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En la Roma antigua, se nombraba patromonium al conjunto de bienes

que el padre otorgaba a su hijo para que éste los dispusiera libremente.
Algunos estudiosos indican que los romanos no dedicaron especial atención
a la figura jurídica del patrimonio por sí mismo sino que su interés surgió
cuando el fallecimiento del titular o cambio en su situación jurídica afectaba
el destino de sus bienes. Para analizar los regímenes patrimoniales romanos,
debemos indicar que la institución del matrimonio, en opinión de algunos
autores, queda fuera del ius civile; como en este suceso no intercede el
Estado, por lo tanto no es cuestión pública y no es de su interés el régimen
que reglamente los bienes de los cónyuges. Éstos derivan del tipo de
matrimonio celebrado. Si la iustae nuptiae se contraía cum manu, la mujer
quedaba bajo la potestad del marido y su patrimonio era absorbido por aquél;
si el matrimonio se contraía sine manu, la mujer quedaba bajo el poder del
grupo familiar de origen, o si era sui iuris conservaba la propiedad de sus
bienes.

Ya conociendo lo anteriormente expuesto, se puede proceder con que


el patrimonio es uno de los conceptos básicos del derecho civil y tiene interés
tanto desde el punto de vista teórico, como desde el punto de vista práctico
porque se relaciona con muchas instituciones del derecho privado. En este
sentido, existen diversas y variadas acepciones de este concepto que van
desde el concepto jurídico estricto, pasando por el contable y económico
hasta llegar a conceptos calificados como patrimonio cultural, patrimonio de
la humanidad, patrimonio colectivo, corporativo etc. Así como también
algunos autores opinan que el patrimonio “no es un conjunto de objetos o de
cosas, sino un conjunto de relaciones: derechos y obligaciones (Messineo)",
en tanto que para Betti el patrimonio es "el conjunto de las posiciones
jurídicas activas apoyadas en un sujeto". De esta manera, pudiendo tomar en
cuenta tantos aspectos que envuelven a este término tan particular se ha
considerado establecer una definición bastante completa que explica muy
claramente lo que es el patrimonio, puntualizándolo así como el conjunto de
relaciones jurídicas pertenecientes a una persona que tienen una utilidad
económica y por ello son susceptibles de estimación pecuniaria, y cuya
relaciones jurídicas están constituidas por deberes y derechos (activos y
pasivos). El mismo se caracteriza por ser una creación del Derecho Objetivo
y solo él autoriza en ciertos casos a considerar unitariamente un conjunto de
relaciones jurídicas activas y pasivas, lo que alcanza especial importancia
cuando ese conjunto aparece independizado del patrimonio personal. De
igual manera, la creación jurídica del patrimonio no se lleva a cabo
caprichosamente, sino para la consecución de determinados fines que es lo
que provoca el nacimiento de distintos tipos de patrimonios. Se denomina
autonomía a su independencia en el orden específico de la responsabilidad
por deudas y significa la exclusión de posibles interferencias en este orden
de un patrimonio respecto de otros. Al lado de casos en los que la autonomía
y la independencia son totales hay otros supuestos en los que solo es
imperfecta o de segundo grado pues hay veces en que deudas de un
patrimonio pueden hacerse efectivas sobre otro. El patrimonio es
conceptuado como una unidad ideal, una universitas iuris, un modo lógico de
aprehender la pluralidad de relaciones activas y pasivas, ostentando una
identidad sustancial, cualquiera que sean los bienes que en él se hallen en
un momento determinado y en cuanto tal, es intransmisible, aunque se
podrán transmitir en mayor o menor grado, los bienes que lo componen, pero
nunca aquél.

Ahora bien, este comprende dos elementos: el activo y el pasivo. El


activo se integra por el conjunto de bienes y derechos apreciables en dinero,
y el pasivo por el conjunto de obligaciones y cargas también susceptibles de
valorización pecuniaria. Los citados bienes y derechos de carácter
patrimonial se traducen siempre en derechos reales, personales o mixtos
(con caracteres reales y personales a la vez) y, en tal virtud, el activo de una
persona quedará constituido por derechos reales, personales o mixtos. A su
vez, el pasivo se constituye por obligaciones o deudas que son el aspecto
pasivo de los derechos personales, es decir, contemplados desde la posición
del deudor, y cargas u obligaciones reales o propter rem, distintas de las
personales, que también son susceptibles de estimación pecuniaria.

En cuanto a las teorías acerca del patrimonio, se tiene la teoría general


que manifiesta que el conjunto de los bienes de una persona, con las deudas
o cargas que lo gravan, constituyen su patrimonio. Así mismo, toda persona
tiene un patrimonio: a los efectos de esta afirmación no importa que el sujeto
tenga más deudas que bienes, no importa que sea más o menos cuantioso el
caudal de sus bienes, el patrimonio siempre existe en la cabeza de un titular,
que puede ser tanto la persona física como la jurídica. Igualmente plantea
que toda persona tiene un solo patrimonio, que es uno e indivisible (aunque
admite dos exenciones) y es inseparable de la persona, pues del mismo
modo que no se concibe una persona sin patrimonio, el soporte de este es
necesariamente aquella, de lo que se sigue la imposibilidad de disposición
del patrimonio por la persona sino cuando se produce su desaparición por la
muerte. Ahora bien, la teoría clásica sobre el patrimonio se basa en los
aportes de Arbury y Rau, los cuales señalan que el patrimonio se considera
como un conjunto de bienes activos y pasivos que representan un valor
económico y en este se excluyen aquellos derechos que han sido llamados
bienes morales o intelectuales, como los de talento, el honor, la
consideración, etc. De igual forma, el concepto de patrimonio está siempre
relacionado con la personalidad jurídica, así como toda persona tiene
necesariamente un patrimonio y es durante su vida, uno e indivisible. En esta
teoría se distingue de la persona misma y se supone la existencia de una
relación entre una persona y un patrimonio, dicha relación es denominada
derecho de propiedad. Este se puede transmitir en sentido objetivo parcial
(compra-venta) y en sentido subjetivo por (herencia). El patrimonio es
inalienable durante la vida de su titular; al presentar la muerte del individuo el
patrimonio pasa a sus herederos a quienes se les denomina continuadores
de la persona y la existencia de la figura de enriquecimiento sin causa que
protege al patrimonio.

En referencia a la teoría alemana, esta fue propuesta por los juristas


germanos Alois von Brinz (1820-1887) y Ernst Immanuel Bekker (1785-
1871), quienes se oponían a las consideraciones del abogado francés Marcel
Planiol (1853-1931) respecto del patrimonio colectivo. Esta teoría fue luego
recogida por el Código Civil Alemán en 1900 y el de Suiza en 1907, la cual
aspira a un alejamiento de la teoría clásica del patrimonio, ya que propone la
idea de que el patrimonio no necesariamente requiere de una persona para
existir y por el contrario, afirma que el patrimonio puede perfectamente existir
sin dueño, ya que la idea misma de patrimonio se sostiene en base a la
afectación que hace de los bienes que integran el patrimonio, es decir, que lo
central en el patrimonio no es la persona, sino los objetos que lo componen y
de allí el nombre de esta teoría.

Abarcando otro punto, la naturaleza jurídica del patrimonio en la doctrina


se ha dividido entre las siguientes posiciones: Subjetiva o personalista,
finalista, realista o atomista y destino, especial o separado.

Ya para ir brindándole un cierre al tema en estudio, se tiene que entre las


clases de patrimonio se hallan los patrimonios separados, los cuales
constituyen el conjunto de bienes de aspectos económicos que pertenecen al
mismo sujeto del patrimonio general, en virtud de la personalidad de la
responsabilidad que lo afecta. Los mismos se caracterizan por ser
excepcionales, ya que solo se constituye en algunos casos, siendo
autónomos porque no dependen de otro patrimonio, formales porque en ellos
se debe cumplir con los requisitos que estipula la Ley e inmutables porque
debe cumplir el propósito para el cual fue creado.

Igualmente se halla el patrimonio autónomo, que para un sector de la


doctrina, alude a un patrimonio aparte y nuevo con un propio sujeto colectivo,
o cuando menos, con finalidades propias, en espera de reconocimiento y
sobre el cual inciden autónomos derechos y obligaciones. Antes de la
existencia de la persona a la cual se adscribirá el patrimonio, la autonomía
solo es fáctica en el sentido de que los bienes no dejan de pertenecer a los
entes que los aportan y por último los patrimonios colectivos, los cuales para
empezar, se hace necesario aclarar que no constituyen una categoría
distinta de otros patrimonios que atienden a su régimen jurídico y se
caracterizan esencialmente por la titularidad de los mismos que
corresponden a más de una persona, en este caso, ninguno de los titulares
tiene un derecho específico, sino que todos unitariamente ejercen un
derecho general sobre todos y cada uno de los elementos que constituyen el
patrimonio, un ejemplo típico de ello es la comunidad de bienes en el
matrimonio.

Y finalmente, luego de haber recolectado la información requerida durante


un arduo proceso investigativo para la realización y desarrollo del presente
trabajo, se logró constatar que el patrimonio es el conjunto de bienes y
derechos, cargas y obligaciones pertenecientes a una persona natural o una
persona jurídica que son susceptibles de ser valorados económicamente. Así
pues, se destaca la importancia del patrimonio individual como derecho
fundamental de los individuos, con posibilidad de hacer uso de esos bienes
con distintas finalidades propuestas para el bien propio y de la sociedad en
su conjunto.

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