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1. Introducción
Esperamos que la hipótesis que presentamos pueda ser útil para afinar la
comprensión del complicado concepto de envidia. Pensamos que incluir el
aspecto de una particular intolerancia del aprecio admirativo introduce una
modificación en la comprensión de la idealización entendida sólo como defensa
contra la envidia. Hace más compleja, además, la ubicación de las fuentes del
dolor mental en el mundo interno del paciente, enriqueciendo la comprensión
del conflicto que se expresa en la transferencia. Quizás el punto de vista que
sugerimos en este trabajo permita destrabar algunos análisis que quedan, por
así decirlo, adheridos viscosamente alrededor de la problemática de la envidia.
4. Un material clínico
5. El dilema de Salieri
Tiempo después comienza a aparecer una nueva configuración que nos
lleva a la hipótesis de este trabajo, que llamamos “el dilema de Salieri”. La
analizada siempre sostuvo, firmemente y más allá de toda prueba en contrario,
que el analista lo tenía todo y ella nada. Esta situación fue reiteradamente
interpretada en la perspectiva de la identificación proyectiva de los aspectos
positivos del self en el analista, de la idealización y de la negación de las
limitaciones del analista como cualquier ser humano. Esta línea interpretativa
promovió (así al menos lo pensamos) algunos cambios significativos en la
conducta y la actitud mental de la analizada, que seguía sosteniendo –no sin
razón- que su problema de fondo -su relación con el trabajo- seguía igual. Como
acabamos de ver, lo que obviamente envidiaba la analizada era el trabajo del
analista.
¿Por qué le cuesta al analista aceptar esta realidad del mundo interno
del paciente? ¿Por qué para él/ella es más tolerable enfrentarse con la
desvalorización que con el aprecio? Esto equivale a preguntarse por qué, para
los analistas experimentados, es más “fácil” interpretar la transferencia negativa
que la positiva, a diferencia de los principiantes que no ven la transferencia
negativa. Pensamos que éste es un problema general y lo atribuimos a que el
analista teme el riesgo que implica ‘encarnar’ el objeto primario proyectado
que, en última instancia, es tanto la fuente de donde emana la idealización y la
valorización como su destinatario.
7. Envidia y aprecio
Luego que le fue interpretado que ella siente ( y niega) que tiene el don
de valorar el (buen) trabajo del analista y por tanto de discriminar cuando éste
no lo es, sobreviene un cambio significativo. En una sesión la paciente comenta
que se ha sorprendido al descubrir que su hijo de ocho años tiene en su
vocabulario la palabra ‘aprecio’. Esto pudo ser válidamente interpretado como
que ella misma ha incorporado ese concepto en su bagaje mental. A seguidas
cuenta una conversación con su hija de cuatro en la que la nena reconoce las
enseñanzas de la mamá. En la sesión siguiente relata que, al venir hacia el
consultorio, escuchó un programa de radio en el que el conductor decía que, sin
la contribución de los oyentes, la radio no tenía sentido. Se encontró pensando
que eso se podía aplicar a todos los órdenes de la vida. A continuación habla de
la coquetería de su hija y dice que no entiende de dónde la saca, ya que ella
como mujer no es coqueta. Sin embargo aclara que no coarta a su hija en este
aspecto. El analista le interpreta la contribución de la coquetería de la hija a la
relación entre ambas y que, a su vez, esa contribución puede darse porque como
mamá aprecia y valora este rasgo de la niña.
Comentario final
Este trabajo intenta ser una contribución para dar una respuesta al clásico
problema de cómo se intepreta y cómo se resuelve la envidia. Nos inscribimos
en una línea de psicoanalistas que han aportado ideas sobre este tema,
comenzando con K.Abraham que ya en 1919 propone que la envidia se
encuentra en la base de una resistencia crónica al análisis. No pretendemos
realizar una exhaustiva revisión bibliográfica y sólo mencionaremos
brevemente las contribuciones de los autores con los que hemos encontrado
mayor afinidad.
Betty Joseph también tomó las ideas propuestas por Melanie Klein en
Envidia y Gratitud y comenzó a desarrollarlas a partir del año 1959. Desde sus
primeros trabajos describe las defensas que utilizan algunos pacientes para
evitar la valoración del objeto, eludiendo así la voracidad y envidia que se
desplegarían en ese vínculo. En relación a los aportes sobre la teoría de la
técnica, la autora ha ido dejando de lado la interpretación directa de la envidia
para centrarse en la inmediatez del efecto que la misma tiene en la relación
transferencial.
A lo largo de toda su obra Hanna Segal propone valiosas ideas acerca de
la relación entre posición depresiva, formación de símbolos y creatividad. Ella
considera que el análisis de la envidia introduce una posibilidad de esperanza
en el sujeto, ya que el aprecio latente hacia el objeto bueno puede ser movilizado
y así jugar un papel en la lucha entre el amor, la gratitud y la envidia.