Está en la página 1de 3

Construcciones en el análisis

Se le critica que, tanto si el paciente confirma una interpretación del analista como si la niega, para el psicoanálisis el
analista sigue teniendo razón, ya que esa negación se interpreta como una resistencia. Para responder a esto, Freud
expone sobre cómo se debe apreciar, en el curso del tratamiento analítico, el Sí y el No del paciente (la expresión de
su aquiescencia y de su contradicción).

Como ya vimos, el propósito del análisis es mover al paciente a revivir los conflictos y cancelar las represiones cuyas
consecuencias son los síntomas e inhibiciones, como sustitutos de lo “olvidado”. La interpretación del analista se
basa en jirones de esos recuerdos en sus sueños; ocurrencias que produce cuando se entrega a la asociación libre;
retoños de las mociones de afecto sofocadas, así como de las reacciones contra estas; y por último, indicios de
repeticiones de los afectos pertenecientes a lo reprimido en las acciones más importantes o ínfimas del paciente,
tanto dentro de la situación analítica como fuera de ella. Con estas interpretaciones, debe el analista construir lo
deseado, es decir, una imagen, confiable e íntegra en todas sus piezas esenciales, de los años olvidados de la vida del
paciente. Pretende “levantar” la amnesia infantil, pero esto no es posible, hay partes de esta que no pueden ser
recordadas, y entonces el analista debe colegir lo olvidado desde los indicios (formaciones del inconsciente y
repetición) que esto ha dejado tras sí; tiene que construirlo.

La construcción aparece allí donde aparece un límite a la interpretación; aquello que no puede retornar como
recuerdo porque nunca fue olvidado, debe construirse en el análisis, y en su eficacia terapéutica vale como recuerdo.
¿¿Amnesia infantil=represión primaria??

El analista llega a una pieza de construcción y la comunica al analizado para que ejerza efecto sobre él; luego
construye otra pieza a partir del nuevo material que afluye, procede con ella de la misma manera, y en esta
alternancia sigue hasta el final.

Construcción no es lo mismo que interpretación. La última se refiere a lo que el analista emprende con un elemento
singular del material; una ocurrencia, una operación fallida, etc. (las que se interpretan son las formaciones del
inconsciente). Es construcción, en cambio, lo que el analista le presenta al analizado como una pieza de su
prehistoria olvidada. Con prehistoria se refiere a restos de lo visto y lo oído anteriormente al desarrollo del lenguaje.

Entonces, ¿cómo sabe el analista que las construcciones que hace son correctas? Afirma que no tiene grandes
consecuencias comunicarle a un paciente una construcción errónea; cuando esto sucede, el paciente queda como no
tocado, no reacciona a ello ni por sí ni por no. Es posible que esto sólo sea un retardo de la reacción; pero si persiste,
estamos autorizados a inferir que nos hemos equivocado. Cundo sale a la luz material nuevo que permite una
construcción mejor y que permite rectificar el error, es ocasión de comunicarle al paciente nuestro error anterior.

No se acepta directamente un no del analizado, pero tampoco se le otorga validez a su sí.

El Sí directo del analizado puede tener diferentes significados: puede en efecto indicar que reconoce la construcción
oída como correcta, pero también puede carecer de significado, o puede ser “hipócrita”, es decir, resultar cómodo
para su resistencia seguir escondiendo, mediante la aceptación de ese error, la verdad no descubierta. El Sí sólo
posee valor cuando es seguido por corroboraciones indirectas; cuando el paciente produce, acoplados
inmediatamente a su sí, recuerdos nuevos que complementan y amplían la construcción. Sólo en este caso se
reconoce al Sí como la tramitación cabal del punto.

El no del analizado también puede tener diferentes significados: la mayoría de las veces exterioriza una resistencia
que es provocada por el contenido de la construcción que se ha comunicado, pero que de igual manera puede
provenir de otro factor de la situación analítica compleja. El no, entonces, por tanto, no prueba nada respecto de la
justeza de la construcción, pero se concilia muy bien con la posibilidad de que sea una resistencia. También puede
suceder que conozca sólo un pequeño fragmento del acaecer olvidado, es decir, el analizado no desconoce
propiamente lo que se le comunicó, sino que su contradicción viene legitimada por el fragmento todavía no
descubierto. Por regla general, sólo dará un sí cuando se haya enterado de la verdad íntegra, y esta suele ser
bastante extensa. El no, entonces, indica que la construcción no es integral; es decir, no se lo ha dicho todo.

Como las exteriorizaciones directas del paciente después de que se le comunicó una construcción ofrecen pocos
puntos de apoyo para saber si la construcción es correcta o no, propone otras formas de corroboración:

- Cuando es correcta, los pacientes dicen, con apenas algunas palabras cambiadas “No me parece” o “Nunca se
me ha pasado/no se me pasaría nunca por la cabeza” sin vacilar; lo cual se puede traducir como “Sí, en este
golpe acertó usted con lo inconciente”.

- Una confirmación igualmente valiosa, esta vez de expresión positiva, es que el analizado responda con una
asociación que incluya algo semejante o análogo al contenido de la construcción.

- La confirmación puede filtrarse en la contradicción directa con ayuda de una operación fallida.

Si la construcción es falsa no modifica nada en el paciente; pero si es correcta, o aporta una aproximación a la
verdad, él reacciona frente a ella con un inequívoco empeoramiento de sus síntomas y de su estado general
(reacción terapéutica negativa).

Aun con todos estos indicadores, es importante tener en cuenta que solo la continuación del análisis puede decidir si
una construcción es correcta o inviable; cada construcción se considera apenas una conjetura que aguarda ser
examinada, confirmada o desestimada, y no se la asume como autoridad ni se le demanda al paciente una
confirmación inmediata, no discutimos con él cuando al comienzo la contradice. A lo largo del análisis, se busca que
el paciente adquiera el convencimiento de que la construcción es certera, y ese convencimiento se logra en la
reelaboración.

En algunos análisis sucede que, tras la comunicación de una construcción certera, al paciente le acuden unos
recuerdos hipernítidos, que no permiten entender el episodio que los contiene, solamente detalles hipermarcados
próximos a ese contenido. Esto acontece tanto en sueños, inmediatamente después de la comunicación, o en la
vigilia, en unos estados parecidos al fantaseo, y nada sigue luego a estos recuerdos. Serían resultado de la pulsión
emergente de lo reprimido que, puesta en movimiento al comunicarse la construcción, quiere trasportar hasta la
conciencia aquellas sustantivas huellas mnémicas, pero se encuentra con una resistencia que consigue no atajar el
movimiento pero sí desplazarlo (descentrarlo) sobre detalles vecinos, circunstanciales, que aparecen entonces
hipernítidamente. Esto sucede porque se “toca” algo de lo libidinal, lo referente a la satisfacción del sujeto.

Estos recuerdos podrían describirse como alucinaciones si a su claridad se añadiera una creencia en su presencia
actual. Sin embargo, hay una analogía entre estos y las alucinaciones de las psicosis, y de hecho, hay pacientes (no
psicóticos) que presentan verdaderas alucinaciones.

Plantea que podría una característica general de las alucinaciones que en ellas reaparezca algo experimentado en la
infancia y luego olvidado, algo que el niño ha visto u oído en una época en que apenas sabía hablar y que ahora se
fragua un camino hasta la consciencia, desfigurado y desplazado por la intervención de fuerzas que se oponen a su
retorno. Y, entonces, podría ser que las delusiones a las que esas alucinaciones se hallan incorporadas estén más
asociadas al resurgimiento del inconsciente y del retorno de lo reprimido que lo que se pensaba. En el mecanismo de
una delusión intervienen dos factores: el apartamiento del mundo real y sus fuerzas motivadoras, por un lado, y la
influencia ejercida por el cumplimiento de deseos en el contenido de la delusión, por el otro. Pero ¿no puede ser que
el proceso dinámico sea más bien que el alejamiento de la realidad es puesto en marcha por la tendencia al
surgimiento de lo reprimido para inculcar su contenido en la consciencia, mientras que la resistencia provocada por
este proceso y el impulso al cumplimiento de deseos comparten la responsabilidad de la distorsión y el
desplazamiento de lo que es recordado?

También podría gustarte