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Neolítico en la

península ibérica
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El Neolítico en la península ibérica corresponde al período comprendido, aproximadamente,
entre el 5000 a. C. y el 3000 a. C., momento en el que se generaliza la fundición del cobre y se
da paso a un nuevo período, el Calcolítico. Puede decirse que los yacimientos neolíticos más
antiguos de la península ibérica se han datado en torno al 5700 a. C.

Dolmen de Menga en Antequera.


Mayoritariamente se acepta que, al igual que en el resto de Europa, se trata de un desarrollo
procedente del exterior, principalmente de Oriente Próximo, que irá penetrando hacia el
interior a través del mar Mediterráneo, fusionándose con los rasgos autóctonos de cada
región.

Índice
1 Modelos explicativos del origen del Neolítico
2 Características
3 Culturas neolíticas
4 Véase también
5 Referencias
Modelos explicativos del origen del Neolítico
Existen diversos modelos teóricos que tratan de identificar el origen del Neolítico en la
península ibérica. Hasta los años 1980, la opción más difundida en la historiografía era la de la
"colonización" de las costas levantinas por grupos humanos oriundos del Mediterráneo, que se
habrían expandido progresivamente. Se trata del modelo conocido como "ola de avance".

Posteriormente, ciertos arqueólogos empezaron a defender el origen autóctono de la


ganadería y la agricultura, basando estas opiniones en las fechas de C14 de algunos
yacimientos andaluces (Cueva Chica de Santiago o La Dehesilla) y levantinos (Cova Fosca).

Por su parte, el llamado "modelo dual", argumenta sus explicaciones en la llegada de


contingentes poblacionales desde otras áreas del Mediterráneo, que comenzarán a aculturar a
la población indígena creando un modelo de neolitización "mixto" en el que intervienen
elementos foráneos y autóctonos. Este modelo de interpretación supone que los primeros
establecimientos neolíticos se establecerían en las costas peninsulares, ofreciendo el
denominado modelo de colonización marítima. Otros autores se decantan por ofrecer
versiones más complejas de la neolitización, basadas en las redes de intercambio como el
principal vehículo que permitió la extensión de la agricultura por el occidente europeo, sin que
necesariamente hubieran existido fenómenos de desplazamiento de la población: es el modelo
del filtro insular o percolativo.

En suma, las posturas iniciales entre autoctonismo y difusionismo se han difuminado, dejando
paso a modelos teóricos más complejos, que tratan de tener una contrastación arqueológica.

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