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cubierta por una neblina y si uno subía más la vista daba con las montañas, casi tan infinitas
como la pradera. Si alguien se atrevía a aventurarse por esa pradera muy probablemente se
encontraría con el mago Howl, el mago que le robaba los corazones a las chicas y se los
comía, pasando en su castillo ambulante. Ese día Sophie tenía pensado visitar a su hermana
Lettie en la cafetería del pueblo, llevaba encerrada en su cuarto trabajando en sus sombreros
toda la mañana, incluso su madre le había dicho que se tomara un descanso y fuera al desfile
que se estaba presentando en ese mismo momento. Apenas terminó, Sophie cogió su
sombrero y se fue caminando a la cafetería, iba pasando por los callejones entre las casas ya
que las calles principales estaban abarrotadas de personas, pero al llegar a una intersección se
encontró con 2 guardias, los cuales la empezaron a acosar. Tímidamente trató de liberarse de
su acosador, pero fue en vano, leyendo una amenaza de violación en su forma.
De repente, apareció un tercer hombre y pasó su brazo por los hombros de Sophie. Ella estaba
demasiado asustada para reaccionar y él le dijo en un tono cálido y familiar: “Eres tan
hermosa, lo siento por llegar tarde. Te busco por todas partes. "
El acosador la insulta agresivamente, el extraño usa un sutil truco de magia para silenciarlos,
aumentando la tensión de Sophie, y luego se ofrece a acompañarla a su destino, mostrándoles
siguiéndolo y comportándose con naturalidad. Él tomó su mano y se fueron, ella estaba
asustada, él era un mago.
Pero antes de que pudiera descubrir cómo salir de allí, cuando multitudes antropomórficas con
sombreros aparecieron detrás de él desde las paredes, y él le rogó que lo perdonara por
involucrarla, Sophie se asustó cada vez más, pero tenía un agarre fuerte. de la mano de un
extraño y con la esperanza de que sepa cómo salvarlos de
tan terrible situación, van más rápido y más y más criaturas los persiguen y se interponen
en el camino hasta que son sacrificados. Acorralados en un rincón cuando parecía que
no había salida, estaban atrapados, el extraño envolvió sus brazos alrededor de la cintura de
Sophie y saltó.
Sus cuerpos son tan ligeros que sus saltos los elevan por encima del edificio. En el aire,
le hizo señas para que siguiera caminando, y ella lo hizo. El miedo ahora se mezcla
con el asombro, y se eleva en el aire. El rostro de Sophie mostraba confianza, ya no se sentía
peligrosa y hasta sonrió. La lleva a su destino, la sienta suavemente en el balcón, le asegura
que ahuyentará a sus perseguidores y que se quedará adentro hasta que esté fuera de peligro,
ella asiente sorprendida y luego encantada con él, se despide y la elogia por manejar la
situación, perderse en el aire o entre la multitud.