, representaría un desconocimiento del derecho al debido proceso que obliga en
grado sumo a las autoridades judiciales y que expresamente comprende el derecho a un proceso
“sin dilaciones injustificadas” (artículo 29, inciso 4 de la C.P.). Cuando una autoridad judicial, que
es por mandato de la Constitución y de la ley competente para conocer de una acción de tutela, se
niega a hacerlo e inicia un trámite que seguramente derivará en un conflicto de competencias que
dilatará el curso de la acción de tutela - hasta el punto de que en lugar de ser ésta decidida en 10
días lo sea en treinta o inclusive en setenta días, como en algunos casos que ya ha conocido esta
Corporación - está violando de manera flagrante y grosera el artículo 29 de la Constitución, lo cual
compromete su responsabilidad y puede generar consecuencias de orden disciplinario.

Es cierto que los jueces son independientes, pero su independencia es para aplicar las normas, no
para dejar de aplicar la Constitución (artículo 230 de la C.P.). Un juez no puede invocar su
independencia para eludir el imperio de la ley, y mucho menos para no aplicar la ley de leyes, la
norma suprema que es la Constitución. Cuando la Corte Constitucional se pronuncia sobre una
materia respecto de la cual debe unificar jurisprudencia y obrar como cabeza de la jurisdicción
constitucional, sus decisiones tienen un efecto mayor a las que adopta generalmente en salas de
revisión de tutela. El sistema de control constitucional adoptado en Colombia es mixto en la
medida en que combina elementos del sistema difuso y del sistema concentrado. No es necesario
abundar en los elementos concentrados del sistema colombiano. Es suficiente con subrayar que la
opción del constituyente de 1991 de crear una Corte Constitucional fortaleció en forma significativa
esta dimensión concentrada de nuestro sistema. Al haberle atribuido a ese órgano de cierre de las
controversias relativas a la interpretación de la Constitución la facultad de conocer cualquier
acción de tutela no sólo reafirmó, este elemento de concentración en materia de derechos
constitucionales fundamentales, sino que le confirió una trascendencia especial a la unificación de
jurisprudencia en estos asuntos. Cuando la Corte Constitucional decide en Sala Plena sobre estas
materias desarrolla su misión constitucional y por lo tanto está obligada a asumir su
responsabilidad como órgano unificador de la jurisprudencia.
Por consiguiente, cuando la Corte se pronuncia en casos como el presente no lo hace como un
juez más de la jurisdicción constitucional en un sistema difuso de control de constitucionalidad. De
tal manera que los supuestos estructurales y funcionales en que se funda la doctrina de los
efectos inter partes de la excepción de inconstitucionalidad, en un sistema exclusivamente difuso,
no se dan. Por el contrario, los supuestos son en realidad los contrarios. La Corte Constitucional
pone en marcha los elementos concentrados de nuestro sistema de control constitucional. Cuando
ello ocurre los efectos de la excepción de inconstitucionalidad no tienen que ser necesariamente
inter partes. La Corte habrá de decidir cuándo esta modalidad de efectos limitados le permite
cumplir su misión institucional y asegurar el respeto de los mandatos constitucionales. Pero
también habrá casos, como el presente, en los cuales deba extender, por las razones anterior-

xxxii
Dworkin. Questioni di principio. Milano 1985.
29

mente expuestas y cuando concurran condiciones que así lo justifiquen, los efectos de sus
providencias más allá de las partes.

Esta Corte ya ha adoptado decisiones encaminadas a asegurar que los elementos concentrados
del sistema de control constitucional sean respetados. En la sentencia T-669 de 1996, la Corte
decidió que los jueces están obligados a aplicar la excepción de inconstitucionalidad respecto de
normas vigentes que reproducen el contenido de disposiciones que ya han sido declaradas
inexequibles por la Corte Constitucional. Las razones esgrimidas en la tutela citada coinciden con
la necesidad de preservar la supremacía de la Constitución. Dijo la Corte que el juez que no
cumpliera este deber y, por lo tanto, aplicara la norma contraria a la Constitución incurriría en una
vía de hecho:

“Por ello, cuando un juez o un fiscal aplican una disposición formalmente vigente pero que tiene
el mismo contenido material de una que ya ha sido declarada inexequible por la Corte
Constitucional, es indudable que están violando este precepto constitucional, pues están en la
práctica reproduciendo "el contenido material del acto declarado inexequible". En tales
eventos, el funcionario judicial está obligado a aplicar la excepción de inconstitucionalidad,
pues la Constitución es norma de normas (CP art. 4º) o, en caso de que no lo considere
pertinente, debe mostrar de manera suficiente que la disposición que, dada la situación del
caso concreto, pretende aplicar tiene en realidad un contenido normativo en parte diferente a la
norma declarada inexequible, por lo cual puede seguirse considerando constitucional. Si el
funcionario aplica la norma y no justifica su distanciamiento frente al pronunciamiento previo de
la Corte Constitucional sobre el mismo tema, estaríamos en presencia de una vía de hecho,
pues el funcionario judicial decide aplicar caprichosamente de preferencia las disposiciones
legales a las normas constitucionales, en contravía de expresos pronunciamientos sobre el
punto del tribunal constitucional, máximo intérprete y guardián de la Carta (CP arts 4º, 241 y
243).”

Igualmente, la Corte Constitucional ha admitido que los fallos de tutela proferidos por sus salas de
revisión son excepcionalmente anulables precisamente cuando éstos se apartan de la doctrina
que en sede de unificación ha sentado la Sala Plena de la Corporación. Esto se debe a que el art.
34 del Decreto 2591 de 1991 establece claramente que los cambios de jurisprudencia deben ser
adoptados por la Sala Plena a quien corresponde la función de unificar jurisprudencia (Auto de 21
de Noviembre de 2000). La seguridad jurídica, la consistencia que debe guiar el ejercicio de la
función jurisdiccional, el sometimiento de los jueces a la Constitución y la efectividad del derecho a
la igualdad así lo exigen. Adicionalmente, para defender la supremacía de la Constitución, la
Corte ha sostenido que la fuerza obligatoria de los actos administrativos está supeditada a que
éstos sean compatibles con la Constitución. Por esta razón condicionó la exequibilidad del art. 66
del Decreto 01 de 1984 a que se entendiera que cuando un acto administrativo es contrario a la
Carta la autoridad judicial que deba aplicarlo puede abstenerse de hacerlo y aplicar de manera
preferente la Constitución (C-064/95).

Finalmente, no sobra recordar que dentro del sistema Europeo Continental de control de
constitucionalidad, precisamente debido a sus elementos concentrados dominantes, la regla
general cuando una Corte Constitucional ejerce, no el control abstracto de normas, sino el control
concreto de constitucionalidad, es que sus providencias también tienen efectos erga omnes. Esa
es la regla general adoptada en los países europeos donde existe un control concreto de
constitucionalidad independientemente de las características especificas de los diversos
mecanismos para desencadenarlo. Hay dos excepciones, la belga y la portuguesa. Sin embargo,
en estos dos países existen procedimientos para asegurar que los efectos del control concreto no
sean exclusivamente inter partes (En Alemania, Italia y España, por citar tan sólo tres ejemplos,
donde existe el control concentrado de constitucionalidad, los efectos de los fallos de
constitucionalidad en desarrollo del control concreto son erga omnes, es decir, tienen fuerza
30

obligatoria general. En sistemas constitucionales como Portugal, la Carta Fundamental no


contiene indicación expresa en cuanto al efecto de las decisiones dictadas en materia de control
concreto, sin embargo, existe un efecto limitado al respecto. En Portugal pueden producirse
efectos más allá de las partes en las decisiones de inconstitucionalidad en desarrollo del control
concreto, cuando ocurren dos eventos fundamentales. De una parte, cuando, a pesar del
pronunciamiento previo del Tribunal Constitucional respecto de la inconstitucionalidad de una
norma, en un caso concreto, se haga aplicación de la misma en otro proceso, la intervención del
Ministerio Público para la interposición del recurso que permita el pronunciamiento del Tribunal
Constitucional se vuelve imperativa. Si el Tribunal Constitucional mantiene su jurisprudencia y
determina definitivamente la inconstitucionalidad de la norma, los efectos de ésta cesan
definitivamente y la norma dejará de aplicarse. De otra parte, si una norma ha sido inaplicada por
inconstitucional por el Tribunal Constitucional en tres ocasiones concretas, un Magistrado puede
acudir mediante un recurso no ordinario ante el Tribunal Constitucional para desencadenar un
control abstracto de constitucionalidad. La sentencia correspondiente tendrá efectos erga omnes.
En el sistema belga, existe también el control a través de la remisión de una cuestión prejudicial de
inconstitucionalidad, en virtud del cual todo juez puede someter al Tribunal de Arbitraje una
cuestión de constitucionalidad de las normas consideradas inconstitucionales en el ámbito de un
litigio. La decisión del Tribunal de Arbitraje produce efectos en todos los casos semejantes, es
decir, inter pares, por cuanto la solución se impone no sólo en el caso donde se planteó la
cuestión, sino a todos los jueces. Respecto de la producción de los efectos de las decisiones del
Tribunal de arbitraje en materia de cuestión prejudicial, se dice que son de carácter relativo
reforzado. (F. Delpérée y A. Rasson, Annuaire International de Justice Constitutionnelle, 1988, vol
IV, p 76). Para un debate sobre los alcances de la excepción de inconstitucionalidad ver G. Conac
y D. Maus; "L'exception d 'inconstitutionnalité, experience étrangère, situation Francaise." STH,
1990. Dominique Rouseau, "La Justice Constitutionnelle en Europe”, Monchrestien, 1992, Páginas
108-110. Pierre Bon "La justice constitutionnelle au Portugal", Económica, 1989. Páginas 124-
126).

Nota: el decreto 1382 de 2000, fue suspendido por un año su vigencia, “en espera de que el
Consejo de Estado resuelva en forma definitiva sobre la legalidad del mismo”, atendiendo entre
otras consideraciones a que “la Corte Constitucional, mediante auto del 27 de febrero de 2001,
resolvió: ‘otorgar efectos inter pares a la decisión de inaplicar el artículo 1 del Decreto 1382 de
2000, para que en aquellos casos que sean semejantes todos los jueces de tutela apliquen la
excepción de inconstitucionalidad en el mismo sentido’”. Decreto 404 de 14 de marzo de 2001,
suscrito por el Ministro de Justicia y del Derecho.

Sentencia SU.1023/01

EFECTOS INTER COMUNIS. Pago de mesadas pensionales por empresa en proceso de


liquidación. Flota Mercante

En esta oportunidad la decisión de la Corte señala efectos inter comunis frente al proceso de
liquidación obligatoria de la CIFM, en consideración a que todos los pensionados pertenecen a
una comunidad, en situaciones de igualdad de participación, y con el fin de evitar entre ellos
desequilibrios injustificados. Los beneficios de la decisión se extienden a todos aquellos que
ostentan la calidad de pensionados de la Compañía de Inversiones de la Flota Mercante S.A. en
liquidación obligatoria, en forma independiente de su inclusión o no en el Auto de Calificación y
Graduación de Créditos proferido por la Superintendencia de Sociedades del 3 de agosto de 2001.
Así mismo, cobija a los futuros pensionados cuyo pago de mesadas pensionales quede a cargo de
la CIFM.

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