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Presentación conceptual de

la obra de Melanie Klein


La obra de Melanie Klein proporcionó un nuevo modelo de la mente que significó la
extensión de las aplicaciones del análisis a la primera infancia y a las psicosis. Siguiendo un
método que se asemeja al de Freud, Melanie Klein se interesó más en descubrir hechos e
interpretaciones que en elaborar una construcción teórica sistematizada. Como puntos de
partida, convergen en su obra las influencias provenientes de ciertas ideas y conceptos de
Freud, Ferenczi y Abraham:

Un panorama general de la evolución de sus ideas puede dividirse en tres períodos, que a
su vez contienen los principales debates a que se vio confrontada la teoría kleiniana:

Primer periodo 1919-1932

 Técnica psicoanalítica del juego

 La angustia

 Sublimación - Simbolización - Inhibición

 Complejo de Edipo Temprano

 Superyó temprano

Segundo periodo 1932-1946

 Teoría de las posiciones

Tercer periodo 1946-1960

 Identificación proyectiva

 Autoerotismo y narcisismo

 Envidia primaria
Adoptando un criterio cronológico, iremos desarrollando los conceptos a medida que se
despliegan en su obra.

La técnica psicoanalítica del juego


Tomaremos los tres puntos que consideramos definitorios del método psicoanalítico, a
fin de revisar las teorizaciones kleinianas en cada uno de ellos:

Asociación libre

Klein aplica las reglas de la interpretación onírica a los juegos, considerando las respuestas del
niño, sea a través de dichos, dibujos, conducta general, como asociaciones. Dice al respecto:
El caso Rita, analizada por Klein en 1923, marca el inicio de las características centrales de la
técnica de juego. Klein llega a la conclusión de que el juego es la descarga de fantasías
masturbatorias, la represión de las mismas lleva a inhibiciones del juego. La teoría del
simbolismo de Ferenczi es el apoyo para sostener que el juego tiene un valor equivalente a la
asociación libre en el adulto, es el predominio del inconsciente en el niño lo que determina el
modo de representación simbólica.
Esto lleva a una modificación de los recursos técnicos, determinando la técnica del juego.

Transferencia
La capacidad del niño de asociar libremente, junto a la de hacer transferencia, son los grandes
puntos de desacuerdo entre Klein y Anna Freud en relación específicamente a la analizabilidad
de los niños antes del período de latencia.
La teoría kleiniana referente al modo de constitución del yo y del objeto le permiten sostener la
capacidad de transferencia del niño desde muy pequeño. Su concepción se relaciona con un
punto fundamental de sus ideas psicoanalíticas: la noción de objeto interno. La introyección y la
proyección operan desde el principio de la vida postnatal y sostienen la relación entre el objeto
interno y el externo.
Mientras Anna Freud sostiene que el niño pequeño aún está en relación con sus padres
"reales" por lo que no transfiere al analista sino que establece con él una relación igualmente
"real", Klein sostiene que la actitud del niño ante sus padres no se halla determinada por la
realidad de la actitud de éstos, sino por una imago interna, o sea que sus relaciones "reales"
con sus objetos reales ya son en cierta forma relaciones de transferencia. La afirmación acerca
de la capacidad de transferencia del niño se sostiene en la hipótesis acerca del modo en que
se constituyen las relaciones de objeto, según Klein: del mundo interno al mundo externo.
Desde una época muy temprana la ansiedad motivada por fuentes internas (instinto de muerte)
lleva a buscar equivalencias guiadas por el principio del placer entre el cuerpo del niño y los
objetos. Las primeras equivalencias se realizan bajo la forma de la ecuación simbólica. La
introyección y la proyección operan desde el principio de la vida posnatal y sostienen la relación
entre el objeto interno y el objeto externo.
Salvo en el Simposio, Klein no utiliza el término neurosis de transferencia sino situación de
transferencia; considera situaciones totales transferidas del pasado al presente, tanto como de
emociones, defensas y relaciones objetales.

Abstinencia
Melanie Klein sostiene muy clara y firmemente que el rol del analista es interpretar el material
total del paciente, sin deslizarse hacia posiciones educadoras. El manejo de la transferencia
negativa y el establecimiento de la situación analítica deben lograrse por medios analíticos,
nunca por medios extra-analíticos que por la situación de transferencia serían vividos como
seducción.
El análisis debe ser claramente diferenciable de la vida del hogar, por lo que no debe hacerse
en la casa del niño, a diferencia del accionar de Hug-Hellmut. Ofrece al niño una habitación de
juego y juguetes pequeños y sencillos. Estos son guardados en un cajón individual, el que es
considerado parte de la relación privada con el analista. La expresión de la fantasía debe
tender a mantenerse dentro del campo del juego, no permitiendo ataques directos y
favoreciendo las múltiples expresiones indirectas y su interpretación.

La angustia
En este primer período de su obra, Klein intenta sostener el concepto de conflicto como
conflicto entre instintos sexuales e instintos del yo, pero el trabajo clínico con niños
pequeños, en el que observa la presencia constante de las fantasías agresivas en la
base de la ansiedad infantil y el viraje hacia una concepción de la mente como un
mundo de objetos, la lleva a otra postulación del conflicto.

En 1927 el conflicto aparece generado por el sadismo propio de los impulsos del niño:
En 1932 describe dos modalidades fundamentales de la angustia:

Posteriormente incluye explícitamente el concepto freudiano de pulsión de muerte y lo lleva


hasta sus últimas consecuencias.
En la teoría kleiniana, luego de 1952, el conflicto es básicamente entre Pulsión de Vida vs.
Pulsión de Muerte, como grandes polaridades que sufren fusiones y defusiones. Este conflicto
se despliega en un espacio mental poblado de objetos, amor y odio que se enfrentan en el
vínculo con los objetos. La angustia aparece bajo dos modos distintos:

El análisis de Dick la lleva al descubrimiento del fenómeno de la ecuación simbólica y de su


transformación en símbolo verdadero. Es en el relato de dicho análisis que muestra la
descripción de una culpabilidad diferente a la angustia, culpabilidad asociada a la genitalidad y
la identificación precoz con el objeto En esta época Klein cita el artículo de Jones “La peur, la
culpabilitè et la heine” (1929) y toma dos ideas:
Para Klein, el ser humano enferma por odio, no por amor. Esto explica la valoración de la
importancia de elaborar la transferencia negativa.
Hasta 1946, cuando desarrolla el concepto de identificación proyectiva la agresión ocupa el
lugar preponderante en el conflicto pulsional entre sentimientos de amor y de odio. La evolución
conceptual de la agresión y la angustia serán desarrolladas con relación al concepto de
posiciones.

Sublimación - Simbolización – Inhibición


Sus teorizaciones acerca del instinto epistemofílico, concepto que no reaparece en sus
escritos luego de 1932, se inician basándose en:

En Análisis temprano (1923) postula una teoría de la sublimación a partir de las diferencias
entre instintos sexuales e instintos del yo, entre los que se halla el epistemofílico. Su punto de
partida es la inhibición, la cual es explicada por la sexualización precoz del instinto
epistemofílico. El fundamento de toda inhibición es una sublimación anterior reprimida. Toda
esta primera teoría de la sublimación llevan a concentrar la atención en el juego.
El juego resulta de las sublimaciones primarias y sostiene las posteriores: la escuela, los
deportes, etc.
Esta teoría, que supone que la libido es el motor del desarrollo, va a ser abandonada en 1927,
cuando ya es la angustia generada por las fantasías agresivas el motor del desarrollo de la
relación con el mundo exterior, del simbolismo y de las sublimaciones. A su vez, desde este
momento la angustia es la reacción afectiva del yo frente a la actividad interna del instinto de
muerte (aún descritos como instintos agresivos).
En 1928-9 postula una íntima ligazón entre el instinto epistemofílico y los impulsos libidinales y
destructivos dirigidos al cuerpo de la madre. De este modo fundamenta la importancia que tiene
la relación de objeto y explica por qué no puede estudiarse el instinto desligado de ella. En esa
misma época postula el Superyó temprano y el Complejo de Edipo temprano, coincidentes con
lo que denomina fase de sadismo máximo.

Vemos que a partir de esa primera realidad, "esa realidad irreal", va a establecer, al evolucionar
el yo en su manejo de las situaciones de angustia, "una verdadera relación con la realidad". En
ese mismo año Klein afirma que el impulso epistemofílico surge coincidiendo con el punto
culminante del sadismo, fase de sadismo máximo, al que Abraham ubica a finales de la etapa
oral secundaria y comienzos de la anal primaria.
A medida que Klein se centra en las relaciones objetales, deja de tomar en consideración los
dos principios (no se los encuentra en los Writings luego de 1926).
En esta segunda etapa de su teoría, el impulso oral y el instinto epistemofílico aparecen como
principios explicativos del vínculo del niño con el cuerpo de la madre y, por lo tanto, con la
construcción de la realidad.

De esta manera su explicación de la génesis del deseo de conocer es muy diferente a la de


Freud, así como el concepto de frustración:

La división mundo externo-mundo interno es tomada por Klein como una dialéctica en la que el
mundo externo puede reducir la angustia al dar pruebas de bondad.
El Complejo de Edipo Temprano
En la teoría kleiniana el único período que podría considerarse preedípico es el anterior
al pasaje del pecho al pene. Los motivos de este pasaje y, por lo tanto, los orígenes del
Complejo de Edipo, son formulados de distinta manera antes y después del desarrollo
del concepto de posición depresiva.

En 1928, en LOS ESTADIOS TEMPRANOS DEL COMPLEJO DE EDIPO:

 * lo adelanta, ubicándolo en las fases pre-genitales. Esta ubicación temprana se va


a intensificar a lo largo de la obra.

 * lo considera el organizador de las pulsiones genitales durante todo el desarrollo


infantil.

Por lo tanto queda desvinculado el Complejo de Edipo de la fase fálica tal como la
describe Freud. Sus orígenes pasan a ser ubicados en las fases pre-genitales y la fase
fálica tiene para Klein las características de fase genital completa.

En los desarrollos teóricos previos a la formulación de la posición depresiva considera


que las frustraciones orales (destete) constituyen el factor principal en la liberación de
las tendencias edípicas. La ansiedad persecutoria junto a la búsqueda de reencontrar
las gratificaciones que se obtuvieron con el pecho impulsan tanto a la niña como al
varón hacia el pene, con el que se revive la doble relación conflictiva.

El pasaje a la relación triádica, o sea, del pecho al pene, se sostiene tanto en la fantasía
oral de incorporación para calmar la frustración con relación al pecho como en la
necesidad de buscar un nuevo objeto que amortigüe las fantasías retaliativas que sufre
con relación a los ataques fantaseados al cuerpo materno.

Los análisis tempranos muestran que el conflicto de Edipo se hace presente en la segunda
mitad del primer año de vida, y que al mismo tiempo el niño comienza a modificarlo y a
construir su Superyo.
En el X Congreso Internacional de Innsbruck describe el inicio temprano del Complejo de Edipo
con relación al cuerpo de la madre. En su teorización se destaca la fase femenina, considerada
el inicio del Edipo en ambos sexos. Consiste en la identificación con la madre en la fase anal-
sádica, tanto por parte de la nena como del varón. Esta identificación es la resultante de la
confluencia del impulso epistemofílico y el deseo de tomar posesión y atacar el interior del
cuerpo materno, deseo vehiculizado en las características orales y anales de las fantasías de
este período.
Los destinos de esta fase femenina son centrales en la definición sexual. En 1932 Jones
presenta un trabajo muy importante en el que afirma que la fase fálica descrita por Freud no es
una etapa normal del desarrollo sino una formación neurótica en ambos sexos. De esta
manera, tanto Jones como Klein sostienen una sexualidad femenina en la que la envidia al
pene es secundaria a la angustia de castración y no primaria como pensaba Freud En épocas
posteriores, con la formulación de la posición depresiva, el comienzo del Complejo de Edipo va
a coincidir con el establecimiento y elaboración de dicha posición. Esto ubicará la problemática
con relación al pasaje a objetos totales, en cuanto relacionarse con una madre completa lleva
al registro de una diferencia y un vacío que propulsa hacia el padre. Los comienzos del
Complejo de Edipo se dan en el siguiente contexto:

Como vemos, el énfasis va a ir desplazándose desde las vicisitudes de la libido hacia la


complejidad de las relaciones objetales. Aunque los orígenes del Edipo siguen vinculados a la
oralidad, se desligan de la fase de sadismo máximo y se acentúa la importancia del conflicto de
amor y odio y, por lo tanto, los aspectos amorosos en la relación con los padres

En cada estadio el curso del desarrollo libidinoso está influenciado por sentimientos de
ansiedad, culpa y depresión. En los dos artículos precedentes me he referido repetidamente a
la posición depresiva infantil, señalándola como la posición central en el desarrollo temprano.
Ahora sugeriría la siguiente formulación: el núcleo de los sentimientos depresivos infantiles, o
sea, el temor del niño a la pérdida de sus objetos queridos, como consecuencia de su odio y
agresión, entre desde un comienzo en sus relaciones de objeto y en su complejo edípico.
Con relación a la fase fálica, íntimamente relacionada con el Complejo de Edipo en la teoría de
Freud, veremos cómo a lo largo de la obra de Klein va desdibujándose la propuesta freudiana
de una sucesión de fases libidinales a favor de un polimorfismo temprano que va a
reformularse en el concepto de posiciones.

Esta definición de Klein implica una redefinición de la etapa fálica clásica. La amenaza de
castración tiene como contenido primario y fundamental el temor al vaciamiento y destrucción
del cuerpo del bebé. Pasa a poseer especificidad en ambos sexos con relación a los genitales
masculinos y femeninos y la capacidad de procreación, la cual está ligada básicamente a las
ansiedades de la posición depresiva y a la posibilidad de reparar los objetos amado.

El dolor y la preocupación por la pérdida temida de los objetos buenos, es decir, la posición
depresiva, es, según mi experiencia, la fuente más profunda de los conflictos dolorosos en la
situación edípica, así como en las relaciones del niño con su medio ambiente general.

Las teorías sexuales infantiles son principalmente expresión del polimorfismo temprano y no de
la desmentida de la castración en una lógica fálico-castrado. Dicha lógica aparece
defensivamente, es decir, secundariamente.
El Superyó Temprano
La idea de un Superyó operando muy tempranamente en la mente infantil es uno de los
primeros postulados de Melanie Klein.

Sus primeras observaciones corresponden al historial de Rita (LOS PRINCIPIOS DEL


ANÁLISIS INFANTIL, 1926). En él atribuye la culpa observable en el análisis de niños
de corta edad a la misma causa que en los adultos: tensión entre el yo y el Superyo. En
esa primera etapa de su teorización sostiene que el origen del Superyó es la
introyección de los padres edípicos pero que su inicio es anterior a la descripción de
Freud.

En ese mismo año Jones escribe un artículo postulando la importancia de los factores
innatos en la formación del Superyó y sostiene que la severidad del mismo deriva de los
impulsos sádicos del niño (The origin and structure of the super-ego).

Un año antes Ferenczi había escrito sobre la "moral esfinteriana" en "Psicoanálisis de


los hábitos sexuales".

En 1928 Klein afirma:


La conexión entre la formación del Superyó y las fases pregenitales del desarrollo es muy
importante desde dos puntos de vista. Por un lado, el sentimiento de culpa se vincula con las
fases oral y anal-sádicas que están predominando y, por otro lado, el Superyó empieza a existir
mientras estas fases están en ascenso, lo que explica su sádica severidad.
En esa época Klein sostiene que las frustraciones orales (destete) desencadenan tanto las
tendencias edípicas como la formación del Superyo, pero aún no afirma que el Superyó
aparece desde los comienzos. Al avanzar en su teorización va ubicando cada vez más
tempranamente este origen, que por lo tanto queda cargado de un carácter más intensamente
oral.
En este período teórico en que aún sostiene la postulación de las fases libidinales de Abraham,
supone coincidente el inicio de la formación del Superyó con la "fase de sadismo máximo",
correspondiente con la fase oral secundaria. Esta coincidencia explicaría la enorme severidad
del Superyo.
En 1932 considera el Superyó arcaico, junto con el Complejo de Edipo temprano, surgiendo de
frustraciones orales e iniciándose a los 6 meses. Dos años más tarde adelanta aún más la
aparición de impulsos sádicos hacia el pecho y el interior de la madre, en la medida en que va
abandonando el esquema de Abraham, hasta que en 1944-54 el concepto de "fase de sadismo
máximo" desaparece. En esa misma época ("Desarrollos...") desliga definitivamente los
comienzos del Superyó del Complejo de Edipo y ubica sus orígenes en la introyección de
objetos parciales.
En 1948 afirma que el desarrollo del Superyó es previo e independiente de Edipo, se origina en
la escisión y proyección del instinto de muerte y condiciona el desarrollo del Complejo de
Edipo.
Ya en 1935 había opinado que los objetos incorporados tempranamente forman la base del
Superyo.
La evolución del concepto de Superyó está íntimamente relacionada a la del concepto de
posiciones. El Superyó tiene un doble origen, con aspectos buenos y malos. La introyección del
primer objeto, el pecho materno, constituye el núcleo del Superyó en ambos sexos. En la
relación con objetos parciales, a la internalización del pecho se suma la internalización del pene
y ambos, en sus aspectos buenos y malos, se constituyen en los primeros objetos internos
protectores y auxiliadores, por un lado, y atacantes y agresivos, por el otro. A esto se van
sumando las internalizaciones de los padres como objetos totales y como figuras combinadas.
La evolución del yo y del Superyó sucede en forma paralela, formándose ambos a través de
una larga serie de introyección, proyección y reintroyecciones, en una compleja relación
dialéctica entre el mundo interno y el mundo externo. A lo largo de todo el proceso, se mantiene
una estrecha relación entre el desarrollo del Yo, el Superyó y el Complejo de Edipo.
Este modo de conceptualizar el origen del Superyó implica que el carácter del mismo
corresponde más a una función que puede ser asumida por diferentes objetos internos,
correspondientes a distintos momentos introyectivos-proyectivos, que a una estructura
definitiva.
Ya no es necesario recurrir al concepto de "fase de sadismo máximo", pues la severidad
extrema del Superyó precoz se explicaría por la relativa debilidad del Yo, el predominio de las
fantasías agresivas y la intensa repercusión de las vivencias de frustración en el moldeo de las
ansiedades. Dicha severidad ocasiona que el niño pequeño experimente intensas ansiedades,
de características psicóticas, y las defensas estén orientadas hacia esas ansiedades. Esto lleva
a una clínica centrada en la angustia provocada por las fantasías destructivas (transferencia
negativa).
Klein sostiene que el Superyó tiene distintas características en el varón y en la mujer.
Considera que, en la mujer, la ausencia de un órgano genital externo incrementa las
ansiedades relativas al estado del interior de su cuerpo, además de reforzar la posición
masculina. Esto conduce a que el mundo interno tenga mayor relevancia en la vida emocional
de la niña. La naturaleza receptiva de su órgano genital y la necesidad de contrarrestar las
intensas ansiedades provocadas por los objetos internos persecutorios (materno y paterno)
lleva a una mayor intensidad de los procesos introyectivos, comparativamente con el varón.
Los aspectos sublimatorios activos corresponden a identificaciones con el Superyó masculino
(paterno). La combinación de las identificaciones con el padre bueno, tanto en la posición
femenina como en la masculina, otorga una cualidad particular al Superyó de la niña,
estableciendo una intensa relación de dependencia y admiración hacia ese objeto interno.
La última fase en el pensamiento kleiniano acerca del Superyó corresponde a 1958, cuando
atribuye la formación del mismo, además de a procesos introyectivos, a un clivaje dentro del yo
por el cual una parte se enfrenta a otra parte.
Teoría de las posiciones
La teorización cada vez más detallada con relación al mundo interno como un mundo de
objetos internos más que de instancias psíquicas organizadas, impulsos o funciones,
lleva a Klein a diseñar la teoría de las posiciones. Esto le dará marco teórico más
acabado a una clínica a través de la cual Klein concluye que las primeras experiencias
del lactante inician una relación de objeto, inaugurando una dialéctica proyectiva-
introyectiva ligada a la vida de fantasías del niño.

Las posiciones constituyen polos entre los cuales oscila la vida psíquica; se definen a
través, justamente, de la posición del niño con relación al objeto: características del
objeto, características de la ansiedad, métodos defensivos con relación a dicha
ansiedad.

Esta teoría implica el abandono del esquema de las fases libidinales para pasar a una
conceptualización en la que la angustia, las defensas, el amor y la agresión se articulan
con problemas de organización y estructuración del mundo objetal.

...estos conjuntos de ansiedades y defensas, aunque aparecen inicialmente durante las


fases más precoces, no se limitan a este período, sino que resurgen durante los
primeros años de la infancia y ulteriormente bajo determinadas condiciones.
Las ansiedades, defensas y relaciones de objeto que constituyen cada posición se vehiculizan
en fantasías inconscientes. Tanto los impulsos libidinales como los agresivos son vivenciados
por el niño como un accionar sobre los objetos de dichos impulsos. Klein considera que la
fantasía inconsciente proporciona la matriz a partir de la cual se desarrollan las funciones
mentales superiores. El concepto de fantasía inconsciente es uno de los conceptos kleinianos
debatidos en las Controversias, las que tuvieron lugar en la Sociedad Británica en 1943-4 con
el objeto de discutir los puntos centrales de la teoría kleiniana.
En el XII Congreso Internacional de Lucerna, en 1934, considera las intensas ansiedades del
lactante como equiparables a las del psicótico y las compara con la ansiedad del paranoico y
del melancólico. En dicho Congreso describe por primera vez la posición depresiva en el
trabajo Una contribución a la psicogénesis de los estados maníacos-depresivos; en 1938 lo
hará en el XV Congreso (París) en El duelo y su relación con los estados maníacos-depresivos.
A fines de 1946, en su trabajo Notas sobre algunos mecanismos esquizoides, presentado ante
la Sociedad Británica, postula la posición esquizo-paranoide, describiendo en forma organizada
los procesos primitivos que ya aparecían en escritos anteriores.

Posición Esquizo-paranoide
La conceptualización de la posición esquizo-paranoide es el corolario de la evolución de la
temprana teorización kleiniana acerca de la existencia de temores persecutorios fantasmáticos
en los niños pequeños y la capacidad de los mismos de disociar el objeto. El paso intermedio
en la evolución de la teoría consistió en considerar un estado paranoide rudimentario como una
etapa precoz del desarrollo situado en la fase anal primaria. Posteriormente, al describir la
posición paranoide, Klein la considera el primer tipo de relación de objeto de la fase oral, con
aspectos ideales y aspectos persecutorios.
Mantiene la diferenciación de Abraham entre objetos parciales y objetos totales, otorgándoles
características nuevas. Postula que las relaciones de objeto parcial, la escisión y la ansiedad
persecutoria se presentan juntas y preceden a la integración.
En 1942 toma de Fairbairn el término esquizo y denomina a la primera posición “esquizo-
paranoide” a fin de destacar la coexistencia de la escisión y la ansiedad persecutoria.
Desde una época temprana de su teorización Klein sostiene que la ansiedad se origina en la
acción interna del instinto de muerte. La alteración del equilibrio pulsional es inaugurada por el
nacimiento y se repite cada vez que privaciones de origen interno o externo intensifican las
pulsiones agresivas.

Klein considera que el niño está en un conflicto pulsional entre la libido y la agresividad desde
los inicios, conflicto que encara a través de la deflexión del instinto de muerte y la constitución
de un objeto escindido. Supone la existencia de un yo temprano, débil y no integrado pero no
obstante capaz de instrumentar, bajo la acción de las pulsiones de vida, los primeros
mecanismos de defensa: escisión, proyección, introyección. Estos mecanismos son de defensa
ante la ansiedad de aniquilamiento. Ese yo incipiente registra la angustia, se relaciona con un
primer objeto y opera mecanismos de defensa primitivos y, por lo tanto, extremos. Dicho de
otro modo, opera con fantasías relacionadas con un objeto. Con relación a las características
de ese yo, Klein manifiesta su acuerdo con Winnicott en cuanto a considerarlo carente de
cohesión y con una tendencia a integrarse que alterna con una tendencia a desintegrarse.

Un yo que posee ciertos rudimentos de integración y cohesión y progresa


constantemente en esa dirección. También realiza desde el comienzo de la vida
postnatal algunas funciones fundamentales; por ejemplo usa los procesos de escisión y
la inhibición de deseos instintivos como algunas de sus defensas contra la ansiedad
persecutoria, vivenciada por el yo a partir del nacimiento.

A partir de las primeras experiencias el lactante se relaciona con un objeto parcial bueno,
resultante de la proyección de la pulsión de vida (pecho bueno) y con un objeto parcial malo,
resultante de la proyección de la pulsión de muerte (pecho malo). Cuando la disociación se
realiza bajo predominio de la pulsión de muerte encontramos que las características del objeto
viran de bueno a idealizado y de malo a persecutorio, terrorífico. Las características de tales
objetos están, por lo tanto, íntimamente relacionadas con las características de los impulsos
que sobre ellos se proyectan. El pecho como primer objeto, y los objetos que se internalizan
posteriormente, adquieren en los momentos en que el bebé atraviesa estados de frustración y
odio las características oral-sádico, sádico-uretrales y sádico-anales de las pulsiones del
lactante.
La introyección del pecho bueno constituye el núcleo del yo. El interjuego de proyección-
introyección lleva en un segundo momento a la internalización del pene paterno.
Se trata de objetos parciales tanto por constituirse a partir de una parcialidad del objeto
causada por el dominio de la pulsión oral como por tener sólo una cualidad: bueno o malo.
Puede decirse que el objeto parcial es totalmente bueno o totalmente malo.
Las privaciones, al intensificar las pulsiones agresivas, generan la voracidad con el
consiguiente aumento de la frustración y, por lo tanto, de la ansiedad persecutoria. La
voracidad es una emoción básicamente oral, muy vinculada con la envidia.

Los detalles de sus fantasías sádicas determinan el contenido de su temor a los


perseguidores internos y externos y, en primer lugar, el pecho retaliativo (malo).Como
los ataques fantaseados dirigidos contra el objeto son fundamentalmente influidos por la
voracidad, el temor a la voracidad del objeto, debido a la proyección, constituye un
elemento esencial de la ansiedad persecutoria: el pecho malo devorará al bebé con la
misma voracidad con que él desea devorarlo. Sin embargo, aún durante el estadio
primitivo, la ansiedad persecutoria es en cierta medida contrarrestada por la relación del
lactante con el pecho bueno.

Considera que la fórmula instintual está constitucionalmente determinada, aunque toma en


cuenta las características reales del vínculo en cuanto a su capacidad de acrecentar o
atemperar la ansiedad persecutoria.

El hecho de que una buena relación con la madre y con el mundo ayuda al bebé a
superar sus primeras ansiedades paranoides, arroja nueva luz sobre la importancia de
las primeras experiencias(...) sólo desde que sabemos más sobre la naturaleza y
contenido de sus primeras ansiedades y el interjuego constante entre sus experiencias
reales y su vida de fantasía, podemos comprender plenamente porqué el factor externo
es tan importante.

El pecho gratificador que ha sido internalizado bajo el dominio de la libido de succión es sentido
como completo y actúa como núcleo del yo, contrarrestando los procesos de escisión y
dispersión y favoreciendo la integración. O sea que la introyección estable del objeto bueno es
una precondición para el desarrollo normal.
Con relación a los mecanismos de defensa encontramos que el mecanismo de la escisión es
central en la obra kleiniana. Cuando Klein toma el término esquizoide remarca la tendencia del
yo a escindir el objeto y a sí mismo. La escisión como movimiento fundante va intrínsecamente
acompañada de la deflexión (desviación) del instinto de muerte, inaugurando la dialéctica
proyección-introyección.
La escisión o clivaje es la defensa más primitiva contra la angustia generada por la operancia
del instinto de muerte; el objeto de las pulsiones eróticas y destructivas es escindido en un
objeto bueno y en un objeto malo, los que tienen una autonomía relativa entre sí.
El clivaje del objeto se realiza principalmente por el clivaje de los impulsos y su proyección,
secundariamente por las características de gratificación o frustración de la relación con el
objeto. En la medida que el interjuego de introyección y proyección está en el origen del yo, la
escisión del objeto implica la escisión del yo.
Klein va acentuando su carácter funcional, discriminador y fundante de las diferenciaciones
psique-soma. Es el principal mecanismo que, junto a la proyección e introyección, va
organizando un mundo interno diferenciado a partir de la indiscriminación inicial. Su modalidad
va cambiando acorde a la complejidad del mundo interno y al predominio del instinto de muerte
o no en su aplicación.
... existen grandes variaciones en la fuerza, frecuencia y duración de los procesos de
escisión (no solamente en individuos distintos sino en un mismo niño en distintos
momentos). La rápida alternancia, o incluso, según parece, simultaneidad, de una
multitud de procesos, es parte de la complejidad de la vida emocional temprana. Por
ejemplo, podemos ver que juntamente con la escisión del pecho en dos aspectos,
amado y odiado(bueno y malo) existe una escisión de distinta naturaleza que origina la
sensación de que el yo, así como su objeto, está despedazado; estos procesos
subyacen a los estados de desintegración. Estos estados (...) alternan con otros en los
que va en aumento el grado de integración del yo y la síntesis del objeto.

Esto significa que la fragmentación puede o no dominar en los primitivos procesos de escisión.
Con la posterior profundización de los conceptos de identificación proyectiva y envidia, Klein va
precisando las modificaciones cualitativas de la escisión en la construcción del mundo interno.

Retomando mi concepto acerca de los conceptos primarios de disociación, he


adelantado recientemente la hipótesis de que para el desarrollo normal es esencial que
en la más temprana infancia tenga lugar la división entre el objeto bueno y el malo,
entre el amor y el odio. Cuando tal división no es demasiado severa, pero lo suficiente
como para diferenciar entre bueno y malo, forma según mi punto de vista uno de los
elementos básicos para la estabilidad y salud mental. Esto significa que el yo es
suficientemente fuerte como para no ser abrumado por la ansiedad y que junto con la
disociación se está llevando a cabo cierta integración (aunque en forma rudimentaria)
que sólo es posible si en la fusión el instinto de vida predomina sobre el de muerte.

Las modalidades de la escisión inciden en forma directa en las modalidades que toman
posteriormente las defensas obsesivas y la represión. Klein considera la represión un
procedimiento más exitoso para detener y modificar las ansiedades. Aparecería en el segundo
año de vida sobre las bases de diferenciación e integración logradas a través de mecanismos
más tempranos.
Con relación a la idealización se relaciona, por un lado, con la gratificación alucinatoria de
deseos que sustentaría la creencia en un pecho gratificador en forma ilimitada y, por otro, en la
necesidad de defenderse del pecho perseguidor. En este mecanismo intervienen, además, la
negación y el control omnipotente.
Dentro de los desarrollos teóricos de la posición esquizo-paranoide es de central importancia el
concepto de identificación proyectiva, sumamente relacionado a las problemáticas y destinos
de la escisión. A causa de dicha importancia será tratado en forma separada.
Durante la posición esquizo-paranoide hay momentos de integración del objeto y del yo, que
implican un comienzo de la ambivalencia, aunque con relación a objetos parciales.
El progreso en los procesos de síntesis atenúa la escisión objeto bueno-objeto malo y lleva a
que el niño se relacione con su madre como una totalidad. Esto inaugura la posición depresiva
e inicia el Complejo de Edipo temprano.
Posición depresiva
El cambio de la relación de objeto de parcial a total marca la entrada en la posición depresiva,
modificando las ansiedades y, por lo tanto, las defensas.
De los tres a los seis meses se observa un mayor desarrollo de las funciones yoicas y de la
organización fantasmática del bebé, la instauración del pecho bueno disminuye los procesos de
escisión y los estados de integración son cada vez más frecuentes.
...ocurren importantes progresos en el desarrollo del yo, los que no sólo capacitan al yo
para establecer defensas más adecuadas contra la ansiedad, sino que logran
eventualmente una disminución efectiva de la misma. La repetida experiencia de
enfrentar la realidad psíquica, implicada en la elaboración de la posición depresiva,
aumenta la comprensión del bebé del mundo externo. Paralelamente, la imagen de los
padres, en un principio distorsionada en figuras idealizadas y terribles, se aproxima
gradualmente a la realidad.
La ambivalencia es ahora hacia un objeto total, los procesos de integración y síntesis hacen
que el conflicto entre el amor y el odio surja muy claramente, en el marco de un mayor
reconocimiento de la realidad psíquica.
La ansiedad se modifica cualitativamente, el bebé está expuesto a la vivencia de pérdida pues
las pulsiones agresivas ponen en peligro al objeto amado. Al ser percibida la madre como
objeto total, como persona, se modifica la identificación del bebé con la misma. Es sentida
como un refugio ante los temores persecutorios pero también se la considera expuesta al
ataque de los perseguidores internos e, incluso, al propio odio y sadismo del bebé.

La pérdida en la realidad psíquica del objeto total confronta al niño a una nueva gama de
sentimientos, al dolor y la tristeza se agrega la culpa, por cuanto la omnipotencia lo lleva a
considerar que el peligro que corre el objeto es consecuencia de sus propios impulsos y
fantasías.
El temor a la pérdida intensifica la identificación con el objeto y la voracidad, la cual debe ser
inhibida. Los métodos defensivos se aplican ahora a la ansiedad depresiva, se hacen menos
extremos y alterados en forma y fin constituyen la defensa maníaca. Klein considera tan
importantes las defensas maníacas que en cierto período de su teorización habló de posición
maníaca (1935-1940).
Su objetivo es centralmente negar la realidad psíquica en cuanto es fuente de dolor y temores
depresivos, esto implica cierta negación de la realidad exterior. La negación de la realidad
psíquica puede implicar la negación del amor. La tríada maníaca está constituida por: control-
triunfo-desprecio.
El control omnipotente, al estar aplicado ahora a la ansiedad depresiva, es utilizado para evitar
la frustración y la consiguiente agresión, la que constituiría un peligro para el objeto.
La modificación del uso de la escisión consiste en que su aplicación deriva en un objeto
indemne y un objeto muerto o moribundo, siendo el temor a que los objetos internos estén
muertos o moribundos el núcleo de la aflicción en los estados depresivos. Los sentimientos de
culpa ante la creencia de haber dañado al objeto amado ponen en marcha la tendencia a la
reparación, originada en las pulsiones de vida. Klein considera unidas la culpa y la reparación.
El niño vivencia la reparación de sus objetos en íntima relación con los logros de su propio
desarrollo, de esta manera las ansiedades paranoides y depresivas van modificándose a lo
largo de la primera infancia.
En este estadio, el deseo de reparar al objeto dañado entra en juego de lleno. Según
hemos visto anteriormente, esta tendencia se halla inextricablemente ligada a
sentimientos de culpa. Al sentir el bebé que sus pulsiones y fantasías de destrucción
están dirigidos contra la persona total de su objeto amado, surge la culpa en toda su
fuerza y, junto con ella, la necesidad dominante de reparar, preservar o revivir el objeto
amado dañado. En mi opinión, estas emociones conducen a estados de duelo; y las
defensas movilizadas, a tentativas por parte del yo a superar el duelo. Puesto que la
tendencia a reparar deriva en última instancia del instinto de vida, origina fantasías y
deseos libidinales. Esta tendencia forma parte de todas las sublimaciones y constituirá,
a partir de este estadio en adelante, el medio más poderoso por el cual se mantiene a
raya y se disminuye la depresión.
Son sumamente importantes en la reparación del objeto las defensas obsesivas, las que
pueden también estar con relación a la ansiedad paranoide. El equilibrio entre las defensas
obsesivas y las maníacas será determinante en la relación con el objeto que se teme dañado.
Al igual que con relación a la posición esquizo-paranoide Klein considera que un uso adecuado
de las defensas disminuye la ansiedad y promueve la integración, pero un uso excesivo de las
mismas dificulta y puede impedir la elaboración de las problemáticas específicas de cada
posición, persistiendo constelaciones fantasmáticas que constituyen puntos de fijación.
Las fluctuaciones entre la posición depresiva y la maníaca son parte esencial del
desarrollo normal. El yo está conducido por ansiedades depresivas(ansiedad por miedo
a que tanto él como los objetos amados sean destruidos)a construir fantasías
omnipotentes y violentas, en parte con el propósito de controlar y dominar los objetos
"malos", peligrosos, y en parte para salvar y restaurar los objetos amados. Desde el
comienzo mismo, estas fantasías omnipotentes, tanto las destructivas como las de
restauración, estimulan todas las actividades, intereses y sublimaciones del niño y
entran en ellas.(...) Sin una negación parcial y temporaria de la realidad psíquica, el yo
no podría soportar el desastre por el que él mismo se siente amenazado cuando la
posición depresiva llega a su cúspide.
Encontramos en la posición esquizo-paranoide los puntos de fijación de la esquizofrenia y la
paranoia; en los inicios de la posición depresiva los puntos de fijación de la manía y la
melancolía. Como es evidente, el concepto de posición reformula el de regresión, el cual es en
la teoría kleiniana un movimiento relativamente fluido entre las distintas ansiedades y defensas.
Nos hemos referido a los efectos de los procesos de síntesis sobre la ansiedad; desde el punto
de vista de las pulsiones, la integración del objeto y del yo fortalece las pulsiones genitales, las
que a su vez son otra fuente de intensificación de las identificaciones con el objeto.
Conjuntamente con la posición depresiva se inicia el Complejo de Edipo temprano, ya que los
procesos de integración llevan a la necesidad de preservar al pecho y a la madre como objeto
total, estimulando el pasaje al pene paterno y al padre; y al reconocimiento del tercero. El bebé
necesita proteger al objeto y al yo de la intensificación y modificación de la agresión provocada
por las frustraciones orales (destete) y la dentición.
En su mente persisten fluctuaciones en el grado de integración y discriminación de los objetos,
el Complejo de Edipo temprano tiene como principal escenario la pareja combinada, es decir, el
cuerpo de la madre conteniendo el pene paterno. El inicio del Complejo de Edipo en la posición
depresiva tiene importantes implicancias, además del temor a la castración el amor por los
objetos edípicos tiene fuerte incidencia en la renuncia edípica.
La elaboración de la posición depresiva es crucial en la capacidad posterior de elaborar duelos.
Su superación supone la introyección estable del objeto amado y el establecimiento de la
capacidad de reparar y simbolizar. Aunque los aspectos fundamentales se dan en la segunda
mitad del primer año de vida, se va elaborando a lo largo de la primera infancia a través de la
neurosis infantil... una combinación de procesos mediante los cuales las ansiedades de
naturaleza psicótica son ligadas, elaboradas y modificadas. La neurosis infantil termina al
comienzo de la latencia, con la modificación de las ansiedades tempranas y el dominio de las
pulsiones genitales. Es en el desarrollo de la neurosis infantil donde vemos claramente el
accionar de las defensas obsesivas y, a partir del segundo año, de la represión, mecanismo
que, a diferencia de la escisión, no implica el riesgo de la desintegración del yo. Todos los
aspectos del desarrollo contribuyen a la modificación de la ansiedad, la cual a su vez influye
sobre dichos procesos.
En el segundo año, con el progreso en el desarrollo del yo, el niño utiliza su creciente
adaptación a la realidad externa y su creciente control de las funciones corporales para
poner a prueba los peligros internos por medio de la realidad externa.
Klein considera que el juicio de realidad es decisivo en el trabajo de duelo, y que en cada
situación en que la persona se ve confrontada con el penar por la pérdida de objetos amados
se consideran en peligro los objetos internos y la conexión con la realidad tiene como fin
restablecer el mundo interno destruido.
Cuando el niño pasa a través de la posición depresiva, lucha en su inconsciente con la
tarea de establecer e integrar el mundo interno, del mismo modo que el sujeto en duelo
sufre con el restablecimiento y la reintegración de este mundo

Identificación Proyectiva
Después de la gran síntesis de 1946, es notoria la importancia creciente del concepto
de identificación proyectiva y el estudio más desarrollado de los fenómenos
confusionales. Ambos temas se encuentran imbricados, ya que los fenómenos
confusionales implican el recurso del sujeto a un uso particular de ciertas formas de la
identificación proyectiva. Klein introduce el concepto de identificación proyectiva en
1946, en la elaboración de la posición esquizo-paranoide, aunque el uso de ese
mecanismo no es privativo de dicha posición. Considera a este mecanismo como:

...una forma especial de identificación que establece el prototipo de una agresiva


relación de objeto(...) Los ataques contra el pecho de la madre evolucionan
también hacia ataques de naturaleza similar contra su cuerpo, el que pasa a ser
sentido, por así decirlo, como una continuación del pecho, aún antes de que la
madre pueda ser concebida como una persona total.

La identificación proyectiva descansa sobre fantasías, de tipo oral y anal, de expulsar


afuera del self sustancias peligrosas o aspectos rechazados u odiados de la propia
persona, y ubicarlos dentro del objeto con el propósito de dañarlo o de tomar posesión
de él y controlarlo. El resultado es un empobrecimiento de la persona y un incremento
del odio hacia el objeto. Sin embargo, también puede implicar aspectos positivos del yo
que son colocados dentro de la madre. Esto también ocasiona empobrecimiento del yo,
en tanto lleva a considerar como perdidas partes importantes del yo, incremento de la
ansiedad persecutoria e idealización del objeto. De una u otra forma se colocan en el
objeto partes del self, lo que implica que se trata de una identificación narcisista.

La consideración de la identificación proyectiva, con su complementaria, la identificación


introyectiva, implica un concepto de espacio presente en las primeras relaciones de
objeto.

Klein va complejizando los alcances del concepto considerándolo, en sus formas más
evolucionadas, base de la capacidad de empatía. La introducción del estudio de los
fenómenos confusionales, a partir de 1952, constituye una profundización de la teoría
kleiniana, de indudable valor clínico. M. Klein llegó inclusive a considerar los estados
confusionales como estados que se presentan normalmente en el pasaje entre las dos
posiciones básicas, y que pueden dar lugar a la formación de núcleos confusionales que
se encuentran en múltiples manifestaciones patológicas. Este concepto fue muy
importante en el tratamiento de pacientes psicóticos y fronterizos y fue retomado y
desarrollado por Bion, Rosenfeld y Otto Kernberg.

El exceso de escisión y proyección de partes del yo y de los objetos internos explica el


perturbado juicio de realidad de las psicosis. La realidad, tanto interna como externa,
resulta alterada, modificada por la adjudicación omnipotente de partes escindidas del yo
al objeto. Esto se relaciona con la vivencia de fin del mundo del esquizofrénico. El uso
excesivo de la escisión provoca el sentimiento de que el yo está hecho pedazos,
pudiendo llegar a sentimientos de desintegración.

...el amor y la comprensión de la madre pueden ser considerados como el mejor


aliado que tiene el niño para superar estados de desintegración y angustias de
naturaleza psicótica.

Ciertas formas de deficiencia mental se relacionan con los efectos de un exceso de


ansiedad persecutoria y mecanismos esquizoides en la temprana infancia. Klein
considera que la identificación proyectiva es la base de muchas situaciones de ansiedad
y se relaciona centralmente con la esquizofrenia y la paranoia; no sólo sustenta los
sentimientos de fragmentación sino también los de confusión. Esto dificulta
sobremanera discriminar entre las partes buenas y malas del self, entre el objeto bueno
y malo y entre la realidad externa e interna.

Autoerotismo y narcisismo
La conceptualización de la identificación proyectiva implica la explicitación de una
modificación sustancial con relación al concepto de autoerotismo y narcisismo primario.
Klein abandona el concepto freudiano explicitado en Introducción del narcisismo al
formular la existencia de un yo temprano y relaciones de objeto que se establecen en
los inicios de la vida postnatal. La descripción de la identificación proyectiva e
introyectiva implica el establecimiento de relaciones de objeto narcisistas, por cuanto el
objeto es considerado una extensión del self pero de ninguna manera esto es
compatible con el concepto clásico de narcisismo primario.
En 1952, en Orígenes de la transferencia afirma la coexistencia de la relación de objeto
con el autoerotismo y el narcisismo, a los que no considera etapas sino modalidades de
dichas relaciones objetales.

En nuestra teoría el autoerotismo se basa en fantasías relativas a un pecho


interno bueno gratificador que es proyectado en una parte del cuerpo del bebé
mismo, que se convierte entonces en representante del pecho(...) De este modo
puede aceptar y dirigirse hacia el pecho externo, real, cuando éste reaparece.

De este modo, el autoerotismo es una modalidad de relación objetal que favorece la


conexión con el objeto externo. El bebé se apoya en el objeto bueno interno para
acercarse al objeto externo.

El narcisismo implica un mayor desarrollo yoico, el bebé se siente expuesto a la


frustración y surge hostilidad hacia el objeto al que considera fuente de dolor. Dicha
hostilidad lo lleva a alejarse del objeto externo y refugiarse en el interno, o sea que no
es primario sino defensivo.

Como vemos, la función del objeto interno es opuesta en uno y otro caso en cuanto a la
relación con el objeto externo. Esto explica que el retorno al objeto externo sea más
difícil en los estados narcisistas que en los autoeróticos. Klein postula claramente que
tanto el autoerotismo como el narcisismo implican mecanismos de proyección e
introyección y relaciones objetales.

Esta diferenciación con los conceptos freudianos se relaciona con una divergencia
metapsicológica importante en lo que se refiere a la constitución de las
representaciones: el concepto de fantasía inconsciente implica un origen distinto del
objeto (origen endógeno)que el que supone el concepto de vivencia de satisfacción y
gratificación alucinatoria de deseos (origen exógeno).

Envidia primaria
La profundización de este concepto se inicia con su trabajo al Congreso de Ginebra de
1955 y cristaliza en su libro ENVIDIA Y GRATITUD, publicado en 1957. Este desarrollo
alejó a su discípula Paula Heimann y a otro pensador, Winnicott.

El concepto de envidia deriva de los trabajos acerca de la identificación proyectiva en su


relación con el instinto de muerte y acerca de los estados confusionales. Klein supone
que la envidia y el instinto de muerte tienen en común algo esencial: ambos atacan la
vida y las fuentes de la vida. La envidia primaria corresponde a las formas arcaicas y
masivas de la identificación proyectiva, destinadas a ubicar en el objeto la destructividad
propia que está amenazando al yo. Implica no sólo la introyección destructiva propia de
la voracidad sino también una modalidad destructiva de la identificación proyectiva.
Supone el ataque sádico-anal y sádico-uretral al pecho bueno y a la capacidad creadora
de la madre y se relaciona con lo que podríamos llamar ira narcisista ante la percepción
de que el objeto tiene algo valioso.

Se diferencia de los celos por cuanto surge en una relación dual con un objeto parcial.

La envidia es el sentimiento enojoso contra otra persona que posee o goza de


algo deseable, siendo el impulso envidioso el de quitárselo o dañarlo. Además la
envidia implica la relación del sujeto con una sola persona y se remonta a la
relación más temprana y exclusiva con la madre. Los celos están basados sobre
la envidia, pero comprenden una relación de por lo menos dos personas y
conciernen principalmente al amor que el sujeto siente que le es debido y le ha
sido quitado o está en peligro de serlo por su rival.

Klein reconstruye el concepto a partir de la transferencia, especialmente la reacción


terapéutica negativa, en la que considera que tiene gran importancia la envidia y las
defensas contra la misma. Considera que su intensidad depende en gran medida de
factores constitucionales (intensidad del instinto de muerte en relación al de vida). Es un
sentimiento que daña la capacidad de gozar pues no permite la seguridad en el
establecimiento del objeto interno bueno. La envidia al pecho nutricio estaría en la base
de otras modalidades, como ser la envidia al pene. Tiene suma importancia en la
patología de las posiciones, aportando a la génesis de los estados confusionales: al
atacar al objeto bueno lo convierte en malo mediante la fragmentación y la proyección.

Su contrapartida es el sentimiento de gratitud, derivado de la capacidad de amar y de la


elaboración de la ansiedad depresiva.

Nota: La presente ficha ha sido bajada de la página de Internet Biblioteca de Melanie Klein para uso
exclusivamente personal y no comercial.
http://psicoanalisis.org/klein

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