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Para uno que hace los votos (P.

Llorente)

No sé a punto fijo cuándo harás los votos; pero sospecho que será hacia el 8 de
septiembre; por eso te envío ahora estas líneas. Quisiera estar ese día en un rincón de la
capilla y oírte decir la fórmula para asociarme contigo en el ofrecimiento hermoso que
de tu voluntad haces al que se lo merece todo.
Por muy bien que guardes la pobreza, nunca serás tan pobre como Jesucristo, que nació
en un pesebre, vivió en un taller, y al morir no hubo quien le diese un vaso de agua que
El pedía.
En lo que toca a la castidad, no harás poco si llegas a ser como los ángeles. Y en cuanto
a la obediencia, nunca te mandarán ser azotado, coronado de espinas y crucificado. ¿Ves
cómo, por mucho que hagas, siempre tu Divino Modelo fue más allá? Mucho haces,
porque das lo que tienes; pero en comparación con lo que Jesucristo se merece, das
poco. Por lo primero debes estar santamente orgulloso; por lo segundo, corrido y
humillado.
Otra cosa: no creas que al hacer los votos todo va a ser dulzura y bienaventuranza. De
ninguna manera. Mientras más te vayas uniendo con Dios, más te  parecerás a
Jesucristo, y parecerse a Jesucristo es estar, como El, clavado en una cruz. En los
estudios tendrás ratos amargos —todos los hemos tenido—, y en el magisterio los
tendrás amarguísimos; yo no puedo hablar de más adelante. Recuerdo que al hacer los
votos me dije para mis adentros: bueno, esto ya está todo hecho. Y luego vi que aquello
era el primer peldaño de la escalinata que hay que recorrer.

P. Segundo Llorente - 23-08-1931

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