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José Antonio Galindo Rodrigo

COMPENDIO
DELA GRACIA

LA GRACIA, EXPRESIÓN DE DIOS


EN EL HOMBRE. HACIA OTRA
VISIÓN DE LA ANTROPOLOGÍA
SOBRENATURAL CRISTIANA

EDICEPi ,,~
A mis padres,
Francisco y Máxima

PRINTED IN SPAIN
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IMPRIME GRÁFICAS GUADA


I

PRESENTACION

Este libro es un intento de comprensión y explicación de esa


realidad tan compleja y misteriosa que es la gracia de Dios. Den-
tro de ésta -de ahí su capital importancia- se encuadran todas
las relaciones que Dios ha querido establecer con la humanidad y
cada uno de sus miembros, debido a la salvación universal efec-
tuada por Jesucristo.

l. La gracia y la antropología

La teología de la gracia es un apartado de la reflexión teológi-


ca que no está de actualidad; debido, entre otras razones, al secu-
larismo y al naturalismo de nuestra sociedad, que nos hacen
indiferentes y refractarios a una dimensión tan esencial de le gra-
cia como es su sobrenaturalidad. Pues bien, uno de los posibles
caminos para revalorizar la gracia ante el cristiano de nuestro
tiempo, es el situarla y esclarecerla como un conjunto de «valo-
res» que han de ser considerados a modo de una sublimación y
8 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 9

culminación de todo lo humanamente valioso. De ahí la conve- autor ha encontrado un concepto, reflejo de una realidad - la ex­
niencia de instrumentar la explicación de la gracia con categorías presión­ que, a lo largo del libro, se patentiza como eficiente
y nociones antropológicas, muy cercanas a la mentalidad y a la para responder, para dilucidar lo que entraña esa pregunta.
«sensibilidad» intelectual del hombre de hoy. El término-concepto de expresión, con todos sus elementos y
Ya a priori, parece incuestionable que los conceptos -necesa- derivaciones, proviene de la antropología y de la estética. Cree-
riamente analógicos- más aptos y de significación más efectiva mos que reúne unas condiciones aptas para generar una teoría ex-
para nuestro caso han de ser aquellos que, además de pertenecer plicativa de esa realidad tan misteriosa que nos ocupa. K. Rahner,
al área intramundana y ser, por tanto, cognoscibles por el hom- en una aproximación muy significativa, nos confirma en nuestra
bre, están más próximos a la realidad que se intenta explicitar, es posición cuando advierte: «El tratado "De gratia" no puede ser es-
decir, a la gracia. Esta área o ámbito, obviamente, es el de la crito de forma adecuada sin que suponga también una aportación a
antropología. la teología del símbolo en la historia cristiana de la salvación» '.
Otra razón, en perfecta coherencia con lo anterior, está consti- No obstante, sería exagerado el atribuir a la expresión una va-
tuida por las características de espiritualidad y dinamicidad que lidez explicativa universal en el tema. Pero su capacidad semánti-
ha de tener la entidad de donde se extraen y confeccionan esos ca es de tal extensión que, a nuestro entender, abarca todas las
conceptos analógicos, en sintonía con las propiedades de la gra- dimensiones de la gracia; y es también de tal comprensión que,
cia que, sin duda, es una realidad consistente en unas relaciones según creemos, es aplicable a casi todos los aspectos y matices
vivas y personales entre Dios y el justo, que implican esas cuali- de cada una de ellas.
dades. De esta manera se evita el «fisicismo» o «cosmologismo» Este libro, por tanto, es la exposición de toda la temática
introducido en el tratado sobre la gracia, y que los autores actua- sobre la gracia de Dios por medio del concepto de expresión y
les, en su inmensa mayoría, consideran muy conveniente corregir sus derivados; de tal manera que lo que hubiera podido ser pri-
y superar. mordial de esta obra, esto es, el comprobar la conveniencia del
mencionado concepto en esta explicitación, queda pronto subsu-
mido dentro de la tarea expositiva de los distintos apartados de la
materia, sin dejar de lado ninguna de sus difíciles cuestiones,
11. El concepto de expresión
que, a fin de cuentas, es la mejor forma de obtener el primer ob-
Si, como afirman todos los teólogos, la gracia es una entidad jetivo. Debido a ello, el presente libro puede ser útil tanto a los
constituida en unidad, ha de ser muy útil, para su correcta inte- especialistas como a los profesores, alumnos y demás estudiosos
lección, el fundamentar su exposición y explicación en una sola de esta parcela fundamental de la teología.
noción correspondiente a la unitariedad de la misma. Pero esta
noción, es evidente, necesita de un concepto básico y nuclear en 111. Algunas ventajas de esta nueva visión del tratado
torno al cual gire la explicitación del quehacer teológico. Sin em- «De gratia»
bargo, sorprendentemente, un concepto de esta índole no existe
en los tratados de la teología de la gracia, con la consiguiente di- 1) La utilización de las categorías expresivas cualifica y per-
versidad de nociones que sobre la misma traen los autores, y su fecciona la visión acerca de la gracia y sus distintas dimensiones
fluctuación, a todas luces inconveniente, observable incluso den-
tro de un mismo autor. 1. K. RAHNER, «Para una teología del símbolo», Escritos de teología, IV,
Por todo ello, este trabajo va orientado a contestar una pre- Madrid 1964, 310. El concepto que Rahner tiene de símbolo es muy aproxima-
gunta muy concreta: ¿Que es la gracia? En este duro y largo pro- do al que nosotros y muchos psicólogos y filósofos tenemos de expresión, como
ceso por esbozar una respuesta relativamente convincente, el se verá a lo largo de este libro. De momento cf. K. RAHNER, art. c., 310, 315.
10 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 11

y aspectos, al hacerla menos estática, más vital y más persona­ 4) En la versión expresiva de la justificación se pone de relie-
lista, en conformidad, por tanto, con las características propias de ve la simultaneidad y conciliación de la autoría de Dios y de
una realidad relacional, dinámica, viva y personal, como es la Cristo juntamente con la realidad e intrinsecismo de la misma en
que se da entre Dios y el hombre cuando éste es agraciado gratui- el hombre. Además, la expresión significa aceptablemente las di-
tamente por él. ferentes etapas que llevan hasta la justificación, así como la gra-
duación en que ésta se da.
2) La inarticulación y desestructuración en la exposición ac-
tual sobre la gracia es patente para cualquiera que maneje la lite- 5) Por medio de las categorías mentales expresivas se consigue
ratura teológica acerca del tema. Sin embargo, por medio de las una elucidación apreciable de la gracia que, siendo vida de Dios y
categorías expresivas, es factible la articulación y estructuración sin dejar de serlo, se hace realidad y vida del hombre; con lo que
de todo el tratado teológico que nos ocupa. Es decir, se pueden se obtiene una conciliación de la inmanencia y trascendencia de
articular sus diferentes dimensiones y unidades parciales, desve- Dios respecto del hombre, que se hace aguda tensión dialéctica en
lar sus múltiples interrelaciones, y obtener así una visión estruc- esa dimensión de la gracia que es la divinización. En ésta, a la
turada, integral y unitaria de la totalidad de esa realidad tan vez, se logra un iluminador equilibrio entre sus vertientes personal
compleja y misteriosa. Lo cual, como es obvio, facilita y potencia y ontológica, mediante una visión integral de la misma.
)a correcta comprensión, según es posible a Ia intc1igencia huma-
na, de lo que el Espíritu nos ha revelado respecto de esa autoco- 6) Respecto de la inhabitación de la Trinidad en el justo, creo
municación de Dios al hombre que llamamos gracia. que se puede explicar (siguiendo la estructura de la expresión)
cómo realmente cada una de las divinas personas inhabita según
su característica propia y específica, y cómo ese justo es afectado
verdaderamente y de una manera peculiar y distinta por la inhabi-
IV. Resumen sucinto de los nuevos enfoques obtenidos
tación de cada una de esas mismas personas divinas. También se
por medio de la teoría de la expresión hace ver el equilibrio entre el aspecto personal y el ontológico de
la inhabitación, así como su especial e íntima conexión- con la
1) La teoría de la expresión puede considerarse como una ver- divinización.
sión filosófica (entre otras posibles) de la doctrina bíblica sobre
la gracia. Esta versión no es abstracta ni «fisicista», sino concre- 7) Las relaciones familiares (filiación, fraternidad, relación
ta, viva y personal, sin dejar de ser ontológica. esponsal) de cada una de las personas de la Trinidad con el justo,
encuentran en nuestra exposición su puesto lógico y razonado,
2) El pensamiento de los Padres, especialmente el de san dentro de la realidad estructurada de la gracia. Asimismo, se des-
Agustín, de marcado carácter psicológico y existencial, encuentra cubre el fundamento, finalidad y distintas vertientes e implicacio-
una traducción apropiada a una terminología actual en la teoría nes de esas relaciones familiares del justo con cada una de las
de la expresión. personas divinas.

3) La concepción de la gracia elaborada con estas categorías 8) La bipolaridad de la expresión nos ha ayudado a obtener
mentales arroja considerable cantidad de luz sobre las problemá- una visión coherente de las intrincadas relaciones entre gracia
ticas relaciones entre la acción gracia! de Dios y la libertad creada y gracia increada. No hay gracia creada sin la increada, ni
humana. gracia increada (Dios expresándose en el ser humano) sin la crea-
12 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 13

da. Ambas son dimensiones esenciales de la gracia y de cada una una compleja mediación humana de no fácil discernimiento, in-
de las unidades parciales de la misma. fluyen de diversa y opuesta manera en la vivencia de la vida de
gracia por parte de las personas individuales. Esto tiene una im-
9) Se descubre una articulación orgánica entre todas las di- portancia e interés que nadie puede negar. No obstante, el estado
mensiones o unidades parciales de la gracia. Esta articulación o de gracia depende decisivamente de las opciones intransferibles
estructuración se da en un sentido vertical, según una progresiva de cada yo, que son irreductibles a cualquiera de las otras dimen-
interiorización de la comunicación de Dios, en la vertiente onto­ siones del ser humano, dentro de un ámbito plural, general o
lógica; y según una progresiva personalización, en la vertiente universal.
personal de esa misma comunicación. Es incuestionable que la explicación de la gracia se ha de re-
También se da esta articulación en un sentido horizontal. Las ferir al marco donde únicamente puede realizarse en un sentido
distintas unidades parciales de la gracia se estructuran entre sí, propio y pleno: el hombre concreto. De este modo quedan exclui-
según la menor o mayor nuclearidad del aspecto preferencial- das todas las abstracciones. Pero el hombre concreto, no hay que
mente afectado y en la forma en que es concernido el ser de la olvidarlo, es un ser individual y social. Por eso es cierto que la
persona humana por cada una de esas unidades parciales. Esto en persona humana ejerce simultáneamente uno y otro aspecto (dado
cuanto a la vertiente ontológica de la gracia. que la unión entre ellos es óntica), aunque se da una precedencia
Respecto a la vertiente personal en este mismo sentido horizon- lógica del primero sobre el segundo; es decir, el ser humano,
tal, se establecen unas relaciones entre las diferentes unidades principalmente, es un ser social porque es un ser individual. De
parciales de la gracia (en el mismo hombre agraciado) de prece- todo esto se derivan tres conclusiones: a) que es insoslayable y
dencia y procedencia, de fundamentación y derivación, en fin, de básica la explicitación de la gracia según se da en cada yo indi-
interrelación e interdependencia. Todo ello en correspondencia vi ual; b) que es necesaria su ampliación al ámbito social del
analógica con las procesiones, relaciones y misiones de las tres mismo; e) que una y otra, ahora es obvio, se han de hacer con ca-
divinas personas de la Trinidad. Y esto no nos ha de sorprender. tegorías antropológicas; siendo además clara la secuencia metó-
Porque, si el hombre es ya por naturaleza imagen y semejanza de dica entre una y otra dimensión.
Dios Trinidad, de una manera más profunda, detallada y exacta lo Pues bien, este libro intenta, lo que en mi opinión, no ha sido
ha de ser por la gracia sobrenatural, que es participación de la hecho todavía: la exposición con categorías antropológicas de la
vida divina en todos los aspectos, tanto ontológicos como realidad estructurada de la gracia en el ámbito de la persona
personales. individual.

V. La gracia y el hombre concreto

En los tiempos actuales se da una clara tendencia a poner de


relieve el ámbito social 2 de la gracia. La realidad concreta de los
proyectos y estructuras sociales contienen una relación positiva o
negativa respecto a Dios y al prójimo. Como tales, a través de

2. Cf. GANOCZY, A., De su plenitud todos hemos recibido. La doctrina de


la gracia, Barcelona 1991, 372-388.
'
INTRODUCCION

Dos son las ideas-motivos principales que han determinado,


alentado y sostenido la elaboración de este libro: 1 º) El principio
de san Anselmo, de raigambre agustiniana, fides quaerens inte­
llectum. 2º) La conveniencia, por varias razones, de utilizar con-
ceptos antropológicos en la exposición del tratado sobre la grada.
Esto ha desembocado y se ha concretado en el intento de estu-
diar y esclarecer la eficacia significativa y explicativa del término
expresión con repecto a la realidad misteriosa de la gracia.

l. Fides quaerens intellectum

a) La gracia, desde san Agustín, ha sido tema de numerosos


estudios y discusiones a lo largo de la historia de la teología.
Pero, sobre todo, y al principio de esta historia, ha sido objeto de
estudio, y con gran profundidad, en sus adjetivaciones de sanante
y liberadora, y, consiguientemente, en relación a la libertad del
hombre. Estamos ante la perspectiva psicológica de la cual es
16 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 17

maestro insuperable san Agustín, mientras que su fundamento bí- En mi opinión, las tres perspectivas son útiles; pero la pers-
blico preferencial es San Pablo '. «Hasta la segunda mitad del pectiva metafísica ha de ser vertida en categorías diferentes, esto
siglo XIII, el occidente formó, bajo el influjo de Agustín, la teo- es, antropológicas; y, en todo caso, se han de preferir la persona-
logía de la gracia, casi exclusivamente con categorías psicológi- lista y la psicológica, como más cercanas a la realidad de la
cas y dinámicas. Más tarde, completada con otros aspectos, la gracia '.
inspiración agustiniana continuó su influjo profundo, especial-
mente sobre la teología franciscana. En nuestros días, los repre- b) Es el principio anselmiano fides quaerens intellectum 6 el
sentantes del método fenomenológico re-descubren los méritos que explica el por qué y el para qué de estos múltiples trabajos
de esta concepción de la gracia» 2• teológicos. No intentar la comprensión del contenido de la fe me-
La fe, buscando una mayor y mejor inteligencia de la gracia ha recería la acusación de negligencia por parte de san Anselmo 7•
creado otra perspectiva de carácter predominantemente metafísi- Pero existen otras razones. La fe es recibida y ejercida por un ser
co. «En esta concepción, la gracia se confronta con la naturaleza racional que es el hombre. La fe, en cuanto tiene una dimensión
humana, concebida como una forma esencial, perfectamente cir- congnoscitiva, esto es, unas proposiciones que, necesariamente,
cunscrita, posible en sí misma. Los diferentes dones descríbense entran en relación positiva o negativa con la razón, no puede
conforme a nociones abstractas y esencialistas encuadradas dentro darse en un ser humano si no es afirmada por su inteligencia.
de las categorías de la ontología aristotélica: sustancia, cualidad, Pero el dinamismo inquisitivo natural a la inteligencia no se
hábito, acción, pasión, etc. Este modo de estudiar la gracia preva- aquieta con meras afirmaciones. Necesita las razones de sus afir-
lece ya desde la escolástica postridentina ... En esta concepción se maciones; razones que unas veces serán externas (de autoridad) y
inspiran la mayor parte de los manuales recientes de teología»'. otras veces serán internas a las afirmaciones mismas. Más aún, la
«Una tercera forma de planteamiento en la problemática de la inteligencia tiene una tendencia natural a la visión de las relacio-
gracia pone en primer lugar las relaciones personales del hombre nes, estructuración y coherencia de los diversos elementos de la
con la Trinidad en Cristo Jesús. El pecado, en esta concepción, es fe. Así, pues, la fe por ser ejercida y recibida por un ser racional
rebelión contra Dios y de ahí que el hombre se convierta en su busca la comprensión de sí misma. La fe no puede ser fe si no es
enemigo; la justificación, la reconciliación con el Dios, que en humana, y no puede ser humana si no es razonable y siempre
cuanto trino se comunica personalmente; la vida cristiana, un abierta a una mejor compresión de sí misma.
permanecer en Jesús, la inhabitación de las tres divinas personas Pero volviendo otra vez a san Anselmo, la fe viva contiene un
en el justo. La gracia, pues, es una "misión" del Espíritu del Hijo deseo de Dios, de contemplarlo 8• Pues bien, este anhelo encuen-
al justo. Este intento de penetrar el misterio de la gracia se en- tra una de sus vertientes, que anticipa la visión intuitiva propia de
cuentra muy próximo a las categorías bíblicas y patrísticas; halló la bienaventuranza, en la comprensión de la revelación divina.
eco en la historia del dogma, especialmente en la literatura místi-
ca. Últimamente, pensadores influenciados por la filosofía perso-
nalística se han decidido a repensar los problemas de la gracia
desde este ángulo» 4•
5. Cf. O. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, «La soteriología contemporá-
nea», Salmanticensis, XXXVI, 3 (1989) 315.
l. Cf. M. FLICK-Z. ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, Salamanca 6. Cf. ETIENNE GILSON, La filosofía en la Edad Media, Madrid, 1965, p.
1965, p. 28. 227.
2. o. c., 28 7. Cf. M. FEDERICO SCIACCA, Historia de la filosofía, Barcelona, 1962,
3. O. c., 28. p. 201.
4. o. c., 29 8. Cf. O. c., 201.
18 INTRODUCCIÓN 19
INTRODUCCIÓN

Estamos ya en la necesidad de la fe, según san Anselmo, de co- 2. La gracia y la antropología


nocerse a sí misma como algo interno a la esencia de la fe 9
El principio fides quaerens intellectum, con todas sus profun- Otra idea-motivo del libro es la conveniencia de la utilización
das virtualidades, es también el generador de este libro. de conceptos antropológicos para significar la gracia. Esto ha in-
La gracia, como toda realidad o acontecimiento en que Dios fluido en la orientación y en el contenido de un modo muy
se halla «implicado», es un misterio que, como tal, nunca podrá positivo.
ser comprendido ni explicado plenamente. Esta verdad incuestio- Son varias las razones que aconsejan la utilización del campo
nable tiene dos consecuencias importantes: a) relativiza todas y antropológico para explicar analógicamente la realidad de la
cada una de las explicaciones anteriores (lo cual suscita el legíti- gracia.
mo deseo de otra aportación explicativa de la gracia); b) relativi-
za también, ya a priori, la explicación nueva que se intenta a) La teología de la gracia, que pertenece al ámbito de lo so-
elaborar. Así, pues, esta obra se mueve y desarrolla entre las dos brenatural, es ajena a la mentalidad actual fraguada en las cien-
coordenadas del legítimo deseo de avanzar en el conocimiento cias empíricas; es extraña a la intensa vivencia del secularismo y
del misterio de la gracia y la moderadora y previa convicción de del naturalismo. Todo ello hace que el hombre de hoy sea refrac-
que nuestro tema, la gracia, nunca será agotado ni plenamente tario a la gracia, sobre todo respecto a las dimensiones que más
explicado. se elevan sobre la naturaleza, y a la gratuidad consustancial de
El quehacer teológico, al menos en este caso, está internamen- las mismas 'º. Pero, a la vez, se da una gran sensibilidad respecto
te condicionado por su objeto, el cual determina un conocimiento a la dignidad, valores, derechos y a todo lo concerniente al ser
de carácter predominantemente asintótico. No es un condiciona- humano. Por consiguiente, una manera de acercar estas sublimes
miento paralizante, sino estimulante, porque ello pone de relieve realidades al cristiano de nuestro tiempo consiste en presentarlas
como perfeccionamiento y elevación de los valores de la persona
la sublimidad insuperable de su objeto; pero, sin duda, no obstan-
humana y como respondiendo a sus más vivas y consustanciales
te, somete a la inteligencia humana a la consciencia de sus
inquietudes. El hombre por la gracia es más hombre, es otro
limitaciones.
hombre, pero sin dejar de ser hombre. Estamos ante un enriqueci-
miento cuantitativo y cualitativo. Ahora bien, es obvio que las
e) Un objeto como el nuestro solamente puede ser explicado, categorías antropológicas son las más adecuadas para hacer de
en alguna medida, aunque nunca comprendido, recurriendo a la vehículo por medio del cual la gracia así concebida llegue a ser
analogía. Los conceptos analógicos necesariamente han de ser los comprendida y apreciada por los cristianos de nuestra época.
instrumentos explicativos que nos acerquen a la realidad de la gra-
cia. Su misma naturaleza de analógicos implica una distancia y di- b) Parece incuestionable que la aptitud de las categorías y
ferencia insalvables que sitúan nuestro trabajo o discurso en un conceptos antropológicos para significar y explicitar la gracia ha
plano y nivel distantes de la gracia. Los conceptos analógicos no de ser superior, ya a priori, a los de cualquiera otra área intra-
dicen, no significan la realidad, sino algo parecido a la realidad. mundana.
La analogía, humilde pero no despreciable, que a la vez revela Sencillamente por su mayor cercanía, en comparación de
Y oculta la realidad de la gracia, se da siempre por supuesta en todas las demás, a la realidad que se pretende explicar. El hombre
nuestra exposición. es lo más cercano al «mundo» de Dios. Esto se hace más patente
todavía si consideramos que, como veremos más adelante, la gra-

10. Cf. J. ALFARO, Cristología y antropología, Madrid 1973, 353.


9. Cf. O. H. PESCH, «La gracia como justificación y santificación del hom-
bre», Mysterium Salutis, IV /2, Madrid 1975, 886.
INTRODUCCIÓN 21
20 INTRODUCCIÓN
Intentaremos, por tanto, poner de relieve sus virtualidades y
cia es una autocomunicación de Dios al hombre, lo que implica eficiencias; lo que, por vía de contraste, implica el señalar los de-
un singular encuentro entre uno y otro. fectos de las otras teorías. Aunque es preferible lo primero a lo
segundo, lo uno y lo otro es casi inevitable. Porque para la pobre
e) Otra razón, en perfecta concordancia con lo anterior, radica inteligencia humana el modo más fácil de patentizar una tesis es
en las características de espiritualidad y dinamicidad que la reali- la de establecer comparaciones con las diferentes soluciones pro-
dad, de donde se extraen y confeccionan los conceptos analógi- puestas por otros autores. No en vano santo Tomás ha dicho que
cos, ha de tener en coherencia con el ser de la gracia, que, sin las comparaciones son fuente de conocimiento 11•
duda, contiene unas relaciones vivas y personales entre Dios y el
justo que incluyen esas características.
4. Deficiencias de la teología actual sobre la gracia
La teología de la gracia se mueve aún con categorías y con-
3. El término de expresión
ceptos esencialistas de carácter estático. Lo cual ha sido adverti-
El término y concepto de expresión, con todos sus elementos do por varios teólogos 12, sin que todavía se hayan elaborado
y derivaciones, proviene de la antropología y de la estética. Pen- otros conceptos y otras categorías antropológicas 3, que clarifi-
1

samos que reúne unas condiciones aptas para generar una teoría quen los diversos aspectos de esa realidad tan profunda y com-
explicativa, por analogía, de la realidad de la gracia. Y aunque es pleja que es la gracia.
exagerado el atribuir a la expresión una validez explicativa uni- Estas deficiencias se pueden agrupar en tres apartados
versal, total en el tema, sin embargo, su capacidad de significa- generales:
ción es de tal extensión que, a nuestro entender, abarca todas las
dimensiones de la gracia, y es también de tal comprensión que, a) Una perspectiva noética de carácter estático, cuyo origen se
según creemos, es aplicable a casi todos los aspectos y matices puede encontrar en las categorías fisicistas de Aristóteles, que in-
de cada una de ellas. Pero, en principio, no consideramos esta troducidas por la escolástica en el pensamiento teológico, mantie-
teoría como superior o mejor que otras sostenidas por otros auto- nen su vigencia hasta hoy 4. 1

res y aceptadas por la tradición teológica. Simplemente opinamos


que la teoría elaborada en torno al término expresión es distinta y
de hecho aporta luces nuevas para el esclarecimiento del misterio 11. Cf. S Th 1 q. 85 a 5.
de la gracia. 12. Cf. J. ALFARO, o. c., pp. 313, 333, etc.; FLICK -ALSZEGHY, o. c.,
Quiero señalar además que, siendo la gracia una realidad uni- 28-29; P. FRANSEN, «El ser nuevo del hombre en Cristo», Mysterium Salutis,
taria (aun compuesta de diferentes elementos), no se da, sin em- IV/2, 885-914.
bargo, en los autores un concepto unitario acerca de la misma. Lo 13. Ello no quiere decir que en ciertos planteamientos parciales no hayan
sido utilizadas por los teólogos.
cual necesariamente conlleva muchos inconvenientes que dificul-
14, Aplicadas esas categorías a una realidad tan viva y dinámica como es la
tan su explicación y su comprensión. Pues bien, intentamos aquí
gracia se obtiene una visión de la misma, no errónea, pero sí empobrecedora y
paliar esa grave deficiencia por medio de un concepto unitario, estática, con connotaciones materiales. Desde el momento en que se aplican a la
básico y nuclear de la gracia, en torno al cual se estructura toda la realidad de la gracia conceptos que también se pueden aplicar a las realidades
exposición sobre su ser, dimensiones y operaciones, como corres- no personales, no espirituales, corremos el peligro de alejamos de lo que en ver-
ponde a un todo orgánico y vivo. A mi entender el concepto de dad es algo tan interpersonal y supramaterial como la gracia. Parecida observa-
expresión reúne todas las características y virtualidades que lo ción hace J. ALFARO (cf. Cristología y antropología, 248-49). Téngase todo
hacen apto para desempeñar esa importante función. esto en cuenta cuando empleamos los términos «fisicisrno», «fisicista» u otros
similares.
22 INTRODUCCIÓN

b) Incongruencias en la relación entre gracia increada y gracia


creada. PRIMERA PARTE
e) Inarticulación del concepto de gracia con la concepción de
sus dimensiones y manifestaciones más importantes 15•
Todo esto, en mi opinión, es debido a la carencia de un con-
cepto claro, amplio y, a la vez, elaborado, del ámbito antropoló-
gico, que explicite orgánicamente, en la medida de lo posible, los ANÁLISIS DEL
datos de la revelación sobre la gracia y su misterio. A lo largo de
esta obra, y en cada una de las dimensiones fundamentales de la
gracia, haremos ver las múltiples consecuencias negativas que de
CONCEPTO DE
/
esas deficiencias se derivan; al mismo tiempo intentaremos supe-
rarlas por medio de los nuevos planteamientos y perspectivas que EXPRESION
nos va a permitir y sugerir la expresión.

15. Para una exposición más amplia y detallada sobre las deficiencias del
tratado sobre la gracia cf. J. A. GALINDO RODRIGO, «El tratado "De Gratia"
en la teología actual», en Escritos del Vedar, XXI, (1991), 69-91.
1

'
IA EXPRESION
'
ANTROPOLOGICA Y IA
'
EXPRESION '
ESTETICA

l. Expresión antropológica

En una primera aproximación encontramos información sobre


el concepto de expresión en los manuales de psicología.
Se denomina expresión en sentido antropológico a «un con-
junto de informaciones constituido por la mímica, la pantomima
y la fonética» '. Estos mismos autores consideran la mímica
como la motricidad «facial», la pantomima viene a ser la mímica
del «conjunto del cuerpo», y la fonética como «un lenguaje
menos diferenciado (gritos, interjecciones), cuya significación va
ligada esencialmente a la tonalidad de la emoción» 2•
A continuación explican la significación antropológica de la
expresión: «Las comunicaciones por la mímica, la pantomima y
la fonética se encuentran en el lactante antes del lenguaje articu-
lado. Son más primitivas, y sirven esencialmente para la comuni-
cación de estados emocionales y afectivos. Persisten en el adulto
cuando éste está en posesión del lenguaje articulado, Jo refuerzan
e incluso en algunos casos, continúan empleándose solas. Por una
parte, su empleo se da en los estados de carga emocional fuerte.
En gran medida, la comprensión que podemos alcanzar del estado
afectivo de nuestro interlocutor depende de los elementos no arti-

l. J. DELAY-P. PICHOT, Manual de Psicologia, Barcelona 1974, 217.


2. o. c., 216.
26 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN LA EXPRESIÓNANTROPOLÓGICAY ESTÉTICA 27

culados de su lenguaje. El arte de un actor consiste en dar a la y simplemente en cuanto formas y que no puede ser atribuida
emisión verbal una tonalidad apropiada acompañándola de expre- tampoco a la adecuación de éstas a una norma. Este algo nuevo
siones faciales y de movimientos del cuerpo cuya significación que viene a estatuir un nuevo grupo de objetos estéticos elemen-
emocional podamos comprender» 3• tales es la expresión anímica que captamos en la forma de los ob-
Estamos ante una «conducta de comunicación» 4, cuyo conte- jetos de que se trata por medio del proceso previo de la
nido está constituido por el estado afectivo perteneciente al ámbi- proyección sentimental» 9• En otro lugar dice el mismo autor: «La
to interno de la persona, en contraposición a los elementos que lo vida anímica revelada en la forma de arte se nos ofrece a través
manifiestan hasta y en el exterior de la misma. de formas preñadas de emoción y plenas de expresión» 10•
Podemos, pues, afirmar ya que la expresión antropológica Pero nos haremos una idea más cabal de la expresión estética
tiene tres constitutivos: a) ciertos estados de la interioridad de la conociendo la proyección sentimental que hace posible la expre-
persona; b) ciertos elementos de la exterioridad corpórea; e) cier- sión estética y su captación por el contemplador estético. Dice
ta relación de analogía entre unos y otros que nos permite cono- Kainz: «La proyección sentimental es un acto psíquico por el que
cer los primeros por medio y a través de los segundos. un objeto, que empieza siendo un simple hecho de la percepción,
Esta tríada de constitutivos de la expresión se puede confir- se funde con estados emocionales propios para formar un todo
mar por medio de otros autores de psicología general, como R. S. unitariamente vivo y vivido» ''.
Woodworth-H, Schlosberg, que dedican varias páginas al análisis La razón de este fenómeno nos la da más adelante: «En este
científico de la correspondencia entre las emociones y las expre- sentido, dice Dessoir: la proyección sentimental es afín a la vi-
siones facial y fonética 5• Lo mismo puede decirse de Donceel, en vencia de la expresión; en ambos casos, se trata de la fusión de
lo poco que habla de la expresión 6, o de Philip Lersch 7, G. W. algo visible con algo invisible» 12• Pero existe otra condición de
Allport ' y de otros psicólogos que podrían citarse. posibilidad de la expresión: la analogía entre la vida interior del
creador o/y contemplador estéticos, por un lado, y las formas ex-
presivas, por otro.
2. Expresión estética Escribe Kainz: «Animamos con ellos (nuestros sentimientos)
los objetos inanimados de la naturaleza, cuya traza externa pre-
La expresión estética tiene una estrecha relación con la expre- senta cierta semejanza con algunos estados interiores del hombre.
sión antropológica, como es lógico. No podemos por menos de interpretar los fenómenos del mundo
Veamos ahora, brevemente, algunas opiniones de autores es- exterior a imagen y semejanza de los estados humanos y, espe-
pecializados en esa rama de la filosofía que llamamos estética. cialmente, de los nuestros (ex analogía hominis, mei). En lama-
Para F. Kainz, la expresión estética es «el exponente de ese algo yoría de los casos, son sólo semejanzas parciales las que nos
nuevo que presta a los objetos una belleza que no presentan pura incitan a esta interpretación sensitiva» 13• Hemos nombrado al
creador y al contemplador estéticos porque este mismo fenómeno
3. o. c., 216-217 se da respecto de las obras de arte. Refiriéndose, en efecto, a al-
4. O. c., 216. gunos contenidos expresivos estéticos (lozana vida juvenil, belle-
5. Cf. R. S. WOODWORTH-H. SCHLOSBERG, Psicología experimental,
Buenos Aires, 1971, 106-129.
6. Cf. J. F. DONCEEL, Antropología filosófica, Buenos Aires 1969, 160, 9. F. KAINZ, Estética, México, 1952, 286.
143. 10. O. c., 288
7. Cf. Ph. LERSCH, La estructura de la personalidad, Barcelona 1971, 11. O. c., 162.
433. 12. o. c., 164.
8. Cf. G. W. ALLPORT, u.personalidad, Barcelona, 1975, 537-576. 13. o. c., 162.
28 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN LA EXPRESIÓNANTROPOLÓGICAY ESTÉTICA 29

za y gracia femeninas, grandeza serena y sublime paz) dice: 3. La teoría de la expresión según Karl Bühler
«Quien sea capaz de sentir (los) no hace, con ello, más que captar
el contenido de expresión visible en todas y cada una de estas a) Después de estas líneas esenciales entresacadas de los ma-
obras de arte» 14. nuales de psicología y estética generales, vamos a obtener un
Se puede afirmar, por tanto, que la expresión estética es muy concepto más completo y preciso de la expresión por medio de
semejante a la antropológica, y también contiene tres elementos un prestigioso autor que ha dedicado un libro a nuestro tema.
constitutivos parecidos. Veamos: a) ciertos estados interiores del En esta obra K. Bühler expone su concepción sobre la expre-
hombre creador y/o contemplador estéticos; b) las formas estéti- sión al hilo de la historia de las ideas que sobre la misma se han
cas (naturaleza u obras de arte); e) una cierta relación y analogía escrito 21•
entre éstas y aquéllos, en cuanto al contenido de la expresión, que Es reconfortante la armonía y complementariedad entre las
nos permite captar y/o vivir algunas vivencias de esa interioridad teorías que se han elaborado acerca de la expresión a lo largo de
a través y por medio de esas formas estéticas exteriores a la la historia del pensamiento, según observa K. Bühler: «A mí
misma, en la proyeccción sentimental. mismo me impresionó el comprobar que los investigadores de la
Se dan varias diferencias entre la expresión antropológica y la expresión, desde hace más de cien años, se mueven o actúan en
estética. Esta última tiene un carácter estético en su contenido y torno a la creación de un todo; que en el fondo se completan unos
en sus formas que no se da en la antropológica como tal ". La ex- a otros y se contradicen tan sólo en lo que un entendido de hoy, al
presión antropológica es natural 6, mientras que la estética, al
1
mirar hacia atrás, ha de arrojar al montón de las escorias 22•
menos la artística, es, en cierta medida, artificial 17• En la estética Este hecho hace más amplia y consistente la base que sobre la
intervienen dos seres distintos, mientras que en la antropológica expresión queremos construir. Puesto que al exponer la teoría de
intervienen dos dimensiones distintas pero de un mismo ser en Bühler exponemos también indirectamente las teorías de otros
relación intrínseca; en la estética, es importante observar, se muchos autores coincidentes con él.
suple esa carencia en cierto modo por el fenómeno de la proyec-
ción sentimental. El grado de voluntariedad y de consciencia b) Después de un notable trabajo histórico y su posterior resu-
suele ser mucho mayor en la estética que en la antropológica, la men, Bühler piensa y obtiene una noción general de exprexión
cual, con frecuencia, es inconsciente e involuntaria. que es de gran utilidad para nosotros como punto de partida y
Por último, se ha de notar (sobre la expresión estética) que base de nuestro trabajo ulterior. Dice Bühler: «Si después de todo
ideas parecidas a las anteriormente expuestas, se pueden encon- este cuadro sinóptico se pone uno a pensar, ábrese un campo de
trar en autores como C. García Prada 18, E. F. Carrit 19 y preguntas más importantes y de mayor amplitud, que hasta ahora
F. Challaye 20• quedaron sin respuesta. En sus tres aspectos es la expresión un
"rostro" -como dice H. Werner- en el que podemos leer lo in-
visible. Todo eso que no se ve ha de llevar un nombre común. El
14. O. c., 163. Cf. también 287-288, 359 etc.
correlato conceptual de lo perceptible sensorial en los fenómenos
15. Cf. F. CHALLAYE, Estética, Barcelona 1953; F. KAINZ, o. c., 260 ss. de la expresión, el correlato de rostro, es algo que puede llamarse
16. Cf. R. S. WOODWORTH-H. SCHLOSBERG, o.e., 127. con propiedad interioridad. El término es lo suficientemente am-
17. L. HURTADO, Introducción a la estética de la música, Buenos Aires plio y puede incluir lo "leído" en los tres aspectos: las conmocio-
1971, 113; F. KAINZ, o. c.,260 ss. nes anímicas, como la cólera y el miedo en el sentido de Wundt y
18. Cf. C. GARCIA PRADA, Teorías estéticas, Madrid 1962, 65 ss.
19. Cf. E. F. CARRIT, Introducción a la estética, México, 1955, 72 ss. 21. K. BÜHLER, Teoría de la expresión, Madrid 1980.
20. Cf. o. c., 73. 22. o. c., 19.
30 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN LA EXPRESIÓN ANTROPOLÓGICA Y ESTÉTICA 31

Klages; el suelo nutricio y subjetivo de las creaciones y acciones teoría como fundamento de un amplio y ulterior desarrollo espe-
humanas y, por fin, esa gran incógnita que aparece en determina- culativo.
dos pasajes de los sistemas del behaviorismo consecuente» 23• Esta noción de expresión, común, en lo esencial, a tantos au-
Qué es lo que nos permite «leer» en ese «rostro» lo que es in- tores, nos va a servir, pues, de base para los posteriores desarro-
visible por pertenecer a la interioridad nos lo indica Bühler al co- llos y aplicaciones que se van a hacer en nuestro libro.
mentar a Klages: « Y la observación de que las emociones o
movimientos del ánimo y los movimientos del cuerpo son pare­
cidos no nos lleva mucho más allá del principio de la analogía
formulado explícitamente por Engel, quien lo toma de una tradi-
ción dos veces milenaria» 24.
Bühler menciona en su noción de la expresión «lo invisible»,
la «interioridad»; habla también de «lo perceptible sensorial» o
de un «rostro»; y habla asimismo de que en ese rostro podemos
«leer» la interioridad en virtud de la «analogía».

4. Los elementos constitutivos de la expresión antropológica

Se mantiene, por tanto, y se amplía la noción de expresión an-


tropológica con sus tres elementos constitutivos ya señalados, y
que ahora indicamos en forma más desarrollada: a) dimensión
del ser humano que se expresa (interioridad de la persona); b) los
vehículos o elementos expresivos (exterioridad o corporalidad de
la misma persona); e) una cierta analogía entre ambos en cuanto
al contenido de la expresión (lo que se expresa y es expresado),
que nos permite conocer algo de la interioridad de un ser huma­
no desde y por su exterioridad o corporalidad.
Esta situación a que hemos llegado nos otorga dos ventajas:
una, la mayor amplitud y consistencia que se obtiene del concep-
to de expresión al ser compartido en sus elementos esenciales por
los manuales de antropología, por los estudiosos de la estética y
por varios autores especializados en el tema, que nos ha recogido
y condensado K. Bühler, lo que indica que estamos ante un con-
cepto comúnmente admitido; otra, deducida de la anterior, la in-
vulnerabilidad básica en la argumentación, que se origina de la
ampliación a muchos tratadistas, cuando se utiliza un concepto o

23. o. c., 238.


24. O.e., 183-184.
11

,
FILOSOFIA DE
, IA
EXPRESION

El análisis del concepto de expresión hecha hasta ahora se ha


desarrollado casi exclusivamente a un nivel psicológico-experi-
mental.
Pensamos que es necesario también un análisis estrictamente
filosófico, que nos permita descubrir la entraña más profunda de
la realidad que nos ocupa. Procedemos ahora, por consiguiente,
al comentario, aunque breve, de los filósofos más significativos
en el estudio de nuestro tema.

l. La expresión en Eduardo Nicol: El estatuto metafísi­


co del hombre como presupuesto de la expresión

1) Según Nicol 25, la metafísica, a lo largo de la historia, ha


cometido una gran equivocación olvidando el hecho fundamental
de que el hombre, que hace la metafísica, es un ser expresivo 26•
Porque «el hombre es expresión» 27• Ni col coincide con la opinión
generalmente admitida: «la expresión es lo que trae a la superfi-
cie eso que llamamos vida interior: es la presencia visible de la
interioridad» 28•

25. Cf. EDUARDO NICOL, Metafísica de la expresión, México 1974.


26. Cf. o. c., 20--29.
27. o. c., 133.
28. o. c., 34.
FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 35
34 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE LA EXPRESIÓN

b) El autor nos pone en el camino acertado cuando dice: «La


a) Sin embargo, Nícol tiene una postura metafísica que pone primera regla de este método (el fenomenológico) impone la obli-
de relieve una concepción radical y unilateralmente unitaria del gación de atenerse estrictamente a lo dado» 36• Pues bien, nadie
hombre como identificado con la expresión, hasta el punto, creo puede negar la experiencia de ciertas vivencias y operaciones
yo, de comprometer la posibilidad de la misma: «Cuando la ex- (por ejemplo la alegría, la intelección), que se realizan en la inte-
presión no es una propiedad ontológica del yo completo y unita- rioridad y que pueden manifestarse o no en la corporalidad.
rio sino mera repercusión de las afecciones anímicas en su propio Todos, Nícol también, hemos experimentado esas situaciones en
cuerpo, ninguna teoría puede dar razón satisfactoria de esa pecu- que sintiéndonos afectados por una vivencia o ejecutores de una
liar animación que infundiría la res congintans en la res extensa operación interior, no queremos manifestarlas y no las manifesta-
en el acto de expresar. Por definición, la cosa extensa no puede mos de ningún modo. Seguramente que Nicol pensó primero en
ser buen conductor de un mensaje: la expresión repugna a su sus teorías y, después, pasado cierto tiempo, las manifestó de pa-
esencia. El problema insoluble de la dualidad revela que sólo un labra o por escrito.
yo puede ser comunicativo» 29• Estas experiencias nos ponen en evidencia que en el ser hu-
Podrá ser insoluble el problema de la dualidad, pero está claro mano existe una dimensión de ser en la que se efectúan ciertas vi-
también que es inevitable, insoslayable. Hay algo en nosotros, vencias y operaciones, ciertos estados subjetivos; y que esa
llámese interioridad, conciencia, alma, yo, o como se quiera, que dimensión de ser es distinta de su manifestación y de la esfera de
es irreductible al cuerpo; que tiene unas características cualitati- ser, del mismo ser humano, en que se manifiestan. Es más, cuan-
vamente distintas de lo corporal. Nícol, después de calificar de do esta manifestación se realiza, nadie puede confundir, ni el
«ontología rudimentaria» 30, la implícita en esas «nociones comu- hombre de la calle ni el filósofo, si «se atiene a lo dado», la vi-
nes que hay que someter a crítica» 31, usa una fórmula que pre- vencia con la manifestación de la misma, la intelección de la in-
tende ser resolutiva, pero que se queda en evasiva: «es el hombre teligencia con su expresión por medio del lenguaje. Más todavía,
«entero la forma de ser irreductible al cuerpo» 32• Pero esta afir- tenemos total evidencia y seguridad de que esas vivencias y esas
mación implica que en el ser humano entero hay algo que no es operaciones no tienen a esa área del ser humano que llamamos
el cuerpo; lo que, al parecer, Nícol se resiste a reconocer. cuerpo por agente principal.
Por eso, estoy de acuerdo con Nicol cuando dice que la Si vemos a una persona con el rostro sonriente juzgamos .con
«unión en vida del alma y cuerpo, en la unidad del hombre sigue total seguridad que esa sonrisa (si es verdadera) es expresión de
siendo un misterio» 33; pero aunque «el misterio es el territorio de una alegría o amabilidad que se vivencia en otra esfera de ser del
la creencia», si nos «atenemos a lo dado», «el dato es justamente hombre que no es el rostro; por la obvia razón de que pueden
aquella unidad del ser» 34• Aunque también la dualidad de ese ser darse los sentimientos de alegría y de la amabilidad sin que se
es un dato al que hay que atenerse; porque de lo contrario ya no efectúe la sonrisa.
habría el indiscutido misterio en el hombre, que, a su vez, explica Lo mismo se evidencia si la sonrisa es mentirosa. En ese caso
«el misterio de la expresividad del cuerpo» 35, que tanto atormen- se hace un postulado incuestionable la existencia de una esfera
ta a Nícol. del ser en el hombre en la que debiera estar presente la alegría O
la amabilidad para que la sonrisa no fuera mentirosa. En efecto,
sería imposible la mentira si no se diera en el hombre la dualidad
29. o. c., 146.
30. O. c., 147. de dos dimensiones de ser diferentes. Si todo en el hombre fuera
31. O. c., 148. interioridad, entonces no se podría dar una apariencia engañosa
32. O. c., 148.
33. O. c., 147. 36. O. c., 120.
34. lbid.
35. lbid.
36 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 37

de una vivencia no perceptible al exterior por los otros seres hu- este monismo no ofrezca dudas comenta así Nícol su propio
manos. Si todo fuera exterioridad nunca podría darse una viven- texto: «Pero esta fórmula todavía es ambigua, pues la palabra su-
cia no externa distinta, y aún contraria, a la manifestación perficie implica algo que está debajo de ella, y en la expresión
exterior. Paradójicamente, la mentira evidencia la verdad del todo está al descubierto. Digamos más bien que el hombre revela
hombre: Un ser unitario englobante de una dualidad; o bien, una la integridad de su ser con su sola presencia» Es decir, el hom-
41•

dualidad integrada en la unidad de su ser 37• bre se identifica totalmente con lo que expresa externamente. Es
Por tanto, no es suficiente una distinción «entre Jo humano y un hombre unidimensional.
lo no humano», «entre el cuerpo humano y los demás cuerpos» 38,
sino que los datos postulan lo que Nicol se resiste a aceptar: «una e) En esta misma línea está su peregrina opinión de que el
distinción entre lo corpóreo y lo no corpóreo en nuestro ser» 39• cuerpo humano no es cuerpo 42• Al atribuir al cuerpo humano las
No obstante, el que admitamos una cierta dualidad en el ser hu- características y operaciones por las que nos distinguimos de los
mano, no nos impide reconocer en el hombre un «yo unitario»; animales, el cuerpo humano es sustraído del conjunto de los
no nos obliga a considerar la expresión como «una mera repercu- demás cuerpos y, a la vez, queda eliminada la postulación de un
sión de las afecciones anímicas en su propio cuerpo» ya que la
40;
principio de operaciones distinto del cuerpo exigido por las men-
corporalidad vive Jo que vive el ser interior, pero a su modo. Por cionadas características y operaciones. Así Nicol defiende su uni-
eso, estamos de acuerdo con la afirmación de Nicol: «el cuerpo tarismo. Nícol reconoce que su afirmación produce asombro,
deja de ser mero· cuerpo cuando es expresivo»; pero no con su pero no porque «invalida ciertos prejuicios muy difundidos»,
«unitarismo», que viene a ser ya un monismo antropológico: «el sino porque, al revés de lo que él dice, «contradice los datos de la
cuerpo no es medio de comunicación al servicio de un comuni- experiencia» y de las ciencias experimentales 43•
cante oculto. El ser del hombre está en la superficie». Y para que Prejuicios son los que se han instalado en amplios círculos fi-
losóficos que no han sabido combatir el dualismo de corte carte-
37. El doble y contrapuesto ejercicio del ser en el mismo hombre evidencia siano sino con un monismo antropológico de signo contrario;
dos y distintas dimensiones de ser en idéntico ser. Cercano a esa postura está el monismo que, a la vez, favorece el materialismo dominante en
interaccionismo dualista de K. Popper y J. Eccles. las corrientes filosóficas actuales.
Cf. JOHN ECCLES, La psique humana, Madrid 1986. Cf. también K. R.
POPPER-J. ECCLES, El yo y su cerebro, Barcelona 1980; C. U. MOULINES,
Ciertamente que el cuerpo humano presenta unas características
Exploraciones metacientíficas, Madrid 1982; V. E. FRANKL, El hombre do­ que lo distinguen de cualquier cuerpo, pero sus coincidencias con
liente . Fundamentos antropológicos de la psicoterapia, Barcelona 1987, los cuerpos de los vertebrados superiores son tan amplias, profun-
92-156. Comentarios a estas posiciones en J. L. RUIZ de la PEÑA, Las nuevas das y puntuales, que es inevitable su inclusión en el conjunto de
antropologías. Un reto a la teología, Santander 1983, 131-155, 156 ss., 211 ss.; todos los cuerpos orgánicos y, sobre todo, de los mamíferos 44• Pero,
id., Teología de la creación, Santander 1986, 249-271. Advertimos al lector que
nuestro dualismo niega la escisión e irreconciliación entre las dos dimensiones
más radicalmente aún, si constatamos que existen ciertas realidades
del hombre, y, más aún, que una de esas dimensiones sea mala en cualquier sen- en el hombre, como los pensamientos, voliciones, sentimientos su-
tido. Pero, importa señalar ante todo, que nuestra posición se opone frontalmen- periores, que no son perceptibles y no ocupan lugar; y, al contrario,
te al monismo antropológico, a su negación de la interioridad no material del existen también en el hombre otras realidades, tales como los llama-
hombre y su distinción, no separación, de su exterioridad corporal. Eso es lo
fundamental. Por lo tanto, esto admitido, no tendríamos ningún inconveniente
en aceptar un pluralismo óntico en la realidad, incluso en el ser humano. Cf. J.
41. O. c., 150.
L. RUIZ de la PEÑA, o.c., 269-270; id., «Sobre el alma», Estudios eclesiásti­
42. Cf. o. c., 150-151.
cos, 64 ( 1989) 377-399.
38. O. c., 147. 43. Cf. o.c., 151.
39. O. c., 148. 44. Cf. JOSE ORTEGA Y GASSET, El Espectador: Obras completas, t. n,
, 40. O. c., 146. Madrid 1950, 577 SS.
38 FILOSOFÍADE LA EXPRESIÓN 39
ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN

1) Gustosamente suscribimos este pensamiento de Nícol: «el


dos ó~ganoscorporales, que sí son sensibles y ocupan un lugar en el
hombre es expresión» 47; y lo que en consonancia con esto se dice
~spac10,aparece exigido por la lógica más elemental que a estos úl-
repetidamente a lo largo de toda la obra, especialmente en su
timos se les englobe dentro de un concepto general, junto con las
otras realidades de idénticas características. Y bajo la perspectiva parte tercera 48• Pero es preciso reconocer que el hombre se expre-
de ese concepto general es inevitable la consideración del cuerpo sa en diferentes grados y en diferentes formas. El lenguaje no
humano como algo sensible y espacial (= material) contrapuesto a puede ser considerado expresión en el mismo grado y en la
las otras realidades del ser humano que no son sensibles ni espacia- misma manera que un gesto corporal; porque el lenguaje es con-
les(= no material o espiritual). vencional y el gesto es algo natural; por lo que el primero no es
Lo cual no quiere decir que separemos unas de otras realidades captado por todo el mundo, pero sí el segundo. El lenguaje tiene,
en el ser unitario del hombre; distinguimos pero no separamos (dis- ciertamente, una dimensión expresiva del ser racional y del hom-
tinguir no es separar); únicamente afirmamos el hecho incuestiona- bre como ser de la comunicación; pero el aspecto convencional
ble de que en el hombre coexisten realidades con características del lenguaje no es expresivo natural e inmediantamente, sino arti-
distintas y contrapuestas. La realidad total del hombre hay que afir- ficial y mediatamente; ya que no pertenece al ser del hombre,
marla, aunque no la entendamos. No es acertado simplificar la com- sino a una elaboración del hombre en convención con otros. Te-
plejidad humana, aunque así la entendamos; porque el nemos tres grados y diferentes maneras de expresión: el lenguaje
conocimiento tiene que atenerse a la realidad, no al revés. poético, la música, un gesto del rostro como la sonrisa. La identi-
El reto a la filosofía está ahí: el cuerpo humano, material, es ficación de los tres grados supondría un grave y obtuso unifor-
expresión de realidades inmateriales que en el hombre coexisten mismo, una inaceptable simplificación. Los tres, ciertamente,
con ese cuerpo. Lo fácil es negarlo, aunque tengamos los datos expresan directa y naturalmente el ser del hombre. Pero es obli-
en contra; lo difícil es explicarlo, aunque tengamos esos datos a gado distinguir en ellos las distintas formas de expresar al hom-
favor. Pero, en segunda instancia, más difícil es explicar la totali- bre en las expresiones concretas y singulares 49•
dad del ser del hombre partiendo de la negación de su dualidad.
Nícol, en su intento, se pierde en explicaciones alambicadas, re-
torcidas y, sobre todo, unilaterales y marginales 45•
Con una ambigüedad perfectamente calculada dice: «El ser
47. O. c., 133. Que el hombre sea expresión pone de manifiesto, a mienten-
del yo podemos verlo y tocarlo como los demás cuerpos» 46• Ha- der, la compleja verdad del hombre: que el hombre es un ser unitario bidimen­
bría que distinguir: el yo es sensible y espacial en sus acciones y sional. Por eso suscribo las palabras de A. WILLWOLL en el Diccionario de
afecciones corporales (así nos alejamos del dualismo de Descar- filosofía de W. BRUGGER (Barcelona 1983) en el art. expresión: «Las formas
tes); pero, a la vez, el yo no es sensible ni espacial en las accio- de expresión revisten importancia filosófica porque dan entender la estrecha
nes y afecciones que llamamos espirituales, tales como los vinculación existente entre cuerpo y alma, así como el hecho y estructura de la
pensamientos, juicios, raciocinios, voliciones, etc. (así nos aleja- naturaleza social del hombre, pues el sentido último de la expresión es eviden-
temente el de servir de manifestación de la vivencia interna para otros. El irre-
mos de un monismo simplificador y reduccionista). Por lo tanto
sistible impulso del hombre a expresar patente y simbólicamente lo psíquico
el yo no lo podemos ver y tocar como los demás cuerpos; porque mediante el cuerpo y sus movimientos se funda no sólo en la esfera biológico-
en ocasiones realiza operaciones no perceptibles, aunque, en se- instintiva de su esencia, sino también en la naturaleza de su espíritu unido al
gunda instancia, los pueda comunicar adquiriendo en su corpora- cuerpo».
lidad una versión espacial y sensible. 48. Cf. o. c., 133-185.
49. Cf. JOSE ORTEGA Y GASSET, Nota preliminar a la «Teoría de la ex­
presión» de Karl Biihler; cf. también El Espectador: Obras completas, t. II, 476
45. O. c., 151-152.
nota (2).
46. o. c., 151.
40 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 41

2) Todo en el hombre es expresivo o toda acción es expresiva, Para Laín la expresión es intencional, y por lo tanto, manifes-
dice con frecuencia Nicol 50• Pero no podemos estar de acuerdo, tación inequívoca de la presencia del ser humano 52• La expresión
ya que no todo lo que hace el hombre es expresión. Así, por manifiesta a un ser que tiene conciencia de sí, de su propia acción
ejemplo, el pensar no acompañado ni seguido por ninguna pala- y de la finalidad de la misma. Por eso es que la expresión es
bra o gesto que lo manifieste o los ensueños que no tienen ningu- signo incuestionable de la presencia y actuación del hombre, y
na concomitancia por parte de la corporalidad. En ambos casos se sólo del hombre 53•
ejerce el ser de hombre, pero no se puede decir que se exprese, al Más todavía: la expresión es lo que primaria e inmediatamen-
menos dándole al término «expresión» el comúnmente admitido te se percibe del otro. Antes que la material corporeidad del otro
entre los autores. sujeto humano se percibe su expresión 54•
Ciertamente que el hombre siempre se está expresando o está El otro se me aparece y se encuentra conmigo, desde el inicio,
expresando su ser de hombre; pero, junto a esa continua expre- en la expresión de su ser de hombre; lo cual pone de manifiesto
sión que nunca falta, se dan aspectos y actos que no son propia- la consustancialidad de la expresión respecto del ser humano 55•
mente expresivos. Así por ejemplo, en la mentira en cuanto al
aspecto judicativo no se da expresión; en una simple imaginación b) Aunque para Laín parece ser que el hombre es el ser de la
tampoco puede decirse que hay expresión, aunque sea verdad expresión, distingue, sin embargo, la dimensión exterior de la ex-
que, a la vez, el hombre se esté expresando en otros aspectos o presión y la dimensión interior de la misma. Hasta el punto que
dimensiones de su ser. esa dimensión exterior puede estar constituída, al menos parcial-
Hay otras acciones, por el contrario, que son concreta y singu- mente, por un objeto totalmente distinto del hombre cuando sobre
larmente expresivas, en cuanto que expresan no sólo al ser del el mismo recae su acción 56•
hombre, sino, además, algún estado interior, vivencia o senti-
miento particulares y determinados. En estos casos el hombre ex- e) Es clara también en Laín Entralgo la distinción entre la ex-
presa su ser de hombre en una derivación y actualización ulterior, presión fundamental y la expresión particular, concreta: «En mi
concreta y singular; expresa una manifestación, un aspecto, una encuentro con él, y cualquiera que sea el modo de percibirle, el
dimensión del ejercicio de su ser. Se impone, pues, la existencia otro comienza siéndome expresión humana, aunque ésta quede
de una clase de expresión que podríamos llamar particular o de­ reducida a la fundamental, genérica e indeliberada de «existir hu-
rivada (la última que hemos explicado) en contraposición a la ex­ manamente» 57• Y prosigue: «La primera meta a que llega mi per-
presión fundamental en que el hombre expresa su ser de hombre. cepción del otro se halla así unitariamente integrada por la
condición humana de aquello que ante mí se expresa y por el
2. La expresión en Laín Entralgo: Equilibrio en la contenido de la vivencia que da significación propia a la expre-
composición metafísica del hombre sión percibida: alarma, alegría, tristeza, etc.» 58,
a) Nos detenemos en su obra «Teoría y realidad del otro» 51•
El estudio que hace Laín Entralgo acerca de la expresión es muy
breve e indirecto. Más que un estudio, lo que se da en él son unas 52. Cf. o. c., t. 11, 81.
ideas que le sirven para explicar la percepción del otro en el 53. Cf.' o. c., t. 11, 84.
momento físico del encuentro. 54. Cf. o. c., t. U, 82.
55. Cf. o. c., t. U, 82.
50. Cf. o. c., 142, 218, 230, etc. 56. Cf. o. c., t. 11, 81.
51. PEDRO LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, (2 t.) Madrid 57. o. c., t. 11, 82.
1968. 58. o. c., t. 11, 82-83.
42 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE LA EXPRESIÓN FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 43

d) Otra idea interesante de nuestro autor es la distinción entre 3. La expresión en Ortega y Gasset: Distinción entre
operación y expresión. Recoge la precisa observación de Plessner de palabra y expresión. Análisis de esta última
que los movimientos expresivos duran y que los movimientos ope-
rativos transcurren. Por eso para Laín, con resonancias agustinianas 1) Ortega y Gasset, con la lucidez en él acostumbrada, nos ex-
y bergsonianas, «toda expresión es un presente distendido» 59• pone en la nota preliminar de la traducción de la obra de Bühler,
Sin embargo, esto no disocia los actos humanos: «Todo acto hu- unas ideas en las que, a la vez de damos una noción implícita de
mano es a la vez expresión y acción, aunque en él prepondere muy expresión, nos razona también una diferenciación explícita entre
visiblemente uno u otro de estos dos momentos estructurales» 6(). ella y la palabra como signo convencional.

e) La dualidad metafísica del hombre integrada en la unidad a) Primero, sin embargo, nos descubre lo coincidente:
también metafísica de su ser es vista así por Laín Entralgo: «Con el «Ambos fenómenos tienen común su carácter más radical. Uno y
organismo debe operar ahora una realidad de nuevo orden, esencial- otro consisten en fenómenos que nos aparecen en el mundo exte-
mente distinta de él y capaz de inventar, dirigir y consumar la faena rior, que son externidades, pero tienen la condición constitutiva
de la búsqueda y el resultado del encuentro: la realidad del espíritu. de manifestarnos internidades» 63.
¿Cómo la energía orgánicamente configurada, de una parte, y el es- Más adelante establece Ortega con perfecta precisión la dife-
píritu personal, por otra, coordinan su actividad en el sujeto unitario rencia entre ambas realidades: «Pero este fondo común de la ex-
del encuentro? Tal es el sumo problema -a la postre, el insoluble presión y el lenguaje -exteriorizar intimidades- no permite que
problema- que plantea a la mente esta ineludible y luminosa cues- identifiquemos las dos clases de fenómenos. La función expresi-
tión de los supuestos metafísicos del encuentro» 61•
va es muy distinta a la función lingüística. Aquel fondo común es
Al hablar de éstos Laín nos da su teoría de la composición causa de que en el vocabulario vulgar se suelan confundir ambas.
metafísica del ser humano; teoría de carácter integral y equidis- Si decimos que un rostro expresa amargura y que una frase ex-
tante del dualismo y del monismo antropológicos. Condensa su presa muy bien cierta idea, con la misma palabra «expresa« deno-
pensamiento en dos proposiciones: 1 ª) Considerando al ser huma- minamos dos operaciones sobremanera diversas. La relación
no como realidad objetiva, su capacidad para encontrarse con entre el gesto y el estado de ánimo que en él nos «apar~ce» es
otro tiene como supuesto principal su corporalidad expresiva (en muy otra que la palabra y la cosa que ella denomina o la idea de
el sentido de expresada). Más precisamente, su condición de ésta que enuncia. Entre el fenómeno exterior y la intimidad por él
cuerpo material, informado y regido por un principio espiritual. revelada es muy diferente la distancia en uno y otro caso. Con
2ª) Considerando el ser del hombre como realidad subjetiva, el algún buen sentido podemos decir que la tristeza está en la faz
supuesto principal para encontrarse con otro es también su corpo- contraída, pero la idea de mesa no está en la palabra «mesa». De
ralidad expresiva (en el sentido de expresable) 62• aquí que una misma idea sea dicha con diversos sonidos en las
Esa visión metafísica, en la que, además, la dimensión expresiva diversas lenguas, mientras que los gestos expresivos tengan un
es esencial, sintoniza muy bien con nuestra concepción del hombre, carácter universal, si bien -y Bühler insiste en ello- es de suma
que hace posible la expresión como manifestación de lo interior en importancia estudiar sus variantes en pueblos y épocas. Esta dife-
la corporalidad. rencia obliga a precisar la terminología y acotar el vocablo «ex-

59. O. c., t. 11, 89.


60. o. c., t. Il, 89-90.
61. O. c., t. II, 36. 63. JOSE ORTEGA Y GASSET, Nota preliminar a la «Teoría de la expre­
62. Cf. o. c., t. 11, 45. sión» de Karl Bühler, 9.
44 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 45

presión» para aquel modo de manifestar la intimidad que se nos nido expresado): «Lo que en ello hay de conmovedor no es sólo
presenta con máxima pureza en los gestos emotivos» 64• ese fiel apareamiento y metafísica amistad en que las hallamos
siempre, sino que una de ellas se supedita con ejemplar y humil-
b) En otros pasajes de sus obras, Ortega profundiza en el tema: de solicitud a la otra. Siempre, en la expresión, la cosa expresiva
«Pero, a mi juicio es un estricto error considerar al lenguaje como se sacrifica espontáneamente a la cosa expresada, la deja pasar al
un acto esencialmente expresivo. Precisamente lo que lleva a juz- través de sí misma, de suerte que para ella "ser" consiste más
garle prototipo de toda expresión -su intelectualidad- es lo que bien en que otra cosa sea» 69•
le hace no serlo. En efecto, lo característico de la palabra frente al
gesto expresivo es su significación. Pero lo significado en la sig- e) Otra observación que hace Ortega se refiere a la inutilidad
nificación o sentido del vocablo es siempre un objeto: «mesa», de la expresión: «El organismo posee un triple repertorio de mo-
«árbol», «yo», «dos y dos son cuatro». En cambio, lo expresado vimientos externos: el movimiento reflejo, el voluntario y el
en la expresión es siempre lo subjetivo: «mi dolor», «mi alegria», emotivo. Los dos primeros son útiles; el tercero, que es involun-
«mi vanidad», «mi bienestar», etc. 65• Unas líneas más abajo sinte- tario, parece al mismo tiempo inútil» 70•
tiza con contundencia: «Conste, pues, que «significación» y «ex-
presión» son dos cosas, más que diferentes, opuestas. Expresa lo d) De ahí se llega a la conclusión de que «la expresividad
que no significa, significa lo que no expresa» 66• sería pues, una función primaria de la vida, irreductible a toda
otra» Esta función sería la de simbolizar las emociones psico-
11•

2) En su estudio «Sobre la expresión fenómeno cósmico», Or- lógicas por medio de la corporalidad 72• Pero esta simbolización,
tega se adentra directamente en la realidad interna de la expresión. obsérvese con atención, es natural: «Ahora bien; simbolizar es
sustituir un objeto por otro. A la patria se sustituye por la bande-
a) Así nos descubre los dos polos de la misma: «Para que ra. Cuando entre ambos objetos no hay nexo apreciable, no hay
haya expresión es menester que existan dos cosas: una, patente, comunidad alguna que percibamos, el símbolo es convencional;
que vemos; otra, latente, que no vemos de manera inmediata, la sustitución, puramente caprichosa. Cuando los sustituimos por
sino que nos aparece en aquélla 67• Pero además, nuestro autor razón de su identidad en algún elemento o atributo, el símbolo es
nos descubre algo de suma importancia, esto es, la especial natural, tiene un fundamento objetivo y constituye un fenómeno
unión, mejor unidad, que se da entre ambos polos de la expre- cósmico como otro cualquiera» 73.
sión: «Ambas (la cosa patente y la cosa latente) forman una pecu-
e) La función manifestativa del ser íntimo del hombre por
liar unidad, viven en esencial asociación y como desposadas, de
medio de la expresión es máxima: «En efecto, no son nuestras ac-
suerte que, donde la una se presenta, trasparece la otra»68•
ciones lo que declara nuestro más auténtico ser, sino precisamente
nuestros gestos y fisonomía» 74• Esta función se concentra e inten-
b) A continuación nos pone de relieve la subordinación de un
polo (el expresivo) al otro (el que se expresa y transmite el cante-

69. !bid.
64. Id, 10. 70. Id., 581.
65. El Espectador: Obras Completas, II, 476, nota 2. 71. Id., 583.
66. Ibid. 72. Cf. id., 584.
67. Id., 578 73. Id., 585.
68. lbid. 74. Id., 587-588.
46 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN

sifica en la mirada: «Es ésta casi el alma misma hecha fluído ...
representa maravillosamente el drama y la comedia de dentro» 75•
La filosofía de Ortega sobre la expresión confirma, profundi- 111
za y esclarece nuestra concepción sobre la misma, por lo que nos
sirve de base intelectual y metódica para el ulterior desarrollo de
nuestro trabajo.
'
CONCRECION,
PERFILAMIENTO Y
'
CARACTERISTICAS DE
LA EXPRESION'

l. Introducción
Podemos comenzar afirmando con Nicol que «el hombre es
expresión» 76• Así también se puede afirmar que la interioridad
del ser humano se expresa por el ejercicio del propio ser en los
actos personales en que interviene manifiestamente la corporali-
dad en su dimensión expresiva. Más aún, la expresión acompaña
siempre a la misma existencia humana. Siempre el ejercicio de su
propio ser por parte del hombre lleva consigo un aspecto u otro
de la expresión; porque la corporalidad siempre expresa la inte-
rioridad, aun en los casos de mayor inactividad interior y exte-
rior, como en el sueño. «El hombre expresa con su sola
presencia», dice Nicol 77•
Por tanto, hay que tener en cuenta primeramente lo que podrí-
amos llamar expresión fundamental de la corporalidad, que hace
posible las otras expresiones concretas y transitorias (mímica,
pantomima, fonética, con todas las particularizaciones expresivas
de las emociones), y que está inscrita y presente en cada una de
ellas 78•

76. Metafísica de la expresión, 133.


77. O. c., 230.
78. Cf. E. NICOL, o. c., 20-29, 142; ORTEGA Y GASSET, El Especta­
75. Id., 589. dor: Obr. Com., t. 11, 580.
48 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN CARACTERÍSTICAS DE LA EXPRESIÓN 49

La expresión fundamental de la corporalidad es la del alma unión debe ser considerada como un elemento esencial de la
misma con su inmanencia vital, emocional y racional. Concreti- expresión antropológica, que la distingue de cualquier analogía
zaciones de la cual son las expresiones del psiquismo y de las fa- manifestativa; esto es, de cualquier analogía en virtud de la cual
cultades en sus actos, dimensiones, cualidades, actitudes Y conociéramos al primer analogado por el segundo.
virtualidades del ser interior del hombre cuyo ápice es el espíritu. Las cosas, cuanto menos perfectas son, más carga «muerta»
De tal manera es esto importante y decisivo que el hombre se (entidad privada de valor) soporta su ser; cuanto más perfectas
podría definir como un ser expresivo por naturaleza. Con esta son, más se acercan a una identificación entre su entidad y el
definición queda el hombre perfectamente especificado. Porque valor. La corporalidad humana, como ser imperfecto que es, so-
cualquier ser inferior al hombre no es expresivo por carecer de porta una carga «muerta» no axiológica, esto es, el cuerpo en
interioridad 79; asimismo, cualquier ser superior al hombre tampo- cuanto materia que es incapaz de expresar. Ésta está en función
co es un ser expresivo por y en sí mismo, por carácter de elemen- de la dimensión axiológica de esa misma corporalidad que es la
tos o formas expresivas. Así como la antropología moderna ha de ser expresión de la vida interior, con sus múltiples aspectos
definido al hombre como un yo encarnado, con mayor razón (en en cuanto a sentimientos, emociones, modos de ser, etc. 82•
cuanto se significa mejor y con dinamismo su ser integral) se le En la medida en que el cuerpo va disminuyendo su capacidad
puede definir como un yo expresado y expresivo. «Expresado», expresiva (por enfermedad o vejez) disminuye su condición de
en cuanto que la expresión es un elemento fundamental de su na- cuerpo humano. Por eso, cuando el hombre muere, aunque su
turaleza; «expresivo», porque la expresión es una actuación nece- cuerpo sigue siendo la misma materia, deja, sin embargo, de ser
saria y perteneciente a su existencia 80• cuerpo humano porque ha perdido su dimensión axiológica, su
razón de ser como cuerpo humano, esto es, su capacidad de ser
2. La corporalidadcomo expresión expresión de la vida interior de un hombre. No es humano el
cuerpo porque esté compuesto de tal materia, de tales moléculas
Esto no se ha de considerar simplemente como un hecho deri- o células, de tales miembros de una determinada forma configu-
vado de la corporalidad del ser humano, sino como la dimensión rados, sino por ser expresión de una vida de carácter humano 83•
axiológica y constitutiva de la misma; su razón de ser. Lo cual no Podríamos decir, pues, que el yo se está encarnando continua-
implica que el cuerpo sea un instrumento del alma, sino que, mente para expresarse incesantemente. Desde el momento en que
según lo dicho, la corporalidad es la expresión del alma; su ámbi- el yo no puede expresarse en un cuerpo, deja también de encar-
to de expresión a nivel entitativo inferior. Ser instrumento es un narse en él. La mera encarnación (es decir, sin la expresión) no
sustancial empobrecimiento ontológico respecto de ser expresión; tiene sentido, además de ser difícilmente concebible. El espíritu
ésta implica una superación cualitativa de la instrumentación, la humano, por ser espíritu, sólo puede estar en algo actuando en
cual sólo conlleva una unión extrínseca y circunstancial, mientras ello (la otra manera de estar sería espacial, que es incompatible
que la expresión implica una unión vital e intrínseca Esta 81• con el espíritu). Como dice Donceel, «el alma asume, anima, da
significación a un cierto segmento de la materia cósmica» 84•
79. Cf. E. NICOL, o. c., 153-57.
80. Cf. o. c., 142, 218, 230, etc.; LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del 82. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 579; E. NICOL, o. c., 34; M. SCHE-
otro, t. II, 82, 84. LER, Esencia y formas de la simpatía, Buenos Aires 1957, 26-27; W.
81. Este aspecto apenas ha sido mencionado por los psicólogos de la expre- WUNDT, citado por K. Bühler, o. c., 231.
sión. Se puede considerar como una valiosa aportación hecha por la filosofía al 83. Cf. P. LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, t. II, 84.
concepto de expresión. Cf. P. LAIN ENTRALGO, Teoría y realidad del otro, t. 84. J. F. DONCEEL, Antropología filosófica, 464. Cf. V. E. FRANKL, El
11, 16, 45; ORTEGA Y GASSET, o. c., 578; E. NICOL, o. c., 41, 151, 146; M. hombre doliente. Fundamentos antropológicos de la psicoterapia, Barcelona
DESSOIR, citado por K. Bühler, o. c., 48. 1987, 144-145.
50 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN CARACTERÍSTICASDE LA EXPRESIÓN 51

Pero para que la corporalidad pueda ser expresión del yo tiene yendo un nuevo ser. Bien lo ha percibido Nicol: «el cuerpo deja
que soportar la carga de materia no axiológica que, por otro lado, de ser mero cuerpo cuando es expresivo» 8'.
hace posible al yo el expresarse: ser a nivel entitativo inferior. Es La novedad de este ser se debe a la adquisición, por parte del
decir, que la finalidad última de la corporalidad es la expresión, ser expresivo, de la misma riqueza entitativa y axiológica que
siendo la encarnación (como corporeidad material) su condición posee el ser que se expresa, limitada, eso sí, por su capacidad ex-
de posibilidad. Pero quede claro que ambas son dos aspectos o presiva (receptividad). La expresión, por eso, se realiza en el ser
dimensiones de un mismo ser que es la corporalidad humana, la expresivo 88• Este nuevo ser está integrado por el ser expresivo
cual, a su vez, es una dimensión que, junto con el alma, constitu- transformado y elevado por la participación en una entidad exis-
yen un único ser que es el hombre. tenciada por el ser que se expresa; el cual, perteneciendo a un
Esta es la razón del descubrimiento del cuerpo, hecho por la an- grado superior de ser, encuentra en el ser expresivo su prolonga-
tropología moderna, como «la realidad que yo tengo y que yo soy» 85• ción existencial a nivel ontológico inferior. El ser expresivo se
Es «la realidad que yo tengo» por su carga «muerta» no axio- transforma de tal modo en el ser que se expresa, que es más bien
lógica; es «la realidad que yo soy» por su dimensión axiológica, éste el que existe en el ser expresivo, que no este último. Dice
que es la de ser expresión de la interioridad, del yo; así es como Ortega: «Es ésta (la mirada) casi el alma misma hecha fluído» 89•
el yo es a nivel ontológico inferior: en su corporalidad en cuanto Lo dice el mismo autor todavía con más claridad: «Siempre en la
expresiva de ese yo. expresión, la cosa expresiva se sacrifica espontáneamente a la
cosa expresada, la deja pasar al través de sí misma, de suerte que
para ella «ser» consiste más bien en que otra cosa sea» 90•
3. Inmanencia y trascendencia de la expresión Esto es debido a que el alma existe corporalmente en la cor-
poralidad, que pertenece así a su ser existencial, aunque no a su
La unión vital e intrínseca entre los dos polos de la expresión, ser esencial y conceptual.
aboca a las características constitutivas de la expresión que más Si analizamos esta inmanencia con preferencia desde el ser
me interesa señalar; son la inmanencia y la trascendencia. La ex- que se expresa, observaremos que éste, como ya he dicho, ad-
presión, pienso yo, es el modo más perfecto y más íntimo que quiere también un nuevo modo de ser inferior a su propia catego-
puede darse, de hacer partícipe un ser a otro de su propio ser (in- ría óntica. Es la servidumbre que tiene que sufrir para expresarse.
manencia) manteniendo incólume su distinción del mismo Es el único modo que le es posible para ser, existir a nivel infe-
(trascendencia). rior. «Toda intimidad, pero, sobre todo, la intimidad humana
-vida, alma, espíritu-, es inespacial. De aquí que le sea forzo-
a) Inmanencia de la expresión. Consiste en la presencia vital e so, para manifestarse cabalgar la materia, transponerse o traducir-
intrínseca del ser que se expresa y terminativamente es expresa- se en figuras de espacio. Todo fenómeno expresivo implica, pues
do, en el ser expresivo y expresante 86• Esta inmencia es tan real una transposición; es decir: una metáfora esencial» 91•
que, más que en un «estar en» consiste en un «ser-con». Este condicionamiento adquiere en Laín Entralgo carácter de
El nuevo modo de existir del ser que se expresa, de tal manera unión vital e intrínseca: «Considerando el ser del hombre como
afecta al ser expresivo que llega hasta integrarse en éste constitu-
87. o. c., 150.
85. S. STRASSER, The soul in Metaphysical and Empirical Psychology,
88. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 577-78, 580.
Pittsburgh 1957, 100 ss. Cf. E. NICOL, o. c., 148-149, 151.
89. o. c., 589.
86. Cf. M. SCHELER, o. c., 337-38; ORTEGA Y GASSET, o. c., 578,
90. o. c., 578.
589; Nota preliminar a la «Teoría de la expresión» de K. Biihler, 10; E. NICOL,
91. o. c., 579.
o. c., 150; LAIN ENTRALGO, o. c., t. II, 45.
CARACTERÍSTICASDE LA EXPRESIÓN 53
52 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN

realidad subjetiva -por tanto, desde el punto de vista del ser que Esta diversidad de planos axiológicos y entitativos pone de
yo soy­, es supuesto principal de esa capaciad suya para encon- relieve la trascendencia del que se expresa respecto al ser expre-
trarse con otro, su corporalidad expresiva (en el sentido de expre­ sivo. Pero el ser que se expresa no queda reducido a las dimen-
sable); es decir, el hecho de ser la suya una existencia corpórea a siones del ser expresivo (en cuanto a riqueza axiológica y
la que es inherente un carácter a la vez genitivo, coexistenciaj, ontológica, lo mismo que en virtualidades) sino que lo trasciende
permaneciendo en su plano superior, sin que nunca pueda ser
dativo y compresencial» 92•
agotado ni totalmente expresado por el ser en que se expresa 97• •
Otro hecho que significa la preeminencia del ser que se expre-
b) Trascendencia de la expresión. Consiste en la no identifi-
sa sobre el ser expresivo, es la inciativa y atribución que en el
cación del ser que se expresa respecto del ser expresivo, aun dán-
acontecimiento de la expresión corresponde al primero 98; lo cual,
dose esa real e intensa inmanencia del primero en el segundo.
sin embargo, no implica que el segundo quede reducido a la pasi-
Esta diferencia, no solamente es numérica, sino además, y esto es
vidad".
muy importante, cualitativa y de naturaleza.
La expresión siempre es de algo o alguien en algo o alguien
distinto e inferior. El mismo concepto y realidad de la expresión
exigen esta no identificación, porque supone una cierta dualidad 4. Conciliación de ambas características
de elementos 93• Sin esa dualidad la expresión es imposible. Una
pluralidad o distinción es necesaria que se dé, porque la expre- Al tratar de conciliar la inmanencia y la trascendencia de la
sión implica siempre una relación de dos entidades, en la que una expresión se presenta una aguda aporía que es preciso resolver.
Por un lado, la inmanencia exige una unión intrínseca y vital del
hace de medio y ámbito de una peculiar existenciación y mani-
ser que se expresa con el ser expresivo 'ºº; pero la trascendencia
festación para la otra 94• Es más, como ya hemos dicho, entre la
no permite que se dé una identificación entre ellos "", La inma-
una y la otra se da, no sólo una distinción numérica, sino también
nencia implica que el ser que se expresa «adquiera» un nuevo
de naturaleza, que incluye una superioridad entitativa del ser que
modo de ser que se integra en el ser expresivo 1º2; mientras que la
se expresa sobre el ser expresivo; ello es otra característica esen-
trascendencia supone dos entidades distintas cualitativamente y
cial de la trascendencia 95• La diversidad de grado axiológico y en
en naturaleza w,. La inmanencia lleva consigo la adquisición por
la participación de ser es una característica de las dos especies de parte del ser expresivo, de la misma (no otra) riqueza entitativa y
expresión que conocemos: la antropológica y la estética. Tanto en
una como en otra, un ser se expresa en cuanto hace partícipe de 9.1. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 586; M. SCHELER, o. c., 26, 28, 340;
su ser a otro de nivel óntico inferior, que de ese modo se convier- K. BUHLER, o. c., 239.
te en su medio y ámbito manifestativo 96• 98. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 87-88, 90--91; ORTEGA y GASSET, o.
c., 578.
. 99. Que el elemento expresivo, en la expresión, se comporta activa y diná-
92. o. c., t. Il, 45. micamente es obvio, Se muestra con claridad en el pensamiento de todos los au-
93. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 36, 45; ORTEGA Y GASSET, o. c., 578, tores. Bástenos recordar una definición general de expresión antropológica: «un
586; E. NICOL, o. c., 147---49, 151; K. BÜHLER, o. c., 238. conjunto de informaciones constituido por la mímica, la pantomima y la fonéti-
ca» (J. DELAY-P. PICHOT, Manual de psicología, 81).
94. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 580; Nota preliminar a la «Teoría de
100. Cf. nota 86.
la expresión» de K. Bühler, 10; K. BÜHLER, o. c., 238.
101. Cf. nota 93.
95. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 578, 580, 589; E. NICOL, o. c.,
102. Cf. nota 87.
147-149.
103. Cf. nota 94.
96. La comunicación sí se da entre iguales; pero esa comunicación supone
la expresión previa en cada hombre y se distingue de ella.
54 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN CARACTERÍSTICASDE LA EXPRESIÓN 55

axiológica que posee el ser que se expresa 104. Pero la trascenden- ser de los dos. Así, por ejemplo, la alegría expresada pertenece al
cia impide que el ser que se expresa quede reducido a las dimen- cuerpo y al espíritu, y es un modo de ser del cuerpo y del espíri-
siones y nivel entitativo y axiológico del ser expresivo; más aún, tu. Lo mismo ocurre en la expresión que hemos llamado funda-
éste nunca podrá agotar el contenido de aquél. En fin, la presen- mental: la vida pertenece a ambos (alma y cuerpo) y es un modo
cia, que la inmanencia del ser que se expresa en el ser expresivo de ser y existir perteneciente a ambos; porque el espíritu cuando
lleva consigo, llega hasta hacer de éste su prolongación existen- se expresa, ejerce su propio ser, pero corporalizado 108•
cial, aunque sea a nivel óntico inferior 105; pero la distinción que Algo semejante sucede con la expresión estética: las categorí-
la trascendencia aporta, conlleva una superioridad del uno sobre as estéticas (alegría, melancolía, grandiosidad, energía, dulzura,
el otro en todos los aspectos: grado entitativo y axiológico, ini- elegancia, etc.) están en la materia de la obra de arte (piedra, pin-
ciativa y pertenencia del acontecimiento de la expresión 106• tura, sonido, etc.) pero, a la vez, son vivencias del alma 109_
Todo esto no nos ha de ocultar que, aunque la expresión se re-
a) En la expresión antropológica hay que partir de un hecho alice en el ser expresivo (corporalidad) el sujeto de la expresión es
(que se da por supuesto en la estética): la distinción y dualidad de el ser que se expresa (el espíritu). Él es el sujeto de atribución de
los dos «seres» que constituyen la expresión: la exterioridad-cor- las diferentes expresiones que acontecen en el ser expresivo 110•

poralidad es algo realmente distinto de la interioridad-espirituali-


dad 10'. En una segunda instancia (de orden lógico, no de tiempo) b) Después de haber intentado resolver la aporía anterior, vea-
uno de ellos adquiere un modo de ser inferior al que le es propio, mos ahora, más detenidamente, cómo es la unión entre los dos
que es, precisamente, el superior hasta el que es elevado el otro. seres que constituyen la expresión. La expresión, está claro, reali-
O bien, uno de ellos adquiere un modo de ser superior, que es el za la unión de esos dos seres o elementos distintos de un mismo
mismo, precisamente, hasta el que desciende el otro. ser. Si se trata de la expresión fundamental, aquella en que el es-
No estamos, pues, ante una mera presencia de un ser en otro, píritu vivifica y humaniza a la corporalidad, por no darse la exis-
en la que ambos queden mutuamente externos, sino que es una tencia previa de los dos «seres» o dimensiones de ser, habría que
presencia en la que el primero (el que se expresa) adquiere un hablar, más que de unión, de unidad expresiva 111• Ello no atenta
modo de ser distinto del propio, y el segundo (el expresivo o ex- contra la trascendencia 112, porque los dos «seres» que constituyen
presante) queda transformado y elevado hasta el plano óntico y la expresión permanencen en su ser propio y original: el cuerpo
vital del primero. sigue siendo cuerpo y el espíritu sigue siendo espíritu. No se da
Estamos, por tanto, ante una presencia intrínseca en la que mezcla de entidades, sino acercamiento y unión en grado máxi-
cada uno, en virtud de la expresión, y, en alguna manera, forma mo, único.
parte del ser del otro; o mejor: dada la expresión, surge, entonces,
una mutua presencia en la que cada uno, aun siendo realmente
distinto del otro, no se puede existenciar sin el otro. 108. Obsérvese que hemos dicho corporalizado, que no es lo mismo, por
Esta inmanencia hace de los dos, en cierto modo, un solo ser, cierto, que materializado. La paradoja de la coexistencia del yo espritual y el
en cuanto que la expresión pertenece a los dos y es un modo de cuerpo alcanza su extremo en Nicol: «El ser del yo podemos verlo y tocarlo,
como los demás cuerpos» (o. c., 151).
109. Cf. F. KAINZ, o. c., 286-88; ORTEGA Y GASSET, o. c., 476.
104. Cf. notas 89 y 90. 110. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 577-78; LAIN ENTRALGO, Teoría
105. Cf. notas 91 y 92. y realidad del otro, t. II, 87-88, 90-91.
106. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 578. 111. Cf. E. NICOL, o. c., 150, 151, 191, 230; ORTEGA Y GASSET, o. c.,
578.
107. Cf. LAIN ENTRALGO, Antropología de la esperanza, Barcelona
112. Cf. E. NICOL, o. c., 147.
1978, 87, 77. Sobre esta cuestión hemos discutido ya con Nicol; cf. pp. 34-40.
56 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN CARACTERÍSTICAS DE LA EXPRESIÓN 57

La expresión desde el ser que se expresa, es ese mismo ser en cuanto se trasciende a sí mismo; pero es trascendente, en
que se expresa; pero, desde el ser expresivo, la expresión es ese cuanto es distinto del ser que se expresa porque es inmanente a sí
mismo ser expresivo. Así se mantiene la identidad de cada ser y mismo en la acción de ser su expresión. Sin embargo, la trascen-
su mutua distinción. En su fase originaria, la expresión pertenece dencia e inmanencia de uno y de otro son diferentes y cualitativa-
al ser que se expresa, porque a éste le pertenece la iniciativa de la mente distintas.
expresión; pero en su fase terminativa pertenece al ser expresivo,
porque en éste acontece la expresión. Pero la trascendencia del
primer ser sobre el segundo queda incólume, porque ambos, a
pesar de todo, permanecen en su ser original y propio. En conclu-
sión: estamos ante una unión o unidad vital e intrínseca entre dos
«seres» o dimensiones de un mismo y único ser, que se mantie-
nen realmente diferentes entre sí.

e) De todo esto se deduce que la expresión no es un ser distin-


to del ser que se expresa y del ser expresivo, sino que es esos
mismos seres en cuanto que uno se expresa en el otro. La expre-
sión no es un ser en cuanto esencia, sino una dimensión existen-
cial de los dos seres que la constituyen; no es una sustancia, sino
algo existencial; no es una naturaleza, sino un característico ejer-
cicio del ser de dos seres o dimensiones de un mismo ser 113
La expresión, no es algo estático, sino algo dinámico 114; no es
algo hecho, sino algo que se hace; no es algo devenido, sino algo
que deviene, algo que dura 115• Esta dinamicidad acompañada de
una singularísima distensión 116 le permite a la expresión ser in-
mamencia y trascendencia, porque el primero sigue ejerciendo el
ser en y de un modo propio, distinto y cualitativamente superior
al segundo.
Paradójicamente, esta trascendencia tiene su consistencia en
la inmanencia que al ser que se expresa lo mantiene en sí mismo
en la acción de expresarse; por otro lado, también paradójicamen-
te, su inmanencia en el ser expresivo se hace posible por su capa-
cidad para trascenderse a sí mismo. Paralelamente, el ser
expresivo es inmanente al ser que se expresa siendo su expresión

113. Cf. E. NICOL, o. c., 142, 147, 191, 230.


114. Cf. TH. PIDERIT, citado por K. Bühler, o. c., 115; ORTEGA Y GAS-
SET, o. c., 589.
115. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 89.
116. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 89.
IV

'
DEFINICION DE
'
IA EXPRESION

Creo que tenemos ya todas las bases y elementos necesarios


para dar una noción definitiva de expresión con la que hemos de
trabajar y a la que nos hemos de referir a lo largo de toda nuestra
exposición.

l. Definición de la expresión antropológica

En esta definición vamos a tener en cuenta los elementos


constitutivos de la expresión que obtuvimos de las descripciones
generales de los manuales de antropología y psicología y del es-
tudio psicológico-experimental realizado por K. Bühler. Vamos a
utilizar también las ideas aportadas por los filosófos que hemos
a
comentado. Por fin, nos atenemos también a los análisis, nivel
filosófico, anteriormente realizados.
Pues bien, la expresión antropológica es: la manifestación
entitativa de algo no sensible (contenido de la expresión) e inte­
rior de la persona (interioridad) en y con la corporalidad sensi­
ble y, por tanto, exterior de la persona (exterioridad), por medio
de una analogía entre la interioridad y exterioridad (en cuanto al
contenido) en virtud de su unión vital e intrínseca.

a) Es una manifestación. Así lo consideran la totalidad de


los autores. Recordamos a los siguientes: Engel 111; Bühler 118;

117. Citado por K. Bühler, o. c., 59.


118. O. c., 123, 161, 163, 238, etc.
60 ANÁLISISDEL CONCEPTODE EXPRESIÓN DEFINICIÓNDE LA EXPRESIÓN 61

Wundt 119; Gratiolet 12º; Scheler 121;


Nicol 122,
Ortega y Gasset 123,
nota esa trascendencia en la construcción de la frase definitoria
Laín Entralgo 124, etc. que señala al ser interior de la persona como sujeto y autor de la
expresión 132•
b) Es una manifestación entitativa. La expresión no realiza
una manifestación artificial ni convencional 125; la expresión ma- e) Se significa la inmanencia del primer polo de la expresión
nifiesta algo del ser de la interioridad-espiritualidad con y en el en el segundo, cuando se define que ese algo no sensible e inte-
ser de la exterioridad-corporalidad 126• rior se manifiesta en y con la corporalidad 133• Pero esa inmanen-
cia es mutua; es decir, lo sensible y exterior es elevado al nivel
e) Ese algo no sensible, que es el contenido de la expresión, ontológico de lo no sensible e interior, y éste desciende hasta pro-
puede referirse, bien a lo que manifiesta la expresión que hemos longarse existencialmente en lo anterior 134• Esta trascendencia e
llamado fundamental, o bien lo que manifiestan las expresiones inmanencia son en realidad coincidentes y simultáneas en la ex-
particulares o concretas. Es decir, ese algo puede ser el alma, la presión antropológica en virtud de la unión vital e intrínseca de la
vida humana, el ser interior 127, o algún sentimiento, emoción o interioridad-espiritualidad y la exterioridad-corporalidad 135•
vivencia de cualquier naturaleza, sea transitoria o permanente 128•
f) Sin embargo, el factor específico y decisivo de que la inte-
d) Al nombrar la interioridad y la exterioridad en forma dual,
rioridad se manifieste en la corporalidad, es la analogía. Esa ana-
indicamos los dos polos de la expresión 129• También se significa
logía que, junto a los dos polos de la expresión, constituía la
la trascendencia de un polo de la expresión sobre el otro 'º; tras- 1

tríada de constitutivos esenciales de la misma señalados por


cendencia que se intensifica y se profundiza, al indicar la diferen-
K. Bühler al final de su obra 136, y que, anteriormente, ya se podía
cia ontológica, que contiene una superioridad cualitativa de lo no
deducir de los datos aportados por los manuales de antropología
sensible e interior sobre lo sensible y exterior 131• También se de-
y psicología 137• Analogía entre la interioridad y la corporalidad
(en cuanto al contenido de la expresión), que no deja de ser aludi-
119. Citado por K. Bühler, o. c., 170. da también por filósofos como Scheler 138 y Ortega 139 cuando atri-
120. Citado por K. Bühler, o. c., 154. buyen a la expresión la función de simbolizar (con símbolos
121. Cf. Esencia y formas de la simpatía, 2fr.30, 337-41. naturales) lo psíquico por medio y en lo corpóreo.
122. Cf. o. c., 148-49, 41, 230.
Tenemos ya, pues, la noción de expresión antropológica que
123. Cf. Nota preliminar a la «Teoría de la expresión» de K. Biihler, 9-10;
El Espectador, 580, 589.
hemos de utilizar durante toda nuestra exposición.
124. Cf. Teoría y realidad del otro, t. Il, 81, 82, 84, etc.
125. Cf. ORTEGA Y GASSET, El Espectador, 585; LAIN ENTRALGO, o.
c., 45. 132. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 87-88, 90--91; ORTEGA Y GASSET,
126. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 578, 589; E. NICOL, o. c., 150; LAIN o. c., 578.
ENTRALGO, o. c., 45. 133. Cf. E. NICOL, o. c., 150; ORTEGA Y GASSET, o. c., 577, 578, 580,
127. Cf. E. NICOL, o. c., 20-29, 140; ORTEGA Y GASSET, o. c., 580. 589: LAIN ENTRALGO, o. c., 45.
128. Cf. M. SCHELER, o. c., 26-27; E. NICOL, o. c., 34; ORTEGA Y 134. Cf. E. NICOL, o. c., 150; ORTEGA Y GASSET, o. c., 578, 579, 589;
GASSET, o. c., 579; W. WUNDT, citado por K. Bühler, o. c., 231. LAIN ENTRALGO, o. c., 45.
129. Cf. ORTEGA Y GASSET, 578, 586; LAIN ENTRALGO, o. c., 36, 45; 135. Cf. LAIN ENTRALGO, o. c., 36, 45; M. SCHELER, o. c., 26-27; W.
E. NICOL, 147-49, 151; K. BÜHLER, o. c., 238. WUNDT, citado por K. Bühler, o. c., 231.
130. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 580; Nota preliminar a la «Teoría de 136. Cf. o. c., 183-184.
la expresión» de K. Bühler, 10; K. BÜHLER, o. c., 238. 137. Cf. pp. 25-30
131. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 578, 580, 589; E. NICOL, o. c., 138. Cf. o. c., 337-341.
147-149. 139. Cf. o. c., 582-586.
62 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN DEFINICIÓN DE LA EXPRESIÓN 63

2. Definición de la expresión estética terior del creador artístico o/y del contemplador estético. Pero ese
nuevo modo de ser que conlleva esa transformación es parte del
Aunque nuestra principal y más frecuente referencia ha de ser ser expresivo; no es otro elemento entitativo distinto del mismo.
respecto de la expresión antropológica, no obstante, hemos de Por eso, el ser expresivo lo es en cuanto es análogo ( de la vida
utilizar también el concepto-realidad de expresión estética. De interior); el ser expresivo incluye el ser análogo; es expresivo por-
ella podemos obtener una aceptable noción si, teniendo en cuenta que es análogo; si no fuera análogo no sería expresivo y no sería
lo que se ha dicho en páginas anteriores 140, la definimos como la un elemento constitutivo de la expresión. Por tanto, aunque con-
manifestadián de algo no sensible (contenido de la expresión) e ceptualmente se distingue en el ser expresivo entre su ser y su con-
interior a la persona (interioridad) en y con algo sensible y exte­ dición de análogo, en realidad estamos ante un solo ser que, entre
rior a la persona (exterioridad) por medio de una analogía (en otras cualidades, tiene la de expresar la interioridad del ser huma-
cuanto al contenido) entre la interioridad y la exterioridad, en no debido a su analogía con la misma. Por eso debe mencionarse
virtud de una unión vivencial realizada por la proyección senti­ en la definición aunque no se distinga del ser al que le es inherente.
mental. Aquellos aspectos, por cierto esenciales, en que coinci- Y si la analogía implicara algo especial en el ser que se expre-
den ambas expresiones están suficientemente claros. Lo que sa, esto, conceptualmente distinto, se identificaría realmente (con
diferencia a esta expresión de la antropológica y la sitúa en un mayor razón que en el caso del ser expresivo) con el mismo ser
plano de analogía respecto de la misma, ya se ha señalado (cf. p. que se expresa.
28); así como también se desprende de la simple comparación Así, pues, podemos resumir: la expresión es una acción del ser
entre ambas fórmulas definitorias. que se expresa, que realiza un cambio real, entitativo en un ser, que
de esa manera es elevado a la condición de expresivo del anterior.
En consecuencia, tenemos, por ahora, dos elementos realmen-
te diferenciados en la expresión. En la expresión antropológica se
3. Elementos constitutivos de la expresión da una unión vital e intrínseca entre la interioridad y la exteriori-
dad, (cf, pp. 48-50, 53-54). Constituidas éstas en elementos de la
a) Los elementos esenciales y claramente diferenciados de la expresión, adviene (aunque esto sea simultáneo) este elemento
expresión son: 1º) el ser (o dimensión de ser) que se expresa; 2º) nuevo y distinto; puesto que si la interioridad y la exterioridad
el ser (o dimensión de ser) expresivo; 3º) la analogía que se da corpórea 3e distinguen en la realidad (cf. pp. 52-53), la unión
entre ambos. vital e imrínseca entre ambas debe ser algo realmente diferente
Pero la analogía, «a parte rei», es solamente una modalidad en de una y otra; al menos como acontecimiento. Esta unión es,
el ser expresivo; puesto que la analogía, que es portadora de esa pues, un acontecimiento, y tiene la realidad del acontecimiento;
manifestación del ser que se expresa, se efectúa por la transfor- pero, conviene observar, porque éste tal es constutivo de un ser
mación del ser expresivo. En la expresión antropológica, lo que, que es el hombre, que no existe la interioridad y la exterioridad
de por sí, sería materia solamente y, consiguientemente, no for- humanas por separado; al menos previamente.
maría parte de la expresión, se transforma en cuerpo humano y En la expresión estética no se da esa unión vital e intrínseca;
comienza a ser expresivo de la vida interior al ser análogo de la pero sí se da algo que en algún modo la sustituye, llevando a
misma. cabo una función semejante. Me refiero a la empatía o proyec­
Asimismo, la expresión estética se efectúa cuando lo que es ción sentimental. Esta es la que realiza la unión vivencia! (no
meramente material se transforma en manifestación de la vida in- vital ni intrínseca) entre la interioridad del ser que se expresa
(creador y/o contemplador estéticos) y la exterioridad del ser ex-
140. Cf. pp. 25-28 presivo, constituido por ciertos segmentos de la naturaleza y las
64 ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN

obras de arte en su objetividad (cf. pp. 27-28). Y también es un SEGUNDA PARTE


acontecimiento nuevo, un elemento distinto de las dos realidades
anteriores; porque, además de la evidente distinción real entre
ellas, una y otra pueden darse y se dan sin la unión mencionada;
lo cual indica que no se identifica plenamente con el ser en que
se produce.
En conclusión, la expresión tiene tres elementos constituti-
vos: l º) el ser (o dimensión de ser) que se expresa; 2º) el ser (o
dimensión de ser) expresivo; 3º) la unión vital e intrínseca (en
APROXIMACIÓN A
el caso de la expresión antropológica), o la proyección sentimen­
tal ( en el caso de la expresión estética. LAS FUENTES DE /
b) Aún existe otra perspectiva en la expresión antropológica
digna de consideración. Teniendo en cuanta toda la realidad expre-
LA REVELACION:
siva posible en el hombre, son distinguibles también en ella, tres
instancias o diversificaciones expresivas: 1 ª) la expresión funda­ SAGRADA ESCRITURA
mental (cf. pp. 47, 48, 55); 2ª) las expresiones particulares, con­
cretas y derivadas (cf. pp. 47 y 48); 3ª) la unión entre una y otras. Y SANTOS PADRES
¿Se da distinción real entre la primera y las segundas? Las ex-
presiones concretas y particulares son derivaciones, concreciones
y manifestaciones de la expresión fundamental. Son, pues, de la
misma naturaleza. Pero el hecho de que aquéllas inequívocamen-
te se distingan entre sí nos orienta a la conclusión de que estamos
ante una identidad, con respecto a la fundamental, que es sólo
parcial. Aunque apreciaremos mejor la identidad o diferencia
entre expresión fundamental y las expresiones concretas y parti-
culares, si nos fijamos en que éstas sen expresión de la primera.
Lo que sí está claro es que la permanencia, la totalidad y la
precedencia son características de la expresión fundamental, de
que carecen las concretas y particulares; las cuales son transito-
rias, parciales y procedentes.
La constatación de que éstas últimas son expresión de la pri-
mera nos permite descubrir y diferenciar un tercer elemento tam-
bién distinto; es decir, la unión entre esa expresión y sus
exprexiones. Esto es lo que aparece en la totalidad del ámbito
expresivo del hombre.
Llegados a este punto creo que tenemos ya los instrumentos
conceptuales perfilados y preparados para cumplir la función im-
portantísima de significar y explicar en lo posible el misterio de
la gracia de Dios.
1

lA GRACIA
, COMO
EXPRESION DE DIOS Y
lA ESCRITURA

l. Antiguo Testamento

Según los teólogos y escrituristas, aparece en el Antiguo Tes-


tamento una serie de palabras como hesed, emet, hen que signifi-
can referidas a Dios, fidelidad, ayuda solidaria, misericordia,
benevolencia, voluntad salvífica de Dios o realidades parecidas 1•
Ahora bien, el conceptuar la relación existente entre Dios y
esas realidades a modo de la relación que existe entre la causa y
el efecto, constituye un fisicismo empobrecedor e inapropiado
para significar el sentido profundo de esa relación. Hablando con
propiedad, Dios no es causa de su fidelidad, ayuda, amor, miseri-
cordia, benevolencia, salvación, etc., como si esas cualidades
fueran ajenas a su ser una vez producidas por él, quedando defi-
nitivamente disociadas del ser divino tanto como cualquier otra
cosa creada. Lo que ocurre es que Dios se expresa a sí mismo al
manifestar al hombre su modo de ser (de por sí desconocido para
el hombre), no con palabras sino con hechos, en su fidelidad,
ayuda, amor, misericordia, benevolencia, salvación, etc. Todas
esas actitudes manifestativas del ser de Dios, no son efecto de
Dios, sino expresión personal de Dios al hombre.

l. Tomaremos como punto de partida la exégesis predominante entre los


autores, evitando hacer una exégesis propia acomodada a la concepción de la
gracia que aquí se expone.
68 SAGRADAESCRITURA Y SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS... 69

Tampoco sería exacto decir que son comunicación o manifes­ tos de Dios en los que queda implicado y manifestado su mismo
tación (conceptos que utilizamos para aclarar el de expresión) de ser; y por medio, además, de una relación vital e intrínseca (ya
Dios al hombre: porque los conceptos significados por las pala- que la gracia -expresión del ser de Dios- se hace realidad en el
bras «manifestación» y «comunicación» quedan completamente hombre).
cumplidos y realizados por un decir lo que es un ser con pala­ Esta relación vital e intrínseca entre Dios -ser personal-, y
bras; sin embargo el concepto de expresión en sentido estricto el hombre -ser personal también-, no puede menos de tener un
postula un decir lo que es un ser con el propio ser. Lo cual signi- carácter personal.
fica con mucha mayor perfección de un modo más completo la Es consecuencia de todo esto, que el hombre agraciado sea
relación existente entre Dios y esas actitudes y cualidades que la agradable a Dios; puesto que solamente puede el hombre ser
Escritura atribuye a Dios en su comportamiento con el hombre. agradable a Dios a nivel personal, si de alguna manera está Dios
en él, o mejor, si de alguna manera es Dios; en cuyo caso afirma-
tivo se produce necesariamente ese agrado y agraciamiento que
2. Nuevo Testamento entonces vienen a ser lo mismo. Ahora bien, todo ello sólo puede
acontecer expresándose Dios en el hombre. Cualquier otra rela-
La palabra más frecuente en el N. T. para significar la gracia ción entre Dios y el hombre abocaría o a un panteísmo o hacia un
es jaris, que aparece sobre todo en san Pablo y en los autores que extrinsecisrno, que haría imposible el que Dios se agradara en el
dependen de él. hombre en el ámbito de una relación personal. Quizá la «causali-
En una primera instancia se observa que esa palabra se ase- dad formal» de Rahner superaría estos dos graves inconvenien-
meja al hen y hesed del A. T.: misericordia, benevolencia, sobre tes; pero esta concepción no me parece aceptable por su
todo. Su perfecto encuadramiento dentro del concepto de expre- parcialidad intelectualista y su limitación en cuanto a contenido
sión ya lo hemos visto antes; pero en una segunda instancia la pa- vital 2• Para el N. T. la gracia es vida, una singular y sublime
labra jaris significa los dones y bienes que Dios nos otorga forma de vida, tal y como veremos a continuación con más
gratuitamente, se hacen realidad en nosotros y hacen nuestro ser detenimiento 3•
agradable a él.
Aquí se advierte una progresión con respecto al A. T., pues,
además de los «dones y bienes» que asumirían el contenido de la 3. Los Sinópticos
gracia según el A. T., se habla de que esos mismos dones «se
hacen realidad en nosotros»; con lo cual la gracia pasa de ser La enseñanza de los Sinópticos sobre la gracia está centrada
algo externo al hombre, a ser algo interno al mismo hombre. Así en torno al Reino de Dios. Este Reino de Dios en los Sinópticos,
se perfila más exactamente según el concepto de expresión; ya
que ésta es la «manifestación entitativa de un ser en otro por
medio de una relación vital e intrínseca». 2. Comúnmente, el conocimiento es considerado según una cierta contrapo-
En efecto, hemos dicho antes que los dones y bienes de Dios sición a lo vital; porque esto es alógico y concreto, mientras que el conocimien-
to, predominantemente, es lógico y abstracto.
que otorga al hombre, no son propiamente efecto de Dios, sino
3. Sobre la doctrina bíblica en general acerca de la gracia cf. J. B. BAUER,
expresión de Dios mismo al hombre; pero al hacerse realidad esta Diccionario de teología bíblica, Barcelona 1967, col. 425-433; H. H. ESSER,
gracia en el hombre, tenemos que la gracia según el N. T., que Diccionario teológico del Nuevo Testamento, Salamanca 1980; X. LEON-DU-
perfecciona y culmina la revelación del A. T., es la expresión FOUR, Vocabulario de teología bíblica, Barcelona 1972, 365-369; H. HAAG-
personal de Dios en el hombre. No ya por medio de palabras o V. D. BORN- S. DE AUSEJO, Diccionario de la Biblia, Barcelona 1964, col.
imágenes y símbolos, sino por medio de hechos y acontecimien- 771-776.
70 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 71

según la mayoría de los autores, es el conjunto de bienes gratui­ 4. Cristo y la gracia


tos sobrenaturales concedidos por Dios a los redimidos por su
gracia. Se puede entender esta configuración de la gracia por Pero al entrar en el N. T. parece obligado el analizar el carác-
medio de la figura literaria del Reino de Dios, en primer lugar ter central de Cristo en la revelación y realización de la gracia de
como una incardinación de la gracia en el mismo ser del hombre, Dios.
confirmando así la visión característica del N. T. sobre la gracia, Si quisiéramos decir lo que es Cristo según la teoría de la ex-
en analogía con la expresión que es una manifestación entitativa. presión, tendríamos una fuerte sorpresa al comprobar que, con
esa categoría ontológica y conceptual, se puede significar lo que
En segundo lugar, aparece la otra característica constante de
es Cristo con notable perfección. En efecto: Cristo es la expre­
la gracia en el N.T. que es la gratuidad. Ésta queda comprendida
sión humana de Dios '. Otras definiciones, por ejemplo, «Dios
en nuestra concepción de la gracia, puesto que la expresión de
hecho hombre» podría sugerir a alguien una mixtificación de la
Dios en el hombre, siendo de carácter personal, necesariamente
naturaleza divina y la humana, o la transformación de la primera
ha de ser gratuita, al ser específicamente libre por parte de Dios•;
en la segunda o viceversa".
lo cual supone también que esa expresión no contenga elementos
Otra: «El Hijo de Dios encarnado». Para la mentalidad de hoy
que precisivamente den sentido al ser natural del hombre.
puede resultar inapropiada; puesto que, aunque «carne» en senti-
En cuanto a la sobrenaturalidad, queda incluida en el hecho do bíblico signifique toda la naturaleza humana, no es ya así para
de ser la gracia expresión personal de Dios; porque el hombre, la cultura actual. A ello habría que añadir el carácter mítico de
por su condición de ser creado, está excluido de toda relación con esta última fórmula denunciado por Rahner 10• Sin embargo, es
Dios a nivel personal, a la cual accede sólo por la gracia, es decir, innegable su fuerza esclarecedora y su raigambre tradicional para
al ser expresión personal de Dios. La inutilidad de ciertas moda- significar la unión o unidad hipostática de las dos naturalezas en
lidades de expresión ', respecto de las funciones y necesidades
del organismo humano, percibida por algunos tratadistas de la 8. Quizá esta definición podría ser la versión filosófica de Col 1, 15-19; 2,
misma 6 podría considerarse como una cierta analogía, aunque le- 9; 2 Co 4, 4; Ef !, 18-23.
jana, de la gratuidad y sobrenaturalidad de la gracia. Puesto que 9. Estamos hablando en el plano filosófico. La filosofía es una clase de cono­
la inutilidad excluye la necesidad de la expresión para el organis- cimiento humano, a modo de una ciencia humana. Pues bien, el VATICANO II
mo, así como la pertenencia a la estricta esencia del ser del hom- (Dei verbum, 11-12) nos enseña, al menos implícitamente, que la Biblia no es
modelo perfecto de expresión filosófica ni de cualquier otro tipo de conocimiento
bre. No rige aquí ningún principio de utilidad ni de necesidad,
humano. Por eso, aunque esa fórmula viene a ser la utilizada por el Evangelio de
sino gratuidad, libertad y sobreabundancia que son características Juan y de otros autores sagrados, nos atrevemos a valorarla, filosóficamente ha-
de las creaciones del arte 7• Pues bien, también la gracia es «inú- blando; no para contradecir su sentido genuino, sino con la finalidad de significar
til» respecto de lo que necesariamente le pertenece al ser natural mejor lo que la Palabra de Dios ha querido decir según y en conformidad con la
del hombre; por eso, en parte, la gracia es gratuita, sobreabun- interpretación de la Tradición.
dante hasta ser sobrenatural, y libre por parte de Dios. 10. Cf. Sacramentum Mundi, 4, 47. Este mismo autor se aproxima a la idea
que aquí estamos defendiendo: «El Lagos, como Hijo del Padre, es en su huma­
nidad como tal, en toda su verdad, el símbolo revelador -por ser el símbolo
que hace presente lo revelado mismo-- en que el Padre se dice al mundo en ese
Hijo». («Para una teología del símbolo», Escritos de teología, IV, 304). Procede
4. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, 1, Madrid 1961, 325. advertir que RAHNER tiene un concepto del símbolo parecido al que nosotros
5. Dentro de la antropológica, me refiero a las concretas y particulares, de- tenemos de expresión. Cf. id., 283-321. Fundamento de todo esto sería «la divi-
rivadas de la fundamental; también me refiero a la estética. nidad humana y la divina humanidad de Cristo» de que habla AGUSTIN (Ser.
6. Cf. ORTEGA Y GASSET, o. c., 581-82; K. BÜHLER, o. c., 130. 47, 21 PL 38, 310).
7. Cf. F. KAINZ, o. c., 53-113; ORTEGA Y GASSET, o. c., 582.
72 SAGRADAESCRITURA Y SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS ... 73

una sola persona. A pesar de ello, quizá adolezca de estatismo y presión personal de Dios en el hombre; de tal manera que esta ex-
no recoja, por tanto, la dimensión dinámica y el carácter de acon- presión sería imposible sin la expresión que es Cristo 11•
tecimiento que es Cristo.
b) Pero entonces, ¿cuál es la diferencia entre la expresión que
Quizá nuestra fórmula podría poner de relieve la dimensión
es Cristo y la expresión que es la gracia? En una primera aproxi-
dinámica y el carácter de acontecimiento que es Cristo, y ser más
mación se puede afirmar, como ya hemos dicho, que Cristo es la
acorde con la mentalidad actual sin tener graves inconvenientes
expresión fundamental de Dios y la gracia lo es derivada. Cristo
de significación e incomprensión. De todos modos, advertimos
es toda la gracia y el fundamento y origen en sentido absoluto de
que no intentamos definir lo que es Cristo, sino diferenciar la in­
la gracia, Y de esa misma manera y con esa misma envergadura
dudable expresión de Dios que se da en Cristo de la expresión de
es e~~resión de Dios; pero la gracia en el hombre es sólo parcial,
Dios en el hombre que es la gracia.
participada, y su expresión de Dios en el mismo grado y caracte-
Al decir que «Cristo es la expresión humana de Dios», se in-
rísticas. Todo ello es debido a una diferencia cualitativa entre
dica que Cristo hombre, tiene una relación de intimidad con Dios
ambos casos que explicaría su rango y nivel ontológico esencial-
cualitativamente diferente y superior a la unión que implica la
mente distinto.
gracia. Porque si decimos que la gracia es «expresión de Dios en
. Esta diferencia parece radicar en que Cristo no está en gracia
el hombre», se significa una distinción e individualidad del hom-
sino que es la gracia. Es decir, Cristo es Dios mismo humana-
bre respecto de Dios. Pero al decir que Cristo «es la expresión
mente existenciado (por eso Cristo es libre para todo menos para
humana de Dios», se indica la unidad personal en la variedad de
estar o no en gracia, porque la gracia es él).
naturalezas en el ser de Cristo.
Es de notar que la naturaleza humana de Cristo es preciso que
Veamos ahora las analogías entre Cristo y la expresión. Cristo
tenga todas las perfecciones y elementos constituitivos del ser
es una manifestación vital de un ser -Dios-, no sensible, más
humano, porque de lo contrario sería Cristo gracia parcial, no
aún, incognoscible, en y por medio de la naturaleza humana que
total, al ser posible y real que entonces Dios se expresara en al-
es cognoscible y aun sensible, en virtud de una unión intrínseca
guna dimensión humana no perteneciente a Cristo.
de Dios y de esa naturaleza humana. Esto, evidentemente, es una
Por otro lado, entre Dios y el ser humano de Cristo se da una
expresión; es decir, una manifestación entitativa de un ser en
unión, una unidad. Esta unidad radica en que Cristo es la. totali­
otro por medio de una relación vital e intrínseca.
dad de la gracia; la gracia en plenitud. Entonces la unión llega a
Cristo no es un mero símbolo o un mero signo de Dios; ni
tal perfección que la naturaleza humana de Cristo pertenece a la
tampoco una idea, sino que es «la expresión humana (la cual in-
persona y naturaleza del Verbo 12•
cluye todo el ser humano) de Dios.»

a) Cristo es siempre expresión de Dios. No sólo lo es en un


momento dado o en una circunstancia particular o en un aspecto 11. Parece que la unión de ambos elementos que constituyen la expresión, y
de su ser, sino que lo es por naturaleza. La analogía entre la ex- que en la expresión que es la gracia hemos echado en falta pero que también es
presión antropológica y la expresión de Dios que es Cristo, es necesaria, consistiría en lo siguiente: Dios y el hombre justo se unen en Cristo;
más perfecta que la que se da con la gracia; en cuanto ésta no es de ese modo son agraciados todos y cada uno de los hombres justos.
Dice RAHNER: «La Encamación del Logos puede ser considerada tranqui-
permanente en el hombre necesariamente aunque tienda a serlo;
lamente como el supuesto absoluto de la gracia y de la gloria rigurosamente so-
pero en el caso del hombre y de Cristo, la permanencia de la ex- brenaturales» (a. c., 311).
presión es necesaria; porque es constitutiva de lo que es el hom- 12. El atribuir sólo a la persona del Verbo la unión con la naturaleza huma-
bre y Cristo. Es más, Cristo como expresión humana de Dios, es na de Cristo parece insuficiente; hay que atribuirla también a la naturaleza divi-
la fuente y el fundamento de toda expresión que es la gracia: ex- na, pero en un contexto de expresión que haga imposible la mezcla.
74 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS... 75

La gracia es una continuación cualitativamente perfeccionada El concepto de expresión significa perfectamente la pertenen-
de la inmanencia de Dios en el núcleo de la vida humana en una cia del ser humano de Cristo ( «personal» por tanto) al Verbo de
relación personal e intrínseca. En el caso de Cristo ocurre que la Dios, y la autonomía y completitud de ese ser humano como un
naturaleza humana es incorporada por el Verbo y su naturaleza ser humano constitutivamente normal.
divina a la relación personal intratrinitaria (aunque esto ocurre
especialmente después de la glorificación de Jesús). c) Esta expresión de Dios que es Cristo, evidentemente, está
Ya no se trata de una relación de la Trinidad con la persona hu- constituida por dos elementos distintos: el ser divino y el ser hu-
mana por muy intrínseca que sea, sino que la dimensión humano- mano; lo que tradicionalmente se denominó naturaleza divina y
personal de Cristo (interioridad, conciencia, libertad, etc.) se naturaleza humana. Los distintos grados de ser que constituyen
incorpora al diálogo intratrinitario en que consiste Dios. De ahí que esa expresión que es Cristo son tan cualitativamente distintos que
la naturaleza humana de Cristo llegue a ser la expresión de Dios 13•
se da entre ellos una distancia infinita.
El concepto de expresión ayuda a eliminar la falsa concepción Pues bien, la dualidad de nivel ontológico es esencial para la
de dos realidades previas -Dios y un hombre- para realizar un expresión; por lo que la dualidad de naturalezas en Cristo se sig-
tercer compuesto que sería Cristo; puesto que la naturaleza hu- nifica muy bien por el concepto de expresión.
mana de Cristo no existe sino en cuanto Dios se expresa en ella. Está claro que no toda dualidad ontológica es expresión; pero
Bajo este punto de vista habría que afirmar que la naturaleza hu- si esta dualidad se da entre seres de distinto nivel ontológico y
mana de Cristo radica totalmente en su función de expresar a por medio de una relación vital e intrínseca en función manifesta-
Dios, en conformidad con la naturaleza de la expresión, y postula tiva, estamos ante la definición de expresión. Pues bien, esto es
la pertenencia y subordinación de la realidad expresiva a la reali- lo que nos permite afirmar que Cristo es una expresión de Dios;
dad que se expresa. pero además, que si Dios se hace hombre necesariamente será
Pero, bajo otro punto de vista, se advierte que para hacer constituyendo una expresión; esto es, según la categoría ontológi-
plena esta expresión se exige, no sólo la distinción, sino también ca llamada expresión. El que Dios se haga hombre según una
la autonomía y libertad como elementos esenciales de esa natura- mezcla de la naturaleza divina y humana es imposible porque,
leza humana; ya que una expresión no puede darse sin realidad entre otras razones, la simplicidad e inmutabilidad de Dios lo im-
expresiva. pide. Pero tampoco sin que se dé entre Dios y el hombre una
La misma naturaleza de la expresión postula, no sólo que no unión vital e intrínseca, pues entonces, tampoco se podría decir
quede anulada o reducida la realidad expresiva, sino respetada y que Dios se habría encarnado; es decir, la condición de ser hom-
potenciada. Además, si Cristo ha de ser la expresión humana de bre no se le podría atribuir a Dios. Por fin, esta unión no puede
Dios para los hombres, entonces su naturaleza humana debe ser menos de tener función manifestativa del ser de Dios; de lo con-
completa, aun en su dimensión «personal». Nadie ha hecho op- trario sería un acontecimiento de Dios sin sentido.
ciones más intensamente libres que Cristo. La opción fundamen- Aunque sea la necesidad de salvación por parte del hombre y
tal de Cristo consistió en aceptar y asumir su condición de Hijo el deseo de Dios de redimirlo el motivo de la encarnación del
Salvador de la humanidad en la manera querida por el Padre. Verbo divino, necesariamente constituirá ese acontecimiento una
manifestación del ser de Dios, en este caso como Salvador.
13. La naturaleza humana de Cristo es una naturaleza humana completa; in- Además, la expresión es la condición necesaria del constituti-
cluso lo que modernamente entendemos como «personal» (interioridad, con- vo del amor que es su comunicación. De ahí se podría deducir la
ciencia, libertad, etc.) está integrado en el ser humano de Cristo. Es preciso conveniencia e incluso cierta «necesidad» de la naturaleza de
conciliar la unidad del ser de Cristo con la insoslayable realidad del completo
Dios como amor a expresarse en el sentido más estricto y pleno
ser humano de ese mismo Cristo. Esto podría tener más solución si tuviéramos
una concepción de la persona en conformidad con su naturaleza espiritual. en la naturaleza humana; puesto que las otras manifestaciones de
76 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 77

Dios dejan un amplio ámbito expresivo sin colmar haciendo 5. La gracia de Dios en san Pablo
irrealizable la máxima expansividad o comunicación de Dios que
es el amor. Después de habernos apercibido de que Cristo es la gracia
La revelación de Dios en el A. T. es una expresión de Dios en fundamental absoluta, podremos comprender mejor el significado
sus palabras y hechos a los hombres. Esta expresión tiene su per- de la gracia en Pablo.
fecta analogía con la expresión estética, aunque con respecto al
ser del hombre no sería una expresión en sentido estricto. En el a) Punto de partida. Pablo parte de la situación de la humani-
N. T. esta expresión llega a existir en el hombre (la gracia) y su dad anterior a Cristo en que el hombre padece la ausencia de
analogía oscilaría entre la expresión estética y la antropológica; Dios, debido a la impiedad y las pasiones mundanas (Tit 2, 12) y
preferentemente esta última, por lo que ya sería una expresión en a toda clase de inmoralidades (Rom 1, 29-31 - 2, 5-8), que se
sentido estricto con respecto al ser del hombre. han extendido a todos los hombres.
Pero aún cabe todavía una expresión de Dios más perfecta: el Todas estas cosas -opciones, actitudes, actos-, alejan al
expresarse con la naturaleza humana. Es decir que toda una natu- hombre de Dios (Rom 8, 5- 7). Es decir, Dios no está en el hom-
raleza humana sería su mismo ser expresivo; por lo que esa natu- bre porque su modo de actuar y de ser son contrarios al modo de
raleza humana sería sólo expresión de Dios (lo que ningún actuar y de ser de Dios.
hombre en gracia puede llegar a ser) se definiría como la expre- Esta situación del hombre se puede significar muy bien con
sión de Dios; esto es, la gracia fundamental absoluta. categorías expresivas. El hombre al obrar el mal no expresa a
Lo que el hombre llega a ser como cualidad amisible de su Dios. Solamente se da en él la expresión antropológica, como es
ser, es decir, el ser expresión de Dios, Cristo lo es desde que es obvio; pero en el plano moral no se da expresión de nada, puesto
Cristo y para siempre, como constitutivo inamísible de su ser. que el mal no hace referencia positiva a otro ser, sino que, cifrado
Tan plenamente es Cristo una expresión personal de Dios que ya en el egoísmo, el mal sólo hace referencia al mismo hombre que
es una persona divina 14• Sí, como parece estar claro, la gracia en obra el mal, al ser exponente de su frustración, como ser personal
el justo consiste en que dos sujetos (Dios y el justo) viven la destinado a expresar a Dios. En el caso del mal al no darse uno
misma vida divina; entonces, dado que la Encarnación debe su- de los polos de la expresión, es decir, el ser que se expre~a o. el
poner una unión entre el ser humano y Dios cualitativamente dis- ser expresado, entonces no hay dualidad entitativa y por consi-
tinta y superior, ya que una identificación de naturalezas es guiente no se puede dar expresión. Por eso en el plano moral, la
inadmisible por razones obvias, entonces parece que sería la maldad no expresa a Dios ni a nada. Todos los elementos de la
identificación de sujetos lo que definiría la Encarnación, puesto expresión están ausentes del que obra mal: la manifestación enti-
que una simple participación de sujetos queda descartada porque tativa de otro ser, la dualidad de seres, el distinto nivel óntico y la
el sujeto es imparticipable. Pues bien, esa identificación de suje- relación vital e intrínseca.
tos se resuelve en la unidad de persona (el Verbo de Dios) y la
De ahí que perfectamente se puede definir el mal moral como
unión de naturalezas que es Cristo.
la ausencia de la expresión de Dios en el hombre. Aunque se ha
de advertir la diferencia entre un mal grave asumido en una op-
14. El hombre llega a ser expresión cuando accede al estado de gracia, bien ción fundamental y otros males secundarios y periféricos.
sea por el perdón del pecado original o por el perdón de los pecados personales. Este mal moral está vinculado a la ausencia de la gracia,
Pues bien, este «llegar a ser» no se da en Cristo. Además, ese estado de gracia, como el bien está íntimamente vinculado al estado de gracia; tan
el hombre lo puede perder, pero Cristo no. Por eso dice san Agustín refiriéndose íntimamente, que es constitutivo de la misma, pues Dios ha que-
a la humanidad de Cristo: «ipsa assumptione creatur» (Contra sermonem aria­
rido -gratuitamente- ser en el hombre, no sólo como bien sim-
norum, 1, 8 PL 42, 688). Cf. GANOCZY, A., o. c., 293.
78 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 79

plemente trascendente, sino además como bien personal, es decir, En efecto, si Cristo es la expresión fundamental absoluta de
como amor. Dios (Col 1, 15; 2 Cor 4, 4), entonces los hombres sólo serán sal-
vados si también son expresión de Dios, aunque sólo sea de ma-
b) La revelación de la gracia en san Pablo. Sabiendo Dios nera relativa. Así, pues, el concepto realidad de expresión es la
que esa situación del hombre Jo conduce a la perdición, intervie- conexión en que el justo se une a Cristo para entrar en el ámbito
ne en la historia de la humanidad por medio de su Hijo, principal- de su salvación. El justo es imagen de Cristo (Rom 8, 29) y Cris-
mente. Este Hijo hecho hombre es la expresión fundamental to es la imagen de Dios (Col 1, 15), en cuanto el justo es expre-
absoluta de Dios (gracia fundamental absoluta) como descubri- sión de Dios en Cristo y Cristo es la expresión de Dios.
miento a los hombres de su ser expresión del Padre en cuanto Obsérvese que el concepto filosófico de expresión precisa,
Verbo. En Cristo se manifiesta Dios tal como es; y precisamente aclara y profundiza el concepto de imagen que aparece ya en el
esa manifestación de Dios en Cristo es la gracia fundamental ab- Génesis (1, 26) como constitutivo del hombre en el orden natural,
soluta, como acabamos de decir. Dios se manifiesta en Cristo y que es coherente que lo sea también en el orden sobrenatural,
como bondad amorosa, que ante la indigencia y miseria del hom- aunque en un grado cualitativamente superior, dada la unión y
bre adquiere los matices de bondad misericordiosa (Rom 3, unidad de ambos órdenes en el ser uno del hombre.
23-24); generosa (5, 2-5; 5, 20); dinámica, eficaz e irreversible Algo semejante habría que decir respecto a la ejecución de la
(Rom 8, 28-39); gratuita, espontánea, poderosa y redentora (Ef salvación de la humanidad.
lss; 2, 4-7). Es Cristo el ejecutor de la salvación por su muerte y resurrec-
Pues bien, en cuanto este modo de ser de Dios expresado en ción (Rom 3, 24-25), en que la expresión de Dios que es Cristo
Cristo (2 Cor 4, 4) se hace realidad en el hombre expresando por llega a su punto culminante. Cristo, al destruir el pecado, elimina
tanto a Dios a través de Cristo, entonces tenemos que el hombre la ausencia de Dios en el hombre y construye una expresión de
está en gracia (Rom 12, 9-12; 12, 14-20; 1 Cor 13, 4-7), estado Dios en él. Además, así como Cristo llega a ser expresión de
que lo eleva a ser hijo de Dios, análogamente a como el Hijo lo Dios en plenitud por la resurrección, así también el justo llega a
es del Padre (Gal 4, 4-7), el cual es el Verbo de Dios como el su máxima expresión de Dios en su propia resurrección.
hombre en gracia es verbo también de Dios en Cristo (2 Cor 3,
18; Rom 8, 29; 6, 3-6; Col 3, 10). e) La justificación en san Pablo. La justificación en san.Pablo
La vinculación entre Cristo y la salvación de la humanidad es es un tema muy discutido. Pero si seguimos a los especialistas
tan fuerte Y consistente, que él es la razón de que la humanidad como Lyonnet 15 y Cerfaux 16, justificarse en Pablo, según el pri-
sea agraciada por Dios. De tal manera que sería incoherente y ar- mero, es entrar en la providencia salvadora de Dios, poseer la
bitrario por parte de Dios el salvarnos sin Cristo. Solamente en justicia o ser justo, vivir conforme a la providencia, los planes y
Cristo «puede» Dios agraciar a la humanidad; solamente en este la voluntad salvífica de Dios.
Hombre que es el Justo puede Dios coherentemente ejercer su Todo esto se realiza perfectamente cuando el hombre es ex­
poder salvífico sobre la humanidad. Cristo es, pues, la razón de presión de Dios. Pues el hombre, al expresar a Dios, encarna en
que Dios salve a los hombres (1 Tim 2, 5; Tit 2, 13; Heb 5, 9). su vida y en su persona esa providencia salvadora de Dios que,
Por eso, Dios solamente salva a los hombres en cuanto que la indudablemente, es el modo de ser de Dios actuando con bondad
plenitud de la posesión de Dios por Cristo (Col l, 19) es partici-
pada por los hombres, al ser imágenes de Cristo (Rom 8, 29). 15. Cf. S. LYONNET, «De iustitia Dei in ep. ad Romanos», en VD. 25
Este plan salvífico de Dios en que Cristo y la humanidad están (1947)23-24, 118-121, 129-144, 192-203,257-263.
íntimamente conectados, se significa todavía mejor con la cate- 16. Cf. L. CERFAUX, Le Chretien dans la Théologie paulinienne, Paris
goría conceptual de expresión. 1962, 386.
80 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES 81
LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS...

gratuita para salvar al hombre. Precisamente esa providencia con-


d) Cristo «forma» del ser humano. Cristo, para Pablo, es la
sigue su objetivo cuando el hombre es justo; es decir, cuando el
cabeza, quicio y resumen, configurador de toda la humanidad,
hombre es justo como justo es Dios; esto es, cuando el hombre es
que se realiza como tal en cuanto se realiza como cristiana (Rom
imagen de Dios (Col 1, 15); filosóficamente dicho, cuando el
8, 14 ss; Ef 1; Gal 4, 4-7). El que haya una relación tan íntima
hombre expresa a Dios en su justicia. Lo cual se realiza cuando el
entre Cristo y los cristianos encuentra su razón de ser en que los
hombre vive conforme a esa providencia y esos planes que reali-
cristianos viven según Cristo, porque participan de la vida de
zan la voluntad salvífica de Dios.
Cristo. Esto nos lleva a buscar una categoría común entitativa y
Algo semejante se ha de decir si seguimos la interpretación de
vivencia! entre Cristo y los cristianos; la cual no puede ser otra
Cerfaux, el cual subraya las diferencias entre gracia y justifica-
que la gracia en virtud de la cual el cristiano es cristiano y Cristo
ción en Pablo. La gracia es el origen, la razón de ser y la norma
es Cristo; porque no olvidemos que Cristo es también gracia de
de la justicia; mientras que justicia significa principalmente la re-
Dios según Pablo (Tit 2, 11; 3, 4; Ef 2). Porque si somos salvados
novación y consumación de nuestra existencia conforme a los
por Cristo (1 Tim 2, 5; Tit 2, 13; Heb 5, 9; Rom 3, 24; etc.), y la
planes Y a los dones divinos en Cristo, por el Espíritu Santo.
gracia es lo que nos hace salvos (Ef 1, 1-7), hemos de entender
La gracia para Pablo es la fuerza salvadora y gratuita de Dios·
que Cristo y la gracia son en algún sentido la misma realidad. Por
y la justicia es la renovación de nuestra existencia según Cristo'.
eso se impone una categoría filosófica que signifique esta cierta
La gracia sería, pues, lo que hemos llamado nosotros expresión
identidad entre Cristo y los cristianos en cuanto agraciados. Esta
en sentido amplio o expresión de Dios al hombre. En efecto,
11

categoría, en nuestra opinión, es la de expresión, que significa


está claro que Dios expresa su bondad, benevolencia, misericor-
correctamente el ser constitutivo de Cristo y los cristianos en
dia Y poder salvador al actuar en favor del hombre. Pero no se ha
cuanto cristificados. Pero, evidentemente, la identidad no es total
de creer que la justicia, resultado de esa acción salvífica según
(aparte de la distinción numérica) ya que existe una diferencia
Pablo, no es gracia aunque él la llame justicia. En realidad es pre-
cualitativa entre Cristo y los cristianos. De ahí que decimos que
cisamente el núcleo de la gracia, lo que la teología ha llamado
Cristo es expresión fundamental y absoluta de Dios, mientras que
gracia habitual y que nosotros hemos llamado gracia fundamen-
los cristianos son expresión derivada y participada de Dios.
tal. Es el contenido de la gracia (Gal 2, 15-16; Rom 3, 21-26; Fil
Por consiguiente, el ser cristiano realiza el ser de Cristo.isi bien,
3, 9). Es la realización eficaz de la gracia de Dios; por eso la
parcialmente. Y si no se realiza el ser de Cristo, ni se es cristiano ni
gracia reina por medio de [ajusticia (Rom 5, 21).
se está en gracia. De tal manera que el justo cuando expresa a Dios
Pero si la justicia es el contenido de la gracia y la realización
siempre lo hace según este modelo que es Cristo, y no puede hacer-
de la misma, sin duda que Pablo habla de la vida del hombre
lo de otro modo porque no existe ningún otro (1 Tim 2, 5).
según Cristo (Rom 8, 10; 6, 23; Gal 4, 6-7; Ef 4, 20-24), del
hombre salvado (Rom 8, 11; 5, 1-2; 6, 22), del hombre según el
e) El Espíritu y la transformación interior del justo. El Espíri-
Espíritu (Rom 8, 9; 5, 5; Gal 5, 16). Es lo que la teología llama
tu es el principio en virtud del cual la vida divina se comunica a
gracia Y que será según Cristo y según el Espíritu, en cuanto los
los hombres (1 Cor 3, 16; 2, 10 ss; Ef 1, 13) hasta transformarlos
exprese en su vida, lo cual tendrá como consecuencia la salvación
en nueva creatura (Gal 5, 5-6), como posesión de Dios sellada
(Ef 1, 1-14).
por el mismo Espíritu (Ef 4, 30), hasta hacernos hijos de Dios
(Rom 8, 14 ss; Gal 4, 6), y herederos de la promesa correspon-
diente a esa condición de hijos y hermanos de Cristo (Gal 4, 7;
Rom 8, 17), según el plan salvífica de Dios por Cristo en el Espí-
17. Cf. pp. 67--68. ritu (Rom 1, 1­7; Ef 1, 3-13; 2, 1-10). Pero si el Espíritu nos ha
sido dado (Rom 8, 23; 5, 5; 2 Cor 1, 22; 5, 22) entonces es que
82 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 83

habita en nosotros (Rom 8, 9-11; Gal 4, 6); si el Espíritu es nues­ definitivo (Gal 5, 22-23; Rom 12, 1; Ef 4, 17-23; 5, 1-33; Col 3
tra vida (Gal 5, 25) y teniendo en consideración el contenido, el 1-25; 4, 1), que incluye el estado de gracia. '
«espíritu», el ámbito entitativo en que se desarrollan las relacio- Esta transformación se explica con admirable y perfecta cohe-
nes entre el Espíritu y el hombre justo, advertiremos enseguida rencia por medio del concepto de exprexión; porque en ésta, el
cuán inadecuadas son las categorías fisicistas (causa, efecto, acci- ser expresivo, como lo hemos dicho varias veces (que en este
dente, etc.) para significar algo tan íntimo, espiritual, vital y per- caso es el hombre agraciado) adquiere un nuevo modo de ser per-
sonal como es la vida del cristiano en el Espíritu. teneciente al ser que se expresa. Este nuevo modo de ser se con-
Sin duda que una categoría antropológica como es la de ex­ creta y realiza por medio de la opción fundamental, las actitudes
presión es mucho más apta y apropiada para significar estas reali- y los actos, con todo lo cual el hombre expresa a Dios.
dades. En efecto, el que el Espíritu nos haya sido dado, habite en Obsérvese que la transformación de que habla Pablo tiene las
nosotros y sea nuestra vida se cumple y realiza justamente si el siguientes características: l Q) modifica al hombre hacia y según
hombre es expresión personal del Dios personal, hasta tal punto una potenciación axiológica; 2º) sin alterar la naturaleza humana;
que el don, la inhabitación y la vida son tres aspectos de esa ex- 3º) esta modificación está orientada por Dios, hasta tal punto que
presión. Si es que expresamos a Dios, entonces es que nos perte- manifiesta el modo de ser de Dios y en Dios tiene su origen, prin-
nece porque se nos ha dado, habita en nosotros y es nuestra vida; cipio fontal y fundamento; 4Q) se hace consistir constitutivamente
ya que la expresión de Dios supone que participamos de la vida en el amor que sustituye al egoísmo, es decir, en una opción fun-
divina porque es una manifestación vital. Pero ello, evidentemen- damental de la voluntad por Dios (incluyente del conocimiento)
te, lleva incluida una transformación de nuestro ser creatural, una que se ramifica en las actitudes y en los actos.
pertenencia a Dios, ya que el ser expresivo (el justo) es posesión La convincente capacidad del concepto de expresión para sig-
del ser que se expresa (Dios); pero si esta posesión del hombre nificar toda esa realidad así caracterizada es evidente. En efecto,
por Dios es a nivel personal (de lo contrario no sería coherente) la expresión modifica al ser expresivo pero no lo cambia de natu-
entonces ineludiblemente se establecen unas relaciones persona- raleza, otorgándole un nuevo modo de ser pero sin alterar la esen-
les que se han de concretar en una amistad y en una filiación. cia de su ser. Y este nuevo modo de ser no es un añadido, sino
La transformación operada en el justo por la gracia, según algo inscrito en el mismo ser natural del ser expresivo que le
Pablo, tiene una importante y decisiva dimensión psicológica que lleva (en nuestro caso) a querer con su voluntad de hombre el
cambia la existencia de ese justo. querer de Dios (sobrenaturalidad de la gracia).
Esta transformación incide en la inteligencia, no para otorgar Esta modificación está orientada hacia el ser que se expresa y
un conocimiento humano, sino una sabiduría divina que capacita está determinada por él, de tal manera que manifiesta el modo de
para captar y gustar el sentido y el valor de las cosas de Dios y de ser del ser que se expresa y en él tiene su principio, fundamento y
Cristo (1 Cor 2, 7-10; 2, 13-16; Ef 3, 17-19; Fil 3, 8). origen. Esto es equivalente a uno de los constitutivos de la expre-
Este cambio opera también en la afectividad y en la voluntad, sión; esto es, la analogía (en cuanto al contenido de la expresión)
ya que el egoísmo primario y espontáneo que encierra a la perso- entre la interioridad (el ser que se expresa) y la exterioridad (el
na en su propia existencia terrestre, concupiscente, motivación de ser expresivo). Elemento que hace posible otro constitutivo de la
toda deformación moral (Gal 5, 17 ss.) que ahuyenta la gracia, es expresión: la manifestación de un ser en y por medio de otro.
sustituido por el amor de Dios como principio interno de sus op- Característica esencial de la expresión es que se realiza en el
ciones, actitudes y actos, que le lleva a un amor generoso, abierto ser expresivo sin añadiduras o alteraciones cuantitativas de su
a todos y comprensivo de los más profundos y definitivos valores propio ser. La corporalidad e. g. expresa al espíritu sin ser nada
del hombre según Dios, y que relativiza los bienes caducos y apa- más que corporalidad y sin cambiar esencialmente. Esto es posi-
rentes para centrar al hombre en Dios que es lo único absoluto y ble por la unión vital e intrínseca existente entre ambos, que es
LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 85
84 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES

es integradora y se plasma en frases de carácter sintético. Otra


o~~o de los constitutivos de la expresión. De ahí que sea la expre-
característica unida a la anterior es su visión de Cristo desde la
sion un concepto-realidad tan apto para significar la transforma-
perspectiva de lo real y vital.
ción del hombre justo operada por la gracia, que no altera la
Se podría por tanto observar en él una tendencia existencialis­
naturaleza del mismo en y según los constitutivos esenciales de
ta, concreta y viva en la manera de ver a Cristo y su salvación.
ese hombre justo; pero sí en su conocimiento y, sobre todo, en su
amor, que constituyen al hombre como hombre dándole un senti­
a) La palabra «jaris» en san Juan. San Juan utiliza poco esta
do nuevo como tal hombre en el ámbito del valor moral. Esta-
palabra; sin embargo la utiliza en el prólogo que es considerado
mos ante la inmanencia (unión vital e intrínseca) manteniendo la
por los especialistas como la condensación teológica de todo el
trascendencia, en analogía con las características de la expresión.
Evangelio 19 lo cual viene a indicar que el contenido, significado
En resumen, se puede decir que el hombre se transforma por
por esa palabra es tenido muy en cuenta por Juan.
la gracia, según Pablo, transformando su amor a sí mismo en
La gracia ( «jaris») de que habla san Juan está referida a Cristo
amor a Dios y en Dios a los demás. Lo cual es equivalente a decir
de quien se dice que está lleno de gracia (1, 14). Es decir, para
que el hombre manifiesta el ser de Dios en y con su propio ser de
Juan, Cristo es la benevolencia, misericordia y bondad inmereci-
hombre. Lo cual es una expresión. Por tanto, la doctrina sobre la
da y original de Dios en plenitud que se da a los hombres (1,
gracia de Pablo se puede significar filosóficamente diciendo que
16-17). Lo cual quiere decir que Cristo es la gracia fundamental
es la expresión personal de Dios en el hombre 18•
y absoluta; esto es, dicho filosóficamente, la expresión funda-
mental y absoluta de Dios.
Se confirma nuestra opinión de que con el concepto de «ex-
6. La gracia de Dios en san Juan
presión» se significa el pensamiento de Juan, si consideramos
que a continuación de los versículos citados, afirma de Cristo que
El Evangelio de Juan es una reflexión sobre la vida histórica
es la manifestación (por supuesto entitativa y vital) del Padre; y
de Jesús. La historia, es ello elemental, es ante todo una narra­
lo es en su ser de Hijo único (1, 18), pero también en su ser de
ción de hechos. Los hechos son la más honda y completa expre­
hombre (1, 14).
sión de lo que es una persona. Habría que hablar de la plenitud
que llevan consigo las obras, las cuales expresan completamente
b) «Agápe», la palabra clave de san Juan. Con la palabra
al hombre porque en ellas están implicadas todas las dimensiones
«agápe» Juan nos dice en primer lugar lo que es Dios. Dios es
del ser humano culminadas en la voluntad que asume a todo el
Amor (1 Jn 4, 8). Pero este amor que es Dios, que es su mismo
hombre y lo expresa en la acción.
ser, no queda encerrado en sí, sino que se nos manifiesta, se nos
Si conocemos la apariencia corporal de una persona, cómo
desvela entitativa, vital y personalmente en su Hijo enviado (1 Jn
siente o cómo piensa, tendremos un conocimiento parcial de la
4, 9-1 O), es decir encarnado ( 1 Jn 4, 2).
misma; pero si conocemos cómo obra entonces tendremos un co-
Así, pues, Cristo reúne perfectamente en sí todas las condicio-
nocimiento más completo de esa persona.
nes para que podamos decir de él que es la Expresión de Dios a los
De todo ello se deduce que se pueda hablar de la visión inte­
hombres: 1º) manifestación entitativa; 2º) de un ser (Dios) en otro
gral que tiene Juan de Cristo y de su salvación. La visión de Juan
de plano ontológico inferior (Cristo en cuanto hombre); 3º) en vir-
tud de una unión vital e intrínseca (tan es así que contiene esta últi-
18. Sobre la gracia en san Pablo cf. L. CERFAUX, Jesucristo en San Pablo,
ma característica, que esta unión llega a ser hasta personal).
Bilbao 1966; J. M. BOVER, Teología de San Pablo, Madrid 1960; K. H.
SCHELKLE, Teología del Nuevo Testamento, I: La creación, Barcelona 1975;
19. Cf. J. MATEOS-J. BARRETO, El Evangelio de Juan, Madrid 1979, 39.
O. KUSS, San Pablo, Barcelona 1975.
86 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 87

e) La vida eterna como don del amor de Dios en Cristo. Si proveniente del ser cristiano, otras varias realidades; hasta el
Cristo es la expresión de Dios, su acción salvífica se resume en punto de significar la realidad de toda la gracia en nosotros. Por
hacer de los hombres expresión de Dios, si bien relativa y partici- eso la fe para Juan es desprendimiento de sí, conversión, entrega
pada con respecto a él. de la persona a Cristo y al Padre, iluminación, principio de vida,
Para que el hombre sea expresión de Dios es preciso que ma- etc. (3, 16; 5, 21-24; 6, 35--40; 11, 25-26, etc.).
nifieste el modo de ser de él, es decir, que sea manifestación enti- Aquí se incluyen, como es claro, no sólo el conocimiento de
tativa de Dios; por lo que el hombre salvado por Cristo Dios, sino también una opción por Dios y una entrega y confian-
participará de la vida de Dios a nivel personal; lo cual le sitúa en za en Dios que se realizan por la caridad. La fe exigiendo la cari-
plano de analogía respecto de Dios, lo que, como se recordará, es dad como plenitud y vida de la misma. Esta realidad enseñada
uno de los constitutivos de toda expresión. por Juan es recogida por el concepto de expresión, el cual se rea-
El cristiano en cuanto expresión de Dios, pero como partici- liza como gracia al tener en la fe como conocimiento uno de los
pación de la expresión que es Cristo, es ante todo respecto de la elementos con que se construye esa expresión que es la gracia,
Trinidad lo que es el mismo Cristo; por tanto es hijo del Padre. que llega a constituirse como tal cuando se da la fe como con-
En efecto, el cristiano posee la vida eterna (originaria del Padre), fianza y entrega a Dios, que se concreta en una opción fundamen-
calificativo que usa Juan para designar la vida divina (3, 15-16). tal en la que, como es obvio, interviene la voluntad con el amor
La vida que el Hijo nos da es la misma que él recibe del Padre sobrenatural ( caridad).
(5, 26; 6, 40-58). De ahí que si recibimos la vida del Padre por Por la fe adquirimos una verdadera comunión vital con el
medio del Hijo seremos también hijos del Padre, de modo seme- Hijo, vivimos de él como él vive del Padre (15, 1-15; 3, 16; 5,
jante a como lo es el Hijo (1, 12); pero esta filiación nuestra es 20; 6, 40, 47, 57). Así somos lo que fue él en este mundo (1 Jn 4,
cualitativamente inferior a la del Hijo, según sugiere el mismo 17). Por nuestra unión con Cristo (solidaridad en la misma huma-
Juan en varios textos (20, 17; l Jn 3, 1-7; 5, 10-12). nidad y por la fe), el amor del Padre al Hijo se extiende también a
Tenemos por tanto que la filiación divina, que es una de las nosotros y nos admite a los mismos dones (17, 21-26); el Padre
dimensiones más importantes de la gracia -claramente enseñada está en nosotros, con el Hijo y el Espíritu Santo (14, 21; 16, 27,
por Juan (como veremos más adelante) así como por Pablo (Gal etc.).
3, 26; Ef l , 5; Gal 4, 5 ss.; Rom 8, 14-17)- es un aspecto de la Como se ve, también atribuye a la fe la comunión vital con
expresión de Dios que es la gracia; ya que el hombre (ser infe- Cristo. En efecto, él es la expresión fundamental y absoluta de
rior) si está en gracia manifiesta entitativamente a Dios (ser supe- Dios; nosotros somos expresión de Dios relativa y participada,
rior) al recibir y ejercer la misma vida de Dios, al ser hijo de como hemos dicho varias veces; por eso venimos a ser un reflejo
Dios, por medio de una relación vital e intrínseca, ya que es una de lo que es Cristo.
comunicación de vida que transforma el núcleo interior del De ahí que el amor del Padre al Hijo se extienda también a
hombre. nosotros. No sólo porque también somos expresión de Dios; sino,
además, porque estamos unidos vitalmente a él, ya que somos, en
d) El proceso de la realización de la gracia en el hombre virtud de su mismo poder salvífico, expresión participada y deri-
según san Juan. La mentalidad sintética de Juan hace que dentro vada de él.
de una realidad incluya otras realidades postuladas vitalmente Según Juan en el creyente se realiza el siguiente proceso que
por la primera. Son las grandes unidades sintéticas de Juan, inte- a continuación traducimos a categorías expresivas:
gradoras de otros elementos, distintos conceptualmente, pero co-
nectados dentro de una vida cristiana madura y plena. Así, para 1 º) Perdón de los pecados ( 1 Jn 2 y 3). El hombre hecho para
él, la fe es una unidad sintética que incluye, con una exigencia expresar a Dios (el ser), mientras está en pecado, aunque antropo-
LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 89
88 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES

Como ya hemos dicho antes, la palabra con que se designa esta


lógicamente se exprese, sin embargo en el ámbito moral (que de- vida nueva es la de «agápe» (amor). Con ella se significa la vida
fine axiológicamente a la persona) en definitiva y en el fondo no abierta y entregada a Dios y a los demás. Así constituye una expre-
expresa sino la nada. Ello constituye una injuria a Dios, que sión de Dios, porque Dios es amor (agápe), como se dice en I Jn 4, 8.
queda perdonada cuando el hombre, con la ayuda de Dios (gracia Tan específico y decisivo es el amor que, quien ama, ha pasa­
en sentido amplio) odia su propia condición inexpresiva, que lo do de la muerte a la vida (1 Jn 3, 14); es decir, del estado de pe-
aliena de su propio ser, y lo aleja y lo contrapone a Dios. cado al estado de gracia. Ello nos confirma en que lo constitutivo
El ámbito del bien es absoluto; el ser humano cuando actúa a de la gracia se realiza en el ámbito de la voluntad, incluyendo el
nivel personal o se compromete con el bien o con el mal; desde el conocimiento y otros elementos hasta asumir a todo el hombre y
momento en que no hace el bien ya hace el mal. De ahí que si constituirlo en expresión de Dios al amar lo que Dios ama: al
una acción buena es expresión de Dios (al menos en sentido am- mismo Dios y a los hombres.
plio), una acción mala será simplemente no expresión de Dios. Es interesante señalar otro aspecto de esta vida nueva. Dice
De la misma manera, si el estado de gracia es expresión de Dios, Juan que Dios es amor y quien permanece en el amor permanece
el estado de pecado será una no expresión o inexpresión de Dios. en Dios y Dios en él (1 Jn 4, 16).
La permanencia del cristiano en el amor tiene carácter intrín-
El perdón de los pecados desde el hombre es un acto de la vo-
seco al mismo hombre, porque permanecer en el amor es amar.
luntad (que pasa a ser elemento de la nueva opción) que odia su
Entonces, es claro, que la permanencia del justo en Dios y de
propia opción fundamental por inexpresiva de Dios. Es el ele-
Dios en el justo, tiene también carácter intrínseco. Esto quiere
mento previo con que el hombre construye su opción fundamen-
decir que se da una profunda inmanencia de Dios en el justo, es-
tal por Dios y de la que forma parte hasta constituir la expresión
pecífica de la gracia, que, por supuesto, hay que conciliar con la
de Dios que es el estado de gracia.
trascendencia radical de Dios con respecto al mismo justo. Es la
Aunque la condición inexpresiva del hombre en su referencia divinización del justo.
a la nada no tiene entidad propia, no obstante puede ser objeto de Precisamente, el concepto-realidad de expresión recoge y ex-
amor o de odio esa condición que aliena al hombre de su ser. plicita esta constitutiva condición bipolar de la gracia como ya
El perdón de los pecados desde Dios es el invariable y eterno hemos puesto de manifiesto en páginas anteriores. Por lo que po-
amor de Dios al que el hombre, con la ayuda del mismo Dios, demos afirmar fundadamente que nuestra teoría está en conformi-
quita los obstáculos para que ese Dios ame al hombre hasta expre- dad con el pensamiento de san Juan sobre la gracia, aun en sus
sarse en él a nivel personal. En Dios, propiamente hablando, no se visiones más profundas y significativas.
da ningún cambio al perdonar al pecador en la justificación, como
si de una actitud negativa pasara a otra positiva. Dios es inmutable e) La vida nueva en esperanza. Aunque Juan acentúa mucho
en su amor a los hombres (que incluye el incondicional perdón de el aspecto de la presencia de los dones eternos en la fase actual
los pecados) expresado en Cristo para siempre (1 Jn 4, 10). del cristiano, no falta en él la perspectiva escatológica y de espe-
ranza: todavía es preciso aguardar y soportar las tribulaciones de
este mundo para que podamos ser y aparecer enteramente lo que
2º) Nacimiento a una vida nueva. (3, 3 ss.; 1 Jn 3, 9; 5, 1 ss).
somos a semejanza del Hijo resucitado y glorioso (17, 5, 24; 1 Jn
De la inexpresión de Dios se pasa a la expresión de Dios. De una
2, 28; 3, 2). Como ya posee de antemano el don final, el cristiano
vida de egoísmo, de encerramiento en sí mismo, el hombre pasa a
espera con confianza el día del Señor (l Jn 4, 17; 2, 28).
transcenderse a sí mismo; de una vida de amor a sí mismo y odio
Esa condición de la vida de gracia en que ya poseemos la vida
a Dios y a los hermanos se pasa a una vida de amor a Dios y a los
de Dios pero todavía no se ha manifestado lo que seremos, esto
hermanos, esto es, a ser expresión de Dios.
90 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES

es, semejantes a él (1 Jn 3, 2), exige para su significación un con-


cepto suficientemente amplio, flexible y dinámico, que incluya la
11
gracia en esta vida y la bienaventuranza en la otra. Porque entre
las dos no se da solución de continuidad; incluso, son de la misma
naturaleza, como se sugiere en los textos que acabamos de citar.
El concepto de expresión tiene esas características. Su ampli-
tud, flexibilidad y dinamicidad le permiten significar igualmente la
IA GRACIA
, COMO
vida de gracia y la vida bienaventurada. En efecto, la gracia, como EXPRESION DE DIOS
hemos dicho tantas veces es «la expresión personal de Dios en el
hombre»; pero también se puede decir con verdad que la vida bie- Y LOS SANTOS PADRES
naventurada es «la expresión personal de Dios en el hombre».
La diferencia de grado o, más bien, cualitativa, consistirá en que
seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es (1 Jn 3, 2);
es decir, seremos más intensa y perfectamente (en plenitud, según la A. LOS PADRES GRIEGOS
capacidad de nuestro ser) expresión personal del Dios personal.
Porque nuestro conocimiento de Dios será intuitivo por eso
será dimensión integrante y esencial de la más perfecta y comple- Introducción
ta expresión de Dios, que específicamente estará constituida por
el amor único, pleno y necesario a Dios postulado por ese a) La gran importancia de los Padres de la Iglesia Oriental en la
conocimiento. teología de la gracia ha sido puesta de relieve en los tiempos mo-
En fin, seremos expresión de Dios porque le conoceremos y le dernos. Autores tan distintos y distantes como M. J. Scheeben 21,
amaremos tal como él se conoce y se ama; siendo así la persona H. Rondet 22, Piet Fransen 23, K. Rahner 24, X. Zubiri 25 y un largo
humana la manifestación entitativa, constitutiva y completa, aun- etcétera, están de acuerdo en el gran valor y actualidad de los es-
que relativa, del ser de Dios, en su naturaleza divina y en sus ca- critos de los Padres griegos en todos los aspectos que puede abar-
racterísticas personales, en virtud de una relación vital e car un tratado teológico sobre la gracia de Dios, en especial, los
intrínseca 20• referentes a la divinización, inhabitación y relación del hombre
justo con las personas divinas, principalmente con el Espíritu
Santo.
Entre los Padres orientales el tratamiento que recibe la gracia,
suele ser menos especulativo pero más místico y contemplativo:
«En Oriente, durante todo el período patrístico, no hubo tanta es-

20. Sobre la gracia en san Juan cf. A. WIKENHAUSER, El Evangelio


21. Cf. M. J. SCHEEBEN, Los misterios del Cristianismo, Barcelona, 1957.
según San Juan, Barcelona 1972; J. MATEOS-J. BARRETO, El Evangelio de
22. Cf. H. RONDET, La gracia de Cristo, Barcelona 1966, 63-80.
Juan, Madrid 1979; R. E. BROWN, El Evangelio según Juan, Madrid 1979; P.
23. Cf. P. FRANSEN, Mysterium Salutis, TV/2, 611-619.
DENIS, La révélation de la gráce dans Saint Paul et dans Saint lean, Liege
24. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, I, 352-354.
1948; V. M. CAPDEYILA I MONTANER, Liberalización y divinización del
25. Cf. X. ZUBIRI, Naturaleza, Historia, Dios, Madrid 1963, 457-467.
hombre, t. I: La Teología de la Gracia en el Evangelio y en las Cartas de San
Juan, Salamanca 1984.
92 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS... 93

peculación teórica, sino que predominó más bien la asimilación y olivo silvestre sino olivo fructífero, así el hombre injertado por la
contemplación de la gracia» 26• fe y que ha recibido el Espíritu Santo, no pierde su naturaleza
carnal, sino que transforma la cualidad del fruto de sus obras y
b) Centrándonos ya en nuestro tema, no pretendemos, obvia- recibe un nombre nuevo, que expresa su mejora. Ya no se llama
mente, que nuestra teoría sea afirmada o explícitamente aludida carne y sangre sino hombre espiritual» 28•
por los Padres griegos. Solamente tratamos de hacer ver que nues- Texto altamente significativo, en perfecta coherencia con la
tra teoría de la expresión, en cuanto aplicada a la gracia, está en teoría de la expresión. Porque el hombre en gracia (como todo ser
conformidad y es coherente con la doctrina de los Padres orienta- expresivo) no pierde su naturaleza, sino que se transforma y
les; mejor aún, que sus doctrinas se pueden significar y verter en eleva hasta adquirir cualidades y efectos del ser expresado, es
categorías expresivas. Más todavía, la versión filosófica más apro- decir, de Dios.
ximada a la doctrina de los Padres griegos sobre la gracia, me Esta doctrina se aclara con el precioso ejemplo del olivo injer-
atrevo a decir, es la significada por la teoría de la expresión. tado, que, según Ireneo, no pierde su naturaleza de árbol, sino
que cambia la cualidad de su fruto y también su mismo nombre.
Pero, obsérvese bien que esto se realiza en virtud de una unión
l. San Ireneo intrínseca: injerto de un ser inferior ( olivo silvestre-hombre) en
otro ser superior (olivo fructífero-Espíritu Santo) del que se reci-
Ireneo realiza una síntesis general de las tradiciones joánica y ben o actúan sus cualidades.
paulina, aunque se advierte en él una preponderancia de la prime- Consecuencias parecidas se pueden deducir y aplicaciones pa-
ra. Por eso, no ha de sorprender que tenga fórmulas como ésta; recidas se pueden hacer a partir de las ideas de Ireneo sobre la re-
«(el Verbo) por su infinito amor, se ha convertido en lo que generación, 29 el segundo nacimiento, la filiación divina adoptiva
somos nosotros, para convertirnos a nosotros en lo que es él» 27• 30
y la inhabitación de la Trinidad 31•
Estamos ante una fórmula de la transformación operada en el También Ireneo está de acuerdo con nuestra concepción de
hombre por la gracia; transformación que hace al hombre partici- Cristo como gracia fundamental cuando habla de Cristo como re-
par de lo que es el Verbo: Hijo de Dios y Dios. capitulación de toda la humanidad 32•
Esta realidad, como ya hemos dicho otras veces, se significa
adecuadamente por el concepto de expresión. En efecto, el hom- 2. Orígenes
bre en gracia sufre una transformación que, por manifestar entita-
tiva y vitalmente a Dios, lo convierte en expresión de Dios, al La naturaleza de la gracia, según Orígenes, está frecuente-
asemejarse, entonces, a Dios. mente significada por el concepto y realidad de lo que es una
El mismo Ireneo explica esta transformación con descripcio- imagen. El justo llega a ser imagen de Dios; afirmación, por otra
nes en perfecta conformidad con el concepto y realidad de la ex- parte, muy repetida por los Padres.
presión. «A la manera que el olivo silvestre injertado no pierde
su naturaleza de árbol, sino que cambia la cualidad de su fruto y
27. Adv. haer., l. 5 Pro!. PG 7, 1.120.
también su mismo nombre, ya que no se le llama en adelante 28. Adv. haer., l. 5, c. 10 PG 7, 1.148.
29. Cf. Adv. haer., 5, 13, 3 PG 7, 1.166.
30. Cf. Adv. haer., 4, 20, 5 PG 7, 1.035.
26. Nicholas N. GLOUBOKOWSKY, citado por E. J. FORTMAN, Teolo­ 31. Cf. Disseruuiones, PG 7, 97; Adv. haer., 3, 17, 2-3; 5, 1, 1; 6, 1 PG 7,
gía del hombre y de la gracia, Santander 1970, 126. 930, 1.121, 1.137-1.138
27.Adv. haer., l. 5 Prol. PG 7, l.120. 32. Cf. Adv. haer., 3, 18, 1 PG 7, 932.
94 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS... 95

«Cuando el Verbo unigénito ha asimilado a sí todas las obras, mismo que se realizó en el Señor. Nuestro salvador es el esplen-
palabras y pensamientos del hombre, éstos imitan la imagen del dor de la gloria. Ahora bien, el esplendor no fluye de una vez
Dios invisibe y se hacen imagen del Creador. .. Se realiza en ellos para siempre y deja luego de fluir. Si el Señor nace continuamen-
la imagen del Verbo celestial que es, a su vez, imagen de Dios. te del Padre, también tú, que tienes a semejanza suya el espíritu
Puesto que los santos son imagen de la imagen, y puesto que la de adopción, eres engendrado continuamente por él, en cada uno
imagen misma es el Hijo, aquéllos realizan la filiación no sólo en de los pensamientos y de las obras. De esta forma vienes a ser
cuanto que se hacen conformes a la gloria de Cristo, en el cuerpo, hijo de Dios en Jesucristo» 35•
sino también en cuanto que se conforman a Aquel que ha La filiación divina queda perfectamente encuadrada dentro
asumido el cuerpo ... » '3. del concepto de expresión; ya que el justo al ser hijo de Dios re-
El concepto de imagen se puede considerar como un antece- cibe y ejerce continuamente la misma vida de Dios. Pero, enton-
dente del concepto de expresión. Es un concepto que ha sido ces, el hombre (ser inferior) por medio de una relación vital e
usado también en filosofía, aunque no ha sido objeto de una ela- intrínseca que es postulada por esa filiación, manifiesta entitati-
boración filosófica. El ser imagen establece una relación, si bien vamente a Dios (ser superior). Ahora bien, eso es una expresión.
extrínseca, entre dos seres; lo cual le acerca a la realidad de la La manifestación entitativa de la vida de Dios por medio de
expresión. una relación vital e intrínseca está muy bien significada por Orí-
También lleva consigo una inmanencia, aunque de por sí su- genes cuando dice «que el justo ... nace continuamente de Dios
perficial o de mera relación de semejanza, del original en el otro por cada obra virtuosa que realiza». No es, pues, la filiación divi-
ser que es su imagen. Incluso se da una indudable trascendencia na un hecho jurídico, sino el ejercicio de la misma vida de Dios,
del primero con respecto al segundo. Pero su inmanencia extrín- lo cual se significa con exactitud por el concepto de expresión.
seca hace que su trascendencia sea irrelevante al significar un También Orígenes enseña la deificación del justo por la gra-
distanciamiento y una superioridad entitativa de un ser desvincu- cia. «Para que la naturaleza humana, al unirse con una sustancia
lado real y vitalmente del otro. Entre el ser original y su imagen más divina, se hiciese divina (theía), no sólo en Jesucristo, sino
sólo se da una relación de semejanza que posibilita solamente en todos los que, por la fe, abrazan la vida que Cristo ha enseña-
una comunicación en el plano intencional; con lo que el conteni- do, que conduce a la amistad y a la comunión (koinonia¡ con
do axiológico del ser original en su trascendencia no puede enri- Dios a todo el que acomode sus costumbres a los preceptos de
quecer a su imagen. Jesucristo» 36•
Sin embargo, se puede afirmar que el concepto de imagen es La deificación, núcleo constitutivo de la gracia, pienso que
coherente con el de expresión; aunque sea éste más elaborado, únicamente puede ser significada con una aproximación relativa
más significativo y de contenido más profundo 34. por el concepto de expresión. En efecto la divinización, debido a
Siguiendo a san Juan y a san Pablo, Orígenes también enseña su radical inmanencia y a su absoluta trascendencia, sólo puede
la filiación divina del justo. ser abarcada, aunque sólo relativamente, por el concepto de ex-
«No digo que el justo ha nacido de Dios una vez para siem- presión. Más adelante lo veremos detenidamente.
pre, sino que nace continuamente de Dios, por cada obra virtuosa De momento es útil resaltar la íntima conexión que establece
que realiza. Para aclarar más esta idea examinemos la generación Orígenes entre la deificación y el ejercicio de la existencia según
continua de nuestro salvador, pues en los justos se realiza aquello los preceptos de Cristo.

33. De oratione, c. 22 PO 11, 485.


34. Cf. H. CROUZEL, Theologie de l'image de Dieu chez Origene, Paris, 35. In Jeremiam, Hom., 9, c. 4 PO 13, 356-357.
1956. 36. Contra Celsum, l. 3, e 28 PG 11, 956.
LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS... 97
96 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES

El mismo argumento desarrolla Basilio: «¿Cómo no va a ser


3. San Ignacio de Antioquía Dios quien hace dioses a los otros?» • 1•

De manera parecida razona Gregario de Nisa 42, Gregario Na-


En la misma línea que los Padres anteriores Ignacio de Antio- cianceno 43 y Máximo el Confesor ",
quía nos habla también de la transformación del cristiano: «Sois
piedras del templo del Padre, preparadas para formar parte del
edificio de Dios Padre, elevadas por la máquina de Jesucristo, la
cruz, empleando como maroma al Espíritu Santo. Sois, pues, vo- 5. San Juan Crisóstomo y san Cirilo de Alejandría
sotros y todos vuestros compañeros de viaje deíferos, templífe-
ros, cristíferos, santíferos ... » 31• Esta misma idea u otras parecidas La doctrina de Juan Crisóstomo sobre la gracia es similar a la
las dice Ignacio en otros lugares 38• de los otros Padres griegos".
Pienso que esta transformación de que habla Ignacio se signi- San Cirilo de Alejandría es un autor muy importante en su
fica, profundiza y explicita por el concepto de expresión, tal doctrina de la gracia que es calificada por Rondet de «rica, nueva
como venimos diciendo. Y tradicional» 46• En dos apartados se podría englobar la doctrina
de Cirilo acerca de la gracia.
a) La participación 47 en la naturaleza divina y la, para él, sub-
siguiente filiación, adquieren en nuestro autor unos caracteres
4. San Atanasio, los Capadocios y Máximo el Confesor especiales.
«Es unigénito en cuanto Dios, primogénito respecto a noso-
Atanasio está tan convencido de la divinización del cristiano tros, debido a la unidad que se ha realizado por la encarnación.
que llega hasta apoyarse en ella para probar la divinidad del Espí- Se le llama el primogénito entre muchos hermanos, en cuanto
ritu. «Todos somos llamados partícipes de Dios a causa del Espí- hombre, de manera que también nosotros somos hijos de Dios
ritu. San Pablo, efectivamente, dice: ¿No sabéis que sois templos por naturaleza y según la gracia en él y por él»48•
de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros? ... Pero si el Estaríamos ante una atrevida filiación por naturaleza. Esta fi-
Espíritu Santo fuera una criatura, no tendríamos por medio de él liación por naturaleza no ha sido recogida por la tradición, por-
ninguna comunicación con Dios: únicamente estaríamos unidos a que «Uno sólo es hijo de Dios por naturaleza ... » 49• Esta tradición
una criatura, pero seguiríamos siendo extraños a la naturaleza di-
vina ... Pero si por la comunicación del Espíritu nos hacemos par-
41. Adversus Eunomium, 3, 5 PG 29, 665.
tícipes de la naturaleza divina, sería insensato decir que el 42. Cf. Adv. Maced., 22 PG 45, l. 328-1.329.
Espíritu tiene una naturaleza creada y no divina. No es otra la 43. Cf., Orat., 34, 12 PG 36, 252; Orat., 31, 28 PG 36, 165; Orat., 37, 18
causa de que nos divinicemos aquellos en quienes él está presen- PG 36, 304.
te. Si diviniza, indudablemente debe ser Dios» 39• 44. Cf. Quaestiones ad Thalassium, q. 59 PG 90, 609.
La misma argumentación repite en relación al Verbo: «El 45. Cf Hom. 40 in J Cor., n. 2 PG 61, 348-349.
hombre no podría quedar divinizado mediante su unión con una 46. H. RONDET, o. c., 76.
47. La participación de la naturaleza divina es un aspecto o dimensión de la
cosa creada» 40•
gracia traducible a la mentalidad actual por el concepto antropológico de expre-
sión. El concepto de participación es valioso (toda la tradición teológica lo de-
muestra); no obstante, pienso que para significar la gracia, puede ser sustituido
37. Epístola a los Efesios, 9, 1-3. ventajosamente por el concepto de expresión, como veremos más adelante.
38. Cf. Mgn., 14, 1; Ef, 4, 2; Ef, 13, l-2 (BAC, n. 65). 48. De incarnatione, PG 75, 1.229.
39. 1 Epist. ad Serapionem, 24 PG 26, 585. 49. SAN AGUSTÍN, De serm. Dom. in mont., l, 23 PL 34, 1.268.
40.o­. 2 contra Arianos, n. 70 PG 26, 296.
98 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 99

se apoya en san Pablo para quien nosotros somos hijos por adop- Es preciso estar de acuerdo con Cirilo porque si no se da la
ción (Rom 8, 14 ss). Pero, probablemente, Cirilo no quiso decir donación del Espíritu Santo al justo, entonces no se da santifica-
que seamos hijos de Dios por naturaleza como Jo es el Hijo, sino ción, no se da la gracia. Como veremos más adelante, en la gracia
que somos hijos de Dios por tener la misma naturaleza que el se dan tres dimensiones o elementos en perfecta analogía con la
Hijo Encarnado; el cual al hacerse hombre ha asumido y elevado expresión antropológica:
la condición de hijos de Dios a todos los hombres en virtud de La gracia como opción fundamental, como manifestación co­
una unión física y natural con Cristo según ideas de san Pablo (Ef municativa y como unión vital e intrínseca de Dios y el hombre.
1, 23; Col 1, 15-20; 1 Co 15, 28; etc.). Esta última dimensión que expresa la especificidad de la persona
Pero también, según Cirilo, somos hijos «por participación del Espíritu Santo (y que a él hay que atribuir porque la realiza
según la gracia» 50 por medio del Espíritu Santo: «Quienes se ad- personalmente) es de tal importancia que sin ella no serían ni
hieren a él (Cristo) por la fe, después de recibir el Espíritu y par- efectivas ni reales las otras dimensiones de la gracia; es decir, la
ticipar la naturaleza divina, han sido llamados parientes y gracia no se daría en el justo, en el hombre. Por lo que hay que
hermanos» 51• atribuir al Espíritu Santo la santificación efectiva del justo; su
Según Cirilo se da una participación en la naturaleza divina participación en la divina naturaleza, la deificación, la filiación
que, al parecer, es el fundamento de la filiación por naturaleza; la divina; en fin, toda la gracia adquiere sentido, realidad y eficacia
cual, sin embargo, además de ser progresiva, es diferente de la de por la acción personal del Espíritu Santo 54•
Jesucristo y no impide la filiación adoptiva por la gracia.
Todo ello es abarcado por el concepto de expresión. El hom-
bre desde que llega a la existencia ya está elevado al orden sobre- B. LOS PADRES LATINOS: SAN AGUSTÍN 55

natural, al tener la misma naturaleza que la naturaleza humana


del Hijo, lo cual hace al hombre expresión de la expresión funda-
mental que es Cristo. La filiación por el Espíritu Santo o por la Introducción
gracia haría al hombre, personalmente justificado, hijo del Padre
al ser expresión del Hijo en su naturaleza divina 52• «Se pueden distinguir, guardándose, no obstante, de opon_er­
las, dos corrientes en la teología patrística de la gracia: una co-
b) El Espíritu Santo. Como hemos visto por los textos citados,
la importancia que en la justificación del hombre otorga Cirilo al
54. Sobre la teología de la gracia en los Padres griegos cf. H. RONDET, o.
Espíritu Santo es fundamental y decisiva. «Insiste de tal manera c.; J. GROSS, La divinisation du chrétien d' aprés les Péres grecs, París 1938;
en el papel del Espíritu en la unión de las almas con Dios, que P. GALTIER, Le Saint­Esprit en nous d' aprés les Péres grecs, Roma 1946; J. A.
parece atribuir a esta unión con el Espíritu Santo toda la santifi- de ALDAMA, Virgo Mater. Estudios de teología patrística, Granada 1963.
cación; la gracia increada se presenta en él con tanto relieve que 55. La bibliografía sobre la doctrina agustiniana acerca de la gracia es
la gracia creada aparece como rechazada y queda a la sombra» 53• abundante. Seleccionamos los siguientes títulos: E. PORTALIE, Dictionnaire
de Théologie Catholique, art. Aug ustin (Saint), Paris 1909, I/2, cols.
2375-2408; J. VAN DER MEERSCH, DTC, art. Gráce, 1923, IV, cols. 1613
ss.; CH. BOYER, «Le systeme de S. Augustin sur la gráce d'apres le De co­
50. De incarnatione, PG 75, 1.229; Thesaurus, Assertio 2 PG 75, 113. rreptione et gratia», Recherches de Science Relig, XX (1930) 481-505; N.
51 De adoratione in spiritu et veritate, 7 PG 68, 504. MERLIN, Saint Augustin et les dogmes du peche origine/ et de la gráce, Paris
52. Thesaurus, Assertio 2 PG 75, 113. 1931; F. CAYRE, Les sources de l'amour divin. La divine présence d'aprés S.
53. P. GALTIER, Le Saint­Esprit en nous d' aprés les Péres grecs, Roma Augustin, Paris 1933; G. DE PLINVAL, «Aspects du déterminisme et de la li-
1946, 162-165. berté dans la doctrine de Saint Augustin», Revue des Etudes Augustiniennes, I,
LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 101
100 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES

Iio ", Juan Crisóstomo ", Cirilo de Alejandría 60 y Justino 61• De la


rriente joánica y otra paulina. La corriente joánica, la de la gracia misma manera se debe afirmar que la gracia divinizante forma
divinizante o, como dirán más adelante los escolásticos, de la parte de la tradición latina 62, y, concretamente, de Agustín.
gracia elevante, predomina entre los padres griegos; la corriente Agustín no sólo no ignora la divinización del hombre por la
paulina o de la gracia liberadora y «sanante» está representada
gracia, sino que le concede una importancia capital. En su carta
sobre todo por San Agustín. Pero sería excesivo querer descubrir
sobre «la presencia de Dios» 63, Agustín enseña con toda la tradi-
en esta diferencia de punto de vista o acento una oposición cual-
ción anterior la inhabitación del Espíritu Santo en el alma del
quiera en la doctrina. La gracia joánica sólo diviniza al hombre
justo como en un templo. Ello es tan importante que la santidad
liberándolo de las tinieblas del pecado y de la muerte; la gracia
se mide por la intensidad de esa inhabitación; la cual, no es algo
paulina no es únicamente una fuerza opuesta al pecado que ella
meramente jurídico o moral, sino también ontológico, ya que se
destruye; sólo triunfa de él porque es una vida en Cristo. Al ha-
trata de una presencia real del Espíritu Santo anterior a toda op-
blar de la divinización del cristiano por la encarnación del Verbo,
ción libre: «decimos que en los niños bautizados, aunque lo igno-
los padres griegos no separan nunca esta encarnación del acto re­
ren, habita el Espíritu Santo» 64•
dentor de Cristo, y tienen siempre presente que la humanidad di-
La misma enseñanza aparece en la Epist. 140, que también
vinizada es una humanidad caída, que necesita ser arrancada de
expone su doctrina acerca de la participación en la naturaleza
su estado de decadencia. De modo semejante, si San Agustín es
divina haciendo eco a Ireneo: «Descendió él para que nosotros
el doctor de la gracia que sana la voluntad y le da fuerzas para
ascendiéramos, y permaneciendo en su naturaleza se hizo partíci-
cumplir el bien, es también el doctor del cuerpo místico y de la
pe de nuestra naturaleza para que nosotros permaneciendo en
divinización del cristiano» 56•
nuestra naturaleza nos hiciéramos partícipes de su naturaleza» 65•
Otros muchos textos se podrían citar en que Agustín enseña la
filiación divina 66 o una profundización de la inhabitacián de
l. La gracia divinizante Dios en el hombre: «habitas en Dios para que seas contenido» 67•
También se puede consultar su rica doctrina sobre el Cuerpo
a) En efecto, los Padres griegos hablan de la gracia liberadora Místico, en la que enseña que Cristo está tan presente en nosotros
y «sanante». A este propósito puede consultarse a Ireneo '7, Basi- que ora, habla y sufre en nosotros porque vive en nosotros: ~<No
está Cristo en la cabeza y no en el cuerpo, sino que Cristo todo
está en la cabeza y en el cuerpo» 68• Tan presente está en nosotros,
(1955) 345-378; H. RONDET, «La grácc Iibératrice», Nouvelle Revue Théolo­ que es nosotros mismos: «porque nosotros también somos él
gique, (1947) 113-136; id., La gracia de Cristo, Barcelona 1966; V. CAPANA-
GA, Obras de San Agustín, Madrid 1971, VI, 3-127; A. TURRADO, Dios en
el hombre. Plenitud o tragedia, Madrid 1971; A. PINCHERLE, «Sulla forma- 58. Cf. Hom. in Ps. 32 PG 29, 328-329.
zione della dottrina agostiniana della grazia», Rivista di Storia e Letteratura Re­ 59. Cf. In I Cor hom. 24 PG 61, 199.
ligiosa, 11 (1975) 1-29; S. IODICE, Legge e grazia in S. Agostino, Napoli 60. Comment. in Le II, 4 PG 72, 696.
1977; J. BURNS, The Development of Augustine's Doctrine of Operative 61. Apología!, c. 10 PG 6, 641.
Grace, Paris 1980; D. MARAFIOTI, L' Uomo tra legge e grazia. Analisi teolo­ 62. Cf. SAN AMBROSIO, De Spir. Sane., 1.1, c.6 PL 16, 723.
gica del «De spiritu et littera» di S. Agostino, Napoli 1983; A. TRAPE, «Li- 63. Epist. 187 PL 33, 792-848.
berta e grazia», Studia Ephermeridis «Augustinianum», 24--26, Roma 1987, I, 64. Epist. 187, 26 PL 33, 841.
189-202; id., S. Agostino: introduzione al/a dottrina della grazia. I. Natura e 65. Epist. 140, 4, 10 PL 33, 541.
grazia, Roma 1987, II. Grazia e liberta, Roma 1990. 66. Cf. In ep. lo., 2, 14 PL 35, 1997.
56. H. BAUMGARTNER, El Evangelio de Cristo, Barcelona 1975, 64. 67. In ep. lo., 8, 14 PL 35, 2.043.
57. Cf. Adv. haer., 3, 17 PG 7, 930. 68. In lo. ev., 28, l PL 35, 1622.
102 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 103

mismo» 69, en cuanto que él y nosotros formamos el Cristo total: embargo, es significativa la insistencia con que Agustín sitúa la
«a su carne se une la Iglesia y se hace el Cristo total, la cabeza y gracia (cuando se trata de adultos) en la dimensión personal del
el cuerpo» 10• hombre, en sus actos libres de amor, en su opción por Dios.
Veamos algunos pasajes: «Poseed más bien el amor de Dios,
b) Dos aspectos, por consiguiente, han sido, al parecer, pro- para que, así como Dios es eterno, del mismo modo también voso-
fundizados y mejor explicados por Agustín con respecto a la gra- tros permanezcáis eternamente, porque cada uno es lo que es su
cia divinizante, en comparación de los Padres griegos. El primero amor. ¿Amas la tierra? Serás tierra ¿Amas a Dios? ¿Diré que serás
es el referente al Cuerpo Místico de que había hablado sobre todo Dios? No me atrevo a decirlo como cosa mía; oigamos la Escritu-
Cirilo 71• ra: Yo dije: Todos sois dioses e hijos del Altísimo» 74• Y en otro pa-
El Cuerpo Místico de Cristo o Cristo total, tal como lo conci- saje: «¿Comenzaste a amar? Dios comenzó a morar en ti; ama al
be Agustín inspirándose en san Pablo (1 Cor 12, 12 ss.; 6, 15 ss.; que comenzó a morar en ti, para que, morando más perfectamente,
Rom 12, 4 ss.; Ef 2, 14-22; 1 Cor 12, 4-11 etc.), viene a ser la te haga perfecto» 75• Es sabido de dónde toma Agustín su fuente de
Gracia total; es decir, la gracia fundamental (Cristo) y toda la inspiración, de san Juan: (1 Jn 4, 16; 2, 12-17; etc.)76•
gracia derivada o participada perfectamente integradas por el Es- Así, pues, Agustín no hace consistir la gracia ni la inhabita-
píritu Santo (Ef 2, 14-22; 1 Co 12, 4-11 ), que, según Agustín, es ción de Dios en una entidad finita añadida al hombre; sino que es
el alma de ese Cuerpo Místico o Cristo total que es la Iglesia 72• el mismo hombre el que se transfoma y queda agraciado por su
Pienso que se puede significar esta doctrina diciendo que el propio amor de Dios recibido de Dios. Es el amor (una opción,
Cristo total de Agustín es la expresión total de Dios; es decir, la un acto, un acontecimiento) el que decide que el hombre esté en
manifestación entitativa de un ser (Dios) en otros inferiores (hu- gracia e inhabite Dios en él.
manidad de Cristo y de los hombres) por medio de una unión La gracia no es una sustancia o un accidente añadidos. Lo
vital e intrínseca. primero haría del hombre otro ser; lo segundo degradaría, rebaja-
El otro aspecto sería el de la presencia de Dios en los justos. ría «la obra más grande de Dios que es la gracia», como dice
Como dice Rondet, «Agustín pasa de la presencia de Dios en las santo Tomás 77•
almas justas a la presencia de Dios en la Iglesia, también ella
La gracia es una transformación divinizante del hombre en su
templo del Espíritu Santo. Cristo ha muerto para reunir en una
núcleo de amor libre. Es el yo, la persona, lo más elevado, pro-
misma ciudad, en un mismo cuerpo, en un mismo edificio a los
fundo e íntimo (entendido todo ello como categorías cualitativas)
hijos de Dios» 73•
lo que recibe una elevación e intensificación. La gracia es un en-
riquecimiento cualitativo del ser personal, una potenciación de su
personalización que se realiza al constituirse el hombre en expre­
2. La gracia agustinianay la expresión sión del Dios personal.
Por eso, podemos decir con Agustín que la voluntad que ama
Hemos dicho antes que para Agustín la gracia tiene una di-
a Dios es Dios, junto con todo el hombre, que según la doctrina
mensión ontológica anterior incluso a cualquier acto libre. Sin

69. In lo. ev., 111, 6 PL 35, 1.929. 74. In ep. lo., 2, 14 PL, 35, 1.997.
70. In ep. lo., 1, 2 PL 35, 1.979. 75. O. c., 8, 12 PL 35, 2.043.
71. Cf. In lo. 1, 9 PG 73, 1 1, etc. 76. Está claro, por tanto, que Agustín se inspira, no solamente en san Pablo,
72. Cf. Ser. 268, 2 PL 38, 1.232. sino también en san Juan.
73. H. RONDET, La gracia de Cristo, Barcelona 1966, p. 83. 77. S Th 1-2, q. 113, a. 9.
104 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓNDE DIOS... 105

agustiniana, queda asumido por la voluntad Por lo que estaría


1•.
gracia de Dios (lo cual era negado por Pelagio) que algunos au-
de acuerdo con nosotros en vincular intrínsecamente la gracia al tores han querido ver en ello una negación implícita, por lo
amor de Dios que es una opción de la voluntad 79• menos, de la libertad humana. El problema de la libertad en
En consecuencia, dado que la gracia es distinta del ser sustan- Agustín en relación con la gracia se nos plantea con particular
cial del hombre (ya que puede adquirir y perder la gracia sin alte- agudeza al pretender Jansenio (s. XVIII) que su doctrina de la
rar su ser de hombre) hemos de situar específica y decisivamente «delectatio victrix» (según la cual «en el estado de naturaleza
la gracia en el ámbito volitivo del ser humano, que asume al yo y caída no se resiste nunca a la gracia interior») que fue condenada
a las otras dimensiones del mismo, en las que subsiguiente y por la Iglesia debido a que suprime la libertad 81, está fundada en
apropiadamente a su condición entitativa, se sitúa también la Agustín.
gracia. Ciertamente que hay algunos textos agustinianos que parecen
Ahora bien, decir con Agustín que el amor a Dios diviniza al favorecer la postura de Jansenio. Dice Agustín: «es necesario que
hombre y lo hace morada de Dios, supone e implica que el hom- obremos según lo que más nos deleita» 82• Este texto nos da a en-
bre está en gracia en cuanto expresa a Dios. En efecto, el hombre tender la eficacia de la gracia, y contiene una observación psico-
cuando ama a Dios ama lo que es Dios; por lo que manifiesta en lógica verdadera (ya que siempre obramos según se oriente
y con su propio ser a Dios por medio de una unión vital e intrín- nuestro amor, sea éste espiritual o terreno); de ninguna manera
seca, postulada ésta por el hecho de que ese amor diviniza al nos obliga a suprimir la libertad interior, la imperiosa (y obvia)
hombre haciéndolo morada de Dios. Estamos, pues, ante la reali- necesidad de ésta, de someterse en su actuación a su propia natu-
dad de la expresión. raleza. Otros textos iluminan al anterior: « Ved cómo atrae el
Por tanto, siguiendo las ideas agustinianas, se puede afirmar Padre: enseñando deleita, no imponiendo la necesidad» '3• Sigue
que la gracia es la expresión de Dios en el hombre. precisando el Hiponense: «Por tanto, de ninguna manera es supri-
mido el libre arbitrio de la voluntad porque es ayudado; precisa-
mente es ayudado porque no es suprimido» 84.
C. DOCTRINAS PROPIASDE SAN AGUSTÍN
SOBRE LA GRACIA b) A pesar de ello, hay otros pasajes en los que Agustín pare-
ce negar expresamente la libertad en el hombre pecador:· «El al-
bedrío de la voluntad es verdaderamente libre cuando no es
esclavo de vicios y de pecados. En esa condición fue dado por
l. La gracia liberadoray la expresión Dios, y, una vez perdido por vicio propio, no puede ser devuelto
sino por él, que pudo darlo» '5• Textos semejantes a éste tiene mu-
a) La colaboración del hombre con su libertad en la obra de su chos Agustín 86• Pero fácilmente se disipan las dudas advirtiendo
propia justificación es puesta de relieve por Agustín en una frase que el Obispo de Hipona distingue dos clases de libertad, y que
célebre: «Quien, pues, te hizo sin ti, no te justifica sin ti. Hízote
sin tú saberlo y no te justifica sin tú quererlo»"º. Sin embargo,
Agustín ha insistido tanto en la eficacia y en la soberanía de la 81. Cf. DzS 2002.
82. Exp. ad Gal., 49 PL 35, 2141.
83. In lo. ev., 26, 4-7 PL 35, 1.608-1.610.
78. Cf. J. A. GALINDO, «Reflexiones sobre la doctrina agustiniana acerca
84. Epist. 157, 2, JO PL 33, 677.
de la voluntad», en Augustinus, XVII (1972) 342 ss.
85. De civ. Dei, 14, 2, l PL 41, 418.
79. Solamente la voluntad es apta para significar la expresión de Dios que
es amor. 86. Cf. Op. imp. c. Jul., 5, 38 PL 45, 1.474; In lo. ev., 41, 11 PL 35, 1.698;
80. Ser., 169, c. 2 PL 38, 923. Ench., 30 PL 40, 246; In lo. ev., 41, JO PL 35, 1.698.
106 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 107

nunca niega lo que nosotros entendemos por libertad; esto es, la hombre caído, en el hombre actual. Pero eso (la libertad verdade-
libertad física (inmunitas a necesitate). A este respecto véase lo ra) es dado por Dios: «lo que fue perdido por propio vicio sólo
que dice en otro lado: «Pero, ¿quién entre nosotros dice que por puede ser devuelto por Aquel que pudo darlo. Por lo que dice la
el pecado del primer hombre pereció el libre albedrío en el géne- Verdad: Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres
ro humano? Pereció, sí, la libertad a causa del pecado; pero fue la (Jn 8, 36). Es lo mismo que decir que si os da la salvación enton-
libertad que existió en el paraíso de poseer plena justicia junto ces verdaderamente seréis salvados. Por consiguiente, es libera-
con la inmortalidad ... Tan es así que el libre albedrío no pereció dor en cuanto salvador» 93•
en el pecador, que precisamente por el libre albedrío pecan, sobre e) Esta teoría agustiniana está en perfecta coherencia con las
todo los que pecan con deleite y por amor del pecado; eso les características y derivaciones de todo acontecimiento expresivo.
place a ellos, lo que a ellos les gusta. Por lo que el Apóstol dice: La expresión tiene, entre otras consecuencias esenciales, la eleva-
«cuando erais esclavos del pecado, erais libres de la justicia» ción entitativa, dinámica y axiológica del ser expresivo en virtud
(Rom 6, 20) ... Por tanto, no son libres de la justicia sino por el de la acción ejercida por el ser que se expresa. Por ello es que la
arbitrio de la voluntad: pero no se hacen libres del pecado sino gracia -como acontecimiento expresivo que es- diviniza al
por la gracia del SalvadorȻ'. hombre, pero previamente lo libera de la esclavitud del pecado
En otro pasaje dice: «Es preciso reconocer que tenemos libre que es la negación de esa divinización.
albedrío para hacer el mal y para hacer el bien: pero, en el hacer O de otra manera dicho: para que en el hombre pueda reali-
el mal cada uno es libre de la justicia y siervo del pecado; en el zarse la expresión de Dios, es preciso antes superar la inexpre-
hacer el bien, sin embargo, nadie puede ser libre si no es liberado sión de Dios que es el pecado con toda la carga de heridas, malos
por Aquel que dijo Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis real­ hábitos y desordenadas tendencias que son los elementos y con-
mente libres (Jn 8, 36)» 88• Y en otro: «Pues si como tú (Juliano) secuencias de esa inexpresión.
dices que la libertad es la posibilidad del bien y del mal volunta- El que el hombre se haga expresión de Dios comporta una
rios, entonces Dios no tiene libertad, ya que en él no se da la po- fortificación y elevación de la libertad, hasta llegar a querer el
sibilidad de pecar» 89• Según Agustín, se da otra libertad superior, bien que antes era incapaz de querer, y odiar el mal del que antes
mayor; «aquella gran libertad perdida por culpa del pecado»; 90 padecía una degradante servidumbre 94.
que llevaba consigo «una voluntad libre y grande facilidad de Esta es la libertad que adquiere el hombre y que, como· ocurre
vivir según el bien» «El albedrío de la voluntad, pues, será ver-
91•
en toda expresión, la asimila al ser que se expresa en él, es decir
daderamente libre cuando no sirva a los vicios y a los pecados» 92• a Dios; ya que de esa manera se asemeja a la impecabilidad divi-
Este texto nos indica que esta verdadera libertad, no solamen- na al afirmarse la voluntad en el bien.
te se dio en Adán inocente, sino que también se puede dar en el Esta libertad comienza como imperfecta para irse desarrollan-
do, profundizando y adquiriendo más consistencia (si no se inte-
87. C. duas epist. pelag ., 1, 2, 5 PL 44, 552. rrumpe o interfiere la dinámica interna de la gracia) hasta
88. De correp. et sr, 1, 2 PL 44, 917. alcanzar la plenitud en la vida bienaventurada.
89. Op. imp. c. u«, 6, 11 PL 45, 1.521.
90. De correp. et gr., 12, 37 PL 44, 938.
9l. lbid. 93. De civ. Dei, 14, 11, 1 PL 41, 418.
92. De civ. Dei, 14, 11, 1 PL 41, 418. González Faus sostiene que san Agus- Cf.: E. GILSON, lntroduction a l' étude de Saint Augustin, 3a. ed., Paris,
tín considera anulada la libertad a causa del libre albedrío (Cf. GONZALEZ
1949; J. BALL, «Libre arbitre et liberté dans S. Augustin», l' Année Theo/. Au­
FAUS, J. l., Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre, Santander 1987,
gusti. 6 (1945) 368-382; id. «Le developpement de la doctrine de la liberté dans
336 ss., 552). ¿Desconocerá este autor la distinción agustiniana entre libre albe-
S. Augustin», ibid. 7 (1946) 400-430.
drío y libertad, y el significado que les da el Hiponense? Cf. mi artículo «Liber-
94. Cf. ln lo. ev., 26, 4--7 PL 35, 1.608-1.610; Conf., 9, 1, 1 PL 32, 763.
tad y libre albedrío en san Agustín», Augustinus, XXXI (1986) 343-355.
108 SAGRADAESCRITURA Y SANTOSPADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS... 109

d) Profundizando más. Obsérvese que, en el fondo, la libertas Dios en el hombre que es la gracia implica: a) una restauración
maior o liberación agustiniana, consiste en una adquisición cuali- del hombre como imagen de Dios; b) la elevación y enriqueci-
tativamente superior, por parte del hombre, de su propio ser; lo miento cualitativos de esa condición natural hasta constituir una
que ya el hombre es por naturaleza: el ser y estar hecho para la nueva realidad que postula un nuevo concepto para significarla
verdad y el bien, para Dios, ejercerlo y poseerlo como persona. O que, en mi opinión, es el de expresión. Así, pues, el hombre
lo que es lo mismo, vivir según la integridad de la imagen de cuando es expresión de Dios es también su imagen; pero el hecho
Dios que somos por naturaleza, y que habíamos perdido por de ser su imagen no incluye el de ser su expresión en el sentido
nuestra culpa y que recuperamos por la gracia de Cristo 95• Por pleno ya explicado.
tanto, la pretendida pérdida de la imagen de Dios por el pecado El ser humano, por la gracia de Dios, no sólo es imagen de
hay que matizarla; ya que la imagen de Dios no se había destrui- Dios, sino que es, además, hijo de Dios y partícipe de la divina
do por el pecado, puesto que el hombre seguía siendo hombre: naturaleza 98• Este enriquecimiento cualítativo que constituye la
«De ningún modo se destruyó lo que en el hombre fue impreso gracia está bien significado por el concepto de expresión. Ya que
cuando fue creado como imagen de Dios ... imagen de Dios ... que éste (y no el de imagen) postula una unión íntima, vital e intrín-
no había abolido completamente la maldad; ya que permanecía seca que se concreta y estructura en la filiación divina, la partici-
ciertamente aquello que sin lo cual el alma del hombre no puede pación en la divina naturaleza y la inhabitación.
ser racional» 96• Pero «renovar (la imagen de Dios) no se puede Así se explica que, según los textos agustinianos antes cita-
sin la gracia cristiana, esto es, sin la intercesión del Mediador» 97• dos, al perder la gracia, el hombre no pierda su condición de ima-
Así, pues, la gracia no nos devuelve, propiamente hablando, gen de Dios; puesto que no deja de ser hombre. Así se explica
la imagen de Dios; puesto que ésta no se pierde por el pecado. también que cuando el hombre recupera la gracia, además de ser
Más bien, se restaura, se le devuelve su primitivo esplendor, in- imagen de Dios (lo cual no implica sino una relación extrínseca
tensidad, contenido e integridad. con él) se haga hijo de Dios, partícipe de la naturaleza divina e
El hombre como imagen de Dios es su expresión, de alguna inhabite Dios en él. Así se aclaran y perfilan las ambigüedades de
manera, en sus perfecciones ontológicas: ser, inteligencia, volun- algunos Padres griegos que usan el concepto de imagen de Dios
tad, presencia, actividad, poder, etc. No es una expresión en sen- atribuyéndolo indiferenciadamente al hombre en su ser natural y
tido pleno, porque a la imagen, de por sí, le falta la manifestación al hombre divinizado por la gracia 99• • ·

de la interioridad, y la unión (intrínseca, sobre todo) entre los dos


seres por ella relacionados. Ahora bien, esta condición natural
como imagen de Dios es deteriorada por el pecado al cambiar el 2. Soberanía de Dios, libertad humana y la expresión
fin natural de esas perfecciones ontológicas del hombre: la ver-
dad, el bien, en última instancia, Dios. Debido a ello, el ser hu- a) La visión agustiniana de la gracia acentúa mucho la
mano queda, no destruido, pero sí deteriorado y degradado. soberanía de Dios sobre la voluntad libre y la consiguiente de-
Pero el hombre en estado de gracia es más que imagen de pendencia de ésta respecto de la acción divina 100• Esto está en co-
Dios, es expresión de Dios en sus perfecciones morales; aconte- herencia con la concepción de la gracia como expresión.
cimiento que restaura la imagen de Dios en el hombre al «con-
vertirlo» a la verdad, al bien, en el fondo, a Dios. La expresión de 98. Cf. In ep. lo., 2, 14 PL 35, 1.997; 8, 14 PL 35, 2.043; Epist. 187, 26 PL
33, 814.
99. Cf. CLEMENTE DE ALEJANDRIA, Stromata, 3 PG 9, 421.
95. cr, De sp. et lit., 27, 47 PL 44, 229; De Trin., 14, 4, 6: PL 42, 1040. Una larga exposición sobre el hombre como imagen y semejanza de Dios
96. De sp, et lit., 28, 48 PL 44, 230. puede verse en GONZALEZ FAUS. Cf. o. c., 79-178.
97. lhid. 100. Cf. De correp. et gr., 12, 38 PL 44, 940; 14, 43 PL 942.
110 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 111

La gracia eleva y asume la naturaleza; por eso lleva consigo dos personales), es imposible que se dé en él la preservación de
el perfeccionamiento cualitativo de la inmanencia natural de Dios todas las faltas morales sin una gracia especial de Dios. Esta ex-
en el hombre, y de la dependencia de éste con respecto a él. Es presión de Dios en el hombre (gracia fundamental) no se da sin
decir, que la gracia como expresión personal de Dios es un per- una ayuda específica (gracia actual) de Dios al hombre. Así como
feccionamiento de la naturaleza humana, que puede ser conside- la enfermedad o la muerte del cuerpo hacen difícil o imposible la
rada como expresión natural y menos perfecta de Dios. expresión antropológica; y así como una informidad relativa o
De ahí que, en esta expresión que es la gracia, la soberanía de absoluta hace difícil o imposible la expresión estética; así tam-
Dios y la consiguiente dependencia del hombre se intensifican en bién, los males morales relativos o absolutos hacen difícil o «im-
relación a la expresión natural. Puesto que, cuanto es más elevada posible» la expresión teológica.
y más perfecta, y de contenido cuantitativamente mayor y cualita- Ahora bien, el hombre o está enfermo (mal relativo) o está
tivamente más valioso, es cualquier expresión, más intenso y más muerto (mal absoluto) por lo que siempre necesita de la ayuda de
rico y diferenciado se hace el dominio y preeminencia del ser que Dios para ser expresión de Dios, esto es, lo contrario de lo que él
se expresa y la consiguiente dependencia del ser expresivo. Basta siempre es: mal moral relativo o pleno.
una breve reflexión para comprender que esto es lo que sucede en
la expresión antropológica y en la estética. b) A pesar de lo dicho veamos cómo la gracia concebida
Si el caso que nos ocupa es el de Dios que se expresa perso- como expresión no permite que sea destruida la libertad.
nalmente, entonces, ese dominio y consiguiente dependencia, es La expresión supone la adquisición por parte del ser expresivo
necesario que sean totales y radicales. En primer lugar, hay que de un modo de ser de grado ontológico superior: el cuerpo mate-
observar que ya se da esa totalidad y radicalidad de la dependen- rial se eleva a la categoría de cuerpo humano, y la materia de la
cia en la expresión natural, que es asumida y culminada por la obra de arte (sonidos, colores, piedra, objetos) se eleva hasta ex-
expresión sobrenatural de la gracia. presar la vida interior del hombre.
La no exigencia por parte del hombre de esta expresión sobre- Sin embargo, no se da identificación o mixtificación de natu-
natural radica en el «sentido» ya propio de la naturaleza humana raleza del ser expresivo con el ser que se expresa, porque son ex-
en sí misma, y en la trascendencia infinita de la vida divina que cluidas por la misma naturaleza de la expresión. Tanto el c~erpo
la expresión que es la gracia lleva consigo. como la materia de la obra de arte, aunque se transformen, con-
Esta no exigencia se da muy claramente en los materiales ex- servan su naturaleza propia, la cual nunca es destruida, sino ele-
presivos de la expresión estética; pero también se da en la expre- vada y asumida. Más todavía, el ser expresivo tiene su sentido
sión antropológica, ya que el cuerpo humano, en cuanto propio y razón de ser aparte del que recibe en el acontecimiento
meramente material, es decir, en cuanto a sus elementos materia- de la expresión.
les físicos y químicos, no tiene ninguna exigencia de ser vivifica-
Por eso, en el evento de esta expresión que es la gracia, el
do y humanizado por el espíritu; puesto que esos mismos
hombre sigue siendo hombre, y, por tanto, obviamente, seguirá
elementos son los que componen la materia no vivificada o no
siendo un ser libre.
humanizada.
Pero el principio anterior nos obliga a reconocer la acción in-
Todo ello hace que estemos de acuerdo con Agustín cuando
faliblemente eficaz de la gracia que es preciso conciliar con la in-
dice que todo acto bueno y saludable sin excepción es fruto de la
columidad de la libertad humana. Eso es lo que vamos a tratar de
acción gratuita de Dios (gracia actual); y que, por consiguiente,
hacer ahora.
la acción de Dios es previa a toda acción buena de la voluntad.
También, debido a la inadecuación de este ser expresivo que es el La explicación que da Agustín, y que supera la aparente con-
hombre para expresar la gracia (por el pecado original y los peca- tradicción entre la soberanía de Dios y la libertad humana, es una
112 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 113

profundización y desarrollo de la trascendencia divina, y de la naturaleza y la acción de Dios junto con la naturaleza y la acción
autonomía y sentido propio del ser creado. Este sentido viene a del hombre.
ser la peculiar «trascendencia» que ese ser creado mantiene con Las líneas maestras de la concepción agustiniana, en conse-
respecto al Creador y en virtud de la cual es realmente distinto de cuencia, están en conformidad con los constitutivos esenciales de
él. Esta «trascendencia» hace de contrapunto necesario a la plena la expresión, uno de los cuales es la incolumidad del ser que se
e infinita trascendencia divina; ya que si aquélla no se diera tam- expresa y del ser expresivo, en su naturaleza y en su acción.
poco se daría ésta. Porque la trascendencia, en su sentido pleno,
es con respecto a algo realmente distinto que se mantiene inma-
nente a sí mismo. 3. Gratuidad, necesidad de la gracia y la expresión
Precisamente a esta conclusión llegábamos al analizar la tras- Agustín defiende la gratuidad de la gracia lo mismo que su
cendencia en el acontecimiento de la expresión. «Paradójicamen- necesidad para cualquier obra buena '03•
te, decíamos, esta trascendencia (la del ser que se expresa con A partir del año 397, en su obra «De diversis quaestionibus
respecto al ser expresivo) tiene su consistencia en la inmanencia ad Simplicianum», afirmó la gratuidad absoluta de las primeras
que al ser que se expresa lo mantiene en sí mismo en la acción de gracias ( «initium fidei» y conversión). La perseverancia final
expresarse; por otro lado, también paradójicamente, su inmanen- también es gratuita porque no puede merecerse.
cia en el ser expresivo se hace posible por su capacidad para tras- Esta gratuidad se matiza en cuanto a las gracias segundas; ya
cenderse a sí mismo. Paralelamente, el ser expresivo es que pueden ser merecidas en cierto modo desde la fe anterior y
inmanente al ser que se expresa siendo su expresión, en cuanto se por medio de la oración. Referente a la salvación, Agustín afirma
trasciende a sí mismo; pero es trascendente en cuanto es distinto que es una recompensa a nuestros méritos, pero también una gra-
del ser que se expresa, porque es inmanente a sí mismo en la ac- cia porque nuestros méritos son dones de Dios, según la célebre
ción de ser su expresión» 101• frase: «Cuando Dios premia nuestros méritos, no hace sino pre-
Pero si el ser expresivo (en este caso el hombre) se mantiene miar sus propios dones» 104•
idéntico a sí mismo y distinto, por tanto, del ser que se expresa, Se puede considerar como algo paradójico la simultánea nece-
es preciso que analicemos en profundidad el proceso de las actua- sidad y gratuidad de la gracia. Sin embargo, si analizamos 1o que
ciones libres del hombre. A esta tarea se entrega Agustín descu- es una expresión (seguimos trabajando sobre el supuesto de que
briendo las leyes psicológicas del proceso, en el que Dios la gracia es una expresión), advertiremos, en primer lugar, que
interviene no violentando la libertad, sino posibilitando e intensi- tanto el ser que se expresa como el ser expresivo mantienen su
ficando esa libertad. propia naturaleza a pesar de que la expresión pertenece a ambos;
La actuación de Dios es eficaz, pero deja en libertad al hom- y en segundo lugar, que no obstante la mutua inmanencia, se
bre porque actúa dentro de la voluntad y en el sentido de sus más mantiene también la trascendencia del ser que se expresa sobre el
hondas tendencias: «Videte quomodo trahit Pater: docendo delec- ser expresivo.
tat, non necesitatem imponendo» 102•
Combinando agudamente el proceso de la voluntad y de la in- 103. Son dos aspectos de la gracia, indiscutibles en SAN AGUSTIN. Para
teligencia humanas (de las que nace la libertad) con la omniscien- la gratuidad cf. por ejemplo, In lo. evang. 3, 9 PL 35, 1400; para la necesidad
cf. entre otros textos, De gra. Chr. 25, 26 PL 44, 375.
cia divina, Agustín concilia la soberanía de Dios sobre las
104. Epist. 94, 19 PL 33, 880. De ahí el recurso a esta oración sorprenden-
acciones libres con la libertad de las mismas. Así, pues, respeta la te: «Da lo que mandas y manda lo que quieras» iConf., 10, 29, 40 PL 32, 796).
Porque «no manda Dios cosas imposibles, sino que al imponer un mandato te
101. Cf. p. 56. amonesta que hagas lo que puedas y pidas lo que no puedas» (De nat. et gr.,
102. In lo. ev., 26, 7 PL 35, 1610. Cf. 26, 4-7 PL 1608-1610. 43,50 PL 44, 271).
114 SAGRADA ESCRITURA Y SANTOS PADRES LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS ... 115

a) Es esencial a la expresión la dualidad ontológica de distinto ella, de una acción externa del ser que se expresa sobre el ser ex-
nivel entitativo entre los dos elementos que la constituyen. En la presivo. Pero ocurre que la gracia constituye una unión intrínseca
expresión antropológica se da dualidad ontológica entre el ser in- y vital entre Dios y el hombre, como enseña la Escritura, análoga
terior del hombre y su corporalidad. Lo mismo ocurre en la ex- a la que existe entre el ser interior del hombre y su corporalidad,
presión estética, en que vivencias humanas y categorías aunque ésta sea natural y aquélla sobrenatural.
espirituales se expresan con y en elementos materiales. Pero, además, si la oposición a la gracia-vida de Dios en el
Esta dualidad ontológica también se da en la expresión teoló- hombre se da en su ser interior, entonces la acción de Dios para
gica, es decir, en la gracia, que está constituida por la vida de instaurar su vida en el hombre (gracia actual) es necesario que
Dios vivida por el hombre. Con lo que se subraya la vinculación llegue a la inteligencia y a la voluntad.
indisoluble entre la gracia y su dualidad de nivel ontológico.
Ahora bien, todo esto trae ineludiblemente como consecuen- b) La trascendencia es una característica de la expresión que
cia la necesidad de la gracia. Porque si el hombre no vive de por se hace posible desde la dualidad ontológica de la misma.
sí la vida divina, si ha de vivir la vida de Dios, lo cual es la gra- Tanto en la expresión antropológica como en la estética se da
cia, será necesaria una acción de Dios en el hombre para que éste esta trascendencia. Consiste en la no identificación del ser que se
pueda vivir esa vida. De la misma manera que, en la humaniza- expresa con el ser expresivo y, decisivamente, en la superioridad
ción de la vida del cuerpo por el espíritu, es necesario que ejerza entitativa del primero con respecto al segundo.
su acción vivificadora en él. O bien, para que las cosas materiales De un lado, se da una característica de la trascendencia de la
expresen la vida del artista es necesario que éste organice la expresión consistente en la limitada, parcial y relativa manifesta-
materia. ción óntica que el ser expresivo hace del ser que se expresa; de
Más todavía. Si el hombre arrastra y sufre un estado de oposi- tal modo que éste nunca puede ser agotado en el acontecimiento
ción a la vida divina (pecado original y sus consecuencias), más expresivo.
necesaria será todavía la acción de Dios, purificadora, sanante y De otro lado, se da otra característica de su trascendencia; es
liberadora, para que el hombre viva la vida de Dios. Lo mismo la iniciativa, atribución y pertenencia que en el acontecimiento de
que si el cuerpo, por enfermedad, o la materia, por informidad, la expresión corresponde al ser que se expresa.
opusieran especial resistencia a la vivificación del espíritu o a la Estas características se dan en la expresión antropológica, en
estructuración del artista, sería necesaria una acción más intensa la estética y, de un modo más intenso y radical, en la expresión
de ese espíritu o de ese artista. teológica, en la que Dios (ser que se expresa) trasciende infinita-
Por tanto, de la misma naturaleza de la expresión se deduce, mente al ser expresivo (el hombre) permaneciendo en su ser ab-
por analogía, que esta expresión que es la gracia postula, exige y solutamente superior, sin que nunca pueda ser agotado ni
hace necesaria, la acción de Dios (gracia actual) en el hombre. Y totalmente expresado por todos los hombres en gracia actuales y
no referida a su exterioridad, sino al mismo núcleo fundamental posibles; además, posee la iniciativa, autoría, pertenencia y pree-
del ser humano en el que se realiza la gracia; es decir, ha de ser minencia en esta expresión que es el acontecimiento de la gracia.
una acción interna al mismo hombre. Esta trascendencia se concreta en lo que llaman los teólogos
Si el caso de la gracia fuera exactamente igual al de la expre- lo «sobrenatural», que excede las fuerzas y exigencias de la natu-
sión estética, en la que la unión entre el artista y su obra objetiva-
da no es intrínseca ni vital, ros se podría hablar, lo mismo que en vido por un ser humano (el creador o el contemplador) de donde se deduciría
una unión vivencia! entre la obra de arte y un sujeto humano. Cf. J. A. GALIN-
105. Aunque esta afirmación la hemos hecho varias veces a lo largo de este DO, «El sentimiento en el arte», en Augustinus XI (1966) 373 ss.; cf. pp. 27, 28,
trabajo, no obstante habrá que observar que el arte no es arte hasta que no es vi- 63---64 de este libro.
116 SAGRADAESCRITURAY SANTOSPADRES

raleza humana. Es decir, que la trascendencia del ser que se ex- TERCERA PARTE
presa (propia de la expresión teológica) es única por su condición
de único.
La distancia ontológica entre Dios y la creatura es infinita; de
ahí que su trascendencia sea también infinita. Ello hace que la
gracia (vida de Dios) actual y fundamental sean absolutamente
sobrenaturales; y que, por consiguiente, lo sean también en rela-
ción a este su ser expresivo que es el hombre.
APLICACIONES
Ahora bien, todo esto, evidentemente, postula la gratuidad de
la gracia actual y fundamental. DE LA EXPRESIÓN
Ciertamente que los tipos de expresión que conocemos no son
equiparables -en este aspecto no podían serlo- a este tipo de
expresión que hemos llamado teológica. Sencillamente porque es
A LA TEOLOGÍA
un caso único, por su infinita trascendencia.
Pero nos atrevemos a afirmar que el concepto de expresión DE LA GRACIA EN
está medularmente abierto, a través de un desarrollo coherente, a
la significación de la sobrenaturalidad y consiguiente gratuidad
de la gracia. Y en ello aventaja a cualquier otra concepción.
GENERAL
Precisamente porque el concepto y la realidad de la expresión
ponen de relieve la libre iniciativa en la donación de la vida divi-
na por parte de Dios, así como la autoría, pertenencia y preemi-
nencia de Dios con respecto a esa vida comunicada al hombre.
Además, también pone de relieve la elevación, más allá de su
naturaleza, que recibe el ser expresivo ( el ser humano) en ese
acontecimiento que es la gracia.
,
ANALOGIAS ,ENTRE
EXPRESIONY
GRACIA1

l. Analogía entre el concepto de expresión y la gracia


Las dos clases de expresión que nosotros conocemos, la an-
tropológica y la estética, son sensibles (lo cual se ha de conside-
rar como un constitutivo de las mismas) pero analógicamente, se
puede pensar en una expresión que supere la sensibilidad, y que
consista en la manifestación de un ser a un nivel ontológico infe-
rior, y en la adquisición por parte del ser expresivo de un modo
de ser distinto perteneciente al ámbito entitativo del primero.
Ahora, dando un paso más, y prescindiendo de la unidad natu-
ral que supone la expresión antropológica, abocamos a un con-
cepto de expresión en otro nivel óntico, a través de una analogía
de proporcionalidad intrínseca.
Porque, así como en la expresión antropológica el ser interior
del hombre es manifestado en la corporalidad por medio de una
relación vital e intrínseca 2; así también el ser trascendente de
Dios es manifestado por el ser del hombre, y, ello también, por
medio de una relación vital e intrínseca, en el acontecimiento de
la gracia.

1. Ante la ardua tarea que nos espera, reconforta que un autor tan cualifica-
do como K. RAHNER, que tiene un concepto del símbolo tan cercano al nues-
tro de expresión, haya visto una relación necesaria entre ese concepto y la
teología de la gracia: «El tratado "De gratia" no puede ser escrito de forma ade-
cuada sin que suponga también una aportación a la teología del símbolo en la
historia cristiana de la salvación» (Escritos de teología, IV, 310).
2. En el comentario sobre la «Metafísica de la expresión» de Eduardo Nícol
y con el posterior apoyo de Laín Entralgo, creo que se ha hecho ver con clari-
120 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 121

Y así como la corporalidad, en la expresión, no sólo hace cog- Se dice «manifestación entitativa», porque la gracia es mani-
noscible la vida interior del hombre, sino que, además participa festación del modo de ser de Dios (bondad, benevolencia, miseri-
de ella; así el ser humano, no sólo hace cognoscible a Dios mani- cordia, fidelidad, justicia, etc.) y se muestra en el modo de ser del
festándolo, sino que también participa de su ser, de su vida. Por hombre justo. No se trata de meras apariencias, sino de una au-
eso, la vida del hombre es expresión de la vida de Dios, no tanto téntica dimensión óntica del hombre, en cuanto es «divinizado»
apareciendo cuanto siendo. por Dios.
Se da también una analogía intrínseca de atribución, puesto Se dice «en alguna manera», porque la manifestación de Dios
que tanto en el caso de la corporalidad como en el de la gracia, en que, por la gracia, se hace en el hombre, es misteriosa e inefable,
su inicio, desarrollo y permanencia, dependen radical y totalmen- no traducible a ideas y palabras humanas, en cuanto al contenido
te, del ser interior del hombre y de Dios, respectivamente. y a la forma de realizarse esa manifestación.
Escuetamente y sin matizaciones, se podría decir que, así Decirnos de «Dios, en su naturaleza y en sus personas». En
como la corporalidad es expresión del ser interior del hombre, así efecto, la gracia manifiesta en el hombre a Dios uno (en su ser) y
el ser interior del hombre justo es expresión del ser de Dios. La trino (en personas), porque Dios ha querido comunicarse plena-
misma proporción que existe entre la corporalidad (algo sensible) mente a su creatura humana, y esta comunicación no sería verda-
y la interioridad (algo suprasensible), existe entre la interioridad dera si no llevara consigo una incidencia real en el ser del
(algo cognoscible) y Dios (algo trascendente y, de por sí, hombre, como veremos más adelante.
incognoscible). Es conveniente señalar también, dejando lo que en la defini-
Desde el momento en que podemos decir que Dios se hace vi- ción es obvio o ya se ha explicado, que la analogía se da entre el
venciado y manifestado en el hombre justo, podemos decir que el nuevo modo de ser y de obrar que el hombre adquiere por la gra-
hombre, en cuanto justo, es expresión de Dios, o lo que es igual, cia, y el ser y obrar, óntico y personal, de Dios; se establece,
la gracia es la expresión de Dios en el hombre. La gracia es un pues, una analogía entre lo suprasensible, pero cognoscible, y lo
tipo característico de expresión en analogía con la expresión an- trascendente-incognoscible, haciendo posible, así, el que esto úl-
tropológica y la estética. Esta expresión que es la gracia se puede timo sea manifestado a nivel óntico humano y, de alguna manera,
definir: La manifestación entitativa, en alguna manera, de Dios, cognoscible. Esto, a su vez, está en analogía con lo que sucede en
en su naturaleza y en sus personas (contenido de la expresión) y la expresión antropológica y la estética, en las que también una
que, por tanto, es algo trascendente al mundo (algo incognosci- analogía manifiesta lo suprasensible en lo sensible.
ble) con y en el ser interior del hombre, por tanto algo intramun­ Hemos dicho, por último, «en virtud de su unión vital e intrín-
dano (algo cognoscible), por medio de una analogía del ser y seca». No se da una unión o unidad de dos dimensiones de ser en
obrar del hombre (lo cognoscible) con Dios (lo incognoscible) en un ser, como acontece en la expresión antropológica; sin embar-
virtud de su unión vital e intrínseca. Estamos ante lo que podría- go, sí se da una relación vital e intrínseca, en cuanto que el estar
mos llamar expresión teológica. de Dios en el hombre no es una mera presencia, sino una comuni-
cación de vida que afecta y transforma al ser del hombre desde su
núcleo más interior 3•
dad que en el ser humano hay dos dimensiones de ser distintas (aunque no se­
paradas porque constituyen un solo y único ser) que son la interioridad y la cor-
poralidad. Algunas antropologías se resisten a aceptarlo, pero otras
antropologías lo aceptan, ya que la realidad se impone. Es imposible considerar 3. Si nos propusiéramos hacer un análisis para discernir los elementos real-
como del mismo grado ontológico la interioridad (no perceptible por los senti- mente distintos de la expresión teológica, llegaríamos a conclusiones análogas a
dos, no espacial, no cuantificable ni medible con medios materiales) que la cor- las que llegamos al hablar de las expresiones antropológica y estética (Cf. pp.
poralidad (perceptible, espacial, cuantificable y medible). Cf. pp. 34-39, 42, 54 62-65).
122 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍASENTRE EXPRESIÓNY GRACIA 123

2. Validez explicativa del concepto de expresión no por buscar un ser lo más elevado posible de donde elaboremos
una analogía, perdamos de vista que lo primordial es que, en el
La validez del concepto de expresión para explicar la realidad ser donde la encontremos, se den elementos reales que constitu-
de la gracia se comprueba, en primer lugar, por el cumplimiento yan verdaderamente esa analogía con la realidad teológica que
de ciertas condiciones generales previas, negativas algunas de tratamos de iluminar y explicar 5•
ellas, que nos dan una primera confirmación de aptitud con res-
pecto a la finalidad propuesta. e) Que no sea un concepto elaborado ya, en forma de teoría,
para explicar otra cosa (más todavía si ésta pertenece a un ámbito
a) La primera condición es la de que el concepto explicativo ontológico muy distinto). Porque en ese caso se da el peligro de
de una realidad teológica no sea muy general; es decir, recurrien- acomodar la realidad que se pretende explicar a la teoría ya ela-
do a la terminología escolástica, que no tenga mucha extensión y borada. Una teoría muy trabajada y desarrollada en todos sus de-
sí suficiente comprensión. talles para iluminar una realidad determinada, difícilmente puede
Porque un concepto de mucha extensión no ayuda a distinguir ser útil para aclarar otra distinta; el peligro de transpolación es
la realidad que nos interesa de las demás realidades, lo cual es to- evidente.
talmente necesario para conocerla. El concepto de expresión no No es éste el caso del concepto de expresión, que hasta ahora
tiene excesiva extensión, toda vez que está tomado de un ser tan no parece que haya sido utilizado para explicar ningún tema teo-
intensamente diferenciado como es el hombre. Por otro lado, su lógico, al menos de una manera elaborada y desarrollada.
comprensión es suficientemente rica, en cuanto que contiene va-
rias notas significativas. d) La realidad de donde se toma y elabora el concepto analó-
gico no ha de ser tan incognoscible como lo sea la entidad que se
b) El ser de donde se toma la analogía ha de ser del nivel enti- trata de conocer y explicar. Pues bien, el hombre, en el que se
tativo más aproximado al ser que se ha de explicar. En lo posible, funda el concepto de expresión, aunque en el fondo es un miste-
no se ha de recurrir a analogías del mundo meramente material rio, no lo es tanto como para no poder servir de base en el cono-
para explicitar realidades pertenecientes al mundo espiritual. De cimiento de algo mucho más misterioso aún como es la gracia de
lo contrario, difícilmente podríamos liberarnos de una serie de Dios. - -
connotaciones materiales que dificultarían la comprensión de la
realidad que intentamos explicar, en vez de facilitarla y poten- e) Que se dé verdaderamente la analogía, lo más perfecta po-
ciarla. Pues bien, el concepto de expresión está elaborado a partir sible, entre la realidad a explicitar y el concepto explicativo. Esta
del ser humano. Ahora bien, el hombre es lo más cercano a Dios condición es la principal de todas; si se cumple, las demás, casi
y sus manifestaciones de cuanto conocemos de un modo idóneo necesariamente, quedarán cumplidas. Se advierte, aunque sea de
por nuestra inteligencia. paso, que una analogía intrínseca tendrá mucha más «vis» signifi-
Aunque en el acontecimiento de la expresión en el hombre in- cativa y explicativa que otra extrínseca, por su mayor profundi-
terviene como protagonista el cuerpo humano, éste por ser huma- dad y radicalidad 6.
no, ya no es meramente material, sino que es la encarnación del El concepto de expresión, tomado de la realidad humana y de
espíritu 4, precisamente por expresarse en él el espíritu. Además, la creación y contemplación estéticas, contiene una iluminadora

5. Cf. J. ALFARO, Cristología y antropología, 313, 353.


4. Cf. J. F. DONCEEL, Antropología filosófica, 462---467; E. NICOL, o. c., 6. Sobre la analogía cf. G. SÓHNGEN, «La sabiduría de la teología por el
147-153; 191, 197. camino de la ciencia», Mysterium Satutis, l/2, Madrid 1969, 1014-1026.
124 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA
ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 125

analogía, con la realidad misteriosa de la gracia, sin los inconve-


nientes antes mencionados y las virtualidades explicativas ya re- las divinas personas. Pero si la inmanencia de Dios queda difumi-
feridas. Es lo que, a continuación, vamos a intentar mostrar y nada, de la trascendencia hay que decir que queda eliminada. Y,
demostrar detenidamente. por consiguiente, la visión de la gracia que comporta la participa-
ción, al contrario de la expresión, es el de la gracia como creada,
f) Pero antes, para poner de relieve, por vía de comparación, en contra de la teología actual que prefiere el enfoque de la gra-
lo que en este apartado hemos intentado decir, y que para que cia desde Dios, como increada.
sirva como punto de referencia para situar nuestra tesis respecto Vemos, pues, que la analogía del concepto-realidad de partici-
de la ciencia teológica, vamos a analizar, brevemente, la posible pación con la realidad de la gracia no está clara; es más bien es-
validez explicativa del concepto de participación respecto de la casa. Por tanto, su validez explicativa es reducida y débil.
realidad de la gracia.
En primer lugar, observamos que el concepto de participación
no es antropológico, sino metafísico y que se mantiene en el ám- 3. Planteamiento general
bito de la ontología; por lo que es más aplicable a las cosas que a
los seres humanos que, además de ser cosas, son personas. Consi- La expresión, según hemos dicho antes, es una manifestación
guientemente, este concepto se caracteriza por ser más estático viva de la vida y modo de ser del hombre interior y no sensible
que dinámico; sugiere realidades y hechos ya conclusos y acaba- (para los demás) por y en la corporalidad, que es exterior y sensi-
dos. No tiene la participación esa característica tan dinámica que ble. Del mismo modo, la gracia es una manifestación viva de la
es la «distensión» que sí la tiene la expresión, tal y como certera- vida y modo de ser de Dios, que en sí es incognoscible e inefable,
mente señala Laín Entralgo 7• Los dos seres, protagonistas de la por y en el hombre que es cognoscible y explicable.
realidad de la gracia (Dios y el hombre), que encuentran su per- En efecto, la vida de Dios (su conocimiento, su bondad, su
fecta analogía en los dos polos de la expresión, no aparece claro justicia, etc.) es vivida por el hombre en gracia, y manifestada en
que la pudieran encontrar en la participación; ya que ésta, una su opción fundamental, actitudes, acciones y conducta en gene-
vez realizada, no parece postular la presencia activa y constante ral, en definitiva, por toda su persona, que constituye así un
del ser que es principio y origen del contenido de la participa- modo de ser que es manifestación, incluso a nivel sensible, del
ción; por el contrario, la gracia y la expresión no pueden existir modo de ser de Dios.
ni un solo instante sin esa presencia dinámica y constante de su La manifestación que conlleva la expresión no es convencio-
ser originario 8• nal o simbólica, ni significativa ni intencional, sino que es la más
Por eso mismo, la inmanencia y trascendencia tan característi- real que puede darse. Se le llama natural porque está constituida
cas de la gracia (según todos los tratadistas: Dios está en el hom- en y por el ser natural (= real) del hombre. De la misma manera,
bre por la gracia pero Jo transciende) y de la expresión (según ya la gracia es manifestación de Dios por y en el ser «natural» del
hemos visto), no aparecen con la misma claridad en la participa- hombre 9, que es su ser real elevado al orden sobrenatural. Porque
ción. Este concepto significa con gran claridad la presencia de al- esta manifestación no pertenece al ámbito de lo convencional ni
guna cualidad o perfección de Dios en la creatura, pero no parece de lo intencional, sino de la realidad del ser humano y de la vida
apto para significar la presencia de Dios mismo y, menos aún, de personal; es decir, a Dios se le manifiesta y se le vive, no tanto
con las ideas, como con la vida real-personal del ser humano.
7. Cf. Teoría y realidad del otro, t. 11. 89. Tampoco es algo referente al símbolo o al signo. Los sacramentos
8. La concepción de la gracia como expresión elimina de raíz el peligro de
«sinergismo» de que hablan algunos autores. Cf. BAUMGARTNER, o. c., 376.
9. Cf. pp. 45, 68, 121.
126 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 127

significan, transmiten y hacen presente al hombre la gracia, la todos los autores 10• No es la gracia solamente ni principalmente
vida de Dios, pero evidentemente, ni la manifiestan entitativa- una acción particular y concreta en que se manifieste la vida divi-
mente ni la viven. Sólo pueden manifestarla «significativamen- na, sino, sobre todo, lo que hace posible cualquier acción con
te», no vitalmente, en cuanto los signos sacramentales son esas características.
también expresión, en sentido amplio, porque realizan la gracia Sin embargo, hay que advertir una diferencia entre la gracia y
en el hombre como señal de la benevolencia de Dios. Pero esta la expresión (se da entre ellas analogía no univocidad) con res-
benevolencia de Dios no es la gracia hasta que no llega al ser del pecto a esto: la expresión es algo natural al hombre y es, por
hombre, se «encarna» en él y es vivida por él como don y vida de tanto, innata; pero la gracia (aun teniendo en cuenta el «existen-
Dios en él. cial sobrenatural» de Rahner) es un don de Dios en cuya recep-
La expresión, en resumen, pertenece al ámbito del ser, de la ción, cuando el hombre llega al uso de la razón, interviene la
existencia real, de la vida. La gracia también, aunque en un orden libertad humana; sin embargo, la expresión, sólo en alguna medi-
sobrenatural, que asume, perfecciona y culmina El orden natural, da es libre. Pero, a pesar de todo, podemos decir, siguiendo la
superándolo cualitativamente, como supera la vida divina a la analogía, que cuando el hombre justo alcanza su perfecta justifi-
vida humana, pero sin dejar de ser ambos vida. cación, por el mero hecho de actuar ya vive y manifiesta la vida
La analogía, por tanto, entre expresión y gracia está bastante de Dios; más radical aún, si existe ya vive y manifesta esa vida
clara, bajo el punto de vista considerado. de Dios; porque la gracia no es tanto una acción cuanto un esta-
do, un modo de ser del hombre «insertado» en el núcleo de la
persona; la concreción de su proyecto fundamental; su misma
4. La expresión acompañasiempre al ser humano existencia asumida personalmente; la razón última de esa existen-
cia; pero todo ello como participación vivida (esto es, expresión)
de la vida y modo de ser de Dios ''.
El hombre mientras vive, esto es, mientras es ser humano, se
expresa. Es una dimensión necesaria de su existencia. La expre-
sión no es algo intermitente o eventual, sino que es algo perma-
nente y constante; no es solamente una acción cualquiera y 5. Distinción entre la expresión fundamental y las
particular, sino que es, sobre todo, lo que hace posible cualquier expresiones derivadasy particulares
acción particular y expresiva.
Si el hombre actúa ya se expresa; más radical aún, si el hom- La expresión fundamental es permanente, pertenece al ser del
bre existe ya se expresa, en cuanto que su existencia es ya una hombre y hace posible las demás expresiones. Es la corporalidad
expresión; esto es, expresión de la vida que posee el espíritu, par- como expresión de la vida interior cuyo ápice es el espíritu. Las
ticipada y manifestada en y por la corporalidad. expresiones derivadas y concretas manifiestan el fluir cambiante
de la vida interior en sus diversos aspectos.
De la misma manera, la gracia acompaña siempre al hombre
justo; mientras el hombre está en gracia. La gracia en el hombre
justo no es intermitente o eventual sino permanente y constante 10. La doctrina sobre la gracia con la que aquí trabajamos es la comúnmen-
te admitida por los teólogos actuales. Si alguna vez se trae una opinión particu-
porque es el núcleo de la justificación. Esto es así, no sólo por la
lar se da a entender suficientemente.
necesaria conexión e, incluso, identificación (esencial, aunque, a 11. El que esto no sea totalmente cierto en la vida real, el que no sea total-
la vez, pueda ser parcial) entre justificación y gracia, sino ade- mente verdadero que el justo por existir ya vive y manifiesta la vida de Dios (cf.
más, por la tendencia de la gracia a permanecer en el hombre SAN AGUSTIN, In lo. ev., 41, 10 PL, 35, 1.697-1.698), se debe a una causa
justo; la gracia de por sí es algo estable y permanente, según ajena a la gracia en cuanto tal, a la interferencia del pecado.
ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 129
128 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA

desde fuera, en cierta manera, a modo de perfeccionamiento de la


La analogía con la gracia es clara. En efecto, podemos distin-
acción causal de Dios sobre el hombre; perfeccionamiento que
guir entre la gracia tradicionalmente llamada habitual que consis-
consistiría en un paso de la acción causal a una relación personal
te en la manifestación vivida (expresión) de la vida de Dios
fundada en la expresión. La gracia fundamental sería una conti-
(como opción fundamental y actitudes estables y permanentes de
nuación cualitativamente perfeccionada de la inmanencia natural
la persona humana) y los actos particulares que son manifesta-
de Dios en el hombre, hasta llegar a expresarse en él como Dios
ción de los diversos aspectos de la vida y modo de ser de Dios, y
uno y trino, núcleo de la vida divina, en una relación vital e
que son concreciones y prolongaciones de esa gracia habitual o
intrínseca.
fundamental.
La gracia actual es un perfeccionamiento de la acción causal;
En cuanto a las llamadas gracias actuales, hay que advertir
la gracia fundamental lo es de la inmanencia natural; pero en
una diferencia de grado y modo e, incluso, de elementos constitu-
ambos casos el estadio anterior no queda excluido, sino asumido
tivos con respecto a la gracia fundamental. Ésta hace al hombre
y culminado.
hijo de Dios y partícipe de la divina naturaleza, según la Escritu-
Concluyendo: gracia habitual, se podría definir como una ex-
ra; pero las gracias actuales son un influjo causal de parte de
presión de Dios en el hombre a nivel de opción fundamental, que
Dios para obrar el bien, es decir, para instaurar o intensificar la
la hace estado permanente de unión con Dios; la gracia actual se
gracia fundamental en el hombre; solamente pueden considerar-
constituye solamente a nivel de actos o, a lo sumo, de actitudes;
se, además, como expresión en sentido amplio en cuanto mani-
pero la actual también puede ser interna y personal.
fiestan el ser de Dios.
Dentro de nuestra concepción se significa perfectamente esta
diferencia al decir que la gracia fundamental es la expresión de
Dios en el hombre, y las actuales son efecto del influjo causal de 6. La expresión está constituida por dos elementos o
Dios en el hombre, aunque también serían expresión de Dios en seres de distinto nivel ontológico
sentido amplio; o bien, expresión del ser de Dios al hombre;
mientras que la gracia, tradicionalmente llamada habitual, es una Esta es una característica esencial de todos los casos de expre-
expresión en sentido estricto; o bien, expresión de Dios en el sión que conocemos. El ser interior del hombre se expresa en y
hombre, ya que la expresión, lo mismo que la gracia, implica una con su ser exterior, pero el primero es entitativamente superior al
unión intrínseca entre el ser que se expresa y el ser expresivo, o segundo. Los niveles de comportamiento superior radican en el
hablando de la gracia, entre Dios y el hombre. ser interior: la conciencia, las ideas, los juicios, la autodetermina-
En la gracia fundamental 12 se da, pues, una unión intrínseca ción racional, los sentimientos elevados, es algo realizado por el
entre Dios y el hombre; en las gracias actuales, ambos permane- ser interior del hombre, no por el ser exterior, esto es, por la cor-
cen externos, en la medida en que el hombre pueda permanecer poralidad. Pero, y es lo que me interesa señalar, es ésta el lugar
externo a Dios debido a la inmanencia natural de Dios en todos natural donde se expresan.
los seres 13• No me voy a plantear ahora la complicada cuestión del «sta-
La diferencia estaría en que en la gracia actual, Dios actuaría tus» óntico y de las relaciones entre lo que tradicionalmente se
llamó «alma» y «cuerpo». No obstante considero como incuestio-
12. Prefiero el calificativo de «fundamental», porque designa el núcleo de nable la diferencia ontológica entre el ser interior del hombre y
una cosa, mientras que el de «habitual», de por sí, significa solamente una cir- su ser exterior. En el primero se crean las más elevadas vivencias
cunstancia temporal de continuidad. que se manifiestan en el segundo. El ser interior, contrariamente
13. La inmanencia natural de Dios es condición de posibilidad de la expre- al ser exterior, es inespacial y no sensible; el ser interior es
sión de Dios en el hombre que es la gracia.
130 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA
ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 131

psíquico y el exterior es físico-material. En la expresión antropo-


corporal. Pero, a pesar de ello, la vinculación existente entre la
lógica es evidente un distinto grado de ser en los elementos que
vida humana y su expresión es necesaria como exponente de lo
la constituyen. Y esta distinción es cualitativa.
esencial del ser del hombre que consiste en ser un «yo encarna-
Algo semejante ocurre en la expresión estética, en que viven-
do» o mejor, un «yo expresivo».
cias humanas y categorías espirituales se expresan con y en ele-
La unión es intrínseca porque es una comunicación en el ám-
mentos físicos y materiales. bito del ser; no es una relación debida a cualquier circunstancia
La analogía de la realidad de la gracia con la expresión en externa a los seres que constituyen la expresión, como podría ser
este aspecto no deja lugar a dudas. La gracia es la vida de Dios el tiempo, el lugar o un hecho ya concluso. El ser que se expresa
vivida por el hombre, y la diferencia de nivel ontológico entre hace partícipe al ser expresivo de su vida interior. Y aunque el
Dios y el ser del hombre es radical y evidente. Además, esta dife- ser humano se expresa en la corporalidad externa, ésta pertenece
rencia óntica se pone de relieve en la misma gracia, en cuanto a la persona humana y, por tanto, es interna a la misma, aunque
que la vida divina se da en Dios en plenitud y en el hombre justo comparativamente a la vida interior se considere como externa en
es participada y reflejada. cuanto es perceptible por los otros seres humanos. Al decir que
Pero hay que notar que la vida de Dios no es gracia hasta que es una unión intrínseca entre dos seres o dos dimensiones de un
no es otorgada por Dios y recibida por el hombre. Con lo que se solo ser, se pretende significar que el fundamento de esa unión
subraya la vinculación indisoluble entre la gracia y su dualidad no es algo distinto de ellos mismos.
de nivel ontológico. Aparte de la unión natural entre vida interior y corporalidad,
que es la condición de posibilidad de la expresión, se ha de notar
que ésta siempre es unión intrínseca aun en sus manifestaciones
7. La unión, entre estos dos seres o dimensiones de ser, es derivadas, porque es una unión construida con elementos pertene-
vital e intrínseca. La gracia es una clase de expresión cientes al ser interno de ambos: vida interior y corporalidad.
Analizando los constitutivos de la gracia se observa que es la
a) En la expresión antropológica, esta unión vital e intrínseca autocomunicación vital de Dios al hombre. A la luz de la Escritu-
es un aspecto de la unidad del ser que constituye el hombre; más ra, los Padres y los teólogos, sobre todo los más actuales, se
particularmente, de la condición de la corporalidad como expre- puede decir que la gracia es la comunicación de la misma vida de
sión natural de la vida interior del yo, la cual consiste definitiva- Dios al hombre 14•

mente en un modo de ser del «yo» a nivel entitativo inferior.


Es vital , puesto que es una comunicación de vida o de un as-
14. Cf. Me 10, 17; Mt 19, 16. 19; Rom 2, 7; 5, 21; 6, 22; Hch 3, 15; Gal 2,
pecto de la vida del ser que se expresa en el ser expresivo. De tal 20; Gal 2, 19; 2 Cor 5, 15; Rom 6, 11. 13; Col 3, 4; Jn 6, 57; 3, 15; 10, 10; 6,
manera que la total ausencia de expresión supone la total ausen- 35-58; 5, 24; 15, 1-5; 1 Jn 5, 12; SAN ATANASI0, 1 Epist. ad Serapionem 24
cia de vida, y la presencia de ésta en el hombre supone la existen- PG 26, 585. SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Epístola a los Efesios 9, 1-3;
cia de la otra. SAN AGUSTIN, De ser. Dom. in mont., 1, 23 PL 34, 1 268; In lo. evang . 2, l3
No se puede decir que la vida y su expresión sean lo mismo PL 35, 1. 394; Ench. 39 PL 40, 252; Ser. 166, 4 PL 38, 909; En. in ps. 70, 2, 3
en la persona humana, sino que la expresión es una dimensión PL 36, 893; SAN BASILIO, Adversus Eunomium, 3, 5 PG 29, 665; SAN LEON
MAGNO, Ser. 21, n. 3 PL 54, 192-193.
necesaria de la misma. No conocemos una vida del yo humano G. CUADRADO MASEDA, «El concepto de vida eterna en los escritos de
que no se constituya a la vez como expresión al ser participada y San Juan». C. Tom. 67 (1944) 33-51; P. GALTIER, La gracia santificante, Bar-
manifestada esa vida por la corporalidad. No obstante, es preciso celona 1964; 58 ss; K. RAHNER, Escritos de teología, I, 339 ss; IV 327 ss; Sa­
reconocer que el grado y calidad de vida del yo interior no se ex- cramentum Mundi 3, 32~325; J. AUER, El Evangelio de la gracia, Barcelona
presan en todos sus aspectos y matices en y por la exterioridad 1975, 187; L. F. LADARIA,Antropología teológica, Madrid 1987, 380 ss.
132 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 133

De la misma manera que el yo interior comunica su vida a la La diferencia evidente entre la expresión antropológica y la
corporalidad y le hace partícipe de ella (lo cual es equivalente a gracia es que en la primera se da una unidad natural en los ele-
expresarse), así Dios, en la gracia comunica su vida divina al mentos que la constituyen (ser interior y corporalidad) que no se
hombre y de ella le hace partícipe, lo cual es equivalente a decir da entre Dios y el hombre como «elementos» que constituyen la
que Dios se expresa en el hombre. La gracia, lo mismo que la ex- gracia. En este aspecto parece que la analogía es más completa
presión antropológica, lleva consigo necesariamente una unión entre la gracia y la expresión estética, en la que tampoco se da
vital. Ambas son comunicación de vida de un ser a otro ser infe- unidad de naturaleza entre los elementos que la constituyen.
rior; o bien, de una dimensión de un ser a otra dimensión inferior No obstante, se puede afirmar, volviendo a la expresión antro-
de ese mismo ser. En ambos casos se da una participación y ma- pológica, que la unión o unidad natural no es sino condición de
nifestación, no sólo de la vida como realidad fundamental, sino posibilidad para que se pueda dar esa expresión que, por otro
también de los diversos aspectos y derivaciones de esa vida. No lado, hay que subrayar, es la finalidad última, la razón de ser de
obstante, ni la corporalidad expresa totalmente la vida interior ni esa unidad natural que constituyen el ser interior y la corporali-
el hombre justo expresa nunca enteramente la vida de Dios. dad, esto es, la persona humana.
Pero es importante señalar que el concepto de expresión pone Pero esa unión o unidad natural no es la expresión; por lo que
de relieve la condición vital de la gracia, condición fundamental queda abierta la posibilidad de una clase de expresión que no esté
de la misma según la Escritura y la Tradición, contrariamente a condicionada por esa unión. Tenemos el caso ya mencionado de
otras teorías cuya fuerza significativa se reduce, de por sí, al ám- la expresión estética. En ésta, los elementos materiales de la obra
bito intelectual del ser humano, aunque después, artificialmente, de arte expresan las vivencias humanas y la estructura de la inte-
se extienda a las demás dimensiones. ligencia, siendo un reflejo, una semejanza, una imitación de las
Otra cuestión es la de averiguar en qué medida es la gracia mismas 16• Incluso puede llegarse en ella a una expresión más po-
expresión de la vida de Dios. Si sólo de la vida de Dios en cuanto derosa, rica y profunda del ser interior del hombre que la realiza-
naturaleza o de Dios también como Trinidad personal. Dejando da por la antropológica.
para otro momento esta cuestión, veamos cómo la unión entre
Dios y el hombre que realiza la gracia es también intrínseca, lo b) Por eso, nos sorprende Gelabert al negar la existencia de
mismo que es intrínseca la expresión antropológica. otra clase de expresión: «lo cierto es que no existe tal expresión
El fundamento de la unión entre Dios y el hombre que efectúa intermedia: la expresión antropológica supone la unidad natural
la gracia, no es algo distinto de ellos mismos '5, puesto que es una entre los elementos que la constituyen (cosa que no se da en la
comunicación en el ámbito del ser, realizada con el propio ser, gracia), y la estética supone la "exterioridad" entre el ser que se
con la propia vida. No es una relación circunstancial o externa a expresa y lo expresado (cosa que tampoco se da en la gracia)» 17•
Dios y al hombre, sino que es una relación en que Dios se expre- Este argumento no prueba que la gracia no sea una expresión; úni-
sa en el hombre haciéndole partícipe de su propia vida divina. camente prueba que la gracia no es igual que la expresión antro-
pológica, o que la expresión estética. Es decir, la gracia es análoga
15. La gracia, según todos los teólogos, es «la comunicación de la vida di- a una y otra. Pero ello no excluye la posibilidad de que la gracia
vina al hombre»; entonces no se puede establecer distinción entre Dios y su sea una clase de expresión diferente de las dos anteriomente men-
vida divina que es el fundamento, desde Dios, de su unión con el hombre (que
no condiciona ni relativiza a Dios, ya que es una unión ejercida, no «padecida»
por Dios) por la gracia. 16. Cf. JOSE A. GALINDO, «Aspecto intelectual del arte», Augustinus, IX
En cuanto al hombre, el fundamento de esta unión es el mismo ser del hom- (1964) 37-38; id., «El sentimiento en el arte», ibid., XI (1966) 357-378.
bre, puesto que este mismo ser es transformado y elevado a vivir la unión con 17. M. GELABERT, Salvación como humanización. Esbozo de una teolo­
Dios. Cf. J. ALFARO, Cristología y antropología, 353. gía de la gracia, Madrid 1985, 129.
134 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 135

cionadas. En efecto, éstas últimas también son diferentes entre sí; entitativa, puesto que Dios se manifiesta en y con el ser del hom-
pero de ahí no se concluye que una u otra no sea expresión. bre justo; e) en cuanto al diverso nivel ontológico, el existente
Desde el momento en que se da una manifestación entitativa entre Dios y el justo es evidente; d) la analogía también se da en
de un ser en otro, por medio de una analogía entre ambos, y en la gracia, porque es precisamente la analogía entre el justo y Dios
virtud de una cierta unión entre ellos, tenemos ya expresión, y la que lo hace cognoscible por y en el hombre justo; e) la unión
sólo expresión. entre Dios y el hombre en gracia es vital e intrínseca, según la te-
Estos son los elementos comunes y constitutivos de ambas cla- ología comúnmente admitida 21•
ses de expresión consideradas como tales hasta ahora: a) mani- El que previamente al estado de gracia no se dé esta unión,
festación b) entitativa; e) diverso nivel ontológico (entre el sujeto está muy claro que no es ningún inconveniente para que esa
de la expresión y el ámbito en que la misma se efectúa) 18; d) la unión se efectúe en el acontecimiento que es la gracia. La expre-
analogía entre uno y otro; e) una cierta unión entre los mismos 19•
sión implica una unión entre su sujeto y el ámbito en que ella se
Estos elementos constitutivos y comunes son los que nos per- realiza, como un constitutivo esencial para la misma; pero no
miten hablar en ambos casos de expresión. Ambas son, pues, ex- exige que esa unión sea previa al acontecimiento de la expresión.
presión; pero si la antropológica no es la estética, ello será debido Así, vemos que en la expresión estética no se da esa unión previa
a que se dan entre ellas ciertas diferencias, lo cual no es inconve- y, sin embargo, es expresión. Pero ocurre, además, que la gracia
niente para que ambas sean expresión con toda verdad. Estas di- para ser expresión salva este requisito mucho mejor que la estéti-
ferencias son: a) la unión vital e intrínseca que se da en la ca. En primer lugar, porque en el caso de la gracia se da una
antropológica, en la estética se reduce a la que aporta la proyec- unión previa entre Dios y el hombre proveniente de la inmanen-
ción sentimental; b) el carácter invariablemente estético de la úl- cia universal de Dios en todas las cosas, especialmente en los
tima, que no siempre, incluso con frecuencia, no se da en la seres humanos; en segundo lugar, porque, una vez advenido el
primera; e) la antropológica es natural, mientras que la estética acontecimiento de la gracia, la unión que se produce entre Dios y
siempre tiene algo de artificial; d) la estética siempre es cons- el hombre justo es vital e intrínseca; y, aunque no se llegue a la
ciente y voluntaria por parte del sujeto, pero no siempre lo es la unión natural en un solo ser que se da en la expresión antropoló-
antropológica 20• gica, es evidente que la unión que lleva consigo la gracia es
Ocupándonos ahora de la gracia, está claro que si contiene los mucho más intensa, y se acerca más a la antropológica: que la
elementos comunes y constitutivos que poseen las expresiones propia de la estética.
antropológica y estética, entonces, y ello es obvio, la gracia es Está clarísimo, pues, que la gracia es una expresión; porque
una expresión, aunque en ésta se den algunas diferencias con res- contiene todos los elementos constitutivos y comunes de las ex-
pecto a las primeras. Veamos pues: a) la gracia es una manifesta- presiones antropológica y estética. El que se den algunas diferen-
ción, ya que el modo de ser de Dios se transparenta y da a cias entre la gracia y aquéllas, únicamente prueba que la gracia
conocer en el hombre que está en gracia; b) es una manifestación no es la expresión antropológica, ni tampoco la estética; pero así
como las diferencias entre estas últimas no es óbice para que
ambas sean expresión, tampoco lo es que la gracia contenga dife-
18. Este diverso nivel, únicamente no es ontológico en el caso del teatro, rencias respecto de cada una de ellas. La gracia no es expresión
aunque sí se da diverso nivel entre autor-director e intérpretes de carácter cog-
en un sentido unívoco, sino análogo. El hecho de que las analogí-
noscitivo respecto de la obra teatral. Obsérvese que ese diferente nivel sí es on-
tológico en todas las demás artes.
19. En la expresión estética esa unión se realiza por medio de la proyección 21. Cf. FLTCK-ALSZEGHY, o. c., 541-569. Esta unión vital e intrínseca
sentimental. Cf. pp. 27 y 63. está inserta en la doctrina, que nadie discute, del consorcio o participación de la
20. Cf. p. 28. divina naturaleza por el hombre en gracia.
136 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 137

as de la gracia oscilen desde la expresión antropológica a la esté- Lo que sí hay que poner de relieve es la grandeza y el poder
tica, no debilita en nada la naturaleza expresiva de la gracia; po- de Dios, que le permiten expresarse en un ser libre sin violentar
dría ser algo distinto si la oscilación de esas analogías se diera su libertad; y en esto la expresión de Dios en el hombre es un
fuera del ámbito de una y otra expresión. La gracia es, pues, una caso único por la infalibilidad, no necesidad, de la realización de
expresión que podemos llamar teológica. la misma, y por la unión intrínseca que se da entre los dos seres
Pero veamos lo que ocurre cuando se da en la gracia algún libres protagonistas de la misma. Pero, obsérvese bien: estas ca-
elemento que no existe en ninguna de las otras dos expresiones. racterísticas únicas no impiden el acontecimiento de esa expre-
Observemos, en primer lugar, que esto también se da al estable- sión, sino que lo intensifican y perfeccionan, y, sobre todo, lo
cer la comparación entre las expresiones antropológica y estética. hacen cualitativamente superior.
En segundo lugar, que las diferencias (si se dan los elementos Para terminar, advertimos que la libertad humana no es aduci-
esenciales y comunes) lo único que nos prueban es que estamos da aquí como prueba de la expresión teológica, sino que ésta, una
ante una clase distinta de expresión. Así, por ejemplo, el elemen- vez comprobada su realidad existencial, podría ser pueba de la li-
to libertad, del que sería el ámbito en el que se realiza la expre- bertad en el sujeto humano en que se realiza.
sión-gracia, esto es, el hombre, no se da en los ámbitos en los que
se realizan las expresiones antropológica y estética. Pero la au- e) Veamos ya otra perspectiva del tema. Según hemos dicho
sencia del elemento libertad en estas últimas, ni su presencia en antes, en nuestro caso, en que es Dios mismo el que se expresa
la primera, no impide para y en nada el que las tres sean una ma­ por la gracia, es infantil el pretender señalar condiciones de posi-
nifestación entitativa de un ser en otro de nivel ontológico infe­ bilidad a su acción expresiva, tales como una unión natural a
rior por medio de una analogía entre ellos y en virtud de una modo de la que se da en la persona humana entre ser interior y
unión (intrínseca en la antropológica y en la teológica) entre los corporalidad.
mismos, lo cual es la expresión. Por tanto, la presencia del ele- En efecto, así como el Verbo hace suya la naturaleza humana
mento libertad no es ningún obstáculo para que la gracia sea una así también en la gracia, de alguna manera Dios hace suya su ex-
expresión de Dios en el hombre 22• Porque Dios puede expresarse presión en el hombre 23• No debe plantearse el problema de si la
en un ser libre. transformación hecha en el hombre por la gracia es algo de Dios
La libertad, lejos de ser un inconveniente, es condición de po- o algo del hombre 24• Ese planteamiento es inadecuado y deso-
sibilidad de esta expresión, de la gracia. Ya que su contenido (fi- rientador. En primera instancia, evidentemente, esa transforma-
delidad, generosidad, justicia, veracidad, clemencia, bondad, ción pertenece al ser del hombre, como la sonrisa visible del
amor-caridad, etc.) implica como elemento esencial la libertad. rostro es parte de éste y no del espíritu, en algún aspecto. Lo que
No puede darse esta expresión de Dios que es la gracia si no es ocurre es que en ambos casos se da una pertenencia a Dios y al
ejerciendo el ser humano su libertad. No se necesita la libertad en espíritu en cuanto son el origen, la fuente dinámica y actual, la
los polos expresivos de las otras dos clases de expresión; pero en vida, el contenido axiológico de lo que es y hay en el hombre y
la expresión teológica es necesaria la libertad para que pueda en el rostro, respectivamente. En éstos se realiza la expresión,
darse esa manifestación tan cualificada de Dios. pero la expresión es de (propiedad) Dios y del espíritu.
Ciertamente que la gracia en el hombre es una cualidad del
hombre, pero, más en profundidad, esa cualidad es expresión de
22. Se podrían mencionar otros elementos diferenciales: por ejemplo, el que
solamente en la gracia interviene el ser trascendente, Dios; así como que en la
estética el ámbito en que se realiza la expresión no es humano como en la antro- 23. Válidamente se puede decir que la encarnación es la perfecta y plena
pológica o en la teológica. Pero todo ello, como ya hemos dicho, solamente expresión de Dios en el hombre.
prueba que estamos ante diversas clases de expresión. 24. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 597; BAUMGARTNER, o. c. 214.
138 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 139

Dios; de tal manera que si no fuera su expresión ya no sería «la mento, fuente y razón de ser, ya que la expresión está ordenada
gracia». La gracia de Dios lo es tal no por ser cualidad, sino por esencialmente a hacer vivir el modo de ser interno y medular del
ser expresión de Dios. O lo que es lo mismo, la gracia es una ser que se expresa en el ser expresivo. En cuanto al aconteci-
cualidad en el hombre cuya razón formal es ser expresión de miento de la expresión, el segundo depende radicalmente del
Dios. primero.
Ahí radica la superioridad del concepto de expresión sobre el El efecto también depende radicalmente de su causa, y todos
binomio causa-efecto para significar la relación del hombre agra- sus elementos le pertenecen en algún sentido, pero en el caso de
ciado con Dios. Porque muchas cosas pueden ser efecto de Dios la expresión, esta dependencia y pertenencia se realiza en otro
como causa sin ser gracia de Dios; pero desde el momento en que plano, aunque asuma además el propio de la causa-efecto.
hay expresión del Dios personal 25 ya tenemos gracia de Dios. El
El efecto depende de su causa en cuanto a su entidad y al
efecto creado hace referencia a Dios como a su causa; la expre-
hecho de su iniciación en la existencia, pero no en el devenir de
sión hace referencia a Dios como amor personal, a su actitud be-
la misma 26• En el caso de la expresión, la dependencia con res-
nevolente, a su modo de ser; en definitiva, a su ser personal en
pecto al ser que se expresa se prolonga durante todo el proceso de
relación con el nuestro. Los efectos los causa por medio de otras
su devenir existencial. Ello es debido a que el efecto es resultado
causas; cuando se expresa en nosotros por la gracia no caben me-
de la acción de la causa, pero la expresión es reflejo del ser que
diaciones: él mismo es el que es con nosotros y, por tanto, el que
se expresa.
convive con nosotros.
Ahora bien, como la acción y su efecto son periféricos al ser
de la causa, ello lleva consigo el que puedan independizarse de
ella, lo cual nunca puede ocurrir en el caso de la expresión, ya
8. La expresión es algo perteneciente a ambos seres
que ésta compromete al mismo ser que se expresa en su núcleo
constituyentes de la misma. Es un modo de ser de existencial.
ambos
Siguiendo nuestro análisis, observamos que ni la efectuación
ni la expresión que conocemos son, evidentemente, una creación
Hemos visto en el apartado anterior que la expresión (en
propiamente dicha; ya que en los dos casos se dan elementos pre-
nuestro caso la gracia) acontece en el ser expresivo, pero también
vios con que ambos se realizan. Pero me atrevo a afirmar que la
pertenece (es propiedad) del ser que se expresa.
expresión se acerca más a la creación.
Que la expresión es del ser expresivo es evidente, puesto que
en él se realiza, y con los propios elementos de su ser. Sin embar- Es una limitación de la producción causal la no superación
go, está claro también, que la expresión pertenece al ser que se ex- ( en el efecto) del grado óntico anterior a la acción causal ( esto es
presa, puesto que la expresión necesariamente es de algo o así excepto en el caso de creación); con la acción causal sólo se
alguien; de lo contrario no sería expresión, no existiría en ninguno da un cambio de forma, incluso sustancial pero no de grado onto-
de sus constitutivos. La expresión se efectúa en radical dependen- lógico; lo que era material se mantiene y queda como material.
cia del ser que se expresa y todos sus elementos le pertenecen. Por el contrario, la expresión supone la adquisición por parte del
La expresión es del ser expresivo de un modo físico, pero es ser expresivo de un modo de ser, de un grado ontológico supe-
propiedad del ser que se expresa en cuanto es su origen, funda-
26. Estamos comparando ahora las expresiones naturales con las causas-
25. La distinción entre Dios-naturaleza y Dios-personal se planteará des- efectos creados; no hablamos ahora de la acción causal de Dios en la que el
pués, lo mismo que su incidencia en nuestro tema. efecto creado permanece siempre unido a su causa creadora.
140 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 141

rior: el cuerpo material se eleva a la categoría de cuerpo humano, La analogía, en cuanto a este aspecto entre la expresión y la
y la materia de la obra de arte (sonidos, pintura, piedra, objetos) gracia, es evidente. También la gracia es parte física del hombre
se eleva hasta expresar la vida interior del hombre 27• pero pertenece a Dios; es vida de Dios. Porque la gracia se reali-
Es decir, se da un cambio de grado ontológico: lo que era ma- za en el hombre y con elementos humanos (voluntad, inteligen-
terial accede hasta el nivel propio del comportamiento superior cia, sentimientos, actos y actitudes) se constituye y vive. Pero la
del ser humano, esto es, lo que llamamos espíritu. El cambio rea- gracia es de Dios, pertenece a Dios. No sería gracia si no perte-
lizado por la expresión en el ser expresivo, por ser de mayor en- neciera a Dios en su especificidad de vida divina. La gracia (lo
vergadura entitativa, se acerca más a lo que es la creación; por mismo que cualquier otra expresión con respecto al ser que se ex-
otro lado, nos descubre la razón de la más radical y continua de- presa) depende radicalmente de Dios, desde el inicio de su exis-
pendencia de la expresión con respecto al ser que se expresa. tencia hasta el último instante de su devenir existencial, porque
Ello, además, nos pone de relieve la pertenencia de la expresión supone una implicación de Dios tal, que es él mismo el que vive
a ese ser que se expresa. en el justo por la gracia.
Entonces queda desvelado cómo la expresión es parte del ser Esta dependencia de la gracia en relación a Dios se pone más
expresivo, pero pertenece al ser que se expresa. Es parte del ser de manifiesto (igual que en cualquier otra expresión) en la adqui-
expresivo porque acontece en él y porque con sus elementos enti- sición por parte del hombre (lo mismo que ocurre en cualquier
tativos se realiza; pero pertenece al ser que se expresa porque de otro ser expresivo) de un grado ontológico superior: la vida
él procede como acontecimiento vital suyo, como dimensión nueva, la vida divina que forma parte real del hombre en gracia.
existencial suya que como tal otorga al ser expresivo. Éste, por su Esta elevación del hombre a un nivel ontológico superior se
parte, la recibe a modo de existencia superior que no encuentra acerca a lo que es la creación porque comporta un cambio óntico
en sí mismo su razón de ser sino en el otro. No la recibe como cualitativo de mayor envergadura que una mera producción de un
una cosa, como un algo físico, sino como una vida que lo eleva a efecto por su causa. Esto nos explica la mayor intensidad y pro-
un nivel superior de existir 2•. longación de la dependencia de la gracia con respecto a Dios 29•
Estamos ante dos seres (o dos dimensiones de un mismo ser) Asímismo, está claro (igual que en toda expresión como ya
distintos que viven una misma vida. hemos visto antes) de qué manera puede decirse que la gracia es
parte del hombre pero pertenece a Dios. Pertenece a Dios porque
de él procede, porque la gracia es una «dimensión» existencial y
27. No en vano se escribe comúnmente que la obra de arte es una creación. vital de Dios y como tal se la otorga al hombre justo. Este, por su
Cf. F. CHALLAYE, Estética, Barcelona, 1953, 60; L. STEFANINI, Estética, parte, la recibe y la hace suya, vida de su vida 'º, que no encuen-
Roma 1953, 59 ss; E. F. CARRIT, Introducción a la estética, México 1955, 80; tra en él su razón de ser, sino que la recibe de Dios como una
L. HURTADO, Introducción a la estética de la música, Buenos Aires 1971, 131
vida que lo eleva a un nivel superior de existir aunque constituido
ss. Cf. también: G. W. F. HEGEL, Estética, Madrid 1908; id., Introducción a la
estética, Barcelona 1971; B. CROCE, Estética como ciencia de la Expresión y y vivido con los elementos humanos de su ser.
Lingüística general, Madrid 1929. Estamos, pues, ante el caso ya mencionado de dos seres dis-
28. El efecto también refleja las perfecciones del ser de la causa porque tintos que viven una misma vida. ¿Cómo puede ser esto? Parece
todas las perfecciones que tiene el efecto las debe tener la causa. Pero en el caso
de la expresión se refleja al ser que se expresa a nivel vital, moral y personal, lo
cual supera la capacidad manifestativa del efecto con respecto a su causa. El ser 29. La Escritura y los teólogos hablan de la gracia como nueva creación.
que expresa a otro contiene una sobrernanifestación del ser que se expresa, más Cf. 2 Cor 5, 17-18; Gal 6, IS; Sant 1, 18. Para una visión general de lo que la
rica y superior de lo que a su propia naturaleza corresponde. En todo caso no teología dice sobre la gracia como nueva creación cf. FLICK-ALSZEGHY, o.
hay que despreciar el binomio causa-efecto, pero considero que es mejor la ex- c., 409-441; CH. BA UMGARTNER, o. c. 37, 45 ss, 54, 67 ss, 198, 202.
presión para significar la relación existente entre Dios y el hombre en gracia. 30. Cf. SAN AGUSTIN, Conf., 7, 1 PL 32, 748-749.
142 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 143

que no hay conceptos humanos aptos para explicarlo. Lo que está El cuerpo posee una adaptabilidad que le permite recibir 31 la
patente y es cierto es que Dios y el hombre justo son dos seres vivificación y así ser su expresión. La vida que vive el cuerpo y
distintos, pero que viven una misma vida: la vida divina que es es expresión del espíritu, evidentemente pertenece al cuerpo y al
común a Dios y al hombre justo; al menos en su ápice vital que espíritu. Al cuerpo porque es vivida por él; al espíritu porque de
entonces lo constituye la gracia. él dimana la misma vida vivida por el cuerpo.
Cómo pueda ser esto nos lo sugiere el acontecimiento de la Este acontecimiento existencial en que la corporalidad se
expresión en el hombre en que la corporalidad y el espíritu, aun eleva y asume un existir superior a la materia, y en que el espíritu
siendo distintos, viven una misma vida. expande su existir a un ámbito óntico inferior, es lo que constitu-
En el caso del hombre es la unidad de ser constituido por el ye la expresión 32• Pero esta comunión de vida no implica la iden-
cuerpo y el alma lo que posibilita el acontecimiento de la expre- tificación de naturaleza de ambos ni su mixtificación a nivel
sión; en el caso de la gracia es el poder de Dios lo que suple la sustancial (más bien las excluye a pesar de su unidad natural o,
carencia de unidad natural entre Dios y el hombre. Pero el pro- más bien, debido a ella); sin embargo es una misma vida la vivida
blema está en que la expresión que es la gracia exige una comu- por ambos, aunque de distinta manera.
nión de vida sin que se comprometa la distinción y trascendencia Esto mismo ocurre con la expresión que llamamos gracia. La
de Dios. vida vivida por el justo en su nivel más elevado no podemos decir
Al parecer es perfectamente posible una comunión de vida sin que sea de ningún ser excepto el mismo justo y Dios. Es vida del
unidad de ser. Así como el yo es distinto del cuerpo y lo trascien- justo puesto que es vivida por él; es vida de Dios porque de él di-
de (a pesar de la unidad natural), pero sin embargo ambos viven mana esa misma vida vivida por el justo. El que Dios y el justo
una misma vida, tiene que ser también posible, manteniendo la sean dos seres distintos no es óbice para que vivan la misma vida
distinción y trascendencia de Dios con respecto al hombre, el que tal y como hemos visto que acontece en la expresión antropológi-
éste y Dios vivan una misma vida. ca. El que entre ambos no exista unidad natural tampoco es in-
conveniente. Si nos apartamos de la mentalidad fisicista 33
comprenderemos que la unidad real no es necesaria, como medio,
9. Diversas cuestiones
para que se realice lo que podríamos llamar expresión teológica;
esto es, que Dios y el hombre justo vivan la misma vida. Precisa-
Desde ideas ya anteriormente expuestas, ahondando en ellas y
siempre con la guía de la expresión, me propongo iluminar en lo mente Dios, por su poder infinito, no necesita de ningún medio;
posible este profundo acontecimiento que es la gracia. el medio o causa instrumental viene a ser una ayuda que necesi-
tan los seres limitados para realizar sus acciones 34• Simplemente,
La corporalidad en el hombre es expresión de la vida interior
como ya hemos dicho muchas veces. Ello quiere decir que la vida 31. Esto no nos ha de llevar a creer que el cuerpo es un algo completo y hu-
tiene en el alma su fuente, que la corporalidad participa de esa mano antes de recibir la acción del espíritu; es éste el que constituye al cuerpo
vida; pero que si la corporalidad deja de ser vivificada por el como cuerpo humano.
alma, entonces deja de ser humana. El cuerpo no vivificado por 32. Sobre la expansión de la expresión cf. LAIN ENTRALGO, Teoría y re­
el espíritu es desde el punto de vista material, lo mismo que el alidad del otro; t., ll, 89.
33. Cf. nota 14 de la Introducción. Critican es fisicismo autores como J. AL-
cuerpo vivificado. Pero ocurre que éste está actuado por un ser no FARO, Cristología y antropología. 248, 313 (nota 181), 353; FLICK-ALS-
material y de un modo no material. Ello evidencia que aun siendo ZEGHY, El Evangelio de la gracia, 28-29; J. l. GONZALEZ FAUS, Proyecto
el cuerpo distinto del espíritu, esto no es óbice para que ambos de hermano, 429, 509.
vivan la misma vida. El cuerpo es el ámbito propio de la actua- 34. La falta de unidad de naturaleza entre Dios y el hombre se suple por la
inmanencia de Dios en sus creaturas, tanto más intensa cuanto más perfectas
ción vital expresiva del espíritu.
son. SAN AGUSTIN: Deus intimior intimo meo (Conf. 3, 6, 11 PL 32, 688).
144 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA
ANALOGÍASENTRE EXPRESIÓNY GRACIA 145

Dios vivifica al hombre con su propia vida, lo mismo que el cuer-


con los elementos humanos y personales de ese hombre. Este
po es vificado por el espíritu. Y así como el cuerpo es ámbito
acontecimiento es precisamente la gracia 35•
propio de la actuación del espíritu, así el hombre es ámbito espe-
La vida de Dios en Dios es Dios; la vida de Dios en el hombre
cial de la actuación de Dios.
y vivida también por el hombre (expresión) es la gracia = huma-
A pesar de todo, no se da panteísmo porque ni se identifican ni nización de la vida de Dios, o divinización de la vida del hombre.
mezclan las dos naturalezas o sustancias. Pero esta vida es vivida Dios vive en el hombre su propia vida. El hombre vive en Dios
por Dios y el hombre de diferente manera. La vida divina en Dios también su propia vida. Pero el hombre no es un sujeto pasivo; es
es propia, pura, simple, infinita. La vida divina en el hombre es sujeto activo, esto es, conforme a su naturaleza racional y libre
comunicada, circunscrita a su naturaleza compuesta y finita. que conlleva la aceptación y el ejercicio de la vida de Dios de un
Comprobada la posibilidad de que Dios y el hombre agracia- modo activo.
do vivan la misma vida intentamos conciliar ahora la identidad de Como resumen de este apartado se puede concluir lo siguiente:
vida y la distinción de naturaleza entre Dios y el hombre justo.
Así descubrimos al hombre como distinto de Dios, por su esencia 1 º) La gracia, -en analogía con lo que acontece en la expre-
que recorta, trivializa y mediatiza la vida divina, pero que vive sión antropológica- es parte del ser del hombre porque con y en
también esta misma vida. La vida del hombre, y su ser, en su sus elementos entitativos se vive la gracia; pero pertenece a Dios
suelo, en su soporte, en su esencia circunscribidora y mediatiza- porque de Él dimana y porque llega a constituirse en cuanto tal y
dora, en su dimensión no axiológica, se distingue de la vida de en la medida en que sea expresión de Dios.
Dios y, por supuesto, de su ser; pero la vida del hombre justo, en
su ápice, en su culminación, en su dimensión suprema axiológica, 2º) La gracia, -tal y como acontece en toda expresión al ser
es la misma vida de Dios. De la misma manera que el ser y el expresivo- eleva al hombre a un nivel superior de existir, esto
existir de la corporalidad, en su soporte, en su carga material, en es, la existencia sobrenatural que constituye la vida divina.
su sustancia circunscribidora y mediatizadora, en su dimensión
no axiológica, se distingue de la vida y el ser del espíritu; pero la 3º) Dios y el hombre agraciado -lo mismo que en la expre-
vida de la corporalidad en su ápice en su dimensión suprema sión antropológica sucede con sus dos constitutivos- viven una
misma vida: la vida divina.
axiológica (su condición de humana) es la misma vida del espíri-
tu. No es vivida por el mismo ser, naturaleza o entidad (en el
4º) La carencia de unidad natural no es óbice para que Dios y
caso de la gracia hay también distinción de personas) pero sí es la
el justo vivan la misma vida divina; esa unidad natural es susti-
misma vida.
tuida con ventaja por la inmanencia natural de Dios en el hombre,
Parece que se da duplicidad de sujetos activos en la vivencia que permite la expresión de Dios en el mismo hombre al hacerlo
de la misma vida. En la expresión antropológica, la corporalidad ámbito especial de su vivificación y actuación.
y el espíritu son sujetos activos, secundario y principal respecti-
vamente, de la misma vida humana. En la expresión teológica, el 5º) En analogía con la expresión antropológica, la vida y el
hombre agraciado es sujeto activo secundario, y Dios sujeto acti- ser del hombre en su soporte, en su esencia limitadora se distin-
vo principal de la misma vida divina. Igual que en la expresión gue de la vida de Dios; pero la vida del hombre justo en su di-
antropológica el espíritu es principio fontal de la vida humana vi- mensión suprema axiológica, es la misma vida de Dios.
vida por el cuerpo, constituida y construida en y con los elemen-
tos entitativos del cuerpo; así Dios es principio fontal de la vida 35. El que sea Dios sujeto principal elimina el peligro de la deformación de
divina vivida por el hombre justo, constituida y construida en y la gracia que es el «sinergismo». Sobre esta última visión equivocada de la gra-
cia cf. CH. BAUMGARTNER, La gracia de Cristo, 376.
146 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍASENTRE EXPRESIÓNY GRACIA 147

6º) No se da panteísmo porque ni se identifican ni se mezclan en su ser humano 36. Por eso se puede decir que el sentido más
las dos naturalezas o sustancias, a semejanza con la expresión profundo y elevado lo encuentra el hombre en ser expresión de
que es el hombre. Dios, que es lo que le hace adquirir su condición de divino. Esta
divinización no consiste en una adición entitativa del nivel onto-
7º) Hay duplicidad de sujetos activos de la misma vida divina: lógico correspondiente a su ser humano, sino en una ordenación
Dios, sujeto activo principal, y el hombre, sujeto activo secunda- propia del nivel ontológico de Dios; es una estructuración, una
rio y subordinado. vivificación (expresión) que no añade nada humano, sino que
únicamente lo hace ámbito especial de la actuación y existencia
de Dios 37•
10. Dependencia del ser expresivo (nivel ontológico Este nuevo sentido que adquiere el cuerpo 38 o el hombre, es el
inferior) respecto del ser que se expresa (nivel más elevado, el más íntimo y profundo de su ser, pero a la vez es
ontológico superior) indebido. El cuerpo como material, de por sí, no contiene ningu-
na exigencia de ser humano, puesto que los elementos materiales
que lo componen, existen como tales sin ser humanos, y los que
El hombre es con respecto a la acción divinizadora de Dios, lo
son humanos volverán a ser meramente materiales con la muerte,
que es el cuerpo con respecto a la acción humanizadora del espí-
con una razón de ser y de sentido propios en ambos casos.
ritu. Sin ésta, el cuerpo humano deja de serlo para convertirse en
Lo mismo se debe decir, como sabemos, del hombre natural;
sólo materia; sin aquélla, el hombre divinizado -en gracia-
el cual no tiene una exigencia de la vida divina (lo sobrenatural)
deja de serlo para ser simplemente hombre natural.
porque la creatura no contiene una ordenación necesaria a ser di-
Es Dios el que otorga -por la gracia- al hombre obtener un
vinizada y porque el hombre natural tiene su razón de ser y senti-
nivel superior al propio ser; es Dios el que da significación divina
do propios 39•
al hombre; es Dios el que da nivel axiológico divino al hombre.
Este sentido nuevo de la corporalidad y del hombre natural
La corporalidad del hombre tiene su sentido propio como ma- puede perderse por una y otro. La gravedad de esta pérdida se
teria que es (todo lo que existe tiene un sentido) pero su capaci-
dad y adaptabilidad le permite, -es un hecho- alcanzar un
36. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, I, 331 ss; FLICK-ALSZEGHY,
sentido de rango humano. Ello nos permite afirmar que su senti- El Evangelio de la gracia, 571 ss; PIET FRANSEN en Mysterium Salutis, IV/2,
do más profundo y elevado lo encuentra en ser expresión del es- 710; J. ALFARO, Cristología y antropología, Madrid 1973, 237, 313, 346, etc.
píritu que es lo que le hace tener su condición de humana. Esta Alfaro prefiere la fórmula «capax Dei». La misma fórmula viene a usar E.
humanización no consiste en una adición entitativa del nivel on- SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, Salamanca, 1969, 316. Pero ya STO.
TOMAS hablaba de «eductio ex potentia oboedientiali (De virt. in comm., a.
tológico correspondiente a su ser material, sino en una ordena-
10, ad 2, ad 13); y SAN AGUSTÍN decía que el hombre «summae naturae
ción del nivel ontológico propio del espíritu; es una capax est» (De Trin., 14, 4, 6 PL 42, 1040).
estructuración, es una vivificación (expresión) que no añade nada 37. Tampoco es una adición del ser divino, por lo que queda excluido el
material, sino que únicamente hace al cuerpo ámbito natural de panteísmo.
actuación y existencia del espíritu. 38. Esta adquisición no nos hace pensar en una existencia del cuerpo huma-
no anterior a la vivificación por el espíritu, sino en una deducción de lo que el
Algo muy parecido acontece en la expresión teológica. El espíritu aporta a la corporalidad por lo que ésta pierde con la muerte del ser hu-
hombre tiene sentido propio como ser natural y como ser no agra- mano.
ciado por la gracia, esto es, como ser en que personalmente no se 39. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, I, 325-347; H. de LUBAC, «Le
expresa Dios, pero su capacidad y adaptabilidad (potencia obe- mystére du surnaturel» en Recherches de Science Religieuse 36 (1949) 80-121;
id. El misterio del sobrenatural, Barcelona, 1968; L. MALEVEZ, «La gratuité
diencia! dicen los teólogos) le permite alcanzar un rango divino
du surnaturel» en Nouvelle Rev. Théol. 75 (85) (1953) 561-586; 673--689.
148 ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 149
APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA

pone de relieve, en cuanto al caso de la corporalidad, por la dife- sión inaceptable. Porque no hay dificultad para comprender que
rencia existente entre cuerpo vivo y cuerpo muerto: en el prime- lo sumo y más íntimo sea a la vez indebido sin atentar contra el
ro, el espíritu se expresa en el cuerpo, el cual de esa manera es sentido del ser humano, si se comprende bien cómo está estructu-
humanizado; en el segundo, el espíritu ya no se expresa en él, por rado el ser del hombre. Cualquier elemento añadido vitalmente al
lo que se rebaja y se degrada a simple materia inorgánica. ser humano es preciso que sea -además de posterior al resto-
Análogamente, Dios transforma al hombre al expresarse en él más perfecto, más íntimo y sumo. La antropología moderna nos
por la gracia hasta quedar divinizado en mayor o menor grado. Pri- permite afirmar que el hombre se compone de varios niveles es-
vado de la gracia, el hombre está muerto a la vida divina. Las gra- tructurados. Ahora bien, hemos de pensar que cuando Dios deci-
ves consecuencias de esta muerte están descritas en la Escritura y de elevar al hombre al estado sobrenatural, se atiene al esquema
en la Tradición. El pecado hace que el hombre no exprese a Dios en evolutivo y de constitución del ser del hombre.
el ápice de su ser, aunque pueda seguir siendo un reflejo de Dios en Lo apreciamos en el desarrollo del niño. Conforme se actuali-
sus perfecciones ontológicas •0• Y así como el amor expresa a Dios zan las diversas cualidades, facultades y propiedades, todas ellas
(Dios es amor: 1 Jn 4, 8), así el egoísmo, a que se reduce el pecado, no se añaden a su ser de una manera externa, sino interna y vital,
no expresa nada: la ausencia del amor, del ser, de Dios. En efecto, asumiendo los elementos anteriores y pasando a ser el elemento
obsérvese que para que se dé expresión debe darse una dualidad de nuevo el más perfecto ónticamente y el más íntimo. Una falsa
aspectos o de seres. Ahora bien, el egoísmo obstruye cuaiquier refe- imagen espacial, física, nos hace pensar que a un ser únicamente
rencia a otro ser distinto del egoísta por lo que es imposible que el se le puede añadir algo externamente, por encima (añadidura
hombre sea así expresión de Dios. El amor de Dios en el hombre cuantitativa). Esto es suponer que ese ser previo está ya perfecta-
(= gracia) expresa a Dios; el egoísmo (= pecado) no expresa (en el mente cohesionado y que no admite ya más cohesión. Precisa-
plano sobrenatural) ni a Dios ni a nadie ni a nada. Únicamente en el mente el nuevo elemento incorporado (incorporación cualitativa)
plano humano, la corporalidad sigue expresando su interioridad, la se une al ser previo en su núcleo central, aumentando su interiori-
cual, a su vez, ya no expresa nada, puesto que no hace referencia a dad y su cohesión interna. Una imagen más exacta, aunque tam-
ningún otro ser distinto de sí; es decir, niega la condición necesaria bién fuera espacial, sería decir que el ser se hace más profundo.
para que se pueda dar expresión. Bajo estas perspectivas, es fácil comprender que sea lo sobre-
La pregunta que inevitablemente se suscita sobre este tema es natural lo más íntimo e indebido, en vista de lo cual Dios ha pro-
la que hace U. von. Balthasar, y que es recogida y contestada por yectado el resto. Este resto, a pesar de todo, sigue teniendo
Rahner 41: «¿Cómo puede sustraerse "lo más íntimo" -aquello sentido, pues está constituido por estratos inferiores; los cuales,
en vista de lo cual Dios ha proyectado efectivamente todo lo todos, a su vez, tienen sentido, y todos y cada uno de ellos está
demás- sin que nos quede un resto sin sentido?», La respuesta orientado al estrato más superior.
de Rahner es acertada, pero, a mi entender, se debe completar con Así, privado el hombre de lo sobrenatural, se daría en él una re-
varias consideraciones. ordenación (se da también con el pecado), y el nivel inmediata-
La objección propuesta por Balthasar aboca a que la sustrac- mente inferior a lo sobrenatural asumiría el papel de culminar y ser
ción de lo «más íntimo» del hombre (la gracia) debería provocar la cumbre de todos los otros estratos con sentido. En vista de esa
también la pérdida de su sentido; pero entonces, la gracia sería dimensión, ahora suprema, Dios ha proyectado todo lo demás 42•
algo debido al hombre para evitar su carencia de sentido, conclu-
42. Estas consideraciones que estamos haciendo sirven igualmente para
40. Cf. pp. 108-109. comprender que lo sobrenatural es algo indebido al hombre, (por lo que su pri-
41. Cf. K. RAHNER, o. c., 340, nota 13; H. U. von BALTHASAR, Karl vación no le deja sin sentido), como para entender lo que en el hombre acontece
Barth, Darstellung und Deutung seiner Theologie, Colonia 1951, 310 ss. cuando se ve privado de la gracia por el pecado.
150 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 151

Dios ha proyectado al ser humano con varios sentidos unifica- La divinidad, la naturaleza divina, son existenciadas por el
dos y asumidos todos por el superior. Privado el hombre de la justo a su manera y modo de ser y según su capacidad, análoga-
gracia, entonces todas las otras dimensiones con sentido quedan mente a como la entidad del ser que se expresa es existenciada
unificadas y asumidas por la que resta ahora como superior en por el ser expresivo.
vista de la cual indudablemente también Dios ha proyectado los La inmanencia en el justo por la gracia (dada su radical tras-
niveles inferiores. cendencia) no supone la adquisición por parte de Dios de un
nuevo modo de ser inferior a su propia categoría óntica; pero esa
inmanencia es tan honda que Dios mismo es el principio genera-
11. Inmanencia y trascendencia simultáneas entre los dor de la vida del hombre agraciado 43•
dos seres o dimensiones de ser que constituyen la Por eso, la gracia acontece en el hombre pero Dios es su
expresión autor.
La expresión, que establece una inmanencia tan profunda del
a) Tanto la inmanencia como la trascendencia de la expresión ser que se expresa en el ser expresivo, presupone y exige una
se significan resumidamente al decir que es el modo más perfec­ trascendencia necesaria y esencial para la misma expresión, entre
to, más íntimo, que puede darse, de hacer partícipe un ser a otro los dos seres que la constituyen.
de su propio ser, manteniendo incólume su distinción del mismo. En la expresión que es la gracia, en relación dialéctica con su
Las más difíciles aporías que la realidad de la gracia implica profunda y misteriosa inmanencia, se da también una trascenden-
tienen su raíz en la inmanencia perfectísima y la radical trascen- cia radical, igualmente misteriosa, con respecto al hombre agra-
dencia entre Dios y el hombre que esa gracia lleva consigo. ciado. En perfecta concordancia con la expresión que es de algo o
Ciertos datos fundamentales de la Revelación sobre la gracia, alguien en algo o alquien distinto, Dios se expresa en otro ser
como la divinización, el consorcio con la divina naturaleza y la distinto que es el hombre, lo cual es la realidad de la gracia.
inhabitación, constituyen una prodigiosa inmanencia (sobrenatu- La diversidad de grado entitativo es específicamente caracte-
ral) de Dios en el justo. rística de las dos clases de expresión que conocemos: la antropo-
El concepto más eficaz y apropiado para significarla es la ex­ lógica y la estética. Pues bien, lo mismo ocurre en la expresión
presión, en que la inmanencia del ser que se expresa (Dios) en re- que podemos llamar teológica, en la que Dios se expresa en
lación al ser expresivo (el justo), más que un «estar-en» consiste cuanto hace partícipe de su ser a otro ser de nivel ontológico in-
en un «ser-con». ferior, que de ese modo se convierte en su medio y ámbito mani-
Sin menoscabo de la radical trascendencia de Dios y su abso- festativo.
luta simplicidad, habría que hablar de una cierta prolongación del Esta diversidad de planos entitativos pone de relieve la tras-
ser de Dios en el ser del justo, operada por su expresión en él que cendencia del ser que se expresa (Dios) repecto al ser expresivo
es la gracia. (el hombre justo). Pero Dios -lo mismo que acontece en las
La inmanencia de Dios en el justo que conlleva la gracia se otras especies de expresión- no queda reducido a la limitación
pone de relieve (análogamente a lo que ocurre en toda expresión del hombre en cuanto a ser, riqueza ontológica y axiológica, vir-
antropológica o estética) en la transformación que se realiza en el tualidades, etc., sino que lo trasciende infinitamente permane-
hombre agraciado al adquirir la riqueza entitativa y axiológica de ciendo en su ser absolutamente superior, sin que nunca pueda ser
Dios que se expresa en él, solamente limitada por su capacidad agotado ni totalmente expresado por todos los hombres en gracia
de expresar a ese mismo Dios. Esta es la explicación más cohe- actuales y posibles.
rente y profunda de la «divinización» y el «consorcio con la divi-
na naturaleza» como constitutivos de la gracia. 43. Cf. SAN AGUSTIN, Conf. 8, 1 PL 32, 748-749.
152 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 153

Otro hecho que determina esta transcendencia de Dios es la gracia son muy difíciles de conciliar por darse ambas en un grado
preeminencia, la iniciativa y la autoría de Dios al ser origen y extremo, o más bien, por su trascendentalidad o supracreaturali-
fuente de la gracia por ser él mismo la gracia. Ello está en cone- dad. Por eso, el intento de su conciliación provoca aporías muy
xión con su gratuidad o el carácter indebido de la misma. difíciles de resolver; dificultad que también se presenta en las
La sobrenaturalidad, la condición de único de este ser que se otras clases de expresión, como ya vimos antes.
expresa, que es Dios, postulan la gratuidad de la gracia; pero, Por un lado, la inmanencia de la gracia exige una unión intrín-
sobre todo, más decisivamente, es la posesión y realización de un seca y vital entre Dios y el justo; pero, por otro lado, la trascen-
sentido propio y coherente por parte del hombre, lo que hace in- dencia impide una identificación. La inmanencia de la gracia
debida y gratuita la gracia al no ser exigida por la naturaleza hu- incluye la adquisición por parte del hombre agraciado de la
mana como tal en cuanto obra «ordenada» por Dios como misma riqueza entitativa y axiológica de Dios; pero la trascen-
interlocutor que recibe y acepta libremente la gracia 44• dencia no permite que Dios quede menoscabado en su infinitud o
Esto ya lo hemos comentado antes, pero lo que interesa ahora en su radical distinción, o que se limite a las dimensiones del ser
señalar es la significativa analogía en este aspecto de la gracia humano. La inmanencia de la gracia conlleva la adquisición por
con la expresión, de tal manera que se vuelve a justificar que ha- parte del hombre de una vida nueva que es divina, que es de
blemos de la gracia como de una clase de expresión que llamaría- Dios; pero la trascendencia mantiene la infinita distancia entre
mos teológica. En efecto, en la expresión también el ser Dios y el hombre. En fin, la inmanencia de Dios en el justo esta-
expresivo tiene su sentido propio distinto del que le otorga el ser blecida por la gracia llega hasta hacer de ese justo, misteriosa-
que se expresa; ello implica una no exigencia, desde su estructura mente, una a modo de prolongación existencial del mismo Dios;
interna, de un sentido superior. sin embargo, la trascendencia divina siempre evitará la mezcla de
Esto que es claro en el caso de la expresión estética, no lo es su ser con la existencia o el ser del hombre.
tanto en el de la antropológica, por lo que me confirmo en que la Esta inmanencia hace de Dios y del hombre, en cierto modo,
gracia es una clase de expresión cuyas analogías oscilan desde la un solo ser, en cuanto que la gracia es de Dios pero acontece en
expresión antropológica a la estética. No obstante, es innegable el hombre; aunque de distinta manera pertenece a Dios y pertene-
que la corporalidad tiene un sentido propio y carece de exigencia ce al hombre. Lo mismo ocurre en la expresión antropológica y
con respecto a un sentido superior (es el caso del cuerpo en el en la expresión estética, en las que esa expresión pertenece al ser
animal, el vegetal y el mineral), aunque lo mismo que los mate- que se expresa y al ser expresivo, aunque de distinta manera 46•
riales del arte, tiene una coherencia interna y por supuesto, capa- La expresión que es la gracia realiza la unión más íntima po-
cidad, para ese sentido superior. sible entre Dios y el hombre. Pero ello no atenta contra la tras-
A propósito de esto, obsérvese que el hombre es un centro cendencia de Dios porque tanto Dios como el hombre en gracia
vital que, desde la concepción, se realiza como ser humano incor- permanecen en su ser propio y original. Dios sigue siendo Dios y
porando elementos materiales (que no tienen ninguna exigencia el hombre sigue siendo hombre, aunque haya adquirido un modo
de ser asumidos por la corporalidad humana) en y con los cuales de ser sobrenatural. No se da mezcla sino unión inefable.
se expresa 45• La gracia desde Dios es el mismo Dios; pero desde el hombre
La inmanencia y la trascendencia de esta expresión que es la es el hombre, aunque transformado. Así se mantiene la identidad

44. Cf. K. RAHNER, o. c., 1, 341.


45. Según el plan de Dios, la materia está destinada a ser organizada y apro- 46. En los apartados anteriores ya hemos tratado este tema; ahora, tomando
vechada por el hombre; lo cual adquiere su más intenso y alto grado cualitativo lo dicho como punto de partida, lo abordamos desde otra perspectiva, intentan-
cuando es asumida esa materia en la corporeidad humana. do nuevos caminos de solución.
154 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 155

de cada ser y su mutua distinción. Así la gracia aparece como progresivas instancias, se puede afirmar que tratándose de vida
algo personal y se evita su cosificación. espiritual, es preciso que nos situemos en el ámbito del conoci-
En su dimensión originaria, la gracia pertenece a Dios, porque a miento y del amor, en cuyo caso el «objeto» conocido y amado es
él le pertenece la iniciativa de su expresión en el hombre como gra- el co-determinante y el co-principio (juntamente con las faculta-
cia, y él es la fuente de la misma y él mismo es el que vive en el des) de ese conocimiento y de ese amor, es decir, de esa vida es-
hombre por la gracia que también es vida de Dios; pero en su dimen- piritual; por lo cual Dios mismo es la vida del justo (inmanencia),
sión terminativa, la gracia pertenece al hombre, porque en éste acon- pero Dios no es los elementos humanos con que esa vida es vivi-
tece la gracia y con sus elementos humanos es constituida por Dios. da, sino radicalmente distinto e infinitamente superior al ser del
Sin embargo, la trascendencia de Dios queda incólume, porque hombre (trascendencia).
ambos, a pesar de todo, permanecen en su ser original y propio 47• Entonces, afrontando directamente la paradoja antes mencio-
De todo esto, que ya hemos dicho antes por cierto, se deduce nada, habría que decir lo siguiente: la gracia es vida de Dios en
que la gracia por ser expresión, no es un ser distinto de Dios y cuanto él es su fuente y principio, y en esa dimensión no es infe-
del hombre, sino que es Dios expresado en el hombre. rior a la vida propia y exclusiva de Dios; pero también es vida del
La gracia no es un ser en cuanto esencia, sino una dimensión hombre porque, como ya hemos dicho varias veces, se construye
existencial de los dos seres que (salvando la autoría de Dios) la y se vive en el hombre y con el ser del hombre; e incluso, este ser
constituyen; no es una sustancia, sino una manera de existencia; del hombre es también principio y fuente de esa vida pero secun-
no es una naturaleza, sino un característico ejercicio del ser. No daria y subordinadamente, en cuanto principio principiado y
es algo estático, sino algo dinámico; no es algo hecho, sino algo fuente originada. Entonces aparece claro que el hombre no es
que se hace; no es algo devenido, sino algo que deviene. Esta dis­ Dios aunque la gracia sea vida del hombre, porque lo es en una
tensión y dinamicidad de la gracia (lo mismo que cualquier otra dimensión, modo y sentido distintos a como lo es de Dios.
expresión) le permite ser inmanencia y trascendencia a la vez: in- Así queda también esclarecido que Dios no sólo es co-princi-
manencia porque Dios ejerce su propio ser en y con el hombre pio y co-determinación en cuanto es «objeto» de conocimiento y
justo; trascendencia porque Dios sigue ejerciendo su propia exis- amor, sino también como principio principiante de la vida divina
tencia divina infinitamente superior a la del hombre. del ser humano que es principio principiado de la vida divina en
b) Pero la paradoja se presenta insoslayable: si la gracia de él.
Dios en el hombre es vida divina, no puede ser inferior a la vida Pero con todo esto no nos apartamos de lo que es la expre-
propia y exclusiva de Dios (lo exige la simplicidad y trascenden- sión, sino que nos estamos moviendo dentro de su campo entitati-
cia de Dios); pero si esto es verdad, entonces esa gracia = vida vo y conceptual; y eso es precisamente lo que nos permite
divina, no puede ser a la vez vida del hombre, porque entonces el resolver las aporías antes suscitadas.
hombre sería Dios. En efecto, obsérvese que ese conocimiento y ese amor vienen
La hondura en que se resuelve esta paradoja, me parece intuir, a constituir una expresión de Dios en el hombre, porque son «la
consiste en que aunque los elementos con los cuales se vive la manifestación entitativa de un ser (Dios) en otro (el hombre) de
vida de Dios en el hombre justo (gracia) son humanos, sin embar- rango ontológico inferior por medio de una relación vital e
go Dios mismo es el co-determinante, el co-principio de esa vida intrínseca».
juntamente con el principio vital superior del mismo ser humano.
De un modo general, que se ha de concretar y matizar después en

47. No hay que olvidar que la distinción entre Dios y el hombre no es lo


mismo que entre dos criaturas. Cf. K. RAHNER, Sacramentum Mundi, 2, 345.
156 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA 157
ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA

12. ¿La expresión de Dios en el justo está constituida sola- nocimiento y del amor de Dios, implican la gracia de Dios en ese
mente por el conocimiento y el amor? ¿Ellos solos son la hombre, y la constituyen en sus elementos más esenciales.
gracia? Diferencias entre ambos.
a) Pero hay diferencias sustanciales entre el conocimiento y
La expresión de Dios que es la gracia está constituida y reali- el amor. En efecto, el conocimiento sólo no se puede decir que
zada por todos los elementos del ser humano aunque de distinto sea expresión de Dios en sentido estricto y en consecuencia la
modo y en diverso grado por cada uno de ellos. Esta expresión gracia; aunque, siendo conocimiento sobrenatural, deberá sin
incluye dentro de su ámbito a la opción fundamental, las actitu- duda ser gratuito. Pero el único conocimiento sobrenatural de que
des, los actos de conocimiento y de amor, las motivaciones, senti- tenemos noticia por la Revelación es el que conlleva la fe teolo-
mientos, pasiones, tendencias, corporalidad y dimensión social gal, aunque ésta no sólo sea conocimiento sino también opción
del hombre. de la voluntad 49•
La expresión, por su extensión y comprensión, sí que coincide Pero ocurre que la fe puede darse sin el estado de gracia, si
exactamente sin ampliaciones ni especificaciones con lo que es la bien entonces no es salvífica sino que está muerta como dice
gracia, según el sentido claramente significado en la Escritura: Santiago (2, 17) y no alcance su madurez y poder salvador sino
vida de Dios en el hombre = expresión de Dios en el hombre 48• unida a la caridad (St. 2, 14-26) 'º.
La única diferencia entre ambas formulaciones está en que la pri- De todo ello se desprenden las siguientes afirmaciones: \g) La
mera es una idea no elaborada, y la segunda es elaborada y es ex- fe como conocimiento, desvinculada de la caridad, no es la gracia
plicación a nivel filosófico del dato revelado. Por el contrario, el (como estado) ni expresión de Dios tampoco. 2º) Todo el conteni-
conocimiento y el amor directamente significan unos actos cuyo do cognoscitivo de la gracia pertenece a la virtud de la fe, que es
sujeto de atribución es el hombre a cuya iniciativa se deben. Para gratuita y sobrenatural, que ha de ser incluida en la gracia, pero
que signifiquen la gracia habría que añadirles una segunda ins- sola no es la gracia y puede darse sin la gracia, según enseña la
tancia explicativa en que se advierta que ese conocimiento y Iglesia '1, aunque así esté muerta. 3º) Por tanto, no parece admisi-
amor son dones de Dios sobrenaturales; a esta explicación habrá ble la teoría que hace consistir la gracia al menos primordialmen-
que añadir otra con que se especifique que este conocimiento y te en la determinación del conocimiento humano por Dios _como
este amor, además de ser dones de Dios, son vida de Dios en el su causalidad formal 52• 4º) Por tanto también, Dios precisamente
justo. Todo ello por exigencias de la doctrina revelada. es determinante como constitutivo de la vida divina del hombre
Sin embargo, la gracia como expresión de Dios en el hombre en el ámbito volitivo. Está clarísimo en la Escritura que el agra-
cumple estas condiciones al significar de una manera directa y ciamiento del hombre está vinculado constitutivamente a una op-
completa la autoría, iniciativa y preponderancia de Dios en la re- ción de la voluntad, que es también don de Dios. El conocimiento
alidad de la gracia; el ser y la vida de Dios como constitutivo de es una dimensión previa y necesaria del estado de gracia, pero
la misma gracia, y la participación y el acontecimiento de esa éste sólo se da cuando la voluntad libre opta por Dios 53•
vida y ser de Dios en el hombre; no solamente por el conocimien-
to y el amor, sino por toda la integridad del ser humano, según la
capacidad para expresar a Dios de sus distintas dimensiones y el 49. Cf. J. ALFAR O, Sacramentum Mundi, 3, 117 ss.
50. Cf. J. ALFAR O, Cristología y antropología, 307.
grado e intensidad de gracia (expresión) vivido por cada hombre
51. Cf. DzS 1544, 1578, 3010, 3035.
justo en concreto. No obstante, la presencia en el hombre del co- 52. Cf. K. RAHNER, Escritos de Teología, 1, 349-377.
53. Sólo cuando la Escritura (san Juan) identifica amor y conocimiento in-
cluye éste la gracia, pero ya entonces no se refiere exclusivamente a Jo que hoy
48. Cf. Rom 5, 5; 2 Pe 1, 4, etc.
día llamamos conocimiento.
158 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA
ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 159

El conocimiento de Dios no es la gracia; tampoco es expre-


sión de Dios en sentido estricto, aunque lo sea en sentido amplio íntima, es decir el «yo»; ahora bien, el conocimiento no compro-
y sea elemento previo de esa expresión, y, después, parte inte- mete al «yo»; porque no lo asume en su ser ni en su actuación·
grante de la misma. El hombre es expresión, de Dios cuando su solamente la opción de la voluntad compromete al «yo», porque
voluntad libre, que asume a todo el hombre, opta por Dios; en- lo asume. 2º) Que Dios (ser expresado) entre en relación íntima e
tonces, únicamente entonces, el hombre expresa a Dios en su jus- intrínseca con el hombre; lo cual no será posible si no es asimila-
ticia, veracidad, fidelidad, generosidad, en definitiva, en su do y apropiado por parte último hasta que Dios, de alguna mane-
bondad. Entonces es cuando el hombre es divinizado, participa ra, forme parte de su ser. Ahora bien, esto no lo efectúa el
de la naturaleza divina e inhabita Dios en él. Sólo entonces Dios conocimiento que se limita a hacernos presentes los seres inten-
es el determinante constitutivo de la vida del justo; sólo entonces cionalmente; sólo la voluntad asimila y apropia, hace nuestros a
Dios es la vida del justo. otros seres, o al menos sus perfecciones, y establece con ellos
Sin embargo, es preciso matizar que el conocimiento sobrena- una relación íntima e intrínseca '4•
tural (la fe) una vez vivificado y asumido por la opción sobrena- Con el cumplimiento de la primera condición se disponen los
tural de la voluntad (esencialmente la caridad), alcanza a formar elementos con que se constiuirá la expresión; con el cumplimien-
parte integrante de la expresión de Dios en el hombre que es la to de la segunda, se realizará la manifestación entitativa del ser
gracia. Lo mismo habría que decir de los sentimientos, motiva- que se expresa en el ser expresivo.
ciones, tendencias y corporalidad, que solas no pueden ser los Sin embargo, el conocimiento asumido por la voluntad y
elementos con que es constituida la gracia por Dios, pero que como componente necesario de la misma, es parte, y muy impor-
asumidos por la opción sobrenatural de la voluntad, pueden for- tante, de la expresión de Dios que es el hombre justo. Porque
mar parte integrante de la gracia. siempre, de algún modo, la verdad fundamental está contenida en
El que el conocimiento sobrenatural (la fe) tenga una impor- la bondad, en cuanto ésta implica la apreciación del bien por en-
tancia tan grande y decisiva en la salvación del hombre ( = a su cima de cualquier otra cosa.
agraciamiento) según la Revelación, se debe a que la salvación Se corrobora por tanto el perfecto paralelismo entre el plan de
de Dios salva al hombre acomodándose a su naturaleza, y según salvación y la realidad antropológica; lo mismo que entre la gra-
ésta el conocimiento racional es un componente necesario y esen- cia y la expresión.
cial de la opción libre de la voluntad. De ahí que ésta no pueda
darse sin el conocimiento de intelecto; pero éste sólo no tiene e) Por último nos preguntamos: ¿cómo Dios es determinante
tanta significación antropológica y, por tanto, salvífica, como la constitutivo de la vida del hombre en el ámbito volitivo? La im-
opción libre de la voluntad, ya que ésta, además de asumir el co- portancia de la pregunta se advierte enseguida, puesto que la res-
nocimiento racional, añade lo específico de esa opción libre. puesta nos daría una más profunda y completa explicación de la
inmanencia y trascendencia de Dios que constituye esa expresión
b) ¿ Cómo el conocimiento solo no puede ser expresión de que es la gracia.
Dios, pero asumido y vivificado por la voluntad puede formar Dios es determinante constitutivo de la vida del hombre en
parte integrante, y muy importante, de esa expresión de Dios? cuanto que si la vida del hombre en el nivel culminante es volun-
Si la expresión es una «manifestación entitativa de un ser en tad 55, es querer (el vivir humano es asimilar autodeterminándo-
otro inferior por medio de una relación vital e intrínseca», para se), Dios será ese determinante constitutivo: 1 º) siendo «objeto»
que pueda darse en nuestro caso se requieren entre otras dos con-
diciones: 1º) Que el ser del hombre (ser expresivo) esté implica- 54. Cf. J. A. GALINDO, «Reflexiones sobre la doctrina agustiniana acerca
do en su totalidad o, al menos, en su dimensión más profunda e de la voluntad», Augustinus, XVII (1972) 350 ss.
55. Cf. J. A. GALINDO, a. c., 337-356.
160 ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 161
APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA

de la voluntad en los tres grados en que se puede ser objeto de la hacia la plenitud; ello es debido a que este objeto, que es Dios, es
voluntad, esto es, como objeto de la opción fundamental, de la todo el bien; y tendiendo la voluntad por su contextura natural a
actitud de la voluntad y del acto de esa voluntad. 2º) Siendo co­ un querer de esa entidad, se impone que cuando quiere a Dios
principio de la opción, de la actitud y del acto de la voluntad 56• como objeto lo haya de querer también con un querer de identifi-
Obsérvese que el objeto es parte integrante de la voluntad en cación. De lo contrario, se produciría en la voluntad una incohe-
acto, puesto que no se puede dar ninguna actualización de la vo- rencia, una escisión, al querer el bien como objeto e identificarse
luntad sin tener un objeto; entonces este objeto es determinante (que es un querer más profundo, más radical y más comprometi-
constitutivo de la voluntad en acto. El que al ser Dios objeto de la do) con el mal; puesto que, a medio plazo, el hombre no puede
voluntad sea ésta nada menos que expresión de ese Dios se debe menos que identificarse con algo que, siendo distinto del bien
a varias razones: moral, ha de ser necesariamente un mal moral. Sin embargo, en
cualquier otro caso se puede querer una cosa buena como un ob-
1 º) La actualización de la voluntad, al asumir y comprometer jeto y, a pesar de todo, pero en perfecta coherencia, identificarse
al «yo» transforma a éste en un sujeto determinado e informado con otro ser también bueno, aunque distinto.
por el objeto (Dios) 57•

2º) Dios no es un objeto cualquiera, porque únicamente de que el yo es por naturaleza, o, en menor medida, con lo que es por el ejercicio
este «objeto» de la voluntad que es Dios se puede decir que es lo de su libertad (según se trate del bien o del mal, respectivamente) en un mismo
que la voluntad quiere cuando quiere el bien; el amor del bien es sentido coincidente con una opción fundamental.
A este concepto se puede llegar inspirándose en la «libertas maior» de san
expresión de Dios porque Dios es el bien; solamente en este caso Agustín. (Cf. mi artículo «Libertad y libre albedrío en san Agustín», Augusti­
se da una coincidencia total entre el objeto natural de la voluntad nus, XXXI (1986) 346). Esta libertad, decíamos, «es una tendencia a una identi-
y su objeto intencional. ficación del plano del «hacer» con el plano del «ser» del hombre. Es una
autoposesión: la voluntad asume al hombre integral cuando sus actos están en
3º) Cuanto más riqueza entitativa contiene el objeto querido, conformidad con sus más hondas tendencias», en cuyo caso, el plano del
«hacer» vendría a ser una versión, en forma de actitudes y actos, del plano del
más expresión del mismo es la actualización de la voluntad por
«ser». Esa identificación y versión se realizan por medio de una volición mutua
ese objeto. entre ambas dimensiones del ser humano (también el ser quiere; en cuanto que
es, y por su modo de ser; al menos ofreciendo resistencia a dejar de ser lo que
4º) Solamente en el caso en que Dios es objeto de la voluntad es). Pues bien, esa volición mutua es la raíz, el suelo nutricio del amor de iden-
lleva éste una exigencia intrínseca e insoslayable a ser, no sólo el tificación. Hemos, pues, de concretar más.
objeto de la voluntad, sino a ser además el objeto en que la vo­ Escribe SAN AGUSTIN: «Lo que amas eres» (In. ep, t»., 2, 14 PL 35,
1997). Aquí estamos ya en un ámbito más cercano a la vida moral. Parece que
luntad se identifica; es la exigencia de un querer de identifica­
esa identificación del propio ser con el objeto del amor se realiza por medio de
ción 58, que constituye el inicio de una identificación que tiende una volición por la que el yo se identifica con el objeto amado; para la cual se
necesita que esa volición sea una opción fundamental (que es la versión dinámi-
ca y existencial del ser); porque así queda asumido y comprometido el yo, el
56. Con gran precisión lo dice ALFARO: «Dios mismo en su autodonación,
propio ser. Pero se requiere también otra volición actual, concreta, que «identi-
suscita el acto de respuesta en que el hombre le recibe abandonándose a él» (o.
fique» vitalmente, a través de una correlación de conformidad, la opción funda-
c., 329; cf. 313, etc.)
mental con el bien o valor del objeto, hic et nunc, amado, que lleva consigo la
57. «Lo que amas eres», dice SAN AGUSTIN, In. ep. Io., 2, 14 PL 35, «definición» (otra forma de identificación) en y por medio del objeto del amor.
1997. Esa volición sería el amor o querer de identificación, que une la opción funda-
58. El amor de identificación viene a ser el regreso del querer a su origen, mental (que asume al yo) con las actitudes y actos que la concretan y realizan;
al yo. Una volitiva confirmación identificativa de un acto de la voluntad con lo porque entre éstos y aquélla se da una mutua referencia volitiva.
162 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 163

Sólo cuando se da un querer de identificación, que viene a ser Así ocurre en la expresión antropológica en la que la corporali-
el desarrollo consecuente y coherente de la opción fundamental, dad es a la vez humanidad viva y simple materia. Así también
acontece la expresión madura, consistente. acaece en la expresión estética en que los elementos expresivos
Cuando la voluntad humana es determinada por Dios como son en un sentido materiales, pero en otro, contienen vivencias y
objeto y como ca-principio, viene a ser Dios como constitutivo categorías humanas.
de la volundad, ésta se transforma en Dios, se diviniza, esto es, La expresión teológica encuentra su desarrollo y mayor con-
expresa a Dios. Esta expresión de Dios (dada la asunción del ser creción en las virtudes, principalmente las teologales. Por la fe el
humano por la voluntad) '9, es realizada por todo el ser del hom- justo conoce lo que Dios conoce y opta por él, expresando así a
bre, aunque en diversos grados y de distinto modo. Dios; por la caridad ama lo que Dios ama; y así expresa a Dios;
De lo anterior se desprende que aunque Dios puede actuar en por fin, con la esperanza expresa a Dios al esperar ser (el esperar
el hombre (ser principio o co-principio de la acción humana o de ya es un modo de ser) lo que Dios es con la mayor plenitud posi-
su ser) de diferentes modos y con resultados distintos, sólo cuan- ble. Algo semejante habría que decir de las demás virtudes en
do la acción de Dios tenga como terminación la expresión del cuanto que cada una es gracia expresando un aspecto del ser de
mismo Dios en el hombre tendremos el acontecimiento que es la Dios en el hombre.
gracia; (esto se da cuando Dios es la opción fundamental del
hombre y su querer de identificación). La gracia no es gracia por- e) A alguien le podría parecer que esta concepción de la gra-
que actúe Dios en el hombre o sea causalidad cuasi-formal de su cia que proponemos elimina la sobrenaturalidad de la gracia.
actividad como diría Rahner 00, sino porque es expresión de Dios; Pero no es así. Lo sobrenatural se instaura en el hombre con la fe,
ésta es la razón formal de ser la gracia. la cual, en su dimensión cognoscitiva, postula y origina un amor
también sobrenatural en el hombre. Porque aunque el ejercicio de
d) Concretando nuestra consideración al ámbito volitivo se
la voluntad constituye la culminación del hombre, esa voluntad
puede decir que la difícil paradoja originada por la trascendencia
incluye el conocimiento, cuyas características configuran un ejer-
y la inmanencia de Dios que constituye la gracia se formula del
cicio de la voluntad también característico. Por eso, en conformi-
modo siguiente: la voluntad que ama a Dios «es» Dios (dimen-
dad con el ser natural del hombre, la fe sobrenatural se hace
sión inmanente de la expresión que es la gracia); pero esa misma
salvífica y es culminada por un amor también sobrenatural ·que es
voluntad no es Dios sino una facultad del hombre (dimensión
la caridad, que es también don sobrenatural de Dios. La esperan-
trascendente de la expresión que es la gracia).
za, asimismo don sobrenatural, es hija de una y otra; en ella actú-
Esta paradoja no llega a ser contradicción porque la voluntad
an la inteligencia y la voluntad de una forma simultánea y
tiene dos dimensiones: la real y la intencional. En cuanto real perte-
parigual, con el fin de suplir las deficiencias del amor en esta
nece al ser del hombre y no se puede identificar con Dios; en cuanto
vida temporal y anticipar lo que, ya en la bienaventuranza, le co-
intencional (actualización de la voluntad real) se «identifica» con
rresponde al amor perfecto: la posesión de Dios.
Dios cuando la voluntad ama a Dios con amor de identificación.
Precisamente esta dualidad entitativa del hombre en gracia, es
f) A otros les puede parecer frágil e insuficiente la instaura-
decir, este ser y no ser Dios del hombre a nivel de voluntad, nos
ción de Dios en el hombre por la gracia (divinización) según se
exige el significar la gracia con el concepto de expresión que co-
describe en esta concepción. Sin embargo, creo que es la única
rresponde a una realidad en la que un ser «es con otro», de tal
que está en perfecta conformidad con la Revelación.
manera que en un sentido es ese ser y en otro sentido no lo es.
Por un lado, la gracia transforma, diviniza al hombre; pero,
59. Cf. J. A. GALINDO, a. c., 342 ss. por otro lado, esta divinización que es la gracia, no es consustan-
60. Cf. K. RAHNER, Escritos de Teología, I, 356 ss. cial al hombre, por lo que, evidentemente, no es inseparable de
164 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 165

él, y, de hecho, muchos hombres alternativamente están y no es la vida del espíritu en la corporalidad. Se pierde la expresión
están en gracia; es decir, el estado de gracia y el estado de pecado de Dios en el hombre (la gracia) por el pecado y, aparentemente,
son reversibles. el ser humano, sus facultades, propiedades y actos (en cuanto a
Ahora bien, ello ocurre sin que su ser natural sufra alteración su ser real) no han cambiado nada; y sin embargo, decimos que
alguna, por lo que situar esta transformación en el estricto ser en este caso, el hombre ha perdido lo más valioso que puede per-
sustancial-real del hombre, al menos en primera instancia, es der: la gracia de Dios.
aventurado y va contra la experiencia. Algo parecido ocurre con la pérdida de la vida por parte de la
A ello hay que añadir que nadie puede dudar de que la gracia corporalidad, ya que ésta sigue manteniendo su ser material y sus
está intrínsecamente vinculada al amor de Dios que es una actua- propiedades correspondientes. Más patente todavía es la analogía
lización de la voluntad. Ambas consideraciones nos abocan a si- en este aspecto con la expresión estética, en la que las cosas ma-
tuar la gracia, en primera instancia, por lo menos, en el ámbito teriales (piedra, pintura, sonido, etc.) en que plasma el artista las
volitivo intencional, que tiene carácter existencial, no esencial. categorías estéticas, mantienen inalterable su ser material en
todos sus elementos, y de una manera más permanente y comple-
ta que en el caso mencionado de la corporalidad, cuando son des-
13. Opción fundamentaly expresión provistas de esas categorías estéticas; el cambio únicamente
afecta a las formas y a las relaciones de sus elementos y aspectos
entre sí 61•
El mismo ser humano, las mismas facultades personales, las
Esta inalterabilidad (que no es total ni definitiva) se debe a
mismas opciones, actitudes y actos desde el punto de vista opera-
cional, pueden soportar y actualizar toda una vida sobrenatural o
que en los tres casos de expresión (teológica, antropológica y es-
tética) los seres expresivos (hombre natural, corporalidad, cosas
la carencia de ella. Todo un ámbito o dimensión importantísima
materiales del arte) mantienen su ser propio, el que les correspon-
del ser humano se da en él o no se da, dependiendo únicamente
de si en ellos no se expresa Dios, el espíritu o el artista, respecti-
de algo, al parecer, más bien simple: la opción positiva (expre-
vamente. Esto nos hace ver claramente que la expresión, y por
sión de Dios) o negativa (expresión de nada) del hombre.
tanto la gracia, no es una realidad física o material ni un algo
Esta presencia o ausencia de la vida de Dios en el hombre sor-
añadido al ser expresivo, sino que la expresión es un ácoriteci-
prende por varias características: a) la extraña inalterabilidad,
miento; no es una sustancia ni un accidente entitativo añadido,
según parece, del ser humano con que puede darse al cambio de
sino una relación que aporta un característico modo y sentido de
la presencia o ausencia de algo tan decisivamente importante
existir del ser que se expresa en el ser expresivo.
como la vida de Dios en el mismo; b) que esa realidad tan tras-
Esto nos hace comprender por qué la presencia o ausencia de
cendental se actualice por algo tan inconsistente como una op-
la gracia no implica un cambio en el hombre que pueda verificar-
ción fundamental, unas actitudes y unos actos.
se, que sea sensible o constatable desde fuera. El ser humano en
De momento señalemos la analogía de la expresión con la cuanto ser humano sigue igual. Solamente para Dios y para una
gracia en cuanto a los aspectos comentados. En la expresión an- visión de fe o de psicología introspectiva (aunque sólo relativa-
tropológica y en la estética, el ser expresivo se mantiene inalte­ mente) el hombre no sigue igual del todo; como para la persona
rable en la realidad de su ser; únicamente cambia el sentido y el en uso de razón (no para el niño o para el subnormal) el cuerpo
modo de los actos para que se dé en la corporalidad una expre- muerto tampoco sigue igual del todo; como tampoco para el ar-
sión u otra, pero los actos en sí no cambian. Si bien, es preciso
notar, la expresión o no expresión de Dios en el hombre es prefe- 61. Cf. J. A. GALINDO, «Aspecto intelectual del arte», Augustinus, IX
rible compararla con la expresión antropológica fundamental que (1964) 37 SS.
166 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 167

tista (no para el que carece de sentido artístico) las cosas materia- rruajes inútiles propios de las concepciones fisicistas, que quizá
les privadas de la belleza siguen igual enteramente que antes, ayuden a la comprensión, pero que degradan la realidad de la gra-
cuando expresaban la belleza. cia al mecanizarla en cierto modo, y cosificarla; 3º) se supera
El acontecimiento o no de la expresión antropológica y de la también la incongruencia que supone el que no se advierta y no
estética, el acontecimiento o no de la expresión teológica se cifra se pueda constatar el cambio de la presencia a la ausencia y vice-
en un «algo» cuya entidad material-física es nula, pero cuyo con- versa, concibiendo ésta como una «entidad inherente al alma» 66•
tenido axiológico y su realidad alcanzan un grado máximo. Si la gracia fuera esto último, necesariamente se podría experi-
Concebida la gracia como expresión de Dios en el hombre mentar con total seguridad y certeza, lo cual va en contra de toda
queda invalidada la noción de gracia como «entidad finita que in- la tradición teológica apoyada en la Revelación 67•
forma el alma del justo y la modifica intrínsecamente» 62• La ide- Aparte de ello, es una incongruencia el que se diga que al ser
ología que late bajo esta última concepción de la gracia es la idea espiritual del hombre se le añade o se le quita algo, por la impro-
fisicista de las sustancia del ser humano, la cual es concebida piedad de esos conceptos referidos al espíritu.
como algo amorfo y material. Dentro de esta concepción se hace La explicación de los datos de la Revelación con respecto a
necesario el imaginar algo físico añadido a esa sustancia que este aspecto de la gracia es más fácil y perfecta. La Escritura nos
sería el sustrato y el efecto de la presencia de Dios en el justo 63• enseña que la gracia realiza una transformación del ser humano.
No se advierte que ese «añadido» lo es al margen de la naturale- Esta transformación se explica perfectamente por el concepto de
za, la cual queda así alterada. no respetada 64. expresión, ya que en ésta el ser expresivo, como lo hemos dicho
También late la concepción de la sustancia humana como algo varias veces, que en este caso es el hombre, participa de la natu-
espacial, alejado de lo personal que conduce a una explicación im- raleza del ser que se expresa, en este caso Dios, hasta tal punto
personal de la gracia, como algo, como cosa que se quita y se pone, que el ser expresivo adquiere un nuevo modo de ser perteneciente
que se pierde y se gana, como algo distinto del ser humano. Es la al ser que se expresa 68•
cosificación o despersonalización de la gracia que critica Rahner 65• Esta transformación, que conlleva la expresión que es la gracia,
Entonces, ¿qué es pues la gracia concebida como expresión? se concreta y realiza en la opción fundamental 69 y las consiguien-
La gracia, lo mismo que la gloria, es un estado en que el hombre tes actitudes y actos, con todo lo cual, el hombre expresa a Dios.
expresa a Dios. Concebida así la gracia se evitan todas esas incon-
gruencias y se explican mucho mejor los datos de la Revelación.
Se evitan: 1 º) el fisicismo, puesto que la expresión se realiza 66. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 587.
en el plano antropológico más elevado; 2º) los añadidos y anda- 67. Cf. DzS 1533-34, 1563-64.
68. El que la gracia sea un modo de ser fue defendido por D. PALMIERI,
«De gratia divina» (Curso policopiado, Roma, 1874) parte 2a., Thesis 14,
62. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 587.
711-719. Este dato está tomado de FLICK-ALSZEGHY, o. c., 586. Cf. GON-
63. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 601.
ZALEZ FAUS, o. c., 435; L. F. LADARIA, o. c., 399.
64. Parecida observación hace J. ALFARO; cf. Cristología y antropología,
69. PIET FRANSEN en Mysterium Salutis, IV/2, 910 ss., hace consistir el
250 ss.
estado de gracia en una «opción fundamental». Para nosotros la opción funda-
65. Cf. K. RAHNER, Sacramentum Mundi, 3, 326. Pero el mismo Rahner,
mental es el ámbito del ser personal donde y con que se realiza la expresión que
a mi parecer, pone los presupuestos de esa cosificación cuando dice: «La auto-
es la gracia. La «opción fundamental» no significa la autoría e íntima depen-
comunicación ontológica debe entenderse de antemano como condición de po-
dencia de Dios, que constituye la gracia, como la significa la expresión; lo
sibilidad de un personal e inmediato conocimiento de Dios y amor a él» (K.
mismo se podría decir de la gratuidad y sobrenaturalidad. La «opción funda-
RAHNER, Curso fundamental sobre la fe, Barcelona 1979, 154). Parece como
mental» está al servicio de la expresión de Dios en el hombre, y no al revés;
si, según este autor, se diera primero una comunicación a nivel no personal, por
porque la gracia es gracia en cuanto hace a Dios existenciado en el hombre, y
consiguiente cásico, que sería condición previa para la comunicación a nivel
esta realidad la significa mejor la expresión; ya que la «opción» es algo previo y
personal.
168 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 169

La gracia no habita ni se constituye en una sustancia humana xima, porque viene a constituir la personalización de la naturale-
ignota, que pertenecería al ámbito infrapersonal, y que nadie sabe za humana.
lo que es ni en qué consiste; sino en el nivel superior del hombre, En su conocimiento y en su amor, el hombre queda integral-
en el ápice de su ser, en la «hondura» (opción fundamental), mente implicado y asumido, definido y destinado, en un sentido
donde nacen, se constituyen y realizan las actitudes y actos per- positivo o negativo, según sea la orientación positiva o negativa
sonales del ser humano, y en esas mismas actitudes y actos. de su opción. «Positivo» quiere decir la realización personal del
¿Se puede señalar un ámbito más específicamente humano, hombre; «negativo» quiere decir la frustración de esa realización.
más valioso, más espiritual, de más riqueza y nivel entitativo, De ahí que, algo que no se puede constatar sino por la con-
más apropiado por ello para la realidad de la gracia que ese en ciencia, y sólo en alguna medida, que física ni psicológicamente
que el yo más propio, íntimo y personal queda implicado -y por añade o quita algo distinto al ser humano, que no se distingue,
tanto transformado- en su opción fundamental, actitudes y por tanto, de este ser humano 70, que no es sino un «estado», un
actos? «modo», un «sentido» del nivel personal del hombre, sea tan ele-
En el ser humano, no hay algo más elevado e importante, ni vado, tan decisivo, y lo más valioso que el ser humano puede al-
más fundamental y nuclear, que el yo; podríamos decir que es el canzar, si bien con la ayuda de Dios 71•
constitutivo de su ser personal. Por supuesto que el yo se apoya La teología al uso concibe la importancia y trascendencia ope-
en ciertos sustratos o soportes (es la carga muerta que tiene que rada por la gracia en términos de cambios entitativos que com-
tolerar para ser yo) de nivel infrapersonal que podríamos llamar portan elementos añadidos al hombre. Hasta se podría pensar que
sustancia material, pero es un plano inadecuado para la realidad gustosamente harían un cambio sustancial si no fuera porque se
de la gracia y de una receptividad (potencia obediencia!) insufi- opone a la evidencia de la experiencia. En todo ello late, como ya
ciente para que se realice en ella. hemos dicho, una impropia concepción fisicista de la gracia y de
Cuando la opción fundamental, actitudes y actos expresan, a la persona humana.
Dios entre sus elementos consiguientes y esenciales están el co- La transformación del hombre por la gracia es la obra más
nocimiento y amor de Dios, como ya se ha dicho. El conocimien- grande de Dios bajo el aspecto de la perfección producida, dice
to de Dios-Verdad y el amor de Dios-Bien (como respuesta al santo Tomás 71• Y en ello estamos de acuerdo, por supuesto. Su
Dios-Amor), es algo de una importancia y valiosidad única y má- grandeza, creo yo, se puede significar diciendo que el hombre en
gracia expresa a Dios.
con que se construye o constituye una realidad superior (por la acción de Dios) Ser expresión de Dios es lo más grande que puede concebirse
que es esa expresión. Pero la «opción» no significa directamente esa existencia- y lo más sublime que le puede acontecer al hombre, porque ello
ción de Dios en el hombre, sino solamente una orientación del hombre hacia lleva consigo la divinización del hombre; lo más cercano a ser el
Dios, y una toma de postura personal en el mismo sentido que, por la actuación mismo Dios, aunque esta cercanía no elimina una distancia infi-
gratuita de Dios, llega a ser expresión del mismo Dios; o, lo que es lo mismo,
nita. Análogamente ocurre con el cuerpo del hombre que, siendo
Dios llega a «ser-con» el hombre, constituyendo así el llamado estado de gracia.
La relación que existe entre opción fundamental y la expresión es la misma de por sí material, al ser expresión de la vida del espíritu es hu-
que existe entre los medios y el fin, o entre la materia y la forma, según la teoría manizado y se hace humano.
hilemórfica. Con categorías actuales, diríamos que es la misma que existe entre
los elementos y su estructura. En definitiva, la expresión es la razón formal de
la gracia; porque si, por hipótesis, la opción fundamental no constituyera al 70. La gracia desde el hombre es el mismo ser del hombre; desde Dios es el
hombre en expresión de Dios, tampoco lo constituiría en gracia. Conclusión: la mismo ser de Dios.
opción fundamental por Dios es solamente la dimensión humana de la gracia; 71. A todo esto y a la naturaleza de la opción fundamental se debe la difi-
pero la expresión significa las dimensiones humana y divina de la gracia; por- cultad de saberse en gracia o no, aunque puede haber indicios.
que es la realidad total de la gracia. 72. Cf. S Th. 1-2, q. 113, a. 9.
170 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 171

Esta transformación tan grandiosa que, dejando intacta la per- tido, imponiéndole también un dominio que proviene de su capa-
sona humana en su ser y operaciones, llega hasta divinizar al cidad de autodeterminación 73•
hombre al ser éste expresión de Dios, se realiza en la raíz del Aclarado nuestro concepto de la sustancialidad humana, es
amor (opción fundamental) y en las actitudes y actos que son di- obvio que el cambio sustancial operado por la gracia no se ha de
mensiones manifestativas de ese amor. Este ámbito de transfor- entender como si el hombre fuera hombre y dejara de ser, según
mación es lo más elevado e íntimo del ser humano; el centro de las alternativas del estado de gracia o su ausencia. La transforma-
lo que él es, puesto que incluye al yo. ción operada por la gracia no es de la sustancia sino en la sustan-
A través de un análisis fenomenológico, se descubre que el cia. Esta sustancia espiritual -«núcleo de amor libre»- no es
amor (que incluye al conocimiento) decide la realización o no del construida o destruida, ello es evidente, por la presencia o ausen-
ser personal del hombre. Porque el amor hunde sus raíces en el cia de la gracia; pero el cambio se realiza en ese núcleo; en la
ser más profundo del hombre. El hombre es «un núcleo de amor orientación y en el sentido de ese núcleo de amor libre.
libre». Pues bien, en este núcleo se opera la transformación de la El que una simple orientación o un simple sentido puedan ser
gracia que se expande a las dimensiones manifestativas (que tam- tan trascendentalmente decisivos, se comprenderá si se tiene en
bién son constitutivas) de ese núcleo. cuenta que, en esta orientación y en este sentido, el hombre
Por lo que se puede afirmar (a esto quería llegar ahora) un asume lo más valioso y lo más negativo, lo más alto y lo más
cambio sustancial en el hombre operado por la gracia; aunque bajo 74; lo que le permite los cambios más trascendentales sin
entendido aquí «sustancial» de manera muy distinta del modo fi- dejar de ser ese núcleo de amor libre, sin dejar de ser hombre. En
sicista usual en la temática de la gracia. comparación de éste, cualquier cambio ideado en el hombre
Es frecuente concebir la sustancia del hombre como algo que según una mentalidad estática y esencialista, suscitada por las an-
está debajo o al fondo de sus facultades personales; lo cual puede tiguas categorías de origen cósmico-cósico, es de menos conteni-
llevar a imaginar esa sustancia como impersonal, para llegar al do entitativo y de más difícil comprensión ". El situar la
fin a la incoherencia de considerar la sustancia del hombre como transformación realizada por la gracia en la dimensión personal
algo infrapersonal, es decir, como algo inferior a su dimensión (opción fundamental, actitudes y actos) es la mejor manera de
espiritual. poner de relieve la trascendencia de esa transformación, y de que
ésta afecte realmente a la sustancia del ser del hombre.
La sustancia del hombre es lo más elevado, no espacialmente,
En efecto, cualquier concepción de la gracia como un algo in-
sino por su perfección óntica; es algo personal, espiritual. Pero, a
herente, como un «añadido», la hace necesariamente extrínseca al
la vez, es lo más profundo e íntimo, porque es lo nuclear del ser
hombre 76• Si el cambio efectuado por la gracia ha de ser real, es
humano, el espíritu, en el que y con el que se constituye el yo (la
persona); en cuanto que desde él mismo, las demás dimensiones
más exteriores, reciben y adquieren valor y sentido humano. Pero 73. Esto no invalida el que la corporalidad sea también parte esencial o sus-
la profundidad e intimidad no se han de entender tampoco espa- tancial del ser humano; pero se ha de insistir en que la esencia o sustancia del
hombre es ante todo el espíritu en el que y con el que se constituye el yo espiri-
cialmente, sino como una mayor autonomía, originalidad dinámi- tual. Pues bien, en este ámbito hay que situar la gracia.
ca, o como principio y fundamento de lo apariencial, en 74. El ser espiritual ejerce como ser específico el «poder ser» todo lo que
comparación a lo que es heterónomo, originado y aparente. Aun- no es para ser más plenamente lo que es.
que no se ha de creer que el yo es totalmente autónomo e infun- 75. «Cósmico-cósico» es la cerminología usada por J. ALFARO. Cf. Cristo­
damentado con respecto al resto del ser del hombre; pues, este logía y antropología. nota 181, p. 313.
76. Para informarse sobre esta concepción de la gracia Cf. FLICK-ALS-
resto es el «material» que necesita y exige el yo para existir, el ZEGHY, o. c., 586; K. RAHNER, Escritos de teología, I, 326 ss; J. ALFARO,
cual a su vez otorga a ese «material» su plenitud y un nuevo sen- o. c., 248-254.
172 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 173

preciso que se realice en el mismo ser del hombre, que sea intrín- laciona intrínsecamente a dos seres personales (con las salveda-
seco al hombre mismo. Cualquier «añadido», dificulta más bien des pertinentes a la relación real en Dios «ad extra»). Por lo cual
la transformación e impide su comprensión, y, además, no hace no ha de sorprender si la salvación en Cristo (de la cual la gracia
sino diferir el problema; porque todavía nos tendríamos que pre- es su concreción en el hombre) aparece en la Biblia también
guntar: ¿cómo y en qué elementos del hombre opera una muta- como un acontecimiento.
ción la entidad adicionada por la gracia?
La modificación que comporta la gracia se debe a la inmensa
capacidad del ser personal para ser otra cosa sin dejar de mante-
nerse idéntico a sí mismo. El objeto conocido y amado transfor-
14. La transformación operada en el hombre por la
ma internamente al hombre por asimilación espiritual. Cuando gracia y su paradoja
este objeto es Dios, esta transformación es la más honda que
puede concebirse, tal y como hemos explicado antes en el ante- Si esta transformación no es de la sustancia del hombre sino
rior apartado. en su sustancia, como hemos dicho antes, abocamos a otra para-
Advertimos que esta transformación, que es una divinización, doja que se podría formular así: Hay que sostener que la gracia
no puede darse sin que Dios, además de «objeto» sea también transforma el ser real del hombre en un aspecto o en un sentido;
«sujeto» de la misma en conformidad con lo que en páginas más pero, en otro aspecto o en otro sentido, no altera ese ser real
atrás ya expusimos. Dios al expresarse en el hombre, se conoce y sino que lo deja intacto. Estamos ante otra formulación de la pa-
ama a sí mismo en y con el conocimiento y el amor del hombre radoja interna que esa expresión que llamamos y que es la gracia
como autor y sujeto de ese conocimiento y de ese amor. Los cua- lleva consigo.
les, desde el hombre, no son tanto los actos, sino sobre todo la
fuente fundamental y originaria de la que esos actos son dimen- hombre, sea una cualidad, ya que si la gracia transforma al hombre, como lleva-
siones y manifestaciones, es decir, la opción fundamental. mos diciendo, ello implica sin duda, un cambio cualitativo. Sin embargo, el de-
finir la gracia como «cualidad», tal y como es costumbre entre muchos
La sobrenaturalidad de la gracia consiste en que, en virtud de
teólogos, aunque no sea erróneo, me parece insuficiente. Porque no recoge el
ser la expresión de Dios en el hombre, éste es elevado a un tipo componente de relación interpersonal esencial a la gracia; ya que la cualidad, de
de conocimiento y amor cualitativamente superiores a lo que le por sí, no es algo que relacione a dos seres reales. Su referencia a su origen es' la
es connatural; los cuales constituyen un inicio y anticipación del propia de algo devenido; como algo terminado que para seguir siendo ya no de-
conocimiento intuitivo de Dios y del amor inmediato, necesario, pende de su origen; como algo estático, no dinámico. Todas esas características,
completamente integrador y plenificante (que el conocimiento in- que son carencias, hacen al concepto-realidad de «cualidad» insuficiente para
tuitivo hace posible y postula) que es el propio de la vida biena- significar la gracia. Por el contrario, tomadas y poseídas en sentido positivo por
el concepto-realidad de expresión, hacen a ésta mucho más apta, apropiada y
venturada.
eficiente para significar esa misma gracia.
De todo lo dicho en este apartado se deduce una idea funda- Pero la razón fundamental es la que queda aludida en la primera observa-
mental en la que hay que insistir una y otra vez: la gracia no es ción: concebir la gracia como cualidad implica, de por sí, su reducción al ámbi-
una cosa, no es algo distinto de Dios y del hombre, sino que es to humano. Pero, entonces, ya no es la gracia; porque ésta está constituida,
Dios mismo expresado en el hombre. No es, pues, una entidad como elemento esencial, por una vinculación vital con Dios, de lo contrario ya
adecuadamente distinta de Dios '7, sino un acontecimiento que re- no es la gracia. Se podrán describir y considerar los distintos aspectos y conse-
cuencias de la gracia en el ámbito humano, pero al intentar decir lo que es la
gracia, no se puede prescindir, en los conceptos significantes de la misma, de lo
77. Quiero decir que su realidad no es una entidad separada de Dios y del que le es esencial, esto es, su vinculación vital a Dios. La transformación que se
hombre, como tampoco es una entidad distinta del hombre y al mismo hombre da en el hombre en gracia es una consecuencia de la gracia pero no es la
añadida. No obstante, no se puede negar que la gracia, considerada desde el gracia.
174 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 175

De nuevo podemos decir que esta aporía no es contradicción En otro plano, y de diferente modo, se realiza la transforma-
porque en el hombre se distinguen el ámbito real de su ser Y el ción del ser esencial del hombre efectuada por la gracia, pero
ámbito intencional, la dimensión estático-esencial y la dimensión siempre a través de su ser existencial; puesto que éste -la exis-
dinámico-existencial. Afectando la gracia a esta última, afecta a tencia concretada en opciones, actitudes y actos- transforma e,
lo más profundo del hombre sin que se altere la esencia de su ser incluso, construye, en algún modo, el ser esencial del mismo
esencial, que haría imposible la alternancia de la gracia en el hombre, como ha puesto de relieve el existencialismo en sus
hombre, manteniendo incólume su ser de hombre. Lo cual no es ideas más dignas de atención. Esta influencia del primero sobre
óbice para que en ese ser esencial se realice también un cambio el segundo, se inicia (en el caso de la gracia) desde que el hom-
de suma trascendencia, en otra forma o plano diferente. bre comienza a ser expresión de Dios, aunque se desarrolle según
Una consecuencia de la mentalidad fisicista es la poca impor- una lenta progresión.
tancia que se ha dado al ser existencial del hombre; lo cual indu- Esta tendencia se realiza por medio de la nueva orientación y
ce a situar en su ser estático, sin la debida matización y sin tendencia nacida y efectuada por Dios en elfoco originario delco­
adecuado discernimiento, una transformación de tanta trascen- nocer­querer del hombre; en su más íntima, radical y primera deter-
dencia como la efectuada por la gracia.
minación que se configura y concreta en la opción fundamental.
Debemos retener del existencialismo la valoración del ser di- Por eso, la transformación de la gracia se efectúa en primera
námico del hombre y considerarlo de tanta entidad, por lo menos, instancia en el ser existencial, y llega, con posterioridad, al
como la del ser estático.
menos lógica, hasta el ser esencial 80•
Por ello es dable afirmar que la transformación operada por la
Esta influencia es ejercida en el ser esencial, no para alterar al
gracia en el hombre, y enraizada en su ser existencial, es amplia,
hombre en su ser o no ser tal, pues ello supondría la creación o
profunda, y afecta al núcleo del ser del hombre.
aniquilación del hombre (lo cual, evidentemente, no sucede en el
El principio escolástico «operari sequitur esse», podría enten-
acontecimiento de la gracia o su negación) sino para alterar,
derse equivocadamente, si nos llevara a pensar en una disocia-
constituyendo la más radical determinación de ese ser esencial,
ción del obrar y del ser. El obrar pertenece al ser; es más, es el
inicialmente, la orientación y sentido del mismo y, progresiva-
ejercicio del ser; es una dimensión del mismo ser; prolongación y
mente, su contenido entitativo.
realización existencial del ser esencial. El ser dinámico del hom-
¿En qué forma se realiza esto? Esta radical y originante-deter-
bre (conocer y amar) es también óntico 78•
minación (opción fundamental) asume al yo espiritual que inclu-
Si definimos al ser como «el acto de la esencia», tal y como lo
ye, porque lo posee, el ser esencial del hombre o naturaleza
han hecho los neotomistas Gilson y Fabro 79 e identificamos la
humana. Así se efectúa el cambio inicial en la orientación y en el
existencia como la prolongación del ser en el que tiene su princi-
sentido del ser esencial. La transformación progresiva de su con-
pio dinámico, comprenderemos con cuánta razón y verdad se
tenido entitativo se realiza cuando, una vez que la opción funda-
debe decir que el obrar no es propiamente un efecto del ser, sino
mental se ha prolongado y concretado en actitudes y actos,
una dimensión del mismo ser; sobre todo, si este obrar es del
refluye todo ello hacia su origen 81, en virtud de lo que hemos lla-
ápice y núcleo del ser del hombre, como sería el conocer y, más
mado amor de identificación 82•
aún, el amor.
80. El modo de la adquisición de la gracia por los niños es distinto al de los
78. Lo esencial ( esencia) y lo existencial (ser-existencia) son los coprinci-
adultos. A los niños se les infunde la gracia en su ser estático-esencial; después,
pios metafísicos del ente; ambos, evidentemente, son ónticos u ontológicos.
esa gracia será asumida o no, por su ser dinámico existencial.
79. Cf. E. GILSON, El tomismo: Introducción a la filosofía de Santo Tomás
81. Ese origen es el ser esencial espiritual como unidad previa a la variedad
de Aquino, Bilbao J 951; id., El ser y la esencia, Buenos Aires 1951; C.
de entendimiento y voluntad.
FABRO, Dall' essere ali' esistente, Brescia 1957.
82. Cf. nota 58.
176 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 177

A su vez, este ser esencial, es principio y fundamento de toda 15. La gracia y la posesión beatífica
otra actualización posterior en conformidad con la nueva vida ad-
quirida por la gracia de Dios. Por lo que se puede decir que esa Para acabar este capítulo creo conveniente distinguir entre
primera determinación petenece a la vez al ser existencial y al ser gracia y posesión beatífica, con la finalidad de aclarar más, por
esencial del hombre; es decir, constituye su encuentro 83• vía de contraste, lo que es la gracia como «expresión de Dios en
¿En qué consiste concretamente el cambio? Para la dimensión el hombre».
intencional-dinámico-existencial, el cambio consiste en el cono- Cada tipo de conocimiento configura un determinado grado
cimiento y amor de Dios con todo lo que ello implica (amor al de amor, como hemos dicho antes. El conocimiento que conlleva
prójimo); en un paso del error a la verdad (entendida ésta como la gracia es el de la fe, como también se dijo antes. Este conoci-
valor) y, sobre todo, del mal al bien y, en síntesis, de lo negativo miento es sobrenatural, libre, cierto, pero no evidente, sino
a lo positivo, del disvalor al valor. mediato.
Para la dimensión real-estático-esencial, el cambio consiste en El amor originado y configurado por este conocimiento cons-
la nueva orientación y en el nuevo sentido del ser (cambio ini- tituido por la fe, no es inmediato, pero alcanza a Dios realmente,
cial) que origina el paso de ser menos a ser más, de la decadencia amándole más que a ninguna otra cosa (Mt 22, 37); además, sor-
al incremento óntico 84, desde y hacia un proyecto frustrante del prendentemente, es menos mediato y se acerca más al amor pro-
ser, hasta hacia un proyecto realizador y plenificante del ser pio del conocimiento intuitivo que lo que de por sí permite el
(cambio progresivo y entitativo). Esto último afecta también a la conocimiento originante y configurador. Tal incremento cualitati-
«esencialidad» ( «lo que» son) de las facultades. vo es debido a la iluminación interior de la acción sobrenatural y
En conclusión: la gracia no altera el ser real del hombre en gratuita de Dios, que ilumina lo más íntimo del ser humano y lo
cuanto a su ser tal de hombre: esto es, un núcleo de amor libre, o induce «fortiter et suaviter» a optar por Dios y a amarle más per-
también, un poder ser todo lo que no es para ser más plenamente fectamente de lo que un conocimiento mediato puede originar y
lo que es. Pero en otro sentido, la gracia altera el ser real del garantizar. Pero sigue siendo un amor libre, que supone la posibi-
hombre, en cuanto determina y orienta su ser personal, vinculante lidad de amar a otras cosas que no son Dios, y de no amarle.
de la totalidad de su ser, desde la negatividad hacia la plenitud
Este amor de Dios, que tiene el hombre justo en este mundo,
virtualmente en él contenida en una llamada inmanente y trascen-
es inmensa y cualitativamente inferior al que tendrá en la vida
dente procedente de Dios que, gratuita y sobrenaturalmente, se le
eterna. Los elementos específicos en que radica esta diferencia,
comunica y entrega.
nos Jo sugiere la vida cristiana y el amor extático de los místicos
que, según todos los autores, viene a ser una aproximación a la
vida de los bienaventurados.
83. El proceso progresivo de la gracia desde el ser dinámico al ser estático En el místico parece darse una experiencia directa e interna,
es más conforme con la antropología (desde lo exterior a lo menos interior, por supuesto, de la vida de gracia; no de Dios, pues ello implica-
y,posteriormente, hasta lo más interior) finalizando así el estadio óntico de la ría la visión, sino de la gracia; esto es, según nuestra concepción,
gracia, que queda abierto al estadio personal. Se expone aquí una postura inter-
experiencia directa de Dios en cuanto expresado en el hombre.
media (e integradora) entre los que defienden la trasformación en el alma (sus-
tancia) y los que la sitúan en los actos; aquí la situamos en la opción
Esta experiencia de la que se tiene conciencia, origina en al-
fundamental desde la cual refluye a la sustancia y desde la cual se actualizan los gunos instantes un amor extático que ya no es libre, sino necesa-
actos de la vida nueva. rio, aunque relativamente, puesto que es transitorio.
84. Cf. SAN AGUSTIN, De civ. Dei, 12, 7-9 PL 41, 355-357; De sp. et lit. En esa misma línea, el conocimiento de Dios en la posesión
25, 42 PL 44, 226; De vera relig., 11, 21-22 PL 34, 131-132; De musica, 6, 13, beatífica ha de ser una experiencia directa de Dios mismo. En
40 PL 32, 1185.
178 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 179

ella ocupa un lugar principal el conocimiento intuitivo pero


85,
vida y realidad de la gracia según la Escritura, que el que poda-
también las demás facultades cognoscitivas del hombre como son mos tener de la supuesta especificidad del conocimiento intuitivo
la memoria, la fantasía, la imaginación, todos los sentidos internos en la bienaventuranza. De esta preeminencia del amor o, al
y los externos, tendrán una experiencia directa de Dios según su na- menos, de la intervención de la voluntad, tenemos muy abundan-
turaleza y funciones. tes y clarísimos textos 87• Algunos de ellos llegan hasta a ser pre­
Esta experiencia directa generará el amor beatífico de Dios, di- cisivos: Quien no ama permanece en la muerte (1 Jn 3, 14);
mensión culminante de la posesión beatífica. Este amor beatífico Queridos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y
(en él se incluyen todas las potencias apetitivas) es absolutamente todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios (4, 7); Dios
necesario; es decir, no relativizado ni por el tiempo (es eterno) ni es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios
por el amor a otra cosa que no sea Dios; puesto que directamente, y en él (4, 16). Y dice Santiago: Así también la fe, si no tiene
en definitiva, el bienaventurado sólo ama a Dios; indirectamente a obras, está realmente muerta (2, 17).
las personas y cosas porque son reflejos, participaciones o expresio- Es decir, se puede dar un cierto conocimiento de Dios y no darse
nes de Dios; y, precisamente, en cuanto que en alguna manera tienen la gracia; pero si hay amor, necesariamente se da la gracia. Desde
algo de Dios o son de Dios; pues solamente en esa dimensión son esta certidumbre, según la analogia fidei, es más lógico y coherente
valiosas y sólo en ese sentido tienen singularidad y valores propios, el interpretar los textos mencionados en primer lugar (los referentes
Con respecto a las consecuencias beaüficantes del hombre a \a g\oria), en confonnidad con esa 'verdad fundamental y cierta.
creadas por este amor, me remito a Pablo ( 1 Cor 2, 9). Igualmente, es más procedente y eficaz al sacar conclusiones
Lo que me llama la atención sobre este tema es la insistencia sobre la naturaleza de la bienaventuranza apoyándonos en el mejor
de muchos autores en señalar la visión o el conocimiento intuiti- conocimiento que tenemos de la gracia que proceder en sentido in-
vo como elemento específico de la bienaventuranza. Para esta verso. Aunque este procedimiento tampoco deja de ser legítimo,
postura encuentran un claro apoyo en varios textos bíblicos como puesto que también sabemos con certeza que el conocimiento intui-
1 Cor 13, 12: Ahora vemos en un espejo, confusamente. Entonces tivo es también un componente esencial de esa bienaventuranza 88•
veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo imperfecto, Precisamente el primer texto citado (1 Cor 13, 12), está dentro
pero entonces canceré como soy conocido. O este otro de 1 Jn 3, del contexto más magnificante de la caridad, el «cántico a la cari-
2: Somos desde ahora hijos de Dios, pero lo que seremos no se dad»; seguido además de una afirmación rotunda de su preemi-
ha manifestado todavía; sin embargo sabemos que, cuando apa­ nencia: Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas
rezca, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. tres. Pero la mayor de todos ellas es la caridad (1 Cor 13, 13).
Pero lo que me interesa señalar es el aprovechamiento que se Pienso 89 que el texto en su conjunto da lugar a interpretar lo
hace de estos y otros textos para, apoyándose en que la gracia y referente a la visión intuitiva como una muestra del cambio de lo
la gloria futura son de la misma naturaleza según la misma Escri- imperfecto, en que la caridad subsiste con otros dones de Dios, a
tura (por ejemplo: 2 Cor 3, 18-4, 6; 2 Cor 1, 22; Rom 8, 11.23; Jn
3, 15; 6, 54; 1 Jn 3, 14; 3, 2), sacar conclusiones sobre la esencia 87. Cf. 1 Tes 1, 3; Gal 1, JO; Ef 2, 10; Hch 14, 26; 15, 40; 1 Cor 15, 10;
de la gracia conforme a una línea excesivamente intelectualista 86• Rom 6, 22; Me 12, 28-33; Gal 15, 22; 1 Jn 2, 6-1 t. 4, 20 ss; Mt 5, 44; Le 6, 36;
Me parece más lógico argumentar desde el conocimiento más JO, 29-37; etc. Sabido es que algunos teólogos como PEDRO LOMBARDO (2
claro y seguro que tenemos de la preponderancia del amor en la Sent. dist. 27, c. 9) llegaron a identificar la caridad con la gracia.
88. Así lo hizo PIO XII en la Mystici corporis, AAS 35 (1943) 231 ss: DzS
3815.
85. En este ámbito es preciso admitir la «causalidad formal» de K. RAH- 89. Esta interpretación la sugieren, por lo menos, autores como L. TURRA-
NER como un gran acierto. Cf. Escritos de teología, I, 349-379. DO; cf. Biblia Comentada, t. VI, Madrid 1965, 243, 436; R. KUGELMAN, cf.
86. Cf. K. RAHNER, o. c., 1, 356 ss. de Ratisbona al N.T., t. VI), Barcelona 1976, 273-277.
180 APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A LA TEOLOGÍA ANALOGÍAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 181

lo perfecto, en que solamente subsistirá la caridad ( «La caridad visión (conocimiento) sea la actualización necesaria y previa para
no acaba nunca. Depararecerán las profecías. Cesarán las len- hacernos semejantes a Dios-Amor, me confirma en la estimación
guas. Desaparecerá la ciencia. Porque imperfecta es nuestra cien- del amor como culminación de la vida humana, tanto terrenal
cia e imperfecta nuestra profecía. Cuando venga lo perfecto, como bienaventurada, y del conocimiento como el acto que hace
desaparecerá lo imperfecto»; vers. 8-10) aunque, eso sí, hecha posible y real ese amor. Porque, en todo ámbito vital, las actuali-
una misma realidad con la visión intuitiva que la hace posible y zaciones que no son posibles ni se hacen realidad sin otras de las
actual. que dependen, son y se constituyen en su culminación vital 91•
Esto no quiere decir que la afirmación (de la visión cara a cara) Si la gracia es expresión de Dios, como creo que ya hemos
con que muestra y pone de relieve ese cambio no sea también obje- probado, entonces, la vida bienaventurada será también expresión
to de una intención secundaria, y que no sea verdadera. Pero la in- de Dios, por ser la prolongación y culminación de la gracia;
tención principal recae sobre la caridad y su preeminencia. ahora bien, Dios es amor (1 Jn 4, 8), luego la gracia y la biena-
Pero veamos cómo se describe la bienaventuranza en otros venturanza han de ser amor para que puedan ser su expresión. El
textos de la Escritura. En 2 Cor 5, 8: ... vivir con el Señor; en Ap que digamos que la caridad es el elemento decisivo y sustancial
21, 6: el agua de la vida; Filip 1, 23: estar con Cristo; Jn 3, 15; de una y otra, no empece, sin embargo, para que hayamos de ad-
6, 54; 1 Jn 5, 11 ss: vida eterna. Todas estas descripciones nos mitir otros elementos distintos que son propiedades, dimensiones
permiten mantener la dimensión volitiva como la culminación de y partes integrantes de las mismas.
la bienaventuranza. Los términos como «vivir con», «vida», Pero mi intención principal, no es intervenir en la famosa po-
«estar con», que, sin duda, incluyen un conocimiento, sólo alcan- lémica sobre la primacía de la inteligencia o de la voluntad, sino
zan la plenitud de su significado si culminan en una vivencia la de evitar la excesiva intelectualización de la gracia porque está
amorosa. en flagrante contradicción con la Escritura, como hemos visto.
Opinión a la que el mismo Rahner se acerca atribuyendo la Por eso, he criticado la teoría de la preeminencia de la intuición
aparente primacía que la Escritura parece conceder al aspecto in- en la vida bienaventurada como apoyo de una concepción intelec-
telectual en la bienaventuranza, a la mayor facilidad con que tualista de la gracia 92•
desde ese aspecto puede describirse la vida del espíritu y la «vi-
sión de Dios», aún reconociendo la igual esencialidad del amor
en la misma 90•
A lo que se puede añadir que si Dios es amor (1 Jn 4, 8.16)
entonces la bienaventuranza o posesión beatifica será amor ante
todo; ya que necesariamente la beatitud deberá consistir en la
91. Cf. mi artículo «Reflexiones sobre la doctrina agustiniana acerca de la
«identificación» activa con Dios. A no ser que se suponga que en
voluntad», Augustinus, XVII (1972) 339 y 344.
la vida eterna seremos objeto pasivo del amor de Dios; lo cual es 92. En toda esta tercera parte, solamente al comienzo hemos hablado explí-
inadmisible porque eso contituiría una degradación de nuestro ser citamente de un aspecto fundamental de la expresión, que es el de la analogía
personal. de los dos polos entre sí. Pero sí hemos hablado mucho implícitamente. El mos-
Dice la Escritura: seremos semejantes a Él (1 Jn 3, 2); es trar la analogía entre la expresión y la gracia conlleva que se dé analogía entre
decir, seremos semejantes a Dios que es amor; si bien señala cuál los dos polos que constituyen la gracia, análogamente a como se da entre los
es la realidad necesaria y previa que hace posible y real esa se- dos polos que constituyen las expresiones antropológica y estética. El afirmar y
hablar de esta analogía que comentamos está implicado, sobre todo, en la expo-
mejanza: porque le veremos tal cual es (1 Jn 3, 2). Pero el que la
sición del polo expresivo como manifestación del ser que se expresa y en la
común posesión del contenido de la expresión. Cf. los números: 3, 8, 9, 11 y 12
90. Cf. Sacramentum Mundi, 6, 880 ss. de esta tercera parte.
CUARTA PARTE

LAS DIVERSAS
DIMENSIONES
DELA GRACIA
Y LA EXPRESIÓN
INTRODUCCIÓN GENERAL

Que la gracia habitual o fundamental es una sola realidad es


algo en que todos los autores están de acuerdo. Es una misma re-
alidad la que justifica al hombre, lo diviniza, lo hace hijo de
Dios, morada de la Trinidad, etc.
Sin embargo, no es lo mismo, en realidad, justificar que divi-
nizar, por ejemplo; por lo que no debe ser lo mismo la justifica-
ción que la divinización. La razón formal de una y otra son
diferentes; existe entre ellas, por consiguiente, una distinción de
razón con fundamento en la realidad. Lo mismo podríamos decir
de otros aspectos o dimensiones de la gracia. Debido a ello, nin-
gún teólogo cita indistintamente o indiferenciadamente los textos
de la Escritura referentes a los diversos aspectos de la. gracia.
Todos son conscientes de que no se identifican conceptualmente,
porque se diferencian en lo que cada aspecto es en sí mismo, aun-
que todos en conjunto, a su vez, constituyen una sola entidad que
es la gracia.
Entre esas dimensiones de la gracia debe haber una ordena-
ción recíproca, aunque jerárquica, con mutua dependencia, pero
con prioridades, aunque sean solamente lógicas. Precedencia ló-
gica que, como en todo lo vital, señala el estrato menos elevado o
menos valioso de una realidad viva, subordinado al estrato más
elevado y valioso.
Pablo, el que más habla de las diversas dimensiones de la gra-
cia, no dirá nunca, por ejemplo, que hemos sido adoptados por
Dios como hijos como medio o con vistas a ser justificados, sino
que lo dirá a la inversa (Gal 4, 4-7). Dirá también que, con el fin
186 INTRODUCCIÓN GENERAL INTRODUCCIÓN GENERAL 187

de hacernos hijos suyos, Dios nos hizo gratos y nos justificó (Ef Sin embargo, la Escritura y la doctrina de la Iglesia pueden,
1, 5-8; Tit 3, 5-7). en ocasiones, hablar de un aspecto de la gracia refiriéndose a la
Nunca se dice en la Escritura que la divinización del justo totalidad de la misma. Pienso, especialmente, en el caso concreto
consista en participar de las divinas personas, sino de la naturale- de la justificación, que, con frecuencia, parece absorber otros as-
za divina (2 Pe 1, 3-7). Cuando se habla de la filiación, el térmi- pectos de la gracia, que sólo serían preparativos o consecuencias
no referencial en el hombre, no es la naturaleza o las facultades de esa justificación. Así, por ejemplo, sucede entre la justifica-
del hombre, sino la persona (Rom 8, 14-15) '. ción y la inhabitación del Espíritu Santo (Rom 5, 1-5; 8, 8-10;
Estos dos últimos ejemplos nos indican que cada dimensión Tit 3, 4-7; DzS 1528-1531) entre la misma justificación y la fi-
de la gracia hace referencia a un determinado aspecto de Dios y a liación (1 Jn 2,29; DzS 1524). Y, sobre todo, hay que tener en
un determinado modo de afectar al hombre. Esto está en coheren- cuenta que la doctrina de la Iglesia parece identificar la justifica-
cia con lo que ya hemos dicho muchas veces, que la gracia no es ción con la totalidad de la gracia. (DzS 1528, 1545, 1942) 4• A
algo distinto de Dios y del hombre, sino que afecta a la realidad pesar de todo, creo que se puede hablar de justificación en senti-
entitativa de éste y la transforma. Esto que, a veces, se olvida, es do estricto; esto es, como de un aspecto o dimensión de la gracia,
decididamente importante: «Si la donación personal de Dios no y distinguirla, con distinción de razón fundada en la realidad, de
comportase ningún efecto creado en el interior del hombre, se re- las otras dimensiones de la misma gracia. Así cf: Rom 3, 23-26;
duciría a una relación de Dios a sí mismo y no tendría para el 4, 5; 5, 1-2; 5, 9; 5, 18-19.
hombre el sentido de una realidad» 2• En este sentido Leon Dufour describe así la justificación:
Desarrollando y concretando este pensamiento que considera- «Ser justo es ... demostrar uno no tanto su inocencia cuanto la
mos básico, pensamos que cada dimensión de la gracia afecta a la justeza de todo comportamiento, es hacer que resplandezca su
realidad del hombre de un modo diferente. Poniendo un ejemplo, propia justicia Dios es justo, lo cual quiere decir que nunca le
es obvio que la amistad de Dios afecte al hombre de manera dife- falta la razón y que no renuncia, precisamente en nombre de su
rente a como le afecta la inhabitación de la Trinidad divina. Si justicia y por consideración para con la criatura, a hacerla capaz
afecta a la realidad del hombre, no ha de ser de un modo indife- de ser delante de él lo que exactamente debe ser, justa ... Así
renciado y amorfo, sino, en conformidad precisamente de la rea- Dios ... es justo con sus criaturas, a las que concede, por pura
lidad humana, según una estructura en que cada «elemento» gracia, pero por una gracia que las afecta en lo más profundo de
ocupa su «sitio» correspondiente y ejerce su función específica. ellas mismas, hallar para con él la actitud justa, tratarle como
En relación con esto y refiriéndose al caso concreto de la inhabi- quien es, el Padre, es decir ser realmente sus hijos (Rom 8,
14-17; 1 Jn 3, 1 s)» 5•
tación dice Agustín: «Permanece (Dios) en sí mismo en su eterna
estabilidad, íntegro en todas y cada una de las cosas, aunque Se acercan también a nuestro planteamiento autores como
aquellos en quienes habita le contengan unos más y otros menos Lyonnet y Cerfaux, describiendo la justificación, en san Pablo, en
según sus diferentes capacidades, cuando Dios los ha constituido sentido estricto, como una dimensión de la gracia distinta de las
su templo amadísimo por la gracia de su bondad» 3• otras dimensiones de la misma.
Para Lyonnet, la justificación, según Pablo, es entrar en la
providencia salvadora de Dios, poseer la justicia o ser justo, vivir
1. Cf. SAN AGUSTIN, En. in ps., 49, 2 PL 36, 565. En este texto se distin-
gue entre justificación, deificación y filiación, como de tres aspectos diferentes 4. K. RAHNER se plantea el problema en relación al concilio de Trento y
de la misma gracia. lo soluciona satisfactoriamente. Cf. Escritos de teología, I, 371 ss.
2. J. ALFARO, Cristología y antropología, 353-354. 5. X. LEON-DUFOUR, Vocabulario de Teología Bíblica, Barcelona 1980,
3. Epist. 187, 6, 19 PL 33, 839. art. «Justificación».
188 INTRODUCCIÓN

conforme a la providencia, los planes y la voluntad salvífica de


Dios 6• Cerfaux por su parte, subraya las diferencias entre gracia 1
y justificación en Pablo. La gracia es el origen, la razón de ser y
la norma de la justificación; mientras que justificación significa
principalmente la renovación y consumación de nuestra existen-
cia conforme a los planes y a los dones divinos en Cristo, por el '
IA JUSTIFICACION
Espíritu Santo'.
En esta misma línea y densificando, sobre todo, la descripción
de Leon Dufour, la justificación, en contraposición a los demás
aspectos de la gracia, se puede definir así: una dimensión de la
gracia por la que el hombre se ajusta al modo de ser de Dios en l. Ideas generales
los valores morales, es decir, en el nivel y ámbito en que se deci-
de la diferencia entre el bien y el mal; la justificación expresa a Suponiendo siempre el concepto que acabamos de dar de jus-
Dios en su justicia, en su veracidad, en su generosidad, bondad, tificación, constatamos una vez más que ésta es una dimensión
santidad, etc. esencial de la realidad de la gracia fundamental o habitual, según
la Escritura y toda la tradición cristiana. «La gracia de Dios me-
diante la fe justifica al pecador» podría ser el resumen de la doc-
trina de Pablo a los Romanos sobre nuestro tema 8• Lutero ha
pretendido ser el auténtico intérprete de Pablo; pero ha traiciona-
do el pensamiento del Apóstol vaciándolo de contenido y redu-
ciéndolo a un extrinsecismo 9•
Hemos de adelantar que la concepción de la justificación
como expresión elimina de raíz el extrinsecismo del concepto lu-
terano de justificación. Porque si el hombre expresa a Dios, en-
tonces, radicalmente, queda superada la justificación imputativa.
Las mismas fuentes del luteranismo -el nominalismo- quedan
cuestionadas por el concepto de expresión.

8. Para una buena exposición sobre la justificación bajo las perspectivas bí-
blica e histórica cf. GONZALEZ FAUS, Proyecto de hermano, 485-563.
9. Quizá haya que distinguir entre el luteranismo y Lutero. Lo que decimos
aquí viene a ser la versión tradicional, aunque no antigua, de Lutero. No prejuz-
gamos ni discutimos los resultados de las últimas investigaciones, recientemen-
te muy intensificadas con motivo del V centenario de su nacimiento. Nuestro
tema, aquí, no es la doctrina de Lutero, sino la expresión como vehículo signifi-
cativo de la justificación; para lo que la teología atribuida a Lutero no es más
6. Cf. S. LYONNET, «De iustitua Dei in ep. ad Romanos», en VD. 25
que un término de referencia para aclarar unas cuestiones que, sea cual sea el
(1974) 23-24; 118-121; 129-144; 192-203; 257-263. pensamiento de Lutero, han sido, son y serán esenciales para conocer la justifi-
7. Cf. L. CERFAUX, Le Chrétien dans la théologie paulinienne, Paris
cación cristiana.
1962, 386.
190 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 191

En efecto, para el nominalismo, la justificación, más que una Estamos justificados porque creemos en la gracia de Dios que
realidad transformante del ser humano, es una apreciación divina. justifica y confiamos en ella. Seguimos siendo pecadores, domi-
Pero en ese caso no puede darse una expresión de Dios en el nados por la concupiscencia, pero, a pesar de todo, estamos justi-
hombre; y si esa expresión se da, entonces, necesariamente, la ficados por nuestra fe en la benevolencia de Dios, que no
justificación afecta al ser del hombre al estar constituida por ese considera nuestros pecados, y, por encima de ellos, nos salva por
mismo ser del hombre; lo cual, como es obvio, es mucho más que los méritos de Cristo.
una mera apreciación divina. Dos aspectos claramente diferenciados se dan en la teoría lu-
Ya el voluntarismo divino de Ockam, que no tiene su reflejo terana: uno es la designación de Cristo como la única causa de
correspondiente en la realidad fuera de Dios, es incompatible con nuestra salvación; ello pertenece a la revelación bíblica; el otro es
la expresión divina en el hombre, que exige a éste como ser ex- el extrinsecismo de esta salvación con respecto al hombre justifi-
presivo en el que la acción voluntaria de Dios se manifiesta trans- cado o salvado; lo cual no es bíblico ni pertenece a la tradición
formándolo y elevándolo hasta constituir una, en cierto modo, cristiana.
prolongación de su ser 10• La teoría de la expresión, en conformidad con el primer
Por eso, la gracia concebida como expresión, no puede coinci- punto, pone de relieve la autoría de Dios y de Cristo II en la sal-
dir en el mismo plano con el pecado que es antiexpresión o, vación del hombre; ya que la gracia como expresión es una ac-
mejor dicho, ausencia de expresión de Dios. ción, un acontecimiento cuyo sujeto es el ser que se expresa,
Por índole personal y por sintonía con su época, Lutero centra Dios, y a él le pertenece. Es inconcebible y absurdo el que el
sus preocupaciones en la justificación concreta, en la suya; pero mismo ser expresivo, el hombre, sea el autor de la expresión si,
la extrema inquietud en que vivía por su propia salvación, le in- como es el caso, el ser expresado es de naturaleza radicalmente
duce a buscar criterios más seguros: los objetivos. Ello le hace superior, y si la superioridad se hace más inalcanzable por la de-
buscar y encontrar en Cristo la causa de esa salvación, y le hace bilidad y alejamiento previo del ser expresivo con respecto a la
ignorar el compromiso personal integral para reducirlo a sólo la realización de esa expresión. En fin, la naturaleza misma de la
fe fiducial. expresión exige que esto sea así. Por ello podemos confirmar que
la expresión recoge y manifiesta de una manera relevante la auto-
ría de Dios y de Cristo en la justificación del hombre. · .
La verdadera doctrina de Lutero es aquí, en este trabajo, que no es historia En cuanto al extrinsecismo de la justificación, ya hemos dicho
de la teología de la gracia, algo secundario. Con san Agustín hemos hecho una antes que es esencial y absolutamente incompatible con la gracia
excepción porque lo consideramos como testigo absolutamente incomparable
concebida como expresión. Porque la expresión es la manifesta-
de la tradición y de la teología sobre la gracia. Para el lector que quiera infor-
marse sobre las nuevas, que no definitivas, interpretaciones acerca de la teolo-
ción entitativa de un ser en otro por medio de una unión vital e
gía de Lutero, puede encontrar una breve, pero interesante exposición, con intrínseca. Por ello, la oposición entre la gracia como expresión y
referencias bibliográficas, en M. GELABERT, o. c., 142-150 y passim. Para el extrinsecismo de la justificación no puede ser más radical.
una explicación de la distancia conceptual y de mentalidad entre Lutero y Tren- Volviendo sobre la autoría de Dios y de Cristo con respecto a
to cf. A. TURRADO, «Gracia y libre albedrío en S. Agustín y en Lutero. La tra- la gracia, hemos de notar que dada la insuficiencia creatural del
gedia de la incomprensión en el s. XVI y la hermenéutica de las culturas», ser humano para conocer y vivir la vida de Dios, además del am-
Estudio Agustiniano XXID (1988) 483-514.
biente universal de pecado existente en la humanidad como con-
10. Sobre la doctrina de Ockam cf. P. VIGNAUX, «Nominalisme», art. en
Dict. Théol. Cath., t. XI, cols. 748-784, Paris 1931; R. CHELLUY, Philosophie
dición existencial, o como predisposición para el pecado personal
et théologie chez G. d'Ockam, Lovaina, 1947; N. ABBAGNANO, Giuglielmo
d' Ockam, Lanciano 1931; L. FARRE, Occam. Tratado sobre los principios de 11. Sobre el protagonismo de Cristo en la realización de la gracia salvadora
la Teología (trd.) Buenos Aires 1957. cf. p. 71 ss. Más adelante volveremos sobre ello.
192 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 193

y como efecto de los pecados personales de toda la humanidad, tativamente en el ser expresivo (hombre); lo cual implica necesa-
ningún hombre puede dar un paso hacia Dios -en el que encuen- riamente la transformación vital, real y elevante de éste.
tra su salvación- si antes no es llamado por el mismo Dios a tra- Esto nos sugiere, volviendo sobre un pensamiento anterior, la
vés de las manifestaciones de su ser al conocimiento humano, y homogeneidad interna, desde la perspectiva de Dios, de la acción
una fuerza que ayude a su voluntad para que el hombre asimile y justificante de Dios y de la transformación del hombre actuada
viva los valores que le acercan a Dios y le salvan. Cuando conoz- continuamente también por Dios hasta el final de su duración; lo
ca a Dios y viva de modo semejante a él, entonces estará justifi- cual, y esto es importante, se opone a la concepción de la gracia
cado o salvado porque estará en gracia, esto es, vivirá la misma actual en relación con la habitual, así como de la gracia objetiva
vida de Dios. Pero esto sólo lo puede hacer con la ayuda de Dios. con respecto a la subjetiva, a modo de compartimentos estancos
De ahí que postulemos un concepto para significar esa justifi- entre sí. Así, pues, la realidad de la gracia objetiva que precede a
cación que inequívocamente manifieste la autoría de Dios en la la justificación (el amor increado del Padre a sus criaturas, la en-
misma. Más aún, la acción de Dios por la que previene y ayuda al carnación, vida-muerte-resurrección-ascensión de Cristo, efusión
hombre para alcanzar la justificación y esta misma justificación, del Espíritu Santo, la misma realidad sobrenatural de la Iglesia,
deben ser en alguna medida de la misma naturaleza, la misma los sacramentos, la predicación de la Palabra, el testimonio, etc.)
cosa. Porque una y otra son manifestaciones de Dios con respecto es también una expresión de Dios al hombre en general, de la
al ser humano; son dos grados de la misma autocomunicación de misma naturaleza, aunque en distinto grado o etapa que la reali-
Dios a la persona humana. Dada la simplicidad de Dios, la distin- dad de la gracia subjetiva (que incluye como aspecto fundamental
ción se da en las diversas etapas recorridas por la realización de la justificación) que es la expresión de Dios a este hombre y en
la expresión de Dios en el hombre. Solamente, pues, en el hom- este hombre como última etapa de la autocomunicación de Dios.
bre existe una diferencia, aunque sustancial, entre la justificación Es una misma la realidad de la gracia objetiva y la subjetiva.
y su preparación. Dios mismo que actúa desde el interior óntico del hombre, pero
Pues bien, ese concepto es el de expresión, el cual postula la también desde el exterior de su ser personal, llega hasta expresar-
iniciativa y autoría de Dios y engloba los distintos grados o eta- se en ese ser personal a través de un proceso sin solución de con-
pas de la autocomunicación de Dios al ser humano. Porque la ex- tinuidad en el que cada parte de la realización se abre a la
presión es necesariamente una acción peculiar del ser que se inmediata posterior llegando así a la gracia y a la vida eterna.
expresa en otro ser que, por ser inferior, no puede ser el principio
originante de una vida que le supera, y que solamente vive por-
que le es otorgada por el ser superior que se expresa. 2. Proceso temporaly psicológico de la justificación
Sorprendentemente el concepto de expresión significa y exige
las dos dimensiones fundamentales de la justificación: la autoría Este proceso interno y subjetivo, siguiendo la doctrina de
de Dios con respecto a la misma que, a veces, dejaron en la pe- Trento 12 actualizada por los ulteriores desarrollos de la teología
numbra los católicos, y la transformación real del hombre por esa bíblica y de la antropología moderna vertida en conceptos expre-
justificación que negaron los protestantes. En efecto, la expre- sivos, se puede estructurar del siguiente modo progresivo:
sión, por definición, es un concepto dialéctico que únicamente se - La naturaleza humana en sus constitutivos naturales es ya
comprende en la exigencia mutua de sus dos polos contrapuestos: una expresión de Dios; más todavía en el estado actual de eleva-
la transformación vital, real y elevante del ser expresivo (hom- ción sobrenatural.
bre) exige la acción positiva y directa del ser superior que se ex-
presa (Dios); pero, a su vez, la acción positiva y directa de éste
(Dios) exige, si ha de darse la expresión, que se manifieste enti­ 12. Cf. DzS 1524-1531.
194 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 195

- Ciertas dimensiones de esta naturaleza (experiencia de lo cación, se va desarrollando en todos los ámbitos del ser humano,
Incondicionado y Definitivo como sentido último de la vida; ex- lo cual conlleva una mayor apropiación personal de la salvación
periencia de juventud, vejez, muerte) que hacen del hombre un y una opción por Dios más consciente y definida.
ser que se constituye como una radical y esencial tendencia hacia La realidad, que hace posible el desarroJlo de esta justifica-
la Definitividad, significan de un modo especial, concretan e in- ción sin solución de continuidad, es la del mismo hombre como
tensifican la condición del hombre como ser expresivo de Dios. expresión de Dios ya en su mismo ser natural; más todavía en el
- Las inspiraciones y mociones desde los bienes al Bien, estado actual de elevación sobrenatural 13•
desde las verdades a la Verdad, desde las bellezas a la Belleza, La mentalidad fisicista de la gracia dificultaba enormemente
desde la vida a la Vida, constituyen una expresión de Dios a este la comprensión del caso que nos ocupa. Concebida la gracia
hombre en un nivel más personal y consciente. como una cosa, y partiendo del hecho indudable de que el buen
- Inspiraciones y mociones por y desde el conocimiento del cristiano está en gracia, la obligada diferenciación del hombre de
Evangelio que, manifestando a la expresión de Dios que es Cris- buena voluntad pero desconocedor del Evangelio con respecto al
to, iluminan, perfeccionan, profundizan y elevan la expresión de anterior, era casi necesario hacerla consistir en la ausencia de esa
Dios a este hombre. «cosa» que era la gracia; ya que una cosa física (aunque no sea
- Expresión de Dios por y según Cristo en este hombre en las material) referida a un ser, ineludiblemente ha de estar en rela-
dimensiones de la inteligencia y del sentimiento. ción de presencia o ausencia totales. Sin embargo, cuando la gra-
- Expresión de Dios por y según Cristo en este hombre dentro cia se hace consistir en un estado, en un hecho como la expresión
del ámbito de la voluntad, en virtud de una opción fundamental del mismo ser del hombre, sin dejar de perfilarse en sus constitu-
de la misma por y según Cristo que constituye a ese hombre en tivos esenciales, la graduación es perfectamente realizable y
gracia. comprensible.
- Desarrollo, profundización y ampliación de esa expresión
(que es la gracia) a todas las dimensiones y aspectos internos y b) Consideremos ahora el otro caso, el de aquél que se convierte
externos del hombre, que crece progresivamente, como ser agra- y se justifica partiendo de una vida de pecado personal habitual.
ciado, en y con los valores personales. El desarrollo de este últi- En este caso, las vertientes y procesos psicológicos pueden
mo tramo del proceso es variable en cada hombre y termina en la ser muy distintos. Se da siempre una experiencia del mal y del
vida eterna en la cual el ser humano es, en su totalidad, expresión bien con sus consecuencias; contrastadas por la voluntad a la luz
de Dios. de la inteligencia, llevan al hombre al rechazo del mal. En el
Este proceso, queda advertido, tiene distintos puntos de parti- hombre, obligadamente, se plantea esta lucha entre el bien y el
da aunque sea uno mismo el de llegada: la justificación, que de- mal. Por naturaleza, el hombre es una expresión de Dios; por
semboca en la bienaventuranza eterna. ello, a la libertad humana se le presenta la disyuntiva de aceptar
Hemos de distinguir dos casos: uno el de la persona que llega su condición natural, en cuyo caso la expresión de Dios se instau-
a la fe desde una situación de pecado original pero sin pecados ra en la dimensión personal (= gracia) o de rechazarla, en cuyo
personales graves; otro, muy distinto, es el de la persona que se caso no expresa a Dios en la dimensión personal, y se constituye
convierte desde una situación más o menos habitual de pecado en una contradicción en sí mismo al contrariar personalmente lo
personal. que es por naturaleza, si bien en un sentido y plano distintos 14•

a) En el primero, no se trata de una justificación propiamente


13. Esa elevación sobrenatural incluye el «existencial sobrenatural» de
dicha, sino de una justificación en sentido amplio que sólo nece- RAHNER. Cf. Escritos de teología, I, 330 ss.
sita de la gracia como redención objetiva. Realizada esta justifi- 14. Se sobreentiende que esa naturaleza está elevada al orden sobrenatural.
196 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 197

Precisamente, esta condición de la persona humana hace posi- El hombre ya no es un ser expresivo, sino que quiere ser ex-
ble el conocimiento del mal como atentado contra su propio ser, presión de sí mismo; es decir, un ser encerrado en su propia mis-
y del bien como la realización plena del mismo. Aunque el hom- midad, autónomo e independiente, autosuficiente. Pero hay que
bre no sepa que es expresión de Dios, se aparta del mal, como poner de relieve que en el ámbito personal o del yo no se ha reali-
razón definitiva y profunda, porque constituye una negación de zado la expresión, ya que el pecado no expresa lo que es el yo hu-
esa su condición natural. mano en su ser más profundo, sino en sus tendencias negativas.
Pero todavía está latente la inquietante cuestión: ¿puede el
hombre ser expresión de sí mismo? Ciertamente que el hombre se
3. El pecado desde la perspectiva de la expresión 15 expresa en su corporalidad y ello constituye la expresión antropo-
lógica; pero lo que ahora se cuestiona es algo sutil, aunque, esen-
Una vez que el hombre se aparta del mal comienza a desear el cialmente distinto. Es decir, no se pregunta si el hombre se
bien; pero éste tiene sus exigencias. El construirse a sí mismo expresa a sí mismo o no, porque la evidencia de la expresión an-
como expresión de Dios en el ámbito personal conlleva una nega- tropológica hace inútil esa pregunta. Más bien se cuestiona si el
ción a constituirse en expresión de sí mismo. hombre nuclear-integral puede constituirse en expresión de sí
Aquí estamos hablando de la dimensión moral (que es estric- mismo. En la expresión antropológica es la corporalidad el ser
tamente personal) de la expresión que es el mismo hombre. Pues expresivo de la vida interior. Pues bien, preguntamos: el núcleo
bien, el ser expresión de algo o de alguien implica una cierta de- de esa vida interior, es decir, el yo personal, ¿puede ser el ser ex-
pendencia de otro ser; en nuestro caso, con respecto a Dios. Esto presivo de ese mismo yo personal? O lo que es lo mismo: ¿la per-
exige del hombre un constituir su propio ser como manifestación sona humana puede ser a la vez el ser que se expresa y el ser
de Dios, que es como ser propiedad de él. Pero el hombre que, en expresivo?
virtud de su libertad, puede llegar a ser manifestación de Dios a La pregunta es procedente porque se ha de observar que ese
nivel personal, por esa misma libertad puede elegir el no serlo e es el intento esencial del pecado. El pecado se manifiesta en oca-
intentar constituirse en expresión de sí mismo o de alguien o de siones a través de una expresión antropológica, pero siempre y
algo contrapuesto a Dios. Esto es precisamente el mal moral. ante todo es un intento de hacer del yo un ser expresivo de sí
El intento de constituirse en expresión de sí mismo lo lleva mismo. El hombre, que por naturaleza es un ser expresivo de
consigo todo pecado, porque tiene como finalidad la implanta- Dios, intenta hacerse expresivo de sí mismo; el egoísmo es preci-
ción del propio yo como ser que se manifiesta en las propias samente eso: el intento de hacer del yo un ser expresivo de sí
obras como fin de sí mismo sin referencia a Dios. El intento en mismo, no en sus acciones meramente, sino en su ser mismo. La
realidad no pasa de ser una expresión meramente antropológica; voluntad humana, en vez de querer lo que quiere la voluntad divi-
y ahí se queda la expresión de sí mismo. El hombre, entonces, no na, quiere su propio querer contrario a Dios; pretende hacer de sí
es un ser expresivo de alguien distinto y superior a él, sino que es misma su propia expresión. Pero hemos dicho antes que ese pre-
sólo un ser que se expresa a sí mismo en la relación constituida tensión no se reduce a las acciones, sino que éstas son el intento
entre su ser y su obrar. El intento prometeico de ser dios es vano; de hacer del yo un ser expresivo (y expresión) de sí mismo 16•
el super-hombre de Nietzsche es una locura. Pero al hombre
siempre le ha acechado la misma tentación: seréis como dioses
16. En el único ámbito en que el hombre intenta y puede intentar ser él
(Gn 3, 5). mismo su propia expresión es en el ámbito ético y religioso. Es sólo en éste en
que las acciones son concreciones de una opción fundamental que compromete
a la integridad de la persona, desde su núcleo central, expresándola también en
15. Una excelente exposición del tema del pecado la tenemos en GONZA-
su integridad, no antropológica, pero sí axioiogica.
LEZ FAUS. Cf. o. c., 183-419.
198 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 199

En el caso del bien, el hombre es un ser expresivo de Dios Y descubre en su condición de ser una pretensión vana e imposible
éste es un ser expresado y un ser que se expresa. En el caso del de constituirse un ser libre, pero limitado, en la expresión integral
mal, el hombre (el yo personal) es el ser expresivo y el ser expre- y nuclear de sí mismo 1•.
sado como también el que se expresa. Por tanto el bien es una ex-
presión de Dios; el mal un intento de expresión del yo por el
mismo yo. 4. La justificación
Esto es el pecado, el mal, el egoísmo. Pero dado que la expre-
sión exige esencialmente la bipolaridad, la duplicidad de seres (el La separación del pecado y la aceptación del bien exige la en-
ser expresivo y el ser expresado) entonces se deduce que el peca- trega de la persona para ser expresión de Dios. Lo cual incluye
do es contradictorio en sí mismo; porque ningún ser puede cons- una pertenencia del hombre con respecto a Dios; ya que todo ser
tituirse en expresivo y expresado de una misma expresión, a no expresivo pertenece al ser que se expresa y que es expresado. El
ser que sea infinito 17• hombre, aun siendo él mismo, se constituye de ese modo en un
Debido a eso, el pecado es una pretensión de ser Dios o de ser personal perteneciente a Dios.
sustituir a Dios por otra cosa; en profundidad, es un intento de di- Si nos fijamos en su realización personal, habría que decir
vinizar el mal. Porque si el intento del mal moral se lograra, en- que se desarrolla en un mismo proceso que su pertenencia a Dios;
tonces el yo personal sería expresivo y expresado a la vez en una hasta tal punto que en las primeras etapas de ese proceso se trata
misma expresión, lo cual es contradictorio; pero además, el yo se de una misma realidad mirada desde dos distintas perspectivas:
convertiría en algo absoluto, siendo lo mismo que el mal, su ex- realización humana y desarrollo de la gracia divina, son consti-
presión. Porque ello implicaría una autodefinición, una autovalo- tuidas por la expresión de Dios en el hombre. En las últimas eta-
ración (eso es la autoexpresión) independientemente de cualquier pas del proceso la realización humana es perfeccionada, elevada
otro ser. Pero eso, excepto en un ser absoluto, es imposible, con- y superada por la realidad de la gracia en el hombre.
tra la realidad y contra la verdad. En todo ser relativo se postula Esta admirable transformación del ser humano se opera deci-
una norma, un ser y ejemplar superior que haga posible su defini- sivamente en el ámbito de la voluntad; ámbito del bien y del mal,
ción y valoración. el único, hemos dicho antes, en que el hombre se expres_a medu-
Más todavía, si la finalidad inherente el mal moral se lograra larmente a sí mismo 20•
y el yo personal, consiguientemente, fuera expresivo y expresado Cuando el hombre expresa a Dios, es decir, cuando manifiesta
a la vez en una misma expresión, entonces el yo personal sería en su ser el ser de Dios, entonces su ser se transforma en Dios, en
infinito, siendo lo mismo que su expresión, esto es, el mal 18•
Pero al mal no existe en sí mismo; porque en su dimensión 19. Aunque el mal moral no es la nada, en cuanto se realiza con realidades
más profunda es una contradicción y una apertura a la nada desde psicológicas, sin embargo, su naturaleza y finalidad últimas, su ser metafísico,
un ser. Esta dimensión contradictoria y nihilista del mal moral se sí es la nada. El mal metafísico, lo sabemos desde san Agustín, es una mera pri-
vación, corrupción, nada. Cf. SAN AGUSTIN, De nat. boni, 3-4 PL 42, 553;
De mor. eccl. cath., 2, 2, 2 PL 32, 1345-1346; 4, 6 PL 1347-1348; Conf, 3, 7,
17. La infinitud supera la bipolaridad (lo que es un ser no es el otro) reque- 12 PL 32, 688; 7, 12, 18-13, 19 PL 743; C. Secund. Man., 10-15 PL 42,
rida por la expresión; precisamente porque el ser infinito es todo el ser; debido a 585-591; De civ. Dei, 14, 11, l PL 41, 418; 12, 7 PL 41, 355; etc.
ello su expresión total será infinita e idéntica al ser expresivo y expresado infi- 20. El ámbito del bien y del mal es también el específico de la justifica-
nitos. ción, como contrapuesta a los otros aspectos de la gracia. Es ahí donde el hom-
18. Cf. nota anterior. En efecto, sólo el ser infinito puede ser dos determi- bre se ajusta al modo de ser de Dios en cuanto a los valores morales. Es ahí
naciones opuestas simultáneamente con respecto a un ser o un acontecimiento donde la persona humana expresa a Dios en cuanto a esos mismos valores. Cf.
como es la expresión. Así es en la divina Trinidad. p. 188.
200 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 201

cierto modo; adquiere una vida que lo eleva a un nivel superior expresivo de Dios; por consiguiente, es también sujeto activo de
de existir. Esto no quiere decir que deje de ser hombre, sino que la justificación 21•
es una expresión de Dios; que no deshumaniza al hombre, sino Los ámbitos en que decisivamente se constituye la justifica-
que lo hace más hombre, en cuanto realiza la máxima virtualidad ción son el del conocimiento y el de la voluntad. Pero también
del ser humano: ser expresión de Dios. hay que afirmar que esa expresión que es la justificación (dado
Esta justificación, concebida como expresión, postula que el que el conocimiento y el amor humanos no se dan desvinculados
justo viva la vida de Dios. La justificación es vida de Dios, pero del propio ser humano) está también constituida y realizada por
también vida del justo porque es vivida por él y porque con sus todos los elementos del ser humano, aunque de distinto modo y
elementos entitativos se construye esa expresión de Dios que es en diverso grado por cada uno de ellos 22•
la justificación, como dimensión fundamental que es de la gracia. Esta expresión incluye dentro de su realidad a la opción fun-
Por supuesto que la vida de la justificación es de Dios porque de damental, las actitudes, los actos de conocimiento y amor; tam-
él dimana esa vida justificante y salvífica. bién, las motivaciones, sentimientos, emociones, pasiones,
Pero esta vida es vivida por Dios y el hombre de diferente tendencias y hasta la corporalidad. Todo pertenece al yo que, a
manera. La vida divina en Dios es propia, pura, infinita. La vida su vez, es asumido y comprometido por la voluntad en su opción
divina en el hombre es participada, circunscrita a su naturaleza fundamental.
compuesta y finita. Por eso, aunque vivan la misma vida. Dios y Pero si queremos señalar precisamente el ámbito antropológi-
el justo, se mantiene la diferencia de naturaleza, de ser. co donde se efectúa la justificación, habrá que situarlo, como ya
La carencia de unidad natural no es óbice para que Dios y el hemos dicho al hablar de toda la gracia, en la facultad volitiva. El
justo vivan la misma vida divina, ya que es sustituida ventajosa- hombre únicamente se justifica cuando su voluntad libre, que
mente por la inmanencia natural de Dios en el hombre, y que per- asume a todo el hombre, opta por Dios; entonces, únicamente en-
mite la expresión de Dios en él al hacerlo ámbito especial de su tonces, el hombre se justifica; es decir, se ajusta a lo que Dios es
vivificación y actuación. y quiere 23•
En analogía con la expresión antropológica, la vida y el ser Sin embargo, es preciso matizar que el conocimiento sobrena-
del hombre en su soporte material, en su esencia !imitadora, se tural (la fe), una vez vivificado y asumido por la opción funda-
distingue de la vida de Dios; pero la vida del hombre justo, en su mental y sobrenatural de la voluntad (esencialmente, la caridad)
dimensión suprema axiológica, es la misma vida de Dios. alcanza a fomar parte del hombre justo en cuanto justo. Pero lo
No se da panteísmo porque ni se identifican ni se mezclan las mismo habría que decir, aunque en distinto grado, de los senti-
dos naturalezas o substancias; se da una semejanza con la expre- mientos espirituales, motivaciones, tendencias, sentimientos vita-
sión antropológica antes mencionada. les y corporalidad; elementos en los cuales no puede radicar o
Hay duplicidad de sujetos activos de la misma vida divina: subsistir la justificación del hombre, pero que asumidos por la
Dios, sujeto activo principal, y el hombre, sujeto activo secunda- opción sobrenatural de la voluntad, forman parte integrante de
rio y subordinado. esa justificación 24•
De esto último se deduce que la justificación es obra de Dios
y del hombre; pero Dios es el que toma la iniciativa en esa justi-
ficación. Desde las primeras disposiciones a la justificación hasta
la última actualización y desarrollo de la misma justificación, son
21. Cf. pp. 53, 138-142, 155.
manifestaciones de Dios al hombre o en el hombre; es Dios ex- 22. Cf. p. 156.
presándose con respecto al hombre. Pero no olvidemos que el 23. Cf. p. 162 SS.
hombre, en su ser personal (libre, por tanto) se constituye en ser 24. Las razones de esta afirmación están expuestas en las pp. 152, 156 ss.
202 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 203

5. Opción fundamental y justificación El acontecimiento de la justificación se cifra en un «algo» cuya


entidad físico-material es nula, pero cuyo contenido axiológico y
Está clara la vinculación que establecemos entre justificación su realidad moral-personal alcanzan un grado máximo 27•
y opción fundamental 25• Debe ser la misma que existe entre esa La justificación no se constituye en una sustancia humana
opción y la expresión que es la gracia, debido a que la justifica- ignota, que pertenecería al ámbito infrapersonal, pero que nadie sa-
ción es un aspecto esencial de la gracia. bría decir lo que es ni en qué consiste, sino en el nivel superior del
Uno de los temas más debatidos al hablar de la justificación hombre, en el ápice axiológico de su ser, en la «hondura» (opción
es el de señalar su constitutivo antropológico. Todos los autores fundamental) donde la naturaleza accede a ejercer como persona;
católicos están de acuerdo en que el hombre justo queda transfor- donde nacen, se constituyen y realizan las actitudes y actos perso-
mado por el hecho de la justificación. Pero, ¿esta transformación nales del ser humano, y en esas mismas actitudes y actos.
se realiza sólo a nivel de fe y nivel metafísico o también tiene ¿Se puede señalar un ámbito más específicamente humano,
una incidencia en la dimensión psicológica? más valioso, más espiritual, de más riqueza y nivel entitativo,
más apropiado, por ello, para la realización de la justificación,
a) En la teología tradicional se insistía más bien en los dos que ese en que el propio yo, íntimo y personal, queda implicado
primeros aspectos; pero la Escritura nos obliga a incidir en el -y por lo tanto transformado- en su opción fundamental, acti-
hombre psicológico hablándonos constantemente de amor, cono- tudes y actos?
cimiento, sentimientos, corazón y vida humana, como el campo En ese caso, el hombre -al conocer, amar a Dios y esperar en
en que se realiza la justificación, aunque los agentes de la misma él- realiza algo de importancia y valiosidad única y máxima,
sean sobrenaturales 26• porque viene a constituir la personalización sobrenatural de la na-
No obstante, el ser humano sigue siendo el mismo ser humano turaleza humana.
cuando razonablemente podemos pensar que está justificado que De ahí que algo que no se puede constatar sino por la con-
cuando está en pecado. El mismo ser humano, las mismas facul- ciencia, y sólo en alguna medida, que física ni psicológicamente
tades personales, las mismas opciones, actitudes y actos (desde el añade algo distinto al ser humano, que no se distingue por tanto
punto de vista entitativo-operacional) pueden soportar y actuali- de ese ser humano, que no es sino un «estado», un «modo»; un
zar la justificación o la carencia de ella. «sentido» de la orientación personal del hombre, sea tan elevado,
Una dimensión importantísima posible en el hombre, la justi- tan decisivo y lo más valioso que el ser humano puede alcanzar,
ficación, se da en él o no se da, dependiendo únicamente de algo, si bien con la ayuda de Dios.
al parecer, más bien simple e insignificante: la opción positiva
(expresión de Dios) o negativa (expresión de nada) del hombre. b) Y no se ha de creer que esta transformación no afecta a la
La justificación no es una realidad física (aunque sea espiritual) auténtica sustancia del hombre (el yo) 28• Aunque no es un cam-
o corporal, ni un «algo» añadido al hombre justo; sino que la justi- bio de la sustancia sino en la sustancia. Esta sustancia espiritual
ficación es un acontecimiento; no es una sustancia ni un accidente -«núcleo de amor libre»- es la dimensión más profunda en que
entitativo añadido, sino una relación que constituye un característi­ se realiza la transformación de la justificación .
co modo y sentido de existir, que hace al hombre expresión de Dios.
Si distinguimos entre el ser estático y el ser dinámico del
hombre, ello nos permite situar esa transformación en la sustan-
25. Sobre la opción fundamental cf. P. FRANSEN, Mysterium Salutis,
IV/2, 910 SS.
26. Entre otros muchos textos de la Escritura pueden consultarse los que se 27. Las razones que avalan esta postura se exponen en p. 163 ss.
citan en la nota 87 de la tercera parte. 28. Cf. p. 173 SS.
204 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN 205
LA JUSTIFICACIÓN

cia del hombre sin que cambie la sustancia. En efecto, afectando pertenece, a la vez, al ser estático y al ser dinámico del hombre; es
esa transformación al ser dinámico del hombre, afecta a lo más decir, constituye su encuentro 29•
profundo del hombre sin que se altere la esencia de su ser estáti- En conclusión: la transmutación operada en el hombre por la
co. Esto es necesario para mantener la relevancia axiológica de la justificación que hace al hombre expresión de Dios, es la más
justificación y la posible alternancia de la misma quedando incó- profunda y maravillosa que puede darse. Su profundidad única-
lume el ser del hombre. mente excluye la creación del ser humano (de la cual es culmina-
ción); su maravilla es tanta, que solamente queda superada por la
Una valoración realista del ser dinámico del hombre (que nos
unidad entre el hombre y Dios en una sola persona (Cristo). En
ha enseñado la filosofía existencial) cuya entidad es equiparable
cuanto a la vida eterna, se ha de considerar como la culminación
a la de su ser estático, nos permite concluir que la transformación
de esa justificación, pero no una variación de su naturaleza.
en que consiste la justificación y que afecta a este ser dinámico
Sin embargo, la justificación no altera el ser real del hombre;
directamente, es amplia, profunda y llega al núcleo del ser huma-
éste es un «núcleo de amor libre». Pero en otro sentido, la justifi-
no. Porque el ser dinámico pertenece al ser del hombre, al ejerci-
cación altera el ser real del hombre, en cuanto determina y orien-
cio integral de su ser, a la prolongación y realización de su ser
ta su ser personal, vinculante de todo su ser, hacia la plenitud
esencial; no es un efecto del ser, sino una dimensión esencial de
virtualmente en él contenida por una llamada inmanente y tras-
su ser.
cendente que procede de Dios 30•
De ahí se deduce que, incluso, se ha de reconocer una transfor- Como conclusión final se ha de poner de relieve que la con-
mación del ser estático del hombre, si bien indirecta, a través de cepción que hemos dado de la justificación (por exigencias del
su ser dinámico; puesto que éste transmuta y además construye, mismo concepto-realidad de expresión), incluye la autoría radical
en alguna medida, el ser estático del mismo hombre. Esta influen- y total de Dios por un lado, y la transformación real del hombre
cia del primero sobre el segundo se inicia (en el caso de la justifi- por otro, como dimensiones inseparables y esenciales de esa
cación) de inmediato, aunque deba desarrollarse después según justificación.
una lenta progresión. Esta influencia se concreta en la tendencia
operativa efectuada en el foco originario del conocer­querer del
ser humano; en su más íntima, radical y primera determinación
constituida por la opción fundamental. Por eso la modificación
6. La justificacióny su progresión
que lleva consigo la justificación se efectúa en primera instancia
en el ser dinámico y llega hasta su ser estático (lo que se suele lla- Un punto muy debatido entre protestantes y católicos ha sido
mar ser sustancial en terminología escolástica). No para alterar el la ambigua y problemática coincidencia del pecado y la justifica-
ser del conocer-querer del hombre, lo cual evidentemente no suce-
de en el acontecimiento de la justificación o del pecado, sino para
alterar ese foco nuclear constituyendo la primera, originaria y más 29. Esa precedencia del ser dinámico sobre el ser estático en la recepción
radical determinación del sentido nuevo de la persona y su exis- de la gracia, no es sino fenomenológica; en cuanto que aparece en primera ins-
tancia en un análisis de esa naturaleza. Pero realmente sucede que el ser estático
tencia. Así queda también transformado el mismo ser estático •., cambia también inicialmente; puesto que es principio originario de la opción
desde el primer momento y progresivamente; pues, esa determina- fundamental; pero, a su vez, esta última, y las actitudes y actos en que se con-
ción primera (opción fundamental) refluye hacia su origen; y es creta y realiza, refluyen hacia su origen, el ser estático, operando en él la trans-
también, por otro lado, el fundamento y principio de toda otra ac- formación de mayor envergadura, aunque sea lenta y progresiva. Esto se efectúa
por medio del amor de identificación (cf. nota 58 de la tercera parte).
tualización. Por ello se puede decir que esa primera determinación
30. Cf. pp. 173-176.
206 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 207

ción en el hombre justo Tal simultaneidad se ha centrado en


31• riamente será lo opuesto a lo que sea fundamentalmente; porque
torno al conocido principio protestante de que el hombre es todo justo también es pecador, y también todo pecador es justo.
«simul iustus et peccator», aun después de la justificación. Esta No cabe, pues, que el hombre sea del mismo modo, en la
fórmula, dada su anbigüedad, puede abocar a una justificación misma medida y nivel, y con un compromiso personal de la
imputativa. Es decir, el justo sería justo en cuanto Dios decide no misma entidad, «justo y pecador». Una cosa son las tendencias
imputarle los pecados personales; pero seguiría siendo pecador que permanecen después de la conversión y las opciones negati-
en cuanto a su realidad personal, que estaría dominada por el vas, pero periféricas, y otra muy distinta, la opción fundamental
pecado. por la que se quiere y vivencia a Dios como bien supremo de la
En este caso, sin embargo, la verdad, en última instancia, es persona.
que el hombre sigue siendo un pecador. Esta postura viene a ser, La flexibilidad, complejidad, dinamismo y alteridad de la per-
desde otra perspectiva, la tesis de la justificación por la fe, de la sona y existencia humanas, nos obligan a reconocer una justifica-
que hemos hablado. ción siempre susceptible de progresión mientras estemos en este
Ahora bien, esta tesis no la acepta ni la puede aceptar la Igle- mundo. Aunque el hombre pueda estar justificado y redimido en
sia Católica porque atenta contra la autenticidad, veracidad y efi- lo fundamental y nuclear de su persona, durante esta vida lo será
cacia de la redención de Cristo; también va directamente contra siempre de un modo precario, inacabado y reversible.
múltiples pasajes de la Escritura, tal y como exhaustivamente se Ya san Agustín Jo había puesto de relieve en múltiples pasa-
ha investigado y comprobado, por lo que consideramos la cues- jes, llegando a decir del mismo san Pablo: «Ipse et carnalis et
tión como definitivamente resuelta. spiritualis est» 33• Es la justificación y liberación progresiva agus-
Pero se puede dar otro planteamiento distinto al problema del tiniana 34• Esta no excluye, sino que exige, una real y verdadera
«simul iustus et peccator» desde el enfoque existencial. En esta justificación y liberación que hace a los justos miembros del
perspectiva nos encontramos con la realidad indiscutible de que Cuerpo de Cristo 35•
todo hombre es pecador; aun el hombre considerado como justo, La virtualidad explicativa del concepto de expresión con res-
y que en realidad lo es, también es pecador 12• pecto a esta justificación progresiva se pone de manifiesto si te-
nemos en cuenta que, aunque la voluntad es el ámbito en que
El hecho innegable de la progresión en la justificación parece
precisivamente se constituye la expresión de Dios en el hombre
que obliga a admitir siempre cierta dimensión de pecado en el
que es la justificación, no obstante, en esa expresión pueden en-
justo. No obstante, esta realidad no nos ha de llevar a considerar
trar como elementos concomitantes y potenciadores de la misma,
al justo en igual medida justo y pecador. El hombre, que, sin
todos los elementos del ser humano, como el conocimiento, las
duda es vario, radicalmente, a pesar de ello, es uno; es un solo
motivaciones, sentimientos, emociones, pasiones, tendencias y,
ser metafísicamente hablando; como también es un solo ser psi-
hasta, la corporalidad; todos los cuales determinan un progreso e
cológico, en su opción y actitud fundamentales. Entonces, según
intensificación de la opción fundamental de la voluntad.
sea su opción fundamental ante Dios (positiva o negativa) el
Es obvia, pues, la progresión de la justificación conforme
hombre será justo o pecador primera y esencialmente; secunda-
esos elementos vayan siendo asumidos por esa opción volitiva; lo

31. Sobre este problema cf. GONZALEZ FAUS, o. c., 584-592; O. H. 33. Ser., 154, 7 PL 38, 836. Otra fórmula agustiniana: «Ornnis horno Adam,
PESCH, «La gracia como justificación y santificación del hombre, Mysterium omnis horno Christus» (En. in ps., 70, 2, 1 PL 36, 891).
Salutis, 845 ss.; L. F. LADARIA, o. c., 356 ss. 34. Cf. H. RONDET, La gracia de Cristo, 334 ss.
32. Cf. Pr 20, 9; Qo 7, 20; 1 Jn 1, 8. Doctrina de la Iglesia: TRENTO (DzS 35. Cf. SAN AGUSTIN, Ser., 224, 1 PL 38, 1093. Sobre este aspecto de su
1573). teología cf. p. 100 ss.
208 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA JUSTIFICACIÓN 209

que no es óbice para que en todos los momentos del proceso se El hombre justificado queda constituido en un analogado de
dé realmente la justificación, aunque no en el mismo plano y Dios al ajustarse al modo de ser de Dios; asemejándose a él en
grado ,e,_ Más todavía, el situar la justificación principalmente en sus perfecciones: justicia, misericordia, veracidad, generosidad,
el ámbito de los actos del conocimiento y de la voluntad, que por bondad, etc. Esto sucede por ser el hombre justificado un ser ex-
naturaleza son dinámicos, reversibles, y que admiten distinto presivo de Dios; por expresarse Dios en él.
grado de compromiso personal, nos permiten comprender que el Pues bien, esa semejanza del hombre justo con Dios constitu-
justo sea también pecador en alguna medida; así corno la progre- ye la analogía entre esos dos polos de esta expresión que es la
sión indefinida en su propia justificación y la reversibilidad de la justificación.
misma durante toda esta vida temporal '7• En virtud de esa analogía el hombre justo manifiesta con su
Por el contrario, una concepción de la justificación como una modo de ser el modo de ser de Dios.
entidad impersonal, añadida, consiguientemente estática, hace Todo ello nos hace ver que, en esta dimensión de la gracia que
todo esto muy difícil de entender. es la justificación, se da ese elemento esencial a toda expresión
Decirnos «estática», porque se hace incomprensible una enti- que es la analogía entre sus dos polos. Este elemento esencial, re-
dad añadida (externamente, por tanto), distinta de la persona, con cordamos, queda subsumido en otros dos elementos esenciales de
un dinamismo que supone poseer una vitalidad propia al margen la expresión: la manifestación del ser que se expresa, y la condi­
del hombre justificado, que queda así fuera del hecho de la ción expresiva del otro polo de la expresión.
justificación.
De esa entidad debemos excluir, obviamente, su condición de
personal. Pero, entonces, los actos personales, que son aquellos
con que se construye el aumento de la justificación o la gracia ( 1
Ped 2, 1­5), deberían producir un perfeccionamiento en un
«algo», o cualidad, o una cierta entidad indefinida, de estatuto
ontológico infrapersonal y distinta de los actos con que se consti-
tuye el mismo perfeccionamiento. Esto último, además de ser in-
coherente, llevaría consigo una progresión paralela y simultánea
en esa entidad; Jo cual implica un funcionalismo artificial y me-
canicísta, absolutamente impropio de un ser espiritual y personal.

7. Analogía entre el justo y Dios

No quiero acabar el tema de la justificación sin señalar explí-


citamente la perfección con que se da, en esta dimensión de la
gracia, la analogía entre los dos polos que la constituyen, como
corresponde a toda expresión.

36. Sobre la progresión de la justificación en la Escritura cf. 1 Co 3, 1-3;


Ef 4, 14-15; 1 Co 2, 6; Fil 3, 15; Gál 6, l; 2 Ped 3, 18.
37. Cf. P. FRANSEN, Mvsterium Salutis, IV/2, 913.
11

,
DIVINIZACION,
CONSORCIO, Y
PARTICIPACION DE
lA DIVINA NATURALEZA

Estos tres conceptos significan una misma realidad, es decir,


un mismo aspecto de la gracia.
Los autores consideran equivalentes e identificables -tanto
real como conceptualmente- la participación y el consorcio de
la divina naturaleza. Este último concepto, si se toma en el senti-
do más real y profundo (el único que merece un análisis particu-
lar) no puede significar otra cosa que la participación en la
naturaleza divina 38• En cuanto a la equivalencia significativa de
la participación de la divina naturaleza y la divinización, creo
que es patente. En ningún caso puede pensarse la participación
sin la divinización y viceversa. Más aún, ambos conceptos se in-
cluyen recíprocamente. Y se identifican.
Por otro lado, es fácil descubrir en los diversos autores una
concorde opinión con respecto a esta identidad conceptual 39• Sin
embargo, estos mismos autores tratan por separado ambos con-
ceptos significativos de una misma realidad, de un mismo aspec-
to de la gracia, sin ninguna conexión consistente y desarrollada,
provocando así una confusión innecesaria desde el punto de vista

38. Cf. CH. BAUMGARTNER, La gracia de Cristo, 61 ss.


39. Cf. FLICK-ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, 541 ss.
212 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 213

pedagógico, que es un obstáculo para la correcta comprensión de expresivo correspondiente en la inhabitación; d) por su adopción
lo que es la gracia 40• filial, que tiene su polo relacional expresivo correspondiente en
la filiación divina del justo. Todos estos aspectos e instancias dis-
tintas son en su conjunto una misma realidad que es esa expre-
A. LA DIVINIZACIÓN DEL JUSTO SEGÚN LA sión llamada gracia, en que Dios es el ser que se expresa y el
TEORÍA DE LA EXPRESIÓN justo es su ser expresivo.
Así, pues, la divinización es una intensificación y plenifica-
ción de la justificación. Pero, evidentemente, no es lo mismo di-
Introducción vinizar que justificar; ser justo que divino o partícipe (consorte)
de la divina naturaleza. No obstante, ambas, La justificación y la
La divinización del justo designa la dimensión increada y ón- deificación, van inseparablemente unidas; porque ambas son di-
tica, a la vez, de la gracia. Pero también es creada y personal; mensiones de una misma realidad que es la gracia 4'.
aunque, secundariamente. Creada porque transforma al hombre al La deificación, está claro, supone la justificación y en ella se
hacerlo partícipe de la naturaleza divina; y es personal porque apoya y fundamenta, porque la hace posible y real; pero, como
Dios, de quien participamos, es, en realidad, un ser personal. Vol- ocurre con la realidades vitales pertenecientes a un solo ser, cul-
veremos sobre estas afirmaciones. mina, perfecciona con un sentido y un valor nuevos a esa
Por lo dicho, la misma definición de la gracia en general sirve justificación 42•
para significar la divinización. Únicamente se precisa la configu- La divinización, pues, supone la justificación. ¿Es ésta la
ración de una perspectiva noética apropiada que contenga la di- causa de la primera? Hemos de rechazar el concepto de causa por
mensión ontológica y desde la perspectiva del hombre. su pobreza significativa proveniente de su condición y origen
La divinización sería, pues, la expresión de la naturaleza de cósmico-cósico,
Dios en el hombre. ¿Qué conexión o relación, entonces, existe entre la una y la
Así se nos plantea una primera cuestión que es necesario re- otra? ¿Es simplemente un designio de Dios el que «de facto»
solver: ¿en qué se distinguen la divinización y la justificación? vayan ambas unidas? ¿O es que existe entre ellas una conexión
¿Sería la divinización una consecuencia de la justificación o una intrínseca que nace de su propia realidad?
dimensión de la misma? La justificación, sabemos, libera al hom- De una manera genérica se ha de afirmar que la justificación
bre del pecado y lo hace santo. Entonces ¿sería la deificación la otorga la vida divina al justo, por tanto, es divinización.
plenitud de la justificación? Se ha dicho antes en este trabajo que el hombre únicamente se
Dios se expresa en el hombre progresivamente: a) por su ac- justifica cuando su voluntad libre, que asume a todo el hombre,
ción salvadora y santificadora, que tendría su polo relacional ex- opta por Dios; entonces, únicamente entonces, el hombre se justi-
presivo correspondiente en la justificación; b) por la fica; es decir, se ajusta a lo que Dios quiere y es 4'. Pero ello equi-
comunicación de su naturaleza divina que tendría su polo relacio- vale a expresar la naturaleza divina (divinización) aunque sea de
nal expresivo correspondiente en la divinización; e) por la comu-
nicación de las personas divinas, que tendría su polo relacional
4 l. La justificación a que nos referimos aquí no es la objetiva, que es equi-
valente a la redención, sino a la subjetiva o efectuada por Dios en una determi-
40. Las teorías más convincentes hasta ahora sobre la divinización se pue- nada y concreta persona.
den encontrar en FLICK-ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, 562-569; id., 42. Cf. J. A. GALINDO, «Reflexiones sobre la doctrina agustiniana acerca
Antropología teológica, Salamanca 1971, 422 ss.; J. ALFARO, Cristología y de la voluntad», Augustinus, XVII ( 1972) 339 y 344.
antropología, 345-366; K. RAHNER, Escritos de teología, I, 349-377. 43. Cf. pp. 188, 199 (nota 20), 202-205.
214 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 215

una manera indirecta e implícita al expresar las cualidades divinización real como don gratuito de Dios (2 Pe 1, 3-7; 1 Jn 3,
morales de Dios. l; Rom 8, 14; Ef l , 5). Estos textos explícita o implícitamente
Luego hay una conexión intrínseca entre la justificación y la nos hablan de la deificación como de un hecho real, verdadero y
divinización. efectivo en el hombre. Nos confirmamos en ello si consideramos
Es más, los elementos humano-personales (opción fundamen- que cuando Dios llama, designa o significa, otorga la realidad co-
tal hacia Dios, actitudes y actos como expresiones particulares de rrespondiente. Lo contrario sería degradar la palabra de Dios a
la misma) con los que Dios constituye la justificación en el hom- nivel de palabra humana.
bre, son los mismos con los que constituye la divinización en el En esta misma línea está la tradición patrística y la teología
mismo hombre. Pero sin olvidar que en ambos casos queda afec- representadas por san Agustín. Comentando el salmo 82,6 (Ego
tado todo su ser. dixi, dii estis . . ) dice: «Es evidente que llamó dioses a quienes
La diferencia estriba en que la justificación significa un modo quedaron deificados por su gracia, pero no nacieron de su sustan-
de afectar al polo expresivo de esta expresión que es la gracia, cia. Sólo puede justificar quien es justo por sí mismo, sin que re-
mientras que la deificación significa otro modo distinto de afectar ciba la justicia, ya que, por la justificación, hace que los hombres
al mismo polo expresivo. La conexión o relación entre ambas se conviertan en hijos de Dios ... Si hemos sido hechos hijos de
consiste en la necesaria vinculación que las une al constituir, Dios, hemos quedado deificados, y esto únicamente por gracia de
ambas, dos modos distintos de afectar al mismo polo expresivo en quien nos adoptó, pero no por la naturaleza de quien nos ha
que y con que se expresa Dios en el justo. En el otro polo de la engendrado» 45•
expresión también existe diferencia: la justificación designa a
Dios en cuanto salvador; deificación designa a Dios comunicado
al hombre en su naturaleza divina. B. ANÁLISIS DE LA DIVINIZACIÓN
El contenido expresivo de la justificación consiste en ajustar­
se al modo de ser de Dios en el ámbito en que se decide entre el El análisis de la divinización, según la teoría de la expresión
bien y el mal; es decir, en los valores morales. La justificación se puede estructurar con las caracterizaciones que se exponen a
expresa a Dios como justicia, veracidad, generosidad, bondad, continuación.
santidad, etc. 44•
El contenido expresivo de la divinización consiste en la parti­
cipación de la naturaleza y vida divinas. La divinización expresa l. Ontológica46
a Dios en su naturaleza y vida divinas.
Aún se presenta otra cuestión. ¿Ha querido Dios darle a esta La deificación no es una mera relación intencional entre el
deificación el significado de participación de la naturaleza divina hombre y Dios desprovista de consistencia ontológica, cualquiera
o es que en realidad lo es? que sea la forma que se le dé. Sino que es necesario que la divini-
Me parece que así como hemos afirmado la relación intrínse-
ca entre justificación y deificación, es preciso afirmar también la 45. En. in ps., 49, 2 PL 36, 565. Cf. V. CAPANAGA, «La deificación en la
realidad de la divinización. Es decir, no es que Dios le haya dado soteriología agustiniana», en Augustinus Magister, Paris 1954, H, 745-754.
a la gracia ese significado, sino que en realidad estamos ante una 46. Personal, intencional, existencia/ son tres conceptos que se relacionan
contrapuestamente con impersonal o infrapersonal, real u ontológico y esen­
cial o sustancial, respectivamente. Cada uno de los tres binomios se sitúan en
44. La bondad es, en contraposición al mal, la síntesis de todos los valores diferentes planos de la realidad: a) personal-infrapersonal es binomio que se
morales. La santidad, en contraposición al pecado, la síntesis de estos mismos sitúa en el ámbito de la metafísica del hombre; b) ontológico-intencional: meta·
valores, pero en relación con Dios. física del conocimiento; e) esencial-existencial: metafísisa del ente.
216 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 217

zación sea también entitativa, y como algo fundamental y especí- de su naturaleza divina. No es el hombre primero justificado y di-
fico de la misma. El texto clave de la Escritura (2 Pe 1, 3- 7) nos vinizado para que a continuación se exprese Dios en él; sino que
lo exige perentoriamente. Dios, expresándose en el justo, lo justifica y diviniza. Tampoco
Siguiendo la teoría de la expresión, la condición ontológica de sería exacto decir que Dios se expresa en el hombre y a continua-
la divinización, viene postulada por la misma naturaleza de esa ción este hombre es justificado y divinizado, como si la acción de
misma expresión, que es una «manifestación entitativa». Ello expresarse de Dios fuera ineficiente o externa al hombre. Lo que
quiere decir que el justo, que en nuestro caso es el ser expresivo, sucede es que la divinización y la acción de Dios de expresarse,
manifiesta a Dios con su propio ser ontológico 47• no sólo están íntimamente vinculadas, sino que, incluso, son lo
Eso es precisamente lo que realiza y constituye la diviniza- mismo. Más exactamente, una dimensión de la expresión de Dios
ción del justo; el que sea su propio ser, con elementos de su pro- en el hombre que es la gracia, se identifica con la divinización. Y
pio ser, mejor aún, con todo su ser, el que manifiesta a Dios. Por la gracia, recuérdese bien, no es algo distinto de Dios y del hom-
tanto, la divinización será también vital e intrínseca con respecto bre, sino que es un acontecimiento que a ellos pertenece.
al hombre. La misma realidad de la gracia nos orienta a idéntica solu-
ción. Pues, si la gracia es divinizante y esa gracia está constituida
por la acción de Dios de expresarse en el justo, es evidente que
2. Dependencia de Dios ésta es el origen y principio de la existencia de la divinización.
De lo contrario, quedaría ésta última desvinculada de la realidad
La pertenencia y dependencia de la deificación con respecto de la gracia, desarticulada de las demás dimensiones de la misma,
al ser que se expresa que es Dios, es radical y total. y su realidad sería el resultado de una acción externa de Dios; es
Es Dios expresándose en el hombre, el que lo hace consorte decir, desde el exterior y en el exterior del hombre y concebida
de una manera espacial. Pero entonces el carácter deificante de la
En esta dimensión de la gracia que es la divinización, que ha sido descrita divinización sería imposible de explicar.
por la Escritura como consorcio o participación de la naturaleza divina, nos pa-
rece más significativo y propio el utilizar los binomios a y e; (así lo haremos de
un modo preferente aunque no exclusivo); puesto que la divinización incide pri- 3. Personal
mordialmente en el ser del hombre, en su naturaleza, en su sustancia, en defini-
tiva, en su esencia; además, nos hace partícipes, precisamente, de la naturaleza
divina (2 Pe 1, 3-7; Jn 1, 12; 1 Jn 3, \; Rom 8, 14; Ef 1, 5; etc.). Dado que Dios y el justo, en la realidad, son seres personales,
Pero así como la esencia no llega a ser real sin la existencia, así la diviniza- la participación que de su naturaleza hace Dios al justo, ha de si-
ción del hombre, que incide en su esencia, no llega a ser real sin que incida tam- tuarse en el ámbito personal de su ser. Téngase en cuenta que la
bién en su dimensión existencial; puesto que el hombre llega a la deificación deificación es el polo contrapuesto expresivo de un ser que se ex-
(por don de Dios) en el ejercicio de su ser más esencial, es decir, el espiritual:
presa, que es tan real e intensamente personal, como real e inten-
inteligencia y voluntad. Por eso necesitamos para significar la divinización el
otro elemento del binomio que se contrapone a esencial: lo existencial. so es su propio ser; ya que ambos se identifican en la realidad.
NOTA: El concepto «ontológico» lo entienden algunos autores como equi- La divinización del justo es preferencialmente ontológico-
valente a «óntico»; sin embargo, preferimos reservar este último concepto para esencial en comparación con la inhabitación; sin embargo, y por
significar también lo real, pero sin la consideración de contraposición a lo supuesto, se ha de situar en el ámbito personal del justo.
«intencional».
La divinización no se ha de considerar como situada en lo in-
47. En esto la tradición teológica es unánime. Cf. SAN IRENEO, Adv.
haer., 5 Pro!. PG 7, 120; SAN AGUSTIN, Epist. 140, 10 PL 33, 542; En. in ps., fravital ni en lo infrapersonal del hombre. Si así se pensara y si-
118, 16, 1 PL 37, 1551; ln lo. ev., 48, 9 PL 35, 1744-45; De Trin., 14, 14, 20 PL tuara la deificación, ello podría inducir a concebirla como cosa
42, 1051. añadida al ser nuclear (que sin duda es espiritual) del hombre.
218 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 219

Solamente el ser espiritual (personal) del hombre es capaz de par- cía!. En éste, el ser estático-esencial adquiere un determinado
ticipar de la divina naturaleza; y creo que esto debe ser obvio. valor y sentido (su realización) que personaliza a la persona hu-
Con frecuencia se teme situar la divinización en el dinamismo mana. Es en el mismo ámbito en el que el hombre se constituye
del conocimiento y de la voluntad (que son dimensiones persona- en ser personal, donde y en el que el justo es divinizado y hecho
les del ser humano) por el supuesto peligro de privarla de reali- partícipe de la divina naturaleza; si bien la divinización adviene
dad y entidad. Sin embargo, ese dinamismo es lo más real del al ámbito esencial por medio y a través del ámbito existencial.
hombre y lo que más entidad tiene, teniendo en cuenta que siem- Por tanto, pues, la deificación se sitúa en primera instancia en
pre implica al yo, a la persona, al espíritu. Su movilidad y rever- la opción fundamental de la persona, que afecta decisivamente al
sibilidad (autodeterminación) por otra parte, reflejan sentido axiológico del ser del hombre y su existencia y que, a la
perfectamente esas mismas características de la divinización del vez, determina la deificación en el ámbito esencial, aunque per-
justo en esta vida temporal, según la Escritura. sonal, del hombre 49•
La deificación no ha de ser tan movible y reversible como un El que se afirme que la divinización se sitúa en la opción fun-
simple acto de conocimiento y de voluntad, pero tampoco tan damental, no quiere decir que entre ambas se dé sólo una relación
inamovible, fija y estática, como pudiera serlo alguna realidad extrínseca. Porque la opción fundamental del hombre por Dios
material perteneciente o no al ser del hombre.
No obstante, si hemos de hablar de divinización del justo, No obstante, advertimos, que, al decir que el ser esencial y existencial del
tampoco podemos situarla fuera del ser del hombre, o en algo pe- hombre son personales, no se pretende ignorar la distinción, preferentemente
riférico del mismo que dejaría incambiado al hombre con respec- formal pero con fundamento real, entre persona y-naturaleza; lo cual es de notar
to al sentido de su existencia. Es necesario situar la divinización teniendo en cuenta que naturaleza se identifica con esencia en el plano real,
en el ámbito ontológico-esencial del hombre, entendido este ám- aunque no en el conceptual.
Al decir que el ser esencial del hombre es personal se pretende significar
bito a: nivel personal.
que su ser esencial hay que concebirlo, sobre todo, como un ser pensante, racio-
No es coherente que afecte directamente al ser material e in- nalmente volitivo, humano en el sentido más específico y elevado, espiritual.
frapersonal del hombre; puesto que la gracia nos otorga un bien Pues bien, es en este ámbito de la esencia del hombre donde es realizada por
de entidad espiritual y deificante, realizado por Dios en el hom- Dios la divinización del mismo.
bre, principalmente en la dimensión de éste en que se constituye, En cuanto al ámbito personal-dinámico-existencial, en el que, en primera
ya por naturaleza, en imagen de Dios. instancia, se sitúa la divinización, está constituido por las facultades espirituales
en acto; es la persona en acto.
Respecto del yo (sobre el cual hoy en día hay diversas teorías) lo concebi-
mos como sujeto de todas las acciones y pasiones que la naturaleza realiza o re-
4. Esencial-existencial 48
cibe por medio de las facultades; en ese caso, el yo que es la persona, incluye
una naturaleza humana, aunque se distinga de ella. De ahí que el ser esencial
En primera instancia, la divinización se da, no en el ámbito del hombre (incluyendo, por supuesto, lo que llamamos naturaleza) es asumido,
personal-estático-esencial, sino en el personal-dinámico-existen- dotado de sentido y valorado o desvalorado cuando el yo es afectado de esa
misma manera por la voluntad al ser asumido por ella.
Cuando hablamos, pues, del yo en relación a la divinización, nos referimos
48. El hombre es un ser personal, y este ser personal tiene una dimensión al yo en cuanto incluye y posee una naturaleza o esencia humana. Pero cuando
esencial y otra existencial; ambas personales, por supuesto. Los dos coprinci- hablemos de la inhabitación nos referimos al yo en cuanto persona y sujeto
pios metafísicos de este ente que es el hombre, es decir, su ser esencial y su ser consciente de todo el ser humano.
existencial son personales. Sin embargo, el ser esencial del hombre es predomi- 49. Advertimos que esa precedencia, aunque sea solamente lógica, de lo
nantemente estático y su ser existencial es, dinámico; aunque mutuamente se existencial respecto de lo esencial, se refiere a los cambios fundamentales del
otorgan su propia característica porque ambos constituyen un solo ente real. hombre (hacia Dios o hacia sí mismo).
220 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 221

(de la cual Dios mismo es el autor)'º, es parte de la deificación en tualización; de hacer nuestros a otros seres o, al menos, sus per-
su primera instancia. Al optar (fundamentalmente) el hombre por fecciones, estableciendo con ellos una relación íntima e intrínse-
Dios ya está iniciándose su divinización, puesto que ya está ex­ ca. Pues bien, si la voluntad, cuando arna a Dios, asimila, se
presando el ser (naturaleza) de Dios en y con su propio ser (exis- apropia y hace suyo a Dios (si bien todo ello es realización, don
tencial, en este caso). gratuito de Dios) estableciendo con él una relación íntima e in-
La Escritura es la fuente segura de la que aprendemos a situar y trínseca, es claro que estamos describiendo lo que en verdad
configurar la divinización en el ámbito personal-dinámico-existen- puede ser llamado una divinización o participación de la divina
cial. El hecho que determina la participación de la divina naturaleza naturaleza 52; aunque esta dimensión personal-existencial de la
según el texto fundamental de 2 Pe 1, 3-7, es la «huida de la co- deificación gravita hacia la otra dimensión que es la personal-
rrupción que por la concupiscencia existe en el mundo». No es pre- esencial; desde ésta afecta a todo el ser del hombre, incluyendo,
ciso citar otros muchos textos de la Escritura en que se vincula la por supuesto, sus facultades superiores 53•
gracia (de la que la deificación es una dimensión esencial) al amor. La naturaleza de la expresión nos confirma en nuestra opi-
En uno y otros se indica con suficiente claridad que el determinante nión. Puesto que si la expresión es una manifestación de un ser
de esa divinización es una opción personal-dinámico-existencial. en otro, es necesario que se dé en el ser o dimensión de ser en
Pues bien, tratándose de entidades espirituales, es necesario que esta manifestación se efectúe; más aún, es necesario que el
identificar la realidad que determina la divinización, su ámbito de elemento manifestativo sea uno de los dos contitutivos esenciales
realización y la divinización misma (desde el lado humano). Esto de la expresión.
es así porque lo exige la simplicidad del espíritu que le exime de Por eso, la divinización, componente esencial de esa expre-
partes diferenciadas «a parte reí» y le otorga una perfecta integra- sión que llamamos gracia, se ha de dar en los elementos en que se
ción entre sus distintas virtualidades y actualizaciones. realiza la manifestación de la divinidad (según la manera peculiar
El concebir esto de diferente manera originaría inadmisibles con que se da esta manifestación) y por los mismos elementos se
incoherencias. En efecto, si siendo la actualización de la voluntad constituya.
el determinante de la divinización esta voluntad no fuera divini- Esta expresión que es la gracia (incluyendo sus dimensiones
zada, estaríamos ante la incongruencia de que habiendo «pasado» esenciales como la divinización) no puede darse si no se implican
Dios por la voluntad (al servir ella de instrumento de la deifica- y consideran los dos polos de la misma: el ser que se expresa y el
ción) sin embargo, sería divinizado en primera instancia el ser ser expresivo. Ahora bien, la voluntad (con su opción fundamen-
esencial del hombre, para, a continuación, en segunda instancia, tal, actitudes y actos) es ser expresivo (cuando ama a Dios con
divinizar a las facultades, entre ellas la voluntad. Creo que es pa- esas tres variantes o grados) del ser de Dios, de la naturaleza de
tente lo mecanicista de esa concepción 51• Dios; que, según san Juan, es el amor (1 Jn 4, 8).
Además, la voluntad tiene capacidad natural, específicamente
suya, de asimilar y apropiarse los seres que son objeto de su ac-
pensamiento deslizándolo hacia una concepción infrapersonal, o quizá infravi-
tal, del ámbito humano de la divinización. Lo cual creo que sucede con frecuen-
50. SAN AGUSTIN: «Si hemos sido hechos hijos de Dios, hemos quedado cia, además de ser un error muy grave.
deificados, y esto únicamente por gracia de quien nos adoptó, pero no por la natu- 52. Dice SAN AGUSTIN: «Cada uno es lo que es su amor. ¿Amas la tie-
raleza de quien nos ha engendrado» (En. in ps., 49, 2 PL 36, 565). rra? Serás tierra. ¿Amas a Dios? ¿Diré que serás Dios? No me atrevo a decirlo
51. Observamos que las facultades no pueden existir sin un sujeto personal como cosa mía; oigamos la Escritura: Yo dije: Todos sois dioses e hijos del Altí­
que sea poseedor y principio óntico y vital de las mismas. Por eso, esa prece- simo» (In ep. lo., 2, 14 PL 35, 1997).
dencia de que hablamos no puede ser sino lógica, no vital, real. Pero si insisti- 53. Estas facultades en cuanto a lo que son, pertenecen al ser esencial del
mos tanto es para evitar, por encima de todo, que la imaginación traicione al hombre; pero en cuanto a su actualización pertenecen a su ser existencial.
222 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN
DIVINIZACIÓN, CONSORCIOY PARTICIPACIÓN 223

El imaginar que Dios actúa en el hombre determinando una


terdependencia de todas sus dimensiones; de ahí, la íntima cone-
transformación sobrenatural (deificación) antes o al margen de su
xión entre divinización e inhabitación. Ya que la dimensión per-
innegable acción deificante en la dimensión personal-existencial del
sonal-esencial en grado pleno de la inhabitación es la
hombre, es una falsa imagen proveniente de la mentalidad cósmico-
divinización; así como la dimensión personal-existencial en ple-
cósica, que se ve urgida a dar una densidad material y, por tanto, es-
nitud de la divinización es la inhabitación.
pacial y temporal, a la dimensión óntica de la divinización.
Una de las preocupaciones de los teólogos, y por cierto legíti-
Esta mentalidad no advierte que la dimensión personal-existen-
ma, es la de no dejar al margen de la deificación la esencia del
cial del hombre tiene contenido y riqueza óntica; sobre todo, no ad-
ser humano, que debe quedar transformada por esa deificación e
vierte que el yo personal, a quien realmente pertenece esa
integrada en la misma. Pues bien, situando en primera instancia
dimensión personal-existencial (de carácter dinámico) tiene un con-
(aunque sea solamente lógica) el consorcio de la divina naturale-
tenido ontológico esencial (de carácter más bien estático) y que, al
za o deificación en el ámbito personal-dinámico-existencial,
ser vitalmente comprometido por la actuación de ese su ser perso-
queda transformado e integrado en esa deificación, en segunda y
nal-existencial, queda transformado en el mismo sentido y con el
fundamental instancia, el ser del hombre más profundo e íntimo,
mismo valor que el mencionado ser personal-existencial. Ese conte-
su ser más esencial y específico; es decir, el yo como núcleo fun-
nido ontológico-esencial es el máximo que puede darse: la naturale-
damental incluyente de la naturaleza humana.
za humana, el ser del hombre que pertenece al yo personal.
No obstante, hay que observar que, a su vez, el ser personal-
En el hombre, lo específicamente personal (es decir, el aspec-
esencial, ya establecida la divinización del hombre, genera y de-
to de su ser en virtud del cual se autoposee conscientemente) es
termina la continua divinización del ser existencial. En los
ontológico u óntico, y en grado superior a cualquier otro aspecto
cambios fundamentales del hombre concretados en la opción fun-
de su ser. Además, tratándose del yo personal, se ha de incluir el
damental (hacia Dios o contra Dios) el proceso se orienta de lo
contenido óntico de la naturaleza o esencia humana que a ese yo
existencial hacia lo personal-esencial; pero en los estados habi-
personal pertenece.
tuales de por sí permanentes (con Dios o sin Dios) el proceso dis-
curre desde lo esencial hacia lo personal-existencial.
Creo conveniente observar que nuestra teoría se distingue sus-
Resumen de este punto
tancialmente de la defendida por Bayo y condenada por la Iglesia: 54•
Bayo solamente admitía un cambio por la gracia en el comporta-
La divinización se realiza en todo el ser personal del hombre.
miento moral del hombre, sin que hubiera transformación ontológi-
Este ser personal tiene dos dimensiones: el estático-esencial (el
ca alguna ni que afectara al ser nuclear del hombre 55•
yo en cuanto poseedor de una naturaleza humana) y el dinámico-
existencial (el yo en cuanto persona y las actualizaciones de las
5. Inteligencia y voluntad
facultades espirituales de las que es sujeto). La divinización
se realiza en ambos; aunque su centro de gravitación es el ser
Según hemos visto, la divinización es realizada por Dios en el
personal-esencial; ya que la divinización o participación de la na-
ámbito personal del hombre y, más primordialmente, en el aspee-
turaleza divina, como su nombre indica, es un aspecto ontológi-
co-esencial de la gracia. Pero el ser personal-existencial también
es divinizado, aunque sea más bien el centro de gravitación de la 54. Cf. DzS 1942.
inhabitación, en correspondencia a la intervención explícita y di- 55. La visión que hemos dado del ámbito humano en que se realiza la dei-
recta, en ella, de cada una de las personas divinas. ficación, que ha querido ser integral, dinámica y matizada, intenta superar otras
visiones parciales o estáticas o menos matizadas (cf. FLICK-ALSZEGHY, El
La gracia es una realidad estructurada por las relaciones de in-
Evangelio de la gracia, 555-570).
DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 225
224 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

El hombre es expresión de Dios y, por tanto, es divinizado


to ontológico-esencial de ese ámbito. Ello quiere decir que nos
c~ando su voluntad libre (que asume a todo el hombre) opta por
estamos refiriendo principalmente al yo, a la inteligencia y a la
Dios. Entonces, únicamente entonces, Dios diviniza al hombre
voluntad. Fuera de este ámbito no se da capacidad en el hombre
justo. La justicia, veracidad, fidelidad. generosidad y, sobre todo,
para recibir la divinización; aunque dada la unidad del ser huma-
el amor y las otras dos virtudes teologales, de las que es sujeto el
no hemos de admitir que el hombre es deificado en todo su ser.
yo que opera por medio de las facultades espirituales, son expre-
Todas las otras dimensiones no personales (vida sentimental y
sión de Dios en el hombre y los constitutivos (en el polo
la sensibilidad) son divinizadas de una manera subsidiaria, según
expresivo) de la divinización. Esta divinización es tan real que
su capacidad y en total dependencia de la deificación del ámbito
llega a ser el determinante constitutivo de la vida del justo; la
personal.
misma vida del justo que es también divina.
Pero hay que notar una decisiva diferencia entre el conoci-
En efecto, Dios es determinante constitutivo de la vida del
miento y el amor. En efecto, el conocimiento solo no se puede
justo en el ámbito volitivo (que incluye el cognoscitivo y asume
decir que constituya el polo expresivo de la deificación del justo;
al yo) lo cual es la razón formal y el exponente de la inmanencia
si bien es una dimensión previa y necesaria de esa deificación en
sobrenatural divina (divinización).
el cristiano adulto.
Y lo es en cuanto que, si la vida del hombre en el nivel culmi-
El mismo texto clave de la Escritura (2 Pe 1, 3- 7) no hace
nante es libertad, es querer libre (el vivir humano es autodetermi-
alusión directa al conocimiento, sino a una actitud de la voluntad.
nación asimilativa) Dios será ese determinante constitutivo
Lo mismo habría que decir de los textos en que se habla de una
siendo: A) Objeto de la voluntad en los tres grados en que se
manera indirecta de la divinización. En todos ellos se presupone
puede ser objeto de la voluntad; esto es, como objeto de la op­
la caridad o la fe viva que incluye esa caridad.
ción fundamental, de la actitud de la voluntad y del acto de esa
Además, si según la Escritura, es el amor lo que decide el es-
voluntad 58• B) Siendo ca­principio de la opción, de la actitud y
tado de gracia 56, entonces, necesariamente, ha de ser lo mismo en
del acto de la voluntad.
esta dimensión esencial de la gracia que es la divinización.
Obsérvese que el objeto es parte integrante de la voluntad en
La razones teológicas y antropológicas que se han dado para
acto, puesto que no se puede dar ninguna actualización de la vo-
afirmar que el amor es el elemento específico y decisivo del estado
luntad sin tener objeto.
de gracia, son igualmente válidas para la divinización del justo por
¿Por qué la voluntad es el factor determinante (en el polo ex-
Dios 57•
presivo) de la divinización? A varias razones se debe que al ser
Dios objeto de la voluntad quede ésta constituida en el factor de-
6. Razones constitutivas del cambio sustancialmente terminante de la deificación y en el «lugar», en primera instancia
considerado lógica, de la misma.
Analicemos las refentes al primer apartado antes expuesto
Después de haber situado la divinización es importante ahora (Dios «objeto» de la voluntad) que distinguen ya esta actualiza-
analizar el cambio operado en el justo por esa divinización. ción de la voluntad de cualquier otra, explicando así esta peculiar
inmanencia de Dios en el justo.
56. Cf. St 2, 14-26; nota 87 de la tercera parte.
57. Cf. p. 157. Por otro lado, se podría repetir aquí lo que hemos dicho un
poco más arriba en la nota 55. Y tendríamos una visión más completa del tema
si consideráramos la deificación como una progresión de la justificación; las fa­
cultades (con la gracia) operan la justificación que, al afectar al ser espiritual 58. Advertimos que nos referimos a la voluntad en su funcionamiento na-
del hombre, viene a ser la deificación. tural y vital, que incluye siempre el conocimiento.
226 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIOY PARTICIPACIÓN 227

a) La actualización de la voluntad, al asumir y comprender al querer el bien como objeto, por un lado, e identificarse (que es un
yo. Transforma a éste en un sujeto determinado e informado por querer más profundo, más radical y más comprometido que inclu-
ese «objeto» que es Dios, constituyéndolo así en el «lugar» fun- ye y termina a la opción fundamental) con el mal, por otro. Sin
damental y terminal de la deificación. embargo, en cualquier otro caso se puede querer una cosa buena
como un objeto y, a pesar de todo, pero sin incoherencia, identifi-
b) Dios no es un objeto cualquiera; porque únicamente de este carse con otro ser, también bueno, aunque distinto.
«objeto» se puede decir que es lo que la voluntad quiere siempre El querer de identificación supone la opción fundamental a la
que quiere; ya que, incluso cuando quiere el mal, lo quiere bajo que otorga su natural consumación. Cuando adquiere desarrollo
la especie de bien. Solamente en este caso se da una coincidencia el amor de identificación a y con Dios, se constituye una divini-
total entre el objeto natural de la voluntad y su objeto intencional. zación más intensa y consistente.
Por eso, el amor del bien por parte del hombre es constitutivo y En cuanto al segundo apartado (Dios, co-principio de la ac-
exponente de la inmanencia peculiar de Dios en el justo que es la tualización de la voluntad) se señala como distintivo en compara-
divinización; porque Dios es el bien. ción con las demás actualizaciones volitivas, que solamente en
este caso es Dios ca­principio de la opción de la actitud y del
e) Cuanta más riqueza entitativa contiene el objeto querido, acto de la voluntad.
más inmanencia del mismo es la actualización de la voluntad por Sabemos que se da siempre el concurso natural por parte de
ese objeto. Lo que equivale a decir que en esa misma medida la Dios en todo el ser y obrar de las creaturas. Pero aquí se trata de
voluntad (incluyendo al yo) se «convierte» en el objeto; ya que un concurso ( que yo considero como de «principio originario»)
«querer es ser lo que se quiere» 59; y lo que tiene más entidad es sobrenatural, que eleva a la facultad volitiva al debido nivel para
más participable por el yo y la voluntad que quieren. querer a Dios con un querer de identificación en un plano sobre-
natural y por motivos sobrenaturales.
d) Solamente en el caso en que Dios es el objeto de la volun- En nuestro caso, Dios es también el autor de este querer del
tad, lleva éste consigo una exigencia intrínseca e insosolayable a hombre cuando éste quiere a Dios. Por el contrario, sabemos ya
ser, no sólo el objeto de la voluntad sino a ser además el objeto desde san Agustín, que cuando el hombre quiere lo opuesto a
en que el yo se identifica. Es la exigencia de un querer de identi­ Dios o lo distinto de Dios de una manera desordenada, es decir,
ficación 60, que constituye el inicio de una identificación vital (di- cuando quiere el mal, entonces sólo el hombre es autor de ese
vinización), que tiende hacia la plenitud. Ello es debido a que querer 61•
este objeto que es Dios, es el máximo bien y todo el bien. Y nece- Pues bien, cuando la voluntad humana es determinada por
sitando el yo por su contextura natural llegar a un querer de iden- Dios como objeto y como co-principio, viene a ser Dios como
tificación, se impone que cuando quiere a Dios como objeto, lo constitutivo de la voluntad y del yo asumido por ella; el hombre
haya de querer también con un querer de identificación; de lo queda divinizado por Dios, expresa a Dios. Precisamente porque
contrario, se produce en el yo una incoherencia, una escisión, al expresa a Dios, desde Dios, es divinizado el hombre por Dios.
De lo anterior se desprende que, aunque Dios puede actuar en
59. Cf. SAN AGUSTIN, fn ep. fo., 2, 14 PL 35, 1997. el hombre (siendo principio o co-principio de la acción humana y
60. El querer de identificación sería como «el regreso del querer a su ori­ de su ser) de diferentes modos y con resultados diversos, sólo
gen, al yo». Una volitiva confirmación identificativa del querer inicial de lavo-
luntad con lo que el yo es por naturaleza o por el ejercicio de la libertad. Sería 61. Cf. DzS 392 (concilio de ORANGE) que sintetiza y confirma esa doc-
una segunda instancia consumativa de la opción fundamental. Implica la voli- trina de san Agustín. Cf. mi artículo «Libertad y libre albedrío en san Agustín»,
ción mutua entre los actos concretos de amor y la opción fundamental. Cf. nota Augustinus, XXXI (1986) 343-355.
58 de la tercera parte.
228 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN,CONSORCIOY PARTICIPACIÓN 229

cuando la acción de Dios tenga como terminación la expresión vienen a ser la expresión de Dios que constituye esa dimensión
del mismo Dios ( en cuanto a su naturaleza y vida divinas) ten- de la gracia que es la justificación 62• La progresión de la deifica-
dremos el acontecimiento que es la divinización del justo. ción sobre ella consiste en que el amor a Dios expresa a Dios en
Esta divinización no es tal porque Dios actúe en el hombre o su naturaleza, en su ser, porque Dios es amor (1 Jn 4, 8. 16). Por
sea causalidad cuasi-formal de su actividad, como dicen Rahner y eso, el amor es el aspecto específico de ese ser expresivo que es
otros autores, sino porque es expresión de Dios; ésta es la razón el hombre justo, que expresa el ser o la naturaleza de Dios; es
formal de la deificación del justo. decir, lo que nos hace partícipes de la naturaleza divina. Por con-
siguiente, el amor mismo es la divinización del justo considerada
desde el polo humano de la expresión que es la gracia 63•
7. La peculiar capacidad de la voluntad para ser el polo Así como el amor supone e incluye las virtudes antes nombra-
expresivo de la divinización del justo das, así la divinización supone e incluye, aun conceptualmente, la
justificación. Por eso se puede decir con toda verdad que el amor
Esta capacidad de la voluntad será efectiva y real si en ella se a Dios expresa a Dios en sus perfecciones; por lo que el amor, sin
dan las siguientes condiciones: a) Que el ser del hombre (ser di- duda, es también polo expresivo de la justificación en virtud de la
vinizado) esté implicado en su totalidad o, al menos, en su di- mencionada inclusión; es, pues, la justificación considerada
mensión más profunda y nuclear, es decir el yo, por la desde el hombre. En correspondencia y desde la perspectiva de
actualización de la voluntad. b) Que la voluntad sea capaz de es- Dios hay que decir que lo mismo que el amor incluye a las virtu-
tablecer una relación íntima e intrínseca entre Dios y el hombre; des también el amor que es el ser de Dios incluye las
lo cual no será posible si no es asimilado y apropiado por este úl- perfecciones divinas. Por tanto, expresando el amor al ser de
timo (siempre en virtud de una acción gratuita de Dios) hasta que Dios expresa también ciertas perfecciones de Dios. No obstante,
Dios (ser que diviniza), de alguna manera, sea el ser del hombre aunque esto sea así, lo específico de la justificación es expresar
justo. a Dios en sus perfecciones morales, así como lo específico de la
Pues bien, ambas condiciones las cumple la voluntad; ya que
asume a todo el hombre, especialmente al yo; además, porque 62. Las virtudes humanas, al ser sobrenaturalizadas, florecen en las. virtu-
hace nuestros a otros seres (cuando son su objeto) o, al menos, des teologales. La veracidad, la prudencia y otras florecen en la fe; la fidelidad,
sus perfecciones, estableciendo con ellos una relación íntima e la confianza y otras florecen en la esperanza; y todas juntas florecen en la cari-
intrínseca; por lo que podemos concluir que, de alguna manera, dad. Estas virtudes teologales, aun siendo cualitativamente distintas (puesto que
esto mismo sucede cuando el «objeto» de la voluntad es Dios. su referencia a Dios y su nivel sobrenatural no se da en las humanas) constitu-
yen, a pesar de ello, su perfeccionamiento y culminación; como todo lo sobre-
natural lo es respecto de lo natural. Además, personalizan las virtudes morales
al establecer relaciones personales con Dios. Interesantes ideas sobre las rela-
8. El amor, expresión de la naturalezao ser de Dios ciones entre virtudes morales y teologales se encuentran en J. I. GONZALEZ
FAUS, Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre, 565 ss. y 576 ss.
Llegamos a esclarecer más la función de la voluntad en la dei- 63. No olvidemos que el amor, que es una compleja operación de la volun-
ficación si advertimos que el hombre cuando ama a Dios expresa tad (inclusiva de la opción fundamental, actitudes y actos correspondientes),
a Dios en su propio ser. asume y transforma al yo. SAN AGUSTIN: «Amor meus, pondus meum; eo
Las virtudes humanas sobrenaturalizadas (justicia, veracidad, feror queocumque feror» (Conf. 13, 9, 10 PL 32, 849). Pero este amor no ha de
ser considerado como un acto puntual, sino como una orientación fundamental
fidelidad, honradez, generosidad, fortaleza, templanza, pruden-
del ser, en la que el hombre llega a la perfección. SAN AGUSTIN: «Erit plena
cia, etc. culminadas y sublimadas por las teologales, fe, esperan- iustitia quando plena sanitas; tune plena sanitas quando plena charitas» (De
za y caridad), expresan las cualidades y perfecciones de Dios; perf. iust. hom., 3 PL 44, 295).
231
230 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN

divinización es expresar a Dios en su ser. La deificación supone e porque lo ama (así lo hace amable) lo que equivale a expresarse
incluye la justificación, aun conceptualmente; la justificación, sin en él. En paralelismo asimétrico, el justo es divinizado porque
embargo, no supone ni incluye conceptualmente la divinización, ama a Dios, y así se hace amble su ser (no hace amable a Dios) lo
aunque sí esté unida a ella dentro de la realidad de la gracia. Aná- que equivale a expresar a Dios.
logamente, el ser de Dios (el amor) abarca sus perfecciones, aun Con todo esto queremos poner de relieve dos aspectos de la
conceptualmente; pero las perfecciones de Dios no abarcan su estructura de la divinización que patentizan la coherencia de
ser, conceptualmente hablando, aunque en el ámbito de la reali- nuestra explicación: a) la articulación entre las dos dimensiones
dad se identifiquen las perfecciones y el ser de Dios. de la divinización (esencial y existencial) es tal que deviene en
mutua implicación, tanto en Dios como en el hombre justo; b) en
perfecta conformidad con la naturaleza de la expresión, la acción
9. Articulación de las dos dimensiones de la divinización: de expresarse Dios en el justo y la acción del justo de expresar a
la personal-existencial y la personal-esencial Dios están también en una relación de mutua implicación.

Dios es determinante constitutivo de la vida divina del justo


siendo «objeto» de su voluntad a la vez que es co-principio del di- 10. Problemática límite de la divinización y su posible
namismo de esa voluntad. De ese modo es el hombre divinizado. solución
Es importante señalar que de esta manera se da la necesaria,
lógica e íntima articulación entre las dos dimensiones (existencial Esta problemática se puede plantear con el siguiente dilema:
y esencial) de la divinización. si la divinización del justo es algo creatural, entonces no se da
Veamos: Dios ama al hombre en cuanto hace amable su ser, una verdadera deificación del justo; pero si se da una verdadera
siendo «amable» equivalente a vivir las cualidades divinas; pero divinización, entonces queda negada la trascendencia divina, en
lo hace amable, Dios al hombre, en cuanto le otorga el amor a él. cuyo caso estamos ante un panteísmo.
En otra perspectiva: Dios ama al justo con su naturaleza divi- Este dilema que es imposible de resolver con categorías cós-
na (dimensión ontológico-esencial), aunque los sujetos próximos mico-cósicas encuentra una posible solución con las categorías
de ese amor son las divinas personas (dimensión ontológico-exis- expresivas. El concepto de expresión significa una singular rea­
tencial-personal) 64• lidad relacional que permite afirmar y comprender que la divini-
Pero este amor de Dios al justo equivale al amor del justo a zación es creatural y divina a la vez; creada e increada
Dios (ontológico-existencial-personal); y ello hace al justo ama- igualmente.
ble (ontológico-esencial). En efecto, la deificación es el polo expresivo de una expre-
Estos son los elementos constitutivos de la divinización. Pero sión cuyo polo contrapuesto (el ser que se expresa al expresarse)
todos ellos están integrados en una única realidad que llamamos es Dios que se expresa en el hombre justo. No se da divinización
expresión, constituida por una peculiar vinculación de los dos en el justo sin la acción divinizante de Dios; así como tampoco se
polos de la misma: Dios y el justo. Por eso, Dios diviniza al justo da ésta última sin su elemento expresivo que es aquélla. Porque
ambas constituyen, como ya hemos dicho, los dos polos contra-
64. Estas ideas las resume así SAN AGUSTIN: «quia amasti me, fecisti me puestos y recíprocos (que mutuamente se relacionan y postulan)
amabilem» (En. in ps., 119, 5 PL 37, 1600. Cf. también In lo. ev., 102, 5 PL 35, de una misma realidad que es la expresión de Dios en el hombre
1898; En. in ps., 144, 1 PL 37, 1869. que incluye su divinización. De este modo se comprende perfec-
Se recuerda al lector que, entre la naturaleza divina y cada una de las divi- tamente que la divinización sea creatural y divina a la vez. Es
nas personas, o consideradas en su conjunto las tres, no hay distinción real; so-
creatural en sus elementos expresivos pertenecientes al justo; es,
lamente, de razón. Lo mismo sucede entre su esencia y su existencia.
232 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 233

sin embargo, divina e increada en sentido propio, en cuanto que manifestación de su ser; porque perfecciona o limita, enriquece o
Dios se expresa en esos elementos expresivos pertenecientes al empobrece a ese ser; lo cual sucede porque la acción de expresar-
justo, constituyendo así su divinización. Es precisamente divini­ se se distingue realmente del ser que se expresa; pero en el caso
zación porque en el justo se expresa (entitativa y vitalmente) un contrarío (el de Dios que, es el único) el cambio sólo se da en el
ser que es Dios. Ya que si fuera presencia de Dios no expresiva ser expresivo.
de sí mismo, no sería divinización; pues sería una presencia de Obsérvese que esta excepción es perfectamente compatible
Dios pero extrínseca al ser del hombre. con la naturaleza de la expresión; porque ésta solamente exige,
Procedamos ahora a un análisis más detenido de la simultánea como necesario, un cambio en el ser expresivo. Ello es suficiente
condición creatural y divina de la deificación utilizando la para que uno sea reflejo manifestativo del otro 65•
expresión.
b) El cambio originado en el justo y que constituye su divini-
a) El justo es divinizado porque su ser manifiesta y vive con zación es de grado ontológico: lo que era meramente humano se
sus propios elementos entitativos el modo de ser interno y medu- diviniza, alcanza el nivel propio de la vida de Dios.
lar de Dios (su naturaleza y vida divinas). Esta manifestación y Tanto el justo como Dios viven la misma vida, la vida divina 66•
vivencia es intrínseca y estrictamente propia del justo; pero tam- Más aún: estamos ante el caso singular de dos seres distintos que
bién, dado que la expresión pertenece al ser que se expresa, es di- actúan, en cierto modo, según una misma naturaleza, aun siendo
vina, es de Dios, ya que de él es esa expresión. No solamente en esta distinción no sólo numérica sino también de ser y de esencia;
cuanto es su autor y co-principio de los elementos expresivos, y trascendental, porque uno de esos seres es Dios 67•
sino sobre todo, porque es constitutivo de la misma el mismo ¿Cómo puede ser esto? Es evidente que no hay conceptos hu-
Dios. manos aptos para explicarlo. Lo que sí decimos es que Dios y el
Por eso precisamente es divinizado el justo, porque Dios hombre justo son dos seres distintos, pero que viven una misma
mismo es uno de los dos polos constitutivos de esa expresión que vida: la vida divina que es propia de Dios; aunque, a la vez, es
es la deificación; porque Dios mismo es el ser que se expresa en común, de alguna manera misteriosa, a Dios y al justo. Al menos
esa expresión cuyos elementos expresivos pertenecen al justo.
Dada la naturaleza de la expresión, es necesario que la de
Dios sea divinizante; porque toda expresión está ordenada esen- 65. La hipótesis de que podría cambiar el ser que se expresa para reflejar al
cialmente a hacer vivir la vida del ser que se expresa en el ser ser expresivo permaneciendo éste inmutado, queda descartada; porque ya no
expresivo. sería el ser que se expresa el primero, sino el segundo. El ser expresivo ha de
No obstante, el hecho de que sea Dios constitutivo de esa ex- ser de rango ontológico inferior; al menos en cuanto al contenido expresivo; el
presión, que por ser tal es divinizante, no compromete en nada la cual ha de tener su origen y principio óntico en el ser que se expresa.
66. Se pueden considerar como distintos los atributos ónticos y las perfec-
trascendencia divina. Porque la expresión que transforma al ser
ciones morales en Dios. Lo que nos permite distinguir entre acción, poder, pre-
expresivo deja incólume en sí mismo al ser que se expresa; y sencia, eternidad, infinitud, etc. de Dios, por un lado, y lo que, según la
aunque implica a ese ser en la expresión por ser constitutivo de la Escritura, es su naturaleza: el amor; que, además de ser la suma de lo moral,
misma, sin embargo, de por sí, no lo cambia; ya que en esta ma­ significa una actitud personal orientada a una relación con otro ser de la misma
nifestación de un ser en otro, el ser que se manifiesta puede per- condición. Tanto con el término «vida» como con el término «naturaleza» nos
manecer idéntico a sí mismo e inmutado, originándose la podemos referir a uno u otro ámbito; ello quedará aclarado por el contexto.
manifestación por la mutación del «otro», que accede así a mani- 67. Dios y el justo viven una misma vida porque actúan según un mismo
principio de operaciones: el amor; que es lo que hace a Dios expresarse en el
festar con su ser al ser que se expresa. Este, en otros casos de ex-
hombre y que éste sea su ser expresivo. Algo de esto viene a decir SAN AGUS-
presión, puede sufrir y sufre un cambio al realizar la TIN. Cf. ln ep. lo., 9, 10 PL 35, 2052-53.
234 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 235

en el ápice vital de éste, que entonces está constituido por la cuerpo es ámbito propio de la actuación del espíritu, así el hom-
gracia. bre es ámbito especial de la actuación de Dios.
La vida emanada por el principio operativo que es el amor, no A pesar de todo, no se da panteísmo porque ni se identifican
podemos decir que sea de ningún ser excepto el mimo justo y ni mezclan las dos naturalezas o sustancias. Pero esta vida es vi-
Dios. Es vida del justo puesto que es vivida por él; es vida de vida por Dios y el hombre de diferente manera. La vida divina en
Dios porque de él dimana esa misma vida vivida por el justo. El Dios es propia, pura, simple, infinita. La vida divina en el hom-
que Dios y el justo sean dos seres distintos no es óbice para que bre es recibida, expresada por Dios en él, circunscrita a su natura-
vivan la misma vida. leza compuesta, y finita.
Un ejemplo aproximado de lo que afirmamos lo tenemos en la Comprenderemos mejor todo esto si encuadramos la diviniza-
expresión antropológica. En ésta, una misma vida, numéricamen- ción dentro de esta realidad relacional 68 que es la gracia, y la
te idéntica, es vivida por la corporalidad y por la interioridad es- concebimos precisamente como una expresión. No toda relación
piritual del ser humano. Y aunque pertenecen a un mismo ser y es expresión; pero toda expresión sí es una relación peculiar.
constituyen un mismo ser, también es cierto que se da una distin- Toda expresión incluye la relación entre dos seres (o dimensiones
ción real respecto del contenido entitativo de cada una de ellas. de un ser) en un máximo de inmanencia simultánea con un máxi-
Por eso, se da cierta analogía, aún en este aspecto, entre la expre- mo de trascendencia, mutuamente implicadas y postuladas.
sión antropológica y lo que se puede llamar expresión teológica. El hombre justo, al ser justo, vive la vida de Dios y así
Pero conocemos otro tipo de expresión, la estética, que se expresa a Dios. La justicia y todos los demás valores morales, en
acerca más, en este aspecto, a la teológica. En la expresión estéti- grado infinito, son cualidades de Dios. Pero el amor va más lejos
ca, un ser (el artista) se expresa en otros seres (sonidos, color, todavía; porque el amor, en grado infinito, es el mismo Dios; la
materiales de piedra o madera ... ) totalmente distintos; y si bien, naturaleza y ser de Dios; puesto que, como dice san Juan, Dios es
no se da entre ellos una vida común, sí se da entre el artista crea- amor (1 Jn 4, 8. 16). Por eso, el justo es divinizado cuando, ade-
dor y el contemplador (dos seres distintos) unas parcelas comu- más de vivir la justicia y los demás valores morales (entonces se
nes de vida cuales son las vivencias comunes estéticas, aunque justifica, es justificado) vive el amor de Dios (siendo sujeto prin-
no se trate de la misma vida numéricamente idéntica. cipal de esa vivencia el yo) como correlato expresivo de ese ser
Por eso, podemos decir que ni la identidad real ni la unión que se expresa que es Dios-amor, constituyéndose así esa dimen-
real entre dos seres son necesarias para que pueda darse la viven- sión de la expresión teológica que es la deificación o divinización
cia de una misma vida entre ellos. Por lo tanto, no es impensable del hombre justo 69•
que Dios y el hombre justo (dos seres absolutamente distintos) A pesar de todo lo dicho, por supuesto, siempre quedará una
vivan la misma vida numéricamente idéntica, dándose así la ex- zona en oscura sombra, imposible de esclarecer para la inteligen-
presión teológica. Esta expresión tendría la característica de la cia humana, que es el misterio de la gracia y de esa dimensión
antropológica (vivencia de una misma vida numéricamente idén- suya que es la divinización del justo por Dios.
tica) juntamente con la característica propia de la expresión esté-
tica (vivencia de esa vida en común entre dos seres distintos).
Dios, por su poder infinito e inmanencia perfecta en todas las
creaturas, puede superar y supera las imposibilidades provenien- 68. En la concepción relacional de la gracia insiste GONZALEZ FAUS, o.
tes, no de lo que sería un absurdo, sino de la finitud y consiguien- c., 479, 505~508. Cf. también GANOCZY, o. c., 286, 300, 341.
69. En el hombre justificado no se dan la justicia y los valores morales se-
tes limitaciones de los seres creados. Simplemente afirmamos
parados del amor; como tampoco la justificación se da separada de la deifica-
que Dios vivifica al hombre con su propia vida, de manera análo- ción. La exigencia de claridad en un análisis puede llegar a presentar como
ga a como el cuerpo es vivificado por el espíritu. Y así como el separados aspectos que constituyen una sola realidad.
236 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y PARTICIPACIÓN 237

11. Los elementos de la expresión y la divinización entre dos seres cuyo contenido expresivo, asombrosamente, per-
tenece a esos dos seres siendo numéricamente el mismo.
Constantemente y explícitamente hemos estado hablando, en En fin, si los cuatro elementos esenciales de la expresión an-
este tema de la divinización, de los dos polos de la expresión teo- tropológica se dan en esa dimensión de la gracia que es la divini-
lógica: Dios y el hombre justo. Los dos polos de la expresión son zación, está claro que ésta puede significarse por el concepto de
dos elementos esenciales de la misma. Implícitamente, aunque expresión. Es más, estamos ante un caso singular de expresión
también constantemente, nos hemos estado refiriendo a otros dos que puede llamarse teológica.
elementos esenciales de la expresión antropológica. Me refiero a Ciertos aspectos y matices, esclarecedores y complementa-
la analogía (suscitada por el acontecimiento de la expresión, y en rios, así como la concepción general, presupuestos, alcance y
cuanto al contenido de la misma) entre el ser que se expresa y el perspectivas que, según la teoría de la expresión, contribuyen al
ser expresivo, y a la unión vital e intrínseca que se da entre ellos. perfilamiento y acabamiento de la exposición que hemos hecho
Dejando de lado los dos primeros elementos, por ya sobrada- de la divinización, se pueden deducir de lo que ya se ha dicho al
mente explicados, y circunscribiéndonos a los dos últimos, escribir sobre la gracia en general en la tercera parte.
hemos de observar, brevemente, en primer lugar, que esa analo-
gía entre los dos seres que constituyen esta expresión que es la
divinización, es extremadamente patente. Por un lado, el conteni- 12. Divinización e inhabitación
do de esta expresión, que es la vida y naturaleza divinas, pertene-
cen a Dios y al justo (inmanencia); pero, por otro lado, esa vida y Anticipándome ya al tema de la inhabitación creo conveniente
esa naturaleza divinas pertenecen a Dios y al justo de un modo hacer algunas observaciones. La gracia es una realidad estructu-
radical y absolutamente diferente (trascendencia). Debido a ello, rada. Sus distintos aspectos están perfectamente integrados entre
la naturaleza y vida divinas se atribuyen a Dios y al justo en un sí, son mutuamente interdependientes y se relacionan unos y
sentido ni enteramente idéntico ni enteramente distinto; esa atri- otros en función de la intensificación y sublimación de la reali-
bución se hace en un sentido analógico. Estaríamos ante una ana- dad total y única. Por eso, se da una intrínseca conexión entre la
logía intrínseca, ya que la naturaleza y vida divinas son poseídas divinización y la inhabitación. De tal manera que ésta es la di-
realmente por los dos, lo cual la aleja de la extrínseca. Es de pro­ mensión personal-existencial en grado pleno de la divinización; y
porcionalidad en cuanto se da una semejanza en el justo diviniza- ésta, a su vez, es la dimensión ontológico-esencial en grado pleno
do y Dios; pero es también de atribución, puesto que esa de la inhabitación. Por eso mismo Dios diviniza al hombre al in­
divinización del justo en su inicio, desarrollo y permanencia de- habitar en él las divinas personas. La divinización es una secuen-
pende radical y absolutamente de Dios. cia postulada por la expresión de las tres divinas personas -en el
En segundo lugar, la unión vital e intrínseca entre Dios y el justo que es la inhabitación, como veremos a continuación. He
justo nos la pone de relieve el hecho de que en la deificación dicho «secuencia postulada» porque entre divinización e inhabi-
ambos viven una misma vida, la divina. Precisamente, esta unión tación no hay una relación como entre el efecto y la causa, sino la
vital e intrínseca hace que esa analogía, antes nombrada, sea muy interdependencia propia de unas dimensiones pertenecientes a
singular (lo mismo que es singular la analogía que se da en la ex- una realidad perfectamente estructurada e integrada.
presión antropológica entre la interioridad que se expresa y la Existe otra razón para afirmar que Dios diviniza al hombre al
corporalidad expresiva). Esa unión entre Dios y el justo hace que inhabitar las personas divinas en él. Y es que la gracia ha de ser
esa analogía sea mucho más que una analogía y algo más maravi- considerada como una prolongación de la vida intratrinitaria y de
lloso que una expresión natural, cualquiera que sea. Es una ex- la encarnación, no precisamente de la creación. Ahora bien, esta
presión (en analogía, a la vez, con la antropológica y la estética) perspectiva noética nos sitúa, nos centra, explícita y decidida-
238 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

mente, en el ámbito personal de Dios; en el que, por consiguien-


te, los sujetos directos y autores exclusivos de la gracia, en la que
se incluye la divinización, son las personas divinas. Pues bien, 111
esta autoría de las divinas personas, que conlleva una presencia
real y vital en el justo, es la inhabitación de la Santísima Trinidad
en el mismo justo.

IA AMISTAD ENTRE DIOS


Y EL JUSTO

l. Expresión de Dios y amistad con Dios

La expresión de Dios en el hombre se da al conocer éste lo


que en relación a su salvación Dios conoce (fe); al amar lo que
Dios ama (caridad); y al confiar en la fidelidad de Dios, que equi-
vale a conocerle y amarle trascendiendo la propia duración, el
tiempo (esperanza). Y como la expresión pertenece a los dos
seres que la constituyen se crea entre ellos, recordamos, una
unión vital e intrínseca.
Como es fácil de comprender, esta expresión implica necesa-
riamente una amistad; ya que esta unión vital e intrínseca está
constituida, como hemos dicho varias veces, por los actos perso-
nales del conocimiento y del amor. ·
Siguiendo la explicación de la amistad dada por santo Tomás 7°,
todavía hoy en plena vigencia, vemos: a) Que el amor de benevo-
lencia, constitutivo esencial de la amistad está contenido en la
71,

expresión de Dios en el hombre. El amor de Dios es benevolente,


porque el hecho de que Dios se exprese en el hombre conlleva la
transformación y elevación de ese hombre hasta vivir la misma
vida de Dios; es decir, la participación y comunicación de su bon-
dad. Dios vivifica al hombre con su propia vida y lo constituye en
ámbito especial de la vida y actuación de Dios hasta ser el mismo
Dios el principio generador de la vida del hombre agraciado.

70. Cf S Th 2-2, q 23, a. l.


71. Cf. S Th 2-2, q 23, a. le. Cf. MAX SCHELER, Esencia y formas de la
simpatía, 132 ss.
240 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA AMISTAD ENTRE DIOS Y EL JUSTO 241

Aunque Dios quiera todo en orden a su gloria, esta gloria suya polos) se alimenta, se sostiene y tiende a potenciarse. Esto es ver-
se identifica con el bien del hombre 72• Bien del hombre que se dad; pero advirtiendo que la permanencia del amor de Dios, com-
pone de relieve en su elevación entitativa y axiológica que realiza parándola con la permanencia del amor del hombre (sobre todo
el acontecimiento de la expresión de Dios en él. Por otro lado, el en esta vida) es radicalmente distinta y superior. Esto es debido a
carácter benevolente del amor del justo a Dios (que incluye la fe la naturaleza única del ser que en este caso se expresa. Sin em-
y la esperanza) se especifica y se significa de una manera convin- bargo, la fidelidad inquebrantable de Dios no es ocurecida por el
cente en la expresión. En efecto, el hombre expresa a Dios en concepto-realidad de expresión. No la exige necesariamente pero
cuanto y en la medida en que ama a Dios; y a Dios por él mismo tampoco la contradice, sino que más bien le es coherente. Porque
y no tanto como objeto de su propia felicidad (en cuyo caso en también en las expresiones antropológica y estética ocurre que no
definitiva ya no amaría a Dios sino a sí mismo); sino como bien es tanto el ser que se expresa el que destruye la expresión; más
al que se ama por sí mismo. bien es el ser expresivo el que la dificulta, la interrumpe o la hace
El amor mutuo 73 entre Dios y el justo es exigido por la natu- imposible.
raleza misma de la expresión. Precisamente debido a que la ex-
presión es esencialmente bipolar, de tal manera que cada uno de a) Toda auténtica amistad, según santo Tomás, tiende a mani­
sus polos está condicionado y potenciado por el otro y entre festarse por medio de actos 75• Pues bien, la expresión contiene
ambos la construyen; la expresión que es la gracia (mutatis mu- una tendencia a manifestarse en virtud de su misma naturaleza;
tandis) postula un amor mutuo entre Dios y el justo. porque es una manifestación de un ser en otro, y todo ser tiende a
Porque en la medida en que Dios se expresa en el hombre, en ser lo que es.
esa misma medida ama Dios al hombre, porque en esa misma me- Además, la expresión que efectúa una unión vital e intrínseca
dida es el hombre amable para Dios. Asímismo, también desde el entre los dos seres que la constituyen, crea las mejores condicio-
otro polo de la expresión: en el grado en que el justo expresa a nes para que esta específica expresión que es la gracia (en su ver-
Dios, en ese mismo grado ama a Dios, puesto que la expresión de tiente de amistad con Dios) se concrete en actos particulares que
Dios está constituida esencialmente por el amor a Dios. manifiesten esa unión mencionada que, dado que se realiza entre
En resumen y en profundidad: el hombre expresa (ama) a dos personas, se identifica con la amistad.
Dios porque Dios se expresa (ama) en el hombre; y también: Por fin, si advertimos que la amistad entre Dios y el justo ven-
Dios se expresa (ama) en el hombre porque el hombre expresa dría a ser en nuestro caso una dimensión esencial de la gracia fun-
(ama) a Dios. damental (habitual), entonces nos apercibiremos de que la
dimensión axiológica específica (propia) en la realidad de la expre-
sión, ha de ser la expresión fundamental que, ineludiblemente, se
2. Diversas cualidades de la amistad con Dios
manifiesta y concreta en las expresiones particulares, así como la
Este amor es de por sí permanente 74• Porque en conformidad amistad se manifiesta y concreta en los actos de amor benevolente.
con la naturaleza de la expresión, mutamente (desde ambos De ahí la perfecta analogía entre la expresión y esa vertiente
de la gracia fundamental que es la amistad con Dios. Esta tiende
a manifestarse en actos de amistad particulares y concretos; del
72. Cf. SANTO TOMAS, S Th i, q 103, a. 2 ad 2. La fundamentación bí-
blica más explícita de la amistad entre Dios y el hombre en gracia es Jn 15, mismo modo que toda expresión fundamental tiende a manifes-
13-15. tarse en expresiones particulares y concretas.
73. La amistad exige un amor mutuo: cf. SANTO TOMAS, S Th 2-2, q 23,
a. le.
74. Cf. M. FLICK-Z. ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, 460.
75. Cf. S Th 2-2, q 25, a. 7c.
242 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA AMISTAD ENTRE DIOS Y EL JUSTO 243

b) Una de las cualidades más profundas de la amistad es la vi- También este aspecto de la amistad encuentra su analogía en
vencia del «nosotros» 76• En su virtud, ambos amigos se sienten la expresión. En efecto, la expresión supone una relación ontoló-
como partes integrantes de una unidad psicológica que se constru- gica previa entre dos seres o elementos que la fundan y constru-
ye desde la recíproca amistad. Esta unidad psicológica (el yo yen. En el caso de la expresión antropológica, la relación
mutuo) que hace vivenciar al otro como al propio yo, es objeto de ontológica previa es evidente; puesto que el espíritu y la corpora-
un amor compartido que es prolongación, pero distinto, del que se lidad constituyen un mismo ser humano. Asímismo se da en la
tiene a sí mismo. A pesar de ello, ese amor no es egoísta puesto expresión estética; porque en ella las vivencias expresadas, perte-
que es amado el otro en sí mismo, en su realidad viva y concreta. necientes al artista, se expresan en y con elementos materiales
Esta vivencia del «nosotros» está reflejada muy bien por el afines al cuerpo del hombre y a un espíritu que anima a ese cuer-
concepto-realidad de expresión; ya que en ésta se da la actualiza- po material y que con él forma un solo ser.
ción de una misma vida por los dos seres que la constituyen. Esta Además, las misma naturaleza de la expresión postula esa re-
comunión de vida es patente en la expresión antropológica; en lación ontológica previa, pues, de lo contrario, no podría consti-
ella el espíritu y la corporalidad viven una misma vida pertene- tuirse la expresión que es manifestación de un ser en otro por
ciente a un mismo e idéntico yo. medio de una unión vital e intrínseca.
Pero si la expresión se constituye entre dos seres personales, En conclusión, la expresión es un concepto muy apto para sig-
la consecuencia obvia es que se origine un yo mutuo psicológico nificar este supuesto básico de la amistad entre Dios y el hombre
común a ambos que sería el «nosotros» que postula la amistad. justo. Lo mismo sucede, según se ha visto, con cada uno de los
Por eso, la expresión es un concepto que sirve de perfecto ins- elementos de la amistad y con ésta misma en su totalidad tomada
trumento mental para significar la unidad psicológica del «noso- como una estructura vivencial.
tros» creada por la amistad entre Dios y el justo.

e) Por último, una condición de la amistad que está a la base 3. La presencia de la amistad con Dios en todas las
de la misma es la relación ontológica previa que tiene que existir dimensiones de la gracia
entre los dos amigos. Se exige la participación en los valores co-
munes con la consiguiente conveniencia vivencia! posibilitada La amistad entre Dios y el justo es una dimensión de la gracia
por la existenciación de la misma naturaleza 77• que, aun siendo distinta conceptualmente de las otras dimensio-
En un plano más superficial son, por un lado, las cualidades e nes de la gracia, no es esta distinción adecuada, total; en cuanto
ideales comunes que hacen posible la unión psicológica. Pero, que forma parte, en alguna forma, de todas y cada una de esas
por otro lado, se ha de dar entre los dos amigos unas diferencias dimensiones.
que permitan la complementariedad y el mutuo enriquecimiento Es concebible, por ejemplo, la justificación sin la inhabita-
que recíprocamente los perfecciona ". ción, pero ni una ni otra son concebibles sin la amistad entre Dios
y el justo. Por eso, esta amistad impregna vivencialmente toda la
realidad de la gracia y cada uno de sus distintos aspectos.
76. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 461. A estas ideas se acercan con otra Ello es debido a que la amistad, que es la forma más noble del
terminología SANTO TOMAS, S Th 2-2 q 27, a. 2c; y SAN AGUSTIN, Conf. amor 79 es (lo mismo que el amor) condición interna de posibili-
2, 5, JO PL 32, 679; 4, 6, 11 PL 32, 698.
dad de la gracia.
77. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 462.
78. Este supuesto básico de la amistad se da en la existente entre Dios y el
justo por la participación de éste en la naturaleza divina y su expresión de la
bondad de Dios. 79. cr. SANTO TOMAS, S Th 2-2, q 23, a. le.
244 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

Siendo la gracia la expresión de Dios en el hombre (y para


este caso me daría lo mismo decir que es la autocomunicación de IV
Dios al hombre) no puede darse sin la amistad; teniendo en cuen-
ta que lo más suyo del hombre es la propia voluntad 'º, y que toda
comunicación (entre Dios y el hombre) ha de llevar consigo la
amistad 81•
,
LA INHABITACION
4. Los elementos de la expresión y la amistad con Dios DE LA TRINIDAD
El lector habrá observado ya, que todos los elementos esen-
ciales de la expresión se dan en esta dimensión de la gracia que
es la amistad entre Dios y el justo. Considero conveniente indicar A. LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD EN EL
dos de ellos que pudieran haber sido poco resaltados: la unión JUSTO SEGÚN LA TEORÍA DE LA EXPRESIÓN 85
vital e intrínseca y la analogía entre los dos polos de la expresión.
En primer lugar, se da una unión vital puesto que la amistad
une vitalmente a los amigos 82• Se da una unión intrínseca, por- l. Introducción
que el amor, esencial en la amistad, es intrínseco al hombre '3; y
es intrínseco a Dios porque, aun no siendo un amor necesario en La inhabitación de la Trinidad en el justo designa la dimen-
Dios, no ama Dios al justo con un amor distinto de sí mismo. sión increada 86 y personal de la gracia. Viene a ser la gracia vista
En segundo lugar, la analogía entre los dos polos de la expre- desde Dios y en su aspecto personal; es decir, desde el Padre, el
sión se da, sin duda, en la amistad entre Dios y el justo, porque el Hijo y el Espíritu Santo.
que ama busca siempre su semejanza con el ser amado 84• Estoy de acuerdo con Rahner cuando afirma que la gracia es,
ante todo y sobre todo, la gracia increada; es decir, la inhabita-
ción de la Trinidad en el justo 87•

85. Sobre las diversas teorías acerca de la inhabitación cf. FLICK-ALS-


ZEGHY, El Evangelio de la gracia, 463-507; CH. BAUMGARTNER, La gra­
cia de Cristo, 224-233; J. AUER, El Evangelio de la gracia, 135-139.
Aportaciones en mayor o menor medida originales sobre este tema: M. J.
SCHEEBEN, Los misterios del Cristianismo, Barcelona 1957, 581-613; A.
GARDEIL, La structure de l'éme et l'expérience mystique, Paris 1925; M. DE
LA TAILLE, «Actuation créée par acte incréé, RSR 18 (1928) 253-268; P.
GALTIER, De SS. Trinitate in se et in nobis, Roma 1953, 203-250; K. RAH-
NER, «Sobre el concepto escolástico de la gracia increada», Escritos de teolo­
gía, I, 349-377.
80. Cf. SAN AGUSTIN, De lib. arh., 3, 1, 3 PL 32, 1272. 86. También la inhabitación incluye un aspecto creado, en cuanto que hace
81. Cf. SANTO TOMAS, ibid. al justo templo y morada de la Trinidad; si bien, esto, secundariamente.
82. Cf. SAN AGUSTIN, Conf 2, 5, 1 O PL 32, 679; 4, 6, 11: PL 32, 698. 87. Cf. Escritos de teología, «Naturaleza y gracia», IV, 227 ss; id. «Sobre
83. Cf. SAN AGUSTIN, In ep. lo., 2, 14 PL 35, 1997. el concepto escolástico de la gracia increada», 1, 350-355. Cf. también P.
84. Cf. SAN AGUSTIN, De morihus eccl. cath., 1, 21, 39 PL 32, 1328. FRANSEN, Mysterium Salutis, IV/2, 885-891.
246 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 247

Por eso es lógico que la misma definición de la gracia en ge- todo esto de relieve. Porque en ella se significa que la iniciativa y
neral sirva para significar la inhabitación de la Trinidad. Única- la autoría de esta expresión, de que es aspecto esencial la inhabi-
mente se requiere la configuración de una perspectiva noética tación, pertenece al ser que se expresa, esto es, Dios. La gracia
apropiada que incida en la dimensión increada de la gracia y en la como expresión no puede conciliarse con la dependencia de la in-
Trinidad como autora de esa gracia. habitación (gracia increada) respecto a la gracia creada. Esta no
La gracia, decíamos, es la expresión de Dios en el hombre. puede así ser «el fundamento exclusivo de la inhabitación y
Pero la expresión admite y exige dos principales perspectivas unión de Dios con el hombre justificado» 89•
(correspondientes a sus dos polos) según se considere desde el Porque toda expresión pertenece al ser que se expresa y, sobre
ser que se expresa o desde el ser expresivo. Pues bien, la inhabi- todo, llega a constituirse en cuanto tal en la medida en que sea
tación queda significada con exactitud utilizando la noción de ex- expresión precisamente del ser que se expresa.
presión considerada desde el ser que se expresa y en el aspecto La dependencia de la gracia creada con respecto a la increada
personal, en este caso, mejor, tripersonal. (inhabitación) es, como sucede en toda expresión, radical. Es
No obstante, es conveniente advertir que la expresión (en ana- Dios el que otorga al hombre el obtener un nivel superior al pro-
logía con la inhabitación y la gracia) no es expresión si no se dan pio ser; es Dios el que da significación divina al hombre; es Dios
y consideran los dos polos de la misma, aunque uno de ellos lo el que da nivel axiológico divino al hombre.
sea indirecta o implícitamente. Podemos decir, pues, que la inha- Dios no necesita de una transformación previa del hombre
bitación es la expresión de Dios en el hombre considerada desde que sea el fundamento objetivo de la nueva relación real del
el ser que se expresa, Dios, en cuanto personal. Desde un análi- hombre con Dios. Si esa transformación óntica previa es de orden
sis simple del concepto de expresión se puede colegir que nuestra natural, sería absolutamente inadecuada para su finalidad; pero si
concepción de la inhabitación de la Trinidad es mucho más que es de orden sobrenatural, no veo que pueda ser distinta de la in-
una mera presencia de tipo espacial o locativo que dejaría a la habitación misma. Porque en todo caso, la única transformación
Trinidad en una externidad con respecto al núcleo espiritual del absoluta o relativa, óntica o intencional del hombre que sea fun-
hombre. Esta presencia no ha de ser una relación extrínseca, damento proporcionado y adecuado para la inhabitación de la
pobre y vacía de contenido. Ha de ser una presencia entitativa, Trinidad, es la misma inhabitación de la Trinidad.
vital e intrínseca. De tal manera que la inhabitación de la Trini- Lo que sí hay que admitir en el nombre natural es la capaci-
dad constituya la divinización del justo. dad 90, la adaptabilidad (potencia obediencial) para recibir la in-
habitación divina Esto, como es sabido, no es todavía la gracia
91•

2. Concepto de expresión y gracia increada K. RAHNER, Escritos, l, 350-355; J. C. MARTINEZ GOMEZ, «Relación
entre la inhabitación del Espíritu Santo y los dones creados de la justificación»,
Estudios eclesiásticos, 14 (1935) 20-50; L. F. LADARIA, o. c., 304, 380 ss.,
También desde el análisis del concepto de expresión, se debe 399.
deducir que la inhabitación o gracia increada tiene una preceden- 89. K. RAHNER, o. c., I, 354. Esta precedencia lógica y ontológica de la
cia lógica y ontológica con respecto a lo que se suele llamar gra- inhabitación de la Trinidad en la realización y ser de la gracia, no implica una
cia creada. La primacía de la Trinidad en el ámbito del ser y en el precedencia temporal, sino que la excluye; porque la inhabitación de la Trini-
lógico es indudable, tanto en el orden de la naturaleza como en el dad no es ineficaz ni un solo instante; e ineficaz sería si esa inhabitación no
de la gracia. Esta es la tesis que está más en conformidad con la fuera acompañada desde el inicio por lo que se llama gracia creada. Esta última
y la inhabitación son simultáneas; siendo la gracia creada expresión de la inha-
Escritura y los Padres 88• La misma noción de expresión pone
bitación de la Trinidad.
90. Cf. J. ALFARO, Cristología y antropología, 237.
88. Cf. M. SCHMAUS, Teología Dogmática, V, Madrid 1962, 103;. 91. Cf. K. RAHNER, Escritos, r, 331 ss.
248 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 249

sobrenatural; sería, cuando más, el «existencial sobrenatural» de En efecto, si Dios es la causa de la inhabitación, entonces ésta
Rahner 92, que tampoco es la gracia. pasa a ser su efecto; en cuyo caso se introduce un hiato entre
En fin, la gracia (como en toda expresión) no se da en el hom- Dios y la inhabitación que hace inexplicable la inhabitación del
bre (ser expresivo) de ninguna manera y en ningún sentido, hasta hombre por Dios.
que Dios (el ser que se expresa) actúa, esto es, está presente Dios no puede ser causa de la inhabitación porque la inhabita-
( = se expresa) en el hombre. ción es él. Dios nos comunica su vida; esto es, nos expresa su
El imaginar que Dios actúa en el hombre determinando una vida. Ello quiere decir que manifiesta su modo de ser en nosotros
transformación sobrenatural (estado de gracia) antes de la inhabi- por medio de una unión vital e intrínseca. La inhabitación es una
tación (= expresión) es una falsa imagen proveniente de la menta- actitud personal benevolente y expresada de Dios en el hombre.
lidad fisicista que constantemente instrumenta categorías Pero nadie es causa eficiente de su propia actitud (aunque sí será
temporales. Es lo mismo que pensar en una existencia del cuerpo su origen y principio), porque ello introduciría un hiato, una dis-
humano, anterior a la vivificación (= expresión fundamental) por tancia entre su ser y su modo de ser y de hacer.
el espíritu. En ambos casos de expresión nos puede traicionar la
imaginación aferrada a las imágenes espacio-temporales.
4. La inhabitación, amor y conocimiento

3. El concepto de expresión y la mentalidad fisicista La inhabitación de la Trinidad en el justo es una expresión de


Dios en el hombre cuyos elementos esenciales están constituidos
Con el concepto de expresión queda superada una cuestión ar- por el conocimiento y el amor de Dios en el hombre.
tificial relacionada con la inhabitación. Me refiero a la causalidad Queremos decir que, aunque el constitutivo formal de la inha-
de la gracia. bitación es la expresión de Dios en el hombre, ésta, considerada
la mentalidad [isicista formula entre otras preguntas la si- desde el ser expresivo, tiene como elementos esenciales, de que
guiente; ¿cuál es la causa de la gracia? Para responder inmediata- se constituye, el conocimiento y, sobre todo, el amor.
mente: la Santísima Trinidad. Pero que la Trinidad sea la causa En efecto, al ser expresión, ha de ser una manifestación enti­
de la gracia no deja de ser incoherente teniendo en cuenta que si tativa de Dios en el hombre; y esto sólo lo puede hacer al cono-
la gracia es comunicación de la vida divina al hombre, según una cer a Dios (de ese modo conoce lo que Dios conoce), y al amar a
definición muy general admitida por todos los autores, sería ina- Dios (ama lo que Dios ama y en el orden en que Dios ama). Cual-
decuado e impropio significar esa comunicación con el concepto quier otra dimensión del ser humano es inadecuada para manifes-
de causa, en cuanto que aquélla es vital y ésta un concepto saca- tar entitativamente a Dios; porque Dios es espíritu.
do de las realidades físicas. La categoría de causa es incapaz de Ha de ser una unión vital; pero, obviamente, al ser una unión
soportar la carga significativa de lo que es una comunicación con Dios, se situará en el ápice de lo vital del hombre (conoci-
vital y permanente. Esta supone la mutua inmanencia del sujeto miento y amor). Ha de ser también intrínseca; es decir, el funda-
que comunica la vida y el sujeto que la recibe. La causalidad, sin mento de esta unión no ha de ser algo distinto de ellos mismos,
embargo, padece una «extrañeidad» entre la causa y su afecto. sino que debe ser una comunicación realizada con el propio ser,
A esto hay que añadir una tremenda e irresoluble aporía que con la propia vida. Pero fuera de la vida espiritual del hombre
se cierne sobre la comprensión de lo que es la gracia en su totali- (conocimiento y amor) no se da capacidad para establecer con
dad y la dimensión esencial de la misma que es la inhabitación. Dios una unión de esas características.
Sin embargo, Dios inhabita en la totalidad del hombre. Dada
92. Cf. o. c., I, 330.
la unidad del ser del hombre que integra todos sus elementos en
250 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN 251
LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD

un mismo y único ser, hemos de pensar que la Trinidad, aunque tuyan 1a expresión que es la gracia o cualquiera de sus dimensio-
específica y decisivamente, habita en el hombre por su conoci- nes. El acontecimiento fundamental (Dios expresándose en el
miento y amor, también habita en todo su ser. Todas las demás hombre) adquiere distintos aspectos y matices en conformidad
facultades y dimensiones del ser humano, como la fantasía, ima- con los distintos aspectos y matices distinguibles en los dos polos
ginación, sentimientos, motivaciones, emociones, pasiones, de la expresión (Dios y el hombre) y que originan las diferentes
tendencias y también la corporalidad, son ámbito de la inhabita- dimensiones de esa misma expresión que es la gracia.
ción divina, según su capacidad y como reflejo de la del espíritu Cualquiera de las dimensiones de la gracia, precisamente por
en virtud de esa unidad del ser humano. ser gracia, debe implicar al amor (en Dios y en el hombre) como
elemento esencial. Después vendrán a ser consideradas las dife-
renciaciones antes mencionadas. Pero el amor, conviene no olvi-
5. Diferencia entre el amor y el conocimiento darlo, solamente será gracia si realiza una función expresiva de
Dios en el hombre.
A pesar de lo dicho, hay que notar una decisiva diferencia entre
el conocimiento y el amor. En efecto, el conocimiento solo no se
puede decir que constituya la inhabitación de la Trinidad en el justo,
si bien es una dimensión previa y necesaria de la inhabitación. 6. El núcleo central de la inhabitación
El mismo texto clave de la Escritura (Jn 14, 23) no hace alu-
sión directa al conocimiento sino al amor. Lo mismo habría que
Pretendemos ahora llegar al núcleo central de este tema anali-
decir de los textos paulinos en que se refiere expresamente a la
zando detenidamente el por qué se dice que la Trinidad habita en
inhabitación del Espíritu Santo: Rom 5, 1-5; 8, 9-16; 1 Cor 6,
el hombre cuando éste ama a Dios (Jn 14, 23; 1 Jn 4, 12-16).
19; Gál 4, 6; l Tes 4, 7-8. En todos ellos se presupone la caridad
La inhabitación, evidentemente, implica una relación entre
o la fe viva que incluye esa caridad o la condición de justificados
Dios y el hombre justo. Esta relación no puede suponer un cam­
que los fieles deben poseer.
bio real en Dios. Porque (Dios) «permanece en sí mismo en su
Además, si según la Escritura, es el amor lo que decide el es-
eterna estabilidad, íntegro en todas y cada una de las cosa~» 96_. El
tado de gracia 93 entonces, necesariamente, ha de ser lo mismo en
cambio que lleva consigo la inhabitación se da en el hombre:
esta dimensión esencial de la gracia que es la inhabitación.
«Cuando pienses en la inhabitación divina, piensa en la unidad y
Las razones teológicas y antropológicas que se han dado para
congregación de los santos; principalmente, porque allí se realiza
afirmar que el amor es el elemento específico y decisivo del esta-
a la perfección la divina voluntad por la obediencia de aquellos en
do de gracia son igualmente válidas para la inhabitación de la
quienes habita» 97• La diferente capacidad que de Dios tienen los
Trinidad 94•
hombres hace diversa en intensidad la inhabitación de Dios en
Si intentáramos resumir esas razones deberíamos decir que
ellos: « ... aunque aquellos en quienes habita le contengan unos
siendo la gracia una entrega y donación de Dios y una transfor-
más o menos según sus diferentes capacidades cuando Dios los ha
mación de la totalidad del hombre, sólo el amor que es Dios (l Jn
constituido su templo amadísimo por la gracia de su bondad» 98•
4, 8) y el amor que es el hombre 95 y que compromete al mismo
hombre en su integridad, pueden ser los «elementos» que consti-

93. Cf. nota 87 de la tercera parte, además de St 2, 14-26.


96. SAN AGUSTIN, Epist. 187, 6, 19 PL 33, 839.
94. Cf.pp. 156-173.
97. O. c., 13, 41 PL 33, 848; cf o. c., 8, 27 PL 33, 842.
95. Cf. SAN AGUSTIN,!n ep. lo., 2, 14 PL 35, 1997.
98. O. c., 6, 19 PL 33, 839.
252 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA AMISTAD ENTRE DIOS Y EL JUSTO 253

La inhabitación de la Trinidad debe consistir en un cambio habitación, sino esa misma inhabitación, considerada desde el
real en el hombre por otra razón: «Dios está doquier por presen- lado humano; d) esa transformación es el amor, es la caridad.
cia de su divinidad pero no por la gracia de la inhabitación» 99• Este amor de Dios que se da en el hombre, constituirá una in-
Y refiriéndose a los hombres dice otra vez san Agustín: «Dios habitación auténtica, verdadera y distinta de la presencia que
que está entero en todas partes, no habita, sin embargo, en todos»100• Dios ejerce en las demás cosas y en los hombres que no están en
Si hemos, pues, de distinguir la singular presencia de la Trini- gracia, si realmente el ser personal del hombre es habitado por
dad en el hombre justificado en virtud de la inhabitación, de la Dios-Trinidad (lo cual implica ser inhabitado intrínsecamente); y
presencia de la misma Trinidad en todos los seres y en aquellos si esta inhabitación tiene carácter personal.
hombres que no están justificados, hemos de admitir una modifi- Este amor de Dios, en efecto, «crea» la inhabitación real e in­
cación en los justos que no se da en los demás seres. Pero enton- trínseca de Dios en el hombre, en cuanto que al amar a Dios lo
ces, esa modificación o transformación no ha de ser una expresa; esto es, lo manifiesta entitativa y vitalmente. El concebir
consecuencia de la presencia, sino la misma presencia de la Trini- de otra manera la capacidad que de Dios tiene el hombre (lo que
dad, considerada desde el lado humano. Y si esto no fuera así, determina la inhabitación) supondría hacerla extrínseca, ineficien-
entonces la presencia de Dios sería igual en cualquier creatura te y cosística; no sería una inhabitación real al ser externa al hom-
que en el hombre agraciado. bre, aunque estuviera al lado del hombre. Es necesario superar la
Esa modificación o transformación es el amor: «Comienza a concepción de la inhabitación de Dios-Trinidad en el justo al
amar y serás perfeccionado. ¿Comenzaste a amar? Dios comenzó modo de una presencia espacial propia de las cosas materiales, en
a morar en ti, para que, morando más perfectamente, te haga per- que unas están al lado de otras pero no dentro de otras; entendien-
fecto» 101• Y en otro pasaje: «Dirija la mirada ( el hombre) a su do este «dentro», no locativamente, sino existencial y vitalmente.
conciencia, y allí verá a Dios. Si no tiene caridad, Dios no mora La «capacidad de Dios» tiene que ser el amor, puesto que al ser
allí; si mora en él la caridad, también habita Dios en él. Quiere el único constitutivo determinante de que el hombre exprese a Dios,
quizá verle sentado en el cielo; tenga caridad y en él habitará es también el único que determina que Dios inhabite en el hombre;
como en el cielo» 102• ya que constituye la inmanencia más íntima e intrínseca de Dios en
Tenemos en estas ideas agustinianas unas líneas maestras que el hombre. El que el hombre exprese a Dios implica, no meramente
nos indican el camino a seguir: a) el cambio que implica la inha- que Dios esté en o con el hombre, sino un acontecimiento· único:
bitación se da en el hombre y no en Dios; b) este cambio consiste Dios es en y con el hombre; puesto que es vivido y existenciado por
en una capacidad de Dios que es diferente en cada uno de los jus- el hombre al expresar a Dios en virtud del amor. Esta es la única in-
tos según la intensidad de la inhabitación (y de la gracia, por su- habitación real y auténtica, porque es la única intrínseca.
puesto); e) esta capacidad es una transformación real del hombre Constantemente nos hemos estado refiriendo al ámbito de la vo-
justificado que lo distingue realmente de los demás seres no inha- lundad y sus actualizaciones. Pues bien, ese ámbito es el más estric-
bitados por la Trinidad, y que no es una consecuencia de esa in- tamente personal del hombre, porque en él queda integrada la
actualización de la inteligencia y se asume y compromete el yo y la
totalidad del ser humano que se hace así responsable de sí mismo.
99. O. c., 5, 16 PL 33, 837-838, cf. De Trin., 5, 16, 17 PL 42, 923-24. Las actualizaciones de la voluntad tienen carácter ontológico.
100. O. c., 5, 16 PL 33, 837.
Pero esto no es óbice para que también lo tengan intencional y
101. SAN AGUSTIN, In ep. lo., 8, 12 PL 35, 2043.
102. E. in ps., 149, 4 PL 37, 1951. Acerca del pensamiento de san Agustín
personal, sobre todo. Porque éstas se identifican con cierta di-
en este tema cf. J. A. GALINDO, «La presencia de Dios según San Agustín, mensión ontológica del ser humano que es la personal. El ejerci-
vertida a categorías antropológicas» en Escritos del Vedat, XI (1981) 193-218; cio del ser y el obrar del hombre (sobre todo en su nivel superior)
A. TURRADO, Dios en el hombre, Madrid 1971. son también dimensiones ontológicas (además de personales) de
254 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 255

su ser. Constituyen su ser dinámico perfectamente articulado con La descripción que la Escritura nos da de la inhabitación no
su ser estático (esencia). Son personales y ontológicas a la vez 103• es impersonal por parte de la Trinidad; sino que esta inhabitación
Así, pues, se descubre perfectamente el carácter personal de es personal.
esta expresión que es la inhabitación (tal como se ha expuesto) en Dios es co-principio (originario y principal) de la actualiza-
uno de sus polos, esto es, el ser expresivo, el hombre justificado. ción de la voluntad cuando ésta ama a Dios. Pues bien, no se ha
Pero es preciso descubrir también la vertiente personal en el de pensar que Dios actúa en la dimensión personal del hombre
otro polo que es Dios. sólo como y en cuanto naturaleza divina para realizar su inhabita-
Este «objeto» de la voluntad, en los tres grados en que se ción personal. No sería coherente. Dios actúa personalmente,
puede ser su objeto, es decir, como opción fundamental, actitud y según las características propias de cada persona divina para rea-
acto de la misma, es Dios, que el Nuevo Testamento nos revela lizar su inhabitación en el hombre agraciado. El Padre inhabita en
como Trinidad en personas y que hace su morada en el hombre cuanto origen de la vida y el ser divinos, el Hijo en cuanto Pala-
cuando es amado por él (Jn 14, 23). bra o conocimiento del Padre, el Espíritu Santo en cuanto amor
Este objeto peculiarísimo de la voluntad personal es, obvia- entre el Padre y el Hijo 105•
mente, asimilado y apropiado en su modo de ser personal que Está claro que la inhabitación no es lo mismo que la presencia
posee en grado eminente (en la medida en que esto pueda darse y de Dios en las cosas o en los hombres que no están en gracia. La
siempre como resultado de una acción gratuita de Dios). Si lavo- presencia de Dios en las cosas es según su naturaleza divina; lo
luntad se actualiza personalmente y el «objeto» de esa actualiza- cual no quiere decir que estén ausentes las personas que, según es
ción es personal, es lógico que ese «objeto» sea asimilado en y sabido, se identifican realmente con la naturaleza divina; quiere
según su condición de persona. decir que las personas divinas actúan indiferenciadamente, no ca-
Para que esto se realice de un modo relativamente perfecto es racterísticamente según sus propiedades nocionales.
preciso que el conocimiento, condición de posibilidad y elemento Además, en el caso de la inhabitación, las personas divinas
previo y esencial del ejercicio personal de la voluntad, dé una están en el justo, no solamente sosteniéndolo en el ser, sino tam-
«imagen» de ese «objeto» como personal. bién en cuanto actúan en él en forma de comunicación, diálogo,
Está claro, que esa actualización de la voluntad con Dios como amor personal y acción divinizante. Así no están en las cosas ni
objeto es el amor (sobrenatural); y ese conocimiento es la fe (sobre- en los hombres privados de la gracia; en uno y otro caso están
natural) 104. Estamos, pues, en un plano sobrenatural, no natural. presentes en cuanto los mantienen en el ser, solamente.

103. Cf. nota 46.


104. Aquí es preciso advertir la dificultad que se presenta en relación a los
niños y los llamados cristianos «anónimos», que no tienen la fe sobrenatural en
ejercicio. Dificultad que se resuelve si pensamos en que la inhabitación (lo
mismo que la gracia de la que es dimensión esencial) tiene diversos grados de sobrenatural, se da a ella como don personal. Y aunque a nivel de conceptos ob-
realizarse, y sólo se da en plenitud en la vida bienaventurada. Pues bien, una de- jetivos estas personas no son conscientes de Dios como ser personal, sin embar-
ficiencia ( en el caso de los niños) de la inhabitación sería la de Dios en el justo go, a nivel vital, en el plano en que el ser humano decide su ser y destino, su
que no conoce pero que tiende hacia el bien porque su tendencia a identificarse opción y actitud responsables ante ese ser objetivado como el bien, son «como»
y mantenerse en el propio ser es una tendencia (natural y sobrenatural) espontá- las que corresponden ante un ser personal; es decir, relaciones interpersonales
nea hacia Dios para el cual su ser ha sido creado. insertas en obligaciones morales vividas.
Otra deficiencia (en los adultos) sería la inhabitación de Dios en aquellos 105. Cf. J. ALFARO, o. c., 353; K. RAHNER, Escritos, I, 350-355 y IV,
que no lo conocen como personal. Sería una inhabitación de la Trinidad no des- 227 ss.; P. FRANSEN, Mysterium Salutis, IV 2, 885-891; L. F. LADARIA, o.
velada, implícita, pero real; porque Dios, elevada la persona humana al orden c., 384-385.
256 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 257

7. La amistad entre Dios-Trinidad y el justo como arti- tológico del amor de Dios al hombre. Ya que este amor origina
culación entre las dos dimensiones de la inhabita- un cambio ontológico en el hombre al hacer que ame a Dios (es
ción: la personal y la ontológica decir, que exprese a Dios), lo que equivale a convertir al hombre
en amable (en expresión de Dios) en la medida en que ame a
Después de lo dicho, está claro, que implícitamente estamos Dios. Según santo Tomás, Dios no ama las cosas porque son
hablando también de unas relaciones interpersonales y amistosas buenas, sino que son buenas porque las ama 108•
entre Dios y el justo. Estamos refiriéndonos a la amistad entre las El carácter obviamente interpersonal de esta amistad es pues-
tres divinas personas y el hombre justo. to hermosamente de relieve por san Agustín: «Para que amára-
Pero es una amistad que, según se ha descrito, está plena de mos, fuimos amados» 109•
contenido ontológico, además de su obvio contenido personal. La Todo esto hace que la amistad entre Dios y el justo conlleve
inhabitación de la Trinidad en el hombre justificado ciertamente siempre y necesariamente la presencia personal y ontológica de
es una amistad, como dicen Flick-Alszeghy y otros autores; pero Dios en el hombre justificado. Por eso, esta amistad es siempre
lo que hace que esa amistad sea el constitutivo determinante de la inhabitación verdadera y real de la Trinidad en la persona huma-
inhabitación (con sus dimensiones personal y ontológica) es el na agraciada.
carácter expresivo de esa amistad; el que sea una amistad expre­
sante de Dios en el justo. Eso es lo que hace que inhabite real-
mente Dios en el hombre por medio de una unión vital, personal B. LA EXPRESIÓN DE CADA UNA DE LAS
e intrínseca. Esto hace que esa amistad conlleve siempre la pre­ PERSONAS DIVINAS EN EL HOMBRE COMO
sencia; no que solamente la exija. Pero esta presencia no es espa- ACONTECIMIENTO Y REALIDAD ESPECÍFICOS
cial, a modo de lo material, extrínseca, sino vital, espiritual e DE LA INHABITACIÓN
intrínseca; una presencia que es a la vez personal y ontológica.
Por ser la inhabitación una expresión, ha de ser entitativa,
tiene que ser ontológica; por ser expresión entre personas tiene l. La inhabitación se hace real al constituirse el justo
que ser personal. en expresión de cada una de las divinas personas
Por qué esta amistad entre la Trinidad y el justo tiene un ca-
rácter expresivo tan peculiar e intenso y, por tanto, además de Los aspectos de la inhabitación hasta ahora explicados (onto-
personal, ontológico, se ha explicado ya anteriormente con lógicos y personales) son asumidos y tienen su culminación es-
amplitud 106• clarecedora y enriquecedora en las relaciones expresivas del justo
No obstante, hemos de insistir en que toda amistad es expre- con cada una de las divinas personas, y que son la realidad y
sión, aunque sea en un grado mínimo. Pero la amistad entre la acontecimiento específicos de la inhabitación.
Trinidad divina y el justo, es expresión en un grado muy elevado La sobrenaturalidad máxima de la gracia está en las relaciones
e intenso, incomparablemente superior a cualquier amistad huma- interpersonales expresivas entre Dios y el justo, que asumen y su-
na. La amistad con la Trinidad tiene ese contenido expresivo y, peran cualitativamente las relaciones naturales entre Dios Crea-
por tanto, ontológico-personal, que no tiene la amistad humana. dor y el hombre creatura.
Porque ésta no tiene los caracteres que al amor del hombre a Dios Más aún: los demás aspectos de la expresión teológica llama-
hemos atribuido 107; y menos aún, el carácter eminentemente on- da gracia también son asumidos y plenificados por la inhabita-

106. Cf. pp. 224-228. 108. Cf. S Th 1, 20, 2c; 23, 4c; 1-2 1 JO, 1 e ad l; 3, 86, 2c.
107. Cf. pp. 224-230. 109. Ser., 174, 4 PL 38, 942.
LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 259
258 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

ción en su dimensión más personal. La inhabitación así conside- las tres divinas personas. Desde luego, no bastaría una presencia,
rada, es el aspecto de la gracia en el que encuentran el último de la Trinidad, sin contenido, esto es, metafórica 111•
sentido los demás aspectos; en vista de lo cual Dios ha proyecta- Esta inhabitación personal debe ser activa 112, obviamente, por
do el resto. Es lo más indebido, íntimo y personal. parte de cada una de las tres personas divinas. Y ello debe tener
Esta realidad-acontecimiento se formula en síntesis de la si- un reflejo en el hombre agraciado que sea constitutivo de la inha­
bitacián (en el polo humano de esta expresión); reflejo que ha de
guiente manera: Cada una de las divinas personas inhabita en el
justo en cuanto que éste se constituye en elemento expresivo de ser triple en correspondencia a las tres divinas personas que inha-
cada una de ellas en su particular manera de poseer el ser divino. bitan en el justo. Es preciso que se den en el hombre, en su ámbito
Como preámbulo obsérvese que la inhabitación en el hombre gracial, tres aspectos claramente diferenciados y contrapuestos 113
es común a las tres divinas personas, como les es común la vida y que serán los constitutivos característicos en el hombre agraciado,
ser divinos por ellas poseídos. Pero así como cada una de las tres de la inhabitación de cada una de las tres divinas personas 11•.
posee el ser y la vida de Dios de un modo diferente, así también Lo mismo que hemos dicho al hablar de la Trinidad «in indi-
inhabitan en el hombre en tres diversas formas al expresar en él viso», se ha de decir de cada una de las personas divinas conside-
la vida y ser de Dios existenciados de una manera propia por radas aisladamente. Esto es, si la inhabitación no puede implicar
cada una de ellas. La Trinidad inhabita en el justo según las ca- ningún cambio real en cada una de las personas divinas, este
racterísticas propias de cada una de las personas divinas 110• cambio real debe darse en el hombre agraciado; de lo contrario,
Todas estas afirmaciones son una consecuencia, una deduc- la presencia de cada una de las personas divinas no se distinguiría
ción, un elemento estructural de nuestra concepción sobre la in-
habitación. Conectando con ideas anteriores, recordamos que la 111. Acertadamente considera P. Fransen la inhabitación «apropiada»
inhabitación es una expresión considerada desde el ser que se ex- como metafórica. Cf. Mysterium Salutis, IY/2, 655-656; en donde se constata
presa. Pero por ser expresión entre personas tiene que ser perso- que santo Tomás y san Buenaventura le dieron al término «apropiación» más
contenido que lo acostumbrado en los siglos XIX y XX. Sobre este tema cf.
nal. No es dable concebir una expresión de un ser personal en
también K. RAHNER, Escritos, 1, 374-377; H. RONDET, o. c., 279-287,
otro ser personal que no tenga carácter personal. Una expresión 419-448. Para ver la problemática que plantea este tema cf. P. GALTIER, L' ha­
tendrá necesariamente carácter personal si se sitúa en un nivel bitation en nous des trois personnes, Roma 1950; id., La gracia santificante,
personal y se constituye con elementos personales (conocimiento Barcelona 1964; Th. de REGNON, Etudes de théologie positive sur la sainte
y voluntad) que implican y comprometen al sujeto personal. Trinité, II, Théories scolastiques, Paris, 1892. Sobre la posición de san Agustín
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la inhabitación, al ser ex- cf, A. TURRADO, o. c., 63-112.
presión, es una manifestación de un ser (Dios Trino) en otro (el 112. Cf. SAN AGUSTIN, In lo. ev., 76, 4 PL 35, 1832.
justo); dado que Dios es un ser personal en su integridad; dado que 113. La oposición de relación constituye las personas divinas. Cf. DzS
1330.
la inhabitación se constituye, según la Escritura, cuando el hombre
114. Aquí estamos en el punto culminante de la inhabitación y de la sobre-
ama a Dios al ser amado por Dios Trino (Jn 14, 23; J Jn 4, 10); naturalidad de la gracia. Así es introducido el justo, en cierta manera, en el diá-
dado que el amor es lo más personal que existe; debemos concluir logo intratrinitario. Cf. A. GARDEIL, «L'expérience mystique pure dans Je
que la inhabitación es estrictamente personal. El único obstáculo cadre des "Missions divines"»; VS 31 (1923) 129-146; 32, 1-21, 65-76; 33;
sería la incapacidad del hombre. Pero si éste ha sido elevado a la 1-28; M. J. SCHEEBEN, Los misterios del Cristianismo, 146 ss; L. BOFF,
condición de hijo de Dios (Rom 8, 14-15) no parece que quepa la Gracia y liberación del hombre, Madrid 1980, 287. SAN AGUSTIN no es
menor duda sobre la capacidad del hombre para ser inhabitado por ajeno a la introducción del justo en el diálogo intratrinitario: «Así, lo que es
común al Padre y al Hijo (el Espíritu Santo), quisieron que estableciera la co-
munión entre nosotros y con ellos; por ese don nos recogen en uno, pues ambos
110. Cf. J. ALFARO, o. c., p. 353 nota 15; H. RONDET, La gracia de tienen ese uno, esto es, el Espíritu Santo, Dios y don de Dios» (Ser., 71, 18 PL
Cristo, 287, 416-418. 38, 454).
260 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 261

de la que ejercen en todas las cosas y en los hombres privados de lª) Considerada toda la realidad expresiva del hombre se pue-
gracia. den distinguir tres instancias expresivas expresión fundamen-
116:

Este cambio real debe tener aspectos realmente diferentes en tal, expresiones derivadas y particulares, y la unión vital e
correspondencia, cada uno de ellos, con cada una de las distintas intrínseca entre una y otras. Esta realidad expresiva tiene una
personas divinas. De lo contrario, ¿cómo se podría decir con ver- analogía con Dios Trinidad: expresión fundamental (Dios Padre);
dad que cada una de las personas divinas, formalmente conside- expresiones derivadas y particulares (Dios Hijo); unión vital e in-
radas como personas (y consiguientemente, la Trinidad) inhabita trínseca entre una y otras (Dios Espíritu Santo). Esta sería la pri-
realmente en el justo? '15• mera forma.
Cada uno de esos tres aspectos diferentes debe ser reflejo de
las características específicas de cada una de las personas divi- 2ª) Si nos fijamos en cada expresión por separado, decíamos
nas; es decir, cada persona divina ha de expresarse en el justo, en antes "', que se pueden constatar en la misma tres elementos dis-
su ámbito gracia!. Entonces se percibe la gran utilidad del con- tintos realmente: el ser que se expresa, el ser expresivo (que por
cepto de expresión; porque al afirmar que cada una de las perso- ser tal es análogo, en cuanto esto queda implicado en lo otro), y
nas divinas se expresa en el justo, equivalentemente afirmamos la unión vital e intrínseca entre ambos. Todo lo cual sería la ex-
que cada una de las personas inhabita en el mismo justo. El con- presión antropológica, que tiene una clara analogía con la Trini-
cepto de expresión nos permite, creo yo, concebir la inhabitación dad: el ser que se expresa (Dios Padre); el ser expresivo (Dios
de la Trinidad como real, pero sin comprometer su trascendencia. Hijo); unión vital e intrínseca (Dios Espíritu Santo). Esta sería la
segunda forma.
Procedamos ahora a la distribución de los distintos aspectos y
2. Dos formas diferentes de inhabitación de la Trinidad las diferentes formas en que se configura la gracia en el hombre
(en correspondencia con las tres personas divinas), que serían la
En diferentes perspectivas y niveles se pueden descubrir los expresión de cada una de ellas y su consiguiente, mejor, coinci-
tres aspectos distintos, en el ámbito gracia! del hombre, que cons- dente inhabitación en el mismo hombre.
tituirían la inhabitación de cada una de las tres personas divinas.
Si la gracia es expresión de Dios en el hombre, en este hom- a) El Padre posee la naturaleza y vida divinas de una manera
bre, en cuanto ámbito expresivo de Dios, deberán encontrarse di- originaria y autónoma, como principio imprincipiado, comuni-
ferenciados los tres aspectos distintos que constituyan la cando su ser divino a las otras dos personas divinas, que depen-
expresión de ese Dios que es trino en personas realmente distintas. den del Padre en su posesión de la naturaleza y vida divinas,
Además, podríamos descubrir dos formas diferentes de inha- porque del Padre proceden.
bitar cada una de las personas divinas en el justo expresándose en Pues bien, dentro y según este modo de ser Dios, característi-
él de un modo propio y distinto. co del Padre, se realiza su inhabitación en el justo.
El Padre inhabita en el hombre agraciado en cuanto se expresa
115. Lo que está claro es que si cada una de las personas divinas en su en él al otorgarle y comunicarle por el Hijo (Jn 3, 16-27; 5, 36,
constitutivo específico y propio no inhabita en el hombre agraciado, tampoco la 37, 43; 6, 57-66; 1 Jn 4, 9; 5, 11-12; Rom 5, 8; 8, 31 ss.) la vida y
Trinidad, como tal, inhabita. Estarán presentes las divinas personas en cuanto el ser divinos según la manera propia y personal por el Padre po-
no separables de la omnipresente naturaleza divina; pero no en cuanto personas; seídos. En perfecta correspondencia, el hombre justo es inhabita-
y, en ese caso, la Trinidad estaría presente en el justo del mismo modo que está
presente en todo lo creado, y nada más. Lo cual es inadmisible, porque privaría
de contenido y sentido a los textos de la Escritura en que se nos revela la inha- 116. Cf. p. 64.
bitación de la Trinidad. 117. Cf. pp. 62--M.
262 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓNDE LA TRINIDAD 263

do por Dios Padre en cuanto es correlato expresivo de la acción de presión fundamental que es la gracia fundamental, habitual o san-
expresarse del Padre, al expresar la vida y el ser del Padre según tificante. Es la primera forma.
su modo propio, característico y personal de ser Dios. Lo pode- - al ser constituido en ser expresivo (siendo su análogo) de
mos ver en las diferentes formas antes mencionadas: Dios Padre; es decir, al ser constituido en expresión del Hijo, esto
- El hombre agraciado es inhabitado por Dios Padre al ser es, en hijo del Padre análogamente a como el Hijo lo es del Padre
constituida en él la expresión fundamental, que es la gracia fun- (Rom 8, 14-17. 29; Ef 1, 2-14). Secundariamente, el justo es ser
damental (habitual o santificante), de la que dimanan las expre- expresivo o «hijo» de otras personas humanas que hayan colabo-
siones particulares y derivadas, que son las virtudes y las rado en su nacimiento a la vida divina de la gracia. Es la segunda
acciones buenas. Queda así constituida en principio originario y forma.
relativamente autónomo respecto de esas virtudes y acciones. Es Por lo anteriormente dicho, no nos ha de sorpender que en la
la primera forma. inhabitación de Dios Hijo se realice lo más específico de la ex-
- Al ser constituido en expresión de la paternidad divina, presión que es la de ser manifestación vital de un ser en otro (lo
ejerciendo una «paternidad divina» 118 respecto a otras personas cual incluye la analogía entre ambos). Ello es perfectamente co-
humanas con su colaboración (de cualquier modo que sea) a ser herente con el hecho de que la gracia y todas sus dimensiones ad-
engendradas a la vida divina de la gracia, siendo así el justo el quieren predominantemente los caracteres personales del Hijo,
ser que se expresa en esas otras personas. Esta es la segunda que se condensan en ser manifestación de Dios. En su constituti-
forma. vo específico, las dimensiones de la gracia y la misma gracia, son
más expresión del Hijo que del Padre o que del Espíritu Santo.
b) La especificidad de la persona divina del Hijo consiste en Porque es el Hijo el que se ha hecho hombre «agradándonos»
ser la Palabra, la comunicación y manifestación sustanciales del con su encarnación y salvación. Por eso, la gracia (la vida
Padre, de quien procede por vía de generación, en analogía con el de Dios en el hombre) ha de expresar más intensamente las carac-
conocimiento. Dentro y según este modo de ser Dios, caracterís- terísticas de la vida y ser divinos propios del Hijo; ya que
tico del Hijo, se realiza su inhabitación en el justo. haciéndose hombre precisamente el Hijo, el cristiano, consi-
El Hijo inhabita en el hombre agraciado en cuanto se expresa guientemente, se hace expresión de Dios en el Hijo, en Cristo.
en él, al irradiar, comunicar y manifestar a ese hombre la vida y Más aún, la gracia y todas sus dimensiones se han de Constituir
el ser divinos que recibe del Padre (Mt 11, 27; Jn 1, 18; 6, 46; 10, como expresión de Dios en el hombre; porque el Hijo es expre-
15-17; 27-30; 14, 6-11; 15, 15; Col 1, 15; Ef 1, 3-12; Rom 8, sión del Padre (origen de la naturaleza y vida divinas), y porque
29). En correspondencia, el hombre justo es inhabitado por Dios Cristo es la expresión de Dios en una naturaleza humana, o bien,
Hijo, en cuanto es correlato expresivo de la acción de expresarse la expresión humana de Dios.
del Hijo, al expresar la vida y el ser del Hijo según su modo pro-
pio, específico y personal de ser Dios. Lo podemos ver en las di- e) El Espíritu Santo, en el ámbito inmanente de la Trinidad, es
ferentes formas antes nombradas: la unión del Padre y del Hijo en el Amor 119; es la mutua dona­
- el hombre agraciado es inhabitado por Dios Hijo al irradiar, ción del Padre y del Hijo, de los cuales procede por vía de espira-
comunicar y manifestar (por medio de realidades análogas a la ción, en analogía con el amor.
gracia fundamental; esto es, virtudes y acciones buenas), esa ex- En coherencia con su característico modo de ser Dios, el Espí-
ritu Santo inhabita en el hombre en cuanto se expresa en él ha-
118. SAN AGUSTIN atribuye a los fieles la capacidad de engendrar a
otros a la vida de gracia (cf. Ser., 25, 8 PL 46, 938-940; De sanct. virg., 5, 5: PL 119. SAN AGUSTIN: «Luego el Espíritu Santo es cierta comunión inefa-
40, 398-399) comentando a Mt 12, 48-50. ble del Padre y del Hijo» (De Trin., 5, 11, 12 PL 42, 919).
264 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 265

ciéndole donación efectiva de la vida y ser divinos, que proceden a) Cuando esta realidad de la inhabitación de la Trinidad en
del Padre por medio del Hijo, y realizando la unión de lo que sus diversas formas y aspectos accede hasta la conciencia, y se
propiamente otorga el Padre al justo (vida y ser divinos) con lo conoce y vive personalmente, entonces tenemos la expresión de
que propiamente proviene del Hijo (su irradiación y manifesta- Dios Trinidad (equivalente a su inhabitación) en el hombre justo
ción) (Jn 16, 13-16; 20, 22; Gal 4, 6; Rom 8, 14-17; 1 Cor 6, 11; de la manera más perfecta. Este nivel consciente de la inhabita-
2 Tes 2, 13; 2 Tim 1, 14; 1 Cor 12, 1-11; Hch 2, 1-4; 2, 38; 8, ción admite muchos grados y diversos matices. Pero el que no se
16-19; Rom 5, 5). El justo, expresión más intensa del Hijo, es un dé esta explicitación consciente y personal, no es óbice para que
sujeto contrapuesto a lo que de característico hay en la persona el justo sea (incluso intensamente) expresión de la Trinidad divi-
del Padre, lo que nos permite afirmar una mutua donación y na al inhabitar ésta en él 122•
unión con respecto al Padre realizada por el Espíritu (Rom 8,
14-16; 26-27; Gal 4, 6), efectuándose así en su inhabitación una
expresión más precisa de lo que el Espíritu Santo es y realiza en b) Si el estar de Dios en el hombre es igual a expresarse en él,
el ser y la vida de la divina Trinidad'>, entonces, dada la reciprocidad, cuando no se está expresando a
En correspondencia, el hombre agraciado es inhabitado por el Dios, aunque se esté en gracia, ¿no inhabita Dios? ¿Es intermi-
Espíritu Santo, en cuanto correlato expresivo de la acción de ex- tente la inhabitación? Una respuesta iluminativa nos puede venir
presarse ese mismo Espíritu, al expresar (el justo) sus caracterís- de la expresión antropológica. En efecto, el alma está siempre
ticas personales o su modo propio y específico de ser Dios. Lo animando la corporalidad y expresándose en ella; pero las expre-
podemos ver en las diferentes formas antes mencionadas: siones particulares pueden ser más o menos patentes o intensas.
Y es que la presencia del alma es uniforme, considerada esa pre-
- el hombre agraciado es inhabitado por el Espíritu Santo al sencia desde ella misma, pero no lo es desde la corporalidad, que
realizarse en él la unión vital e intrínseca entre la gracia funda-
mental, y las virtudes y acciones buenas; por medio, precisamen-
te, del amor ético-moral de identificación. Primera forma.
no tiene el mismo sentido ni el mismo valor) un acto de la voluntad en contra de
- al ser constituida en él la unión vital e intrínseca entre la la opción fundamental, que cuando está en conformidad con ella. En este último
expresión de paternidad del Padre (ser que se expresa) y la expre- caso, se realiza una nueva instancia volitiva, que consiste en amar esa confor-
sión de la 'filiación del Hijo (ser expresivo); así como entre Dios midad, esa identidad entre ambos en cuanto a su sentido volitivo. La opción
(ser que se expresa) y el hombre (ser expresivo). Esto lo hace fundamental quiere las actitudes y los actos, y éstos quieren y confirman la op-
efectivo el Espíritu Santo haciendo donación al justo de toda la ción fundamental. Cuando esto sucede tenemos presente el amor de identifica-
ción en el ámbito psicológico. Cuando este amor tiene un sentido y un
divina Trinidad instaurando en él un amor teológico de identifica-
contenido ético-moral y, sobre todo, teológico, el hombre se «identifica» con
ción Segunda forma.
121•

Dios, de la manera más rica y variada posible, al amar la gracia fundamental en


las virtudes y actos buenos, la paternidad del Padre en la filiación del Hijo, y a
3º) Conviene añadir dos observaciones respecto a todo lo
Dios en el hombre, que es él mismo viviendo en gracia. Es la unificación más
dicho en el apartado anterior: perfecta posible entre cada uno de esos dos binomios. Esto es la expresión del
Espíritu Santo (y su inhabitación) en el hombre agraciado. Eso es lo que realiza
el amor de identificación, que es la expresión del amor de identificación entre el
120. Más adelante se explicará detenidamente todo lo referente al Espíritu Padre y el Hijo que es el Espíritu Santo. Cf. notas 58 de la tercera parte y 60 de
Santo. ésta.
121. El amor de identificación es un querer que unifica un acto volitivo 122. Un ejemplo paradigmático de la inhabitación de la Trinidad, vivida y
particular con la opción fundamental de la que procede y a la que manifiesta y gozada de un modo consciente y personal, nos lo describe STA. TERESA DE
concreta. Desde el punto de vista psicológico-volitivo, no es lo mismo (porque JESUS, hablando de sí misma. Cf. Moradas, VII, 1, 7 ss.
266 LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 267
DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

no soporta esa uniformidad. No admite o no tiene capacidad para ga una función y primacía especiales, en comparación con las
expresar continua y uniformemente la interioridad en todos los otras divinas personas, al Espíritu Santo 123•
momentos, aunque no varíe en la expresión de la vida que es la En primer lugar, es obligado afirmar la inhabitación de las
fundamental. tres divinas personas en sentido real, no meramente apropiado o
metafórico. Siguiendo la Escritura (Jn 14, 23) no podemos negar
Pues bien, en la inhabitación de la Trinidad sucede algo aná-
la inhabitación del Padre y del Hijo para poner de relieve o afir-
logo: el ser humano no tiene capacidad para expresar a cada una
mar la del Espíritu Santo. Hay que conciliar el relieve especial de
de las divinas personas de un modo uniforme, en cuanto a la gra-
la inhabitación del Espíritu con la realidad de la inhabitación del
cia fundamental (Padre), virtudes y acciones buenas (Hijo) y
Padre y del Hijo 124•
amor de identificación (Espíritu Santo). Desde la Trinidad la in-
Pienso que son dos las vertientes en las que se puede descu-
habitación es uniforme (solamente oscila con la gracia y al ritmo
brir y justificar la preeminencia del Espíritu Santo en el aconteci-
de ella); pero desde el hombre, aunque sea continua, no es uni-
miento de la inhabitación. Estas dos vertientes serían el orden de
forme, por falta de capacidad de la naturaleza humana; lo que no
implica, sin embargo, alteraciones de la inhabitación al margen la constitución y el orden de la realización; ambos, al parecer,
de las oscilaciones de los grados de gracia. Estamos ante las están presentes en la inhabitación de la Trinidad en el justo; en
consecuencias de la debilidad óntica del ser humano; es la inter- ambos interviene el Espíritu Santo de diferente forma.
mitencia de las actualizaciones de su ser, aunque no del mismo a) Orden de la constitución. Respecto al hombre (imagen de la
ser, obviamente. Pero la continuidad de la inhabitación de la Tri- Trinidad) observamos que no puede darse, aunque sí idearse, su ser
nidad está asegurada porque el hombre justo está siempre expre- y entender sin su querer 125; pero el querer no puede darse ni idearse
sando, explícita o implícitamente, su opción fundamental por sin el ser y el entender; ya que los supone, porque de ellos se consti-
Dios, esto es, la gracia fundamental, que asume y orienta al yo, tuye; debido a lo cual se incluyen en su concepto. Pues bien, de ma-
según su propio sentido (expresión del Padre); análogamente a nera análoga, creo que puede afirmarse también que, aunque no se
como la corporalidad expresa siempre la vida del alma. Ahora pueda en la realidad, por ser imposible, la existencia del Padre y el
bien, ello conlleva, actual o virtualmente, las actitudes y accio- Hijo sin el Espíritu Santo, sí, sin embargo, se puede concebir; por el
nes buenas (expresión del Hijo) y la unión, por medio del amor contrario, el Espíritu Santo es inconcebible, es impensabl~ sin el
de identificación, de una y de otras (expresión del Espíritu Padre y el Hijo, porque de ambos procede.
Santo). Así como cada una de las divinas personas no puede se- De ahí que afirmar, como dice Pablo, que nos ha sido dado el
pararse de las otras dos, así tampoco en su expresión-inhabita-
Espíritu Santo (Rom 5, 5) es lo mismo que afirmar que se nos ha
ción. Así, la Trinidad, las tres personas, inhabita siempre en el
dado la Trinidad; porque el Espíritu, ni siquiera puede idearse sin
justo. las otras dos divinas personas; ya que dentro de la Trinidad la pro-

123. Los textos (que testimonian este relieve y primacía) de la Escritura, la


3. La inhabitación del Espíritu Santo en el justo según Iglesia, los Padres y los teólogos, son de una abundancia tan abrumadora y al
alcance de cualquier mínimo esfuerzo, que no considero de utilidad práctica el
san Pablo
recoger una lista interminable de esos textos. No obstante cf. como punto de re-
ferencia a FLICK-ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, 473-507. Doctrina
de la Iglesia: LEON XIII, Divinum illud munus, ASS 29 (1896-1897) 644--658;
En relación con la inhabitación de cada una de las personas de
PIO XII, Mystici Corporis, AAS 35 (1943) 193-248.
la Trinidad en el hombre justo, es preciso averiguar por qué en
124. Cf. SAN AGUSTIN, In lo. ev., 94, 5 PL 35, 1869-70.
las fuentes de la Revelación, especialmente en san Pablo, se otor- 125. No obstante, la inteligencia postula la voluntad para la realización del
ser fáctico de la persona humana.
268 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 269

cesión de tas personas se identifica con su «constitución», porque Pero en el orden de la realización se ha de afirmar que es el Es-
en tas procesiones se constituyen las relaciones opuestas en que píritu Santo el autor de la inhabitación, y, por tanto, de la gracia
consisten las tres personas distintas de la Trinidad. fundamental que es su origen, lo que la sustenta, decide y la hace
Esta observación nos hace descubrir el carácter de unión consu­ real en el ámbito de los elementos humanos que la constituyen.
mativa de la donación de Dios al justo incluida en la inhabitación, Pero la mencionada disparidad se resuelve en el mismo orden de
significada, realizada y constituida por la donación del Espíritu la constitución. En efecto, a la vez que afirmamos que la gracia fun-
Santo 120• damental es el origen y sustento de los otros aspectos de la inhabita-
En la misma realidad de la expresión antropológica encontramos ción, afirmamos también que la unión del justo con Dios hace
su analogía. Así como en ella la unión vital e intrínseca de la corpo- efectiva y conclusiva esa inhabitación otorgándole su finalidad.
ralidad y el espíritu no pueden darse ni idearse sin la expresión fun- La expresión o gracia fundamental (primera instancia del amor)
damental (la vida humana) y las particulares y concretas es lo que origina, decide y sustenta la inhabitación, siendo así una
expresiones que la manifiestan (puesto que con ellas se compone y expresión del Padre; pero, al final de todo el ciclo, la unión del
de ellas se constituye); así tampoco puede darse ni idearse la pecu- hombre con Dios (última instancia del amor) es lo que hace efectiva
liar y específica inhabitación del Espíritu Santo sin las propias y es- (salvadora) y consuma esa inhabitación otorgándole su finalidad,
pecíficas del Padre y del Hijo (puesto que de estas dos divinas siendo así la expresión del Espíritu Santo.
personas procede, se considere o no, la inhabitación). Por lo que,
dada la inhabitación del Espíritu Santo en el justo, ni idearse puede b) Orden de la realización. El Padre es el autor de la creación
la posibilidad de que no se dé la inhabitación del Padre y del Hijo; (ya que él es el origen de todo ser), aunque sea por el Hijo y en el
esto es, de toda la divina Trinidad. Espíritu. De la misma manera, el orden sobrenatural, la salvación,
Por eso se puede decir que la inhabitación del Espíritu Santo la gracia, se deben a una iniciativa del Padre; el Padre es también el
hace efectiva y conclusiva la inhabitación de las tres divinas perso- autor de la salvación. Pero realiza esta salvación por el Hijo que es
nas, al hacerla realmente inhabitación divina para el hombre. El Es- enviado al mundo y se hace hombre.
píritu inhabita en el justo constituyendo la consumación de la Dadas las coordenadas espacio-temporales de la existencia de
inhabitación; esto es, la unión del hombre con Dios. Esa es lafina­ los miembros que componen la humanidad era preciso estructurar
lidad de la inhabitación. su salvación en dos instancias: una que abarcara a toda la humani-
Pero esta unión, como sabemos, acontece cuando la voluntad dad en general creando las condiciones objetivas de salvación, y
ama a Dios; es decir, cuando el hombre se configura como amor a otra que se concretara en cada ser humano, en su ser uno e irrepeti-
Dios expresando al Espíritu Santo. Sin embargo, hemos dicho que ble. La indicada en primer lugar debe preceder a la segunda por exi-
la opción fundamental por Dios, que esto supone, es expresión de la gencias de la realidad salvífica (los constitutivos de la salvación) y
inhabitación peculiar del Padre en el justo ... En efecto, así es. Esta salvada (la humanidad).
disparidad se resuelve distinguiendo el orden de la constitución de De ahí proviene la articulación de la economía histórico-salvífi-
la inhabitación del orden de la realización de la misma. ca en dos instancias íntimamente relacionadas: una objetiva que re-
En el orden de la constitución, la gracia fundamental expresa el aliza el Hijo, y otra subjetiva que realiza el Espíritu Santo, según el
Ser característico del Padre en lo que tiene de autonomía y origen obligado orden de las misiones, reflejo necesario de las procesiones.
de las demás dimensiones de la inhabitación. El Padre que tiene la autoría e iniciativa de la salvación, no realiza
sin embargo ninguna instancia salvífica temporal porque no puede
126. SAN AGUSTIN: « ... El Espíritu Santo, por el que se derrama la cari- ser enviado 121•
dad de Dios en nuestros corazones, haciendo, que habite en nosotros toda la Tri-
nidad» (De Trin., 15, 18, 32: PL 42, 1083; cf. id, 1, 8, 18 PL 832; Ser., 71, 18
PL 38, 454. 127. Cf. SAN AGUSTIN, De Trin., 4, 20, 28 PL 42, 908.
270 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 271

Por tanto, es el Espíritu Santo el que realiza la gracia, y, por cuales es expresión de cada una de las tres divinas personas; pero
consiguiente, la inhabitación, en cada uno de los justos 128• Así se la caridad en su totalidad, realización del Espíritu Santo, es expre-
explica la preeminencia que, según la Revelación, tiene el Espíri- sión del mismo Espíritu porque manifiesta en el ser humano la
tu Santo en la realidad de la inhabitación de la Trinidad. Pero esta «terminación» del ser del Dios; esto es, del Espíritu Santo. Así
inhabitación es expresión de la Trinidad en el hombre. Por eso, lo como éste es la consumación de la Trinidad, la caridad, al confi-
que «construye» o «constituye» el Espíritu en el justo es una tri- gurar la voluntad, se constituye por ésta y en sí misma en consu-
ple expresión de Dios según las características específicas de las mación del ser humano. Y así como en el hombre el querer no
tres divinas personas: del Padre (autonomía de la inhabitación), puede ni «idearse» sin el ser y el entender; así tampoco el Espíritu
del Hijo (manifestación de la inhabitación) y del Espíritu Santo puede «idearse» sin el Padre y el Hijo. Y cuando este «querer» es
(unión del hombre con Dios que consuma la inhabitación). amor a Dios, entonces se constituye en expresión de Dios y, de
En este orden de la realización se observa que el amor del una manera más específica, del Espíritu Santo. Expresión que se
hombre, haciendo de Dios la opción fundamental de su persona, atribuye a éste porque es él quien la realiza (salvación subjetiva).
transforma a todo el hombre expresando la inhabitación de la Tri- De ahí el relieve que la Revelación atribuye al Espíritu en la
nidad. Pues bien, el amor, con su constitutivo unitivo, es expre- realidad y acontecimiento de la inhabitación; porque es su expre-
sión del Espíritu Santo que es la personificación del amor de sión en el orden constitutivo y en el realizativo.
Dios que une al Padre y al Hijo; el cual, al realizar la salvación Así se resuelve también la aparente contradicción en relación
subjetiva, configura la voluntad humana según su modo de ser a la dispar autoría y atribución (y la consiguiente expresión) de
específico dentro de la Trinidad. ese aspecto de la inhabitación que es la gracia fundamental. En
La dimensión terminativa del hombre (la voluntad) queda confi- efecto, ésta expresa el ser característico del Padre, pero en el
gurada por la persona terminativa de Dios. Sólo en ese momento in- orden de la constitución (estático) de la inhabitación; sin embar-
habita la Trinidad en el justo; sólo en ese momento Dios es un don go, en el orden de la realización (dinámico) formando parte de la
para el justo. La configuración de la voluntad realizada por el Espí- inhabitación (junto con los otros dos aspectos de la misma; esto
ritu constituye la donación (inhabitación) de Dios al justo. es, manifestación de Dios y unión con él) expresa al Espíritu
Pero esto no es óbice para que en el orden de la constitución, Santo que configura a la voluntad (y con ella a todo el hombre)
en la caridad que comprende los tres aspectos expresivos de la in- por medio de la caridad, según su modo de ser intratrinitario; es
habitación como expresión de las tres divinas personas, podamos decir, el amor.
distinguir esos aspectos, el último de los cuales (unión del hom- En este mismo orden de ideas y por las mismas razones, san
bre con Dios) es expresión específica y propia del Espíritu Santo. Pablo llama a los justos templos del Espíritu Santo y no del Padre
Por consiguiente a este último aspecto de la realidad de la inhabi- o del Hijo (1 Co 6, 19). Porque sólo cuando el hombre expresa a
tación podríamos llamarlo expresión constitutiva del Espíritu Dios configurando su voluntad según el modo de ser propio del
Santo para distinguirlo de la expresión realizativa (la caridad) del Espíritu Santo, sólo entonces es templo de Dios. Más todavía:
mismo Espíritu. aunque somos inhabitados por las tres divinas personas, sin em-
La caridad (que es la expresión de la inhabitación en el hom- bargo, su realización es obra personal del Espíritu; si bien, el Es-
bre) constitutivamente contiene tres aspectos 129, cada uno de los píritu no puede actuar sin las otras divinas personas, lo cual se
significa perfectamente por el concepto tradicional de circumin­
128. Cf. SAN AGUSTIN, De Trin., IS, 18, 32 PL 42, 1083; Ser., 71, 33 PL sessio, (Jn 16, 13-15). De la misma manera: hemos sido creados y
38, 463; Ser., 72 A (Denis 25), 2 PL 46, 933. elevados al orden sobrenatural por el Padre y redimidos por el
129. En efecto, a) es origen de las otras virtudes y de la inhabitación; b) Hijo; si bien cada una de las personas divinas no puede actuar sin
manifiesta a Dios y su inhabitación; e) y une al hombre con Dios. las otras dos en virtud de su identidad numérica de naturaleza. De-
272 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 273

bido a lo cual se da la presencia mutua de las divinas personas; ción de la Trinidad en cada uno de los justos). Y ésta es la prima-
esto es, lo que tradicionalmente se ha llamado circuminsessio. cía del Espíritu detectada y constatada por san Pablo 130•

En conclusión y en resumen: la inhabitación se atribuye al Es-


píritu Santo en la Escritura porque la salvación subjetiva, en la
que se incluye como dimensión esencial la inhabitación de la Tri- 4. Recopilación
nidad, es obra personal del Espíritu Santo, aunque esta actuación
tiende a hacer real la inhabitación de las tres divinas personas. Podemos decir, a modo de recopilación, que la inhabitación no
Más aún: la inhabitación comienza a ser fecunda para el hombre es algo material o físico; no es, por tanto, una presencia espacial.
cuando el Padre y el Hijo se dan y se unen en el Espíritu Santo, No es algo añadido a la sustancia del alma. No es algo estático ni
siendo el justo la expresión de esa vida intratrinitaria. algo pasivo. No es infrapersonal ni infravital, en consecuencia.
Tampoco es un ente de razón ni algo meramente intencional;
e) Somos inhabitados por Dios; o bien, la inhabitación de la como tampoco una amistad cifrada solamente en unos sentimien-
Trinidad se realiza en el justo cuando el Padre le otorga su vida tos, aunque vayan acompañados por unas actitudes y unos actos,
divina (su elemento expresivo es la gracia fundamental), comuni- si se consideran como carentes de densidad ontológica.
cada y manifestada por el Hijo (su elemento expresivo son las ac- A nivel humano la inhabitación se constituye en la articula-
titudes y los actos buenos, como concreciones de esa gracia), que ción entre sus dos dimensiones: la personal-ontológica y la perso-
por el Espíritu Santo nos santifica y diviniza (su elemento expre- nal-intencional. La unión ontológica postula una razón de ser: la
sivo es nuestra unión efectiva y consumativa a nivel personal con unión personal en las actualizaciones de la voluntad; éstas, a su
el Dios tripersonal). vez, tienen su fundamento en el ser de Dios y su acción salvífica,
Esos modos de hacerse presentes cada una de las divinas per- y en el ser del hombre.
sonas en el justo y sus correspondientes elementos expresivos hu- Que la unión ontológica preceda y fundamente a la unión per-
manos, constituyen una realidad característica que llamamos sonal se debe considerar como una concepción apersona) de la in-
expresión. La inhabitación de la Trinidad en el justo es la expre- habitación, además de estar en disconformidad con la ciencia
sión de Dios Trinidad en el hombre considerada desde la perspec- antropológica 131•

tiva del ser que se expresa; esto es, desde Dios Trino. Cada una Asímismo, tampoco se ha de situar la inhabitación específica-
de las divinas personas inhabitan en el justo en cuanto que éste se mente en el estricto marco intelectual; ni ha de implicar un cono-
constituye en elemento expresivo de cada una de ellas en su pe- cimiento imposible de distinguir de la visión intuitiva de los
culiar modo de poseer el ser divino. Esta expresión de Dios Trini- bienaventurados.
dad en el hombre crea unas relaciones interpersonales entre cada La inhabitación es un acontecimiento, un hecho y una rela-
una de las divinas personas y el hombre justo. ción que conlleva un característico modo y sentido de existir un
No obstante lo dicho sobre el Espíritu, cada una de las perso- ser personal (Dios) en otro (el hombre justificado); todo se signi-
nas divinas tiene su primacía en algún aspecto de la inhabitación.
El Padre en el orden de la iniciación y primigenia fundamenta-
ción (el Padre es autor, origen y principio de la inhabitación); el 130. Un elemento que pertenece a toda expresión y que, aunque no ha sido
Hijo, en el orden de la comunicación y manifestación de esa in- nombrado, ha estado intensamente presente en toda la exposición sobre este as-
habitación (el Hijo es su expresión al inhabitar en nuestra natura- pecto de la gracia es la analogía. En efecto, la expresión en el justo de cada una
de las personas divinas que constituye la inhabitación, es una analogía patente
leza humana por su encarnación y salvación); el Espíritu Santo en
entre el justo y la divina Trinidad.
el orden de la consumación y realización (el Espíritu consuma la 131. Las personas acceden, «inhabitan» o se «introducen» en otra persona
donación de Dios al justo y su unión con él, y realiza la inhabita- siempre a través de su conocimiento y de su voluntad.
274 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD 275

fica con el concepto-realidad de expresión desde la perspectiva inseparables porque son una misma realidad; también la diviniza-
del ser que se expresa: Dios Trinidad. ción y la inhabitación son inseparables porque son una misma re-
Quiero recordar y recalcar que la inhabitación de la Trinidad, alidad. Pero, así como el ser de Dios y las personas divinas no
según se ha explicado en páginas anteriores, accede al hombre por y son lo mismo conceptualmente, así tampoco la divinización y la
en la dimensión personal-intencional del mismo; la cual tiene tam- inhabitación son lo mismo conceptualmente. Dios se clarifica
bién contenido ontológico. Es el ser dinámico del hombre. Sin em- (para nosotros) de un modo personal en sus divinas personas.
bargo, es necesario añadir que el contenido ontológico de la Esta clarificación es una diversificación personal enriquecedora
inhabitación no se acaba ahí, sino que desde su ser dinámico perso­ (desde nuestra visión humana) sin el más mínimo deterioro de la
nal llega hasta su ser estático personal, la sustancia espiritual, el unidad del ser de Dios.
yo; ese núcleo de amor libre que esencialmente es el hombre 132• De la misma manera, la inhabitación de la Trinidad por ser su
Hay aspectos negativos y deficientes, en mi opinión, en las con- expresión, es una clarificación y diversificación enriquecedora y
cepciones comúnmente admitidas sobre la inhabitación de la Trini­ personalizante de la divinización en el hombre agraciado.
dad en el justo, y que ya han sido comentadas en el análisis crítico Pero también las personas divinas tienen en la naturaleza divi-
y en la exposición que hemos hecho del tema. Pero, sobre todo, na lo que les hace ser divinas; el ser de Dios es la dimensión on-
quiero advertir al lector que, ciertos aspectos y matices, así como la tológica de las divinas personas. Asímismo, la inhabitación tiene
concepción general, presupuestos, alcance y perspectivas que, en la divinización lo que le hace ser inhabitación real de Dios
según mi teoría de la expresión, contribuyen al perfilamiento de la Trinidad. Es la divinización, pues, la dimensión ontológica de la
exposición que hemos hecho de la inhabitación, se pueden deducir inhabitación.
de lo que ya se ha dicho al escribir sobre la gracia en general m. Sin la inhabitación, la deificación no sería personal; sin la
deificación, la inhabitación no seria ni divina ni real.

5. Relación entre inhabitación y divinización b) Consideramos ahora esta relación en el hombre. La deifica-
ción y la inhabitación afectan a todo el ser del hombre: ser personal
Considero que los teólogos aclaran poco las relaciones entre (esencial y existencial) facultades espirituales, emotividad y senti-
ambas dimensiones de la gracia; que, por pertenecer a una misma mientos, sensibilidad y corporalidad. Cada dimensión o aspecto· del
realidad que es la gracia, están mutuamente implicadas, aunque hombre es afectado según su capacidad receptiva de Dios.
sean conceptualmente distintas, con una distinción fundada en la La diferencia, en el ámbito humano, entre inhabitación y divi-
realidad. nización, radica en que ésta afecta a todo el ser del hombre, aun-
Esquemáticamente se podría decir que la dimensión ontológi- que con preferencia a su ser personal-esencial; la inhabitación,
ca de la inhabitación es la divinización; asimismo, la dimensión por el contrario, afecta también a todo el ser del hombre, pero te-
personal de la divinización es la inhabitación. niendo su centro de gravitación en el ser más específicamente
personal y existencial.
a) Consideramos esta relación, en primer lugar, desde Dios, Pero hay más: la deificación afecta al hombre de una manera
en Dios. La divinización es la expresión del ser de Dios en el indivisa e indiferenciada, mientras que la inhabitación lo hace de
hombre. La inhabitación es la expresión de las divinas personas una manera diferenciada y diversificada, atendiendo a los distin-
en el hombre. Así como el ser de Dios y las personas divinas son tos modos y aspectos del hombre, expresivos de las tres distintas
personas de la divina Trinidad.
132. Para evitar repeticiones remito al lector a pp. 164-173.
e) ¿Cuál de estas dos dimensiones de la gracia está ordenada a
133. Cf. pp. 119-181. la otra? ¿Cuál es, respecto de la otra, instancia última y culmi-
276 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

nante? Mutuamente se ordenan y mutuamente se intensifican, ul- V


timan y culminan. La culminación y consumación la ejercerá la
divinización en el aspecto óntico, y la inhabitación en el aspecto
personal.
Esto es análogo a lo que sucede, en el planteamiento teológi-
,
co, col) Dios Trinidad: se pueden considerar las personas divinas IA FILIACION DIVINA
para llegar a la divina naturaleza o, viceversa, se puede conside-
rar la naturaleza divina para llegar a las divinas personas. Como
es sabido, lo primero lo hicieron los teólogos griegos, lo segundo
fue realizado por los teólogos latinos. Introducción
Ambos planteamientos, tanto en el caso de Dios Trinidad
como en el de la divinización e inhabitación, son, teológicamente, La filiación es una relación ontológica y personal cuyo funda-
válidos y fructíferos, porque ambos corresponden a la realidad. mento es la generación 134•
Se es hijo de alguien porque de él se ha recibido una naturale-
za igual a la suya por medio de la generación; hecho real, de con-
tenido ontológico que crea una relación especial de carácter
personal, además de ontológico, entre dos personas.
Las dos vertientes de la filiación, la ontológica y la personal,
son esenciales cuando se trata de personas. La ontológica que

134. La relación y la expresión son concepto-realidades distintas realmen-


te. Considérese la definición que de una y otra se nos da, por ejemplo en W.
BRUGGER, Diccionario de Filosofía: «Expresión es la manifestación de la ín-
dole psíquica, o de una vivencia transitoria, en la conformación del cuerpo o en
el movimiento voluntario o involuntario e instintivo del mismo» (p: 239). (El
lector, por cierto, puede constratar la esencial identidad entre esta definición de
expresión y la que hemos dado nosotros a lo largo del libro).
«Relación es el "conducirse" ( el haberse; recuérdense los latinos: "se habe-
re" y "habitudo") de un ente con respecto a otro» (p. 471).
El concepto de expresión, decimos nosotros, tiene más comprensión y
menos extensión que el concepto de relación. La expresión requiere la unión
vital e intrínseca entre sus dos polos; pero eso mismo no es exigido por lo que
serían los dos polos de la relación, esto es, el sujeto y el término de la misma.
Por ejemplo, el conjunto de relaciones de un reloj, de una obra arquitectónica,
de una máquina o de una figura geométrica, etc.
Aun en la misma relación entre padre e hijo, esa unión vital e intrínseca
existió en su origen, pero ya no se da después; mientras que la expresión exige
esa unión de un modo permanente.
La expresión es una manifestación (de un ser en otro o en otra dimensión
del mismo ser) de carácter vital.
278 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓN DIVINA 279

constituye el hecho físico y real de la filiación, es evidente que esta última tiene dos dimensiones, una esencial («relación entre
pertenece a la esencia de la misma. Nadie puede ser hijo de otro, personas») cuyo fundamento puede ser ontológico (la genera-
hablando en sentido propio, si no media entre ellos la relación ción) o jurídico-social (la adopción) y otra integrante ( «relacio-
real cuyo fundamento es la generación. nes personales») que se establecen entre dos personas por el
En cuanto a la vertiente personal también está claro que es conocimiento y el amor.
esencial a la filiación cuando se trata de personas. El hecho de la
generación crea una relación entre la persona que engendra y la
persona que es engendrada. l. La peculiar filiación divina del justo
Esta relación hay que distinguirla de las «relaciones persona-
les» en sentido estricto; es decir, las que se establecen entre dos En la filiación del justo con respecto a Dios está muy clara la
personas en un marco consciente en virtud, sobre todo, del cono- vertiente personal. En constancia de ello podemos citar varios
cimiento y del amor. Por eso, para distinguir aquélla de estas «re- textos de la Escritura: Rom 8, 14-17, 29; 1 Cor 8, 6; Gál 4, 4- 7;
laciones personales» se la podría denominar «relación entre Ef 1, 3-14; Jn 1, 12; 20, 17; 1 Jn 3, 1-2; etc.
personas» cuyo fundamento es la generación. Esta va necesaria- Aparece con menos claridad, por el contrario, la vertiente on­
mente unida a la vertiente ontológica. tológica. Claramente nos enseña Pablo que somos hijos adopti­
Pero la filiación solamente se vive y ejerce de una manera vos (lo cual supone la negación implícita de la vertiente
plena cuando padre e hijo asumen el hecho biológico y establecen ontológica): Gal 4, 4-7; Ef 1, 5; etc. Sin embargo, en otros textos
entre sí unas relaciones paterno-filiales que, obviamente, son de se habla de algo semejante a la filiación ontológica (Rom 8,
carácter personal; es decir, por medio de «relaciones personales». 29: ... reproducir la imagen de su Hijo); o se sugiere algo más
Lo que distingue a la filiación humana de la filiación animal es que una adopción jurídica, ya que somos hijos en virtud de haber
que, por ser entre personas, hace posibles además de exigitivas, recibido el Espíritu (Rom 8, 14; Gal 4, 6-7; Ef 1,13).
las relaciones interpersonales entre los padres y los hijos, más allá Pero es, sobre todo, Juan el que explícitamente habla de una
de las necesidades biológicas. Por eso considero que son parte in- filiación superior a la adoptiva. Por ejemplo, cuando dice que
tegrante y específica de la relación paterno-filial entre personas. hemos nacido de Dios (1 Jn 2, 29; 4, 7; 5, 18); o cuando dice que
De tal manera que sin esas relaciones no se da la paternidad y la hemos recibido la simiente de Dios (1 Jn 3, 9), al nacer del Espí­
filiación de una manera integral. La relación entre personas y las ritu (Jn 3, 8). Por lo cual somos hijos de Dios (1 Jn 3, 1-2).
relaciones personales son los elementos específicos de la relación No obstante, Juan distingue con toda claridad entre la filia-
paterno-filial entre personas. Si bien la primera es un elemento ción divina de Jesús y la nuestra (Jn 20, 16-17).
esencial de la misma, y la segunda solamente integral. Además, a la luz de toda la Revelación sobre la gracia, hemos
Sin embargo, pueden darse relaciones personales de carácter de concluir que la filiación del justo con respecto a Dios es cuali-
paterno-filial sin que tengan como fundamento el hecho de la ge- tativamente superior a la filiación adoptiva humana precisamente
neración. Es el caso de la filiación y paternidad adoptivas, princi- en cuanto filiación 135• Porque la filiación del justo se basa en la
palmente. Es de notar que también estas relaciones personales comunicación por parte del progenitor (Dios) de su vida y de su
crean, como es obvio, la relación entre las dos personas vincula- naturaleza; lo cual no sucede en la filiación adoptiva humana. Por
das. Así, pues, la relación «entre personas» de signo paterno-fi- otro lado, la infinitud de Dios hace que cada hijo suyo reciba la
lial puede producirse o bien por la generación, o bien, por el totalidad de la herencia, que es compartida, no repartida, por
hecho jurídico-social de la adopción.
Por consiguiente, podemos concluir de esta introducción que 135. En esto están de acuerdo los autores. Por ejemplo cf, CH. BAUN-
la filiación tiene dos vertientes; la ontológica y la personal; pero GARTNER, o. c., 223; FLICK-ALSZEGHY, o. c. 514.
280 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓNDIVINA 281

todos sus hijos; lo cual tampoco sucede en la filiación adoptiva la generación propiamente dicha. En las primeras se da anterior-
humana. mente (por lo menos con anterioridad lógica) un ser con sentido
propio y realidad independiente, sobre el que recae la acción de
un ser superior para comunicarle su ser y su vida; mientras que
2. Vertiente ontológica especial de la filiación divina del en la generación se produce un ser nuevo, con sentido propio y
justo realidad independiente, que antes no existía sino como elemento
indiferenciado de y en su progenitor.
La filiación, hemos dicho, tiene una vertiente ontológica y En la «generación» divina del justo y en la expresión antropo-
otra personal, fundadas en la generación. Pero también hemos lógica se da una comunicación del ser y de la vida, que en el
dicho que la filiación divina del justo tiene una vertiente ontoló- justo y en la corporalidad se viven y ejercen en total y continua
gica especial, porque se fundamenta en una «generación» que es dependencia de Dios y del espíritu, respectivamente; mientras
real pero no natural ni generación como la que conocemos en la que en la generación humana se otorga un ser y una vida que son
vida humana; como también hemos comprobado, que tampoco es reproducción de la misma naturaleza que la poseída por el proge-
una mera adopción de tipo jurídico. Es algo especial que podría- nitor, y que, por ello, se viven y ejercen con total independencia
mos situar en una posición intermedia entre una y otra. y autonomía, hasta constituirse una «otroidad» que origina un yo
distinto del progenitor.
a) Precisamente es ahí donde encuentra su sitio la generación Por último, notemos que la «generación» divina del justo y la
divina del justo concebida como expresión. En efecto, dentro del expresión antropológica no cambian la naturaleza del justo o de
campo significativo de la expresión cabe perfectamente este caso la corporalidad, aunque las transformen y eleven; mientras que en
intermedio de generación y de relación paterno-filial. La expre- la generación humana se origina una naturaleza nueva que antes
sión implica una comunicación ontológica, por medio de una re- no existía como tal.
lación vital e intrínseca, del ser que se expresa al ser expresivo, A pesar de todo, la expresión antropológica y la «generación»
que transforma y eleva a éste, en cierta manera, al nivel ontológi- divina tienen una fuerte analogía con la generación natural, por-
co del primero. En este aspecto coincide con la relación paterno- que las tres realidades contienen una comunicación ontológica y
filial entre Dios y el justo que supone una comunicación vital por medio de una relación intrínseca. Además, porque
ontológica y una relación vital e intrínseca, en virtud de la «gene- ambas ( expresión y «generación») constituyen un proceso a
ración», desde el progenitor hasta su «reproducción» que es el modo de la generación natural; es decir, son una manifestación o
hijo, que lo transforma y eleva, en cierto modo, hasta su nivel ón- imagen cognoscitiva, que es el analogado, en el ámbito espiritual,
tico. Pero sin embargo, la expresión no lleva consigo la comuni- de la generación natural.
cación de la misma naturaleza propiamente tal, en sentido Pero, como hemos visto, la analogía entre expresión antropo-
estricto y con la misma autonomía, desde el ser que se expresa al lógica y «generación» divina es mucho más fuerte, ya que se da
ser expresivo; y esto lo vemos en la expresión antropológica y, en varios otros aspectos en los que no se da analogía de ambas
más aún, en la expresión estética. Pues bien, también en esta di- con la relación fundada en la generación o, mejor, con la misma
ferencia coincide la «generación» divina del justo que otorga fun- generación 136•
damento a la filiación, la cual no supone la recepción por parte
del hombre agraciado de la misma naturaleza divina en sentido
estricto y con el mismo contenido ontológico propio de Dios. 136. Reconozcamos, sin embargo, que «generación» divina y generación
natural tienen entre sí la analogía de que en ambas se da una relación entre per-
Hay más semejanzas todavía entre la generación divina del sonas; cosa que la expresión, de por sí, no contiene, aunque sea susceptible de
justo y la expresión antropológica, que las distingue, a su vez, de contener.
282 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓNDIVINA 283

Por todo ello, creo que hay suficientes razones para, desde el Esta relación expresiva o expresión relacional postula la aper-
punto de vista ontológico, considerar, analógicamente, esta pecu- tura y elevación al nivel consciente en el hombre y se desarrolla
liar e intermedia «generación» divina del justo, como una expre- en el conocimiento y en el amor. Son las «relaciones personales»
sión de la vida y ser de Dios en el mismo justo 137• paterno-filiales que constituyen la dimensión integrante de la
vertiente personal que asumen la «generación» y la «relación
entre personas» que necesariamente de ella se deriva. Estas son
3. Vertiente personalde la filiación divina del justo verdaderas expresiones recíprocas del modo de ser de cada uno
de los seres que se relacionan.
Analizamos ahora la capacidad significativa de las categorías Pero en la relación entre el hombre en gracia y Dios, no siempre
expresivas con respecto a la vertiente personal de la filiación. se llega a estas relaciones personales conscientes; a veces se estan-
La filiación, en su vertiente personal, es el término de una re- can en una «relación entre personas» solamente, por parte del justo.
lación que se crea como una derivación necesaria de su funda- También estas relaciones personales paterno-filiales entre
mento que es la generación. De la misma manera la «filiación» Dios y el justo se fundan, como es obvio, en el hecho de la «ge-
divina del justo es el término de una relación que se crea como neración», que es la producción y comunicación «ex novo» de
una derivación necesaria de su fundamento que es la «genera- una naturaleza y una vida divinas (1 Jn 2, 29; 4, 7; 5, 18; etc.).
ción» del mismo justo por Dios. Esta producción y comunicación tienen el carácter de «genera-
Está claro que la «filiación» es una expresión, mejor dicho, es ción» porque hacen al hombre en gracia imagen manifestativa de
la dimensión expresiva de una expresión que es la «generación» Dios (Rom 8, 29), lo que viene a ser el analogado de la genera-
del justo por Dios. Según hemos visto antes, la «generación» di- ción en el ámbito espiritual 138•
vina del justo es a modo de una expresión antropológica. Por Puede darse en la generación humana el que un padre otorgue
tanto, la «filiación» divina del justo en su vertiente personal es el ser y la vida a su hijo y, sin embargo, no le ame como a tal; o
una relación cuyo fundamento es una expresión. Viene a ser la di- bien, que sea el hijo el que no ame a su padre (haciendo en
mensión expresiva de esa expresión que es la «generación» del ambos casos imposible las relaciones positivas personales pater-
justo por Dios. Es, pues, una relación expresiva y una expresión no-filiales). Pero el primer caso no se da nunca en la comunica-
relacional. ción de la naturaleza y vida divinas al justo; a esa comunicación
La dimensión esencial de esta vertiente es la «relación entre siempre acompaña el conocimiento y el amor de Dios; y con las
personas», que va necesariamente unida a la vertiente ontológica características correspondientes al hecho que expresa ese amor;
cuando la relación paterno-filial es entre personas y tiene una ge- es decir, con características paternales.
neración como fundamento. Este es el caso de la filiación divina Y digo que el amor de Dios (vertiente personal de la filiación)
del justo. El hecho de la «generación» divina del justo establece acompaña siempre a esa «generación», porque precisamente la
una «relación entre personas» entre Dios (más precisamente, el comunicación de la naturaleza y vida divinas son un don de valor
Padre) y ese hombre justo. Lo cual equivale a decir que la «gene- único que es expresión del amor de Dios. Esto lo hace el Padre
ración» del justo por Dios, es una expresión en la cual el ser que por la donación del amor, del Espíritu Santo, que es el Espíritu
se expresa es Dios (el Padre) y el hombre justo es el ser expresi- de su Hijo (Gal 4, 6), para reproducir la imagen de su Hijo en el
vo. Dios (el Padre) expresándose en el justo es su Padre y el justo justo (Rom 8, 29), haciéndolo su hijo (Ef 1, 5).
expresando a Dios (al Padre) es su hijo.
138. Para fundamentar conexiones ulteriores, conviene advertir que lo
137. Habrá advertido el lector que la analogía se da entre la generación y la dicho hasta ahora pertenece al orden de la constitución de la «filiación» divina
expresión; entre la filiación y la dimensión expresiva de esa expresión. del justo, que después se esclarecerá.
284 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓN DIVINA 285

Por eso, Pablo dice varias veces que Dios Padre nos adopta En resumen: el justo por su filiación es una expresión del
como hijos al otorgarnos el Espíritu Santo (Gal 4, 6; Rom 8, 15), amor paternal del Padre que lo hace hijo, y ejerciendo éste su ser
y es el Espíritu Santo el que grita con nosotros que lo somos (Gal de hijo es también una expresión del Hijo. Así quedan constitui-
4, 6; Rom 8, 15-16), y es la prenda de nuestra herencia (Ef 1, das y condensadas las «relaciones personales» filiales entre Dios
13-14), que como hijos heredamos de Dios y coheredamos con (el Padre) y el hombre en gracia.
Cristo (Rom 8, 17; Gal 4, 7).
Este amor de Dios otorgado al justo realiza indefectiblemente
el amor del justo a Dios; lo cual no necesariamente incluye de su 4. El justo, hijo de Dios Padre
parte unas relaciones personales, conscientes y explícitas de ca-
rácter filial. Este amor del justo es expresión del amor de Dios La Escritura y los Padres consideran que el justo es hijo úni-
que es el Espíritu Santo. camente de Dios Padre, no de las otras dos divinas personas. En
Es significativo que Pablo vincule siempre la adopción filial a los textos de la Escritura que se refieren a la filiación divina del
la donación del Espíritu por parte del Padre, y a su peculiar inter- justo se nos dice claramente que el justo es hijo del Padre (Ef 1,
vención del mismo Espíritu en nosotros. 3-14; Rom 8, 14-17. 29; Gal 4, 4-7; 1 Cor 8, 6; Jn 20, 17). En
Todo ello nos lleva a una conclusión: la vertiente personal de esa misma línea se mantienen los Padres 140•
la filiación que es el amor de Dios como padre tiene por autor al Desde el punto de vista especulativo considero válidas las ra-
Padre que la realiza por y en el Espíritu Santo que es el amor del zones aducidas por Baumgartner Al parecer están tomadas de
141•

Padre y del Hijo. De ese modo constatamos que cuando Dios ama Rhaner 142•
al justo como a hijo se está expresando en una dimensión de su
amor, precisamente la de su amor paternal; esto es, el amor del a) Pero podemos añadir todavía: la filiación divina del hom-
Padre que es el Espíritu Santo, que nos es donado por él, y que bre agraciado, porque tiene una vertiente personal, es una rela-
constituye las relaciones paterno-filiales entre el justo y Dios ción personal. Luego se ha de constituir y ejercer con respecto a
Padre, haciendo al justo hijo de Dios (Rom 8, 14) al reproducir las personas divinas, de las cuales sólo el Padre posee la naturale-
la imagen de su Hijo (Rom 8, 29). Así quedan constituidas las za divina según la noción personal específica de Padre. Por tanto,
«relaciones personales» consideradas desde Dios 139•
sólo el Padre Jo es del justo y éste sólo es hijo del Padre. · .
En cuanto a esas «relaciones personales», consideradas desde Ni el Hijo ni el Espíritu Santo, es cuanto personas, pueden
el hombre en gracia, vienen a ser un desarrollo y explicitación de ejercer de padre, porque su ser personal específico no se lo per-
la «relación entre personas» que proviene de la «generación». Su mite. La distinción de las personas divinas entre sí postula unas
fundamento les otorga carácter filial; se realizan a nivel conscien- diversas funciones y relaciones (aunque sea como término de las
te; se condensan en el conocimiento, el amor y los sentimientos, mismas) con el hombre en gracia. El orden y contenido de las
con sus infinitas variaciones y matices; constituyen la expresión funciones de las divinas personas en la Historia de la Salvación
del modo de ser de la persona que en este caso expresa el modo está en conformidad con el orden y contenido de las procesiones
de ser de Dios. Más específicamente, el justo en sus relaciones de la vida intratrinitaria. Por eso es que el justo no puede ser hijo
personales filiales expresa al Hijo. Más exactamente aún, el Hijo de la Trinidad; porque si con la palabra Trinidad significamos las
se expresa en las relaciones personales filiales del justo para con tres personas divinas, es incoherente que digamos que toda la Tri-
el Padre.
140. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 518-523.
139. El Padre ama a las personas por su amor personal que es el Espíritu; y 141. Cf. o. c., 222.
las conoce por su conocimiento personal, el Verbo. 142. Cf. Escritos de teología, I, 374-377.
286 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓNDIVINA 287

nidad ejerce la paternidad con respecto a los hombres en gracia; lógica y la personal) constituyen la filiación divina del justo para
ya que dos de las personas divinas tienen un ser personal caracte- con el Padre.
rístico que es contrapuesto e incompatible con la función de la Aunque no necesariamente, pero sí como algo postulado por
paternidad. la realidad interna de esa filiación, advienen y se desarrollan a
Pero el Padre, origen y principio imprincipiado de la naturaleza nivel consciente las «relaciones personales» entre Dios Padre y el
y vida divinas, es, por eso mismo, el que posee el ser personal espe- hombre en gracia; relaciones que tienen carácter paterno-filial.
cífico de la paternidad; de ahí que las relaciones entre Dios Padre y
el justo se constituyan y estructuren en forma paterno-filial 143• b) Conocida es la postura opuesta de santo Tomás: « ... Y aun-
El Padre «engendra» al hombre a la vida sobrenatural de la que en Dios, la generación sea propia de la persona del Padre, sin
gracia comunicándole su naturaleza y vida divinas que él posee embargo, la producción de cualquier efecto en las creaturas es
de un modo absoluto y originario; es decir, de un modo paternal. común a toda la Trinidad» 144•
También el Hijo y el Espíritu le comunican la justo la naturaleza La razón en que se ayoya el Angélico es la consideración de
y vida divinas, pero no de un modo paternal, porque no las pose- la filiación divina del justo como la «producción de un efecto»;
en de un modo originario no originado. ya que de esto habla al referirse a la paternidad de Dios con res-
Para que se dé «generación» del justo por parte del Padre se pecto al hombre justificado. Esta concepción extrinsecista (con
necesita que el proceso de esa comunicación sea análogo a la ge- respecto a Dios) de la gracia, concretada en los conceptos de
neración. También se cumple esta condición, porque el justo se causa y efecto es, me parece a mí, lo que le impide descubrir esa
hace hijo de Dios al «reproducir» la imagen de su Hijo (Rom 8, filiación como relación personal con respecto al Padre, no a la
29). Y se confirma concibiendo esa «generación» como expre- Trinidad en común 145•

sión; ya que la expresión es una manifestación entitativa de un Pero nosotros concebimos la filiación divina del justo como
ser en otro; lo que la coloca en el ámbito del conocimiento (ima- algo más íntimo, inmanente, vital y personal, sin deterioro del
gen manifestativa de la realidad) que es el analogado de la gene- elemento ontológico. Para ello nos servimos del concepto de ex-
ración en el mundo espiritual. presión que supera a los de efecto-causa (incluso al de participa-
Necesariamente unida a esta «generación» va la relación ción); porque, dado que es un concepto antropológico es más
146,

«entre personas», que es la dimensión esencial de la vertiente apto para significar la relación vital y personal que la filiación es,
personal de la relación paterno-filial. Ambas vertientes (la onto- según la Escritura. También la expresión tiene un componente on-
tológico (puesto que es una manifestación entitativa) como Jo

143. Es conveniente advertir que al decir que Dios es padre no se intenta


consagrar una inexistente primacía del origen masculino de la vida frente al ori-
144. S Th 3, q. 23, a. 2.
gen femenino de la misma; puesto que Dios también es madre para el ser huma-
145. La teología actual, apoyándose en los textos inequívocos de la Escri-
no (cf. SAN AGUSTIN, En. in ps., 26, 2, 18 PL 36, 208; 45, 11 PL 36, 521).
tura, es favorable a la filiación del justo con respecto al Padre, únicamente.
Superadas las contingencias de tipo tradicional y cultural, solamente habría SAN AGUSTIN es de este mismo parecer (In Jo. ev., 2, 13; 21, 3; 75, J PL 35,
razón para llamar padre más que madre a la primera persona de la Trinidad si 1394, 1565, 1829; Ser., 126, 9 PL 38, 702). Para la teología actual cf. FLICK-
científicamente se prueba que en el ámbito humano el padre es un principio más ALSZEGHY, o. c., 514, 526-528; P. FRANSEN, Mysterium Salutis, IV/2,
originario de la vida del hijo que la madre; lo cual no creo que sea factible. 888-891; CH. BAUNGARTNER, o. c., 222, 235-240; K. RAHNER, Escritos
Además, está claro que Dios en cuanto Dios es igualmente la fuente y modelo de teología, I, 374-377; L. F. LADARIA, o. c., 385.
de las cualidades característicamente maternales como lo es de las que son más 146. Los conceptos antropológicos son de orden ontológico-personal. Así
propiamente paternales. En conclusión, hemos de decir que Dios es padre y es el concepto de expresión, que es ontológico debido a que es una manifesta-
madre a la vez y en el mismo grado; dicho esto en referencia tanto a la primera ción entitativa; es también personal porque se puede dar, y de hecho se da, en el
persona de la Trinidad como a Dios en cuanto Dios. ámbito en que el hombre se constituye en persona.
LA FILIACIÓN DIVINA 289
288 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

tiene la filiación divina del justo. Además, la intimidad e inma- que es la «generación» del hombre justificado a la vida en que
nencia de la filiación que nos describe la Escritura (estrechamente participa de esa naturaleza divina. Lo cual establecería una rela-
vinculada a la inhabitación de la Trinidad) se significa con efica- ción de carácter paterno-filial entre Dios, en cuanto naturaleza di-
cia por el concepto de expresión, que postula una unión intrínseca vina, y el justo, en la que la vertiente ontológica sería directa y
entre el ser que se expresa (aquí, Dios en cuanto Padre) y el ser principal, y la vertiente personal sería indirecta y secundaria;
expresivo (aquí, el justo en cuanto hijo). Por último, al ser la ex- dado que, en definitiva, ambos seres son personales, aunque sin
presión una imagen manifestativa, es análoga a la generación. olvidar que, la vertiente personal de la filiación con respecto al
Padre, incluye la vertiente ontológica.
Pues bien, debido a que en la filiación, tal como la conoce-
5. Profundización sobre el tema mos, se da una vertiente ontológica (comunicación de la naturale-
za y vida al hijo por parte del progenitor) que existe en la
Pero creo que sobre este tema cabe una profundización que filiación divina del justo, como acabamos de ver por los textos
nos ha de llevar a una visión más integral, más profunda y, por antes rnencionados, dada la unidad de la naturaleza y vida divi-
tanto, más verdadera, de la filiación divina del justo. nas, dado que éstas son comúnmente poseídas por las tres perso-
En efecto, el hombre en estado de gracia posee la filiación di- nas divinas, y dado que en Dios hay distinción de razón entre
vina porque ha nacido de Dios (1 Jn 2, 29; 4, 7; 3, 9; 5, 1; 5, 18), naturaleza Y personas, creo que se puede deducir que, en la ver-
porque hemos recibido la simiente de Dios (1 Jn 3, 9), porque (el tiente ontológica de la filiación, el justo es hijo de Dios, de la di-
justo) ha sido regenerado y renovado por el Espíritu Santo (Tit 3, vinidad, de la naturaleza divina. No ya, formalmente, de la
4­7), porque vive una vida nueva (Rom 6, 4), porque se ha hecho Trinidad que, aún identificándose con la naturaleza significa di-
creatura nueva (2 Cor 5, 17-18); en definitiva, porque es partíci­ rectamente las personas, sino de Dios que significa directamente
pe de la divina naturaleza (2 Ped 1, 2-4). la naturaleza, vida y ser divinos, que es, precisamente, lo que el
No podemos desatender, en el tema de la filiación, las cons- justo recibe en la vertiente ontológica de su filiación. Es hijo de
tantes y claras referencias a la perspectiva ontológica de Dios y a Dios porque es imagen manifestativa (expresión) de la naturaleza
la dimensión ontológica del hombre en gracia. Parece ser que es divina.
Dios en su naturaleza divina el término de la filiación del justo. La principal prueba de que disponemos para apoyar nuestra
La recepción, por parte del hombre agraciado en su filiación opinión es de tipo filosófico-teológico, que ya hemos dado. No es
divina de la naturaleza y vida de Dios, hace a esa naturaleza y fácil, quizá ni posible, obtener una prueba de la Escritura, como
vida de Dios el término de referencia de esa filiación. Es más, la tampoco de los Padres. En cuanto a los teólogos, ya hemos visto
naturaleza divina debe ser el principio último de esa operación un poco, creo que lo suficiente, sus opiniones dispares; dispari-
dad que puede ser un indicio de que están formulando verdades
Por el contrario, los conceptos causa y efecto concuerdan mejor con Jos fe-
parciales necesitadas de una integración.
nómenos físico-materiales, por lo que son menos aptos para significar realida- En cuanto a la Escritura, pienso que está abierta a nuestra in-
des y fenómenos personales. Así, el amor, se podrá decir, con cierta propiedad terpretación Y aún a su confirmación. Tenemos varios textos de
que es una vivencia, una manifestación, una expresión de la persona; pero decir Juan: Jn 1, 12-13; 11, 52; 1 Jn 2, 29; 3, 1-2; 3, 9; 4, 7; 5, 1; 5,
que es efecto de la persona es, sin duda, menos propio. 18. En uno de estos textos parece sugerirse con suficiente clari-
Es lejana la semejanza existente entre la relación que se da del carpintero dad la filiación del justo con respecto a la naturaleza divina. En
(causa) con la mesa (efecto) por un lado, y la relación que se da de la persona
Jn 1, 12 se nos dice: Pero a todos los que la recibieron les dio
con su amor. Esta relación es mucho más rica, más íntima y más manifestativa
del ser de la persona. Ambas relaciones, tan distintas, requieren conceptos poder de hacerse hijos de Dios ... Aquí parece referirse a Dios en
diferentes. cuanto naturaleza divina, puesto que antes ha dicho: ... y la Pa­
290 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓN DIVINA 291

labra era Dios (vers. le). Luego también el hombre puede hacer- justo, pienso que es coherente concebir dentro de esa misma vi-
se hijo de la Palabra; pero no puede ser hijo de la Palabra en sión ontológica el término de esa misma relación, que sería, con-
cuanto persona, ya que lo impide la propiedad nocional de su ser siguientemente, la naturaleza divina, el ser de Dios. En fin, nos
personal, se debe referir, por tanto, a la naturaleza divina que la confirma en esta misma visión ontológica de la filiación el versí-
Palabra (y la Palabra era Dios) tiene en común con las otras dos culo 13 al atribuir a «los que creen en su nombre» el «nacer de
divinas personas o, en el contexto de este pasaje, con el Padre. Dios»: «Este nacimiento de Dios, que se obtiene por la acepta-
Los exegetas, que yo sepa, no se plantean explícitamente este ción de la humanidad de Jesús (lo aceptaron), permitirá al hom-
tema. No obstante están todos de acuerdo (por la tradición exegé- bre, por su fidelidad a él ( a esos que mantienen la adhesión a su
tica, teológica y eclesial) en que el versículo le ( «y la Palabra era persona), llegar a ser hijos de Dios» 150•
Dios») el término «Dios» se refiere a la naturaleza divina, no al Los Padres no se plantean nuestro tema. Pero cuando hablan
Padre en cuanto Padre. Bástenos un ejemplo por la obviedad del de que somos hijos de Dios, si no es nombrado el Padre en el
caso: «Sin embargo, en el caso de un moderno lector cristiano, al texto o en el contexto, como un sentido no explicitado y subya-
que el trasfondo trinitario tiene acostumbrado a pensar en «Dios» cente, se podría descubrir una idea de la filiación del hombre
como en un concepto más amplio que el de «Dios Padre», la tra- agraciado con respecto a la naturaleza divina. Teniendo, además,
ducción «la Palabra era Dios» resulta completamente correcta. en cuenta que para los Padres el justo es hijo de Dios porque par-
Esta lectura se refuerza si recordamos que en el evangelio, tal ticipa de esa naturaleza divina. San Cirilo de Alejandría: «Es
como nosotros lo conocemos, la afirmación de 1, l tiene casi con unigénito en cuanto Dios, primogénito respecto a nosotros, debi-
certeza la intención de formar una inclusión con 20, 28; donde al do a la unidad que se ha realizado por la encamación. Se le llama
final del evangelio, Tomás confiesa a Jesús como «Dios mío» (ho el primogénito entre muchos hermanos, en cuanto hombre, de
theos mou) 141• manera que también nosotros somos hijos de Dios por naturaleza
Esta interpretación del término «Dios» nos legitima para en- y según la gracia en él y por él» 151•
tenderlo en el mismo sentido en el versículo l 2b, por estar en el San Agustín: «Podemos llamar también rectamente Padre
mismo contexto que el le y que l,l8b, que algunos traducen «el nuestro al que es un solo Señor y Dios nuestro porque nos rege-
único Dios engendrado» refiriéndose a la Palabra, Jesús Tene-
148•
neró con su gracia» 152•

mos también en cuenta que los biblistas interpretan la filiación de Es preciso reconocer, no obstante, el escaso valor de estos
que se habla en el versículo 12b, conforme a una visión ontológi- textos y de otros semejantes que se podrían aducir. Por eso, me
ca de la misma: «Cuantas veces se menciona la filiación divina remito al argumento filosófico-teológico con un cierto apoyo bí-
en el Nuevo Testamento, se presenta como un bien relacionado blico que hemos expuesto antes.
con la salvación, como un don de orden escatológico. Comprende En resumen: la filiación divina del justo tiene dos vertientes,
el paso a un nuevo tipo de existencia y la comunicación de una una personal, otra ontológica. Ambas constituyen la filiación. Pa-
vida nueva (cf 2 Cor 5, 17: nueva creación)» Pero si así se
149•
rece coherente y sostenible que en la vertiente personal, el justo
concibe el sujeto de esta relación que es la filiación divina del es hijo únicamente del Padre; en la vertiente ontológica, el justo
es hijo de Dios en cuanto a su naturaleza, en cuanto a su ser divi-
147. R. E. BROWN, El Evangelio según Juan, I-XII, Madrid 1979, 176.
148. Cf. J. MATEOS-J. BARRETO, El Evangelio de Juan, Madrid, 1979,
40-78-80. La «Biblia de Jerusalén» (Bruselas 1967; trd. esp. Bilbao 1971) re-
coge la variación: «un Dios Hijo único», que se aproxima a la traducción
anterior. 150. J. MATEOS-J. BARRETO, o. c., 67.
149. A. WIKENHAUSER, El Evangelio según San Juan, Barcelona 1972, 151. De incarnatione: PG 75, 1.229.
73. 152. De Trin., 5, 11, 12 PL 42, 919.
292 LA FILIACIÓN DIVINA 293
DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

no, aunque ambas vertientes de la filiación las hayamos recibido El Padre es el autor de la filiación divina del justo (Rom 8,
por medio y a través del Hijo, «in Filio» '". 14-17. 29; Gal 4, 4-7; Ef 1, 3-5). El Padre es la persona de la di-
Creo que así se puede superar la controversia existente entre vina Trinidad que toma la iniciativa de hacernos sus hijos adopti-
los teólogos sobre el tema 154• vos (Ef 1, 5).
Él nos ha predestinado a ser conformes con la imagen de su
Hijo, para que éste sea el primogénito entre muchos hermanos
6. Constitución y realización de la filiación divina (Rom 8, 29). El Padre hace que seamos hijos de Dios (1 Jn 3, 1).
El Padre es el origen imprincipiado de la naturaleza y vida de
Es preciso distinguir en la filiación su constitución, por un
Dios que el justo recibe en la filiación (2 Cor 5, 17-18; 1 Cor 8,
lado (de lo que ya hemos hablado) y su realización, por otro.
6; 1 Ped 1, 3-4; 2 Ped 1, 3-4; Col 1, 12-13; 1 Cor 8, 6).
En la realización de la filiación intervienen las tres divinas
El Hijo es el ejecutor de la filiación divina del justo a nivel
personas, como intervienen en toda la historia de la salvación y
objetivo y universal (Ef 1, 5; Gal 4, 4-5; Jn 1, 12-13). El Hijo es
en la salvación de cada persona en particular. Con esta afirma-
el modelo de nuestra filiación (Rom 8, 29; Jn 20, 17). El Hijo es
ción estaría de acuerdo santo Tomás cuando dice: « Y aunque en
aquel que hereda la plenitud de la herencia de la que el justo par-
Dios, la generación sea propia de la persona del Padre, sin em-
ticipa como heredero con él (Rom 8, 17; Ef 1, 11; 1 Jn 3, 1-2).
bargo, la producción de cualquier efecto en las criaturas es
El Espíritu Santo es el realizador de la filiación a nivel subje­
común a toda la Trinidad. Debido a la unidad de su naturaleza,
tivo y personal. El Espíritu Santo es enviado a nuestros corazo­
hay también necesariamente, unidad de poder y de operación ...
nes (Gal 4, 6); grita desde dentro de nosotros que somos hijos,
Por tanto, la adopción de los hijos de Dios es común a toda la
esto es, establece nuestra relación filial con Dios (Gal 4, 6; Rom
Trinidad» "5.
8, 15), y de ello da testimonio para que creamos que realidad tan
Toda la Trinidad interviene, pues, en la realización de la filia-
grande es verdadera (Rom 8, 16). Porque el Espíritu nos constitu-
ción divina del hombre justificado; aunque en la constitución de
ye en hijos de Dios (Ef 1, 13), por eso mismo es prenda de nues-
esa filiación y en su vertiente personal sea sólo el Padre el que
tra herencia de hijos (Ef 1, 14).
ejerce la paternidad con respecto al justo, siendo éste únicamente
hijo del Padre, y en su vertiente ontológica sea Dios, en cuanto
naturaleza divina, el ser que ejerce esa paternidad que hace al
7. Vertiente ontológica de la filiación y divinización del
hombre justificado hijo de Dios.
justo
Pero aunque toda la Trinidad interviene en la realización de la
filiación, cada una de las personas divinas, sin embargo, intervie-
La teoría hasta ahora expuesta sobre la filiación divina del
ne de distinta manera; manera que está en conformidad con la
justo nos exige perentoriamente el plantearnos la distinción o
propiedad nocional de su ser personal que distingue a las perso-
identidad de la vertiente ontológica de la filiación con la divini-
nas divinas entre sí.
zación del justo; así como la relación que pueda existir entre la
vertiente personal de la filiación y la inhabitación en el mismo
153. Cf. SAN CIRILO DE ALEJANDRIA, De recta fide ad Theod., PG
76, 1.177; SAN AGUSTIN, In lo. ev., 2, 13 PL 35, 1.394. Sobre este tema cf. E.
justo.
MERSCH, Le corps mystique du Christ. Etudes de théologie historique, Bruxe-
lles, 3a. ed. 1951. a) La divinización es la participación de la naturaleza y vida
154. A pesar de todo lo dicho, creo que la filiación en su vertiente ontoló- divina, que se constituye con la expresión del ser y vida de Dios
gica lo es en sentido menos propio. En sentido más propio y más pleno, el justo en el hombre. Por otro lado, la vertiente ontológica de la filiación
es hijo de Dios Padre. es una comunicación entitativa, por medio de una relación vital e
155. S Th 3, q. 23, a. 2.
294 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓN DIVINA 295

intrínseca, de la naturaleza y vida de Dios al justo, que se consti- contenido de lo que se comunica (el ser y vida de Dios comunes a
tuye con la expresión de esa misma naturaleza y vida de Dios. esas tres divinas personas); teniendo en cuenta que la iniciativa de
Prescindiendo, de momento, de las categorías expresivas, esa comunicación se debe al Padre, al que se debe considerar como
hemos de recordar que los teólogos, basados en la Escritura, autor de la misma (1 Jn 3, l; Gal 4, 4-7); que el ser que la recibe es
están de acuerdo en que la divinización es la participación de la la persona del hombre justo; y el modo de esa comunicación (por
naturaleza divina; y en que la filiación contiene una comunica- medio de una relación vital e intrínseca, y a modo del conocimien-
ción de la vida y ser de Dios 156• to, analogado de la generación en el ámbito espiritual, ya que es una
Está clara, pues, la identidad, en cuanto al contenido, de la di- comunicación manifestativa de Dios); entonces, necesariamente, la
vinización y la vertiente ontológica de la filiación. Sin embargo, expresión en el justo de la vida y ser de Dios, adquiere un nuevo
aun en este nivel ontológico, es preciso hacer una distinción entre significado: el de una filiación con respecto a Dios, por quien
una y otra. Pienso que no es lo mismo, conceptualmente hablan- hemos sido «engendrados» a una vida nueva y divina (1 Jn 2, 29; 4,
do, la divinización que la filiación en la vertiente ontológica. 7; 3, 9; 5, l; 5, 18; Rom 4, 6; 2 Cor 5, 17-18).
Creo que la filiación, aun en su vertiente ontológica, contiene
una concreción, un enriquecimiento, una cierta personalización b) La distinción de la filiación, en su aspecto ontológico, con
de la divinización. La participación de la divina naturaleza, de respecto a la divinización, provine de la nueva significación y
por sí, no indica ninguna dimensión personal. La divinización es sentido que adquiere el contenido de esa divinización cuando es
perfectamente concebible e incluso, realizable, sin una referencia considerado a modo de una «reproducción generacional», en vir-
directa a la dimensión personal del ser divinizado, si bien ésta es tud de la cual el justo «posee» la misma vida y naturaleza de
una de sus condiciones de posibilidad. Quiero decir, que la deifi- Dios (2 Ped 1, 2-4). Y es que el hecho de que hayamos sido dei-
cación, desde sí misma, conceptual y fácticamente es correlativa ficados tiene como derivación coherente y enriquecedora nuestra
a la naturaleza de la persona no a la dimensión personal de la na- condición de hijos de Dios, lo cual solamente de él depende, de
turaleza humana. Por el contrario, la filiación, aun en su vertiente una actitud personal suya. Por la Revelación sabemos de esa acti-
ontológica, si es entre personas, implica una «actitud personal» tud suya, por la que nos hace partícipes de su divina naturaleza,
del progenitor, sobre todo, si éste es Dios. amorosa y paternalmente; así nos diviniza y nos hace hijos suyos.
La divinización podría concebirse como una participación Si nos circunscribimos a la vertiente ontológica de la filiación,
impersonal, si bien lo personal es condición de posibilidad; pero en la que, aunque sea a iniciativa del Padre, recibimos el ser y la
la filiación implica en su específica constitución una actitud per- vida de Dios por intervención de las tres divinas personas, posee-
sonal, una originaria orientación a constituirse en relación perso- doras comunitariamente de esa vida y ser divinos de que participa-
nal, precisamente de carácter paterno-filial. Por eso, la filiación mos, entonces nos podríamos proclamar hijos de Dios, considerado
otorga a la participación de la vida y naturaleza de Dios un cierto éste en la unidad de su naturaleza divina, como Deus unus. Porque
carácter personal que la divinización, en su constitutivo específi- en este caso, Dios se expresa en nosotros, no en alguna de sus per-
co, no lleva consigo. Sin embargo, ambas coinciden en ser una sonas ni en las tres personas unidas o por separado, sino en su na-
expresión de Dios en el hombre. turaleza divina y única o en su ser divino y único 157•
Desde el momento en que la comunicación de la vida y ser de Ciertamente que la naturaleza divina sin las personas no se
Dios (1 Jn 4, 7) se debe comunitariamente a las tres divinas perso- da, ya que las personas se identifican en la realidad con la natura-
nas, aunque de distinta manera, como hemos visto antes; dado el leza; pero si la Escritura nos dice (2 Ped 1, 4) que somos «partíci-

156. Para lo primero, cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 541 ss. Para lo segun- 157. En este plano, Dios en su naturaleza es el término de referencia de la
do, id., 514; CH. BAUNGARTNER, o. c., 223. filiación. Y si bien los sujetos indirectos de esta referencia son las tres divinas
296 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN LA FILIACIÓN DIVINA 297

pes de la naturaleza divina», teniendo en cuenta que respecto al Quedamos, por tanto, en que la vertiente ontológica de la fi-
contenido se identifican, esa participación (divinización) y la di- liación y la divinización tienen identidad de contenido, pero se
mensión ontológica de la filiación, no me parece infundado que distinguen conceptualmente por su significación y sentido. Por el
en esa dimensión seamos hijos de la naturaleza divina, del ser di- contrario, la distinción real entre la vertiente personal de la filia-
vino, como Deus unus; aunque, como se ha señalado, toda la fi- ción y la deificación, es tan clara que no precisa análisis ni
liación sea llevada a cabo por las tres divinas personas como comentario.
sucede en toda operación ad extra.
Sobre la vertiente ontológica, y en perfecta articulación con
ella, la vertiente personal de la filiación, en sí misma y en su pro- 8. Vertiente personal de la filiación y la inhabitación
pio contenido, constituye la integridad de la filiación divina del
justo, enriqueciéndola sustancialmente con las relaciones perso- Una cuestión parecida a la anterior se nos plantea si compara-
nales de carácter paterno-filial entre el justo y Dios Padre. mos la vertiente personal de la filiación con la inhabitación. En
La articulación, entre una y otra, está en que nuestra partici- primer lugar, se presenta una patente diferencia; ya que la inhabi-
pación de la divina naturaleza (divinización) que adquiere el sig- tación establece al justo como expresión de cada una de las divi-
nificado de filiación (en su vertiente ontológica) por las nas personas, mientras que la filiación, de por sí, constituye unas
condiciones y características con que se nos otorga (especialmen- relaciones expresivas de carácter paterno-filial solamente con el
te la actitud amorosa y paternal de Dios Padre, porque nos da esa Padre; aunque, en segunda instancia, se establezcan otras relacio-
participación para hacernos hijos suyos), se ha de configurar con- nes también con el Hijo y el Espíritu en virtud de la circuminses­
forme a la imagen del Hijo (Rom 8, 29-30) porque él es el ejecu- sio, como veremos más adelante.
tor y modelo (Ef 1, 4-8; 1 Jn 5, l; 5, 1-12) de esa nuestra Eso está claro; pero no lo está tanto la distinción o identidad
participación de la naturaleza divina. Lo cual lleva consigo que de la filiación con la inhabitación del Padre en el justo, dado que
nos constituyamos en expresión del Hijo y de su filiación con ambas relacionan de alguna manera al justo con el Padre.
respecto al Padre; es decir, en hijos del Padre a modo como el La filiación en su vertiente personal podría definirse como la
Hijo lo es del Padre '58• relación «entre personas» y las «relaciones personales» de carác-
Y aquí aparece la vertiente personal, porque esto nos hace ca- ter paterno-filial que se establecen entre Dios Padre y el justo en
paces de establecer y vivir relaciones personales de carácter pater- virtud de su vertiente ontológica; es decir, de la «generación» del
no-filial con el Padre; con aquella persona de la Trinidad que es y hombre justo a la vida de gracia (vida divina) por parte de Dios
ejerce su ser divino según la propiedad nocional característica de la Padre como expresión de su amor personal, libre y gratuito.
paternidad. Es decir, como origen no originado del ser divino. La inhabitación del Padre en el hombre agraciado se da al ex-
Estas relaciones serían la vertiente personal de la filiación 159• presarse en él como Padre; es decir, como expresión en él de la
vida y ser divinos, configurada según una cierta autonomía y
como principio originario (al constituirse en él la gracia funda-
personas, cuando la filiación accede a ser relación personal, ésta se concreta y mental) respecto a las expresiones concretas y particulares de esa
realiza solamente con el Padre para configurarse con las otras personas divinas
vida y ser divinos.
en relaciones diferentes de la filiación, según veremos.
158. Cf. ORIGENES, In Jeremiam, Ho., 9, c. 4 PG 13, 356-357; SAN CI-
La diferencia, aun desde el punto de vista del contenido, está
RILO DE ALEJANDRIA, In loan., 11, 1 PG 73, 213; De SS. Trinitate Dialogus muy clara. En la inhabitación el justo es expresión del Padre (a la
V PG 75, 749; SAN AGUSTIN, En. in ps., 122, S PL 37, 1634. vez que de toda la Trinidad). Se realiza pues, en él una cierta
159. Para tener una visión completa de esta articulación, sería preciso con- «paternidad»: expresión de la paternidad del Padre para con el
siderar también el puesto de la inhabitación, como haremos más adelante. Hijo. Por el contrario, en la filiación es expresión terminativa del
298 LA FILIACIÓN DIVINA 299
DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

Hijo (si bien el fundamento de esa expresión es la «generación» ción es más filiación que la proveniente de la generación huma-
del justo por el Padre), realizándose en él una filiación: expresión na. Porque el justo es indefectiblemente «engendrado» por amor,
que incluye una analogía de la filiación del Hijo para con el y un amor personal de intensidad sobrehumana dirigido desde el
Padre. inicio a una persona determinada y única. En esto podría coinci-
Además, la vertiente personal de la filiación se distingue con dir con la filiación adoptiva humana, la cual, no obstante, es su-
respecto a la inhabitación del Padre, por su vertiente ontológica, perada, no sólo por la intensidad incomparable del amor de Dios,
que incide en la persona dándole consistencia óntica. Sin embar- sino además, por la característica cualitativamente distinta que es
go, la inhabitación tiene su dimensión ontológica en la diviniza- la densidad ontológica de la filiación divina del justo que no se
ción; o, bajo otro punto de vista y en otro plano, en la misma da en la filiación adoptiva humana.
filiación. Pero no olvidemos nunca que esta filiación del justo es tam-
También hay que anotar el matiz de concreción de la relación bién cualitativamente distinta de la del Hijo para con el Padre (Jn
personal, entre el justo y el Padre, que confiere la filiación a la 20, 16-17), de la que dista abismalmente porque el Hijo es en-
inhabitación. En la inhabitación del Padre se da una expresión del gendrado por el Padre, del que recibe toda la naturaleza divina e
Padre; pero una relación interpersonal de características paterno- infinita; pero el justo es «engendrado» por Dios para ser expre-
filiales, sólo se concreta con la filiación. sión de la naturaleza divina, y, más concretamente, por el Padre
para ser expresión del Hijo y así ser «hijo» del Padre. Es la dife-
a) Creo que el lector habrá advertido la complementariedad
rencia abismal entre ser y expresar: el Hijo es Dios, el justo ex-
existente entre las dos vertientes de la filiación divina del justo.
presa a Dios.
Ambas se integran en una sola realidad; pero entre ellas se da una
relación mutua y complementaria.
e) Hemos afirmado antes que la filiación añade una particular
La vertiente ontológica aporta densidad entitativa a la filia-
concreción a la dimensión personal de la gracia constituida por la
ción, otorgándole el fundamento óntico que le hace superar la
inhabitación; ya que establece una relación específica, la paterno-
mera relación personal propia de la filiación adoptiva.
filial, entre el justo y el Padre. Pero si la inhabitación del Padre
La vertiente personal aporta nivel y características personales
tiene en el ámbito personal una concreción, especificación y de-
a la filiación, otorgándole la calidad y riqueza propia de la rela-
sarrollo, es obvio que, la inhabitación del Hijo y del Espíritu
ción interpersonal, que le hace superar la mera participación «fí-
Santo, tengan su correspondiente concreción, especificación y
sica» propia de la filiación biológico-vital.
desarrollo en ese mismo ámbito, estableciéndose también unas
Ambas nos permiten afirmar que la filiación divina del justo
relaciones personales del justo para con esas divinas personas. Es
es ontológica y personal a la vez. Debido a eso la expresión que,
lo que vamos a analizar a continuación.
entre seres personales, es también ontológica y personal, es un
concepto apto para significar esta dimensión de la gracia, según
d) Por último, advertimos que la analogía que incluye toda
hemos visto a lo largo de este tema.
expresión se da, evidentemente, entre el justo y el Hijo: el justo
b) Para terminar, unas breves comparaciones de la filiación es hijo del Padre en un sentido analógico a como el Hijo lo es del
divina del hombre justificado con la filiación humana. La filia- Padre.
ción divina es expresión de Dios en el justo; más concretamente En cuanto al otro elemento de la expresión antropológica, la
del amor paterno de Dios '60• Bajo este punto de vista, esta filia- unión vital e intrínseca, se da al comunicar el Padre la vida divi-
na al justo, al «engendrarlo», al hacerlo hijo suyo.
160. Lo cual, se concreta, no lo olvidemos, en una respectividad filial per-
sonalmente hacia Dios; personalmente hacia Dios Padre.
VI

FRATERNIDAD DIVINA
DEL JUST0161

Si el hombre en gracia es hijo del Padre; ha de ser, en conse-


cuencia, hermano del Hijo. Así lo enseña san Pablo: Rom 8,
16-17. 29; Col 1, 18; Gal 4, 7. Cf. Mt 12, 48-50; 25, 40; 28, 10;
Jn 20, 17; Hb 2, 11. 17).
Entre los Padres, san Agustín, lo dice con estupenda claridad:
«Quiso ser (Cristo) nuestro hermano, y esto es lo que se declara
en nosotros cuando decimos a Dios «Padre nuestro». El que
llama Padre nuestro a Dios, llama a Cristo hermano. Luego quien
tiene a Dios por Padre y a Cristo por hermano, no tema en el día
malo» '"'. Y en otro pasaje: «Quien llama al Padre de Cristo
Padre nuestro, ¿no llama precisamente por eso a Cristo nuestro
hermano?» 163•
La fraternidad divina del hombre agraciado con respecto. al
Hijo tiene también dos vertientes, la ontológica y la personal.

l. Fraternidadontológica y personal

a) Es la naturaleza y vida divinas en cuanto recibidas de Dios,


que permite al justo tener la «misma» naturaleza que el Hijo, y

161. La fraternidad divina del justo no ha merecido la atención detenida de


los autores: apenas se encuentra en ellos alguna breve alusión.
162. En. in ps., 48, 1, 8 PL 36, 549.
163. In lo. ev., 21, 3 PL 35, 1565; cf 2, 13; 2, 14 PL 35, 1394; Ser., 57, 2
PL 38, 387; Ser., 58, 2 PL 38, 393. SAN GREGORIO DE NISA, Ser. 1 PG 46,
603-606.
302 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN FRATERNIDAD DIVINA DEL JUSTO 303

ser así hijo del Padre y hermano del Hijo. En Rom 8, 16-17, Por otro lado, la fraternidad humana natural tiene como carac-
Pablo argumenta paralelamente de la misma manera: ... somos terística el que no ha sido elegida ni previamente querida por los
hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y sujetos de la misma; además, y esto es más grave, puede faltar el
coherederos de Cristo. En Rom 8, 29 nos da a entender que el ser amor entre los hermanos, reduciendo esa fraternidad al ámbito
hermanos del Hijo que es el primogénito, se debe, según la pre- ontológico. Por el contrario, en la fraternidad divina del justo, se
destinación de Dios, a este hecho: «a reproducir la imagen de su da una elección previa y personal, y el amor es constitutivo de la
Hijo»; lo cual sería equivalente a tener la «misma» naturaleza misma desde su origen.
que el Hijo. Es la vertiente ontológica de la fraternidad divina del Sin embargo, esta fraternidad del hombre en gracia no tiene
justo. como fundamento una generación de los hijos por parte del Padre
sino en uno de ellos; solamente el Hijo lo es en sentido estricto
b) En cuanto a la vertiente personal, es la «relación entre per- en virtud de una verdadera generación; en el otro hermano, el
sonas» que necesariamente establece la participación de la natu- justo, se da una «generación» que es sólo expresión de la otra ge-
raleza divina que el justo tiene en «común» con el Hijo. Esto neración. El Hijo recibe la misma naturaleza divina del Padre;
supone la aceptación por parte del Hijo de la «común» filiación pero el justo sólo recibe el ser expresión de la naturaleza divina
divinas que tiene con el justo, y que postula una explicitación y del Hijo.
desarrollo de unas «relaciones personales» a nivel consciente De ahí que la fraternidad entre el Hijo y el justo se dé entre
entre ambos cuyo analogado más próximo, de todos lo que cono- hermanos desiguales (Jn 20, 17).
cemos, es la fraternidad que se da entre algunos seres humanos.
Tenemos textos de la Escritura que nos revelan esta dimen- d) Como se ve, todos los fundamentos de la fraternidad divina
sión personal de la fraternidad divina del hombre en gracia. Jn del justo están en la filiación divina del mismo justo. Más aún, el
20, 17: Vete donde los hermanos (Var.: mis hermanos) y diles: contenido de una y otra es idéntico en la vertiente ontológica.
Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. Aun- Pero cambia el concepto notablemente debido al cambio de pers-
que la variación «mis hermanos» no sea segura, la afirmación de pectiva noética y el número de seres-sujetos implicados: en el
una filiación común (si bien distinta) entre Jesús y los hermanos caso de la filiación, la naturaleza divina que se expresa en el
con respecto al Padre, constituye una revelación de la fraternidad justo es considerada como recibida de Dios por «generación»; y
existente entre el Hijo y los hombres que le siguen. en la fraternidad es considerada como «común» con Dios.
Además, tenemos un texto paralelo que esclarece al anterior. Pero aquí es donde la fraternidad deja de ser simétrica con la
En Mt 28, 10 se recoge con toda claridad que Cristo afirma, acep- filiación. Decimos que en la fraternidad se considera la naturale-
ta y vive la fraternidad personal en él y sus discípulos: «Id avi­ za divina expresada en el justo como «común» con Dios. Pero
sad a mis hermanos que salgan para Galilea» (cf. también Hb 2, preguntamos: ¿con la naturaleza divina o con alguna persona di-
11. 17; Rom 8, 29). vina? Con Dios como naturaleza divina, lo que supondría hacer al
justo hermano de Dios en el aspecto ontológico, es imposible.
e) La fraternidad divina del justo, lo mismo que la filiación, Porque la fraternidad, por su mismo concepto, exige otro ser an-
supera a la fraternidad humana adoptiva, porque se realiza en vir- terior del cual los hermanos procedan. Esto, en este caso, ni se da
tud de un amor, el de Dios, incomparablementesuperior a todo ni puede darse; es impensable, absurdo.
amor humano. La fraternidad postula tres sujetos, por lo menos. Sin embar-
También por la densidad óntica que comporta su vertiente on- go, la filiación implica obligadamente solamente a dos. Desde el
tológica, que no se puede dar en lo posible fraternidad adoptiva momento en que un ser procede de otro, ya puede darse la filia-
entre los hombres. ción, si el proceso es por vía de generación. Por eso hemos afir-
304 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN FRATERNIDAD DIVINA DEL JUSTO 305

mado que el justo es hijo de Dios porque de él procede por vía de significado de filiación con respecto a Dios, según vimos antes,
una generación especial. por el contrario, no es susceptible de adquirir el significado de
Esta generación especial consiste en que el justo, al ser expre- fraternidad con respecto a Dios, por las razones que hemos ex-
sión del Hijo se constituye en imagen que manifiesta al Padre; es puesto. Es el justo hermano del Hijo que es Dios, pero no es her-
decir, que recibe la participación de la naturaleza divina por un mano de Dios; porque la razón formal de su fraternidad, no está
proceso con características análogas a las del conocimiento, que en «tener en común» con Dios la naturaleza divina, sino en
es el proceso espiritual análogo a la generación. «tener en común» con el Hijo la procedencia, en cuanto a la vida
Pero en la fraternidad se necesita otro ser-sujeto del que pro- divina, respecto del Padre.
cedan por vía de generación otros dos sujetos. Se necesita, pues,
a Dios Padre del que el Hijo y el justo reciben la naturaleza divi-
na, aunque en forma y grado abismalmente distintos. 2. La fraternidaddivina del justo y la expresión
Y digo del Padre, porque aunque la naturaleza divina es
común a las tres personas divinas (lo que hace al justo hijo de ¿La fraternidad divina del hombre agraciado es expresión en
Dios en la vertiente ontológica) es el Padre, el origen no origina- alguna forma? Según hemos visto se funda en una expresión: la
do de esa naturaleza divina, y de quien, por consiguiente, el Hijo filiación. Además, la comunicación al justo de la «naturaleza di-
y el justo la reciben. vina» que se da en la fraternidad (vertiente ontológica) es expre-
Además, como la fraternidad se hace posible sólo por la filia- sión de Dios y del amor del Padre; y la aceptación por el Hijo de
ción, porque es una derivación suya, entonces no se podrá dar esa comunicación (vertiente personal de la fraternidad) es expre-
sino apoyada en la filiación en su integridad. Así, una vez que el sión del amor del Hijo.
justo es hijo del Padre, se hace, por consiguiente, hermano del Ciertamente que el justo también expresa al Hijo porque ex-
Hijo, que también, y en sentido propio, lo es del Padre. presa a la naturaleza divina; más aún, porque expresa al Hijo en
Como condición de posibilidad de la fraternidad no sería sufi- cuanto persona al inhabitar éste en él, al configurarse conforme a
ciente la filiación ontológica. Pues, por ésta, el hombre justo se su imagen (Rom 8, 29-30). Pero, así como se puede decir que el
hace hijo de Dios en cuanto naturaleza divina y única. Pero, en la Padre «engendra» al justo expresándose en él; no se puede decir,
siguiente instancia no puede darse la fraternidad divina, porque sin embargo, que el Hijo, como persona, engendre al justo, aun-
no existe otro Dios que hubiera recibido, lo mismo que el justo, que éste sea expresión también del Hijo.
la participación en la naturaleza divina, siendo así su hermano. Visto esto desde el hombre agraciado, éste expresa al Padre
Así, pues, la fraternidad divina del hombre en gracia sólo puede mediante la expresión del Hijo. Visto desde Dios, el Padre se ex-
darse teniendo a la filiación en su integridad (ontológica y personal) presa en el justo mediante el Hijo. Por ser origen, del Padre se
como fundamento e instancia previa, para situarse de esa manera en puede afirmar que engendra al justo; pero del Hijo, por ser origi-
el ámbito interpersonal del justo con las personas divinas. nado, no se puede afirmar que engendra al justo, aunque se ex-
A pesar de todo, se puede hablar de vertiente ontológica en la presa en él, 164•
fraternidad divina del justo como distinta de la personal, aunque
constituyendo con ella una sola realidad. La «posesión» de la na-
turaleza divina en común con el Hijo (vertiente ontológica) es 164. El concepto de expresión es apto para significar la generación; pero
para ello es preciso también que se dé la relación origen-originado entre el que
conceptualmente algo distinto de las consiguientes relaciones
engendra y el engendrado. Ahora bien, el Hijo en cuanto Hijo no es origen, sino
personales de carácter fraternal con el Hijo que de ese hecho se originado; y como el justo necesariamente es originado con respecto a esta filia-
derivan (vertiente personal). Lo que ocurre es que esa «posesión» ción, entonces ya no puede establecerse entre ambos la relación de origen-
de la naturaleza divina que es susceptible de adquirir el nuevo originado.
306 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN FRATERNIDAD DIVINA DEL JUSTO 307

Es, pues, la fraternidad divina del justo expresión del Hijo, en cuanto al contenido es patente; y aunque conceptualmente no
porque manifiesta la naturaleza divina y la filiación para con el significan lo mismo, sin embargo, la fraternidad no puede acce-
Padre que «tiene en común» con él. Es también expresión del der a su propio significado, ni siquiera de un modo impersonal e
amor del Hijo, en cuanto que la admisión del justo a la condición indiferenciado, si no es junto con la vertiente personal. Por eso,
de hermano suyo es una expresión de su amor a él. Hasta aquí el la identificación es total entre la divinización y la fraternidad di-
orden de la constitución de la fraternidad divina del justo. vina del justo en su vertiente ontológica.
Pero este amor del Hijo, es el amor del Padre y del Hijo; es el La vertiente personal de la fraternidad, por el contrario, no se
Espíritu Santo, que también envía el Hijo al justo para que lo identifica con la inhabitación del Hijo. Porque la inhabitación del
haga su hermano (Jn 15, 26; 16, 7. 13-15). Con lo cual estamos Hijo se constituye en cuanto él se expresa en el justo; o bien, el
ya en el orden de la realización. justo expresa al Hijo 165• Es así, precisamente, como se constitu-
yen, en una instancia subsiguiente, la filiación del justo para con
el Padre y sus relaciones paterno-filiales.
3. Vertiente personalde la fraternidaddivina Sin embargo, en la fraternidad las relaciones personales se es-
tablecen con el Hijo, y en una instancia subsiguiente a la filiación
Las tres personas divinas intervienen en la realización de la y a la relación del justo con el Padre. Es decir, el justo sólo puede
fraternidad divina del justo, lo mismo que intervienen en la reali- ser hermano del Hijo porque es hijo del Padre.
zación de la filiación. Aunque en la constitución de esa fraterni- La fraternidad es una relación con el Hijo sustentada en la re-
dad y en su vertiente personal, sea sólo el Hijo el que ejerce la lación de éste y el justo con el Padre. Es, pues, una relación apo-
fraternidad con el justo, siendo éste únicamente hermano del yada en una doble y previa relación.
Hijo. En la inhabitación del Hijo, éste se expresa en el justo, lo cual
Pero cada una de las personas divinas intervienen de diferente tiene como derivación la constitución del justo como hijo del
manera (en conformidad con la propiedad nocional de su ser per- Padre.
sonal) en esa realización de la fraternidad del hombre justo. Pero la vertiente personal de la fraternidad tiene como consti-
El Padre es el autor (Rom 8, 29); el Hijo es el ejecutor y el tutivo la relación personal con el Hijo que se sustenta en la rela-
modelo a nivel objetivo y universal (Ef l , 5; Rom 8, 29); El Espí- ción personal de ambos con el Padre. Esta doble relación, a· su
ritu Santo es el realizador a nivel subjetivo y personal (Gal 4, 6; vez, tiene su fundamento en la generación del Hijo por el Padre y
Rom 8, 15-16; Ef 1, 13-14). en su expresión que es la «generación» del justo por el Padre.
Se ha de notar que los mismos textos que sirven para conocer Pero el Hijo no puede ser mero término pasivo en su relación
y probar la realización de la filiación de diferente manera por
fraternal con el justo, sino que, siendo Dios debe ser sujeto activo
cada una de las personas divinas, sirven asimismo para conocer y de la misma.
probar la realización en esa misma forma, de la fraternidad; por- En efecto, cuando el Hijo inhabita en el justo lo constituye en
que ésta es una derivación necesaria de aquélla. hijo del Padre al expresarse en él por su inhabitación; en eso con-
siste precisamente su inhabitación. Pues bien, esta inhabitación
considerada, no en su significado de presencia y estancia del Hijo
4. Vertiente ontológica de la fraternidady divinización.
Vertiente personalde la fraternidade inhabitación
165. Aunque, desde otra perspectiva noética, es el Padre el autor de esa in-
La vertiente ontológica de la fraternidad se identifica con la habitación enviando al Hijo al justo y haciendo, por medio del Espíritu, que el
divinización, por lo que ya hemos dicho antes. Su identificación, justo sea hijo para que sea expresión del Hijo.
308 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN FRATERNIDAD DIVINA DEL JUSTO 309

en el justo, sino como constitución de ese justo en hijo del Padre, justo, así como por la expresión inhabitativa del Hijo en ese
es también el fundamento de su fraternidad divina para con el mismo justo.
Hijo.
Porque, como ya hemos dicho, el justo no se hace hermano
del Hijo sin que éste intervenga activamente; teniendo en cuenta, 5. La relación y la expresión con respecto a este tema
sobre todo, que el fundamento de esta relación fraternal, esto es,
la relación paterno-filial entre el justo y el Padre, se realiza al ex- ¿Qué diferencia hay entre relación y expresión? Toda expre-
presarse el Hijo en él. sión es relación, pero no toda relación es expresión; porque se dan
Simultáneamente, el Padre «engendra» al justo y el Hijo lo muchas relaciones que no contienen una manifestación entitativa
constituye en hijo del Padre al expresarse en él como Hijo. Preci- de un ser en otro, y en las que no hay tampoco una referencia vital
samente porque el Padre «engendra» al justo engendrando al Hijo e intrínseca de los mismos entre sí 167• Pero es significativo el
y enviándolo al justo para que inhabitando en él lo haga su hijo 166• hecho de que la relación que se crea como consecuencia de la ex-
Por tanto, la fraternidad divina del justo es una relación con el presión o, lo que es lo mismo, teniendo a la expresión como fun-
Hijo que tiene dos fundamentos: a) las relaciones paterno-filiales damento, es de una gran riqueza y contenido. Incluye a la
del Hijo y del justo con el Padre; b) la simultánea y confluyente expresión, porque ésta forma parte de esa relación al ser su funda-
constitución del justo como hijo del Padre al expresarse el Hijo mento. Por consiguiente, el contenido de esa relación abarca todo
en él por su inhabitación. el contenido de la expresión, lo específico de la relación.
Esta última característica no tiene paralelo en la relación fra- Pero más todavía, si la expresión es entre seres personales;
ternal que se da entre los humanos. Lo cual es lógico porque en como es nuestro caso; entonces, la relación, que tiene a esta ex-
ésta ambos extremos de la relación son pasivos; pero en la frater- presión como fundamento, es cualitativamente enriquecida, cons-
nidad divina es uno de los extremos, el Hijo, el que constituye el cientemente vivida y extraordinariamente desarrollada en las
fundamento de la relación fraternal entre él y el justo. «relaciones personales».
El primer fundamento de la fraternidad divina es una doble y Me parece percibir que la expresión que hace de fundamento
previa relación; el segundo, la expresión del Hijo en el justo (por y la relación de ahí derivada expresan al ser personal en el otro
su inhabitación) considerada en su significado de constitución del ser personal; mientras que las expresiones dimanantes expresan
justo como hijo del Padre. el ejercicio y modo de ser de los dos seres personales en referen-
Concluimos con dos observaciones: 1) la analogía que se da cias mutuas, que se condensan principalmente en el conocimiento
en toda expresión se constituye aquí entre el justo y el Hijo: el y el amor 168•
justo es hermano del Hijo porque analógicamente es hijo del
Padre como es el Hijo; 2) vemos que el otro elemento de la ex- a) El conocimiento y el amor en que se condensan y estructu-
presión, la unión vital e intrínseca, se da en este caso entre el ran las «relaciones personales» no se consideran aquí como la op-
hombre agraciado y el Hijo, al ser constituido como hermano ción fundamental y originaria por Dios (con sus manifestaciones
suyo por la acción generativa del Padre respecto del Hijo y del

167. Cf. nota 134.


166. No se da la «generación» del hombre a la vida de la gracia por el 168. La expresión que es fundamento de la relación filial y de la fraternal
Padre, por un lado, y la inhabitación del Hijo en el justo, por otro. La «genera- es la generación. En efecto, en la generación el padre se expresa a sí mismo en
ción» del justo por el Padre hace inhabitar al Hijo en él; y la inhabitación del el hijo. En la fase terminativa (de la generación) el hijo queda constituido en
Hijo en el justo supone la «generación» del justo por el Padre al constituirlo en expresión del padre, porque es manifestación entitativa de su ser, estableciéndo-
su hijo. se a la vez la relación filial, y la fraternal, si es el caso.
310 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN FRATERNIDAD DIVINA DEL füSTO 311

concretas) que expresan a Dios y que constituyen la justificación Por tanto, la inhabitación no es la relación fraternal; solamen-
(en cuanto expresan la bondad de Dios), la divinización (en cuan- te es uno de los fundamentos de la misma. Además, en la inhabi-
to expresan el ser y la vida de Dios) y la inhabitación (en cuanto tación, la expresión del Hijo en el hombre agraciado se considera
expresan las personas divinas); todas las cuales, no necesaria- en su sentido de presencia y estancia del Hijo en él; pero esa ex-
mente han de tener a Dios y, menos aún, a las personas divinas, presión sirve de fundamento a la relación fraternal con la segunda
como término explícito y consciente; sino que aquí se consideran persona de la Trinidad cuando se considera como la constitución
el conocimiento y el amor como expresiones dirigidas explícita y de ese hombre agraciado en hijo del Padre al expresarse en él
conscientemente a una persona divina, como desarrollo a nivel como Hijo del mismo Padre.
personal de aquélla expresión y de su relación, en que se funda- La «relación entre personas» del Hijo y el justo abre la posibi-
mentan y de las que reciben su característica de «relaciones per- lidad y exige las «relaciones personales» mutuas entre ellos; un
sonales fraternales». Son las relaciones estrictamente personales diálogo personal, explícito y consciente en el reconocimiento de
de carácter fraternal; el diálogo personal con sus infinitas varia- la identidad única e irrepetible de una y otra persona en un ámbi-
ciones y matices de índole fraternal. to y matices de carácter fraternal.
Así, pues, la expresión pone el fundamento, la relación esta- La filiación, por separado, posee más contenido que la frater-
blece la fraternidad y las expresiones dimanantes ejercen y con- nidad; puesto que la primera se funda en una expresión que a la
vierten en vida personal esa fraternidad. vez es relación fundamental (la generación) y la segunda en las
relaciones derivadas que se fundan en esa expresión. No obstan-
b) Es de notar que estas observaciones sobre la relación que te, en la fraternidad divina hay que considerar que tiene su funda-
tiene por fundamento una expresión, se han de aplicar también al mento, además, en una expresión que es la contenida en la
caso de la relación paterno-filial entre el Padre y el justo, que inhabitación del Hijo en el hombre agraciado. De todas maneras,
tiene por fundamento esa expresión que es la «generación» del objetivamente, aunque otra cosa sería vivencialmente, la fraterni-
justo por el Padre. dad supone e incluye la doble filiación de los dos hermanos con
También se ha de advertir que las relaciones personales y par- respecto al mismo padre.
ticulares del justo con cada una de las personas divinas no siem-
pre se explicitan y realizan a nivel consciente. Con frecuencia no
van más allá de lo que hemos llamado «relación entre personas»
fundamentada en un hecho o una realidad.

e) En todo caso queda ya aclarada perfectamente la diferencia


entre la inhabitación del Hijo en el justo y la fraternidad divina
del mismo justo. En la inhabitación el hombre en gracia expresa
al Hijo porque éste se expresa en él. En la fraternidad entre el
Hijo y el hombre en gracia se establece una «relación entre per-
sonas», que va necesariamente unida a la relación paterno-filial
de ambos con el Padre y a la inhabitación del Hijo en ese hombre
agraciado por su expresión en él. Ambos fundamentos están obje-
tivamente incluidos en la relación fraternal, pero sin confundirse
con ella.
VII

RELACIÓN DEL JUSTO


CON EL ESPÍRITU SANTO

l. Fundamentación

Es del todo coherente que el Espíritu Santo sea también térmi-


no de una relación especial del justo con él 169•
La Escritura nos habla con mucha frecuencia de las relaciones
singulares del hombre agraciado con el Espíritu Santo; pero no es
fácil encuadrarlas dentro de un marco-concepto análogo a otro
humano. Estamos ante un inmenso bosque de muchas y variadas
especies en el que es muy difícil hacer un certero discernimiento
y la subsiguiente ordenación 170•
Creo que se podría comenzar el trabajo del discernimiento
distinguiendo entre aquellas actuaciones (que llevan consigo rela-
ciones) del Espíritu en el hombre agraciado como realizador de
toda su vida sobrenatural y las relaciones personales singulares y
propias entre el justo y el Espíritu.
Estas últimas pertenecen al orden de la constitución de la gra-

169. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 527.


170. M. SCHMAUS en Sacramentum Mundi (art. «Espíritu Santo») hace
una buena síntesis histórica y sistemática de la doctrina acerca del Espíritu
Santo. Cf. también J. AUER, El Evangelio de la gracia, 127-135, 181-194; Y.
M. J. CONGAR, El Espíritu Santo, Barcelona 1983; L. F. LADARIA, o. c., 380
ss; J. l. GONZALEZ FAUS, Proyecto de hermano, 505-508. Un magnífico re-
sumen de la doctrina de la Iglesia acerca del Espíritu Santo, bajo una perspecti-
va pastoral, se encuentra en la encíclica «Dominum et vivificantem» de Juan
Pablo 11 (cf. ECCLESIA, nº 2. 270, 7 junio 1986).
314 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO

cia, en cuanto que son una concreción y desarrollo de la inhabita- dinamismo del estado de gracia. El Espíritu Santo es, pues, cons­
ción, que es una dimensión esencial de la gracia. Las actuaciones titutivo de la gracia (porque él también inhabita en el justo y se
del Espíritu, sin embargo, pertenecen al orden de la realización relaciona con él de un modo propio) y realizador de la gracia
que, en cierto modo, son externas al núcleo de la gracia, aunque (porque él es el que efectúa, intensifica, perfecciona y consuma
sin solución de continuidad ni compartimentos estancos entre la obra de la gracia en el justo).
éste y aquéllas. Entonces, la diferencia entre el Espíritu como constitutivo y
Parece que se trata del flujo constante y dinámico actuado por como realizador de la gracia está en el sentido y en el orden o se-
el Espíritu, anterior al estado de gracia en sí (en este sentido sería cuencia de su «estar» y de su «hacer» en esa misma gracia. La
externo a la gracia) que construye, que realiza la gracia con todas actuación realizativa del Espíritu tiene a la constitución de la gra-
sus dimensiones, la mantiene en la existencia y la desarrolla. cia como término nunca acabado y siempre perfeccionable con
Pero como la inhabitación del Espíritu y las relaciones perso- una ulterior perfección e intensificación de la realidad gracial.
nales del justo con él forman parte del constitutivo de la gracia, Pero el núcleo constitutivo de la gracia (la Trinidad inhabitando,
la actuación realizativa del Espíritu es, bajo una cierta perspecti- deificando y relacionándose con el justo) produce la misión reali-
va, interna a la misma gracia. zativa del Espíritu, como una expresión difusiva de su propia ri-
Aquí se da un cierto proceso circular; puesto que después de queza interna siempre inagotable en sí misma; porque inagotable
la acción realizativa de la gracia, viene, lógicamente la constitu­ es la Trinidad que la constituye, mantiene, perfecciona y suscita
ción de la misma, y, desde esta gracia constituida, se suscita una en un proceso dinámico y circular de renovación continua.
nueva y más intensa acción realizativa que tiende a mantener, in- Pero en la misión realizadora del Espíritu también están pre-
tensificar y perfeccionar la gracia constituida; pero, desde ésta sentes las otras personas divinas. Es decir, el Padre es autor de la
nace otra nueva acción realizativa ... Así, sucesiva e indefinida- gracia en todas sus dimensiones enviando al mundo al Hijo a
mente; de por sí. constituir la vida sobrenatural de la gracia, y al Espíritu a reali-
Aparecen ahí, pues, la gracia realizativa (actual) y la gracia zarla a nivel personal. El Hijo constituye el mundo sobrenatural
constitutiva (fundamental o habitual). La primera constituye a la de la gracia en virtud de su envío por parte del Padre y enviando,
segunda, y ésta suscita a la primera. Desde el otro término: la se­ a su vez, al Espíritu Santo a realizarla en cada persona humana.
gunda es una expresión fundamental de Dios, de la cual proceden El Espíritu Santo en virtud de la misión por parte del Padre y­ del
las expresiones derivadas (la primera); pero éstas no finalizan en Hijo, efectúa la redención subjetiva (gracia) en el ámbito singular
sí mismas, sino que expresan, fortifican y perfeccionan a la fun- de cada persona.
damental, de la que, a su vez, proceden otras nuevas derivadas. La circuminsessio entre las divinas personas, no sólo se da en
Este es el proceso circular. la vida inmanente intratrinitaria (Jn 10, 38), sino también en las
En todo este dinamismo, el Espíritu Santo es enviado por el misiones y en la realización concreta de las mismas en que con-
Padre y el Hijo (desde el interior del hombre agraciado) a la mi- siste la peculiar intervención de cada una de las personas en la
sión de constituir, intensificar y perfeccionar la gracia. Ahora elaboración y construcción de la vida sobrenatural de la gracia
bien, desde esta gracia constituida (en la que constituyendo la (Ef 1, 3. 5. 13; 2, 18; 2 Cor 13, 13).
gracia está también el Espíritu con su inhabitación y relaciones No es, pues, el Padre autor directo de la gracia, sino por el
propias con el justo) se suscita y deriva una nueva acción realiza- Hijo y en el Espíritu. El Hijo es el que constituye el mundo so-
tiva (efectuada, claro está, por el Espíritu) que tiende a mantener, brenatural en virtud del poder del Padre, y lo lleva a su concre-
intensificar y perfeccionar más la gracia constituida; de la cual ción personal por medio del Espíritu. Y el Espíritu realiza la
deriva otra nueva acción realizativa ... Y así, sucesivamente y, de gracia en las personas concretas y singulares con los elementos,
por sí, indefinidamente. Este es el proceso circular de la vida y dones y gracia del mundo sobrenatural construido por el Hijo,
316 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 317

que, a su vez, opera con el poder creador y la vida divina recibi- 15-18; Is 5, 1-4. 7; Jn 20, 30; Le 15, 17-18; Fl 2, 12. 14-16; 3,
dos del Padre (Jn 14, 11. 26; 15, 26; 16, 13-15. 28). 8-18; 2 Tm 4, 7-8; etc.) según, sobre todo, el sentido general de
toda la Escritura.

2. Orden de la realización a) Desde estos supuestos, el significado que adquieren las múl-
tiples y diversas funciones del Espíritu, con la colaboración del
El Espíritu Santo enviado o, mejor, «misionado» por el Padre justo, en el nacimiento de la gracia de Dios en éste, es el de proge-
y el Hijo, es el directo y personal realizador de toda la gracia en nitor, junto con el justo, de esa vida divina. El Espíritu y el hom-
cada uno de los seres humanos, tanto en el inicio de la misma bre en gracia como progenitores (aunque no en plano de igualdad,
(ámbito subjetivo) como en su existencia y desarrollo. ya que el hombre es «actuado» previamente por el Espíritu) de la
En la Escritura no podemos encontrar esta afirmación de un vida sobrenatural en éste, parece ser el analogado más próximo
modo textual, pero aparecen sus equivalentes en los múltiples pa- que encontramos en las relaciones y funciones humanas.
sajes en que se revela la actuación del Espíritu en diferentes as- En efecto, así como los progenitores humanos son los princi-
pectos particulares de la gracia: Nos hace hijos de Dios (Gal 4, 6; pios activos próximos de una vida humana nueva, el Espíritu
Rom 8, 14-16; Ef 1, 13-14); nos hace hermanos de Cristo (Rom Santo y el hombre son los principios activos próximos de la vida
8, 14-17; Gal 6, 7); nos hace, al parecer, esposos de él mismo (1 nueva de la gracia en este último. He dicho «próximos» porque
Tes 4, 8; 1 Jn 3, 24; Le 11, 13; Jn 3, 34; 14, 16 ss.; Hch 2, 38); los progenitores no son los principios originarios de la vida, sino
nos mueve a orar y nos ayuda (Rom 8, 26-27); nos santifica (2 principios originados transmisores de la vida que existe ya ante-
Tes 2, 13; Rom 1, 4; 15, 16; 1 Cor 6, 11); nos hace santuario de riormente como corriente vital. De la misma manera el Espíritu
Dios (1 Cor 3, 16; 2 Tm 1, 14); es principio de fe (1 Cor 12, 3; 2 Santo es un progenitor transmisor de la vida divina que él recibe
Cor 4, 13); de conocimiento sobrenatural (1 Cor 2, 10-16; 7, 40; del Padre y del Hijo; de modo semejante, el hombre es progenitor
Ef 1, 17; 3, 16-19); de amor (Rom 5, 5; 15, 30; Col 1, 18); de es- de su vida sobrenatural desde y en su vida y facultades que reci-
peranza (Rom 15, 13; Gal 5, 5; Ef 4, 4); realiza la unidad del be, posee y transmite como miembro de la familia humana eleva-
Cuerpo-Iglesia (1 Cor 12, 13; Ef 2, 16-18; 4, 4); nos otorga todos da toda ella, por don gratuito de Dios, a ese orden sobrenatural.
los dones y carismas ( 1 Cor 12, 1-11); toda la vida cristiana (Hch Pero está claro que en la procreación de esta vida de la gracia, es
2, 1-11) 171• el Espíritu Santo el principio activo primario, y el hombre es activo
Pues bien, todas estas actuaciones del Espíritu se pueden en- secundario. El hombre es el ser en quien esa vida está en «potencia
globar dentro del orden de la realización. obediencial», según fórmula de los grandes teólogos 172, que pasa a
Dado que en este orden el Espíritu Santo actúa directamente estar en acto por la actuación del Espíritu; el hombre es el ámbito
en el hombre, es ineludible su significado, y analizar las posibles personal, en el inicio, pasivo, en el que el Espíritu actualiza y activa
relaciones entre ambos que de ese hecho dimanan; teniendo en la vida divina; el hombre ya justo, en segunda y dependiente instan-
cuenta que el hombre es colaborador del Espíritu Santo en la rea- cia, es el principio activo de su propia vida de gracia, constante-
lización de su propia vida de gracia (Is 1, 16; Sal 94, 7-8; Dt 30, mente principiado y dinamizado por el Espíritu.
En la procreación de la gracia la función del Espíritu es más
171. Esta doctrina es frecuente en los Padres; así SAN AGUSTIN: «El
don, que es el Espíritu Santo, distribuye en común a todos los miembros de 172. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, I, 331 ss; FLICK-ALS-
Cristo multitud de dones, que se hacen propios de cada uno» (De Trin., 15, 19, ZEGHY, El Evangelio de la gracia, 571 ss; P. FRANSEN, Mysterium Salutis,
34 PL 42, 1084). Estos serían los que, desde STO. TOMAS, se estudian como IV/2, 710; J. ALFARO, Cristología y antropología, 237, 313, 346; E. SCHI-
los siete dones del Espíritu Santo (cf. S Th, 2-2 q. 8. etc.). LLEBEECKX, Dios y el hombre, 316.
318 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 319

análoga a la del progenitor paterno; mientras que la del hombre la vida divina expresada de una u otra manera. La función proge-
lo es a la del progenitor materno 173• nitora del Espíritu Santo se nos revela aquí con otros términos
La fecundidad en la germinación de esa vida divina en el pero sin ninguna ambigüedad 175•
hombre tiene como condición de posibilidad (lo mismo que en la Pero es que, además, tenemos otros dos textos que, si bien in-
procreación de la vida humana natural) la unión confluyente de directamente, iluminan y confirman también nuestra tesis. Me re-
los dos progenitores, participando así ambos en la generación de fiero al saludo del ángel a María en la encarnación del Hijo, en el
una misma vida 174• que el Espíritu Santo nos es revelado ejerciendo las funciones de
progenitor de Cristo y de esposo de María: María respondió al
b) En la Escritura problablemente no se disigne nunca al Espí- ángel: ¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón? El ángel
ritu Y al hombre como progenitores de la vida de gracia en el ser le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Al­
humano; sin embargo, los textos que hemos aducido antes nos tísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será
autorizan a afirmar la analogía entre las funciones del Espíritu y santo y será llamado Hijo de Dios (Le 1, 34-35). Y en Mt 1, 20
el hombre, respecto de la realización de la vida de gracia, con las leemos: ... el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:
funciones procreadoras de los padres humanos. José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu esposa,
A pesar de lo dicho, tenemos en la Escritura un pasaje muy porque lo concebido en ella viene del Espíritu Santo 176•
cercano a la afirmación explícita de la condición del Espíritu Creo que es perfectamente coherente que el Espíritu Santo,
Santo como progenitor de la vida de gracia del justo: Respondió que hizo que María concibiera a Cristo (que es la gracia, la vida
Jesús: En verdad, en verdad te digo; el que no nazca de agua y de Dios hecha hombre), lo haga concebir también a los fieles en
de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo nacido de la sus corazones; es decir, que realice las funciones de progenitor en
carne, es carne; lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asom­ el nacimiento de la vida de la gracia en el hombre, en su fase ini-
bres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento cial y en su desarrollo (Jn 3, 5-8). Así lo dice san León Magno:
sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene « ... de tal manera que gracias al mismo Espíritu por cuya virtud
ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu (Jn 3, 5-8). En
este texto se afirma con toda claridad que el Espíritu Santo es el
ser, la persona divina de la cual nace una vida nueva en el hom- 175. Sobre la interpretación de este texto joánico cf. A. WIKENHAtJSER,
bre que le permite entrar en el Reino de Dios que es el ámbito de El Evangelio según San Juan, 134-136; R. E. BROWN, El Evangelio según
Juan, 333-342; J. MATEOS-J. BARRETO, El Evangelio de Juan, 188-193.
176. Exegéricamente, en estos dos textos de Lucas y Mateo, no es fácil
173. Nuestra opinión en este punto difiere de la de M. J. SCHEEBEN, que descubrir o probar la acción personal del Espíritu Santo, sino más bien (por
ve en la mujer y en su maternidad una analogía con el Espíritu Santo (cf. Los estar sin artículo el término «espíritu») la fuerza o energía de Dios (Cf, J. SCH-
misterios del Cristianismo, 195-203). Scheeben se apoya en que la mujer es un MID, El Evangelio según San Lucas, Barcelona 1968, 65-67). Sin embargo, la
don para el hombre, así como el Espíritu es el don para el justo. Pero la antropo- doctrina tradicional de la Iglesia, ya desde sus primeros símbolos de la fe, y
logía actual nos dice que igualmente es verdad que el hombre es un don para la apoyándose sin duda en estos textos, atribuye a la tercera persona de la Trini-
mujer. A nuestro favor está la razón decisiva de que las obras buenas, los frutos dad, al Espíritu Santo, la concepción de la naturaleza humana de Cristo en el
de vida cristiana se conciben en el justo no en el Espíritu, aunque sí del Espíri- seno de María (DzS 10, 13, 16, 28, 150, 502, 801, 1862, etc.). También la teolo-
tu, como dice SAN AGUSTIN (cf. Conf., 13, 38, 53 PL 32, 868). gía, incluso la actual, como si se tratara de una verdad pacíficamente poseída,
174. Ténganse en cuenta las precisiones antes apuntadas para no situar al atribuye la concepción de Jesús al Espíritu Santo. Cf. J. B. BAUER, Dicciona­
hombre en un plano de igualdad con respecto al Espíritu. Este actúa previamen- rio de teología bíblica, Barcelona 1967, col 347; O. GONZALEZ DE CARDE-
te a toda colaboración del hombre en su nacimiento a la vida de gracia; es prin- DAL, Jesús de Nazaret, Madrid 1978, nota 156; E. SCHILLEBEECKX, Cristo
cipio enteramente activo y primario, siendo el hombre principio secundario y no y los cristianos. Gracia y liberación, Madrid 1982, 521; K. RAHNER Y
enteramente activo. OTROS, Sacramentum Mundi, 2, col. 815.
320 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL füSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 321

Cristo fue concebido y nació, hemos nacido de nuevo de un ori- es el el Espíritu a modo de progenitor de la naturaleza humana de
gen espiritual» 177• Cristo en el orden de la realización al hacerla perteneciente al Hijo
Vivir en gracia consiste en expresar a Dios expresando a Cris- de Dios; esto es, constituyendo a la naturaleza humana en una uni-
to porque éste es la expresión humana de Dios. dad con la naturaleza divina (Le 1, 34-35; Mt 1, 20).
Se me dirá que no es lo mismo ser ejecutor de la concepción En el orden de la constitución (de la gracia en sí misma) no se
de Cristo en el seno de María que engendrar la vida de gracia o a puede decir que el Espíritu Santo es el progenitor del justo. Pero,
Cristo en sentido místico en los hombres; es decir, no sería lo sin embargo, es el progenitor de la vida divina en el justo en el
mismo el Cristo en su naturaleza real que el Cristo místico par- orden de la realización haciendo al justo hijo de Dios (Gal 4, 6;
cialmente realizado en cada uno de los fieles. Ciertamente que la Rom 8, 14-16; Ef 1, 13-14).
modalidad de un Cristo y otro es distinta, pero en cuanto a los
contenidos axiológicos se puede decir que estamos ante la misma d) ¿Por qué es esto así? Al parecer, es debido a que las perso-
realidad erística. nas divinas, al constituirse como distintas entre sí en virtud de las
Porque en Cristo, en su naturaleza real, no hay disociación relaciones opuestas, lleva esto consigo que las misiones del Hijo
entre él y los valores «cristianos» que ya están en Cristo desde la y del Espíritu, derivación y reflejo de las relaciones, que a su vez,
encarnación porque en él reside toda la plenitud de la divinidad lo son de las procesiones, tengan una función orientada hacia la
corporalmente (Col 2, 9); y que están en el Cristo de los justos al persona respecto de la cual son una relación opuesta. De ahí que
reproducirse en ellos su imagen (Rom 8, 29; 2 Co 3, 18; Gal 2, el Hijo tiene como misión en el mundo, recibida del Padre y que
20; Rom 8, 10). él ejecuta, el «construir» a Dios (que en su origen no originado es
Es, pues, coherente y está en perfecta conformidad con la Es- el Padre) en la humanidad como modelo universal para la deifica-
critura que el Espíritu, que realiza la concepción de Cristo en el ción de cada uno de los seres humanos. Esto implica la encarna-
seno de María, sea también el autor de la concepción de Cristo en ción del Hijo o la expresión humana de Dios. Pero el Hijo actúa
el corazón de los fieles, efectuando en ambos casos una función por el Espíritu y enviando al Espíritu; de ahí que es el Espíritu el
análoga a la de progenitor. que, enviado por el Hijo, hace que sea concebida en María una
e) Pero la objección se presenta de un modo ineludible: el naturaleza humana para el Hijo que lo es del Padre, como modelo
Padre de Cristo no es el Espíritu Santo, sino el Padre 178; de la universal de la deificación de las personas humanas, (Rom 8, 29).
misma manera, el que engendra al justo a la vida de la gracia no Así, pues, el Espíritu es a modo de un progenitor que engendra
es el Espíritu Santo, sino el Padre. Ambas afirmaciones son inne- un ser humano para que sea, no para sí mismo o para que sea su
gables. Sin embargo, los textos de la Escritura nos autorizan a hijo, sino para el Hijo, y para que en unidad con la naturaleza divina
sostener que el Espíritu Santo es a modo de progenitor de Cristo y como posesión de la persona del Hijo, sea ( ese ser humano) hijo
y de la gracia divina en el hombre (Jn 3, 5-8). del Padre, pues le transmite una vida que en su origen es del Padre.
Para resolver esta aporía hay que distinguir entre el orden de la La realización de la misión del Espíritu Santo está orientada
constitución y el orden de la realización. En el orden de la constitu- hacia el Hijo y hacia el Padre 179• Hacia el Hijo, porque construye
ción (de la Trinidad en sí misma) no se puede decir que el Espíritu una naturaleza humana para que sea propiedad de la persona del
Santo es progenitor del Hijo; eso es absurdo. Pero, sin embargo, sí Hijo; hacia el Padre, porque esa naturaleza humana unida a la di-
vina constituye un solo ser (Cristo) que en su integridad es Hijo
177. Epist., 31, 23 PL 54, 791-793; cf. SAN AGUSTIN, Conf., 13, 38, 53 del Padre. Y no puede ser de otro modo, porque el Espíritu «en-
PL 32, 868.
178. SAN AGUSTIN es contundente al respecto: cf. Ench., 38-39 PL 40, 179. Cf. M. SCHMAUS, o. c., 95; Ch. BAUMGARTNER, o. c., 83, 244;
451-452. M. J. SCHEEBEN, o. c., 194.
322 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 323

gendra» la naturaleza humana de Cristo con los contenidos axio- Se da un proceso circular y recurrente. El Padre es el origen
lógicos (= vida divina) que tienen en el Padre su origen no origi­ de la vida divina en sí misma (en la Trinidad), en la expresión hu-
nado, y que el Hijo recibe totalmente por vía de generación. Por mana de Dios (Cristo) y en la expresión en el hombre (gracia).
tanto, necesariamente esa naturaleza humana debía pertenecer al Aunque el Espíritu realiza una y otra expresión, el estado final de
Hijo y necesariamente debía integrarse en el ser que es el Hijo ese proceso (orden de la constitución) es la vida divina expresada
del Padre. Por consiguiente, el Espíritu es progenitor-realizador- en plenitud en Cristo, o, limitadamente, en el justo, de la cual es
transmisor, y el Padre es progenitor aun de la naturaleza humana el Padre el origen no originado, transmitida por vía de generación
de Cristo. en cuanto que ésta es análoga de la expresión.
De manera parecida sucede en la generación de la vida divina
e) Es preciso, por eso, concluir que el Espíritu es sólo proge-
del justo que hace a éste hijo del Padre y hermano del Hijo. Esta
nitor transmisor y realizador de una vida, la divina, 181 que, aun-
vida divina es «engendrada» por el Espíritu Santo y el mismo
que es suya, no es suya de un modo paternal, en cuanto no es el
hombre justo a modo de progenitores en el orden de la realiza-
primer origen de la misma. Y aunque la analogía de la función
ción; pero, sin embargo, en el orden de la constitución (la gracia
del Espíritu (Jn 3, 5-8) con los progenitores humanos es innega-
en sí misma que culmina en las relaciones personales) el justo es
ble, se impone, aun en el orden de la realización, la paternidad
hijo del Padre, el cual ejerce la paternidad con respecto al hom-
estrictamente paternal del Padre, que posee la vida divina como
bre en gracia 180•
primer principio de la misma.
Así como no hay incompatibilidad en el doble hecho de que la
El Padre, en exclusiva, es el término de referencia de la filia-
naturaleza humana de Cristo sea «engendrada» por el Espíritu Santo
ción divina de Cristo y del justo en el orden de la constitución;
a modo de progenitor, y que, a la vez, Cristo, en su persona divina y
pero en el orden de la realización lo es ( de la naturaleza humana
en la integridad de su ser divino y humano, sea Hijo del Padre; así
de Cristo y de la vida divina del justo) en el origen, aunque no en
tampoco es incompatible el hecho de que la vida divina del justo
el proceso. En el origen, como ya hemos dicho, porque es el Padre
sea «engendrada» por el Espíritu Satno a modo de progenitor, con
el que, de su vida divina, originariamente suya, es el autor de la
el hecho de que el justo sea a la vez, en cuanto a su persona y en la
generación humana de Cristo y de la vida divina del justo; pero no
integridad de su ser humano y «divino», hijo del Padre.
en el proceso, porque el Padre engendra a ambas por medio.del
Es hijo del Padre, porque la vida divina que el Espíritu le
Espíritu, ya que es éste el realizador de una y otra generación; lo
transmite al justo ha sido «engendrada» y tiene su origen no ori-
que otorga a la función del Espíritu Santo características análogas
ginado (= paternal) en el Padre. Aun en el orden de la realización
a las de la función propia de un progenitor paternal 182•
de la gracia en su fase inicial, esa gracia(= vida de Dios) tiene su
origen en el orden de la constitución de la Trinidad misma, en la
que el Padre es el origen no originado de la vida divina; en las
181. Se ha de tener en cuenta que la naturaleza humana de Cristo es la vida
fases subsiguientes tiene su origen en la gracia misma (orden de divina vertida en una naturaleza humana; o, mejor, es la expresión humana de
la constitución) que, al ser expresión de Dios, tiene en la expre- Dios.
sión del Padre su principio dinámico no principiado. 182. En cuanto al Hijo, en alguna manera, también se podría decir que es
Por todo ello nos confirmamos en que el justo es hijo del Padre progenitor de la vida divina del justo, pues él ha construido, ha creado el mundo
y engendrado (en el sentido más aproximado a la generación) a la sobrenatural con cuyos valores el Espíritu realiza la vida divina del justo (Jn 16,
vida divina por el Padre, aun en el orden de la realización. 14-15). Pero la propiedad nocional de su ser personal dificulta concebir esa
función como paternal. Sin embargo, al Espíritu no se lo impide lo específico de
su ser personal; además, al contrario que el Hijo, realiza una función paralela y
180. La vida divina culmina en las relaciones personales que constituyen a
las divinas personas; la vida de gracia culmina en las relaciones personales del al mismo nivel (el personal y particular) que la de María y el justo con relación
justo con cada una de las personas de la Trinidad. a la naturaleza humana de Cristo y de la vida de gracia, respectivamente.
324 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 325

Así, pues, en el orden de la realización, el justo es hijo del del justo, es originaria del Padre. Por tanto, volvemos a la misma
Padre y «engendrado» por él en cuanto que su vida divina tiene conclusión antes mencionada: el Padre es progenitor originario
su origen en el Padre, es «engendrada» por el Padre; sin embargo, del hombre justo aun en el orden de la realización; el Espíritu
el Espíritu Santo es a modo de un progenitor de la vida divina del Santo es progenitor en el proceso de esa realización.
justo en el proceso de su «generación». Recordamos, además, que, junto a la función «progenitora»
Además, sorprendentemente, el estadio final del orden de la del Espíritu, se da la función progenitora maternal de María, que
realización se identifica con el orden de la constitución (en cuyo es libre, total y personal (Le 1, 38) con respecto a la naturaleza
orden el justo es hijo en exclusiva del Padre); es más, una vez ac- humana de Cristo; así como la función, análoga a la de María,
tualizado el proceso circular, dinámico y recurrente de la expre- por parte del ser humano, es también libre y personal (Fl 2, 12; Jn
sión de Dios en el hombre (gracia), el estadio inicial de la 20, 30) en el caso de la generación de la vida divina en él mismo.
realización, también se identifica con el orden de la constitución. Esa función hace a María madre de Cristo que es Hijo de Dios; y
Con más precisión, el inicio del orden de la realización se identifi- al ser humano co-principio generador (actuado por el Espíritu) de
ca con la dimensión terminativa del orden de la constitución; y el la vida divina en él, que lo hace hijo de Dios.
final del orden de la realización con la dimensión originaria del f) El contenido expresivo de la función generadora del Espíri-
orden de la constitución. Porque el orden de la realización (que es tu se descubre al considerar la vida divina en el hombre que es su
el proceso del agraciamiento inicial y continuo del justo) tiende al realización y la finalidad y culminación de la mencionada «gene-
orden de la constitución del ser de esa realidad en sí misma (refle- ración» como expresión del mismo Espíritu. Porque el constituti-
jo de la Trinidad, que es la expresión de Dios y la estructura de las vo esencial, decisivo y culminante de la vida de gracia es el
relaciones del justo con cada una de las personas divinas). El pri- amor, que, obviamente, es expresión del amor del Padre y del
mero es dinámico, y está ordenado al segundo; este es más estáti- Hijo que es el Espíritu Santo.
co, aunque más bien es culminación y definitividad de un proceso Así como éste es la consumación de la Trinidad, el amor, al
que, sorprendentemente, genera el dinamismo del orden de la rea- configurar la voluntad, se constituye por ésta y en sí misma en
lización, el cual, a su vez, realiza y elabora el contenido de la consumación del ser humano. Y así como en el hombre el querer
constitución; y, una vez elaborado, lo intensifica 1".
no puede ni «idearse» sin el ser y el entender; así tampoco el Es-
Entonces, si los estadios extremos del orden de la realización píritu puede «idearse» sin el Padre y el Hijo. Y cuando este que-
se identifican con el de la constitución, podemos considerar en rer es amor a Dios, entonces se constituye en expresión de Dios
ellos, o bien la paternidad inicial y consumativa del Padre, o bien y, de una manera más específica, del Espíritu Santo en el orden
la del proceso realizativo del Espíritu Santo. A pesar de todo, en de la realización. Porque expresa al Espíritu que configura a la
el primer caso, aún permanecerá la función progenitora del Espí- voluntad (y con ella a todo el hombre) al realizar la vida divina
ritu que realiza la vida divina del justo por lo menos de uno a en el hombre, según su modo de ser intratrinitario, su ser especí-
otro estadio; así como, en el segundo caso, siempre permanecería fico personal, que es el amor, expresado por el modo de ser espe-
la paternidad del Padre en el orden estricto de la constitución con cífico de esa vida divina en el hombre, que es el amor.
respecto al justo.
Y, aparte de esto, no hay que olvidar lo que ya dijimos antes y
que considero primordial, que la vida divina, con que el Espíritu 3. Orden de la constitución
Santo realiza el proceso de la «generación» de la vida de gracia
Pero la misión del Espíritu Santo no consiste solamente en
constituir las relaciones personales del justo con el Padre y el
183. El sentido circular y recurrente de la inhabitación de la Trinidad lo
Hijo, sino también con él mismo.
percibe en los Padres griegos M. SCHMAUS; cf, Teología dogmática, V, 96.
326 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 327

La relación personal con el Espíritu Santo también forma Es incuestionable que la mutua donación de sí mismos en una
parte del orden de la constitución de la gracia en sí misma. alianza personal es la característica esencial que constituye la re-
Aunque su misión esté orientada hacia el Padre y hacia el Hijo, lación esponsal entre dos personas.
el Espíritu elabora en el justo una expresión de cada una de las divi- Un anuncio de esta donación del Espíritu la tenemos en Ez 37,
nas personas y las relaciones personales del justo con cada una de 14: Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis. Lo mismo en Ez 36,
ellas; también, terminativamente, está orientada, por tanto, a cons- 27: Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que os conduzcáis
truir la expresión y las relaciones personales del justo con él mismo. según mis preceptos y observéis y practiquéis mis normas. Más
claro todavía en Joel 3, 1-2: Sucederá después de esto que yo de­
a) En el orden de la constitución de la gracia, el analogado rramaré mi Espíritu en toda carne ... Hasta en los siervos y las
más próximo, en el ámbito de las relaciones humanas, a las rela- siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. Este pasaje es cita-
ciones entre el hombre justo y el Espíritu Santo, es el desposorio do textualmente por Pedro en Hch 2, 17-21, refiriéndose a la venida
o alianza y vínculo matrimonial, en coherencia con su condición del Espíritu Santo. Y ya en Hch 2, 38, habla Pedro del Espíritu
de «progenitores» de esa misma gracia en el orden de la realiza- Santo como el don que reciben los que están en gracia, los justos (a
ción. Ciertamente que en la Escritura no se dice nunca que el Es- los que bautizados, se les han remitido los pecados) 186•
píritu Santo sea a modo de esposo del hombre en gracia; pero, a Como don personal de Dios al justo aparece también con cla-
mi entender, hay en la Escritura afirmaciones equivalentes. ridad en Le 11, 13; Jn 14, 16-17; Hch 8, 16-19; 9, 17; 10, 44--47;
Siempre que la Palabra de Dios nos habla del Espíritu Santo 19, 6; 1 Jn 3, 24. Pero el más claro de todos está Rom 5, 5 ... por­
como el don de Dios al justo, el don en quien todo Dios, la Trini- que el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
dad personal, se da al hombre en gracia, 184 considero que se nos por el Espíritu Santo que nos ha sido dado 187•
está revelando implícitamente unas relaciones a modo de las es-
ponsales entre el Espíritu Santo y el justo 185• b) El carácter esponsal de las relaciones entre el hombre en
gracia y el Espíritu Santo se confirma en aquellos textos en que
184. La concepción del Espíritu Santo como don en sí mismo y como do­ la tercera persona de la Trinidad se da al justo como las «arras»,
nación al hombre agraciado tiene una sólida fundamentación en la tradición pa- «primicias» y «prenda» de las bodas eternas en el Reino de Dios
trística y teológica. Cf. SAN HILARIO, De Trinitate, II, 29; PL 10, 70A; SAN (2 Cor 1, 22; 5, 5; Ef 1, 13-14; Rom 8, 23 188• En todos estos pa-
AMBROSIO, De Spiritu Sancto, III, 12, 91-92: PL 16, 798; AMBROSIAS-
TER, Questiones Veteris et Novi Testamenti, q. 93: PL 35, 2286-2288; SAN CI- 186. Para la interpretación bíblica de los textos de los Hechos de los Após­
RILO DE ALEJANDRIA, In Joan., II, 1: PG 73, 245B; SAN AGUSTIN, De toles ej. A. WIKENHAUSER, Los Hechos de los Apóstoles, Barcelona 1967;
Trinitate, 15, 17, 29: PL 42, 1081; 5, 11, 12: PL 42, 919; Ser., 71, 18: PL 38, 65-75, 144-145; 146-162.
454; In lo. ev., 15, 12: PL 35, 1514; etc.; STO. TOMAS, S Th., 1, 38, le ad !; 187. Sobre el texto de Lucas y su conexión con los textos de Hechos, cf. J.
2c ad 2; 1, 38, 2; 43, 5 ad 1; C.G., IV, 21; M. J. SCHEEBEN, Los misterios del SCHMID, El Evangelio según San Lucas, Barcelona 1968, 288. Sobre los tex-
Cristianismo, 174-176, 115, 118; H. RONDET, La gracia de Cristo, 408-418; tos de Juan cf. R. E. BROWN, El Evangelio según Juan, XIII-XXI, Madrid
E. SCHILLEBEECKX, Cristo y los cristianos. Gracia y liberación, 461-464; 1979, 885-886; J. MATEOS-J. BARRETO, El Evangelio de Juan, Madrid
Y. M. J. CONGAR, El Espíritu Santo, Barcelona 1983, 80, 274-283, 524, 1979, 637-640. Sobre el texto de Romanos, cf. O. KUSS, Carta a los Romanos,
578-588. C. GRANADO, El Espíritu Santo en la teología patrística, Salaman- Cartas a los Corintios, Carta a los Gálatas, Barcelona 1976, 78, 105-120.
ca 1987, 204; GONZALEZ FAUS, Proyecto de hermano, 427-431. Una sínte- Sobre el texto / Jn 3, 24, cf. R. SCHNACKENBURG, Cartas de San Juan,
sis profunda y concisa de todo esto: «Nam sempiterne Spiritus donum, Barcelona 1980, 233-234; O. KUSS-J. MICHL, Carta a los Hebreos y Cartas
temporaliter autem donatum» (SAN AGUSTIN, De Trin., 5, 16, 17 PL 42, Católicas, Barcelona 1977.
922). 188. Sobre los textos de 2 Cor y Rom, cf. O. KUSS, o. c., 315, 335, 118.
185. De los desposorios del alma con Dios o con el Espíritu Santo (no está Sobre el texto de Ef 1, 13­14, cf. K. STAAB-N. BROX, Cartas a los Tesaloni­
claro) nos habla J. AUER; cf. El Evangelio de la gracia, 131-132. censes, Cartas de la cautividad, Cartas pastorales, Barcelona 1974, 178-186.
328 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 329

sajes, atendiendo al contexto, la realidad definitiva y plena pro- e) La razón de este hecho ya la aducíamos en páginas anterio-
metida es la felicidad eterna junto a Dios, que en el Nuevo Testa- res: afirmar que nos ha sido dado el Espíritu Santo, es lo mismo
mento se significa por medio de la imagen de las bodas (Mt 22, que afirmar que se nos ha dado toda la Trinidad; porque el Espíri-
1-10; Le 14, 16-24). Pues bien, las palabras «arras», «primicias» tu ni siquiera puede idearse sin las otras dos divinas personas,
y «prenda», sugieren que el Espíritu Santo establece una relación porque de ellas procede. Dentro de la Trinidad, la procesión de
esponsal con el justo como garantía, anticipo e imagen de la «en- las divinas personas se identifica con su «constitución», porque
trega total» y definitiva de Dios al justo bienaventurado (l Jn 3, en las procesiones se constituyen las relaciones opuestas. Esta
2; 1 Cor 13, 12). Es la posesión beatífica de Dios o las bodas observación nos hace descubrir el carácter de donación y unión
eternas del hombre bienaventurado con Dios. consumativa del justo con la Trinidad inscrita en la donación del
El contexto y sentido general de la Escritura nos obliga, en mi Espíritu Santo, equivalente, por cierto, a su expresión en él.
opinión, a concebir esas «arras», «primicias» y «prenda» que es Aunque, desde otra perspectiva, el Padre y el Hijo no inhabitan
el Espíritu Santo para el justo, no como algo distinto de la vida en el hombre agraciado ni tampoco establecen relaciones personales
eterna a la que hacen referencia muy clara, sino como algo de la con él sin el Espíritu Santo. Esto es debido a la mutua inmanencia
misma naturaleza de esa vida eterna. Por lo cual, si, según todos de las tres divinas personas, en su ser y en su expresión en el hom-
los teólogos, la vida eterna consiste en la posesión de Dios, tam- bre, a causa de su única naturaleza. Es la circuminsessio trinitaria.
bién esa donación del Espíritu al hombre en gracia ha de consistir Pero lo más significativo para nuestro caso, vuelvo a repetir,
en una posesión de Dios (con las y en las condiciones de la vida es que la donación del Espíritu al justo es incluyente de la dona-
en este mundo) que se entrega al justo en y por medio del Espíri- ción de la Trinidad al mismo justo.
tu (precisamente como arras, primicias y prenda de la donación y Esta donación tiene su expresión en la correspondiente dona-
posesión eternas) suscitando la entrega recíproca del justo a Dios, ción que el justo hace de sí mismo a Dios en el amor de identifi-
estableciéndose así entre ellos unas relaciones análogas a las que cación, como explicaremos después. Por eso, tiene carácter
se dan entre dos esposos humanos. esponsal esta relación, porque es una donación y entrega mutuas
Esta es la interpretación más coherente de estos textos: el entre Dios y el justo, que crea entre ellos una alianza que com-
Apóstol toma esos términos de las costumbres y literatura nup- porta una fidelidad y, aun, una exclusividad, que son las caracte-
ciales para significar que la relación esponsal entre el Espíritu y rías de la relación y unión esponsal-matrimonial 189•
el justo es garantía y anticipo de la herencia eterna; es decir, de la
posesión de Dios por el bienaventurado. Y puede ser garantía y d) Si consideramos que las personas divinas, que se dan al
anticipo precisamente porque en ambas (relación esponsal del hombre agraciado en el don del Espíritu Santo, hacen donación
justo con el Espíritu y la bienaventuranza) se da una mutua entre- simultánea de su naturaleza divina, lo que se efectúa cuando el
ga y aceptación generosa y fiel, que comienza en este mundo y Espíritu, a modo de progenitor, constituye la vida divina en el
prosigue para siempre en el otro (bodas eternas). justo, entonces podemos hablar de la dimensión ontológica de su
El Espíritu Santo es el don mutuo del Padre y del Hijo, y en el desposorio divino. Esto no está desvinculado del aspecto perso­
que Dios se da al hombre en estado de gracia; un don en el que el nal; este segundo incluye al primero, y consiste en la relación es­
Padre y el Hijo también se dan. Cuando el Espíritu Santo es donado ponsal de carácter personal con el Espíritu Santo.
y se da, todo Dios, las tres divinas personas, son don para el justo. Esta donación de la naturaleza divina al justo es lo que otorga
contenido real a la filiación y a la fraternidad, lo mismo que a la

Sobre todos estos textos cf. R. E. BROWN-J. A. FITZMYER-R. E. 189. La infinitud del amor divino le permite a Dios amar a cada uno con un
MURPHY, Comentario bíblico «San Jerónimo», t. IV, Nuevo Testamento, II, amor exclusivo y compartido a la vez, sin que una y otra característica se deva-
Madrid 1972, 68-166. lúen recíprocamente.
330 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 331

relación esponsal entre el Espíritu y el justo. Ni la filiación ni la La propiedad nocional de las personas del Padre y del Hijo
fraternidad divinas del hombre en gracia son tales en sentido es- condiciona y establece el sentido y significado de las relaciones
tricto porque no tienen como fundamento una generación en sen- personales con el justo; significado y sentido que las hace análo-
tido unívoco a la del Hijo por el Padre; pero la donación de la gas a las de paternidad-filiación y de fraternidad. Pero no es posi-
naturaleza divina en el Espíritu aleja a esa filiación y a esa frater- ble una relación personal del Padre y del Hijo con el hombre
nidad, no solamente del sentido equívoco, sino también del senti- agraciado según un sentido y significado incoherente con la pro-
do meramente jurídico-adoptivo, situándolas en una analogía piedad nocional de su ser personal.
intensa de atribución y de proporcionalidad a la vez con respecto El Padre por ser Padre engendra; no se da él personal y direc-
a la generación del Hijo, que hace posible la «común» (fraterna) tamente a un ser que todavía no existe (el hombre en estado de
posesión de la naturaleza divina. gracia), sino que lo engendra (si bien por medio del Hijo y en el
El aspecto ontológico de la donación del Espíritu tiene un Espíritu) para que exista según la vida de gracia; por eso la rela-
contenido real que lo otorga a las otras relaciones del justo con el ción que establece con el justo es la de paternidad-filiación.
Padre y el Hijo. La función progenitora del Espíritu en el orden En cuanto al Hijo, la posibilidad de una relación personal de
de la realización sustituye a lo que le falta de estricta generación carácter esponsal queda anulada por la obviedad de la relación
a la del justo realizada por Dios Padre. En la generación estricta fraternal proveniente de la común condición a él y al justo: ser
y en sentido pleno, el Padre «engendra» al justo por el Hijo y en ambos hijos del Padre. Otra razón (que valdría también para el
el Espíritu. Como esa «generación» está realizada por esa dona- caso del Padre) sería que no siendo el Hijo la persona terminativa
ción, es ésta la medida de aquélla y hace que no sea una genera- de la Trinidad, su relación con el justo no puede tener el carácter
ción puntual e indivisible, sino gradual y reversible. de don de Dios; ya que el Hijo, que no puede concebirse sin el
Habrá ya advertido el lector que esa misma naturaleza divina Padre (pues de él procede), sí puede concebirse sin el Espíritu
expresada en el justo, considerada como «engendrada» por el Santo, (pues éste es espirado por el Padre y el Hijo) 192•
Padre nos hace hijos de Dios como Deus unus en el aspecto onto- Esto tiene su consecuencia en que no es el Hijo, sino el Espíri-
lógico; nos hace hermanos del Hijo en el aspecto ontológico; nos tu (persona terminativa de Dios, amor-donación entre el Padre y el
hace hermanos del Hijo en el aspecto ontológico en cuanto es Hijo) el que hace efectiva y real la vida de gracia (engendrada por
considerada como comúnmente recibida por vía de generación de el Padre y construida como mundo universal u orden sobrenatural
un mismo Padre por el Hijo y el justo 190; y nos hace «esposos» de por el Hijo) en cada persona humana, el que hace efectiva y real la
Dios en el aspecto ontológico sí es considerada como recibida a filiación y fraternidad divinas de esa persona humana, el que hace
modo de don en el que Dios se entrega al justo y se une a él con efectiva y real la donación de Dios al justo 193, el que hace efectiva
una alianza mutua, exclusiva y en fidelidad, análogamente a y real la unión del justo con Dios. En resumen: el don del Espíritu
como se da y constituye entre dos esposos humanos 191• es el don de Dios al hombre en todos los posibles aspectos 194•

e) Pero vayamos ya al aspecto personal de la relación espon­


sal entre el justo y el Espíritu Santo. ¿Por qué el Espíritu tiene
192. El Hijo, que presupone conceptualmente al Padre, no presupone con-
una relación esponsal personal con el justo y no las otras divinas ceptualmente o lógicamente al Espíritu, si bien, en la realidad, el Hijo no se da
personas si las tres se dan al justo en el don del mismo Espíritu? ni puede darse sin el Espíritu, en virtud de la circuminsessio. Pienso que estas
diferencias conceptuales tienen su importancia a la hora de entender un poquito
mejor a Dios. Así ocurre en el caso bien conocido de las diferencias conceptua-
les no reales de los atributos divinos.
190. Cf. pp. 288 ss.; 301 ss. 193. Cf. SAN AGUSTIN, De Trin., 15, 19, 36 PL 1086.
191. Esta parece ser, en el fondo, la idea de J. AUER, cf. o. c., 131-135. 194. Cf. SAN AGUSTIN, De Trin., 15, 18, 32 PL 1083.
332 DIMENSIONESDE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN RELACIÓNDEL JUSTO CON EL ESPÍRITUSANTO 333

4. El Espíritu Santo y el amor de identificación El fundamento de las relaciones es lo que determina el carác-
ter o naturaleza de las mismas. Por eso, el fundamento de esas re-
Pero esta donación personal del Espíritu al justo es la inhabi- laciones (la mutua donación que de sí mismos hacen Dios y el
tación del Espíritu en él, que se constituye por su expresión en él. justo en el don del Espíritu y en el don que es el amor de identifi-
Esta expresión del Espíritu consiste en la manifestación entitativa cación) determina unas relaciones constituidas por una alianza
del característico ser personal del Espíritu en él; la cual está exclusiva y una recíproca fidelidad que las hacen análogas a las
constituida y contenida por y en el amor de identificación, que que se dan entre los esposos humanos.
realiza la unión volitiva entre la gracia fundamental (expresión Es significativo que, así como el Espíritu Santo, siendo distin-
del Padre) y sus manifestaciones particulares y concretas (expre- to del Padre y del Hijo, sin embargo en él se dan al justo las tres
sión del Hijo) expresando así al Espíritu Santo que es la unión personas de la Trinidad, el amor de identificación, siendo distinto
volitiva (amor) entre el Padre y el Hijo 19'. de los demás elementos humanos (opción fundamental, actitudes
y actos concretos) de la gracia, sin embargo en él el hombre (por
a) El amor de identificación es la síntesis de la dimensión hu- la acción del Espíritu) da a Dios todos esos elementos humanos y
mana de la gracia; así como la donación del Espíritu es la síntesis la integridad del ser humano.
de la dimensión divina de la gracia. En el Espíritu Santo Dios
«tiene» o es su consumación y plenitud; en el amor de identifica- b) Pero en esta relación esponsal entre el justo y el Espíritu
ción el hombre alcanza y tiene su consumación y plenitud. Por Santo, como en toda relación personal, se dan grados y distintos
eso, ese amor de identificación es la expresión del Espíritu Santo niveles. Se da la relación personal que necesariamente establece
en su característico modo de ser Dios. un hecho o una realidad que hace referencia mutua entre dos per-
Por eso, ese amor contiene la entrega del justo, que, con la en- sonas ( «relación entre personas»); y se dan las relaciones estricta-
trega de Dios al justo, constituye la característica específica de la mente personales y conscientes que se condensan principalmente
relación esponsal. De ahí que la relación personal que se estable- en el conocimiento y el amor ( «relaciones personales»). En el
ce entre el hombre en gracia y el Espíritu Santo tenga su analoga- primer caso no se da un nivel consciente, aunque lo postule y en
do más próximo en las relaciones existentes entre dos esposos ese nivel consciente encuentre su consumación y plenitud. En el
humanos. segundo caso se da un conocimiento de la otra persona y de la
mutua relación que las une, asumiendo en una opción personal el
195. El amor de identificación es la unión volitiva de un acto moral o reli- hecho o realidad que la fundamenta.
gioso particular con la opción fundamental de la que es concreción y manifesta- En la relación esponsal entre el Espíritu y el hombre en gracia
ción. Por eso, la opción fundamental es querida e identificada en ese acto
se da, pues, la «relación entre personas» establecida por el hecho
concreto y particular. Se produce siempre que un acto de esas características
está en conformidad con la opción fundamental por Dios. La opción fundamen- de la mutua donación que es su fundamento y lo que determina su
tal quiere los actos y éstos quieren la opción fundamental. En esa instancia voli- carácter esponsal, aunque el hombre en gracia no tenga conciencia
tiva confluyente consiste. No está de más recordar que la opción fundamental ni de ese fundamento ni de esa relación esponsal. Esto puede su-
asume al «yo», que es el principio originario generador de la opción fundamen- ceder porque, aunque el justo viva un amor de identificación con
tal, de las actitudes y de los actos; pero que, y en conformidad con las caracte-
Dios, sin embargo acontece con frecuencia que no advierte el sig-
rísticas de los procesos vitales del espíritu, es asumido y vitalmente
comprometido por su opción fundamental unida a sus derivaciones. Este amor nificado de donación a Dios que ese amor lleva consigo, suscitada
va acompañado de alguna manera por la fe y la esperanza. Asímismo va acom- por la donación del Espíritu y la relación esponsal que entre ellos
pañado por los que, desde STO. TOMAS, entran en la teología como los siete establece. Esta relación entre las dos personas se desarrolla y per-
dones del Espíritu Santo (cf. S Th 2-2 q. 8, etc.) y que son los auxiliares de ese fecciona con la apercepcián por parte del justo del hecho real que
amor. Sobre el amor de identificación cf. las notas 58 de la tercera parte y 60,
la fundamenta y su significado, alcanzando su plenitud en las «re-
121 de la cuarta parte.
334 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN
RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO 335

laciones personales» (conocimiento y amor, sobre todo) subsi-


Dios al y en el hombre que es el Espíritu, es el amor de identifi-
guientes a esa apercepción y afectadas cualitativamente por la
cación; por otro lado, según hemos visto, también es el amor de
misma, creando toda una inmensa gama de matices y variaciones
identificación el fundamento de esa relación desde la perspectiva
correspondientes a esas «relaciones personales».
del hombre 196•
La relación esponsal, a diferencia de los otros dos tipos de re-
Así, pues, la inhabitación del Espíritu se identifica, en cuanto
lación personal (filiación y fraternidad) no puede ser recibida pa-
al contenido, con el don de Dios que es el Espíritu para el justo;
sivamente. En la relación esponsal, cada una de las personas que
pero no tienen el mismo significado y sentido, porque la inhabita-
la constituyen son simultáneamente sujeto y término de la rela-
ción es una expresión pero el Espíritu como don de Dios al hom-
ción; al contrario que en la filiación en la que el justo es siempre
bre es uno de los extremos (sujeto y término a la vez) de la
término, en la relación esponsal el justo es término pero también
relación esponsal.
sujeto; al contrario que en la fraternidad en que el justo es sujeto
Del mismo modo, los elementos expresivos de la expresión
(en cuanto que los dos extremos están en igualdad con respecto a
del Espíritu en el justo se identifican, en cuanto al contenido, con
la relación fraternal) pero pasivo, en la relación esponsal el hom-
la donación que de sí mismo hace a Dios; pero existe una diferen-
bre en gracia es sujeto activo. Esta es una relación simétrica con
cia en cuanto al significado, porque la donación de sí mismo es la
los dos extremos iguales y activos. De ahí la decisiva importancia
función en la que el justo se constituye en el otro extremo de la
que para explicar esta relación tiene la actitud y función del hom-
relación esponsal (sujeto y término a la vez).
bre. El cual, por medio del amor de identificación (eso sí, recibi-
Por tanto, la diferencia entre inhabitación del Espíritu y su re-
do del Espíritu Santo en el orden de la realización que culmina en
lación esponsal con el justo es patente. Esta relación tiene como
su inhabitación), se constituye en protagonista activo de esa rela-
fundamento la mutua donación del Espíritu y del justo. Este fun-
ción, formando parte así del orden de la constitución de la gracia,
damento se expresa en el amor de identificación, en el que el Es-
de la vida de Dios en él.
píritu da en sí mismo a Dios al justo, y en el que éste se da a sí
mismo a Dios. En cuanto a la inhabitación del Espíritu, también
5. La inhabitación del Espíritu Santo, sus relaciones se expresa en el amor de identificación, pero con otro significado
personales con el justo y la expresión Y sentido, esto es, el de presencia y estancia del Espíritu en el
justo y de éste como habitación y morada. Este significado y sen-
Se nos plantea ahora la cuestión de si la inhabitación del Espí- tido está a la base y en función del sentido y significado de do­
ritu Santo es o no idéntica a la relación esponsal con el justo. En nación, en que encuentra su culminación y plenitud, al
la primera instancia advertimos la clara diferencia entre la inhabi-
fundamentar y originar la relación personal de carácter esponsal
tación que es una expresión del Espíritu en el justo y la relación entre el justo y el Espíritu.
esponsal que, obviamente, es una relación entre ambos.
b) Aparece como centro de todo esto el amor de identifica-
a) La inhabitación del Espíritu Santo en el hombre agraciado
ción, que es la expresión de la inhabitación del Espíritu, y la ex-
se realiza al expresarse el Espíritu en el hombre por medio del
amor de identificación; o, desde la perspectiva humana, al expre-
sar el justo al Espíritu por medio del amor de identificación. 196. Es preciso que se dé un cambio en el justo a modo del Espíritu Santo
La relación esponsal entre el Espíritu y el justo se fundamen- para que podamos decir que el Espíritu es don para el justo o que inhabita en él.
ta, por un lado en el don de Dios al justo que es el Espíritu; por De lo contrario, no podríamos distinguir el estar de Dios Espíritu Santo en todas
otro lado, en la donación que de sí mismo hace el justo a Dios en las cosas, de su inhabitación en el justo o de su donación al mismo justo. Pues
el amor de identificación. Pero se ha de observar que, ese don de bien, ese cambio, por esa razón postulado, es el amor de identificación que es
expresión del Espíritu Santo en el hombre justo.
336 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN 337
RELACIÓN DEL JUSTO CON EL ESPÍRITU SANTO

presión que el justo realiza del Espíritu. Y en otro círculo más actos concretos) otorga a la actividad personal del ser humano el
concéntrico y cualitativamente superior, es la expresión (al consi- contenido, significado y valor de entrega total y real a Dios.
derar otro sentido) del Espíritu como don al justo, y es también la Pero hay que tener siempre presente que ese amor de identifica-
expresión de la donación que el justo hace de sí mismo a Dios, a ción es la expresión del don de Dios que es el Espíritu Santo al o en
la vez que los elementos expresivos de la expresión del Espíritu el hombre. La donación del justo a Dios es, a la vez y antes, dona-
como don. ción de Dios al justo. Ambas donaciones son el amor de identifica-
El amor de identificación es, pues, el fundamento de la rela- ción pero con dos sujetos: el Espíritu Santo y la persona humana.
ción esponsal a la vez que expresión de los dos extremos (ambos Visto desde el hombre, incluye y asume la opción fundamental y los
sujetos y términos) de esa relación. Con lo que se da una unifica­ actos concretos, en virtud de la unión volitiva que le es propia; visto
ción de las personas (el Espíritu y la persona humana) y de los desde Dios incluye y asume la inhabitación y donación al hombre
dos seres (Dios y el ser humano). Además, al ser el justo término del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo.
y sujeto activo de esta relación, se cierra el ciclo de las relaciones Queda todavía por advertir que la permanencia del amor de
con Dios, precisamente por ser esta relación simétrica y activa; identificación no se limita a la duración física de los actos con-
por lo que, sobre ser una relación de Dios hacía el justo, es tam- cretos; pues, la unión volitiva de éstos con la opción fundamental
bién una relación del justo hacia Dios. De ese modo revierte la trasciende la duración física y aun psicológica de unos y otra.
orientación de las relaciones hacia su origen, adquiriendo así un Tanto la opción fundamental, como los actos concretos y el amor
sentido circular. de identificación, tienen una permanencia que podríamos llamar
Así la relación del justo con el Espíritu le otorga un sentido axiológica. Es una permanencia que se prolonga tanto como dura
de terminación y consumación a la relación personal del justo su influencia valorativa sobre la vida y la persona humana. Así
con Dios. queda expresada la permanencia de cada una de las relaciones del
justo con las personas divinas y, concretamente, la relación es-
e) Pero para atribuir todas estas virtualidades al amor de iden- ponsal del justo con el Espíritu Santo.
tificación con razón suficiente es preciso desarrollar una funda- Por último, señalar que esta relación esponsal origina y tiende a
mentación más profunda y nítida. En efecto, en el amor de la «generación» y realización de la vida divina en el hombre, cons-
identificación se realiza, consuma y adquiere su valor la expre- tituyéndose así el Espíritu Santo y la persona humana a modo· de
sión de Dios en el hombre que es la gracia, considerada desde ese progenitores de la misma. En efecto, esa es su característica. Porque
hombre. La opción fundamental que, de por sí no es sino una de- siendo esa relación la dimensión terminativa del orden de la consti-
terminación de la voluntad genérica y no concreta, se realiza (se tución, dado el proceso circular de la dinámica de la gracia, es a la
hace real) por los actos concretos; se consuma y adquiere valor vez el inicio del orden de la realización en el que el Espíritu Santo y
por la unión volitiva entre los actos concretos y esa misma op- el hombre son a modo de progenitores de la vida de gracia en el
ción fundamental que aporta el amor de identificación. mismo hombre. A su vez, como ya hemos dicho, esa función a
Se consuma por la unión volitiva porque con ella revierte modo de progenitores está ordenada a la realización e intensifica-
sobre sí misma, obteniendo así la actividad personal humana una ción del orden de la constitución, dentro de la cual está la relación
forma cíclica. Adquiere su valor, porque a la opción sola le falta de carácter esponsal entre el justo y el Espíritu Santo 197•
la realización fáctica de su contenido; a los actos concretos solos
les faltaría el contenido universal (para todo y para siempre) que 197. En la vida cristiana ordinaria la relación esponsal con el Espíritu
la opción fundamental contiene. El amor de identificación al unir Santo se vive de una manera germinal, desarrollada según sea la intensidad de
los aspectos positivos de ambos elementos (opción fundamental y la vida de gracia; pero esta vivencia suele ser inconsciente, se apoya sólo en la
fe. Pero en la vida cristiana extraordinaria o mística, esta vivencia puede ser
338 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN

d) Nos queda ya solamente señalar que, como en toda expre-


sión, también aquí se hace presente la unión vital e intrínseca; VIII
precisamente en el hecho de constituirse el Espíritu Santo y la
persona humana, íntimamente unidos, en «progenitores» de la
vida de gracia de esta última.
En cuanto a la analogía, esencial a toda expresión, la tenemos
en la asimilación que el Espíritu Santo, en virtud de la relación
PLURALIDAD DE
esponsal, hace del justo a su modo propio de ser Dios por medio
del amor de identificación.
REIACIONES DEL
HOMBREAGRACIADO
CON CRISTO

Es Cristo el que aparece en la Escritura como esposo de la


Iglesia (Ef 5, 22-23; Jn 3, 29; Ap 21, 2-9), no el Espíritu Santo.
Lo cual nos induce a pensar que los justos, miembros de esa Igle-
sia, tienen una relación esponsal con Cristo, no con el Espíritu
Santo.
Pistas de solución:
1 º) Cristo en cuanto Dios, el Hijo, actúa y recibe la relación
fraternal del justo.

2º) Cristo en cuanto hombre tiene otras relaciones con los


cristianos: a) Cabeza de la Iglesia y de sus miembros; b) Princi-
pio de gracia universal; e) por consiguiente, instrumento de sal-
vación y santificación para todos los hombres; d) configurador a
modo humano de la vida de Dios que es la gracia; e) configura-
dor a modo divino de la vida humana; f) recapitulación de toda la
humanidad; g) esposo de la Iglesia, y también del cristiano, como
mucho más intensa y experimental, apoyándose entonces en la fe y la «expe-
veremos 198•

riencia» de Dios que proviene de las gracias y dones místicos; en este caso la
vivencia es consciente. Sobre este tema se deben consultar las obras de SANTA 198. El tema de Cristo y su relación gracia! con la Iglesia y el justo ha sido
TERESA, SAN JUAN DE LA CRUZ (especialmente Cántico espiritual, can- ampliamente desarrollado por el concilio Vaticano 11 (cf.: especialmente Lumen
ción 39: BAC, n. 15, 3a ed., 733) y SOR ISABEL DE LA TRINIDAD. Sobre
gentium). Entre los teólogos actuales se puede consultar a Ch. BAUMGART-
esta última autora cf. M. M. PHILIPPON, La doctrina espiritual de Sor Isabel NER, o. c., 240-252; M. FLICK-Z. ALSZEGHY, Antropología teológica, o. c.,
de la Trinidad, Bilbao, 1960. Para Santa Teresa cf. Obras Completas (BAC) Salamanca 1971, 327-594; J. ALFARO, o. c., 45-182.
Madrid 1951, 1954 y 1959.
340 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN PLURALIDAD DE RELACIONES DEL HOMBRE ... 341

l. La salvación objetiva realizada por Cristo 2. Cristo, la Iglesia y la pluriformidadde las relaciones
del justo con Cristo
En el orden de la realización, Cristo opera en el plano objeti­
vo­universal, y el Espíritu Santo en el plano subjetivo­particular. Es significativo que sea toda la Iglesia la que aparece en la
Pero estos dos planos están íntimamente conectados, hasta tal Escritura con toda claridad como esposa de Cristo 202• Esto es co-
punto que se puede decir que Cristo actúa también en el plano herente con el hecho, ya mencionado, de que Cristo salva y actúa
subjetivo-particular, aunque por medio de su Espíritu 199: a) por- en el plano objetivo y universal. Por eso es que la relación espon-
que el plano subjetivo-particular es una concreción del plano ob- sal con Cristo es de toda la Iglesia universal.
jetivo-universal, en el que el Espíritu actualiza, aplica y realiza la La relación esponsal de cada uno de los justos con Dios tiene
gracia salvadora de Cristo. El plano-subjetivo-particular no exis- una fuerte tradición que se origina en los Padres más que en la
tiría si antes (antecedencia lógica) no existiera el objetivo-univer- Escritura, como una concreción de lo que ésta dice sobre la Igle-
sal. El Espíritu no podría salvar ni santificar a nivel personal si sia (N.T.) y sobre Israel (A.T.). Más tarde, se configura como uno
a_ntes Cristo no hubiera salvado a nivel universal; porque el Espí- de los grados de la alta mística cristiana, según los grandes maes-
ritu salva y santifica con el caudal salvador obtenido por Cristo tros de la vida espiritual.
(Jn 16, 13-15); b) porque la acción del Espíritu Santo (en el Pero, ¿cuál es el sujeto divino que actúa y recibe la relación
plano subjetivo) incluye necesariamente (otra cosa ni siquiera po- esponsal del justo? En la literatura espiritual hay varias posicio-
dría idearse) la acción del Padre y del Hijo; ya que el Espíritu es nes. Unas veces es Dios (sin señalar el sujeto personal, coinci-
la persona terminativa y consumativa de Dios. Por eso, la acción diendo con lo que hemos llamado la dimensión ontológica de la
del Espíritu, aunque propia, es tan inseparable de la acción de las relación esponsal del justo con Dios); otras veces es el Verbo,
otras dos divinas personas, como las personas divinas originantes otras Cristo, y, en ocasiones, el Espíritu Santo.
del Espíritu se presuponen en el ser personal del Espíritu. Obsér- Ante tanta variación y siendo fieles a la Escritura, creo que
vese, por otro lado, que toda la acción salvadora del Hijo la reali- podernos sostener que el justo es hermano del Hijo (de Cristo en
za en cuanto hombre, aunque desde su ser divino 200• El Hijo cuanto Dios porque ambos son hijos del Padre y el Hijo se expre-
Salvador es Cristo. Debido a ello la acción salvadora del Espíritu sa en él) y es a modo de esposo del Espíritu Santo. La Iglesia es
es actuada por Cristo 201• esposa de Cristo (según parece deducirse de los textos de la: Es-
critura), en cuanto hombre, 203• Y por último, la relación esponsal
de cada justo con Cristo (sobre todo en los altos estados místi-
cos), está fundada en la Escritura y se encuentra en la tradición
de la Iglesia difundida por la literatura espiritual tácitamente o
explícitamente admitida por ella.
199. Esto, después de la glorificación; antes, por el contrario, Cristo es ac-
Se da esta última relación cuando el hombre justificado llega
tuado por el Espíritu. Este cambio parece que se debe a que la naturaleza divina
de Cristo actúa progresivamente dentro de su naturaleza humana, desde el ám­
a una total entrega a Cristo en la integridad de su ser; tiene carác-
bito del ser al ámbito del hacer; lo que antes era intermitente (los milagros), es, ter esponsal (2 Cor 11, 2) por ser respuesta a la entrega total de
desde la glorificación, permanente. Cf. VATICANO II, LG 9; SAN AGUSTIN,
De Trin., 15, 26, 46 PL 42, 1093-94; J. ALFARO, o. c., 75, 96, 100; O. GON-
ZALEZ DE CARDEDAL, o. c., 398-9; E. SCHILLEBEECKX, o. c., 456-464;
Y. M. 1. CONGAR, o. c., 41 ss. 202. Cf. VATICANO Il, LG 7.
200. Cf. SAN AGUSTIN, En. in ps., 103, 8 PL 37, 1383; 134, 5 PL 37, 203. Aunque la relación esponsal es personal y Cristo es una sola persona,
1741. sin embargo, se puede recibir una u otra relación a través de una u otra naturale-
201. cr. VATICANO Il, GS 38. za de Cristo.
342 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN
PLURALIDAD DE RELACIONES DEL HOMBRE,.· 343

Cristo a su Iglesia (Ef 5, 25) de la que el cristiano forma parte


esponsal es de carácter personal, hemos de concluir que el Hijo
por ser miembro suyo (1 Cor 12, 27; Ef 1, 22; etc).
es el término de esa relación porque él entrega totalmente al cris-
La pluralidad de las relaciones del cristiano con Cristo se con-
tiano su naturaleza divina (en la medida en que esto pueda darse)
firma considerando que él es «la expresión humana total de Dios»,
en la entrega total de su naturaleza humana, lo cual expresa su
como decíamos en páginas anteriores. Esto tiene su apoyo bíblico
entrega personal (Jn 15, 13; Rom 5, 8; 8, 32; 2 cor 5, 14-21; Gal
en pasajes como Le 8, 20-21; Ef 1, 18-23; Col 1, 15-19; 2, 9 204.
Por tanto, nuestra vida de gracia se ha de configurar según 2, 20; 1 Jn 4, 1 O). Esta entrega de Cristo tiene a veces un carácter
Cristo; pues, a nuestro ser humano únicamente se le ha dado esponsal más marcado (Ef 5, 25-29). A esta entrega corresponde-
como causa ejemplar de su vida humano-divina el ser y la vida de ría la entrega también esponsal del cristiano (2 Cor 11, 2). Esta
Cristo. (Gal 4, 19) 'º'. Por eso, expresamos más a Dios en la me- relación esponsal entre Cristo y el cristiano es figurada en la pa-
dida en que somos expresión de Cristo en nuestro ser y en nuestra rábola de las vírgenes (Mt 25, 1-13).
vida, (Fil 3, 21; 2 Tim 2, 11; Ef 2, 6; Col 2, 12; Rom 8, 17) 206•
De todo esto se deduce que nuestras relaciones expresivas con
3. Cristo, el «lugar» donde se hacen reaJes las relacio-
Cristo son pluriformes. Solamente serán excluidas aquellas rela-
ciones que son incompatibles con la característica de su ser per- nes de las divinas personas con el justo
sonal. En cuanto Dios, es el término de nuestras relaciones que Es importante notar que Cristo es, no solameote el término de
en virtud de la gracia tenemos con la divinidad. En cuanto hom- rodas nuestras relaciones humanas con Dios incit1ida la esponsal,
bre, dado que es la expresión humana total de Dios, debe ser con- sino que también es el sujeto de todas esas relaciones en virtud
siderado como término humano de todas nuestras relaciones con de su naturaleza humana. Dios, por ser el Absolu'? no puede ser
Dios 207• sujeto de relaciones reales con el justo, aunque sí puede ser tér-
Sin embargo, la relación filial con Cristo sería una manera mino final de esas relaciones 'ºR. Las personas divinas, dado que
equívoca de hablar, ya que la persona de Cristo, el Hijo, no puede su ser constitutivo es algo relativo, en cuanto personas, podrían
ser Padre del justo porque se opone el contenido nocional de su ser sujetos de relaciones reales para con el justo; pero como esa
ser personal. (A no ser que Cristo sea considerado en cuanto relación es necesario que se ejerza en y a través dC una naturaleza
Dios; ya que, según dijimos en su momento, se da también la fi- y esa naturaleza de las personas divinas es absoluta, por-eso, en
liación del justo con respecto a la naturaleza divina, Dios). No así definitiva, no puede darse una relación real de hiS personas divi-
en la relación esponsal, en la que Cristo es el término de esa rela- nas como sujetos para con el hombre agraciado.
ción a través de sus dos naturalezas. Su ser personal, el Hijo o el Sin embargo, el Hijo sí tiene una naturaleza no absoluta, la
Verbo, puede ser considerado, sin inconveniente, como término humana; por tanto, puede tener y tiene relaciones reales como su-
de la relación esponsal del justo con Dios. Dado que la relación jeto con respecto al hombre en gracia, además dC ser término de
las mismas. Por eso, en Cristo es el único en qt>ien Y por quien
204. Cf. VATICANO 11, GS 22. ALFARO hace un excelente resumen de la Dios entra en relación real con la humanidad y con cada uno de
doctrina teológica, que vincula encarnación de Cristo con salvación total de la
los hombres. Las demás relaciones con las divin~S personas serí-
humanidad, según los Padres griegos y latinos. Cf. o. c., 77-95.
205. Cf. J. ALFARO, o. c., 78, 100; O. GONZALEZ DE CARDEDAL, o.
an reales en el hombre pero no en ellas.
c., 246, 411.
206. Cf. VATICANO II, AG 2-3; J. ALFARO, o. c., 97, 98. 208. Cf. SAN AGUSTIN, De Trin., 5, 16, 17 PL 4'.2, 922-924; STO.
207. «Total» se ha de considerar desde la perspectiva de las posibilidades TOMAS, S Th., í 13, 7 ad 2 y ad 4. Algunos teólogos actu::1Jes están preocupa-
,

humanas; pero Cristo, en su naturaleza humana, tampoco puede expresar del dos por hacer «relacional» a Dios con el hombre (cf. GONz¡\LEZ FAUS, o. c.,
todo la vida y el ser de Dios. 48, 52). Creo que la solución que se propone aquí satisface e,sa legítima preocu-
pación sin comprometer la infinita perfección de Dios.
344 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN PLURALIDAD DE RELACIONES DEL HOMBRE ... 345

Creo que todo esto tiene una gran importancia para la vida za humana de Cristo; el Hijo se hace realmente hermano del justo
cristiana del hombre en gracia. En su raíz teológica nos permite en su naturaleza humana y el Espíritu Santo se hace realmente es-
afirmar que Cristo es esposo del cristiano, de cada cristiano por- poso del justo en esa misma naturaleza humana de Cristo 211•
que se entregó por cada uno de ellos, y esta entrega aparece en la No es óbice el que esa naturaleza sea sólo del Hijo porque las
Escritura con carácter esponsal, según hemos visto antes. tres divinas personas intervienen en la existencia de la naturaleza
Pero no sería coherente que Cristo fuera esposo de la Iglesia, humana de Cristo: el Padre es autor de esa naturaleza al «enviar» al
esposo del cristiano y hermano del mismo de idéntica manera y Hijo (Jn 3, 16-17; Rom 8, 32; Gal 4, 4-7); el Hijo asume corno pro-
bajo la misma perspectiva. La realidad postula un modo distinto piedad suya personal esa naturaleza (Jn 1, 14; 16, 28; Flp 2, 6-7;
o un ámbito diferente dentro del cual se sitúan y enmarcan nues- Hb 1, 3; 1 Jn 1, 2; 5, 20); el Espíritu Santo hace a modo de progeni-
tras relaciones con Cristo, por la sencilla razón de que Cristo ade- tor de la naturaleza humana de Cristo (Le 1, 34-35; Mt 1, 20).
más de Dios verdadero es también verdadero hombre. Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta que cada una de las
No es que estén nuestras relaciones con Cristo fuera del orden divinas personas se relacionan realmente con nosotros en y desde
de la constitución y del orden de la realización, sino que pertene- Cristo. El Padre «engendra» a todos los humanos a la vida divi-
ciendo a ambos órdenes se sitúan, sin embargo, en un plano dife- na, es decir, se hace realmente nuestro Padre (autor de la salva-
rente. Es el plano enteramente humano con el que nuestras ción) en y desde Cristo, haciendo de él el principio generador
relaciones son reales en uno y otro extremo de Ja relación, inmediato, para Jos hombres, de Ja vida divina en ellos (Jn 3,
No solamente es Cristo el término humano de todas nuestras 16-21; 5, 36. 37. 43; 6, 57-65; 1 Jn 4, 9-14; 5, 11-12; Gal 4,
relaciones con Dios; no solamente es el término inmediato de 4-7; Rom 8, 29-30; Ef 1, 3-5; 1, 17-23). El Hijo se hace real-
todas nuestras relaciones (sobre todo las conscientes) a través del mente hermano de los hombres al asumir la naturaleza humana y
cual se refieren en última instancia a Dios; sino que, además, comunicarnos en ella (ejecutor de la salvación universal) la
Dios se hace en Cristo el sujeto de sus relaciones (pero ya como misma vida divina que él recibe del Padre haciéndonos así hijos
reales) para con nosotros 20•. Cristo es el sujeto humano-divino de del Padre y hermanos suyos (Jn 1, 9-14; 10, 27-28; 10, 10; 3, 16.
todas estas relaciones 2!0. Y aunque la naturaleza humana de Cris- 36; 5, 40; 6, 33. 35. 48. 51; 14, 6; 20, 31; Rom 8, 33-39; 5, l.
to es sólo del Hijo, sin embargo, la naturaleza divina (común a 8-11; Gal 3, 26-29; Ef 1, 7-13; 1, 17-23; 1, 11; Rom 8, 17; 1 Jn
las tres divinas personas) por medio de la naturaleza humana de 3, 1-2). El Espíritu Santo se hace realmente esposo del hombre
Cristo entra en relación real con los humanos en gracia. en gracia al dar a cada uno de los justos toda la divinidad (reali-
En efecto, a las personas divinas les hace falta una naturaleza zador de la salvación a nivel personal) en y desde Cristo según
creada para poder tener relaciones reales con los hombres en es- una alianza fiel y exclusiva de carácter esponsal (Le l , 34-35; Mt
tado de gracia. Pues bien, esta naturaleza creada la tienen en la 1, 20; Jn 3, 5-8; 14, 16-17; 15, 26; 16, 7-15; Hch 2, 17-33; 2,
naturaleza humana de Cristo. 38; 8, 16-17.26; 9, 17; 10, 44-47; Rom 5, 5; 8, 9-11; Flp 1, 19;
Las personas divinas son términos finales de nuestras relaciones Gal 4, 6; 1 Jn 3, 24) 212•
reales con respecto a ellas (filiación, fraternidad y relación espon-
sal), pero el Padre se hace realmente Padre del justo en la naturale-

209. La palabra «sujeto» no se toma aquí en sentido de persona, sino como


el ser del que se origina una relación en contraposición al «rérmino», que es el
ser al que hace referencia esa relación. 211. Cf. J. ALFARO, o. c., 101.
210. Incluso de la relación paterno-filial; por lo que en la Escritura aparece 212. Posiblemente no aparezca esto en su totalidad en ninguno de estos
también Cristo ejerciendo de sujeto de esa relación, como Padre de los discípu- textos considerados aisladamente, pero sí se puede colegir de varios de ellos
los (cf. Jn 13, 33). complementados entre sí.
346 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN PLURALIDAD DE RELACIONES DEL HOMBRE ... 347

4. Relaciones personales del justo con Cristo y la expresión de esas referencias de las personas divinas. Por tanto, el ser crea-
do de Cristo es, en cierto modo, padre, hermano y esposo del
Cristo es, pues, el centro de todas nuestras relaciones hacia hombre en gracia, aunque los sujetos de estas relaciones son las
Dios y de todas las relaciones de Dios hacia nosotros 213• Cristo es personas divinas.
la «expresión humana total de Dios», constituyéndose así en el En síntesis: las tres personas divinas son los sujetos de sus
fundamento de las relaciones personales existentes entre las divi- respectivas relaciones con el justo; pero la naturaleza humana de
nasepersonas y el hombre en gracia. En efecto, aunque hemos ha- Cristo es el principio último operativo por medio del cual y en el
blado de los distintos fundamentos de las diversas relaciones con cual esas relaciones se realizan realmente; mejor, es la expresión
cada una de las personas divinas, sin embargo, esos fundamentos de las mismas.
son particulares, son una expresión particular del fundamento
total que es Cristo, en sí mismo, de todas las relaciones entre a) La relación personal entre las personas divinas y el hombre
Dios y los hombres agraciados. justo alcanza su mayor desarrollo y perfección cualitativa en las
Por ser Cristo expresión total, la gracia, todas las expresiones relaciones estrictamente personales, según hemos dicho.
de Dios en los hombres o todas las participaciones de la gracia en Aunque podemos ejercer esas relaciones personales conscien-
cada uno de los hombres son derivaciones, mejor, expresiones de tes directamente con cada una de las personas divinas, es cierto, a
la expresión de Dios, de la gracia que es Cristo. pesar de ello, que esas relaciones están inscritas y fundamentadas
Así aparece de qué manera es Cristo esposo del hombre justo. en toda la obra reveladora y salvadora de Cristo, y se hacen posi-
Siendo Cristo expresión humana total de Dios expresa también la bles por el ser mismo de Cristo, sin el cual nunca nos podríamos
donación de Dios al justo en el Espíritu Santo. Es, por tanto, relacionar consciente y directamente con el Padre, el Hijo o el
Cristo la expresión humana de la referencia esponsal del Espíritu Espíritu Santo 216•
Pero, aun en este nivel consciente y personal,
Santo al justo. aparece Cristo como centro, por lo menos preferencial, de todas
Por lo mismo, y en resumen, Cristo es expresión de la paterni- la relaciones conscientes de nosotros para con las divinas perso-
dad del Padre 21•, de la fratenidad del Hijo y de la relación espon- nas y de éstas con nosotros.
sal del Espíritu Santo. En Cristo todas esas relaciones se hacen Es el Espíritu Santo el que suscita la relación personal y cons-
creadas, humanas y reales. ciente en toda la inmensa gama de variaciones, instancias y matices;
Al ser Cristo expresión de Dios se sitúa en un nivel ontológi- no ya tanto con el mismo Espíritu, sino con el Padre y el Hijo a tra-
co distinto e inferior; pero es un nivel en el que Dios puede esta- vés de Cristo. Porque la acción del Espíritu tiene la misma «direc-
blecer y establece una referencia real de sí mismo con los ción» que ejerce según la característica de su ser personal; es decir,
hombres en gracia 215• Téngase en cuenta que son cada una de las tiende a llevar al justo al Hijo y al Padre por medio de la humanidad
personas divinas las que establecen relaciones reales con el justo de Cristo, para unirlo a ellos por medio del amor 217•
en el ser creado de Cristo. Pero si este ser creado de Cristo es ex- Es por eso, y debido a la misma complejidad de la realidad que
presión total de Dios quiere decir que es manifestación entitativa intentamos describir, que el Espíritu, principio dinámico de esas
relaciones humanas y conscientes, suele quedar «a tergo» y en la
213. Cf. J. ALFARO, o. c., 97. penumbra con respecto al ámbito consciente de esas relaciones.
214. La persona de Cristo, el Hijo, no puede ser Padre del justo, pero su
Esto podría ser una explicación de la mayor dificultad del cristia-
naturaleza humana sí puede ser la expresión de la paternidad del Padre para con
el hombre en gracia. También lo es de la paternidad que el Hijo ejerce en virtud
de su naturaleza divina, si, como hemos dicho antes, (cf. pp. 288-292) esa natu- 216. Cf. J. ALFARO, o. c., 100, 102.
raleza es también término de la filiación divina del justo. Cf. Jn 13, 33. 217. Cf. M. SCHMAUS, o. c., 95; CH. BAUMGARTNER, o. c., 83, 244;
215. Cf. J. ALFARO, o. c., 102. M. J. SCHEBEEN, o. c., 194.
348 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN
PLURALIDAD DE RELACIONES DEL HOMBRE ... 349

no en concienciar sus relaciones con el Espíritu Santo y su fre-


cuente olvido de él en la vivencia y ejercicio de su vida cristiana. fondo, a las siguientes razones: (a) la limitación inherente a la
En el proceso circular y progresivo del engraciamiento del analogía que, sin embargo, se hace necesaria por la limitación de
justo, éste ocupa, dado que es un ser humano, un «lugar» en el la inteligencia humana; (b) la multiplicidad de funciones ejercida
que espontánea y preferentemente su colaboración al mismo «se por los protagonistas de la gracia en la constitución y realización
dirige», con su componente consciente, con su intencionalidad, de esa misma gracia; (e) la infinitud, en cierto modo, de la reali-
con su voluntad, hacia Cristo, su humanidad, y por ésta al Hijo y dad significada.
al Padre. Esta tendencia y su dirección están movidas y sustenta- Estamos ante una realidad inagotable para el conocimiento
das por la acción del Espíritu, que, a su vez, es enviado al justo humano. La gracia se parecería a una piedra preciosa en la que se
por el Padre y el Hijo. Este proceso, siempre continuo y siempre pudieran ver diversos y múltiples colores (las dimensiones y as-
nuevo, tiene en el Padre su comienzo y su final. De él se origina pectos de la gracia) e innumerables irisaciones (las variadas inte-
y a él vuelve; porque el Espíritu actúa «hacia» el Hijo y el Padre rrelaciones de unas y otros con sus infinitos matices) que serían
y el Hijo «hacia» el Padre. El Padre es el origen, el Hijo es el inagotables y siempre nuevas para las diferentes perspectivas de
modelo, el Espíritu es la consumación de la vida de gracia. Pero la visión humana.
como ésta existe y se desarrolla según un proceso circular, es ne-
cesaria, por el dinamismo del mismo, la vuelta al origen: convir-
tiéndose así en un proceso, de por sí, interminable, eterno 218•

b) Como final de este intento de analizar la relación esponsal


del justo con Dios y con Cristo partiendo de la relación personal
del Espíritu Santo con el mismo justo, es conveniente hacer una
observación que extendemos a las relaciones personales con las
otras divinas personas. Los instrumentos conceptuales tomados de
realidades humanas (paternidad-filiación, fraternidad, matrimo-
nio) se atribuyen a la vida divina que es la gracia, es necesario re-
cordarlo siempre, de un modo analógico. Por tanto, varios y
amplios aspectos de la realidad de la gracia quedan sin ser signifi-
cados por esos conceptos y otros analógicos que se pueden añadir.
Por eso, una misma dimensión de la gracia puede ser signifi-
cada (analógicamente) por varios conceptos tomados de la reali-
dad humana. Así Pablo dice de Cristo que es esposo de la Iglesia
(Ef 5, 22-23), pero también dice que es Cabeza de la Iglesia (Ef
1, 22-23; 5, 23; Col 1, 18). En 2 Cor JJ, 2 Cristo aparece más
bien como esposo del cristiano; pero en Rom 8, 29 aparece clara-
mente como hermano del mismo.
Ello quiere decir que cada uno de esos conceptos significa
algún aspecto no significado por el otro. Esto es debido, en el

218. Cf. M. SCHMAUS, o. c., 96.


QUINTA PARTE

GRACIA INCREADA,
GRACIA CREADA Y
LA TEORÍA DELA
EXPRESIÓN
1

ESTADO ACTUAL
, DEL
TEMA Y , ANALISIS
CRITICO

l. Incoherenciaen las relaciones entre gracia creada e


increada

Una característica ya establecida en la manera de tratar las re-


laciones entre gracia creada y gracia increada es la separación
más o menos declarada y siempre subyacente que se establece
entre ambos planos de la gracia.
Sintetizamos a continuación la exposición más generalizada
de las relaciones entre gracia creada y gracia increada.
1) Algunos efectos de la gracia en la vida del justo se atribu-
yen a la gracia creada; otros, a la gracia increada 1• •

2) En cuanto al origen de una y otra, se establece por unos la de-


pendencia de la increada (inhabitación de la Trinidad) con respecto
a la creada 2; lo cual es una incongruencia, dada la primacía absolu-

l. En cuanto a la distribución de los efectos de la gracia entre la creada y la


increada cf. FLICK-ALSZEGHY, El Evangelio de la gracia, 539; postura que,
sin embargo, se suaviza en p. 592. Reflejan también esta visión J. AUER, El
Evangelio de la gracia, 174-203; A. PEREGO, La gracia, Barcelona 1964,
288-298, 390-391. Varias referencias a esta postura tenemos en CH. BAUM-
GARTNER, La gracia de Cristo, 199-224; el mismo autor parece implicarse en
la misma: 199-205, especialmente 126.
2. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 539, 592 ss.; A. PEREGO, o. c.,
390-391. Cerca de esta postura está L. BOFF, o. c., 171 ss.
354 ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 355
GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA

ta de la Trinidad en el ámbito del ser y en el orden lógico, tanto de versa, se nos presenta una insoslayable aporía respecto a ese
la naturaleza como de la gracia. Otros ponen el origen de la inhabi- «efecto» de la gracia que es la «divinización» del justo: si la divi-
tación de la Trinidad en la justificación del hombre (gracia creada) '; nización se considera como perteneciente a la gracia creada en-
lo cual también es una incongruencia en cuanto que se establece tonces se presenta el absurdo de que algo creado «divinice» 5•
una dependencia de la Trinidad respecto de una realidad creada, Pero si la deificación pertenece a la gracia increada se presentan
además de que el hombre no es apto para recibir a la Trinidad sin dos alternativas: a) Que la deificación sea intrínseca al hombre,
ser previamente transformado, según Cristo, por la Trinidad. en cuyo caso derivamos hacia un panteísmo; porque al pertenecer
Similar a esta discusión es la que se plantea sobre la preceden­ la deificación solamente a la gracia increada (la inhabitación de
cia de una u otra dimensión de la gracia en el sujeto humano 4• Aun- la Trinidad) y ser intrínseca al hombre, no se interpone entre la
que esta precedencia sea solamente en algún aspecto, ello no puede acción divinizante de la Trinidad y el ser nuclear del hombre nin-
menos de originar una disociación y una distinción real entre ambas guna mediación que evite la asunción del ser del hombre por y
como si fueran realidades que existen separadas entre sí. en el ser divino. b) Que la deificación sea extrínseca al hombre,
En unos y otros supuestos subyace la distinción real y separa- en cuyo caso el hombre justo no sería deificado, puesto que no
ción entre ambas; porque se establece entre ambas una relación quedaría afectado ni por la acción divinizante de Dios ni por la
como la existente entre causa y efecto en el ámbito material e sobrenaturalidad de la gracia.
inorgánico. Parece que también subyace la concepción de la gra-
cia como algo distinto y separable de Dios y del hombre justifica- 4) La disociación, más o menos explícita, entre gracia creada
do; como si fuera una cosa autónoma y subsistente en sí misma. e increada puede originar confusiones muy peligrosas 6• Por
Por este camino se podría llegar a la conclusión de que exis- ejemplo, la atribución de la justificación a la sola gracia creada
ten dos «gracias» distintas y desvinculadas. Porque no acaba de sin ninguna dependencia, ni total ni parcial, con respecto a Cristo
verse cuál es el nexo que une ambas dimensiones de la gracia. Salvador; postura que es una versión, sin duda herética, que
Nadie se atreve, creo yo, a afirmar explícitamente la separabi- hacen los protestantes de la doctrina de Trento 7•
lidad y separación de una y otra dimensión de la gracia; pero Según el concilio de Trento, la gracia creada es la única que
tampoco se explica cuál es el vínculo que las une; es decir, la rea- nos hace justos 8• Pero si esa gracia creada se considera como
lidad común y vinculante que nos impida separarlas, y explique desvinculada de la gracia increada, entonces la justificación sería
la íntima conexión existente entre lo increado y creado en la rea- obra nuestra, sería la salvación algo perteneciente a nosotros so-
lidad de la gracia. Ocurre más todavía, como ya hemos visto; lamente; no sería una salvación realmente otorgada por Cristo.
puesto que varios planteamientos y conclusiones derivan, me pa- Conclusión que los protestantes no admiten y que nosotros, los
rece a mí, hacia una concepción desvinculante de las dos dimen- católicos, tampoco podemos admitir, porque es contraria a la Es-
siones de la gracia. critura y la Tradición 9•

3) Volviendo a los efectos de la gracia en el justo, si se atribu-


yen unos a la gracia increada aisladamente de la creada o vice-
6. Esta disociación la atribuyen Flick-Alszeghy a los manuales. Cf El
Evangelio de la gracia, 573.
3. Referencias a esta opinión: K. RAHNER, Escritos de teología, I, 354; 7. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 579-583.
FLICK-ALSZEGHY, o. c., 493-507; L. F. LADARIA, o. c., 364 ss. 8. Cf. DzS 1528-29.
4. Cf. las dos notas anteriores. 9. Cf. toda la carta a los Romanos y otros textos paulinos, principalmente.
5. Dice SAN AGUSTIN: «De la misma manera, sólo puede deificar quien En cuanto a la Tradición, se afirma inamoviblemente en esta línea, sobre todo a
es Dios por sí mismo, y no por participación» (En. in ps., 49, 2 PL 36, 565). partir de san Agustín.
356 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 357

Y no ha de ser suficiente para obviar tal conclusión el consi- por supuesto, Cristo Salvador. Pero, dado que ese campo no es
derar la gracia creada, que nos justifica, como un don proveniente una cosa sino una persona, entonces es obligado admitir que esa
de Dios por Cristo, si este don se nos otorga de una vez, quedan- persona recibe esa salvación activamente, haciendo que pertenez-
do a continuación desvinculado de su origen y principio que es ca a su ser personal porque es personalmente asumida; esto sin
Dios, a modo como un efecto se independiza, en una segunda ins- menoscabo de la pertenencia original y preeminente, absoluta y
tancia, de su causa. Ello nos conduciría, insistimos, a una autono- permanente al único Salvador y Justo que es Cristo.
mía (aunque sea parcial y relativa) de la gracia creada, su
justificación y salvación con respecto a Dios y el único Salvador,
Jesucristo. Lo cual es claramente herético. 2. Causas de estas incoherencias y sus posibles soluciones
Así, pues, esta postura rechazada por los protestantes, es un
punto en el que ellos y nosotros debemos coincidir; porque, vol- Si tratamos de analizar las causas de estos equívocos y descu-
vemos a repetir, según la Escritura y la Tradición, la dependencia brir sus raíces nos encontraremos con una concepción estática y
de la justificación y salvación del hombre con respecto a Dios, es esencialista incapaz de soportar la carga significativa de las rela-
total, absoluta, de principio a fin. ciones entre gracia creada e increada.
En cuanto al concilio de Trento, es claro que no se opone a Debido a eso, estas relaciones se estructuran dentro del
esta dependencia, sino a la anulación de la eficiencia justificante binomio causa-efecto, que se adaptan a las realidades materiales,
y salvadora de la llamada gracia creada, que no es menos fuerte y según su concepción estática por parte de la filosofía antigua de-
real porque dependa total y absolutamente de la acción salvadora pendiente de Aristóteles; pero con mucha más dificultad se adap-
de Cristo 10• Estamos, pues, pienso, ante un lamentable malenten- ta a las espirituales, que son vitales y más dinámicas. En el
dido entre católicos y protestantes que es posible y obligado su- ámbito de lo material, el efecto, una vez producido, tiene un ser y
perar. Ya que los católicos no deben tener inconveniente en existencias independientes de la causa. La causa (en todos los
admitir que toda justificación y salvación del hombre provienen casos en los que no está implicada la vida), por medio de una ac-
de Cristo y de una manera constante e ininterrumpida, aunque se ción conclusa produce el efecto y a continuación deja de actuar
realice por medio de unos dones permanentes creados, que son la sobre este efecto 11•
forma justificante ciertamente, pero informada siempre por la De ahí que cuando se dice que la gracia creada existente en el
justicia de Dios actuada por Cristo y aplicada por el Espíritu. De justo es causada por Dios por medio de Cristo, eso nos puede llevar
este modo queda perfectamente salvaguardada la realidad de la a la idea de que esa gracia, una vez otorgada, se desvincula de Dios
transformación y conversión del hombre que lo hace grato a y de Cristo, adquiriendo una cierta autonomía que relativizaría y
Dios, partícipe de la naturaleza y familiar de Dios. aun anularía la realidad de Cristo como salvador único y total.
Por otro lado, los protestantes, legítimamente obsesionados Dentro de esa misma concepción se habla de los efectos y
por la consideración de Cristo como único y total salvador del causas de la gracia creada y de la increada en el justo. De los
hombre, no deberían objetar nada a una concepción de la justifi- efectos formales (primarios y secundarios) de la justificación y
cación en la que los dones permanentes o gracia creada renova- de la participación de la naturaleza divina 12• Ello lleva consigo
ran y convirtieran realmente al hombre, aunque en virtud de la unas disociaciones artificiales dentro de la única realidad, que es
continua acción salvífica de Cristo; de tal manera que esa justifi-
cación sea del hombre solamente en la medida en que es de Cris-
to. El justo es, simplemente, el campo donde actúa, eficazmente 11. Sobre este punto cf. CH. BAUMGARTNER, o. c., 218; R.W. GLEA-
SON, La gracia, Barcelona 1964, 178-182.
JO. Cf. K. RAHNER, Escritos, I, 371ss. 12. Cf. CH. BAUMGARTNER, o. c., 199-224.
358 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 359

la gracia, difícilmente evitables aunque se advierta insistente- como el término «ad quem» de una relación que recibe su ser y
mente contra ese peligro 13• vida del término «a quo» de esa misma relación 17•

Otras veces se habla de que el hombre «es justificado en Por eso mismo, pero desde la perspectiva opuesta, el decir
cuanto recibe el don de la gracia increada y el de la gracia crea- que la gracia increada es anterior a la gracia creada en el orden de
da» 14• Entonces uno se pregunta: ¿es doble la realidad de la gra- la causalidad formal, tampoco tiene sentido; puesto que la gracia
cia? ¿Son dos dones distintos? ¿Son dos gracias? ¿Se puede increada es gracia en cuanto se constituye en una sola realidad
recibir la una sin la otra? con la gracia creada, so pena de que una y otra no sean realmente
«Las nuevas relaciones (inhabitación de la Trinidad, adopción la gracia. Porque la gracia increada deja de ser gracia si no se da
filial...) del justo suponen la mutación real del ser del justo; mu- en un ser creado, gratificado, que es el ser humano; sin esto últi-
tación que precede en naturaleza a las nuevas relaciones y consti- mo la gracia increada sería sólo Dios en sí mismo.
tuye su fundamento ... Se puede decir, por tanto, que las Esto nos lleva a una reestructuración del planteamiento de la
mutaciones absolutas preceden, en el orden de la causalidad ma- gracia creada e increada. Porque si ambas constituyen una sola
terial, a las relaciones; las relaciones, en cambio. son anteriores realidad que es la gracia, no se puede caracterizar a una de «crea-
en el orden de la causalidad formal» 15• da» y la otra de «increada»; ya que es incoherente considerar
como una sola realidad ambas dimensiones diferenciadas por dos
l} Pero si la mutación real del ser del justo (remisión de los características tan abisrnalmente distintas como el de ser «crea-
pecados, participación de la naturaleza divina = gracia creada) da» e «increada».
precede a las nuevas relaciones y constituyen su fundamento, Pero si la gracia es una sola realidad salvífica, y si la llamada
inevitablemente se establece una separabilidad y una disociación gracia increada debe tener su dimensión creada para ser gracia,
entre la gracia creada y la increada. Pero la gracia creada no así como la llamada gracia creada debe tener su dimensión in-
puede darse sin la increada; lo contrario, indudablemente, está en
contra de la Escritura y de los Padres 16•
Pero, en el fondo, lo que estos autores y otros muchos parece 17. RAHNER sigue hablando (Escritos, I, 372) de una gracia creada y de
que no advierten es que la gracia creada ni tiene sentido sin la una gracia increada, aunque indisolublemente unidas, de tal manera que «la gra-
gracia increada ni puede realizarse sin ella, aunque sean concep- cia creada ... sólo puede existir bajo la realización actual de esta causalidad for-
tualmente distintas. Porque la gracia creada en tanto lo es en mal».
cuanto constituye una sola realidad con la gracia increada. Más Poco antes ha dicho: «En este aspecto, la gracia creada aparece como causa
exactamente: la gracia creada no es tal sino se da y considera materia/is (dispositio ultima) de la causalidad formal que Dios ejerce en la co-
municación de su propio ser a la criatura mediante la gracia». Luego Dios se
como el reflejo de la gracia increada; si no es y se considera
sirve de la gracia (creada) para comunicarse. Está claro que se habla de la crea-
da (aunque no pueda existir sin la increada) como si ya sola ella fuera la gracia;
al menos, conceptualmente. Pero me parece a mí que ni se puede concebir la
gracia sobrenatural sin que sea «autocomunicación de Dios al hombre», como
13. Las cosas que son causas distintas o efectos distintos no exigen ningu- el mismo Rahner dice con frecuencia, y en lo que todos los autores están de
na vinculación entre sí; lo cual es propio de la débil integración de las cosas acuerdo. Creo que, en el fondo, a Rahner no le disgustaría una formulación que
materiales para cuya significación están elaborados esos conceptos. dijera que la gracia es creada e increada a la vez; y que existe una dimensión
14. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 592. Cf. también CH. J3AUMGARTNER, creada de la gracia y otra dimensión increada de la misma gracia. Me parece
o. c., 213. que SCHMAUS (o. c., 103) no está lejos de esta formulación. En cuanto a AL-
15. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 592-593. FARO, se nos acerca al oponerse a toda clase de causalidad, incluso la formal,
16. Cf. K. RAHNER, Escritos de teología, t, 350--354. J. ALFARO, Cris­ cuando se habla de la gracia de Cristo que se comunica a los cristianos
tología y antropología, 313; M. SCHMAUS, Teología dogmática, 103. (o. c., 97).
360 DIMENSIONES DE LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 361

creada también para ser gracia, desembocamos en un nuevo plan- zación del justo lo es tal en virtud de la gracia increada (= Dios
teamiento de este tema que se puede sintetizar en los siguientes que se comunica al hombre en su naturaleza divina) 21•
puntos: a) en contra de autores relativamente antiguos (Lesio, En cuanto a los otros aspectos que se atribuyen a la gracia crea-
Petau y Scheeben), 18 no se deben atribuir ciertos «efectos» a la da, remisión de los pecados y justificación, 22 considerados como
sola gracia increada y otros «efectos» a la sola gracia creada, por- constitutivos del estado de gracia (realidad sobrenatural), necesaria-
que la gracia es una realidad única a la que se deben atribuir mente son también comunicación de Dios; porque, de lo contrario,
todos los «efectos»; b) la gracia no se divide en gracia increada y no serían parte del estado de gracia. Además, hay una conexión in-
gracia creada siendo ésta un efecto cuasi-formal de la primera, trínseca entre justificación (la remisión de los pecados es el aspecto
como diría Rahner 19, sino que toda la gracia y todos sus aspectos negativo de la justificación) y divinización, como ya vimos antes;
tienen una dimensión increada y otra creada constituyendo lo cual nos patentiza la intervención de la gracia increada también
ambas una sola realidad 20• en esos aspectos atribuidos a la gracia creada.

2) Llegamos ahora al punto clave de nuestro planteamiento. 3) En cuanto a la gracia increada (inhabitación de la Trinidad,
La remisión de los pecados, la justificación (como parte de la amistad con Dios y filiación adoptiva, a la que habría que añadir
«nueva creación») y la participación de la naturaleza divina, con- la relación fraternal con el Hijo y la esponsal con el Espíritu),
sideradas como lo propio de la gracia creada, tienen su dimensión consideramos que también tiene su dimensión creada. Porque la
increada en cuanto que necesariamente incluyen una comunica- gracia increada dejaría de ser gracia si no incluyera una transfor­
ción de Dios; hasta tal punto que sin ésta, no sólo no podrán mación o reflejo correspondiente en este ser creado que es el
mantenerse en su ser esos tres aspectos de la gracia antes mencio- hombre justo. De lo contrario la Trinidad no inhabitaría realmen-
nados, sino que, más aún, no podrían ni darse. Porque Dios, co- te en el hombre, el justo no sería amigo de Dios ni tendría una re-
municándose al hombre, es constitutivo de la remisión de los lación familiar con él. Esos aspectos atribuidos a la gracia
pecados, de su justificación y de su participación en la naturaleza increada necesariamente incluyen un cambio real en el hombre si
divina. Porque si estos aspectos de la gracia no son comunicación realmente el justo es templo de la Trinidad, amigo de Dios y fa-
de Dios, entonces es una incongruencia llamarlos gracia. Sin em- miliar de Dios 23•
bargo, no sólo por su producción, sino que también en sí mismos Es decir, que la inhabitación, amistad y relación familiar con
son algo sobrenatural e incluyen una comunicación de Dios. Dios deben tener su dimensión específica en el justo, so pena de
Analizando más. La participación de la naturaleza divina es privarles de realidad reduciéndolas a meras palabras o conceptos.
considerada por los autores como parte de la gracia creada por- Sin embargo, no se ha de caer tampoco en la incongruencia de
que se realiza en el hombre; pero a la vez se advierte la imposibi- considerar la gracia creada (remisión de los pecados, justificación
lidad de que el justo sea divinizado sin la intervención de la y divinización) como la dimensión humana de la gracia increada
gracia increada. Lo cual nos pone de manifiesto una incoherencia (inhabitación, amistad y relación familiar con Dios). El confusio-
de esta postura; pero también nos obliga a admitir que la divini- nismo, la arbitrariedad y la ininteligibilidad dominarían entonces
el tratado sobre la gracia.

18. Cf. M.J. SCHEEBEN, Los misterios del Cristianismo, 166-195. Sobre
estos tres autores en relación con esa posición cf. H. RONDET, La gracia de 21. Me parece que esa impresión de incoherencia se obtiene de una lectura
Cristo, 280--286; CH. BAUMGARTNER, o. c., 214-220. en conjunto de FLICK-ALSZEGHY, o. c., 25-26, 541-601.
19. Cf. Escritos de teología, 1, 349-377. 22. FLICK-ALSZEGHY recogen opiniones de este tipo. Cf. o. c.,
20. Se aproximan a nuestra posición P. FRANSEN, Mvsterium Salutis, 592-600.
IV/2, 910; M. SCHMAUS, o. c., 31-252. 23. Cf. pp. 251-255.
362 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA
ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 363

La inhabitación de la Trinidad sólo puede tener su dimensión


e) Todos y cada uno de los aspectos de la gracia tienen su di-
humano-creada en el justo en cuanto se constituye en templo y
mensión creada y su dimensión increada. Su dimensión creada se
ámbito habitado por la Trinidad; la amistad de Dios con el justo
constituye por los elementos humanos, desde el núcleo de su ser,
sólo puede tener su dimensión humano-creada en la correspon-
con que se construye cada aspecto de la gracia en el justo y que
diente amistad del justo con Dios; la relación familiar de Dios
lo modifican de diversa manera según de qué aspecto de la gracia
con el justo (Dios como padre, como hermano y como esposo),
se trate. Su dimensión increada se constituye por la particular
con la correspondiente relación familiar del justo con Dios (el
manera con que en cada aspecto de la gracia se comunica y entre-
justo como hijo, hermano y esposo). Es también por esta razón
ga Dios al justo.
por lo que rechazamos la opinión de Rahner y otros teólogos que
consideran la gracia creada como efecto cuasi-formal de la gracia
increada; ya que ello llevaría consigo la conceptuación de los as- Así tenemos:
(1) Dios se entrega al hombre como salvador (dimensión in-
pectos de la gracia creada como constituidos por la misma forma
creada) liberando al hombre del pecado (dimensión creada).
comunicada por la causa formal que en este caso serían los as-
(2) Dios se da al hombre como santificador (dimensión incre-
pectos de la gracia increada. Como ya hemos dicho antes, esto es
inadmisible por ininteligible. ada) haciendo justo y santo al hombre (dimensión creada).
(3) Dios se comunica al hombre en su naturaleza divina (di-
mensión increada) deificando al hombre justo (dimensión creada).
4) Pero si antes hemos dicho que la llamada gracia creada (4) Dios se da al hombre como amigo (dimensión increada)
debe tener su dimensión de gracia increada; y también hemos haciendo al hombre amigo de Dios (dimensión creada).
dicho que la llamada gracia increada debe tener su dimensión de (5) Dios se comunica al hombre en sus tres personas divinas
gracia creada, parece estar en contradicción con lo que acabamos (dimensión increada) haciendo al hombre templo o morada de la
de decir, esto es, que los aspectos de la gracia creada no se deben Trinidad (dimensión creada).
considerar como la dimensión humano-creada de los aspectos de (6) Dios se da al hombre como padre, como hermano y como
la gracia increada, y lo que antes dijimos, que los aspectos de la esposo (dimensión increada) haciendo al hombre hijo, hermano y
gracia increada no se deben considerar como la dimensión divi- esposo de Dios (dimensión creada).
no-increada de los aspectos de la gracia creada.
Observemos, por fin, que cada uno de los binomios creados e
No hay contradicción si se considera nuestra posición en su increados constituyen cada aspecto de la gracia; y que todos los
conjunto y en síntesis: a) Todos y cada uno de los aspectos de la aspectos de la gracia constituyen una sola realidad humano-divi-
llamada gracia creada (remisión de los pecados, justificación, na que llamamos la gracia de Dios.
deificación) están constituidos, además de por un elemento hu-
5) Como se ve, debemos seguir hablando de gracia creada y
mano-creado, por otro «elemento» divino-increado propio y es-
gracia increada, pero en un modo y en un sentido bastante distin-
pecífico suyo.
tos. Puesto que los compartimentos estancos, artificialmente cre-
ados entre una y otra, desaparecen, poniéndose de relieve la
b) Todos y cada uno de los aspectos de la llamada gracia in- unidad y coherencia entre los diversos aspectos de la gracia al
creada (inhabitación de la Trinidad, amistad y relación familiar hacer comunes a todos y cada uno de ellos las características (de
con Dios) están constituidos, además de por un «elemento» divi- creada e increada) que antes los separaban distribuyéndolos en
no-increado, por otro elemento humano-creado propio y específi- dos grupos contrapuestos que amenazaban gravemente la concep-
co suyo. ción unitaria de esa realidad una que es la gracia; que tiene as-
pectos diferentes, pero únicamente diferenciados por la mayor o
364 GRACJA INCREADA, GRACIA CREADA
ESTADOACTUALDEL TEMA Y ANÁLISIS CRÍTICO 365

menor intensidad e intimidad de la comunicación de Dios al


hombre que llevan consigo 24• En efecto, la mentalidad esencialista y cosística, movida por
Según nuestra teoría, cada uno de los aspectos de la gracia su afán científico, formula entre otras la siguiente pregunta: ¿cuál
tiene su dimensión increada propia y distinta, y también su di- es la causa eficiente de la gracia? Para responder inmediatamen-
mensión creada propia y distinta, pero se mantiene la unidad den- te: la Santísima Trinidad. Pero que la Trinidad sea la causa de la
tro de la diversidad; porque aun teniendo cada aspecto de la gracia es una afirmación bastante imprecisa, inadecuada y pobre,
gracia sus dimensiones creada e increada distintas, todos ellos teniendo en cuenta que, si la gracia es «comunicación de la vida
tienen de común la entrega y comunicación de Dios (al hombre de Dios al hombre», según una definición muy general admitida
justo). Sólo se distinguen en que cada uno pone de relieve una por todos los teólogos, sería inadecuado e impropio significar esa
manera y una vertiente de esa comunicación divina y de esa comunicación con el concepto de «causa», en cuanto que aquélla
transformación humana, las cuales, además, mutuamente se nece- es vital y ésta una idea sacada de las realidades materiales 27• Por
eso, la categoría de «causa» es insuficiente para soportar la carga
sitan y complementan para constituir la realidad una de la gracia.
significativa de lo que es una comunicación vital y permanente.
Por el contrario, ¿cómo podremos tener y mantener una con-
Ésta supone, hasta su fin, la mutua inmanencia del sujeto que
cepción unitaria de la gracia si establecemos una distinción entre
comunica la vida y el sujeto que la recibe. La causalidad, sin em-
dos grupos de aspectos de la gracia caracterizándolos a cada uno
bargo, deriva hacia una «extrañeidad» entre la causa y el efecto.
por dos atribuciones tan abismalmente separadas y contrapuestas
De ahí se deduce que, si Dios es la causa de la gracia y ésta
como son la de «creada» e «increada»? 25• pasa a ser su efecto, parece que entonces podría producirse un
Con este último planteamiento es muy difícil evitar la separa- hiato entre Dios y la gracia, que reduciría a ésta en su totalidad a
ción (que va más allá de la distinción) entre los llamados efectos la condición de creada y de separada de Dios, una vez efectuado
formales de la gracia creada y los de la gracia increada. el hecho de su terminación causal. La relación entre gracia creada
La misma teoría de Rahner, al considerar una serie de aspec- e increada adquiriría entonces un grado tal de confusionismo e
tos de la gracia como mera y solamente creados, reduciéndolos a ininteligibilidad que nos podría abocar a pensar a Dios incomuni-
causa material o disposición última de la gracia increada, Y con- cado como gracia (lo cual es contradictorio) y al hombre partici-
traponiéndolos a la actuación de la Trinidad (gracia increada) pando de la vida divina aislado de Dios (lo cual es absurdo). Esto
como causalidad cuasi-formal, incide también en esta distinción es lo que se podría deducir, me parece a mí, aplicando rigurosa-
que inevitablemente lleva a la destrucción de la concepción uni- mente los conceptos de causa y efecto inducidos del mundo ma-
taria de la gracia 26•
terial. La situación se suaviza, sin embargo, porque los teólogos
no conciben estos conceptos como inducidos meramente del
6) Por último, otro peligro que acecha a la concepción unita- mundo material, los utilizan en un sentido no estricto, sino am-
ria de la gracia es la teoría que ve a la Santísima Trinidad como plio, y aplican el concepto de efecto solamente a la gracia creada,
causa de la gracia. Esto incide sobre el tema que estamos anali- no a la increada.
zando, como veremos enseguida. No obstante, esta visión, apoyada en conceptos de por sí ma-
teriales, tiene su innegable influencia negativa y fácilmente con-
duce, como han señalado varios autores 2' a una cosificación de la
24. Ningún teólogo ha pensado en dos gracias distintas; sin embargo, de gracia; como si fuera algo distinto de Dios y del hombre, pero
ciertos modos de hablar podría deducirse esa división. Cf. nota 14.
25. Obsérvese con atención que el abismo entre «increado» y «creado» no
se salva por la analogía del ser. Porque «creado» e «increado» no son analógi- 27. CH. BAUMGARTNER se hace eco de este problema (cf. o. c., 218).
cos. Son análogicos el ser creado y el ser increado; ambos en cuanto ser. 28. Cf. J. ALFARO. o. c., 313, nota 181; K. RAHNER, Sacramentum
26. Cf. K. RAHNER, o. c., I, 372. Mundi, 3, 322.
366 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA

añadido al hombre; como algo que se quita y se pone; como una


cosa con características materiales, como son la estatificación y 11
despersonalización.
Pero la gracia es la comunicación de Dios al hombre de un
modo constante y dinámico, a un nivel vital y personal. La gra-
cia, desde el hombre es el mismo ser del hombre; desde Dios, es
el mismo ser de Dios (salvada siempre su trascendencia); pero REIACIONES ENTRE IA
considerada en sí misma, es una expresión de Dios en el hombre.
Es más: la gracia increada sola no es la gracia, es Dios; la gracia GRACIA CREADA
, E
creada sola no es la gracia, es el hombre. La expresión de Dios
en el hombre, eso es la gracia. INCREADA
, SEGUN IA ,
TEORIA DE IA EXPRESION

El concepto de expresión obtenido de los casos reales de ex-


presión (la antropológica y la estética) nos permite obviar todas
las dificultades expuestas sobre las relaciones entre gracia creada
e increada; nos posibilita la superación de las incongruencias ob-
servadas en las teorías antiguas y modernas, y obtener una visión
unitaria, coherente y bien estructurada de este tema.

l. Planteamiento general

El concepto de expresión nos ayuda a situar el ámbito exacto


de la gracia increada y el de la gracia creada. La gracia increada
está constituida por las diversas maneras de entregarse y comuni-
carse Dios al hombre. Es Dios que se expresa o Dios expresándo-
se en el hombre. Porque si la gracia, según nuestra teoría, es la
expresión de Dios en el hombre, obviamente, la gracia increada
será toda actuación de expresarse en el hombre por parte de Dios
de cualquier tipo que sea. Son, por tanto, gracia increada las ac-
ciones en que él se expresa salvando, justificando, santificando,
divinizando ... al hombre, porque en todas ellas es Dios el que se
comunica y entrega manifestándose entítativamente en el hombre
por medio de una relación vital e intrínseca, es decir, por medio
de una expresión.
368 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA
RELACIONES ENTE LA GRACIA CREADA E INCREADA 369

Por otro lado, la gracia creada está constituida por los diver-
sos elementos humanos, desde el núcleo de su ser, afectados y a) Según la teoría de la expresión, la primacía de la gracia in-
transformados por la expresión de Dios en el hombre. El hombre creada es absoluta e indiscutible. Porque la iniciativa, autoría y
se constituye así en ámbito expresivo de Dios. Porque si la gracia autonomía en toda expresión pertenecen al ser que se expresa, y
es la expresión de Dios en el hombre, obviamente, la gracia crea- en este caso es Dios; por eso, recibe esa dimensión de la gracia el
da será toda parcela humana convertida en ámbito expresivo de nombre de increada en conformidad con la Escritura y los Padres
Dios; o bien, toda manera humana de expresar a Dios. Por tanto, 29•
Pero esto no hace necesaria una previa transformación del
es gracia creada el hombre en cuanto redimido de sus pecados, en hombre, puesto que Dios mismo al expresarse en el hombre es el
cuanto justificado, santificado, partícipe de la naturaleza divina, que lo transforma. El hecho de expresarse Dios en el hombre
morada de la Trinidad y familiar de Dios; porque en todos esos lleva consigo como constitutivo esencial esa mutación real, por-
aspectos la creatura humana se convierte en una manifestación que de lo contrario no se daría esa expresión.
entitativa de Dios por medio de una relación vital e intrínseca; es Dios no necesita de una anterior transformación real del hom-
decir, en una expresión de Dios. bre para establecer relaciones personales con él o inhabitar en él,
Esto hace posible el estructurar y distinguir las diversas di- por ejemplo; puesto que él mismo cuando establece esa relación
mensiones o niveles creados e increados de la gracia, de tal modo con el hombre ¡0 transforma, y esta transformación es el elemen-
que su concepción unitaria e integrada no se ponga en peligro, to expresivo de la relación con la que constituye una sola realidad
sino que se intensifique y patentice; ya que entre cada nivel crea- que es una «unidad» dentro de la expresión llamada gracia.
do y su correspondiente increado se da una mutua exigencia radi- Por ello, ni un solo instante se da una cualquiera transformación
cada en el hecho de que entre ambos constituyen un aspecto de la sobrenatural del hombre que suponga el estado de gracia sin que
gracia; una «unidad» de gracia; (por ejemplo: la justificación, la Dios esté presente (se exprese) como gracia increada en el justo.
inhabitación ... ) dentro de la realidad una de la gracia. Es la vi- Dios puede actuar y actúa sobre el hombre «desde fuera», por
sión unitaria vertical. medio de las denominadas gracias actuales, antes de que el hom-
En cuanto a la integración estructurada de las diversas «uni- bre esté en gracia para prepararlo y llevarlo a ese estado. Pero
dades» de la gracia entre sí (justificación, divinización, inhabita- desde el momento en que el hombre es agraciado, es incongruen-
ción ... ) se fundamenta en la unidad de Dios y del hombre, y en la te reducir la llamada gracia creada (la mutación real del hombre
unidad, totalizante en la diversidad, de la expresión de Dios en el que le adviene con la justificación) al papel de supuesto previo
hombre que es la gracia. Entre esas «unidades», en el ámbito hu- para la gracia increada. p0rque la gracia creada es la dimensión
mano, se establecen relaciones unificantes de orden, dependen- expresiva de la gracia increada y, como sucede en toda expresión,
cia, suposición, progresión y culminación. Estamos ante la visión con ella constituye una sola realidad que es esa expresión llama-
unitaria de la gracia en sentido horizontal. da gracia o una «unidad» de Ja misma.

b) La preocupación de algunos autores es la de hacer previa-


2. Se resuelven las problemáticas relaciones entre mente al hombre sujeto apto y digno para recibir a la Trinidad
gracia creada e increada por medio de las categorías por medio de una mutación real de su ser 'º. Pero, como ya diji-
mos antes al hablar de la inbabitación, 31 ninguna transformación
expresivas
óntica del hombre es fundamento proporcionado y adecuado para
Desde este planteamiento general y básico se resuelve con fa-
cilidad el aparentemente intrincado problema del origen, depen­ 29. Cf. K. RAHNER, Escritos de teologia, I, 350-354.
dencia y precedencia entre la gracia creada y la gracia increada. 30. Sobre esta preocupación cf. K. RAHNER, o. c., 354.
31. Cf. pp. 246-248.
370 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA E INCREADA 371

la inhabitacion de la Trinidad, excepto esta misma inhabitación quía de progresión, inclusión y culminación, dentro de la unidad
que conlleva esencialmente una dimensión expresiva en el hom- total que es la gracia de Dios.
bre, propia y específica, que sí es una transformación óntica, pro- Estos falsos planteamientos se superan si se concibe la gracia
porcionada y adecuada para la inhabitación de la Trinidad; tan es como una expresión de Dios en el hombre. Entonces se percibe
eso así que en esa transformación consiste. con facilidad la integración (en sentido vertical y en sentido hori-
Esa dimensión expresiva hace a la inhabitación efectiva y real zontal) de las dimensiones (creada e increada) y de las «unida-
en el hombre como tal inhabitación; evitando así el que se reduz- des» (remisión de los pecados, justificación, divinización,
ca a algo irreal o meramente conceptual, y evitando así también inhabitación y las tres relaciones familiares del justo con cada
el que se tenga que otorgar «como de prestado» a la inhabitación una de las personas divinas) dentro de la unidad de un solo todo,
de la Trinidad elementos humano-creados pertenecientes a otras de una sola realidad que es la gracia de Dios.
dimensiones de la gracia y propios de las mismas.
En fin, pensar que Dios actúa en el hombre determinando una e) El difícil dilema sobre si es la gracia creada o increada la
transformación sobrenatural (estado de gracia), como preparación que realiza la divinización del justo tiene una solución lógica y
anterior para la gracia increada, 32 es incongruente porque ésta convincente dentro de la teoría de la expresión.
también incluye ese nivel humano-expresivo-transformador del Recordamos que este dilema se plantea así: si la deificación del
hombre, según un modo peculiar en conformidad con la «unidad» justo se atribuye a la gracia creada, entonces se incide en el absur-
de gracia de que se trate. do de que una forma creada confiere una perfección divina que su-
Todo ese planteamiento equivocado antes mencionado se debe pera absolutamente las exigencias de cualquier naturaleza 35• Pero
a una falsa imagen proveniente de la mentalidad fisicista que si la deificación se atribuye a la gracia increada como intrínseca al
constantemente instrumenta separaciones espaciales y temporales hombre, derivamos entonces hacia un panteísmo; y si es extrínseca
allí donde no hay sino una realidad (la gracia) aunque subsista en al hombre, entonces no es verdadera divinización 36•
dos seres distintos, Dios y el hombre. Esta mentalidad es la que La solución a este dilema se encuentra si tenemos en cuenta
dificulta el apercibirse de que la gracia increada debe incluir una que la deificación del justo es una «unidad» de la gracia y que,
transformación del hombre para que sea real en ese hombre 33; así como tal, es un aspecto de la expresión de Dios en el hombre que
como la gracia creada debe incluir una dimensión divina para que es la gracia.
verdaderamente sea gracia y no otra cosa 34• Así, por ejemplo, si Estamos, pues, ante un caso de expresión. La deificación del
la inhabitación es gracia debe incluir una transformación real del hombre es una expresión de Dios en el hombre en un aspecto es-
hombre; y si la justificación es verdaderamente gracia debe in- pecial, precisamente el de su naturaleza divina.
cluir una comunicación de Dios al hombre en algún aspecto. Por lo tanto, la divinización del justo es simultáneamente gra-
También la mentalidad fisicista puede caer en la tentación de in- cia increada y gracia creada. Tiene su dimensión creada y su di-
troducir a modo de separaciones temporales y especiales allí mensión increada. Dentro de la unidad de toda expresión existen
donde no hay sino distintas «unidades» de una misma realidad, dos polos: uno, el del ser que se expresa (en este caso Dios en
estructuradas y mutuamente complementarias, según una jerar- cuanto naturaleza divina; por eso se da deificación); otro polo, el
del ser expresivo (en este caso el hombre; 37 por eso se da la deifi-
cación del hombre).
32. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 502-507.
33. Es iluminador observar que la mera presencia física no suele cambiar el
ser en que se da esa presencia. 35. Cf. FLICK-ALSZEGHY, o. c., 597.
34. Suele suceder que la débil integración de las cosas materiales es pro- 36. Cf. p. 354.
yectada por la mentalidad fisicista sobre los seres espirituales. 37. Aunque cualquier expresión de Dios en el hombre afecta a la totalidad
372 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA E INCREADA 373

Así podemos afirmar que la divinización del justo es obra de No obstante, el hecho de que sea Dios constitutivo de esa ex-
una realidad única que es la expresión de Dios en el hombre en presión deificante, no compromete en nada la trascendencia divi-
cuanto a su naturaleza divina. na; es decir, no se da panteísmo. En primer lugar, porque ni se
Con más precisión, la deificación del justo es una realidad identifican ni mezclan el ser de Dios y el ser del hombre. Porque
única (aunque forme parte de las otras «unidades» de la gracia) la expresión que transforma al ser expresivo deja incólume en sí
constituida por la manifestación entitativa del ser de Dios en el mismo al ser que se expresa; y aunque implica a ese ser en la ex-
hombre por medio de una relación vital e intrínseca. presión por ser constitutivo de la misma, sin embargo, no lo cam-
La deificación del justo se atribuye, pues, a la gracia creada e bia; ya que en esta «manifestación de un ser en otro» que es la
increada simultáneamente; es decir, es creada e increada a un expresión, el ser que se manifiesta puede permanecer idéntico a
mismo tiempo. Es creatural o creada porque se construye con los sí mismo e inmutado, originándose la manifestación entitativa
elementos expresivos pertenecientes al justo, con el ser del justo; por la mutación del «otro», que accede así a manifestar con su ser
es también divina o increada porque Dios se expresa en esos ele- al ser que se manifiesta.
mentos expresivos pertenecientes al justo, constituyendo así su Este último, en otros casos de expresión, puede sufrir un cam-
divinización. bio cuando la manifestación del propio ser enriquece o empobre-
Entonces, se resuelve el difícil dilema: La deificación se atri- ce, perfecciona o limita a ese ser. En el caso de Dios esto no
buye a la gracia creada o, con más exactitud, es creada e intrínse- puede darse, como es obvio.
ca al hombre porque se realiza en el núcleo del ser humano y en
su ser y elementos de su ser se constituye; pero se trata de una d) La concepción de las relaciones de la gracia creada e incre-
verdadera deificación porque en ese hombre, en su ser y los ele- ada desde la teoría de la expresión nos aleja del peligro de diso­
mentos de su ser, se expresa (entitativa y vitalmente, no se olvi- ciación entre una y otra. Ya que la creada está constituida por los
de) un ser que es Dios; por lo que ya no es un absurdo que una elementos expresivos de la acción de expresarse por parte de
forma creada confiera una perfección divina que supera absoluta- Dios en que consiste la increada; de tal manera, que una y otra
mente las exigencias de la naturaleza, ya que ello acontece en son los dos polos de una misma realidad que es la expresión que
virtud de Dios que se expresa en esa forma creada. Asimismo: La llamamos gracia. Por eso mismo, no es posible la atribución de la
deificación se atribuye a la gracia increada o, con más exactitud, justificación a la sola gracia creada sin ninguna dependencia de
es increada e intrínseca al hombre, porque la deificación es una la increada, esto es, de la acción de expresarse por parte de Dios
expresión en la que Dios es el ser que se expresa, y Dios mismo bajo el aspecto de su santidad. Pero tampoco es posible la atribu-
es constitutivo de la misma al ser uno de los polos que constitu- ción de la justificación a la sola gracia increada sin que la santi-
yen esa expresión que es la divinización del justo; precisamente, dad divina se haga realidad en el ser humano efectuando su
el polo que se expresa, el que tiene la iniciativa y autoría de esa transformación.
expresión, el que, por consiguiente, es su sujeto de atribución 38• Más todavía, concebida la gracia creada como el elemento ex-
presivo-humano de todas y cada una de las «unidades» de la gra-
del ser humano, no obstante se puede señalar el aspecto del hombre, propio y
específico, de cada «unidad» de la gracia y centro preferencial de la misma,
además del correspondiente al «elemento» divino propio y específico de la 231-236); porque, de lo contrario, no sería real deificación al quedarse en algo
misma «unidad» de la gracia. Sin embargo, es más importante y significativo el externo al hombre. Otro tema es el problema de cómo conciliar esa índole in-
señalar el modo en que afecta cada «unidad» de la gracia al hombre. En el caso trínseca de la deificación con la trascendencia divina. Esa conciliación la hemos
que estamos analizando ahora es afectado el hombre según la modalidad de intentado varias veces a lo largo de este libro (cf. pp. 150-155; 231-237).
deificado. Pero la dificultad de explicar el problema creo que es insuperable (con con-
38. Hemos dicho que la deificación es intrínseca al hombre (cf. E. ceptos y palabras humanos). Me parece que estamos más ante un misterio que
SCHILLEBEECKX, Dios y el hombre, 321) aquí y en otros lugares (cf. pp. ante un problema.
374 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA E INCREADA 375

cía y de ésta en su totalidad; concebida la gracia increada como De ahí proviene también la artificial clasificación de los efec-
la acción de expresarse por parte de Dios, según diversos aspec- tos de la gracia creada y de la increada por separado, que introdu-
tos, en todas y cada una de las «unidades» de la gracia y en la to- ce una disyunción, no sólo entre el elemento divino y el humano
talidad de ésta; entonces no es posible idear la justificación del de la gracia, sino también entre los diversos aspectos del elemen-
hombre ni cualquier otra «unidad» de la gracia como algo dado to divino y entre los diversos aspectos del elemento humano de
de una vez al hombre por Dios, quedando a continuación desvin- esa misma gracia. Porque, como ya dijimos antes, las cosas que
culado de él, a modo como un efecto creado se independiza, en son causas o efectos distintos, no exigen su integración en una
una segunda instancia, de su causa creada; sino que esa concep- sola realidad, sino más bien al contrario, y abocan a una concep-
ción nos obliga a idear una justificación constante e ininterrumpi- ción desintegrada de la gracia, cuando se utilizan conceptos saca-
da, dependiente de Dios como un don divino continuado desde el dos de las cosas materiales.
inicio hasta el final de la existencia de esa justificación o cual- Por el contrario, si los distintos elementos divinos de la gracia
quer otra «unidad» de la gracia. se conciben como distintos aspectos de una misma acción expre-
Esto es así porque es esencial a la expresión la vinculación de siva de un mismo ser personal, y si los distintos elementos huma-
los dos polos que la constituyen. Si falta cualquiera de los dos nos de la gracia se conciben como distintos aspectos de un
polos ya no existe la expresión; lo mismo que si falta el elemento mismo ser como ámbito expresivo de carácter también personal,
humano o el divino ya no existe la justificación o cualquier otro está claro entonces que todo el conjunto exige una total integra-
aspecto de la gracia o ésta en su integridad. ción al poner de relieve la unidad de la realidad significada y el
De esta manera somos fieles a la Escritura y a la Tradición, nivel, no ya material, sino personal de la misma.
que nos hablan de una real transformación del hombre justo, y de Con el concepto de expresión, no hace falta ya razonarlo, se
una total y absoluta dependencia de esa transformación (en el ini- superan perfectamente otras aporías y planteamientos artificiales
cio, continuación, desarrollo y plenitud) con respecto a Dios. que inevitablemente se deducen de las concepciones fisicistas;
Así es posible superar el malentendido, de que hablábamos tales como la dualidad de la gracia como don creado y como don
antes, entre católicos y protestantes. Porque concebida la justifi- increado, la precedencia de la gracia creada o de la increada o, lo
cación como expresión, el elemento creado y el increado de la que es ya el máximo absurdo, el de la implícita negación de la
misma quedan tan indisolublemente unidos (al constituir una sola gracia como tal gracia, al concebir como separables y separados
realidad) que, lejos de excluirse, mutuamente se exigen y com- el elemento divino y el humano de la misma, no advirtiendo que
plementan. la gracia creada no es gracia sin la increada y que ésta tampoco
es tal sin la creada.
e) La teoría de la expresión nos permite superar la mentalidad
estática y esencialista que está a la raíz de estos equívocos.
Un exponente de esa mentalidad es el binomio causa-efecto 3. Resumen, aclaraciones y aplicaciones
utilizado según la concepción que la filosofía tradicional y cien-
cia antigua tenían de la realidad material, lo cual dificulta la com- Creo que es útil ahora recoger los conceptos de nuestro plante-
prensión de la realidad de la gracia y de sus elementos increado y amiento, resumirlos y hacer algunas aclaraciones y aplicaciones.
creado. La expresión, sin embargo, por su unidad y bipolaridad, Pues bien, el nuevo planteamiento sobre la gracia creada e in-
por su dinamismo y vitalidad es un instrumento conceptual suma- creada al que abocamos, y que hemos expuesto, tiene sus funda-
mente apto para superar las deficiencias del binomio causa-efec- mentos en la concepción de la gracia como expresión: Za
to, que inducen a la disociación y división de la gracia expresión de Dios en el hombre. De ahí que todos los aspectos de
anteriormente comentada. la gracia, todo lo que realmente es gracia debe ser expresión de
376 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA E INCREADA 377

Dios en el hombre; es decir, debe tener un elemento divino (la ac- a) Se me dirá enseguida que la teología de todos los tiempos,
ción de expresarse por parte de Dios) y otro elemento humano (el medieval, moderna y actual, ha distinguido siempre entre ciertos
ámbito expresivo en que esa acción se realiza). Ambos constitu- aspectos de la gracia (remisión de los pecados, justificación, par-
yen la expresión que es la gracia. ticipación de la naturaleza divina) considerados como humanos,
Esta estructura, no sólo se ha de aplicar a la gracia en su tota- creados, y otros aspectos de la gracia (inhabitación de la Trini-
lidad, sino también a todos aquellos aspectos que constituyen di­ dad, amistad con Dios y filiación adoptiva) considerados como
versas «unidades» de gracia, integradas dentro de la realidad divinos, como increados 39•
total y única de esa gracia. Así pues, cada una de esas «unidades» Como hemos visto a lo largo de este análisis crítico, la con-
de gracia (inhabitación, justificación, filiación, divinización, etc.) cepción de la gracia creada e increada hay que entenderla de una
son una expresión parcial, (pero con todos los constitutivos esen- manera bastante distinta. Pero sí se ha de reconocer una diferen-
ciales), perteneciente a la expresión total que es la gracia y se si- cia entre las dos agrupaciones de aspectos antes mencionada,
túan dentro de la misma, constituyendo ésta así una sola realidad pero apoyándonos en una fundamento absolutamente distinto.
estructurada. En efecto, la primera agrupación que hemos enunciado tiene
un carácter más marcadamente ontológico; sus «unidades» se
Sin embargo, cada una de esas «unidades parciales» son di- constituyen alrededor del Bien. Mientras que la otra agrupación
versas; (porque no es lo mismo la filiación que la divinización, de «unidades» de la gracia tiene un carácter más marcadamente
que la justificación, que la amistad, etc.) pero todas se dan inte- personal, y se constituyen teniendo como centro al amor 40•
gradas de tal modo en una sola realidad que cada una no se da sin Se observa también una progresión (según aparece a nuestra
las otras. inteligencia limitada) en las «unidades» parciales de la gracia:
Hay una significativa diferencia entre esas «unidades parcia- desde un ámbito menos interno con respecto a Dios, hasta el ám-
les» y las dimensiones o elementos divinos y humanos de la gra- bito más interno a su ser y a sus personas.
cia. En efecto, cada una de esas «unidades» es gracia por sí sola,
aunque no sea toda la gracia; pero esas dimensiones o elementos b) En último término, nos vamos a referir a la aporía que sus-
de la gracia, si se consideran separados los humanos de los divi- cita la mentalidad esencialista-estática al preguntarse sobre la
nos, no son gracia, aunque pertenezcan a la misma. Se elimina causa de la gracia y responder que «Dios o la Trinidad es la causa
así la división de la gracia en dos planos horizontales, que la des- eficiente de la gracia» 41•
truye (gracia es comunicación de Dios al hombre, no se olvide) Ya dijimos antes los inconvenientes que tenía este plantea-
aun como simple concepto, porque la hace ininteligible; y, en miento. Solamente añadir que siendo la gracia una «comunica-
vez, se establece una división vertical en el plano conceptual, que ción de la vida divina al hombre», según todos los autores, es
la respeta y clarifica, y hace comprensible su realidad unitaria impropio el hablar de su causa eficiente. Porque estamos ante una
aunque estructurada en sus diversas «unidades» parciales. comunicación que es una actitud de un ser personal hacia otro ser
personal. No es una comunicación mecánica, de una cosa o de
Por eso, siendo consecuentes, es impropio e inexacto hablar
de gracia creada y gracia increada, porque no se dan en la reali­ 39. Sin embargo, sobre la participación de la divina naturaleza, hay muchas
dad. A la gracia creada le falta un elemento esencial para ser gra- dudas sobre si es aspecto humano o divino de la gracia. Cf. FLICK-ALS-
cia: el elemento divino; y a la gracia increada le falta también un ZEGHY, o. c., 596-601.
elemento esencial para ser gracia: el elemento humano. Por el 40. Los primeros tienen más analogía con la expresión antropológica; los
contrario, sí es exacto hablar de dimensiones, elementos, niveles segundos, con la expresión estética.
41. Cf. J. AUER, o. c., 204 ss; FLICK-ALSZEGHY, o. c., 409-443; A. PE-
o planos creados o increados de la gracia.
REGO, o. c., 77; R. W. GLEASON, o. c., 179.
378 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA E INCREADA 379

algo impersonal, como sugieren los conceptos de causa-efecto, gía entre la expresión antropológica y la realidad de la gracia.
introduciendo, además, un hiato entre las dos realidades signifi- O, también, podría decirse que la gracia es una clase de expresión
cadas por ellos. que se distingue de las otras dos clases de expresión que conoce-
Porque la gracia es una actitud de Dios para con el hombre, mos (la antropológica y la estética) pero que también es una ex-
ello quiere decir que estamos ante un acontecimiento de nivel presión, que podríamos llamar teológica. La expresión teológica
personal. Pero si esa actitud consiste en una comunicación de se distingue de la antropológica, porque no se da unidad (aunque
vida, entonces quiere decir que esa vida debe ser común, en algu- sí unión) de ser entre Dios y el hombre justo. Se distingue de la
na manera, al ser personal que la comunica (Dios) y al ser perso- estética, porque, entre otras razones, en ésta no se da comunica-
nal que la recibe (el hombre). Debe darse una cierta inmanencia ción de vida y en la expresión teológica sí se da comunicación de
vital mutua entre ellos. Más aún, la gracia «crea» una relación vida.
que implica a dos sujetos, estableciendo entre ellos una misión y Entonces, al preguntamos, no ya sobre la causa eficiente, sino
semejanza óntica que nos permite conocer el ser moral y personal sobre el origen y principio de la gracia, debemos responder: Dios
del que comunica desde el que recibe. es el origen y principio de la gracia; porque siendo la gracia la
Estamos, pues, ante una realidad mucho más compleja y rica «expresión, de Dios en el hombre», necesariamente, como en
que lo que puede significar la relación causa-efecto; sobre todo, toda expresión, ha de ser el ser que se expresa, en este caso Dios
por la incapacidad del efecto de manifestar perfecciones, referen- Trinidad, el origen y principio de su expresión que es la gracia.
tes a su causa, cualitativamente superiores a las de tipo óntico,
como serían las vitales y, más aún, las morales y las personales.
Cuando un efecto manifiesta estas últimas cualidades respecto de
su causa, es que es «algo» más que un mero efecto. Es lo que
ocurre en el caso de la gracia, que es «algo» mucho más rico en
contenido y cualitativamente superior a lo que estrictamente sig-
nifica el concepto de efecto aplicado a esa gracia con respecto de
Dios.
Por el contrario, el concepto de expresión es apto o, mejor,
mucho más apto que los conceptos de causa-efecto para significar
esa realidad que es comunicación de Dios al hombre, que él mani-
fiesta con el propio ser por medio de una relación vital e intrínseca.
En la gracia, Dios es principio, por su ser, vida y personas, del
ser nuevo, vida nueva y persona nueva del justo, que participa del
ser, la vida de Dios y «posee» a las personas divinas. Esto no su-
cede nunca en ningún efecto con respecto a su causa. Sin embar-
go, en la expresión se da la prolongación existencial del ser que
se expresa en el ser expresivo y la existenciación (por elevación
de este último) de la misma vida en común; incluso se vislumbra
la posibilidad de una unión personal si los dos polos de la expre-
sión están constituidos por seres personales.
Dios actúa en y con el hombre justo a modo como el ser inte-
rior del hombre actúa en y con su corporalidad. Existe una analo-
111

ESTRUCI'URAGENERAL
DE LA GRACIA

La exposición que hemos desarrollado en este libro ha hecho


ver constantemente las interrelaciones de los diversos elementos
de la gracia fundamental o del hombre en estado de gracia. Es
decir, hemos ofrecido una visión estructurada de la misma, que
corresponde a su variada realidad existenciada dentro de una co-
hesionada y enriquecida unidad. Para ello nos hemos servido de
un concepto unitario y vario como es el de expresión, que signifi-
ca suficientemente bien el ser del hombre agraciado. Esto, sin
duda, ha contribuido a su mejor y mayor comprensión. Y, aunque
creo que todo ello no habrá pasado desapercibido al lector, me
parece conveniente hacer patente temáticamente la estructura
unitaria de la gracia en una visión panorámica referida directa-
mente a las dimensiones principales de que está constituida: ·

A. SENTIDO VERTICAL

La visión estructurada, sintética y general de la gracia, de sus


«unidades parciales» y de sus elementos divino-increados y hu-
mano-creados, según un orden progresivo y en términos expresi-
vos podría ser ésta:

l. Unidades parciales ontológicas de la gracia


a) Dios se expresa en el hombre como salvador en una acción
salvífica (elemento divino-increado) que tiene su manifestación
382
GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 383

expresiva en la liberación del hombre del pecado y de sus conse­ b) Dios se expresa en el hombre con la presencia de sus tres
cuencias (elemento humano-creado). La acción de Dios es aquí divinas personas, según las características personales de cada
lo menos interno a él mismo, según la concepción humana. una, en la inhabitación (elemento divino-increado) lo cual tiene
su manifestación expresiva en la constitución del hombre como
b) Dios se expresa en el hombre como santificador en una co- morada o templo de la Santísima Trinidad (elemento humano-
municación de sus atributos morales (elemento divino-increado) creado). Las tres personas divinas, evidentemente, es lo más per-
que tiene su manifestación expresiva en la justificación del hom- sonal de Dios.
bre (elemento humano-creado). Los atributos morales de Dios
(misericordia, veracidad, clemencia, fidelidad, justicia, bon- e) Dios se expresa en el hombre como padre, como hermano
dad ... ) que se resumen en la santidad, son más internos a él que y como esposo (elemento divino-increado) lo cual tiene su mani­
su acción en el caso anterior.
festación expresiva en las relaciones filiales, fraternales y espon-
sales del justo (elemento humano-creado) con el Padre, el Hijo y
e) Dios se expresa en el hombre como naturaleza divina en el Espíritu Santo, respectivamente. Aquí estamos en el mismo
una comunicación de su ser (elemento divino-increado) que tiene grado de personalización en la comunicación de Dios que en la
su manifestación expresiva en la divinización del justo (elemento «unidad» anterior. Pero en aquélla se expresa el «esse in» de las
humano-creado). La naturaleza divina o el ser de Dios es, obvia- personas divinas en el justo; en ésta, se expresa el «esse ad» de
mente, lo más interno a él desde el punto de vista ontológico 42• las mismas personas, que, conceptualmente, incluye al «esse in».
En aquélla se expresa un aspecto más estático de las personas en
2. Unidades parcialespersonalesde la gracia Dios; en ésta, un aspecto más dinámico. En aquélla se expresan
las personas divinas en sí mismas; en ésta, las relaciones persona-
a) La Trinidad se expresa en el hombre como amigo en una co- les de las personas divinas que constituyen la Trinidad. Se da
municación de su amor (elemento divino-increado) que tiene su también otra diferencia: Tanto en la amistad como en la inhabita-
manifestación expresiva en la amistad del justo con cada una de ción, la característica que define, desde Dios, a cada una de estas
las divinas personas (elemento humano-creado). El amor de Dios «unidades» de la gracia (actitud amistosa y presencia divinizante)
como actitud benevolente, amistosa, es estrictamente personal, es común a las tres divinas personas. Es decir, tanto el -Padre
pero es lo menos personal de las unidades personales de la gracia. como el Hijo como el Espíritu se expresan en el justo como ami­
gos o como inhabitando. No ocurre así en las relaciones familia-
42. Esta tríada de «unidades» parciales de la gracia gira y se constituye al- res entre el justo y Dios, en las que cada persona se expresa en el
rededor del bien. La primera, negativamente, eliminando el mal como prepara- justo de diferente modo que las otras dos; cada una se expresa en
ción del bien en el hombre. La segunda, positivamente, otorgando la bondad de conformidad con su propiedad nocional personal. Y no ya de una
Dios como cualidad. La tercera, como ontologización de la cualidad bondad en manera un tanto a nivel óntico como en la inhabitación, en que
el ser mismo de Dios que es el bien. Pero el bien comunicado al hombre es el decíamos que el Padre inhabitaba como principio originario de
amor, que es el ser de Dios, según la Escritura. Así la divinización se constituye la vida divina, el Hijo como manifestación del Padre y el Espíri-
en la transición de lo ontológico (bien) a lo personal (amor). Nada hay en la
gracia más óntico que la «participación de la divina naturaleza»; pero como esta
tu como donación y unión; de las otras dos personas aquí, en las
naturaleza divina es enteramente personal, entonces, el bien que es Dios, es, si- relaciones familiares, las divinas personas se expresan a modo de
multáneamente, bien que se comunica, es decir, amor. Por eso, aunque la culmi- padre, hermano y esposo para el justo, es decir, de una manera
nación y fase consumativa de la gracia esté constituida por las relaciones más explícitamente personal; lo cual tiene su manifestación ex-
personales del justo con Dios, la divinización sería el núcleo y la síntesis de la presiva en relaciones personales-familiares explícitas y específi-
gracia.
cas por parte del justo.
ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 385
384 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA

b) La relación existente entre la justificación y la divinización


Por todo ello pienso que en esta última «unidad» de la gracia,
proviene de la conexión horizontal que se da entre ambas en el
aunque del mismo nivel personal que la anterior, se alcanza la úl-
ámbito de los dos polos de la expresión total (la gracia) en que se
tima culminación y plenitud de la comunicación de Dios perso­
engloban; tanto en el ser que se expresa (Dios) como en el ser ex-
nal al hombre 41•

presivo (el hombre). En Dios, el ser que se expresa, se da identi-


dad real entre su bondad o santidad y su naturaleza divina. En el
hombre, el ser expresivo, los mismos elementos humano-perso-
B. SENTIDO HORIZONTAL nales (opción fundamental hacia Dios, actitudes y actos que dan
un nuevo sentido al ser nuclear del hombre) con que se construye
Vamos a sintetizar y estructurar ahora las «unidades» parcia- la justificación, se construye también la divinización. Únicamen-
les de la gracia en sentido preferentemente horizontal. Por eso, te, que, en la justificación, se considera la expresión de la santi-
daremos por sobreentendidos los elementos divino-increados y dad de Dios que es el justo, y en la deificación se considera su
los humano-creados, para detenernos en la conexión y relación de expresión de la naturaleza divina. Pero en ambos casos la totali-
esas distintas «unidades» parciales de la gracia entre sí. dad del ser del hombre es expresión de Dios; porque tanto en la
justificación como en la divinización es transformado todo el ser
humano.
l. Unidades parcialesontológicas de la gracia Dios que se expresa en su santidad al justificarnos, se expresa
en su naturaleza divina al deificamos. El hombre que expresa la
a) La salvación que libera al hombre del pecado (lo contrario santidad de Dios al ser hecho justo, expresa la naturaleza divina
de Dios) está íntimamente conectada con la santificación o justi­ al ser divinizado. En la economía actual de la salvación, la justi-
ficación: ésta es la cara positiva, y aquélla, la negativa de una ficación y la deificación, aun siendo realmente distintas, van in-
misma realidad. Tan es una misma realidad que, dada la eleva- separablemente unidas, porque Dios ha establecido que todos los
ción al orden sobrenatural, la una no se da sin la otra. Dios reali- justos participaran de su naturaleza divina. Creo que sería posible
za ambas a la vez, por tanto. una justificación en el orden natural; en esa justificación se con-
Al expresarse Dios en el hombre, se da un proceso, en cuyo cretaría entonces la salvación del hombre; al contrario, siempre
inicio el hombre es aún «objeto» de salvación, y Dios, en su ex- será imposible una deificación en el orden natural. La deificación
presarse, aparece actuando como desde fuera; en el final de ese es en sí, necesariamente, sobrenatural. No obstante, elevado el
proceso aparece expresándose ya desde dentro del hombre como hombre al orden sobrenatural, la unión que existe entre justifica-
santificador. ción y deificación es intrínseca y sin la más mínima posibilidad
Por eso, la salvación y la justificación contienen el proceso en el real de separación entre ellas 44•
que el hombre pasa desde el estado de pecado al estado de gracia.

44. Dios, que no puede hacer que lo que es objetivamente malo sea bueno
o viceversa, como decía Ockam (cf. K. RAHNER, Sacramentum Mundi, 6, 899;
E. GILSON, La Filosofía en la Edad Media, Madrid 1965, 605), sí que puede
justificar sin deificar; lo contrario, me pare~ a mí, implicaría negar la posibili-
43. Esta tríada de «unidades» parciales de la gracia gira y se constituye al- dad del orden natural (lo cual lleva consigo negar la sobrenaturalidad del
rededor del amor. El amor de amigo es superado por el amor de donación y en- orden actual). Porque, por otro lado, y en el orden natural, el hombre que alcan-
trega de Dios en sus tres divinas personas. Pero llega a su plenitud en las zara (con la pertinente ayuda de Dios) su finalidad interna y esencial, ¿no mere-
relaciones personales del justo con Dios, estableciendo con cada una de las di- cería el calificativo de justo y no lo sería realmente? Pero, sin embargo, de
vinas personas una relación personal característica y especial.
386 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 387

2. Unidades parciales personales de la gracia En cuanto a la dimensión personal de esta expresión de Dios
Padre que es su inhabitación, se aprecia la realización en el justo
La complejidad de las interconexiones aumenta enormemente de una cierta «paternidad», como expresión del Padre y de su pa-
en el ámbito de las «unidades» personales de la gracia. La amistad ternidad para con el Hijo 45• Esto es lo que constituye la dimen­
con Dios y, sobre todo, la inhabitación de la Trinidad y las relacio- sión personal de la inhabitación del Padre 46•
nes familiares del justo con las personas divinas tienen, mejor
diría, esconden una red inextricable, sutil y profunda de referen- b) Pero damos otro paso: la inhabitación del Hijo. El Hijo, en-
cias sumamente difíciles de explicar y de estructurar. Veamos. viado por el Padre, por amor al hombre (amistad) inhabita en el
justo; es decir, el Hijo se expresa en el justo. Esta expresión de
a) El Padre, por amor al hombre (amistad) inhabita en el Dios Hijo en el justo puede ser considerada según dos dimensio-
justo; es decir, el Padre se expresa en el justo. Esta expresión de nes, una ontológica y otra personal. La ontológica (contenido de
Dios Padre en el justo puede ser considerada según dos dimensio- la expresión) expresa al Hijo en cuanto Dios. Viene a ser la afir­
nes, una ontológica y otra personal; del mismo modo que Dios mación vital del ser de Dios. Es la misma divinización 47•
tiene una «dimensión» ontológica y otra personal. La ontológica, La personal (modo de esa expresión) expresa al Hijo en
o contenido de la expresión, expresa al Padre en cuanto Dios. cuanto Hijo. Viene a ser una forma peculiar de la dimensión on-
Viene a ser la afirmación vital del ser de Dios. Es la misma tológica; es decir, la manifestación y comunicación por el Hijo de
divinización. la vida y naturaleza divinas que provienen del Padre, manifesta-
La personal, o modo de esa expresión, expresa al Padre en das y comunicadas, a nivel de gracia, al ser expresadas por el
cuanto Padre. Viene a ser una manera peculiar de la dimensión justo con actitudes y actos que tienen su origen y principio diná-
ontológica; es decir, la autonomía y su condición de principio mico en la gracia fundamental, y que son expresión del ser perso-
originario (característico de la gracia fundamental) con respecto nal y divino propio del Hijo.
a los otros aspectos humanos de la inhabitación que son expre- Desarrollo y concreción de esta inhabitacián del Hijo. Este
sión de las otras dos divinas personas. Ese modo peculiar es ex- acontecimiento-realidad de la inhabitación de Dios Hijo en el
presión del ser personal del Padre. justo (instaurada en y sobre la deificación del mismo justo) tiene,
Desarrollo y concreción de esta inhabitacián del Padre. Este desde otra perspectiva, un significado nuevo. En efecto, la inha-
acontecimiento-realidad de la inhabitación de Dios Padre en el bitación del Hijo en su dimensión ontológica, al considerarla
justo (instaurada en y sobre la divinización del mismo justo) ad-
quiere en cuanto a su dimensión ontológica un nuevo significado
al considerarla como una vida y naturaleza divinas «engendra­ 45. Es necesario que se dé en el justo una expresión característica del
Padre en cuanto Padre; de lo contrario, no se daría la inhabitación del Padre en
das» en el justo por Dios Padre. Es decir, el justo, desde esta
el justo. Es preciso que se dé un cambio en el justo a modo del Padre, que ex-
perspectiva, es hijo de Dios. Es la filiación divina del justo en su prese al Padre para que podamos decir que el Padre inhabita en él. Puesto que
dimensión ontológica. tenemos que diferenciar el estar presente de Dios Padre en todas las cosas del
estar o inhabitar en el justo.
46. La «paternidad» del justo la ejerce, en primera instancia, en la «genera-
ningún modo se podría decir de ese hombre (estando en el orden natural) que
ción», como progenitor de su propia vida divina en unión del Espíritu Santo; en
realmente estaba divinizado. Sobre la problemática suscitada por el Concilio de
segunda instancia, la ejerce con respecto a otras personas humanas al colaborar
Trento respecto de la justificación y su relación con la gracia increada cf. K.
a que sean «engendradas» a la vida de la gracia. La «paternidad» es un concep-
RAHNER, Escritos, r, 371 ss.; CH. BAUMGARTNER, o. c., 195-199; M.
to personal de la misma realidad de la gracia fundamental.
SCHMAUS, o. c., 139.
47. No se olvide que las «unidades» personales de la gracia forman con las
Sobre la justificación como una «unidad» de la gracia cf. pp.185-188.
«unidades» ontológicas una sola totalidad estructurada.
388 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 389

como una vida y naturaleza divinas comúnmente recibidas del ritu Santo tiene dos dimensiones, una ontológica y otra personal.
mismo Padre por Dios Hijo y por el justo (aunque en un grado in- La ontológica (contenido de la expresión) expresa al Espíritu
finitamente distinto) hace que el justo adquiera el sentido y signi- Santo en cuanto Dios. Viene a ser la afirmación vital del ser de
ficado nuevos correspondientes al de hermano de Dios. Es la Dios. Es la misma divinización.
fraternidad divina del justo en su dimensión ontológica. La personal (modo de esa expresión) expresa al Espíritu en
En cuanto a la dimensión personal de esta expresión de Dios cuanto Espíritu. Viene a ser una forma peculiar de la dimensión
Hijo que es su inhabitación, se descubre en el justo una cierta «fi- ontológica; es decir, la mutua donación y unión entre el Padre y
liación»: la expresión del Hijo y de su filiación con respecto al el Hijo expresadas en la mutua donación y unión entre la gracia
Padre. Esto es lo que establece la dimensión personal de la inha- fundamental (en que se origina la vida divina de la gracia en el
bitación del Hijo. Aquí se constituye también la filiación divina hombre) y sus manifestaciones particulares y concretas, que rea-
del justo. Es una filiación con respecto al Padre análoga a la del liza el amor de identificación, como expresión del ser divino y
Hijo que lo es del Padre. El Padre engendra al Hijo y por medio personal propio del Espíritu Santo.
de él «engendra» al justo. Este recibe la comunicación de la vida Desarrollo y concreción de esta inhabitación del Espíritu
y naturaleza divinas de Dios Padre por medio de la inhabitación Santo. Este acontecimiento-realidad de la inhabitación de Dios
del Hijo (realizada por el Espíritu Santo) como expresión de su Espíritu Santo en el justo (instaurada en y sobre la deificación del
amor personal (amistad). mismo justo) tiene, en su dimensión ontológica y desde otra pers-
Esto establece unas relaciones interpersonales entre el justo y pectiva, un significado nuevo. En efecto, la inhabitación del Es-
el Padre cuyo analogado más próximo se da en las paterno­filia­ píritu Santo, al considerarla como una vida y naturaleza divinas
les que conocemos entre los humanos. Es la filiación divina del realizadas y vividas como donación por parte del Espíritu que
justo en su dimensión personal. constituye la unión del justo con Dios, hace que ese justo adquie-
Ahora bien, si el justo es hijo del Padre entonces, en conse- ra el sentido y significado nuevos correspondientes al de esposo-
cuencia, es «hermano» del Hijo. esposa de Dios. Es el matrimonio o unión esponsal del justo con
Esto establece la dimensión personal de la fraternidad divina Dios en su dimensión ontológica.
del justo con respecto al Hijo solamente. La fraternidad entre el En cuanto a la dimensión personal de esta expresión de Dios
Hijo y el justo crea una «relación entre personas» que va necesa- Espíritu Santo que es su inhabitación, descubrimos en el ·justo
riamente unida a la relación paterno-filial de ambos con el Padre y una cierta condición esponsal: la expresión del Espíritu; es decir,
a la inhabitación del Hijo en ese hombre agraciado por su expre- la expresión de la entrega, de la donación y de la unión en el
sión en él. Esta «relación entre personas» del Hijo y el justo abre amor entre el Padre y el Hijo que es el Espíritu Santo. Es la di-
la posibilidad y exige las «relaciones personales» mutuas entre mensión personal de la inhabitación del Espíritu Santo, que fun-
ellos; un diálogo personal, explícito y consciente en el reconoci- damenta las relaciones personales de carácter esponsal entre él y
miento de la identidad única e irrepetible de una y otra persona en el justo.
un ámbito y matices de carácter fraternal. Porque analogado más En efecto, esa expresión en que consiste la inhabitación del
próximo de estas relaciones interpersonales entre el justo y el Espíritu, está constituida, en su dimensión expresiva, por el amor
Hijo es el de las fraternales que conocemos entre los humanos. Es de identificación, en el que el justo realiza la unión de la gracia
la fraternidad divina del justo en su dimensión personal. fundamental (expresión del Padre) con sus actitudes y actos co-
rrespondientes (expresión del Hijo), consumando de este modo su
c) Y damos un tercer paso: la inhabitación del Espíritu Santo. entrega y donación de sí mismo a Dios, en correspondencia al
El Espíritu inhabita en el justo; es decir, el Espíritu se expresa en Espíritu Santo en cuya inhabitación, Dios, previamente, se cons-
el justo por amor al justo (amistad). Esta expresión de Dios Espí- tituye en Don para el justo, suscitando su donación a él.
390 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 391

Esto establece unas relaciones interpersonales entre el justo y La «paternidad» del justo que es expresión del Padre en el
el Espíritu cuyo analogado más próximo se da en las relaciones orden de la constitución es, a la vez, el principio activo del justo
esponsales que conocemos entre los humanos. en la germinación de su vida de gracia en el orden de la realiza-
Es la alianza esponsal o matrimonial del hombre en gracia en ción. El Espíritu, en quien (por su inhabitación) Dios se da y se
su dimensión personal. une al hombre agraciado, y que se expresa en él por el amor de
De esta relación matrimonial entre el Espíritu y el justo ger- identificación en el orden de la constitución es, a la vez, principio
mina la vida divina en éste 48• Así se constituyen el Espíritu y el activo en la germinación de la gracia, precisamente al realizar ese
justo en «progenitores» de la vida de gracia en la persona de éste, amor de identificación en el hombre, en el orden de la realiza-
en todas sus dimensiones, «unidades» y elementos. ción. Se expresa el Espíritu Santo en ese amor de identificación y
El justo no tiene una función de mera pasividad en la genera- así se constituye en «esposo» del justo; realiza ese amor de iden-
ción y el crecimiento de su misma vida divina en él, sino que es tificación y así se constituye en «progenitor» de la vida de gracia
principio activo, aunque secundario y dependiente de Dios (del en ese hombre justo 49•
Espíritu), según la enseñanza de múltiples e indiscutibles testimo-
nios de la Escritura y de la tradición patrística y teológica, además
de la doctrina de la Iglesia que, por conocidos, creo inútil citar. Epílogo de esta estructuración de la gracia
El justo es también principio germinativo continuado de su
vida divina en virtud de su propia «paternidad» que en él se reali- Las relaciones personales de carácter familiar del justo con
za al ser expresión del Padre (en su inhabitación) en su dimen- Dios (filiación, fraternidad, alianza matrimonial) constituyen la
sión personal. Es la «paternidad» del justo como expresión del culminación de la realidad y acontecimiento de la gracia en su to-
Padre, de su paternidad (principio activo e imprincipiado de la talidad. Todos los elementos, dimensiones y «unidades» de la
vida divina) lo que le constituye en principio activo de esa vida gracia están ordenados a esta «unidad» plural de la gracia que
divina en él. son las relaciones familiares del justo con cada una de las perso-
Así se cierra perfectamente el ciclo del proceso dinámico y nas divinas.
estructurado de la gracia con la unión del primer momento de la La misma inhabitación de la Trinidad, en que se fundamentan
inhabitación de la Trinidad (inhabitacíón del Padre, que hace al estas relaciones familiares, está ordenada directamente a cons-
justo principio activo de la gracia) con el último y terminativo truir esas relaciones; las cuales, precisamente, incluyen esa inha-
momento de esa inhabitación (inhabitación del Espíritu que se bi taci ón porque en ella tienen su fundamento, en cuanto
expresa en el amor de identificación suscitado y realizado por el relaciones.
Espíritu). La participación de la naturaleza divina (divinización) es la
expresión cualitativamente más rica de Dios en cuanto a la di-
48. La gracia, que tiene su origen en el Padre, llega a ser real en el justo mensión ontológica de su ser; y, por tanto, la «unidad» culminan-
por el Espíritu. En la expresión del Espíritu termina el orden de la constitución te e inclusiva de todas las «unidades» ontológicas de la gracia.
de la gracia y comienza el orden de la realización de la misma. Éste, lógicamen-
te, con el hombre en situación de pecado, es anterior al orden de la constitución;
pero una vez constituido el hombre en gracia, el orden de la constitución es, no
sólo la culminación del proceso de agraciamiento, sino también el principio 49. La interrelación e interdependencia de todas las dimensiones de la gra-
desde donde se suscita el dinámico y nunca interrumpido proceso de una más cia en el hombre justo, tanto en sentido vertical como en sentido horizontal,
intensa realización de la gracia ordenada a la constitución de la misma en el pueden considerarse como una expresión de la circuminsessio que, en sí mis-
justo de un modo más perfecto. De por sí, este proceso es indefinidamente mas y en todas sus acciones, poseen y gozan las tres personas de la divina
progresivo. Trinidad.
392 GRACIA INCREADA, GRACIA CREADA

Así también, las relaciones familiares constituyen la expre-


sión cualitativamente más rica de Dios en cuanto a la dimensión
BIBLIOGRAFÍA
personal de su ser; y, por tanto, la «unidad» culminante e inclusi-
va de todas las «unidades» personales de la gracia.
Las relaciones familiares son y contienen la expresión de la
Trinidad, de cada una de las personas divinas y de sus relaciones
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SCHEEBEN, M. J., Los misterios del Cristianismo, Herder, Barcelona APROPIACIÓN (relaciones singulares con cada una de las personas di-
1957. vinas) 251 ss., 257 ss.
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Madrid 1962. CONCILIOS
SCHOONENBERG, P., «El hombre en pecado», Mysterium Salutis, _ Trento 157, 167, 193, 206, 355, 356, 386.
II/11, Cristiandad, Madrid 1970, 946-1039. _ Vaticano II 71, 339, 340, 341, 342.
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TURRADO, A., Dios en el hombre, BAC, Madrid 1971. _ deificación en los Padres griegos, 92 ss.
_ deificación en san Agustín 100 ss.
_ dimensión ontológica de la 215, 230.
_ dimensión personal de la 217, 230.
_ divinización e inhabitación 237.
- inmanencia y trascendencia divinas en la deificación 231.
398 ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO 399

ENFOQUES nuevos en la teología de la gracia como expresión 10. ­ y la expresión 119 ss., passim.
ESPÍRITU SANTO - noción de la 120, 358 ss., 375 ss.
- en la inhabitación 263, 266. ­ y libertad 107.
- su relación personal singular con el justo 313, 334. ­ y pecado 196.
ESPONSAL HABITUAL (v. gracia)
- relación del justo con el Espíritu Santo 326. HUO (Dios)
- del justo con Cristo 341. - en la inhabitación 262.
ESTRUCTURA (de la gracia) 382. - relación personal singular con el justo 301 ss.
EXPRESIÓN (concepto y término) 8, 19. IGLESIA 341.
- antropológica 25 IMAGEN (y expresión)108.
- estética 26 IMPUTACIÓN de la justificación 190.
- constitutivos de la 30. INHABITACIÓN
- estatuto metafísico de la 33 ss. - del Espíritu Santo 263, 266.
- características de la 47 ss. - de la Trinidad 249 ss.
- definición 59 ss. - de cada una de las divinas personas 257, 260.
- sus elementos reales 62. - dimensión personal de la 246, 249, 256, 274.
- expresión frente a la causa y su efecto 139 ss., 354 ss. - dimensión ontológica de la 246, 256, 274.
- frente a la categoría de participación 124. INMANENCIA
- en relación con la opción fundamental 167. - de Dios 128, 135, 143, 145.
- y la categoría de la cualidad 172. - en la expresión 50.
- expresión teológica 120, 133 ss., 152, passim. - en la gracia 150.
«FIDES QUAERENS INTELLECTUM» 15. INTELIGENCIA (y gracia) 156, 223.
FILIACIÓN ADOPTIVA JUSTIFICACIÓN
- vertiente personal de la 282. - justificación en san Pablo 79.
- vertiente ontológica 280. ­ y divinización 212 ss.
- con respecto a Dios Padre 285. - como expresión 208.
FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN 33, 40, 43. ­ y las otras dimensiones de la gracia 186 ss.
«FISICISMO» en la teología de la gracia 21, 67, 82, 143, 171, 357. ­ y opción fundamental 202.
FRATERNIDAD DIVINA DEL JUSTO ­ y su progresión 205.
- vertiente personal de la 301, 306. LIBERTAD
- vertiente ontológica de la 301. ­ y gracia 104, 136.
GRACIA ­ y libre albedrío 105.
- actual 128. MISIÓN
- carácter ontológico de la 156 ss., 213. - del Hijo 315, 321.
- carácter personal de la 163 ss., 217, 220. - del Espíritu Santo 316, 347.
- creada e increada (toda la gracia es) 358 ss., 373 ss. NATURALEZA Y GRACIA 120, 125, 132, 141, 143, 147 ss., 163.
- fundamental, habitual o santificante 128 ss. NECESIDAD DE LA GRACIA 113.
- como cualidad 172. PADRE (Dios)
- divinizante 92 ss. - en la inhabitación 261.
400 ÍNDICE ANALÍTICO

- relación personal singular con el justo 285.


PECADO Y GRACIA 196 ss.
'
INDICE DE NOMBRES
PRÓJIMO (v. amor al prójimo)
PRESENCIA DE DIOS 251.
REALIZACIÓN (orden de la) 296, 316.
RELACIONES singulares con cada una de las divinas personas 257. ABBAGNANO, N., 190.
SACRAMENTOS (y la gracia) 125. AGUSTÍN, s., 15, 71 97, 99-116, 127, 131, 141, 143, 147, 151, 160,
SALVACIÓN 67, 381, 384, passim. 161, 176, 185, 186, 199, 207, 215, 216, 220, 221, 226, 227,229,230,
SANTIDAD 214, 229. 234, 244, 250-252, 257, 259, 262, 263, 267-270, 286, 287, 291, 292,
SANTIFICANTE (v. gracia). 296,301,316,318,320,326,331,340,343,354,355.
SOBRENATURAL 120, 125, 132, 141, 143, 147 ss. 163. ALDAMA DE, J. A., 99.
TRASCENDENCIA ALFARO, J., 19, 21, 123, 132, 143, 147, 157, 160, 171, 186, 212, 247,
- de Dios 129, 146. 255,258,339,340,342,345,346,347,359,365.
- en la expresión 50. ALLPORT, G. W., 24.
- de la gracia 150. ALSZEGHY, Z., 15, 21, 135, 137, 141, 143, 166, 167, 171, 211, 212,
TRINIDAD 249, 260 ss., 321, 343. 223, 240, 242, 245, 267, 279, 285, 287, 294, 313, 317, 339, 353, 355,
VIDA 358,361,370,371,377.
- la misma v. vivida por Dios y el hombre en gracia 138. AMBROSIASTER, 326.
- eterna o bienaventurada 177 ss. AMBROSIO, s., 101, 326.
VIRTUDES ANSELMO, s., 15-18.
- morales 108, 188, 214. ARISTÓTELES, 21, 357.
- teologales, 229. ATANASIO, s., 96, 131.
VISIÓN BEATÍFICA 177 ss. AUER, J., 131, 245, 313, 326, 330, 353, 377.
AUSEJO DE, S., 69.
BALL, J., 107.
BALTHASAR VON, H. U., 149.
BARRETO, J., 85, 90, 290, 319, 327.
BASILIO, s., 97, 100, 131.
BAUER, J. B., 69, 319.
BAUMGARTNER, CH., 100, 124, 137, 141, 145, 211, 245, 279, 285,
294,321,339,347,353,357,358,360,365,386.
BAYO, M., 223.
BOFF, L., 259, 353.
BORN, V. D., 69.
BOVER, J. M., 84.
BOYER, CH., 99.
BROWN, R. E., 90, 290, 327, 328.
BROX, N., 327.
BRUGGER, W., 37, 277.
402 ÍNDICE DE NOMBRES ÍNDICE DE NOMBRES 403

BÜHLER, K., 29-30, 52, 53, 59, 60, 70. GLAUBOKOWSKY, N., 92.
BURNS, J., 100. GLEASON, R. W., 357, 377.
CAPÁNAGA, V., 100, 215. GONZÁLEZ FAUS, J. l., 106, 109, 143, 167, 189, 196, 206, 229,
CAPDEVILLA I MONTANER, V. M., 90. 235,313,326,343.
CARRIT, E. F., 28, 140. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., 17, 319, 340, 342.
CAYRÉ, F., 99. GRANADO, C., 326.
CERFAUX,L., 79, 84, 187. GRATIOLET, L. P., 60.
CHALLAYE, F., 26, 140. GREGORIO DE NISA, s., 97, 301.
CHELLUY, R., 190. GREGORIO NACIANCENO, s., 97.
CIRILO DE ALEJANDRÍA, s., 97-99, 101, 291, 292, 296, 326. GROSS, J., 99.
CLEMENTE DE ALEJANDRÍA, 109. HAAG, H., 69.
CONGAR, Y. M. J., 313, 326, 340. HEGEL, G. W. F., 140.
CROCE, B., 140. HILARIO, s., 326.
CROUZEL, H., 94. HURTADO, L., 28, 140.
CUADRADO MASED~, G., 131. IGNACIO DE ANTIOQUÍA, s., 96, 131.
DELAY, J., 25, 53. IODICE, S., 1 OO.
DENIS, P., 90. IRENEO, s., 92-93, 100, 216.
DESSOIR, M., 48. ISABEL DE LA TRINIDAD, 338.
DONCEEL, J. F., 26, 49, 122. JANSENIO, C., 105.
ECCLES, J., 36. JUAN CRISÓSTOMO, s., 97, 101.
ENGEL, J. J., 59. JUAN DE LA CRUZ, s., 338.
ESSER, H. H., 69. JUSTINO, s., 101.
FABRO, C., 174. KAINZ, F., 25-26, 53, 70.
FARRÉ, L., 190. KUGELMAN, R., 179.
FITZMYER, J. A., 328. KUSS, O., 327.
FLICK, M., 16, 21, 135, 137, 141, 143, 147, 167, 171, 211, 212, 223, LADARIA, L. F., 131, 167, 206, 247, 255, 287, 313, 354.
240, 242, 245,267, 279, 285, 287, 294, 313, 317, 339, 353, 354, 355, LAÍN ENTRALGO, P., 40-42, 48, 49, 50, 52, 53, 54, 55, 56, 60, 61,
358,361,370,371,377. 120, 124, 143.
FORTMAN, E. J., 92. LEON-DUFOUR, X., 69, 187.
FRANKL, V. E., 36, 49. LEÓN MAGNO, s., 131.
FRANSEN, P., 21, 91, 147, 167, 202, 208, 245, 255, 287, 317, 360. LERSCH, PH., 26.
GALINDO RODRIGO, J. A., 22, 103, 115, 133, 159, 162, 165, 181, LUTERO, M., 189.
213, 227, 252. LYONNET, S., 79, 187.
GALTIER, P., 98, 99, 131, 245, 259. MALEVEZ, L., 147.
GANOCZY, A., 12, 76, 235. MARAFIOTI, D., 100.
GARCÍA PRADA, C., 28. MARTÍNEZ GÓMEZ, J. C., 247.
GARDEIL, A., 245, 259. MATEOS, J., 85, 90, 290, 291, 319, 327.
GELABERT, 133, 190. MÁXIMO EL CONFESOR, 97.
GILSON, E., 17, 107, 174, 385. MEERSCH VAN DER, J., 99.
404 ÍNDICE DE NOMBRES ÍNDICE DE NOMBRES 405

MERLIN, N., 99. TAILLE DE LA M., 245.


MERSCH, E., 292. TERESA DE JESÚS, sta., 265, 338.
MICHL, J., 327. TOMÁS DE AQUINO, sto., 21, 103, 147, 169, 239-257, 316, 326,
MOULINES, C. U., 36. 332, 343.
MURPHY, R. E., 328. TRAPÉ, A., 100.
NICOL, E., 33-40, 47, 48, 49, 50, 52, 54, 55, 56, 60, 61, 120, 122. TURRADO, A., 100, 190, 252, 259.
OCKAM, G., 190, 385. TURRADO, L., 179.
ORÍGENES, 93-95, 296. VIGNAUX, P., 190.
ORTEGA Y GASSET, J., 37, 39, 43-46, 47, 49, 50, 51, 52, 53, 54, WIKENHAUSER, A., 90, 290, 319, 327.
55, 56, 60, 61, 70. WILWOLL, A., 39.
PEDRO LOMBARDO, 179. WOODWORTH, H. R. S., 26, 28.
PEREGO, a., 353, 377. WUNDT, W., 49, 60, 61.
PESCH, O. H., 18. ZUBIRI, X., 91.
PHILIPPON, M. M., 338.
PICHOT, P., 25, 53.
PlDERli, 'fH., 54.
PINCHERLE, A., 100.
PLINVAL DE G., 99.
POPPER, K., 36.
PORTALIÉ, E., 99.
RAHNER, K., 9, 69, 70, 71, 73, 91, 119, 127, 131, 147, 149, 152, 154,
157, 162, 166, 171, 178, 187, 195, 212, 246, 247, 248, 255, 259, 285,
287,317,319,354,356,358,359,364,369,385,386.
RONDET, H., 91, 97, 99, 100, 102, 207, 258, 259, 326, 360.
RUIZ DE LA PEÑA, J. L., 36.
SCHEEBEN, M. J., 91, 245, 259, 318, 321, 326, 347, 360, 392.
SCHILLEBEECKX, E., 147, 317, 319, 326, 340, 372.
SCHMAUS, M., 246, 313, 321, 324, 347, 348, 358, 359, 360, 386,
392.
SCHMID, J., 319, 327.
SCHNACKENBURG, R., 327.
SCIACCA, M.F., 17.
SCHELER, M., 49, 50, 53, 60, 61, 239.
SCHELKLE, K. H., 84.
SCHLOSBERG, H., 24, 26.
SÓHNGEN, G., 123.
STAAB, K., 327.
STEFANINI, L., 140.
STRASSER, S., 50.
'
INDICE

PRESENTACIÓN............................................................... 7

INTRODUCCIÓN.............................................................. 15

l. «Fides quaerens intellectum» 15


2. La gracia y la antropología....................................... 19
3. El término de expresión............................................ 20
4. Deficencias de la teología actual sobre la gracia...... 21

PRIMERA PARTE:
ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE EXPRESIÓN

l. LA EXPRESIÓN ANTROPOLÓGICA Y
LA EXPRESIÓN ESTÉTICA 25

l. Expresión antropológica 25
2. Expresión estética..................................................... 26
3. La teoría de la expresión según Karl Bühler 29
4. Los elementos constitutivos de la expresión
antropológica -, 30

U. FILOSOFÍA DE LA EXPRESIÓN.................................. 33

1. La expresión en Eduardo Nicol 33


2. La expresión en Laín Entralgo 40
3. La expresión en Ortega y Gasset............................... 43

III. CONCRECIÓN, PERFILAMIENTO Y


CARACTERÍSTICAS DE LA EXPRESIÓN................. 47

l. Introducción.............................................................. 47
2. La corporalidad como expresión............................... 48
3. Inmanencia y trascendencia de la expresión.............. 50
4. Conciliación de ambas características....................... 53
408 ÍNDICE ÍNDICE 409

IV. DEFINICIÓN DE LA EXPRESIÓN 59 C. DOCTRINAS PROPIAS DE SAN AGUSTÍN


SOBRE LA GRACIA....................................................... 104
l. Definición de la expresión antropológica................ 59
2. Definición de la expresión estética.......................... 62 l. La gracia liberadora y la expresión.............................. 104
3. Elementos constitutivos de la expresión.................. 62 2. Soberanía de Dios, libertad humana y la expresión..... 109
3. Gratuidad, necesidad de la gracia y la expresión......... 113

SEGUNDA PARTE:
TERCERA PARTE :
APROXIMACIÓN A LAS FUENTES DE
APLICACIONES DE LA EXPRESIÓN A
LA REVELACIÓN:SAGRADA ESCRITURAY
LA TEOLOGÍA DE LA GRACIA EN GENERAL
SANTOS PADRES
ANALOGIAS ENTRE EXPRESIÓN Y GRACIA 119
l. LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS
Y LA ESCRITURA.......................................................... 67 l. Analogía entre el concepto de expresión y la gracia ... 119
2. Validez explicativa del concepto de expresión ............ 122
l. Antiguo Testamento..................................................... 67 3. Planteamiento general ................................................. 125
2. Nuevo Testamento....................................................... 68 4. La expresión acompaña siempre al hombre ................ 126
3. Los Sinópticos 69 5. Distinción entre la expresión fundamental
4. Cristo y la gracia.......................................................... 71 y las expresiones derivadas y particulares .................. 127
5. La gracia de Dios en san Pablo.................................... 77 6. La expresión está constituida por dos elementos o
6. La gracia de Dios en san Juan...................................... 84 seres de distinto nivel ontológico ................................ 129
7. La unión, entre estos dos seres o dimensiones de ser,
II. LA GRACIA COMO EXPRESIÓN DE DIOS es vital e intrínseca. La gracia es una clase
Y LOS SANTOS PADRES.............................................. 91 de expresión ................................................................ 130
A. LOS PADRES GRIEGOS............................................ 91 8. La expresión es algo perteneciente a ambos
constituyentes de la misma. Es un modo
Introducción...................................................................... 91 de ser de ambos ........................................................... 138
l. San Ireneo 92 9. Diversas cuestiones ..................................................... 142
2. Orígenes....................................................................... 93 10. Dependencia del ser expresivo (nivel ontológico
3. San Ignacio de Antioquía............................................. 96 inferior) respecto del ser que se expresa (nivel
4. San Atanasio, los Capadocios y Máximo el Confesor. 96 ontológico superior) .................................................... 146
5. San Juan Crisóstomo y san Cirilo de Alejandría......... 97 11. Inmanencia y trascendencia simultáneas entre
los dos seres o dimensiones de ser que constituyen
B. LOS PADRES LATINOS (SAN AGUSTÍN)............. 99 la expresión ................................................................. 150
12. ¿La expresión de Dios en el justo está constituida
Introducción...................................................................... 99
solamente por el conocimiento y el amor?
1. La gracia divinizante.................................................... 100
¿Ellos solos son la gracia? Diferencias entre ambos ... 156
2. La gracia agustiniana y la expresión............................ 102
13. Opción fundamental y expresión ................................ 164
410 ÍNDICE ÍNDICE 411

14. La transformación operada en el hombre por 8. El amor, expresión de la naturaleza o ser de Dios 228
la gracia y su paradoja............................................. 173 9. Articulación de las dos dimensiones de la
15. La gracia y la posesión beatífica . . . . . . . . . ... .. . . . . . . . . . . . . . . . 177 divinización: la personal - existencial y la
personal esencial .. . .. . .. . 230
10. Problemática límite de la divinización y su
CUARTA PARTE: posible solución........................................................... 231
11. Los elementos de la expresión y la divinización......... 236
LAS DIVERSAS DIMENSIONES DE
12. Divinización e inhabitación 237
LA GRACIA Y LA EXPRESIÓN
III. LA AMISTAD ENTRE DIOS Y EL JUSTO 239
INTRODUCCIÓN GENERAL................................................ 185
l. Expresión de Dios y amistad con Dios........................ 239
l. LA JUSTIFICACIÓN....................................................... 189 2. Diversas cualidades de la amistad con Dios................ 240
3. La presencia de la amistad con Dios en todas
1. Ideas generales............................................................. 189 las dimensiones de la gracia........................................ 243
2. Proceso temporal y psicológico de la justificación...... 193 4. Los elementos de la expresión y la amistad con Dios. 244
3. El pecado desde la perspectiva de la expresión........... 196
4. La justificación 199 IV. LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD........................ 245
5. Opción fundamental y justificación 202
6. La justificación y su progresión................................... 205 A. LA INHABITACIÓN DE LA TRINIDAD EN EL
7. Analogía entre el justo y Dios . .. ... ..... .. .. .. ... .. .. . . . .. ... .. ... 208 JUSTO SEGÚN LA TEORÍA DE LA EXPRESIÓN 245
1. Introducción .. .. ... .. .. ... .. . .. . . . ... ... .. .. ..... .. .... .... ... ... .. ... . .. ... 245
11. DIVINIZACIÓN, CONSORCIO Y 2. Concepto de expresión y gracia increada.................... 246
PARTICIPACIÓNDE LA DIVINA NATURALEZA......211 3. El concepto de expresión y la mentalidad fisicista ..... 248
4. La inhabitación de la Trinidad, amor y conocimiento ·249
A. LA DIVINIZACIÓN DEL JUSTO SEGÚN 5. Diferencia entre el amor y el conocimiento................ 250
LA TEORÍA DE LA EXPRESIÓN 212 6. El núcleo central de la inhabitación . .. ..... ... . .. ... ... ... ... .. 251
Introducción...................................................................... 212 7. La amistad entre Dios-Trinidad y el justo como
articulación entre las dos dimensiones de la
B. ANÁLISIS DE LA DIVINIZACIÓN 215 inhabitación: la personal y la ontológica..................... 256

1. Ontológica .. .. .. . .. . . .. .. .. .. .. . .. .. .. 215 B. LA EXPRESIÓN DE CADA UNA DE


2. Dependencia de Dios 216 LAS PERSONAS DIVINAS EN EL HOMBRE
3. Personal....................................................................... 217 COMO ACONTECIMIENTO Y REALIDAD
4. Esencial - existencial.................................................. 218 ESPECÍFICOS DE LA INHABITACIÓN 257
5. Inteligencia y voluntad................................................ 223
6. Razones constitutivas del cambio 1. La inhabitación se hace real al constituirse el justo
sustancialmente considerado....................................... 224 en expresión de cada una de las divinas personas....... 257
7. La peculiar capacidad de la voluntad para ser 2. Dos formas diferentes de inhabitación de
el polo expresivo de la divinización del justo 228 la Trinidad . . .. . .. .. .. .. .. .. 260
412 ÍNDICE ÍNDICE 413

a) La inhabitación característica del Padre 261 3. Orden de la constitución.......................................... 325


b) La inhabitación peculiar del Hijo 262 4. El Espíritu Santo y el amor de identificación.......... 332
c) La inhabitación propia del Espíritu Santo... 263 5. La inhabitación del Espírtu Santo, sus relaciones
3. La inhabitación del Espíritu Santo en el justo personales con el justo y la expresión 334
según san Pablo....................................................... 266
a) Orden de la constitución............................. 267 VIII. PLURALIDAD DE RELACIONES
b) Orden de la realización 269 DEL HOMBRE AGRACIADO CON CRISTO......... 339
4. Recopilación .. . . .. 273
5. Relación entre inhabitación y divinización.............. 274 l. La salvación objetiva realizada por Cristo............... 340
2. Cristo, la Iglesia y la pluriformidad de las
V. LA FILIACIÓN DIVINA 277 relaciones del justo con Cristo .. .. 341
3. Cristo, el «lugar» donde se hacen reales las
Introducción .. . .. . .. .. 277 relaciones de las divinas personas con el justo........ 343
l. La peculiar filiación divina del justo....................... 279 4. Relaciones personales del justo con Cristo y la
2. Vertiente ontológica especial de la filiación expresión................................................................. 346
divina del justo........................................................ 280
3. Vertiente personal de la filiación divina del justo.... 282
4. El justo, hijo de Dios Padre..................................... 285 QUINTA PARTE :
5. Profundización sobre el tema.................................. 288 GRACIA INCREADA, GRACIA
6. Constitución y realización de la filiación divina..... 292 CREADA Y LA TEORÍADE LA EXPRESIÓN
7. Vertiente ontológica de la filiación y
divinización del justo.............................................. 293 l. ESTADO ACTUAL DEL TEMA Y ANÁLISIS
8. Vertiente personal de la filiación y la inhabitación .. 297 CRÍTICO...................................................................... 353

VI. FRATERNIDADDIVINA DEL JUSTO....................... 301 1. Incoherencia en las relaciones entre gracia
creada e increada 353
l. Fraternidad ontológica y personal............................ 301 2. Causas de estas incoherencias y sus posibles
2. La fraternidad divina del justo y la expresión.......... 305 soluciones . . . .. .. . 357
3. Vertiente personal de la fraternidad divina.............. 306
4. Vertiente ontológica de la fraternidad y
11. RELACIONES ENTRE LA GRACIA CREADA
divinización. Vertiente personal de la fraternidad
E INCREADA SEGÚN LA TEORÍA DE
e inhabitación 306 LA EXPRESIÓN.......................................................... 367
5. La relación y la expresión con respecto a este tema. 309
l. Planteamiento general 367
VIII. RELACIÓN DEL JUSTO CON
2. Se resuelven las problemáticas relaciones entre
EL ESPÍRITU SANTO 313
gracia creada e increada por medio de
las categorías expresivas......................................... 368
1. Fundamentación...................................................... 313
3. Resumen, aclaraciones y aplicaciones..................... 375
2. Orden de la realización 316
414 ÍNDICE

III. ESTRUCTURA GENERAL DE LA GRACIA 381

A. SENTIDO VERTICAL 381

1. Unidades parciales ontológicas de la gracia............


2. Unidades parciales personales de la gracia..............
381
382
COLECCIÓNCOMPENDIOS
B. SENTIDO HORIZONTAL...................................... 384 COMPENDIO DE LA FE CATÓLICA
Philippe Ferlay
1. Unidades parciales ontológicas de la gracia............ 384
2. Unidades parciales personales de la gracia 386 COMPENDIO DE LA MORAL CATÓLICA
3. Epílogo de esta estructuración de la gracia.............. 391 Jean-Marie Aubert
BIBLIOGRAFÍA
COMPENDIO DE LA ORACIÓN CRISTIANA
BIBLIOGRAFÍA FILOSÓFICA Y PSICOLÓGICA.... 393
Adalbert Hamman
BlBLIOGRAFÍA TEOLÓGICA................................... 394

ÍNDICE ANALÍTICO.......................................................... 397 COMPENDIO DE LA VIDA ESPIRITUAL


Philippe Ferlay
ÍNDICE DE NOMBRES 401
COMPENDIO DE LA GRACIA
José Antonio Galindo Rodrigo

COMPENDIO DE TEOLOGIA DEL MATRIMONIO


Emilio Aliaga Girbés

EN PREPARACIÓN

DICCIONARIO BÍBLICO COMPENDIADO

COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

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