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CARRERA:

LICENCIATURA EN CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN

MATERIA:
ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA

DOCENTE:
LIC. ELSA DEL CARMEN TORRES PÉREZ

TRABAJO:

ALUMNA:
JANET CASTELLANOS CAMPOS

HUIMANGUILLO, TAB. 15 DE NOVIEMBRE DE 2022


Contenido

SÍNTESIS....................................................................................... 3

LA CUESTIÓN DEL SUJETO ................................................................... 3

EL PROBLEMA DEL YO ............................................................................. 5

IMMANUEL KANT Y LAS PREGUNTAS SOBRE EL HOMBRE ...... 7


SÍNTESIS

LA CUESTIÓN DEL SUJETO

Los problemas que la noción misma de modernidad plantea sostienen numerosas


interrogaciones acerca de sus alcances, especificidades, transformaciones y permanencia
en la reflexión filosófica hasta nuestros días. Este concepto de yo suele ser una manera
cómoda de referirse a una serie de acontecimientos y formaciones mentales y corporales,
ante las cuales una persona puede creer que este "yo" tener la sensación de que estas
formas transitorias ocultan una esencia real e inmutable que es la fuente de nuestra
identidad.

En filosofía, Sujeto hace referencia a un ser que es autor de sus actos, en el sentido de que
su comportamiento o conducta no son meramente reactivas, sino que aporta un plus de
originalidad que responde a lo que solemos entender por decisión o voluntad, ósea que
somos protagonistas de nuestra propia vida.

La categoría de sujeto tiene un estatuto paradójico en el pensamiento contemporáneo al


ser condenada a desaparecer y rehabilitada en diversas oportunidades. Ya desde la
modernidad tardía parece ser el concepto que con mayor fuerza puede caracterizar ese
proceso histórico, político y filosófico llamado modernidad.

La propuesta aquí desarrollada considera que en la modernidad, el ser humano solo puede
emerger como sujeto en la medida que modela y a la vez es modelado por la realidad y el
entorno con el que interactúa.

Si bien esta definición resulta retrospectiva una especie de sentido común filosófico indica
que la modernidad se define como época del sujeto, donde desde un esquema de la
representación, el sujeto se constituiría como el fundamento capaz de ordenar
racionalmente el mundo. Este lugar fundacional atribuido a la categoría de sujeto nunca
termina de estabilizarse como tal, es decir, incluso allí donde se suele ubicar su formulación
más acabada, está constantemente sometida a crítica ya que siempre existe la duda del
porqué de algo.

La función del sujeto consiste en aprehender el objeto. Es el individuo que asume el papel
de investigador, que se introduce en el conocimiento, comprensión y estudio de los objetos,
fenómenos y procesos de la naturaleza y de la sociedad, y además de esto, es capaz de
crear imágenes, juicios y conceptos

Como podemos darnos cuenta los filósofos estaban en constante cambio de parecer ya
que dependiendo a la experiencia que iban teniendo iban surgiendo nuevas dudas respecto
a lo social y su comportamiento.

Nietzsche toma con respecto al individuo humano y sujeto moderno una actitud de
desconfianza y de crítica ya que descubre desde su juventud el abismo que se ha producido
entre el sujeto y la Naturaleza a la que el individuo humano no puede dejar de pertenecer.

Para Nietzsche el hombre es un ser cuya naturaleza consiste, precisamente, en su continua


autosuperación, un ser al que no le está dada una naturaleza fija, permanente, y que, de
hecho, no puede permanecer fiel a sí mismo.

Como consecuencia de esta doctrina unitaria, Nietzsche siente desprecio por el hombre
moderno. Las características de este sujeto moderno las tomamos de la negación de las
que Nietzsche atribuye a su hombre modélico encarnado en Goethe y se pueden resumir
de la siguiente manera:

Ha roto la dependencia del todo natural y se ha enfrentado –como sujeto– a la


Naturaleza convertida en objeto.
Se desprende de la vida y de la muerte para convertirse, como espíritu o razón
pura, en una entidad inmortal.
Divide y separa la razón de la sensibilidad y la voluntad del sentimiento.
Separado y enfrentado a la naturaleza, el ser humano se vuelve una sustancia
autónoma, capaz de actuar a partir de un acto voluntario propio y en contra de la
naturaleza.
El sujeto humano, autónomo y contrapuesto a lo natural, está dotado de libertad
para hacer su vida y hacer la historia.
El individuo humano, en la modernidad, es el fin último de toda estructura socio-
política, de manera que la familia, la sociedad y el estado deben estar en función
de la realización libre de la persona humana.
También la naturaleza ha de estar supeditada a los fines e intereses de los
individuos humanos.

Ese sujeto moderno, reducido a pensamiento y a razón pura, se ha desvinculado de su


realidad corpórea que tiene vida, es decir, que nace, crece y muere. Se ha convertido en
algo que está más allá del tiempo y del espacio y más allá de la vida y de la muerte. Se ha
convertido en espíritu o razón pura, en sujeto trascendental, es decir en una entidad
desincorporada e inmortal. Este sujeto moderno se ha convertido en una idea universal e
inmortal reconvertida, a su vez, en la verdadera realidad por obra del idealismo, ósea que
consideran el mundo y la vida de acuerdo con unos modelos de perfección ideal que no se
corresponden con la realidad.

Nietzsche creía que vivir plácidamente y sin ninguna preocupación es un deseo propio de
las personas mediocres, que no le otorgan mayor valor a la vida. Nietzsche opone el
concepto de “dicha” al de “felicidad”. La dicha significa “estar bien”, gracias a circunstancias
favorables, o a la buena fortuna, prácticamente creía en la suerte pero a la vez que la suerte
venía del esfuerzo.

La teología política argumenta que cuando la verdad de la religión perdió su estatus por
decirlo así, las otras verdades que se subordinaban a ella se volvieron nada. Así comienza
la crisis del sujeto moderno, desamparado y desesperado porque quiere creer en algo.

La causa de todo ese conjunto de entidades ficticias es el odio a lo natural, a la realidad,


Dios, el alma, el Yo, el espíritu puro y la razón pura, todo lo que se encuentra en el más
allá, es el resultado de una relación de odio y de profundo descontento con todo lo real que
es la naturaleza o quizás el miedo a aceptar la realidad.

EL PROBLEMA DEL YO

El concepto de “yo” emerge al descubrirse así mismo, depende desde qué posición se
analice la emergencia del yo en la modernidad, la esfera subjetiva de representación
mental. Este descubrimiento se logró en virtud de la crítica filosófica moderna.

La modernidad filosófica se puede caracterizar como fundamentando una pregunta


epistémica ósea algo que nos conduce a la verdad en cierta forma, como condición previa
de cualquier pregunta ética. Así, el desarrollo acerca del origen y el límite del conocimiento
humano fue considerado como el punto de partida de cualquier intento filosófico por
comprender qué es el yo y qué el mundo.

Estos análisis comenzaban en los filósofos modernos con un examen del escepticismo
(doctrina filosófica) antiguo y moderno. Dada la prioridad de la pregunta epistémica sobre
la pregunta ontológica, era fundamental desarrollar una comprensión de ella, antes de
abordar algunas preguntas acerca de la naturaleza del yo o del mundo en la modernidad.
Este análisis mostró como el uso que los filósofos modernos hicieron de los argumentos
contenían ya una investigación previa, que evidenciaba un cambio de paradigma dramático
entre la filosofía medieval y la filosofía moderna.

El concepto de “yo” emerge al descubrirse o inventarse depende desde qué posición se


analice la emergencia del yo en la modernidad, la esfera subjetiva de representación
mental. Este descubrimiento se logró en virtud de la crítica epistemológica moderna.

Tener presente el origen conceptual de ciertos problemas ayuda a encontrar respuestas


claras en la actualidad.

Por tanto toda teoría del conocimiento presupone un sujeto, un yo. El Yo es quizás uno de
los problemas más ricos y complejos de la historia de la filosofía, ya que siempre se está
en constante duda o descuerdo con las teorías hasta ahora hechas. Con la crisis
nominalista y el derrumbamiento del universo medieval, desaparece la seguridad que el
hombre tenía. Para la filosofía antigua y medieval el hombre se conocía a sí mismo, pero
para la moderna empezaron a surgir diferentes problemas del YO, como por ejemplo: quien
soy, a donde voy, etc..

La pérdida de la seguridad medieval que se originó tanto por el avance científico como por
las crisis religiosas de los siglos XVI y XVII condujo a preguntarse por el lugar del hombre
en el mundo y por la idea misma de mundo. El mundo se antoja ahora para los modernos
como algo completamente distinto y ajeno al hombre. Se ha producido un desplazamiento
desde la confianza en un universo ordenado hasta la perdida de esta confianza. En esto
consiste el cambio paradigmático que se da en la modernidad.

El hombre moderno no parte del mundo sino de sus estados mentales. Dada esta esfera
subjetiva el hombre pasa a ser quien define el criterio de verdad. En cierto sentido, la verdad
es subjetivista. Ahora, el problema radica en corroborar si lo que es subjetivamente cierto
también es objetivamente verdadero, ya que una cosa es lo que pensamos que és y otra lo
que verdaderamente es. En la filosofía moderna, podemos encontrar varias perspectivas
sobre este problema que tuvieron gran influjo en la filosofía contemporánea y las teorías
psicológicas de la personalidad.

Descartes nos ha mostrado que podemos dudar de la existencia del cuerpo y de sus
atributos. Pasa a examinar entonces los atributos del alma, para encontrar aquel que le es
esencial y encuentra que entre todos los atributos del alma, tan sólo el pensamiento le
pertenece. Yo puedo imaginar que no tengo un cuerpo, pero hay algo que no puedo separar
de mí, esto es, el pensamiento: “No soy más que una cosa que piensa, es decir, un espíritu,
un entendimiento o una razón.

Tenemos también que dado a todos las dudas del Problema del Yo, surge el pensamiento
ilustrado en la sociedad, el cual su principal objetivo era combatir la ignorancia y el
fanatismo religioso “mediante las luces del conocimiento y de la razón”. Los pensadores
ilustrados sostenían que, mediante el uso de la racionalidad y la acumulación de saberes,
la humanidad podría combatir la superstición, el oscurantismo y la tiranía, cosa que como
sabemos no fue del todo ayuda porque hay personas que son fieles a sus creencias y su fe
está bien cimentada.

IMMANUEL KANT Y LAS PREGUNTAS SOBRE EL HOMBRE

Para Kant el hombre es un ser autónomo, que expresa su autonomía a través de la razón
y de la libertad. Para ser autónomo, el hombre debe usar su razón independientemente, sin
dejarse influenciar por nada y nadie. Desde aquí parte lo que Kant denomina la razón pura,
que es por sí sola práctica y da al hombre una ley universal denominada la ley moral.

Con la filosofía Kant se propone dar respuesta a cuatro preguntas: ¿qué puedo conocer?
(metafísica), ¿qué debo hacer? (moral), ¿qué puedo esperar? (religión), y ¿qué es el
hombre? (antropología).

Kant, dice que la razón puede establecer dos tipos de relación con su objeto: o bien
determinar este último y su concepto, o bien para convertirlo en realidad. De acuerdo con
Vélez-Correa (1959) la primera relación constituye el conocimiento teórico de la razón; la
segunda, el conocimiento práctico.

Kant propone un ordenamiento que se basa en la autonomía de la razón, fuente única de


toda moralidad y que hace de cada individuo un participante del mundo de la razón, ósea,
que todo ser racional no sólo está sometido a la obligación impuesta por la ley moral, sino
que se transforma él mismo en un legislador, por lo que nosotros mismos, en cuanto seres
racionales, no obedecemos al mandato en forma exterior.
Dice que el hombre nunca será solo un medio u objeto para conseguir un fin, sino que es
un fin en sí mismo. Justamente de ahí procede su dignidad; de su característica de fin en
sí mismo, que lo hace único e insustituible, con un valor intrínseco que se denomina
“dignidad”.

Kant defiende la cuestionabilidad del sujeto capaz de conocer, por lo que el sujeto puede
ser también objeto de conocimiento, distinguiendo entre un sujeto empírico o un sujeto
trascendente o puro. En consecuencia, para Kant el sujeto es un yo pensante que habrá de
atreverse a ejercer ese acto suyo, haciendo uso público de su autonomía y libertad, aunque
eso va dependiendo igual de la autoestima personal para afrontar el mundo.

Y que, al ser un sujeto libre, como ser racional y libre, no debe ser tratado como simple
cosa. Si es racional, es autónomo frente a los demás para actuar y pensar con libertad, él
al igual debe ser reciproco con el otro, debe considerar igual al otro y que ese sujeto es libre
como él, y con iguales derechos. Por lo que el hombre cuando se considera a sí como sujeto
de derecho, es un sujeto que igual debe garantizar a los otros el mismo derecho, de allí la
aplicación de una sabia palabra el cual dice “no le hagas al otro lo que no quieres que a ti
te hagan”, es considerar al hombre como un ser lleno de razón y de acción que puede
recibir, pero que a la vez también pueda dar, un sujeto capaz de regirse por su propia
racionalidad y libertad.

Según éste, los seres humanos se merecen un trato especial y digno que posibilite su
desarrollo como personas. En este sentido, afirma Kant, el hombre es un fin en sí mismo,
no un medio para usos de otros individuos, lo que lo convertiría en una cosa. Él
prácticamente estaba en favor que a las personas se les tratara como tal y no como objeto.

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