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SEMINARIO DIOCESANO DE SEÑOR SAN JOSÉ

TEMARIO DE FORMACIÓN ESPIRITUAL


CASAS AUXILIARES
CASAS AUXILIARES

LA BARCA
AHUALULCO
CUQUÍO
TOTATICHE
ANACLETO GONZALEZ FLORES
SEM FAM
PROMOCION VOCACIONAL
INDICE
PRESENTACION

Zapopan, Jal. 08 de septiembre de 2020. Natividad de la Santísima Virgen María

El presente material es un esfuerzo realizado en conjunto por los padres formadores de


las casas auxiliares del seminario de Guadalajara con el propósito de tener en cada casa de
formación un itinerario en común tanto para la formación humana como para la formación
espiritual, y de esta manera caminar juntos aún en nuestras distintas realidades en el
acompañamiento y formación de los seminaristas adolescentes quienes son la cantera de la
vida sacerdotal.

Nuestro agradecimiento a nuestro Vicerrector el Pbro. Lic. José Guadalupe Miranda


Martínez por su apoyo en esta iniciativa para bien de nuestro seminario. Así mismo
agradecemos al Pbro. Lic. Bernardo Santana Ramírez y al Pbro. Lic. José Carmen Toríz
Rentería por su disponibilidad en la revisión y aportaciones para enriquecer los presentes
temas.

Agradecemos de manera especial a cada uno de los formadores que han acompañado a
los seminaristas en esta etapa inicial de la vida del seminario y que con su experiencia han
elaborado este material que desea ser un instrumento y un ayuda para tan grande tarea
como lo es la de formar a los futuros pastores.

Padres Formadores de las Casas Auxiliares


INTRODUCCIÓN

En la vida de la Iglesia, la vocación sacerdotal tiene con frecuencia manifestaciones a


temprana edad y es tarea de la Iglesia a través de la institución de los seminarios,
acompañar a discernir esos brotes de vocación sembrados en los corazones de los
muchachos, para que los alumnos puedan reconocer más fácilmente y puedan corresponder
a ella (cf. PDV 63).
El seminario menor etapa en la que se inicia el proceso de formación, es una comunidad
eclesial educativa destinada a la formación cristiana de los adolescentes y jóvenes con
indicios de vocación al sacerdocio ministerial. Su finalidad es ayudar a la maduración
humana y cristiana de los adolescentes que muestran algunos signos de vocación al
sacerdocio ministerial, con el fin de desarrollar, conforme a su edad, la libertad interior
que les haga capaces de corresponder al designio de Dios sobre su vida (RFIS 18) de
manera consciente, responsable y gozosa. Por lo tanto, debemos preparar a los seminaristas
a seguir a Cristo Redentor con espíritu de generosidad y pureza de intención (cf. OT 3).
La formación de los seminaristas deberá ser integral en sus cuatro dimensiones: humana,
espiritual, intelectual y pastoral. Pero, para llevar a cabo una profunda vida espiritual, es
necesario que haya una sólida base humana, por eso, se deberá poner mucho énfasis en la
formación humana y así pueda consolidarse una vida espiritual.
La formación espiritual en el seminario menor es de vital importancia porque ha de estar
orientada a que el seminarista valla fortaleciendo progresivamente su identidad cristiana y
encaminándose, según su etapa, al discernimiento de su vocación en la Iglesia… Debe
desarrollarse en ellos, un proceso de evangelización centrado en el anuncio claro y gozoso
de Jesús. Es de suma importancia que reciban el Kerigma y puedan tomar la decisión de
seguir a Cristo con mayor convencimiento (NBFSM 77 – 78). Así se podrá encaminarlos
hacia una respuesta autentica.
Presentamos a continuación, este trabajo realizado con dedicación y eficacia de parte de
todos los padres espirituales de las casas auxiliares, el cual consta de los objetivos y temas
elaborados propuestos para uniformar la formación espiritual en todas las casas auxiliares
del seminario de Guadalajara.
TEMARIO DE FORMACIÓN ESPIRITUAL

PRIMERO DE SECUNDARIA
1.- Bloque: El Seminario como respuesta a Dios
 Vocación, mi vida en el seminario, llamado y respuesta
 Hacia un plan de vida (personal y grupal)
 La Virgen María patrona de nuestra Diócesis y América latina
 San José Sánchez del Río

2.- Bloque: Mi vida espiritual


 ¿Qué es la vida espiritual?
 El Kerygma
 María llena de gracia
 Beato Anacleto González Flores

3.- Bloque: La vida sacramental


 Los Sacramentos
 ¿Cómo vivir la Eucaristía?
 ¿Cómo confesarse bien? (Examen de conciencia)
 ¿Qué es la dirección espiritual?
 Santo Domingo Savio

4.- Bloque: La oración como encuentro con Cristo


 ¿Qué es la oración?
 Métodos de oración
 La Lectio Divina
 La Liturgia de las Horas
 Encuentro con Dios a través de su Palabra
 María mujer de oración
 San José
SEGUNDO DE SECUNDARIA
1.- Bloque: El testimonio
 Discípulos y Misioneros
 La vocación, testimonio y servicio
 La virginidad y maternidad de María
 María discípula fiel
 San Justino Orona y San Atilano Cruz

2.- Bloque: Comenzando a dar frutos


 Virtud de la justicia
 Virtud de la templanza
 Virtud de la prudencia
 Virtud de la fortaleza
 “He aquí la esclava del Señor”

3.- Bloque: La Gracia y el pecado


 El pecado, rechazo al amor de Dios
 Los pecados capitales
 El estado de gracia
 La castidad: integración humana de la sexualidad
 Santa María Goretti

4.- Bloque: El silencio encuentro con el Señor


 El silencio interno y externo
 El sentido del silencio sagrado
 La contemplación fruto del silencio
 El silencio en la Sagrada Escritura
 La Asunción de María al Cielo
 San José hombre de silencio
TERCERO DE SECUNDARIA
1.- Bloque: El seminarista hoy
 Ser y quehacer del seminarista
 María en el milagro de Caná
 San Cristóbal Magallanes
 San Martín de Porres
2.- Bloque: Hacia el seminario menor (preparatoria)
 La vocación a la vida de soltería
 La vocación al matrimonio
 La vocación en la vida religiosa
 María en mi vocación
 Beatos Vicente Vargas González y Jorge Vargas González
3.- Bloque: Las Bienaventuranzas
 Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de
los cielos – Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a
Dios.
 Bienaventurados los mansos, porque poseerán la tierra –
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados
hijos de Dios.
 Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados –
Bienaventurados los perseguidos a causa de la justicia, porque de ellos
es el Reino de los cielos.
 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados – Bienaventurados serán cuando los injurien, los persigan y
digan contra ustedes toda clase de calumnias por mi causa. Alégrense y
regocíjense porque su recompensa será grande en el cielo.
 Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia.
 Nuestra Señora De la Candelaria
 Santo Cura de Ars
4.- Bloque: Por sus frutos los reconocerán
 Los consejos evangélicos
 La Ascesis y la penitencia
 La humildad
 Santo Toribio Romo González
 San Francisco de Sales
TEMÁTICA DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL DE LAS CASAS
AUXILIARES DEL SEMINARIO MENOR DE GUADALAJARA
PRIMERO DE SECUNDARIA
OBJETIVO: Provocar en el seminarista una experiencia de fe a través del Kerygma, que
lo lleve a conocer y a amar a Dios y así introducirlo en la vivencia de los sacramentos, en
la oración y en los actos devocionales para que viva con gozo su ser de hijo de Dios.
I.- BLOQUE: EL SEMINARIO COMO RESPUESTA A DIOS
1.1 VOCACIÓN, MI VIDA EN EL SEMINARIO, LLAMADO Y
RESPUESTA
OBJETIVO: Ofrecer al seminarista una orientación sobre el proceso vocacional,
tomando conciencia de que el «llamado» que Dios hace espera una «respuesta» puntual y
continua durante la estancia en el seminario, para descubrir así el plan de Dios en su vida.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Cada uno es llamado a hacer algo en su vida. Si una persona decide ponerse al servicio de
una causa más importante que sus solas preferencias personales, se dice que responde a una
vocación.
La vocación es una cierta manera de comprender la vida y vivirla como un servicio. La
«llamada», que es el origen de una vocación no nace de la persona misma. La persona sólo
puede recibirla y aceptarla libremente. Por tanto en este sentido la vocación supone el
encuentro de dos personas, de dos libertades: la libertad de Dios que llama y la libertad del
hombre que responde a esta llamada.
Toda llamada requiere una escucha y espera una «respuesta». Para los cristianos, la llamada
viene de Dios, de la Palabra de Cristo que invita a seguirle y a ser sus testigos en el mundo.
Todo cristiano, por su bautismo, está llamado a hacer de su vida una respuesta y un servicio
a los demás, a ejemplo de Cristo.
Las maneras de servir son múltiples según los tiempos y los lugares y la forma de llevarla a
cabo. Cualquiera que sea nuestra vocación, somos llamados a la santidad, a participar en la
plenitud del amor de Dios, a amar y a ser feliz y ayudar a hacer felices a los demás.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Entre los cristianos, algunos son llamados a consagrar su vida con un don total a Dios y al
servicio de una misión como sacerdote, diácono, religioso o religiosa, laico consagrado; o
bien al matrimonio o una vida de soltería en la que se sirve a quienes le rodean… Es lo que
se llama también vocaciones específicas o vocaciones particulares.
En la Iglesia católica, el Servicio de las Vocaciones tiene por misión llamar a cada uno a
que su vida se convierta en respuesta específica a la llamada de Dios, a despertar, mantener
y ayudar al discernimiento de las personas que se plantean la cuestión de una vocación
particular (vida consagrada, matrimonio o soltería).
Toda llamada, a la vocación que sea, tiene como origen Dios y como fin la realización de la
persona dentro de los marcos en los cuales se puede realizar mejor su afán de ser feliz y
hacer felices a los demás.
Dios da a cada uno su propia vocación para contribuir al mejoramiento de esta sociedad en
la que vive. Y su respuesta y exigencia consiste en dejarla mejor de lo que se la encontró
cuando empezó sus pasos por ella.
La vocación, pues, entraña una responsabilidad en el puesto que te toque ocupar en la
sociedad y en la Iglesia. Y una señal clara de la vocación cristiana es llevar una conducta
intachable a los ojos de la propia conciencia, de los otros y de Dios.
Podemos sintetizarlo lo anteriormente dicho del siguiente modo:
Llamada: es de Dios. Él, como Creador, nos hizo por algo, algo muy particular y personal,
que constituye entonces el fin y el sentido de nuestra vida. Nuestro Dios es un Dios que
llama y para cada persona es importante descubrir esa llamada; las actitudes básicas para
lograrlo son: escucha, búsqueda y disponibilidad.
Respuesta: La respuesta corresponde a cada persona; podemos decir que nuestra vida
consiste en esa respuesta. Es una respuesta libre a un Dios que invita, y es también
personal, es mi respuesta, y se da siempre en un proceso. Si queremos realmente encontrar
la plenitud en nuestra vida la mejor opción es dar una respuesta a nuestra llamada, y las
actitudes básicas son: generosidad y fidelidad.
«Vocación» es distinto de «Profesión». Por eso no es correcto decir: “Tengo vocación de
maestra”, “vocación de médico” o “vocación de músico”, ya que estas expresiones se
refieren a una aptitud especial de esa persona para una profesión o actividad humana. La
profesión es un trabajo, un quehacer que puede ser inestable, que puede variar con el
tiempo o por las diferentes situaciones de la vida. Y la vocación es la llamada irresistible y
eterna que brota de lo más profundo del corazón del ser humano, allí donde resuena la voz
de Dios.
Esta llamada llega como una inspiración o moción interior por la que Dios inclina a una
persona hacia un determinado estado o forma de vida. Porque la Vocación no es solo la
primera llamada de Dios y la respuesta inicial del hombre. Es el estado de vida resultante
del diálogo entre Dios y el hombre, y debe durar la vida entera.
¿Qué nos dice la Palabra de Dios sobre la vocación?
Las diversas vocaciones o llamados son siempre para un servicio o una misión dentro del
Plan de Salvación. En el Antiguo Testamento Dios sale al encuentro del hombre y establece
un diálogo con él. Pensemos por ejemplo en la vocación de Abraham, o en la de Moisés, o
en la de cualquiera de los profetas. Por su parte, el hombre generalmente teme. Es la
reacción natural ante lo desconocido, ante lo sobrenatural, ante la grandeza de Dios que se
pone a nuestro alcance, que nos mira cara a cara. Pero Dios siempre responde: “No temas”,
lo invita a confiar y a entregarse, y le presenta la misión a la que está llamado.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La llamada y la respuesta se dan de muchas formas; cada caso es único. Puede ser muy
rápido como en San Pablo, o durar años para esclarecerse; puede ser en diferentes
momentos de la vida; puede haber conflictos, dificultades que vienen de la propia persona,
de la familia, del medio, etc. Cada uno tiene su historia y su vocación. Trata ahora de
describir, aunque es difícil, tu llamada: ¿Cómo ha sido?, ¿cuándo?, ¿en qué lo notas?,
¿cómo lo experimentas? etc.
Es momento de invitar al seminarista a realizar por escrito el relato de cómo ha sido su
proceso vocacional, desde que descubrió que Dios lo llamaba a conocerlo y seguirlo más de
cerca, hasta el día de hoy.
BIBLIOGRAFÍA
1) SANTOS F., «Vocación-Llamada», Vivencia Cristiana, en
https://es.catholic.net/op/articulos/51148/cat/151/vocacion-llamada.html
2) La Vocación, Llamada-Respuesta, en https://www.adcspinola.org/index.php/descargas-
adcspinola/pastoral/documentos-2/material-de-acompanamiento/acompanamiento-y-
discernimiento-vocacional/4-opcion/1958-o-18/file
3) «La Vocación, Respuesta Humana Libre», Catequesis para Jóvenes Cristianos, en
https://catequesis.cc/tag/respuesta-vocacion/
4) DISCÍPULAS DE JESÚS, Tres cosas que no sabías sobre la vocación y que deberías
conocer, en https://www.discipulasdejesus.org/que-es-la-vocacion/
1.2 HACIA UN PLAN DE VIDA (PERSONAL Y GRUPAL)
OBJETIVO: Respecto al «plan de vida “personal”», el objetivo es motivar al seminarista
a realizar un proyecto de vida que le ayude a descubrir sus fortalezas, oportunidades,
debilidades y retos, de modo que pueda orientar todos ellos a un crecimiento integral en su
formación.
En lo que atañe al «plan de vida “grupal”», el objetivo se orienta a suscitar en los
seminaristas la necesidad de formular un proyecto de vida grupal que les permita avanzar
en el camino de su formación no sólo de forma individual, sino también en un contexto de
vivencia comunitaria.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
¿Sabes dónde estarás dentro de 10 años? ¿Qué es lo que quieres haber logrado para el
momento en que tu vida se acabe? Estas son preguntas importantes que guiarán el proceso
de diseño de tu vida. Cualquier persona que quiera vivir una vida con propósito debe
establecer metas para su vida. Como cristiano, debes consultar a Dios para determinar las
metas de tu vida.
Aunque no lo conozcamos, Dios tiene un plan para nuestras vidas. Dios no improvisa ni
“juega a los Dados”. Cada uno vino a esta vida con un propósito específico y podemos
descubrir cuál es: es conveniente comenzar por conocernos y “preguntarle” a Dios,
mediante la oración cuál es su plan de salvación para mí. El único modo de que podamos
vivir una vida plena y feliz es estar atentos a los qué quiere Dios para nuestras vidas. 
El plan de vida consiste entonces en una agenda, u horario espiritual que nos ayude
a recordarnos todas las prácticas espirituales que tenemos que hacer para fortalecer una
virtud o combatir un vicio que nos impida alcanzar nuestro ideal personal.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
El director espiritual. Nadie gana una maratón sin tener un entrenador y nadie es buen
juez de su propia causa. Un director espiritual es como un director técnico: nos va a ayudar
en el momento que establezcamos metas y nos propongamos ir “puliendo” nuestras
imperfecciones.
El acompañamiento es uno de los medios privilegiados para desarrollar el don del
discernimiento espiritual. En la vida espiritual es fundamental dejarse acompañar. Debes
tener en claro que la función del acompañante no es solucionar tus conflictos, sino ser una
ayuda para que tú descubras la acción del Espíritu Santo en ti. La tarea principal del
acompañante será ayudarte a discernir progresiva y coherentemente cuáles serán los
siguientes puntos en los que deberás ir trabajando.
¿Cómo iniciar tu proyecto de vida? Conviene empezar analizando en tu persona un
diagnóstico con cuatro elementos fundamentales, que llamamamos «FODA»: Fortalezas,
Oportunidades, Debilidades, Amenazas, a partir del cual surgirán varias iniciativas a
trabajar.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Por lo anteriormente dicho, el Proyecto de Vida debe abarcar:
 Tu vida espiritual. Esta es la principal área a trabajar y es sin duda la fundamental, ya que
se trata de tu ser, tu identidad cristiana. Por ello debe ser siempre lo primero a estabilizar, a
crecer. Contemplar tu vida de oración, tu encuentro con la Palabra, tu vida sacramental, tu
proceso de conversión, etc.
 Tu madurez humana. El edificio de la santificación necesita una buena y sólida base
humana. Por ello debes trabajar sobre tu estima personal, tu carácter, tu temperamento,
hacer crecer tu inteligencia, ejercitarte en una voluntad firme, en una afectividad bien
integrada, sana, madura. Debes aprender a dar soluciones humanas a problemas humanos:
aprender a resolver tus crisis, capacitarte para relacionarte de una manera sana y madura.
Con toda seguridad muchas de las fallas para crecer en tu vida cristiana no se deben a que
carezcas de motivaciones espirituales, sino a los problemas de inmadurez que enfrentas en
tu vida.
 Tu vida familiar. Debes recordar que eres parte de una familia y necesitas vivir una vida
familiar bien integrada. Por lo tanto es importante que trabajes sobre tus relaciones
familiares, y que busques sanar heridas liberándote de esquemas negativos que te afectan.
 Tu estudio y/o trabajo. En este aspecto tendrás que considerar la manera en que vas a
desarrollar tus actividades académicas y educativas. Recuerda que el trabajo y el estudio
forjan el carácter porque ofrecen la ocasión de practicar muchas virtudes, acrecientan la
conciencia de la propia responsabilidad y exigen la constancia en el deber.
 Tu vida comunitaria, apostolado y servicio. Es importante tener en cuenta en tu Proyecto
de Vida tus compromisos con tu grupo o comunidad. Además, debes establecer un orden y
un horario, y planear y organizar tus actividades apostólicas, fijando prioridades para
optimizar tu tiempo.
En cada una de estas áreas deberás plantearte uno o dos propósitos. Generalmente podrás
comprobar como al trabajar en un área, las demás crecerán armónicamente, así como al
caer en un área se empobrecerán las demás. Esto sucede porque somos seres integrales, y
por eso es recomendable abarcar las áreas más importantes primero.
Evaluación. Es recomendable que dediques, además de tu examen diario de conciencia, un
día a la semana para evaluarte en modo más minucioso, y replantear el trabajo. Esta
evaluación será muy efectiva a la hora de valorar los logros y los fracasos. Y a partir de ella
podrás redoblar los esfuerzos, siempre motivado por alcanzar al Maestro.
Bien, Ahora… ¡manos a la obra! ¡Anímate! Recuerda que solo la pereza, la mediocridad, el
amor propio y el orgullo te pueden impedir trabajar con tenacidad por alcanzar a Cristo. Por
eso San Pablo afirmaba con fuerza: “Olvido lo que dejé atrás y me lanzo a lo que está por
delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio a que Dios me llama desde lo
alto en Cristo Jesús…” (Flp 3,13-14).
¡Que Dios te bendiga!
BIBLIOGRAFÍA
1) D' ANGELO, A., ¿Cómo hacer un plan de vida? Guía visual, paso por paso, en
https://catholic-link.com/como-hacer-plan-vida/
2) El Proyecto de Vida: Un itinerario de transformación, en
https://www.discipulasdejesus.org/proyecto-de-vida/
3) Guía de estudio: «Por una vida con sentido. FICHA 11: Diseñando el proyecto de vida.
El Proyecto de Vida Cristiana», en http://www.discipulomisionero.com/detalle.php?
id=MjQwNQ==
4) MAGAÑA, G., Como hacer el Plan de Vida Espiritual, en
http://es.catholic.net/op/articulos/4976/cat/165/como-hacer-el-plan-de-vida-
espiritual.html#modal
5) MANRIQUEZ., M., 1 Proyecto de vida cristiana, en https://slid
1.3 LA VIRGEN MARÍA PATRONA DE NUESTRA DIÓCESIS Y
AMÉRICA LATINA
OBJETIVO: Impulsar a los formandos a descubrir en la Virgen María algunas de las
virtudes propias del cristiano, y fomentar concretamente en su advocación de Nuestra
Señora de Zapopan un cariño y devoción como «Patrona de nuestra Diócesis». Asimismo,
proponer a Nuestra Señora de Guadalupe como una intercesora en común para nuestra
realidad continental, estrella de la evangelización de nuestras tierras. De este modo se
sientan invitados a recurrir con confianza a orar con el Santo Rosario y otros actos de
piedad marianos.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
El 8 de diciembre de 1541, el padre Fray Antonio de Segovia en compañía de Fray Ángel
de Valencia, donó a los indios de este pueblo una pequeña imagen de Nuestra señora de la
Concepción; esta imagen había acompañado cerca de 10 años a Segovia en todas sus
andanzas por los pueblos de Jalisco, cargándola algunas veces en la manga de su sayal,
otras en un pequeño tabernáculo de madera o colgada del pecho.
Cuando el virrey Antonio de Mendoza sitió el cerro del Mixtón y después de una fuerte
batalla, subió Fray Antonio de Segovia a las fortalezas de los indios acompañado de Fray
Miguel de Bolonia, llevando sólo el breviario, un crucifijo y la pequeña imagen de Nuestra
Señora de la Concepción colgada al pecho; les comenzó a decir a los indios que bajasen en
paz y estos conmovidos tanto por las palabras del padre y la imagen de la Virgen. En día y
medio se rindieron más de seis mil indios, que fueron conducidos por los padres ante el
virrey y éste les perdonó la vida, quedando todos en paz. Por esto, Antonio de Segovia
llamaba a su pequeña imagen "La Pacificadora".
Poco después, le dio la vista a un ciego de nacimiento y en un lapso de cien años, realizó
machismos milagros. El obispo Juan Ruiz Colmenero mandó que solamente se celebrase su
fiesta el 18 de diciembre de cada año. Aquí el título de Nuestra señora de la Expectación de
Zapopan. Pronto se proclamó "Patrona de Guadalajara", contra tempestades, rayos y
epidemias, y se determinó que todos los años se trajera de su santuario la imagen. Así, la
imagen comienza a partir del 13 de junio a visitar las iglesias de los barrios de la ciudad
para regresar a su santuario el 12 de octubre (La Romería). Esta pequeña imagen mide 34
centímetros de altura y está fabricada de cañas de maíz, yuxtapuestas y pegadas con
engrudo, por lo que se cree fue hecha en Michoacán.
De los títulos que se le han dado a la Virgen de Zapopan son: 1654 Taumaturga; 1734
Protectora de rayos, tempestades y epidemias de esta nobilísima ciudad y sus moradores;
1821 Patrona y Generala de la Arma de la Nueva Galicia; 1823 Generala y Protectora
Universal del Estado Libre y Soberano de Jalisco; 1946 Patrona de la Provincia Franciscana
de los Santos Francisco y Santiago; 1979 Verdadera Estrella de la Evangelización; 1989
Patrona de la Arquidiócesis de Guadalajara.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Respecto al «Acontecimiento Guadalupano», más allá de describir por ahora la historia de
las apariciones, valdría la pena toma conciencia de que cada 12 de diciembre, los
mexicanos no simplemente celebramos una conmemoración litúrgica o alguna fiesta de un
calendario eclesiástico o nacional, celebramos un acontecimiento, en el cual Santa María de
Guadalupe mostró su cercanía y maternidad hacia todos: “apenas pocos años después de la
llegada del Evangelio a estas tierras, en el año de 1531, Santa María de Guadalupe hizo
resonar en sus palabras la bondad y novedad del anuncio cristiano… en su diálogo con San
Juan Diego y, a través de él, con Fray Juan de Zumárraga, ofrece a la fe y a la patria
nacientes una imagen, lenguaje común que acercaba a las partes en conflicto; una verdad
que vino a llenar el vacío y el desamparo de los indígenas, los hijos pequeños; y una
petición que poco a poco fue logrando que todos se involucraran en una tarea común,
construir la casita de todos.” Sus palabras, manifestando su voluntad, fueron estas: “Mucho
quiero, mucho deseo que aquí me levanten mi casita sagrada. En donde lo mostraré, lo
ensalzaré al ponerlo de manifiesto. Lo daré a las gentes, en todo mi amor personal, en mi
mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación.”
En efecto, el Acontecimiento Gaudalupano se presenta como una síntesis de nuestra fe, ya
que “Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo, derribando el muro de
enemistad que los separaba, el odio… Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo
en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo,
por medio de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona.” (Ef 2, 14-16) La obra de la
salvación de Dios en Cristo encontró un medio excelso para su actuación en nuestras tierras
gracias a la presencia de Santa María de Guadalupe, anunciando al Verdadero Dios por
quien se vive, de manera que pidiendo que se edifique una “casita”, evoca el oráculo
mesiánico de la promesa divina, hecha a David (cfr. 2 S 7,11ss; 1 P 2,9-10), pero también,
en el contexto de los pueblos mesoamericanos, para quienes la “casita” (el templo), era un
signo elocuente de una nación y, construirlo, era la invitación a construir una nueva nación.
Así, pues, podemos encontrar, a la luz de la fe, en Santa María de Guadalupe presente en
estas tierras, los inicios de la Nación mexicana (incluso de toda América), no compuesta ya
por dos pueblos diferentes enfrentados por el odio y la desigualdad, sino un solo pueblo
nuevo, unificado en Cristo y su paz, dignificado por la riqueza propia de cada uno.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Nuestra Iglesia en Jalisco, en México, y en toda América necesita sentarse a los pies de la
Virgen Madre para alentar la esperanza de ser un solo pueblo, unido en la fe. Ella nos invita
a contemplar, creer, vivir y anunciar el misterio de la Redención realizado por Jesús.”
Hoy en día, como siempre en la historia de nuestra Patria y de la Iglesia, es necesario, para
reencontrar la paz y la reconciliación, recordar la obra de Dios en nuestra tierra, que con La
Virgen María en su advocación de Zapopan y de Guadalupe, fundó un nuevo pueblo rico en
historia, tradición, cultura, valores y conocimiento del Verdadero Dios por quien se vive.
Estamos convencidos de que “Dios nos está llamando a generar esperanza, a fortalecer y
reconstruir una vida humana más plena para todos sus hijos, especialmente los relegados
por los nuevos fenómenos, una vida que refleje en cada persona a Cristo el hombre perfecto
y se manifieste en condiciones dignas para cada uno.” La celebración y la invocación de la
maternal protección de La Virgen de Zapopan y Santa María de Guadalupe nos fortalezca
para que en lo personal y lo comunitario “busquemos el progreso de nuestra Patria por
caminos de justicia y de paz.”
BIBLIOGRAFÍA
1) La Virgen de Zapopan, en http://guadalajara.net/html/im_religiosas/02.shtml
2) El Acontecimiento Guadalupano, en https://www.cem.org.mx/Mensajes/1966-El-
Acontecimiento-Guadalupano.html
1.4 SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO
OBJETIVO: Ofrecer el testimonio de este santo adolescente mexicano (San José Sánchez)
como un modelo cercano y alcanzable de vida cristiana en grado heroico, así como un
testimonio a imitar del amor a Cristo hasta el martirio.
“Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora, y no quiero perder la ocasión”.
¿Cuantas veces has escuchado hablar de San José Sánchez del Río o de la guerra cristera?
Anteriormente conocido como Joselito, dio su vida por Cristo a los 13 años de edad, siendo
solo un niño murió mártir de una manera digna de admirarse.
En el año 1926 al 1929, sucedió en México la violenta persecución religiosa contra la
Iglesia católica. Donde todo acto religioso era condenado por la ley, perseguidos por el
régimen del presidente Plutarco Elías Calles. Innumerables mártires mexicanos murieron
dando batalla al gobierno, entre los cuales se encontraba San José Sánchez del Río.
¡Sigue leyendo y conoce más de este Santo!
1. Nació el 28 de marzo de 1913 en Sahuayo, Michoacán. La guerra cristera en México, dio
inicio en 1926 cuando el presidente Calles decretó la suspensión del culto público en el
país. Los católicos que se levantaron en armas para defender su fe, fueron llamados
cristeros.
2. José Sánchez era solo un niño de 13 años, cuando sintió inquietud por formar parte del
ejército cristero, proclamando a Cristo Rey y a la Virgen de Guadalupe por encima de todo.
Tratando de convencer a sus padres, llegó a decirle a su madre: “nunca ha sido tan fácil
como ahora ir al paraíso, y no quiero perder la ocasión”. Por lo que al fin le dieron su
permiso y bendición.
3. En el ejército cristero tampoco quisieron aceptarlo por su corta edad, pero logró convencer
al general de formar parte en lo que pudiera ayudar sin intervenir en los enfrentamientos
armados.
4. El 6 de febrero de 1928 durante un enfrentamiento le dispararon al caballo del jefe cristero,
Luis Guízar Morfín. Heroicamente, Joselito le ofreció su caballo para que no fuera hecho
prisionero, diciéndole: “mi general, tome usted mi caballo y sálvese; usted es más
necesario y hace más falta a la causa que yo”. Por lo que fue capturado junto a su
amigo Lázaro.
5. Al día siguiente fue encerrado en la iglesia de Santiago Apóstol en Sahuayo, en la cual fue
bautizado y que había sido convertida en una cárcel y corral de las tropas del gobierno.
6. Su padrino de Primera Comunión fue Rafael Picazo Sánchez, quien mandó asesinarlo
influenciado por el presidente Calles y su odio a la Iglesia. Considerado como el autor
intelectual de su martirio, Rafael Picazo pidió a la familia 5 mil pesos de oro para su
rescate. Pero José le pidió a su padre que no lo pagara, diciendo que: “su fe no estaba a la
venta” y pertenecía a Dios.
7. Dos testigos de su martirio contaron que los soldados le arrancaron la piel de la planta de
los pies con un cuchillo y lo hicieron caminar hasta el cementerio mientras lo golpeaban.
8. El jefe de los soldados ordenó apuñalarlo y con cada puñalada José gritaba: “¡Viva Cristo
Rey!”, “¡Viva Santa María de Guadalupe!”. Después recibió dos tiros en la cabeza porque
se negó a renunciar a su fe y fue asesinado el 10 de febrero de 1928.
9. San José Sánchez del Río fue declarado beato en Guadalajara, el 20 de noviembre del 2005
por el delegado del Papa Benedicto XVI, el Cardenal José Saraiva Martins y canonizado en
Roma por el Papa Francisco el 16 de octubre de 2016 junto a otros beatos.
¿Qué hubiera pasado sin la valentía de estos mártires mexicanos? Además de defender la fe
católica, muchos de aquellos templos fueron salvados y reconstruidos por la causa.
Hoy el testimonio de San José Sánchez del Río nos impulsa a ser fuertes y valientes, a no
tener miedo ni desanimarnos y dar cada día lo mejor de nosotros, esforzándonos y
preparándonos, para aprender más y servir mejor dando testimonio de nuestra vida
cristiana.
II.- BLOQUE: MI VIDA ESPIRITUAL
2.1 ¿QUÉ ES LA VIDA ESPIRITUAL?
OBJETIVO: Proponer al seminarista el valor y la importancia de cultivar los actos y
actitudes de la vida espiritual dentro del seminario y fuera de él, como un medio
indispensable de ayuda para el discernimiento vocacional y un instrumento necesario para
lograr una vivencia cristiana plena.
LA VIDA ESPIRITUAL: UNA FORMA DE CONOCERTE Y PARA DARTE A
CONOCER
Todas las personas estamos llamadas a la santidad, Dios nos llama a la perfección, Cristo
nos lo dice claramente: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 38).
Estas son palabras que no dejan duda alguna. Todos los creyentes, independientemente de
nuestro estado o condición de vida, tenemos que ir creciendo para alcanzar la plenitud de la
vida cristiana. A esto le llamamos vida espiritual.
Sería bueno pensar en cómo se encuentra nuestra vida espiritual para luego emprender el
camino hacia la perfección. Este crecimiento nos puede parecer muy difícil, pero tenemos
los medios necesarios:
Algunos de ellos son esenciales, tales como:
 La lucha contra el pecado.
 Estar alertas para no caer en tentaciones.
 Acudir a los sacramentos frecuentemente, ya que la vida sacramental nos fortalece.
 Las buenas obras, que nos alcanzan méritos allá en el cielo.
 La oración, ese diálogo con Dios en donde se pueden encontrar las fuerzas necesarias y
pedir aquellos dones que nos hacen falta.
 La presencia de Dios en nuestra alma.
 El examen de conciencia para conocer nuestras debilidades o fallas.
 Tener el deseo de alcanzar la perfección.
 Estar conformes con la voluntad de Dios, es decir, aceptar Su plan para mí.
 Ser fieles a la gracia recibida.
 Mejorar el propio temperamento.
 Trabajar en la formación del carácter.
Luego, tenemos los medios externos:
 La lectura espiritual, mediante la cual podemos ir conociendo nuestra fe.
 El círculo de amistades, hay que saber escogerlas bien.
 La dirección espiritual cuando sea posible.
 El servicio a los demás.
 El plan o programa de vida.
Es importante tener un plan de vida que nos ayude a crecer, en todas las áreas
potenciales de nuestra vida, ya que es un deber utilizar y sacar el mejor provecho de
nuestros talentos, para que a la hora de dar cuentas, podamos responder con resultados
objetivos sobre esos dones.
¿Qué es un programa de vida espiritual?
Es un plan de acción que te ayuda a crecer integralmente, atacando directamente aquellos
puntos que te impiden llegar a realizarte en plenitud.
¿Qué se necesita para realizarlo?
1. Interés por mejorar.
2. Conocimiento profundo de tu personalidad, detectando las manifestaciones de soberbia y
sensualidad.
3. Un asesor o guía espiritual de confianza (sacerdote, religiosa...) para que te ayude a
encontrar con mayor exactitud las manifestaciones de la soberbia y la sensualidad y poder
poner medios concretos para aprovechar y encaminar esas manifestaciones.
4. Tiempo para hacer una evaluación semanal o quincenal del programa de vida.
5. Un formato.
Formato de un Programa de vida
Para un mayor conocimiento de nuestra persona dividimos el programa de vida en dos
grandes apartados:
I. El Análisis: El “SOY” junto con las acciones que realizo.
II. Los medios concretos de crecimiento: El “DEBO SER” junto con las acciones que quiero
hacer.
I. Análisis
1. Con Dios: Vida de Oración, Vida de gracia, Vida sacramental, Compromisos con mi
Parroquia, Compromisos con el Seminario, etc.
2. Con los demás: Familia (Papás, hermanos...), Amigos, Formadores, Compañeros del
Seminario, etc.
3. Conmigo mismo: Trato, Autoestima, Crecimiento humano.
II. Medios de crecimiento
1. Con Dios: Vida de Oración, Vida de gracia, Vida sacramental, Compromisos con mi
parroquia, apostolado, etc.
2. Con los demás: Familia (Papas, hermanos...), Amigos, Formadores, Compañeros del
Seminario.
3. Conmigo mismo: Trato, Autoestima, Crecimiento humano.
Una vez hecho este análisis busca a una persona (algún santo actual, incluso es
recomendable la persona de Jesucristo o la de María) que te impulse a seguir tras ese ideal
alcanzable; busca también un lema que te motive a seguir adelante, cuando se presenten
momentos de lucha o de dificultad...
2.2 EL KERYGMA
OBJETIVO: Colaborar con los formandos a descubrir en el anuncio de la Buena Noticia
de Jesucristo un proyecto de vida realizable que busca llevar al ser humano a su plenitud a
través de la propuesta de un Plan de Salvación, mismo que inicia como proyecto de amor
personal y comunitario que puede rechazarse por el pecado, pero también al que se puede
retornar mediante la conversión.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
En castellano, La traducción del griego al castellano de la palabra “kerigma” significa
“pregón”, como acto eclesial de anuncio del misterio pascual de Jesús de Nazaret para cada
ser humano, con la finalidad de suscitar la fe en Él como Salvador y la adhesión a la Iglesia
como comunidad. En la iglesia primitiva designa el anuncio del Evangelio hecho a los
judíos y paganos. Es la proclamación de la buena noticia de la salvación por obra del Señor
Jesús, muerto y resucitado.
La acción salvadora de Dios en Jesucristo, se hace presente por obra del Espíritu Santo por
medio del testimonio del apóstol, por eso quienes escuchan el kerigma no pueden
permanecer indiferentes, sino que son invitados a creer y a convertirse.
El kerigma contiene el anuncio de la intervención de Dios en la historia personal y de la
comunidad creyente en el aquí y el ahora, tanto para suscitar la fe inicial, como para
continuar la maduración de la fe (por tanto, no podemos reducirlo a un “primer anuncio”).
El contenido típico del kerigma incluye seis temas:
1. “Verdad Teológica”: amor de Dios, plan de salvación.
2. “Verdad antropológica”: pecado, muerte, miedo a la muerte, miedo al sufrimiento, miedo a
amar, vocación a la vida eterna.
3. “Verdad Cristológica”: Jesús que nos salva, nos redime del sufrimiento y del pecado,
realización del Reino de Dios, el don de la vida eterna.
4. Fe y Conversión (proceso de “metanoia”, es decir de cambio)
5. “Verdad Pneumatológica”: el don del Espíritu Santo (apertura o acogida al mismo)
6. “Verdad Eclesial”: Iglesia-comunidad como camino de salvación.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
En la forma como el kerigma es presentado en el Nuevo Testamento, contiene un
esquemático compendio de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Esto lo
podemos comprobar si analizamos los textos que contienen el primitivo kerigma cristiano,
y que encontramos en los Hechos de los Apóstoles así:
• El discurso de Pedro el día de Pentecostés (Hech 2,14-40)
• El discurso de Pedro en el pórtico del templo (Hech 3,13-26)
• El discurso de Pedro en la casa de Cornelio (Hech 10,34-43)
• El discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquia de Pisidia (Hech13, 16-41).
El kerigma iniciará siempre con un anuncio del amor de Dios para cada hijo suyo, para
cada hombre y mujer en este mundo. Por amor Dios nos ha creado, por amor nos ha
redimido, por amor procura nuestra santificación, que no es otra cosa que nuestra plenitud y
auténtica felicidad.
Sin embargo, el amor de Dios no nos obliga a aceptarlo, y por ello nos deja en libertad, con
la cual podemos rechazar ese amor de Dios. A este rechazo del amor de Dios en su plan
salvífico sobre cada uno de nosotros, le llamamos pecado. El pecado nos separa de Dios, de
su amor.
Aún así, Dios, nos vuelve a ofrecer siempre la oportunidad de regresar a Él y poder
experimentar nuevamente su amor paternal y providente. Ese cambio de vida que nos
permite regresar a su amor lo llamamos conversión.
Una vez aclarado este círculo kerigmático de amor-pecado-conversión, sería conveniente
sencillamente algunas características del amor de Dios que constituye el inicio y el término
del kerigma. El amor de Dios es: invariable (Is 54, 10); incondicional (Is 49,15); no tiene
límites (Jn 15, 13); es personalizado (Is 43, 1-2); es proactivo, es decir que tiene iniciativa y
capacidad para anticiparse a problemas o necesidades futuras (1Jn 4, 19); pero también es
exigente (Mt 5, 48).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La vivencia del kerigma ha de iniciar como una búsqueda y acogida personal, pero ha de
llegar necesariamente en una vivencia comunitaria, a formar la Iglesia como el “Cuerpo
Místico de Cristo”, donde este último es nuestra “Cabeza”, donde Dios es nuestro Padre y
todos nosotros, sus hijos, somos hermanos.
El mensaje concreto para nosotros hoy es: Dios nos ha creado en Cristo Jesús para que nos
dediquemos a las buenas obras que él mismo determinó que practicáramos. Así lo
concluye san Pablo en la segunda lectura. No podemos presumir méritos propios, pero no
se excluyen las buenas obras, pues, aunque éstas no salvan por sí solas, son el fruto
necesario y el signo evidente de esa salvación de Dios. No basta sólo una fe teórica e
inactiva, es necesario un compromiso de cada uno de nosotros desde las buenas obras.
Un cristiano convencido en su fe evita toda obra mala que lo conduzca al camino del
egoísmo y a lo que la Sagrada Escritura ha llamado las obras de la carne: la fornicación, la
impureza, la idolatría, las enemistades, los celos, los rencores, las orgias y cosas por el
estilo. En cambio, siempre se deja guiar por lo que son las obras del Espíritu: el amor, la
alegría, la paz, la mansedumbre, el perdón, la comprensión, el servicio, la bondad, la
lealtad, la amabilidad y el dominio de sí (Gal 5, 22).
Nos enseña el Papa Francisco, que para responder a la invitación que el Señor nos hace en
la realidad concreta que estamos viviendo, es preciso la renovación que supone sacrificio y
valentía ante “tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús”.
(Homilía, Aeropuerto Enrique Olaya Herrera, Medellín, 9 de septiembre de 2017).
Cada uno debe hacer una revisión de vida personal, comunitaria, ¿cómo estoy llevando mi
compromiso de bautizado, de hombre transformado por Cristo?
BIBLIOGRAFÍA
1) ¿Qué es el Kerigma?, en http://cenacat.org/uploads/qu_es_el_kerigma.pdf
2) PRADO, J., Id y Evangelizad a los Bautizados, Ed. Publicaciones Kerygma México, pp.
17-25, en http://www.parroquiasanmartin.com/Id%20y%20evangelizar%20a%20los
%20bautizados.pdf
3) Conferencia Episcopal de Colombia, “Conversión desde el amor de Dios”, en
https://www.cec.org.co/tiempos-especiales/cuaresma/conversi%C3%B3n-desde-el-amor-
de-dios

2.3 MARÍA LLENA DE GRACIA


OBJETIVO: Imitar la gracia que hay en María para alcanzar el camino de la Perfección
Cristiana, unido a su Hijo Jesucristo.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Esta Mujer, a los ojos de Dios, tiene desde siempre un rostro y un nombre: "Llena de
gracia" (Lc 1, 28), como la llamó el ángel al visitarla en Nazaret. Es la nueva Eva, esposa
del nuevo Adán, destinada a ser madre de todos los redimidos. San Andrés de Creta
escribió: "La Theotókos María, el refugio común de todos los cristianos, fue la primera en
ser liberada de la primitiva caída de nuestros primeros padres" (Homilía IV sobre la
Navidad, PG 97, 880 A).
Todas las hijas de Sión se preguntaban en su  interior: “¿Quién será la privilegiada madre
del Mesías cuando éste venga a Israel?” La Virgen María, desde el principio de los tiempos,
entra en el misterio de Dios, en  sus maravillas, en su eterno designio de salvación oculto en
el tiempo y revelado en Jesucristo. María colabora con fe obediente a la redención de los
hombres. Toda su vida está orientada al misterio de Dios, guiada y transformada por el
Espíritu de Dios.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Podemos decir que María es obra del Espíritu Santo. Preservada desde la eternidad de toda
mancha de pecado aparece envuelta en el misterio de Dios acogiendo, por obra del Espíritu,
al Hijo unigénito del Padre. Llena del amor del Padre la sombra del Espíritu la cubre y hace
de ella la Madre del Hijo hecho hombre. La Trinidad está presente y envuelve todo el
misterio de la encarnación y en él a María.
La Iglesia ve en María su propio misterio, ve en ella el modelo de fe virginal, de caridad
materna y de alianza esponsal. Ella es templo del Espíritu Santo, madre de los hijos
engendrados en el Hijo a quienes él mismo les dirá: “Si alguno me ama, el Padre le amará y
vendremos a Él y en Él haremos morada” (Jn 14, 23). El Espíritu Santo, inseparable del
Padre y del Hijo, realiza esta inhabitación en el alma de los santos.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
María, criatura perfecta, es una mujer singular. Sobre ella desciende la sombra del Espíritu
evocando la primera creación, “cuando el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Gen
3, 15). Ella es la “sierva del Señor”, bienaventurada “porque has creído que se cumplirán
las cosas que ha dicho el Señor”, la humilde en quien Dios se ha fijado para realizar su
misterio, “bendita entre las mujeres” a  quien “todas las generaciones  llamarán
bienaventurada”. María se dejó modelar por el Espíritu  de Dios  afirmando su “sí” en la
anunciación. El Espíritu de Dios une el cielo y la tierra, lo divino y lo humano, lo temporal
y lo eterno, llena la vida de los hombres con esa presencia de Dios en la Iglesia y en el
corazón de los justos.
Todos los dones del Espíritu Santo se manifiestan en María: amor, alegría, paz,
generosidad, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre... Ella es la llena de gracia, dignísima
morada que Dios, por el Espíritu Santo, preparó para su Hijo. Toda la  infinita capacidad de
transformación que tienen el amor  y la gracia de Dios se colman en la persona de María. El
Espíritu Santo guía y fecunda su vida. María sobresale  entre los humildes y pobres del
Señor que esperan  de él la salvación y la acogen. La intención, la convicción y la ilusión de
María ha sido desde el principio hacer la voluntad de Dios.
ACTIVIDAD
En la siguiente sopa de letras busca las gracias de María.
Amor, alegría, paz, generosida, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre, bienaventurada,
perfecta, humildad, sierva.

B R E R B M U D E S N A M K
A I S Q R Ñ O J K X Y M S J
B Q E P S N P I L W Z O T I
C P T N T M Q H M V A R U H
D O U O A L R G N U B R V Z
E Ñ V Ñ U V F A I R G E L A
D N W N C I E R V T C Q W P
A D I C O R E N E G D P X E
D M X M V K S F T H E O Y R
I L Y L W J T E Ñ U F Ñ Z F
L K Z K X I U D O M R N A E
I J A J Y H V C P I G A B C
B I B I Z G W B Q L H M D T
A H C H A F X A R D I L C A
M G D G B E Y Z S A J K D G
A F E F C D B O N D A D E F

COMPROMISO
Cuidaré la perseverancia de la gracia desde el último día de mi confesión.

BIBLIOGRAFÍA
-Fr. Salvador Fernández, o.p.
-Homilía, Misa de sufragio en 50° aniversario de la muerte del Siervo de Dios Pío XII.
Ángelus en la Plaza de San Pedro, 8 de diciembre de 2008.
-Libro: A María con Benedicto XVI, recopilación de textos del Papa Benedicto XVI,
(2005– 2009)
.

2.4 BEATO ANACLETO GONZÁLEZ FLORES


OBJETIVO: Proponer al beato Anacleto González Flores, como un modelo de
seguimiento fiel a las inspiraciones venidas de Dios para realizar una misión específica en
favor del pueblo de Dios, mostrando con hechos un amor intenso a Cristo hasta ofrendar
su vida por Él.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Biografía.
José Anacleto González Flores nació en Tepatitlán, Jalisco, el 13 de julio de 1888, en un
ambiente de extrema pobreza.
En 1908 ingresó al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos; pronto alcanzó grandes
adelantos en las ciencias, ganándose el apodo de toda su vida: “Maistro Cleto”. Cuando
comprendió que su vocación no era el sacerdocio ministerial ingresó en la Escuela de leyes.
Notable pedagogo, orador, catequista y líder social cristiano, se convirtió en uno de los
laicos católicos más sobresalientes de Guadalajara.
Poseedor de vasta cultura, escribió libros llenos de espíritu cristiano y centenares de
artículos periodísticos. En octubre de 1922 se casó con María Concepción Guerrero. Fue
esposo modelo y padre responsable de sus dos hijos. Cristiano de oración y comunión
diaria, miembro de la orden franciscana seglar. Fiel a su Obispo Francisco Orozco y
Jiménez, propuso a los católicos la resistencia pacífica a los ataques del Estado contra la
Iglesia. Apoyó con su talento la Liga nacional defensora de la libertad religiosa.
La madrugada del 1 de abril de 1927 fue aprehendido en el domicilio particular de la
familia Vargas González; se le trasladó al cuartel Colorado, donde se le aplicaron crueles
tormentos, y le exigían revelar el paradero del arzobispo de Guadalajara: “No lo sé, y si lo
supiera, no se lo diría”, respondió. Los verdugos, bajo las órdenes del general Jesús María
Ferreira, descoyuntaron sus extremidades, le desollaron las plantas de los pies y, a golpes,
le desencajaron un brazo.
Antes de morir, dijo a Ferreira: “Perdono a usted de corazón, muy pronto nos veremos ante
el tribunal divino, el mismo juez que me va a juzgar, será su juez, entonces tendrá usted, en
mi, un intercesor con Dios”. El militar ordenó que lo traspasaran con el filo de una
bayoneta. Sus últimas palabras fueron “Yo muero, pero Dios no muere. ¡Viva Cristo Rey!”.
Sus restos fueron sepultados en el Cementerio Municipal de Guadalajara, y en 1947 fueron
trasladados al Santuario de Guadalupe, en Guadalajara. Anacleto González Flores encabezó
la lista de 13 beatos que fueron elevados a los altares en Guadalajara, Jalisco, el 20 de
Noviembre del 2005
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Trascendencia social en su tiempo.
El beato Anacleto, influenciado por la Encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII,
organizó sindicatos católicos e impulsó círculos de estudio para contrarrestar la ideología
atea en la enseñanza oficial.
El beato Anacleto ha sido conocido de antaño como el “Gandhi mexicano”, porque durante
la guerra civil defendió el pacifismo y la lucha no violenta.
En 1916 restableció el círculo estudiantil de la Gironda y creó un grupo de catequesis en el
barrio del Santuario de Guadalupe. El 17 de julio, con la aprobación del Obispo Francisco
Orozco y Jiménez, organizó la ACJM, Acción Católica de la Juventud Mexicana, desde la
cual la Iglesia podía tener mayor presencia en la vida social.
A fines de 1922 fue coordinador en el Primer Congreso Nacional Obrero
Católico celebrado en Guadalajara y miembro de la Confederación Nacional Católica del
Trabajo que en poco tiempo se extendió por todo el país.
Lo designaron Jefe del Partido de la “Unión Popular”, agrupación de la cual él fue uno de
sus fundadores y que llegó a contar con miles de afiliados,¡; también creó el Semanario
“Gladium”, y trabajó en la organización de las brigadas femeninas “Santa Juana de Arco”. 
A partir del 1° de julio de 1917, fundó y editó el Semanario católico “La Palabra” desde
donde criticó todos los Artículos anticlericales de la Constitución de 1917, y a la débil
respuesta de innumerables católicos. En febrero de 1922 terminó la carrera y se relacionó
con autoridades católicas para convertirse en un líder social cristiano. Ejerció el periodismo
con una visión cristiana.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Relevancia actual del beato Anacleto González Flores.
El cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las Causas de los
Santos, que presidió entonces el rito de beatificación (20 de noviembre de 2005 en
Guadalajara, junto con otros 12 mártires de la Guerra cristera) ya había declarado que la
Iglesia del “Id y anunciad” es la Iglesia de los mártires, misionera y martirizada.
En ese sentido, el mensaje de los mártires tiene una gran relevancia para nosotros, que
vivimos en el tercer milenio, porque nos enseñan su fuerza de voluntad, el valor de vivir y
de defender la fe cristiana que recibimos en el bautismo. En efecto, durante el tiempo de
persecución, no dudaron en derramar su sangre con tal de no negar su fe católica.
El Papa Pío XI le otorgó en su momento, como reconocimiento a su extenuante lucha por
defender la fe católica, la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice.
A nivel nacional, a su vez, el beato Anacleto ha recibido un reconocimiento más reciente.
El 29 de julio de 2019, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) informó que la
Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos aprobó al beato
Anacleto González Flores, mártir, como “Patrono de los Laicos mexicanos”, a través de un
decreto fechado el día 11 de julio. Asimismo se estableció en el tercer fin de semana de
noviembre, en la fiesta de Cristo Rey del Universo, el día de los laicos.
Nosotros, por nuestra parte, nos confiamos al nuevo patrono de los laicos. El ejemplo de su
ardiente amor a Dios, y su celoso afán de promover la justicia social y la libertad auténtica
nos motivan a seguir el camino de la santidad como un testimonio heróico que solo es
posible con una entrega generosa y sostenidos por la fuerza de Dios.
BIBLIOGRAFÍA
1) José Anacleto González Flores y ocho compañeros, en
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20051120_anacleto-
gonzalez_sp.html
2) Los laicos mexicanos tienen su patrón: beato Anacleto González Flores, mártir, en
https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-07/laicos-mexicanos-tienen-patron-
beato-anacleto-gonzalez-flores.html
3) Anacleto González es nombrado Patrono de los Laicos mexicanos,
en https://desdelafe.mx/noticias/iglesia-en-mexico/anacleto-gonzalez-es-nombrado-
patrono-de-los-laicos-mexicanos/
4) ¿Quién es Anacleto González? El Patrono de los Laicos mexicanos, en
https://desdelafe.mx/noticias/sabias-que/anacleto-gonzalez-patrono-de-los-laicos-
mexicanos/
III.- BLOQUE: LA VIDA SACRAMENTAL
3.1 LOS SACRAMENTOS
OBJETIVO: Estudiar los sacramentos y descubrir el para qué sirven, encontrando los
fundamentos de nuestra fe en la Sagrada Escritura.

VER CON LOS OJOS DEL PADRE


Para empezar, tenemos que saber qué son los sacramentos. Los sacramentos son acciones
de Dios con las que nos muestra el amor que tiene por sus hijos. Todos ellos han sido
creados (instituidos) por Él, y por eso, es Él mismo quien los realiza a través de distintos
medios.
¿Y para qué nos los dio? Para darnos la gracia. Es decir, para darnos, junto con su amor, la
fuerza necesaria para luchar contra las dificultades de la vida. Claro que siempre y cuando
nosotros tengamos una disposición y una actitud positivas de querer agradar a Dios.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
¿Cuáles son los siete Sacramentos?
1. Bautismo
Cuando nacemos, lo hacemos con el primero de los pecados. Se llama pecado original y fue
el que cometieron nuestros primeros padres Adán y Eva. Al bautizarnos nos limpiamos de
ese pecado y de todos los cometidos antes de recibirlo, nos hacemos hijos de Dios y
pasamos a formar parte de la Iglesia. Dios se pone muy contento cuando el sacerdote, al
derramar agua bendita sobre el bautizado, dice: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo”.
2. Confirmación
Es tan sencillo como que Dios (Su Espíritu Santo), nos aumenta la fe para que tengamos la
seguridad de que Él está con nosotros hasta que lleguemos al Cielo, para lo que también
nos da esperanza. Finalmente, nos aumenta la caridad para que le amemos más a Él y a los
que nos rodean. En este caso, tiene que ser un obispo el que imponga sus manos sobre el
confirmante y unja con aceite (el Santo Crisma), mientras dice: “Recibe por esta señal el
don del Espíritu Santo”.
3. Eucaristía
Todos los días Jesús convierte el pan y vino en su Cuerpo y su Sangre en la santa
Misa. Esto ocurre en un momento llamado Consagración. De este modo podemos comerle
y recibirle en nuestra alma. Jesús instituyó este sacramento en la Última Cena con los doce
apóstoles. Este tiene un plus: perdona los pecados veniales y nos preserva de los mortales
para el futuro. Es el mismísimo Jesús el que tenemos dentro de nosotros.
4. Penitencia
¡Este Sacramento es un regalazo de Dios! A través de un sacerdote que escucha nuestros
pecados cuando vamos a confesarlos en confidencia con él, Dios nos perdona todo en lo
que le hemos ofendido. Eso sí, tenemos que ir bien arrepentidos por el mal que hemos
hecho y el bien que hemos dejado de hacer. Además, nos da una paz tremenda y nos
aumenta la fuerza para ser buenos cristianos, buenos hijos de Dios.
5. Unción de los enfermos
Dios ama a los enfermos. Cuando alguien está muy enfermo o es muy mayor y puede
morirse pronto necesita la ayuda de Dios para ese momento. La unción es una ayuda que es
fuerza, paz y ánimo. Además de perdonar todos los pecados del enfermo y prepararle para
el momento de la muerte. Es como si se crease una unión con la Pasión que Cristo sufrió.
Así, los enfermos ayudan con sus dolores a llevar la Cruz a Jesús y a la vez, Él les ayuda a
ellos en sus últimos momentos de vida.
6. Orden sacerdotal
Este lo reciben solo los que tienen vocación al sacerdocio, que luego son los que
pueden administrar todos estos sacramentos. Es un obispo quien impone las manos y
reza sobre el nuevo sacerdote, consagrándole. El orden sacerdotal otorga una especial
efusión del Espíritu Santo y tiene una característica especial: quien recibe este sacramento,
será sacerdote para siempre.
7. Matrimonio
Este sacramento es la unión entre un hombre y una mujer para siempre. Cuando estos
se casan en la iglesia, es Dios quien está uniendo sus cuerpos y sus almas. Los que se casan
no deben romper ese matrimonio: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el
hombre”. (San Marcos 10, 9). El modelo que los hombres y mujeres tienen que seguir es el
de la Sagrada Familia: Jesús, la Virgen María y San José.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Busca las siguientes citas Bíblicas y descubre a cuál de los sacramentos corresponde.
Juan 3,5 Bautismo Juan 15,16 Confirmación
Lucas 22, 19. Eucaristía Mateo 9,12 Reconciliación
Efesios 5,25 Matrimonio Santiago 5,14 Unción de Enfermos
Hechos 14, 23 Orden Sacerdotal

COMPROMISO: Voy a aprenderme las citas Bíblicas para dar respuesta de mi fe.

BIBLIOGRAFÍA
Guía de los Sacramentos para niños de Arturo Cañamares publicado por Ediciones
Palabra.
Apologética.org
3.2 ¿CÓMO VIVIR LA EUCARISTÍA?
OBJETIVO: Que el seminarista viva de una manera consiente, activa y participativa la
celebración Eucarística y que pueda encontrar el gusto de ella.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Es fundamental para nosotros cristianos comprender bien el valor y el significado de la
Santa Misa, para vivir cada vez más plenamente nuestra relación con Dios.
No podemos olvidar el gran número de cristianos que, en el mundo entero, en dos mil años
de historia, han resistido hasta la muerte por defender la eucaristía; y cuántos, todavía hoy,
arriesgan la vida para participar en la misa dominical. En el año 304, durante las
persecuciones de Diocleciano, un grupo de cristianos, del norte de África, fueron
sorprendidos mientras celebraban misa en una casa y fueron arrestados. El procónsul
romano, en el interrogatorio, les preguntó por qué lo hicieron, sabiendo que estaba
absolutamente prohibido. Y respondieron: «Sin el domingo no podemos vivir», que quería
decir: si no podemos celebrar la eucaristía, no podemos vivir, nuestra vida cristiana moriría.
De hecho, Jesús dijo a sus discípulos: «Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no
bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
vida eterna, y yo le resucitaré el último día» (Juan 6, 53-54).
Estos cristianos del norte de África fueron asesinados porque celebraban la eucaristía. Han
dejado el testimonio de que se puede renunciar a la vida terrena por la eucaristía, porque
esta nos da la vida eterna, haciéndonos partícipes de la victoria de Cristo sobre la muerte.
Un testimonio que nos interpela a todos y pide una respuesta sobre qué significa para cada
uno de nosotros participar en el sacrificio de la misa y acercarnos a la mesa del Señor.
¿Estamos buscando esa fuente que «fluye agua viva» para la vida eterna, que hace de
nuestra vida un sacrificio espiritual de alabanza y de agradecimiento y hace de nosotros un
solo cuerpo con Cristo? Este es el sentido más profundo de la santa eucaristía, que significa
«agradecimiento»: agradecimiento a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo que nos atrae y nos
transforma en su comunión de amor.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
El Concilio Vaticano II fue fuertemente animado por el deseo de conducir a los cristianos a
comprender la grandeza de la fe y la belleza del encuentro con Cristo. Por este motivo era
necesario sobre todo realizar, con la guía del Espíritu Santo, una adecuada renovación de la
Liturgia, porque la Iglesia continuamente vive de ella y se renueva gracias a ella. Un tema
central que los Padres conciliares subrayaron es la formación litúrgica de los fieles,
indispensable para una verdadera renovación. Crecer en el conocimiento del gran don que
Dios nos ha donado en la eucaristía. La eucaristía es un suceso maravilloso en el cual
Jesucristo, nuestra vida, se hace presente. Participar en la misa «es vivir otra vez la pasión y
la muerte redentora del Señor. Es una teofanía: el Señor se hace presente en el altar para ser
ofrecido al Padre por la salvación del mundo» (Homilía de Papa Francisco en la santa misa,
Casa S. Marta, 10 de febrero de 2014). El Señor está ahí con nosotros, presente. Muchas
veces nosotros vamos ahí, miramos las cosas, hablamos entre nosotros mientras el
sacerdote celebra la eucaristía... y no celebramos cerca de Él. ¡Pero es el Señor! Si hoy
viniera aquí el presidente de la República o alguna persona muy importante del mundo,
seguro que todos estaríamos cerca de él, querríamos saludarlo. Pero pienso: cuando tú vas a
misa, ¡ahí está el Señor! Y tú estás distraído. ¡Es el Señor! Debemos pensar en esto. «Padre,
es que las misas son aburridas” —«pero ¿qué dices, el Señor es aburrido?» —«No, no, la
misa no, los sacerdotes» —«Ah, que se conviertan los sacerdotes, ¡pero es el Señor quien
está allí!». ¿Entendido? No lo olvidéis. «Participar en la misa es vivir otra vez la pasión y la
muerte redentora del Señor.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Intentemos ahora plantearnos algunas preguntas sencillas. Por ejemplo, ¿por qué se hace la
señal de la cruz y el acto penitencial al principio de la misa? Y aquí quisiera hacer un
paréntesis. ¿Vosotros habéis visto cómo hacen los niños la señal de la cruz? Tú no sabes
qué hacen, si la señal de la cruz o un dibujo. Hacen así [hace un gesto confuso]. Es
necesario enseñar a los niños a hacer bien la señal de la cruz. Así empieza la misa, así
empieza la vida, así empieza la jornada. Esto quiere decir que nosotros somos redimidos
con la cruz del Señor. Mirad a los niños y enseñadles a hacer bien la señal de la cruz. Y
estas lecturas, en la misa, ¿por qué están ahí? ¿Por qué se leen el domingo tres lecturas y los
otros días dos? ¿Por qué están ahí, qué significa la lectura de la misa? ¿Por qué se leen y
qué tiene que ver? O ¿por qué en un determinado momento el sacerdote que preside la
celebración dice: «levantemos el corazón»? No dice: «¡Levantemos nuestro móviles para
hacer una fotografía!». ¡No, es algo feo! Y os digo que a mí me da mucha pena cuando
celebro aquí en la plaza o en la basílica y veo muchos teléfonos levantados, no solo de los
fieles, también de algunos sacerdotes y también obispos. ¡Pero por favor! La misa no es un
espectáculo: es ir a encontrar la pasión y la resurrección del Señor. Por esto el sacerdote
dice: «levantemos el corazón». ¿Qué quiere decir esto? Recordadlo: nada de teléfonos.
Es muy importante volver a los fundamentos, redescubrir lo que es esencial, a través de
aquello que se toca y se ve en la celebración de los sacramentos. La pregunta del apóstol
santo Tomas (Cf Juan 20, 2 5), de poder ver y tocar las heridas de los clavos en el cuerpo de
Jesús, es el deseo de poder de alguna manera «tocar» a Dios para creerle. Lo que santo
Tomás pide al Señor es lo que todos nosotros necesitamos: verlo, tocarlo para poder
reconocer.
Los sacramentos satisfacen esta exigencia humana. Los sacramentos y la celebración
eucarística de forma particular, son los signos del amor de Dios, los caminos privilegiados
para encontrarnos con Él.
ACTIVIDAD:
Elabora un dibujo de la Eucaristía y responde a las siguientes preguntas.
1. ¿Recibo frecuentemente el Sacramento de la Eucaristía correctamente preparado?
2. ¿Cada cuando frecuento el Sacramento de la Reconciliación?
3. ¿Reflexiono que es el mismo Dios a quién recibo cuando tomo la Eucaristía?
4. ¿Soy consciente que a través del Sacramento de la Eucaristía me voy conformando con
Jesucristo?
COMPROMISO: hoy voy a participar de la Eucaristía y voy a descubrir la belleza que se
esconde en tan profundo misterio.
BIBLIOGRAFÍA: -Catholic.net.com -www.vatican.va
3.3 CÓMO CONFESARSE BIEN
OBJETIVO: Tener una herramienta básica de lo que es la confesión para formar la
conciencia recta en el Seminarista.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Después de haberte examinado y dolerte los pecados, en la presencia de Dios, te arrodillas
en el confesionario y dices: Ave María Purísima. El sacerdote responde: Sin pecado
concebida. A continuación te santiguas diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.
El sacerdote te bendecirá y tú dices, por ejemplo: Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te
amo. Luego dices el tiempo que hace desde tu última confesión y dices los
pecados: Hace… (Tantos) días, semanas…meses…años, que me he confesado. Me acuso
de… (Confiesas tus pecados de una manera clara, breve, completa y muy sincera).
El sacerdote te ayudará con algunas preguntas, si lo cree conveniente; te dará algunos
consejos y te impondrá la penitencia. Antes de recibir la absolución, puedes manifestar tu
arrepentimiento con algunas palabras de contrición, por ejemplo: Jesús, Hijo de Dios, ten
misericordia de mí, que soy un pecador. El sacerdote pronuncia las palabras de la
absolución. Cuando escuches las palabras:”…Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO”,
respondes: Amén.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Terminada la confesión, agradece al Señor su bondad y misericordia por haberte perdonado
los pecados y haberte dado la gracia; cumple, lo antes posible, la penitencia y procura poner
en práctica, los consejos recibidos. La Iglesia recomienda vivamente la práctica de la
confesión frecuente, no sólo de los pecados mortales – que deben confesarse enseguida –
sino también de los pecados veniales. De esta manera, se aumenta el propio conocimiento;
se crece en humildad; se desarraigan las malas costumbres; se hace frente a la tibieza y
pereza espiritual; se purifica y forma la conciencia; nos ayudan en nuestra vida interior, y
aumenta la gracia en virtud del sacramento. Para crecer en el amor de Dios es muy
conveniente tener en mucha estima la confesión; confesarse a menudo y bien.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
¿CUÁNTAS COSAS SON NECESARIAS PARA CONFESARSE BIEN?
Para confesamos bien son necesarias cinco cosas:
1.- Examen de conciencia: Es recordar todos los pecados cometidos desde la última
confesión bien hecha.
2.- Dolor de los pecados o arrepentimiento: Es un rechazo claro y decidido del pecado
cometido pensando en el amor que Dios nos tiene.
3.- Propósito de enmienda: Es la firme resolución de no volver a pecar, estando
dispuestos a poner los medios necesarios para evitar el pecado.
4.- Decir los pecados al confesor: Debemos confesar todos los pecados mortales y
conviene decir también los veniales Se han de confesar con humildad y sencillez,
manifestando los ciertos como ciertos y los dudosos como dudosos.
5.- Cumplir la penitencia: Es rezar las oraciones y hacer las buenas obras que nos mande
el confesor.
ACTIVIDAD
Realiza el siguiente ejercicio para descubrir cuáles son los pecados que ignorabas y que
ahora descubres que son pecados.
BREVE EXAMEN DE CONCIENCIA
¿He puesto en duda o negado las verdades de la fe católica que la Iglesia nos enseña?
¿Me he acercado indignamente a recibir algún sacramento?
¿He callado en confesión por vergüenza algún pecado grave?
¿Hago con desgano las cosas que se refieren a Dios?
¿Hago bien cada día los actos de piedad que me he propuesto?
¿Confieso mi fe cristiana, con valentía, ante los demás?
¿He blasfemado? ¿He jurado sin necesidad o sin verdad?
¿He faltado a Misa los domingos o días festivos?
¿Participo activamente en la Santa Misa?
¿He cumplido los días de ayuno y abstinencia?
¿Me confieso con la frecuencia necesaria y con la debida preparación?
¿Manifiesto respeto y cariño a mis padres y familiares?
¿Soy amable con los extraños y me falta esa amabilidad en la vida de familia?
¿He dado mal ejemplo a las personas que me rodean?
¿Tengo enemistad, odio o rencor contra alguien?
¿He hecho daño a otros con palabras o con obras?
¿Me he embriagado, bebido con exceso o tomado drogas?
¿He sido causa de que otros pecasen por mi conversación, mi modo de vestir, o con el
préstamo de algún libro o revista?
¿Me he dejado vencer por la pereza, en el cumplimiento de mis deberes?
¿Retraso con frecuencia el momento de ponerme a trabajar o estudiar?
¿Rindo en el trabajo?
¿He aceptado pensamientos, conversaciones o miradas impuras?
¿He realizado actos impuros? ¿Solo o con otras personas?
En el Matrimonio, ¿he puesto medios físicos o químicos para impedir tener hijos?
Antes de asistir a un espectáculo, ver una película o de leer un libro, ¿me entero de su
calificación moral?
¿He tomado dinero o cosas que no sean mías? ¿He restituido o reparado?
¿He malgastado dinero? ¿Doy limosna según mis posibilidades?
¿He mentido? ¿He reparado el daño que haya podido causar?
¿He hablado o pensado mal de otros? ¿He calumniado?
¿Me entristezco por envidia cuando los demás tienen cosas que yo no tengo?
¿Me preocupo de influir – con naturalidad y sin respetos humanos – para hacer más
cristiano el ambiente que me rodea?
¿Sé defender a Jesucristo y a su Iglesia?
¿Hago el propósito de plantearme más en serio mi formación cristiana y mi relación con
Dios?
COMPROMISO: Buscaré la Misericordia de Dios en el sacramento de la confesión. No
he venido a llamar a conversión a los justos, sino a los pecadores (Lc 5, 32)
BIBLIOGRAFÍA
https://parroquiadivinopastor.wordpress.com/
Francisco Luna y Luca de Tena, Cómo confesarse bien, 3ª edición, Santiago de chile, 1979.
3.4 ¿QUÉ ES LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL?
OBJETIVO: Reconocer la acción del Espíritu Santo y profundizar en una mejor decisión
en el presente, conforme al plan de Dios sobre mi vida.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Terminología: el término «dirección espiritual», en cuanto expresión, aparece en los siglos
XVI-XVII para indicar una forma institucionalizada de ayuda espiritual, pero la realidad es
anterior al concilio de Trento. Hay otras denominaciones usadas hoy también por los
documentos de la Iglesia: «acompañamiento espiritual», «consejero espiritual». No es fácil
dar una explicación de las causas sociológicas, psicológicas y eclesiales del cambio en el
lenguaje, sin embargo, tales causas funcionaron como elementos purificadores de lo que
debe ser la dirección espiritual. Se puede aceptar el término «dirección espiritual» o
«acompañamiento espiritual» en el sentido que lo usaron siempre los maestros del espíritu
en la historia de la Iglesia. El director espiritual humano no es director en sentido primario
y absoluto, sino sólo en Jesucristo, modelo de todos los directores espirituales.
Jesucristo habla a las multitudes, forma a cada discípulo en persona y en grupo, y mantiene
coloquios de «auténtica dirección espiritual» con Nicodemo (Jn 3,1-21), con la samaritana
(Jn 4,7-42), con los dos discípulos de Emaús (Lc 24,13-33) y con otros muchos personajes.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
La guía espiritual de Cristo adquiere su plena eficacia, a juzgar por sus efectos de
conversión del corazón de su coloquiante y por su transformación en un testigo fiel y en un
entusiasta propagador. Pero Jesucristo no sólo es un modelo de conversación que debe
imitar el director espiritual, sino que es el que hoy sigue su coloquio con cada hombre. La
labor del acompañante espiritual es acompañar ese coloquio de Cristo con el dirigido, sin
suplantarlo. «En estos coloquios breves, pero intensos, Jesús manifiesta su maestría estando
cercano al interlocutor, infundiendo confianza y creando un ambiente realmente amistoso.
Bajo estas condiciones invita a abrir las puertas del alma para su manifestación.
El acompañamiento vocacional, el director espiritual debe al mismo tiempo sembrar,
educar, formar y discernir y proponer la identidad vocacional. Y esto debe hacerlo
mostrando la lógica de la conexión entre Jesús y el proceso de identidad, el nexo entre
experiencia de Dios y auto-identidad. La vocación debe definir la identidad del dirigido.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
El dirigido Finalmente, en la dirección espiritual no se puede olvidar que «es protagonista
necesario e insustituible» de su camino espiritual, porque «nadie nos puede sustituir en la
libertad responsable que tenemos cada uno como persona»; por ello, el discípulo
«fortalecerá de una manera más radical su libertad acogiendo la acción formativa del
Espíritu. Pero acoger esta acción significa también, por parte del dirigido, acoger las
«mediaciones» humanas de las que el Espíritu se sirve» con «su colaboración personal,
convencida y cordial.
CONCLUSIONES
1. La dirección espiritual es un carisma a implorar, una ciencia a aprender, un arte a
adquirir y una sabiduría a florecer.
2. La dirección espiritual es un hecho esencialmente teologal y eclesial que debe ser vivido
como medio y estímulo para el propio camino de fe y obediencia a la voluntad de Dios. Es
un ministerio de ayuda prestado comunitaria o individualmente, en nombre de la Iglesia y
en la fuerza del Espíritu Santo, al que quiere progresar en la vida de fe, de esperanza y de
caridad para asemejarse totalmente a Cristo, y por eso pide consejo y ayuda.
3. En la acción concreta de ayuda espiritual hay que saber entretejer y armonizar el primado
de la dirección del Espíritu Santo en cada persona, la responsabilidad primera de quien
sigue a Cristo y la función subsidiaria del maestro del espíritu.
4. Ciencia, sabiduría, discreción, experiencia, don de entender y arte de sugerir con
sencillez y eficacia (atender, responder e iniciar la acción) son cualidades del director
espiritual.
5. Se educa más por lo que se es, que por lo que se hace y dice. (Lo que dice el director
espiritual) sólo es fecundo desde el contexto del mensaje (la propia personalidad del
director espiritual en cuanto vivencia del Misterio de Cristo). La educación verdadera o la
transmisión de los valores, de la fe, obra en el dirigido por la mediación espiritual del ser
del acompañante, por contagio, por ósmosis, persona a persona. El discernir, el orientar o el
aconsejar es llevar a los demás lo contemplado.
6. El encuentro humano en dirección espiritual, mediación deseada por Dios del encuentro
con Cristo.
7. El dirigido debe mostrar docilidad a la llamada del Espíritu, confianza en el director
espiritual y autenticidad en sus decisiones.
ACTIVIDAD: Elaborar un plan de vida. ¿Quién soy?; ¿Cómo soy?; ¿Cuáles son mis
fortalezas personales?; ¿A dónde quiero llegar en el mediano y largo plazo?; ¿Qué metas
quiero alcanzar?; ¿Qué estoy haciendo para llegar a mi meta? ; ¿Cómo organizo mi tiempo?
COMPROMISO: Pediré a Dios que me ayude a discernir mi vocación en la dirección
espiritual y abrir mi corazón a mi director.

BIBLIOGRAFÍA
-JULIÁN G. BARRIO, Acompañamiento espiritual: ¿en qué y hacia qué?, Sal Terrae,
1985, pp. 339-344.
-SAN JUAN DE LA CRUZ, I N 1, 2, 1-8.
-SAN JUAN DE LA CRUZ, Avisos espirituales, A, 1, 30.
-JUAN PABLO II, PDV 40.
3.5 SANTO DOMINGO SAVIO
(† 1857) 
Alumno de San Juan Bosco, nació en Riva de Chieri, provincia de Turín (Italia), el 2 de
abril de 1842, y ese mismo día fue bautizado. Su padre era herrero y se llamaba Carlos; su
madre, costurera, y tenía por nombre Brígida Agagliate; ambos muy buenos cristianos,
deseosos de que sus hijos se educaran en la religión y las letras. Niño superdotado, a los
cinco años sabía ayudar la misa y a los siete se le admitió a la primera comunión, a pesar de
que la costumbre común no le permitía antes de los doce. De su talento son pruebas los
"propósitos" que tomó ese día: "Primero, me confesaré con frecuencia y comulgaré todas
las veces que me lo permita el confesor; segundo, santificaré los días de fiesta; tercero,
mis amigos serán Jesús y María; cuarto, antes morir que pecar." A los doce años su padre
se lo presentó a Don Bosco. Este, después de sondearle, le dice: "Me parece que hay buena
tela". "¿Para qué puede servir esta tela?" —responde el hijo del herrero y de la costurera.
"Para hacer un buen traje y regalárselo a Nuestro Señor." "Entendido: pues yo soy la tela y
usted el sastre: hagamos ese traje." Y así entró Savio en el colegio de Don Bosco, llamado
"el Oratorio".
A la entrada del despacho vio un letrero que decía: Da mihi animas, cetera tolle. Con el
poco latín que ya sabía y la ayuda de Don Bosco, sacó su traducción: "Dadme almas y
quedaos con lo demás." "Comprendo —dijo Savio—; es un negocio de cielo, no de la
tierra; quiero entrar en él." Y con esas disposiciones entró en el colegio. Poco después oyó
una plática en que el director decía a sus alumnos que: Primero, es voluntad de Dios que
todos nos hagamos santos; segundo, que como Dios no manda cosas imposibles y, además,
ayuda, es fácil hacerse santo, aunque no sea de altar; tercero, que hay grandes premios
para quien se hace santo. Esto confirma a Domingo en sus ideas y propósitos. Decidió
hacerse santo. Y por primera medida escogió un confesor fijo y director de espíritu,
tomándolo al mismo Don Bosco. Tenía una idea un poco errada de la santidad, creyendo
que era necesario macerarse el cuerpo a fuerza de ayunos y penitencias. Su confesor y
director le enseñó que la esencia de la santidad está en hacer la voluntad de Dios y en
servirle con santa alegría". A ciertos reparos del chico, el director le enseñó que la
penitencia que de él quería Dios —pues que no le dispensaba de ella— era: combatir las
propias pasiones cuando se desordenen, conservar la paz y alegría de espíritu, sobrellevar
con paciencia las molestias del prójimo y las inclemencias y variedades del tiempo,
convirtiendo así en virtud voluntaria lo que es necesidad, cumplir alegremente el propio
deber y, sobre todo, trabajar por la salud de las almas, ejerciendo apostolado especialmente
entre los propios compañeros y en el ambiente en que se vive".
Savio amó el deporte y practicó el canto. Tenía una voz hermosísima. Fue uno de los
solistas del oratorio, en las iglesias y el teatro. No sin razón Su Santidad Pío XII lo ha
nombrado patrono y modelo de los Pueri Cantores del mundo entero. En sus cantos ponía
la mayor rectitud de intención: agradar sólo a Dios. Un día que había cantado un solo en la
catedral y recibido muchas felicitaciones, le sorprendieron llorando. Preguntado por la
causa, respondió: "Mientras cantaba, sentía cierta complacencia; ahora me felicitan...; así
pierdo todo el mérito." En la clase se distinguió siempre entre los primeros, siendo esto
parte del buen ejemplo que daba a sus compañeros. Sabía que cada minuto de tiempo es un,
tesoro". La caridad entre sus compañeros la practicó de mil maneras: ayudándoles en los
estudios y trabajos, avisándoles de sus defectos e irregularidades para evitarles castigos,
socorriéndoles en las necesidades, dándoles buenos consejos, consolándoles, intercediendo
por ellos y hasta prestándose a sufrir castigos por ellos.
No podía oír una palabra malsonante y mucho menos una blasfemia sin repararla con una
jaculatoria, y frecuentemente avisando al mal hablado; y lo hacía con tanta gracia y caridad,
que, lejos de llevárselo a mal, se esforzaban por enmendarse. ¿Y qué decir de su amor a
Jesús Sacramentado? Apenas despertaba, su corazón volaba al sagrario. Oía la santa misa
como si asistiera a la última Cena y a la muerte del Señor en el Calvario. Era feliz cuando
podía ayudarla. Ya a los pocos meses de estar en el oratorio su director le dio permiso de
comulgar diariamente y lo hacía como pudieran los serafines. Durante el día, y
especialmente durante los recreos, hacía frecuentes visitas "al Prisionero del altar", ya solo,
ya acompañado de muchos condiscípulos. Fiel alumno de Don Bosco, otra de sus grandes
devociones era la del Papa. Lo amaba ternísimamente, viendo en él al vicario y
representante de Jesús. Oraba por él, hablaba de él, narraba sus hechos, secundaba, como
podía, sus disposiciones y deseos. Antes de morir, le dio a su director el encargo de saludar
al Papa y contarle una visión que había tenido, en la cual le había visto portando el
Santísimo a través de un país nebuloso, el cual se iluminaba a medida que avanzaba; y que
ese país era Inglaterra.
Nuestro Señor premió, tanto amor con gracias y carismas singulares. Un día, durante la
misa, después de comulgar, quedó en éxtasis hasta las dos de la tarde, en que Don Bosco lo
sorprendió detrás del altar mayor elevado del suelo y con la mirada fija en la parte que daba
al tabernáculo. Despertado, preguntó si ya había terminado la misa. Las dulzuras que en
estos ratos disfrutaba no se pueden expresar con palabras. De pronto, una enfermedad
misteriosa empezó a minar su salud. En la enfermería ayudaba al enfermero a servir a los
otros enfermos. A pesar de sus deseos de morir en el oratorio, como todos, incluso los
médicos, tenían esperanza de que los aires nativos y el reposo le devolvieran la salud, tuvo
que marchar a Mondonio, hermoso pueblecito en las rientes colinas del Monferrato. Los
primeros días hubo alivio. Según costumbre de entonces, para curar la pulmonía, se le
practicaron diez sangrías, que él miraba con la sonrisa en los labios y la alegría en el
corazón: se unía a su Jesús. Sintiendo acercarse la muerte, pidió los santos sacramentos, y
luego a su padre que le rezara las letanías de la buena muerte, como se hace en el oratorio,
y poco antes de terminarlas, abrió los ojos, levantó las manos y dijo: "¡Qué cosas hermosas
estoy viendo! ¡La Santísima Virgen viene a llevarme! ¡Adiós, papá! ¡Valor!". Y así expiró.
Era el 9 de marzo de 1857. Poco después se apareció a su padre y a Don Bosco, radiante de
gloria y al frente de una multitud de niños y de personas mayores. Pío XI lo declaró
Venerable en 1938; Pío XII lo elevó al honor de los altares como Beato el 1 de junio de
1950 y como Santo el 12 y 13 de junio de 1954.
Cuatro aspirantes de Acción Católica han hecho de él esta semblanza:
1) Fue siempre el primero en todo, por amor de Cristo Rey.
2) Vivió de Jesús
3) Entregó su corazón a la Virgen
4) Fue alegremente obediente
5) Fue heroicamente leal
6) Fue eucarísticamente puro
7) Fue siempre alegre
8) Fue apóstol
9) Amó al Papa
10) Amó a la patria.

BIBLIOGRAFÍA
RODOLFO FIERRO, S. D. B.
IV.- BLOQUE: LA ORACIÓN COMO ENCUENTRO CON CRISTO
4.1 ¿QUÉ ES LA ORACIÓN?
OBJETIVO: Descubrir la importancia de la oración en la vida del seminarista para que
pueda tener un encuentro con Dios, consigo mismo y con los demás, a través de las
diferentes formas de relacionarse con el Creador.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
1. Qué es la oración
En castellano se cuenta con dos vocablos para designar la relación consciente y coloquial
del hombre con Dios: plegaria y oración. La palabra “plegaria” proviene del verbo
latino precor, que significa rogar, acudir a alguien solicitando un beneficio. El término
“oración” proviene del substantivo latino oratio, que significa habla, discurso, lenguaje.
Las definiciones que se dan de la oración, suelen reflejar estas diferencias de matiz que
acabamos de encontrar al aludir a la terminología. Por ejemplo, San Juan Damasceno, la
considera como «la elevación del alma a Dios y la petición de bienes convenientes»,
mientras que para San Juan Clímaco se trata más bien de una «conversación familiar y
unión del hombre con Dios».
La oración es absolutamente necesaria para la vida espiritual. Es como la respiración que
permite que la vida del espíritu se desarrolle. En la oración se actualiza la fe en la presencia
de Dios y de su amor. Se fomenta la esperanza que lleva a orientar la vida hacia Él y a
confiar en su providencia. Y se agranda el corazón al responder con el propio amor al Amor
divino. En la oración, el alma, conducida por el Espíritu Santo desde lo más hondo de sí
misma (Catecismo, 2562), se une a Cristo, maestro, modelo y camino de toda oración
cristiana (Catecismo, 2599 ss.), y con Cristo, por Cristo y en Cristo, se dirige a Dios Padre,
participando de la riqueza del vivir trinitario (Catecismo, 2559-2564). De ahí la importancia
que en la vida de oración tiene la Liturgia y, en su centro, la Eucaristía.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
2. Expresiones o formas de la oración
Atendiendo a los modos o formas de manifestarse la oración, los autores suelen ofrecer
diversas distinciones: oración vocal y oración mental; oración pública y oración privada;
oración predominantemente intelectual o reflexiva y oración afectiva; oración reglada y
oración espontánea, etc. En otras ocasiones los autores intentan esbozar una gradación en la
intensidad de la oración distinguiendo entre oración mental, oración afectiva, oración de
quietud, contemplación, oración unitiva...
El Catecismo estructura su exposición distinguiendo entre: oración vocal, meditación y
oración de contemplación. Las tres «tienen en común un rasgo fundamental: el
recogimiento del corazón.
Oración vocal
La expresión “oración vocal” apunta a una oración que se expresa vocalmente, es decir,
mediante palabras articuladas o pronunciadas. Esta primera aproximación, aun siendo
exacta, no va al fondo del asunto. Pues, de una parte, todo dialogar interior, aunque pueda
ser calificado como exclusiva o predominantemente mental, hace referencia, en el ser
humano, al lenguaje; y, en ocasiones, al lenguaje articulado en voz alta, también en la
intimidad de la propia estancia. De otra, hay que afirmar que la oración vocal no es asunto
sólo de palabras sino sobre todo de pensamiento y de corazón. De ahí que sea más exacto
sostener que la oración vocal es la que se hace utilizando fórmulas preestablecidas tanto
largas como breves (jaculatorias), bien tomadas de la Sagrada Escritura
(el Padrenuestro, el Ave María...), bien recibidas de la tradición espiritual (el Señor mío
Jesucristo, el Veni Sancte Spiritus, la Salve, el Acordaos...).
Todo ello, como resulta obvio, con la condición de que las expresiones o formulas recitadas
vocalmente sean verdadera oración, es decir, que cumplan con el requisito de que quien las
recita lo haga no sólo con la boca sino con la mente y el corazón.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La meditación
Meditar significa aplicar el pensamiento a la consideración de una realidad o de una idea
con el deseo de conocerla y comprenderla con mayor hondura y perfección. En un cristiano
la meditación –a la que con frecuencia se designa también oración mental– implica orientar
el pensamiento hacia Dios tal y como se ha revelado a lo largo de la historia de Israel y
definitiva y plenamente en Cristo. Y, desde Dios, dirigir la mirada a la propia existencia
para valorarla y acomodarla al misterio de vida, comunión y amor que Dios ha dado a
conocer. La meditación puede desarrollarse de forma espontánea, con ocasión de los
momentos de silencio que acompañan o siguen a las celebraciones litúrgicas o a raíz de la
lectura de algún texto bíblico o de un pasaje autor espiritual. En otros momentos puede
concretarse mediante la dedicación de tiempos específicamente destinados a ello. En todo
caso, es obvio que –especialmente en los principios, pero no sólo entonces– implica
esfuerzo, deseo de profundizar en el conocimiento de Dios y de su voluntad, y en el
empeño personal efectivo con vistas a la mejora de la vida cristiana. En ese sentido, puede
afirmarse que «la meditación es, sobre todo, una búsqueda» (Catecismo, 2705); si bien
conviene añadir que se trata no de la búsqueda de algo, sino de Alguien. A lo que tiende la
meditación cristiana no es sólo, ni primariamente, a comprender algo (en última instancia, a
entender el modo de proceder y de manifestarse de Dios), sino a encontrarse con Él y,
encontrándolo, identificarse con su voluntad y unirse a Él.
La oración contemplativa
El desarrollo de la experiencia cristiana, y, en ella y con ella, el de la oración, conducen a
una comunicación entre el creyente y Dios cada vez más continuada, más personal y más
íntima. En ese horizonte se sitúa la oración a la que el Catecismo califica de contemplativa,
que es fruto de un crecimiento en la vivencia teologal del que fluye un vivo sentido de la
cercanía amorosa de Dios; en consecuencia, el trato con Él se hace cada vez más directo,
familiar y confiado, e incluso, más allá de las palabras y del pensamiento reflejo, se llega a
vivir de hecho en íntima comunión con Él. Oración contemplativa, con palabras tomadas de
Santa Teresa de Jesús, que no es otra cosa «sino tratar de amistad, estando muchas veces
tratando a solas con quien sabemos nos ama» 
ACTIVIDAD: escribe una oración que salga de tu corazón y ponte en la presencia del
Señor para que estando frente a Él; puedas comunicar lo escrito.
COMPROMISO
Realizaré todos los días la reflexión de la Palabra de Dios, utilizando este método de
oración.
BIBLIOGRAFÍA
Catecismo de la Iglesia Católica, 2558-2758.
J.L. Illanes, Tratado de teología espiritual, Eunsa, Pamplona 2007, pp. 427-483.
4.2 MÉTODOS DE ORACIÓN
OBJETIVO: Saber distinguir los diferentes métodos de oración para encontrarse con el
Señor, en el acompañamiento vocacional.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Los métodos de oración son muchos. Los vinculados a la cultura occidental tratan de
favorecer una oración centrada, en primer término, en el pensamiento ordenado y la palabra
con que éste se expresa. Los métodos derivados de la cultura bíblica propician una oración
que se hace desde el corazón: un corazón que sabe escuchar, más que pensar, y acumula la
energía del amor encauzándola en un caminar humilde con su Dios.
Otros métodos se inspiran en la tradición oriental de la meditación, basada
fundamentalmente en la profundización de la conciencia por medio de la relajación, el
silencio mental y afectivo, la concentración y la superación del deseo. 
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
1. Oración de toma de conciencia
Es fundamental y base de pasos posteriores lograr la interiorización de la propia conciencia
mediante la oración; o lo que es lo mismo, lograr que nuestra conciencia se haga receptiva,
pasiva (quieta), silenciosa, atenta y, desde esa conciencia profunda y honda, conocernos y
conocer la realidad que nos rodea.
Éste modelo que se propone es tomado de los claretianos, que ayudará a descubrir un
nuevo método de encuentro con el Señor.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Proceso de preparación
a. El proceso comienza por la práctica de la relajación corporal. La pedagogía de la
oración pasa por el aprendizaje de la relajación como posibilidad integradora del cuerpo en
el rito oracional. Somos cuerpo y espíritu, por eso oramos también corporalmente. La
relajación es el silencio del cuerpo. Existen muchas técnicas de relajación.
b. Sigue el sosiego emotivo, el silenciamiento de nuestras actividades interiores. La
capacidad de escuchar es una de las manifestaciones más claras y básicas de nuestra
conciencia receptiva. La escucha consiste fundamentalmente en prestar atención. Esto
requiere silencio y quietud. Ahora bien, el silencio más importante es el interior. Hay que
crearlo con el aquietamiento progresivo de todas las actividades interiores, con el sosiego
emotivo, centrando y fijando la atención en algo que unifique todas nuestras energías
interiores.
c. En tercer lugar, el proceso requiere recogimiento mental o atención
continuada (concentración). Es el elemento fundamental del proceso de profundización de
la conciencia. Para conseguir la capacidad de atención continuada hay muchas prácticas. La
pedagogía de la concentración comienza por despertar el deseo de orar. Comporta también
unos ejercicios adecuados y no empeñarse en luchar contra las distracciones sino, más bien,
en integrarlas en el mismo proceso de la oración. No luchar no equivale a consentir. Supone
no alterarse por la presencia del mensaje distractivo, volver la atención a las técnicas de
relajación y concentración que se estén empleando y continuar la oración.
Toma de conciencia
Sigue la toma de conciencia de nuestra realidad y de nuestra filiación divina en Cristo. Para
profundizar en nuestra experiencia cristiana y vocacional se debe tomar conciencia:
- De la propia interioridad como lugar de encuentro con Dios;
- De la oración del Espíritu en el fondo de nuestro corazón;
- Del amor del Padre que el Espíritu derrama en nuestros corazones;
- De nuestra elección e identidad profunda en Cristo
ACTIVIDAD
Medita la siguiente frase y pon en práctica el método de oración que más te gustó. “No me
han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que
vayan y den fruto, y que su fruto permanezca; de modo que todo lo que pidan al Padre en
mi nombre se los conceda”. (Juan 15, 16)
Tomar posesión exterior y actitud interior orantes. Sosegarse interiormente e invocar al
Espíritu Santo. Comienza a leer lentamente la oración. Muy lentamente. Al leerla trata de
vivenciar lo que lees. Trata de Asumir aquello, decirlo con "toda el alma", haciendo "tuyas"
las frases leídas, identificando tu atención con el contenido o significado de las frases. Si te
encuentras con una expresión que te "dice" mucho, para ahí mismo. Repítela muchas veces,
uniéndote mediante ella al Señor, hasta agotar la riqueza de la frase, o hasta que su
contenido inunde tu alma. Piensa que Dios es como la "otra orilla"; para ligarnos con esa
orilla no necesitamos de muchos puentes; basta un solo puente, una sola frase para
mantenernos enlazados. Si no sucede esto, proseguir leyendo muy lentamente, asumiendo y
"cordializando" el significado de lo que lees. Para de vez en cuando. Vuelve atrás para
repetir y revivir las expresiones más significantes.
COMPROMISO
Todos los días practicaré el método de oración que me ayude a encontrarme con Dios para
seguir descubriendo lo que Dios quiere de mí.

BIBLIOGRAFÍA
-Rm 8, 34; 1Jn 2, 1; 1Tm 2, 5-8; Hb 7, 27 y en la Iglesia. Hc 12, 5; 20, 36; 21, 5.
-Método de meditación inspirado en Claret.
-Manual de Oración. I. Larrañaga.

4.3 LA LECTIO DIVINA


OBJETIVO: Aprender y practicar el método sencillo y eficaz de oración, por medio de la
Palabra de Dios; para que el seminarista pueda descubrir lo que Dios quiere de él.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La frase latina "Lectio Divina" significa "lectura divina" y describe el modo de leer la
Sagrada Escritura: alejarse gradualmente de los propios esquemas y abrirse a lo que Dios
nos quiere decir. En el siglo XII, un monje cartujo, llamado Guigo, describió las etapas más
importantes de la "lectura divina". La práctica individual o en grupo de la Lectio Divina
puede tomar diversas formas, pero la descripción de Guigo permanece como fundamental.
Guigo escribió que la primera grada de esta forma de rezar es la lectio (lectura). Es el
momento en el que leemos la Palabra de Dios lenta y atentamente, de modo que penetre
dentro de nosotros. Para esta forma de oración se puede escoger cualquier breve pasaje de
la Escritura.
La segunda grada es la meditatio (meditación). Durante esta etapa se reflexiona y se rumia
el texto bíblico a fin de que extraigamos de él, lo que Dios quiere darnos.
La tercera grada es la oratio (oración), es el momento de dejar aparte nuestro modo de
pensar y permitir a nuestro corazón hablar con Dios. Nuestra oración está inspirada por
nuestra reflexión de la Palabra de Dios.
La última etapa o grada es la contemplatio (contemplación), en la cual nos abandonamos
totalmente a las palabras y pensamientos santos. Es el momento en el cual nosotros
sencillamente reposamos en la Palabra de Dios y escuchamos, en lo más profundo de
nuestro ser, la voz de Dios que habla dentro de nosotros. Mientras escuchamos, nos
estamos transformando gradualmente por dentro. Evidentemente esta transformación tendrá
un efecto profundo sobre nuestro comportamiento y, cómo vivamos, testimoniará la
autenticidad de nuestra oración. Debemos meter en nuestra vida de cada día lo que leemos
en la Palabra de Dios.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Estas etapas de la Lectio Divina no son reglas fijas que hay que seguir, sino simples
orientaciones sobre cómo desarrollar normalmente la oración. Se encuentra una mayor
simplicidad y una disposición mayor en escuchar que no en hablar. Gradualmente las
palabras de la Sagrada Escritura empiezan a librarse y la Palabra se revela delante de los
ojos de nuestro corazón. El tiempo dedicado a cada etapa dependerá si la Lectio Divina se
hace individualmente o en grupo. Si el método se desarrolla para la oración en grupo, es
evidente que será necesaria una mínima estructura. En la oración en grupo la Lectio Divina
puede permitir el diálogo sobre las implicaciones de la Palabra de Dios en la vida cotidiana,
pero no se debe reducir a esto. La oración tiende más hacia el silencio. Si el grupo se siente
llevado más al silencio, entonces se puede dedicar más tiempo a la contemplación.
Por muchos siglos la práctica de la Lectio Divina, como un modo de orar la Sagrada
Escritura, ha sido una fuente de crecimiento en la relación con Cristo. En nuestros días son
muchos los individuos y grupos que la están redescubriendo. La Palabra de Dios es viva y
activa, y transformará a cada uno de nosotros si nos abrimos a recibir lo que Dios nos
quiere dar.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Los pasos para realizar la Lectio Divina
1. Escoger el lugar y el momento adecuados, en los que puedas tener tranquilidad y tiempo
para encontrarte con el Señor en su Palabra.
2. Invocar al Espíritu Santo con palabras como éstas: Ven, Espíritu Santo ilumina mi
mente, abre mi corazón para encontrar en tu Palabra a Cristo, Camino, Verdad y Vida...
Ayúdame a seguir hoy, el llamado de Cristo en una vida nueva, según la Palabra. Y ser para
todos en el mundo un enviado del Señor, un hermano y un amigo un discípulo misionero
del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.
3. Realiza el camino de la Lectio Divina que ya conoces: (1) Leer (2) Meditar (3) Orar (4)
Contemplar (5) Actuar ¿Qué dice el texto bíblico de la palabra? ¿Qué dice el texto bíblico
como palabra de Dios? ¿Qué me hace decir al Señor el texto bíblico como camino de
oración? ¿Qué camino me muestra el texto bíblico como camino espiritual? ¿Qué me hace
vivir el Señor a partir de su Palabra? Comprender la Palabra… para descubrir lo que Dios
enseña mediante el autor inspirado Actualizar la Palabra… para entender lo que significa en
mi vida Orar con la Palabra… para dialogar con el Señor y celebrar la Fe cristiana
Contemplar la Palabra… para ver el camino que me indica el Señor Testimoniar la
Palabra… para actuar de acuerdo a la voluntad del Señor
4. Culminar pidiendo la intercesión de María, madre y discípula de Cristo Palabra, con las
palabras del Evangelio: Dios te salve, María, llena eres de gracia...
5.- Hacer un propósito en el que me comprometa a practicar lo que he reflexionado y
escuchado en mi oración.
ACTIVIDAD
Realiza el ejercicio de la siguiente cita Bíblica (Mt 14,24-33), siguiendo los pasos de la
Lectio Divina
COMPROMISO
Todos los días haré mi reflexión con los pasos de la Lectio Divina.

BIBLIOGRAFÍA
Catholic.net 

4.4 LITURGIA DE LAS HORAS


OBJETIVO: Que el seminarista dirija su súplica al Señor, mediante ésta práctica de
piedad en la vida comunitaria, para alimentar la vida espiritual y orar por la Iglesia
Universal.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La Instrucción General de la sagrada Congregación para el Culto Divino de 1971, en su
número 12 nos dice: “La Liturgia de las Horas extiende a los varios momentos del día las
alabanzas y acciones de gracias, igualmente que la memoria de los misterios de la
salvación, los ruegos y la pregustación de la gloria celestial que se nos ofrecen en el
Misterio eucarístico que es el centro y la cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana.
Además, la misma celebración eucarística se prepara óptimamente por la Liturgia de las
Horas, ya que las disposiciones para la fructuosa celebración de la eucaristía, como son la
fe, la esperanza, la caridad, la devoción y el espíritu de sacrificio, adecuadamente se
excitan y crecen en ella”.
El papa Juan Pablo II en su carta apostólica del 4 de diciembre de 2003, con motivo del
cuadragésimo aniversario de la Constitución conciliar sobre la Sagrada Liturgia nos dice lo
siguiente: “Es importante introducir a los fieles en la celebración de la Liturgia de las
Horas, que, como oración pública de la Iglesia, es fuente de piedad y alimento de la
oración personal. No es una acción individual o privada, sino que pertenece a todo el
cuerpo de la Iglesia...Por tanto, cuando los fieles son convocados y se reúnen para la
Liturgia de las Horas, uniendo sus corazones y sus voces, visibilizan a la Iglesia, que
celebra el misterio de Cristo. Esta atención privilegiada a la oración litúrgica no está en
contraposición con la oración personal; al contrario, la supone y exige, y se armoniza muy
bien con otras formas de oración comunitaria, sobre todo si han sido reconocidas y
recomendadas por la autoridad eclesial”.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Germen de esto lo podemos encontrar en la primitiva comunidad cristiana que se reunía
para la oración (Hc 2, 42). Ciertamente no es una oración cualquiera. Es, más bien, una
plegaria litúrgica, oficial, que vincula en la misma plegaria a todos los fieles de todos los
lugares, por lo que se realiza aquello de que, aunque sea una multitud dispersa a través del
mundo, “tiene un solo corazón y una sola alma” (Hc 4, 32) y busca tener también una sola
voz, uniéndose en las mismas palabras. “De esta manera las oraciones hechas en común
poco a poco se ordenaron como una serie definida de “horas” (o momentos).
Esta Liturgia de las Horas u Oficio Divino, enriquecido por las lecturas, es, sobre todo,
oración de alabanza y de súplica y también oración de la Iglesia con Cristo y a Cristo”
(Instrucción General, n.2). Por esto podemos comprender que la Liturgia de las Horas es
una nueva manera de ejercicio de la participación del sacerdocio de Cristo, por lo que
constituye un derecho de todo bautizado y una dignidad de la que nadie debería sentirse al
margen. Y por eso, hay que desterrar definitivamente la idea de que esta Liturgia de las
Horas sea tarea que compete sólo a los sacerdotes y a los religiosos y religiosas de especial
consagración.
Todo el pueblo de Dios está llamado a tomar parte en ella. Por lo que la constitución
conciliar sobre la Sagrada Liturgia expresa: “Se recomienda a los laicos que recen el Oficio
Divino o con los sacerdotes o reunidos entre sí e incluso en particular”(n. 100). Y unos
números atrás nos decía la misma constitución conciliar: “La función sacerdotal de
Jesucristo se prolonga a través de su Iglesia que sin cesar alaba al Señor e intercede por la
salvación de todo el mundo no sólo celebrando la eucaristía, sino también de otras maneras,
principalmente recitando el Oficio Divino” (n. 83).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La estructura concreta se realiza mediante una serie de oraciones, que señalan, consagran,
santifican diversos momentos del día. En el fondo de la estructura subyace todavía la
clásica manera antigua de computar las horas que, en comparación con la actual, nuestra, va
de tres en tres horas. Así primitivamente y, sobre todo, en los monasterios, el Oficio Divino
comprendía ocho momentos de oración en el transcurso de cada jornada (8 por 3 = 24
horas). A propósito de lo cual, resulta positivo incluso para nosotros, hombres del siglo
XXI, recordar las palabras de san Juan Crisóstomo, que no han perdido actualidad: “Porque
somos hombres, nos relajamos y distraemos fácilmente. Por eso, cuando una hora, o dos o
tres después de tu plegaria, te das cuenta de que tu primer fervor se ha entibiado, recurre lo
más pronto posible a la oración y enciende de nuevo tu espíritu que se enfría. Si haces esto
durante todo el día, encendiéndote a ti mismo por frecuentes plegarias no darás ocasión al
demonio para tentarte o para que entre dentro de tus pensamientos”. Y ya mucho antes de
san Juan Crisóstomo, las Constituciones Apostólicas del siglo II-III recomendaban a los
cristianos: “Debéis orar por la mañana, a la hora tercia, sexta, nona, a la tarde y al canto del
gallo”.
ACTIVIDAD
Toma la liturgia en tus manos y revisa en el índice cómo está estructurada, después has un
esquema de cada una de las Horas.
*La actual estructura de la Liturgia de las Horas comprende estas horas:
 Una oración, que actualmente puede ubicarse en cualquier momento de la jornada: Oficio
de lectura.
 Oración de la mañana, al levantarse: Laudes.
 Oración hacia las nueve de la mañana: Hora Tercia.
 Oración del mediodía: Hora Sexta.
 Oración hacia las tres de la tarde: Hora Nona.
 Oración al finalizar las tareas, de las seis a las ocho de la tarde: Vísperas
 Y, finalmente, una oración inmediatamente antes del reposo nocturno: Completas.
Son, pues, siete momentos de oración en el transcurso de cada jornada, según aquello del
salmo: “Siete veces al día te alabo por tus justos juicios” (Salmo 119, 164). De esos siete
momentos hay dos que son principales y se consideran como “quicios” o ejes de toda la
Liturgia de las Horas: Laudes y Vísperas.
COMPROMISO
Rezar las vísperas con ayuda de un compañero, coadjutor o padre espiritual para orar por la
Iglesia Universal y conocer ese espacio vespertino de oración.
BIBLIOGRAFÍA
-Sacrosantum Concilium, Vaticano II.
-Motu proprio de Pablo VI Ecclesiae sanctae (1966).
-Pablo VI recomendaba en su motu propio Ecclesiae sanctae.
-Liturgia de las horas para los fieles Edición 2002.

4.5 ENCUENTRO CON DIOS A TRAVÉS DE SU PALABRA


OBJETIVO: Reconocer por medio de la fe; la presencia de Jesús en la vida personal, y en
la historia de la Salvación.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Una mujer de pueblo solía pasear llevando siempre la Biblia consigo. «¿Por qué siempre la
Biblia? — Le preguntaron burlonamente sus vecinos— Puedes leer muchos otros libros».
La mujer se arrodilló, alzó la Biblia sobre su cabeza y dijo: «Por supuesto que yo podría
leer muchos otros libros, pero sólo hay un libro que me lee a mí: la Biblia». La Palabra de
Dios tiene que ser la fuente de donde mana la experiencia de Dios; “desconocer la Sagrada
Escritura es desconocer a Jesucristo” (S. Jerónimo). Y no se puede tener experiencia de lo
que se desconoce. Es necesaria una “lectura creyente” de la Palabra de Dios. No se puede
leer como otro libro cualquiera, Dios sigue hablado, aunque de distinta manera, en los
acontecimientos y los signos de los tiempos.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
El Dios de Amor, buscador del hombre en su situación concreta y Es siempre Dios el que
toma la iniciativa del encuentro: «Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con
ellos». (Lc 24, 15). Es Dios el que nos busca siempre, incluso después de la caída: «Adán,
Adán, ¿dónde estás? (Gn 3, 9). De aquí la conmovedora condición del hombre, la de ser
buscado por Dios. Y la maravillosa revelación: que Dios no puede estar solo, feliz en su
infinita beatitud, saciado de su divinidad. Tener hambre de Dios es la raíz de la experiencia:
“Hay que desear a Dios como el aire que respiramos”. Primacía de la palabra, Nosotros no
hemos escuchado y visto al Señor Jesús, Verbo hecho carne. Pero sabemos que su carne se
ha hecho Palabra, para hacerse carne en nosotros que lo escuchamos y contemplamos. Por
eso, para descubrirle hay que saber leer bien la Biblia porque Dios ha escrito una carta
abriéndonos su corazón a través de la historia de los hombres. «Y comenzando por Moisés
y siguiendo por los Profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura» (Lc 24,
27). Es necesario dejar de leer la Biblia como meros espectadores e involucrarnos en el
diálogo hasta decir como los discípulos de Emaús: «¿No estábamos en ascuas mientras nos
hablaba por el camino explicándonos las Escrituras?» (Lc 24, 2).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Encuentro al vivo con Jesús: Juan (4,5-42). Encuentro de Jesús con la Samaritana…
La Samaritana es una “mujer sedienta”. Sedienta de amor, de felicidad, de Dios. Por eso es
una mujer inquieta, inconformista, siempre en camino, siempre en búsqueda. Junto al pozo
donde está Jesús sentado, sin quedarse solo con Jesús. La Samaritana era una mujer
dividida por dentro. Su vida fraccionada no le convencía, estaba tan vacía como el cántaro
que llevaba al pozo. Pero cuando se encontró con Jesús, dejó sus maridos, sus ídolos, su
vida frívola y se quedó para siempre con Jesús. Desde ese momento Jesús era su pozo, su
esposo, su Maestro, su Dios. Y, desde este encuentro vivo con Jesús se convirtió en
“apóstol de la Buena Noticia”.
Es necesario que mi vida esté “centrada en Jesús”. Que sea Jesús el centro de mi ocupación
y preocupación: el que dé sentido a mi vida, el que me haga ser libre y pueda disfrutar de
todo. Desde que la Samaritana se encontró con Jesús su vida tuvo otro color y otro sabor.
Comenzó a gustar la vida, a disfrutar en este mundo, a experimentar lo maravilloso que es
tener a Dios como Padre y los hombres –sin prejuicios- como hermanos. Y me digo: Lo que
hace más de dos mil años pudo hacer esta mujer, ¿Por qué no lo puedo hacer yo hoy?
Cuando San Juan escribió este evangelio ya no pensaba en la Samaritana, sino en mí y en ti.
Los evangelios no han sido escritos para llenar nuestra curiosidad sino para ser vividos tal y
como otros, en este caso la Samaritana, lo vivieron.
ACTIVIDAD
Conozcamos la Biblia por dentro. Orientaciones para el encuentro de hoy: Se coloca un
ambón o una mesa adornada con flores y luces para entronizar la Biblia. Se preparan cantos
sobre la Biblia como: Tu Palabra me da vida, Dios ha Hablado, Viva la Biblia y otros
conocidos.
-Leer atentamente Lc (24, 13-35) Camino de Emaús. Saca los personajes principales para
hacer una representación teatral en donde describas este episodio; dando una catequesis que
nos describe el camino que tienen que hacer los discípulos y las comunidades de todos los
tiempos para reconocer la presencia de Jesús en la historia.
También puedes Leer el Encuentro de Jesús con la Samaritana Jn (4, 5-42)
COMPROMISO
Me encontraré con Dios a través de su Creación, los hermanos y en la presencia de la
Eucaristía; participando con piedad, fe y devoción.

BIBLIOGRAFÍA
- www.diocesisplasencia.org
-La Historia de Salvación Guía de la Primera Unidad Segunda Etapa de la Misión
Continental. Santo Domingo República Dominicana. Mons. José Grullón Estrella Obispo
de San Juan de la Maguana Presidente Comisión Nacional de la Misión Continental y de
Catequesis (CANOCA)
-http://diocesistarazona.org/wp-content/uploads/sites/4/2018/01/encuentros_006.pdf

4.6 MARIA MUJER DE ORACIÓN


OBJETIVO: Conocer a María, como madre de Dios y Madre nuestra, para imitarla en la
virtud de la oración.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
LA ORACIÓN DE LA VIRGEN MARÍA: Miriam es el nombre que le pusieron sus
padres. Su verdadero nombre es con el que le saluda el ángel: "llena de gracia”, llena de
Dios. Gracia es el amor fiel de Dios al pueblo, que se derrama sobre María y la llena de
gracia. María vive en una pequeña aldea de la Baja Galilea, llamada Nazaret, a 157 Km. de
Jerusalén. Un pequeño pueblo hundido en un valle formado por colinas más altas. Habitada
por algunos centenares de personas. Lugar de poco prestigio, pues el pueblo decía: “¿De
Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn 1,46). No se nombra en los mapas romanos, ni en la
Literatura Rabínica. La Población vivía del trabajo en el campo. Alguno prestaba su
servicio a la comunidad como carpintero o herrero. El país estaba ocupado por los romanos
extranjeros que exigían al pueblo impuestos pesados. La vida de María era como la de
cualquier otra joven de Nazaret: traer agua de la fuente, arreglar la casa, conversar con las
vecinas, leer y meditar la Biblia, rezar a Dios en silencio, participar de las fiestas y de los
rezos del pueblo.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
La Oración de María en los relatos Evangélicos es el único texto del Nuevo Testamento que
nos presenta a María orando es el de Hch (1,14). "Todos ellos, con algunas mujeres, la
madre de Jesús y sus parientes, perseveraban unánimes en la oración". El Magníficat que la
Virgen dirige a Dios en presencia de Isabel (Lc 1,46-55) es su gran oración y la única
explícita que conocemos. También su petición en Caná (Jn 2,3). La oración de María está
hecha de silencio, de disponibilidad total a la voluntad de Dios que le pide su colaboración.
Leyéndola en profundidad a la luz de Lc (11,27s); (Mc 3,20s; Mt 12,46-50; y Lc 8,21),
Jesús exalta, no la maternidad física de su madre, sino "más bien" la maternidad espiritual.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
María es la mujer experta en el Espíritu. Se obtiene de Dios lo que se espera de Él y si no se
espera nada, el Espíritu Santo no puede colmar un deseo inexistente. Sólo el deseo puede
atraer a un Dios que no viene más que a los que se lo piden con intensidad, confianza y
perseverancia. Destinada a concentrar en su persona los deseos de Israel, el corazón de
María fue el punto de convergencia en el que esos deseos del pueblo que había hecho
suyos, llegarían a un punto de incandescencia en el que serían eficaces. El Espíritu que es el
que suscita el deseo de Ella, es también el que lo hace eficaz pues opera en nosotros "el
querer y el obrar". La larga espera de Israel encontró en María un corazón tan pobre y
humilde que Dios no pudo resistirse. María es nuestra maestra en el desear y en el estar
abiertos a la acción del Espíritu. Lo fue sobre todo en el Cenáculo. Ella sabe muy bien que
el envío del Espíritu Santo por el Padre en el nombre de Jesús, es un don gratuito de Dios y
que nadie puede merecerlo, pero sabe también que el don del Espíritu no es algo arbitrario.
Para acogerlo no basta con creer en él, sino que hay que pedirlo, buscarlo y llamarlo.
María es toda una historia afirmativa. Así como el canto continuado de Cristo es el Abba, el
de María es sí, Señor. Como una pequeña esclava, ¿Qué hacen los esclavos sino decir que
sí? Pero, un sí dicho filialmente, con sonrisa y amor, con verdad y pasión.
Sí a todas las bendiciones del Padre y a todas sus exigencias. Sí a la responsabilidad más
grande, al despojo total, al servicio incondicional. Sí a todo amor y a todo dolor. Sí a su
voluntad manifestada por un ángel o por un tirano. Sí cuando Dios le sonríe en José o en
Isabel. Sí cuando Dios se insinúa en unos novios o le abre sus brazos a Juan. Sí al trabajo
rutinario, a las espadas lacerantes, a las distancias impuestas por el Hijo. Sí a la cuna de
Belén, a la Cruz de Jerusalén, a la casa de Juan y a la Iglesia de Espíritu.
Esta afirmación constante de María exige total disponibilidad y docilidad al Espíritu de
Dios (al que no sólo se invoca sino se obedece). Sólo es posible en una persona
enteramente libre, vacía de sí misma, llena de Dios, hecha de amor y para amar.
ACTIVIDAD
Lee algunos de los siguientes pasajes Bíblicos en que aparece María revelando su oración a
través de su disponibilidad en el anuncio del ángel (Lc 1,26-38), de su fe en el encuentro
con Isabel (Lc 1,39-45), de su alabanza, su acción de gracias y su solidaridad en el
Magníficat (Lc1,46-55), de su silencio contemplativo en Belén (Lc 2,1-19), de su
aceptación del sufrimiento en el exilio y en la vida oculta de Nazaret (Mt 2,13s), de su
ofrenda en la Presentación (Lc 2,22-35), de su confianza en Caná (Jn 2,1-5), de su dolor
junto a la cruz (Jn 19,25-27) y de su comunión con la Iglesia en Pentecostés (Hc 1,12-14).
COMPROMISO
Tendré el propósito de guardar el Silencio Sagrado de la noche para orar como lo hizo la
Santísima Virgen María.

BIBLIOGRAFÍA
-Escuela Diocesana de Oración: Grandes orantes bíblicos Ficha 7 palabra de Dios y la
cumplen".
-Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae,
-http://www.hospitalarias.org/wp-content/uploads/Acto-mariano.-2-dia.pdf
4.7 HABLEMOS DE SAN JOSE
OBJETIVO: Imitar al Señor san José, dispuesto a escuchar a Dios y su mensaje a través
del silencio y que el seminarista pueda tomar esta devoción de San José como patrono del
seminario.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
José es el esposo de María; María es la esposa de José; su matrimonio es verdadero; Jesús
ha sido concebido de la esposa de José; María ha concebido por obra del Espíritu Santo.
Todas estas afirmaciones encuentran su fundamento en el evangelio; su realidad está
ordenada a la encarnación del Verbo. El concilio de Calcedonia (DS 148) y los concilios de
Constantinopla (DS 219; DS 291) formularán ese misterio en la terminología habitual, pero
son los evangelistas los que subrayan en sus relatos los elementos esenciales. «José, hijo de
David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del
Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su
pueblo de sus pecados» (Mt 1, 20-21).
El Evangelista Mateo explica el significado de este momento, delineando también como
José lo ha vivido. Sin embargo, para comprender plenamente el contenido y el contexto, es
importante tener presente el texto paralelo del Evangelio de Lucas. En efecto, en relación
con el versículo que dice: «La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre,
María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró
encinta por obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18), el origen de la gestación de María «por
obra del Espíritu Santo» encuentra una descripción más amplia y explícita en el versículo
que se lee en Lucas sobre la anunciación del nacimiento de Jesús: «Fue enviado por Dios
el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un
hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María» (Lc1, 26-27).
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Las palabras del ángel: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28),
provocaron una turbación interior en María y, a la vez, le llevaron a la reflexión. Entonces
el mensajero tranquiliza a la Virgen y, al mismo tiempo, le revela el designio especial de
Dios referente a ella misma: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios;
vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El
será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre» (Lc 1, 30-32).
El evangelista había afirmado poco antes que, en el momento de la anunciación, María
estaba «desposada con un hombre llamado José, de la casa de David». La naturaleza de este
«desposorio» es explicada indirectamente, cuando María, después de haber escuchado lo
que el mensajero había dicho sobre el nacimiento del hijo, pregunta: «¿Cómo será
esto, puesto que no conozco varón?» (Lc 1, 34). Entonces le llega esta respuesta: «El
Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios» (Lc 1, 35). María, si bien ya estaba
«desposada» con José, permanecerá virgen, porque el niño, concebido en su seno desde la
anunciación, había sido concebido por obra del Espíritu Santo.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Lucas coincide con el de Mateo 1, 18 y sirve para explicar lo que en él se lee. Si María,
después del desposorio con José, se halló «encinta por obra del Espíritu Santo», este hecho
corresponde a todo el contenido de la anunciación y, de modo particular, a las últimas
palabras pronunciadas por María: «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1, 38).
Respondiendo al claro designio de Dios, María con el paso de los días y de las semanas se
manifiesta ante la gente y ante José «encinta», como aquella que debe dar a luz y lleva
consigo el misterio de la maternidad. A la vista de esto «su marido José, como era justo y
no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto» (Mt 1, 19), pues no sabía
cómo comportarse ante la «sorprendente» maternidad de María. Ciertamente buscaba una
respuesta a la inquietante pregunta, pero, sobre todo, buscaba una salida a aquella situación
tan difícil para él. Por tanto, cuando «reflexionaba sobre esto, he aquí que se le apareció en
sueños un ángel del Señor y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a
María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a
quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados"»
(Mt 1, 20-21). Existe una profunda analogía entre la «anunciación» del texto de Mateo y la
del texto de Lucas. El mensajero divino introduce a José en el misterio de la maternidad de
María. La que según la ley es su «esposa», permaneciendo virgen, se ha convertido en
madre por obra del Espíritu Santo. Y cuando el Hijo, llevado en el seno por María, venga al
mundo, recibirá el nombre de Jesús. Era éste un nombre conocido entre los israelitas y, a
veces, se ponía a los hijos. En este caso, sin embargo, se trata del Hijo que, según la
promesa divina, cumplirá plenamente el significado de este nombre: Jesús-Yehosua, que
significa, Dios salva. El mensajero se dirige a José como al «esposo de María», aquel que,
a su debido tiempo, tendrá que imponer ese nombre al Hijo que nacerá de la Virgen de
Nazaret, desposada con él. El mensajero se dirige, por tanto, a José confiándole la tarea de
un padre terreno respecto al Hijo de María. «Despertado José del sueño, hizo como el
ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mt 1, 24). El la tomó en
todo el misterio de su maternidad; la tomó junto con el Hijo que llegaría al mundo por obra
del Espíritu Santo, demostrando de tal modo una disponibilidad de voluntad, semejante a
la de María, en orden a lo que Dios le pedía por medio de su mensajero
ACTIVIDAD
Contesta lo siguiente: A San José, la voluntad de Dios le es revelada en sueños. ¿Cuáles son
mis sueños?; Leo la vida de San José y pienso: ¿Cuál habrá sido el momento más difícil de
la vida de José?, ¿Cuál habrá sido el momento más gozoso y alegre?; ¿Con qué virtudes me
imagino a José como padre y esposo?
-Escribe una oración a San José, pidiéndole por mi papá, por su trabajo, sus sueños, sus
dolores y alegrías.
COMPROMISO
Invocar al Señor San José y seré Obediente a la voz de Dios, trataré de escucharlo en la
noche de mi silencio Sagrado.
BIBLIOGRAFÍA-Exhortación Apostólica Redemptoris Custos del Sumo Pontífice Juan
Pablo II, sobre la figura y la misión de San José en la vida de Cristo  y de la Iglesia -T.
STRAMARE, Diccionario de Mariología. Págs. 988-996.
SEGUNDO DE SECUNDARIA
OBJETIVO: Que el seminarista profundice y desarrolle su identidad cristiana
ayudándole a conocer y ejercitar aquellas virtudes humanas y cristianas que le sirvan para
contrarrestar los vicios o pecados y así pueda perseverar en un habitual estado de gracia
para que pueda ser un verdadero discípulo y dé testimonio de su fe.
I.- BLOQUE: EL TESTIMONIO
1.1 DISCÍPULOS Y MISIONEROS
OBJETIVO: Impulsar en el seminarista la importancia de su ser discípulo y misionero en
la etapa que vive, mediante el conocimiento de la importancia de la vocación, iluminada
con la Sagrada Escritura, para que reconozca la responsabilidad que tiene en la vida de la
Iglesia sin importar si llega o no al ministerio sacerdotal.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
El ser discípulos del Señor y misioneros es muy importante, porque debemos anunciar el
evangelio que da esperanza a todos, no solo para los católicos, sino también para quien no
cree o que incluso esté alejado de la Iglesia (cf. EG 14). Hemos de llevar un mensaje
kerigmático que dice: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu
lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte» (EG 164). Un mensaje que
implique un encuentro con el Señor que transforma nuestra vida. Sin embargo, nos
podemos encontrar con una realidad en la que nos podemos preocupar por mantener una
comunidad y no por disfrutar y fructificar en la comunidad eclesial, en la gran familia que
es la Iglesia. O incluso con la gran tentación, como alguna vez escuche, de hacer
actividades que parecen son mundanas que espirituales, lo cual implica que haya un vacío
en el cristiano y busque como llenar ese vacío. Incluso podemos caer en la tentación de
mantenernos como ciertos discípulos que obran bien, pero no por evangelizar o llevar a
Cristo, sino que buscan el reconocimiento de las personas y no su salvación.
Ver video: https://www.youtube.com/watch?v=wX3oGsaW6wU
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Texto Lc 10,1-12.17-20 Misión de los setenta y dos
En unos ejercicios espirituales en el Mayor se nos compartía que nosotros somos elegidos,
pero no porque ya estemos preparados o porque ya lo sepamos todo, sino que el Señor nos
elige y nos prepara; el Señor nos confía una misión a pesar de no estar preparados. Y
siguiendo el texto bíblico debemos considerar que los discípulos enviados llevan
indicaciones por parte del Señor para desenvolver la misión.
● En el tiempo de Jesús había otros movimientos que, como Jesús, procuraban vivir y
convivir de forma nueva, por ejemplo, Juan Bautista, los fariseos y otros. Muchos de ellos
formaban también comunidades de discípulos (Jn 1,35; Lc 11,1; Hec 19,3) y tenían sus
misioneros (Mt 23,15). ¡Pero había una gran diferencia! Por ejemplo, los fariseos, cuando
iban a misión, iban prevenidos. Pensaban que no podían confiar en la comida de la gente
que no siempre era ritualmente “pura”. Por esto, llevaban bolsa y dinero para poder cuidar
de su propia comida. Así, en vez de ayudar a superar las divisiones, estas observancias de la
Ley de la pureza debilitaban aún más la vivencia de los valores comunitarios.
● La propuesta de Jesús es diferente. Trata de rescatar los valores comunitarios que se
estaban extinguiendo, y procura renovar y reorganizar las comunidades para que fueran
nuevamente una expresión de la Alianza, una muestra del Reino de Dios. Es lo que nos
muestra hoy el evangelio que describe el envío de los 72 discípulos:
● Lucas 10,1: La Misión. Jesús envía a los discípulos a los lugares a donde él mismo debe
ir. El discípulo es el portavoz de Jesús. No es dueño de la Buena Nueva. El los envía de dos
en dos. Esto favorece la ayuda mutua, pues la misión no es individual, sino que es
comunitaria. Dos personas representan mejor que una la comunidad.
● Lucas 10,2-3: La corresponsabilidad. La primera tarea es rezar para que Dios envíe a los
obreros. Todo discípulo y discípula debe sentirse responsable de la misión. Por esto tiene
que rezar al Padre para la continuidad de la misión. Jesús envía a sus discípulos como
corderos en medio de lobos. La misión es tarea difícil y peligrosa. Pues el sistema en que
vivían y en el que seguimos viviendo era y sigue siendo contrario a la reorganización del
pueblo en comunidades vivas. La Misión para la cual Jesús envía a los 72 discípulos trata
de rescatar cuatro valores comunitarios:
● Lucas 10,4-6: La hospitalidad. Al contrario de los otros misioneros, los discípulos y
discípulas de Jesús no pueden llevarse nada, ni bolsa, ni sandalias. Sólo pueden y deben
llevar la paz. Esto significa que deben confiar en la hospitalidad de la gente. Pues el
discípulo que va sin nada, llevando apenas la paz, muestra que confía en la gente. Acredita
que va a ser recibido, y la gente se siente respetada y confirmada. Por medio de esta
práctica, el discípulo critica las leyes de exclusión y el antiguo valor de la hospitalidad. No
saludar a nadie por el camino significa, probablemente, que no se debe perder tiempo con
cosas que no pertenecen a la misión.
● Lucas 10,7: El compartir. Los discípulos no deben andar de casa en casa, sino
permanecer en la misma casa. Esto es, deben convivir de forma estable, participar de la
vida y del trabajo de la gente del lugar y vivir de lo que reciben en cambio, pues el obrero
merece su salario. Esto significa que deben confiar en el compartir. Así, por medio de esta
nueva práctica, ellos rescatan una antigua tradición de la gente, critican la cultura de
acumulación que marcaba la política del Imperio Romano, y anunciaban un nuevo modelo
de convivencia.
● Lucas 10,8: La comunión de mesa. Los discípulos deben comer lo que la gente les ofrece.
No pueden vivir separados, comiendo su propia comida. Esto significa que deben aceptar la
comunión de mesa. En el contacto con la gente no pueden tener miedo a perder la pureza
legal. Actuando así, critican las leyes de la pureza que estaban en vigor y anunciaban un
nuevo acceso a la pureza, a la intimidad con Dios.
● Lucas 10,9a: La Acogida a los excluidos. Los discípulos deben ocuparse de los enfermos,
curar a los leprosos y expulsar los demonios (Mt 10,8). Esto significa que deben acoger
dentro de la comunidad a los que de ella fueron excluidos. Esta práctica solidaria critica la
sociedad que excluye y apunta hacia salidas concretas.
● Lucas 10,9b: La llegada del Reino. Si todas estas exigencias son respetadas, los
discípulos pueden y deben gritar a los cuatro vientos: ¡El Reino ha llegado! Pues el Reino
no es una doctrina, ni un derecho canónico, ni un catecismo, sino que es una nueva manera
de vivir y convivir a partir de la Buena Nueva que Jesús nos trae: Dios es Padre y por esto
todos somos hermanos y hermanas. Educar para el Reino no es en primer lugar enseñar
verdades y doctrinas, sino que es una nueva manera de vivir y de convivir, una nueva forma
de actuar y de pensar1.
El discípulo debe evitar caer en 7 tentaciones o las bien llamadas coartadas2.
I. El subjetivismo. Es la tentación de ver la realidad a mi conveniencia, viendo mi
propio beneficio, haciéndome incluso un vividor en el seminario, sin valorar los bienes que
recibimos de Dios a través de las personas.
II. La transferencia. Se refiere a buscar a un culpable sea en el ambiente, en los medios
de comunicación, etc.; Por ejemplo, cuando no sale bien una actividad en el seminario
busca la persona excusarse, ya que lo realizado no salió bien por que otros no lo
permitieron, o como cuando en las misiones no fui responsable en lo que hice y le echo la
culpa a las personas porque no iban al barrio donde le tocó atender.
III. La seudosolidaridad. Más que ser solidario se busca ser señalado, es decir, no me
interesan los demás, sino ser reconocido por las personas.
IV. La justificación hipócrita. No corregir para no molestar, debe ser una fraterna
corrección.
V. Tristeza, cinismo. Nuestra cara pertenece a los demás y no tenemos el derecho de
robarles la alegría. Aquí no se vale decir: “yo no sabía que amargaba a los demás”.
VI. Sustitucionalismo, como el ladrón generoso, el ladrón de los ricos para dárselo a los
pobres. En lugar de hablar de Dios se busca lo que es social, políticamente correcto.
VII. Falsa humildad. Me hacen falta caídas para elevarme.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
En equipos compartir cuales son las características que debe tener un seminarista para ser
un buen discípulo; por ejemplo, en la vida cotidiana, cuando va a su casa, con sus amigos,
en las vacaciones de comunidad, etc. Después se les invita a compartir a todo el grupo, aquí
sería bueno que terminará con una pequeña convivencia recordando las cosas bellas que
han vivido en el seminario.
BIBLIOGRAFÍA:
La Biblia de Nuestro Pueblo, texto de L. ALONSO SCHÖKEL, China 201219.
Lectio divina: https://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-lucas-101-9
Ejercicios espirituales por el Cardenal Carlos Amigo Vallejo en el seminario mayor,
septiembre del 2007.

1
Esta división bíblica está tomada de la lectio divina de los hermanos carmelitas:
https://ocarm.org/es/content/lectio/lectio-lucas-101-9
2
Estas 7 coartadas están tomadas de en unos ejercicios espirituales por el Cardenal Carlos Amigo Vallejo en
el seminario mayor en septiembre del 2007.
1.2 LA VOCACIÓN, TESTIMONIO Y SERVICIO
OBJETIVO: Impulsar la respuesta del llamado que Dios hace al seminarista,
manifestando al Señor con su propia vida en el servicio al hermano, para llevar la alegría
del evangelio a su vida y a la de los demás sin importar si creen o no en Dios.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Para ver la realidad que vivimos podemos ver el video:
https://www.youtube.com/watch?v=N3-8kieXfbw
En la actualidad nos encontramos ante el peligro de no responder al llamado del Señor
porque vivimos inmersos en un mundo inmediatista, un mundo tecnológico, en el que nos
hace olvidar la presencia de Dios en nuestras vidas incluso olvidándonos de lo que vendrá
al final de los tiempos. Se vive para el momento, pero en un vacío existencial, en el que
hace falta la presencia de Dios3.
Se necesitan personas que respondan y se entreguen a su vocación, sea matrimonial,
sacerdotal, religiosa o laical. Respondiendo con generosidad haciendo suyas las palabras
del Papa Francisco: «Más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y
merece nuestro cariño y nuestra entrega. Por ello, si logro ayudar a una sola persona a vivir
mejor, eso ya justifica la entrega de mi vida» (EG 164).
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; una vez llevó el
rebaño más allá del desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le
apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés dijo:
– Voy a acercarme a mirar este espectáculo tan admirable: cómo es que no se quema la
zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
– Moisés, Moisés.
Respondió él:
– Aquí estoy.
Dijo Dios:
– No te acerques. Quítate las sandalias de los pies, porque el sitio que pisas es terreno
sagrado.
Y añadió:
– Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.
Moisés se tapó la cara temeroso de mirar a Dios.

El Señor le dijo:
3
Cf. F. COSENTINO, Sui sentieri di Dio, 176-179.
– He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me
he fijado en sus sufrimientos. Y he bajado a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta
tierra para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y miel, el país de
los cananeos, hititas, amorreos, fereceos, heveos y jebuseos. La queja de los israelitas ha
llegado a mí, y he visto cómo los tiranizan los egipcios. Y ahora, anda, que te envío al
Faraón para que saques de Egipto a mi pueblo, a los israelitas. (Ex 3,1-10).
El llamado que Dios implica testimonio y también servicio. Cuando le respondemos a Dios
no nos podemos quedar en el ámbito personal, necesitamos abrirnos a la entrega, al
servicio, pero no cualquiera sino un servicio acompañado de un verdadero testimonio que
implica ser un discípulo de alma entregado por el pueblo desde su estado de vida en el que
Dios la ha llamado. Veamos algunos puntos interesantes de este texto del libro del Éxodo
que fueron compartidos en un retiro espiritual por el padre Alejandro (el Amigo) en paz
descanse4.
Un primer momento es ir más allá del desierto. Ante este ambiente tan mediático
necesitamos salir de nuestro yo para que el Señor se nos revele. Dios nos habla
constantemente, pero tristemente estamos tan ocupados que no tenemos tiempo de
dirigirnos a Él, urge ese encuentro (cf. EG 1).
Un segundo momento es maravillarnos. Necesitamos descubrir la zarza ardiente que
ilumina nuestra vida y nos lleva a reconocer lo maravilloso que es la presencia de Dios en
mi vida. Cuantas veces el Señor nos ha llamado en los acontecimientos más sencillos de la
vida, incluso dando luces a las cuestionantes que llegan a nuestra vida.
El tercer momento es el llamado por nuestro nombre. La relación de Dios para con
nosotros es personal y se dirige a la persona a la que llama por su nombre: Moisés,
Abraham, Josué, Marta, María.
El cuarto momento es quitarse las sandalias, es decir, descubrir que el tiempo que estamos
pasando es un tiempo maravilloso, no es un castigo o una cuestión de obligación, Dios se
vale de muchas cosas para darnos un mensaje. En este momento es bueno caminar en un
ambiente de oración y reflexión, porque mi vocación no es un juego o algo que puedo
tomar a la ligera. Dios nos ha dado un tiempo sagrado para reflexionar e ir descubriendo
nuestra vocación que a lo largo del tiempo irá madurando, para culminar en la entrega con
generosidad como fruto de ese encuentro constante con Dios a través del desierto en el que
constantemente se alimenta de Dios. Hermano seminarista no pierdas el tiempo, este tiempo
que vives es sagrado.
El quinto momento es el envío de Moisés. Debemos estar al servicio de los hermanos
llevando un mensaje de esperanza que no es un simple paliativo, sino que implica una
verdadera salvación. Por ello es importante que nuestra respuesta a Dios sea reconociendo
que somos una misión para todos aquellos que necesitan de Dios, así nos lo dice el papa
Francisco: «Yo soy una misión en esta tierra, y para eso estoy en este mundo. Hay que
reconocerse a sí mismo como marcado a fuego por esa misión de iluminar, bendecir,
vivificar, levantar, sanar, liberar» (EG 273). Una misión que no se queda encerrada
solamente para los católicos, sino que está abierto para todo aquel que la necesita (cf. EG
14). Porque «compartir la vida con la gente y entregarnos generosamente, necesitamos
4
Los puntos y algunas cuestiones, son tomados del retiro impartido por el padre Alejandro a un grupo de
teología del seminario mayor, agregándole un ultimo punto que no fue impartido por él.
reconocer también que cada persona es digna de nuestra entrega. No por su aspecto físico,
por sus capacidades, por su lenguaje, por su mentalidad o por las satisfacciones que nos
brinde, sino porque es obra de Dios, criatura suya» (EG 274).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Se puede culminar con el video de la vocación sacerdotal, Fishers of men:
https://www.youtube.com/watch?v=gN3ROP4akbs
Se debe motivar y exhortar a los muchachos para que se den cuenta de los compromisos
que pueden tomar desde esta etapa de su formación, descubriendo el llamado del Señor que
necesita que lleves la «alegría del Evangelio» (EG 1). Pueden hacer algunos compromisos
por equipos y escribirlos de manera creativa en una cartulina y dejándolos a la vista de la
comunidad.
BIBLIOGRAFÍA:
La Biblia de Nuestro Pueblo, texto de L. ALONSO SCHÖKEL, China 201219.
COSENTINO, F., Sui sentieri di Dio. Mappe della nuova evangelizzazione, Milano 2012.
FRANCISCO, Evangelii Gaudium. Exhortación apostólica, México 2013.

1.3 LA VIRGINIDAD Y MATERNIDAD DE MARÍA


OBJETIVO: Conocer los dogmas de la Virgen María centrándonos en especial en dos de
ellos, para que el seminarista reconozca el alcance de la virginidad y la maternidad de
María que iluminan y guían la vida del seminarista ayudándonos hasta en nuestra
conversión.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
En nuestro país la devoción a la Virgen María está muy arraigada al pueblo fiel en el
pueblo mexicano, pero no solo en nosotros, sino que también en los católicos que hay en el
mundo. Incluso podemos ver diversidad de advocaciones sobre María como la Virgen de
Guadalupe, de Zapopan, de Talpa, de la Defensa, de san Juan de los lagos, etc. No se duda
de que ella sea nuestra madre. Sin embargo, se puede caer en tentaciones de querer
quedarse solo con la Virgen María, dejando de lado a donde nos lleva ella, pues ella nos
lleva a Jesucristo. No olvidemos aquella tan sonada frase: “a Jesús por María”.
Es importante conocer a la Virgen María que es Madre de Dios y madre nuestra, ella que
intercede en nuestras vidas. Pero ¿qué se entiende en ella al hablar de ella como Virgen y
Madre?
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Los dogmas de la Virgen María en los que cree la Iglesia son 4: La maternidad de María
que es Madre de Dios, la Virginidad, la Inmaculada concepción y la Ascensión a los cielos.
En esta ocasión solo haremos referencia a la maternidad y la virginidad.
Maternidad Divina de María5. La Virgen María es sobre todo la Madre del Verbo
Encarnado, la Madre de Dios. Este es el título principal y el fundamento de todos sus
privilegios. Podemos, por tanto, decir que la mariología, al menos en su aspecto esencial, es
una parte de la cristología. La fórmula “Madre de Dios” no aparece explícitamente en la
Sagrada Escritura, pero en ella se afirman en el modo más claro dos verdades: La primera
es que Jesús es verdaderamente Dios; la segunda es que Jesús es verdaderamente Hijo de
María. En este punto la lógica nos obliga a poner el siguiente silogismo:
Jesús es Dios; María es la Madre de Jesús: por tanto, María es la Madre de Dios.
Más aún, podemos encontrar en la Escritura algunas formulaciones prácticamente
equivalentes a la de “Madre de Dios”.
En San Pablo más allá del texto de Gálatas 4, 4 hay otro bellísimo texto (Rm 9, 5): “De
ellos proviene Cristo según la carne, El que está sobre todo, Dios bendito por los siglos”.
Este Dios Bendito por lo siglos, que es Jesús, proviene de los israelitas según la carne, es
decir, según la generación humana, y esto sucede a través de María, de quien Él es hijo.
Entonces María es la Madre de Aquel que está sobre todo, Dios bendito por los siglos. Es
Madre de Dios.
En el Evangelio de san Lucas, Elisabeth acoge a María en su casa como madre del Señor:
“¿A qué debo que la Madre de mi Señor venga a mí?” (Lc 1, 43). La expresión “la Madre
de mi Señor” es equivalente a “la Madre de mi Dios”. Entre todos los textos bíblicos éste es
el más directo y formal.

5
Los textos que se ofrecen sobre los dos dogmas están tomados tal cual de una síntesis de dogmas Marianos
que se ofreció en la clase de Mariología en el Seminario Mayor de Guadalajara en el año 2009.
En el curso del s. V, Nestorio, elegido patriarca de Constantinopla en el 428, en cierto
momento, en sus predicaciones, inicia a combatir el título de “Theotókos” (Madre de Dios).
El concilio de Efeso (431) condena a Nestorio: afirma sobre todo el dogma de la unidad de
Cristo, en unidad según la “hypóstasis”, es decir, según la persona, y por consecuencia
afirma que María debe ser llamada “Madre de Dios” (Theotokos). Es importante notar que
la definición dogmática de Efeso fue antes de todo cristológica, y por consecuencia
mariológica. Cuando fue definido el carácter personal divino del hombre Cristo, la
maternidad de María fue definida como divina.
Toda la fe cristiana referente al Verbo encarnado puede ser sintetizada así: Jesús es a la vez
verdadero Dios y verdadero hombre. Diciendo que María es Madre “de Dios” decimos que
Jesús es verdadero Dios; Diciendo que María es “Madre” de Dios decimos que Jesús es
verdadero hombre; y decimos también que en Él la divinidad y la humanidad están unidos
en la misma persona.
Virginidad de María. Es necesario decir, sobre todo, que toda consideración que se hace,
hablando de María Santísima, es siempre la consecuencia de un juicio sobre Jesús. Por lo
mismo también podemos decir que cualquier definición en mérito a la mariología (la
disciplina teológica que estudia la figura de María) se deriva de una precedente reflexión
cristológica. Por lo tanto, María es casta porque primariamente el amor de Cristo es
purísimo.
En el primer milenio se consolidaron sobre todo dos convicciones: la primera que María
Santísima es Madre de Dios, la segunda que es “la Virgen” por excelencia, la Virgen de las
vírgenes.
El primer Concilio ecuménico que habla explícitamente de la perpetua virginidad de María
es el Concilio de Constantinopla II (553): “Tomó carne de la gloriosa Theotokos y siempre
virgen María”.
La definición dogmática de la perpetua virginidad de María pertenece al Concilio
Lateranense del 649, convocado por el Papa Martín I. Esta definición es infalible e
irreformable. La perpetua virginidad de María es por tanto verdad de fe definida.
¿Pero qué cosa es exactamente la virginidad? Entendida en perspectiva cristiana comporta
la entrega total de la persona, alma y cuerpo, mente y corazón a Jesucristo.
Entendiendo en este modo la virginidad podemos entender el sentido de lo que la Iglesia
enseña, a partir al menos desde el s. IV, cuando dice que María Santísima fue virgen antes
del parto, durante el parto y después del parto.
La concepción virginal (“Virginitas ante partum”) es muy claro leyendo el pasaje del
Evangelio tanto de Mateo que retoma la profecía de Isaías (7, 14) “la Virgen concebirá y
dará a luz un hijo”; como en el pasaje de la Anunciación de san Lucas, donde se puede ver
claramente en filigrana la referencia a la profecía de Isaías, y de Jesús. Es sobre todo
fundamental en este texto la pregunta de María al ángel (las primeras palabras de María):
“¿cómo sucederá esto puesto que no conozco varón” (1, 34).
El dogma de la Virginidad, afirma que la integridad física de María no fue lesionada en el
acto del parto. Como en la concepción, así como también después en toda su vida. El modo
como concibió y parió tuvo un carácter extraordinario.
La escritura atestigua solo indirectamente la virginidad de María después del parto. El
hecho de que el Salvador moribundo confie a su madre a la protección de san Juan (Jn 19,
26: “mujer ahí tienes a tu hijo), presupone que María no tenía otros hijos más que a Jesús.
Por su parte la interpretación tradicional de Lc 1, 34, por la respuesta de María “¿cómo
sucederá esto, si no conozco varón?”, arguye el propósito que María tenía de virginidad
perpétua, hecha por una particular iluminación divina.
En síntesis:

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Para ver un ejemplo de cómo la presencia de la Virgen María es importante en la vida del
cristiano, del seminarista, ella que es nuestra Madre que nos lleva a vivir en la entrega de
nuestra vida en la pureza, veamos un video de un ex-protestante converso llamado
Fernando Casanova que tuvo una cercanía con la Virgen María que influyó en su
conversión. Después de ver el video, compartir en el grupo lo que más les ha impactado de
este testimonio y hacer un compromiso para no dejarte desanimar en tu proceso vocacional
caminando de la mano de la Virgen María, tu madre, nuestra madre.
El video es largo, sería interesante verlo completo, pero por la premura del tiempo se puede
rescatar viéndolo desde el minuto 26 con 5 segundos al minuto 36 con 53 segundos. Es
aconsejable hacer una introducción del video si es que no se verá completo.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=v3yl5MlzRFQ

BIBLIOGRAFÍA:
A. MÁRQUEZ AQUINO – AL. dir., María, portadora de Jesús, Arquidiócesis Primada de
México, México 2006.

6
A. MÁRQUEZ AQUINO – AL. dir., María, portadora de Jesús, 62.
1.4 MARÍA DISCÍPULA FIEL
OBJETIVO: Motivar al seminarista a vivir su discipulado siguiendo como ejemplo a
nuestra Madre Santísima, la Virgen María, para vivir nuestro ser de discípulos desde la
etapa en la que nos encontramos, madurando cada vez más en nuestra vivencia de fe.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
El discipulado que seguimos los católicos, en la actualidad puede ser un discipulado
mediocre que no implica un verdadero cambio, que se centra solo en su vivencia de fe
personal que no lleva consigo un cambio en la vida cristiana, que no construye el reino, que
no construye familia, se mueve en la lógica del cumplimiento dominical, sacramental y
festivo, pero no hay una verdadera repercusión en la vida de los cristianos que conlleve un
cambio personal y comunitario en favor de la construcción del Reino, de la construcción de
familia7.
El discípulo vive en una familia, siguiendo a Jesús, y un claro ejemplo de cómo ser
discípulos lo encontramos en la Virgen María, ella que es la mujer que cumple con la
voluntad de Dios, ella que no solo es discípula, sino que es discípula fiel8.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Leer la cita de Mt 12,47-50 La madre y los hermanos de Jesús
Debemos ser discípulos auténticos, no basta con ser discípulos, como veíamos más arriba,
sino que debemos ser auténticos, de tal manera que obedezcamos y actuemos en esa nueva
familia y bajo el ejemplo de la Virgen María9.
María, primera discípula, hizo el camino de la fe y seguimiento de Jesús que todo creyente
debe emprender10.
Para disponernos a tener una mayor luz en el discipulado que debemos seguir, veamos
como nos iluminan los momentos en que nuestra madre santísima se hace presente en el
Nuevo Testamento. A continuación, se presentarán diversas citas que el expositor podrá
explicar de manera general, para dar oportunidad a que los muchachos tengan una
aportación al tema con la actividad.
Lc 1,26-38: Anuncio del nacimiento de Jesús.
Lc 1,39-56: Visita a su prima santa Isabel.
Lc 2,1-20: Nacimiento de Jesús.
Lc 2, 21-35: Circuncisión, Presentación de Jesús y Bendición.
Lc 2,41-52: El niño Jesús en el templo.
Mt 12,47-50: La madre y los hermanos de Jesús.
Jn 19,25-27: María al pie de la cruz.
Jn 2,1-12: La boda de Caná.
7
Cf. La lección de C. DOTOLO, La singularità di Gesù di Nazaret TF2068 | 2019, Pontificia Università
Gregoriana.
8
Cf. G. J. MORADO, Mayo virtual: La primera y más perfecta discípula, [acceso 18/11/19],
http://www.infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/mayo_virtual_la_primera_y_mas_perfecta_d.
9
Cf. Nota de la cita Mt 12,46-50.
10
Nota de la cita Mt 12,46-50.
Hch 1,12-14.2,1-13 María presente en Pentecostés
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Como actividad se pueden hacer equipos en los que se les reparta a los muchachos cada una
de las citas para que la lean y hagan un dibujo sea sobre el pasaje que han leído o en
referencia a su propia vida de seminaristas, para después presentarlo a todos. Al final se les
puede preguntar a los muchachos: ¿qué fue lo que les llamó más la atención sobre estos
pasajes de la Biblia y cómo los ilumina para ser verdaderos discípulos fieles?
BIBLIOGRAFÍA:
DOTOLO, C., La singularità di Gesù di Nazaret TF2068 | 2019, Pontificia Università
Gregoriana [Lección].
La Biblia de Nuestro Pueblo, texto de L. ALONSO SCHÖKEL, China 201219.
MORADO, G. J., Mayo virtual: La primera y más perfecta discípula, [acceso 18/11/19],
http://www.infocatolica.com/blog/puertadedamasco.php/mayo_virtual_la_primera_y_mas_
perfecta_d.

1.5 SAN JUSTINO ORONA Y SAN ATILANO CRUZ


OBJETIVO: Impulsar en la vida del seminarista la pasión y la alegría de seguir al Señor
a pesar de los momentos difíciles que puedan acontecer, mediante el conocimiento de dos
mártires mexicanos, san Justino y san Atilano, para lograr que el seminarista aprenda de
ellos la vivencia de la fraternidad y la entrega hacia los demás, aplicándolo todo a su
proceso vocacional que lleva.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Ante nuestra realidad nos encontramos con una vida que busca cada vez más la soledad,
gracias a los medios de comunicación. Se busca la propia satisfacción, pero sin saber a
dónde se quiere ir, no se tiene muy clara la meta, lo cual es un peligro para muchos, entre
los cuales se encuentran los seminaristas, quienes pueden recibir muchas ayudas, viviendo
de una manera cómoda, sin valor el sacrificio, se van aburguesando, viviendo como
príncipes y no como servidores (cf. Mc 10,41-45).
Ver video sobre el martirio en la actualidad:
https://www.youtube.com/watch?v=GVDwouuIJ6E
Nuestro llamado ha comenzado como algo muy bueno, pero cuando la descuidamos
empezamos a perder rumbo, nos vamos por otros caminos que implican a pensar solo en mi
beneficio y en los bienes que puedo tener. Falta una vida más desinteresada, sea disfrutando
o pasando por momentos de dificultad (cf. Flp 4,12), estando dispuestos a darlo todo,
porque Cristo nos ha llamado, por eso es bueno mirar el testimonio de los mártires que a
pesar de las dificultades respondieron con generosidad y sin miedo, ellos tenían claro su
objetivo, ¿cuál es el tuyo? Renovemos nuestra vocación con la vida de dos mártires
mexicanos: San Justino Orona y san Atilano Cruz.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO11
Delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, te ruego por su
manifestación como rey: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, convence,
reprende, exhorta con toda paciencia y pedagogía. Porque llegará un tiempo en que los
hombres no soportarán la sana doctrina, sino que, siguiendo sus pasiones, se rodearán de
maestros que les halaguen los oídos. Darán la espalda a la verdad, y se volverán para
escuchar cosas fantasiosas. Tu vigila continuamente, aguanta las pruebas, realiza la
tarea de anunciar la Buena Noticia, cumple tu ministerio. (1Tim 4,1-5).
Nuestro mártir san Justino Orona, nació el 14 de abril de 1877 en Cuyacapan perteneciente
a Atoyac en el estado de Jalisco, hijo del señor José María Orona y la señora María Inés
Madrigal. Ingresó al seminario de Guadalajara el 25 de octubre de 1894 y fue ordenado
sacerdote el 7 de agosto de 1904, iniciando su ministerio en Lagos de Moreno, continuando
por san Pedro Analco, Pegueros, Guadalajara, Poncitlán, Encarnación de Díaz y
culminando en Cuquío, lugar de su martirio.
Fue un gran pastor que se preocupaba de manera especial por los pobres, enfermos y gente
en dificultad, y que no abandonaba a sus ovejas por temor a que lo apresaran, incluso él
mismo dirá: «Yo entre los míos, vivo o muerto».
El mártir, san Atilano Cruz, nació el 5 de octubre de 1901 en un pueblo de Teocaltiche,
Jalisco, hijo del señor José Isabel Cruz y la señora Máxima Alvarado. Fue un hombre de

11
Todos los datos que aquí se presentan de nuestros santos, están tomados del libro: F. GONZÁLEZ
FERNÁNDEZ, Sangre y corazón de un pueblo. Historia de la persecución anticatólica en México y sus
mártires, T. II, Jalisco 2008, 921-932.
ganado que luego fue llevado a Teocaltiche para que aprendiera a leer y a escribir,
descubriendo su vocación sacerdotal ingresa en el seminario auxiliar del lugar para pasar
después al seminario clandestino de Guadalajara; los seminaristas tuvieron que andar de
casa en casa para seguir formándose, ante el peligro de la persecución, incluso ante la
clausura del seminario clandestino tuvieron que huir, pero ello no impidió que continuaran
su formación al sacerdocio, ya que buscaron otros lugares.
Nuestro santo pidió ser ordenado, a pesar de las dificultades por las que estaban viviendo, y
recibió el sacerdocio por el arzobispo de Guadalajara don Francisco Orozco y Jiménez, el
cual lo envía a suplir a otro santo mártir, santo Toribio Romo, llegando a Cuquío. Inició su
ministerio en momentos en el que era prohibido ejercer públicamente. Sin embargo, a pesar
de todo, fue un sacerdote alegre e integrado a la comunidad a los cuales les llamaba
hermanos, a quienes no los tendría por mucho tiempo, pues su labor pastoral duró solo un
año al sufrir el martirio con su párroco el padre Justino. Incluso dirá el arzobispo don
Francisco Orozco y Jiménez: «¡Me mataron a un ángel!».
El martirio del párroco don Justino y su vicario el padre Atilano sucedió en la casa donde se
refugiaban, en el rancho de las Cruces, la noche del 1 de julio de 1928. Pero hay un
antecedente a este suceso que tiene que ver con el presidente de Cuquío llamado José
Ayala, el cual, anticatólico, se separó de su esposa y se unió a una sobrina con la que tuvo
dos hijos, los cuales, en cierta ocasión, en ausencia del presidente fueron bautizados por el
cura Justino por petición de la madre, lo cual causó un gran enojo, prometiendo incluso
vengarse. Y dicha venganza no tardó en llegar, pues un feligrés traicionó a los sacerdotes
escondidos.
El presidente José Ayala fue junto con 40 soldados al rancho donde se encontraban
escondidos los pastores, tocaron la puerta y el cura Justino abrió y los saludó con el «Viva
Cristo Rey», el presidente blasfemó y le disparo. Mientras tanto el padre Atilano estaba en
su cuarto y encomendó su alma a Dios. Los asesinaron a él y a un hermano del señor cura.
Los cuerpos fueron llevados a Cuquío sobre burros, ya que no dejaron que los llevaran en
tablas, dejando su sangre por el camino, pues sus manos y pies arrastraban en el camino.
Posteriormente fueron tirados en la plaza y las personas los consideraron verdaderos
mártires de Cristo y empezaron a tomar reliquias. Y, además, a pesar de la prohibición del
presidente, la gente puso los cuerpos en cajas llevándolos a la tumba, expresando su fe, y
claro sin faltar el grito de ¡Viva Cristo Rey!
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
¿Qué te llama la atención sobre estos mártires? ¿Cómo te motivan para continuar tu
formación en el Seminario? ¿por qué quieres ser sacerdote?
Se invita a descubrir los valores positivos de estos hermanos que entregaron su vida por
Cristo. Se forman equipos y conforme van respondiendo las preguntas por equipos se les
entrega una parte de la imagen del santo para que al formar la imagen descubran el rostro
del santo. O simplemente entregar las piezas de la imagen para que descubran que santo es,
mientras tanto se les puede poner de fondo el himno de los mártires Justino y Atilano:
https://www.youtube.com/watch?v=f3wnR6MLE9A

BIBLIOGRAFÍA:
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, F., Sangre y corazón de un pueblo. Historia de la persecución
anticatólica en México y sus mártires, T. II, Jalisco 2008, 921-932.
La Biblia de Nuestro Pueblo, texto de L. ALONSO SCHÖKEL, China 201219.

II.- BLOQUE: COMENZANDO A DAR FRUTOS


2.1 VIRTUD DE LA JUSTICIA
OBJETIVO: Que el seminarista aprenda el valor de darle a Dios y a cada quien lo que le
corresponde, así como los diversos tipos de justicia que existen, para poder aplicar
correctamente esta virtud en los actos concretos de la vida cotidiana.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y
al próximo lo que les es debido. La justicia que rinde el honor, gloria y adoración debido a
Dios se le conoce como: virtud de la religión12. Santo Tomás de Aquino la definirá como
cierta rectitud del alma por la que se obra como se debe en cualquier asunto13.
La palabra justicia es utilizada con frecuencia en la Sagrada Escritura como sinónimo de
santidad. Tal como Jesús lo dice en el sermón de la montaña: (Mt 5,6) Bienaventurados los
que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados14.
La justicia es una virtud muy importante ya que ordena la relación del hombre con Dios;
las relaciones entre los individuos, así como el trato de los individuos entre sí, garantizando
la sana interacción de estos con la sociedad y de la sociedad las personas 15. La sagrada
escritura afirma que el fruto de la justicia es la paz (Is 32,17); esto se debe a que la justicia
es la que remueve los obstáculos que se oponen a ella. De este modo podemos deducir que
si deseamos la paz en nuestros corazones y en nuestra sociedad, hemos de esforzarnos por
practicar la justicia, por ello es conveniente saber más sobre sus diversos matices.
TIPOS DE JUSTICIA:
Justicia legal: Es la virtud que inclina a los miembros del cuerpo social a dar a la sociedad
todo lo que le es debido a su bien común. Esta virtud se refiere principalmente a los reyes o
gobernantes en relación a sus súbditos o ciudadanos16.
Justicia distributiva: Es la virtud que obliga a quien distribuye los bienes a que lo haga
proporcionalmente, conforme a la dignidad, méritos y necesidad de cada uno17.
Justicia conmutativa: Es la que realiza en toda su plenitud el concepto de justicia,
regulando los deberes y derechos de los ciudadanos entre sí. Es en otras palabras, la
constante y perpetua voluntad de una persona privada a dar a otra persona privada lo que le
corresponde en derecho e igualdad18. Existen otras denominaciones de justicia que se
derivan de las anteriores, tales como la justicia internacional, que tiene que ver con el
debido trato de las naciones entre sí. También se habla por ejemplo de la justicia
vindicativa, que es la ejecución de las leyes a favor de los beneficiarios o en contra de los
transgresores de la ley19. De tal modo que en esencia tenemos los tres tipos de justicia de
los que se derivan las relaciones personales y sociales: Justicia legal, Justicia distributiva y
justicia conmutativa.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
En todo proceso para llegar a una conclusión es necesario tener una idea clara de lo que se
quiere conocer, luego procesar lo conocido mediante el razonamiento para llegar a un juicio
o resultado. Por este motivo es aconsejable antes de llegar a las conclusiones que es
necesario pensar, no dejarnos llevar por lo que los demás dicen, sino que hemos de someter
12
Cfr. CEC Nro. 1807
13
Cfr. AQUINO TOMÁS, Q 61, Art, 2, Libro II.
14
A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 511. BAC, MADRID, 1962.
15
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 512. BAC, MADRID, 1962.
16
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 513. BAC, MADRID, 1962
17
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 513. BAC, MADRID, 1962
18
Cfr. A. ROYO MARÍN teología de la perfección cristiana, pg. 513. BAC, MADRID, 1962
19
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 513. BAC, MADRID, 1962
nuestros criterios a los criterios de la Iglesia, iluminados por la Palabra de Dios para llegar
a juzgar la vida con ojos de fe y esperanza.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Buscar en la Sagrada Escritura algunos textos que hablen de los tres tipos de justicia moral.
Luego de encontrarlos compártanlos con el grupo.

2.2 VIRTUD DE LA TEMPLANZA


OBJETIVO: Que el adolecente formando a través de esta virtud cardinal, pueda lograr
un equilibrio en el dominio de su voluntad sobre los instintos y así, utilice correctamente
los bienes creados.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La templanza puede definirse del siguiente modo: Es una virtud sobrenatural que modera
la inclinación a los placeres sensibles, especialmente del tacto y del gusto, conteniéndolos
dentro de los límites de la razón iluminada por la fe20. Puede entenderse en dos sentidos; el
primero haciendo referencia a la moderación que la razón impone a las acciones y pasiones.
En el segundo sentido para designar una de las cuatro virtudes morales, o cardinales21. En el
presente tema se trata de la segunda opción: la templanza como una virtud moral o cardinal.
Se habla de la moderación de los placeres sensibles, que en su contrario se llamaría
concupiscencia, siendo esta la inclinación natural que experimenta el ser humano al
desorden de los placeres. Especialmente se enfoca en los placeres del tacto y del gusto,
puesto que en ellos se encuentra una carga de placer mayor que en los otros sentidos, en
orden a la conservación de la especie. Los cuales no siendo ejercidos de modo adecuado se
convierten en ataduras para los que cruzan el límite del sano equilibrio22.
La templanza tiene dos partes integrantes, que son a saber: la vergüenza y la honestidad. La
vergüenza es una pasión que ayuda a quien no ha afinado dicha virtud a dejar de cometer
torpezas, o faltas contra Dios y las personas con las que convivimos. La persona que se
ruboriza manifiesta claramente su lamentable pena por haber cometido una falta contra la
razón y el orden. La honestidad es el amor al decoro que proviene de la práctica de la
virtud, que nos hará evitar todo aquello que parezca torpe23.
Finalmente la templanza como dice el Catecismo de la Iglesia, la templanza es alabada en
la Sagrada Escritura, de modo especial en el Antiguo Testamento, donde se nos dice: ˂˂no
vayas detrás de tus pasiones, tus deseos refrena˃˃ (Si 18,30). En el nuevo Testamento se le
llama moderación o sobriedad. Debemos vivir, dice el apóstol Pablo a Tito, con
moderación, justicia y piedad en el siglo presente (Tt 2,12)24.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Luego de atender las anteriores consideraciones acerca de la templanza conviene hacer un
examen de consciencia personal en el que reconozca las veces que he logrado ser templado
en mis actos, en lo que tiene que ver con el tacto y el gusto. Para ello se proponen algunas
cuestiones: ¿Cómo es mi relación con mi cuerpo, me respeto y me trato como templo del
Espíritu Santo? ¿De qué forma relaciono con las mujeres de mi edad, las trato con
moderación de palabras y con equilibrio emocional? ¿Regulo mi alimentación, procurando
que sea balanceada y no excesiva en lo que me pueda provocar daño por sobre pasarme?
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Si en alguna de las cuestiones anteriores el seminarista reconoce que no se ha comportado
con moderación y decoro, invítesele a que haga la prueba durante una semana de enfocarse
a controlar sus impulsos y tratar de dominarlos no solo con su humana fuerza, sino con el
auxilio de la oración, y el ejercicio del ayuno y penitencias de los sentidos adecuadas a su
edad, bajo la supervisión de su director espiritual.

20
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 558. BAC, MADRID, 1962
21
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 558. BAC, MADRID, 1962
22
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 559. BAC, MADRID, 1962
23
Cfr. A. ROYO MARÍN, teología de la perfección cristiana, pg. 561. BAC, MADRID, 1962
24
Cfr. CEC. Nro. 1809.
2.3 VIRTUD DE LA PRUDENCIA
OBJETIVO: Fomentar en el alumno la virtud de la prudencia con bases bíblicas y del
magisterio de la Iglesia, para que conociendo esta virtud y su importancia, aprendan a
discernir en cada situación de la vida lo que sea más conveniente para bien suyo y de los
demás.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
El mundo actual plantea una diversidad de posturas, de ideologías, de religiones, de
inferencias sobre el hombre. Podemos decir que cada día nacen nuevos retos para las
personas. Uno de estos retos es conservar las virtudes y los valores que nos humanizan y
nos acercan a Dios.
La virtud de la prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales que en conjunto con las
virtudes teologales son llamadas las siete lámparas de la vida cristiana, como lo enseña el
Santo Padre Juan XXIII.
Hay una infinidad de definiciones acerca de la prudencia, veamos algunas de ellas.
I. La prudencia es la cualidad, la virtud que disponen algunas personas que lo llevarán
a actuar y conducirse en la vida con suma precaución y reflexión, evitándose por
tanto el desencadenamiento de posibles daños o consecuencias negativas por un
obrar anticipado e intempestivo.
II. El término prudencia proviene del latín prudentia, que es una cualidad que consiste
en actuar o hablar con cuidado, de forma justa y adecuada, con cautela, con
moderación, con previsión y reflexión, con sensatez y con precaución para evitar
posibles daños, dificultades, males e inconvenientes, y respetar la vida, los
sentimientos y las libertades de los demás.
III. La prudencia es la capacidad que tienen algunas personas para detenerse a analizar
las diferentes variables existentes y evaluar sus posibles consecuencias antes de
adoptar una decisión. Habitualmente suele ser sinónimo de sensatez, moderación,
cautela, madurez o reflexión.
IV. La prudencia busca la acción humana racional, la acción justificada. La prudencia,
en base al conocimiento, señala la mejor acción que un hombre puede seguir en la
circunstancia; la acción "correcta", "válida para todos", la que no puede ser objetada
(superada) por otra.
Analicemos las deficiones y encontremos el punto común entre ellas. Para encontrar la
verdadera virtud de la prudencia.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
La Sagrada Escritura nos brinda varios pasajes donde encontramos la virtud de la
prudencia. Escuchemos y reflexionemos en las siguientes citas.
Porque Yahveh es el que da la sabiduría, de su boca nacen la ciencia y la prudencia (Prov.
2,6)
El tardo a la ira tiene gran prudencia, el de genio pronto pone de manifiesto su necedad
(Prov. 14,29)
La prudencia es fuente de vida para el que la tiene, el castigo de los necios es la necedad
(Prov.16,22)
La prudencia del hombre domina su ira, y su gloria es dejar pasar una ofensa (Prov. 19,11)
Con la sabiduria se construye una casa, y con la prudencia se afianza (Prov. 24,3)
Tengo más prudencia que todos mis maestros, porque mi meditación son tus dictámenes
(Sal. 119,99)
Por eso pedí y se me concedió la prudencia, supliqué y me vino el espíritu de sabiduría
(Sab.7,7)
No desprecies lo que cuentan los viejos, que ellos tambien han aprendido de sus padres,
pues de ellos aprenderás prudencia y a dar respuesta en el momento justo. (eclesiástico 8,9).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
1. El hombre prudente
De esta virtud han dicho ya muchas cosas los antiguos. Les debemos profundo
reconocimiento y gratitud por ello. En una cierta dimensión nos han enseñado que el valor
del hombre debe medirse con el metro del bien moral que lleva a cabo en su vida. Esto
precisamente sitúa en primer puesto la virtud de la prudencia. El hombre prudente, que se
afana por todo lo que es verdaderamente bueno, se esfuerza por medirlo todo, cualquier
situación y todo su obrar, según el metro del bien moral. Prudente no es, por lo tanto-como
frecuentemente se cree-, el que sabe arreglárselas en la vida y sacar de ella el mayor
provecho; sino quien acierta a edificar la vida toda según la voz de la conciencia recta y
según las exigencias de la moral justa.
De este modo la prudencia viene a ser la clave para la realización de la tarea fundamental
que cada uno de nosotros ha recibido de Dios. Esta tarea es la perfección del hombre
mismo. Dios ha dado a cada uno de nosotros su humanidad. Es necesario que nosotros
respondamos a esta tarea programándola como se debe.
2. El cristiano prudente
El cristiano tiene el derecho y el deber de contemplar la virtud de la prudencia también con
otra perspectiva. Esta virtud es como imagen y semejanza de la providencia de Dios mismo
en las dimensiones del hombre concreto. Porque el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios. Y Dios realiza su plan en la historia de lo creado y, sobre todo, en la
historia de la humanidad. El objetivo de este designio es el bien último del universo, como
enseña Santo Tomás. En el punto central de su realización se encuentra Jesucristo, en el que
se ha manifestado el amor eterno y la solicitud de Dios mismo, Padre, por la salvación del
hombre. Esta es a la vez la expresión plena de la divina providencia.
Por consiguiente, el hombre, que es imagen de Dios, debe ser -como otra vez nos enseña
Santo Tomás-, en cierto modo, la providencia. Pero en la medida de su propia vida. El
hombre puede tomar parte en este gran caminar de todas las criaturas hacia el objetivo, que
es el bien de la creación. Y expresándonos aún más con el lenguaje de la fe, el hombre debe
tomar parte en este designio divino de la salvación; debe caminar hacia la salvación, y
ayudar a los otros a que se salven. Ayudando a los demás se salva a sí mismo.

3. Preguntas para reflexionar.


¿Soy prudente? ¿Vivo consecuente y responsablemente? El programa que estoy
cumpliendo, ¿sirve para el bien auténtico? ¿Sirve para la salvación que quieren para
nosotros Cristo y la Iglesia? ¿Busca el verdadero bien de la sociedad, de la nación, de la
humanidad? ¿O sólo intereses particulares y parciales?
4. Pedir al Espíritu Santo el don de consejo
Ante la situación que estoy viviendo ¿qué debo hacer para actuar prudentemente? Las
cartas a San Bernardo de Albino Luciani, cuando era patriarca de Venecia. En su respuesta
al cardenal Luciani, el abad de Claraval, doctor de la Iglesia, recuerda con mucho énfasis
que quien gobierna debe ser "prudente". ¿Qué debe hacer, pues, el nuevo Papa para actuar
prudentemente? No hay duda de que debe hacer mucho en este sentido. Debe aprender
siempre y meditar incesantemente sobre los problemas. Pero, además de esto, ¿qué puede
hacer? Debe orar y procurar tener el don del Espíritu Santo que se llama don de consejo.
Para que la Iglesia -prudentemente, fortificándose con los dones del Espíritu Santo, y en
particular con el don de consejo-, tome parte eficazmente en este gran camino hacia el bien
de todos y nos muestre a cada uno la vía de la salvación eterna.

2.4 VIRTUD DE LA FORTALEZA


OBJETIVO: Conocer en base al magisterio de la Iglesia y la luz de la Palabra de Dios, la
virtud de la fortaleza, para que en las diversas pruebas de la vida, sepamos permanecer
firmemente anclados a nuestros principios y valores, defendiéndolos con valentía.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La fortaleza es una virtud cardinal, o moral, que se sitúa en la voluntad, que en los
momentos de prueba o dificultad ante los que se experimenta el miedo a superar tal o cual
dificultad que parece nos desborda, es entonces que el hombre puede echar mano al recurso
de la fortaleza que comete con firmeza cualquier empresa por más difícil que ésta parezca25.
El Papa Juan Pablo II, haciendo memoria de su antecesor, Juan Pablo I, quien había
compartido que el día 26 de agosto de 1978, cuando ya sabía que había sido electo como el
Vicario de Cristo, uno de los cardenales electores se acercó a su oído para decirle una sola
palabra que lo marcó para siempre en su corto pero fructífero papado: ¡ánimo! Esta palabra
es el umbral donde se vislumbra la virtud de la fortaleza. Puesto que en los momentos de
tribulación o de prueba es cuando más se necesita el ánimo que viene de Dios para no
dejarnos vencer por el desaliento26. Siguiendo con el tema de la fortaleza, el Papa abre el
siguiente monólogo: ¿a quién tenemos por hombre fuerte y valiente? Se piensa dice él, en
los soldados que en tiempos de guerra son capaces de defender la patria exponiendo su
vida al peligro. Pero también en tiempos de paz se necesita de la virtud de la fortaleza,
porque hay muchos hombres y mujeres valientes, que se distinguen por su ¨coraje cívico¨
arriesgando sus vidas para salvar de los incendios, inundaciones etc. O de quienes con
arrojo dan muestra de entereza al escalar el Everest. Se necesita la virtud de la fortaleza por
ejemplo en una mujer que dice sí a la vida que se gesta en su vientre, ante la presión social
que cree tener derecho sobre la vida de los inocentes. Además es necesaria la fortaleza,
arguye san Juan Pablo II, en el caso de un hombre que recibe la propuesta de una profesión
que va contra sus valores. Se requiere valor para decir no, a lo que no es conforme a la
justicia y a la dignidad de la persona, pero también se necesita decir sí, con fortaleza a la
vida, a la familia, a la vocación recibida 27. De este modo el Papa concluye la presente
reflexión sobre la virtud de la fortaleza a la que está llamado todo fiel cristiano, pero de
modo especial el que aspira a configurarse con Cristo.
Para alcanzar tal fortaleza, el hombre debe estar sostenido por un gran amor a la verdad y al
bien a que se entrega. La virtud de la fortaleza camina al mismo paso que la capacidad de
sacrificarse. Esta virtud tenía ya perfil bien definido entre los antiguos. Con Cristo ha
adquirido un perfil evangélico, cristiano. El Evangelio va dirigido a los hombres débiles,
pobres, mansos y humildes, operadores de paz, misericordiosos: y al mismo tiempo
contiene en sí un llamamiento constante a la fortaleza. Con frecuencia repite: "No tengáis
miedo" (Mt 14,27). Enseña al hombre que es necesario saber "dar la vida" (Jn 15,13) por
una causa justa, por la verdad, por la justicia. Tenemos necesidad de fortaleza para ser
hombres. En efecto, hombre verdaderamente prudente es sólo el que posee la virtud de la
fortaleza; del mismo modo que hombre verdaderamente justo es sólo el que tiene la virtud
de la fortaleza. Pidamos este don del Espíritu Santo que se llama "don de fortaleza".
Cuando al hombre le faltan las fuerzas para "superarse" a sí mismo, con miras a valores
superiores como la verdad, la justicia, la vocación, la fidelidad conyugal, es necesario que
este "don de lo alto" haga de cada uno de nosotros un hombre fuerte y que en el momento
oportuno nos diga "en lo íntimo": ¡Animo!28.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Cuestiones personales:

25
Cfr. AQUINO TOMÁS, Q 61, Art, 2, Libro II.
26
Cfr. JUAN PABLO II, audiencia general, miércoles 15 de noviembre de 1978.
27
Cfr. JUAN PABLO II, audiencia general, miércoles 15 de noviembre de 1978.
28
JUAN PABLO II, audiencia general, miércoles 15 de noviembre de 1978.
¿En qué momentos de mi vida he demostrado tener coraje y fortaleza para defender lo que
era importante en un ambiente adverso?
¿Qué estaría dispuesto a hacer si llegara en nuestros tiempos una fuerte persecución contra
la fe?
¿En qué tareas de mi vida ordinaria reconozco que necesito ser fuerte para empezar a
trabajar la fortaleza?
¿Cuál será mi primer reto a vencer?
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
De acuerdo a lo que anteriormente hemos reflexionado, se propone dialogar por medio de
equipos espontáneos algunos ejemplos de personajes de la vida real, o del cine, literatura,
que hubiesen sido ejemplo de fortaleza, y comentar en el pequeño equipo, qué compromiso
se lleva cada quien para responder con alegría y generosidad en los trabajos y tareas que el
Seminario les propone para formarse como hombres íntegros, a ejemplo de los héroes y
modelos de fortaleza que en el equipo se mencionen.

2.5 “HE AQUÍ LA ESCLAVA DEL SEÑOR”


OBJETIVO: Presentar a los seminaristas el modelo de María Santísima dispuesta a hacer
la voluntad del Señor, cultivando la virtud de la humildad, para que ellos también estén
dispuestos a realizar la misión que Dios les encomendará, conscientes de su nada y
agradecidos por la participación del Sacerdocio Ministerial.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Todo hombre que viene a este mundo tiene una misión qué realizar; a lo que llamamos
desde el plano de la fe: una vocación divina. El universo entero y todo lo creado están
llenos de la sabiduría de Dios, colmados de armonía y belleza, porque cumplen con las
leyes que Él dispuso en lo profundo de su ser. Del mismo modo, el ser humano al realizar
el plan de salvación propuesto por él, se vuelve parte del conjunto armonioso de la
creación, o por el contrario, si no responde con generosidad al llamado divino, ofusca y
destruye lo que le ha sido confiado por causa del pecado.29
Gracias sean dadas a Dios que no nos abandona a nuestra desgracia, sino que nos otorga los
dones de su amor para salvarnos, tal como lo refiere la sagrada escritura: ˂˂Pero al llegar la
plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una Mujer, nacido bajo el régimen
de la ley, para rescatar a los que estaban sometidos a ella y para que recibiéramos la
condición de hijos˃˃. 30 María Santísima es el modelo de los que oyen la palabra de Dios y
la ponen en práctica, que por su fe alcanza la alabanza de su prima santa Isabel: “dichosa tú
que has creído, porque se cumplirá en ti, todo lo que te fue anunciado por parte de Dios” 31
La Virgen María por su obediencia al plan salvífico de Dios, con un acto de fe, se convierte
en la Madre de Jesucristo y de todos los que por El nacen a la vida de la gracia; ya que la
muerte a la vida divina nos vino por la desobediencia de la primera Eva, en cambio, gracias
a la obediencia de la segunda, nos vino la vida de la gracia a todos los creyentes.32
La humildad de la Esclava del Señor, como lo dirá el insigne san Alfonso María de Ligorio,
es la base sobre la que Dios construye el edificio de gracias que le concede a la Madre de
Dios. Porque Santa María no menciona que es la humilde esclava del Señor debido a la
dignidad de ser la Madre del redentor, sino al reconocer su pequeñez, no desea otra cosa
que cumplir el designio divino no con su humana virtud, sino uniéndose como esclava a los
deseos de su Señor y Creador.33
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Dejar unos minutos de silencio para que cada seminarista reconozca si a ejemplo de la
Virgen María han escuchado siempre la voz de Dios, o por causa del pecado se han
ensordecido. También han de revisar si han cultivado la humildad para reconocerlos y
cambiarlos, asistidos por la poderosa intercesión de la Madre de Dios y madre nuestra.

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Se recomienda que a lo largo de la semana el rezo de santo se ofrezca de modo personal y
comunitario, para pedir por intercesión de la Santísima Virgen María, la gracia de estar
atentos a la voz de Dios, y de ser humildes, para responder con alegría y generosidad a la
vocación a la que Dios nos ha llamado.

29
Cf. GS (N.11) PG 173-174.
30
Cf. Gal 4,4
31
Cf. Documentación litúrgica, nuevo enquiridión de san pío X a Benedicto XVI, n. 4385, pg. 1096.
32
Cf. CEC 494. Pg. 138.
33
Cf. ALFONSO MARÍA DE LIGORIO, las glorias de María, págs. 210-216.
III.- BLOQUE: LA GRACIA Y EL PECADO
3.1 EL PECADO, RECHAZO AL AMOR DE DIOS
OBJETIVO: Inducir a los alumnos en el conocimiento de la realidad del pecado y sus
consecuencias, para que ellos logren rechazarlo y optar por la vida de la gracia.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
El pecado, según la definición del Catecismo de la Iglesia católica consiste en un acto o un
deseo contrarios a la ley eterna. 34 San Agustín de Hipona lo definirá como: el amor de sí

34
Cf. CEC. Nros. 1849-1850
mismo hasta el desprecio de Dios.35 De acuerdo a la gravedad los pecados se clasifican en
veniales o mortales. 36
Pecado Mortal: Es todo aquél acto de la voluntad que se dirige contra la caridad en la
relación con Dios, como por ejemplo: la blasfemia, el perjurio; o contra la caridad al
próximo: el homicidio, el adulterio.37 Para que alguna persona incurra en pecado mortal se
requieren tres condiciones: Materia grave, pleno conocimiento y pleno consentimiento. La
materia grave es cualesquiera de las faltas contra de los diez mandamientos.38
Pecado Venial: Se origina cuando la voluntad del pecador se dirige a una cosa que
contiene en sí un desorden, que no atenta en grado sumo a la caridad con Dios o para con el
próximo, tal es el caso de las palabras ociosas que de algún modo pueden ofender la
relación entre el hombre y Dios, y entre los mismos hermanos. 39 Ha de tenerse en cuanta
que el pecado venial que se comete de modo constante y deliberando, sin el debido
arrepentimiento, va conduciendo poco a poco a cometer cualquier pecado mortal.40
Consecuencias del pecado:
El pecado engendra el vicio, y el vicio es contrario a la virtud y al orden establecido por
Dios. El pecado tiende a reproducirse, y a reforzarse como un virus que se expande en un
organismo, tiene consecuencias negativas en la vida personal y comunitaria. 41 Los pecados
pueden clasificarse según el número de las virtudes, pero de modo contrario, o en los
pecados capitales, que son todos aquellos pecados de los que se derivas otros.42
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Una vez visto a groso modo lo que es el pecado y sus consecuencias, invítese a los
seminaristas a reflexionar cuál es el pecado dominante, o el hábito vicioso que en su vida
personal ha llegado a afectar a la vida de la comunidad. Se recomienda realizar este
momento en un ambiente de silencio, o con cantos de meditación y de perdón.

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Ahora es el tiempo de reparar el daño ocasionado. Se prepone exhortar a los alumnos en la
dirección espiritual comunitaria a reparar de algún modo el daño que se ha cometido contra
alguien. Por ejemplo si se tomó algo sin permiso, regresarlo. Si se ofendió a alguien con
malas palabras, pedir perdón. Que cada uno conforme a su creatividad piense y ejecute en
la brevedad un acto virtuoso para contrarrestar cualquier clase de vicio.

35
Cf. CEC. Nro. 1850
36
Cf. CEC. Nro. 1856
37
Cf. CEC. Nro. 1856
38
Cf. CEC. Nro. 1859 y 1863.
39
Cf. CEC. Nro. 1856
40
Cf. CEC. Nro. 1863. Pg.511
41
Cf. CEC. Nro. 1865.
42
Cf. CEC. Nro. 1866.
3.2 LOS PECADOS CAPITALES
OBJETIVO: Comprender el significado de “pecado capital” y ayudar a los seminaristas
a identificar mejor el pecado para lograr un mejor discernimiento de la propia conciencia.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
El pecado es una realidad que toca la conciencia del ser humano. Aunque algunos no
quieren llamarle pecado, por su connotación “moral”, pueden darse cuenta que en su
interior, aquella “falta” o error inquieta.
Los católicos comunes suelen distinguir entre pecados graves y pecados no graves
(veniales), pero con poca capacidad para identificar si su pecado es o no grave.
Además de la dificultad anterior, muchos han escuchado sobre los diez mandamientos, y
sobre los pecados capitales, pero difícilmente pueden nombrarlos todos y encuentran aún
más dificultad en saber qué falta cometieron en realidad al reflexionar sobre algún pecado
cometido.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Evagrio Póntico en el siglo IV (“sobre los ocho vicios malvados”) enumera las principales
pasiones del hombre en 8 (ira, soberbia, vanidad, envidia, avaricia, cobardía, gula y lujuria),
un siglo más tarde el sacerdote rumano Juan Casiano (“colaciones”) redujo la lista a los
siete que hoy conocemos. El papa Gregorio Magno (540-604) los oficializó en su obra
monumental conocida como “moralia in Job” o “expositio in librum Iob” que es un
comentario al libro de Job.
El término “capital” no se refiere a la gravedad del pecado, sino a que da origen a muchos
otros pecados. Capital se deriva del sustantivo cabeza que designa la parte superior y la que
dirige el cuerpo de un animal, aquí se aplica metafóricamente a todo lo que es principio de
algo, que origina y/o dirige a otros pecados.
Un pecado capital es aquel que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su
deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel
vicio como su fuente principal.
El pecado capital puede darse en el pensamiento o en la obra.
La clave para entender este tipo de vicios es comprender que el vicio se da cuando hay un
desorden, un exceso, un mal uso. Por ejemplo el comer algo delicioso moderadamente
como un buen chocolate después de haber comido con normalidad no puede llamarse gula,
se puede deleitar el paladar con moderación sin pecar.
Los fines que buscan estos pecados son fuertemente apetecibles para el hombre y por eso el
mismo apetito engendra los medios para alcanzar este fin. Tales medios son otros pecados
particularmente afines a este medio, por ejemplo la avaricia, que tiene como fin la
indefinida acumulación de riquezas, engendra el fraude, el dolo, el robo, la dureza del
corazón y muchos otros que tiendan a ese fin.

Se presenta ahora una tabla con el vicio capital y la virtud que lo combate

Vicio capital Virtud que lo combate


Soberbia Humildad
Avaricia Generosidad
Lujuria Castidad
Ira Paciencia
Gula Templanza
Envidia Caridad
Pereza Diligencia

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Se puede reflexionar en dos elementos que ayuden al avance en nuestra vida espiritual:
1. Identificar el vicio capital dominante (pudieran ser más de uno) y proponerse acciones que
nos lleven a practicar la virtud que lo combate.
2. Ya que señalamos que el pecado capital da origen y dirige muchos otros pecados, una
buena confesión debe incluir esos pecados cometidos y no sólo el pecado capital, por lo que
formar una buena conciencia implica identificar cada una de esas faltas, para después poder
combatirla.
ACTIVIDAD
Elegir algún pecado capital (o algunos, si el tiempo lo permite) y en una lluvia de ideas
proponer actividades que ayuden a practicar la virtud que lo combate.

BIBLIOGRAFÍA:
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma Teológica, I-II, 71-89
Catecismo de la Iglesia Católica, 1866, 2514, 2534, 2290, 2539, 2094, 2733

3.3 EL ESTADO DE GRACIA


OBJETIVO: Ayudar a los alumnos a valorar la vida de gracia a través de un
conocimiento adecuado de los sacramentos de acuerdo a la doctrina de la Iglesia para que
luchen con valor por conservarla.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Mucho se nos habla en la formación espiritual de la vida de gracia. Que hemos de
conservarla y en caso de haberla perdido necesitamos correr tras ella para volverla a
alcanzar; o más bien dicho, ponernos en camino de ser alcanzados por ella. Sea de ello lo
que fuere. Lo cierto es que existe en nosotros y es una realidad de la que nos habla nuestra
Iglesia.
Desde los principios de la humanidad Dios elevó al ser humano a la gracia sobrenatural, no
fue un acto improvisado por Dios luego de la caída por el pecado de Adán y Eva, puesto
que fueron dotados de justicia y santidad desde sus orígenes.43
En el Catecismo de la Iglesia Católica encontramos la siguiente definición: ˂˂La gracia es
el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos
de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina, de la vida eterna˃˃44 También
la gracia es en pocas palabras: la participación de la vida de Dios (CEC1997).
La gracia divina es habitual y actual; en cuanto habitual, significa que poseemos una
disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para vivir con Dios y obrar por
su amor. La gracia actual se refiere a las intervenciones de Dios en la vida de los creyentes
e incrédulos para movernos a la conversión.45
La gracia presupone la fe de quien la solicita, es un don del Espíritu de Dios que recibimos
desde nuestro bautismo. No es debido a méritos personales por los que se la obtiene, pero si
requiere de nuestra parte ciertas disposiciones.46
La gracia de Dios ha de ser reconocida en nosotros y hemos de actualizarla, así como
cualquier electro doméstico por muy bueno que sea para realizar cualquier función es
inservible si no se le conecta a la corriente eléctrica, del mismo modo la gracia de Dios en
nosotros necesita la fuerza del Espíritu Santo para ponernos a obrar conforme a sus
mociones. ¿Cómo se logra esto? Basta recordar las palabras de Jesús en el evangelio: Pidan
y se les dará, busquen y encontrarán, porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al
que toca se le abrirá (Mt 7, 7-8) .47
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
En el día en que se reflexione sobre la gracia, se recomienda que iluminados por la Palabra
de Dios, se lleven como punto de meditación las siguientes preguntas: ¿Cómo me siento
cuando estoy en buena relación con Dios, o cuando vivo en la vida de gracia? ¿Qué
consecuencia noto cuando pierdo la gracia o me encuentro en pecado?
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Movidos por el Espíritu de arrepentimiento es aconsejable propiciar un acto penitencial
comunitario, y de no ser posible de momento, promuévase la confesión personal, de tal
modo que nadie se quede sin estar en gracia de Dios, a través del Sacramento de la
reconciliación de Dios.

43
A. ROYO MARÍN, O.P. Ser o no ser santo esa es la cuestión, Pg. 41. Madrid BAC.2000.
44
Cf. CIC 494. Pg. 540
45
Cf. CIC 494. Pg.540
46
Cf. CIC 494. Pg.542
47
A. ROYO MARÍN, O.P. Ser o no ser santo esa es la cuestión, Pg. 49. Madrid BAC.2000.
3.4 LA CASTIDAD: INTEGRACIÓN HUMANA DE LA SEXUALIDAD
OBJETIVO: Descubrir el valor de la castidad, integrando la propia sexualidad como un
don de Dios para vivir en la armonía conmigo mismo y los demás.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La castidad tiene como significado la integración de la sexualidad en la persona humana, en
su ser corporal y espiritual.48 La castidad por tanto requiere del dominio de sí, que va
fortaleciendo la voluntad que se realiza de modo libre; para lograr la virtud de la castidad se
necesita de un conocimiento de sí mismo. 49 Esto nos remite al ejemplo de lo que realizaba
Sócrates con sus alumnos para comenzar la enseñanza de las grandes verdades de la vida,
diciéndoles: conócete a ti mismo. Porque del auto conocimiento se obtiene considerable
ventaja para reconocer las propias debilidades, pero también se podrá implementar la
necesaria dosis de ascesis, que contribuya a la moderación y mortificación de los sentidos50.
La castidad es la virtud sobrenatural moderadora del apetito genésico, del apetito
procreador. De tal manera que el ejercicio de la sexualidad no es lo principal en la vida del
hombre, pero constituye una parte de su ser corporal y psicológico que es importante
integrar y no combatir como si de un enemigo irreconciliable se tratara51.
A la voluntaria abstención del ejercicio de la sexualidad, se le conoce como virtud virginal
de la castidad, y el que la asume libremente hace presente, de manera anticipada la
realidad del Reino de los Cielos en la tierra 52. Es importante mencionar que la castidad
también es una virtud que compete a los llamados a la vida matrimonial, que se observa
desde el noviazgo, en donde los novios se conocen para prepararse al Sacramento que los
unirá para toda la vida, pero reservando la unión marital hasta el momento de haber
contraído nupcias. Y ya siendo esposos no significa que deban entregarse
desordenadamente a los placeres sensuales por hablar de una sexualidad legal, sino que
también han de aprender a educarse y a potenciar otros muchos aspectos de la sexualidad
humana que no se limitan a la unión genital53.
Algunos pecados contra la castidad:
La lujuria: Deleite desordenado del placer venéreo. Se busca solo el placer en sí mismo,
separándolo de la finalidad para lo que nos fue dado54.
La masturbación: Excitación voluntaria de los órganos sexuales buscando el placer
venéreo. La doctrina católica es clara contra la mentalidad pseudocientífica que dice que es
un acto normal en el comportamiento humano55.
La pornografía: Consiste en sacar de la intimidad de los protagonistas actos sexuales
reales o imaginarios para exponerlos ante terceros; lo cual resulta una falta grave de la
explotación humana cosificando a las personas, reduciéndolas a meros objetos de placer56.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Se propone de manera individual que cada uno de los alumnos frente a una imagen de la
Virgen María, haga un breve examen de conciencia pensando las veces que ha fallado

48
Cfr. CEC. No. 2337.
49
Cfr. CEC. No. 2339.
50
Cfr. CEC. No. 2340.
51
ANTONIO ROYO MARÍN. Teología de la perfección cristiana. Págs. 562-563. Vol. II. BAC. Madrid, 1962.
52
Cfr. Mt. 19,12.
53
ANTONIO ROYO MARÍN. Teología de la perfección cristiana. Págs. 562-563. Vol. II. BAC. Madrid, 1962.
54
Cfr. CEC. No 2351.
55
Cfr. CEC. No 2352.
56
Cfr. CEC. No 2354.
contra la castidad, y realizar con su intercesión el propósito de romper con cualquier tipo de
esclavitud sexual.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Una vez que ya se ha hecho el compromiso ante Dios y la Virgen de vivir en la pureza, ya
solo queda realizar una auto-restricción de todo aquello que nos induzca al pecado. Entrar a
las redes sociales únicamente buscando lo que me lleve al bien y la verdad y no aquello que
me esclavice por medio de la mentira, practicando la mortificación de los sentidos, para
poder decir con el Apóstol Pablo: todo lo puedo, pero no todo me conviene, todo lo puedo,
pero no me haré esclavo de nada, ni de nadie (1Co 6,12).

3.5 SANTA MARÍA GORETTI


OBJETIVO: Reflexionar en el camino que puede conducirnos a la pureza, a la santidad, y
evitar el camino y los medios que pueden ir pervirtiendo nuestra persona.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Hablar de pureza, castidad, celibato, virginidad, o algún tema parecido, en estos tiempos
suena a retrograda, anticuado o de una persona exageradamente pía. Sin embargo, no es
difícil ver en la sociedad cómo las personas sufren por sus errores cometidos en torno a la
pureza, a la castidad. Aun los que viven más libertinamente, padecen de un sentido de
vacío, de falta de plenitud, de haber sido objeto y/o de usar como objeto a alguien.
Luego de algún tiempo de este sin sabor de su vida, buscan recobrar una pureza que no va a
volver, las secuelas en su mente, en su cuerpo y en su alma serán superables, pero nunca
dejarán de sentir un cierto peso en su persona.
Viendo esta realidad, es muy relevante el tema de la pureza hoy en día, más aun para quien
pretende consagrar su vida a Dios. Una conciencia limpia, un amor puro y desinteresado,
una afectividad bien definida y centrada en el espíritu más que en la carne.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
El 16 de octubre de 1890 nace María Teresa Goretti, en una familia muy devota a la Virgen
de Loreto. La piedad y el cariño a María, así como el gusto por el rosario, no serán
coincidencia en la santa, sino un valor religioso que desde pequeña fue aprendiendo a
gustar.
María tiene gran fuerza de ánimo, mucho sentido común y es muy atenta a las labores
domésticas, muchas de las veces, viendo a su madre cansada, le pedirá que vaya a
descansar mientras ella termina de recoger la mesa y lavar los trastes después de la cena.
Habitualmente rezaba el rosario después de cenar.
Tenía gran cuidado de su cuerpo y guardaba gran pudor sobre él, característica común en
los santos y que evita mucha vanidad o culto al cuerpo. Utilizaba un chal que cubría su
cabeza y su cuello, por ello algunas personas le llamaban la monjita. Ella tenía la devoción
de rezar a diario tres aves marías para pedir la pureza.
Vivía entre la pobreza y el trabajo, no sabía leer ni escribir, por lo que en su proceso de
santidad se le dispensaran los escritos. Evitaba conversaciones ociosas, por ejemplo con
una niña vecina que era de un vocabulario licencioso.
Por otro lado, su asesino, Alejandro Serenelli, crece sin el amor de su madre, con un padre
violento y bebedor. En su cuarto tenia algunas imágenes no pudorosas, y solía comprar
algunas historietas de campiña. Él mismo señala que comenzó a procurar malas amistades.
Los Goretti habían dejado su pueblo natal y emigraron a Lazio, allí compartían casa con los
Serenelli, las tierras pertenecían a un conde y ellos, junto con otras familias, debían
trabajarlas y producir lo que se les exigía para que el conde les firmara un contrato con
mayores beneficios.
La santa con gran alegría motivaba a todos, diciendo que lograrían el trabajo pedido, y solía
llevar el refrigerio hasta el lugar donde trabajaban.
Alejandro Serenelli, habiendo pervertido su mente y su corazón, siente deseos deshonestos
por la Santa Goretti, comienza a acosarla y varias veces la toma con fuerza, pero ella logra
alejarse. Ella pide a su madre que no la deje sola, a lo que su madre responde que están sus
hermanitos. La santa es muy prudente y evita ella misma estar sola en casa.
Los deseos de Serenelli comienzan a crecer y está totalmente decidido a hacer lo que sea
por ultrajarla. El día en que lleva a cabo su plan él le pide remendar una camisa que dejó en
su habitación sobre su cama, la santa no responde y su madre le insiste en que haga caso, la
santa llama la atención de su madre mientras toma la camisa y cuando todos trabajen fuera
de casa, aunque no lejos, separando y empacando la cosecha, la santa estará remendando la
camisa en la escalera que daba al interior de la casa. Bajo la escalera yacía ebrio el padre de
Alejandro.
Alejandro está decidido, sube a la casa y llama al interior a la santa, ella se niega, y el con
prontitud la toma a la fuerza y la lleva dentro, ya ha preparado el lugar despejando el
comedor quitando las sillas, comienza a querer abusar de la santa a lo cual ella insiste una y
otra vez que es pecado, que se condenará, que por favor no lo haga. Alejandro de 20 años,
trabajador de campo, forcejea con la niña que aún no cumple sus 12 años, sin embargo
como aquellas grandes santas de la pureza, Goretti parece tener una fuerza sobrenatural, la
cual Alejandro no puede vencer, declarará que forcejearon unos 10 minutos, y al verse
vencido toma aquel estilete de 23 centímetros y comienza a apuñalarla una y otra vez. La
santa se preocupa por cubrir su cuerpo son sus vestidos y sigue aún fuerte, pero al momento
de caer rendida en un charco de sangre Alejandro huye a refugiarse en su cuarto. La santa
logra levantarse y lanzar gritos a su madre, ante lo cual, el joven regresa y atraviesa su
corazón para volver luego a su cuarto. La santa logra arrastrarse a la puerta y gritar al padre
de Alejandro, éste dará aviso a todos y Goretti será llevada con el médico.
Una cirugía de dos horas a la cual la niña resiste, no podía ser anestesiada pues tenía el
corazón y uno de los pulmones atravesados. No hubo un sólo lamento. María solo decía
tengo sed, sin embargo el médico había prohibido comida y bebida debido a la condición de
la santa. María agoniza, va a morir, el sacerdote la confiesa y le da el viatico, el sacerdote le
habla de la pasión de cristo que en la cruz perdona, y le pregunta sobre su asesino, la santa
dice: le perdono, y quero que este conmigo en el paraíso, que Dios le perdone porque yo ya
le he perdonado.
Al preguntarle sobre los acosos, la santa le dice a su madre que no le contaba por
vergüenza, y también porque el amenazó con matarla si lo contaba, aunque de todos modos
la mató.
14 heridas con el arma, el corazón, un pulmón, el diafragma y los intestinos fueron
atravesados. Muere por la peritonitis séptica debido a los intestinos perforados.
Pronto comienza la voz del pueblo, ha muerto una santa. Algunos testimonios hablan de
haberla visto luego de su muerte, y otros de haber pedido su intercesión y haber sido
escuchados en casos extremos de dificultad.
Al cabo de unos años en la cárcel Alejandro sueña a la santa en un jardín de lirios, ella corta
algunos y se los da, al momento se convierten en fuego y ella le sonríe. La imagen que se
venera de la santa lleva 14 lirios, el número de las heridas, el fuego de su martirio, y la
sonrisa el signo del perdón.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Se pueden observar dos caminos, el que va conduciendo a la virtud, la alegría, la santidad, y
el que va conduciendo al pecado, a la perversión.
Pregúntate ¿los medios de los que te rodeas contribuyen más a la virtud o a la perversión?
BIBLIOGRAFÍA: SANTIAGO MORELLI, Santa María Goretti, ed. San Pablo

IV.- BLOQUE: EL SILENCIO ENCUENTRO CON EL SEÑOR


4.1 EL SILENCIO INTERNO Y EXTERNO
OBJETIVO: Qué el seminarista comprenda la relación existente entre el silencio interior
y exterior, para que dominando los ruidos exteriores logre la quietud interior que le
permita un encuentro consigo mismo y con Dios.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La experiencia del silencio
*El silencio es una gracia, nos permite descubrir el amor de Dios.
*En el silencio puede sentirse sobre el cuerpo el profundo amor de Dios por mí.
El alma no necesita palabras para saber que está teniendo un encuentro de amor profundo
con Dios. El alma es serena. Es quieta. No hay nada en ella que le preocupe pues sabe que
es para Dios. Cuando la mente logra cruzar esos matorrales que le impiden darse cuenta de
lo que en realidad es estar vivo, entonces está en su verdadera tierra, ahí donde todo es paz,
bondad, belleza y bien.
El alma es todo eso y es más que eso. Por eso la oración es tan importante, una oración que
permita en sus primeros minutos lograr atravesar esa maleza de pensamientos,
preocupaciones, deseos, egoísmos y egos…
La oración permite reconocer que más allá de la mente está el alma y que el alma ha sido
creada por Dios y para Dios. Por ello es que en el silencio se puede escuchar a Dios y si se
es dócil se puede comprender el sentido de la propia vida y así dejar de luchar.
¿En una época en la que hay propuestas espirituales por todos lados hay que meter mucha
cabeza y reflexionar hacia dónde me lleva esta o aquella propuesta… es una que me atrae al
Amado, al silencio de amor? O una que me invita a lograrlo todo, a fluir y hacerme uno con
el universo. Son propuestas muy diferentes y dos caminos que nunca podrán encontrarse.
Si todos apreciáramos la belleza del silencio, tendríamos un encuentro más personal con
Dios y viviríamos amando a Dios en la persona de Cristo. “La oración de Jesús nos indica
que tenemos necesidad de detenernos, de vivir momentos de intimidad con Dios,
«desconectándonos» del ruido de cada día”
La dinámica de la palabra y el silencio, que marca toda la oración de Jesús, y concierne
también a nuestra vida de plegaria en el centro de las reflexiones de la catequesis
que Benedicto XVI desarrolló en diversos idiomas aludiendo a que el silencio tiene la
capacidad de abrir en la profundidad de nuestro ser un espacio interior, para que Dios
habite, su mensaje permanezca, y nuestro amor por Él penetre la mente, y en el corazón.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
El Papa pide "silencio interior y exterior" para poder escuchar la Palabra de Dios
Saludo del Papa en español:
Deseo hablar hoy sobre la dinámica de la palabra y el silencio, que marca toda la oración de
Jesús, y concierne también a nuestra vida de plegaria en dos direcciones. La primera es la
disposición para acoger la Palabra de Dios. Es necesario favorecer el silencio interior y
exterior para que dicha Palabra pueda ser escuchada. Con frecuencia, los Evangelios nos
presentan al Señor que se retira solo a un lugar apartado para orar. El silencio tiene la
capacidad de abrir en la profundidad de nuestro ser un espacio interior, para que Dios
habite, para que permanezca su mensaje, y nuestro amor por Él penetre la mente, el
corazón, y aliente toda la existencia.
En segundo lugar, en nuestra oración nos encontramos ante el silencio de Dios, en el que
puede advertirse un sentido de abandono o la sensación de que Él no nos escucha, ni
responde. Pero este silencio, como le sucede a Jesús, no es señal de ausencia. El cristiano
sabe que el Señor está presente y escucha, aun en la oscuridad del dolor, del rechazo y de la
soledad. Jesús nos asegura que Dios conoce nuestras necesidades; nos conoce en lo más
íntimo y nos ama. Y esto debe ser suficiente.
Texto completo de la catequesis del Papa:
Queridos hermanos y hermanas, en una serie de catequesis precedentes he hablado sobre la
oración de Jesús y no quisiera concluir esta reflexión, sin detenerme brevemente sobre el
tema del silencio de Jesús, tan importante en la relación con Dios.
En la Exhortación apostólica Postsinodal Verbum Domini, había hecho referencia al papel
que el silencio asume en la vida de Jesús, sobre todo en el Gólgota: "Aquí estamos frente a
la "Palabra de la Cruz "(1 Cor 1,18). El verbo enmudece, se convierte en silencio mortal, ya
que se "dijo" hasta callar, que no retuviera nada de lo que teníamos que comunicar "(n. 12).
Frente a este silencio de la cruz, San Máximo el Confesor pone en los labios de la Madre de
Dios la siguiente expresión: "Sin palabra está la Palabra del Padre, que hizo a todas las
criaturas que hablan, sin vida están los ojos apagados de aquel que a su palabra y a su gesto
se mueve todo lo que tiene la vida "(La Vida de María, n 89:.. Textos marianos del primer
milenio, 2, Roma 1989, p 253).
La cruz de Cristo no sólo muestra el silencio de Jesús como su última palabra al Padre, sino
que también revela que Dios habla a través del silencio: "El silencio de Dios, la experiencia
de la lejanía del Omnipotente y Padre es la etapa decisiva en el camino terreno del Hijo de
Dios, la Palabra encarnada. Colgado en la cruz, se ha lamentado por el dolor causado por
este silencio: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado" (Mc 15:34, Mt 27:46).
Continuando en la obediencia hasta el último aliento de vida, en la oscuridad de la muerte,
Jesús ha invocado al Padre. A Él se ha confiado en el momento del pasaje, a través de la
muerte, a la vida eterna: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23:46) "(ib.,
Verbum Domini, 21). La experiencia de Jesús en la cruz es profundamente reveladora de la
situación del hombre que reza y de la culminación de la oración: después de haber
escuchado y reconocido la Palabra de Dios, debemos mesurarnos con el silencio de Dios,
expresión importante de la misma Palabra divina. La dinámica de la palabra y el silencio,
que marca la oración de Jesús en toda su vida terrena, sobre todo en la cruz, toca también
nuestra vida de oración en dos direcciones.
La primera es la que se refiere a la recepción de la Palabra de Dios. Es necesario el silencio
interior y exterior para que esa palabra se puede escuchar. Y este es particularmente un
punto difícil para nosotros en nuestro tiempo. De hecho, la nuestra es una época que no
favorece el recogimiento; es más a veces se tiene la impresión de que haya miedo a salirse,
aunque sea por un instante, del río de palabras e imágenes que marcan y llenan los días. Por
esto en la citada Exhortación Apostólica Verbum Domini, he recordado la necesidad de
educarnos sobre el valor del silencio: "Redescubrir la centralidad de la Palabra de Dios en
la vida de la Iglesia significa también redescubrir el sentido de paz interior y de meditación.
La tradición patrística nos enseña que los misterios de Cristo están engastados al silencio, y
sólo en el silencio la Palabra puede encontrar morada en nosotros, como ocurrió en María,
inseparablemente mujer de la palabra y el silencio "(n. 21). Este principio de que sin el
silencio no se oye, no se escucha, no se recibe una palabra, este principio vale para la
oración personal, especialmente, pero también para nuestras liturgias: para facilitar una
escucha auténtica, éstas deben también estar llenas de momentos de silencio y de acogida
no verbal. Es siempre válida la observación de San Agustín: Verbo crescente, verba
deficiunt - "Cuando la Palabra de Dios crece, disminuyen las palabras del hombre " (cf.
Sermo 288,5: PL 38,1307, Sermón 120,2 PL 38.677).
Así pues, la primera dirección, es la de volver a aprender el silencio para escuchar, que
nos abre a los demás, a la palabra de Dios.
Pero hay también una segunda e importante relación del silencio con la oración. De
hecho, no hay sólo nuestro silencio para prepararnos a la escuchar la Palabra de Dios; a
menudo en nuestras oraciones, nos encontramos con el silencio de Dios, probamos casi una
sensación de abandono, nos parece que Dios no escuche y no responda. Pero este silencio
de Dios, como pasó con Jesús, no marca su ausencia. El cristiano sabe bien que el Señor
está presente y escucha, incluso en la oscuridad del dolor, del rechazo, y de la soledad.
Jesús tranquiliza a los discípulos y a cada uno de nosotros de que Dios conoce bien nuestras
necesidades en cualquier momento de nuestras vidas. Él enseña a sus discípulos: "Cuando
recéis, no habléis mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán
escuchados. No hagáis como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo
que os hace falta, antes de que lo pidáis". (Mt 6,7-8).
Un corazón atento, silencioso, abierto, es más importante que muchas palabras. Dios nos
conoce por dentro, más que nosotros mismos, y nos ama: saber esto debería ser suficiente.
En la Biblia la experiencia Job es particularmente significativa al respecto. Este hombre, en
poco tiempo, pierde todo: familiares, bienes, amigos, salud; pare que la conducta de Dios
hacia él sea el abandono, el silencio total. Y, sin embargo, Job, en su relación con Dios,
habla con Dios, clama hacia Dios en su oración. A pesar de todo, conserva intacta su fe y al
final descubre el valor de su experiencia y del silencio de Dios.
De este modo, al final, dirigiéndose al Creador, puede concluir: «Yo te conocía sólo de
oídas, pero ahora te han visto mis ojos». (Job 42,5). Casi todos nosotros conocemos a Dios
sólo de oídas y cuán más abiertos estamos a su silencio y a nuestro silencio, más
empezamos a conocerlo realmente.
Dice Anselm Grun que el silencio exterior puede contribuir a que se calmen las emociones
interiores.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Una vez que hemos hecho un somero estudio sobre el silencio interior y exterior
iluminando nuestra realidad con el mensaje del Papa Benedicto XVI, algunas citas bíblicas
y la reflexión de la propia realidad es necesario que aterricemos este tema en nuestra vida
personal y lo traduzcamos en cosas concretas que puedan ayudarnos en nuestra vida
ordinaria, tanto personal como comunitaria.
Si no comenzamos por conocer lo que hace ruido en nuestro interior y reconociéndole, no
sabemos cómo tranquilizarlos se volverá una grande dificultad para nosotros poder
escuchar la voz de Dios que frecuentemente nos habla.
Será importante preguntarnos:
1. ¿Cuáles son los ruidos externos que debo saber controlar?
2. ¿Cuáles son los ruidos internos que me inquietan?
3. ¿Me cuesta trabajo estar en silencio?, ¿A qué creo que se debe?
4. ¿Soy capaz de dominar los ruidos externos e internos para encontrar a Dios en el
silencio?
ACTIVIDADES SUGERIDAS:
 Contestar las preguntas precedentes
 Que el seminarista guarde silencio y desde ahí describa los ruidos que le
rodean
 Que el seminarista enumere los ruidos internos que descubre en sí mismo
para el posterior diálogo en la entrevista espiritual.

BIBLIOGRAFÍA
Alma Siletium, SHEILA MORATAYA, Austin, TX, sheilamorataya.co, 8 septiembre 2017,
Sección: Blog, Sheila Morataya.
BENEDICTO XVI, Audiencia General, Plaza de San Pedro, miércoles 7 de marzo de 2012
ANSELM GRUN, El elogio del silencio, Sal Terrae 2004.

4.2 EL SENTIDO DEL SILENCIO SAGRADO


OBJETIVO: Lograr que el seminarista descubra en el silencio que precede al descanso
nocturno una oportunidad para repasar el día, encontrarse con Dios y preparar delante de
Él los compromisos para el día siguiente.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Nuestra sociedad nos envuelve en el ruido, hasta en el lugar más remoto empieza a haber
demasiado ruido. El tráfico, las pantallas, la concentración de gente son demasiados
estímulos que cansan a nuestro cerebro.
Muchas veces nosotros nos imponemos el ruido: música, series, televisión… Este ruido se
prolonga a lo largo de toda la jornada, terminamos llenos de ruidos, de palabras, de ahí que
sea necesario hacer un alto para poder disponer el cuerpo y el ama al descanso.
El silencio se ha convertido en un bien al que sólo pueden acceder personas privilegiadas,
aunque muchos automáticamente asociemos el silencio con el aburrimiento e incluso con la
enfermedad. Pero lo cierto es que el ruido cada vez se asienta más como sinónimo de estrés.
Los médicos aconsejan encontrar durante el día ratos de silencio. Sin música, sin voces, sin
ruidos que nos perturben, aunque sean algunos minutos.
Los ruidos que durante el día vamos compilando deben poco a poco desaparecer de modo
que podamos disponernos al descanso de la noche. Muchas veces los ruidos o
acontecimientos del día los llevamos hasta la hora de ir a dormir y en ocasiones se
convierten en distractores al pretender descansar.
Aunque la realidad de nuestro tiempo nos envuelva entre ruidos, es necesario incluso por
estabilidad emocional saber dejarlos, de esta manera podremos descansar y estar listos para
la siguiente jornada.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
“Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas … tu Palabra omnipotente se lanzó
desde el cielo” (cf. Sab 18,14-15). Así una antífona de la octava de Navidad recuerda, con
extraordinaria libertad, cómo en la noche del Éxodo se realizó la liberación del hombre y la
emancipación del pecado.
Es necesario callar para escuchar, como al inicio de un concierto.
Esto es indispensable para rezar: “retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre
que está en lo secreto” (Mt 6,6). La habitación es el alma. El ruido incluso amenaza la salud
de los seres humanos y hablando espiritualmente el silencio se convierte en un remedio
para los males interiores que con frecuencia nos aquejan y persiguen, se convierte además
en una oportunidad para enfrentarlos, reconocerlos y vencerlos. La experiencia nos
comunica que cuándo estamos tranquilos, en silencio, incluso tenemos mejores relaciones
con los demás.
El secreto de la conciencia en el que se puede oír la voz de Dios, en la noche silenciosa
como para Samuel. Hace falta silencio para que Dios pueda hablar y nosotros escucharle.
De la oración a Dios se pasa a la escucha de Dios. El Sínodo sobre la Palabra de Dios no
olvidó insistir en el silencio como espacio privilegiado para recibirla. Los misterios de
Cristo – el Papa lo recuerda en la Exhortación apostólica post-sinodal Verbum Domini –
están unidos al silencio, como dicen los Padres de la Iglesia. Así, más que multiplicar los
encuentros bíblicos, es necesario tener “realmente en el centro el encuentro personal con
Cristo que se nos comunica en su Palabra” (n. 73).
Silencio para favorecer el recogimiento. En Pablo encontramos la exhortación a reforzarse
en el hombre interior (Ef 3,16). Seamos honrados: hoy hay una hipertrofia del hombre
exterior y un debilitamiento preocupante de su energía interior” (J. Ratzinger, Fede, Verità,
Tolleranza. Il cristianesimo e le religioni del mondo, Cantagalli, Siena 2003, p. 167).
El silencio como camino espiritual consta de tres fases: el encuentro consigo mismo, el
desprendimiento o liberación y la unidad con Dios y con uno mismo.
Por su parte, el silencio que precede al descanso nocturno tiene también muchas ventajas,
entre otras, nos permite apaciguar el alma, los ruidos del día y con mayor facilidad entrar al
descanso verdadero que nos permite renovar energías y proseguir con la jornada que se
presenta como próxima, y si a este silencio lo acompañamos con la previa escucha de la
Palabra de Dios se convertirá en motivo también para la reflexión.
Anselm Grun señala algunos peligros del hablar: el primero es la curiosidad que genera
dispersión y una persona dispersa se preocupa por todas las cosas imaginables, incluso las
superficiales. El segundo peligro consiste en juzgar a otros. El tercer peligro es el ansia de
notoriedad, ser el centro de cuanto decimos, pues el que habla quiere llamar la atención. El
cuarto peligro es que se descuida la actitud de vigilancia interior.
En el mismo tenor dice Anselm Grun que el silencio es un camino para encontrarse a sí
mismo, ha de ser una disciplina que debe generar una actitud interior.
El silencio sagrado se convierte pues en una oportunidad de encuentro consigo mismo y
con Dios y así disponerse al descanso que regenere y prepare para la jornada siguiente. Este
silencio ha de ejercitarse partiendo del exterior para llegar después y con provecho al
silencio interior; es necesario tranquilizar los ruidos circundantes, adentrarse en uno mismo
y salir al encuentro de Dios. Un elemento importante en este recurso previo al descanso es
hacer un ejercicio previo de examen de conciencia, escucha de la Palabra de Dios y
disposición al descanso.
No será suficiente un “aparente o convincente” silencio, es necesario d verdad luchar por
apaciguar nuestras inquietudes, así se lograrán progresivos y firmes beneficios.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
El silencio es ordinariamente el «lugar» en el que Dios nos espera: para que logremos
escucharle a Él, en vez de escuchar el ruido de nuestra propia voz necesitamos ejercitarnos
en él.
La versión griega de los Setenta y la Vulgata han traducido «una brisa suave»,
probablemente para evitar la aparente contradicción entre ruido o voz, de una parte,
y silencio, de otra. Pero lo que significa la palabra es precisamente el silencio. Con esta
paradoja el autor sagrado sugiere, pues, que el silencio no está vacío, sino lleno de la
presencia divina. «El silencio custodia el misterio», el misterio de Dios. Y la Escritura nos
invita a entrar en este silencio si queremos encontrarle.“Quien ha comprendido las palabras
del señor, comprende su silencio, porque al señor se le conoce en su silencio” (San Ignacio de
Antioquía)
¿Por qué Dios calla? A menudo, las Escrituras nos presentan su silencio, su lejanía, como
una consecuencia de la infidelidad del hombre.
Dios permanece a veces en silencio, aparentemente inactivo e indiferente a nuestra suerte, porque
quiere abrirse camino en nuestra alma
Escribía san Ignacio de Antioquía que «quien ha comprendido las palabras del Señor,
comprende su silencio, porque al Señor se le conoce en su silencio». El silencio de Dios es
a menudo para el hombre el «lugar», la posibilidad y la premisa para escuchar a Dios, en
vez de escucharse solo a sí mismo. Sin la voz silenciosa de Dios en la oración, «el yo
humano acaba por encerrarse en sí mismo, y la conciencia, que debería ser eco de la voz de
Dios, corre el peligro de reducirse a un espejo del yo, de forma que el coloquio interior se
transforma en un monólogo, dando pie a mil autojustificaciones»
Con la búsqueda, con la oración confiada ante las dificultades, el hombre se libera de su
autosuficiencia; pone en movimiento sus recursos interiores; ve cómo se fortalecen las
relaciones de comunión con los demás. El silencio de Dios, el hecho de que no intervenga
siempre de un modo inmediato para resolver las cosas del modo en que querríamos,
despierta el dinamismo de la libertad humana; llama al hombre a hacerse cargo de su propia
vida o de la de los demás, y de sus necesidades concretas.
Con su oración en la Cruz «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27,46)
Jesús «hace suyo ese grito de la humanidad que sufre por la aparente ausencia de Dios y
lleva este grito al corazón del Padre. Al orar así en esta última soledad, junto con toda la
humanidad, nos abre el corazón de Dios». En efecto, el salmo con el que Jesús clama al
Padre da paso, tras los lamentos, a un gran horizonte de esperanza (cfr. Sal 22,20-32); un
horizonte que Él tiene ante la mirada, aun en medio de su agonía. «En tus manos
encomiendo mi espíritu» (Lc23,44), dice al Padre antes de expirar. Jesús sabe que la
entrega de su vida no cae en el vacío, que cambia la historia para siempre, aunque parezca
que el mal y la muerte son la última palabra. Su silencio en la Cruz puede más que los
gritos de quienes le condenan. «Mira, hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5).
Con sus silencios, Dios hace crecer la fe y la esperanza de los suyos: les hace nuevos, y
hace con ellos «nuevas todas las cosas». A cada uno y cada una toca responder al silencio
suave de Dios con un silencio atento, un silencio que escucha, para descubrir «cómo obra
misteriosamente el Señor» en nuestro corazón, «y cuál es la nube, (…) el estilo del Espíritu
Santo para cubrir nuestro misterio. Esta nube en nosotros, en nuestra vida, se llama
silencio.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
*Realizar varios exámenes de conciencia que permitan al seminarista revisar su día y
valorar así el sentido del silencio sagrado
*Hacer ejercicios de breves meditaciones de la Palabra de Dios para antes de dormir

BIBLIOGRAFÍA
 J. RATZINGER, Fede, Verità, Tolleranza. Il cristianesimo e le religioni del mondo,
Cantagalli, Siena 2003, p. 167
http://www.elblogdelnaturalista.com/2016/10/05/los-beneficios-del-silencio-en-un-mundo-
lleno-de-ruido
ANSELM GRUN, El elogio del silencio, Sal Terrae 2004.
LECTURAS PARA PROFUNDIZAR
Consejo Pontificio para la Cultura (2004), ¿Dónde está tu Dios? La fe cristiana ante la
increencia religiosa.
FRANCISCO, Homilía en Santa Marta, 20-XII-2013 (“Cuando el silencio es música”).
FRANCISCO, Homilía en Santa Marta, 10-VI-2016 (“El silencio sonoro”).
BENEDICTO XVI, Homilía, 6-X-2006 (Silencio y contemplación).
BENEDICTO XVI, Audiencia, 7-III-2012 (“Oración y silencio: Jesús, maestro de oración”).
GUARDINI, R. Cartas sobre la formación de sí mismo, Palabra, 2017 (carta 8: “El alma”)
(orig: Briefe über Selbstbildung).
IZQUIERDO, C. “Palabra (y silencio) de Dios”, Scripta Theologica 41 (2009/3) 945-960.
NEWMAN. J. H. “Cristo oculto del mundo”, en Sermones parroquiales 4, Encuentro, 2010
(orig. “Christ Hidden from the World”, Parochial and Plain sermons 4)
“Cristo manifestado en el recuerdo”, en Sermones parroquiales 4, Encuentro, 2010
(orig. “Christ Manifested in Remembrance”, Parochial and Plain sermons 4)
ORDEIG. M. “Búsqueda, recogimiento... El valor del silencio”, Palabra, febrero 2018.
RATZINGER, J. “¿Estamos salvados? O Job habla con Dios”, en Ser Cristiano, Desclée de
Brouwer, 2007 pp. 15-38 (edición anterior: Ser Cristiano, Sígueme 1967, 13-28).
(orig. Vom Sinn des Christseins).
SARAH, R. La fuerza del silencio, Palabra 2017 (orig. La force du silence).
THIBON, G. L’ignorance étoilée, Fayard, 1974 (cap. 13. “La présence absente”).
4.3 LA CONTEMPLACIÓN FRUTO DEL SILENCIO
OBJETIVO: Contribuir a que el seminarista descubra que el silencio es parte del proceso
hacia la contemplación que le permite maravillarse de las cosas y sucesos cotidianos para
que pueda allí descubrir las manifestaciones de Dios y ayudar así a desarrollar lo
extraordinario en lo ordinario y le dé herramientas para discernir los signos de los
tiempos.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
La llamada de la Iglesia a la realización de la “Lectio Divina”, nos ayuda a generar un
proceso de encuentro con Dios de manera paulatina partiendo de la lectura de la Sagrada
Escritura. Sabemos que este proceso de reflexión consta de cinco fases que partiendo de la
lectura nos lleva a la acción, es decir, a la puesta en práctica de la Palabra de Dios. Los
pasos son: lectio, oratio, meditatio, contemplatio y actio. Llevar a cabo este método implica
la lectura orante de la Palabra de Dios y elemento fundamental para realizarlo es el silencio.
No podremos llegar a la acción si antes do realizamos la contemplación y sin silencio y
oración difícilmente podemos concretizar las reflexiones en nuestra vida particular y
concreta, la vida real.
Es importante que partamos de poseer una idea clara de lo que es contemplar, esto nos
permitirá comprender el desarrollo y la puesta en práctica del presente tema. Una definición
de diccionario nos dice que la contemplación es: “Observación atenta y detenida de una
realidad, especialmente cuando es tranquila y placentera; "la contemplación del arte; la
contemplación silenciosa de la naturaleza". Y más propiamente según nuestro tema
podríamos entender que es: Reflexión serena, detenida, profunda e íntima sobre la
divinidad, sus atributos y los misterios de la fe; "los cartujos dedican buena parte del día a
la contemplación".
La contemplación es una práctica que por el abundante y a veces abrumador ruido de
nuestras sociedades modernas es difícil realizar o incluso pretender. Muchas veces es
necesario apartarse a un lugar solitario y apartado de la ciudad para realizarlo. Sin embargo,
no deja de ser necesario para poder acceder al encuentro con lo trascendente, es decir con
Dios.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
A través de la contemplación el hombre puede llegar a las realidades trascendentes y
sobrenaturales, centrando su mente en Dios y evidentemente que para poder lograrlo será
necesario entrar a partir del silencio, sin él difícilmente se alcanzará la contemplación que
nos ha de ayudar a comprender la propia realidad y luego transformarla partiendo de la
propia conversión.
La contemplación que necesariamente ha de partir del silencio puede ser auxiliada por la
ascesis, es decir, la capacidad que el hombre desarrolla para dominar las pasiones del
cuerpo y con ello iluminar el alma, sin que esto signifique un menosprecio del primero
(cuerpo) para exaltar lo segundo (alma), sino que es más bien un desarrollo de las
potencialidades de lo que es la constitución del hombre. La ascesis contribuye pues a
pretender la contemplación, fruto del silencio y la oración.
Llegar a la contemplación no es nada sencillo, es necesario vaciarse de uno mismo, del
mundo y entrar en contacto con Dios; de esta manera podremos luego aterrizar lo meditado
en circunstancias particulares y concretas que harán más sólida nuestra espiritualidad y más
constante y deseable nuestro encuentro con Dios. Los grandes santos de nuestra iglesia
después de la contemplación han experimentado la mística espiritual.
La contemplación hará en nosotros más factible el encuentro con Dios y nos permitirá ser
más sensibles a su presencia, esto por supuesto exige de nosotros conversión y cambio de
actitudes y para llegar a estos niveles de oración siempre será indispensable el silencio, un
silencio no sólo soportado sino deseado y disfrutado que será consecuentemente fructífero,
concreto y eficaz para nosotros y para los demás.
Meditados y reflexionados nuestros oficios ordinarios nos pueden llevar al encuentro de
Dios, esto es meditar los salmos de la liturgia de las horas o las lecturas bíblicas nos ayudan
a encontrarnos con Dios, pero si sólo los hacemos por rutina, podrán incluso cansarnos, por
ello es necesario que lo ordinario lo hagamos bien para convertirlo en extraordinario.
Para poder llegar a la contemplación es necesario silenciar el cuerpo y la mente, no
significa esto que es sinónimo de dormir o dormitar sino de realizar tal concentración en la
oración que nos lleve a centrarnos en alguna frase o idea que nos ayude a profundizar lo
que realizamos, orar o meditar para transformar, así entramos en silencio con Dios y ahí
podremos con mayor facilidad escucharlo.
Podemos lograr la interiorización que nos lleva a la contemplación porque según San Pablo
a los Corintios en su primera carta nosotros somos “templos del Espíritu Santo” ( 1 Cor 3,
16), de esta manera dice Santa Teresa: “Entra", porque tienes "al Emperador del cielo y de
la tierra en tu casa ... no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y
mirarle dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias
(voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su Dios".
A partir de la contemplación podremos permitirle a Dios ser el “Alfarero” de nuestra vida y
así nos pueda moldear según su voluntad. Así nos sentiremos atraídos por Dios, permitirle
que se quede en nosotros y dejarlo que actúe en nuestras vidas. Santo Tomás consideraba la
contemplación como “un instante con Dios que se vive eternamente”.
La contemplación no deja de ser un don de Dios, pero que requiere nuestro esfuerzo,
nuestra voluntad de querer encontrarnos con Él.
Buscar a Dios en el silencio si es una decisión de quien entra en oración, la contemplación
será un fruto de ello y un regalo, un don de Dios que lo entrega a quién Él quiere, en el
momento que Él lo quiere y por el tiempo que Él quiere.
Algunos frutos que podemos experimentar a través de la oración y del silencio, aún cuándo
no sea la contemplación son abundantes, entre otros:
1. Ir descubriendo la Voluntad de Dios para nuestra vida
2. Querer lo que Dios quiere para nosotros
3. Unirnos a la voluntad divina
La oración de contemplación no es exclusiva de los grandes místicos y ascetas, sino que es
para todo el que quiera participar de ella.
Dice el Cardenal Norberto Rivera, Arzobispo Emérito de la Arquidiócesis Primada de
México: La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús. "Yo lo miro y él me mira",
decía, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta
atención a Él es renuncia a “mí”. Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de
Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de
su compasión por todos los hombres. La contemplación dirige también su mirada a los
misterios de la vida de Cristo. Aprende así el "conocimiento interno del Señor" para más
amarlo y seguirlo (Cf San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales 104). La
contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la
obediencia de la fe, acogida incondicional de siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa
en el “sí” del Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava. La contemplación es
silencio, este "símbolo del mundo venidero" (San Isaac de Nínive, Tractatus Mystici 66) o
"amor silencioso" (San Juan de la Cruz). Las palabras en la oración contemplativa no son
discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable
para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encarnado, sufriente,
muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús
(Catecismo de la Iglesia Católica 2715 - 2717).
La oración de contemplación ha de llevar al recogimiento del corazón y lleva a la búsqueda
de Dios y lleva al confrontamiento de la propia vida con la Palabra de Dios, es un medio
privilegiado e íntimo del encuentro con Dios. Contemplar de alguna manera es hacernos
presentes, partícipes de lo que es contemplado, recreando lo que se medita y participar
como espectador, pero desde dentro de la escena o colocarnos como destinatarios primeros
del mensaje que se medita, para ello nos ayuda la imaginación educada o conducida, no la
que nos hace divagar sino la que nos ayuda a recrear y actualizando lo que se lee o medita.
Todo esto constituye en realidad una ayuda en la vida espiritual.
Para llegar a la contemplación en necesario dominar e involucrar nuestros sentidos, tanto
internos como externos, de esta manera, se involucra a todo el ser humano, sus potencias,
cualidades y condiciones pues parte de la realidad personal para transformarla.
Participar de la contemplación exige combatir las distracciones, las tentaciones que
obstaculizan incluso la simple y sencilla oración pues en muchos casos la oración es un
combate contra nosotros mismos y contra el demonio, se trata de un combate espiritual. Y
aunque la imaginación en este tipo de oración es una ayuda se puede convertir como decía
Santa Teresa en “la loca de la casa” pues no resulta fácil convertirla en aliada de la oración.
Además, la contemplación requiere quietud y tiempo para realizarla y evidentemente,
silencio.
Estos esfuerzos para realizar la oración de contemplación iniciada con el silencio habrán de
llevar a tener frutos en la vida concreta e individual, obteniendo aplicaciones reales aunque
sencillas y en verdad vale la pena esforzarse en este tipo de oración que como dijimos,
parte del silencio.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Es necesario que nuestra oración ordinaria nos lleve al involucramiento de lo que leemos y
para ello hemos de sentirnos interpelados, destinatarios de la Palabra de Dios, de esta
manera podremos sentirnos amados como Pedro, perdonados y acogidos como el Hijo
Pródigo, invitados a seguir a Jesús como los apóstoles, invitados a la conversión o ser
partícipes del Reino de Dios, a llevar el Evangelio hasta los últimos rincones de la tierra,
etc.
Si no experimentamos la oración así puede convertirse rutinario en nosotros escuchar la
Palabra de Dios o repetir los salmos en la Liturgia, dejar pasar inadvertidas todas las gracias
y bendiciones que quiere Dios regalarnos y que habitualmente nos ofrece.
Partir del silencio es fundamental, si pretendemos realizar nuestra oración entre los ruidos
nos pueden ganar los distractores o la imaginación misma, entrar en un ambiente de
silencio que parte del exterior para llegar al interior facilita la oración y ella el encuentro
con Dios. No debemos olvidar que para escuchar a Dios debemos nosotros callar, para
luego entender como se hace en cualquier diálogo.
La oración de silencio o contemplativa ha sido descrita detalladamente en las obras de dos
Doctores de la Iglesia:  Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, ellos nos pueden
ayudar a profundizar estos temas.

ACTIVIDADES SUGERIDAS:
- Una lectura apropiada a la edad de ejemplos de contemplación como: San Ignacio de
Loyola, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Francisco
de Asís, etc.
-Realizar un ejercicio de Lectio Divina

BIBLIOGRAFÍA
*Las tradiciones cristianas y las oraciones. Explicadas por el Cardenal Norberto Rivera.
*San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales
*Catecismo de la Iglesia Católica
*HOMILÍA.ORG 14 ENERO 2019
*CATHOLIC. NET 14 ENERO 2019
4.4 EL SILENCIO EN LA SAGRADA ESCRITURA
OBJETIVO: Hacer ver al seminarista cómo es que por medio del silencio Dios se ha
comunicado con diferentes personajes y les ha transmitido una misión especial dentro de la
historia de la salvación.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Una lectura de la realidad actual a propósito del silencio es que es poco valorado, estamos
ordinariamente en un ambiente de ruido, hoy pocos en la comunicación saben cuándo hay
que hablar y cuándo hay que callar, pocos saben usar los silencios en la vida, se han
olvidado de los elementos fundamentales en la conversación, diálogo, tertulia o debates.
Muchos en el diálogo no sabemos escuchar. Se nos ha olvidado que el silencio no hace
difícil el diálogo, sino que a la inversa lo hace posible. El silencio y el habla son
complementarios, hemos de aprender a combinarlos justamente, es más en el diálogo
fructuoso cuando uno habla el otro escucha, guarda silencio. Dice el Eclesiastés: “Hay un
tiempo para callar y un tiempo para hablar”. Con ello podemos también descubrir lo
importante que es el silencio incluso en la Sagrada Escritura, podemos hablar por ejemplo
del silencio de San José, el aparente silencio de Dios ante las exigencias o necesidades del
pueblo, etc.
El silencio resulta pues importante para saber escuchar, si no sabemos callar, difícilmente
podremos escuchar, y en consecuencia no podremos poner en práctica lo que se nos
comunica o se nos pide. Dios habla en el silencio y constancia de esto lo dan las diversas
citas bíblicas. Para comunicarnos con Dios también debemos aprender a guardar silencio,
escuchar a Dios no solamente es un deber del hombre sino una oportunidad para orientar la
vida y aclarar las situaciones difíciles que se le presentan en la vida.
Aunque el mundo hable y nos llene de ruidos debemos aprender a gustar de los silencios,
pero no un silencio vacío, sino un silencio que nos lleva a la plenitud, que ilumina nuestra
vida.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO
Citas bíblicas que hablan del silencio son bastantes, en este apartado enumeraremos algunas
y en lo posible se hará una breve reflexión.
En el Antiguo Testamento tenemos ejemplos suficientes. Así el libro de los Proverbios
17,28, dice: “hasta el necio, si calla, se le tiene por sabio, por inteligente, si cierra los
labios”, ello nos ayuda a comprender cómo todos los hombres, independientemente de su
condición cuando optan por el silencio pueden lograr mucho, es sabido que es necesario
callar para escuchar, por ello el hombre que sabe callar puede considerarse sabio y
prudente. El silencio es fuente de sabiduría. Proverbios 10,19: “En las muchas palabras, la
transgresión es inevitable, más el que refrena sus labios es prudente”; esto quiere decir que
hablar sin mesura nos puede llevar a ofender sin querer hacerlo, por eso es mejor guardar
silencio y medir nuestras palabras.
Haciendo referencia a Jesús el profeta Isaías dice “No clamará ni alzará (su voz), ni hará
oír su voz en la calle” (42,2). Dios también es silencio dice el Salmo 50, 21: “Estas cosas
has hecho, y yo he guardado silencio; pensaste que yo era tal como tú; (pero) te
reprenderé, y delante de tus ojos expondré (tus delitos)”.
Los salmos también reclaman incluso el silencio de Dios ante el clamor del pueblo así lo
descubrimos en el salmo 28: “A ti clamo, oh SEÑOR; roca mía, no seas sordo para
conmigo, no sea que, si guardas silencio hacia mí, venga a ser semejante a los que
descienden a la fosa”. El silencio de Dios hace sentirse al salmista como extranjero en su
propia tierra como lo narra el salmo 39: “Escucha mi oración, oh SEÑOR, y presta oído a
mi clamor; no guardes silencio ante mis lágrimas; porque extranjero soy junto a ti,
peregrino, como todos mis padres”.
El silencio de Dios duele al pueblo que confía en él (Is 64,12), aparenta ser mudo ante las
maldades de los insensatos (Habacuc 1, 13); los malvados actúan en el silencio; recuerda
que lo que dice la ley es para callar la boca de quienes están bajo la ley (Rm 3,19);
aludiendo a Jesús dice el profeta “lo soporta todo y guarda silencio” ante las humillaciones
durante su pasión ( Is 53,7); y luego los Hechos de los Apóstoles lo confirman (Hch 8, 32).
En los proverbios se dice: “el que frena sus labios es prudente” (10,19); el hombre prudente
guarda silencio (11,12), de modo que el silencio construye y hace al hombre sabio.
Jesús dejaba callados a quienes se oponían a Él (Mt 22,34), les reclamaba sobre los
quehaceres permitidos en sábado (Mc 3,4); maravillaba con sus respuestas a las multitudes
(Lc 20,26); sus adversarios guardaban silencio ante los milagros que realizaba en el juicio
Jesús guardaba silencio (Mc 14,61; 15, 4-5). Jesús ordenaba a los demonios que callaran
(Mc 1, 25-26) y también al viento y al mar (Mc 4, 39); las multitudes guardaban silencio
ante la predicación de los apóstoles (Hch 15,12).
Por cualquier ámbito que sea visto el silencio de Dios manifiesta siempre amor, pues
podemos descubrir que de algún modo “Dios es silencio”. Dios es silencioso y en algunos
momentos parece ausente, alejado de las necesidades del pueblo, desinteresado de los gritos
de auxilio, sin embargo, Dios mira y resuelve. Pero ¿por qué Dios guarda silencio?, porque
con él entra y transforma el corazón del hombre y el alma comprende no el olvido sino la
paciencia de Dios ante las infidelidades de los hombres, después de comprenderlo el
hombre regresa a Dios, un regreso nuevo y diferente, comprometido, que ha experimentado
el amor, no hemos de olvidar que después del huracán y el temblor en el susurrar de una
suave brisa se manifiesta Dios a Elías (1 Re 19, 12-13).
En fin, los acontecimientos más importantes de la Sagrada Escritura están envueltos de
silencios, las actitudes de grandes personajes son con el mismo tinte (Abraham, Gn 24, 12-
21). La escucha silenciosa de Samuel ante su llamado (1Sm 3, 1-20) nos habla también de
lo importante que es saber guardar silencio para escuchar el llamado vocacional, si no
sabemos guardar silencio entonces nuestra vocación quedará perdida en el ruido.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Ahora, después de descubrir la importancia del silencio en la Sagrada Escritura y cómo a
través de él Dios se comunica con el hombre y le entrega, en algunos casos, una misión
especial, es importante que podamos meditar nosotros a partir de alguna de las citas
bíblicas que se han presentado a fin de encontrar la practicidad y actualidad de la Palabra de
Dios.
Pensar que Dios nos habla y que hemos de aprender a guardar silencio para poder
escucharle nos permitirá incluso descubrirle en los momentos ordinarios y extraordinarios
del acontecer cotidiano. Dios habla en la Biblia y nos habla a cada uno y en cada
circunstancia, podemos escucharlo como lo hizo el joven Samuel, o San José u otros santos
de la Historia de la Salvación.
Responder las siguientes preguntas nos puede servir a aplicar el tema a nuestra vida:
¿Qué descubrimos en la actitud de escucha de los diferentes personajes bíblicos?
¿Qué representa en la Sagrada Escritura el silencio?
¿Cómo podemos descubrir que Dios nos habla en el silencio?
¿Qué relación habrá entre la escucha en silencio y la obediencia a la voz de Dios?
¿Qué relación guardan el silencio y el habla?
¿Cuáles son las causas que creo que limitan mi capacidad de escuchar a Dios?

ACTIVIDADES SUGERIDAS:
 Leer alguna de las citas bíblicas mencionadas durante el tema y profundizarla.
 Hacer un listado de los beneficios de hacer silencio.
 Enumerar los ruidos “internos” y “externos” que le persiguen y platicarlos con el
director espiritual.
 Hacer una recreación del llamado de Samuel e integrarme como algún personaje o
como espectador de la escena

BIBLIOGRAFÍA
PEDRO SERRANO MARTÍNEZ, Periódico El País, 10 Enero 2014
P. JUAN CARLOS ORTEGA, L.C., http://www.la-oracion.com 
4.5 LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO
OBJETIVO: Reconocer en María un auxilio y un camino concreto hacia el encuentro con
Jesús para lograr afianzar la devoción mariana en el seminarista a través de este
prodigioso acontecimiento que ayuda a comprender la predestinación y predilección d
María.
La fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María se celebra en toda la Iglesia el 15 de
agosto. Esta fiesta tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la
asunción de su cuerpo al cielo.
“En esta solemnidad de la Asunción contemplamos a María: ella nos abre a la esperanza, a
un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo: acoger en la fe a su Hijo;
no perder nunca la amistad con él, sino dejarnos iluminar y guiar por su Palabra; seguirlo
cada día, incluso en los momentos en que sentimos que nuestras cruces resultan pesadas.
María, el arca de la alianza que está en el santuario del cielo, nos indica con claridad
luminosa que estamos en camino hacia nuestra verdadera Casa, la comunión de alegría y de
paz con Dios”. Homilía de Benedicto XVI (2010)
¿QUÉ ES EL DOGMA DE LA ASUNCIÓN?
El dogma de la Asunción se refiere a que la Madre de Dios, luego de su vida terrena fue
elevada en cuerpo y alma a la gloria celestial. Este Dogma fue proclamado por el Papa Pío
XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus:
"Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la
Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar
benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de
la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda
la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles
Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma
divinamente revelado que La Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María,
terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo". 
Ahora bien, ¿por qué es importante que los católicos recordemos y profundicemos en el
Dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo? El Nuevo Catecismo de la
Iglesia Católica responde a este interrogante: "La Asunción de la Santísima Virgen
constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la
resurrección de los demás cristianos" (966).
La importancia de la Asunción para nosotros, hombres y mujeres de comienzos del Tercer
Milenio de la Era Cristiana, radica en la relación que hay entre la Resurrección de Cristo y
la nuestra. La presencia de María, mujer de nuestra raza, ser humano como nosotros, quien
se halla en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es eso: una anticipación de nuestra
propia resurrección.
Más aún, la Asunción de María en cuerpo y alma al cielo es un Dogma de nuestra fe
católica, expresamente definido por el Papa Pío XII hablando "ex-cathedra". Y ... ¿qué es
un Dogma? Puesto en los términos más sencillos, Dogma es una verdad de Fe, revelada por
Dios (en la Sagrada Escritura o contenida en la Tradición), y que además es propuesta por
la Iglesia como realmente revelada por Dios.
En este caso se dice que el Papa habla "ex-cathedra", es decir, que habla y determina algo
en virtud de la autoridad suprema que tiene como Vicario de Cristo y Cabeza Visible de la
Iglesia, Maestro Supremo de la Fe, con intención de proponer un asunto como creencia
obligatoria de los fieles católicos.
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica (#966) nos lo explica así, citando a Lumen
Gentium 59, que a la vez cita la Bula de la Proclamación del Dogma: "Finalmente, la
Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso
de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del Cielo y elevada al Trono del Señor como
Reina del Universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores y
vencedor del pecado y de la muerte". Y el Papa San Juan Pablo II, en una de sus Catequesis
sobre la Asunción, explica esto mismo en los siguientes términos: "El dogma de la
Asunción afirma que el cuerpo de María fue glorificado después de su muerte. En efecto,
mientras para los demás hombres la resurrección de los cuerpos tendrá lugar al fin del
mundo, para María la glorificación de su cuerpo se anticipó por singular privilegio" (San
Juan Pablo II, 2-julio-97).
"Contemplando el misterio de la Asunción de la Virgen, es posible comprender el plan de
la Providencia Divina con respecto a la humanidad: después de Cristo, Verbo encarnado,
María es la primera criatura humana que realiza el ideal escatológico, anticipando la
plenitud de la felicidad, prometida a los elegidos mediante la resurrección de los cuerpos"
(San Juan Pablo II, Audiencia General del 9-julio-97).
Continúa el Papa: "María Santísima nos muestra el destino final de quienes `oyen la
Palabra de Dios y la cumplen' (Lc. 11, 28). Nos estimula a elevar nuestra mirada a las
alturas, donde se encuentra Cristo, sentado a la derecha del Padre, y donde está también la
humilde esclava de Nazaret, ya en la gloria celestial" (San Juan Pablo II, 15-agosto-97)
Los hombres y mujeres de hoy vivimos pendientes del enigma de la muerte. Aunque lo
enfoquemos de diversas formas, según la cultura y las creencias que tengamos, aunque lo
evadamos en nuestro pensamiento, aunque tratemos de prolongar por todos los medios a
nuestro alcance nuestros días en la tierra, todos tenemos una necesidad grande de esa
esperanza cierta de inmortalidad contenida en la promesa de Cristo sobre nuestra futura
resurrección.
Mucho bien haría a muchos cristianos oír y leer más sobre este misterio de la Asunción de
María, el cual nos atañe tan directamente. ¿Por qué se ha logrado colar la creencia en el
mito pagano de la re-encarnación entre nosotros? Si pensamos bien, estas ideas extrañas a
nuestra fe cristiana se han ido metiendo en la medida que hemos dejado de pensar, de
predicar y de recordar los misterios, que como el de la Asunción, tienen que ver con la otra
vida, con la escatología, con las realidades últimas del ser humano.
El misterio de la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo nos invita a hacer una
pausa en la agitada vida que llevamos para reflexionar sobre el sentido de nuestra vida aquí
en la tierra, sobre nuestro fin último: la Vida Eterna, junto con la Santísima Trinidad, la
Santísima Virgen María y los Ángeles y Santos del Cielo. El saber que María ya está en el
Cielo gloriosa en cuerpo y alma, como se nos ha prometido a aquéllos que hagamos la
Voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y felicidad
perfecta para siempre.
TU CUERPO ES SANTO Y SOBREMANERA GLORIOSO
Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en
la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya
conocido y aceptado por los fieles y -lo explican con toda precisión, procurando, sobre
todo, hacerles comprender que lo que se conmemora en esta festividad es, no sólo el hecho
de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también
su triunfo sobre la muerte y su glorificación, a imitación de su Hijo único, Jesucristo. Y,
así, san Juan Damasceno, el más ilustre transmisor de esta tradición, comparando la
asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y privilegios, afirma, con
elocuencia vehemente:
"Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su
cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que
había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo.
Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial.
Convenía que aquella que había visto a su hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada
por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara
sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su
Hijo y que fuera venerada por toda criatura como Madre y esclava de Dios."
Según el punto de vista de san Germán de Constantinopla, el cuerpo de la Virgen María, la
Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque así lo pedía no sólo el
hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar santidad de su cuerpo virginal:
"Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo
él casto, todo él morada de Dios, todo lo cual hace que esté exento de disolverse y
convertirse en polvo, y que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo
celestial e incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y participe de la
vida perfecta."
Otro antiquísimo escritor afirma: "La gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Dios y
salvador, dador de la vida y de la inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo
semejante al suyo en la incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó
hacia sí mismo, del modo que él solo conoce." Todos estos argumentos y consideraciones
de los santos Padres se apoyan, como en su último fundamento, en la sagrada Escritura;
ella, en efecto, nos hace ver a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino
y solidaria siempre de su destino.
Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos Padres
presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán, íntimamente unida
a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo infernal, lucha que, como
se anuncia en el protoevangelio (Gn 3,15), había de desembocar en una victoria absoluta
sobre el pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del Apóstol de los
gentiles. Por lo cual, así como la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el
último trofeo de esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en
esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya que,
como dice el mismo Apóstol: Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se
cumplirá la palabra escrita: "La muerte ha sido absorbida en la victoria." Por todo ello, la
augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un
mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, asociada
generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y
sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios,
el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la
muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina
a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos.
LA ASUNCIÓN DE MARÍA. 
Audiencia General del Santo Padre Juan Pablo II: del 9 de julio de 1997.
La tradición de la Iglesia muestra que este misterio "forma parte del plan divino, y está
enraizado en la singular participación de María en la misión de su Hijo".
"La misma tradición eclesial ve en la maternidad divina la razón fundamental de la
Asunción. (...) Se puede afirmar, por tanto, que la maternidad divina, que hizo del cuerpo
de María la residencia inmaculada del Señor, funda su destino glorioso". Juan Pablo II
destacó que "según algunos Padres de la Iglesia, otro argumento que fundamenta el
privilegio de la Asunción se deduce de la participación de María en la obra de la
Redención".
"El Concilio Vaticano II, recordando el misterio de la Asunción en la Constitución
Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium), hace hincapié en el privilegio de la
Inmaculada Concepción: precisamente porque ha sido ´preservada libre de toda mancha de
pecado original´, María no podía permanecer, como los otros hombres, en el estado de
muerte hasta el fin del mundo. La ausencia de pecado original y la santidad, perfecta desde
el primer momento de su existencia, exigían para la Madre de Dios la plena glorificación de
su alma y de su cuerpo". El Papa señaló que "en la Asunción de la Virgen podemos ver
también la voluntad divina de promover a la mujer. De manera análoga con lo que había
sucedido en el origen del género humano y de la historia de la salvación, en el proyecto de
Dios el ideal escatológico debía revelarse no en un individuo, sino en una pareja. Por eso,
en la gloria celeste, junto a Cristo resucitado hay una mujer resucitada, María: el nuevo
Adán y la nueva Eva".
Para concluir, el Papa aseguró que "ante las profanaciones y el envilecimiento al que la
sociedad moderna somete a menudo al cuerpo, especialmente al femenino, el misterio de la
Asunción proclama el destino sobrenatural y la dignidad de todo cuerpo humano".
DOGMA
Los dogmas marianos, hasta ahora, son cuatro:
 María, Madre de Dios
 La Virginidad Perpetua de María
 La Inmaculada Concepción
 La Asunción de María.
El Papa Pío XII bajo la inspiración del Espíritu Santo, y después de consultar con todos los
obispos de la Iglesia Católica, y de escuchar el sentir de los fieles, el primero de noviembre
de 1950, definió solemnemente con su suprema autoridad apostólica, el dogma de la
Asunción de María. Este fue promulgado en la Constitución "Munificentissimus Deus":
¿CUÁL ES EL FUNDAMENTO PARA ESTE DOGMA?
El Papa Pío XII presentó varias razones fundamentales para la definición del dogma:
1. La inmunidad de María de todo pecado: La descomposición del cuerpo es
consecuencia del pecado, y como María, careció de todo pecado, entonces Ella estaba
libre de la ley universal de la corrupción, pudiendo entonces, entrar prontamente, en
cuerpo y alma, en la gloria del cielo.
2. Su Maternidad Divina: Como el cuerpo de Cristo se había formado del cuerpo de
María, era conveniente que el cuerpo de María participara de la suerte del cuerpo de
Cristo. Ella concibió a Jesús, le dio a luz, le nutrió, le cuido, le estrecho contra su pecho.
No podemos imaginar que Jesús permitiría que el cuerpo, que le dio vida, llegase a la
corrupción.
3. Su Virginidad Perpetua: como su cuerpo fue preservado en integridad virginal, (toda
para Jesús y siendo un tabernáculo viviente) era conveniente que después de la muerte
no sufriera la corrupción.
4. Su participación en la obra redentora de Cristo: María, la Madre del Redentor, por
su íntima participación en la obra redentora de su Hijo, después de consumado el curso
de su vida sobre la tierra, recibió el fruto pleno de la redención, que es la glorificación
del cuerpo y del alma.
La Asunción es la victoria de Dios confirmada en María y asegurada para nosotros. La
Asunción es una señal y promesa de la gloria que nos espera cuando en el fin del mundo
nuestros cuerpos resuciten y sean reunidos con nuestras almas.

BIBLIOGRAFÍA
*Papa Pío XII, el 1º de noviembre de 1950, en la Constitución Munificentisimus Deus
*CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
*ACI PRENSA, EN LÍNEA, CONSULTADO EL 06 DE MARZO DE 2019
*Catholic. Net, consultada el 06 de marzo de 2019
*Audiencia General del Santo Padre Juan Pablo II: del 9 de julio de 1997.
4.6 SAN JOSÉ HOMBRE DE SILENCIO
OBJETIVO: Hacer ver al seminarista cómo desde el silencio activo como el de San José
se colabora en el plan divino de salvación para que haga la opción por un silencio
productivo y fructífero para sí y para los demás.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
La santidad, es la manifestación del encuentro con Dios y de la adhesión libre que el
hombre realiza a Él; a lo largo de la historia este concepto se ha ido comprendiendo,
ampliando y diversificando, pero siempre gira en torno a la divinidad; sabemos que la
santidad en el Antiguo Testamento era sinónimo por ejemplo de justicia, y así, el hombre
justo era considerado santo. Es el caso particular del padre putativo de Jesús, es decir, de
San José, varón justo que fue capaz de escuchar a Dios en el silencio ante tan grande misión
de custodiar los dos más grandes tesoros de Dios, a Jesús, su Unigénito y a María la madre
de Jesús podemos nosotros tratar de comprender su silencio y junto con él los frutos de ese
silencio.
Aún cuándo en nuestro tiempo no es valorado suficientemente el silencio, la historia nos
muestra que es muy valioso en las diferentes circunstancias que vive el ser humano.
Necesitamos reflexionar cuánto mal se ha hecho en la historia a través del habla mal
empleada y cuántas veces es mejor callar un poco, guardar silencio y luego actuar. Si
seguimos este proceso (callar, escuchar, hablar) podremos conseguir buenos resultados en
el proceso de comunicación, en el diálogo y evidentemente en la solución de conflictos por
lo que nuestro silencio será productivo.
Saber escuchar, y saber callar es verdaderamente un arte como es un arte el saber hablar.
Aunque poco valorado el silencio tiene múltiples razones de ser en la persona.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Seguramente en más de alguna ocasión hemos nosotros escuchado que de las palabras
dichas por San José no hay ningún registro a lo largo de toda la Sagrada Escritura, más bien
su silencio es el que nos ha hablado y sobre todo nos ha enseñado a escuchar, seguramente
sabía sufrir sin decir nada, al menos sin hacerlo notar, así vivió muchos acontecimientos
como la maternidad de María y así su silenció la protegió de las calumnias que seguramente
le esperarían; en ese mismo silencio comprendió lo que Dios le comunicaba por medio de
los sueños para defender y custodiar a María y a Jesús, su respuesta se concretó en hechos,
en actitudes, en un estilo de vida, siempre dijo si a Dios a través de sus actitudes, de sus
respuestas en el cumplimiento de la voluntad de Dios.
Lo que experimentó al recibir a Jesús niño lo guardó en lo más profundo de su alma,
comprendió su misión y con grande sencillez la cumplió. Su silencio se hizo patente con
sus actitudes, lo que seguro experimentó al “perder” a Jesús en el templo y la preocupación
y confianza que de tal hecho se desprendieron. San José nos muestra que sólo en el silencio
podemos acoger a Jesús y María y así entender los planes de Dios.
Todo esto nos hace comprender que el silencio de San José no fue improductivo sino más
bien un silencio lleno de frutos. Mirar ahora a José sin duda entonces debe ayudarnos a
comprender lo que significa callar y lo productivo que puede resultar el silencio. Sólo en el
silencio productivo, de escucha podemos nosotros comprender lo mucho que tal vez hemos
perdido al momento de hablar sin mesura. Por ello podemos considerar a José, como de
hecho lo considera la Iglesia como “varón prudente” como una invitación que se nos hace
también a nosotros para vivir esta grande virtud que nos enseña a hablar y también a callar
en los momentos justos y sin que nuestro silencio quiera ser indiferencia o desinterés, sino
más bien escucha y aparejada actuación.
La prudencia como un efecto del silencio al estilo de San José no sólo resulta beneficioso
para nosotros sino también para los demás pues gracias al “auriga de las demás virtudes”
como la llama San Agustín, podemos tener buenas relaciones con los demás evitando
conflictos, pero también haciendo el bien, realizando acciones productivas en favor de los
demás. Ser prudente viene de vivir un silencio activo, efectivo y productivo. La prudencia
nos hace hombres de escucha y consecuentemente hombres sabios que saben decidir.
Para vivir el silencio y aprender de él no es necesario ser ermitaño, así lo muestra la vida de
San José, sólo es necesario que queramos escuchar a Dios y ahí en nuestra vida ordinaria
podemos escuchar a Dios, y como consecuencia vivir la prudencia y la sabiduría. Para vivir
el silencio necesitamos disponernos y proponernos hacerlo de tal manera que cada
acontecimiento de nuestra vida nos enseñe a escuchar a Dios y con ello obtener los frutos
del silencio, disfrutarlos y compartirlos.
La vida afanosa y agitada de nuestros tiempos exige momentos de silencio y escucha que
nos alimenten y fortalezcan para seguir en el camino. San José nos enseña también que el
silencio más que ausencia de palabra es la expresión de la atención, la escucha y la
contemplación. Hemos de entender que para hablar bien debemos saber escuchar bien, eso
nos garantizará hablar lo necesario y lo prudente y más bien actuar correctamente.
El Papa Francisco durante su viaje a Filipinas en el año 2015 señaló a propósito de su
devoción a San José: “Yo quiero mucho a San José porque es un hombre fuerte de silencio.
En mi escritorio tengo una imagen de San José durmiendo y durmiendo cuida a la Iglesia.
Sí, lo puede hacer, lo sabemos”, señaló el Papa.
Pueden considerarse algunos grados del silencio que nos ayuden a descubrir lo productivo
que puede resultarnos intentar llevarlo a la práctica y de alguna manera imitar a San José:
1º.Hablar poco con las creaturas y mucho con Dios
2º.Silencio en el trabajo, en los movimientos
3º.Silencio de la imaginación
4º.Silencio de la memoria
5º.Silencio de las creaturas
6º.Silencio del corazón
7º.Silencio de la naturaleza, del amor propio
8º.Silencio del espíritu
9º.Silencio del propio juicio
10º.Silencio de la voluntad
11º.Silencio consigo mismo
12º.Silencio con Dios
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Es necesario que empecemos a comprender que el silencio no es simplemente la ausencia
de ruidos o distracciones, sino que se convierte en una ocasión productiva en nuestra vida,
es decir generadora de frutos. Así pues:
1. El silencio nos brinda la capacidad para escuchar, es por eso por lo que el
silencio exige de nosotros callarnos y luego como una consecuencia el poder
entender lo que otros pretenden comunicaros.
2. El silencio nos ayuda a comprender las situaciones que vivimos y sabiamente
obtener como resultados decisiones prudentes y sensatas, de modo que de todo
podamos tener una enseñanza.
3. El silencio abre además la posibilidad de vivir asertivamente.
4. El silencio nos ayuda a evitar o detener conflictos.
5. En el silencio podemos nosotros pensar lo que decimos y pasar por el filtro de la
prudencia lo que pretendemos comunicar,
6. En el silencio podemos reflexionar y meditar los acontecimientos cotidianos.
7. A través del silencio podemos leer los signos de los tiempos como nos lo sugiere
el mismo Jesús.
8. En el silencio podemos escuchar y entender lo que pasa en nuestro interior, nos
capacita para escuchar a los demás y también nos abre la posibilidad para
escuchar a Dios.
9. El silencio nos ayuda a contemplar la grandiosidad de la naturaleza.
10. El silencio nos abre las posibilidades de actuar.

Seguramente estos habrán de ser algunos de los muchos frutos del silencio en nuestra vida
si nos animamos a vivirlo, muchos más frutos podríamos enumerar, sólo practicándolo en
este sentido positivo podríamos sacar muchos provechos.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
Se propone ahora meditar y compartir en pequeños grupos algunas frases acerca del
silencio de tal manera que al finalizar la sesión se pueda hacer una plenaria.
 "El fruto del silencio es la oración. El fruto de la oración es la fe. El fruto de
la fe es el amor. El fruto del amor es el servicio. Y el fruto del servicio es la
paz" (Madre Teresa de Calcuta).
 “No tengas miedo del silencio, en él encontrarás respuestas… o preguntas: te
harán libre”. (Félix de Valois)
 La santa Madre Teresa de Jesús, enseñó que orar es: “tratar de amistad
estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama” que
“hemos de procurar estar a solas”.
 “El silencio de la lengua nos ayuda a hablarle a Dios. El de los ojos, a ver a
Dios. Y el silencio del corazón, como el de la Virgen, a conservar todo en
nuestro corazón” (Madre Teresa de Calcuta).

BIBLIOGRAFÍA
P. ALBINO NAVARRO, San José, misterio de silencio, Guadalajara 2009
ANSELM GRÜN, Elogio del Silencio, Sal Terrae, Bilbao 2004
Mensaje del Papa Francisco en su viaje a Filipinas en el 2015
Los doce grados del silencio Por: Catholic.net, consulta en línea 20 de marzo de 2019

TERCERO DE SECUNDARIA
OBJETIVO: Que el seminarista valore el llamado de Dios en cada vocación específica y
lleve una vida de gracia a través de la vivencia de los sacramentos que lo impulse, según
su etapa, a vivir los consejos evangélicos, para que en la práctica de éstos, haga un buen
discernimiento y le permita dar una respuesta generosa a Dios.
I.- BLOQUE: EL SEMINARISTA HOY
1.1 SER Y QUEHACER DEL SEMINARISTA
OBJETIVO: Que el seminarista descubra cuál es la esencia de su vocación y las tareas
que debe realizar para una mejor respuesta a Dios.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Las vocaciones eclesiales deben ser valoradas y cultivadas con solicitud pastoral, para que
puedan florecer y madurar. Entre las diversas vocaciones, suscitadas incesantemente por el
Espíritu Santo en el pueblo de Dios, la llamada al sacerdocio ministerial es un don para la
Iglesia57. La Iglesia, a través del Seminario, busca acompañar a discernir esos brotes de
vocación sembrados en los corazones de los muchachos, guiarlos en su respuesta a Dios y
formar en ellos auténticos cristianos.
En esa respuesta que el muchacho hace a Dios, es importante que el seminarista menor
conozca su identidad y su quehacer.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Ser seminarista es ser un hombre de fe. Se busca que el muchacho vaya creciendo y
madurando en la fe y esto le lleve a ser un buen católico.
Ser seminarista es haber sido elegido y llamado por el Señor desde el seno materno. Es
dejarse llevar por el Señor toda su vida. En un don que Dios da, pero que conlleva una
respuesta todos los días. La virgen María le dijo a Dios Sí, así también nosotros decirle Sí
Señor yo quiero seguirte.
Ser seminarista es prepararse para ser otro Cristo. Ciertamente el seminario menor tiene
como finalidad ayudar a la maduración humana y cristiana de los adolescentes que
muestran algunos signos de vocación al sacerdocio ministerial, con el fin de desarrollar,
conforme a su edad, la libertad interior que les haga capaces de corresponder al designio
de Dios sobre su vida58, y no la formación meramente sacerdotal, pero ya desde esta etapa
se les va encaminando y preparando a lo que después será la formación sacerdotal en el
Seminario Mayor.
Ser seminarista es ser amigo de Jesús. Se debe iniciar en el seminarista una amistad
cercana y confiada con Jesús a través de la oración, como un diálogo cercano y amoroso.
Tener un encuentro personal con Él, a través de la Eucaristía alimentándose de su Palabra,
su Cuerpo y su Sangre.
Ser seminarista es crecer humanamente. El alumno debe, según su etapa, ir creciendo en
virtudes y desarrollar sus dones al servicio de los demás. Que se distinga por su piedad,
honestidad, respeto hacia las mujeres, trabajador, obediente, servicial, dócil, caritativo,
limpio, bien educado, amable, etc.
57
Cf. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis, 11.
58
RFIS 18
Ser seminarista es amar con amor de predilección a la Santísima Virgen María.  Es
entregarse a Ella para que la Virgen María lo lleve como niño pequeño a Jesús. Si el
seminarista no ama a la Santísima Madre no puede llegar a Dios. Ella es la puerta que nos
lleva de la mano a Jesús y nos acompaña en nuestro caminar hacia el Sacerdocio.
Ser seminarista es renunciar a los gustos personales y comodidades. Todos en nuestras
vidas tenemos ciertas comodidades en nuestras casas y gustos personales que todos los días
vamos haciendo, pero debemos ser conscientes que todo implica renuncia y sacrificio, no
sólo el que quiere ser sacerdote, sino toda persona que quiere lograr algo en su vida, tiene
que hacerlo. Pero más el muchacho que quiere ser sacerdote, tendrá que dejar cosas
buenas, por algo muchísimo más grande que es Jesús.
Ser seminarista es ser un hombre de ciencia. Ser un muchacho que le guste el estudio,
aunque le cueste trabajo, pero que se esfuerce por aprender y actualizarse.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
¿A qué va el seminarista al Seminario?  Va a aprender de Dios y ser su amigo, que es lo
más importante y a aprender las ciencias humanas. Va a aprender a vivir las virtudes
teologales y cardinales, la pureza en su vida, a saber entregarse a los demás, a saber
renunciar a sí mismo, a hacer amigos, a ser servicial etc. Va a  aprender a conocer mejor la
fe y vivirla.
Ser seminarista es un don que Dios da a los que Él quiere y esto no debe llevar a
comprometernos a responderle con mayor generosidad todos los días haciendo todo lo
mejor posible por Él y para Él.

1.2 MARÍA EN EL MILAGRO DE CANÁ


OBJETIVO: Que los seminaristas a través del milagro de las bodas de Caná conozcan el
papel importante de María como intercesora entre su Hijo Jesús y los hombres, y así como
logró que por su Hijo no faltara el vino signo de un matrimonio perdurable, así logre en
cada seminarista, aumento y persistencia en su vocación.
Leer Jn 2, 1-12
En el episodio de las bodas de Caná, san Juan presenta la primera intervención de María en
la vida pública de Jesús y pone de relieve su cooperación en la misión de su Hijo.
Ya desde el inicio del relato, el evangelista anota que «estaba allí la madre de Jesús» y,
como para sugerir que esa presencia estaba en el origen de la invitación dirigida por los
esposos al mismo Jesús y a sus discípulos, añade: «Fue invitado a la boda también Jesús
con sus discípulos». Con esas palabras, san Juan parece indicar que en Caná, como en el
acontecimiento fundamental de la Encarnación, María es quien introduce al Salvador.
El significado y el papel que asume la presencia de la Virgen se manifiestan cuando llega a
faltar el vino. Ella, como experta y solícita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e
interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para ayudar a los
esposos en su dificultad.
Dirigiéndose a Jesús con las palabras: «No tienen vino», María le expresa su preocupación
por esa situación, esperando una intervención que la resuelva. Más precisamente, según
algunos exégetas, la Madre espera un signo extraordinario, dado que Jesús no disponía de
vino.
La opción de María, que habría podido tal vez conseguir en otra parte el vino necesario,
manifiesta la valentía de su fe porque, hasta ese momento, Jesús no había realizado ningún
milagro, ni en Nazaret ni en la vida pública.
En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la
Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la
concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús aún sin revelar, provoca su
«primer signo», la prodigiosa transformación del agua en vino. De ese modo, María
precede en la fe a los discípulos que, cómo refiere San Juan, creerán después del milagro:
Jesús «manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos». Más aún, al obtener el signo
prodigioso, María brinda un apoyo a su fe.
La respuesta de Jesús a las palabras de María: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti? Todavía no
ha llegado mi hora», expresa un rechazo aparente, como para probar la fe de su madre.
Según una interpretación, Jesús, desde el inicio de su misión, parece poner en tela de juicio
su relación natural de hijo, ante la intervención de su madre. En efecto, en la lengua
hablada del ambiente, esa frase da a entender una distancia entre las personas, excluyendo
la comunión de vida. Esta lejanía no elimina el respeto y la estima; el término «mujer», con
el que Jesús se dirige a su madre, se usa en una acepción que reaparecerá en los diálogos
con la cananea, la samaritana, la adúltera y María Magdalena, en contextos que manifiestan
una relación positiva de Jesús con sus interlocutoras.
Con la expresión: «Mujer, ¿qué nos va a mí y a ti?», Jesús desea poner la cooperación de
María en el plano de la salvación que, comprometiendo su fe y su esperanza, exige la
superación de su papel natural de madre.
Mucho más fuerte es la motivación formulada por Jesús: «Todavía no ha llegado mi hora»
Algunos estudiosos del texto sagrado, siguiendo la interpretación de San Agustín,
identifican esa «hora» con el acontecimiento de la Pasión. Para otros, en cambio, se refiere
al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico del profeta de Nazaret. Hay otros,
por último, que consideran que la frase es interrogativa y prolonga la pregunta anterior:
«¿Qué nos va a mí y a ti?, ¿no ha llegado ya mi hora?». Jesús da a entender a María que él
ya no depende de ella, sino que debe tomar la iniciativa para realizar la obra del Padre.
María, entonces, dócilmente deja de insistir ante él y, en cambio, se dirige a los sirvientes
para invitarlos a cumplir sus órdenes.
En cualquier caso, su confianza en el Hijo es premiada. Jesús, al que ella ha dejado
totalmente la iniciativa, hace el milagro, reconociendo la valentía y la docilidad de su
madre: «Jesús les dice: "Llenad las tinajas de agua". Y las llenaron hasta el borde. Así,
también la obediencia de los sirvientes contribuye a proporcionar vino en abundancia.
La exhortación de María: «Haced lo que él os diga», conserva un valor siempre actual para
los cristianos de todos los tiempos, y está destinada a renovar su efecto maravilloso en la
vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones, sobre todo cuando no se
entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo pide.
De la misma manera que en el relato de la cananea el rechazo aparente de Jesús exalta la fe
de la mujer, también las palabras del Hijo «Todavía no ha llegado mi hora», junto con la
realización del primer milagro, manifiestan la grandeza de la fe de la Madre y la fuerza de
su oración. El episodio de las bodas de Caná nos estimula a ser valientes en la fe y a
experimentar en nuestra vida la verdad de las palabras del Evangelio: «Pedid y se os dará».
Preguntas a responder:
Como María, ¿Estoy atento a las necesidades de los demás? ¿Actúo de inmediato o sólo
me quedo mirando como mi prójimo necesita ayuda?
En mis peticiones hacia Dios ¿Lo hago con fe, creyendo que Dios puede hacerlo o dudo de
su poder?
También a nosotros nos dice María nuestra madre, Hagan lo que Él les diga, ¿Escucho a
Jesús? ¿Hago lo que Èl nos dice? María nos invita a responderle con generosidad y con
toda confianza y si necesitamos algo, pedírselo con fe.
BIBLIOGRAFÍA:
Catequesis de San Juan Pablo II (26-II-97)

1.3 SAN CRISTÓBAL MAGALLANES


Nació en Totatiche el 30 de Julio de 1869, fue criado en una familia humilde con tres
hermanos: María Sacramento, María y Gregorio, quedó huérfano de padre aún pequeño y
trabajó en el campo hasta los 19 años. Ingresó al seminario de Guadalajara en 1888 donde
se distinguió por su piedad, honradez y aplicación.
El 3 de noviembre de 1895 tomó las órdenes menores de manos del Arzobispo Pedro Loza
y Pardavé; después el 15 de noviembre de 1896 recibió el subdiaconado y el diaconado en
1897.
Fue ordenado sacerdote el 17 de septiembre de 1899 en la Iglesia de Santa Teresa en
Guadalajara; capellán y subdirector de la escuela de artes y oficios en la misma ciudad.
Después fue párroco de su pueblo natal, dedicándose al catecismo, las escuelas en las
rancherías, construcción de una presa (la Candelaria) para favorecer el riego, fundación de
un asilo para huérfanos y pequeños fraccionamientos para ayudar a los pobres. También
dedicó mucho de su esfuerzo en atender las necesidades de los indígenas huicholes. Es de
gran importancia resaltar su fundación del seminario auxiliar de Totatiche el 1 de junio de
1915, llamado Santa María de Guadalupe, lugar donde refugiaba estudiantes durante la
persecución religiosa. El seminario comenzó con un solo maestro: Alejo Anaya y un solo
estudiante: José Pilar Quezada; será hasta septiembre del próximo año cuando el seminario
tendría diecisiete alumnos. Así fue por 17 años hasta que fue fusilado.
Él fue ferviente propagador del Rosario a la Santísima Virgen María, se preocupaba mucho
por las vocaciones sacerdotales, por esa razón fundó el seminario auxiliar, ya que el de
Guadalajara había sido cerrado debido al conflicto bélico.
Su martirio
Totatiche ya se había levantado en armas el 28 de noviembre de 1926, complicando la
situación al padre Magallanes. El 21 de mayo de 1927 el padre iba a celebrar una fiesta
religiosa en un rancho cuando comenzó una balacera entre cristeros y federales, los cuales
eran comandados por el general Francisco Goñi. El padre fue arrestado y encarcelado en
Totatiche junto con el sacerdote Caloca, quien entonces era el encargado del seminario
auxiliar en ese mismo lugar.
Acusaron de sedición a los sacerdotes, pero el padre Cristóbal presentó un documento de su
puño y letra donde demostraba lo contrario, en ese artículo se lee: “Respeten a las
autoridades públicas ayudándoles a guardar el orden a la que están estrictamente obligados
por el bien común (…) la religión ni se propagó ni se ha de conservar por medio de las
armas. Ni Jesucristo, ni los apóstoles, ni la Iglesia han empleado la violencia con este fin.
Las armas de la Iglesia son el convencimiento y la presunción por medio de la palabra”.
Después trasladaron a los sacerdotes a Colotlán para fusilarlos sin juicio el 25 de mayo de
1927 frente a la presidencia municipal. Antes de ser fusilado se dirigió primero al padre
Caloca con estas palabras: “Tranquilízate, hijo, sólo un momento y después el cielo”, luego
repartió sus pertenencias a sus verdugos y les dijo: “Soy y muero inocente; perdono de
corazón a los autores de mi muerte y pido a Dios que mi sangre sirva para la paz de los
mexicanos desunidos”. Sus restos yacen en la parroquia de Totatiche, Jalisco.
Fue beatificado el 22 de noviembre de 1992 y canonizado por san Juan Pablo II el 21 de
mayo del 2000.
BIBLIOGRAFÍA:
https://www.aciprensa.com/testigosdefe/cristera/magallanes.htm
http://es.catholic.net/op/articulos/36108/cat/214/cristobal-magallanes-santo.html
https://desdelafe.mx/noticias/sabias-que/quien-fue-san-cristobal-magallanes/
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000521_magallanes-
jara_sp.html

1.4 SAN MARTÍN DE PORRES


Popularmente conocido como Fray Escoba, este dominico originario de Lima, Perú, fue el
primer mestizo canonizado por la Iglesia. Por medio de su sencillez y servicio logró superar
las diferencias y unir a las tres culturas que convivían en su época, a pesar de los conflictos
que dificultaban la coexistencia en la sociedad limeña del siglo XVII.
Martín de Porres nació en Lima el 9 de diciembre de 1579. Fue hijo de Juan de Porres,
caballero español de la Orden de Calatrava, y Ana Velázquez, negra libre panameña.
Martín es bautizado en la Iglesia de San Sebastián, donde años más tarde Santa Rosa de
Lima también lo fuera. A los doce años empezó a aprender los oficios de peluquero,
asistente de dentista y medicina natural.
Más tarde, llegó a ser cirujano. La casa de Martín se llenó de mendigos y personas que no
tenían la capacidad económica, pues eran atendidos gratuitamente y con mucho esmero por
el famoso barbero y cirujano de Lima.
Martín conoció al Fraile Juan de Lorenzana, famoso dominico como teólogo y hombre de
virtudes, quien lo invita a entrar en el Convento. Decide entrar al convento de Nuestra
Señora del Rosario en Lima.  Sin embargo, las leyes de aquel entonces le impedían ser
religioso por el color y por la raza, por lo que Martín de Porres ingresó como Donado, pero
él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la humildad, la obediencia y un
amor sin medida. San Martín tiene un sueño que Dios le desbarata: "Pasar desapercibido y
ser el último". Su anhelo más profundo siempre es de seguir a Jesús. Se le confía la
limpieza de la casa; por lo que la escoba será, con la cruz, la gran compañera de su vida.
De ahí que fuera popularmente conocido como Fray Escoba.
Sirve y atiende a todos, pero no es comprendido por todos. Un día cortaba el pelo a un
estudiante: éste molesto ante la mejor sonrisa de Fray Martín, no duda en insultarlo: ¡Perro
mulato! ¡Hipócrita! La respuesta fue una generosa sonrisa.
San Martín llevaba ya dos años en el convento, y hacía seis que no veía a su padre, éste lo
visita y… después de dialogar con el P. Provincial, éste y el Consejo Conventual deciden
que Fray Martín se convierta en hermano cooperador.
El 2 de junio de 1603 se consagra a Dios por su profesión religiosa. El P. Fernando
Aragonés testificará: "Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando
limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con singular amor".
La portería del convento es un reguero de soldados humildes, indios, mulatos, y negros; él
solía repetir: "No hay gusto mayor que dar a los pobres".
Su hermana Juana tenía buena posición social, por lo que, en una finca de ella, daba cobijo
a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros, gatos y ratones.
Pronto la virtud del moreno dejó de ser un secreto. Su servicio como enfermero se extendía
desde sus hermanos dominicos hasta las personas más abandonadas que podía encontrar en
la calle. Su humildad fue probada en el dolor de la injuria, incluso de parte de algunos
religiosos dominicos. Incomprensión y envidias: camino de contradicciones que fue
asemejando al mulato a su Reconciliador.
Los religiosos de la Ciudad Virreinal van de sorpresa en sorpresa, por lo que el Superior le
prohíbe realizar nada extraordinario sin su consentimiento. Un día, cuando regresaba al
Convento, un albañil le grita al caer del andamio; el Santo le hace señas y corre a pedir
permiso al superior, éste y el interesado quedan cautivados por su docilidad.
Cuando vio que se acercaba el momento feliz de ir a gozar de la presencia de Dios, pidió a
los religiosos que le rodeaban que entonasen el Credo. Mientras lo cantaban, entregó su
alma a Dios. Era el 3 de noviembre de 1639.
Su muerte causó profunda conmoción en la ciudad. Había sido el hermano y enfermero de
todos, singularmente de los más pobres. Todos se disputaban por conseguir alguna reliquia.
Toda la ciudad le dio el último adiós.
Su culto se ha extendido prodigiosamente. Gregorio XVI lo declaró Beato en 1837. Fue
canonizado por Juan XXIII en 1962. Recordaba el Papa, en la homilía de la canonización,
las devociones en que se había distinguido el nuevo Santo: su profunda humildad que le
hacía considerar a todos superiores a él, su celo apostólico, y sus continuos desvelos por
atender a enfermos y necesitados, lo que le valió, por parte de todo el pueblo, el hermoso
apelativo de "Martín de la caridad".
Su fiesta se celebra el 3 de noviembre.
¿Qué nos puede decir hoy?
San Martín es querido por todos, invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos,
por hombres de ciencia y por ignorantes. Su imagen o su estampa van en los viajes, está en
las casas y en los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Todo porque fue
humilde, obediente, y, como dijera Juan XXIII, “Es Martín de la Caridad”. Martín de
Porres hace recordar el inmenso poder de la humildad y el servicio. En un mundo saturado
por tantas palabras e imágenes, el santo de Lima es un constante recordatorio de la validez
del ejemplo y de la grandeza de los pequeños actos cotidianos que pueden cambiar el
entorno inmediato e, incluso, el curso de la historia.
Preguntas a responder:
¿Soy servicial con los demás? ¿A qué cosas estoy apegado materialmente? ¿Soy
obediente? ¿Buscó cargos importantes para sobresalir? ¿Busco que me reconozcan lo que
hago?

II.- BLOQUE: HACIA EL SEMINARIO MENOR (PREPARATORIA)


2.1 LA VOCACIÓN A LA VIDA DE SOLTERÍA
OBJETIVO: Comprender que Dios además de llamar a unos al matrimonio y otros a la
vida consagrada, también llama a la vida de soltería; y que a través de esta vocación
también se puede alcanzar la santidad.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
No hay nada nuevo en esta visión negativa del celibato. En el primer siglo, el rabino
Eleazar dijo, Cualquier hombre que no tiene esposa no es un hombre correcto. El Talmud
fue aún más lejos: El hombre que no se casó a los 20 está viviendo en pecado. Teniendo en
cuenta estos antecedentes, es asombroso lo positivo que es el Nuevo Testamento en torno a
la soltería. Pablo habla de ella como un regalo (1 Corintios  7, 7), y Jesús dice que es bueno
para aquellos a quienes les ha sido dada (Mateo 19, 11).
En nuestros tiempos, se piensa que todos están llamados al matrimonio a excepción de los
que son llamados a la vida consagrada. Y si hay alguna persona que no se ha casado, se
piensa de ella que se quedó, que no tuvo la fortuna de encontrar a un hombre o a una mujer
para casarse. También, a los que van creciendo en edad, se les hace presión psicológica de
casarse y muchas veces comenten el error por presión social de contraer matrimonio con
cualquier persona y terminan fracasando en su matrimonio. A estas personas se les tacha
de cotorritas, de amargadas. Pero también vemos, como muchas personas que no han
consagrado su vida a Dios, ni se han casado, de vivir felices dedicados totalmente a una
profesión, al cuidado de sus padres etc.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía que le dejara ir con él. Pero
no se lo permitió sino que le dijo: vete a tu casa, con los tuyos y cuéntales todo lo que el
Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti (Mc 5, 18-19).
En este pasaje evangélico vemos como este hombre después de recibir la misericordia del
Señor quiere seguirle, quiere unirse a los doce apóstoles, quiere consagrarse a la presencia
de Jesús. Pero Jesús es muy radical al negarle tal posibilidad, pues no todos están llamados
a esa vocación, ni a la del matrimonio.
La vocación a la soltería es un llamado a vivir en medio de la sociedad de tal manera que
todos descubran la dignidad del ser humano como hijos de Dios. El soltero tiene el deber
de mostrarle al mundo que Dios ha hecho cosas grandes en él o ella; no tiene toda la
responsabilidad que se le entrega al consagrado religioso o sacerdote. Como tampoco está
llamado a tener hijos, pues el soltero no es un padre o una madre, la realidad paternal o
maternal pertenece a los llamados al matrimonio. Buscar un hijo por solo sentirse padre o
madre es un acto de egoísmo y de poco sentido cristiano.
La soltería es la vocación del orden, de la entrega, de la familiaridad, de los valores, de la
amistad. Hay que tener mucho cuidado en pensar que tal estado de vida nos dejan las
puertas abiertas para hacer y deshacer, con nosotros, con nuestro cuerpo, con nuestros
dones, o con los demás.
La vida del soltero, como la del consagrado o la del casado, debe estar al servicio de toda la
comunidad, pues es un deber que se nos da en el bautismo. Es en cada vocación que
debemos poner nuestros dones para el servicio de los demás y santificarnos en ella.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La soltería es un regalo de Dios que me invita a ser feliz, a ser santo, a desarrollarme
como persona. El mismo Pablo habla de la soltería como un regalo, él no está hablando de
una habilidad en particular, algunas personas tienen que estar contentas solas. Más bien, él
está hablando del estado de la soltería. Mientras lo tengas, es un regalo de Dios, al igual que
el matrimonio será un regalo de Dios, si alguna vez lo recibes. Debemos recibir nuestra
situación en la vida, si se trata de la soltería o el matrimonio, como un don de la gracia de
Dios para nosotros.
La soltería tiene ventajas: Pablo menciona dos ventajas de la soltería en 1 Cor 7:
 Los solteros están libres de los problemas del matrimonio. Hay muchas grandes
bendiciones en el matrimonio, pero hay dificultades también. Es comprensible que las
parejas cristianas a menudo no hablen abiertamente sobre las cosas difíciles que enfrentan,
lo que puede dar a los solteros una visión de color de rosa del matrimonio. Pero hay un lado
negativo, incluso cuando la relación de una pareja casada es buena: la vida es más
complicada.
 Las personas solteras pueden dedicarse más plenamente a la obra de Dios: El soltero se
preocupa por los asuntos del Señor, de cómo agradar al Señor. Pero el casado se preocupa
de las cosas de este mundo, de cómo agradar a su mujer y sus intereses están divididos (1
Cor 7, 32-34). Una parte vital de la responsabilidad cristiana de las personas casadas es
cuidar de su cónyuge e hijos.
La soltería es difícil, pero no imposible con la gracia de Dios. Cuando Dios vio a Adán
por su cuenta en el Jardín del Edén, Él dijo: No es bueno que el hombre esté solo.
Haré ayuda idónea para él, Gen 2, 18. Así que Eva fue creada para ser compañera de
Adán, y los dos se reunieron de por vida. Aunque el Nuevo Testamento es positivo acerca
de la soltería, no hay duda de que el matrimonio es considerado como la norma. Es el
regalo de amor de Dios a la humanidad y el mayor contexto en el que se cumple nuestro
deseo de intimidad. Es por lo tanto probable que los solteros luchen con la soledad y la
tentación sexual. Esas luchas ciertamente no son exclusivas de los solteros, pero son una
parte muy importante de su condición individual.

2.2 LA VOCACIÓN AL MATRIMONIO


OBJETIVO: Debemos estar conscientes de que la familia es el lugar privilegiado de
evangelización y de maduración de la vocación de los hijos. Tiene la primera
responsabilidad en la formación de personas comprometidas en la edificación de un
mundo nuevo, por la comunión y la participación entre los hombres y por la celebración de
la fe en la vida cotidiana.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
En el matrimonio hay momentos muy hermosos, en los cuales experimentas a flor de piel,
el amor del esposo y de los hijos: la boda, la luna de miel, el amor conyugal, la compañía,
el nacimiento de los hijos, algún viaje, una ida al cine etc. Pero también, los casados
experimentan momentos difíciles: problemas de pareja, la enfermedad, la crisis económica,
hijos rebeldes, la infidelidad etc. A pesar de todo lo negativo y de los problemas que se
puedan atravesar, el proyecto de Dios fue siempre que el hombre y la mujer se apoyarán
mutuamente unidos por el amor. Dios da la gracia para salir a delante y nunca abandona.
En nuestra realidad se ha perdido el valor y el verdadero sentido del sacramento del
matrimonio tanto que los jóvenes prefieren juntarse que casarse, tienen miedo al
compromiso para toda la vida. No hay una vivencia de un verdadero noviazgo y no se
preparan para dar este paso. Pero sobre todo, está el mal ejemplo para los jóvenes de
algunos matrimonios destruidos. Sin embargo, también está el testimonio de muchos
jóvenes que viven intensamente su noviazgo como un auténtico proceso de preparación al
matrimonio. Muchos jóvenes están dispuestos a no dejarse llevar por lo que el mundo les
dice, sino a seguir la voluntad del Señor buscando unir sus vidas para siempre con la
bendición de Dios y pidiendo su gracia para ser fieles y permanecer unidos.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Citas bíblicas:
Gn 1, 27-28; Gn 2, 18-24; Mt 19,3-6; Efesios 5, 25-33
Dios creo al ser humano a su imagen y semejanza. Nos ha creado con una diferencia
sexual: hombre y mujer. Y los ha llamado a complementarse y formar una familia unidos
por el amor. Son una comunidad de amor. El matrimonio tiene una alta vocación y un
gran ideal: ser una comunidad de amor. En el matrimonio, la pareja se une porque el amor
les ha encontrado a los dos y les ha unido con el vínculo muy fuerte. Sólo el amor es capaz
de hacer la gran maravilla de hacer una comunidad tan hermosa y fecunda, el matrimonio.
Los fines del matrimonio son el amor conyugal y la procreación de los hijos. Tienen una
responsabilidad humana de hacer crecer el fuego del amor y de ser padres responsables.
En el matrimonio el hombre y la mujer se unen para vivir juntos, para hacerse felices, para
compartir, pero nadie pierde su personalidad, ni nadie de los dos se adueña del otro, ni la
unión es una mezcla. En el matrimonio, cada uno de los esposos es una persona que
mantiene y cuida su personalidad, su libertad, su independencia y su carácter. El
matrimonio es una unión por amor, no una fusión o un dominio. El esposo y la esposa se
complementan uno al otro, pero ninguno quiere hacer que el otro sea como él es y como él
quiere que sea.
Sólo el amor es capaz de hacer del matrimonio una experiencia dichosa y bella. Cuando
falta el amor, todo se viene abajo y el matrimonio es un conjunto de egoísmos y de
intereses que lo afectan y los pervierten. Cuidar el amor primero y hacerlo fructificar y con
cariño es la vocación de todo esposo que se casa por amor.
Jesús al ver lo sagrado de la unión entre el hombre y la mujer, ha elevado esa unión a
sacramento donde Dios une al hombre y a la mujer hasta que la muerte los separe.
Además, los dota de su gracia para que cada uno cumpla con su misión. Por lo tanto, la
familia se convierte en una Iglesia doméstica donde se conoce y se ama a Dios y célula
primera y vital de la sociedad.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
El matrimonio es una vocación del Señor. Quien desea unirse en matrimonio, es porque el
Señor le llama a vivir el amor y amar es compromiso y entrega total por el otro. A través
del amor, los esposos se deben dar totalmente, no pensando en sí mismos, sino en el otro.
Este amor supone compartir y proyectar una vida juntos.
Para contraer matrimonio se deben conocer bien durante el noviazgo, por eso, es importante
ser transparentes y honestos. Ser personas maduras afectivamente, que se acepten
mutuamente como son y tengan la capacidad de asumir las obligaciones de un matrimonio.
Deben formarse en la sexualidad y en la convivencia como pareja. Sobre todo adquirir una
espiritualidad matrimonial para saber vivir la experiencia de esposos en relación con Dios.
Decálogo del amor:
 La razón debe guiar tu corazón. Siempre actuar con el corazón pero también con la razón.
 Amarás sin buscar utilidad. El amor exige una maduración afectiva.
 No confundirás amor con egoísmo. El amor sólo piensa en el bien del otro.
 El amor te ayudará a superar las dificultades. El amor es el que te impulsa a luchar y
mantenerte firme en el matrimonio.
 El amor exigirá disponibilidad.
 No olvides que el amor es un arte. Hay que aprender a amar.
 El amor no es un juego barato.
 Con el amor construirás una convivencia fraterna.
 Dios es el manantial del amor.
 El amor es fuente de vida.

2.3 LA VOCACIÓN EN LA VIDA RELIGIOSA


OBJETIVO: Que los jóvenes conozcan las características principales de la Vida
Religiosa, así como las diferentes formas de consagración, para que valoren este género de
vida y lo vean como una opción probable para encontrar su santificación por este camino.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
En nuestros tiempos vemos como van disminuyendo las vocaciones religiosas. Cada vez
son menos los jóvenes que se sienten atraídos para consagrar su vida a Dios en castidad,
pobreza y obediencia. El mundo los encandila y los envuelve en ideales poco trascendentes
y en otros no tan buenos.
Al joven de hoy no le llama llevar una vida religiosa porque está envuelto en un ambiente
donde lo más importante es la fama, el poder, la riqueza, el placer y el libertinaje. Pero
descubrimos, que en medio de este ambiente, hay jóvenes dispuestos a seguir al Señor,
capaces de dejarlo todo.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
 La vida consagrada es un don de Dios Padre a su Iglesia por medio del Espíritu.
 Tiene sus raíces en los ejemplos y enseñanzas de Cristo Jesús.
 Abarca a toda la Iglesia porque comprende a todos los cristianos: Clérigos, religiosos y
laicos que hacen radicalmente el don de sí mismos por amor al Señor Jesús.
 La persona consagrada es el ungido, el separado para el reino; su persona y su vida está
separada de las cosas del mundo para asumir la forma total de la misión de Jesús, como
voluntad del Padre.
 Dios toma la iniciativa y llama a una persona y la separa para dedicarse a sí mismo, de
modo particular, al mismo tiempo da la gracia de responder, de tal manera que la
consagración se exprese, por parte del hombre en una entrega personal, profunda y libre.
 Jesús como Hijo de Dios, vivió esta consagración dependiendo del Padre, amándole sobre
todas las cosas y entregándose por entero a su voluntad.
Formas de consagración:
 Vida religiosa apostólica: es una vida inserta en el mundo, a imitación de los Apóstoles, en
cuanto al seguimiento radical de Cristo, como consagración plena de su bautismo.
Desarrollan un multiforme servicio apostólico en el pueblo de Dios: cuidar ancianos,
atender hospitales, educación cristiana, catequesis, misiones, etc.
 Vida religiosa contemplativa: imitan a Cristo mediante la contemplación de Dios. Llevan
una vida de soledad, , oración, silencio y sacrificio. Realizan actividades sencillas como
bordar ornamentos u objetos religiosos.
 Institutos seculares: sus miembros viven en consagración a Dios dentro del mundo
mediante la profesión de los consejos evangélicos en el contexto de las estructuras
temporales para hacer así, testimonios de Cristo. Dentro de la vida cultural, económica y
política. No portan un hábito.
Característica de la vida religiosa:
El religioso y la religiosa, imitan a Cristo que vivió pobre, casto y obediente; es decir,
hacen voto de pobreza, castidad y obediencia. Viven en comunidad, tienen vida de oración
y realizan un apostolado.
El hacer votos religiosos, es ante todo una gracia que Dios concede a la persona para que ya
desde esta vida, le pertenezca exclusivamente a Él.
a) Voto de pobreza:
El religioso sigue a Cristo pobre, haciendo de Él su riqueza y relativizando todas las cosas
frente a su amor y a su proyecto. Se renuncia a poseer los bienes materiales para encausar
la tendencia de poseer hacia la adquisición de los bienes sobrenaturales y eternos. Se
renuncia también así mismo para estar disponible, en total servicio a los demás, dando
testimonio de abnegación, sobriedad y sencillez.
b) Voto de castidad:
Es la entrega a Dios de toda la capacidad de amar, renunciando a toda forma de egoísmo.
Es el don de permanecer célibe por el Reino de Dios para agradar al Señor en todo y
ocuparse de sus cosas, con un corazón indiviso, en la santidad del cuerpo y del espíritu. Se
renuncia a formar una familia para encausar la tendencia de amar, hacia la caridad para con
Dios y para con los hombres.
c) Voto de obediencia:
Es la entrega radical, sin cálculos y sin medida, de toda la vida a Dios, para unir la propia
voluntad divina, esto se expresa en una total disponibilidad a Dios, a través de los
superiores y la aceptación y vivencia de un reglamento.
d) Vida comunitaria:
La vida en comunidad de todo religioso mira a la primera comunidad eclesial, reunida con
María la madre de Jesús. Se vive el amor fraterno inspirado por el Espíritu Santo y
tratando de vivir como lo vive la Santísima Trinidad. Esto se manifiesta en: relaciones
interpersonales de conocimiento y de amor, en las que se valoran la amistad, la madurez
como base humana para la convivencia en dimensión de fe, estima, diálogo y en
corresponsabilidad.
e) Vida de oración:
La vida religiosa no se puede sostener sin vida profunda de oración individual, comunitaria
y litúrgica. El religioso que abraza una vida de total consagración, está llamado a conocer
al Señor resucitado con un conocimiento ferviente y personal. La oración además, es
condición necesaria para proclamar el evangelio.
f) Misión:
En la vida religiosa se adopta un estilo de vida que dispone a la persona a asumir
compromisos en la vanguardia evangelizadora, a imitación de Cristo que supo consolar al
triste, aliviar al enfermo, sanar a los endemoniados, perdonar al pecador, predicar, educar,
etc. Con su único fin del anuncio y realización del Reino de Dios.

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Desde esta etapa de seminarista, trata de ir viviendo poco a poco los consejos evangélicos
(pobreza, castidad y obediencia) y ser un hombre de oración.
Ora al Señor por tu vocación pidiendo luz para que descubras lo que el Señor quiere de ti y
por las vocaciones a la vida religiosa.
No tengas miedo de preguntar e investigar sobre las diferentes congregaciones y sus
carismas.
ACTIVIDAD:
Se propone hacer un panel con 2 o más religiosos que hablen sobre su llamado y su
experiencia de consagrados. Los alumnos pueden preguntar sobre sus inquietudes para
aclarar más su decisión.
Escuchar la vida de un santo que haya sido religioso: San Francisco de Asis, San Antonio
de Padua, San Ignacio de Loyola etc.

2.4 MARÍA EN MI VOCACIÓN


La Virgen María es madre y modelo de toda vocación, pero de manera muy especial lo es
para nosotros que sentimos un llamado al sacerdocio. En su rol de Madre, María formó a
través de los años a Jesús,  Sumo y Eterno Sacerdote. De manera similar, María nos forma
y cuida de nosotros, que nos sentimos llamados por Jesús a participar de su Sacerdocio.
María nos enseña a descubrir el llamado de Dios y a responderle con generosidad como ella
lo hizo cuando el ángel Gabriel se le manifestó y le presentó el proyecto de Dios. Ella
aceptó ser la Madre de Dios con ese: FIAT – Sí – Hágase según tu voluntad, siempre
confiando en Dios. Así también, estamos llamados a decirle a Dios todos los días, en cada
momento: sí Señor aquí estoy para hacer tu voluntad a ejemplo de María Santísima.
María es nuestra maestra en la oración porque nos enseña a estar con su Hijo, sobre todo al
acompañarnos a meditar la vida de Jesús en el Santo Rosario. Siempre nos motiva a tener
un celo apostólico de llevar a Cristo a los demás como ella lo hizo.
En las dificultades y en las tentaciones, María siempre está ahí para auxiliarnos, y cuando
caemos es ella quien nos levanta y nos anima a seguir. Nuestra Madre no deja de interceder
por nosotros. Por eso, es importante recordar las palabras que le dirigió a San Juan Diego:
¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? Estas palabras que María le dijo, manifiestan su amor
maternal y también lo hace para con sus hijos seminaristas. Ella siempre conforta, cuida,
acompaña, sostiene e impulsa a aquellos muchachos que sienten el llamado al sacerdocio.
Nuestra vocación exige de nosotros ser otros Cristos, y María es, como lo dice San Agustín,
el molde de Dios en el cual nos podemos formar  a imagen de Cristo. Por esta razón, como
seminaristas estamos consagrados a  María. Le pertenecemos a ella y debemos dejarnos
formar por ella: sabemos que su ayuda y su amor maternal son de suma importancia para
nuestra vocación sacerdotal.
ORACIÓN:
Si se levanta la tempestad de las tentaciones,
si caes en el escollo de las tristezas,
eleva tus ojos a la Estrella del Mar: invoca a María!.

Si te golpean las olas de la soberbia,


de la maledicencia, de la envidia,
mira a la estrella, invoca a María!

Si la cólera, la avaricia,
la sensualidad de tus sentidos
quieren hundir la barca de tu espíritu,
que tus ojos vayan a esa estrella: invoca a María!

Si ante el recuerdo desconsolador


de tus muchos pecados y de la severidad de Dios,
te sientes ir hacia el abismo del desaliento
o de la desesperación,
lánzale una mirada a la estrella, e invoca a la Madre de Dios.
 
En medio de tus peligros, de tus angustia,
de tus dudas, piensa en María, invoca a María!

El pensar en Ella y el invocarla,


sean dos cosas que no se aparten nunca
ni de tu corazón ni de tus labios.

Y para estar más seguro de su protección


no te olvides de imitar sus ejemplos.

Siguiéndola no te pierdes en el camino.


¡Implorándola no te desesperarás!
¡Pensando en Ella no te descarriarás!
Si Ella te tiene de la mano no te puedes hundir.
Bajo su manto nada hay que temer.

Bajo su guía no habrá cansancio,


y con su favor llegarás felizmente
al Puerto de la Patria Celestial!

San Bernardo

2.5 BEATOS VICENTE VARGAS GONZÁLEZ


Y JORGE VARGAS GONZÁLEZ
Beato Jorge Vargas González
Laico mártir
Nació en Ahualulco De Mercado, Jalisco, el 28 de septiembre de 1899. Fue el quinto de
once hermanos. Recibió el bautismo el 17 de octubre de ese año, se le impuso el nombre de
Jorge Ramón, aunque durante su vida utilizó sólo el primer nombre. Siendo niño, su familia
se trasladó a Guadalajara. Como muchos jóvenes católicos en México, Jorge participó de
los anhelos y de las inquietudes de quienes sufrían el flagelo de la persecución religiosa;
ejemplos en su familia no faltaban, en especial el de su íntegra y piadosa madre.
Durante la persecución religiosa, en 1926, siendo Jorge empleado de la Compañía
hidroeléctrica, su hogar sirvió de refugio a muchos sacerdotes perseguidos, entre otros, el
padre Lino Aguirre, quien sería luego obispo de Culiacán, Sinaloa, de quien Jorge fue
custodio y compañero de correrías. A finales de marzo de 1927, los Vargas González
recibieron en su hogar al proscrito líder Anacleto González Flores, columna de la
resistencia católica de Jalisco y sus alrededores; la familia conocía de sobra lo que podía
costar su acción.
En ese lugar los sorprendió la celada del 1 de abril. Todos: hombres, mujeres y niños, entre
vejaciones y sobresaltos, fueron aprehendidos por el jefe de la policía de Guadalajara. Un
mismo calabozo sirvió para alojar a tres de los Vargas González: Florentino, Jorge y
Ramón; su crimen, haber alojado a un católico perseguido.
Horas después encerraron en una celda contigua a Luis Padilla Gómez y a Anacleto
González Flores. Se lamentó luego de no poder recibir la Comunión, siendo ese día viernes
primero, pero su hermano Ramón le reconvino: No temas, si morimos, nuestra sangre
lavará nuestras culpas. La entereza de ánimo de los hermanos se mantuvo, charlando con
desenfado antes de ser ejecutados. Por una orden de último momento, uno de los tres
hermanos, Florentino, fue separado del resto.
Antecedió a la muerte de Jorge algún tipo de tormento, pues su cadáver presentó un hombro
dislocado, contusiones y huellas de dolor en el semblante; lo cierto es que, llegada la hora,
con un crucifijo en la mano, y ésta junto al pecho, recibió la descarga del batallón, que
ejecutó la sentencia.
El padre, al enterarse cómo y por qué murieron, exclamó: Ahora sé que no es el pésame lo
que deben darme, sino felicitarme porque tengo la dicha de tener dos hijos mártires.

Beatificado el 20 de noviembre del 2005

Vicente Vargas González


Laico mártir
Nació en Ahualulco De Mercado, Jalisco, el 22 de enero de 1905. Fue el séptimo de once
hermanos; tres notas lo distinguieron de ellos: el color rojo de su pelo, que le ganó el
sobrenombre de Colorado, su elevada estatura y su jovialidad.
Siguió los pasos de su padre al ingresar a la Escuela de Medicina, donde destacó por su
buen humor, su camaradería y su clara identidad católica.
En cuanto pudo hacerlo, atendió gratuitamente la salud de los pobres. A los 22 años,
próximo a concluir sus estudios universitarios, recibió en su hogar, con responsabilidad
subsidiaria, a Anacleto González Flores, quien no tardó en advertir las cualidades de
Ramón, pidiéndole sumarse a los campamentos de la resistencia activa como enfermero:
Por usted hago lo que sea, Maistro, pero irme al monte, no, contestó el interpelado.
La madrugada del 1 de abril de 1927 alguien azotó la puerta de los Vargas González;
Ramón atendió el llamado; al entreabrir la puerta, un nutrido grupo de policías se
apoderaron de la casa. Se cateó la vivienda y se aprehendió a sus ocupantes. Ramón
mantuvo la calma pese a su indignación; en la calle, aprovechando el tumulto, pudo escapar
sin que lo advirtieran sus captores, pero no tardó en volver sobre sus pasos y entregarse.
Cuando supo que iba a morir, su hombría de bien y su esperanza cristiana le bastaron para
unir su sacrificio al de Cristo. Ante una exclamación de su hermano Jorge, respondió: “No
temas, si morimos nuestra sangre lavará nuestras culpas”. Para atenuar la cruel sentencia, el
general de división Jesús María Ferreira, ofreció dejar en libertad al menor de los hermanos
Vargas González; el indulto correspondía a Ramón, pero éste, sin admitir reclamos, cedió
su lugar a Florentino. Era más del mediodía, urgía matar a los reos cuanto antes. Antes de
ser fusilado, Ramón flexionó los dedos de su mano diestra formando la señal de la cruz y
esperó el momento de entregar su vida por Cristo.
Beatificado el 20 de noviembre del 2005
REFLEXIONEMOS:
Nuestros santos y beatos mártires mexicanos son un buen número de fieles que en medio de
su realidad defendieron su fe y fueron capaces de dar la vida por Cristo. Son testigos del
Señor en aquellas fechas, que ofrendaron su sangre en medio de la persecución por parte
del gobierno federal. Especialmente los hermanos Vargas, laicos que defendieron su fe de
manera pacífica, encontraron en Cristo su fortaleza y su inspiración y en medio de la prueba
fueron valientes y dieron su vida por Dios.
Nosotros estamos llamados a ser testigos del Señor en medio de nuestra realidad. El
testimonio que Jesús nos pide es:
 Vive como un buen seminarista, dentro y fuera del seminario.
 Ser mártir luchando contra las tentaciones que se te presentan todos los días.
 Haz las cosas lo mejor posible.
 Denuncia las injusticia y promueve la paz.
 Ser un hombre de oración y un enamorado de Jesús Eucaristía.

III.- BLOQUE: LAS BIENAVENTURANZAS


3.1 BIENAVENTURADOS LOS POBRES DE ESPÍRITU, PORQUE DE
ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS – BIENAVENTURADOS LOS
LIMPIOS DE CORAZÓN, PORQUE VERÁN A DIOS.
OBJETIVO: Contribuir a que el adolescente descubra en la pobreza espiritual y la
limpieza de corazón una oportunidad para conocerse y con ello buscar los medios y
herramientas para vivir el desprendimiento, la generosidad y la castidad.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE
Ciertamente las Bienaventuranzas son piedra de toque para el tipo de transformación y
renovación al que animaba Pablo. Nos ayudan a discernir en qué áreas vivimos según el
Reino de Dios y en cuáles podríamos haber perdido el rumbo. Nos desafían a ver, pensar y
actuar como lo hace Dios. Ilustran que, para el seguidor de Cristo, los mensajes culturales
sobre el deseo de éxito, poder y reivindicación son absurdos por sí mismos. El Reino de
Dios vuelve del revés los valores de otros reinos. La perfección más elevada del ser
humano tiene su fuente en la verdadera y entera pobreza de espíritu. ¿Qué digo yo?, la
misma pobreza de espíritu es la perfección propiamente dicha, la más verdadera y elevada.
Es sumamente importante aprender y saber lo que es, en qué consiste y hasta dónde se
extiende. Ahora bien, esta pobreza consiste en ser semejantes a Dios. Dios es un ser
independiente de todas las criaturas, un ser que tiene su esencia en sí mismo, una fuerza
libre, un acto puro. Si pues la verdadera pobreza de espíritu es una semejanza con Dios,
esta pobreza no debe depender tampoco de ninguna criatura, debe ser una esencia separada
de todas las esencias: un ser, en efecto, que no está apegado a nada, que no depende de
nada, un ser separado de todo. Así es la verdadera pobreza de espíritu: no está apegada a
nada, nada le está apegado.
La primera Bienaventuranza se expresa en Mateo 5,3 como “Bienaventurados los pobres de
espíritu, porque ellos es el Reino de los cielos” y en Lucas 6,20, como “Bienaventurados
ustedes los pobres, porque suyo es el reino de Dios.” Podríamos tener la tentación de hacer
una distinción entre los pobres y los pobres de espíritu, asumiendo que una cosa se refiere a
la pobreza económica y otra a la pobreza spiritual. Sin embargo, eso podría ser una
distinción falsa.
En su ministerio, Jesús encarnó al ungido que se describe en Isaías 31, el que trae la Buena
noticia a los oprimidos, sanación a los quebrantados y libertad a los cautivos. En realidad,
la opresión, el cautiverio y la desolación son formas de pobreza, como lo es la incapacidad
de sustentar la propia vida. Si no fuera así, ¿por qué defendería Jesús a las viudas y los
huérfanos como se ve en Marcos 12,38-40?
La pobreza material no se alaba ni se idealiza en la Biblia, ni se ve como virtud spiritual.
Eso sería una conclusión errónea después de leer y reflexionar sobre la primera
bienaventuranza. Los pobres no son “bienaventurados” porque sean pobres. De hecho, a
través de todo el Antiguo y el Nuevo Testamento, se ordena al pueblo de Dios que cuide de
los pobres, que ayuden a aliviar una pobreza aplastante.
No, la pobreza en sí misma no es una virtud. La virtud reside en la capacidad de cada uno,
tanto si es rico como pobre, de tocar y entender nuestra necesidad del exuberante amor y
generosidad de Dios. Se trata de descubrir entro de nosotros una pobreza que nos permite
recibir lo que Dios tan generosamente nos concede, que se describe en esta bienaventuranza
como “el reino de los cielos.”
Esta recepción de la bendición de Dios no es solo por nuestro propio beneficio, sino que
nos equipa para hacer la obra del reino—mostrar compasión, extender la paz, luchar por la
justicia y proclamar que lo que Dios ofrece sobrepasa con mucho cualquier cosa que
pudiéramos obtener por nuestros propios medios. De hecho, la pobreza de espíritu que
alaba Jesús reconocería que incluso nuestras capacidades y logros son dones más que
méritos personales. La verdadera pobreza de espíritu sólo tiende hacia Dios, sólo depende
de Él y de nada más. Y, por la pobreza, adquiere la nobleza más grande: ¡estar apegado a
Dios y a nada más, sentirse suelto y libre, lo más posible, de todas las realidades inferiores!
He aquí la pobreza: Los pobres y los ricos son desiguales. Ahora bien, lo sabéis, sólo hay
amor entre los iguales. No existe, pues, verdadero amor entre los ricos y los pobres, porque
a los primeros les falta la fuente de donde brotan el amor y la entrega verdaderos. El rico
casi siempre da por algún interés. Por la limosna quisiera ganar el cielo o alejar de sí las
penas del infierno. Ahora bien, esta esperanza y este temor no son ciertamente los signos
del amor y de la entrega verdadera. Los ricos no se aman más que a sí mismos, y si
creyeran que pudieran ir al cielo sin el pobre, con mucho gusto tendrían pocas relaciones
con él y la menor benevolencia posible. Hacen muy poco por el pobre; no alcanzan a
elevarse hasta el don perfecto, como lo pide la verdadera caridad, y si dan mucho es porque
se encuentran obligados y forzados por la necesidad. Además, el pobre está desprendido de
todas las criaturas; el rico, por el contrario, se apega todavía más. ¿Cómo siendo tan
diferentes uno de otro podrá sentir un amor verdadero el uno por el otro? Ahora bien, el
rico no tiende a nada tanto como a sí mismo y a las criaturas, ¿cómo sería capaz del amor
verdadero? Hay que añadir que la verdadera caridad es completamente espiritual, porque
procede del Espíritu Santo: el rico, por el contrario, es totalmente terreno, ¿cómo podría
poseer la caridad espiritual? En fin, el verdadero pobre no es conocido por los ricos; no
puede, por consiguiente, ser amado por ellos, porque esas dos cosas, conocer y amar se
siguen como el efecto sigue a la causa, según las palabras de san Agustín: Se puede amar
bien lo que no se ve; pero nadie ama lo que no conoce.
Cuentan que Leonardo Da Vinci, buscaba modelos para su obra “La última cena”.
Fácilmente encontró a Jesús: un joven florentino en la primavera de la vida: fuerte, alto,
con la mirada fresca, envolvente y cautivadora. Limpia. Fue fácil invitarlo a posar. Pasó el
tiempo y entre las distintas actividades del gran maestro el cuadro no quedaba terminado.
Serían diez años desde que había comenzado el cuadro y para dar por terminada la obra
faltaba otro de los personajes principales de la escena: Judas, el discípulo que traicionó a
Jesús. No era cosa de otro mundo buscar una persona que pudiera servir de modelo, si bien
a nadie le agradaba tal empresa, por las heridas que en la susceptibilidad personal pudieran
causarse: eso de quedar inmortalizado en la historia como un traidor no era del todo
halagador para nadie. Así las cosas, Leonardo buscó entre las peores tabernas a los posibles
personajes que pudieran desempeñar el triste papel de Judas Iscariote. Buscando, buscando,
lo encontró: un hombre, no muy grande, de unos treinta años, pero con una mirada triste,
perdida, el ceño fruncido y las espaldas ya algo cargadas por el paso del tiempo. Con todo
respeto lo invitó a la osada empresa y el sujeto aceptó. Habría sido en las primeras sesiones
cuando nuestro modelo, sin notarlo, comenzó a llorar. Leonardo, tratando de congraciarse
con él y admirando su exquisita sensibilidad le dijo: -Pero hombre. No llores, no es para
tanto. Tú no eres un traidor, tan sólo me estás ayudando en esta empresa. Es cierto que te ha
tocado jugar un papel muy poco halagador, pero por favor, no lo tomes así. A lo que el
hombre respondió:
-No lloro por lo que tú me estás diciendo. Lloro por mí mismo. ¿Es que no me reconoces?
Cuánto habré cambiado que al cabo de diez años tú mismo me pediste que posara como
Jesucristo y ahora me invitas a ser Judas Iscariote...
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
La limpieza o pureza de corazón habla de nuestras motivaciones, nuestros deseos que nos
mueven a actuar y buscar un lugar y objetivo en el mundo. El filósofo danés del siglo XIX,
Soren Kirkegaard, tiene una línea muy famosa en la que dice que la pureza del corazón es
desear una sola cosa. Esto me preocupa profundamente, porque yo deseo muchas cosas.
Para Jesús en realidad sólo había una cosa que desear: el reino de los cielos. Si seguimos las
enseñanzas de Jesús de cerca, nos daremos cuenta de que buscar el reino de Dios no es el
deseo de ir al cielo.
Más bien, es el deseo de procurar que la voluntad de Aquel que reina en el cielo también se
cumpla en la tierra. “Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad así en la tierra como en
el cielo.” Para que se cumpla tal deseo, como buscadores deberíamos comenzar con
nosotros mismos. Pero ¿qué podemos hacer para inspirar tal deseo en nosotros mismos?
Y la voluntad del Padre era que los pobres, humildes, dolientes y perseguidos encontraran
la bendición de Dios por Jesús, una bendición que Jesús proclamó en las Bienaventuranzas.
Al pronunciar estas bendiciones, Jesús también estaba llamando a los que reciben su
enseñanza a ser agentes de esas bendiciones, y para hacerlo, debemos aprender a ser
limpios de corazón.
Tener un corazón limpio es una tarea difícil de alcanzar, por la sencilla razón que todos
somos pecadores, desde nuestros pensamientos y por consiguiente en nuestros actos, y
muchas veces el propio corazón nos engaña y creemos las mentiras que de él fluyen.
Un corazón limpio es sinónimo de la honestidad que se expresa queriendo vivir en la
gracia de Dios, sin ofenderlo y conservando una conducta que sea buena en intención y
acción.
La confesión un verdadero encuentro con Cristo que purifica cualquier intención. Al pecar,
nuestro corazón queda infectado. No solamente comete la falta, sino que queda herido en su
naturaleza. Son huellas que quedan y que, de alguna manera, le restan fuerza, claridad y
vigor en la lucha constante por hacer siempre el bien, por conseguir la virtud que nos
hemos propuesto alcanzar. Querámoslo o no, el pecado va debilitando la fuerza de
voluntad. Imagínate tu corazón como esa bomba de amor que constantemente está haciendo
llegar una savia pura y fresca a todas las acciones de tu obrar cotidiano, que te impele a
estar siempre obrando el bien con el fin único de alcanzar la santidad, el parecerte a
Jesucristo. Los pecados son basuras que se van incrustando en la bomba y que no permiten
que circule libremente la savia vivificadora. No es que el corazón se estropee. Es que al
corazón se le van adhiriendo basuras, vicios, comportamientos que impiden que en todas
las acciones que debe realizar brille la virtud que debes conquistar. Es por ello por lo que
debemos hacer de vez en cuando una purificación de nuestro corazón, una limpieza
profunda para quitar esas manchas, esos virus que puedan haberse incrustado en el camino
diario. ¿Signos con los que podemos detectar que ya necesitamos una purificación de
nuestro corazón? Hay varios.
Primero: nos dejamos de doler por nuestras faltas, especialmente aquellas faltas que
cometemos por culpa de nuestro defecto dominante. Ya no le damos la importancia
necesaria como la solíamos dar al inicio de nuestro programa de reforma de vida. Nos
hemos ido acostumbrado poco a poco a esas fallas. Nuestro corazón “ha aprendido a
convivir” con esas fallas. En la vida espiritual puede pasarnos algo semejante. No es que no
le demos importancia a las fallas, pero ya no nos duelen tanto, no nos movemos tanto hacia
una conversión fuerte, eficaz, ya no nos causa tanto dolor el haber cometido esas faltas. El
pecado ha “obnubilado” la forma de ver las cosas. Lo que antes nos causaba gran dolor,
ahora simplemente nos causa fastidio o flojera y podemos tener expresiones como las
de “se ve que yo soy así y me va a ser muy difícil cambiar”. “Lo he intentado todo...”,
“Total: no es tan malo...” Otro de los signos con los cuales podemos detectar que las cosas
no marchan ya muy bien en nuestro corazón es el hacernos esclavos de las circunstancias.
Tengo mi programa de reforma de vida, pero yo mismo hago mis espacios mentales para no
cumplirlo, porque las circunstancias indican otras cosas o son desfavorables, según nuestro
propio y peculiar juicio. “Una vez al año, no hace daño.” “Ahora estoy con mis amigos.”
“En estos momentos me siento tan cansado.” “Era muy difícil no haber caído: la tentación
se me presentó en forma tan inesperada...” Y justificaciones similares. Las circunstancias
son las que cada día se van enseñoreando más de nuestro corazón hasta dominarlo. Nos
convertimos en hombre y mujeres de circunstancias, porque nos fuimos habituando a dejar
que ellas fueran dictándonos los comportamientos de nuestro obrar. Y nuestro corazón, si
bien seguía bombeando, la savia ya no pasaba porque había sido taponada por las
circunstancias. Un último signo es la justificación para no obrar el bien con la fuerza y la
constancia con la que deberíamos hacerlo. Encontramos una respuesta fácil y cómoda para
explicar nuestra falta de virtud. No nos preocupamos por alcanzar las cumbres de la
santidad.
Nos justificamos con que no somos malas personas y así, vamos tirando en la vida. Cuando
alguno de estos signos se presenta, la señal es de que nuestro corazón comienza a atrofiarse,
a ensuciarse. Es tiempo de una buena purificación, de una buena limpieza interior. Y esta
limpieza debe ser profunda, debe ir a las raíces de las faltas. No quedarnos en la
superficialidad, sino ir al fondo. ¿Cómo logra esta purificación? La Iglesia católica nos
recomienda la confesión de nuestros pecados. Pero debe ser una confesión profunda íntima,
llena de fe. Una confesión que mire más las actitudes por las que hemos cometido las faltas,
que las faltas en cuanto tal. Sabemos que la gracia actúa en el alma, porque la gracia es
eficaz, actúa por sí misma. Pero las buenas disposiciones del alma ayudan a que la gracia
actúe con mayor profundidad, porque el individuo se presta para ello: prepara los lugares en
donde la gracia puede actuar. Puedes confesarte con mucho sentido de arrepentimiento, con
mucho dolor de los pecados, pero si no hay las disposiciones, los medios para cambiar, será
difícil que la gracia actúe. Borrará los pecados, de eso no nos cabe la menor duda, pero que
actúe en tu corazón, que lo disponga a actuar siempre para el bien, que lo fortalezca, que lo
vigorice, eso dependerá de tus buenas disposiciones. Una buena respuesta ante la pureza de
corazón es vivir la castidad, para ello debemos de entender que como dice el padre Jorge
Loring: “La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto
sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona. La castidad
cristiana supone superación del propio egoísmo, capacidad de sacrificio por el bien de los
demás, nobleza y lealtad en el servicio y en el amor…No es una negación de la sexualidad,
sino la mejor de las preparaciones para la vida conyugal. Porque es un entrenamiento en la
generosidad, en el deber y en el dominio de sí mismo, cualidades tan importantes para el
ejercicio de la sexualidad humana…Lo que es imposible es guardar la pureza de cuerpo sin
guardarla también de corazón y de pensamiento. Si no vigilas tu imaginación y tus
pensamientos, es imposible que guardes la castidad…La pureza no se puede guardar a
medias…Con nuestras solas fuerzas, tampoco; pero con el auxilio de Dios, sí.”
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Dios siempre espera pureza doctrinal de nuestra parte, por ello no predicando algo que no
practiques, cumpliendo los compromisos con él, discerniendo lo que es bueno de lo que es
malo, teniendo la voluntad de hacer y de creer en lo que se hace, y siendo dignos de él,
limpiamos la mente y la vida.
Para limpiarnos el alma es necesario hacer catarsis, que es una descarga espiritual de todas
nuestras deudas con Dios, revisando y corrigiendo nuestras prioridades diariamente para
buscar su reconocimiento que brindará a nuestra alma la vida eterna, por ello
son bienaventurados los limpios de corazón, ya que ellos verán a Dios.
20 ejemplos de lo que significa ser pobre en espíritu
¡Ser pobre en espíritu debe ser muy importante y valioso, si significa tomar posesión del
reino de los cielos!
¿Cómo podemos saber si somos pobres en espíritu?, Estas son algunas características de
alguien que es pobre en espíritu:
1. Siempre es humilde ante sus propios ojos. No se exalta a sí mismo; no es orgulloso a pesar
de que puede ser considerado insignificante por otros, él ve todo como la voluntad de Dios
y se goza de que se le permita compartir los sufrimientos de Cristo. Se vuelve natural para
él seguir el camino del Cordero; la humillación se convierte en su alimento, la exaltación en
su recompensa. (1 Pedro 5: 5; 1 Pedro 4:13; 1 Pedro 5: 6)
2. Ama hacer todo su trabajo en lo oculto y no recibe honor de los hombres. (Mateo 6: 1-4)
3. Ama ocupar el último lugar, no porque desee ser más estimado, sino porque piensa que ese
es precisamente el lugar que le corresponde. (Lucas 14: 7-11, Filipenses 2: 3)
4. Es reservado en su conducta, no es agresivo ni exigente.
5. Ama renunciar a sus ventajas para el beneficio de los demás. (Filipenses 2: 4)
6. No busca ser alguien grande, tanto en lo terrenal como en un nivel espiritual; su único
deseo es hacer la voluntad de Dios de minuto a minuto.
7. No busca ganar influencia con las personas, sin embargo, su anhelo es que las personas
puedan estar bajo la influencia de Dios. (1 Corintios 2: 1-5, 1 Corintios 9: 19-23)
8. El tiempo es precioso para él; no tiene nada que perder; sin embargo, él está en calma y
nunca es llevado a hacer nada a prisa. (Efesios 5: 16-17)
9. Se santifica a sí mismo para que otros, con su ejemplo, puedan santificarse en la verdad.
(Juan 17:19; 1 Timoteo 4:16)
10. Se niega a sí mismo para que su vida no sea, de ninguna forma, una ofensa para los otros.
(Mateo 16:24)
11. Está satisfecho con la cruz que Dios le da a cargar, y no se queja cuando otros lo molestan.
12. No retrocede en los sufrimientos de Cristo, por lo que después de que él mismo haya sido
probado, puede ayudar a otros. (Romanos 8:18, 2 Corintios 1: 3-5)
13. Es feliz dondequiera que Dios lo pone, ya sea entre las multitudes bulliciosas o en un lugar
solitario, porque se encuentra con Dios en cada lugar al hacer su voluntad.
14. Da un gran valor al hecho de que donde sea que está o ha estado los otros encontrarán solo
la verdad en él.
15. Su amor lo constriñe a contribuir al bien de los demás; siente que está en deuda con todos.
Su vida evoluciona como la vida de un servidor, y está más que dispuesto a soportar las
cargas de los demás.
16. Nunca sueña con cosas grandes, sino que presta atención a las cosas pequeñas. Ningún
trabajo es insignificante, y nadie es demasiado pequeño para ser servido.
17. No discrimina y es servidor de todos. Por lo tanto, él va tan voluntariamente a donde
prevalece la tristeza como a donde la alegría se desborda. (Marcos 9:35, 1 Corintios 9: 19-
23, Romanos 12: 15-16)
18. Vive su vida para darla como un sacrificio. (Marcos 10:45; Juan 15: 12-13)
19. Está dispuesto a pisar las espinas solo para poder consolar a los demás en sus sufrimientos.
(2 Corintios 1: 3-6; Colosenses 1:24)
20. Su oído está abierto a la voz de Dios, no solo para su autosatisfacción, sino para hacer lo
que ha escuchado. (Santiago 1:22)
ACTIVIDADES SUGERIDAS
*Meditar sobre las siguientes preguntas:
 ¿Cómo disponernos a una buena purificación de nuestro corazón para que actúe la gracia?
 ¿Cómo disponernos para que cada confesión sea un verdadero encuentro con Cristo que
fortalezca nuestro corazón y lo lance a obrar siempre y de mejor manera el bien para vencer
nuestro defecto dominante y alcanzar la virtud que queremos conquistar?
 ¿Cuál es la actitud fundamental por la que recurres al sacramento de la penitencia?
 ¿Cómo dispones tu corazón al sacramento de la confesión?
 ¿Qué pasaría si no pudieras confesarte? ¿Vivirías igual?
 ¿Cambia tu vida después de cada confesión? ¿O sigue más o menos igual?
 ¿Es para ti la confesión un verdadero encuentro con Cristo?

BIBLIOGRAFÍA
 Estudio Bíblico de Little Rock
 JEAN TAULER, Imitation de la Vie pauvre de N.-S. Jésus-Christ, traducida del alemán por
un sacerdote de la diócesis de Strasbourg, París 1914 (la traducción del francés ha sido
realizada por Manuel Ángel Martínez, O.P.).
 Este artículo fue originalmente publicado en el Arkansas Catholic el 19 de agosto de 2017.
Derechos de autor Diócesis de Little Rock. Todos los derechos son reservados. Este
artículo podrá ser copiado o redistribuido con reconocimiento y permiso del editor.
 Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net 
 BCC “Skjulte Skatter” (“Tesoros Escondidos”) en diciembre de 1912.
 © Copyright Stiftelsen Skjulte Skatters Forlag. Publicado en por: P. Miguel A. Fuentes,
IVE | Fuente: Catholic.net 
 P. Jorge Loring, ‘Para Salvarte’, n. 68,25-26.

3.2 BIENAVENTURADOS LOS MANSOS, PORQUE POSEERÁN LA


TIERRA – BIENAVENTURADOS LOS QUE TRABAJAN POR LA
PAZ, PORQUE SERÁN LLAMADOS HIJOS DE DIOS.
OBJETIVO: Que el adolescente descubra en la mansedumbre una ocasión para fomentar
la vida en comunidad armónica y entender la obediencia como una forma de autoposesión
que lleva a vivir y propiciar ambientes pacíficos.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Una bienaventuranza es aquella que provoca en quien la realiza, un deseo profundo de
felicidad, ser bienaventurado es sinónimo de ser dichoso, de ser feliz y como consecuencia
de realización y plenitud. Ser ahora, dichoso o bienaventurado depende de la visión que
tenga el individuo acerca de aquello que vive.
La mansedumbre como una virtud, sin duda permite al ser humano vivir pacíficamente y en
armonía en su relación con los demás. En nuestro tiempo pareciera que la bienaventuranza
del hombre no radica para muchos en lo que el Evangelio propone, más bien se considera
una dicha poseer abundantes bienes o tener el poder suficiente para estar por encima de los
demás.
Una persona que es mansa es aquella que no entra en conflicto o que soluciona sin más
problema aquellos que se presentan, la persona mansa acepta la realidad que se le presenta,
aunque a veces no la comprenda en su totalidad.
Lo que el Evangelio nos propone va incluso en contra de todo lo que la convivencia
humana hoy muestra, que busca más bien la venganza y saldar un mal con otro y no
evangélicamente que nos recomienda que un mal se vence a fuerza de un bien.
La primera reacción humana cuando se siente agredido o atacado es reaccionar
inmediatamente defendiéndose, la mansedumbre ayuda a pasar por la razón y el corazón lo
que pasa y prudentemente tomar la decisión menos dañosa; esto garantiza al hombre la
autoposesión, es decir, el no vivir arrebatadamente.
Mirar a nuestro entorno nos permite ver que hace falta esta virtud, pues dondequiera vemos
violencia, desde el seno de la familia hasta la sociedad en conjunto y esto ha ido
aumentando pues ante la violencia no hay paz sino que ordinariamente y en contra de los
consejos evangélicos se pretende apagar la violencia con más violencia sin ser conscientes
de que la violencia engendra violencia, ahora difícilmente se pone la otra mejilla, se exige
justicia y junto a ella venganza reviviendo la ley del talión primitiva.
Por otra parte, la segunda bienaventuranza del tema “dichosos los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios”, es una bienaventuranza que pareciera un tanto difícil
de aplicar sobre todo porque estamos envueltos en un ambiente de violencia, de inseguridad
y como consecuencia de ensimismamiento, poco nos preocupamos por los demás y por la
paz porque más bien nos preocupa nuestra estabilidad y seguridad; pero a pesar de ello
Jesús en las bienaventuranzas nos invita a trabajar por la paz de tal manera que por ello nos
llamen hijos de Dios pues Dios es un Dios de paz y sus hijos claramente han de buscarla y
vivirla.
Difícil será al hombre poseerse a sí mismo si se deja llevar por la violencia, no podrá
dominarse y más bien sus instintos y pasiones lo dominarán y evidentemente provocarán
perjuicios a su persona o a otros.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Dice el CEC en el número 1717: “Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y
describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y
de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana;
son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los
discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de
la Virgen María y de todos los santos.”
La mansedumbre se entiende desde el Evangelio con las palabras de Jesús unidas al largo
peregrinaje del pueblo de Israel en la lucha y la conquista de la tierra prometida, los mansos
serían quienes pudieran entrar a poseer aquella tierra de la que manaba leche y miel según
la promesa divina.
La persona mansa no busca defenderse desmedidamente de lo que le pasa, comprende en su
realidad la presencia y la voluntad de Dios. No busca culpables o venganzas en lo que le
sucede, no aplica la antigua ley de convivencia conocida como ley del talión “ojo por ojo,
diente por diente”; más bien comprende pacíficamente y su mayor defensa inclusive es su
propia actitud. El mismo Cristo nos invita a vivir la mansedumbre cuando nos dice que “si
alguien golpea tu mejilla derecha, preséntale también la izquierda…” (Mt 5, 38ss).
Debemos aprender a comprender lo que dice San Pedro en su primera carta “no devolver
mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecir, pues hemos sido llamados a
heredar una bendición” (I Pe 3,9).
Vivir mansamente es aprender a actuar pacíficamente ante provocaciones externas injustas
que por las circunstancias nos toque enfrentar. Podemos por ejemplo pensar en las actitudes
de Jesús ante el juicio injusto que le realizaron, o ante los insultos de los soldados.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La mansedumbre nos ayuda a resistir la prueba, las pruebas que la vida nos presenta y a
sacar provecho de ellas, de tal manera que no sean cargas sino enseñanzas que nos den
sabiduría para la vida.
La máxima expresión de la mansedumbre es Jesús, sus memorables palabras “aprendan de
mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11.29) y esto debe de convencernos de que
la mansedumbre es una manera de imitar a Jesús, se trata de no crear conflictos o no
ampliarlos cuando se encuentra en nuestras manos terminarlos.
Esta virtud y don a la vez es indispensable para entrar en contacto y permanecer en
comunión con los demás, es una manera de construir buenas relaciones y vivir en armonía.
Si valoramos la mansedumbre entonces podremos poseernos y no dejarnos llevar por los
instintos.
La mansedumbre no es debilidad en el hombre sino más bien sabiduría, una persona sabia
actúa también de manera prudente. La mansedumbre nos permite actuar con tranquilidad
incluso en los momentos de dificultad o en los que se presente alguna contrariedad.
Si actuamos con mansedumbre incluso aunque esto nos cause algún tipo de incomodidad
por un momento, en momentos de angustia o aflicción, frente a la tensión que muchas
veces nos pone la vida o las fricciones que la relación con los demás nos pueden presentar
puede ayudarnos a madurar muchas otras más virtudes y así podremos hacer realidad las
palabras de Jesús que nos invita a ser mansos de corazón y seremos imitadores suyos.
Dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1717 a propósito de las
bienaventuranzas en general: “Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y
describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y
de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana;
son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los
discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de
la Virgen María y de todos los santos.”
De esta manera podremos convencernos de lo útil que puede ser vivir las bienaventuranzas
a pesar de que parezcan paradójicas o contrarias a la vida moderna del ser humano.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
Realizar una lectio divina de alguna cita bíblica sugerida:
 Mt 5, 38-42
 I Pe, 3,9
 Mt 11,29
BIBLIOGRAFÍA
 JESÚS MARÍA BEZUNARTEA, Valores Evangélicos, San Pablo 2006.
 Catecismo de la Iglesia Católica

3.3 BIENAVENTURADOS LOS QUE LLORAN, PORQUE SERÁN


CONSOLADOS – BIENAVENTURADOS LOS PERSEGUIDOS A
CAUSA DE LA JUSTICIA, PORQUE DE ELLOS ES EL REINO DE
LOS CIELOS.
OBJETIVO: Que el seminarista logre asimilar sus propias emociones y sentimientos
como parte de su humanidad y la necesidad de vivir la justicia como virtud que le lleva a
descubrir y defender la verdad a la luz de la doctrina cristiana para que llegue a un
compromiso con los que sufren y con los perseguidos a causa de hacer el bien y vivir la
verdad.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
El llanto es una respuesta natural que surge para expresar alguna emoción, ya bien sea por
dolor, tristeza o pérdida, y socialmente es visto como un signo de debilidad, pero incluso se
puede llorar de felicidad, que de acuerdo con los valores sociales se vincula con un triunfo.
El ser humano comúnmente no se examina espiritualmente hasta que se le presentan los
problemas, y es aquí cuando se busca un consejo, una ayuda, una opinión diferente que
emplace a conseguir una solución satisfactoria a la contrariedad.
Siempre una situación difícil viene acompañada de un dolor intenso que es incontenible,
que normalmente genera el llanto y aflora la vulnerabilidad.
Entonces con esto, podemos pensar que bienaventurados los que lloran porque tienen un
dolor o una alegría.
Precisamente esta bienaventuranza, es la respuesta emocional de quien ha alcanzado un
corazón resignado para encontrarse con Dios y recibir su misericordia, en este
sentido, los que lloran reconocen que son pobres de espíritu, y por ello experimentan un
dolor que hace posible tal encuentro.
Ese dolor viene dado, porque ante los ojos de Dios todos somos pecadores, y justamente
esa pena significa que se admite el pecado cometido y hay un arrepentimiento por ello,
por esta razón son bienaventurados los que lloran, porque se sensibilizan por sus
propios pecados y por los ajenos. Pero puede un sufrimiento causar dicha felicidad, esta
reflexión resulta ajena en una generación donde el contexto cultural está lleno de
banalidades.
Cuando se libera el pecado se experimenta una sensación de gozo, es quitarse un peso
moral de encima, y como gratificación se recibe la consolación, que es la bendición de
Dios. Este es el beneficio del que habla Jesucristo en cuanto a bienaventurados los que
lloran, porque ellos serán consolados por Dios.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Las Bienaventuranzas son bendiciones que se dirigen a los seguidores de Cristo, en primer
lugar, y a las multitudes de posibles seguidores. Las multitudes probablemente se sentirían
algo confundidos ante muchas de las bendiciones. ¿Es acaso una bendición ser pobre de
espíritu? ¿Somos bienaventurados si lloramos? No es distinto para nosotros hoy día,
particularmente si por error igualamos ser bienaventurados con felicidad.
Cuando hacemos eso, probablemente nos inclinaremos a ver la bendición de los que lloran
simplemente como promesa de felicidad futura. Ciertamente, nos dolemos en el presente
cuando perdemos a un ser querido, y a menudo la única felicidad que podemos alcanzar es
que nuestra fe y esperanza nos dice que nuestro ser querido está entrando en una nueva vida
de felicidad eterna en Cristo. Y tendremos razón, porque es verdad.
Pero eso no es el significado nuclear de la segunda bienaventuranza. Jesús les dice a sus
discípulos que son bienaventurados precisamente porque lloran. Dios responderá a su llanto
consolándolos. Los que no lloran se pueden saber cómodos, pero les falta el Consuelo que
Dios dará a quienes lloran.
Esto estará todavía más claro para quienes han experimentado el dolor como oración. El
duelo como forma de oración es más que el dolor que se experimenta con una pérdida. El
duelo en este sentido es el ofrecimiento a Dios de nuestra experiencia de pérdida — incluso
si hay enojo contra Dios porque sentimos que de alguna manera Dios estuvo implicado en
el llevarse a nuestro ser querido. Israel conoció este tipo de duelo.
Pero ahora nos rechazaste y humillaste: Dejaste de salir con nuestro ejército, Nos hiciste
retroceder ante el enemigo. Y nuestros adversarios nos saquearon.  (Salmo 44,10-13)
Tanto si existe o no incluso un rastro de ira en nuestro duelo, cuando se ofrece el duelo
como oración, ésta es una oración que escuchará Dios.
Hay sin embargo algo más que también se contiene en esta bienaventuranza. Nos dice que
debemos llorar. En el momento en que Jesús dijo las Bienaventuranzas, sus discípulos no
estaban llorando, y con razón. Pero llegaría el momento en que llorarían, y también con
razón.
Entonces se acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: “¿Por qué tus discípulos no
ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos? Jesús les respondió: “¿Acaso los amigos
del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en
que el esposo les será quitado y entonces ayunarán (Mateo 9,14-15).
Aquí, el duelo (con ayuno) será la respuesta que tengan los discípulos cuando se lleven a
Jesús de su lado. Por supuesto, también es en Mateo donde entendemos que Jesús nunca
está verdaderamente ausente de nuestro lado. “Porque donde hay dos o tres reunidos en mi
nombre, yo estoy presente en medio de ellos” (18,20). “Y yo estoy con ustedes hasta el fin
del mundo” (28,20).
Y, por tanto, continuamos viviendo nuestras vidas en Cristo como quienes lloran y se
alegran, con buenas razones para ambas cosas. Pero nuestro duelo, si es orante y arraigado
en la Biblia, no será un duelo por nuestras pérdidas personales. Estamos llamados a llorar
juntos, como cristianos. Se nos llama a esto comunitaria y litúrgicamente en los ritos
penitenciales y durante la Cuaresma. Seguimos doliéndonos por nuestra participación en el
pecado humano, el pecado que envió a Jesús a sufrir y morir en la cruz.
Pero hay algo más en nuestro duelo orante. Cuando Jesús bendijo a los que lloran, debemos
reconocer el dolor comunitario que afligía a Israel como nación. Recuerden el dolor que se
menciona en el Salmo 44. Israel ansiaba el día en que las promesas de un reino restaurado
traerían el reino de Dios y el gobierno de la justicia en la tierra. Se lamentaban que, sin el
gobierno de Dios, triunfaba la injusticia. Las necesidades de los pobres, los enfermos, los
huérfanos, y el que las viudas estaban descuidadas.
Esto no significa que hemos de quejarnos continuamente para que nos consuelen. Sin
embargo, toda persona experimentará siempre de nuevo momentos cuando el sufrimiento es
muy grande, cuando se encuentra desconsolada. Pero también es cierto que existen
personas que engrandecen su sufrimiento y hasta disfrutan de ello. No estamos hablando de
eso.
El sufrimiento penetra en la profundidad del corazón y no sabemos más que hacer. Parece
que no hay solución. Pero, aunque uno se ve obligado a decir: "Ya no puedo más", hasta en
este momento deberíamos tener la valentía de confesar esto ante Dios. A veces también
tenemos que decirle al otro con toda tranquilidad: "Tú me haces sufrir con tu
comportamiento, me estás hiriendo". Sin embargo, no giremos alrededor de nosotros
mismos. Abramos nuestros ojos para ver el sufrimiento del otro, para ayudarle y decirle una
palabra de consuelo. Ahora bien, cuando el sufrimiento es muy profundo, brotan las
lágrimas. No tengamos vergüenza de llorar: junto con las lágrimas experimentaremos un
alivio.
En el apocalipsis nos aseguran: "Dios enjugará todas las lágrimas" (Apc 7, 17; 21.4)
solamente a partir de Dios y en seguimiento a Cristo podemos cargar con el sufrimiento, la
tristeza.
Sin embargo, los sabios y los santos nos enseñan que estar de luto, que estar llorando
debería revestirse de una dimensión más espiritual. Porque los sufrimientos y hasta la
pérdida de un ser querido son designios amorosos de Dios para nuestra vida y la de ellos.
No sucede nada sin que Dios lo permita porque nos ama y hasta de nuestros pecados
todavía saca bendición. Por eso San Pablo puede afirmar (Rom 8:28): “Por lo demás,
sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman".
¿Qué es lo que nos dicen los sabios y los santos acerca de la dimensión espiritual de la
bienaventuranza? Ellos saben que no hay nada más triste ni nada más horroroso que el
pecado. Y es el pecador quien realmente debe estar de luto. Dice San Hilario respecto a esta
bienaventuranza: "Se llaman los que lloran, no los que se entristecen llorando la orfandad
o las afrentas u otros daños, sino los que lloran sus pecados (San Hilario, in Matthaeum,
4). Y los que lloran sus pecados pueden llamarse en realidad bienaventurados, pero a
medias. Más bienaventurados son aquellos que lloran los pecados ajenos, tales conviene
que sean todos los maestros y, podríamos añadir, los padres de familia (cfr. Pseudo-
Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 9). Por eso, el luto del que se trata aquí
no es por los muertos según la ley común de la naturaleza, sino por los que han muerto a
causa del pecado y los vicios. Así lloró Samuel a Saúl (1Sam 16), y San Pablo a aquellos
que después de sus actos de impureza necesitaban arrepentirse (2Co 12, 21) (San
Jerónimo).
Y entonces el consuelo de los que lloran será el luto y los que lloran sus pecados se
consolarán cuando obtengan el perdón (cfr. Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in
Matthaeum, hom. 9). Pero la cosa no termina ahí: Y aun cuando sea suficiente disfrutar de
su perdón, no termina la retribución en el perdón de los pecados, sino que los hace
partícipes de muchos consuelos tanto para la vida presente como para la futura (cfr. San
Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 15,3).  Resumiendo: ¿Quiénes son esos que
lloran? En un sentido son los que sufren; en otro sentido, son los que lloran sus pecados...
Así es que, los verdaderos amigos de Dios lloran por la ceguedad y miseria de los pecados
del mundo (Juan Taulero, Sermón 71).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Procuremos ahora entender quiénes son exactamente los afligidos y los que lloran,
proclamados bienaventurados por Cristo. Los exégetas excluyen hoy, casi unánimemente,
que se trate de afligidos sólo en sentido objetivo y sociológico, gente a la que Jesús
proclamaría bienaventurada por el solo hecho de sufrir y de llorar. El elemento subjetivo,
esto es, el motivo del llanto es determinante.
¿Y cuál es este motivo? La vía más segura para descubrir qué llanto y qué aflicción son
proclamados bienaventurados por Cristo es ver por qué se llora en la Biblia y por qué lloró
Jesús. Descubrimos así que existe un llanto de arrepentimiento, como el de Pedro tras la
traición, un «llorar con quien llora» (Rm 12, 15), de compasión por el dolor ajeno, como
lloró Jesús con la viuda de Naím y con las hermanas de Lázaro; el llanto de exiliados que
anhelan la patria, como el de los judíos en los ríos de Babilonia… Y muchos otros.
En el Salmo 41 leemos:
«Mis lágrimas son mi pan de día y de noche,
Y a lo largo del día me repiten: “¿Dónde está tu Dios?” …
Mis huesos se quebrantan,
mis opresores me insultan,
y me repiten a lo largo del día: “¿Dónde está tu Dios?”».
Motivo de tristeza del creyente, como para el salmista, es la impotencia que experimenta
frente al desafío: «¿Dónde está tu Dios?». Con su misterioso silencio, Dios llama al
creyente a compartir su debilidad y derrota, prometiendo sólo en estas condiciones la
victoria: «La debilidad de Dios es más fuerte que los hombres» (1 Co 1, 25).
Pablo decía que experimentaba en el corazón «tristeza inmensa y un profundo y continuo
dolor» por el rechazo de Cristo por parte de sus compatriotas (Rm 9, 1s.); ¿cómo no
experimentar el mismo dolor por el rechazo de Él por parte de muchos contemporáneos
nuestros, en los países de antigua fe cristiana? Por un motivo similar, por no haber
reconocido en Él al propio amigo y salvador, Jesús lloró en Jerusalén…
La Iglesia ha «llorado y suspirado» en tiempos recientes por las abominaciones cometidas
en su seno por algunos de sus propios ministros y pastores. Ha pagado un precio
elevadísimo por esto. Ha corrido a poner remedio, se ha dado reglas férreas para impedir
que los abusos se repitan. Ha llegado el momento, tras la emergencia, de hacer lo más
importante de todo: llorar ante Dios, afligirse como se aflige Dios; por la ofensa al cuerpo
de Cristo y el escándalo «a los más pequeños de sus hermanos», más que por el perjuicio y
deshonor ocasionado a nosotros.
Se puede llorar de dolor, pero también de conmoción y de alegría. Las lágrimas más bellas
son las que nos llenan los ojos cuando, iluminados por el Espíritu Santo, «gustamos y
vemos cuán bueno es el Señor» (Sal 34, 9).
Cuando se está en este estado de gracia, sorprende que el mundo y nosotros mismos no
caigamos de rodillas y no lloremos todo el tiempo de estupor y de conmoción. Lágrimas de
este tipo debían correr por el rostro de Agustín cuando escribía en las Confesiones: «Cuánto
nos has amado, oh Padre bueno, que no te has reservado a tu único Hijo, sino que lo has
dado por todos nosotros. ¡Cuánto nos has amado!». También las lágrimas con las que la
pecadora empapó los pies de Jesús no eran lágrimas sólo de arrepentimiento, sino también
de gratitud y de gozo.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
REFLEXIONAR SOBRE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS:
 ¿Cuándo ha sido el duelo parte de tu vida?
 ¿Pudiste encontrar consuelo de Dios y de otras personas?
 ¿Estás aun buscando consuelo?
BIBLIOGRAFÍA
 Clifford Yeary, Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock
 https://www.lasbienaventuranzas.net/bienaventurados-los-lloran-seran-consolados/
Consultado el 12 de abril de 2019.
 http://www.mscperu.org/espirit/obras_espir/Bienaventuranzas_curso/
BienaventurCurso03.htm, consultado el día 12 de abril de 2019.
 Predicación de Adviento del P. Raniero Cantalamessa OFMCap. diciembre 15, 2006. En
línea, consultado el 12 de abril de 2019

3.4 BIENAVENTURADOS LOS QUE TIENEN HAMBRE Y SED DE


JUSTICIA, PORQUE SERÁN SACIADOS – BIENAVENTURADOS
SERÁN CUANDO LOS INJURIEN, LOS PERSIGAN Y DIGAN
CONTRA USTEDES TODA CLASE DE CALUMNIAS POR MI
CAUSA. ALÉGRENSE Y REGOCÍJENSE PORQUE SU
RECOMPENSA SERÁ GRANDE EN EL CIELO.
OBJETIVO: Que el seminarista comprenda la dicha que implica anhelar y trabajar por la
justicia y la necesidad de conocer y propagar la fe con las palabras y a través del
testimonio para que valientemente acepte su condición cristiana y sus compromisos
bautismales defendiéndolos por medio de su condición de vida.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
La persecución se da por todas partes de nuestro mundo hoy. Limitar nuestra preocupación
por los perseguidos únicamente a quienes comparten nuestra identidad bautismal, o algún
parecido cultural con nosotros mismos, sería ignorar nuestra responsabilidad hacia los
perseguidos que de hecho se contiene en la Octava Bienaventuranza.
Cuando Jesús llama bienaventurados a los perseguidos, tenemos la obligación de ayudar a
alcanzar la bendición, porque el seguir a Jesús nos hace agentes del reino del cielo.
Nuestra responsabilidad de ser parte de la bendición de los perseguidos comienza con
reconocer conscientemente su situación crítica. Hay muchas formas de persecución, que
van de la violencia al abuso verbal o simplemente al trato de silencio despectivo. La
violencia incluye asesinato y tortura.
El abuso verbal o el desprecio a menudo incluye los muchos modos en que la propia
identidad frente al resto de la sociedad podría acabar en exclusión de cualquiera de sus
beneficios.
La Octava y Novena Bienaventuranzas bendicen a los perseguidos y se parecen lo
suficiente como para que algunos sólo identifiquen ocho bienaventuranzas. Quienes ven
una diferencia entre las dos últimas bienaventuranzas acentúan la sutil diferencia entre ser
perseguidos “por causa de la justicia” (la Octava Bienaventuranza) y ser perseguidos “por
mi causa” (por la causa de Jesús — la Novena Bienaventuranza).
Ciertamente, quienes son perseguidos a causa de su asociación con Jesús, están siendo
perseguidos a “causa de la justicia” pero al pronunciar dos bienaventuranzas distintas, Jesús
parece haber proclamado una bienaventuranza diferente sobre todos los que sufren por la
justicia, tanto si sus perseguidores los identifican con Jesús como si no.
Al perseguir a quienes trabajan por la justicia, los perseguidores probablemente no verán a
Jesús en absoluto, y sin embargo, Jesús se pone él mismo y el reino de los cielos del lado de
los que son perseguidos porque buscan la justicia.
En el propio lenguaje de Jesús (Arameo) y en el Nuevo Testamento en griego, la palabra
que se traduce como “rectitud” en Mateo 5,10 es la misma que a menudo se traduce como
“justicia.” La bendición de Jesús a los perseguidos en la Octava Bienaventuranza es un
pronunciamiento de la bendición sobre quienes sufren porque promueven la obra de la
justicia en el mundo.
Así que los cristianos deben extender su preocupación por todos los perseguidos de
cualquier forma. Cuando los fieles de cualquier religión o convicción ética son perseguidos
por tratar de vivir su responsabilidad con su propia conciencia, eso es la causa de la justicia.
Jesús nos asegura que el reino de los cielos es de aquellos que son perseguidos por causa de
la justicia. Y no debemos pensar que quienes sufren persecución solo alcanzarán la
bendición cuando vayan al cielo.
El reino de los cielos es el ámbito de la mayor influencia de Dios. En tiempos de Jesús y en
su predicación, ese reino raramente se imaginaba como un ámbito distinto y separado del
mundo en que vivimos. Por el contrario, era el ámbito de la muy esperada autoridad de
Dios a ser restablecida en la tierra.
Al principio del ministerio de Jesús, cuando anunció, “Conviértanse, porque el reino de los
cielos está cerca” (Mateo 4,17), estaba proclamando la “Buena Noticia” de que Dios, en y a
través de Jesús, estaba haciendo presente en la tierra un anticipo del reino del cielo.
En el evangelio de Lucas, Jesús leyó a la sinagoga de su pueblo, un anuncio parecido del
profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado a
llevar la Buena noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, la
vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos, y a proclamar un año de gracia del Señor.”
“Hoy,” les dijo, “esta Escritura se cumple en su escucha” (4,18-19. 21). Jesús encargó a sus
discípulos predicar la misma Buena noticia: “Vayan y proclamen que el reino de los cielos
está cerca” (Mateo 10,7).
¿Quién puede escuchar el drama de los innumerables refugiados de todo el mundo y
negarse a verlos como los oprimidos a quienes Jesús vino a liberar? Como seguidores de
Jesús, es nuestra responsabilidad identificar a los perseguidos y buscar para ellos la
bendición de la justicia.
Irónicamente, eso a menudo significará que los fieles discípulos que intenten “liberar a los
oprimidos” sean ellos mismos perseguidos por causa de la justicia. Evadirnos de nuestras
responsabilidades hacia los oprimidos (perseguidos) sería rechazar la bendición de la
bienaventuranza.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
En esta bienaventuranza, Jesucristo se refiere a quienes han desarrollado una
formació n espiritual siendo limpios de corazó n y espíritu, sufriendo por sus
pecados, predicando la mansedumbre, la misericordia y la paz con hambre y sed de
justicia, sufrirá n de la persecución como consecuencia de ser hijos de Dios.
Debemos recordar que vivimos en un mundo que se vende al pecado, y cuando nuestras
palabras o acciones exponen la maldad o la mentira de los demás, es causa de irritación
en la sociedad, ya que hay un sentimiento de intimidación que trata de apartar
la justicia de Dios.
La justicia referida en esta bienaventuranza que causa persecución tiene un sentido
bíblico de piedad y fortaleza, siendo el resultado de la gracia del Espíritu Santo en
nuestro interior.

Existen tres razones por la que esta justicia es una bendición divina:


Ser perseguido es indicativo que se transita por el camino correcto abrazado a Dios.
*El perseguido sentirá la compañía de Jesucristo en sus acciones.
*El premio para el perseguido por sus actos será glorioso, por ello,  bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
*Dios llamó a los cristianos para que a pesar de lo que sucediera por su fe, esperaran
la prueba consumada y perfecta de su don: bienaventurados los perseguidos por causa de
la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
La justicia es un valor que acompaña al ejercicio de la correspondiente virtud moral
cardinal. Según su formulación más clásica, «consiste en la constante y firme voluntad de
dar a Dios y al prójimo lo que les es debido». Desde el punto de vista subjetivo, la
justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como
persona, mientras que, desde el punto de vista objetivo, constituye el criterio
determinante de la moralidad en el ámbito intersubjetivo y social.
El Magisterio social invoca el respeto de las formas clásicas de la
justicia: la conmutativa, la distributiva y la legal. Un relieve cada vez mayor ha adquirido
en el Magisterio la justicia social, que representa un verdadero y propio desarrollo de
la justicia general, reguladora de las relaciones sociales según el criterio de la
observancia de la ley. La justicia social es una exigencia vinculada con la cuestión
social, que hoy se manifiesta con una dimensión mundial; concierne a los aspectos
sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los
problemas y las soluciones correspondientes.
La justicia resulta particularmente importante en el contexto actual, en el que el valor de
la persona, de su dignidad y de sus derechos, a pesar de las proclamaciones de propósitos,
está seriamente amenazado por la difundida tendencia a recurrir exclusivamente a los
criterios de la utilidad y del tener. La justicia, conforme a estos criterios, es considerada
de forma reducida, mientras que adquiere un significado más pleno y auténtico en la
antropología cristiana. La justicia, en efecto, no es una simple convención humana,
porque lo que es «justo» no está determinado originariamente por la ley, sino por la
identidad profunda del ser humano.
La plena verdad sobre el hombre permite superar la visión contractual de la justicia, que
es una visión limitada, y abrirla al horizonte de la solidaridad y del amor: «Por sí sola, la
justicia no basta. Más aún, puede llegar a negarse a sí misma, si no se abre a la fuerza
más profunda que es el amor». En efecto, junto al valor de la justicia, la doctrina social
coloca el de la solidaridad, en cuanto vía privilegiada de la paz. Si la paz es fruto de la
justicia, «hoy se podría decir, con la misma exactitud y análoga fuerza de inspiración
bíblica (cf. Is32,17; St 32,17), Opus solidaritatis pax, la paz como fruto de la
solidaridad». La meta de la paz, en efecto, «sólo se alcanzará con la realización de la
justicia social e internacional, y además con la práctica de las virtudes que favorecen la
convivencia y nos enseñan a vivir unidos, para construir juntos, dando y recibiendo, una
sociedad nueva y un mundo mejor».

ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO


Podemos encontrar varios tipos de justicia para su estudio, a saber:
JUSTICIA CON LOS DEMÁS
Es dar a cada persona, a tu esposo/a, a tus hijos, a tu jefe, a tu empleado, a tu compañero, a
tu amigo..., a cada uno lo que le toca verdaderamente, lo que le pertenece, a lo que tiene
derecho.
- A tu compañero le debes respeto.
- No dañar a propósito a otra persona.
- No decir mentiras.
- No acusar a alguien falsamente, o si tienes duda.
- No desear, ni menos robar lo que no es tuyo.
- Regresar las cosas perdidas.
- No pagar menos de lo justo cuando compras.

- No tratar de obtener siempre lo mejor para ti y lo que sobre para los demás.
- No criticar, hacer juicios, decir chismes de otros.
- No burlarse o maldecir a otros. 
- Tratar a todos de igual manera: a los que están arriba de ti y a los que están abajo de ti.

JUSTICIA DISTRIBUTIVA
- Nos dice que la persona que reparte las cosas o los puestos, debe hacerlo honestamente,
de acuerdo con los méritos y a las necesidades de cada uno.
- Se peca contra esta justicia, cuando se reparten las cosas o se dan los puestos, al que es
¨cuate¨ o al que me cae bien, o al que trae una influencia, o una recomendación de
alguien de arriba.

JUSTICIA SOCIAL 
- Nos dice que cada una de las personas de la sociedad debe actuar para lograr el bien
común, el bien de todos y no solo el suyo.
- Para lograr el bien de todos, se hacen las LEYES. Todos estamos obligados a obedecer
esas leyes para que la convivencia en la sociedad sea más fácil y vivamos en paz.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Preguntas para reflexionar:
 ¿Quiénes son perseguidos por causa de la justiciar en nuestro mundo? ¿En nuestra nación?
 ¿De qué modos podrían los cristianos ayudar a los oprimidos a recibir las bendiciones del
reino de los cielos?
 ¿Cómo puede el silencio convertir a alguien en cómplice de la persecución?
 ¿Dónde o cuándo has sido testigo de la bendición del reino de los cielos sobre los que han
sido perseguidos?
2. Buscar citas bíblicas que hablan acerca de la justicia
3. Encontrar en algún evangelio las injusticias que tuvo que vivir Jesús para anunciar el Reino
de Dios y enlistarlas.
BIBLIOGRAFÍA
 La Verdad Católica en línea, consulta el 10 de abril de 2019
 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia
 Clifford Yeary, Director Asociado, Estudio Bíblico de Little Rock, en línea el 10 de abril
de 2019
 Catecismo de la Iglesia Católica
3.5 BIENAVENTURADOS LOS MISERICORDIOSOS, PORQUE
ALCANZARÁN MISERICORDIA.
OBJETIVO: Contribuir en la formación del adolescente para que descubra la
importancia de experimentar y hacer vivir el perdón como acto humano y como efecto
sacramental a través de la confesión para capacitarlo a vivir reconciliado con Dios,
consigo mismo y con su entorno.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
La palabra misericordia tiene su origen en dos palabras del latín: misereri, que significa
tener compasión, y cor, que significa corazón. Ser misericordioso es tener un corazón
compasivo. La misericordia, junto con el gozo y la paz, son efectos del amor; es decir, de la
caridad.
“Bienaventurados los misericordiosos...” No sólo en los tiempos históricos en los que vivió
Jesús antes de su ascensión, sino en estos tiempos en que vivimos, hace falta la
misericordia. Cuando la desgracia alcanza proporciones desmedidas, la misericordia se
vuelve una necesidad que atienden oficialmente las organizaciones mundiales o nacionales.
Sabemos que la ONU y otras organizaciones filiales ayudan a las víctimas de guerra, a los
refugiados, a los que padecen hambre. La Cruz Roja es el paladín de la ayuda voluntaria y
desinteresada a los que sufren. En México, y en casi todos los países, hay obras semejantes
que se distinguen por su altruismo y filantropía. A nivel de católicos, tenemos Cáritas
(Caridad) que trata de expresar en obras la fe de la Iglesia.
Así la misericordia se hace experimentar a los demás, pero también se experimenta en uno
mismo por parte de Dios a través del sacramento de la reconciliación o por medio del
perdón de los demás. Esto nos ayuda a vivir reconciliados y por supuesto nos hace vivir en
paz.
El sacramento de la reconciliación es el medio a través del cual Dios nos permite recobrar
la gracia y también la paz y con ello nos capacita para comulgar y vivir en armonía con
Dios, con los demás, con uno mismo y con el entorno.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
Dice León Duffour en el diccionario bíblico que “la misericordia en un lenguaje corriente,
influenciado por el latín de la Iglesia, identifica la misericordia con la compasión y el
perdón” y muy probablemente este uso ordinario o común nos ayuda a comprender en
realidad lo que significa y con facilidad poder llevarlo a la práctica.
Cuando el Papa Francisco publicó el documento sobre la misericordia dijo que era un
paréntesis en la vida de la Iglesia y con ello manifiesta el grande amor que Dios tiene y
como abundantemente repite la sagrada escritura, Dios no quiere la muerte del pecador,
sino que se arrepienta y viva, por ello nos invitó en su momento a vivir el “Jubileo de la
Misericordia” que estuvo envuelto en muchas acciones y eventos que nos hacían ver
cercana la misericordia divina. Ahí encontramos que el perdón en un signo de esa
misericordia que el Padre ejerce sobre nosotros cuando aceptamos su invitación a la
conversión, el llamado a vivir el Evangelio. La misericordia es un mirar hacia adelante,
reconocer en ella el amor que Dios nos tiene y seguir caminando al encuentro del Padre.
La misericordia del Padre el Papa Francisco la quiere hacer ver a través de una bula que
convoca a la celebración de un año extraordinario acerca de la “misericordia divina”; el
Papa Francisco leyó y entregó la Bula Misericordiae Vultus (“El rostro de la misericordia”)
en la tarde de este sábado en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, con motivo del
Jubileo de la Misericordia que comenzó el 8 de diciembre y concluyo el 20 de noviembre
de 2016.
El Papa dice en este documento que: “Siempre tenemos necesidad de contemplar el
misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para
nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima
Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro
encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona
cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida.
Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de
ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.”
Luego señala: “Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta
su omnipotencia”. Las palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia
divina no sea en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la
omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas,
invita a orar diciendo: “Oh Dios que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia
y el perdón”. Dios será siempre para la humanidad como Aquel que está presente, cercano,
providente, santo y misericordioso.”
A propósito de la naturaleza divina dice el Papa Francisco: “Paciente y misericordioso” es
el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de
Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la
salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción.”
Luego de entender un poco la misericordia, podemos también hablar de una de sus
consecuencias lógicas que incluso de vuelven una exigencia, “el perdón”, el Catecismo de
la Iglesia Católica en los números 997,980 y 982: “Nuestro Señor vinculó el perdón de los
pecados a la fe y al Bautismo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la
creación. El que crea y sea bautizado se salvará" (Mc 16, 15-16). El Bautismo es el primero
y principal sacramento del perdón de los pecados porque nos une a Cristo muerto por
nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación (cf. Rm 4, 25), a fin de que
"vivamos también una vida nueva" (Rm 6, 4).  Por medio del sacramento de la Penitencia,
el bautizado puede reconciliarse con Dios y con la Iglesia: … No hay ninguna falta por
grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. "No hay nadie, tan perverso y tan culpable
que, si verdaderamente está arrepentido de sus pecados, no pueda contar con la esperanza
cierta de perdón" (Catecismo Romano, 1, 11, 5). Cristo, que ha muerto por todos los
hombres, quiere que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a
cualquiera que vuelva del pecado (cf. Mt 18, 21-22).”.
El perdón es un acto de voluntad porque consiste en una decisión. ¿Cuál es el contenido
de esta decisión? ¿Qué es lo que decido cuando perdono? Al perdonar opto por cancelar
la deuda moral que el otro ha contraído conmigo al ofenderme, y, por lo tanto, lo
libero en cuanto deudor. No se trata, evidentemente, de suprimir la ofensa cometida, de
eliminarla y hacer como que nunca haya existido, porque carecemos de ese poder. Sólo
Dios puede borrar la acción ofensiva y hacer que el ofensor vuelva la situación en que se
encontraba antes de cometerla. Pero nosotros cuando perdonamos realmente, desearíamos
que el otro quedara completamente eximido de la mala acción que cometió. Por
eso, “perdonar implica pedir a Dios que perdone, pues sólo así la ofensa es
aniquilada”. 
Y luego buscar la reconciliación, que en nuestra Iglesia no sólo es un acto humano
sino también un sacramento en el que recibimos e Dios el perdón y recobramos la
gracia que nos ayuda a seguir en el camino de la perfección espiritual.
Sin duda son bienaventurados aquellos que viven la misericordia, quienes pueden
gozar de parte de Dios de este bendito don que restaura y siempre prepara.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
Una manera muy simple de vivir la misericordia de una manera muy concreta es vivir las
obras de misericordia que la Iglesia nos propone y que bien sabemos que se dividen para su
estudio en dos, las espirituales y las corporales, a saber:
Las espirituales son:
- Enseñar al que no sabe.
- Dar un buen consejo al que lo necesita.
- Corregir al que yerra.
- Perdonar las injurias.
- Consolar al triste.
- Soportar las flaquezas del prójimo.
- Orar por vivos y difuntos.
Las corporales son:
- Dar de comer al hambriento.
- Dar de beber al sediento.
- Dar posada al peregrino.
- Vestir al desnudo.
- Visitar a los enfermos.
- Socorrer al cautivo.
Estas obras de misericordia son pedidas por el mismo Cristo (Mt 25, 31-46); la Iglesia
añadió una más: Enterrar a los muertos. Se considera que las obras de misericordia
corporales se pueden expresar en una sola: dar limosna.
ACTIVIDADES SUGERIDAS
*Representar alguna de las parábolas de la misericordia narradas en San Lucas.
*Meditar a la luz de la parábola del hijo pródigo las siguientes palabras: solicitud
del hijo joven, libertad, pecado, falsa felicidad, absoluta pobreza y miseria, momento
de conversión: examen de conciencia, la decisión y la conversión, el retorno, perdón
del padre: el perdón de Dios, nuevo manto y túnica, fiesta/festejo y banquete, hijo
mayor, el hijo pródigo, el padre.
BIBLIOGRAFÍA
 Catholic.net, consultado el 10 de abril de 2019
 LEÓN DUFFOUR, Diccionario de Teología Bíblica
 Catecismo de la Iglesia Católica
 Bula Misericordiae Vultus 
3.6 NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA
OBJETIVO: Fomentar la devoción mariana del seminarista a través de las diferentes
advocaciones de la Virgen María para fortalecer la espiritualidad del adolescente y
descubrir en María protección y luz para la vida.
HISTORIA DE LA DEVOCIÓN
El nombre de Candelaria tiene su origen en la fiesta que celebra la Iglesia (antaño con gran
solemnidad) el cuadragésimo día del Nacimiento de Jesús (2 de febrero) como cierre
del período navideño. Con la purificación de la madre y la presentación del hijo en
el templo, quedaba cerrado en la ley judaica el ritual que acompañaba el nacimiento de un
niño.
Del verbo latino candere, que significa "brillar por su blancura", estar blanco o brillante
por el calor (compárese con "incandescencia"), arder, abrasar, se forma en español la
palabra candela.
La advocación mariana de la Virgen de la Candelaria o Nuestra Señora de la Candelaria
tuvo su origen en Tenerife (España). Según la tradición, la Virgen se apareció en 1392 a
dos aborígenes “guanches” que pastoreaban su rebaño. Ellos al llegar a la boca de un
barranco, vieron que el ganado no avanzaba.
Uno de los pastores avanzó para ver lo que pasaba y vio en lo alto una pequeña imagen de
madera de una mujer, como de un metro de alto. En la imagen, la señora portaba una vela
en la mano izquierda y cargaba a un niño en el brazo derecho, mientras que el pequeño
llevaba en sus manos un pajarito de oro.
Fray Alonso de Espinosa describió la historia en 1594: en Chimisay vieron sobre una peña,
casi a la orilla del mar, la figura de una mujer que creyeron animada. Como estaba
prohibido a los hombres hablar o acercarse a las mujeres en despoblado, le hicieron señas
para que se retirase a fin de que pasase el ganado. Pero al querer ejecutar la acción,
el brazo se le quedó yerto y sin movimiento. El otro pastor quiso herirla con su cuchillo.
Pero en lugar de herirla, quedó herido el mismo.
Asustados, huyeron los dos pastores a Chinguaro, la cueva-palacio del mencey Acaymo,
para referirle lo acontecido. El mencey acudió con sus consejeros. Ella no respondía pero
nadie se atrevía a tocarla. El mencey decidió que fuesen los mismos dos pastores ya heridos
quienes la recogieran para llevarla al palacio. Ellos, al contacto con la imagen, quedaron
sanados. El mencey comprendió que aquella mujer con un niño en brazos era cosa
sobrenatural. El mismo rey entonces quiso llevarla en sus brazos, pero después de un
trecho, por el peso, necesitó pedir socorro.
Es así que en lugar de la aparición hay hoy día una cruz y en el lugar donde el mencey pidió
socorro, un santuario a Nuestra Señora del Socorro. La llevaron a una cueva cerca del
palacio del rey hoy convertida en capilla. Más tarde un joven llamado Antón, que había
sido tomado como esclavo por los castellanos y había logrado escapar y regresar a su isla,
reconoció en la imagen milagrosa a la Virgen María. Él, habiendo sido bautizado le relató
al mencey y a su corte la fe cristiana que él sostenía.
Así llegaron a conocer a la Virgen María como "La Madre del sustentador del cielo y
tierra" y la trasladaron a la Cueva de Achbinico (detrás de la actual Basílica de Candelaria)
para veneración pública.
La Virgen de la Candelaria, patrona de Canarias, y se venera en la Basílica de Nuestra
Señora de la Candelaria en Tenefire. Más adelante, esta devoción se extendió y llegó
también a América. En Argentina, por ejemplo, su fiesta se celebra en la localidad de
Candelaria (Misiones), tomado de las antiguas reducciones jesuíticas (capital de los treinta
pueblos guaraníes que incluía a Paraguay, Argentina y Brasil).
Actualmente hay procesiones y se espera a la Virgen con serenata popular. Asimismo, en la
ciudad de Humahuaca, Jujuy, se realiza la tradicional danza de los toritos y fuegos
artificiales. Mientras que, en la provincia de Tucumán, en la localidad de Villa de Leales,
esta festividad es una de las más multitudinarias. En Guaraní, provincia de Buenos Aires, la
Virgen de la candelaria es patrona de la ciudad.
En Copacabana – la paz, en la Bolivia de 1583, fue tallada la imagen de la Virgen de la
Candelaria de Copacabana por Francisco “Tito Yupanqui”. El Templo de Copacabana es el
segundo templo más antiguo de Hispanoamérica. En este país altiplánico, la Virgen de la
Candelaria es patrona de Aquile (Cochabamba), Rurrenabaque (Beni), Samaipata (Santa
Cruz), Azurduy (Chuquisaca) y de la comunidad de La Angostura en Tarija.
En la Iglesia de San Antonio, en la isla Mancera en Valdivia (Chile), hay registros del culto
a la Virgen de la Candelaria que datan del año 1645. Es venerada en los sectores mineros
del norte del país. En la ciudad chilena de Copiapó existe un santuario de la Virgen de la
Candelaria y en el pueblo de Mincha, comuna de Canela, se encuentra un templo donde hay
gran devoción a la Candelaria y que es monumento histórico nacional desde 1980.
La ciudad de Medellín en Colombia fue erigida en sus orígenes como “Villa de Nuestra
Señora de la Candelaria de Medellín” y por ello la Virgen aparece en el escudo de la
ciudad. De igual manera, la primera Catedral de la actual Arquidiócesis de Medellín fue la
Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria. Otras ciudades colombianas también la tienen
como patrona.
En Puno, al sur de Perú, la Fiesta de la Candelaria es una de las más importantes de la
región. Allí la imagen de la Virgen de la Candelaria es sacada en procesión por las calles de
la ciudad, acompañada de danzas y música tradicional.
En noviembre del 2014, la UNESCO declaró la Festividad de la Virgen de la Candelaria de
Puno como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Llamada también Fiesta de la Purificación de María (griego, Hupapante), Fiesta de la
Presentación del Niño Jesús en el Templo. En el rito latino se observa el día 2 de febrero.
De acuerdo a la ley mosaica, una madre que había dado a luz a un hijo varón era
considerada impura por siete días; además debía permanecer treinta y tres días "en
purificación de su sangre"; pero si daba a luz a una niña, se duplicaba el tiempo que excluía
a la madre del santuario. Al cumplirse el tiempo de su purificación (cuarenta u ochenta
días) la madre debía traer al Templo un cordero para el holocausto y un pichón de paloma o
una tórtola por el pecado"; si no era capaz de ofrecer un cordero, podía presentar dos
tórtolas o dos pichones; el sacerdote oraba por ella y entonces quedaba limpia.
(Levítico 12,2-8).
Cuarenta días después del nacimiento de Cristo María cumplió con este precepto de la Ley;
ella redimió a su primogénito en el Templo (Números 18,15), y fue purificada por la
oración del Bendito Simeón, en la presencia de Ana la profetisa (Lucas 2,22 ss.). Sin duda,
la primitiva Iglesia de Jerusalén celebraba este acontecimiento, la primera presentación
solemne de Cristo en la casa de Dios. Lo encontramos testimoniado para la primera mitad
del siglo IV por la peregrina de Burdeos, Egeria o Silvia. El día (14 de febrero) se
guardaba solemnemente con una procesión a la Basílica Constantiniana de la Resurrección,
una homilía sobre Lucas 2,22 ss., y el Santo Sacrificio. Pero todavía la fiesta no tenía
nombre propio; se le llamaba simplemente día cuadragésimo después de la Epifanía. Esta
última circunstancia prueba que la Epifanía en Jerusalén era entonces la Fiesta
del Nacimiento de Cristo.
Desde Jerusalén esta fiesta del día cuadragésimo se extendió a toda la Iglesia, y más tarde
se celebraba el 2 de febrero, ya que en los últimos veinticinco años del siglo IV se introdujo
la fiesta romana de la Natividad de Cristo (25 de diciembre). Fue atestiguada
en Antioquía en 526 (Cedrenue); el emperador Justiniano I la introdujo a todo el Imperio
Oriental (542) en acción de gracias por el cese de la gran pestilencia que había despoblado
la ciudad de Constantinopla. En la Iglesia Griega fue llamada Hypapante tou Kyriou, el
encuentro (occursus) del Señor y su Madre con Simeón y Ana. Los armenios la llaman: "La
Venida del Hijo de Dios al Templo" y todavía la observan el 14 de febrero (Tondini di
Quaracchi, Calendrier de la Nation Arménienne, 1906, 48); los coptos la llaman "la
presentación del Señor en el Templo" (Nilles, Kal. Man., II 571, 643). Quizás el decreto de
Justiniano también le dio ocasión a la Iglesia Romana (¿a Gregorio I?) para que introdujera
esta fiesta, pero aún falta información definida sobre este punto.
La fiesta aparece en el sacramentario gelasiano (tradición manuscrita del siglo VII) bajo el
nuevo título de Purificación de la Santísima Virgen María, pero no se menciona la
procesión. El Papa Sergio I (687-701) introdujo una procesión para este día. El gregoriano
(tradición del siglo VIII) no habla de esta procesión, cuyo dato prueba que la procesión de
Sergio era "la estación" ordinaria, no el acto litúrgico de hoy. Ciertamente que el Papa
Gelasio no introdujo esta fiesta para suprimir los excesos del “lupercalia” (festival de la
fertilidad en la antigua Roma que se celebraba el 15 de febrero en honor al dios pastoral
Luperco), (Migne, Missale Gothicum, 691), y esto se extendió lentamente en Occidente; no
se encuentra en "el Leccionario" de Silos (650), ni en el "Calendario" (731-741) de Santa
Genoveva de París. En Oriente se celebraba como un fiesta del Señor; en Occidente como
una fiesta de María; aunque el invitatorio (Gaude et lætare, Jerusalén, occurrens Deo tuo),
las antífonas y responsorios nos recuerden su concepción original como una fiesta del
Señor. La bendición de las velas no entró al uso común antes del siglo XI; esto no tiene
nada en común con la procesión del “lupercalia”. En la Iglesia Latina esta Fiesta
(Purificatio B.M.V.) es una doble de segunda clase. En la Edad Media tenía una octava en
la mayoría de las diócesis; también hoy día las órdenes religiosas cuyo objeto especial es
la veneración de la Madre de Dios (carmelitas, servitas) y muchas diócesis (Loreto, la
provincia de Siena, etc.) celebran la octava.
LA IMAGEN DE LA VIRGEN ACTUAL
Como consecuencia de la desaparición de la primera imagen, en el temporal de 1826, hubo
que realizar las fiestas de febrero de 1827 sin imagen alguna, utilizándose el óleo existente
en el Convento de los Dominicos de Candelaria.
Dado el valor religioso de la Virgen de la Candelaria, los frailes encargaron al escultor
orotavense Fernando Estévez (1788-1845), calificado como "el mejor imaginero tinerfeño"
una nueva imagen. Sus cualidades artísticas y el reconocimiento del sentir del pueblo hacia
la Patrona de Canarias le hicieron concebir una imagen ligeramente distinta, original,
perfecta dentro del estilo neoclásico (con formas realistas y barrocas) que, en un primer
momento -empezó a hacerla en agosto de 1827-, confundió a los fieles, si bien pronto sería
igualmente venerada.
Según María Jesús Riquelme los rituales y milagros atribuidos a la Virgen de Candelaria
desde su aparición en las costas canarias y el tener el título de "Patrona Universal" del
archipiélago hicieron pensar a Estévez en la profunda significación esotérica que, sin negar
la tradición cristiana de María, tenían las "Vírgenes Negras" desde el medioevo, de
reconocida fama y milagros.
Sin embargo, no siguió rígidamente todas las directrices presentes en éstas, en las que, se
cuida especialmente la ejecución del rostro, no tanto la del Hijo, lo que no ocurre en nuestro
caso. Tampoco coincide la altura, que en las medievales es de 70 cm. más 30 cm. de peana
y la otra excede en 90 cm. más del total.
Sí sigue el estilo en los ropajes, con predominio constante de azules, blancos y dorados;
además se han encontrado imágenes medievales que también presentan telas encoladas
pintadas.
La negrura del rostro puede tener un valor simbólico de gran profundidad; para el peregrino
puede significar duda y pecado. En la alquimia medieval el negro está considerado como la
propia naturaleza femenina. Su forma, trazo de la nariz y los ojos almendrados son una
característica oriental propia de estas imágenes, hecho que también se da en la obra de
Estévez.
La actual imagen fue restaurada en 1972 por el escultor orotavense Ezequiel de León. Su
trabajo consistió en hacer un cuerpo pleto de brazos fijos -en los que insertó las manos de
Estévez- tallado en madera de cedro y adaptando la cabeza de la Virgen convenientemente
encolada a éste; también policromó e historió la túnica con los típicos letreros que tenía la
imagen desaparecida. Asimismo, realizó un impresionante trabajo de restauración
(carcoma, brazos totalmente desarmados, etc).
La belleza y perfección en los rasgos de la Virgen actual de 1,60 cm., así como en su Hijo,
han sido ampliamente comentadas. Así, el Dr. Hernández Perera, catedrático de Historia del
Arte de la Universidad Complutense de Madrid dijo que "Entre las Vírgenes obras de
Estévez, bastaría únicamente la de Candelaria para inmortalizar a su autor".
CURIOSIDADES ICONOGRÁFICAS
Por norma general, en las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús recostado en los
brazos, el Niño suele ir en el brazo izquierdo, por una razón elemental de sentido maternal
(la madre lleva al hijo en la mano izquierda para darle de comer y cuidarlo con la mano
derecha). La imagen de la Candelaria tiene, por el contrario, al niño recostado en el brazo
derecho.
Además, el Niño Jesús tiene asido entre sus manos un pajarito. Sin duda es símbolo de
las Tórtolas o pichones que la madre estaba obligada a entregar, según la Ley de Moisés,
cuando iba a presentar a su hijo en el templo.
Por otra parte, talladas en los ropajes de la Virgen de Candelaria original existían unas
extrañas letras cuyo significado aún se desconoce. La actual talla de la Virgen de
Candelaria también lleva impresas estas letras. Éstas eran:
1. Pretina del cuello: etiepesepmeri.
2. Manga izquierda: lpvrinenipepneifant.
3. Parte inferior de la túnica: eafm ipnini fmearei.
4. Cinturón: narmprlmotare.
5. Manto, en el brazo derecho: olm inranfr taebnpem reven nvinapimlifinipi nipian.
6. Orla de la mano izquierda: evpmirna envpmti epnmpir vrvivinrn apvi meri pivniam ntrhn.
7. Parte trasera, en la cola: nbimei anneeiperfmivifve.
BENDICIÓN DE VELAS Y PROCESIÓN
De acuerdo al Misal Romano, después de tercia el celebrante, vestido con la estola y capa
pluvial de color púrpura, se para al lado del altar desde donde se lee
la epístola y bendice las velas (las cuales deben ser elaboradas con ceras de abeja) habiendo
cantado o recitado las cinco oraciones prescritas, rocía e inciensa las candelas. Luego de
haber cantado o recitado las cinco oraciones prescritas, asperja e incensa las velas; luego las
distribuye al clero y a los laicos mientras el coro canta "El Cantico de Simeón (Nunc
Dimittis). Se repite la antífona "Lumen ad revelationem gentium et gloriam plebis tuæ
Israel" después de cada verso, según la costumbre medieval de cantar las antífonas. Durante
la procesión que ahora sigue, y en la que todos los presentes llevan velas encendidas en sus
manos, el coro canta la antífona "Adorna thalamum tuum, Sion", compuesta por San Juan
Damasceno, una de los pocas piezas cuyos texto y música la Iglesia Romana ha tomados
prestados de los griegos. Las otras antífonas son de origen romano.
La procesión solemne representa la entrada de Cristo, que es la Luz del Mundo, al Templo
de Jerusalén. Forma una parte esencial de los servicios litúrgicos del día, y se debe celebrar
en cada parroquia donde se pueda tener los ministros requeridos. La procesión siempre se
celebra el 2 de febrero aun cuando el Oficio y la Misa de la fiesta fueran transferidas al 3 de
febrero. Antes de la reforma de la liturgia latina por Pío V(1568), en las Iglesias del norte y
del oeste de los Alpes esta ceremonia era más solemne. Después de la quinta oración se
cantaba un prefacio. La antífona “Ave María” precedía al "Adorna". Mientras que ahora la
procesión se celebra dentro de la iglesia, en la Edad Media el clero abandonaba la iglesia y
visitaba el cementerio que lo rodeaba. Una vez que regresaba la procesión, un sacerdote con
la imagen del Niño Dios, la recibía en la puerta y entraban a la Iglesia con el clero, quienes
cantaban el cántico de Zacarías, el “Benedictus Dominus Deus Israel". En la conclusión, al
entrar al santuario, el coro cantaba el responsorio, "Gaude Maria Virgo" o la prosa,
"Inviolata" o alguna otra antífona apropiada al caso.

BIBLIOGRAFÍA
* Holweck, Frederick. "Candlemas." The Catholic Encyclopedia. Vol. 3. New York: Robert
Appleton Company, 1908. 30 octubre 2010, Traducido por Margarita Mayorquín. Rc.
http://www.newadvent.org/cathen/03245b.htm. Consultada en línea el 14 de febrero de
2019
*Aci Prensa, consulta en línea, 14 de febrero de 2019
* www.ecured.cu/Virgen_de_la_Candelaria, consultada el 14 de febrero de 2019
3.7 SANTO CURA DE ARS
OBJETIVO: Contribuir a que el seminarista descubra en la santidad del Cura de Ars la
espiritualidad de entrega y desprendimiento, de servicio y confianza en Dios que le motiven
a vivir estas virtudes para hacerlas suyas y practicarlas en su camino de discernimiento y
acompañamiento vocacional.
DATOS BIOGRÁFICOS
Martirologio Romano: Memoria de san Juan María Vianney, presbítero, que durante más
de cuarenta años se entregó de una manera admirable al servicio de la parroquia que le
fue encomendada en la aldea de Ars, cerca de Belley, en Francia, con una intensa
predicación, oración y ejemplos de penitencia. Diariamente catequizaba a niños y adultos,
reconciliaba a los arrepentidos y con su ardiente caridad, alimentada en la fuente de la
Eucaristía, brilló de tal modo, que difundió sus consejos a lo largo y a lo ancho de toda
Europa y con su sabiduría llevó a Dios a muchísimas almas (†1859). Fecha de
canonización: 31 de mayo de 1925 por el Papa Pío XI. Uno de los santos más populares en
los últimos tiempos ha sido San Juan Vianney, llamado el santo Cura de Ars. En él se ha
cumplido lo que dijo San Pablo: "Dios ha escogido lo que no vale a los ojos del mundo,
para confundir a los grandes".
Era un campesino de mente rústica, nacido en Dardilly, Francia, el 8 de mayo de 1786.
Durante su infancia estalló la Revolución Francesa que persiguió ferozmente a la religión
católica. Así que él y su familia, para poder asistir a misa tenían que hacerlo en
celebraciones hechas a escondidas, donde los agentes del gobierno no se dieran cuenta,
porque había pena de muerte para los que se atrevieran a practicar en público su religión.
La primera comunión la hizo Juan María a los 13 años, en una celebración nocturna, a
escondidas, en un pajar, a donde los campesinos llegaban con bultos de pasto, simulando
que iban a alimentar sus ganados, pero el objeto de su viaje era asistir a la Santa Misa que
celebraba un sacerdote, con grave peligro de muerte, si los sorprendían las autoridades.
Juan María deseaba ser sacerdote, pero a su padre no le interesaba perder este buen obrero
que le cuidaba sus ovejas y le trabajaba en el campo. Además, no era fácil conseguir
seminarios en esos tiempos tan difíciles. Y como estaban en guerra, Napoleón mandó
reclutar todos los muchachos mayores de 17 años y llevarlos al ejército. Y uno de los
reclutados fue nuestro biografiado. Se lo llevaron para el cuartel, pero por el camino, por
entrar a una iglesia a rezar, se perdió del grupo. Volvió a presentarse, pero en el viaje se
enfermó y lo llevaron una noche al hospital y cuando al día siguiente se repuso ya los
demás se habían ido. Las autoridades le ordenaron que se fuera por su cuenta a alcanzar a
los otros, pero se encontró con un hombre que le dijo. "Sígame, que yo lo llevaré a donde
debe ir". Lo siguió y después de mucho caminar se dio cuenta de que el otro era un desertor
que huía del ejército, y que se encontraban totalmente lejos del batallón. Y al llegar a un
pueblo, Juan María se fue a donde el alcalde a contarle su caso. La ley ordenaba pena de
muerte a quien desertara del ejército. Pero el alcalde que era muy bondadoso escondió al
joven en su casa, y lo puso a dormir en un pajar, y así estuvo trabajando escondido por
bastante tiempo, cambiándose de nombre, y escondiéndose muy hondo entre el pasto seco,
cada vez que pasaban por allí grupos del ejército. Al fin en 1810, cuando Juan llevaba 14
meses de desertor el emperador Napoleón dio un decreto perdonando la culpa a todos los
que se habían fugado del ejército, y Vianney pudo volver otra vez a su hogar. Trató de ir a
estudiar al seminario, pero su intelecto era romo y duro, y no lograba aprender nada. Los
profesores exclamaban: "Es muy buena persona, pero no sirve para estudiante no se le
queda nada". Y lo echaron.
Se fue en peregrinación de muchos días hasta la tumba de San Francisco Regis, viajando de
limosna, para pedirle a ese santo su ayuda para poder estudiar. Con la peregrinación no
logró volverse más inteligente, pero adquirió valor para no dejarse desanimar por las
dificultades. El año siguiente, recibió el sacramento de la confirmación, que le confirió
todavía mayor fuerza para la lucha; en él tomó Juan María el nombre de Bautista. El Padre
Balley había fundado por su cuenta un pequeño seminario y allí recibió a Vianney. Al
principio el sacerdote se desanimaba al ver que a este pobre muchacho no se le quedaba
nada de lo que él le enseñaba, pero su conducta era tan excelente, y su criterio y su buena
voluntad tan admirables que el buen Padre Balley dispuso hacer lo posible y lo imposible
por hacerlo llegar al sacerdocio.
Después de prepararlo por tres años, dándole clases todos los días, el Padre Balley lo
presentó a exámenes en el seminario. Fracaso total. No fue capaz de responder a las
preguntas que esos profesores tan sabios le iban haciendo. Resultado: negativa total a que
fuera ordenado de sacerdote. Su gran benefactor, el Padre Balley, lo siguió instruyendo y lo
llevó a donde sacerdotes santos y les pidió que examinaran si este joven estaba preparado
para ser un buen sacerdote. Ellos se dieron cuenta de que tenía buen criterio, que sabía
resolver problemas de conciencia, y que era seguro en sus apreciaciones en lo moral, y
varios de ellos se fueron a recomendarlo al Sr. Obispo. El prelado al oír todas estas cosas
les preguntó: ¿El joven Vianney es de buena conducta? - Ellos le respondieron: "Es
excelente persona. Es un modelo de comportamiento. Es el seminarista menos sabio, pero
el más santo" "Pues si así es - añadió el prelado - que sea ordenado de sacerdote, pues,
aunque le falte ciencia, con tal de que tenga santidad, Dios suplirá lo demás".
Y así el 12 de agosto de 1815, fue ordenado sacerdote, este joven que parecía tener menos
inteligencia de la necesaria para este oficio, y que luego llegó a ser el más famoso párroco
de su siglo (4 días después de su ordenación, nació San Juan Bosco). Los primeros tres
años los pasó como vicepárroco del Padre Balley, su gran amigo y admirador. Unos curitas
muy sabios habían dicho por burla: "El Sr. Obispo lo ordenó de sacerdote, pero ahora se va
a encartar con él, porque ¿a dónde lo va a enviar, que haga un buen papel?". Y el 9 de
febrero de 1818 fue enviado a la parroquia más pobre e infeliz. Se llamaba Ars. Tenía 370
habitantes. A misa los domingos no asistían sino un hombre y algunas mujeres. Su
antecesor dejó escrito: "Las gentes de esta parroquia en lo único en que se diferencian de
los ancianos, es en que ... están bautizadas". El pueblucho estaba lleno de cantinas y de
bailaderos. Allí estará Juan Vianney de párroco durante 41 años, hasta su muerte, y lo
transformará todo.
El nuevo Cura Párroco de Ars se propuso un método triple para cambiar a las gentes de su
desarrapada parroquia. Rezar mucho. Sacrificarse lo más posible, y hablar fuerte y duro.
¿Qué en Ars casi nadie iba a la Misa? Pues él reemplazaba esa falta de asistencia,
dedicando horas y más horas a la oración ante el Santísimo Sacramento en el altar. ¿Qué el
pueblo estaba lleno de cantinas y bailaderos? Pues el párroco se dedicó a las más
impresionantes penitencias para convertirlos. Durante años solamente se alimentará cada
día con unas pocas papas cocinadas. Los lunes cocina una docena y media de papas, que le
duran hasta el jueves. Y en ese día hará otro cocinado igual con lo cual se alimentará hasta
el domingo. Es verdad que por las noches las cantinas y los bailaderos están repletos de
gentes de su parroquia, pero también es verdad que él pasa muchas horas de cada noche
rezando por ellos. ¿Y sus sermones? Ah, ahí sí que enfoca toda la artillería de sus palabras
contra los vicios de sus feligreses, y va demoliendo sin compasión todas las trampas con las
que el diablo quiere perderlos. Cuando el Padre Vianney empieza a volverse famoso
muchas gentes se dedican a criticarlo. El Sr. Obispo envía un visitador a que oiga sus
sermones, y le diga que cualidades y defectos tiene este predicador. El enviado vuelve
trayendo noticias malas y buenas.
El prelado le pregunta: "¿Tienen algún defecto los sermones del Padre Vianney? - Sí,
Monseñor: Tiene tres defectos. Primero, son muy largos. Segundo, son muy duros y
fuertes. Tercero, siempre habla de los mismos temas: los pecados, los vicios, la muerte, el
juicio, el infierno y el cielo". - ¿Y tienen también alguna cualidad estos sermones? -
pregunta Monseñor-. "Si, tienen una cualidad, y es que los oyentes se conmueven, se
convierten y empiezan una vida más santa de la que llevaban antes". El Obispo satisfecho y
sonriente exclamó: "Por esa última cualidad se le pueden perdonar al Párroco de Ars los
otros tres defectos".
Los primeros años de su sacerdocio, duraba tres o más horas leyendo y estudiando, para
preparar su sermón del domingo. Luego escribía. Durante otras tres o más horas paseaba
por el campo recitándole su sermón a los árboles y al ganado, para tratar de aprenderlo.
Después se arrodillaba por horas y horas ante el Santísimo Sacramento en el altar,
encomendando al Señor lo que iba decir al pueblo. Y sucedió muchas veces que al empezar
a predicar se le olvidaba todo lo que había preparado, pero lo que le decía al pueblo causaba
impresionantes conversiones. Es que se había preparado bien antes de predicar. Pocos
santos han tenido que entablar luchas tan tremendas contra el demonio como San Juan
Vianney. El diablo no podía ocultar su canalla rabia al ver cuantas almas le quitaba este
curita tan sencillo. Y lo atacaba sin compasión. Lo derribaba de la cama. Y hasta trató de
prenderle fuego a su habitación. Lo despertaba con ruidos espantosos. Una vez le gritó:
"Faldinegro odiado. Agradézcale a esa que llaman Virgen María, y si no ya me lo habría
llevado al abismo". Un día en una misión en un pueblo, varios sacerdotes jóvenes dijeron
que eso de las apariciones del demonio eran puros cuentos del Padre Vianney. El párroco
los invitó a que fueran a dormir en el dormitorio donde iba a pasar la noche el famoso
padrecito. Y cuando empezaron los tremendos ruidos y los espantos diabólicos, salieron
todos huyendo en pijama hacia el patio y no se atrevieron a volver a entrar al dormitorio ni
a volver a burlarse del santo cura. Pero él lo tomaba con toda calma y con humor y decía:
"Con el patas hemos tenido ya tantos encuentros que ahora parecemos dos compinches".
Pero no dejaba de quitarle almas y más almas al maldito Satanás.
Cuando concedieron el permiso para que lo ordenaran sacerdote, escribieron: "Que sea
sacerdote, pero que no lo pongan a confesar, porque no tiene ciencia para ese oficio". Pues
bien: ese fue su oficio durante toda la vida, y lo hizo mejor que los que sí tenían mucha
ciencia e inteligencia. Porque en esto lo que vale son las iluminaciones del Espíritu Santo, y
no nuestra vana ciencia que nos infla y nos llena de tonto orgullo. Tenía que pasar 12 horas
diarias en el confesionario durante el invierno y 16 durante el verano. Para confesarse con
él había que apartar turno con tres días de anticipación. Y en el confesionario conseguía
conversiones impresionantes.

Desde 1830 hasta 1845 llegaron 300 personas cada día a Ars, de distintas regiones de
Francia a confesarse con el humilde sacerdote Vianney. El último año de su vida los
peregrinos que llegaron a Ars fueron 100 mil. Junto a la casa cural había varios hoteles
donde se hospedaban los que iban a confesarse. A las 12 de la noche se levantaba el santo
sacerdote. Luego hacía sonar la campana de la torre, abría la iglesia y empezaba a confesar.
A esa hora ya la fila de penitentes era de más de una cuadra de larga. Confesaba hombres
hasta las seis de la mañana. Poco después de las seis empezaba a rezar los salmos de su
devocionario y a prepararse a la Santa Misa. A las siete celebraba el santo oficio. En los
últimos años el Obispo logró que a las ocho de la mañana se tomara una taza de leche.
De ocho a once confesaba mujeres. A las 11 daba una clase de catecismo para todas las
personas que estuvieran ahí en el templo. Eran palabras muy sencillas que le hacían
inmenso bien a los oyentes. A las doce iba a tomarse un ligerísimo almuerzo. Se bañaba, se
afeitaba, y se iba a visitar un instituto para jóvenes pobres que él costeaba con las limosnas
que la gente había traído. Por la calle la gente lo rodeaba con gran veneración y le hacían
consultas. De una y media hasta las seis seguía confesando. Sus consejos en la confesión
eran muy breves. Pero a muchos les leía los pecados en su pensamiento y les decía los
pecados que se les habían quedado sin decir. Era fuerte en combatir la borrachera y otros
vicios.
En el confesionario sufría mareos y a ratos le parecía que se iba a congelar de frío en el
invierno y en verano sudaba copiosamente. Pero seguía confesando como si nada estuviera
sufriendo. Decía: "El confesionario es el ataúd donde me han sepultado estando todavía
vivo". Pero ahí era donde conseguía sus grandes triunfos en favor de las almas.
Por la noche leía un rato, y a las ocho se acostaba, para de nuevo levantarse a las doce de la
noche y seguir confesando. Cuando llegó a Ars solamente iba un hombre a misa. Cuando
murió solamente había un hombre en Ars que no iba a misa. Se cerraron muchas cantinas y
bailaderos. En Ars todos se sentían santamente orgullosos de tener un párroco tan santo.
Cuando él llegó a esa parroquia la gente trabajaba en domingo y cosechaba poco. Logró
poco a poco que nadie trabajara en los campos los domingos y las cosechas se volvieron
mucho mejores. Siempre se creía un miserable pecador. Jamás hablaba de sus obras o
éxitos obtenidos. A un hombre que lo insultó en la calle le escribió una carta humildísima
pidiéndole perdón por todo, como si él hubiera sido quién hubiera ofendido al otro. El
obispo le envió un distintivo elegante de canónigo y nunca se lo quiso poner. El gobierno
nacional le concedió una condecoración y él no se la quiso colocar. Decía con humor: "Es
el colmo: el gobierno condecorando a un cobarde que desertó del ejército". Y Dios premió
su humildad con admirables milagros. El 4 de agosto de 1859 pasó a recibir su premio en la
eternidad.
Fue beatificado el 8 de enero de 1905 por el Papa San Pío X, y canonizado por S.S. Pío XI
el 31 de mayo de 1925.
ANÉCDOTAS DEL SANTO CURA DE ARS
Por causa de una intensa niebla la campiña San Juan M. Vianney no encontraba el pueblito
de Ars donde el obispo le había asignado como párroco (Feb, 1818).  Entonces el santo
encuentra un niño llamado Antoine Givre a quien le dice: "Muéstrame el camino a Ars y yo
te mostraré el camino al cielo".
Este monumento, que aparece en la imagen, está a muy corta distancia de Ars.
El campesino y el Sagrario
Un campesino de Ars llevaba largo rato delante del Sagrario. Pasó más de una hora, y el
reverendo Vianney se le acercó para preguntarle: ¿Qué haces aquí tanto tiempo? Y el buen
hombre le contestó: Yo le miro, Él me mira. Nada más.
Vuestro marido se ha salvado
En otra ocasión, al entrar en la iglesia parroquial, vio a una mujer llorando. Se dirigió a ella
e iluminado por Dios, le dijo: Vuestra oración, señora, ha sido oída. Vuestro marido se ha
salvado. La mujer no salía de su asombro ante esas palabras, porque su marido no había
sido practicante de la religión y su muerte fue repentina. El Cura de Ars añadió: Acordaos
de que un mes antes de morir, cogió de su jardín la rosa más bella y os dijo: “Llévala a la
imagen de la Virgen Santísima…” Ella no lo ha olvidado.
Libro malo
Cuenta el autor de un libro, sobre el Santo Cura de Ars:
En el prólogo, tuve la mala fortuna de trazar a grandes rasgos el cuadro de su vida y de
presentarle como un modelo de virtud y de santidad. Al día siguiente, por la mañana me vio
en la iglesia y me hizo seña de que le siguiera: su fisonomía revelaba una aflicción y una
severidad extraordinarias. Entré con él en la sacristía. Cerró la puerta, y con decisión y
derramando abundantes lágrimas, me dijo: “Amigo mío, no le creía capaz de escribir un
libro malo".
 - ¡Oh, señor Cura!
 - ¡Es un libro malo… un libro malo...! ¿Cuánto le ha costado a usted? Quiero pagarle en
seguida su valor y después iremos a quemarlo.
Estupefacto, preguntábale yo dónde estaba la maldad del libro.
- Sí, sí… ¡Es un libro malo…, es un libro malo…!
- ¡Pero, dígame, si quiere, por qué…!
- Pues bien, por esto, ya que usted se empeña: porque habla de mí como de un hombre
virtuoso, como de un santo, siendo así que soy el último de los sacerdotes.
-    Sin embargo, señor Cura, he mostrado el libro a hombres ilustrados; el señor obispo ha
revisado las pruebas; lo ha aprobado. No puede en modo alguno ser malo.
Las lágrimas del Cura de Ars iban aumentando.
-    Quite usted, me dijo, todo lo que a mí se refiere y será un buen libro.
Siéntese
Un día el Cura de Ars, sentado en su pequeña cátedra, catequizaba a una multitud de
peregrinos. La gente estaba apretujada hasta el umbral de la iglesia, cuando llegó un pobre,
cargado con sus alforjas y apoyado en dos muletas. Quería entrar, pero ¡imposible…! El
señor Cura advirtió sus inútiles esfuerzos. De repente, el santo se levanta, pasa por entre la
multitud, y atravesando las apretadas filas, lleva de la mano al mendigo. En toda la iglesia
no queda libre ni un asiento. El Cura de Ars hace subir al hombre a la tarima y lo sienta en
su sitio, desde el que daba su catequesis, y le dice: “¡Ea!” Y continúa hablando de pie…

Tal vez, sí...


Cuenta Juana-María Chanay: Le envié una mañana un par de zapatos forrados, enteramente
nuevos. ¡Cuál fue mi admiración al verle, por la tarde, con unos zapatos viejos, del todo
inservibles! Me había olvidado de quitárselos de su cuarto.
- ¿Ha dado usted los otros?, le pregunté.
-Tal vez, sí, me respondió tranquilamente.
Portarse como los muertos
El Santo Cura de Ars contaba la siguiente anécdota:
“Un santo dijo un día a uno de sus religiosos:
-    Ve al cementerio e injuria a los muertos.
El religioso obedeció, y al volver el santo le preguntó:
- ¿Qué han contestado?
- Nada.
- Pues bien, vuelve y haz de ellos grandes elogios.
El religioso obedeció de nuevo.
- ¿Qué han dicho esta vez?
- Nada tampoco.
- ¡Ea!, replicó el santo, tanto si te injurian, como si te alaban, pórtate como los muertos.”
Por si acaso...
En cierta ocasión le preguntan al Santo Cura de Ars:
- ¿Por qué se detiene tanto tiempo, después de la consagración, contemplando la sagrada
Hostia?
Su respuesta no carece de ingenuidad y profunda humildad:
- Por si no tengo la dicha de contemplarlo en el Cielo.
Todo para Ella
Corría el año 1854, cerca de que la Iglesia proclamara el dogma de la Inmaculada
Concepción... El Cura de Ars preparaba su parroquia para el solemne acontecimiento.
Cuenta la baronesa de Belvey:
“Algunos días antes de la proclamación de esta verdad de fe, oí cómo el siervo de Dios
predicaba un sermón, en el cual recordaba con momentos de alegría, todo lo que había
hecho por María Inmaculada.
Un escalofrío pasó por todo el auditorio cuando al terminar, exclamó:
- ¡Si para dar algo a la Santísima Virgen pudiese venderme, me vendería!”.
BIBLIOGRAFÍA
*EWTN.com, catholic.net, consulta en línea el 15 de febrero de 2019
*www.recursoscatolicos.com.ar / anecdotasycatequesis.wordpress.com, consulta en línea el
15 de febrero de 2019
IV.- BLOQUE: POR SUS FRUTOS LOS RECONOCERÁN
4.1 LOS CONSEJOS EVANGÉLICOS
OBJETIVO: Dar un panorama general de la importancia de los consejos evangélicos en
todo cristiano, y de manera particular, en quienes se sienten llamados hacia el sacerdocio
ministerial, proyectándolos como medio de perfección evangélica.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Tras la reforma conciliar ha habido en los seminarios posturas diversas respecto a cómo
formar de manera más adecuada a los jóvenes seminaristas para que puedan responder de
mejor manera a los retos actuales. Para algunos estilos formativos, (ciertamente los menos)
los consejos evangélicos han sido vistos como una limitación para el libre desarrollo de la
persona. Para otros, los consejos evangélicos son considerados como algo más propio de la
vida religiosa. En la práctica, en la mayoría de los estilos formativos actuales son
considerados los consejos evangélicos como una parte imprescindible en el plan formativo
de los seminaristas, aunque con distintos acentos e interpretaciones.
En nuestra realidad como Seminario podemos constar lo siguiente:
 No se habla a los alumnos de una manera sistemática y orgánica de la vivencia de los
consejos evangélicos.
 En otras ocasiones, sin embargo se reduce a una mera explicación teórica conceptual sin
concreciones a la vida diaria.
 En ocasiones, el testimonio por parte de algunos sacerdotes desdice la vivencia de estos
valores.
 En ocasiones se da un énfasis tal en enseñarse las virtudes humanas, olvidándose en la
práctica la acción de la gracia y la espiritualidad.
 Persiste la visión, en ocasiones indirectamente, que son los consejos evangélicos sólo
propios de la vida religiosa.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
 «… Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.». (Mt 5,48).
 « El Cura de Ars supo vivir los “consejos evangélicos” de acuerdo a su condición de
presbítero. En efecto, su pobreza no fue la de un religioso o un monje, sino la que se pide a
un sacerdote: a pesar de manejar mucho dinero (ya que los peregrinos más pudientes se
interesaban por sus obras de caridad), era consciente de que todo era para su iglesia, sus
pobres, sus huérfanos, sus niñas de la “Providence”, sus familias más necesitadas. Por eso
“era rico para dar a los otros y era muy pobre para sí mismo”. Y explicaba: “Mi secreto es
simple: dar todo y no conservar nada”. Cuando se encontraba con las manos vacías, decía
contento a los pobres que le pedían: “Hoy soy pobre como vosotros, soy uno de vosotros”.
Así, al final de su vida, pudo decir con absoluta serenidad: “No tengo nada… Ahora el buen
Dios me puede llamar cuando quiera”. También su castidad era la que se pide a un
sacerdote para su ministerio. Se puede decir que era la castidad que conviene a quien debe
tocar habitualmente con sus manos la Eucaristía y contemplarla con todo su corazón
arrebatado y con el mismo entusiasmo la distribuye a sus fieles. Decían de él que “la
castidad brillaba en su mirada”, y los fieles se daban cuenta cuando clavaba la mirada en el
sagrario con los ojos de un enamorado . También la obediencia de san Juan María Vianney
quedó plasmada totalmente en la entrega abnegada a las exigencias cotidianas de su
ministerio. Se sabe cuánto le atormentaba no sentirse idóneo para el ministerio parroquial y
su deseo de retirarse “a llorar su pobre vida, en soledad”. Sólo la obediencia y la pasión por
las almas conseguían convencerlo para seguir en su puesto. A los fieles y a sí mismo
explicaba: “No hay dos maneras buenas de servir a Dios. Hay una sola: servirlo como Él
quiere ser servido”. Consideraba que la regla de oro para una vida obediente era: “Hacer
sólo aquello que puede ser ofrecido al buen Dios”». (SAN JUAN XXIII, Sacerdottii nostri
primordia).
 «Por lo tanto, el elegido no está obligado por derecho divino a los consejos evangélicos de
pobreza, castidad y obediencia». Mas sería equivocarse enormemente sobre el pensamiento
de este Pontífice, tan solícito por la santidad de los sacerdotes, y sobre la enseñanza
constante de la Iglesia, creer, por lo tanto, que el sacerdote secular está llamado a la
perfección menos que el religioso. La verdad es lo contrario, puesto que para el
cumplimiento de las funciones sacerdotales «se requiere una santidad interior mayor aún
que la exigida para el estado religioso». Y, si para alcanzar esta santidad de vida, no se
impone al sacerdote, en virtud del estado clerical, la práctica de los consejos evangélicos,
ciertamente que a él, y a todos los discípulos del Señor, se le presenta como el camino real
de la santificación cristiana. Por lo demás, con gran consuelo Nuestro, muy numerosos son
hoy los sacerdotes generosos que lo han comprendido así, puesto que, aun permaneciendo
en las filas del clero secular, acuden a piadosas asociaciones aprobadas por la Iglesia para
ser guiados y sostenidos en los caminos de la perfección.». (SAN JUAN XXIII, Sacerdottii
nostri primordia).
 «Expresión privilegiada del radicalismo son los varios consejos evangélicos que Jesús
propone en el Sermón de la Montaña (cf. Mt 5-7), y entre ellos los consejos, íntimamente
relacionados entre sí, de obediencia, castidad y pobreza; el sacerdote está llamado a vivirlos
según el estilo, es más, según las finalidades y el significado original que nacen de la
identidad propia del presbítero y la expresan». (SAN JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis
27)
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
 El testimonio de la vivencia de los consejos evangélicos por parte de los formadores es la
forma más efectiva de fomentar la vivencia de los mismos entre los formadores.
 La mejor propuesta formativa y existencial ante una sociedad hedonista, materialista y
libertina es la vivencia de los ideales del evangelio sintetizados en los consejos evangélicos.
 Ha de proponerse a los muchachos de manera clara ideales de santidad y radicalidad
evangélica acordes a su edad, haciéndoles consientes que la santidad no es una utopía o
algo imposible sino algo que pueden vivir con alegría por medio de la fidelidad del día a
día.
 Sería aconsejable presentarles a los muchachos los consejos evangélicos por medio de la
vida de los santos con lecturas espirituales y películas de acuerdo a su edad.
 También sería conveniente una exposición orgánica y simple de los mismos en la
formación humana y en la formación espiritual, procurando hacerles concreciones y
aplicaciones a la vida diaria.
 Para involucrar e interesar a los jóvenes seminaristas de los consejos evangélicos podría
proponerles que presenten por medio de alguna redacción, opúsculo literario, pieza musical
o alguna pintura o escultura, con la temática de los consejos evangélicos.

4.2 LA ASCESIS Y LA PENITENCIA


OBJETIVO: Que el formando potencie la fuerza de voluntad, mediante la sana practica
del ascetismo, de manera que logre consolidar los valores adquiridos para que no se deje
llevar por cualquier impulso efímero en un futuro.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
I. Definición:
1.1 Real
 Es el arte de quitar todo lo que estorba en el hombre a fin de hacer visible esa santidad ya
contenida en el hombre desde el bautismo.
 Todo aquello que ayuda a que el evangelio pase de la mente al corazón y del corazón a la
vida.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
II. ¿Cómo ponerla en práctica?:
2.1 Actitudes
 Se debe entender que el propósito de la penitencia no es acabar con el cuerpo.
 Se debe de ver como una herramienta.
 La práctica de ésta es de acuerdo a la edad y a la madurez de la persona.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
2.2 La voz de la Iglesia
 Mediante el examen de conciencia se va aprendiendo el significado de la ascesis y la
disciplina interior, el espíritu de sacrificio y renuncia.59
 Penitencia significa en el vocabulario teológico y espiritual el esfuerzo concreto y cotidiano
del hombre, sostenido por la gracia de Dios, para perder la propia vida por Cristo como
único modo para ganarla.60
 La penitencia y la ascesis están profundamente ligadas a la reconciliación, puesto que hacer
esto ayuda a superar la ruptura radical que es el pecado.61
 La penitencia debe hacerse con un profundo respeto a las conciencias y con la paciencia y
la gradualidad indispensables en las condiciones de los hombres de nuestra época.62
III. Obstáculos para ejercer este valor
3.1 Internos
 No tener un profundo conocimiento y aceptación de sí mismo para reconocer la propia
debilidad.
 Falta de fuerza de voluntad.
 Falta de carácter para afrontar las dificultades de la vida o sobreponerse ante las exigencias
de un determinado estilo de vida.
3.2 Externos
 Estar acostumbrado a un estilo de vida cómodo sin ninguna exigencia.
 Dependencia excesiva hacia alguna persona o lugar, lo que desencadena que se espere
recibir todo sin hacer el mínimo esfuerzo, cayendo en la falsa idea de que se es digno de
recibir todo eso.
IV. Algunos ejemplos
4.1 Santos
 San Antonio abad:

59
Cfr. R.F., n. 106
60
Cfr. R. P., n. 4
61
Cfr. R.P., n. 4
62
Cfr. R.F., n. 25
Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo
con su única hermana, pequeña aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su
hermana. Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día
en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior «los apóstoles lo
habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los
apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de venta a los pies de los
apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la
esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de estos pensamientos, entró
en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas
palabras del Señor en el Evangelio:
Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un
tesoro en el cielo– y luego vente conmigo».
Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho
los santos y con aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en
seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus
padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda
inquietud para sí y para su hermana. Vendió también todos sus bienes muebles y repartió
entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una
pequeña parte para su hermana.
Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: «No
os agobiéis por el mañana».
Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no
soportaba que quedase su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó su hermana a unas
vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente
educación; en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió en
frente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación.
Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: El que
no trabaja que no coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio
sustento, parte a los pobres.
Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para ser
constantes en orar: en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que
había leído, hasta tal punto que llego un momento en que su memoria suplía los libros.
Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba,
al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a
un hermano.
 Santo Tomas Aquino: “No hay diferencia entre matarse el largo o en corto tiempo. Se
comete una rapiña, en vez de hacerse una ofrenda, cuando se acentúa inmoderadamente el
cuerpo por la demasiada escases de alimento o el poco sueño”
4.3 LA HUMILDAD
Objetivo: Que el formando aprenda a reconocer desde su propia condición humana sus
potencias y limites, de manera que pueda ponerlos al servicio de la comunidad, sabiéndose
uno con sus hermanos.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Definición:
Etimología
 Del lat. Humiliare
Real
 Virtud que consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades, y en obrar de
acuerdo con este conocimiento.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
¿Cómo ponerla en práctica?:
Actitudes
 No vivir en la soberbia.
 Saberse no perfecto pero perfectible.
 Reconocer a todos como iguales.
 Estar dispuesto a colaborar, mediante el dialogo, al desarrollo de las cualidades del otro.
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
La voz de la Iglesia
 La celebración del sacramento de la penitencia, mediante el ejercicio del examen de
conciencia, ayuda a reconocer con humildad las propias fragilidades y pecados.63
 Se espera que los seminaristas manifiesten con su comportamiento un estilo de vida en la
humildad y el servicio a los hermanos.64
 El candidato no puede imponer sus condiciones personales, sino que debe aceptar con
humildad y agradecimiento las normas que le impone la Iglesia.65
Obstáculos para ejercer este valor
Internos
 Soberbia
 Envidia
 Menospreciar a los demás

Externos
 Solo velar por el propio bienestar.
 Tener la visión de que son indispensables.
Algunos ejemplos
Laicos

63
Cfr. R.F., n. 105
64
Cfr. R.F., n. 133
65
Cfr. R.F., n. 194
 Seneca: “Muchos abrían podido llegar a la sabiduría si no se hubiesen creído demasiado
sabios”
 Khalil Gribran: “Protegerme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de
la grandeza que no se inclina ante los niños”
Santos
 San Cristóbal Magallanes:
“Si el sacerdote no es humilde no podrá ser santo”

4.4 SANTO TORIBIO ROMO GONZÁLEZ


Nació en una ranchería perteneciente a Jalostotitlán, Los Altos de Jalisco, llamada Santa
Ana de Guadalupe el 16 de abril de 1900. Sus padres fueron Patricio Romo Pérez y Juana
González Romo, ellos lo llevaron a bautizar al siguiente día de su nacimiento en la
parroquia de la Virgen de la Asunción bajo el nombre de José Toribio (éste significa:
ruidoso, movido). Fue acólito, recibió la primera comunión a los siete años, trabajó de
pastor hasta los ocho, solía hacer entrega de tortillas y ropa. Asistió a la escuela parroquial
de su pueblo, sin embargo, entre los doce y trece años fue aconsejado de ingresar al
seminario por su hermana María. Dicha hermana lo acompañaría en cada uno de sus
destinos ministeriales para asistirlo.
EL SEMINARIO
A los trece años de edad ingresa al seminario auxiliar de San Juan de los Lagos y en 1920
ingresó al seminario de Guadalajara. Fue apodado “el Chirlo” debido a su personalidad
juguetona y alegre; igualmente fue dedicado a sus estudios, se inscribió a la Acción
Católica en la que sobresalió por su servicio social.
SU SACERDOCIO
A los 21 años seguramente solicitó una dispensa de edad a la Santa Sede; fue ordenado
diácono el 3 de septiembre de 1922 por el señor arzobispo Francisco Orozco y Jiménez,
quien después lo ordenaría también sacerdote el 23 de diciembre en el mismo año; su
cantamisa fue en su pueblo el 5 de enero de 1923. Tuvo como primer destino la comunidad
de Sayula (lugar donde tuvo dificultades por incomprensión), después Tuxpan, Yahualica
(aquí también tuvo problemas, incluso se vio impedido de rezar el rosario públicamente y
celebrar misa obligándolo ir al arzobispado para aclarar las cosas), Cuquío (donde conoció
al párroco Justino Orona, personaje con quien haría una buena amistad) y finalmente
Tequila. Su ministerio fue principalmente el catecismo, la preparación de primeras
comuniones colectivas y el apostolado con obreros. Igualmente, fomentó la devoción hacia
la Eucaristía por medio de una “cruzada eucarística”. Poseía una ferviente devoción a la
Virgen y a san José, era austero y piadoso en sus oraciones.
SU MARTIRIO
Por motivos de la persecución religiosa tuvo que llevar una vida nómada acompañado de su
párroco Justino Orona. Fundó un centro de actividades en una fábrica abandonada cerca de
una barranca (rancho Agua Caliente), así aprovechaba para ir en la noche a Tequila y
realizar sus apostolados en secreto. Una vez escribió en su diario la realidad que vivía:
"Pido a Dios verdadero, mande que cambie este tiempo de persecución. Mira que ni la Misa
podemos celebrar tus Cristos; sácanos de esta dura prueba, vivir los sacerdotes sin celebrar
la Santa Misa... Sin embargo, qué dulce es ser perseguido por la justicia. Tormenta de duras
persecuciones ha dejado Dios venir sobre mi alma pecadora. Bendito sea El. A la fecha, 24
de junio, diez veces he tenido que huir escondiéndome de los perseguidores, unas salidas
han durado quince días otras ocho... unas me han tenido sepultado hasta cuatro largos días
en estrecha y hedionda cueva; otras me han hecho pasar ocho días en la cumbre de los
montes a toda la voluntad de la intemperie; a sol, agua y sereno. La tormenta que nos ha
mojado, ha tenido el gusto de ver otra que viene a no dejarnos secar, y así hasta pasar
mojados los diez días..."
Siendo las 5:00 de la mañana del 25 de febrero de 1928, estando el padre descansando tras
una jornada pesada, una tropa federal y agraristas (los que querían explotar la tierra)
entraron en la casa del señor León Aguirre donde se encontraba hospedado santo Toribio; al
reconocerlo él suplicó diciendo: “Sí soy…pero no me maten!”, no obstante, lo acribillaron
en dos ocasiones acompañado de insultos. Después le quitaron el traje y llevaron el cadáver
a Tequila para dejarlo frente a la presidencia municipal. La familia Plascencia,
valientemente, lo recoge, lo lleva a su casa para velarlo y luego sepultarlo en el panteón
municipal al día siguiente.
Tuvieron que pasar veinte años para que sus restos regresaran a su pueblo natal y fueran
colocados en la capilla que él había construido.
SUS MILAGROS
Beatificado por el Papa san Juan Pablo II el 22 de noviembre de 1992 y canonizado por él
mismo el 21 de mayo del 2000, el santo ahora se le atribuye una gran cantidad de milagros,
especialmente a los migrantes. Son muchos los testimonios que afirman ser auxiliados por
santo Toribio, el cual les ofrece agua y dinero. También los ayuda a cruzar sanos y salvos a
Estados Unidos, con la condición de regresar a Jalostotitlán, Jalisco y preguntar por Toribio
Romo. Los individuos quedan sorprendidos al encontrarse con el retrato del santo y
enterarse que había muerto hace setenta años. Precisamente por estos milagros, santo
TORIBIO ES CONOCIDO POR “EL PATRONO DE LOS MIGRANTES”
BIBLIOGRAFÍA
https://www.aciprensa.com/testigosdefe/cristera/romo.htm
https://es.catholic.net/op/articulos/53246/toribio-romo-gonzlez-santo.html#modal
http://dsanjuan.org/toribio/index.php/component/content/article?id=2:servicios
http://www.vatican.va/news_services/liturgy/saints/ns_lit_doc_20000521_romo-
gonzalez_sp.html

4.5 SAN FRANCISCO DE SALES


Historia:
San Francisco nació en el castillo de Sales, en Saboya, el 21 de agosto de 1567. Fue
bautizado al día siguiente en la Iglesia de Thorens, con el nombre de Francisco
Buenaventura.
Un gran deseo de consagrarse a Dios consumía al joven, que había cifrado en ello la
realización de su ideal; pero su padre (que al casarse había tomado el nombre de Boisy)
tenía destinado a su primogénito a una carrera secular, sin preocuparse de sus inclinaciones.
A los 14 años, Francisco fue a estudiar a la Universidad de París que, con sus 54 colegios,
era uno de los más grandes centros de enseñanza de la época.
Su padre le había enviado al colegio de Navarra, a donde iban los hijos de las familias de
Saboya; pero Francisco, que temía por su vocación, consiguió que consintiera en dejarle ir
al Colegio de Clermont, dirigido por los jesuitas y conocido por la piedad y el amor a la
ciencia que reinaban en él.
Desde el principio, guiado, por su director, el Padre Déage, se trazó un programa de acción:
Cada semana confesarse y comulgar. Cada día atender muy bien a las clases y preparar las
tareas y lecciones para el día siguiente. Dos horas diarias de ejercicios de equitación, de
esgrima, de baile.
Pronto se distinguió en retórica y en filosofía; después se entregó apasionadamente al
estudio de la teología. Cada día estaba más decidido a consagrarse a Dios y acabó por hacer
voto de castidad perpetua, poniéndose bajo la protección de la Santísima Virgen. Pero no
por ello faltaron las pruebas.
Vivir en gracia de Dios en aquellos ambientes no era nada fácil. Sin embargo, Francisco
supo alejarse de toda ocasión peligrosa y de toda amistad que pudiera llevarle a ofender a
Dios y logró conservar así el alma incontaminada y admirablemente pura. Francisco tenía
18 años.
Su carácter era muy inclinado a la ira, y muchas veces la sangre se le subía a la cara ante
ciertas burlas y humillaciones, pero lograba contenerse de tal manera que muchos llegaban
hasta imaginarse que a Francisco nunca le daba mal genio por nada. Pero entonces el
enemigo del alma, al ver que con las pasiones más comunes no lograba derrotarlo, dispuso
atacarlo por un nuevo medio más peligroso y desconocido.
Empezó a sentir en su cerebro el pensamiento constante y fastidioso de que se iba a
condenar, que se tenía que ir al infierno para siempre. La herejía de la Predestinación, que
predicaba Calvino y que él había leído, se le clavaba cada vez más en su mente y no
lograba apartarla de allí. Perdió el apetito y ya no dormía. Estaba tan impresionantemente
flaco y temía hasta enloquecer. Lo que más le atemorizaba no eran los demás sufrimientos
del infierno, sino que allá no podría amar a Dios.
Pero el remedio definitivo, que le consiguió que esta tentación jamás volviese a molestarle
fue al entrar a la Iglesia de San Esteban en París, y arrodillarse ante una imagen de la
Santísima Virgen y rezarle la famosa oración de San Bernardo:
"Acuérdate Oh piadosísima Virgen María, que jamás oyó decir que hayas abandonado a
ninguno de cuantos han acudido a tu amparo, implorando tu protección y reclamando tu
auxilio. Animado con esta confianza, también yo acudo a ti, Virgen de las vírgenes, y
gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a comparecer ante tu soberana presencia.
No desprecies mis súplicas, Madre del Verbo Divino, antes bien, óyelas y acógelas
benignamente. Amén".
En el 1588, partió para la ciudad italiana de Padua; su padre le había dado la orden de
estudiar abogacía, doctorarse en derecho. Estudiaba derecho durante cuatro horas diarias
para poder llegar a ser abogado. Otras cuatro horas estudiaba Teología, la ciencia de Dios,
porque tenía un gran deseo: llegar a ser sacerdote.
Durante su estadía en Padua, dice el mismo Francisco, que lo que más le ayudó fue la
amistad y dirección espiritual de ciertos sacerdotes jesuitas muy sabios y muy santos.
Hasta entonces Francisco sólo había confiado a su madre y a su primo Luis de Sales y a
algunos amigos íntimos, su deseo de consagrarse al servicio de Dios. Pero había llegado el
momento de hablar de ello con su padre. El Señor de Boisy lamentaba que su hijo se negara
a aceptar el puesto en el senado y que no hubiese querido casarse, pero ello no le había
hecho sospechar, ni por un momento, que Francisco pensara en hacerse sacerdote.
Después de mucha lucha, pero con el consentimiento de su padre Francisco se ordenó
sacerdote el 18 de diciembre de 1593. A partir de ese momento, se entregó al cumplimiento
de sus nuevos deberes con un celo que nunca decayó. Ejercitaba los ministerios
sacerdotales entre los pobres, con especial cariño; sus penitentes predilectos eran los de
cuna humilde.
Virtudes que podemos aprender de San Francisco:
 La paciencia, pues, aunque a Francisco le costaba trabajo evitar caer en la ira, jamás se
mostró irrespetuoso ante sus semejantes.
 La disciplina, pues aún antes de ser sacerdote mantenía un régimen de vida muy
disciplinado
 La humildad, pues pese a que tenía una gran preparación académica, siempre se mostró
dispuesto a trabajar con los más necesitados y con los pobres.
+Su fiesta se celebra el 24 de enero

“El amor es la perfección del espíritu y la caridad es la perfección del amor”

APÉNDICE
LA POBREZA EVANGÉLICA
OBJETIVO: Explicar brevemente el sentido de la pobreza evangélica, brindando algunas
consideraciones prácticas para su mejor vivencia.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
Nuestra sociedad es marcadamente consumista y materialista, y nuestro seminario no está
exento de esto peligro (al fin, hijos de nuestro tiempo).
 Se observa en algunos seminaristas, la tendencia a la presunción de cosas materiales
(marcas de ropa, aparatos electrónicos, etcétera).
 Algunos alumnos buscan llevar un ritmo de vida que no es de acorde a la situación
socioeconómica de su familia.
 Ciertos alumnos se avergüenzan de la realidad monetaria de sus padres.
 Algunos alumnos con una estabilidad económica familiar apoyan de manera discreta y
generosa a sus compañeros de más bajos recursos.
 Se nota también una tendencia hacia un apego egoísta a los bienes y poca disposición a
compartir.
 Existe solidaridad en los grupos, aunque en ocasiones se da sólo en situaciones extremas.
 El ejemplo de una vida de comodidades y lujos de algunos seminaristas mayores y
presbíteros es un anti testimonio muy fuerte para los jóvenes seminaristas.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
 « Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás tesoro
en el cielo. Luego ven y sígueme». (Mt 19, 21).
 « Bienaventurados ustedes lo pobres, porque suyo es el reino de Dios». (Lc 6,20).
 « Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se
entregará a uno y despreciará a otro. Nadie puede servir a Dios y al dinero». (Mt 6, 24).
 « Que el dinero sea tu perdición, porque has pensado que el don de Dios se compra con
dinero». (Hch 8,20).
 « La raíz de todos los males es el afán de dinero, y algunos, por dejarse llevar por él se
extraviaron en la fe y se atormentaron con muchos sufrimientos». (Mt 19, 21).
 « Mas no se crea —escribe— que esté mandado a los santos el no conservar dinero para su
uso propio o para los pobres; pues se lee que el Señor mismo tenía, para formar su Iglesia,
una caja..; sino más bien que no se sirva a Dios por esto, ni se renuncie a la justicia por
temor a la pobreza» ». (SAN BEDA EL VENERABLE, In. Lucae evang. Expositio, IV, in c.
12: PL 92, 494-5.)
 « Mas Nos consta que hoy muchos sacerdotes viven efectivamente en condiciones de
pobreza real. La glorificación de uno de ellos [San Juan María Vianney], que
voluntariamente vivió tan despojado y que se alegraba con el pensamiento de ser el más
pobre de la parroquia, les servirá de providencial estímulo para renunciar a sí mismos en la
práctica de una pobreza evangélica.». (SAN JUAN XXIII, Sacerdottii nostri primordi ).
 « De la pobreza evangélica los Padres sinodales han dado una descripción muy concisa y
profunda, presentándola como «sumisión de todos los bienes al Bien supremo de Dios y de
su Reino». En realidad, sólo el que contempla y vive el misterio de Dios como único y
sumo Bien, como verdadera y definitiva Riqueza, puede comprender y vivir la pobreza, que
no es ciertamente desprecio y rechazo de los bienes materiales, sino el uso agradecido y
cordial de estos bienes y, a la vez, la gozosa renuncia a ellos con gran libertad interior, esto
es, hecha por Dios y obedeciendo sus designios ». (SAN JUAN PABLO II, Pastores dabo
vobis 30)
 «Entiendan los alumnos con toda claridad que no están destinados al mando ni a los
honores, sino que se entregan totalmente al servicio de Dios y al ministerio pastoral.
Edúquense especialmente en la obediencia sacerdotal en el ambiente de una vida pobre y en
la abnegación propia, de forma que se acostumbren a renunciar ágilmente a lo que es lícito,
pero inconveniente, y asemejarse a Cristo crucificado». (CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO
II, Optatam Totius, 9)
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
 Una vida sobria y austera por parte de los formadores es una motivación y da a los alumnos
y a los fieles en general un ejemplo de credibilidad y autenticidad sacerdotal.
 Se debe hacer conciencia a los muchachos del justo valor de los bienes materiales, en las
charlas de formación humana y espiritual.
 Debe buscarse que los alumnos vivan de manera sobria invitándolos a evitar el uso de lujos
superfluos en el vestir.
 Para fomentar la generosidad y la conciencia social organizar, al menos una vez al año, una
campaña de recolección, ya sea de despensa, en seres domésticos por parte de los alumnos
en beneficio de una comunidad local necesitada y hacer una visita pastoral integral: apoyo
material, presencia espiritual (Rosario y Misa), visiteo.
 Poner especial atención en aquellos que buscan vivir en una realidad económica ajena a la
real familiar y aquellos que se avergüencen de sus padres por esos motivos con
acompañamiento y consejo exhortativo.
 Insistir en la relación libertad –austeridad con ejemplos asequibles y concretos para la edad.

CASTIDAD
OBJETIVO: Dar una visión general de la vivencia de la castidad en nuestros tiempos y
sus repercusiones en la formación sacerdotal.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
La sociedad de nuestro tiempo está significativamente marcada por una visión
distorsionada de la sexualidad humana, que en vez de verla como un don precioso y
sagrado, se considera meramente como un medio de placer, cosificando a la persona al
convertirla en un objeto para satisfacer los instintos de una manera egoísta. Y esta realidad
de nuestra sociedad que la formación en la pureza y la castidad sea un reto cada vez mayor.
Podemos constatar lo siguiente;
 Cada vez más seminaristas proviene de familias desintegradas, donde la figura paterna, o
bien está ausente o no se preocupa por ser un modelo para sus hijos, lo que dificulta que
el seminarista pueda tener su dimensión afectiva bien integrada.
 La supuesta educación sexual dada por las instituciones públicas y en ocasiones también
privadas, muestran una visión deformada de la sexualidad introduciéndoles
progresivamente ideología de género y anticoncepción como lo normal y hasta natural.
 Muchos alumnos no saben hacer un uso adecuado de los medios de comunicación,
especialmente del internet, buscando contenido de carácter erótico – pornográfico.
 Existen casos de seminaristas que fueron abusados sexualmente, lo que genera una
dificultad para poder desarrollar de una manera armónica su sexualidad.
 Las conversaciones entre los alumnos sobre temática sexual, suelen ser desde morbo y la
cosificación a la mujer.
 Algunos de los jóvenes seminaristas no son capaces de tratar de una manera adecuada y
natural, o incluso al menos civilizada a las mujeres de su edad.
 La masturbación es para algunos, una práctica más o menos frecuente.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
 «Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios». (Mt 5,48).
 « Por tanto, amados, teniendo estas promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne
y del espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios». (2Cor 7,2).
 «Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada es
puro, sino que tanto su mente como su conciencia están corrompidas». (Tt ,1 ,15).
 «Habéis oído que se dijo: “no cometerás adulterio”. Pero yo os digo: “todo el que mira a
una mujer deseándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”». (Mt. 5,28).
 «La castidad resulta condición preciosa para el crecimiento genuino del amor
interpersonal». (PAPA FRANCISCO, Amoris laetitia 206)
 «El consejo evangélico de la castidad desarrolla la madurez de la persona, haciéndola capaz
de vivir la realidad del propio cuerpo y de la propia afectividad desde la lógica del don».
(RATIO FUNDAMENTALIS INSTITUTIONIS SACERDOTALIS, 110).
 «Esta ascesis necesaria de la castidad, lejos de encerrar al sacerdote en un estéril egoísmo,
lo hace de corazón más abierto y más dispuesto a todas las necesidades de sus hermanos:
“Cuando el corazón es puro —decía muy bien el Cura de Ars— no puede menos de amar,
porque ha vuelto a encontrar la fuente del amor que es Dios”». (SAN JUAN XXIII,
Sacerdotii nostra primordia).
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
 Siendo el contexto familiar, la mayor oportunidad para los seminaristas para el desarrollo
psiocosexual, resulta fundamental fomentar las herramientas de apoyo para que los padres
de familia puedan brindar un apoyo adecuado a los hijos en esta etapa.
 Dar a los alumnos la confianza de poder hablar con sus formadores sobre estos temas, para
así poder ayudarlos mejor a su formación.
 Sería muy oportuno procurar que los seminaristas tengan un trato frecuente y natural con
las mujeres de su edad, sobre todo con sus compañeras de clase.
 Ir enseñando a los adolescentes a llamar las cosas por su nombre evitado los motes dados a
las distintas partes del cuerpo humano.
 Ser los formadores ejemplo en cuanto a los modos y maneras de referirse y tratar a la
mujer, evitando vulgaridades y doble sentido.
 Exponer de manera clara la visión cristiana de la sexualidad humana, advirtiendo
ciertamente los peligros en contra de la castidad, pero centrándose sobre todo en la belleza
y lo plenificante de la vivencia de la castidad.
 Brindar un especial e integral acompañamiento a los alumnos que presenten dificultades
para la vivencia de la castidad, así como herramientas preventivas para todos.
 Desde el plano humano, acentuarse la importancia del autodominio, la prudencia y el
deporte como medios eficaces para la vivencia plena de la castidad.
 Buscar el apoyo de la sana psicología como un medio para el desarrollo integral en este
campo.
 Desde el plano espiritual, insistir en que la castidad no es una victoria personal, sino ante
todo gracia. Resaltar la devoción mariana, la oración personal, el examen de conciencia, la
dirección espiritual y la confesión sacramental como medios eficacísimos para vivir esta
gracia.

OBEDIENCIA
OBJETIVO: Dar algunas notas sobre la importancia de esta virtud humana y evangélica
buscando ayudar a crear conciencia en los alumnos en el sentido de obedecer para ser más
libres.
VER CON LOS OJOS DEL PADRE 
En nuestro tiempo el sentido de autoridad, en todos los ámbitos, se ha ido perdiendo
paulatinamente debido a una concepción extrapolada de autonomía, libertad y
autosuficiencia.
Algunas situaciones que ocurren en nuestra institución son:
 Al venir de familias disfuncionales, algunos niños no tienen del todo clara una figura de
autoridad.
 Algunos seminaristas provienen de contextos familiares donde no se les puso
oportunamente límites.
 Otros asocian, debido al contexto familiar violento, obediencia con miedo.
 Falta de capacidad para seguir órdenes.
 En ocasiones se tiene una visión demasiado optimista de la naturaleza humana, dando
libertades no propias ni proporcionales a la edad y madurez.
 Unos cuantos de los alumnos tiene una obediencia servil e hipócrita.
JUZGAR CON LOS CRITERIOS DEL HIJO 
 «Le contestó Jesús: —El que me ama, obedecerá mi palabra, y mi Padre lo amará, y
haremos nuestra vivienda en él». (Jn 14,23).
 «No se contenten sólo con escuchar la palabra, pues así se engañan ustedes mismos.
Llévenla a la práctica». (St 1,12).
 «Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores,
también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos». (Rom 5,19).
 «Padre, si es Tu voluntad, aparta de Mí esta copa; pero no se haga Mi voluntad, sino la
Tuya». (Lc 22,42).
 «En la raíz de estas tendencias se halla, en no pocos jóvenes, una experiencia desviada de la
libertad: lejos de ser obediencia a la verdad objetiva y universal, la libertad se vive como un
asentimiento ciego a las fuerzas instintivas y a la voluntad de poder del individuo». (SAN
JUAN PABLO II, Pastores dabo vobis 9)
 «Entre las virtudes más necesarias en el ministerio de los presbíteros, recordemos la
disposición de ánimo para estar siempre prontos para buscar no la propia voluntad, sino el
cumplimiento de la voluntad de aquel que los ha enviado (cf. Jn 4, 34; 5, 30; 6, 38)».
(CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Presbyterorum Ordinis 16)
 «[…] la obediencia, que, en el caso de la vida espiritual del sacerdote, presenta algunas
características peculiares. Es, ante todo, una obediencia «apostólica», en cuanto que
reconoce, ama y sirve a la Iglesia en su estructura jerárquica. […].La obediencia cristiana,
auténtica, motivada y vivida rectamente sin servilismos, ayuda al presbítero a ejercer con
transparencia evangélica la autoridad que le ha sido confiada en relación con el Pueblo de
Dios: sin autoritarismos y sin decisiones demagógicas. Sólo el que sabe obedecer en Cristo,
sabe cómo pedir, según el Evangelio, la obediencia de los demás. La obediencia del
presbítero presenta además una exigencia comunitaria; en efecto, no se trata de la
obediencia de alguien que se relaciona individualmente con la autoridad, sino que el
presbítero está profundamente inserto en la unidad del presbiterio, que, como tal, está
llamado a vivir en estrecha colaboración con el Obispo y, a través de él, con el sucesor de
Pedro. Este aspecto de la obediencia del sacerdote exige una gran ascesis, tanto en el
sentido de capacidad a no dejarse atar demasiado a las propias preferencias o a los propios
puntos de vista, como en el sentido de permitir a los hermanos que puedan desarrollar sus
talentos y sus aptitudes, más allá de todo celo, envidia o rivalidad. La obediencia del
sacerdote es una obediencia solidaria, que nace de su pertenencia al único presbiterio y que
siempre dentro de él y con él aporta orientaciones y toma decisiones corresponsables. Por
último, la obediencia sacerdotal tiene un especial «carácter de pastoralidad». Es decir, se
vive en un clima de constante disponibilidad a dejarse absorber, y casi «devorar», por las
necesidades y exigencias de la grey. Es verdad que estas exigencias han de tener una justa
racionalidad, y a veces han de ser seleccionadas y controladas; pero es innegable que la
vida del presbítero está ocupada, de manera total, por el hambre del evangelio, de la fe, la
esperanza y el amor de Dios y de su misterio, que de modo más o menos consciente está
presente en el Pueblo de Dios que le ha sido confiado». (SAN JUAN PABLO II, Pastores
dabo vobis 28)
ACTUAR BAJO EL IMPULSO DEL ESPÍRITU SANTO
 Ha de fomentarse un espíritu de disciplina, mediante reglas claras y aplicación paternal.
 Ir desterrando del seminario modelos anacrónicos de enseñanza con extrapolaciones e
iracundos arrebatos por parte de la autoridad como manera de autoafirmación por parte del
formador.
 Es imprescindible una cercanía real con alumnos para conocerlos verdaderamnte, siempre
dejando en manifiesto el papel paternal del formador, ya que perder de vista el rol propio
del formador causa confusión en los seminaristas.
 Para fomentar en los alumnos, un espíritu de verdadera obediencia, procurar ser siempre
claros en cuanto a la formulación de reglas claras de disciplina, procurando exponerles los
motivos fundantes de cada una de ellas.
 Hacer cumplir el reglamento con fidelidad y objetividad haciendo las correcciones
paternales, y (en su caso) las sanciones pertinentes.
 Dar la libertad a los muchachos progresivamente, evitando modelos formativos donde se da
manga ancha a la libertad de los alumnos para percatarse desde lejos como hacen uso de la
misma. Nuestra labor es formativa, preventiva y paternal, no policiaca ni de espionaje.
 Sería conveniente exponer a los alumnos el valor de la obediencia por medio de una lectio
divina adaptada a su edad sobre el valor salvífico de la obediencia perfecta de Cristo a su
padre.
 Asimismo, sería oportuno una exposición sistemática tanto desde el campo humano como
espiritual de este consejo evangélico con muchos ejemplos prácticos e ilustrado con la vida
de los santos.

SEMINARIOS AUXILIARES
DE LA ARQUIDIOCESIS
DE GUADALAJARA
EXAMEN VOCACIONAL
Tercero de Secundaria
DATOS PERSONALES Y AUTOBIOGRAFÍA

Es importante que te conozcas y que te conozcan aquellos que acompañan tu proceso


vocacional. A continuación, se te prepone completar tu autobiografía, para que tus
formadores conozcan algunos aspectos de tu vida. A ti te permite conocerte con más
precisión y profundidad para tu maduración cristiana y vocacional. Antes de responder lee
varias veces las preguntas y sé muy sincero en tus respuestas, teniendo la confianza de que
todo queda entre tú, Dios y tu padre espiritual; todo con el fin de ayudarte a discernir el
llamado de Dios. Las buenas desiciones y respuestas se toman delante de Dios. Te
recomiendo, contestes en la presencia de Dios.

DATOS GENERALES

Mi nombre es: ______________________________________________________________________________________________________

Nací el día ______ del mes de _______________ del añ o________________ en (lugar) __________________________________

Pertenezco a la Parroquia: ____________________________________________________en: ________________________________

Mi direcció n actual es:


_____________________________________________________________________________________________

Mi nú mero de tel.: _________________________________ Mi correo electró nico: _____________________________________

MI FAMILIA

Mis padres son: ________________________________________________________________________________


¿Casados al civil?
SI ____________ NO______________
¿Casados a la Iglesia?
SI ____________ NO______________
¿Viven unidos, separados o divorciados?
___________________________________________________________________________________________________
Si está n separados o divorciados ¿Desde cuá ndo?
___________________________________________________________________________________________________
¿Alguno ya es viudo(a)?
___________________________________________________________________________________________________

PAPÁ
Nombre:
___________________________________________________________________________________________________
Edad: ______________________ Vive en: _________________________________________________________
Trabaja en (lugar): _____________________________________________________________________________
Su oficio es: _____________________________________________________________________________________
Mis relaciones con él fueron…
___________________________________________________________________________________________________

Ahora como seminarista son…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Aprecio en él las siguientes cualidades:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Creo que debería mejorar en:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Su fe y su vida cristiana son…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

¿Participa en la Parroquia? ¿En qué?


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

MAMÁ
Nombre: ________________________________________________________________________________________
Edad: ______________________ Vive en: _________________________________________________________
Trabaja en (lugar): _____________________________________________________________________________
Su oficio es: _____________________________________________________________________________________

Mis relaciones con ella fueron…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
Ahora como seminarista son…
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Aprecio en ella las siguientes cualidades:


_______________________________________________________________________________________________________________________
_______________________________________________________________________________________________________________________

Creo que debería mejorar en: Su fe y su vida cristiana son…

¿Participa en la Parroquia?, ¿En qué?

MIS HERMANOS
Escribo su nombre y edad, de mayor a menor. Me ubico en el lugar donde me
corresponde y subrayo mi nombre y el del hermano o hermana con quien mejor
convivo. (Si no tienes hermanos sólo menciónalo así)

Las relaciones con mis hermanos son…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
El problema má s serio que hay en mi familia es:
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Lo que má s me gusta de mi familia es:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Lo que má s me disgusta de mi familia es:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Ademá s de mis papá s, también trabajan de casa…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

En mi casa tenía y tengo las siguientes responsabilidades:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

En casa en general, entra un salario mensual aproximado de:

¿Quién asume los gastos de mi estancia en el Seminario?, ¿Tienes algú n bienhechor?,


¿Quién?
___________________________________________________________________________________________________

La casa en la que vive mi familia es… (propia, rentada, prestada…)


___________________________________________________________________________________________________

MIS FAMILIARES CERCANOS

Escribe el nombre, si tienes, de algú n familiar cercano que sea sacerdote o religiosa.
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Escribe el nombre, si tienes, de algú n o algunos familiares que sean laicos


comprometidos (que participan en algú n grupo parroquial o hacen algú n apostolado-
servicio).
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

MI PERSONA
[Describe tu situación en los siguientes aspectos]

SALUD:

He tenido las siguientes enfermedades y operaciones: (Si nada de esto tuviste, solo
menciónalo).
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Actualmente tengo el siguiente tratamiento o soy alérgico a:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Fui al psicó logo o psiquiatra por estas razones:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

PRESENTE

Creo que tengo y reconozco con humildad las siguientes cualidades:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Creo que tengo y reconozco con humildad estos defectos:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Mi tiempo libre lo dedico a…


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Practico las siguientes actividades o deportes:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
PASADO

Lo má s importante de mi infancia y que creo que me marcó (positiva o


negativamente) en mi manera de ser y actuar es (hechos, personas, situaciones)
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

FUTURO

¿Has pensado en ser sacerdote?, ¿Por qué?


___________________________________________________________________________________________________

Me gustaría ser sacerdote por las siguientes razones:


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

Si Dios me llama a ser sacerdote mis temores o miedos ahora son:


___________________________________________________________________________________________________

En caso de que Dios no me llame por este camino desearía realizarme y servir a Dios y
a la sociedad en una de estas profesiones o trabajos (Enuméralas por orden de
preferencia) y escribe las razones:

¿Qué? ¿Por qué?


1.

2.

3.

MI VIDA CRISTIANA

[Describe tu situación en los siguientes aspectos]


Creo que la oració n es:
___________________________________________________________________________________________________
¿Có mo es mi oració n?, ¿Por qué la considero así?
___________________________________________________________________________________________________
Mi relació n con Dios es… ¿Por qué?
___________________________________________________________________________________________________
Me confieso cada:
___________________________________________________________________________________________________
Para mi comulgar significa…
___________________________________________________________________________________________________
Comulgo cada (día, semana, mes, de vez en cuando…), ¿por qué?:
___________________________________________________________________________________________________
Rezo el Rosario porque… ¿me gusta?
___________________________________________________________________________________________________
Reconozco que mis visitas al Santísimo son:
___________________________________________________________________________________________________
¿Hago lectura espiritual?,¿me gusta leer la vida de los santos?, ¿aprendo algo de ellos?
___________________________________________________________________________________________________
Mi silencio sagrado ¿lo guardo?, ¿Para qué me sirve?
___________________________________________________________________________________________________
Creo que mi devoció n a la Virgen María es… ¿por qué?
___________________________________________________________________________________________________
En mi vida espiritual he descuidado:
___________________________________________________________________________________________________

[Completa lo siguiente]
¿Có mo es mi participació n en la Parroquia?

___________________________________________________________________________________________________

La direcció n espiritual ¿La he tomado en serio?, ¿Soy honesto en ella?, ¿La pido cuá ndo
creo necesitarla?

¿En qué me ha ayudado la direcció n espiritual?, ¿Qué me falta?


___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________
___________________________________________________________________________________________________

¿En qué consiste mi oració n? (liturgia, rezos aprendidos, visitas espontá neas a Jesú s,
oració n personal, etc.) ¿Me gusta orar?
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¿He mejorado mi oració n?, ¿por qué lo noto?


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¿Me he estancado o creo que he retrocedido en mi oració n? ¿La hago por obligació n?
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¿Soy distraído en ella?, ¿Me enfada?


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¿En qué ocasiones he sentido la necesidad de orar?


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¿He pensado alguna vez que mi oració n es inú til?,¿Por qué?


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Para mí la Misa es…


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¿Có mo es mi participació n en la Eucaristía?, ¿Participo activamente?, ¿Por qué voy a


Misa?
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¿Falto a Misa dominical? ¿Por qué?


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¿Mi comunió n es devota?, ¿por qué lo noto?
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¿Comulgo por rutina o costumbre?, ¿Dejo de comulgar fá cilmente?, ¿Por qué?


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¿Guardo el ayuno eucarístico? (es decir, no comer una hora antes de comulgar) ¿Por
qué?
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¿Valoro el sacramento de la confesió n?, ¿Oculto pecados graves cuando me confieso?,


¿Por qué?
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¿Creo que es conveniente confesarme con mi director espiritual?, ¿Por qué?


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Lo que má s se me dificulta en la vida espiritual es… ¿por qué?


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Una persona que para mí es modelo de vida cristiana es… ¿Por qué?
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¿Me preocupo por conocer má s de Dios?, ¿Có mo lo hago?


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¿Leo la Biblia?, ¿Leo el catecismo?, ¿Conozco algo sobre nuestra Iglesia?, ¿Conozco
sobre la vida de los santos?, ¿Para qué me sirve?
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Lo que má s me aburre de la vida espiritual es…
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¿Có mo es mi vida espiritual cuando estoy de vacaciones?, ¿En qué consiste?


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¿Qué se me dificulta de la vida espiritual cuando estoy en casa?, ¿Por qué?


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¿Qué es lo que me arrutina en mi vida espiritual?, ¿Por qué?


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¿Mi vida espiritual me lleva a ser mejor en otros aspectos de mi vida? (con mi familia,
estudios, compañ eros, formadores, en la calle, etc.)
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¿Hago oració n só lo cuando me lo piden o me ven?, ¿Cuá ndo tengo problemas?, ¿Só lo
cuando tengo ganas?, ¿Por qué?
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¿Rezo también, aunque tenga aridez espiritual, es decir, cuando tengo crisis o estoy
desanimado?,¿Por qué lo hago?
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¿Sé orar?, ¿Có mo es mi oració n?


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Cuando rezo ¿Só lo pido cosas?, ¿Busco otras formas de orar?, ¿Cuá les?
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¿Medito?, ¿Considero la meditació n importante?, ¿Por qué?


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¿Rezo el rosario con devoció n? ¿Por qué?


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¿Procuro hacer sacrificios?, ¿Por qué?, ¿Como cuá les?


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¿Qué otros actos de piedad tengo como costumbre hacer?


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Para mí la fe es…
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¿Para qué me sirve la fe en la vida?


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Mi experiencia de fe má s importante en la vida ha sido…


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¿Quiénes son las personas que má s me han ayudado en la vida espiritual?, ¿Por qué?
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¿Qué significa para mí que todos somos hermanos?, ¿Por qué lo creo?, ¿Có mo lo
manifiesto?
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¿Qué creo que Dios piensa de mí?


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¿Amo a Jesucristo? ¿Có mo lo sé?


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MI VOCACIÓN

[Completa lo siguiente]

Pienso que los sacerdotes


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De los malos sacerdotes digo…


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Los malos testimonios de sacerdotes me…
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¿Qué aprendo de mis amigos sacerdotes?


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Me gustaría ser sacerdote para…


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Me gustaría casarme por…


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Me gustaría platicar con un sacerdote acerca de…


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Pienso que los sacerdotes no deberían…


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MI HISTORIA VOCACIONAL

[IMPORTANTE: Narra con detalles lo siguiente]

¿Có mo nació mi vocació n? (personas, hechos, tiempos, lugares, situaciones,


sentimientos, experiencias, etc.)
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¡Para mayor gloria de Dios!


[Contesta]

¿Qué piensan mis papá s de mí como seminarista?


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¿Qué me dicen mis hermanos por ser seminarista?


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¿Tengo algú n sacerdote cercano con quien platico o convivo?, ¿Quién?, ¿por qué?
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¿Desde cuá ndo empecé a sentir la inquietud vocacional?, ¿Có mo fue?


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¿Creo que tengo la vocació n al sacerdocio, pero no desearía tenerla?, ¿creo que no la
tengo, pero me gustaría tenerla?, ¿Por qué?
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¿Crees que vale la pena seguir a Jesú s?, ¿Por qué?


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¿Alguien me ha dicho alguna vez que entrar al seminario es desperdiciar el tiempo?,


¿Qué pienso sobre eso?
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Mi comportamiento como seminarista fuera del seminario es…


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¿Qué cambios descubro yo en mi desde que ingresé al seminario?


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¿Qué cambios notan los demá s en mi durante mi estancia en el seminario?


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RECTITUD DE INTENCIÓN

¿He pensado seriamente mi vocació n?


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¿He consultado con alguien sobre mis inquietudes?, ¿Con quién?, ¿Sobre qué?
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¿Por qué entré al seminario?


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¿Por qué sigo en el seminario?


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¿Qué espero obtener del seminario?


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¿Mis papá s, familiares, bienhechores u otras personas influyen en mí para continuar


en el seminario? ¿Có mo?
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¿Qué me motiva para seguir en el seminario?


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¿Qué me desanima para seguir en el seminario?


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¿Hasta ahora, segú n lo que pienso y siento creo que éste será mi camino para servir a
Dios?, ¿por qué?
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¿Considero que le estoy respondiendo a Dios en este llamado que me hace?, ¿Por qué?
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¿Qué sería de mi si me saliera del seminario?


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¿Sentiría remordimiento si me saliera del seminario?, ¿Por qué?


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Pero si sigo en el seminario ¿có mo será mi respuesta?


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¿Amo mi vocació n?, ¿Cuá les señ ales dejan ver que amo mi vocació n y la cuido?
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¿Le he agradecido a Dios que me permitió entrar al seminario?, ¿Rezo por mi


vocació n?
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¿Hoy mi llamado es má s fuerte o menos fuerte?, ¿Siento que se enfría?, ¿En qué lo
noto?
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¿Soy abierto y sincero con mis formadores?, ¿Oculto lo que no me conviene?


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¿Me gustaría ser sacerdote?, ¿Por qué?


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¿Qué es la obediencia para mí?, ¿De qué sirve obedecer?


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¿Obedezco?, ¿Por qué?


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¿Me cuesta seguir el reglamento y el horario?, ¿Por qué?


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¿Estoy apegado a las cosas materiales?, ¿Cuá les?


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¿Me gusta mucho el dinero?, ¿Me gustan las cosas caras?, ¿Me molesta que no me den
lo que quiero?
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¿Soy vanidoso?, ¿Cuido demasiado mi apariencia?, ¿Por qué?


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¿Estoy dispuesto a renunciar a personas o cosas por tal de seguir a Jesú s?, ¿A cuá les?
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¿Lo que hago bien, lo hago sin esperar nada a cambio?, ¿Espero que me agradezcan o
den algo a cambio?
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¿Acepto a las personas como son, con sus defectos y cualidades?, ¿Só lo a algunos?
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¿Hay algo que en conciencia deba hacer saber a mis formadores?


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AMISTAD, SEXUALIDAD Y CASTIDAD


¿Has tratado el tema de la sexualidad con tus papá s u otras personas?, ¿Con quién?
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¿Tienes alguna duda acerca de la sexualidad?, ¿Cuá l?


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¿Sabes tratar a las personas?, ¿Sabes sonreír, ser generoso y darte a los demá s?
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¿Te sientes inseguro ante los demá s?, ¿Sufres por ello o te resignas?
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¿Has aprendido a llevar una amistad sana, viril o sientes dudas frecuentemente?, ¿Por
qué?
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¿Te cuesta cultivar la amistad fraterna?, ¿Has consultado tus dudas sobre la amistad y
las has solucionado?
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¿Sabes trabajar en equipo o eres solitario?, (explica tu respuesta)


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¿Có mo es tu trato con las mujeres: con timidez, desenfreno, serenidad, inquietud,
educació n, vulgaridad, vergü enza, tentació n, ¿con exagerada atracció n o con atracció n
controlable?, ¿por qué lo notas?, ¿có mo lo explicas?
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¿Tienes novia?, ¿Hay alguna señ orita que te atraiga?, ¿có mo tratas esa atracció n?
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¿Has procurado adquirir un dominio equilibrado de tu energía sexual?, ¿có mo lo


haces?
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¿Eres pudoroso o te portas sin la debida delicadeza en cuanto a tu cuerpo?


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¿Có mo se manifiesta tu sensualidad: tentaciones débiles, fuertes, violentas o


compulsivas?, ¿Te preocupan tus tentaciones? ¿Son frecuentes tus caídas en este
campo?
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¿Te persiguen demasiado las tentaciones?, ¿Sabes dominarlas con la gracia de Dios y
tu esfuerzo constante?
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¿Te gusta leer, ver, curiosear revistas y películas pornográ ficas?, ¿Utilizas el internet
para ver pornografía?
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¿Tu vocabulario es vulgar, de doble sentido o correcto?


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Tu manera de vestir es: ¿de acuerdo con un joven de tu edad y con tus aspiraciones, o
te dejas llevar por la moda?
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¿Te preocupa tu castidad futura?, ¿Tienes miedo a lo que pueda venir después?
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¿Hay algú n aspecto de tu afectividad que te angustie?, ¿Por qué?


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¿Has tratado este punto de la castidad con amplitud y sinceridad con tu director
espiritual y con tu prefecto, o sientes miedo o vergü enza de hacerlo?
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¿Has dudado de tu vocació n por los sacrificios de la castidad?


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CUADRO DE HABILIDADES PARA LA ORIENTACIÓN


VOCACIONAL

[Subraya o pinta con marcatextos los aspectos en los que encuentras marcada facilidad]
Me gusta reparar aparatos Me interesa lo científico Quisiera tener muchos
hijos
Soy bueno para convencer a Me gusta ayudar a las Sé dibujar bien
otros personas
Sé administrar bien el Soy bueno para explicar Quiero hacer algo por el
dinero cosas mundo
Me gustaría celebrar la Participo en actividades del Me gusta cuidar animales
Misa templo

Canto bien Pregunto mucho No le tengo miedo al


sacrificio
Soy bueno para escuchar a Busco soluciones a todo Me gusta dirigir
otros actividades
Me gusta la poesía Se me facilita tocar Rá pido reú no personas
instrumentos para algo
Doy buenos consejos Me gusta preparar Desarmo y armo cosas
alimentos
Se me facilitan los idiomas No me da miedo hablar en Me gusta oír y hablar de
pú blico Dios
Soy creativo Tengo paciencia a las Soy bueno para las
personas matemá ticas
Platico con los viejitos o Soy bueno para actuar y Me gusta estudiar
enfermos fingir
Soy bueno en los deportes Rá pido hago amigos Pregunto cosas sobre la
Biblia
Me gusta usar Me llama la atenció n lo Sé cosas de medicina
herramientas arriesgado

Tengo muy buena Me sé muchas oraciones Quiero ser alguien grande en

memoria la vida

Me gusta descubrir cosas Me gusta bailar Me gusta enseñ ar


nuevas
Las oficinas me agradan Investigo lo que no sé Soy bueno en las
manualidades
Comparto el trabajo con Me preocupo de los problemas Invento cosas
de otro
otros
Me dejo ayudar Me gustan las má quinas Dejo opinar a otros
Me gustan las mujeres Tengo mucha imaginació n Tengo interés por viajar

Declaro y estoy convencido de que todo lo que he escrito es verdadero y deseo


con la ayuda de Dios, de María Santísima y de mis formadores a quienes
consulto humildemente, que mi seguimiento de Jesús al término de esta etapa
de mi formación sea:

En el Seminario Menor En casa, con proyectos personales fuera del


Seminario

A ______ de ________________ de _________

_______________________________________
Firma

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