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Pobreza (A las Carmelitas de S. Fco.

California)

ALAKANUK, ALASKA (3 de enero de 1951)

Caras y veneradas Madres y Hermanas: Pax Christi:

Contesto a su carta de noviembre y comienzo diciendo que eran Uds. Las que me debían carta y
que yo estaba en la creencia de que habían decidido terminar la correspondencia conmigo. Tengo
siempre como cosa segura que si pasa cierto tiempo sin carde de aquí, la falta será de Uds. Pues yo
no dejaré jamás de contestar relativamente pronto a las Carmelitas de Cristo Rey.

No estuve en Roma. No he vuelto a cruzar el mar desde 1930. Estuve en Nome (no en Roma)
donde me hice ciudadano gringo. Nome es una ciudad de Alaska.

Mi madre falleció el día de Santa Teresita. Como su muerte fue santa de verdad, no sólo me quedé
con paz, sino hasta con cierta alegría interior.

Por lo demás yo sigo como siempre, excepto que cada día soy más anciano y en noviembre 18,
cumplí 50 años redondos, con lo cual ya me empiezo a tener por «viejecito» como dirían en
Jalisco.

No sabía que estuvieran tan adelantadas las obras del Monasterio. Como ya les dije una vez me da
cierta pena verlas viviendo en una casa tan rica. Dios ha de ser menos generoso con sus gracias; ya
lo verán. La pobreza en religiosos es fuente de gracias divinas muy especiales. Los grandes edificios
con capillas muy vistosas engendran soberbia y vanidad secretas. Decimos que es para Dios, pero
Dios ve los secretos de los corazones. San Juan de la Cruz dijo que el fausto en las solemnidades
religiosas con grandes gastos eran menos agradables a Dios que la pureza del corazón con menos
solemnidad y más pobreza; porque se corre el gran peligro de pararse en lo exterior que encandila
los sentidos. Al menos hagan por tener celdas sin lujo alguno. Coman bien y duerman bien y
solácense en los recreos para no enfermar; pero que el ajuar sea poco y pobre.

No me inviten a la inauguración, porque los Misioneros no disponemos de nuestras personas y no


me permitirían los Superiores un viaje tan largo para eso. No se apuren; tendrán un enjambre de
sacerdotes que ni sitio tendrán para tantos.

Juanita estuvo agonizando una temporada, pero volvió a revivir. La justicia de Dios con esa víctima
suya me pone espanto en el alma. Vive agonizando ya más de 15 años, en vómitos d sangre poco
menos que diarios; y el padre, octogenario, con la cabeza trastornada; y su madre anciana y débil.
Ya ven que familia. Casi increíble. Ya están recogiendo datos para escribir al vida de Juanita.

Y con esto pongo punto final, para que vean que todo marcha como siempre. En unión de
oraciones quedo de Uds. Afmo. Amigo y Padre en Cristo que las bendice.

SEGUNDO LLORENTE, S.J.

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