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“Año del Fortalecimiento de la

Soberanía Nacional”

LA DESCENTRALIZACIÓN
EN EL PERÚ

INTEGRANTES:
FACULTAD DE AGRONOMÍA-E GESTIÓN AMBIENTAL

 Akira Chuquipiondo Ramirez


 Angy Mayte Samaniego Doñez
 Hugo Sebastián Baños Saavedra
 Jaime Alfredo Castillo Acuy
LA DESCENTRALIZACIÓN
EN EL PERÚ

1
ÍNDICE

Presentación…………………………………………………………………………………………………Pág. 3

Introducción………………………………………………………………………………………………….Pág. 4

Marco teórico y contexto…………………………………………………………………………….Pág. 5

El proceso de descentralización en el Perú……………………………………………..Pág. 6

Marco legal del proceso de descentralización……………………………………….Pág. 8

Las autonomías, los gobiernos regionales y municipales…………………….Pág. 10

Los avances y problemas del proceso de descentralización……………….Pág. 12

Conclusión……………………………………………………………………………………………………Pág. 16

Anexos………………………………………………………………………Pág.17

Bibliografía……………………………………………………………………………………………........Pág. 19

2
PRESENTACIÓN

El siguiente trabajo ha sido elaborado para dar a conocer la importancia del proceso de

descentralización en el Perú, por el cual, es necesario conocer que es descentralización,

desde cuando se está forjando esto en nuestro país. Además, es imprescindible conocer en

que nos beneficia a nosotros tanto como a nivel de sociedad, por ende, se evidenciarán

subtemas como el marco teórico y contexto, el proceso de descentralización en el país,

marco legal del proceso de descentralización, las autonomías, los gobiernos regionales y

municipales, los avances y problemas, del cual nos brindarán previos conocimientos del

tema. Finalmente, el presente trabajo describe los principales retos de este proceso. Cabe

recalcar que no es un estudio voluminoso, pero si un resumen sumamente útil para las

personas que quieran familiarizarse con esta temática prevista.

3
INTRODUCCIÓN

Perú pertenece al grupo de países más centralizados del mundo. En la última década,
mientras la mayoría de los países en Latinoamérica empezaron en conjunto con la
democratización de sus sociedades la reducción del peso de sus gobiernos centrales, el
Perú vivía una etapa de hipercentralismo y autocracia. El Gobierno de Transición y,
después de las elecciones de junio 2001, el Gobierno de Toledo han re institucionalizado
la democracia en el país y, de este modo, la descentralización se empieza a encontrar
nuevamente en la agenda.

En el caso del Perú, el proceso de descentralización significa un fortalecimiento de los


municipios, la creación de un nivel de gobierno regional autónomo a base de los
departamentos, la desactivación del Ministerio de la Presidencia y la transferencia
de competencias de nivel nacional al nivel regional o local.

La descentralización fue una de las principales ofertas del Presidente Toledo durante su
campaña electoral. Una vez instalado, el gobierno no ha tenido un concepto definido de
descentralización, pero de a pocos a partir de su gobierno el tema de la descentralización
tomo fuerza la cual hasta el presente año se sigue trabajando en este tema.

El centralismo ha generado profundos desequilibrios entre Lima y las regiones, afectando la


calidad y las condiciones de vida de todos los peruanos. La concentración del poder político
y económico en la capital y en algunas pocas ciudades es un efecto de este grave
problema estructural que define al Estado, la economía y a la sociedad en su conjunto. La
descentralización es, por tanto, un proyecto de gran envergadura, que debe poner en
cuestión el que ha sido el eje ordenador de la distribución del poder y la riqueza en el Perú.
Por esta misma razón, es un proceso complejo y conflictivo que se proyecta
necesariamente en el mediano y largo plazo.

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MARCO TEÓRICO Y CONTEXTO
Todas las personas deben conocer lo que es la descentralización y todo lo que abarca.
Entonces, ¿Qué es la descentralización? Entendemos por descentralización al proceso
democrático y política permanente del Estado de carácter obligatorio cuyo objetivo es el
desarrollo integral del país. Es decir, no es un fin en sí misma, sino más bien se trata de un
medio para lograr un país desarrollado que ofrezca más oportunidades a toda la ciudadanía
además que permite ordenar y orientar al Estado peruano, por ende, a sus tres niveles de
gobierno; al cumplimiento de su objetivo primordial que es el bienestar y defensa de los
derechos humanos de sus habitantes. (Claudia, S, 2011)

El proceso descentralista peruano se construye sobre la base de cuatro premisas


fundamentales. La subsidiariedad establece que debe transferirse a los gobiernos
subnacionales (regionales y locales) aquellas competencias y recursos que estén en
condiciones de ejecutar mejor que el gobierno nacional. La gradualidad quiere decir que la
transferencia de competencias y recursos a los gobiernos regionales y locales debe darse
por etapas, de forma progresiva y ordenada. La permanencia quiere decir que el proceso
es abierto y no tiene fecha de cierre, sino que supone un permanente esfuerzo por
descentralizar competencias y recursos, siendo obligatorio para todos los organismos del
Estado. La integralidad quiere decir que se trata de una política de Estado que obliga al
íntegro del sector público, y no una iniciativa particular frente a la que cada sector pueda
negociar su participación. (Javier Azpur 2016)

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EL PROCESO DE DESCENTRELIZACIÓN EN EL PERÚ

Se ha tenido que esperar hasta 1989/90 para que finalmente se crearan los gobiernos
regionales ya mencionados en la Carta Magna, lamentablemente sin mucho éxito. La
regionalización entre 1989/90 y 1992 se caracterizó no solamente por deficiencias de
diseño institucional (imponer regiones que carecían de identidad clara, falta de equilibrio
entre Ejecutivo y Legislativo regional, etc.), sino también por hallarse en el contexto de una
profunda crisis económica, crisis de autoridad del Estado y la guerra interna. El Presidente
de la Región fue elegido de manera directa por la Asamblea Regional, la cual se había
constituido a partir de una mezcla del voto de la población, de los alcaldes provinciales y de
las instituciones representativas de la región (universidades, colegios profesionales,
agrupaciones laborales).

El gobierno autócrata de Fujimori destruyó la incipiente descentralización a través de un


ahogamiento financiero y en los siguientes años llevó a cabo una política sistemática de
debilitamiento de las élites regionales y locales.

Los Consejos Transitorios de Administración Regional (CTAR) reemplazaron a los once


gobiernos regionales disueltos y fueron previstos, como lo dice su nombre, como órganos
transitorios. Según la nueva y vigente Constitución de 1993, el Perú debería haber tenido
autoridades regionales electas “a más tardar en 1995”, un mandato incumplido por el
gobierno de Fujimori.

La consolidación de su forma transitoria se hizo con la denominada “Ley Marco de


Descentralización” en febrero de 1998. Con esta ley, los once CTARs hasta entonces
existentes se elevaron a 23, uno por cada departamento, con excepción de Lima y Callao, a
quienes también se les creó su propio organismo: la Corporación de Desarrollo de Lima y
Callao (CORDELICA)11.

Al final de su gobierno, Fujimori ofreció descentralizar la educación y la salud, lo cual se ha


limitado en la realidad solamente a transferir a las municipalidades el pago de los maestros,
médicos y enfermeras, que en la actualidad reciben sus sueldos de los CTARs. Se puede
describir esto como un simple cambio de ventanilla, que no registró un impacto importante.

El Gobierno de Transición no pudo empezar una reforma institucional, dado que el


Congreso todavía estaba conformado por las mismas personas del anterior gobierno de
Fujimori. Las elecciones del 2001 con distrito múltiple significaron al parecer una mejor
representación de los departamentos en el Congreso y un paso en la dirección
descentralista, pero la manera en que se legisló esto evidenció la resistencia que aún había
por parte de los congresistas de la transición.

Una nueva fase empieza con la institución del nuevo gobierno (la descentralización fue un
eje central en la campaña política del nuevo mandatario), el cual, una vez instalado, no ha
tenido un concepto definido de la descentralización, sin embargo, con la creación de la
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Secretaría Técnica de la Descentralización dentro del Ministerio de la Presidencia y el
anuncio de la creación del Consejo Nacional de Descentralización, ha mostrado su voluntad
política.

Finalmente, el alcalde de Arequipa renunció sorpresivamente al cargo de jefe del Consejo


de Descentralización y Pedro Planas, preclaro estudioso y jefe de la Secretaría Técnica de
Descentralización falleció en Ayacucho poco después. Estos dos sucesos ocasionaron por
un tiempo un vacío. Dentro del Congreso han circulado proyectos de leyes de diversos
congresistas referentes a la descentralización y el Ejecutivo ha tenido otros.

Un paso fundamental se realizó en diciembre 2001 cuando finalmente el Pleno del


Congreso aprobó con 91 votos la Ley de Reforma Constitucional sobre Descentralización.

Según esta ley, la descentralización va a crear en un primer paso los denominados


gobiernos regionales sobre la base de los departamentos, con un Presidente electo y un
Consejo Regional que va tener de 7 a 25 miembros (mínimo 1 por provincia). El Consejo de
Coordinación Regional está integrado por los alcaldes provinciales y por representantes de
la sociedad civil como órgano consultivo y de coordinación con las municipalidades.

La reforma de este capítulo de la Constitución significa que el esquema de la


descentralización está dado y es un importante avance para la definición de las estructuras
institucionales. Uno de los puntos claves de discrepancia en el debate fue la participación
de los gobiernos locales en la nueva estructura administrativa, que se resolvió a favor de un
órgano consultivo.

Resulta interesante en este Proyecto de Ley Nº 1800 de la Comisión de Descentralización


que se proponga la creación del Ministerio de la Descentralización, que estaría encargado
de las acciones de capacitación, promoción y difusión del proceso, así como de la
transferencia de funciones, recursos, programas y organismos del gobierno central hacia
los gobiernos regionales y locales.

La propuesta de crear un Ministerio de Descentralización, como aparece mencionado en el


Proyecto de Ley, ya circuló una vez en septiembre entre algunos políticos, pero sin
resultado alguno.

La importancia del proceso justifica tal propuesta y probablemente encontrará resistencia


por parte de otras entidades del Estado que prefieren una entidad reguladora con el
supuesto beneficio de despolitizarla, la cual dependería de la Presidencia del Consejo de
Ministros (PCM).

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MARCO LEGAL DEL PROCESO DE
DESCENTRALIZACIÓN
Para que todo este proceso se lleve a cabo se creó leyes que establezcan un orden en la
organización.

Ley de Reforma Constitucional del Capítulo XIV del Título IV, sobre Descentralización
(N°27680)

Para iniciar el proceso de descentralización en el Perú fue necesario modificar la actual


Constitución del Perú (1993), a fin de contar con un marco legal adecuado para su
implementación. Esta ley modificó el capítulo correspondiente a la Descentralización.

Ley de Elecciones Regionales (N°27683)

Mediante esta ley se convocó a elecciones regionales y locales. Permitió regular la


organización y ejecución de las elecciones regionales en concordancia con lo dispuesto por
la Constitución Política y la Ley Orgánica de Elecciones.

Ley de Bases de Descentralización (N° 27783)

Es la ley marco del proceso de Descentralización y en ella se abordan los aspectos


necesarios para implementar dicho proceso como son la finalidad, principios y objetivos de
la descentralización, las competencias del gobierno nacional, regional y local, los planes y
presupuestos participativos, la participación ciudadana, la conducción e implementación del
proceso, entre otros temas.

Ley de Demarcación y Organización Territorial (N°27795)

Establece definiciones, criterios y procedimientos para la demarcación territorial, la cual es


definida como un proceso técnico-geográfico mediante el cual se organiza el territorio a
partir de la definición a nivel nacional y que es una función del Ejecutivo.

Ley Orgánica de Gobiernos Regionales (N°27867)

Define la estructura, organización y funciones de los gobiernos regionales.

Complementa y precisa los aspectos generales señalados en la Ley de Bases de la

Descentralización acerca de los gobiernos regionales.

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Ley que modifica la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales para regular la

participación de los Alcaldes Provinciales y la Sociedad Civil en los Gobiernos

Regionales y Fortalecer el proceso de Descentralización y Regionalización (N°

27 902)

La Ley Orgánica de Gobiernos Regionales no incluyó la creación de los Consejos de


Coordinación Regional como instancia consultiva con participación de los alcaldes
provinciales y representantes de la sociedad civil, a pesar de estar establecido en la
Reforma Constitucional y en la Ley de Bases de la Descentralización. Esta ley subsanó
dicho vacío.

Ley Orgánica de Municipalidades (N°27972)

Reemplaza a la anterior Ley de Municipalidades (N°23853) estableciendo y delimitando los


objetivos funciones y formas de organización de las municipalidades, de acuerdo al nuevo
marco institucional y normativo (descentralización).

Ley Marco de Promoción de la Inversión Descentralizada

Mediante esta ley se establece el marco normativo para la promoción de la inversión


descentralizada, estableciendo alianzas entre el gobierno central, los gobiernos regionales
y locales, los inversionistas privados y la sociedad civil para promover el desarrollo
equitativo y sostenible. En la ley se establecen las garantías para la inversión privada, las
funciones del gobierno central, regionales y locales, así como los instrumentos para la
promoción de la inversión.

LAS AUTONOMÍAS, LOS GOBIERNOS REGIONALES Y


MUNICIPALES
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Los cambios en la sociedad peruana al acentuar la importancia de la dinámica de los
territorios, es lo que ha colocado en el centro de la reforma política-institucional el que
existan, sobre una misma base unitaria soberana y constituyente, múltiples centros de
poder, los tres niveles de gobierno nacional, regional y municipal, con atribuciones
decisorias político legislativas y normativas, en competencias distribuidas
constitucionalmente, para normar los asuntos que les corresponden. Las formas de
gobierno regional y local, no sólo permiten un mejor acceso del ciudadano, sino que
también constituyen una forma de gestión más adecuada de las potencialidades del
territorio, la que es decisiva para incorporar los avances de las “sociedades de flujo”. Un
nuevo equilibrio de poderes en el territorio, es posible cuando existen niveles de gobiernos
subnacional y local con capacidades suficientes, en rentas y competencias autonómicas,
para contrapesar y hacer una nueva relación con el gobierno nacional, en el marco de la
unidad del Estado Nacional. Por ello mismo, la descentralización es un proceso multi-
dimensional. Comprende varias dimensiones que es indispensable tener en cuenta.
Podemos esquematizarlas en las siguientes:

• económica, con la formación de espacios y sistemas productivos y de mercado a escala


regional

• social, con la organización de los ciudadanos en gremios, sectores, instituciones y


diversas formas de asociación que expresan sus interrelaciones e intereses a nivel regional
y local

• ambiental, en el entrelazamiento de flujos de energía biótica y composición de elementos


abióticos, con las sociedades humanas en las condiciones de un territorio regional y local
especifico

• de conocimiento, en la organización de formas de generación de conocimientos


(científicos, tecnológicos, saberes) y del desarrollo de capacidades

• institucional, en la organización de procedimientos públicos y de niveles de gobiernos a


escala regional y local

Existe descentralización cuando se producen autonomías. Tal como ocurre con la


democracia, que no puede existir sin ciudadanos. La descentralización tampoco puede
darse sin vigencia del impulso autonómico de la propia sociedad que alcance formas
institucionales en el Estado. Esto es, formas para ejercer sus derechos y normar sus
competencias de gobierno a escala local y regional. Las autonomías pueden sustentarse en
nacionalidades, minorías nacionales, agrupamientos étnicos. Pero también se sustentan en
proyectos sociales de región requeridos para lograr el desarrollo de un territorio, como
acontece en el Perú.

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Luego de 12 años de gobierno militar, en los que los alcaldes fueron designados desde el
gobierno central y las municipalidades perdieron toda autonomía frente a las autoridades
nacionales, el segundo gobierno de Fernando Belaunde –mediante la Ley N.º 23853– les
transfirió nuevos poderes, competencias y recursos.

El proceso global de afirmación de lo municipal que se inició con el retorno de la


democracia en 1980 fue interrumpido por el gobierno de Fujimori, que eliminó a los
gobiernos regionales electos y estos fueron reemplazados por los Consejos Transitorios de
Administración Regional (CTAR), que fueron 12 a nivel nacional, y sus funciones serian
supuestamente iguales que de los gobiernos anulados, esto sería hasta la posible elección
de nuevas autoridades. También limitó la autonomía y el asociativismo municipal,
golpeando especialmente a las municipalidades provinciales. Fue con esta intención que se
estableció un sistema de redistribución de recursos a través del Fondo de Compensación
Municipal (Foncomun), que incrementó la autonomía de gasto de las municipalidades
distritales. Ambas medidas las beneficiaron directamente, debilitando a las municipalidades
provinciales y logrando el objetivo político de evitar que desde ellas se desarrollen
liderazgos opositores. Con el autogolpe se crea el Ministerio de la Presidencia (MIPRE),
encargado de articular las relaciones con los CTAR. Este existía en los gobiernos militares,
pero fue disuelto durante los gobiernos democráticos, para dar paso a los gobiernos
regionales. El MIPRE significaba un regreso al gobierno central de funciones y
competencias, que a lo largo de los años fueron transferidos a los diferentes poderes
descentralizadores. Esto se vio cuando el mismo gobierno eligió a un presidente regional,
con un consejo de coordinación, este integrado por los Alcaldes Provinciales. Ya en el año
1998, se aprueba una ley que ampliaba el “mandato transitorio” de los CTAR a un periodo
indefinido, esta ley además ampliaba el número de estos a 23, uno por cada departamento.

El nuevo gobierno del 2001 se propuso revertir la centralización causada en el gobierno


anterior. Para lograrlo aprobaron una ley Orgánica de Gobiernos Regionales. Buscaban
revertir la situación que pasaban los gobiernos regionales, dándole más independencia en
sus gobernanzas. Entre las propuestas también detalladas son: la necesidad de reformar el
ordenamiento legal en las municipalidades, preparando su organización. Esta se daría a
partir de una nueva Ley Orgánica de Municipalidades (LOM), pero su debate fue poco
transparente y muy cerrado. Dando una ley que resultó ineficaz al adecuarse a las
exigencias de la descentralización.

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LOS AVANCES Y PROBLEMAS DEL PROCESO DE
DESCENTRALIZACIÓN

En primera instancia, la descentralización no es un proceso cerrado, que no acepta giros de


timón, sino por el contrario se encuentra en una fase inicial, al interior de un proceso
político y económico aún mayor, y que, por ende, se desarrolla en una dinámica social y
política de gran complejidad, donde convergen una serie de factores no sólo de índole
económico, fiscal y político, sino también institucional y cultural.

Cabe recalcar, que gran parte de los problemas que se enfrentan hoy, pudieron evitarse de
haber existido mayor claridad política sobre lo que se esperaba del proceso. Es decir, no
era suficiente que el Congreso diera normas iniciales, se requería de mayor participación
institucional, política y social en la definición de la implementación. En ese sentido, la
inexistencia de un modelo o diseño orientador que fijara las políticas y estrategias
sostenidas que permitieran transitar más ordenadamente hacia un Estado descentralizado,
es responsabilidad de los partidos políticos primero, del aparato administrativo-técnico del
Estado y también de la sociedad en su conjunto. Esta carencia ha hecho que la definición
de la descentralización como un proceso gradual haya originado las más diversas
interpretaciones y planteamientos, que han contribuido a complicar aún más el proceso.

Los recursos para asegurar la implementación

 Los recursos políticos


Principalmente el proceso de descentralización cuenta con importantes avances en
lo que a recursos políticos se refiere. Las normas han previsto la participación
ciudadana como una forma de control de las decisiones de las autoridades. Los
espacios de encuentro entre la sociedad civil y los gobiernos regionales y locales se
han generado a través de Asambleas Ciudadanas, Audiencias Públicas, Comités
Vecinales, Mesas de Diálogo, Mesas de Concertación de Lucha contra la Pobreza,
diálogos para los

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Planes Concertados de Desarrollo Regional y Local, así como con los presupuestos
participativos.

Estos últimos se constituyen en el principal instrumento de participación de la


comunidad en la gestión pública del presupuesto, permitiendo un involucramiento de
la población en el diseño, construcción, seguimiento y control de las decisiones y
políticas a ser aplicadas en sus jurisdicciones. Sin embargo, sigue siendo
preocupante que desde los niveles regional y local con respecto del nacional y
también al interior de éste, la discusión política se haya reducido a cómo obtener
mayores recursos para ganar favor político en sus territorios, sin entrar a discutir
cómo implementar un nuevo esquema de distribución del poder a futuro, o cómo
mejorar realmente la prestación de bienes y servicios para sus ciudadanos.
Asimismo, los recursos que ingresan al municipio como consecuencia de las
transferencias constituyen un incentivo para que grupos locales busquen insertarse
en los espacios de administración para ganar poder político. Al no existir partidos
políticos nacionales o regionales consolidados, la disputa por poder recaer en
intermediarios locales que funcionan sobre costumbres clientelistas. La
deslegitimación de la política formal y la fragilidad institucional podría conllevar,
como en el caso de Ilave, al desconocimiento de procedimientos democráticos o
propios del estado de derecho, favoreciendo la búsqueda de soluciones rápidas por
la fuerza, al existir disconformidad con la forma en que se gastan los recursos
transferidos, con el agravante de una lenta reacción del nivel nacional y sus
instituciones, dada la desarticulación de las mismas. Los incentivos implícitos del
sistema de revocatoria de autoridades pueden enfrentar incluso a aquéllas
pertenecientes a un mismo grupo político, como el Alcalde y su Teniente Alcalde,
puesto que en caso de producirse ésta, él tomaría el poder en su lugar.

 Participación ciudadana y control social

Si bien se dice con frecuencia que una de las ventajas de la descentralización es


que ésta abre las posibilidades de participación ciudadana, es necesario pensar en
los mecanismos para que esa participación sea efectiva, aportando a la mejora de la

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gestión del Estado a través de una más eficiente provisión de servicios. En general,
la participación ciudadana puede darse a través de instituciones estatales y no
estatales, que se organicen con criterios territoriales o funcionales. En el marco de
un Estado descentralizado, las diferentes organizaciones y mecanismos de
participación deberían estar estructurados de forma tal que su jerarquía permita
hacer prevalecer el interés general. Le correspondería al Estado, entonces,
garantizar que estos

espacios se vayan acomodando de la forma descrita. Lo cierto es que los


mecanismos vigentes de participación no sólo no incorporan a la población en
cantidad suficiente, sino que cualitativamente tampoco significan grandes aportes.
Sobre lo primero, es necesario repensar a qué parte de la sociedad civil se está
involucrando y a quiénes habría que convocar. La participación ciudadana debe
involucrar en la toma de decisiones públicas a cualquier actor, individual o colectivo,
que actúe en función de intereses públicos o susceptibles de ser defendidos como
tales. Sin restarles importancia ni desvalorar su aporte, las mesas de concertación,
los Consejos de Coordinación regionales y locales, las mesas de lucha contra la
pobreza y otros mecanismos participativos, suelen ser discusiones entre el Estado y
sólo algunos sectores de la población, centradas en cómo repartir los recursos
disponibles. Cuando una estructura de tejido social es muy débil, estos tipos de
espacios se vuelven vulnerables de ser capturados políticamente como formas de
clientelismo e incluso corrupción. Asimismo, hay que profundizar la discusión y
pensar en qué materias es relevante y beneficiosa la participación. La experiencia en
el Perú en el presupuesto participativo es sumamente alentadora y demuestra que
es razonable incorporar las preferencias ciudadanas a las decisiones de inversión.

 Control y transparencia

Un elemento clave para la sustentabilidad de la descentralización consiste en


integrar fuertes elementos de control y de transparencia junto con la transferencia de
recursos y competencias. En algunos países de la región, se ha descentralizado con
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las competencias y los recursos del sector público central, lamentablemente también
con sus deficiencias. Por el momento, la capacidad de fiscalización es débil, pero
tiene que ser mejorada sustancialmente si no se quiere poner en grave riesgo la
descentralización. Tampoco el gobierno de Toledo se ha mostrado indemne. La
prevención del clientelismo y la corrupción requieren a la larga un cambio de cultura.
En Perú existen también varias experiencias al respecto: por ejemplo, el Congreso
está aplicando una política transparente y fiscalizable con respecto a todos sus
miembros. Algo que en realidad funciona sólo parcialmente, pero nos muestra la
dirección en la que debe enrumbarse la administración pública en el Perú, si no
quiere perder firmeza en el proceso. Los mecanismos de control tienen sus costos
extras, requieren apoyo técnico y seguimiento de diferentes niveles de gobierno. Se
tiene que establecer sistemas de monitoreo.

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CONCLUSIÓN

La descentralización es una dinámica social y política muy compleja en la que confluyen


diversos factores económicos, financieros, políticos, institucionales y culturales. Asimismo,
la descentralización en sí misma no es sinónimo de desarrollo, sino que debe ser
complementada con diversas iniciativas económicas, sociales y culturales. Deben estar un
paso por delante para lograr juntos un desarrollo común y duradero.

Desde una perspectiva política, la descentralización se enfoca en la autonomía democrática


inherente de las instituciones locales y municipales y los costos económicos asumidos
por el gobierno central para garantizar esa autonomía y, por lo tanto, tiene implicaciones
significativas para el futuro, la organización o la creación del estado.
Métodos de delimitación territorial plenamente desarrollados que tratan de evitar caer
en los gobiernos provinciales, con las mismas limitaciones que siempre hemos observado
que ha tenido el estado en todos los períodos de su existencia, la delimitación no
siempre se relaciona con la realidad de las necesidades de ordenamiento
geográfico y territorial. desarrollo social. Esta es la razón por la que el modelo de proceso
subyacente es importante.

16
ANEXOS

Anexo 1

Anexo 2

17
Anexo 3

18
BIBLIOGRAFÍA
Claudia Serrano, P. A. (2011). EL PROCESO DE DESCENTRALIZACIÓN EN PERÚ
PROYECTO GOBERNANZA SUBNACIONAL PARA EL DESARROLLO. RIMISIP

Dammert, M. (2003). La descentralización en el Perú a inicios del siglo XXI: de a reforma


institucional al desarrollo territorial . ILPS.

Javier Azpur, E. B. (2006). La descentralización en el Perú un balance de lo avanzado y


una propuesta de agenda. CIES.

Perú, P. U. (2011). ABC de la Descentralización. Secretaría de Descentralización,

Degregori, Carlos (2004) “Llave, desafíos de la gobernabilidad, la democracia


participativa y la descentralización”, Grupo Propuesta Ciudadana, Cuadernos
Descentralistas No. 13, julio, Lima

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